Suplemento Universitario Marzo 2014

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Guatemala, 27 de marzo de 2014 Suplemento Especial de Diario La Hora CAUSALES DE LA PERMANENTE CONFLICTIVIDAD EN LA QUE VIVE EL PAÍS

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Guatemala, 27 de marzo de 2014 Suplemento Especial de Diario La Hora

CAUSALES DE LA PERMANENTE CONFLICTIVIDAD EN LA QUE VIVE EL PAÍS

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ALEJANDRA [email protected]ó en la Ciudad de Guatemala el 24 de enero de 1993. Egresada del nivel diversificado con el título de Maestra de Educación Primaria Urbana. Ha obtenido reconocimientos por sus escritos de índole académico. Actualmente estudia el tercer año de la Licenciatura en

Comunicación y Letras en la Universidad del Valle de Guatemala.

OSCAR GIOVANNI GRACIAS [email protected] cuarenta años de edad, pensum cerrado de la carrera de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Mariano Gálvez. Profesor titular de Moral y Ética y Ética Profesional en la Escuela

Politécnica de Guatemala.

IVÁN ERNESTO CÚ [email protected] del Quinto Año de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Egresado del Colegio Continental Americano como Bachiller en Computación con Orientación en Administración de Empresas. Ha cursado diversos diplomados en Derechos Hu-manos, Ciencias Sociales, Liderazgo e Incidencia, Comunicación y Propaganda Política.

REGINA SOLÍ[email protected] Maestra de Educación Pre Primaria del Colegio Monte María (2010). Consultora para Programas del Population Council (2013). Maestra de CCSS del Colegio Valle Verde (2014). Estudiante del Cuarto Año de la Licenciatura en Antropología e Historia de la Universidad del Valle de Guatemala.

NERY [email protected] en Ciencias y Sistemas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Francisco Marroquín. Actualmente Consultor en IT para Promisan b.v. En su tiempo libre se dedica a investigar el impacto de la tecnología en la sociedad y el comportamiento humano, actividad que realiza a través de la empresa Mundo Inteligente.

TANIA MELISSA ESTRADA CORPEÑ[email protected], Técnica en Administración de Empresas con especialización en Comercio Exterior. Pénsum cerrado en la Licenciatura en Ciencia Política de la Universidad Rafael Landívar. Asistente en INTRAPAZ/URL. Ha trabajado en temas de movimientos sociales, violencia y cultura de paz.

JOSHUA EMMANUEL [email protected] en Ciencias y Letras del Colegio Salesiano Don Bosco. Estudiante de la carrera de Comunicación y Letras de la Universidad del Valle de Guatemala. Redactor en la Revista ContraPoder. Conductor y Redactor del Programa televisivo Motor en Canal Antigua.

KEVIN PAUL VILLATORO ARDÓ[email protected]énsum cerrado en Ingeniería Industrial de la Universidad Rafael Landívar. Becado “Loyola”. Ha

recibido cursos adicionales de liderazgo en INTECAP. Ha pertenecido a distintos equipos deporti-vos y agrupaciones estudiantiles. Desde julio de 2012 trabaja en el sector automotriz.

JAVIER SANTIZO [email protected]óximo a graduarse en la Facultad de Derecho de la Universidad Francisco Marroquín. Ex Presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho; participante en competencias in-ternacionales de Philip C. Jessup (Campeón Nacional) y ELSA Moot Court Competition on WTO Law (Tercer lugar, ronda mundial). Miembro de Organizaciones Internacionales como Blackstone Legal Fellowship y Columbia Summer Program on American Law Alumni.

En este suplemento, contamos con la dicha de comentarios que nos vienen a aportar las claves para que un Estado funcione. Ha-blamos de seguridad, justicia, capacidad legislativa y transparencia como formadores de la plataforma en que se puedan desarrollar todos los programas de desarrollo que incluyan la asistencia social, educación, eliminación de la conflictividad y políticas productivas como el empleo.

Debemos entender que el funcionamiento institucional ha sido debilitado deliberadamente para poder generar y manipular bene-ficios a partir de ese debilitamiento que nos genera ineficiencia y, a la vez, costumbre dentro de la ciudadanía que ya no espera nada de parte de sus autoridades.

¿Qué sería Guatemala con un Congreso eficiente, que legisla para un Organismo Judicial que imparte la justicia de manera pronta y cumplida otorgando al Ejecutivo la facilidad de la toma de decisio-nes que terminen en el famoso “bien común”? Si este suplemento se complementara con elementos también fundamentales como la observancia a los Derechos Humanos que incluiría la eliminación a la discriminación y el racismo tanto como la cero tolerancia a po-líticas generadoras de pobreza, estaríamos hablando de las líneas generales para el diseño de una política de Nación.

Desde siempre, ha sido la academia la llamada a realizar este proceso y qué más academia en Guatemala que las mismas univer-sidades que nos preparan a los jóvenes profesionales que nos pue-den generar esta motivación especial para avanzar.

La lista de temas que se tocan en esta publicación, podrían ter-minar con la receta para la refundación del Estado que muchos po-líticos informales e intelectuales de mucho respeto han comentado como requisito para sacarnos del atolladero en el que se encuentra el país.

Reconocemos el aporte de nuestros colaboradores y lanzamos el reto a los universitarios y académicos en general, a los ciudadanos comprometidos con la construcción de un mejor país, para que se continúe con esta búsqueda del qué hacer ante tanta necesidad y urgencia acumulada.

A los políticos, aunque sea para taparle el ojo al macho, los in-vitamos a que sigan la receta para que de alguna manera el tema de la revolución institucional que se necesita para poder reorientar al país sea una opción real. Mientras tanto, hablar de un Congreso eficiente, de justicia pronta y cumplida, consistencia en política ex-terior, empleo, fuerzas de seguridad confiables y eficientes, trans-parencia, educación y programas sociales sin ser politizados, es como contar un cuento de hadas que, simplemente, en Guatemala no existe.

Institucionalidad

Página 2/Diario La Hora/Guatemala, 27 de marzo de 2014

Editorial

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En los últimos años, los guatemalte-cos hemos sido testigos de la conflicti-vidad que vive el país. Son diversos los sectores que buscan reivindicar dere-chos por medios poco pacíficos que se tornan violentos.

La falta de conciencia social de parte de gobernados y gobernantes, ha sido la principal fuente de protestas y de inci-dentes que solo han mostrado una falta de respeto a la ley y por ende a las insti-tuciones del Estado.

Por un lado los gobernantes se olvida-ron de la razón de su gestión, pues no se han enfocado a resolver los grandes pro-blemas de fondo que vive la población guatemalteca, sino a enriquecerse ilícita-mente y hacer campañas populistas para seguir teniendo a nuestra gente en el engaño. Si lo que escribo fuera un debate abierto, seguramente me dirían presen-te pruebas de lo que dice; sin embargo, amigo lector, basta con dar una miradita a los que han pasado por el Gobierno y vea que no han salido pobres del poder, puesto que la política se ha convertido en una nueva fuente de riqueza. Basta ver las declaraciones que hacen ante la Contraloría General de Cuentas.

Los que aspiran a llegar a gobernar Guatemala, se convierten en flagrantes violadores de la ley. Basta observar cam-pañas anticipadas de manera masiva sin que los mismos sean sancionados por la institución encargada de velar porque se cumpla la ley en esta materia.

Por otro lado, es valedero que el pue-blo proteste cuando se violan sus dere-chos fundamentales por parte del Esta-do. Pero deben de saber que el derecho de unos termina donde comienza el de los otros. No se puede pedir el cumpli-miento de un derecho violando la ley, es más, vedando derechos fundamentales a los que no protestan, tales como la li-bre locomoción o el derecho a la salud, para citar dos ejemplos.

Cabe hacer una pregunta muy valede-ra ¿Se ha perdido el Estado de Derecho? La respuesta podría ser ambigua, depen-diendo del lente con el que lo mire. A mi juicio si no se ha perdido, está a punto de perderse, pues el irrespeto a la ley de uno y otro lado han llevado a Guatemala a vivir en permanente conflictividad. Situa-ción que no les interesa a algunos secto-res que sea abordada de manera seria.

De esa cuenta las instituciones del

Estado lejos de ser forta-lecidas se han debilitado de tal manera que hoy por hoy, la jus-ticia está politizada, la administración pública estánegociada, las leyes están hechas ad hoc. La educación anda por la calle de la amargura y así, si nos pusiéramos a listar, todas las instituciones del Estado andan por el mismo camino, salvando tal vez unas cuantas que se contarían con los de-dos de una mano.

Es tiempo de tomar conciencia de parte de gobernados y gobernantes. Guatemala no puede seguir viviendo en la total incertidumbre o incluso en anarquía. El Estado tiene que ser forta-lecido y la ley debe de hacerse cumplir por igual para todos. Hago el llamado de atención para que los primeros que de-ben de respetar la ley son los gobernan-tes y los que aspiran a gobernar. De lo contrario a Guatemala ya no se le podrá llamar de la eterna primavera, sino del eterno desorden y de la eterna ingober-nabilidad.

Años atrás el filósofo Ramón Llull (1235-1315) lanzó la sentencia “la justicia te proporcionará paz, y también trabajos”. Es que lograr el cumplimiento de la jus-ticia es un proceso que requiere mucha dedicación y profundidad; pero al mismo tiempo, prontitud.

Guatemala parece ir, en algunos momen-tos, a paso de tortuga en los procesos manejados por el Organismo Judicial. Este es el encargado de im-partir justicia, con independencia y potestad de juzgar. Además, debe administrar de manera adecuada la justicia, ga-rantizando su acceso a la población, como indica la misión de la entidad pública.

Pero antes de diseccionar y analizar como un cirujano el trabajo realizado por el OJ, se debe reconocer que su área de trabajo es muy grande. Desde la Cámara Penal, la Cámara Ci-vil y la Cámara de Amparo y Antejuicio hasta las subsecuentes divisiones que abarcan todos los juzgados. Como por ejemplo el de Ejecución penal, de Primera Instancia Civil, de Familia, de la Niñez y la Adolescencia, entre muchos otros. Ante nosotros tenemos un monstruo mecánico con muchos pies, que al ser tan grande requiere de cientos de individuos que continúen dando mantenimiento a los engranajes que lo conforman.

Pero, ¿cuántos procesos se ven por juzgado? ¿La cantidad de personal es el adecuado para la demanda? ¿Qué sucede dentro de este epicentro de la justicia guatemalteca que no parece fun-cionar de la manera correcta? Se debe realizar una radiografía completa para determinar las debilidades y amenazas de la entidad como también de sus fortalezas y oportunidades, para trabajar a partir de las mismas. Sin embargo, no se puede negar que el principal objetivo del OJ debe ser lograr la ejecución de la justicia de forma pronta y cumplida.

Qué sucede cuando un niño se da cuenta que sus padres tie-nen reglas, pero no aplican una consecuencia al momento de romperlas: desconfianza. ¿Qué otro sentimiento podría tener un guatemalteco al ver estas fallas en un organismo del Estado? Y esta emoción negativa favorece la continua manifestación de la conflictividad dentro del territorio nacional. Las leyes deben ser aplicadas de forma general, de la misma manera que los dere-chos: sin importar género, raza, estrato social, grado académico, etc. Como lo marca John Rawls en 1971 con su obra Teoría de la Justicia, los principios de ésta son objeto de un acuerdo entre personas racionales, libres e iguales en una situación justa.

Pero no podemos tirar la piedra al Organismo Judicial, pues no estamos libres de pecado. La justicia no se logra únicamente en las salas de un juzgado. Estos deben ser la última instancia para resolver los conflictos, porque a través de nuestras acciones podemos trabajar por una vivencia armoniosa. El mismo Rawls indica que todos poseemos un sentido de justicia, siendo la ca-pacidad moral para juzgar las cosas como justas apoyándonos en razones y actuando de acuerdo a ellos. No se puede exigir algo que no se da.

La justicia pronta y cumplida no se logra de un día para otro. Para llegar a ella, se debe atravesar un proceso. Con un ritmo progresivo, ni liebre ni tortuga, ir identificando y modifican-do las deficiencias del sistema judicial guatemalteco. El OJ de la mano de los guatemaltecos tiene la capacidad para dar una vuelta completa a la realidad que aqueja al territorio nacional.

La actual globalización ha llevado a los Estados a una interdependencia basada en complejas conexiones transnacionales. Las acciones que toma un gobierno en sus relaciones internacionales, repercuten di-rectamente a lo interno de un país. Esto ha llevado a los Estados a estructurar una polí-tica exterior más sólida y consistente frente al sistema internacional. La importancia de esta política exterior radica en poseer relaciones beneficiosas y no asimétricas o desventajosas. Estas relaciones deben ba-sarse principalmente en el interés nacional. Una política exterior firme se relacionará de mejor manera frente a terceros Estados, empresas transnacionales y organismos in-ternacionales. Tomar decisiones acertadas, dentro de la dinámica mundial, es funda-mental para el desarrollo de un país.

Guatemala por su parte, no cuenta con una consistente política exterior, que le per-mita aprovechar integralmente las oportu-nidades que aportan las relaciones inter-nacionales. Además se ha caracterizado, principalmente, porque sus acciones exter-nas sean dirigidas por Estados más fuertes. Por consecuencia no poseemos suficiente independencia en la toma de decisiones importantes. Aunque, algunas acciones del actual gobierno, como reconocer al Estado de Palestina, conllevan grandes benefi-cios comerciales. Guatemala es el principal productor de cardamomo del mundo y su mercado mayoritario es medio oriente. En-tonces imaginemos la importancia de reco-

nocer a Palestina y que esto se traduzca en seguir afianzando el intercambio comercial y sobre todo, seguir accediendo al mercado de esta zona. Acciones como estas son las que se deben seguir impulsando. Pero el escaso presupuesto asignado al Minex, solo refleja la poca importancia que el Estado tiene respecto a su política exterior. Esta no posee una consistencia sólida que nos haga tener peso externo. Las misiones diplomá-ticas no siempre cuentan con la gente más capacitada para desempeñar estos cargos fundamentales. Así mismo no existe una rigurosidad en la selección de personal y por ende la diplomacia guatemalteca tiene poca proyección internacional. Países desa-rrollados saben la importancia de la política exterior y gracias a su adecuada estructura-ción y elevados gastos, se posicionan como referentes en las relaciones internacionales.

Hay que contemplar la importancia que tiene la dinámica internacional en la actua-lidad y por esta razón, se deben acentuar esfuerzos para mejorar nuestras relaciones, puesto que en un futuro serán aún más sus-tanciales. Si el Estado no empieza a apostar-le a las relaciones internacionales, y a con-solidar de manera congruente y estable la política exterior, los resultados serán desfa-vorables para el país. El diversificar nuestros vínculos comerciales y políticos, además de buscar alternativas al modelo occidental de relaciones, es fundamental para extender la visión de nuestra política exterior. En este sistema multiopcional establecer ne-

xos con bloques c o m o l o s B R I C S , la Unión Euroas iát i -ca y reforzar las relaciones Sur-Sur, podría ser una senda atractiva para nuestras relaciones inter-nacionales. Debemos darle el lugar que se merece a nuestra política exterior y que el objetivo principal sea que ésta se convierta en una política de Estado y no de Gobierno. No puede ser posible que cada cuatro años se modifiquen las acciones que el Estado va a tomar respecto a este tema, viviendo un eterno génesis que debilita nuestra política. Otro aspecto importante es mo-dificar el presupuesto del Minex e innovar los criterios de selección de personal para las misiones diplomáticas y también, es preciso crear una academia de diplomacia que eleve las capacidades de nuestros di-plomáticos.

El sistema internacional está cam-biando. Las pugnas entre potencias es-tán resurgiendo y el sistema económico mundial parece quedarse estancado. Este es el mejor momento para elegir como vamos a proyectarnos y fortalecer la consistencia de nuestra política exte-rior. Esto determinará en gran medida el progreso del país y, el éxito de nuestras relaciones internacionales.

Universidad Mariano Gálvez

Oscar Giovanni Gracias Ramos

Iván Ernesto Cú Estrada

Universidad de San Carlos de Guatemala

¿Tortuga o liebre? El Estado de Derecho se fortalece con el cumplimiento de la ley

La importancia de una consistente política exterior

Alejandra Osorio

Universidad del Valle de Guatemala

Página 4/Diario La Hora/Guatemala, 27 de marzo de 2014

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Hace algunos años me percaté que me gustaba pensar. Tener mis propias ideas y ser capaz de cuestionarme a mí misma y a lo que me rodea me proporcionó un sentimiento de libertad y reflexión constante. No tengo la menor duda, que la educación debe ir orientada hacia ge-nerar habilidades analíticas, más que a de-sarrollar mares memorísticos en los cerebros (aguas profundas, pero que no nos enseñan a nadar). Para lograr tal cometido, en Guatemala es indis-pensable partir de la realidad de los y las estudiantes para fomentar cambios. Y es que en nuestro país mucho se ha hablado de la famosa reforma educativa integral, pero ¿cómo se han construido los diagnósticos de la situación escolar a nivel nacional? ¿Se ha registrado de forma sistemática el impacto de las reformas en el tema de educación? Más que analizar indicadores meramente numéricos, es necesario conocer lo que pasa en el aula, cómo es la interacción entre docente y estudiantes y cómo la cultura de cada región impacta en los procesos de aprendizaje. Por tanto, los cambios en el sistema educativo de Guatemala necesitan orientarse hacia el estudiante como protagonista y gestor, como persona, no como nú-mero. Una manera de lograrlo es entablar un diálogo entre autorida-des gubernamentales, instituciones educativas, padres y madres de familia, y estudiantes. ¡Incluyamos a los/las estudiantes! Sus voces, sus experiencias y sus ideas tienen un valor que no podemos darnos el lujo de ignorar.

La reforma educativa integral debe tener objetivos claros que partan de un diagnóstico previo. ¿De dónde partimos y hacia dónde vamos? La parte difícil, sin embargo, es lograr que los planes y polí-ticas públicas sean constantes, que trasciendan los cuatro años de gobierno y que se flexibilicen para adaptarse al inminente cambio sociocultural que es parte fundamental de la vida humana en socie-dad. Guatemala, un país pluricultural y multilingüe, tiene un reto al intentar incorporar estas visiones dentro de los procesos educativos; y así nos percatamos que las estrategias del Ministerio de Educación no pueden ser homogéneas para todas las regiones, sino contextua-lizadas en base al idioma, la cosmovisión y la historia del lugar. No podemos pretender implantar modelos educativos que se crearon en países europeos sin modificarlos para que sean culturalmente perti-nentes. Esto es lo que requiere un aprendizaje real y significativo, un “aprender a conocer, a hacer, a vivir en comunidad y a ser” (Delors, 1996). Guatemala lo reclama a gritos.

Tenemos que cambiar la noción general que se tiene de la edu-cación, no es memorizar conceptos y recitar fechas. ¿Para qué edu-camos? Educamos para que los y las jóvenes confíen en sí mismas, se conozcan y sean capaces de conmoverse ante las injusticias. No “enseñar” a modo de transmisión de conocimientos, sino formar para que sean lo suficientemente libres para analizar su entorno, a ellos y ellas mismas y decidir su propio camino: esta es la dirección que necesita tomar la educación.

Teniendo esto en mente, no puedo dejar de lado la relevancia del rol del docente como formador/a de seres humanos. Un maestro/a que esté capacitado/a para fomentar la reflexión constante dentro del aula. Así, la reforma educativa integral también tiene que tomar en cuenta la capacitación continua para docentes y la garantía de salarios justos.

Quizás, sólo quizás, los cambios en la educación guatemalteca se estén dando ahora mismo; a través de docentes creativos/as que están innovando y creando sus propias metodologías, mediante la mente inquisitiva de las y los niños, o cambios personificados en comunidades que se organizan para construir sus propios centros educativos. Son estas las transformaciones que hay que registrar, sistematizar, replicar y legitimar con los programas ministeriales. La sociedad cambia, se adapta, y no espera permisos gubernamentales. ¡Pongámonos al día!

Nuestro sistema político multiparti-dista y las normativas de integración del Congreso descritas en la Constitución de Guatemala (Artículo 157) hacen del Or-ganismo Legislativo un arcoíris de inte-reses que resulta ser tan colorido como la misma multiculturalidad que nos caracteriza desde el surgimiento de la civilización conocida como Maya–Qui-ché. Aunque cabe resaltar la facilidad con la que los diputados cambian de color, nada se parece al comportamien-to espontáneo del guatemalteco en su proceso de enculturación, pero pare-ciera ser que eso es solo parte del ne-gocio de la política. Es bien sabido que la fondos necesarios para financiar una campaña política son altísimos y tam-bién es sabido que la gran mayoría de quienes patrocinan dichas campañas lo hacen a manera de inversión a la bolsa de valores, en la que los réditos se ven materializados en cargos públicos (que pronto son ocasión de nepotismo –que tanto vulnera a la democracia, que di-cho sea de paso, debería ser un medio y no un fin–) y leyes con dedicatoria que lo que menos hacen es promover uno de los principios fundamentales de un Estado de Derecho, a saber, que todos debemos ser tratados iguales ante la

ley. Lamentablemente y en la mayoría de los casos, no queremos un sistema corrupto, excepto el que nos favorece.

La gran mayoría de nuestros dipu-tados parecieran estar más ocupados discutiendo el color de moda que luci-rá mejor en las espaldas de los moto-ristas, que en estudiar y discernir las verdaderas causas tras los problemas y conflictos de nuestra sociedad. El papel aguanta con todo y al fin de cuentas nos encontramos en una era digital, en donde pareciera no haber límites de almacenamiento. En otras palabras, el número de leyes puede incrementar tanto como nuestros congresistas lo crean pertinente, pero ello no cambiará a Guatemala, pues los derechos de las personas son anteriores y superiores al Estado, algo que es difícil compren-der cuando predomina la legislación positiva sobre el ius commune. Y aún hace falta mencionar que la certeza del castigo es más importante que la cantidad o severidad de las leyes, y eso lo podemos observar en la religión, en donde la casi siempre ausente presen-cia del castigo material (e inmediato) ante la violación de una norma, ha hecho a los mandamientos ser uno de los reglamentos más violados por la

humanidad, aun-que eso por su parte, pareciera pertenecer a un diseño que en penumbras vemos, limitados desde el tiempo y el espacio…

El Organismo Legislativo juega en-tonces un papel muy importante en el cambio para Guatemala. Yo les propon-go a nuestros congresistas hacer buen uso de la facultad de interpelación a ministros, invertir tiempo de calidad en la elaboración de su presupuesto y en el del Estado, derogar leyes irrelevantes más que crear nuevas leyes y redefinir las políticas tributarias. Y para nosotros, propongo que nos neguemos en todo sentido a la corrupción y que de ninguna manera formemos parte de ella; y por último, propongo ser nuestros propios congresistas, como los que quisiéramos para nuestra Guatemala, coincidiendo con el Informe de Desarrollo Humano (PNUD, 1990) en que “la verdadera ri-queza de una nación está en su gente”, lo cual me da esperanza, aunque nues-tros problemas parezcan tan profundos como la Fosa de las Marianas.

La alquimia, como disciplina filosófica y espiritual que se encargaba de investigar la naturaleza, era el centro de un gran cúmulo de creencias y prácticas, especialmente en la Edad Media. Estas fueron exploradas y analizadas por los alquimistas, quienes dedicaban su vida a dicho estudio. Una de las tareas que ocupaban las mentes y el tiempo de estos precursores de las ciencias modernas era la búsqueda de la panacea, un medicamento que curaba todas las en-fermedades e incluso tenía la cualidad de prolongar la vida indefinidamente.

Hoy, en muchas partes del mundo, al-gunas creencias alquimistas perduran y la creencia en la existencia de una solución absoluta a una diversidad de problemas es una de ellas. La panacea sigue estando entre nosotros y en Guatemala, está re-presentada por la inversión, muchas veces (mas no necesariamente), aquella que proviene del extranjero.

Sí, la inversión es importante, pero ¿se estará dando en las condiciones necesa-rias para que rinda los frutos esperados? ¿Para que cure las enfermedades existen-tes y prolongue nuestra vida? ¿Será sufi-ciente plantearse la necesidad de mayor inversión? No. Las interrogantes en torno a esa inversión tan esperada son parte

fundamental del resultado que tendrá, por lo que se precisa planificar.

Es necesario preguntarse ¿qué tipo de inversión se busca? ¿De dónde proviene? ¿Qué implica dicha inversión para el país? ¿Se traduce en el crecimiento verdade-ro de los indicadores más preocupantes como educación, vivienda o empleo? La historia nos dice que estas preguntas no son contestadas sino hasta después de esas inyecciones de capital. Y que cuando se obtiene respuesta a la última interro-gante, esta no siempre es positiva.

El caso del desempleo, uno de los fla-gelos más acuciantes de la sociedad gua-temalteca, viene a la mente con una creen-cia popular –difundida muchas veces por los mismos inversionistas– que dicta: “a mayor inversión, más y mejor empleo”. Las crecientes tasas de desempleo facilitan el percibir cualquier disminución como un cambio positivo, pero ¿qué hay acerca de la promesa de mejor empleo? El rápido avance de modalidades de empleo basa-das en la tercerización (la proliferación de call centers que ponen en entredicho el respeto de los derechos laborales de miles de jóvenes) y la expansión de las contrata-ciones temporales son muestra de la poca veracidad que ciertas creencias encierran,

h a c i é n d o n o s r e f l e x i o n a r acerca de los b e n e f i c i o s reales de la inversión que conocemos.

Una vez com-prendido esto, volteamos la vista a un ac-tor fundamental… el Estado. Encargado de velar por el bienestar de su población –siendo esta la forma más básica de com-prender sus funciones–, éste debiera pro-yectarse a futuro y así mutar de un Estado reactivo a uno estratégico. Sería capaz de discernir los tiempos y modalidades ade-cuadas para la inversión y ésta vendría a fortalecer el plan de país, no a construirlo. Es necesario procurar la inversión y con ésta, el incremento en la tasas de empleo a nivel nacional, pero no sin antes tener claro a qué inversión y a qué empleo se hace referencia.

Y no olvidemos a los otros actores esenciales: usted y yo, que muchas veces jugamos a la alquimia, perdiéndonos en la búsqueda de esa panacea que no exis-te y que por lo tanto, no es garantía de la vida que ciudadanos y ciudadanas mere-cen vivir.

Regina Solís

Universidad del Valle de Guatemala

Nery Chucuy

Universidad de San Carlos de Guatemala

Tania Melissa Estrada Corpeño

Universidad Rafael Landívar

Las aguas profundas de la educación en Guatemala

Los guardianes de la ley

Inversión: ¿La panacea para Guatemala?

Página 6/Diario La Hora/Guatemala, 27 de marzo de 2014

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Joshua Emmanuel Morales

Universidad del Valle de Guatemala

Kevin Paul Villatoro Ardón

Universidad Rafael Landívar

Hace ya unos cuantos años se comen-zaron a impulsar en Guatemala los “Programas Sociales” como una forma de política pública de tinte socialista para ayudar a los que más lo necesi-tan. Al comienzo, estuvieron a cargo de la ex primera dama Sandra Torres y surgió cierta preocupación por la ausencia de fiscalización de los fondos que iban dirigidos a los mis-mos. En las elecciones generales continuaron los problemas, mientras cada partido político ofrecía una bolsa de distinto color y con distinto nombre para comprar el voto de los gua-temaltecos.

Finalmente, llegó el turno de un oficialismo prácticamen-te obligado a darle continuidad a dichos programas y sabe-dor de la necesidad de institucionalizarlos.

Fue así como surgió el Ministerio de Desarrollo Social, con el fin de otorgar más transparencia e incluso ampliar las “conquistas sociales” logradas por el partido anterior. El re-sultado, sin embargo, ha distado mucho de aquellas prome-sas, convirtiéndose en un Ministerio francamente deficien-te, cuya cobertura ha ido a menos y que en muchos casos ha sido acusado de no ejecutar la totalidad de su presupuesto. En fin, nos quedamos únicamente con las mismas promesas de siempre, con nombres más creativos eso sí, para identifi-car el mal de siempre: populismo y politiquería.

Se dice que no hay peor cosa que quitar a unos lo que le-gítimamente les pertenece, para dar a otros; pues bien, la realidad de los programas sociales en este país ha superado aquel viejo dicho.

Los mismos no solo han sido un vehículo de base cliente-lar para comprar el voto de los más necesitados, prueba de ello lo sucedido con las muchas “bolsas solidarias” en pleno período electoral, sino también han distado mucho de los programas que en otros países fueron exitosos e inspiraron a nuestros políticos. Independientemente de nuestra ideolo-gía política hay que entender que el repartir bolsas o dar un almuerzo subvencionado a personas de bajo recursos cons-tituye no un fin como tal, sino un primer paso para aliviar lo que Maslow definiría como nuestra primera necesidad.

El hecho que en Guatemala no se le haya dado la conti-nuidad necesaria a los programas sociales, que en otras partes del mundo buscan además de otorgar alimentación básica insertar a los beneficiarios a la economía nacional, hace pensar que los gobiernos más que buscar erradicar la pobreza utilizan los mismos a modo de mecanismo político para garantizar votos. Lo más triste del caso es que muchas veces los beneficiarios son coaccionados a apoyar al partido oficial, ya sea en la futura elección o en una demostración de apoyo popular, so pena de perder los beneficios y ser ta-chados de esa lista que para muchos significa comer al día siguiente.

Más vale en lugar de darle pescado al necesitado enseñar-le a pescar y si el lector considera que los programas sociales son necesarios para el desarrollo del país, tiene la obligación de exigir que los mismos sean otorgados de forma transpa-rente y sobre todo que sean únicamente un primer paso para insertar a esas personas al mercado productivo.

La naturaleza humana parece haber estimulado la creación de sistemas inna-turales.

Estas formas impropias al individuo han adquirido forma a través de las ins-tituciones, las cuales son una manifes-tación del Estado destinadas a fungir como herramientas organizadoras de la normalización, es decir, la socialización de la vida.

De forma somera, arriba descansa la justificación y la legitimación de las es-tructuras estatales de varios países del si-glo XXI, pues si lo cotidiano desdeñara la constitucionalidad y la democratización de algunas normas, la sociedad probable-mente tendería hacia luchas de poder, in-cluso, a tan apabullantes y caóticas como otras registradas históricamente.

Ciertamente, uno de los fenómenos sociales más lastimeros corresponde a la genética de la violencia, esa impreg-nación perenne de idiotez y primitividad cuyos alcances trastocan los fundamentos convencionales de la existencia, coartan el sentido de libertad y alteran la psico-logía colectiva.

No obstante, más allá del juicio axio-lógico del párrafo precedente, es preciso reconocer la violencia como una cualidad intrínseca de la antropología del hombre y la mujer.

Tradicionalmente se reconocen como pináculos de la civilidad aquellas agru-paciones humanas capaces de gestar es-tatus de armonía y mesura en el proceder diario de las múltiples interacciones de sus ciudadanos.

Guatemala, particularmente, y en este sentido específico, es la represen-tación fidedigna de la incivilidad. Datos revelan, actualmente, cifras de muertes y acciones violentas incluso mayores a las acaecidas durante la guerra interna. El

país, entonces, está sumido en una seria crisis donde la paranoia es el apellido y la sala común de cada guatemalteco.

La militancia librada a diario consiste en la supervivencia, y esta realidad som-bría obliga preguntarse: ¿dónde están las fuerzas de defensa civil que, además de ser pagadas por todos, lamentablemente, deben defender al prójimo del prójimo?

La Policía Nacional Civil (PNC), Mi-nisterio Público (MP) y el Ejército de Guatemala, aparentes garantes institu-cionales destinados a la protección de la vida en el marco de la democracia, han demostrado reiteradamente carencias, ineficiencia, corrupción, implicación con el crimen organizado, abuso de poder y otras tantas evidencias de preocupante deshonra, las cuales oscurecen los pe-queños hálitos de logros conseguidos por estas instituciones.

La confianza del guatemalteco hacia la estructura institucional es, ineludible-mente, inexistente.

Algunos observadores nacionales in-teresados en temas como la criminalidad y hechos delictivos, critican permanente a estas fuerzas estatales; son un ejemplo de compromiso social y valentía. Así, pues, y entre otros fiscalizadores de las institucio-nes de defensa civil, parece concluyente y notorio para los ciudadanos la necesidad de reformar estas fuerzas de tarea, cuyo presente oscila entre el desagrado mul-titudinario y el temor a susurros, pues en ocasiones “hasta la policía da miedo”.

Sin embargo, esta depuración al in-terno de las fuerzas de defensa, aunque necesaria, se antoja como tarea revolucio-naria, por no referir utópica.

La defensa civil y la burocracia en general, no son un asidero laboral, sino un espacio vocacional destinado a defen-der la simetría del orden social y la idea

preeminente donde la vida y la Cons-titución deben promoverse y defenderse.

Guatemala, empero, sufre de asilar un circo gu-bernamental sin la facul-tad e inteligencia de encauzar la sociedad hacia coyunturas de mayor tranquilidad. La purificación de los efectivos y las ins-tituciones de defensa civil implicaría, ne-cesariamente, la purga de los anónimos y de los rimbombantes personajes quienes han hecho de las instituciones estatales un laberinto de ladrones.

Pero esta reevaluación del formato del Estado para optar hacia vías cuyos destinos no claudiquen ante esta tradi-cional podredumbre política, ¿qué signi-ficaría?

Pues qué es el Estado sino una abs-tracción que hermanda al amable lector de estas palabras, a quienes no las están leyendo y a quien las escribió. Repensar las formas del proceder institucional im-plica empoderar al ciudadano, porque “la política es una cosa muy importante como para dejársela solo a los políticos.”

La violencia está allí, las fuerzas de defensa civil son inoperantes y algunos líderes políticos demuestran desvergon-zadamente pocas facultades para afron-tar las acuciantes problemáticas.

Usted no trabaja para los burócratas, ellos deben hacerlo para usted, pues us-ted paga sus sueldos y manda en el país. La pasividad gubernamental ha tenido su tiempo; quizá el ciudadano común deba ahora tomar el lugar que le corresponde y liderar la afrenta con tal de sanarnos, paulatinamente, de la paranoia y el cán-cer de la indiferencia.

El Estado obtiene sus recursos de diferentes fuentes, entre ellas tenemos: los recursos tributarios, que, es la parte aportada por todos los ciudadanos gua-temaltecos; recursos patrimoniales, ge-nerados por el aprovechamiento econó-mico del patrimonio del país; entre otros.

Constantemente se lee en los perió-dicos noticias en las que se resalta las deficiencias que existe en instituciones públicas tales como hospitales, escuelas, ministerios, etc., que lleva a los ciuda-danos a preguntarse y a cuestionar la correcta utilización de su dinero por los líderes del país.

Se considera que todos los procesos de compra del sector público o en su mayoría deberían de transparentarse

debido al hecho, que, gran cantidad de los recursos invertidos provienen de la población guatemalteca. Los ciudadanos tienen el derecho de conocer en qué se invierte el presupuesto autorizado para cada uno de los Ministerios y organis-mos, ya que deben de utilizarse de ma-nera adecuada para el beneficio de la población.

Actualmente la mayoría de la po-blación no sabe cuál es el proceso para decidir en qué gasta o compra el Sector Público, no se sabe si realizan una eva-luación de proveedores, donde se busque el mejor beneficio-costo, rendimiento, servicio por parte del proveedor; pro-cedimientos y puntos muy básicos para decidir las compras del Sector Público y

que aplica para cualquier caso. Así mismo se pueden utili-zar licitaciones donde sea conve-niente.

La percepción de las personas es diferente cuando se tiene mayor cono-cimiento. El tener acceso a información permite justificar y comprender mejor las decisiones tomadas por los dirigen-tes. De esta manera no se creerá que el dinero “se pierde”, o se utiliza inadecua-damente (gastos exorbitados), sino la población estará consciente de que se siguen procesos adecuados y rigurosos, para un uso adecuado del presupuesto.

Bolsa Solidaria, Bolsa Segura o como quiera llamarle

Guatemala o Sobre la paranoia de la incivilidad

Debieran transparentarse los procesos de compras del sector público

Javier Santizo Mansylla

Universidad Francisco Marroquín

Diario La Hora/Guatemala, 27 de marzo de 2014/Página 7

Page 8: Suplemento Universitario Marzo 2014

Página 8 / La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 27 de marzo de 2014