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TÉCNICAS OPERANTES II: Reducción de conductas

En ocasiones los sujetos presentan conductas que interfieren su funciona-miento y que les causan problemas. En estos casos, puede ser adecuado como objetivo terapéutico intentar reducir o incluso eliminar esas conductas. Con esta finalidad podemos utilizar diversos procedimientos basados en el condicionamiento operante (e.g. extinción, reforzamiento diferencial, costo de respuesta, tiempo fuera de reforzamiento, saciación, sobrecorrección, ... ).

Sea cual sea el procedimiento utilizado, al aplicar este tipo de estrategia hay que tener siempre en cuenta que el objetivo último de la intervención conductual es el aprendizaje y desarrollo de habilidades y conductas, por lo que la eliminación de determinadas conductas que pueden interferir en el logro de las metas del sujeto Constituirá únicamente una parte de la inter-vención, la cual necesariamente habrá de completarse con la inclusión de estrategias para el desarrollo de conductas alternativas que se desea sustitu-yan a aquellas otras que pretendemos eliminar.

La presente práctica se centra en dos de estas técnicas operantes para la reducción y eliminación de conductas: el costo de respuesta y el tiempo fue-ra de reforzamiento, El costo de respuesta supone la retirada de cantidades concretas y prefijadas de un reforzador positivo o apetitivo que posee el suje-to de forma contingente con la emisión de la conducta a reducir. Por su par-te, el tiempo fuera de reforzamiento supone la retirada del acceso a las fuentes de reforzamiento durante un período de tiempo, de manera contingente con la emisión de una conducta que se quiere reducir o eliminar. Es decir, al apli-car el tiempo fuera, se aparta al individuo del ambiente reforzante durante un lapso de tiempo estipulado. Por consiguiente, en ambos casos se trata de técnicas basadas en el paradigma del castigo negativo.

Para abordar estas dos técnicas, presentamos una guía general para la aplicación de cada una de ellas, seguida de un ejemplo práctico en el que se describe el desarrollo de un programa que incluye la técnica abordada. A partir de estos ejemplos, se solicita la planificación de programas de inter-vención que incluyen cada uno de los procedimientos, estableciendo pautas, criterios e instrucciones para su aplicación.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA: Cobos, P., Gavirio, A. y Berrocal, C. (1997). Técnicas dirigidas al aumento y/o dis-

minución de conductas. En A. Gavino (ed.), Técnicas de Terapia de Conducta. Bar-celona: Ed. Martínez Roca

, 'IECNICAS OPERANTES 11: Reducción de conduct, 9I

8.1. NORMAS GENERALES PARA LA APLICACIÓN DEL COSTO DE RESPUESTA

• Definir la conducta que se desea eliminar • Establecer un conjunto de reforzadores que puedan retirarse de

inmediato, contingentemente con la emisión de la conducta. • Establecer empíricamente el costo de respuesta (i. e. la cantidad de

reforzador que se va a retirar por cada emisión de la conducta). Cambiarlo si no se consigue una reducción rápida de la conducta en los primeros días.

• Establecer la condiciones para que la pérdida que supone el costo de respuesta no sea fácilmente reparable.

• Buscar una conducta alternativa /incompatible que pueda instau- rarse mediante reforzamiento. Permitir que el sujeto acumule refor-zadores en los primeros momentos.

• Informar al cliente de las contingencias que se van a establecer.

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8.2. EJEMPLO DE LA APLICACIÓN DEL COSTO DE RESPUESTA

Pelopincho tiene la mala costumbre de decir palabras malsonantes en clase, haciendo reír a sus compañeros con frecuencia y estorbando la marcha nor-mal de la clase. El profesor, además de harto de que se le revolucione el patio, considera que Pelopincho (7 años) no tiene edad para hablar así. El profesor da regularmente a sus alumnos puntos (por hacer los ejercicios limpios, por hacerlos correctamente, por borrar la pizarra, etc.) que luego canjea por pequeñas chucherías, lápices de colores, tiempo de juego extra, etc. Decide que puede utilizar los puntos para intentar reducir esta conducta, así que establece que cada vez que Pelopincho diga una palabra malsonante le qui-tará un punto. Dado que los niños pueden ganar alrededor de 15 puntos dia-rios y que Pelopincho dice alrededor de 8 o 9 "tacos" diarios, el profesor con-sidera que la pérdida puede ser suficientemente importante como para producir una reducción de la conducta.

Para ello, sigue los pasos siguientes: • Informa a Pelopincho de que va a empezar a quitarle un punto cada

vez que diga un taco, por lo que, al final de la mañana y de la tarde, tendrá acceso a menos premios que el resto de sus compañeros.

• Cada vez que Pelopincho dice una palabra malsonante, el profesor coge un lápiz rojo y le dice: "Como has dicho un taco, te voy a tachar un punto de los que habías ganado."

• Mantiene este programa durante dos semanas, en la esperanza de que la conducta de Pelopincho se reducirá drásticamente.

Sin embargo, no es así: aunque Pelopincho deja de decir, al principio, algunas palabras, su conducta se estabiliza en alrededor de 5 o 6 "tacos" al día. El profesor, tras consultar con el psicólogo del colegio, se da cuenta de que tiene dos opciones: o pone a Pelopincho una multa (una pérdida de pun-tos) mucho mayor (lo que, muy probablemente provocaría una bancarrota de los puntos del niño, lo que no es recomendable), o tiene que dejar pasar un tiempo prudencial, volver a aplicar el procedimiento con un costo mayor (por ejemplo, dos o tres fichas por cada taco) y establecer también un pro-grama de refuerzo de la conducta de no decir tacos. Dado que la línea base actual arroja una media de una palabra malsonante cada hora, parte de esos datos para establecer un programa de refuerzo diferencial de omisión. Por tanto, le da a Pelopincho las siguientes instrucciones:

• "Cada vez que digas un taco, te quitaré tres puntos de los que tengas. Aho-ra bien, si durante una hora seguida no has dicho ningún taco, ganarás dos puntos, además de los que ya ganas por trabajar con pulcritud y atención."

• Cada vez que Pelopincho dice un taco, el profesor le dice: "Como has dicho un taco, te tacho tres puntos de los que has ganado." Y se los tacha con un lápiz rojo visible.

• Pone un reloj avisador, que suena cada hora. Si transcurrido el tiempo, Pelopincho no ha dicho algún taco, el profesor le dice: "Pelopincho, te acabas de ganar dos puntos por haber hablado bien durante una hora. Ahora mismo te los pongo". Y le pone los dos puntos, de manera visi-ble, con un lápiz verde o azul.

A medida que la conducta se vaya reduciendo, se mantiene el costo de respuesta, mientras que se incrementa el tiempo de omisión para obtener el refuerzo (de una hora, se pasa a hora y cuarto, hora y media, dos horas, etc.). Por último, se establece un refuerzo único diario, luego cada dos días, dos veces a la semana, una vez a la semana y por último, se desvanece el progra-ma. Para ese momento, hará ya tiempo que Pelopincho ha dejado de decir palabrotas.

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8.3. NORMAS GENERALES PARA LA APLICACIÓN DEL TIEMPO FUERA DE REFORZAMIENTO

• Antes de aplicar esta técnica, considerar el uso de otras técnicas de reducción de conductas

• Identificar conductas alternativas apropiadas

• Identificar estímulos reforzadores (de forma general)

• Utilizarla en combinación con el reforzamiento positivo de . ondcombinación 1

tas alternativas

• Aplicarlo de manera contingente SOLO con la conducta objetivo

• Aplicarlo de forma consistente

• Arreglar un área de aislamiento, con la siguientes características:

* Sin reforzadores o posibilidad de distracción (sitio aburrido)

* Sin estimulación aversiva

* Próxima al lugar de emisión de la conducta

• Si no se dispone de zona de aislamiento, o esta no está indicada, uti-lizar procedimientos alternativos de aislamiento (e. g, señal identifi-cativa, ...)

• Duración moderada (máximo aproximadamente 10 minutos)

• Dar aviso previo a la aplicación del procedimiento

• NO prestar atención ni expresar disgusto o enfado mientras se lleva al sujeto a la zona de aislamiento

• NO finalizar el aislamiento cuando el sujeto está realizando una conducta desadaptativa

• incluir conductas restitutivas si el sujeto altera la zona de aislamien-to (e.g. la ensucia, desordena,...).

• NO aplicar este procedimiento si sirve para salir de situaciones aversivas o desagradables para el sujeto

• NO aplicar este procedimiento en sujetos con conductas autorrefor-zadas (e.g. autoestimulación, fantasear, ... ).

8.4. EJEMPLO DE LA APLICACIÓN DEL TIEMPO FUERA DE REFORZAMIENTO

Jaimito es un niño de 6 años que vive con su madre, su padre, sus dos her-manas mayores (de 20 y 18 años), y sus dos abuelas. Desde hace algún tiem-po, el niño presenta constantes rabietas ante la menor frustración (por ejem-plo, si alguien cambia el canal de televisión cuando hay dibujos, si sus hermanas se meten con él, si no encuentra uno de sus juguetes, si no le quie-ren leer un cuento justo a la hora de la comida,...). Siempre que aparecen las rabietas alguno o varios de los adultos del entorno de Jaimito le presta aten-ción, le hace carantoñas y mimos, y consigue convencer a los demás para que cedan a las exigencias del niño. Las conductas específicas de Jaimito son gri- tar y lloriquear, y se manifiestan un promedio de tres o cuatro veces al día, especialmente cuando toda la familia está reunida.

La familia de Jaimito harta ya de soportar los gritos y lloros del niño, recurre a un psicólogo para intentar solucionar el problema, y tras aplicar sin éxito otros procedimientos (en concreto, extinción que no tUVO resultado por-que una de las abuelas reconocía que no podía permanecer impasible ante los lloros del niño), se decide aplicar un programa de tiempo fuera de refor- zamiento para eliminar las rabietas del pequeño. En este caso, cuenta con la colaboración de toda la familia.

Lo primero que han de hacer es disponer un espacio de aislamiento, para lo que deciden utilizar el cuarto de baño pequeño.

En un primer momento, se escoge a la madre como agente aplicador del programa, para lo que se le proporcionan las siguientes instrucciones:

Cada vez que Jaimito comience a lloriquear o gritar, y de forma inme- diata, lo ha de conducir al cuarto de baño y encerrarle allí, cerrando la puerta.

• Al conducirle hacia el cuarto de baño, ha de decirle, "Tú no puedes permanecer con nosotros si lloriqueas y gritas", absteniéndose de hacer cualquier otro comentario.

• El niño permanecerá en el cuarto de baño durante 3 minutos, que la madre cronometrará mediante un avisador. Durante ese tiempo, ella

ha de permanecer cerca y constatar si se produce alguna rabieta o llan- to; si es así, los 3 minutos se Contarán desde el momento en que finali-ce el último episodio de llanto.

• Una vez transcurrido el tiempo, se sacará al niño del cuarto de baño, y se le reintegrará a SUS actividades regulares, sin hacer come sobre el episodio. ntarios

En ningún caso se apagará la luz del cuarto de baño mientras el niño está aislado, ya que este sufre miedo a la oscuridad.

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Así mismo, se instruye al resto de la familia para que se abstengan de hacer comentarios de ningún tipo cada vez que aparezca una rabieta o cual-quier otra conducta problemática del niño (extinción). A este respecto, se le dan instrucciones concretas a una de las abuelas que con frecuencia asusta al niño diciéndole que si es malo se lo va a llevar "el hombre del saco". Del mis-mo modo, se les indica que han de mostrarse cariñosos y afectuosos con el niño cada vez que este ceda a una petición de otra persona (reforzamiento de conductas alternativas). Para ello, pueden utilizar alabanzas, elogios, atención e incluso algún pequeño objeto del agrado del niño (e.g. alguna galleta de chocolate de las que le gustan tanto, un refresco, 25 pesetas,...). También pueden optar por jugar un rato con el niño a lo que este elija.

En los primeros momentos, la aplicación del tiempo fuera no parecía tener efecto. Tras revisar la aplicación del procedimiento no se detectó fallo alguno. Sin embargo, pronto una de las hermanas notó que alguien había estado tocando sus objetos de maquillaje, que habitualmente se encontraban en el cuarto de baño elegido como zona de aislamiento. Al indagar al res-pecto, se descubrió que los objetos de maquillaje de sus hermanas fascina-ban al niño y que durante el periodo de tiempo fuera jugueteaba con ellos. Para solucionar este problema se procedió a retirar las cajas de maquillajes de la zona de aislamiento.

Las primeras aplicaciones del procedimiento tras esta corrección transcu-rren sin problemas, aunque el niño llora cuando se encuentra en la zona de aislamiento, lo que alarga considerablemente el período de tiempo que el niño permanece en el cuarto de baño. Sin embargo, a partir de la tercera todo marcha según lo previsto. Al tercer día, el número de rabietas se ha reducido a una al día. Al quinto día, al volver a buscar al niño para sacarlo del cuarto de baño tras un periodo de aislamiento, la madre se encuentra todo el baño encharcado, los grifos corriendo, y al niño empapado. La madre de Jaimito, siguiendo las instrucciones del psicólogo, lo mantiene en el cuarto de baño le pide que recoja toda el agua tirada y deje todo tal y como estaba antes dy

e entrar él. Para ello le proporciona el material necesario (fregona, ropa seca,...). El niño tarda 10 minutos en completar el arreglo y limpieza del cuar-to de baño. Una vez concluidos, se le saca de la zona de aislamiento.

A partir de ese momento no surgen problemas en la aplicación del pro-grama. En la segunda semana, las rabietas de Jaimito aparecen únicamente unas tres veces por semana, por lo que se decide abandonar el programa de tiempo fuera y mantener únicamente la extinción combinada con el reforza- miento de conductas alternativas.