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Un nifio llega al hos-pital; a los tres afios,ya pesa 33 kilos ysufi’e problem,s desalud derivados.

Mejorarfi con una correccidnen su dieta: ahora, tras cadacomida que hace, sus padres ledan un biberdn de batido dechocolate, iFuera esa costumbre!En la misma consulta, una nifiade 12 afios tambi6n tiene pro-blemas de peso. Se acostumbr6desde pequefia a tomar bebid~sazucaradas, nunca agua.

En estos dos casos, los m6-dicos y los nutricionistas vieronuna relacidn clara entre la obe-sidad y el abuso de un produc-to azucarado. Sin duda haymuchos casos similares en este

mundo donde, segtin la Orga-nizaci6n Mundial de la Salud(OMS), 1.500 millones de per-sonas tienen sobrepeso, y 500millones, obesidad, a la que seatribuye al menos el 44% de loscasos de diabetes, el 23% de losproblemas cardiovasculares yque favoreee varios tipos dec~incer (mama, colon, endome-trio), sin contar otras patologlas(psicol6gieas, osteoarticulares,colesterol elevado...). Ahora bien,~es el az6car la principal causade tales males?

Hay m~dicos y grupos deconsumidores que asl 1o creen.Otros le rebajan la culpa. Noobstante, existe la convicci6nde que el consumo es excesivoy, como a la sal o a las grasas, ha

lleg~ado la hora de ponerle se-m~iforos rojos para reducir lapreocupante dieta hipercal6ri-ca. Nueva York abri6 el debatecuando propuso vetar las bebi-das azucaradas en vasos XL (lamedida acab6 en los triburuales);la OMS revisa a la baja su reco-mendaci6n de cu~into azticar sedebe consumir, y algunas orga-nizaciones presionan a los go-biernos para que sean m~s es-trictos con la publicidad y elefiquetaje. Tambi6n en Espafia.

Afios atr~is, la mayor acusa-ci6n que se ola contra el azflcarera que causaba caries, algo quelos nutricionistas creen que seha banalizado, aunque la OMSha recordado que la patologladental gasta el 5%-10% del pre-

supuesto sanitario en los palsesricos. Desde que creci6 lapreocupaci6n por la dieta y losefectos del exceso de peso enla salud, se sefiala al aztlcar porsu aportaci6n cal6rica (1 g cal) y nulo valor nutricional.

En los dkimos afios, se haido un paso m~ all~. Una co-rriente de opini6n, alimentadapor algunos m6dicos, nutricio-nistas y entidades de consumido-res y abanderada por el endo-crino pedi~txico Robert Lustig,de la Universidad de Califor~fua-San Francisco (EE.UU.), sostie-ne que lo peor del az6car noson las calorlas, sino que est6xico: pot la forma como semetaboliza, dafia el hlgado ycansa obesidad y diabetes.

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Del azficar se critic~ba que causaba caries o su ~portacidn c~16rica,pete una corrieme de opini6~ lo ha situado e~ los filtimoscomo el principal causante de la obesidad; otros expertos sos~ienenque no se puede culpar sdlo a lo dulce, sine a la ingesta cal&ica

E1 azficar es un carbohidra-to contenido de manera naturalen diversos alimentos, como lasfrutas. E1 azflcar comfln (o sa-carosa) se extrae de la carla deazficar y de la remolacha, y estfiformado pot glucosa y ffuctosa~Cuando se ingiere, la glucosapasa rfipidamente a la sangre yde ahl alas c~lulas, pues es sufuente de energla. La fructosase procesa mls lentamente enel hlgado, donde una parte sealmacena. Una hormona, la in-sulina, regula el nivel de gluco-sa en la sangre, asl que si se tomamuchn azflcar de una vez, elpincreas debe producir milsinsulina y mls rlpido. Si esoocurre de manera habitual, obli-ga al pincreas a trabajar en

picos de esfuerzo. Hasta aqulhay consenso entre los expertos.

Pero Lustig, que estudi6 elazflcar comfin yeljarabe de ma¢zde alta fi’uctosa, muy usado potla industria alimentaria, sostie-ne (junto a otros investigadores)que ese sobreesfuerzo desgastael plncreas y causa resistenciaa la insulina e hlgado graso; queel azficar tambi~n aumenta elcolesteml malo y reduce el bue-no, afecta a la presi6n sangu/nea(son slntomas del llamado sin-drome metab61ico) y conducea la diabetes tipo 2. Por si fuerapoco, afiaden, anula el meca-nismo de saciedad, lo que per-mite comer mls.

Otros investigadores cues-tionan esos resultados, no yen

ese dafio del azficar en el pin-creas y el hlgado; dicen que nose puede extender a la poblacidnsana aspectos que se dan en losdiab&icos (que tienen el meca-nismo de insulina alterado) que muchos ensayos con intonesno son extrapolables a humanos.

John Sievenpiper, de la Uni-versidad de Toronto y autor devarias revisiones de esmdios, esuno de los que han reprochadoque se convierta al azflcar "enenemigo nfimero uno de la sa-lud pflblica" cuando, afirma, nose debe separar del resto de loshidratos de carbono, grasa yprotelnas (la energ/a ingerida).Enric Esma~jes, jefe de la unidadde diabetes del hospital Clinicde Barcelona, mmpoco cree que

se deba culpm" s61o al azficar dela obesidad y diabetes fipo 2. Suriesgo, dice, es que, como seabsorbe rfipido, se pueden in-gerlr fiicilmente muchas calorias.

"El azficar no es el finicoculpable de la obesidad y en-fermedades derivadas, el pro-blema es toda la energfa que seingiere, que es mils de la que segasta~ Es cierto que, a veces, esaingesta excesiva de energla es,en buena medida, azficares, perono toda ni siempre", resume~ngel Gil, catedrfitico de la Uni-versidad de Granada y presi-dente de la Sociedad Espafiolade Nutricidn. Este experto enbioqulmica nutricional cree queno tiene sentido "demonizar elazflcaff’. ’qhrnpoco ser~ yo quien

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diga -precisa- que se puedetomar el que se quiera; no hayque excederse, como con cual-quiet alimento".

Otra crltica al azflcar es quecausa adiccidn. Quienes asi lodefienden citan a un investiga-dor francds, Serge Ahmed, queesmdiaba la adiccidn a la cocal-na con ratones y al offecerlescocalna liquida o agua conera; muchos preferian esta. Va-rios documentales nutren lacreencia y tesis conspirativassobre cdmo la potente industriaalimentaria habria aprovechadoesa adiccidn durante d4cadaspara vender mils.

Ni la condueta de unos rato-nes permite leeturas simplea‘La direetora del Instituto Na-eional de Drogas de EE.UU.,NoraVolkow, daba en enem unacharla on line TED en que ex-plicaba que mediante resonan-cias magn~ticas se ha visto quehay ireas del cerebro que regu-lan la apetencia, la percepci6nde recompensa, el autocontrol,

que se activan en obesos al co-mer (o anticipar que van a co-mer) alimentos que les gastan(dulces, salados y grasos), igualmente se activan en adic-tos a drog~s. Afiadla que eso nosignifica que una persona nopueda dejar de comer, puedepotenciar su autocontrol. Mils,si su entorno (la sociedad) ayuda ofreci6ndole condicionesfavorables u otras opciones.

Ese valor de recompensa, decomida extra (que se toma sinhamb~e, al final del banquete...),asociado a lo dulce se ha acen-tuado culturalmente: se regala,premia o celebra con alimentosdulces, explica Jesfls Contreras,director del Observatorio de laMimentacidn de la Universitatde Barcelona. A la vez, este gus-to se ve inconveniente, "1o quehace que nos culpabilicemos".Este antropdlogo y Angel Gilno creen que el azaicar sea adic-fivo; recuerdan que el g~asto potlo dulce es innato en los huma-nos (la leche materna tiene un

El gusto por lo dulcees innato, peru encultivarlo inciden

factores evolutivosy cuhurales; son losprogenitores quienesempiezan a a adircacao o azticar a la

leche del ni o

Edul¢orantes de todo tipo

AI azticar se le han buscado muchos sustitutos. El mayor reto es Iograr el mismo sabor Paraevitar su contenido caldrico, se recurre, entre otros, a la sacarina o el aspartamo. [a estevia,derivada de una planta, gana adeptos. El xilitol, obtenido de una madera, se usa en chucherias,por eiemplo, pues no causa caries. [a investigad6n se ha centrado en los Oltimos a~os en buscaredulcorantes naturales. Sobre los artificiales siempre plane6 la creencia popular de quefavorecian el c~ncer, aunque muchos estudios avalen la seguridad de su consumo. "Nocomportan riesgo si se ingieren en cantidad normal", asegura Angel Gil, experto en bioqufmica

nutricional. El a~o pasado unestudio israelituvo gran eco yreaviv6 las reservas: asegur6que la sacarina, el aspartamo yla sucralosa alteran la florabacteriana digestiva ypropman subidas de la glucosaen sangre que pueden Ilevar ala diabetes, como el azOcanDel estudio, hecho conratones, se critical que se lesclio dosis muy elevadas.

Los edulcorantes buscan, sobre todo, evitar la calorias del az,~car

sabor ligeramente dulce) y atraemucho, quizls por equivaler aenergla, lo que evolutivamentesignificaba supervivencia, igualque muchas plantas t6xicassuelen set amargas.

Marina Llobet, nutricionistadel hospital infantil barcelon6sSant Joan de D6u, opina que elazficar no es adictivo, sino quees una cuestidn de cdmo se edu-ca el paladar al sabot desde queel nifio se introduce en la ali-mentacidn: si se acostumbra acomer dulce, le gustarl mils lodulce. En esto influyen los pro-genitores: gqui~n, si no, empie-za a afiadir azflcm" al biberdn ocacao a la leche o a darle zumoazucarado o echar azflcar alplato de ffuta?

Para entender la situacidnactual, hay que repasar la his-toria‘ E1 azflcar ya lo conoclanlas civilizaciones antiguas, peroestaba al alcance de pocos has-ta el siglo XVIII, explica Con-treras. Su opinidn es que losproblemas de hoy obedecen auna sobreabundancia. Empezda set abundante y asequible apartir del siglo XIX, al moder-nizarse las t6cnicas de obtencidn,y desde entonces se g~eneralizdsu uso en alimentos, bebidas(las alcohdlicas tambi6n llevanazficares) y hasta lo contienenmedicarnentos. La gn-an presen-cia del edulcorante en la ali-mentacidn se atribuye ademisa politicas de subsidio del malzy a su empleo por la industriacomo sustimto (para dar saboto textura) de las grasas, al re-ducMas para rebajar calorlas (1g de grasa = 9 cal).

Sea como azflcar comfin,como glucosa, fructosa, jarabesde malz, agave o arce, n6ctar,almfbar, dextrosa u otros azfi-cares (maltosa, galactosa, lac-rosa...), ha aumentado muchoel consumo las flltimas d6cadas-segfln Lustig, se ha triplicadoen 50 afios-. Los azflcares in-trinsecos, contenidos de formanatural en alimentos como lasfrutas, se consideran parte de

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AzLkar oculto. Aparte de los alimentos dulces, nmchos otros procesados contienen azflcares, de 1o que no sonconscientes muchos consumidores (aunque en la etiqueta suele constar): el ketchup, embutidos o quesos envasados,pepinillos o malz en conselwa, pizzas congeladas, pan de molde, cervezas o galletas saladas... Se considera altocontenido m~is de 15 g de azficares por 100 g (22,5 g, segfin otras fuentes) y 11-12 g por 100 ml para lasbebidas; menos de 5 g se considera bajo contenido.

una dieta saludable (ademfis, sedigieren con los otros nutrien-tes). Lo que preocupa es el ex-ceso de azflcares porque seafiaden a muchos alimentos encasa o por la industria.

E1 consumo de azflcar comfinen casa es de 4,5 kilos pot per-sona al afio en Espafia. En lastablas de gasto alimentm’io delMinisterio de Agricultura deestos flltimos afios, muchos me-ses, cuando se reducla el con-sumo de la mayoria de los ali-mentos, el de azdcar subia,quizfis pot el auge de la repos-terla casera.

Entre los alimentos proce-sados, hay muchos dulces (cho-colates, galletas, postres l~ic-teos...) con elevado contenidode azficares. Pero adem~s, estfinafiadidos a otros productos, yen algunos, d consumidor nun-ca lo esperafia, pero basra mirarbien las efiquetas en el super-mercado: hay embutidos y que-sos que lo llevan, o algunasconservas de espfirragos, pepi-nillos ytomate n’itumdo, o sopas,pizza congelada, pan de moldey hasta envases de salmdn ahu-

mado y salchichas, por citaralgunos. Es el llamado azflcaroculto o ascondido.

De todos, en la diana, se hanpuesto las bebidas con azflcares(refrescantes y deportivas, t6s,zumos, batidos...) porque seconsumen en abundancia entodo el mundo. Muchos estudios]as apuntan como primera cau-sa del exceso cal6rico y de peso,algo que rebaten los fabficantes(v6ase el texto adjunto).

Hay pocos datos de consumode azfcares afiadidos y variansegfln la dieta. En Espafia, el

consumo total de azficares seacerca a120% de laingesta ener-g6fica diaria, segfln una evalua-ci6n de la dieta de la AgenciaEspafiola de Seguridad Alimen-taria y Nutrici6n. De ese totalhabrla que restar los azflcaresintrlnsecos, que se estiman enunos 45 gramos diarios. Segflndifemntes fuentes, se consumen112q20 gramos de azflcares aldla, lo que equivaldria, al menos,a 67 gramos (268 cal) de azflca-res afiadidos (algunos hablande hasta 80 gramos), es decir el13,4% de la energla en una die-ta media de 2.000 calorlas.

En EE.UU., segfln datos off-dales, los hombres ingieren unamedia de 335 calorlas al dlaprocedentes de azficares aria-didos -queen los adoleseentesllega a 442-, y las mujeres, 239,el 13% de la energla. Otras cifransitdan en 88 g/352 cal el con-sumo medio en ese pais.

Marina Llobet indica que losnifios suelen hacer un consumodiario y mayor del recomenda-ble de azficares, pero no en unagran cantidad (m~ bien sumandistintos productos), por lo que

las familias no piensan que lohacen mal. La nutricionista in-dica que casi todos los nifiosque trata con obesidad y diabe-

do de azflcares y grasas, mirars61o el azflcar serla simplista".

Preocupada por la globesidad(obesidad global, que se ha du-plicado desde los afios ochenta),la OMS estableci6 en el 2002que lo saludable serla que losazflcares afiadidos (en casa por la industria, asl como de lamid, del jarabe de malz y de losconcentrados y zumos de fi~tas)no sean m~s de110% de la in-gesta cal6rica diaria, unos 50gramos o 200 calorlas. Ante elcreciente debate, hace un afiodecidi6 revisar sus pautas. Re-cord6 esa recomendaci6n -quemuchos palses sigaen incum-pliendo-, pero afiadi6 que "re-portaria beneficios adicionalesa la salud" reducir ese umbralde azficares afiadidos a la mitad:al 5% de las calorias diarias, 25gramos o 100 calorias.

La OMS consult6 a estadosy sectores implicados, y susconclusiones ~n muy esperadas

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desde hace meses. A1 apuntarese horizonte del 5% de la ener-gia, ha dado alas a quienes pidenque se trate al azflcar como aun nuevo tabaco y yen la puer-ta abierta a que los estadosadopten medidas restrictivas.Es algo de lo que no quiere olrhablar la industria alimentaria,que alega que la obesidad obe-dece a varias causas, no s61o ala dieta ni a un tipo de alimen-to. Y reivindica el esfuerzo queya hace para reducir los azflca-res, grasas y sal de los productossin alterar el sabot y para ofre-cer nuevos productos acaldricos.

Reino Unido o EE.UU. hananunciado que revisarfin aspec-tos como el etiquetado. Hastaahora, s61o algunos paises hanimpuesto tasas a las bebidasedulcoradas (Francia, M~xico)o limitaciones publicitarias (Rei-no UNdo). En Espafia, en el 2011,se vet6 la venta en los colegiosde productos con alto conteni-do de azficares y gn’asas.

Hay quien cree que es horade medidas generales. Como elbelga Olivier De Schutter, exrelator especial de las NacionesUnidas para el derecho a la ali-mentacidn. "Ya hay suficienteazficar natural en nuestra dieta,no hace falta el arladido dice.Deberlamos poner impuestos alas bebidas azucaradas y laschucherias, tratarlos como alalcohol o el tabaco". Lo mismoreclaman organizaciones comoAction on Sugar, creada en GranBretafia pot m~dicos y nutri-cionistas y que pide reducir losazficares afiadidos en un 40%de aqu/a12020, igual que la sal(un 30%) y las grasas (un 15%).Kawther Hashem, nutricionis-ta de la entidad, asegura que

"esto no es una moda, el azficares un problema de salud pflbli-ca porque ingerimos mucho".

Action on Sugar demandatasas sobre los productos azu-carados, principalmente, lasbebidas y los dirigidos a los ni-rlos y adolescentes; que se res-trinja su publicidad y se reduz-ca el tamafio de las raciones.Critica alas autoridades sm~i-tarias porque cree que culpande la obesidad al consumidor,acusfindole de comer mal y ha-cer vida sedentaria, cuandodeberian regular los productos.Asl, rechaza que las marcas depmductos hipercaldricos patro-cinen actos deportivos. Exigeademfis que se aplique el siste-ma de colores-semfiforo ideadoen el Reino Unido para lasetiquetas, para que el consumi-dot yea enseguida si un alimen-to envasado contiene muchoazficar, sal o grasa y que es de

O

uso voluntario para la industria.En Espafia, existe una auto-

rregulacidn pot la industria dela publicidad dirig~da a nifios,"un c6digo que se incumple lamitad de las veces, ya se sabe qu6pasa con la politica del yo me loguiso, yo me lo como", acusaJavier Guzm~in, coordinador dela campafia 25 Gramos. Esta ini-ciativa la lanzaron en el 2014 laoeneg6 que dirige, VSF-JusficiaAlimentaria Global, y enfidadescomo Ecologlstas en Acci6n, laenfidad de consumidores CECUo la Confedemci6n de Padres deAlumnos (Ceapa), entre otras.

Como Action on Sugar, lacampafia quiere concienciar alconsumidor sobre los azflcaresafiadidos e instar su reducci6n.Urge al Gobierno y alas auto-nomlas a asumir la regnalaci6nde la publicidad e imponer unetiquetaje como el de colores-sem~iforo ingles y aboga porgravar imposifivamente los pro-ductos menos saludables. Estosaspectos los quiere llevar alasagendas parlamentarias. Haceunas semanas, ya se present6una propuesta de resoluci6n enesta llnea en el Parlament cata-1~1, apoyada por varios grupos.

"No es que uno no se puedacomer un merengue, sino quepueda controlar qu6 come, y esorequiere etiquetas claras diceGuzmfin . Ademfis, deben exis-fir opciones de comer mils sa-ludables; ahora, los productosmils sanos son mils caros". Oli-vier De Schut~er propone "cam-biar las pollticas de subsidiosagrarios y estimular la produc-cidn de frutas y verduras".

25 Gramos quiere concienciarademfis de la polltica agraria dela carla de azflcar -"no vamoscontra la produccidn de remo-lacha en Esparla", aclara Guz-m~in-. Dice que se dan esclavis-mo, monocultivo (los azflcarestambi~n se usan para fabricaretanoles para alcohol y carbu-rantes).., y no se debe tolerar.O

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