Técnicas de control de impulsos

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Técnicas de control de impulsos Pensar antes de actuar: Ante una situación que te altere, detente y piensa con la cabeza fría, para evaluar qué es lo que te está molestando y así encontrar la mejor manera de reaccionar. Necesitarás tu esfuerzo para intercambiar la respuesta automática que en otra circunstancia hubieras dado, por una más racional y analizada. Buscar otras alternativas: Frente a una situación crítica, piensa: esta vez en lugar de reaccionar así, reaccionaré así. Si eres capaz de decidir la reacción que tendrás frente a un problema, te comienzas a hacer dueño de tus respuestas y emociones, llegando así a controlarlas y logrando enfrentar las dificultades con más serenidad. Aprender de los errores anteriores: Revisa tu forma de reaccionar frente a situaciones problemáticas. Evita los comportamientos que sabes que te han perjudicado más que ayudado para solucionar la situación. El autocontrol requiere de la capacidad de analizar y comprender tus impulsos, para lograr contener la rabia, la hostilidad y la ansiedad. Si puedes reconocer patrones erróneos de conducta anteriores, podrás evitarlos en el futuro. Contar hasta 10: Antes de actuar, detente, cálmate, respira profundo y analiza la situación. A continuación evalúa qué es lo que te está molestando y siendo causa de tu enfado. Aprenderás a controlar tus impulsos más fácil si eres capaz de identificar qué es lo que te altera. Después, podrás entregar una respuesta mucho más calmada y meditada a la situación. Identificar los impulsos positivos: Nuestros impulsos no siempre nos son perjudiciales. Normalmente reaccionar de forma impulsiva ante situaciones conflictivas la mayoría de las veces puede traernos más problemas que soluciones, de otro modo, los impulsos pueden llevarnos a enfrentar unos conflictos que de otro modo no los hubiéramos afrontado, entregándonos la cuota de energía necesaria para hacerlo.

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Técnicas de control de impulsos

Pensar antes de actuar: Ante una situación que te altere, detente y piensa con la cabeza fría, para evaluar qué es lo que te está molestando y así encontrar la mejor manera de reaccionar. Necesitarás tu esfuerzo para intercambiar la respuesta automática que en otra circunstancia hubieras dado, por una más racional y analizada.

Buscar otras alternativas: Frente a una situación crítica, piensa: esta vez en lugar de reaccionar así, reaccionaré así. Si eres capaz de decidir la reacción que tendrás frente a un problema, te comienzas a hacer dueño de tus respuestas y emociones, llegando así a controlarlas y logrando enfrentar las dificultades con más serenidad.

Aprender de los errores anteriores: Revisa tu forma de reaccionar frente a situaciones problemáticas. Evita los comportamientos que sabes que te han perjudicado más que ayudado para solucionar la situación. El autocontrol requiere de la capacidad de analizar y comprender tus impulsos, para lograr contener la rabia, la hostilidad y la ansiedad. Si puedes reconocer patrones erróneos de conducta anteriores, podrás evitarlos en el futuro.

Contar hasta 10: Antes de actuar, detente, cálmate, respira profundo y analiza la situación. A continuación evalúa qué es lo que te está molestando y siendo causa de tu enfado. Aprenderás a controlar tus impulsos más fácil si eres capaz de identificar qué es lo que te altera. Después, podrás entregar una respuesta mucho más calmada y meditada a la situación.

Identificar los impulsos positivos: Nuestros impulsos no siempre nos son perjudiciales. Normalmente reaccionar de forma impulsiva ante situaciones conflictivas la mayoría de las veces puede traernos más problemas que soluciones, de otro modo, los impulsos pueden llevarnos a enfrentar unos conflictos que de otro modo no los hubiéramos afrontado, entregándonos la cuota de energía necesaria para hacerlo.

Aprender a tolerar la frustración: En muchas ocasiones, el hecho de no obtener los resultados que deseados crea frustración, al igual pasa con la ansiedad por no poder resolver algo que nos angustia inmediatamente. Estas sensaciones pueden llevarnos a reaccionar de forma impulsiva, respuesta que muy probablemente será más perjudicial que favorable para nosotros. Un alto nivel de tolerancia a la frustración nos ayudará a tomarnos el tiempo necesario para meditar sobre la respuesta adecuada.

Realizar actividades físicas: En muchas ocasiones las conductas impulsivas son el resultado de un exceso de energía acumulada, que involuntariamente dejamos salir en algunas situaciones, como puede ser ante momentos conflictivos. Practicar una actividad física con regularidad nos ayuda a liberar esa energía, manteniéndonos relajados y mas calmados a la hora de enfrentar situaciones difíciles.