Si seguimos asi

2
Cierra los ojos. Imagina un campo, los pájaros cantan, hay un pequeño río al lado, el sol alegra el día. Respira, siente tus pulmones llenos de oxígeno. ¿A que es bonito? Pero ya no es así. Casi no hay pájaros, el río está seco. Cuesta respirar, han talado todos los árboles y el sol ya no calienta, abrasa. Ya no es bonito. Pero es la realidad. Bienvenidos a mi mundo. Bienvenidos a 2032. Hubo una época en la que nada de esto era así. Me gusta recordar aquellos momentos sola, en mi casa, sin mascarillas ni ropa especial de por medio. Paseo por ella la mayor parte del día, mirando fotos de aquel tiempo en el que esto nos parecía muy lejano. Que tontos éramos. Cojo un portafotos en el que todos mis amigos y yo estamos en un bosque, riendo. Recuerdo perfectamente ese día. Ahora, todo está seco y apenas quedan restos de esos árboles en los que tanto jugábamos. Me ajusto mi traje especial para rayos UV. Suspiro y me coloco la mascarilla. Salgo de mi casa y camino, viendo a los niños disfrutar su infancia en un lugar que no debería ser así; ancianos que se lamentan de no haber parado esto a tiempo; gente como yo, caminando a paso rápido, pensando en sus cosas. Entro en la puerta del hospital y me preparo para un largo día de trabajo. -Rose, ven aquí- dice Mitch sujetando una tabla con información de un paciente. Me la entrega.- Caitlin, 9 años, tiene los síntomas de una gripe pero con muchas nauseas, hemos analizado sus deposiciones y cumple los síntomas. -Lo comprobaré- me acerco a una niña pelirroja- Hola Caitlin, mi nombre es Rose, ¿cómo te encuentras? -Bien- su voz parece apagada- aunque me duele aquí- señala su abdomen. -Bueno, vamos hacer que se te pase ese dolor, ¿vale? Le sonrío y voy junto a Mitch. -Todo apunta a Hepatitis A, seguramente causada por... -Agua contaminada- me interrumpe. Suspira.

Transcript of Si seguimos asi

Page 1: Si seguimos asi

Cierra los ojos.

Imagina un campo, los pájaros cantan, hay un pequeño río al lado, el sol alegra el día. Respira, siente tus pulmones llenos de oxígeno. ¿A que es bonito?

Pero ya no es así.

Casi no hay pájaros, el río está seco. Cuesta respirar, han talado todos los árboles y el sol ya no calienta, abrasa.

Ya no es bonito.

Pero es la realidad.

Bienvenidos a mi mundo.

Bienvenidos a 2032.

Hubo una época en la que nada de esto era así. Me gusta recordar aquellos momentos sola, en mi casa, sin mascarillas ni ropa especial de por medio. Paseo por ella la mayor parte del día, mirando fotos de aquel tiempo en el que esto nos parecía muy lejano.

Que tontos éramos.

Cojo un portafotos en el que todos mis amigos y yo estamos en un bosque, riendo. Recuerdo perfectamente ese día.

Ahora, todo está seco y apenas quedan restos de esos árboles en los que tanto jugábamos. Me ajusto mi traje especial para rayos UV. Suspiro y me coloco la mascarilla.

Salgo de mi casa y camino, viendo a los niños disfrutar su infancia en un lugar que no debería ser así; ancianos que se lamentan de no haber parado esto a tiempo; gente como yo, caminando a paso rápido, pensando en sus cosas.

Entro en la puerta del hospital y me preparo para un largo día de trabajo.

-Rose, ven aquí- dice Mitch sujetando una tabla con información de un paciente. Me la entrega.- Caitlin, 9 años, tiene los síntomas de una gripe pero con muchas nauseas, hemos analizado sus deposiciones y cumple los síntomas.

-Lo comprobaré- me acerco a una niña pelirroja- Hola Caitlin, mi nombre es Rose, ¿cómo te encuentras?

-Bien- su voz parece apagada- aunque me duele aquí- señala su abdomen.

-Bueno, vamos hacer que se te pase ese dolor, ¿vale?

Le sonrío y voy junto a Mitch.

-Todo apunta a Hepatitis A, seguramente causada por...

-Agua contaminada- me interrumpe. Suspira.

Page 2: Si seguimos asi

-Subirla a planta -Asiente y se va.

Y así paso el día, viendo como la gente se muere por nuestro egoísmo. Nos avisaron de que esto ocurriría y nosotros nos reímos y seguimos contaminando, pensando que la contaminación no era algo tan importante. Y ahora nos aferramos a este mundo que está más muerto que vivo.

Cuando el reloj marca las cinco recojo mis cosas y camino hacia la puerta. Antes de marcharme, miro hacia atrás. El sentimiento de culpabilidad se instala en mi ser. Aparto a la mirada y me marcho, deseando llegar a casa.

Cuando abro la puerta de mi hogar, la culpa aún me carcome y cada minuto que pasa me dan ganas de llorar. Pero ya no valdría de nada. Ahora todo es demasiado tarde. Ya no hay solución. Ya no vivimos, sobrevivimos. Ya nada sirve para remediar lo que hicimos.

Si pudiera hablar con mi yo del pasado le diría muchas cosas. Que disfrutara, que el tiempo pasa demasiado rápido. Que reciclara, que no derrochara agua, que convenciera a sus amigos, porque esas pequeñas cosas son las que cambian el mundo.

Pero no puedo, y esa impotencia me mata por dentro. La impotencia de no poder hacer nada, de que sea tan tarde.

El día deja poco a poco paso a la noche. Una noche en la que la luz artificial eclipsa a la oscuridad. Una noche que no es noche.

Me meto en mi cama y cierro los ojos, intentando imaginar que esto es una pesadilla, que me voy despertar.

Pero es la realidad.