Separata Medellín Vive la Música, edición 4

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¿Cuál es el papel de la música en la transformación social de Medellín? EDICIÓN 4 JUlIO 2015

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Medellín Vive la Música Separata No. 4 - Revista Arcadia ¿Cuál es el papel de la música en la transformación social de Medellín?

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¿Cuál es el papel de la música en la transformación

social de Medellín?

EDICIÓN 4JUlIO 2015

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EDITORIAL

Alcaldía de Medellín

Aníbal Gaviria Correa Alcalde de Medellín

Alexandra Peláez BoteroVicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte

Luis Fernando Suárez VélezVicealcalde de Gobernabilidad, Seguridad y Servicio a la Ciudadanía

Juan Carlos Giraldo SalinasVicealcalde de Salud, Inclusión y Familia

Jesús Arturo Aristizábal GuevaraVicealcalde de Hábitat, Movilidad, Infraestructura y Sostenibilidad

Wilson Enrique López BedoyaVicealcalde de Gestión Territorial

Luis Felipe Hoyos Vieira Vicealcalde de CTi, Desarrollo Económico, Internacionalización y APP

Secretaría de Cultura Ciudadana

María del Rosario Escobar ParejaSecretaria de Cultura Ciudadana

Ana Cecilia Restrepo EspinosaDirectora Red de Escuelas de Medellín

Alejandro Escobedo ForeroGerente Medellín Vive la Música

Ronal Castañeda TabaresComunicaciones Medellín Vive la Música

Luz Enidia Largo ArteagaComunicaciones Subsecretaría Arte yCultura - Interventora

Revista Arcadia

DirectorJuan David Correa

Directora del proyectoJuliana Restrepo

Dirección de ArteMónica Loaiza

CorreciónTatiana Andrade

Fotografía y textosEsteban Duperly

PodcastJuan Pablo Trujillo

Director ComercialMaría Alejandra Navia / [email protected]

Publicaciones Semana SASGerente GeneralElena Mesa Zuleta

Gerente ComercialIsabel Cristina Calle

Gerente de MercadeoLiliana Sotomonte

Gerente de CirculaciónNatalia Peinado

Gerente de InnovaciónIván Jaramillo Price

Gerente Financiero y AdministrativoFelipe Albán Daza

Sede: Carrera 11 n.º 77A - 65Bogotá, Colombia PBX 6468400©Publicaciones Semana S. A.Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización de Publicaciones Semana S.A. ISSN: 1900-589X Printed in Colombia

ED.04

Educación y cultura parala transformación social

Con una inversión sin precedentes, esta administración ha demostrado

interés en las artes y la cultura como un medio para la transformación

social. Prueba de ello son los más de 90 mil millones de pesos que se han

invertido en los últimos 4 años como parte de la estrategia de la Alcaldía de

Medellín por el fomento y fortalecimiento del sector de la música en la ciudad.

Creemos en la transformación y la innovación social a través de pro-

cesos de fortalecimiento social. Dan cuenta de este panorama, el modelo de

intervención urbana a través de las 20 Unidades de Vida Articuladas (UVA)

que tendrá la ciudad para el deporte, la recreación, la cultura y la participa-

ción comunitaria. “Reciclar” estos espacios (antiguos tanques de agua de EPM

y lotes de aprovechamientos) y transformarlos en beneficio de la inclusión

ciudadana, ayuda a encontrar lugares de convivencia y equidad para nuestros

habitantes.

Ampliamos la infraestructura musical de la ciudad con 4 nuevas casas

de música: 6.740 metros cuadrados de área construida y 26 mil millones de pe-

sos de inversión en nuevos espacios que tendrán impacto directo en el sector

de la música para las diferentes zonas de Medellín.

Fortalecemos a los emprendedores del sector musical para mejorar sus

competencias y herramientas administrativas, financieras y comerciales. Una

nueva modalidad de estímulos y apoyos fue creada este año: Becas para el

fortalecimiento de procesos comunitarios en formación musical, en el marco

del programa Medellín Vive la Música. Este año 60 emprendedores han sido

beneficiados con proyectos e iniciativas musicales de impacto social.

Pero el fortalecimiento social y la intervención ciudadana vienen de la

mano de procesos educativos. En relación a la música, desarrollamos nuevas

líneas de formación para maestros (Escuelas de Formadores) y formación en

primera infancia (iniciación musical). Además de contar con una inversión

constante (6 mil millones de pesos anuales) en programas tan importantes

para los niños y jóvenes de esta ciudad como la Red de Escuelas de Música de

la Alcaldía de Medellín.

La música es un elemento esencial para construir ciudades para la vida.

Mejorar la calidad de los espacios públicos es mejorar la convivencia y la equi-

dad ciudadana; fortalecer y fomentar la educación y la cultura es contribuir a

que un ciudadano sea libre y autónomo. Una sociedad más libre, más justa y más

feliz tiene múltiples ritmos, voces, sonidos y géneros. Medellín vive la música.

Alexandra Peláez BoteroVicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación,

Recreación y Deporte Alcaldía de Medellín

Foto de portada: Sara Jurado. Lanzamiento del Festival Medellín Vive la Música (2014) en un concierto con el maestro Gustavo Santaolalla con 450 niños de la Red de Escuelas de Música de Medellín.

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REPORTAJE. Una herramienta poderosa

En Medel l ín la música se ha convert ido en una de las herramientas para te jer tramas humanas, que los sociólogos l laman tej ido socia l . La c iudad encuentra formas de repararse.

HERRAMIENTA PODEROSAUNA

Po r E s t e b a n D u p e r l y

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Cuando la Red de Escuelas de Música surgió en Medellín, a finales de la década de 1990, los habitantes de la ciudad se preguntaban en qué consistiría esa suerte de experi-mento inspirado en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles de Venezuela, que ya operaba desde 1975 y había logrado un interesante reconocimiento de la Unesco. Hasta entonces, en Medellín, los violines, los chelos y las tubas se asociaban a la formalidad y a la so-lemnidad de los teatros o, cuando mucho, a los conserva-torios y a las academias privadas, pero muy pocas veces a la vida común y corriente. De modo que resultaba muy extraño ver llegar al barrio escuelas de eso tan ajeno que llamamos “música clásica”. Hasta que de algún lado sur-gió y se hizo popular la frase “un niño que tome un ins-trumento jamás empuñará un arma” y la gente comenzó a entender. Se trataba de una apuesta social: si lográba-mos despertar sensibilidad artística en los muchachos, tal vez conseguiríamos incubar en ellos un cambio.

Aunque hoy se sabe que la música por sí sola no lo logra todo, debe ir de la mano de “entornos protecto-res”, llamados así por los planes de gobierno –servicios públicos, escuelas, infraestructura, salud, profesores, familias, etcétera– sí es una herramienta poderosa. So-bre todo porque la práctica musical, además de hacer germinar en el aprendiz emociones que lo sensibilizan

y lo humanizan, también trae consigo la disciplina, la concentración y la constancia, que son destrezas que en-riquecen a cualquier joven aunque no se convierta en músico profesional.

De hecho, este criterio es una especie de lema de la Red: “Es un programa que usa la música como vehí-culo, pero no se presenta a sí mismo como un progra-ma formal de formación musical”, expresa Ana Cecilia Restrepo, la directora. Eso quiere decir que el objetivo principal es generar espacios donde estudiantes entre 7 y 24 años –niñez, pubertad y adolescencia, tres etapas críticas del ciclo vital– puedan tejer sus tramas sociales: encontrarse, pasar tiempo juntos, interactuar con profe-sores y guías psicosociales y, de rebote, aprender un ins-trumento y darle escape a buena parte de sus pulsiones artísticas. La mezcla es bastante eficiente.

La Red quiere llegar a las zonas más marginales de la ciudad, hace presencia en 14 de las 16 comunas, que equi-vale a cubrir casi el 90% del territorio. Y, tal vez más im-portante, la Red abarca 3 de los 5 corregimientos rurales. Darle a un muchacho de Santa Elena, de San Cristóbal, de San Antonio de Prado, las mismas posibilidades de apren-der saxofón que otro de La América o Belén –en plena zona urbana– es intentar cerrar una brecha de inequidad que por décadas se había mantenido abierta.

A la fecha, este programa cobija a cerca de 4.600 niños y jóvenes que se forman y se encuentran con sus pares en 27 escuelas, donde la Alcaldía invierte aproxi-madamente $6.500 millones al año, dinero que Alejan-dro Escobedo, gerente de Medellín Vive la Música, defi-ne como “una inversión de paz”.

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LA ORQUESTA SINFÓNICA JUVENIL hace parte de la Red de Escuelas de Música de la Alcaldía de Medellín y es uno de los logros notables del programa.

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Todo allí es de libre acceso y el acompañamiento psicosocial para los estudiantes se extiende hasta sus entornos familiares. De hecho, algo del componente musical también: desde 2003 existe el Coro de Familias, conformado por padres y acudientes. Así que la Red, li-teralmente, termina entramando a tres generaciones de personas en torno a un elemento común: la música para el disfrute y el encuentro.

A cada comuna donde llega la Red se involucra de manera estrecha la población, entonces la escuela de música comienza a actuar como elemento cohesionador, y el director se vuelve un referente para los alumnos y sus padres. Los conciertos de las agrupaciones de pro-yección –bandas, orquestas y coros– logran convocar y reunir en un solo lugar a habitantes de distintos barrios y, en los eventos masivos, a buena parte de la ciudada-nía. A menudo, las agrupaciones de la Red de Escuelas de Música, como la Sinfónica Juvenil o el Ensamble de Músicas Populares, son el plato fuerte de muchos even-tos de la ciudad.

La música como herramienta terapéutica la usan por igual el Estado y la gente común: al final de cuen-tas le ayuda a todo el mundo a ser más feliz. Facilita la catarsis y permite tramitar conflictos sin siquiera darse cuenta: definir ciertas emociones con palabras es muy difícil y por ello hay que buscar otros canales de expre-sión. Ahí entran en juego no solo la música sino todas las manifestaciones del arte, que se convierten en vehículos para sacar lo que está adentro y, de paso, exorcizarlo. Por eso, muchas veces, las expresiones artísticas apare-cen juntas. Es imposible concebir el movimiento hopper en Medellín sin los grafiteros y los bailarines de break-dance, o a los punkeros sin los estencil y los estampado-res de camisetas.

En el colectivo artístico Son Batá, además de la mú-sica y el baile –donde fusionan hip-hop con folclore y músicas del mundo– las manifestaciones se extienden hacia un espectro aún más amplio. En el Encuentro In-tercultural Afro, el colectivo lleva peluqueras, “manes que motilan” y doñas que cocinan y hablan de la pre-paración, los ingredientes y los aliños. Se trata de mos-trar todo lo que son y que otros puedan experimentar el Pacífico chocoano en pleno Medellín, según explica John Fredy Asprilla, uno de los líderes del grupo, desde una terraza que mira sobre los techos del barrio Nuevos Conquistadores, en San Javier, Comuna 13.

En la sede de Son Batá, un colectivo de artistas afro en su gran mayoría, John Fredy quien nació en Medellín —su madre es de Ipurdú, cerca de Istmina, y el padre vino del Urabá chocoano— cuenta que ambos llegaron a la ciu-

dad en una de las mareas de desplazados y se asentaron allí, en uno de los enclaves afro de Medellín. La historia de Fredy, y la de sus socios en el grupo, es la de hilar len-tamente una trama de relaciones entre pares y desconoci-dos para reivindicar su identidad y, de paso, darle un aire auténtico al barrio, que ellos llaman su nuevo palenque. “Vivíamos un proceso de blanqueamiento; dejar nuestra manera de hablar, de caminar, dejar de usar muchas ex-presiones para ser aceptados”, cuenta Fredy sobre sus años de adolescencia y los de sus amigos. Sin embargo, en un momento de la vida, y alentados por los padres que los incentivaron a ponerle oído a las chirimías y los currulaos del Pacífico, entendieron que ser negros es su riqueza. “Nosotros nacimos en Medellín, pero tenemos unas raíces naturales que no queremos desconocer. Lo que hemos he-cho es poner a dialogar ambas culturas”, explica.

LOS NODOS DE FORMACIÓN de la Alcaldía de Medellín complementan la formación de la Red de Escuelas de Música: 1400 estudiantes al año en 24 nodos (sedes de formación musical) para niños de básica primaria.

REPORTAJE. Una herramienta poderosa

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A partir de entonces, esa identidad se volvió la plataforma de lanzamiento para el proyecto completo, que hoy en día funciona como una corporación con 3 agrupaciones musicales– Batá Orquesta, Bantú y Son Batá Music–, un grupo de danza y una escuela artísti-ca donde replican todo lo aprendido. “Sin tener muchas pretensiones comenzamos a irradiar y a influenciar a los demás”, cuenta John Fredy, a quien también llaman “Sprint”. El año pasado, en la escuela Son Batá, abrieron cupos para 150 alumnos –producto de la convocatoria de Apoyos Concertados para el Arte y la Cultura de la Al-caldía de Medellín– pero se inscribieron 350, y calculan que los últimos 4 años 800 niños pasaron por sus proce-sos de iniciación musical en percusión y danza.

Aunque uno de los focos del colectivo es hacer más visible la cultura afro, la propuesta es más extensa. “Usamos el arte para trans-formar la vida de muchos niños y niñas que nacen en esta comuna con una desesperanza grande por el entorno donde estamos y por lo que han vivido sus familias. Usamos la músi-ca para potencializar otra vez esas ganas de vivir”.

Es muy difícil encon-trar a un músico o a un ar-tista en San Javier que no invoque los amaneceres difíciles de las operaciones Orión y Mariscal, y los de-fina como el gatillazo para que el arte reventara con

fuerza “en la 13”. Desde entonces, ese territorio es una incubadora de artistas y allí germinan y se mantienen otros proyectos como Casa Kolacho, Cultura y Libertad, Casa Morada, la Corporación Recreando y la Red de Hip-Hop La Élite, otro colectivo de artistas que lidera proce-sos sociales y usa la música como herramienta de trans-formación.

Su historia comenzó en 2006 cuando fueron, qui-zás, la primera escuela de hip-hop en San Javier que reu-nió y agrupó a un puñado de grupos juveniles dedicados al baile y al grafiti. Su actividad ha estado ligada a un evento de resistencia –precisamente como reacción a la operación Orión– que se llamó “En la 13 la violencia no nos vence”, que luego se transformó en el Festival Inter-nacional Revolución Sin Muertos, con artistas de Cuba, Puerto Rico, Perú y Venezuela.

A La Élite pertenecen agrupaciones y artistas con influencia positiva sobre la comunidad, como Zinagoga

ESTUDIANTES DE LA RED DE ESCUELAS de Música y la Academia Filarmónica se preparan para sus clases maestras con la New World Symphony de Miami en el marco del Festival Internacional de Música de Cámara 2015.

La Élite comenzó en

2006, cuando fundó la

primera escuela de hip-hop en

San Javier que reunió a

grupos juveniles dedicados al

baile y al grafiti.

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todología: “Invitábamos a una banda y le decíamos que trajera a otra para que hicieran un tema en colaboración. Pero había un detalle adicional: tenía que ser de otro gé-nero. No solo se trataba de facilitar el diálogo entre artis-tas sino de compartir las lógicas de hacer música”.

El resultado fue un disco compacto con nueve te-mas, dos de ellos composiciones colectivas hechas du-rante el Diplomado, cuyos títulos ‘Fronteras invisibles’ y ‘Qué están tramando’, expresan lo que se agita dentro de todos los músicos urbanos de la ciudad, sin impor-tar el género. En ‘Fronteras invisibles’ cantan a dos vo-ces –una masculina y otra femenina– con cadencia de hip-hop sobre la melodía de un piano salsero: Cordillera violenta/derriba la frontera/no hay barrera en la escena/nuestra historia lo cuenta. La experiencia de Territorios Sonoros, en efecto, derribó fronteras y barreras, y logró recomponer hilos rotos entre músicos o tender puentes que jamás habían existido. Ricardo, quien también ha hecho parte de los festivales Antimili Sonoro, lo resume en una línea: “Estas músicas tienen mucho qué decirle a esta sociedad y tienen un poder transformador brutal”.

Algo pasa‘El amor es lo que salva’ es un proyecto que surgió en agosto de 2013 y que, de entrada, arrancó uniendo a músicos regados por distintas ciudades de Colombia y el

Crew, Ckronos, Abadeath, Gnomo k, El Juez Hip-Hop, Alta Sinfonía, Juan T, quienes a su vez interactúan con otros de otras comunas, como Grafiti de la 5, Los Ingenieros de la 9, y los conocidísimos Crew Peligros, de Aranjuez.

Procesos de encuentro entre artistas se gestan desde hace años en Medellín. En el pasado MDE11 –un evento de prácticas artísticas contemporáneas organiza-do por el Museo de Antioquia– Ricardo Gómez, un peso pesado en la escena musical de la ciudad y conocido como “Don Vito”, fue el curador de música y responsa-ble del Diplomado de Culturas Callejeras y Dígalo con Música, dos proyectos de formación y encuentro cuya síntesis fue un cd que se llamó Territorios Sonoros. Allí ocurrieron cosas poco usuales, como juntar a culturas que se habían ignorado mutuamente por años a pesar de compartir una ciudad y una vocación artística. “A una de las clases invitamos a Víctor Raúl Jaramillo, “Pio-lín”, el fundador de Reencarnación y metalero reconoci-do, y fue muy interesante para hoppers y rastas: descu-brieron unas posibilidades en la música que no habían explorado antes”, recuerda Gómez.

En Dígalo con Música, que Ricardo define como un “reportaje sonoro”, Frankie Ha Muerto cantó junto a Panela Sound, y se unieron en un solo tema el punk de Desadaptadoz con el folclore andino de Niyireth Alarcón, ganadora del Festival Mono Núñez. Gómez explica la me-

EL DIPLOMADO DE culturas callejeras de Territorios Sonoros en el marco del Encuentro Internacional de Arte, MDE11.

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REPORTAJE. Una herramienta poderosa

mundo: Barcelona, Medellín, Nueva York, Bogotá. Todos juntos, donando tiempo, trabajo y talento, hicieron un disco de 10 canciones, cuya génesis es el proceso emo-cional que Carolina Jaramillo vivió junto a su esposo Alejandro Cock, enfermo de cáncer. “El título es el resul-tado de la búsqueda de muchas vías de sanación y que, tal vez, nada era suficiente. Entonces, en algún momen-to, encontré que la respuesta era muy simple: cuando te dicen que el amor es lo que salva, es algo más allá de la salvación del cuerpo que tiene que ver con cosas relacionadas con el ser”, dice Carolina desde Barcelona, donde se encuentra en una suerte de retiro voluntario para pasar un duelo tranquilo después de la muerte de su esposo.

El disco, desde su origen, fue pensado como un proyecto de impacto social para honrar la promesa que ambos se hicieron de acompañar a personas que atra-vesaran lo mismo. Carolina, aunque siempre había sido músico, trabajaba en publicidad y mercadeo, así que acopló ambos conocimientos y decidió que las ganan-cias de los conciertos y las ventas se destinarían a crear un programa de música para niños con cáncer en el Hos-pital San Vicente de Paúl.

El programa ya tiene vida propia, se llama Música para Vivir y beneficia a cerca de 300 niños. Carolina es la líder, aliada al Hospital y a la Fundación Cantoalegre, que implementa la parte pedagógica. En una sala acondi-cionada con juguetes e instrumentos, varias veces al día tienen lugar unas sesiones colectivas de terapia de sana-

ción, donde se utilizan dos medicamentos muy simples: la música y la risa. “Los humanos funcionamos por vi-bración de energía. Y la música es vibración. Entonces, cuando logramos generar ciertas resonancias en el ce-rebro de los niños, logra-mos mejorar el ánimo y producir un estado emo-cional distinto para que los tratamientos se lleven de una manera más fácil”, explica Carolina.

Estar allí, en la sala, lo comprueba. Luego de cada sesión, el dolor, la ansiedad, el estrés y el miedo se reducen, así que cantar, tocar instrumen-tos, aprender canciones y, sobre todo, reírse, se con-vierten en herramientas poderosas dentro de un proceso de curación bas-tante difícil, especialmen-te para los niños. Cuando se trata de terapias que involucran música aún hay discrepancias con el mun-do científico, pues nadie se atreve a asegurar que curan, pero lo cierto es que la evidencia perceptual indica que algo muy positivo, en efecto, sucede.

‘Territorios Sonoros’ es

la síntesis del Diplomado

de Culturas Callejeras y Dígalo con

Música, dos proyectos de

tejido social que logró unir hilos

rotos entre músicos.

EL PROGRAMA MÚSICA PARA VIVIR del Hospital San Vicente de Paúl utiliza la música y la risa como terapia para niños con cáncer.

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“Algo pasa”, dice también Juliana Castrillón y Alejan-dra Toro, de la Orquesta Sinfónica de Medellín, cuando ha-blamos en su sede del centro de la ciudad, el Teatro Pablo Tobón Uribe, sobre el programa social que la institución desarrolla desde 2007, y que consiste en dar iniciación mu-

sical a niños de tres a seis años, de estratos 1, 2 y 3 en establecimientos beneficia-dos por algún ente guber-namental, como el ICBF o el programa Buen Comienzo de la Alcaldía.

Actualmente, la es-cuela de la Sinfónica cobija a 2.300 niños, 1.300 de ellos en Medellín. A partir de 2013 extendieron la labor hacia el municipio cerca-no de El Retiro, y a Bogo-tá, Barranquilla, Pereira, Armenia, Manizales y Cali. También tienen 30 niños becados en violín, con apo-yo de la Fundación Éxito y

Ecopetrol. La Orquesta y el programa social cuestan más de dos mil millones de pesos al año, y cada niño becado en violín significan alrededor de $160.000 mensuales.

La gran pregunta es: ¿cambian los entornos cuan-do llega la música? Alejandra Toro, la directora admi-

nistrativa de la escuela, dice: “Al final del año hacemos un concierto. Es la gran muestra de lo que ellos hacen durante todo el año. Lo hacemos acá, en el Teatro, en dos funciones, una por la mañana y otra en la tarde. Nosotros nos ocupamos de esos costos, pero los papás se deben encargar, por ejemplo, del vestido. Eso lleva a que la comunidad se una, que era algo que no hacía antes”. Por su parte, Juliana Castrillón, directora admi-nistrativa de la Orquesta, expresa: “Creo que se gene-ra sensibilidad. Habrá que ver qué pasa en unos años, pero quizá un niño que tuvo un acercamiento a mani-festaciones artísticas va a ser diferente a otro que nun-ca recibió nada”.

Además del componente social, la Orquesta, en su operación normal, realiza conciertos didácticos durante los fines de semana y conciertos nocturnos de gala, que le aportan a la agenda de diversión nocturna del sector, usualmente relacionada con el consumo de alcohol. Y algo interesante sucede: además de los vecinos del barrio Boston y Candelaria, Juliana y Alejandra afirman que a las funciones comenzaron a llegar habitantes de Laure-les, La América y El Poblado, barrios tradicionales de cla-se alta, por lo general temerosos del centro de la ciudad en la noches.

Cuando un ciudadano sale de su barrio, se mueve, va y viene por la ciudad y la vive, cuando se encuentra con otros, comparte con desconocidos y abandona sus zonas de con-fort, es cuando la ciudad crea tejido social. Y la música, para Medellín, ha resultado ser la aguja y el hilo.

“Habrá que ver qué pasa en

unos años, pero quizá un niño

que tuvo un acercamiento a

manifestaciones artísticas va a ser diferente a otro que nunca recibió nada”.

EL COLECTIVO SON BATÁ de música y baile es una de las manifestaciones afro de la música en la ciudad.

REPOTAJE. Una herramienta poderosa

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OPINIÓN. Helen Restrepo

Po r H é l è n R e s t r e p o B o l a n dGerente de la Orquesta Sinfónica de Medel l ín

Cambiando vidasa través de la música

su aprendizaje cotidiano. La música también desarrolla la concentración, la escucha, la sensibilidad, así que no solo sabrá escuchar música sino que sabrá escuchar a los demás, logrará concentrarse más en el colegio y buscará maneras diferentes de entretención en su tiempo libre.

Jorge Nilton Durango, procedente de Fredonia, don-de era profesor de trompeta, hizo parte de la Banda Sin-fónica del municipio y vino a Medellín a estudiar música

con énfasis en trompeta en la Universidad de Antioquia, mientras participaba en la Banda Sinfónica de esta universidad. Sin embargo, tenía un gran sueño: ser alumno del maestro Eric Aubier. Un día supo que había audicio-nes en la Orquesta Sinfónica de Antioquia, se presentó y pasó. En nuestra institución dio inicio a una nueva aventura. Fue así como en el 2012 hizo parte de un grupo que viajó a Rusia; previo al viaje él realizó las gestio-nes necesarias y logró obtener una audición con el Maestro Aubier en París. Así que ha-blamos y como tenían que hacer escala en París para poder ir a Moscú, decidimos apro-vechar esta oportunidad y pasar dos días en París. Presentó la audición y fue aceptado. La Orquesta lo apoyó para arrancar. Él buscó otros apoyos, y a finales de junio del presen-te año regresó a Medellín para terminar sus estudios en la Universidad, y seguir con su

carrera como músico profesional. Actualmente, es profe-sor de trompeta en la Orquesta Sinfónica de Antioquia, es un ser humano dedicado, disciplinado, responsable, noble, sensible, y humilde. Es un ejemplo a seguir.

Para mí, estas dos historias son el resultado de la im-portancia de la música en la formación del ser humano: la música es un instrumento que debe ser utilizado como herramienta de formación, ¡la música puede transformar la vida!

En la Orquesta Sinfónica de Antioquia (anterior-mente Corporación Fomento de la Música) busca-mos transformar, a través de la música, la vida no solo de los bebés, niños, jóvenes y padres de fa-

milia que hacen parte de nuestros procesos de formación musical, sino también de todas aquellas personas que se acercan a disfrutar y aprender de nuestras actividades musicales y académicas: público asistente, profesores, directores de instituciones educativas, jóve-nes en proceso de formación musical, músi-cos profesionales, etc.

He tenido la oportunidad de vivir va-rios procesos de transformación, pero quie-ro compartir con los lectores dos historias que para mí son el resultado del trabajo que realizamos día a día desde hace más de 15 años. La primera es la historia de una niña que recibió clase de iniciación musical cuan-do tenía 3 años, hoy tiene 7, y la segunda la de un joven trompetista que ingresó a la or-questa cuando tenía 22 años, hoy tiene 26.

Valery Henao, del Jardín Salas Cunas Gota de Leche, una de las instituciones donde llevamos el Programa de Iniciación Musical para la Primera Infancia, cuando cumplió los 3 años empezó a recibir su clase de música una hora a la semana durante 3 años; al mismo tiempo, su madre (cabe re-saltar la importancia del acompañamiento de los padres en las actividades de los niños) la inscribió en el coro que creamos para esta institución, de esta manera reci-bía una hora más de música a la semana. Aunque aún es muy joven y no sé si será música de profesión, si sé que será música de pasión. La música, como herramienta de formación, logra desarrollar en el cerebro de los niños más conexiones neuronales (varios estudios científicos lo han demostrado), las cuales le serán muy útiles en

Varios estudios científicos han

demostrado que la música, como herramienta de

formación, logra desarrollar en el cerebro de los niños más

conexiones neuronales.

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• Opera desde 1991.• Su función es incrementar la enseñanza, la

práctica y el disfrute de la música en Colombia.• Está presente en 96 municipios en todos los

departamentos del país.• Atiende a 22.559 personas.

Fundación Nacional Batuta

Red de Escuelas de Música de Medellín

Red de coros infantiles de Cali - Coro 1000 niños

Campamentos deJazz del Eje Cafetero

FundaciónIncolmotos Yamaha

• El programa de becas ToKando cubre 18 depar-tamentos, incluidos San Andrés y Nariño.

• El foco es la iniciación musical a niños de bajos recursos y en zonas marginales.

• Acoge a jóvenes entre 7 y 14 años “expuestos a situaciones de riesgo social”.

• 14.429 alumnos becados.

• 27 escuelas en 14 de las 16 comunas de Medellín y en 3 de los 5 corregimientos.

• Beneficia a 4.600 estudiantes.• Opera desde hace 16 años y el presupuesto anual

asciende a $6.500 millones.

• Se trata de una iniciativa que usa el canto y la voz como instrumentos para la formación de niños y niñas en 30 escuelas públicas.

• Cada coro tiene entre 35 y 40 niños provenien-tes de 8 comunas y 22 corregimientos de Cali.

• El proyecto lleva 13 años funcionando y alrede-dor de 7.500 niños han asistido.

• Lo opera la Fundación Arte y Parte.

• Talleres de formación, interpretación e impro-visación en jazz dirigidos a estudiantes e inte-grantes de bandas escolares en el Eje Cafetero.

• Propicia intercambios culturales y musicales entre músicos de escuelas de élite en Estados Unidos y estudiantes colombianos.

• En cada ciudad la convocatoria es de alrededor de 200 jóvenes.

• Los recursos se gestionan con los centros Colombo Americano, de Manizales y Medellín, Universidad de Caldas, Universidad Nacional, Banco de la República, alcaldías y cajas de compensación.

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31Nivel Regional

Nivel Nacional

PROYECTOS QUE TEJEN PAÍS A TRAVÉS DE LA MÚSICA

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INFOGRAFÍA

Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia

Fundación Musical Metropolitana de Barranquilla

Fundación Tocando Puertas para Abrir Futuros, Cartagena

• Altavoz Escolar ha llevado 450 dotaciones musicales a colegios de 124 municipios en el departamento.

• Cerca de $9.500 millones de inversión en el fomento de la música en cuatro años.

• 2.500 artistas beneficiados por el departamento.

• Escuela de música donde se becan muchachos de bajos recursos con instrumentos musicales.

• Agrupa una orquesta sinfónica de 40 músicos jóvenes del Área Metropolitana de Barranquilla.

• Su influencia se extiende al departamento del Magdalena.

• 800 adolescentes beneficiados en 10 años.

• Gestiona las becas Ser Visible para que asistan jóvenes de Cartagena a la Universidad de Tampa y la Orquesta Sinfónica de Richmond.

• Gestiona becas para músicos y profesores en el Longy School of Music de Boston.

• Realiza festivales y conciertos con la Fi-larmónica de Comfenalco, la Sinfónica de Bolivar y la Sinfónica Infantil y Juvenil de Cartagena.

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Orquesta Sinfónica de Antioquia

• Programa de iniciación musical a niños de estratos 1, 2 y 3

• 2.300 niños beneficiados. 1.300 de ellos en Medellín.

• 30 niños becados en violín.• Desde 2013 extendió su programa a Cali, Bogotá,

Manizales, Barranquilla, Armenia y Pereira.

Academia Filarmónica de Medellín

• Programa gratuito de la Orquesta Filarmónica de Medellín.

• Funciona desde 2008 y beneficia a 100 estudiantes de música de bajos recursos.

• Gestiona becas, intercambios culturales, clases maestras, audiciones en el extranjero, mantenimiento de instrumentos.

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PROYECTOS QUE TEJEN PAÍS A TRAVÉS DE LA MÚSICA

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En 2015, Medellín Vive la Música creó un estímu-lo para fortalecer los procesos comunitarios en formación musical. Son proyectos que utilizan la música como vehículo para construir tejido social.

Con este apoyo se reconoce el esfuerzo de las agrupaciones o colectivos y su impacto en el entorno. En total se reci-bieron 18 propuestas y se adjudicaron 6, cada una con 20 millones de pesos.

Este empeño hace parte de las convocatorias ‘Arte y Cultura para la vida’, que desde hace una década fomen-tan proyectos artísticos en la ciudad. Carlos Guisao, Subse-cretario de Arte y Cultura Ciudadana, explica un cambio reciente: “A partir de 2014 hicimos una modificación tra-tando de que aparecieran estímulos nuevos en todas las áreas. La música es una, pero trabajamos sobre nueve áreas más”.

La idea con estos estímulos es invo-lucrar todo el proceso creativo: creación, investigación, producción, circulación y for-mación. Estos 5 aspectos, como una cadena de valor, son fundamentales para considerar los proyectos que participan, con el fin de que los ganadores tengan impacto. Por ejemplo, en la categoría Producción, el año pasado se otorgaron 2 becas para sellos discográficos independientes que ya tenían canciones com-puestas y maquetas. “El estímulo era ideal para producir el CD”, explica Guisao. En cuanto a Circula-ción, estos presupuestos abren la posibilidad para que los artistas vayan a festivales y los conozcan en mercados musi-cales internacionales.

Por otra parte, durante los años más recientes también se consolidó el nuevo esquema de financiación Apoyos Con-certados. Es un ejercicio de cofinanciación con proyectos o entidades en 4 líneas: Actividades artísticas de duración limi-tada, Procesos de formación artística y cultural de la ciudad, Espacios para la circulación de las artes, y Procesos artísticos y culturales con grupos poblacionales específicos. En estos proyectos los organizadores participan en la convocatoria

y la Secretaría cofinancia el 30% del valor total del evento. Aunque involucran otras expresiones artísticas, la música es la protagonista. “De cada 10 actividades en artes escénicas, 5 o 6 son de música. Las otras se dividen entre teatro y danza”, asegura Guisao.

En los últimos dos años hubo 310 proyectos ganado-res. Este año hay 111 proyectos becados, con una inversión de $1.532 millones de pesos en el sector de la música: “Nues-tro propósito es generar una presencia asegurada en toda la ciudad”.

Casos como el de Alexis Mejía, quien está a punto de graduarse como maestro en piano en la Universidad de Antioquia, hablan por sí solos. El proyecto José Hernando Montoya Betancur, —del que fue alumno y en el que ahora

es profesor— es uno de los ganadores de los 6 estímulos dentro de la categoría Fortaleci-miento de procesos comunitarios en forma-ción musical.

El proyecto, consolidado desde la rurali-dad, propone 3 líneas de desarrollo: formación teórico-musical, técnica vocal y expresión cor-poral. Con el estímulo, se busca fortalecer el proceso de 90 estudiantes.

Por su parte, Fabián Cataño es el repre-sentante del proyecto de la Escuela Hip-Hop Vida Hopper, otro ganador del estímulo de Formación comunitaria, en la Comuna 13.

Su objetivo es fortalecer los talleres que realizan una vez a la semana durante 3 horas con 80 jóvenes. En ese tiempo trabajan composición, interpretación, expresión corporal, manejo escénico y formación en estudio: “En la Comuna 13, el 80% de los jóvenes hacen hip-hop”, dice, y asegura que es una manera de mantenerlos alejados del conflicto. “Todo el tiempo trabajamos la filosofía de la No Violen-cia”, agrega. Con los recursos, además, esta comunidad quiere hacer un cortometraje para que participe en mues-tras artísticas, y una presentación en vivo con los temas de la propuesta audiovisual. Eso demuestra cómo la mú-sica teje sociedad.

Apoyos públicos que hacen

posible al artePo r M a n u e l a L o p e r a

El programa de estímulos y apoyos de la Secretaría de Cultura Ciudadana hace parte de la apuesta de la Alcaldía de Medellín al desarrollo artístico de la ciudad. Dentro de las diez áreas creativas, la música es protagonista.

Este año hay 111 proyectos

musicales con una inversión

de $1.532 millones

de pesos.

CRÓNICA

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CRÓNICA

Estar en la Red de Escuelas de Música es lo más ma-ravilloso que nos ha pasado”, dice Sandra Bedoya, madre de dos estudiantes de la escuela Belén Par-que-Biblioteca. Hace 8 años que Alejandro Arroyave

(15) y Salomé Arroyave (13) asisten a clases de música. “Para ellos, la vida gira en torno a eso”, asegura Sandra. Allí, en la escuela de cuerdas, aprendieron a ponerse metas y a ser buenos estudiantes.

Alejandro y Salomé hacen parte de los cerca de 6.000 muchachos que están en la Red –de los cuales el 95% son me-nores de 18 años– y que encuentran en el aprendizaje de la música un espacio de ocio creativo donde la familia también está incluida. Sucede que una vez los niños se vinculan a las clases, las dinámicas familiares comienzan a girar en torno a ellas, porque están los ensayos y las presentaciones que convocan a los padres y a los parientes cercanos. “Soy de la asociación de padres y eso nos permite pertenecer a la Red”, asegura Sandra. Por su parte, Rocío Jiménez, coordinadora psicosocial de la Red de Escuelas de Música, explica: “Se con-figuran nuevos rituales de encuentro. Hay construcción de tejido social y unos vínculos que se convierten en improntas”.

Cuando la música se utiliza como integrador social, el carácter colectivo del proceso es clave. Muchos niños llegan a los cursos y a las clases con problemas para relacionarse, timidez e inseguridades que se van disolviendo en la medida en que se fortalecen los lazos sociales. En conjunto, los estu-diantes aprenden a superar la adversidad.

La pedagoga musical Pilar Posada asegura que la mú-sica es una gran herramienta de formación humana: “En la práctica se moldean y desarrollan aspectos de la personali-dad como la paciencia, la atención, la concentración, la an-ticipación y la capacidad de estar atento a lo propio y a lo de los demás”. Y agrega: “Se hace música con, y para otros. Participar en procesos grupales de creación y ejecución mu-sical es estar junto a otros construyendo, buscando acuerdos, consonancias, armonías entre diferentes instrumentos, vo-ces, ritmos y melodías”.

“La música es un igualador y por eso es ideal como pro-grama de inclusión”, reafirma la psicóloga Rocío Jiménez, y enfatiza que esa es una de las razones por las que nadie debe presentar audición para entrar a una de las escuelas. En las clases se refuerza la ética del autocuidado, y con el instru-mento se establece una relación donde se conectan oído, ce-rebro, corazón y espíritu, y a la vez se trabaja la relación con los compañeros.

Que la música da sen-tido a la vida y brinda opcio-nes para emplear el tiempo libre, lo ejemplifica muy bien la historia de vida de Eliana Palacios, profesora de violonchelo, quien entró a la Red en 1998, a la escue-la Las Nieves, de Manrique. Cinco años después hizo parte de una delegación que viajó al Vaticano. Hoy es maestra de cuatro escuelas y dos orquestas, un panorama que nunca imaginó. Afirma, además, que la mayoría de sus compañeros son profesionales exitosos debido a una aptitud que forjaron por medio de la música: la disciplina.

Se estima que de los jóvenes que hacen parte de los pro-cesos de formación que lleva a cabo la Red, solamente el 5% se convierten en músicos, pero todos aseguran que las clases les dieron habilidades para el manejo del tiempo y el orden. Por lo general, quienes han estado en sistemas educativos o en instituciones que usan a la música como uno de sus pi-lares pedagógicos, se convierten en adultos con facilidades para relacionarse, asumir liderazgos y estar en proyectos colectivos. Rocío asegura que en una sociedad que necesita serenarse y reconciliarse, un programa como la Red de Es-cuelas de Música resulta vital. Mientras que Pilar Posada, por su parte, concluye: “El trabajo musical en grupo es una bella metáfora de lo que debe ser la sociedad”.

En la música cabemos todosLa formación musical es un mecanismo eficaz para propiciar la inclusión. De la mano de la música los ciudadanos encuentran caminos para desarrollar su proyecto de vida.

Po r M a n u e l a L o p e r a

“Participar en procesos

grupales de creación

musical es estar junto a otros

construyendo”.

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MEMORIA. Sociedad de Mejoras Públ icas y Orquesta Sinfónica de Ant ioquia

La Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín (SMP) es un cuerpo cívico que surge en la ciudad en 1899 bajo la tute-la de Carlos E. Restrepo, un dirigente de corte conservador que en 1910 fue elegido como Presidente de la República. Integrada en su mayoría por ciudadanos de la élite local, la SMP fomentó e impulsó la cultura musical en Medellín, con un sentido social que, para la época y el contexto, resultaba bastante progresista. Bajo esta óptica, en 1945 creó la Orquesta Sinfónica de Antioquia, que auspiciada por la SMP ofrecía numerosos conciertos populares de música clásica en el desaparecido Teatro Bolívar, a precios tan ínfimos a la época como 50 y 20 centavos para balcón y general. Los carteles y programas a menudo rezaban: “Precios para el pueblo”.

Memoria

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