Teorías Lingûísticas Actuales

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TEORÍAS LINGÜÍSTICAS ACTUALES Las teorías lingüísticas actuales se remontan al siglo XIX, cuando se considera que surgió el estudio científico del lenguaje en Occidente. En esta época, se pueden destacar dos grandes corrientes: el historicismo, por un lado, y el comparativismo, por otro. Estas dos vertientes no se pueden separar, dado que al comparar lenguas antiguas, debió hacerse desde un punto de vista historicista. Algunas de las características principales de ambas corrientes fueron, entre otras: su reacción contra el clasicismo y el racionalismo anteriores, la ley de Grimm que demostraba las correspondencias parciales entre sonidos de diferentes lenguas y el principio de la regularidad del cambio fonético descubierto por los neogramáticos. En suma, el comparativismo y el historicismo se podrían considerar las corrientes lingüísticas precursoras del panorama lingüístico actual; es decir, el que comprende el periodo transcurrido desde principios del siglo XX hasta nuestros días. LINGÜÍSTICA TEÓRICA Siguiendo un análisis diacrónico de las diferentes teorías lingüísticas surgidas a lo largo del siglo XX y principios del XXI, la primera que debemos mencionar es el estructuralismo. PRIMER ESTRUCTURALISMO Se considera que éste aparece a partir de 1916, año en que los alumnos de F. de Saussure recopilaron y publicaron las notas de sus clases bajo el título de Cours de Linguistique génerale. Entre todas las aportaciones de este lingüista, cabe señalar algunas de sus dicotomías más célebres tales como sincronía/diacronía, y langue (‘lengua’) / parole (‘habla’). Por lo que respecta a la primera de

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TEORÍAS LINGÜÍSTICAS ACTUALES

Las teorías lingüísticas actuales se remontan al siglo XIX, cuando se considera que

surgió el estudio científico del lenguaje en Occidente. En esta época, se pueden

destacar dos grandes corrientes: el historicismo, por un lado, y el comparativismo, por

otro. Estas dos vertientes no se pueden separar, dado que al comparar lenguas

antiguas, debió hacerse desde un punto de vista historicista. Algunas de las

características principales de ambas corrientes fueron, entre otras: su reacción contra el

clasicismo y el racionalismo anteriores, la ley de Grimm que demostraba las

correspondencias parciales entre sonidos de diferentes lenguas y el principio de la

regularidad del cambio fonético descubierto por los neogramáticos. En suma, el

comparativismo y el historicismo se podrían considerar las corrientes lingüísticas

precursoras del panorama lingüístico actual; es decir, el que comprende el periodo

transcurrido desde principios del siglo XX hasta nuestros días.

LINGÜÍSTICA TEÓRICA

Siguiendo un análisis diacrónico de las diferentes teorías lingüísticas surgidas a lo largo

del siglo XX y principios del XXI, la primera que debemos mencionar es el

estructuralismo.

PRIMER ESTRUCTURALISMO

Se considera que éste aparece a partir de 1916, año en que los alumnos de F. de

Saussure recopilaron y publicaron las notas de sus clases bajo el título de Cours de

Linguistique génerale. Entre todas las aportaciones de este lingüista, cabe señalar

algunas de sus dicotomías más célebres tales como sincronía/diacronía, y langue

(‘lengua’) / parole (‘habla’). Por lo que respecta a la primera de éstas, Saussure

considera que deben existir una lingüística sincrónica (encargada del estudio del estado

de la lengua, es decir, del aspecto estático) y una lingüística diacrónica (que estudie las

diferentes evoluciones de la lengua). En cuanto a la segunda dicotomía, lengua (langue)

/ habla (parole), Saussure concibe la lengua como un vehículo de comunicación, algo

en estado potencial, código que el individuo no puede alterar, mientras que el habla, por

el contrario, es la codificación del mensaje, el uso de la lengua por el individuo y

efímera. Desde el punto de vista de Saussure, el objeto último del lingüista está en la

lengua o langue de una comunidad, idea que rechazarán lingüistas posteriores.

Aunque Saussure sea considerado el padre del estructuralismo, cabe destacar otros

grupos o lingüistas europeos y americanos continuadores de esta corriente. Por lo que

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respecta al Estructuralismo Europeo, es preciso señalar en primera instancia el Círculo

Lingüístico de Praga, cuyos estudiosos más destacados fueron N. Trubetzkoy y R.

Jakobson, ambos seguidores de Saussure. El primero de éstos, Trubetzkoy, se encargó

del estudio fonológico, aplicando éste al fonema como unidad mínima de análisis. De

este modo, llegó a la conclusión de que los sistemas fonológicos se clasifican de

diferentes maneras dependiendo de los rasgos distintivos de sus fonemas, lo que

supuso un gran avance para la teoría fonológica. Por su parte, Jakobson (figura a

caballo ente el estructuralismo europeo y el americano), añadió que la selección de

cada lengua de unos rasgos distintivos u otros no es arbitraria y que entre éstos existe

una jerarquía que coincide con el orden cronológico en que el niño adquiere los

sonidos. Trubetzkoy y Jakobson habían participado anteriormente en el Círculo

Lingüístico de Moscú donde coincidieron con S. Karcevski que había tenido contacto

directo con Saussure.

Además, el desarrollo de las ideas del Círculo de Praga (donde Trubetzkoy y Jakobson,

a partir del 1926, darían a la luz algunas de sus más importantes contribuciones a la

lingüística) no se puede poner en cuenta de una continuación de la obra de Saussure,

aún menos de discípulos de aquél lingüista ginebrino. En Praga se bebía de una

tradición lingüística propia, y muy fuerte, a la cual se agregó la vertiente lingüística rusa,

construyendo juntos un abordaje absolutamente nuevo y particular. (cf. Jacqueline

Fontaine, "O Círculo Lingüístico de Praga", S. Paulo: Ed. Cultrix - Ed. USP, 1978; V.

Fried (ed.), "The Prague School of Linguistics and Language Teaching", Oxford

University Press, 1972).

ESCUELA DE GINEBRA Y CÍRCULO DE COPENHAGUE

El siguiente grupo que es preciso señalar es la Escuela de Ginebra, cuyos máximos

representantes son Bally y Sechehaye, ambos también alumnos de Saussure. La

principal peculiaridad de esta escuela será la separación entre sincronía y diacronía,

negando el estructuralismo diacrónico y, por consiguiente, centrándose única y

exclusivamente en el estudio sincrónico y en la teoría del signo.

Otro de los grupos pertenecientes al estructuralismo europeo que no debemos olvidar

es el Círculo Lingüístico de Copenhague, cuya figura más relevante será Hjelmslev y su

glosemática. Este lingüista considera que la lengua es forma pura, carente de materia;

por consiguiente, las unidades básicas de su estudio no serán los fonemas, sino los

cenemas (unidades mínimas de expresión carentes de sustancia). En fin, Hjelmslev se

pierde en reflexiones filosóficas sobre la sustancia y la forma.

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Además de los mencionados más arriba, cabe destacar dentro del Estructuralismo

Europeo a Jespersen, quien ya se plantea las posibilidades de una gramática universal,

o el estructuralista británico Firth, cuyo objeto de estudio no es tanto la langue, sino la

lengua realizada en el hablar; es decir, los enunciados. En la lista de estructuralistas

europeos, no debemos olvidar a Benveniste y Martinet, seguidores de la fonología

diacrónica del Círculo de Praga, y a Alarcos en España.

ESTRUCTURALISMO AMERICANO

Por lo que se refiere al Estructuralismo Americano, conviene señalar que su desarrollo

es simultáneo al europeo, puesto que nace en 1925 con la creación de la Sociedad

Americana de Lingüística y su revista Language. El iniciador de esta corriente será

Boas con su Hadbook of American languages, pero quien realmente despuntará será su

discípulo Sapir. Este último, considerado estructuralista implícito, con su obra

Languages (1921) adopta una perspectiva mentalista y le concede gran importancia al

estudio del contenido y de los aspectos culturales del lenguaje.

Por otro lado, cabe destacar a Bloomfield, representante del estructuralismo explícito,

con su obra Languages (1933) crea la base de la nueva lingüística americana. Este

lingüista adopta una concepción antimentalista o behaviorista, por lo que niega el

estudio del significado, puesto que no es un hecho físicamente observable. Aunque es

consciente de que el significado es un hecho lingüístico, su concepción behaviorista no

le permite aceptarlo como objeto de estudio de la Lingüística, lo que le será duramente

criticado por autores posteriores.

GENERATIVISMO

Una vez analizado el estructuralismo como la primera gran teoría lingüística del siglo

XX, pasaremos a analizar la que se considera la segunda gran corriente lingüística, esto

es, el Generativismo. Se considera como fecha clave de su nacimiento 1957 con la

publicación de Estructuras sintácticas de Chomsky, lingüista considerado el fundador

del Generativismo. Con esta obra, Chomsky se opone tajantemente a las hipótesis de

Bloomfield. De acuerdo con lo señalado por Tusón, el lingüista se opone, en primer

lugar, a que los textos tengan únicamente una dimensión lineal según proponía

Bloomfield. En segundo lugar, considera que Bloomfield adopta una perspectiva

demasiado taxonómica o, lo que es lo mismo, demasiado clasificatoria y se olvida de

responder preguntas como ¿cómo se aprende una lengua?; por tanto, defiende más

bien una teoría del lenguaje. En tercer y último lugar, de acuerdo con Tusón, Chomsky y

sus discípulos defienden una tesis innatista según la cual los seres humanos poseemos

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una capacidad de lenguaje propia de nuestra especie. En relación directa con esta

última idea se encontraría el principio de Gramática Universal que destaca Chomsky,

según el cual la mente humana tiene una orientación lingüística específica, que sería

innata, no aprehendida. El desarrollo de esta capacidad por cada individuo sería la

gramática particular. Desde el punto de vista de Chomsky y seguidores, debe operarse

sobre datos empíricos con el fin último de construir una teoría universal, reflejo del

conocimiento implícito de los hablantes.

Según algunos estudiosos como Marcos Marín, el desarrollo de la gramática generativa

se produjo en dos fases: la primera se iniciaría en 1957 con la publicación de

Estructuras sintácticas y abarcaría hasta 1965, año en que se publica Aspectos de la

teoría de la sintaxis, también de Chomsky, con la que se iniciaría la segunda etapa.

Algunas de las aportaciones más importantes en la primera de éstas fueron, ente otras:

establecimiento de reglas que manifiestan las relaciones abstractas de la estructura

profunda, se define la gramática adecuada como aquella que genere todas las

secuencias gramaticales y no las agramaticales y establece tres niveles en la

gramática, representados por las reglas sintagmáticas, las transformacionales y las

morfofonológicas, respectivamente. Durante la segunda etapa, en cambio, Chomsky

acepta el papel auxiliar de la semántica, estableciendo un inventario léxico o léxicon y

unas reglas de proyección. En esta fase, la estructura profunda queda más definida,

entendiéndose como tipo de descripción obtenida de una frase una vez aplicadas las

tres reglas anteriores. La estructura superficial, en cambio, se entenderá como las

relaciones expresadas antes de que intervengan las reglas transformacionales. Con la

inclusión de la semántica a su estudio, nace la conocida como teoría estándar, que será

seguida de la teoría estándar ampliada. Con posterioridad a 1965, cabe señalar una

nueva versión de la gramática generativa con la teoría de la rección y el ligamiento.

LINGÜÍSTICA DEL TEXTO Y PRAGMÁTICA

En cuanto a las últimas corrientes lingüísticas, es preciso destacar especialmente la

Lingüística del Texto y la Pragmática.

Por lo que respecta a la Lingüística del Texto, nos ha servido de gran ayuda lo expuesto

por Casalmiglia y Tusón al respecto. El máximo representante de esta corriente sería

Van Dijk, quien, entre otros, se percató de que era imprescindible estudiar el contexto

verbal para poder entender muchos fenómenos sintácticos tales como la

pronominalización. La gramática textual se encargará de demostrar por qué la

significación del texto es superior a la suma del significado de sus frases. Para ello, Van

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Dijk propone las macroestructuras como unidades superiores de contenido que

representan el tema o tópico de un texto. Para extraer dichas macroestructuras,

propone una serie de macrorreglas: de supresión (consistente en eliminar la información

secundaria), de integración (incorporar información de diferentes enunciados en uno),

de construcción (construir un enunciado nuevo sin que exista previamente) y de

generalización (sustitución hiperonímica).

En cuanto a la definición de texto, parece que los diferentes lingüistas no se ponen de

acuerdo en definirla. En consonancia con lo propuesto por Casalmiglia y Tusón,

entenderemos texto como unidad comunicativa diferente a la oracional, una unidad

semántico-pragmática de sentido y una unidad intencional y de interacción. A diferencia

de estudios anteriores, la Lingüística del Texto se centra en todo tipo de textos, no

únicamente los escritos. Para el estudio del texto como acto comunicativo, es de gran

importancia la aportación de Beaugrande y Dressler, con sus siete normas de

textualidad: cohesión y coherencia, intencionalidad y aceptabilidad, situacional,

intertextualidad e informatividad. Para la consecución de la primera de éstas, la

cohesión, se proponen procedimientos cohesivos como la sustitución, la elipsis y la

cohesión léxica. Por lo que respecta a la coherencia, ésta depende directamente de la

intención comunicativa del hablante. En cuanto a la intencionalidad, ésta se refiere a las

intenciones del productor del texto, mientras que la aceptabilidad está relacionada con

la recepción del texto y su aceptación durante el intercambio comunicativo. Por lo que

se refiere a la informatividad, ésta evalúa si el contenido es más predecible o menos y

la situacionalidad está relacionada con la influencia de la situación en el texto. Por

último, la intertextualidad valora los patrones, el vocabulario, las fórmulas, etc., que se

repiten en diferentes textos de forma que pertenezcan a un género u otro. En suma, la

Lingüística del Texto ha sido de gran importancia para el estudio de los diferentes tipos

de texto.

Finalmente, la última gran teoría lingüística actual que aquí mencionaremos será la

Pragmática, cuyo fundador podría ser considerado Charles Morris, quien, en 1938,

introdujo el término al considerar que la semiótica o ‘ciencia de los signos’, debía

constar de tres partes: sintaxis, semántica y pragmática (entendida como la relación de

los signos con sus intérpretes). Para el análisis de esta teoría lingüística, nos ha servido

de gran ayuda la Introducción a la pragmática de Escandell, de donde hemos extraído

lo conceptos básicos de dicha corriente. De acuerdo con lo señalado por Escandell, en

todo proceso comunicativo intervienen diferentes elementos. Éstos pueden ser, por un

lado, físicos, tales como el emisor/hablante, el destinatario/oyente, el

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enunciado/mensaje y el entorno. Por otro lado, pueden ser relacionales o inmateriales,

como la información pragmática, la intención y la relación social.

Por lo que respecta al desarrollo de la Pragmática, se destacan dos fases: una primera,

consistente en pura especulación filosófica, y una segunda, mucho más empírica. Ente

otros lingüistas, cabe mencionar a Austin y su filosofía del lenguaje corriente, Searle y la

teoría de los actos de habla, Grice y su principio de cooperación, Ascombre y Ducrot y

la teoría de la argumentación, Sperber y Wilson y la teoría de la relevancia y el estudio

de la cortesía.

En cuanto a Austin y su filosofía del lenguaje, cabe subrayar como aportaciones a la

pragmática el hecho de revalorizar el lenguaje corriente y, sobre todo, su tricotomía de

locutivo/elocutivo/perlocutivo. Denomina acto locutivo el que realizamos por el mero

hecho de decir algo, acto elocutivo el que se realiza al decir algo, acciones como

ordenar, aconsejar y acto perlocutivo el que se realiza por haber dicho algo.

Por lo que se refiere a Searle y su teoría de los actos de habla, éste considera que los

enunciados, para ser adecuados, deberán cumplir cuatro condiciones: de contenido

proposicional, preparatorias (condiciones que deben darse), de sinceridad (estado

psicológico del hablante) y esenciales (caracterizan el tipo).

Por otro lado, Grice establece el principio de cooperación según el cual los

interlocutores deben respetar cuatro máximas para que la comunicación llegue a su fin.

Éstas consisten en dar la información necesaria y pertinente, que sea verdadera, que se

digan cosas relevantes y que sea claro.

Ascombre y Ducrot proponen la teoría de la argumentación según la cual señalan unos

marcadores argumentativos que se clasifican en operadores (si afecta a un único

enunciado) y en conectores (si afectan a más de un enunciado). Estos últimos

aparecerán clasificados según su función, su valencia y su orientación.

Otros autores que cabe destacar de la Pragmática son Sperber y Wilson y su teoría de

la relevancia, cuya mayor aportación será el estudio de la comunicación verbal y la

comunicación no verbal y la importancia de la inferencia o proceso deductivo a partir de

unas evidencias no verbales. Por último, conviene mencionar el estudio de la cortesía,

cuyos máximos representantes son Brown y Levinson.

En resumen, nos encontramos ante un amplio panorama lingüístico en el que ha habido

una gran proliferación de teorías durante este último siglo. Cabe destacar los inicios de

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la lingüística con el comparativismo y el historicismo, continuado por el estructuralismo,

posteriormente el generativismo, la lingüística del texto y la pragmática.