Tema a-01 Caracterizacion de la CA de CLM

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Caracterizacion de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha

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Tema 46: Conservacin de forrajes

Tema A-01: Caracterizacin de la Comunidad de Castilla-La Mancha.

Tema A-1: Caracterizacin de la Comunidad Autnoma de CLM.

1.- La disposicin del relieve.

Las tierras de nuestra regin, en su conjunto, presentan una altitud media elevada y una clara tendencia a las superficies planas, como corresponde al carcter meseteo de las mismas. Sin embargo, la existencia de contrafuertes montaosos, tanto en el interior como en los bordes, y de cuencas interiores en las que se ha encajado la red fluvial, producen una diversidad topogrfica, que unida a otros factores, litolgicos, estructurales y de modelado, producen un relieve complejo.

Altiplanicies, pramos y llanuras

Estos relieves caracterizan grandes extensiones del territorio de Castilla-La Mancha y se ubican en torno a una altitud media de 600-700 m. En su morfologa predominan las formas llanas originadas unas por superficies de erosin, otras apoyadas sobre estructuras y capas sedimentarias horizontales. Generalmente, estas elevadas llanuras quedan interrumpidas y delimitadas por profundos y encajados valles producto de la erosin fluvial.

- La Alcarria, situada en el centro y oeste de la provincia de Guadalajara y noroeste de la de Cuenca, se asienta geolgicamente en una cubeta sedimentaria cuya superficie culminante, hoy diseccionada por la accin erosiva del ro Tajo y sus afluentes, constituye un conjunto de perfectas llanuras denominadas pramos o alcarrias, que han quedado elevadas respecto a los fondos de los valles, configurando un relieve de tipo tabular. Estos pramos, ms altos (1000 m.) y amplios en la zona noreste, van estrechndose y perdiendo altura hacia el oeste, (700 m.) de manera que ya en la provincia de Toledo desaparecen totalmente para dar paso a un relieve de formas muy suaves en el que slo destacan colinas muy tendidas entre amplias vallonadas, caractersticas de la comarca de la Sagra.

- Las parameras de Molina y Alto Tajo, localizadas en el este de la provincia de Guadalajara, constituyen una altiplanicie situada a ms de 1.000 m. que ha sido hendida profundamente por el ro Tajo, Gallo y afluentes. Es resultado de una superficie de erosin que arras y coloc al mismo nivel topogrfico las estructuras plegadas de las montaas del Sistema Ibrico.

- La Mesa de Ocaa-Tarancn es un gran pramo que se ubica en el noreste de la provincia de Toledo y noroeste de Cuenca, que queda colgado a ms de 100 m. sobre el valle del Tajo y enlaza por el sur con La Mancha.

- La Mancha constituye la llanura ms amplia y perfecta de toda la Pennsula Ibrica. Se trata de una cuenca sedimentaria por la que discurren el Guadiana y sus afluentes, los cuales, a diferencia del Tajo en la Alcarria, no han labrado profundos valles y discurren, por tanto, sobre la llanura sin encajarse. Con una altura que oscila entre los 600 y 700 m., tiene forma triangular; con el vrtice en Ciudad Real, se abre hacia el este, prolongndose por las provincias de Albacete, Toledo y Cuenca.

- El Campo de Montiel es una altiplanicie situada en el este de la provincia de Ciudad Real y oeste de Albacete. Desde el lmite de la regin, donde alcanza los 1.000 m., desciende suave mente hacia el norte, enlazando con la llanura manchega. El Alto Guadiana se ha encajado en esta plataforma y en su valle ha formado las Lagunas de Ruidera.

- El Campo de Helln y altiplano de Almansa se caracterizan por amplios llanos y alargados valles que se extienden entre las prolongaciones de alineaciones prebticas.

- Llanos de Albacete y la Manchuela.

Las montaas

Las zonas montaosas de la Submeseta Sur se extienden por todos sus bordes a excepcin del flanco oeste, de modo que el conjunto del territorio se configura como un anfiteatro abierto hacia occidente y cerrado hacia el resto de los puntos cardinales. Las montaas que forman dicho cerco son: al norte el Sistema Central; al este el Sistema Ibrico; y al sur las montaas Bticas del sur de Albacete y Sierra Morena. Adems, existen dos conjuntos montaosos interiores: los Montes de Toledo y la Sierra de Altomira. Estos relieves tienen el denominador comn de poseer escasa altura media (entre 1.000 y 1.500 m.) y de presentar formas en general poco escarpadas, por lo cual no provocan graves problemas en las comunicaciones naturales dentro de la regin ni entre sta y el resto de Espaa.

- El Sistema Central conforma una gran alineacin montaosa, que con una direccin este-noreste a oeste-suroeste separa las dos submesetas. En la regin de Castilla-La Mancha se extienden por sus bordes septentrionales y presenta dos sectores: uno occidental situado en el norte de la provincia de Toledo y constituido por el bloque del Pilago en el que destaca la Sierra de San Vicente; otro oriental, de ms envergadura que discurre por el norte de la provincia de Guadalajara formando las sierras ms altas de la regin entre las que destacan:

Somosierra, Aylln, y Ocejn. Precisamente, en la primera de ellas se encuentra el pico Lobo, que con sus 2.262 m. se puede considerar como el techo de Castilla-La Mancha.

- El Sistema Ibrico est situado en el este de la provincia de Guadalajara y noreste y este de Cuenca. La Serrana de Cuenca es la unidad del Sistema Ibrico ms extensa en la regin y, aunque no alcanza gran altura, la erosin sobre su roquedo calizo ha creado unas formas muy espectaculares entre las que destacan las profundas hoces labradas por algunos ros y las Ciudades Encantadas.

- Las Sierras de Alcaraz, Segura y de las Cabras, ubicadas en el sur de la provincia de Albacete, forman parte de los sistemas montaosos llamados prebticos y constituyen otra zona elevada de cierta complejidad en su topografa y estructura.

- En el borde sur de la provincia de Ciudad Real y dentro del mbito de Sierra Morena, se extienden un conjunto de alineaciones montaosas paralelas (sierras de Calatrava, Puertollano, del Rey, Madrona) separadas por depresiones, entre las que destaca el gran Valle de Alcudia.

- El centro y el oeste de la provincia de Ciudad Real est ocupado por el Campo de Calatrava y la zona llamada de los Montes. Se trata de un conjunto de suaves sierras cuarcticas de escasa altura y de cerros volcnicos que enmarcan pequeas depresiones por las que discurren el Guadiana y sus afluentes Bullaque y Tirteafuera.

- Los Montes de Toledo transcurren con una direccin este-oeste por el sur de la provincia de Toledo y norte de la de Ciudad Real. Integran un conjunto de alineaciones montaosas de cuarcita, de cierta continuidad, cuyo punto culminante es el macizo de Rocigalgo (1447 m.), separadas por amplias depresiones longitudinales, labradas en los materiales precmbricos y en las pizarras de la era Primaria por los afluentes del Tajo y Guadiana.

- La Sierra de Altomira, situada al oeste de la provincia de Cuenca y sureste de la de Guadalajara, constituye la nica alineacin montaosa de la regin con direccin norte-sur. El ro Tajo y su afluente Guadiela han labrado estrechas gargantas que han sido aprovechadas para construir el ms importante sistema de embalses de la regin.

2.- El Clima.El clima de Castilla-La Mancha de pende, en primer lugar, de su posicin latitudinal que la incluye en el dominio de los climas mediterrneos con los que comparte la estacionalidad de las temperaturas, inviernos fros y veranos clidos, la sequa estival y la irregularidad de las precipitaciones anuales. Sin embargo, las caractersticas geogrficas de la Comunidad, especialmente la orientacin del relieve y su situacin en el interior de la Pennsula, le confieren unos rasgos climticos especficos y contribuyen a crear diferencias espaciales dentro de ella.

Por su latitud, es una zona de transicin entre las zonas templadas y las tropicales por lo que participa de las caractersticas de ambas. As, durante el invierno el clima de Castilla-La Mancha es muy similar al de la vecina Europa con perodos de lluvia relacionados con las borrascas atlnticas y el Frente Polar que las acompaa, alternando con otros perodos secos y fros asociados a una circulacin de tipo meridiano, norte-sur, que canaliza hasta nuestras latitudes el viento fro y seco de las altas latitudes polares. En verano, por el contrario, el clima presenta los rasgos tpicos del continente africano, ya que el anticicln de las Azores se desplaza hacia el norte y es la causa de la prolongada sequa estival y de las olas de calor provocadas por la llegada de masas clidas del norte de frica. Primavera y otoo son dos estaciones de transicin por lo que en ellas se dan indistintamente situaciones tpicas de invierno o verano. Las heladas tardas de abril o mayo reflejan claramente la persistencia de situaciones invernales hasta bien entrada la primavera: el otoo es asimismo una prolongacin del verano y los denominados veranillos de San Miguel o de San Martn indican este hecho. La posicin marginal en relacin a ambas zonas climticas determina, por ltimo, la gran variabilidad interanual de las temperaturas y. sobre todo, de las precipitaciones, que dependen de la posicin ms o menos meridional de las borrascas templadas.

La situacin en el interior de la Pennsula, su elevada altitud media y las cadenas montaosas que la bordean al norte, este y sur, reducen la influencia del Atlntico y Mediterrneo. El resultado es un fuerte contraste trmico estacional, con inviernos fros y veranos muy clidos y unos totales pluviomtricos bajos debido a que los flujos perturbados llegan muy debilitados por su recorrido continental antes de alcanzar nuestra zona.

Por ltimo, las diferencias altitudinales modifican la distribucin espacial de las temperaturas y precipitaciones y contribuyen a crear dentro de los lmites de nuestra Comunidad una variada gama de reas climticamente diferenciadas.

2.1.- Los tipos de tiempo.

El clima de un lugar se define a partir de unos valores medios de temperatura y precipitacin, obtenidos a partir de series de varios aos (30 es el nmero recomendado por la Organizacin Meteorolgica Mundial). Esta situacin media es el resultado de la sucesin sobre un lugar de terminado de otras situaciones meteorolgicas mucho ms variadas y de duracin desigual, entre uno o varios das, que se conocen como el Tiempo. Al estudiar el clima de una regin, como en nuestro caso Castilla-La Mancha, es fundamental definir los principales tipos de tiempo que actan en ella, ya que sern estos los que nos permitan explicar los rasgos esenciales del clima.

La clasificacin de tipos de tiempo contempla dos grandes grupos: el de los ciclnicos y el de los anticiclnicos. El primero agrupa todas aquellas situaciones en las que la inestabilidad es el rasgo esencial y, por ello, son los que producen las precipitaciones. Los anticiclnicos, por el contrario, se caracterizan por la estabilidad y en consecuencia la ausencia de precipitaciones. Tanto uno como otro se subdividen en varios subtipos segn la direccin de los flujos de viento y el carcter fro o clido de la masa de aire que los acompaa. En Castilla-La Mancha los tiempos anticiclnicos dominan durante ms de la mitad de los das del ao, mientras que los ciclnicos no llegan al 40%. Tanto unos como otros pueden dividirse en varios tipos con caractersticas climticas diferenciadas y cuya frecuencia vara en cada una de las estaciones.

As, los tiempos ciclnicos superan el 50% de los das en primavera y son bastante raros en verano. Pueden ser del oeste o suroeste, del norte o nordeste o situaciones relacionadas con aire clido en superficie y gotas fras en altura que provocan precipitaciones de tipo tormentoso. Los del oeste alcanzan su mxima frecuencia en invierno, van acompaados de frentes y su potencial pluviomtrico es elevado; las dems actan preferentemente en otoo y primavera y su potencial pluviomtrico es menor.

Los tipos anticiclnicos pueden ser fros, clidos o templados, de acuerdo con el origen de la masa de aire que los forma. Alcanzan su mxima frecuencia en verano con el 80% de todos los das estivales y en otoo e invierno se aproximan al 60%. Todos ellos son inhibidores de precipitaciones, pero la ausencia de nubosidad favorece la fuerte insolacin durante el da y las prdidas de calor por radiacin durante la noche, lo que determina elevadas oscilaciones trmicas y la abundancia, sobre todo en invierno, de nieblas e inversiones de temperatura en las zonas bajas donde se acumula el aire fro y denso.

La actuacin de estos tipos a lo largo del ao explica el ritmo y distribucin espacial de los elementos que caracterizan el clima de nuestra Comunidad.

2.2.- Los elementos climticos.Las temperaturas y precipitaciones son los dos elementos ms representativos, ya que su estudio nos permite abordar los tres aspectos claves del clima, como son:

- Caracterizacin de zonas climticas funcin del rgimen y distribucin espacial ambos elementos.

- La explicacin causal de lo anterior, relacionando los factores geogrficos y atmosfricos.

- La interrelacin con otros aspectos del medio geogrfico, ya sean naturales (procesos erosivos) o como recursos y limitantes de la actividad humana.

2.2.1.- Las precipitaciones.

La precipitacin se produce al condensarse parte del vapor de agua contenido en el aire. Tal condensacin tiene lugar cuando el aire se eleva y se enfra. La cantidad de agua recogida en un lugar depende del contenido de vapor de la masa de aire, pero tambin de que existan las condiciones favorables para la elevacin y enfriamiento. Tales condiciones se dan cuando hay inestabilidad en la atmsfera o aparece un obstculo montaoso que provoca un ascenso forzado del aire. El primer caso se produce cuando hay una borrasca con frentes, una gota fra en altura o el aire se calienta y asciende por su menor densidad. Las precipitaciones resultantes se denominan frontales, termodinmicas o convectivas, respectivamente. En el caso de una montaa, se habla de precipitaciones orogrficas y se producen cuando existen desniveles importantes que obligan al ascenso del aire en las laderas situadas a barlovento, cara al viento, mientras que detrs, a sotavento, se produce una disminucin de las lluvias al descender el aire.

La distribucin espacial de las precipitaciones en nuestra Comunidad, as como los regmenes estacionales o mensuales dependen de todos estos factores productores de precipitaciones siendo las reas ms favorecidas aqullas en las que predominan las lluvias de tipo frontal, asociadas a los vientos del oeste y zonas de montaa.

Distribucin espacial

Las isoyetas medias anuales nos permiten apreciar las diferencias espaciales que aparecen dentro de la Comunidad Castellano- Manchega con reas en las que no se alcanzan los 300 mm. frente a otras en las que se superan los 1 .000. El centro aparece recorrido por una franja delimitada por a isoyeta de 400 mm. que se extiende con direccin noroeste-sureste desde la Sagra toledana hasta el sector ms oriental de la provincia de Albacete. Esta diagonal rida, que se ensancha a medida que avanza hacia el este, divide el territorio en dos grandes conjuntos, cuya caracterstica comn es el aumento progresivo de las precipitaciones hacia los lmites de la Comunidad, de tal manera que es en los bordes donde se sitan los ncleos ms lluviosos de todo el conjunto. Hacia el norte y noreste los totales anuales aumentan hasta culminar en los ms de 1 .000 mm. registrados en la Serrana de Cuenca y en el sector montaoso del norte de Guadalajara. La mayor parte de estas dos provincias registran precipitaciones superiores a los 600 mm. siendo el factor topogrfico el principal condicionante del trazado de las isoyetas. Distribucin similar encontramos hacia el sur y oeste con un incremento progresivo de las precipitaciones que superan los 900 mm. en la Sierra de Alcaraz y en los Montes de Toledo. Como en el caso anterior el trazado de las isoyetas sigue a grandes rasgos la disposicin del relieve. El factor altitudinal es, en efecto, clave en la distribucin de los totales pluviomtricos, de tal modo que donde aparece una elevacin del terreno las precipitaciones son superiores a las de las zonas contiguas ms bajas. Sin embargo no existe una correlacin directa entre ambos elementos. Por tanto no podemos considerar la altura el nico factor explicativo, tambin hemos de tener en cuenta la situacin de los observatorios en relacin a los flujos productores de precipitaciones. En nuestra Comunidad, como sealamos anteriormente, los ms importantes son los atlnticos procedentes del oeste y suroeste y esto explica la escasa incidencia del relieve en las zonas con alturas inferiores a los 800 m. en las que se incluyen un gran nmero de observatorios de poca altitud, pero en posicin occidental por lo que registran unos totales pluviomtricos muy altos: la mayor proximidad del Atlntico es lo que explica la cuanta de las precipitaciones, que desciende progresivamente hacia el este a medida que las masas de aire van descargando su humedad.

La presencia de relieves importantes reactiva los mecanismos pluviosos por el ascenso forzado de las masas de aire ante la montaa, por lo que son estas reas las que recogen las mximas precipitaciones, pero slo las situadas a barlovento, las fachadas occidentales y suroccidentales, puesto que a sotavento se produce un efecto de sombra orogrfica. Observamos en el mapa de isoyetas, como en zonas prximas a los ncleos montaosos aparecen reas de escasa pluviometra: al norte de Guadalajara o al sureste de la Sierra de Alcaraz donde se registran las ms bajas precipitaciones de la Comunidad.

La suma de ambos factores, lejana del Atlntico y posicin a sotavento, agudiza la indigencia pluviomtrica en reas, como la ya mencionada del sureste de Albacete con totales inferiores a 300 mm., y otras como Alustante, a sotavento de la sierra de Albarracn, donde apenas se superan los 600 mm., a pesar de encontrarse a 1.400 m. Por el contrario cuando a la posicin occidental se aade la existencia de relieves el incremento pluviomtrico es bastante acusado. As ocurre en los Montes de Toledo donde se alcanzan 900 mm. a los 800 m. en las pequeas sierras del oeste y sur de Ciudad Real, o en el valle del Titar donde la proximidad de relieves importantes permite precipitaciones superiores a los 900 mm. en observatorios cuya altitud no supera los 500 m.

Por ltimo hemos de sealar que cuando la altura no va acompaada de desniveles importantes, la accin del relieve sobre las precipitaciones es bastante menor, como ocurre en las elevadas parameras de Molina y Maranchn donde a pesar de las alturas superiores a los 1.000 m. raramente se rebasan los 500 m.

Regmenes pluviomtricos

La incidencia de las precipitaciones sobre los dems elementos del paisaje dependen, no slo de la cantidad, sino de la poca en la que se produzcan. Por ello junto a la distribucin espacial, que acabamos de ver, interesa conocer su rgimen, es decir, su distribucin a lo largo del ao, que depende de la frecuencia estacional y mensual de los diferentes tipos de tiempo.

Dos son los principales regmenes pluviomtricos que podemos encontrar en Castilla-La Mancha: uno con mximos en invierno, que comprende el sector occidental y otro extendido por las zonas ms orientales en el que los mximos pluviomtricos se sitan en otoo y primavera. El mnimo estival, general a todo el Mediterrneo, es comn a todo el conjunto regional y se debe al desplazamiento hacia el norte de anticicln subtropical de las Azores: el mximo invernal implica una mayor importancia de los flujos atlnticos en las precipitaciones, mientras que los mximos equinocciales aparecen relacionados con la mayor actividad de situaciones del norte, noreste o noroeste y convectivas, que actan con mayor frecuencia en otoo y primavera.

La influencia atlntica se extiende por el oeste de Toledo, incluyendo los valles del Alberche, Titar y Tajo, hasta aproximadamente Talavera y el rgimen pluviomtrico presenta una clara simetra en torno al mnimo estival centrado en julio y agosto a partir del cual aumentan progresivamente las precipitaciones hasta alcanzar un mximo en los meses invernales. Lo mismo ocurre al oeste de Ciudad Real, aunque aqu las lluvias otoales y primaverales adquieren mas importancia y los mximos mensuales se sitan frecuentemente en noviembre.

Las precipitaciones de otoo y primavera pasan a ser las ms importantes en las provincias de Guadalajara, Cuenca, Albacete y en los sectores orientales de Ciudad Real y Toledo. El rgimen estacional presenta dos mximos situados en primavera y otoo, separados por el mnimo principal de verano y otro secundario en invierno.

El lmite a partir del cual se pasa de uno a otro no queda bien definido, por cuanto que in tervienen gran nmero de factores locales que modifican el ritmo estacional. As, en la mayor parte de las zonas montaosas, el invierno vuelve a ser la poca ms lluviosa, seal inequvoca del efecto del relieve sobre los flujos potencialmente ms lluviosos como son los atlnticos.

2.2.2.- Las temperaturas. Distribucin espacial y regmenes trmicos A diferencia de las precipitaciones los regmenes trmicos presentan una gran uniformidad en toda la zona con un mximo estival, generalmente centrado en julio y un mnimo que se localiza en enero o febrero. Sin embargo el relieve, de nuevo, acta como factor de diferenciacin espacial provocando el descenso paulatino de las temperaturas a medida que aumenta la altura a la que se encuentran localizados los observatorios. As, tanto en enero como en julio el sector ms fro se localiza en el noreste, incluyendo las altas tierras de Guadalajara y Cuenca. La mayor parte de estas dos provincias registran temperaturas inferiores a los 4 grados en enero y a los 24 en julio y en las zonas ms elevadas descienden por de bajo de los O grados en invierno y de los 18 en julio. Los otros ncleos montaosos de la Comunidad, Sierra de Alcaraz y Montes de Toledo, son ms clidos como consecuencia de su menor altitud. En la Sierra de Alcaraz influye adems la orientacin de los valles, abiertos al sureste y protegidos de los vientos fros del norte por el propio sistema montaoso. Esta es la causa de que observatorios situados por encima de los 1.000 m. como Caadas de Nerpio a 1.482, Riopar a 1.000 y Arguellite a 1 .100 registren valores medios de enero superiores o prximos a los 5 grados. En las zonas ms bajas y en situacin similar de apertura a los vientos del sureste y abrigo respecto a los del norte, se registran las temperaturas invernales ms altas de la Comunidad. No obstante hemos de sealar que la ausencia de observatorios en las cumbres de estas zonas nos puede inducir a error en el trazado de las isotermas. Segn los gradientes calculados para el conjunto de la regin, temperaturas por debajo de cero grados apareceran en todas las alturas superiores a 1.800 m. en enero, mientras que en julio las temperaturas seran inferiores a 17 grados. De cualquier forma es necesario un estudio ms detallado que tenga en cuenta los mltiples factores locales que actan sobre los valores trmicos.

La posicin es tambin la causa de la existencia de una franja de inviernos suaves en el borde occidental, que penetra siguiendo el valle del Tajo hasta Guadalajara, aunque en este caso es el efecto moderador de los vientos atlnticos el que explica la relativa suavidad trmica.

Fuera de estas reas, aparece una extensa superficie con temperaturas invernales entre 4 y 6 grados, sin que las diferencias altitudinales parezcan influir de manera significativa. El mecanismo es relativamente simple: durante esta poca la persistencia de anticiclones favorece el enfriamiento por radiacin tanto ms acusado cuanto ms alejados de los influjos atlnticos nos encontremos. El aire fro y denso se acumula en las zonas ms bajas dando lugar a frecuentes in versiones trmicas, lo que determina que el gradiente altitudinal apenas exista. Este hecho es significativo en las zonas situadas entre los 400 y los 800 m. donde las temperaturas apenas varan, con diferencias inferiores a los 0,5 grados en las medias de enero y an menores en la mnimas medias en clara correlacin con las inversiones a que hicimos referencia. Es slo a partir de los 1.000 m. cuando el factor altitudinal adquiere todo su significado y las temperaturas inician un descenso progresivo.

En verano las ms elevadas temperaturas ocupan las tierras bajas del oeste y centro de la comunidad. No se observa el efecto moderador del Atlntico en los sectores occidentales como ocurre en invierno, por cuanto que en este perodo estival a circulacin del oeste apenas muestra signos de actividad: la circulacin superficial es muy dbil como consecuencia de los dbiles gradientes de presin existentes y predominan los movimientos verticales del aire muy clido que se manifiestan en forma de tolvaneras o remolinos.

En esta poca, en efecto, la fuerte insolacin convierte a nuestra zona en un manantial de aire clido con temperaturas medias en torno a los 26 grados en todos los observatorios situados por debajo de 800 m. con mximas medias superiores a los 33 grados y el descenso trmico se manifiesta de forma acusada slo a partir dolos 800 m.

Como consecuencia de todo ello, se produce una fuerte amplitud trmica que es ms acusada en las zonas situadas por debajo de los 800 m., aunque las causas que la producen son distintas en sector occidental y en el centro y este de la Comunidad. En el primero las oscilaciones vienen dadas por las elevadas temperaturas estivales, ya que los inviernos son relativamente suaves; en las dems reas, por el contrario, el carcter extremado se manifiesta en las dos estaciones, con inviernos muy fros y veranos muy clidos, rasgo que diferencia el clima de Castilla- La Mancha de otras reas del interior peninsular.

Variabilidad de las precipitaciones y temperaturas

Es el otro rasgo esencial del clima de nuestra zona en la que los valores medios enmascaran con trastes muy acusados. La sucesin de aos lluviosos o secos, as como los perodos extremadamente clidos o fros son aspectos normales de un clima cuya posicin marginal favorece la influencia de reas climticas muy con trastadas.

2.2.3.- Variabilidad pluviomtrica

La evolucin de las precipitaciones anuales desde comienzo de siglo XX hasta la actualidad es un buen ejemplo de lo que acabamos de decir. A pesar de las diferencias en los totales anuales de los observatorios representados, la irregularidad es la nota dominante en todos ellos con variaciones de un ao a otro que pueden superar ms de la mitad del valor de la media. Aunque esta variabilidad est presente en toda la serie, hasta 1940 las lluvias parecen ser ms regulares, pero ms bajas que las registradas a partir de este ao. Desde 1940, en efecto, las diferencias interanuales son bastante ms acusadas registrndose los aos ms secos del siglo y tambin los ms lluviosos, salvo en Cuenca donde el mximo correspondi a 1933. Este hecho corroborara la hiptesis cada vez ms generalizada de que asistimos a un perodo de cambio climtico, cuya manifestacin sera la repeticin, en perodos de tiempo relativamente cortos, de eventos climticos excepcionales.

El tema es enormemente complejo y no podemos caer en una fcil simplificacin de los hechos. A ttulo de ejemplo hemos de sealar que en un espacio relativamente reducido como es el de nuestra zona, las medias decenales muestran tendencias diferentes: en Cuenca y Ciudad Real se produce un fuerte aumento entre el 60 y 70 y un posterior descenso, que contina en los ltimos aos del perodo; en Toledo y Albacete, por el contrario, el mximo se sita en la dcada del 80 y a partir de esa fecha se inicia el descenso como en los observatorios anteriores. La conclusin que podemos avanzar es que en los ltimos aos, ciertamente, parecen sucederse fenmenos que siempre han estado presentes, pero cuya frecuencia e intensidad parecen indicar un cierto cambio. A pesar de ello hablar de tendencias o cambios en las precipitaciones es un tanto arriesgado a falta de estudios ms completos, de los que hasta ahora carecemos.

2.2.4.- Oscilaciones trmicas.Las temperaturas son, as mismo, muy variables y el rasgo esencial de nuestro clima es el paso brusco de perodos clidos a otros fros, de pendiendo de la procedencia de las masas de aire que alcanzan la zona. As, durante los meses invernales la llegada de masas polares o rticas dan lugar a mnimas por debajo de -20 grados lo que convierte a algunos observatorios de nuestra Comunidad, como Molina de Aragn o Albacete, en los polos de fro no slo peninsulares sino de una gran parte del continente europeo. En verano, las masas de aire africanas procedentes del sur o sureste elevan las temperaturas por encima de los 40 grados en grandes reas de nuestra regin. Pero al margen de estas situaciones que por extremadas son las ms espectaculares, tambin se producen con bastante frecuencia oscilaciones trmicas diarias que pueden alcanzar varios grados de diferencia en relacin a los valores normales. Tales situaciones aparecen en cualquier poca del ao e indica la variada gama de tipos de tiempo e influencias exteriores que contribuyen a caracterizar el clima de la zona.

A escala anual aparecen diferencias entre medias de aos consecutivos de 2 y hasta 3 grados. El ao ms clido del perodo 41-88 correspondi al 1945 y los ms fros al 56 y 71. La evolucin es muy similar en todos los observatorios de la Comunidad, que, a diferencia de las series pluviomtricas, muestran una tendencia al aumento progresivo de las temperaturas desde 1971 hasta el ltimo ao representado, tendencia que slo se ve interrumpida por el brusco descenso del ao 84. Como en el caso de las precipitaciones, la idea de un cambio climtico es sugerente, la accin antrpica, especialmente la contaminacin urbana e industrial, puede influir de manera ms directa sobre las temperaturas que sobre otros elementos climticos, pero su comprobacin exige estudios ms pormenorizados, sobre todo en climas como el nuestro en el que la variabilidad, como acabamos de ver, es un rasgo de normalidad.2.3.- Zonas climticas.Hemos podido comprobar cmo la aparente simplicidad de nuestro clima se complica y enriquece como consecuencia de la variada topografa y la extensin del territorio que modifican los valores trmicos y pluviomtricos, relacionados con una dinmica atmosfrica no menos rica y variada. Los mtodos de clasificacin climtica ms usuales, como el de Kppen o el de Thornthwaite, tienen en cuenta las temperaturas y precipitaciones como criterios de diferenciacin, si bien el de Thornthwaite integra ambos elementos para definir el dficit hdrico o aridez como condicionante de la actividad agrcola. La regionalizacin resultante difiere en ambas en funcin de los lmites establecidos. As segn Kppen la mayor extensin superficial corresponde al clima mediterrneo de veranos clidos e inviernos fros (Csa). Junto a esta zona aparecen otras de menos extensin y localizadas en los bordes. As, al oeste la influencia atlntica determina una zona similar a la anterior, pero en la que los inviernos son bastante ms suaves (media de enero superior a 6 grados), al noreste, en las altiplanicies de Guadalajara, la altitud de termina unas temperaturas estivales inferiores a 22 grados por lo que quedan incluidos en los climas mediterrneos de veranos frescos (Csb), con una notacin similar a los climas de montaa, pero en estos ltimos las precipitaciones son ms elevadas como consecuencia de los mayores desniveles relativos. Por ltimo aparece una pequea zona al sureste con caractersticas del clima estepario (Bsk), derivadas de su posicin meridional y protegida de los vientos fros del norte y de las precipitaciones atlnticas por las sierras de Alcaraz y que constituyen una zona de transicin entre los climas castellano-manchegos y los ridos del SE peninsular.

El criterio de la aridez adquiere mayor protagonismo en l clasificacin de Thornthwaite. Las reas climticas se establecen en funcin de la mayor o menor escasez de agua, que depende de la precipitacin recibida, pero tambin de la temperatura, puesto que a mayor temperatura mayor es la evaporacin y menor el agua disponible. Como en la clasificacin de Kppen, la mayor parte de la comunidad Castellano-Manchega presenta unos rasgos homogneos con dficits anuales superiores a 400 mm. que alcanzan el mximo en el sector suroriental por ello en la notacin de Thornthwaite se denomina esta zona como SEMIARIDA. Los ncleos montaosos del este y noreste, con mayores precipitaciones y temperaturas ms bajas conforman un conjunto climtico definido como HUMEDO, en el que el excedente hdrico es rasgo fundamental, aunque existe un pequeo perodo seco correspondiente a los meses estivales. Bordeando este sector aparece otro clasificado como SUBHUMEDO, que lo volvemos a encontrar, de forma aislada, en las zonas elevadas de la Sierra de Alcaraz y de los Montes de Toledo. Como en el tipo anterior existe un supervit de agua importante, pero las menores precipitaciones y las temperaturas ms elevadas reducen su cuanta al tiempo que aumenta el perodo seco. Por ltimo aparece una extensa zona de transicin, de clima SECO-HUMEDO, que se extiende por las altas tierras de Cuenca y Guadalajara y el borde occidental y meridional de la Comunidad. Aunque toda esta zona pertenece al mismo tipo las causas son bastante diferentes, puesto que en el sector oriental es la escasez pluviomtrica, derivada de su posicin, el factor fundamental de su pertenencia a este grupo, mientras que al sur y oeste, el factor condicionante es la temperatura, bastante ms elevada tanto en invierno como en verano.

3.- Hidrologa de Castilla-La Mancha.

Castilla-La Mancha presenta un complejo sistema hidrolgico influenciado por las caractersticas geolgicas y climticas de todo este sector. Las grandes estructuras plegadas o falladas determinan la distribucin general de las cuencas, su tamao y morfologa, as como el trazado de la red de drenaje. El componente litolgico es asimismo un factor de gran influencia en tanto que determina la permeabilidad y la resistencia a la erosin, todo lo cual se traduce en el mayor o menor desarrollo de la red superficial. Por otro lado, el clima en general, y las precipitaciones en particular, condicionan el volumen de agua entrante en el sistema fluvial y su distribucin a lo largo del ao.

Los ros de Castilla-La Mancha desaguan en su mayor parte en la vertiente atlntica y se caracterizan por su poca pendiente en un gran recorrido salvan un desnivel muy pequeo, y por atravesar un territorio de clima mediterrneo con escasas precipitaciones. Este es el caso de los ros Tajo y Guadiana, cuyas cuencas definen prcticamente el terreno de la Comunidad, y del Guadalquivir que presenta un pequeo entrante por el sur, sin olvidar la cabecera del Aguisejo, que es el nico arroyo perteneciente a la cuenca del Duero. Los ros que recorren la zona ms oriental de la regin castellano-manchega, el Jcar y el Segura, forman parte de la vertiente mediterrnea, son por lo general ros cortos y de fuerte pendiente. Dentro de esta misma vertiente hay que sealar en primer lugar el pequeo mordido que la cuenca del Ebro, a travs de su afluente el Jaln, efecta en tierras del norte de Guadalajara, donde el Tajo ya ha perdido terrenos de las cuencas del Henares, del Dulce y del Tajua; en segundo lugar y para finalizar, hay que sealar la pequea porcin del territorio conquense ocupado por la cuenca del Turia.

Los recursos hdricos totales se estiman en unos 9.700 hm3 anuales, de los que un 70% se generan en la regin y el 30% restante procede de Madrid, Castilla y Len y Andaluca.

La permeabilidad es una de las caractersticas de la litologa que, en relacin con la hidrologa, presenta un mayor inters dado que de ella depende la capacidad de un territorio para el almacenamiento subterrneo de cantidades importantes de agua, que constituyen sistemas acuferos de gran inters para la Comunidad. En este sentido, es importante la presencia en Castilla-La Mancha de litologas mesozoicas y terciarias como calizas, dolomas, arenas, gravas y arenas arcillosas, capaces de desempear esta funcin.

En el mapa se esquematiza la situacin de los principales sistemas acuferos definidos en los terrenos de la Comunidad.

Entre ellos destaca el acufero nmero 23, denominado Mancha Occidental, que se ubica ntegramente en la cuenca del Guadiana. Este guarda estrecha relacin con el tercio meridional del sistema nmero 18, llamado Mancha Oriental; su diferenciacin es puramente convencional y coincidente con la divisoria de las cuencas del Jcar y el Guadiana. La litologa permeable del conjunto es fundamentalmente carbonatada, y su edad, mesozoico-terciaria.

La alimentacin de conjunto procede esencialmente del agua de lluvia; de entradas procedentes de las aguas subterrneas de otros sistemas acuferos cercanos (24, 19, 20); y en menor medida de los ros que alcanzan la zona y se infiltran total o parcialmente.

La descarga se produce por drenaje directo a los ros Jcar y Guadiana, en menor proporcin por manantiales, y actualmente por extracciones mediante bombeo en pozos y sondeos. Este punto enlaza con el problema de la sobreexplotacin de los acuferos que se est produciendo actualmente.

As, en la unidad Mancha Occidental se ha dado un descenso general del nivel piezomtrico lo que ha originado la degradacin de uno de los humedales ms interesantes del territorio castellano-manchego, Las Tablas de Daimiel, y la desaparicin de algunos de los Ojos del Guadiana A este problema se une en la actualidad , el de la contaminacin de los acuferos debido al empleo de abonos y pesticidas en las prcticas agrcolas, as como a la concentracin de productos contaminantes, como vertidos slidos y lquidos, ganadera estabulada, etc.; estos problemas estn afectando de un modo general a todos los acuferos, pero ms intensamente al sistema 23 y al denominado Mancha Oriental, como consecuencia de las intensas prcticas agrcolas, y al sistema 14 de un modo ms puntual debido a la con centracin de residuos de origen urbano, principalmente.

3.1.- Cuencas fluviales de Castilla-La Mancha.

Los cursos fluviales ms importantes de este territorio al que como ya se dijo, prcticamente definen, son el Tajo al norte y el Guadiana al sur, separados por el umbral de los Montes de Toledo. Se analiza la cuenca como un sistema, para cuyo estudio hay que tener en cuenta la unidad del ciclo hidrolgico: el movimiento natural y continuo del agua a travs de los procesos de precipitacin, interceptacin, evaporacin, humedad del suelo y circulacin del agua sobre, en y bajo la superficie del terreno, y de las interrelaciones de todos y cada uno de estos elementos entre s (atmsfera, hidrosfera), con la corteza terrestre (litosfera), con la vegetacin (biosfera).

3.1.1.- La cuenca del Tajo.Presenta una forma alargada de este a oeste, y queda separada de la cuenca del Duero por el Sistema Central al norte y por la Cordillera Ibrica al noreste, que tambin sirve de divisoria de aguas con la vertiente mediterrnea de cuyas costas slo dista unos 100-150 km.

La asimetria es una de las caractersticas ms marcadas de la cuenca de este ro, tanto en sentido topogrfico las cumbres que sirven de divisoria respecto a la cuenca del Duero, son mucho ms altas que las que le separan del Guadiana, como en sentido climtico. As puede apreciarse una diferenciacin pluviomtrica entre el sector norte, donde las precipitaciones se aproximan en algunos puntos a los 2.000 mm. anuales, frente a la vertiente sur en la que no se llegan a alcanzar los 1.000 mm. Tambin se observa un aumento de las precipitaciones a medida que avanzamos hacia el oeste, direccin de la que procede la mayor parte de las borrascas que afectan a esta zona. Esta disimetra va a tener una serie de repercusiones importantes en la configuracin de la cuenca en tanto que determina a su vez la existencia de fuertes diferencias entre los afluentes de la mar gen derecha de mayor recorrido y caudal, y los que llegan por su orilla izquierda.

El Tajo tiene su cabecera en una zona elevada de los montes Universales en el Sistema Ibrico, en un importante nudo hidrogrfico en el que tambin encuentran su origen los ros Jcar, Turia y Cabriel. Desciende siguiendo una direccin noroeste (lmite entre las provincias de Cuenca y Guadalajara) penetrando posteriormente de lleno en esta ltima, por la que discurre pro fundamente, encajado en las calizas mesozoicas y dibujando un can por el que antiguamente los gancheros se encargaban de transportar los troncos de los pinos hasta Aranjuez. El ro cambia de direccin en las proximidades del pueblo de Huertapelayo, donde toma un rumbo suroeste.

En este sector de la cuenca alta, esta artera fluvial drena las unidades acuferas denominadas Mesozoico de MonrealGallocanta y Mesozoico del Flanco Occidental de la Ibrica (sis temas 57 y norte del 18 respectivamente), cuyo carcter calizo le otorga una gran permeabilidad y en consecuencia un rgimen muy regular debido al control krstico ejercido por los materiales que las componen.

Poco despus de Trillo, las aguas del ro se embalsan en los pantanos de Entrepeas y Bolar que, del que parten las aguas para el canal Tajo- Segura, y al que tambin confluyen los caudales aportados por el Guadiela procedentes del pantano de Buenda, constituyendo uno de los principales enclaves hidrulicos de la pennsula. Esta impresionante obra de ingeniera hidrulica permite el traspaso de un importante volumen de agua al embalse de Alarcn, en el ro Jcar, desde donde es trasladado hasta el embalse de Talave en el cauce del ro Mundo dentro de la cuenca del Segura.

El Tajo entra en la gran depresin tectnica conocida como fosa del Tajo mediante un desfiladero a travs de los relieves de la Sierra de Altomira y desde all, y tras atravesar terrenos de la provincia de Madrid, en la que recibe algunos de sus afluentes ms caudalosos, se dirige hacia el borde norte de los Montes de Toledo despus de pasar por la capital del mismo nombre y en la que dibuja el famoso Torno. En este sector de su curso medio, el Tajo toma una direccin noroeste y una vez atravesado el Puente del Arzobispo, el ro abandona las tierras castellano- manchegas para adentrarse en Extremadura.

La red de tributarios del Tajo presenta una gran disimetra, con mayor desarrollo de los que llegan desde la margen derecha y entre los que hay que destacar por el volumen de sus caudales a los procedentes de los sistemas Ibrico y Central. Los afluentes de la margen izquierda, sobre todo en el sector de los Montes de Toledo, presentan una densidad importante, ya que en este punto el avenamiento se organiza en funcin de mltiples cursos pequeos de reducido caudal; por el contrario, la zona de la Mancha, se caracteriza por la escasez en el nmero de corrientes fluviales. En este sector de su curso medio, el Tajo ha extendido su cuenca mediante la captura de parte de los territorios del Duero, a partir de la labor llevada a cabo por algunos de sus afluentes, como el Alberche, que en esta zona presentan un gradiente mayor que los de la otra cuenca.

Entre los tributarios ms importantes del Tajo, destaca en primer lugar el ro Gallo que nace en la sierra de Albarracn y tras drenar Sierra Menera, atraviesa las parameras de Molina antes de su desembocadura.

Procedente de la Serrana de Cuenca, el Guadiela constituye el primer afluente importante que llega por su margen izquierda y vierte sus aguas en el embalse de Buenda. Pero los tributarios del Tajo que realmente contribuyen a aumentar el caudal de este ro, proceden sobre todo del Sistema Central, as el Jarama con sus afluentes Manzanares, Henares y Tajua, presenta un volumen anual medio en torno a los 1.700 hm3. Todos estos ros, salvo el Manzanares, tienen su nacimiento en tierras castellano- manchegas; as el Jarama nace en la parte del Sistema Central que se sita dentro de la provincia de Guadalajara, el Henares, cuya cabecera se ubica en la Sierra Ministra, y el Tajua que procedente de la Cordillera ibrica atraviesa los terrenos alcarreos,

Finalmente, el ltimo tributario importante del Tajo en tierras de la Comunidad es el Alberche, que aunque realiza la mayor parte de su recorrido fuera de ella, su desembocadura se sita en las proximidades de Talavera de la Reina.

El Tajo presenta en todo su perfil un rgimen pluvial con estiajes poco marcados, si bien algunos de sus tributarios presentan, al menos en cabecera principalmente los procedentes del Sistema Central, un rgimen pluvio-nival caracterizado por una escorrenta en cuyo volumen influye la fusin de las nieves.

La aportacin fluvial del Tajo, o cantidad total de agua que suministra anualmente la cuenca, se sita en 5.236 Hm3 y por trmino medio presenta un caudal medio especfico de 5 l/seg Km2.

El estudio de las avenidas y los estiajes reviste una gran importancia, puesto que caracterizan el comportamiento fluvial a muy corto plazo, dato de gran relevancia por los efectos catastrficos que pueden resultar para la poblacin, los cultivos etc. de un determinado territorio. La cuenca del Tajo presenta un comportamiento comn a otras grandes arteras atlnticas, y as, aunque registra caudales absolutos muy importantes (11 .000 m3/seg) la diferencia respecto a los valores medios no resulta muy grande (de 20 a 45 veces); ello no impide que en algunos casos, sobre todo en afluentes, puedan darse crecidas de mucha mayor relacin. Por otro lado, no es frecuente que el Tajo presente estiajes marcados, aunque s se tienen noticias de algunos ocurridos en pocas anteriores.

3.1.2.- La cuenca del Guadiana

El Guadiana, con una longitud prxima a los 800 km., constituye uno de los grandes ros peninsulares, aunque tambin uno de los menos caudalosos; su cuenca tiene una morfologa estrecha y alargada que queda limitada por los Montes de Toledo al norte y Sierra Morena al sur.

El nacimiento del Guadiana encierra una gran controversia, de ah que sea preferible hablar de una cabecera compuesta por la confluencia de varios ros, entre los que pueden destacarse el Cigela y el Zncara, procedentes de los Altos de Cabrejas y de las proximidades de la Sierra de Altomira, a los que se unen algunos afluentes importantes como el Riansares. En la extensa superficie caliza del Campo de Montiel encuentra su origen el Alto Guadiana que despus de atrayesar las Lagunas de Ruidera, va a desembocar en el Cigela, si bien debido a la fuerte evaporacin e infiltracin, muchas veces no alcanza este punto, llegando a secarse a la altura de Argamasilla de Alba. Lo mismo le ocurre al ro Cigela en la planicie de San Juan, en la que la plana topografa, unida a la gran permeabilidad del terreno y a la intensa evaporacin provocan su desaparicin.

El Guadiana constituye uno de los ejemplos ms claros para el entendimiento de una cuenca fluvial como un sistema en el que se establecen una serie de relaciones estrechsimas entre el curso fluvial y los factores topogrficos, geolgicos y climticos. Efectivamente, la extraordinaria horizontalidad motivada por la escasa incisin de los ros; el obstculo que supone el volcanismo del Campo de Calatrava; los factores litolgicos, como la presencia de importantes superficies calcreas altamente permeables; y el clima, explican la complejidad de la organizacin de esta cuenca en su cabecera. An puede concretarse ms, atribuyendo a estos factores la responsabilidad de la desecacin de los grandes colectores, como el Crcoles o el Azuer, o el ya mencionado Alto Guadiana, que ven perder sus aguas absorbidas por el substrato calizo. Estas forman un extenso manto fretico a pocos metros de profundidad el famoso acufero 23, que aflora cuando la superficie topogrfica corta dicho manto, como ocurre en los Ojos del Guadiana. Se trata por tanto de un claro ejemplo de regularizacin subterrnea.

El rebrote e inicio del verdadero Guadiana en los conocidos Ojos, constituye en realidad el rebosadero del gran acufero formado en la planicie de La Mancha, no pudiendo hablarse por tanto de uno o varios hilos conductores, sino ms bien de un extenso manto fretico, formado a partir de la plataforma calcrea. Este mismo fenmeno parece ser el causante del origen de las Tablas de Daimiel, situadas en estos mismos parajes. El ro que en este conjunto de cabecera presenta un caudal bajsimo, ve cmo ste se reduce an ms como consecuencia de la extraccin de agua para riegos y consumo.

El Guadiana abandona este sector para introducirse en el Campo de Calatrava, desde el que toma una direccin noroeste hacia Extremadura.

En la cuenca del Guadiana, las densidades de drenaje son en general bajas, fenmeno relacionado con la escasez de precipitaciones y con la intensidad de los fenmenos krsticos. Entre los tributarios ms importantes situados en el curso medio destacan, adems de los ya mencionados, el Jabaln y el Bullaque, cuyas aguas quedan represadas en el embalse de la Torre de Abraham, en la provincia de Toledo. Por lo general todos estos afluentes presentan lechos extraordinariamente llanos y anchos despus de las grandes lluvias, mientras que en la poca seca, las corrientes se reducen a hilos de agua muy estrechos, a charcas desenlazadas de la corriente principal o incluso llegan a secarse durante varios meses como en el caso del Jabaln.

El Guadiana presenta un rgimen claramente pluvial en todo su curso aunque con matizaciones entre el sector oeste, que presenta un carcter ocenico, y el oriental, en el que se deja sentir la influencia mediterrnea.

Con una aportacin de unos 4.500 Hm3 ao, esta cuenca se erige en la menos caudalosa de las grandes cuencas peninsulares; su caudal medio especfico, presenta una variacin muy marcada, ya que oscila entre 1,6 y 11 l/seg/km2. En cuanto a las crecidas y a los estiajes, el Guadiana, en su curso medio y bajo puede llegar a soportar avenidas incluso superiores a 100 veces su mdulo, aunque al tratarse de una cuenca grande, estas crecidas suelen producirse gradualmente. Por el contrario, en su curso alto, el Guadiana se caracteriza por una gran regularidad debida al control krstico ya mencionado, aunque con estiajes marcados que pueden generalizarse para el conjunto de la cuenca; stos pueden llegar a representar la desecacin total de ros del tamao del Cigela, el Zncara y el Jabaln.

3.1.3.- Otras cuencas: el Jcar. el Segura y el Guadalquivir.El Jcar nace en las cercanas del cerro San Felipe, y prximo al punto en el que se unen las provincias de Teruel, Guadalajara y Cuenca; se adentra en esta ltima, labrando un valle estrecho en las calizas mesozoicas y dejando en su margen izquierda la famosa ciudad encantada. Contina su recorrido hasta recibir las aguas del Hucar ya prximo a Cuenca, ciudad que queda colgada sobre la imponente hoz. A partir de este punto el trazado del ro se hace mucho ms sinuoso, formando numerosos meandros. En este sector, el Jcar recibe muy pocos afluentes, entre ellos el Gritos, en cuya hoz se emplaza colgada la ciudad romana de Valeria. Despus del embalse de Alarcn, el Jcar se dirige al sur, en direccin a Albacete, donde recibe uno de los pocos afluentes importantes de este sector, el ro Valdemembra, buscando ya la desembocadura. El Segura nace en la sierra del mismo nombre, desde donde se dirige hacia tierras de la Comunidad de Castilla-La Mancha, dibujando un valle ms o menos abierto en funcin de los condicionantes estructurales de las Cordilleras Bticas. Sirve durante un tramo de limite entre Jan y Albacete antes de penetrar plenamente en esta ltima donde recibe por su margen izquierda los aportes del ro Mundo, afluente conocido por la belleza de su nacimiento el Calar del Mundo, a partir de una surgencia krstica; en su curso se encuentra el embalse de Talave, punto de especial importancia por ser el receptor de las aguas pro cedentes del Tajo. Posteriormente, el Segura se dirige hacia Murcia.

Tanto el Jcar como el Segura presentan un rgimen pluvial poco claro debido a la irregularidad y bajos caudales. El primero presenta un caudal medio especfico de 2 l/seg km mientras que el segundo conoce fuertes variaciones en su caudal de unos puntos a otros: 6 l/seg km en cabecera, frente a 1 l/seg km en la provincia de Alicante o ya en las proximidades de su desembocadura.

La franja mediterrnea se caracteriza por una mayor torrencialidad y escasez de las precipitaciones, lo que produce avenidas -esencialmente en otoo, y estiajes marcados. De las dos cuencas que nos ocupan, el Segura presenta crecidas mas importantes (6070 veces su mdulo), frente al Jcar (unas 30 veces).

Finalmente, la cuenca del Guadalquivir a travs de sus afluentes, presenta un pequeo entrante en el sur de la comunidad, con cursos algunas veces de cierta importancia, como es el caso del Guadalimar. Este nace en las cercanas del Calar del Mundo, en terrenos de Albacete, y a l va a desembocar el Guadalmena, ro procedente de la Sierra de Alcaraz.

En la provincia de Ciudad Real, esta cuenca ofrece su mxima representacin (3.300 km2) con ejemplos como el Guadaln y sus numerosos afluentes, el Ojailn o el Magaa, tributario del Guarrizas a travs de cuyo valle se realiza la comunicacin entre la Meseta y Andaluca mediante el paso de Despeaperros.

3.2.- Lagos y lagunas

Castilla-La Mancha no es especialmente rica en este tipo de manifestaciones, aunque cuenta con ejemplos situados en las provincias de Ciudad Real, Cuenca, Albacete y Toledo. En ellas aparecen representaciones tanto de lagos endgenos, es decir producidos por fuerzas procedentes del interior de la Tierra, como exgenos o formados por los diferentes procesos de erosin.

Dentro de los primeros destaca la zona del Campo de Calatrava, en el que se localizan numerosas lagunas formadas por acumulacin de agua en el fondo del crter de un volcn: lagunas de Fuentillejos, Cucharas, Acebuche y Almeras.

Entre los lagos de carcter exgeno, hay que diferenciar los relacionados con la existencia de un substrato soluble y con fenmenos de resurgencia como es el caso de las Lagunas de Ruidera, importante sistema fluvio-lacustre de represas travertnicas, o la laguna de Taravilla en el Alto Tajo, o la de Ua en el Jcar. Aparecen tambin importantes ejemplos de lagunas y charcas de origen krstico, as las situadas en el Campo de Montiel, en la provincia de Albacete (El Bonillo), las numerosas torcas de agua que se distribuyen por las zonas calcreas de la Comunidad, o en el polj (depresin de origen crstico de fondo plano y de tamao considerable) del ro Guadazan en la Caada del Hoyo, provincia de Cuenca. En otro mbito se encuentran tambin las Tablas de Daimiel, verdaderos asomaderos del fretico, que por su belleza han recibido la catalogacin de Parque Nacional. La situacin de esta zona ubicada en el acufero 23, puede calificarse, al igual que la del sistema, de lmite, debido a la excesiva extraccin de caudales ya mencionada que ha motivado, sobre todo en aos de sequa, una disminucin de las reservas y la anulacin de las aportaciones al Parque.

Por otro lado, es importante la presencia de reas endorreicas en el territorio de Castilla-La Mancha, o que supone la presencia de zonas deprimidas en las que se acumulan las aguas y que debido a las altas temperaturas estivales, su volumen va vindose reducido como con secuencia de la evaporacin, hasta desecarse en su totalidad, quedando entonces una zona blanquecina de sales precipitadas. Como ejemplo destacamos el conjunto de lagunas que aparecen en la zona de Quintanar de la Orden, Villacaas, Pedro Muoz y Alczar de San Juan: laguna de Taray, laguna Grande, Chica, del Retamar etc., ocupando terrenos de Toledo, Ciudad Real y Cuenca. En este mismo sentido, es tambin importante la laguna de Ptrola (Albacete), en cuyo origen se conjugan el papel de la tectnica y la existencia de un nivel piezomtrico somero.

4.- El paisaje vegetal.El espacio geogrfico castellano manchego presenta una gran variedad de paisajes vegetales, fruto de la combinacin de factores ecolgicos y antrpicos.

Desde el punto de vista biogeogrfico, no constituye una unidad especfica, por el contrario, presenta una sectorializacin muy compleja con la inclusin en su territorio de diversas provincias corolgicas o biogeogrficas. Aunque el espacio de mayor extensin pertenece a la provincia Castellano- Maestrazgo-Manchega, en los bordes de la regin aparecen sectores, en ocasiones de indudable entidad, que corresponden a las otras provincias, como son: Carpetano Ibrico-Leonesa en el noroeste; Catalano Valenciano-Provenzal-Balear al este; Murciano-Almeriense en el sureste; Btica en el sur; y en un amplio espacio del oeste de la regin la Luso-Extremadurense.1.- La provincia Castellano-Maestrazgo- Manchega est representada por los sectores Celtibrico-Alcarreo (correspondiente a las alcarrias y parameras de Guadalajara y Cuenca), Maestracense (Serrana de Cuenca) y Manchego, siendo este ltimo el de mayor extensin por agrupar a toda la Submeseta Meridional (La Mancha). La vegetacin se reduce a encinares y sabinares que son sustituidos en suelos profundos y frescos de las umbras por quejigares; en las altas cumbres de la Serrana de Cuenca aparecen pinares con sabinas rastreras.

2.- La provincia Luso-Extremadurense est ampliamente representada en el oeste de las provincias de Toledo y Ciudad Real. Su vegetacin, eminentemente siliccola, se compone de encinares en las dehesas bajas, alcornocales en las cuerdas de las serranas y melojares en las umbras ms hmedas y en las alturas supramediterrneas.3.- La Carpetano-Ibrico-Leonesa tiene muy escasa representacin en el mbito regional, limitndose al sector noroeste, macizo de Aylln. Pese a ello destaca por la presencia de las formaciones de haya ms meridionales de la Pennsula. Las zonas bajas estn pobladas por encinares que son sustituidos por melojares y hayedos a mayor altitud (piso bioclimtico supramediterrneo subhmedo) y en las cumbres (piso oro- mediterrneo) por piornos y enebros con pino silvestre.

4.- La provincia Btica slo est presente en la sierra de Alcaraz (Albacete) dominada paisajsticamente por el pino salgareo (Pinus nigra).

5.- Del mismo modo nicamente de terminadas zonas de la cuenca alta del Segura (SE. de Albacete) son las representantes de la provincia Murciano-Almeriense, caracterizada por la preponderancia del ombroclima semirido. Destacan por tanto formaciones vegetales xerfilas: coscojares (Quercus coccifera) con espinos y tomillares.

6.- Por ltimo la provincia Catalano Valenciano-Provenzal reducida a las sierras de Mira y Talayuelas (este de Cuenca), se caracteriza por la presencia de quejigares florsticamente diferentes de los castellanos.

A los rasgos definidos en el paisaje por el factor bitico potencial se suma la accin humana. La baja densidad demogrfica y el despoblamiento de algunas zonas, han determinado una diferente utilizacin y aprovechamiento del suelo que se traduce en una variedad importante en el paisaje natural, y fundamentalmente vegetal, y en un desigual grado de conservacin o mantenimiento del mismo.

La vegetacin climcica (encinares, alcornocales, quejigares o sabinares) se reduce a bosquetes claros o retazos del antiguo bosque de frondosas conservados en determinados enclaves que han gozado de algn tipo de proteccin administrativa debido a su aprovechamiento (dehesas comunales, monte pro piedad de Ayuntamientos, etc) o bien se ubica en lugares de difcil acceso para la explotacin humana. As, el predominio en el paisaje vegetal lo ejercen las asociaciones fruticosas (matorrales) que constituyen formaciones sub-seriales de degradacin de la vegetacin potencial, y las formaciones de conferas merced, en este caso, a una intensa poltica de re poblacin con pinos llevada a cabo en la Comunidad.

En Castilla-La Mancha, como se puede apreciar en el cuadro, casi el 50% de la superficie arbolada corresponde a las conferas, y otro tanto a las frondosas. Sin intervencin humana, los bosques de frondosas ocuparan ms del 90% de la superficie de la Comunidad.

A nivel provincial destaca Cuenca con un 82% de conferas, seguida de Albacete con un 69,5%; en el extremo opuesto estn Toledo con tan solo un 9,3%, y Ciudad Real con 13,3%.

Al mismo tiempo proliferan formaciones vegetales fruto de las modificaciones an trpicas de la vegetacin natural. El 22,2% de la superficie arbolada corresponde a monte bajo (319.030 Ha), cifra que se eleva al 26,8% si tomamos en consideracin no solo el monte bajo sino tambin el medio; por otra parte, las formas de monte hueco o adehesado suponen el 12,6% (181. 926 Ha) del total comunitario (1.439.508 Ha).

Junto a estas formaciones vegetales citadas, los cultivos, los pastizales y los terrenos yermos completan el paisaje natural.

Esta secular accin antrpica que ha modificado sustancialmente el paisaje se erige en la caracterstica homogeneizadora del espacio vegetal castellano-manchego.

4.1.- Principales formaciones arbreas.4.1.1.- Frondosas y matorrales de sustitucin.

4.1.1.1.- Encinares

La encina (Quercus rotundifolia) abarca, naturalmente, todo el espacio castellano-manchego, a excepcin de determinados enclaves de mayor altitud o con caractersticas semiridas.Constituye formaciones arbreas acompaadas entre otras especies de: madroos (Arbutus unedo), olivillas (Phillyrea angustifofia), aladiernos (Rhamnus alaternus), cornicabras (Pistacia terebnthus), rosas (Rosa canina), esparragueras (Asparagus acutifolius), etc.

Actualmente origina masas totalmente modificadas y/o localizadas en funcin del factor antrpico. Podemos destacar entre las reas ocupadas por esta especie:

- las penillanuras y pies de monte de las serranas silceas de Ciudad Real y Toledo. Se trata de encinares muy transformados, aclarados y usados como dehesas que alternan con re poblaciones artificiales de pinar

- determinados enclaves de la sierra de Alcaraz (provincia biogeogrfica Btica), faldas del macizo de Aylln y algunas sierras silceas de la provincia de Guadalajara (sector celtibrico alcarreo).

- en alturas comprendidas entre 1000 y 1400 m., caracteriza el piso bioclimtico supramediterrneo seco de la provincia castellano maestrazgo-manchega. Alterna topogrficamente con quejigares, que se instalan en los lugares ms umbros y de ombroclima subhmedo, mientras que en las laderas expuestas y venteadas de las parameras es sustituida por sabinares albares su pramediterrneos.

Los matorrales de sustitucin, compuestos por romero, jaras, tomillo, cantueso, espliego, salvias, etc., proliferan en grandes extensiones antao ocupadas por encinares y son objeto de explotacin agropecuaria con aprovechamiento apcola. En otras ocasiones, como en el piso me somediterrneo de la provincia castellano- maestrazgo-manchega el encinar ha cedido su espacio natural a cultivos de secano (cereal y vid) o repoblaciones de pino carrasco y pionero.

4.1.1.2.- Alcornocales (Quercus suber)

Se localizan en las serranas occidentales de las provincias de Ciudad Real y Toledo, ocupando las laderas medias y altas de solana acompaados de lentisco (Pistacia lentiscus), acebuche (Olea sylvestris), o mirto (Myrtus communis), y las laderas bajas de umbra con quejigo (Q. fa guinea).

La degradacin del alcornocal favorece la extensin de una masa vegetal impenetrable de madroos, olivillas (Phllyrea angustifolia), durillos (Viburnum tinus) y brezos arbreos (Erica arborea). El madroal, salpicado de alcornoques y quejigos, es uno de los componentes paisajsticos mayoritarios de las sierras luso-extremadurenses, debido a que el hombre tiende a conservarlo para su explotacin cinegtica.

4.1.1.3.- Coscojares (Quercus coccifera).

Por ltimo, entre los Quercus de hoja persistente, el coscojar (Quercus coccifera) constituye la etapa de mximo biolgico estable en las zonas se miridas del sureste de Albacete. Como especies acompaantes podemos citar: el espino negro (Rhamnus lycioides), el aladierno (Rhamnus alaternus); son caractersticos tambin los escobillares, tomillares y espartales. El esparto (Stipetum tenacissimae) ha sido objeto de aprovechamiento econmico, especialmente en la comarca de Helln, y si bien hoy se halla en franca regresin sigue constituyendo un elemento fisionmico responsable del aspecto estepario de los montes de estas comarcas semiridas albaceteas.

4.1.1.4.- Melojares (Quercus pyrenaica).

Los melojares ocupan una extensin ms reducida. Aunque muy modificados y degradados como consecuencia fundamentalmente de talas, son an frecuentes en los relieves silceos de los Montes de Toledo, Sierra Morena, Macizo de Aylln, sierras limtrofes de la provincia de Guadalajara, y en de terminados enclaves de la Serrana de Cuenca (Caete, Boniches y Sierra de Valdemeca). El roble melojo suele ir acompaado de otras especies ar breas como el serbal (Sorbus torminalis y S. aria), el tejo (Taxus baccata) o el acebo (Ilex aquifolium).

La degradacin de los melojares origina etapas aclaradas de matorral, fundamentalmente brezales (Erica aragonensis, E. umbellata, E. arborea, Calluna vulgaris) y/o jarales (Cistus laurifolius, Halimium ocymoides, H. viscosum, etc.). En general, en las zonas con ombroclima subhmedo inferior predominan los jarales, mientras que al aumentar la pluviometra surgen los brezales.

4.1.1.5.- Hayedos (Fagus sylvatica)

Los hayedos han quedado acantonados en las sierras de Aylln, fundamentalmente en el Puerto de la Quesera y en Cantalojas. Su valor cultural, paisajstico, biolgico e histrico les hace merecedores de una proteccin integral.

4.1.1.6.- Quejigares (Quercus faginea)

Los quejigares sustituyen ecolgicamente a los melojares sobre suelos profundos y hmicos, y entre 800 y 1200 m, alternan con encinares y sabinares. Aparecen acompaados de arces (Acer monspessulanum, A. opalus) y serbales (Sorbus aria, S. domestica, S. torminalis) y por arbustos espinosos (rosas, majuelos, etc.) en los bordes.

Su rea potencial se extiende desde las alcarrias de Guadalajara hasta la Serrana de Cuenca. 4.1.2.- Conferas y matorrales de sustitucin

4.1.2.1.- Los sabinares.

La sabina albar es el genuino bosque de las parameras de Guadalajara y Cuenca. Ocupan las altas mesetas llanas (1 000-1400 m.) y las laderas expuestas donde las condiciones climticas son ms rigurosas. En el trmino de Torremocha del Pinar (Guadalajara) se localiza un sabinar magnficamente conservado; y en condiciones ms precarias aparece tambin una formacin de sabinar en Tamajn (Guadalajara).

La sabina rastrera se instala en el piso bioclimtico mesomediterrneo, alcanzando alturas de 1500 a 1800 m. en la Serrana de Cuenca (sierras de S. Felipe y Montes Universales). Se trata de un sabinar arbolado en el que los pinos (Pinus sylvestris) constituyen el estrato arbreo superior de escasa cobertura con un estrato arbustivo constituido por Juniperus sabina. En la sierra de Alcaraz (Albacete) se instala por encima de los 1600 m.; como en el caso anterior constituye un bosque abierto de pinos con un estrato de sabinas y enebros rastreros. Estas formaciones, por regla general, se estructuran con un estrato arbreo de sabinas (Juniperus thurifera y J. phoenicea) y pinos (P. sylvestris, P. nigra) y un estrato arbustivo de enebros, sabinas rastreras o piornos (J. nana, J. sabina, Cytisus purgans) dando lugar a una formacin claramente abierta: un matorral rastrero salpicado de rboles.

Las etapas de sustitucin son espinales y piornales. En la provincia de Guadalajara se lo- caliza un piornal con enebros rastreros, que puede o no llevar pino silvestre, y que coloniza las cumbres de Aylln y algunas sierras silceas como la de Alto Rey.

4.1.2.2.-Los pinares.

Ocupan actualmente una gran extensin en la regin castellano-manchega, fruto de una intensa poltica de repoblacin que ha conducido, en numerosas ocasiones, a la sustitucin de las masas de frondosas.

Son numerosas las especies de pinos existentes: la ms abundante es el pino laricio o salgareo (P. nigra) que predomina en la Serrana de Cuenca, sureste y noroeste de Guadalajara y Sierra de Alcaraz; en segundo lugar el pino resinero o pinaster (P. pinaster) especialmente presente en las zonas montaosas de Molina de Aragn, este de la provincia de Cuenca y Sierra de Alcaraz; y el pino carrasco (P. halepensis) localizado en zonas secas y degradadas del sur de Albacete, este de Cuenca y manchas aisladas al sur de la provincia de Guadalajara. Menor extensin ocupan el pino albar (P. sylvestris), en el sector noroccidental y suroriental de la provincia de Guadalajara, y en la Serrana de Cuenca; y el pino pionero (P. pinea) localizado en las llanuras manchegas, origina una mancha continua en el lmite provincial de Cuenca y Albacete.

4.1.3.- Vegetacin ripcola

En las mrgenes de los ros estn presentes especies tan significativas como:

-Los fresnos, que junto con los robles melojos se asientan en los fondos de los valles de algunos ros y arroyos del macizo de Aylln.

-los abedules, que tienen un marcado carcter relctico y solo estn bien desarrollados en la Sierra de Ro Fro (Arroba, Ciudad Real) y de forma parcial en la cabecera del ro Estena (Montes de Toledo)

-los olmos, cuyo deterioro es perceptible

-los alisos, etc.

Junto a estas especies arbreas aparecen tambin carrizales o junqueras.

4.2.- Paisajes vegetales de especial inters.Dada la gran extensin superficial castellano-manchega y la heterogeneidad de su medio fsico son numerosos y variados los espacios naturales que ofrecen un inters especial desde le punto de vista biogeogrfico. La riqueza y multiplicidad del paisaje vegetal de esta regin va desde la existencia de vegetacin palustre y halfila que puebla determinadas zonas lagunares, a las tpicas formaciones de sabinas de los pramos o la vegetacin de montaas en las distintas sierras y serranas.

Podemos destacar entre otros los siguientes espacios naturales:

- La zona de la Alcarria y las Parameras ocupadas por las especies vegetales tpicas de la serie del encinar, dominando como formaciones arbreas los encinares, quejigares y sabinares; junto a ellas matorrales como los espliegares y comunidades gypscolas sobre los afloramientos yesferos del mioceno castellano. Por otra parte la existencia de determinados tipos de sustratos permite la aparicin de pequeos retazos de bosque de melojos (Quercus pyrenaica) o bien de su matorral sustitutorio compuesto por brecina (Calluna vugaris), jara (Cistus laurifolius), etc.Podra sealarse como vegetacin ms representativa de toda la Alcarria los quejigares (Q. faginea) (cercanas de Trillo, Valderrebollo, Padilla de Hita, Brihuega, Aranzueque, etc), que coexisten con encinares, localizndose stos ltimos en las reas ms secas mientras que en las laderas de umbra se instala el quejigo. Las etapas de sustitucin lo constituyen matorrales a base de coscoja, retama o bien espliegares.

En los pramos (altas parameras de Guadalajara y Cuenca) destacan por su peculiaridad las formaciones de sabina albar (Juniperus thurifera), con un estrato arbustivo muy escaso y en el que aparece el enebro rastrero (J. communis).

Su destruccin trae consigo la aparicin de un matorral muy caracterstico con formaciones de porte almohadillado, espinoso en las que predomina el cambrn (Genista pumila).

- Las serranas paleozoicas de las provincias de Ciudad Real y Toledo (Montes de Toledo y Sierra Morena) se caracterizan por la presencia de encinares en zonas de mayor sequa y de alcornocales y melojares sobre terreno ms hmedo; siendo los matorrales sustitutorios muy variados: jarales (Cistus albidus, C. crispus, C. ladanifer, y C. populifolius), brezales (Erica scoparia, E. arborea y E. australis), acompaados, tanto brezos como jaras, en ocasiones, de madroos (Arbutus unedo), y genistares a base de ahulaga (Genista hirsuta).

Son especialmente dignos de resear los abedulares relcticos de la Sierra de Ro Fro o la aliseda (Alnus glutinosa) del ro Estena.

- La Serrana de Cuenca tiene una cubierta vegetal claramente dominada, en el momento actual, por pinares de pino silvestre (Pinos sylvestris), pino salgareo (P. nigra) y pino resinero (P. pinaster). La vegetacin natural estaba constituida por formaciones de Quercus (encinas, quejigos o melojos) hoy muy degradados y limitados tan solo a ejemplares aislados en las masas de pinar, pequeos bosquetes o bien matorrales sustitorios con especies propias de sus fases arbustivas: boj (Buxus sempervirens), jaras (Cistus laurifolius y C. ladaniferus), cantueso (Lavandula pedunculata), brezos (Erica aragonensis y E. scoparia), etc.

- Con caractersticas semejantes, la Sierra de Alcaraz aparece colonizada por el pino salgareo (Pinus nigra) que llega por encima de los 1800 m., mientras que en los niveles inferiores se mezcla con el pino resinero (P. pinaster) y acaba siendo sustituido por l, o bien en las exposiciones ms clidas aparece el pino carrasco (P. halepensis). El sotobosque de estos pinares est constituido por especies vegetales sustitutorias del antiguo bosque de encinas o quejigos. Merece una atencin especial el Calar del Mundo, importante conjunto krstico.

- En el Macizo de Aylln, cuya parte meridional constituye la Reserva Nacional de Sonsaz, destaca por la presencia de formaciones de haya (Fagus sylvatica), siendo las ms representativas las del sector septentrional de la reserva (Parque Natural del Tejera Negra en la localidad de Cantalojas). La multiplicidad de las formaciones vegetales y las constantes introgresiones de unas en otras constituye una de las caractersticas esenciales de este espacio, fruto de su variedad topogrfica y bioclimtica.

La vegetacin natural, a base de robledales y hayedos, ha sufrido una intensa accin de generativa siendo sustituida por matorrales (jarales y brezales) o bien claramente relegada ante la abundante presencia de los pinares como consecuencia de una intensa poltica de repoblacin.

- Las Lagunas de Ruidera presentan una vegetacin potencial con encinares (Quercus rotundifolia) y sabinas albares por encima de los 850 m. y en las umbras quejigos; all donde la formacin arbrea ha desaparecido es sustituida por coscojares (Q. coccfera), retamares o piornales con aliaga (Genista scorpius) y retama de bolas (Retama sphaerocarpa) y en una etapa ms avanzada de degradacin espartales (Stipa tenacssima), lastonares (Brachypodium retusum), o matorral a base de romero (Rosmarinus officinalis) y jaguarzo (Cistus clusii).

Los caaverales, espadaales y masariegas son comunidades permanentes de los remansos y corrientes lentas, son especies caractersticas: el carrizo o caa (Phragmites australis), junco de agua (Scirpus tabernaemontani), espadaas (Typha angustifolia y T. latifolia), masiegas (Cladium mariscus), crices (Caricetum hispidae), etc.

-Tablas y lagunas manchegas que destacan por su vegetacin palustre y halfila.

Las Tablas de Daimiel son uno de los ejemplos ms sobresalientes, constituyen una gran extensin ocupada por una vegetacin de aspecto montono: marjales de carrizo o caaverales (Phragmites australis) y vegetacin palustre de carcter halfilo con predominio de la masiega (Cladium mariscus); la vegetacin arbrea se reduce a ejemplares de taray (Tamarix canariensis). El otro caso representativo lo constituyen las lagunas arreicas o lagunas salobres en las que adquiere especial relevancia la vegetacin halfila. El paisaje vegetal de estas lagunas es muy diversificado en funcin de las variadas caractersticas de cada estacin: en zonas con elevado nivel fretico casi todo el ao se distinguen fundamentalmente juncales (Juncus maritimus, J. subulatus), y a medida que la salinidad disminuye esta asociacin es sustituida por un masiegar con carrizos y espadaas; y alli donde no existe nivel fretico importante la vegetacin presenta un carcter ms xrico, sobre todo en las zonas ms alejadas del agua: salicornas (Salicornia patula), albardines (Ligneum spartum).

El paisaje vegetal de Castilla-La Mancha, fruto de la combinacin de las mltiples formaciones descritas y de la accin antrpica sobre las mismas, aparece estructurado como un mosaico en el que las intercalaciones e imbricaciones de las masas vegetales son constantes. En este mosaico, las etapas de de gradacin (formaciones subseriales arbustivas, subarbustivas e incluso herbceas) ocupan la mayor parte del territorio, mientras que los bosques se limitan a retazos o manchas discontinuas de formaciones ms extensas.

De todos los espacios mencionados, las zonas hmedas comentadas en ltimo lugar son las que ms problemas presentan en su conservacin, estn sufriendo mayores agresiones y con consecuencias ms irreversibles.BibliografaGua de Castilla La Mancha. Espacios Naturales. Varios Autores. Servicio de Publicaciones Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. 2000.Produccin Agrcola 05-06

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