SERGIO ALFONSO LÓPEZ “QUÉ GANAS DE SEGUIR HACIENDO … · chilenas, o que en los tráilers de...

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La compositora combina la música con la dirección de arte. 4 / / 2 de agosto de 2019 A “QUÉ GANAS DE SEGUIR HACIENDO MÚSICA PARA CINE, PERO VAYA QUE CUESTA” UNQUE NO RECUERDA MUY BIEN POR QUÉ, Valentina Caiozzi cuenta que ese día de 2018 las cosas no le habían salido bien y que su ánimo no era de los mejores. Sin embargo, todo cam- bió cuando sonó el teléfono y escuchó la voz de su padre, el aclamado cineasta Sil- vio Caiozzi, quien le dio la noticia: la pelí- cula “Y de pronto el amanecer” había ga- nado el premio a la Mejor Música para Cine en la 51° versión del Festival de Cine de Viña del Mar. La celebración quedaba en familia: la cinta, dirigida por el padre, tiene música producida, compuesta y arreglada por la hija. —Para que veas que pasan cosas bue- nas y malas en un mismo día —agregó él. No es el único galardón que ha recibi- do la banda sonora de “Y de pronto el amanecer”, un filme donde se relata la historia de un escritor, interpretado por Julio Jung, que huye de Chiloé y regresa 45 años después. En noviembre de 2018, el soundtrack —basado en piezas de Luis Advis— fue premiado en el Festival de Cine Latinoamericano de Trieste, Italia, y en julio pasado recibió un premio Pul- sar en la categoría Mejor Música para Audiovisuales. En esa última oportunidad, Valentina Caiozzi escuchó a los presentadores pro- nunciar su nombre con una mezcla de emoción e incredulidad. Subió al escena- rio, tomó el galvano y, de pie frente al pú- blico del Teatro Teletón, no pudo o no quiso ocultar su alegría, aunque tampo- co sus aprensiones por el poco apoyo que se presta al cine nacional. —Qué ganas de seguir haciendo músi- ca para cine, pero vaya que cuesta —dijo al final de su breve intervención. TRAS BAMBALINAS —Lo primero que se tiende a decir es que se hace poco cine, pero lo real es que no es tan poco —reflexiona sentada en el comedor de su colorido departamento en Las Condes, donde abundan los dise- ños de calaveras y las referencias a Los Beatles—. Se están produciendo 40 pelí- culas al año. Eso no es poco. Pero de esas, ¿cuántas uno conoce? Tres, cuatro, con suerte. Son las que logran llegar al apoyo de difusión, sin discriminar si son bue- nas, malas o más o menos. Respecto al reciente anuncio de Ban- coEstado, que decidió poner fin a su pro- grama de fomento al cine chileno, la compositora opina: —Es atroz, fatal. (...) Un camino con- siste en que se abra otro fondo. Sería ba- cán. Obvio. Pero, quizás, el mejor cami- no es modificar la ley; que se esté obliga- do a que un canal pase una vez a la sema- na algún estreno o un aviso de películas chilenas, o que en los tráilers de los cines estén obligados a ponerlos. Meter modi- ficaciones que ayuden a la difusión sin tanta letra chica, ojalá. Además, piensa que deberían existir más festivales de cine con categorías de- dicadas a las bandas sonoras y, en gene- ral, cree que la audiencia aún no presta tanta atención a la música de los filmes, la que tiene la capacidad de imprimir más o menos emoción en una escena. —La gente no se plantea que existe la La hija de Silvio Caiozzi ha cosechado numerosos premios por la música de “Y de pronto el amanecer”, la última película de su padre. También embarcada en la dirección de arte, habla de la deuda de Chile en el apoyo a la cultura y de los prejuicios de género que, lentamente, comienzan a desaparecer. POR Nicolás Lazo FELIPE VARGAS FIGUEROA “(Silvio Caiozzi) es súper exigente. Pero está en todo su derecho. Si decides trabajar con una persona como él, tienes que entregarte a merced de su visión”, dice la compositora. VALENTINA CAIOZZI: 2 de agosto de 2019 / / 13 RESTAURANTES / CRÍTICA Casa Garla NOVEDADES VIEJAS ¿POR QUÉ HABRÍA UNO DE TENERLE FE A UN COCINERO QUE LE PROMETE GOZAR DE LA MÁS DELICIOSA COMI- DA CON SOLO UNA CONDICIÓN: QUE ÉL ELIJA LOS PLATOS? Y nueve, nada menos. La pregunta es especialmente pertinente cuando se trata de varios cocineros jóvenes, sin el respaldo de una larga trayectoria. En “Casa Garla” hemos comido un menú fijo —desconocido previamente— de nueve “tiem- pos”. Término que describe bien la materia, que no alcanza a ser un plato, sino sólo un bocado. Se trata de un sistema o método ya viejo (en boga en Europa, allá por los años 70). Antecedentes más próximos hay en la Cataluña de Adriá, que decidió poner fin al experimento. Y más cerca de nosotros, también. No hay otras opciones. La concepción de fondo es que comer no tiene nada que ver con alimentarse: uno no come para satisfacer, cultivadamente, sus necesidades tróficas, sino por varias otras razones posibles, como la mera diversión. Esto de separar el placer de la función daría para largo. Pero, en fin, hecha esta aclaración, que podrá ayudar a Usía a tomar decisiones, entremos en materia. Los nueve tiempos ofrecen algunos luminosos claros, y algunas oscuridades. Entre los primeros están los panes iniciales, bien hechos, agrada- bles, y, luego, un trocito de “brioche” montado con tres ostritas. Se quema incienso a las deida- des culinarias de moda (¡Santa Epatación, ora pro nobis!) con unos trocitos de pejerrey crudo con “leche de castaña acebichada”, cuya función es parecida a la de la “leche de tigre”, y con un plato —decididamente no logrado, catalogable entre las oscuridades— de pulpo asado con un caldito puesto por encima, trozos de alguna verdurita cruda (nos pareció mange-tout) e hilos de algún tubérculo encurtido, a la coreana. En otro caso, la búsqueda de novedad transforma un trozo de cordero asado en una bolita de carne deshilacha- da envuelta en hojas de acelga (hace años, Maz- zarelli envolvió de ese modo erizos en espinacas: una gloria): se disfrutaría más el cordero tal cual, con solo el delicioso puré de topinambour que lo escolta. La moda de verter caldo en el plato, en otro “tiempo”, impidió que unas finas láminas fritas de algo, cumplieran su fin de dar crocancia (esto de las texturas es complicado en este estilo de cocina). Y las tres rebanaditas de magret de pato fueron tan, tan delgadas que su sabor no logró sobreponerse al de la dulce salsa (Cur- nonsky decía que la buena cocina es aquella en que las cosas saben a lo que son). En fin, creemos que los platos dulces son, claramente, los mejores (bien por los chefs pasteleros): buenos helados (el de apio, con algo de raíz de apio, delicioso), ricos petit fours (salvo un frustrado merenguito). Precios: $39.000 por persona sin maridajes; $54.000 con ellos (y con la correspondiente perorata del garzón).Hay una muy interesante carta de vinos, a buen precio. Cirujano Guzmán 194, Providencia. 228946240. SERGIO ALFONSO LÓPEZ POR Ruperto de Nola Sapiens HOMO VEGANO TAN ANTIGUO, QUE DEBE HABER SIDO EN EL SIGLO PASADO, fue un céle- bre spot que marcaba la dicotomía entre lo salu- dable y lo sabroso (aunque la margarina, que se suponía juntaba ambos atributos —a diferencia de la mantequilla—, ha resultado finalmente al debe). Pero en fin. Este encuentro entre lo bueno para el hambre y lo apto para el alma, a veces, falla en los restaurantes vegetarianos. Y más aún en los veganos. La razón es que a veces, nueva- mente, se lanzan a adaptar recetas pensadas y probadas con la inclusión de la proteína animal en la mezcla. Y en vez de lograr un buen original producen una copia deficiente, todo en nombre de la ideología. Esto, en este pequeño lugar del barrio Italia llamado Sapiens, apenas ocurre. Porque en una especialidad en que lo vegano ha creado glorio- sos desastres, la pastelería, aquí salen más que bien parados. Su pastel de zanahoria ($3.600) supera a una buena cantidad de sus pares de la capital, con harina integral y endulzado con panela (suerte de chancaca). Lo mismo su chee- secake de berries ($3.600), con base de almen- dras y dátiles, y una mousse de castañas de cajú. Un par de ejemplos afortunados y muy reco- mendables (aunque hay que ser un poco más osado como para probar su mousse de chocolate y palta, bautizado como Museología). Después de esta partida por el final, hay que consignar que se trata de un espacio de tamaño medio, en el que se respira buena onda (al punto que te regalan una cita citable junto al vuelto. En este caso: “La felicidad es interior, no exterior, por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”… awww). La cocina no es lenta y la atención es un pelín dispersa, pero bajando la neura, todo funciona. Tres fueron los platos probados, con distinta fortuna. Primero, un mayúsculo burrito de poro- tos negros, arroz integral, choclo, hojas verdes y pebre, el Cariota ($5.600). Tan sabroso como llenadorísimo (hay otros más cargados a la lenteja y a la quínoa). Lo otro fue una vurger (no burger, obvio) de camote y poroto negro, pepini- llo, palta y tomate, la Boniato ($6.800). Nueva- mente una maravilla de sabor + salud, aunque los bastoncitos de camote de comparsa, hechos de manera saludable, hacían extrañar a la buena fritura, la verdad. Y el tercer plato, una pizza de masa madre integral, la Avocada ($6.800), sí quedó al debe. La masa nada de mal, pero el sucedáneo del queso y los trozos de palta MUY madura (y harto hilachienta, sorry), no calzaron con el resto de la experiencia. Los champiñones más cruditos también habrían sido algo positivo. Acompañando con un jugo del día y un té chai, la relación calidad/precio y sabor/salud son las evidentes fortalezas de este local del barrio Italia. Avenida Italia 1206. 940302164. POR Esteban Cabezas SAPIENS Bar La Virgen PICARDÍA CHILENA BAR LA VIRGEN SIGUE sor- prendiendo pero ahora desde una casona de cuatro pisos en el barrio Yungay. El primer piso está destina- do solo a la cocina, el segundo tiene mesas y el tercer piso tiene el sector de la barra, donde preparan las especialidades de la casa inspiradas en coctelería chilena como el tradi- cional pichuncho, vaina, pistón o un refrescante jote con huesillo. Y en el cuarto está la mayor atracción: la terraza que tiene una imperdible vista a Santiago donde casi no hay edificios que bloqueen la vista. Mirando su coctelería de autor, los ojos se van de inmediato al Aperol maracuyá ($4.900) que la fruta en este caso le da un giro interesante de sabor a este cóctel que pareciera que llegó para quedar- se. Pero para quienes buscan algo más atrevido está Queen Paula ($8.900), preparación que según cuentan, se ha robado los aplausos en el último tiempo. Consiste en Gin Bombay, exprimido de pomelo, licor de naranja y un toque de goma. Perfecto para los amantes del amar- gor. Quienes buscan algo de picardía está el Sour de jengibre o el de ají, que dicen que cura hasta resfriados. Erasmo Escala 2395, Santiago. Por Catalina Wallace PAZ VILLARROEL

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La compositoracombina la música conla dirección de arte.

4 / / 2 de agosto de 2019

A

“QUÉ GANAS DESEGUIR HACIENDOMÚSICA PARA CINE,

PERO VAYAQUE CUESTA”

UNQUE NO RECUERDA MUYBIEN POR QUÉ, Valentina Caiozzicuenta que ese día de 2018 las cosas no lehabían salido bien y que su ánimo no erade los mejores. Sin embargo, todo cam-bió cuando sonó el teléfono y escuchó lavoz de su padre, el aclamado cineasta Sil-vio Caiozzi, quien le dio la noticia: la pelí-cula “Y de pronto el amanecer” había ga-nado el premio a la Mejor Música paraCine en la 51° versión del Festival de Cinede Viña del Mar. La celebración quedabaen familia: la cinta, dirigida por el padre,tiene música producida, compuesta yarreglada por la hija.

—Para que veas que pasan cosas bue-nas y malas en un mismo día —agregó él.

No es el único galardón que ha recibi-do la banda sonora de “Y de pronto elamanecer”, un filme donde se relata lahistoria de un escritor, interpretado porJulio Jung, que huye de Chiloé y regresa45 años después. En noviembre de 2018,el soundtrack —basado en piezas de LuisAdvis— fue premiado en el Festival deCine Latinoamericano de Trieste, Italia,y en julio pasado recibió un premio Pul-sar en la categoría Mejor Música paraAudiovisuales.

En esa última oportunidad, ValentinaCaiozzi escuchó a los presentadores pro-nunciar su nombre con una mezcla deemoción e incredulidad. Subió al escena-rio, tomó el galvano y, de pie frente al pú-blico del Teatro Teletón, no pudo o noquiso ocultar su alegría, aunque tampo-co sus aprensiones por el poco apoyo quese presta al cine nacional.

—Qué ganas de seguir haciendo músi-

ca para cine, pero vaya que cuesta —dijoal final de su breve intervención.

TRAS BAMBALINAS—Lo primero que se tiende a decir es

que se hace poco cine, pero lo real es queno es tan poco —reflexiona sentada en elcomedor de su colorido departamentoen Las Condes, donde abundan los dise-ños de calaveras y las referencias a LosBeatles—. Se están produciendo 40 pelí-culas al año. Eso no es poco. Pero de esas,¿cuántas uno conoce? Tres, cuatro, consuerte. Son las que logran llegar al apoyode difusión, sin discriminar si son bue-nas, malas o más o menos.

Respecto al reciente anuncio de Ban-coEstado, que decidió poner fin a su pro-grama de fomento al cine chileno, lacompositora opina:

—Es atroz, fatal. (...) Un camino con-siste en que se abra otro fondo. Sería ba-cán. Obvio. Pero, quizás, el mejor cami-no es modificar la ley; que se esté obliga-do a que un canal pase una vez a la sema-na algún estreno o un aviso de películaschilenas, o que en los tráilers de los cinesestén obligados a ponerlos. Meter modi-ficaciones que ayuden a la difusión sintanta letra chica, ojalá.

Además, piensa que deberían existirmás festivales de cine con categorías de-dicadas a las bandas sonoras y, en gene-ral, cree que la audiencia aún no prestatanta atención a la música de los filmes,la que tiene la capacidad de imprimirmás o menos emoción en una escena.

—La gente no se plantea que existe la

La hija de Silvio Caiozzi ha cosechado numerosos premios por lamúsica de “Y de pronto el amanecer”, la última película de supadre. También embarcada en la dirección de arte, habla de ladeuda de Chile en el apoyo a la cultura y de los prejuicios degénero que, lentamente, comienzan a desaparecer. POR Nicolás Lazo

FELIPE VARGAS FIGUEROA

“(SilvioCaiozzi) essúper exigente.Pero está entodo suderecho. Sidecidestrabajar conuna personacomo él, tienesque entregartea merced de suvisión”, dice lacompositora.

VALENTINA CAIOZZI:

2 de agosto de 2019 / / 13

RESTAURANTES / CRÍTICA

Casa GarlaNOVEDADES VIEJAS

¿POR QUÉ HABRÍA UNO DE TENERLEFE A UN COCINERO QUE LE PROMETEGOZAR DE LA MÁS DELICIOSA COMI-DA CON SOLO UNA CONDICIÓN: QUEÉL ELIJA LOS PLATOS? Y nueve, nadamenos. La pregunta es especialmente pertinentecuando se trata de varios cocineros jóvenes, sinel respaldo de una larga trayectoria.

En “Casa Garla” hemos comido un menú fijo—desconocido previamente— de nueve “tiem-pos”. Término que describe bien la materia, queno alcanza a ser un plato, sino sólo un bocado. Setrata de un sistema o método ya viejo (en bogaen Europa, allá por los años 70). Antecedentesmás próximos hay en la Cataluña de Adriá, quedecidió poner fin al experimento. Y más cerca denosotros, también. No hay otras opciones.

La concepción de fondo es que comer no tienenada que ver con alimentarse: uno no come parasatisfacer, cultivadamente, sus necesidadestróficas, sino por varias otras razones posibles,como la mera diversión. Esto de separar el placerde la función daría para largo. Pero, en fin, hechaesta aclaración, que podrá ayudar a Usía a tomar

decisiones, entremos en materia.Los nueve tiempos ofrecen algunos luminosos

claros, y algunas oscuridades. Entre los primerosestán los panes iniciales, bien hechos, agrada-bles, y, luego, un trocito de “brioche” montadocon tres ostritas. Se quema incienso a las deida-des culinarias de moda (¡Santa Epatación, ora pronobis!) con unos trocitos de pejerrey crudo con“leche de castaña acebichada”, cuya función esparecida a la de la “leche de tigre”, y con un plato—decididamente no logrado, catalogable entrelas oscuridades— de pulpo asado con un calditopuesto por encima, trozos de alguna verduritacruda (nos pareció mange-tout) e hilos de algúntubérculo encurtido, a la coreana. En otro caso, labúsqueda de novedad transforma un trozo decordero asado en una bolita de carne deshilacha-da envuelta en hojas de acelga (hace años, Maz-zarelli envolvió de ese modo erizos en espinacas:una gloria): se disfrutaría más el cordero tal cual,con solo el delicioso puré de topinambour que loescolta. La moda de verter caldo en el plato, enotro “tiempo”, impidió que unas finas láminasfritas de algo, cumplieran su fin de dar crocancia

(esto de las texturas es complicado en este estilode cocina). Y las tres rebanaditas de magret depato fueron tan, tan delgadas que su sabor nologró sobreponerse al de la dulce salsa (Cur-nonsky decía que la buena cocina es aquella enque las cosas saben a lo que son).

En fin, creemos que los platos dulces son,claramente, los mejores (bien por los chefspasteleros): buenos helados (el de apio, con algode raíz de apio, delicioso), ricos petit fours (salvoun frustrado merenguito). Precios: $39.000 porpersona sin maridajes; $54.000 con ellos (y conla correspondiente perorata del garzón).Hay unamuy interesante carta de vinos, a buen precio.

Cirujano Guzmán 194, Providencia. 228946240.

SERGIO ALFONSO LÓPEZ

POR Ruperto de Nola

SapiensHOMO VEGANO

TAN ANTIGUO, QUE DEBE HABERSIDO EN EL SIGLO PASADO, fue un céle-bre spot que marcaba la dicotomía entre lo salu-dable y lo sabroso (aunque la margarina, que sesuponía juntaba ambos atributos —a diferenciade la mantequilla—, ha resultado finalmente aldebe). Pero en fin. Este encuentro entre lo buenopara el hambre y lo apto para el alma, a veces,falla en los restaurantes vegetarianos. Y más aúnen los veganos. La razón es que a veces, nueva-mente, se lanzan a adaptar recetas pensadas yprobadas con la inclusión de la proteína animalen la mezcla. Y en vez de lograr un buen originalproducen una copia deficiente, todo en nombrede la ideología.

Esto, en este pequeño lugar del barrio Italiallamado Sapiens, apenas ocurre. Porque en unaespecialidad en que lo vegano ha creado glorio-sos desastres, la pastelería, aquí salen más quebien parados. Su pastel de zanahoria ($3.600)supera a una buena cantidad de sus pares de lacapital, con harina integral y endulzado conpanela (suerte de chancaca). Lo mismo su chee-

secake de berries ($3.600), con base de almen-dras y dátiles, y una mousse de castañas de cajú.Un par de ejemplos afortunados y muy reco-mendables (aunque hay que ser un poco másosado como para probar su mousse de chocolatey palta, bautizado como Museología).

Después de esta partida por el final, hay queconsignar que se trata de un espacio de tamañomedio, en el que se respira buena onda (al puntoque te regalan una cita citable junto al vuelto. Eneste caso: “La felicidad es interior, no exterior,por lo tanto, no depende de lo que tenemos,sino de lo que somos”… awww). La cocina no eslenta y la atención es un pelín dispersa, perobajando la neura, todo funciona.

Tres fueron los platos probados, con distintafortuna. Primero, un mayúsculo burrito de poro-tos negros, arroz integral, choclo, hojas verdes ypebre, el Cariota ($5.600). Tan sabroso comollenadorísimo (hay otros más cargados a lalenteja y a la quínoa). Lo otro fue una vurger (noburger, obvio) de camote y poroto negro, pepini-llo, palta y tomate, la Boniato ($6.800). Nueva-

mente una maravilla de sabor + salud, aunque losbastoncitos de camote de comparsa, hechos demanera saludable, hacían extrañar a la buenafritura, la verdad. Y el tercer plato, una pizza demasa madre integral, la Avocada ($6.800), síquedó al debe. La masa nada de mal, pero elsucedáneo del queso y los trozos de palta MUYmadura (y harto hilachienta, sorry), no calzaroncon el resto de la experiencia. Los champiñonesmás cruditos también habrían sido algo positivo.

Acompañando con un jugo del día y un té chai,la relación calidad/precio y sabor/salud son lasevidentes fortalezas de este local del barrio Italia.

Avenida Italia 1206. 940302164.

POR Esteban Cabezas

SAPIENS

Bar La Virgen

PICARDÍACHILENA

BAR LA VIRGEN SIGUE sor-prendiendo pero ahora desde unacasona de cuatro pisos en el barrioYungay. El primer piso está destina-do solo a la cocina, el segundo tienemesas y el tercer piso tiene el sectorde la barra, donde preparan lasespecialidades de la casa inspiradasen coctelería chilena como el tradi-cional pichuncho, vaina, pistón o unrefrescante jote con huesillo. Y en elcuarto está la mayor atracción: laterraza que tiene una imperdiblevista a Santiago donde casi no hayedificios que bloqueen la vista.

Mirando su coctelería de autor,los ojos se van de inmediato alAperol maracuyá ($4.900) que lafruta en este caso le da un girointeresante de sabor a este cóctelque pareciera que llegó para quedar-se. Pero para quienes buscan algomás atrevido está Queen Paula($8.900), preparación que segúncuentan, se ha robado los aplausosen el último tiempo. Consiste en GinBombay, exprimido de pomelo, licorde naranja y un toque de goma.Perfecto para los amantes del amar-gor. Quienes buscan algo de picardíaestá el Sour de jengibre o el de ají,que dicen que cura hasta resfriados.

Erasmo Escala 2395, Santiago.

Por Catalina Wallace

PAZ VILLARROEL