Siervo de Dios M I

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Siervo de Dios

P. Moisés Lira Serafín, MSpS

(1893-1950)

Fundador de las

Misioneras de la Caridad

de María Inmaculada

Nació el 16 de septiembre de 1893, en Tlatempa, Barrio de Zacatlán, Pue.

primera edición 2013.

Impreso en MéxicoPrinted in México

Esta obra fue realizada por las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada

Diseño de portada y Formación

José Luis López Camacho [email protected]

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Índice

Prólogo ............................................... 9Introducción ..................................... 15

Experiencia Orante ........................... 15

Apóstol de la Bondad ....................... 17

1. «Abbá» Padre ............................... 21

2. Abandono ..................................... 22

3. Acto de fe ..................................... 234. A los pies de Jesús ........................ 24

5. Amar como el Padre ..................... 25

6. Amar con pasión ........................... 26

7. Amor de hijo ................................. 27

8. Arrepentimiento ........................... 289. Bondad ......................................... 2910. Confianza .................................... 3011. Consagración .............................. 3112. Cristo y yo ................................... 3213. Dame tu Cruz .............................. 3314. Descansa en Dios ........................ 3415. Diálogo con Dios ......................... 35

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16. Espíritu de fe .............................. 3617. Él, lo hará todo ............................ 3718. Entrega total ............................... 3919. Espero en Ti ................................ 41

20. Espíritu Santo ............................. 42

21. Gratitud ...................................... 4322. Hazme según tu corazón ............44

23. Humildad .................................... 45

24. Jesús Hostia ................................ 46

25. Iré a María .................................. 47

26. La fuerza de mi pequeñez .......... 4827. Lo que quieras ............................ 4928. Me doy a Ti ................................. 50

29. Madre ......................................... 51

30. Misión ......................................... 52

31. Ocúpate de Mí ............................ 5332. Otro Cristo .................................. 54

33. Paz .............................................. 55

34. Pequeñez .................................... 56

35. Predicar el Amor ......................... 5836. Principio y Fundamento .............. 5937. Pureza ......................................... 60

38. Sacerdote, Jesucristo .................. 61

39. Santidad ...................................... 62

40. Seamos Padres ........................... 6341. Sencillez ...................................... 64

42. «Ser nada» .................................. 65

43. Suéltale todo a Dios .................... 66

44. Unión de voluntades .................. 67

45. Visita a Jesús ............................... 6846. Vivir sólo para Dios ..................... 6947. Vocación ..................................... 71

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Prólogo

Como en los escritos de un poeta en-

contramos su mística personal, así el P. Moisés en éstas oraciones nos parti-

cipa su caminar en la transformación en Cristo: desde el arrepentimiento hasta la mística esponsal radicada en el bautismo.

Nos comparte su pasión por Cristo y su

pasión por la humanidad, en efecto dice: Oh, ¡Dios mío! concédeme que ame con pasión. En la base de su camino cristiano, él se sabe amado y escribe: con qué amor me contemplará el Padre, encontrando allí la fuerza para corresponder con gene-

rosidad.

Nos pone así en contacto con la tradi-

ción de los grandes orantes, que alimen-

tan la contemplación en la caridad con el

prójimo y la sobriedad de vida, llegando

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a adquirir lo que los Padres del desierto llamaban “mirada vigilante” y hoy llama-

mos “discernimiento”. Esa mirada que la Virgen María tuvo en las bodas de Caná y la llevó a percibir en la realidad, el mo-

mento oportuno de la intervención de Je-

sús. En ese: amor de perfecto abandono al amor, a la voluntad de mi Dios.

Esto nos invita a descubrir el ritmo de Dios en la historia -comenzando por nuestro propio corazón- y colaborar así con el Espíritu Santo en la transformación del mundo.

El hilo conductor de la espiritualidad cristiana, es “aprender a ser hijo” (cf. Rom 8, 29). Y el P. Moisés, por su devoción al Padre y a María inmaculada, nos testimo-

nia este camino con humildad desde “la fuerza de la pequeñez”, pues nos com-

parte: mi debilidad constituye, toda mi fuerza.

Cuando afirma:

¡Oh! alegría del sacerdote, de ser fiel instrumento de la más grande obra de santificación, nos deja ver que vivió su vocación con plenitud y para ello, pedía con humildad en su oración: ¡Oh! Espíritu Santo, dame grandes deseos de ser santo.

Vivió la infancia espiritual, con dispo-

nibilidad sacerdotal: como recién nacido, me repliego en tu regazo, sostenido en esta verdad de que Tú eres mi Padre.

Estamos invitados por el bautismo a vi-vir en la actitud del P. Moisés: ¡Oh, Dios mío! concédeme que ame con pasión. Porque sólo la pasión nos llevará a refle-

jar la pertenencia que el P. Moisés había experimentado y refleja en ésta actitud de totalidad: «Me voy a dar, pero no a medias, Señor, seré tuyo y para siempre tuyo, mi alma será esposa de Jesús, los favores son grandes, la correspondencia

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debe ser grande, lo único que me resta es darme».

Que al hacer nuestra su experiencia, podamos vivir en la alegría de la vocación cristiana y encontrar con originalidad nuestro método de orar, para llegar a ser personas compasivas.

Deseo fraternalmente, que en éstas páginas podamos descubrir el corazón de un religioso y presbítero, misionero del Espíritu Santo, que se dejó guiar por el Espíritu Santo, y pudo reflejar a Cristo Sacerdote y Víctima, quién: por el Espíritu Santo, se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios (Hebreos 9,14).

Fraternalmente

Juan Gerardo Zermeño Guerra MSpS.Italia, 22 de marzo de 2012

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Introducción

La oración es la esencia del espíritu de «infancia espiritual»

Ayuda a vivir en «atención amorosa a Dios», esto significa, ver a Dios en todo amorosamente, tenerlo presente cons-

tantemente.

El método de oración es:

La complacencia amorosa, «de un hijo con su Padre».

En esta compilación se presenta la EX-

PERIENCIA ORANTE, a través de peque-

ños coloquios tomados de su experiencia personal con Dios.

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«Yo quisiera amar a Jesús y ojalá lo lle-

gue a amar».

Le pido amorque me dé para amarlo,

pero amor doloroso,amor sacrificado.

Soy de Jesús por María; porque¿a quién otro me puedo entregar?

«Con su gracia seré para siempre

de Él».

APÓSTOL DE LA BONDAD

Hay un principio de Jesús que afirma: solo mi Padre es Bueno, con esto señala

que el talante del Padre es la BONDAD, esta es Verdad que todos debemos cono-

cer y alcanzar.

Esta verdad comunicada por Jesús, se hace realidad en el Siervo de Dios pa-

dre Moisés Lira quien fue un apóstol de la bondad”. Abierto al amor personal de Dios, se sobrecoge ante su acción bene-

volente, y en ese acto descubre que en los abismos de las almas pequeñas, Dios encuentra donde darse, derramarse.

El abismo de pequeñez que se hizo humus en su vida fue la actitud de hu-

mildad sostenida por el fruto del Espíritu de Dios que se manifestó en la bondad. Dios es Bondad y esta cualidad la partici-

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pa al género humano y se manifiesta en la llamada que hace a los hombres y mu-

jeres, movido por amor a ser sus hijos, para hacerlos partícipes de su imagen y semejanza.

La expresión antropológica más con-

tundente que sale de sus labios fue esta: el hombre vale por el corazón, ya que, es el corazón el que se va configurando con el proyecto del Padre: ser imágenes de su bondad. De este modo gozó del amor donal de Dios que en su misión de ser apóstol de la bondad fue un reflejo de ese amor para la humanidad, expresa-

do en delicadeza, ternura y misericordia con los pequeños del Reino, que fueron los desprotegidos, los sufridos, los niños, encarcelados, ancianitos, necesitados de Dios con corazón de niño.

En su itinerario de pequeñez espiritual -vivir la experiencia de hijo pequeño del

Padre- estuvo sostenido y potenciado por un ideal que llenó su corazón, del cual, brota esta confesión: me siento con un corazón muy grande para abarcar a todo el mundo.

La BONDAD fue su talante y su pasión motivante: derramar bondad y dulzura exquisitas, con todo el mundo, selladas éstas por la alegría.

La fuente de la bondad la encontró en la experiencia silente ante Jesús Eucaristía, allí donde abrió su corazón y puesto de rodillas ante la Bondad fraccionada que se derrama hasta el extremo, hizo de su existencia una ofrenda amable, de agra-

dable aroma para los hombres y mujeres necesitados de una caricia del amor del

Padre.

Beatriz Ruiz Rodríguez, mcmi.