SLAVOJ ZIZEK ¡Bienvenidos al desierto de lo real!

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La máxima fantasía paranoica estadounid en-

se es la de un in dividuo que vive en el paraí -

so consumi sta de un idí lico pueblo califor-

niano, y comienza de pronto a sos pechar

que el mundo en el que vive es una f arsa, unespectáculo montado para convencerlo de

que habita un mundo real, mientras lo ro-

dean los actor es y extras de un show gigan -

tesco. Su e jemp lo más reciente es T he T rumanShow , de Peter Weir (1998), con Jim Carrey

en el papel de un oficinista de pueblo quepoco a poco descubr e que es en verdad el hé-

roe de un programa de TV que transmite las

24 horas y que su ciudad natal es un inmen-

so estudio d onde las cámar as lo siguen per-

manentemente. Va le la pena mencionar en-

tre sus predeceso res T ime out o f J oint (1959),la nove la de Philip Dick , en la que el héroe

vive una mod esta cotidianidad en un idí lico

pueblo calif orniano de f ines de los 50 y des-

cubre poc o a poco que el pueblo entero esuna farsa mo ntada para mantenerlo satisf e-

cho. Time out of J oint y The Truman Showmuestran cómo el paraí so consumista cali-f orniano del capitalismo tardío es, de algún

modo, en su absoluta hiperrealidad, IRRE AL,

insustancial y privado de inercia material.

No solo Hol lywood pone en ~scena una sem-

blanza de la vida real privada del peso y de la

inercia de su materialidad . También en la so-

ciedad de consumo del capitalismo tardío , "la

vida soc ial real" ad quier e en ciert a for ma losr asgosd e una far sa mont ad a; nuestros ve cinos

de la vida "real" se comportan como actores y

extras. Nuevamente, la verdad ú ltima del uni-

verso util itario capitalista desespiritualizado

es la desma terialización de la "vida real" en sí

misma, su tr ansformac ión en un show espec-

tral. Christoph er lsherwood , entre otros auto-

res, expresó esta irrealidad de la vida cotidia-

na estadounidense, poniend o como e jempl o

las habitaciones de los moteles: "¡Los moteles

americanos so n irreales! [...] están diseñados

deliberadam ente para ser irreales. [...] Los eu-

ropeos nos odian porque nos f uimos a vivir

dentro de nuestras publicidades, como ermi-

taños que se meten en cavernas para dedicar-

se a la cont emplación". La noción de "esfera"de Peter S loterdi jk se materializa en este caso:

una enorm e esf era metálica que envuelve y

aí sla la ciud ad entera. Años atrás, una serie de

películas de ciencia ficción, tales como Zar d ozo Logan' s Run , anticipaban la situación pos-

moderna de hoy, ex tendiendo esta f antasía a

la comunidad misma: un grupo aislado q ue

vive ascépticamente en un área recluida año-

ra la experiencia del mund o rea l de la deca-

dencia material.

M atrix (1999), el éxito de los hermanos Wa -

chows k i, llevó esta lógica a su clímax: la reali-dad material que todos experimentamos y ve-mos a nuestro alrededor es virtu al, generada

y coo rdinada por una gigantesca megaco m-

putadora de la que todos depende mos. Cua n-

do el héroe (interpretado por Kea nu Reeves )

despierta a la "rea lidad real", ve un paisa je

desolado, un basural cubierto de ruinas in-cendi adas: todo cuanto quedó de Chicagodespués de una guerra global . Mo rpheus, ellí -

der de la resistencia, lo saluda con una ironía:

"Bienve nido al desierto de lo rea l". ¿No f ue

algo simil ar lo que ocurrió en Nueva York el

11 de septiembre? A los ciudadanos se les

prese ntó el "desierto de lo real". En cuanto anoso tros , corrompi dos por Hollywood , el pai-

sa je y las imágenes de las torres derrumbán -

dose no hicieron sino recordamos las escenas

más pavorosas de las grandes produccio nes

del cine catástrofe.

Cuando e scuchamos decir que los atentados

f ueron una conmoción absolutame nte ines-

perada, que sucedió lo inimaginablement e

Impos ible, debemos recordar la otra catástro-

f e decisiva, ocurrida a prin cipios del siglo

XX : la del Titanic . Ta mbi én fue una conmo -

ción, dentro de un espac io preparado po r lafantasía ideológica, dado que el Titanic en-

carnaba el símbolo del pode r de la civiliza-

ción indu strial del siglo XIX. ¿No cabe decir

lo mismo de los ate ntad os? No so lo los me-

dios nos bomb ardearon const antemente con

sus debates sobre la amenaza terrorista, sino

que esta amenaza, po r supu esto, también es-

taba inves tida libi dinalmente (basta reco rdar

las series de películas desde Fuga d e NuevaYor k hasta Día d e la I ndependencia). Por esta

razó n suelen asoc iarse los atentados co n las

producciones de l cine catástrofe ho llywoo -

dense. Lo impensable que ocurrió era un ob-

jeto de la f antasí a: Est ados U nidos obt uvo dealguna f orma aquello con lo que f ant aseaba, yesta fue la mayor sorpresa.

Precisamente ahora, cuando nos enco ntra-

mos lidiand o con lo Rea l en cru do de una ca -

tástrofe, debemos conside rar las coordenadas

ideológicas y f antasmáticas que determinan

su percepción. Si hay algún simbol ismo e n el

derrumbe d e las Torres Ge melas, no es tanto

la noció n anticuada de "centro del cap italis-

mo financiero" sino más bien la noción delas dos Torres Geme las como represen tantes

del centro del capitalismo V IRTUAL, de las es-

peculacione s f inancie ras desconectadas de la

esfe ra de la pr oducción materia l. Solo es posi -

ble evaluar el exp losivo impacto de los aten-

tados teniendo en cue nta la front era que ho y

divide el prim er mundo digita lizado del "de_

sierto de lo Real" del terce r mundo . Es la con -

ciencia de que habitamos dentro de un u ni-

verso artif icial y aislado lo que genera la idea

de que algún age nte omin oso nos ame nazatodo e l tiempo con la destrucción tota l.

¿No es, en consecuencia, Osama Bin Laden ,el sospechado autor inte lectual de los ate nta-

dos, e l complemento en la vida r eal de

Ernst Stavro Blof eld, el cerebro criminal I~

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que planea actos de destrucción globa l en la

mayoría de las pe lí culas de Jam es Bond? Lo

que uno debería recordar es qu e, en las pelí-

cula s de Hollywood , el único moment o en

que vemo s el proc eso de producción en toda

su intensidad es cuando James Bond ingresa

en lo s dom inios s ecreto s del am o-crimina l y

encuentra al lí el centro de producción más

intensa (la destil ación y el envas ado d e dro-

gas, la con strucci ón de un coh ete que des -

truirá Nuev a York . ..). C uando el amo -crimi-

nal , lueg o de atrapa r a Bond, lo lleva de

pas eo por su f ábrica ilega l, ¿no es éste e l

Hollywood m ás cercan o a la orgul losa r epre-

senta ción real-socialista d e la producc ión f a-

bril ? Y el objetivo de la intervención de Bond

es, desde luego , hace r estallar este centro d e

prod ucción, permitiéndonos retornar a la

semblan za cotidi ana de n uestra existencia enun mund o "sin clase obrera". ¿N o será que

en la explo sión de las Torres Gemelas esta

viol encia di rigida al Afuera am enazant e se

nos volvió en contra?

Estamos viviendo la amenaza contra la segu -

ridad de esa Es f era que h abita n los estadouni -

denses e n manos de un Af uera co nstituido

por atacant es terroris tas, crue les au toinmo la-

dor es y cobardes , de astuta inteligencia y bár-

baro primiti vismo. Cada ve z que encont ra-

mos ese Af uera de ma ldad pura, deberíamos

reunir el cora je para aplic ar la lección d e He-

gel: en ese Afuera puro , debem os disti nguir la

vers ión destilada d e nuestra p ropia esencia .

En los ú ltimos c inco sig los, la (relativa) p ros-

perid ad y la paz d el Occiden te "civ ilizado"

fuer on compradas llevando vio lenc ia y des-

trucción a l Af uera "bárbaro ". Una la rga histo -

ria que va des de la conquista de América has -

ta la masacre de l Congo . Aunque pare zca

cruel e indi ferent e, es necesari o tamb ién,

ahor a más que nunca, t ener en cuen ta que el

verdadero efec to de es tos atentad os es mucho

más simból ico que rea l: en Africa , CADA OlA

mu ere de sida m ás gente que el to tal de las

víctimas del de rrumbe de las Tor res Ge melas,

y esas m uertes p ueden evi tarse fác ilm ente

con sumas de dinero re lativamente ba jas. Es-

tado s Unido s sinti ó en carne p ropia lo q ue

ocurre a diar io en todo e l mundo , de Sara jevo

a Grozny, de Ruanda y e l Congo a Sierra Leo -

na. Si a la situación en Nueva York se agr egan

las violacion es perpetradas por pa tatas y las

docenas d e francotira dores que apuntan cie-

gam ente a las personas que cam inan por lacalle, se tendrá una idea de cómo era Sa ra je-

vo hace die z año s.

Cuando vimos caer las Tor res Ge melas por te-

levisió n, pudimos expe rime ntar la falsedad de

los "rea lity shows ". Aunque estos s hows sean

"rea les", las personas no dejan de actuar : sim -plemen te se int er pr et an a sí mismas. La típ icaadvertencia de las nove las ("los pe rsona jes de

este libro so n f icticios , cualq uier se mejanza

con la realidad es pura co incidencia") va le

tamb ién para los partic ipantes de estos nove -

lones : lo que vemos son persona jes de fic-

ción, aun c uando ac túen de sí mi smos en la

realidad . Por supuesto , a este "retorno a lo

Rea l" se le pueden dar distintos giros: a lgunos

conse rvadores to daví a alega n que lo que nos

hizo tan vulnerables f ue nuestra propia ap er-tura, lo que lleva a la inev itable conclusión de

que, si que remos protege r nuestro "nivel de

vida", tendr emos que sacr if icar a lgunas liber-

tades, " ma l usadas" por los enemigo s de la li-

bertad. Esta lóg ica debe rechazarse de plano:

¿no son acaso los pa í ses "abiertos" d el primer

mun do los más contro lados en toda la hist o-

ria de la humanidad ? En el Reino Unido , to-

dos los espacio s púb licos, desd e los óm nibus

has ta los cen tros comercia les, son f i lmados

permane ntemente, s in mencionar e l contro l

casi a bsoluto de todas las formas d e comuni-

cac ión digita l.

En es ta mi sma lí nea, algunos opinó lagos de

derec ha como George W ill proc lama ron in-

mediatame nte el f in de las "vacac iones de la

sus llaves en un s ector iluminad o de la calle,

y cuando un peatón le pregunta por qu é

busca allí si perdió las llaves e n una esquina

oscura más al e jada, le responde : "¡Porque es

más f ácil buscar baj o la luz!" . ¿No es e l coi-

ma de la ironía qu e todo K abulluzca ahora

como el centro de Manh attan?

Sucumbir a l a urgencia de actuar en el mo-

me nto y perpetrar una vengan za signifi ca

precisamen te evit ar la confr ontación con laverdad era d im ensión de lo ocurrid o el 11 de

sep tiembre ; constituye un acto cuya ve rdad e-

ra ambición es arrullamo s con la segurid ad y

la con vicción d e que nad a cambi ó REAL -

MENTE . La verdad era amenaza en el largo

plazo son los actos de terrorismo masivo que

ven drán, ante los cuales el recuerdo del des-

moronamiento de las Torr es Gemelas palid e-

cerá; actos m enos espectaculare s pero mu cho

más horripil antes. ¿Qué p asa acaso con l a

guerra bacteriológic a?, ¿qu é pasa con el uso

de gas letal?, ¿qué pa sa con la po sibilidad del

terrorismo g enético (la elaboración de vene-

nos qu e afect arían solo a los indi viduos que

Historia" en Estados U nidos: e l impac to de la

rea lidad hizo añicos la torre aislada de la to-

lerancia liberal y el enfoque de los es tud ios

cultura les so bre la textualidad. Ah ora nos ve-

mos fo rzados a reacc ionar, a lidiar co n elenemigo real e n el mun do rea l... Pero ¿con-

tra QU IEN reacc ionar? Cualqui era sea la res -

puesta, nunca dará en al blan co CO RRE CTO,

ni brind ará una satisf acc ión absoluta. La ridi -

culez de que Estados Unidos a taque Af ganis-

tán salta a la vista: si la mayo r potencia del

mundo des truye uno de los países m ás po-

bres, donde un mendi go apenas so brevive

en esas tierras estériles, ¿no estamos ante un

acto de imp otencia extre ma? Af ganistán es,

por otro lado, un ob jetivo ideal: un país YA

reducido a esco mbr os, s in ninguna inf raes -

truc tura, devas tado po r las guerras de las úl-

timas dos déca das .. . Es i nevitable que uno

sospec he que son consideraciones eco nómi-

cas las que determin an la elecci ón de Af ga-

nistán: ¿no es la me jor man era de proce der

desca rgar la ira sobre un paí s que a nadie leimpo rta y dond e no hay nad a que des tru ir?

Por desg racia, la posible elecc ión de Afga nis-

tán recuerda la anécdota del loco q ue busca

compar ten un determinado gen oma)? A dife-

renc ia de Marx , quien creía en la noc ión del

fetiche como un ob jeto cons istente cuya pre -

sencia estable entorpece s u mediació n soc ial,

podría af irmarse q ue el fetich ismo a lcanza su

apogeo precisament e cuando el propio f eti-

che es "desmater ializado ", transformad o en

el flujo "inm ate rial " de la ent idad vir tual. El

fetiche del dine ro culminar á con su conv er-

sión a la forma e lectr ónica , en la que desapa -

rece rán los ú ltimos rast ros de su materi ali-

dad. Es e n esta etapa cuando asumirá la for-

ma de una presencia e spectral indestruct ible:

te debo 1 .000 pesos , y sin importar cuánt a

evidencia mater ial pueda quem ar, sigo de-

biéndote 1.000 p esos, p ues la deuda quedóregis trada e n algún lugar del espacio virtual...

¿ o ocurre lo mismo con el armam ento béli-

co? Le jos de apuntar hacia la gu erra del siglo

XX I, la explosió n y el derrumbe d e las Torres

Gemelas f ueron más bie n el grito meno s des-

garrado r de la guerra del siglo XX. Lo que

nos espera en cier ra un mi sterio mucho ma -yor: e l espectro de una guerra " inmateria l"

en la que el ataque es invisible (virus , vene-

nos que pueden encon trars e en todas partes

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yen ninguna). En el nivel de la reali dad ma-

terial visib le nada ocurre, no hay g randes ex-

plosiones y, sin embargo , el universo co -

mienza a derrumbarse y la vida se desinte-

gra ... Estamos ingresa ndo en una era de

luchas pa ranoica s en la qu e el desaf í o mayor

será identif icar al enemigo y sus armas. En lu-

gar de reaccionar cas i com o por refle jo, uno

debería enf rentar estas dif í ciles preguntas:

¿qué signif icará la "guerra" en el siglo XXI?

¿Quiénes serán "ellos" , si claramente no sonEstados ni bandas de crimi nales?

Hay una verdad p arcial en la idea del "cho-

que de civilizac iones". Imaginemos el asom-

bro del es tado unidense medio: "¿Có mo es

posible que esta gente sienta tanto desapego

por su propia vida?". El anverso de esta per-

plejid ad, ¿no e s el hecho más bien triste deque, en los países del prim er mundo , nos re-

sulte cada vez más difí cil im aginar siquiera

una Causa universal o públi ca por la que es-

tarí amos disp uesto a sacrif icar la vida ? Cuan-

do, luego de los atentados, hasta el ministro

talibán de Relaciones Exteriores di jo que po-

dí a "sentir el dolor" de los niños norteameri-canos, ¿no conf irmó la hege monía de l rol

ideológico de aquella frase de Bill Clinton ?

En ef ecto, parece que la división entre primer

y tercer mundo transita cada vez más por las

líneas que marcan la oposic ión entre vivir

una vida larga, satisfac toria y llena de riqueza

mat erial y cultural y dedicar la propia vida a

alguna Causa trasce ndent e. Dos ref erencias

filosóf icas se imp onen de inm ediato r espectode este antag onismo ideológico entre el mo-

do de vida consum ista de Occidente y el radi-

calism o musulmán: Hege l y Nietzsche. ¿No

es este el antagonismo e ntre lo que Nietzsche

denomin ó nihilismo "pasivo" y nihilismo

"activo"? N osotros los occ identa les somos los

Ultim as Hombr es nietzscheanos, inm ersos

en estúpidos p laceres cotidianos, mientras los

musulmanes viven dispuestos a arriesgarlo

todo, comprometidos con la lucha hasta la

propi a destrucción. (Uno no puede sino ad -

vertir el rol signi f icativo de la bolsa de valores

en los atentado s: la prueba m áxima del im-pac to traumáti co f ue el cierre de la bo lsa de

Nueva York durant e cuatro dí as y su reape rtu-

ra el lunes sigui ente, presentada como una

señal de retorno a la norma lidad.) Además, si

se percibe esta opos ición desde la óptica de la

lucha hegeliana entre el Amo y el Esclavo , la

parado ja resulta evidente: aunque en Occi-

dente se nos perciba como los Amos ex plota-

dores, so mos nosotros quienes ocupamos ellugar del Esclavo que, al af errarse a la vida y a

sus placeres, es incapa z de arriesgar su exis -

tencia (recordemos a Colin Powell y su no-

ción de guerra de alta tecnología sin ba jas

humanas), mientras que los pobres musul-manes radicales son los Amos di spuestos a

arriesgar sus vidas . ..

No obstante, debe rechazarse por completo

la teoría del "choque de civilizaciones": lo

que hoy presenciamos son más bien luchasDENT RO d e cada civilización. Además, un

breve repaso de la historia comp arativa del

islam yel cristianismo nos reve la que el "ré-

cord e n derechos humanos" del islam (por

usar este términ o anacrónico) supera al del

cristianismo: en los siglos anteriores, el islam

se mostró s ignif icativamente más tolerante

con las otras religiones. AH ORA t ambi én es

el momento de record ar cómo gracias a losárabes , durante la Edad Media , los europeos

recuperamos el acce so al legado d e la Grecia

Antigua. Esto de muestra con. claridad, s in ex-

cusar de ninguna manera los ho rrendos a c-

tos cometidos en el presente, que no esta-

mos lidiand o con un rasgo inherente al is-

lam "en cuanto tal", sino con el resultado de

las condiciones sociopo lí ticas mod ernas.

Cada rasgo atribuido a l Otro está siempre

presente en el corazón mismo d e Estados

Unidos: ¿fanatismo crimin al? Actualmente

hay e n Estados Unido s más de dos millo nesde populistas "f und amentalistas" de derecha,

que practican f ormas del terror legitim adaspor (su comprensión de) el cristia nismo. Da -

do que Estados U nidos de algún mod o los

"alberga", ¿el E jército estadounidense debería

haber castigado a Estados Unido s luego del

atentado de Ok lahom a? ¿Y qué decir de la

reacción de ]erry Falwell y Pat Robertson ante

los atentados, a los que interpretaron como

una señal de que Dios ni ega protección a Es-tados U nidos a causa de las vidas pecamin o-

sas de sus habitantes, culpando al hedonism o

mate riali sta, al liberalismo, a la sexualidad

desenf renada, y proclam ando que Estados

Unidos tuvo su mer ecido? El hecho de quetan to la condena a la orteamérica "liberal"

como la cond ena al Otro musulmán pro ven-

gan del corazón de la Amé rique pr ofond e debe-ría a l menos hacemos ref lexionar. ¿Es Es tados

Unidos un ref ugio seguro? Un neoyor quino

afirmó que desde el mome nto d e los atenta-

dos no se podía caminar con tranquilidad

por las calles de la ciudad. L a ironía r eside enque mucho antes de los atentados ueva

York era cono cida por el peligro de ataq ues o

de asaltos qu e acechaba en sus calles. En todo

caso , los atentados crearon un sentimi ento

de so lidaridad qu e dio lugar a esce nas como

las de un joven af roamerica no ayudand o a

un ancia no judío a cruza r la calle; escen as

inim aginables tan solo un par d e días atrás.

Ahora, en los días posterior es al ataque, vivi-

mos un moment o único entre un evento

traumático y su imp acto simb ólico, como en

los breves instantes luego de sufrir una heri-

da prof unda y a ntes de que el dolor se ex-tienda por completo. Sabem os cómo se sim-bolizará lo ocurrido, cuá l será su eficacia sim-

bólica, cómo se lo evoc ará para justif icar

ciertos actos. De cualquier m odo, experimen-

tamos una vez más la limit ación de nuestra

democracia: se toman decisiones que afecta-

rán n uestro des tino y lo úni co que hacemos

es esperar, consci entes de nu estra evidentefalta de poder. Incluso ahora, en estos mo-

mentos de tensi ón extrem a, este proceso noes automático s ino conting ente. Ya e ncontra-

mos las primeras prof ecías f atí dicas, como la

resurrecc ión repentina en el discurso público

de una vie ja expresión de los tiempos d e la

Guerr a Fría: "mundo libre". La lucha se da

ahora entr e el "mund o libre" y las f uerzas del

terror y la oscuridad . La pregunta que se debe

formular es, desde luego, ¿ quién pertenece

entonc es al mund o NO LIB RE? ¿So n, por

e jempl o, China o Egipto pa rte del mund o li-

bre? El verdadero m ensa je es, sin duda, que

vuelve a forza rse la antigua di visión entre los

paíse s demócrata-liberales y todos los demás.

El día después del atentad o rec ibí un m ensa je

del diari o que estaba a punto de publi car un

extenso texto de mi autoría sobre Lenin . El

mensaj e decía que habían d ecidido postergar

la publicación pues consideraba n inoportuno

publicar un artí culo sobre Lenin inm ediat a-

mente después d e los ataques. ¿No se ñala es-

to las ominosas r earticulaciones ideológicas

que han de venir, con una nu eva Ber u fsverbot (prohibi ción de emp lear a rad icales), más se-

vera y más extend ida que en la Aleman ia de

los año s lO? En estos días se esc ucha a menu-

do que ahora la lucha es por la democracia:

cierto, pero no precisament e en el sent idoque suele atribuír sele a dicha f rase. A lgunos

amigos izquierdistas ya me escribie ron qu e,

en estos momentos difíc iles, es me jor mante-

ner la cabeza gach a y no presionar co n los te-

mas de nuestra agenda. Contr a seme jante

tentación de zaf arse de la crisis, hay que in-

sistir en qu e AHORA la izqui erda debe brin -

dar un me jor análisis. De lo contrari o, esta ría

admi tiendo de ant emano su derrota política

y ética f rente a actos de genuin o heroísm o

por parte de personas comun es (como los pa-

sa jeros que, en un acto e jemp lar de ética y ra -

cionalidad, se rebelaron contra los secuestra-dores y provocar on la caída del avión antes

de tiempo: si se está condenad o a morir

pron to, hay que reunir la f uerza necesaria I~

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Titani c : otra catástr ofe dec isiva

a principios del siglo XX

para hacerlo de un mo do que al menos impi-

da la mu erte de otras pe rsonas).

¿Qué quiere decir la fra se "Nada será igual

luego de l 11 de se ptiembr e", que reve rbera

en todas pa rtes? No se puede elaborar nadasignifi cativo a pa rtir de esa frase; no es más

que el ges to vacío de expresar a lgo "p rofun-

do" s in saber realmente qué se quiere decir.

De modo q ue nuestra pr imera reacc ión debe-

ría ser: "¿E n serio? ¿Lo único que en ef ecto

cam bió no es acaso que Estados Unidos se

vio f orzado a darse cuenta d el mundo del

que f ormaba part e?". Por otr o lado, estos

cambios de percepción siempr e tienen conse -

cuencias , dado que la manera de percibir

nuestra s ituación determin a nuestra respues-

ta. Recorde mos los procesos de derrumb e deun rég imen políti co, como el de los regíme-

nes comuni stas en Europa oriental en 1990:

en cierto momento , las personas se dieron

cuenta súbitam ente de que el ju ego había

termin ado, de que los comuni stas habí an

perdid o. El corte fue me ramente simbólico,

nada habí a cambi ado "en realidad ". Y sin

embargo, a partir de ese m omento la caí da f i-

nal del rég imen fue solo cu estión de días.

¿No oc urri ó algo s imilar el 11 d e septiemb re?

Aún no sabemos cuáles serán las consec uen-

cias eco nómicas , ideológicas , polí ticas o béli-cas de es te acontecimiento, pero algo es

seguro: Estados Unidos, que hasta ahora se

consideraba una isla exenta de esta clase de

violenc ia y que solo prese nciaba este tipo de

cosas des de la distante segur idad de la panta -

lla de televisión, aho ra se vio af ectado directa-

mente. De modo que la alternativa es: ¿deci-

dirán los es tadounidens es for tificar d e ahora

en más su "esf era" o se arriesg arán a salir de

ella? O bien Estados Un idos insistirá con ma-yor fu erza aún en la actitud profundamen te

inmor al de" ¿por qué tiene que pasamos esto?

¡Es tas cos as AQ UI no ocu rren! ", lo que con-duciría a una ma yor agresi vidad ha cia el

Afuera amenazante , en suma , a una sobreac-

tuación paranoica. O, por el contrario, Es ta-

dos Unidos se arr iesgará f inalmente a atrav e-

sar la pantalla f antasmática que separa a ese

país del mun do exterior, ace ptando su llegada

al mund o Real, pasando del "esto no deberí a

suceder AQU I" al "es to no debería suceder EN

NINGU LUG AR" (una actit ud la rgamente

espe rada). Esta es la verdad era lección de los

atentados: la única fo rma de asegurar que es-

to no vuelva a pasar AQU l es impe dir que

ocu rra EN CUALQ UIER OTRO LUGAR . En

sí ntesis, Estados Un idos debe aprender aacep tar humi ldeme nte su propia vulnerabi li-

dad co mo parte de est e mundo, imponi endo

el cas tigo a lo s responsab les como un tri ste

deber y no como un desquite regoc ijant e.

Los atentados contra las Torr es Geme las vuel-

ven a con f rontamos con la neces idad de re-

sistir a la t entación de un doble chantaj e. Si

uno los cond ena incondicionalmente, está

conva lidan do la voc iferada posición ideológi-

ca según la cual la inoce ncia estadounid ense

fue a tacada po r el Mal del tercer mundo . Si

uno centra su atenc ión en las causas soc iopo-

líticas más prof undas del extremismo islámi-

co, está culpando a la ví ctima que en últim a

instanc ia obtuvo lo que merecía ... La única

solución consec uente en este caso es r ech azar

la oposición misma y ado ptar ambas posicio-nes simult áneamente, lo que solo puede h a-

cerse r ecurriendo a la catego ría dialéctica de

t otalidad: no es pos ible optar por una de estasdos posiciones, ca da una es unil ateral y falsa.

Le jos de constituir un caso an te el cual uno

puede adopt ar una clara po sición ética, nos

enco ntramos aquí con el límit e del razona-miento moral: desde la perspectiva mora l, las

víct imas son inocentes, el acto f ue un crim en

abominable; sin embargo, est a misma inocen-cia no es inocent e; adoptar una posición tan

"inoce nte" en el universo del capita lismo

global contemporáneo es una falsa abstrac-

ción. Lo mi smo puede dec irse de la opo sición

más ideológica de interpretac iones: uno p ue-

de aducir (como lo hizo mu y conv incente-

mente Chri stop her Hitchens) que el ataque a

las To rres Gem elas fue un ataqu e a las liberta-

des democr áticas por las que va le la pena lu-

char ; el estilo de vida decade nte de Occ identecondenado po r los mus ulmanes y otros fun-

damen talistas es el uni verso de los derechos

de la mu jer y la tolerancia mult icultur alista.

Sin em bargo, tambi én puede a legars e que se

trató de un ataque al símb olo y centro mi s-mo del capitalismo financiero global. Esto,

por s upu esto, de ningún m odo imp lica la no-

ción conciliado ra de culpa compartid a (los

terroristas son culpables pe ro también lo s on,

en parte , los estadounidenses ...). No se trata

de opuesto s, sino más bien de dos partes qu e

pertenecen a un mismo campo. El hecho de

que el capita lismo globa l es una totalidad sig-nifi ca que existe una unid ad dialéctica entre

él y su otro, las f uerzas que lo resisten con un

sus tento ideológico "fundamentalista".

Las "vacac iones de la Historia" que se tomó

Estados U nidos f ueron una farsa : la paz de

Estados Unidos se co mpró con catástrof es

en otros lugares. En estos días, el punto de

vista predominante es u na mirad a inoce nte

que enfrenta al Mal inca lificab le que golpeadesde el Af uera; y, una vez más, respecto de

esta mirada, uno deb ería junt ar cora je y

aplicar la célebre máxima h egeliana según la

cual el Mal reside (tambi én) en la misma

mirada inoce nte que percibe el Mal que larodea. ¿Puede uno imag inar ma yor ironía

que el hecho de que el nombre en clave de

la ope ración estadounid ense cont ra los te-

rroris tas haya s ido Justicia Inf inita (elimina -

do más tard e en resp uesta al reclamo de los

clérigos islámicos estadounid enses por aque-

llo de que sólo D ios puede e jercer la justic ia

inf inita)? A nalizado co n detenimi ento, este

nombre es pro funda mente ambi guo: o b ien

significa que los es tadounidenses tienen d e-

recho a destruir desp iadadamente no solo a

todos los terroristas sino también a tod o

aquel que les haya b rindado apo yo mat erial ,

moral, ideológico , etcétera (y es te proce so,

por definición, no tend rá f in, en el sentid o

del "inf inito ma lo" hege liano: la tarea nun-

ca se co mpletará rea lmente, siempr e queda-rá alguna otra amenaza ter rorista ...); o bien

significa q ue la justic ia e jerc ida debe ser ver-

dade ramente i nf init a en el est ricto sentid o

hege liano, es decir que al re lacionarse con

los otros se relaciona consigo misma. En

síntes is, debemo s preg untam os cómo noso-

tros mismos , qui enes e jercemos justicia, es-

tamos involucrados en aqu ello con tra locua l estamos luc hando. E l 22 de septiembre

de 2001, cuando De rrid a recibió el premio

Theodor Ador no, se refir ió en su dis curso a

los atentados co ntra las Torres Gem elas: "Mi

compas ión incondicion al por las ví ctimas

del 11 de septiembr e no me impi de decir en

voz a lta: respec to de este crimen, no creo

que nadie sea po líticame nte inocente". Esta

auto-relación, esta inc lusión d e uno mi smo

en la f igur a, es la única " justicia inf init a"

verdad era.

Durante la campaña e lecto ral, el presidenteBush dijo que Jesucristo era la persona más

impor tante de su vida . Ahora ti ene una

oportunid ad inigualab le para probar qu e ha-

blaba en serio: para él, como pa ra todos los

estadou nidenses de hoy, "Ama a t u pró jimo"

sign if ica "Ama a los musulm anes" O NO

SIGN IFICA NA DA. ",

Las f utur as mod if icaciones que el a utor r ealicesobr e este art ículo sepodrán ver en el sit e d eEl Amante: www.e Lamant e.com

Traducc ión del inglés : Alma Acher y Lisandro

de la Fue nte

Agradec imien to: Josef ina Ayerza y Mar ía

Ce cilia Rogg i