Sueño de una tarde dominical en la alameda central
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SUEÑO DE UNA TARDE DOMINICAL EN LA ALAMEDA CENTRAL
Diego Rivera (Guanajuato/1886 —
Ciudad de México/1957) fue un
destacado muralista mexicano de
ideología comunista, famoso por
plasmar obras de alto contenido social
en edificios públicos.
Fue creador de diversos murales en
distintos puntos del centro histórico de
la Ciudad de México y otras ciudades
mexicanas como Cuernavaca y Acapulco,
así también algunas otras del extranjero
como Buenos Aires, San
Francisco, Detroit y Nueva York.
Junto con David Alfaro Siqueiros y José
Clemente Orozco conforman la tríada de
los máximos representantes del
muralismo mexicano, escuela pictórica
que floreció a partir de los años veinte.
Estuvo casado con la pintora mexicana
Frida Kahlo.
Entre sus obras más conocidas están las
El hombre controlador del universo,
Sueño de una Tarde Dominical en la
Alameda Central y el Mural del Palacio
Nacional de México.
Concebido con fines decorativos, la obra fue pintada al fresco en 1947, mide
4.70 m. x 15.60 m. y tiene un peso de 35 toneladas, incluyendo una estructura
metálica que lo refuerza.
Actualmente es la principal obra en exhibición permanente del Museo Mural
Diego Rivera, sitio creado especialmente para albergar esta obra.
En él ilustra
momentos
importantes de la
vida política y
social en la
historia de su país,
como la
conquista, la
época colonial, la
independencia, la
invasión
norteamericana y
la intervención
europea.
Incluyó personajes que ya
no existían, pintó con
muchos colores y no dejó
casi nada sin colorear. Este
mural es como una gran
película que habla de la
historia de la ciudad y la
cultura mexicana.
Benito Juárez, José Martí,
Sor Juana Inés de la Cruz,
Emiliano Zapata y demás
personajes claves en la
historia de México aparecen
plasmados en el mural.
A Rivera le agradaba la idea de
que toda la gente pudiera ver
sus pinturas. Retrató a sus
amigos, a sus hijas, campesinos,
militares, vendedores, etc.
Para Diego Rivera, toda su
gente tenían un lugar en el arte,
en la historia de la ciudad y del
país.
Rivera incluso se pintó a sí
mismo como un niño en el
mural. Añadió rasgos del folclor
mexicano como La Catrina, los
dulces y juguetes tradicionales y
hasta elementos de la mitología
azteca, como el Quetzalcóatl, la
serpiente emplumada.
Además de la función decorativa,
la obra es la manera como Diego
Rivera hace un crítica a las
diferencias sociales y al
sufrimiento de México a través
de la historia.