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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PATAGONIA “SAN JUAN BOSCO” FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE HISTORIA SEDE TRELEW H H I I S S T T O O R R I I A A M M E E D D I I E E V V A A L L Selección de Documentos Selección de Documentos Selección de Documentos Selección de Documentos (Primera Parte) Selección y Recopilación: Prof. Verónica Pichiñan Trelew- Chubut 2008

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fuentes útiles de varios autores para el estudio de la Edad Media

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  • UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PATAGONIA SAN JUAN BOSCO

    FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES

    DEPARTAMENTO DE HISTORIA

    SEDE TRELEW

    HHHHHHHHIIIIIIIISSSSSSSSTTTTTTTTOOOOOOOORRRRRRRRIIIIIIIIAAAAAAAA MMMMMMMMEEEEEEEEDDDDDDDDIIIIIIIIEEEEEEEEVVVVVVVVAAAAAAAALLLLLLLL

    Seleccin de DocumentosSeleccin de DocumentosSeleccin de DocumentosSeleccin de Documentos (Primera Parte)

    Seleccin y Recopilacin:

    Prof. Vernica Pichian

    Trelew- Chubut 2008

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    Historia Medieval

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    HHHHHHHHIIIIIIIISSSSSSSSTTTTTTTTOOOOOOOORRRRRRRRIIIIIIIIAAAAAAAA MMMMMMMMEEEEEEEEDDDDDDDDIIIIIIIIEEEEEEEEVVVVVVVVAAAAAAAALLLLLLLL

    AAAA

    EQUIPO DE CATEDRA EQUIPO DE CATEDRA EQUIPO DE CATEDRA EQUIPO DE CATEDRA

    Profesor responsable: Mara Ins Muelas JTP: Susana Arcilla

    Ayudante de primera: Vernica Pichian, Ayudante de primera ad-honores: Carlos Monzn,

    Ayudante Alumno: Axel Binder

  • Seleccin de fuentes para el estudio de la sociedad medieval

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    ndice.

    1. Presentacin 7 2. Normas generales para el comentario de textos de la Edad Media 8 3. Fuentes Documentales para el estudio de la Historia Medieval ...15

    Roma .. 15 Comentarios de la guerra de las Galias, Cayo Julio Csar Edicto de Miln (313) Edicto de Tesalnica, 28 de febrero del 380 El cesaropapismo constantiniano Ley de hospitalidad de Arcadio y Honorio (398) Condenacin de Prisciliano El ejrcito romano a fines del siglo IV

    Los germanos segn un historiador del siglo i a.c . 22 Reyes y jefes Sus asambleas Sus conceptos sobre la guerra Costumbres de los germanos en el siglo I Las cofradas de los germanos antes de las invasiones Los brbaros como libertadores La corte de Atila (c. 450)

    Los pueblos invasores de la primera oleada 26 Suevos, vndalos y alanos sobre Espaa La ferocidad de los hunos

    Cada del imperio Romano y la transformacin del contexto europeo ....27 El cruce del Rhin en el 406 Consideraciones de San Agustn sobre el saqueo de Roma por Alarico (410) La batalla de los Campos Catalnicos La opinin de Atalfo sobre Roma en el ao 414 Teodorico, rey de los ostrogodos Retrato de Teodorico por Procopio Anglos, jutos y sajones en Gran Bretaa Etelberto de Kent y la figura del bretwalda, rey de reyes de los anglo-sajones Offa, rey de Mercia La trasformacin del contexto europeo

    Carlomagno y la restauracin del Imperio de Occidente 32 La dinasta carolingia Retrato de Carlomagno Consagracin de Carlomagno Creacin de escuelas y contenidos de la enseanza Tratado de Verdn (843) Missi dominici Primer ejemplo conocido de juramento vasalltico en la poca carolingia (757) La coronacin imperial de Carlomagno en el 800 Las conquistas territoriales de Carlomagno Explotacin de una villa carolingia

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    Los hombres libres en la Europa carolingia El cesaropapismo carolingio

    Segunda Invasin Brbaras . 45 Invasin de normandos. Invasin de normandos xodo de los monjes de Noirmoutier. Ataques vikingos en Francia (ao 857), segn los monjes de Noirmoutier El ataque a la ciudad de Pars por los daneses

    Feudalismo .... 48 El feudo segn las Partidas de Alfonso X el Sabio Los tres rdenes de la sociedad feudal Carta de convocatoria al servicio de armas Encomendacin con entrega del patrimonio (ao 920) Deberes vasallticos

    Campesinado medieval, caractersticas, niveles de vida, status y conflictos ... 50 Las obligaciones de los campesinos Penurias por la uerra. Siglo XV La revuelta de los campesinos normandos citado Luchas polticas y sociales en Pars en 1358 La Jacquerie (1358) La revuelta de los trabajadores de 1381

    Las cruzadas .. 57 La llamada a la Cruzada de Urbano II en Clermont (1095) La conquista de Constantinopla por los cruzados Clusulas de la paz entre Gnova y Egipto en 1290

    Lazos parentales en la vida privada .... 59 El problema de los matrimonios mixtos, entre colonos y esclavos, en la Francia carolingia La familia como clula protectora en la sociedad franca La familia y la mujer

    Monarquas Feudales ... 60 Breve de proteccin del rey Guillermo de Escocia: Homenaje de Arturo, duque de Bretaa, a Felipe Augusto (julio de 1202): La Carta Magna (1215) Breve de proteccin del rey Guillermo de Escocia Homenaje de Arturo, duque de Bretaa, a Felipe Augusto (julio de 1202) Homenaje y fidelidad durante el reinado de San Luis Vsperas sicilianas (1282)

    Iglesia y vida cultural ... 63 Algunos cnones del Snodo de Pars (614) La regla de San Benito En torno al problema de la primaca pontificia Estatutos de la Orden del Cster (1134) Dictatus Papae (1075) El Concordato de Worms (1122) Acaparamiento de beneficios eclesisticos en la Castilla de siglo XIII

    Herejas .. 68

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    Descripcin de los Ctaros o Albigenses Mundo urbano y el comercio ... 69

    La vida en la ciudad de Praga en el siglo X Derechos y deberes de los roturadores La presura en Portugal La colonizacin alemana y la fundacin de Lbeck (hacia el 1143) Artculos del Fuero de San Sebastin referentes a las mercancas (hacia 1180) Privilegios de la ciudad de Lbeck Nacimiento de los municipios en la Francia del siglo XII Reglamento de los gremios de trabajo en Pars Descripcin del comercio de la ciudad de Brujas

    Espaa Cristiana .. 73 Ordoo IV ante Al-Hakam II Botn cataln tras la ocupacin de Crdoba Sancho III de Navarra y el reparto de sus dominios La coronacin de Alfonso VII como emperador Una partida de ajedrez en la corte de Sevilla El tratado de Tudilln Toma de Vitoria y Guipzcoa por el rey de Castilla, Alfonso VIII Descripcin de Vasconia y de sus habitantes hecha por el peregrino francs Aimery Picaud en el siglo XII Explotacin del peregrino en Santiago de Compostela en el siglo XII La Orden de Santiago Carta-puebla de Zarauz, dada por Fernando III de Castilla (28 de septiembre de 1237) Parias y monedas castellanas en el siglo XIII Privilegios de los caballeros en la Castilla del siglo XIII Impuestos extraordinarios de los judos de Aragn en 1281 Una ancdota en la vida de Don Jaime I de Aragn Enfrentamiento entre la armada castellana de Sancho IV y rabes africanos Sequa en Lorca en 1375 Juan I de Castilla reconoce a Clemente VII como legtimo Papa (1381) Hambre y caresta en Castilla en 1345 Muerte de Alfonso XI de Castilla a causa de la peste Tratado de paz entre Carlos II de Navarra y Pedro I de Castilla con el fin de regular el paso de las tropas por las ciudades con el fin de no causar disturbios Tregua entre Castilla y la Hansa (1443) Carta Real Patente determinando el lugar de la feria y mercado de la ciudad de Vitoria (1484) Campaas italianas de Alfonso el magnnimo La farsa de vila (1465) Obligaciones contradas por Abu Nasr Sacd (1455-1464) con Enrique IV de Castilla Problemas para gobernar al comienzo del reinado de Abu l-Hasan Al (1464-1482)

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    Problemas econmicos del rey de Granada Causas de la cada de Granada segn los musulmanes Entrada de los Reyes Catlicos en Granada (1492) Sobre la toma de Granada por los Reyes Catlicos

    Despegue Cultural.. 94 Pedro Abelardo, Motivos del Sic et Non Carta del papa Alejandro IV dando validez a los estudios realizados en la Universidad de Salamanca (1255) La teora del conocimiento de Santo Toms

    Nuevos Valores: hacia la modernidad.. 95 El nominalismo de Occam Marsilio de Padua y el concilio universal El decreto Frequens del Concilio de Constanza (1417) Amonestaciones de Leonardo da Vinci al duque de Miln El individualismo en la Italia del Quattrocento La bsqueda de la verdadera ciencia segn Leonardo da Vinci

    Pobreza y Enfermedad 99 Leprosos y judos asesinados 1328 Actitudes ante la peste negra.

    La mujer y el matrimonio en la edad media .. 100 Solidaridad ante un delito La familia ante el delito Mujer de la aristocracia La mala mujer La mujer y el matrimonio Siglo XIV

    Islam .. 102 Escenas de la corte de Cosroes I (531-579) El mundo persa sassnida del s. III segn Firdusi

    Ardachir asciende al trono Ardachir organiza la administracin de su imperio

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    Presentacin Aquellos que hablan de oscurantismo no han comprendido nada. Esa es una idea falsa, legado del Siglo de las Luces y de los romnticos. La era moderna naci en el medioevo. El combate por la laicidad del siglo XIX contribuy a legitimar la idea de que la Edad Media, profundamente religiosa, era oscurantista. La verdad es que la Edad Media fue una poca de fe, apasionada por la bsqueda de la razn. A ella le debemos el Estado, la nacin, la ciudad, la universidad, los derechos del individuo, la emancipacin de la mujer, la conciencia, la organizacin de la guerra, el molino, la mquina, la brjula, la hora, el libro, el purgatorio, la confesin, el tenedor, las sbanas y hasta la Revolucin Francesa 1

    El siglo XV, fue la poca en la que diversos intelectuales comenzaron a utilizar

    diferentes trminos: media aetas, media tempora, media tespestas para referirse a un periodo histrico que, un siglo despus, el historiador Vasari denomin Edad Media. Desde entonces, el trmino, estuvo asociada a un juicio de valor negativo, era un periodo oscuro atrapado entre el pasado resplandeciente de la antigedad y el futuro luminoso de los filsofos de la modernidad2. Sin embargo la historia de la Edad Media ya no es lo que era.

    En las primeras dcadas del siglo XX, algunos historiadores realizaron innovadores planteos3 sobre este periodo histrico, hasta ese momento, poco analizado. De todos modos es a partir de la ltima parte del siglo pasado que, la historiografa medieval, ofrece una variedad de problemticas que van desde el anlisis de las instituciones hasta la forma en que se educaba a los jvenes. En consecuencia la presente seleccin de fuentes pretende ser un complemento al estudio de la sociedad medieval; imprescindible para analizar y comprender a esos diez largos siglos como una poca de bsqueda, de indagacin, logros, olvidos y redescrubrimientos. Los documentos seleccionados pretenden dar una visin general del mundo medieval, desde la crisis del Imperio Romano hasta los inicios de la modernidad, en todas las dimensiones del saber histrico. Por otro lado se incluyen criterios orientativos para analizar y comentar documentos en el apartado Normas generales para el comentario de textos de la Edad Media.

    El corpus documental escogido est dividido en dos partes, la primera incluye fuentes documentales escritas; mientras que la segunda est dedicada a las fuentes iconogrficas y a las cuales se anexan mapas histricos; con lo cual se pretende acercar a 1 Jacques Le Goff. "Seguimos viviendo en la Edad Media", www.lanacion.com.ar/746748

    2 Se debe mencionar, la influencia del historiador Burckhardt en la divisin y sentido de la Edad

    Media como poca oscura. El historiador del arte y la civilizacin plante la teora de la ruptura y aisl a la Edad media del cambio, la innovacin; se transform en lo opuesto a lo moderno. En su libro La cultura del Renacimiento en Italia (1860) realiza un anlisis y exaltacin de la Italia del renacimiento como el comienzo de la civilizacin plena y entera. 3 Me refiero a los trabajos realizados por Marc Bloch y Lucien Febvre en Annales dhistoire

    conomique et sociale desde 1929.

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    individuos y momentos histricos precisos. En sntesis se busca recrear situaciones, dibujar rostros, escuchar palabras tal como fueron pronunciadas por los protagonistas u observadores de los acontecimientos para configurar, as l panorama en que se expresa la el occidente medieval; la concepcin del mundo, producto de herencias, creencias, temores conscientes o inconscientes.

    Normas generales para el comentario de textos de la Edad Media En la bsqueda de explicaciones sobre cmo vivan hombres y mujeres de las distintas sociedades que existieron en diferentes lugares a travs del tiempo; cmo era su vida cotidiana, qu pensaban, por qu tomaban determinadas decisiones y no otras, qu cambios experimentaron; en definitiva, todo lo que tenga que ver con la organizacin de su vida en sociedad; el Historiador formula preguntas a los testimonios que han quedado del pasado para obtener de ellos la mayor cantidad de informacin. De este modo, los objetos, los documentos oficiales, los libros, las fotografas, las cartas privadas, los relatos se convierten en fuentes de informacin cuando los historiadores los investigan.

    Las fuentes histricas comprenden todos los documentos, testimonios u objetos que nos trasmiten una informacin significativa referente a los hechos que han tenido lugar, especialmente en el pasado. Dentro de ellas, y considerando el valor que tambin tienen las dems, las fuentes escritas son el apoyo bsico para construir la Historia. El historiador trabaja las fuentes histricas (las interroga y contrasta) para obtener de ellas la mayor informacin posible; por ello debe atender a su variedad, realizando una adecuada seleccin de las mismas. Las Fuentes histricas pueden clasificarse en: primarias y secundarias (ver grafico 1). Las fuentes primarias son las que se han elaborado prcticamente al mismo tiempo que los acontecimientos que queremos conocer. Llegan a nosotros sin ser transformadas por ninguna persona; es decir, tal y como fueron hechas en su momento. Por su parte las fuentes secundarias (denominadas, tambin, historiogrficas) son las que se elaboran a partir de las Fuentes primarias: libros, artculos, etc. Para la confeccin del conocimiento histrico, las fuentes que utiliza el historiador deben ser analizadas, valoradas e interpretadas, siguiendo una metodologa coherente (ver grfico N 2); es aqu donde el historiador debe tener en cuenta el momento histrico en que fueron elaboradas y las circunstancias en que surge o se elaboran. En sntesis, debemos recordar que las fuentes histricas se producen en condiciones histricas concretas, y que su produccin se corresponde con el inters de un actor o grupo especfico para conservar o modificar esas condiciones. Sin embargo, para reconstruir un proceso histrico, el simple testimonio de los protagonistas no resulta suficiente, sino que debe ser analizado en el marco de sus condiciones histricas.

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    Grafico N 1:

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    Sin intenciones de dar frmulas definitivas para el comentario de fuentes histricas detallamos a continuacin algunas normas a las que se puede recurrir. Conviene aclarar, con respecto a esta gua general de anlisis, lo siguiente: A) No debe entenderse que con todos los documentos y en todas las clases deban seguirse los pasos indicados, ya que en algunas oportunidades puede no resultar operativo. B) Solo tiene el valor de un esquema ordenador del trabajo y no de una ley inmutable C) Debe ser adaptado, corregido, ampliado y reformulado de acuerdo con las necesidades de cada situacin o con las posibilidades que ofrezca cada material a analizar. El trabajo con fuentes, Por lo general, abarca las siguientes fases de trabajo:

    Anlisis de las caractersticas formales (autor, destinatario, lugar, fecha). Anlisis del contenido (construccin, ideas principales, conceptos).

    Historiador/a Testimonios Orales

    Testimonio visuales

    Testimonios escritos

    Testimonios arqueolgicos,

    restos materiales y

    artefactos

    1. Elige el campo de investigacin

    2. Delimita el tema

    3. Formula Hiptesis

    4. Procesa las fuentes en funcin de una teora y segn su fiabilidad

    5. Sita y ordena los hechos en el tiempo histrico.

    6. Tiene en cuenta el punto de vista y los sentimientos e imgenes de la

    poca (empata)

    7. Aplica y clasifica los hechos usando vocabulario conceptual propio

    8. Comunica los hechos en un marco explicativo: De Estructura, de

    Proceso y de Causalidad

    Busca

    comprender y

    explicar el

    pasado

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    Anlisis profundo de contenido Reflexin sobre el documento Insercin del documento en el contexto del tema en cuestin. A continuacin explicaremos brevemente lo que tratamos de significar en las distintas partes de esta gua: 1. Anlisis de las caractersticas formales

    1.1 Tipo de documento Lo primero que debemos hacer es aclarar la tipologa del documento (ver cuadro N 1). Realizamos su caracterizacin gentica en cuanto a documento pblico o privado, lenguaje, etc., para dejar delimitada la expectativa que puede crear esa fuente en particular. 1. 2 Ubicacin del documento Nos referimos a su ubicacin en las coordenadas histricas de tiempo y espacio, necesarias para que el documento adquiera sentido y significacin.

    a. Lugar: no siempre es imprescindible la identificacin precisa de la localidad. En muchos casas, y depende del documento como del tema que tratemos, solo basta conocer el pas o la regin. b. Fecha: ocurre lo mismo que con lo indicado en el inciso anterior, pero aplicado al tiempo. c. Autor/es: no siempre esta aclarado en el documento, e incluso muchas veces no se puede determinar. EI nombre del autor es importante cuando a travs de el podemos establecer alguna pista sobre su ubicacin social, poltica, ideolgica, etc. Esto se da sobre todo con aquellos personajes de notoria actuacin pblica.

    2. Anlisis del contenido Nos referimos aqu a la primera lectura que debe hacerse de la fuente para ubicar una serie de elementos que surgen claramente, a simple vista, que enmarcan su significado y sirven de base de sustentacin para el paso posterior: el anlisis profunda de contenido. Esta lectura permite recoger los elementos ms significativos.

    2.1. Destinatario: que puede o no estar manifiesto, y cuya gama de posibilidades es sumamente amplia, No toda fuente tiene un destinatario preciso, pero es importante tener una idea al respecto. 2.2. Motivo de su redaccin: no siempre se determinan con precisin y a primera vista los motivos que llevaron a la elaboracin de ese material. Incluso muchas veces tuvieron un motivo totalmente ingenuo o inocuo. No obstante, es importante establecer, si es que el documento lo manifiesta con claridad, a qu se debi la redaccin de esa fuente. Las amplias posibilidades tambin han sido incluidas en el cuadro. 2.3. Intencionalidad manifiesta: No se trata en este caso de desentraar, a travs de un anlisis profundo, las tendencias del autor; sino simplemente su manifestacin exterior y clara. Es importante conocerla ya que el carcter del documento y la cautela con que se debe analizar tiene directa correlacin con este aspecto.

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    2.4. Vocabulario utilizado: en este sentido nos interesa especialmente solucionar los problemas lexicogrficos que pueden afectar a la comprensin del texto. Estas dificultades pueden darse ya sea por desconocimiento directo de una nomenclatura especifica, o por la variabilidad de las acepciones segn el contexto en sentido estricto -el del documento en que estn incluidas las palabras- y en sentido amplio -la poca y la sociedad que las usa-. Por lo tanto, deben aclararse los trminos desconocidos, los significados de palabras usadas en forma diferente de la habitual entre nosotros, las acepciones regionales, etc 2.5. Lugares o personas que nombra: es valida para esto lo dicho en general en el inciso anterior. Simplemente, se busca saber a quien o a que lugar hace alusin.

    4. Anlisis profundo del contenido

    Se trata de un estudio minucioso de los trminos ms importantes recogidos en el documento. 4.1. Datos o informacin que provee: nos referimos aqu centralmente a la informacin correspondiente al tema que nos interesa (sociedad medieval). Esto es determinar y explicar los elementos que llevan a la comprensin del tema en cuestin y no solo a los datos de nombres, personajes, lugares o fechas. 4.2. Fundamentacin de lo que dice: este tem no siempre es posible encontrarlo expuesto explcitamente en los documentos. Es decir, se debe sealar si el autor aporta elementos de prueba en apoyo de sus afirmaciones. 4.3. Fuentes de informacin utilizadas: es poco comn encontrarlas, excepto en trabajos de caractersticas particulares, por ejemplo, fuentes historiogrficas. Esto resulta provechoso en algunos casos porque permite apreciar el tipo de fuentes de informacin y, por lo tanto, determinar el grado de veracidad, inters, etc. 4.4. Actitud critica del autor: esta directamente vinculado con lo anteriormente mencionado. Es el autor el narrador ingenuo de situaciones que le dijeron y que no se tomo el trabajo de comprobar? o la informacin esta rigurosamente basada en pruebas fehacientes, observaciones directas?. Incluso puede estar determinada por circunstancias histricas definidas como, as tambin por conformaciones ideolgicas explicitas o no. 5. Reflexin sobre el documento EI documento, mas all de su anlisis detallado, lleva a la necesidad de pensarlo, de meditarlo, de reflexionarlo, a efectos de darle la dimensin, la importancia, la categorizacin correspondiente dentro del contexto que se estudia. Aqu se debe plantear los porque: por qu el autor dir tal cosa? En que se basa para llegar a tal conclusin? Etc. Esto es la intencionalidad, elementos, datos, etc., no explcitos que se encuentran en el documento. Por otro lado se debe mencionar los aportes a la comprensin del tema en cuestin; es importante, como criterio cientfico, dejar establecido su valor como fuente en cuanto a los aportes para la comprensin del tema. Es decir, su valor como fuente histrica, con la aclaracin de que es una visin parcializada de la realidad a analizar. 6. Insercin del documento en el contexto del tema en cuestin En todo momento es necesario recalcar que la fuente o el documento no estn separados del tema que tratan, sino que su anlisis esta en intima relacin con el mismo. Es por ello que

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    consideramos de vital importancia tener presente las fuentes cuando se tratan las diferentes temticas en las clases tericas; es aqu donde se debe generar una interrelacin entre el documento y el contexto del tema que se estudia. EI documento echara luz sobre el tema que se estudia, as como el conocimiento general del tema envolver al documento para darle una ubicacin y una delimitacin correcta.

    Normas generales para el comentario de fuentes iconogrficas de la Edad Media

    1.- Ubicacin en el tiempo: Se debe mencionar la poca en que se produjo y si es posible de dnde proviene. Similar a lo expresado en el anlisis de las fuentes escritas 2.- identificacin de la fuente iconogrfica Se debe establecer el tipo de fuente grabado, pintura, escultura, etc 3.- Descripcin de la imagen Para iniciar el anlisis de la fuente iconogrfica se debe describir lo que se observa a simple vista; para ello se puede considerar los siguientes tem:

    a) personajes, b) grupos sociales y jerarqua c) vestimenta d) actividades que realizan e) paisajes, espacio que representa, f) objetos y elementos de la naturaleza, instrumentos, animales etc.

    4.- Intencionalidad de la imagen Como en el tem 5 del anlisis de fuentes escritas las representaciones visuales requieren un anlisis profundo para darle la dimensin, la categorizacin correspondiente dentro del contexto de la sociedad medieval. Se sugieren los siguientes aspectos a considerar: a) cmo impresiona la representacin, es respetuosa, satrica, descriptiva de la realidad histrica. b) cmo es la representacin cuidada o dispersa, segn personajes u objetos a destacar. c) existen ausencias intencionales de objetos, personajes, detalles del paisaje, etc. d) cmo es la actitud de los representados, gestos elocuentes de significado 5.- Conclusin Como en el anlisis de fuentes en este apartado se debe mencionar los datos que nos muestra el documento en forma explcita e implcita, y que aportan al tema

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    Cuadro N 1: Tipos de Fuentes escritas

    Tipo de doc. Origen Informacin que provee

    Motivo de su redaccin

    A quien se dirige Tono y lenguaje Su valor como fuente

    Leyes, Decretos, Ordenanzas, etc.

    institucin o persona

    Resoluciones a cumplir sobre un determinado aspecto o problema

    Resolver un problema, modificar una legislacin, crear una institucin, etc.

    Al conjunto de personas sobre las que esa autoridad tiene jurisdiccin.

    Discursivo, culto-profesional

    Confiable en cuanto a lo que dice es lo que se resolvi

    Contratos, Legados, Testamentos, etc.

    Una o varias personas

    Fundamentalmente sobre viene de carcter econmica

    Establecer relaciones entre privados pero a la vez pblica

    A los afectados por la relacin.

    Discursivo, culto-profesional

    Refiere a una porcin pequea de la realidad. Resulta difcil generalizar a partir de ello.

    Material Historiogrfico

    Un autor con inters cientfico o seudocientfico.

    Amplia, de calidad, cantidad y procedencia variada.

    Dejar escrito ese conocimiento.

    El pblico lector de la disciplina o a especialista

    Discursivo, culto-tcnico

    Sobre la poca que escribe y vive el autor

    Cartas Una persona o en representacin de institucin, organizacin, etc.

    Informacin, opiniones sobre cualquier tema.

    Comunicar, responder solicitar a otro.

    A un destinatario o representante

    Expresivo, culto, vulgar, profesional, tcnico, etc.

    Variable

    Discursos una persona proveen opinin o interpretaciones

    - plantear soluciones - obtener respaldo o consenso - estimular acciones convencer

    a grupo de persona de extensin variable

    tipo: apelativo nivel culto con recursos propios de la oratoria

    requiere un anlisis cuidadoso pues su valor es sumamente dispar

    Obras Literarias

    Uno o varios autores

    Puede ser muchas, pero tamizada por sentimientos , gustos estticos, etc.

    Transmitir sentimientos, concepciones, experiencias.

    A un pblico general, aunque restringido a veces por el tipo de obra.

    Expresivo-literario Nivel variable

    Requiere anlisis particular y detallado de la obra. Se debe analizar lo que entrev, lo que marca el contexto, lo que representa el autor, etc.

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    Documentos para el estudio de la Historia MedievalDocumentos para el estudio de la Historia MedievalDocumentos para el estudio de la Historia MedievalDocumentos para el estudio de la Historia Medieval

    Comentarios de la guerra de las Galias

    Mas ya que la ocasin se ha ofrecido, no ser fuera de propsito describir las costumbres de la Galia y la Germania y la diferencia que hay entre ambas naciones. En la Galia no slo estados, partidos y distritos estn divididos en bandos, sino tambin cada familia. De estos bandos son cabeza los que a juicio de los otros se reputan por hombres de mayor autoridad, a cuyo arbitrio y prudencia se confa la decisin de todos los negocios y deliberaciones. Lo que a mi ver establecieron los antiguos con el fin de que a ningn plebeyo faltase amparo contra los poderosos, pues quien es cabeza de partido no permite que sus parciales sean oprimidos o calumniados, y si as no lo hace, pierde todo el crdito entre los suyos. Esta misma prctica se observaba en el gobierno de toda la Galia, cuyas provincias estn todas divididas en dos facciones.

    En toda la Galia dos son los estados de personas de que se hace alguna cuenta y estimacin. Los plebeyos son mirados como esclavos, que por s nada emprenden, ni son jams admitidos a concejo. Los ms, vindose adeudados o apremiados del peso de los tributos o de la tirana de los poderosos, se dedican al servicio de los nobles, que con ellos ejercitan los mismos derechos que los seores con sus esclavos. De los dos estados, uno es el de los druidas, el otro de los caballeros. Aquellos atienden el culto divino, ofrecen los sacrificios pblicos y privados, interpretan los misterios de la religin. (). El respeto que le tienen es grande. Ellos son los que sentencian casi todos los pleitos del comn y de los particulares; si algn delito se comete, si sucede alguna muerte, si hay dimensin sobre herencia o sobre linderos, ellos son los que deciden; determinan los premios y los castigos; cualquier persona, ora sea privada, ora pblica, que no se rinde a su sentencia, es excomulgada, que para ellos es la pena ms grave. (). A todos los druidas preside uno con autoridad suprema. Muerto ste, le sucede quien a los dems se aventaja en prendas. En caso de haber muchos iguales, se hace la eleccin por votos de los druidas, y ms de una vez se disputan la primaca a mano armada.

    El segundo estado es el de los caballeros. Todos stos salen a campaa siempre que lo pide el caso u ocurre una guerra (y antes de la venida del Csar ocurra todos los aos, ya fuese ofensiva, ya defensiva), y cuanto uno es ms noble y rico, tanto mayor acompaamiento lleva de dependientes y criados, lo cual tiene por nico distintivo de su grandeza y poder.

    ROMAROMAROMAROMA

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    No se dedican a la agricultura, y la mayor parte de su vianda se reduce a leche, queso y carne. Ninguno tiene posesin ni heredad fija, sino que los magistrados y personajes influyentes, cada un ao, sealan a cada familia y parentela, que hacen un cuerpo, tantas yugadas en tal trmino, segn les parece, y al ao siguiente los obligan a mudarse a otro sitio. Para esto alegan muchas razones: no sea que, encariados al territorio, dejen la milicia por la labranza; que traten de ampliar sus linderos, y los ms poderosos echen a los ms sacos de su pertenencia; que fabriquen casas demasiado cmodas para repararse contra los fros y los calores; que se introduzca el apego al dinero, seminario de rencillas y discordias; en fin, para que la gente menuda est contenta con su suerte, vindose igualada en bienes con la ms granada.

    Cuando una nacin sale a la guerra, ya sea defensiva, ya ofensiva, nombran un jefe con derecho de vida y muerte. En tiempo de paz no hay magistrado sobre toda la nacin; slo en cada provincia y partido los ms sobresalientes administran a los suyos justicia y deciden los pleitos. Los robos hechos en territorio ajeno no se tienen por reprensibles, antes los cohonestan con decir que sirven para ejercicio de la juventud y destierro del ocio. Si es que alguno de los principales se ofrece en el concejo a ser capitn, convidando a los que quieran seguirlo, se alzan en pie los que aprueban la empresa y la persona, y prometen acompaarlo, y el pueblo los vitorea; los que no cumplen con lo prometido son mirados como desertores y traidores, quedando para siempre desacreditados. Nunca tiene por lcito violar a los forasteros; los que van a sus tierras por cualquier motivo gozan de salvoconducto y son respetados de todos: ni hay para ellos puerta cerrada ni mesa que no sea franca.

    Luego que los helvecios tuvieron por algunos indicios noticia de la trama, obligaron a Orgetrix a que diese sus descargos, aprisionado segn su estilo. Una vez condenado, sin remedio haba de ser quemado vivo. Fijado el da de la citacin, Orgetrix compareci en juicio, acompaado de toda su familia, que acudi de todas partes a su llamamiento, en nmero de diez mil personas, juntamente con todos sus dependientes y adeudados, que no eran pocos; por su intervencin ataj el proceso. Mientras el pueblo, irritado de tal tropela, trataba de mantener con las armas su derecho, y los magistrados juntaban las milicias de las aldeas, vino a morir Orgetrix, no sin sospecha, en opinin de los helvecios, de que se dio l a s mismo la muerte.

    Dumnrix era el tal, hombre por extremo osado, de gran squito popular por su liberalidad, amigo de novedades, que de muchos aos atrs tena en arriendo bien barato el portazgo y todas las dems alcabalas de los eduos, porque haciendo l posturas, nadie se atreva a pujarlas. Con semejantes arbitrios haba engrosado su hacienda y amontonado grandes caudales para desahogo de sus profusiones: sustentaba siempre a su sueldo a un gran cuerpo de caballera y andaba acompaado de l; con sus larguezas dominaba no slo en su patria, sino tambin en las naciones confinantes; que por asegurar este predominio

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    haba casado a su madre entre los bituriges, con un seor de la primera nobleza y autoridad; su mujer era helvecia; una hermana suya por parte de madre y varias parientas tenan maridos extranjeros. () Aborreca igualmente a Csar y a los romanos, porque con su venida le haban cercenado el poder, durante el imperio romano no slo desconfiaba de llegar al trono, sino an de mantener el squito adquirido.

    Le respondi Ariovisto ser derecho de la guerra que los vencedores diesen leyes a su arbitrio a los vencidos: tal era el estilo del pueblo romano disponiendo de los vencidos no a arbitrio y voluntad ajena, sino a la suya. Y pues que l no prescriba al pueblo romano el modo de usar de su derecho, tampoco era razn que viniese el pueblo romano a poner trabas al ejercicio del suyo. Los eduos, por haberse aventurado a moverle guerra y dar batalla en que quedaron vencidos se hicieron tributarios suyos. Que Csar le haca grande agravio en pretender con su venida minorarle las rentas. l no pensaba en restituir los rehenes a los eduos, bien que ni a stos ni a sus aliados hara guerra injusta mientras estuviesen a lo convenido y pagasen el tributo anual; donde no, de muy poco les servira la hermandad del pueblo romano. Al reto de Csar de no disimular las injurias a los eduos, dice que nadie ha medido fuerzas con l que no quedase escarmentado; siempre que quiera, haga la prueba, y ver cual es la bravura de los invencibles germanos, diestrsimos en el manejo de las armas y que de catorce aos a esta parte nunca se han guarecido bajo techado.

    Teniendo Csar aquel invierno sus cuarteles en la Galia Cisalpina, le venan repetidas noticias, y tambin Labieno le aseguraba por cartas que todos los belgas (los cuales, segn dijimos, hacen la tercera parte de la Galia) se conjuraban contra el pueblo romano, dndose mutuos rehenes; que las causas de la conjura eran stas: primera, el temor de que nuestro ejrcito, sosegadas una vez las otras provincias, no revolviese contra ellos; segunda, la instigacin de varios nacionales: unos, que si bien estaban disgustados con tan larga detencin de los germanos en la Galia, tampoco llevaban a bien que los romanos se acostumbrasen a invernar y vivir en ella tan de asiento; otros, que por su natural volubilidad y ligereza ansiaban por nuevo gobierno; como tambin algunos que (siendo comn en la Galia apoderarse del mando los que por ms poderosos y ricos pueden levantar sus tropas a sueldo), sujetos a nuestro imperio, no podan tan fcilmente lograrlo.

    Estando todos los nuestros ocupados en esto, he aqu que sale por la otra parte de la ciudad su jefe supremo, Adiatunno, con seiscientos de su devocin, a quienes llaman ellos soldurios. Su profesin es participar de todos los bienes de aquellos a cuya amistad se sacrifican mientras viven; y si les sucede alguna desgracia, o han de padecer con ellos, o darse la muerte: ni jams hubo entre los tales quien, muerto su dueo, quisiese sobrevivirle.

    Mientras iban as las cosas en esta parte de la isla, despacha Casivelauno mensajeros a la provincia de Kent, situada, como se ha dicho, sobre la costa del mar. En aquellas costas

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    gobernaban cuatro rgulos, Cingetrix, Carvilio, Taximagulo y Segovax, y les manda que con todas sus fuerzas juntas ataquen los atrincheramientos navales. Venidos que fueron a los reales, los nuestros, en una salida que hicieron matando a muchos de ellos, y prendiendo, entre otros, al noble caudillo Lugotrix, se restituyeron a las trincheras sin prdida alguna. Casivelauno, desalentado con la nueva de esta batalla, por tantos daos recibidos, por la desolacin de su reino y mayormente por la rebelin de sus vasallos, valindose de la mediacin de Comio Atrebatense, enva embajadores a Csar sobre la entrega. Csar, que estaba resuelto a invernar en el continente por temor de los motines repentinos de la Galia, quedndole ya poco tiempo del esto, y viendo que sin sentir poda pasrsele an se, le manda dar rehenes, y seala el tributo que anualmente deba la Bretaa pechar al pueblo romano.

    que la Galia entendiese ser tanto el poder de Italia, que si alguna prdida padeca en la guerra, no slo era capaz de resarcirla presto, sino tambin de sobreponerse a ella. En efecto, satisfaciendo Pompeyo a la peticin de Csar como celoso del bien pblico y buen amigo, llenando su comisin prontamente de legados, completas tres legiones y conducidas antes de acabarse el invierno, doblado el nmero de las cohortes que perecieron con Titurio, no menos por la presteza que por los refuerzos, hasta donde llegaban los fondos de la disciplina y potencia del pueblo romano.

    A esta razn, los trinobantes, nacin la ms poderosa de aquellos pases, despachan embajadores a Csar prometiendo entregrsele y prestar obediencia, y le suplican que ampare a Mandubracio contra la tirana de Casivelauno, se lo enve y restablezca en el reino. Csar les manda dar cuarenta rehenes y trigo para el ejrcito, y les restituye a Mandubracio. Ellos obedecieron al instante, aprontando los rehenes pedidos y el trigo.

    Cayo Julio Csar.

    Edicto de Miln (313) Por su parte Licinio, pocos das despus de la batalla, tras hacerse cargo y repartir una parte de las tropas de Maximino, llev su ejrcito a Bitinia y entr en Nicomedia. All dio gracias a Dios con cuya ayuda haba logrado la victoria y el da 15 de junio del ao en que l y Constantino eran cnsules por tercera vez, mand dar a conocer una carta dirigida al gobernador acerca del restablecimiento de la Iglesia y cuyo texto es el siguiente:

    Yo, Constantino Augusto, y yo tambin, Licinio Augusto, reunidos felizmente en Miln para tratar de todos los problemas que afectan a la seguridad y al bienestar pblico, hemos credo nuestro deber tratar junto con los restantes asuntos que veamos merecan nuestra primera atencin el respeto de la divinidad, a fin de conceder tanto a los cristianos como a todos los dems, facultad de seguir libremente la religin que cada cual quiera, de tal modo que toda clase de divinidad que habite la morada celeste nos sea propicia a nosotros y a todos los que estn bajo nuestra autoridad. As pues, hemos tomado esta saludable y

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    rectsima determinacin de que a nadie le sea negada la facultad de seguir libremente la religin que ha escogido para su espritu, sea la cristiana o cualquier otra que crea ms conveniente, a fin de que la suprema divinidad, a cuya religin rendimos este libre homenaje, nos preste su acostumbrado favor y benevolencia. Para lo cual es conveniente que tu excelencia sepa que hemos decidido anular completamente las disposiciones que te han sido enviadas anteriormente respecto al nombre de los cristianos, ya que nos parecan hostiles y poco propias de nuestra clemencia, y permitir de ahora en adelante a todos los que quieran observar la religin cristiana, hacerlo libremente sin que esto les suponga ninguna clase de inquietud y molestia.

    As pues, hemos credo nuestro deber dar a conocer claramente estas decisiones a tu solicitud para que sepas que hemos otorgado a los cristianos plena y libre facultad de practicar su religin. Y al mismo tiempo que les hemos concedido esto, tu excelencia entender que tambin a los otros ciudadanos les ha sido concedida la facultad de observar libre y abiertamente la religin que hayan escogido como es propio de la paz de nuestra poca. Nos ha impulsado a obrar as el deseo de no aparecer como responsables de mermar en nada ninguna clase de culto ni de religin. Y adems, por lo que se refiere a los cristianos, hemos decidido que les sean devueltos los locales en donde antes solan reunirse y acerca de lo cual te fueron anteriormente enviadas instrucciones concretas, ya sean propiedad de nuestro fisco o hayan sido comprados por particulares, y que los cristianos no tengan que pagar por ello ningn dinero de ninguna clase de indemnizacin. Los que hayan recibido estos locales como donacin deben devolverlos tambin inmediatamente a los cristianos, y si los que los han comprado o los recibieron como donacin reclaman alguna indemnizacin de nuestra benevolencia, que se dirijan al vicario para que en nombre de nuestra clemencia decida acerca de ello. Todos estos locales deben ser entregados por intermedio tuyo e inmediatamente sin ninguna clase de demora a la comunidad cristiana. Y como consta que los cristianos posean no solamente los locales donde se reunan habitualmente, sino tambin otros pertenecientes a su comunidad, y no posesin de simples particulares, ordenamos que como queda dicho arriba, sin ninguna clase de equvoco ni de oposicin, les sean devueltos a su comunidad y a sus iglesias, mantenindose vigente tambin para estos casos lo expuesto ms arriba (...) De este modo, como ya hemos dicho antes, el favor divino que en tantas y tan importantes ocasiones nos ha estado presente, continuar a nuestro lado constantemente, para xito de nuestras empresas y para prosperidad del bien pblico.

    Y para que el contenido de nuestra generosa ley pueda llegar a conocimiento de todos, convendr que t la promulgues y la expongas por todas partes para que todos la conozcan y nadie pueda ignorar las decisiones de nuestra benevolencia.

    LACTANCIO, De mortibus persecutorum (c.318-321).

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    Edicto de Tesalnica, 28 de febrero del 380

    Todos nuestros pueblos (...) deben adherirse a la fe trasmitida a los romanos por el apstol Pedro, la que profesan el pontfice Dmaso y el obispo Pedro de Alejandra (...), o sea, reconocer, de acuerdo con la enseanza apostlica y la doctrina evanglica, la Divinidad una y la Santa Trinidad del Padre, el Hijo y el Espritu Santo. nicamente los que observan esta ley tienen derecho al ttulo de cristianos catlicos. En cuanto a los otros, estos insensatos extravagantes, son herticos y fulminados por la infamia, sus lugares de reunin no tienen derecho a llevar el nombre de iglesias, sern sometidos a la venganza de Dios y despus a la nuestra (...)

    Cdigo Teodosiano, 16, I, 2. El cesaropapismo constantiniano

    De qu modo intervino en los snodos de los obispos.

    Y de un modo general se present como tal ante todos. Estando sobre todo al cuidado de la iglesia de Dios al producirse en distintas provincias disensiones entre s, l como el comn obispo de todos, constituido por Dios, reuni los concilios de los ministros de Dios. Y no consider indigno estar presente en ellos y sentarse en medio de sus reuniones sino que participaba en sus problemas preocupndose de todo lo que perteneciera a la paz de Dios. Es ms, se sentaba en medio como uno de muchos haciendo apartar a sus guardias y a su escolta y protegido slo por el temor de Dios y rodeado por la benevolencia de sus amigos fieles. Por lo dems estaba sobre todo de acuerdo con quienes vea que aceptaban las opiniones ms justas y a quienes vea propensos a la paz y concordia indicando claramente que se complaca en ellos. Pero, por el contrario, estaba en contra de los obstinados y de los rebeldes.

    E. PAMPHILI, VIta Constantini, P. L., VIII.

    Modificaciones introducidas por Constantino en la estrategia defensiva del Imperio Constantino tom otra iniciativa que permiti a los brbaros una penetracin fcil en las tierras sometidas a la dominacin romana. El Imperio romano a todo lo largo de sus fronteras, y gracias a la previsin de Diocleciano, est dividido en ciudades, guarniciones y torres de defensa, lugares donde todo el ejrcito se encuentra acuartelado. La penetracin era as difcil para los brbaros, ya que por todas las partes les salan al encuentro un ejrcito con potencia suficiente para rechazarlos. Constantino elimin este sistema de seguridad apartando de las fronteras a la mayor parte de los soldados, asentndolos en las ciudades que no necesitaban proteccin. Priv as de ayuda a los que estaban presionados por los brbaros e impuso a las tranquilas ciudades las molestias que se derivan de la estancia de los soldados, por culpa de lo cual la mayora han quedado desiertas. Dej que los soldados se ablandasen entregados a espectculos y a una vida de placer y, por decirlo

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    llanamente, fue el mismo Constantino el que cre y distribuy la semilla de la perdicin del Estado que dura hasta el da de hoy.

    ZOSIMO, H.N., II, 34.

    Ley de hospitalidad de Arcadio y Honorio (398)

    Los emperadores Arcadio y Honorio, Augustos, a Hosio, magister officiorum. Ordenamos que en cualquier ciudad en la que nos encontremos o se encuentren aquellos que nos sirven, despus de haber alejado toda injusticia tanto de parte de los repartidores como de los huspedes, todo propietario posea plenamente en paz y seguridad dos partes de su propia casa y la tercera sea adjudicada a un husped, de manera tal que la casa sea dividida en tres partes. Que el propietario tenga la posibilidad de elegir la primera; el husped obtendr la segunda que l desee; la tercera deber quedar para el propietario. Los obradores que estn a cargo de los mercaderes no sufrirn la antedicha divisin; han de permanecer en paz y libertad, protegidos contra toda injusticia de los huspedes y sern utilizados en favor slo de sus propietarios e intendentes (...)

    TH. MOMMSEN, Theodosiani Libri XVI..., L. VII, 8, 5, p. 328.

    Condenacin de Prisciliano

    Los captulos propuestos contra la hereja de Prisciliano (...) contienen lo siguiente: Si alguno, adems de la Santa Trinidad, introduce otros no s qu nombres de la Divinidad, diciendo que en la misma divinidad hay la Trinidad de la Trinidad, como afirmaron los gnsticos y Prisciliano, sea anatema. Si alguno no venera verdaderamente la natividad de Cristo segn la carne, sino que finge honrarla ayunando en aquel da y en domingo, porque no cree que Cristo naci con verdadera naturaleza de hombre, como afirmaron Cedn, Marcin, Maniqueo y Prisciliano, sea anatema. Si alguno dice que las almas humanas pecaron primeramente en las moradas celestiales, y que por eso fueron arrojadas a la tierra en cuerpos humanos, como afirm Prisciliano, sea anatema. Si alguno cree que el diablo ha hecho en el mundo algunas criaturas y que l de propia autoridad produce los truenos, relmpagos, tempestades y sequas, como afirm Prisciliano, sea anatema. Si alguno cree que los doce signos siderales, que suelen ser observados por los astrnomos, estn dispuestos por cada uno de los miembros del alma o del cuerpo, y que se les aplican los nombres de los Patriarcas, como lo afirm Prisciliano, sea anatema. Si algn clrigo o monje tiene en su compaa algunas otras mujeres como adoptivas, que no sean la madre, hermana, o ta, u otras unidas a l con parentesco prximo y convive con ellas, como ense la secta de Prisciliano, sea anatema. Si alguno condena los matrimonios humanos, y aborrece la procreacin de los que van a nacer, como afirmaron Maniqueo y Prisciliano, sea anatema.

    Disposiciones acordadas en el Concilio I de Braga

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    El ejrcito romano a fines del siglo IV

    Conviene ahora que hablemos de las armas ofensivas y defensivas del soldado, ya que en esto hemos perdido del todo las antiguas costumbres; y a pesar del ejemplo de la caballera goda, alana y huna, tan adecuadamente protegida con armas defensivas, que debera habernos hecho comprender su utilidad, consta que en cambio dejamos a nuestra infantera descubierta. Desde la fundacin de Roma hasta los tiempos del divino Graciano, la infantera siempre haba estado defendida con la coraza y el yelmo (cataphracteis et galeis); pero cuando la negligencia y la pereza hicieron menos frecuentes los ejercicios, estas armas, que nuestros soldados no llevaban ms que raras veces, les parecieron muy pesadas. Pidieron, pues, al emperador, primero, ser descargados de la coraza y, luego, de los yelmos. Habindose as expuesto contra los godos, con el pecho y la cabeza descubiertos, fueron a menudo destruidos por la multitud de sus arqueros; sin embargo, ni despus de tanta calamidad que alcanz hasta la ruina de tantas ciudades, ninguno de nuestros generales tuvo el cuidado de devolver a la infantera las corazas o los yelmos. Y as acontece que, al exponerse el soldado en la batalla a las heridas, piense ms en la fuga que en el combate. Y qu otra cosa puede hacer un arquero a pie, sin yelmo y sin coraza, que no puede sostener al mismo tiempo un escudo con un arco? Pero parece que la coraza y aun el yelmo son pesados para el infante que no los usa sino rara vez; en cambio, el uso cotidiano de estos los hace livianos, aunque hubiesen parecido pesados al principio. Pero aquellos que no pueden soportar el peso de las antiguas armas, deben ser obligados a recibir, en sus cuerpos desguarnecidos, las heridas y tambin la muerte, o, lo que es ms grave y vergonzoso, a ser hechos prisioneros o traicionar la repblica con su fuga. As, evitando el esfuerzo del ejercicio, se hacen degollar vergonzosamente como rebaos. Por qu los antiguos llamaban muro (murus) a la infantera, sino porque las legiones armadas, adems de la lanza y el escudo, tambin refulgan con las corazas y los yelmos?

    Vegetius, Las Instituciones Militares dedicadas al Emperador Valentiniano II (375-392)

    Reyes y jefes

    Los reyes son elegidos por su nobleza, los jefes por su coraje. Pero el poder de los reyes no es ilimitado ni arbitrario, y los jefes [se imponen] mas por el ejemplo que por la autoridad; si toman una decisi6n, si atraen las miradas, si combaten delante de todos, se imponen por la admiraci6n. Adems, nadie tiene derecho a matar, apresar ni golpear, excepto los sacerdotes, [y] no para castigar ni por orden de un jefe, sino como si la orden proviniese del dios a quien ellos creen presente junto a los combatientes.[...]

    Sus asambleas Los jefes resuelven los asuntos menores; para los mayores [se consulta] a todos pero, de modo que estos [asuntos] que debe decidir el pueblo sean examinados a fondo par los jefes [] Cuando la multitud lo ha decidido, se renen armados, Los sacerdotes ordenan

    Los germanos segn un historiador delsiglo i a.cLos germanos segn un historiador delsiglo i a.cLos germanos segn un historiador delsiglo i a.cLos germanos segn un historiador delsiglo i a.c

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    [guardar] silencio, ellos tienen en este caso, el derecho de castigar. Despus, el rey o el jefe, cada uno segn su edad, segn su nobleza, segn la gloria de sus campanas, segn su elocuencia, se hace escuchar, mas par el ascendiente de la persuasi6n que par su potestad de mando. Si su discurso ha desagradado, lo rechazan con su gritero; si ha gustado, agitan las armas: el asentimiento mas honroso es la alabanza con las armas.

    Sus conceptos sobre la guerra Cuando estn en batalla, es vergonzoso para el jefe ser vencido en coraje, y es vergonzoso para la clientela no igualar el coraje del jefe. Pero, es sobre todo deshonroso para toda la vida, e infamante, sobrevivir en un combate donde su jefe ha muerto; defenderlo, salvarlo, atribuir a su gloria las hazaas propias, es lo esencial de su juramenta. Los jefes combaten por la victoria, los compaeros por el jefe. Si la ciudad donde nacieron esta sumida en una larga paz y ociosidad, la mayor parte de los jvenes nobles se dirigen a otro lugar, a pueblos que mantienen algunas guerras. Porque esta nacin detesta la calma y se hacen mas fcilmente famosos en el peligro, y no pueden sustentar esa gran clientela sino por media de la violencia.

    Costumbres de los germanos en el siglo I Mientras los germanos no hacen la guerra, cazan un poco y sobre todo viven en la ociosidad dedicados al sueo y a la comida. Los ms fuertes y belicosos no hacen nada; delegan los trabajos domsticos y el cuidado de los penates y del agro a las mujeres, los ancianos y los ms dbiles de la familia, languidecen en el ocio; admirable contradiccin de la naturaleza, que hace que los mismos hombres hasta tal punto amen la inercia y aborrezcan la quietud. Es costumbre que espontnea e individualmente las tribus ofrezcan a sus jefes ganado y cereales, lo cual, recibido por stos como un homenaje, tambin satisface sus necesidades. Pero ante todo les halagan los presentes que les son enviados de pueblos vecinos, no slo por particulares, sino tambin oficialmente, tales como caballos escogidos, ricas armas, faleras y collares (...) Los pueblos germanos no habitan en ciudades, es bien sabido, incluso no toleran que las casas sean contiguas. Se establecen en lugares aislados y apartados, en relacin con una fuente, un campo o un prado, segn les plazca. Las aldeas no estn construidas como nosotros acostumbramos, con edificios contiguos y unidos unos a otros; cada uno tiene un espacio vaco que rodea su casa, sea como defensa contra los peligros de incendio, sea por ignorancia en el arte de la construccin. En realidad, no emplean ni piedras ni tejas, se sirven nicamente de madera sin pulimentar, independientemente de su forma o belleza. No obstante embadurnan los lugares ms destacables con una tierra tan pura y brillante, que imita la pintura y los dibujos de colores. Tambin acostumbran a excavar subterrneos que cubren con mucho estircol y que sirven de refugio durante el invierno y de depsito para los cereales, puesto que estos lugares los preservan de los rigores del fro. Y de este modo, si el enemigo aparece, slo saquea lo que est al descubierto, las cosas ocultas y enterradas o bien las ignoran o bien por ello mismo les escapan, puesto que habra que buscarlas. Para todos el vestido es un sayo sujeto por un broche o, a falta de ste, por una espina; sin otro abrigo permanecen das enteros junto al fuego del hogar. Los ms ricos se distinguen por su vestidura no holgada, como la de los srmatas y los partos, sino ajustada

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    marcando los miembros. Tambin visten pieles de fieras, descuidadamente los ms prximos a las orillas, con ms esmero los del interior, para quienes las relaciones comerciales no pueden dar otro atavo. Eligen determinadas fieras y adornan con manchas las pieles arrancadas (...) y el vestido de las mujeres no difiere del de los hombres, excepto en que las mujeres se cubren ms frecuentemente con tejidos de lino adornados con prpura y en que la parte superior del vestido no se prolonga formando las mangas; llevan desnudos los brazos y los antebrazos, incluso la parte alta del pecho aparece descubierta.

    Las cofradas de los germanos antes de las invasiones (...) Eligen algunas veces por prncipes algunos de la juventud, ya sea por su insigne nobleza, o por los grandes servicios y merecimientos de sus padres; y stos se juntan con los ms robustos, y que por su valor se han hecho conocer y estimar; y ninguno de ellos se avergenza de ser camarada de los tales y de que se los vea entre ellos; antes hay en la compaa sus grados los cuales son discernidos, por parecer y juicio del que siguen. Los compaeros del prncipe procuran por todas las vas alcanzar el primer lugar cerca de l; y los prncipes ponen todo su cuidado en tener muchos y muy valientes compaeros; el andar siempre rodeados de una cuadrilla de mozos escogidos es su mayor dignidad y son sus fuerzas; que en la paz les sirve de honra y en la guerra de ayuda y defensa. Y el aventajarse a los dems en nmero y valor de los compaeros, no solamente les da nombre y gloria con su gente, sino tambin con las ciudades comarcanas; porque stas procuran su amistad con embajadas, y los hombres con dones; y muchas veces basta la fama para acabar las guerras, sin que sea necesario llegar a ellas. De manera que el prncipe pelea por la victoria y los compaeros por el prncipe. Cuando su ciudad est largo tiempo en paz y ociosidad, muchos de los mancebos nobles de ella se van a otras naciones donde saben que hay guerra, porque esta gente aborrece el reposo, y en las ocasiones de mayor peligro se hacen ms fcilmente hombres esclarecidos. Y los prncipes no pueden sustentar aqul acompaamiento grande que traen sino con la fuerza y con la guerra: porque de la liberalidad de su prncipe sacan ellos, el uno un buen caballo, y el otro una framea victoriosa y teida en la sangre enemiga. Y la comida y banquetes grandes, aunque mal ordenados, que les hacen cada da, les sirven para sueldo. Y esta liberalidad no tienen de qu hacerla sino con guerra y robos. Es fuerza ser enemigo de los enemigos del padre o pariente, y amigo de sus amigos.

    P.CORNELIO TCITO, De las costumbres, sitio y pueblos de la Germania

    Los brbaros como libertadores Van a buscar sin duda entre los Brbaros la humanidad de los Romanos porque no pueden soportar ms entre romanos una inhumanidad propia de Brbaros. Son diferentes de los pueblos en los que se refugian. No tienen ni sus costumbres, ni su lengua ni, si se me permite decirlo, el ftido olor de los cuerpos y vestiduras brbaros. Prefieren sin embargo plegarse a esta diversidad de costumbres antes que sufrir injusticia y crueldades entre los romanos. Emigran, pues hacia los Godos o hacia los Bagaudas, o hacia los otros Brbaros, que dominan por todas partes, y nunca se arrepienten de este exilio. Porque prefieren vivir libres bajo apariencia de esclavitud, mejor que ser esclavos bajo una aspecto de libertad.

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    Solo hay un deseo comn entre los romanos: no verse nunca obligados a volver bajo la ley romana; solo hay una exclamacin comn a toda la muchedumbre romana: continuar viviendo con los brbaros.

    SALVIANO, De Gubernatione Dei, IV y V, M. G. H., A. A. I La corte de Atila (c. 450) Cuando volvimos a nuestra tienda, el padre de Orestes vino con una invitacin de Atila para nosotros dos, a un banquete a las tres en punto. Cuando lleg la hora, fuimos al palacio, junto con la embajada de los romanos occidentales, y nos paramos en el umbral del saln, en presencia de Atila. Los escanciadores nos dieron una copa, de acuerdo con la costumbre nacional, que debamos libar antes de sentarnos. Habiendo probado la copa, procedimos a tomar nuestros asientos; todas las sillas estaban alineadas a lo largo de las paredes del saln en ambos lados. Atila se sentaba en el medio, sobre un silln; un segundo silln estaba ubicado detrs de l, y desde l, unos pasos llevaban a su cama, la cual estaba cubierta con sbanas de lino y cobertores bordados como adorno, tal como griegos y romanos suelen decorar los lechos de las novias. Los lugares a la derecha de Atila eran primeros en honor, los de la izquierda, donde nosotros nos sentbamos, eran solo segundos. Berijo, un noble entre los escitas, se sentaba a nuestro lado, pero estaba antes que nosotros. Onegesio se sent en una silla a la derecha del divn de Atila, y al otro lado, frente a Onegesio, en la silla se sentaron dos de los hijos de Atila; su hijo mayor se sentaba en su divn, no cerca de l, pero en el rincn final, con sus ojos fijos en el suelo, en tmido respeto hacia su padre. Cuando todos estuvieron acomodados, un copero vino y dio a Atila una copa de madera con vino. l la tom, y salud a los primeros en precedencia quienes, honrados por el saludo, se pararon y no se sentaran hasta que el rey, habiendo probado o escurrido el vino, devolviera la copa al sirviente. Entonces todos los invitados honraron a Atila en la misma forma, saludndolo, y probando sus copas; pero l no se par. Cada uno de nosotros tena un copero especial, que vendra para presentar el vino cuando el copero de Atila se hubiera retirado. Cuando el segundo en precedencia y aqullos junto a l haban sido honrados de la misma manera, Atila brind con nosotros del mismo modo, de acuerdo al orden de los asientos. Cuando esta ceremonia termin, los escanciadores se retiraron, y se ubicaron mesas, lo suficientemente largas para tres o cuatro comensales, o quizs ms, junto a la mesa de Atila, para que cada uno pudiera sacar la comida en los platos, sin pararse de su asiento. El sirviente de Atila primero entr con un plato lleno de carne, y detrs de l venan otros sirvientes con pan y viandas, las cuales pusieron sobre las mesas. Una comida lujosa, servida en vajilla de plata, haba sido preparada para nosotros y para los invitados brbaros, pero Atila no comi otra cosa que carne en un plato de madera. En todo lo dems, tambin, se mostr moderado; su copa era de madera, mientras que a los invitados les haban sido dadas copas de oro y plata. Su vestido tambin era bastante simple, mostrando slo estar limpio. La espada que llevaba a su lado, los cordones de sus zapatos escitas, la brida de su caballo, no estaban adornados, como los de los otros escitas, con oro o gemas o cualquier cosa onerosa. Cuando las viandas del primer plato haban sido consumidas, todos nos pusimos de pie, y no volvimos a nuestros asientos hasta que cada uno, en el orden antes observado, bebi a la salud de Atila en la copa de vino presentada a l. Entonces nos sentamos, y un segundo plato fue puesto en cada mesa con comestibles de otro tipo. Despus de este plato, la misma ceremonia fue observada como despus de la primera. Al

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    caer la tarde, se encendieron antorchas, y dos brbaros dirigindose a Atila, cantaron canciones que ellos haban compuesto, celebrando sus victorias y hazaas de valor en la guerra. Y de los invitados, mientras miraban a los cantantes, algunos disfrutaban de los versos, otros, acordndose de las guerras, se excitaron en sus espritus, mientras que aun otros, cuyos cuerpos eran dbiles por la edad y sus almas compelidas al descanso, derramaban lgrimas. Tras las canciones, un escita, cuya mente estaba trastornada, apareci, y pronunciando palabras extranjeras y sin sentido, oblig a todos a rerse. Despus de l, Zerkon, el enano morisco, entr. l haba sido enviado por Atila como un regalo a Ezio, y Edecon lo haba persuadido de volver a Atila a recuperar a su esposa, a quien haba dejado atrs en Escitia; la dama era una escita a quien l haba obtenido en matrimonio a travs de la influencia de su patrn, Bleda. No tuvo xito en recuperarla, pues Atila estaba enojado con l por haber vuelto. En ocasin del banquete l hizo su aparicin, y arroj a todos, excepto a Atila, en una risa insaciable, por su apariencia, su vestido, su voz, y sus palabras, que eran una confusa mezcla de latn, huno y gtico. Atila, en todo caso, permaneci inmvil y con inalterado semblante; no por palabra, no por acto, dej escapar nada parecido a una sonrisa de felicidad, excepto cuando entr Ernas, su hijo menor, a quien tir de la mejilla, y observ con una tranquila mirada de satisfaccin. Me sorprendi que atendiera tanto a este hijo e ignorara a sus otros nios, pero un brbaro sentado junto a m y que saba latn, pidindome que no revelara lo que deca, me dio a entender que los profetas haban advertido a Atila que su raza caera, pero que sera restaurada por este nio. Cuando la noche haba avanzado, nos retiramos del banquete, sin desear quedarnos ms en las celebraciones.

    Priscos, Fragm. 8

    Suevos, vndalos y alanos sobre Espaa Los barbaros que haban penetrado en las Espaas, las devastan en lucha sangrienta. La peste hace por su parte no menos rpidos estragos. Desparramndose furiosos los barbaros por las Espaas y encruelecindose al igual al azote de la peste, el tirnico exactor roba y el soldado saquea las riquezas y los mantenimientos guardados en las ciudades; reina un hambre tan espantosa, que obligado por ella, el gnero humano devora carne humana [...]. Las fieras, aficionadas a los cadveres de los muertos por la espada, por el hambre y por la peste, destrozan hasta a los hombres mas fuertes, y cebndose en sus miembros, se encarnizan peste y las fieras, cmplanse las predicciones que hizo el Seor por boca de sus profetas. Asoladas las provincias de Espaa por el referido recrudecimiento de las plagas, los barbaros, resueltos por la misericordia del Seor a hacer la paz, se reparten por la suerte las regiones de las provincias para establecerse en ellas: los vndalos y los suevos ocupan la Galicia, situada en la extremidad occidental del mar ocano; los alanos, la Lusitania, los vndalos, llamados silingos, a Btica. Los espaoles que sobrevivieron a las plagas en las ciudades y castillos, se someten al dominio de los barbaros que se enseoreaban de las provincias.

    Los pueblos invasores de la primera oleadaLos pueblos invasores de la primera oleadaLos pueblos invasores de la primera oleadaLos pueblos invasores de la primera oleada

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    Idacio, Cronicn. 395-470 La ferocidad de los hunos [Los hunos] son de corta estatura, cabeza grande, imberbes, de aspecto feral que mas parecen animales bpedos que seres humanos; no cuecen los alimentos, limitndose a calentar la carne colocndola sobre los lomos de los caballos. Recorren montes y bosques, acostumbrndose desde la ms tierna edad a sufrir la intemperie, el hambre y la sed; no penetran bajo techado, a no ser que se vean obligados por la ms urgente necesidad, y, una vez dentro, no se encuentran jams seguros A caballo da y noche, el huno trafica, come y bebe. Montados a caballo celebran tambin sus asambleas; peligrosos como combatientes, tienen una movilidad que contrasta con la lentitud y rigidez de las legiones romanas, Sus evoluciones son ligeras y repentinas, Obligados a dispersarse, se rehacen instantneamente, y sus galopadas en desorden siembran la carnicera por doquier, Es tal su rapidez, que saltan el foso y saquean el campo enemigo antes de haber sido advertidos [] Siempre errantes, sin hogar, sin ley, sin costumbres fijas, parecen fugitivos; su nico domicilio son los carros, donde trasportan a sus mujeres e hijos.

    Marcelino AMIANO. Historiador romano que vivi entre los aos 330 y 400.

    El cruce del Rhin en el 406 El pequeo nmero de los que sobrevivimos fue gracias no a nuestros mritos, sino a la misericordia del Seor. Pueblos innumerables y feroces han ocupado el conjunto de las Galias. Todo el pas que se extiende entre los Alpes y los Pirineos, el que limita con el Ocano y el Rhin, ha sido devastado por quados, vndalos, srmatas, alanos, gpidos, hrulos, sajones, burgundios, alamanos y -terrible desgracia- los panonios se han convertido en enemigos, pues Assur ha llegado con ellos [Salmo, 82,9]. Maguncia, en otro tiempo ilustre, ha sido tomada y saqueada. En su iglesia, millares de hombres han sido masacrados. Worms ha sido reducida despus de un largo asedio. Las prepotentes urbes de Reims, Amiens, Arras, Tournai, Spira y Strasburgo han sido trasladadas a Germania. Las provincias de Aquitania, Novempopulania, Lugdunense y Narbonense, salvo un pequeo nmero de ciudad, han sido completamente saqueadas. Las ciudades han quedado despobladas por la espada y el hambre. No puedo recordar sin lgrimas a Tolosa, cuya ruina solo ha sido impedida por el mrito de su santo obispo Exuperio. Hispania misma, tiembla recordando la irrupcin de los cimbrios (...)

    SAN JERNIMO, Carta a Geruchia.

    Consideraciones de San Agustn sobre el saqueo de Roma por Alarico (410) De esta manera [refugindose en las iglesias de Roma] salvaron sus vidas muchos de los que ahora infaman y murmuran de los tiempos cristianos, culpando a Cristo de los trabajos y penalidades que Roma sufri y no atribuyen a este gran Dios el enorme beneficio de haber visto sus vidas a salvo por el respeto que infunde su santo nombre. Por el contrario cada cual hace depender este feliz suceso de la influencia del hado, cuando, si lo reflexionasen, deberan atribuir las molestias y penalidades que sufrieron por la mano vengadora de sus enemigos a los arcanos y sabias disposiciones de la providencia divina,

    Cada del imperio Romano y la transformacin del conCada del imperio Romano y la transformacin del conCada del imperio Romano y la transformacin del conCada del imperio Romano y la transformacin del conttttexto europeo exto europeo exto europeo exto europeo

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    que acostumbra a corregir y aniquilar con los funestos efectos que presagia una guerra cruel, los vicios y las costumbres corruptas de los hombres (...) Deberan tambin los vanos impugnadores atribuir a los tiempos en que floreca el dogma catlico, la gracia de haberles hecho merced de sus vidas los brbaros, en contra de los que es usual en las guerras, sin ms respeto que por iniciar su sumisin y reverencia a Jesucristo, otorgndoles este favor en todos los lugares, y particularmente si se refugiaban en los templos.

    SAN AGUSTN, De civitate Dei, Libri XXII, p. 14-15, Pars, 1613.

    La batalla de los Campos Catalnicos De la parte romana, Teodorico y sus visigodos ocupan el ala derecha; Aecio y los romanos, el ala izquierda. Haban colocado en el centro a Sangbano, rey de los alanos (...) En cuanto al ejrcito de los hunos, fue alineado en batalla en orden contrario al de los romanos: Atila se coloc en el centro con los ms valientes entre los suyos (...) Los pueblos numerosos, las naciones que haban sometido a su dominacin, formaban sus alas. Entre ellos se haca notar el ejrcito de los ostrogodos, mandados por Valamiro, Teodomiro y Videmiro, tres hermanos que sobrepasaban en nobleza al propio rey, a las rdenes del cual marchaban entonces, porque pertenecan a la ilustre y poderosa raza de los malos. Tambin se vea all, a la cabeza de una tropa numerosa de gpidos, a Ardarico, su rey, tan valiente y tan famoso, cuya grande fidelidad lo haca admitir por Atila a sus consejos (...) La muchedumbre de los otros reyes y los jefes de las diversas naciones, parecidos a satlites, espiaban los menores movimientos de Atila, y en cuanto l les haca un signo con la mirada, cada uno, en silencio, con temor y temblando, vena a colocarse delante de l, o bien ejecutaba las rdenes que de l haba recibido. Sin embargo, el rey de todos los reyes, Atila, velaba sobre todos y por todos.

    JORNANDES, Histoire des Goths, p. 267-268, La opinin de Atalfo sobre Roma en el ao 414 Atalfo era un gran hombre, por su valor, poder e inteligencia. Su deseo ms ardiente, deca a sus familiares y prximos, haba sido borrar el nombre de Roma, hacer de todo el territorio romano un imperio godo, de la Romania una Gothia, convertirse en Csar Augusto. Pero, como saba por experiencia, los godos no obedecan leyes, como consecuencia de su barbarie sin freno; y no se poda prescindir de las leyes, sin las cuales un Estado no puede existir. As, al menos, haba escogido hacerse famoso restaurando en su integridad y extendiendo el nombre romano gracias a la fuerza gtica, pasar a los ojos de la posteridad como restaurador de Roma, ya que no haba podido destruirla. Por eso se abstena de la guerra y aspiraba a la paz.

    OROSIO, Historiae, VII, 43, 5-7, p. 458.

    Teodorico, rey de los ostrogodos Teodorico, varn belicossimo y animoso, era hijo natural de Valamir, llamado rey de los godos. Su madre, goda, llamada Ereriliva, era catlica y en el bautismo recibi el nombre de Eusebia. Preclaro y de buena voluntad para con todos, rein treinta y tres aos y asegur la felicidad de Italia treinta aos y la paz para sus sucesores. Nada hizo de malo. As gobern

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    aunados dos pueblos, el de los romanos y el de los godos. Aunque perteneca a la secta arriana, nada intent contra la religin catlica. Ofreci juegos en el circo y en el anfiteatro, lo que fue llamado por los romanos un Trajano o un Valentiniano, en cuya poca se inspir. Y los godos lo estimaron como su mejor rey por el Edicto en que estableci el derecho. Prescribi a los romanos que el servicio militar fuese como bajo los emperadores. Fue prdigo en ddivas y distribucin de vveres y an cuando encontr el erario pblico exhausto, lo restableci y lo hizo opulento con su labor. Aun cuando era iletrado, demostr tanta agudeza, que algunos de sus dichos son an hoy sentencia para el vulgo; por eso no nos avergenza recordar algunas de ellas. Dijo: El que tiene oro y demonio no lo puede esconder. Tambin: El romano miserable imita al godo y el godo til imita al romano (...) Era tambin amigo de las construcciones y un restaurador de ciudades. Restaur el acueducto de Ravena, obra del emperador Trajano, y despus de mucho tiempo hizo correr agua; edific el palacio hasta terminarlo, pero no lo dedic y acab el prtico alrededor del palacio. Adems hizo las termas y el palacio de Verona y agreg una galera desde la puerta hasta el palacio; reedific el acueducto que por mucho tiempo haba estado destruido e hizo circular el agua, circund la ciudad con otros muros nuevos. Tambin en Ticino hizo un palacio, las termas, el anfiteatro y amurall la ciudad. Pero tambin benefici a otras ciudades. Tanto agrad a los pueblos vecinos, que se ofrecieron a pactar con l en la esperanza de tenerlo por rey. Tambin llegaban hasta l comerciantes desde diversas provincias, pues haba tanto orden que, si alguno quera enviar a su dominio oro y plata, poda considerarse tan seguro como si estuviera dentro de los muros de la ciudad. Y as fue en toda Italia, que no dot de puertas a ciudad alguna, ni las cerr donde las haba (...)

    Anonymus Valesianus, Retrato de Teodorico por Procopio Es necesario reconocer que gobern a sus sbditos con todas las virtudes de un gran emperador. Mantuvo la justicia y estableci buenas leyes. Defendi su pas de la invasin de sus vecinos y dio a todos prueba de una prudencia y de un valor extraordinarios. No cometi ninguna injusticia contra sus sbditos, ni permiti que se cometieran, salvo que permiti que los godos se repartieran las tierras que, en tiempos, Odoacro haba distribuido entre los suyos. En fin, aunque Teodorico no tuvo ms que el ttulo de rey, no dej de alcanzar la gloria de los ms ilustres emperadores que hayan jams ocupado el trono de los Csares. Fue igualmente querido por godos e italianos, lo cual no sucede habitualmente entre los hombres, que no estn acostumbrados a aprobar en el gobierno del Estado aquello que no est de acuerdo con sus intereses, y que condenan todo lo que les es contrario. Despus de haber gobernado durante treinta y siete aos y de haberse presentado como temible para sus enemigos, muri de esta manera (...)

    PROCOPIO DE CESAREA (500-565), Histoire de la guerre contre les goths

    Anglos, jutos y sajones en Gran Bretaa En el ao de la Encarnacin del Seor de 449, habiendo obtenido Marciano la realeza, junto con Valentiniano, como cuadragsimo sexto sucesor de Augusto, la posey siete aos. En esta poca, el pueblo de los Anglos o de los Sajones fue invitado por el mencionado rey

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    [Vortigern] y se traslad a Bretaa con tres barcos largos, y recibi residencia en la parte oriental de la isla, bajo las rdenes del mismo rey, para defenderla como si de su patria se tratara, aunque en realidad para conquistarla. As, despus de entablar lucha contra los enemigos que venan del Norte, trabaron batalla y los sajones se alzaron con la victoria. Lo que, una vez anunciado en su lugar de origen, as como la fertilidad de la isla y la cobarda de los bretones, pronto enviaron los sajones una flota ms nutrida con gente armada de refuerzo que, junto a los precedentes, formaron un ejrcito invencible. Los que llegaron recibieron asiento entre los bretones, por concesin de estos, con la condicin de que lucharan contra sus adversarios, por la salvacin y paz de la tierra, y que les daran el estipendio debido por sus servicios. Haban venido gentes de los tres pueblos ms valerosos de Germania, esto es, los Sajones, los Anglos y los Jutos. De origen juto son los Cantuari y los Victuari, o sea, el pueblo que posee la isla de Wight y el pueblo llamado hasta hoy juto en la provincia de los sajones occidentales [Wessex]. De los sajones, es decir, de la regin que se llama hoy pas de los viejos sajones [Holstein], vinieron los sajones orientales, meridionales y orientales [Essex, Sussex, Wessex]. De los anglos, es decir, del pas que se denomina Angeln [en el Este de Schleswig], y que desde entonces hasta hoy ha permanecido desierto, salieron los anglos orientales [East Anglia] y anglos mediterrneos [South Anglia y Uppland], Mercia y toda la descendencia de los northumbrios, es decir, los que habitan el norte del ro Humber, y todos los otros pueblos ingleses.

    BEDA EL VENERABLE, Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum

    Etelberto de Kent y la figura del bretwalda, rey de reyes de los anglo-sajones En el ao 616 de la Encarnacin del Seor, que es el vigsimo primero desde que fue enviado Agustn con sus compaeros a predicar al pueblo de los anglos, Etelberto, rey de Kent, despus de gobernar gloriossimamente su reino temporal por espacio de cincuenta y seis aos, alcanz el gozo eterno del reino celeste. Este rey fue el tercero de los reyes del pueblo anglo que gobern unidas las provincias de dicho pueblo situadas al sur del ro Humber y las contiguas al mismo ro por la parte del Norte, pero fue el primero de todos ellos en ascender al reino de los cielos. El primer rey que imper [sobre los restantes reinos anglosajones] fue Aelle, rey de los Sajones meridionales [Sussex], el segundo fue Celin, rey de los Sajones Occidentales [Wessex] (...); el tercero, como dije, fue Etelberto, rey de los Kentienos (...) Y este rey, entre otras cosas buenas que proporcionaba a su gente con su buen gobierno, promulg con el consejo de los sabios, una legislacin judicial, basada en el Derecho Romano. Estas leyes se conservan todava en la lengua de los anglos y son observadas por ellos: en las mismas dispuso, en primer trmino, de qu modo deba enmendar [el dao causado] quien se apoderase mediante robo de algn bien de la Iglesia o del obispo o de los restantes rdenes eclesisticos, estableciendo su salvaguarda sobre aquellos de quienes haba recibido la fe. Era, dicho Etelberto hijo de Irminric, cuyo padre fue Octa, cuyo padre fue Erico, conocido por Oisco, de quien los reyes de Kent suelen ser llamados Oiscingas. Cuyo padre fue Hengist, quien junto con su hijo Oisco, invitado por Vurtigerno, fue el primero que lleg a Gran Bretaa, segn ya hemos referido anteriormente.

    BEDA EL VENERABLE, Historia ecclesiastica gentis Anglorum, Ed. J. E. King, Londres, 1962, lib. II, cap. V, pp. 224-226.

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    Offa, rey de Mercia Y este mismo ao (757) Offa puso en fuga a Beornred y le sucedi en el reino, y lo rigi durante treinta y nueve aos, y su hijo Ecgfrith rein ciento cuarenta y un das. Este Offa era hijo de Thingfrith (...) En la poca de dicho rey Offa hubo un abad de Medeshamstede llamado Beonna. Y este Beonna, obtenido el consentimiento de los monjes de su monasterio, entreg al ealdorman Cutberto diez fincas en Swineshead con pastos y praderas y con todas sus pertenencias, con la condicin de que el antedicho Cutberto diera al abad cincuenta libras por dicha entrega y le proporcionara de comer un da al ao o le diera, a cambio, treinta chelines en moneda; y con la condicin, adems, de que la tierra entregada debera volver al monasterio a la muerte del obtentor. (...) Ecgfrith fue consagrado rey [en el 785]. En este ao [787-789] el rey Beorhtric tom por esposa a Eadburh, hija de Offa. Y en sus das llegaron por primera vez tres naves: y entonces el guarda de la costa o gerefa cabalg hacia donde estaban [anclados] e intent obligar a los recin llegados a ir al mayor real, pero l no saba quines eran estos, y ellos le dieron muerte. Estas fueron las primeras naves de los daneses que llegaron a Inglaterra. ALFREDO EL GRANDE, Crnica Anglosajona, aos 757-796. M. Riu y otros, Textos comentados de poca

    medieval (siglos V al XII), Barcelona, 1975, pp. 118-119.

    La trasformacin del contexto europeo

    Si todo el Ocano se hubiera desbordado sobre los campos de la Galia, no hubieran causado sus aguas tanta ruina

    Annimo

    Los brbaros llevan todo a sangre y fuego; la peste, por su parte, no hizo menos destrozos. A las rapias cometidas por los brbaros y a los estragos de la peste, hubo que aadir las tirnicas exacciones de los agentes del fisco, que justamente con la insaciable sed de botn de la soldadesca desenfrenada, dejaron exhaustos a los pueblos. El hambre lleg a tal extremo que se vio a los hombres alimentarse con carne humana, sirviendo a las mismas madres de alimento el cuerpo de sus hijos muertos y preparados por ellas. Las fieras, acostumbradas a cebarse en los cadveres, hacinados por el hambre, la guerra y las enfermedades, que hacan estragos aun en los hombres ms vigorosos, iban acabando lentamente con el gnero humano. As, estas cuatro plagas, la guerra, el hambre, las fieras y la peste desatadas por doquier, vinieron a cumplir las predicciones de los profetas del Seor.

    Hidacio, 470

    Dese en un principio borrar el nombre romano y crear un imperio que llevara el nombre de los godos. La Romania se convertira en Gotia, y Atalfo sera su emperador. Pero una larga experiencia le hizo ver que los godos, por su barbarie desenfrenada, eran incapaces de someterse a las leyes. Como sin leyes no hay estado que merezca tal nombre, prefiri emplearse en restaurar en su integridad y en realzar el nombre de Roma con la fuerza de los

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    godos. As podra pasar a la posteridad como el restaurador del Imperio romano al que no haba podido suplantar.

    Orosio

    El mundo romano se hunde y, no obstante, nuestra altiva cabeza no cede Cul crees que puede ser el estado del espritu de los corintios, de los atenienses, de los lacedemonios, de los arcadios y de toda Grecia, a quienes manden los brbaros?

    San Jernimo, 396

    Quieres saber, romano, por qu tu gloria llena el mundo y lo sujeta a tus mandatos? Porque Dios quiso primero unir a todos los pueblos discordes y someterlos a un nico imperio para que la religin de Cristo encontrase luego en paz y unidos en espritu comn a los corazones de los hombres. Pues solo la concordia conoce a Dios. Por todas las tierras de Oriente a Occidente. Dios hizo que todos los hombres se sometieran a las mismas leyes y que todos, del Rin al Nilo, se hicieran romanos. Vivimos en una patria y un hogar comn. Esto se ha logrado merced a tantos y tan grandes triunfos del Imperio romano. El mundo unido y en paz, gracias a Roma, est preparado oh Cristo! para recibirte.

    Prudencio

    La dinasta carolingia "Burchardo, obispo de Wurzburgo, y el sacerdote Fulrad, capelln, fueron enviados a Roma, cerca del papa Zacaras, para hablar al soberano pontfice del problema que se planteaba por el hecho de que los reyes de Francia, en esta poca, apenas tenan nada ms que ,el nombre de reyes, pero no posean ninguna autoridad real. El papa nombrado hizo saber a los enviados que vala ms llamar rey a aquel en cuyas manos resida la realidad del poder y, en virtud de su autoridad, decidi que Pipino fuera establecido como rey."

    (Anales reales, ao 749) Retrato de Carlomagno Llevaba la ropa nacional de los francos: sobre el cuerpo una camisa y un calzn en tela de lino; encima una tnica bordada de seda y un pantaln corto; unas bandas estrechas rodeaban sus pies y piernas; un chaleco de piel de nutria o de rata protega en invierno su pecho y sus espaldas; se envolva en una capa azul y llevaba siempre un cinturn del que colgaba una espada de la que el tahal y la empuadura eran de oro o plata. A veces cea una espada ornada de pedrera, pero solamente en los das de grandes fiestas o para la recepcin de embajadores extranjeros. () Era de espaldas anchas y robustas, de talla elevada, aunque no en demasa, porque meda siete pies de alto. Su cabeza era redonda, sus ojos grandes y vivos, su nariz algo ms grande que lo corriente; tena hermosos cabellos blancos y una fisonoma agradable y alegre. Tambin daba exteriormente una vigorosa impresin de autoridad y dignidad, ya estuviese

    Carlomagno y la restauracin del Imperio de OccidenteCarlomagno y la restauracin del Imperio de OccidenteCarlomagno y la restauracin del Imperio de OccidenteCarlomagno y la restauracin del Imperio de Occidente

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    sentado o de pie. Tena el paso firme y la actitud viril. Su voz era clara aunque no tena toda la amplitud de su fsico. Se entregaba asiduamente a la equitacin y a la caza. Era un gusto hereditario, porque quiz no haya un pueblo en el mundo que pueda igualar en esos deportes de los francos.

    Eginardo. Vida de Carlomagno. Consagracin de Carlomagno "Ahora bien, como el, muy santo da de Navidad haba entrado en la baslica de San Pedro Apstol para la celebracin de la misa solemne, mientras estaba delante del altar con la cabeza inclinada., en oracin, e1 papa Len 111 coloc la corona sobre su cabeza; entonces todo el pueblo romano lo aclam: A Carlos Augusto, coronado por Dios, grande y pacfico emperador de los romanos, vida y victoria!. Terminadas esas alabanzas, fue adorado por el papa a la manera de los prncipes antiguos, y, abandonando e1 ttulo de patricio, fue llamado, emperador y Augusto."

    (Anales reales, ao 801) Creacin de escuelas y contenidos de la enseanza [] Que se rena no slo a los nios pobres sino tambin a los bien nacidos. Que haya tambin escuelas para la educacin de los nios. Que en todos los obispados y monasterios se enseen los salmos, las notas, el canto, el clculo, la gramtica, y que haya libros cuidadosamente corregidos, pues a menudo los hombres que quieren rezar a Dios lo hacen mal porque tienen en sus manos libros incorrecto. No permitis que stos perjudiquen a vuestros hijos que los leen o copian. Si es necesario verificar el Evangelio, el salterio y el misal, que los hagan hombres capaces que se apliquen cuidadosamente a ello.

    23 de marzo 789. Admonitio generalis, 72, M.G. H. Leges, II, Capi. I, 60.

    Tratado de Verdn (843) Llegado Carlos, los hermanos se reunieron en Verdn. All fue hecho el reparto: Luis recibi todo el territorio ms all del Rhin, las ciudades de Spira, Worms, Maguncia y sus pagos. Lotario, el territorio que se encuentra entre el Rhin y el Escalda, hasta el mar, y del otro lado, por el Cambrsis, el Hainaut, los pases de Lomme y de Mziers y los condados vecinos al Mosa hasta la confluencia del Saona y el Rdano, y el curso del Rdano hasta el mar, con los condados contiguos [] El resto hasta Espaa lo recibi Carlos.

    Anales de Saint Bertin, aos 842-843 Missi dominici

    En el texto que transcribimos a continuacin se especifican las funciones que correspondan a los missi dominici. Esta circular fue dirigida, a comienzos del siglo IX, a uno de los condes cuya circunscripcin se disponan a visitar.

    "Os enviamos esta carta para ordenaros, en nombre del emperador, y rogaros encarecidamente par nuestra parte, que os esforzeis en cumplir con todas las obligaciones que os conciernen, tanto en lo que respecta al culto de Dios como al servicio de nuestro seor y a la salvacin y cuidado del pueblo cristiano. Ya que nuestro seor nos ha encomendado, lo mismo que a todos los de- mas missi, presentarle a mediados de abril un informe exacto sobre la forma en que se han cumplido en su reino las ordenes que estos ltimos aos hizo transmitir por sus missi, pues esta deseoso de recompensar dignamente a

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    los que se han ceido a ellas y reprender con dureza, como lo merecen, a los que no lo han hecho as... Os instamos a repasar vuestras capitulares, a recordar las instrucciones verbales que os hicieron saber y a desplegar, para aplicarlas, tal celo que podis ser recompensados por ella, tanto por Dios como por vuestro seor el gran emperador.

    Os encareceremos, pues, ante todo y os