Teoría del Conocimiento Historia Verdadera

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Teoría del Conocimiento, "Historia Verdadera" y neutralidad

político-ideológica

Manuel Moncada Fonseca

Revista Libre Pensamiento/Rebelión

I. Soberanía, no soberanía, limitación e ilimitación del

pensamiento y conocimiento humano

Antes de hacer referencia a lo que se ha llamado “Historia Verdadera”

como algo que se revela de una vez y para siempre, haremos una

breve referencia a la concepción leninista del conocimiento humano y

su capacidad cognoscitiva.

Lenin exponía que el pensamiento humano es, al mismo tiempo,

soberano y no soberano, y su capacidad cognoscitiva limitada e

limitada. Soberano e ilimitado por su naturaleza, vocación, posibilidad

y meta histórica final; y no soberano y limitado por la ejecución

concreta y “la realidad de cada caso.”

Por su naturaleza, expone, el pensamiento humano puede proporcionar

y proporciona la verdad absoluta, pero la “que resulta de la suma de

verdades relativas”, y no aquella que nace de una apreciación errónea

de la realidad objetiva, derivada, a su vez, de una comprensión

metafísica de la misma.

Y siguiendo a Engels y a Dietzgen, añade: “…para el materialismo

dialéctico no hay una línea infranqueable de demarcación entre la

verdad relativa y la verdad absoluta.” [1].

Para que las cosas queden completamente claras y no se presten a

equívocos innecesarios, sostiene: “La dialéctica materialista de Marx

y Engels comprende ciertamente el relativismo, pero no se reduce a él,

es decir, reconoce la relatividad de todos nuestros conocimientos, no

en el sentido de la negación de la verdad objetiva, sino en el sentido

del condicionamiento histórico de los límites de la aproximación de

nuestro conocimiento a esta verdad.” [2]

El relativismo del que habla Lenin no guarda relación alguna con

aquella máxima de Protágoras que reza: “El hombre es la medida de

todas las cosas, de las que son en tanto que son, y de las que no son en

tanto que no son”. Es que el hombre al que Protágoras hacía referencia

no era el hombre en general, como género humano, sino el hombre

particular. De ahí que, según este filósofo de la escuela sofista, toda

verdad es absolutamente relativa a cada hombre por separado. Más

aún, al concebirla de esa forma, no la comprendía como reflejo del

mundo real, cuya objetividad no negaba, sino como derivada de cada

sujeto. [3]

El conocimiento y su capacidad cognoscitiva son productos históricos.

Se les debe contemplar, consecuentemente, en movimiento y en

dependencia de cada momento histórico. Viéndolos en un momento

dado, resultan no soberanos y limitados; viéndolos en perspectiva

resultan soberanos e ilimitados. Lo primero nos remite a la verdad

relativa, la valedera para cada momento histórico; lo segundo, a la

verdad absoluta que deriva de un pensamiento que junto al avance de

la sociedad, lejos de estancarse y quedarse en una época, va reflejando

dinámica y dialécticamente dicho avance y, gracias a ello, garantiza su

perenne desarrollo, volviéndose soberano e ilimitado.

II. ¿Existe la Historia Verdadera?

La “Historia Verdadera” que se promete para cada nueva ocasión, es

un completo desacierto, una vana pretensión, justamente porque cada

vez que se asoma aparece negando rotundamente al conjunto de

historias anteriores. Hay en ella, así, algo sospechoso que hace

imaginar todas las historias concebidas como falsas. Mas, asumir esto

sería profundamente erróneo, porque entonces no habría nada

orientando nuestros pasos, y caminaríamos por completo a ciegas,

hacia el abismo.

Dichosamente, la realidad, siendo multifacética y compleja, nos

conduce, al someterla a estudio constante, más allá de estos planteos;

muestra la dialéctica evolutiva de los procesos de la naturaleza, así

como los de la sociedad y del pensamiento humano. En este sentido, la

experiencia alecciona al ser humano, le muestra lo correcto o lo

incorrecto de su proceder, aunque estos términos sean relativos.

Una advertencia necesaria

Siguiendo esta misma línea, aunque advertía que la acción

depredadora del hombre sobre los recursos del medio ambiente

provoca, tarde o temprano, la “venganza” de la naturaleza, Engels

aportaba la solución para evitar que ello siguiera ocurriendo: se

requiere, escribía, no sólo el conocimiento, sino también “transformar

totalmente el régimen de producción vigente hasta ahora y, con él,

todo nuestro orden social presente.” [4]

Esta reflexión de Engels nos parece muy a tono con la realidad que se

vive en el mundo actual, amenazado, entre otras cosas, por el

calentamiento global, el descongelamiento de los polos y glaciares, el

agotamiento de los recursos energéticos; provocado, todo ello, por la

irracionalidad consumista y productivista del sistema capitalista

global; así como por su naturaleza profundamente explotadora,

expoliadora, violenta e inhumana.

De esta suerte, salvar a la naturaleza y a todo lo viviente sobre nuestro

planeta y, consecuentemente, poner a la misma al servicio de toda la

humanidad, teniendo como premisa esencial la convivencia armónica

con ella, requiere no sólo conocer lo que acontece en la misma y en la

sociedad, hace falta, además, acabar con lo que, eufemísticamente, se

llama sistema de libre empresa: el capitalismo.

Una expresión de agradecimiento

Mostrando una comprensión clara de la evolución dialéctica del

conocimiento humano, en verdad por completo contrapuesta a la

“Historia Verdadera” dada de una sóla vez, Aristóteles admitía la

justedad de agradecer no sólo a los que emiten opiniones que se

pueden compartir, sino también hacia los que siendo más

superficiales, de todos modos, aportaron algo: su ejercicio preliminar

preparó “nuestra capacidad de conocer. De hecho, de no haber

aparecido Timoteo, no tendríamos gran parte de nuestra poesía lírica,

y de no haber aparecido Frinis, tampoco habría aparecido Timoteo.

Precisamente así ocurre con los que se pronunciaron en torno a la

verdad, de ellos tomamos algunas doctrinas; otros fueron causas de

que éstos aparecieran.” [5]

Como puede percibirse en las palabras de Aristóteles, gracias al

esfuerzo de generaciones pasadas, el conocimiento se va acumulando

y renovando gradualmente.

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Pero, además, aunque todo aprendizaje humano se somete al binomio

ensayo-error, la relación opuesta entre la verdad y el error no es

absoluta, salvo, como plantea Engels, dentro de un campo muy

limitado. Significa que, colocadas fuera de este campo, dichas

categorías lógicas se vuelven relativas y se transforman una en otra.

(6) De esta forma, lo que es verdadero en un momento dado, en otro

resulta falso, y viceversa.

¿Por qué la historia no puede ser en sí ni verdadera ni neutral?

La Historia no es, ni puede ser, concebida como absolutamente

verdadera, no sólo porque siempre deba comprendérsele en un

momento dado en el que, además, está de por medio el hecho que cada

investigador que la somete a estudio se ve imposibilitado de abarcarla

en todos sus aspectos (7), sino también porque, desde la sociedad

esclavista hasta el presente, en la realidad social han interactuado e

interactúan hombres que se confrontan en términos económicos,

políticos, ideológicos, culturales, etcétera, que, por lo mismo, la

conciben a partir de sus propios intereses. Significa que, aunque las

posiciones maniqueas no deben ir de la mano del historiador, esto no

atañe forzosamente a la posición político-ideológica que posea, la cual

determina, en gran medida, su forma de concebir la historia. (8)

Y por más vueltas que se le quiera dar al asunto para encontrar a un

estudioso del pasado adoptando un plano neutro, un esfuerzo

semejante resulta siempre inefectivo y, además, reaccionario, porque

pretende forzar una sóla visión del pasado o enredar las cosas,

negando la posibilidad de conocerlo y, sobre todo, de transformar

radicalmente el presente, lo que igualmente responde a una posición

de clase. Propiamente, la de una clase, la burguesía local e

internacionalmente contemplada, que le teme al futuro porque no ve

en él la continuidad de su inmenso poder actual, preservado con

engaños, demagogia, corrupción de toda índole y, sobre todo, con la

violencia y el terror crecientes que impone a los pueblos del mundo, lo

que incluye el exterminio masivo de personas. Esto último a partir,

como acota Manuel Freytas, de que las “masas, que se multiplican por

las periferias de Asia, África y América Latina, no reúnen los

estándares del consumo básico (supervivencia mínima) que requiere la

estructura funcional del sistema [capitalista] para generar rentabilidad

y nuevos ciclos de concentración de activos empresariales y fortunas

personales.” (9)

Estamos, así, ante una historia que posee y poseerá siempre naturaleza

objetivo-subjetiva; lo que nos coloca frente a su carácter

#ontradictorio y a su complejidad, en tanto que en ella confluyen un

conjunto de factores disímiles en los que juega lo objetivo y lo

subjetivo; lo verdadero y lo falso; las condiciones circundantes y la

influencia recíproca que el género humano ejerce en ellas; lo que

motiva a las personas a pensar u obrar de un modo u otro; lo que las

conduce a la verdad o la mentira; los diversos sentimientos que en

ellas afloran; lo que las impulsa a la acción o a la inacción y el sentido

u orientación que éstas posean; los valores que sustentan de uno u otro

signo; las versiones que poseen sobre los acontecimientos que las

rodean, etc. Al historiador debe interesarle todo esto y más.

En esta línea, Antonio Torres Montenegro sostiene: “Las diversas

fuentes ya no se estiman fuentes verdaderas o falsas del pasado. Mas

bien representan la forma en que grupos determinados, segmentos y

clases sociales se permitieron pensar, sentir, soñar, desear,

determinados acontecimientos, algunas experiencias, ciertos

períodos.” [10]

De esta suerte, plantearse como meta la confección de una “Historia

Verdadera”, lejos de permitirle al que la asume alzarse en un plano

científico, lo conduce al inmovilismo. Y su estudio pierde sentido y

fuerza real. En otras palabras, al historiador le interesa estudiar, o le

debe interesar -si quiere en verdad hacer historia-, conocer las diversas

versiones que alrededor de uno o más hechos históricos tenga a su

alcance.

Sólo así puede, en verdad, hablar con propiedad sobre aquéllos hechos

que convierte o convierta en su objeto de estudio; mas no para salir

con la necedad de que ha llegado a revelar la “Verdadera Historia”

como tal, sino para acercarse a esa verdad histórica que no está

anclada en un sólo momento, sino distribuida en el horizonte

ininterrumpido de la evolución social; y a sabiendas de que su versión

del pasado, o del mismo presente, responde siempre, de una u otra

forma, a uno u otro interés de clase.

Considerando lo anterior, es ingenuo pensar que la historia se escribe,

difunde y enseña con un propósito culturalista; como respondiendo a

un fin en sí mismo y sin conexión alguna con la contemporaneidad. Es

poco lo que se hace por ella cuando se le enfoca de esta forma o

cuando responde, digamos, a un mero proyecto de desarrollo comunal

si la fuerza que financie su estudio la obliga a desenchufarse del fondo

nacional, regional o mundial y de las contradicciones que en él se

desenvuelven.

Como puede percibirse, no tiene objeto presentarse ante el público

como historiador de lo verdadero en sí mismo; como científico social

por completo objetivo, absolutamente profesional y, por ende, por

encima del bien y del mal. No debe soslayarse que la misma moral

debe entenderse de acuerdo a la época histórica y a los intereses de

clase sustentados.

III. ¿Qué hay detrás de cada “Historia Verdadera”?

Bernal Díaz del Castillo y su Historia Verdadera de la conquista de

Nueva España

Bernal Díaz del Castillo (1496-1584), cronista de la época colonial,

prometió presentarle al público de todos los tiempos, si partimos del

nombre que diera a su obra, la Historia Verdadera de la Conquista de

la Nueva España (hoy México), publicada póstumamente en 1632. Sin

embargo, lo que en verdad lo movió a narrar la conquista de este

territorio americano no fue, en modo alguno, la intención de ofrecer

los hechos acaecidos como verdades absolutas que, de fondo, es la

pretensión que se escuda tras lo que se denomina “Historia

Verdadera”, sino como él mismo confiesa:

“Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para

escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con

Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes

fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta

parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo

capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros

y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos

libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y

soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de

nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán

quieren deshacer a muchos.” (11)

Page 3: Teoría del Conocimiento Historia Verdadera

En este sentido, su Historia de la conquista de México fue

contrapuesta a la escrita por Francisco López de Gómora, Historia

General de las Indias, en la que este otro cronista se desata, según

Bernal Díaz del Castillo, en alabanzas a Hernán Cortés “y calla y

encubre” “las hazañas de los soldados”. Días del Castillo “escribió

una Historia verdadera como prueba de sus servicios a la corona, para

así exigir recompensas.”(12)

Las razones de Squier para atacar la influencia inglesa en América

Latina

Ejemplo muy ilustrativo de lo expresado en torno a las razones de

fondo por las cuales una o más personas actúan de un modo distinto al

que prometen o parecen declarar, nos lo da George Squier (1821-

1888), quien a mediados del siglo XIX estuvo en Nicaragua como

primer diplomático de Estados Unidos en nuestra nación. Squier

estimaba que “los desórdenes ocurridos en las repúblicas

hispanoamericanos no deben imputarse tanto a las insensatas pasiones

de su propia gente como a la injerencia extranjera, y a las adversas

circunstancias que las rodean” (13), lo que contrasta con la posición

sostenida, por ejemplo, por el conservador Carlos Cuadra Pasos, quien

atribuía a los conflictos internos la causa esencial de las desgracias de

la nación nicaragüense. (14)

Squier atacaba la influencia inglesa en Centroamérica, particularmente

en la Costa Atlántica de Nicaragua, en la que súbditos de Inglaterra se

arrogaron el derecho de asumir funciones municipales y

administrativas. Pero lo hacía porque defendía la idea de que fuera su

país el que estableciera su influencia en el ámbito del continente

americano.

En nombre de Estados Unidos, criticaba a Inglaterra su injerencia en

Latinoamérica, pero, ¿los “principios” de los cuales se valieron los

ingleses para apoderarse de la Costa Atlántica de Nicaragua no fueron,

acaso, los mismos que, unos años después de la visita de Squier,

esgrimiría William Walker para ocupar Nicaragua y proclamarse su

presidente con el apoyo de las administraciones estadounidenses de

Pierce y Buchanan? (15)

¿Cuál era, pues, el trasfondo de la crítica de Squier al dominio

inglés sino el hecho real de que Inglaterra le disputaba a Estados

Unidos el dominio en América Latina?

Una precisión

Ahora bien, hay que distinguir entre la falsificación o la autenticidad

de un hecho histórico particular y un proceso histórico -en el que se

sumerge el primero-, que ya no tiene nada que ver con lo que

ufanamente se estima “Historia Verdadera”.

Venga al caso una nueva ilustración de lo expresado:

Un cibernauta se queja en la red porque la película de Disney

“Pocahontas” “nada tiene que ver con la verdadera historia de

Pocahontas…” Aduce que Disney presenta a la princesa como alguien

que permaneció al lado “de su pueblo y sus costumbres porque aquel

era su sitio”, lo que, a su entender, no está en correspondencia con los

hechos reales. (16)

Sin embargo, una cosa es la autenticidad o no de un hecho histórico

particular, en este caso, el de si Pocahontas abandonó o no a su tribu,

y otra, el proceso histórico de la conquista del territorio que sirvió de

base a la conformación de lo que, a partir de su independencia,

proclamada el 4 de julio de 1776, se comenzó a llamar Estados Unidos

de América.

La valoración histórica de este proceso, en tanto que enfrentaba a una

metrópoli y su colonia, se ha reflejado siempre como una valoración

de muy diversos tintes político-ideológicos, lo que incluye versiones

por entero contrapuestas. Pero acá las cosas no guardan relación

alguna con una historia verdadera o con una falsa.

El hecho histórico particular puede estimarse verdadero o falso; en

cambio, la historia, en la que se contienen múltiples hechos

particulares que se entrelazan de manera compleja, no. Acá interviene

ya no lo verdadero o lo falso, sino el enfoque, la interpretación de lo

histórico, aunque la deformación de lo particular pueda responder a un

interés, por lo común, político-ideológico.

¿Qué empujó a Abraham Lincoln a abolir la esclavitud en EEUU?

Al igual que la independencia de Centroamérica en 1821 y la

abolición del régimen de servidumbre en Rusia en 1861, la abolición

de la esclavitud en EEUU en 1865, respondió a la voluntad política de

los de arriba de impedir que semejante cambio fuera el corolario de

una rebelión de los de abajo, en este caso, de los esclavos. Quiere

decir que Abraham Lincoln (1809-1865), como revela el recién

fallecido historiador estadounidense Howard Zinn, al decidir la

manumisión de los esclavos no hizo sino responder a los términos de

los blancos, y sólo cuando ello se constituyó en una exigencia de las

necesidades económicas y políticas de la cúpula empresarial del

Norte.

No debe así sorprender que el humanismo en Lincoln fuera simple

retórica. En realidad, la abolición de la esclavitud no llegó a ocupar el

primer lugar en su lista de prioridades. Y, aún y cuando admitía que la

esclavitud era injusta y una mala política, consideraba que su

abolición sería aún más perjudicial. En agosto de 1856, justamente

después de que en campaña declarara que había que superar el racismo

y unir a todos los estadounidenses como un sólo pueblo, declaró en

Charleston, al sur de Illinois, que no estaba y nunca había estado “a

favor de equiparar social y políticamente a las razas blanca y negra” y

que tampoco estaba ni estaría nunca “a favor de dejar votar ni dejar

formar parte de los jurados a los negros, ni de permitirles ocupar

puestos en la administración, ni de casarse con blancos.” (17)

“Historia Verdadera” y positivismo

De fondo, la idea de una historia verdadera es de corte positivista.

Según Leopold Ranke (1795-1886), autor entre otras obras de Historia

de los pueblos Romanos y Germanos (1.494-1.514), se debe recurrir a

los documentos para saber, a ciencia cierta, lo que ha ocurrido. Para

él, no existía “una teoría histórica, con esquemas previos que imponga

el pasado”. Si de hablar se trata, planteaba, era el pasado y no el

historiador el que debía hacerlo. A su entender, el compromiso del

historiador es escribir la historia “como realmente fue”. No creyó así,

supuestamente, “en teorías generales que pudieran cortar el tiempo y

el espacio.”

Su planteo de que el historiador se limite a escribir la historia tal como

es, deja a éste fuera de toda interpretación de la misma. “Pero ni la

objetividad, ni la neutralidad, ni la imparcialidad son posibles de

manera absoluta.” Ejemplo palpable de ello fue el mismo Ranke, no

sólo porque seleccionara “los hechos más relevantes” o porque hiciera

juicios de valor (18), sino también porque consciente y

deliberadamente, como acusa Josep Fontana, identificaba los

conceptos “estado” y “nación”, con lo que hacía reverencia al poder

reaccionario y porque toda su obra la destinó a atacar a la revolución y

las ideas progresistas. (19)

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¿Quién ganó la Segunda Guerra Mundial?

Al historiador comprometido le interesa, desde luego, construir la

historia en correspondencia plena con los hechos históricos acaecidos.

Pero, como ya quedó expresado, una cosa es la veracidad de un hecho

histórico particular y otra la interpretación que se dé al conjunto de

hechos de un proceso histórico dado en el cual se inserta aquél.

Es un hecho suficientemente documentado que el ganador de la

Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue la ex Unión Soviética y no

EEUU. Mas este país y sus liados, sobre todo de Europa, se han

empeñado y se empeñan en sostener lo contrario. Así las cosas, un

documental en Power Point que ha circulado ampliamente en Internet,

del conjunto de grandes personajes de este conflicto bélico, resalta la

figura del general estadounidense D.D. Eisenhower (1890-1969),

quien fuera entonces Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas.

No casualmente, en la misma línea, ese documental presenta a los

soldados estadounidenses como los grandes libertadores de Europa.

Respondiendo a esta visión de la Segunda Guerra Mundial, el cubano

Felipe de J. Pérez Cruz, pregunta si fue Eisenhower el comandante

supremo del Ejército Rojo, mismo que liberó las dos terceras partes de

Europa, derrotó al Sexto Ejército Alemán el 1º de febrero de 1943, lo

cual produjo el punto de inflexión que determinó el curso de toda la

segunda guerra mundial; el que en el preciso momento en que se

estaba abriendo (por cierto con mucha demora) el segundo frente (6 de

junio de 1944), estaba arrojando “a los nazis de los últimos bastiones

de resistencia en el suelo invadido de su patria”; el que conjuntamente

con los guerrilleros de los países europeos que fueron ocupados por la

Alemania hitleriana, liberaron Kiev, las estratégicas regiones de Odesa

y Crimea, en Ucrania; las que vencieron a las fuerzas fascistas que

ocuparon los países bálticos; lanzaron una ofensiva masiva al este de

Bielorrusia, destruyeron el Centro del Grupo del Ejército Alemán y

avanzaron hacia el oeste, hasta el río Vístula frente a Varsovia, en el

centro de Polonia; combatían en Rumania y liberaron vastos territorios

de Yugoslavia. Por si lo dicho fuera poco, el pueblo soviético sufrió

unos 27 millones de muertos, 91,5 veces más que estadounidenses, 69

veces más que ingleses y 33,3 veces más que franceses. (20)

IV. Aníbal Ponce sobre la naturaleza clasista de la educación

No sólo la historia refleja posiciones clasistas determinadas, igual

ocurre prácticamente con todas las ciencias sociales y las

humanidades, así como con todo tipo de instituciones. Detengámonos

brevemente en este tópico:

Aníbal Ponce (1898-1938), ensayista, psicólogo, profesor y político

argentino (21) en su obra Educación y Lucha de Clases, demuestra

que, a lo largo de la historia, la educación nunca ha sido un

instrumento inocuo, alejado tajantemente de la confrontación entre las

clases sociales y, por tanto, de los conflictos económicos, políticos,

ideológicos y culturales que la expresan.

Sólo en la Comunidad Primitiva las cosas se definieron alejadas de la

lucha de clases, porque la explotación del hombre por el hombre y el

estado, como instrumento de dominio de una clase sobre otra, no

existieron. En ella la educación respondía a las necesidades de todas

las personas sin excepción: “la enseñanza era para la vida por medio

de la vida”; los castigos durante el aprendizaje de los niños nunca se

aplicaron; a ellos se les dejaba crecer con sus cualidades y defectos.

Durante el esclavismo, al esclavo se le educaba para obedecer ciega e

incondicionalmente al amo.

La comedia de Plauto, Los cautivos, sintetiza la educación al mismo

con estas palabras, expresadas por un esclavo de confianza: “Un amo

no se equivoca nunca; y hasta el mal que nos hace debemos

encontrarlo bien”.

Durante el feudalismo, en las escuelas monásticas, únicas a las que

podían concurrir las masas, el objetivo de la educación no consistía en

enseñar a leer y escribir, en instruir, sino en familiarizar a los

explotados en las doctrinas cristianas para inculcarles la docilidad y el

conformismo.

La educación del hombre burgués mantuvo la tónica anterior desde el

mismo nacimiento del modo de producción capitalista. “Al Señor

Todo el Mundo -escribía Martín Lutero (1483-1546) refiriéndose al

pueblo- se le debe empujar corporalmente a trabajar y a cumplir sus

deberes piadosos, como se tiene a las bestias salvajes en prisión y

encadenadas”. Por algo el protestantismo, del cual fue padre Lutero,

como religión de la burguesía, llamaba a educar a las clases

privilegiadas y a no abandonar a los explotados.

Voltaire (1694-1778), por su lado, como ideólogo de la alta burguesía,

llamó al rey de Prusia a destruir la religión, a la que llamaba

“superstición infame”, en la “gente de bien”, pero conservándola para

“la canalla” [el pueblo] “indigna de ser esclarecida y para la cual todos

los yugos son buenos.” Diderot (1713-1784), intérprete, a su vez, de

los intereses de lo artesanos y obreros, estaba claro que la nobleza se

había opuesto a la instrucción de los paisanos, porque es más difícil

explotar al paisano alfabetizado que al analfabeto, anotaba.

Mas el desarrollo del capitalismo impuso más tarde la necesidad de

instruir a las masas con el fin de que asimilaran las nuevas técnicas

productivas aunque, por otro lado, la burguesía temió que esa

instrucción las volviera “cada día menos asustadizas y opacadas”.

Ponce concluye que, históricamente, “la educación es el

procedimiento mediante el cual las clases dominantes preparan en la

mentalidad y la conducta de los niños las condiciones fundamentales

de su propia existencia.” (22)

La “desideologización” de las Universidades de hoy

Obsérvese, así sea por encima, a muchas instituciones educativas del

mundo y se constatará que responden, aunque se estimen apolíticas y

desideologizadas, a los intereses de las grandes transnacionales y a los

de los oligarcas locales correspondientes.

Muchas sueñan con volverse empresas, no dicen privadas, pero se

trata exactamente de eso. Ciertas se privatizan abiertamente; otras lo

hacen con disimulo.

Algunas enredan las cosas a partir, por ejemplo, de que las

universidades cubanas establecen estrechos contactos con las

empresas de su país, de indiscutible carácter socialista, para hacer lo

propio en realidades donde las empresas son aplastantemente

privadas.

Unas siguen al pie de la letra el Plan Bolonia, invención de las grandes

transnacionales que busca mercantilizar la educación en todo el

mundo (23); otras se ven seducidas por sus postulados esenciales.

A muchísimas, les encanta la palabreja “competitividad”, ocurrencia

del mercado para inculcar el individualismo en todo su esplendor y la

guerra de todos contra todos, pero no lo perciben o no lo quieren

percibir de esa manera.

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Y, con todo, se empeñan en llamarse instituciones de educación

superior alejadas de los asuntos políticos.

V. El periodismo y la neutralidad

Traemos ahora a colación el siguiente señalamiento que hace el

periodista Pascual Serrano refiriéndose, justamente, al tema de la

pretendida neutralidad, sólo que, en este caso, en el campo

periodístico:

“El discurso de la neutralidad se utiliza inteligentemente desde los

medios de comunicación neoliberales. Basta con observar los nombres

con los que gustan denominarse en sus cabeceras: El Imparcial,

Informaciones, ABC, La Nación , El Mundo, El País, La Razón.

Todos son asépticos y neutrales, como desean que creamos que son

sus contenidos. Su celo por aparentar ausencia de ideología les lleva

incluso a prohibir a sus periodistas que tengan ideas hasta fuera de la

redacción, en su vida privada.” (24)

Dos titulares de CNN, en su edición del 22 de abril llamaron nuestra

atención:

Uno decía: “El misterio del asesinato de periodistas en Honduras”.

Así, lo que para cualquier persona informada y sensible ante la suerte

de los pueblos no puede verse como un misterio porque está claro de

que es el régimen golpista el que está persiguiendo, encarcelando,

torturando y asesinando a los representantes del pueblo hondureño,

para CNN resulta un “misterio”. Igual proceder tienen los periodistas

de la derecha en Nicaragua, quienes de forma olímpica declaran

“superado” el golpe militar en Honduras.

Como denuncia Vicky Peláez, tan sólo en marzo, cinco periodistas

que no pertenecían a la resistencia fueron asesinados por atreverse a

denunciar la corrupción y la injusticia que reina en esta nación

centroamericana. “Todos fueron acribillados en el interior de sus

vehículos con AK-47 y Lobo dice que fue ajuste de narcotraficantes.”

(25)

¿Habrá acaso neutralidad en los puntos de vista que ven normalidad

donde no la hay? Peor aún, ¿puede haberla en lo que escribe, para

justificar a los golpistas, Reinhold Niebuhr, el intelectual preferido por

Obama?: “decir que el uso de la fuerza en la democracia a veces puede

ser necesario, no significa cinismo sino el reconocimiento de la

historia, los defectos del hombre y los límites de su razón”. (26)

Volviendo a la CNN , si lo del asesinato de periodistas en Honduras le

parece un “misterio”, para tratar lo que ocurre en Argentina, donde

gobiernan fuerzas progresistas que no responden a los intereses

yanquis, otro titular suyo reza: “La prensa en medio de la polarización

en Argentina”, señalando de paso que El Clarín, un medio atado a los

intereses de la oligarquía de este país sudamericano y a los del

imperio, se defiende del gobierno.

Recapitulando digamos lo siguiente:

La historia, la educación, el periodismo o cualquier otra profesión,

como algo neutral o imparcial son una quimera, algo existente sólo en

la mentalidad de los ideólogos del sistema capitalista, que inventan

respondiendo a la necesidad clasista de presentar su visión como la

única valedera, seria, objetiva y científica; y la “Verdadera Historia”,

como algo que se revela de una vez y para siempre, es antihistórica,

antidialéctica y anticientífica, porque niega la naturaleza cambiante y

contradictoria del mundo material y social, así como el

condicionamiento histórico-concreto de los procesos que tienen lugar

en la sociedad.

Notas:

--------------------------------------------------------------------------------

[1]. V.I. Lenin. Materialismo y empirocriticismo. Editorial Progreso.

Moscú. 1974. pp. 135-136. [2]. Ibíd. p. 138. [3] . Dzhojadzhe, D.V.

Etapas fundamentales del desarrollo de la antigua filosofía. Editorial

Nauka, 1977. pp. 69-75. [4]. Engels, Federico. Dialéctica de la

naturaleza. Editorial Grijalbo, S.A. México, 1961.pp. 151, 153. [5].

Dzhojadzhe, D.V. Ob. cit. p. 124. [6]. V.I. Lenin. Ob. cit. p. 135 [7].

Zhukov, E. Metodología de la Historia. Academia de Ciencias de la

URSS. Redacción “Ciencias Sociales Contemporáneas”. Moscú1982.

p. 192. [8]. “La práctica de resignificar o no resignificar el pasado es

indisociable de las luchas o de los combates de la historia en el

presente. Entre tanto, aún hay que establecer una tercera variante en

ese debate, entre resignificar la historia y congelar significados de la

historia. Corresponde a las estrategias oficiales borrar, silenciar o

negar la existencia de determinados acontecimientos, de determinadas

prácticas o discursos históricos.” Saeculum. “Entrevista con Antonio

Montenegro. Memorias, recorridos y reflexiones”. Revista Libre

Pensamiento. Nº 69. Mayo de 2009.

http://www.kbn.com.ar/userfiles/files/RLP%2069.pdf [9]. Freytas,

Manuel. “Incluidos y excluidos: Los hornos crematorios de "población

sobrante".”

http://www.iarnoticias.com/2010/secciones/contrainformacion/0025_e

xterm_... [10] . Antonio Montenegro. “Oralidad, memoria e historia.

Cuestiones metodológicas”. Revista Libre Pensamiento. Nº 70. Junio

de 70. Junio de 2009. [11]. Wikipedia. Bernal Díaz del Castillo Bernal

Díaz del Castillo

http://es.wikipedia.org/wiki/Bernal_D%C3%ADaz_del_Castillo [12].

Wikipedia. “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España ”

http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_verdadera_de_la_conquista_de_l

a_Nu ... [13]. Squier, E.G. Nicaragua, sus Gentes y Paisajes.

Traducción de Luciano Cuadra. Editorial Nueva Nicaragua, 1989. pp.

16,59-60. [14]. El asunto de cómo las disputas internas son

presuntamente la causa final de los problemas de Nicaragua es, quizás,

el punto más característico de la visión conservadora. Ello se

expresaba prácticamente en todo. Según Cuadra Pasos, la tesis de

Philander Knox (1853-1921), Secretario de Estado durante la

presidencia de William Howard Taft, era que la paz y el orden son

indispensables para la existencia de un régimen democrático,

añadiendo que este hombre, formándose un concepto íntegro de lo que

ocurría en Nicaragua, inició una política que si la hubiéramos

comprendido habría sido de mucho provecho para el desarrollo del

país. Pero como nuestra política, según él, consiste en recurrir siempre

a la violencia, como método para la solución de los problemas, “fue

parte para echar a perder los planes del secretario Knox”. Y gran parte

de nuestras tristezas, señala el autor, siendo resultado de nuestras

propias faltas, las disculpamos atribuyéndoselas al interventor

extranjero. En esta visión conservadora que acaba de dársenos,

aparece nítido el mea culpa que la derecha nicaragüense más

recalcitrante ha tenido sobre los problemas locales. Es una suerte de

malinchismo que no sólo alaba al interventor sino que acusa a los

semejantes de ser los únicos culpables del desorden y del caos

imperante. La violencia, como puede apreciarse en la visión indicada,

es un fenómeno interno. La intervención extranjera, por el contrario,

encierra potencialmente el antídoto contra ella. Moncada Fonseca,

Manuel. “Carlos Cuadra Pasos Un Ideólogo del Conservatismo y de la

Intervención”.

http://www.euram.com.ni/pverdes/Articulos/manuel_moncada_fonsec

a_139.htm [15]. Hurtado Chamorro, Alejandro. William Walker:

Ideales y Propósitos. Granada, Nicaragua, Centro América, 1965. pp.

169-181 [16].La verdadera historia de la princesa india Pocahontas.

http://aikun.wordpress.com/2009/01/02/la-verdadera-historia-de-la-

prince.[17].

Page 6: Teoría del Conocimiento Historia Verdadera

Zinn, Howard. La otra historia de los Estados Unidos. Siete Cuentos

Editorial. New York. Marzo de 2001. pp. 138-139. [18]. Leopold von

Ranke. http://es.wikipedia.org/wiki/Leopold_von_Ranke.

[19]. Fontana, Josep. Historia. Análisis del pasado y proyección

social. Crítica. Grupo editorial Grijalbo. Barcelona, 1982. p. 127-134.

[20]. Felipe de J. Pérez Cruz. De cómo se asesina la Historia de la II

Guerra Mundial. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=1008810

[21] . Wikipedia. “Aníbal Ponce”.

http://es.wikipedia.org/wiki/An%C3%ADbal_Ponce [22]. Ponce,

Aníbal. Educación y Lucha de clases. En Ponce, Aníbal. Obras. Casa

de las América. La Habana , Cuba, 1975. pp. 39, 109, 120, 153-154,

169, 190, 211. [23]. Al respecto consúltese: Moncada Fonseca,

Manuel. “El utillaje del mundo académico, Bolonia y América

Latina”. http://firgoa.usc.es/drupal/node/42418

[24]. Serrano, Pascual begin_of_the_skype_highlighting

end_of_the_skype_highlighting . “El periodista, la objetividad y el

compromiso”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=104387 [25].

Peláez, Vicky. “La tragedia en Honduras se hace grande”.

http://www.lahaine.org/index.php?p=45039 [26]. Ibíd.

Page 7: Teoría del Conocimiento Historia Verdadera

Joaquín Maurín: 13 tesis sobre el arraigo del anarquismo en

España

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Kaosenlared

Cofundador del PCE, del BOC, y del POUM, Maurín era un militante

y un intelectual proveniente de la CNT, en la que trató defender con la

persistencia una corriente sindicalista revolucionaria ligada al

comunismo tal como este concepto fue entendido en su fase

fundacional, o sea en la Rusia que trataba de ser el “prólogo” de una

revolución internacional, tal como se expresó en los cuatro primeros

de la internacional Comunista, cuando todavía quedaba lejos el

proceso de “rusificación” que acabará imponiéndose desde 1927…

Al igual que Nin, Maurín escribió numerosos textos teóricos sobre la

CNT y el anarcosindicalismo, en general reivindicando la tradición

representada por Salvador Seguí, cuyo asesinato sería clave para

neutralizar la inteligencia táctica expresada en diversos momentos

como lo fueron la huelga general de 1917, o los acuerdos coyunturales

con la Internacional Sindical Roja…al igual que Nin y Jordi Arquer,

Maurín toó parte en el famoso debate sobre “el arraigo del anarquismo

en Cataluña”, debate que no se ha vuelto a editar desde que Albert

Balcells estructurara sus Textos 1926-1927, para Redondo Ed.,

Madrid, 1973…A pesar del tono de “guerra fría”, este debate fue a la

postre, el más amplio e intenso que pudieron llevar públicamente

anarcosindicalistas y comunista en una historia de desencuentros y

encuentros (en el frente, ante los pelotones, y en las cárceles).

Creo que estaría muy bien su edición aunque sea en la dimensión

Internet, lástima que mi ejemplar sufra de un viejo problema: el de los

subrayados…

Maurín ofreció una cierta síntesis de sus ideas sobre la cuestión en el

“apéndice. Sobre el comunismo en España, escrito en 1964 para la

edición que efectuó Ruedo Ibérico de su obra Hacía la segunda

revolución, aunque la edición de 1966 fue titulada Revolución y

contrarrevolución en España, obra que, al parecer está en vías de

edición.

El apéndice contiene elementos muy polémicos sobre los que me

remito al el capítulo Joaquín Maurín: antes (y después) e la

revolución, incluido en el libro Retratos poumistas (Ed. Renacimiento,

Espuela de Plasta, Sevilla, 2006). Lo que sigue es un fragmento del

Apéndice, y creo que las tesis tienen la suficiente potencia como para

merecer ser conocidas y debatidas.

Fragmento del texto de Maurín

En la gestación del anarquismo español, además de Bakunin, que

ocupa indiscutiblemente el primer lugar, juega un papel

importantísimo Proudhon. Las ideas de Proudhon, sobre todo su

concepción federalista, fueron divulgadas a mediados del siglo

pasado, adaptándolas a la realidad española, por un ideólogo y político

de gran prestigio, Pi y Margall, catalán, que fue, aunque brevemente,

presidente de la primera República (1873). Ideológicamente el

anarquismo español de fines del siglo XIX y comienzos del presente

es una fusión de las ideas críticas y negativas de Bakunin y de las

ideas positivas y constructoras de Proudhon. «Las doctrinas de

Proudhon - escribió Ricardo Mella, teorizante en España el credo de

la mayor parte de las gentes, en una u otra forma, en cada español

puede reconocerse un federal”.

En 1917-1921, el anarcosindicalismo español se aproxima al

bolchevismo- el camino del bakuninismo, y luego se aparta de él,

principalmente por el antagonismo que existe entre las concepciones

proudhonianas y la práctica bolchevique. Cuando Ángel Pestaña, en

1920, discute con Lenin, el eje de la argumentación crítica de Pestaña

es proudhoniano: federalismo Contra centralismo Al iniciarse la

revolución rusa, 1917, el movimiento obrero español estaba dividido

en dos sectores ideológica y orgánicamente distintos y rivales: el

anarcosindicalista y el socialista. El anarcosindicalismo se agrupaba

en la Confederación Nacional del Trabajo, con sede central en

Barcelona. Al margen, pero convergiendo, funcionaban los Grupos

Anarquistas o, simplemente, núcleos de «militantes) que constituían la

vertebración interna de la CNT.

Los socialistas estaban agrupados en tres organizaciones: el Partido

Socialista Obrero Español; las Juventudes Socialistas y la Unión

General de Trabajadores. Aunque oficialmente independiente, la UGT

se encontraba bajo el control del Partido Socialista.

Esta división tenía profundas raíces históricas: arrancaba de los

mismos comienzos del movimiento obrero organizado.

El anarquismo prendió inicialmente en Barcelona y Andalucía, y al

correr de los tiempos, con ascensos y descensos, éxitos y fracasos, fue

extendiéndose y ganando posiciones en el resto del país.

En los cuarenta y un años que median entre la escisión socialista-

anarquista en el Congreso de La Haya y la revolución rusa, el

movimiento anarquista fue batiéndose en retirada ante el avance

socialista en todas partes, menos en España (y Portugal), en donde el

anarquismo, en el siglo XIX, y el anarcosindicalismo, en los

comienzos del siglo actual, fue siempre más numeroso y fuerte que el

movimiento socialista.

Las razones para que el proceso fuese en España distinto que en los

otros países son varias:

Primera. Los anarquistas españoles comprendieron el problema

campesino mucho antes que los socialistas, y arraigaron, desde los

primeros tiempos, en Andalucía, que es el crisol de la cuestión

agraria española.

Segunda. Los anarquistas establecieron su base principal en

Barcelona, que era el centro industrial del país, mientras que los

socialistas lo asentaron en Madrid, capital burocrática de la nación,

en donde el proletariado propiamente dicho apenas existía.

Tercera. Los anarquistas eran propagandistas formidables e

incansables, publicaban periódicos, revistas y folletos en abundancia.

A comienzos de siglo, el semanario Tierra y Libertad, que se editaba

en Madrid se transformó en diario, siendo sin duda, el primer diario

anarquista que se publicó en el mundo de Valencia, dirigida por

Blasco Ibáñez publicaba a precios populares toda la literatura

anarquista de la época. Los socialistas no concedieron nunca una

importancia especial a la propaganda impresa: se contentaban con

publicar tres o cuatro semanarios en todo el país.

Cuarta. Los anarquistas, aunque el número de intelectuales que

formaba parte de su organización fue muy reducido, hicieron una

inteligente política de atracción hacia ellos desde los periódicos. La

llamada “generación del 98”, que inició una nueva fase en la vida

intelectual de España a comienzos de siglo, era intuitivamente

Page 8: Teoría del Conocimiento Historia Verdadera

anarquista. Los socialistas, en cambio, hasta la segunda década del

siglo, desconfiaron de los intelectuales, rechazándolos.

Quinta. Los anarquistas eran más combativos que los socialistas. Las

insurrecciones campesinas en Andalucía, en el último cuarto del siglo

pasado, aunque elementales y equivocadas las, más de las veces,

encendían la llama de una ansiada liberación, cuyo rescoldo, después

del fracaso, no se extinguía nunca. Al calor de ese rescoldo se

agrupaban los humildes campesinos y escuchaban la lectura de los

folletos de Malatesta y La Conquista del pan de Kropotkin.

Sexta. Los anarquistas comprendieron la importancia que tiene

educación de la juventud para formar los luchadores de mañana, y

crearon las escuelas racionalistas, cuyo principal propulsor.

Francisco Ferrer, al ser fusilado, en 1909, dio al santoral anarquista

un mártir con aureola internacional.

Séptima. Los anarquistas practicaron el terrorismo como arma

política, y si en algunos casos los resultados fueron negativos, en

otros fueron positivos, siendo siempre terribles.

Octava Los anarquistas, perseguidos sin parar, adquirieron la

práctica de actuar a la sombra, en la clandestinidad, mientras que los

socialistas procuraban no infringir las leyes establecidas.

Novena. La dualidad Madrid-Barcelona, Castilla-Cataluña, favorecía

a los anarquistas, cuya oposición a Madrid coincidía con la de la

clase media catalana.

Décima. El anarquismo, un poco místico, quijotesco, aventurero,

individualista, estaba mucho más cerca de las características

psicológicas del pueblo español, que no el socialismo: frío,

esquemático, formulista, disciplinado, reglamentario.

Decimoprimera. La primera guerra mundial determinó un rápido

desarrollo industrial en Cataluña, con el consiguiente crecimiento del

movimiento obrero, encuadrado y dirigido por el anarcosindicalismo.

Décimosegunda. Los anarcosindicalistas comprendieron antes que los

socialistas la conveniencia de transformar las sociedades de oficio en

sindicatos de industria. La aparición del Sindicato Único (sindicato

de industria) fue revolucionaria y dio a los anarcosindicalistas un tal

impulso que alrededor de la Confederación Nacional del Trabajo

gravitó la mayoría de la clase trabajadora española.

Décimotercera. Y, último pero no lo último, los anarquistas dieron

pruebas de una imaginación de la que carecían los socialistas.

Fuente:

http://www.kaosenlared.net/noticia/joaquin-maurin-13-tesis-sobre-

arraigo-anarquismo-espana

Page 9: Teoría del Conocimiento Historia Verdadera

El espectro de Hollywood encarnado. Nota sobre el colonialismo

audiovisual... ¿Nunca nos iremos de Hollywood?

Gerardo Tuduri Cine Sin Autor

Por más que uno lo sepa, al repasar los tiempos de la consolidación de

Hollywood, al menos a nosotros, se nos despierta una alarma que nos

lleva a considerar una y otra vez lo difícil que resulta establecer

caminos fuera de su influencia.

En el IV volúmen de la Historia General del Cine publicada por

Cátedra, luego de repasar los períodos de formación y consolidación

de Hollywood, a modo de conclusión, se plantea como título final de

capítulo la interrogante: ¿son posibles las alternativas al cine

americano? Y aunque se trata de una historia oficial más, no deja de

sorprender el tono con el que cierra el capítulo: “bueno es conocer las

circunstancias que permitieron la supremacía internacional de

Hollywood por si alguna vez, en un futuro aún lejano, alguien quisiera

corregir su gobierno absoluto sobre el reino del cinematógrafo”.

“Por si alguna vez, en un futuro aún lejano... gobierno absoluto...”

pocas esperanzas parecen darnos.

¿Qué tendrá que ver con nosotros? ¿Realmente tiene tanta

influencia?¿Por qué siempre volvemos a Hollywood? ¿Por qué nunca

nos vamos de Hollywood?

Una de las razones que sentimos con cierta evidencia, es que la

materialización de su colonialismo estético, formal, temático, penetra

tal cual lo hace un virus que progresivamente coloniza el sistema

afectivo de quienes entran en contacto con él, sus estructuras de

pensamiento, sus gustos, sus habilidades perceptivas, su sentido

crítico.

Solemos recordar la experiencia que tuvimos con un joven de la

película de Humanes que se empeñó durante toda una sesión en la idea

(y la mantuvo en otras a baja intensidad) de que necesitábamos un

guión y que debíamos aspirar a hacer una película de Hollywood en

toda regla. No se trataba de un debate fácil a pesar de nuestros

supuestos conocimientos de cine y su supuesta ignorancia de cine.

Tenía tan integrada las películas de tipo comercial que había visto, que

parecía un poseído por aquel espíritu cinematográfico industrial: el

espectro de Hollywood.

Quizá parezca exagerado porque lo estamos resumiendo pero sus

inquietudes (aunque poco claras para él mismo como confesaba

mientras hablaba) terminaron haciendo girar casi toda la sesión

alrededor de su vehemente propuesta: hacer una película como las de

Hollywood. Nos decía : no sé cómo explicarlo pero la cámara no

debería moverse así, debe ser un filtro o algo que le ponen que hace

que se vea diferente, no sé, así parece un video casero...yo creo que

necesitamos un guión, no debe ser tan difícil, es como una obra de

teatro... tenemos que hacer algo que guste a todo el mundo... etc. Al

final lo hizo más explícito: “es que esto tiene que ser una peli de

Hollywood, chaval, pura y dura, debe gustarle a todo el mundo”.

Era difícil rebatirle. El se movía en un registro afectivo perceptivo.

Hablaba de cosas que ha visto y le fascinan, lo envuelven, lo

conmueven. Y nosotros podíamos exponerle otros gustos y razones.

Pero al final, no deberían ser mejores.

El argumento sustancial es que nosotros por formación o

autoformación podemos discriminar entre diferentes tipos de películas

y el sólo tiene un modelo de film al que se ha habituado. Su problema

no está en en su preferencia cinematográfica, está en que no ha podido

elegir entre las muchas posibilidades que ha ofrecido y ofrece el cine.

Quien solo come naranjas porque es lo único que le han dado, es

menos libre que aquel que come naranjas porque las ha elegido entre

otras tantas frutas disponibles.

Al final accedimos a que se hiciera lo que él planteaba pensando que

podría ser una experiencia más que luego podríamos evaluar para

enriquecernos. Decidimos que preparara el guión de una escena y que

lo trajera al grupo para realizarlo según sus criterios. Cuando llegó el

momento de grabar el material en la siguiente sesión, el joven no

había preparado más que unas ideas en su cabeza. Seguramente estuvo

la semana buscando en el álbum de pelis de su memoria una escena

para hacerla en su pueblo. Así que eligió hacer la escena de un

accidente, el atropello a una chica. Desde el momento en que pisamos

la calle, el caos se apoderó de la situación ya que tuvo que coordinar

una escena con apenas unas sensaciones y unas imágenes que le

gustaban, pero carecía del oficio y los medios para materializarlas.

Todo derivó en una tarde de intentos por hacer “una escena de

accidente tipo Hollywood” pero sin los medios y sin los

procedimientos operativos de una productora de Hollywood. Fue un

desorden del que aprendimos muchísimas cosas. Es una escena de la

película. Es cierto que al enfrentarse a la realización para dirigir su

escena, parecería haber comprendido las limitaciones de sus ideas a la

hora de producirlas y en el futuro dejó de insistir en hacer una gran

película.

Pero no queremos, como siempre, con esto, hacer una demonización

de este sistema de producción industrial fácil y al uso, sino, más bien,

poner el acento en forma de apunte, en el espesor histórico de su

colonización y lo que ello significa.

El imperialismo hollywoodense procede de unos inmigrantes

emprendedores de las primeras décadas del siglo XX que vieron en

este negocio del cine una posibilidad de prosperidad personal y que

huyeron de la persecución del sistema de patentes de Edison. Sin

excepción, según dicen, la totalidad de los fundadores de Hollywood

eran inmigrantes: Adolph Zukor y William Fox (húngaros), Warner y

Samuel Goldfish, la Goldwyn, eran polacos; Louis B. Mayer y los

hermanos Schenck eran rusos, Carl Laenmmle alemán, etc... Otros

eran nacidos en EEUU siendo hijos de europeos recién llegados...

Algo tendrá que ver su espíritu de emprendedores con el tipo de

industria que desarrollaron.

La consolidación de Hollywood como sistema imperial tiene lugar

cuando en el período de la 1a. Guerra Mundial, el resto de los países

europeos entraron en una recesión de producción y exhibición. El

segundo asalto hacia los mercados internacionales y su apogeo se

produce durante la segunda contienda bélica mundial. 1946 aparece

algunas veces como el año de mayores beneficios originados por esta

industria. Dos períodos bélicos afirman expansivamente el sistema.

Algo tendrá que ver justamente en su producción sensible, en el tipo

de imagen que necesitaban y aprovecharon a componer sus inversores

y productores, la relación con los períodos de guerra.

Page 10: Teoría del Conocimiento Historia Verdadera

La estructuración vertical y el control oligopólico, común en otros

sectores comerciales, se apoderó de la industria del cine. Y más allá de

que no se puede hablar de todas las películas porque ni las podremos

abarcar seguramente, sabemos de boca de sus historiadores las

maniobras y convergencias de grupos de poder que supuso el

desarrollo de una industria como ésta. El Bank of Italy o la Banca

Morgan se mencionan como los primeros aportes de capital que

condicionaron el cine al imperativo de la rentabilidad comercial.

Un documento firmado en 1916 por Wilbur J. Carr en nombre del

State Departament de los Estados Unidos exigía a los estudios

“informes detallados sobre la situación del cine norteamericano: su

volumen productivo y las condiciones de exportación... las

distribuidoras que abastecían el mercado internacional y sus precios

de alquiler”. Se llegó a censar “el número de salas que exhibían

regularmente películas americanas, su aforo y precio, se hicieron

comentarios sobre la aceptación de las películas norteamericanas entre

los públicos internacionales, etc...” A partir de estos informes se

aprueba la resolución 121 de 1921 del Senado que pronunciaba

explícitamente la defensa de su cinematografía...

El cine de Hollywood ha sido un asunto de Estado y de los altos

circuitos financieros. Las leyes favorecieron varias veces no ya el

apoyo a una industria por considerarla importante como asunto

cultural, sino a una producción de películas que se consideraba

fundamental para la expansión comercial de EEUU en general, la

exportación de su sistema de vida y el acercamiento a su constante

obsesión desde siempre: convertir el mundo al capitalismo.

Es lógico que la implantación sostenida de un sistema con tal poder de

producción y expansión durante largos períodos permita encontrar,

por ejemplo, en un pueblo de las afueras de Madrid, a alguien como

nuestro joven, poseído por su espectro imaginario. Quien dice Madrid

dice cualquier sitio donde han llegado y llega el poder de su

influencia.

Establecer caminos fuera de la influencia de este cine, no es sólo un

asunto de armar ciertos conceptos, cierto aparato de realización, de

tener habilidades de realizador y llevar a cabo proyectos a

contracorriente. La calidad de transformación social de una acción

cinematográfica como la que pensamos sólo ofrece resultados en

largos períodos de intervención que posibiliten la descolonización

progresiva de lo que somos viendo y oyendo cine. Una especie de

filmo-pedagogía social que desactive, al ir creándolas, un

imperialismo audiovisual instalado durante nada menos que un siglo

de existencia.

Emular el sistema de producción hollywoodense es una falacia

absurda porque para hacerlo habría que dejarse poseer por su obsesión

imperialista, conseguir las alianzas y coyunturas financieras que le

dieron origen, los flujos de dinero y las legislaciones que lo fueron

conformando durante todas las décadas del siglo pasado. El intento

permanente de afianzamiento de las industrias nacionales, tienen ese

defecto de forma en su concepción: cada industria nacional no puede

aspirar a ser y comportarse como la norteamericana porque la

existencia de una industria como la de Hollywood, supone la

desaparición del resto de las cinematografías.

Imagina que un dinosaurio ha decidido aplastarte y enfila hacia ti y,

entonces, tú, animal diminuto, decides que la mejor defensa es

convertirte en un dinosaurio igual que él, que la mejor estrategia es

perder toda identidad, mutar en dinosaurio sin serlo e imitar sus

movimientos. No te dará el tiempo, te aplastará. Habrá que buscar

estrategias de huida, de ataque, de defensa, fabricar formas de vida

lejos de su paso, crear clandestinamente trampas gigantescas...

cualquier maniobra menos las que te lleven a querer convertirte en un

dinosaurio igual que él para poder defenderte de él.

Todos sabemos el cuento: los dinosaurios, tan grandes e imponentes

ellos, un día,

Fuente: http://cinesinautor.blogspot.com/