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Se reúne en el presente volumen, por primera vez en un solo tomo, latotalidaddelaobranarrativaencastellanodeMaríaLuisaBombal,quelehavalido un lugar de excepción en la literatura contemporánea de nuestroámbito:lasnovelasLaúltimanieblayLaamortajadaylosrelatos«Elárbol»,«Trenzas», «Lo secreto», «Las islas nuevas» y «La historia de MaríaGriselda» configuran una obra personalísima que se sitúa en la fronterapoéticaentrelorealylofantásticoyquecontraponelaespiritualidadfrágildecierto mundo femenino, el dominio del sueño y la magia, a la brutalidadelementalytelúricadeciertomundomasculino.Enlamujer,aquí,seproduceunainstintivacomunicaciónycomuniónconlanaturalezayconelprodigioyloonírico,desdeunainicialsituacióndepretericiónysojuzgamiento.EsladeMaría Luisa Bombal una de las más grandes y originales voces de lanarrativa en castellano de este siglo, y Jorge Luis Borges ha notado conplenajusticia,ensuprólogoalarecientetraducciónnorteamericanadeunaselecciónderelatosdelaautora,queelnombredeMaríaLuisaBombalnofalta hoy nunca entre las mejores del continente, circunstancia tanto másnotable dada la relativa brevedad de su obra, y que el hecho de que suscaminos se cruzaran es para Borgesmotivo a un tiempo de gratitud y desatisfacción.
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MaríaLuisaBombal
Laúltimaniebla/LaamortajadaePubr1.0orhi12.09.17
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Títulooriginal:Laúltimaniebla/Elárbol/Trenzas/Losecreto/Lasislasnuevas/Laamortajada/LahistoriadeMaríaGriseldaMaríaLuisaBombal,1984
Editordigital:orhiePubbaser1.2
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AOliverioGirondoyaNorahLange,conadmiraciónygratitud.
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LAÚLTIMANIEBLA
Elvendavaldelanocheanteriorhabíaremovidolastejasdelaviejacasadecampo.Cuandollegamos,lalluviagoteabaentodosloscuartos.
—Los techos no están preparados para un invierno semejante —dijeron loscriadosalintroducimosenlasala,ycomoecharansobremíunamiradadeextrañeza,Danielexplicórápidamente:
—Miprimayyonoscasamosestamañana.Tuvedossegundosdeperplejidad.«Pormuypocaimportanciaquesehayadadoanuestrorepentinoenlace,Daniel
debióhaberadvertidoasugente»,pensé,escandalizada.Alaverdad,desdequeelcochefranqueóloslímitesdelahacienda,mimaridose
habíamostradonervioso,casiagresivo.Yeranatural.Hacíaapenasunañoefectuabaelmismotrayectoconsuprimeramujer;aquella
muchachahurañayflacaaquienadoraba,yquedebieramorir taninesperadamentetresmesesdespués.Peroahora,ahorahayalgocomodereceloenlamiradaconqueme envuelve de pies a cabeza. Es lamirada hostil con la que de costumbre acogesiempreatodoextranjero.
—¿Quétepasa?—lepregunto.—Temiro—mecontesta—.Temiroypiensoqueteconozcodemasiado…Losacudeunescalofrío.Seallegaalachimeneaymientrasseempeñaenavivar
lallamaazuladaqueahúmaunosleñosempapados,prosigueconmuchacalma:—Hasta los ocho años, nos bañaron a un tiempo en la misma bañera. Luego,
verano tras verano, ocultos debruces en lamaleza,Felipeyyohemos acechadoyvisto zambullirse en el río a todas las muchachas de la familia. No necesito nisiquieradesnudarte.Deticonozcohastalacicatrizdetuoperacióndeapendicitis.
Micansancioestangrandequeenlugardecontestarprefierodejarmecaerenunsillón. A mi vez, miro este cuerpo de hombre que se mueve delante de mí. Estecuerpograndeyunpocotorpeyotambiénloconozcodememoria,yotambiénlohevistocrecerydesarrollarse.Desdehaceaños,nomecansoderepetirquesiDanielnoprocuramantenersederechoterminaráporserjorobado.Ycomoamenudoenredéenellos dedos temblorosos de rabia, conozco la resistencia de sus cabellos rubios,ásperosycrespos.Enél,sinembargo,esaespeciedeinquietudenlosmovimientos,esamiradaangustiada,sonalgonuevoparamí.
Cuandoeraniño,Danielnotemíaalosfantasmasnialosmueblesquecrujenenlaoscuridaddurantelanoche.Desdelamuertedesumujer,diríasequetienesiempremiedodeestarsolo.
Pasamos a una segunda habitaciónmás fría aún que la primera. Comemos sinhablar.
—¿Teaburres?—interrogadeimprovisomimarido.
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—Estoyextenuada—contesto.Apoyados los codos en la mesa, me mira fijamente largo rato y vuelve a
interrogarme:—¿Paraquénoscasamos?—Porcasarnos—respondo.Danieldejaescaparunapequeñarisa.—¿Sabesquehastenidounagransuertealcasarteconmigo?—Sí,losé—replico,cayéndomedesueño.—¿Tehubieragustadoserunasolteronaarrugada,quetejeparalospobresdela
hacienda?Meencojodehombros.—Éseeselporvenirqueaguardaatushermanas…Permanezcomuda.Nomehacenyaelmenorefectolasfrasescáusticasconque
meturbabanohaceaúnquincedías.Unanuevayviolenta rachade lluvia sedescargacontra losvidrios.Allá, enel
fondodelparque,oigoacercarseyalejarseelincesanteladridodelosperros.Danielselevantaytomalalámpara.Echaaandar.Mientraslosigo,arrebujadaenlaviejamantadevicuña,quemeecharacompasivamentesobreloshombroslabuenamujerquenossirvieraunacomidaimprovisada,comprueboconsorpresaquesussarcasmosnohacensinorevolversecontraélmismo.Estálívidoyparecesufrir.
Alentrareneldormitorio,sueltalalámparayvuelverápidamentelacabeza,alaparqueunaespeciederonquidoquenoalcanzaareprimirledesgarralagarganta.
Lemiroextrañada.Tardounsegundoencomprenderqueestállorando.Meapartodeél, tratandodepersuadirmedeque laactitudmásdiscretaestáen
fingirunaabsolutaignoranciadesudolor.Peroenmifuerointernoalgomedicequeéstaestambiénlaactitudmáscómoda.
Y entonces,más que el llanto demimarido,memolesta la idea demi propioegoísmo.Lodejopasaralcuartocontiguosinesbozarungestohaciaél,sinbalbuciruna palabra de consuelo. Me desvisto, me acuesto y, sin saber cómo, me deslizoinstantáneamenteenelsueño.
Alamañanasiguiente,cuandomedespierto,hayamiladounsurcovacíoenellecho;meinformanque,alrayarelalba,Danielsaliócaminodelpueblo.
***
Lamuchachaqueyaceeneseataúdblanco,nohacedosdíascoloreaba tarjetaspostales,sentadabajoelemparrado.Yahorahelaaquíaprisionada, inmóvil,eneselargoestuchedemadera,encuyatapahanencajadounvidrioparaquesusconocidospuedancontemplarsupostreraexpresión.
Meacercoymiro,porprimeravez,lacaradeunmuerto.Veo un rostro descolorido, sin ni un toque de sombra en los anchos párpados
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cerrados.Unrostrovacíodetodosentimiento.Esta muerta, sobre la cual no se me ocurriría inclinarme para llamarla porque
parecequenohubieravividonunca,mesugieredeprontolapalabrasilencio.Silencio,ungransilencio,unsilenciodeaños,desiglos,unsilencioaterradorque
empiezaacrecerenelcuartoydentrodemicabeza.Retrocedoyabriéndomepasoconnerviosaprecipitaciónentremudosenlutados,
alcanzo la puerta, después de haber tropezado con horribles coronas de floresartificiales.
Atraviesocasicorriendoeljardín,abrolaverja.Pero,afuera,unasutilneblinahadiluidoelpaisajeyelsilencioesaúnmásinmenso.
Desciendo la pequeña colina sobre la cual la casa está aislada entre cipreses,comounatumba,ymevoy,abosquetraviesa,pisandofirmeyfuerte,paradespertaruneco.Sinembargo,todocontinúamudoymipiearrastrahojascaídasquenocrujenporqueestánhúmedasycomoendescomposición.
Esquivosiluetasdeárboles,atalpuntoestáticas,borrosas,quedeprontoalargolamanoparaconvencermedequeexistenrealmente.
Tengomiedo.Enaquellainmovilidadytambiénenladeesamuertaestiradaalláarriba,haycomounpeligrooculto.
Yporquemeatacaporvezprimera,reaccionoviolentamentecontraelasaltodelaniebla.
—¡Yo existo, yo existo—digo en voz alta—y soy bella y feliz! Sí, ¡feliz!, lafelicidadnoesmásqueteneruncuerpojovenyesbeltoyágil.
Noobstante,desdehacemucho, flotaenmíuna turbia inquietud.Ciertanoche,mientrasdormía, vislumbré algo, algoque era tal vez su causa.Unavezdespierta,tratéenvanoderecordarlo.Nocheanochehetratado,tambiénenvano,devolveraencontrarelmismosueño.
Unsoplofríomeazotalafrente.Sinruido,tocándomecasi,hapasadosobremíun pájaro de alas rojizas, de alas de color de otoño. Tengo miedo nuevamente.Emprendounacarreradesesperadahaciamicasa.
Diviso a mi marido, que apacigua el trote de su caballo para gritarme que suhermanoFelipe, con sumujeryunamigo,hanvenidoavisitarnosdepasopara laciudad.
Entro al salón por la puerta que abre sobre el macizo de rododendros. En lapenumbra dos sombras se apartan bruscamente una de otra, con tan poca destreza,que la cabellera medio desatada de Regina queda prendida a los botones de lachaquetadeundesconocido.Sobrecogida,losmiro.
La mujer de Felipe opone a mi mirada otra mirada llena de cólera. Él, unmuchachoaltoymuymoreno,seinclina,conmuchacalmadesenmarañalasguedejasnegras,yapartadesupecholacabezadesuamante.
Piensoenlatrenzademasiadoapretadaquecoronasingraciamicabeza.Mevoysinhaberdespegadoloslabios.
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Anteelespejodemicuarto,desatomiscabellos,miscabellostambiénsombríos.Huboun tiempoenque los llevé sueltos, casihasta tocarelhombro.Muy laciosyapegados a las sienes, brillaban como una seda fulgurante. Mi peinado se meantojaba,entonces,uncascoguerreroque,estoysegura,hubieragustadoalamantedeRegina.Mimaridome ha obligado después a recogermis extravagantes cabellos;porque en todo debo esforzarme en imitar a su primeramujer, a su primeramujerque,segúnél,eraunamujerperfecta.
Memiro al espejo atentamente y compruebo angustiada que mis cabellos hanperdidoeselevetinterojoquelescomunicabaunextrañofulgor,cuandosacudíalacabeza.Miscabellossehanoscurecido.Vanaoscurecersecadadíamás.
Yantesquepierdansubrilloysuviolencia,nohabránadiequedigaquetengolindopelo.
Lacasa resuenayquedavibrandoduranteunpequeño intervalodel acordequedosmanos han arrancado al viejo piano del salón. Luego, un nocturno empieza adesgranarseenuncentenardenotasquevandoblandoymultiplicándose.
Anudoprecipitadamentemiscabellosyvueloescalerasabajo.Reginaestátocandodememoria.Asujuego,confusoeincierto,prestaunidady
relieveunaespeciedepasióndesatada,casiimpúdica.Detrásdeella,sumaridoyelmíofumansinescucharla.Elpianocallabruscamente.Reginaseponedepie,cruzaconlentitudelsalón,se
allegaamícasihasta tocarme.Tengomuycercademicara sucarapálida,deunapalidez queno es en ella falta de color, sino intensidadde vida, como si estuvierasiempreviviendounahoradeviolenciainterior.
Reginavuelveacruzarelsalónparasentarsenuevamentejuntoalpiano.Alpasarsonríeasuamante,queenvuelveendeseocadaunodesuspasos.
Parecequemehubieranvertidofuegodentrodelasvenas.Salgoaljardín,huyo.Meinternoenlabrumaydeprontounrayodesolseenciendeal través,prestandouna dorada claridad de gruta al bosque en que me encuentro; hurga la tierra,desprendedeellaaromasprofundosymojados.
Me acomete una extraña languidez. Cierro los ojos y me abandono contra unárbol.¡Oh,echarlosbrazosalrededordeuncuerpoardienteyrodarconél,enlazada,porunapendientesinfin…!Mesientodesfalleceryenvanosacudolacabezaparadisiparelsoporqueseapoderademí.
Entonces me quito las ropas, todas, hasta que mi carne se tiñe del mismoresplandor que flota entre los árboles. Y así, desnuda y dorada,me sumerjo en elestanque.
Nome sabía tan blanca y tan hermosa. El agua alargamis formas, que tomanproporciones irreales. Nunca me atreví antes a mirar mis senos; ahora los miro.Pequeñosyredondos,parecendiminutascorolassuspendidassobreelagua.
Me voy enterrando hasta la rodilla en una espesa arena de terciopelo. Tibiascorrientesmeacaricianypenetran.Comoconbrazosde seda, lasplantasacuáticas
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meenlazaneltorsoconsuslargasraíces.Mebesalanucaysubehastamifrenteelalientofrescodelagua.
Alamadrugada,agitacionesenelpisobajo,paseosinsólitosalrededordemilecho,provocandesgarronesenmisueño.Mefatigoinútilmente,ayudandoenpensamientoaDaniel.Juntoconél,abrocajonesybuscomilobjetos,sinpodernuncahallarlos.Ungransilenciomedespierta,porfin.
Adviertountremendodesordenenelcuartoyveounacartucheraolvidadasobreelvelador.
Recuerdoentoncesque loshombresdebíansalirdecaza,paranovolversinoalanochecer.
Regina se levanta contrariada. Durante el almuerzo no cesa de protestarásperamentecontraloscaprichosintempestivosdenuestrosmaridos.Nolecontesto,temiendoexasperarlaconloqueellallamamicandor.
Mástardemerecuestosobrelospeldañosdelaescalinatayaguzoeloído.Horatras hora espero en vano la detonación lejana que llegue a quebrar este enervantesilencio.Loscazadoresparecenhabersidosecuestradosporlabruma…
¡Conquérapidezlaestaciónvaacortandolosdías!Yaempiezaaincendiarseelponiente.Traslosvidriosdecadaventanaparecebrillarunahoguera.Todoloabrasaunarojallamaradacuyofulgornoconsigueatenuarlaniebla.
Cayólanoche.Nocroanlasranasynopercibo,tansiquiera,elgemidotranquilode algún grillo, perdido en el césped.Detrás demí, la casa permanece totalmenteoscura.
Angustiada, entro al salón, prendo una lámpara. Ahogo una exclamación desorpresa.Reginasehaquedadodormidasobreeldiván.Lamiro.Susrasgosparecenalisarsehacia lassienes;elcontornodesuspómulossehasuavizadoysupiel luceaún más tersa. Me acerco. Ignoraba que los seres embellecieran cuando reposanextendidos.Reginanopareceahoraunamujer,sinounaniña,unaniñamuydulceymuyindolente.
Melaimaginodormidaasí,entibiosaposentosalfombradosdondetodaunavidamisteriosaseinsinúaenunflotanteperfumedecabellerasycigarrillosfemeninos.
Denuevoenmíestedolorpunzantecomoungrito.Vuelvoasalirparasentarmeenlaoscuridad,frentealacasa.Veomoverseluces
entre los árboles. Bultos de hombres avanzan con infinitas precauciones, trayendograndes ramas encendidas en las manos a modo de antorchas. Oigo el jadeoprecipitadodelosperros.
—¿Buenasuerte?—interrogoconjúbilo.—¡Malditaniebla!—rezongaDaniel,portodarespuesta.Hombres y animales vienen a desplomarse, exhaustos, a mis pies. Se alinea
delante de mí una profusión de alas muertas, de pobres cuerpos mutilados,
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embarrados.ElamantedeReginadejacaersobremisrodillasunatorcazaaúncalienteyque
destilasangre.Pegounalaridoylarechazo,nerviosa.Mientrastodossealejanriendo,elcazador
seobstina enmantener, contramivoluntad, aquelvergonzoso trofeo enmi regazo.Medebatocomopuedoyllorandocasideindignación.Cuandoélaflojasuforzadoabrazo,levantolacara.
Meintimidasumiradaescrutadoraybajolosojos.Allevantarlosdenuevo,notoquemesiguemirando.Lleva lacamisaentreabiertaydesupechosedesprendeunoloraavellanasyasudordehombrelimpioyfuerte.Lesonríoturbada.Entoncesél,levantándosedeunsalto,penetraenlacasasinvolverlacabeza.
Lanieblaseestrecha,cadadíamás,contralacasa.Yahizodesaparecerlasaraucariascuyas ramas golpeaban la balaustrada de la terraza. Anoche soñé que, por entrerendijasdelaspuertasyventanas,seinfiltrabalentamenteenlacasa,enmicuarto,yesfumabaelcolordelasparedes,loscontornosdelosmuebles,yseentrelazabaamiscabellos, y seme adhería al cuerpoy lo deshacía todo, todo…Sólo, enmediodeldesastre, quedaba intacto el rostro deRegina, con sumirada de fuegoy sus labiosllenosdesecretos.
Hace varias horas que hemos llegado a la ciudad. Detrás de la espesa cortina deniebla,suspendidainmóvilalrededordenosotros,lasientopesarenlaatmósfera.
La madre de Daniel ha hecho abrir el gran comedor y encender todos loscandelabrossobrela largamesadefamiliadonde,enunapunta,nosamontonamos,entumecidos. Pero el vino dorado, que nos sirven en copas de pesado cristal, nosentibialasvenas;sucalornosvatrepandoporlagargantahastalassienes.
Daniel, ligeramente achispado, promete restaurar en nuestra casa el oratorioabandonado. Al final de la comida hemos convenido que mi suegra vendrá connosotrosalcampo.
Midolordeestosúltimosdías,esedolorlancinantecomounaquemadura,sehaconvertidoenunadulcetristezaquemetraealoslabiosunasonrisacansada.Cuandomelevanto,deboapoyarmeenmimarido.Noséporquémesientotandébilynoséporquénopuedodejardesonreír.
Porprimeravezdesdequeestamoscasados,Danielmeacomodalasalmohadas.Amedianocheme despierto, sofocada.Me agito largamente entre las sábanas, sinllegar a conciliar el sueño. Me ahogo. Respiro con la sensación de que me faltasiempreunpocodeaireparacadasoplo.Saltodellecho,abrolaventana.Meinclinohacia afuera y es como si no cambiara de atmósfera. La neblina, esfumando losángulos, tamizando los ruidos, ha comunicado a la ciudad la tibia intimidad de un
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cuartocerrado.Unaidealocaseapoderademí.SacudoaDaniel,queentreabrelosojos.—Meahogo.Necesitocaminar.¿Medejassalir?—Hazloquequieras—murmura,ydenuevorecuestapesadamentelacabezaen
laalmohada.Me visto. Tomo al pasar el sombrero de paja con que salí de la hacienda. El
portónesmenospesadodeloquepensaba.Echoaandar,callearriba.Latristezareafluyealasuperficiedemisercontodalaviolenciaqueacumulara
duranteelsueño.Ando,cruzoavenidasypienso:—Mañanavolveremosalcampo.Pasadomañanairéaoírmisaalpueblo,conmi
suegra.Luego,duranteelalmuerzo,Danielnoshablarádelostrabajosdelahacienda.Enseguidavisitaréel invernáculo, lapajarera, elhuerto.Antesdecenar,dormitaréjuntoalachimeneaoleerélosperiódicoslocales.Despuésdecomermedivertiréenprovocar pequeñas catástrofes dentro del fuego, removiendo desatinadamente lasbrasas.Amialrededor,unsilencioindicarámuyprontoquesehaagotadotodotemadeconversaciónyDanielajustaráruidosamentelasbarrascontralaspuertas.Luegonosiremosadormir.Ypasadomañanaserálomismo,ydentrodeunaño,ydentrodediez;yserálomismohastaquelavejezmearrebatetododerechoaamaryadesear,yhastaquemicuerposemarchiteymicaraseajeytengavergüenzademostrarmesinartificiosalaluzdelsol.
Vagoalazar,cruzoavenidasysigoandando.Nomesientocapazdehuir.Dehuir,¿cómo,adónde?Lamuertemepareceuna
aventuramásaccesiblequelahuida.Demorir,sí,mesientocapaz.Esmuyposibledesearmorirporqueseamademasiadolavida.
Entre la oscuridad y la niebla vislumbro una pequeña plaza. Como en plenocampo, me apoyo extenuada contra un árbol.Mi mejilla busca la humedad de sucorteza.Muycerca,oigounafuentedesgranarunasartadepesadasgotas.
La luz blanca de un farol, luz que la bruma transforma en baho, baña yempalidecemismanos,alargaamispiesunasiluetaconfusa,queesmisombra.Yheaquíque,depronto,veootrasombrajuntoalamía.Levantolacabeza.
Unhombreestáfrenteamí,muycercademí.Esjoven;unosojosmuyclarosenunrostromorenoyunadesuscejaslevementearqueada,prestanasucaraunaspectocasisobrenatural.Deélsedesprendeunvagoperoenvolventecalor.
Y es rápido, violento, definitivo. Comprendo que lo esperaba y que le voy aseguircomosea,dondesea.Leecholosbrazosalcuelloyélentoncesmebesa,sinqueporentresuspestañaslaspupilasluminosascesendemirarme.
Ando,peroahoraundesconocidomeguía.Meguíahastaunacalleestrechayenpendiente.Meobligaadetenerme.Trasunaverja,distingounjardínabandonado.Eldesconocidodesatacondificultadlosnudosdeunacadenaenmohecida.
Dentrode lacasa laoscuridadescompleta,perounamanotibiabusca lamíaymeincitaaavanzar.Notropezamoscontraningúnmueble;nuestrospasosresuenan
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encuartosvacíos.Suboa tientas la largaescalera, sinquenecesiteapoyarmeen labaranda,porqueeldesconocidoguíaaúncadaunodemispasos.Losigo,mesientoen su dominio, entregada a su voluntad. Al extremo de un corredor, empuja unapuertaysueltamimano.Quedoparadaenelumbraldeunapiezaque,depronto,seilumina.
Doyunpasodentrodeunahabitacióncuyascretonasdescoloridaslecomunicanno sé qué encanto anticuado, no sé qué intimidadmelancólica.Todo el calor de lacasaparecehaberseconcentradoaquí.Lanocheylaneblinapuedenaletearenvanocontralosvidriosdelaventana;noconseguiráninfiltrarenestecuartounsoloátomodemuerte.
Miamigocorrelascortinasyejerciendoconsupechounasuavepresión,mehaceretroceder, lentamente, hacia el lecho.Me siento desfallecer en dulce espera y, sinembargo,unsingularpudorme impulsaa fingirmiedo.Élentoncessonríe,perosusonrisa,aunque tierna,es irónica.Sospechoqueningúnsentimientoabriga secretosparaél.Sealeja,simulandoasuvezquerertranquilizarme.Quedosola.
Oigo pasos muy leves sobre la alfombra, pasos de pies descalzos. Él estánuevamentefrenteamí,desnudo.Supielesoscura,perounvellocastaño,alcualseprendelaluzdelalámpara,loenvuelvedepiesacabezaenunaaureoladeclaridad.Tienepiernasmuylargas,hombrosrectosycaderasestrechas.Sufrenteestáserenaysusbrazoscuelganinmóvilesalolargodelcuerpo.Lagravesencillezdesuactitudleconfierecomounasegundadesnudez.
Casisin tocarme,medesata loscabellosyempiezaaquitarmelosvestidos.Mesometo a su deseo callada y con el corazón palpitante. Una secreta aprensión meestremececuandomisropasrefrenanlaimpacienciadesusdedos.Ardoendeseosdequemedescubracuantoantessumirada.Labellezademicuerpoansia,porfin,supartedehomenaje.
Una vez desnuda, permanezco sentada al borde de la cama. Él se aparta ymecontempla.Bajosuatentamirada,echolacabezahaciaatrásyesteademánmellenadeíntimobienestar.Anudomisbrazostraslanuca,trenzoydestrenzolaspiernasycadagestometraeconsigounplacerintensoycompleto,comosi,porfin, tuvieranuna razóndesermisbrazosymicuelloymispiernas. ¡Aunqueestegoce fuera laúnicafinalidaddelamor,mesentiríayabienrecompensada!
Seacerca;micabezaquedaalaalturadesupecho,melotiendesonriente,oprimoaélmislabios,yapoyoenseguidalafrente,lacara.Sucarnehueleafruta,avegetal.Enunnuevoarranqueechomisbrazosalrededordesu torsoyatraigo,otravez,supechocontramimejilla.
Loabrazofuertementeycontodosmissentidosescucho.Escuchonacer,volaryrecaersusoplo;escuchoelestallidoqueelcorazónrepiteincansableenelcentrodelpecho y hace repercutir en las entrañas y extiende en ondas por todo el cuerpo,transformando cada célula en un eco sonoro.Lo estrecho, lo estrecho siempre conmásafán;sientocorrerlasangredentrodesusvenasysientotrepidarlafuerzaquese
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agazapa inactiva dentro de susmúsculos; siento agitarse la burbuja de un suspiro.Entremis brazos, toda una vida física, con su fragilidad y sumisterio, bulle y seprecipita.Mepongoatemblar.
Entonces él se inclina sobre mí y rodamos enlazados al hueco del lecho. Sucuerpomecubrecomounagrandeolahirviente,meacaricia,mequema,mepenetra,meenvuelve,mearrastradesfallecida.Amigargantasubealgoasícomounsollozo,ynoséporquéempiezoaquejarme,ynoséporquémeesdulcequejarme,ydulceamicuerpoelcansancioinfligidoporlapreciosacargaquepesaentremismuslos.
Cuandodespierto,miamanteduermeextendidoamilado.Esplácidalaexpresióndesurostro;sualientoestanlevequedeboinclinarmesobresuslabiosparasentirlo.Advierto que, prendida a una finísima, casi invisible cadena, una medallita anidaentreelvellocastañodelpecho;unamedallitatrivial,deesasquelosniñosrecibeneldíadesuprimeracomunión.Micarnetodaseenterneceanteestepuerildetalle.Alisounmechón rebelde apegado a su sien,me incorporo sin despertarlo.Me visto consigiloymevoy.
Salgocomohevenido,atientas.Yaestoyfuera.Abrolaverja.Losárbolesestáninmóvilesytodavíanoamanece.
Subocorriendolacallejuela,atraviesolaplaza,remontoavenidas.Unperfumemuysuave me acompaña: el perfume de mi enigmático amigo. Toda yo he quedadoimpregnadadesuaroma.Yescomosiélanduvieraaúnamiladoometuvieraaúnapretadaensuabrazoohubieradeshechosuvidaenmisangre,parasiempre.
Yheaquíqueestoyextendidaalladodeotrohombredormido.«Daniel,notecompadezco,noteodio,deseosolamentequenosepasnuncanada
decuantomehaocurridoestanoche…»
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¿Porquéenotoño,esaobstinacióndehacerconstantementebarrerlasavenidas?Yodejaríalashojasamontonarsesobreelcéspedylossenderos,cubrirlotodocon
su alfombra rojiza y crujiente que la humedad tornaría luego silenciosa. Trato deconvenceraDanielparaqueabandoneunpocoeljardín.Sientonostalgiadeparquesabandonados, donde la mala hierba borre todas las huellas y donde arbustosdescuidadosestrechenloscaminos.
Pasanlosaños.Memiroalespejoymeveo,definitivamentemarcadasbajo losojos,esaspequeñasarrugasquesólomeafluían,antes,alreír.Misenoestáperdiendosuredondezyconsistenciadefrutoverde.Lacarnesemeapegaaloshuesosyyanoparezcodelgada,sinoangulosa.Pero,¡quéimporta!¡Quéimportaquemicuerposemarchite, si conocióel amor!Yqué importaque losañospasen, todos iguales.Yotuveunahermosaaventura,unavez…Tansóloconun recuerdosepuede soportarunalargavidadetedio.Yhastarepetir,díaadía,sincansancio,losmezquinosgestoscotidianos.
Hayunserquenopuedoencontrarsintemblar.Lopuedoencontrarhoy,mañanao dentro de diez años. Lo puedo encontrar aquí, al final de una alameda o en laciudad,aldoblarunaesquina.Talveznuncaloencuentre.Noimporta;elmundomeparece llenodeposibilidades,encadaminutohayparamíunaespera,cadaminutotieneparamísuemoción.
Nocheanoche,Daniel seduermeami lado, indiferente comounhermano.Loabrigoconindulgenciaporquehaceaños,todaunalarganoche,hevividodelcalordeotrohombre.Melevanto,enciendoahurtadillasunalámparayescribo:
«Heconocidoelperfumede tuhombroydesdeesedíasoy tuya.Tedeseo.Mepasaríalavida,tendida,esperandoquevinierasaapretarcontramicuerpo,tucuerpofuerteyconocedordelmío,comosifuerasudueñodesdesiempre.Meseparadetuabrazoy todoeldíamepersigueel recuerdodecuandomesuspendoa tucuelloysuspirosobretuboca».
Escriboyrompo.
Haymañanasenquemeinvadeunaabsurdaalegría.Tengoelpresentimientodequeunafelicidadmuygrandevaacaersobremíenelespaciodeveinticuatrohoras.Mepaso el día en una especie de exaltación. Espero. ¿Una carta, un acontecimientoimprevisto?Nosé,alaverdad.
Ando,me internomonteadentroy,aunquees tarde,acortoelpasoamivuelta.Concedoaltiempounúltimoplazoparaeladvenimientodelmilagro.Entroalsalónconelcorazónpalpitante.
Tumbadoenundiván,Danielbosteza,entresusperros.Misuegraestádevanandounanuevamadejadelanagris.Nohavenidonadie,nohapasadonada.Laamarguradeladecepciónnomedurasinoelespaciodeunsegundo.Miamorpor«él»estangrandequeestáporencimadeldolordelaausencia.Mebastasaberqueexiste,que
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sienteyrecuerdaenalgúnrincóndelmundo…
Lahoradelacomidamepareceinterminable.Mi único anhelo es estar sola para poder soñar, soñar a mis anchas. ¡Tengo
siempretantoenquépensar!Ayertarde,porejemplo,dejéensuspensounaescenadecelosentremiamanteyyo.
Detestoquedespuésdecenarmesolicitenpara la tradicionalpartidadenaipes.Megustasentarmejuntoalfuegoyrecogermeparabuscarentre lasbrasas losojosclarosdemi amante.Bruscamente, despuntan comodos estrellas yyopermanezcoentonceslargoratosumidaenesaluz.Nuncacomoenesosmomentosrecuerdocontantanitidezlaexpresióndesumirada.
Hay días en que me acomete un gran cansancio y, vanamente, remuevo lascenizasdemimemoriaparahacer saltar la chispaquecrea la imagen.Pierdoamiamante.
Un gran viento me lo devolvió la última vez. Un viento que derrumbó tresnogalesehizopersignarseamisuegra,loindujoallamaralapuertadelacasa.Traíalos cabellos revueltosy el cuellodel gabánmuy subido.Peroyo lo reconocíymedesploméasuspies.Entoncesélmecargóensusbrazosymellevóasídesvanecida,enlatardedeviento…Desdeaqueldíanomehavueltoadejar.
Elpálidootoñoparecehaberrobadoalestíoestaardientemañanadesol.Buscomisombrero de paja y no lo hallo. Lo busco primero con calma, luego, con fiebre…porque tengo miedo de hallarlo. Una gran esperanza ha nacido en mí. Suspiro,aliviada,antelainutilidaddemisesfuerzos.Yanohaydudaposible.Loolvidéunanoche en casa de un desconocido. Una felicidad tan intensame invade, que deboapoyarmisdosmanossobreelcorazónparaquenosemeescape,livianocomounpájaro.Ademásdeunabrazo,comoatodoslosamantes,algonosuneparasiempre.Algomaterial,concreto,indestructible:misombrerodepaja.
***
Estoy ojerosa y, a menudo, la casa, el parque, los bosques, empiezan a girarvertiginosamentedentrodemicerebroyantemisojos.
Tratode imponermecierto reposo,peroes sólocaminandoquepuedo imprimirunritmoamissueños,abrirlos,hacerlosdescribirunacurvaperfecta.Cuandoestoyquieta,todosellossequiebranlasalassinpoderlasabrir.
Llegaeldíadenuestrodécimoaniversariomatrimonial.La familia se reúneennuestrahacienda,salvoFelipeyRegina,cuyaactitudesagriamentecensurada.
Comoparacompensar la indiferenciaenmediode lacual seefectuóhaceaños
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nuestroenlace,hayahoraunexcesodeabrazos,de regalosyunagrancomidaconnumerososbrindis.
Enlamesa,lamiradadisplicentedeDanieltropiezaconlamía.
Hoy he visto a mi amante. No me canso de pensarlo, de repetirlo en voz alta.Necesitoescribir:hoylohevisto,hoylohevisto.
Sucedióesteatardecer,cuandoyomebañabaenelestanque.De costumbre permanezco allí largas horas, el cuerpo y el pensamiento a la
deriva.Amenudonoquedademí,enlasuperficie,másqueunvagoremolino;yomehehundidoenunmundomisteriosodondeeltiempoparecedetenersebruscamente,donde la luz pesa como una sustancia fosforescente, donde cada uno de mismovimientos adquiere sabias y felinas lentitudes y yo explorominuciosamente losreplieguesdeeseantrodesilencio.Recojoextrañascaracolas,cristalesquealatraeranuestroelementoseconviertenenguijarrosnegruzcoseinformes.Remuevopiedrasbajolascualesduermenoseresuelvenmilesdecriaturasatolondradasyescurridizas.
Emergía de aquellas luminosas profundidades cuandodivisé a lo lejos, entre laniebla,venirsilencioso,comounaaparición,uncarruajetodocerrado.Tambaleandopenosamente,loscaballosseabríanpasoentrelosárbolesylahojarascasinprovocarelmenorruido.
Sobrecogidameagarréa lasramasdeunsauceynoreparandoenmidesnudezsuspendímediocuerpofueradelagua.
El carruaje avanzó lentamente, hasta arrimarse a la orilla opuesta del estanque.Unavezallí,loscaballosagacharonelcuelloybebieron,sinabrirunsolocírculoenlatersasuperficie.
Algomuygrandeparamíibaasuceder.Micorazónymisnervioslopresentían.Tras laventanillaestrechadelcarruajevi, entonces,asomarsee inclinarse,para
mirarme,unacabezadehombre.Reconocíinmediatamentelosojosclaros,elrostromorenodemiamante.Quise llamarlo, pero mi impulso se quebró en una especie de grito ronco,
indescriptible. No podía llamarlo, no sabía su nombre. Él debió ver la angustiapintadaenmisemblante,pues,comoparatranquilizarme,esbozóamiintenciónunasonrisa,unleveademándelamano.Luego,reclinándosehaciaatrás,desapareciódemivista.
Elcarruajeechóaandarnuevamenteysindarmetansiquieratiempoparanadarhacialaorilla,seperdiódeimprovisoenelbosque,comosiselohubieratragadolaniebla.
Sentíunlevegolpeazotarmelacadera.Volvímicaraestupefacta.Labalsaligera,enqueelhijomenordeljardinerosedeslizasobreelagua,estabainmovilizadadetrásdemí.
Apretandolosbrazoscontramipechodesnudo,legrité,frenética:
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—¿Loviste,Andrés,loviste?—Sí,señora,lovi—asintiótranquilamenteelmuchacho.—¿Mesonrió,noesverdad,Andrés,mesonrió?—Sí,señora.Quépálidaestáusted.Salgaprontodelagua,nosevayaadesmayar
—dijo,eimprimióvueloasuembarcación.Provisto de una red, continuó barriendo las hojas secas que el otoño recostaba
sobreelestanque…
Vivoagobiadaporlafelicidad.Ignorocuálesseránlosproyectosdemiamigo,peroestoyseguradequerespira
muycercademí.La aldea, el parque, los bosques,me parecen llenos de su presencia.Ando por
todosladosconlaconviccióndequeélacechacadaunodemispasos.Grito:«¡Tequiero!»«¡Tedeseo!»,paraquelleguehastasuescondrijolavozde
micorazónydemissentidos.Ayerunavozlejanarespondióalamía:«¡Amooor!»Medetuve,pero,aguzando
el oído, percibí un rumor confuso de risas ahogadas.Muerta de vergüenza caí encuentadequelosleñadoresparodiabanasímillamado.
Sin embargo—es absurdo—, en esemomento,mi amigome pareció aúnmáscerca.Comosiaquellossimpleshubieransido,inconscientemente,elportavozdesupensamiento.
Dócilmente,sindesesperación,esperosiempresuvenida.Despuésdelacena,bajoaljardínparaentreabrirfurtivamenteunadelaspersianasdelsalón.Nocheanoche,siél lo desea, podrá verme sentada junto al fuego o leyendo bajo la lámpara. Podráseguircadaunodemismovimientoseinfiltrarse,asuantojo,enmiintimidad.Yonotengosecretosparaél…
Porlastardes,salgoalaterrazaalahoraenqueAndréssurgeenelfondodelbosque,devueltadeltrabajo.
Me estremezco al divisarlo con su red al hombro y sus pies descalzos. Semefigura que va a entregarme algúnmensaje importante, al pasar. Pero, cada vez, sepierde,indiferente,entrelospinos.
Me recuesto entonces sobre los peldaños de la escalinata y me consuelo,pensandoenquelalloviznaquemesalpicaelrostroeslamismaqueestáaleteandocontraelpechodemiamigooresbalandoporloscristalesdesuventana.
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A menudo, cuando todos duermen, me incorporo en el lecho y escucho. Callasúbitamenteelcantodelasranas.Allámuylejos,delcorazóndelanoche,oigovenirunospasos.Losoigoaproximarselentamente,losoigoapretarelmusgo,removerlashojas secas, quebrar las ramas que le entorpecen el camino. Son los pasos de miamante. Es la hora en que él viene a mí. Cruje la tranquera. Oigo la cabalgataenloquecidadelosperrosyoigo,distintamente,elmurmulloquelosaquieta.
Reinanuevamenteelsilencioynopercibonadamás.Pero tengo la certidumbre de que mi amigo se arrima bajo mi ventana y
permaneceallí,velandomisueño,hastaelamanecer.Una vez suspiró despacito y yo no corrí a sus brazos porque aún no me ha
llamado.Ignoroporquéhuyesinhabermellamado.De vuelta del pueblo,Andrésme informa, displicentemente, de que un día vio
alejarseatodogalope,caminodelaciudad,uncochetodocerrado.Sinembargo,nosufrodesalientoalguno.Hevividohorasfelicesyahoraqueha
venido,séquevolverá.
Hacía añosqueDaniel nomebesabaypor esonomeexplico cómopudo sucederaquello.
Talvezhubounalevepremeditacióndemiparte.¡Oh,alguienqueenestoslargosdíasdeveranolograraaliviarmitedio!Sinembargo,todofueimprevistoytremendoyhayunvacíoenmimemoriahastaelmomentoenquemedescubrí,entrelosbrazosdemimarido.
Micuerpoymisbesosnopudieronhacerlotemblar,perolohicieron,comoantes,pensar en otro cuerpo y en otros labios. Como hace años, lo volví a ver tratandofuriosamentedeacariciarydesearmicarneyencontrandosiempreelrecuerdodelamuertaentreélyyo.Alabandonarsesobremipecho,sumejilla,inconscientemente,buscaba la tersura y los contornos de otro pecho. Besómismanos,me besó toda,extrañandotibiezas,perfumesyasperezasfamiliares.Yllorólocamente,llamándola,gritándomealoídocosasabsurdasqueibandirigidasaella.
Oh, nunca, nunca, su primera mujer lo ha poseído más desgarrado, másdesesperadoporpertenecerle, comoesta tarde.Queriendohuirlanuevamente, lahaencontrado,depronto,casidentrodesí.
En el lecho, yo quedé tendida y sollozante, con el pelo adherido a las sienesmojadas,muertadedesalientoydevergüenza.Notratédemoverme,nisiquieradecubrirme.Me sentía sinvalorparamorir, sinvalorparavivir.Miúnico anhelo erapostergarelmomentodepensar.
Yfueparahundirmeenesamiseriaquetraicionéamiamante.
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***
Hace ya un tiempo que no distingo las facciones de mi amigo, que lo sientoalejado.Leescriboparadisiparunnacientemalentendido:
«Yonuncateheengañado.Esciertoque,durantetodoelverano,entreDanielyyosehavueltoaanudarconfrecuenciaeseferozabrazo,hechodetedio,perversidadytristeza.Esciertoquehemospermanecidoamenudoencerradosennuestrocuartohastael anochecer,peronunca teheengañado.Ah, sipudieracontentarteesta solaafirmaciónmía.Miquerido,mitorpeamante,obligándomeadefiniryaexplicar,dascarácterycuerpodeinfidelidadaunbrevecaprichodeverano.
¿Deseasquehableapesardetodo?Obedezco.Undíaardientenosteníaamimaridoyamí,enjauladosfrenteafrente,llorando
casi de enervamiento y de ocio.Mi segundo encuentro conDaniel fue idéntico alprimero.Elmismoanhelosordo,elmismoabrazodesesperado,elmismodesengaño.Comolavezanterior,quedétendida,humilladayjadeante.
Yentoncesseprodujoelmilagro.Unmurmulloleve,levísimo,empezóamecerme,mientrasunadelicadafrescura
conoloraríoseinfiltrabaenelcuarto.Eralaprimeralluviadeverano.Mesentímenosdesgraciada,sinsaberporqué.Unamanorozómihombro.Danielestabadepiejuntoallecho.Unasonrisaamableerrabaensusemblante.
Metendíaunvasodecristalempañadoyfiltrandohielo.Comoyoalzaralánguidamentelacabeza,él,coninsólitaternura,acuñósubrazo
bajominucayporentremislabiosresecosempezóavolcarmetodoslosfresalesdelbosquediluidosenunheladojarabe.
Ungranbienestarmeinvadió.Fueracrecíayseesparcíaelmurmullodelalluvia,comosiéstamultiplicaracada
unadesushebrasdeplata.Unsoplodebrisahacíapalpitarlassedasdelasventanas.Daniel volvió a extenderse ami lado y largas horas permanecimos silenciosos,
mientraslenta,lenta,sealejabalalluviacomounabandadadepájaroshúmedos.Laalcobaquedósumidaenuncrepúsculoazuladoendondelosespejos,brillando
comoaguasapretadas,hacíanpensarenunreguerodeclarascharcas.Cuando mi marido encendió la lámpara, en el techo, una pequeña araña,
sorprendida en quién sabe qué sueños de atardecer, se escurrió para ocultarse.«Augurio de felicidad», balbucí, y volví a cerrar los ojos.Hacíameses que nomesentíaenvueltaentandivinayanimalfelicidad.
¿Yahora,comprendesporquévolvíaaDaniel?¿Quémeimportabasuabrazo?Despuésveníaelhecho,convertidoyaeninfalible
rito,dedarmedebeber,despuéseraelgrandescansoenelampliolecho.Herméticamente cerradas las claras sedas de las ventanas y sumido así en una
semioscuridadresplandeciente,nuestrocuartoparecíaunagrancarparosadatendidaalsol,dondemiluchacontraeldíasehacíasinangustianilágrimasdeenervamiento.
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Imaginabahombresavanzandopenosamenteporcarreteraspolvorientas,soldadosdesplegandoestrategiasenllanurascuyatierrahirvientedebíaresquebrarleslasueladelasbotas.Veíaciudadesduramentecastigadasporelimplacableestío,ciudadesdecallesvacíasyestablecimientoscerrados,comosielalmaseleshubieraescapadoynoquedaradeellassinoelesqueleto,todoalquitrán,derritiéndosealsol.
Y en el momento en que sentía cierto extraño nudo retorcerse enmi gargantahastasofocarme, la lluviaempezabaacaer.Seapoderabaentoncesdemíelmismobienestardelprimerdía.Meparecíasentirelaguaresbalardulcementealolargodemissienesafiebradasysobremipechorepletodesollozos.
Ohamigoadorado,¿comprendesahoraquenuncateengañé?Todofueuncapricho,un inofensivocaprichodeverano.«¡Túeresmiprimery
únicoamante!»
***
Han prendido fuego a todos los montones de hojas secas y el jardín se haesfumadoenhumo,comohaceañosenlabruma.Estanochenologrodormir.Saltodellecho,abrolaventanayelsilencioestangrandeafueracomoennuestrocuartocerrado.Mevuelvoatenderyentoncessueño.
Hayunacabezareclinadasobremipecho,unacabezaqueminutoaminutosevahaciendomáspesada,máspesada,yquemeoprimehastasofocarme.Despierto.¿Noseráacasounllamado?Enunanochecomoéstaloencontré…talvezhayallegadoelmomentodeunsegundoencuentro.
Echounabrigosobremishombros.Mimaridoseincorpora,mediodormido.—¿Adóndevas?—Me ahogo, necesito caminar…Nome mires así: ¿Acaso no he salido otras
veces,aestamismahora?—¿Tú?¿Cuándo?—Unanochequeestuvimosenlaciudad.—¡Estásloca!Debeshabersoñado.Nuncahasucedidoalgosemejante…Temblandomeaferróaél.—Nonecesitassacudirme.Estoybiendespierto.Nunca,terepito,¡nunca!Asegurandomivoz,tratodepersuadirle:—Recuerda.Fueunanochedeniebla.Cenamosenelgrancomedor,alaluzde
loscandelabros…—¡Síybebimostantoytanbienquedormimostodalanochedeuntirón!Grito:¡No!Suplico:¡Recuerda,recuerda!Danielmemirafijamenteunsegundo,luegomeinterrogaconsorna:—¿Yentupaseoencontrastegenteaquellanoche?—Aunhombre—respondoprovocante.—¿Tehabló?
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—Sí.—¿Recuerdassuvoz?¿Suvoz?¿Cómoerasuvoz?Nolarecuerdo.¿Porquénolarecuerdo?Palidezco
ymesientopalidecer.Suvozno larecuerdo…porqueno laconozco.Repasocadaminutodeaquellanocheextraordinaria.HementidoaDaniel.Noesverdadqueaquelhombremehayahablado…
—¿Notehabló?Yaves,eraunfantasma…
Esta duda quemimaridome ha infiltrado; esta duda absurda y ¡tan grande!Vivocomoconunaquemaduradentrodelpecho.Daniel tienerazón.Aquellanochebebímucho,sindarmecuenta,yoquenuncabebo…Peroenelcorazóndelaciudadesaplazaqueyonoconocíayqueexiste…¿Pudehaberlaconcebidosóloensueños?…¿Ymisombrerodepaja?¿Dóndeloperdí,entonces?
Sinembargo,¡Diosmío!¿Esposiblequeunamantenodespliegueloslabios,niuna vez en toda una larga noche? Tan sólo en los sueños los seres se muevensilenciososcomofantasmas.
¿Dónde está Andrés? ¡Cómo es posible que no haya pensado hasta ahora enconsultarlo!
Correréensubusca,lepreguntaré:«¿Andrés,túnovesvisionesjamás?»«Oh,no,señora.»«¿Recuerdaseldesconocidodelcoche?»«Comosifuerahoy,lorecuerdoyrecuerdotambiénquesonrióalaseñora…»
Nodirámás,peromehabrásalvadodeestaatrozincertidumbre.Porquesihayuntestigodelaexistenciademiamante,¿quiénmepuedeasegurar,entonces,quenoesDanielquienhaolvidadomipaseonocturno?
—¿Dónde está Andrés?—pregunto a sus padres, que están sentados frente alpabellónenqueviven.
—Demañanitasalióalimpiarelestanque—mecontestan.—Nolodiviséporallá—gritonerviosa—.¡Necesitoverlopronto,pronto!¿Dónde está Andrés? Lo llaman, lo buscan en el jardín, en el parque, en los
bosques.—Habráidoalpueblosinavisar.Quelaseñoranoseimpaciente.Volveráluego,
elmuyharagán…Espero,esperoeldíaentero.Andrésnovuelvedelpueblo.Alamañanasiguiente
encuentransuchaquetadebrinsobreunabalsaqueflotaaladerivaenelestanque.—La red, al engancharse en algo, debe haberlo arrastrado. El infeliz no sabía
nadary…—¿Quédices?—interrumpo;ycomoDanielmemiraextrañado,meabrazoaél
gritandodesesperadamente—.¡No!¡No!¡Tienequevivir,tienesquebuscarlo!
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Selebusca,enefecto,yseextrae,dosdíasdespués,sucadáveramoratado,llenasdefríasburbujasdeplata lascavidadesde losojos, roídos los labiosque lamuertetornóindefensoscontraelaguayeltiempo.
Antesupadrequesepostrósinungemido,yomeatrevíatocarloyallamarlo.Yahora,¿ahoracómovoyavivir?
***
Nocheanocheoigoalolejospasartodoslostrenes.Veoenseguidaelamanecerinfiltrar,lentamente,enelcuarto,unaluzsuciaytriste.Oigolascampanasdelpueblodartodaslashoras,llamaratodaslasmisas,desdelamisadeseis,adondecorrenmisuegra y dos criadas viejas. Oigo el aliento acompasado de Daniel y su difícildespertar.
Cuandoélseincorporaenellecho,cierrolosojosyfinjodormir.Duranteeldíanolloro.Nopuedollorar.Escalofríosmeempuñandegolpe,acada
segundo,paratraspasarmedepiesacabezaconlarapidezdeunrelámpago.Tengolasensacióndevivirestremecida.
¡Sipudieraenfermarmedeverdad!Contodasmisfuerzasanheloqueunafiebreoalgúndolormuyfuertevenganainterponersealgunosdíasentremidudayyo.
Ymedije:siolvidara,siolvidaratodo;miaventura,miamor,mitormento.Simeresignaraavivircomoantesdemiviajealaciudad,talvezrecobraríalapaz…
Empecéentoncesaforzarmeavivirmuydespacio,concentrandomiimaginaciónymiespírituenlosmenesteresdecadasegundo.
Vigilé,sinpermitirmedistracciónalguna,eldifícilsalvamentodelasenredaderas,queelvientohabíaderribado.Hicebarrerlastelarañasdelaazotea,ymandéllamarauncerrajeroparaqueforzaralachapadeunmueble,dondemuchoslibrossealinean,cubiertosdepolvo.
Desechando todoensueño, rebusquéy tratédeconfinarmeen losmáshumildesplaceres,elegircaballo, seguiralcapatazensu rondacotidiana, recogersetas juntoconmisuegra,aprenderafumar.
¡Ah! ¡Cómo hacen para olvidar lasmujeres que han roto con un amante largotiempoqueridoeincorporadoalatramaardientedesusvidas!
Mi amor estaba allí, agazapado detrás de las cosas; todo ami alrededor estabasaturadodemi sentimiento, todomehacía tropezar contra un recuerdo.El bosque,porqueduranteañospaseéallímimelancolíaymiilusión;elestanqueporque,desdesuborde,divisé,undía,amiamigo,mientrasmebañaba;elfuegoenlachimenea,porqueenélsurgíaparamí,cadanoche,suimagen.
Ynopodíamirarmealespejo,porquemicuerpomerecordabasuscaricias.Corrí de un lado a otro para afrontarlo todo de una vez, para recibir todos los
golpesenunsolodíayfuiacaerdespués,jadeante,sobreellecho.Peroanadaconseguídespojardesupoderdeherirme.Habíaenlascosascomo
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unvenenoquenoterminabadeagotarse.Mi amor estaba también, agazapado, detrás de cada uno de mis movimientos.
Como antes, extendía a menudo los brazos para estrechar a un ser invisible. Melevantabamedio dormida para escribir y, con la pluma en la mano, recordaba, depronto,quemiamantehabíamuerto.
—¿Cuánto,cuántotiemponecesitaréparaquetodosestosreflejosseborren,seanreemplazadosporotrosreflejos?
Aveces,cuando llegoadistraermeunosminutos, siento,de repente,quevoyarecordar.Lasolaideadeldolorporvenirmeaprietaelcorazón.Yjuntomisfuerzaspara resistir suembestida,peroeldolor llega,ymemuerde,yentoncesgrito,gritodespacioparaquenadieoiga.Soyunaenfermaavergonzadadesumal.
¡Oh,no!¡Yonopuedoolvidar!
Ysillegaraaolvidar,¿cómoharíaentoncesparavivir?Bienséahoraquelosseres,lascosas,losdías,nomesonsoportablessinovistos
atravésdelestadodevidaquemecreamipasión.Miamanteesparamímásqueunamor,esmirazóndeser,miayer,mihoy,mi
mañana.
La noticia llega una madrugada, por intermedio de un telegrama que mi maridosacude, febril, ante mis ojos. Mientras pugno por rechazar el aturdimiento de unsueñobruscamenteinterrumpido,Danielcorre,azorado,agolpear,sinmiramiento,elcuarto de su madre. Transcurridos algunos segundos, comprendo. Regina está enpeligro demuerte. Debemos salir sin tardanza para la ciudad.Me incorporo en ellecho,llenadealegría,deunaalegríacasiferoz.Iralaciudad,heahílasolucióndetodas mis angustias. Recorrer sus calles, buscar la casa misteriosa, divisar aldesconocido,hablarleytalvez,talvez…peroenaquellosoñarémástarde.Nohayqueagotartantafelicidaddeungolpe.Yatengosuficientecomoparasaltarágilmentedellecho.
Recuerdoque lacausademialegríaes tambiénunadesgracia.Graveyausentedoyórdenesyarregloelequipaje.
Enel trenpreguntoelporquédelestadodeRegina.Sememiraconextrañeza,con indignación:—¿Enqué estoypensando siempre? ¿Aúnnomehe impuestodequeloqueagravalainquietuddetodoses,justamente,lavaguedaddelanoticia?Esmuy posible que se nos haya informado de esa manera sólo para no alarmarnos.Podría ser que Regina estuviera ya… A la verdad, mi distracción raya casi en lalocura.
Nocontesto, y, durante todo el trayecto, contengo, a duraspenas, la sonrisadeesperanzaqueseobstinaenprestaramirostrounaanimacióninsólita.
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Enlasaladelaclínica,depie,taciturnosyconlosojosfijosenlapuerta,Daniel,lamadreyyo,formamosungruposiniestro.Lamañanaesfríaybrumosa.Tenemoslosmiembrosentumecidosyelcorazónapretadodeangustia,comoentumecidotambién.
Si no fuera por un olor a éter y a desinfectante,me creería en el locutorio delconvento en queme eduqué. He aquí el mismo impersonal y odiosomoblaje, lasmismasventanas,altasydesnudas,dandosobreelmismoparquebarrosoquetantoodié.
Lapuertaseabre.EsFelipe.Noestápálido,nidesgreñado,nitienelospárpadoshinchadosnilasojerasdelquehallorado.No.Lepasaalgopeorquetodoeso.Llevaen la cara una expresión indefinible que es trágica, pero que no se adivina a quésentimientoresponde.Lavozesfría,opaca:
—Sehapegadountiro.Puedequeviva.Un gemido, luego una pausa. La madre se ha arrojado al cuello de su hijo y
sollozaconvulsivamente.—¡Pobre,pobreFelipe!Con gesto de sonámbulo, el hijo la sostiene, sin inmutarse, como si estuviera
compadeciendoaotro…Danielseoprimelafrente.—Latrajerondecasadesuamante—mediceenvozbaja.Lomiro y desdeño en pensamiento sus mezquinas reacciones. Orgullo herido,
sentidodeldecoro.Séque lapiedadesel sentimientoadecuadoa la situación,peroyo tampoco la
siento. Inquieta,doyunpasohacia laventanayapoyo la frentecontra loscristalesempañadosdeneblina.Tratodehacerpalpitarmicorazónendurecido.
¡Regina! Semanas de lucha, de gestos desesperados e inútiles, largas nochesdurantelascualeselpensamientoseretuerceenloquecido;evasionesdentrodelsueñorescatadaspordespertarescruelmentelúcidos,fueronacorralándolahastaesteúltimogesto.
Reginasupodeldolorcuyaquemaduranosepuedesoportar;deldolordentrodelcualnoseaguardaelmomentoinfalibledelolvido,porque,depronto,noesposiblemirarlofrenteafrente,undíamás.
Comprendo, comprendo y, sin embargo, no llego a conmoverme. ¡Egoísta,egoísta!,medigo,peroalgoenmírechazaelimproperio.Enrealidad,nomesientoculpabledenoconmoverme.¿Nosoyyo,acaso,másmiserablequeRegina?
TraselgestodeReginahayunsentimientointenso,todaunavidadepasión.Tansólounrecuerdomantienemivida,unrecuerdocuyallamadeboalimentardíaadíaparaquenoseapague.Un recuerdo tanvagoy tan lejano,quemeparececasiunaficción.LadesgraciadeRegina:unallagaconsecuenciadeunamor,deunverdaderoamor,deeseamorhechodeaños,decartas,decaricias,derencores,delágrimas,deengaños.Porprimeravezmedigoquesoydesdichada,quehesidosiempre,horribleytotalmentedesdichada.
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¿Sonmíos estos sollozos cortosymonótonos, estos sollozos ridículos comounhipo,quesiembran,derepente,eldesconcierto?
Seme acuesta en un sofá. Semehace beber a sorbos un líquidomuy amargo.Alguien me da golpecitos condescendientes en la espalda, que me exasperan,mientrasunseñor,deaspectogravemehablacariñosoybajo,comoaunaenferma.
Peronoloescucho,ycuandomelevantoyahetomadounaresolución.
Lafiebremeabrasalassienesymesecalagarganta.Enmediodelaneblina,queloinmaterializatodo,elruidosordodemispasosquemedabaprimerociertaseguridadempieza ahora a molestarme y a angustiarme. Sufro la impresión de que alguienvienesiguiéndome,implacable,conunaordensecreta.
Busco una casa de persianas cerradas, de rejas enmohecidas. ¡Esta neblina! ¡Siunaráfagadevientohubierapodidodescorrerla,comounvelo,tansóloestatarde,yahabría encontrado, tras dos árboles retorcidos y secos, la fachada que busco desdehace más de dos horas! Recuerdo que se encuentra en una calle estrecha y enpendiente,entrecuyasbaldosasdesparejascreceelmusgo.Recuerdo,también,quesehallamuycercadelaplazoletadondeeldesconocidometomódelamano…
Pero esa misma plazoleta, tampoco la encuentro. Creo haber hecho el recorridoexactoqueemprendí,haceaños,y,sinembargo,doyvueltasyvueltassinresultadoalguno.Laniebla,consubarreradehumo,prohíbetodavisióndirectadelosseresyde lascosas, incitaaaislarsedentrode símismo.Seme figuraestar corriendoporcallesvacías.
En medio de tanto silencio mis pasos se me antojan, de pronto, un ruidoinsoportable,elúnicoruidoenelmundo,unruidocuyaregularidadparececonscienteyquedebecobrar,enotrosplanetas,resonanciasmisteriosas.
Medejocaersobreunbancoparaquesehaga,porfin,elsilencioeneluniversoydentrodemí.Ahora,micuerpoenteroardecomounabrasa.
Detrásdemí,talunpoderosoaliento,unafrescurainsólitamepenetralanuca,loshombros.Mevuelvo.Vislumbroárbolesenlaneblina.Estoysentadaalbordedeunaplazoletacuyosurtidorsehacallado,perocuyosverdessenderosrespiranunaolorosahumedad.
Sinungrito,mepongodepieycorro.Tomolaprimeracallealaderecha,doblounaesquinaydivisolosdosárbolesdegruesasramasconvulsas,laoscurapátinadeunaaltafachada.
Estoy frente a la casa de mi amante. Las persianas continúan cerradas. Él nollegarásinoalanochecer.Peroyoquierosaborearelplacerdesabermeantesucasa.Contemplo,gozosa,el jardínabandonado.Meaprietoa lasfríasrejasparasentirlasmuysólidascontramicarne.¡Nofueunsueño,no!
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Sacudolaverjayéstaseabre,rechinando.Notoquenolaaseguranyasusviejascadenas.Me invadeuna repentina inquietud.Subocorriendo laescalinata,meparofrentealamamparayoprimounbotónoxidado.Unsonidodetimbrelejanorespondeamigesto.Transcurrenvariosminutos.Resueltayaamarcharme,esperounsegundomás,noséporqué.Meacometeunaespeciedevértigo.Lapuertasehaabierto.
Uncriadomeinvitaapasar,conlamirada.Aturdida,doyunpasohaciaadentro.Meencuentroenunhalldondeunainmensagaleríadecristalesabresobreunpatioflorido.Aunquelaluznoescruda,entornolosojos,penosamentedeslumbrada.¿Noesperabaacasosumirmeenlapenumbra?
—Avisaréalaseñora—insinúaelcriadoysealeja.¿La señora? ¿Qué señora? Paseo unamirada ami alrededor. ¿Y esta casa, qué
tienequeverconlademissueños?Haymueblesdemalgusto,telaschillonas,yenunrincóncuelga,deunapercha,unajaulacondoscanarios.Enlasparedes,retratosde gente convencional. Ni un solo retrato en cuya imagen pueda identificar a midesconocido.
Un gemido lejano desgarra el silencio, un gemido tranquilo, un gemidoprolongadoqueparecevenir del piso superior.Me inundauna súbitadulzura.Paraorientarme,cierrolosojosy,comoenaquellalejananochedeamor,subo,atientas,unaescaleraquenotoahoraalfombrada.Andoalolargodeestrechoscorredores,voyhaciaelgemidoqueme llamasiempre.Losientocadavezmáscerca.Empujounaúltimapuertaymiro.
¿Dónde la suavidad del gran lecho y lamelancolía de las viejas cretonas? Lasparedesestántapizadasdelibrosydemapas.Bajounalámpara,yparadofrenteaunatril,hayunniñoestudiandoviolín.
Alpiedelaescalera,elcriadomeespera,respetuoso.—Laseñoranoestá.—¿Ysumarido?—pregunto,desúbito.Unavozglacialmecontesta:—¿Elseñor?Fallecióhacemásdequinceaños.—¡Cómo!—Eraciego.Resbalóenlaescalera.Loencontramosmuerto…Mevoy,huyo.
Conlavagaesperanzadehabermeequivocadodecalle,decasa,continúoerrandoporunaciudadfantasma.Doyvueltasymásvueltas.Quisieraseguirbuscando,peroyaha anochecido y no distingo nada. Además, ¿para qué luchar? Erami destino. Lacasa,ymiamor,ymiaventura, todosehadesvanecidoenlaniebla;algoasícomounagarraardientemetoma,depronto,porlanuca;recuerdoquetengofiebre.
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De nuevo este singular olor a hospital. Daniel y yo cruzamos puertas abiertas apequeñosantrososcurosdondeformasconfusassuspiranyseagitan.
—Dicen que ha perdido mucha sangre —pienso, mientras una enfermera nosintroducealcuartodondeunamujerestápostradaenuncatredehierroblanco.
Regina está tan fea que parece otra. Algunos mechones muy lacios, y comoimpregnadosdesudor,lecuelganhastalamitaddelcuello.Lehancortadoelpelo.Sele transparentan las aletas de la nariz y, sobre la sábana, yace inmóvil una manoextrañamentecrispada.
Meacerco.Reginatienelosojosentornadosyrespiracondificultad.Comoparaacariciarla, toco sumanodescarnada.Mearrepientocasi en seguidademiademánporque,aestelevecontacto,ellarevuelcalacabezadeunladoaotrodelaalmohadaemitiendo un largo quejido. Se incorpora de pronto, pero recae pesadamente y sedesataentoncesenunllantodesesperado.Llamaasuamante,legritapalabrasdeunadesgarradora ternura. Lo insulta, lo amenaza y lo vuelve a llamar. Suplica que ladejen morir, suplica que la hagan vivir para poder verlo, suplica que no lo dejenentrarmientrasellatengaoloraéteryasangre.Yvuelveaprorrumpirenllanto.
Amialrededormurmuranqueviveasí,encontinuaexaltación,desdeelmomentofatalenque…
Elcorazónmedaunvuelco.VeoaReginadesplomándosesobreungran lechotodavíatibio.Melaimaginoaferradaaunhombreytemiendocaerenesevacíoqueseestáabriendobajoellayenelcualsoberbiamentedecidióprecipitarse.Mientraslaizabanal carro ambulancia,bocaarriba en sucamilla, debióveroscilar enel cielotodas las estrellas de esa noche de otoño. Vislumbro en las manos del amante,enloquecidodeterror,dostrenzasquedeuntijeretazohandesprendido,empapadasdesangre.
Ysiento,depronto,queodioaRegina,queenvidiosudolor,sutrágicaaventurayhasta su posible muerte. Me acometen furiosos deseos de acercarme y sacudirladuramente,preguntándoledequésequeja,¡ella,quelohatenidotodo!Amor,vértigoyabandono.
Enelprecisoinstanteenquevoysaliendo,unaambulanciaentraalhospital.Meaprieto contra la pared, para dejarla pasarmientras algunas voces resuenan bajo labóvedadelportón…«Unmuchacho,loarrollóunautomóvil…»
El hecho de lanzarse bajo las ruedas de un vehículo requiere una especie deinconsciencia.Cerrarélosojosytratarédenopensarduranteunsegundo.
Dos manos que me parecen brutales me atraen vigorosamente hacia atrás. Unatrombadevientoydeestrépitoseescurredelantedemí.Tambaleoymeapoyocontraelpechodelimprudentequehacreídosalvarme.
Aturdida, levanto la cabeza. Entreveo la cara roja y marchita de un extraño.Luegome aparto violentamente, porque reconozco amimarido.Hace años que lo
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miraba sin verlo. ¡Qué viejo lo encuentro, de pronto! ¿Es posible que sea yo lacompañeradeestehombremaduro?Recuerdo,sinembargo,queéramosdelamismaedadcuandonoscasamos.
Me asalta la visión de mi cuerpo desnudo, y extendido sobre una mesa en laMorgue.Carnesmustiasypegadasaunestrechoesqueleto,unvientresumidoentrelascaderas…Elsuicidiodeunamujercasivieja,quécosarepugnanteeinútil.¿Mivida no es acaso ya el comienzo de la muerte? Morir para rehuir ¿qué nuevasdecepciones? ¿Qué nuevos dolores? Hace algunos años hubiera sido, tal vez,razonable destruir, en un solo impulso de rebeldía, todas las fuerzas en míacumuladas,paranoverlasconsumirse,inactivas.Peroundestinoimplacablemeharobado hasta el derecho de buscar la muerte, me ha ido acorralando lentamente,insensiblemente,aunavejezsinfervores,sinrecuerdos…sinpasado.
Danielme toma del brazo y echa a andar con lamayor naturalidad. Parece nohaberdadoningunaimportanciaalincidente.Recuerdolanochedenuestraboda…Asuvez,élfinge,ahora,unaabsolutaignoranciademidolor.Talvezseamejor,pienso,ylosigo.
Lo sigopara llevar a cabouna infinidaddepequeñosmenesteres; para cumplircon una infinidad de frivolidades amenas; para llorar por costumbre y sonreír pordeber.Losigoparavivircorrectamente,paramorircorrectamente,algúndía.
Alrededor de nosotros, la niebla presta a las cosas un carácter de inmovilidaddefinitiva.
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ELÁRBOL
A Nina Anguita, gran artista, mágica amiga que supo dar vida yrealidadamiárbolimaginado,dedicoelcuentoque,sinsaber,escribíparaellamuchoantesdeconocerla.
El pianista se sienta, tose por prejuicio y se concentra un instante. Las luces enracimo que alumbran la sala declinan lentamente hasta detenerse en un resplandormortecinodebrasa,altiempoqueunafrasemusicalcomienzaasubirenelsilencio,adesenvolverse,clara,estrechayjuiciosamentecaprichosa.
«Mozart,talvez»,piensaBrígida.Comodecostumbresehaolvidadodepedirelprograma.«Mozart,talvez,oScarlatti…»¡Sabíatanpocamúsica!Ynoeraporquenotuvieseoídoniafición.Deniñafueellaquienreclamóleccionesdepiano;nadienecesitó imponérselas, como a sus hermanas. Sus hermanas, sin embargo, tocabanahora correctamente y descifraban a primera vista, en tanto que ella… Ella habíaabandonadolosestudiosalañodeiniciarlos.Larazóndesuinconsecuenciaeratansencilla como vergonzosa: jamás había conseguido aprender la llave de Fa, jamás.«No comprendo, no me alcanza la memoria más que para la llave de Sol.» ¡Laindignación de su padre! «¡A cualquiera le doy esta carga de un infeliz viudo convariashijasqueeducar!¡PobreCarmen!SeguramentehabríasufridoporBrígida.Esretardadaestacriatura.»
Brígidaera lamenordeseisniñas todasdiferentesdecarácter.Cuandoelpadrellegabaporfinasusextahija,lohacíatanperplejoyagotadoporlascincoprimerasque prefería simplificarse el día declarándola retardada. «No voy a lucharmás, esinútil.Déjenla.Sinoquiereestudiar,quenoestudie.Silegustapasarseenlacocina,oyendocuentosdeánimas,alláella.Silegustanlasmuñecasalosdieciséisaños,quejuegue.» Y Brígida había conservado sus muñecas y permanecido totalmenteignorante.
¡Qué agradable es ser ignorante! ¡No saber exactamente quién fue Mozart,desconocersusorígenes,sus influencias, lasparticularidadesdesu técnica!Dejarsesolamentellevarporéldelamano,comoahora.
YMozart la lleva, en efecto.La llevaporunpuente suspendido sobreun aguacristalinaquecorreenunlechodearenarosada.Ellaestávestidadeblanco,conunquitasoldeencaje,complicadoyfinocomounatelaraña,abiertosobreelhombro.
—Estáscadadíamásjoven,Brígida.Ayerencontréatumarido,atuexmarido,quierodecir.Tienetodoelpeloblanco.
Peroellanocontesta,nosedetiene, siguecruzandoelpuentequeMozart lehatendidohaciaeljardíndesusañosjuveniles.
Altossurtidoresenlosqueelaguacanta.Susdieciochoaños,sustrenzascastañasque desatadas le llegaban hasta los tobillos, su tez dorada, sus ojos oscuros tan
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abiertos y como interrogantes. Una pequeña boca de labios carnosos, una sonrisadulce y el cuerpomás liviano y gracioso delmundo. ¿En qué pensaba, sentada albordedelafuente?Ennada.«Estantontacomolinda»,decían.Peroaellanuncaleimportósertontani«planchar»enlosbailes.Unaaunaibanpidiendoenmatrimonioasushermanas.Aellanolapedíanadie.
¡Mozart!Ahoralebrindaunaescalerademármolazulpordondeellabajaentreuna doble fila de lirios de hielo.Y ahora le abre una verja de barrotes con puntasdoradasparaqueellapuedaecharsealcuellodeLuis,elamigoíntimodesupadre.Desdemuyniña,cuandotodoslaabandonaban,corríahaciaLuis.Éllaalzabayellale rodeaba el cuello con los brazos, entre risas que eran como pequeños gorjeos ybesosqueledisparabaaturdidamentesobrelosojos, lafrenteyelpeloyaentoncescanoso (¿es que nunca había sido joven?) como una lluvia desordenada. «Eres uncollar—ledecíaLuis—.Erescomouncollardepájaros.»
Por eso se había casado con él. Porque al lado de aquel hombre solemne ytaciturno no se sentía culpable de ser tal cual era: tonta, juguetona y perezosa. Sí,ahoraquehanpasado tantosañoscomprendequeno sehabíacasadoconLuisporamor;sinembargo,noatinaacomprenderporqué,porquésemarchóellaundía,depronto…
PeroheaquíqueMozartlatomanerviosamentedelamanoy,arrastrándolaenunritmo segundo a segundo más apremiante, la obliga a cruzar el jardín en sentidoinverso,aretomarelpuenteenunacarreraqueescasiunahuida.Yluegodehaberladespojadodelquitasolydelafaldatransparente,lecierralapuertadesupasadoconunacordedulceyfirmealavez,yladejaenunasaladeconciertos,vestidadenegro,aplaudiendomaquinalmenteentantocrecelallamadelaslucesartificiales.
Denuevolapenumbraydenuevoelsilencioprecursor.YahoraBeethovenempiezaaremovereloleajetibiodesusnotasbajounaluna
deprimavera.¡Quélejosseharetiradoelmar!Brígidaseinternaplayaadentrohaciaelmarcontraídoallálejos,refulgenteymanso,peroentonceselmarselevanta,crecetranquilo, viene a su encuentro, la envuelve, y con suaves olas la va empujando,empujando por la espalda hasta hacerle recostar la mejilla sobre el cuerpo de unhombre.Ysealeja,dejándolaolvidadasobreelpechodeLuis.
—Notienescorazón,notienescorazón—solíadecirleaLuis.Latíatanadentroelcorazón de su marido que no pudo oírlo sino rara vez y de modo inesperado—.Nuncaestásconmigocuandoestásamilado—protestabaenlaalcoba,cuandoantesdedormirseélabríaritualmentelosperiódicosdelatarde—.¿Porquétehascasadoconmigo?
—Porque tienes ojos de venadito asustado—contestaba él y la besaba.Y ella,súbitamentealegre,recibíaorgullosasobresuhombroelpesodesucabezacana.¡Oh,esepeloplateadoybrillantedeLuis!
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—Luis,nuncamehascontadodequécoloreraexactamentetupelocuandoeraschico,ynuncamehascontadotampocoloquedijotumadrecuandoteempezaronasalircanasalosquinceaños.¿Quédijo?¿Serió?¿Lloró?¿Ytúestabasorgullosootenías vergüenza?Y en el colegio, tus compañeros, ¿qué decían? Cuéntame, Luis,cuéntame…
—Mañanatecontaré.Tengosueño,Brígida,estoymuycansado.Apagalaluz.Inconscientemente él se apartaba de ella para dormir, y ella inconscientemente,
durante la noche entera, perseguía el hombro de su marido, buscaba su aliento,tratabadevivirbajosualiento,comounaplantaencerradaysedientaquealargasusramasenbuscadeunclimapropicio.
Por lasmañanas,cuando lamucamaabría laspersianas,Luisyanoestabaa sulado.Sehabíalevantadosigilosoysindarle losbuenosdías,por temoralcollardepájarosqueseobstinabaenretenerlofuertementeporloshombros.«Cincominutos,cinco minutos nada más. Tu estudio no va a desaparecer porque te quedes cincominutosmásconmigo,Luis.»
Sus despertares. ¡Ah, qué tristes sus despertares! Pero—era curioso— apenaspasabaasucuartodevestir,sutristezasedisipabacomoporencanto.
Un oleaje bulle, bulle muy lejano, murmura como un mar de hojas. ¿EsBeethoven?No.
Eselárbolpegadoa laventanadelcuartodevestir.Lebastabaentrarparaquesintiesecircularenellaunagransensaciónbienhechora.¡Quécalorhacíasiempreeneldormitoriopor lasmañanas! ¡Yqué luzcruda!Aquí, encambio,enelcuartodevestir,hasta lavistadescansaba,se refrescaba.Lascretonasdesvaídas,elárbolquedesenvolvía sombras como de agua agitada y fría por las paredes, los espejos quedoblabanelfollajeyseahuecabanenunbosqueinfinitoyverde.¡Quéagradableeraesecuarto!Parecíaunmundosumidoenunacuario.¡Cómoparloteabaeseinmensogomero!Todoslospájarosdelbarrioveníanarefugiarseenél.Eraelúnicoárboldeaquellaestrechacalleenpendienteque,desdeuncostadodelaciudad,sedespeñabadirectamentealrío.
—«Estoyocupado.Nopuedoacompañarte…Tengomuchoquehacer,noalcanzoa llegar para el almuerzo… Hola, sí, estoy en el club. Un compromiso. Come yacuéstate…No.Nosé.Másvalequenomeesperes,Brígida.»
—¡Situvieraamigas!—suspirabaella.Perotodoelmundoseaburríaconella.¡Sitratara de ser un poco menos tonta! ¿Pero cómo ganar de un tirón tanto terrenoperdido?Paraserinteligentehayqueempezardesdechica,¿noesverdad?
Asushermanas,sinembargo,losmaridoslasllevabanatodaspartes,peroLuis—¿por qué no había de confesárselo a símisma?— se avergonzaba de ella, de suignorancia,desu timidezyhastadesusdieciochoaños.¿Nolehabíapedidoacasoquedijeraque teníapor lomenosveintiuno,comosi suextrema juventud fueraenellosunatarasecreta?
Ydenoche,¡quécansadoseacostabasiempre!Nuncalaescuchabadeltodo.Le
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sonreía, eso sí, le sonreía con una sonrisa que ella sabíamaquinal.La colmaba decaricias de las que él estaba ausente. ¿Por qué se había casado con ella? Paracontinuarunacostumbre, talvezparaestrechar lavieja relacióndeamistadcon supadre.
Talvezlavidaconsistíaparaloshombresenunaseriedecostumbresconsentidasy continuas. Si alguna llegaba a quebrarse, probablemente se producía eldesbarajuste,elfracaso.Yloshombresempezabanentoncesaerrarporlascallesdelaciudad,asentarseenlosbancosdelasplazas,cadadíapeorvestidosyconlabarbamáscrecida.LavidadeLuis,porlotanto,consistíaenllenarconunaocupacióncadaminuto del día. ¡Cómo no haberlo comprendido antes! Su padre tenía razón aldeclararlaretardada.
—Megustaríavernevaralgunavez,Luis.—EsteveranotellevaréaEuropaycomoalláesinviernopodrásvernevar.—YaséqueesinviernoenEuropacuandoaquíesverano.¡Tanignorantenosoy!A veces, como para despertarlo al arrebato del verdadero amor, ella se echaba
sobresumaridoylocubríadebesos,llorando,llamándolo:—Luis,Luis,Luis…—¿Qué?¿Quétepasa?¿Quéquieres?—Nada.—¿Porquémellamasdeesemodo,entonces?—Pornada,porllamarte.Megustallamarte.Yélsonreía,acogiendoconbenevolenciaaquelnuevojuego.Llegóelverano, suprimerveranodecasada.Nuevasocupaciones impidierona
Luisofrecerleelviajeprometido.—Brígida,elcalorvaasertremendoesteveranoenBuenosAires.¿Porquénote
vasalaestanciacontupadre?—¿Sola?—Yoiríaavertetodaslassemanas,desábadoalunes.Ella se había sentado en la cama, dispuesta a insultar. Pero en vano buscó
palabrashirientesquegritarle.Nosabíanada,nada.Nisiquierainsultar.
—¿Quétepasa?¿Enquépiensas,Brígida?Por primera vez Luis había vuelto sobre sus pasos y se inclinaba sobre ella,
inquieto,dejandopasarlahoradellegadaasudespacho.—Tengo sueño…—había replicado Brígida puerilmente, mientras escondía la
caraenlasalmohadas.Porprimeravezéllahabíallamadodesdeelclubalahoradelalmuerzo.Peroella
habíarehusadosaliralteléfono,esgrimiendorabiosamenteelarmaaquellaquehabíaencontradosinpensarlo:elsilencio.
Esamismanochecomíafrenteasumaridosinlevantarlavista,contraídostodos
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susnervios.—¿Todavíaestásenojada,Brígida?Peroellanoquebróelsilencio.—Biensabesquetequiero,collardepájaros.Peronopuedoestarcontigoatoda
hora. Soy un hombre muy ocupado. Se llega a mi edad hecho un esclavo de milcompromisos.
…—¿Quieresquesalgamosestanoche?……—¿Noquieres?Paciencia.Dime,¿llamóRobertodesdeMontevideo?…—¡Quélindotraje!¿Esnuevo?…—¿Esnuevo,Brígida?Contesta,contéstame…Peroellatampocoestavezquebróelsilencio.Yenseguidaloinesperado,loasombroso,loabsurdo.Luisqueselevantadesu
asiento, tira violentamente la servilleta sobre la mesa y se va de la casa dandoportazos.
Ella se había levantado a su vez, atónita, temblando de indignación por tantainjusticia. «Y yo, y yo—murmura desorientada—, yo que durante casi un año…cuandoporprimeravezmepermitounreproche…¡Ah,mevoy,mevoyestamismanoche!Novolveréapisarnuncamásestacasa…»Yabríaconfurialosarmariosdesucuartodevestir,tirabadesatinadamentelaropaalsuelo.
Fueentoncescuandoalguienoalgogolpeóenloscristalesdelaventana.Había corrido, no supo cómoni con qué insólita valentía, hacia la ventana.La
había abierto. Era el árbol, el gomero que un gran soplo de viento agitaba, el quegolpeabaconsusramaslosvidrios,elquelarequeríadesdeafueracomoparaqueloviera retorcerse hecho una impetuosa llamarada negra bajo el cielo encendido deaquellanochedeverano.
Unpesado aguacero no tardaría en rebotar contra sus frías hojas. ¡Que delicia!Durante toda la noche, ella podría oír la lluvia azotar, escurrirse por las hojas delgomerocomoporloscanalesdemilgoterasfantasiosas.Durantetodalanocheoiríacrujirygemirelviejotroncodelgomerocontándoledelaintemperie,mientrasellaseacurrucaría,voluntariamentefriolenta,entrelassábanasdelampliolecho,muycercadeLuis.
Puñadosdeperlasquelluevenachorrossobreuntechodeplata.Chopin.EstudiosdeFedericoChopin.
¿Durante cuántas semanas se despertó de pronto,muy temprano, apenas sentíaque su marido, ahora también él obstinadamente callado, se había escurrido dellecho?
El cuarto de vestir: la ventana abierta de par en par, un olor a río y a pasto
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flotandoenaquelcuartobienhechor,ylosespejosveladosporunhalodeneblina.Chopin y la lluvia que resbala por las hojas del gomero con ruido de cascada
secreta, y parece empapar hasta las rosas de las cretonas, se entremezclan en suagitadanostalgia.
¿Quéhacerenveranocuandolluevetanto?¿Quedarseeldíaenteroenelcuartofingiendo una convalecencia o una tristeza? Luis había entrado tímidamente unatarde.Sehabíasentadomuytieso.Hubounsilencio.
—Brígida,¿entoncesescierto?¿Yanomequieres?Ellasehabíaalegradodegolpe,estúpidamente.Puedequehubieragritado:«No,
no;tequiero,Luis,tequiero»,siéllehubieradadotiempo,sinohubieseagregado,casideinmediato,consucalmahabitual:
—Entodocaso,nocreoquenosconvengasepararnos,Brígida.Hayquepensarlomucho.
Enellalosimpulsosseabatierontanbruscamentecomosehabíanprecipitado.¡Aquéexaltarseinútilmente!Luislaqueríaconternuraymedida;sialgunavezllegaraaodiarlalaodiaríaconjusticiayprudencia.Yesoeralavida.Seacercóalaventana,apoyólafrentecontraelvidrioglacial.Allíestabaelgomerorecibiendoserenamentela lluvia que lo golpeaba, tranquilo y regular. El cuarto se inmovilizaba en lapenumbra,ordenadoysilencioso.Todoparecíadetenerse,eternoymuynoble.Esoeralavida.Yhabíaciertagrandezaenaceptarlaasí,mediocre,comoalgodefinitivo,irremediable.Mientrasdelfondodelascosasparecíabrotarysubirunamelodíadepalabrasgravesylentasqueellasequedóescuchando:«Siempre.»«Nunca»…
Yasípasanlashoras,losdíasylosaños.¡Siempre!¡Nunca!¡Lavida,lavida!Alrecobrarsecayóencuentaquesumaridosehabíaescurridodelcuarto.¡Siempre! ¡Nunca!…Y la lluvia, secreta e igual, aúncontinuaba susurrandoen
Chopin.
El verano deshojaba su ardiente calendario. Caían páginas luminosas yenceguecedorascomoespadasdeoro,ypáginasdeunahumedadmalsanacomoelaliento de los pantanos; caían páginas de furiosa y breve tormenta, y páginas deviento caluroso, del viento que trae el «clavel del aire» y lo cuelga del inmensogomero.
Algunosniños solían jugar al escondite entre las enormes raíces convulsas quelevantaban lasbaldosasde la acera, y el árbol se llenabade risasyde cuchicheos.Entoncesellaseasomabaalaventanaygolpeabalasmanos;losniñossedispersabanasustados,sinrepararensusonrisadeniñaqueasuvezdeseaparticipareneljuego.
Solitaria, permanecía largo rato acodada en la ventana mirando el oscilar delfollaje—siemprecorríaalgunabrisaenaquellacallequesedespeñabadirectamentehasta el río— y era como hundir la mirada en un agua movediza o en el fuegoinquieto de una chimenea.Una podía pasarse así las horasmuertas, vacía de todo
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pensamiento,atontadadebienestar.Apenasel cuartoempezabaa llenarsedelhumodelcrepúsculoellaencendía la
primera lámpara, y la primera lámpara resplandecía en los espejos, semultiplicabacomounaluciérnagadeseosadeprecipitarlanoche.
Ynocheanochedormitabajuntoasumarido,sufriendoporrachas.Perocuandosudolorsecondensabahastaherirlacomounpuntazo,cuandolaasediabaundeseodemasiado imperioso de despertar a Luis para pegarle o acariciarlo, se escurría depuntillas hacia el cuarto de vestir y abría la ventana. El cuarto se llenabainstantáneamente de discretos ruidos y discretas presencias, de pisadasmisteriosas,dealeteos,desutileschasquidosvegetales,deldulcegemidodeungrilloescondidobajolacortezadelgomerosumidoenlasestrellasdeunacalurosanocheestival.
Su fiebre decaía amedida que sus pies desnudos se iban helando poco a pocosobrelaestera.Nosabíaporquéleeratanfácilsufrirenaquelcuarto.
MelancolíadeChopinengranandounestudio trasotro, engranandounamelancolíatrasotra,imperturbable.
Yvinoelotoño.Lashojassecasrevoloteabanuninstanteantesderodarsobreelcésped del estrecho jardín, sobre la acera de la calle en pendiente. Las hojas sedesprendían y caían… La cima del gomero permanecía verde, pero por debajo elárbolenrojecía,seensombrecíacomoelforrogastadodeunasuntuosacapadebaile.Yelcuartoparecíaahorasumidoenunacopadeorotriste.
Echadasobreeldiván,ellaesperabapacientementelahoradelacena,lallegadaimprobable de Luis. Había vuelto a hablarle, había vuelto a ser su mujer, sinentusiasmoy sin ira.Yano lo quería. Pero ya no sufría. Por el contrario, se habíaapoderadodeellaunainesperadasensacióndeplenitud,deplacidez.Yanadieninadapodríaherirla.Puedeque laverdadera felicidadesté en la conviccióndeque sehaperdidoirremediablementelafelicidad.Entoncesempezamosamovernosporlavidasinesperanzasnimiedos,capacesdegozarporfintodoslospequeñosgoces,quesonlosmásperdurables.
Un estruendo feroz, luego una llamarada blanca que la echa hacia atrás todatemblorosa.
¿Eselentreacto?No.Eselgomero,ellalosabe.Lo habían abatido de un solo hachazo. Ella no pudo oír los trabajos que
empezaron muy de mañana. «Las raíces levantaban las baldosas de la acera yentonces,naturalmente,lacomisióndevecinos…»
Encandilada se ha llevado las manos a los ojos. Cuando recobra la vista seincorporaymiraasualrededor.¿Quémira?
¿Lasaladeconciertobruscamenteiluminada,lagentequesedispersa?No.Haquedadoaprisionadaenlasredesdesupasado,nopuedesalirdelcuarto
devestir.Desucuartodevestirinvadidoporunaluzblancaaterradora.Eracomosi
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hubieran arrancado el techo de cuajo; una luz cruda entraba por todos lados, se lemetíaporlosporos,laquemabadefrío.Ytodoloveíaalaluzdeesafríaluz.Luis,sucaraarrugada,susmanosquesurcangruesasvenasdesteñidas,y lascretonasdecoloreschillones.
Despavorida ha corrido hacia la ventana. La ventana abre ahora directamentesobreunacalleestrecha,tanestrechaquesucuartoseestrellacasicontralafachadadeunrascacielosdeslumbrante.Enlaplantabaja,vidrierasymásvidrierasllenasdefrascos.En laesquinade lacalle,unahileradeautomóvilesalineados frenteaunaestación de servicio pintada de rojo. Algunos muchachos, en mangas de camisa,pateanunapelotaenmediodelacalzada.
Ytodaaquellafealdadhabíaentradoensusespejos.Dentrodesusespejoshabíaahorabalconesdeníquelytraposcolgadosyjaulasconcanarios.
Lehabíanquitadosuintimidad,susecreto;seencontrabadesnudaenmediodelacalle,desnudajuntoaunmaridoviejoquelevolvíalaespaldaparadormir,quenolehabíadadohijos.Nocomprendecómohastaentoncesnohabíadeseadotenerhijos,cómohabíallegadoaconformarsealaideadequeibaavivirsinhijostodasuvida.No comprende cómo pudo soportar durante un año esa risa de Luis, esa risademasiadojovial,esarisapostizadehombrequesehaadiestradoenlarisaporqueesnecesarioreírendeterminadasocasiones.
¡Mentira!Eranmentiras su resignaciónysuserenidad;queríaamor, sí, amor,yviajesylocuras,yamor,amor…
—Pero,Brígida,¿porquétevas?¿porquétequedabas?—habíapreguntadoLuis.Ahorahabríasabidocontestarle:—¡Elárbol,Luis,elárbol!Handerribadoelgomero.
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TRENZAS
Porquedíaadíalosorgullososhumanosqueahorasomos,tendemosadesprendernosdenuestrolimboinicial,esquelasmujeresnocuidanniaprecianyadesustrenzas.
Positivas,ignoranaldesprendersedeéstas,ponenatajoalasmágicascorrientesquebrotandelcorazónmismodelatierra.
Porque la cabellerade lamujer arrancadesde lomásprofundoymisterioso;desdeallídondenacey tiembla laprimeraburbuja;queesdesdeallíquesedesenvuelve,luchaycreceentremuchasyenmarañadasfuerzas,hastalasuperficiedelovegetal,delaireyhastalasfrentesprivilegiadasqueellaeligiera.
¡LasobscurasylustrosastrenzasdeIsolde,princesadeIrlanda,noabsorbieronacasoesa primera burbuja en tanto sus labios bebieran la primera gota de aquel filtroencantado!
¿Nofueacasoa lo largodeesas trenzasque lasraícesdeaquel filtroescurriéronseveloceshaciasuhumanodestino?Porquequiénhadedudarjamásdequecabelleraalgunagozaradetalrumordefuentessubterráneas,deuntalsuspirardebrisasydehojas.Rumorysuspirarqueenesasnochessuyasdeamoryluna,Tristándestrenzabaafindeescucharextasiadoelcantolejano,persistenteysecreto…elcantonaturaldeaquellacabellera.
Yséydebodecirlo,quehastacuandoIsoldedormía,sucabelleraseguíaalentandoentreabierta,ya seaen laalmohadadel castillodeTintajel,ya seaen los trigosdeldestierro… y florecía de flores extrañas que ella arrancara atemorizada a cadaamanecer.
YlasrubiastrenzasdeMelisanda,máslargasquesumismocuerpodelicado.
Trenzasquealinclinarseimprudentes,unatardecerdeotoño,descolgáronsetorreónabajo,sobreloshombrosfuertesdelpropiohermanodelRey…sumarido.
Melisanda, gritaPelleas espantado.Luego estremecidoy dejandopor fin hablar sucorazón… Melisanda murmura… tus trenzas, tus trenzas que al fin puedo tocar,besar,envolvermeconellas.
Por respuesta sólo un suspiro desde lo alto del torreón. Las trenzas habían yaconfesado sin saberlo, esa verdad tímida y ardiente, que su dueña llevaba tan bienescondidadentrodesucorazón.
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¡Y por qué no recordar ahora las trenzas de nuestra dulce María de Jorge Isaac!Trenzassegadasyenvueltaseneldelantalazulconqueellaregarasupequeñorincóndejardín.
Trenzaspicoteadasdemariposas secas y de recuerdos con las queEfraíndurmierabajolaalmohadasularganochedecongoja.
Trenzasmuertas,aunquetestamentovivoque loobligaraaseguirviviendo,aunquemásnofuerapararecordarla.
LaoctavamujerdeBarbaAzul…¿lahabéisolvidado?ydecómosuextravaganteyseveromaridoalemprenderinesperadoviajeconfiaraasutraviesaesposalasllavesyaccesoa todas lasestanciasde la suntuosayvastamansión, salvoprohibiéndoleelhacer uso de aquella diminuta y mohosa que llevara a la última pieza de unabandonadoydesalfombradocorredor.
Demásestáexplicarqueduranteesabienvenidaausenciamarital,enmediodetantadiversión, amigas reidoras y airosos festejantes, el juego que más la intrigara ytentara, fuera el único juego prohibido. El de introducir en la correspondientecerraduralamisteriosallavecilladeaquelíntimocuartoabandonado.
Muy sabido es que tanto en lasmujeres como en los gatos, la curiosidad siempretriunfósobretodaotrapasión.Asípues,cuandoalregresointempestivodesuamoyseñor, la esposa desobediente hubo de hacerle temblorosa entrega del manojo dellaves, entre éstas aunque maliciosamente disimulada, el temible caballero ladescubriónosólomohosa…,sinoademástintaensangre.
«Vos, señora, me habéis traicionado—rugió—, no le queda otro destino que ir areunirseconsustristesamigasalfinaldelcorredor.»
Dichoestodesenvainósuespada…
¿Y a qué viene este cuento que conocemos desde nuestra más tierna infancia, seestaránpreguntandoustedes?Ennadatienequevercontrenzaalguna…
¡Sí que la tiene! —respondo con fuerza. No comprenden ustedes que no fue lapequeñísimatreguaqueel indignadomaridoconcedieraasu inconscienteesposa,afin de que orara por última vez; ni tampoco fueran los ayes ni llamados queAnaaterrorizadalanzaradesdelatorrepidiendoauxilioparasuhermana.
Y ni siquiera el cabalgar desaforado y caprichoso que en esos momentos doshermanosguerrerosemprendíandevisitahaciaelcastillo.
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No,nadadetodoaquellofueloquelasalvara.
Fueronsustrenzasynadamásquesustrenzascomplicadamentepeinadasencienymássedosasycaprichosasculebras, lasquecuandoel implacablemarido laecharabrutalmenteasuspies,a findecumplirsucometido, lasque trabaronyentrabaronsusdedoscriminales,enredándoseasímismoendesesperadamadejaalolargodelfilo de su espada, obstinándose en proteger esa nuca delicada hasta la irrupciónprovidencial de los dos dichos guerreros, también hermanos muy queridos,previamenteinvitadospornuestrapobrecuriosa.
Asípues,noenvanodurantedieciochoinocentesyalegresabriles,esamuchachaquefueraluegolainsensatacastellanayúltimamujerdeBarbaAzul,cepillaracantandoesasucabellera,comunicándolevigoryhermosura.
«Eramuypálidaasícomo lasmujeresque tienen lacabelleramuy larga»,describeBalzac,aunadesusenigmáticasheroínas.
Ynoerauncaprichoverbal.
Porque Balzac hubo sin duda alguna de intuir desde siempre esa correspondenciaíntimaquesueleestablecerseentrelosseresyelhondomisteriodelatierra.
Y aquí estoy para comprobar e ilustrar esa afirmación suya con el extrañoacontecimientopresenciadoyvividonomuchosañosha,portantosdenosotros.
¡Aquédarnombresnilugares!Quienesloconocenlosaben;losdemás,bienpuedenadivinarlos.
Doshermanas.
Final de una larga, brillante, poderosa familia, aunque siempre acosada porescondidaspasiones,muertesinesperadas,suicidios.
Lahermanamayor,marchitayadesdemuyjovenrecortóseelpelo,vistióponchodevicuña y a pesar de las afligidas protestas de sus mundanos padres, retiróse alinmensofundodelsur,queellamismasededicaraaadministrarconmanodehierro.LoscampesinosrefinadosnotardaronenllamarlalaAmazona.Eratercaperojusta.Feaperodeporteatrayenteysonrisagenerosa.Solterona…nadiesabeporqué.
Lamenor por el contrario, era viuda por su propia voluntad demujer herida en elorgullodesucorazón.Erabellaenextremoaunqueigualmentefrágildesalud.
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Tambiénellavivíasola,peroenlaantiguamansióndelafamiliaenlaciudad.Teníaunavozsuave,ojoscastaños-tranquilos,perolatrenzarojaqueapretabaenpeinadoalrededordesupequeñacabeza,arrojabaviolentosfulgoressobresutezpálida.
Sí,eraunamujerdulceyterrible.Seenamorabayamabaperdidamente.
Todoempezóenelfundoesanochedeotoño,enlacualelguardabosquebajaraalahondonadagritando:«¡Incendio!»
Hacía rato sin embargo, que con la frente pegada a los cristales de su ventana, laAmazona observaba intrigada aquel precoz purpúreo amanecer, despuntando alláarriba,dentrodeloscerrosdelapropiedad…consucalmadesiempredioórdenesalpersonaldelascasas,pidiósucaballoyseencaminóhaciaelincendio,encompañíadesusmayordomos.
Entretanto en la ciudad, la hermana menor, devuelta de un baile, yacía sobre laalfombradelsalón,presadeunsúbitodesmayo.
Sus festejantes idos, sus servidores dormidos y ella por primera vez, sumergida,abandonadaenlasombradeloscandelabrosquehubieraempezadoaapagar.Cualsimalcómplice,aquella ráfagadevientohelado,ahora soplandoyestremeciendo loscortinajesdelosaltosbalcones,entreabriéndolosparairainstalarsesobrelafrente,hombrosypechosdescubiertosdelaindefensa.
Enel fundodelsur laAmazonaysuséquitoascendíancuestas,adentrándoseenelbosque y sus incendios.Otro soplo, éste ardiente y acre, barría en contra de ellos,bandadasdehojaschamuscadas,depájarosenceguecidosydenidosinflamados.
Sabiéndosevencidadeantemano.¡Quiénlograríaydequémaneraretenerlafuriadeesallamarada!
La Amazona sentada en el tronco de un árbol muerto y caído ha muchos años,resignadaestoicamentealespectáculodelacatástrofe,conlatétricadignidadconqueunmagnateultrajadoasistealsaqueoydestruccióndesusbienes.
Elbosqueardíasinruidoyante laAmazonaimpasible losárbolescaíanunoaunosilenciosamente y ella contemplaba como en sueño encenderse, ennegrecerse ydesmoronarse galería por galería las columnas silvestres de aquella catedralfamiliar…permitiéndoserecordar,pensarysufrirporprimeravez…
Eseenormeavellanoconsumiéndose…¿noerabajosuavalanchadesecosfrutosquesushermanosyniñerassereuníanparasaborearelpicniccodiciado?
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Y tras aquel gigantesco tronco… árbol cuyo nombre olvido, venía a escondersedespuésdesusfechorías…yaquellaspobrecitascallampastemblorosas,quebajoelcedro arrancaran u hollaran sin piedad…y aquel eucalipto del que se abrazara—jovencita—llorandoestúpidamentealcomprenderysentirladesilusiónprimera,esapenaquenoconfesónunca,esapenaquelaincitaraacortarseelpelo,convertirseenlaAmazonayresolverseanoamardeamornunca…nunca…
Allá en la ciudad, despuntaba el alba, sobre la alfombra del cuerpo inerte de lahermana—laqueseatreviósiempreaamar—,hundiéndosepor levesespasmosenaquelloque llaman lamuerte…perocomonadiesabía,noseencontróanadiequepudiera intervenir a tiempopara rescatar a esa roja trenzaquepersistía aún tras sulocanochedebaile.
Ydeprontoalláabajoenel fundofueelderrumbefinal,eléxodode losvalerososcaballosquevolvíanconelpelajeycrineserizados,salvandoellosasusjinetessemi-asfixiados.
Delinmensobosqueenruinas,empezaronabrotarenormeslenguasdehumo,tantasytanderechascomoárbolessehabíanerguidoenelmismositio.
Duranteunbreveinstante,aquelfantasmadebosqueoscilóyviviófrenteasudueñayservidoresquelloraban.Ellano.
Luegoescombros,cenizasysilencio.
Cuandoenlaciudad,vinieronacerrarlosbalconesylevantaronalamuyfrágilparaextenderla sobre el lecho tratando vanamente de reanimarla, de abrigarla, ya eratarde.
Elmédicoaseguróquehabíaagonizadolanocheentera.
Peroelbosquehubodeagonizarymorir juntoconellaysucabellera,cuyasraíceseranlasmismas.
Lasverdesenredaderasqueseenroscanalosárboles,lasdulcesalgasasusrocas,soncabelleras desmadejadas, son la palabra, el venir y aletear de la naturaleza, son sualegría y melancolía, son su expresión por medio de la cual la naturaleza infiltraconfusamentesumagiaysaberalosseres.
Yesporesoquelasmujeresdeahoraaldesprendersedesustrenzashanperdidosufuerzaadivinaynotienenpremoniciones,nigocesabsurdos,nipodermagnético.
Ysussueñosnosonahorasinounatristemareaquetraeyretraeimágenescansadaso
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algunaqueotradomésticapesadilla.
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LOSECRETO
Sémuchascosasquenadiesabe.Conozco del mar, de la tierra y del cielo infinidad de secretos pequeños y
mágicos.Estavez,sinembargo,nocontarésinodelmar.Aguasabajo,másabajodelahondaydensazonadetinieblas,elocéanovuelvea
iluminarse. Una luz dorada brota de gigantescas esponjas, refulgentes y amarillascomosoles.
Todaclasedeplantasyde seresheladosvivenallí sumidosenesa luzdeestíoglacial,eterno…
Actiniasverdesy rojasseaprietanenanchospradosa losqueseentrelazan lastransparentes medusas que no rompieran aún sus amarras para emprender por losmaressudestinoerrabundo.
Duros corales blancos se enmarañan en matorrales extáticos por donde seescurrenpecesdeun terciopelosombríoqueseabrenycierranblandamente,comoflores.
Veohipocampos.Es decir, diminutos corceles demar, cuyas crines de algas seesparcenenlentaaureolaalrededordeelloscuandogalopansilenciosos.
Yséquesisellegaraalevantarciertascaracolasgrisesdeformaanodinapuedeencontrarsedebajoaunasirenitallorando.
Y ahora recuerdo, recuerdo cuando de niños, saltando de roca en roca,refrenábamos nuestro impulso al borde imprevisto de un estrecho desfiladero.Desfiladero dentro del cual las olas al retirarse dejaran atrás un largo manto realhecho de espuma, de una espuma irisada, recalcitrante en morir y que susurraba,susurraba…algoasícomounmensaje.
¿Entendieronustedesentonceselsentidodeaquelmensaje?Nolosé.Pormipartedeboconfesarqueloentendí.Entendí que era el secreto de su noble origen que aquella clase demoribundas
espumastratabandesuspirarnosaloído…—Lejos, lejos y profundo —nos confiaban— existe un volcán submarino en
constante erupción. Noche y día su cráter hierve incansable y soplando espesasburbujasdelavaplateadahacialasuperficiedelasaguas…
Pero el principal objetivo de estas breves líneas es contarles de un extraño,ignoradosuceso,acaecidoigualmentealláenlobajo.
Eslahistoriadeunbarcopirataquesiglosatrásrodaraabsorbidoporlaescaleradeunremolino,yquesiguieraviajandomarabajoentreignotascorrientesyarrecifessumergidos.
Furiosos pulpos abrazábanse mansamente a sus mástiles, como para guiarlo,mientras las esquivas estrellas de mar anidaban palpitantes y confiadas en sus
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bodegas.Volviendo al fin de su largo desmayo, el Capitán Pirata, de un solo rugido,
despertóasugente.Ordenólevarancla.Y en tanto, saliendo de su estupor, todos corrieron afanados, el Capitán en su
torre,nobienpasearaunasegundamiradasobreelpaisaje,empezóamaldecir.Elbarcohabíaencalladoenlasarenasdeunaplayainterminable,queuntranquilo
clarodeluna,colorverde-umbrío,bañabaporparejo.Sinembargohabíaaúnpeor:Pordoquierarevolvieseellargavistaalrededordelbuquenoencontrabamar.—CondenadoMar—vociferó—.MalditasmareasquemanejaelmismoDiablo.
Malrayolasparta.Dejarnostiradoscostaadentro…paravolverarecogernosquiénsabeaquésiniestramalvenidahora…
Airado,volcófrenteytelevistahaciaarriba,buscandocielo,estrellasyelcuarteldeservicioenquevelaraesalunadenefandoresplandor.
Peronoencontrócielo,niestrellas,nivisiblecuartel.Por Satanás. Si aquello arriba parecía algo ciego, sordo y mudo… Si era
exactamenteelreflejoinvertidodeaqueldemoníaco,arenosodesiertoenquehabíanencallado…
Y ahora, para colmo, esta última extravagancia. Inmóviles, silenciosas, lasfrondosasvelasnegras,orgullodesubarco,henchidasalláenlosmástilescuananchoeran…yesoquenocorríaelmenorsoplodeviento.
—A tierra. A tierra la gente—se le oye tronar por el barco entero—. Cargarpuñales,salvavidas.Yareconocerlacosta.
La plancha prestamente echada, una tripulación medio sonámbula desembarcadócilmente;suCapitánúltimoenfila,armadefuegoenmano.
Laarenaquehollaran,hundiéndosecasialtobillo,erafina,sedosa…ymuyfría.Dosbandos.UnomarchaalEste.Elotro,alOeste.AmbosenbuscadelMar.Ha
ordenadoelCapitán.Pero.—Alto—vociferadeteniendoeltrotedesparramadodesugente—.ElChicoacá
deguardarrelevo.Ylosotrosproseguir.Adelante.Y El Chico, un muchachito hijo de honestos pescadores, que frenético de
aventurasyfechoríassehabíaescapadoparaembarcarseen«ElTerrible»(queeraelnombredelbarcopirata,asícomoelnombredesucapitán),acatandoórdenes,vuelvesobresuspasos,lafrentebajaycomoobservandoycontandocadaunodeellos.
—Vayaellerdo…elpatizambo…eltortuga—retaelPirataunavezalmuchachofrenteaél;tanpequeñoapesardesusquinceaños,queapenassillegaalashebillasdeoromacizodesucinturónsalpicadodesangre.
Niños a bordo—piensa de pronto, acometido por un desagradable, indefiniblemalestar.
—MiCapitán—diceenaquelmomentoElChico,lavozmuyqueda—,¿nosehafijadoustedqueenestaarenalospiesnodejanhuella?
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—¿Niquelasvelasdemibarcoechansombra?—replicaéste,secoybrutal.Luego su cólera parece apaciguarse de a poco ante la mirada ingenua,
interroganteconqueElChicoseobstinaenbuscarlasuya.—Vamos, hijo —masculla, apoyando su ruda mano sobre el hombro del
muchacho—.Elmarnohadetardar…—Sí,señor—murmuraelniño,comoquiendice:Gracias.Gracias.Lapalabraprohibida.Antesquemarseloslabios.LeydePirata.¿DijeGracias?—sepreguntaElChico,sobresaltado.¡Lollamé:hijo!—piensaestupefactoelCapitán.—MiCapitán—habladenuevoElChico—,enelmomentodelnaufragio…AquíelPirataparpadeayseenderezabrusco.—… del accidente, quise decir, yo me hallaba en las bodegas. Cuando me
recobro,¿quécreeusted?Melasencuentrorepletasdelosbichosmásasquerososquehevisto…
—¿Quéclasedebichos?—Bueno,deestrellasdemar…perovivas.Danunasco.Silatencomovísceras
de humano recién destripado… Y se movían de un lado para otro buscándose,amontonándoseyhastatratandodeatracárseme…
—Ja.Ytúasustado,¿eh?—Yo,más rápido que anguila,me lancé a abrir puertas, escotillas y todo; y a
patadasyescobazosempecéabarrerlas fuera. ¡Cómocorrían torcidoescurriéndoseporlaarena!Sinembargo,miCapitán,tengoquedecirlealgo…yesquenoté…queellassídejabanhuellas…
ElTerriblenocontesta.Y ladoa ladoambospermanecenerguidosbajoesamortecinaverde luzqueno
sabetitilar,anteunsilenciotansineco,tancompleto,quederepenteempiezanaoír.A oír y sentir dentro de ellos mismos el surgir y ascender de una marea
desconocida.Lamareadeunsentimientodelquenoatinanaencontrarelnombre.Unsentimientocienvecesmásdestructivoquelaira,elodiooelpavor.Unsentimientoordenado,nocturno,roedor.Yelcorazónaélentregado,pacienteyresignado.
—Tristeza—murmuraalfinElChico,sinsaberlo.Palabrasopladaasuoído.Yentonces,enérgico,tratandodesacudirseaquellapesadilla,elCapitánvuelvea
aferrarsedelgritoydelmalhumor.—Chico, basta. Y hablemos claro. Tú, con nosotros, aprendiste a asaltar,
apuñalar,robareincendiar…,sinembargo,nuncateoíblasfemar.Pausabreve,luegobajandolavoz,elPiratapreguntaconsencillez.—Chico,dime,túhasdesaber…¿Endóndecreestúqueestamos?—Ahídondeustedpiensa,miCapitán—contestarespetuosamenteelmuchacho.—Puesamilmillonesdepiesbajoelmar,caray—estallaelviejoPirataenuna
deesassusfamosas,estrepitosascarcajadas,quecortasúbito,casideraíz.Porque aquello que quiso ser carcajada resonó tremendo gemido, clamor de
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afliccióndealguienque,dentrodesupropiopecho,estuvierausurpandosurisaysusentir;dealguiendesesperadoyardiendoendeseodealgoquesabeirremisiblementeperdido.
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LASISLASNUEVAS
Todalanocheelvientohabíagalopadoadiestroysiniestroporlapampa,bramando,apoyando siempre sobre una sola nota. A ratos cercaba la casa, se metía por lasrendijasdelaspuertasydelasventanasyrevolvíalostulesdelmosquitero.
A cada vez Yolanda encendía la luz, que titubeaba, resistía un momento y seapagabadenuevo.Cuandosuhermanoentróenelcuarto,alamanecer, laencontrórecostadasobreelhombroizquierdo,respirandocondificultadygimiendo.
—¡Yolanda!¡Yolanda!El llamado la incorporóenel lecho.ParapodermiraraFedericoseparóyechó
sobrelaespaldalaoscuracabellera.—Yolanda,¿soñabas?—Ohsí,sueñoshorribles.—¿Porquéduermessiempresobreelcorazón?Esmalo.—Yalosé.¿Quéhoraes?¿Adóndevastantempranoyconesteviento?—Alaslagunas.Parecequehayotraislanueva.Yavancuatro.De«LaFigura»
hanvenidoaverlas.Tendremosgente.Queríaavisarte.Sin cambiar de postura,Yolanda observó a su hermano—unhombre canoso y
flaco—alquelasaltasbotasajustadasprestabanunaspectojuvenil.¡Quéabsurdos,los hombres! Siempre en movimiento, siempre dispuestos a interesarse por todo.Cuandoseacuestandejandichoquelosdespiertenalrayarelalba.Siseacercanalachimeneapermanecendepie, listosparahuiralotroextremodelcuarto, listosparahuirsiemprehaciacosasfútiles.Ytosen,fuman,hablanfuerte,temerososdelsilenciocomodeunenemigoquealmenordescuidopudieraecharsesobreellos,adherirseaelloseinvadirlossinremedio.
—Estábien,Federico.—Hastaluego.UngolpesecodelapuertayyalasespuelasdeFedericosuenanalejándosesobre
las baldosas del corredor. Yolanda cierra de nuevo los ojos y delicadamente, coninfinitasprecauciones,serecuestaenlasalmohadas,sobreelhombroizquierdo,sobreelcorazón;seahoga,suspirayvuelveacaereninquietossueños.Sueñosdelosque,mañanaamañana,sedesprendepálida,extenuada,comosisehubierabatidolanocheenteraconelinsomnio.
Mientrastanto,losdelaestancia«LaFigura»sehabíandetenidoalbordedelaslagunas. Amanecía. Bajo un cielo revuelto, allá, contra el horizonte, divisaban lasislasnuevas,humeantesaúndelesfuerzoquedebieronhacerparasubirdequiénsabequéestratificacionesprofundas.
—¡Cuatro,cuatroislasnuevas!—gritaban.Elvientonoamainóhastaelanochecer,cuandoyanosepodíacazar.Do,re,mi,fa,sol,la,si,do…Do,re,mi,fa,sol,la,si,do…Las notas suben y caen, trepan y caen redondas y límpidas como burbujas de
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vidrio.Desdelacasaachatadaalolejosentrelosaltoscipreses,alguienparecetenderhacialoscazadores,quevuelven,unaestrechaescaladeaguasonora.
Do,re,mi,fa,sol,la,si,do…—EsYolandaque estudia—murmuraSilvestre.Y se detiene un instante como
paraajustarsemejorlacarabinaalhombro,perosupesadocuerpotiemblaunpoco.Entreelfollajedelosarbustosseyerguenblancasfloresqueparecenendurecidas
porlahelada.JuanManuelalargalamano.—No hay que tocarlas —le advierte Silvestre—, se ponen amarillas. Son las
cameliasquecultivaYolanda—agregasonriendo—.«Esasonrisahumilde¡quémalle sienta!»—piensa,malévolo, JuanManuel—.Apenasdeja suairealtanero, sevequeesviejo.
Do,re,mi,fa,sol,la,si,do…Do,re,mi,fa,sol,la,si,do…Lacasaestátotalmenteaoscuras,perolasnotassiguenbrotandoregulares.—JuanManuel,¿noconoceustedamihermanaYolanda?Ante la indicación de Federico, la mujer, que envuelta en la penumbra está
sentada al piano, tiende al desconocido unamano que retira en seguida. Luego selevanta, crece, se desenrosca como una preciosa culebra. Es muy alta yextraordinariamentedelgada.JuanManuellasigueconlamirada,mientrassilenciosayrápidaenciendelasprimeraslámparas.Esigualquesunombre:pálida,agudayunpoco salvaje—piensa de pronto. Pero ¿qué tiene de extraño? ¡Ya comprendo!—reflexiona, mientras ella se desliza hacia la puerta y desaparece—. Unos piesdemasiadopequeños.Esraroquepuedasosteneruncuerpotanlargosobreesospiestanpequeños.
…¡Quéestúpidacomida,estacomidaentrehombres,entrediezcazadoresquenohanpodidocazaryquedevoranprecipitadamente,sintenersiquieraunasolahazañadequevanagloriarse!¿YYolanda?¿Porquénopreside lacenayaque lamujerdeFedericoestáenBuenosAires?¡Quéextrañasilueta!¿Fea?¿Bonita?Liviana,esosí,muyliviana.Yesamiradaoscuraybrillante,esealgoagresivo,huidizo…¿Aquién,aquéseparece?
JuanManuelextiende lamanopara tomarsucopa.FrenteaélSilvestrebebeyhablayríefuerte,yparecedesesperado.
Loscazadoresdispersanlasúltimasbrasasagolpesdepalaydetenazas;echancenizasymáscenizassobrelosmúltiplesojosdefuegoqueseempeñanenresurgir,coléricos.Batallafinaleneltediolargodelanoche.
Yahoraelpastoylosárbolesdelparquelosenvuelvenbruscamenteensualientofrío. Pesados insectos aletean contra los cristales del farol que alumbra el largocorredor abierto. Sostenido por Juan Manuel, Silvestre avanza hacia su cuartoresbalandosobrelasbaldosas lustrosasdevapordeagua,comoreciénlavadas.Lossaposhuyentímidamenteasupasoparaacurrucarseenlosrinconesoscuros.
Enelsilencio,elgolpedelasbarrasqueseajustanalaspuertasparecerepetirlosdisparosinútilesdeloscazadoressobrelasislas.Silvestredejacaersupesadocuerpo
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sobreellecho,escondesucarademacradaentrelasmanosyresuellaysuspiraantelamirada irritada de Juan Manuel. Él, que siempre detestó compartir un cuarto conquien sea, tiene ahora que compartirlo con un borracho, y para colmo con unborrachoqueselamenta.
—Oh,JuanManuel,JuanManuel…—¿Quélepasa,donSilvestre?¿Nosesientebien?—Oh,muchacho.¡Quiénpudierasaber,saber,saber!…—¿Saberqué,donSilvestre?—Esto, y acompañando la palabra con el ademán, el viejo toma la cartera del
bolsillodesusacoylatiendeaJuanManuel.—Buscalacarta.Léela.Sí,unacarta.Ésa,sí.Léelaydimesicomprendes.Una letra alta y trémula corre como humo, desbordando casi las cuartillas
amarillentasymanoseadas:«Silvestre:Nopuedocasarmeconusted.Lohepensadomucho,créame.Noesposible,noesposible.Ysinembargo, lequiero,Silvestre, lequieroysufro.Peronopuedo.Olvídeme.Enbaldemepreguntoquépodríasalvarme.Unhijotalvez,unhijoquepesaradulcementedentrodemísiempre;¡perosiempre!¡No verlo jamás crecido, despegado de mí! ¡Yo apoyada siempre en esa pequeñavida, retenida siempre por esa presencia! Lloro, Silvestre, lloro; y no puedoexplicarlenadamás.—YOLANDA.»
—Nocomprendo—balbuceaJuanManuel,presodeunsúbitomalestar.—Yohacetreintaañosquetratodecomprender.Laquería.Túnosabescuántola
quería.Ya nadie quiere así, JuanManuel…Una noche, dos semanas antes de quehubiéramosdecasarnos,memandóestacarta.Enseguidamenegótodaexplicaciónyjamás conseguí verla a solas. Yo dejaba pasar el tiempo. «Esto se arreglará», medecía.Yasísemehaidopasandolavida…
—¿EralamadredeYolanda,donSilvestre?¿SellamabaYolanda,también?—¿Cómo? Hablo de Yolanda. No hay más que una. De Yolanda, que me ha
rechazadodenuevoestanoche.Estanoche,cuandolavi,medije:Talvezahoraquehanpasado tantos añosYolandaquiera, al fin, darmeuna explicación.Pero se fue,comosiempre.ParecequeFedericotratatambiéndehablarle,aveces,detodoesto.Yellaseechaatemblar,yhuye,huyesiempre…
Desde hace unos segundos el sordo rumor de un tren ha despuntado en elhorizonte.YJuanManuel looyeinsistira laparqueelmalestarqueseagitaensucorazón.
—¿Yolandafuesunovia,donSilvestre?—Sí,Yolandafueminovia,minovia…Juan Manuel considera fríamente los gestos desordenados de Silvestre, sus
mejillas congestionadas, su pesado cuerpo de sesentón mal conservado. ¡DonSilvestre,elviejoamigodesupadre,noviodeYolanda!
—Entonces,¿ellanoesunaniña,donSilvestre?Silvestreríeestúpidamente.
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El tren, allá enunpunto fijodelhorizonte, pareceque se empeñara en rodaryrodarunrumorestéril.
—¿Quéedadtiene?—insisteJuanManuel.Silvestresepasalamanoporlafrentetratandodecontar.—Aver,yoteníaenesaépocaveinte,noveintitrés…PeroJuanManuelapenasleoye,aliviadomomentáneamenteporunaconsoladora
reflexión.«¡Importaacasolaedadcuandoseestanprodigiosamentejoven!»—…ellaporconsiguientedebíatener…Lafrasesecortaenun resuello.Ydenuevo renaceenJuanManuel laabsurda
ansiedad que lo mantiene atento a la confidencia que aquel hombre medio ebriodeshilvanadesatinadamente.¡Yesetrenalolejos,comounmovimientoensuspenso,como una amenaza que no se cumple! Es seguramente la palpitación sofocada ycontinua de ese tren lo que lo enerva así.Maquinalmente, como quien busca unasalida, se acerca a la ventana, la abre, y se inclina sobre la noche. Los faros delexpreso, que jadea y jadea allá en el horizonte, rasgan con dos haces de luz lainmensallanura.
—¡Malditotren!¡Cuándopasará!—rezongófuerte.Silvestre,quehavenidoatumbarseasuladoenelalféizardelaventana,aspirael
aireaplenospulmonesyexaminalasdosluces,fijasalolejos.—Vieneenlínearecta,perotardaráunamediahoraenpasar—explica—.Acaba
desalirdeLobos.—«Eslivianaytieneunospiesdemasiadopequeñosparasualtaestatura.»—¿Quéedadtiene,donSilvestre?—Nosé.Mañanatediré.Pero ¿por qué? —reflexiona Juan Manuel—. ¿Qué significa este afán de
preocuparmeypensarenunamujerquenohevistosinounavez?¿Seráqueladeseoya? El tren. ¡Oh, ese rumor monótono, esa respiración interminable del tren queavanzaobstinadoylentoenlapampa!
—¿Quémepasa?—sepreguntaJuanManuel—.Deboestarcansado—piensa,altiempoquecierralaventana.
Mientras tanto, ella está en el extremo del jardín. Está apoyada contra la últimatranqueradelmonte,comosobre labordadeunbuqueancladoen la llanura.Enelcielo, una sola estrella, inmóvil; una estrella pesada y roja que parece lista adescolgarseyhundirseenelespacioinfinito.JuanManuelseapoyaasuladocontralatranquerayjuntoconellaseasomaalapampasumidaenlamortecinaluzsaturnal.Habla.¿Qué ledice?Ledicealoído las frasesdeldestino.Yahora le tomaensusbrazos.Y ahora los brazos que la estrechan por la cintura tiemblan y esbozan unacaricianueva. ¡Vaa tocarleelhombroderecho!¡Se lovaa tocar!Yellasedebate,lucha, se agarra al alambrado para resistir mejor. Y se despierta aferrada a las
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sábanas,ahogadaensollozosysuspiros.Duranteunlargoratosemantieneerguidaenlasalmohadas,coneloídoatento.Y
ahora la casa tiembla, el espejo oscila levemente, y una camelia marchita sedesprendeporlacorolaycaesobrelaalfombraconelruidoblandoypesadoconquecaeríaunfrutomaduro.
Yolanda espera que el tren haya pasado y que se haya cerrado su estela deestrépitoparavolverseadormir,recostadasobreelhombroizquierdo.
¡Malditoviento!Denuevohaemprendidosugalopeaventureropor lapampa.Peroestamañanaloscazadoresnoestándehumorparacontemporizarconél.Echanlosbotes al agua, dispuestos al abordaje de las islas nuevas que allá, en el horizonte,sobrenadandefendidasporuncercovivodepájarosyespuma.
Desembarcanorgullosos, la carabina al hombro; pero una atmósfera ponzoñosalosobligaadetenersecasienseguidaparaenjugarselafrente.Pausabreve,yluegoavanzanpisando,atónitos,hiervasviscosasyunatierracalienteymovediza.Avanzantambaleándoseentreespiralesdegaviotasquesubenybajangraznando.Azotadoenelpechoporelfilodeunala,JuanManuelvacila.Suscompañeroslosostienenporlosbrazosyloarrastrandetrásdeellos.
Y avanzan aún, aplastando, bajo las botas, frenéticos pescados de plata que elaguaabandonósobreellimo.Másallátropiezanconunafloraextraña:sonmatojosde coral sobre los que se precipitan ávidos. Largamente luchan por arrancarlos decuajo,luchanhastaquesusmanossangran.
Lasgaviotaslosencierranenespiralescadavezmásapretados.Lasnubescorrenmuybajasdesmadejandounahileravertiginosadesombras.Unvahoacadainstantemás denso brota del suelo. Todo hierve, se agita, tiembla. Los cazadores tratan envanodemirar,derespirar.Descorazonadosymedrosos,huyen.
Alrededordelafogata,quelospeoneshanencendidoyalimentanconramasdeeucaliptos,esperanencuclillaseldíaenteroaqueelvientoapacigüesufuria.Pero,comoparaexasperarlos,elvientoamainacuandoestáoscureciendo.
Do,re,mi,fa,sol,la,si,do…Denuevoaquellaescalatendidahastaellosdesdelascasas.JuanManuelaguzaeloído.
Do,re,mi,fa,sol, la,si,do…Do,re,mi,fa,sol…Do,re,mi,fa…Do,re,mi,fa…—insisteelpiano.YaquellanotarepetidayrepetidabatecontraelcorazóndeJuanManuelylogolpeaahídondelohabíagolpeadoyheridoporlamañanaelaladelpájarosalvaje.Sinsaberporquéselevantayechaaandarhaciaesanotaquealolejosrepiqueteasincesar,comounallamada.
Ahorasalvalosmacizosdecamelias.Elpianocallabruscamente.Corriendocasi,penetraenelsombríosalón.
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Lachimeneaencendida,elpianoabierto…PeroYolanda,¿dóndeestá?Másalládel jardín, apoyada contra la última tranquera como sobre la borda de un buqueanclado en la llanura. Y ahora se estremece porque oye gotear a sus espaldas lasramasbajasdelospinosremovidasporalguienqueseacercaahurtadillas.¡SifueraJuanManuel!
Vuelvepausadamentelacabeza.Esél.Élencarneyhuesoestavez.¡Oh,sutezmorenaydoradaenelatardecergris!Escomosilosiguierayloenvolvierasiempreunaflechadesol. JuanManuelseapoyaasu lado,contra la tranquera,yseasomaconellaalapampa.Delaguaquebulleescondidabajoellimodelosvastospotrerosempiezaalevantarseelcantodelasranas.Yescomosidesdeelhorizontelanocheseaproximara,agitandomillaresdecascabelesdecristal.
Ahora él lamira y sonríe. ¡Oh, sus dientes apretados y blancos!, deben de serfríos y duros como pedacitos de hielo. ¡Y esa oleada de calor varonil que sedesprende de él, y la alcanza y la penetra de bienestar! ¡Tener que defenderse deaquelbienestar, tenerquesalirdelcírculoquea laparquesusombramueveaquelhombretanhermosoytanfuerte!
—Yolanda…—murmura.Al oír su nombre siente que la intimidad se hace degolpeentreellos. ¡Québienhizoen llamarlaporsunombre!Pareceríaque los ligaahoraun largopasadodedeseo.No tenerpasado.Esoera loque los cohibíay losmanteníaalejados.
—Todalanochehesoñadoconusted,JuanManuel,todalanoche…JuanManuel tiende los brazos; ella no lo rechaza. Lo obliga sólo a enlazarla
castamenteporlacintura.—Me llaman… —gime de pronto, y se desprende y escapa. Las ramas que
remuevenensuhuidarebotanerizadas,arañanelsacoy lamejilladeJuanManuelquesigueaunamujer,desconcertadoporvezprimera.
Está de blanco. Sólo ahora que ella se acerca a su hermano para encenderle lapipa, gravemente,meticulosamente—comodesempeñandouna pequeña ocupacióncotidiana— nota que lleva traje largo. Se ha vestido para cenar con ellos. JuanManuelrecuerdaentoncesquesusbotasestánllenasdebarroyseprecipitahaciasucuarto.
Cuando vuelve al salón encuentra aYolanda sentada en el sofá, de frente a lachimenea.Elfuegoenciende,apagayenciendesuspupilasnegras.Tienelosbrazoscruzadosdetrásdelanuca,yes largayafiladacomounaespada,ocomo…¿comoqué?JuanManuelseesfuerzaenencontrarlaimagenquesientepresayaleteandoensumemoria.
—Lacomidaestáservida.Yolanda se incorpora, sus pupilas se apagan de golpe. Y al pasar le clava
rápidamenteesaspupilasdeunanegrurasintransparencia,ylerozaelpechoconsumanga de tul, como con un ala. Y la imagen afluye por fin al recuerdo de JuanManuel,igualqueunaburbujaaflordeagua.
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—Yaséaquésepareceusted.Separeceaunagaviota.Ungrititoronco,extraño,yYolandasedesplomalargoalargoysinruidosobrela
alfombra.Reinaunmomentodeestupor,deinacción;luegotodosseprecipitanparalevantarla, desmayada. Ahora la transportan sobre el sofá, la acomodan en loscojines,pidenagua.¿Quéhadicho?¿Quélehadicho?
—Le dije… —empieza a explicar Juan Manuel; pero calla bruscamente,sintiéndose culpable de algo que ignora, temiendo, sin saber por qué, revelar unsecreto que no le pertenece. Mientras tanto Yolanda, que ha vuelto en sí, suspiraoprimiéndose el corazón con las dos manos como después de un gran susto. Seincorporaamedias,paraextendersenuevamentesobreelhombroizquierdo.Federicoprotesta.
—No.Noterecuestessobreelcorazón.Esmalo.Ellasonríedébilmente,murmura:«Yalosé.Déjenme».Yhaytantavehemencia
triste,tantocansancioenelademánconquelosdespide,quetodospasansinprotestaralahabitacióncontigua.Todos,salvoJuanManuelquepermanecedepiejuntoalachimenea.
Lívida,inmóvil,Yolandaduermeofingedormirrecostadasobreelcorazón.JuanManuelesperaanhelanteungestodellamadaoderepudioquenosecumple.
Alrayarelalbadeestaterceramadrugadaloscazadoressedetienen,unavezmás,albordede las lagunaspor finapaciguadas.Mudos,contemplan lasuperficie tersadelasaguas.Atónitos,escrutanelhorizontegris.
Lasislasnuevashandesaparecido.Echan los botes al agua. Juan Manuel empuja el suyo con una decisión bien
determinada.Bordea lasviejas islas sindejarse tentar como sus compañerospor lavidaquealientaenellas;esavidahechadechasquidosdealasydejuncos,dearrullosy pequeños gritos, y de ese leve temblor de flores de limo que se despliegansudorosas.Exploradorminucioso,sepierdealolejosyremadeizquierdaaderecha,tratando de encontrar el lugar exacto donde tan sólo ayer asomaban cuatro islasnuevas. ¿Adónde estaba la primera?Aquí.No, allí.No, aquí,más bien. Se inclinasobre el agua para buscarla, convencido sin embargo de que sumirada no lograrájamás seguirla en su caída vertiginosa hacia abajo, seguirla hasta la profundidadoscuradondesehallaconfundidanuevamenteconelfondodefangoydealgas.
En el círculo de un remolino, algo sobreflota, algo blando, incoloro: es unamedusa. JuanManuel se apresura a recogerla en su pañuelo, que ata luegopor lascuatropuntas.
CaelatardecuandoYolanda,alaentradadelmonte,retienesucaballoylesabrela tranquera. Ha echado a andar delante de ellos. Su pesado ropón flotante seengancha a ratos en los arbustos. Y Juan Manuel repara que monta a la antigua,vestida de amazona. La luz declina por segundos, retrocediendo en una gama de
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azules.Algunas urracas de larga cola vuelan graznando un instante y se acurrucanluegoenracimosapretadossobrelasdesnudasramasdelbosqueceniciento.
Degolpe,JuanManuelveungrabadoqueaúncuelgaenelcorredordesuviejaquintadeAdrogué:unaamazonaesbeltaypensativa,entregadaa lavoluntaddesucaballo,pareceerrardesesperanzadaentrelashojassecasyelcrepúsculo.Elcuadrosellama«Otoño»,o«Tristeza»…Norecuerdabien.
Sobreelveladordesucuartoencuentraunacartadesumadre.«Puestoquetúnoestás,yolellevarémañanalasorquídeasaElsa»,escribe.Mañana.Quieredecirhoy.Hoy hace, por consiguiente, cinco años que murió su mujer. ¡Cinco años ya! SellamabaElsa.Nuncapudoélacostumbrarseaquetuvieraunnombretanlindo.«¡Ytellamas Elsa…!», solía decirle en lamitad de un abrazo, como si aquello fuera unmilagro más milagroso que su belleza rubia y su sonrisa plácida. ¡Elsa! ¡Laperfeccióndesusrasgos!¡Suteztransparentedetrásdelaquecorríanlasvenas,finaspinceladas azules! ¡Tantos años de amor! Y luego aquella enfermedad fulminante.JuanManuelseresisteapensarenlanocheenque,cubriéndoselacaraconlasmanosparaqueélnolabesara,Elsagemía:«Noquieroquemeveasasí, tanfea…niaundespuésdemuerta.Metaparáslacaraconorquídeas.Tienesqueprometerme…»
No.JuanManuelnoquierevolverapensaren todoaquello.Desgarrado, tira lacartasobreelveladorsinleermásadelante.
***
Elmismo crepúsculo sereno ha entrado enBuenosAires, anegando en azul deacerolaspiedrasyelaire,ylosárbolesdelaplazadelaRecoletaespolvoreadosporlalloviznaglacialdeldía.
Lamadre de JuanManuel avanza con seguridad enun laberinto de callesmuyestrechas.Conseguridad.Nunca sehaperdidoenaquella intrincadaciudad.Desdemuyniñaleenseñaronaorientarseenella.Heaquísucasa.Lapequeñayfríacasadonde reposan inmóviles sus padres, sus abuelos y tantos antepasados. ¡Tantos, enuna casa tan estrecha! ¡Si fuera cierto que cada uno duerme aquí solitario con supasadoysupresente;incomunicado,aunqueflancoaflanco!Perono,noesposible.Laseñoradepositauninstanteenelsueloelramodeorquídeasquellevaenlamanoybuscalallaveensucartera.Unavezquesehapersignadoanteelaltar,examinasilos candelabros están bien lustrados, si está bien almidonado el blancomantel. Enseguidasuspiraybajaalacriptaagarrándosenerviosamentealabarandilladetronce.Unalámparadeaceitecuelgadeltechobajo.Lallamasereflejaenelpisodemármolnegroysemultiplicaenlasanillasdeloscajonesalineadosporfechas.Aquítodoesordenysolemneindiferencia.
Fueraempiezaalloviznarnuevamente.Elaguarebotaenlasestrechascallejuelasdeasfalto.Peroaquítodoparecelejano:lalluvia,laciudad,ylasobligacionesquelaaguardanensucasa.Yahoraellasuspiranuevamenteyseacercaalcajónmásnuevo,
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más chico, y deposita las orquídeas a la altura de la cara delmuerto.Las depositasobrelacaradeElsa.«PobreJuanManuel»,piensa.
Envanotratadeenternecersesobreeldestinodesunuera.Envano.Unrencor,del que se confiesa a menudo, persiste en su corazón a pesar de las decenas derosariosylasmúltiplesjaculatoriasqueleimponesuconfesor.
Mira fijamente el cajón deseosa de traspasarlo con la mirada para saber, ver,comprobar…¡Cincoañosyaquemurió!Eratanfrágil.Puedequeelanillodeorolisohayarodadoyadeentresusfrívolosdedosdesmigajadoshastaelhuecodesupechohechocenizas.Puede,sí.Pero¿hamuerto?No.Havencidoapesardetodo.Nuncasemuereenteramente.Ésaeslaverdad.Elniñomorenoyfuertecontinuadordelaraza,esenietoqueesahorasuúnicarazóndevivir,miraconlosojosazulesycándidosdeElsa.
***
PorfinalastresdelamañanaJuanManuelsedecidealevantarsedelsillónjuntoa la chimenea,dondecondesgano fumabaybebíamedioatontadoporel calordelfuego.Saltaporencimadelosperrosdormidoscontralapuertayechaaandarporellargo corredor abierto. Se siente flojo y cansado, tan cansado. «¡AnteanocheSilvestre,yestanocheyo!Estoycompletamenteborracho»,piensa.
Silvestre duerme. El sueño debió haberlo sorprendido de repente porque hadejadolalámparaencendidasobreelvelador.
Lacartadesumadreestátodavíaallí,semiabierta.Unalargapostdataescritadepuñoyletradesuhijolohacesonreírunpoco.Tratadeleer.Susojossenublanenelesfuerzo. Porfía y descifra al fin: Papá. La abuelita me permite escribirte aquí.Aprendítrespalabrasmásenlageografíanuevaquemeregalaste.Trespalabrasconlaexplicaciónytodo,quetevoyaescribiraquídememoria.
AEROLITO:Nombre dadoamasasminerales que caen de las profundidades delespaciocelestealasuperficiedelaTierra.Losaerolitossonfragmentosplanetariosquecirculanporelespacioyque…»
¡Ay!, murmura Juan Manuel, y, sintiéndose tambalear se arranca de laexplicación, emerge de la explicación deslumbrado y cegado como si hubieranagitadoantesusojosunacantidaddepequeñossoles.
HURACÁN: Viento violento e impetuoso hecho de varios vientos opuestos queformantorbellinos.
—¡Este niño! —rezonga Juan Manuel. Y se siente transido de frío, mientrasgrandesruidosleazotanelcerebrocomocolazosdeunaolaquevuelveyserevuelvebatiendosuflancopoderosoyheladocontraél.
HALO:CercoluminosoquerodeaaveceslaLuna.UnaligeraneblinaseinterponedeprontoentreJuanManuelylapalabraanterior,
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unaneblinaazulqueflotayloenvuelveblandamente.¡Halo!—murmura—,¡halo!Yalgo así como una inmensa ternura empieza a infiltrarse en todo su ser con laseguridad,conlasuavidaddeungas.¡Yolanda!¡Sipudieraverla,hablarle!
Quisiera, aunque sólo fuera, oírla respirar a través de la puerta cerrada de sualcoba.
Todos,tododuerme.¡Quédepuertas,sigilosoyprotegiendoconlamanolallamadesulámpara,debióforzaroabrirparaatravesarelaladelviejocaserón!¡Cuántashabitacionesdesocupadasypolvorientasdonde losmuebles seamontonabanen losrincones, y cuántas otras donde, a su paso, gentes irreconocibles suspiran y serevuelvenentrelassábanas!
Habíaelegidoelcaminodelosfantasmasydelosasesinos.YahoraquehalogradopegareloídoalapuertadeYolanda,nooyesinoellatir
desupropiocorazón.Unmueble debe, sin duda alguna, obstruir aquella puerta por el otro lado; un
mueblemuylivianopuestoqueyaconsiguióapartarlodeunempellón.¿Quiéngime?JuanManuellevantalalámpara;elcuartodaprimerounvuelcoysesitúaluegoantesusojos,ordenadoytranquilo.
VeladaporlostulesdeunmosquiteroadvierteunacamaestrechadondeYolandaduermecaídasobreelhombro izquierdo,sobreelcorazón;duermeenvueltaenunacabellera oscura, frondosa y crespa, entre las que gime y se debate. JuanManueldepositalalámparaenelsuelo,apartalostulesdelmosquiteroylatomadelamano.Ellaseaferradesusdedos,yéllaayudaentoncesaincorporarsesobrelasalmohadas,a refluirdesusueño,avencerelpesodeesacabellera inhumanaquedebeatraerlahaciaquiénsabequétenebrosasregiones.
Porfinabrelosojos,suspiraaliviadaymurmura:Gracias.—Gracias—repite.Yfijandodelantedeellaunaspupilassonámbulasexplica—.
¡Oh,eraterrible!Estabaenunlugaratroz.Enunparquealqueamenudobajoenmissueños.Unparque.Plantasgigantes.Helechos altosy abiertos comoárboles.Yunsilencio…no sé cómoexplicarlo…,un silencioverde comoel del cloroformo.Unsilenciodesdeelfondodelcualseaproximaunroncozumbidoquecreceyseacerca.La muerte, es la muerte. Y entonces trato de huir, de despertar. Porque si nodespertara, sime alcanzara lamuerte en ese parque, tal vezme vería condenada aquedarmeallíparasiempre,¿nocreeUd.?
JuanManuelnocontesta,temerosoderomperaquellaintimidadconelsonidodesuvoz.Yolandarespirahondoycontinúa:
—Dicenqueduranteelsueñovolvemosalossitiosdondehemosvividoantesdela existencia que estamos viviendo ahora. Yo suelo también volver a cierta casacriolla.Uncuarto,unpatio,uncuartoyotropatioconunafuenteenelcentro.Voyy…
Enmudecebruscamenteylomira.Ha llegadoelmomentoqueél tanto temía.Elmomentoenque lúcida,al fin,y
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libredetodopavor,sepreguntacómoyporquéestáaquelhombresentadoalaorilladesulecho.Aguardaresignadoel:«¡Fuera!»imperiosoyelademánsolemneconelcualsedicequelasmujeresindicanlapuertaenesoscasos.
Y no. Siente de golpe un peso sobre el corazón.Yolanda ha echado la cabezasobresupecho.
Atónito, Juan Manuel permanece inmóvil. ¡Oh, esa sien delicada, y el olor amadreselvas vivas que se desprende de aquella impetuosa mata de pelo que leacaricialoslabios!Largoratopermaneceinmóvil.Inmóvil,enternecido,maravillado,como si sobre su pecho se hubiera estrellado, al pasar, un inesperado y asustadizotesoro.
¡Yolanda!Ávidamentelaestrechacontrasí.Peroentoncesgrita,ungrititoronco,extraño, y le sujeta los brazos. Él lucha enredándose entre los largos cabellosperfumados y ásperos. Lucha hasta que logra asirla por la nuca y tumbarlabrutalmentehaciaatrás.
Jadeante, ella revuelca la cabezadeun lado aotroy llora.Lloramientras JuanManuel la besa en la boca,mientras le acaricia un seno pequeño y duro como lascamelias que ella cultiva. ¡Tantas lágrimas! ¡Cómo se escurren por sus mejillas,apresuradasysilenciosas! ¡Tantas lágrimas!Ahoracorrenpor laalmohada intactas,como ardientes perlas hechas de agua, hasta el hueco de su ruda mano de varóncrispadabajoelcuellosometido.
Desembriagado,avergonzadocasi,JuanManuelrelajalaviolenciadesuabrazo.—¿Meodia,Yolanda?Ellapermanecemuda,inerte.—Yolanda.¿Quierequemevaya?Ellacierralosojos.«Váyase»,murmura.Ya lúcido, se siente enrojecer y un relámpago de vehemencia lo traspasa
nuevamentedepiesacabeza.Perosupasiónsehaconvertidoenira,endesagrado.Lasmaderas del piso crujen bajo sus pasosmientras toma la lámpara y se va,
dejandoaYolandahundidaenlasombra.
Alcuartodía, laneblinadescuelgaa lo largodelapampasustelonesdealgodónysilencio;sofocayacortaelruidodelasdetonacionesqueloscazadoresdescarganamansalvaporlasislas,ciegaalascigüeñasacobardadasyablandaloslargosjuncospuntiagudosquehieren.
Yolanda.¿Quéhará?,sepreguntaJuanManuel.¿Quéharámientrasélarrastrasusbotaspesadasdebarroymataa lospájaros sin razónnipasión?Talvezestéenelhuertobuscandolasúltimasfresasodesenterrandolosprimerosrábanos:Selostomafuertementeporlashojasyselosdesentierradeuntirón,selosarrancadelatierraoscura como rojos y duros corazoncitos vegetales. O puede aun que, dentro de lacasa,yempinadasobreeltaburetearrimadoaunarmarioabierto,recibademanosde
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lamucamaunatadodesábanasreciénplanchadasparaordenarlascuidadosamenteenpilas iguales. ¿Y si estuviera con la frente pegada a los vidrios empañados de unaventanaacechando suvuelta?Todoesposible enunamujer comoYolanda, en esamujer extraña, en esa mujer tan parecida a… Pero JuanManuel se detiene comotemerosodeherirlaconelpensamiento.
De nuevo el crepúsculo. El cazador echa una mirada por sobre la pampasumergidatratandodesituarenelespacioelmonteylacasa.Unaluzseenciendeenlontananzaatravésdelaneblina,comoungritosofocadoquedesearaorientarlo.Lacasa.¡Allíestá!
Abordaensubotelaorillamáscercanayechaaandarporlospotreroshacialaluzahuyentando,asupaso,elmansoganadodepelajeprimorosamenterizadoporelalientohúmedodelaneblina.Salvaalambradosacuyaspúasseagarralanieblacomoel vellón de otro ganado. Sortea las anchas matas de cardos que se arrastranplateadas, fosforescentes, en la penumbra; receloso de aquella vegetación a la vezquemanteyhelada.
Llegaalatranquera,cruzaelparque,luegoeljardínconsusmacizosdecamelias;desempañaconsumanoenguantadaelvidriodeciertaventanayabrealaalturadesusojosdosestrellas,comoenloscuentos.
Yolanda está desnuda y de pie en el baño, absorta en la contemplación de suhombroderecho.
Ensuhombroderechocreceysedescuelgaunpocohacialaespaldaalgolivianoyblando.Unaala.Omásbienuncomienzodeala.Omejordichounmuñóndeala.Un pequeño miembro atrofiado que ahora ella palpa cuidadosamente, como conrecelo.
El resto del cuerpo es tal cual él se lo había imaginado. Orgulloso, estrecho,blanco.
Una alucinación. Debo haber sido víctima de una alucinación. La caminata, laneblina,elcansancioyeseestadoansiosoenquevivodesdehacedíasmehanhechover lo que no existe… piensa Juan Manuel mientras rueda enloquecido por loscaminosagarradoalvolantedesucoche.¡Sivolviera!¿Perocómoexplicarsubruscapartida? ¿Y cómo explicar su regreso si lograra explicar su huida? No pensar, nopensarhastaBuenosAires.¡Eslomejor!
Ya en el suburbio, una fina llovizna vela de un polvo de agua los vidrios delparabrisas.Echaaandarlaagujadeníquelquehacetictac,tictac,conlaregularidadimplacabledesuangustia.
AtraviesaBuenosAires desierto y oscuro bajo un aguacero aún indeciso. Perocuandoempujalaverjaytrasponeeljardíndesucasa,lalluviasedespeñatorrencial.
—¿Quépasa?¿Porquévuelvesaestashoras?—¿Yelniño?
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—Duerme.Sonlasoncedelanoche,JuanManuel.—Quieroverlo.Buenasnoches,madre.Laviejaseñoraseencogedehombrosysealejaresignada,envueltaensularga
bata.No,nuncalograráacostumbrarsealoscaprichosdesuhijo.Esmuyinteligente,ungranabogado.Ella,sinembargo, lohubieradeseadomenos talentosoyunpocomásconvencional,comoloshijosdelosdemás.
JuanManuelentraalcuartodelniñoyenciendelaluz.Acurrucadocasicontralapared, su hijo duerme, hecho un ovillo, con las sábanas por encima de la cabeza.«Duermecomounanimalitosineducación.Yesoquetieneyanueveaños.¡Dequéleservirátenerunaabuelatancelosa!»,piensaJuanManuelmientraslodestapa.
—¡Billy,despierta!El niño se sienta en el lecho, pestañea rápido, mira a su padre y le sonríe
valientementeatravésdesusueño.—¡Billy,tetraigounregalo!Billy tiende instantáneamente unamano cándida.Y apremiado por ese ademán
JuanManuelsabe,depronto,quenohamentido.Sí, le traeunregalo.Buscaensubolsillo.Extraeunpañueloatadopor lascuatropuntasy loentregaasuhijo.Billydesatalosnudos,extiendeelpañueloy,comonoencuentranada,mirafijamenteasupadre,esperandoconfiadounaexplicación.
—Eraunaespeciedeflor,Billy,unamedusamagnífica,telojuro.Lapesquéenlalagunaparati…Yhadesaparecido…
Elniñoreflexionaunminutoyluegogritatriunfante:—No,nohadesaparecido;esquesehadeshecho,papá,sehadeshecho.Porque
lasmedusassonagua,nadamásqueagua.Loaprendíenlageografíanuevaquemeregalaste.
Afuera, la lluviaseestrellaviolentamentecontra lasanchashojasde lapalmeraqueencogesusramasdecharolentrelosmurosdelestrechojardín.
—Tienesrazón,Billy.Sehadeshecho.—…Perolasmedusassondelmar,papá.¿Haymedusasenlaslagunas?—Nosé,hijo.Ungrancansancioloaplastadegolpe.Nosabenada,nocomprendenada.¡SitelefonearaaYolanda!Todolepareceríatalvezmenosvago,menospavoroso,
si oyera la voz de Yolanda; una voz como todas las voces, lejana y un pocosorprendidaporloinesperadodelallamada.
ArropaaBillyyloacomodaenlasalmohadas.Luegobajalasolemneescaleradeaquella casa tan vasta, fría y fea.El teléfono está en el hall; otra ocurrencia de sumadre.Descuelgael tubomientrasun relámpagoenciendedearribaabajo losaltosvitrales.Pideunnúmero.Espera.
Elfragordeuntruenoinmensoruedaporsobrelaciudaddormidahastaperdersealolejos.
Su llamado corre por los alambres bajo la lluvia. Juan Manuel se divierte en
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seguirlo con la imaginación. «Ahora corre por Rivadavia con su hilera de lucesmortecinas,yahoraporel suburbiodecallespantanosas,yahora toma lacarreteraquehierederechaysolitarialapampainmensa;yahorapasaporpuebloschicos,porciudadesdeprovinciadondeelasfaltoresplandececomoaguadetenidabajolaluzdelaLuna;yahoraentratalvezdenuevoenlalluviayllegaaunaestacióndecampo,ycorreporlospotreroshastaelmonte,yahoraseescurrealolargodeunaavenidadeálamos hasta llegar a las casas de «La Atalaya». Y ahora aletea en timbrazosinsegurosquerepercutenenelenormesalóndesiertodondelasmaderascrujenylalluviagoteaenunrincón».
Largo rato el llamado repercute. JuanManuel lo sientevibrarmuy roncoen suoído,peroalláenelsalóndesiertodebesonaragudamente.Largorato,conelcorazónapretado,JuanManuelespera.Ydeprontoloesperadoseproduce:alguienlevantalahorquilla al otro extremode la línea.Pero antes de queunavozdiga «Hola» JuanManuelcuelgaviolentamenteeltubo.
Silefueraadecir:«Noesposible.Lohepensadomucho.Noesposible,créame».Silefueraaconfirmarasíaquelhorror.Tienemiedodesaber.Noquieresaber.
Vuelveasubirlentamentelaescalera.Había pues algo más cruel, más estúpido que la muerte. ¡Él que creía que la
muerteeraelmisteriofinal,elsufrimientoúltimo!¡Lamuerte,esedetenerse!Mientrasélenvejecía,Elsapermanecíaeternamentejoven,detenidaenlostreinta
ytresañosenquedesertódeestavida.YvendríatambiéneldíaenqueBillyseríamayorquesumadre,sabríamásdelmundoqueloquesuposumadre.
¡LamanodeElsa hecha cenizas, y sus gestos perdurando, sin embargo, en suscartas,enelsweaterqueletejiera;yperdurandoenretratoshastaeliriscristalinodesusojosahoravaciados!…¡Elsaanulada,detenidaenunpuntofijoyviviendo,sinembargo, en el recuerdo,moviéndose junto con ellos en la vida cotidiana, como sicontinuaramadurandosuespírituypudiera reaccionarantecosasque ignoróyqueignora!
Sin embargo, Juan Manuel sabe ahora que hay algo más cruel, másincomprensiblequetodosesospequeñoscorolariosdelamuerte.Conoceunmisterionuevo,unsufrimientohechodemalestarydeestupor.
LapuertadelcuartodeBilly,queserecortailuminadaenelcorredoroscuro,loinvitaa pasar nuevamente, con la vaga esperanza de encontrar aBilly todavía despierto.PeroBillyduerme.JuanManuelpescaunamiradaporelcuartobuscandoalgoenquedistraerse,algoconqueaplazarsuangustia.VahaciaelpupitredecolegialyhojealageografíadeBilly.
«… Historia de la Tierra… La fase estelar de la Tierra… La vida en la eraprimaria…»
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Yahoralee«…Cuánbelloseríaestepaisajesilenciosoenelcualloslicopodiosyequisetosgiganteserguíansustallosatantaaltura,yloshelechosextendíanenelairehúmedosusverdesfrondas…»
¿Qué paisaje es éste? ¡No es posible que lo haya visto antes! ¿Por qué entraentoncesenélcomoenalgoconocido?Davueltalahojayleealazar«…Contodo,enocasióndelcarboníferoescuandolosinsectosvuelanengrannúmeroporentreladensavegetaciónarborescentedelaépoca.Enelcarboníferosuperiorhabíainsectoscontresparesdealas.Losmásnotablesdelosinsectosdelaépocaeranunosmuygrandes,semejantesanuestraslibélulasactuales,auncuandomuchomayores,puesalcanzabaunalongituddesesentaycincocentímetroslaenvergaduradesusalas…»
Yolanda, los sueños deYolanda…, el horroroso y dulce secreto de su hombro.¡Talvezaquíestabalaexplicacióndelmisterio!
PeroJuanManuelnosesientecapazderemontarlosintrincadoscorredoresdelanaturalezahastaaquelorigen.Temeconfundir laspistas,perder lashuellas,caerenalgúnpozooscuroysinsalidaparasuentendimiento.YabandonandounavezmásaYolanda,cierraellibro,apagalaluz,yseva.
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LAAMORTAJADA
Yluegoquehuboanochecido,seleentreabrieronlosojos.Oh,unpoco,muypoco.Eracomosiquisieramirarescondidadetrásdesuslargaspestañas.
A la llama de los altos cirios, cuantos la velaban se inclinaron, entonces, paraobservarlalimpiezaylatransparenciadeaquellafranjadepupilaquelamuertenohabía logrado empañar.Respetuosamentemaravillados se inclinaban, sin saber queEllalosveía.
PorqueEllaveía,sentía.
Yesasícomoseveinmóvil,tendidabocaarribaenelampliolechorevestidoahoradelassábanasbordadas,perfumadasdeespliego—queseguardansiemprebajollave—,yseveenvueltaenaquelbatónderasoblancoquesolíavolverlatangrácil.
Levemente cruzadas sobre el pecho y oprimiendo un crucifijo, vislumbra susmanos;susmanosquehanadquiridoladelicadezafrívoladedospalomassosegadas.
Ya no le incomoda bajo la nuca esa espesa mata de pelo que durante suenfermedadseibavolviendo,minutoporminuto,máshúmedaymáspesada.
Consiguieron,alfin,desenmarañarla,alisarla,dividirlasobrelafrente.Handescuidado,escierto,recogerla.Peroellanoignoraquelamasasombríadeunacabelleradesplegadaprestaatoda
mujerextendidaydurmiendounceñodemisterio,unperturbadorencanto.Ydegolpesesientesinunasolaarruga,pálidaybellacomonunca.La invade una inmensa alegría, que puedan admirarla así, los que ya no la
recordabansinodevoradaporfútilesinquietudes,marchitaporalgunaspenasyelairecortantedelahacienda.
Ahoraquelasabenmuerta,allíestánrodeándolatodos.Está su hija, aquellamuchacha dorada y elástica, orgullosa de sus veinte años,
quesonreíaburlonacuandosumadrepretendía,mientrasleenseñabaviejosretratos,que también ella había sido elegante y graciosa. Están sus hijos, que parecían noquererreconocerleyaningúnderechoavivir,sushijos,aquienesimpacientabansuscaprichos,aquienesavergonzabasorprenderlacorriendoporel jardínasoleado;sushijosariscosalmenorcumplido,aunquesecretamentehalagadoscuandosusjóvenescamaradasfingíantomarlaporunahermanamayor.
EstáZoilaquelavionaceryaquienlaentregósumadredesdeesemomentoparaquelacriara.Zoila,queleacunabalapenaenlosbrazoscuandosumadrelistaparasubiralcoche,deviajealaciudad,desprendíaselaenérgicamentedelaspollerasalasqueellaseaferraballorando.
¡Zoila,antiguaconfidenteenlosdíasmalos;dulceydiscretaolvidada,enlosdefelicidad!Allíestácanosa,perotodavíaenjutaysinedaddiscernible,comosilagotadesangrearaucanaquecorrieraporsusvenashubieratenidoeldondepetrificarsu
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altivoperfil.Estánalgunosamigos,viejosamigosqueparecíanhaberolvidadoqueundíafue
esbeltayfeliz.Saboreando supueril vanidad, largamentepermanece rígida, sumisa a todas las
miradas,comodesnudaafuerzadeirresistencia.Elmurmullodelalluviasobrelosbosquesysobrelacasalamuevemuyprontoa
entregarsecuerpoyalmaaesasensacióndebienestarymelancolíaenquesiemprelaabismóelsuspirardelaguaenlasinterminablesnochesdelotoño.
La lluvia cae fina, obstinada, tranquila. Y ella la escucha caer. Caer sobre lostechos,caerhastadoblarlosquitasolesdelospinos,ylosanchosbrazosdeloscedrosazules,caer.Caerhastaanegarlostréboles,yborrarlossenderos,caer.
Escampa,yellaescuchanítidoelbemoldelataenmohecidaquerítmicamenteelvientoarrancaalmolino.Ycadagolpedeaspavieneatocarunafibraespecialdentrodesupechoamortajado.
Con recogimiento siente vibrar en su interior una nota sonora y grave queignorabahastaesedíaguardarensí.
Luego,lluevenuevamente.Ylalluviacae,obstinada,tranquila.Yellalaescuchacaer.
Caer y resbalar como lágrimas por los vidrios de las ventanas, caer y agrandarhastaelhorizontelaslagunas,caer.Caersobresucorazónyempaparlo,deshacerlodelanguidezytristeza.
Escampa, y la rueda del molino vuelve a girar pesada y regular. Pero ya noencuentra en ella la cuerda que repita su monótono acorde; el sonido se despeñaahora,sordamente,desdemuyalto,comoalgotremendoquelaenvuelveylaabruma.Cadagolpedeaspaseleantojaeltic-tacdeunrelojgigantemarcandoeltiempobajolasnubesysobreloscampos…
Norecuerdahabergozado,haberagotadonunca,así,unaemoción.Tantos seres, tantas preocupaciones y pequeños estorbos físicos se interponían
siempreentreellayelsecretodeunanoche.Ahora,encambio,no la turbaningúnpensamiento inoportuno.Han trazadouncírculodesilencioa sualrededor,y sehadetenidoellatirdeesainvisiblearteriaquelegolpeabaconfrecuenciatanrudamentelasien.
Alamadrugadacesalalluvia.Untrazodeluzrecortaelmarcodelasventanas.Enlosaltoscandelabroslallamadelosvelonesseabismatrémulaenuncoágulodecera.Alguienduerme,lacabezadesmayadasobreelhombro,ycuelganinmóvileslosdiligentesrosarios.
Noobstante,allálejos,muylejos,asciendeuncadenciosorumor.Sólo ella lo percibe y adivina el restallar de cascos de caballos, el restallar de
ochocascosdecaballoquevienensonando.Quesuenan,yaesponjososyleves,yareciosypróximos,derepentedesiguales,
apagados, como si los dispersara el viento.Que se aparejan, siguen avanzando, no
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dejandeavanzar,ysinembargoque,sediría,novanallegarjamás.Unestrépitode ruedascubrepor finelgalopede loscaballos.Reciénentonces
despiertan todos, todos se agitan a lavez.Ella losoye, al otro extremode la casa,descorrerelcomplicadocerrojoylasdosbarrasdelapuertadeentrada.
Los observa, en seguida, ordenar el cuarto, acercarse al lecho, reemplazar losciriosconsumidos,ahuyentardesufrenteunamariposadenoche.
Esél,él.Allíestádepieymirándola.Supresenciaanuladegolpeloslargosañosbaldíos,
lashoras,losdías,queeldestinointerpusoentreellosdos,lento,oscuro,tenaz.
—Terecuerdo,terecuerdoadolescente.Recuerdotupupilaclara,tutezderubiocurtidaporelsoldelahacienda,tucuerpoentonces,afiladoynervioso.
Sobretuscincohermanas,sobreAlicia,sobremí,aquienesconsiderabasprimas—noloéramos,peronuestrosfundoslindabanyanuestravezllamábamostíosatuspadres—reinabasporelterror.
Teveocorrertrasnuestraspiernasdesnudasparafustigarlascontulátigo.Te juro que te odiábamos de corazón cuando soltabas nuestros pájaros o
suspendíasdeloscabellosnuestrasmuñecasalasramasaltasdelplátano.Unade tusbromas favoritaseradispararnosaloídounsalvaje: ¡uh! ¡uh!, enel
momento más inesperado. No te conmovían nuestros ataques de nervios, nuestrosllantos.Nuncatecansastedesorprendernosparacolarnosporlaespaldacuantobichoextrañorecogíasenelbosque.
Erasunespantosoverdugo.Y,sinembargo,ejercíassobrenosotrasunaespeciedefascinación.Creoqueteadmirábamos.
Denochenosatraíasynosaterrabasconlahistoriadeuncaballero,entresabioynotario,todovestidodenegro,quevivíaocultoenlabuhardilla.
EraalgoasícomoelGobernadordecuantonoserahostilenelbosque.Tenía losbolsillos llenosdemurciélagosymandabaa las arañaspeludas, a los
ciempiésyalascuncunas.Era él quien infundía vida a ciertas ramas secas que al tocarlas se agitaban
frenéticas,convertidasenaquellosterroríficos«caballosdeldiablo»,élquien,porlanoche,empezabaaencenderlosojosdelosbúhos,quienordenabasaliralasratasyratones.
Dichopersonajellevabaporlodemásunacontaduríaespecial:elcensoexactodelossúbditosdesuasquerosodominio;yensuregistro,hechodepapeldehortigas,escribíaconunacoladelagartijauntadaenlatintadelospantanosquechupan.
Durantevariosañosnopudimoscasidormirtemerosasdesusiniestravisita.
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Laépocadelasieganosprocurabadíasdegozo,díasquenospasábamosjugandoaescalarlasenormesmontañasdehenoacumuladastraslaeraysaltandodeunaaotra,inconscientesdetodopeligroycomoborrachasdesol.
Fueenunodeaquelloslocosmediodías,cuando,desdelacumbredeunhaz,mihermanameprecipitóatraiciónsobreunacarreta,desbordantedegavillas,dondetúveníasrecostado.
Me resignabaya a los peoresmalos tratos o a lasmás crueles burlas, según tucaprichodelmomento, cuando reparéquedormías.Dormías,yyo, coraje inaudito,me extendí en la paja a tu lado, mientras guiados por el peón Aníbal los bueyesproseguíanlentosunitinerarioparamídesconocido.
Muy pronto quedó atrás el jadeo desgarrado de la trilladora, muy pronto elchillidoestridentedelascigarrascubrióelrechinardelaspesadasruedasdenuestrovehículo.
Apegadaatucadera,conteníalarespiracióntratandodealigerartemipresencia.Dormías,yyotemirabapresadeunaintensaemoción,dudandocasideloqueveíanmisojos:¡Nuestrocrueltiranoyacíaindefensoamilado!
Aniñado,desarmadoporelsueño,¿meparecistedegolpeinfinitamentefrágil?Laverdadesquenoacudióamíunasolaideadevenganza.
Tú te revolviste suspirando, y entre la paja, uno de tus pies desnudos vino aenredarseconlosmíos.
Yyonosupecómoelabandonodeaquelgestopudodespertar tanta ternuraenmí,niporquémefuetandulceeltibiocontactodetupiel.
Un ancho corredor abierto circundaba tu casa. Fue allí donde emprendiste, ciertatarde,unjuegorealmenteoriginal.
Mientrasdospeoneshurgabanconlargascañaslasvigasdeltecho,túacribillabasabalazoslosmurciélagosobligadosadejarsusescondrijos.
RecuerdoelabsurdodesmayodetíaIsabel;todavíaoigolosgritosdelacocineraymeduelelaintervencióndetupadre.
Unabreveordensuyadispersóatusesbirros,teobligóahacerleinstantáneamenteentregadelaescopeta,mientrasconesosojosestrechos,clarosyfríos,tanparecidosalostuyos,temirabadehitoenhito.Enseguidalevantólafustaquellevabasiempreconsigoyteatravesólacara,una,dos,tresveces.
Frente a él, aturdido por lo imprevisto del castigo, tú permaneciste primeroinmóvil.Luego enrojeciste de golpe y llevándote los puños a la boca temblaste depiesacabeza.
—«¡Fuera!»—murmurósordamente,entredientes,tupadre.Y como si aquella interjección colmara lamedida, recién entonces desataste tu
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rabia en un alarido, un alarido desgarrador, atroz, que sostenías, que prolongabasmientrascorríasaesconderteenelbosque.
Noreaparecistealahoradelalmuerzo.—«Tiene vergüenza» —nos decíamos las niñas entre impresionadas y
perversamente satisfechas. Y Alicia y yo debimos marcharnos cargando con eldespechodenohaberpodidopresenciartuvuelta.
Alamañanasiguiente,comoacudiéramosansiosasdenoticias,nosencontramosconquenohabíasregresadoentodalanoche.
—«Sehaperdidointencionalmenteenlamontañaosehatiradoalrío.Conozcoamihijo…»—sollozabatíaIsabel.
—«Basta» —vociferaba su marido—, «quiere molestarnos y eso es todo. Yotambiénloconozco.»
Nadie almorzó aquel día. El administrador, el campero, todos los hombres,recorríanelfundo,losfundosvecinos.
—«Puede que haya trepado a la carreta de algún peón y se encuentre en elpueblo»—sedecían.
A nosotras y a la servidumbre—que el acontecimiento liberaba de las tareashabituales— se nos antojaba a cada rato oír llegar un coche, el trote de muchoscaballos. En nuestra imaginación a cada rato te traían, ya sea amarrado como uncriminal,yaseatendidoenangarillas,desnudoyblanco—ahogado.
Mientras tanto, a lo lejos, la campana de alarma del aserradero desgajabaconstantementeunrepetirdegolpesprecipitadosysecos.
Atardecíacuando irrumpisteenelcomedor.Yomehallabasola, reclinadaeneldiván,aquelhorribledivándecuerooscuroquecojeaba,¿recuerdas?
Traíaseltorsosemidesnudo,loscabellosrevueltosylospómulosencendidospordoschapasrojizas.
—«Agua»—ordenaste.Yonoatinésinoamirarteaterrorizada.Entonces, desdeñoso, fuiste al aparador y groseramente empinaste la jarra de
vidrio,sinbuscartansiquieraunvaso.Mearriméati.Todotucuerpodespedíacalor,eraunabrasa.
Guiada por un singular deseo acerqué a tu brazo la extremidad de mis dedossiempre helados. Tú dejaste súbitamente de beber y, asiendo mis dos manos, meobligasteaaplastarlascontratupecho.Tucarnequemaba.
Recuerdounintervaloduranteelcualpercibíelzumbidodeunaabejaperdidaeneltechodelcuarto.
Un ruido de pasos te movió a desasirte de mí, tan violentamente, quetambaleamos. Veo aún tus manos crispadas sobre la jarra de agua que te habíasapresuradoarecoger.
Después…
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Años después fue entre nosotros el gesto dulce y terrible cuya nostalgia sueleencadenarparasiempre.
Fueunotoñoenquesintreguacasi,llovía.Unatarde,elveloplomoqueencubríaelcielosedesgarróenjironesydenortea
surcorrieronlívidosfulgores.Recuerdo.Meencontrabaalpiede laescalinatasacudiendo las ramas,cuajadas
degotasdeunabeto.Apenassialcancéaoírelchapaleodeloscascosdeuncaballocuandomesentíasidaporeltalle,arrebatadadelsuelo.
Eras tú, Ricardo. Acababas de llegar —el verano entero lo habías pasadopreparando exámenes en la ciudad— y me habías sorprendido y alzado en ladelanteradetusilla.
El alazán tascó el freno, se revolvió enardecido…, y yo sentí, de golpe, en lacintura,lapresióndeunbrazofuerte,deunbrazodesconocido.
El animal echó a andar. Un inesperado bienestar me invadió que no supe siatribuiralacompasadovaivénquemeechabacontratioalapresióndeesebrazoqueseguíaenlazándomefirmemente.
Elviento retorcía losárboles,golpeabaconsaña lapieldelcaballo.Ynosotrosluchábamoscontraelviento,avanzábamoscontraelviento.
Volqué la frente para mirarte. Tu cabeza se recortaba extrañamente sobre unfondode cielo donde grandes nubes galopaban, también, como enloquecidas.Notéquetuscabellosytuspestañassehabíanoscurecido;parecíaselhermanomayordelRicardoquenoshabíadejadoelañoantes.
Elviento.Mistrenzasaleteabandeshechas,seteenroscabanalcuello.Henosdeprontosumidosenlapenumbrayelsilencio,elsilencioylapenumbra
eternosdelaselva.Elcaballoacortóelpaso.Conprecauciónysinruidosalvabaobstáculos:rosales
erizados,árbolescaídoscuyostroncosmojadoscorroíaelmusgo;hollabalechosdepálidas violetas inodoras, y hongos esponjosos que exhalaban, al partirse, unavenenosafragancia.
Peroyosóloestabaatentaaeseabrazotuyoquemeaprisionabasindesmayo.Hubieraspodidollevarmehastalomásprofundodelbosque,yhastaesacaverna
que inventaste para atemorizarnos, esa caverna oscura en que dormía replegado elmonstruosomugidoqueoíamosveniryalejarseenlaslargasnochesdetempestad.
Hubieraspodido.Yonohabríatenidomiedomientrasmesostuvieraeseabrazo.Chasquidosmisteriosos,comodealasasustadas,restallabananuestropasoentre
elfollaje.Delfondodeunahondonadasubíaunapaciblemurmullo.Bajamos,orillamosunestrechoafluentesemiocultoporloshelechos.Depronto,
anuestrasespaldas,unsuavecrujirderamasyelgolpediscretodeuncuerposobrelasaguas.Volvimoslacabeza.Eraunciervoquehuía.
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Lenguasdehumoazulbrotarondelahojarasca.Lanochepróximanosintimabaadesandarcamino.
Emprendimoslentamenteelregreso.¡Ah, qué absurda tentación se apoderaba de mí! ¡Qué ganas de suspirar, de
implorar,debesar!Temiré.Tu rostro era el de siempre; taciturno, permanecía ajeno a tu enérgico
abrazo.Mimejillafueaestrellarsecontratupecho.Ynoerahaciaelhermano,elcompañero,aquientendíaeseimpulso;erahacia
aquelhombrefuerteydulceque temblabaen tubrazo.Elvientode lospotrerossenosvinoencimadenuevo.Ynosotrosluchamoscontraél,avanzamoscontraél.Mistrenzasaletearondeshechas,seteenroscaronalcuello.
Segundosmástarde,mientrasmesujetabasporlacinturaparaayudarmeabajardelcaballo,comprendíquedesdeelmomentoenquemeechasteelbrazoaltallemeasaltóeltemorqueahorasentía,eltemordequedejaradeoprimirmetuabrazo.
Y entonces, ¿recuerdas?,me aferré desesperadamente a ti murmurando «Ven»,gimiendo «No me dejes»; y las palabras «Siempre» y «Nunca». Esa noche meentreguéati,nadamásqueporsentirteciñéndomelacintura.
Durantetresvacacionesfuituya.Túmehallabasfríaporquenuncalograstequecompartieratufrenesí,porqueme
colmabaeloloraoscuroclavelsilvestredetubeso.
Aquelbrusco,aquelcobardeabandonotuyo,¿respondióaunaordenperentoriadetuspadresoaalgunarebeldíadetuimpetuosocarácter?Nosé.
Nunca lo supe. Sólo sé que la edad que siguió a ese abandono fue la másdesordenadaytrágicademivida.
¡Oh,latorturadelprimeramor,delaprimeradesilusión!¡Cuandoseluchaconelpasado,enlugardeolvidarlo!Asípersistíayoantesentendermipechoblando,alosmismosrecuerdos,alasmismasiras,alosmismosduelos.
Recuerdoelenormerevólverquehurtéyqueguardabaocultoenmiarmario,conlabocadelcañohundidaenundiminutozapatoderaso.Unatardedeinviernoganéel bosque. La hojarasca se apretaba al suelo, podrida. El follaje colgabamojado ymuerto,comodetrapo.
Muylejosdelascasasmedetuvealfin;saquéelarmadelamangademiabrigo,lapalpé,recelosa,comoaunapequeñabestiaaturdidaquepuederetorcerseymorder.
Coninfinitasprecaucionesmelaapoyécontralasien,contraelcorazón.Luego,bruscamente,disparécontraunárbol.Fueunchasquido,uninsignificantechasquidocomoelquedescargaunasábana
azotadaporelviento.Pero,ohRicardo,alláeneltroncodelárbolquedóunhorrendoboquetedisparejoynegrodepólvora.
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Mipechodesgarradoasí,micarne,misvenasdispersas…¡Ay,no,nuncatendríaesevalor!
Extenuadametendílargoalargo,gemí,golpeéelsueloconlospuñoscerrados.¡Ay,no,nuncatendríaesevalor!
Ysinembargoqueríamorir,queríamorir,telojuro.
¿Quédíafue?Nologroprecisarelmomentoenqueempezóesadulcefatiga.Imaginé,alprincipio,quelaprimaverasecomplacía,así,enlanguidecerme.Una
primaveratodavíaocultabajoelsueloinvernal,peroquerespirabaaratos,mojadayolorosa,porlosporosentrecerradosdelatierra.
Recuerdo.Mesentíafloja,sindeseos,elcuerpoyelespíritu indiferentes,comosaciadosdepasiónydolor.
Suponiéndolouna tregua,meabandonéaese inesperadososiego.¿Noapretaríamañanaconmásinquinaeltormento?
Dejédeagitarme,deandar.Yaquellalanguidez,aquelsoporibancreciendo,envolviéndomesolapadamente,
díaadía.Cierta mañana, al abrir las celosías de mi cuarto reparé que un millar de
minúsculos brotes, no más grandes que una cabeza de alfiler, apuntaban a laextremidaddetodaslascenicientasramasdeljardín.
Amiespalda,Zoilaplegabalostulesdelmosquetero,invitándomeabeberelvasodelechecotidiano.Pensativaysincontestar,yocontinuabaasomadaalmilagro.
Eracurioso; tambiénmisdospequeñossenosprendían,parecíandesearflorecerconlaprimavera.
Ydepronto,fuecomosialguienmelohubierasopladoaloído.—«Estoy…¡ah!…»—suspiré,llevándomelasmanosalpecho,ruborizadahasta
laraízdeloscabellos.
Durantemuchosdíasvivíaturdidaporlafelicidad.Mehabíasmarcadoparasiempre.Aunquelarepudiaras,seguíasposeyendomicarnehumillada,acariciándolacontusmanosausentes,modificándola.
Niunmomentopenséenlasconsecuenciasdetodoaquello.Nopensabasinoengozardeesapresencia tuyaenmisentrañas.Yescuchaba tubeso, lodejabacrecerdentrodemí.
Entrada ya la primavera, hice colgar mi hamaca entre dos avellanos. Permanecíarecostadahorasenteras.
Ignoraba por qué razón el paisaje, las cosas, todo se me volvía motivo de
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distracción, goce plácidamente sensual: la masa oscura y ondulante de la selvainmovilizada en el horizonte, como una ola monstruosa, lista para precipitarse; elvuelodelaspalomas,cuyoiryvenirrayabadesombrasfugacesellibroabiertosobremisrodillas;elcantointermitentedelaserradero—esanotaaguda,sostenidaydulce,igualalzumbidodeuncolmenar—quehendíaelairehastalascasascuandolatardeeramuylímpida.
Deseosabsurdosyfrívolosmeasediabandegolpe,sinrazónytanfuriosamente,quese trocabanenangustiosanecesidad.Primeroquiseparamidesayunounracimodeuvasrosadas.Imaginabalahileraapretadadegranos,lapulpacristalina.
Bienpronto,comosemeconvencieradequeeraundeseoimposibledesatisfacer—no teníamos parrón ni viña y el pueblo quedaba a dos días del fundo— se meantojaronfresas.
Nomegustaban,sinembargo,lasqueeljardinerorecogíaparamí,enelbosque.Yolasqueríaheladas,muyheladas,rojas,muyrojasyquesupierantambiénunpocoaframbuesa.
¿Dóndehabíacomidoyofresasasí?—«…Laniñasalióentoncesaljardínysepusoabarrerlanieve.Pocoapocola
escoba empezó a descubrir unagran cantidadde fresas perfumadasymaduras quegozosallevóalamadrastra…»
¡Ésas!¡Eranésaslasfresasqueyoquería!,¡lasfresasmágicasdelcuento!Uncaprichosetragabaalotro.Heaquíquesuspirabaportejerconlanaamarilla,
queansiabauncampodemirasoles,paramirarloshorasenteras.—¡Oh,hundirlamiradaenalgoamarillo!Asívivíagolosadeolores,decolor,desabores.Cuandolavozdeciertainquietudmedespertabaimportuna:—«¡Silollegaasabertupadre!»—procurandotranquilizarmelerespondía:—«Mañana,mañanabuscaréesasyerbasque…otalvezconsultealamujerque
viveenlabarranca…»—«Debestomarunadecisiónantesdequetuestadosevuelvairremediable.»—«Bah,mañana,mañana…»Recuerdo. Me sentía como protegida por una red de pereza, de indiferencia;
invulnerable,tranquilaparatodoloquenofueralospequeñoshechoscotidianos:elsubsistir,eldormir,elcomer.
Mañana,mañana,decía.Yenestollegóelverano.Laprimerasemanadeveranomellenódeunacongojainexplicablequecrecíajuntoconlaluna.
Enlaséptimanoche,incapazdeconciliarelsueñomelevanté,bajéalsalón,abrílapuertaquedabaaljardín.
Los cipreses se recortaban inmóviles sobre un cielo azul; el estanque era unaláminademetalazul;lacasaalargabaunasombraaterciopeladayazul.
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Quietos,losbosquesenmudecíancomopetrificadosbajoelhechizodelanoche,deesanocheazuldeplenilunio.
Largoratopermanecídepieenelumbraldelapuertasinatrevermeaentrarenaquelmundonuevo,irreconocible,enaquelmundoqueparecíaunmundosumergido.
Súbitamente, de uno de los torreones de la casa, creció y empezó a flotar unestrechocendaldeplumas.
Eraunabandadadelechuzasblancas.Volaban.Suvueloerablandoypesado,silenciosocomolanoche.Yaquelloeratanarmoniosoque,degolpe,estalléenlágrimas.Después,mesentílivianadetodapena.Fuecomosilaangustiaquemetorturaba
hubieraandadotanteandoenmíhastaescaparseporelcaminodelaslágrimas.Aquella angustia, sin embargo, la sentí de nuevoposada sobremi corazón a la
mañanasiguiente;minutoporminutosupesoaumentaba,meoprimía.Yheaquíquetrasmuchashorasdelucha,tomó,paraevadirse,elmismocaminodelavíspera,ysefuenuevamente,sinquemerevelarasusecretarazóndeser.
Idénticacosamesucedióeldíadespués,yalotrodía.Desdeentoncesvivíalaesperadelaslágrimas.Lasaguardabacomoseaguarda
la tormenta en los díasmás ardorosos del estío.Y una palabra áspera, unamiradademasiadodulce,meabríanlaesclusadelllanto.
Asívivía,confinadaenmimundofísico.
Elveranodeclinaba.Tormentasjaspeadasdeazulososrelámpagossolíanestallar,degolpe,remedandolosúltimossobresaltosdeunfuegodeartificio.
Unatarde,alaventurarmeporelcaminoquellevaatufundo,micorazónempezóa latir, a latir; a aspirar e impelerviolentamente la sangrecontra lasparedesdemicuerpo.
Unafuerzadesconocidaatraíamispasosdesdeelhorizonte,desdeallídondeelcielo negro y denso se esclarecía acuchillado por descargas eléctricas, alucinantesseñaleslanzadasamiencuentro.
—«Ven,ven,ven»—parecíagritarme,frenética,latormenta.—«Ven»—murmurabaluego,másbajoypálido.Amedidaqueavanzabameestimulabaundulceycrecientecalor.Yseguíaavanzando,solamenteparasentirmemásllenadevida.Corriendocasi,descendíelsenderoquebajaa lahondonadadonde lascasasse
aplastan agobiadas por la madreselva, mientras los perros subían, ladrando, abuscarme.
Recuerdo que me eché extenuada sobre la silla de paja que la mujer delmayordomo me ofreció en la cocina. La pobre hablaba a borbotones…—«¡Quétiempo!» «¡Qué humedad!» «Don Ricardo llegó esta tarde». «Está descansando».«Hapedidoquenolodespiertenhastalahoradelacomida».«Talvezserámejorque
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laseñoritasevuelvaasufundoantesdequedescargueelaguacero…»Yosorbíaelmateeinclinabadócilmentelacabeza.«DonRicardollegóestatarde».¡Tanligadosnoshallábamoselunoalotro,que
missentidosmehabíananunciadotuvenida!Notemolesté,no.Conocíatusagresivosdespertares.Mevolvíprecipitadamente,
bajolasprimerasgotasdelluvia.Peroamedidaque tedejabaatrás,durmiendo,amediovestir,enuncuartocon
oloraencerrado,sentíadisminuirladulcefiebrequemegolpeabalassienes.Tenía lasmanos yertas, tiritaba de frío cuandome senté a lamesa frente ami
padre enardecido… «Estaba escrito que me retrasaría siempre. Tres veces habíasonadoel gong.SiAliciayyonohacíamosmásque«flojear»,mishermanosy éltrabajaban a la par de los peones…necesitaban comer a sus horas. ¡Ah, si nuestramadreviviera!…»
Eldíasiguientemelopaséesperándote.Porquetuvelaingenuidaddepensarquevolvíaspormí.
Caíalatardeyestabarecostadaenlahamacacuandosentíellatidoavisador.Meincorporé,echéaandarynuevamenteempujóenmíeseflorecimientodevida.Yeradetenermeydetenerse,también,estacionarseenmí,esaalegríafísica.Yaletearotravezconímpetunobienapurabaelpaso.
Yasífuecomomicorazón—micorazóndecarne—meguióhastalatranqueraqueabrealnorte.
Allá lejos, a la extremidad de una llanura de tréboles, bajo un cielo vasto,sangriento de arrebol, casi contra el disco del sol poniente divisé la silueta de unjinetearriandounatropilladecaballos.
Eras tú. Te reconocí de inmediato.Apoyada contra el alambrado pude seguirteconlamiradaduranteelespaciodeunsuspiro.Porque,degolpeyjuntoconelsol,desaparecisteenelhorizonte.
Esamismanoche,muchoantesdelamanecer,soñaba…Uncorredorinterminablepordondetúyyohuíamosestrechamenteenlazados.Elrayonosperseguía,volteabaunoaunolosálamos—inverosímilescolumnasquesostenían labóvedadepiedra;y labóvedasehacíaconstantementeañicosdetrás,sinlograrenvolvernosensucaída.
Unestampidomearrojófueradellecho.Conlosmiembrostemblorososmehallédespiertaenmediodelcuarto.
Oíentonces,porfin,elaullarsostenido,elenormeclamordeunvientoiracundo.Temblabanlascelosías,crepitabanlaspuertas,meazotabaelrevuelodeinvisibles
cortinados.Me sentía como arrebatada, perdida en el centromismode una trombamonstruosaquepujasepordesarraigarlacasadesuscimientosyllevárselauncidaasucarrera.
—«Zoila»—grité;peroelfragordelvendavaldesmenuzómivoz.
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Hasta mis pensamientos parecían balancearse, pequeños, oscilantes, como lallamadeunavela.
Quería.¿Qué?Todavíaloignoro.Corrí hacia la puerta y la abrí.Avanzaba penosamente en la oscuridad con los
brazosextendidos,igualquelassonámbulas,cuandoelsuelosehundióbajomispiesenunvacíoinsólito.
Zoila vino a recogerme al pie de la escalera. El resto de la noche se lo pasóenjugando, muda y llorosa, el río de sangre en que se disgregaba esa carne tuyamezcladaalamía…
A la mañana siguiente me hallaba otra vez tendida en la veranda con misimpávidosojosdeniñaymiscejas ingenuamentearqueadas, tejiendo, tejiendoconfuria,comosienellomefueralavida.
Elbrusco,elcobardeabandonodesuamante,¿respondióaalgunaordenperentoriaobienaunarebeldíadesuimpetuosocarácter?
Ellanolosabe,niquierevolveradesesperarseendescifrarelenigmaquetantolahabíatorturadoensuprimerajuventud.
Laverdadesque,seaporinconscienciaopormiedo,cadaunosiguióuncaminodiferente.
Yquetodalavidaseesquivaron,luego,comodemutuoacuerdo.Peroahora,ahoraqueélestáahí,depie,silenciosoyconmovido;ahoraque,por
fin,seatreveamirarladenuevo,frenteafrente,yatravésdelmismorisibleparpadeoqueleconociódeniñoensusmomentosdeemoción,ahoraellacomprende.
Comprende que en ella dormía, agazapado, aquel amor que presumió muerto.Queaquelsernuncalefuetotalmenteajeno.
Y era como si parte de su sangre hubiera estado alimentando, siempre, unaentrañaqueellamismaignorasellevardentro,yqueesaentrañahubieracrecidoasí,clandestinamente,almargenyalapardesuvida.
Y comprende que, sin tener ella conciencia, había esperado, había anheladofuriosamenteestemomento.
¿Eraprecisomorirparasaberciertascosas?Ahoracomprendetambiénqueenelcorazónyenlossentidosdeaquelhombreellahabíahincadosusraíces;quejamás,aunqueamenudolocreyera,estuvoenteramentesola;quejamás,aunqueamenudolopensara,fuerealmenteolvidada.
Dehaberlo sabidoantes,muchasnoches,desvelada,nohabríaencendido la luzpara dar vuelta las hojas de un libro cualquiera, procurando atajar una oleada derecuerdos. Y no habría evitado tampoco ciertos rincones del parque, ciertassoledades, ciertas músicas. Ni temido el primer soplo de ciertas primaverasdemasiadocálidas.
¡Ah,Diosmío,Diosmío!¿Esprecisomorirparasaber?
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—«Vamos,vamos».—«¿Adónde?»Alguien,algo,latomadelamano,laobligaaalzarse.Comosientrara,degolpe,enunnudodevientosencontrados,danzaenunpunto
fijo,ligera,igualauncopodenieve.—«Vamos».—«¿Adónde?»—«Másallá».Baja,bajalacuestadeunjardínhúmedoysombrío.Percibeelmurmullodeaguasescondidasyoyedeshojarseheladosrosalesenla
espesura.Ybaja,ruedacallejuelasdecéspedabajo,azotadaporelalamojadadeinvisibles
pájaros…¿Quéfuerzaeséstaquelaenvuelveylaarrebata?Bruscayvertiginosamentese
sienterefluiraunasuperficie.Yhelaaquí,denuevo,tendidabocaarribaenelampliolecho.Asucabeceraelchisporroteoaceitosodedoscirios.Recién entonces nota que una venda de gasa le sostiene elmentón.Y sufre la
extrañaimpresióndenosentirla.
Eldíaquemahoras,minutos,segundos.Un anciano viene a sentarse junto a ella. La mira largamente, tristemente, le
acaricialoscabellossinmiedo,ydicequeestábonita.Sólo a la amortajada no inquieta esa agobiada tranquilidad. Conoce bien a su
padre.No,ningúnataquerepentinohadefulminarlo.Élhavistoyaatantosseresasíestirados, pálidos, investidos de esa misma inmovilidad implacable, mientrasalrededordeellostodosuspirayseagita.
—AnaMaría,¿teacuerdasdetumadre?—solíapreguntarleaveces,casicomoensecreto,cuandoellaeramuyniña.
Y para darle gusto, a cada vez, ella cerraba los ojos y concentrándosefuertemente, lograbacaptarun instante la imagenhuidizadeotrosojosmuynegrosque lamirabanburlones tras del tul atado aunbreve sombrero.Algo así comounperfumeflotabaalrededordelatiernaevocación.
—Claroestáquemeacuerdo,papá.—¿Eralinda,verdad?¿Túlaquerías?—Sí,laquería.—¿Yporquélaquerías?—habíainsistidoélundía.Cándidamenteellahabíacontestado:—Porquellevabasiempreunvelitoatadoalrededordelsombreroyteníatanrico
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olor.Losojosdesupadresehabían llenadode lágrimas;y,comoellase learrimara
instintivamente,éllahabíarechazadoporprimeravez.—Eresunatonta—lehabíadicho,luegohabíadejadoelcuartodandounportazo.Perodesdeesemomento,todalavidaellasospechóquesupadretambiénhabía
queridoasumujerporlamismarazón,porlacualella,latonta,lahabíaquerido…Sí, la había querido por su efímero perfume, sus tules aleves… y esa muerte
prematuratandesconcertantecomoelfrívolomisteriodesusojos.Ahora levanta lamano, traza la señalde lacruzsobre la frentede suhija. ¿No
solíadespedirlacadanochedeidénticamanera?Mástarde,luegodehabercerradotodassuspuertas,seextenderásobreellecho,
volverálacaracontralaparedyreciénentoncesseecharáasufrir.Ysufriráoculto,rebeldealamenorconfidencia,acualquierademándesimpatía,comosisupenanoestuvierealalcancedenadie.
Y durante días, meses, tal vez años, seguirá cumpliendo mudo y resignado lapartededolorqueleasignaraeldestino.
Desde el principio de la noche, sin descanso, una mujer ha estado velando,atendiendoalamuerta.
Porprimeravez,sinembargo,laamortajadareparaenella;tanacostumbradaestáaverlaasí,graveysolícita,juntoalechosdeenfermos.
—«Alicia,mipobrehermana,¡erestú!¡Rezas!»¿Dóndecreerásqueestoy?¿RindiendocuentasalDiosterribleaquienofrecesdía
adíalabrutalidaddetumarido,elincendiodetusaserraderos,yhastalapérdidadetuúnicohijo,aquelniñodesobedienteyrisueñoqueunárbolarrollóalcaerycuyocuerposedislocóenterocuandololevantarondeentreelfangoylahojarasca?
Alicia,no.Estoyaquí,disgregándomebienapegadaalatierra.YmepreguntosiveréalgúndíalacaradetuDios.
Yaenelconventoenquenoseducamos,cuandoSorMartaapagabalaslucesdellargodormitorioymientras, infatigable, túcompletabaslasdosúltimasdecenasdelrosario con la frente hundida en la almohada, yome escurría de puntillas hacia laventanadelcuartodebaño.Preferíaacecharalosreciéncasadosdelaquintavecina.
En la planta baja, un balcón iluminado y dos mozos que tienden el mantel yenciendenloscandelabrosdeplatasobrelamesa.
Enelprimerpisootrobalcón iluminado.Tras lacortinamovedizadeunsauce,éseeraelbalcónqueatraíamismiradasmásávidas.
El marido tendido en el diván. Ella sentada frente al espejo, absorta en lacontemplacióndesupropiaimagenyllevándosecuidadosamentearatoslamanoalamejilla,comoparaalisarunaarruga imaginaria.Ellacepillandosuespesacabelleracastaña,sacudiéndolacomounabandera,perfumándola.
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Mecostabairaextendermeenmiestrechacama,bajolalámparadeaceitecuyamariposatitubeantedeformabaypaseabaporlasparedeslasombradelcrucifijo.
Alicia,nuncamegustómiraruncrucifijo,túlosabes.Sienlasacristíaempleabatodomi dinero en comprar estampas era porqueme regocijaban las alas blancas yespumosas de los ángeles y porque, a menudo, los ángeles se parecían a nuestrasprimasmayores,lasqueteníannovios,ibanabailesyseponíanbrillantesenelpelo.
Atodosafligiólaindiferenciaconquehicemiprimeracomunión.Jamásmeconturbóunretiro,niunaprédica. ¡Diosmeparecía tan lejano,y tan
severo!HablodelDiosquemeimponíalareligión,porquebienpuedaqueexistaotro:un
Diosmás secreto ymás comprensivo, el Dios que amenudome hiciera presentirZoila.
Porqueella,mimamá,déspota,enfermeraycensora,nunca logrócomunicarmesu sentido práctico, pero sí todas las supersticiones de su espíritu tan fuerte comosencillo.
—Chiquilla,¡lalunanueva!SalúdalatresvecesypidetrescosasqueDiostelasdará en seguida… ¡Una araña corriendo por el techo a estas horas! Novedadtendremos…¡Jesús,quebrasteeseespejo!Torcidavaaandar tusuertemientrasnorompasvidrioblanco…
Y,Alicia,figúrate,amedidaqueibaviviendo,aquellossignospuerilesquesinyosaberlo consideraba ya «¡Advertencia de Dios!» iban cambiando y siendoremplazadosporotrossignosmássutiles.
No sé cómo explicarte. Ciertas coincidencias extrañas, ciertas ansiedades sinobjeto,ciertaspalabrasogestosmíosquemiinteligencianohubierapodidoencontrarpor sí sola; y tantas otras pequeñas cosas, difíciles de captar y aúnmás de contar,empezaron a antojárseme signos de algo, alguien, observándome escondido yentretejiendoaratospartedesuvoluntaddentrodelaaventurademivida.
Claro está, las manifestaciones de ese «alguien» eran oscuras, a menudocontradictorias. Sin embargo, ¿qué de veces me obligaron a preguntarmemiedosamente si un Dios muy orgulloso, pero también anhelante de que se lopresintiera,selobuscara,selodeseara…noalentabaquizás,invisibleycerca?
Pero, Alicia, tú bien sabes que este «valle de lágrimas» como sueles decir,impertérrita a la sonrisaburlonade tumarido; estevalle, sus lágrimasygente, suspequeñecesygocesacapararonsiemprelomejordemisdíasysentir.
Yesposible,másqueposible,Alicia,queyonotengaalma.Debenteneralmalosquelasientendentrodesíbulliryreclamar.Talvezseanlos
hombrescomolasplantas;notodasestánllamadasaretoñarylashayenlasarenasquevivensinseddeaguaporquecarecendehambrientasraíces.
Y puede, puede así, que las muertes no sean todas iguales. Puede que hastadespuésdelamuertetodossigamosdistintoscaminos.
Peroreza,Alicia,reza.Megustaverrezar,túlosabes.
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¡Quénodaría,sinembargo,mipobreAlicia,porquetefueraconcedidaentierraunapartículadelafelicidadqueteestáreservadaentucielo!Medueletupalidez,tutristeza.Hastatuscabellosparecenhabértelosdesteñidolaspenas.
¿Recuerdastusdoradoscabellosdeniña?¿Yrecuerdaslaenvidiamíayladelasprimas?Porqueerasrubiateadmirábamos,tecreíamoslamásbonita.¿Recuerdas?
Ahorasóloqueda,cercadeella,elmaridodeMaríaGriselda.¡Cómoesposiblequeellatambiénllameasuhijo:elmaridodeMaríaGriselda!¿Porqué? ¡Porquecelaa suhermosamujer! ¡Porque lamantieneaisladaenun
lejanofundodelsur!La noche entera ella ha estado extrañando la presencia de su nuera y la ha
molestado laactituddeAlberto;deestehijoquenohahechosinomoverse,pasearmiradasinquietasalrededordelcuarto.
Ahoraque,echadosobreunasilla,descansa,duermetalvez,¿quénotaenéldenuevo,deextraño…deterrible?
Sus párpados. Son los párpados los que lo cambian, los que la espantan; unospárpados rugosos y secos, como si, cerrados noche a noche sobre una pasióntaciturna,sehubieranmarchitado,quemadosdesdeadentro.
Escuriosoquelonoteporprimeravez.¿Osimplementeesnaturalqueseafineenlosmuertoslapercepcióndecuantoessignodemuerte?
De pronto aquellos párpados bajos comienzan a mirarla fijamente, con lainsondablefijezaconquemiranlosojosdeundemente.
¡Oh,abrelosojos,Alberto!Como si respondiera a la súplica, los abre, en efecto… para echar una nueva
miradarecelosaasualrededor.Ahoraseacercaaella,sumadreamortajada,ylatocaenlafrentecomoparacerciorarsedequeestábienmuerta.
Tranquilizado,seencaminaresueltohaciaelfondodelcuarto.Ellalooyemoverseenlapenumbra,tantearlosmuebles,comosibuscaraalgo.Ahoravuelvesobresuspasosconunretratoentrelasmanos.Ahora pega a la llama de uno de los cirios la imagen deMaría Griselda y se
dedica a quemarla concienzudamente, y sus rasgos se distienden apaciguados amedidaquelabellaimagenseesfuma,separteencenizas.
Salvo una muerta, nadie sabe ni sabrá jamás cuánto lo han hecho sufrir esasnumerosas efigies de su mujer, rayos por donde ella se evade, a pesar de suvigilancia.
¿No entrega acaso un poco de su belleza en cada retrato? ¿No existe acaso encadaunodeellosunaposibilidaddecomunicación?
Sí, pero ya el fuego deshojó el último. Ya no queda más que una solaMaríaGriselda;laquemantienesecuestradaalláenunlejanofundodelsur.
¡Oh,Alberto,mipobrehijo!
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Alguien,algo,latomadelamano.—«Vamos,vamos…»—«¿Adónde?»—«Vamos».Y va. Alguien, algo la arrastra, la guía a través de una ciudad abandonada y
recubierta por una capa de polvo de ceniza, tal como si sobre ella hubieradelicadamentesopladounabrisamacabra.
Anda.Anochece.Anda.Unprado.Enelcorazónmismodeaquellaciudadmaldita,unpradoreciénregado
yfosforescentedeinsectos.Daunpaso.Yatraviesaeldobleanillodenieblaquelocircunda.Yentraenlas
luciérnagas,hastaloshombros,comoenunflotantepolvodeoro.Ay.¿Quéfuerzaeséstaquelaenvuelveylaarrebata?Helaaquí,nuevamenteinmóvil,tendidabocaarribaenelampliolecho.Liviana.Sesiente liviana. Intentamoverseynopuede.Escomosi lacapamás
secreta,másprofundade su cuerpo se revolviera aprisionadadentrodeotras capasmáspesadasquenopudieraalzaryquelaretienenclavada,ahí,entreelchisporroteoaceitosodedoscirios.
Eldíaquemahoras,minutos,segundos.—«Vamos».—«No».Fatigada, anhela, sin embargo desprenderse de aquella partícula de conciencia
que la mantiene atada a la vida, y dejarse llevar hacia atrás, hasta el profundo ymuelleabismoquesientealláabajo.
Perounainquietudlamueveanodesasirsedelúltimonudo.Mientraseldíaquemahoras,minutos,segundos.
Este hombre moreno y enjuto al que la fiebre hace temblar los labios como si leestuvierahablando.¡Quesevaya!Noquiereoírlo.
—«¡AnaMaría,levántate!»Levántate para vedarme una vez más la entrada de tu cuarto. Levántate para
esquivarme o para herirme, para quitarme día a día la vida y la alegría. Pero,¡levántate,levántate!
¡Tú,muerta!Tú incorporada, en un breve segundo, a esa raza implacable que nos mira
agitarnos,desdeñosaeinmóvil.Tú,minutoporminutocayendounpocomásenelpasado.Ylassubstanciasvivas
dequeestabashecha,separándose,escurriéndoseporcaucesdistintos,comoríosquenolograránjamásvolversobresucurso.¡Jamás!
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«AnaMaría,¡sisupierascuánto,cuántotehequerido!»¡Estehombre!¡Porquéaúnamortajadaleimponesuamor!Esraroqueunamorhumille,noconsigasinohumillar.ElamordeFernandolahumillósiempre.Lahacíasentirsemáspobre.Noerala
enfermedadquelemanchabalapielyleagriabaelcarácterloquelemolestabaenél,nicomoatodos,sudesagradableinteligencia,altaneraypositiva.
Lodespreciabaporquenoerafeliz,porquenoteníasuerte.¿De qué manera se impuso sin embargo en su vida hasta volvérsele un mal
necesario?Élbienlosabe:haciéndosesuconfidente.¡Ah,susconfidencias!¡Quéarrepentimientolaembargabasiempre,después!OscuramentepresentíaqueFernandosealimentabadesu rabiaodesu tristeza;
quemientrasellahablaba,élanalizaba,calculaba,gozabasusdesengaños,creyendotalvezque lacercaríanhastaarrojarla inevitablementeensusbrazos.Presentíaqueconsuscargosysusquejassuministrabamaterialalasecretaenvidiaqueélabrigabacontra su marido. Porque fingía menospreciarlo y lo envidiaba: le envidiabaprecisamentelosdefectosquelemerecíansureprobación.
¡Fernando! Durante largos años, qué de noches, ante el terror de una veladasolitaria,ellalollamóasulado,frentealfuegoqueempezabaaarderenlosgruesostroncosdelachimenea.Envanoseproponíahablarledecosasindiferentes.Juntoconla hora y la llama, el veneno crecía, le trepaba por la garganta hasta los labios, ycomenzabaahablar.
Hablaba y él escuchaba. Jamás tuvo una palabra de consuelo, ni propuso unasoluciónniatemperóunaduda,jamás.Peroescuchaba,escuchabaatentamenteloquesushijossolíancalificardecelos,demanías.
Despuésdelaprimeraconfidencia,lasegundaylaterceraafluyeronnaturalmenteylassiguientestambién,peroyacasicontrasuvoluntad.
Enseguida,lafueimposibleponerundiqueasuincontinencia.Lohabíaadmitidoensuintimidadynoerabastantefuerteparaecharlo.
Peronosupoquepodíaodiarlohastaesanocheenqueélseconfióasuvez.¡La frialdad con que le contó aquel despertar junto al cuerpo ya inerte de su
mujer,lafrialdadconquelehablódelfamosotubodeveronalencontradovacíosobreelvelador!
Durante varias horas había dormido junto a unamuerta y su contacto nohabíamarcadosucarneconelmáslevetemblor.
—«¡PobreInés!—decía—.Aúnnologroexplicarmeelporquédesuresolución.Noparecíatristenideprimida.Ningunararezaaparentetampoco.Devezencuando,sin embargo, recuerdo haberla sorprendido mirándome fijamente como si meestuvieraviendoporprimeravez.Medejó.¡Quémeimportaquenofueraparaseguiraunamante!Medejó.Elamorsemehaescurrido,semeescurrirásiempre,comoseescurreelaguadeentredosmanoscerradas».
«¡Oh, Ana María, ninguno de los dos hemos nacido bajo estrella que lo
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preserve…!» Dijo, y ella enrojeció como si le hubiera descargado a traición unabofetadaenplenorostro.
¿Conquéderecholaconsiderabasuigual?Enun brusco desdoblamiento lo había visto y se había visto, él y ella, los dos
juntoalachimenea.Dosseresalmargendelamor,almargendelavida,teniéndoselasmanosysuspirando,recordando,envidiando.Dospobres.Ycomolospobresseconsuelanentre ellos, tal vez algúndía, ellosdos…¡Ah,no! ¡Esono! ¡Eso jamás,jamás!
Desdeaquellanochesolíadetestarlo.Peronuncapudohuirlo.Ensayó, sí,muchas veces. Pero Fernando sonreía indulgente a sus acogidas de
pronto glaciales; soportaba, imperturbable, las vejaciones, adivinando quizás queluchabaenvanocontraelextrañosentimientoquelaempujabahaciaél,adivinandoquerecaeríasobresupecho,ebriadenuevasconfidencias.
¡Susconfidencias!¡Cuántasvecesquisorehuirlaséltambién!Antonio,loshijos;loshijosyAntonio.Sóloellosocupabanelpensamientodeesamujer,teníanderechoasuternura,asudolor.
Mucho,muchodebióquererlaparaescuchartantosañossusinsidiosaspalabras,parapermitirlequeledesgarraseasí,suaveylaboriosamente,elcorazón.
Ysinembargo,nosuposerdébilyhumildehastaloúltimo.«AnaMaría,tusmentiras,debíhaberfingidotambiéncreerlas.¡Tumaridoceloso
deti,denuestraamistad!¿Por qué no haber aceptado esta inocente invención tuya si halagaba tu amor
propio?No.Preferíaperderterrenoentuafectoantesqueparecertecándido.Más que mi mala suerte fue, Ana María, mi torpeza la que impidió que me
quisieras.Te veo inclinada al borde de la chimenea, echar cenizas sobre las brasas
mortecinas; te veo arrollar el tejido, cerrar el piano, doblar los periódicos tiradossobrelosmuebles.
Te veo acercarte a mí, despeinada y doliente: —«Buenas noches, Fernando.Siento haberle hablado aún de todo esto. La verdad es que Antonio no me quisonunca. Entonces, ¿a qué protestar, a qué luchar? Buenas noches». Y tu mano seaferraba a la mía en una despedida interminable, y a pesar tuyo tus ojos meinterrogaban,implorabanundesmentidoatusúltimaspalabras.
Yyo,yo,envidioso,mezquino,egoísta,meibasindesplegarloslabiosmásqueparamurmurar:«Buenasnoches».
Sinembargo,muchomehadeserperdonado,porquemiamorteperdonómucho.Hastaqueteencontré,cuandosemeheríaenmiorgullodejabaautomáticamente
deamar,ynoperdonabajamás.Mimujerhabríapodidodecírtelo,ellaquenoobtuvodemíniunreproche,niunrecuerdo,niunaflorensutumba.
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Por ti, sólopor ti,AnaMaría, he conocidoel amorque sehumilla, resiste a laofensayperdonalaofensa.
¡Porti,sóloporti!Tal vez había sonado para mí la hora de la piedad, hora en que nos hacemos
solidarioshastadelenemigollamadoasufrirnuestropropiomíserodestino.Tal vez amaba en ti ese patético comienzo de destrucción. Nunca hermosura
algunameconmoviótantocomoesatuyaendecadencia.Amétutezmarchitaquehacíaresaltarlafrescuradetuslabiosylaesplendidez
detusanchascejaspasadasdemoda,detuscejaslisasybrillantescomounafranjadeterciopelonuevo.Amétucuerpomaduroenelcuallagracilidaddelcuelloydelostobillosganaban,porcontraste,unadobleyenternecedoraseducción.Peronoquieroquitarte méritos. Me seducía también tu inteligencia porque era la voz de tusensibilidadydetuinstinto.
Quédevecesteobliguéaprecisarunaexclamación,uncomentario.Túenmudecías,colérica,presumiendoquemeburlaba.Y no, AnaMaría, siempre me creíste más fuerte de lo que era. Te admiraba.
Admirabaesatranquilainteligenciatuyacuyasraícesestabanhundidasenlooscurodetuser.
—«¿Sabeloquehaceagradableeíntimoestecuarto?Elreflejoylasombradelárbol arrimado a la ventana. Las casas no debieran ser nunca más altas que losárboles»,decías.
Oaún:«Nosemueva.¡Ay,quésilencio!Elaireparecedecristal.Entardescomoéstame damiedo hasta de pestañear. ¿Sabe uno acaso dónde terminan los gestos?¡Talvezsilevantolamano,provoqueenotrosmundoslatrizaduradeunaestrella!»
Sí,teadmirabaytecomprendía.Oh,AnaMaría, si hubieras querido, de tu desgracia ymi desdicha hubiéramos
podidoconstruirunafecto,unavida;ymuchoshabríanrondadoenvidiososalrededordenuestraunióncomoserondaalrededordeunverdaderoamor,delafelicidad.
¡Sihubierasquerido!Peronisiquieratomasteencuentamipaciencia.Nuncameagradecisteunagentileza.Nunca.
Meguardabasrencorporqueteapreciabayconocíamásquenadie,yo,elhombrequetúnoamabas».
PobreFernando,¡cómotiembla!Casinopuedetenerseenpie.¡Vaadesmayarse!Unmuchachocomparteel temorde laamortajada.Fred,queseacerca,pone la
manosobreelhombrodelenfermoylehablaenvozbaja.PeroFernandosacudelacabeza,yseniega,talvez,asalirdelcuarto.
EntoncesellaobservacómoFredloempujahaciaunsillónyseinclinasolícito.Yel pasado tierno que la presencia delmuchacho volcó en su corazón desborda porsobreestaimagendeFernandoentrelosbrazosdeFred,elhijopreferido.
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Recuerdoque,deniño,Fredteníalemiedoalosespejosysolíahablarensueñosunidiomadesconocido.
Recuerda el verano de la gran sequía y aquella tarde, en que a eso de las tres,Fernandolehabíadicho:«¿Sifuéramoshastalosterrenosquecompréayer?»
Losniñostreparonalbreaksintitubear.Antonioalególodesiempre:queeradesagradablesaliraesahora.Peroella,paranodecepcionaraFernandoycuidarque losniñosnoexpusieran
suscabezasalsol,habíaaceptadolapocodichosainvitación.«Estaremosdevueltamuchoantesde lacomida»,gritóa sumaridoen tantoel
coche se alejaba.PeroAntonioque fumaba, recostadoen lamecedora,ni sedignóagitarlamano.
Yasíhubodesobrellevarmudayofendidalosprimerosdiezminutosdellanurapolvorienta.
Los perros de Fred, esa jauría hecha de todos los perros vagos del fundo,siguieron un instante el carruaje. Luego se quedaron bebiendo en el barro de unaacequia.
Losniñossemovíanincesantemente,gritaban,cantaban,hacíanpreguntas.Ella,agobiada por el calor, sonreía sin contestarles. Y el coche avanzaba así, entre unadoblefiladelechuzasque,gravementeerguidassobrelospostesdelalambrado,losmirabanpasar.
«Tío Fernando, quiero una lechuza. Toma, aquí tienes tu escopeta, mata unalechuzaparamí.¿Porquéno?¿Porqué,tíoFernando?Yoquierounalechuza.Ésa.No,éstano.Estaotra…»
YFernando accedió como accedía siempre cuandoAnita se le colgaba de unamangaylomirabaenlosojos.Portemordecaerendesgraciaantelaniña,halagabasiempre sus malas pasiones. La llamaba: Princesa, y apedreaba junto con ella laspequeñaslagartijasqueseescurríanhorizontalesporlastapiasdeljardín.
Fernandodetuvoloscaballos,apoyólaescopetacontraelhombroyapuntóalalechuzaquedesdeunpostelosobservaba,confiada,sinmoverse.
Una breve detonación paró de golpe el inmenso palpitar de las cigarras, y elpájaro cayó fulminado al pie del poste. Anita corrió a recogerlo. El canto de lascigarrasseelevódenuevocomoungrito.Yellosreanudaronlamarcha.
Sobre las rodillas de la niña, la lechuza mantenía abiertos los ojos, unos ojosredondos,amarillosymojados,fijoscomounaamenaza.Pero,sininmutarse,laniñasostenía lamirada. «No está bienmuerta.Me ve. Ahora cierra los ojos poquito apoco…¡Mamá,mamá,lospárpadoslesalendeabajo!»
Peroellanolaescuchabasinoamedias,atentaalamasavioletaysombríaque,desdeelfondodelhorizonte,avanzabaalencuentrodelcarruaje.
«¡Niños,asubireltoldo!Unatormentasenosvieneencima».Fuecosadeuninstante.Fuesólounvientooscuroquebarriócontraellos,ramas
secas,pedregulloeinsectosmuertos.
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Cuando lograron transponerlo, la vieja armazón del break temblaba entera, elcieloseextendíagrisyel silencioera tanabsolutoquedabandeseosde removerlocomoaunaguademasiadoespesa.
Bruscamente,habíandescendidoaotroclima,aotrotiempo,aotraregión.Loscaballoscorríandespavoridosporuna llanuraqueningunorecordabahaber
vistojamás.Yasíarrastraronelcochehastaunagranjaenruinas.Depie,enelumbralsinpuerta,unhombreparecíaesperarlos.—«¿ElcaminoaSanRoberto,porfavor?»Elpeón—¿eraunpeón?—,calzababotasyteníaunafustaenlamano.Losmiró
extrañamente,tardóunsegundoycontestó:—«Siganderecho.Encontraránunpuente.Doblenluegoalaizquierda».—«Gracias».Loscaballosemprendierondenuevosuinquietantecarrera.Yentonces,Fredcon
cautelasearrimóaellaylallamóenvozmuybaja:—«Mamá,¿tefijasteenlosojosdelhombre?Eranigualesalosdela…»Aterradasehabíavueltohaciasuhijaparagritarle:—«Tiraesalechuza;tíralahedicho,quetemanchaelvestido».¿Elpuente?Cuántashoraserraronensubusca.Nosabe.Sólorecuerdaqueenundeterminadomomentoellahabíaordenado:«Volvamos».Fernandoobedecióensilencioyemprendióaquelinterminableregresoduranteel
cuallanocheselesechóencima.Lallanura,unmonte,otravezlallanurayotravezunmonte.Ylallanuraaún.«Tengohambre»,murmurabatímidamenteAlberto.Anita dormía, recostada contra Fernando, y la felicidad de Fernando era tan
evidentequeellaprocurabanomirarlo,presadeunsingularpudor.Bruscamenteunodeloscaballosresbalóysedesplomólargoalargo.Dentrodelcochesehizounbrevesilencio.Luego,comosirevivierandegolpe,
losniñosseprecipitaroncocheabajo,prorrumpiendoengritosysuspiros.Fernandohablóporfin.«AnaMaría,estoyperdidodesdehacehoras»,dijo.Losniñoscorríanenlaoscuridaddelcampo.«Aquídebehaberllovido»,chillaba
Albertohundidohastalarodillaenunlodazal.ApremiadoporFernandoelcaballoseerguíatambaleante,caíaysevolvíaaalzar
relinchandosordamente.—«AnaMaría, más vale no seguir el viaje. Los caballos están extenuados. El
cochenotienefaroles.Esperemosqueamanezca».InstantáneamenteFernandogolpeólasmanosparareuniralosniñosdispersos.—«¡Nosvamos!¡Nosvamos!¿YFred?¿DóndeestáFred?¡Fred!,¡Fred!»—«¡Hu,hu!»—gritóunavoz,mientrasalolejos,unpuntodeluzseencendíay
apagaba.—«Seha llevado la linternasordayestá jugandoa la luciérnaga»—explicaron
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loshermanos.Recuerdacómoechópieatierrayseinternórabiosaentrelaszarzas,malsegura
sobresusaltostacones.—«Fred,nosvamos.¿Quéhacesahí?»Inmóvilanteunarbustocuyasramasmanteníaalzadas,Fred,portodarespuestale
hizounaseñamisteriosa.Ycomosilecomunicaraunsecreto,fijócontraelfangoelredondeldeluz.
Entoncesellavio,pegadaa la tierra,unaenormecineraria.Unacinerariadeunazuloscuro,violentoymojado,yquetemblabalevemente.
Duranteelespaciodeunsegundoelniñoyellapermanecieronconlavistafijaenlaflor,queparecíarespirar.
DeprontoFreddesviólaluzylatétricacosasehundióenlasombra.¿Porquépersistióenellalaimagenazulyfría?¿Porquésuscarnesseapretaban
temblorosasmientrasvolvíahaciaelcocheapoyadaenelhombrodeFred?¿Porquéhabía dicho suavemente a Fernando: «Tiene razón. Es peligroso seguir viaje.Esperemosqueamanezca»?
Comosihubieranoídounaorden,losniñosestiraronlasmantas.DistingueaúncomoensueñosasuhijoAlbertoqueseacercaparataparla,quele
pegauncoscorrónaFred,paradormir,solo,contraellaybajoelmismoabrigo.Nunca,no,nuncaolvidóelterrorquelossobrecogióaldespertar.Un paso más y aquella noche habrían desaparecido todos. El coche estaba
detenidoalbordedelaescarpa.Yallá,enlohondo,debajodeunaespesaneblina,yencajonado entre las dos pendientes, adivinaron, corriendo a negros borbotones, elrío.
Desdeaqueldíamemorable ellahabíavigiladoaFred, inquieta, sin saberporqué.Peroelniñonoparecía tenerconcienciadeesesextosentido,quelovinculabaa latierrayalosecreto.
Yauncuandofueunmuchachoinsolenteyrobustolosiguiócuidandocomoaunserdelicado.Sóloporquederepente,yenelmomentomásinesperado,solíamirarlaconlosojospuerilesygravesdelniñomisteriosodeayer.
«No lo niegues, solía decirle Antonio, es tu preferido, le perdonas todo». Ellasonreía.Eraciertoqueleperdonabatodo,hasta larudezaconquesedesprendíadeellacuandoseinclinabaparabesarlo.
¿Ycómoolvidaraquellapequeñamanoquedurantetresdíasytresnoches,enelcuartodeunaclínica,seaferróalasuyasinsoltarla?Durantetresdíasellanohabíacomidoydurantetresnocheshabíadormidosentadaalbordedellecho,torturadaporesamano ávida de Fred, que le transmitía el sufrimiento y la obligaba a hundirse,juntoconél,enlapesadillayelahogo.
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Pocoapoco,sinadvertirlo,ellasehabíaacostumbradoasufastidiosapresencia.Abominaba el deseo que brillaba en los ojos de Fernando, y sin embargo, la
halagabaeseirreflexivohomenajecotidiano.Ahorarecuerda,comoenunaúltimaconfidencia,aBeatriz,laíntimaamigadesu
hija.Recuerdasupatéticavozdecontralto.Apenassabíacantar,perocuandoellalaacompañabaalpiano,lograbasobreponersutorpeza.Teníaenlagargantaciertanotade terciopelo, grave y tierna a la vez, que su voluntad prolongaba, amplificaba,sofocabadulcemente.Recuerdaelotoñopasadoysusnochessinluna,estridentesyclaras.
«Apenas levantados de la mesa, tú, Fernando, te apresurabas a salir con elcigarrilloenloslabios,esperandoquetesiguieraparaapoyarmeatuladocontralabalaustrada de la terraza. Pero yo corría a instalarme frente al piano. Y Beatrizempezabaacantar.
Uno, dos, tres Heder me esperabas de pie, luego te sentabas en el escaño dehierro,laespaldaapoyadacontralasenredaderasdelmuro.
Hasta el salón culebreaba el humo de los cigarrillos, que encendías uno en lacolilladelotro,sincompasiónportusalud.
Nadameimportabatuenervamiento,lahumedadquelasmadreselvasalentabansobretushombros.Mañanaestaríasenfermo,porcierto,pero¿era,acaso,yoculpabledeque teempeñases, taciturno,enesperarmeal frío,culpabledeque lamúsicameapasionaracienvecesmásquetucompañía?
Muchasveces, inmediatamentedespuésdel acorde final subí furtivamente amicuartosinesperartuvuelta,negándotelalimosnadelasbuenasnoches.
Nuncasemeocurriópensarquefueraunacrueldadinútil;creíaquetupresenciaotuausenciamedejabanindiferente.
Unanoche,sinembargo,entreunaromanzayotrameasoméalaterraza.Noencontréanadiesobreelescañodehierro.¿Por qué te habías marchado sin avisar? ¿Y en qué momento? Ni a lo lejos
resonabaelgalopedetuscaballos.Recuerdomidesconcierto.Diunospasos,respiréfuerte,levantélosojos.Habíaenelcielounhormigueotaldeestrellas,quedebíbajarloscasienseguida,
presadevértigo.Vientonceseljardín,lospotreroscrudamentegolpeadosporunaluzdirecta,uniforme,ytuvefrío.
Frentealpiano,otravez,meacometióungrandesaliento.YanomeinteresabalamúsicanielcantodeBeatriz.Noencontrabayarazónde
seramisgestos.Oh, Fernando, me habías envuelto en tus redes. Para sentirme vivir, necesité
desdeentoncesamiladoeseconstantesufrimientotuyo.Quédevecesdurantemi enfermedadme incorporé en el lechopara escucharte
condeliciarondarlapuertaquetehabíavedado.
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¡PobreFernando!Ahoraseacercapara tocarle tímidamente loscabellos;sus largoscabellosdemuerta,crecidoshastaduranteesanoche.
Abrendegolpelaspersianas.Luzgris,¿deamanecer,deatardecer?Niuna sombra esposibleya en el cuarto a la luzde esta fea luz.Las cosas se
destacancondureza.Algorevoloteapesadamenteentrelasfloresyseposasobrelasábana,algoabyecto…unamosca.
Fernandohalevantadolacabeza.Porfinlograráloquetantoanheló.¿Porquétitubeaydetienesuimpulsoahoraquepuedebesarla?¿Porquélamirafijamenteynolabesa?¿Porqué?Reciénentonces,ellavesuspropiospies.Losveextrañamenteerguidosypuestos
allá,alextremodelacolcha,comodoscosasajenasasucuerpo.Yporquevelóenvidaamuchosmuertos,laamortajadacomprende.Comprende
queenelespaciodeunminutoinasiblehacambiadosuser.QueallevantarFernandolos ojos había hallado a una estatua de cera en el lugar en que yacía la mujercodiciada.
Cuantosentranalcuartosemuevenahoratranquilos,semuevenindiferentesaesecuerpodemujer,lívidoyremoto,cuyacarneparecehechadeotramateriaqueladeellos.
SóloFernandosigueconlamiradafijaenella;ysuslabiostemblorososparecencasiarticularsupensamiento.
«AnaMaría,¡esposible!¡Medescansatumuerte!Tumuertehaextirpadoderaízesainquietudquedíaynochemeazuzabaamí,un
hombredecincuentaañostrastusonrisa,tullamadodemujerociosa.Enlasnochesfríasdel inviernomispobrescaballosnoarrastraránmásentre tu
fundoyelmíoaquelsulkyconunenfermoadentro,tiritandodefríoymalhumor.Yanonecesitarécombatirlaangustiaenquemesumíaunafrase,unreprochetuyo,unamezquinaactitudmía.
Necesitabatantodescansar,AnaMaría.¡Medescansatumuerte!De hoy en adelante no me ocuparán más tus problemas sino los trabajos del
fundo, mis intereses políticos. Sin miedo a tus sarcasmos o a mis pensamientosreposaréextendidovariashorasaldía, como lo requieremi salud.Me interesará lalecturadeunlibro, laconversaciónconunamigo;estrenarécongustounapipa,untabaconuevo.
Sí,volveréagozarloshumildesplaceresquelavidanomehaquitadoaúnyquemiamorportimeenvenenabaensufuente.
Volveré a dormir, Ana María, a dormir hasta bien entrada la mañana, comoduermen los que nadie ni nada apremia. Ninguna alegría, pero tampoco ningunaamargura.
Sí,estoycontento.Yanonecesitarédefendermecontraunnuevodolorcadadía.Me sabías egoísta, ¿verdad?Perono sabíashasta dónde era capazde llegarmi
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egoísmo.Talvezdeseétumuerte,AnaMaría».
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Eldíaquemahoras,minutos,segundos.Muyentradalatarde,llega,porfin,elhombrequeellaesperaba.Elvacíoquehacenalrededordesucamaleprevienequeseencuentraenlacasay
queesperatalvezenlahabitacióncontigua.Duranteunespaciodetiempoquelepareceinterminable,nadaalteraelsilencio.Apoyadocontraelquiciodelapuerta,adivina,depronto,asumarido.Lo han dejado solo, dueño y señor de aquella muerte. Y allí está inmóvil,
concentrandofuerzasparapoderafrontarlacondignidad.Ella empieza entonces a remover cenizas, retrocediendo entremedio hasta un
tiempomuylejano,hastaunaciudadinmensa,calladaytriste,hastaunacasadondellegóciertanoche.
¿Aquéhora?Nosabríadecirlo.Ya en el tren, extenuada por el largo viaje, había reclinado la cabeza sobre el
hombro de Antonio. El ramo de azahares prendido a su manguito alentaba unaazucarada fragancia que la mareaba ligeramente y le impedía prestar atención acuantolemurmurabasujovenmarido.
Pero,¿importaba?¿Norepetíaacasoloquelecontóyauna,dosymuchasveces?«…Queellatejía,nohacíasinotejerenlaverandadecristalesqueabríasobreel
jardín…yquelasuertehabíaqueridoqueelfundodeél,aquellanegraselvainculta,nodispusieradeunsolocaminotransitable;queasí,depasoporuncaminoprestado,pudoadmirarla,tardeatarde,duranteunaño…queunpesadonudodetrenzasnegrasdoblegabahaciaatrássucabeza,supequeñaypálidafrente.Aquellaprimavera,comoparatocarsumejilla,unárbolentrabaalaposento,susramascargadasdefloresydeabejas…yerafácilparaélacecharlaentonces;nonecesitabatansiquierabajarsedelcaballo… que apenas el invierno acortó los días, cobró audacia y fue a apoyar lafrente contra los vidrios, y que, largo rato, desde la oscuridad de la noche, solíaabismarseenlacontemplacióndelalámpara,delfuegoenlachimeneaydeaquellamuchachasilenciosaquetejíaextendidaenunalargamecedoradepaja.Amenudo,como si lo presintiera allí agazapado tras la oscuridad, ella levantaba los ojos ysonreía distraídamente, al azar. Sus pupilas tenían el color de lamiel y despedíansiempre la misma mirada perezosa y dulce. La nieve aleteó una vez sobre susespaldasdeintruso;envanopesabasobreelaladesusombrero,yseleadheríaalaspestañas. Enamorado ya, perdidamente, continuó a pesar de todo, gozando de esasonrisaquenoibadirigidaaél…»
Elramodeazaharesprendidoasumanguito,sumalsanoaromaquelaadormecía,le quitaba fuerzas para reaccionar violentamente y gritarle: «Te equivocas. Eraengañosamiindolencia.Sisolamentehubierastiradodelhilodemilana,sihubieras,malla por malla, deshecho mi tejido… a cada una se enredaba un borrascosopensamientoyunnombrequenoolvidaré».
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En aquella fría alcoba nupcial, cuántas veces, al volver del primer sueño, intentótraspasarelespesovelodeoscuridadqueselepegabaalosojos.
Sucorazónlatíaazorado.Eratanprofundaaquellaoscuridad.¿Noestaríaciega?Estirabalosbrazos,palpabanerviosamenteasualrededor,seaprestabasofocada
asaltardellecho,cuandounamanodefuegoseleposabasobreelseno,latumbabanuevamentehaciaatrás.Ycomosivinieraa tocarleunaherida,elgestodeaquellamanoimperiosalatornabadébilygimiente,cadavez.
Recuerdaquepermanecía inmóvil, anhelandoprimerodetener, luegodesalentarconsupasividadelasaltoamoroso;ypermanecíainmóvilhastaduranteelúltimo,eldefinitivobeso.
Perociertanochesobrevinoaquello,aquelloqueellaignoraba.Fuecomosidelcentrodesusentrañasnacieraunhirvienteylentoescalofríoque
juntoconcadacariciaempezaraasubir,acrecer,aenvolverlaenanilloshastalaraízde los cabellos,hasta empuñarlapor lagarganta, cortarle la respiracióny sacudirlaparaarrojarlafinalmente,exhaustaydesembriagada,contraellechorevuelto.
¡Elplacer!¡Conqueeraesoelplacer!¡Eseestremecimiento,eseinmensoaletazoyeserecaerunidosenlamismavergüenza!
¡Pobre Antonio, qué extrañeza la suya ante el rechazo casi inmediato! Nunca,nuncasupohastaquépuntoloodiabatodaslasnochesenaquelmomento.
Nunca supo que noche tras noche, la enloquecida niña que estrechaba en susbrazos,apretandolosdientesconiraintentabaconjurarelurgenteescalofrío.Queyano luchaba sólocontra las caricias sinocontrael temblorque,nocheanoche, esascariciaslograban,inexorables,hacerbrotarensucarne.
Amanece, había pensado ella, cuando la criada abrió las persianas a su primeramañanadecasada,tanescasaeralaluzquepenetróenlafríaestancia.
Sinembargo,sumaridolarequeríadesdefuera:«Levántate».Recuerda como si fuera hoy el jardín estrecho y sin flores, tapizado demusgo
sombrío y el estanque de tinta sobre cuya superficie se recortó su propia imagenenvueltaenellargopeinadorblanco.
PobreAntonio.¿Quégritaba?«Esunespejo,unespejograndeparaquedesdeelbalcóntepeineslastrenzas».
¡Ah,peinarseeternamentelastrenzasaesadesoladoraluzdeamanecer!Miró afligida el paisaje que se reflejaba invertido a sus pies.Unosmurosmuy
altos. Una casa de piedra verdosa. Ella y su marido como suspendidos entre dosabismos:elcielo,yelcieloenelagua.
—«Lindo,¿verdad?Mira,lorompesysevuelveaarmar…»Riendosiempre,Antonioagitóelbrazoparalanzarconviolenciaunguijarroque
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alláabajofueaherirasudesposadaenplenafrente.Milesdeculebrasfosforescentesestallaronenelestanqueyelpaisajequehabía
dentroseretorció,yserompió.Recuerda.Asiéndosedelabalaustradadehierroforjado,habíacerradolosojos,
conmovidaporunmiedopueril.—«Elfindelmundo.Asíhadeser.Lohevisto».Lanuevacasa;aquellacasaincómodaysuntuosadondehabíanmuertolospadres
deAntonioydondeélmismohabíanacido.Sunuevacasa,recuerdahaberlaodiadodesdeelinstanteenquefranqueólapuertadeentrada.
¡Quédistintadelpabellóndemaderafragantecuyo luminoso interior invitabaaespiarporloscristales!
Tal vez tuviera algún parecido con la vieja casa de su abuela en la ciudad deprovincia donde pasó su primera infancia, donde residió durante el invierno y sepresentóensociedad.
Pero,¿dóndeestánlasaladebillar,elcosturero,eljardínconoloratoronjil?Aquí,niunasolachimenea—y¡horror!elespejodelvestíbulotrizadodearriba
abajo—;largossalonescuyosmueblesparecíandefinitivamenteenfundadosdebrin.Recuerdaqueerrabadecuartoencuartobuscandoenvanounrincónasugusto.
Se perdía en los corredores. En las escaleras espléndidamente alfombradas, su piechocabacontralavarilladebroncedecadaescalón.
Nolograbaorientarse,nolograbaadaptarse.
Invariablemente,alacaídadelatarde,Antonioinstalabaasumujerenelfondodelcupé,lecubríalasrodillasconunapielyserecostabaasulado.
Jamásllegaron,sinembargo,hastalacasadelamadrinaparalíticaquedormitabapegada al brasero de plata. Y la vieja sobreviviente de esa familia extinguida losesperó,envano,tardeatarde,juntoaltéservido—ybajóareposarconlossuyossinconoceralaqueibaacontinuarsuraza.
—«Iremos mañana» —suspiraba el enamorado marido apenas el cochefranqueabaelportal—,«hoydéjamemirarte,déjamequererte».Yvagabanalazar.
Así, recién casada, trabó conocimiento con aquella ciudad inmensa, callada ytriste.
Al finalde sus estrechas calles, divisaban siempre las escarpadasmontañas.Lapoblaciónestabacercadadegranito, comosumidaenunpozode laaltacordillera,aisladahastadelviento.
Yella,acostumbradaaleternosusurrardelostrigos,delosbosques,alchasquidodel río golpeando las piedras erguidas contra la corriente, había empezado a sentirmiedodeesesilencioabsolutoytotalquesolíadespertarladurantelasnoches.
La perseguía la imagen del mundo que vio destrozarse el primer día en elestanque.Aquelsilencioseleantojabaelpresagiodeunacatástrofe.
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Talvezunvolcánignoradodetodosacechaba,muycerca,elmomentodeestallaryaniquilar.
Habíaanheladoentoncesrefugiarseenalgoquelefuerafamiliar,enungesto,enunrecuerdo.
Noreconocíasucuerpodisfrazadodevestidosnuevos,suscabellosmalpeinados.PeroZoila,¿porquélahabríacriadotanharagana?¿Porquénolehabríaenseñadoaapretarsupesadacabellera?
Díaadíaaplazabaeldeseodeabrirsusmaletasparabuscar,retratos,objetos,unaprendacordial.Elfrío,unfríoinsólitolaestabavolviendocobarde,sininiciativa,ysusdedostransidosnoatinabanniaanudarunlazodecinta.
Trataba de pensar en cuánto había dejado hacía tan sólo un par de meses.Entornabalosojosprocurandoevocaruncuartotibio,ynoloveíasinorevueltoporlaprecipitacióndelapartida;elgransalóndefiestasdondetemblabanlaslágrimasdecristaldelasarañasydonde,conlastrenzasrecogidasporprimeravez,bailóciertanochelocamentehastaelamanecer,ynoloencontrabasinoenaquellatardegrisenquesupadrelehabíadicho:«Chiquilla,abrazaatunovio».
Entonces ella se había acercado obediente a ese hombre tan arrogante… y tanrico,sehabíaempinadoparabesarsumejilla.
Recordabaquealapartarse,lahabíanimpresionadoelrostrogravedelaabuelaylas manos temblorosas de su padre. Recordaba haber pensado en Zoila y en lasprimas, quepresentía con el oídopegado a la puerta.Yhaber sentido asimismo lasolicitudconquelahabíanrodeadodurantetantosaños.
Yno;yanoeracapazsinodeevocareltemorquesehabíaapoderadodeellaapartirdeese instante, laangustiaquecrecíacon losdíasyelobstinadosilenciodeRicardo.
Pero, ¿cómo volver sobre una mentira? ¿Cómo decir que se había casado pordespecho?
SiAntonio…PeroAntonionoeraeltiranonielseranodinoquehubieradeseadopormarido. Era el hombre enamorado, pero enérgico y discreto a quien no podíadespreciar.
Un día, al fin, como si despertara de su embriaguez de amor, su marido la habíamiradolargamente;unamiradainquisidora,tierna.
—«AnaMaría,dime,¿algunavezllegarásaquerermecomoyotequiero?»¡Diosmío,aquellahumildadtandigna!Aellaselehabíanagolpadolaslágrimas
alosojos.—«Yotequiero,Antonio,peroestoytriste».Entoncesélhabíacontinuadoconelmismotonorazonableydulce.
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—«¿Qué debo hacer para que no estés triste? Si la casa no te gusta latransformaréatuantojo.Siteaburres,solaconmigo,desdemañanaveremosgente.Daremosunagranfiesta;tengomuchosamigosaquí».
Peroellamovíadeunladoaotrolacabezamurmurando:—«No,no…»AhoraleeraodiosoeltonodeAntonio,ahoraunasordaaflicciónremontabaen
ella.¿Quéleestabaproponiendo?¿Organizartodaunaexistenciaallí,enesefondodemar,sinfamilia,entreamigosflamantesyservidoresdesconocidos?
«—Talvezextrañesciertasdiversiones.HarévenirdelfundounpardealazaneseiremosalParque,porlasmañanas.AnaMaría,habla,di:¿quéquieres?
Se había aferrado al brazo de sumarido deseando hablar, explicar, y fue aquídondesupánico,rebelde,saltóporsobretodoargumento:
—«Quieroirme».Él la miró intensamente. Nunca había visto ella palidecer a nadie. Desde ese
momentosupoloqueera:unablancurainsólitaafilandoelpómulo,unacarainmóvildondesólovivenlosojos,brillantesyfijos.
YfueasícomoAntonioladevolvióasupadre,poruntiempo.Ay, no se duerme impunemente tantas noches al lado de un hombre joven y
enamorado.Un desaliento se había apoderado de ella al reanudar su antigua existencia.
Parecíaleestarrepitiendogestosquehubieraagotadoayerdetodointerés.Errabadelbosquealacasa,delacasaalaserradero,sorprendidadenoencontrar
yarazóndeseraunavidaquese leantojabacompleta. ¡Esposiblequeenalgunassemanas nuestros sueños y nuestras costumbres, cuanto parecía formar parte denosotros mismos pueda volvérsenos ajeno! Bajo el tul del mosquitero su cama leparecíaahoraestrecha,fría;estúpido—deunmalgustoquelahumillaba—,elpapelsalpicadodenomeolvidesquetapizabaelcuarto.¿Cómopudovivirallítantotiemposincobrarleodio?
Ciertanoche soñóqueamabaa sumarido.Deunamorqueeraun sentimientoextrañamente, desesperadamente dulce, una ternura desgarradora que le llenaba elpechodesuspirosyalaqueseentregabalaciayardorosa.
Despertó llorando. Contra la almohada, en la oscuridad, llamó, entoncesdespacito:«¡Antonio!»
Si en aquel instante hubiera tenido el valor de no pronunciar ese nombre, otrofueratalvezsudestino.
Perollamó:Antonio,yenellasehabíahecholasingularrevelación.«No se duerme impunemente tantas noches al lado de un hombre joven y
enamorado». Necesitaba su valor, su abrazo, todo el hostigoso amor que habíarepudiado.
Recordóunlechoamplio,desordenadoytibio.Añoróelmomentoenqueaferradoasustrenzascomopararetenerla,Antoniose
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aprestabaadormir.Unassacudidasmuylevescontrasucaderaveníanaanunciarle,entonces, que su marido se desprendía poco a poco de la vida, resbalaba en lainconsciencia. Luego, aquella sien abandonada sobre su hombro de mala esposaempezabaa latir fuertemente,comosi toda lasensibilidaddeesecuerpoafluyerayfueraagolpearahí.
Una gran emoción, un gran respeto la conmovían ahora al pensar con quégenerosidadsinlímitesélleentregabasusueño.
Y anheló besar esa sien confiada de Antonio, que era de noche la parte másvulnerabledesuser.
Mes a mes, la ausencia—él tardó en acudir al persistente llamado de la familia;reclamaba tiempo para su herida— fue acrecentando el arrepentimiento, la sedamorosa.
Caía el otoño, en la casa de la abuela ardían los primeros braseros cuandoAntoniosedignóvenir.
Recuerda. Llegaba exhausta del fundo y no atinó tan siquiera a arreglar sustrenzasdeshechas,sutezfatigada.Entródirectamentealsombríoescritoriodondesumaridolaesperabafumando.
—«¡Antonio!»—«¿Cómoestás?»—replicóunavoztranquila,desconocida.Muypocacosaconsigueresucitardeaquellaentrevistaqueahorasabedefinitiva.Reconsidera y nota que de su vida entera quédanle sólo en el recuerdo, como
signosdeidentificación,lainflexióndeunavozoelgestodeunamanoquehilaenelespaciolaoscuravoluntaddeldestino.
Quéabsurda,quélejanadebióparecerleaAntonio,enaquelmomento,lapasiónqueabrigópor lamuchachaahoradespeinaday flacaquesollozabaa suspiesy lerodeabalacinturaconlosbrazos.
Lacarahundidaenlachaquetadeunhombreindiferente,ellabuscabaelolor,latibiezadelfervorosomaridodeayer.
Recuerdaysienteaúnsobrelanucaunamanoperdonadoraquelaapartaba,sinembargo,dulcemente…
Yasífueluegoysiempre,siempre.Vivieronenelfundoqueellaindicó,elquelehabíadadosupadrepordote.Pero
Antonioguardósuselvanegra,conservósucasaysusinteresesenlaciudad.Un tono fácil, amable, pero jamás en él la alusión, el gesto que la permitieran
rehabilitarse.Sinesfuerzosehabíadesprendidodelpasadoqueaellalahabíahechoesclava.Ydenochesuabrazoerafuerteaún,tierno,sí,perodistante.
Entonceshabíaconocidolapeorde lassoledades; laqueenunamplio lechoseapoderadelacarneestrechamenteunidaaotracarneadoradaydistraída.
SuprimogénitonoconsiguiódevolverleelamornielespíritudeAntonio.
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Laenfermedadylamuertetampococrearonentreelloslaamarradeldolor.Peroellahabíaaprendidoarefugiarseenunafamilia,enunapena,acombatirla
angustiarodeándosedehijos,dequehaceres.Yesoacasolasalvódenuevasyfunestaspasiones.¿Eso?No.Fue que, a pesar de todo, durante su juventud entera no terminó de agotar los
celos,elamorylatristezadelapasiónqueAntoniolehabíainspirado.¡Él,encambio,laengañótantasveces!Suvidagalantesubíahastaellaenunaoladeanónimosydelaciones.Huboun
tiempoenquedesdeñosa,aunquedolorida,rehuíalasconfidencias,amparadaensucategoríademujerlegítima,seguradequeellorepresentabaunaelección,unpuestodehonordefinitivoenelcorazóndistantedesumarido.
Hastaeldíaaquel…Fue unamañana. Retrasada a causa de sus largos cabellos, desde el cuarto de
baño consideraba a través de la puerta medio abierta, el dormitorio en desorden,cuando Antonio entró inesperadamente de vuelta de la caza. Creyéndose solo,manteníaelsombreroechadosobrelaorejaymasticabaunaramitadeboj.Segundosdespués,alacercarsealveladorparadepositarlacartuchera,subotatropezóconunachineladecueroazul.
Yentonces,ohentonces—ellavioynuncapudoolvidarlo—,brutalmente, conrabia,casi,laarrojólejosdesídeunpuntapié.
Yenunsegundo,enesebrevesegundoseprodujoenellaelbruscodespertarauna verdad, verdad que llevó tal vez adentro desde mucho y esquivaba mirar defrente.Comprendióqueellanoera,nohabíasidosinounadelasmúltiplespasionesde Antonio, una pasión que las circunstancias habían encadenado a su vida. Latolerabanadamás;laaceptaba,tascandoelfreno,comolaconsecuenciadeungestoirremediable.
Recuerda.Se había echadodespacito hacia atrás, anhelando furiosamente pasarinadvertida.Atisboun suspiro, luegoel crujirdel lechobajo elpesodel cuerpodeAntonio.
Era unamañana de sol y el día se anunciaba esplendoroso. Contra los vidriosempavonadosdelaventanagolpeabanenmultitudeslaslibélulas.Deljardínsubíanlosgritosdelosniñospersiguiéndoseconlamangueraderegar.
Todo un día de calor por delante. Tener que peinarse, que hablar, ordenar ysonreír.«¿Laseñoraestátristeconuntiempotanlindo?…»«Mamá,venajugarconnosotros»…«¿Quétepasa?¿Porquéestássiempredemalhumor,AnaMaría?»
Tenerquepeinarse,quehablar,ordenarysonreír.Tenerquecumplirel túneldeunlargoveranoconesepuntapiéenmediodelcorazón.Sehabíaapoyadocontralapared,degolpehorriblementefatigada.
Susojossehabíanllenadodelágrimasqueenjugóenseguida,peroya,silenciosasafluíanotras,yotras,yotras…Norecuerdahaberlloradonuncatanto.
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Pasaron años.Años en que se retrajo y se fue volviendo día a díamás limitada ymezquina.
¿Porqué,porquélanaturalezadelamujerhadesertalquetengaquesersiempreunhombreelejedesuvida?
Loshombres,ellos,logranponersupasiónenotrascosas.Peroeldestinodelasmujeres es remover una pena de amor en una casa ordenada, ante una tapiceríainconclusa.
En vano había agotado los inconscientesmétodos de la pasión para reconquistar aAntonio; ternura, violencia, reproches, mutismo, asedio amoroso. Él la evitabacariñosaymiedosamente,ofingíaignorarsussombríasactitudes.
Pero, a veces, cuando extenuada moralmente, una momentánea indiferencia lahacía moverse con naturalidad, la simpatía y la confianza de su marido brotabanhaciaellaespontáneamente.Entonces la invitabaa laciudad, la llevabaal teatro,yhastaacompañábalaalastiendas.Yconversabaconelladeellaydeél,delosniñosyde la vida «que era tan triste a pesar de todo», así decía él, él, la alegría hechapersona…
—Ereslamujerconmásencantoqueheconocido.Eslástimaqueseasmimujer,AnaMaría, solía también decirle en aquellas ocasiones; y sus dientes tan blancosrelucían en esa sonrisa suya que parecía tan franca; sus ojos prodigiosamentecastaños la envolvían entre burlones y tiernos, y para no desviar el curso de esacariciadistante,ellarefrenabasuimpulsodeecharlelosbrazosalcuelloybesaresahermosafrentedevarónvaronil.
¡Curiosoestodehaber tenidoqueportarse así con los seresqueellamásamó!ConAntonio,consushijos.
«Hayqueserjuiciosaenamor»,solíaaconsejarseasímisma.Yhabíalogradoenefectomuyamenudoserjuiciosa.Habíalogradoadaptarsu
propio vehemente amor al amor mediocre y limitado de los otros. Temblando deternura y de verdad a menudo logró sonreír, frívolamente, para no espantar aquelpoquitoamorqueveníaasuencuentro.Porqueelnoamarlosdemasiadoseatalvezlamejorpruebadeamorquesepuedadaraciertosseres,enciertasocasiones.
¿Es que todos los que han nacido para amar viven así como ella vivió?,¿ahogandominutoaminutolomásvitaldentrodesí?
Recuerda todavía aquel viaje absurdo, y como de pesadilla cuando en el tren elladebía constantemente pararse y pasearse por los pasillos, a fin de adormecer suinquietud.
¡Oh!,aqueltrenquecorríaenlanochemenosrápidoquesupensamiento,hacialaciudadendondeesperabasorprenderaAntonio.
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¡Atodo!Estabadispuestaatodo,yanotenerpiedad,nicaerenindulgenciasdeningunaespecie.Oleadasdefurorlaacometíanpormomentoscontantaviolenciaquelagargantaseleapretabaenunespasmodoloroso…
Seveaún,llegandodeamaneceraunaestaciónsolitaria.Luego fue aquellahumillante antesala eneldomicilioparticulardel abogado, a
quientuvieralaaudaciadehacerdespertar.Recuerdacomosifueraayersusilencioreprobadoralescucharla,yladelicadeza,lalentitudconquemedíasurespuesta:
—«No,estonodebehacerse,AnaMaría,piensequeAntonioeselpadredesushijos;piensequehaymedidasqueunaseñoranopuedetomarsinrebajarse.Talvezsuspropioshijos lacriticaríanmásadelante.Por lodemásqué lepuede importaraUd. esa infeliz mujer a quien más seguro va a pesarle dentro de muy poco laimprudencia que está cometiendo…» ¡Un momento!, había exclamado de prontointempestivamente. «Un momento», había agregado vacilante, luego habíaseescurridodelcuarto.
¡No,aunquesuvidaenteranuncacondescendieraavolveraverlo,no,enelfondonunca guardó rencor al pobre hombre que, conociéndola desde niña, la habíatraicionado en sus planes tan bondadosa y torpemente como lo hubiera hecho supropiopadre!
Elhechofue,quecuandolapuertavolvieraaabrirsehabíasidoelpropioAntonioquienhabíaentradoalcuartoseveroypálido.
Acostumbradosiempreaganarlasbatallassobreunamujertemerosadelaheridaque con una sola palabra tuviera el poder de infligirle, iniciaba ya un ademán dealtanería,cuando temblandode iraempezóa injuriarloporprimeravezensu largavida de casados. Y las injurias brotaron primero inteligentes y sagaces, luego tanabsurdas e injustas que calló de golpe, avergonzada, dispuesta de antemano a todarepresalia.
Perono.Él había continuado mirándola atentamente como lo hiciera durante todo su
vehementeapostrofe.Luego:—¡Sin embargome quieres!—había exclamado al fin con voz apenada—. ¡Y
cuántomequieres!Dime,¿porqué,porqué?
Muypoco tiempohabíaduradoaquella insólita reconciliación.Ymuyprontohabíavueltoélasucortésindiferenciayellaasuinquinatanfuertecomoelamorconquelohabíavueltoaamarporespaciodeunasbrevessemanas.
«Sufro,sufrodeticomodeunaheridaconstantementeabierta».Duranteañossehabíarepetidoenvozbajaestafraseporqueteníaelmisterioso
don de hacerla estallar en lágrimas. Tan sólo así lograba detener unos instantes eltrabajodelaagujaardientequelelacerabasintreguaelcorazón.Duranteaños,hastaelagotamiento,hastaelcansancio.
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«Sufro,sufrode ti…»,empezabaasuspirarundíacuando,degolpe,apretó loslabiosycallóavergonzada.¿Aquéseguirdisimulándoseasímismaque,desdehacíatiempo,seforzabaparallorar?
Eraverdadquesufría;peroyanolaapenabaeldesamordesumarido,yanolaablandabalaideadesupropiadesdicha.Ciertairritaciónyunsordorencorsecaban,pervertíansusufrimiento.
Los años fueron hostigando luego esa irritación hasta la ira, convirtieron sutímidorencorenunaideabiendeterminadadedesquite.
YelodiovinoentoncesaprolongarellazoquelauníaaAntonio.Elodio,sí,unodiosilenciosoqueenlugardeconsumirlalafortificaba.Unodio
que la hacía madurar grandiosos proyectos, casi siempre abortados en mezquinasvenganzas.
Elodio,sí,elodio,bajocuyaalasombríarespiraba,dormía,reía;elodio,sufin,sumejorocupación.Unodioquelasvictoriasnoamainaban,queenardecían,comosilaenfurecieraencontrartanpocaresistencia.
Yeseodiolasacudeaúnahoraqueoyeacercarsealmaridoylovearrodillarsejuntoaella.
Él no la ha mirado. Casi instantáneamente hunde la cara entre las manos ydesplomamediocuerposobreellecho.
Largo rato así inmóvil, parece, lejosde sumujermuerta, considerar algúnayerdoloroso,unmundoinfinitodecosas.
Ellasienteconrepugnanciapesarsobresucaderaesacabezaaborrecida,pesarallídondehabíancrecidoytandulcementepesadosushijos.Coniraseponeaexaminarporúltimavezesacuidadacabelleracastaña,esecuello,esoshombros.
Repentinamente lahiereundetalle insólito.Muypegadaa laorejaadvierteunaarruga,unasola,muyfina, tan finacomounhilode telaraña,perounaarruga,unaverdaderaarruga,laprimera.
Diosmío,¿aquelloesposible?¿Antonionoesinviolable?No. Antonio no es inviolable. Esa única, imperceptible arruga no tardará en
descolgárselehacialamejilla,dondeseabrirámuyprontoendos,encuatro;marcará,por fin, toda su cara. Lentamente empezará luego a corroer esa belleza que nadahabíaconseguidoalterar,yjuntoconellairádesmoronandolaarrogancia,elencanto,lasposibilidadesdeaquelserafortunadoycruel.
Comounresortequesequiebra,comounaenergíaquehaperdidosuobjeto,hadecaídodeprontoenellaelimpulsoquelaerguíaimplacableyvenenosa,dispuestasiempreamorder.Heaquíquesuodiosehavueltopasivo,casiindulgente.
Cuandoéllevantalacabeza,ellaadvierteasombradaquellora.Suslágrimas,lasprimeras que le vea verter resbalan por susmejillas sin que él atine a enjugarlas,sorprendidoporelarrebatodesupropiollanto.
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¡Llora, llora al fin!O puede que sólo llore su juventud que siente ida con esamuerta, puede que sólo llore fracasos cuyo recuerdo logró durante mucho tiempoaventaryqueafluyenahorainaplazablesjuntoconelprimerembate.Peroellasabequelaprimeralágrimaesuncauceabiertoatodaslasdemás,queeldoloryquizástambién el remordimiento han conseguido hender una brecha en ese empedernidocorazón, brecha por donde, en lo sucesivo se infiltrarán con la regularidad de unamareaqueleyesmisteriosasimpelenagolpear,aroer,adestruir.
Dehoyenadelante,porlomenos,conoceráloqueimportallevarunmuertoenelpasado.Jamás,nogozar jamásenteramentedenada.Encadagoce,hastaenelmássimple—una luna de invierno, una noche de fiesta— cierto vacío, cierta extrañasensacióndesoledad.
Amedidaquelaslágrimasbrotan,sedeslizan,caen,ellasientesuodioretraerse,evaporarse.No,yanoodia.¿Puedeacasoodiaraunpobreser,comoelladestinadoalavejezyalatristeza?
No.No lo odia. Pero tampoco lo ama.Y he aquí que al dejar de amarlo y deodiarlosientedeshacerseelúltimonudodesuestructuravital.Nadaleimportaya.Escomosino tuvierayarazóndeserniellanisupasado.Ungranhastío lacerca,sesientetambalearhaciaatrás.¡Ohestasúbitarebeldía!Estedeseoquelaatormentadeincorporarsegimiendo:«¡Quierovivir.Devuélvanme,devuélvanmemiodio!»
—«Vamos…»Delfondodeunacarretera,ardientebajoelsol,avanzanasuencuentroinmensos
remolinosdepolvo.Helaaquíarrolladaenimpalpablessábanasdefuego.—«Vamos,vamos».—«¿Adónde?»—«Másallá».Resignada,reclinalamejillacontraelhombrohuecodelamuerte.Yalguien,algo,laempujacanalabajoaunaregiónhúmedadebosques.Aquella
lucecita,a lo lejos,¿quées?¿Aquella tranquila lucecita?EsMaríaGriselda,queseaprestaacenar.Juntoconelcrepúsculohapedidolalámparayhahechodisponerelcubiertosobre lamesademimbrede la terraza.Juntoconelcrepúsculo lospeonesabrieronlascompuertaspararegarelcéspedylostresmacizosdeclavelinas.Ydeljardínsumergidosubehacialasolitariaunaoladefragancia.
Las falenas aletean contra la pantalla encendida, rozan medio chamuscadas elblancomantel.
¡Oh,MaríaGriselda!No tengasmiedo si sobre la escalinata los perros se hanerguidoconlospeloserizados;soyyo.
Secuestrada,melancólica,asíteveo,midulcenuera.Veotucuerpoadmirableyun poco pesado que soporta unas piernas de garza.Veo tus trenzas retintas, tu tezpálida,tualtivoperfil.Yveotusojos,tusojosestrechos,deunverdesombríoiguala
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esasnatasdemusgoflotanteestancadasenlasuperficiedelasaguasforestales.María Griselda, sólo yo he podido quererte. Porque yo y nadie más logró
perdonartetantaytaninverosímilbelleza.Ahorasoplolalámpara.Notengasmiedo,deseoacariciarteelhombroalpasar.¿Porquéhassaltadodetuasiento?Notiemblesasí.Mevoy,MaríaGriselda,me
voy.Unacorrientelaempuja,laempujacanalabajoporuntrópicocuyavegetaciónva
descolorándoseamedidaquelatierraseparteenmilymilapretadosislotes.Bajoelfollajepálido,transparente,nadamásquecamposdebegonias.¡Oh,lasbegoniasdepulpa acuosa!La naturaleza entera aspira, se nutre aquí de agua, nadamás que deagua.Ylacorrientelaempujasiemprelentamente,yjuntoconella,enormesnudosdeplantasacuyasraícesviajanenlazadaslasdulcesculebras.
Ysobretodoestemundoporelquemuertasedesliza,parecehabersedetenidoycernirse,eterna,lalívidaluzdeunrelámpago.
El cielo, sin embargo, está cargado de astros; estrella que ella mire, comorespondiendoaunllamado,correvelozycae.
«¡Notevayas,tú,tú…!»¿Quégritoeséste?¿Quélabiosbuscanypalpansusmanos,sucuello,sufrente?Debieraestarprohibidoalosvivostocarlacarnemisteriosadelosmuertos.Los labios de su hija, acariciando su cuerpo, han detenido en él ese leve
hormigueo de sus más profundas células, la han vuelto, de golpe, tan lúcida yapegadaaloquelarodea,comosinohubieramuertonunca.
—«Mipobrehija,teconocíarrebatosdecólera,nuncaunaexpresióndesordenadade dolor como la que te impulsa ahora a sollozar, prendida a mí con fuerza dehistérica.«Esfría,esdurahastaconsumadre»,decíantodos.Yno,noerasfría;erasjoven,jovensimplemente.Tuternurahaciamíeraungermenquellevabasdentroyquemimuertehaforzadoyobligadoamadurarenunasolanoche.
Ningúngestomíoconsiguiójamásprovocarloquemimuertelograalfin.Yaves,lamuerteestambiénunactodevida.
No llores,no llores, ¡si supieras!Continuaréalentandoen ti y evolucionandoycambiandocomosiestuvieraviva;meamarás,medesecharásyvolverásaquererme.Ytalvezmuerastú,antesqueyomeagoteymueraenti.Nollores…»
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Vienen, la levantandel lechocon infinitasprecauciones, la acomodanenuna largacaja demadera.Un ramo de claveles rueda sobre la alfombra. Lo recogen y se loechanalospies.Luegovanamontonandoelrestodelasfloressobreellacomoquientiendeunasábana.
¡Québienseamoldaelcuerpoalataúd!Nolatientaelmenordeseodeincorporarse.¡Ignorabaquepudierahaberestado
tancansada!Veoscilarelcieloraso;resbalar;susojosentreabiertospercibencasienseguida
otro,blanqueadohacepoco;eseldesucuartodevestir.Unaenormerasgadura,obradelúltimotemblor,lahacereconocerseluegoenel
cuartodealojados.Largasfilasdehabitacionesvanmostrándoleasíángulos,moldes,vigasfamiliares.Antecadapuertaseproducematemáticamenteunbrevealtoyellaadivinaquelaexcesivaestrechezdelumbraldificultaelpasodequieneslacargan.
He aquí, sacrilegio, que pisotean la alfombra azul. ¿Quién se habrá atrevido atraerlaalvestíbulo?¿Yparaqué?Elpisolustradosientamilvecesmejoralestilodelacasa.
Allí,expuestaalsolyaunconstanteajetreo,vaamarchitarseloque,hastahacepoco,eraelrefugiodesusdíasdeinvierno.Sóloporhallarseextendidaenuncuartolejanoycasisiemprecerradosehabíaconservadointactayazullaalfombraazul.
Cuandoelvendavalazotabafuera,sushijossolíanhacerleunainvitaciónsingularqueintrigabaalosextraños.
Decían:«Vamosalaplaya».Laplayaeraaquelcuadradodealfombraesponjosa;allícorríanarecostarsedeniños,consusjuguetes;mástardeconsuslibros.
Y parecía realmente que el frío y elmal tiempo se detuvieran al borde de esepedazodelanacuyocolorviolentoyalegreaclarabalosojosyelhumor,yquelashorastranscurrieranenelcuartocerrado,máscálidas,másíntimas.
Ella no hubiera permitido jamás que llevaran la alfombra azul al vestíbulo.¿Quiénseatrevióaabusarasídesuenfermedad?
Dios mío, las aguas no se habían cerrado aún sobre su cabeza y las cosascambiabanya,lavidaseguíasucursoapesardeella,sinella.
Deprontoelcielosobresí.Cae entonces en cuentadeque está en el descansode la escalinataquebaja al
jardín.Aquí, el alto esmás prolongado.Acaso estén cobrando fuerzas para seguiradelante.
¡Elcielo!Uncieloplomizodondelospájarosvuelanbajo.Dentrodeunashoraslloveránuevamente.
¡Quéhermosoatardecerdesapacibleymojado!Nuncalosamóasí,ysinembargo,aésteledescubresuhoscabellezayhastalaregocijaellevesoplodeairequeparecevenirarozarlaporlasjunturasdelacaja.
Ahorasesientesacudida,descendida.Ahoradescansaenelúltimopeldaño.Aquí,eraaquídondeseacurrucabaatomarsol.Largamentepermanecíareclinada
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con lamejilla contra elúltimopeldaño,para robarleunpocodecalor.Cuando sushijoseranniñossolíanpegartambiéneloído,asegurandoquealgosemovíadentro,que la piedra palpitaba como un reloj o un corazón. Regada, esparcía el olorparticular que despiden las pizarras después que, con la esponja, se ha borrado enellaslastareas.
Otravezcorreelcielosobresucabeza.¡Adiós,adióspiedramía!Ignorabaquelascosaspudieranocupartantolugaren
nuestroafecto.El cortejo ha echado a andar sobre el césped. Ella se siente impelida en un
insólito vaivén; diríase que mecen blandamente el ataúd. Y de pronto, presiente,reconoce los fuertesbrazosde susdoshijos soportándoloatrásyadivinaquea lospieslaizquierdaflaquealigeramenteporquevasostenidaporsupadre.Tratandodecompensar ese desmayo,Ricardopresta el fervor de su apoyo a la derecha, ella losabe.
Yestáseguradequemuchoslarodeanymuchoslasiguen.Yleesinfinitamentedulcesentirseasítransportada,conlasmanossobreelpecho,comoalgomuyfrágil,muyquerido.
Porprimeravezsesienteentrarconmajestadenlagrancalledeárboles.Yanolaexaspera el altivo continente del álamo; por primera vez nota que su follaje tieneondulaciónyreflejosdeaguaagitada.
Vienen luego a su encuentro losmacizos eucaliptos.A lo largode sus troncos,cuelgan, desprendidas, estrechas lonjas de corteza que descubren, por vetas, unadesnudezcelesteylechosa.
Ellapiensaenternecida:«Escurioso.Tampoco lonotéantes.Pierden lacortezaigualquelasculebraslapielenprimavera…»
Elvientolevantaremolinosdehojassecasquegolpeanlacajaconviolenciadeguijarros.Pocoapocosedespejaelcielo.Elladivisaeldisco,aúnpálido,delaluna,ensucuartocreciente.
Yaelcortejoseinternaenelbosque.Y a ella la acometen deseos de apretar, de hacer crujir bajo el pie las espesas
capasdeagujasdepinoquelotapizanenterodecolorhierroenmohecido,deseosdeinclinarse paramirar, por última vez, esa gran red plateada, nocturna huella tejidapacientementeencimaporlasbabosas.
Ya la envuelven comoun tercer sudario losvahosque subendel suelo, todo elacreperfumedelasplantasquevivenalasombra.
Hanfranqueadosloslímitesdelparque.Ahoralallevancampotraviesa.Más alládel rastrojal se extiende el terreno lagunoso.Unapesadaneblina flota
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casialrasdelsuelo,seapelotonaentrelosjuncos.Elandardelcortejosehacelento,difícil,tomaporfinlacadenciadeunamarcha
fúnebre.Alguien se hunde en el fango hasta la rodilla; entonces el ataúd oscila
violentamenteyunodesuscostadostocatierra.Ansias desconocidas la conmueven. ¡Oh, si la depositaran allí, a la intemperie!
Anhelaserabandonadaenelcorazóndelospantanosparaescucharhastaelamanecerel canto que las ranas fabrican de agua y luna, en la garganta; y oír el crepitaraterciopeladodelasmilburbujasdellimo.Yaguzandoeloídopercibiraúnelsilbidosiniestro con que en la carretera lejana se lamentan los alambres eléctricos; ydistinguir,antesdelalba,losprimerosaleteosdelosflamencosentreloscañaverales.¡Ah,sifueraposible!
Perono,noesposible.Yalahanenderezado,yaavanzannuevamente.
Deprontounmuroquelimitaelhorizontelarecuerdaelcementeriodelpuebloyelamplioyclaropanteóndefamilia.
Yhaciaalláesadondetiendelamarcha.Lainvadeunagrantranquilidad.Haypobresmujeresenterradas,perdidasencementeriosinmensoscomociudades
—y horror— hasta con calles asfaltadas. Y en los lechos de ciertos ríos de aguasnegraslashaysuicidasquelascorrientesincesantementegolpean,roen,desfiguranygolpean.Yhayniñas,reciénsepultas,aquienesdeudosinquietosporencontrar,asuvez,espaciolibre,enunacriptaestrechaysombría,reducenyreducendeseososcasihasta de borrarlas delmundo de los huesos. Y hay también jóvenes adúlteras queimprudentes citas atraen a barrios apartados y que un anónimo hace sorprender yrecostardeunbalazosobreelpechodelamante,ycuyoscuerpos,profanadosporlasautopsias,seabandonan,díasydías,alainfamiadelaMorgue.
¡Oh, Dios mío, insensatos hay que dicen que una vez muertos no debepreocuparnosnuestro cuerpo!Ella se siente infinitamentedichosadepoder reposarentre ordenados cipreses, en la misma capilla donde su madre y varios hermanosduermen alineados; dichosa de que su cuerpo se disgregue allí, serenamente,honorablemente,bajounalosaconsunombre
TERESA,ANAMARÍA,CECILIA…
Sunombre,todossusnombres,hastalosquedesechóenvida.Ybajoéstos,dosfechasseparadasporunguión.
Como el cortejo llega por fin a su destino, la última ráfaga de viento extingue, de
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golpe,elgorjeodeunsurtidor,Dentrodelpanteónlanochevaapagandolaspedreríasdelvitral.Frente al altar, el padreCarlos, revestidodel albay la estola,mueve loslabios,sacudeconunciónelhisopo.
Quelapazseacontigo,AnaMaría,niñaobcecada,voluntariosaybuena.YqueDiosteasistayrecibaenSí.EseDiosdelqueteempecinasteenvivirapartada.
—Pero, siyono tengoalma,padre.¿No losabía?Teoigo todavíasuspirarconfingidatristezaafindeatajarmisamonestaciones.
Yterecuerdoaúnmuchoantes:colegialamenuditaybulliciosa,siempredistraídaenlacapilla,perosiempreprimeraenHistoriaSagrada.
Aquellosexámenesde«findeaño»alosqueespecialmenteinvitadoporlaMadreSuperiorayonopudieradispensarmedeasistir,meconfrontabanañotrasañoaunaAna María investida de un entusiasmo religioso, muy ajeno a su idiosincrasiacotidiana.
¡Cuánvívidayfervorosamentelograbascomunicarnosepisodioseimágenes!Aquellagranmaravilla:lazarzaqueardierayardierasinconsumirse,ydelmedio
delacualunavozllamódepronto:¡Moisés,Moisés!Ylamilagrosaescala,pobladadeángelesyarcángelesqueDiostendieraaJacob
duranteelsueño.YelMarRojo levantandosusaguasyabriéndosemansamenteparadarpasoal
puebloelegido.Ylamanomisteriosainscribiendoenplenofestínsacrílegolastrespalabrasque
anunciaranaBaltazarlainminentedestruccióndesureino…—Claro, me advertía la Madre Superiora, siempre será primera en Historia
SagradaporquelaHistoriaSagradalaentretiene;¡perovayaUd.ahacerlelapreguntamáselementalenCatecismo!
—Déjela,ReverendaMadre,déjela,insinuabayoconcautela,despuésdetodo,nohaycamino,porestrechoquesea,quenolleveaDios.
Recuerdoaúnaqueldíaenquetupadre,afligido,vinieraaconsultarme.—CartadelSagradoCorazón,padreCarlos.LaMadreSuperioradeseahablaren
serio conmigo respecto a Ana María… No se imagina, padre Carlos, cuánto leagradeceríafueraustedenmilugaraenterarsedelasituación.Yonosabría…
—Pero, ¿dequé situación se trata, donGonzalo?Dígame lasquejasque tienencontraAnaMaría.
—Bueno,pareceserquelaniñadijo…—Dije durante la clase de costuramientras bordábamos ymadre Carmela nos
explicabaentreunalecturayotraloqueeraelCielo…dijequenomeimportaríaenabsolutonoiralCieloporquemeparecíaunlugarbastanteaburrido.
Hubede refrenar una sonrisa ante la expresióndesesperadademadreCarmela,tanjovencitacasicomosusalumnas,yaplazandoelmomentodeaconsejarlenotratar
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deuntematandelicadodurantelaclasedecostura,meinclinéhaciati.—Bueno,hija,ydime,¿cómotegustaríaquefueraelCielo?Duranteelcelajedeuninstantelopensaste,luego:—Megustaríaquefueralomismoqueesestatierra.Megustaríaquefueracomo
lahaciendaenprimaveracuandotodaslasmatasderosalesestánenflor,yelcampotodoverde,yseoyeelarrullodelaspalomasalahoradelasiesta…Megustaría,esosí,algoquenohayenlahacienda:…megustaríaquehubieravenaditosquenofueranasustadizosyvinieranacomerenmimano…YmegustaríatambiénquemiprimoRicardo estuviera siempre conmigo, y se nos diera permiso para dormir de vez encuando por las noches en el bosque, allí donde el césped es verdadero terciopelo,justoalbordedelafluente…
Callaste.Hubounsilencio.—¡Pero,siloquemeestásdescribiendoeselpropioParaísoTerrenal…!—tedije
alfinprofundamenteperturbado.—En efecto, padre Carlos, el Paraíso Terrenal del cual Adán y Eva fueron
expulsados por causa de su desobediencia —intervino a este punto secamente laMadreSuperiora—porquedeboagregarqueestaniñaesademáselpeorejemplodedesobedienciaquesehatenidodesdelasdosniñasRozas.Ud.lasrecuerda,padre…
¡ElParaísoTerrenal,AnaMaría!Tuvidaenteranofuesinolabúsquedaansiosadeese jardín ya irremisiblemente vedado al hombre por el querubín de la espada defuego.
Terecuerdo,adolescenteynoobstanteyaentregadaaldemoniodelairaydelacarne. Tu sobresalto de aquel día en que te sorprendí arrodillada en un rincón denuestra iglesia de campo, de aquella humilde iglesita donde esa alma tuya, querenegabas,guiaba,sinembargo,tuspasos,cuandotesentíasrealmentedesdichada.
—No, padreCarlos, por favor, nome hable de novenas, de nada piadoso…Siestoyaquíesporquehaceagradabley frescoaestahoradeldía,yademás,porquenadieme está aquímirando a la cara ni preguntándome loquepiensoo lo quenopienso… No, padre, lo siento, pero no tengo la menor intención de cumplircuaresma…¿Porqué?PorqueestoyenojadaconDios.Esoestodo.
—¿YsepuedesaberporquéestáUd.enojadaconDios?, recuerdopreguntéentono de chanza mientras nos encaminábamos hacia mi salita parroquial;profundamentealiviadoenelfondonohubierasllegadohastalaextremidaddenegarSuexistencia.
—¿Porquéenojada?PorquesuDiosnuncameescuchaynuncamedanadadeloquelepido.
—Talvezpidesloquenohadeserbuenoparati.—Buenoparamí,buenoparamí—rezongaste.¡Ay, tusojos tristes, tumiradadesafiantede todoeseverano!Ojos,miradaque
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ostentabasaúnbajotupreciosacoronadeazaharesaquelmediodíaenquebendijetumatrimonio.
Encontraste manera, sin embargo, de escurrirte a la sacristía inmediatamentedespuésdelaceremonia.
—Adiós,padre,rueguepormí—suspirastecasiamioído,ymeabrazaste.Ynaturalmentequeroguéporti.Todamividaroguéporti,portufelicidadyante
todo,antetodo,porencontrarlaspalabrasquelograranvolverteaDios.
—AnaMaría,enverdad,mepreocupaseriamentesuactitud.—Pero,padre,¿dequéactitudmeestáUd.hablando?¡Siahoranofaltojamása
misalosdomingosyllevoyomismalosniñosacomulgartodoslosviernes!YsinoasistíalaConfirmacióndeAnitaeljuevespasadofueporquenomesentíabien,selojuro…
—No es a lo queme estoy refiriendo,AnaMaría, yUd. lo sabe.Hablaba delRetiroqueUd.meprometióhaceresteverano.
—Ay,padre,nomerecuerdeesapromesa.Créame,porfavor,unRetiromeseríaimposible en estos momentos. Tengo demasiado que hacer. Ud. no puede darsecuentadetodoloquehayquehacerenunacasacomolamía,conAlicia,Luisysusinvitados,todosinstaladosyendoyviniendocomosimihaciendafueraunbalneario,y para colmo, Zoila, todo el tiempo, enfurecida y cada día más mandona. YAntonio…¡Oh,padre,siUd.supieraloqueAntoniomeestáhaciendosufrir…!Poreso, créame si le digo que en estemomento no podría rezar, ni recogerme, ni tansiquierapensar…
—Claro está, sólo puedes recogerte y pensar cuando se trata de losmiserablesmenesteresypreocupacionesdeestetristemundo…
—¡YsiDioslohizoasí,padre!¿NovaUd.ahoraaaconsejarmequemenospreciesusobras?
—¡AnaMaría, basta!, exclamé terminante, luego preso de una súbita congoja:Hija,enverdadyoyanoséquéhacercontigo.
—¡Puesyosílosé,padre!Reístedeprontoenunodeesosinesperadoscambiosde humor; parte de tu encanto, y viniendo a sentarte sobre el brazo de mi sillón,inclinastehaciamítusonrisamaliciosa…PídaleasuDiosunagraciamuyespecialparamí.Unmilagro,porejemplo.
—¡Bueno,éstasíqueessoberbia!¿AsíesquepretendesqueDiosvengaati,sintúmolestarteendarunpasohaciaÉl?
—¿Porquéno?—Francamente, hija, francamente, iba yo a indignarme nuevamente cuando la
pequeñaAnitavinoinocentementeacortarelcursodenuestradiscusión.—Elpapámandadecirqueloestamosesperandoparaelpartidodebochas,padre
Carlos, dijo la niña. Fred y yo jugaremos con papá. Y Alberto y Doro (era el
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muchachoqueayudabaenlahuerta),jugaránconUd.—¡Yyo!,teoigotodavíaexclamarimpetuosamente.¡QuéseimaginanUds.que
soyyo…!¿Quintaruedadelacarreta?No,yotambiénjuego.PuedoturnarmepartidopormedioconFred.YestavezmiqueridaAnita,teaseguroqueniAlbertoniDorovanasalirmeadelanteconlastrampasdelaúltimatarde.
—¡Oh, mamá!, musitó la niña con resignación mientras nos encaminábamoshaciala«canchadebochas»,Ud.cuandonoganasiemprecreequeesporquelehanhechotrampa.
¡Cuándiferente de la joveny turbulentaAnaMaría que no aceptaba perder en losjuegosmeparecióaquellaotraquehubedevisitarhacetansólounosdíasensulechodeenferma!
—Hija,¿notegustaríaquetetrajeralaSantaEucaristíacuandotesientasunpocomejor?Talvezteayudaríaasanarmáspronto,insinuédiscretamente.
—¡Yporquéno!,contestastedeinmediatoparasorpresamía,¿porquéno,padre,siconellopuedodarleaUd.gusto?
—En ese caso, hija, ¿no le convendría confesarse ahora mismo?, ataqué yorápidamente,fingiendonohabermepercatadodetuúltimareflexión.
—Preferiríamañana,padre…Eldoctorestaráaquíenunamediahora.—Mediahoranosbasta.—Nolocreo,padre;ydeboadvertirlequenuncahastaahorahubodeescuchar
unalistadepecadosmortalesyvenialestanlargacomovaaserlamía.—Veo señora que el pecadode vanidad llevadohasta vanagloriarse del pecado
bienpodríasersupecadomayor—repliquéyotratandodecontestarteatono.Meacuerdo,quisistereír,peroenlugardeellosofocasteunaespeciedegemido
mientrasrecaíasmuypálidasobrelasalmohadas.Ydepronto,aterrado,tevitalcualte sentíasyestabasdesdehacíamucho:agotaday luchandoconsonrisa falsamentetraviesacontraunmallentoysinpiedad.
—Por favor, padre, le ruego nomirarme así…Todavía no estoymuerta, sabe.Tuvisteaúnelvalordehacermebroma.Luegoagregaste:
—Perovuelvamañana,padre,vuelvasinfalta,¿quiereUd.?—Sufre,murmurabaAliciamientrasmeacompañabafuerade lahabitación,sin
embargoeldoctordicequenohaynadaserioquetemerporelmomento;alcontrariohastanotaunaligeramejoría.PeroUd.vendrámañanadetodasmaneras,¿noesasí,padre?Fueuntalaliviooírlaconsentiralfinenconfesarse.SiUd.supieracuántoherogadopor ello. ¿Y se fijó, se fijóUd. en lamiraday la voz tandulce conque lepedíavolver?
Sí, naturalmente mi pobre Ana María, cómo hubiera podido no haber visto,sentido lamirada y tímida voz con la cual decías:Ven aDios a través de ése, suhumildeservidor.
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El coche de la hacienda vino pormí a lamañana siguiente,mucho antes de lahoraconvenida.
—Unataquerepentino…tefallabaelcorazón…hastasetemíanorecobrarasyaelconocimiento—Doro,todojadeante,meinformó.
¡Ay!, cuán lejos teencontrabasyaenel caminodenuestroúltimoviajecuandome incliné sobre tus pupilas ausentes que parecían contemplar algomuy fijamentedentrodetimisma.
—Hizo su acto de contrición ayer al consentir en confesarse, ¿no es verdad,padre?,repetíaAliciaenmediodesuslágrimas.
Tedilaabsolución.Alicia se desplomó sobre el hombro de su marido, compasivo con ella por
excepción.TeadministrélaExtremaUnción.Luego permanecí a tu lado, rezando esas tres interminables horas que duró tu
lucha.Ydigotu«lucha».Porqueenaquelestertorquedesgarra,sostenido, lagarganta
delosagonizantesyosiempreadivinéyseguílamarchadeterminadadelalmaensudurajornadaatravésdelcuerpohastalapuertatraslacualteencuentras,Tú,Señor,esperándonoscontubondadymisericordiainfinitas.
Enel nombredelPadre, delHijoydelEspírituSanto.Que lapaz sea contigo,AnaMaría,hija,adiós…
Yheaquíque,sumidaenprofundaoscuridad,ellasesienteprecipitadahaciaabajo,precipitada vertiginosamente durante un tiempo ilimitado hacia abajo; como sihubierancavadoelfondodelacriptaypretendieransepultarlaenlasentrañasmismasdelatierra.
Yalguien,algoatrajoalaamortajadahaciaelsuelootoñal.Yasífuecomoempezóadescender,fangoabajo,porentrelasraícesencrespadasdelosárboles.Porentrelasmadrigueras donde pequeños y tímidos animales respiran acurrucados. Cayendo, aratos,enblandospozosdeheladababadeldiablo.
Descendía lenta, lenta, esquivando flores de hueso y extraños seres, de cuerpoviscoso, que miraban por dos estrechas hendiduras tocadas de rocío. Topandoesqueletoshumanos,maravillosamenteblancoseintactos,cuyasorillasseencogían,comootroraenelvientredelamadre.
Hizopieenellechodeunantiguomaryreposóallílargamente,entrepepitasdeoroycaracolasmilenarias.
Vertientessubterráneaslaarrastraronluegoensucarrerabajoinmensasbóvedasdebosquespetrificados.
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Ciertasemanacioneslaatraíanaundeterminadocentro,otraslarechazabanconviolenciahacialaszonasdeclimapropicioasumateria.
¡Ah, si los hombres supieran lo que se encuentra bajo ellos, no hallarían tansimplebeberelaguadelasfuentes!Porquetododuermeenlatierraytododespiertadelatierra.
Unavezmás,laamortajadarefluyóalasuperficiedelavida.En la oscuridadde la cripta, tuvo la impresiónde quepodía al finmoverse.Y
hubierapodido,enefecto, empujar la tapadelataúd, levantarseyvolverderechayfría,porloscaminos,hastaelumbraldesucasa.
Pero,nacidasdesucuerpo,sentíaunainfinidadderaíceshundirseyesparcirseenla tierra como una pujante telaraña por la que subía temblando, hasta ella, laconstantepalpitacióndeluniverso.
Yyanodeseabasinoquedarsecrucificadaalatierra,sufriendoygozandoensucarneeliryvenirdelejanas,muylejanasmareas;sintiendocrecerlahierba,emergerislasnuevasyabrirse,enotrocontinentelaflorignoradaquenovivesinoundíadeeclipse. Y sintiendo aún bullir y estallar soles, y derrumbarse, quien sabe adónde,montañasgigantesdearena.
Lojuro.Notentóalaamortajadaelmenordeseodeincorporarse.Sola,podría,alfin,descansar,morir.
Había sufrido la muerte de los vivos. Ahora anhelaba la inmersión total, lasegundamuerte:lamuertedelosmuertos.
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LAHISTORIADEMARÍAGRISELDA
Recuerdaquenadiehabíavenidoasuencuentroyqueellamismahubodeabrir latranquera, mientras reteniendo los caballos, el cochero le insinuaba a modo deconsolación:
Puede que del pueblo no hayan telefoneado queUd. llegaba, tal como lo dejórecomendado.
Por toda respuesta, ella había suspirado muy hondo, extenuada de pensar encuantodebierasobrellevarparallegarhastaesefundoperdidoenlaselva.
Eltren.Elalbaenunatristeestación.Yotrotren.Yotraestación.Yelpueblo,alfin.Peroenseguida, toda lamañanay lamitadde la tardeenaquelhorriblecochealquilado…
Unrelámpagohabíadesgarradoelcieloytiritadolívidoduranteelespaciodeunsegundo.Luegofueungolpesordo.Untrueno.Yotravezelsilencioespesándose.
Ella había mirado entonces a su alrededor y notado de pronto que era casiinvierno.
Untrueno.Unsolotrueno.¡Comoungolpedegong,comounaseñal!Desdeloalto de la cordillera, el equinoccio anunciaba que había empezado a hostigar losvientosdormidos,aapurar lasaguas,apreparar lasnevadas.Yellarecuerdaqueelecodeesebrevetruenorepercutiólargamentedentrodesuser,penetrándoladefríoydeunaangustiaextraña,comosilehubieraanunciadoasimismoelcomienzodealgomaléficoparasuvida…
En el último peldaño de la escalinata, un sapo levantaba hacia ella su cabecitatrémula.
Está enamorado deMaríaGriselda. Todas las tardes sale aquí a esperarla paraverla cuando vuelve de su paseo a caballo, le explicó su hijo Fred, apartándolodelicadamenteconelpiealpasar.
—¿Y Alberto? —había preguntado ella una vez dentro de la casa, mientrascomprobaba con la mirada el desorden y el abandono de las salas: una cortinadesprendida,floressecasenlosfloreros,unachimeneamuertayrepletadeperiódicoschamuscados.
—Estáenelpueblo.Hadevolverestamismatarde,creo.—¡Esuna lástimaqueahíque losabenyrepiten todoenmediosegundo,no le
contasendemillegada!Pudehabermevenidoconél.—Fuemejorquenosevinieraconél,mamá.Una serie de veladas alusiones temblaba en la voz de Fred, quien desde que
salieraaabrirlelapuertadelacasaesquivabaconobstinaciónmirarladefrente.—Prendelachimenea,Fred.Tengofrío.¡Cómo!¿Quenohayleñaamano?¿Qué
hacelamujerdeAlberto?¿Consideraacasoperjudicialparalabellezaserunadueña
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decasa?—Oh,no,noesculpadeMaríaGriseldaestedesorden.Esquesomostantosy…
¡Mamá!—gimiódepronto,delamismamaneraquecuandodeniñocorríahaciaellaporquesehabíahechodañooporque teníamiedo.Peroestaveznose leabrazóalcuello como lo hacía entonces. Por el contrario. Reprimiendo bruscamente suimpulso, huyó al otro extremodel hall, paradejarse caer comoavergonzado enunsillón.
Ellaselehabíaacercadoyponiéndoleambasmanossobreloshombros:—¿Quéhay,Fred?—lehabíapreguntadodulcemente—.¿Qué lespasaa todos
ustedes?¿Porquésequedanenestacasaquenoesladeustedes?—Oh, mamá, es Silvia la que quiere quedarse. ¡Yo quiero irme! Acuérdese,
mamá,acuérdesequefuetambiénSilvialaqueseobstinóenvenir…Sí.EllarecordabaelproyectoqueleconfiaraaellalanoviadeFredpocosdías
antes delmatrimonio, ¡aquel absurdomatrimonio de Fred, a quien sin haberse tansiquierarecibidodeabogadoseleocurrieracasarseconladebutantemástontaymáslindadelaño!
—LehedichoaFredquequieroquevayamosapasarlalunademielalfundodelSur.
—¡Silvia!—¡Por Dios, señora! No se enoje. Ya sé que Ud. y toda la familia nunca han
querido ver ni conocer a la mujer de Alberto…, pero yo me muero de ganas deconocerla.¡MaríaGriselda!Dicenqueeslamujermáslindaquesehayavistojamás.YoquieroqueFredlaveaydiga:¡Mentira,mentira,Silviaeslamáslinda!
Sí,ellarecordabatodoesto,entantoFredseguíahablándoleacaloradamente.—… ¡Oh, mamá, es una suerte que usted haya venido! Tal vez logre usted
convenceraSilviaqueesnecesarioquenosvayamos.FigúresequeselehaocurridoqueestoyenamoradodeMaríaGriselda,quelaencuentromáslindaqueella…Yseempecinaenquedarseparaqueyoreflexione,paraquelacompareconella,paraqueelija…yquéséyo.Estácompletamenteloca.Yyoquieroirme.Necesitoirme.Misestudios…—Suvoz,sutemblordeanimalacechadoquequierehuir,presintiendounpeligroinminente.
Sí,ellacomomujercomprendíaahoraaSilvia.ComprendíasudeseodemedirseconMaríaGriselda y de arriesgarse a perderlo todo con tal de ser la primera y laúnicaentodoantelosojosdesumarido.
—Fred, Silvia no se irá jamás si se lo pides de esa manera, como si tuvierasmiedo…
—¡Miedo!… ¡Sí, mama, eso es! Tengo miedo. ¡Pero si usted la viera! ¡Si lahubiese visto esta mañana! ¡Estaba de blanco y llevaba una dalia amarilla en elescote!
—¿Quién?Fredhabía echadobruscamente losbrazos alrededorde la cinturade sumadre,
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apoyadolafrentecontralafrágilcaderaycerradolosojos.—MaríaGriselda—suspiró al fin—. ¡Oh,mamá! ¿La ves? ¿La ves con su tez
pálida y sus negros cabellos, con su cabecita de cisne y su porte majestuoso ymelancólico,lavesvestidadeblancoyconunadaliaamarillaenelescote?
Yheahíque,cómpliceyadesuhijo,ellaveíaclaramentevivirymoverseensumentealadelicadayaltivacriaturadelretratoquelemandaraAlberto.
—¡Oh, mamá, todos los días una imagen nueva, todos los días una nuevaadmiración por ella que combatir!… No, yo no puedo quedarme aquí ni un díamás…, porque no puedo dejar de admirar a María Griselda cada día más…, deadmirarlamásqueaSilvia, ¡sí! ¡YSilviaquenoquiere irse!Hábleleusted,mamá,tratedeconvencerla,porfavor…
Eltic-tacdeunrelojrepercutíapordoquiercomoelcorazónmismodelacasa.Yellaaguzabaeloído,tratandodeubicarelsitioexactoendondeestaríacolocadoesereloj.«Esnuevo,¿dedóndelohabránsacado?»,sepreguntaba,involuntariamentedistraídaporaquellanimiedadmientraserrabaporcorredoresyescalerassolitarias.
ElcuartodeZoilaestabavacío.YeraZoila,sinembargo,laquelahabíainducidoafranquearelumbraldeesacasarepudiada.
¿No se había negado ella hasta entonces a reconocer la existencia de MaríaGriselda,aquellamuchachadesconocidaconlaquesuhijomayorsecasaraundíaaescondidasdesuspadresydetodos?
Pero la carta que le mandara Zoila, su vieja nodriza, habíala hecho pasar porsobretodassusreservas.
«Señora,véngaseinmediatamenteparaacá…»,escribíaZoila.Desdequeellasecasara,Zoilalallamóseñora,pero,olvidandodeprontoguardanlasdistancias,solíavolveratutearlacomoaunaniña.
«…Notecreasqueexagerositedigoqueaquíestánpasandocosasmuyraras.TuhijaAnitasesalesiempreconladeella;sinembargo,parecequeestaveznovaaserasíyquehizounbuendisparateviniéndoseabuscaradonRodolfo.Siélledejódeescribir,¡poralgosería!Ymiopiniónesqueelladebióhabertenidoelorgullodeolvidarlo.Asíse lodijeelpropiodíaquese leocurrióvenirseparaacá.Peroamí,ellanomehacecaso…Yustedmeobligóaacompañarlaaestasserranías.
»Bueno,laverdadesquepormuydenovioqueestéconlaAnitadesdequeeranniños,donRodolfoyanolaquiere,porqueestáenamoradodelaseñoraGriselda.
»NosésiteacuerdasquecuandomecontastequeparaayudaradonRodolfo—yaqueelpobrenosirveparanada—,donAlbertolohabíaempleadoenelfundo,yote dije queme parecía que tuAlberto había hecho un buen disparate… pero amínadiemehacecaso…»
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Ellanoseexplicónuncaenvida,cómoniporquéhabíaencaminadosuspasoshaciael cuarto de Rodolfo y empujado la puerta…Ahora sabe que enmomentos comoaquéllos,esnuestrodestinoelquenosarrastraimplacableycontratodalógicahacialatristezaquenostienedeparada.
Sola,echadasobreellechodeRodolfoyconlafrentehundidaenlasalmohadas,asíhabíaencontradoasuhijaAnita.
Habíatardadoenllamarla.¡Oh, esa timidez que la embargaba siempre delante de Anita! Porque Fred se
defendía, pero terminaba siempre por entregársele. Y saliendo de su mutismo, eltaciturnoAlbertosolíatenerconellaarranquesdeconfianzaydebruscaternura.»
PeroAnita,lasoberbiaAnita,nosedignójamásdejarlapenetrarensuintimidad.Desde que era muy niña solía llamarla Ana María, gozándose en que ella lerespondiera sin reparar en la falta de respeto que significaba de parte de una hijaadolescenteelinterpelaralamadreporelnombre.
Y más tarde, con qué piadosa altanería la miró siempre desde lo alto de susestudios.
«Tieneuncerebroprivilegiadoestamuchacha.»EralafraseconquetodoshabíanacunadoaAnitadesdequeéstatuvieseusoderazón.Yellasehabíasentidosiempreorgullosa de aquella hija extraordinaria, delante de la cual vivió, sin embargo,eternamenteintimidada…
—¡Anita! —cuando la llamó por fin, ésta levantó hacia ella una cara entreasombradaygozosa,einiciabayaungestodecariñosabienvenida,cuandoanimadaporaquella inesperadarecepción,ella lehabíadeclaradorápidayestúpidamente—:Anita,vengoabuscarte.Nosvamosmañanamismo.
YAnitaentonceshabíareprimidosuimpulsoyhabíavueltoaserAnita.—Ustedseolvidaquepasélaedadenquelatraenyllevanaunacomounacosa.Desconcertadayaalaprimerarespuestaypresintiendounaluchademasiadodura
para su sensibilidad, ella había empezado en seguida a suplicar, a tratar depersuadir…
—Anita,poresemuchachotaninsignificante,rebajarteyafligirtetú…¡Tú,quetienes la vida por delante, tú, que puedes elegir el marido que se te antoje, tanorgullosa,tú,taninteligente!
—Noquieroserinteligente,noquieroserorgullosaynoquieromásmaridoqueRodolfo,yloquieroasítalcomoes,insignificanteytodo…
—¡Perosiélyanotequiere!—¡Yamíquémeimporta!Yoloquiero,yesomebasta.—¡Anita,Anita, regalona!…¿Crees túquees tuvoluntad laquecuentaeneste
caso?No,Anita,créeme.Unamujernoconsiguenuncanadadeunhombrequelahadejadodequerer.Venteconmigo,Anita.Noteexpongasacosaspeores.
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—¿Aquécosas?—Yaquetúnoledevuelvessupalabra,Rodolfoescapazdepedírtelaundíade
éstos.—No,yanopuede.—¿Yporquéno?—habíapreguntadoellaingenuamente.—Porqueyanopuede,siesqueesunhombreyuncaballero.—¡Anita!—Ellahabíamiradoasuhijamientrasunaoleadadesangreleabrasaba
lacara—.¿Quépretendesdecirme?—¡Eso!Esomismoqueacabadepensar.—¡No!—habíagritado.Ylaotramujerquehabíaenella,tratándosedesushijos,
sehabíarebeladoconinmensacólera.—…¡Ah,elinfame!¡Elinfame!…¡Sehaatrevido!…Tupadre,sí,tupadrevaa
matarlo…yyo…yo…¡Ah,esecobarde!—Cálmese,mamá,Rodolfonotienelaculpa.Élnoquería.Fuiyolaquequise.
No,élnoquería,noquería.Lavoz se había quebrado enun sollozoyhundiendonuevamente la cara en la
almohadadeRodolfo,laorgullosaAnitasehabíaechadoallorarcomounniño.—¡Noquería!Yolobusquéylobusquéhastaque…Eralaúnicamaneradeque
nomedejara…laúnicamaneradeobligarleacasarse.Porqueahora…ahoraustedtiene que ayudarme… tiene que decirle que lo sabe todo… obligarlo a casarsemañana mismo… porque él pretende esperar… y yo tengo miedo, no quieroesperar…porqueyoloadoro,loadoro…
Anitalloraba.Yella,ellasehabíatapadolacaraconlasmanos,peronolograballorar.
¿Cuántoratoestuvoasí,muda,yerta,anonadada?Norecuerda.Sólorecuerdaquecomoseescurrieraalfindelcuarto,sinmiraraAnita,aquelrelojinvisibleempezóasonardenuevosuestruendosotic-tac…comosiemergieradegolpejuntoconelladelasaguasheladasdeundolorosoperíododeestupor.
Bajandoelprimerpiso,habíaabiertoimpulsivamentelapuertadelquefueraelcuartode Alberto. Y como considerara sorprendida aquel cuarto ahora totalmentetransformadoporunamanodelicadaygraciosa,oyóunospasosenelcorredor.
—¡Es«ella»!—sedijo,conmovidabruscamente.Perono.NoeraMaríaGriselda.EraZoila.—¡Por Dios, señora, recién me avisan que ha llegado! ¡Yo andaba por la
lavandería…!¡Ynadiepararecibirla!—¡Quépálidaestás!¿Quenotesientesbien?—Estoycansada.¿Yeso,quées?…¿Esascaraspegadasalosvidrios?—Yaseapartaron…¿Quiénestratandemirarparaadentro?…—Son los niños del campero que vienen siempre a dejarle flores a la señora
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Griselda,ahíalpiedelaventana.¡Lahallantanbonita!DicenqueesmásbonitaquelapropiaSantísimaVirgen…
—¿EndóndeestáAlberto?—habíainterrumpidoellasecamente.Zoiladesviólamirada.—Enelpueblo,supongo…—contestódespuésdeunabrevepausa,yensuvoz
temblabalamismareticenciaqueaellaleinquietaraenlavozdeFred.—Pero, ¿qué pasa?, ¿qué pasa? —gritó, presa de pronto de una ira
desproporcionada—.Desdecuándosehablaporenigmasenestacasa.¿DóndeestáAlberto?Contéstameclaro,¡telomando!
Una cortesía exagerada y mordaz solía ser la reacción de Zoila ante lasinconsecuenciasolasviolenciasdelospatrones.
—¿La señorame ordena decirle en dónde estáAlberto?—le había preguntadosuavemente.
—Sí,claro.—Pues…«tomando»poralgunapartehadeestar.Yporsiquieresabermás,le
diréquedonAlbertoselopasaahoratomando…¡él,quenisiquieraprobabavinoenlascomidas!
—Ah,¡esamujer!¡Malditaseaesamujer!—habíaestalladoimpetuosamente.—SiempreatolondradaparajuzgarUd.,señora.Nadasepuededecirencontrade
doña Griselda. ¡Es muy buena y se lleva todo el día encerrada aquí en el cuarto,cuando no sale a pasear sola, la pobrecita! Yo la he encontrado muchas vecesllorando…porquedonAlbertoparecequelaodiaraafuerzadetantoquererla.¡Diosmío!¡Siyovoycreyendoquesertanbonitaesunadesgraciacomocualquierotra!
Cuandoellaentróalcuarto,luegodehabergolpeadovariasvecessinhaberobtenidorespuesta, Silvia se hallaba sentada frente al espejo, envuelta en un largo batón degasa.
—¿Cómoestás,Silvia?Pero la muchacha, a quien no pareció sorprenderle su intempestiva llegada,
apenas si la saludó, tan abstraída se encontraba en la contemplación de su propiaimagen.
—¡Qué linda estás, Silvia!—le había dicho ella entonces, tanto por costumbrecomo para romper aquella desconcertante situación… Silvia, mirándose al espejoatentamente, obstinadamente, como si no se hubiera visto nunca, y ella, de pie,contemplandoaSilvia.
—¡Linda! ¿Yo? ¡No, no!…Yo creía serlo hasta que conocí aMaría Griselda.¡MaríaGriseldasíqueeslinda!
Suvozsetrizódeimprovisoycomounaenfermaquerecaeextenuadasobrelasalmohadasdesulecho,Silviavolvióasumirseenelaguadesuespejo.
Los cristales de la ventana, apegados a la tarde gris, doblaban las múltiples
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lámparas encendidas sobre el peinador. En el árbol más cercano, un chunchodesgarraba,incesante,supequeñogritomisteriosoysuave.
—Silvia,Fredacabadedecirmelomuchoquetequiere…,habíaempezadoella.—Perolamuchachadejóescaparunarisaamarga.
—Sinembargo,¿quécreeUd.quemecontestacuandolepregunto,quiénesmáslinda,siMaríaGriseldaoyo?
—Tediráquetúereslamáslinda,naturalmente.—No,mecontesta:¡Sontandistintas!—Loquequieredecirquetehallamáslindaati.—No.LoquequieredeciresquehallamáslindaaMaríaGriseldaynoseatreve
adecírmelo.—Yaunqueasífuera,¿quétepuedeimportar?¿Noeresacasotúlamujerqueél
quiere?—Sí,sí,peronosé…Noséloquemepasa…Oh,señora,ayúdeme.Noséqué
hacer.¡Mesientotandesgraciada!Yheaquíquelamuchachahabíaempezadoaexplicarlesumíserotormento:«Porquéesasensaciónde inferioridadenque lasumíasiempre lapresenciade
MaríaGriselda.»Era raro. Ambas tenían la misma edad y, sin embargo, María Griselda la
intimidaba.»Ynoeraqueéstafueraorgullosa;no,porelcontrario,eradulceyatentaymuya
menudoveníaagolpearlapuertadesucuartoparaconversarconella.»¿Porquélaintimidaba?Porsusgestos,talvez.Porsusgestostanarmoniososy
seguros. Ninguno caía desordenado como los de ella, ninguno quedaba ensuspenso…No,noleteníaenvidia.¿Frednoledecíaacasoaella:Eresmásrubiaquelostrigos;tieneslapieldoradaysuavecomoladeunduraznomaduro;ereschiquitaygraciosacomounaardilla;ytantasotrascosas?
»Sin embargo, ¿por qué ella deseaba comprender por qué razón cuando veía aMaríaGriselda, cuando se topabacon susojosestrechos,deunverde turbio,no legustabanyasuspropiosojosazules,límpidosyabiertoscomoestrellas?¿Yporquéle parecía vano haberse arreglado horas frente al espejo, y encontraba ridícula esasonrisasuyatanalabadaconlaquesecomplacíaenmostrarsusmaravillososdientes,pequeñitosyblancos?
YmientrasSilviahablabayhablaba,yellarepetíayrepetíaelmismoargumento:Fred te quiere, Fred te quiere… en el árbol más cercano, el chuncho seguíadesgarrandosubrevegritoinsidiosoyregular.»
EllarecuerdacómoaldejaraSilvia,sintiódeprontoesaansiairresistibledesaliralaire libreycaminar,queseapoderadelcuerpoen losmomentosenqueelalmaseahoga.
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Yfueasíquecomoganaralatranquera,seencontróaRodolforeclinadoaunodesuspostes,fumandoyenactituddeespera.
¡Rodolfo!Ellalohabíavistonacer,crecer;frívolo,buenmuchachoyaratosmásafectuosoconellaquesuspropioshijos.Yhelaahoraaquíaceptandoelbesoconqueélseapresurabaasaludarla,sorprendidadenosentir,alverlo,nadadeloquecreíaque ibaasentir.Nicólera,nidespecho.Sólo lamismaavergonzadacongojaque laembargaradelantedeAnita.
—¿EsperabasaAlberto?—preguntóalfin,pordeciralgo.—No, a María Griselda. Hace ya una hora que debiera haber vuelto. No me
explicoporquéhaalargadotantosupaseoestatarde…venga,vamosabuscarla,lainvitó de pronto, tomándola imperiosamente de la mano. Y fue así como cualcazadoresdeunahuidizagacela,habíanempezadoaseguirporelbosquelashuellasdeMaríaGriselda.Internándoseporunestrechosenderoquesucaballoabrieraentrelaszarzas,habíanllegadohastaelpropiobordedelapendientequedescendíaalrío.Yapartandolasramasespinosasdealgunosárboles,sehabíaninclinadounsegundosobrelagrietaabiertaasuspies.
Un ejército de árboles bajaba denso, ordenado, implacable, por la pendiente dehelechos,hastahundirsusprimerasfilasenlaneblinaencajonadaalláabajo,entrelosmurallonesdelcañón.Ydelfondodeaquellasiniestrarendijasubíaunolorfuerteymojado,unolorabestiaforestal:elolordelríoMallecorodandoincansablesulomotumultuoso. Habían echado en seguida a andar cuesta abajo. Ramas pesadas deavellanas y de helados copihues les golpeaban la frente al pasar… y Rodolfo lecontabaque,conlafustaquellevasiempreenlamano,MaríaGriseldaseentreteníaamenudo en atormentar el tronco de ciertos árboles, para descubrir los bichosagazapadosbajosuscortezas,grillosquehuíancargandounagotaderocío,tímidasfalenasdecolortierra,dosranitasacopladas.
Ybajaronlaempinadacuestahastainternarseenlaneblina,queseestancabaenlo más hondo de la grieta, allí en donde ya no había pájaros, en donde la luz seespesaba, lívida, en donde el fragor del agua rugía como un trueno sostenido ypermanente.¡Unpasomásysehabíanhalladoalfondodelcañónyenfrentemismodelmonstruo!
La vegetación se detenía al borde de una estrecha playa de guijarros opacos yduroscomoelcarbóndepiedra.Malresignadoensulecho,elríocorríaaborbotones,estrellandoenfurecidounaguaagujereadaderemolinosydeburbujasnegras.
¡El Malleco! Rodolfo le explicó que María Griselda no le tenía miedo, y lemostró,erguidoallí,enmediodelacorriente,elpeñónsobreelqueacostumbrabaatenderselargoalargo,soltandoalasaguassuslargastrenzasylospesadosplieguesdesuamazona.Ylecontócómo,alincorporarseellasolíahurgar,hurgabariendosucabellera chorreante para extraer de entre ésta, cual una horquilla olvidada, algúnpececitoplateado,regalovivoqueleofrendaraelMalleco.
PorqueelMallecoestabaenamoradodeMaríaGriselda.
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¡María Griselda!… la habían llamado hasta que la penumbra del crepúsculoempezaraarellenarelfondodelcañónydesesperanzados,sedecidieranatrepardevueltalacuestapordondeelsilenciodelaselvalessalíanuevamentealencuentro,amedidaqueibandejandoatráselfragorincansabledelMalleco.
Laprimeraluciérnagaflotódelantedeellos.—¡Laprimeraluciérnaga!AMaríaGriseldaseleposasiempresobreelhombro,
comoparaguiarla,lehabíaexplicadoRodolfosúbitamenteenternecido.Una zorra lanzaba a ratos su eructo macabro y estridente. Y de la quebrada
opuestalecontestabaotraenseguida,conlaprecisióndeleco.Los copihues empezaban a abrir sigilosos sus pesados pétalos de cera y las
madreselvassedesplomaban,sudorosas,alolargodelsendero.Lanaturalezaenteraparecíasuspiraryrendirseextenuada…
Ymientras ellosvolvieronporuncaminodiferentedelquevinieron, siguiendosiempre afanosos, la huella deMaría Griselda, ella había logrado vencer al fin latimidezyelcansancioquelaembargaba.
—Rodolfo,hevenidoasaberloquepasaentreAnitaytú.¿Esciertoqueyanolaquieres?
Ellahabíainterrogadoconcautela,aprontándoseaunanegativaoaunaevasiva.Peroél,¡conquéimpudor,conquévehemenciahabíaseacusadodeinmediato!
Sí,eraciertoqueyanoqueríaaAnita.Yeraciertoloquedecían:queestabaenamoradodeMaríaGriselda.Peroélno se avergonzabadeello,no.Griselda,ninadie.SóloDios,porhaber
creadoaunsertanprodigiosamentebello,eraeldelaculpa.«Ytaneraasí,queélnoteníaculpa,queelpropioAlberto,sabiendodesuamor,
enlugardecondenarlo,locompadecía.Ylepermitíaseguirtrabajandoenelfundo,porquecomprendía,sabíaqueunavezquesehabíaconocidoaMaríaGriselda,eranecesariopoderverlatodoslosdíasparalograrseguirviviendo.
»¡Verla,verla!…Y,sinembargo,élevitabasiempremirarladerepente,miedoso,temeroso de que el corazón pudiera detenérsele bruscamente. Como quien vaentrando con prudencia en un agua glacial, así iba él enfrentando, de a poco, lamiradadesusojosverdes,elespectáculodesuluminosapalidez.
»Yno, nunca se cansaría de verla, nunca su deseo por ella se agotaría, porquenunca la belleza de aquellamujer podría llegar a serle totalmente familiar. PorqueMaríaGriseldacambiabaimperceptiblemente,segúnlahora,laluzyelhumor,yserenovabacomoelfollajedelosárboles,comolafazdelcielo,comotodolovivoynatural.
»Anitaeralinda,ellatambiényéllaqueríadeverdad,pero…»Ellarecuerdaqueelnombredesuhija,entremezcladodegolpeasemejanteconfesión,vinoaherirladeunamanerainesperada.
—No hablemos ahora de Anita —había interrumpido violentamente; luego—:Apuremoselpaso,quesehacetarde.
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YRodolfo había respetado su silencio,mientras guiándola en la oscuridad delbosque, laayudabaasalvarlasenormesraícesconvulsasqueseencrespabancasiaunmetrodelsuelo.
Sólocuandomásadelanteunrevuelodepalomasvinoaazotarleslafrente.—SonlaspalomasdeMaríaGriselda—nosehabíapodidoimpedirdeexplicarle
aúncondevoción.¡MaríaGriselda!¡MaríaGriselda!Ellarecuerdaqueenmediodelaescalinata,su
pie había tropezado con algo blando, con aquel sapo esperando él tambiéneternamenteaMaríaGriselda…
Y recuerda cómo una oleada de ira la había doblado, para cogerlo brutalmenteentresusdedoscrispadosyarrojarlolejos.Luegoechóacorrerhaciasucuartoconelpuño cerrado y la horrorosa sensación de haber estrujado en lamano una entrañapalpitanteyfría.
¿Cuántotiempodormitóextenuada?Nosabe.Sólosabeque…Ruido.Cerrojosdescorridosporunamanoinsegura.Ysobretodo,unavozronca,
desconociday,sinembargo,muyparecidaalavozdeAlberto,vinieronadesgarrarsuentresueño.
Zoilanohabíamentido,no.Ni tampocoFred lahabíaalertadoenvano.Porqueaquelloera suhijoAlberto,que llegabaebrioyhablando solo.Ella recuerdacómoaguzandoeloídohabía sostenidoun instanteenpensamientounospasos rotosa lolargodelcorredor.
Luego…sí,debióhaberdormitadonuevamente,hastaqueelestampidodeaquelbalazoenel jardín, juntoconun inmenso revuelodealasasustadas, la impulsaraasaltardelacamayacorrerfueradelcuarto.
La puerta del corredor, abierta de par en par, hacia una noche palpitante derelámpagosytardíasluciérnagas.Yeneljardín,unhombrepersiguiendo,revólverenmano,alaspalomasdeMaríaGriselda.
Ellalohabíavistoderribaruna,yotra,yprecipitarsesobresuscuerposmullidos,no consiguiendo aprisionar entre sus palmas ávidas sino cuerpos a los cuales seapegabanunaspocasplumasmojadasdesangre.
—¡Alberto!—habíallamadoella.—¡Hayalgoquehuyesiempreentodo!—habíagemidoentoncesaquelhombre,
cayendoentresusbrazos.—…¡ComoenMaríaGriselda!—gritócasienseguida,desprendiéndose—…De
qué le sirve decirme: ¡Soy tuya, soy tuya! ¡Si apenas se mueve, la siento lejana!¡Apenasseviste,meparecequenolaheposeídojamás!
YAlbertohabíaempezadoaexplicarlelaangustiaquelocorroíaydestruía,asícomoatodosloshabitantesdeaquellasombríamansión.
Sí, era en vano que para tranquilizarse, él rememorara y contara por cuántos ycuán íntimos abrazos, Griselda estaba ligada a él. ¡En vano! Porque apenas se
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apartaba del suyo, el cuerpo deMaríaGriselda parecía desprendido y ajeno desdesiempre y para siempre, de la vida física de él.Y en vano, entonces, él se echabanuevamente sobre ella, tratando de imprimirle su calor y su olor… De su abrazodesesperado,MaríaGriseldavolvíaaresurgir,distanteycomointocada.
—Alberto,Alberto,hijomío…—Ellatratabadehacerlocallarrecordándolequeerasumadre.
Pero él seguía hablando y paseándose desordenadamente por el corredor… sinatendera susquejas,nia lapresenciadeFred,quien,habiendo tambiéncorridoenalarmaalotiros,loconsiderabacontristeza.
¿Celos?Talvezpudieraserquelofuesen.¡Extrañoscelos!Celosdeese«algo»deMaría Griselda, que se le escapaba siempre en cada abrazo. ¡Ah, esa angustiaincomprensiblequelotorturaba!¿Cómolograrcaptar,conoceryagotarcadaunodelosmovimientosdeesamujer?¡Sihubierapodidoenvolverlaenunaapretadareddepacienciaydememoria,talvezhubieralogradocomprenderyaprisionarlarazóndelaBellezaydesupropiaangustia!
¡Peronopodía!Porquenobiensufuriaamorosacomenzabaaenternecerseenlacontemplación
delasredondasrodillasingenuamenteaparejadas,launadetrásdelaotra,cuandoyalosbrazosempezabanadesperezarsearmoniosos,yaúnnohabíaélaprendidolasmilondulacionesqueesteademánimprimióalaesbeltacintura,cuando…¡No!¡No!
Dequéleservíaposeerla,si…Nopudoseguirhablando.Silviabajabalaescalera,despeinada,pálidaydescalza,
enredándoseacadaescalónensulargobatóndegasa.—Silvia, ¿qué te pasa? —había alcanzado a balbucir Fred cuando una voz
horriblementeagudahabíaempezadoabrotardeaquelfrágilcuerpo.—¡Todos, todos lo mismo!—gritaba la extraña voz—. ¡Todos enamorados de
MaríaGriselda!…Alberto,Rodolfo,yFred también…¡Sí, tú también, tú también,Fred! ¡Hasta escribes versos para ella!… Alberto, ya lo sabes. Tu hermano tanqueridoescribeversosdeamorparatumujer.Losescribeaescondidasdemí.Creequeyonosédóndelosguarda.Señora,yoselospuedomostrar.
Ella no había contestado, miedosa de aquel ser desordenado y febril, que unapalabratorpepodíaprecipitarenlalocura.
—No,Silvia,noestoyenamoradodeMaríaGriselda,oyódeprontodeciraFredcontranquilagravedad…Peroesciertoquealgocambióenmícuandolavi…Fuecomosienlomásrecónditodemisersehubieradeprontoencendidounaespeciedepresencia inefable,porqueporMaríaGriseldameencontréal finconmiverdaderavocación,porella.
YFredleshabíaempezadoacontarsuencuentroconMaríaGriselda…«Cuando recién casados, Silvia y él habían caído de sorpresa al fundo.María
Griseldanoseencontrabaenlacasa.»Pero ansiosos de conocerla cuanto antes, ellos habían corrido en su busca,
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guiadosporAlberto.»Yasíhabíasidocómodepronto,enmediodelbosque,élsehabíaquedadoatrás,
callado,inmóvil,atisbandocasidentrodesucorazónelecodeunospasosmuyleves.»Desviándoseluegodelsendero,habíaentreabiertoelfollajealazar,y…esbelta,
melancólicaypueril,arrastrandolacoladesuropóndeamazona,asílaviopasar.»¡MaríaGriselda!»Llevabaenfáticamenteunafloramarillaenlamano,comosifuerauncetrode
oro,ysucaballolaseguíaacortadistancia,sinqueellaprecisaraguiarlo.¡Susojosestrechos, verdes como la fronda! ¡Su porte sereno, su mano pequeñita y pálida!¡MaríaGriselda!Laviopasar.Yatravésdeella,desupurabelleza,tocódeprontounmásalláinfinitoydulce…algas,aguas,tibiasarenasvisitadasporlaluna,raícesque se pudren sordamente creciendo limo abajo, hasta su propio y acongojadocorazón.
»Del fondo de su ser empezaron a brotar exclamaciones extasiadas, músicasnuncaescuchadas:frasesynotashastaentoncesdormidasdentrodesusangreyqueahora de pronto ascendían y recaían triunfalmente junto con su soplo, con laregularidaddesusoplo.
»Ysupodeunaalegríaalapargraveyliviana,sinnombreysinorigen,ydeunatristezaresignadayricadedesordenadassensaciones.
»Y comprendió lo que era el alma, y la admitió tímida, vacilante y ansiosa, yaceptólavidatalcualera:efímera,misteriosaeinútil,consumágicamuertequetalveznoconduceanada.
»Ysuspiró,supoalfinloqueerasuspirar…porquedebióllevarselasdosmanosalpecho,darunospasosyecharsealsueloentrelasaltasraíces.
»Y mientras en la oscuridad creciente, largamente lo llamaban, lo buscaban,¿recuerdan?,él,conlafrentehundidaenelcésped,componíasusprimerosversos.»
AsíhablabaFred,entretantoSilviaretrocedíalentamente,mudayacadasegundomáspálidaymáspálida.
Y, ¡oh, Dios mío! ¿Quién hubiera podido prever aquel gesto en aquella niñamimada,tanbonitaytantonta?
Apoderándose rápidamente del revólver que Alberto tirara descuidadamentemomentosantessobrelamesa,sehabíaabocadoelcañocontralasienysincerrartansiquiera los ojos, valientemente, como lo hacen los hombres, había apretado elgatillo.
—¡Mamá,venga,MaríaGriseldasehadesmayadoynolapuedohacervolver!—Loquedeaquelhorribledramapudieseherirasumujer,fueloúnicoqueafectaraaAlberto desde el primer momento; el resorte que lo hiciera automáticamenteprecipitarse,nohaciaSilviafulminada,sinohacialapuertadesupropiodormitorio,conelfindeimpediraMaríaGriseldatodoaccesoaladesgraciaquesinquererésta
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habíaprovocado.—¡Venga,mamá,quenolapuedohacervolver!¡Venga,porDios!Ella había acudido.Y una vez dentro del cuarto se había acercado con odio y
sigilo hasta el borde del gran lecho conyugal, indiferente a las frases de estúpidoapremioconquelahostigabaAlberto.
¡María Griselda! Estaba desmayada. Sin embargo, boca arriba y a flor de lasalmohadas,sucaraemergía,serena.
¡Nunca,oh,nuncahabíaellavistocejastanperfectamentearqueadas!Eracomosiunagolondrinaafiladaysombríahubieseabiertolasalassobrelosojosdesunueraypermanecieradetenidaallíenmediodesufrenteblanca.¡Laspestañas!Laspestañasoscuras,densasybrillantes.¿Enquésangregenerosaypuradebíanhundirsusraícespara crecer con tanta violencia? ¡Y la nariz! La pequeña nariz orgullosa de aletasdelicadamente abiertas. ¡Y el arco apretado de la boca encantadora! ¡Y el cuellográcil!¡Yloshombroshenchidoscomofrutosmaduros!Y…
…Comodebierapor finatenderlaen sudesmayo, ella sehabíaprendidode lacolchayechándolahaciaatrás,destapadodegolpeelcuerpoamediodesvestir.¡Ah,los senosdurosypequeños,muy apegados al torso, con esa finavena azul celesteserpenteando entremedio! ¡Y las caderas redondas y mansas! ¡Y las piernasinterminables!
Alberto se había apoderado del candelabro, cuyos velones goteaban, ysuspendiéndolo,insensato,sobrelafrentedesumujer.
—¡Abre los ojos! ¡Abre los ojos!…—le gritaba, le ordenaba, le suplicaba. Ycomoporencanto,MaríaGriseldahabíaobedecido,medio inconsciente. ¡Susojos!¿Decuántoscoloresestabahechoelcoloruniformedesusojos?¿Decuántosverdesdistintos su verde sombrío?No había nadamásminucioso nimás complicado queunapupila,quelapupiladeMaríaGriselda.
Uncírculodeoro,unoverdeclaro,otrodeunverdeturbio,otromuynegro,ydenuevoun círculo de oro, y otro verde claro, y… total: los ojos deMaríaGriselda.¡Esos ojos de un verde igual almusgo que se adhiere a los troncos de los árbolesmojadosporelinvierno,esosojosalfondodeloscualestitilabaysemultiplicabalallamadelosvelones!
¡Todaesaaguarefulgentecontenidaallícomopormilagro!¡Conlapuntadeunalfiler,pincharesaspupilas!Habríasidoalgoasícomorajarunaestrella…
Estaba segura que una especie demercurio dorado hubiera brotado al instante,escurridizo,paraquemarlosdedosdelcriminalquesehubieraatrevido.
—María Griselda, ésta es mi madre —había explicado Alberto a su mujer,ayudándolaaincorporarseenlasalmohadas.
La verde mirada se había prendido de ella y palpitado, aclarándose porsegundos… Y de golpe, ella había sentido un peso sobre el corazón. Era MaríaGriseldaquehabíaechadolacabezasobresupecho.
Atónita,ellahabíapermanecidoinmóvil.Inmóvilyconmovidaporunaextraña,
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porunainmensa,desconcertanteemoción.—Perdón,habíadichodeprontounavozgrave.Porque,¡perdón!habíasidolaprimerapalabradeMaríaGriselda.Yungritose lehabíaescapado instantáneamenteaelladel fondomismodesu
hondaternura.—Perdón,¿dequé?¿Tienestúacasolaculpadesertanbella?—¡Ah,señora,siustedsupiera!Noseacuerdabienenquétérminoshabíaempezadoentoncesaquejarse,María
Griselda,desubellezacomodeunaenfermedad,comodeunatara.«Siempre,siemprehabíasidoasí,decía.Desdemuyniñahubodesufrirporcausa
deesabelleza.Sushermanasnolaquerían,ysuspadres,comoparacompensarasushermanastodalabellezaquelehabíanentregadoaella,dedicaronsiempreaéstassucariñoysufervor.Encuantoaella,nadielamimójamás.Ynadiepodíaserfelizasulado.
»AhíestabaAlberto,amándolaconesetristeamorsinafectoqueparecíabuscaryperseguiralgoatravésdeella,dejándolaaellamismadesesperadamentesola.¡Anitasufriendoporcausadeella!¡YRodolfotambién!¡YFred,ySilvia!…¡Ah,lapobreSilvia!
»¡Unhijo!¡Sipudiera tenerunhijo! ¡Talvezalverlamaterialmente ligadaaélporunhijo,elespíritudeAlbertolograríadescansarconfiado!…Pero,¡noparecíayacomoqueestuvieseelegidaypredestinadaaunasolitariabellezaquelanaturaleza—quiénsabeporqué—lavedabahastadeprolongar!
»Y en su crueldad, ni siquiera el nimio privilegio de un origen visible parecíahaberqueridootorgarleeldestino…Porquesuspadresnoseparecíannadaaella,nitampocosusabuelos;yenlosviejosretratosdefamilia,nuncasepudoencontrarelrasgocomún,laexpresiónquelapudierahacerreconocersecomoeleslabóndeunacadenahumana.
»¡Ah,lasoledad,todaslassoledades!»Así hablaba María Griselda, y ella recuerda cómo su rencor se había ido
esfumandoamedidaquelaescuchabahablar.Recuerdaelfervor,lainvoluntariagratitudhaciasunueraquelaibainvadiendo
porcadaunodelosgestosconqueéstalaacariciara,porcadaunadelaspalabrasqueledirigiera.
Era como una blandura, como una especie de cándida satisfacción, muysemejantealaquedespiertaenunolaconfiarlaespontáneaysinrazónquenosbrindaunanimalesquivoounniñodesconocido.
Sí, ¡cómo resistir a esta tranquila altivez, a la cariñosamiradade esosojos tanextrañamenteengarzados!
RecuerdaqueellacomparabaenpensamientolabellezadelapresumidaSilviayladesuesplendorosahijaAnita,conlabellezadeMaríaGriselda.Ambaseranlindas,perosusbellezaserancomounmediocasiconscientedeexpresiónquehubierantal
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vez podido reemplazar por otro. En cambio, la belleza pura y velada de MaríaGriselda,esabellezaqueparecíaignorarseasímisma,esabellezanoerasinounfluirnatural,algocongénitoyestrechamenteligadoasuser.YnoseconcebíaqueMaríaGriselda pudiera existir sino con esos ojos y ese porte; no se concebía que su vozpudieratenerotrotimbrequeaquelsuyo,graveycomopremunidodeunasordinadeterciopelo.
¡MaríaGriselda!Todavía lavevivirymoverse,sigilosaymodesta, llevandosubelleza comounadulce lámpara escondida, que encendía deun secreto encanto sumirada,suandar,susademanesmásmínimos;elademándehundirlamanoenunacajadecristalparaextraerelpeineconquepeinabasusnegroscabellos…Ytodavía,sí, todavía lepareceestaroyendoel tic-tacdel invisiblerelojquealláenesa lejanacasadelsurmarcaraincansablementecadasegundodeaquellatardeinolvidable.
Aquel tic-tac hendiendo implacable elmar del tiempo, hacia adelante, siemprehaciaadelante.Ylasaguasdelpasadocerrándoseinmediatamentedetrás.LosgestosreciénhechosyanosonOcéanoquesedejaatrás,inmutable,compactoysolitario.
Ytú,Anita,¡orgullosa!¡Aquíestásyahílotienesaesehombrequenotequeríayaquientúforzasteyconquistaste!Aesehombreaquienseleescaparámástardeenalguna confidencia a otra mujer: «Yo me casé por compromiso». Lo odias, lodesprecias,loadoras,ycadaabrazosuyotedejacadavezmásdesanimadaymuchomásenamorada.
Temblarporelpasado,porelpresente,porelfuturo;porlasospecha,elrumoroelmeropresentimientoquevengaaamenazarlatranquilidadquedeberásfabricartedíaadía.Ydisimulando,sonriendo,lucharporlaconquistadeunpedacitodealmadíaadía…ésaserátuvida.
¡Rodolfo!Heloaquíamiladoyatulado,ayudándoteasalvaguardarlosciriosylasfloresestrechándotelamanocomotúlodeseas.
Unllevaracabounainfinidaddeactosajenosasudeseo,empeñandoenellosunfalsoentusiasmo,mientrasunasedqueélsabeinsaciablelodevorepordentro…ésaserásuvida.
Ah,mipobreAnita,talvezseaéstalavidadenosotrostodos.¡Eseeludiroperdernuestraverdaderavidaencubriéndolatrasunainfinidaddepequeñecesconaspectodecosasvitales!
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MARÍALUISABOMBALnacióenViñadelMar,Chile,el8dejuniode1910.Alosdoceaños,traslamuertedesupadre,pasóacursarestudiosenParís,donderesidiríahasta1931.En1933 se estableció enBuenosAires, donde sehospedódurantedosañosencasadePabloNerudayentróencontactoconelgrupodelarevistaSur.En1940contrajomatrimonioconelcondeRaphaeldeSaint-Phallevpasóaresidirenlos EstadosUnidos hasta lamuerte de su esposo en 1970, fecha en que regresó aChile.Murióel6demayode1980.
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