Tratará el SME al Papa situación de movimientos sociales en México
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- En la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, a los trece días del mes
de septiembre de 2016, a la hora
10 y 15:
Sr. Presidente (Barletta).- Damos inicio a la reunión, que
constituye la tercera jornada relacionada con la
problemática de la aplicación de agroquímicos en la
Argentina.
Ustedes saben que en un determinado momento se
decidió abordar los diferentes problemas vinculados con la
aplicación de agroquímicos a través de distintas normas.
Así, para el día de mañana está previsto el tratamiento del
proyecto de ley de envases, que cuenta con Sanción del
Honorable Senado y que ha recibido despacho en esta Cámara
de Diputados.
Por lo tanto, para continuar con el tratamiento
del tema -sabiendo todos ustedes que a nivel nacional
existen distintas disposiciones en diferentes localidades,
municipios y provincias- nos pareció apropiado comenzar
escuchando a todos aquellos que tienen incidencia en él.
Tal como les comenté, hemos realizado dos
jornadas -esta es la tercera-, pero ello no significa que
aquí concluya todo. Probablemente tengamos que seguir
trabajando hasta que logremos dar formato a un consenso que
nos permita establecer presupuestos mínimos para ordenar la
cuestión.
Los temas que serán abordados ya les fueron
remitidos. En la jornada de hoy contamos con la presencia
de representantes del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y
Producción de la provincia de San Luis; de Aapresid,
Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa; de
RAP-AL, Red en Acción en Plaguicidas y sus Alternativas
para América latina; de la Sociedad Argentina de Pediatría;
del INTA; del Instituto de Ingeniería Rural; del Ministerio
de Ciencia y Tecnología de la Nación; de FeArCA, Federación
Argentina de Cámaras Agroaéreas y del Ministerio de Salud
de la Nación, Dirección Nacional de Determinantes de la
Salud e Investigación.
Como mecánica de la reunión cada expositor de las
organizaciones que acabo de mencionar contará con quince
minutos para realizar su exposición. No habrá debate pero
sí preguntas por parte de los señores diputados para
solicitar aclaraciones a quienes realicen las exposiciones.
Asimismo, queremos solicitarles que todo el
material que presenten hoy relacionado con el tema
-filminas o documentos- tengan a bien dejarlo en el ámbito
de la comisión porque seguramente será muy valioso para los
legisladores a la hora de comenzar con el debate propio de
la comisión, o las comisiones, ya que seguramente no solo
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se tratará en esta comisión sino también en las comisiones
de Acción Social y Salud Pública, de Agricultura y
Ganadería, entre otras.
Estableceremos el comienzo de las exposiciones en
función del orden en que fueron llegando a esta reunión, ya
que creo que así también se preparó la proyección de las
filminas.
En primer lugar, hará uso de la palabra el
ingeniero agrónomo Ramiro Cid, representante del Instituto
de Ingeniería Rural, del INTA Castelar.
Pido a todos los expositores que acoten sus
exposiciones a quince o veinte minutos.
Sr. Cid.- Buenos días a todos, mi nombre es Ramiro Cid y
dentro del INTA tengo la función de dirigir el área de
tecnología de aplicación de agroquímicos. Es decir, hay un
módulo específico dentro del INTA y soy el encargado de
coordinarlo.
El tema que me fue asignado es el planteo sobre
si existía una tecnología capaz de hacer las aplicaciones
de manera eficiente, correcta y sin provocar daño.
En primer lugar, me pregunté como pauta qué es
una aplicación correcta. Obviamente, debe cumplir con el
objetivo propuesto, que sería controlar que la plaga, la
maleza o lo que fuere, no cause daño a las personas ni a
animales domésticos y que no afecte significativamente al
medio ambiente.
En la filmina que estamos viendo coloqué la
palabra “significativamente” en un color distinto, porque
debemos tener en claro que con cualquier actividad humana
que llevemos delante de alguna manera estamos afectando el
ambiente. Por ejemplo, cuando venimos desde nuestra casa al
trabajo en un vehículo, ya estamos afectando el ambiente.
Por lo tanto, pretender que no haya ningún tipo de
afectación es una utopía.
Por supuesto que la aplicación debe ser
económicamente rentable; ello significa que debe hacerse a
partir de lo que se llama el umbral de aplicación, es
decir, el momento en el cual el costo del tratamiento se
equipara a los beneficios que brindará dicho tratamiento.
Debemos reconocer que en muchas ocasiones esto no sucede
sino que se hace la aplicación frente a la aparición de las
primeras plagas sin hacer una evaluación económica previa y
ese es uno de los puntos que debemos corregir.
Además, las aplicaciones deben ser sustentables a
largo plazo. O sea que permitan que el ambiente se mantenga
de manera tal que el suelo, el agua y demás, pueda
trabajarse durante muchos años y muchas generaciones.
La pregunta es la siguiente: ¿tenemos tecnología
disponible que nos permita hacer todo esto? Realmente
estamos a la par de la primera tecnología que existe en el
mundo. Los países más avanzados no tienen equipos mejores
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que los nuestros. Incluso, aquellos que son de fabricación
nacional me atrevo a decir que están perfectamente a la par
de aquellos que se fabrican en países industrialmente más
desarrollados. No tenemos absolutamente nada que
envidiarles.
En cuanto a las pastillas de pulverización –y no
sé cuál es el grado de conocimiento de los presentes-, se
trata de aquello que me permite que el caldo de
pulverización que tengo en el tanque se transforme en
millones de gotitas de características diferentes según lo
que esté aplicando.
En nuestro país contamos prácticamente con todas
las pastillas que existen en el mundo, que hacen gotas
grandes, chicas, medianas, de abanico simple y doble.
Existe una enorme variedad, año tras año nos presentan
nuevas pastillas y están ingresando al mercado. Por lo
tanto, esa tampoco es una limitación.
Otros adelantos que tenemos disponibles, como
pueden ver en la filmina sobre el lado izquierdo, son los
sensores de malezas que están disponibles en nuestro
mercado desde hace unos cuantos años y permiten hacer
aplicaciones localizadas solamente donde están presentes
las malezas en el barbecho.
Además, coloqué el sistema DynaJet como otra
innovación tecnológica importante, ya que sobre la marcha
permite cambiar el tamaño de las gotas, los caudales o
acelerar y mantener constante el tamaño de las gotas. Es
decir, no hay que hacer ninguna modificación en las
pastillas para seguir trabajando.
Esto que puede ser sumamente interesante es una
herramienta desarrollada en conjunto con el INTA, el
Instituto de Ingeniería Rural y una empresa privada,
Gustavo Casal, que es un sistema de monitoreo remoto de las
aplicaciones. Es decir, desde algún municipio se puede
saber en qué condiciones está trabajando una pulverizadora
que opera en una zona periurbana, si el viento sopla hacia
el pueblo e inclusive si la temperatura y la humedad
relativa no están en condiciones como para que se pueda
trabajar.
Eventualmente, desde el municipio podría solicitarse u
obligarse a que la aplicación se interrumpa si no se está
llevando a cabo en condiciones seguras.
En cuanto a la tecnología de los propios
agroquímicos, vemos en la parte superior de la filmina cómo
con el paso de los años la enorme mayoría de los
agroquímicos fue pasando a ser de banda verde. En 1985
teníamos alrededor de un 25 por ciento de productos de
banda roja, mientras que ahora prácticamente ya no se usan
esos productos; la enorme mayoría es de banda verde, muy
pocos de banda azul y otros tantos de banda amarilla. No
sé si tienen en claro qué significan estas bandas
toxicológicas: la banda verde es la menos tóxica de todos y
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la roja es la más tóxica, siguiendo el criterio del
semáforo, mientras que en el medio están la amarilla y la
azul.
En el cuadro se puede ver como pauta general los
períodos de carencia, es decir el tiempo desde la
aplicación hasta la cosecha, el cual se ha ido achicando
justamente en función de que con el paso de los años los
agroquímicos son cada vez menos tóxicos.
En definitiva, esta conflictividad en las zonas
periurbanas no es un problema de falta de tecnología sino
que faltan normativas claras. Pido disculpas al señor
diputado Barletta por el siguiente comentario: tenemos una
ley nacional de agroquímicos de 1958, y es absolutamente
ridículo que un país como la Argentina no tenga una ley
actualizada. Es una falencia enorme que nuestros
legisladores tienen que subsanar. En esa ley debería
incluirse capacitación para todos los aplicadores porque,
como en toda actividad humana, puede generarse algún tipo
de riesgo, y entonces la tarea la tienen que hacer personas
debidamente capacitadas.
Como fruto de esa capacitación, habrá que
disponer de una matrícula habilitante. En la actualidad,
hay provincias en las que en cualquier momento una persona
sin adiestramiento previo se puede subir a una máquina
aplicadora y hacer los correspondientes tratamientos sin
cuestionamientos de nadie.
Además, hay que verificar que los equipos estén
en perfectas condiciones para hacer el trabajo. También
falta presencia de profesionales en aquellas aplicaciones
que implican algún tipo de riesgo particular, es decir en
estas aplicaciones periurbanas o cercanas a alguna escuela
o a fuentes de agua para consumo humano o animal. Allí
tiene que haber un profesional que se haga responsable de
la calidad de las aplicaciones.
En conclusión, falta trabajar en serio. Una vez
alguien me dijo que no existe absolutamente ningún tipo de
control sobre las aplicaciones, con algunas excepciones
como en la provincia de Córdoba. Lo cierto es que muchas
provincias están sumamente atrasadas en este tipo de
regulaciones en las aplicaciones, que necesariamente tiene
que ser una actividad regulada. En esto estamos de acuerdo
tanto el INTA como la enorme mayoría de las agrupaciones de
productores y aeroaplicadores. Todos estamos de acuerdo en
que los trabajos se tienen que hacer de manera responsable
y controlada.
Supongo que a esta altura ya estarán un poco
hartos de escuchar hablar de la deriva, que es el principal
problema que se suscita, pero aclaro que la deriva es
básicamente el movimiento de las gotas -fundamentalmente
por acción del viento, aunque también por evaporación- por
fuera de lo que se considere el objetivo o blanco de un
tratamiento. Esto trae una serie de consecuencias
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negativas: riesgo para la salud de personas en cercanías;
riesgos para otros seres vivos, es decir, animales
domésticos; posibles daños a cultivos vecinos; eventuales
daños al medio ambiente y pérdida económica del producto
aplicado, porque lo que se lleva la deriva no queda dentro
del lote a pulverizar.
Desde el punto ambiental, los factores que
afectan a la deriva son: temperatura, humedad relativa,
velocidad y dirección del viento, inversiones térmicas,
estabilidad del aire, tamaño de las gotas producidas
-factor muy importante, ya que es la principal herramienta
que tenemos para controlar la deriva-, densidad y
viscosidad del caldo de pulverización, cobertura requerida
en la aplicación -si hay que aplicar un fungicida que
requiere mucha cobertura, se lo debe hacer con gotas
pequeñas, más susceptibles de ser arrastradas por el
viento-, decisiones de aplicación del operador y el grado
de volatilidad del agroquímico. Esto último se refiere
fundamentalmente a casos particulares de herbicidas
hormonales como el 2,4-D, sobre lo cual destaco que en la
actualidad están apareciendo nuevas formulaciones con mucho
menor grado de volatilidad y que podrían reemplazarlo
perfectamente.
En cuanto al tamaño de las gotas, 8 gotas de 500
micrones tienen el mismo volumen que una gota de 1.000
micrones, es decir que con el mismo volumen se podría
aplicar teóricamente una sola gota de 1.000 micrones, 8
gotas de 500 micrones –con lo cual la cobertura mejoraría
sensiblemente-, 64 gotas de 250 micrones, con lo cual tengo
una cobertura excelente, y eventualmente podría pasarse a
512 gotas de 125 micrones, con lo cual mi cobertura también
sería perfecta. El problema es que a medida que se achican
las gotas, se incrementa muy seriamente el riesgo de
deriva. Lamentablemente, en la actualidad existe una
tendencia a usar cada vez menores caudales de agua, lo que
implica mayores riesgos de deriva.
Muestro a continuación ejemplos de pastillas y la
cantidad de gotas que tienen por debajo de 150 micrones,
valor que internacionalmente se considera como gotas
derivables. Observamos que las gotas de más de 150 micrones
tienen menor riesgo de deriva mientras que las gotas por
debajo de esa medida -y, por supuesto, en la medida que se
van haciendo más chicas- tienen mayores riesgo de deriva.
Hay pastillas, como la de inducción de aire, que
tienen un muy bajo porcentaje de gotas por debajo de 150
micrones. Esa es nuestra principal herramienta para
controlar la deriva, teniendo obviamente en cuenta las
condiciones ambientales y la dirección del viento. Queda
clarísimo que no hay manera de que las gotas vayan en
sentido contrario a la dirección del viento: si el viento
no sopla hacia el pueblo, es absolutamente imposible que
las gotas vayan hacía ese lugar.
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Proyecto en la pantalla un software simulador de
deriva que se desarrolló en la Universidad de Ohio para que
tengamos alguna idea acerca de las distancias de deriva.
El jefe del equipo que desarrolló este software es
seguramente una de las personas más reconocidas en el mundo
en tecnología de aplicación de agroquímicos.
Primero se cargan las características de
aplicación de nuestro equipo, es decir la altura en la que
se encuentra el botalón. En esa casilla puse 1 metro. Luego
tenemos la velocidad del viento en metros por segundo, en
la cual puse 5 metros por segundo, unos 18 kilómetros por
hora, es decir un viento relativamente importante. Además
cargué la humedad relativa -que también incide porque se va
disminuyendo el tamaño de las gotitas en la medida que se
van evaporando en su recorrido- y la velocidad de salida de
las gotas, que es un informe que brinda el mismo software.
Simulé el uso de la pastilla de cono hueco, que justamente
es la que tiene mayor riesgo de deriva porque hace las
gotas más pequeñas. El simulador arroja que el 1 por ciento
del volumen va a llegar a una distancia de 8,32 metros con
un viento de 18 kilómetros por hora, pero ese asterisco
significa que estas gotas se evaporan antes de llegar a
destino.
Aquellas gotas que tienen entre 51 y 85 micrones, que
representan el 9 por ciento del caldo pulverizado,
llegarían a 24,42 metros, pero también se evaporan, porque
son gotas muy pequeñas. Las gotas de 85 a 103 micrones,
llegarían a 31 metros, pero también se evaporan. Recién
tenemos llegada del líquido de manera efectiva a los 16,72
metros, que es la mayor distancia que en promedio llegan
las gotas con este tipo de pastillas, que –repito- es la
más riesgosa de todas.
La pregunta obvia es qué pasa con estas gotas que
se evaporan. Pueden suceder dos cosas: si estamos
trabajando con un producto que es volátil -caso típico del
2,4-D éster-, puede generar algún tipo de daño. Si estamos
trabajando con un producto no volátil, un caso típico es el
glifosato, esa sustancia precipita, cae al suelo y hasta
ahí llegó. Es decir, no hace ningún efecto colateral.
Les pido que memoricen esta distancia y los
valores máximos de los que estamos hablando con esta
pastilla, porque a continuación pasaremos a analizar el
caso de la pastilla XR, que es una pastilla de abanico
plano común. En este ejemplo hablamos de 25 metros para el
caso de las gotas más pequeñas que se evaporan u 8,85
metros, con un viento de 18 kilómetros por hora y a una
altura de descarga de 1 metro. Ahora les pido que
comparemos esto con los valores que en muchos casos están
pretendiendo poner como zonas de exclusión. Es decir, no
tienen absolutamente ninguna correlación con los valores
realmente medidos y estos valores han sido confirmados, con
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variaciones –aunque no con grandes variaciones-, por
montones de estudios que miden las distancias de deriva.
Esto es un trabajo que se hizo en el INTA de San
Nicolás, en el cual fijan zonas de afectación diferente,
zonas buffer de distintas distancias e indican la cantidad
de hectáreas que quedan afectadas en cada uno de los tres
partidos, tanto en hectáreas como en porcentajes sobre la
superficie total.
Fíjense en el partido de Zárate, que es el más
urbanizado de todos. Si se aplicara una distancia de mil
metros como zona de exclusión, quedaría como zona de
exclusión el 33,3 por ciento de lo que es la superficie
total del partido.
En el caso de Ramallo y San Nicolás, los valores
máximos pueden ser de 14,7 o de 17,8. Lamentablemente, no
tenemos un estudio general de lo que sería a nivel
nacional, pero me parece que estos valores pueden ser
indicativos. Es decir, aplicando una zona de exclusión muy
grande podríamos estar dejando afuera de producción
alrededor de un 15 o 17 por ciento de nuestra superficie
total, que son cerca de 36 millones de hectáreas, según la
campaña anterior y en esta pareciera ser que vamos a estar
cerca de los 40 millones de hectáreas.
Continúo con algunos valores de Estados Unidos,
del USDA, que es algo así como el INTA nacional pero con
facultades para dictar normas agropecuarias. Observen que
para aplicaciones terrestres y cultivos sensibles, fija una
distancias de 20 pies, que son aproximadamente 8 metros;
para ambientes acuáticos también 20 pies y en el caso de
aplicaciones aéreas, las distancias máximas que sugiere son
de 250 pies, que vienen a ser algo así como 80 metros,
contra los valores que en muchos casos se pretende aplicar
en nuestro país.
De esta imagen que tomé de una nota del diario La
Nación del año 2013, titulada “Una perfecta armonía entre
el agro y lo urbano”, quiero destacar que ni bien termina
la ciudad inmediatamente al lado comienzan los cultivos.
La siguiente fotografía es de Nueva Zelanda.
Fíjense que aquí también, terminan las ciudades e
inmediatamente al lado comienzan los cultivos. La lectura
dice que paradójicamente, en la medida que las ciudades
crecen, se van perdiendo las mejores tierras justamente en
momentos en que la necesidad de producción de alimentos se
va incrementando año en año.
A continuación vemos un artículo que salió en una
revista científica de Gran Bretaña en el cual se preguntan,
si sería posible, si no sería demasiado conflictivo fijar
una zona de exclusión de 10 metros para proteger a los
vecinos, considerando que 10 metros es una distancia
adecuada para brindar cierto margen de seguridad.
Les pido que comparemos estos 10 metros contra los valores
que se están manejando
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Quiero dejar absolutamente en claro que no estoy
proponiendo que saquemos todo tipo de exclusiones sino
simplemente que debemos llegar a eso, con máquinas
verificadas, con aplicadores capacitados y con controles.
Se trata de un proceso que debemos iniciar y al que
perfectamente se puede llegar si se trabaja de manera
seria.
En esta filmina podemos ver otro trabajo
científico en el que se marca el grado de exposición de
eventuales transeúntes ante aplicaciones con el viento en
dirección hacia ellos. ¿Cómo lo han hecho? Colocaron
maniquíes de tamaño de adultos y de niños y se tomaron
algunos valores. Por ejemplo, a 12 metros la cantidad de
mililitros que llegaron hacia los maniquíes adultos, en el
caso máximo, es de 0,11. Imaginen que un mililitro es la
medida de un dado de los que se utiliza para jugar;
entonces, este valor representaría la décima parte de ese
dado. Tengamos en cuenta que ese es el daño que se puede
causar a esa distancia y con el viento en esa dirección; si
el viento soplara hacia otro lado los valores serían cero.
En el caso de los niños, los valores disminuyen
porque el tamaño es menor –los maniquíes son más chicos-
aunque debemos tener en cuenta que son mucho más sensibles.
Por lo tanto, debemos ser mucho más respetuosos con ellos
de lo que podríamos ser con los adultos.
Seguramente ustedes se preguntarán qué tiene que
ver la imagen que se está proyectando. En lo personal
supuse que en la Cámara de Diputados habría un comedor y mi
objetivo es demostrar que todo lo que figura en el menú del
comedor, en algún momento de su etapa productiva ha
necesitado del uso de fitosanitarios, tanto los de origen
vegetal como los de origen animal, ya que estos últimos se
nutren de vegetales. En consecuencia, de forma directa o
indirecta los alimentos que consumimos todos los días -que
venimos consumiendo desde que nacimos con algunas
excepciones particulares, como pueden ser los pescados- han
necesitado de los fitosanitarios en alguna etapa de su
producción.
Por lo tanto, quiero que tomemos consciencia de
que los fitosanitarios están absolutamente incorporados a
nuestra forma de vida actual, del mismo modo que el
transporte automotor, los medicamentos o el uso de
Internet. Si hoy no dispusiéramos de los fitosanitarios no
podríamos llevar el tipo de vida que tenemos.
Para concluir, esta filmina que estamos viendo la
utilicé en mi primera presentación cuando en el año 2009
traté el tema de las aplicaciones periurbanas y dice lo
siguiente: “La mejor manera de evitar inconvenientes y
conflictos en aplicaciones periurbanas es trabajar
responsablemente cumpliendo con toda la normativa vigente
-aunque en algunos casos puede faltar- con los
conocimientos técnicos adecuados, con un equipo aplicador
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en perfectas condiciones y sometidos al control de las
autoridades municipales correspondientes.” Aquí coloqué
municipales porque la única manera de que los controles
sean efectivos es que sean manejados a nivel municipal. Es
imposible que desde el nivel nacional o provincial se pueda
efectuar un control eficiente. Esta presentación fue en el
año 2009. Lamentablemente estamos en 2016 y este cierre
sigue absolutamente vigente.
Espero que en unos pocos años podamos decir que
hemos avanzado y solucionado el inconveniente. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- ¿Algún señor diputado desea
formular preguntas?
Sra. Gorban.- Señor presidente: ¿podría decirnos quiénes
son los diputados presentes?
Sr. Presidente (Barletta).- Me parece una buena idea.
Solicito a los señores diputados que por favor se
presenten.
Sr. Olivares.- Soy el diputado nacional Héctor Olivares, de
la provincia de La Rioja.
Sra. Lopardo.- Diputada nacional María Paula Lopardo, por
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sr. Pereyra.- Diputado nacional Juan Manuel Pereyra, por la
provincia de Córdoba.
Sr. López.- Diputado nacional Pablo López, por la provincia
de Salta.
Sr. Lusquiños.- Diputado Luis Lusquiños, por la provincia
de San Luis.
Sr. Weschler.- Diputado nacional Marcelo Weschler, por la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sr. Rubín.- Diputado nacional Carlos Rubín, por la
provincia de Corrientes.
Sr. Presidente (Barletta).- Diputado nacional Mario
Barletta, por la provincia de Santa Fe.
Tiene la palabra el señor diputado López.
Sr. López.- Cuando usted plantea que los controles deben
ser hechos por los municipios, quisiera saber en qué
experiencia se basa. ¿Conoce los municipios de la provincia
de Salta en los que se utilizan fumigaciones aéreas, donde
por ejemplo, los trabajadores que recolectan la basura
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están en negro y ni siquiera cuentan con camiones para la
recolección?
Quisiera saber cuál es su argumento para sostener
que deberían ser los municipios quienes realicen los
controles.
Sr. Cid.- En lo personal me baso en una cuestión de
distancia y de disponibilidad.
Conozco bastante toda la provincia de Salta, si
bien no conozco el funcionamiento en particular de todos
sus municipios.
Sin embargo, sí tengo claro que en la zona
productiva central, la provincia de Buenos Aires dispone de
siete u ocho inspectores para verificar toda la provincia
desde el ministerio provincial. Por lo tanto, es
absolutamente imposible que realicen un control efectivo.
Mi sugerencia se basa en una cuestión de cercanía.
Honestamente considero que hay varias
alternativas de control. El municipio, de manera eventual,
puede llegar a contratar a algún agrónomo para que
esporádicamente haga los controles de las aplicaciones que
generan riesgo en las cercanías de las poblaciones. Es
decir, no necesariamente debe ser un empleado municipal
sino que puede ser alguien que cuando se da una situación
particular haga ese tipo de control con un pago razonable.
Habrá que buscar de dónde sale el dinero.
Evidentemente, prefiero que el control se lleve a
cabo a que no se realice, como sucede en la actualidad. En
mi opinión los únicos que están en condiciones reales de
hacerlo son los municipios. No sé si mi respuesta fue
satisfactoria para el señor diputado.
Sr. López.- Coincidimos pero debatiremos en otra ocasión.
Sr. Cid.- De todas formas, esto es una cuestión de
opiniones y hay posibilidad de discutir.
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra el señor
diputado Olivares.
Sr. Olivares.- Soy ingeniero agrónomo y mi intervención no
es para formular una pregunta sino para comentar que mi
departamento es productor de olivas, de aceitunas.
Actualmente en el municipio se está aplicando
dimetoato para el control de plagas en el olivo, algo que
está en desuso desde hace muchísimos años y con grado de
toxicidad uno. Solamente menciono esto a título de
comentario.
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra la Federación
Argentina de Cámaras Agroaéreas, representada por el doctor
Gustavo Marón y el ingeniero agrónomo Diego Oliva.
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Sr. Oliva.- Gracias por la invitación. Como se ve en la
pantalla, el objetivo de mi exposición es cambiar temor por
conocimiento. Esta es la propuesta básica que se está
haciendo desde la Red de Buenas Prácticas Agrícolas y la
Comunidad Agroalimentaria, que surgió de la Universidad
Nacional de Córdoba.
Voy a presentar cómo es el trabajo aéreo, que no
implica exclusivamente la pulverización. Vamos a
tipificarlo sin el tecnicismos que utilizó el ingeniero Cid
respecto del uso y dinámica de las gotas –aunque de eso
también vamos a hablar-, sino en el contexto de nuestra
tarea y por qué debe ser considerada y promovida como una
actividad estratégica en la producción primaria.
La aplicación aérea tiene una ventaja comparativa
respecto de cualquier otro tipo de sistema: por el efecto
aerodinámico de los planos de las alas es posible conducir
y dirigir con absoluta precisión el producto pulverizado
por el efecto de arrastre de flujo de las gotas. La lógica
aerodinámica consiste en que los filetes de aire por encima
del perfil de ala tienen mayor velocidad que por debajo, lo
que hace que, si el avión está bien calibrado, en el borde
del ala las gotas sean empujadas hacia abajo, para lo cual
el botalón de aplicación debe estar por debajo del ala y
hacia atrás. Observamos en el gráfico que con una aeronave
bien calibrada es demostrable que las gotas son arrastradas
hacia abajo y dirigidas correctamente.
La aeronave de aplicación tiene un beneficio
adicional, que es el efecto de diferencia de presión, por
el cual las gotas son succionadas, chupadas; es el efecto
suelo: hay diferencia de presión por encima y por debajo de
los planos. En consecuencia, la aplicación aérea es
incomparable con cualquier otro tipo de aplicación por el
arrastre y succión de las gotas del producto pulverizado.
Voy a detallar muy brevemente cuál es el nivel
tecnológico de los equipos de pulverización. Es importante
remarcar que todos los equipos cuentan con un sistema
antigoteo. En la pantalla podemos ver uno en un corte
transversal. A su vez, hay diferentes sistemas de
aplicación que nos permiten definir y trabajar con
distintas calibraciones y tamaños de gotas: de espejo,
difusor-espejo, de pico y de atomizador rotativo. Siguiendo
la lógica de la exposición del INTA, sabemos que al
aumentar solo el 26 por ciento del diámetro, las gotas
duplican su peso; y la gota más pesada, cae más rápido.
Además, en la aplicación aérea siempre se usan
caldos de pulverización aditivados con espesantes,
antievaporantes y adherentes, los que hacen que exista una
uniformidad y un tamaño de gota precisamente calibrado
según lo que se decide aplicar.
Este es un ensayo en túnel de viento, en el que
vemos hasta dónde y cómo llegan las gotas. Esto no es un
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modelo simulado –como el que mostró el ingeniero Cid- sino
un ensayo real en el túnel de viento de un laboratorio que
responde a informaciones de los Departamentos de
Agricultura de Kansas, Illinois, Florida y otros
ministerios. Aquí se observa hasta dónde vuelvan las gotas
de acuerdo con el diámetro volumétrico medio y al tamaño
que tengan, pulverizadas a 3 metros y con un viento cruzado
de 8 kilómetros por hora; las gotas más chicas llegan hasta
23 metros con las gotas más chicas. Con todo lo anterior,
podemos asegurar aplicaciones por encima de 150 micrones
-que era lo que proponía el ingeniero Cid-, con la
calibración de la aeronave, con los efectos de arrastre de
flujo y succión y con caldos aditivados.
Este nivel de conocimiento, experiencia y
expertise concluyó en la serie de jornadas que se hicieron
en la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, donde
intervinieron cuarenta instituciones públicas y privadas,
productores, universidades y ministerios, en la cual se
expuso mucha de la información que estuvo disponible en
otras exposiciones. Allí se demostró hasta dónde vuelan
nuestras gotas y de qué manera; por supuesto que en el
medio está la pericia del piloto.
La aplicación aérea tiene un protocolo de
aplicación y no hay lugar a ningún tipo de improvisación.
Se conoce perfectamente la manera de aplicar, hacia dónde y
el plan de vuelo. Las aeronaves están equipadas con
caudalímetros, GPS -que marca perfectamente las transectas
de traslado, es decir hacia dónde ir con el menor recorrido
posible- y seguimiento satelital, constituyendo la
vanguardia tecnológica del sector. Esto permite que todas
las empresas tengamos perfectamente geoposicionado los
lugares de aplicación y los lugares sensibles. Además las
aeronaves tienen un mapeador, elemento que aporta una
referencia satelital dinámica e inmediata que resalta
mediante los colores amarillo y verde el ancho en que se
trabaja y hacia dónde va mediante la demarcación de
transectas y paralelas. En síntesis, tenemos las
herramientas tecnológicas suficientes para conocer dónde
puede haber algún conflicto.
Además es bueno remarcar que las empresas de
aeropulverización son especialistas en meteorología. Los
planes de vuelo siempre están supeditados a la condición
atmosférica y todas las empresas tienen estaciones
meteorológicas propias. Los seguimientos satelitales
también hacen que se defina la condición, intensidad y
dirección del viento, humedad, humedad relativa,
temperatura ambiental y presión atmosférica, lo que
condiciona la dinámica de nuestras gotas.
Algo que es absolutamente diferente de cualquier
otro tipo de actividad es el programa de capacitación
continua de la aeroaplicación. Mediante las cámaras
provinciales, FeArCA y la integración con diferentes
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instituciones y empresas se llevan adelante jornadas de
capacitación continuas siguiendo la lógica propuesta por el
INTA. Se hace una jornada mensual y una anual a nivel a
nivel nacional. En ellas participan pilotos y apoyo de
tierra, así como técnicos especializados en diferentes
áreas.
En cuanto a la eficiencia y oportunidad del
trabajo aéreo, esta tarea no se limita a pulverización sino
también a la siembra, el control de incendios y la
fertilización de cultivos.
En relación con la eficiencia de aplicación en
virtud de la protección de cultivos, la aplicación aérea no
genera pisoteo de lotes y tiene penetración en el cultivo.
Por los efectos aerodinámicos de las alas de los planos se
empujan las gotas hacia abajo. De lo contrario, no habría
posibilidad de demostrar el contacto por envés por debajo
de la hoja.
En un cultivo cerrado -como el que estamos viendo
en la pantalla- se puede demostrar que las gotas de
aplicación aéreas hacen contacto por debajo de la hoja.
Además, en la lógica de la siembra aérea, ¿cómo
se podría sembrar en lugares donde no tienen acceso las
maquinarias, si no es con aviones? ¿Cómo se podría sembrar
dentro de un monte? ¿Cómo se podría promover otro tipo de
actividad, como la ganadera, incluso en zonas de difícil
acceso, como un arrozal? ¿Qué tipo de tratamiento tendrían
en esos casos si no es con aplicación aérea?
Finalmente, quiero mostrarlos en planos
comparativos y hacer un análisis en base a parámetros
ambientales acerca de qué es la aplicación aérea. Tal vez
no todos conozcan qué volumen de vertidos genera una lluvia
de un milímetro; una lluvia de un milímetro -lo remarco y
lo muestro- es un litro por metro cuadrado. Es una lluvia
que si es de gota grande apenas moja el suelo o el perfil y
si es de gota chica es una bruma espesa que no llega a
mojar el suelo. Esto es una lluvia de un milímetro.
Pongámonos en un parámetro de comparación y
veamos: una lluvia de un milímetro es un litro por metro
cuadrado, y una aplicación aérea mil veces menos que una
lluvia de un milímetro; aclaro que me refiero a una
aplicación aérea promedio. Entonces, me pregunto cómo no
promover una actividad que es la que menor impacto
ambiental genera.
Finalmente, siguiendo la lógica que se venía
planteando hasta acá, en otros sistemas de producción se
promueve y se difunde la actividad aérea desde el
principio, desde los niños. En esta imagen podemos ver
imágenes de Disney, donde el héroe de la película Planes
era un avión aplicador. ¿Por qué? Porque entienden que es
una actividad estratégica.
Por último, así le doy tiempo al doctor Marón,
todo lo que se expuso acá es absolutamente demostrable,
14
certificable, repetible y medible. Les dejo para el debate
de los señores diputados la propuesta de hacer una
demostración dinámica, en cualquier lugar del país, en la
condición atmosférica que corresponda -por supuesto- y con
la calibración adecuada; hacer una demostración para que
vean hasta dónde vuelan nuestras gotas, desde la dirección
de avance con vientos cruzados, y así vean hasta dónde
vuelan con un avión bien calibrado. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Seguramente vamos a aceptar el
desafío de hacer una demostración.
Tiene la palabra el señor Marón.
Sr. Marón.- Gracias por permitir a la FeArCA participar en
esta comisión. Muy brevemente voy a expresarme respecto al
régimen jurídico, al marco regulatorio que rige la
actividad agroaérea en la República Argentina.
A ese efecto tomo las palabras del ingeniero Cid,
del INTA, cuando expresó que se requería una normativa
específica y que la actividad fuera regulada. Esto es así,
y en el segmento aeronáutico contamos particularmente con
esa regulación que la vamos a ver a continuación.
Para empezar diremos que el trabajo agroaéreo es
una especie de actividad comercial de la aviación civil
argentina, que tiene su origen desde antaño. Es decir, el
modelo agroproductivo argentino nació con la aeronáutica y
el modelo agroproductor actual no se entiende ni se
descompone lógicamente si no es con la intervención de la
aeronáutica.
Nuestros primeros antecedentes en materia de
aeroaplicación datan de 1921 y desde entonces han ido
acompañando todo el desarrollo de la producción de nuestro
país.
Esta reglamentación nacional encontró su marco
normativo en un decreto de política aeronáutica de 1956.
Declara que es obligación del gobierno federal, es decir,
del Estado nacional, fomentar y promover este tipo de
actividades que ya entonces se consideraban fundamentales
para el desarrollo de la agricultura. En consecuencia, esa
es la norma general que justifica, por ejemplo, que una
fábrica del Estado, la fábrica militar de aviones, hoy
denominada FADEA, se encuentre produciendo aviones
agrícolas, o que la actividad se encuentre completamente
regulada en todos sus segmentos de operación.
A continuación voy a enumerar rápidamente cuál es
la normativa aplicable para que vean qué grado de
desagregación tiene.
Contamos con regulación del Código Aeronáutico,
Ley 17.285, régimen general; las aeronaves deben estar
matriculadas y contar con certificación de
aeronavegabilidad –ley de Registro Nacional de Aeronaves-;
deben emplearse pilotos y personal de mantenimiento y de
15
soporte de tierra argentinos –ley de Mano de Obra
Nacional-; se aplica el régimen regulatorio del trabajo
aéreo, un decreto reglamentario y específico del Poder
Ejecutivo; se aplican infracciones aeronáuticas a cargo de
la autoridad de aplicación, que es la Administración
Nacional de Aviación Civil y contamos con la Reglamentación
de Aeronavegabilidad para la Seguridad Completa de las
Aeronaves. Si tomamos una típica pirámide jurídica de
Kelsen el segmento aeronáutico la cumple en su totalidad.
Por otra parte, a nivel reglamentario la
autoridad de aplicación, la Administración Nacional de
Aviación Civil, cuenta con regulaciones específicas –las
RAAC- Regulaciones Argentinas de Aviación Civil, para
personal, certificación médica, certificación de la empresa
operadora, certificación de las aeronaves y régimen de
aeronavegabilidad de motores y hélices.
Es decir que estamos en presencia de un combo
completo que todas las empresas deben cumplir, sin dejar de
mencionar que no puede realizar trabajo aéreo una empresa
que no cuente con su certificado de explotador de trabajo
aéreo.
Definimos al trabajo aéreo como toda actividad
lucrativa distinta del transporte –es una categoría
residual- que en materia de aplicación agroaérea –como bien
explicaba el ingeniero Oliva- tiene distintas
manifestaciones y no solo la aplicación aérea de
fitosanitarios. Por ejemplo, la lucha antigranizo, la
generación de lluvia artificial, la siembra de alevines en
los ríos, el combate aéreo contra incendios y la liberación
aérea de insectos para control de plagas; todas ellas son
manifestaciones que se dan en nuestro país.
Finalmente, lo que nos compete aquí, la siembra
directa, la fertilización directa, la desfoliación en la
aplicación de todo tipo de fitosanitarios para todos los
ciclos fenológicos distintos de todos los cultivos que se
dan en nuestro país.
Lo importante es visualizar que el trabajo
agroaéreo es una actividad regulada. Está regulada en
cuanto a la empresa explotadora, en cuanto a las aeronaves
a emplear, en cuanto al personal aeronáutico, al lugar de
operación y a la operación aérea en sí.
En cuanto a la empresa explotadora la propia
autoridad aeronáutica exige y fiscaliza el soporte técnico
y económico. Ninguna empresa será autorizada si la
autoridad aeronáutica no controla desde el principio que
tenga capacidad de ser conducida desde lo técnico -con
aeronaves adecuadas- y desde lo económico, como empresa
generadora de réditos. Esta fiscalización es anual con
presentación de balances y en un grado de exigencia similar
al de la AFIP; digo esto para darles una idea de la
encarnadura del concepto.
16
Las aeronaves empleadas no pueden ser de
cualquier tipo, tienen que contar con certificación de
aeronavegabilidad específica.
La tecnología de nuestro país ha mutado hacia un
parque aeronáutico completamente integrado –o en su mayor
parte- por aeronaves de aplicación específica, diseñadas en
origen para la tarea de la que se trata.
En la siguiente filmina vemos algunas
manifestaciones, incluyendo la fábrica de aviones Laviasa
ubicada en la provincia de Mendoza, que junto con la
Fábrica Militar de Aviones produce aviones aeroaplicadores.
Somos la tercera flota de aeroaplicación a nivel mundial
después de Estados Unidos y de Brasil.
Este no es un dato menor, estamos hablando de más
de 300 empresas perfectamente organizadas y una flota de
1.200 aviones, lo que nos coloca a la vanguardia mundial y
debe ser un motivo de orgullo para un país que se viene
desarrollando en la materia desde 1921.
El personal aeronáutico también se encuentra
regulado, no solo en los cursos necesarios para la
obtención de licencias sino en los recurrenciales a los que
refería el ingeniero Oliva para llevar adelante buenas
prácticas agroaéreas.
Me voy a detener un poco para repasar los
contenidos mínimos que hoy exige cualquier escuela de
instrucción y perfeccionamiento aeronáutico –un centro de
instrucción aeronáutica civil- para otorgar la licencia a
un piloto aeroaplicador. Por ejemplo, como mínimo se
requiere: legislación y documentación aeronáutica,
conocimiento de tipos agroaéreos, estructuras técnicas y
operativas, higiene, plagas animales, plagas vegetales y
prevención de accidentes. Se trata de un sistema
completamente cerrado y muy serio que no merece la crítica
despiadada que se le propina desde sectores sin
conocimiento. En la filmina podemos ver algunas fotos que
dan sentido a lo que estamos diciendo.
Se encuentra regulado hasta el lugar de operación, la
propia autoridad aeronáutica establece las habilitaciones
para aeródromos, lugares aptos denunciados agroaéreos y
basamentos operativos, porque se opera desde todo lugar del
país, no solo desde aeropuertos.
En síntesis, el éxito de la regulación pasa por
la suma de la operatividad de la empresa, más las buenas
prácticas agroaéreas, más el cumplimiento de la normativa
local. En el segmento aeronáutico todo esto se está
cumpliendo -suscribiendo lo que decía el ingeniero Oliva-
con una tasa de dispersión, con un porcentual de impacto
verdaderamente mínimo respecto de otros vectores de
aplicación, como es el caso de los terrestres o el
individual, o sea, la mochila.
17
En la siguiente filmina vemos algunas de las
regulaciones que las empresas están cumpliendo en cada una
de las jurisdicciones.
Para concluir, cito como ejemplo el respeto de
las áreas buffer, o áreas colchón, generadas en cada
jurisdicción. Desde un precedente producido el año pasado
por el Tribunal Superior de Justicia de la provincia de
Córdoba que aplicó la ley penal ambiental a aeroaplicadores
que operaron al margen de estos sectores, podemos decir que
tienen efectiva vigencia por cuanto si como agroaplicadores
se exceden de la línea -cualquiera sea-, por el artículo 55
de la ley penal ambiental son susceptibles de ser imputados
penalmente con prisión efectiva.
Nos referimos a cosas muy serias. El piloto, el
aeroaplicador, es el único profesional que garantiza con su
vida la calidad de su trabajo.
En consecuencia, desde la Federación de Cámaras
Agroaéreas concluyo esta presentación diciendo que nosotros
tenemos regulada la actividad y este quizás pueda ser el
patrón sobre el cual construir una regulación para el resto
del país. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Quisiera informarles que se
sumaron a la reunión los señores diputados Basterra y
Bermejo.
A continuación hará uso de la palabra la doctora
Mirta Borrás en representación de la Sociedad Argentina de
Pediatría.
Sra. Borrás.- Creo que luego de escuchar exposiciones tan
técnicas mi participación puede resultar algo infantil.
Digo esto porque soy pediatra y además, médica toxicóloga y
por lo tanto mi punto de vista será desde dos visiones
distintas; no sólo por lo que observo en los chicos sino
por el daño instalado en los adultos, que desde hace muchos
años vienen sufriendo el impacto de este tipo de
fumigación.
Tengo treinta y seis años de profesión y recuerdo
que cuando comencé a estudiar en la facultad nos decían que
la OMS había definido a la salud como: “El estado completo
de bienestar biopsíquico y social”. Con los años esta
definición quedó un poco alejada de lo que estábamos
viviendo y en 1993 la salud medioambiental se incorporó a
la definición de salud.
Vemos que el aspecto de la salud humana incluye
la calidad de vida, que está determinada por la interacción
de agentes medioambientales físicos, químicos, biológicos,
psíquicos y sociales pero también engloba aspectos teóricos
y prácticos que nos dan la posibilidad de evaluar,
corregir, controlar y prevenir factores medioambientales
que potencialmente afecten la salud de generaciones
presentes y futuras.
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Es decir, hablamos de algo que ya fue mencionado
en otras sesiones. Me refiero a la epigenética, a las
alteraciones en la salud por la aplicación de algún
fitosanitario que pudo haber llegado a alguien y que
pasadas varias generaciones pudo alterar la vida de otra
persona.
También estamos hablando de enfermedades no transmisibles,
porque los médicos siempre hablábamos de que un agente
produce tal enfermedad, un germen tal enfermedad, tal
virosis y tal patología. Pero en este caso no estamos
hablando de elementos, de factores o de vectores, sino de
sustancias químicas.
Desgraciadamente, como toxicóloga no voy a hablar
de fitosanitarios ni de agroquímicos sino que me
corresponde hablar de agrotóxicos, porque lo que yo veo es
daño instalado.
En esta imagen vemos otro ejemplo de cómo influye
el medio ambiente en nuestra salud. Estamos expuestos a
factores de riesgo en el hogar, en el lugar de trabajo y en
la comunidad a través de la contaminación del aire y agua,
por falta de saneamiento e higiene, por agentes químicos,
por radiaciones y también contaminación acústica, riesgos
laborales, prácticas agrícolas, entornos urbanizados y sus
patologías, sin dejar de lado todo lo que pasa en el medio
ambiente en cuanto al cambio climático.
¿Qué importancia tienen estos cambios del
ambiente sobre la salud? Se estima que el 24 por ciento de
la carga de enfermedad en el mundo y el 23 por ciento de
todas las defunciones pueden atribuirse a factores
ambientales. Pero en los niños, que es lo que a mí me
concierne, entre 0 y 14 años el porcentaje de muertes
podría atribuirse al ambiente en un 36 por ciento, de lo
que se desprende que es posible mejorar la salud si
trabajamos en ambientes saludables.
Ya dije que no puedo hablar de agroquímicos ni de
fitosanitarios, sino que solo lo hago cuando doy
información en la facultad a mis alumnos. Pero
desgraciadamente, como toxicóloga y como médica, veo daño
instalado. Me refiero a agrotóxicos, que son herramientas
utilizadas para el control de plagas y enfermedades en los
sistemas de producción agropecuaria que, desgraciadamente,
traen importantes riesgos ligados a la salud humana como la
aparición de cáncer, los defectos en el nacimiento,
afecciones en el sistema nervioso y el funcionamiento
endocrino.
Siempre hablamos de que existen vulnerabilidades
tanto en las mujeres como en los niños y yo explico que las
mujeres son más vulnerables porque tienen menor cantidad de
agua, menor masa muscular, mayor cantidad de tejido
adiposo, donde durante mucho tiempo los agrotóxicos se
depositan y viven. Además las mujeres tienen alteraciones
hormonales por sus períodos menstruales y por el uso de
19
anticonceptivos, agregando los disruptores endógenos por el
uso de esta forma de evacuar agrotóxicos sobre los
alimentos, pues todo lo que comemos diariamente está
contaminado y favorece este tipo de patologías.
¿Por qué hablamos de vulnerabilidad en los niños?
Porque tienen mayor exposición al suelo, al agua, al aire y
porque están en constante crecimiento y desarrollo.
Además, tienen una menor capacidad de desintoxicación
porque no son adultos pequeños sino que no están
desarrollados completamente para poder desintoxicarse.
Juegan en el piso y mantienen el hábito de pie-mano-boca,
por el cual todo lo que encuentran se lo llevan a la boca.
También respiran más aire, comen más alimentos y toman más
cantidad de agua por kilo de peso, por lo que están
expuestos a cantidad mayores de pesticidas. Consideremos
también que tienen una falta de maduración y por lo tanto
no pueden llegar a desarrollarse como corresponde.
Por su parte, los índices de analfabetismo y
pobreza en nuestro país son bastante importantes. Hay
chicos que trabajan de banderilleros.
Sr. Oliva.- Esa actividad no existe más.
Sra. Borrás.- No existirá en algunos lugares, pero
personalmente puedo decirles que los he visto, sobre todo
en las provincias tabacaleras y algodoneras, donde todavía
se utilizan chicos como banderilleros.
Los niños son más proclives a la ingestión de
plaguicidas involuntariamente. Esto se ha dado incluso con
chicos que jugando en la cocina los ingieren
involuntariamente, porque todos los padres dejamos los
productos al alcance de los chicos, más allá de la
recomendación de los pediatras. Normalmente, dejamos los
insecticidas y fitosanitarios en el lavadero debajo de la
pileta, hasta donde los chicos van gateando, juegan y los
ingieren. No vamos a hablar solo del hecho de la
contaminación en la casa; también la coloración, las
propagandas y los envases llamativos hacen que puedan
ingerirse estos productos.
Tenemos que saber que hay chicos que no tienen la
posibilidad de vivir en una casa con determinadas
comodidades, con lo cual no pueden quedarse y tienen que
acompañar a sus padres durante la época de fumigación.
Aclaro que me refiero a la gente que realiza esa tarea con
mochila, que normalmente son acompañados por sus hijos sin
la ropa adecuada, sin control, sin máscaras y a veces hasta
juegan en el mismo lugar donde se desarrolla la actividad.
Además, en esos mismos recipientes después acumulan el agua
que van a consumir.
¿Desde cuándo uno tendría que pensar en el daño a
la salud? Es un círculo de nunca acabar: si uno piensa que
cualquier producto que atraviese la placenta también
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atraviesa el sistema nervioso central y la leche materna,
podemos decir que la contaminación se da desde el momento
de la gestación.
En la pantalla podemos comprobar cuáles son las
ventanas vulnerables para el desarrollo de una criatura y
qué puede pasar respecto de la contaminación: desde la
primera a tercer semana existe riesgo de aborto y puede
haber anomalías mayores desde la tercer hasta la novena
semana. No son anomalías menores sino alteraciones
funcionales importantes en los órganos de ese futuro niño.
Tenemos que pensar que las mujeres embarazadas
expuestas pueden tener muerte neonatal, aborto espontáneo,
trastornos en su fertilidad, pérdida de embarazo y, además,
los niños antes de nacer están expuestas a plaguicidas que
–repito- atraviesan la placenta y la leche materna, con el
agravante de que el agua que produce la reconstitución de
las leches también está contaminada.
Entonces hay malformaciones, reducción de
miembros, labio leporino, paladar hendido, déficit en el
tuvo neural, todo lo cual puede perjudicar el futuro de
estas criaturas.
Hoy nos preguntaban si realmente teníamos
cuantificados los efectos. Esto es internacional: yo me
formé en salud ambiental en la Universidad de Valencia,
donde estas cosas se veían muchísimo. La toxicología pasó
de ser una materia de investigación a una asignatura
clínica después de que la talidomida provocara efectos
mortales e importantes malformaciones en los niños. A
veces, lo que tenemos aceptado por distintas instituciones
internacionales no es tan fidedigno y tienen cierto peso
sobre las industrias para que se puedan aceptar o no
productos, sin asumir la responsabilidad que pueda llegar a
producir sobre la vida de los seres humanos.
Los efectos sobre los niños son los siguientes:
microcefalia, alteraciones en el tubo neural y en el
desarrollo, alteraciones dermatológicas y trastornos
respiratorios. El aumento del cáncer infantil es realmente
importante, y lo vemos en los chicos de las madres de
Ituzaingó con la cantidad de leucemias y linfomas
registrada, así como respecto de los tumores de Wilms, que
son tumores renales que los pediatras antes veíamos como
algo rarísimo.
Además, veíamos tumores benignos, pero la verdad es que
cáncer cerebral veíamos muy pocos; hoy, no es tan poco lo
que se ve.
La semana pasada estuve con la señora Leme, que
es directora de un colegio de Gualeguaychú afectado por la
fumigación; aquí podemos ver a uno de los niños que estaba
jugando en el recreo, en ese colegio, al momento de la
fumigación.
21
Los niños crecen y se van a transformar en
granjeros o en trabajadores agrícolas que van a presentar
cualquiera de estas enfermedades en cualquier época de su
vida. Esto es ahora, pero también en generaciones
posteriores. Con esto no quiero decirles que sean
criminales; lo que sí quiero señalar es que hay que hacer
las cosas como corresponde, porque los productos los
conocemos todos: son herbicidas, órganoclorados, piretrinas
y piretroides, carbamatos, órganofosforados y amitraz. Son
productos que quizá algunos ya no usen, pero normalmente se
siguen usando y se venden sin ningún problema, como así
también el sulfuro de aluminio, repelentes de insectos, que
si no se leen las instrucciones de cómo deben aplicarse
pueden llegar a producir bastante daño.
Entonces, ¿qué es lo mejor que tenemos que hacer
y pensar? Para mí, es educar e informar, porque si uno no
está educado y no sabe qué es lo que está haciendo porque
no se le informa el riesgo, tampoco podemos cuidarnos ni
pensar que nos podemos enfermar. Esto me parece importante.
Desde la reunión cumbre de Johannesburgo, en el
2002, nos decidimos a enfrentar todas las causas que
produzcan cualquier tipo de partículas que pueden llegar a
alterar la salud humana. Millones de intoxicaciones
siguieron pasando con los años y la Convención de Naciones
Unidas sobre los Derechos del Niño también escribió sus
capítulos. Pero esto no es lo más importante, porque ello
queda en palabras. Para mí, lo más relevante es que para
enfrentar los riesgos de exposición en niños se necesitan
abordar estrategias que pueden ser locales, regionales o
internacionales, hay que dar información al público y
monitorear las condiciones de salud. Es central que sepamos
que el trabajo del que cuida es tan importante como el
trabajo de fumigar, porque la verdad que parecería que
estuviéramos haciendo un trabajo para no sé quién; pero
creo que todos somos seres humanos y merecemos el mismo
tratamiento.
Además, debemos contar con la seguridad de tener
un tratamiento adecuado cuando las consecuencias llegan a
nosotros. Entonces, el desarrollo de instrumentos
efectivos, económicos y legales me parece que es lo mejor.
Creo que lo que más me importaría es que ustedes
piensen que existió el desastre de Minamata, que es una
bahía ubicada en Japón, donde una empresa eliminó kilos y
kilos de un tóxico durante casi treinta años. Treinta años
después empezaron los cambios genéticos y las
malformaciones. Los primeros en detectarlo fueron las aves,
que morían en el vuelo porque comían pescados contaminados;
los gatos, que tenían la misma intoxicación que después
presentó la gente con los años, que era parálisis del tren
posterior. Posteriormente, terminaron teniendo enfermedades
gravísimas de tipo degenerativas a nivel del sistema
nervioso central. Esto ocurrió durante treinta años y
22
resulta que aún hoy Japón tiene que pagar a estos enfermos
de Minamata mayores indemnizaciones que lo que ha tenido
que invertir en las consecuencias de la bomba atómica.
Entonces quiero que lo tengamos presente.
No todo se va en palabras, los efectos duran
años, los períodos de latencia de las enfermedades
ambientales son enormes: entre veinte, treinta y cincuenta
años. Ténganlo presente; esto es lo único que me interesa,
porque los chicos de hoy son los enfermos del futuro.
(Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Si ningún señor diputado desea
realizar alguna pregunta, voy a concederle el uso de la
palabra al ingeniero agrónomo Mario Bogliani representante
del INTA.
Sr. Bogliani.- Gracias por la invitación a participar de
este encuentro. Considero muy saludable y valioso comentar
lo que hacemos como institución.
A diferencia de lo manifestado por los
expositores anteriores que se expresaron en relación con la
tecnología, mi exposición estará encarada en el sentido de
qué son las buenas prácticas agrícolas. Dado que este
concepto se está imponiendo mucho vamos a aclararlo.
En una primera mirada, a vuelo de pájaro, quiero
expresar que hoy -sin tener un destinatario específico- las
plagas, malezas y enfermedades están consumiendo entre el
20 y el 40 por ciento de la producción de alimentos. Digo
esto como para no perder de vista que, de alguna manera,
los fitosanitarios ayudan a la producción de alimentos.
Contamos con un marco nacional, uno provincial y
uno municipal. Es decir, tenemos una ley de fitosanitarios,
pero como dijo Ramiro Cid es totalmente obsoleta. En un
futuro inmediato estaremos trabajando en un proyecto de ley
nacional de aplicación de fitosanitarios ya que
prácticamente tenemos las otras dos patas: una, la ley de
presupuestos mínimos de gestión de envases vacíos -que creo
está por aprobarse en la Cámara de Diputados- y la otra, la
de registro de fitosanitarios.
A nivel provincial contamos con leyes en todas
las provincias, que persigue objetivos más o menos
similares. Algunas no están tan actualizadas, adolecen de
muchos años, y en ese caso en particular tampoco se hablaba
de las aplicaciones periurbanas y de zonas de
amortiguamiento.
Por otro lado, existen ordenanzas municipales. En
este punto me quiero detener porque dichas ordenanzas son
bastante arbitrarias en el sentido de que no se toma ningún
resultado científico válido para definir cuáles deberían
ser las zonas en las que se podría trabajar de manera
apropiada.
23
Por otra parte, y para que se comprenda bien,
quisiera aclarar que la zona de exclusión no es lo mismo
que la de amortiguamiento. Existen municipios que aplican
zonas de exclusión, en las que no se puede aplicar ningún
tipo de fitosanitarios y una zona de amortiguamiento en la
que no se permite aplicar cierto tipo de productos y con
determinada tecnología.
¿Qué significan las buenas prácticas agrícolas?
Son un conjunto de acciones tendientes a modificar hábitos.
Los seres humanos tenemos ciertos hábitos y es bastante
difícil sacarnos de esa estructura. Entonces, las
aplicaciones de fitosanitarios tienen que hacerse de manera
segura y eficiente, protegiendo la salud y el ambiente.
Asimismo, debe defenderse fundamentalmente el principio
básico regulatorio, proporcionando marcos de referencia, de
principios básicos, niveles legales, mínimos basados en
requerimientos de hacer cumplir lo indicado por leyes y
decretos. En la filmina lo vemos remarcado en color rojo,
todo esto debe hacerse sin olvidar el sentido común, el
menos común de los sentidos.
Por otra parte, dos preceptos clave a tener en
cuenta son la protección de la salud humana y del ambiente.
Ellos son la base de las buenas prácticas agrícolas.
Dado que recorremos el país nos topamos con malas
prácticas agrícolas que son las que nos llevaron a la
actual situación. Reitero lo mencionado anteriormente por
los colegas en relación con la formación rigurosa: debemos
tener profesionales dedicados a la aplicación de
fitosanitarios porque no es una tarea que pueda desarrollar
cualquier improvisado.
Hace unos años, alguna gente que se había quedado
sin trabajo y contaba con una indemnización importante, vio
en esto un nicho laboral posible, compró un equipo de
aplicación de fitosanitarios y salió a aplicarlos. Esto es
un disparate.
Existen algunos conceptos básicos en toda la
cadena que influyen sobre los fitosanitarios. Ellos van
desde el transporte –no nos extraña ver un bidón de
fitosanitarios dentro de la cabina de un vehículo-, hasta
depósitos de almacenamiento de productos en condiciones
lamentables, con mínimas y escasas normas de seguridad y
con acceso prácticamente libre, no solo para quien trabaja
sino también para niños y quienes no tienen nada que ver
con el sector.
Por otro lado, la correcta aplicación de los
fitosanitarios está relacionada con leer detenidamente el
marbete del producto fitosanitario, con cargar las máquinas
en el lugar apropiado, con cuidarse al momento de hacer las
mezclas y con aplicarlas con equipos en muy buenas
condiciones tecnológicas –como decía Ramiro Cid- para
realizar bien este trabajo.
24
Es importante llevar un control. Si tenemos en
cuenta los episodios que se suceden en las diferentes
comunidades agrícolas, si controlamos lo que hacemos y
además lo registramos en un cuaderno de campo, ante un
conflicto se puede informar qué día y en qué lugar se
aplicó el fitosanitario, a qué cultivo, qué tipo de
tratamiento, el nombre del aplicador y qué tecnología se
utilizó. Toda esa información nos sirve como documento
válido para demostrar –o no- que las cosas se hacen de la
manera apropiada.
Otro tema importante que ha generado mucho
revuelo es el referido a los envases vacíos de
fitosanitarios. Estamos hablando de aproximadamente 15.000
toneladas de plástico que en la actualidad tienen destinos
bastante inciertos, ya que los envases de fitosanitarios
han desaparecido de los campos y si bien presumimos dónde
van a parar no sabemos cuál es el destino que se les da.
Por eso nosotros desde hace varios años estamos
pensando en una ley de presupuestos mínimos de gestión de
envases vacíos –y creemos que este año será aprobada- que
está relacionada con la creación de un sistema de
trazabilidad de estos envases para saber dónde están y
también adónde llegan.
Actualmente existen programas para trabajar el
tema de los envases vacíos como es el caso del Programa
Agrolimpio, llevado adelante por Casafe –la Cámara de
Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes. Se trata de
instrumentos y estrategias que nos permiten visualizar y
tener un conocimiento acabado de lo que pasa con esta
cantidad de envases.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es el
fomento de la sustentabilidad. Para lograr una agricultura
o una agroindustra válida debemos fomentar la
sustentabilidad, es una contribución mínima de todos los
usuarios, no solo de los que aplican fitosanitarios sino de
toda la cadena –distribuidores, fabricantes, instituciones
de investigación y desarrollo. Es decir, todos de alguna
manera somos partícipes para tratar de llevar esto
adelante.
Como hoy decía Ramiro Cid, si tenemos un menú, en
él intervienen prácticamente todos los fitosanitarios.
Alguna vez escuché un comentario respecto de un trabajo de
la FAO en el que se decía que si el mundo tuviera que comer
con agricultura orgánica serían necesarios cuatro mundos.
Es decir, mal que nos pese, los fitosanitarios son
herramientas estratégicas.
Más allá de los requisitos legales, no se
pretende reemplazar ni modificar normativas sino
simplemente respetar a la sensibilidad social y al medio
ambiente.
En un trabajo integrado IRAM desarrolló la norma 14.130,
sobre implementación de las buenas prácticas agrícolas en
25
la producción. Se está trabajando también por la 14.130-2,
que tiene que ver con la normativa particular de las
aplicaciones terrestres, y también se está considerando la
normativa de aplicaciones aéreas. Es decir, que no están
faltando instrumentos para regular la actividad.
En la pantalla aparecen otras circunstancias,
otras realidades que tienen que ver con los sellos de
responsabilidad social empresaria, con la producción
sustentable y con los sellos verdes. Desde el lado de la
producción de a poco se va tomando conciencia sobre cómo
hacer mejor las cosas. Asimismo, vemos la actividad de
AAPRESID en lo que tiene que ver con la agricultura
certificada en cada una de las etapas del proceso
productivo.
Si un país como China, que ahora está tan de
moda, nos llega a pedir que le vendamos soja certificada,
no podremos hacerlo porque la cantidad de productores
certificados es muy baja, por lo que nos vamos a encontrar
con trabas paraarancelarias a la que no tenemos respuesta.
En realidad, tenemos la respuesta pero no tenemos un nivel
de aceptación de estas prácticas.
En síntesis, una adecuada definición de las
buenas prácticas tiene que ver con hacer las cosas bien y
dar garantía de ello.
Saliendo un poco del tema de las buenas
prácticas, quiero tomar algunos conceptos que han
mencionado otros profesionales en relación con la
capacitación, porque es clave y fundamental, aunque debe
ser rigurosa. En algún momento desarrollamos un programa
de formación integral para capacitar formadores en los
territorios, porque también nos dimos cuenta de que la
capacitación puntual -el toco y me voy- no es tan efectiva.
Eso lo deduje como consecuencia de haber dictado
capacitaciones por más de 25 años, y la realidad es que se
siguen pidiendo jornadas de capacitación. A mi modo de ver,
faltan profesionales en los territorios que sepan abordar
de manera profunda esta temática y que sirvan como
referencia a las personas de la misma localidad.
En cuanto a la tecnología, Ramiro Cid dijo que
hay de sobra, como los equipos de sensoramiento a
distancia.
En un trabajo articulado que vamos a encarar con
el Ministerio de Agroindustria, nosotros como institución
de investigación vamos a estudiar el caso del efecto
deriva, porque la preocupación que tiene la sociedad nos
llevó a pensar en otras variantes. Espero que podamos
iniciar el año próximo un trabajo que nos lleve a
conclusiones que nos permitan obtener resultados válidos
para ayudar a legislar a los municipios, en particular
pensando en una ley para aplicaciones periurbanas.
Otro concepto estratégico para la Argentina es
generar una plataforma de buenas prácticas agrícolas, un
26
lugar donde podamos analizar, discutir y visualizar
estrategias de manera integrada, sin rivalidades ni
conflictos, y donde podamos juntarnos bajo un mismo techo
para consensuar estrategias para mejorar una realidad
inevitable. Si trabajamos con objetivos comunes elevándonos
por encima de nuestras individualidades, unificando
criterios y superando diferencias, aprenderemos a trabajar
en equipo. Esto es lo que percibo luego de tantos años, y
vamos por ese camino.
Finalmente, no existen fitosanitarios seguros
sino formas seguras de aplicarlos. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra el señor
diputado Pereyra.
Sr. Pereyra.- Señor presidente: este es un tema que da para
mucho debate porque alguien dijo aquí que si evitamos los
agroquímicos, naturalmente nos quedaremos sin alimentos
para las personas. Es un tema muy complejo porque hay dos
partes, dos verdades, de un lado y del otro. Pero
obligadamente tenemos que utilizar estos agroquímicos.
Yo soy del oeste de Córdoba y me gusta mucho este
tema. Tengo una casa quinta así que compruebo ahí con mi
fruta que cada día hay más plagas, y si uno no trabaja con
agroquímicos, directamente tiene que talar la planta o
dejar los yuyos a campo traviesa. En el caso concretamente
de la mosca del mediterráneo, nuestra zona era
frutihortícola y ahora no se puede plantar nada porque se
lo lleva todo este insecto. En invierno yo probé con la
plantación de pomelos, y durante dos años hubo mucha fruta,
pero que se caía antes de empezar a madurar. Probé con un
poco de fumigación y ahora todavía tengo pomelos sanos.
Esta situación no pasa solamente por la mosca de
los frutos sino por otros temas que no conozco, y por ello
invité a algún profesional a analizar la situación. Luego
tuve planta de mandarinas, que creció con mucha sanidad,
floración y mucha fruta y de un día para otro se murió.
Este domingo en la misma huerta me encontré con una planta
de ciruelas con muchísima fruta, una planta joven que había
cargado mucho, pero noté que las hojas ya se están cayendo,
así que directamente va a pasar lo mismo que con la planta
de mandarina, es decir, se va secar. Todo esto ocurre en
una zona donde no se usan muchos agroquímicos.
Por último, tengo una altísima preocupación
porque en los bosques y en los campos las plantas
autóctonas se mueren, y obviamente no pasa ningún producto
agroquímico cerca de ellas. En nuestra zona el principal
monte es el quebracho blanco y el algarrobo negro, en
cuanto a las plantas de mayor tamaño, además de muchas
especies de arbustos. El quebracho blanco tiene una muerte
súbita: uno lo ve con las hojas verdes y al día siguiente
ve a esa planta con las hojas secas y en quince o veinte
27
días se caen las hojas, el quebracho muere y se lo tala.
El caso del algarrobo negro es distinto, pero tiene dos
males. Uno es el gusano que lo tala por dentro.
Lo hace de tal manera que queda solo su cáscara; la planta
sufre hasta que muere, eso sí, es una muerte lenta. También
está el caso de los árboles más sanos, más frescos y verdes
que taladran las ramas y van muriendo por partes.
En conclusión, esa es la situación de las dos
principales especies de flora autóctona, en una zona a la
que no creo que llegue la acción de los aviones
fumigadores.
Por último, quería decirle al colega que mencionó
el tema de los municipios, que son la célula básica y es
donde los vecinos pueden reclamar viviendo en democracia,
están los Concejos Deliberantes, hay minorías y mayorías; y
por lógica los intendentes o intendentas de turno deben
escuchar sí o sí los reclamos. También es cierto que por
suerte han proliferado los medios de comunicación –léase
radios locales-, que se hacen eco de cualquier mínimo
reclamo o preocupación de la sociedad. Obviamente, el
reclamo es hacia el municipio. Esta realidad existe y así
se va avanzando en el tema de la salud primaria. Yo fui
cuatro veces intendente y, por ende, tengo mucha
experiencia.
La atención primaria de la salud está a cargo de
los municipios, y atendemos “al toque”, como se dice.
Nosotros tenemos un récord en materia de atención primaria
de la salud y vamos avanzando.
En cuanto a la educación y la escuela pública, en
el caso del gobierno de mi provincia y de otras provincias
también, el mantenimiento de las escuelas también se lo han
transferido a los municipios. Porque va la directora a la
intendencia y comunica que hay humedad, no sube el agua, se
rompió el baño, etcétera y en el acto se lo solucionan.
Entonces, haría falta una ley para que llegue más
directo el municipio. Es cierto que todas las provincias
argentinas tienen sus Constituciones, pero no todas las
leyes nacionales llegan a los municipios. ¿Cómo hace
aplicar la ley el gobernador de tal o cuál provincia? ¿Cómo
llega la solución a donde está el problema? Estas son las
preguntas que nos debemos hacer. Entonces, sería
conveniente trabajar en una ley, que no digo que sea
obligación de las provincias adherir a ella, pero sí que
llegue información a los municipios, o directamente a
través de los INTA, que está presente en todo el país.
(Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra el ingeniero
agrónomo José Luis Tedesco, quien es miembro del comité
ejecutivo de Aapresid.
28
Sr. Tedesco.- Buenos días a todos, muchas gracias por la
invitación. En nombre de la institución le agradezco mucho
esta invitación a la Cámara de Diputados.
Soy de Aapresid, y además de estar en el comité
ejecutivo, participo del programa de agricultura
certificada que les comentaré a continuación.
La misión de Aapresid es impulsar sistemas de
producción sustentable de alimentos, fibras y energía a
través de la innovación, la ciencia y la gestión del
conocimiento en red. Esto es lo que hacemos en Aapresid.
Voy a exponer algunos datos breves del programa
de agricultura certificada. Es uno de los programas
específicos dentro de AAPRESID, que lleva a cabo la misión
de la institución. Es un sistema de gestión de calidad que
tiene una visión holística y promueve las prácticas
sustentables. Plantea la evolución y la construcción de
valor a través de un círculo virtuoso y de mejora continua
y nos basamos en hechos.
A continuación voy a mostrar algunas imágenes.
Aapresid comenzó a funcionar hace más de treinta años,
aunque la institución se fundó en el 1989 y lo hizo en
respuesta a la gran preocupación por los problemas de
erosión.
En la filmina que se está proyectando vemos un
gráfico que muestra un incremento demográfico y la
evolución de la demografía a nivel global. En el año 1800
el mundo alcanzó los 1.000 millones de habitantes, a partir
de allí la humanidad comenzó a crecer y ello tiene dos
explicaciones fundamentales basadas en el conocimiento
científico. Los dos campos que aseguraron este crecimiento
demográfico fueron la provisión de alimentos en calidad y
cantidad y todo lo relacionado con las ciencias médicas. Es
decir, las dos áreas que garantizaron el crecimiento de la
población mundial fueron las ciencias agropecuarias y las
ciencias médicas.
En la siguiente filmina vemos otro gráfico que
muestra que esa evolución se da de diferente manera de
acuerdo al mayor o menor grado de desarrollo de los países.
Vemos que el incremento demográfico se produce con mayor
agresividad en los países menos desarrollados.
El problema de la sustentabilidad se plantea
frente a la gran cantidad de habitantes que vivimos en el
planeta. Ello significa que hoy debemos utilizar los
recursos para poder seguir haciéndolo en el futuro y que
las generaciones que nos sucedan puedan seguir haciendo uso
de ellos, al menos en el mismo estado en que nosotros los
encontramos.
La sustentabilidad se basa en tres ejes:
ambiental, social y económico. De todas maneras, si no
tenemos una sustentabilidad económica es imposible pensar
en las otras dos.
29
Quisiera poner un ejemplo. Todos sabemos que
estamos en un contexto de cambio climático y este año, en
la cosecha que pasó recientemente, hubo exceso de
precipitaciones y se perdieron cinco millones de toneladas,
principalmente de soja y de otros cultivos en la Argentina.
En muy pocos días ello incrementó de manera automática cien
dólares los alimentos a nivel global, principalmente la
soja. Como mencionábamos la sustentabilidad económica debe
ser garantía tanto de la sustentabilidad social como de la
ambiental.
Tal como comentaba recién, la evolución de la
siembra directa es la agricultura certificada y ahora voy a
desarrollar en qué consiste.
La agricultura certificada certifica la siembra
directa. El sistema de siembra directa es la práctica de la
siembra directa más la aplicación de las buenas prácticas
agrícolas a través del tiempo.
¿Por qué hacemos esta distinción entre la siembra
directa como práctica y el sistema de siembra directa?
Porque en el caso de la primera, uno puede tomar por
ejemplo una sembradora que sea apta para siembra directa y
practicarla; se trata de una práctica entre muchas otras.
Lo que garantiza el sistema de siembra directa
son las buenas prácticas agrícolas. Es decir, sumar a la
práctica de la siembra directa las buenas prácticas
agrícolas a través del tiempo. Ahora veremos cuáles son.
La primera buena práctica agrícola es la no
remoción, es decir, la práctica de la siembra directa. A
partir de ahí Aapresid, la Asociación Argentina de
Productores de Siembra Directa, comenzó a trabajar en la
rotación de cultivos que es fundamental para mantener la
sustentabilidad de los suelos.
Otro de los pilares de las buenas prácticas
agrícolas es la nutrición balanceada, que está relacionada
con la fertilización y reposición de nutrientes en los
suelos.
En cuanto al manejo integrado de plagas y
enfermedades, ello tiene que ver con el monitoreo de
cultivos. Los cultivos se monitorean y no se aplica porque
sí un cultivo sino que se lo hace a partir de que se llega
a determinado umbral de acción para dicho cultivo, con el
fin de controlar las plagas y que no generen un impacto
económico que nos haga perder sustentabilidad.
Otro de los pilares de las buenas prácticas
agrícolas es el manejo responsable de los fitosanitarios.
Este es el tema que nos compete hoy y que vamos a
desarrollar con uno de los proyectos en los que estamos
trabajando en la ciudad de Bandera, provincia de Santiago
del Estero.
Les comentaba que los pioneros de Aapresid
comienzan a reunirse a mediados de la década del 70,
30
preocupados principalmente por los problemas de erosión que
se registraban en la zona centro del país.
Tenemos dos tipos de erosión, hídrica y eólica.
Esa era una gran preocupación de estos pioneros que luego
comenzaron a desarrollar tecnología en forma conjunta con
los fabricantes de maquinarias y con instituciones como el
INTA.
De esta forma, llegaron a fundar Aapresid en 1989
y a partir de allí se empieza a difundir la siembra directa
como práctica para luego evolucionar hacia el sistema de
siembra directa. La filmina que estamos proyectando muestra
una imagen tomada en Pavín, Adelia María, de un camino
rural que se encuentra removido y al costado se puede ver
un lote con cultivo de soja. Fíjense lo que pasó con ese
lote, al camino se lo llevó el agua; esta es una
demostración clara de lo que produce la erosión.
Como mencioné recién, la siembra directa empezó a
dar garantía para que esa erosión no se produzca y lo
podemos demostrar claramente. Me pregunto qué hubiera
pasado con ese suelo si hubiera estado removido como estaba
el camino y caía esa precipitación en un contexto de cambio
climático como en el que estamos actualmente. ¿Qué hubiese
pasado con ese suelo? Habría quedado la parte que tiene
arcillas endurecidas y sería imposible cultivarlo.
Las imágenes del camino de la izquierda son
realmente impresionantes. Del lado derecho de la filmina
vemos otra imagen que me envió Edgar Ramírez, uno de los
integrantes del comité ejecutivo que reside en Córdoba.
Allí lo que parece un canal en realidad no lo es sino que
se trata de un camino al que se lo llevó el agua. Con esta
imagen quiero demostrar lo que significa remover los suelos
y el grave peligro ambiental que ello implica.
Pero tengamos cuidado, solo con la práctica de la
siembra directa no alcanza sino que es necesario sumarle la
aplicación total de las buenas prácticas agrícolas y esto
se produce a lo largo del tiempo.
En la siguiente filmina podemos ver imágenes de
erosión eólica: la erosión producida por el viento. Las que
vimos anteriormente son de erosión hídrica, producida por
la acción del agua.
La erosión eólica hace volar grandes cantidades y
toneladas de suelo que se pierden directamente en la
atmósfera y muchas veces van hacia el mar.
En esta otra imagen podemos ver qué es la erosión
eólica. Si se fijan se puede ver cómo pasó parte del suelo
que comienza a ser trasladado a través del alambrado, sin
mencionar lo que voló y quedó en la atmósfera y no sabemos
dónde fue a parar.
Quisiera agregar que la erosión eólica es
generadora de muchísimos accidentes de tránsito. En las
épocas en las que se trabajaban los suelos, cuando después
soplaba el viento era bastante común que las rutas se
31
taparan y ello provocaba numerosos accidentes. Yo soy de
Chacabuco y recuerdo que un ex compañero de la secundaria
estaba estudiando en Córdoba y falleció en uno de esos
accidentes fatales, producto de la erosión eólica, porque
volaba tierra y lamentablemente quedó atrapado.
En cuanto a los beneficios de la siembra directa
-si bien ya mostramos algunos- si hablamos de la erosión
debemos decir que la reduce en un 90 por ciento. Imaginen
que este número que mostramos para Aapresid es algo
cotidiano pero en realidad, es enorme. El 90 por ciento de
reducción de la erosión es un número enorme.
Al mismo tiempo, se reduce la evaporación del
agua en un 70 por ciento. Es decir, somos más eficientes en
el uso del agua y ese porcentaje de reducción también es un
número importante sobre todo en un contexto de cambio
climático.
Por otra parte, se reduce más del 60 por ciento
del uso de combustibles fósiles y este también es un dato
muy valioso. Repito, en un contexto de cambio climático
donde las emisiones de gas y el efecto invernadero son un
problema, reducir el 60 por ciento del uso de combustibles
fósiles es una gran noticia.
Además, se favorece el secuestro de carbono, ya
que cuando hacemos siembra directa dejamos los residuos en
superficie y ellos nos permiten capturar carbono
directamente en el suelo.
Asimismo, la siembra directa promueve la mayor
actividad biológica y la biodiversidad. Cuando pensamos en
la siembra directa y en la materia orgánica que aportamos
al suelo, promovemos vida en el suelo y ello nos garantiza
más fertilidad y más sustentabilidad. El mayor factor
formador de suelo que podemos manejar es la formación de
vida y también la multiplicación de vida en el suelo. Todo
ello promueve un mayor ciclaje y disponibilidad de
nutrientes, los rendimientos se vuelven estables y en
algunos casos también van creciendo.
Cabe señalar que la siembra directa tiene menores
costos operativos –lo que brinda mayor sustentabilidad- y
menores horas de trabajo a campo, lo que permite una
planificación y capacitación más estratégicas.
En ese sentido y teniendo en cuenta este nuevo
contexto de cambio climático, la biotecnología es una
herramienta crucial que nos puede ayudar a encontrar
soluciones satisfactorias y sustentables.
Vemos a continuación algunas imágenes que tienen
que ver con la rotación. Arriba a la izquierda se muestra
un rastrojo de maíz con su cobertura en el entresurco, el
cual se deja en superficie para aportar carbono a los
suelos. Los cultivos de cobertura como la vicia permiten
incorporar nitrógeno al suelo para ser aprovechados por los
cultivos graminosos. La vicia es un cultivo de invierno que
32
incorpora nitrógeno al suelo que se utiliza para el maíz en
el verano.
La foto de arriba muestra un centeno como cultivo
de cobertura, el cual aporta materia orgánica. Su sistema
radicular remueve el suelo de una manera natural.
Luego se pueden ver microagregados del suelo
producto de las rotaciones del aporte de rastrojos a esos
suelos y la mayor actividad biológica.
Ahora vemos un ensayo de suelo removido. Este es
el botalón de la pulverizadora donde se asperja agua, y
luego tienen otro cuadrante del suelo con cobertura. Como
pueden ver, en la primera parte el agua va quedando sobre
la superficie: como el suelo perdió estructura, el agua no
puede penetrarlo y empieza a correr. En el caso de la
siembra directa, como el suelo está poroso, el agua puede
percolar y queda retenida en el suelo.
Fíjense lo que pasó en el cuadrante de la
derecha: el agua fue corriendo y arrastró suelo. Por su
parte, a la izquierda no hay ni una sola gota de agua ni de
suelo. Esto tiene que ver con la mitigación de la erosión
que genera la siembra directa.
Ahora paso a la aplicación y manejo responsable
de fitosanitarios. Esta es una foto tomada en Lucerna que
me envió “Peco” Repetto, un integrante de AAPRESID. Pueden
ver que en esa zona urbana hay una Iglesia y un cultivo
extensivo donde se aplican fitosanitarios al lado del
pueblo.
Ahora ven una imagen de Rochefort, Francia, donde
pueden notar unas líneas claras. Esas son huellas de una
pulverizadora junto a una zona urbana donde incluso hay
casas con piletas. Las aplicaciones se hacen exactamente al
lado de esas zonas urbanas. ¿Por qué en Europa se puede
hacer y funciona, y acá no? Evidentemente, en la Argentina
se puede hacer.
Ahora proyecto otras imágenes llamativas donde se
ven las huellas de aplicación en otro lote de zona urbana.
Es llamativo un cuadrante muy chico en el cual también hay
huellas de aplicación, es decir que no hay ningún límite
visible para las aplicaciones. Si en Europa se puede hacer,
si aplicamos las buenas prácticas agrícolas en nuestro
país, evidentemente también puede hacerse.
Como les dije anteriormente, a la agricultura
certificada es un sistema de gestión de calidad. En la
actualidad estamos trabajando en un nuevo protocolo de
certificación de buenas prácticas para aplicaciones
periurbanas. Esto tiene que ver con una solicitud que nos
hizo el municipio de Bandera, Santiago del Estero, con
quien estamos trabajando en la implementación del sistema
de gestión de calidad de agricultura certificada con
adaptaciones para las buenas prácticas en áreas
periurbanas. El enfoque es de liderazgo y hacia el
ciudadano, porque se pretende que la comunidad asuma el
33
liderazgo de aplicar las buenas prácticas, de realizar las
cosas como corresponde a fin de mitigar cualquier
problemática social o ambiental que pueda existir. Se busca
la participación de todos los actores involucrados y el
enfoque basado en procesos de sistemas para la gestión. El
enfoque sistémico es muy importante porque, de lo
contrario, terminamos viendo lo particular y no se
representa la totalidad de las cosas. Además nos ayuda a
entender las interacciones y cómo resolver procesos
complejos.
Otro de los valores de la agricultura certificada
es la mejora continua, el enfoque basado en hechos para la
toma de decisiones y las relaciones mutuamente beneficiosas
entre todos los actores involucrados.
Para graficar un poco cómo se implementa un
proceso de certificación, AAPRESID aporta el protocolo y el
marco institucional, además de facilitadores. En Bandera
lo estamos haciendo en conjunto entre el programa de
agricultura certificada, el municipio y con un gran
involucramiento de todos los actores de la comunidad.
Realmente, da placer ver cómo se fue involucrando la
comunidad a medida que avanza el proyecto.
Finalmente, se hace una certificación por una
tercera parte: el organismo que la realiza puede ser un
ente acreditado por ISO, IRAM, Shutter o SGS, o algún otro
que se cree para tal fin.
El programa de agricultura certificada existe
desde 2008, aunque se viene trabajando desde 2006, es decir
que ya prácticamente tenemos una década de funcionamiento
como programa de certificación para el agro. Tenemos
agricultura certificada orientada a productores con dos
facetas: la grupal, dirigida a grupos de pequeños
productores para ingreso progresivo a las buenas prácticas
agrícolas; y las buenas prácticas para contratistas,
mediante uno de los manuales de base para la norma IRAM
14130. El año pasado comenzamos un proceso a través del
cual AAPRESID aportó el Manual de Buenas Prácticas para
Contratistas, CASAFE aportó un Manual de Pulverizadora OK y
trabajamos con un conjunto enorme de actores como
facultades, organismos técnicos y demás a efectos de trazar
esta norma IRAM 14130, de buenas prácticas en labores
agrícolas, la cual contempla siembra, cosecha y
pulverización aérea y terrestre.
La certificación para municipios es parte de un
proyecto piloto que estamos trabajando en Bandera por el
cual buscamos implementar un sistema de gestión de calidad
dirigido a transparentar, comunicar y generar confianza en
la problemática de aplicaciones periurbanas. Este proyecto
tiene apoyo del gobierno provincial de Santiago del Estero
y lo está observando muy atentamente el Ministerio de
Agroindustria de la Nación para ver su evolución y la
posible aplicación en distintos lugares. Para que se
34
entienda mejor, la agricultura certificada es un sistema de
gestión de calidad similar a las normas IRAM o ISO, pero
aplicado principalmente a las producciones agrícolas.
Para explicar un poco qué es lo que estamos
haciendo en Bandera, dependiendo del tipo de ordenanza y de
legislación que se haya implementado en cada lugar,
encontramos anillos de exclusión y de amortiguamiento con
bandas toxicológicas. Cuando empezamos a trabajar en este
sitio, esta metodología nos resultó inaplicable porque en
muchos casos se establecen círculos que dejan algunos lotes
bajo regímenes de aplicación distintos de acuerdo con su
tipo de banda toxicológica, lo cual complica mucho la
tarea. Entonces, empezamos a trabajar en un área y fuimos
avanzando e incorporando más superficie.
Comenzamos con un área periurbana, pegada al
pueblo, pero con la estricta aplicación de las buenas
prácticas agrícolas, que ahora les voy a contar en qué se
basan.
Aquí quiero hacer una referencia a la inversión
térmica, porque muchas veces se habla de distancias de
exclusión. La realidad es que si se hace una aplicación en
condiciones de inversión térmica -podemos observar la
imagen en la filmina- la pulverización puede quedar
suspendida en el aire y después ser arrastrada por una
brisa o por un viento hasta 50 kilómetros.
Entonces, las distancias de exclusión no tienen
demasiado sentido, más allá de las que claramente
explicaron nuestros técnicos recién: la deriva física.
Realmente imponer una exclusión y aplicar en condiciones de
inversión técnica es una mala práctica agrícola.
Adicionalmente, necesitamos controlar las condiciones de
aplicación para asegurarnos de que no haya ese tipo de
condiciones de aplicación, que de ninguna manera podrían
garantizar una aplicación correcta. O sea, muchas veces se
habla –insisto con esto- de distancias de aplicación, y si
se aplica en condiciones de inversión térmica, muy
probablemente esa deriva puede ser mucho más alta que la
banda de exclusión que se pretende establecer. Insisto en
que es muy importante la aplicación de buenas prácticas
agrícolas, que sean sustentables.
Los principios en los cuales se basa la
certificación son la transparencia, el enfoque sistémico,
la mejora y la trazabilidad. La trazabilidad tiene que ver
con conocer cada uno de los procesos que se llevan a cabo
en esa superficie o en ese sistema certificado. ¿Cuál es la
ventaja de la certificación? Tiene una ventaja adicional.
Recién también hablaban con preocupación de los
niños implicados en los trabajos que, muchas veces, tienen
que ver con malas prácticas. De ninguna manera los niños
pueden estar involucrados o implicados en trabajos con
fitosanitarios. Esto es una mala práctica, es pésima.
35
Quiero comentarles aquí por ejemplo que, a la
hora de evaluar un producto que se elaboró con un sistema
de producción certificado, tenemos la ventaja de que
podemos conocer si en el proceso de trabajo hubo realmente
niños involucrados o no, si hubo malas condiciones
laborales, o trabajo en negro. Con las certificaciones se
eliminan todos estos factores.
¿Cuál es la ventaja respecto de la certificación
cuando también salimos fuera de nuestras fronteras? Por
ejemplo, un comprador internacional -ya sea europeo o
chino- que esté interesado en el producto podría hacer
sencillamente un análisis del producto que se exporta y
conocer cualitativamente y cuantitativamente las
condiciones físicas y químicas de ese producto. No podría
conocer ninguna de las cosas que mencioné recién, si hubo
trabajo esclavo, trabajo infantil o malas condiciones
laborales. La certificación garantiza que no las hubo.
Básicamente, el esquema de certificación para
municipios es este que estamos presentando ahora, estamos
realizando un proyecto piloto en el municipio de Bandera,
se lleva a cabo mediante un sistema de certificación
grupal. Los actores involucrados no son diferentes de los
que se conocen en muchas de las legislaciones ya vigentes.
Por un lado, está el productor y el propietario,
que pueden ser diferentes. O sea, el productor es quien
asume el riesgo de producir y el propietario muchas veces
es quien alquila el campo y no necesariamente coinciden.
Por eso ponemos estas dos figuras. Está el monitoreador,
que es el garante de la aplicación de la buena práctica del
manejo integrado de plagas, malezas y enfermedades; y el
ingeniero agrónomo, que es el asesor agronómico, va a hacer
la receta fitosanitaria y da una orden al municipio. A
partir de ahí, el municipio libera una solicitud de
fiscalización que la va a realizar otro ingeniero agrónomo,
quien va a fiscalizar las condiciones de aplicación en el
momento en el que se realiza. Luego tenemos la figura del
operario y la de la empresa que va a efectuar la
aplicación.
Tal como les decía recién, el Protocolo de APPCC
se aporta para la certificación, se hace con un ente
independiente tercerizado. En todos los casos, el
monitoreador, los ingenierios agrónomos, el operario y la
empresa fiscalizadora, necesitan sí o sí capacitaciones. O
sea, para el sistema de certificación necesitan sí o sí
estar capacitados y poder demostrarlo.
A continuación, les muestro algunos indicadores
de aplicación de buenas prácticas agrícolas y los que se
generan en los campos que están certificados. Se observa la
evolución de la materia orgánica del suelo, que es un
factor muy importante para nosotros. Estos datos se
empezaron a tomar desde 1998 hasta nuestros días. Estamos
hablando de casi veinte años de datos, lo que nos permite
36
dar certeza de la sustentabilidad del sistema porque la
materia orgánica se sostuvo y, en algunos casos, tuvo un
leve incremento.
Obviamente, se trabajó con los porcentajes de
cobertura que se exhiben en la parte inferior de la
filmina. Son altísimos, el menor es de 80 por ciento.
Tenemos productores certificados, hay 100 mil
hectáreas certificadas en la Argentina y uno de los
productores, Tecnocampo de Córdoba, nos aporta toda esta
información. Fíjense cómo ha ido evolucionando el uso de
fitosanitarios. En las recientes campañas solamente se
utilizan fitosanitarios de banda verde y banda azul, lo
mismo sucede con los insecticidas. Esto tiene que ver con
el enfoque sistémico y un mayor y óptimo uso de las buenas
prácticas agrícolas.
En esta filmina aparece en color azul un
indicador que señala la eficiencia del uso del agua, que se
incrementó notablemente.
Este gráfico muestra el volumen de las
precipitaciones producidas en la zona centro de Córdoba,
que en estos últimos veinte años vino descendiendo
paulatinamente, pero de todas maneras aumentó la eficiencia
del uso del agua.
En la siguiente filmina aparece el Sistema
Certificado y sus indicadores, que es el índice de
capacitación. Cabe destacar la cantidad de capacitaciones
para sus trabajadores que está brindando esta empresa del
centro de Córdoba, y este tema es muy importante para la
aplicación de las buenas prácticas agrícolas.
En este sentido, se produjo otra modificación.
Por ejemplo, en la Cooperativa Agrícola Ganadera Los
Molinos, que está en el sur de Santa Fe, el galpón de
fitosanitarios, antes de la certificación, estaba como se
puede observar en la foto de la izquierda. Posteriormente a
la certificación, se introdujo la señalización y se
comenzaron a tomar los recaudos necesarios para que nadie
corra riesgos en la interacción con los fitosanitarios.
Cabe señalar que hay prácticas que dejaron de
utilizarse y están totalmente prohibidas como, por ejemplo,
todo lo que es la quema o los bidones esparcidos
desordenadamente. Asimismo, a la espera de la legislación
que afortunadamente viene avanzando sobre gestión integral
de envases vacíos y de que aparezcan los centros de acopio
transitorio y puedan empezar a funcionar mejor, en los
campos certificados se utiliza el empaque.
Aquí podemos observar la foto de una auditoría de
buenas prácticas agrícolas para contratistas, que se
realizó el año pasado.
Finalmente, podemos observar una imagen del
momento en que se está formulando el caldo de aplicación.
Quiero remarcar que las bandas toxicológicas a las que
siempre se hace mención -banda verde, banda azul, banda
37
roja- implican riesgo en el momento en que se carga el
producto para preparar el caldo de aplicación. Luego de esa
etapa, la realidad es que la banda toxicológica pierde
entidad y no tiene ningún sentido hablar de ellas. En el
momento en que el operario toma contacto con esos bidones
de fitosanitarios es cuando debe tomar todos los recaudos
para no correr ningún riesgo. En esta filmina podemos
observar la señalización utilizada.
Finalmente, quiero hacer una mención. Así como en
algún momento, con el tema de la fiebre aftosa, se lograron
consensos públicos-privados que posicionaron a la Argentina
como un país libre de aftosa y nos permitió acceder a
mercados Premium, es dable precisar que a través de las
certificaciones que señalamos será posible lograr un
proceso muy similar.
Este es el ámbito ideal para este intercambio y
les agradecemos mucho que se hayan abierto a trabajar de
esta manera y escuchar todas las voces, para lograr
consensos y generar este espacio vinculado con la
aplicación de las buenas prácticas.
Me despido con una filmina que contiene la foto
del presidente de Aapresid, Pedro Vigneau –quien se
encuentra al lado mío-, con sus hijos que -como dice él-
son lo que más quiere en el mundo. En una de las fotos se
los puede observar en una pastura de su campo El Trébol y
en la otra foto está su hijo en un lote de soja
transgénica, que en algunos casos tiene tres aplicaciones
con glifosato.
¿Qué quiere decir esto? Tal como dijo el
ingeniero Oliva: cambiar temor por conocimiento, conocer
nuestro sistema y cómo realizar las cosas. Necesitamos
dejar de lado los prejuicios y trabajar seriamente con la
aplicación de buenas prácticas agrícolas.(Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Agradecemos a los
representantes de Aapresid por sus intervenciones.
Tiene la palabra el señor diputado Lusquiños.
Sr. Lusquiños.- ¿El mercado reconoce en el precio el
esfuerzo de la certificación?
Sr. Tedesco.- En algunos casos se está empezando a
reconocer. Por ejemplo, en la certificación bajo RTC ya
existe un reconocimiento y estamos trabajando denodadamente
en este tema.
Desde octubre del año pasado, Agricultura
Certificada fue reconocida por la FEFAC, que es una cámara
que nuclea a los compradores de insumos para la fabricación
de alimentos balanceados en los veintitrés países miembros
de la Unión Europea.
Para que se den una idea, la FEFAC compra 150
millones de toneladas de granos y de harinas de soja por
38
año y la Argentina produce 100 millones. Estamos hablando
de que compra una vez y media la producción argentina.
En ese sentido, el año pasado la FEFAC reconoció
el estándar de Agricultura Certificada como uno de los más
exigentes a nivel global. Esto es un gran orgullo para
nosotros y si bien el año pasado dimos a publicidad este
hecho, no ha trascendido demasiado. Reitero que es un gran
orgullo, no solamente para Aapresid sino para toda la
Argentina.
Es muy destacable el hecho de que un estándar de
certificación argentino haya sido reconocido por una
entidad tan grande como la FEFAC, con ese inmenso volumen
de compra, y encima como uno de los estándares más
exigentes a nivel global. Por ello, realmente es un inmenso
orgullo y estamos trabajando para que se produzca un
reconocimiento respecto de los productos certificados.
Quienes gusten pueden ingresar al sitio web
www.standarsmap.org y encontrarán todos los estándares
reconocidos en Europa, incluido el de Agricultura
Certificada.
Les quiero comentar un detalle, porque es una
información muy relevante. La gente de la FEFAC nos dijo
que aproximadamente a partir de 2018 dejarán de comprar
productos que no estén certificados.
Entonces, así como en el mundo existen circuitos
aftósicos y no aftósicos con una diferencia de valor
importante entre uno y otro, empezarán a existir circuitos
de productos certificados y no certificados. Es importante
prever esto para aprovechar las oportunidades.
Sr. Presidente (Barletta).- La Presidencia desea aclarar
que las preguntas solamente las podrán formular los señores
diputados.
Las reuniones están organizadas de esta manera,
pero esto no termina aquí, porque vamos a tener otros
encuentros, como lo son las audiencias públicas. Las
posturas son bastante difíciles, pero estamos convencidos
de que avanzaremos en un esquema de legislación. Si es
necesario organizaremos otro tipo de reunión, pero les
pedimos que no se impacienten.
Tiene la palabra la señora diputada Lopardo.
Sra. Lopardo.- Señor presidente: así como avanzamos con el
tratamiento de la ley de presupuestos mínimos para la
gestión integral de envases de agroquímicos creo que sería
muy auspicioso empezar a trabajar en un proyecto de
presupuestos mínimos para la aplicación de fitosanitarios.
En ese sentido, quiero agradecer el énfasis de
todos los integrantes del panel en lo que hace a la
capacitación, al control y las buenas prácticas. Inclusive,
la aplicación de la siembra directa por los beneficios
ambientales que brinda.
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Considero que ante la dispersión normativa
existente en las provincias -ya que cada provincia tiene su
legislación- sería muy bueno plasmar como obligatorias las
normas IRAM, que son las de la serie 14130 y siguientes, en
general, para la aplicación terrestre y aérea. Cabe aclarar
que las normas ISO y las normas IRAM hoy son voluntarias,
siendo que prevén especificaciones sumamente importantes
que hacen a una aplicación en forma segura.
¡Enhorabuena si empezáramos a trabajar en una
iniciativa en este sentido! (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra el señor
diputado López, por la provincia de Salta.
Sr. López.- Voy a ser breve porque ya se habló de las
buenas prácticas agrícolas en varias de las jornadas. Creo
que hay que tener cuidado con este concepto y cuando se
habla de sustentabilidad. En la provincia de Salta tenemos
muchas producciones que se hacen con siembra directa con
las supuestas buenas prácticas agrícolas, pero eso le costó
a la región chaqueña la tasa de desmonte más alta del mundo
y la expulsión de comunidades originarias de campesinos
criollos. Hoy en Salta tenemos dos nuevas muertes de niños
por desnutrición en los departamentos donde más ha crecido
la soja, lo cual genera una enorme ganancia para los
sectores exportadores, incluidos los sectores de los
agroquímicos.
Sin embargo, la sustentabilidad no simplemente
está en el problema de que el productor sistematice su
campo para que no se erosione o que haga una buena práctica
agrícola, como se manifiesta en esta reunión. Aquí estamos
ante un problema que excede absolutamente esta discusión y
se está demostrando que tenemos un régimen de explotación
agrícola que no es sustentable. Si los chicos se mueren de
hambre en un país que produce alimentos para 400 millones
de personas, quiere decir que no estamos ante un régimen
sustentable para la mayoría de la población, aunque sí es
muy rentable para un pequeño puñado de grupos económicos.
(Aplausos.)
- Se realizan comentarios sin
micrófono.
Sr. López.- Si tienen algún comentario para hacer sobre lo
que dije, me lo pueden decir personalmente. Lo digo porque
hay gente que abucheó cuando yo hablaba.
Sr. Presidente (Barletta).- Cada uno dice lo que piensa y
hay que respetar a todas las posiciones.
Sr. López.- Si alguien tiene algo para decir, que me lo
diga personalmente, señor presidente.
40
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra el señor
presidente de AAPRESID, Pedro Vigneau.
Sr. Vigneau.- Nosotros estamos absolutamente en contra del
desmonte discriminado. Subrayamos las buenas prácticas
agrícolas y por supuesto condenamos a las personas que
hacen desmonte en zona roja. Hay una ley que hace una
delimitación clara y hay que respetarla, porque para eso
están las normas.
En cuanto a la sustentabilidad social, es una de
las patas de la sustentabilidad. Nosotros formamos parte de
la mesa de diálogo de la agricultura familiar, hemos ido a
Salta y nos hemos metido en el monte chaqueño y tratamos de
transmitir el conocimiento que tenemos para generar mayor
potencialidad en las producciones de esas familias
argentinas que viven allí.
Somos todos parte de lo mismo, tenemos que
conversar y ver cómo generamos los consensos para producir
cuidando el medio ambiente. Esa es la premisa de nuestra
institución.
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra el doctor
Ernesto De Titto, representante de la Dirección Nacional de
Determinantes de la Salud e Investigación del Ministerio de
Salud de la Nación.
Sr. De Titto.- Señor presidente: en realidad se me plantea
un desafío complicado, porque después de dos horas y media
de presentación la gente está más para levantarse que para
seguir escuchando, además de que existe un ambiente
agitado. Así que voy a tratar de ser sintético a fin de
darle la oportunidad a todos los que faltan exponer.
Quiero hacer dos reflexiones para los compañeros
de AAPRESID antes de pasar a mi presentación formal. Si
tienen preguntas acerca de por qué no somos Suiza o
Alemania, yo tengo algunas respuestas que puedo hacer
después a título personal. En segundo lugar, a lo largo de
estas reuniones uno tiene la sensación de que en la
Argentina existen todas las normas, toda la tecnología y la
capacitación y sin embargo no logramos hacer las cosas
bien. ¿Dónde está el nudo en toda esta historia? Ahí hay
un punto crítico en cuanto a ponerse de acuerdo sobre hacia
dónde queremos ir, porque no es un problema de herramientas
sino de cómo hacemos las cosas. Es como que los problemas
nunca se resuelven: siempre están planteados y todo el
mundo sabe qué es lo que hay que hacer, pero después no
pasa nada.
Como representante del Ministerio de Salud de la
Nación, quiero señalar algunos conceptos que anteriormente
han sido mencionados por otros expositores y que no podemos
perder de vista. En primer término, la salud humana es lo
41
más importante que tenemos; si hay algo que nos importa
como seres humanos, es protegernos. Eso está fuera de toda
discusión.
En segundo lugar, la otra definición de
principios que no puede escapar es que es mandatorio hacer
las cosas bien. No podemos permitir que las cosas no se
hagan bien. Podemos entender que ocurra que no se hagan
bien, pero de ninguna manera podemos avalarlo y
acompañarlo.
La tecnología efectivamente ha mejorado de manera
significativa. En una generación hemos dejado de usar
productos de alto riesgo y hemos pasado a productos de bajo
riesgo para el ambiente y para el humano. En algunos casos
hay discusiones conceptuales y opiniones sobre dónde se
pasa la raya del riesgo, y eso llama la atención sobre otro
tema que trasciende totalmente la problemática que nos
aboca que es el tema de la percepción del riesgo y la
diferente versión de los humanos acerca de los riesgos.
Por eso hay gente que maneja sin cinturón de seguridad,
porque percibe que es Superman y que está más allá del
riesgo de un accidente; o cruza por la mitad de cuadra,
porque percibe que no le pasa nada porque de hecho al 99
por ciento de la gente que cruza por la mitad de la cuadra
no le pasa nada. Entonces, el tema de la percepción de
riesgo es complicado pero a su vez determinante de las
conductas de los humanos. Si en estos procesos no
convencemos a la gente de que hay riesgo, la gente toma
conductas imprudentes. Esta es una noción de base.
La obligación del Estado es asegurar una correcta
generación de agroquímicos en toda la cadena, desde que se
producen hasta la disposición de los envases vacíos que
hemos mencionado en más de una oportunidad a lo largo de
estos días. Para todos los que tenemos que ver con el
Estado, nuestra obligación es asegurar que todo este
proceso se haga de la mejor manera y con el menor impacto
posible.
Existe una serie de conceptos esenciales que
quiero rescatar en el sentido de que si hacemos las cosas
bien, los riesgos que correremos serán bajísimos. Como
mencionaron repetidamente diversos protagonistas del sector
de la producción agrícola, sabemos cómo hacer las cosas
bien y tenemos que hacerlo. Ese es nuestro desafío.
Voy a repasar la experiencia de la Comisión
Nacional de Investigación sobre Agroquímicos que se creó a
comienzos de 2009. ¿Por qué la voy a repasar? En primer
lugar, porque fue una experiencia de aprendizaje de trabajo
cooperativo para todos los que la protagonizamos. El sector
científico tecnológico, el sector ambiental, el sector
agropecuario, el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de
Salud trabajamos de la mano en estos últimos seis años y
fuimos capaces de ponernos de acuerdo. No es que no hubiera
habido diálogo antes, pero estos seis o siete años nos
42
ensañaron cuánto más podemos cuando tenemos un diálogo
permanente y trabajamos juntos.
Acá están enumerados algunos de los productos que
logramos a lo largo de este tiempo. En términos de
investigación, una de las cosas que siempre se decía es que
en la Argentina no se sabía qué pasaba. Entonces, se
financió y se están financiando un montón de proyectos de
investigación para saber exactamente lo que está pasando.
Uno de los problemas no resueltos que tuvimos
hasta 2009, era el sistema de gestión de envases de
agroquímicos, este fue otro de los temas que fue
encaminado.
El SENASA tomó el liderazgo con el desarrollo del
sistema integral de aplicadores y el sistema de
trazabilidad de productos, dos proyectos que nacieron en
este equipo y ahora ya están en implementación.
Hicimos toneladas de actividades de capacitación.
Bogliani fue uno de nuestros compañeros en este proceso, y
docenas de capacitaciones en las provincias. Encaramos la
actualización de la regulación del contenido máximo
aceptable de plaguicidas en el agua de bebidas; y abrimos
el capítulo para poner en el escenario la necesidad de
profesionalizar las actividades de aplicadores de
plaguicidas. Atendimos setenta y cinco denuncias de doce
provincias del país de gente que encontraba que estaba
siendo víctima de malas prácticas -a propósito o
anecdóticamente, hubo de todo allí- y hubo atención a la
comunidad que reclamaba ayuda.
Asimismo, modificamos muchas cuestiones que hacen
al funcionamiento del Ministerio de Salud. Por ejemplo, una
de las cuestiones que mencionamos hace quince días, el
primer martes -y yo voy a insistir con esta idea-, es que
todo el sistema de aprobación de productos está básicamente
apoyado en las intoxicaciones agudas. Las intoxicaciones
crónicas son un tema muy complejo de resolver para el cual,
en realidad, no tenemos recursos técnicos disponibles que
nos den respuestas en blanco y negro. Este no es un
problema de la Argentina, es un problema de la humanidad.
Debemos poder encontrar una herramienta que permita
anticipar qué producto va a ser el responsable de lo que
pase dentro de veinte años.
De todas maneras, nosotros modificamos
sensiblemente el registro del sistema de intoxicaciones y
capacitamos equipos de salud en todo el país para que las
reconozcan y las registren. Porque a veces sucede que los
casos llegan al sistema de salud, donde se resuelven, pero
no se lleva el registro de lo que pasa y entonces nadie se
entera. El ministerio logró instalar el Registro Nacional
de Anomalías Congénitas, que era un proyecto que veníamos
incubando desde antes y los registros de cáncer en todo el
país.
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O sea que hoy estamos en condiciones mucho
mejores que hace diez años para informar qué es lo que está
pasando, y tenemos la esperanza de que se siga progresando
con el paso del tiempo.
Hemos publicado una serie de materiales de
capacitación para apoyo. De hecho, aquí voy a dejar un
juego para la comisión y todo este material está en
Internet a disposición de la comunidad. Aquí hay un juego y
si eventualmente necesitaran otros, me los piden y se los
haremos llegar.
Los organismos de la comisión asesoraron en la
elaboración de los proyectos de ley y participan en
diversas organizaciones relacionadas con la mejoría en la
producción.
No me importa ni voy a hacer un balance de la
comisión en el sentido numérico o económico, sino
mostrarles que la posibilidad de trabajar juntos ha sido
beneficiosa para todos y creemos que es beneficiosa para el
resto del país. Por eso decimos que en cualquier esquema
que se proponga es importante sostener la obligación del
trabajo cooperativo.
Recientemente, después del cambio de autoridades
del pasado mes de diciembre, las nuevas autoridades han
ratificado el funcionamiento de la comisión y en este
momento estamos retomando las tareas después del pequeño
impasse que siempre viene de la mano de los cambios de
autoridades.
Como punto de apoyo solamente quiero marcar
cuatro aspectos que me parecen debilidades no resueltas,
que es necesario no perderlas de vista. Ya se ha dicho,
pero yo quiero insistir en este punto, que nuestro problema
no es la falta de normas sino lograr hacerlas cumplir. Ello
requiere de una fiscalización que, desde mi punto de vista,
el país es deficitario.
Algunos más y otros menos, pero el país tiene mucho para
avanzar en términos de fiscalización. Como dijo algún viejo
sabio “El ojo del amo engorda al ganado”. Otro sostuvo que
“Si los mirás, es mejor”. Me parece que en este tema
tenemos mucho para desarrollar.
Un segundo aspecto sobre el que quiero llamar la
atención es que gran parte de las discusiones que se
produjeron aquí y en todo el tema vinculado con la
producción agropecuaria terminan quedando empañados por la
soja, el glifosato, el trigo y el maíz. Sin embargo, uno de
los problemas más serios que tenemos son los cinturones
frutihortícolas y no se debe perderse de vista esa
discusión.
Respecto de los últimos dos enunciados se han
realizado muchos trabajos, pero no siempre quedan volcados
efectivamente en políticas públicas. Este es un tema sobre
el cual necesitamos una vuelta de tuerca.
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Alguien mencionó la necesidad del trabajo
sistémico. Para la Argentina, la producción agropecuaria no
es algo más, porque es uno de nuestros ejes de riqueza
nacional y seguirá siéndolo, por lo menos en el futuro
inmediato. Tenemos que hacer las cosas bien, porque en ello
no solamente va el futuro de las personas sino de la
economía global como sociedad.
A fin de ilustrar uno de los puntos que mencioné
anteriormente, les quiero mostrar un mapa que publicó hace
unos años el Defensor del Pueblo de la Nación. Se trata de
un excelente trabajo llamado “Niñez y Riesgo Ambiental”,
que grafica el índice de contaminación de plaguicidas en el
país. Esta información está on-line y el que quiera lo
puede analizar con detenimiento.
Además, allí aparecen capítulos sobre la
contaminación industrial, la falta de saneamiento básico,
etcétera, pero quiero llamar la atención sobre las zonas de
mayor riesgo, que son los cinturones frutihortícolas, es
decir, la Ciudad de Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
Reitero que ese es un problema central ilustrado por este
documento. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra el señor
diputado Lusquiños.
Sr. Lusquiños.- Quiero formular una pregunta con todo
respeto.
Nos explicaron el trabajo de la comisión, las
debilidades y las ausencias, pero cuál es la posición el
Ministerio de Salud, porque es lo único que no se dijo.
Sr. De Titto.- ¿Con respecto a qué?
Sr. Lusquiños.- Con respecto al tema de los agroquímicos.
Sr. De Titto.- ¿Respecto a la producción agropecuaria y al
uso de agroquímicos?
Sr. Lusquiños.- En esta comisión se trata el tema de los
agroquímicos, no de la capacidad de los argentinos para
parecernos a Europa.
Sr. De Titto.- Me parece que eso estaba explicitado en las
primeras láminas.
Sr. Lusquiños.- No dice nada. ¿Qué dice?
Sr. De Titto.- Dice que el uso de agroquímicos es un
elemento esencial y necesario para el desarrollo de la
producción y que el Ministerio de Salud no tiene ninguna
objeción conceptual. Lo que solicita es que se usen y
apliquen con los criterios de buenas prácticas con los
45
cuales deben ser utilizados. ¿Eso no le parece claro?
Porque es lo que decía la lámina.
Sr. Lusquiños.- La verdad que no.
Sr. Presidente (Barletta).- La Presidencia solicita que se
tenga presente que en esta reunión no se deben producir
diálogos ni debates.
Les pedimos a los señores diputados que formulen
su pregunta y nuestros invitados las contestarán, nos
gusten o no sus respuestas.
Tiene la palabra el doctor Mentaberry,
coordinador ejecutivo del gabinete científico tecnológico
del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación.
Sr. Mentaberry.- Señor presidente: ya se han precisado
muchos aspectos del tema y, por tal motivo, seré muy breve,
tratando de explicar qué está haciendo el ministerio y qué
piensa hacer en el futuro respecto de estos temas.
Desde el punto de vista económico, la agricultura
es un sector crítico para la Argentina y seguramente
seguirá siéndolo en los próximos años. De tal manera que la
idea clave es hacer bien las cosas, no solamente por el
ambiente y la salud sino también por los mercados
mundiales.
En el futuro, si no hacemos las cosas bien y no
cumplimos con los estándares mundiales, no vamos a podremos
exportar. Eso es así en todo el planeta, no vale solamente
para la soja y el trigo sino para todas las exportaciones.
El tema de los sellos de calidad será utilizado
incluso como traba paraarancelaria, lo cual no es un
problema menor.
Voy a mencionar otra cuestión muy importante.
Vimos fotos muy lindas de Alemania, de Suiza, de Japón,
etcétera, y sabemos -eso quedó claro en todas las
intervenciones- que ya tenemos el conocimiento y la
tecnología. Además, hay gente que trabaja con gran
dedicación en los temas relativos a las regulaciones, pero
sin embargo tenemos problemas, y la respuesta obvia a este
planteo es que no somos japoneses ni alemanes ni suizos.
Nuestro país nació bajo la norma de que al rey se
lo obedece pero no se lo acata. Entonces, la norma tiene un
valor optativo. Eso es lo que pasa en la ruta cuando
aparecen conductores que se estrellan a 200 kilómetros por
hora o lo que ocurre con la comida adulterada, y con muchas
otras cuestiones.
Los alemanes respetan las normas y no las
cuestionan, simplemente las respetan porque para eso están.
En cambio, en la Argentina tenemos un tema cultural que es
de largo plazo y es muy complejo -como todas las cuestiones
culturales- que no se resuelven solamente con educación
sino también con legislación y responsabilidad jurídica.
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Esto tiene que ver con premios y castigos, como existen en
todos los países. Es muy simple de entender. Ningún país
puede funcionar sin esto.
Cualquier argentino que viaja al exterior se
adapta a la disciplina social que tanto admiramos de los
franceses, los japoneses, etcétera y funciona en ese
contexto. En cambio en este país cada uno cree que puede
hacer la ley, interpretarla o cosas por el estilo.
Me parece que el problema no es la cantidad de
conocimiento ni investigar o explorar qué se ha hecho en el
resto del mundo y qué hemos hecho en este país acerca de
los agroquímicos, porque hay una montaña de estudios.
Tengo el informe que hace más de un año enviamos,
junto con el Ministerio de Salud y el entonces Ministerio
de Agricultura, al Defensor del Pueblo, y puedo
puntualizarles que tenemos ochenta proyectos de
investigación y cientos de trabajos computados desde 1978
hasta ahora. Toda esta información está aquí y se las voy a
dejar. No quiere decir que no hacemos nada o no sepamos lo
que pasa.
Ante esta situación ha habido una gran cantidad
de inquietudes públicas que se expresa a través de estudios
independientes. Cuando uno mira esto en el mapa es
consciente de que hay cosas que están ocurriendo, de que no
es que se puede ocultar o despreocuparse. Uno debe
preocuparse por estas cuestiones, el problema es que esta
información no es sistemática y es muy difícil de
interpretar.
Cuando uno observa el mapa de casos -algunos
graves- se observa una dispersión tal que no tiene
correlación con las zonas de mayor impacto agrícola o de
mayor utilización de estos insumos, a veces tiene que ver
con las fronteras agropecuarias, donde también están
enraizados los temas culturales. Esa foto de la familia
tomando agua de los bidones es muy común.
Cuando se mete en el campo y hace los estudios,
se encuentra con todas estas cosas. La suma de estas
situaciones nos lleva a empezar que pensar que hay riesgos
a analizar.
Aparte de estos 80 proyectos que dejo a
disposición de la comisión, quiero mencionar un proyecto de
investigación y desarrollo que se inició hace dos años y
medio. Es un estudio de campo para investigar un poco más
de cerca qué estaba pasando en el campo. La conclusión
preliminar -todavía no hay una conclusión sistemática de
este estudio- es lo que uno se imaginaba, es decir que se
trata de una suma de factores.
Tengo aquí la carpeta con el informe de avance de
este año de este proyecto. Hay seis grupos de trabajo que
analizan la temática desde el ángulo de la toxicología,
epidemiología, ecotoxicología, hay un grupo de suelos, hay
un grupo de física del suelo también y un grupo que trabaja
47
sobre aguas, todos de instituciones públicas, que conforman
este consorcio. Aparte de esto, hay otras asociaciones
como AAPRESID y otras similares que apoyan y colaboran.
La conclusión en cuanto a parámetros ambientales es que los
números se mantienen debajo de los umbrales establecidos.
No hay motivo para pánico, aunque sabemos que ocurren
accidentes puntuales y cosas que no deberían pasar. Dos de
los problemas que vemos es que no solamente aparecen los
agroquímicos permitidos sino también los prohibidos, por lo
que se comprueba que existe contrabando de agroquímicos en
nuestro país. Esto es un problema de control.
El otro problema que es los suelos están poco
contaminados. Las partes por millón son relativamente bajas
en términos generales, pero las aguas empiezan a tener un
problema. Cuando se mira más de cerca este tema, se da
cuenta de que no hay regulaciones para aguas urbanas en la
mayor parte de las ciudades y pueblos. No hay normas
nacionales sino que depende de cada municipalidad, si es
que depende de alguien. Hay cosas que no deberían estar
sino dentro de los ejidos urbanos. No es un tema de alarma
como para decir que nos están envenenando, pero eso no
debería ocurrir.
Cuando uno va más a fondo y examina la
metodología del proyecto, eso está bien pero después hay
muchas dificultades cuando se trata de implementar esto en
campo, por ejemplo al considerar los resultados de las
encuestas sobre grupos de control y riesgo de
contaminación. Aquí se propuso dejar este control en el
ámbito de los municipios, pero hay buenos intendentes y hay
malos intendentes. Hay algunos que no se dejan sacar ni la
sangre, por las dudas; y hay intendentes que al mismo
tiempo son productores y tienen intereses creados. Cuando
uno va al campo, le abren la tranquera donde está AAPRESID,
es decir donde hacen bien los deberes; donde no los hacen,
uno no puede entrar. Por lo tanto, las muestras son
complejas de obtener porque pueden ser muy sesgadas. De
hecho, las muestras hacen mucho hincapié en los empleados
públicos y no sobre los grupos de mayor riesgo, como por
ejemplo los fumigadores y aplicadores. Hay que ver un
poquito mejor qué pasa porque hay grupos de riesgo
realmente mucho más claros, en lugar de hacer el monitoreo
de empleados públicos de las ciudades.
Otro tema es que las prácticas se aceptan pero no
se aplican. Hay personas que revuelven con la mano el
tambor de herbicida porque es "macho" y no le va a pasar
nada. Hay personas que tiene todo el equipo para protegerse
pero no lo usa porque le molesta, por lo que no es de
extrañar que después aparezca alguien con cáncer de
faringe, pero el problema es cuán sistémico es esto. Esto
no lo podemos determinar con estudios de este tipo porque
esto nos da una foto del proceso y no la película.
48
Tenemos algunos problemas que no deberían
despertar una alarma general, pero deben atenderse
urgentemente. La única forma de controlarlos es mediante
monitoreo a lo largo del tiempo, como ocurre con todas las
innovaciones. Nadie sabe si el teléfono celular provocará
cáncer de tímpano o que los transgénicos nos van matar. Ni
siquiera sabemos qué va a pasar si tomamos Coca-Cola
durante tres generaciones. Tenemos que hacer estudios
epidemiológicos de largo plazo y controlar si aparecen
correlaciones que puedan vincularse.
Por otro lado, e. gran problema son las normas de
control. Nosotros tuvimos reuniones con diputados el año
pasado y les sugerimos algunas cosas que se han mencionado.
Una es la receta agronómica. En medicina, el que aplica
antibióticos se hace responsable; y el que el aplica
agroquímicos, debe ser responsable también. Esto es
elemental pero tiene que haber responsabilidad jurídica.
También debe incluirse el monitoreo de los aplicadores. El
sindicato de peones rurales no les da ni la hora. Tendrían
que ser monitoreados una vez por año para seguir
trabajando. Hay que examinar en sangre y orina qué es lo
que está pasando con esta gente. Es la forma de tener un
control cercano. Incluyo a los aplicadores y a los que
manejan los aviones, es decir que todos los que están en el
núcleo cercano a la aplicación tienen que ser monitoreados
regularmente como condición para renovar su licencia.
Sr. Oliva.- Los aeroaplicadores se monitorean una vez por
año.
Sr. Mentaberry.- Además, hay que establecer sistemas de
monitoreo a nivel nacional, no solamente en los ámbitos
municipal y provincial. Es imposible monitorear a 4
millones de personas y saber lo que están haciendo. El
principal control es a nivel local, es decir municipal,
pero alguien debe controlar a los municipios y que las
leyes nacionales se cumplan en las provincias. Esto es muy
parecido al tema del agua, porque es un principal vector de
esta situación y no lo estamos mirando.
Adicionalmente, hay que legislar contra la
publicidad engañosa. Esto es como la propaganda que dice
que puede comprar un auto que llega a 240 kilómetros por
hora en 20 segundos, y la gente se engancha con esto. Pero
en este país no se puede manejar a 240 kilómetros por hora.
Es decir que por más potente que sea su herbicida o
insecticida, no podemos dejar de venderlo sin la etiqueta
de que perjudicial para la salud, como pasa con los
cigarrillos.
Esa publicidad engañosa abarca también el uso
doméstico de estas cosas. Todos conocen la publicidad de la
señora que persigue una cucaracha tirando insecticida y la
hace explotar. Esto es mucho peor de lo que pasa en el
49
campo y probablemente afecta a muchos más niños. Está
fomentado por esos medios. (Aplausos.)
Tampoco se salva la agricultura orgánica, porque
uno ve a sus amigos que aman la naturaleza y que empiezan a
juntar cigarrillos para matar insectos, lo cual es mucho
más tóxico que cualquier insecticida. Esto se aplica sin
ningún control y se vende como saludable.
Todo esto requiere pensamiento. Como en muchos
campos, la ciencia y tecnología no son el problema sino la
sabiduría con que se aplican. Eso es un problema y una
responsabilidad de la política. Podemos tener la mejor
ciencia y tecnología, pero por sí misma no va a resolver
nada. Tenemos gente muy capacitada en este país, pero hay
que escucharla y actuar en consecuencia.
Quiero terminar mi exposición con dos palabras
sobre qué estamos tratando de hacer. Creemos que la
Argentina tiene que avanzar hacia un paradigma productivo
que combine intensificación agroindustrial con
sustentabilidad. Hemos estado trabajando sobre esto durante
tres o cuatro años, tratando de publicitar este tipo de
discusión y ahora estamos pasando a aplicarlo en las
gestiones. Esto lo hicimos con el rótulo “Bioeconomía”,
este es el fondo de la cuestión. Sabemos que esto es así.
Por otro lado, hemos ido tomando medidas sobre la
base de que esto no se resuelve sin más tecnología y más
conocimiento. No es un problema que se resuelva diciendo:
paremos y vayamos para atrás. No podemos. Es así de simple.
Tenemos que avanzar con más conocimiento, más tecnología y
con más normas. Es la única forma de salir.
La gran pregunta que surge de toda esta historia
es ¿hasta qué punto los insumos agronómicos son
reemplazables? Si uno habla hoy de bioinsecticidas,
tecnología antivirales, antifungicidas, etcétera, la
tecnología o ingeniería genética está hecha desde hace diez
años. Quiero decir esto como investigador de campo que he
trabajado en el área durante más de veinte años. Por
ejemplo, hoy las tecnologías con resistencia a virus son
tecnologías totalmente maduras. No hay ningún misterio en
eso, conocemos cuáles son los mecanismos de las plantas
para defenderse de los virus y cómo ponerlos en
funcionamiento en forma permanente a través de modificación
genética. Esto va a ser cada día más perfectible y más
claro.
Estamos en la época de la postransgenia. O sea
que vaamos a poder introducir los genomas, no ya
introduciendo genes, sino cambiando una sola base de un
genoma de miles de millones de bases. Y esto va ocurrir en
los próximos cuatro o cinco años, es así de rápido y hay
que empezar a pensarlo. Vamos a poder trabajar mucho sobre
plagas y enfermedades, con teorías mucho más blandas.
Por lo que uno ve, el gran problema acá son los
herbicidas. Constituyen un tema complejo porque se mezclan
50
intereses económicos, industriales y nadie piensa en otro
tipo de soluciones, pero son sustituibles. Este es el
problema. No lo va a hacer la media docena de compañías que
viven de eso a nivel mundial. Seguramente es un problema
del sector público a nivel mundial; pero hay enfoques
biotecnológicos y genéticos para reemplazarlos.
Simplemente quiero llamar la atención sobre esto.
Cualquiera sabe lo que pasa en un campo que invade la
maleza. La maleza compite y no deja que entre nadie más.
Esa planta tiene sus propios herbicidas. Las malezas son
malezas porque antropológicamente las consideramos malas,
pero en realidad son plantas admirables. Son una fuente de
mecanismos de competencia que podríamos pasar a los
cultivos comerciales. Podríamos pensar en cultivos que
producen su propio herbicida, unos cultivos de cobertura
con su propio herbicida. Hay cuatro o cinco enfoques más,
que no voy a abundar en ellos porque son bastante técnicos,
y se podrían explorar.
Eso no ocurre ni va a ocurrir en el campo
comercial. No va a ocurrir por la simple razón de que las
compañías que trabajan en esto tienen por negocio vender
los herbicidas. Entonces, quiero decirles que esto se puede
hacer. Nosotros podemos tener iniciativa en este tema. No
nos falta capacidad; pero por el lado del mejoramiento
genético vamos a tecnologías mucho más blandas que las
tecnologías químicas. Y obviamente, tenemos que combinarlas
con el manejo integrado que tome clara nota de los temas
ecosistémicos, donde nosotros podamos manejar también
aspectos del ambiente para poder tener efectos sinérgicos.
No hay contradicciones básicas entre poner
tecnología o hacer mejoramientos genéticos e integrar mejor
los manejos ecosistémicos. Esto se puede resolver de otra
manera. Así que yo creo que la mirada a largo plazo está
puesta en que hay que pasar a una sustitución tecnológica
de todo lo que es la artillería química. Es decir en
introducir los biofertilizantes, las rotaciones más
racionales de los cultivos, cultivos de cobertura, genes
como los que hay ahora que permiten el ahorro de agua y de
nitrógeno. Es decir que se puede bajar bastante la
descarga. Creo que de hecho esto ya está ocurriendo. En los
cultivos transgénicos resistentes a insectos se ha
comprobado la disminución de los insecticidas, son casos
que ya han sido analizados.
Por último, hay que decir que todo esto es casi
inevitable, porque en un mundo en el cual vamos a pasar los
9.000 millones de habitantes -somos 11.000 millones según
las últimas cifras-, donde Argentina busca su ventana de
oportunidad, nosotros tenemos que generar paradigmas de
producción que realmente combinen estas cosas; que puedan
ser mostrables al mundo de otra manera.
Uno trabaja en un área en la cual todo el mundo
cree que la ciencia y la tecnología le va a resolver la
51
vida. Nosotros podremos decir que esto puede ser, pero
también se la puede complicar si se la usa mal. Uno asiste
a verdaderas campañas hablando de la agricultura argentina
como si fuera un “Vietnam”. Son muy interesadas estas
campañas.
El juego de intereses es complejo y creo que
tenemos que preservar mucho nuestra visión de la propia
economía y de nuestro país. Asimismo, tenemos que defender
nuestros intereses con claridad, porque en este terreno
podemos avanzar hacia paradigmas propios, pues tenemos casi
todos los elementos para hacerlo. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Gracias, doctor, porque fue
preciso hasta con los segundos de su exposición, lo cual es
propio de un científico. (Risas.)
Quiero hacer una aclaración, porque se ha
escuchado decir en reiteradas oportunidades que las normas
existen pero que falta el control. En realidad, si estamos
acá, hemos convocado a estas tres reuniones, y seguiremos
trabajando en este tema es porque necesitamos una norma.
Comparto que la cuestión está en manos de la
política, que es la que se tiene que hacer cargo, o al
menos, generar las condiciones para su tratamiento, porque
después llegarán otros actores responsables o que se tienen
que responsabilizar.
Esperamos que mañana se sancione la ley de
gestión integral de los envases vacíos y continuaremos
trabajando por la sanción de una norma relativa a la
aplicación de agroquímicos.
Es cierto que algunas provincias y algunos
municipios tienen sus propias normas, pero también es
cierto que algunos dicen 10 metros y otros dicen 1.500
metros, y nadie sabe el sustento técnico del que dijo una
cosa u otra.
También existe una discusión respecto de si esta
cuestión formar parte de la competencia nacional o si por
ser un país federal cada provincia puede hacer lo que
quiere. No es así. Esto ocurre con los recursos naturales,
pero aquí estamos hablando de un derecho humano, que es la
salud. Este planteo de la atribución provincial en un país
federal no es así.
Del mismo modo, queremos sancionar la ley de
presupuestos mínimos para el daño acústico, que alguno
orador ya mencionó.
Esta discusión se volvió a dar y creo que se está
clarificando cuáles son los aspectos vinculados con los
recursos naturales. En ese caso, existe una atribución
provincial sobre los recursos naturales, por eso es más
difícil avanzar respecto de los humedales, los recursos
hídricos, etcétera. Esto es diferente en otros temas donde
la política y el Estado nacional se tienen que hacer cargo
a nivel legislativo, y es lo que estamos tratando de hacer.
52
Tiene la palabra el señor diputado por Rubin.
Sr. Rubin.- Señor presidente: quiero compartir una
reflexión respecto de lo manifestado.
Soy de Corrientes, y el cinturón frutihortícola
de las ciudades de Lavalle y Goya es uno de los más
importantes del país en cuanto a cobertura plástica de
tomates, pimientos, etcétera. Lamentablemente, se han
registrado por lo menos dos muertes de chicos atendidos por
agrotóxicos en el Hospital Garrahan.
La verdad es que los tendaleros están en el medio
de las ciudades sin ningún tipo de control. Recién después
de la muerte de estos chicos aparecieron los controles por
parte del Estado provincial.
Cabe señalar que la sanción de una ley de
presupuestos mínimos no tiene nada que ver con dinero, pues
el artículo 41 de la Constitución establece que los
presupuestos mínimos conforman un umbral mínimo de
legislación nacional.
Por otra parte, es el único caso en todas las
materias del derecho en el cual se dicta una ley nacional
de presupuestos mínimos, es aplicable a todos los niveles
de gobierno, es decir, provincias y municipios. Ni siquiera
necesita que adhieran, porque es de obligación y aplicación
automática. Allí radica la importancia de que se dicten
leyes de presupuestos mínimos, para saltear este tema de la
jurisdicción en un país federal.
Ahora se tiene que legislar sobre el uso de los
agroquímicos y después se analizará lo relativo al órgano
de aplicación. Desde mi punto de vista tiene que haber un
órgano nacional e independiente que cuente con la
participación de las provincias, pero es importante darnos
cuenta de que estamos enfrentando intereses económicos.
Cuando murieron esos chicos decían que eran daños
colaterales del sistema, al igual que lo es la
contaminación. Parece que es así, es decir que estamos
entendiendo que es necesario que este sistema económico de
agricultura use los agroquímicos debidamente controlados y
se pueda encontrar la solución. Algunos creemos que hay que
hacer un gran esfuerzo económico para reemplazarlos por
controles de otro tipo.
Por eso quiero decir que hace falta una
legislación nacional y que avancemos en el tema, pero
cuesta. Creo que hay que saltar el tema de los intereses
económicos y hay que colocar una autoridad de aplicación lo
más indemne posible a los intereses que están en juego, que
controle y aplique las normas.
En Corrientes tenemos una ley del año 90 que
puntualizaba una especie de receta, pero nadie la aplicaba,
y el contrabando de agroquímicos es una realidad absoluta,
no solamente en el área agrícola sino también en la
53
ganadera. Esto lo hemos visto y por eso se usan productos
que no son los autorizados.
Por otra parte, todos sabemos que algunos aviones
no están en condiciones y que están trabajando sin siquiera
estar afiliados a la asociación que los agrupa. Es decir,
existe una situación de mercado negro en todos los
aspectos, que es propio de la Argentina y de todos los
países donde lógicamente el control honesto del Estado es
el que hace falta, pero no puede haber control del Estado
si es que no hay una ley.
Después de todas estas reuniones, tenemos que
hacer un gran esfuerzo para progresar en el tratamiento de
estos proyectos, porque hasta parece una ridiculez que se
haya avanzado en la gestión de los envases vacíos y no en
el problema de fondo. Es decir, estamos por sancionar una
ley de presupuestos mínimos para la gestión integral de
envases vacíos y no estamos resolviendo el problema
fundamental.
Considero que hay que crear un sistema serio del
Estado referido a la promoción de la sustitución de los
agroquímicos por otro tipo de tecnología como la
manifestaba anteriormente. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra el doctor
Javier Souza, de la Red de Acción de Plaguicidas y sus
alternativas para América Latina.
Sr. Souza.- Señor presidente: creo que es la décima
audiencia a la cual asistimos, pues empezamos participando
hace siete años en del tema del glifosato.
La Red de Acción de Plaguicidas tiene treinta y
tres años de vida en todo Latinoamérica y soy su
coordinador regional, desde México hasta la Argentina. En
la red buscamos fundamentalmente desarrollar tareas de
investigación, de capacitación, de sensibilización e
incidencia política. Esta es una de las tareas.
Además, soy docente e investigador en la
Universidad de Buenos Aires, fundamentalmente realizo
tareas de investigación y de campo. Algunas de las
transparencias que proyectaremos justamente tienen que ver
con las tareas de sensibilización, de capacitación e
investigación que llevamos adelante.
Fundamentalmente trabajo desde hace treinta años
en el cinturón hortícola, fundamentalmente en Misiones, en
Santiago del Estero y Catamarca. También he trabajado mucho
en la producción extensiva en Buenos Aires. Por ello, la
mayor parte de lo que expondré proviene de los trabajos de
campo.
Por mi parte, saludo el debate, porque la
Argentina es un país agrícola y el hecho de no tener una
ley general sobre plaguicidas es una falta y denota el poco
interés que ha tenido esta problemática, que no es nueva
54
sino muy antigua. Hace poco tiempo, el doctor Nelson
Albiano en la Sociedad de Pediatría nos daba cuenta de las
problemáticas sobre el uso de los plaguicidas en los años
60. Es decir que no venimos a hablar de un problema nuevo,
sino de un problema que se va resignificando en el tiempo.
La primera cuestión que me parece importante
resaltar es que hubo fases en torno al tema de los
plaguicidas, las luchas, la legislación, el
posicionamiento, etcétera.
Creo que todos recordamos una gran fase histórica
donde se invisibilizó el problema y parecía que no había
inconvenientes en torno a los plaguicidas, tal como sucedió
en casos particulares como el de Paratión. De ahí pasamos a
una fase donde se posicionó el tema y parecía que la
cuestión era el modo de aplicación. Es decir, ni los
plaguicidas ni las condiciones sociales de aplicación sino
el modo. Entonces, una vez que estaba resuelto el modo,
junto con las buenas prácticas, estaba acabada la
situación.
Ahora estamos en la tercera fase, que es una gran
lucha en los territorios. Pierre Bourdieu diría que es una
lucha en los campos de acciones por una posesión del
capital, con intereses muy claros de cada uno de los
actores: para algunos, preservar la salud; para otros,
acumular capital económico, y al mismo tiempo preservar las
fuentes de trabajo.
No es un problema nuevo sino que se va
resignificando en el tiempo; desde mi punto de vista no es
un problema solamente del modo de aplicación sino de los
productos.
En la primera reunión interna propuse que
pensemos en la gran heterogeneidad de los plaguicidas que
usamos en lugar de hablar solamente del glifosato. En la
Argentina estamos hablando de plaguicidas extremadamente
tóxicos, muy cuestionados e incluso retirados en sus países
de origen, como el fipronil y el imidacloprid. Cada 3 de
diciembre yo pregunto por qué seguimos usando en la
Argentina productos como el como el fipronil y el
imidacloprid, los cuales fueron retirados del mercado de la
Unión Europea a mediados de 2004. Además, se extendió el
uso del paraquat, cuando está severamente restringido en
otros países, así como el carbofurano y el clorpirifós.
Pensemos en la heterogeneidad de las condiciones
de aplicación. Pareciera que lo único que podemos ver es el
mosquito y el avión, aunque hay gran cantidad de otras
tecnologías y modos de uso de estos plaguicidas.
Analicemos las diferentes áreas. Pareciera que la
única área que existe en nuestro país es la región
pampeana, mientras que aquí se habló de los cinturones
frutihortícolas y la producción de tabaco -donde vamos a
continuar con nuestro trabajo de investigación la semana
próxima-, de caña, de olivo y la frutihorticultura. Cada
55
uno tiene sus productos, sus condiciones, áreas de
aplicación y población expuesta.
Considero que todos deberíamos sentirnos
expuestos porque todos los que estamos acá comemos
hortalizas y frutas, algunos fuman y algunos viven cerca de
la zona de aplicación. Gracias a su características
físico-químicas, algunos productos tienen una gran
posibilidad de acercarse a las poblaciones. Pensemos que el
endosulfán fue prohibido gracias a una acción conjunta de
muchas organizaciones; es un insecticida que tenía la
posibilidad de biomagnificarse, de adherirse a las
partículas sólidas del aire y de producir el efecto
saltamontes.
Reflexionemos sobre la heterogeneidad y las
condiciones físico-químicas de estos productos y sus áreas
productivas y modos de aplicación. Salgamos del glifosato,
de la soja y de este estilo de siembra directa. Hay muchas
formas de hacer siembra directa, que precisamente fue la
primera forma de siembra de los humanos, sin uso de
herbicidas. Todavía se siembra sobre barbechos y sobre
abonos verdes sin herbicidas.
Tenemos que analizar es la cantidad de productos
que utilizamos y las etapas de cada una de las
producciones, quiénes lo utilizan y por qué, el impacto en
la salud y cómo se contaminan los alimentos en los
cinturones frutihortícolas, donde la mayor cantidad de
aplicaciones de agrotóxicos se realiza. Si tenemos tiempo,
mostraré algunos datos de las investigaciones al respecto.
Veamos el problema desde los productos, las
formas de aplicación, las etapas de riesgo, la ausencia de
control por parte de las instituciones del Estado, la
contaminación de los alimentos y el impacto en la salud.
No es un problema nuevo: hace cincuenta y cuatro años
Rachel Carson nos daba algunos datos que ahora estamos
confirmando en relación con las afecciones endocrinas,
información sobre la que poseemos mucha información en
nuestro país.
Este proceso se da en un contexto de
artificialización de la naturaleza, en el cual creemos que
podemos reemplazar los ciclos, los flujos y las relaciones
naturales por capital.
Ahora muestro una de las propuestas de producción
agroecológica y, de paso, informo al orador precedente que
el tabaco está prohibido en las producciones orgánicas
porque afecta mucho a los insectos benéficos. No lo usamos
y no vamos a permitir que se lo use en las producciones
orgánicas. La naturaleza siempre nos muestra que es
insubordinable.
Pensemos en la expansión de todos los
monocultivos, no solo de la soja. Tenemos que ver los
cambios tecnológicos puesto que si la tecnología genera
problemas, tenemos que analizar si podemos resolver esos
56
mismos problemas con más tecnología. Einstein decía que si
para resolver un problema, seguimos el mismo camino, es muy
probable que nos volvamos a tropezar con otro problema.
Pensar que vamos a resolver los problemas con tecnología e
insumos significa volver al inicio y pensar que el problema
de los clorados se resuelve con fosforados, el de los
fosforados con piretroides y el de los piretroides con
neonicotinoides, pero finalmente no resolvemos ningún
problema.
Reflexionemos sobre la expansión de los
monocultivos y su insustentabilidad. En alguna provincia se
dará esta situación con la caña del azúcar y el tabaco, y
obviamente con la soja en Salta. Tenemos que salir del
monocultivo mental y de los territorios. El énfasis en la
tecnología nos está llevando a repensar lo que prometían
los transgénicos hace veinte años. Yo tengo recortes de
algunas personas presentes sobre lo que se decía sobre los
transgénicos: que iban a acabar con el hambre, que iban a
promover una reducción en el uso de los plaguicidas, que
iban a generar mejoras para consumidores por algunas
características de esos productos, que iban a acabar con la
deforestación, etcétera. Pasaron veinte años y en muchos
casos tenemos que reanalizar qué está sucediendo, y para
eso no tenemos que ir nada más que a los suplementos de los
sábados de algunos periódicos para darnos cuenta de las
quejas de los productores que siguen utilizando una gran
cantidad de plaguicidas e insectidas -sobre todo en Salta-
porque algunas variedades transgénicas se han mostrado
ineficientes para el control de insectos.
Es tan importante el tema que la primera lucha se
da en la denominación de estos productos. Para alejar la
peligrosidad, a veces buscamos algún nombre que finalmente
no diga nada acerca de lo que estamos manipulando.
Por otra parte, me parece importante que no
pensemos nada más en la deriva cuando hablamos de
exposición. También tenemos que hablar de los plaguicidas
como la atrazina, que rápidamente se solubiliza en el agua
y de algunos productos que quedan retenidos en el suelo por
mucho tiempo, productos que tienen la posibilidad de
adherirse a las partículas sólidas del suelo. Pensemos en
todas estas vías, en el transporte aéreo, en la absorción y
en la solubilización en agua. Ahí nos daremos cuenta de
que aquellos que creemos que no estamos expuestos a los
plaguicidas, en realidad lo estamos. El acuífero Puelche
está contaminado, pero no desde ahora sino que los primeros
registros datan de 1990. No analicemos solamente la deriva,
si ponemos una barrera y la velocidad del viento sino
también todas las características físico-químicas de estos
productos. En particular, llamo la atención sobre algunos
productos como la atrazina, el maneb y el zineb, por su
elevada vida media en el ambiente y en el suelo.
57
En cuanto a los problemas en la salud, estudiemos
cómo evolucionó el uso de los plaguicidas desde los años 90
hasta ahora. En realidad, podemos explicarlo solo
parcialmente por el aumento de la superficie bajo cultivo.
La solución a la resistencia del insecto a los plaguicidas
en plantas silvestres las solucionamos, entre comillas,
aplicando más plaguicidas o recambiando los productos.
Repito que seguimos usando el clorpirifós, el paraquat y el
imidacloprid, productos retirados de los mercados en sus
países de origen.
Hicimos un trabajo en Montecarlo, que lo traje a
colación para repensar otras zonas productivas. Fijémonos
en la cantidad de productos que se usan en Misiones. No sé
si alguno de los presentes fuma, pero además de arruinarse
su propia salud promueve la utilización de plaguicidas
extremadamente peligrosos para la producción de tabaco.
Aquí podemos ver algunas fotos, esta imagen es de
Pilar, a veinte minutos de aquí. Observamos también
envases, monocultivos, envases colgados, plantas de yerba
mate. Vemos una imagen de Santiago del Estero, las
pulverizaciones aéreas llegan muy cerca de las viviendas y
una fotografía de monocultivos forestales, sobre los cuales
empezaremos una investigación la semana que viene.
Con respecto al problema de la salud, por ejemplo
en una zona hortícola donde estamos trabajando hace treinta
años, vemos qué le pasa a la gente que aplica los
productos, desde problemas en los pulmones hasta problemas
en el sistema endócrino. Gran parte de los alimentos que
consumimos nosotros provienen de esta zona. Tenemos muchas
investigaciones sobre cómo los plaguicidas afectan la
salud.
Decir hoy que no hay investigaciones que liguen
los problemas de salud con los plaguicidas me parecería
falto de seriedad. Hay muchísimas investigaciones -sobre
todo en Estados Unidos y Europa- que dan cuenta de la
neurotoxicidad, la disrupción endócrina y efectos crónicos
a nivel reproductivo. Fíjense que hay citas en revistas
científicas que dan cuenta de la muerte fetal.
Aunque no soy médico tuve la suerte de que me
admitieran en la Sociedad de Pediatría. Al respeto puedo
decir que en la Comisión de Salud y Ambiente se realizó una
excelente jornada sobre el efecto de los factores
ambientales en los genes, la epigenética. Y debatieron
acerca de cómo los plaguicidas pueden afectar a la salud y
que los síntomas aparezcan mucho después de la exposición.
Se producen efectos en la salud reproductiva, como cánceres
de próstata u ovarios. Tenemos mucha información. Las
comunidades se han movilizado.
Hace muy poquito en una reunión un especialista
decía que por suerte no se aplican estas normas. Digo que
es una pena que lleguemos a decir esto y vuelvo a defender
lo que dije ese día. Las comunidades se han movilizado, han
58
conseguido mucho más de lo que en algún momento pensábamos,
2.000, 1.500 o 1.000 metros, creo que es insuficiente la
cantidad de metros en muchos lugares apenas sobrepasan los
50 o 100 metros de los lugares donde están las residencias.
Estamos trabajando en el Convenio de Estocolmo,
en Saicon, que es una estrategia internacional sobre
sustancias químicas para lograr, justamente, posicionar la
problemática de los plaguicidas y estamos trabajando a la
par del código de conducta de la FAO, y fundamentalmente
estamos trabajando para buscar alternativas.
Me extiendo tres minutos. No es que si no
producimos con plaguicidas nos vamos a morir de hambre. No
es que si no producimos con plaguicidas la Argentina se va
a quedar sin posibilidades de exportar. Hoy, con la
cantidad de plaguicidas que usamos, según cifras de la FAO,
900 millones de personas se van a dormir con problemas de
alimentación. El problema del hambre no es un problema de
producción, sino de acceso y tiene que ver más con las
políticas que con las tecnologías.
Pensemos en la agroecología, que hoy en la
Argentina es una realidad. Vengo trabajando desde hace
veinticinco años y vemos productores que tienen desde media
hectárea hasta 300 o 400 hectáreas. Son productores de
soja, de nogales, de cítricos y hortícolas que hacen
agroecología. ¿Es posible producir sin plaguicidas? Sí, la
humanidad lo hizo gran parte de su historia. Y acá no hay
que buscar tecnologías de insumos, tecnologías sintéticas
sino tecnologías de procesos basadas fundamentalmente en la
inteligencia y en el conocimiento. Acoplando el
conocimiento científico al conocimiento comunitario.
El año pasado organizamos junto con una gran
cantidad de instituciones, la Sociedad Científica
Latinoamericana de Agroecología y se presentaron más de 800
trabajos científicos de agroecología; estas investigaciones
dan cuenta de que esto es una realidad. Fundamentalmente
buscamos no utilizar insumos químicos, respetar el
conocimiento a partir de la diversidad cultural y de la
diversidad natural, tratando de ver no solamente los ciclos
biológicos sino los procesos que también se dan en torno a
la sociedad y a las decisiones a nivel político.
La agroecología es una realidad y tendría otra
actividad en la Argentina si recibiera el mismo apoyo que
recibe la agricultura convencional. No creamos que la
agricultura convencional no recibe ningún apoyo desde las
políticas alimentarias, tecnológicas, científicas,
arancelarias y cambiarias hoy se está apoyando a la
agricultura de monocultivos.
Entonces, tengan en cuenta esto –ya voy
finalizando-, en el sentido de que hay muchas escuelas que
nos hablan de la agroecología, la agricultura biodinámica,
la agricultura natural y de la agricultura orgánica.
Algunas tienen más de 120 años, 100 o 40 años. Es decir,
59
existen posibilidades de emplear otros modos de producir
alimentos. Simplemente como lo hicimos durante nuestro
peregrinar en la tierra y cada uno podrá pensar desde el
momento que lo toma.
Diversidad biológica y nutrición adecuada de los
suelos. Ninguno de nosotros se levanta a la mañana pensando
en tomar un remedio sino que pensamos en vivir bien,
alimentarnos, enamorarnos, ser respetados y en querer al
otro. Nadie hoy piensa que va a tomar tal remedio para
sentirse bien.
De la misma manera tenemos que pensar en la
diversidad biológica y en una adecuada nutrición de los
suelos, y no qué le echamos a los cultivos. Es decir,
tenemos que generar sustentabilidad, resiliencia y equidad.
La agroecología también es una gran propuesta
para pensar juntos cómo nos adaptamos críticamente al
cambio climático.
Cabe mencionar a la alimentación, la
biodiversidad, las prácticas, la transición a la
agroecología, donde estamos trabajando desde el
acompañamiento a una gran cantidad de productores que han
quedado en la franja de restricciones a la pulverización.
Por ejemplo, hemos acompañado a un grupo en Luján, pero
hemos dado charlas en muchos lugares, porque tenemos que
acompañar con políticas activas a aquellos productores que
han quedado en la franja. Quiero señalar que políticas
activas no implica dar dinero sino acompañarlos en
políticas alimentarias, tecnológicas, fiscales,
comerciales, etcétera.
Voy a finalizar mi exposición mostrando un par de
fotos. En primer lugar, a las semillas que son la base de
sustentación y tenemos una gran diversidad. Contamos con
más de mil variedades de maíz en la Argentina y por ahí
comercialmente son dos. Además, están los arados, los
biofertilizantes, etcétera.
Es decir que tenemos que generar diversidad,
porque se pueden producir cítricos y hortalizas sin usar
plaguicidas. También se puede producir trigo sin usar
plaguicidas, como ocurre en Cañuelas; o cultivar frutillas
sin ningún agroquímico, como sucede en la zona de Bella
Vista, Corrientes; o como sucede en Misiones donde hay más
de cinco cultivos en el mismo lugar -árboles, avena, yerba,
etcétera- tratando de generar diversidad biológica.
Espero que me inviten próximamente. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Tiene la palabra el licenciado
Cristian Moleker, del Ministerio de Ambiente, Campo y
Producción, de la provincia de San Luis.
Sr. Moleker.- Señor presidente: sé que deben estar un poco
cansados, por la cantidad de horas de discusión.
60
Considero que para los legisladores se trata de
un trabajo muy arduo, pues recibieron mucha información y
tienen el gran desafío de plasmarla en una iniciativa que
represente a todos los sectores. Creo que va a ser una
tarea bastante complicada.
En primer lugar, quiero felicitar a quienes están
organizando estos intercambios de información, porque
colaboran en uno de los elementos claves, que es el tema de
las asimetrías de información. Esta cuestión está presente
en muchísimos problemas que tiene la Argentina, tales como
el acceso a la información pública de una manera
transparente, y que el entendimiento sea de una manera
amigable, porque de nada sirve hacer informes técnicos que
luego no entienda nadie. Este debate colabora muchísimo en
eliminar las asimetrías de la información.
Otro tema al que me voy a referir es el de
internalizar la externalidad. Es decir, con la producción
agropecuaria se generan muchísimas externalidades que son
difíciles de internalizar.
Entonces, si logramos internalizar los costos
quizás tengamos que debatir qué tipo de sistema productivo
vamos a llevar adelante y cuál será sustentable. Cuando
internalizamos las externalidades surgen visiblemente
algunos costos que están ocultos y que alguien paga: el
Estado los paga con un sistema de control muy riguroso o lo
pagamos con salud humana.
La provincia de San Luis cuenta con una ley
bastante antigua, de 2004, por la que se regula el uso de
agroquímicos en cuanto a su aplicación, fabricación,
transporte, comercialización, almacenamiento y sanciones.
Dada la extensión geográfica que tiene la
producción agropecuaria, la realidad es que es muy difícil
el control no solamente en San Luis, sino en todo el
territorio argentino. Además, hay muchas cuestiones que
dependen de leyes nacionales y esto se complica mucho más.
Este es el esquema de actores que tiene la
reglamentación: el responsable del inmueble, el agente
fitosanitario, el comerciante, el aplicador. Se trata de
temas sobre los que todos se han manifestado con distintos
grados de profundidad, pero cada uno ha abordado la
cuestión de acuerdo con sus prioridades o intereses.
El aplicador tiene que cumplir con buenas
prácticas y coincido que hay muchísima tecnología que puede
colaborar en sistematizar el control y hacerlo más fácil.
En la realidad, en la práctica esto no sucede en ninguna
provincia. Es decir, hay información y hay tecnología, pero
no están aceitados los sistemas de control. Incluso cuando
tengamos tecnología hay cuestiones de control de ella.
Recién hablaban del INTI como regulador de las mediciones
de estaciones meteorológicas a la hora de regular
aplicaciones relacionadas con el tema del clima: el viento,
la humedad, etcétera.
61
Respecto del agente fitosanitario -hablamos de
educación o de ingenieros agrónomos-, nosotros pensamos en
un sistema de recetas que vincule el establecimiento
agropecuario con su régimen catastral. Tenemos todo el
territorio provincial digitalizado de manera que lo podamos
geolocalizar automáticamente y firmarlo digitalmente. El
agente fitosanitario no tiene que ir a ninguna oficina
pública. Esto nos permitiría armar un sistema de semáforos
–rojo, verde, amarillo- de acuerdo a si el campo donde hay
soja tiene una receta y a su vez esa receta tiene un
aplicador certificado, etcétera.
Todo esto lo podemos hacer eficientemente, pero
incluso así existe un importantísimo riesgo latente, que es
la salud humana y el medio ambiente.
Cuando hayamos avanzado con la reglamentación, en
el sentido de usar mucha tecnología y tener un control más
eficiente y menos costoso, valdrá la pena hablar del
principio precautorio.
Los funcionarios de Aapresid hablaron sobre la
erosión que están sufriendo por exceso hídrico en Adelia
María. Por nuestra parte, tenemos una situación de
emergencia ambiental. De hecho existe una ley en este
sentido en un lugar que se llama la Cuenca El Morro donde
justamente no se aplican buenas prácticas agrícolas. Este
lugar sufrió un desmonte indiscriminado por la expansión de
la frontera agrícola y, por el cambio en el uso del suelo,
hubo un gran desbalance hídrico.
Voy a hacer una pequeña disquisición con la gente
de Aapresid. Ellos dijeron que la siembra directa colabora
con la reducción de la erosión hídrica y también dijeron
que reduce la evapotranspiración del agua en un 70 por
ciento, pero debo señalar que existe una clara
contradicción en esa apreciación.
La siembra directa colabora con la eliminación de
una posible erosión eólica, pero no con la erosión hídrica.
Lo que sucede en ese lugar que mostraron es una recarga de
la freática que genera una gran erosión hídrica, producto
de un surgimiento de cauces de ríos que comienzan a comer
la capa del suelo y empiezan a surgir nuevos ríos. Eso fue
lo que nos pasó en la Cuenca El Morro.
Coincido con lo señalado respecto de que la
rotación de cultivos y los cultivos de cobertura colaboran
para eliminar el exceso hídrico. Eso es claro y conforman
buenas prácticas agrícolas. Esto es llevar una práctica
agrícola en un territorio de acuerdo con las
características naturales de ese territorio.
No podemos hacer las mismas prácticas agrícolas
en territorios distintos. Debemos ver las características
naturales de cada lugar para aplicar prácticas agrícolas
sustentables, pues no todas son sustentables por el solo
hecho de ser buenas sino que deben tener en cuenta las
características propias del lugar.
62
Esta situación nos llevó a declarar una
emergencia ambiental en la Cuenca El Morro. Para que
ustedes se den una idea, este era un lugar de pasturas
naturales y ganadería extensiva que pasó a hacer
agricultura -sobre todo soja- sin rotación y sin cultivos
de cobertura, con lo cual en solo diez años aumentó un 40
por ciento la presencia de ríos importantes, lo que generó
grandes aluviones de sedimentación que taparon entre 300 y
400 hectáreas de campo aguas abajo. Aun cuando conocemos
que hay necesidad de hacer prácticas agrícolas, el mercado
y los productores no internalizan las externalidades que
generan.
Si hablamos de salud humana, debemos ser
conscientes de que el productor no internaliza las
externalidades que genera y que el mercado no lleva a
precio sus externalidades. Recién el señor diputado
Lusquiños preguntó a los representantes de AAPRESID si las
certificaciones se traducían en precios. El sistema de
certificación de buenas prácticas es excelente, pero es un
problema si el mercado después no lo paga. Pasa muchísimo
en la ganadería porque si el mercado no me paga
trazabilidad, no la hago; y si el mercado no me paga buenas
prácticas agrícolas, no las utilizo a no ser que el Estado
me lo obligue, es decir, cuando el Estado me internaliza la
externalidad. Si no lo hace el mercado, lo tiene que hacer
el Estado.
En ese sentido, tenemos que debatir el principio
precautorio de la ley general del ambiente. Dada la gran
problemática de control y de internalizar las
externalidades, tenemos que tener principios precautorios
para cuidar la salud humana y el medio ambiente.
Soy ministro de Medio Ambiente, Campo y
Producción, pero sé que el principio precautorio está aun
por arriba del derecho a trabajar, del derecho al progreso
o a hacer plata. Estamos hablando de salud.
Por otra parte, el principio de progresividad
también está incluido en la ley general del ambiente, y
señala que siempre tenemos que establecer normas avanzando
y nunca retrocediendo en relación con el cuidado del medio
ambiente y la salud.
En cuanto a la cuestión de distancias, podemos
aplicar buenas prácticas agrícolas que de alguna forma nos
den una especie de garantía de que no va a haber daños
colaterales, como se suelen llamar -aun cuando no coincido
con esa expresión-, pero tenemos el riesgo latente. Aunque
establezcamos presupuestos mínimos, el principio
precautorio debería estar vigente para establecer
distancias. Aun cuando no se cumplan esas prácticas
agrícolas, cuando el Estado no es eficiente a la hora de
controlar la aplicación, por lo menos debemos tener ese
elemento de distancia que minimiza los riesgos de
exposición en detrimento de la salud humana.
63
El hombre se nutre de los dones de la naturaleza
y debemos protegerlos, lo que es un gran desafío. No es
fácil entender que tenemos que internalizar las
externalidades y que alguien tiene que pagarlo. Un sistema
de control por parte del Estado, donde se van a establecer
buenas prácticas agrícolas y el Estado cuide su
cumplimiento tiene un costo. ¿Quién lo paga? Si no se
trabaja con un sistema de control eficiente, va a ser más
costoso aún y ahí la tecnología nos puede ayudar muchísimo.
En síntesis, creo que valdrá la pena que los
señores diputados revisen los principios de precaución y
progresividad en el momento de la discusión de la norma de
presupuestos mínimos. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Barletta).- Nos han pedido la palabra el
Ministerio Público Fiscal de Mar del Plata y otras
personas, pero lamentablemente ya nos excedimos más de una
hora más de lo previsto. Necesitan esta sala porque hay
otra reunión. Quédense tranquilos porque vamos a seguir
trabajando. No siempre porque vamos a establecer un
cronograma medianamente estricto para ir acercando
posiciones.
No es un tema sencillo. Evidentemente, hemos
visto posiciones muy encontradas, extremas. Todas tienen su
razonabilidad y sustentabilidad en los estudios realizados,
pero lo cierto es que debemos generar una alternativa para
ordenar este tema porque creo que estamos en el peor de los
mundos, uno en el cual no hay normas ni controles. Hay
cosas que se hacen bien pero es preferible tener un marco
que nos ordene y, en todo caso, como esta problemática es
tan dinámica -como lo dijeron los científicos y técnicos, y
las organizaciones como AAPRESID-, tenemos la suerte de ir
verificando y modificando las medidas con el paso del
tiempo, ya que van cambiando muchos paradigmas vinculados a
la producción y a la salud, que es lo que más nos interesa.
Alguien lo dijo también y lo quiero poner de
manifiesto: no dejemos de incorporar aspectos vinculados a
la equidad, porque no solo se trata de la salud y de la
capacidad económica de aquellos que pueden atenderse, sino
que también hay que pensar en que detrás de estos
mecanismos debemos tener puesta la mirada en lo mencionado
por el señor diputado López. No puede suceder que en la
producción de alimentos tengamos problemas con el medio
ambiente, la salud y con niños que no se alimentan como
corresponde.
Les agradezco mucho a todos. Seguiremos con esta
tarea. (Aplausos.)
- Es la hora 13 y 53.