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Serie de 17 cuentos en los que Juan Rulfo (1918-1986) trata entre otrosasuntos,elproblemadelatierra.Lospersonajesprincipalesdecadacuentosonlosnarradores,ymuchasvecessonlosmismospersonajeslosquedantítuloalosrelatos.Rulfocreaunmundoendondelosseresvivenenrelaciónconunpresente trágico, lanostalgiadelpasadoy la faltadeesperanza.Elautorlogróretratardeformainigualablelaproblemáticadelcampoylavisiónmágicadeloscampesinos.

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JuanRulfo

Elllanoenllamas

ePUBv1.0neek0512.10.11

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EditorialSudamericana,2000ISBN:9500718030

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MACARIOEstoysentadojuntoalaalcantarillaaguardandoaquesalganlasranas.Anoche,

mientrasestábamoscenando,comenzaronaarmarelgranalborotoynopararondecantarhastaqueamaneció.Mimadrinatambiéndiceeso:quelagriteríadelasranasleespantóelsueño.Yahoraellabienquisieradormir.Poresomemandóaquemesentaraaquí,juntoalaalcantarilla,ymepusieraconunatablaenlamanoparaquecuantaranasalieraapegardebrincosafuera,laapalcuacharaatablazos…Lasranassonverdesdetodoatodomenosenlapanza.Lossapossonnegros.Tambiénlosojosdemimadrinasonnegros.Lasranassonbuenasparahacerdecomerconellas.Lossaposnosecomen;peroyomeloshecomidotambién,aunquenosecoman,ysabenigualquelasranas.Felipaes laquedicequeesmalocomersapos.Felipatienelosojosverdescomolosojosdelosgatos.Ellaeslaquemedadecomerenlacocinacadavezqueme tocacomer.Ellanoquierequeyoperjudiquea las ranas.Pero, atodoesto,esmimadrinalaquememandahacerlascosas…YoquieromásaFelipaque amimadrina. Pero esmimadrina la que saca el dinero de su bolsa para queFelipacompretodolodelacomedera.Felipasóloseestáenlacocinaarreglandolacomidadelostres.Nohaceotracosadesdequeyolaconozco.Lodelavarlostrastesamímetoca.Lodeacarrearleñaparaprenderelfogóntambiénamímetoca.Luegoesmimadrina la que nos reparte la comida.Después de comer ella, hace con susmanosdosmontoncitos,unoparaFelipayotroparamí.PeroavecesFelipanotieneganas de comer y entonces son paramí los dosmontoncitos. Por eso quiero yo aFelipa,porqueyosiempretengohambreynomellenonunca,niauncomiéndomelacomidadeella.Aunquediganqueunosellenacomiendo,yosébienquenomellenopormásquecomatodoloquemeden.YFelipatambiénsabeeso…Dicenenlacallequeyoestoylocoporquejamássemeacabaelhambre.Mimadrinahaoídoqueesodicen.Yonoloheoído.Mimadrinanomedejasalirsoloalacalle.Cuandomesacaadarlavueltaesparallevarmealaiglesiaaoírmisa.Allímeacomodacerquitadeella y me amarra las manos con las barbas de su rebozo. Yo no sé por qué meamarrará mis manos; pero dice que porque dizque luego hago locuras. Un díainventaronqueyoandabaahorcandoaalguien;queleapretéelpescuezoaunaseñoranadamáspornomás.Yonomeacuerdo.Pero,atodoesto,esmimadrinalaquediceloqueyohagoyellanuncaandaconmentiras.Cuandome llamaacomer,esparadarmemipartedecomida,ynocomootragentequemeinvitabaacomerconellosyluegoquemelesacercaba,meapedreabanhastahacermecorrersincomidaninada.No,mimadrinametratabien.Poresoestoycontentoensucasa.Además,aquíviveFelipa,Felipaesmuybuenaconmigo.Poresolaquiero…LalechedeFelipaesdulcecomolasfloresdelobelisco.Yohebebidolechedechivaytambiéndepuercareciénparida;perono,noesigualdebuenaquelalechedeFelipa…Ahorayahacemucho

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tiempo que no me da a chupar de los bultos esos que ella tiene donde tenemossolamentelascostillas,ydedondelesale,sabiendosacarla,unalechemejorquelaquenosdamimadrinaenelalmuerzodelosdomingos…Felipaantesibatodaslasnochesalcuartodondeyoduermo,ysearrimabaconmigo,acostándoseencimademío echándose a un ladito. Luego se las ajuareaba para que yo pudiera chupar deaquellalechedulceycalientequesedejabavenirenchorrosporlalengua…Muchasveceshecomidofloresdeobeliscoparaentretenerelhambre.YlalechedeFelipaeradeesesabor,sóloqueamímegustabamásporque,almismotiempoquemepasabalos tragos, Felipa me hacía cosquillas por todas partes. Luego sucedía que casisiempre se quedaba dormida junto a mí, hasta la madrugada. Y eso me servía demucho;porqueyonomeapurabadel fríoni deningúnmiedoa condenarmeen elinfiernosimemoríayosoloallí,enalgunanoche…Avecesnoletengotantomiedoalinfierno.Peroavecessí.Luegomegustadarmemisbuenossustosconesodequeme voy a ir al infierno cualquier día de éstos, por tener la cabeza tan dura y porgustarmedardecabezazoscontraloprimeroqueencuentro.PerovieneFelipaymeespantamismiedos.Mehacecosquillasconsusmanoscomoellasabehacerloymeatajaelmiedoesequetengodemorirme.Yporunratitohastasemeolvida…Felipadice, cuando tiene ganas de estar conmigo, que ella le contará al Señor todosmispecados.QueiráalcielomuyprontoyplaticaráconÉlpidiéndolequemeperdonetoda lamuchamaldadqueme llena el cuerpode arriba abajo.Ella le dirá quemeperdone, para que yo nomepreocupemás. Por eso se confiesa todos los días.Noporqueellaseamala, sinoporqueyoestoyrepletopordentrodedemonios,y tienequesacarmeesoschamucosdelcuerpoconfesándosepormí.Todos losdías.Todaslastardesdetodoslosdías.Portodalavidaellameharáesefavor.EsodiceFelipa.Poresoyolaquierotanto…Sinembargo,lodetenerlacabezaasídeduraeslagrancosa.Unodadetopescontralospilaresdelcorredorhorasenterasylacabezanosehace nada, aguanta sin quebrarse. Y uno da de topes contra el suelo; primerodespacito,despuésmásrecioyaquellosuenacomoun tambor. Igualqueel tamborqueandaconlachirimía,cuandovienelachirimíaalafuncióndelSeñor.Yentoncesunoestáenlaiglesia,amarradoalamadrina,oyendoafueraeltumtumdeltambor…Ymimadrina dice que si enmi cuarto hay chinches y cucarachas y alacranes esporquemevoyairaarderenelinfiernosisigoconmismañasdepegarlealsueloconmi cabeza. Pero lo que yo quiero es oír el tambor. Eso es lo que ella deberíasaber.Oírlo,comocuandounoestáenlaiglesia,esperandosalirprontoalacalleparavercómoesqueaqueltamborseoyedetanlejos,hastalohondodelaiglesiayporencimadelascondenacionesdelseñorcura…:«Elcaminodelascosasbuenasestállenodeluz.Elcaminodelascosasmalasesoscuro.»Esodiceelseñorcura…Yomelevantoysalgodemicuartocuandotodavíaestáaoscuras.Barrolacalleymemetootravezenmicuartoantesquemeagarre la luzdeldía.En lacalle suceden

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cosas. Sobra quien lo descalabre a pedradas apenas lo ven a uno. Llueven piedrasgrandes y filosas por todas partes. Y luego hay que remendar la camisa y esperarmuchosdíasaqueseremiendenlasrajadurasdelacaraodelasrodillas.Yaguantarotravezqueleamarrenaunolasmanos,porquesinoellascorrenaarrancarlacostradel remiendoyvuelvea salir el chorrode sangre.Oraque la sangre también tienebuensabor,aunque,esosí,noseparecealsabordelalechedeFelipa…Yoporeso,paraquenomeapedreen,mevivosiempremetidoenmicasa.Enseguidaquemedan de comerme encierro enmi cuarto y atranco bien la puerta para que no denconmigo los pecadosmirando que aquello está a oscuras. Y ni siquiera prendo elocote para ver por dónde se me andan subiendo las cucarachas. Ahora me estoyquietecito. Me acuesto sobre mis costales, y en cuanto siento alguna cucarachacaminar con sus patas rasposas pormi pescuezo le doy unmanotazo y la aplasto.Pero no prendo el ocote. No vaya a suceder que me encuentren desprevenido lospecadosporandarconelocoteprendidobuscandotodaslascucarachasquesemetenpordebajodemicobija…Lascucarachastruenancomosaltapericoscuandounolasdestripa.Losgrillosnosésitruenen.Alosgrillosnuncalosmato.Felipadicequelosgrilloshacenruidosiempre,sinpararseniarespirar,paraquenoseoiganlosgritosdelasánimasqueestánpenandoenelpurgatorio.Eldíaenqueseacabenlosgrillos,elmundo se llenará de los gritos de las ánimas santas y todos echaremos a correrespantadosporelsusto.Además,amímegustamuchoestarmeconlaorejaparadaoyendoelruidodelosgrillos.Enmicuartohaymuchos.Talvezhayamásgrillosquecucarachasaquíentrelasarrugasdeloscostalesdondeyomeacuesto.Tambiénhayalacranes.Cadaratosedejancaerdeltechoyunotienequeesperarsinresollaraqueellos hagan su recorrido por encima de uno hasta llegar al suelo. Porque si algúnbrazosemueveoempiezanatemblarleaunoloshuesos,sesienteenseguidaelardordelpiquete.Esoduele.AFelipalepicóunavezunoenunanalga.SepusoalloraryagritarlecongritosqueditosalaVirgenSantísimaparaquenoseleecharaaperdersunalga.Yo le unté saliva.Toda la nocheme la paséuntándole salivay rezando conella,yhubounrato,cuandoviquenosealiviabaconmiremedio,enqueyotambiénleayudéallorarconmisojostodoloquepuede…Decualquiermodo,yoestoymásagustoenmicuartoquesianduvieraenlacalle,llamandolaatencióndelosamantesdeaporreargente.Aquínadiemehacenada.Mimadrinanome regañaporquemeveacomiéndomelasfloresdesuobelisco,osusarrayanes,osusgranadas.Ellasabelo entrado en ganas de comer que estoy siempre.Ella sabe que no seme acaba elhambre.Quenomeajustaningunacomidaparallenarmistripasaunqueandeacadarato pellizcando aquí y allá cosas de comer. Ella sabe que me como el garbanzoremojadoque ledoya lospuercosgordosyelmaíz secoque ledoya lospuercosflacos.Asíqueellasabeconcuántahambreandodesdequemeamanecehastaqueme anochece. Y mientras encuentre de comer aquí en esta casa, aquí me estaré.

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Porqueyocreoqueeldíaenquedejedecomermevoyamorir,yentoncesmeirécontodaseguridadderechitoalinfierno.Ydeallíyanomesacaránadie,niFelipa,aunque sea tan buena conmigo, ni el escapulario queme regalómimadrina y quetraigoenredadoenelpescuezo…Ahoraestoyjuntoalaalcantarillaesperandoaquesalgan las ranas.Ynoha salidoninguna en todo este ratoque llevoplaticando.Sitardanmás en salir, puede suceder queme duerma, y luego ya no habrámodo dematarlas,yamimadrinanolellegaráporningúnladoelsueñosilasoyecantar,ysellenarádecoraje.Yentonceslepedirá,aalgunodetodalahileradesantosquetieneen su cuarto, que mande a los diablos por mí, para que me lleven a rastras a lacondenacióneterna,derechito,sinpasarnisiquieraporelpurgatorio,yyonopodréver entonces ni ami papá ni amimamá, que es allí donde están…Mejor seguiréplaticando…DeloquemásganastengoesdevolveraprobaralgunostragosdelalechedeFelipa,aquellalechebuenaydulcecomolamielquelesalepordebajoalasfloresdelobelisco…

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NOSHANDADOLATIERRADespuésdetantashorasdecaminarsinencontrarniunasombradeárbol,niuna

semilladeárbol,niunaraízdenada,seoyeelladrardelosperros.Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría

después;quenosepodríaencontrarnadaalotrolado,alfinaldeestallanurarajadadegrietasydearroyossecos.Perosí,hayalgo.Hayunpueblo.Seoyequeladranlosperrosysesienteenelaireelolordelhumo,ysesaboreaeseolordelagentecomosifueraunaesperanza.

Peroelpuebloestátodavíamuyallá.Eselvientoelqueloacerca.Hemos venido caminando desde el amanecer. Ahorita son algo así como las

cuatrodelatarde.Alguienseasomaalcielo,estiralosojoshaciadondeestácolgadoelsolydice:

—Soncomolascuatrodelatarde.Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Somos

cuatro.Yoloscuento:dosadelante,otrosdosatrás.Miromásatrásynoveoanadie.Entonces me digo: «Somos cuatro.» Hace rato, como a eso de las once, éramosveintitantos; peropuñito apuñito sehan idodesperdigandohastaquedarnadamásestenudoquesomosnosotros.

Faustinodice:—Puedequellueva.Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasa por

encimadenuestrascabezas.Ypensamos:«Puedequesí.»Nodecimosloquepensamos.Haceyatiempoquesenosacabaronlasganasde

hablar.Senosacabaronconelcalor.Unoplaticaríamuyagustoenotraparte,peroaquí cuesta trabajo.Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con elcalordeafuera,yseleresecanaunoenlalenguahastaqueacabanconelresuello.Aquíasísonlascosas.Poresoanadieledaporplaticar.

Caeunagotadeagua,grande,gorda,haciendounagujeroenlatierraydejandounaplastacomoladeunsalivazo.Caesola.Nosotrosesperamosaquesigancayendomásylasbuscamosconlosojos.Peronohayningunamás.Nollueve.Ahorasisemiraelcielosevealanubeaguaceracorriéndosemuylejos,atodaprisa.Elvientoque viene del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de loscerros.Yalagotacaídaporequivocaciónselacomelatierrayladesapareceensused.

¿Quiéndiablosharíaestellanotangrande?¿Paraquésirve,eh?Hemosvueltoacaminar,noshabíamosdetenidoparaverllover.Nollovió.Ahora

volvemos a caminar. Y a mí se me ocurre que hemos caminado más de lo quellevamosandando.Semeocurreeso.Dehaberllovidoquizásemeocurrieranotras

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cosas.Contodo,yoséquedesdequeyoeramuchacho,novillovernuncasobreelllano,loquesellamallover.

No,elllanonoescosaquesirva.Nohayniconejosnipájaros.Nohaynada.Anoserunos cuantoshuizaches trespelequesyunaqueotramanchitade zacate con lashojasenroscadas;anosereso,nohaynada.

Y por aquí vamos nosotros. Los cuatro a pie. Antes andábamos a caballo ytraíamosterciadaunacarabina.Ahoranotraemosnisiquieralacarabina.

Yosiemprehepensadoqueenesodequitarnoslacarabinahicieronbien.Poracáresultapeligrosoandararmado.Lomatanaunosinavisarle,viéndoloatodahoracon«la30»amarradaalascorreas.Peroloscaballossonotroasunto.Deveniracaballoyahubiéramosprobadoelaguaverdedelrío,ypaseadonuestrosestómagosporlascallesdelpuebloparaqueselesbajaralacomida.Yalohubiéramoshechodetenertodos aquellos caballosque teníamos.Pero tambiénnosquitaron los caballos juntoconlacarabina.

Vuelvohaciatodosladosymiroelllano.Tantaytamañatierraparanada.Seleresbalan a uno los ojos al no encontrar cosa que los detenga. Sólo unas cuantaslagartijassalenaasomarlacabezaporencimadesusagujeros,yluegoquesientenlatatema del sol corren a esconderse en la sombrita de una piedra. Pero nosotros,cuandotengamosquetrabajaraquí,¿quéharemosparaenfriarnosdelsol,eh?Porqueanosotrosnosdieronestacostradetepetateparaquelasembráramos.Nosdijeron:

—Delpuebloparaacáesdeustedes.Nosotrospreguntamos:—¿ElLlano?—Sí,elllano.TodoelLlanoGrande.Nosotrosparamoslajetaparadecirqueelllanonoloqueríamos.Quequeríamos

loqueestabajuntoalrío.Delríoparaallá,por lasvegas,dondeestánesosárbolesllamadoscasuarinasy lasparanerasy la tierrabuena.NoesteduropellejodevacaquesellamaelLlano.

Perononosdejarondecirnuestrascosas.Eldelegadonoveníaaconversarconnosotros.Nospusolospapelesenlamanoynosdijo:

—Nosevayanaasustarportenertantoterrenoparaustedessolos.—Esqueelllano,señordelegado…—Sonmilesymilesdeyuntas.—Peronohayagua.Nisiquieraparahacerunbuchehayagua.—¿Yel temporal?Nadie lesdijoquese les ibaadotarcon tierrasderiego.En

cuantoallíllueva,selevantaráelmaízcomosiloestiraran.—Pero,señordelegado,latierraestádeslavada,dura.Nocreemosqueelaradose

entierreenesacomocanteraqueeslatierradelLlano.Habríaquehaceragujerosconelazadónparasembrarlasemillayniaunasíespositivoquenazcanada;nimaízninadanacerá.

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—Esomanifiéstenloporescrito.Yahoraváyanse.Esal latifundioalquetienenqueatacar,noalGobiernoquelesdalatierra.

—Espérenos usted, señor delegado. Nosotros no hemos dicho nada contra elCentro.TodoescontraelLlano…Nosepuedecontraloquenosepuede.Esoesloque hemos dicho…Espérenos usted para explicarle.Mire, vamos a comenzar pordondeíbamos…

Peroélnonosquisooír.Asínoshandadoestatierra.Yenestecomalacaloradoquierenquesembremos

semillasdealgo,paraversialgoretoñayselevanta.Peronadaselevantarádeaquí.Ni zopilotes. Uno los ve allá cada y cuando, muy arriba, volando a la carrera;tratandodesalirlomásprontoposibledeesteblancoterregalendurecido,dondenadasemueveypordondeunocaminacomoreculando.Melitóndice:

—Éstaeslatierraquenoshandado.Faustinodice:—¿Qué?Yonodigonada.Yopienso:«Melitónnotienelacabezaensulugarhadeserel

calor el que lo hace hablar así. El calor que le ha traspasado el sombrero y le hacalentado lacabeza.Ysino,¿porquédice loquedice?¿Cuál tierranoshandado,Melitón? Aquí no hay ni la tantita que necesitaría el viento para jugar a losremolinos.»

Melitónvuelveadecir:—Servirádealgo.Serviráaunqueseaparacorreryeguas.—¿Cuálesyeguas?—lepreguntaEsteban.Yonomehabía fijadobienabienenEsteban.Ahoraquehabla,me fijo en él.

Llevapuestoungabánquelellegaalombligo,ydebajodelgabánsacalacabezaalgoasícomounagallina.

Sí,esunagallinacolorada laque llevaEstebandebajodelgabán.Se leven losojosdormidosyelpicoabiertocomosibostezara.Yolepregunto:

—Oye,Teban,¿dedóndepepenasteesagallina?—¡Eslamía!—diceél.—Nolatraíasantes.¿Dóndelamercaste,eh?—Nolamerqué,eslagallinademicorral.—Entoncestelatrajistedebastimento,¿no?—No,latraigoparacuidarla.Micasasequedósolaysinnadieparaquelediera

decomer;poresomelatraje.Siemprequesalgolejoscargoconella.—Allíescondidasetevaaahogar.Mejorsácalaalaire.Élselaacomodadebajo

delbrazoylesoplaelairecalientedesuboca.Luegodice:—Estamosllegandoalderrumbadero.YoyanooigoloquesiguediciendoEsteban.Noshemospuestoenfilaparabajar

labarrancayélvameroadelante.Sevequehaagarradoalagallinaporlaspatasyla

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zangoloteaacadarato,paranogolpearlelacabezacontralaspiedras.Conformebajamos, la tierra sehacebuena.Subepolvodesdenosotroscomosi

fueraunatajodemulasloquebajaraporallí;peronosgustallenarnosdepolvo.Nosgusta.Despuésdevenirduranteoncehoraspisandoladurezadelllano,nossentimosmuyagustoenvueltosenaquellacosaquebrincasobrenosotrosysabeatierra.

Porencimadelrío,sobrelascopasverdesdelascasuarinas,vuelanparvadasdechachalacasverdes.Esotambiénesloquenosgusta.

Ahoralosladridosdelosperrosseoyenaquí,juntoanosotros,yesqueelvientoquevienedelpuebloretachaenlabarrancaylallenadetodossusruidos.

Estebanhavueltoaabrazarsugallinacuandonosacercamosalasprimerascasas.Ledesatalaspatasparadesentumecerla,yluegoélysugallinadesaparecendetrásdeunostepemezquites.

—¡Poraquíarriendoyo!—nosdiceEsteban.Nosotrosseguimosadelante,másadentrodelpueblo.Latierraquenoshandadoestáalláarriba.

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LACUESTADELASCOMADRESLosdifuntosTorricos siempre fueronbuenosamigosmíos.TalvezenZapotlán

nolosquisieran;pero,loqueesdemí,siemprefueronbuenosamigos,hastatantitoantes demorirse.Ahora eso de que no los quisieran enZapotlán no tenía ningunaimportancia,porquetampocoamímequeríanallí,ytengoentendidoqueanadiedelosquevivíamosenlaCuestadelasComadresnospudieronverconbuenosojoslosdeZapotlán.Estoeradesdeviejostiempos.

Porotraparte,enlaCuestadelasComadres,losTorricosnolallevabanbiencontodomundo.Seguidohabíadesavenencias.Ysinoesmuchodecir,elloseranallílosdueñosde la tierra yde las casasque estaban encimade la tierra, con todoyque,cuandoelreparto,lamayorpartedelaCuestadelasComadresnoshabíatocadoporigualalossesentaqueallívivíamos,yaellos,alosTorricos,nadamásunpedazodemonte,conunamezcaleranadamás,perodondeestabandesperdigadascasitodaslascasas.Apesardeeso,laCuestadelasComadreseradelosTorricos.Elcoamilqueyotrabajabaeratambiéndeellos:deOdilónyRemigioTorrico,yladocenaymediadelomasverdesqueseveíanalláabajoeranjuntamentedeellos.Nohabíaporquéaveriguarnada.Todomundosabíaqueasíera.

Sinembargo,deaquellosdíasaestaparte,laCuestadelasComadressehabíaidodeshabitando. De tiempo en tiempo, alguien se iba; atravesaba el guardaganadodondeestáelpaloalto,ydesaparecíaentrelosencinosynovolvíaapareceryanunca.Seiban,esoeratodo.

Yyotambiénhubieraidodebuenaganaaasomarmeaverquéhabíatanatrásdelmonte que no dejaba volver a nadie; perome gustaba el terrenito de la Cuesta, yademáserabuenamigodelosTorricos.

Elcoamildondeyosembrabatodoslosañosuntantitodemaízparatenerelotes,yotrotantitodefrijol,quedabaporelladodearriba,allídondelaladerabajahastaesabarrancaqueledicenCabezadelToro.

Ellugarnoerafeo;perolatierrasehacíapegajosadesdequecomenzabaallover,y luego había un desparramadero de piedras duras y filosas como troncones queparecíancrecerconeltiempo.Sinembargo,elmaízsepegababienyloselotesqueallí se daban eran muy dulces. Los Torricos, que para todo lo que se comíanecesitabanlasaldetequesquite,paramiselotesno;nuncabuscaronnihablarondeecharletequesquiteamiselotes,queerandelosquesedabanenCabezadelToro.

Ycontodoyeso,ycontodoyquelaslomasverdesdealláabajoeranmejores,lagentesefueacabando.NoseibanparaelladodeZapotlán,sinoporesteotrorumbo,pordonde llega a cada rato eseviento llenodeolorde los encinosydel ruidodelmonte.Seibancalladoslaboca,sindecirnadanipelearseconnadie.EsseguroquelessobrabanganasdepelearseconlosTorricosparadesquitarsedetodoelmalque

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leshabíanhecho;peronotuvieronánimos.Seguroesopasó.Lacosa esque todavíadespuésdequemurieron losTorricosnadievolviómás

por aquí. Yo estuve esperando. Pero nadie regresó. Primero les cuidé sus casas;remendélostechosylespuseramasalosagujerosdesusparedes;peroviendoquetardabanenregresar, lasdejépor lapaz.Losúnicosquenodejaronnuncadevenirfueronlosaguacerosdemediadosdeaño,yesosventarronesquesoplanenfebreroyque le vuelan a uno la cobija a cada rato. De vez en cuanto, también, venían loscuervosvolandomuybajitoygraznandofuertecomosicreyeranestarenalgúnlugardeshabitado.

AsísiguieronlascosastodavíadespuésdequesemurieronlosTorricos.Antes, desde aquí, sentado donde ahora estoy, se veía claramenteZapotlán. En

cualquierhoradeldíaydelanochepodíaverselamanchitablancadeZapotlánallálejos.Peroahoralasjarillashancrecidomuytupidoy,pormásqueelairelasmuevedeunladoparaotro,nodejanvernadadenada.

Me acuerdo de antes, cuando los Torricos venían a sentarse aquí también y seestabanacuclillandohorasyhorashastaeloscurecer,mirandoparaallásincansarse,como si el lugar este les sacudiera suspensamientoso elmitotede ir a pasearse aZapotlán.Sólodespuéssupequenopensabaneneso.Únicamenteseponíanaverelcamino: aquel ancho callejón arenoso que se podía seguir con la mirada desde elcomienzohastaqueseperdíaentrelosocotesdelcerrodelaMediaLuna.

Yo nunca conocí a nadie que tuviera un alcance de vista como el de RemigioTorrico.Eratuerto.Peroelojonegroymediocerradoquelequedabaparecíaacercartantolascosas,quecasi las traía juntoasusmanos.Ydeallíasaberquébultossemovían por el camino no había ninguna diferencia.Así, cuando su ojo se sentía agustoteniendoenquiénrecargarlamirada,losdosselevantabandesudivisaderoydesaparecíandelaCuestadelasComadresporalgúntiempo.

Eran losdías enque todo seponíadeotromodo aquí entre nosotros.Lagentesacabadelascuevasdelmontesusanimalitosy los traíaaamarrarensuscorrales.Entoncessesabíaquehabíaborregosyguajolotes.Yerafácilvercuántosmontonesdemaízydecalabazasamarillasamanecíanasoleándoseenlospatios.Elvientoqueatravesabaloscerroseramásfríoqueotrasveces;pero,nosesabíaporqué,todosallídecían que hacíamuy buen tiempo. Y uno oía en la madrugada que cantaban losgalloscomoencualquierlugartranquilo,yaquelloparecíacomosisiemprehubierahabidopazenlaCuestadelasComadres.

LuegovolvíanlosTorricos.Avisabanqueveníandesdeantesquellegaran,porquesusperrossalíanalacarreraynoparabandeladrarhastaencontrarlos.Ynadamáspor los ladridos todos calculaban la distancia y el rumbo por donde irían a llegar.Entonceslagenteseapurabaaesconderotravezsuscosas.

SiemprefueasíelmiedoquetraíanlosdifuntosTorricoscadavezqueregresaban

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alaCuestadelasComadres.Pero yo nunca llegué a tenerles miedo. Era buen amigo de los dos y a veces

hubieraqueridoserunpocomenosviejoparametermeen los trabajosenqueellosandaban.Sinembargo,yanoservíayoparamucho.Medicuentaaquellanocheenque les ayudé a robar aun arriero.Entoncesmedi cuentadequeme faltaba algo.Como que la vida que yo tenía estaba yamuy desperdiciada y no aguantabamásestirones.Deesomedicuenta.

FuecomoamediadosdelasaguascuandolosTorricosmeconvidaronparaquelesayudaraatraerunosterciosdeazúcar.Yoibaunpocoasustado.Primero,porqueestaba cayendo una tormenta de esas en que el agua parece escarbarle a uno pordebajodelospies.Después,porquenosabíaadondeiba.Decualquiermodo,allíviyolaseñaldequenoestabahechoyaparaandarenandanzas.

LosTorricosmedijeronquenoestabalejosellugardondeíbamos.«Encosadeuncuartodehoraestamosallá»,medijeron.PerocuandoalcanzamoselcaminodelaMediaLunacomenzóaoscurecerycuandollegamosadondeestabaelarrieroerayaaltalanoche.

El arriero no se paró a ver quién venía. Seguramente estaba esperando a losTorricosyporesonolellamólaatenciónvernosllegar.Esopensé.Perotodoelratoquetrajinamosdeaquíparaalláconlosterciosdeazúcar,elarrieroseestuvoquieto,agazapadoentreelzacatal.EntoncesledijeesoalosTorricos.Lesdije:

—Ésequeestáallítiradopareceestarmuertooalgoporelestilo.—No, nada más ha de estar dormido—me dijeron ellos—. Lo dejamos aquí

cuidando,perosehadehabercansadodeesperarysedurmió.Yo fui y le di una patada en las costillas para que despertara; pero el hombre

siguióigualdetirante.—Estábienmuerto—lesvolvíadecir.—No,notecreas,nomásestátantitoatarantadoporqueOdilónledioconunleño

enlacabeza,perodespuésselevantará.Yaverásqueencuantosalgaelsolysientaelcalorcito, se levantará muy aprisa y se irá en seguida para su casa. ¡Agárrate eseterciodeallíyvámonos!—Fuetodoloquemedijeron.

Yaporúltimolediunaúltimapatadaalmuertitoysonóigualquesiselahubieradadoauntroncoseco.Luegomeechélacargaalhombroymevinepordelante.LosTorricos me venían siguiendo. Los oí que cantaban durante largo rato, hasta queamaneció. Cuando amaneció dejé de oírlos. Ese aire que sopla tantito antes de lamadrugadasellevólosgritosdesucanciónyyanopudesabersimeseguían,hastaqueoípasarportodosladoslosladridosencarreradosdesusperros.

DeesemodofuecomosupequécosasibanaespiartodaslastardeslosTorricos,sentadosjuntoamicasadelaCuestadelasComadres.

ARemigioTorricoyolomaté.

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Yaparaentoncesquedabapocagenteentrelosranchos.Primerosehabíanidodeuno en uno; pero los últimos casi se fueron en manada. Ganaron y se fueron,aprovechando la llegada de las heladas. En años pasados llegaron las heladas yacabaronconlassiembrasenunasolanoche.Yesteañotambién.Poresosefueron.Creyeron seguramente que al año siguiente sería lomismo y parece que ya no sesintieronconganasdeseguirsoportandolascalamidadesdeltiempotodoslosañosylacalamidaddelosTorricostodoeltiempo.

Así que, cuando yomaté a Remigio Torrico, ya estaba bien vacía de gente laCuestadelasComadresylaslomasdelosalrededores.

Estosucediócomoenoctubre.Meacuerdoquehabíaunalunamuygrandeymuyllena de luz, porque yo me senté afuerita de mi casa a remendar un costal todoagujerado,aprovechandolabuenaluzdelaluna,cuandollegóelTorrico.

Hadehaberandadoborracho.Semepusoenfrenteysebamboleabadeunladoparaotro,tapándomeydestapándomelaluzqueyonecesitabadelaluna.

—Irladereandonoesbueno—medijodespuésdemuchorato—.Amímegustanlascosasderechas,ysiatinotegustan,ahitelohaiga,porqueyohevenidoaquíaenderezarlas.

Yo seguí remendado mi costal. Tenía puestos todos mis ojos en coserle losagujeros,ylaagujadearríatrabajabamuybiencuandolaalumbrabalaluzdelaluna.Seguroporesocreyóqueyonomepreocupabadeloquedecía:

—Atiteestoyhablando—megritó,ahorasíyacorajudo—.Biensabesaloquehevenido.

Meespantéunpococuandosemeacercóymegritóaquellocasiabocadejarro.Sinembargo, tratédeverle lacaraparasaberdequé tamañoerasucorajeyme lequedémirando,comopreguntándoleaquéhabíavenido.

Esosirvió.Yamáscalmadosesoltódiciendoquealagentecomoyohabíaqueagarrarladesprevenida.

—Semesecalabocaalestartehablandodespuésdeloquehiciste—medijo—;peroeratanamigomíomihermanocomotúysóloporesovineaverte,avercómosacasenclarolodelamuertedeOdilón.

Yolooíayamuybien.Dejéaunladoelcostalymequedéoyéndolosinhacerotracosa.

Supecómomeechabaamílaculpadehabermatadoasuhermano.Peronohabíasidoyo.Meacordabaquiénhabíasido,yyoselohubieradicho,aunqueparecíaqueélnomedejaríalugarparaplaticarlecómoestabanlascosas.

—Odilónyyo llegamosapelearnosmuchasveces—siguiódiciéndome—.Eraalgodurodeentendederasy legustabaencararsecontodos,peronopasabadeallí.Conunoscuantosgolpessecalmaba.Yesoesloquequierosaber:sitedijoalgo,otequisoquitaralgo,oquéfueloquepasó.Pudoserquetehayaqueridogolpearytúle

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madrugaste.Algodeesohadehabersucedido.Yosacudílacabezaparadecirlequeno,queyonoteníanadaquever…—Oye—meatajóelTorrico—,Odilónllevabaesedíacatorcepesosenlabolsa

delacamisa.Cuandololevanté,loesculquéynoencontréesoscatorcepesos.Luegoayersupequetehabíascompradounafrazada.

Yesoeracierto.Yomehabíacompradounafrazada.Viqueseveníanmuyaprisalosfríosyelgabánqueyoteníaestabayatoditohechogarras,poresofuiaZapotlánaconseguirunafrazada.Peroparaesohabíavendidoelpardechivosquetenía,ynofueconloscatorcepesosdeOdilónconloquelacompré.Élpodíaverquesielcostalsehabíallenadodeagujerossedebióaquetuvequellevarmealchivitochiquitoallímetido,porquetodavíanopodíacaminarcomoyoquería.

—Sábetedeunavezpor todasquepiensopagarmeloquelehicieronaOdilón,seaquienseaelquelomató.Yyoséquiénfue—oíquemedecíacasiencimademicabeza.

—¿Demodoquefuiyo?—lepregunté.—¿Yquiénmás?Odilónyyoéramossinvergüenzasyloquetúquieras,ynodigo

queno llegamosamatar anadie;peronunca lohicimospor tanpoco.Eso sí te lodigoati.

La luna grande de octubre pegaba de lleno sobre el corral ymandaba hasta lapareddemicasalasombralargadeRemigio.Loviquesemovíaendireccióndeuntejocoteyqueagarrabaelguangoqueyosiempreteníarecargadoallí.Luegoviqueregresabaconelguangoenlamano.

Peroalquitarseéldeenfrente,laluzdelalunahizobrillarlaagujadearría,queyohabíaclavadoenelcostal.

Ynoséporqué,perodeprontocomencéa tenerunafemuygrandeenaquellaaguja.Poreso,alpasarRemigioTorricopormilado,desensartélaagujaysinesperarotracosaselahundíaélcerquitadelombligo.Selahundíhastadondelecupo.Yallíladejé.

Luegoluegoseengarruñócomocuandodaelcólicoycomenzóaacalambrarsehasta doblarse poco a poco sobre las corvas y quedar sentado en el suelo, todoenteleridoyconelsustoasomándoseleporelojo.

Porunmomentopareciócomoqueseibaaenderezarparadarmeunmachetazoconelguango;perosegurosearrepintióonosupoyaquéhacer,soltóelguangoyvolvióaengarruñarse.Nadamásesohizo.

Entoncesviquesele ibaentristeciendolamiradacomosicomenzaraasentirseenfermo.Hacíamuchoquenometocabaverunamiradaasídetristeymeentrólalástima.Poresoaprovechéparasacarlelaagujadearríadelombligoymetérselamásarribita,allídondepenséquetendríaelcorazón.Ysí,allílotenía,porquenomásdiodosotresrespingoscomounpollodescabezadoyluegosequedóquieto.

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Yadebíahaberestadomuertocuandoledije:—Mira, Remigio,me has de dispensar, pero yo nomaté a Odilón. Fueron los

Alcaraces.Yoandabaporallícuandoélsemurió,peromeacuerdobiendequeyonolomaté.Fueronellos,todalafamiliaenteradelosAlcaraces.Seledejaronirencima,y cuando yo me di cuenta, Odilón estaba agonizando. Y ¿sabes por qué?ComenzandoporqueOdilónnodebíahaberidoaZapotlán.Esotúlosabes.Tardeotempranoteníaquepasarlealgoenesepueblo,dondehabíatantosqueseacordabanmuchodeél.YtampocolosAlcaracesloquerían.Nitúniyopodemossaberquéfueahacerélameterseconellos.

«Fuecosadeunderepente.YoacababadecomprarmizarapeyyaibadesalidacuandotuhermanoleescupióuntragodemezcalenlacaraaunodelosAlcaraces.Éllohizoporjugar.Seveíaquelohabíahechopordivertirse,porqueloshizoreíratodos.Perotodosestabanborrachos.OdilónylosAlcaracesytodos.Ydeprontoseleecharonencima.SacaronsuscuchillosyseleapeñuscaronyloaporrearonhastanodejardeOdilóncosaquesirviera.Deesomurió.

«Comoves,nofuiyoelquelomató.Quisieraquetedierascabalcuentadequeyonomeentrometíparanada.

EsoledijealdifuntoRemigio.Ya la luna sehabíametidodel otro ladode los encinos cuandoyo regresé a la

CuestadelasComadresconlacanastapizcadoravacía.Antesdevolverlaaguardar,lediunascuantaszambullidasenelarroyoparaqueseleenjuagaralasangre.YolaibaanecesitarmuyseguidoynomehubieragustadoverlasangredeRemigioacadarato.

Meacuerdoqueesopasóalláporoctubre,alaalturadelasfiestasdeZapotlán.Ydigoquemeacuerdoque fueporesosdías,porqueenZapotlánestabanquemandocohetes, mientras que por el rumbo donde tiré a Remigio se levantaba una granparvadadezopilotesacadatronidoquedabanloscohetes.Deesomeacuerdo.

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ESQUESOMOSMUYPOBRESAquí todo va demal en peor. La semana pasada semuriómi tía Jacinta, y el

sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza,comenzóallovercomonunca.Amipapáesolediocoraje,porquetodalacosechadecebadaestabaasoleándoseenelsolar.Yelaguacerollegóderepente,engrandesolasdeagua,sindarnostiemponisiquieraaesconderaunquefueraunmanojo;loúnicoquepudimoshacer,todoslosdemicasa,fueestarnosarrimadosdebajodeltejaban,viendo cómo el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tanreciéncortada.

Yapenasayer,cuandomihermanaTachaacababadecumplirdoceaños,supimosquelavacaquemipapáleregalóparaeldíadesusantoselahabíallevadoelrío.

Elríocomenzóacrecerhacetresnoches,aesodelamadrugada.Yoestabamuydormidoy,sinembargo,elestruendoquetraíaelríoalarrastrarsemehizodespertarenseguidaypegarelbrincodelacamaconmicobijaenlamano,comosihubieracreído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me volví adormir,porquereconocíelsonidodelríoyporqueesesonidosefuehaciendoigualhastatraermeotravezelsueño.

Cuandome levanté, lamañana estaba llena de nublazones y parecía que habíaseguidolloviendosinparar.Senotabaenqueelruidodelríoeramásfuerteyseoíamáscerca.Seolía,comosehueleunaquemazón,elolorapodridodelaguarevuelta.

Alahoraenquemefuiaasomar,elríoyahabíaperdidosusorillas.Ibasubiendopocoapocoporlacallereal,yestabametiéndoseatodaprisaenlacasadeesamujerqueledicenlaTambora.Elchapaleodelaguaseoíaalentrarporelcorralyalsalirengrandeschorrosporlapuerta.LaTambora ibayveníacaminandoporloqueerayaunpedazoderío,echandoalacallesusgallinasparaquesefueranaesconderaalgúnlugardondenolesllegaralacorriente.

Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado,quiénsabedesdecuándo,eltamarindoqueestabaenelsolardemitíaJacinta,porqueahorayanoseveningúntamarindo.Eraelúnicoquehabíaenelpueblo,yporesonomáslagentesedacuentadequelacrecienteestaquevemoseslamásgrandedetodaslasquehabajadoelríoenmuchosaños.

Mihermanayyovolvimosairporlatardeamiraraquelamontonaderodeaguaquecadavezsehacemásespesayoscurayquepasayamuyporencimadedondedebeestarelpuente.Allínosestuvimoshorasyhorassincansarnosviendolacosaaquella.Despuésnossubimosporlabarranca,porquequeríamosoírbienloquedecíala gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidazal y sólo se ven las bocas demuchosqueseabrenysecierranycomoquequierendeciralgo;peronoseoyenada.Por eso nos subimos por la barranca, donde también hay gente mirando el río y

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contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que el río se habíallevadoalaSerpentina,lavacaesaqueerademihermanaTachaporquemipapáselaregalóparaeldíadesucumpleañosyqueteníaunaorejablancayotracoloradaymuybonitosojos.

NoacabodesaberporquéseleocurriríaalaSerpentinapasarelríoeste,cuandosabíaquenoeraelmismoríoqueellaconocíadeadiario.LaSerpentinanuncafuetanatarantada.Lomásseguroesquehadehabervenidodormidaparadejarsematarasí nomás por nomás. Amímuchas vecesme tocó despertarla cuando le abría lapuertadelcorral,porquesino,desucuenta,allísehubieraestadoeldíaenteroconlosojoscerrados,bienquietaysuspirando,comoseoyesuspiraralasvacascuandoduermen.

Yaquíhadehabersucedidoesodequesedurmió.Talvezseleocurriódespertaral sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas.Tal vez entonces se asustó ytrató de regresar; pero al volverse se encontró entreverada y acalambrada entreaquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bramó pidiendo que leayudaran.BramócomosóloDiossabecómo.

Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no había vistotambiénalbecerritoqueandabaconella.Peroelhombredijoquenosabíasilohabíavisto. Sólo dijo que la vacamanchada pasó patas arribamuy cerquita de donde élestabayqueallídiounavolteretayluegonovolvióaverniloscuernosnilaspatasniningunaseñaldevaca.Porel río rodabanmuchos troncosdeárbolescon todoyraícesyélestabamuyocupadoensacar leña,demodoquenopodíafijarsesierananimalesotroncoslosquearrastraba.

Nomásporeso,nosabemossielbecerroestávivo,osisefuedetrásdesumadreríoabajo.Siasífue,queDioslosamparealosdos.

Laapuraciónque tienenenmi casa es loquepueda suceder el díademañana,ahoraquemihermanaTachasequedósinnada.Porquemipapáconmuchostrabajoshabía conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mihermana,conelfindequeellatuvierauncapitalitoynosefueraairdepirujacomolohicieronmisotrasdoshermanaslasmásgrandes.

Segúnmipapá,ellassehabíanechadoaperderporqueéramosmuypobresenmicasayellas eranmuy retobadas.Desdechiquillasyaeran rezongonas.Y tan luegoque crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosasmalas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando lasllamabanaaltashorasde lanoche.Despuéssalíanhastadedía. Ibancada ratoporagua al río y a veces, cuando unomenos se lo esperaba, allí estaban en el corral,revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepadoencima.

Entoncesmipapálascorrióalasdos.Primerolesaguantótodoloquepudo;pero

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mástardeyanopudoaguantarlasmásylesdiocarreraparalacalle.EllassefueronparaAyutlaonoséparadonde;peroandandepirujas.

Por eso le entra lamortificación ami papá, ahora por la Tacha, que no quierevaya a resultar como sus otras dos hermanas, al sentir que se quedó muy pobreviendolafaltadesuvaca,viendoqueyanovaatenerconquéentretenersemientrasle da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer parasiempre. Y eso ahora va a estar difícil. Con la vaca era distinto, pues no hubierafaltado quien se hiciera el ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse tambiénaquellavacatanbonita.

Laúnicaesperanzaquenosquedaesqueelbecerroestétodavíavivo.Ojalánoselehayaocurridopasarelríodetrásdesumadre.Porquesiasífue,mihermanaTachaestátantitoasíderetiradodehacersepiruja.Ymamánoquiere.

MimamánosabeporquéDios lahacastigado tantoaldarleunashijasdeesemodo,cuandoensufamilia,desdesuabuelaparaacá,nuncahahabidogentemala.Todos fueroncriadosenel temordeDiosyeranmuyobedientesyno lecometíanirreverenciasanadie.Todosfueronporelestilo.Quiénsabededóndelesvendríaaesepardehijassuyasaquelmalejemplo.Ellanoseacuerda.Ledavueltaatodossusrecuerdosynoveclarodóndeestuvosumaloelpecadodenacerleunahijatrasotraconlamismamalacostumbre.Noseacuerda.Ycadavezquepiensaenellas,lloraydice:«QueDioslasamparealasdos.»

Peromipapáalegaqueaquelloyanotieneremedio.Lapeligrosaeslaquequedaaquí, la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unoscomienzosdesenosqueprometensercomolosdesushermanas:puntiagudosyaltosymedioalborotadosparallamarlaatención.

—Sí —dice—, le llenará los ojos a cualquiera donde quiera que la vean. Yacabarámal;comoqueestoyviendoqueacabarámal.

Ésaeralamortificacióndemipapá.YTachalloraalsentirquesuvacanovolveráporqueselahamatadoelrío.Está

aquí,amilado,consuvestidocolorderosa,mirandoelríodesdelabarrancaysindejarde llorar.Porsucaracorrenchorretesdeaguasuciacomosiel ríosehubierametidodentrodeella.

Yolaabrazotratandodeconsolarla,peroellanoentiende.Lloraconmásganas.Desubocasaleun ruidosemejantealquesearrastrapor lasorillasdel río,que lahace temblarysacudirse todita,y,mientras, lacrecientesiguesubiendo.ElsaborapodridoquevienedeallásalpicalacaramojadadeTachaylosdospechitosdeellasemuevendearribaabajo,sinparar,comosiderepentecomenzaranahincharseparaempezaratrabajarporsuperdición.

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ELHOMBRELos pies del hombre se hundieron en la arena, dejando una huella sin forma,

comosifueralapezuñadealgúnanimal.Treparonsobrelaspiedras,engarruñándoseal sentir la inclinación de la subida, luego caminaron hacia arriba, buscando elhorizonte.

«Pies planos—dijo el que lo seguía—.Y un dedo demenos. Le falta el dedogordoenelpieizquierdo.Noabundanfulanosconestasseñas.Asíqueseráfácil.»

La vereda subía, entre yerbas, llena de espinas y demalasmujeres. Parecía uncaminodehormigasdetanangosto.Subíansinrodeoshaciaelcielo.Seperdíaalláyluegovolvíaaaparecermáslejos,bajouncielomáslejano.

Lospiessiguieronlavereda,sindesviarse.Elhombrecaminóapoyándoseenloscallosdesustalones,raspandolaspiedrasconlasuñasdesuspies,rasguñándoselosbrazos,deteniéndoseencadahorizonteparamedirsufin:«Noelmío,sinoeldeél»,dijo.Yvolviólacabezaparaverquiénhabíahablado.

Niunagotadeaire,sóloelecodesuruidoentrelasramasrotas.Desvanecidoafuerzadeiratientas,calculandosuspasos,aguantandohastalarespiración:«Voyaloquevoy»,volvióadecir.Ysupoqueeraélelquehablaba.

«Subió por aquí, rastrillando el monte—dijo el que lo perseguía—. Cortó lasramasconunmachete.Seconocequeloarrastrabaelansia.Yelansiadejahuellassiempre.Esoloperderá.»

Comenzó a perder el ánimo cuando las horas se alargaron y detrás de unhorizonte estaba otro y el cerro por donde subía no terminaba. Sacó elmachete ycortólasramasdurascomoraícesytronchólayerbadesdelaraíz.Mascóungargajomugrosoyloarrojóalatierraconcoraje.Sechupólosdientesyvolvióaescupir.Elcieloestabatranquiloalláarriba,quieto,trasluciendosusnubesentrelasiluetadelospalos guajes, sin hojas. No era tiempo de hojas. Era ese tiempo seco y roñoso deespinasydeespigassecasysilvestres.Golpeabaconansiasobrelosmatojosconelmachete:«Seamellaráconestetrabajito,mástevaledejarenpazlascosas.»

Oyóalláatrássupropiavoz.«Loseñalósupropiocoraje—dijoelperseguidor—.Élhadichoquiénes,ahora

sólofaltasaberdóndeestá.Terminarédesubirpordondesubió,despuésbajarépordonde bajó, rastreándolo hasta cansarlo. Y donde yo me detenga, allí estará. Searrodillaráymepediráperdón.Yyoledejaréirunbalazoenlanuca…Esosucederácuandoyoteencuentre.»

Llegóalfinal.Sóloelpurocielo,cenizo,medioquemadoporlanublazóndelanoche.Latierrasehabíacaídoparaelotrolado.Mirólacasaenfrentedeél,delaquesalía el último humo del rescoldo. Se enterró en la tierra blanda, recién removida.Tocó lapuertasinquerer,conelmangodelmachete.Unperro llegóy le lamió las

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rodillas,otromáscorrióasualrededormoviendolacola.Entoncesempujólapuertasólocerradaalanoche.

Elqueloperseguíadijo:«Hizounbuentrabajo.Nisiquieralosdespertó.Debióllegaraesodelauna,cuandoelsueñoesmáspesado;cuandocomienzanlossueños;después del "Descansen en paz", cuando se suelta la vida enmanos de la noche ycuandoelcansanciodelcuerporaspalascuerdasdeladesconfianzaylasrompe.»

«Nodebímatarlosatodos—dijoelhombre—.Almenosnoatodos.»Esofueloquedijo.

Lamadrugadaestabagris,llenadeairefrío.Bajóhaciaelotrolado,resbalándoseporelzacatal.Soltóelmacheteque llevaba todavíaapretadoen lamanocuandoelfríoleentumeciólasmanos.Lodejóallí.Loviobrillarcomounpedazodeculebrasinvida,entrelasespigassecas.

Elhombrebajóbuscandoelrío,abriendounanuevabrechaentreelmonte.Muyabajoelríocorremullendosusaguasentresabinosflorecidos;meciendosu

espesacorrienteensilencio.Caminaydavueltassobresímismo.Vayvienecomounaserpentinaenroscadasobrelatierraverde.Nohaceruido.Unopodríadormirallí,junto a él, y alguien oiría la respiración de uno, pero no la del río.La hiedra bajadesdelosaltossabinosysehundeenelagua,juntasusmanosyformatelarañasqueelríonodeshaceenningúntiempo.

Elhombreencontrólalíneadelríoporelcoloramarillodelossabinos.Nolooía.Sóloloveíaretorcersebajolassombras.Viovenirlaschachalacas.Latardeanteriorse habían ido siguiendo el sol, volando en parvadas detrás de la luz.Ahora el solestabaporsaliryellasregresabandenuevo.

Se persignó hasta tres veces. «Discúlpenme», les dijo. Y comenzó su tarea.Cuandollegóal tercero,lesalíanchorretesdelágrimas.Otalvezerasudor.Cuestatrabajomatar.Elcueroescorreoso.Sedefiendeaunquesehagaalaresignación.Yelmacheteestabamellado:«Ustedesmehandeperdonar»,volvióadecirles.

«Sesentóenlaarenadelaplaya—esodijoelqueloperseguía—.Sesentóaquíynosemovióporunlargorato.Esperóaquedespejaranlasnubes.Peroelsolnosalióese día, ni al siguiente.Me acuerdo.Fue el domingo aquel en que sememurió elreciénnacidoyfuimosaenterrarlo.Noteníamostristeza,sólotengomemoriadequeelcieloestabagrisydeque lasfloresque llevamosestabandesteñidasymarchitascomosisintieranlafaltadelsol.»

«Elhombreese sequedóaquí, esperando.Allí estaban sushuellas: elnidoquehizo junto a los matorrales; el calor de su cuerpo abriendo un pozo en la tierrahúmeda.»

«Nodebíhabermesalidodelavereda—pensóelhombre—.Poralláyahubierallegado.Pero es peligroso caminar por donde todos caminan, sobre todo llevandoestepesoqueyollevo.Estepesosehadeverporcualquierojoquememire;sehade

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vercomosi jueraunahinchazónrara.Yoasí losiento.Cuandosentíquemehabíacortadoundedo,lagentelovioyyono,hastadespués.Asíahora,aunquenoquiera,tengo que tener alguna señal. Así lo siento, por el peso, o tal vez el esfuerzo mecansó.»Luego añadió: «Nodebímatarlos a todos;me hubiera conformado con elqueteníaquematar;peroestabaoscuroylosbultoseraniguales…Despuésdetodo,asídeamuchoslescostarámenoselentierro.»

«Tecansarásprimeroqueyo.Llegaréadondequieresllegarantesquetúestésallí—dijoelqueibadetrásdeél—.Mesédememoriatusintenciones,quiéneresydedóndeeresyadondevas.Llegaréantesquetúllegues.»

«Éstenoesellugar—dijoelhombrealverelrío—.Locruzaréaquíyluegomásallá y quizá salga a la misma orilla. Tengo que estar al otro lado, donde no meconocen,dondenuncaheestadoynadiesabedemí;luegocaminaréderecho,hastallegar.Deallínadiemesacaránunca.»

Pasaronmásparvadasdechachalacas,graznandocongritosqueensordecían.«Caminaré más abajo. Aquí el río se hace un enredijo y puede devolverme a

dondenoquieroregresar.»«Nadie teharádañonunca,hijo.Estoyaquíparaprotegerte.Poresonacíantes

quetúymishuesosseendurecieronprimeroquelostuyos.»Oía suvoz, supropiavoz, saliendodespaciode suboca.La sentía sonar como

unacosafalsaysinsentido.¿Porquéhabríadichoaquello?Ahorasuhijoseestaríaburlandodeél.Otalvez

no.«Talvezestéllenoderencorconmigoporhaberlodejadosoloennuestraúltimahora. Porque era también la mía; era únicamente la mía. Él vino por mí. No losbuscabaaustedes,simplementeerayoelfinaldesuviaje,lacaraqueélsoñabavermuerta, restregada contra el lodo, pateaday pisoteadahasta la desfiguración. Igualqueloqueyohiceconsuhermano;perolohicecaraacara,JoséAlcancía,frenteaélyfrentea tiy túnomás llorabasy temblabasdemiedo.Desdeentoncessupequiéneras y cómo vendrías a buscarme. Te esperé unmes, despierto de día y de noche,sabiendoquellegaríasarastras,escondidocomounamalavíbora.Yllegastetarde.Yyo también llegué tarde. Llegué detrás de ti. Me entretuvo el entierro del reciénnacido.Ahoraentiendo.Ahoraentiendoporquésememarchitaron las floresen lamano.»

«No debí matarlos a todos —iba pensando el hombre—. No valía le penaecharmeeseterciotanpesadoenmiespalda.Losmuertospesanmásquelosvivos;loaplastanauno.Debíadehaberlostentaleadodeunoporunohastadarconél;lohubieraconocidoporelbigote;aunqueestabaoscurohubierasabidodóndepegarleantesquese levantara…Despuésde todo,asíestuvomejor.Nadie los lloraráyyoviviréenpaz.Lacosaesencontrarelpasoparairmedeaquíantesquemeagarrelanoche.»

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Elhombreentróalaangosturadelríoporlatarde.Elsolnohabíasalidoentodoel día, pero la luz sehabíaborneado, volteando las sombras; por eso supoque eradespuésdelmediodía.

«Estás atrapado—dijo el que iba detrás de él y que ahora estaba sentado a laorilladelrío—.Tehasmetidoenunatolladero.Primerohaciendotufechoríayahorayendohacialoscajones,haciatupropiocajón.Notienecasoquetesigahastaallá.Tendrásqueregresarencuantoteveasencañonado.Teesperaréaquí.Aprovecharéeltiempo para medir la puntería, para saber dónde te voy a colocar la bala. Tengopacienciaytúnolatienes,asíqueésaesmiventaja.Tengomicorazónqueresbalayda vueltas en su propia sangre, y el tuyo está desbaratado, revenido y lleno depudrición. Ésa es también mi ventaja. Mañana estarás muerto, o tal vez pasadomañanaodentrodeochodías.Noimportaeltiempo.Tengopaciencia.»

Elhombrevioqueelríoseencajonabaentrealtasparedesysedetuvo.«Tendréqueregresar»,dijo.

El río en estos lugares es anchoy hondoy no tropieza con ninguna piedra. Seresbala en un cauce como de aceite espeso y sucio. Y de vez en cuando se tragaalgunaramaensusremolinos,sorbiéndolasinqueseoiganingúnquejido.

«Hijo—dijoelqueestabasentadoesperando—:notienecasoquetedigaqueelquetematóestámuertodesdeahora.¿Acasoyoganaréalgoconeso?Lacosaesqueyonoestuvecontigo.¿Dequésirveexplicarnada?Noestabacontigo.Esoestodo.Ni con ella. Ni con él. No estaba con nadie; porque el recién nacido nome dejóningunaseñalderecuerdo.»

Elhombrerecorrióunlargotramoríoarriba.En la cabeza le rebotaban burbujas de sangre. «Creí que el primero iba a

despertar a los demás con su estertor, por eso me di prisa.» «Discúlpenme laapuración»,lesdijo.Ydespuéssintióqueelgorgoreoaqueleraigualalronquidodelagentedormida;poresosepusotanencalmacuandosalióalanochedeafuera,alfríodeaquellanochenublada.

Parecíavenirhuyendo.Traíaunaporcióndelodoenlaszancas,queyanisesabíacuáleraelcolordesuspantalones.

Lo vi desde que se zambulló en el río.Apechugó el cuerpo y luego se dejó ircorrienteabajo,sinmanotear,comosicaminarapisandoenelfondo.Despuésrebalsólaorillaypuso sus trapos a secar.Lovique temblabade frío.Hacía airey estabanublado.

Me estuve asomando desde el boquete de la cerca dondeme tenía el patrón alencargodesusborregos.Volvíaymirabaaaquelhombresinqueélsemaliciaraquealguienloestabaespiando.

Se apalancó en sus brazos y se estuvo estirando y aflojando su humanidad,dejando orear el cuerpo para que se secara. Luego se enjaretó la camisa y los

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pantalonesagujerados.Viqueno traíamacheteniningúnarma.Sólo lapura fundaquelecolgabadelacintura,huérfana.

Miróyremirópara todos ladosysefue.Yya ibayoaenderezarmeparaarriarmisborregos,cuandolovivolverconlamismatrazadedesorientado.

Semetióotravezalrío,enelbrazodeenmedio,deregreso.«¿Quétrairáestehombre?»,mepregunté.Ynada.Seechódevueltaalríoylacorrientesesoltózangoloteándolocomoun

reguilete, y hasta por poco y se ahoga.Diomuchosmanotazos y por fin no pudopasarysalióalláabajo,echandobuchesdeaguahastadesentriparse.

Volvióahacerlaoperacióndesecarseenpelotayluegoarrendóríoarribaporelrumbodedondehabíavenido.

Quemelodieranahorita.Desaberloquehabíahecholohubieraapachurradoapedradasynisiquierameentraríaelremordimiento.

Ya lo decía yo que era un juilón.Con sólo verle la cara. Pero no soy adivino,señor licenciado. Sólo soy un cuidador de borregos y hasta si usted quiere algomiedosocuandodalaocasión.Aunque,comousteddice, lopudemuybienagarrardesprevenidoyunapedradabiendadaenlacabezalohubieradejadoallítieso.Ustedniquiénseloquitequetienelarazón.

Esoquemecuentadetodaslasmuertesquedebíayqueacababadeefectuar,nomeloperdono.Megustamatarmatones,créameusted.Noeslacostumbre;perosehadesentirsabrosoayudarleaDiosaacabarconesoshijosdelmal.

Lacosaesquenotodoquedóallí.Lovivenirdenuevacuentaaldíasiguiente.Peroyotodavíanosabíanada.¡Dehaberlosabido!

Lovivenirmásflacoqueeldíaantes,conlosgüesosafueritadelpellejo,conlacamisarasgada.Nocreíquefueraél,asíestabadedesconocido.

Loconocíporelarrastredesusojos:medioduros,comoquelastimaban.Lovibeberaguayluegohacerbuchescomoquienestáenjuagándoselaboca;peroloquepasabaeraquesehabíatragadounbuenpuñodeajolotes,porqueelcharcodondesepusoasorbererabajitoyestabaplagadodeajolotes.Debíadetenerhambre.

Levilosojos,queerandosagujerososcuroscomodecueva.Semearrimóymedijo:«¿Sontuyasesasborregas?»Yyoledijequeno.«Son

dequienlasparió»,esoledije.Nolehizogracialacosa.Nisiquierapelóeldiente.Sepegóalamásovachonade

misborregasyconsusmanoscomotenazasleagarrólaspatasylesorbióelpezón.Hastaacáseoíanlosbalidosdelanimal;peroélnolasoltaba,seguíachupeychupehastaquesehastiódemamar.Condecirlequetuvequeecharlecriolinaenlasubresparaqueseledesinflamaranynoselefueranainfestarlosmordiscosqueelhombrelehabíadado.

¿Diceustedquematóa toditita la familiade losUrquidi?Dehaberlosabido lo

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atajoapurosleñazos.Pero uno es ignorante. Uno vive remontado en el cerro, sinmás trato que los

borregos,ylosborregosnosabendechismes.Y al otro día se volvió a aparecer.Al llegar yo, llegó él. Y hasta entramos en

amistad.Me contó que no era de por aquí, que era de un lugarmuy lejos; pero que no

podíaandaryaporquelefallabanlaspiernas:«Caminoycaminoynoandonada.Seme doblan las piernas de la debilidad.Ymi tierra está lejos,más allá de aquelloscerros.»Mecontóquesehabíapasadodosdíassincomermásquepurosyerbajos.Esomedijo.

¿DiceustedquenipiedadleentrócuandomatóalosfamiliaresdelosUrquidi?Dehaberlosabidosehabríaquedadoenjuicioyconlabocaabiertamientrasestababebiéndoselalechedemisborregas.

Peronoparecíamalo.Mecontabadesumujerydesuschamacos.Ydelolejosqueestabandeél.Sesorbíalosmocosalacordarsedeellos.

Yestabareflaco,comotrasijado.Todavíaayersecomióunpedazodeanimalquesehabíamuertodel relámpago.Parteamaneciócomidadeseguropor lashormigasarrierasylapartequequedóéllatatemóenlasbrasasqueyoprendíaparacalentarmelastortillasylediofin.Ruñólosgüesoshastadejarlospelones.

«Elanimalitomuriódeenfermedad»,ledijeyo.Perocomosinimeoyera.Selotragóenterito.Teníahambre.Perodiceustedqueacabóconlavidadeesagente.Dehaberlosabido.Loquees

serignoranteyconfiado.Yonosoymásqueborregueroydeahíenmásnosénada.¡Con decirle que se comíamismismas tortillas y que las embarraba enmimismoplato!

¿Demodoqueoraquevengoadecirleloquesé,yosalgoencubridor?Posorasí.¿Ydiceustedquemevaameterenlacárcelporesconderaeseindividuo?Niqueyofueraelquematóalafamiliaesa.Yosólovengoadecirlequeallíenuncharcodelríoestáundifunto.Yustedmealegaquedesdecuándoycómoesydequémodoesesedifunto.Yoraqueyoselodigo,salgoencubridor.Posorasí.

Créameusted,señorlicenciado,quedehabersabidoquiéneraaquelhombrenome hubiera faltado elmodo de hacerlo perdedizo. ¿Pero yo qué sabía?Yo no soyadivino.Él solomepedía de comer ymeplaticaba de susmuchachos, chorreandolágrimas.

Yahorasehamuerto.Yocreíquehabíapuestoasecarsustraposentrelaspiedrasdel río;peroeraél,enterito,elqueestabaallíbocaabajo,con lacarametidaenelagua.Primerocreíquesehabíadobladoalempinarsesobreelríoynohabíapodidoyaenderezarlacabezayqueluegosehabíapuestoaresollaragua,hastaquelevilasangre coaguladaque le salíapor la bocay lanuca repletade agujeros como si lo

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hubierantaladrado.Yonovoyaaveriguareso.Sólovengoadecirleloquepasó,sinquitarniponernada.Soyborregueroynosédeotrascosas.

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ENLAMADRUGADASanGabrielsaledelanieblahúmedoderocío.Lasnubesdelanochedurmieron

sobreelpueblobuscandoelcalordelagente.Ahoraestáporsalirelsolylanieblaselevantadespacio,enrollandosusábana,dejandohebrasblancasencimadelostejados.Unvaporgris,apenasvisible,subedelosárbolesydelatierramojadaatraídoporlasnubes; pero se desvanece en seguida.Ydetrás de él aparece el humonegro de lascocinas, oloroso a encino quemado, cubriendo el cielo de cenizas. Allá lejos loscerrosestántodavíaensombras.

Unagolondrinacruzólascallesyluegosonóelprimertoquedelalba.Laslucesseapagaron.Entoncesunamanchacomodetierraenvolvióalpueblo,

quesiguióroncandounpocomás,adormecidoenelcolordelamanecer.Por el camino de Jiquilpan, bordeado de camichines, el viejo Esteban viene

montadoenellomodeunavaca,arreandoelganadodelaordeña.Sehasubidoallípara que no le brinquen a la cara los chapulines. Se espanta los zancudos con susombreroydevezencuandointentachiflar,consubocasindientes,alasvacas,paraquenosequedenrezagadas.Ellascaminanrumiando,salpicándoseconelrocíodelahierba.Lamañanaestáaclarando.OyelascampanadasdelalbaenSanGabrielysebaja de la vaca, arrodillándose en el suelo y haciendo la señal de la cruz con losbrazosextendidos.

Unalechuzagraznaenelhuecodelosárbolesyentoncesélbrincadenuevoallomodelavaca;sequitalacamisaparaqueconelaireselevayaelsusto,ysiguesucamino.

«Una,dos,diez»,cuentalasvacasalestarpasandoelguardaganadoquehayalaentrada del pueblo. A una de ellas la detiene por las orejas y le dice estirando latrompa:«Oratevanadesahijar,motilona.Llorasiquieres;peroeselúltimodíaqueverásatubecerro.»Lavacalomiraconsusojostranquilos,selosacudeconlacolaycaminahaciadelante.

Estándandolaúltimacampanadadelalba.NosesabesilasgolondrinasvienendeJiquilpanosalendeSanGabriel;sólose

sabequevanyvienenzigzagueando,mojándoseelpechoenel lododeloscharcossinperder elvuelo; algunas llevanalgoenelpico, recogenel lodocon lasplumastimonerasysealejan,saliéndosedelcamino,perdiéndoseenelsombríohorizonte.

Lasnubes estánya sobre lasmontañas, tandistantes, que sóloparecenparchesgrisesprendidosalasfaldasdeaquelloscerrosazules.

El viejo Estebanmira las serpentinas de colores que corren por el cielo: rojas,anaranjadas,amarillas.Lasestrellassevanhaciendoblancas.Lasúltimaschispasseapaganybrotaelsol,entero,poniendogotasdevidrioenlapuntadelahierba.

«Yoteníaelombligofríodetraerloalaire.Yanomeacuerdoporqué.Lleguéal

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zaguándelcorralynomeabrieron.Sequebrólapiedraconlaqueestuvetocandolapuerta y nadie salió. Entonces creí que mi patrón don Justo se había quedadodormido.Nolesdijenadaalasvacas,nilesexpliquénada;mefuisinquemevieran,paraquenofueranaseguirme.Busquédondeestuvierabajitalabardayporallímetrepé y caí al otro lado, entre los becerros. Y ya estaba yo quitando la tranca delzaguán cuandovi al patróndon Justo que salía de donde estaba el tapanco, con laniñaMargaritadormidaen susbrazosyqueatravesabael corral sinverme.Yomeescondíhastahacermeperdedizoarrejolándomecontra lapared,ydeseguronomevio.Almenosesocreí.»

ElviejoEstebandejóentrarlasvacasunaporuna,mientraslasordeñaba.Dejóalúltimoa ladesahijada,queseestuvobrameybrame,hastaqueporpura lástima ladejóentrar.«Porúltimavez—ledijo—;míraloylengüetéalo;míralocomosifueraamorir. Estás ya por parir y todavía te encariñas con este grandullón.» Y a él:«Saboréalasnomás,queyanosontuyas; tedaráscuentadequeesta lecheeslechetiernacomoparaunreciénnacido.»Ylediodepatadascuandovioquemamabadelascuatrotetas.«Teromperélasjetas,hijoderes.»

«YlehubierarotoelhocicosinohubierasurgidoporallíelpatróndonJusto,quemedio de patadas amí para queme calmara.Me zurró una sarta de porrazos quehastamequedédormidoentrelaspiedras,conloshuesostronándomedetanzafadosquelostenía.Meacuerdoquedurétodoesedíaenteleridoysinpodermovermeporlahinchazónquemeresultódespuésyporelmuchodolorquetodavíamedura.

»¿Qué pasó luego?Yo no lo supe.No volví a trabajar con él. Ni yo ni nadie,porqueesemismodíasemurió.¿Nolosabíausted?Melovinieronadeciramicasa,mientrasestabaacostadoenelcatre,conlaviejaallíamiladoponiéndomefomentosycataplasmas.Mellegaronconeseaviso.Yquedizqueyolohabíamatado,dijeronlosdíceres.Bienpudoser;peroyonomeacuerdo. ¿Nocreeustedquemataraunprójimodejarastros?Losdebededejar,ymástratándosedeunsuperiordeuno.Perodesdeelmomentoquemetienenaquíenlacárcelporalgohadeser,¿nocreeusted?Aunque,mire,yobienquemeacuerdodehastaelmomentoquelepeguéalbecerroydecuandoelpatrónsemevinoencima,hastaallívamuybienlamemoria;despuéstodo está borroso. Siento queme quedé dormido de a tiro y que cuando despertéestabaenmicatre,conlaviejaallíamiladoconsolándomedemisdolenciascomosiyo fuera un chiquillo y no este viejo desportillado que yo soy. Hasta le dije: ¡Yacállate!Meacuerdomuybienqueselodije,¿cómonoibaaacordarmedequehabíamatadoaunhombre?Y,sinembargo,dicenquematéadonJusto.¿Conquédicenque lo maté? ¿Que dizque con una piedra, verdad? Vaya, menos mal, porque sidijeranquehabíasidoconuncuchilloestaríanzafados,porqueyonocargocuchillodesdequeeramuchachoydeesohaceyaunabuenahileradeaños.»

JustoBrambiladejóasusobrinaMargaritasobrelacama,cuidandodenohacer

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ruido.Enlapiezacontiguadormíasuhermana,tullidadesdehacíadosaños,inmóvil,con su cuerpo hecho de trapo; pero siempre despierta. Solamente tenía un rato desueño,alamanecer;entoncessedormíacomosiseentregaraalamuerte.

Despertabaalsalirelsol,ahora.CuandoJustoBrambiladejabaelcuerpodormidodeMargaritasobrelacama,ellacomenzabaaabrirlosojos.Oyólarespiracióndesuhija ypreguntó: «¿Dóndehas estado anoche,Margarita?»Yantesque comenzaranlos gritos que acabarían por despertarla. Justo Brambila abandonó el cuarto, ensilencio.

Eranlasseisdelamañana.SedirigióalcorralparaabrirleelzaguánalviejoEsteban.Pensótambiénensubir

altapanco,paradeshacerlacamadondeélyMargaritahabíanpasadolanoche.«Sielseñorcuraautorizaraesto,yomecasaríaconella;peroestoysegurodequearmaráunescándalosiselopido.Diráqueesunincestoynosexcomulgaráalosdos.Másvaledejarlascosasensecreto.»EnesoibapensandocuandoseencontróalviejoEstebanpeleándose con el becerro,metiendo susmanos comode alambre en el hocico delanimal y dándole de patadas en la cabeza. Parecía que el becerro ya estabaderrengadoporquerestregabasuspatasenelsuelosinpoderenderezarse.

Corrió y agarró al viejo por el cuello y lo tiró contra las piedras, dándole depuntapiésygritándolecosasdelasqueélnuncaconociósualcance.Despuéssintióqueselenublabalacabezayquecaíarebotadocontraelempedradodelcorral.Quisolevantarseyvolvióacaer,yaltercerintentosequedóquieto.Unanublazónnegralecubriólamiradacuandoquisoabrirlosojos.Nosentíadolor,sólounacosanegraquelefueoscureciendoelpensamientohastalaoscuridadtotal.

ElviejoEstebanselevantóyaaltoelsol.Sefuecaminandoatientas,quejándose.Nose supocómoabrió lapuertay seechóa lacalle.Nose supocómo llegóa sucasa,llevandolosojoscerrados,dejandoaquelreguerodesangreportodoelcamino.Llegóyserecostóensucatreyvolvióadormirse.

Serían las once de lamañana cuando entróMargarita en el corral, buscando aJusto Brambila, llorando porque su madre le había dicho después de muchosermonearlaqueeraunaprostituta.

EncontróaJustoBrambilamuerto.«Que dizque yo lomaté.Bien pudo ser. Pero también pudo ser que él se haya

muertodecoraje.Teníamuymalgenio.Todoleparecíamal:queestabansucioslospesebres;quelaspilasnoteníanagua;quelasvacasestabanreflacas.Todoleparecíamal;hastaqueyoestuvieraflaconolegustaba.Ycómonoibaaestarflacosiapenascomía.Simelapasabaenunpuroviajeconlasvacas:lasllevabaaJiquilpan,dondeélhabíacompradounpotrerodepasturas;esperabaaquecomierany luegome lastraía de vuelta para llegar con ellas de madrugada. Aquello parecía una eternaperegrinación.

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»Yahorayaveusted,metienendetenidoenlacárcelyquemevana juzgar lasemanaqueentraporquecriminéadonJusto.Yonomeacuerdo;perobienpudoser.Quizálosdosestábamosciegosynonosdimoscuentadequenosmatábamosunoalotro.Bien pudo ser.Lamemoria, a esta edadmía, es engañosa; por eso yo le doygraciasaDios,porquesi acabancon todasmis facultades,yanopierdomucho,yaquecasinomequedaninguna.Yencuantoamialma,puesahi tambiénaÉlse laencomiendo.»

SobreSanGabrielestababajandootravezlaniebla.Enloscerrosazulesbrillabatodavíaelsol.Unamanchadetierracubríaelpueblo.Despuésvinolaoscuridad.Esanochenoencendieron las luces,de luto,puesdonJustoeraeldueñode la luz.Losperros aullaron hasta el amanecer. Los vidrios de colores de la iglesia estuvieronencendidoshastaelamanecerconlaluzdeloscirios,mientrasvelabanelcuerpodeldifunto.Voces demujeres cantaban en el semisueño de la noche: «Salgan, salgan,salgan,ánimasdepenas»,convozdefalsete.Ylascampanasestuvierondoblandoamuertotodalanoche,hastaelamanecer,hastaquefueroncortadasporel toquedelalba.

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TALPANataliasemetióentrelosbrazosdesumadreyllorólargamenteallíconunllanto

quedito. Era un llanto aguantado por muchos días, guardado hasta ahora queregresamos a Zenzontla y vio a su madre y comenzó a sentirse con ganas deconsuelo.

Sinembargo,antes,entrelostrabajosdetantosdíasdifíciles,cuandotuvimosqueenterraraTaniloenunpozodelatierradeTalpa,sinquenadienosayudara,cuandoella y yo, los dos solos, juntamos nuestras fuerzas y nos pusimos a escarbar lasepultura desenterrando los terrones con nuestras manos —dándonos prisa paraesconderprontoaTanilodentrodelpozoyquenosiguieraespantandoyaanadieconelolordesuairellenodemuerte—,entoncesnolloró.

Nidespués,al regreso,cuandonosvinimoscaminandodenochesinconocerelsosiego,andandoatientascomodormidosypisandoconpasosqueparecíangolpessobrelasepulturadeTanilo.Eneseentonces,Nataliaparecíaestarendurecidaytraerelcorazónapretadoparanosentirlobullirdentrodeella.Perodesusojosnosalióningunalágrima.

Vinoallorarhastaaquí,arrimadaasumadre;sóloparaacongojarlayquesupieraque sufría, acongojándonos de paso a todos, porqueyo también sentí ese llanto deelladentrodemícomosiestuvieraexprimiendoeltrapodenuestrospecados.

PorquelacosaesqueaTaniloSantosentreNataliayyolomatamos.LollevamosaTalpaparaquesemuriera.Ysemurió.Sabíamosquenoaguantaríatantocamino;pero,asíytodo,lollevamosempujándoloentrelosdos,pensandoacabarconélparasiempre.Esohicimos.

LaideadeiraTalpasaliódemihermanoTanilo.Aélseleocurrióprimeroqueanadie. Desde hacía años que estaba pidiendo que lo llevaran. Desde hacía años.Desdeaqueldíaenqueamanecióconunasampollasmoradasrepartidasenlosbrazosylaspiernas.Cuandodespuéslasampollasseleconvirtieronenllagaspordondenosalíanadadesangreysíunacosaamarillacomogomadecopalquedestilabaaguaespesa.Desdeentoncesmeacuerdomuybienquenosdijocuántomiedosentíadenoteneryaremedio.ParaesoqueríairaveralaVirgendeTalpa;paraqueEllaconsumirada le curara sus llagas.Aunque sabía queTalpa estaba lejos y que tendríamosquecaminarmuchodebajodelsoldelosdíasydelfríodelasnochesdemarzo,asíytodoqueríair.LaVirgencitaledaríaelremedioparaaliviarsedeaquellascosasquenuncasesecaban.Ellasabíahacereso:lavarlascosas,ponerlotodonuevodenuevacuentacomouncamporeciénllovido.Yaallí,frenteaElla,seacabaríansusmales;nadaledoleríanilevolveríaadolermás.Esopensabaél.

Y de eso nos agarramosNatalia y yo para llevarlo.Yo tenía que acompañar aTanilo porque era mi hermano. Natalia tendría que ir también, de todos modos,

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porqueerasumujer.Teníaqueayudarlollevándolodelbrazo,sopesándoloalaidaytalvezalavueltasobresushombros,mientrasélarrastrarasuesperanza.

Yo ya sabía desde antes lo que había dentro deNatalia. Conocía algo de ella.Sabía,porejemplo,quesuspiernasredondas,durasycalientescomopiedrasalsoldelmediodía,estabansolasdesdehacíatiempo.Yaconocíayoeso.Habíamosestadojuntosmuchasveces;perosiemprelasombradeTanilonosseparaba:sentíamosquesusmanosampolladassemetíanentrenosotrosyse llevabanaNataliaparaque losiguieracuidando.Yasíseríasiempremientrasélestuvieravivo.

YoséahoraqueNataliaestáarrepentidadeloquepasó.Yyotambiénloestoy;pero eso no nos salvará del remordimiento ni nos dará ninguna paz ya nunca.NopodrátranquilizarnossaberqueTanilosehubieramuertodetodosmodosporqueyale tocaba, y que de nada había servido ir a Talpa, tan allá tan lejos; pues casi essegurodequesehubieramuertoigualalláqueaquí,oquizátantitodespuésaquíqueallá,porquetodoloquesemortificóporelcamino,ylasangrequeperdiódemás,yel corajey todo, todas esas cosas juntas fueron lasque lomataronmáspronto.Lomalo está en que Natalia y yo lo llevamos a empujones, cuando él ya no queríaseguir, cuando sintió que era inútil seguir y nos pidió que lo regresáramos. Aestironeslolevantábamosdelsueloparaquesiguieracaminando,diciéndolequeyanopodíamosvolveratrás.

«EstáyamáscercaTalpaqueZenzontla.»Esoledecíamos.PeroentoncesTalpaestabatodavíalejos;másalládemuchosdías.

Loquequeríamoseraquesemuriera.NoestápordemásdecirqueesoeraloquequeríamosdesdeantesdesalirdeZenzontlayencadaunadelasnochesquepasamosenelcaminodeTalpa.Esalgoquenopodemosentenderahora;peroentonceseraloquequeríamos.Meacuerdomuybien.

Me acuerdomuy bien de esas noches. Primero nos alumbrábamos con ocotes.Después dejábamos que la ceniza oscureciera la lumbrada y luego buscábamosNatalia y yo la sombra de algo para escondernos de la luz del cielo. Así nosarrimábamosalasoledaddelcampo,fueradelosojosdeTaniloydesaparecidosenla noche.Y la soledad aquella nos empujabauno al otro.Amímeponía entre losbrazos el cuerpo de Natalia y a ella eso le servía de remedio. Sentía como sidescansara; se olvidaba demuchas cosas y luego se quedaba adormecida y con elcuerposumidoenungranalivio.

Siempresucedíaquelatierrasobrelaquedormíamosestabacaliente.YlacarnedeNatalia,laesposademihermanoTanilo,secalentabaenseguidaconelcalordelatierra.Luegoaquellosdoscaloresjuntosquemabanylohacíanaunodespertardesusueño.Entoncesmismanosibandetrásdeella;ibanyveníanporencimadeesecomorescoldo que era ella; primero suavemente, pero después la apretaban como siquisieranexprimirlelasangre.Asíunayotravez,nochetrasnoche,hastaquellegaba

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lamadrugadayelvientofríoapagabalalumbredenuestroscuerpos.EsohacíamosNataliayyoaun ladodel caminodeTalpa, cuando llevamosaTaniloparaque laVirgenloaliviara.

Ahoratodohapasado.Tanilosealivióhastadevivir.Yanopodrádecirnadadeltrabajo tangrandeque le costabavivir, teniendoaquel cuerpocomoemponzoñado,llenopordentrodeaguapodridaquelesalíaporcadarajaduradesuspiernasodesusbrazos. Unas llagas así de grandes, que se abrían despacito, muy despacito, paraluegodejarsaliraborbotonesunairecomodecosaechadaaperderqueatodosnosteníaasustados.

Peroahoraqueestámuertolacosasevedeotromodo.AhoraNatalialloraporél,tal vez para que él vea, desde donde está, todo el gran remordimiento que llevaencimadesualma.ElladicequehasentidolacaradeTaniloestosúltimosdías.Eraloúnicoqueservíadeélparaella;lacaradeTanilo,humedecidasiempreporelsudorenquelodejabaelesfuerzoparaaguantarsusdolores.Lasintióacercándosehastasuboca, escondiéndose entre sus cabellos, pidiéndole, con una voz apenitas, que loayudara.Dice que le dijo que ya se había curado por fin; que ya no lemolestabaningúndolor.«Yapuedoestarcontigo,Natalia.Ayúdameaestarcontigo»,dizqueesoledijo.

AcabábamosdesalirdeTalpa,dedejarloallíenterradobienhondoenaquelcomosurcoprofundoquehicimosparasepultarlo.

YNataliaseolvidódemídesdeentonces.Yosécómolebrillabananteslosojoscomosi fuerancharcosalumbradospor la luna.Perodeprontosedestiñeron, se leborrólamiradacomosilahubieranrevolcadoenlatierra.Ypareciónoveryanada.Todo loque existíapara ella era elTanilode ella, que ellahabía cuidadomientrasestuvovivoylohabíaenterradocuandotuvoquemorirse.

Tardamos veinte días en encontrar el camino real de Talpa. Hasta entonceshabíamos venido los tres solos.Desde allí comenzamos a juntarnos con gente quesalíadetodaspartes;quehabíadesembocadocomonosotrosenaquelcaminoanchoparecidoalacorrientedeunrío,quenoshacíaandararastras,empujadosportodoslados como si nos llevaran amarrados con hebras de polvo. Porque de la tierra selevantaba,conelbullirde lagente,unpolvoblancocomo tamodemaízquesubíamuyaltoyvolvíaacaer;perolospiesalcaminarlodevolvíanylohacíansubirdenuevo;asíatodashorasestabaaquelpolvoporencimaydebajodenosotros.Yarribade esta tierra estaba el cielo vacío, sin nubes, sólo el polvo; pero el polvo no daningunasombra.

Teníamosqueesperaralanocheparadescansardelsolydeaquellaluzblancadelcamino.

Luego los días fueron haciéndosemás largos.Habíamos salido de Zenzontla amediadosdefebrero,yahoraquecomenzabamarzoamanecíamuypronto.Apenassi

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cerrábamoslosojosaloscurecer,cuandonosvolvíaadespertarelsol,elmismosolqueparecíaacabarsedeponerhacíaunrato.

Nuncahabíasentidoquefueramáslentayviolentalavidacomocaminarentreunamontonaderodegente;igualquesifuéramosunherviderodegusanosapelotonadosbajoelsol,retorciéndonosentrelacerrazóndelpolvoquenosencerrabaatodosenlamismaveredaynosllevabacomoacorralados.Losojosseguíanlapolvareda;dabanen el polvo como si tropezaran contra algo que no se podía traspasar. Y el cielosiempregris,comounamanchagrisypesadaquenosaplastabaatodosdesdearriba.Sólo a veces, cuando cruzábamos algún río, el polvo era más alto y más claro.Zambullíamos la cabeza acalenturada y renegrida en el agua verde, y por unmomentodetodosnosotrossalíaunhumoazul,parecidoalvaporquesaledelabocaconelfrío.Peropoquitodespuésdesaparecíamosotravezentreveradosenelpolvo,cobijándonosunosaotrosdelsol,deaquelcalordelsolrepartidoentretodos.

Algún día llegará la noche. En eso pensábamos. Llegará la noche y nospondremosadescansar.Ahorasetratadecruzareldía,deatravesarlocomoseaparacorrerdelcalorydelsol.Despuésnosdetendremos.Después.Loque tenemosquehacerpor loprontoesesfuerzo trasesfuerzopara irdeprisadetrásde tantoscomonosotrosydelantedeotrosmuchos.Deesose trata.Yadescansaremosbienabiencuandoestemosmuertos.

EnesopensábamosNataliayyoyquizá tambiénTanilo,cuando íbamosporelcamino real de Talpa, entre la procesión; queriendo llegar los primeros hasta laVirgen,antesqueseleacabaranlosmilagros.

Pero Tanilo comenzó a ponersemásmalo. Llegó un rato en que ya no queríaseguir.Lacarnedesuspiessehabíareventadoyporlareventazónaquellaempezóasalírsele la sangre.Lo cuidamos hasta que se puso, bueno. Pero, así y todo, ya noqueríaseguir:

«MequedaréaquísentadoundíaodosyluegomevolveréaZenzontla.»Esonosdijo.

PeroNataliayyonoquisimos.HabíaalgodentrodenosotrosquenonosdejabasentirningunalástimaporningúnTanilo.QueríamosllegarconélaTalpa,porqueaesas alturas, así como estaba, todavía le sobraba vida. Por esomientrasNatalia leenjuagabalospiesconaguardienteparaqueseledeshincharan, ledabaánimos.LedecíaquesólolaVirgendeTalpalocuraría.Ellaeralaúnicaquepodíahacerqueélsealiviaraparasiempre.Ellanadamás.HabíaotrasmuchasVírgenes;perosóloladeTalpaeralabuena.EsoledecíaNatalia.

YentoncesTaniloseponíaallorarconlágrimasquehacíansurcoentreelsudorde su cara y después se maldecía por haber sido malo. Natalia le limpiaba loschorretesdelágrimasconsurebozo,yentreellayyolelevantábamosdelsueloparaquecaminaraotroratomás,antesquellegaralanoche.

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Así,atirones,fuecomollegamosconélaTalpa.Ya en los últimos días también nosotros nos sentíamos cansados. Natalia y yo

sentíamosquesenosibadoblandoelcuerpoentremásymás.Eracomosialgonosdetuvieraycargaraunpesadobultosobrenosotros.Tanilosenoscaíamásseguidoyteníamos que levantarlo y a veces llevarlo sobre los hombros. Tal vez de esoestábamoscomoestábamos:conelcuerpoflojoyllenodeflojeraparacaminar.Perolagentequeibaallíjuntoanosotrosnoshacíaandarmásaprisa.

Por las noches, aquel mundo desbocado se calmaba. Desperdigadas por todaspartesbrillaban las fogatasyenderredorde la lumbre lagentede laperegrinaciónrezabael rosario,con losbrazosencruz,mirandohaciaelcielodeTalpa.Yseoíacómoelvientollevabaytraíaaquelrumor,revolviéndolo,hastahacerdeélunsolomugido.Pocodespués todosequedabaquieto.Aesode lamedianochepodíaoírsequealguiencantabamuylejosdenosotros.Luegosecerrabanlosojosyseesperabasindormiraqueamaneciera.

EntramosaTalpacantandoelAlabado.HabíamossalidoamediadosdefebreroyllegamosaTalpaenlosúltimosdíasde

marzo,cuandoyamuchagenteveníaderegreso.TodosedebióaqueTanilosepusoahacerpenitencia.Encuantoseviorodeadodehombresquellevabanpencasdenopalcolgadascomoescapulario,éltambiénpensóenllevarlassuyas.Dioenamarrarselospiesunoconotrocon lasmangasdesucamisaparaquesuspasossehicieranmásdesesperados.Despuésquisollevarunacoronadeespinas.Tantitodespuéssevendólosojos,ymástarde,enlosúltimostrechosdelcamino,sehincóenlatierra,yasí,andandosobreloshuesosdesusrodillasyconlasmanoscruzadashaciaatrás,llegóaTalpa aquella cosa que era mi hermano Tanilo Santos; aquella cosa tan llena decataplasmasydehilososcurosdesangrequedejabaenelaire,alpasar,unoloragriocomodeanimalmuerto.

Y cuando menos acordamos lo vimos metido entre las danzas. Apenas si nosdimoscuentayyaestabaallí,conlalargasonajaenlamano,dandodurosgolpesenel suelo con sus pies amoratados y descalzos. Parecía todo enfurecido, como siestuviera sacudiendo el coraje que llevaba encima desde hacía tiempo; o como siestuvierahaciendounúltimoesfuerzoporconseguirvivirunpocomás.

TalvezalverlasdanzasseacordódecuandoibatodoslosañosaTolimán,enelnovenariodelSeñor,ybailabalanocheenterahastaquesushuesosseaflojaban,perosincansarse.Talvezdeesoseacordóyquisorevivirsuantiguafuerza.

Nataliayyolovimosasíporunmomento.Enseguidalovimosalzarlosbrazosyazotar su cuerpo contra el suelo, todavía con la sonaja repicando entre susmanossalpicadasdesangre.Losacamosarastras,esperandodefenderlodelospisotonesdelos danzantes; de entre la furia de aquellos pies que rodaban sobre las piedras ybrincabanaplastandolatierrasinsaberquealgosehabíacaídoenmediodeellos.

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Ahorcajadas,comosiestuvieratullido,entramosconélenlaiglesia.Natalialoarrodillójuntoaella,enfrentitodeaquellafiguritadoradaqueeralaVirgendeTalpa.YTanilocomenzóarezarydejóqueselecayeraunalágrimagrande,salidademuyadentro,apagándolelavelaqueNatalialehabíapuestoentresusmanos.Peronosediocuentadeesto;laluminariadetantasvelasprendidasqueallíhabíalecortóesacosaconlaqueunosesabedarcuentadeloquepasajuntoauno.Siguiórezandoconsuvelaapagada.Rezandoagritosparaoírquerezaba.

Peronolevalió.Semuriódetodosmodos.«…desdenuestroscorazonessaleparaEllaunasúplicaigual,envueltaeneldolor.

Muchas lamentaciones revueltas conesperanza.No se ensordece su ternurani antelos lamentos ni las lágrimas, pues Ella sufre con nosotros. Ella sabe borrar esamanchaydejarqueelcorazónsehagablanditoypuropararecibirsumisericordiaysucaridad.LaVirgennuestra,nuestramadre,quenoquieresabernadadenuestrospecados;queseecha laculpadenuestrospecados; laquequisiera llevarnosensusbrazos para que no nos lastime la vida, está aquí junto a nosotros, aliviándonos elcansancio y las enfermedades del alma y de nuestro cuerpo ahuatado, herido ysuplicante. Ella sabe que cada día nuestra fe es mejor porque está hecha desacrificios…»

Eso decía el señor cura desde allá arriba del pulpito. Y después que dejó dehablar, la gente se soltó rezando toda al mismo tiempo, con un ruido igual al demuchasavispasespantadasporelhumo.

PeroTaniloyanooyóloquehabíadichoelseñorcura.Sehabíaquedadoquieto,con la cabeza recargada en sus rodillas. Y cuando Natalia lo movió para que selevantarayaestabamuerto.

Afueraseoíaelruidodelasdanzas;lostamboresylachirimía;elrepiquedelascampanas.Yentoncesfuecuandomedioamítristeza.Vertantascosasvivas;veralaVirgenallí,meroenfrentedenosotrosdándonossusonrisa,yverporelotroladoaTanilocomosifueraunestorbo.Mediotristeza.

Peronosotroslollevamosallíparaquesemuriera,esoesloquenosemeolvida.AhoraestamoslosdosenZenzontla.Hemosvueltosinél.YlamadredeNatalia

nomehapreguntadonada;niquéhiceconmihermanoTanilo,ninada.Nataliasehapuestoallorarsobresushombrosylehacontadodeesamaneratodoloquepasó.

Y yo comienzo a sentir como si no hubiéramos llegado a ninguna parte; queestamosaquídepaso,paradescansar,yqueluegoseguiremoscaminando.Noséparadónde;perotendremosqueseguir,porqueaquíestamosmuycercadelremordimientoydelrecuerdodeTanilo.

Quizáhasta empecemosa tenernosmiedounoalotro.Esacosadenodecirnosnadadesdeque salimosdeTalpa tal vezquieradecir eso.Talvez losdos tenemosmuycercaelcuerpodeTanilo,tendidoenelpetateenrollado;llenopordentroypor

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fuera de un hervidero de moscas azules que zumbaban como si fuera un granronquidoquesalieradelabocadeél;deaquellabocaquenopudocerrarseapesardelosesfuerzosdeNataliaymíos,yqueparecíaquerer respirar todavíasinencontrarresuello.DeaquelTaniloaquienyanadaledolía,peroqueestabacomoadolorido,con las manos y los pies engarruñados y los ojos muy abiertos comomirando supropiamuerte.Yporaquíyporallátodassusllagasgoteandounaguaamarilla,llenadeaqueldolorquesederramabapor todos ladosysesentíaen laboca,comosiseestuvierasaboreandounamielespesayamargaquesederretíaenlasangredeunoacadabocanadadeaire.

Esdeesodeloquequizánosacordemosaquímásseguido:deaquelTaniloquenosotrosenterramosenelcamposantodeTalpa;alqueNataliayyoechamostierraypiedrasencimaparaquenolofueranadesenterrarlosanimalesdelcerro.

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ELLLANOENLLAMASYamataronalaperra,peroquedanlosperritos…

(Corridopopular)

«¡VivaPetroniloFlores!»Elgritosevinorebotandoporlosparedonesdelabarrancaysubióhastadonde

estábamosnosotros.Luegosedeshizo.Por un rato, el viento que soplaba desde abajo nos trajo un tumulto de voces

amontonadas,haciendounruidoigualalquehaceelaguacrecidacuandoruedasobrepedregales.Enseguida,saliendodeallámismo,otrogritotorcióporelrecododelabarranca, volvió a rebotar en los paredones y llegó todavía con fuerza junto anosotros:

«¡VivamigeneralPetroniloFlores!»Nosotrosnosmiramos.LaPerraselevantódespacio,quitóelcartuchoalacargadesucarabinayselo

guardóenlabolsadelacamisa.Despuéssearrimóadondeestaban«losCuatro»yles dijo: «¡Síganme, muchachos, vamos a ver qué toritos toreamos!» Los cuatrohermanosBenavidessefuerondetrásdeél,agachados;solamente laPerra ibabientieso,asomandolamitaddesucuerpoflacoporencimadelacerca.

Nosotros seguimos allí, sin movernos. Estábamos alineados al pie del lienzo,tiradospanzaarriba,comoiguanascalentándosealsol.

Lacercadepiedraculebreabamuchoal subirybajarpor las lomas,y ellos, laPerray«losCuatro»,ibantambiénculebreandocomosifueranconlospiestrabados.Así losvimosperdersedenuestrosojos.Luegovolvimos la caraparaverotravezhaciaarribaymiramoslasramasbajasdelosamólesquenosdabantantitasombra.

Olíaaeso:asombrarecalentadaporelsol.Aamólespodridos.Sesentíaelsueñodelmediodía.Laborucaqueveníadealláabajosesalíaacadaratodelabarrancaynossacudía

el cuerpo para que no nos durmiéramos.Y aunque queríamos oír, parando bien laoreja, sólo nos llegaba la boruca: un remolino demurmullos, como si se estuvieraoyendo de muy lejos el rumor que hacen las carretas al pasar por un callejónpedregoso.

De repente sonó un tiro. Lo repitió la barranca como si estuvieranderrumbándose. Eso hizo que las cosas despertaran: volaron los totochilos, esospájaroscoloradosquehabíamosestadoviendojugarentrelosamóles.Enseguidalaschicharras,quesehabíandormidoarasdelmediodía,tambiéndespertaronllenandolatierraderechinidos.

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—¿Quéfue?—preguntóPedroZamora,todavíamedioamodorradoporlasiesta.EntonceselChihuilaselevantóy,arrastrandosucarabinacomosifueraunleño,

seencaminódetrásdelosquesehabíanido.—Voyaverquéfueloquefue—dijoperdiéndosetambiéncomolosotros.Elchirriarde laschicharrasaumentóde talmodoquenosdejósordosynonos

dimoscuentadelahoraenqueellosaparecieronporallí.Cuandomenosacordamosaquí estaban ya, mero en frente de nosotros, todos desguarnecidos. Parecían ir depaso,ajuareadosparaotrosapurosynoparaestedeahorita.

Nosdimosvueltaylosmiramosporlamiradelastroneras.Pasaronlosprimeros,luegolossegundosyotrosmás,conelcuerpoechadopara

adelante, jorobadosdesueño.Lesrelumbrabalacaradesudor,comosi lahubieranzambullidoenelaguaalpasarporelarroyo.

Siguieronpasando.Llegó la señal. Se oyó un chiflido largo y comenzó la tracalera allá lejos, por

dondesehabíaidolaPerra.Luegosiguióaquí.Fue fácil. Casi tapaban el agujero de las troneras con su bulto, de modo que

aquelloeracomotirarlesabocadejarroyhacerlespegartamañorespingodelavidaalamuertesinqueapenassedierancuenta.

Peroestodurómuypoquito.Si acaso laprimeray la segundadescarga.Prontoquedóvacíoelhuecodelatronerapordonde,asomándoseuno,sóloseveíaalosqueestabanacostadosenmitaddelcamino,mediotorcidos,comosialguienloshubieravenidoatirarallí.Losvivosdesaparecieron.Despuésvolvieronaaparecer,peroporloprontoyanoestabanallí.

Paralasiguientedescargatuvimosqueesperar.Algunosdenosotrosgritó:«¡VivaPedroZamora!»Del otro lado respondieron, casi en secreto: «¡Sálvame patroncito! ¡Sálvame!

¡SantoNiñodeAtocha,socórreme!»Pasaron lospájaros.Bandadasde tordoscruzaronporencimadenosotroshacia

loscerros.Laterceradescarganosllegópordetrás.Brotódeellos,haciéndonosbrincarhasta

elotroladodelacerca,hastamásalládelosmuertosquenosotroshabíamosmatado.Luegocomenzólacorretizaporentrelosmatorrales.Sentíamoslasbalaspajueleándonoslostalones,comosihubiéramoscaídosobre

unenjambredechapulines.Ydevezencuando,ycadavezmásseguido,pegandomeroenmediodealgunodenosotrosquesequebrabaconuncrujidodehuesos.

Corrimos. Llegamos al borde de la barranca y nos dejamos descolgar por allícomosinosdespeñáramos.

Ellos seguían disparando. Siguieron disparando todavía después que habíamossubidohastaelotrolado,agatas,comotejonesespantadosporlalumbre.

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«¡Vivami general PetroniloFlores, hijos de la tal por cual!», nos gritaron otravez.Yelgritofuerebotandocomoeltruenodeunatormenta,barrancaabajo.

Nos quedamos agazapados detrás de unas piedras grandes y boludas, todavíaresollandofuerteporlacarrera.SolamentemirábamosaPedroZamorapreguntándoleconlosojosquéeraloquenoshabíapasado.Peroéltambiénnosmirabasindecirnosnada.Eracomosisenoshubieraacabadoelhablaatodosocomosilalenguasenoshubiera hecho bola como la de los pericos y nos costara trabajo soltarla para quedijeraalgo.

PedroZamoranosseguíamirando.Estabahaciendosuscuentasconlosojos;conaquellosojosqueéltenía,todosenrojecidos,comosilostrajerasiempredesvelados.Nos contaba de uno en uno. Sabía ya cuántos éramos los que estábamos allí, peroparecíanoestarsegurotodavía;poresonosrepasabaunavezyotrayotra.

Faltaban algunos: onceodoce, sin contar a laPerra y alChihuila y a los quehabían arrendado con ellos.ElChihuila bien pudiera ser que estuviera horquetadoarribadealgúnamolé,acostadosobresuretrocarga,aguardandoaquesefueranlosfederales.

LosJoseses,losdoshijosdelaPerra,fueronlosprimerosenlevantarlacabeza,luegoelcuerpo.PorfincaminarondeunladoaotroesperandoquePedroZamoralesdijeraalgo.Ydijo:

—Otroagarrecomoésteynosacaban.Enseguida,atragantándosecomosisetragaraunbuchedecoraje,lesgritóalos

Joseses:«¡Yaséquefaltasupadre,peroaguántense,aguántensetantito!¡Iremosporél!»

Una bala disparada de allá hizo volar una parvada de tildíos en la ladera deenfrente. Los pájaros cayeron sobre la barranca y revolotearon hasta cerca denosotros; luego, alvernos, seasustaron,dieronmediavuelta relumbrandocontraelsolyvolvieronallenardegritoslosárbolesdelaladeradeenfrente.

LosJosesesvolvieronallugardeantesyseacuclillaronensilencio.Así estuvimos toda la tarde.Cuandoempezóabajar lanoche llegóelChihuila

acompañado de uno de «los Cuatro». Nos dijeron que venían de allá abajo, de laPiedraLisa,peronosupierondecirnossiyasehabíanretiradolosfederales.Lociertoes que todo parecía estar en calma. De vez en cuanto se oían los aullidos de loscoyotes.

—¡Epa tú,Pichón!—medijoPedroZamora—.Tevoyadar laencomiendadequevayasconlosJoseseshastaPiedraLisayveanaverquélepasóa laPerra.Siestámuerto,posentiérrenlo.Yhaganlomismoconlosotros.Alosheridosdéjenlosencimadealgoparaquelosveanlosguachos;peronosetraigananadie.

—Esoharemos.Ynosfuimos.

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Los coyotes se oían más cerquita cuando llegamos al corral donde habíamosencerrado la caballada.Yanohabía caballos, sólo estabaunburro trasijadoqueyavivía allí desde antes que nosotros viniéramos. De seguro los federales habíancargadoconloscaballos.

Encontramosalrestode«losCuatro»detracitodeunosmatojos, lostresjuntos,encaramadosunoencimadeotrocomosi loshubieranapiladoallí.Lesalzamos lacabeza y se la zangoloteamos un poquito para ver si alguno daba todavía señales;perono, ya estabanbiendifuntos.En el aguaje estabaotrode losnuestros con lascostillasdefueracomosilohubieranmacheteado.Yrecorriendoellienzodearribaabajoencontramosunoaquíyotromásallá,casitodosconlacararenegrida.

—Aéstoslosremataron,notieneniqué—dijounodelosJoseses.Nos pusimos a buscar a la Perra; a no hacer caso de ningún otro sino de

encontraralamentadaPerra.Nodimosconél.«Se lo han de haber llevado—pensamos—. Se lo han de haber llevado para

enseñárseloalgobierno»;pero,aunasí,seguimosbuscandoportodaspartes,entreelrastrojo.Loscoyotesseguíanaullando.

Siguieronaullandotodalanoche.Pocosdíasdespués,enelArmería,alirpasandoelrío,nosvolvimosaencontrar

con Petronilo Flores. Dimos marcha atrás, pero ya era tarde. Fue como si nosfusilaran. PedroZamora pasó por delante haciendo galopar aquelmacho barcino ychaparritoqueeraelmejoranimalqueyohabíaconocido.Ydetrásdeél,nosotros,enmanada,agachadossobreelpescuezodeloscaballos.Detodosmodoslamatazónfuegrande.Nomedicuentadeprontoporquemehundíenelríodebajodemicaballomuerto,ylacorrientenosarrastróalosdos,lejos,hastaunremansobajitodeaguayllenodearena.

Aquél fue el último agarre que tuvimos con las fuerzas de Petronilo Flores.Despuésyanopeleamos.Paradecirmejor lascosas,ya teníamosalgún tiemposinpelear,sólodeandarhuyendoelbulto;poresoresolvimosremontarnoslospocosquequedamos,echándonosalcerroparaescondernosdelapersecución.Yacabamosporserunosgrupitos tan ralosqueyanadienos teníamiedo.Yanadiecorríagritando:«¡AllívienenlosdeZamora!»

HabíavueltolapazalLlanoGrande.Peronopormuchotiempo.Hacíacosadeochomesesqueestábamosescondidosenelescondrijodelcañón

delTozín,allídondeel ríoArmeríaseencajonadurantemuchashorasparadejarsecaer sobre la costa.Esperábamosdejar pasar los añospara luegovolver almundo,cuandoyanadieseacordaradenosotros.

Habíamoscomenzadoacriargallinasydevezencuandosubíamosalasierraenbuscadevenados.Éramoscinco,casicuatro,porqueaunodelosJosesesselehabía

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gangrenadounapiernaporelbalazoque ledieronabajitode lanalga,allá,cuandonosbalacearonpordetrás.

Estábamosallí,empezandoasentirqueyanoservíamosparanada.Ydenosaberquenoscolgaríanatodos,hubiéramosidoapacificarnos.

PeroenesoaparecióuntalArmandoAlcalá,queeraelquelehacíalosrecadosylascartasaPedroZamora.

Fuedemañanita,mientrasnosocupábamosendestazarunavaca,cuandooímosel pitido del cuerno. Venía demuy lejos, por el rumbo del Llano. Pasado un ratovolvióaoírse.Eracomoelbramidodeun toro:primeroagudo, luegoronco, luegootra vez agudo. El eco lo alargaba más y más y lo traía aquí cerca, hasta que elronroneodelríoloapagaba.

Y ya estaba para salir el sol, cuando el talAlcalá se dejó ver asomándose porentrelossabinos.Traíaterciadasdoscarrillerasconcartuchosdel«44»yenlasancasdesucaballoveníaatravesadounmontónderiflescomosifueraunamaleta.

Seapeódelmacho.Nosrepartiólascarabinasyvolvióahacerlamaletaconlasquelesobraban.

—Sinotienennadaurgentequehacerdehoyamañana,pónganselistosparasaliraSanBuenaventura.AllílosestáaguardandoPedroZamora.Enmientras,yovoyunpoquitomásabajoabuscaralosZanates.Luegovolveré.

Aldíasiguientevolvió,yadeatardecida.Ysí,conélveníanlosZanates.Se lesveía la cara prieta entre el pardear de la tarde. También venían otros tres que noconocíamos.

—Enelcaminoconseguiremoscaballos—nosdijo.Yloseguimos.Desdemucho antes de llegar aSanBuenaventura nos dimos cuenta de que los

ranchos estaban ardiendo. De las trojes de la hacienda se alzaba más alta lallamarada,comosiestuvieraquemándoseuncharcodeaguarrás.Laschispasvolabanysehacíanroscaenlaoscuridaddelcieloformandograndesnubesalumbradas.

Seguimos caminando de frente, encandilados por la luminaria de SanBuenaventura,comosialgonosdijeraquenuestrotrabajoeraestarallí,paraacabarconloquequedara.

Pero no habíamos alcanzado a llegar cuando encontramos a los primeros de acaballoqueveníanal trote,conlasogamorreadaenlacabezade lasillay tirando,unos,dehombrespialadosque,enratos,todavíacaminabansobresusmanos,yotros,dehombresalosqueyaseleshabíancaídolasmanosytraíandescolgadalacabeza.

Los miramos pasar. Más atrás venía Pedro Zamora y mucha gente a caballo.Muchamásgentequenunca.Nosdiogusto.

Daba gustomirar aquella larga fila de hombres cruzando el LlanoGrande otravez,comoenlostiemposbuenos.Comoalprincipio,cuandonoshabíamoslevantadode la tierracomohuizapolesmadurosaventadosporelviento,para llenarde terror

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todoslosalrededoresdelLlano.Hubountiempoqueasífue.Yahoraparecíavolver.De allí nos encaminamos hacia San Pedro. Le prendimos fuego y luego la

emprendimosrumboalPetacal.EralaépocaenqueelmaízyaestabaporpizcarseylasmilpasseveíansecasydobladasporlosventarronesquesoplanporestetiemposobreelLlano.Asíqueseveíamuybonitovercaminarelfuegoenlospotreros;verhecho una pura brasa casi todo el Llano en la quemazón aquella, con el humoonduladoporarriba;aquelhumoolorosoacarrizoyamiel,porquelalumbrehabíallegadotambiénaloscañaverales.

Y de entre el humo íbamos saliendo nosotros, como espantajos, con la caratiznada,arreandoganadodeaquíydealláparajuntarloenalgúnlugaryquitarleelpellejo.Éseeraahoranuestronegocio:loscuerosdeganado.

Porque,comonosdijoPedroZamora:«Estarevoluciónlavamosahacerconeldinerode losricos.Ellospagarán lasarmasy losgastosquecuesteestarevoluciónque estamos haciendo.Y aunque no tenemos por ahorita ninguna bandera por quépelear,debemosapurarnosaamontonardinero,paraquecuandovenganlastropasdelgobiernoveanquesomospoderosos.»Esonosdijo.

Ycuandoalfinvolvieronlastropas,sesoltaronmatándonosotravez,comoantes,aunquenoconlamismafacilidad.Ahoraseveíaaleguasquenosteníanmiedo.

Peronosotrostambiénlesteníamosmiedo.Eradeversecómosenosatorabanlosgüevosenelpescuezoconsólooírelruidoquehacíansusguarnicionesolaspezuñasdesuscaballosalgolpear laspiedrasdealgúncamino,dondeestábamosesperandopara tenderles una emboscada.Al verlos pasar, casi sentíamos que nosmirabandereojo y como diciendo: «Ya los venteamos, nomás nos estamos haciendodisimulados.»

Yasíparecíaser,porquedebuenasaprimerasseechabansobresuelo,afortinadosdetrásdesuscaballosynosresistíanallí,hastaqueotrosnosibancercandopoquitoapoco,agarrándonoscomoagallinasacorraladas.Desdeentoncessupimosqueaesepasonoíbamosadurarmucho,aunqueéramosmuchos.

Yesqueyano se tratabadeaquellagentedelgeneralUrbano,quenoshabíanechado al principio y que se asustaban a puros gritos y sombrerazos; aquelloshombres sacados a la fuerza de sus ranchos para que nos combatieran y que sólocuando nos veían poquitos se iban sobre nosotros. Ésos ya se habían acabado.Despuésvinieronotros;peroestosúltimoseranlospeores.AhoraerauntalOlachea,congenteaguantadorayentrona;conalteñostraídosdesdeTeocaltiche,revueltosconindiostepehuanes:unosindiosmechudos,acostumbradosanocomerenmuchosdíasy que a veces se estaban horas enteras espiándolo a uno con el ojo fijo y sinparpadear,esperandoaqueunoasomaralacabezaparadejarir,derechitoauno,unadeesasbalaslargasde«30-30»quequebrabanelespinazocomosiserompieraunaramapodrida.

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No tiene ni qué, que era más fácil caer sobre los ranchos en lugar de estaremboscandoa las tropasdelgobierno.Poresonosdesperdigamos,yconunpuñitoaquíyotromásalláhicimosmásperjuiciosquenunca,siemprealacarrera,pegandolapatadaycorriendocomomulasbrutas.

Y así, mientras en las faldas del volcán se estaban quemando los ranchos delJazmín, otros bajábamos de repente sobre los destacamentos, arrastrando ramas dehuizache y haciendo creer a la gente que éramos muchos, escondidos entre lapolvaredaylagriteríaquearmábamos.

Lossoldadosmejorsequedabanquietos,esperando.Estuvieronuntiempoyendodeunladoparaotro,yoraibanparaadelanteyoraparaatrás,comoatarantados.Ydesde aquí se veían las fogatas en la sierra, grandes incendios como si estuvieranquemandolosdesmontes.Desdeaquíveíamosarderdíaynochelascuadrillasylosranchosyavecesalgunospueblosmásgrandes,comoTuzamilpayZapotitlán,queiluminabanlanoche.YloshombresdeOlacheasalíanparaallá,forzandolamarcha;perocuandollegaban,comenzabaaarderTotolimispa,muyacá,muyatrásdeellos.

Erabonitoveraquello.Salirdeprontodelamarañadelostepemezquitescuandoyalossoldadosseibanconsusganasdepelear,yverlosatravesarelllanovacío,sinenemigo al frente, como si se zambulleran en el agua honda y sin fondo que eraaquellagranherraduradelLlanoencerradaentremontañas.

Quemamos el Cuastecomate y jugamos allí a los toros. A Pedro Zamora legustabamuchoestejuegodeltoro.

LosfederalessehabíanidoporelrumbodeAutlán,enbuscadeunlugarqueledicen La Purificación, donde según ellos estaba la nidada de bandidos de dondehabíamossalidonosotros.SefueronynosdejaronsolosenelCuastecomate.

Allíhubomododejugaraltoro.Seleshabíanquedadoolvidadosochosoldados,ademásdeladministradoryelcaporaldelahacienda.Fuerondosdíasdetoros.

Tuvimos que hacer un corralito redondo como esos que se usan para encerrarchivas,paraquesirvieradeplaza.Ynosotrosnossentamossobrelastrancasparanodejar salir a los toreros,quecorríanmuy fuerteencuantoveíanelverduguilloconquelosqueríacornearPedroZamora.

Losochosoldaditossirvieronparaunatarde.Losotrosdosparalaotra.Yelquecostómástrabajofueaquelcaporalflacoylargocomogarrochadeotate,queescurríael bulto sólo con ladearse unpoquito.En cambio, el administrador semurió luegoluego.Estabachaparritoyovachónynousóningunamañaparasacarleelcuerpoalverduguillo. Semuriómuy callado, casi sinmoverse y como si élmismo hubieraqueridoensartarse.Peroelcaporalsícostótrabajo.

PedroZamoraleshabíaprestadounacobijaacadauno,yésafuelacausadequealmenoselcaporalsehayadefendidotanbiendelosverduguillosconaquellapesadaygruesacobija;puesencuantosupoaquéatenerse,sededicóazangolotearlacobija

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contraelverduguilloqueseledejabairderecho,yasílocapoteóhastacansaraPedroZamora.Seveíaalasclaraslocansadoqueyaestabadeandarcorreteandoalcaporal,sin poder darle sino unos cuantos pespuntes.Yperdió la paciencia.Dejó las cosascomo estaban y, de repente, en lugar de tirar derecho como lo hacen los toros, lebuscó al delCuastecomate las costillas con el verduguillo, haciéndole aun lado lacobijaconlaotramano.Elcaporalpareciónodarsecuentadeloquehabíapasado,porquetodavíaanduvounbuenratosacudiendolafrazadadearribaabajocomosiseanduvieraespantandolasavispas.Sólocuandoviosusangredándolevueltaspor lacinturadejódemoverse.Seasustóytratódetaparseconsusdedoselagujeroqueselehabíahechoen lascostillas,pordonde lesalíaenunsolochorro lacosaaquellacoloradaquelohacíaponersemásdescolorido.Luegosequedótiradoenmediodelcorralmirándonos a todos.Y allí se estuvo hasta que lo colgamos, porque de otramanerahubieratardadomuchoenmorirse.

Desdeentonces,PedroZamorajugóaltoromásseguido,mientrashubomodo.Por ese tiempo casi todos éramos «abajeños», desdePedroZamora para abajo;

después se nos juntó gente de otras partes: los indios güeros de Zacoalco,zanconzotesyconcarascomoderequesón.Yaquellosotrosdelatierrafría,quesedecían de Mazamitla y que siempre andaban ensarapados como si a todas horasestuvierancayendolasaguasnieves.Aestosúltimosselesquitabaelhambreconelcalor, y por eso Pedro Zamora losmandó a cuidar el puerto de losVolcanes, alláarriba,dondenohabíasinopuraarenayrocaslavadasporelviento.PerolosindiosgüerosprontoseencariñaronconPedroZamoraynosequisieronseparardeél.Ibansiemprepegaditosaél,haciéndole sombray todos losmandadosqueélqueríaquehicieran.Aveceshastaserobabanlasmejoresmuchachasquehabíaenlospueblosparaqueélseencargaradeellas.

Me acuerdo muy bien de todo. De las noches que pasábamos en la sierra,caminandosinhacerruidoyconmuchasganasdedormir,cuandoyalastropasnosseguían de muy cerquita el rastro. Todavía veo a Pedro Zamora con su cobijasolferinaenrolladaenloshombroscuidandoqueningunosequedararezagado:

—¡Epa, tú, Pitasio, métele espuelas a ese caballo! ¡Y usté no se me duerma,Reséndiz,quelonecesitoparaplaticar!Sí,élnoscuidaba.Íbamoscaminandomeroenmediodelanoche,conlosojosaturdidosdesueñoyconlaideaida;peroél,quenos conocía a todos, nos hablaba para que levantáramos la cabeza. Sentíamosaquellosojosbienabiertosdeél,quenodormíanyqueestabanacostumbradosaverdenochey a conocernos en looscuro.Nos contaba a todos, deuno enuno, comoquienestá contandodinero.Luego se iba anuestro lado.Oíamos laspisadasde sucaballoysabíamosquesusojosestabansiemprealerta;poresotodos,sinquejarnosdelfríonidelsueñoquehacía,callados,loseguíamoscomosiestuviéramosciegos.

Perolacosasedescompusoporcompletodesdeeldescarrilamientodeltrenenla

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cuesta de Sayula. De no haber sucedido eso, quizá todavía estuviera vivo PedroZamorayelchinoAriasyelChihuilay tantosotros,y la revueltahubieraseguidopor el buen camino. Pero Pedro Zamora le picó la cresta al gobierno con eldescarrilamientodeltrendeSayula.

Todavíaveolaslucesdelasllamaradasquesealzabanallídondeapilaronalosmuertos.Losjuntabanconpalasoloshacíanrodarcomotroncoshastaelfondodelacuesta,ycuandoelmontónsehacíagrande,loempapabanconpetróleoyleprendíanfuego.Lajedentinaselallevabaelairemuylejos,ymuchosdíasdespuéstodavíasesentíaeloloramuertochamuscado.

Tantitoantesnosabíamosbienabienloqueibaasuceder.Habíamosregadodecuernosyhuesosdevacauntramolargodelavíay,porsiestofuerapoco,habíamosabiertolosrielesallídondeeltreniríaaentrarenlacurva.Hicimosesoyesperamos.

La madrugada estaba comenzando a dar luz a las cosas. Se veía ya casiclaramente a la gente apeñuscada en el techo de los carros. Se oía que algunoscantaban. Eran voces de hombres y demujeres. Pasaron frente a nosotros todavíamedio ensombrecidos por la noche, pero pudimos ver que eran soldados con susgalletas.Esperamos.Eltrennosedetuvo.

De haber querido lo hubiéramos tiroteado, porque el tren caminaba despacio yjadeaba como si a purospujidosquisiera subir la cuesta.Hubiéramospodidohastaplaticarconellosunrato.Perolascosaserandeotromodo.

Ellos empezaron a darse cuenta de lo que les pasaba cuando sintieronbambolearse los carros, cimbrarse el tren como si alguien lo estuviera sacudiendo.Luego la máquina se vino para atrás, arrastrada y fuera de la vía por los carrospesadosyllenosdegente.Dabaunossilbatazosroncosytristesymuylargos.Peronadielaayudaba.Seguíahaciaatrásarrastradaporaqueltrenalquenoseleveíafin,hastaquelefaltótierrayyéndosedeladocayóalfondodelabarranca.Entoncesloscarroslasiguieron,unotrasotro,atodaprisa,tumbándosecadaunoensulugaralláabajo. Después todo se quedó en silencio como si todos, hasta nosotros, noshubiéramosmuerto.Asípasóaquello.

Cuandolosvivoscomenzaronasalirdeentrelasastillasdeloscarros,nosotrosnosretiramosdeallí,acalambradosdemiedo.

Estuvimos escondidos varios días; pero los federales nos fueron a sacar denuestroescondite.Yanonosdieronpaz;nisiquieraparamascarunpedazodececinaenpaz.Hicieronquesenosacabaranlashorasdedormirydecomer,yquelosdíasylasnochesfueranigualesparanosotros.QuisimosllegaralcañóndelTozín;peroelgobiernollegóprimeroquenosotros.Faldeamoselvolcán.Subimosalosmontesmásaltos y allí, en ese lugar que le dicen elCamino deDios, encontramos otra vez algobiernotirandoamatar.Sentíamoscómobajabanlasbalassobrenosotros,enrachasapretadas,calentandoelairequenos rodeaba.Yhasta laspiedrasdetrásde lasque

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nos escondíamos se hacían trizas una tras otra como si fueran terrones. Despuéssupimosqueeranametralladorasaquellascarabinasconquedisparabanahorasobrenosotrosyquedejabanhechounacoladeraelcuerpodeuno;peroentoncescreímosqueeranmuchossoldados,pormiles,ytodoloquequeríamoseracorrerdeellos.

Corrimoslosquepudimos.EnelCaminodeDiossequedóelChihuila,atejonadodetrás de unmadroño, con la cobija envuelta en el pescuezo como si se estuvieradefendiendodel frío. Se nos quedómirando cuandonos íbamos cadaquienpor sulado para repartirnos la muerte. Y él parecía estar riéndose de nosotros, con susdientespelones,coloradosdesangre.

Aquelladesparramadaquenosdimosfuebuenaparamuchos;peroaotroslesfuemal. Era raro que no viéramos colgados de los pies a alguno de los nuestros encualquier palo de algún camino. Allí duraban hasta que se hacían viejos y searriscaban como pellejos sin curtir. Los zopilotes se los comían por dentro,sacándoles las tripas,hastadejar lapuracáscara.Ycomo loscolgabanalto,allá seestabancampaneándosealsoplodelairemuchosdías,avecesmeses,avecesyanadamáslaspurastilangasdelospantalonesbulléndoseconelvientocomosialguienlashubiera puesto a secar allí. Y uno sentía que la cosa ahora sí iba de veras al veraquello.

Algunos ganamos para el Cerro Grande y arrastrándonos como víboraspasábamoseltiempomirandohaciaelLlano,haciaaquellatierradealláabajodondehabíamosnacidoyvividoydondeahoranosestabanaguardandoparamatarnos.Aveceshastanosasustabalasombradelasnubes.

Hubiéramos ido de buena gana a decirle a alguien que ya no éramos gente depleitoyquenosdejaranestarenpaz;pero,detantodañoquehicimosporunladoyotro, la gente se había vuelto matrera y lo único que habíamos logrado eraagenciarnosenemigos.Hastalosindiosdeacáarribayanonosquerían.Dijeronqueleshabíamosmatadosusanimalitos.Yahoracarganarmasquelesdioelgobiernoynoshanmandadodecirquenosmataránencuantonosvean:

«Noqueremosverlos;perosilosvemoslosmatamos»,nosmandarondecir.Deestemodosenosfueacabandolatierra.Casinonosquedabayanielpedazo

quepudiéramosnecesitarparaquenosenterraran.Poresodecidimossepararnoslosúltimos,cadaquienarrendadopordistintorumbo.

Con Pedro Zamora anduve cosa de cinco años. Días buenos, días malos, seajustaroncincoaños.Despuésyanolovolvíaver.DicenquesefueaMéxicodetrásde una mujer y que por allá lo mataron. Algunos estuvimos esperando a queregresara,quecualquierdíaaparecieradenuevoparavolvernosalevantarenarmas;peronoscansamosdeesperar.Estodavíalahoraenquenohavuelto.Lomataronporallá.Unoqueestuvoconmigoenlacárcelmecontóesodequelohabíanmatado.

Yosalídelacárcelhacetresaños.Mecastigaronallípormuchosdelitos;perono

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porquehubieraandadoconPedroZamora.Esonolosupieronellos.Meagarraronporotras cosas, entre otras por la mala costumbre que yo tenía de robar muchachas.Ahoraviveconmigounadeellas,quizá lamejorymásbuenade todas lasmujeresquehayenelmundo.Laqueestabaallí,afueritadelacárcel,esperandoquiénsabedesdecuándoaquemesoltaran.

—¡Pichón!, te estoyesperandoa ti—medijo—.Teheestadoesperandodesdehacemuchotiempo.

Yoentoncespenséquemeesperabaparamatarme.Allá comoentre sueñosmeacordédequiéneraella.VolvíasentirelaguafríadelatormentaqueestabacayendosobreTelcampana, esa noche que entramos allí y arrasamos el pueblo.Casi estabasegurodequesupadreeraaquelviejoalqueledimossuaplaquecuandoyaíbamosdesalida;alquealgunodenosotrosledescerrajóuntiroenlacabezamientrasyomeechabaasuhijasobrelasilladelcaballoyledabaunoscuantoscoscorronesparaquesecalmaraynomesiguieramordiendo.Eraunamuchachitadeunoscatorceaños,deojosbonitos,quemediomuchaguerraymecostóbuentrabajoamansarla.

—Tengounhijotuyo—medijodespués—.Allíestá.Yapuntóconeldedoaunmuchacholargoconlosojosazorados:—¡Quítateelsombrero,paraqueteveatupadre!Yelmuchachosequitóelsombrero.Eraigualitoamíyconalgodemaldadenla

mirada.Algodeesoteníaquehabersacadodesupadre.—TambiénaélledicenelPichón—volvióadecirlamujer,aquellaqueahoraes

mimujer—.Peroélnoesningúnbandidoniningúnasesino.Élesgentebuena.-Yoagachélacabeza.

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¡DILESQUENOMEMATEN!—¡Dilesquenomematen,Justino!Anda,veteadecirleseso.Queporcaridad.

Asídiles.Dilesquelohaganporcaridad.—Nopuedo.Hayallíunsargentoquenoquiereoírhablarnadadeti.—Hazque teoigan.Date tusmañasydilequeparasustosyahaestadobueno.

DilequelohagaporcaridaddeDios.—Nosetratadesustos.Parecequetevanamatardeadeveras.Yyoyanoquiero

volverallá.—Andaotravez.Solamenteotravez,averquéconsigues.—No.Notengoganasdeir.Segúneso,yosoytuhijo.Y,sivoymuchoconellos,

acabaránporsaberquiénsoyylesdaráporafusilarmeamítambién.Esmejordejarlascosasdeestetamaño.

—Anda,Justino.Dilesquetengantantitalástimademí.Nomásesodiles.Justinoapretólosdientesymoviólacabezadiciendo:—No.Ysiguiósacudiendolacabezadurantemuchorato.—Dileal sargentoque tedejeveralcoronel.Ycuéntale loviejoqueestoy.Lo

pocoquevalgo.¿Quégananciasacaráconmatarme?Ningunaganancia.Alfinyalcaboéldebedetenerunalma.Dilequelohagaporlabenditasalvacióndesualma.

Justinoselevantódelapiladepiedrasenqueestabasentadoycaminóhastalapuertadelcorral.Luegosediovueltaparadecir:

—Voy,pues.Perosideperdidameafusilanamítambién,¿quiéncuidarádemimujerydeloshijos?

—LaProvidencia,Justino.Ellaseencargarádeellos.Ocúpatedeiralláyverquécosashacespormí.Esoesloqueurge.

Lo habían traído demadrugada.Y ahora era ya entrada lamañana y él seguíatodavíaallí,amarradoaunhorcón,esperando.Nosepodíaestarquieto.Habíahechoelintentodedormirunratoparaapaciguarse,peroelsueñoselehabíaido.Tambiénselehabíaidoelhambre.Noteníaganasdenada.Sólodevivir.Ahoraquesabíabienabienqueloibanamatar, lehabíanentradounasganastangrandesdevivircomosólolaspuedesentirunreciénresucitado.

Quiénleibaadecirquevolveríaaquelasuntotanviejo,tanrancio,tanenterradocomocreíaqueestaba.AquelasuntodecuandotuvoquemataradonLupe.Nonadamás por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo susrazones.Élseacordaba:

DonLupeTerreros,eldueñodelaPuertadePiedra,pormásseñassucompadre.Alqueél,JuvencioNava, tuvoquematarporeso;porsereldueñodelaPuertadePiedrayque,siendotambiénsucompadre,lenegóelpastoparasusanimales.

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Primeroseaguantóporpurocompromiso.Perodespués,cuandolasequía,enqueviocómoselemoríanunotrasotrosusanimaleshostigadosporelhambreyquesucompadredonLupeseguíanegándolelayerbadesuspotreros,entoncesfuecuandosepusoa romper la cercay a arrear labolade animales flacoshasta lasparaneraspara que se hartaran de comer.Y eso no le había gustado a donLupe, quemandótapar otra vez la cerca, para que él, JuvencioNava, le volviera a abrir otra vez elagujero.Así, de día se tapaba el agujero y de noche se volvía a abrir,mientras elganadoestabaallí,siemprepegadoalacerca,siempreesperando;aquelganadosuyoqueantesnomássevivíaoliendoelpastosinpoderprobarlo.

YélydonLupealegabanyvolvíanaalegarsinllegaraponersedeacuerdo.HastaqueunavezdonLupeledijo:—Mira,Juvencio,otroanimalmásquemetasalpotreroytelomato.Yéllecontestó:—Mire,donLupe,yonotengolaculpadequelosanimalesbusquensuacomodo.

Ellossoninocentes.Ahíselohaigasimelosmata.«Ymematóunnovillo.»Estopasóhacetreintaycincoaños,pormarzo,porqueyaenabrilandabayoen

elmonte,corriendodelexhorto.Nomevalieronnilasdiezvacasqueledialjuez,nielembargodemicasaparapagarlelasalidadelacárcel.Todavíadespuéssepagaroncon lo que quedaba nomás por no perseguirme, aunque de todos modos meperseguían.PoresomevineavivirjuntoconmihijoaesteotroterrenitoqueyoteníayquesenombraPalodeVenado.YmihijocrecióysecasóconlanueraIgnaciaytuvo ya ocho hijos. Así que la cosa ya va para viejo, y según eso debería estarolvidada.Pero,segúneso,noloestá.

»Yoentoncescalculéqueconunoscienpesosquedabaarregladotodo.EldifuntodonLupeerasolo,solamenteconsumujerylosdosmuchachitostodavíadeagatas.Ylaviudaprontomuriótambiéndizquedepena.Yalosmuchachitosselosllevaronlejos,dondeunosparientes.Asíque,porpartedeellos,nohabíaquetenermiedo.

»Pero los demás se atuvieron a que yo andaba exhortado y enjuiciado paraasustarmeyseguirrobándome.Cadaquellegabaalguienalpueblomeavisaban:

»—Porahíandanunosfuereños,Juvencio.»Yyo echaba palmonte, entreverándome entre losmadroños y pasándome los

díascomiendosóloverdolagas.Avecesteníaquesaliralamedianoche,comosimefuerancorreteandolosperros.Esodurótodalavida.Nofueunañonidos.Fuetodalavida.»

Yahorahabíanidoporél,cuandonoesperabayaanadie,confiadoenelolvidoenqueloteníalagente;creyendoquealmenossusúltimosdíaslospasaríatranquilo.«Almenosesto—pensó—conseguiréconestarviejo.Medejaránenpaz.»

Se había dado a esta esperanza por entero. Por eso era que le costaba trabajo

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imaginarmorirasí,derepente,aestasalturasdesuvida,despuésdetantopelearparalibrarsedelamuerte;dehabersepasadosumejortiempotirandodeunladoparaotroarrastrado por los sobresaltos y cuando su cuerpo había acabado por ser un puropellejocorreosocurtidoporlosmalosdíasenquetuvoqueandarescondiéndosedetodos.

Porsiacaso,¿nohabíadejadohastaqueselefuerasumujer?Aqueldíaenqueamaneció con la nueva de que sumujer se le había ido, ni siquiera le pasó por lacabezalaintencióndesalirabuscarla.Dejóquesefuerasinindagarparanadaniconquiénniparadónde,contaldenobajaralpueblo.Dejóquesefueracomoselehabíaidotodolodemás,sinmeterlasmanos.Yaloúnicoquelequedabaparacuidareralavida, y ésta la conservaría a comodiera lugar.No podía dejar que lomataran.Nopodía.Muchomenosahora.

Pero para eso lo habían traído de allá, de Palo de Venado. No necesitaronamarrarloparaquelossiguiera.Élanduvosolo,únicamentemaniatadoporelmiedo.Ellos sedieroncuentadequenopodíacorrerconaquelcuerpoviejo, conaquellaspiernasflacascomosicuassecas,acalambradasporelmiedodemorir.Porqueaesoiba.Amorir.Selodijeron.

Desdeentonces lo supo.Comenzóa sentiresacomezónenelestómago,que lellegabadeprontosiemprequeveíadecercalamuerteyquelesacabaelansiaporlosojos, y que le hinchaba la boca con aquellos buches de agua agria que tenía quetragarsesinquerer.Yesacosaquelehacíalospiespesadosmientrassucabezaseleablandabayelcorazónlepegabacontodassusfuerzasenlascostillas.No,nopodíaacostumbrarsealaideadequelomataran.

Tenía que haber alguna esperanza. En algún lugar podría aún quedar algunaesperanza. Tal vez ellos se hubieran equivocado. Quizá buscaban a otro JuvencioNavaynoalJuvencioNavaqueeraél.

Caminóentreaquelloshombresensilencio,conlosbrazoscaídos.Lamadrugadaeraoscura,sinestrellas.Elvientosoplabadespacio,se llevaba la tierrasecay traíamás,llenadeeseolorcomodeorinesquetieneelpolvodeloscaminos.

Susojos, que sehabían apeñuscadocon los años, veníanviendo la tierra, aquí,debajo de sus pies, a pesar de la oscuridad. Allí en la tierra estaba toda su vida.Sesentaañosdevivirsobredeella,deencerrarlaentresusmanos,dehaberlaprobadocomosepruebaelsabordelacarne.Sevinolargoratodesmenuzándolaconlosojos,saboreandocadapedazocomosifueraelúltimo,sabiendocasiqueseríaelúltimo.

Luego,comoqueriendodeciralgo,mirabaaloshombresqueibanjuntoaél.Ibaadecirles que lo soltaran, que lodejaranque se fuera: «Yono le hehechodaño anadie,muchachos», iba adecirles, pero sequedaba callado.«Másadelantito se losdiré»,pensaba.Ysólo losveía.Podíahasta imaginarqueeransusamigos;peronoqueríahacerlo.No loeran.Nosabíaquiéneseran.Losveíaasu lado ladeándosey

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agachándosedevezencuandoparaverpordóndeseguíaelcamino.Loshabíavistoporprimeravezalpardeardela tarde,enesahoradesteñidaen

quetodoparecechamuscado.Habíanatravesadolossurcospisandolamilpatierna.Yélhabíabajadoaeso:adecirlesqueallíestabacomenzandoacrecerlamilpa.Peroellosnosedetuvieron.

Loshabíavistocontiempo.Siempretuvolasuertedevercontiempotodo.Pudohaberseescondido,caminarunascuantashorasporelcerromientrasellosseibanydespuésvolverabajar.Alfinyalcabolamilpanoselograríadeningúnmodo.Yaera tiempo de que hubieran venido las aguas y las aguas no aparecían y lamilpacomenzabaamarchitarse.Notardaríaenestarsecadeltodo.

Asíquenivalíalapenadehaberbajado;habersemetidoentreaquelloshombrescomoenunagujero,parayanovolverasalir.

Yahoraseguíajuntoaellos,aguantándoselasganasdedecirlesquelosoltaran.No lesveía lacara;sóloveía losbultosquese repegabanoseseparabandeél.Demaneraquecuandosepusoahablar,nosuposilohabíanoído.Dijo:

—Yonuncalehehechodañoanadie—esodijo.Peronadacambió.Ningunodelosbultospareciódarse cuenta.Las carasno sevolvieronaverlo.Siguieron igual,comosihubieranvenidodormidos.

Entonces pensó que no tenía nada más que decir, que tendría que buscar laesperanzaenalgúnotro lado.Dejócaerotravez losbrazosyentróen lasprimerascasasdelpuebloenmediodeaquelloscuatrohombresoscurecidosporelcolornegrodelanoche.

—Micoronel,aquíestáelhombre.Se habían detenido delante del boquete de la puerta.Él, con el sombrero en la

mano,porrespeto,esperandoversaliraalguien.Perosólosaliólavoz:—¿Cuálhombre?—preguntaron.—EldePalodeVenado,micoronel.Elqueustednosmandóatraer.—PregúntalequesihavividoalgunavezenAlima—volvióadecirlavozdeallá

adentro.—¡Ey,tú!¿QuesihashabitadoenAlima?—repitiólapreguntaelsargentoque

estabafrenteaél.—Sí.Dilealcoronelquedeallámismosoy.Yqueallíhevividohastahacepoco.—PregúntalequesiconocióaGuadalupeTerreros.—QuedizquesiconocisteaGuadalupeTerreros.—¿A don Lupe? Sí. Dile que sí lo conocí. Yamurió. Entonces la voz de allá

adentrocambiódetono:—Yaséquemurió—dijo.Ysiguióhablandocomosiplaticaraconalguienallá,

alotroladodelapareddecarrizos.—Guadalupe Terreros erami padre. Cuando crecí y lo busquéme dijeron que

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estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemosagarrarnosparaenraizarestámuerta.Connosotros,esopasó.

«Luegosupequelohabíanmatadoamachetazos,clavándoledespuésunapicadebueyenelestómago.Mecontaronquedurómásdedosdíasperdidoyque,cuandoloencontraron,tiradoenunarroyo,todavíaestabaagonizandoypidiendoelencargodequelecuidaranasufamilia.

»Esto, con el tiempo, parece olvidarse. Uno trata de olvidarlo. Lo que no seolvidaes llegarasaberqueelquehizoaquelloestáaúnvivo,alimentandosualmapodrida con la ilusión de la vida eterna. No podría perdonar a ése, aunque no loconozco;peroelhechodequesehayapuestoenellugardondeyoséqueestá,medaánimosparaacabarconél.Nopuedoperdonarlequesigaviviendo.Nodebíahabernacidonunca.»

Desdeacá,desdeafuera,seoyóbienclarocuantodijo.Despuésordenó:—¡Llévenseloyamárrenlounrato,paraquepadezca,yluegofusílenlo!—¡Mírame, coronel! —pidió él—. Ya no valgo nada. No tardaré en morime

sólito,derrengadodeviejo.¡Nomemates…!—¡Llévenselo!—volvióadecirlavozdeadentro.—…Yahepagado,coronel.Hepagadomuchasveces.Todomeloquitaron.Me

castigarondemuchosmodos.Mehepasadocosadecuarentaañosescondidocomoun apestado, siempre con el palpito de que en cualquier rato me matarían. Nomerezcomorir así, coronel. Déjame que, almenos, el Señorme perdone. ¡Nomemates!¡Dilesquenomematen!

Estaba allí, como si lo hubieran golpeado, sacudiendo su sombrero contra latierra.Gritando.

Enseguidalavozdealláadentrodijo:—Amárrenlo y denle algo de beber hasta que se emborrache para que no le

duelanlostiros.Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón.

HabíavenidosuhijoJustinoysuhijoJustinosehabíaidoyhabíavueltoyahoraotravezvenía.

Loechóencimadel burro.Loapretalóbien apretado al aparejoparaqueno sefueseacaerporelcamino.Lemetiósucabezadentrodeuncostalparaquenodieramalaimpresión.Yluegolehizopelosalburroysefueron,arrebatados,deprisa,parallegaraPalodeVenadotodavíacontiempoparaarreglarelveloriodeldifunto.

—Tunueraylosnietosteextrañarán—ibadiciéndole—.Temiraránalacaraycreeránquenoerestú.Selesafiguraráquetehacomidoelcoyote,cuandoteveanconesacaratanllenadeboquetesportantotirodegraciacomotedieron.

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LUVINADeloscerrosaltosdelsur,eldeLuvinaeselmásaltoyelmáspedregoso.Está

plagadodeesapiedragrisconlaquehacenlacal,peroenLuvinanohacencalconella ni le sacan ningún provecho.Allí la llaman piedra cruda, y la loma que subehaciaLuvinalanombrancuestadelaPiedraCruda.Elaireyelsolsehanencargadode desmenuzarla, de modo que la tierra de por allí es blanca y brillante como siestuviera rociada siemprepor el rocíodel amanecer; aunque esto esunpurodecir,porqueenLuvinalosdíassontanfríoscomolasnochesyelrocíosecuajaenelcieloantesquellegueacaersobrelatierra.

…Ylatierraesempinada.Sedesgajaportodosladosenbarrancashondas,deunfondo que se pierde de tan lejano.Dicen los de Luvina que de aquellas barrancassubenlossueños;peroyoloúnicoquevisubirfueelviento,entremolina,comosialláabajolotuvieranencañonadoentubosdecarrizo.Unvientoquenodejacrecernialasdulcamaras:esasplantitastristesqueapenassipuedenvivirunpocountadasalatierra,agarradascontodassusmanosaldespeñaderodelosmontes.Sóloaveces,allídondehayunpocodesombra,escondidoentre laspiedras, floreceelchicaloteconsus amapolas blancas. Pero el chicalote pronto se marchita. Entonces uno lo oyerasguñandoelaireconsusramasespinosas,haciendounruidocomoeldeuncuchillosobreunapiedradeafilar.

—YamiraráustedesevientoquesoplasobreLuvina.Espardo.Dicenqueporquearrastraarenadevolcán;perolociertoesqueesunairenegro.Yaloveráusted.SeplantaenLuvinaprendiéndosede lascosascomosi lasmordiera.Ysobrandíasenquesellevaeltechodelascasascomosisellevaraunsombrerodepetate,dejandolos paredones lisos, descobijados. Luego rasca como si tuviera uñas: uno lo oye amañanaytarde,horatrashora,sindescanso,raspandolasparedes,arrancandotecatasdetierra,escarbandoconsupalapicudapordebajodelaspuertas,hastasentirlobullirdentrodeunocomosisepusieraaremoverlosgoznesdenuestrosmismoshuesos.Yaloveráusted.

Elhombreaquelquehablabasequedócalladounrato,mirandohaciaafuera.Hastaellosllegabanelsonidodelríopasandosuscrecidasaguasporlasramasde

loscamichines;elrumordelairemoviendosuavementelashojasdelosalmendros,ylosgritosdelosniñosjugandoenelpequeñoespacioiluminadoporlaluzquesalíadelatienda.

Los comejenes entraban y rebotaban contra la lámpara de petróleo, cayendo alsueloconlasalaschamuscadas.Yafueraseguíaavanzandolanoche.

—¡Oye,Camilo,mándanosotrasdoscervezasmás!—volvióadecirelhombre.Despuésañadió:

—Otra cosa, señor. Nunca verá usted un cielo azul en Luvina. Allí todo el

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horizonteestádesteñido;nubladosiempreporunamanchacaliginosaquenoseborranunca. Todo el lomerío pelón, sin un árbol, sin una cosa verde para descansar losojos; todoenvueltoenelcalínceniciento.Ustedveráeso:aquelloscerrosapagadoscomo si estuvieranmuertos y aLuvina en elmás alto, coronándolo con su blancocaseríocomosifueraunacoronademuerto…

Losgritosde losniñosseacercaronhastametersedentrode la tienda.Esohizoqueelhombreselevantara,fuerahacialapuertaylesdijera:«¡Váyansemáslejos!¡Nointerrumpan!Siganjugando,perosinarmaralboroto.»

Luego,dirigiéndoseotravezalamesa,sesentóydijo:—Puessí,comoleestabadiciendo.Allálluevepoco.Amediadosdeañollegan

unas cuantas tormentas que azotan la tierra y la desgarran, dejando nada más elpedregal flotandoencimadel tepetate.Esbuenoverentoncescómosearrastran lasnubes,cómoandandeuncerroaotrodandotumboscomosifueranvejigasinfladas;rebotandoypegandodetruenosigualquesisequebraranenelfilodelasbarrancas:Perodespuésdediezodocedíassevanynoregresansinoalañosiguiente,yavecessedaelcasodequenoregresenenvariosaños.

«…Sí, llueve poco. Tan poco o casi nada, tanto que la tierra, además de estarresecayachicadacomocueroviejo,sehallenadoderajadurasydeesacosaqueallíllaman"pasojosdeagua",quenosonsinoterronesendurecidoscomopiedrasfilosas,queseclavanenlospiesdeunoalcaminar,comosiallíhastaalatierralehubierancrecidoespinas.Comosiasífuera.»

Bebió la cerveza hasta dejar sólo burbujas de espuma en la botella y siguiódiciendo:

—Porcualquierladoqueselemire,Luvinaesunlugarmuytriste.Ustedquevaparaallásedarácuenta.Yodiríaqueesellugardondeanidalatristeza.Dondenoseconocelasonrisa,comosiatodalagentelehubieranentabladolacara.Yusted,siquiere,puedeveresatristezaalahoraquequiera.Elairequeallísoplalarevuelve,pero no se la lleva nunca. Está allí como si allí hubiera nacido.Y hasta se puedeprobarysentir,porqueestásiempreencimadeuno,apretadacontradeuno,yporqueesoprimentecomounagrancataplasmasobrelavivacarnedelcorazón.

«…Dicen losdeallíquecuando llena la luna,vendebulto la figuradelvientorecorriendolascallesdeLuvina,llevandoarastrasunacobijanegra;peroyosiempreloque lleguéaver,cuandohabía lunaenLuvina, fue la imagendeldesconsuelo…siempre.

«Pero tómese su cerveza. Veo que no le ha dado ni siquiera una probadita.Tómesela.Otalveznolegusteasítibiacomoestá.Yesqueaquínohaydeotra.Yosé que así sabe mal; que agarra un sabor como a meados de burro. Aquí uno seacostumbra. A fe que allá ni siquiera esto se consigue. Cuando vaya a Luvina laextrañará.Allínopodráprobarsinounmezcalqueelloshacenconunayerballamada

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hojasé, y que a los primeros tragos estará usted dando de volteretas como si lochacamotearan.Mejortómesesucerveza.Yoséloqueledigo.»

Allá afuera seguía oyéndose el batallar del río. El rumor del aire. Los niñosjugando.Parecíaseraúntemprano,enlanoche.

Elhombresehabíaidoaasomarunavezmásalapuertayhabíavuelto.Ahoraveníadiciendo:

—Resulta fácil ver las cosas desde aquí, meramente traídas por el recuerdo,donde no tienen parecido ninguno. Pero a mí no me cuesta ningún trabajo seguirhablándoledeloquesé,tratándosedeLuvina.Alláviví.Alládejélavida…Fuiaeselugarconmisilusionescabalesyvolvíviejoyacabado.Yahoraustedvaparaallá…Estábien.

Meparece recordar el principio.Mepongo en su lugar y pienso…Mire usted,cuandoyolleguéporprimeravezaLuvina…¿Peromepermiteantesquemetomesucerveza?Veoqueustednolehacecaso.Yamímesirvedemucho.Mealivia.Sientocomo sime enjuagaran la cabeza con aceite alcanforado…Bueno, le contaba quecuando lleguéporprimeravez aLuvina, el arrieroquenos llevónoquisodejarnisiquiera quedescansaran las bestias.En cuantonospuso en el suelo, se diomediavuelta:

»—Yomevuelvo—nosdijo.»—Espera,¿novasadejarsesteartusanimales?Estánmuyaporreados.»¡—Aquísefregaríanmás—nosdijo—.Mejormevuelvo.»Y se fue, dejándose caer por la cuesta de la Piedra Cruda, espoleando sus

caballoscomosisealejaradealgúnlugarendemoniado.»Nosotros,mimujerymistreshijos,nosquedamosallí,paradosenmitaddela

plaza,contodosnuestrosajuaresenlosbrazos.Enmediodeaquellugardondesóloseoíaelviento…

»Unaplazasola,sinunasolayerbaparadetenerelaire.Allínosquedamos.»Entoncesyolepreguntéamimujer:»—¿Enquépaísestamos,Agripina?»Yellasealzódehombros.»—Bueno, si no te importa, ve a buscar dónde comer y dónde pasar la noche.

Aquíteaguardamos—ledije.»Ellaagarróalmáspequeñodesushijosysefue.Peronoregresó.»Al atardecer, cuando el sol alumbraba sólo las puntas de los cerros, fuimos a

buscarla.AnduvimosporloscallejonesdeLuvina,hastaquelaencontramosmetidaenlaiglesia:sentadameroenmediodeaquellaiglesiasolitaria,conelniñodormidoentresuspiernas.

»—¿Quéhacesaquí,Agripina?»—Entréarezar—nosdijo.

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»—¿Paraqué?—lepreguntéyo.»Yellasealzódehombros.»Allínohabíaaquién rezarle.Eraun jacalónvacío, sinpuertas,nadamáscon

unossocavonesabiertosyuntechoresquebrajadopordondesecolabaelairecomoporuncedazo.

»—¿Dóndeestálafonda?»—Nohayningunafonda.»—¿Yelmesón?»—Nohayningúnmesón.»—¿Visteaalguien?¿Vivealguienaquí?—lepregunté.»—Sí,allíenfrente…Unasmujeres…Lassigoviendo.Mira,allítraslasrendijas

deesapuertaveobrillarlosojosquenosmiran…Hanestadoasomándoseparaacá…Míralas.Veolasbolasbrillantesdesusojos…Peronotienenquédarnosdecomer.Me dijeron sin sacar la cabeza que en este pueblo no había de comer…Entoncesentréaquíarezar,apedirleaDiospornosotros.

»—¿Porquénoregresasteallí?Teestuvimosesperando.»—Entréaquíarezar.Noheterminadotodavía.»—¿Quépaíseséste,Agripina?»Yellavolvióaalzarsedehombros.»Aquellanochenosacomodamosparadormirenun rincónde la iglesia,detrás

delaltardesmantelado.Hastaallíllegabaelviento,aunqueunpocomenosfuerte.Loestuvimosoyendopasarporencimadenosotros,consuslargosaullidos;loestuvimosoyendo entrar y salir por los huecos socavones de las puertas; golpeando con susmanosdeairelascrucesdelviacrucis;unascrucesgrandesydurashechasconpalodemezquitequecolgabandelasparedesatodololargodelaiglesia,amarradasconalambres que rechinaban a cada sacudida del viento como si fuera un rechinar dedientes.

»Losniñosllorabanporquenolosdejabadormirelmiedo.Ymimujer,tratandoderetenerlosatodosentresusbrazos.Abrazandosumanojodehijos.Yyoallí,sinsaberquéhacer.

»Poco antes del amanecer se calmó el viento. Después regresó. Pero hubo unmomento en esa madrugada en que todo se quedó tranquilo, como si el cielo sehubiera juntado con la tierra, aplastando los ruidos con su peso… Se oía larespiracióndelosniñosyadescansada.Oíaelresuellodemimujerahíamilado:

»—¿Quées?—medijo.»—¿Quéesqué?—lepregunté.»—Eso,elruidoese.»—Es el silencio. Duérmete. Descansa, aunque sea un poquito, que ya va a

amanecer.

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»Peroalratooíyotambién.Eracomounaleteardemurciélagosenlaoscuridad,muy cerca de nosotros. Demurciélagos de grandes alas que rozaban el suelo.Melevantéyseoyóelaletearmásfuerte,comosilaparvadademurciélagossehubieraespantado y volara hacia los agujeros de las puertas. Entonces caminé de puntitashaciaallá,sintiendodelantedemíaquelmurmullosordo.Medetuveenlapuertaylas vi. Vi a todas lasmujeres de Luvina con su cántaro al hombro, con el rebozocolgadodesucabezaysusfigurasnegrassobreelnegrofondodelanoche.

»—¿Quéquieren?—lespregunté—.¿Québuscanaestashoras?»Unadeellasrespondió:»—Vamosporagua.»Lasviparadasfrenteamí,mirándome.Luego,comosifueransombras,echaron

acaminarcalleabajoconsusnegroscántaros.»No,nosemeolvidarájamásesaprimeranochequepaséenLuvina.»…¿Nocreeustedqueestosemereceotrotrago?Aunqueseanomásparaquese

mequiteelmalsabordelrecuerdo.»—MeparecequeustedmepreguntócuántosañosestuveenLuvina,¿verdad…?

Laverdad es queno lo sé.Perdí la nocióndel tiempodesdeque las fiebresme loenrevesaron;perodebióhabersidounaeternidad…Yesquealláel tiempoesmuylargo. Nadie lleva la cuenta de las horas ni a nadie le preocupa cómo vanamontonándose los años. Los días comienzan y se acaban. Luego viene la noche.Solamenteeldíaylanochehastaeldíadelamuerte,queparaellosesunaesperanza.

»Ustedhadepensar que le estoydandovueltas a unamisma idea.Y así es, síseñor…Estarsentadoenelumbraldelapuerta,mirandolasalidaylapuestadelsol,subiendoybajando lacabeza,hastaqueacabanaflojándose los resortesyentoncestodo se queda quieto, sin tiempo, como si se viviera siempre en la eternidad. Esohacenallílosviejos.

»PorqueenLuvinasólovivenlospurosviejosylosquetodavíanohannacido,comoquiendice…Ymujeressinfuerzas,casitrabadasdetanflacas.Losniñosquehannacidoallísehanido…Apenaslesclareaelalbayyasonhombres.Comoquiendice,peganelbrincodelpechodelamadrealazadónydesaparecendeLuvina.Asíesallílacosa.

»Sólo quedan los puros viejos y lasmujeres solas, o con unmarido que andadondesóloDiossabedónde…Vienendevezencuandocomolastormentasdequelehablaba;seoyeunmurmulloentodoelpueblocuandoregresanyunocomogruñidocuandosevan…Dejanelcostaldelbastimentoparalosviejosyplantanotrohijoenelvientredesusmujeres,yyanadievuelveasaberdeellossinoalañosiguiente,yavecesnunca…Eslacostumbre.Allí ledicenla ley,peroes lomismo.Loshijossepasanlavidatrabajandoparalospadrescomoellostrabajaronparalossuyosycomoquiénsabecuántosatrásdeelloscumplieronconsuley…

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»Mientrastanto,losviejosaguardanporellosyporeldíadelamuerte,sentadosensuspuertas,conlosbrazoscaídos,movidossóloporesagraciaqueeslagratituddelhijo…Solos,enaquellasoledaddeLuvina.

»Undíatratédeconvencerlosdequesefueranaotrolugar,dondelatierrafuerabuena."¡Vámonosdeaquí!—lesdije—.Nofaltarámododeacomodarnosenalgunaparte.ElGobiernonosayudará."

»Ellosmeoyeron, sin parpadear,mirándomedesde el fondode sus ojos de losquesóloseasomabaunalucecitaallámuyadentro.

»—¿DicesqueelGobiernonosayudará,profesor?¿TúconocesalGobierno?«Lesdijequesí.»—También nosotros lo conocemos.Da esa casualidad.De lo que no sabemos

nadaesdelamadredelGobierno.«Yo les dije que era laPatria.Ellosmovieron la cabeza diciendoque no.Y se

rieron.Fue laúnicavezquehevisto reíra lagentedeLuvina.Pelaronsusdientesmolenquesymedijeronqueno,queelGobiernonoteníamadre.

»Ytienenrazón,¿sabeusted?Elseñoresesóloseacuerdadeelloscuandoalgunodesusmuchachoshahechoalgunafechoríaacáabajo.EntoncesmandaporélhastaLuvinayselomatan.Dehayenmásnosabensiexisten.

»—TúnosquieresdecirquedejemosLuvinaporque,segúntú,yaestuvobuenode aguantar hambres sin necesidad —me dijeron—. Pero si nosotros nos vamos,¿quiénsellevaráanuestrosmuertos?Ellosvivenaquíynopodemosdejarlossolos.

»Yallá siguen.Usted losverá ahoraquevaya.Mascandobagazosdemezquitesecoy tragándose supropia salivaparaengañarelhambre.Losmirarápasarcomosombras,repegadosalmurodelascasas,casiarrastradosporelviento.

»—¿Nooyeneseviento?—lesacabépordecir—.Élacabaráconustedes.»—Dura lo que debe durar. Es elmandato deDios—me contestaron—.Malo

cuandodejadehaceraire.Cuandoesosucede,elsolsearrimamuchoaLuvinaynoschupalasangreylapocaaguaquetenemosenelpellejo.Elairehacequeelsolseestéalláarriba.Asíesmejor.

»Yanolesvolvíadecirnada.MesalídeLuvinaynohevueltonipiensoregresar.»…Peromirelasmaromasquedaelmundo.Ustedvaparaalláahora,dentrode

pocashoras.Talvezya secumplieronquinceañosquemedijeronamí lomismo:"UstedvaairaSanJuanLuvina."

»Enesaépocateníayomisfuerzas.Estabacargadodeideas…Ustedsabequeatodosnosotrosnosinfundenideas.Yunovaconesaplastaencimaparaplasmarlaentodaspartes.PeroenLuvinanocuajóeso.Hiceelexperimentoysedeshizo…

»SanJuanLuvina.Mesonabaanombredecieloaquelnombre.Peroaquelloeselpurgatorio.Unlugarmoribundodondesehanmuertohastalosperrosyyanohayniquienladrealsilencio;puesencuantounoseacostumbraalvendavalqueallísopla,

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no se oye sino el silencio que hay en todas las soledades. Y eso acaba con uno.Míremeamí.Conmigoacabó.Ustedquevaparaallácomprenderáprontoloqueledigo…

»¿Quéopinausted si le pedimos a este señor quenosmatice unosmezcalitos?Conlacervezaselevantaunoacadaratoyesointerrumpemucholaplática.¡Oye,Camilo,mándanosahoraunosmezcales!

»Puessí,comoleestabayodiciendo…»Pero no dijo nada. Se quedó mirando un punto fijo sobre la mesa donde los

comejenesyasinsusalasrondabancomogusanitosdesnudos.Afueraseguíaoyéndosecómoavanzabalanoche.Elchapoteodelríocontralos

troncos de los camichines. El griterío yamuy lejano de los niños. Por el pequeñocielodelapuertaseasomabanlasestrellas.

El hombre que miraba a los comejenes se recostó sobre la mesa y se quedódormido.

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LANOCHEQUELODEJARONSOLO—¿Porquévantandespacio?—lespreguntóFelicianoRuelasalosdeadelante

—.Asíacabaremospordormirnos.¿Acasonolesurgellegarpronto?—Llegaremosmañanaamaneciendo—lecontestaron.Fue lo último que oyó decirles. Sus últimas palabras. Pero de eso se acordaría

después,aldíasiguiente.Allí iban los tres, con la mirada en el suelo, tratando de aprovechar la poca

claridaddelanoche.«Esmejorqueestéoscuro.Asínonosverán.»Tambiénhabíandichoeso,unpoco

antes,oquizálanocheanterior.Noseacordaba.Elsueñolenublabaelpensamiento.Ahora, en la subida, lo vio venir de nuevo. Sintió cuando se le acercaba,

rodeándolocomobuscándolelapartemáscansada.Hastaquelotuvoencima,sobresuespalda,dondellevabaterciadoslosrifles.

Mientras el terreno estuvo parejo, caminó de prisa. Al comenzar la subida, seretrasó; su cabeza empezó a moverse despacio, más lentamente conforme seacortabansuspasos.Losotrospasaronjuntoaél,ahoraibanmuyadelanteyélseguíabalanceandosucabezadormida.

Sefuerezagando.Teníaelcaminoenfrente,casialaalturadesusojos.Yelpesodelosrifles.Yelsueñotrepadoallídondesuespaldaseencorvaba.

Oyócuandoseleperdíanlospasos:aquelloshuecostalonazosquehabíavenidooyendo quién sabe desde cuándo, durante quién sabe cuántas noches: «De laMagdalenaparaacá,laprimeranoche;despuésdealláparaacá,lasegunda,yéstaesla tercera. No seríanmuchas—pensó—, si al menos hubiéramos dormido de día.Peroellosnoquisieron: "Nospuedenagarrardormidos—dijeron—.Yeso sería lopeor."»

—¿Lopeorparaquién?Ahoraelsueñolohacíahablar.«Lesdijequeesperaran:vamosdejandoestedía

paradescansar.Mañanacaminaremosdefiloyconmásganasyconmásfuerzas,porsitenemosquecorrer.Puededarseelcaso.»

Se detuvo con los ojos cerrados. «Es mucho —dijo—. ¿Qué ganamos conapurarnos?Unajornada.Despuésdetantasquehemosperdido,novalelapena.»Enseguidagritó:«¿Dóndeandan?»

Ycasiensecreto:«Váyanse,pues.¡Váyanse!»Serecostóeneltroncodeunárbol.Allíestabalatierrafríayelsudorconvertido

enaguafría.Éstadebíadeserlasierradequelehabíanhablado.Alláabajoeltiempotibio,yahoraacáarribaestefríoqueselemetíapordebajodelgabán:«Comosimelevantaranlacamisaymemanosearanelpellejoconmanosheladas.»

Se fue sentando sobre el musgo. Abrió los brazos como si quisiera medir el

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tamaño de la noche y encontró una cerca de árboles. Respiró un aire oloroso atrementina.Luegosedejóresbalarenelsueño,sobreelconchal,sintiendocómoseleibaentumeciendoelcuerpo.

Lodespertóelfríodelamadrugada.Lahumedaddelrocío.Abrió los ojos.Vio estrellas transparentes en un cielo claro, por encima de las

ramasoscuras.«Estáoscureciendo»,pensó.Ysevolvióadormir.Selevantóaloírgritosyelapretadogolpeteardepezuñassobreelsecotepetate

delcamino.Unaluzamarillabordeabaelhorizonte.Los arrieros pasaron junto a él, mirándolo. Lo saludaron: «Buenos días», le

dijeron.Peroélnocontestó.Seacordódeloqueteníaquehacer.Erayadedía.Yéldebíadehaberatravesado

lasierraporlanocheparaevitaralosvigías.Estepasoeraelmásresguardado.Selohabíandicho.

Tomó el tercio de carabinas y se las echó a la espalda. Se hizo a un lado delcamino y cortó por el monte, hacia donde estaba saliendo el sol. Subió y bajó,cruzandolomasterregosas.

Leparecíaoíralosarrierosquedecían:«Lovimosalláarriba.Esasíyasado,ytraemuchasarmas.»

Tirólosrifles.Despuéssedeshizodelascarrilleras.Entoncessesintiólivianitoycomenzóacorrercomosiquisieraganarlesalosarrieroslabajada.

Había que «encumbrar, rodear la meseta y luego bajar». Eso estaba haciendo.ObreDios.Estaba haciendo lo que le dijeronque hiciera, aunque no a lasmismashoras.

Llegóalbordedelasbarrancas.Miróallálejoslagranllanuragris.«Ellosdebenestarallá.Descansandoalsol,yasinningúnpendiente»,pensó.Ysedejócaerbarrancaabajo,rodandoycorriendoyvolviendoarodar.«ObreDios»,decía.Yrodabacadavezmásensucarrera.Leparecíaseguiroyendoalosarrieroscuandoledijeron:«¡Buenosdías!»Sintió

quesusojoseranengañosos.Llegaránalprimervigíayledirán:«Lovimosentalytalparte.Notardaráenestarporaquí.»

Deprontosequedóquieto.«¡Cristo!»,dijo.Yyaibaagritar:«¡VivaCristoRey!»,perosecontuvo.Sacóla

pistoladelacostalillayselaacomodópordentrodebajodelacamisa,parasentirlacerquitadesucarne.Esolediovalor.SefueacercandohastalosranchosdelAguaZarcaapasosqueditos,mirandoelbulliciodelossoldadosquesecalentabanjuntoagrandesfogatas.

Llegóhastalasbardasdelcorralypudoverlosmejor;reconocerleslacara:eranellos,sutíoTanisysutíoLibrado.Mientraslossoldadosdabanvueltaalrededordela

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lumbre,ellossemecían,colgadosdeunmezquite,enmitaddelcorral.Noparecíanyadarsecuentadelhumoquesubíadelasfogatas,quelesnublabalosojosvidriososylesennegrecíalacara.

Noquisoseguirviéndolos.Searrastróalolargodelabardaysearrinconóenunaesquina, descansando el cuerpo, aunque sentía que un gusano se le retorcía en elestómago.

Arribadeél,oyóquealguiendecía:—¿Quéesperanparadescolgaraésos?—Estamosesperandoquellegueelotro.Dicenqueerantres,asíquetienenque

sertres.Dicenqueelquefaltaesunmuchachito;peromuchachitoytodofueelquele tendió laemboscadaami tenienteParray leacabósugente.Tienequecaerporaquí,comocayeronesosotrosqueeranmásviejosymáscolmilludos.Mimayordiceque si no viene de hoy a mañana, acabamos con el primero que pase y así secumpliránlasórdenes.

—¿Yporquénosalimosmejorabuscarlo?Asíhastasenosquitaríaunpocoloaburrido.

—No hace falta. Tiene que venir. Todos están arrendando para la sierra deComanja a juntarse con los cristeros delCatorce. Éstos son ya de los últimos. LobuenoseríadejarlospasarparaquelesdieranguerraaloscompañerosdelosAltos.

—Esoseríalobueno.Aversinoaresultasdeesonosenfilantambiénanosotrosporaquelrumbo.

FelicianoRuelasesperótodavíaunratoaqueselecalmaraelbullicioquesentíacosquillearleelestómago.Luegosorbiótantitoairecomosisefueraazambullirenelagua y, agazapado hasta arrastrarse por el suelo, se fue caminando, empujando elcuerpoconlasmanos.

Cuandollegóalrelizdelarroyo,enderezólacabezayseechóacorrer,abriéndosepasoentrelospajonales.Nomiróparaatrásniparóensucarrerahastaquesintióqueelarroyosedisolvíaenlallanura.

Entoncessedetuvo.Respirófuerteytemblorosamente.

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ACUÉRDATEAcuérdate de Urbano Gómez, hijo de don Urbano, nieto de Dimas, aquel que

dirigía las pastorelas y quemurió recitando el «rezonga ángelmaldito» cuando laépocadelainfluencia.Deestohaceyaaños,quizáquince.Perotedebesacordardeél.Acuérdate que le decíamoselAbuelo por aquello de que su otro hijo, FidencioGómez,teníadoshijasmuyjuguetonas:unaprietaychaparrita,quepormalnombreledecíanlaArremangada,ylaotraqueeraretealtayqueteníalosojoszarcosyquehasta se decía que ni era suya y que por más señas estaba enferma del hipo.Acuérdatedelrelajoquearmabacuandoestábamosenmisayquealamerahoradela Elevación soltaba su ataque de hipo, que parecía como si se estuviera riendo yllorandoa lavez,hastaque la sacabanafueray ledaban tantitaaguaconazúcaryentoncessecalmaba.ÉsaacabócasándoseconLucioChico,dueñodelamezcaleraque antes fue de Librado, río arriba, por donde está el molino de linaza de losTeódulos.

AcuérdatequeasumadreledecíanlaBerenjenaporquesiempreandabametidaenlíosydecadalíosalíaconunmuchacho.Sedicequetuvosudinerito,peroseloacabóenlosentierros,puestodosloshijosselemoríandereciénnacidosysiempreles mandaba cantar alabanzas, llevándolos al panteón entre músicas y coros demonaguillosquecantaban«hosannas»y«glorias»ylacanciónesade«ahítemando,Señor,otroangelito».Deesosequedópobre,porqueleresultabacarocadafuneral,poresodelascanelasquelesdabaalosinvitadosdelvelorio.Sólolevivierondos,elUrbanoylaNatalia,queyanacieronpobresyalosqueellanoviocrecer,porquesemurióenelúltimopartoquetuvo,yadegrande,pegadaaloscincuentaaños.

Ladebeshaberconocido,pueserarealegadoraycadaratoandabaenpleitoconlasmarchantasenlaplazadelmercadoporquelequeríandarmuycarolosjitomates,pegaba de gritos y decía que la estaban robando.Después, ya de pobre, se le veíarondandoentrelabasura,juntandorabosdecebolla,ejotesyasancochadosyalgunoqueotrocañutodecaña«paraquese lesendulzara labocaasushijos».Teníados,comoyatedigo,quefueronlosúnicosqueselelograron.Despuésnosesupoyadeella.

EseUrbanoGómez eramás omenos de nuestra edad, apenas unosmesesmásgrande,muy bueno para jugar a la rayuela y para las trácalas. Acuérdate que nosvendía clavellinas y nosotros se las comprábamos, cuando lo más fácil era ir acortarlasalcerro.Nosvendíamangosverdesqueserobabadelmangoqueestabaenelpatiodelaescuelaynaranjasconchilequecomprabaenlaporteríaadoscentavosy que luego nos las revendía a cinco. Rifaba cuanta porquería ymedia traía en labolsa: canicaságatas, tromposyzumbadoresyhastamayatesverdes,deesosa losqueselesamarraunhiloenunapataparaquenovuelenmuylejos.Nostraficabaa

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todos,acuérdate.Era cuñado deNachitoRivero, aquel que se volviómenso a los pocos días de

casadoyqueInés,sumujer,paramantenerse,tuvoqueponerunpuestodetepacheenla garita del camino real, mientras Nachito se vivía tocando canciones todasdesafinadasenunamandolinaqueleprestabanenlapeluqueríadedonRefugio.

Y nosotros íbamos conUrbano a ver a su hermana, a bebemos el tepache quesiempre lequedábamosadeberyquenunca lepagábamos,porquenunca teníamosdinero.Despuéshastasequedósinamigos,porque todos,alverlo, lesacábamos lavueltaparaquenofueraacobrarnos.

Quizáentoncessevolviómalo,oquizáyaeradenacimiento.Loexpulsaronde laescuelaantesdelquintoaño,porque loencontraronconsu

primalaArremangadajugandoamaridoymujerdetrásdeloslavaderos,metidosenunaljibeseco.Losacarondelasorejasporlapuertagrandeentrelarisióndetodos,pasándoloporenmediodeunafilademuchachosymuchachasparaavergonzarlo.Yélpasóporallí,conlacaralevantada,amenazándonosatodosconlamanoycomodiciendo:«Yamelaspagaráncaro.»

Y después a ella, que salió haciendo pucheros y con la mirada raspando losladrillos,hastaqueyaenlapuertasoltóel llanto;unchillidoqueseestuvooyendotodalatardecomosifueraunaullidodecoyote.

Sóloquetefallemucholamemoria,notehasdeacordardeeso.DicenquesutíoFidencio,eldeltrapiche,learrimóunapalizaqueporpocoylo

dejaparálisis,yqueél,decoraje,sefuedelpueblo.Lo cierto es queno lovolvimos aver sino cuando apareciódevuelta por aquí

convertidoenpolicía.Siempreestabaenlaplazadearmas,sentadoenunabancaconla carabina entre las piernas y mirando conmucho odio a todos. No hablaba connadie.Nosaludabaanadie.Ysiunolomiraba,élhacíaeldesentendidocomosinoconocieraalagente.

Fue entonces cuando mató a su cuñado, el de la mandolina. Al Nachito se leocurrió iradarleunaserenata,yadenoche,poquitodespuésde lasochoycuandotodavía estaban tocando las campanas el toque deÁnimas.Entonces se oyeron losgritos,ylagentequeestabaenlaiglesiarezandoelrosariosalióalacarrerayallílosvieron: al Nachito defendiéndose patas arriba con la mandolina y al Urbanomandándole un culatazo tras otro con elmáuser, sin oír lo que le gritaba la gente,rabioso, como perro del mal. Hasta que un fulano que no era ni de por aquí sedesprendióde lamuchedumbrey fue y le quitó la carabinay le dio con ella en laespalda,doblándolosobrelabancadeljardín,dondeseestuvotendido.

Allílodejaronpasarlanoche.Cuandoamaneciósefue.Dicenqueantesestuvoenelcuratoyquehastalepidiólabendiciónalpadrecura,peroqueélnoseladio.

Lo detuvieron en el camino. Iba cojeando, y mientras se sentó a descansar

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llegaronaél.Noseopuso.Dicenqueélmismoseamarrólasogaenelpescuezoyquehastaescogióelárbolquemáslegustabaparaqueloahorcaran.

Tú te debes acordar de él, pues fuimos compañeros de escuela y lo conocistecomoyo.

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NOOYESLADRARLOSPERROS—Túquevasalláarriba,Ignacio,dimesinooyesalgunaseñaldealgoosives

algunaluzenalgunaparte.—Nosevenada.—Yadebemosestarcerca.—Sí,peronoseoyenada.—Mirabien.—Nosevenada.—Pobredeti,Ignacio.La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de arriba abajo,

trepándosealaspiedras,disminuyendoycreciendosegúnavanzabaporlaorilladelarroyo.Eraunasolasombra,tambaleante.

Lalunaveníasaliendodelatierra,comounallamaradaredonda.—Yadebemosestar llegandoaesepueblo, Ignacio.Túque llevas lasorejasde

fuera,fíjateaversinooyesladrarlosperros.AcuérdatequenosdijeronqueTonayaestabadetrasitodelmonte.Ydesdequéhorasquehemosdejadoelmonte.Acuérdate,Ignacio.

—Sí,peronoveorastrodenada.—Meestoycansando.—Bájame.Elviejose fuereculandohastaencontrarseconelparedónyse recargóallí, sin

soltarlacargadesushombros.Aunqueseledoblabanlaspiernas,noqueríasentarse,porque después no hubiera podido levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás,horasantes, lehabíanayudadoaechárseloa laespalda.Yasí lohabía traídodesdeentonces.

—¿Cómotesientes?—Mal.Hablabapoco.Cadavezmenos.En ratosparecíadormir.Enratosparecía tener

frío.Temblaba.Sabíacuándoleagarrabaasuhijoeltemblorporlassacudidasqueledaba,yporquelospiesseleencajabanenlosijarescomoespuelas.Luegolasmanosdelhijo,que traía trabadasensupescuezo, lezarandeaban lacabezacomosi fueraunasonaja.

Élapretaba losdientesparanomorderse la lenguaycuandoacababaaquello lepreguntaba:

—¿Teduelemucho?—Algo—contestabaél.Primero le había dicho: «Apéame aquí… Déjame aquí… Vete tú solo. Yo te

alcanzaré mañana o en cuanto me reponga un poco.» Se lo había dicho como

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cincuentaveces.Ahoranisiquieraesodecía.Allíestabalaluna.Enfrentedeellos.Unalunagrandeycoloradaquelesllenaba

deluzlosojosyqueestirabayoscurecíamássusombrasobrelatierra.—Noveoyapordóndevoy—decíaél.Peronadielecontestaba.El otro iba allá arriba, todo iluminadopor la luna, con su cara descolorida, sin

sangre,reflejandounaluzopaca.Yélacáabajo.—¿Meoíste,Ignacio?Tedigoquenoveobien.Yelotrosequedabacallado.Siguió caminando, a tropezones.Encogía el cuerpoy luego se enderezabapara

volveratropezardenuevo.—Éstenoesningúncamino.NosdijeronquedetrásdelcerroestabaTonaya.Ya

hemospasadoelcerro.YTonayanoseve,niseoyeningúnruidoquenosdigaqueestácerca.¿Porquénoquieresdecirmequeves,túquevasalláarriba,Ignacio?

—Bájame,padre.—¿Tesientesmal?—Sí.—TellevaréaTonayaacomodélugar.Allíencontraréquientecuide.Dicenque

allíhayundoctor.Yotellevaréconél.Tehetraídocargandodesdehacehorasynotedejarétiradoaquíparaqueacabencontigoquienessean.

Setambaleóunpoco.Diodosotrespasosdeladoyvolvióaenderezarse.—TellevaréaTonaya.—Bájame.Suvozsehizoquedita,apenasmurmurada:—Quieroacostarmeunrato.—Duérmeteallíarriba.Alcabotellevobienagarrado.Lalunaibasubiendo,casiazul,sobreuncieloclaro.Lacaradelviejo,mojadaen

sudor, se llenó de luz.Escondió los ojos para nomirar de frente, ya que no podíaagacharlacabezaagarrotadaentrelasmanosdesuhijo.

—Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre.Porque usted fue su hijo. Por eso lo hago. Ella me reconvendría si yo lo hubieradejadotiradoallí,dondeloencontré,ynolohubierarecogidoparallevarloaquelocuren,comoestoyhaciéndolo.Esellalaquemedaánimos,nousted.Comenzandoporque austedno ledebomásquepurasdificultades, purasmortificaciones, purasvergüenzas.

Sudabaalhablar.Peroelvientodelanochelesecabaelsudor.Ysobreelsudorseco,volvíaasudar.

—Me derrengaré, pero llegaré con usted a Tonaya, para que le alivien esasheridas que le han hecho. Y estoy seguro de que, en cuanto se sienta usted bien,volveráasusmalospasos.Esoyanomeimporta.Contalquesevayalejos,dondeyo

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novuelvaasaberdeusted.Contaldeeso…Porqueparamíustedyanoesmihijo.Hemaldecido la sangre que usted tiene demí.La parte que amíme tocaba la hemaldecido.Hedicho:«¡Quese lepudraen los riñones la sangrequeyo ledi!»Lodijedesdequesupequeustedandabatrajinandoporloscaminos,viviendodelroboymatandogente…Ygentebuena.Ysino,allíestámicompadreTranquilino.Elquelobautizó a usted. El que le dio su nombre. A él también le tocó la mala suerte deencontrarseconusted.Desdeentoncesdije:«Ésenopuedesermihijo.»

—Mira a ver si ya ves algo.O si oyes algo.Tú que puedes hacerlo desde alláarriba,porqueyomesientosordo.

—Noveonada.—Peorparati,Ignacio.—Tengosed.—¡Aguántate!Yadebemosestarcerca.Loquepasaesqueyaesmuynocheyhan

dehaberapagadolaluzenelpueblo.Peroalmenosdebíasdeoírsiladranlosperros.Hazporoír.

—Dameagua.—Aquínohayagua.Nohaymásquepiedras.Aguántate.Yaunquelahubiera,no

tebajaríaatomaragua.Nadiemeayudaríaasubirteotravezyyosolonopuedo.—Tengomuchasedymuchosueño.—Me acuerdo cuando naciste. Así eras entonces. Despertabas con hambre y

comíasparavolveradormirte.Ytumadretedabaagua,porquéyatehabíasacabadola lechede ella.No tenías llenadero.Y erasmuy rabioso.Nuncapensé que con eltiempo se te fuera a subir aquella rabia a la cabeza…Pero así fue.Tumadre, quedescanseenpaz,queríaquetecriarasfuerte.Creíaquecuandotúcrecierasiríasasersu sostén. No te tuvomás que a ti. El otro hijo que iba a tener la mató. Y tú lahubierasmatadootravezsiellaestuvieravivaaestasalturas.

Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de apretar lasrodillasycomenzóasoltarlospies,balanceándolosdeunladoparaotro.Yleparecióquelacabeza,alláarriba,sesacudíacomosisollozara.

Sobresucabellosintióquecaíangruesasgotas,comodelágrimas.—¿Lloras,Ignacio?Lohacelloraraustedelrecuerdodesumadre,¿verdad?Pero

nuncahizoustednadaporella.Nospagósiempremal.Pareceque,enlugardecariño,lehubiéramos retacadoelcuerpodemaldad.¿Yyave?Ahora lohanherido.¿Quépasóconsusamigos?Losmataronatodos.Peroellosnoteníananadie.Ellosbienhubieran podido decir: «No tenemos a quién darle nuestra lástima.» ¿Pero usted,Ignacio?

Allí estaba ya el pueblo.Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna. Tuvo laimpresióndequeloaplastabaelpesodesuhijoalsentirquelascorvasseledoblabanenelúltimoesfuerzo.Alllegaralprimertejaban,serecostósobreelpretildelaacera

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ysoltóelcuerpo,flojo,comosilohubierandescoyuntado.Destrabódifícilmentelosdedosconquesuhijohabíavenidososteniéndosedesu

cuelloy,alquedarlibre,oyócómoportodaspartesladrabanlosperros.—¿Y tú no los oías, Ignacio?—dijo—. No me ayudaste ni siquiera con esta

esperanza.

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PASODELNORTE—Mevoylejos,padre,poresovengoadarleelaviso.—¿Ypaondetevas,sisepuedesaber?—MevoypalNorte.—¿Yallápospaqué?¿Notienesaquítunegocio?¿Noestásmetidoenlamerca

depuercos?—Estaba.Orayano.Nodeja.Lasemanapasadanoconseguimospacomeryen

laantepasadacomimospurosquelites.Hayhambre,padre;usténiselashueleporquevivebien.

—¿Quéestásahidiciendo?—Posquehayhambre.Usténolosiente.Ustévendesuscuetesysussaltapericos

ylapólvorayconesolavapasando.Mientrashaigafunciones,lelloveráeldinero;pero uno no, padre.Ya naide cría puercos en este tiempo.Y si los cría pos se loscome.Ysilosvende,losvendecaros.Ynohaydineropamercarlos,demásdeesto.Seacabóelnegocio,padre.

—Y¿quédiablosvasahaceralNorte?—Pos a ganar dinero. Ya ve usté, el Carmelo volvió rico, trajo hasta un

gramófonoycobralamúsicaacincocentavos.Deaparejo,desdeundanzónhastalaAndersonésaquecantacancionestristes;deatodoporigual,yganasubuendineritoyhastahacencolaparaoír.Asíqueustéve;nohaymásqueiryvolver.Poresomevoy.

—¿Yondevasaguardaratumujerconlosmuchachos?—Posporesovengoadarleelaviso,paqueustéseencarguedeellos.—¿Yquiéncreesquesoyyo,tupilmana?Sitevas,porahiqueDiosselasajuarié

conellos.Yoyanoestoypacriarmuchachos,conhabertecriadoatiyatuhermana,que en paz descanse, con eso tuve de sobra. De hoy en adelante no quiero tenercompromisos.Y comodice el dicho: «Si la campana no repica es porque no tienebadajo.»

—Nolehalloquédecir,padre,hastalodesconozco.¿Quémeganéconqueustémecriara?,purostrabajos.Nomásmetrajoalmundoalaveríguatelascomopuedas.Nisiquierameenseñóeloficiodecuetero,comopaquenolefueraahaceraustélacompetencia.Mepusounoscalzonesyunacamisaymeechóaloscaminospaqueaprendiera a vivir por mi cuenta y ya casi me echaba de su casa con una manoadelante y otra atrás. Mire usté, éste es el resultado: nos estamos muriendo dehambre.Lanueraylosnietosyéstesuhijo,comoquiendicetodasudescendencia,estaremosyaporpararlaspatasycaernosbienmuertos.Yelcorajequedaesqueesdehambre.¿Ustécreequeesoeslegalyjusto?

—Yamíquédiablosmevaomeviene.¿Paquétecasaste?Tefuistedelacasay

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nisiquieramepedisteelpermiso.—Eso lo hice porque a usté nunca le pareció buena laTránsito.Me lamalcrió

siemprequeselatrujey,recuérdeselo,nisiquieravoltióaverlalaprimeravezquevino:«Mire,papá,éstaeslamuchachitaconlaquemevoyacoyuntar.»Ustésesoltóhablandoenversoyquedizquelaconocíadeíntimo,comosifueraunamujerdelacalle.Ydijounaboladecosasqueniyoselasentendí.Poresoniselavolvíatraer.Asíquepor esonomedebeustéguardar rencor.Ora sóloquieroqueme la cuide,porquemevoyenserio.Aquínohayniquéhacer,nidequémodobuscarle.

—Ésos son rumores. Trabajando se come y comiendo se vive. Apréndete misabiduría.Yoestoyviejoynimequejo.Demuchachoyanisediga; teníahastapaconseguirmujeresde a rato.El trabajodapa todoy contimáspa las urgenciasdelcuerpo.Loquepasaesqueerestonto.Ynomedigasqueesoyoteloenseñé.

—Peroustémenació.Yustéteníaquehabermeencaminado,nonomássoltarmecomocaballoentremilpas.

—Ya estabas bien largo cuando te fuiste. ¿O a poco querías que temantuvierasiempre?Sólolaslagartijasbuscanlamismacovachahastacuandomueren.Diquetefuebienyqueconocistemujeryquetuvistehijos,otrosnisiquieraesohantenidoensuvida,hanpasadocomolasaguasdelosríos,sincomersenibeberse.

—Nisiquierameenseñóustedahacerversos,yaquelossabía.Aunqueseaconesohubieraganadoalgodivirtiendoalagentecomoustéhace.Yeldíaqueselopedímedijo:«Andaamercargüevos,esodejamás.»Yenunprincipiomevolvígüeveroyaluegogallineroydespuésmerquepuercosy,hastaeso,nomeibamal,sisepuededecir.Peroeldineroseacaba;vienenloshijosyselosorbencomoaguaynoquedanadadespuéspalnegocioynaidequierefiar.Yaledigo,lasemanapasadacomimosquelites,yésta,posnieso.Poresomevoy.Ymevoyentristecido,padre,aunqueusténoloquieracreer,porqueyoquieroamismuchachos,nocomoustéquenomásloscrióyloscorrió.

—Apréndeteesto,hijo:enelnidalnuevo,hayquedejarungüevo.Cuandoaletiélavejezaprenderásavivir,sabrásqueloshijossetevan,quenoteagradecennada;quesecomenhastaturecuerdo.

—Esoespuroverso.—Loserá,peroeslaverdá.—Yodeusténomeheolvidado,comoustéve.—Mevienesabuscarenlanecesidá.Siestuvierastranquiloteolvidaríasdemí.

Desdequetumadremuriómesentísolo;cuandomuriótuhermana,mássolo;cuandotú te fuiste vi que estaba solo pa siempre. Ora vienes y me quieres remover elsentimiento;peronosabesqueesmásdificultosoresucitarunmuertoquedarlavidade nuevo.Aprende algo.Andar por los caminos enseñamucho.Restriégate con tupropioestropajo,esoesloquehasdehacer.

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—¿Entoncesnomeloscuidará?—Ahidéjalos,nadiesemueredehambre.—Dígamesimeguardaelencargo,noquieroirmesinestarseguro.—¿Cuántosson?—Posnomástresniñosydosniñasylanueraqueestárejoven.—Rejodida,dirás.—Yofuisuprimermarido.Eranueva.Esbuena.Quiérala,padre.—¿Ycuándovolverás?—Pronto,padre.Nomásarrejuntoeldineroymeregreso.Lepagaréeldoblelo

queustéhagaporellos.Délesdecomer,estodoloqueleencomiendo.—Padre,nosmataron.—¿Aquiénes?—Anosotros.Alpasarel río.Noszumbaron lasbalashastaquenosmatarona

todos.—¿Endónde?—Allá, en el Paso del Norte, mientras nos encandilaban las linternas, cuando

íbamoscruzandoelrío.—¿Yporqué?—Posnolosupe,padre.¿SeacuerdadeEstanislao?Élfueelquemeencampanó

pa irnos pa allá. Me dijo cómo estaba el teje y maneje del asunto y nos fuimosprimeroaMéxicoydeallíalPaso.Yestábamospasandoelríocuandonosfusilaronlosmáuseres.Medevolvíporqueélmedijo:«Sácamedeaquí,paisano,nomedejes.»Yentoncesestabayapanzaarriba,conelcuerpotodoagujereado,sinmúsculos.Loarrastré como pude, a tirones, haciéndome a un lado de las linternas que nosalumbrabanbuscándonos.Ledije:«Estásvivo»,yélmecontestó:«Sácamedeaquí,paisano.»Yluegomedijo:«Medieron.»Yoteníaunbrazoquebradoporungolpedebalayelgüesosehabía idodeallídondesesaltaelcodo.Poresoloagarréconlamanobuenayledije:«Agárratefuertedeaquí.»Ysememurióenlaorilla,frentealas luces de un lugar que le dicen laOjinaga, ya de este lado, entre los tules quesiguieronpeinandoelríocomosinadahubierapasado.

»Lo subí a la orilla y le hablé: "¿Todavía estás vivo?" Y él nome respondió.Estuve haciendo la lucha por revivir al Estanislao hasta que me amaneció; le difriegasylesoplélospulmonesparaqueresollara,peronipíovolvióadecir.

»Eldelamigraciónsemearrimóporlatarde.—Ey,tú,¿quéhacesaquí?—Posestoycuidandoestemuertito.—¿Túlomataste?»—No,misargento—ledije.»—Yonosoyningúnsargento.¿Entoncesquién?

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»Comoloviuniformadoyconlasaguilitasesas,melofigurédelejército,ytraíatamañopistolónquenilodudé.

»Mesiguiópreguntando:"¿Entoncesquién,eh?"Yasíestuvodaleydalehastaquemezarandiódeloscabellosyyonimetílasmanos,poresodelcododañadoquenidefendermepude.

»Ledije:»—Nomepegue,queestoymanco.»Yhastaentoncesleparóalosgolpes.»—¿Quépasó?,dime—medijo.»—Posnosclarearonanoche,íbamosregustosos,chifleychifledelgustodeque

yaíbamospalotroladocuandoméritoenmediodelaguasesoltólabalacera.Yniquienselaquitara.Ésteyyofuimoslosúnicosquelogramossaliryamedias,porquemire,élyahastaaflojóelcuerpo.

»—¿Yquiénesfueronlosquelosbalacearon?»—Posnisiquieralosvimos.Sólonosaluzaronconsuslinternas,ypácatelasy

pácatelas,oímoslosriflonazos,hastaqueyosentíquesevolteabaelcodoyoíaésteque me decía: "Sácame del agua, paisano." Aunque de nada nos hubiera servidohaberlosvisto.

»—Entonceshandehabersidolosapaches.»—¿Cuálesapaches?»—Posunosqueasílesdicenyquevivendelotrolado.»—¿PosquenoestánlasTejasdelotrolado?»—Sí,peroestá llenadeapaches,comono tienesuna idea.Lesvoyahablara

Ojinaga pa que recojan a tu amigo y tú prevente pa que regreses a tu tierra. ¿Dedóndeeres?Notedebíasdehabersalidodeallá.¿Tienesdinero?

—Lequitéalmuertoestetantito.Aversimeajusta.—Tengoahíunapartidapalosrepratiados.Tedarélodelpasaje;perositevuelvo

a devisar por aquí, te dejo a que revientes. Nome gusta ver una cara dos veces.¡Ándale,vete!

»Yyomevineyaquíestoy,padre,pacontárseloausté.—Eso te ganaste por creído y por tarugo.Y ya verás cuando te asomes por tu

casa,yaveráslagananciaquesacasteconirte.—¿Pasóalgomalo?¿Sememurióalgúnchamaco?—Se te fue la Tránsito con un arriero. Dizque era re buena, ¿verdá? Tus

muchachosestánacáatrásdormidos.Ytúvetebuscandoondepasarlanoche,porquetu casa la vendí pa pagarme lo de los gastos.Y todavíame sales debiendo treintapesosdelvalordelasescrituras.

—Estábienpadre,nomelevoyaponerrenegado.Quizámañanaencuentreporaquí algún trabajito pa pagarle todo lo que le debo. ¿Por qué rumbodice usté que

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arrendóelarrieroconlaTránsito?—Posporahi.Nomefijé.—Entoncesoritavengo,voyporella.—¿Yporondevas?—Posporahi,padre,porondeustédicequesefue.

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ANACLETOMORONES¡Viejas,hijasdeldemonio!Lasviveniratodasjuntas,enprocesión.Vestidasde

negro, sudando comomulas bajo elmero rayo del sol. Las vi desde lejos como sifuera una recua levantando polvo. Su cara ya ceniza de polvo.Negras todas ellas.VeníanporelcaminodeAmula,cantandoentrerezos,entreelcalor,consusnegrosescapulariosgrandotesyrenegridossobrelosquecaíanengoteroneselsudordesucara.

Lasvi llegarymeescondí.Sabía loqueandabanhaciendoyaquiénbuscaban.Por esome di prisa a esconderme hasta el fondo del corral, corriendo ya con lospantalonesenlamano.

Peroellasentraronydieronconmigo.Dijeron:«¡AveMaríaPurísima!»Yoestabaacuclilladoenunapiedra,sinhacernada,solamentesentadoallíconlos

pantalones caídos, para que ellas me vieran así y no se me arrimaran. Pero sólodijeron:«¡AveMaríaPurísima!»Ysefueronacercandomás.

¡Viejasindinas!¡Lesdeberíadarvergüenza!Sepersignaronysearrimaronhastaponersejuntoamí,todasjuntas,apretadascomoenmanojo,chorreandosudoryconlospelosuntadosalacaracomosileshubieralloviznado.

—Tevenimosaverati,LucasLucatero.DesdeAmulavenimos,sóloporverte.Aquícerquitanosdijeronqueestabasentucasa;perononosfiguramosqueestabastanadentro;noeneste lugarnienestosmenesteres.Creímosquehabíanentradoadarledecomeralasgallinas,poresonosmetimos.Venimosaverte.

¡Esasviejas!¡Viejasyfeascomopasmadasdeburro!—Díganmequéquieren!—lesdije,mientrasmefajabalospantalonesyellasse

tapabanlosojosparanover.—Traemos un encargo. Te hemos buscado en Santo Santiago y en Santa Inés,

peronosinformaronqueyanovivíasallí,quetehabíasmudadoaesterancho.Yacávenimos.SomosdeAmula.

Yo ya sabía de dónde eran y quiénes eran; podía hasta haberles recitado susnombres,peromehiceeldesentendido.

—Puessí,LucasLucatero,alfintehemosencontrado,graciasaDios.Lasconvidéalcorredorylessaquéunassillasparaquesesentaran.Lespregunté

quesiteníanhambreoquesiqueríanaunquefueraunjarrodeaguapararemojarselalengua.

Ellassesentaron,secándoseelsudorconsusescapularios.—No,gracias—dijeron—.Novenimosadartemolestias.Tetraemosunencargo.

¿Túmeconoces,verdad,LucasLucatero?—mepreguntóunadeellas.—Algo —le dije—. Me parece haberte visto en alguna parte. ¿No eres, por

casualidad,PanchaFregoso,laquesedejórobarporHomobonoRamos?

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—Soy,sí,peronomerobónadie.Ésasfueronpurasmaledicencias.Nosperdimoslosdosbuscandogarambullos.Soycongreganteyyonohubierapermitidodeningúnmodo…

—¿Qué,Pancha?—¡Ah!, cómo eres mal pensado, Lucas. Todavía no se te quita lo de andar

criminando gente. Pero, ya que me conoces, quiero agarrar la palabra paracomunicartealoquevenimos.

—¿Noquierennisiquieraunjarrodeagua?—lesvolvíapreguntar.—Notemolestes.Peroyaquenosruegastanto,notevamosadesairar.Lestrajeunajarradeaguadearrayányselabebieron.Luegolestrajeotraysela

volvieronabeber.Entonces lesarriméuncántaroconaguadelrío.Lodejaronallí,pendiente, para dentro de un rato, porque, según ellas, les iba a entrarmucha sedcuandocomenzaraahacerlesladigestión.

Diezmujeres,sentadasenhilera,consusnegrosvestidospuercosde tierra.Lashijas de Ponciano, de Emiliano, deCrescenciano, de Toribio el de la taberna y deAnastasioelpeluquero.

¡Viejas carambas! Ni una siquiera pasadera. Todas caídas por los cincuenta.Marchitascomofloripondiosengarruñadosysecos.Nidedóndeescoger.

—¿Yquébuscanporaquí?—Venimosaverte.—Yamevieron.Estoybien.Pormínosepreocupen.—Te has venidomuy lejos. A este lugar escondido. Sin domicilio ni quien dé

razóndeti.Noshacostadotrabajodarcontigodespuésdemuchoinquirir.—Nomeescondo.Aquívivoagusto,sinlamolederadelagente.¿Yquémisión

traen,sisepuedesaber?—lespregunté.—Pues se trata de esto…Pero no te vayas amolestar en darnos de comer.Ya

comimos en casade laTorcacita.Allí nosdieron a todas.Así queponte en juicio.Siéntateaquíenfrentedenosotrasparaverteyparaquenosoigas.

Yonomepodíaestarenpaz.Quería irotravezalcorral.Oíaelcacareode lasgallinasymedabanganasde irarecoger loshuevosantesquese loscomieranlosconejos.

—Voyporloshuevos—lesdije.—Deverdadqueyacomimos.Notemolestespornosotras.—Tengoallídosconejossueltosquesecomenloshuevos.Oritaregreso.Ymefuialcorral.Tenía pensado no regresar. Salirme por la puerta que daba al cerro y dejar

plantadaaaquellasartadeviejascanijas.Leechéunamiraditaalmontóndepiedrasqueteníaarrinconadoenunaesquinay

levi la figuradeuna sepultura.Entoncesmepuseadesparramarlas, tirándolaspor

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todaspartes,haciendounregueroaquíyotroallá.Eranpiedrasderío,boludas,ylaspodíaaventarlejos.¡Viejasdelosmiljudas!Mehabíanpuestoatrabajar.Noséporquéselesantojóvenir.

Dejélatareayregresé.Lesregaléloshuevos.—¿Mataste los conejos? Te vimos aventarles de pedradas. Guardaremos los

huevosparadentrodeunrato.Nodebíashabertemolestado.—Allíenelsenosepuedenempollar,mejordéjenlosafuera.—¡Ah, cómo serás!, Lucas Lucatero. No se te quita lo hablantín. Ni que

estuviéramostancalientes.—Deesonosénada.Perodeporsíestáhaciendocaloracáafuera.Lo que yo quería era darles largas. Encaminarlas por otro rumbo, mientras

buscaba la manera de echarlas fuera de mi casa y que no les quedaran ganas devolver.Peronosemeocurríanada.

Sabíaquemeandabanbuscandodesdeenero,poquitodespuésdeladesapariciónde Anacleto Morones. No faltó alguien que me avisara que las viejas de laCongregacióndeAmulaandabantrasdemí.EranlasúnicasquepodíanteneralgúninterésenAnacletoMorones.

Yahoraallílastenía.Podíaseguirhaciéndolespláticaogranjeándomelasdealgúnmodohastaquese

leshicieradenocheytuvieranquelargarse.Nosehubieranarriesgadoapasarlaenmicasa.

Porquehubounratoenquesetratódeeso:cuandolahijadePoncianodijoquequeríanacabarpronto suasuntoparavolver tempranoaAmula.Fuecuandoyo leshiceverqueporesonosepreocuparan,queaunquefueraenelsuelohabíaallílugarypetatesdesobraparatodas.Todasdijeronqueesosíno,porquequéiríaadecirlagente cuando se enteraran de que habían pasado la noche sólitas en mi casa yconmigoallídentro.Esosíqueno.

La cosa, pues, estaba en hacerles larga la plática, hasta que se les hiciera denoche,quitándoleslaideaquelesbullíaenlacabeza.Lepreguntéaunadeellas.

—¿Ytumaridoquédice?—Yono tengomarido,Lucas.¿Noteacuerdasquefui tunovia?Teesperéy te

esperé yme quedé esperando. Luego supe que te habías casado.Ya a esas alturasnadiemequería.

—¿Yluegoyo?Loquepasófuequesemeatravesaronotrospendientesquemetuvieronmuyocupado;perotodavíaestiempo.

—Perosierescasado,Lucas,ynadamenosqueconlahijadelSantoNiño.¿Paraquémealborotasotravez?Yoyahastameolvidédeti.

—Peroyono.¿Cómodicesquetellamabas?

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—Nieves… Me sigo llamando Nieves. Nieves García. Y no me hagas llorar,LucasLucatero.Nadamásdeacordarmedetusmelosaspromesasmedacoraje.

—Nieves…Nieves.Cómo nome voy a acordar de ti. Si eres de lo que no seolvida… Eras suavecita. Me acuerdo. Te siento todavía aquí en mis brazos.Suavecita.Blanda.El olor del vestido con que salías a vermeolía a alcanfor.Y tearrejuntabasmucho conmigo. Te repegabas tanto que casi te sentíametida enmishuesos.Meacuerdo.

—No sigas diciendo cosas, Lucas.Ayerme confesé y túme estás despertandomalospensamientosymeestásechandoelpecadoencima.

—Meacuerdoque tebesabaen lascorvas.Yque túdecíasqueallíno,porquesentíascosquillas.¿Todavíatieneshoyuelosenlacorvadelaspiernas?

—Mejorcállate,LucasLucatero.Diosnoteperdonaráloquehicisteconmigo.Lopagaráscaro.

—¿Hicealgomalocontigo?¿Tetratéacasomal?—Lotuvequetirar.Ynomehagasdeciresoaquídelantedelagente.Peropara

quetelosepas:lotuvequetirar.Eraunacosaasícomounpedazodececina.¿Yparaquéloibaaquereryo,sisupadrenoeramásqueunvaquetón?

—¿Conqueesopasó?Nolosabía.¿Noquierenotrapoquitadeaguadearrayán?Nometardarénadaenhacerla.Espérenmenomás.

Yme fui otra vez al corral a cortar arrayanes.Y allíme entretuve lomás quepude,mientrasselebajabaelmalhumoralamujeraquella.

Cuandoregreséyasehabíaido.—¿Sefue?—Sí,sefue.Lahicistellorar.—Sólo quería platicar con ella, nomás por pasar el rato. ¿Se han fijado cómo

tardaenllover?¿AlláenAmulayadebehaberllovido,no?—Sí,anteayercayóunaguacero.—Nocabedudadequeaquélesunbuensitio.Lluevebienysevivebien.Afe

queaquínilasnubesseaparecen.¿TodavíaesRogacianoelpresidentemunicipal?—Sí,todavía.—BuenhombreeseRogaciano.—No.Esunmaldoso.—Puedequetenganrazón.¿YquémecuentandeEdelmiro,todavíatienecerrada

subotica?—Edelmiromurió.Hizobienenmorirse,aunquemeestémaleldecirlo;peroera

otromaldoso. Fue de los que le echaron infamias al Niño Anacleto. Lo acusó deabusionero y de brujo y de engañabobos. De todo eso anduvo hablando en todaspartes.Pero lagentenolehizocasoyDios locastigó.Semurióderabiacomoloshuitacoches.

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—EsperemosenDiosqueestéenelinfierno.—Yquenosecansenlosdiablosdeecharleleña.—LomismoqueaLirioLópez,eljuez,quesepusodesuparteymandóalSanto

Niñoalacárcel.Ahoraeranellaslasquehablaban.Lasdejédecirtodoloquequisieran.Mientras

nosemetieranconmigo,todoiríabien.Peroderepenteselesocurriópreguntarme:—¿Quieresirconnosotras?—¿Adonde?—AAmula.Poresovenimos.Parallevarte.Porunratomedieronganasdevolveralcorral.Salirmeporlapuertaquedaal

cerroydesaparecer.¡Viejasinfelices!—¿YquédiantresvoyahaceryoaAmula?—Queremos que nos acompañes en nuestros ruegos. Hemos abierto, todas las

congregantesdelNiñoAnacleto,unnovenariode rogacionesparapedirquenos locanonicen.Túeressuyernoytenecesitamosparaquesirvasdetestimonio.Elseñorcura nos encomendó le lleváramos a alguien que lo hubiera tratada de cerca yconocido de tiempo atrás, antes que se hiciera famoso por sus milagros. Y quiénmejorquetú,quevivisteasuladoypuedesseñalarmejorqueningunolasobrasdemisericordia que hizo. Por eso te necesitamos, para que nos acompañes en estacampaña.

¡Viejascarambas!Haberlodichoantes.—Nopuedoir—lesdije—.Notengoquienmecuidelacasa.—Aquí sevanaquedardosmuchachaspara eso, lohemosprevenido.Además

estátumujer.—Yanotengomujer.—¿Luegolatuya?¿LahijadelNiñoAnacleto?—Yasemefue.Lacorrí.—Peroesonopuedeser,LucasLucatero.Lapobrecitadebeandarsufriendo.Con

lobuenaqueera.Ylojovencita.Ylobonita.¿Paradóndelamandaste,Lucas?NosconformamosconquesiquieralahayasmetidoenelconventodelasArrepentidas.

—Nolametíenningunaparte.Lacorrí.Yestoysegurodequenoestácon lasArrepentidas;legustabamucholabullayelrelajo.Debedeandarporesosrumbos,desfajandopantalones.

—Notecreemos,Lucas,niasítantitotecreemos.Alomejorestáaquí,encerradaenalgúncuartodeestacasarezandosusoraciones.Túsiemprefuistemuymentirosoyhastalevantafalsos.Acuérdate,Lucas,delaspobreshijasdeHermelindo,quehastase tuvieron que ir para El Grullo porque la gente les chiflaba la canción de «Lasgüilotas»cadavezqueseasomabanalacalle,ysóloporquetúinventastechismes.Nosetepuedecreernadaati,Lucas.

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—EntoncessalesobrandoqueyovayaaAmula.—Teconfiesasprimeroytodoquedaarreglado.¿Desdecuándonoteconfiesas?—¡Uh!,desdehacecomoquinceaños.Desdequemeibanafusilarloscristeros.

Me pusieron una carabina en la espalda yme hincaron delante del cura y dije allíhastaloquenohabíahecho.Entoncesmeconfeséhastaporadelantado.

—Si no estuviera de por medio que eres el yerno del Santo Niño, no tevendríamos a buscar, contimás te pediríamos nada. Siempre has sido muy diablo,LucasLucatero.

—PoralgofuiayudantedeAnacletoMorones.Élsíqueeraelvivodemonio.—Noblasfemes.—Esqueustedesnoloconocieron.—Loconocimoscomosanto.—Peronocomosantero.—¿Quécosasdices,Lucas?—Esoustedesnolosaben;peroélantesvendíasantos.Enlasferias.Enlapuerta

de las iglesias.Yyo lecargabael tambache.Porallí íbamos losdos,unodetrásdeotro, de pueblo en pueblo. Él por delante y yo cargándole el tambache con lasnovenasdeSanPantaleón,deSanAmbrosioydeSanPascual,quepesabancuandomenostresarrobas.

»Undía encontramosaunosperegrinos.Anacleto estaba arrodilladoencimadeun hormiguero, enseñándome cómomordiéndose la lengua no pican las hormigas.Entoncespasaron losperegrinos.Lovieron.Separaronaver lacuriosidadaquella.Preguntaron: "¿Cómo puedes estar encima del hormiguero sin que te piquen lashormigas?"

«EntoncesélpusolosbrazosencruzycomenzóadecirqueacababadellegardeRoma,dedondetraíaunmensajeyeraportadordeunaastilladelaSantaCruzdondeCristofuecrucificado.

»Elloslolevantarondeallíensusbrazos.LollevaronenandashastaAmula.Yallífueelacabóse;lagentesepostrabafrenteaélylepedíamilagros.

»Ése fue el comienzo. Y yo nomás me vivía con la boca abierta, mirándoloengatusaralmontóndeperegrinosqueibanaverlo.

—Eres puro hablador y de sobra hasta blasfemo. ¿Quién eras tú antes deconocerlo?Unarreapuercos.Yél tehizorico.Tedio loquetienes.Yniporeso teacomidesahablarbiendeél.Desagradecido.

—Hastaeso,leagradezcoquemehayamatadoelhambre,peroesonoquitaqueélfueraelvivodiablo.Losiguesiendo,encualquierlugardondeesté.

—Estáenelcielo.Entrelosángeles.Allíesdondeestá,másquetepese.—Yosabíaqueestabaenlacárcel.—Esofuehacemucho.Deallísefugó.Desapareciósindejarrastro.Ahoraestá

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en el cielo en cuerpo y alma presentes. Y desde allá nos bendice. Muchachas¡arrodíllense! Recemos el «Penitentes somos, Señor», para que el Santo Niñointercedapornosotras.

Y aquellas viejas se arrodillaron, besando a cada Padrenuestro el escapulariodondeestababordadoelretratodeAnacletoMorones.

Eranlastresdelatarde.Aprovechéeseratitoparametermeenlacocinaycomermeunostacosdefrijoles.

Cuandosalíyasóloquedabancincomujeres.—¿Quésehicieronlasotras?—lespregunté.YlaPancha,moviendoloscuatro

pelosqueteníaensusbigotes,medijo:—Sefueron.Noquierentenertratoscontigo.—Mejor.Entremenosburrosmásolotes.¿Quierenmásaguadearrayán?Unadeellas,laFilomena,quesehabíaestadocalladatodoelratoyquepormal

nombre le decían la Muerta, se culimpinó encima de una de mis macetas y,metiéndose el dedo en la boca, echó fuera toda el agua de arrayán que se habíatragado,revueltoconpedazosdechicharrónygranosdehuamúchiles:

—Yonoquieronituaguadearrayán,blasfemo.Nadaquierodeti.Ypusosobrelasillaelhuevoqueyolehabíaregalado.—¡Nitushuevosquiero!Mejormevoy.Ahorasóloquedabancuatro.—Amí tambiénmedanganasdevomitar—medijo laPancha—.Perome las

aguanto.TetenemosquellevaraAmulaacomodélugar.Ereselúnicoquepuededarfede lasantidaddelSantoNiño.Él tehadeablandarelalma.Yahemospuestosuimagenenlaiglesiaynoseríajustoecharloalacalleportuculpa.

—Busquenaotro.Yonoquierotenervelaenesteentierro.—Túfuistecasisuhijo.Heredasteelfrutodesusantidad.Entipusoélsusojos

paraperpetuarse.Tedioasuhija.—Sí,peromeladioyaperpetuada.—VálgameDios,quécosasdices,LucasLucatero.—Asífue,meladiocargadacomodecuatromesescuandomenos.—Peroolíaasantidad.—Olíaapurapestilencia.Ledioporenseñarleslabarrigaacuantosseleparaban

enfrente, sólo para que vieran que era de carne. Les enseñaba su panza crecida,amoratadapor lahinchazóndelhijoque llevabadentro.Yellosse reían.Leshacíagracia.Eraunasinvergüenza.EsoeralahijadeAnacletoMorones.

—Impío.Noestáentideciresascosas.Tevamosaregalarunescapularioparaqueechesfueraeldemonio.

—…Sefueconunodeellos.Quedizquelaquería.Sóloledijo:«Yomearriesgoaserelpadredetuhijo.»Ysefueconél.

—ErafrutodelSantoNiño.Unaniña.Ytúlaconseguisteregalada.Túfuisteel

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dueñodeesariquezanacidadelasantidad.—¡Monsergas!—¿Quédices?—AdentrodelahijadeAnacletoMoronesestabaelnietodeAnacletoMorones.—Eso tú lo inventaste para achacarle cosas malas. Siempre has sido un

invencionista.—¿Sí? y quéme dicen de las demás. Dejó sin vírgenes esta parte delmundo,

validodequesiempreestabapidiendoquelevelarasusueñounadoncella.—Esolohacíaporpureza.Pornoensuciarseconelpecado.Queríarodearsede

inocenciaparanomancharsualma.—Esocreenustedesporquenolasllamó.—Amísíme llamó—dijounaa laque ledecíanMelquíades—,Yo levelé su

sueño.—¿Yquépasó?—Nada.Sólosusmilagrosasmanosmearroparonenesahoraenquesesientela

llegadadelfrío.Yledigraciasporelcalordesucuerpo;peronadamás.—Esqueestabasvieja.Aéllegustabantiernas;queselesquebraranlosgüesitos;

oírquetronarancomosifuerancáscarasdecacahuete.—Eresunmalditoateo,LucasLucatero.Unodelospeores.Ahoraestabahablando laHuérfana, ladeleterno llorido.Laviejamásviejade

todas.Teníalágrimasenlosojosyletemblabanlasmanos:—Yosoyhuérfanayélmealiviódemiorfandad;volvíaencontraramipadreya

mimadreenél.Sepasólanocheacariciándomeparaquesemebajaramipena.Yleescurríanlaslágrimas.—Notienes,pues,porquéllorar—ledije.—Esquesehanmuertomispadres.Ymehandejadosola.Huérfanaaestaedad

en que es tan difícil encontrar apoyo. La única noche feliz la pasé con el NiñoAnacleto,entresusconsoladoresbrazos.Yahoratúhablasmaldeél.

—Eraunsanto.—Unbuenodebondad.—Esperábamosquetúsiguierassuobra.Loheredastetodo.—Meheredóuncostaldeviciosde losmil judas.Unavieja loca.No tanvieja

comoustedes;perobienloca.Lobuenoesquesefue.Yomismoleabrílapuerta.—¡Hereje!Inventaspurasherejías.Yaparaentoncesquedabansólodosviejas.Lasotrassehabíanidoyendounatras

otra,poniéndomelacruzyreculandoyconlapromesadevolverconlosexorcismos.—No me has de negar que el Niño Anacleto era milagroso—dijo la hija de

Anastasio—.Esosíquenomelohasdenegar.—Hacerhijosnoesningúnmilagro.Éseerasufuerte.

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—Amimaridolecuródelasífilis.—Nosabíaqueteníasmarido.¿NoereslahijadeAnastasioelpeluquero?Lahija

deTachoessoltera,segúnyosé-—Soy soltera, pero tengomarido. Una cosa es ser señorita y otra cosa es ser

soltera.Túlosabes.Yyonosoyseñorita,perosoysoltera.—Atusañoshaciendoeso,Micaela.—Tuvequehacerlo.Quémeganabaconvivirdeseñorita.Soymujer.Yunanace

paradarloqueledanauna.—HablasconlasmismaspalabrasdeAnacletoMorones.—Sí; élme aconsejó que lo hiciera, para que seme quitara lo hepático.Yme

juntéconalguien.Esodetenercincuentaañosysernuevaesunpecado.—TelodijoAnacletoMorones.—Élme lodijo,sí.Perohemosvenidoaotracosa;aquevayasconnosotrasy

certifiquesqueélfueunsanto.—¿Yporquénoyo?—Túnohashechoningúnmilagro.Élcuróamimarido.Amímeconsta.¿Acaso

túhascuradoaalguiendelasífilis?—No,nilaconozco.—Esalgoasícomolagangrena.Élsepusoamoratadoyconelcuerpollenode

sabañones. Ya no dormía. Decía que todo lo veía colorado como si estuvieraasomándosealapuertadelinfierno.Yluegosentíaardoresquelohacíanbrincardedolor.EntoncesfuimosaveralNiñoAnacletoyéllocuró.Loquemóconuncarrizoardiendoyleuntódesusalivaenlasheridasy,sácatelas,seleacabaronsusmales.Dimesiesonofueunmilagro.

—Hadehabertenidosarampión.Amítambiénmelocuraronconsalivacuandoerachiquito.

—Loqueyodecíaantes.Eresuncondenadoateo.—MequedaelconsuelodequeAnacletoMoroneserapeorqueyo.—Éltetratócomosifuerassuhijo.Ytodavíateatreves…Mejornoquieroseguir

oyéndote.Mevoy.¿Tútequedas,Pancha?—Mequedaréotrorato.Harélaúltimaluchayosola.—Oye,Francisca, oraque se fueron todas, ¿tevas aquedar adormir conmigo,

verdad?—NilomandeDios.¿Quépensaríalagente?Yoloquequieroesconvencerte.—Pues vámonos convenciendo los dos.Al cabo qué pierdes.Ya estás re vieja,

comoparaquenadieseocupedeti,nitehagaelfavor.—Peroluegovienenlosdichosdelagente.Luegopensaránmal.—Quepiensenloquequieran.Quémásda.DetodosmodosPanchatellamas.—Bueno, me quedaré contigo; pero nomás hasta que amanezca. Y eso si me

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prometes que llegaremos juntos a Amula, para yo decirles que me pasé la nocheruégueteyruéguete.Sino,¿cómolehago?

—Estábien.Peroantescórtateesospelosquetienesenlosbigotes.Tevoyatraerlastijeras.

—Cómoteburlasdemí,LucasLucatero.Tepasaslavidamirandomisdefectos.Déjamemisbigotesenpaz.Asínosospecharán.

—Bueno,comotúquieras.Cuandooscureció,ellameayudóaarreglarlelaramadaalasgallinasyajuntar

otravezlaspiedrasqueyohabíadesparramadoportodoelcorral,arrinconándolasenelrincóndondehabíanestadoantes.

Ni se lasmalició que allí estaba enterradoAnacletoMorones.Ni que se habíamuerto el mismo día que se fugó de la cárcel y vino aquí a reclamarme que ledevolvierasuspropiedades.

Llegódiciendo:—Vende todo y dame el dinero, porque necesito hacer un viaje al Norte. Te

escribirédesdealláyvolveremosahacernegociolosdosjuntos.—¿Porquénotellevasatuhija—ledijeyo—.Esoesloúnicoquemesobrade

todoloquetengoydicesqueestuyo.Hastaamímeenredastecontusmalasmañas.—Ustedes se irán después, cuando yo les mande avisar mi paradero. Allá

arreglaremoscuentas.—Seríamuchomejorquelasarregláramosdeunavez.Paraquedardeunaveza

mano.—Noestoyparaestarjugandoahorita—medijo—.Damelomío.¿Cuántodinero

tienesguardado?—Algotengo,peronotelovoyadar.HepasadolasdeCaínconlasinvergüenza

detuhija.Dateporbienpagadoconqueyolamantenga.Leentróelcoraje.Pateabaelsueloyleurgíairse…«¡Qué descanses en paz,AnacletoMorones!», dije cuando lo enterré, y a cada

vueltaqueyodabaalríoacarreandopiedrasparaechárselasencima:«Notesaldrásdeaquíaunqueusesdetodastustretas.»

Y ahora la Pancha me ayudaba a ponerle otra vez el peso de las piedras, sinsospecharqueallídebajoestabaAnacletoyqueyohacíaaquellopormiedodequesesalieradesusepulturayvinieradenuevacuentaadarmeguerra.Conlomañosoqueera,nodudabaqueencontraraelmododerevivirysalirsedeallí.

—Échale más piedras, Pancha. Amontónalas en este rincón, no me gusta verpedregosomicorral.

Despuésellamedijo,yademadrugada:—Eresuna calamidad,LucasLucatero.Noeresnada cariñoso. ¿Sabesquién sí

eraamorosoconuna?

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—¿Quién?—ElNiñoAnacleto.Élsíquesabíahacerelamor.

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ELDÍADELDERRUMBE—Estopasóen septiembre.Noenel septiembredeeste año sinoeneldel año

pasado.¿Ofueelantepasado,Melitón?—No,fueelpasado.—Sí, si yo me acordaba bien. Fue en septiembre del año pasado, por el día

veintiuno. Óyeme, Melitón, ¿no fue el veintiuno de septiembre el mero día deltemblor?

—Fueunpocoantes.Tengoentendidoquefueporeldieciocho.—Tienes razón. Yo por esos días andaba en Tuxcacuexco. Hasta vi cuando se

derrumbaban las casas como si estuvieranhechas demelcocha, nomás se retorcíanasí,haciendomuecasyseveníanlasparedesenterascontraelsuelo.Ylagentesalíade los escombros toda aterrorizada corriendo derecho a la iglesia dando de gritos.Pero espérense: Oye, Melitón, se me hace como que en Tuxcacuexco no existeningunaiglesia.¿Túnoteacuerdas?

—No lahay.Allínoquedanmásqueunasparedescuarteadasquedicen fue laiglesiahacealgoasícomodoscientosaños;peronadieseacuerdadeella,nidecómoera;aquellomásbienpareceuncorralabandonadoplagadodehiguerillas.

—Dicesbien.EntoncesnofueenTuxcacuexcodondemeagarróeltemblor,hadehabersidoenElPochote.¿PeroElPochoteesunrancho,no?

—Sí,perotieneunacapillitaqueallíledicenlaiglesia,estáunpocomásalládelahaciendadeLosAlcatraces.

—Entoncesfueallínimásnimenosdondemeagarróeltembloresequelesdigoy cuando la tierra se pandeaba todita como si por dentro la estuvieran rebullendo.Bueno, unos pocos días después; porque me acuerdo que todavía estábamosapuntalandoparedes,llegóelgobernador;veníaaverquéayudapodíaprestarconsupresencia.Todosustedessabenquenomásconquesepresenteelgobernador,contaldeque lagente lomire, todosequedaarreglado.Lacuestiónestáenquealmenosvenga a ver lo que sucede, y no que se esté allámetido en su casa, nomás dandoórdenes.Enviniendoél,todosearregla,ylagente,aunqueselehayacaídolacasaencima,quedamuycontentaconhaberloconocido.¿Onoesasí,Melitón?

—Esoqueniqué.—Bueno, como les estaba diciendo, en septiembre del año pasado, un poquito

después de los temblores cayó por aquí el gobernador para ver cómo nos habíatratadoel terremoto.Traíageólogoygenteconocedora,nocreanustedesqueveníasolo. Oye, Melitón, ¿como cuánto dinero nos costó darles de comer a losacompañantesdelgobernador?

—Algoasícomocuatromilpesos.—Yesoquenomásestuvieronundíayencuantoseleshizodenochesefueron,

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si no, quién sabe hasta qué alturas hubiéramos salido desfalcados, aunque eso sí,estuvimosmuycontentos: la gente estabaque se le reventaba el pescuezode tantoestirarlo para poder ver al gobernador y haciendo comentarios de cómo se habíacomidoelguajoloteydequesihabíachupadoloshuesosydecómoeraderápidopara levantar una tortilla tras otra rociándolas con salsa de guacamole; en todo sefijaron.Yéltantranquilo,tanserio,limpiándoselasmanosenloscalcetinesparanoensuciarlaservilletaquesólolesirvióparaespolvorearsedevezenvezlosbigotes.Y después, cuando el ponche de granada se les subió a la cabeza, comenzaron acantartodosencoro.Oye,Melitón,¿cuálfuelacanciónqueestuvieronrepiteyrepitecomodiscorayado?

—Fueunaquedecía:«Nosabesdelalmalashorasdeluto.»—Eresbuenoparaesode lamemoria,Melitón,nocabeduda.Sí, fueésa.Yel

gobernadornomásreía;pidiósaberdóndeestabaelcuartodebaño.Luegosesentónuevamenteensulugar,oliólosclavelesqueestabansobrelamesa.Mirabaalosquecantaban, ymovía la cabeza, llevando el compás, sonriendo.No cabe duda que sesentíafeliz,porquesupuebloerafeliz,hastaselepodíaadivinarelpensamiento.Yalahoradelosdiscursosseparóunodesusacompañantes,queteníalacaraalzada,unpocoborneadaalaizquierda,Yhabló.Ynocabedudadequeselastraía.

Habló de Juárez que nosotros teníamos levantado en la plaza y hasta entoncessupimosqueeralaestatuadeJuárez,puesnuncanadienoshabíapodidodecirquiénera el individuoqueestabaencaramadoenelmonumentoaquel.Siempre creíamosquepodíaserHidalgooMorelosoVenustianoCarranza,porqueencadaaniversariodecualquieradeellos,allíleshacíamossufunción.Hastaqueelcatrincitoaquelnosvino a decir que se trataba de don Benito Juárez. ¡Y las cosas que dijo! ¿No esverdad,Melitón?Túquetienestanbuenamemoriatehasdeacordarbiendeloquerecitóaquelfulano.

—Me acuerdomuy bien; pero ya lo he repetido tantas veces que hasta resultaenfadoso.

—Bueno,noesnecesario.Sóloqueestosseñoressepierdendealgobueno.Yalesdirásmejorloquedijoelgobernador.

»La cosa es que aquello, en lugar de ser una visita a los dolientes y a los quehabíanperdidosuscasas, seconvirtióenunaborracherade lasbuenas.YyanosedigacuandoentróalpueblolamúsicadeTepec,quellegóretrasadaporesodequetodosloscamionessehabíanocupadoenelacarreodelagentedelgobernadorylosmúsicostuvieronquevenirseapie;perollegaron.Entraronsonándoleduroalarpayala tambora,haciendotatachum,chum,chum,conlosplatillos,arreándolefuerteyconganasalZopilotemojado.Aquelloestabadehabersevisto,hastaelgobernadorsequitó el saco y se desabrochó la corbata, y la cosa siguió de refilón.Trajeronmásdamajuanas de ponche y se dieron prisa en tatemarmás carne de venado, porque

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aunque ustedes no lo quieran creer y ellos no se dieran cuenta, estaban comiendocarnedevenadodelqueporaquíabunda.Nosotrosnosreíamoscuandodecíanqueestabamuybuena labarbacoa, ¿ono,Melitón?, cuandopor aquíno sabemosni loqueesesodebarbacoa.Lociertoesqueapenaslesservíamosunplatoyyaqueríanotro y ni modo, allí estábamos para servirlos; porque como dijo Liborio, eladministrador del Timbre, que entre paréntesis siempre fue muy agarrado, "noimportaqueestarecepciónnoscuesteloquenoscuestequeparaalgohadeservireldinero" y luego tú,Melitón, que por ese tiempo eras presidente municipal, y quehastatedesconocícuandodijiste:"quesechorriéelponche,unavisitadeéstasnosedesmerece". Y sí, se chorrió el ponche, ésa es la pura verdad; hasta los mantelesestabancolorados.

Ylagenteaquellaqueparecíanotenerllenadero.Sólomefijéqueelgobernadornosemovíadesusitio;quenoestirabanilamano,sinoquesólosecomíaybebíaloque le arrimaban; pero la bola de lambiscones se desvivía por tenerle lamesa tanllena que hasta ya no cabía ni el salero que él tenía en lamano y que cuando lodesocupabaselometíaenlabolsadelacamisa.Hastayofuiadecirle:"¿nogustasal,migeneral?",yélmeenseñóriendoelsaleroqueteníaenlabolsadelacamisa,poresomedicuenta.

»Lograndeestuvocuandoélcomenzóahablar.Senosenchinóelpellejoatodosdelapuraemoción.Sefueenderezando,despacio,muydespacio,hastaquelovimosechar lasillahaciaatrásconelpie;ponersusmanosenlamesa;agachar lacabezacomosifueraaagarrarvueloyluegosutos,quenospusoatodosensilencio.¿Quéfueloquedijo,Melitón?

—«Conciudadanos—dijo-. Rememorando mi trayectoria, vivificando el únicoprocederdemispromesas.Anteesta tierraquevisitécomoanónimocompañerodeun candidato a laPresidencia, cooperador omnímododeunhombre representativo,cuya honradez no ha estado nunca desligada del contexto de sus manifestacionespolíticasyquesí,encambio,esfirmeglosadeprincipiosdemocráticosenelsupremovínculodeuniónconelpueblo,aunandoalaausteridaddequehadadomuestraslasíntesis evidente de idealismo revolucionario nunca hasta ahora pleno derealizacionesydecertidumbres.»

—Allíhuboaplausos,¿ono,Melitón?—Sí,muchos aplausos.Después siguió: «Mi trazo es elmismo, conciudadano.

Fui parco en promesas como candidato, optando por prometer lo que únicamentepodía cumplir y que al cristalizar, tradujérase en beneficio colectivo y no ensubjuntivo, ni participio de una familia genérica de ciudadanos.Hoy estamos aquípresentes,enestecasoparadojaldelanaturaleza,noprevistodentrodemiprogramadegobierno…»

—¡Exacto,migeneral!—gritóunodeporallá—.¡Exacto!Ustedlohadicho.

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—«…Enestecaso,digocuandolanaturalezanoshacastigado,nuestrapresenciareceptiva en el centro del epicentro telúrico que ha devastado hogares que podíanhaber sido los nuestros, que son los nuestros; concurrimos en el auxilio, no con eldeseo neroniano de gozarnos en la desgracia ajena, más aún, inminentementedispuestos a utilizar muníficamente nuestro esfuerzo en la reconstrucción de loshogares destruidos, hermanalmente dispuestos en el consuelo de los hogaresmenoscabadospor lamuerte.Este lugarqueyovisitéhace años, lejanoentonces atoda ambición de poder, antaño feliz, hogaño enlutecido, me duele. Sí,conciudadanos, me laceran las heridas de los vivos por sus bienes perdidos y laclamantedolenciadelosseresporsusmuertosinsepultosbajoestosescombrosqueestamospresenciando.»

—Allítambiénhuboaplausos,¿verdad,Melitón?—No,allívolvióaoírseelgritóndeantes:¡Exacto,señorgobernador!Ustedlo

hadicho.Yluegootrodemásacáquedijo:¡Callenaeseborracho!—Ah,sí.Yhastaparecióqueibaahaberuntumultoenlameracoladelamesa,

perotodosseapaciguaroncuandoelgobernadorhablódenuevo.—«Tuxcacuenses,vuelvoainsistir:Meduelevuestradesgracia,puesapesarde

lo que decíaBernal, el granBernalDíaz delCastillo: "Los hombres quemurieronhabían sido contratados para lamuerte", yo, en los considerandos demi conceptoontológicoyhumano,digo:¡Meduele!coneldolorqueproduceverderruidoelárbolensuprimerainflorescencia.Osayudaremosconnuestropoder.LasfuerzasvivasdelEstadodesdesufaldisterioclamanporsocorreralosdamnificadosdeestahecatombenuncapredecidanideseada.Miregencianoterminarásinhaberoscumplido.Porotraparte, no creo que la voluntad deDios haya sido la de causaros detrimento, la dedesaposentaros…»

—Yallí terminó.Loquedijodespuésnome lo aprendíporque labullaque sesoltó en lasmesasde atrás crecióy sevolvió retedifícil conseguir lo que él siguiódiciendo.

—Es muy cierto, Melitón. Aquello estuvo de haberse visto. Con eso les digotodo.Y es que elmismo sujeto de la comitiva se puso a gritar otra vez: ¡Exacto!¡Exacto!,conunoschillidosqueseoíanhastalacalle.Ycuandoloquisieroncallar,sacólapistolaycomenzóadarledechacamotasporencimadesucabeza,mientrasladescargabacontra el techo.Y lagentequeestabaallídemironaechóacorrer a lahoradelosbalazos.Ytumbólasmesasenlacaídaquellevabayseoyóelrompederodeplatosydevidriosylosbotellazosqueletirabanalfulanodelapistolaparaquesecalmara,yquenomásseestrellabanenlapared.Yelotro,quetuvotodavíatiempodemeterotrocargadoralarmaylodescargabadenuevacuenta,mientrasseladeabadeaquíparaalláescabulléndoleelbultoalasbotellasvoladorasqueleaventabandetodaspartes.

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»Hubieran visto al gobernador allí de pie, muy serio, con la cara fruncida,mirandohaciadondeestabaeltumultocomoqueriendocalmarloconsumirada.

»Quiénsabequiénfueadecirlealosmúsicosquetocaranalgo,lociertoesquesesoltaron tocando el Himno Nacional con todas sus fuerzas, hasta que casi se lereventabaelcachetealdeltrombóndelorecioquepitaba;peroaquellosiguióigual.Y luegoresultóquealláafuera,en lacalle,sehabíaprendido tambiénelpleito.Levinieronaavisaralgobernadorqueporalláunosseestabandandodemachetazos;yfijándose bien, era cierto, porque hasta acá se oían voces de mujeres que decían:¡Apártenlos que se van amatar!Y al rato otro grito que decía: ¡Yamataron amimarido!¡Agárrenlo!

»Yelgobernadornisemovía,seguíadepie.Oye,Melitón,cómoesesapalabraquesedice…

—Impávido.—Esoes,impávido.Bueno,conelargüendedeafueralacosaaquídentropareció

calmarse.Elborrachitodel«exacto»estabadormido;lehabíanatinadounbotellazoyse había quedado todo despatarrado tirado en el suelo. El gobernador se arrimóentoncesalfulanoaquelylequitólapistolaqueteníatodavíaagarradaenunadesusmanosagarrotadasporeldesmayo.Seladioaotroyledijo:«Encárgatedeélytomanota de que queda desautorizado a portar armas.» Y el otro contestó: «Sí, migeneral.»

»Lamúsica,noséporqué,siguiótoqueytoqueelHimnoNacional,hastaqueelcatrincitoquehabíahabladoenunprincipio,alzólosbrazosypidiósilencioporlasvíctimas.Oye,Melitón,¿porcuálesvíctimaspidióélquetodosnosasilenciáramos?

—Porlasdelefipoco.—Bueno, pues por ésas. Después todos se sentaron, enderezaron otra vez las

mesasysiguieronbebiendoponcheycantandolacanciónesadelas«horasdeluto».»Orame estoy acordando que sí fue por el veintiuno de septiembre el borlote:

porquemimujertuvoesedíaanuestrohijoMerencio,yyolleguéyamuynocheamicasa más bien borracho que buenisano. Y ella no me habló en muchas semanasarguyendoque lahabíadejadosolaconsucompromiso.YacuandosecontentómedijoqueyonohabíasidobuenoniparallamaralacomadronayquetuvoquesalirdelpasoacomoDiosledioaentender.

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LAHERENCIADEMATILDEARCÁNGEL

En Corazón de María vivían, no hace mucho tiempo, un padre y un hijoconocidoscomo losEremites; si acasoporque losdos se llamabanEuremios.Uno,EuremioCedillo;otro,EuremioCedillo también,aunquenocostabaningún trabajodistinguirlos, ya que uno le sacaba al otro una ventaja de veinticinco años biencolmados.

LocolmadoestabaenloaltoygarrudodequelohabíadotadolabenevolenciadeDios Nuestro Señor al Euremio grande. En cambio al chico lo había hecho todoalrevesado,hastasedicequedeentendimiento.Yporsifuerapocoelestartrabadodeflaco,vivíasiesquetodavíavive,aplastadoporelodiocomoporunapiedra;yválidoesdecirlo,sudesventurafueladehabernacido.

Quienmásloaborrecíaerasupadre,pormásciertomicompadre;porqueyolebauticéalmuchacho.Yparecequeparahacerloquehacíaseateníaasuestatura.Eraunhombrónasídegrande,quehastadabacorajeestarjuntoaélysopesarsufuerza,aunquefueraconlamirada.Alverlounosesentíacomosiaunolohubieranhechode mala gana o con desperdicios. Fue, en Corazón de María abarcando losalrededores,elúnicocasodeunhombrequecreciera tantohaciaarriba,siendoquelosdeporeserumbocrecenaloanchoysonbajitos;hastasedicequeesallídondeseoriginanloschaparros;ychaparraesallílagenteyhastasucondición.Ojaláqueningunodelospresentesseofendaporsiesdeallá,peroyomesostengoenmijuicio.

Yregresandoadondeestábamos, lescomenzabaaplaticardeunos fulanosquevivieronhacetiempoenCorazóndeMaría.EuremiograndeteníaunranchoapodadoLasÁnimas,venidoamenospormuchostrastornos,aunqueelmayordetodosfueeldescuido.Yesquenuncaquisodejarleesaherenciaalhijoque,comoyalesdijeerami ahijado. Se lo bebió entero a tragos de «bingarrote», que conseguía vendiendopedazotraspedazoderanchoyconelúnicofindequeelmuchachonoencontraracuandocrecieradedóndeagarrarseparavivir.Ycasi lo logró.Elhijoapenas si selevantóunpocosobrelatierra,hechounapuralástima,ymásquenadadebidoaunoscuantoscompadecidosqueleayudaronaenderezarse;porquesupadreniseocupódeél,antesparecíaqueselecuajabalasangredesóloverlo.

Pero para entender todo esto hay que irmás atrás.Muchomás atrás de que elmuchacho naciera, y quizá antes de que Euremio conociera a la que iba a ser sumadre.

LamadresellamóMatildeArcángel.Entreparéntesis,ellanoeradeCorazóndeMaría,sinodeunlugarmásarribaquesenombraChupaderos,alcualnuncallegóair el talCedillo y que si acaso lo conoció fue por referencias. Por ese tiempo ella

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estabacomprometidaconmigo;perounonuncasabeloquesetraeentremanos,asíquecuandofuiapresentarlealamuchacha,unpocoporpresumirlayotropocoparaqueélsedecidieraaapadrinarnoslaboda,nomeimaginéqueaellaseleagotaradepronto el sentimiento que decía sentir pormí, ni que comenzaran a enfriársele lossuspiros,yquesucorazónselohubieraagenciadootro.Losupedespués.

Sinembargo,habráquedecirlesantesquiényquécosaeraMatildeArcángel.Yallávoy.Lescontaréestosinapuraciones.Despacio.Alfinyalcabotenemostodalavidapordelante.

EllaerahijadeunataldoñaSinesia,dueñadelafondadeChupaderos;unlugarcaídoenelcrepúsculocomoquiendice,allídondesenosacababalajornada.Asíquecuantoarrierorecorríaesosrumbosalcanzóasaberdeellaypudosaborearselosojosmirándola. Porque por ese tiempo, antes de que desapareciera, Matilde era unamuchachitaquesefiltrabacomoelaguaentretodosnosotros.

Pero el día menos pensado, y sin que nos diéramos cuenta de qué modo, seconvirtió en mujer. Le brotó una mirada de semisueño que escarbaba clavándosedentrodeunocomounclavoquecuesta trabajodesclavar.Yluegose lereventólabocacomosiselahubierandesfloradoabesos.Sepusobonitalamuchacha,loqueseadecadaquien.

Estábienqueunonoestéparamerecer.Ustedessaben,unoesarriero.Porpurogusto.Porplaticarconunomismo,mientrasseandaenloscaminos.

Pero los caminos de ella eranmás largos que todos los caminos que yo habíaandadoenmividayhastasemeocurrióquenuncaterminaríadequererla.

Perototal,selaapropióelEuremio.Alvolverdeunodemis recorridos,supequeyaestabacasadaconeldueñode

LasAnimas.Penséquelahabíaarrastradolacodiciaytalvezlograndedelhombre.Justificacionesnuncamefaltaron.Loquemedolióaquíenelestómago,queesdondemásduelen lospesares, fuequesehubieraolvidadodeeseatajodepobresdiablosqueíbamosaverlaynosguarecíamosenelcalordesusmiradas.Sobretododemí,TranquilinoHerrera,servidordeustedes,yconquienellasecomprometiódeabrazoybesoy toda la cosa.Aunqueviéndolobien, en condicionesdehambre, cualquieranimalsesaledelcorral;yellanoestabamuybienalimentadaquedigamos;enparteporque a veces éramos tantos que no alcanzaba la ración, en parte porque siempreestabadispuestaaquitarseelbocadodelabocaparaquenosotroscomiéramos.

Despuésengordó.Tuvounhijo.Luegomurió.Lamatóuncaballodesbocado.Veníamos de bautizar a la criatura. Ella lo traía en sus brazos. No podría yo

contarleslosdetallesdeporquéycómosedesbocóelcaballo,porqueyoveníameroadelante.Sólomeacuerdoqueeraunanimalrosillo.Pasójuntoanosotroscomounanubegris,ymásquecaballofueelairedelcaballoelquenostocóver;solitario,yacasiembarradoalatierra.LaMatildeArcángelsehabíaquedadoatrás,sembradano

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muylejosdeallíyconlacarametidaenuncharcodeagua.Aquellacaritaquetantoquisimos tantos,ahoracasihundida,comosiseestuvieraenjuagandolasangrequebrotabacomomanaderodesucuerpotodavíapalpitante.

Peroyaparaentoncesnoeradenosotros.ErapropiedaddeEuremioCedillo,elúnicoquehabía trabajado como suya. ¡Yvaya si era chula laMatilde!Ymásquetrabajado,sehabíametidodentrodeellamuchomásalláde lasorillasde lacarne,hasta el alcance de hacerle nacer un hijo.Así que amí, por ese tiempo, ya nomequedabadeellamásquelasombraosiacasounabriznaderecuerdo.

Contodo,nomeresignéanoverla.Meacomedíabautizarlesalmuchacho,contaldeseguircercadeella,aunquefueranomásencalidaddecompadre.

Poresoesquetodavíasientopasarjuntoamíeseaire,queapagólallamaradadesuvida,comosiahoraestuvierasoplando;comosisiguierasoplandocontrauno.

Amímetocócerrarlelosojosllenosdeagua;yenderezarlelabocatorcidaporlaangustia:esaansiaqueleentróyqueseguramentelefuecreciendodurantelacarreradel animal, hasta el fin, cuando se sintió caer. Ya les conté que la encontramosembrocadasobresuhijo.Sucarneyaestabacomenzandoasecarse,convirtiéndoseencáscara por todo el jugo que se le había salido durante todo el rato que duró sudesgracia.Teníalamiradaabierta,puestaenelniño.Yalesdijequeestabaempapadaenagua.Noenlágrimas,sinodelaguapuercadelcharcolodosodondecayósucara.Yparecíahabermuertocontentadenohaberapachurradoa suhijoen lacaída,yaque se le traslucía la alegría en los ojos.Como les dije antes, amíme tocó cerraraquellamiradatodavíaacariciadora,comocuandoestabaviva.

La enterramos.Aquella boca, a la que tan difícil fue llegar, se fue llenando detierra.Vimoscómodesaparecíatodaellasumidaenlahondonadadelafosa,hastanovolveraversuforma.Yallí,paradocomohorcón,EuremioCedillo.Yyopensando:«SilahubieradejadotranquilaenChupaderos,quizátodavíaestuvieraviva.»

«Todavía viviría—se puso a decir él—, si el muchacho no hubiera tenido laculpa.»Ycontabaque«alniñoselehabíaocurridodarunberridocomodetecolote,cuandoelcaballoenqueveníaneramuyasustón.Élse loadvirtióa lamadremuybien,comoparaconvencerladequenodejaraberrearalmuchacho».Ytambiéndecíaque«ellapodíahabersedefendidoal caer;peroquehizo todo locontrario: sehizoarco,dejándoleunhuecoalhijocomoparanoaplastarlo.Asíque,contandounasconotrastodalaculpaesdelmuchacho.Daunosberridosquehastaunoseespanta.Yyopara qué voy a quererlo. Él de nadame sirve. La otra podía haberme dadomás ytodosloshijosqueyoquisiera;peroéstenomedejónisiquierasaborearla».Yasísesoltabadiciendocosasymáscosas,demodoqueyaunonosabíasierapenaocorajeelquesentíaporlamuerta.

Loquesísesuposiemprefueelodioqueletuvoalhijo.Yeradeesodeloqueyolesestabaplaticandodesdeelprincipio.ElEuremiose

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dio a la bebida. Comenzó a cambiar pedazos de sus tierras por botellas de«bingarrote».Despuéslocomprabahastaporbarricas.Amímetocóunavezfleteartoda una recua con puras barricas de «bingarrote» consignadas al Euremio. Allíentregótodosuesfuerzo:enesoyengolpearamiahijado,hastaqueselecansabaelbrazo.

Yaparaestohabíanpasadomuchosaños.Euremiochicocrecióapesardetodo,apoyadoenlapiedaddeunascuantasalmas;casiporelpuroalientoquetrajodesdeal hacer. Todos los días amanecía aplastado por el padre que lo consideraba uncobardeyunasesino,ysinoquisomatarlo,almenosprocuróquemurieradehambreparaolvidarsedesuexistencia.Perovivió.Encambioelpadreibaparaabajoconelpasodeltiempo.Yustedesyyoytodossabemosqueeltiempoesmáspesadoquelamáspesadacargaquepuedesoportarelhombre.Así,aunquesiguiómanteniendosusrencores, se le fue mermando el odio, hasta convertir sus dos vidas en una vivasoledad.

Yo losprocurabapoco.Supe, porqueme lo contaron, quemi ahijado tocaba laflautamientras supadredormía la borrachera.No sehablabanni semiraban; peroaundespuésdeanochecerseoíaentodoCorazóndeMaríalamúsicadelaflauta;yavecesseseguíaoyendomuchomásalládelamedianoche.

Bueno,paranoalargarlesmáslacosa,undíaquieto,deesosqueabundanmuchoen estos pueblos, llegaron unos revoltosos a Corazón de María. Casi ni ruidohicieron,porquelascallesestabanllenasdehierba;asíquesupasofueensilencio,aunque todosveníanmontados enbestias.Dicenque aquello estaba tan calmadoyqueelloscruzarontansinarmaralboroto,queseoíaelgritodelsomormujoyelcantodelosgrillos;yquemásqueellos,loquemásseoíaeralamusiquitadeunaflautaqueselesagregóalpasarfrentealacasadelosEremites,ysefuealejando,yéndose,hastadesaparecer.

Quiénsabequéclasederevoltososseríanyquéandaríanhaciendo.Locierto,yesto tambiénme lo contaron, fue que a pocos días, pasaron también sin detenerse,tropas del gobierno.Y que en esa ocasión Euremio el viejo, que a esas alturas yaestaba un tanto achacoso, les pidió que lo llevaran. Parece que contó que teníacuentas pendientes con uno de aquellos bandidos que iban a perseguir. Y sí, loaceptaron. Salió de su casa a caballo y con el rifle en la mano, galopando paraalcanzaralastropas.Eraalto,comoanteslesdecía,quemásqueunhombreparecíauna banderola por eso de que llevaba el greñero al aire, pues no se preocupó debuscarelsombrero.

Yporalgunosdíasnosesuponada.Todosiguióigualdetranquilo.Amímetocóllegar entonces.Veníade«abajo»donde tambiénnada se rumoreaba.Hastaquedepronto comenzó a llegar gente. «Coamileros», saben ustedes: unos fulanos que sepasanpartedesuvidaarrendadosenlasladerasdelosmontes,yquesibajanalos

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pueblos es en procura de algo o porque algo les preocupa.Ahora los había hechobajarelsusto.Llegarondiciendoquealláenloscerrosseestabapeleandodesdehacíavariosdías.Yqueporahíveníanyaunoscasidearribada.

Pasólatardesinverpasaranadie.Llególanoche.Algunospensamosquetalvezhubieranagarradootrocamino.Esperamosdetrásdelaspuertascerradas.Dieronlas9 y las 10 en el reloj de la iglesia.Y casi con la campana de las horas se oyó elmugidodelcuerno.Luegoeltrotedecaballos.Entoncesyomeasoméaverquiéneseran.Yvi unmontóndedesarrapadosmontados en caballos flacos; unos estilandosangre,yotrosseguramentedormidosporquecabeceaban.Sesiguierondelargo.

Cuandoyaparecíaquehabíaterminadoeldesfiledefigurasoscurasqueapenassisedistinguíadelanoche,comenzóaoírse,primeroapenitasydespuésmásclaralamúsicadeuna flauta.Yapoco rato,vivenir ami ahijadoEuremiomontadoenelcaballo de mi compadre Euremio Cedillo. Venía en ancas, con la mano izquierdadándoleduroa su flauta,mientrasquecon laderecha sostenía, atravesado sobre lasilla,elcuerpodesupadremuerto.

FIN

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