Semana tragica

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EL PAÍS, martes 5 de mayo de 2009 vida & artes 39 cultura “¿Quién hay?’. Y una voz respon- dió: ‘Queremos saquear el conven- to...”. Podría ser el inicio de un chiste malo, si no fuera porque es el testimonio real de una de las monjas francesas del convento de la Asunción del barrio barcelonés del Pueblo Seco tras oír tres gol- pes de martillo en las puertas a las 3.20 del martes 27 de julio de 1909, es decir, el segundo día de la llamada Semana Trágica. El relato, buen ejemplo de có- mo se desarrollaron en lo psicoso- cial los acontecimientos, forma parte de una documentación par- cialmente inédita extraída del Ar- chivo Secreto del Vaticano a par- tir del casi centenar de informes que la Iglesia española envió a la Santa Sede y que constituye la gran novedad aparecida en el cen- tenario de uno de los episodios más extraños, y simbólicos, de la historia de España. En versión homeopática, las protestas por el embarco de tro- pas reservistas con destino a la defensa de las minas del Rif en Marruecos (en la práctica, una hu- millante carnicería para el maltre- cho Ejército español, estocado ya por la reciente pérdida de Cuba y Filipinas) desembocaron en una huelga general de 24 horas el lu- nes 26 de julio de 1909. La parali- zación del transporte, los conatos de enfrentamiento con los cuer- pos policiales y la imposibilidad de mantener abiertos los comer- cios llevaron al Gobierno, quizá precipitadamente, a declarar el estado de guerra. La respuesta fue que por la noche ya ardía la escuela de los maristas de Poble- nou, primer edificio religioso en ser asaltado. La semana acabaría con 112 construcciones destruidas —80 de ellas religiosas—, 106 muertos, 350 heridos, unos 2.000 deteni- dos, 739 procesos y 17 condenas a muerte, de las que se ejecutaron cinco. Extraña revuelta, sin em- bargo: apenas se tocaron bancos, empresas ni casi fábricas. Y sólo murieron tres religiosos, uno de ellos por infarto. “No deja de ser curiosa una revuelta en la que las criadas de la burguesía pueden ir tranquilamente al mercado de ocho a nueve cada mañana”, cons- tata el historiador Joan B. Culla, autor de un libro clave del perio- do, El republicanisme lerrouxista a Catalunya (1901-1923). “No fue una revolución, sino una explo- sión espontánea, no había nada planificado ni dirigido, fue una bo- rrachera colectiva gorda”, ilustra Culla, que contrasta los resulta- dos con la masacre de religiosos de 1835 (“ahí la Iglesia era el ene- migo claro: estaban con los carlis- tas”) o la persecución de 1936 (“eso ya era una revolución”). “¿Cómo puede ser que los alter- cados empiecen como movimien- to antimilitar, con gritos de ‘abajo la guerra’, luego sigan con vivas al Ejército y acaben metiéndose con los religiosos?”, se pregunta el his- toriador José Álvarez Junco, au- tor de El emperador del Paralelo: Lerroux y la demagogia. Y se res- ponde: “Es un tema cultural, el del anticlericalismo español, que en Cataluña era aún más acentua- do; y todo con un maniqueísmo ideológico facilón”. Que la violen- cia fuera sólo contra el patrimo- nio demuestra “el fuerte valor simbólico de las protestas”, según el historiador. “Barcelona tenía más iglesias y conventos que Madrid, y las ór- denes religiosas, tras las desamor- tizaciones, habían monopolizado la educación y la asistencia sanita- ria, y pagaban peor a los trabaja- dores que los patronos laicos”, re- cuerda el periodista Marc Iglesias frente a la antigua casa-palacio de los marqueses de Comillas, donde se manifestaron obreros (el mar- qués tenía intereses en el Rif, y sus barcos transportaban a los re- servistas) y que se ha incorpora- do al itinerario que las bibliotecas municipales organizan en torno a la Semana Trágica, uno de los mi- les de eventos conmemorativos que ahora arrancan. “Barcelona era una olla a pre- sión, con 150.000 trabajadores in- dustriales sobre unos 600.000 ha- bitantes, donde circulaba desde el anarquismo al antimilitarismo, un alto analfabetismo y unas fuer- zas políticas, desde los republica- nos a los catalanistas, hostiles al sistema”, resume Culla. “En lo úni- co que había acuerdo era en car- garse al presidente del Gobierno, Maura”, apuntilla Álvarez Junco. El saneamiento de la ciudad antigua, con la apertura de una Via Laietana que debía unir el puerto con el burgués Ensanche (cayeron mil edificios del proleta- rio casco antiguo), también se su- maba al mal ambiente. “Se quería hacer una Barcelona ideal, tam- bién en fotografía. Durante el mo- tín decimonónico hay pocas imá- genes de barricadas y muchas contra el patrimonio religioso; la burguesía no tuvo rival fotográfi- co”, apunta el historiador Jordi Calafell, comisario de la muestra 1909: fotografía, ciudad y conflicto. Ese magma explicaría en par- te, según Culla, que la huelga no se extendiera por España: “Bil- bao, Sevilla o Madrid no tenían ese caldo de cultivo”. También contó la taimada actitud del mi- nistro de la Gobernación, Juan de la Cierva, que en sus memorias admite que dejó correr el bulo pe- riodístico según el cual el movi- miento era de corte separatista. Diez mil soldados, enviados de fuera de Cataluña, apaciguaron los ánimos a partir del jueves. Em- pezaba una represión brutal; eso sí, el lunes siguiente los patronos decidieron, como si nada hubiera pasado, pagar la semanada. Borrachera de fuego y sangre Una reflexión histórica sobre la Semana Trágica, de la que se cumplen 100 años Exposiciones. ¡Barcelona en llamas! (castillo de Montjuïc, 7 de mayo-18 de octubre). Memoria gráfica de una revuelta (Archivo Nacional de Cataluña, 12 de junio-9 de octubre). 1909: fotografía, ciudad y conflicto (Archivo Fotográfico de Barcelona, 17 de junio-16 de enero). Una crónica documental (Virtual: www.bcn.cat / setmanatragica, desde 11 de junio). Conferencias. Jornadas sobre la Semana Trágica. (Biblioteca Balmes, 5, 6 y 7 de mayo). Trágica, roja y gloriosa (Instituto de Cultura de Barcelona, 21 de mayo-18 de junio). Itinerarios. La Semana Trágica, a pie de calle (Bibliotecas de Barcelona, 9 de mayo-25 de julio). Libros. La Semana Trágica y el Archivo Secreto Vaticano, de Ramon Corts (Abadía de Montserrat). ¿Quién mató a Ferrer y Guardia?, de Francisco Bergasa (Aguilar). Una ciudad que recuerda “El nombre de Semana Trágica no es neutral: es una definición de derechas, una estrategia más de la burguesía en su deseo de dramatizar unos hechos para jus- tificar la mano dura posterior que se exigió al Gobierno”, lanza el historiador Joan B. Culla, que hoy inaugura unas jornadas so- bre los hechos en la Biblioteca Balmes de Barcelona. Si la represión se reduce a una víctima, ésta fue el pedago- go, librepensador y anarquista Francisco Ferrer Guardia, crea- dor de la Escuela Moderna, fusi- lado en el castillo de Montjuïc el 13 de octubre, figura siempre dis- cutida. Culla y José Álvarez Jun- co coinciden en que no tuvo na- da que ver con esos sucesos. “Fue un chivo expiatorio: esos días sólo estuvo en Barcelona el lunes”, fija Culla. “Es evidente que socialistas y lerrouxistas se lo sacaron de encima y lo entre- garon a la burguesía”, sostiene Álvarez Junco. También están de acuerdo en que el juicio tuvo mucho de farsa, pero que no fue un mártir. “Más que pedagogo, era un revolucio- nario: lo de la Escuela Moderna era para él un instrumento; tiene dos intentos de regicidio: yo no votaría en contra, pero tampoco a favor de que tuviera una plaza”, dice Culla sobre la intención de la Fundación Ferrer Guardia de que Barcelona lo incorpore a su nomenclátor. “En el intento de 1905 de matar a Alfonso XIII, su participación es casi segura, y en el de 1906 financió al ejecutor”, dice Álvarez Junco. Y añade: “No hay un Émile Zola que lo defien- da, ni protestas importantes”. És- tas, a nivel internacional, llega- ron después y provocaron al final la caída del Gobierno de Maura. También la Iglesia denunció en sus informes al Vaticano la vin- culación de la Escuela Moderna con los altercados, si bien el estu- dioso y cura Ramon Corts, que ha trabajado el tema en el Archivo Secreto Vaticano, asegura: “Ni la Santa Sede ni ningún religioso movió el juicio”. Y apunta dos sor- prendentes tesis: que el obispo de Barcelona hizo autocrítica “por hacer más caridad que justicia so- cial” y que el Vaticano intentó pe- dir el indulto de Ferrer Guardia, “pero no llegó a tiempo”. Unos aspectos que no les casan a los dos historiadores seglares. Francisco Ferrer Guardia y el Vaticano Aspecto que ofrecía Barcelona desde la montaña de Montjuïc el miércoles de la Semana Trágica, con la humareda de las iglesias asaltadas. CARLES GELI Barcelona Francisco Ferrer Guardia. La falsa atribución de la revuelta al separatismo frenó su ‘salto’ a España

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EL PAÍS, martes 5 de mayo de 2009 vida & artes 39

cultura

“¿Quién hay?’. Y una voz respon-dió: ‘Queremos saquear el conven-to...”. Podría ser el inicio de unchiste malo, si no fuera porque esel testimonio real de una de lasmonjas francesas del convento dela Asunción del barrio barcelonésdel Pueblo Seco tras oír tres gol-pes de martillo en las puertas alas 3.20 del martes 27 de julio de1909, es decir, el segundo día dela llamada Semana Trágica.

El relato, buen ejemplo de có-mo sedesarrollaron en lo psicoso-cial los acontecimientos, formaparte de una documentación par-cialmente inédita extraída del Ar-chivo Secreto del Vaticano a par-tir del casi centenar de informesque la Iglesia española envió a laSanta Sede y que constituye lagrannovedad aparecida en el cen-tenario de uno de los episodiosmás extraños, y simbólicos, de lahistoria de España.

En versión homeopática, lasprotestas por el embarco de tro-pas reservistas con destino a ladefensa de las minas del Rif enMarruecos (en la práctica, unahu-millante carnicería para elmaltre-cho Ejército español, estocado yapor la reciente pérdida de Cuba yFilipinas) desembocaron en unahuelga general de 24 horas el lu-nes 26 de julio de 1909. La parali-zación del transporte, los conatosde enfrentamiento con los cuer-pos policiales y la imposibilidadde mantener abiertos los comer-cios llevaron al Gobierno, quizáprecipitadamente, a declarar elestado de guerra. La respuestafue que por la noche ya ardía laescuela de los maristas de Poble-nou, primer edificio religioso enser asaltado.

La semana acabaría con 112construcciones destruidas —80de ellas religiosas—, 106 muertos,350 heridos, unos 2.000 deteni-

dos, 739 procesos y 17 condenas amuerte, de las que se ejecutaroncinco. Extraña revuelta, sin em-bargo: apenas se tocaron bancos,empresas ni casi fábricas. Y sólomurieron tres religiosos, uno deellos por infarto. “No deja de sercuriosa una revuelta en la que lascriadas de la burguesía pueden irtranquilamente al mercado deochoanueve cadamañana”, cons-tata el historiador Joan B. Culla,autor de un libro clave del perio-do, El republicanisme lerrouxistaa Catalunya (1901-1923). “No fueuna revolución, sino una explo-sión espontánea, no había nadaplanificadoni dirigido, fue unabo-rrachera colectiva gorda”, ilustraCulla, que contrasta los resulta-dos con la masacre de religiososde 1835 (“ahí la Iglesia era el ene-migo claro: estaban con los carlis-tas”) o la persecución de 1936(“eso ya era una revolución”).

“¿Cómopuede ser que los alter-cados empiecen comomovimien-to antimilitar, con gritos de ‘abajola guerra’, luego sigan con vivas alEjército y acabenmetiéndose conlos religiosos?”, se pregunta el his-toriador José Álvarez Junco, au-

tor de El emperador del Paralelo:Lerroux y la demagogia. Y se res-ponde: “Es un tema cultural, eldel anticlericalismo español, queenCataluña era aúnmás acentua-do; y todo con un maniqueísmoideológico facilón”. Que la violen-cia fuera sólo contra el patrimo-nio demuestra “el fuerte valorsimbólico de las protestas”, segúnel historiador.

“Barcelona tenía más iglesiasy conventos que Madrid, y las ór-denes religiosas, tras las desamor-tizaciones, habían monopolizadola educación y la asistencia sanita-ria, y pagaban peor a los trabaja-dores que los patronos laicos”, re-cuerda el periodistaMarc Iglesiasfrente a la antigua casa-palacio delosmarqueses de Comillas, dondese manifestaron obreros (el mar-

qués tenía intereses en el Rif, ysus barcos transportaban a los re-servistas) y que se ha incorpora-do al itinerario que las bibliotecasmunicipales organizan en torno ala Semana Trágica, uno de losmi-les de eventos conmemorativosque ahora arrancan.

“Barcelona era una olla a pre-sión, con 150.000 trabajadores in-dustriales sobre unos 600.000ha-bitantes, donde circulaba desde elanarquismo al antimilitarismo,unalto analfabetismoyunas fuer-zas políticas, desde los republica-nos a los catalanistas, hostiles alsistema”, resumeCulla. “En lo úni-co que había acuerdo era en car-garse al presidente del Gobierno,Maura”, apuntilla Álvarez Junco.

El saneamiento de la ciudadantigua, con la apertura de unaVia Laietana que debía unir elpuerto con el burgués Ensanche(cayeronmil edificios del proleta-rio casco antiguo), también se su-maba al mal ambiente. “Se queríahacer una Barcelona ideal, tam-bién en fotografía. Durante elmo-tín decimonónico hay pocas imá-genes de barricadas y muchascontra el patrimonio religioso; laburguesía no tuvo rival fotográfi-co”, apunta el historiador JordiCalafell, comisario de la muestra1909: fotografía, ciudad y conflicto.

Ese magma explicaría en par-te, según Culla, que la huelga nose extendiera por España: “Bil-bao, Sevilla o Madrid no teníanese caldo de cultivo”. Tambiéncontó la taimada actitud del mi-nistro de la Gobernación, Juan dela Cierva, que en sus memoriasadmite que dejó correr el bulo pe-riodístico según el cual el movi-miento era de corte separatista.

Diezmil soldados, enviados defuera de Cataluña, apaciguaronlos ánimos a partir del jueves. Em-pezaba una represión brutal; esosí, el lunes siguiente los patronosdecidieron, como si nada hubierapasado, pagar la semanada.

Borrachera de fuego y sangreUna reflexión histórica sobre la Semana Trágica, de la que se cumplen 100 años

! Exposiciones. ¡Barcelona en llamas! (castillo de Montjuïc,7 de mayo-18 de octubre). Memoria gráfica de una revuelta(Archivo Nacional de Cataluña, 12 de junio-9 de octubre).1909: fotografía, ciudad y conflicto (Archivo Fotográfico deBarcelona, 17 de junio-16 de enero). Una crónica documental(Virtual: www.bcn.cat / setmanatragica, desde 11 de junio).

! Conferencias. Jornadas sobre la Semana Trágica.(Biblioteca Balmes, 5, 6 y 7 de mayo). Trágica, roja y gloriosa(Instituto de Cultura de Barcelona, 21 de mayo-18 de junio).

! Itinerarios. La Semana Trágica, a pie de calle (Bibliotecasde Barcelona, 9 de mayo-25 de julio).

! Libros. La Semana Trágica y el Archivo Secreto Vaticano,de Ramon Corts (Abadía de Montserrat). ¿Quién mató aFerrer y Guardia?, de Francisco Bergasa (Aguilar).

Una ciudad que recuerda

“El nombre de Semana Trágicano es neutral: es una definiciónde derechas, una estrategia másde la burguesía en su deseo dedramatizar unos hechos para jus-tificar la mano dura posteriorque se exigió al Gobierno”, lanzael historiador Joan B. Culla, quehoy inaugura unas jornadas so-bre los hechos en la BibliotecaBalmes de Barcelona.

Si la represión se reduce auna víctima, ésta fue el pedago-go, librepensador y anarquistaFrancisco Ferrer Guardia, crea-dor de la Escuela Moderna, fusi-lado en el castillo de Montjuïc el13 de octubre, figura siempre dis-cutida. Culla y José Álvarez Jun-co coinciden en que no tuvo na-da que ver con esos sucesos.“Fue un chivo expiatorio: esosdías sólo estuvo en Barcelona ellunes”, fija Culla. “Es evidenteque socialistas y lerrouxistas selo sacaron de encima y lo entre-garon a la burguesía”, sostieneÁlvarez Junco.

También están de acuerdo enque el juicio tuvomucho de farsa,pero que no fue un mártir. “Másque pedagogo, era un revolucio-nario: lo de la Escuela Moderna

era para él un instrumento; tienedos intentos de regicidio: yo novotaría en contra, pero tampocoa favor de que tuviera una plaza”,dice Culla sobre la intención de laFundación Ferrer Guardia deque Barcelona lo incorpore a sunomenclátor. “En el intento de1905 de matar a Alfonso XIII, suparticipación es casi segura, y enel de 1906 financió al ejecutor”,dice Álvarez Junco. Y añade: “Nohay un Émile Zola que lo defien-da, ni protestas importantes”. És-tas, a nivel internacional, llega-ron después y provocaron al finalla caída del Gobierno de Maura.

También la Iglesia denuncióen sus informes al Vaticano la vin-culación de la Escuela Modernacon los altercados, si bien el estu-dioso y cura RamonCorts, que hatrabajado el tema en el ArchivoSecreto Vaticano, asegura: “Ni laSanta Sede ni ningún religiosomovió el juicio”. Y apunta dos sor-prendentes tesis: que el obispo deBarcelona hizo autocrítica “porhacermás caridadque justicia so-cial” y que el Vaticano intentó pe-dir el indulto de Ferrer Guardia,“pero no llegó a tiempo”. Unosaspectos que no les casan a losdos historiadores seglares.

FranciscoFerrer Guardiay el Vaticano

Aspecto que ofrecía Barcelona desde la montaña de Montjuïc el miércoles de la Semana Trágica, con la humareda de las iglesias asaltadas.

CARLES GELIBarcelona

Francisco Ferrer Guardia.

La falsa atribuciónde la revuelta alseparatismo frenósu ‘salto’ a España