Sarmiento

3
Sarmiento Las dos figuras llegaron después de la medianoche, tal y como se les había ordenado hacía tiempo. La noche, fría y oscura, estaba aterciopelada por una niebla que a ratos parecía el interior calmado del mar y a ratos, si daba en soplar la brisa, se arremolinaba en los ropajes de los caminantes como si pensara retenerlos. Si alguien hubiera visto la escena seguramente habría sido llevado a espanto, pues a la vez que sin haber luz alguna esos ropajes brillaban, cuando esa brisa corría se veía cómo la niebla los atravesaba, inaprensibles e incorpóreos. Y no cabía duda de que las dos figuras caminaban. «Aquí es». “Sí, Lo siento, está justo ahí detrás”. La niebla se encontraba, allí sí, con materia sólida e impenetrable. Una oquedad en el montículo que habían subido, tapada por una gran piedra de definición vagamente circular. «Los tiempos no dejarán de maravillarse». “Ninguna época lo llegará nunca a aceptar o creer por completo”. A un pensamiento, la piedra dejó de cerrar el habitáculo tras ella y se encontró descansando contra la pared caliza, a un lado. Las dos figuras luminiscentes entraron seguidamente, y escucharon la respiración tranquila de una figura tumbada. Se trataba de la figura de un hombre, amortajado, envuelto en un lino de agradable aroma a mirra y áloe. Aunque aquello era una tumba, el hombre claramente dormía. «Maestro».

Transcript of Sarmiento

Page 1: Sarmiento

Sarmiento

Las dos figuras llegaron después de la medianoche, tal y como se les había ordenado hacía tiempo. La noche, fría y oscura, estaba aterciopelada por una niebla que a ratos parecía el interior calmado del mar y a ratos, si daba en soplar la brisa, se arremolinaba en los ropajes de los caminantes como si pensara retenerlos. Si alguien hubiera visto la escena seguramente habría sido llevado a espanto, pues a la vez que sin haber luz alguna esos ropajes brillaban, cuando esa brisa corría se veía cómo la niebla los atravesaba, inaprensibles e incorpóreos.

Y no cabía duda de que las dos figuras caminaban.

«Aquí es».

“Sí, Lo siento, está justo ahí detrás”.

La niebla se encontraba, allí sí, con materia sólida e impenetrable. Una oquedad en el montículo que habían subido, tapada por una gran piedra de definición vagamente circular.

«Los tiempos no dejarán de maravillarse».

“Ninguna época lo llegará nunca a aceptar o creer por completo”.

A un pensamiento, la piedra dejó de cerrar el habitáculo tras ella y se encontró descansando contra la pared caliza, a un lado. Las dos figuras luminiscentes entraron seguidamente, y escucharon la respiración tranquila de una figura tumbada. Se trataba de la figura de un hombre, amortajado, envuelto en un lino de agradable aroma a mirra y áloe.

Aunque aquello era una tumba, el hombre claramente dormía.

«Maestro».

Page 2: Sarmiento

La palabra no sonó en el aire frío sino sólo en tres pares de oídos, y la figura tumbada se levantó al instante exhalando en un espasmo un grito mudo de desesperación suprahumana.

Madre. ¡Madre, no!

Los veía desde arriba, rostros desfigurados por un dolor mayor que el que sus nervios agarrotados le permitían a él sentir ya. Regueros de lágrimas, nubes tormentosas hechas de impotencia y sentimiento de injusticia que tronaban por encima de todos ellos. Y su Padre sin acudir.

Fijó los ojos en los de su madre, y falleció. Y eso fue lo primero que vio al volver a despertar. Y recordó sus sueños de los dos días pasados, dos días que no había vivido.

Recordó cómo a cada bofetada se convertía en millones de mujeres abofeteadas. Recordó cómo cada burla lo convirtió en miles de millones de personas débiles y abusadas. Recordó cómo a cada latigazo se hizo uno con todos los esclavos del mundo. Recordó cómo a cada clavo recibía cada balazo nazi, o comunista, o demócrata, o... Recordó cómo a cada minuto colgando de la cruz comulgaba con todas las víctimas de todos los terrorismos. Recordó todas las lágrimas que derramó tres días atrás al convertirse en todas y cada una de las víctimas a las que dirían cien, mil, dos mil años después, que lo serían por él o por no cumplir reglas que él nunca llegó a soñar siquiera.

Y por el tiempo que tarda la luz en recorrer el diámetro de un núcleo atómico,volvió a sentir la soledad y el dolor, hasta que se percató de que vivía,y de pronto todas las personas que sufrieron se hicieron una con él para transmitirle la paz que su sufrimiento les había ganado y se dio finalmente cuenta de que su Padre no le había abandonado jamás.

Gracias por venir.

“El cuerpo humano no habría resistido el choque directo de la vuelta a la vida, tenías razón, Maestro”.

«Ahora que estás despierto, es mejor que aún no te vean».

Lo sé. Y llegarán pronto.

Page 3: Sarmiento

Al punto los tres se encontraron fuera, la niebla intentando infructuosamente encontrar apoyo en ellos, la noche rota justo en sus figuras de luz.

Quedaros aquí y que se cumplan los pasados que serán escritos.

Por eso, al tiempo:

«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?».

Y donde sólo creían que había muerte, todo comenzó por la Fé de las mujeres de la vida del Maestro.

*******************

“Murió, fue enterrado y despertó”.

«No: fue plantado y florecerá y sus frutos serán Sueños que un día volverá para cumplir».

José Gregorio del Sol Cobos,

Domingo de Resurrección – Lunes de Pascua de 2013, Irún