CAPITULO 6 - SINGULARIDADES EN CANALES Este capítulo está ...
Singularidades del sonido
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Singularidades
del Sonido
Jöel Holgado Prévost
Diplomatura de Postgrau en Criminalista. Infoanàlisi i Tècniques avançades en Ciències Forenses
Universitat Autònoma de Barcelona
Singularidades del Sonido I
“Sobre la Arqueoacústica criminal”
El otro día, de la manera más tonta y casual, me encontré discutiendo con un
amigo sobre la incuestionable importancia del sonido. Y digo, incuestionable,
porqué, es imposible omitir el papel que éste desempeña en nuestras vidas.
Así, los sonidos invaden nuestra existencia, formando un universo propio que
abarca; desde los graznidos de las aves, las sirenas de los vehículos sanitarios o
policiales, las bocinas, el desquiciante ruido de fondo conocido como “estativa”
presente en la radio frecuencia y en los televisores, el murmullo apacible del agua,
los susurros del viento, hasta nuestra propia voz. En este sentido, el sonido es, una
herramienta única en el momento de conocernos a nosotros mismos y entender
cuanto nos rodea.
Comentando esto estábamos cuando recordé un hecho muy curioso sobre el
sonido que había leído tiempo atrás.
Al parecer, el sonido, posee una capacidad insólita para permanecer vivo, aún
mucho tiempo después de que este se haya producido. Ello se debe
fundamentalmente a que el sonido se “captura” sobre una superficie, es decir, se
graba, de tal forma que puede reproducirse a posteriori.
Esto, sin embargo, pese a resultarnos un qué muy trivial resulta ser un fenómeno
bastante excepcional, pues, permite, entre otras cosas, que una parte humana
sobreviva mucho tiempo después del fallecimiento de los propios individuos,
dejando así, un registro o constancia, sobre hechos o sucesos, entre tantas otras cosas
más.
Tal conocimiento, no siempre ha estado al alcance de la mano del hombre, de
hecho, hasta la aparición del gramófono, la invención de los vinilos, y artilugios de
índole similar, se desconocían las verdaderas capacidades ocultas tras el potencial
del sonido. Por tales razones, la comunidad científica, se ha estado lamentando por
décadas, ante la dificultad de mantener un registro sonoro a tiempo real y ante la
severa imposibilidad de rescatar sonidos, ruidos, conversaciones o piezas musicales
originales, no reproducidas, de tiempos ignotos.
A este punto en particular, era precisamente al que quería llegar.
Hace algunos años leí que el sonido poseía la capacidad de “grabarse” en
muchas superficies, asimismo, muchas de estas, por no decir prácticamente todas,
son mejores o peores conductores del sonido; y en la peculiar habilidad de inserirse,
simbiotizarse o mezclarse en los más diversos contextos terminó hallándose su
mayor poder; la versatilidad capaz de, según estudios recientes, poder rescatar, al
menos a nivel teoría, el sonido de todas aquellas piezas que conservamos del pasado:
lienzos, esculturas, cerámica, e, incluso la propia arquitectura; pues, al parecer, la
piedra puede “hablar” si se le ha “enseñado” a hacerlo, es decir, si durante el proceso
de creación de las obras se han producido toda una serie de condiciones concretas
capaces de atrapar el sonido. En otras palabras, si Cesar Augusto, por poner un
ejemplo hipotético e hiperbólico, hubiese estado paseando por el barrio de los
alfareros, conversando despreocupadamente sobre cuestiones de esto mientras los
artesanos, en silencio, hacían rotar sus tornos, dando forma a sus vasijas, platos,
esculturas y ornamentos, podría ser posible, a día de hoy, reproducir a nivel auditivo
la escena, si se contase con las piezas adecuadas, pues; igual que en vinilo, el sonido
puede ser capturado en la arcilla y reproducirse, al menos, según estos estudios, en
función de sus surcos. El estudio de estas nuevas posibles técnicas, recibe el nombre
de arqueoacústica, y, aunque aún se halla en fase teórica y experimental, los
resultados, así, como la innovación del concepto parecen muy prometedores, no
solo, en el campo de la recreación histórica de hechos y sucesos, sino también, por si
aún nadie se había percatado de ello, en el campo de la investigación criminalística,
pues, podría permitir, entre otras cosas; escenificar mejor los lugares donde se han
perpetrado crímenes, representar los momentos previos con mayor facilidad y
claridad, incluyendo en el proceso los sonidos, conversaciones, disparos, reales que
podrían dilucidar el suceso, en todos aquellos lugares carentes de medios de
grabación, tales como, descampados, domicilios, pequeños comercios, etc.
De este modo, creo que puede ser muy interesante seguir de cerca todo lo
relativo a los avances de esta neociencia, pues, sus conceptos, instrumental y
procedimientos, así como hipótesis y teoremas, pueden terminar cruzando del
umbral del sonido histórico al umbral del sonido criminal.
Jöel Holgado Prévost
Singularidades del Sonido II
“Sobre la Voz Fantasma”
Tomando como punto de partida la entrega anterior y retomando cuestiones
sobre la arqueoacústica, quiero hablar sobre un nuevo avance científico que, a mi
modo de ver, podría resultar revolucionario tanto en la comunidad científica general
como en la que abarca los estudios criminalísticos.
Recientemente, científicos del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), en
cooperación con Microsoft y Adobe, han creado un complejo algoritmo, capaz de
rescatar sonidos, no solo hasta ahora inaudibles, sino, además, en situaciones en las
que nos es imposible contar con escuchas u oyentes presenciales. Dicho de otro
modo, según resultados de los propios experimentos, podría ser perfectamente
factible el recuperar audios en habitaciones estancas e insonorizadas, solo con contar
con el software, los técnicos profesionales y las herramientas, en este caso, cámaras,
apropiadas. Y si, repito, cámaras, porque este, es en realidad, el principio básico del
proyecto; las cámaras.
Desbancando fulminantemente la experiencia de los intérpretes de labios, el
programa, permite entre muchas otras funcionalidades, recuperar conversaciones en
ambientes carentes de sonoridad receptible, es decir, en lugares donde el interesado
no ha colocado micros o no está debidamente personado. A propósito de la
denominación de micrófono, en realidad, podría resultar cuestionable decir que éste
sistema no forma parte de esta catalogación pues, en su defecto, su funcionalidad es
la misma y la única discrepancia existente reside en la forma de recopilar la
información, debiendo considerarse, tal vez, como el primer micrófono visual.
Ello se debe a que el programa funciona tras descodificar, analizar y resolver
toda una serie de datos captados a través del sensor de una cámara de alta velocidad
y calidad, que se recogen en forma de movimientos ondulantes apenas perceptibles
para el ojo humano.
A tenor de los experimentos, yo, a título personal y ante el desconocimiento del
verdadero nombre del proyecto, he decidido hacer mención de él bajo la insignia del
“proyecto de la voz fantasma” nombre que, aunque pueda parecer relativo al estudio
paranormal de entes, fuegos fatuos y espectros, en realidad, solo se le parece en el
concepto, pues del mismo modo en que demonólogos, parapsicólogos y místicos
tratan de captar las voces de lo invisible, de aquello, aparentemente imperceptible y
extrasensorial, este proyecto recopila información que parece que no está allí,
mismamente como una voz fantasma, que susurra desde otra dimensión a través de
los objetos de un lugar.
Ello, como se ha reflejado en experimentos tales como recuperar una
conversación a partir de la filmación del inflado y desinflado de una bolsa dentro de
una habitación insonorizada o la reproducción de una melodía mediante la
prácticamente inapreciable vibración de unas plantas, demuestra que, contando, al
menos, con imágenes de calidad decente, aún ante la carencia de sonido este puede
recuperarse en su totalidad casi a la perfección.
Y, he ahí, una vez más, mi reflexión, si esta nueva tecnología es apta para
cineastas, que quieren mejorar sus obras o recuperar material sonoro perdido,
ingenieros, astrofísicos y técnicos de las agencias aeroespaciales que pretendan
recopilar sonidos del universos en pos de nuevos avances y civilizaciones, e,
incluso, para agencias de inteligencia tales como la CIA o la Interpol, ¿Cómo no va
a ser buena para el criminalista? ¿Cómo no va a ser útil para resolver crímenes en
bancos, en los que las cámaras suelen carecer de sonido y los testigos acostumbran a
estar conmocionados? ¿Cómo no va a ayudar a resolver incidentes en cajeros,
calles, centros comerciales e, incluso, domicilios, que cuenten con sistemas visuales
de seguridad?
Pues, por todo ello, creo que sería impropio de la criminalística omitir que tal
tecnología empieza a existir y, aun pese, a la imposibilidad actual de su actual uso,
me parece imprescindible el seguir atento, a la espera de que estos recursos, al fin,
lleguen a nuestras manos.
Jöel Holgado Prévost
Singularidades del Sonido III
“Sobre Entornos que Hablan”
Hace ya algunos años, mientras cursaba segundo de comunicación audiovisual,
asistí a una asignatura cuyo fin se centrada exclusivamente en el sonido. En ella, el
profesor, nos enseñaba desde el origen y evolución de este, hasta su composición,
ensamblaje, utilización y finalidad fílmica que se le atribuye. En una de estas lecciones
estábamos, cuando el señor Garín, el maestro, decidió mostrarnos un fragmento de una
película muy especial: “Blow Out”, cuya traducción al español vendría a ser algo así
como “pinchazo” o “reventón”. Este film, dirigido por Brian dePalma y protagonizado
por un joven Jonh Travolta, explica la historia de un crimen perfectamente encubierto,
salvo en lo relativo al sonido. Con ello el profesor pretendía hacernos comprender cuán
magistral era el sonido y lo importante que, en realidad, podía llegar a resultar, tanto en
el séptimo arte, como fuera de él. Con una finalidad parecida, y aprovechando este
mismo film, pretendo acoger la idea de que, pese a acostumbrar a pasar desapercibido
por tratarse como una nimiedad, el sonido, puede, igual que sucede en la película, llegar
a ser la genuina clave para resolver un misterio.
Poniéndonos en materia, resulta imprescindible resumir el argumento de la
historia; una trama policíaca que versa sobre un ex sonidista de la policía, venido a
menos a razón de un caso fallido; al inicio de la película se emplea como ingeniero de
sonido para una productora de películas de terror de serie B y calidad fílmica seriamente
cuestionable. Todo da comienzo cuando, tras un infructuoso día de trabajo, decide
grabar sonidos en un páramo apartado. De esta guisa, mientras tantea diversos ruidos
del entorno con su micrófono direccional, presencia un repentino accidente
automovilístico; un coche se precipita por un puente hasta caer en un profundo
estanque, donde empieza a hundirse. Por las condiciones del suceso, parece no haber
testigos, del que resultaría ser un crimen casi perfecto. El personaje encarnado por Jonh
Travolta, rápidamente se abalanza hacia el vehículo en un frenético intento de rescatar a
las dos personas que se hallan aun dentro de él; no obstante solo logra salvar a una de
ellas: una joven que, por su cercanía a la otra víctima, un respetado senador a punto de
ser en envestido presidente, termina convirtiéndose en un objetivo, para aquel que había
perpetrado el accidente. Afortunadamente toda la escena consigue registrarse en las
cintas de Travolta, quien con su olfato un detectivesco, detecta, tras oírlas, el posible
sonido de un disparo en lugar del clásico reventón. A partir de este punto, se inicia una
frenética carrera entre la figura heroica de Travolta y la del culpable, que trata
desesperadamente de encubrir el crimen, eliminando pruebas, indicios, e, incluso,
testigos, pues; aun sin estos saberlo, el malhechor, como medida preventiva, trata de
deshacerse tanto del protagonista como de la joven rescatada; al primero haciéndolo
parecer un demente ante el cuerpo de policía tras borrar todos los registros de sus cintas
de audio y, a la segunda, tratando de asesinarla fingiendo que es obra de un despiadado
asesino en serie.
Tras una serie más de enredos argumentales que, particularmente, no me
interesan para exponer mi explicación, irrumpe el desenlace: el asesino pretende hacerse
con la cinta original con un montaje fotográfico capaz de desbaratar toda su operación y
convertirse en una prueba condenatoria, para ello finge ser un reputado periodista y
convence a los protagonistas de que le entreguen el material. Desconfiando, Travolta,
permite que la muchacha efectúe la entrega, mientras él la cubre con su micrófono
direccional y un sistema móvil de cableado. No obstante, el villano logra secuestrar a la
joven y llevarla a un retiro alejado, amparado por el ruido de las festividades americanas
del 4 de julio, donde intenta asesinarla, mientras Travolta los persigue guiándose por el
sonido que le llega a través de los auriculares. Independientemente del final que ya no
atañe a la importancia o carencia de la misma del sonido, el filme explora en todo su
metraje el poder de este, abarcando desde su capacidad cinematográfica, hasta la
mediática y criminalística, contemplando aspectos tan interesantes como el antiguo
sistema de rodaje, realizado mediante ensamblaje manual de cintas y fotogramas, los
sistemas de grabación auditivos móviles, de mitad del siglo pasado, los primeros tipos
de micrófonos y sistemas de cableado, ilustrando su valor judicial y testimonial entre
los procesos penales de entonces, y, sobre todo, entre algunos aspectos menores más, la
importancia del sonido, como prueba delictiva y/o herramienta criminalística.
De este modo, tal y como he tratado de subrayar en las dos entregas anteriores,
el sonido, desde todas sus variantes: instrumento o herramienta, testigo o indicio, prueba
o resultado; tratado al instante, pregrabado, reproducido, interpretado, descubierto o
extraído a partir de cualquier técnica de validez legal probada, puede ser un utensilio
clave para el buen criminalista y, aunque sin duda, es poco probable que en la mayoría
de casos delictivos tenga una importancia tan caudal como en “Blow Out”, sus
posibilidades y capacidades no deben ni pasar desapercibidas ni tomase fácilmente a la
ligera, pues, del mismo modo en que toda pisada deja huella, toda acción un rastro, toda
causa su respectivo efecto, el sonido, también puede dejar su peculiar estela.
Jöel Holgado Prévost