Stephanie Cayo en la Revista Asia Sur

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14 asiasur | Febrero | 2010

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Esta historia empieza con un tulipán amarillo. Debemos aclarar que fue una flor en altamar, llevada a la cubierta de un yate en el que ella nos esperaba. Una flor que llegó a sus manos después de perseguirla por la carretera, mientras ella, escurridiza, huía por el litoral hacia el sur de Lima. Para ser más precisos, el tulipán fue una excusa para ver su sonrisa de conejo. Un último detalle, el tulipán (y amarillo) es su flor predilecta y este redactor no lo sabía.

Escribe: Manolo BonillaFotos: Alonso Molina

Stephanie Cayo en altamar

Naufragante encanto

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PRÓLOGO Si la miras en un yate, el mareo te puede asaltar dos veces: por la vacilante inquietud del océano y por la marea de su anatomía. Stephanie Cayo parece vivir mimada por los dioses. La vida le sonríe y ella, traviesa, le hace un guiño. Su irrefrenable carrera de éxito y reconocimiento empezó desde muy temprano, cuando apenas era una niña de tres años. Fueron veinte panes con mantequilla los que marcaron su inicio como actriz en un comercial de Astra. Me habla de una timidez que la invadió en esos días y ahora, mientras se prepara para la sesión de fotos, me cuesta imaginarlo en esta mujer que ha encandilado a legiones de admiradores en casa y fuera de ella, en Colombia y México. Su belleza noquea y no hay discusión en eso.

UNO. La novela de una mujerStephanie, antes de protagonizar novelas, ya era una potencial fanática de esos dramas lacrimógenos de amores imposibles. Su huracanada carrera como actriz empezó con ‘Travesuras del Corazón’ en 1998. Esta serie, que narraba las idas y venidas de un grupo de niños en un orfanato, mostró en pantallas a rostros que hoy, ya crecidos, siguen estando frente a las cámaras. Una díscola Cinthia, con dos colas como peinado, era el personaje que la aún niña Stephanie encarnaba. “Tenía 10 años y estaba en el colegio. Imagínate el esfuerzo que significó. Mi madre no quería que esté en la televisión. La convencí, le rogaba todos los días. Al final me escapé para hacer el casting -mi hermana me llevó-. Salía de clases y a las 4:00 pm empezaban las grabaciones hasta las 8:30 pm. Luego, de regreso a casa para hacer las tareas. Hacía las dos cosas a la vez”. Hoy siguen reprogramando la serie. Si nos quejábamos de la televisión peruana, actualmente nos brinda dosis triples de Stephanie: repiten ‘Travesuras’; están pasando nuevamente ‘María Emilia’; y los episodios de ‘La Marca del Deseo’ estuvieron al aire hasta hace poco.

Tus admiradores y seguidores son casi contemporáneos tuyos, han crecido contigo, pero al otro lado de la pantalla...No solo ellos, me siguen desde niños hasta gente muy grande. Es una sensación muy linda. Hace tres años no estoy en Lima y muchas veces me han dicho

“Wow, cuánto has crecido, ¿no?” “¡Qué bueno que te esté yendo bien!”. Están llenos de buena energía hacia mí. Han visto toda esa evolución en la televisión.

Dentro de los papeles que te han tocado, ¿cuál fue el que supuso un mayor reto?Justamente el de María Emilia, me encantó. Tenía doce años y había que interpretar a una chica de catorce. Es decir, tenía que crecer a la fuerza. Además, me pasaron muchas cosas en la vida real y siento que interpretar a Gabriela me ayudó mucho. Puede ser que sea el personaje más cercano a la mujer real... de aquella época.

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DOS. La mujer, la ciudad y la fama“No hay nada que me agobie. El día que yo no pueda salir a la calle, o hacer lo que me da la gana, será grave. Allá en Colombia, le gente también te mira. En Santa Marta te agarran del brazo, de la ropa y te cogen para tomarte la foto sin preguntarte nada. Me llamaron de Soho [una revista colombiana de crónica urbana, famosa por desnudar a las bellezas más impactantes de esta parte del continente]. No quise. No me interesa hacer topless”.

La única ciudad donde nadie conoce a nadie. La inmensidad de Nueva York adoptó a una anónima Stephanie durante un año, apenas acabó el colegio. “Estuve viviendo sola a los diecisiete años. Fue una experiencia que tenía que vivir, la mejor época de mi vida: la escuela de actuación, tener tiempo para mí, para madurar, para pensar. El arte está en todos lados, en las calles. Allí nadie te juzga, nadie te va a mirar mal”.

TRES. Ave soulEntre balada y soul se encontraría la tan anunciada producción musical de Stephanie. “Estoy terminando el disco, vamos al 80%, falta mezclar y ya. Esperamos que salga este año. Nunca pensé que lo iba a hacer tan pronto. Con Jose Gaviria (su productor musical) hemos formado un equipo increíble, nos hemos hecho amigos, trabajamos muy bien”.

Ha sido como un parto largo...Comenzó como algo muy particular, diferente. Recién conocía la industria de la música, pero fue muy natural. Hasta que escuché los primeros demos no me la creí. Me decía: “está quedando tan bien”, “¡mira lo que estamos haciendo!”.

CUATRO. La mujer y la bellezaStephanie ha interpretado a mujeres seductoras, enamoradizas, avasallantes, frágiles, rebeldes. Todas hermosas. ¿Eso cambiará? ¿La habrán encasillado en ese rol de ‘dulce femme fatale’, por más contradicciones que encierre?

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En Monster, Charlize Theron dejó de ser solo un rostro bonito para sumergirse en un personaje complejo y horrendo –ganó el Oscar, incluso–. Una mujer hermosa interpretando un personaje feo. ¿Te ves haciendo un papel así?Creo que es muy fácil ocultar la belleza. Ese tipo de papeles te da libertad. En el espejo no te estás viendo a ti, estás viendo al personaje directamente. Es más difícil mantenerse bonita, con el maquillaje, cuidándote y si la luz esto o aquello... Cansa y aburre estar todo el día pendiente de eso. Yo me cuido lo normal. Trato de comer sano y de hacer ejercicio. Hago yoga, pilates. Me dedico a mí.

CINCO. La escribidora y su agenda“La primera la tuve a los 11 años y, desde allí, tengo una agenda para cada año de mi vida. Las guardo con la idea de que cuando tenga hijos pueda entenderlos un poco más, basándome en la experiencia de lo que yo he vivido, pensado y sentido. Me acuerdo cada detalle, leo solo una parte, una página, y me acuerdo de todo”. Acaso nos sorprenda cuando se lancé en busca de una editorial. “Más adelante, recién estoy comenzando”.

¡Tienes tan solo 21 años!Sí, pero siento que estoy corta y tarde. Toda la vida he sentido eso. No me desespero, trato de ir con calma, pero no pierdo el tiempo. Me divierto en todo lo que hago, por eso elegí un trabajo que me gusta, para poder trabajar y divertirme al mismo tiempo.

EPÍLOGO“Divino” fue su última palabra esa tarde. La primera fue “chiquitico”, con ese ligero dejo colombiano que la persigue. A fin de cuentas (y cuentos), Stephanie nos gusta, como diría el poeta Juan Gonzalo Rose, porque tiene el color de los patios de las casas tranquilas en las tardes de enero cuando llega el verano.