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El Cotidiano ISSN: 0186-1840 [email protected] Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco México Wuest, Jeanine Reseña de "El ataque contra la razón. Cómo la política del miedo, el secretismo y la fe ciega erosionan la democracia y ponen en peligro a Estados Unidos y al mundo" de Al Gore El Cotidiano, núm. 153, enero-febrero, 2009, pp. 115-116 Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32515315 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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El Cotidiano

ISSN: 0186-1840

[email protected]

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad

Azcapotzalco

México

Wuest, Jeanine

Reseña de "El ataque contra la razón. Cómo la política del miedo, el secretismo y la fe ciega

erosionan la democracia y ponen en peligro a Estados Unidos y al mundo" de Al Gore

El Cotidiano, núm. 153, enero-febrero, 2009, pp. 115-116

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32515315

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El Cotidiano 153 115

El ataque contra la razón. Cómo lapolítica del miedo, el secretismo y la feciega erosionan la democracia y ponenen peligro a Estados Unidos y al mundo,traducido al español por Lucas Ro-dríguez Monge y editado por Debate,es un libro de poco más de 300 pági-nas escrito por Al Gore, quien fueravicepresidente de Estados Unidos en-tre 1993 y 2000, año en el que seenfrentó a George Bush y con el queperdió la presidencia en una suma-mente cuestionada elección. Gore ac-tualmente se dedica a dirigir su propiacadena de televisión alternativa(Current TV) y es reconocido como unimportante líder de opinión en temasde ecología y desarrollo sustentable,y de política exterior.

Inicialmente Gore afirma que enEstados Unidos, la razón, la lógica y laverdad de unos años para acá, hanpasado a tener un papel secundariode manera alarmante en la política, enlos mass media y en general en la vidapública de su país. Se manifiesta, dehecho, convencido de que aquella vie-ja patria de los padres fundadores haperdido terreno frente a los escánda-los de Paris Hilton, Nicole y Britney,entre otras extravagancias que hanpasado a ser las prioridades de la co-bertura informativa estadounidense,mientras que pocos discuten los pro-blemas sustantivos tales como la de-cisión de invadir a Irak como una graveequivocación, siendo que todas las

El ataque contra la razón*

Jeanine Wuest**

* Al Gore, El ataque contra la razón. Cómo lapolítica del miedo, el secretismo y la fe ciegaerosionan la democracia y ponen en peligro a Es-tados Unidos y al mundo. México: Debate, 2007.

** Profesora-Investigadora del Departa-mento de Sociología de la UAM-A.

pruebas y argumentos necesarios parahaber tomado la decisión correcta (esdecir no hacerlo) estaban disponiblesen su momento (lo cual es uno de lostemas más recurrentes en el libro)(p.16).

Gore denuncia la plutocracia enla que se ha convertido aquella demo-cracia que tanto sorprendió en sumomento a Tocqueville, así como el cir-co al que están dispuestos a prestarselos candidatos para obtener fondospara sus campañas y luego gastárselosen spots televisivos que cuestan millo-nes de dólares por apenas unos segun-dos1. A decir de éste, la televisión fueel medio por el que Bush y su políticadel miedo, sin la cual sería imposibleconcebir su reelección, consiguieronmanipular al electorado para mante-ner el voto en su favor.

El ataque contra la razón es unadenuncia en contra de la política delmiedo lanzada y manipulada porGeorge Bush y por los intereses queestán detrás de él, porque, como biendice Gore, citando a Edmund Burke:“Ninguna pasión despoja con tanta efi-cacia a la mente de todos sus poderesde actuar y razonar como el miedo”(p. 35). Gore afirma que Bush hizo sentira los ciudadanos norteamericanos quedejando el poder en manos de los de-mócratas, firmarían una sentencia demuerte; alimentó su miedo, desde lue-go, por la vía sentimental y no racio-nal, haciendo, pues, un uso político delmismo. Gore incluso se aventura en

algunas páginas a argumentar por lavía de la sicología social cómo fue elproceso de estrés postraumático quevivieron los norteamericanos tras el 11de septiembre que, en todo caso, losorilló a refugiarse en la suerte de pro-mesa paternal que ofreció Bush sirvién-dose de los medios (principalmente latelevisión), y dada una condición, muysimple y muy patética, la cual es quelos estadounidenses dediquen una granparte de su vida a comer chatarra ymirar la TV.

El lenguaje utilizado por la admi-nistración Bush que acompañaba a lasimágenes de 11-S no se quedó atrás,sostiene Gore, pues indiscriminada-mente se repetían infinidad de pala-bras asociadas al terrorismo, con laintención de provocar un miedo exa-cerbado, y en semanas Bush logró dis-traer la atención de Al Qaeda a SadamHussein, aunque entre ambos no exis-tiese ninguna relación. Gore no poneduda alguna en que Hussein haya sidoun dictador brutal; lo que afirma y ar-gumenta ampliamente a lo largo devarios capítulos, es que Irak era unanación frágil e inestable que no habíaatacado a EU ni era una amenaza real,y que al presentar la invasión a Irakcomo una lucha épica entre el bien yel mal, Bush intentó disfrazar de fe reli-giosa su política de declarar una gue-rra sin provocaciones previas,aprovechando el estupor en que habíaquedado el país debido a la magnitudde los ataques del 11 de septiembre;es decir, que la muerte de aquellas víc-timas desencadenó una ira que Bushcanalizó en forma maniquea, ponién-dolo todo en términos de bien absolu-to, o mal absoluto. En concreto, Gore(tanto como otras voces sensatas desu país) asegura que Irak no tenía nadaque ver con el ataque que se deseabavengar, y que los que pusieron en dudalas falsas premisas que asociaban unacuestión con la otra, pronto fueron ta-chados de antipatriotas.

El libro que nos ocupa tambiénapunta al tema sobre el trato que re-cibieron los prisioneros de Irak, quie-nes fueron torturados, obligados a

1 Cabe mencionar que Gore escribió sutesis de licenciatura sobre el impacto de latelevisión en el equilibrio de poder entre lastres ramas del gobierno, como él mismo lohace notar.

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Reseña116

maldecir su religión, a comer cerdo y a beber alcohol, vio-lando los principios de su fe, y muy lejos de aquellos prin-cipios de los derechos humanos que Estados Unidos dicedefender y respetar, todo ello con total conocimiento deG. Bush, a quien Gore considera un presidente de la dere-cha más radical (que asimismo le recuerda a Nixon másque a ningún otro presidente, por haber estado dispuestoa servirse de lo que fuera con tal de conseguir la reelec-ción), que marchó con una política extremista desprecian-do la justicia social, y que con un lenguaje religioso utilitarioha robado el simbolismo y el lenguaje corporal de la reli-gión para disfrazar el esfuerzo más radical llevado a caboen la historia de EU, para apoderarse de lo que le pertene-ce al pueblo estadounidense y entregar la mayor parteposible a los ya ricos y privilegiados: amigos y partidariosque, a su vez, lo han beneficiado a él con enormes contri-buciones y fuerza política. Lo cual no sorprende cuandoun consejero de la Casa Blanca describió alguna vez tantoa la Convención de Ginebra como a la ley que prohíbe latortura, como “pintorescas”.

Dentro de lo que puede señalarse como poco afortu-nado en el libro, es que Gore critica ampliamente el len-guaje religioso de Bush, mientras que él hace uso del mismouna y otra vez al pasar las páginas del libro que nos ocupa,pues una y otra vez se remite a los padres fundadores y a

la misión que Dios ha puesto desde entonces en el pueblonorteamericano; incluso llega a mencionar que el hechode que Bush haya tomado aquel lenguaje maniqueo fue,entre otras cosas, ¡una blasfemia!, lo cual sin duda confun-de en cierta medida un estupendo y lúcido análisis quepodía haber obviado ese tipo de afirmaciones.

El libro culmina con la esperanza del autor en que trasla era Bush, vendrá algo mejor para su país en todos losrubros, citando un discurso que Martin Luther King pro-nunciara en 1967: “quizá esté surgiendo entre nosotrosun nuevo espíritu, en tal caso, sigamos sus movimientos yrecemos porque nuestro ser interior sea sensible a su tu-tela, porque necesitamos profundamente un nuevo cami-no más allá de la oscuridad que parece envolvernos”, locual, por cierto, se semeja un poco al lenguaje en que elpropio Gore se expresa a través de las páginas que haescrito; empero, el son de beatitud de quien hubiese podi-do ser presidente de EU, al igual que el alter a quien cita,no le resta el mérito de haber, en este libro, descrito des-honrosas verdades de una manera bastante objetiva y sen-sata, desde el interior de una sociedad que en los últimosaños ha vivido manipulada por un gobierno republicanoencabezado por quizá uno de los peores presidentes quehayan tenido los EU, y que seguramente pasará con mu-cha más pena que gloria a las páginas de la Historia.