Sartori - Comparación y método comparativo

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El siguiente material se reproduce con fines estrictamente académicos y es para uso exclusivo de los estudiantes de la materia Regímenes Políticos de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad ICESI, de acuerdo con el Artículo 32 de la Ley 23 de 1982. Y con el Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena. ARTÍCULO 32: “Es permitido utilizar obras literarias o artísticas o parte de ellas, a título de ilustración en obras destinadas a la enseñanza, por medio de publicaciones, emisiones o radiodifusiones o grabaciones sonoras o visuales, dentro de los límites justificados por el fin propuesto o comunicar con propósito de enseñanza la obra radiodifundida para fines escolares educativos, universitarios y de formación personal sin fines de lucro, con la obligación de mencionar el nombre del autor y el título de las así utilizadas”. Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo Cartagena. ARTÍCULO 22: Sin prejuicio de lo dispuesto en el Capítulo V y en el Artículo anterior, será lícito realizar, sin la autorización del autor y sin el pago de remuneración alguna, los siguientes actos: b) Reproducir por medio reprográficos para la enseñanza o para la realización de exámenes en instituciones educativas, en la medida justificada por el fin que se persiga, artículos lícitamente publicados en periódicos o colecciones periódicas, o breves extractos de obras lícitamente publicadas, a condición que tal utilización se haga conforme a los usos honrados y que la misma no sea objeto de venta o transacción a título oneroso, ni tenga directa o indirectamente fines de lucro;...”.

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El siguiente material se reproduce con fines estrictamente académicos y es para uso exclusivo de los estudiantes de la materia Regímenes Políticos de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad ICESI, de acuerdo con el Artículo 32 de la Ley 23 de 1982. Y con el Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena. ARTÍCULO 32: “Es permitido utilizar obras literarias o artísticas o parte de ellas, a título de ilustración en obras destinadas a la enseñanza, por medio de publicaciones, emisiones o radiodifusiones o grabaciones sonoras o visuales, dentro de los límites justificados por el fin propuesto o comunicar con propósito de enseñanza la obra radiodifundida para fines escolares educativos, universitarios y de formación personal sin fines de lucro, con la obligación de mencionar el nombre del autor y el título de las así utilizadas”. Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo Cartagena. ARTÍCULO 22: Sin prejuicio de lo dispuesto en el Capítulo V y en el Artículo anterior, será lícito realizar, sin la autorización del autor y sin el pago de remuneración alguna, los siguientes actos: b) Reproducir por medio reprográficos para la enseñanza o para la realización de exámenes en instituciones educativas, en la medida justificada por el fin que se persiga, artículos lícitamente publicados en periódicos o colecciones periódicas, o breves extractos de obras lícitamente publicadas, a condición que tal utilización se haga conforme a los usos honrados y que la misma no sea objeto de venta o transacción a título oneroso, ni tenga directa o indirectamente fines de lucro;...”.

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CIENCIAS SOCIALESENSAYO

E,L LIBRO UNIVERSITARIO

GIOVANNI SARTORI yLEONARDO MORLINO (comp.)

LA COMPARACIÓNEN LAS CIENCIAS

SOCIALES

Versión de:

Juan Russo y Miguel A. Ruiz de Azua

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Page 3: Sartori - Comparación y método comparativo

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Título original:

La comparazione nelle scienze sociali

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l- lF-{t}o (bt-t.f i t,,- 'r ". "

, - : ¿ ' ; . r t r ' - ^ - ' ! :- Primera edición en uAlianza Universidadr: 1994

Primera edición 6¡ uEnsayor: 1999

Reservados todos los derechos. El contenido de esta ob¡a está protegido por la ky, que establece

penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemniaciones por daños y

perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en

todo o en parte, una obra l iteraria, artística o científ ica, o su transformación, interpretación <r

ejecución artística fi jada en cualquier ripo de soporre o comunicada a través de cualquier medio,

sln la Precep¡va autonzaclon.

@ l99l by Societá Editrice Il Mulino, Bologna

@ Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A. Mad¡id, 1994, 1999

Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 11,28027 Madrid; télef. 91 393 88 88

ISBN: 84-206-2947 -2

Depósito legal: M. 29.200-1999

Fotocomposición F.FcA, s.A. 28850 Torrejón de Ardoz (Madrid)

Impreso en Lavel. Los Llanos, c/ Gran Canaria, 12. Humanes (Madrid)

Printed in Spain

íNorcE

LOS AUTORES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

PREFACIO... . . I I

PROBLEMAS Y OPCIONES EN tA COMPARACIÓN, Leonardt Morlino . 13

COMPARACIÓN Y MÉTODO COMPAMTIVO, Giouanni Sartori....... 29

EL MÉTODO COMPARATIVO: DOS DECADAS DE CAMBIOS, D¿-

uid Collier ....... 5l

COMPARACIÓN Y EXPLICACIÓN, Angeh Panebianco ...... 8 1

TIEMPO E INVESTIGACIÓN COMPARATIVA, Stefano Bartolini......... 105

I-A COMPARACIÓN Y EL ESTADO DEL BIENESTAR: ¿UN CASO

DE ÉXITO?, Maurizio Ferrera 1 51

1

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28 Leonardo Morlino

Englewood Cliffs, PrenticeFl.aIl,7976, La comparazione nelle scienze so-ciali, B oloria, Il Mulino.

Sartori, G. (1971), "La politica comParata: Premesse e problemi", en RiaistaItali¿na di Scienza Politica, I, pp. 7 -66.

- (1984), Guidelines for Concept Analysls, en íd., comp., Social Science Con-cepts: A systematic Analysis, Beverly Hills, Sage Publications, pp. 15-85.

Ragin, C., yD.Zaret (1983), Theory and Method in Comparatir"te Research:Tuo Strategies, en "Social Forces>', LXI, pp. 731-754.

COMPARACIÓN

Gioaanni Sartori

Y MÉTODO COMPARATIVO

Hace ya veinte años (casi) que escribí sobre política comparativay sobre el método en que se fundal. Escribí por qué era paftidario deella. Sin embargo, debo admitir que el resultado es hoy enormementeinferior a las expectativas de entonces. ¿Por qué?, ¿se debe a una so-brevaloración inicial?, ¿a que hemos tenido abundantes tropiezos enel curso del camino?, io se debe a otras razones? Responder estascuestiones nos conduce a un balance más general. ¿Dónde estamos?

¿Hacia dónde nos conviene ir? Es un debate a reabrir. En mi escrito'digamos originario, me preguntaba en el siguiente orden: 1) por quécomparar; 2) qué es comparable; 3) cómo comparar. Es convenienterepetir las mismas preguntas en el mismo orden.

Por qué comparar

¿Por qué comparar? Entonces respondía: .La comparación es unmétodo de control de nuestras generalizaciones...o leyes del tipo s2...

1 "La Politica Comparata: Premesse e Problemi" (1971,7-66). Es el escrito con el

cual comenzabala Rioista ltaliana di Scienza Politica; y constituía, al menos en la

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30 Giovanni Sarton

entonces... Digo un método de control porque obviamente no es elúnico" (1971, 8). No he cambiado de opinión y, entonces, tampocodescubría la pólvora. Sin embargo, con el paso de los años cada vez sehabla menos, o directamente no se habla, de la función de controlque tiene la comparación. Przeworski llega incluso a sostener que .lainvestigación comparativa no consiste en comparaciones, sino en ex-plicaciones... El objetivo general de la investigación entre países con-siste en entender' (1987,35)2. Pero, y sin llegar al extremo de negarque en la comparación se deba comparar, lo cierto es que la palabracontrol es considerada en desuso. Ragin escribe que el saber compa-rado ..nos da la clave para comprender, explicar e interpret¿¡r, (1987,35); y Mayer "redefine' (en el título, en verdad sólo en el título) lapolítica comparativa como un campo, cuyo intento es ..construir unateoría explicativa empíricamente falsable" (1989, l2). ¿Cómo no estarde acuerdo? Todos queremos comprender, explicar e interpretar.Pero ¿por qué lo lograremos comparando? A menos que no se deseeafirmar absurdamente que sólo la comparación explica, Przeworski,Ragin, Mayer y otros no nos explican cuál es la razón de ser de quepor la vía comparada podamos conocer. En resumen, la pregunta

"por qué comparar> sigue sin respuesta. Ahora bien, si la política (aligual que la sociología) comparativa no posee una función heurísticaespecífica, entonces tampoco merece que nos ocupemos más de ella.

¿Qué ha ocurrido con el .control'? ¿Por qué no se lo mencionaya? Una primera explicación (de dos) es del todo accidental y pura-mente americana. En la estructura didáctica de las universidades esta-dounidenses la demarcación habitual es entre política americana ypolítica comparativa, donde este último término se utiliza para <otrospaíses" y, en general, para uno solo. Por lo tanto quien estudia el pre-sidencialismo USA es un americanista, mientras quien estudia sólo elpresidencialismo francés es l lamado comparatista. Desafío a cual-quiera a que me explique por qué ello es así. El hecho es que el sector

intención, un escrito "programático". En efecto, destacaba que la política comparativa

"se ubica en el centro de la ciencia política contempor¿nea> (bi,p.63). Sobre la situa-ción de la ciencia política en general, ver mi evaluación "Dove va la Scienza Politica",en Graziano (1986, 98-1 14)

2 Que comparar no requiera comparación me impresiona en el mismo modo que lo

hace un contrasentido, un absurdo. Y encuent¡o apresurada, agrego, la tesis del volu-men de Przeworski y Teune (1970, 8) según la cual el objetivo de la investigación com-parada consiste en .sustituir con nombres de variables los nombres de sistemas so-clales>.

Comparación y método comparativo 31

denominado "Política comparativa" está hoy en día densamente po-

blado por estudiosos que no han coteiado jamás nada con nada, que

no tienen ningún interés en comparar y que son no menos <<Parro-

quiales" que los americanistas (que lo son a ultranza). El estado de la

cuestión es que la mayoría de los comParatistas USA no comParanada y, a fortiori, nada controla. ¿Cómo se sale? La vía de menor re-

sistencia consiste en fingir que no sucede nada, en declarar que sepuede comparar sin comparar y en callar sobre el control. Probable-

mente Przeworski y los otros están convencidos de que es así. Perono es así.

Decía que las explicaciones son dos. La segunda es seria -de na-

turaleza gnoseológica o epistemológica- y se refiere específicamenteal control. Comparar es confrontar una cosa con otra; pero si se am-

biciona controlar, entonces la cuestión inmediata es: ¿qué cosa con-

trolamos?, ¿controlamos leyes? Si el término es entendido en sentidofisicalista o siguiendo cánones rígidamente positivistas, entonces es lí-

cito oponerse. En este sentido Marradi (1985, 308) ataca el programa

que consiste en <<someter a control Iavalídez universal de una "ley",

observando que aquellos que lo suscriben no han "reflexionado seria-

mente sobre el significado del término "universal" (válido siempre y

en caalquier lwgar)". Si es así, tiene razón. Sin embargo, el programa

fisicalista ya fue abandonado. Hoy las ambiciones nomotéticas de las

ciencias sociales no son universales (en el sentido omniesPacial y om-

nitemporal definido por Marradi) y se ProPonen leyes decleradas

Iaw-libe, condicionadas con la forma si... entonces. Definamos ley así:<una generalizaciín provista de poder explicathto que exPresa una re-

gularidad" (Sartori, 1984, 11). En tal caso diría que se derrumba la

objeción epistemológicar.Preciso pues así: parangonar sirve para controlar -verificar o fal-

sificar- si una generalización (regularidad) se corresponde con los

casos a los cuales se aplica'. Se entiende que comParamos Por muchí-

3 Marradi (1985, 310) objeta haciendo r¡5e isl "problema de Galton": y afirma que

.el paralelismo entre los estados de dos o más propiedades podría-deberse ... a fenóme-

nos de difusión... por la vía de la conquista, imitación, etc.". Confieso que no entiendo

las consecuencias perjudiciales de la objeción de Galton. ciertamente, un <contagro>

no advertido ,to, ."pott" a explicaciones circulares; Pero una vez advertido puede in-

corporarse a la explicación genética de una regularidad.? Co-o se puede advertir, esta formulación no nos impone establec er ex ante a qué

nivel (globalizante, intermedio o estrictamente "regional") generiliztr. Es razonable o

en cualqui"r caso prudente recomendar, como hace Bendix (1963, 539), el desarrollo

d. .orrcipto, y generalizaciones a un nivel intermedio entre lo que es verdadero en to-

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32 Giovanni Sartorr

simas razones. Para osituarrr, para aprender de las experiencias de los

otros, para tener términos de Parangón (quien no conoce otros Paísesno conoce tampoco el propio), para explicar mejor, y Por otros moti-vos. Pero la razón que nos obliga a comparar seriamente es el con-trol. Consideremos la proposición "las revoluciones son causadas porprivaciones relativas" o bien .los sistemas presidenciales son sistemasde gobierno fuertes' o bien "los sistemas de mercado postulan la de-mocracia>. ¿Verdadero o falso? Para saberlo necesitamos mirar anuestro alrededor, es decir, controlar comparando.

Queda pendiente el problema de cómo la comparación explícitase relacione con la comparación implícita, y si por esta vía se puedallegar a una comparación inconsciente. El control es más Íuerte yatendible en la medida en que más se apoya en comparaciones explí-citas y sistemáticas. Pero es claro que el estudio monográ{ico de unamericanista puede ser implícitamente comparado. Será así si satisfacela condición que Zelditch (1971., 305) formula técnicamente del si-guiente modo: "la comparabilidad postula un universal lógico comúna todas las unidades de un universo de comparación dado". Expre-sado en modo mas estricto, nimplícitamente comparado" imPlica eluso de parámeuos (perspectiva y proporciones) recabados de casoscomparables, y el empleo de categorías de análisis no idiográficas, esdecir, derivadas de alguna teoría general o de algún esquema concep-tual (franezu orle) general\zante5.

Hasta aquí, todo bien. Sin embargo, debemos detenernos en la te-sis que afirma que todos somos, por fuerza, voluntaria o involunta-riamente, animales comparantes. La cita obligada es Durkheim (1947,37), quien escribía: ..La sociología comparativa no es una rama de lasociología, es la sociología misma en la medida en que intenta expli-car los hechos". Lasswell (1968, 3) retoma esta afirmación: "El enfo-que científico es inevitablemente comparativor. Con mayor cautelaAlmond (1970,254) sostiene: "si la ciencia política es una ciencia, en-

das las sociedades y lo que resulta verdadero en una sociedad. La recomendación es

preventiva, no metodológica.s El cricerio para distinguir lapolíticacomparativa de la que no lo es no lo propor-

ciona el hecho de que se trete de "un solo caso,, o .muchos casos>>, sino por la diferen-cia entre esrudios incomparables (porque se fundan sobre categorías y parárnetros adDoc) y estudios comparables. Se trata de un criterio de fácil prueba: basta mirar la bi-bliografía de apoyo. La mayoría de los estudios monográficos sobre América Latina,

Japón, etc., cita escritos sólo country-specific, con elegancia y, también, sin pudor se ig-nora la literatura general sobre parlamentos, burocracias, partidos, sistemas electoralesy todo lo que el autor observa en el país estudiado.

Comparación y método comparativo

tonces es comparativa en su enfoquer. ¿Durkheim, Lasswell y Al-mond se equivocan? No, pues si se lee con atención dicen que sinuestro enfoque no es comparativo, entonces no es científ ico. Ungrande..si...,', del cual se debería inferir que todos les "parroquialis-¡¿s" (en USA casi todos los americanistas, y muchisimos comparatis-tas de profesión, definidos así por incauta definición de la disciplina)no hacen ciencia, son pseudopolitólogos. Debo decir que esta conclu-sión me satisface. Pero no me satisface si implica una descalificaciónde un enorme número de investigadores. La tesis era (y es) que quienno compara no hace ciencia; tesis que puede interpretarse así: en lamedida en que hacemos ciencia comparamos, aun de modo incons-ciente. La posición es astuta; no obstante, resulta un embrollo. Unacosa es admitir la comparación "implícita" (que es tal porque es cons-ciente) y otra cosa es avalar una comparación ..inconsciente> y porello mismo presente y operante por definición. No. El comparatistainconsciente, o subsconciente, no compara nada y no subroga nada.En efecto, en base a la afirmación de que todos somos "inevitable-mente comparatistas" ha florecido una lujuriosa selva oscura de hipó-tesis y de generalizaciones que no son más que patentes necedadesque no resistirían un momento si fueran expuestas al control compa-rativo.

Qué es comparable

Si comparar no tiene una razón de ser especial, un objetivo espe-cífico (además del objetivo general de explicar), en¡onces se puedeafirmar que no existe, en sentido propio, una metodología de la com-paración, un método comparado. Al decir de Lijphart (1971,682),\apolítica comparativa es aquel sector de la ciencia política que se de-fine "mediante una edqueta metodológica más que sustantiva>. Delmismo modo, Holt y Turner (1970, 5): <<en su significado ordinario,cornParati,t)o se refiere a un método de estudio, no a un cuerpo sus-tantivo de saber". En conjunto digamos que la tesis metodológica haresistido mejor el embate de los críticos que la tesis de que comparares controlar. En efecto, siguen apareciendo libros que declaran y uti-lizan el método comparativo. Pero analicemos más detenidamenteesto.

Prácticamente nadie (o casi nadie) sostiene que el método compa-rativo sea una entidad en sí. Obviamente constituye una parte del

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34 Giovanni Sartort

método de las ciencias sociales en general. Del mismo modo sería ab-

surdo sostener que la lógica de la comparación es diferente de la ló-

gica en general. Pero el árbol del saber crece, y al tronco s.e.agregan

i"*", rrú".n"s o más extendidas. La lógica de John Stuart Mill no sus-

tituye la de Aristóteles, pero ciertamente ^grega a .la

lógica clásica

oaríes inéditas. En este sentido, el método comparativo swb specie de

método lógico deriva en gran parte de Mill 6. Para comenzar ¿soncomparablJs las manzanas y las peras? Desafío a cualquiera a respon-

de. io. ciencia infusa, pues aún hoy hay quienes responden sí, quie-

.r", i"rpotden no y qui.t.t no saben qué manzanas o qué peras ele-

gir. pues sobre este punto la respuesra es que el método comParativo

Je justifica y desa.róla como una especialización del método cientí-

fico (científico-empírico o científico-lógico) en g-eneral'

üuy diferente es l" cuestión de cómo se califique al-método com-

parativá y de cómo se lo relacione con otros métodos de control que'serían,

t.gritt fi;plt"rt, especialmente el método experimental' por un

lado, y "t"*¿t"ál

estadísiico, por otro (1971-, 683-85)' Con este fin se

pt.á. .,rolrr"r a repetir que tod^o es comparado y que todos (incluso el

""p.rim".,t"dor f el esiadístico) parangonan. Verdadero, pero trivial.

La cuestión "t

qr. los tres métoáos no son equivalentes ni, frecuen-

temente, opcionales 7. Conservo firmemente la opinión de que "lasciencias dei hombre se valen de cuarro ... técnicas de verificación. Si-

guiendo un orden de "fuerza de control" decreciente "' son: 1) el mé-

iodo experim ental,2) el método estadístico, 3) el método comparado,

v 4) el rnétodo histórico" (Sartori, 1971,8 y 8-13 passim)' La duda

q,t" ,.t go es si el método esradístico, cuando es posible aplicarlo, se

deba preferir a métodos no estadísticos.Aigunos autores (Frendreis, 1983,258; y en especial Ragin, 1987'

6 y más precisamente de sus cánones sobre la inducción, especialmcnte e.l método

de la co.rcoráa.rcia y el método de la diferencia, que Cohen y N-agel reformulan así: 1)

*nada pUede .". "^U."

de un fenómeno que no subsista como circunstancia en común

o"." ,odas las manifestaciones del fenóme¡¿" (1934, 255), y 2) "nada Puede ser causa

ie un fenómeno si el fenómeno no ocurre, cuando ocurre la supuesta.nu5¿" (r"1, p.

25g).Eltercer canon de Mill, el mérodo de Ia variación concomitante, constituye una

derivación.7 Bien entendido, se dan casos en los que el control puede ser tanto- cualitativo

como cuantitativo-estadístico. La hipótesis es que Ia cohesión intra-partidaria es una

función directa del grado de .o-p.ii"iótt inter-partidaria, de tal modo que a menor

competición debería"correspo.rd"i utr mayor fraccionalismo interno en los partidos.

En Jste ejemplo l" .o-p".""ión es útil paia refinar la hipótesis de tal modo que se la

puede controlar correcumente mediante técnicas estadísticas'

Comparación y método comparativo 35

15-1,6) sostienen que el método estadístico está sobrevalorado y que

"el método comparativo es superior al método estadístico por mu-chas razones,,. Sea como fuere, sigue siendo verdadero que frente a..muchas variables, pequeño N" (Lijphart, 1971,,686) la elección esobligada: el tratamiento estadístico no se puede proponer. Y me pa-rece también verdad, como sostienen Ragin y Zaret (1983, 745), que..el método histórico-cualitativo" no puede ser considerado ..unacruda aproximación a los métodos estadísticos': los respectivos pro-ductos son muy diferentes. Pero vamos a la sustancia.

¿Qué es comparable? Regresemos a las manzanas y a las peras.

¿Son comparables o no lo son? Se trata de un ejemplo fácil. Pero

¿piedras y avestruces son comparables? Probablemente la mayoríaresponderá no, para ser inmediatamente replicado con la obieción:para declararlos .incomparables', hemos debido, en algún momento,compararlos. Recomencemos desde lo más simple. Manzanas y perasson comparables respecto a algunas propiedades -aquellas que tie-nen en común- y no comparables respecto a otras. De este modo,manzanas y peras son comparables como fruta, como comestibles,como entidades que crecen en los árboles; pero no son comparables,por ejemplo, en cuanto a su forma. En principio entonces la preguntasiempre se debe formular así: ¿comparable (bastante similar) respectoa qué propiedades o características, y no comparable (demasiado dis-tinto) respecto a qué otras propiedades o características?

De lo afirmado hasta este punto puede concluirse que compararimplica asimilar y diferenciar en los límites. Si dos entidades son igua-les en todo. en todas sus características. es como si fuesen la mismaentidad, y todo termina ahí8. A la inversa, si dos entidades son dife-rentes en todo, entonces es inúdl compararlas, y del mismo modotodo concluye aquí. Las comparaciones que sensatamente nos intere-san se llevan a cabo entre entidades que poseen atributos en partecompartidos (similares) y en parte no compartidos (y declarados nocomparables) . S igue presente la cuest ión p lanteada por Osgood(1967,7)z ¿cuándo es que lo mismo es en verdad lo mismo, y cuándoes que lo diferente es en verdad diferente? Es una pregunta difícil enuna profesión en la que se repite la cantinela de que las diferenciasson todas de grado. Si esto es así entonces el problema de Osgood es

8 El término entidad se refiere a cualquier unidad: sistemas enteros, <<segmentos>

subsistémicos (la unidad preferida por La Palomba:a,1970), o tambien, por una simplecaracterística. Las entidades en cuestión pueden ser cross-coantry, entre países, o biensér internas, toithin coantry, o también rnubi-leoel.

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t /J6 Giovanni Sartori

en verdad espinoso. Pero si aún recordamos el análisis per genus etdifferentiam y no desdeñamos las clasificaciones, entonces el pro-blema se resuelve inmediatamente. Clasificar es ordenar un universoen clases que son mutuamente excluyentes; por lo tanto clasificar esestablecer similitudes y diferencias. Se entiende que "igual> es unanoción relativa. Con mayor precisión, dos objetos que pertenecen ala misma clase son mas similares entre sí -respecto al criterio deasignación preseleccionado- que los objetos que pertenecen a otrasclases, lo que nos deja, en principio, con grados de similitud muyelásticos. La regla de máxima es que mientras menor es el número delas clases, mayor será la variación (disimilitud) intra-clase. A la in-versa, mientras mayor es el número de las clases, menor es su varia-ción interna. Si dividimos los estados sólo entre Monarquía y Repú-bl ica obtenemos dos c lases demasiado heterogéneas para ser dealguna utilidad. Aun con clases pequeñas los casos clasificados con-juntamente no son jamás del todo iguales. Es competencia de quienclasifica decidir hasta qué punto sus clases deben ser inclusivas (pocasy con redes anchas) o 6ien discriminantes (estrechas).

Lo esencial, repito, es que la pregunta "¿qué es comparable?" seasiempre formulada asíl. comparable ¿en qué aspecto? En esta ópticaperas y manzanas son, en muchos aspectos (propiedades), compara-bles. Lo son también, pero menos, hombres y gorilas (por ejemplo,ambos son animales erectos con manos prensiles). Lo son hasta loshombres y las ballenas (como mamíferos y animales que no puedenrespirar bajo el agua). Se entiende que a medida que se pasa del pri-mer al tercer acoplamiento las incomparabilidades aumentan; perohasta aquí no incurrimos en error. Los errores comienzan y se des-arrollan en torno al ,,perro-gato>; una invención mía que ilustro, pararomper el hielo, con una historia imaginaria (pero no tanto).

El perro-gato

Sempronio ha llegado por fin a su disertación, al Ph.D. ameri-cano. Se le repitió hasta el cansancio que su tesis debe ser original yque debería girar en torno a una o mas hipótesis. Sempronio investigalos gatos; pero ¿cómo se hace para ser original estudiando los gatos?Piensa y piensa y elige el perro-gato; y su hipótesis es que todos losperros-gatos emiten el sonido miau, miau. Su director de tesis dice..interesanter,. v una fundación contribuye con 100.000 dólares para

Comparación y método compara[rvo

la investigación. Tres años después Sempronio reaparece, más biendeprimido. La hipótesis, admite, no ha sido confirmada: es verdadque muchos perros-gatos emiten el sonido miau, pero otros muchosno lo hacen. En cualquier caso, dice Sempronio, en el curso de la in-vestigación se me ha ocurrido una hipótesis alternativa: todos los pe-rros-gatos emiten el sonido bau, bau. Pasan otros tres años, se gastan100.000 dólares más, y nuevamente la hipótesis es refutada: es verdadque muchos perros-gatos hacen bau, bau; pero otros muchos no lohacen. Sempronio está desesperado, y su director se siente incómodo,no sabe qué más sugerir. Al final le aconseja inrerpelar al oráculo deDelfos. Sempronio llega a la caverna por la noche, y el oráculo se sen-tía cansado. Cansado de articular respuestas sibilinas. Lo escucha, ymovido por la piedad le dice: amigo mío, te diré la verdad sin velos; lasimple verdad es que el perro-gato no existe.

¿Cómo nace el perro-gato? Nace de cuatro fuentes que se refuer-zan una con otra: I) el parroquialismo, II) el clasificar incorrecra-mente, III) el gradualismo y IV) el alargamiento de los conceptos.

Por parroquialismo entiendo los estudios de un solo país lzoacuo, que pura y simplemente ignoran las caregorías de análisis per-tenecientes a teorías generales y que entonces adoptan con despropó-sito términos fabricados a medida y, al mismo tiempo, sin medida.Por ejemplo, Sundquist (19S8) titula y desarrolla un escrito suyoserne "gobierno de coalición en los Estados Unidos". El problema esque la expresión gobierno de coalición se aplica, en todo el mundo, asistemas parlamentarios (no a los sistemas presidenciales de tipo ame-ricano) en los cuales los gobiernos dependen del parlamento y estánconstituidos por alianzas de dos o mas partidos. Estas caracrerísticasestán ausentes en el caso que Sundquist denomina gobierno de coali-ción. Nace de este modo un perro-gato (todavía peor, un perro-pez)que muy pronto terminará enlos computers y complicará toda la teo-ría de los gobiernos, correctamente denominados, de coalición.

El perro-pez de Sundquist es un puro y simple error de nombre,resultado de la ignorancia parroquial. El mal-clasificar conduce amonstruos mas "sofisticadosrr, mas refinados. Piénsese en la etiqueta*sistemas monopartidarios' que se utiliza para designar 1) los llama-dos one party States de los Estados Unidos, Japón y, a veces, a Suecia,Noruega y Ia India, 2) a México, a los países comunisras pre-1990. Elproblema es que los primeros casos son -en la conceptualizaciínpropuesta por mí- sistemas de partido predominante que perrene-cen a contextos competitivos (Sartori,1.976, 192-201); México es un

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Giov¿nni Sartori

sistema hegemónico que permite una comPetición "limitad¿" (Sar-

tori, 1976,230-38); mientras los países comunistas son' o han sido,

sistemas de partido único en el sentido preciso del término, y Porquehan prohibido en el derecho, y en los hechos, cualquier otro partido(que no fuese, si había, un "partido títere> admitido y exhibido comofachada). Dejando de lado la cuestión de la terminología, en cualquiercaso se trata de tres animales muy diferentes. Si los reuniéramos enuno obtendríamos un perro-gato-tigre. Supongamos que nos interesedescubrir la causa o causas que conducen al monopartidismo. Hun-

tington (1,970, l,l) hipotetiza que .los orígenes sociales de los siste-mas de partido único se adscriben ... a una bifurcación", es decir, que.los sistemas de un partido ... tienden a ser el producto o de una acu-mulación de cleavages... o bien de la prevalencia de un alineamientode cleaoage sobre otrosn. ¿Es cierto? ¿Es un error? No lo sabremosjamás, porque ni ésta ni ninguna otra hipótesis podrá jamás pasar lared de nuestro monstruo de tres cabezas. La generalización que quizá

rige para los gatos no es válida más que en parte para los perros y casi

para nada para los tigres. El error es aquí de clasificación (no sólo determinología), porque diciendo partido único se recurre a un criterionumérico de clasificación de los sistemas partidarios: y un correctoclasificar que se deriva de un solo fundarnentum diaisionis, de unsolo criterio, necesariamente produce clases mutuamente excluyen-tes, clases que no consienten que <<uno>> y "más de uno, vayan jun-

tos. Sólo una seudoclase puede consentir que Japón y China, Suecia yMéxico, Estados Unidos y Albania puedan ser asignados a un mismocontenedor.

Un ulterior productor de perros-gatos es -decía- eI .gradua-

lismo', que a su vez es producto del abuso de la máxima según la cualtodas las diferencias son diferencias de grado, que pueden extendersesobre un continuum de más-menos. De este modo no hay sanos o en-fermos. sino más o menos sanos-enfermos. Por esta vía, tal vez este-mos en pie, o tal vez nos veamos obligados a estar en cama; frecuen-temente vivimos en casa, pero nos ocurre también terminar en elhospital. ¿Cuál es la demarcación, la frontera entre los dos estados?En el ejemplo la respuesta es fácil: hemos inventado el termómetro demercurio en el cual se establece que el punto de división es aproxima-damente en torno alos 37 grados. Pero en las ciencias sociales no haytermómetro y mucho menos existen "grados naturales,' que estabie-cen la discontinuidad del continuo. Aquí los cut-off points, los pun-tos de división, son arbitrarios, y dejados a la decisión de cada uno'

Comparación y método compar¿tlvo

Por ejemplo, Douglas Rae (1971, 93) rechaza concebir el biparti-dismo como una clase o como un tipo, y prefiere hablar de "competi-ción bipartidaria' que define del siguiente modo: una situación talque "el primer partido obtiene en el Parlamento menos del lOol" delos escaños, y los dos primeros partidos obtienen juntos al menos el90%io de los escaños'. ¿Es correcto? ¿Cómo lo sabe? Lo sabe porqueha considerado los sistemas clasificados como bipartidarios y ha he-cho las cuentas. Pero aun así ¿por qué 90 en vez de, imaginemos,88%", y 70 en vez de, digamos, 68% ? No hay razón urazonad,a,, paraestablecer los cortes donde los establece Rae, y, por ende, no hay ra-z6n para no variarlos. Variándolos se trasladan los confines del casoen cuestión y por ello se redefinen y redistribuyen los casos. ¿Pocomal? No, mal; porque Rae se propone averiguar si existen *leyes, so-bre los efectos de los sistemas electorales; y variando los límites sehacen cuadrar o no cuadrar las leyes. En esta tarea Rae es brillante;pero el punto de principio, o de método, es que las excepciones (ypor lo tanto desmentidos) a las reglas son frecuentemente colocadasen los lugares de los cortes, de tal modo que basta variar un poco loscat-offpoints paraborrar las excepciones o, viceversa, para descubrirdesmentidos. En lo esencial sl "gradualismo)> crea animales a sopli-dos, que podemos manipular del mismo modo que el gobernadorGerry manipulaba las circunscripciones electorales, dando lugar alarte -el gerrymandering- que ha inmortalizado su nombre.

Por último, y resumidamente, los perros-gatos son procreadoscontinuamente por eI concept stretching (Sartori, 197Q, 1034; 1971,20), el alargamiento de los conceptos. Tomemos el término <consti-tución". Si el término ha sido estirado hasta el punto de significarcualquier forma de estado, entonces la generalización "las constitu-ciones obstaculizan las tiranías" es fuertemente desmentida (mientrasresultaría confirmada cuando se refiere a la acepción estrecha o ga-rantista del término). Considéress "pluralismo". Si todas las socieda-des son declaradas, en alguna

"."p.ión de la palabra, pluralistas, en-

tonces resulta indemostrable que el pluralismo se relacione con lademocracia. Considérese "movil ización". Si la palabra se amplíahasta el punto de abarcar tanto la participación como actividad vo-luntaria, actuar por sí mismo, como actuar por la fierza, o hetero-movimiento (movilización en sentido propio), entonces tenemos unperro-gato gracias al cual la generalización (verdadera) de que la par-ticipación caracteriza a la democracia puede ser (falsamente) decla-rada falsa. Otro ejemplo de concepto alargado hasta el punto de con-

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40 Giovanni Sartori

vertirse en nada es "ideología>). En su uso corriente la palabra notiene más contrario; todo es ideología por definición, sin posibilidadde prueba contraria; de este modo el pensamiento-falso y la investi-gación de la verdad se confunden en una noche posthegeliana en lacual toda lazoología está constituida por vacas grises.

Entonces, con el perro-gato y derivados (perro-tigre, perro-peral,etc.) el control comparado se vacía de utilidad. Mientras más produ-cimos perros-gatos, menos capaces somos de generalizar y verificar(o falsif icar) sobre cualquier cosa.

Cómo comparar

Supongamos que hemos establecido que una cosa es claramentecomparable con otra cosa, y en qué aspecto. Queda por establecercuál es la estrategia comparativa a adoptar. ..A veces el comparatistasubrayará las similitudes, a veces las diferencias. Prestará atención alas diferencias en los contextos que son similares, o... buscará analo-gías en sistemas diferentes" (Dogan y Pelassy, 1984, 127). Paralela-mente se dan dos enfoques: elegir sistemas más semejanües, o bienelegir sistemas más diferentes e. En el primer caso el investigadorcompara sistemas <<cercanos>, es decir, similares en la mayor cantidadde características posibles, lo que le permite dejar de lado un alto nú-mero de variables bajo la cláusula ceteris paribus, es decir, declarán-dolas iguales. La presunción es que los factores comunes de paísesrelativamente homogéneos (las llamadas ..i¡s¿s,,, como Europa occi-dental, América Latina, etc.) son irrelevantes a la hora de explicar lasdiferencias. El ideal sería encontrar entidades similares en todas lasvariables excepto en una, es decir, excepto en aquella variable que nosinteresa investigar. Por el contrario, en el segundo caso el investiga-dor relaciona sistemas que difieren en la medida de lo posible, entodo salvo en el fenómeno que se investiga. En el ejemplo de Prze-worski y Teune (1970,35), si las tasas de suicidio son las mismas en-tre zunos, suecos y rusos (en verdad sistemas muy diferentes), enton-ces está claro que el fenómeno no se puede explicar por factoressistémicos, factores que deben ser ignorados.

e Esta última, e\ most different slstems design, es la estrategia recomendada porPrzev¡orski y Teune (1970). Bien. Pero no entiendo por qué esta estrategia debe nece-sariamente consistir en "análisis de niveles múltiples" y observar "comportamientos aun nivel inferior al de sistema" (ioi, p. 3a).

-. Hasta aquí no hay problemas. Pero el control comparado se re_fiere a hipótesis generalizantes, a .leyes' (casi-leyes) respecto de lascuales_el problema surge de las excepciones. Más précisamente,¿cuándo y cuántas excepciones matan una regla? El problema siguemuy abier to, y s i no lo ordenamos entonces tod-o e l compaiu.-tanto en su porqué cuanto s¡ 5r¡ sfrn6- corre el riesgo de nau-Itagaf,

Reglas y excepciones

Repitamos la cuestión planteada en la siguiente forma: ¿en quémedida una regla puede soporrar excepciones? El dicho

"o-ú.r^d.que las excepciones confirman la regla no está bien dicho; en verdadse debe decir que la noción de excepción presupone la existencia deregularidades; lo que no nos ayuda mucho.

Comencemos sosteniendo que si una ley o regla es concebida

"determinísticamenterr, entonces una sola excepción es suficientepara refutarla. Pero las leyes de las ciencias sociaÉs no deben conce-birse determinísticamente, es decir, siguiendo la fórmula: si está dadala causa entonces está dado el efecto. No: dada una causa no es cierroel efecto, no es conocido y seguro ex ante. En las ciencias sociales,siempre he sostenido (1979,52), no es válida la determinación causal,sino la indeterminación causal. Aquí también se dan causas; pero cau-sas cuyos eJectos no son ..necesarios> como lo son en las leyes natu-rales. En efecro, estamos habituados a decir que nuesrras géneraliza-ciones, nuestras cuasi-leyes, son "probabilísticas". Sí, a condición deque se relacionen con el significado de probabilidad. Si se trata deprobabilidad en el sentido estadístico y matemático del término, en-tonces estamos haciendo trampas en el juego, porque las leyes esta-dísticas son justamente leyes estadísticas; no leyes en el sentido quenos interesa, es decir, generalizaciones (regularidades) explicantes queimplican un scire per ca.usas, una comprensión fundada iobre causas.Supongamos que la duración media de la vida sea de 66 años, o que lafrecuencia de los nacimientos femeninos es superior a Ia de los naci-mientos masculinos son leyes o probabilidades estadísticas que sonverdaderas pero que no explican. Por lo tanto, cuando decimos quelas leyes de las ciencias sociales son probabilísticas decimos sólo queson uleyes de tendencia". Lo que no resuelve para nada el problemaque en verdad debe resolverse: cómo considerar las excepciones.

Comparación y método comparativo 4 7

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42 Giovanni SartoriComparación y método comparativo

escribir (reconcebir), Dante suena bien en inglés y Shakespeare enitaliano. En resumen, traducir como creación de auténtica equivalen-cia es difícil pero no imposible. En la actualidad está en auge la tesisde la "inconmensurabilidad de los conceptos> que niega a cualquierefecto esta posibilidad, incluso comparar. Es una tesis que encuentrasu apoyo epistemológico en Feyerabend (1975) y que puede formu-larse, respecto de la comparabilidad, así: nuestros conceptos estántan impregnados de contexto, tan enraizados en su respectiva cul-tura, historia y localidad, que resultan ..inconmensurablesrl2. Perocomo Feyerabend no me provoca ninguna impresiónr3 especial, tam-poco me impresiona la "inconmensurabil idad> extrema, inspiradapor é1. Resulta más verdadera la tesis contraria de que los conceptosson generalizaciones camufladas, contenedores mentales que mez-clan el fluir incesante de percepciones siempre diferentes y discretas.Pero mientras los actuales defensores de la inconmensurabilidad exa-geran, y mucho, Dilthey y Rickert distinguían bien, hace más de unsiglo, entre saber ideográfico, típico de la historiografía, y saber no-motético, típico de la ciencia natural. Aquí no se erige una prisión deinconmensurables cerrados en sí mismos a modo de mónadas. sinoque se propone una alternativa entre estudio "configurativo> y estu-dio generalizante; una alternativa que implica pérdidas y beneficios,pero que permite también compensaciones recíprocas. La investiga-ción monográfica y el estudio del caso privilegian la densidad de lacomprensión individualizante, de un Versteben en profundidad. Porel contrario la investigación comparativa sacrifica la comprensión-en-contexto -y del contexto- a la inclusividad y en proporcionesgeneralizantes.

Llegado al límite se debe elegir. En lapráctica las dos vías se pue-den en algún modo y medida combinarra. De hecho el comparatista

12 Más exactamente, en Feyerabend el contexto es teórico, mientras para los soció-logos y politólogos que hoy cabalgan sobre el tigre de la inconmensurabilidad el con-texto es fundamentalmente histórico cultural. Sin embargo, sin Feyerabend a las espal-das la inconmensurabilidad de sus vulgarizadores tendría menos aliento.

1r En Sartori (1984b) la contribución de Kotowski (pp. a03-a51) analiza el con-cepto de revolución, concepto que debería ser particularmente sensible al "teoreti-cismo" de Feyerabend: y en cambio no: la mayoría de las características de "revolu-ción" resulta compartida entre marxistas y no marxistas. Se puede ver en el volumencitado mis críticas; pero especialmente las notas críticas de Lane (1987).

1o Lo explica bien Bendix (introducción a Bendix, 1964 y 1978). En realidad Toc-queville no es exclusivamente idiográfico, y Max \ü7eber juega sobre ambos campos.Sobre ambos, ver Smelser (1976, caps.2 y 5).

En la medida en que las leyes en cuestión no son deterministas, se

deriva que una o po""t excePciones las debilitan pero no son su{i-

cientes p"r" ,.frrt"ilas. Establécido esro, supongamos que nuestras le-

y"t to.t del tipo si entonces, donde el "si" está constituido no por

condiciones ,rrfi.i.ttt"t, sino (para seguir con el ejercicio mental en

cuesrión) por condiciones necesarias. En tal caso especificar las con-

diciones necesarias es especificar cuándo se aplica una ley o no; y

aumentar el número de las condiciones necesarias es restringir su ám-

bito de aplicación. Para nuestros fines esto significa que las excepcio-

nes está; en función de las condiciones necesarias en el sentido de

que son reducidas (eliminables) agregando condiciones adicionales.

i" ley de Galileo sobre la caída de los cuerpos fracasa en la prueba

."p"ii-.ttt"l si no se circunscribe con la condición "caída en el va-

cíó'. Por lo tanto un primer modo de afrontar el problema de las ex-

cepciones es reducir él á*bito de aplicación de una ley precisando

meio. l"s condiciones. Otra manera de proceder es reformular una

ley de tal modo que se puedan incorporar las excepciones.en su

-ir-" formulaciónto. Solimente después de haber seguido las dos es-

trategias hasta agotar sus posibilidades, una ley puede ser salvada ex-

plicando las excépciones con argumentos ad boc, circunstanciales 1r.-P. .o

. t n ingún caso una ley puede ser declarada "determinís-tica ... con las excepciones mencionad¿5" (Riker, 1982,767).

Inconmensurabilidad y generalidad

Vayamos a la objeción de fondo: ¿es en verdad posible comPa-

rar? ¿Éxiste de verdad la parangonabilidad de la que hablamos? Es

p".."ido a la obieción que se hace al traducir una-lengua a otra' Se-

gri" l" máxima los traductores son <traidores>' Claro que,.en algún

ientido, lo son. Cuando me traduzco a mí mismo me reescribo. Pero

también he encontrado traductores que mejoran el texto que tradu-

cen. Si traducir es en alguna medida traicionar y en cierto modo re-

ro Ambas estrategias son ilustradas con referencia a las "leyes" sobre la influencra

de los sistemas electorales en Sanori (1984a, 16,3'l', e passtm).rr En términos generales sigo a Lakatos (1970, 11,6), para el cual una teorí¿ T es fal-

si{icada, y .nto.r."Jd.bemos rechazarla, osi y solo si otra teoría T' ha sido ProPuestacon las siguientes características: 1) T'posee mayor contenido empírico que T"' 2) T'

explica el?xito precedente de T... 3) pá.t" d.l contenido empírico de T' está corrobo-

raoo>,

Page 12: Sartori - Comparación y método comparativo

debe recoger la información de estudios monográficos y "configura-tivos, asílomo el especialista de un solo país que ignora el aporte

comparado se empobrece (y peor). Este asPecto ha sido formulado

"o.r.t it id., po. Lips.t (1963,9-10) así: "El analista de la sociedad

debe elegir é.ttre utt enfoque primariamente histórico o primaria-

mente comparado (...) pero no puede ignorar el otro. Sin el examen

de... difereiles países es imposible saber en qué medida un factor

dado posea el efecto que se le atribuye en un solo país".-

Hablando metodológicamente, en cualquier caso, la elección en-

tre individualizar y generalizar es una elección que se impone. Por lo

tanto es de interés establecer, siempre en clave de método, cómo con-

vertir o al menos relacionar los dos procedimientos. En un pasaje

muy citado Verba nos Presenta su convergencia como una especie de

remolino vicioso, de enroscamiento que termina en estrangulamiento

(de la política comparada). El pasaje merece ser enteramente trans-

cripto.-..Para ser comParativistas, se nos dice, deben formularse gene-

ralizaciones o leyes comprensivas (covering laws) que se aplican a to-

dos los casos de un determinado tipo (...) Pero ¿dónde están las leyes

generales? Las generalizaciones se decoloran cuando Prestamos aten-

iión a los casos individuales. Agregamos variables intervinientes a va-

riables intervinientes y como los casos son Pocos entonces llegamos a

una explicación hecha a medida para cada caso. El resultado termina

por tener sabor idiográfico o configurativo... A medida que-volvemos

a introducir más y más variables en el análisis con el fin de llegar a ge-

neralizaciones aplicables a una amplia serie de sistemas políticos, ter-

minamos por introducir tantas que obtenemos casos únicos" (Verba,

1967, t1.3).Todo lo dicho hasta ahora es una muestra de cómo nos hemos

enredado y hemos enredado todo; el problema es que no d¿.nin-

guna recet; para salir. "¿Dónde están las ley-es generales.?"- Obvia-

á.trt" (la prégunta de Verba es retórica) no hay, ni puede- haberlas,

puesto qné h"it" hoy no hemos aclarado nuestras ideas sobre cómo

iormulailas tt, y aunque tuviésemos una ley en la palma de la mano,

produciríamos-de inmediato un Perro gato. "Agregar variable inter-

,ri.ti"nt. a variable interviniente, resulta ciertamente un modo con-

traproducente de afrontar el problema. Hace tiempo (Sartori' 1970,

to4o-+s; 1975, 16-1.9;1984b, 44-46) propuse que un método capaz

Giovanni Sartori

15 Desarrollo el punto, en referencia a ias leyes de Duverger sobre los sistemas

electorales, en 1984a, 11-16.

Comparación y método comparativo 45

de relacionar universales y particularidades es organizar nuestrascategorías a lo largo de escalas de abstracción regídas por la regla detransformación (tanto en dirección ascendente como descendente)por la cual la connotación y la denotación de los conceptos está enrelación inversa. De este modo con la finalidad de hacer un con-cepto más general -incrementando también su capacidad de via-jar- debemos reduci r sus caracter ís t icas o propiedades. A la in-versa, con la f ina l idad de hacer un concepto más especí f ico -y

entonces contextualmente más adecuado- debemos aumentar laspropiedades o características. No me detengo más en este puntoporque ya he considerado abundantemente la escala de abstracciónen otros trabajos. Pero es como predicar para sordos. En parte esporque para l levar a cabo transformaciones de objetos se requiereun mínimo de adiestramiento lógico (que cada vez brilla más por suausencia). Pero también se debe a que es infinitamente más fácil in-vocar la inconmensurabil idad o bien deiar que los ordenadores lohagan por nosotros16.

El estudio de caso

Antes de concluir debemos detenernos en cómo la comparaciónse relaciona con el estudio de caso entendido específicamente comocase study heurístico, crucial, o también desviantelT. En esencia elcaso se elige expresamente o porque nos resulta útil para generar hi-pótesis o porque es .crucial' a la hora de confirmar o no confirmaruna teoría. Cuando es así es claro que análisis de caso y análisis com-parativo son búsquedas complementarias que se refuerzan entre sí.Es también claro que los estudios de caso en cuestión deben ser, paraser tales, irnplícitamente comparatirtos. Lo que no quita que el estu-dio de un solo caso no pertenezca al método compara.tieo. Un solo

16 lJna vía allanada por la anotación de Przeworski y Teune (1970, 1,2) sobre que<<en gran parte los problemas de unicidad eersus unlersalidad son redefinibles comoproblemas de medición". Sería agradable; pero no es verdad.

r7 El máximo propugnador del case study es Eckstein (1975).El problema ha sidodiscutido también por Lijphan (1971, 1.975). Los dos autores divergen más en la termi-nología que en la sustancia. En efecto, Lijphart insiste sobre el caso bypotbesis genera-ting, mientras Eckstein entiende por <<caso crucial" un caso preelegido con la finalidadde confirmación-no-confirmación de una teoría. Por otra parte, el primero explicita lanoción de "caso desviante", bien ejemplificada por Lipset (1956), que estudia justa-

mente una "desviación" de la ley de hierro de la oligarquía de Michels.

Page 13: Sartori - Comparación y método comparativo

46 Giovanni Sartorr

caso, aun tratándose de un caso crucial, no basta para confirmar una

generalizaciín (aunque aumente su plausibilidad) y tamPoco alcanza

para refutarla (si bien la debilita). Pero mantener la distinción entre

case study y comparación no implica en modo alguno que esta úl-

t ima sea, heurísticamente, superior al primero. Sólo establece que

cuando se llega al control del conjunto, entonces la comparación es

útil.

¿Es útil, o debería ser útil? Ya en la segunda mitad de los años se-

senta Verba (1967, 113) se preguntaba: <¿Por qué con tanto movi-

miento, ha habido tan poco movimiento hacia adelante?". Y resPon-

día: .en parte la respuesta se encuentra en lo áspero ftoughness) delproblema". Sí, pero sólo en parte. La respuesta entera es que justa-

-ent. porque la comparación hecha seriamente es tougb, es difícil,precisamente por ello una disciplina sin disciplinal6gíca, metodoló-gica y terminológica naufraga rápidamente. En los mares cerrados se

puede navegar aúna ojo. Pero en los mares abiertos -los mares de la

comparación- quien navega al azar y sin brújula corre el riesgo, en

cada momento, de naufragar. Se nos dice (lo recordaba al comenzar)que la política comparativa no consiste en comParaciones. Al mismo

tiempo nadie nos explica (probablemente Porque la ..nueva metodo-

logíi" ha perdido el logos y casi se reconoce sólo en la estadística)

cómo considerar peras y manzanas y todavía menos el perro-gato. El

más reciente Verba (1985, 28) se consuela escribiendo que "en reali-

dad las cosas van mejor... pero el progreso no nos basta nunca, y el

progreso crea nuevos problemas y nuevas frustraciones"; y por ende

si "la política comparativa es, y ha sido, desilusionante'.' lo es en rela-

ción a las esperanzas... originarias, no... en sus resultados efectivos".

No, no estoy de acuerdo.Verba exagera en la absolución. Claro que tampoco yo debo exa-

gerar en la crítica. Mis reservas se refieren en Particular al desarrollode la ciencia política en Estados Unidos, y a la absurda distinción-mencionada al comienzo- entre americanistas y comParatistas, o

mejor a la absurda interpretación que ha resultado de ello' En Italialos comparatistas multinacionales, por así decir, no son legiones; pero

casi todos nuestros politólogos son "implícitamente> comParatistasen el sentido de que sus parámetros son comparados' En segundo lu-gar, y en general, mis críticas se refieren especialment e ala infra-utili'zación del método comparativo. No sostengo -sería absurdo- gueno se realizan excelentes trabajos de amplia y explícita comparación.Tal es hoy, por ejemplo, el estudio de las crisis democráticas o, a la

Comparación y método comparalrvo 47

inversa, de los procesos de democratización18. Pero también en lostrabajos de más brillo la formulación de las hipótesis, cuando se hace,es tímida y el control comparativo es siempre suavizado. ¡Qué pena!Con un mínimo incremento de conciencia y de seguridad metodoló-gica podríamos hacer mucho más. Los frutos están a la vuelta de laesquina. ¿Por qué no cogerlos?

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18 Me vienen a la mente los nombres de Giuseppe di Palma' Juan Linz, Seymour

M. Lipset, Arend Lijphart, Leonardo Morlino, Philippe Schmitter. Y ciertamente el

elenco debe ser completado.

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