Soledad Castresana
Transcript of Soledad Castresana
Soledad Castresana
carneada
comportamiento animal
I
Mi sexo mandaba señales a los sentidosa mis espaldas mi sexorebalsaba a los costados.Yo frotaba las muñecas entre sí.Orgías de peluches.
Los caballos copulaban como los perrosy los novillos montaban novillospara mirar más lejos.Parece que desde corralno se ve hacia afuera.
Los eucaliptos se restregabancontra los hongos contra los musgos.Las violetas rastreras,contra la puerta de la capilla.Las campanas sonabana sexo a mis ojos.
Entrábamos en puntas de piepara que el cristodesnudo en la cruz
no levantara los ojos.
II
Terneros, temblores y gritos,sangre entre las patas,tachos rebosantes,nostalgia seminal.
Las venas se volvían más violetas con la noche.En la cena había huevos de ternero.
Todos comían con avidez.La potencia animal los animaba.Todos estaban hambrientos.
Yo prefería los corderos.Orgías de balidos y peluche.
III
Crin Dorada cerró el relinchoen el pecho erecto, las patas cortas,los vasos salvajes. La polvaredasobre peones y chicos y moscas.
Con la furia del grito trabadoen las espumas de la boca—garganta que no sabía frenar—se tragó sus huevos y corrió.
Alambrados, pastos puna, osamentas.El galope maldecía los filos y las manos.
Mi sexo fosforescía a los cuatro vientos.Yo pensaba en Crin Dorada. Soñaba montarlo.
debajo del cuero
advertencia a los que se pierden por deseo
para no llorarCapitán prefirióque le arrancaran el ojo
moscas verdesle copulaban la cuenca
yo sí lloraba
papá se acercócon la navaja
el ojo era chiquitoen su mano de héroe
el perro no se movió
sostuvo la mirada del filomordió el aullido
nunca dejó que le taparan el hueco
trampa para cazar caballos
en el suelouna costra de maíz azulsobre los granoscae un potrillo
una espuma violetale corona el belfola hinchazón anestesia los ojosatraviesa el barbijo
hay que quemar el airepara evitar el contagio
la noche se iluminade relinchosy no hay músicapara acompañar el fuego
los caballos sabencuando van a morir
pero no conocenel color del veneno
sombra
una oruga de fardos de alfalfaresiste el afán incendiariode la siesta
nos refugiamosen el tanque australianoflotamosen el sordo hechizode las abejas
a veces la sed desespera la pielnos quema el alivio
cuando baje la fiebre del aireperfumados de higossubiremos la tardehasta los árboles
esperaremosmareados y calientesque la noche detenga
la sangre de las víboras
cuando acabe la luznos quedaremos sin agua
un entierro
todas las nochesencerrábamos a los charitosen el gallinero
una mañana cedió el tejidoy un revoltijo de plumasse nos pegó a los ojos
en el patio de la capillaenterramos los huesoslas patas los picoshicimos guirnaldas de floressobre las tumbasclavamos crucesde varillas y alambre
las manos cubiertas de ampollasrezamoslloramos
más tarde sacamos las crucesy las usamos de espadas
tótem
el sol exprime las sombrasun niño acechaentre los pliegues del bosque
por el tajo que le abre el costadorespira una liebrele quema la carne debajo del cuero
hay que curarpara siempreal que sufre
cada golpe retuercecada músculocontraídose estira
arden las axilasla espalda se moja
un susurro de gusanos
sacude las raíces del pasto
el hocico se dilatapero el aire ahogacuando la sangreinvierte el camino y se ensucia
queda la piel empapadala carne molida debajo del cuero
el niño deja el palocorre a la laguna
se esconde del solcomo del ojo de la siesta
la suerte del que come
un pollo saltava dejando sobre la arenael rastro de sus tripasla sombra tibia de los órganosque insisten
cada paso lo ahueca
cuando queda vacíohuesos y plumascaesobre otro pollo rendido
en un rincón del gallinerocon la cloaca del avetodavía entre los dientesel perro se relame
no conocela suerte del que juegacon la comida del amo
sopor
debajo del laurelnos acostábamosa mirar el cielo
las hojas y las floresadormecen los sentidos
veíamos dragonesosos y conejoscuando las nubesanunciaban lluviasy tormentas
el juego
no saques los ojosde la sangre que brotadel costado abierto de tu cabeza
no dejes de mirarla oreja que te cuelgauna tira de pielen la maraña de tu pelo
si no hubieras estado solaalguien habría escuchadoel ruido de tus huesossi tus labios no hubieran estadopegados a su paladarhubieras gritadosi no hubieras sentidosus dientes en el cuello
miráel perro te esperalamiendo tu charcopara que sigan el juego
un paseo por el bosque
el galope astillaba la siestalas ramas heríanlos costados de la yeguael caballo aplastaba violetascaían las moras
—vos ¿te dejarías?los párpados fijosduros los ojos—bajate la bombacha
ellaque todavíano llegaba a los estribosno dijo nadaaunque las ortigasle quemaban la espalda
las mamás
¿te acordásde esa vez que bañamosa los pollitos con champú?
les fregábamos las alasy los hundíamos en el baldepara enjuagarles la espuma
¿te acordás?los pusimos a secar al solsobre las lajaspiaban bajitoolían a algas marinas
uno a unodespacioempezaron a morir
¿te acordás?pasamos el díallorando a esos hijos
que no habían soportadotanto amor
de lejos
donde los troncoscambian a cenizase sostiene la ronda
una chispa es el origendel equilibrio
pero alguienlanza al aire un desafíoy otroinvade el centrose inclina sobre la luzque le cierra la frente
todo cabe en el fuegotodo toma su forma
los dedosla piel del brazopenetran las llamas
arde el miedode lejosse huele la manoun silencio enormeabre los rostrosdespués del grito
el horizonte se revuelveahoga al vientoespanta a los animales del airehuyen los que pueden correry se comprime el cielo como un pozo
solosen medio de la nochesin caballos
escena familiar
construimos una casitaen el bosquedebajo del paraísosobre el tronco quebradode un eucalipto
la decoramos con girasolesespigas de trigomargaritas silvestres
juntábamos moras y quinotoshacíamos tortitas de barroy trenzas con flores y hojaspara adornarnos el pelo
a los varones y a los perroslos mandaban al campoentonces las chicasjugábamos solasa la mamá y al papá
las violetas sobre el musgonos servían de cama
charco en calma
arde la lluviasi roza las rodillasla huella de las chalasla marca de la hoja
empecinadas las ortigasse niegan al peso del aguasus aguijones inquietanel ritmo hostil de la cintura
el rebenquelastima la calma del charco
sudor de mujer y de yeguaconfunden el cuero
la hembrade cara en el barrobusca el sentido del tacto
cerdos y gallinas
deshacen los rastros
los que se pierden (I)
llegó el día de moriry Capitán atraviesa la orilla
desde el aguael horizontees un invento del ojo
todo miente a esa horaen que el sol y el vientono respiran
conmovidopor la certeza del vértigose dejair hacia el fondo
los que se pierden (II)
cuando la sequíase trague los pájaros
voy a andar sobre el sueloolvidado de la luzvoy a recoger los huesosnacaradosa medir sobre mi cuerpoel largo de unas costillaslimadas por la sal
cuando reconozcalas huellas del perrome sentarécon una piedra en las manoshasta que vuelva el agua
carneado
amanecer
hay que revolver la sangreen cruzcon una cuchillasin pararmientras esté vivo
el cuero es duroes dura la grasaes duro atravesarclavar hondo
¿quién que ha sido capadopuede soportar sin cagarsever la propia sangrellenando una olla?
el último signo vitalse registra en el ano
mientras tanto el aguahierve en los tachos
hay que sacar los coáguloscon las manoshay que tirarlos contra un árbolpara las gallinaspara alimentar la rapacidadde las crías de chimangos
el susurro del filoraspa el cuero hirviendoel pelo cae se apelotonacon la sangraza
el hombre que abredespliega su precisióncomo si midiera su miembro
el filo es la forma de la manoel corte convierteal cerdo en mariposala sierra divide
movidas por el reflejo las entrañascrujen como si vivieran
sobre la carretillacatarata de vísceras y caldos
hay que lavar las tripashay que escurrirborrar los restos
las gallinas enfrentanla saliva de los perrosno distinguen lo frescode lo digerido
mientras tanto la cabezahierve en los tachossin ojos
el aire congela el olfatoel frío limpia
el cerebro de un cerdo cabeen la mano de un niño de 8 años
y el cerdo se hizo carne
hay que hervir la grasadurante cinco horasrevolviendo en círculos
sobre el tablónseparar lo que se comedel sebode los nerviosde los huesos
la carne no asumesu condiciónresistetodavía entibia la hoja
el que cortano piensasiente cómo se enfría
un parpadeoy el filo desconoce
en la manose mezclan la sangredel hombre y del cerdo
las mujeres no piensanmeten en la picadoraexprimenempujanmanipulan lo sólidono hablanablandan
y el mate pasade mano ensangrentadaa boca sin manchasde mano engrasadaa boca sin dientes
y la picadora da vértigo
si un dedo cayeralo blanco sería rosadoel dedo chicharrón
el chasquido de la máquinalas vísceras se hinchanen las gallinaslos chimangos y los perros
el embudo encauza el instintolas mujeres rellenanlas tripasrecobran su erección
una mano oscurase hunde y mezclala grasa la sangrela carne de cabeza
hay que revolveren círculosdurante cinco horaspara derretir
el hombre que revuelveno piensamira las burbujasy fuma
en algunos lugareslas cosas son simples
la carne se corta
Por María Salgado: Carneada
A cambio de Es el verbo tan frágil, de Sandra Santana, me envías, Gabo,Carneada. Y debe ser muy especial para ti éste que recibo de retorno encontrabando, porque sé que te gustó aquel libro y la economía del potlatch teobliga a una subida de precio (por cierto que en el trueque de los dos nombreshay algo de anagrama) ¿Por qué? Dos notas se me ocurren para especializar estepoemario en dos lugares quizás injustos con el campo que lo habita.La primera es la exuberancia que resulta de usar palabras, las use o no, comosangre, lodo, sexo, vaca, bosque, pollo, relincho, grasa, mano oscura, erección, yya imaginas cómo seguir la serie, cómo enfangarte en ella y rebalsar. Asícomienza el libro y su regusto: Mi sexo mandaba señales a los sentidos / a misespaldas mi sexo / rebalsaba a los costados. Rebalsar es el movimientoresultante de un uso sexual de términos, para caer de un lado de la lengua queguste decir las cosas, las cosas por su nombre más carnal, y que además se gustemientras se está diciendo / moscas verdes / le copulaban la cuenca. El uso de losnombres hacia su lado mordible y bebible es un descaro que me gusta unabarbaridad; les resta pretenciosidad, los devuelve a la boca mundana aunquesigan designando a la vez grandes acontecimientos inasibles. Lo inasible, portanto, se puede comer, qué gran manjar lo inasible, cuando acabe la luz / nosquedaremos sin agua.La segunda nota está muy cerca de la primera, “fatalmente” para la reseña. Setrata del, llamémoslo así, “tema del animal”. El “tema del animal fatalmente”,espero no ser muy tópica en el punto, es cuando el rebalse cae de verdad y convalor al otro lado. Al fin y al cabo el animal parece, en abstracto: en tanto vidamóvil, próximo a lo humano; pero resulta, en el momento carnal, oral, decontacto, lo absolutamente otro: la vida fuera. Aquí bastaría citar un toro, quepesa quinientos kilogramos y mide más que una niña. Un toro, un caballo, quecorre cerca, es una velocidad innumerable; la sensación de su movimientocompletamente distinta. ¿Qué tiene que ver su carrera con la carrera humana? ¿Adónde se dirigen tan deprisa? Y “fatalmente” viven juntos, animal y humano, yconversan y llegan a entablar relaciones no sólo de alimentación, también depregunta, sobre todo en esa época, infancia y adolescencia, de rebalse hacia lainhumanidad como “especie de especie” que somos. Mira, acaban de poner en laradio, ahora mismo, una canción mítica de Nina Simone en la versión de The
Animals, ¿la conoces? Es la que dice: but I’m just a soul whose intentions aregood, oh no, please don’t let me be misunderstood. Réstale al alma del tema lacerteza de identidad, las intenciones, la posibilidad de discernir el bien del mal,la capacidad de suplicar en el momento del dolor y la capacidad de comunicarsebilateralmente; creo que queda algo así como just a soul misunderstood. Un almamalcomprendida de comunicación unívoca: con un bocado: el ojo de un animal.Y piensa que soul es un concepto históricamente muy enrevesado, muy cargadode tinta mística y burguesa; y piensa que la malcomprensión también es unafunción de comunicación humana, a nuestro pesar; entonces, el uso descarado ysexual de la palabra alma (la use o no) y su mención en medio de sangre, lodo,relincho, grasa, bosque y erección de animales, la desconvierte de lo abstracto yla sumerge en parte del rebalse de la adolescencia, la erótica, la poesía, el animal.Para otro día dejo anotado el comentario siguiente: carneada habla de unamatanza. El último gesto vital / ha sido registrado en el ano. Mientras tanto, mástráfico.
DATOS DE LA AUTORA
Contacto: [email protected]
Soledad Castresana nació en La Pampa y vivió en esa provincia hasta losdieciocho años, cuando se radicó en Buenos Aires. Desde enero de 2013 vivetemporalmente en Bogotá, Colombia.
Es licenciada en Letras. Se ha desempeñado varios años como docenteuniversitaria, investigadora y también como profesora de español como lenguaextranjera. Coordinó talleres de escritura creativa individuales y grupales. Junto aMarcelo Carnero, Claudia Masin y Victoria Schcolnik creó la editorial de poesíaCurandera.
Publicó los libros de poemas Carneada (Alción, 2007) y Selección natural(Fondo Editorial Pampeano 2011). Este último fue elegido para su publicaciónen la convocatoria provincial que organiza la Subsecretaría de Cultura delGobierno de La Pampa.
Poemas suyos integran las antologías Poetas argentinas (1961-1980) (Edicionesdel Dock, 2007),Última poesía argentina (Ediciones en Danza, 2008) y Un libro oscuro (Bajo laluna, 2011).
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