Te c n os u e l os para reverdecer - dgcs.unam.mx · mito que vino de Estados Unidos por razones...

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Viernes 31 de agosto de 2018 EL UNIVERSAL E12 CULTURA PROYECTO UNAM Texto: Fernando Guzmán Aguilar [email protected] Curso sobre cuento policial El Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM invita al curso “Cuento policial latinoamericano”, que impartirá Héctor Fernando Vizca- rra los martes y jueves, del 4 al 27 de septiembre, de 17:00 a 20:00 horas, en el citado instituto, en CU. Mayores informes e inscripciones en los te- léfonos 56-22-18-88 y 56-22-66-66, extensión 49448, y en el correo electró- nico i i f l e d u c o n @ g m a i l.c o m CORTESÍA UNAM El huevo, antioxidante y antiinflamatorio De acuerdo con José Antonio Quintana, académico de la Facul- tad de Medicina Veterinaria y Zoo- tecnia de la UNAM, el alto conte- nido de colesterol del huevo es un mito que vino de Estados Unidos por razones comerciales. Este ali- mento proporciona sólo 90 calo- rías por pieza y una gran sensación de saciedad. Su yema contiene se- lenio, que sirve como antioxidante natural; ácido siálico, como antiin- flamatorio; y carotenos, que dis- minuyen el riesgo de desarrollar cataratas oculares en ancianos. Asimismo, previene la sarcopenia y evita la desnutrición senil. Alto consumo de azúcares reduce la esperanza de vida Según un estudio encabezado por Juan Miranda Ríos, científico del Instituto de Investigaciones Bio- médicas de la UNAM, el alto con- sumo de azúcares no sólo reduce la esperanza de vida de las personas, sino también puede afectar, hasta en 50%, la capacidad reproductiva de ésta y de futuras generaciones. El especialista universitario utilizó como modelo de estudio el gusano Caenorhabditis elegans, que com- parte 60% de sus genes con el hu- mano, especialmente los que tie- nen un equivalente en el control de la producción y utilización de azú- cares y grasas. ESPECIAL Tecnosuelos para reverdecer la Ciudad de México Desde hace cinco años, los inte- grantes del grupo de trabajo Suelo y Ambiente del Instituto de Geo- logía de la UNAM desarrollan, mediante talleres de investigación con estu- diantes universitarios, tecnosuelos, también conocidos como suelos artificiales o a la me- dida, los cuales son mezclas de residuos orgá- nicos e inorgánicos. La idea es utilizarlos en la Ciudad de México para crear milpas urbanas, jardines y azoteas ver- des, así como para hacer labores de revegetación y evitar inundaciones o encharcamientos. Actualmente, los investigadores universita- rios están probando siete tecnosuelos desarro- llados, por un lado, con diferentes residuos or- gánicos como composta proveniente de la Plan- ta de Composta de la Ciudad de México; lom- bricomposta, en cuya producción se emplea la lombriz roja o californiana (Eisenia foetida) ; ase- rrín, que por su baja densidad favorece el cre- cimiento radical de las plantas; y biocarbón, el cual es obtenido por la descomposición térmica (pirólisis) de cualquier residuo orgánico y uti- lizado para mejorar las propiedades de los sue- los; y, por el otro, con residuos inorgánicos pro- venientes de excavaciones, construcciones y de- moliciones, como trozos de ladrillos, concreto y muros que son triturados para que puedan mez- clarse con aquéllos. Milpas urbanas El suelo natural es un recurso no renovable a escala humana. La naturaleza tarda más de 400 años en formar un centímetro de suelo. Incluso hay suelos naturales que requieren milenios pa- ra formarse. Para propagar plantas comestibles se requiere un suelo de, por lo menos, 35 a 40 centímetros de espesor. Crear un suelo artificial a partir de la mezcla de residuos orgánicos e inorgánicos lleva unos cuantos meses. Antes de experimentar con los siete suelos ar- tificiales ya mencionados para cultivar, en una milpa urbana, maíz, frijol y calabaza, se hizo un inventario de desechos orgánicos e inorgánicos de la Ciudad de México. “Ya se tiene una lista de ellos y se ha usado para ensayos a diferentes escalas: macetas, in- vernadero y ahora a cielo abierto (milpa urba- na), con las condiciones climáticas de la ciu- dad”, dice Lucía Blanca Prado Pano. Esta investigadora, en colaboración con Lucy Mora Palomino y Víctor Manuel Peña Ramírez, ha propagado plantas de ornato (cempasúchil, cactus y siempreviva) y cultivado chile y jitoma- te, y sabe en qué suelos se produce mejor el fruto de la tomatera. El año pasado, la milpa urbana de los inves- tigadores cumplió un ciclo completo, y este año cumplirá el segundo ciclo. En el primer ensayo, las mezclas de composta (35%) con trozos de madera (65%) y lombricomposta (35%) con tro- zos de madera (65%) fueron las que mostraron los mejores rendimientos; sin embargo, su com- posición orgánica les hace emitir importantes cantidades de dióxido de carbono. Por esta razón, los investigadores añadieron, en el segundo ciclo, biocarbón, que, entre otras ventajas, tiene una gran estabilidad a lo largo del tiempo. Un suelo artificial con lombricom- posta (25%), biocarbón (20%), residuos de de- molición (30%) y trozos de madera (25%) sería muy competitivo. “Preparar suelos para cultivar plantas comes- tibles es lo más difícil. Si logramos obtener una producción importante, podremos propagar cualquier planta que queramos”, subraya Peña Ramírez, especialista en sustratos y propagación de plantas en viveros, y posdoctorante en suelos artificiales bajo la dirección de Prado Pano. Amplio espectro de usos El grupo de trabajo del Instituto de Geología desarrolla suelos artificiales no sólo para pro- mover la agricultura urbana, sino también para regenerar jardines y construir nuevos parques, y para rehabilitar zonas contaminadas por la industria. “Nuestra finalidad es desarrollar tecnosuelos con un amplio espectro de usos”, indica Mora Palomino, responsable del Laboratorio Analíti- co de Suelos. En las urbes, muchos suelos están completa- mente compactados, parecen de cemento. Los suelos artificiales se pueden usar para plantar ár- boles nativos y así recuperar algunas funciones ecológicas, como la recarga de los acuíferos. “Para eso se necesita crear, con cascajo tritu- rado y una capa de composta gruesa, un sustrato de un espesor de por lo menos 80 centímetros y sembrar en él una especie de árbol con raíz pivotante (penetra a profundidad y rompe la ro- ca) como el tepozán, que, además, produce una cantidad importante de hojarasca”, señala Peña Ra m í re z . El tepozán acelera el proceso de mejora de las propiedades de los suelos artificiales. Así, en unos cuantos años se podrían plantar árboles nativos como el encino, que cambiarían enor- memente la fisonomía de la capital del país. “Los suelos artificiales permitirían tener árbo- les de mejor calidad pero, además, crear más azo- teas verdes y, de este modo, reverdecer las zonas grises de la ciudad”, agrega Mora Palomino. Sin riesgo De acuerdo con Prado Pano, los tecnosuelos se pueden diseñar, con desechos de la misma ciu- dad, a la medida de una necesidad específica, como la de crear un corredor de polinizadores o la de desarrollar suelos con capacidad para amortiguar lluvias y favorecer la recarga de los acuífero s. Los bosques que circundan la Ciudad de Mé- xico, como el corredor biológico Chichinautzin, se están deteriorando debido a la extracción de suelo orgánico forestal. El uso de suelos artifi- ciales evitaría el saqueo de “tierra negra” y “tie- rra de hoja”, que se venden en Xochimilco. Los suelos artificiales ayudarían, asimismo, a aprovechar los desechos de construcción, como el cascajo, que al tirarse a la intemperie y en ca- nales naturales genera compactación, inunda- ciones o encharcamientos. “Desarrollar suelos a la medida no es nuevo: hay gente que lo hace, pero con desechos que podrían contener contaminantes, como meta- les pesados, los cuales se pueden traslocar a las plantas y dañar a las personas que las consu- m a n”, advierte Prado Pano. El grupo de trabajo del Instituto de Geología —que, como ya se dijo, cuenta con siete mezclas de diferentes materiales que se comportan de distinta manera— pretende elaborar un manual en el que se establezca qué residuos orgánicos e inorgánicos, y en qué cantidades hay que mez- clar, sin riesgo, para desarrollar tecnosuelos con fines específicos. “Un día no muy lejano podremos proponer recetas ambiental y saludablemente viables, que se puedan usar en la ciudad para combatir el saqueo de suelos que contribuye a la erosión y deforestación, para ayudar a prevenir inun- daciones y para recuperar los servicios ecosis- témicos que los suelos naturales nos dan y es- tamos perdiendo por el sellamiento asfáltico”, asegura Prado Pano. Una condición ineludible es que los tecno- suelos no sean emisores de más gases de efecto invernadero. Si se utilizan en ellos demasiados residuos orgánicos, emiten a la atmósfera can- tidades importantes de dióxido de carbono por el proceso de mineralización que ocurre tan rápido. Por eso, los investigadores de la UNAM ya eva- lúan qué proporción de residuos orgánicos e inorgánicos deben tener los tecnosuelos para que aporten los nutrimentos requeridos por las plantas, tengan capacidad para captar agua de lluvia, no emitan demasiado dióxido de carbono y contribuyan a la reducción de la temperatura en el ambiente. “Todo esto todavía no está documentado”, puntualiza Prado Pano. b Investigadores del Instituto de Geología ensayan con siete de ellos; permiten crear milpas urbanas, jardines y azoteas verdes Milpa urbana en la que se cultiva maíz, frijol y calabaza. “Un día no muy lejano podremos proponer recetas ambiental y saludablemente viables, que se puedan usar en la ciudad para combatir el saqueo de suelos que contribuye a la erosión y deforestación, para ayudar a prevenir inundaciones y para recuperar los servicios ecosistémicos que los suelos naturales nos dan y estamos perdiendo por el sellamiento asfáltico” LUCÍA BLANCA PRADO PANO Integrante del grupo de trabajo Suelo y Ambiente del Instituto de Geología de la UNAM FOTOS: CORTESÍA UNAM Preparación de suelos artificiales en terrenos de Ciudad Universitaria.

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Viernes 31 de agosto de 2018 EL UNIVERSALE12 CU LT U R A

PROYECTO UNAM Texto: Fernando Guzmán Aguilaralazul10 @hotmail.com

Curso sobre cuento policialEl Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM invita al curso“Cuento policial latinoamericano”, que impartirá Héctor Fernando Vizca-rra los martes y jueves, del 4 al 27 de septiembre, de 17:00 a 20:00 horas,en el citado instituto, en CU. Mayores informes e inscripciones en los te-léfonos 56-22-18-88 y 56-22-66-66, extensión 49448, y en el correo electró-nico i i f l e d u c o n @ g m a i l.c o m

CORT

ESÍA

UN

AM El huevo,antioxidante ya nti i nf l a mato r i oDe acuerdo con José AntonioQuintana, académico de la Facul-tad de Medicina Veterinaria y Zoo-tecnia de la UNAM, el alto conte-nido de colesterol del huevo es unmito que vino de Estados Unidospor razones comerciales. Este ali-mento proporciona sólo 90 calo-rías por pieza y una gran sensaciónde saciedad. Su yema contiene se-lenio, que sirve como antioxidantenatural; ácido siálico, como antiin-flamatorio; y carotenos, que dis-minuyen el riesgo de desarrollarcataratas oculares en ancianos.Asimismo, previene la sarcopeniay evita la desnutrición senil.

Alto consumo deazúcares reduce laesperanza de vidaSegún un estudio encabezado porJuan Miranda Ríos, científico delInstituto de Investigaciones Bio-médicas de la UNAM, el alto con-sumo de azúcares no sólo reduce laesperanza de vida de las personas,sino también puede afectar, hastaen 50%, la capacidad reproductivade ésta y de futuras generaciones.El especialista universitario utilizócomo modelo de estudio el gusanoCaenorhabditis elegans, que com-parte 60% de sus genes con el hu-mano, especialmente los que tie-nen un equivalente en el control dela producción y utilización de azú-cares y grasas.

E S P E

C I A L

Te c n os u e l ospara reverdecerla Ciudad de México

Desde hace cinco años, los inte-grantes del grupo de trabajo Sueloy Ambiente del Instituto de Geo-logía de la UNAM desarrollan,

mediante talleres de investigación con estu-diantes universitarios, tecnosuelos, tambiénconocidos como suelos artificiales o a la me-dida, los cuales son mezclas de residuos orgá-nicos e inorgánicos.

La idea es utilizarlos en la Ciudad de Méxicopara crear milpas urbanas, jardines y azoteas ver-des, así como para hacer labores de revegetacióny evitar inundaciones o encharcamientos.

Actualmente, los investigadores universita-rios están probando siete tecnosuelos desarro-llados, por un lado, con diferentes residuos or-gánicos como composta proveniente de la Plan-ta de Composta de la Ciudad de México; lom-bricomposta, en cuya producción se emplea lalombriz roja o californiana (Eisenia foetida); ase-rrín, que por su baja densidad favorece el cre-cimiento radical de las plantas; y biocarbón, elcual es obtenido por la descomposición térmica(pirólisis) de cualquier residuo orgánico y uti-lizado para mejorar las propiedades de los sue-los; y, por el otro, con residuos inorgánicos pro-venientes de excavaciones, construcciones y de-moliciones, como trozos de ladrillos, concreto ymuros que son triturados para que puedan mez-clarse con aquéllos.

Milpas urbanasEl suelo natural es un recurso no renovable aescala humana. La naturaleza tarda más de 400años en formar un centímetro de suelo. Inclusohay suelos naturales que requieren milenios pa-ra formarse. Para propagar plantas comestiblesse requiere un suelo de, por lo menos, 35 a 40centímetros de espesor. Crear un suelo artificiala partir de la mezcla de residuos orgánicos einorgánicos lleva unos cuantos meses.

Antes de experimentar con los siete suelos ar-tificiales ya mencionados para cultivar, en unamilpa urbana, maíz, frijol y calabaza, se hizo uninventario de desechos orgánicos e inorgánicosde la Ciudad de México.

“Ya se tiene una lista de ellos y se ha usadopara ensayos a diferentes escalas: macetas, in-vernadero y ahora a cielo abierto (milpa urba-na), con las condiciones climáticas de la ciu-dad”, dice Lucía Blanca Prado Pano.

Esta investigadora, en colaboración con LucyMora Palomino y Víctor Manuel Peña Ramírez,ha propagado plantas de ornato (cempasúchil,cactus y siempreviva) y cultivado chile y jitoma-te, y sabe en qué suelos se produce mejor el frutode la tomatera.

El año pasado, la milpa urbana de los inves-tigadores cumplió un ciclo completo, y este añocumplirá el segundo ciclo. En el primer ensayo,las mezclas de composta (35%) con trozos demadera (65%) y lombricomposta (35%) con tro-zos de madera (65%) fueron las que mostraronlos mejores rendimientos; sin embargo, su com-posición orgánica les hace emitir importantescantidades de dióxido de carbono.

Por esta razón, los investigadores añadieron,en el segundo ciclo, biocarbón, que, entre otrasventajas, tiene una gran estabilidad a lo largodel tiempo. Un suelo artificial con lombricom-posta (25%), biocarbón (20%), residuos de de-molición (30%) y trozos de madera (25%) seríamuy competitivo.

“Preparar suelos para cultivar plantas comes-tibles es lo más difícil. Si logramos obtener una

producción importante, podremos propagarcualquier planta que queramos”, subraya PeñaRamírez, especialista en sustratos y propagaciónde plantas en viveros, y posdoctorante en suelosartificiales bajo la dirección de Prado Pano.

Amplio espectro de usosEl grupo de trabajo del Instituto de Geologíadesarrolla suelos artificiales no sólo para pro-mover la agricultura urbana, sino también pararegenerar jardines y construir nuevos parques,y para rehabilitar zonas contaminadas por laindus tria.

“Nuestra finalidad es desarrollar tecnosueloscon un amplio espectro de usos”, indica MoraPalomino, responsable del Laboratorio Analíti-co de Suelos.

En las urbes, muchos suelos están completa-mente compactados, parecen de cemento. Lossuelos artificiales se pueden usar para plantar ár-boles nativos y así recuperar algunas funcionesecológicas, como la recarga de los acuíferos.

“Para eso se necesita crear, con cascajo tritu-rado y una capa de composta gruesa, un sustratode un espesor de por lo menos 80 centímetrosy sembrar en él una especie de árbol con raízpivotante (penetra a profundidad y rompe la ro-ca) como el tepozán, que, además, produce unacantidad importante de hojarasca”, señala PeñaRa m í re z .

El tepozán acelera el proceso de mejora de laspropiedades de los suelos artificiales. Así, enunos cuantos años se podrían plantar árbolesnativos como el encino, que cambiarían enor-memente la fisonomía de la capital del país.

“Los suelos artificiales permitirían tener árbo-les de mejor calidad pero, además, crear más azo-teas verdes y, de este modo, reverdecer las zonasgrises de la ciudad”, agrega Mora Palomino.

Sin riesgoDe acuerdo con Prado Pano, los tecnosuelos se

pueden diseñar, con desechos de la misma ciu-dad, a la medida de una necesidad específica,como la de crear un corredor de polinizadoreso la de desarrollar suelos con capacidad paraamortiguar lluvias y favorecer la recarga de losacuífero s.

Los bosques que circundan la Ciudad de Mé-xico, como el corredor biológico Chichinautzin,se están deteriorando debido a la extracción desuelo orgánico forestal. El uso de suelos artifi-ciales evitaría el saqueo de “tierra negra” y “tie -rra de hoja”, que se venden en Xochimilco.

Los suelos artificiales ayudarían, asimismo, aaprovechar los desechos de construcción, comoel cascajo, que al tirarse a la intemperie y en ca-

nales naturales genera compactación, inunda-ciones o encharcamientos.

“Desarrollar suelos a la medida no es nuevo:hay gente que lo hace, pero con desechos quepodrían contener contaminantes, como meta-les pesados, los cuales se pueden traslocar a lasplantas y dañar a las personas que las consu-m a n”, advierte Prado Pano.

El grupo de trabajo del Instituto de Geología—que, como ya se dijo, cuenta con siete mezclasde diferentes materiales que se comportan dedistinta manera—pretende elaborar un manualen el que se establezca qué residuos orgánicose inorgánicos, y en qué cantidades hay que mez-clar, sin riesgo, para desarrollar tecnosuelos confines específicos.

“Un día no muy lejano podremos proponerrecetas ambiental y saludablemente viables,que se puedan usar en la ciudad para combatirel saqueo de suelos que contribuye a la erosióny deforestación, para ayudar a prevenir inun-daciones y para recuperar los servicios ecosis-témicos que los suelos naturales nos dan y es-tamos perdiendo por el sellamiento asfáltico”,asegura Prado Pano.

Una condición ineludible es que los tecno-suelos no sean emisores de más gases de efectoinvernadero. Si se utilizan en ellos demasiadosresiduos orgánicos, emiten a la atmósfera can-tidades importantes de dióxido de carbonopor el proceso de mineralización que ocurretan rápido.

Por eso, los investigadores de la UNAM ya eva-lúan qué proporción de residuos orgánicos einorgánicos deben tener los tecnosuelos paraque aporten los nutrimentos requeridos por lasplantas, tengan capacidad para captar agua delluvia, no emitan demasiado dióxido de carbonoy contribuyan a la reducción de la temperaturaen el ambiente.

“Todo esto todavía no está documentado”,puntualiza Prado Pano. b

Investigadores delInstituto de Geologíaensayan con siete deellos; permiten crearmilpas urbanas, jardinesy azoteas verdes

Milpa urbana en la que se cultiva maíz, frijol y calabaza.

“Un día no muy lejano podremosproponer recetas ambiental ysaludablemente viables, que sepuedan usar en la ciudad paracombatir el saqueo de suelos quecontribuye a la erosión ydeforestación, para ayudar aprevenir inundaciones y pararecuperar los serviciosecosistémicos que los suelosnaturales nos dan y estamosperdiendo por el sellamientoa s fá lt ico”LUCÍA BLANCA PRADO PANOIntegrante del grupo de trabajo Suelo y Ambientedel Instituto de Geología de la UNAM

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Preparación de suelos artificiales en terrenos de Ciudad Universitaria.