Soma, jugo de la inmortalidad
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Soma, jugo de la inmortalidad
USO DE ENTEÓGENOS EN LA INDIA VÉDICA
María del Pilar García Arroyo
Sabidurías orientales de la Antigüedad.
Curso 2008/09
Soma, jugo de la inmortalidad
2
SOMA, JUGO DE LA
INMORTALIDAD USO DE ENTEÓGENOS EN LA INDIA VÉDICA
Esquema:
1. Introducción
2. Enteógenos en la Antigüedad
3. La religión védica: sus orígenes indoeuropeos
4. El dios Soma y los rituales en su honor
5. Teorías relativas a la identificación del soma
6. Un caso paralelo: haoma
7. Enteógenos y otros grupos indoeuropeos
8. Conclusiones
9. Bibliografía
Soma, jugo de la inmortalidad
3
1. Introducción
En el Rigveda, Soma es proyectada como una entidad ambigua al que se le
atribuyen numerosas formas: es una luz, es el atardecer, es la causa de que el sol brille, es
una constelación, es un pájaro, es un niño, es el soporte del mundo, es un Rey, etc. Pero
por encima de todas estas identidades, Soma es una planta sagrada y el jugo que se
obtiene de ella (Soma-Rasa); es así considerada la bebida divina, ofrecida a los dioses, y
consumida por los creyentes para obtener salud, fuerza, valor e incluso, la inmortalidad.
Al ingerir la bebida en una ceremonia sagrada, el hombre entra en contacto con la
divinidad.
Son muchos los estudiosos que han llegado a la conclusión de que la bebida soma
debía tener como componente principal alguna sustancia psicoactiva (denominadas en la
actualidad enteógenos) que favoreciera un estado modificado de la conciencia, clave para
conseguir el éxtasis religioso.
Sin embargo, a principios del primer milenio a. C., el componente original de la
bebida deja de utilizarse y la misteriosa planta se olvida. A partir de los himnos
conservados en el Rigveda, estudiosos de distintas especialidades buscan la identificación
botánica del soma.
El presente trabajo tiene como objetivo resaltar la importancia del uso de
sustancias enteógenas entre los pueblos de la Antigüedad y, más concretamente, los
antiguos indios, dentro de un contexto religioso concreto, la religión védica, procedente
del tronco común indoeuropeo. Asímismo, presentaré las hipótesis más importantes que
se han esbozado en la determinación botánica del soma original, un debate que continúa
abierto.
2. Enteógenos en la Antigüedad
El término enteógeno surge en 1979, a partir de la sugerencia de un comité
formado bajo la dirección del profesor de griego de la universidad de Boston Carl A. P.
Ruck, y compuesto por el propio Ruck, Jeremy Bigwood, Danni Staples, Jonathan Ott y
Robert. G. Wasson.
Procede de la palabra griega entheos, cuyo significado etimológico es “dios
adentro” y designa “aquellas drogas que producen visiones y de las cuales puede
mostrarse que han figurado en ritos religiosos o chamánicos”1.
1 LÓPEZ PAVILLARD, S. Los enteógenos y la ciencia. 2003. p. 4. http: www.rediris.es/list/info/enteogenos.es.html.
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En un sentido más amplio, podría también ser aplicado a otras drogas, lo mismo
naturales que artificiales, que inducen alteraciones de la conciencia similares a los que se
han documentado respecto a la ingestión ritual de los enteógenos tradicionales.
El término enteógeno ha sido acuñado para definir con mayor exactitud la acción
provocada por ciertos farmaka en aquellos que los ingerían en el curso de ciertas
ceremonias que constituían el núcleo de muchos cultos mistéricos en la Antigüedad. La
experiencia que provocaban difiere radicalmente del sueño narcótico causado por el opio
o de la exaltación jubilosa que suele inducir el cannabis, también utilizados ritualmente
con fines religiosos por los antiguos. Por el contrario, bajo el efecto de un enteógeno, el
sujeto se mantiene despierto mientras perdura su influencia, inmerso en una experiencia
que le será difícil explicar con palabras habituales.
Los enteógenos son un medio para lograr modificar el estado ordinario de
conciencia. A diferencia de otras substancias psicoactivas y medios mecánicos para
alcanzar estados parecidos, la percepción habitual de los usuarios de enteógenos no es
considerada como una alucinación, sino que se tiene la seguridad de que la divinidad se
infunde en todos los seres, incluyendo a la planta y al consumidor. El enteógeno pone al
consumidor en contacto con lo sagrado.
La enteogenia no sólo afirma que Dios, o lo divino, o lo sagrado existe, sino que
se encuentra dentro del ser humano, y que se puede experimentar directamente. “La
experiencia enteogénica desborda los fenómenos religiosos, va más allá de las
identidades particulares de cada una de las religiones, y apunta al centro espiritual y
mental del ser humano. Igualmente, desborda a las ciencias tradicionales, en las que
existe una separación entre observador y cosa observada”2.
A lo largo de todas las épocas y en las más diversas culturas, los trances de éxtasis
místico han sido provocados por procedimientos destinados a aislar al individuo de la
realidad concreta alterando su estado de conciencia. Existen diversos medios para ello
que pueden emplearse solos o, más habitualmente, combinados: ayuno prolongado,
privación del sueño, ejercicio físico violento o desmesurado, autotortura, meditación y
concentración y, por supuesto, uso de sustancias químicas.
Entre estas sustancias usadas a lo largo de la historia, podemos destacar3:
- Cáñamo (cannabis sativa). Desde las orillas del mar Caspio y las regiones del Irán
Oriental, donde tuvo su origen la costumbre de utilizarlo como medio de sumergirse
en una embriaguez sagrada, se extendió desde muy antiguo a otras regiones. Los
antiguos iranios lo denominaron bangha, apareciendo también en sánscrito como
una planta extraída del Océano por Shiva y utilizada como atributo favorable a la
meditación religiosa, y significando tanto la planta en sí como el preparado que de
ella se extrae.
- Adormidera y opio (papaver sominferum, papaver rhoeas). Con referencias mucho
más abundantes, ya que la adormidera fue conocida en la Antigüedad tanto en el
2 LÓPEZ PAVILLARD, S. opus cit. p. 6.
3 GONZÁLEZ WAGNER, C. Psicoactivos, misticismo y religión en el mundo antiguo. Gerión, 2. 1984. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid. pp. 32-41.
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Mediterráneo como en el Próximo Oriente, ya que hay pocos ambientes geográficos
en que no florezca.
- Beleño (hyoscyamus niger). Contiene l-hiosciamina convertida en mayor o menor
grado en atropina y escopolamina. Probablemente favoreció su gran difusión el
hecho de que los alcaloides penetren directamente a través de la piel y de las
mucosas, lo cual facilita su administración. Produce una especial sensación de gran
ligereza corporal, de perder peso hasta el punto de poder volar por los aires a
voluntad.
- Estramonio (datura stramonium), aparece mencionado en textos egipcios y fue
utilizado por los magos y los exorcistas de la Antigüedad, de donde pasó a formar
parte de uno de los ungüentos más utilizados por la brujería del Medioevo. Se trata
de una planta de gran tamaño que llega a medir un metro y medio. Son
características sus enormes flores blancas y acampanas, los frutos verdes erizados de
pinchos y, muy en especial, el fuerte olor a fármaco que desprende.
Puede afirmarse que el estramonio es una de las pocas plantas alucinógenas que
existen, en el sentido riguroso del término, ya que su consumo produce una
modificación de la consciencia y de la percepción tan extremas que conduce a la
pérdida total de contacto con el entorno del sujeto. Contiene l-hiosciamina hasta una
proporción del 0,5 % de su peso en seco, y este alcaloide suele hallarse convertido en
atropina. Además, a menudo ambos alcaloides van acompañados por ciertas
cantidades de escopolamina, otra de las tres o cuatro únicas substancias alucinógenas
en sentido estricto (la tercera es la ketamina). Las visiones que induce el consumo de
estramonio tienen más relación con experiencias de vuelo que otros psicótropos.
Produce una intensa sensación de que el individuo intoxicado vuela a otras
dimensiones de la realidad donde conoce personas y situaciones nuevas, pero en
especial se tiene la clara sensación de poder conocer lo que sucede en mundos
lejanos.
- Belladona (anthropa belladona). Sus hojas contienen una gran cantidad de potentes
substancias psicoactivas (como hiosciamina y atropina). El sabio de la antigüedad
Dioscórides afirmaba que bebiendo el extracto de la cantidad de raíz de Belladona
que cabría en un dracma, el sujeto entraba en estados de locura y tenía ciertas
imaginaciones muy agradables que sabía entender como si se tratase de sueños
nocturnos.
- Mandrágora (mandrágora officinarum). El principio activo es la atropina aunque
también contiene cantidades menores de escopolamina. Se comporta de manera
similar a la belladona.
- Al igual que las tres anteriores, uno de los ingredientes típicos de las pócimas y
ungüentos de brujas y hechiceras desde la Antigüedad, es el sapo, cuyas glándulas
pilares contienen una sustancia química de alto poder alucinógeno, la “bufotenina”.
- De igual modo, se conocían los efectos psicoactivos de algunos hongos alucinógenos.
Por ejemplo, los griegos, sabían de las propiedades de un hongo relacionado con el
roble, al que reputaban provocar estados de clarividencia, pero que no ha podido ser
identificado.
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- También se conocían en Grecia los efectos de la cizaña, denominada “planta de la
locura”. Ahora sabemos que la cizaña, variedad silvestres de la cebada, no posee en sí
ninguna propiedad psicoactiva salvo cuando está infectada por un potente hongo
alucinógeno, el cornezuelo (claviceps purpurea), a partir del cual Hoffman sintetizó
la dietilamina de ácido lisérgico (LSD).
- Los griegos afirmaban que el narkissos, con el que fue engañada Perséfone para
facilitar su rapto, era una planta narcótica y su nombre deriva del adormecimiento
que provocaba.
- Otro poderoso narcótico, el heléboro negro (helleborus niger), se decía que podía
incluso intoxicar a quienes lo cortaban.
- Tan extenso conocimiento de las plantas psicoactivas repercutió en las propiedades
embriagantes de los vinos, especialmente del vino griego. Éste era tan potente que
era preciso diluirlo en agua, lo que se hacía generalmente en una proporción de tres
partes a una, aunque Plinio informa de uno que para ser bebido era necesario
mezclarlo con ocho partes de agua. En ocasiones se especifica claramente que en el
vino hay una droga, así, el mismo Plinio informa de que la adelfa (nerium oleander)
se añadía para aumentar el poder embriagante del vino. Platón afirmaba que los
vinos reservados para propósitos religiosos eran mucho más tóxicos que los
habituales, porque con ellos se pretendía provocar la locura.
Históricamente, la Antigüedad hereda la práctica del uso de estas sustancias de
los tiempos precedentes y hay datos que hacen pensar que el uso ritual de psicoactivos
procede del chamanismo extático practicado por los cazadores euroasiáticos del
Mesolítico, e incluso del Paleolítico.4
De todo lo dicho, podemos concluir que el hombre antiguo satisfacía un
poderoso impulso que nace en los individuos de los más diversos pueblos y culturas. Sea
cual fuere su condición y la cultura histórica que la que pertenezca, el hombre necesita
en ocasiones trascender de su realidad cotidiana para alcanzar un estado que le facilita el
encuentro con lo sobrenatural. Los psicoactivos vegetales es una técnica rápida y eficaz
para lograr este éxtasis.
Las danzas y ordalías que suelen acompañar este tipo de experiencias actúan
intensificando el trance extático y también, como ceremonias colectivas que son,
programando culturalmente la experiencia, es decir, el trance se convierte en un
elemento integrado e integrador mediante la ritualización, pues gracias a ella adquiere
un contenido simbólico.
Con la aparición del Estado y los complejos religiosos a él asociados, las cosas
cambian significativamente, pues se tiende a ejercer un control sobre los estados alternos
4 El antropólogo La Barre argumenta que los humanos han sido “culturalmente programados” para encontrar
plantas (u hongos) que les permitan comunicarse con sus ancestros o espíritus. Sugiere que esta tradición se inicia en el Paleolítico, antes de la invención de la agricultura. De acuerdo con esta tesis, cuando los grupos humanos llegaban a nuevas regiones, con una nueva situación ecológica, llevaban una motivación cultural que les hacía buscar especies de plantas u hongos que les permitieran transcender su estado normal de conciencia y comunicarse con los antepasados o los dioses. MERLIN, M. D. Archaeological evidence for the tradition of psychoactive plant use in the old world. Economic Botany 57(3) pp. 295–323. 2003
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de conciencia. Las burocracias y corporaciones sacerdotales ejercerán un monopolio
sobre la mística al igual que sobre la celebración de ritos. La experiencia mística queda
centralizada en un pequeño número de especialistas, considerándose a los extáticos que
están al margen como brujos y magos, con un claro carácter antisocial. La mística así
monopolizada es dirigida a sancionar el predominio cultural y social de la élite.
El control sobre los estados alternos de conciencia implica el control sobre los
métodos capaces de producir tales trances. Quizá por ello, las corporaciones sacerdotales
sustituyeron los métodos relativamente rápidos, a la vez que sencillos de obtener, por las
prácticas más complejas que antes solían acompañar a la obtención del trance extático.
Alargando de este modo el periodo pre-extático se pretendía desanimar a los profanos;
paralelamente se ejerció un poder policíaco sobre el derecho del individuo para
transformar su conciencia con cualquier medio que deseara. La utilización mística de
sustancias psicoactivas quedaba monopolizada para la celebración de cultos y ritos de
carácter mistérico, sólo para iniciados.
Habida cuenta de la tendencia innata del hombre a alterar su conciencia, se
requería algún tipo de compensación, que solía realizarse de dos maneras:
1) Mediante la celebración de ceremonias colectivas en las que la emotividad
religiosa solía alcanzar un grado elevado, cercano al trance, al que los
individuos especialmente predispuestos podían acceder.
2) Mediante la iniciación, mucho más restringida, en determinados cultos y
ritos de carácter mistérico en los que el trance extático jugaba un papel
fundamental.5
3. La religión védica: sus orígenes indoeuropeos
Indoeuropeo es en origen un término lingüístico que nació cuando se publicaron,
en el siglo XIX, los trabajos de Franz Bopp, Alexander von Humboldt y Jakob Grimm
sobre el estudio comparado de los sistemas lingüísticos de las principales hablas
europeas (salvo el húngaro, el finés, el vasco y el lapón). A partir de una correlación de
forma, el método comparativo, deduce un parentesco que plantea la necesidad lógica de
un origen común; es decir, la existencia de una "lengua madre". Sucesivamente, se
estableció la gramática, la sintaxis y el léxico del indoeuropeo común. Y si había una
lengua indoeuropea, habría un pueblo indoeuropeo, o mejor, varios pueblos, como
parecen indicar todos los datos.
La región de procedencia de estos pueblos ha sido situada en diversos lugares,
pero hay tres tesis fundamentales sobre el origen de los indoeuropeos. La primera es la
del origen asiático, formulada por Max Müller en 1888; hoy no es defendida por nadie. La
segunda tesis propone un origen nórdico o germánico, basándose en las características
físicas que los textos antiguos atribuyen a los indoeuropeos; el territorio original estaría
5 GONZÁLEZ WAGNER, C. opus cit. pp. 53-59.
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entre los mares Báltico y del Norte, ya fuera en Lituania, en el norte de Alemania y
Escandinavia meridional o en Alemania Central. La tercera propuesta, defendida entre
otros por Gordon Childe y Bosch Gimperá, cree encontrar el territorio indoeuropeo
original en Europa central o Rusia meridional. Otros autores tratan de conciliar las dos
últimas tesis. En definitiva, el hogar primitivo podría situarse en una zona circunscrita
entre el Elba y el Vístula, que se extiende hasta Jutland por el norte y hasta los Cárpatos
por el sur.
En ese núcleo originario vivieron los pueblos indoeuropeos, que según Bosch
Gimperá aparecen étnicamente en el mesolítico y arqueológicamente a inicios del
neolítico. En el segundo neolítico son ya semisedentarios y se produce una explosión
demográfica que transformaría la vida social. Vendrá entonces la dispersión, que tendrá
lugar en dos olas migratorias: la primera hacia 2.200 a.C. y la segunda hacia 1.250 a.C.
Los indoeuropeos se expanden por los cuatro puntos cardinales. Hacia el este, crearán las
sociedades iraní y védica, el imperio Hitita y el reino de los llanos de Anatolia; el sur lo
ocuparán los griegos y los latinos; el centro, los celtas y los germanos; hacia el norte
ocuparán Escandinavia.
Fueron pueblos pastores seminómadas en sus etapas más antiguas, de ahí el valor
destacable que poseen los grandes animales domésticos (y en especial los bueyes o los
caballos) tanto en la medición de la riqueza como en el imaginario mitológico y ritual.
Las sociedades indoeuropeas son patriarcales y patrilineales; los papeles principales tanto
en las estructuras de toma de decisiones como en la religión los desempeñan los varones,
creando además todo un entramado ideológico que determina el estatus secundario de la
mujer, por medio, por ejemplo, de contramodelos míticos en los que se refleja un mundo
al revés en el que las mujeres dominan a los hombres.
Basándose en Jean Haudry y Mircea Eliade, se ha definido la religión indoeuropea
con siete características: politeísta, pluralista, no-proselitista, no-dogmática, abierta y
dinámica, comunitaria, y mítica en cuanto saber y estilo de explicación del mundo. A
partir de los estudios actuales sabemos que la religión prefiguraba la estructura social y
política, generalmente patriarcal, donde el rey era elegido por sus iguales de entre los
jefes de familia (o de "genos") y controlado por la asamblea de jefes familiares; un sistema
que podría definirse como "aristo-democracia". Todo ello conduce hoy a la certeza de que
los pueblos indoeuropeos no eran un conjunto de tribus dispares a las que sólo unía una
cierta similitud lingüística, sino que se trataba de pueblos con una estructura mental
específica, con una concepción particular del hecho religioso, de la sociedad, de la
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soberanía, de las relaciones entre los hombres y los dioses, y con una teología, una
liturgia, una poesía y una literatura épica comunes. En definitiva, una "ideología" común
que ha sido redescubierta por Georges Dumézil. Según este autor, la ideología
indoeuropea será la concepción según la cual el mundo y la sociedad no pueden vivir si
no es por la colaboración armoniosa de las tres funciones superpuestas de soberanía,
fuerza y fecundidad.
Hacia el 1500 a. C. comienzan a llegar al noroeste de la India los arios (procede
del sánscrito árya, que significa “noble” o “libre”), hordas ecuestres, patriarcales y
belicosas que se imponen a los pueblos allí asentados. Estas hordas estaban
emparentadas con otras que por la misma época se difundían por Europa, los futuros
germanos, latinos, griegos, celtas…, y por Asia, los futuros persas.
La antigua literatura védica —la que se relaciona con el Rigveda y otros escritos
sagrados antiguos— da testimonio de los duros enfrentamientos de los arios contra los
dasyu o dasa (esta última palabra adquiere posteriormente el significado de «esclavo»),
en los que es posible adivinar a los supervivientes de la civilización del Indo, habitantes
de poblados fortificados (lo que se deduce, por ejemplo, del hecho de que el dios védico
Indra tenga el sobrenombre de purandara, «destructor de fortalezas»).
En muchos aspectos los arios estaban culturalmente atrasados respecto a las
ciudades del Indo. Ignoraban la escritura, no habitaban en ciudades y sus técnicas
agrícolas eran bastante primitivas. A pesar de la superioridad numérica de los indígenas
respecto de los arios, éstos presentaban una mayor capacidad bélica: ligeros carros de
combate, armas de bronce bien trabajadas, etc. Los restos de la cultura de Harappa, la
más importante de esas ciudades-fortaleza de los indígenas, desaparecieron y los arios
acabaron dominando el país.
Entre el 1500 y el 850 a. de C. aproximadamente, los arios ocuparon el noroeste de
la India, estableciéndose entre los ríos Satlaj (afluente del Indo) y Yamuna (afluente del
Ganges), en una región correspondiente a los actuales Punjab y Haryana.
La familia era patriarcal con toda probabilidad, y la principal unidad de su
sociedad debía de ser la familia extensa. Los indoarios habitaban en aldeas dispersas y
separadas, agrupados en tribus. El dirigente tribal era el râja, quien compartía el
gobierno de su tribu con un consejo o asamblea. En un primer momento estaban
divididos en tres clases indoeuropeas: los campesinos y artesanos (vaishya), los guerreros
(kshatriya) y los sacerdotes (brâhmana). Las poblaciones sometidas constituyeron la
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10
cuarta clase. Posteriormente se sumó, un quinto grupo, que no se incluyó en su
estructura.
Entre el advenimiento de los arios y la aparición de los grandes reformadores
religiosos —Gautama el Buda y Mahavira o Jiña—, en el siglo VI a. de C, en el norte de la
India se produjeron transformaciones profundas. La sociedad dejó de estar organizada en
tribus, se crearon estados y prosperaron ciertas instituciones sociales y religiosas de raíz
aria, como el sistema de castas y el hinduismo.
El sánscrito fue durante los dos mil años siguientes la lengua de la tradición
sacerdotal, la lengua franca de los indios hablantes de dialectos distintos, la lengua de la
administración, la religión, la ciencia, la filosofía, etc.
Con la aparición de la vida urbana tuvieron lugar acelerados cambios sociales y
económicos. En el siglo VI evolucionaron dos clases de estados políticamente
organizados a partir del anterior sistema tribal de los arios: 1) En las repúblicas se
mantuvo la antigua tradición tribal de las asambleas representativas y los funcionarios
electos. 2) En las monarquías tuvo una gran influencia el brahmán (sacerdote), cuyos
sacrificios y rituales eran indispensables para atribuir divinidad al rey. La
interdependencia de monarca y sacerdote evolucionó con la aparición de la monarquía
divina y hereditaria, y en estos estados los sacerdotes impusieron con todo rigor las
antiguas tradiciones védicas.
Los himnos sólo nos dan a conocer algunos aspectos de la vida durante la época
védica. El cuadro que nos trazan es bien sumario: los arios amaban la música y la danza;
tocaban la flauta, el laúd y el arpa. Gustaban bebidas embriagadoras, soma y surá, la
segunda sin especial significación religiosa. Era muy popular el juego de dados, al que
está dedicado todo un himno de Rigveda (X, 34). Numerosos himnos aluden a los
conflictos entre las diversas tribus arias.
Los sacrificios eran celebrados por la clase sacerdotal, que había desarrollado una
tradición de composición de himnos que recitaban o cantaban durante sus ceremonias.
El carácter sagrado de estos himnos ha asegurado su transmisión oral fidedigna hasta la
actualidad.
La religión indoaria o védica es una religión tribal, con sacerdocio hereditario,
elaborados y a veces extraños rituales y sacrificios, un panteón con un complemento
pleno de dioses y de otros espíritus sobrenaturales, y con una mitología rica en las
hazañas de esas deidades. El panteón está dominado por los dioses. Las pocas diosas
cuyos nombres concretos conocemos desempeñan un cometido borroso. Las divinidades
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11
de los himnos védicos son entidades dinámicas que intervienen sin cesar en los asuntos
humanos. Adecuadamente invocadas, obsequiadas con espléndidos presentes, son
generosas y dispuestas a ofrecer ayuda y conceder riqueza; de lo contrario, son temibles.
Indra, poderoso con el trueno, era el dios principal, y Agni, dios del fuego, también
evocaba un homenaje conspicuo. Había otros numerosos dioses. Único entre esos dioses
era Soma. Soma era, al mismo tiempo, un dios, una planta y el jugo de esa planta.
4. El dios Soma y los rituales en su honor
La religión védica se fundamenta en una serie de libros sagrados que aún hoy en
día son aprendidos de memoria por algunos brahmanes; los principales y más antiguos
son los Vedas, para los que no hay cronologías definitivamente establecidas, aunque es
posible que se transmitiesen por vía exclusivamente oral hasta el siglo VIII a.C. La
colección más antigua es el Rigveda (veda —saber— en forma de cantos, fechable entre
los siglos XIII-VIII a.C.) se utilizaba en las ceremonias más importantes (śrauta) y estaba
formado por 10 mandalas (o ciclos de cantos, con un total de 1017 himnos, 10.580 versos).
Lo recitaba en las ceremonias sacrificiales el sacerdote hotar (invitador) para atraer a los
Dioses al ritual. Consiste en una serie de invocaciones entre las que destacan las
dedicadas a Agni (el fuego), Soma, Ushas (la aurora), Vayu (el viento), Surya (el sol) y a
los Dioses trifuncionales Mitra, Varuna, Indra y los Ashvin.
La práctica religiosa básica de los arios védicos era el sacrificio y la subsiguiente
comida sacrificial compartida con los miembros del grupo y con numerosos seres
sobrenaturales (devas). Mediante el sacrificio, los dioses pueden ser aplacados, se puede
recibir de ellos beneficios materiales, como descendencia o ganado, y se puede realzar la
posición social del que efectúa el sacrificio.
Estas prácticas religiosas no requieren de edificios complicados ni imágenes, sino
la mera presencia de sacerdotes cualificados que conozcan los procedimientos y las
fórmulas adecuados.
El término sacrificio (homa, yajnâ) no se limita a la inmolación de animales,
también se refiere a cualquier ofrenda al fuego sagrado, sobre todo leche, mantequilla,
cuajada, cereales, la planta soma y animales domésticos. Estas ofrendas rituales se
conducen a través del fuego al deva o devas invocados. El fuego es el foco central del
ritual védico y es a la vez sustancia o elemento, y deva, el vínculo transformador entre los
reinos divino y humano.
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Existen dos tipos fundamentales del ritual: el śrauta o rito solemne y público; y el
gŗhya, o rito doméstico y del ciclo vital. Los primeros son los más antiguos y se
distinguen por el número de fuegos que se emplean. Los ritos śrauta requieren tres
fuegos sagrados mientras que los ritos domésticos sólo requieren uno. La religión védica
está íntimamente relacionada con los ritmos del día y de las estaciones. Los ritos śrauta
implican ofrendas en varias coyunturas o límites entre el día y la noche, cuando hay
lunas nueva y llena, y en los puntos de inflexión de las tres estaciones (lluviosa, otoño,
calurosa).6
Las divinidades principales que constituyen el foco de las prácticas rituales śrauta
son Agni, el dios del fuego, y Soma, el dios-planta, simbolizan elementos fundamentales
en el desarrollo del mismo. El Dios principal de este grupo, por medio del cual las
ofrendas llegan a los demás Dioses es Agni, en los Vedas se le dedican más himnos que a
cualquier otra deidad, lo que es consecuente con el papel de intermediario fundamental
en la transformación de la ofrenda en alimento asimilable por las divinidades.
Soma ocupa el tercer puesto en el panteón védico por el número de himnos que
le están dedicados. Todo el libro III del Rigveda trata del Soma pavamâna, el soma “en
proceso de clarificación”. Soma, personificación, por antonomasia del sacrificio, bebida
de características psicodélicas, representa la comunión del hombre y la divinidad, el
sacrificio hecho Dios.
Soma y Agni representan dos grandes sendas entre este mundo y el otro, son las
grandes vías de comunicación entre lo humano y lo divino. Pero hay una gran diferencia:
los himnos a Agni buscan una armonía entre este mundo y lo sagrado, pero siempre son
conscientes de la distinción. Los himnos a Soma se concentran en la experiencia directa.
No hay mito, ni pasado, ni necesidad de armonía. Todo está allí, vivo y formando una
unidad. La experiencia de Soma siempre fue un acontecimiento extraordinario, excitante,
instantáneo, que transciende la lógica del espacio y del tiempo7.
Los mitos son de escasa importancia, el de mayor importancia relata los orígenes
celestes del soma: un águila voló hacia el cielo, se precipitó con la rapidez del
pensamiento y forzó la fortaleza de bronce.8 El ave arrebató la planta y la transportó a la
tierra. Otros textos especifican que el soma crece en el ombligo de la tierra, en las
6 FLOOD. G. El hinduismo. Cambridge University Press, Madrid, 1998. p. 56.
7 SMITH, H. La percepción divina. El significado religioso de las substancias enteógenas. Editorial Kairós, S. A.
Barcelona, 2001. P. 70 8 Rigveda VIII, 100,8
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montañas9, es decir, en el centro del mundo, en el lugar en que se hace posible el paso
entre la tierra y el cielo.
Soma es la personificación de la fuerza vital (amrta) contenida en el brebajo de
inmortalidad ritualmente preparado y consumido durante el transcurso de los sacrificios
solemnes.10
Las imágenes míticas están sacadas de las características naturales del soma: el
dios es pardo-rojizo porque de ese color es el jugo del soma, reside en el cielo porque el
soma es celeste, va acompañado por un águila porque esta ave trajo a los hombres la
primera copa de soma. Se dice que canta porque el líquido burbujea al verterlo en la cuba
donde se recoge al prensarlo, se califica de toro porque se une a las aguas como a las
vacas para fecundarlas, etc.
Soma no tiene más que atributos comunes, como los que se confieren a los dioses
en general: es clarividente, inteligente, sabio, victorioso, generoso, etc. Es proclamado
amigo y protector de los demás dioses, principalmente de Indra. Se le denomina también
“rey Soma”, debido a su importancia ritual. Forma con Agni una pareja de divinidades
litúrgicas en las que se encarna el par de fuerzas supremas, el sacerdocio y el imperio, el
rey y el sacerdote, y, como consecuencia, la luna y el sol.
“Soma, nuestra inteligencia te comprende enteramente;
tú nos llevas por un camino recto;
merced a tu dirección Indra, nuestros padres consiguieron la opulencia.
Soma, tú eres aquél que practicas las buenas obras;
estás dotado de potente energía y todo lo conoces;
provocas lluvia bienhechora por efecto de tu grandeza;
guía de los hombres, las ofrendas de los sacrificios te han sustentado.
Tus actos, ¡oh Soma!, son como los del real Varuna;
tu gloria es grande y profunda;
cual el bien amado Mitra, todo lo purificas,
y como Aryaman, tú aumentas todas las cosas...
Soma, tú eres el protector, el soberano de los hombres piadosos y hasta el vencedor de
Vritra;
tú eres el santo sacrificio.
Soma, tú que te complaces recibiendo alabanzas y que eres el dueño de las plantas,
eres para nosostros la vida;
si tú quieres, no moriremos.
Concede, Soma, a quien te adora sea joven o viejo,
riquezas para que pueda gozarlas y vivir.
9 Rigveda X, 82,3
10 CAQUOT, A. y PUECH, H.C., Historia de las religiones siglo XXI. p. 382
Soma, jugo de la inmortalidad
14
Defiéndenos, real Soma, contra todos los que tratan de perjudicarnos;
el amigo de un ser como tú no puede nunca perecer...
Soma, concédenos riquezas, aleja las enfermedades, procúranos el sustento, sé para
nosotros un amigo excelente.
Soma, reside gozoso en nuestros corazones, como el ganado en abundante pasto...
Que el zumo lechoso se deslice en tu derredor;
que las ofrendas y el vigor se concentren en el destructor de sus enemigos;
concédenos el cielo, Soma,
el alimento excelente que nos otorgue la inmortalidad... (Rig Veda, XIV, 7)
La identificación de Soma con la luna es secundaria y, posiblemente, postvédica.
Esta asimilación pudo verse facilitada porque el dios-luna reina sobre la vegetación y el
elemento líquido; Soma es el rey de las plantas ya que es la mejor de las hierbas
medicinales, pues proporciona la fuerza vital.
Las representaciones centradas en torno al tema de la fuerza vital son las que
dominan en la mitología de Soma: rey, luna, toro, planta de vida, néctar, el dios Soma es
la vida eterna lo que hace que las más conocidas evocaciones al paraíso védico se
encuentren entre los himnos a esta deidad.
Importante en la religión ritualista, no debió de gozar prestigio en la religión
cotidiana, pus el ritual doméstico casi no le conoce. Mientras que los ritos de fuego
(Agni) son simples, relativamente breves, sin manipulaciones complicadas ni abundancia
de fórmulas rituales (mantra), los sacrificios de soma son complicados, requieren mucho
tiempo (mínimo un día entero), abundante material y el recitado de cientos de mantra.
Hay una “prensadura simple” que puede ser celebrada por el padre de familia asistido por
sus hijos, pero no se puede saber si se trata de una práctica normal que la liturgia
solemne habrá ampliado o, por el contrario, una reducción anormal de la liturgia
regular11.
Los Sratua-sûtra conservan la descripción minuciosa de los diversos tipos de
sacrificios de soma.
El más simple dura sólo un día, se llama jyoti-stoma, “cantata de la luz”. La
estructura general es la de un banquete en el que los dioses, invitados por el sacrificante,
acuden a libar en comunión con los fieles el elixir de la inmortalidad y a comer la carne
de los animales inmolados durante la ceremonia.
11 CAQUOT, A. y PUECH, H.C., opus cit.. p. 383
Soma, jugo de la inmortalidad
15
Se escoge, limita y consagra un terreno para el sacrificio; en él se instalan tres
fuegos: el fuego del cabeza del familia (gârhapatya), al oeste; el fuego que se ofrendaba
(âbavanîya, donde se ofrecen las libaciones), al este; y el meridional (daksina, llamado así
porque está destinado a proteger de las influencias nefastas, que se suponen proceden
del sur). Entre los fuegos del este y oeste se dispone el altar (vedi), ligera excavación u
hoyo poco profundo en la que se deposita una alfombra de hierba que servirá de litera a
los dioses. Se situaban allí los instrumentos rituales necesarios para el sacrificio y se
invitaba a los que iban a participar y a los dioses a tomar asiento.
En los rituales más complicados se necesitaba la presencia de cuatros sacerdotes,
cada uno especialista en una de las cuatro sam hitâs, aunque para la mayoría de los ritos
sólo se necesitaban dos sacerdotes. El sacerdote principal, hotŗ, recitaba versos del
Rigveda, un segundo sacerdote, el udgatŗ, salmodiaba o cantaba canciones versificadas
con las melodías del Sâma Veda, y el sacerdote adhvaryu salmodiaba versos del Yajur
Veda mientras ejecutaba otras acciones rituales necesarias. En tiempos posteriores se
requirió la supervisión de un sacerdote relacionado con el Atharva Veda, el brahman,
cuya función consistía en vigilar que no se produjeran omisiones o procedimientos
incorrectos. 12
Una vez por año se realiza el agnistoma, el «elogio de Agni»; tiene lugar en
primavera y consiste, aparte de las operaciones preliminares, en tres días de homenaje
(upasad). Entre las operaciones preliminares, la más importante es la díksá, que consagra
al oficiante y lo hace nacer de nuevo. El soma se exprime por la mañana, al mediodía y
por la tarde. Con motivo de la extracción del soma a mediodía se distribuyen los
honorarios (dáksiná): 7, 21, 60 ó 1.000 vacas, y en algunos casos todos los bienes del
sacrificante. Son invitados todos los dioses, que toman parte en la fiesta aisladamente al
principio y luego todos juntos13.
El rito agnicayana, el “apilamiento de Agni”, era un procedimiento complejo de
varios días de duración. Implicaba la construcción de un altar, en forma de gran pájaro,
símbolo de la ascensión mística del sacrificador al cielo, con más de 2000 ladrillos, al
oeste del paraje ritual normal de los tres fuegos. Cerca de este altar se localizan dos
zonas, una para salmodiar los textos y la otra para la preparación del soma. A lo largo de
doce días se realizan varias secuencias rituales que implican el canto de versos del Sâma
Veda, recitaciones del Rigveda, la ofrenda de soma a las divinidades, la ingestión de soma
por parte del que realiza el sacrificio y de algunos sacerdotes. El que sufraga el sacrifico
12
FLOOD, G. Opus cit. p. 57 13
ELIADE, m. Opus cita. p. 285
Soma, jugo de la inmortalidad
16
(yajamâna), recoge los beneficios aunque durante las ceremonias permanece en un
actitud bastante pasiva. Antes del ritual el yajamâna, en compañía de su esposa, realiza
una iniciación (diksa)14 que podría incluir un grado determinado de prácticas ascéticas
(tapas), como el ayuno, para lograr la purificación. Los textos precisan que “en otros
tiempos” se sacrificaban cinco víctimas, entre ellas un hombre. Sus cabezas eran
seguidamente emparedadas en la primera tanda de ladrillos. Los preliminares duraban
un año. El agnicayana dio origen a ciertas especulaciones cosmogónicas que resultaron
decisivas para el pensamiento indio. El sacrificio de un hombre repetía la autoinmolación
de Prajapati, mientras que la construcción del altar simbolizaba la creación del universo.
Otro rito en el que también participa el sacrificio del soma es el mahavrata (“gran
observancia”), que incluye música, danzas, gestos dramáticos, escenas y diálogos
obscenos (uno de los sacerdotes se balancea en un columpio, tiene lugar una unión
sexual, etc.). Lo mismo sucede en el vajapeya («licor de la victoria») dura de diecisiete
días a un año y consiste en el desarrollo de todo un drama mítico-ritual: carrera de
caballos uncidos a diecisiete carros, la «ascensión al sol» a cargo del sacrificante y su
esposa, que escalan ceremonialmente el poste sagrado, etc.
El sacrifico soma también se incluía en otros rituales, sobre todo en el del
sacrifico de animales, entre los cuales el más importante eran el sacrificio del caballo
(aśvamedha) 15, y la consagración real (râjasûya). También en este caso encontramos
unos episodios agitados (simulacro de una incursión de pillaje emprendida por el rey
contra una manada de vacas; el rey juega a los dados con un sacerdote y le gana, etc.).
Pero el rito tiene por objeto esencialmente asegurar el renacimiento del soberano.16
En el sacrificio del soma se trata de producir el “néctar de los dioses” con la
mayor solemnidad posible, pues Soma es un rey y como tal debe ser tratado. Después de
haber comprado ritualmente las plantas precisas para su preparación, se llevan en una
14
La consagración (diksá) constituye el preliminar indispensable de todo sacrificio del soma, pero se practica también en otras ocasiones." El sacrificante en la diksá experimenta un retorno a la condición embrionaria: los sacerdotes transforman en embrión a aquel a quien confieren la diksá. Lo rocían con agua; el agua es la semilla viril... Le hacen entrar en una estancia especial, y la estancia especial es la matriz. Lo recubren con una vestidura, y esa vestidura es el amnios... (Aitareye Bráhmana, I, 3). Se recuerda la razón de este regressus ad uterum: “El hombre es en verdad un no nacido. Nace en virtud del sacrificio”. Este nuevo nacimiento de orden místico, que se repite con cada sacrificio, hace posible la asimilación del sacrificante a los dioses. “El que es consagrado se une a los dioses y se convierte en uno de ellos” ELIADE, M. Opus cit. p. 290. 15
Exclusivamente el rey podía realizar el sacrificio del caballo descrito en el Rigveda y en los Brâhmanas. El sacrifico consistía en permitir que un caballo semental deambulara en libertad durante un año, tras lo cual era ritualmente estrangulado. Antes de que el caballo fuera descuartizado y se realizan las ofrendas de las diversas partes de su cuerpo a diferentes divinidades, la esposa del rey tenía que copular simbólicamente con el semental muerto para que el poder divino del caballo (identificado con el dios Prajâpati) penetrara en ella y, por tanto, también en el rey y el pueblo. FLOOD, G. Opus cit. p. 59. 16
ELIADE; M. Historia de las creencias y de las ideas religiosas. I De la Prehistoria a los Misterios de Eleusis.
Ediciones Cristiandad. Madrid, 1974. p. 286
Soma, jugo de la inmortalidad
17
carretilla al terreno artificial, se las recibe como si fueran un huésped distinguido, luego
se las aplasta valiéndose de pilones de piedra haciéndolos rodar sobre planchas (a veces
se utilizan morteros). El jugo extraído se tamiz mediante una piel de oveja. Agua, leche y
a veces también miel se mezclan con el jugo antes de ser bebido. Al mismo tiempo se
preparan otros alimentos: pastel de cereales, preparados lácteos, etc. Todos se cuecen
con arreglo a un ceremonial minuciosamente descrito y se sacrifican animales (un chivo,
una vaca estéril, etc.) en diversos momentos de la sesión ritual. Todo va acompañado por
declamaciones y cánticos.
“Venid a nuestro sacrificio, Mitra y Varuna;
exprimimos con piedras el zumo del soma;
este jugo, mezclado con leche, inspira la alegría;
venid a nuestro lado, divinidades reales, que residís en el Cielo y que nos protegéis;
este jugo ha sido mezclado con leche para ofrecéroslo, Mitra y Varuna,
es puro y está mezclado con leche.
Venid, porque el zumo del soma que cae del filtro está mezclado con cuajo;
ya lo preparemos para vosotros al nacer la aurora,
o bien lo reunamos con los rayos del Sol, lo vertemos para Mitra y para Varura,
con objeto de que, asistiendo al sacrificio, beban la dulce libación.
Se macera para vosotros con piedras esta planta llena de jugo y semejante a una vaca
abundante en leche;
se exprime con piedras el zumo del soma;
venid hacia nosotros, como nuestros protectores; sed con nosotros para beber el jugo
del soma,
este jugo que ha sido esparcido o para vosotros dos, Mitra y Varuna,
y que ha sido vertido para que lo bebáis” (Rig Veda, XX, 4)
Hay un cierto número de detalles relacionados con la operación de prensar la
planta que se describen en términos a la vez cósmicos y biológicos: el sonido bronco
producido por la muela inferior es asimilado al trueno; la lana del filtro representa a las
nubes; el jugo es la lluvia que hace crecer la vegetación, etc. El proceso de exprimirlo se
asimila también a la unión sexual.17
Todas las virtudes del soma están relacionadas con la experiencia extática que
provoca al tomarlo:
Hemos bebido el soma, ya somos inmortales.
17
ELIADE, M. Historia de las creencias y de las ideas religiosas. I De la Prehistoria a los Misterios de Eleusis.
Ediciones Cristiandad. Madrid, 1974. p. 226
Soma, jugo de la inmortalidad
18
Hemos conseguido la luz y hemos encontrado a los dioses.
¿Qué podrá hacernos ahora la impiedad o la malicia del mortal, oh inmortal?18
El soma estimula el pensamiento, reanima el valor del guerrero, aumenta la
potencia sexual, cura las enfermedades. Lo beben en común los dioses y los sacerdotes, y
de este modo se aproxima el cielo a la tierra, se refuerza y se prolonga la vida, se asegura
la fecundidad. La experiencia extática revela la plenitud vital, el sentimiento de una
libertad ilimitada, la posesión de unas energías físicas y espirituales apenas
sospechadas19.
He dominado el cielo por mi estatura, he dominado la ancha tierra
Voy a herir con fuertes golpes esta tierra
He rozado el cielo con una de mis alas y con la otra he rozado la extensión de aquí
abajo
Soy grande, grande, me he lanzado hasta las nubes
¿Acaso no he bebido el soma? 20
5. Teorías relativas a la identificación del soma
A pesar de las múltiples especies que los distintos investigadores védicos han
identificado al soma durante casi dos siglos, desde que el sánscrito empezó a ser
traducido a los idiomas europeos, su identidad verdadera ha sido elusiva. El soma y sus
sacrificios son celebrados en muchos himnos, pero el Rigveda era cantado por los
antiguos poetas-sacerdotes para sus contemporáneos, quienes no requerían que se les
explicase qué era el soma; esos sacerdotes oscurecían la morfología natural de esta
misteriosa planta-dios con todo tipo de imaginería poética y con metáforas inspiradas
muy alejadas de descripciones botánicas: “soporte del cielo”, “con su pie en el ombligo de
la tierra y su corona en los cielos”, “ubre divina”, “se ha vestido con las explosiones de
fuego en el sol”, etc.
Los intentos por identificar esta planta misteriosa tienen más de doscientos años.
Inauguró este camino un erudito alemán, Hillebrandt, al cual seguirían otros varios
indios y occidentales. La primera sugerencia concreta provino de un brahmán, que
identificó el soma antiguo con cáñamo apoyándose en una referencia directa del Rigveda
18
Rigveda VIII, 48, 3 19 ELIADE, M. Historia de las creencias y de las ideas religiosas. I De la Prehistoria a los Misterios de Eleusis. Ediciones
Cristiandad. Madrid, 1974. p. 226 20 Rigveda X, 119
Soma, jugo de la inmortalidad
19
(IX, 61, 13), varios textos del Satapatha Brahmana y circunstancias como el amor de Shiva
por el blang, o el hecho de que los tibetanos llaman al cáñamo somarasta.
Los candidatos más comunes incluyen bebidas alcohólicas y especies de Ephedra
(Ephedra pachyclada, Ephedra sinica), ruda siria (Peganum hamala), sarcostemma
brevistigma y sus variedades relacionadas, Periploca, y otras trepadoras sin hojas como
tinospora cordifolia, un arbusto trepador cuyo extracto se usa como afrodisiaco y como
cura para la gonorrea en la medicina folclórica de la India. Candidatos menos comunes
Cannabis sativa, Calonyction muricatum o Ipomoea muricata, usados como purgativos,
Eleusine coracana, e incluso la cerveza egipcia, una bebida fermentada a partir de jugo de
palma. Muchas de estas hipótesis son fáciles de refutar, por ejemplo, la idea de que Soma
era una bebida alcohólica. Los Vedas distinguen claramente soma del sura, que es
considerado como malo, una forma de intoxicación. No falta quien considera que se
trata de una planta mítica que sólo ha existido en la imaginación de los brahmanes.
De las numerosas especies que han sido propuestas la más persistente ha sido la
sarcostemma, una yerba sin hojas que se arrastra y que tiene un jugo lechoso empleado
como emético en la medicina folclórica hindú. Es verdad que el Rigveda describe al soma
como una planta sin hojas, pero al contrario de la sarcostemma de flores rojas, la
misteriosa planta tampoco tenía raíces ni flores. Tampoco hay evidencia de que la
sarcostemma tenga propiedades psicoactivas, particularmente del tipo mencionado en
los himnos védicos como el que especifica que el sacerdote bebe el divino soma y
adquiere el poder de volar más allá de los límites del cielo y de la tierra; además, se siente
lo suficientemente fuerte como para alzar la tierra misma y para moverla doquiera que él
desee.
Parece que el viejo sacrificio tenía como lanzador un fármaco, más
probablemente visionario que de otra naturaleza, porque al conjunto del rito en el
Vedanta se emparenta más con el trance extático que con el trance de posesión21. En la
ebriedad extática, que se realiza con drogas que desarrollan espectacularmente los
sentidos, se crean estados anímicos caracterizados por la “altura”. Sus agentes son sobre
21 A. Escohotado distingue entre dos tipos de trance: de posesión y extático. La ebriedad de posesión o rapto
se realiza con drogas que “emborrachan”, excitando el cuerpo y aniquilando la conciencia como instancia crítica, no menos que la memoria. Sus agentes son fundamentalmente las bebidas alcohólicas y las solanáceas psicoactivas, que en dosis altas producen una mezcla de desinhibición y entumecimiento anímico propensa al trance orgiástico, entendiendo orgía en sentido etimológico (“confusión”). Con el acompañamiento de música y danzas violentas, estos ritos buscan un frenesí que libere del yo y promueva la ocupación de su espacio por un espíritu tanto más redentor cuando menos se parezca a una lucidez. Lo sacro es la estupefacción y el olvido, un trance sordo y mudo aunque físicamente muy vigoroso que concluye en un reparador agotamiento. ESCOHOTADO, A. Historia general de las drogas. Editorial Espasa Calpe, S. A. Madrid, 2002.
Soma, jugo de la inmortalidad
20
todo plantas ricas en fenetilaminas o indoles, que se distinguen de los agentes empleados
para las ceremonias de posesión por una toxicidad muy baja y una gran actividad
visionaria. Caracteriza el trance no sólo retener la memoria (para empezar, el recuerdo
de estar sometido a una alteración de la conciencia) sino una disposición activa, que en
vez de ser poseído por el espíritu busca poseerlo. Pero lo propiamente esencial de su
efecto (donde coincide sorprendentemente con el viaje místico sin inducción química) es
una excursión psíquica caracterizada por dos momentos sucesivos. El primero es el vuelo
mágico (en términos secularizados se llamaría la “subida”) donde el sujeto pasa revista a
horizontes desconocidos o apenas sospechados, salvando grandes distancias hasta verse
desde fuera, como otro objeto del mundo. El segundo es el viaje propiamente dicho, que
en esquema implica empezar temiendo enloquecer para acabar muriendo en vida, y
renaciendo purificado del temor a la vida/muerte. Si bien el éxtasis puede considerarse
centrado en la fase del renacimiento, la secuencia extática comprende el conjunto y se
resuelve en alguna forma de serendidad beatífica.22
Wasson defendió la tesis de que el Soma era un hongo, la Amanita muscaria, una
especie familiar en los bosques de abedules, las praderas alpinas, y folklore de las
regiones frescas de Eurasia, desde el oeste europeo hasta Siberia. La Amanita muscaria
crece en simbiosis con abedules, coníferas y otros árboles que también crecen en altas
montañas de regiones más meridionales como el Hindu Kush y Himalaya, regiones que
los indoarios cruzaron antes de entrar en el subcontinente indio.
Wasson propuso que los “arios” llegaron al Valle del Indo desde su hogar, en el
noroeste, con un bien integrado culto ancestral de la Amanita muscaria sagrada, y que lo
que quedó del arcaico ritual siberiano del hongo en los ss. XVIII y XIX en realidad
representa una especie de fósil del antiguo estrato extático-chamanista en la cual los
ritos védicos de los inicios del segundo milenio a. C., tienen sus raíces.
Si esto es así, entonces, los sacerdotes védicos desde un principio habrían tenido
que lidiar con el problema de los sustitutos para la planta divina, pues la Amanita
muscaria no siempre ni en todos los sitios está disponible, y, como la mayoría de las
especies de hongos, no puede cultivarse. Puede secarse y preservarse. Y en esto la
definición del Rigveda de la preparación del soma (una planta seca, sin raíces, ni flores, a
la cual se añade agua para henchirla de nuevo) sugiere hongos secos. Similarmente, los
22
ESCOHOTADO, A. Opus cit.
Soma, jugo de la inmortalidad
21
efectos del enervante divino, incluyendo sensaciones de fuerza enorme y de vuelos hacia
los límites del universo, se ajustan a la Amanita muscaria.
Igualmente, muchos pasajes védicos previamente oscuros que aluden a metáforas
poéticas de la apariencia del soma encajan notablemente bien en los de la Amanita
muscaria y sus diferentes etapas. Se pueden resumir en seis puntos las pruebas que
reunió Wasson para llegar su conclusión:
1. Las referencias a soma no hacen mención de hojas, flores, fruto, semillas ni raíces
propias de las plantas con clorofila. Hacen referencia a los tallos y a los
sombreros.
2. Todas las referencias de color encajan con la Amanita muscaria. No se menciona
que sea verde, negra, gris oscuro o azul (los colores de la vegetación), mientras
que los colores citados coinciden con el sombrero de la seta (rojo encendido),
con la miembro que la protege en sus primeras etapas (blanco brillante) o con su
jugo prensado (dorado o amarillo pardo). Wasson expone este punto utilizando
citas del Rigveda :
“El cuero es de toro (en la India tienen predilección por los toros rojos) y el traje
es de oveja.”(Rigveda IX, 70,7). Este traje de oveja, la miembro blanca, es invocado
en otras analogías: “con atuendo indeleble, brillante, recién vestido, el inmortal
se envuelve por completo. Ha elegido para ataviarse una tela extendida como una
nube.”(Rigveda XI, 69,5).
El desgarramiento de la miembro envolvente de la seta también se contempla:
“Se deshace de su color asúrico propio. Abandona su envoltura.”(Rigveda, XI,
72,2). “Como una serpiente sale de su vieja piel.”(Rigveda, XI, 86,44c) Las motas
del velo que persisten en la corona después de la ruptura del mismo dan sentido
a “deja que su color transpire cuando abandona su funda” (Rigveda, IX, 71,2).
3. Las referencias de forma también son pertinentes. La cabeza de la seta asomando
desde la maleza mientras todavía se encuentra dentro de su velo, es “el ojo único”
(Rigveda IX, 9,4). Cuando su sombrero se ha formado por completo, refleja la
bóveda celeste y es “el principal soporte del cielo”. Su sombrero curvo pude
parecer una ubre y su globoso pie como un pecho: “los sacerdotes ordeñan este
retoño como la auroral leche de vaca” (Rigveda I, 137 ab).
4. Soma alteraba la conciencia, pero no era alcohol; era un enteógeno. Los arios
conocían el alcohol en la forma de sura, una cerveza, pero el tiempo destinado a
la preparación del soma en los sacrificios excluye la fermentación. Además,
Soma, jugo de la inmortalidad
22
mientras los Vedas generalmente desaprueban el sura, mencionando el
atolondramiento y otros efectos negativos que produce, soma no sólo carece de
efectos malignos, sino que conduce a la divinidad.
5. También parece concordar la geografía. La Amanita muscaria necesita para su
desarrollo el bosque de abedules septentrionales de temperatura moderada y el
valle del Indo linda con elevadas montañas cuya altitud se ve compensada por la
latitud sur. Al sur del río Oxus, la Amanita muscaria crece sólo a altitudes de
2.438 m. o más y esto cuadra con el hecho de que soma estuviera confinada a las
montañas. Algunas partes de Afganistán, donde residían los arios antes de su
avance hacia el sureste y el Hindu Kush, son tierras de Amanita muscaria.
6. En el Rigveda se dice que los sacerdotes orinaban el soma diluido. La Amanita es
un enteógeno cuyas propiedades para producir visiones se sabe que resisten el
procesamiento metabólico. Beber orina de forma ritual forma parte de una serie
de ceremonias con la Amanita muscaria que han sobrevivido en Siberia y en otras
partes. En un veros del Rigveda (IX, 74,4) se dice: “los hombres hinchados orinan
su soma circulante”.
Además, está el hecho de que los Vedas mencionan tres filtros para la bebida,
pero sólo describen dos. Wasson cree que el tercer filtro podría ser el organismo
humano que, según hay razones para creer, reduce las propiedades vomitivas de
la Amanita muscaria, que la vez que retiene casi cinco ingestiones la substancia
química, el muscimol, que es el agente enteógeno de la seta.23
23
En 1964 se aisló de forma simultánea, en tres laboratorios, los principios enteogénicos de Amanita
muscaria. Son los denominados ácido iboténico y muscimol (conocido anteriormente como agarina o
pantherina). El ácido iboténico es el ácido α-amino-3-hidroxi-5-isoxaxolil, siendo el muscimol su producto
de descarboxilación, 3-hidrixi-5-aminometilisoxazol. El anillo de isoxazol (anillo de cinco miembros con un
átomo de oxígeno y uno de nitrógeno vecinos) es poco común en los productos naturales y en los fármacos.
El ácido iboténico produce efectos enteogénicos en el hombre a una dosis de entre 50 y 100 mg. Se obtiene
un efecto equivalente con 10-15 mg de muscimol.
Después de su ingestión, la embriaguez se instaura muy lentamente, transcurriendo generalmente de dos a
tres horas antes de que se presenten los efectos de forma plena. Los efectos duran de seis a ocho horas según
la dosis. Se caracterizan por distorsiones visuales, pérdida del equilibrio, espasmos musculares moderados
(no convulsiones) y alteración de la percepción visual y auditiva.
Parece ser que el muscimol es el principio psicoactivo y que tras la ingestión del ácido iboténico parte de la
dosis total se descarboxila a muscimol, produciéndose la embriaguez. Después de la toma oral del ácido
iboténico, un elevado porcentaje de la droga se excreta inalterada por la orina, junto con pequeñas
cantidades de muscimol. Este hecho explicaría la práctica siberiana de aprovechar la orina. Después de la
ingestión del hongo, el celebrante excreta cantidades considerables de ácido iboténico en su orina. Un
segundo usuario que bebiera la orina del primero se embriagaría de nuevo con la fracción del ácido iboténico
que se descaboxilaría a muscimol, excretándose de nuevo la mayor parte del ácido iboténico ingerido en la
orina. De este modo, una dosis de 100 mg de ácido iboténico ingerido vendría a representar unas cuatro o
Soma, jugo de la inmortalidad
23
Son muchos los estudiosos que están de acuerdo en las líneas generales con la
hipótesis de Wasson, aunque el tema más espinoso es la teoría acerca de la orina, que no
tiene una evidencia clara en el Rigveda.
El mayor detractor de la idea de Wasson es John Brough, profesor de sánscrito de
la Universidad de Cambridge. Sus argumentos giran principalmente en torno a los
siguientes puntos:
1. La primera objeción está basada en el estudio de los himnos. En ellos, no se
aprecian síntomas de alucinación ni de pérdida del contacto con la realidad.
Según Brough, los himnos de este tipo no puede haber sido compuestos por un
poeta bajo la influencia del soma, pues su artificio compositivo excluye esta
posibilidad. Argumenta que es más probable que hubiera sido compuesto por
alguien sin experiencia personal con el soma original.
Pero Staal24 concluye que el himno pudo no estar compuesto por una persona
bajo la influencia del soma, pero sí muy familiarizado con la experiencia que esta
sustancia proporciona.
2. Para Brough la palabra utilizada para definir el color del soma es hari, que
significa dorado, y quizá, amarillo, amarillo-verdoso, y verde. Pero rojo está
absolutamente excluido.
De nuevo, Staal, argumenta que hay algo que tanto Brough como Wasson han
olvidado: el término soma no se refiere a la planta sino a su jugo. Esto apoyaría la
teoría de Wasson que califica el jugo como amarillo pálido.
3. La tercera objeción de Brough es que si soma es la Amanita muscaria no sería
necesario machacarlo y filtrarlo, se podría simplemente comer. La respuesta
podría ser que el hongo tuviera que secarse para transportarse, pues el lugar o el
momento en se encontraba fresco no eran los más apropiados para realizar el
sacrificio.
4. También arguye que soma era un poderoso estimulante para aquellos que iban a
la batalla, sin embargo, el efecto de la Amanita muscaria es depresor. Esto fue
contradicho en 1974 por Ilya Greshevitch, que determinó que, en pequeñas dosis,
la Amanita muscaria también es estimulante.
cinco dosis de 10-15 mg de muscimol, por lo que la afirmación de que una dosis de hongos podía ser reciclada
por cuatro o cinco personas parece razonable. OTT, J. Pharmacotheon. Drogas enteogénicas, sus fuentes
vegetales y su historia. La Liebre de Marzo, S.L. Barcelona, 2000. pp. 322-324 24
STAAL, F. How a psychoactive substance becomes a ritual: the case of soma. Social Research. An Internacional Quarterly of the Social Sciences. Vol.68, Number 3, 2001, pages 745-78.
Soma, jugo de la inmortalidad
24
Basándose en el estudio de Irán, David Stophlet Flattery y Martin Schwartz
publicaron en 1989 su obra “Haoma y Harmeline” donde presentan la posibilidad de que
haoma, la bebida sagrada persa equivalente al soma indio, fuera la planta Peganum
harmala, también conocida como Ruda siria. Vuelven así a la proposición realizada por
Sir William Jones en 1794. En Irán, las cápsulas secas de la planta, combinadas con otros
ingredientes, son quemadas para producir incienso, usado tanto para purificar el aire
como la mente.
Bedrosian25 ha contestado a esta hipótesis argumentando que la ruda siria es
sobre todo un potenciador de los efectos de los hongos psicoactivos, ya que sus efectos
no pueden compararse con los del soma. En cualquier caso, hay que ser precavido, pues
todo es cuestión de dosis. Cuando éstas son moderadas produce relajación, visiones con
los ojos cerrados y, en ocasiones, un estado de alegre embriaguez. Pero dosis más altas,
de unos 15 gr. de semillas, pueden inducir estados similares a los provocados por el LSD.
Se puede argumentar, con más rotundidad, en contra de la hipótesis de la ruda
siria, haciendo hincapié en que en los textos védicos se deja bien claro que el soma es
una bebida, no semillas que se queman para producir efectos. Staal también utiliza como
argumento en contra la gran disponibilidad de la ruda: los poetas védicos ensalzan las
virtudes de un planta extraña que nunca cesa encender su arrebatada imaginación.26
Mucho más recientemente se ha propuesto la identificación de la planta soma
con Nelumbo Nucifera, sobre la base de los mitos y el arte de la India y del Sureste
asiático (A. McDonald, "A Botanical Perspective on the Identity of Soma (Nelumbo
Nucifera Gaertn.) Based on Scriptural and Iconographic Records", Economic Botany, 58, 1,
2005, pp. 147-173). También conocida como loto asiático, loto sagrado o loto de la India
es una planta acuática levemente tóxica que se fumaba o tomaba en infusiones o diluida
en vino por la sensación de ligera euforia que produce. Esta planta produce flores de
color rojo-dorado que recuerdan los versos que describen soma como una flecha y el sol
o los que hablan de resplandor encendido. Soma también es descrito en los himnos
védicos como creciendo “articulación por articulación, nudo a nudo”, que es una buena
descripción de una planta que crece produciendo brotes con nudos y entrenudos. El
Lotos Sagrado crece en las mimas áreas donde se dio la antigua civilización aria. En los
tiempos modernos, la flor de loto es un importante símbolo religioso en muchos
25
BEDROSIAN. Soma among the Armenians. 2000. 26
STAAL, F. Opus cit.
Soma, jugo de la inmortalidad
25
sistemas, quizá reflejando su historia olvidada. Además, se han encontrado alcaloides,
incluidos aporhine, proaporhine y nuciferina. A pesar de su amplia utilización
ornamental y gastronómica, no se han demostrado efectos narcóticos o alucinógenos,
por lo que es difícil admitir que produjera los efectos que los textos védicos atribuyen a
soma.
Leyendo los textos védicos, Falks llega a la conclusión de que soma sólo puede ser
una bebida alcohólica, un alucinógeno o un estimulante. Puesto que la primera
posibilidad está descartada, lo primero que decide es descartar que se trate de un
alucinógeno. Para ello se basa en el himno antes mencionado y llega a la conclusión de
que, basándose en que es el relato de un bebedor de soma, no describe experiencias
alucinatorias. Además, en los rituales védicos se especifica que los efectos conseguidos
eran de aumento del estado de alerta, los que bebían el jugo sagrado permanecían
despiertos, incluso toda la noche. Por tanto, concluye que soma tiene que ser un
estimulante.
El candidato más probable de esta hipótesis es una especie del género Ephedra.
La sustancia activa de esta planta es la efedrina, con una estructura química similar a las
anfetaminas, y efectos como hipertensión y estado de alerta mayor que el conseguido por
la cafeína.
Se trata de arbustos de entre 20 cm. y 4 m. Hay unas treinta especies, siendo las
que crecen en regiones montañosas (principalmente Ephedra equisitina) las de más alto
contenido en efedrina. El color de estas especies es verde-azulado, el color que nunca
atribuyen a soma, pero el tema del color es un poco engañoso.
El nombre nativo para Ephedra en la mayoría de las lenguas indoiranias de Asia
Central se deriva de *sauma (por ej. Nepalí, somolata, Pashto, Oman/uman, Baluchi,
hum/huma/uma). Falk argumenta que es la planta que los parsis siguen utilizando en la
actualidad.27
Se han aportado también argumentos arqueológicos, como los de Viktor i.
Sarianidi, que excavó en el área de BMAC (Asia Central) y encontró Ephedra y otras
sustancias en el sitio. Estudios posteriores realizados por el Departamento de Botánica
de la Universidad de Helsinki no han podido demostrar este hallazgo. Habrá que seguir
investigando en este terreno.
27
FALK, H. "Soma I and II." Bulletin of the School of Oriental and African Studies 52, 1989. pp. 77-90.
Soma, jugo de la inmortalidad
26
No podemos, por tanto, llegar a una conclusión definitiva sobre la verdadera
naturaleza del soma original. La gran aportación del trabajo de Wasson fue la idea del
estudio del problema desde una perspectiva multidisciplinar; habrá que tener en cuenta
los aspectos botánicos, geográficos, psicológicos, religiosos, rituales, lingüísticos y
culturales en general.
6. Un caso paralelo: el haoma
A finales del segundo milenio, otro grupo indoeuropeo, emparentado con los
indoarios, los iranios, habían atravesado el Cáucaso, estableciéndose una parte de ellos
en el Irán occidental, donde siglos más tarde los conoceremos con el nombre de medos y
persas, mientras que otros, los turanios, avanzaron en dirección a Oriente, llegando de
esta forma a contactar con los indoarios de la India. La llegada de los medos y persas a la
altiplanicie irania supuso el fin de la Edad del Bronce y el comienzo de la del Hierro.
Entre los antiguos iranios la sistematización de un panteón con numerosas
divinidades (de origen indo-iranio unas, próximas por tanto al ambiente religioso védico,
tomadas otras de los pueblos con los que estuvieron en contacto) no se realizó por
yuxtaposición de familias, parejas o triadas de dioses, como en otros lugares del Próximo
Oriente, sino mediante una tendencia monoteísta/dualista que se atribuye a las reformas
de Zoroastro y un posterior resurgimiento de los antiguos dioses en el que tomaron parte
muy activa diversos sincretismos.
La primitiva religión irania se caracterizaba por un politeísmo que distinguía
entre los ahuras, una categoría especial de entre los "señores celestes" y los daevas,
divinidades en principio que no eran ahuras, y que con el tiempo fueron rebajados a la
categoría de demonios.
La reforma monoteísta/dualista atribuida por la tradición a Zoroastro marginó a
los daevas, convirtiendo a Ahura Mazda en dios supremo, creador de todas las cosas, que
había engendrado a Spenta Mainyu y a Anra Mainyu, espíritus benéfico y destructor
respectivamente. Era también el padre de las Entidades, o elementos abstractos en que
fueron transformadas muchas de las antiguas divinidades. Ahura Mazda terminó por
absorber al Espíritu benéfico, enfrentándose en solitario a un rival, Anra Mainyu,
copartícipe también de la creación pero que, sin embargo, estaba destinado a ser
vencido.
Con el paso del tiempo se produjo, no obstante, el renacimiento de las antiguas
creencias politeístas de dos maneras distintas. Por la desaparición de las Entidades que
Soma, jugo de la inmortalidad
27
quedaron reducidas a simples divinidades, incluso con sus distinciones entre masculinas
y femeninas, y con el resurgimiento de los antiguos dioses, como Anahita, diosa de las
aguas. El mismo Anra Mainyu quedó convertido finalmente en el "demonio de los
demonios". Contra todos ellos existían ensalmos, talismanes y exorcismos.
El sacrificio del Haoma, o Yasna, era una ceremonia vivificante, análoga a la del
Soma en la India, cuya parte principal consistía en la elaboración de una bebida sagrada,
a partir de una planta igualmente sagrada, que era al mismo tiempo una divinidad. Su
eficacia radicaba en la fertilidad, la procreación, la salud y la inmortalidad, cuyas
expectativas aumentaba. También producía un tipo de conocimiento y de valor distintos
a los habituales. El sacrificio del Haoma era una ceremonia compleja, en la que confluían
los distintos sentidos que se otorga a los rituales. Constituía el centro del ritual
mazdeico, como el del Somalo era del védico. Era la conmemoración de una cosmogonía,
y por tanto un ritual de renovación, y al mismo tiempo anunciaba y anticipaba una
escatología mediante un sacrificio que era, en realidad, una eucaristía, una comunión.
“Creador, llevamos, oh! puro Aura-Mazda! a las habitaciones que tenemos en este
Mundo dotado de cuerpo, el fuego, el baresma, la taza, el Haoma y el mortero” (Avesta, III, 5,
123).
“Sobre un fuego ardiente, con el Baresma reunido, con el Haoma elevado. Entonces
vuelven a estos lugares los alimentos que engordan y fortifican, la abundancia y la fertilidad, la
salud, el bienestar y las cosechas de granos y forrajes” (Avesta, III, 9, 195-6).
En el Vendidad-sadé uno de los libros del Avesta cuya redacción se sitúa hacia la
segunda mitad del siglo II a. C., Zoroastro lo utiliza para luchar contra Agra-Mainyús,
que encarna todas las fuerzas del mal:
“Los morteros, las tazas, el Haoma y las palabras que Ahura-Mazda ha pronunciado.
Estas son mis mejores armas” (Avesta, III, 19, 30).
Como el Soma, el Haoma es a la vez un dios, una planta sagrada y la bebida
mística que se extrae de ella. Y tanto en un caso como en otro se trata de una planta
embriagante que contiene virtudes naturales y sobrenaturales. Así la liturgia avéstica
atribuye a la bebida sagrada las virtudes de curación, de fiereza, longevidad, prosperidad,
sabiduría e inmortalidad que los himnos védicos celebran cuanto cantan al Soma, en
palabras del propio Zoroastro, que deplora los excesos y su uso profano e incontrolado,
pero no la bebida en sí:
“¡Oración a Haoma!, Haoma es bueno: Haoma está bien creado, ha sido creado justo,
ha sido creado bueno y curador. Es hermoso de forma, quiere el bien, es victorioso. De color
oro, de tallo flexible, es excelente para beber y el mejor de los viáticos para el alma. Oh Haoma
de oro, yo pido de ti la sabiduría, la fuerza y la victoria, la salud y la curación; la prosperidad y la
Soma, jugo de la inmortalidad
28
grandeza; la fuerza de todo el cuerpo y la ciencia universal; y que pueda ir por el mundo como
señor soberano, aplastando el maleficio....”. (Avesta, II, 100)
Debido a su esencia divina no se contamina como les sucede al resto de los seres
vivos:
“Creador, si se ha llevado sobre el Haoma un perro o un hombre muerto, ¿cuál es la
porción que permanece pura?, oh Ahura-Mazda! Ahura-Mazda respondió: Todo él es puro ¡oh
puro Zaratustra! El Haoma estrujado no sufre ni descomposición ni muerte” (Avesta, III, 6, 84-
86).
Parece, por tanto, muy posible, aunque los textos del Avesta sean mucho más
recientes que los himnos védicos, que en la religión de los antiguos iranios la bebida
ritual que se consumía en el momento álgido de la liturgia contuviera algún tipo de
enteógeno similar al Soma. Algunos gathas del Avesta así parecen confirmarlo:
“Cuando (oh Mazdah) suprimirás la orina de esta ebriedad
con la que los sacerdotes malévolamente engañan al pueblo?” (Avesta, I, 48, 10).
La antigua tradición irania o parsi también conoce un Haoma “blanco” que es
mencionado frecuentemente. Crecía en la fuente de Arduisur y aquel que lo comía se
tornaba inmortal. Tras la resurrección cada hombre tomará una parte de él con lo que
escapará a la ley de la muerte.
Ya que existen evidentes analogías entre el Haoma y el Soma muchos se han
preguntado si no se trata en este caso también de algún tipo de enteógeno. Aunque
algunos autores, como el propio Dumezil, han pensado en alguna clase de brebaje
alcohólico, lo cierto es que no hay el menor soporte en los yasna para una tal suposición.
Otro tanto ocurre con los vedas y el Soma, que oponen al piadoso bebedor de Soma al
suraza, impío bebedor de sura, un licor fermentado de fuerte contenido alcohólico. Por
el contrario, parece bastante claro que se trata de una planta tóxica de efectos
visionarios, aunque durante un tiempo no se podía aventurar su identificación concreta
Pero a raíz de las investigaciones de los Wasson sobre el Soma y de sus resultados, la
hipótesis de que el Haoma originario no fuera otra cosa que amanita muscaria, fue
cobrando fuerza, y la referencia a la “orina de la ebriedad” parece un indicativo en este
sentido.
Por el contrario, D.S. Flattery y M. Schwartz sostienen que tanto el Haoma como
el Soma no son otra cosa que las semillas de la "ruda siria" (Peganum harmala), utilizada
en la actualidad por los parsis, descendientes directos de los iranios.
Parece bastante probable que la "ruda siria" o harmala, se convirtiera, finalmente en un
sustituto del enteógeno originario del Haoma, cuando éste llegó a ser difícil de
Soma, jugo de la inmortalidad
29
conseguir. Otro tanto había ocurrido en la India, respecto al Soma, también
posteriormente sustituido por otros psicoativos.
7. Conclusiones
El caso de soma muestra como una planta psicoactiva fue considerada como un
dios, inspiró una mitología y se transformó en un ritual. Cuando el soma original del
Rigveda fue muy difícil o imposible de conseguir, las gentes védicas construyeron un
edificio ritual de gran complejidad, combinando ritos con cantos y recitaciones. Ello
sucedió alrededor del 1000 a. C., cuando sus centros sociopolíticos se trasladaron del
valle del Indo a la región de Kuru, cercana a la moderna Delhi, entre el Indo y el Ganges,
donde la mayoría de los Vedas fueron compuestos. El desarrollo demuestra cómo la
ritualización aumentaba a medida que soma disminuía.
El secreto de la preparación del soma original fue finalmente olvidado por los
arios védicos y se reemplazó su componente por sustitutos, plantas sin propiedades
embriagadoras. El material védico nos ilustra sobradamente sobre que el ritual era la
principal preocupación religiosa de los indoarios, pero también que la experiencia
mística inducida por la planta soma fue un elemento crucial en los inicios del desarrollo
de la tradición. Estos dos temas, ritual y misticismo, destacan en las posteriores
tradiciones de la India28.
¿Por qué los sacerdotes abandonan una planta tan divina y milagrosa a favor de
sustitutos a los que les faltaban las propiedades maravillosas del soma original? La
Amanita muscaria, señala Wasson, es un hongo micorrizal que en Eurasia, incluyendo el
antiguo territorio de los hablantes védicos indoeuropeos, crece sólo en una relación
subterránea con los pinos, los abetos y, sobre todo, los abedules. Donde no hay tales
árboles, no hay Amanita muscaria. Los grupos de coníferas no eran inaccesibles para los
colonos norteños de la India, pero sí eran distantes; los hongos podían secarse y
transportarse, pero las largas distancias y otros factores, como la impredecible
disponibilidad de la temporada, habrían hecho la sustitución necesaria y adaptable,
ciertamente preferible al abandono total de los rituales tradicionales. Al final, y quizá
deliberadamente, el verdadero soma llegaría a ser totalmente abandonado, y su
28
FLOOD. G. Opus cit. p. 58.
Soma, jugo de la inmortalidad
30
identidad, aunque no su significado sagrado y sus efectos psíquicos, sería olvidada por
todos con la excepción del círculo de sacerdotes más herméticos y privilegiado29.
Se ha sugerido que esas dificultades de aprovisionamiento de la planta original
fueron el impulso inicial para el desarrollo de las técnicas del yoga, cuyo significado
inicial sería un intento de llenar el vacío “somático” con un sistema que alcanzaba
estados anormales de conciencia sin necesidad de recurrir a la planta.
Ahondando en estas intuiciones, Wasson sugirió que la escasez de referencias
precisas a la planta podría atribuirse a una transformación de naturaleza estamental. Al
convertirse en castas sacerdotales un conjunto de chamanes más o menos integrado,
aparecieron formas de reserva mistérica análogas a las de Eleusis y otros cultos secretos
del área mediterránea. Cuando las sociedades se hacen más complejas surgen las élites,
encargadas de controlar la fuerza del trabajo y la información privilegiada, lo que se
consigue en gran medida mediante la manipulación e instrumentalización de los rituales
y de los vínculos de parentesco como medio de asegurarse dependencias y alianzas. Con
ello, unos antepasados empezarán a ser más importantes que otros y unos linajes
movilizarán más gente y riquezas.
A partir de ese momento la práctica del ritual sancionará o reforzará la
legitimidad de la élite a la vez que se incrementa la cantidad y complejidad de
información que pueda ser procesada por el sistema sociocultural en su conjunto. La
apropiación de rituales y de su significado arquetípico permite al soberano funciones de
vital importancia y de gran significado cultural, como la renovación del mundo. En tales
situaciones, el soberano o los miembros de la élite sacerdotal se han apropiado, de
manera más o menos exclusiva, de la eficacia religiosa de los rituales. En este punto el
ritual converge con la propaganda ideológica que sanciona el poder espiritual de los
dirigentes.
En tales situaciones, el uso extendido de psicoactivos o enteógenos entre la gente
para obtener experiencias extáticas puede llegar a competir con la autoridad de las
jerarquías sacerdotales, convirtiéndose en un factor que dificulte la expansión ideológica
de la élite, por lo que su uso comenzará a restringirse a ésta.
Primero se restringió el uso del enteógeno a ceremonias religiosas (evitando que
se convirtiese en un fármaco simplemente recreativo o terapéutico para el pueblo) y
luego fue objeto de una ritualización rigurosa.
29
FURST, P. T. Los alucinógenos y la cultura. Fondo de cultura económica de España, S. L. Madrid, 2002. pp. 181-182.
Soma, jugo de la inmortalidad
31
En cualquier caso, no se puede reducir a un solo componente el significado y las
funciones del ritual en la cultura indoaria. Es posible que el sacrifico cumpliera un efecto
catártico en cuanto expresión de la agresividad social que se encauzaba de manera
controlada y socialmente aceptable. Tuviera o no este efecto catártico, lo cierto es que el
sacrificio cumplía la función de evidenciar el estatus y poder de quien lo sufragaba
dentro de la comunidad y puede haber servido para reforzar los valores sociales y
legitimar las relaciones de poder en el seno de la sociedad, puesto que a la par que
permitía que únicamente las clases altas realizaran los rituales, excluía de este
cumplimeinto a los demás. El ritual era importante no sólo para aquellos que incluía,
sino también para los que excluía, delineando una sutil frontera entre los grupos sociales
pudientes y los inferiores. 30
30
FLOOD. G. Opus cit. p. 59
Soma, jugo de la inmortalidad
32
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