SEGOVIA EN LA POESIA- ESPAÑOLA CONTEMPORANE A

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SEGOVIA EN LA POESIA - ESPAÑOLA CONTEMPORANE A PO R JOSE MONTERO PADILLA Discurso leído por su autor el 23 de Ener o de 1969, en el acto de su recepción como académico numerario de la de Historia y Arte de San Quírc e Excmos . e Ilmos . Sres . : Sres . Académicos : Señoras y señores : Palabras de gratitu d Al iniciar este preceptivo discurso de ingreso en la Acade- mia de Historia y Arte de San Quírce, los recuerdos y las impre- siones, las emociones también, se confunden en mí . Son mucho s los motivos que unen, entrañablemente, mí vida a Segovia, y muchas las satisfacciones que esta ciudad me ha concedido . Entre ellas, una destacadísíma supone esta llamada de San Quírc e para que partícipe en sus tareas . De ahí, mi gratitud, honda, a quienes propusieron mi candidatura como académico : a do n Hilarlo Sanz y Sanz, a don Luis Martín Marcos y a don Juan d e Vera de la Torre, en primer lugar, y, después, a los señores aca- démicos todos que votaron, unánimes a mi favor, esa propuesta . Llego con emoción a esta casa que tanto significa en la vid a cultural segoviana . Y con el propósito, firme, ilusionado, de tra- bajar con voluntad asidua en las tareas académicas, unas tarea s que, a partir de ahora, he de considerar como mías, y—digá- moslo con palabras del poeta Pedro Salinas—«Qué mío es l o que voy a hacer» . — 97

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SEGOVIA EN LA POESIA-ESPAÑOLA CONTEMPORANE A

POR

JOSE MONTERO PADILLA

Discurso leído por su autor el 23 de Ener ode 1969, en el acto de su recepción comoacadémico numerario de la de Historia yArte de San Quírc e

Excmos . e Ilmos . Sres . :Sres . Académicos :Señoras y señores :

Palabras de gratitu d

Al iniciar este preceptivo discurso de ingreso en la Acade-mia de Historia y Arte de San Quírce, los recuerdos y las impre-siones, las emociones también, se confunden en mí . Son muchoslos motivos que unen, entrañablemente, mí vida a Segovia, ymuchas las satisfacciones que esta ciudad me ha concedido .Entre ellas, una destacadísíma supone esta llamada de San Quírc epara que partícipe en sus tareas . De ahí, mi gratitud, honda, aquienes propusieron mi candidatura como académico : a donHilarlo Sanz y Sanz, a don Luis Martín Marcos y a don Juan deVera de la Torre, en primer lugar, y, después, a los señores aca-démicos todos que votaron, unánimes a mi favor, esa propuesta .

Llego con emoción a esta casa que tanto significa en la vid acultural segoviana . Y con el propósito, firme, ilusionado, de tra-bajar con voluntad asidua en las tareas académicas, unas tarea sque, a partir de ahora, he de considerar como mías, y—digá-moslo con palabras del poeta Pedro Salinas—«Qué mío es l oque voy a hacer» .

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Amistad con Segovia

Mi amistad con Segovia se inicia, hace muchos años, en l abiblioteca de mí padre . El niño de entonces, infatigable lectorya, encuentra, en sus rebuscas por los estantes, un libro de pe-queño tamaño, que le atrae, en principio, por sus ilustraciones .La de la portada representa un monumento extraño a los ojo sinfantiles, visto en la noche, a la luz de la luna . El libro se titu-la Itinerario sentimental. de la ciudad de Segovia o sea un pase opor sus calles en una noche de luna . Ofrecido a los viajeros quela visiten para mostrarles una muy señalada ruta sobre est eantiguo solar_ Su autor es Julián María Otero . Una nota al finaldel libro indica que «el pintor Manuel Martí Alonso decoró est eitinerario » .

Ahora, al cabo de los años, me place especialmente el re -cuerdo de este librito, pleno de delicadísimas cualidades, qu econstituye una de las más bellas profesiones de amor a Segovi aque se han escrito .

Elogio de Mariano Quintanilla

El ritual de la Academia de San Quírce preceptúa que elíngresante en ella trace un elogio del académico que le precedió .Habitualmente, el elogio posee un . carácter necrológico, perohoy, por fortuna, ese carácter desaparece . La vacante de Maria-no Quíntanílla como académico de número se debe a su nom-bramiento de académico de mérito . Por tanto, y felizmente, supresencia continúa, viva y operante, en esta casa que tanto deb eal esfuerzo de Mariano Quíntanílla .

No resultan precisos datos ní enumeraciones . La significa-ción honda de Quíntanílla en Segovia es bíen conocida . Cate-drático, poeta, historiador, conocedor admirable de todo lo con-cerniente a Segovia A sus obras ya publicadas han de unirsetodavía, sin duda, nuevos y hermosos frutos. El carácter erudi-to, minucioso, de sus trabajos, elaborados con paciente asiduí-dad, me trae el recuerdo de nuestros investigadores del siglo xvIII .

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Supone un especial honor para mí poder considerarme ,desde hoy, compañero, en la Academia de San Quírce, de Ma-riano Quintanílla, admirado compañero y maestro ya antes enla cátedra.

Tema de este discurso

A la hora de buscar tema para este discurso, fueron vario slos que consideré, hasta elegir el de SEGOVIA EN LA POESI AESPAÑOLA CONTEMPORANEA . Llevo tiempo trabajando enel tema, que corresponde al ámbito de mis más recientes publi-caciones, y su interés me parece indudable . Lo extenso del cam-po que abarca ofrece materia para dilatados estudios, y, porello, mis palabras de hoy pretenderán tan sólo, dentro de untiempo fílado máximo de cuarenta y cinco minutos, pretenderá ntan sólo, digo, bosquejar la introducción a una antologí a—hermosa antología—de poemas en torno a nuestra ciudad .

Y otra precisión, aún, a propósito del término «contempo-ráneo», de extensión cambiante según quien lo emplee y qu eposeerá un alcance diverso en labios, por ejemplo, de los qu eya peinan canas o de estas alumnas y estos alumnos, tan fla-mantes, que han querido venir a escuchar a su profesor . . . A losefectos de nuestra disertación consideraremos contemporáne otodo el siglo xx.

Paisaje y Literatura

Segovia, como motivo artístico, ofrece una dilatada, mu yrica proyección. Y su presencia en la literatura adquiere volu-men, realce y consistencia con los escritores de la llamada Ge-neración del Noventa y Ocho, constituyendo así otro argumen-to más confirmador del interés que lo castellano suscitó en ellos .

Antes de esas fechas, cuando Segovia aparece como tem aliterario, es sólo una referencia geográfica o un motivo de elo-gio, entusiasta, apasionado incluso, pero sin preciso valor des-criptivo—aparte, claro es, de las excepciones. . .

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«Castilla—declararía uno de los hombres más representa-tivos del Noventa y Ocho, Azorín—ha sido amada por los escri-tores del 98 en sus viejas ciudades y en sus campos » (1). Efec-tivamente, el paisaje—el paisaje castellano ante todo—constituyeun tema esencial en las obras de esos escritores . «Nos atraía e lpaisaje», afirmó también Azorín, refiriéndose a sí mismo y a suscompañeros de generación (2). Y fueron estos hombres del No-venta y Ocho precisamente, los que—con palabras del docto rTeófílo Hernando en su prólogo a un libro nuestro—«Nos ense-ñaron a contemplar y admirar las bellezas del paisaje y a diri-girnos a él con mirada interrogativa acerca de su valor estétic oy de su significación» (3) . Y con unos ojos bien abiertos—ell oparece más curioso y digno de estima en unos hombres, cas itodos ellos, de origen litoral—a la belleza de las llanuras des-nudas, de las llanuras con sugestión de infinito . «Desde las altastorres de este castillo—escribirá un gran pintor, escritor a veces ,José Gutiérrez Solana—vemos el espléndido paisaje de Castilla ,desprovisto de árboles y llano como la palma de la mano» (4) .

Pero esta visión de paisaje no quedó sólo en esto—visión—,sino que supo calar más hondo y extrajo de cada paisaje s usignificación y su simbolismo, contempló su piel y adivinó sualma, su metafísica, y pocos paisajes, acaso ninguno, tan meta -físicos como el castellano . Surge así, por ejemplo, una Castill aque explica los ensueños de los místicos, y una Mancha que esla escenografía exacta para la aventura y la fiebre quijotescas .Porque «El campo—con palabras de Miguel de Unamuno—e suna metáfora» .

Fruto de este interés por el paisaje—amoroso deseo, en de-finitiva, de conocer mejor a España--, fueron libros de carácte rexclusivamente descriptivo o novelas en las cuales lo descripti-vo ascendía a un primer plano protagonista y significante, obra sde escritores del Noventa y Ocho o posteriores . . . Pensemos, a

(1) «Azorín» : Madrid. Edit . Losada . Buenos Aires, 1932 . Pág. 45 .(2) «Azorín» : Ob. cit ., pág . 43 .(3) José Montero Padilla : Segovia de escritores. Pról . del Doctor Teófil o

Hernando. Edit . por la jefatura Provincial del Movimiento de Segovia . Sego-via, 1966. Pág. 11 .

(4) José Gutiérrez Solana : Obra literaria . Taurus. Madrid, 1961 . Pág . 354.

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manera de ejemplo, en Por tierras de Portugal y España (1911) ,' en Andanzas y visiones españolas (1920), de Unamuno; en La

ruta de Don Quijote (1905), de Azorín, y en Doña Inés (1925) ,novela del mismo autor ; en Camino de perfección (1902), de Ba-roja; en El secreto del Acueducto (1922), de Ramón Gómez d ela Sarna; en Granada, guía emocional (1911), de Gregorio Mar-tínez Sierra; en Segovia, itinerario sentimental (1915), de Juliá nMaría Otero_

Con carácter, estéticas y propósitos diferentes, esas obras—y otras muchas que pudieran citarse—, se nos aparecen uni-das todas ellas, no obstante, por ese afán común de un mejo rconocimiento de las tierras españolas, y, de modo más concre-to, de las tierras castellanas, densamente cargadas de significa-ción, alumbradoras de una estética y de una ética a la par .

Dentro de tal actitud literaria podemos explicar la presen-cia de Segovia en las letras españolas contemporáneas (1) .

España, Segovia

En el ámbito específico de la poesía se ha reiterado e lmismo proceso, y de la consideración, amorosa, de España e ngeneral, se ha pasado a una afectiva geografía local y concreta .

A comienzos del año 1929, LInamuno participaba en unacarta al poeta Jorge Guillén, un proyecto suyo : «Además, de lCancionero, que usted víó en parte, querría sacar de él y de mi sotras guirnaldas poéticas, cantos a ciudades y villas, y recoger -los en un tomo con sendos dibujos, que haría yo mismo . Seríandos a Salamanca, uno a Bilbao, otro al Nervión, y luego Cáce-res, Zamora, Oviedo, Madrigal de las Altas Torres, Avila, Se-govía, Toledo, Burgos, Córdoba, Granada, el Duero, la Peña d eFrancia, Herguijuela de la Sierra, Vitoria . . ., y los que aún sal-gan. ?Mí España?» (2) .

La idea quedó por realizar en vida de don Miguel, pero s e

(1) Seguimos ideas ya expuestas en nuestro libro Guía literaria de Se-govia . Segovia, 1968. Pág. 17 y ss .

(2) M. de Llnamuno : Poemas de los pueblos de España . Edíc. de ManuelGarcía Blanco . Biblioteca Anaya. Madrid, 1961 . Pág. 16 .

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lograría más tarde gracias a la sensibilidad y el saber del pro-fesor Manuel García Blanco, que tan admirable estudioso fué d etodo lo referente a la biografía y la creación unamuníanas . Bajoel título de Poemas de los pueblos de España, García Blanc oreunió una serle de poemas que vienen a formar como una snuevas Andanzas y visiones españolas en verso, « especie—afír-maría el mismo García Blanco—de paisajes poéticos del alma ,nuevas visiones rítmicas españolas» de Unamuno, «poeta cuy otema unánime es el de sus interpretaciones del paisaje d eEspaña» (1) .

Entre esos poemas, y en la sección dedicada a Castilla—e lpaisaje, la Montaña, las ciudades, los pueblos—figura uno titu-lado «Segovia» . De breve extensión—catorce versos eneasíla-bos—, ímpresíona por su concisa y apretada densidad ideológi-ca, con la que se conjuga una admírable belleza de expresión :

«Aspero cierzo tañe piedra ,bordones romanos, Segovía ,resuena, caja, Guadarramaleyendas de Enrique. Se doranen flor tus entrañas ibérica sal sol que arrebaña las sombras ;se escurre el Eresma escondidoa oír el rumor de las hoja stejiendo recuerdos que fuero nde comunidades de gloria .El Parral, escombros de prece sentre ruinas de tumbas, ora ;cuenta síglos de soledadestu madre Castilla, Segovia.» (2)

Tras la grandiosa metáfora inicial, que imagina al Acueduc -

(1) M. de Llnamuno : Poemas de los pueblos de España. Edíc . cit. Pág. 16.(2) M. de Linamuno : Poemas de los pueblos de España. Edíc. cit . Pági-

nas 98-90.

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to como un instrumento de música tañido por el viento, encon-tramos una serie de perfiles característicos—monumentales ,históricos, de paisaje—de la ciudad: el rey Enrique IV; el Eres-ma, apenas entrevisto en algunas partes de su curso ; las Comu-nidades; el Parral . . ., para cerrarse el poema con estos versos :«Cuenta siglos de soledades / tu madre Castilla, Segovia» .

A la misma actitud que acabamos de señalar en Llnamuno ,y que, partiendo del ancho amor a la España toda llega a l aexaltación apasionada de lugares concretos, a esa misma acti-tud, estimamos, responden obras muy posteriores, como el poe-ma «Contigo, tierra de España», del libro El descampado, deLuis Felipe Vivanco :

«Contigo, tierra de España ,contigo y sólo contigo.Mañana contigo muerto ,pero hoy ya contigo vivo.

Contigo

Contigo y con tus ciudade sde agrestes rincones íntimos .Sí en tu Segovia me pasmo ,en tu Avíla me alucino .

Contigo tierra de España .Primero contigo niño ,pero hoy ya contigo hombre.Contigo y con tu castigo.» (1)

O el libro, de lose García Nieto, Geografía es amor, de tí-tulo elocuentemente expresivo . En el poema inicial—«Dedicato-ria»—, el autor habla a su hijo :

(1) L. F . Vívanco : El descampado. Col . Juan Ruíz. Palma de Mallorca ,1957.

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«Esto que tienes ante tí ,hijo mío, es España .

Deja un día a tus ojos que se pierda nen la redonda vega de Granada ;junto al silencio de sus torres rojas ,oye las fuentes de la Alhambra ;mira Toledo enamorando el Tajo ,el fresco prado hacia la mar cantábrica ,el cielo por los arcos de Segovia . n ( 1 )

La poesía de los nombres propio s

Y esta pasión española se goza complacida en la poesía d elos nombres propios, cuya simple cita despierta las más entraña -bles y líricas resonancias. Recordemos, si no, un fragmento del«Poema de Segovia», de jaíme Delgado :

«A los trigos y los pinare spongo su nombre verdadero .Zamarramala, La Lastrilla ,Coca, Sepúlveda, Turégano ,Aldealengua de Pedraza,Navaimanzano, Pínarejos ,Prádena, Nieva, Mozoncíllo ,Aguilafuente, Cantalejo ,Martín Muñoz de las Posadascon su luz del Renacimiento ,Burgomillodo, Matabuena ,Fuentepelayo, Palazuelos .

(1) José García Nieto: Geografía es amor. Palabra y Tiempo. Madrid ,1961 . Págs . 11 y 14.

(2) Jaime Delgado : El poema de Segovia . Servicio de publícacíones de laJefatura Provincial del Movimiento : V Día de la Provincia de Segovia . Sego-via, 1967 .

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Don José Montero Padilla, en un momento de su discurso .

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Segovia : una perspectiva de la ciudad .

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Busto de Antonio Machado, por Emiliano Barral .

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La «celda de viajero» de Antonio Machado .

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Versos los precedentes en los que se patentiza de nuevo e lmagisterio de don Miguel de Unamuno, uno de los grandesmaestros de la poesía española de este siglo :

«Ávila, Málaga, Cáceres ,Játiva, Mérida, Córdoba ,Ciudad Rodrigo, Sepúlveda ,Libeda, Arévalo, Frómista ,Zumárraga, Salamanca ,Turégano, Zaragoza,Lérida, Zamarramala ,Arrancudíaga, Zamora.Sois nombres de cuerpo entero ,libres, propios, los de nómina ,el tuétano íntraductibl ede nuestra lengua española.» (1 )

Esta luz de Segovia . . .

En cualquier lugar, otorgando sentido y perfil distintos atodas las cosas, se encuentra ese prodigio inagotable y únic oque es la luz de Segovia, tentación—y tormento—de pintores ,pasmo para cuantos llegan a la ciudad, una ciudad a la que ,acaso, pudiéramos definir como piedra hecha luz . No en balde ,Azorín, en su novela Doña Inés, proclama: «La luz de Segoviaes más reverberante y fina que la luz de las otras ciudades es-pañolas» . Y como ha escrito María Zambrano en fechas recien-tes: «No cae la luz en Segovia : la ciudad toda se alza hasta ella,la alcanza en su crecimiento hasta llegar al nivel en que esa luzse da. No la persigue como Toledo, ni está a punto de abrasar-se en ella como Cuenca, ni de desleírse en ella como Granada .Entra en el nivel simplemente como sí hubiera sido plantada ,

(1) M. de Unamuno : Cancionero. Diario poético. Ed. y prólogo de Fede-rico de Onís . Edít . Losada, S. A. Buenos Aíres, 1953 . Pág. 101 .

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como esos árboles que crecen hasta que la encuentran y allí s equedan sin avidez ní esfuerzo; temblando, eso sí» (1) .

Sí, esta luz de Segovia, que es como el espíritu de la ciudad ,viene a decirnos Jaime Ferrán en su poema titulado precisa -mente «Segovia» :

«Alma de luz, Segovia . Tierra erguidaque por el aire, desterrada, vuela .El horizonte otea, centinela ,tu hosca piedra grajera y encendida .

Por los caminos de tu luz dormid ael corazón, como una sombra, vuela .A la alameda inquieta y verde celatu alameda de roca detenida .

El Eresma te cerca. Con un gestomanso de amor desciende la solana .Pero tu cuerpo enhiesto y siempre enhiest osueña una primavera más lejana .Cuerpo de amor, al sol, al viento expuesto .Alta y muda Segovia castellana .» (2)

Y así también, Jaime Delgado, en su soneto «A Segovia» ,la representará «De la luz suspendida . . . aérea nave / en la má stransparente mar anclada» . (3)

Poética íntrahistoria

Gustaba Antonio Machado de desdoblar su personalida dbajo los nombres de imaginarios poetas: Juan de. Mairena, a

(1) Citado en Segovia de escritores, ed . cit., pág . 14 .(2) Jaime Ferrán : Desde esta orilla. Col . Adonais . Madrid, 1953 . Pág . 70.(3) En las Páginas Literarias, núm. 7, del «Boletín de la Jefatura Provin-

cial del Movimiento de Segovia», del 20 de octubre de 1968 .

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quien atribuye las Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos deun profesor apócrifo ; y los «Doce poetas que pudieron existir» ,incluidos en Los Complementarios: Jorge Menéndez, José Marí aTorres, Manuel Cífuentes Fandanguillo .. ., Lope Robledo, qu e«Nació en Segovia, en 1812. Murió en Sepúlveda, 1860» . Y elpropio Antonio Machado, incluido también en el Cancioneroapócrifo de Los Complementarios con los siguientes, curioso sdatos : «Nació en Sevilla, en 1895 . Fué profesor en Soria, Bae-za, Segovia y Teruel . Murió en Huesca, en fecha no precisada .Algunos lo han confundido—concluye--con el célebre poeta de lmismo nombre, autor de Soledades, Campos de Castilla,etcétera» (1) .

A Los Complementarios pertenece el texto que reproduci-mos seguidamente :

«En estas viejas ciudades de Castilla, abrumadas por la tra-dición, con una catedral gótica y veinte iglesias románicas, don-de apenas encontráis rincón sin leyenda ni una casa sin escudo ,lo bello es siempre y no obstante—loh, poetas, hermanos míosl-lo vivo actual, lo que no está escrito ní ha de escribirse nunc aen piedra: desde los niños que juegan en las calles—niños de lpueblo, dos veces infantiles—y las golondrinas que vuelan entorno de las torres, hasta las hierbas de las plazas y los musgo sde los tejados» (2) .

En las palabras precedentes se halla, expreso, todo un con-cepto de poesía, que busca su inspiración en fugaces, íntimos ,pero eternos contrapuntos humanos . . . Es la poesía—tan carac-terísticamente machadiana—de las viejas plazuelas, remanso d esilencio, donde se unen y conviven, pacíficamente, el torbellin ode los juegos infantiles y el reposo de los ancianos, las eterna spalabras del amor entre una mujer y un hombre y el cántico delos pájaros, el ocio desamparado de algún perro vagabundo, d eese perro perdido que nos impide ser felices del todo y que es -pera, espera siempre a un amo al que no conoce aún, y el anda rlento de los paseantes solitarios, y el rumor dulcemente monó -

(1) Antonio Machado : Los Complementarios y otras prosas póstumas .Ordenación y nota preliminar de Guillermo de Torre . Edít. Losada . BuenosAíres, 1957. Pág. 61 y ss.

(2) Edic . cit. Pág. 59.

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tono de la víeja fuente . . . Estampas fugítívas y, sin embargo, per-durables . . . Poesía, sí, de las plazas y plazuelas segovianas : deColmenares, de San Esteban, del Conde de Cheste, de la Merced ,de San Sebastián, de Avendaño, de los Espejos, del Conde Al-puente. . . Poesía que inspira a Antonio Machado :

«La fuente y las cuatroacacías en flo rde la plazoleta .Ya no quema el sol .iTardecíta alegre !Canta, ruiseñor.Es la misma horade mí corazón .» (1)

Y a Juan de Contreras :

« Es clara y tibia la mañana ;en la plazuela provincian alas cuatro acacias tienen flor .

Y a Alvarez Cerón :

« Grises plazuelas que tiene nnombres de reyes o santo sy consejas que provienendel año tantos de tantos

Un convento y su capilla ,seís acacias y un farol ,

(1) Antonio Machado : Poesías . Edít . Losada, 5? edíc . Buenos Aíres ,1962 . Pág . 209.

(2) Juan de Contreras : Poemas . Biblioteca Nueva . Madrid (s . a.) . Pág. 96 .

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un farol que sólo brillaa los reflejos del sol . » ( 1 )

Y a Francisco Martín y Gómez :

«La plazuela, ya desnud ade infancias, ve una mañanaceñida a meta lejan asin horizonte de duda ;

Y a Luís Martín Marcos :

«Vieja plazuela provinciana ,nidal de risas y suspiro s

Pausa en la ruta, libro de hora spara lectoras pensativas,grave academia de prioras ,

vieja plazuela, caracol ade las baladas infantiles . . .

Poesía de recuerdos y atardeceres, de lo cotidiano aparen-temente nimio e intrascendente . . . Como la delicadísima, entraña-ble de Rafael Matesanz, «Los ancianos en la barandilla» :

(1) M. Alvarez Cerón : Glosario agreste. Poemas . Universidad PopularSegovíana . Segovia, 1927. Pág . 75 y ss .

(2) F . Martín y Gómez: Mar sin mar [1925-1930]. Ateneo Segovíano . Se-govia, 1931 . Págs . 109-110.

(3) Poema publicado en «La Gaceta Regional», de Salamanca, el 24 d ejunio de 1938.

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«Sobre la barandilla de San Míllánlos ancianosapoyan el peso de sus años .Las horas les resbalan lentament eacariciando su niñez segunda .

Y una leve sonrisa de recuerdo sy de melancolí ales dona cada ser que pasa ,pregonando orientes ,en el atardecer segovíano .

La Plaza,

los soportale s

La Plaza, como la llaman los habitantes de la ciudad, sinmayores precisiones, señoreada por la sombra venerable d ela Catedral .

En esta gran Plaza, abierta y espaciosa, a la que tutela l aCatedral, en sus soportales ampliamente acogedores, se reúne ngentes de la más variada condición, comentan, critican—a ve -ces pasean—aunque, en nuestros días, el paseo se disgre-gue ya por muy distintos lugares de la ciudad— . . . Y las idas ,venidas, vueltas y revueltas, marchas, retornos, de muchacha sy muchachos, más o menos aventajados de edad, dibujan u nvals ya risueño, ya monótono, ya triste . . . Conversaciones ape-nas iniciadas o insinuadas, miradas ínconfesas—y traidoras omártires palabras entreoídas, ponen un fondo sonoro a est ebullicio amable . . . : —Sabes que . . . —Sí, ya me han dicho . . . —Aho-ra —IPor finl—parece que va de veras . . . —¿Te fijaste como s ehizo la desentendida al pasar? . . . —Hoy, no han venido . . .

Palabras, palabras, palabras, y, en ocasiones, el silencio ,las miradas al pasar, la expresión tan sólo, pero más elocuente s

(1) Páginas Literarias, núm. 2, del «Boletín de la Jefatura Provincial de lMovimiento de Segovia», del 5 de marzo de 1968.

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que cuanto se pudiera decir . . . Apuntes de cuento con final feliz ,o de historia cómica, o de dramas escondidos . . . Nostalgias, ínsí-nuaciones, recuerdos, como en el «Poema con tiempo» de Jai -me Delgado :

«Voy por la calle . Veo gente, rostro so sombras de una edad antepasadadonde comienzo, tiempo pasead oentre una y otra esquina de la plaza ,reunido en la piel, en la sonrisa ,el niño de la mano, la palabra .Piso el recuerdo, toco la memori aen la acera y la mano--•IadíósI—alzada .

Toca la catedral . Recorre el air eel plomo de la lenta campanadadando veintiséis años. Todo vel ay. duerme, vive y muere, queda, pasa .Lo miran las estrellas . En el ciel ofulgen, titilan, sueñan, nunca cambian .» (1 )

O en el titulado «Soportales de la Plaza», de Luís Martí nMarcos :

«Vaivén de miradas viejas ,bastidor de madrigales ,enredaderade suspiros y de risas ,mirador de novias nuevas . . .

Soportales de la Plaza:clerical puente de piedrapara las horas de cor oy las horas de novena . . .

(1) Revista Manantial, Pliego Literario de ESTUDIOS SEGOVIANOS ,núm. 14, 1963.

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Soportales de la Plaza :buzón de las citas, ruecapara hilar conversaciones,telescopio de impaciencias ,almacén de los paraguas ,papel secante de esperas ,

Lugar donde los serenosmueren fusilando estrellas .

» (1 )

Temporalidad, esencialidad

Estamos, pues, ante una poesía esencialmente temporal ,enraizada en un aquí y un ahora . Algunos de los poemas recor-dados lo atestiguan indubitablemente . Pero, por paradoja—apa-rente paradoja—, reiterada de modo continuo en la lírica, es ecarácter temporal, circunstancial, resulta ser el cauce más ade-cuado para frutos de esencialidad . Y es que cuando la creació ndel poeta nace más entrañable, más rabiosamente unida a s uíntima, personal anécdota, más alcanza, no obstante, una pro-yección y una trascendencia universales . Y, justamente—recor-demos unas palabras de Antonio Machado al respecto—, «L apoesía moderna viene siendo hasta nuestros días la historia de lgran problema que al poeta plantean estos dos imperativos, e ncierto modo contradictorios : esencialidad y temporalidad» (2) .

De ahí, también, que, tantas veces, apreciemos en la poesí ano el hallazgo de algo inédito, sino, simplemente, esto: un en-cuentro con nosotros . mismos, con nuestro yo más auténtico .

La transición de la circunstancia temporal a lo esencia ltrascendente, a lo universal humano, se patentiza en múltiple socasiones . Así, por ejemplo, en el bello poema de julio Sánche zHernández, « La fuente (plaza de San Esteban)» :

(1) Poema publicado en «El Adelantado de Segovia», en febrero de 1930 .(2) En Gerardo Diego : Poesía española . Antología . Madrid, 1932 . Pági-

nas 76-77.

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Una característica plaza segoviana ,la de la Merced, bajo la nieve .

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Las piedras literarias del Acueducto .

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a

Oh, fuente, aun tan sin tiempo ,pero transida de sencilla gracia ;que te lanzas vehemente hacia la alturaen surtidor ahilado, lleno de ansía celeste ,para horadar tenaz el aire limpi oy caer como lluvia jubilos adesde la cima de tu vuelo ;sé paradigma en que, constante, veasegura norma a mí vital ímpulso l

Dame de sencillez perenne ejemplo ;

Y guarda ahí, en el seno de tu estanque ,la fatigada imagen mía ,por los tiempos sín límite que dures .¿Oh, fuente, sín historia, en esta urbe de siglos ,de cuya tierra, tierra seré un día!» . (1 )

La sombra de Antonio Machado

Inevitable, gozosa y felizmente inevitable, el recuerdo d edon Antonio Machado, una de las más insignes sombras qu epodemos evocar en esta ciudad cargada de nobles memorias .

El recuerdo se hace emoción afilada en la casa a la qu ecorresponde el número once de la calle de los Desamparados .Esa casa es hoy un rincón bellamente evocador de la vida de lpoeta en su etapa segovíana, un museo para la emoción . Allíestán, en el cuarto que le cobijó durante doce años, la cama, l amesa, la silla, la estufa de petróleo, el espejo . . . Los muebles, lo sobjetos—pocos y humildes—que fueron del uso cotidiano d edon Antonio :

(1) Julio Sánchez Hernández : «La fuente (plaza de San Esteban)» . Publi-cado en la Página Literaria de «El Adelantado de Segovia», del 18 de agostode 1960 .

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«¡Blanca hospedería,celda de viajero ,con la sombra míal» (1 )

La referencia a la habitación en la casa de huéspedes s ereiterará, con idénticas palabras, en una de las «Cancione sa Guiomar» :

«Hoy te escribo en mi celda de viajeroa. la hora de una cita imaginari a

Residió el poeta en Segovia desde 1919 hasta 1932 . Y supresencia en el Instituto Nacional de Enseñanza Media de estacapital constituye, claro es, para el Centro, uno de los aspecto silustres de su historia . Hoy, una lápida recuerda, a la entradadel viejo edificio, el paso del poeta y rinde homenaje a s umemoria .

Poco a poco, la ciudad fué ganando al escritor . Segovia—sus piedras, sus leyendas e historias, su luz, su alma—rimab abien, evidentemente, con el carácter machadíano . Además, élposeía ya una larga experiencia—Soria y Baeza en el recuer-do —de la plácida, monocorde vida provinciana . Sus distraccio-nes predilectas serían, como antes en Baeza, « pasear y leer» ,con el atractivo de la soledad fecunda que permite el diálog oconsigo mismo («Converso con el hombre que siempre va con -migo J quien habla solo espera hablar a Dios un día. . .»). Peroello no impedirá, a su vez, la tertulia gustosa—en el taller de lceramista Fernando Arranz, en el Café Juan Bravo, en el de L aUnión el trato y el diálogo con amigos : Julián María Otero ,Blas Zambrano, Ignacio Carral, Fernando Arranz, Alvarez Ce-rón, Mariano Quintanilla, Juan Cáceres, Cardenal Iracheta ,Seva, Mariano Grau . . .

(1) Antonio Machado : Poesías . Edil . Losada . Buenos Aíres, 1962 . Pági-na 209.

(2) Antonio Machado : Poesías completas . Colección Austral. Pág . 332 .

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La personalidad de Machado tuvo un sentido de magisteri opara los poetas jóvenes segovíanos, y alcanzó, sin duda, un asignificación honda en la vida intelectual segovíana : Dato ex-presivo de ello es, por ejemplo, el que la firma del escritor apa-rezca ya, a los pocos días de hallarse en la ciudad, en una soli-citud dirigida a las autoridades oficiales para la creación de l aUniversidad Popular—transformada después en esta Academi ade Historia y Arte de San Quirce— . (El dato lo recuerda Maria-no Grau—buen conocedor de la historia próxima o lejana d eSegovia—). (1)

A la etapa segovíana de Machado pertenecen algunos acon-tecimientos importantes en su biografía : publicación, en 1924 ,del libro Nuevas Canciones; elección, en 1927, para la Acade-mía Española—en la que no llegaría a ingresar— ; comienzo d esu actividad teatral . . . Y el episodio sentimental que otorga nue-va luz y más concreto sentido a las bellísimas « Cancione sa Gulomar» . . .

En cambio, Segovia, como tema, aparece poco en los verso sde Machado. Ello acaso se deba a que el «descubrimiento» de«lo esencial castellano» lo había realizado el escritor con ante-riorídad, en la etapa soriana, y, también, a los nuevos rumbo sliterarios que emprendía en su obra : poesía sentenciosa, aforís-tica; teatro, en colaboración siempre con su hermano Manuel .

Pero ello tampoco quiere decir que Segovia se halle ausen-te de la creación del poeta . Recordemos, sí no, su hermosa ví-síón del Alcázar :

«Otoño con dos ríos ha dorad oel cerco del gigante centinel ade piedra y luz, prodigio tornead oque en el azul sin mancha se modela» . (2)

O la copla en la que, con voz que le llega de su Andalucí a

(1) Mariano Grau : ,Intonio Machado en Segovia En «Homenaje a An-tonio Machado» . Academia de Historia y Arte de San Quirce . Segovia, 1968 .Pág . 33.

(2) Poesías. Edit : Losada . Buenos Aires, 1962 Págs . 246-47 .

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natal y lejana, presenta un Acueducto prodigio y símbolo d efirmezas :

«El acueducto romano—canta una voz de mí tierray el querer que nos tenemos ,IChíquílla, vaya firmeza?» (1 )

Y los versos en que nombra la iglesia de San Míllán, que«debieran recitarse—ha escrito Camilo José Cela—con acompa-ñamiento de címbalíllo o suave canto de pintacilgo» (2) :

«En San Míllá na misa de albatocando están .Escuchad, señora ,los campaniles del alba ,los faisanes de la aurora .Mal dice el negro atavío ,negro manto y negra toca ,con el carmín de esa . boca .Nunca se vierade misa, tan de mañana,viudita más casadera .» (3)

Y las referencias—expresas o insinuadas—, y visiones suel-tas acá y allá, como las del poema « Canción de despedid a » :

« Como se marcha el buen amigoy el melancólico bordón

(1) Poesías . Edit. Losada. Buenos Aíres, 1962. Pág . 209 .(2) Camilo José Cela : Judíos, moros y cristianos. Ediciones Destino .

Barcelona, 1957 (2 .` edición) . Pág. 148 .(3) Antonio Machado: Los Complementarios. Edic . cit. Pág . 18.

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Y la estampa llena de sugestión segoviana :

«En el azul la band ade unos pájaros negro sque chillan, aletean y se posa nen el álamo yerto .. . . En el desnudo álamo ,las graves chovas quietas y en silencio ,cual negras, frías nota sescritas en la pauta de febrero.» (2)

En abril de 1931 se proclamaba la Segunda República Es-pañola . Machado, en una de sus cartas a Guiomar, hace refe-rencia a su actuación en Segovia por aquellas fechas : «Fuimosunos cuantos republicanos platónicos los encargados de man-tener el orden y ejercer el gobierno interino de la ciudad . H eaquí toda la intervención de tu poeta en el nuevo régimen, de lcual he de permanecer tan alejado como del viejo» . Pronto, espropuesto para una cátedra en un Instituto de Enseñanza Medí amadrileño y abandona definitivamente Segovia .

En febrero de 1939, Antonio Machado, en compañía de s umadre, marcha a Francia desde Barcelona . Por todo equipaje ,una maleta con algo de ropa y un maletín con sus papeles . D eambos tuvo que desprenderse al realizar el viaje, en camioneta .Por fin, la llegada a Collíoure. Aquí se hospeda con su madre ,en un hotel de nombre español : Quintana. Pronto—22 de febre-

(1) El poema es del año 1922 . Puede verse, íntegro, en la revista «Insu-la», núms. 212-213, pág. 10.

(2) Antonio Machado : Poesías . Edíc. cit. Pág. 201 .

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pulsa Recuero en su guitarra ,=-cantad conmigo esta canción :ITorres de Segovia ,cigüeñas al soll n ( 1 )

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ro—, la muerte, para él ; tres días después, para su madre. Aésta le dijeron que su hijo había sido trasladado a un sanatorio .Hoy los restos de ambos yacen allí, en el cementerio de Collíou-re, acaso con nostalgia irreprimible del peso de una tierra espa-ñola. El escritor lo había dicho, en uno de sus más bellos poe-mas: « . . . Anoche, cuando dormía / soñé, bendita ilusión, / queera Dios lo que tenía dentro de mi corazón» . Pensemos que, ala hora del sueño definitivo, el poeta tendría ' también a Diosdentro de su corazón. (1)

Piedras que tienen alma

Diego de Colmenares, el gran historiador de la ciudad, l adescribe, en 1637—fecha de la publicación de su Historia de lainsigne ciudad de Segovia—, como un navío : su proa en la peñ asobre la que se asienta el Alcázar, su palo mayor en la torre d ela Catedral . . . La imagen, tan bella y tan ajustada al perfil de l apc blación, se reiterará después pródigamente (2) .

Y en esta embarcación de piedra, las piedras de sus monu-mentos : el Acueducto, memoria de romanas grandezas imperia-les, y la Catedral, transida de fe religiosa, y el Alcázar, gentilí-símo y caballeresco, evocador de muchas horas de la vida de l aciudad, y el conjunto—inigualable en su número—de sus igle-sias románicas. . . Piedras que son historia y leyenda, arte y fe . . .Y, también, literatura .

En primer lugar, el Acueducto, que es no sólo una extraor-dinaria obra de arquitectura sino, asimismo, una de nuestra smás sugestivas «piedras literarias" . Sólo con las páginas—prosay verso—en él inspiradas podría formarse una bella y extensaantología .

Observémosle, espiemos en él los cambios de luz, los sutí-lísimos matices del color ; escuchemos el griterío de los pájaro sque se estrella en las piedras romanas y las hace vibrar, convir -

(1) Vid. José Montero Padilla: Segovia de escritores . Págs . 109-121 .Vid., también : Aurora de Albornoz : La presencia de Segovia en Antonio Ma-chado, en «Instila», núms . 212-213, págs. 9-10 .

(2) Vid . Segovia de escritores, págs . 27-32.

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SEGOVIA EN LA POESIÁ .

tiéndolas en tiernas, delicadísimas criaturas, que, no movida spor veinte siglos, se conmueven ante el chillar jubilosament eenloquecido de los pájaros en el atardecer . . .

El Acueducto, en la literatura, es motivo de meditación ,símbolo, manantial inagotable de imágenes y metáforas e ínspí-ra líricos, apasionados entusiasmos . . .

Como en un poema de Salvador Rueda :

«Te elevó Trajano, copa inmensurable ;te elevó Trajano, copa gigantesca ;no te hizo redonda cual vaso de cíclopes ;sobre mil columnas te tendió soberbia .Estás recostada sobre íntercolumnio sque vienen andando su marcha de leguas ,y elevas tu cauce cual seno grandiosopor el que incesante corre el agua etern a v

Se trata de un extenso canto, de exuberante frondosida dimaginativa, con la musical sonoridad y la riqueza de imágene scaracterísticas en su autor :

«

Una catarata te vierte en el vas opródiga y sublime la Naturaleza ,para que levantes tu brindi sa pueblos y razas, cual ánfora homérica .Una ciudad toda se sacia en tu bordebebiendo frescura, vigor y cadencia ,

En el poema las metáforas se precipitan una tras otra, inin-terrumpidas, torrenciales . . .: Copa, cáliz, arpa infinita, tazó ndonde un río desliza sus trenzas, pila, ánfora, taza, jarrón, con -cha, cántaro. . .

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El poeta llega a encararse—diríamos—con el Acueducto ylo apostrofa vehemente :

((Espectro de Monstruo del Apocalipsisparecen tus altas costillas eternas ,arpa preludiada por dedos de rayos ,teclado de arcadas que audaces se trenzan ,armonium salvaje que pulsa la tromba ,randal que una araña colgó de la sierra ,desfile de claustros, pretil de crestones ,palmar berroqueño de líneas inmensas ,barandal del Diablo que el vertigo esconde,flechero gigante y aljaba que arredra ,órgano que lanza sus trompetería sde cara a los cielos cual flautas tremendas . »

Unos versos con sentido de brindis cierran el poema :

«Yo también elevo tu copa de cíclopes ,y ante el torbellino de siglos que vuelan,brindo a los poetas de tiempos futuro slen tu inmenso cáliz la Santa Belleza!» (1 )

La grandiosidad del Acueducto inspirará también a Jos éRodao :

«Para el triunfal desfile de un pueblo victorios ose ha hecho la noble arcada del Acueducto hermoso ,como un inmenso palio que desplegase Dios .

(1) Salvador Rueda : «El Acueducto de Segovia» . Publicado en la Pági-na Literaria de «El Adelantado de Segovia», núm . 1 .352, del 6 de abril de1908. Lleva la siguiente dedicatoria : «Al popularísimo José Rodao» .

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Que en días florecientes de paz y de ventura ,paséis bajo esos arcos prodigio de hermosura ,que extienden sus sillares, cual sus brazos la cru zcantando vuestros versos con júbilo infinito ,mientras en el cordaje del arpa de granit ocomo crespón de incendio, el sol vierte su luz.» (1 )

Esta piedra líteraría que es el Acueducto, ha encontrad ouna de sus mejores interpretaciones en el soneto «Ceniza envilo», de Luís Martín Marcos .

La personalidad de Martín Marcos alcanza hoy una signi-ficación patriarcal para los poetas segovianos . Su creación líri-ca es a un tiempo fácil y honda, fiel a las sugestiones del loca-lismo y, a la vez, anchamente sugeridora y trascendente .

Esta tarde yo quiero saludar a don Luis Martín Marcos conpalabras que ya le dediqué en otra, entrañable ocasión, y qu ereitero hoy con el cariño que él sabe le profeso y que renova-mos y afirmamos, cada semana, en nuestras charlas . Es al atar-decer. En la hora azul de la melancolía, cuando el tiempo, cas iparalizado, se hace confidencia, cuando la última paloma de l atarde enciende la primera estrella de la noche . Don Luís, en supequeño cuarto de trabajo—desde la ventana se divisa una cras-tería de torres segovianas—, ante una copa de vino que, comoen el verso de Antonio Machado, se hace «escala de ensueño» ,habla y habla, y su palabra, entusiasta, evocadora, plástica ,bíenhumorada siempre en la forma, con un temblor de nostal-gias escondidas en ocasiones, describe a Segovia, cuenta s uhistoria y sus «historias», revive el ayer, comenta—jocoso ,punzante—el presente. . . Y, entonces, diríase que, por arte mági-ca, nuestra ciudad se hace íntima, pequeñita, y viene a hace rcompañía al escritor en su cuarto de trabajo .

A este escritor pertenece el soneto «Ceniza en vilo», dedi-cado al Acueducto :

(1) Poema publicado en el «Diario de Avisos» del 29 de junio de 1914 ,con el título de «La ciudad de mis sueños» .

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«¿Qué alarife trazó tu gracia altiva? . . .¿Qué brazos dieron a tus piedras vuelo? . . .¿Qué luz no usada se encendió en el ciel opara tu ilustre sombra pensativa? . . .

Ceniza en vilo, plenitud cautiva ,minuto exacto en el reloj de hielo .¿Cuántas lunas midieron el desvel ode eternidad en tu cartela esquiva? . . .

¿Qué soneto en catorce primaveraste floreció en palomas? . . . ¿Qué armoní ase ha rizado en tu cauce sin riberas? . . .

Hiedra del viento, soledad vacía ,sepulcro intacto de la sed . . . ¿Qué esperasapoyado en el tiempo todavía? . . .» (1)

Recordemos aún, y destaquemos, en la múltiple literatur aconsagrada al Acueducto, otro soneto, inédito, de Vicente Gaos :

«Ser siempre, perdurar . Obra de manosguiadas por amor de geometría ,de cauce exacto para el agua fríaen fría piedra. Obra de romanos .

Ojos celestes y, a la par, humano sceñidos por escueta geometría ,de materia resuelta en teoría .Mirador de horizontes castellanos .

Ingravidez aérea, ternuramaciza, sin acaso, sin defecto .Crisol en el que el oro se depura .

(1) Poema publicado en la revista «Cabalgata», de Segovia, el 15 de ju-nio de 1959.

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Suma ley de lo justo y lo perfecto .Intemporal esencia que perdur asin declinar jamás, redondo, erecto .»

Otra «piedra literaria» segovíana es la Catedral . Su elogiose ha reiterado desde antiguo. Ya Jerónimo de Alcalá, el nove-lista del siglo xvii, la consideraba «otro segundo Escorial en s ufábrica» .

Observemos a esta Catedral, grandiosa y grácil a la vez ,contemplémosla despaciosamente, observemos cómo cambi aconforme avanza el día, según se acerca la noche, cómo varí acon los distintos colores que traen las horas en su paso : pardo ,amarillo, dorado, gris, rosa, rojizo, violeta, morado . . . Y cómosus torres, orgullosamente altivas a la luz solar, se transforma nal atardecer, en las noches de luna, hasta semejar graves, ensi-mismados, místicos cipreses, ya no fantasma romántico sin orecta geometría empinada hacía el cielo . . .

En la poesía de nuestro siglo, la Catedral—«piedra de fe »la denomina Rafael Matesanz—, ofrece motivo para líricos fer-vores, para simbolísmos, para inusitadas metáforas . . . Así en unpoema de Mariano Grau : «Señera Catedral : folio amarillo . . .,Mástil de la ciudad . . ., Aguja de los siglos . . . Buen centinela / a lque un rayo de sol dorara el casco . ..» . (1 )

El Alcázar—proa de la ciudad—se transfigura también enpoesía una y otra vez, como en estos versos de Jaime Delgado :

«El castillo de proa rasga nubes ,cielos desvela su costumbre sabía ,y cansado de vieja astronomía ,príncipes muertos, cortes, reyes, amas ,inmola su secreta artillerí ay vuelve a los dominios de las hadas ,en donde vela, duerme, crea, viv esu sueño arquitectónico de alcázar» . (2)

(1) Mariano Grau: Dintel . Poemas (1926-1932) . Universidad Popular Se-goviana. Segovia, 1935 . Págs . 38-39 .

(2) Jaime Delgado: El poema de Segovia. Edíc . cit.

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Segovia es una fiesta de torres . En ellas la ciudad vive unajuventud perenne y se encarama, agílísíma, por los caminos de laíre: torres de San Andrés, de San Martín, de San Esteban . . .

A esta última dedica un hermoso poema Díonísío Rídruejo :

«Toda en el cíelo tu columna pur apara un friso de nubes levantada ,espiga eterna, tu ascensión cuadradadonde se hace fervor tu arquitectura .

En tu tierna esbeltez la piedra durapor los vientos y estrellas enhebrada ,llevan mis ojos tras de tu lanzadarecta de carne y oro hacia la altura.

Oh, pértiga de soles, luz plantada ,sendero de la tierra preferida ,mástil y primavera de mis horas ,

del aíre y de mí sueño, coronadapor el gallo sin voz, alto y herido,que canta con el hierro tus auroras .» (1)

Sí, no hay duda de que la piedra está en la entraña de Se-govia y forma parte esencíalísíma de su ser : piedras que atesti-guan y evocan el pasado, piedras nobles, doradas, en las que l aciudad semeja florecer, y que, sosegadas, silenciosas, parece nsentir, tener alma, tienen alma. . .

Poetas junto al río

Poetas junto al río, versos, líricas confidencias en las aguasmansas del Eresma, río tranquilo, ensimismado, dulce y grave ,

(1) Díonísío Ridruejo : Sonetos a la piedra. Editora Nacional. Madrid,1943.

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y en el agua oscura del Clamores, que quisiera ser río, pero n ole dejan . . . Versos junto a ellos de Nicomedes Pastor Díaz, d eAlfonso Moreno.. ., de Ramón de Garcíasol :

«

Los álamos mejores mozos de Castillate guardan la ribera, grave Eresma ,tan crecidos por hombrearse, río ,con la piedra castrense del Alcázar,barco varado al par de la amapola ,puño desafiándole al destino .

Frente a tu señorío, grave Eresma ,el Clamores, un niño alborotado ,sin parar de charlar bullicio y guija s—¿es viento, voz, gorjeo, melodía? —es un collar de cascabeles de agua .

Paisajes, paisajes espirituales

Segovia es una ciudad de perspectivas, una ininterrumpid allamada a los ojos . . . Hay ciudades que se caracterizan y no satraen por su riqueza monumental, por sus viejas piedras qu eson Arte e Historia, que atesoran bellezas y recuerdos . Segoviaes, también—evidentemente—, Historia y Arte, pero no sól oesto. En ella, el paisaje asciende a un primer plano protagonis-ta y, el conjunto ciudadano y su disposición, la fusión entrañabl ede Arquitectura y Naturaleza, una fusión que armoniza, incluso ,los colores—ocre, dorado, verde múltiple suponen otrofactor—esencial--en la personalidad de Segovia . De ahí la exis-tencia de una poesía descriptiva de los perfiles y horizontes d ela ciudad. Como la «Estampa de lejanía» del fino, delicado poet aque es Luis Larios :

(1) En revista «Poesía española», del 1 de enero de 1952 .

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«Contra el ocaso de malva ,Segovia, lírica y sola ,bajo el dosel de los cielosalza sus torres gloriosas .A lo lejos, el camin odetiene su trayectori ay el silencio de la tardequisiera ser caracola .¡Dulce ilusión de oro viej oes, desde el campo, Segovial .. .En procesión de añoranzas ,de golpe, toda la Histori acabalga por los sendero sde laberíntica form ay una campana en el aír edeja temblando sus notas .Segovia, como entre sueños ,oye sus voces de glori ay luego, sobre la tarde ,se queda lírica y sola .Sus torres, hechas silueta ,se van quedando remotas ,lejanamente perdidasen la distancia sonora.» (1 )

Y de los paisajes físicos se pasa a los paisajes espirituales ,a los líricos paisajes de Segovia, contemplados, admirados, so-ñados, vistos desde el corazón . Así el poema de Gerardo Dieg o«Perdón es olvido», que lleva la anotación siguiente : «Inspiradoen el paisaje de Segovia» :

«Perdón es el olvido, el santo olvido .Déjenme solo, solo yo y mis sueños ,mientras me besan—párvulos risueños —el Eresma, el Clamores con sonido .

(1) Poesía publicada en el Programa de Ferias y Fiestas de la ciudad d eSegovia del año 1953 .

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Déjenme en paz, mí paz, la que hace nidoaquí en mí oscura rama . Qué pequeño sdívíso desde aquí celos y empeños .Bésame, brisa, el labio y el sentido .

Yo nací para amar y a nadie odio .Apiádate de mí, mi ángel Custodio ,y llévame a tu azul de Guadarrama ,más alto que el pinar, más que la nieve .Y en tanto el corazón sosiega y ama ,de la mano de Dios el tiempo breve .» (1 )

Memoria del corazón

Cuando la cíudad queda lejos del poeta—lejanía real o ima-ginada, en el espacio o en el tiempo—le nace una poesía que e sevocación, añoranza . Dulce y enternecida memoria . Memoriadel corazón, con el título juanramoníano que Jaime Delgado dáa uno de sus libros . (2 )

Memoria del corazón, libro de versos publicado en 1957 ,tiene a Segovia como fondo e inspiración de muchas de sus pá-ginas. Una emoción nostalgica las impregna delicadamente .Vuelven recuerdos infantiles y adolescentes, horas vividas osoñadas . . . Y la ciudad se transforma en la íntima confidente d elos sentires, gozosos o doloridos, del poeta:

« Este campo es testigo, esos sendero sde piedras desígnales y retama sque crujen a mis píes cuando camin opersiguiendo el pasado, que se escap acomo ante el cazador gozosamentehuye la mejor pieza de la caza .

(1) En la revista «Aramo», noviembre de 1955 .(2) La sección tercera de Libros de Amor, de Juan Ramón Jiménez, se ti-

tula Memoria del corazón. Vid. Juan Ramón Jiménez: Segunda Antología poética . Espasa-Calpe, s . a. Madrid, 1952. Págs. 162-64.

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Pero de pronto me detengo ; quedatodo el pinar en sombras a mí espalda ,ante mí la ciudad, presa imposibl edel tiempo que la hostiga y amuralla .Contemplando su historia recogida ,al fin el corazón recuerda y canta .» (1 )

El sentido temporal, evocador, de los versos se proyecta ,incluso, en el léxico, en las formas verbales . Así, por ejemplo ,en un poema, en breve espacio surgen expresiones como :«ICuánto tiempo ha pasadol . . . Ya no podría decirte . . . ¿Lorecuerdas? Fueron pocos los días y muy breves . De esto haceveinte años este julio . . . También hacía sol, como ahora mismo,/ y también como entonces hoy el aíre ,' se ha llenado enseguidade vencejos j y luz crepuscular» . (2 )

Pasado y presente llegan a confundirse :

a

Sobre los alminares de los chopo sestá muy alto el cielo, y se recort ael algodón solemne de las nubes ,vacuamente lánguidas y ociosas .Luego . estaban los álamos, los pinos ,el parque, la muralla trepadora,el refugio de pobres, el arroy oy el campo «Cuánto mar para la pro ade un castillo infantill).

Recuerdo todocon su color exacto y su forma .Porque el estío es tiempo de verdade sy duele el corazón cuando se evocan.» (3 )

(1) Jaime Delgado: Memoria del corazón . Ediciones Cultura Hispánica .Madrid, 1957. Págs . 18-19.

(2) Memoria del corazón, edíc . cit., pág . 24 .(3) Memoria del corazón, edíc . cit., págs . 27 y 28 .

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Un arco del Acueducto ,

y, al fondo, San justo .

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Arco de San Andrés .

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Torre de San Esteban, coronada por el gallo qu e«canta con el hierro las auroras» . . .

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El Alcázar, proa de la ciudad .

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Después, la ciudad retorna como tema de la poesía de Jaim eDelgado en los libros Lo nuestro y El poema de Segovia (am-bos de 1966) .

Una Segovia causa de nostalgias indefinidas, de índecísa spreguntas, veladas por la agridulce melancolía del otoño, es l aque inspira a Luís Martínez Drake su bello poema, aún inédi-to, «Segovia (otoño)» :

«Desde lejos hay días en que las piedras crecenalrededor del corazón dormido con un nuevo silencio .Las viejas torres huecas, el acueducto helado ;casí, de pasajero, el corazón no siente .

Las aves negras vuelven gritando, torpes, densas .Camino abajo nadie ; el jardíncíllo, el pájaro ,niños del Instituto manchados por la lluvia .¿Para qué tanta sombra, tanta fiesta de almenas?

No es de mar esta hondura, sino de aire ,de palabra, ¿qué temblante palabra que no nos ha llegado?,¿hecha de qué alegría?, ¿qué ocurrió?, ¿cómo pud oacabarse de pronto? Torres, casas de nadie ,sólo de Díos .

El cíelo recién hecho . Me asomo al cíelo, campo sy campanadas y calles de conventos de franciscanas ,monjas bernardas, oblatas, carmelitas descalzas .No sé qué hubo .Ya sólo queda el alma (desamparada, triste, dulce el alma) . »

Segovia: alucinaciones

En 1962 se publica un volumen de poesías completas d elosé Hierro. En su prólogo al mismo, el autor señala la exis-tencia en la poesía propia de dos aspectos : uno, el de los poe-mas que pueden denominarse «reportajes »; otro, el de las «alu -

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cinacíones » . «En el segundo de los casos—explica—todoaparec ecomo envuelto en niebla . Se habla vagamente de emociones, yel lector se ve arrojado a un ámbito incomprensible en el que l ees imposible distinguir los hechos que provocan esas emo-ciones » . (1 )

A este linaje de poemas corresponde, sin duda, uno perte-neciente al libro Quínta del 42, que lleva como título «Segovia» ,y en el que las palabras parecen venir desde las nieblas y som-bras de un sueño :

«Soñar.Así debería llamarlo .Soñar, retornar de improviso ,irrumpir en el sueño, soñándolo .

¿Soñaba? ¿No había unas torres pajizas ,cigüeñas nevando lo alto?(Cigüeñas de viento y de cuento o del sueñ oantaño soñado.)

Qué dicen las cosa scuando tocan la playa, después del naufragio . ..Torres del pan matinal que cocieron los siglos .Torres que fué madurando el ocaso .Salían del sueño . . . o entraba él al sueño. . .O acaso no había soñado . . .

Entró, preguntó .Pero todo era ajeno y extraño .Con sillares de música alzaba su alcázar :un suspiro logró derribárselo .Circundó la ciudad: la lloró desde todos los puntos ,la rió desde todos los años . . .Llaves de luz y de sombra forjaba ,para entrar donde estaba el secreto, llorando o cantando .

(1) José Hierro: Poesías completas . Edics. Giner. Madrid, 1962 . Pág. 11 .

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Page 47: SEGOVIA EN LA POESIA- ESPAÑOLA CONTEMPORANE A

SEGOVIA EN LA POESIA

Subió al tren . Sumergido en la nochedejó el sueño, inviolado .

Se dijo : yo soy. (Le cantaba una alondra: tú eras . . . )Rezó por el hombre que fué, por el hombre que estab a

[llorando.» (1 )

Y final

Final que, en realidad, no lo es, porque el tema, inagotable ,de Segovia en la poesía española contemporánea ofrece toda -vía ángulos y sugestiones múltiples. Pero el tiempo tiene susimperativos—por fortuna, pensarán ustedes

Atrás queda ya, pues, una Segovia lírica, entrañablementelírica, a la que nos hemos acercado esta tarde . Porque sí Sego-vía es una efectiva y afectiva, vital realidad humana—antes d enada, como toda ciudad—, y es Arfe, e Historia, y paisaje .. .Todos los elementos, en fin, que puedan citarse y que conforma nsu entidad, también es Segovia, sin duda, una ciudad de pode -rosa sugestión literaria, más específicamente : lírica. Y en lapoesía es donde hemos de buscar su última esencia, su alma .Por ello, podrán caer torres, abatirse murallas, pasar los hom-bres . . . Pero lo que semeja más fugaz, la palabra, esas palabra s—«divínas palabras»—que cifran el espíritu y el misterio de l aciudad, perdurarán frescas, trémulas, intactas, definitivamenteinmortales, como el último y mejor testimonio de Segovia parala eternidad.

(1) José Hierro : Poesías completas, edíc. cit ., págs. 332-33 .

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