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1 Tema 1. Metodología para la investigación en Historia Medieval. Las Fuentes y su tipología. Manuel F. Ladero Quesada 1. A manera de introducción: consideraciones sobre la investigación histórica La historia es sencillamente la reconstrucción del pasado hecha desde el presente a partir de la premisa de que el hombre es el objeto de estudio. Vista así, puede ser una mera proyección de nuestro conocimiento partiendo de nuestras propias ideas, intereses y concepciones vitales. Esto sería lo que entendemos por concepción idealista de la historia. Si aplicamos un punto de vista más realista, podemos considerar que la historia tiene como máxima aspiración la reconstrucción del pasado tal y como fue. Pero ninguna de las dos perspectivas colma nuestra necesidad de comprender las actitudes actuales o de futuro de los hombres partiendo de las enseñanzas del pasado, porque es evidente que en ningún caso se va a producir una concurrencia de causas o factores que provoquen las mismas consecuencias. Así, sí la historia nunca se repite, cabe preguntarse sobre su utilidad. Dos son los argumentos esenciales que suelen esgrimir los historiadores profesionales. En primer lugar, la confianza en su buen hacer, en su capacitación y también, todo hay que decirlo aunque pueda sonar corporativista, su honestidad. Segundo, y sobre todo, el convencimiento de que la historia, el estudio del pasado, a pesar de todas las dificultades, es un instrumento esencial para comprender el presente. El estudio del proceso histórico, de algún modo, deriva en un

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Métodos y técnicas de investigación histórica 2

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    Tema 1. Metodologa para la investigacin en Historia

    Medieval. Las Fuentes y su tipologa.

    Manuel F. Ladero Quesada

    1. A manera de introduccin: consideraciones sobre la investigacin

    histrica

    La historia es sencillamente la reconstruccin del pasado hecha desde

    el presente a partir de la premisa de que el hombre es el objeto de

    estudio. Vista as, puede ser una mera proyeccin de nuestro

    conocimiento partiendo de nuestras propias ideas, intereses y

    concepciones vitales. Esto sera lo que entendemos por concepcin

    idealista de la historia. Si aplicamos un punto de vista ms realista,

    podemos considerar que la historia tiene como mxima aspiracin la

    reconstruccin del pasado tal y como fue. Pero ninguna de las dos

    perspectivas colma nuestra necesidad de comprender las actitudes

    actuales o de futuro de los hombres partiendo de las enseanzas del

    pasado, porque es evidente que en ningn caso se va a producir una

    concurrencia de causas o factores que provoquen las mismas

    consecuencias. As, s la historia nunca se repite, cabe preguntarse sobre

    su utilidad.

    Dos son los argumentos esenciales que suelen esgrimir los

    historiadores profesionales. En primer lugar, la confianza en su buen

    hacer, en su capacitacin y tambin, todo hay que decirlo aunque pueda

    sonar corporativista, su honestidad. Segundo, y sobre todo, el

    convencimiento de que la historia, el estudio del pasado, a pesar de

    todas las dificultades, es un instrumento esencial para comprender el

    presente. El estudio del proceso histrico, de algn modo, deriva en un

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    aprendizaje moral que se basa en el propio mtodo de trabajo: la

    capacidad de analizar con rigor la informacin de la que se dispone es

    clave en la formacin de individuos independientes, con sentido crtico,

    con capacidad para liberarse de los estereotipos creados por la ideologa

    o las creencias de una poca y preparados para analizar la realidad de un

    momento histrico determinado en toda su complejidad e intentar

    comprenderla. Pierre Vilar formul este razonamiento con una frase

    magistralmente simple: la historia debe ensearnos, en primer lugar, a

    leer un peridico.

    Cabra aadir una tercera justificacin: la necesidad social de contar

    con una concepcin del pasado comunitario; la conciencia histrica de

    las distintas sociedades constituye un componente imprescindible de su

    presente, de su sistema de valores y, en definitiva, de su propia

    identidad colectiva. Esta necesidad de una conciencia histrica colectiva

    se satisface en numerosas ocasiones apelando a otras formas de

    conocimiento: los mitos, las leyendas, las creencias religiosas, etc; sin

    embargo, la concepcin del pasado que ofrece la investigacin histrica

    basada en principios cientficos es de naturaleza totalmente contrapuesta

    a las anteriores porque pretende ser verdadera y no ficticia ni arbitraria,

    crtica y no dogmtica, verificable y no incomprobable, causalista y no

    fruto del azar. As, tal y como acertadamente seala Moradiellos, la

    historia cientfica no puede predecir fenmenos ni proporcionar

    ejemplos de conducta infalibles, pero s permite explicar los orgenes

    del presente e iluminar las causas de su gestacin, funcionamiento y

    transformacin. En el mismo sentido escriba Polibio en el siglo II

    antes de Cristo: ninguna educacin es ms apta para los hombres que el

    conocimiento de las acciones pasadas.

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    Karl Popper defini de manera sencilla el concepto investigacin

    como el procedimiento, es decir el proceso metdico y tcnico, que

    desarrolla el conocimiento cientfico. La investigacin histrica no sera

    pues nada ms que un caso particular dentro de esta definicin genrica.

    Cualquier tarea investigadora presenta una serie de operaciones o

    procesos que son perfectamente reconocibles en toda labor cientfica: la

    recopilacin de informacin, la clasificacin de los datos, el anlisis de

    los contenidos y de las relaciones que entre ellos se establecen y, por

    ltimo, las conclusiones que del anlisis se desprenden.

    De la aplicacin de este componente metdico y de las tcnicas

    propias de cada ciencia, cabe presentar una inicial tipologa de la tarea

    investigadora comn a todas las parcelas del conocimiento cientfico,

    incluida tambin la ciencia histrica. Dos seran estos tipos de

    investigacin:

    1/ La investigacin descriptiva, cuando nicamente se persigue la

    enumeracin de hechos sin ninguna otra pretensin.

    2/ La investigacin explicativa, cuando el autor o autores se adentran en el

    anlisis de esos datos y en la interrelacin entre los mismos.

    Evidentemente, en los momentos actuales la labor del historiador se

    enmarca ms en esta segunda perspectiva; se trata de explicar los

    hechos, de hallar las mltiples interconexiones entre ellos, de buscar los

    hilos conductores del proceso histrico, en definitiva de penetrar en las

    causas que los producen y en sus consecuencias, de tal forma que se

    comprenda realmente el pasado. La investigacin histrica tiene pues su

    fundamento en la explicacin, la interpretacin, la valoracin de los

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    hechos de manera cientfica. Esto nos lleva a una cuestin derivada: la

    de la causalidad en la historia, es decir, las claves que explican los

    hechos histricos, que son diversas, mltiples y complejas. Quiere

    decirse que tratar de buscar causas nicas y de manera lineal,

    normalmente, aboca a la simplificacin, cuando no a la distorsin, de

    realidades que son complicadas y cambiantes. En este sentido, la

    importancia dada a unos tipos de causas o a otros y la forma de

    relacionarlas depender de la metodologa empleada, sin olvidarnos de

    lo que ya hace muchos aos sealaba Marc Bloch refirindose al peligro

    que entraa establecer una relacin jerrquica de causas porque la

    realidad nos presenta una cantidad casi infinita de lneas de fuerza, todas

    las cuales convergen hacia un mismo fenmeno. Es posible que al elegir

    entre ellas nos basemos en rasgos, en la prctica, muy dignos de

    atencin, pero se trata tan slo de una eleccin.

    Y como colofn puede ser adecuado recrear los principios que hace

    unos aos el historiador ingls Lawrence Stone enumeraba, en un

    artculo publicado en la prestigiosa revista Past and Present, y que el

    mismo reconoca haber aprendido de sus maestros considerndolos

    vigentes a pesar del paso del tiempo. Resumen, a mi juicio,

    perfectamente lo que un historiador debe de tener en cuenta a la hora de

    enfrentarse a su labor profesional, sea cual sea cual sea la corriente

    historiogrfica o la tendencia ideolgica a la que se adscriba o el campo

    de investigacin que cultive:

    1. Hay que intentar siempre escribir de manera sencilla, evitando las

    jergas y la confusin y dejando tan claro como sea posible lo que se

    quiere decir.

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    2. La verdad histrica es inalcanzable, por lo que cualquier conclusin

    es provisional e hipottica, sujeta siempre a las alteraciones que puedan

    proporcionar nuevos datos o mejores teoras.

    3. Todos estamos sometidos a inclinaciones o prejuicios de toda ndole

    raza, religin, clase, cultura, entre otros-, por lo que conviene ser

    prudentes y antes de leer la historia estudiar el entorno del historiador.

    4. Las fuentes documentales que manejamos han sido escritas o creadas

    por seres humanos falibles, que cometen errores, sostienen afirmaciones

    falsas y parten de sus propias concepciones ideolgicas. Por lo tanto,

    estas fuentes deben ser analizadas con cuidado, teniendo en cuenta no

    slo el propsito del autor sino tambin el contexto en el que fueron

    escritas.

    Lectura

    El objeto de la ciencia histrica es la dinmica de las sociedades humanas. La materia histrica la constituyen los tipos de hechos que es necesario estudiar para dominar cientficamente este objeto. Clasifiqumoslos rpidamente:

    1) Los hechos de masas: masa de los hombres (demografa), masa de los bienes (economa), masa de los pensamientos y de las creencias (fenmenos de mentalidades, lentos y pesados; fenmenos de opinin, ms fugaces).

    2) Los hechos institucionales, ms superficiales pero ms rgidos, que tienden

    a fijar las relaciones humanas dentro de los marcos existentes: derecho civil, constituciones polticas, tratados internacionales, etc.; hechos importantes pero no eternos, sometidos al desgaste y al ataque de las contradicciones sociales internas.

    3) Los acontecimientos: aparicin y desaparicin de personajes, de grupos

    (econmicos, polticos), que toman medidas, decisiones, desencadenan acciones, movimientos d opinin, que ocasionan hechos precisos: modificaciones de los gobiernos, la diplomacia, cambios pacficos o violentos, profundos o superficiales.

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    La historia no puede ser un simple retablo de las instituciones, ni un simple relato de los acontecimientos, pero no puede desinteresarse de estos hechos que vinculan la vida cotidiana de los hombres a la dinmica de las sociedades de las que forman parte. Ante esta compleja materia histrica, el historiador plantea cuestiones, resuelve problemas: cundo, por qu, cmo, en que medida se modifican, debido a una continua interaccin, los elementos de las economas (hombres, bienes), de las sociedades (relaciones sociales ms o menos cristalizadas en instituciones), y de las civilizaciones (conjunto de las actitudes mentales, intelectuales, estticas). El historiador habr de distinguir muy pronto entre los hechos de evolucin muy lenta (estructuras geogrficas, mentalidades religiosas, grupos lingsticos), los ritmos espontneos (ciclos coyunturales de la economa) y los simples acontecimientos, cuya importancia deber valorar. Estas distinciones justifican diversas tcnicas: anlisis estructural, anlisis coyuntural, anlisis de contenido de texto y de expresiones verbales o estticas, eleccin de las fuentes, crtica de su validez. Pero estas tcnicas slo adquieren su sentido dentro del marco de una teora global que permita pasar del anlisis econmico-estadstico a la historia razonada.

    Pierre Vilar: Iniciacin al vocabulario del anlisis histrico. Barcelona, Editorial Crtica, 1980, pp. 43-44.

    2. Metodologa para la investigacin en Historia Medieval

    En toda actividad o especialidad cientfica el nivel de desarrollo de

    sus investigaciones, ms all de los aspectos docentes o divulgativos,

    constituye la mejor, por no decir la nica, referencia para medir su

    grado de madurez y consolidacin como disciplina. En el terreno de la

    historia medieval, el espectacular desarrollo experimentado en las

    ltimas dcadas es consecuencia de numerosos factores entre los que

    cabra mencionar, al menos y como ms evidentes, la renovacin de sus

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    planteamientos epistemolgicos, la ampliacin de las lneas de

    investigacin a nuevos campos y temas de estudio, el perfeccionamiento

    de los mtodos de trabajo, la mejora de los instrumentos y medios

    materiales -que ha permitido acceder y organizar con mayor facilidad

    las fuentes de conocimiento-, la mayor permeabilidad y contacto con

    otras disciplinas cientficas y tambin, y no es un factor en absoluto

    desdeable, el incremento del nmero de investigadores como

    consecuencia de la ampliacin de las plantillas universitarias y el

    incremento de los recursos de financiacin (becas, facilidades para la

    publicacin, estancias en el extranjero, etc). Si bien es cierto que las

    perspectivas de futuro en cuanto a esto ltimo no son, por desgracia,

    especialmente halageas.

    En la base de todo ello, y sin duda como un factor explicativo

    esencial, se encuentra la recuperacin del sistema democrtico en

    nuestro pas desde mediados de la dcada de los setenta del pasado

    siglo. Para la historiografa espaola la nueva situacin, adems de

    posibilitar un contexto cultural ms crtico y un clima de apertura

    intelectual que ha permitido primero un acercamiento y,

    progresivamente, una integracin en las corrientes culturales y de

    pensamiento dominantes en Europa, se refleja en la aparicin de un

    inters renovado por los temas de la historia social, econmica y de las

    mentalidades, en la creciente colaboracin con historiadores de otros

    pases y la intensificacin de una orientacin regional en las

    investigaciones, fruto del clima poltico propiciado por la nueva

    estructura del Estado, que ha generado la aparicin de numerosos

    centros e institutos de investigacin financiados por los poderes

    pblicos, tanto municipales como autonmicos la Confederacin

    Espaola de Centros de Estudios Locales (CECEL), por ejemplo- a los

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    que se suman los surgidos o reimpulsados por las propias

    Universidades, el Consejo Superior de Investigaciones Cientficas y

    otras instituciones de carcter privado.

    Todas estas circunstancias han trado como consecuencia la

    proliferacin de simposios, congresos y reuniones de medievalistas,

    tanto a nivel nacional como internacional, lo que evidentemente tambin

    ha contribuido de manera positiva al desarrollo y ampliacin de los

    temas de investigacin y a la renovacin de mtodos y tcnicas de

    trabajo. Y toda esta actividad ha derivado en un incremento espectacular

    de las publicaciones. Todos constituyen sntomas de la vitalidad y

    solidez de los estudios sobre Edad Media en el momento actual; de lo

    que tambin, por aadidura, es prueba el inters del pblico en general

    por la poca medieval, a juzgar por el notable xito que las novelas

    histricas ambientadas en estos siglos tienen en el mercado editorial y la

    evidente aceptacin de las revistas de divulgacin histrica y todo tipo

    de soportes audiovisuales.

    Con todo, este ltimo comentario propicia tambin una reflexin si

    no crtica, s al menos de advertencia para no incurrir en preocupantes

    derivas en el futuro. Los excesos nunca son buenos y esa proliferacin

    de reuniones y publicaciones, junto con la propia presin del sistema

    acadmico actual que obliga a los profesionales a labrarse un currculo

    lo ms abultado posible y en el menor tiempo posible, entraa riesgos

    evidentes de banalizacin y vulgarizacin excesiva. En ese sentido, sera

    bueno evitar situaciones tales como la de ver a profesores de prestigio

    reconocido recorriendo, con su conocido repertorio de conferencias, un

    sin fin de jornadas, seminarios, masteres y cursos de verano, en un juego

    perverso y endogmico de favores mutuos que quizs resulte lucrativo

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    pero que pervierte negativamente la imagen de todo un colectivo de

    cientficos e investigadores. O eludir, en la medida de lo posible y sin

    olvidar que siempre hay excepciones, episodios como el sucedido en un

    concurso a una plaza de profesor en el que uno de los miembros del

    tribunal, al contemplar el aparatoso volumen de sus publicaciones, le

    deca a uno de los jvenes aspirantes: aqu hay algo que no encaja, si

    Vd., a su edad, ha escrito tanto es que necesariamente ha ledo poco.

    La actividad investigadora del historiador medievalista se apoya en el

    manejo y estudio de las fuentes y, mediante el desarrollo de una

    determinada metodologa y el apoyo de las tcnicas instrumentales que

    necesite, culmina plasmndose en una obra escrita. sta puede adoptar

    diferentes modalidades en funcin del objetivo pretendido, de la

    amplitud del estudio y de la propia metodologa utilizada y siempre

    condicionada por las posibilidades que ofrezcan los dos pilares en los

    que se basa, es decir, las fuentes y los materiales bibliogrficos de los

    que se disponga.

    Habitualmente se consideran cuatro grupos o modalidades de obra

    escrita dentro del conjunto de las disciplinas histricas a la hora de

    plasmar los resultados de la labor investigadora. Ruiz de la Pea los ha

    acotado del siguiente modo:

    a) Edicin crtica de fuentes.

    b) Trabajos monogrficos, exposiciones de conjunto y ensayos.

    c) Recensiones, reseas y estados de la cuestin.

    d) Obras de divulgacin.

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    a) La edicin crtica de fuentes en rigor no constituye una tarea

    especfica o propia de los medievalistas, sino que stos la comparten

    con los palegrafos y diplomatistas. En s misma, la publicacin de

    fuentes no constituye una investigacin histrica pero representa un

    paso previo ineludible para su elaboracin y, en gran medida, la

    condiciona. Por ello, es habitual que los medievalistas asuman esta labor

    como fase inicial investigador e incorporen estos materiales transcritos

    como apndice documental en sus publicaciones. Conviene recordar que

    cuando los documentos se publican deben emplearse unas normas de

    trascripcin y edicin adecuadas y sujetas a los criterios comnmente

    aceptados por la comunidad cientfica.

    b) La monografa es la expresin de los resultados de una elaboracin

    cientfica sobre una cuestin o un conjunto de cuestiones afines y con

    un carcter particular o concreto. Normalmente es la manifestacin del

    trabajo cientfico por excelencia de aquellos que se inician en la

    investigacin a travs de sus memorias de licenciatura o tesis doctorales.

    Por eso, habitualmente es la concrecin de un trabajo individual

    aunque nada impide que puedan existir monografas que sean el fruto de

    un trabajo en equipo y esto cada vez es ms frecuente- que, en el campo

    del medievalismo, al menos, ha dado excelentes resultados en casi todo

    el espectro de investigaciones de las ltimas dcadas, ya sea en el

    terreno de la historia urbana, la historia agraria, la historia de la iglesia o

    la historia de las estructuras polticas y sociales, por citar slo algunas

    parcelas donde los estudios monogrficos han tenido una importancia

    fundamental.

    Las monografas, junto con otras expresiones menores del trabajo de

    investigacin directa sobre las fuentes, como los artculos en revistas

    especializadas y algunas modalidades de comunicacin a congresos,

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    constituyen la base de las denominadas exposiciones de conjunto; sus

    autores suelen contar ya con un slido bagaje investigador previo que

    les permite reelaborar, reinterpretar y sintetizar tanto su labor como la

    ajena en un determinado campo o lnea de investigacin. Bajo este

    apartado cabra incluir tambin lo que conocemos como manuales

    cuyo objetivo, obviamente, es eminentemente didctico. En ltimo

    trmino, es preciso mencionar los ensayos, obras normalmente carentes

    de aparato crtico que constituyen una de las mejores maneras de

    abordar cuestiones de carcter conceptual y metodolgico, de inducir a

    la reflexin y de formular hiptesis de trabajo y sugerir lneas novedosas

    de investigacin. Bauer caracteriz muy bien lo que debe ser un ensayo

    cuando deca: slo entreabre las puertas por doquier y deja a nuestro

    cargo el que por nosotros mismos encontremos el camino.

    c) Otra de las formas que puede adoptar la actividad del medievalista

    es la elaboracin de recensiones y reseas crticas, dedicadas a valorar e

    informar del contenido de otras publicaciones cientficas. Buena prueba

    de su importancia nos la da el hecho de que las mejores revistas

    especializadas prestan mucha atencin al desarrollo de esta seccin de

    sus pginas. Una recensin bien hecha constituye una ayuda

    fundamental para los investigadores, tanto porque permite seleccionar

    las lecturas previas a una investigacin como porque, en ocasiones, sus

    sugerencias y apreciaciones crticas pueden ser claves para el desarrollo

    de su tarea. Conviene advertir que hacer una buena resea no es una

    tarea sencilla por mucho que est considerado como una especie de

    aprendizaje y su elaboracin se encargue en muchas revistas a personas

    que estn inicindose en la tarea investigadora- ya que requiere un

    elevado grado de especializacin y un gran caudal de conocimiento. Por

    ltimo, resear que esta actividad est adquiriendo un especial auge en

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    Internet a travs de las denominadas listas de distribucin (un buen

    ejemplo lo constituye TMR The Medieval Review- impulsada desde la

    Universidad de Michigan).

    Dentro de la crtica historiogrfica encajan tambin lo que se

    denominan Estados de la Cuestin y las guas y repertorios

    bibliogrficos. En el primer caso, se trata de exposiciones sobre la

    situacin en que en un momento concreto se encuentran las

    investigaciones sobre un tema monogrfico. Un buen estado de la

    cuestin debe superar el estadio de la informacin exhaustiva y contener

    comentarios crticos sobre las publicaciones citadas y sugerencias y

    directrices para investigaciones ulteriores.

    d) Las obras de divulgacin constituyen la expresin ms clara de lo que

    debe de ser el compromiso social del historiador y deben orientarse a

    satisfacer una demanda de conocimientos cada vez intensa sobre los

    temas medievales, asociado muchas veces al inters por conocer las

    races de la propia identidad regional o nacional o al deseo, cada vez

    ms palpable, de tratar de encontrar en los estudios histricos las claves

    para comprender muchos problemas actuales. Y es bueno que el

    historiador medievalista se comprometa en esta tarea, buscando la

    amenidad pero sin olvidarse del rigor y la honestidad intelectual, porque

    si no lo hace otros lo harn y lo estn haciendo- partiendo de

    postulados que lamentablemente muchas veces poco tienen que ver con

    esos principios. El profesor Jos Lus Martn, durante muchos aos y

    hasta su desaparicin, director del departamento de historia medieval de

    la UNED, supo expresar de manera clara y concisa la necesidad de este

    compromiso en la introduccin de una obra pionera en esta actividad

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    divulgativa, publicada a finales de los aos setenta: La Edad Media a su

    alcance. Estas eran sus palabras:

    Encerrados en nuestro mundo, los universitarios hemos olvidado con

    frecuencia que la Universidad es una institucin pblica pagada por y al

    servicio de los ciudadanos; nos hemos justificado, en el mejor de los casos,

    con la publicacin de trabajos que slo leern los especialistas, y no hemos

    hecho nada por llegar al gran pblico del que nos hemos acordado,

    indirectamente, a la hora de pedir al Estado que aumente los presupuestos

    universitarios, que nos ofrezca mejores condiciones para seguir trabajando

    en campos que empiezan y terminan en nosotros mismos.

    Afortunadamente, la situacin va cambiando y el universitario se

    considera, cada vez ms, miembro de la sociedad en que vive y, por tanto,

    a su servicio...

    3. Tipologa de las fuentes para el estudio de la Historia Medieval

    Las fuentes histricas, concebidas como todos aquellos

    instrumentos, escritos, objetos, restos y testimonios directos o indirectos

    que utilizamos para conocer los tiempos pasados y escribir su historia

    (M. Ru), constituyen el material bsico para el trabajo del historiador

    medievalista.

    En funcin del momento histrico y el mbito geogrfico que

    consideremos, las fuentes para el conocimiento del pasado se nos

    presentan de manera muy diversa, tanto en la forma como en el nmero

    o en las condiciones de aprovechamiento. Para el perodo que

    convencionalmente entendemos como Edad Media, los mil aos que se

    extienden entre el 500 y el 1500, el tratamiento de las fuentes

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    disponibles acarrea no pocos problemas y dificultades que complican

    sobremanera las posibilidades de establecer una clasificacin o

    tipologa.

    3. 1. Caractersticas y problemas de las fuentes medievales

    La primera gran dificultad proviene de su desigual distribucin, tanto

    cualitativa como cuantitativamente hablando. Para el mbito de la

    Europa occidental los documentos de archivo constituyen el elemento

    fundamental para la reconstruccin histrica, sin embargo, resultan muy

    poco significativos para otros mbitos como el islmico y prcticamente

    inexistentes para civilizaciones asiticas o africanas, de manera que para

    estas zonas slo algunos textos de carcter narrativo (libros de viajes) y

    los datos facilitados por los datos del registro arqueolgico son los que

    nos van a proporcionar el grueso de la informacin.

    Centrndonos en el espacio europeo occidental, podramos hacer una

    primera aproximacin a las fuentes partiendo de la divisin cronolgica

    interna de la Edad Media convencionalmente aceptada y, en ella,

    llegaramos a una conclusin bastante evidente si afirmamos que la

    caracterstica fundamental de los siglos altomedievales es la penuria y el

    laconismo de las fuentes escritas. De manera que, las informaciones

    procedentes de las fuentes no escritas son indispensables para paliar esta

    falta de expresividad. Con el paso de los siglos estas penurias se ven

    progresivamente disminuidas con el aumento y diversificacin de

    fuentes a partir del siglo XII y, especialmente, en los siglos finales de la

    Edad Media.

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    Hay otra caracterstica de las fuentes medievales que es preciso

    siempre tener muy presente puesto que se deja sentir, aunque

    progresivamente disminuye con el paso de los siglos, a lo largo de todo

    el perodo. Nos referimos a la excesiva unilateralidad en su procedencia.

    Tal y como seala Genicot hasta la baja Edad Media la mayor parte de

    las fuentes tienen un origen clerical y este hecho influye una vez ms en

    su representatividad y sobre la significacin de sus aserciones y sus

    silencios. Esto obliga al historiador a actuar con suma prudencia a la

    hora de valorar unos testimonios que se ven lastrados por la parcialidad,

    porque sus autores, como indicaba Perenne, medan la importancia de

    los sucesos en funcin de lo que significaban para la Iglesia y centraban

    su atencin en la sociedad laica en la medida en que se relacionaba con

    la sociedad religiosa. As, tpicos comnmente aceptados, como el de la

    religiosidad del hombre medieval, derivan de esta unilateralidad de las

    fuentes y pueden cuestionarse seriamente cuando ampliamos el tipo de

    fuentes manejadas a otras que no se vinculan con la ideologa

    dominante, en este caso algunas fuentes de carcter literario, por

    ejemplo.

    Hay adems otros muchos problemas concretos que se deben conocer

    a la hora de proceder al tratamiento de las fuentes medievales y que, de

    nuevo, Genicot resumi con claridad en su introduccin a la Typologie

    des sources du Moyen ge occidental. Deca el prestigioso historiador

    francs: de la mentalidad de la poca, especialmente de la obsesin

    por la antigedad o, ms generalmente, del respeto a las autoridades; de

    la ignorancia de la propiedad intelectual y por consiguiente de lo que

    nosotros llamamos plagio; de la concepcin de la verdad y, en

    consecuencia, de la falsificacin, de una cierta ligereza en el tratamiento

    de los datos cuantitativos; de la ausencia relativa de sentido crtico. En

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    otros casos, es el vocabulario medieval el que plantea problemas: su

    pobreza o su imprecisin en los dominios tcnicos y jurdicos, por

    ejemplo. Problemas que van a estar presentes a lo largo de toda la Edad

    Media, si bien es cierto que, a medida que nos aproximamos al final del

    medievo, se va produciendo una multiplicacin de fuentes, va

    apareciendo un cierto sentido crtico entre los cultivadores de los

    gneros historiogrficos, el monopolio eclesistico cede paulatinamente,

    a la vez que mejora el empleo del lxico y el tratamiento de los datos

    cifrados.

    Si algo cabe deducir de lo dicho hasta aqu, es el hecho de que el

    medievalista en su labor debe utilizar el mayor nmero de fuentes y de

    cuanto ms variada tipologa que le sea posible, porque el manejo

    contrastado de informacin variada y de procedencia diversa es el nico

    recurso corrector con el que es posible, al menos en parte, paliar las

    dificultades que presentan las fuentes de poca medieval, es decir:

    indigencia cuantitativa, pobreza y parcialidad informativas y frecuentes

    distorsiones de la realidad histrica. Porque una concepcin de la

    historia con vocacin de totalidad e integracin comporta unos criterios

    similares en la utilizacin de las fuentes de conocimiento y ello, adems

    de suponer un reto que atae a nuestra propia capacitacin profesional,

    pone de manifiesto la necesidad de utilizacin de los aportes de otras

    ciencias, de las relaciones interdisciplinares y, en definitiva, del trabajo

    en equipo.

    3.2. Las ciencias auxiliares

    Las denominadas ciencias y tcnicas historiogrficas,

    anteriormente conocidas como ciencias auxiliares de la historia, son una

  • 17

    serie de disciplinas ms o menos tcnicas con sus propios objetos de

    estudio y metodologas, que permiten al historiador leer, analizar y

    estudiar crticamente las fuentes vinculadas a la Historia Medieval.

    Entre ellas, las ms importantes son la paleografa, la diplomtica, la

    arqueologa medieval, la geografa histrica, la numismtica, la

    sigilografa, la epigrafa, la herldica y la genealoga.

    La paleografa, o ciencia de las escrituras antiguas, pretende, a partir

    de unos apoyos tericos, llegar a realizar una lectura correcta de los

    documentos en cada una de las formas de escritura utilizadas a lo largo

    de los tiempos y sobre distintos materiales, como base imprescindible

    para realizar tareas de investigacin histrica. Cada una de las escrituras

    utilizadas durante el periodo medieval (visigtica-mozrabe, carolina,

    gtica, etc.) cuentan con un alfabeto propio y caracterstico del tipo de

    escritura. Las transformaciones polticas, sociales y culturales que

    implica cada cambio voluntario de tipo de escritura slo pueden

    analizarse con un perfecto conocimiento de esta disciplina.

    La diplomtica estudia la forma externa y la produccin de los

    documentos en la Edad Media, en las cancilleras reales o de otras

    instituciones, y en los escriptorios religiosos. Est muy ligada a la

    paleografa, a partir de la cual se puede llegar a conocer la estructura de

    los diplomas reales y otros tipos documentales. Esta ciencia se ha

    empleado para determinar la falsedad de textos que se haban

    considerado fundamentales en el anlisis histrico de los siglos XIX y

    XX.

    La lingstica merece una mencin especial dentro de las ciencias que

    permiten al historiador consultar sus fuentes, ya que es fundamental el

  • 18

    conocimiento de las diversas lenguas que, en sus versiones romances,

    clsicas o modernas, ayudan a la lectura de los textos medievales.

    La arqueologa medieval ha cobrado un auge especial en los ltimos

    aos, gracias a las mejoras tcnicas que proporcionan la fotografa

    area, las tcnicas estratigrficas y los nuevos planteamientos

    metodolgicos. Esta disciplina ha pasado a englobar otras materias,

    como la epigrafa o la numismtica, en razn de sus nuevos hallazgos.

    Las aportaciones de la arqueologa han sido especialmente brillantes

    para el periodo de transicin de la Antigedad a la Edad Media y para

    los siglos altomedievales, as como para las culturas nmadas y las

    africanas de las que apenas conservamos vestigios escritos. Tambin se

    han realizado grandes descubrimientos en el rea de la arqueologa

    urbana y agraria, que permiten estudiar la implantacin del hombre en el

    medio natural, en conexin muy prxima con la geografa histrica.

    Estos datos han permitido aventurar novedosas hiptesis en el campo de

    la demografa.

    La epigrafa o ciencia de las inscripciones est tambin

    estrechamente relacionada tanto con la paleografa y la diplomtica

    como con la arqueologa. Pretende leer las inscripciones realizadas

    sobre los materiales ms diversos (piedra, metal, hueso), restituir el

    texto ausente en casos de mutilacin o deterioro de la pieza,

    proporcionar explicaciones lingsticas a su contenido y realizar la

    valoracin y estudio crtico del texto, que puede ayudar

    extraordinariamente al historiador al ser contrastado con los datos

    proporcionados por las fuentes escritas sobre materiales convencionales

    (pergamino, papel, papiro), y por la numismtica.

  • 19

    La numismtica abarca el estudio de las piezas monetarias: monedas

    propiamente dichas, los cuos utilizados para su fabricacin, fichas con

    valor monetario (tokens), las monedas de cuenta, las letras de cambio y

    otros instrumentos de crdito as como las medallas. La numismtica

    permite al historiador estudiar los mecanismos econmicos que

    participan en la circulacin del dinero; los itinerarios comerciales o los

    movimientos migratorios. Adems, pueden ser objeto de estudio

    epigrfico sus inscripciones, fundamentales para el estudio de las

    relaciones de poder y de las genealogas reales e imperiales.

    La sigilografa, o ciencia de los sellos, estudia la impresin sobre una

    materia plstica (cera) o los caracteres grabados sobre una materia dura

    (la matriz, generalmente de metal o piedra), que se pona sobre los

    documentos para autentificarlos como signo de autoridad, de propiedad,

    y a veces como sistema de cierre. Sus conclusiones contribuyen

    especialmente a la historia social de personajes, instituciones o formas

    colectivas de organizacin como ciudades, gremios, etc.

    La herldica, ciencia de los smbolos hereditarios (armas, nombres) y

    la genealoga o estudio de la filiacin de las personas que se suceden a

    lo largo de generaciones, se han orientado al anlisis de la sociedad

    medieval. Si bien durante una poca slo se utilizaron para los grupos

    ms privilegiados, de un tiempo a esta parte abarcan un espectro ms

    amplio de individuos, y permiten analizar los procesos de movilidad

    social, asimilacin de minoras, confeccionar repertorios cronolgicos,

    analizar las representaciones simblicas y materiales de la mentalidad

    de la poca o contribuir a los estudios de estrategia militar.

  • 20

    La geografa histrica considera varias cuestiones en conexin con la

    historia medieval:

    - la influencia de los condicionamientos geogrficos (clima, relieve,

    nivel de las aguas...) en el desarrollo de los procesos histricos y del

    asentamiento de los grupos humanos;

    - la influencia de la accin humana en la transformacin del medio

    ambiente: procesos de deforestacin por las talas necesarias para la

    guerra, roturaciones y colonizacin de nuevo espacio agrario,

    articulacin de rutas ganaderas, etc.

    - la aplicacin de la cartografa a los fenmenos histricos medievales;

    - la toponimia, o estudio de los nombres atribuidos por el hombre a las

    realidades geogrficas.

    Otras ciencias constituyen una importante ayuda para el medievalista,

    que normalmente debe recurrir a otros especialistas para incorporar a su

    trabajo todo un conjunto de saberes que lo enriquecen y complementan.

    Entre ellas, y sin ser exhaustivos, podemos mencionar algunas

    especialidades de la propia historia que han adquirido rango propio,

    como la historia econmica, la historia del derecho, la historia del arte,

    la historia eclesistica o la historia de la cultura. Son tambin

    importantes la filosofa, la teologa, la antropologa cultural o la

    literatura medieval.

    Pero el horizonte de la interdisciplinariedad en el terreno de la

    investigacin histrica puede ir mucho ms all. El siguiente texto es

    esclarecedor al respecto:

    Lectura

    El anuncio por parte de los investigadores de la Universidad de Leicester que confirma que los restos recientemente hallados corresponden a Ricardo

  • 21

    III constituye un ejemplo ms de cmo la ciencia aplicada (en este caso la antropologa y la gentica forense) son un complemento imprescindible en la resolucin de enigmas histricos. La historia como ciencia, con sus fuentes de conocimiento y sus mtodos, necesita a menudo del apoyo de las ciencias aplicadas, desde las dataciones con el conocido carbono-14 hasta el ADN, del mismo modo que la medicina, aunque ciencia biolgica, necesita del apoyo de tcnicas fsicas de imagen o de medicina nuclear. Frente a aquellos que la historia est bien como est y que todo lo escrito es verdad histrica, las nuevas tcnicas y los nuevos datos no dejan de poner en duda algunas de las afirmaciones que durante siglos han sido aceptadas como verdades absolutas. En mi experiencia personal, el simple hecho de profundizar en la identificacin de personajes histricos con equipos multidisciplinares coordinados por historiadores (como los casos de doa Blanca de Navarra, el Prncipe de Viana, Cristbal Coln) pone de manifiesto que, lejos de la verdad histrica oficial, pueden subyacer enigmas donde slo las ciencias experimentales aportan datos fehacientes y crebles. El equilibrio y la lgica de las investigaciones la deben marcar los historiadores. No soy ni puedo ser partidario de la revisin sistemtica de todo lo que conocemos y aceptamos como verdad histrica, a no ser que los historiadores lo reclamen. Y no lo soy, entre otras cosas, porque la ciencia tiene sus limitaciones, porque no siempre el ADN, la antropologa o la toxicologa van a resolver el misterio que en la mente de algunos se pudiera plantear. Mientras tanto, y a la espera por m parte de leer los trabajos y metodologas cientficas empleadas, los hallazgos sobre Ricardo III no dejan de ser un apasionante ejemplo ms de cmo el conocimiento humano bien coordinado puede aportar datos objetivos a lo que de otro modo seran estriles discusiones tericas sobre lo que podra ser o no ser.

    Jos A. Lorente Acosta: Lo que podra ser y no ser. Artculo aparecido en el diario EL PAIS el 5 de Febrero de 2013, p. 39.

  • 22

    3.3. La clasificacin de las fuentes

    A la vista de la problemtica expuesta ms arriba, queda claro que

    cualquier clasificacin de las fuentes medievales que se pretenda

    elaborar debe estar regida por criterios de flexibilidad y sus objetivos

    deben ser meramente indicativos y didcticos. En este sentido, vamos a

    proceder a esquematizar brevemente la clasificacin que, en su da,

    dise Ruiz de la Pea partiendo de las aportaciones previas de otros

    autores como Van Caenegen, Delort, Genicot y Ru, y remitimos a las

    amplias y clarificadoras explicaciones complementarias que en su obra

    facilita.

    Ruiz de la Pea divide las fuentes medievales en dos grandes

    categoras formales: fuentes escritas y fuentes no escritas. Dentro de las

    primeras distingue, a su vez, tres grandes grupos: fuentes narrativas,

    fuentes literarias en sentido estricto y documentos de archivo. Las

    fuentes no escritas las ordena en dos apartados: fuentes monumentales y

    testimonios del paisaje y la naturaleza.

    I. FUENTES ESCRITAS

    1. Fuentes narrativas.

    A. Gneros mayores

    Historia (a partir de la tradicin grecolatina y los autores cristianos del

    bajo imperio).

    Anales (nacidos en los primeros siglos del Medievo).

    Crnicas (el gnero historiogrfico ms extendido en la Edad Media).

  • 23

    Historia de los nuevos pueblos (Gregorio de Tours: francos; San Isidoro:

    visigodos; Beda: anglos; Paulo Dicono: lombardos, etc).

    B. Gneros menores.

    Gestas (Gesta Roderici Campidocti, sobre El Cid, por

    ejemplo)

    Genealogas (La Genealoga de Roda sobre los reyes de

    Navarra).

    Biografas (La Vita Karoli de Eginardo sobre

    Carlomagno).

    Autobiografas. Apartado en el que cabe incluir los

    relatos de viajes, los diarios y las memorias.

    Correspondencia privada.

    C. Fuentes hagiogrficas (vidas de santos)

    2. Fuentes literarias en sentido estricto.

    El conjunto de los gneros literarios medievales (poesa, pica,

    teatro, etc).

    Obras tcnicas (tratados de caza, medicina, arquitectura, manuales

    de mercadera, historia natural, etc).

    Obras de orientacin didctico-doctrinal y escritos de tipo polmico.

    Literatura catequtica.

    Inventarios de bibliotecas.

    3. Documentos de Archivo

    Documentos cifrados y susceptibles de tratamiento estadstico.

  • 24

    Textos legislativos y normativos.

    Documentos judiciales.

    Manuscritos musicales.

    II. FUENTES NO ESCRITAS

    1. Fuentes monumentales

    Arquitectura

    Artes figurativas

    Artes industriales.

    2. El dominio de las llamadas ciencias auxiliares (sigilografa,

    herldica, numismtica, epigrafa, arqueologa).

    3. Paisaje y naturaleza

    Fotografa area

    Palinologa, dendrocronologa.

    Geografa, Climatologa.

    Recomendacin de consulta bibliogrfica

    Moradiellos, Enrique: Las caras de Clo. Una introduccin a la historia.

    Madrid, Ed. Siglo XXI, 2001. Una sinttica y brillante exposicin de los

    fundamentos cientficos de la Historia como disciplina acadmica. En

    sus pginas hay respuesta a una serie de preguntas clave que todo

    aspirante a historiador debe hacerse: qu es la historia?, para qu

    sirve?, cmo ha evolucionado hasta convertirse en una ciencia?, hacia

    dnde va la historia como disciplina cientfica?

  • 25

    Prost, Antoine: Doce lecciones sobre la historia. Madrid, Ed. Ctedra,

    2001. Esencialmente hay tres tipos de libros de historia: los de

    investigacin, los de divulgacin y los de reflexin. Este pertenece al

    ltimo grupo, a aquellos volmenes en los que un investigador

    experimentado intenta compartir sus vivencias en el oficio y, a la vez,

    trata de analizar los lmites y posibilidades de la disciplina, los logros y

    las derrotas que hay detrs de su trabajo.

    Saitta, Armando: Gua crtica de la historia y la historiografa. Mxico,

    FCE, 1989. Una gua pionera e imprescindible para adentrarse en el

    conocimiento de la evolucin historiogrfica, el papel de las mal

    llamadas ciencias auxiliares y la interrelacin de la historia con otras

    disciplinas.

    Genicot, Louis: Typologie des sources du Moyen ge Occidental.

    Universit Catholique de Louvain. Brepols-Turnhout. Fascculo 1, 1972 (la

    serie contina con otros fascculos monogrficos de diferentes autores).

    Puede consultarlo en el icono Documentos, as como una excelente resea

    de la serie a cargo del profesor Antonio Linage.

    Gins Burgueo, M Angeles : La arqueologa medieval en la

    arqueologa. Granada, Ed. AL-Baraka, 2003.