fTIDADsonales y familiares, sus apuntes de ejercicios y retiros y. finalmente, de varios testimonios...

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BASE ANTROPOLÓGICA DE UNA CONFIGURACIÓN DE SA1\fTIDAD (ESTUDIO PSICODINAMICO DE LA PERSONALIDAD HUMANA DE SANTA MARIA MICAELA DEL SANTISIMO SACRAMENTO) l. INTRODUCCIÓN. Madrid: Festividad del «Corpus Christi» 1865 Es siempre algo extraordinario seguir de cerca cómo una persona va configurando, día a día, su santidad, su encuentro con Dios, y va trans- formando su personalidad humana en una plenitud de vida sobrenatural. Desde el punto de vista antropológico esta personalidad polarizada por Dios entra en una categoría muy diferente de las que pueda presentar la estructura existencial de lo humano. Ahora bien, lo difícil de nuestro intento es reconstruir todo este pro- ceso de santidad en una persona que hace ya muchos años que no existe, aunque sí permanezca a través de su alma. Y lo que aumenta esta difi- cultad es el hecho de intentar hacer un estudio psicodinárriC'o de su per- sonalidad humana, cuando los documentos sobre este a,>pecto de su exis- tencia son muy escasos. Nos hemos servido para fundamentar este estudio de muchos elemen- tos objetivos que provienen directamente de la santa: de sus familiares, retratos pictóricos auténticos, su autobiografía sus cartas per- sonales y familiares, sus apuntes de ejercicios y retiros y. finalmente, de varios testimonios que se dieron sobre su vida y acción ('n el proceso de canonización de la santa. (Todos estos documentos absolutamente autén- ticos están depositados en el Archivo Generalicio de las Religiosas Ado- ratrices. ) Sobre todos estos fragmentos que nos han ido proyectan(lo retazos de su personalidad humana, hemos tejido este estudio, procurando resaltar

Transcript of fTIDADsonales y familiares, sus apuntes de ejercicios y retiros y. finalmente, de varios testimonios...

  • BASE ANTROPOLÓGICA DE UNA CONFIGURACIÓN DE SA1\fTIDAD

    (ESTUDIO PSICODINAMICO DE LA PERSONALIDAD HUMANA DE SANTA MARIA MICAELA

    DEL SANTISIMO SACRAMENTO)

    l. INTRODUCCIÓN. Madrid: Festividad del «Corpus Christi» 1865

    Es siempre algo extraordinario seguir de cerca cómo una persona va configurando, día a día, su santidad, su encuentro con Dios, y va trans-formando su personalidad humana en una plenitud de vida sobrenatural. Desde el punto de vista antropológico esta personalidad polarizada por Dios entra en una categoría muy diferente de las que pueda presentar la estructura existencial de lo humano.

    Ahora bien, lo difícil de nuestro intento es reconstruir todo este pro-ceso de santidad en una persona que hace ya muchos años que no existe, aunque sí permanezca a través de su alma. Y lo que aumenta esta difi-cultad es el hecho de intentar hacer un estudio psicodinárriC'o de su per-sonalidad humana, cuando los documentos sobre este a,>pecto de su exis-tencia son muy escasos.

    Nos hemos servido para fundamentar este estudio de muchos elemen-tos objetivos que provienen directamente de la santa: foto~'l'afías de sus familiares, retratos pictóricos auténticos, su autobiografía sus cartas per-sonales y familiares, sus apuntes de ejercicios y retiros y. finalmente, de varios testimonios que se dieron sobre su vida y acción ('n el proceso de canonización de la santa. (Todos estos documentos absolutamente autén-ticos están depositados en el Archivo Generalicio de las Religiosas Ado-ratrices. )

    Sobre todos estos fragmentos que nos han ido proyectan(lo retazos de su personalidad humana, hemos tejido este estudio, procurando resaltar

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    cada detalle más o menos iluminado de los rasgos más acusados de su per-sonalidad y de su psicodinámica. No hemos omitido los elementos clínicos o fotográficos en cuanto algunos de ellos son reveladores de importantes mecanismos de su peculiar antropología.

    En la exposición hacemos hincapié en el hilo conductor que da unidad a todo el proceso configurativo de su yo humano caminando día a día hacia la santidad.

    Nuestra pretensión es que el estudio de la personalidad humana de la santa sea una guía de los que intentamos configurar también

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    uno. Esta proyección de su personalidad en sus escritos ha ayudado mu-cho a nuestro estudio.

    Asimismo como hipertímica y bradipsíquica se veía impulsada a la ac-ción de un modo connatural, aunque tenía que forzarse un poco para ello, ya que constitucionalmente era una personalidad viscerotónica y, por tan-to, inclinada a situaciones de relax. Puede decirse que estaba bien com-pensada, pues aunque su biotipo era pÍcnico y su psicotipo ciclotímico, la hipertiroidÍa posibilitaba una hipertimia que le impulsaba a la acción.

    Como todo psiquismo cicloide presentaba grandes crisis periódicas de ansiedad (que proyecta en sus cartas), depresión, y en el otro polo, eufo-ria y entusiasmo.

    Su afectividad tenía, por su mismo psicotipo, una gran labilidad ori-ginal y una resonancia emocional muy típica en estos casos (lo va proyec-tando ella misma en sus escritos, como veremos más adelante).

    La psicofisiología nos hablaría aquí de una gran intervención hipota-lárnica en su conducta, lo cual va demostrándose tanto en su biotipo (ten-dencia a la obesidad, predominio anabólico, actividad hipofisaria, etc.) como en su psicotipo (labilidad emocional ciclotimia) y también en algu-nos sectores clínicos de su personalidad: timopatÍas y demás síntomas psi-cosomáticos.

    Estas circunstancias más o menos constitucionales nos explican muchas cosas de su personalidad humana.

    Su inteligencia podría arrojar psicométricamente un cociente intelec-tual de no más o menos, lo que equivale a unas aptitudes intelectuales normales con una ligera tendencia a un rango cualitativo superior. El ras-go más diagnóstico de su inteligencia era lo que se llama actualmente en psicología experimental: inteligencia prác#ca, dado su contexto socio eco-nómico, su nivel cultural es normal, sin sobresalir. Sus aptitudes están muy potenciadas por su personalidad hipertímica por la continua estimulación a la que le llevaba su gran actividad y por la madurez experiencial que fue elaborando a lo largo de su vida.

    8. ALGUNOS ASPECI'OS CLÍNICOS DE SU PERSONALIDAD Y SU INTERPRIrrACIÓN PSICOSOMÁTICA

    El estudi(!) de la salud de la santa nos va confirmando cada vez más su perfil psicológico y su peculiar antropología. Como timópata sufrió toda su vida trastornos del sistema autonómico, manifestándose en cefaleas cró-nicas y persistentes, lipotimias, distonÍas neurovegetativas y una muy in-tensa gastropatía de fondo neurótico que la aquejó durante diez años largos.

    Cualquier conflicto afectivo, emocional, familiar y luego en el seno

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    de sus fundaciones le provocaba un síntoma de converSlOn a veces muy intenso. El conflicto psíquicO' se transformaba en conflictO' orgánico, es un mecanismo de defensa cuando la adaptación del ambiente es difícil o cuando la frustración amenaza la integridad del «yo».

    El mismo ambiente familiar en que se desarrolló, hasta su época de madurez, ya fuera de la familia, era un ambiente de alto nivel neurótico, capaz de deformar a una personalidad normal como era la suya.

    Su madre era indudablemente una neurótica con grandes frustraciones no asimiladas y que se cÜ'mpensaba tiranizando, con muy buena voluntad, a toda la familia, a veces de una forma histérica.

    Su hermanO' Diego aparece como una personalidad muy lábil e inma-dura, necesitando constantemente un ambiente gratificante y presentando también muchos mecanismos de conversión. La cuñada aparece, a su vez; como muy resentida en su salud y constantemente enferma en un sentido claramente neuróticO'.

    Otra hermana, Engracia, es oligofrénica y sufría trastornos epilépticos. Todo ese clima anómalo, más las circunstancias históricas en que vivía, y los problemas socioeconómicoscon los que tenía que enfrentarse, eran factores deformantes de su personalidad. Toda su vida fue una lucha por normalizarse y esta lucha básica contra el neuroticismÜ' fue un camino na-tural que ayudó mucho a su santidad.

    En muchas de sus cartas y otros escritos aparecen a veces muchos sín-tomas de neurcHicismo, pero poco a poco, cuando va configurando su per-sonalidad en una dinámica de perfección y de vida sobrenatural, desapa-recen estos síntomas neuróticos y brilla claramente una personalidad ple-namente equilibrada.

    Podría asegurarse que fuera de la santidad hubiese sido una gran neu-rótica, porque dado su ambiente familiar-social, hasta su constitución la llevaba a ellO'. Pero Dios poladzó su personalidad y la crisis pasó a ser un~ redención. Es extraordinaria, como se ve, esta acción conjunta Dios-cria-tura, en el proceso de santidad. Esto incluso seguido desde un plano pu-ramente científico es muy revelador.

    Las cefaleas (jaquecas) aparecían muy frecuentemente y desaparecían cuando operaba en ella la acción de Dios o cuando se compensaba su afec-tividad o su deseo de adaptación. Esto hoy día mediante la interpret3.ción psicosomática no tiene problema en su explicación. La tensión emocional expresiva de un desajuste de su entorno o de su personalidad generaba vasoconstricción de los capilares cerebrales o distonÍas en el sistema auto-nómico. La distensión, en cambio, provocaba vaso dilatación, sincronía ce-rebral y sintonía del sistema· autonómico con estimulación de la región amigdalar del cerebrO'. La cronicidad de su timopatía se cristalizó en una intensa neurosis gástrica, que llegó a diagnosticarse de cáncer y obligaba a la santa a tomar opio inclusive, para calmar sus dolores de origen coli-nérgico y espasmódico. Podemos, pues, pensar en una salud muy resentida psicogenéticamente, lo cual nos informa de los sustratos fisiológicos y pa-todinámicos de su personalidad.

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    Ahora bien, esta vida «agónica», en el sentido unamuniano de la pa-labra, fue muy fecunda antropológicamente, ya que su respuesta era siem-pre por compensación una actitud positiva de búsqueda del «tú», para olvidarse de un «yo» tan contrariamente sacudido por su entorno. La mis-ma hipersensibilidad olfatoria que presentaba (como nos lo cuenta en la autobiografía) nos confirma el predominio emocional e hipotalámico de su personalidad. La santa comprendía claramente que ella no podía rea-lizarse como organismo, como fisiología, y buscó con más ahinco aún los caminos de una personalidad transcendida, transitiva, que no se reman-saba en sí, sino en el «otro». Pero como piedra de toque, como crisol cons-tante, tuvo que contraponerse en su «yo» frente a su constitución emo-cional, en donde predominaba lo orgánico, casi podría decirse lo visceral. Todas esas antinomias ayudan a fraguar las grandes personalidades y por ello todas ellas nos hablan de la gran dificultad que es la dinámica de perfección o la dinámica de santidad.

    4. ESTRUCTURA PSlCODINÁMICA DE SU PERSONALIDAD

    La vida de la santa está llena de frustraciones. La reacción ante las frustraciones nos da mucha luz sobre la estructura psicodinámica de una personalidad. Así lo han demostrado autores tan diversos como Freud y Rasenzweig. La frustración supone ruptura de un equilibrio entre el yo y el entorno. La santa reparaba esta ruptura compensándose mediante una gran actividad y por la búsqueda de constelaciones afectivas con los de-más. Estaba Micaela muy fijada a las figuras familiares y la muerte de la «imago» paterna (murió su padre siendo ella muy niña) la fijó aún más en los otros miembros de la familia. Sobre todo, influyó en este proceso psicodinámico de fijación familiar la gran frustración que tuvo en su re-lación afectiva extrafamiliar básica: la ruptura del noviazgo. Otras frus-traciones de tipo económico, de una anormal y satisfactoria relación hete-rosexual la llevaban a utilizar mecanismos de defensa que oscilaban entre la afectividad y la agresividad, así como a una cierta inflación de su «yo» que siempre la acompañó y cuya normalización fue gran parte de su ca-mino de perfección. También estuvo sometida a graves represiones, tanto en su feminidad como en su entorno. Los prejuicios de la época y toda una serie de «tabúes» de una sociedad neurotizada y muy alejada de una auténtica socialización, requirieron impulsos normales de su personalidad que hubo que compensar utilizando mecanismos de defensa tales como la sublimación, que es un mecanismo muy normal y que indica gran equi-librio en una personalidad. La falta de la imagen paterna la condicionó para una psicodinamia de rasgos viriloides a veces, aunque nunca se apa-

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    gó SU feminidad. Ahora bien, esta predominante feminidad la llevó siem-pre a la búsqueda de «padres sustitutos» o en el plano de la fijación fa-miliar a figuras supletorias de la instancia familiar. Así se motivaron sus «rapports» con su propio hermano Diego, con el Padre Carasa, con San Antonio María Claret, con el obispo de A vila, etc. Su gran actividad, me-canismo de sublimación, la compensó extraordinariamente. Así las funda-ciones fueron una expresÍl;ín de ello. Su sentimiento de maternidad lo com-pensó con la creación de una familia religioso-asistencial, de la que era antes que nada la Madre. Su misma orientación piadosa desde siempre no es otra cosa que una identificación con la «imagen materna». En la con-figuración de su santidad canalizó todos sus mecanismos y rasgos psico-dinámicos procurando, además, mediante el mecanismo de identificación, «identificarse» con perfiles completos de santidad: Santa Teresa de Jesús, con la que puede establecerse una alta correlación. La comprobación do-cumental de estos rasgos psicodinámicos puede hallarse en las cartas que escribió entre julio de 1885 a marzo de 1849. (La santa nace en 1809 y muere en 1865, por tanto las cartas en cuestión son desde sus veintiséis años a los cuarenta.) Hemos escogido las más proyectivas de su persona-lidad, las cuales llevan como es natural un destinatario estrictamente fa-miliar: su hermano Diego, su hermana Lola y su cuñado Oriol.

    Carta probablemente del mes de julio de 1838: « ... Yo he pasado el día en mi cama triste y algo fastidiada, pero como ha de ser, no quiere Dios que yo sea feliz ... » (2). Este contexto de carácter muy claramente depresivo se repite en muchas cartas, 10 cual explica su cicloidismo, toda una serie de síntomas de conversión (estar en la cama y no ser feliz) y toda una dinámica de frustración de su nivel de aspiraciones.

    Carta de fecha probable del 23 julio 1888. « ... Hoy tiene mamá un humor muy fataL .. » Otro contexto crónico que explica el neuroticismo de su ambiente familiar ... (3). «Por lo que soy tan cortita; el 26 a la feria me voy [a] hacer oficios de hombre, me sabe mal, pero qué hacer, si lo mandan obedecer es lo que me toca y no es poco ... » (Se nota claramente pugna entre su feminidad y roces viriles que debe adaptar por falta de la instancia paterna.) De sus relaciones con su novio habla en plan de frus-tración compensada ya más o menos « ... de mi Javier nada de venir, le aseguro a usted que no tengo ya sufrimiento».

    Carta de fecha probable del 26 julio 1838. «... Mi estimado Cirilo (era este don Cirilo Bahia, administrador de su casa). No quepo en mí de gozo, qué felicidad verlo, aunque me olvide, no me quitará nadie el gozo que tendré al verlo y si me ama aún qué feliz seré, la más feliz del mundol Pidan ustedes a Dios que me lo conceda, aunque no merezca yo ser tan feliz. Lo callaré, a nadie se lo diré, pero quisiera gritarlo en la plaza para que vieran mi alegría ... » (4). (Frase eufórica.)

    Es ésta una carta que denota su gran capacidad de ternura y su mayor necesidad afectiva. Se trata de la chica enamorada profundamente de su

    (2) CA 1 n. 14. (3) CA 1 n. 17. (4) CA 1 n. 19.

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    novio, cuya aspiración fundamental es el amor en la realización humana normal. Esta relación fracasó, no por nuestra santa, sino por las interac-ciones familiares, sobre todo de la familia del novio: la familia Villada-rias. Micaela seguía necesitando afectividad, como se verá más abajo.

    Carta probablemente del 30 julio 1840. « ... Yo no tengo ni amores ni lances de ninguna especie, porque no me olvido del ingrato Javier, pero no hay ya nada, todo acabó, y si hallase algo que me guste y convenga no lo dejaré por capricho ... » (5).

    Esto prueba que Micaela intentó todo lo posible para llegar a reali-zarse en el amor y en el matrimonio. Carta del 27 agosto 1838. «... Ya estoy mejor, pero me duele la cabeza y el estómago fuerte ... » (6). Carta del 27 diciembre 1840. « ... Yo tengo siempre mi dolor de estómago ... » (7). Carta de 9 de agosto 1841. «... Del estado de mamá, pues a las diez la hallamos con un fuerte histérico que luego pasó a ser un ataque de asma sumamente aflictivo ... » (8).

    Se manifiestan en muchas de las cartas, vectores histeroides expresados en una continuada manifestación de dolores, tanto a su madre como a ella siempre les duele algo: cabeza, estómago, escalofríos, palpitaciones, etc. Posiblemente había un neuroticismo inducido.

    Carta de 28 de marzo de 1840. « ... Y me dijeron los Señores del Ca-bildo en una Junta, que tenía mucho talento y que era una madrileña la-dina ...

    . ,. Mi llegada a Alguazas fue como de reina, pues salió todo el pueblo a recibirme ... me gritaron vivas y me llamaron la Reina Mora ... » (9).

    Carta de 3 julio 1840. « ... Es un placer que le quieran a uno ... » (10). Todo ello son mecanismos compensadores en una cierta inflación del

    «yo» y en la hiperafectividad realizada. Las fases depresivas alternan siempre con las maníacas o eufóricas.

    Carta del 5 octubre 1841. « ... porque de este mundo no hay que es-perar más que males y más males ... » (11).

    Carta del 11 octubre 1841. « ... yo me quedo sola y ... pero Dios me ayudará y esto me consuela ... Oriol mío, cuida de Lola y que se cuide ella y tú que me hacéis mucha falta, no tengo más que a mis hermanos y en ellos fundo mis esperanzas y consuelos ... » (12).

    Aparece un constante temor a la soledad y desamparo afectivo, al par que una gran fijación familiar. En ellas se compensa y busca que la acep-ten y comprendan. Para su equilibrio necesita un entorno con el que pue-da establecer una conexión afectiva intensa.

    Carta del 26 enero 1843. « ... Diego y yo tenemos hoy dolor de cabeza,

    (5) CA 1 n. 58. (6) CA I n. 30. (7) CA I n. 64. (8) CA 1 n. 75. (9) CA 1 n. 46. (lO) CA I n. 55. (11) CA 1 n. 86. (12) CA 1 n. 87.

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    bien que yo no tengo un día que no me duela algo, pero sin aprensión ninguna ... » (13).

    Se comprueba lo que habíamos dicho sobre el clima neurótico de su vida familiar. Aparece posiblemente otra vez un fenómeno de inducción de fondo neurótico. A través de las cartas de Micaela nos hemos enterado de los trastornos muy frecuentes de su hermano Diego.

    También nos da a entender muchas veces a través de sus cartas los profundos trastornos de su hermano, que con otras dimensiones neuroti-zantes llegaron a deformar en un principio la personalidad de la santa.

    Carta de 9 de febrero 1846. « ... Lo que tuve fue un dolor nervioso fOJ'tísimo a la cabeza que me hizo pasar una noche fatal y mala maña-na... esto junto con el genio de... que es capaz de consumir a un san-to ... » (14).

    Los rasgos clínicos de esta originaria deformación de su personalidad le acompañaron gran parte de su vida, aun cuando en el plano psíquico estaba ya en una admirable normalidad y equilibrio.

    Carta del 18 agosto 1847, París. « ... Yo ando malucha de mi estómago como siempre ... » (15).

    En su «Autobiografía» nos explica cómo cuando tenía que «dar pasos con las Autoridades» le costaba siempre «un día de jaqueca de vencimien-tos y pena que me daba.» La misma situación se puede comprobar a tra-vés de una de sus cartas:

    Carta del 13 noviembre 1847. París. « ... Me quejo bien injustamente, porque llevo en París una vida tan tranquila y una conciencia tan sana que esto sólo debía hacerme feliz si fuese mejor «mi condición», pero este «geniazo» no se doma sin «pena» ... » (16).

    Las profundas frustraciones que tuvo que compensar la santa hicieron algunas veces vacilar su esperanza. Sobre todo, cuando nebido a una fase depresiva bajaba el nivel de tolerancia de las diversas frustraciones.

    Carta de París. 2 octubre 1847. « ... Es como todo, siempre me juzgan a mí por los resultados y no por las causas ... » (17). (Da a entender que muchas de sus acciones eran incomprendidas o mal aceptadas, lo cual su-pone una situación de desajuste o inadaptación frente al entorno sea so-cial, sea familiar.) Continúa: «... Mi santo lo pasé muy triste porque no soy feliz por más que tenga una gmn resignación y si no me engaña el amOl' propio mucha paciencia!.,.»

    Al mismo tiempo vislumbra ya que este camino de flntinomias y frus-traciones continuadas puede tener una dimensión redencional. Desde un normal mecanismo de sublimación va preparando una dinámica de per-fección.

    Carta del 11 septiembre 1847, París. « ... y no te figures que es porque soy feliz, que lo digo, estoy muy lejos de serlo, pero tengo paciencia que

    (13) CA I n. 100. (14) CA I n. 139. (15) CA I n. 157. (16) CA I n. 166. (17) CA I n. 159.

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    es el gran tesoro que hay que tener en la vida. Ella nos lleva al cie-lo ... » (18) ..

    Puede pensarse que en Micaela su propio desajuste inicial fue un ca-mino para descubrir a Dios auténticamente y polarizar todas sus dimen-siones vitales hacia El.

    De todas maneras la frustración más profunda que sl lfrié nuestra santa fue la afectiva. Su gran hiperafectividad se ve coartada én las relaciones con el otro sexo y muchas figuras familiares que eran foeos de su afecti-vidad murieron: padre, madre, hermana Lola, Padre Cilrasa. Entonces re-concentra toda su capacidad afectiva en su hermano DiégO. En el fondo nace un profundo temor a la soledad que es la mayor ~I1gustia para una personalidad en la que lo afectivo tenía el más alto sentido y el más alto . valor.

    Carta de Tolosa, 7 de marzo 1843. « ... Querido Dieguito de mi cora-zón ... Cuídate ... Piensa, además, que no tengo ya más que a ti en el mun-do que me consuele y sea mi apoyo. Yo. estoy buena y deseo con todo mi corazón abrazarte. Tu hermana que te ama ... » (19).

    Su hermano era entonces, en una situación límite, su ancla existencial. Si aplicásemos a todos estos rasgos psicodinámicos la técnica del aná-

    lisis factorial, nos encontraríamos posiblemente con los siguientes: Hiperafectividad: Alta reactividademocional. Ciclotimia: Baja tolerancia II las frustraciones. Hipertimia: Mecanismos de defensa abundantes. La importancia básica queJo afectivo tenía para la santa parece evi-

    dente y sus correlatos fisiológicos y constitucionales ayudaban mucho a ello: Su ciclotimia fraguaba en ella grandes fases depresivas, en las que

    tanto su biotono como su .psicotono bajaban profundamente y, por tanto, bajaba la capacidad de tolerancia a las frustraciones que por su parte eran subjetivamente muy traumáticas, hasta llegar a constituir síntomas de con-versión de alta tonicidad. Cuando veía su yo amenazado, su hipertimia le llevaba a mecanismos de defensa muy eficaces: hipertrofia del yo, agre-sividad '(= «geniazo»), fijaciones en «imagos» familiares, hiperafectividad como evasión de sus desajustes, vectores histeroides y sublimación por el camino de la religación con lo transcendente: Los otros, como prójimos y Dios.

    La crisis vital de la santa no fue una agonía negativa en el sentido una-muniano, sino una agonía redencional. El desajuste fue un naufragio que la hizo agarrarse a lo único que puede dar la seguridad y felicidad defi-nitivas: Dios; por eso desde aquí aparece muy revelador aquello de que «Dios escribe recto con renglones torcidos».

    La misma «vida disipada» de París, de la que da razón en su autobio-grafía, era una evasión de un entorno que le era hostil. Podía haber sido éste un camino que podía haber seguido. La libertad originaria podía lle-varla a cualquiera posibilidad. Era un cruce en el camino. El hombre,

    (18) CA 1 n. 158. (19) CA 1 n. 110.

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    como «hamo viatol'» que es, topa muchísimo con esos cruces a veces de-finitivos, pero en esta gran situación límite está Dios y su gracia. Aquí entra el misterio, lo carismático. La relación entre hombre y Dios es el misterio más inefable. De pronto, en la festividad del Espíritu Santo, es-tando en París, nos cuenta en su autobiografía ... «Sentí un cambio de in-clinaciones y una fuerza superior para vencerme en todo ... » (20). Esto pasa siempre. Años después le acontecía lo mismo a CarcÍa Morente. Oye un villancico por radio, en su apartamento de París, en plena producción de investigación de la filosofía de Kant y se encuentra con Dios. Fue su primera Navidad. Para Micaela fue su primer Pentecostés. Aquí ni la psi-cología ni la antropología pueden decir nada. Es el significativo silencio de la ciencia ante el misterio. Sólo hemos presentado unas situaciones pe-culiares de la personalidad de nuestra santa, y lo hemos comprobado y explicado a la luz de nuestra antropología y psicología actuales. Hemos presentado un camino que podía haber seguido: compensar su desajuste con una gran evasión. Pero los hechos y los mismos documentos autógra-fos posteriores a las cartas que hemos analizado nos demuestran cómo Mi-caela eligió una dinámica de perfección sobre sí misma y luego configuro su personalidad en un nivel que es el de la santidad.

    Nuestro papel en estas últimas páginas es simplemente poner de re-lieve cómo desde una dinámica de perfección y desde una configuración de santidad, los rasgos de la personalidad y de la peculiar antropología de la santa experimentan un «giro copernicano» respecto a los hasta aquí expuestos. Su personalidad se equilibra, se desneurotiza, madura en una afectividad nueva que le hace prescindir sin problema, ni conflicto alguno de las «imagos» a las que estaba fijada. Desaparecen los síntomas de con-versión. La única ansiedad y tensión que le quedan son la tensión ante Dios, y sobre todo se transcendentaliza por el amor, hasta morir por los demás, para vivir en Dios. Los rasgos psicodinámicos de su personalidad siempre serán los mismos, ya lo veremos, lo único que pasa es que serán «nuevos».

    La teoría de Cristo y de Pablo del «hombre nuevo» se cumple ahí. La hiperafectividad se transforma en «ágape», la hipertimia en hiperactivi-dad para realizar el bien día a día con una suprema y continuada tensión, la ciclotimia para poder ayudar a esa dinámica de perfección se trans-forma en ascesis (fases depresivas) y en mística (fases eufóricas). Ha na-cido «Madre Sacramento».

    (20) A 27.

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    5. DINÁMICA DE PERFEOCIÓN

    «Quería ser santa, lo que me pareció tan fácil como imposible hoy ... » (21).

    En esta parte de nuestro estudio nos hemos fundamentado en los «Apuntes de Ejercicios y Reti1'os» autógrafos de la santa. Como todos sus escritos, son de una gran «proyección» para el conocimiento de esta nueva fase de su personalidad.

    Presenta Madre Sacramento en los orígenes de su dinámica de per-fección una gran ansiedad sobre si su reactividad afectivo-emocional en la relación yo-Dios, provenía de una apariencia en sí vacía o generada desde un plano diabólico o era una realidad teándrica (22).

    De todas maneras encuentra siempre respuestas y credenciales de estos procesos en un «río de gracias» que Dios le concede y en los frutos de su vida y Obra.

    En esta situación aparece su típica ansiedad y la necesidad de libe-rarla con una profunda seguridad en lo que sea real.

    Una fase eufórica, fundamentada en su ciclotimia, es un buen sustrato para captar más y más la vivencia de plenitud del espíritu como desen-carnado. Así «... Hoy vive sólo el alma, el cuerpo está torpe, pesado, el alma vive en Dios y vive Dios en el alma ... » (23).

    En el mismo camino en la ascesis personal vemos positivamente los rasgos de una personalidad primitiva (hombre viejo) que deben transfi-gurarse en la nueva situación (24). Se trata de doce propósitos que efectuó:

    1, Acaba1' de c01'1'egi1' el genio; 2, y las vivezas en él; 3, El tono menos enérgico; 4, Ai1'e más humilde; 5, Y modestia en general; 6, En los p1'on-tos; 7, Anda1' y exp1'esa1'se; 8, Y más reserva religiosa; 9, No habla1' jamás de mí; 10, Ni contar favores; 11, Y hacer de esta vigilancia mis peniten-cias; 12, Y mis confesiones y mi examen diario ... »

    Lo subrayado es para poner de relieve los «propósitos» que proyectan mejor su antigua psi ca dinámica : agresividad, hipertrofia del yo, excesiva psicolabilidad emocional, etc.; todo ello mecanismos de defensa o rasgos psicobiotípicos. En los primeros pasos por ese nuevo camino no ve todo muy claro aún. Por ejemplo, confunde la humildad con el sufrimiento y

    6

    (21) A 35. (22) cr. ER 39. (23) cr. ER 96. (24) cr. ER 97.

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    mortificación, en nuestro plano se trata de confundir la frustración con la respuesta ante ella (25).

    Escribe que teme los «ejercicios», en realidad es un temor a sí misma, a los problemas y dificultades que su personalidad le presenta, al nuevo camino elegido. Necesitaría una evasión, una huida de sí. Como forma compensatoria se refugia en una personificación muy peculiar, bajo el manto de la Santísima Virgen de los Desamparados (la imagen materna transcendentalizada). Ante este hecho sufre una gran reacción emocional « ... y quedé tan conmovida ... » La ha compensado tantísimo este refugio (esta ancla existencial nueva) que presenta una gran catarsis y un síndrome maníaco (surge su ciclotimia): insomnio, gozo hipertrófico y exultante, es-peranza y seguridad. El temor a sí misma que manifestó antes, desapare-ce (26). Tiene intrapercepciones (típicas· en estos estados eufóricos en los que hay iluminación del vivenciar) que con gran plasticidad compensan su inseguridad (27). (Visión de la tabla por la que tiene que pasar, sobre un precipicio. Va de manos del Señor (a la derecha) y de la Virgen (a la izquierda) y los efectos eufóricos duran largo tiempo.)

    Es extraordinariamente coincidente cómo Cristo aparece a la derecha, que es el lado antropológicamente activo del hombre, como guiando «su quehacer» y apoyándolo, y que a la izquierda (lado pático, según López Ibor) aparezca la Virgen, que representa lo maternal, lo que asegura la subsistencia, la salud, la nutrición, lo que hace referencia al vitelismo ma-ternal. Además, el lado derecho es el masculino y el izquierdo el feme-nino. Según una lógica explicación antropológica y las confirmaciones rea-lizadas con una rigurosa investigación clínica por Marañón. A veces esta búsqueda de seguridad la vivenciaba como un impulso «Me vi tan fuer-temente impelida a meterme en el sagrario y tan recogida estuve, que se pasó la hora sin sentir, muy regalada sé que estuve ... » (28).

    Su predominio emocional en lo reactivo siguió, pero con nuevo signo. Explica (29) que en las vísperas de grandes fiestas del ciclo litúrgico o en las mismas festividades presentaba lo que ella llama su «corona» y que, desde un punto de vista clínico, era una cefalalgia generalizada y que po-día ser el sustrato reactivo neuro-fisiológico de una profunda alteración emocional. La gran tensión de su «nuevo amor» originaba una cadena, con retroacción de espasmos capilares o vasculares del plexo vascular cerebral. En la comunión desaparecía porque la alegría es vasodilatadora, relajante y, por tanto, espasmolítica. Era una catarsis de la tensión previa. Recobra con la comunión energía y fuerza física, paz y contento interiores, que no se explica. La ciclotimia se expresa en dos grandes fases, una depresiva y otra maníaca, enfervorizante. También en esa nueva dinámica de su personalidad surge con otros contenidos.

    (25) Cf. ER 107. (26) Cf. ER 109. (27) Cf. ER 110. (28) Cf. ER 111. (29) Cf. ER 112 8.

  • BASE ANTROPOLÓGICA 235

    «y me vuelvo a dormir siempre con pena, no atino qué quiere el Se-fior, y llevo así un afio ... » (30).

    «y no sé cómo sentí en mi corazón como una esperanza, no, con una seguridad grande ... » (31).

    La hiperafectividad también está transformada (32). «Perdía el juicio en expresiones de amor, como un alma que ha estado

    presa y le dan suelta ... » «Me dormí aunque sin perder la presencia de Dios ni de dejar de hacer actos de amor, este suefio me dio dolor de ca-beza, no sé explicar más, ni lo entiendo; puede ser natural y cabe que no lo sea; ame yo a mi Dios, y sea yo toda suya despierta o dormida, lo digo con repugnancia porque estoy muy recelosa de estas cosas ... » Este dolor de cabeza puede explicarse por la tensión creada por un «duerme-vela» con respuesta emocional no modulada corticalmente.

    Es extraordinario observar todo el proceso de vivencias psicomísticas de «Madre Sacramento». Hay como una perenne expectación de las viven-cias en que ella nota la presencia de Dios y la acción de Dios. Toda su dinámica humana de perfección fue un prepararse a vivenciar la acción de Dios en ella y a rumiar las vivencias tenidas como fuente de su misma acción hacia sí misma (dinámica de perfección) y hacia los otros como prójimos (dinámica de Otredad) y de transcendencia en el amor (ágape).

    De todas maneras el acceso a Dios es difícil, la dinámica perfectiva lo es igualmente. Nota ella esta dificultad en su misma personalidad. En la teología paulina, serían las dos inclinaciones radicales, hacia la carne y hacia el espíritu. Es esta una eterna lucha, una dialéctica vital. Dice Madre Sacramento «Se me resiste, no lo entiendo, no he podido meditar en ello ... yo diría se me cerraba el corazón ... y endurecía ... » (33).

    El evangelio y la Biblia paleo testamentaria exponen parecidas situa-clones ante la comprensión del Decálogo o de los ministerios expuestos por Cristo. (Ejemplo la eucaristía, ... Quien no come mi carne ni bebe mi sangre ... etc. Recordemos el escándalo de muchos discípulos que por ello abandonaron a Cristo. Lo mismo con los discípulos de Emaus, etc.). Es algo normal en el existir cristiano. Es algo normal en el diálogo entre el hombre y Dios. Sólo se soluciona el enigma y el misterio con la fe y la gracia. (Respuesta de Pedro a la pregunta de Cristo: «¿Adónde iremos ... sólo tú tienes palabras de vida eterna ... ».)

    Hemos visto, pues, cómo los mismos rasgos psicodinámicos sometidos a un camino siempre enriquecido y renovado de perfección se transfigura-ban. Los mismos síntomas neurofisiológicos tenían una nueva dinámica.

    (30) cr. ER 114. (31) er. ER 114. (32) cr. ER 116. (33) er. ER 120.

  • 236 J. VILALTELLA GRAN

    6. CoNFIGURACIÓN DE SANTIDAD

    Los últimos años de su vida fueron una constante configuración de santidad. El acercarse al misterio de Dios le parece una lucha y en verdad lo es. (Recuérdese de esto una figura bíblica en la que J acob estuvo toda una noche luchando sin descanso con otra persona, sin poderla vencer. Era esto el acercarse a Dios. Allí estaba Dios. Llamó a aquel lugar Bethel, que en hebreo es Casa de Dios). La expresión de nuestra santa a esta figura bíblica (34). «¡Oh! no, no, a las meditaciones de hoy las miro yo como una lucha, que me fatiga el cuerpo materialmente; rendida estoy ... »

    Conforme va perfilándose esta configuración desaparecen dos temores fundamentales que explican el gran equilibrio de la personalidad de la santa. Son estos dos temores las fuentes de angustia para el hombre: el infierno y la muerte. Dice no temer al infierno (35). Naturalmente un alma que dialoga con Dios en todo el plano de su personalidad no teme al in-fierno que es en realidad un estado en que no se ve posible un diálogo con Dios. La santidad le hace entrar en cauce de una nueva seguridad, la se-guridad transcendente.

    Lo mismo le pasa con respecto a la muerte. Ella muere todos los días. Es éste el mejor aprendizaje de la muerte. La muerte en esta nueva visión aparece como la entrada en Dios y como la felicidad suprema. El yo re-duce su inflación a un mínimo y se deja asumir por Dios. Ya no puede haber pues una angustiante necrofobia, la muerte no es otra cosa que la gran esperanza (36).

    Ahora bien teme un poco el juicio particular « ... esta sí que es muerte ... I qué dolor de cabeza, se me parte el corazón al verme a mí misma, y cómo vive unol ... » Presenta aquí una gran reacción emocional con síndrome vis-ceral-vascular intenso. De nuevo la cefalea al presentarse un átomo de inseguridad (37). Esta configuración de santidad llegó a cambiarla de tal manera que suprimió uno de sus grandes temores típicos de las ciclotimias y además hiperafectivos, sufrió el temor a la soledad. De tal manera que manifiesta su deseo de retirarse al desierto, como los santos. «Si yo pu-diera hoy, también me iría sin tituqear». Es un mecanismo de adaptación de la personalidad a la santidad (38).

    En la configuración de las virtudes haremos hincapié en las que puedan hacer alguna referencia a su personalidad básica: la humildad y la obe-diencia.

    (34) Of. ER 121. (35) Cf. ER 121. (36) ef. ER 122. (37) ef. ER 122 s. (38) ef. ER 123.

  • BASE ANTROPOLÓGICA 237

    La virtud de la humildad le era difícil, lo dice en la autobiografía y en los apuntes de Ejercicios y Retiros. « ... Este es un punto para mi tan necesario que me tiene siempre inquieta. ¡Qué difícil lo hallo yo!. .. » « ... Yo noto que no es humilde en mí ni las maneras, ni el tono de voz, ni el lenguaje enérgico que me es natural...» (39). Las reacciones primarias de humildad les son difíciles a psicobiotipos hipertímicos e hipertiroideos como el que presentaba nuestra santa.

    En cambio dice « ... La obediencia me es natural. Jamás desobedecí a mi madre, cuñada y después al Padre Carasa que la reemplazó; y aún obedezco lo que recuerdo desaprobaban ... » (40). También es explicable por su identificación hacia las «imagos» subordinadas a la figura paterna.

    M uchísimas más cosas esclarecedoras podríamos ir presentando, pero ello exigiría un grueso volumen y no un capítulo de una monografía, por tanto debemos terminar donde mi campo ya ha terminado.

    Creo que la pretensión de ir siguiendo unitariamente el proceso antro-pológico y psicodinámico de una configuración de santidad en un caso tan claro como el de Santa María Micaela del Santísimo Sacramento ha que-dado esbozada por lo menos. Una mayor exactitud sin otros elementos de estudio y análisis es imposible. Todo lo escrito surge de testimonios indi-rectos, pero no por ello menos objetivos, como son su propio testimonio de sí misma y el testimonio de otras personas sobre ella.

    Agradezco desde estas páginas a las Religiosas Adoratrices de la Casa GeneraliCia sus atenciones en dejarme perder entre estos testimonios que para mí no sólo han sido una luz científica de comprobación de muchas hipótesis y teorías ya muy firmes, sino sobre todo han sido testimonio de unas realidades encarnadas en una persona que se transfiguró psicodiná-micamente por haber seguido una palabra, mandato de Cristo «Sed per-fectos» ... y sobre todo por haber amado y sobrevivido por el amor en la «eternidad» que como ella, espero.

    (39) er. ER 125. (40) er. ER 126.

    r -.- - - "-"".'?~-~~iz-J,N~ ,~~r .,J;;j JUAN VILALTELLA GRAÑ

    Barcelona