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Lanzaroteños y cubanos, hermanados por la historia Lancelot 39 Nº 21. Junio 2016 sociedad Aunque echan de menos a la familia y algunas cosas de su Cuba natal, el cubano que llega a Lanzarote se siente querido y acogido como uno más Lanzaroteños y cubanos comparten palabras, alimen- tos, un pasado conjunto y un carácter muy similar. Combinan la picaresca, la alegría de vivir y la capaci- dad para disfrutar del lado bueno de las cosas. En 2015 vivían en la isla, según datos oficiales, 737 cubanos. Algunos de ellos, como Yoaris, Reinier, Marielena e Isis, nos han contado por qué decidieron quedarse en Lanzarote. M.A.C. FOTOS: Jesús Betancort Yoaris Rodríguez López de Cas- tro llegó a la isla hace diez años ya, como mujer de un lanzaroteño. Tras dos años de noviazgo, dio el gran paso de dejar su Cuba natal y empezar una nueva vida en otra isla muy diferente a la suya. «Al princi- pio todo me parecía muy blanco, muy árido y me daba la impresión de que todo iba muy lento, acos- tumbrada como estaba al verde, al color en general y al ritmo», expli- ca, apuntando que para los cuba- nos la música es muy importante en todo momento y en todas las eta- pas de sus vidas. «Además yo venía de una ciudad grande, Santa Clara, de 400.000 habitantes y el cambio también fue fuerte. No me chocó tanto la manera de ser de la gente, ya que entre Canarias y Cuba siem- pre ha habido mucha vinculación, somos un poco primos hermanos, por así decirlo, y lo cierto es que siempre me he sentido muy arropa- da y acogida aquí». «Lanzarote, y esto es algo que he comentado con mucha gente de fuera, tiene una característica curiosa: o la odias o Isis M. Sánchez lleva poco tiempo en la isla pero la adora.

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  • Lanzaroteños ycubanos, hermanadospor la historia

    Lancelot 39Nº 21. Junio 2016

    sociedad

    Aunque echan de menos a la familia y algunas cosas de su Cuba natal, elcubano que llega a Lanzarote se siente querido y acogido como uno más

    Lanzaroteños y cubanos comparten palabras, alimen-

    tos, un pasado conjunto y un carácter muy similar.

    Combinan la picaresca, la alegría de vivir y la capaci-

    dad para disfrutar del lado bueno de las cosas. En

    2015 vivían en la isla, según datos oficiales, 737

    cubanos. Algunos de ellos, como Yoaris, Reinier,

    Marielena e Isis, nos han contado por qué decidieron

    quedarse en Lanzarote.

    M.A.C.FOTOS: Jesús Betancort

    Yoaris Rodríguez López de Cas-tro llegó a la isla hace diez añosya, como mujer de un lanzaroteño.Tras dos años de noviazgo, dio elgran paso de dejar su Cuba natal yempezar una nueva vida en otra islamuy diferente a la suya. «Al princi-pio todo me parecía muy blanco,

    muy árido y me daba la impresiónde que todo iba muy lento, acos-tumbrada como estaba al verde, alcolor en general y al ritmo», expli-ca, apuntando que para los cuba-nos la música es muy importante entodo momento y en todas las eta-pas de sus vidas. «Además yo veníade una ciudad grande, Santa Clara,de 400.000 habitantes y el cambiotambién fue fuerte. No me chocó

    tanto la manera de ser de la gente,ya que entre Canarias y Cuba siem-pre ha habido mucha vinculación,somos un poco primos hermanos,por así decirlo, y lo cierto es quesiempre me he sentido muy arropa-da y acogida aquí». «Lanzarote, yesto es algo que he comentado conmucha gente de fuera, tiene unacaracterística curiosa: o la odias o

    Isis M. Sánchez lleva poco tiempo en la isla pero la adora.

  • la amas. Yo la amo, está claro, meencanta vivir aquí», señala. «Al prin-cipio cuesta, todo me chocaba mu-cho, pero después conocí La Geria yme pareció el lugar más bonito delmundo», asegura.

    Yoaris asegura que ha estudiadomás desde que llegó a Lanzaroteque en Cuba «y eso que allí, otracosa no, pero las posibilidades deestudiar son infinitas, pero también escierto que sabes que con estudios novas a comer, y mucha gente se dedicóen su día a trabajar para ayudar encasa y tratar de mejorar las condicio-nes económicas», señala.

    No duda en asegurar que, apesar de estar tan lejos de su país,siente todavía un miedo irracional ahablar de algunos temas por temora lo que pudiera pasarle a sufamilia. «No tiene lógica, pero creoque es algo que siguen sintiendomuchos cubanos», señala. «Tú yano estás allí, pero tienes miedo porlos tuyos».

    Cuando habla de sus recuerdossus palabras salen impregnadas deese mismo miedo, de esa falta delibertad en la que Cuba se hamantenido durante décadas. «No-sotros prácticamente no nos ente-rábamos de qué estaba pasandofuera, toda la información estabamuy sesgada», señala. «Es ahora, enla era de Internet, cuando no hanpodido evitar que se filtre la ver-dad. La visita de Obama tambiénnos ha dado mucha esperanza. Éldijo en Cuba que somos nosotroslos que tenemos que hacer quecambien las cosas. Sólo el hechode poder escuchar algo así allí... esincreíble. Ya no hay excusas, ahoranos toca reaccionar».

    Yoaris no quiere oír a hablar dePodemos, ni de nada similar. «Yo lohe vivido, sé de que hablo y no creoque haya diferencias entre ellos, entrelos Castro, Chaves, Maduro... todosellos son dictadores», afirma. «Yo nolos quiero. Creo que me iría del paíssi gobiernan, me dan terror».

    En cuanto a añoranzas, echa demenos la vida, el ritmo, el color yel espíritu alegre de los cubanos,pero se siente bien en Lanzarote.«Añoro la algarabía y creo que esalgo que cuando Cuba seoccidentalice también se perderá,

    pero si es un cambio que nos permi-te vivir bien, poder trabajar y tenerdinero para disfrutar un poco deltiempo y la vida», asegura, "serábueno"

    Cuba con 300.000 habitantes y yaconocía Lanzarote antes de que,hace cuatro años decidiera asentaraquí su residencia. Había venido devacaciones con su familia y le en-cantó la belleza natural de la isla.«Es muy diferente, claro, muchomás pequeña, pero en mi segundavisita conocí a la que hoy es mipareja... y ya no me fui», explica.«Debo decir que el carácter canarioes muy similar al cubano, o almenos nos entendemos muy bien.Los cubanos en Canarias nos senti-mos como en casa, nos cuesta másadaptarnos a la península».

    Bailarín de ballet, coreógrafoprofesional y profesor, para ReinierLanzarote es, además de un lugaren el que se siente acogido yquerido, una fuente de inspiraciónnatural que libera su parte másartística. «Para mí ha sido funda-mental vivir en la isla, ha desperta-do mi parte más creativa», asegura.

    Sin embargo, si añora muchascosas de Cuba. «En mi país lacultura es muy importante y aquíno se da la misma importancia, y locierto es que esa faceta cubana sí laecho de menos», señala. «En el ladocontrario de la balanza estarían laslibertades: aquí las tengo todas y allíno tenía prácticamente ninguna».«Aquí vivimos en una Democracia...allí nunca he conocido otra cosaque no fuera el Régimen de Castroy nunca hemos tenido libertad deexpresión», añade.

    Reinier echa de menos cosas

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    Adora las papas arrugadas y elmojo. «De hecho, he enseñado a mifamilia a prepararlas porque allíesas papas se tiran, no se comen...ahora ya no, ahora cuando voy paraallá me las hacen y los mojos, sehan enganchado a las papas arru-gadas canarias», explica.

    En cuanto a la educación de sushijos, los dos lanzaroteños, Yoaristrata de alternar las costumbres deambos países por respeto a lascostumbres de las dos familias a lasque pertenecen. «Ellos son de aquípero deben conocer sus raíces», cuen-ta. «Son de aquí, evidentemente,pero tienen sangre cubana».

    El baile en la sangreReinier Afonso es de Camagüey,

    la tercera ciudad en población de

    Marielena F. Sánchez se enamoró de Lanzarote nada más llegar.Nunca ha querido dejar la isla.

    A los cubanos les

    resulta sencillo adaptarse

    a la vida en Lanzarote, ya

    que consideran que Cuba

    y Canarias están unidas

    por la historia y la

    tradición”

  • más tangibles, por así decirlo, «comosentarme a pasar la tarde en ElMalecón de La Habana, el ponermúsica en una casa y que todos losvecinos, lejos de molestarse, se su-men y la cosa acabe en fiesta... perosobre todo se echa de menos a losamigos y a la familia, claro». Hacememoria y añade. «Y la comida,pero no sólo el tipo de comida en sí,no son los alimentos, sino la manerade prepararlos, el sabor... es diferente,y el de allá me recuerda a mi infancia»,apunta, añadiendo que la comida ca-naria también le gusta mucho.

    No tiene claro que la visita deObama a su país sólo pueda traercosas buenas. «Creo que es un armade doble filo, se debe tener cuida-do», señala. «Mi familia me dice queallí no se nota ningún cambio. Cual-quier apertura es buena, claro está,pero si las mejoras van a repercutiren mejorar la vida de los mismos...entonces para nada las queremos.Se debe notar en la gente y en lacalle que son los que necesitanmayor calidad de vida».

    En pocos meses Reinier volveráa su tierra de visita y, tal vez,durante su estancia añore los blan-cos intensos y los negros infinitos

    de Lanzarote, una isla que ya haconvertido en fuente constante deinspiración para su danza.

    Una isla que atrapaMuchos más años lleva en la

    isla Marielena F. Sánchez. Llegó,por motivos de trabajo, en el año2000 y, como ella misma afirma,«esta isla o te enamora y te atrapao te escupe a algún otro lugar. 16años más tarde, ella asegura sen-tirse enamorada de Lanzarote, desu gente y de la gente, que sinhaber nacido en la isla, la ha adop-tado como propia. «Pero además de lagente, que es fundamental, el carácterde los canarios tiene mucho que vercon el cubano, tenemos muchos pun-

    tos en común», asegura. «Yo nunca mesentí extraña aquí, al revés. En seguidahice muchos amigos».

    En cualquier caso, en el momen-to en que Marielena llegó a la islano había opción de regresar. «En elaño 2000 si te ibas, te ibas parasiempre», afirma.

    Ella no tuvo problema en fijaren Lanzarote su residencia. Tam-bién influye su propia educación.«Yo crecí escuchando a Sabina, aMecano, a Aute, a Serrat... ni meparecía rato el acento de Madrid,dónde viví un tiempo antes de venira Lanzarote, ni mucho menos el deaquí, ya que muchas de nuestraspalabras son similares».

    Lancelot 41Nº 21. Junio 2016

    Al cubano, que lleva

    el ritmo en la sangre, le

    cuesta un poco adaptarse

    al carácter tranquilo y

    relajado de los canarios”

    Reinier Afonso llegó a Lanzarote por amor y ha sabido adaptarse sin problemas.

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    Bien es cierto que su familia,tanto por la rama paterna comomaterna, procede de la península. DeCanarias y de Asturias concretamente.«Es raro el cubano que no tengavínculos con España», señala. «Mi pa-dre, además, por motivos de trabajo,viajaba a España cada seis meses».«Los cubanos y los españoles estamoshermanados, compartimos la picares-ca, la alegría de vivir, el sacarle laparte buena a todas las cosas y nodejar nunca de tomar una cerveza conlos amigos por mal que vaya todo»,apunta. «Creo que somos personasfelices. Yo aquí soy feliz, sólo echoen falta a la familia».

    Marielena ve con buenos ojos lasituación actual de Cuba. «Ya era horade que se produjera una cierta apertu-ra en mi país, de cambiar hacia algomejor que nos permita integrarnos»,asegura. «El sistema socialista tienemuchas cosas buenas, pero el extre-mismo, el aislamiento no. No haynada bueno en estar como ha esta-do Cuba durante décadas».

    Adora el caldomillo y los Hervi-deros. «Si me fuera de aquí echaríamucho de menos visitar esa zonatan salvaje y bella de la isla, y mellevaría, eso seguro, la receta del‘caldomillo’ que me vuelve loca»,asegura riéndose. «De mi tierra, mequedo con un buen arroz con frijo-les cubanos y unas masas de cerdofritas. ¡Ay, qué rico!».

    Un cambio realHace cinco años que Isis M.

    Sánchez llegó a la isla de la mano

    de su hermana Marielena, pero demanera diferente. Ella llegó con suhijo de ocho años, y se marchó deCuba, como tantas otras personas,por motivos económicos, aunqueno se venía sin saber a dónde.Conocía la isla, sus costumbres ytenía un lugar dónde comenzar.

    Aunque al principio no encontrótrabajo de lo suyo, la medicina,pronto (el tiempo que tardó enactualizar los papeles) lo hizo enuna clínica privada, y más adelanteen una mutua. «Estoy muy contentaporque ahora, además puedo compa-ginar mis horarios con los de mi hijo yes mucho más sencillo», señala.

    Lo que más le sorprendió fue latranquilidad. «Nosotros en Cubavivíamos en un barrio muy populo-so de La Habana, y al principio, me

    chocaba mucho el ritmo pausado,sin apuros, de los lanzaroteños»,señala. «También el paisaje. Imagi-na el cambio, allí todo es frondosoy verde, y Lanzarote es blanco ynegro. Los primeros aaacento cana-rio, se vuelve loco con la comidade aquí y parece que nunca estuvoen Cuba. Se ha acostumbrado conuna facilidad pasmosa».

    Para ella, prácticamente reciénsalida de Cuba, la visita de Obamaes esperanzadora, pero «tampocome quiero hacer demasiadas ilusio-nes. No me gustaría que pasaracomo tantas otras veces que todaslas promesas se quedan en nada»,afirma. «Lo importante no es que elGobierno se beneficie de esto, sinoque lo haga el pueblo. Que lagente note los cambios».

    Yoaris Rodríguez López de Castro lleva ya diez años en Lanzarote y sientela isla como propia.