Santoral Satevo

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NombreFelipe (Masculino) Celebran: Los Felipe suelen celebrar el 3-may: San Felipe apóstol Otros santos: Otros santos con nombre Felipe Nació: en Ciudad de México, en el actual México Falleció: en Nagasaki, en el actual México Proceso Beatificadoel 1627 por Urbano VIII Canonizado el 1862 por Pío IX . Celebración: 5 de febrero Religioso:de la Orden de Frailes Menores Felipe de las Casas Martínez nace en la Ciudad de México el primero de mayo de 1572, primogénito de once hijos del matrimonio español formado por honrados inmigrantes españoles: don Alonso de las Casas y doña Antonia Martínez. Su pila de Bautismo se conserva en la Catedral Primada Metropolitana. En su niñez se caracterizó por su índole inquieta y traviesa. Se cuenta que su aya, una buena negra cristiana, al comprobar las diarias travesuras de Felipe, solía exclamar, con la mirada fija en una higuera seca que, en el fondo del jardín, levantaba a las nubes sus áridas ramas: "Antes la higuera seca reverdecerá, a que Felipillo llegue a ser Santo"... El chico no tenía madera de Santo... Asistió al Colegio de San Pedro y San Pablo de donde sería expulsado debido a su carácter incontrolado y travieso. Posteriormente es enviado al noviciado franciscano de Santa Bárbara en la Ciudad de Puebla, del cual escapa para regresar a su casa. Don Alonso decide entonces, ponerlo a trabajar en un taller de platería en donde mostró habilidad para labrar la plata; sin embargo, su inconstancia y falta de disposición para trabajar entre cuatro paredes, llevó al fracaso este nuevo intento de forjarle un "porvenir" a Felipe. Las cosas se habían puesto tensas en su casa y Felipe, de entonces 18 años, decide embarcarse hacia las filipinas para actuar como agente de compras en Manila para los negocios de su padre, corría el año de 1590. Manila, punto de confluencia de razas, de comercio, de tentaciones... Felipe se deja atraer por un tiempo por los juegos de azar, actividad muy popular entre los habitantes de aquellas tierras. El joven Felipe gozó por un tiempo de los deslumbrantes atractivos de aquella ciudad; pero pronto se sintió angustiado: el vacío de Dios se dejó sentir muy hondo, hasta las últimas fibras de su ser;

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NombreFelipe (Masculino)Celebran: Los Felipe suelen celebrar el 3-may: San Felipe apóstolOtros santos: Otros santos con nombre Felipe Nació: en Ciudad de México, en el actual México Falleció: en Nagasaki, en el actual México Proceso

Beatificadoel 1627 por Urbano VIII

Canonizado el 1862 por Pío IX.

Celebración: 5 de febreroReligioso:de la Orden de Frailes Menores

Felipe de las Casas Martínez nace en la Ciudad de México el primero de mayo de 1572, primogénito de once hijos del matrimonio español formado por honrados inmigrantes españoles: don Alonso de las Casas y doña Antonia Martínez. Su pila de Bautismo se conserva en la Catedral Primada Metropolitana.

En su niñez se caracterizó por su índole inquieta y traviesa. Se cuenta que su aya, una buena negra cristiana, al comprobar las diarias travesuras de Felipe, solía exclamar, con la mirada fija en una higuera seca que, en el fondo del jardín, levantaba a las nubes sus áridas ramas:

"Antes la higuera seca reverdecerá, a que Felipillo llegue a ser Santo"... El chico no tenía madera de Santo... Asistió al Colegio de San Pedro y San Pablo de donde sería expulsado debido a su carácter incontrolado y travieso.

Posteriormente es enviado al noviciado franciscano de Santa Bárbara en la Ciudad de Puebla, del cual escapa para regresar a su casa.

Don Alonso decide entonces, ponerlo a trabajar en un taller de platería en donde mostró habilidad para labrar la plata; sin embargo, su inconstancia y falta de disposición para trabajar entre cuatro paredes, llevó al fracaso este nuevo intento de forjarle un "porvenir" a Felipe.

Las cosas se habían puesto tensas en su casa y Felipe, de entonces 18 años, decide embarcarse hacia las filipinas para actuar como agente de compras en Manila para los negocios de su padre, corría el año de 1590. Manila, punto de confluencia de razas, de comercio, de tentaciones... Felipe se deja atraer por un tiempo por los juegos de azar, actividad muy popular entre los habitantes de aquellas tierras.

El joven Felipe gozó por un tiempo de los deslumbrantes atractivos de aquella ciudad; pero pronto se sintió angustiado: el vacío de Dios se dejó sentir muy hondo, hasta las últimas fibras de su ser; en medio de aquel doloroso vacío volvió a oír la llamada de Cristo: "Si quieres venir en pos de Mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme" (Mt.16, 24).

Para el apuesto y próspero Felipe llegaba el momento de la decisión y escoge correctamente. Acude al convento franciscano de Santa María de los Ángeles en Manila en donde se entrega con fervor a la disciplina conventual y se prepara para la labor misionera que llevaba a cabo la orden y también, sin saberlo, se prepara para el martirio.

Profesó el 22 de mayo de 1594 con el nombre de Felipe de Jesús. Aparece así, el "hombre nuevo" de las cenizas del viejo; aparición que implica morir en cierto sentido, morir al mundo, implica dolor, dolor de "perder" nuestra vida cómoda.

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Además de Felipe de Jesús, otros dos de los hijos de don Alonso y doña Antonia optaron por la vida religiosa: Juan, mártir también en las Islas Filipinas y Francisco, evangelizador agustino en México.

Y Felipe de Jesús volvió a tomar la cruz, y ahora si tomó muy en serio su conversión... Oró mucho, estudió, cuidó amorosamente a los enfermos y necesitados, y un buen día le anunciaron que ya podía ordenarse sacerdote, y que, por gracia especial, esa ordenación tendría lugar precisamente en su ciudad natal, en México, a la vista de sus Padres y amigos de la infancia...

En el siglo XVI, la aventura más espectacular era atravesar el inmenso Océano Pacífico de Asia a México; el viaje más arriesgado y largo que se hacía en el mundo era el de Manila al Puerto de Acapulco. Cada viaje iba acompañado de enfermedades, hambre y sed, inquietudes y desvelos.

El viaje de Manila a cualquier punto de América era, casi, un viaje a la Eternidad. Los navegantes sufrían por las tempestades que movían al galeón horriblemente, golpeándolo en forma espantosa. Muchos morían a consecuencia de los golpes, otros de miedo y algunos de mareo y debilidad.

La travesía duraba siete meses y a veces ocho meses. Felipe de Jesús empezó su viaje desde el Puerto de Cavite rumbo a su patria el 12 de julio de 1596, en un navío que tenía un nombre anticipatorio: el "San Felipe".

Dos fueron los tifones que golpearon al "San Felipe" de madera. Cuando el mar se serenó un poco se dieron a la tarea de reconstruir el "San Felipe", a curar las heridas y sepultar entre las bramantes olas a los muertos que la catástrofe había causado.

Siete días llevaban con tiempo sereno y mar en bonanza, cuando Fray Juan Pobre sugirió que se hiciese una arribada al Japón, lo que aceptó el General Matías Landecho, y cuando iban tomando rumbo hacia la costa les asaltó otro temporal más furioso que los anteriores, que duró 36 horas.

Era el 5 de octubre cuando ya el Galeón "San Felipe" se encontraba sin palo sano de Proa a Popa; y sin embargo, caminaba lentamente hacia el Japón.

Se dirigían al Gran Imperio del poderoso Taico Sama, la tierra de las ilusiones misioneras de Felipe de Jesús; él era el único que iba jubiloso, olvidado de todo, sólo pensaba en misionar. El cristianismo había entrado en Japón desde 1549, de la mano de San Francisco Javier S.J.

Felipe de Jesús se soñaba entre paganos alumbrándolos con la antorcha de la Fe y lavándolos con el agua regeneradora.

Soñaba que en Japón recibiría las Sagradas Ordenes de manos de un Obispo Misionero, y se quedaría en el fabuloso Japón, en el maravilloso Imperio del Sol Naciente, quemando su existencia en aras de un ideal sublime que llenaría toda su vida.

El Galeón "San Felipe" avanzaba sin cosa que para la navegación valiese y sin embargo, enfilaba derechamente al Japón. Todos palpaban que la navegación era milagrosa; hasta que por fin descubrieron tierra del Japón a la altura de Meaco, capital del Imperio.

Al intentar hacer tierra todavía correrían un último riesgo, temían chocar con alguna roca y destrozarse, pues el galeón no llevaba mando. Afortunadamente salieron del peligro y llegaron frente a las costas de Shikoku.

Todos los náufragos del "San Felipe", no se cansaban de dar gracias a Dios por aquel milagro y arrodillados en tierra japonesa entonaron el "TE DEUM LAUDAMUS". Felipe de Jesús besaba la tierra una y otra vez; tocaba ya no en sueños, sino despierto, la tierra de los mil atractivos y peligros.

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El régimen político de Japón en la época de nuestro mártir se caracteriza por ser un gobierno militar presidido por un "Shogun", que de hecho controlaba y dirigía los destinos del país a espaldas del emperador, recluido en su palacio de Kyoto como figura decorativa.

Cinco ciudades del Imperio eran "shogunales", bajo el control directo del "generalísimo". Estas eran Kyoto, Tokyo, Osaka, Sakai y Nagasaki.

Oda Nobunaga fue el gran Shogun que comenzó el comercio con las potencias extranjeras; por ello favoreció el crecimiento del cristianismo. Toyotomi Hideyoshi cambió de actitud, y en 1587 publicó el "Edicto de expulsión de los misioneros". Taiko Sama dejó dormir su decreto pero seguía atentamente los movimientos de los misioneros por medio de espías.

Una delegación de los náufragos, incluyendo a Felipe de Jesús, decide viajar a la ciudad de Kyoto para encontrarse con otros franciscanos que predicaban ahí y solicitarle al embajador del gobernador de Filipinas, Fray Pedro Bautista, su intercesión ante el Shogun Taiko Sama para reparar la nave que había sido confiscada por el Shogun.

Pero el Shogun no quiso recibirlos; por el contrario, la mañana del 8 de diciembre de 1596 ordena la aprensión de los frailes del Convento de Santa María de los Ángeles en Kyoto "por haber desobedecido la orden para no predicar abiertamente". Aunque la verdadera razón de esta orden era el temor de los Shogun a ser dominados por las potencias extranjeras a través de la religión en un momento en que se estaba consolidando la unidad del país.

Felipe de Jesús pudo haberse sustraído al decreto de muerte: no había tenido tiempo de predicar y ni siquiera había elegido ir al Japón; era un náufrago, y como tal habría podido seguir su camino, como los otros náufragos lo hicieron, una vez reparado el barco.

Pero la puerta del Santo no es la puerta fácil... Siguió, pues, hasta el último suplicio a Fray Pedro Bautista y demás misioneros franciscanos que desde hacía años evangelizaban el Japón.

El 30 de diciembre, Taiko Sama decide trasladarlos a Nagasaki ubicada a 900 kilómetros, con el objeto de sacrificarlos en la única ciudad del Japón que había nacido cristiana.

Este recorrido tan largo, pensaba Taiko, serviría para erradicar la fe de aquellos japoneses que estuvieran tentados a acogerla por lo que durante todo el camino sometió a los prisioneros a innumerables afrentas.

El primero de enero se unen a los presos de Kyoto otros catequistas capturados en Osaka; más tarde se les unirían otros dos cristianos para completar el grupo de 26 prisioneros.

El 3 de enero se les mutila el lóbulo inferior de la oreja izquierda como forma de "marcar" a los que iban a morir. Este último hecho lleva a Felipe de Jesús a exclamar:

"Ya dimos la primera sangre; ya nadie nos quitará el gozo de darla toda por la fe".

26 cruces fueron dispuestas en la Colina de Nagasaki aquel 5 de febrero de 1597. Sus captores los crucificaron en una loma, la del Tateyama, que también era un trigal.

La cruz de Felipe de Jesús fue la del centro, la trece, como queriendo otorgarle a este extranjero que no hablaba japonés y con sólo unos meses en el Japón, el lugar más importante no sólo del Tateyama sino del comienzo de la evangelización del Japón.

Felipe de Jesús no podía hacer mucho por no tener las Sagradas Ordenes, ni dominar del todo la lengua. Lo que más hacía era orar, orar con fe pidiendo fortaleza para sí y para sus compañeros. Le parecía que no había hecho nada grande para merecer el martirio. 26 prisioneros sacrificados:

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-Seis Misioneros Franciscanos: había cuatro españoles, fray Pedro Bautista Blásquez, fray Martín de la Ascensión, fray Francisco Blanco, y fray Francisco de Miguel. Y con ellos, fray Gonzalo García, indio portugués, y fray Felipe de Jesús, mexicano.

-Tres Jesuitas: Pablo Miki, un japonés de familia de la alta clase social, hijo de un capitán del ejército y muy buen predicador; Juan de Goto y Santiago Kisai, (dos hermanos coadjutores jesuitas).

-16 Cristianos Japoneses que eran catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos. Entre ellos: un soldado: Cayo Francisco; un médico: Francisco (de Miako); Buenaventura y Matías (de Miako); Tomás Danki (de Ize); un enfermero: Juan Kisaka o Kinoia; Cosme y Máximo Takeya (padre e hijo); Joaquín Sakakibara, Pablo Suzuki, y tres muchachos de trece años que ayudaban a misa a los sacerdotes: Luis Ibarki, Antonio Deyman (de Nagazaki) y Tomás Kasaky, cuyo padre fue también martirizado.

-Un Coreano: León Karasuma.

Felipillo, Felipe de las Casas Martínez, se abrazó a la cruz de la cual fue colgado, suspendido mediante cinco argollas, pero las de sus tobillos estaban mal ajustadas, y sus pies resbalaron repentinamente del pedal de la cruz, quedando su garganta oprimida por el aro de acero puesto en su cuello.

Ahogándose, moviendo desesperadamente la cabeza, sólo pudo decir sus últimas palabras: "Jesús, Jesús, Jesús". A sus gritos corrieron los soldados y mirándole en agonía rematan al mártir clavando sus lanzas: dos lanzas atravesaron sus costados, una el costado derecho y otra en el corazón, y cruzándose en el pecho, salieron por sus hombros. Felipe de Jesús fue el primero en morir en medio de todos aquellos gloriosos mártires.

Era el 5 de febrero de 1597; muere el primer Santo Mexicano, San Felipe de Jesús, primer mártir del Japón, Mexicano Universal.

Cuenta la leyenda que ese mismo día la higuera seca de la casa paterna reverdeció de pronto y dio fruto. "¡Felipillo es santo, Felipillo es santo!", gritaba incrédula su nana en México al ver reverdecer la higuera muerta desde hace tiempo, mientras Felipe de Jesús cumplía con una misión, una misión grandiosa y que sin embargo pocos entendían en el lugar donde la llevaba a cabo.

"En la colina santa de Nagasaki había una selva de cruces y una turba de invictos mártires. Los cristianos se precipitaron a recoger sus vestidos para tenerlos consigo como reliquias y la sangre para humedecer paños llevados con esta finalidad. Entre tanto Dios glorificaba a sus mártires con ruidosos prodigios. Los cuerpos de los mártires difundían un delicioso perfume. Durante dos meses duraron colgados de las cruces sin dar signos de putrefacción. Las aves de rapiña que solían alimentarse de los cuerpos de los condenados en aquel lugar, dieron muchas vueltas alrededor de los cuerpos de los mártires sin tocarlos".

Felipe de Jesús fue beatificado, juntamente con sus compañeros Mártires de Nagasaki, el 14 de septiembre de 1627, por el Papa Urbano VIII. El Beato Felipe de Jesús fue canonizado el 8 de junio de 1862 por el hoy Beato Papa Pío IX, junto con sus 25 Compañeros Mártires de Nagasaki, Japón.

Sobre el frontispicio del Vaticano, junto al emblema del Pontífice reinante, lució el escudo mexicano y la imagen del Primer Santo Mexicano dentro de la imponente Basílica ante la regocijada y piadosa presencia, en Roma, de varios obispos mexicanos, entre ellos el de Guadalajara, don Pedro Espinoza y Dávalos. La Nación Mexicana declaró a San Felipe de Jesús su segundo Patrono, precedido, obviamente, por Santa María de Guadalupe. Y decretó el 5 de febrero como Fiesta Nacional. Sólo que el Congreso Constituyente en 1917, en esa fecha y en Querétaro, la hizo festividad en honor a la Carta Magna. San Felipe de Jesús, el joven que supo convertirse hasta dar la vida por Cristo, ha sido

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declarado también Patrono de la Ciudad de México y de su Arzobispado. Don Francisco Orozco y Jiménez, quinto Arzobispo de Guadalajara, promovió, con el Obispo de Nagasaki, la construcción de una iglesia en el lugar del martirio de "San Felipito" (como él cariñosamente le llamaba), y en 1926 escogió el lugar en que habría de dedicarse un templo en el Sector Libertad tapatío. También escribió y difundió una obra sobre el Santo Protomártir, editada en español y en japonés.

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NombreJosé (Masculino)

SignificadoDios proverá, de origen Hebreo

CelebranChema , José , José Manuel , José María , Joseba , Pepe y Pepelu

Otros santosOtros santos con nombre José 

Celebración19 de marzo

Las fuentes biográficas que se refieren a san José son, exclusivamente, los pocos pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el matrimonio con María. La tradición popular imagina a san José en competencia con otros jóvenes aspirantes a la mano de María. La elección cayó sobre él porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco. La simpática leyenda tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención.

El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio, aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”. Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él “tomó consigo a su esposa” y con ella fue a Belén para el censo, y allí el Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo.

Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del Redentor.

Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte. Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo su nombre en el canon de la misa.

(Autor: P. Ángel Amo)

Fuente: http://es.catholic.net/santoral/

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Nombre: Onofre (Masculino)Significado: el que abre lo bueno, de origen GriegoCelebración: 12 de junio

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NombreAntonio (Masculino)

Nació15 de agosto de 1195 en Lisboa, en el actual Portugal 

Falleció13 de junio de 1231 en Padua, en el actual Italia 

Proceso

Canonizado el 1232 por Gregorio IX

Celebración: 13 de junioReligioso: de la Orden de San Agustín

Vida de San Antonio de PaduaNació en Lisboa el 15 de agosto de 1195, con el nombre de Fernando de Bulhões, en el seno de una familia pudiente descendiente del cruzado Godofredo de Bouillon, y murió en Padua el 13 de junio de 1231.

Al ser bautizado recibió el nombre de Fernando. Su familia le procuró una sólida educación en la escuela catedralicia local. Contrario a los deseos de su familia, Fernando ingresó en la Abadía Agustina de San Vicente en las afueras de Lisboa. Los monjes de la orden de San Agustín, de la cual el era miembro, eran famosos por su dedicación a los estudios. Fernando estudió las Sagradas Escrituras, a San Jerónimo, a San Agustín, a San Gregorio el Magno y a San Bernardo. También estudió los clásicos latinos como Ovidio y Séneca. Sin embargo, Fernando recibía constantemente la visita de amigos y familiares que le traían regalos de los cuales se avergonzaba y noticias de su entorno social que le molestaban. Su dedicación al estudio se veía importunada y no lograba encontrar paz donde se encontraba. Por tal razón convenció a sus superiores para que le trasladaran a la Abadía Agustina de la Santa Cruz en Coimbra, la entonces capital de Portugal y así continuar sus estudios. En el verano de 1220 recibió el hábito franciscano y comenzó a estudiar la enseñanzas de su fundador, Francisco de Asís. Adoptó el nombre de Antonio en honor de Antonio el Magno a quien estaba dedicada la ermita franciscana en la que él residía. En la fiesta de Pentecostés de 1221 miles de frailes se congregaron en Asís, episodio que ha pasado a la historia como el Capítulo de las Esteras ya que muchos de los frailes ahí reunidos tuvieron que dormir en esteras. Este Capítulo General tuvo por tema un versículo del Salmo 143: “Bendito sea el Señor mi Dios que adiestra mis manos para la batalla” y estuvo presidido por el cardenal Raniero Capocci en ausencia del patrón de la orden, el cardenal Ugolino dei Conti di Segni quien sería el futuro Gregorio IX, el papa que canonizará a San Francisco.Una vez concluida la reunión, el provincial de Bolonia, Fraile Graziano lo envió a una pequeña ermita en las montañas del pueblo de Montepaolo para que sirviera como sacerdote. Este fue uno de los períodos más felices de la vida de Antonio de Padua quien por fin había pasado a vivir en la sencillez absoluta. A finales del verano de 1222 la comunidad franciscana descendió al valle para asistir a las ordenaciones sacerdotales en la catedral de Forlí. Antonio se vio obligado a predicar cuando el predicador no pudo llegar y todos quedaron maravillados con su sermón. A partir de entonces, viajó por todo el norte de Italia y el sur de Francia predicando especialmente en zonas donde la herejía primaba.

Se dice que era un predicador elocuente con una voz clara y fuerte, una atractiva sonrisa y una maravillosa memoria. Llamado "Doctor Evangélico". Escribió sermones para todas las fiestas del año. Con el celo de un apóstol emprendió la tarea de reformar la moralidad de

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su tiempo combatiendo de forma especial la lujuria, la avaricia y la tiranía. Su obra escrita son los Sermones en latín.

San Antonio de Padua posee el récord de la canonización más rápida de la historia. Fue declarado santo 352 días después de su deceso, el 30 de mayo de 1232, fiesta de Pentecostés. Su muerte acaeció un 13 de junio, día de celebraciones populares en Lisboa. San Antonio es el patrón de Lisboa, de Padua, donde permanecen sus restos, y numerosas otras ciudades, como Concordia (Entre Ríos), en Argentina.

Por los numerosos milagros que se le atribuyen es aclamado en todo el mundo. Los habitantes de Padua construyeron en su memoria una magnífica basílica a donde fueron transferidos sus restos en 1263. Cuando la bóveda en la que por treinta años permaneció su cuerpo fue abierta, se encontró que las carnes del mismo se habían reducido a polvo pero su lengua, que le había servido para las predicaciones, se mantenía intacta con un vívido color rojo. Buenaventura tomó con afecto la lengua en sus manos y la besó exclamando: “Oh bendita lengua que siempre alabaste al Señor e hiciste que otros lo alabaran, haces evidente ahora tus méritos ante el señor.

La fama de los milagros de San Antonio nunca ha disminuido, e incluso en la actualidad es reconocido como el más grande milagrero de todos los tiempos. Como renombrado orador atrajo a las multitudes dondequiera que fue hablando en múltiples lenguas y según la leyenda hasta los peces del Brenta se extasiaban con su prédica.

Uno de los santos más venerados, sus estampitas y esculturas se encuentran por doquier. Fue proclamado Doctor de la Iglesia el 16 de enero de 1946 y es llamado el “Doctor Evangélico” en muchas ocasiones. Se le invoca especialmente a la hora de encontrar objetos perdidos. También se le invoca para contrarrestar la hambruna y la escasez. Patrono de los amputados, los animales, los remeros, el Brasil, de la diócesis de Beaumont, de los animales domésticos, de los ancianos, de las embarazadas, de la fe en el Sagrado Sacramento, de Ferrazano, de los pescadores, de las cosechas, de los caballos, de Lisboa, de los animales pequeños, del correo, de los marinos, de los oprimidos, de los pobres, de Padua, de Portugal, de los navegantes, de los estériles, de los criadores de cerdos, de los indios tiguas, de las aeromozas, de los viajeros y de los aguadores.

En Portugal, Brasil y algunas partes de América Latina es reconocido como el santo de los matrimonios y el día de su fiesta (el 13 de junio) las muchachas solteras pueden comprar una pequeña imagen de San Antonio y colocarla al revés como castigo hasta que hayan encontrado un buen marido. Esta curiosa devoción ha sido retratada muchas veces en la cultura popular portuguesa y latinoamericana.

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Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, que estando aún en el seno materno, al quedar éste lleno del Espíritu Santo, exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Navidad de Cristo el Señor, y brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo que no hubo entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan el Bautista.

Vida de San Juan Bautista (Natividad)Natividad de San Juan Bautista. (s. I d.J.C.) Con el de la Virgen y el de Jesús, el nacimiento de San Juan Bautista es de los tres únicos que celebra la Iglesia: el deMaría por haber sido creada inmaculada, y el de San Juan por haber sido santificado en el seno de su madre Santa Isabel, cuando ésta recibió la visita de María, su prima. Toda su vida fue digna de tales comienzos. "Entre los nacidos de mujer, nadie hay mayor que Juan el Bautista", dijo una vez Jesús. Juan tuvo la misión de preparar el camino al Salvador, anunciando la llegada inminente del Mesías. Fue así el último de los profetas del Antiguo Testamento, y la Iglesia lo considera el más grande de los santos después de la Virgen María. Contemporáneo de Jesús, es considerado por la tradición cristiana como el precursor del Mesías. El cariz de su predicación inquietó a las autoridades. Herodes Antipas, por su parte, se vio afectado en su vida privada por las exigencias morales del profeta; temiendo una revuelta popular, mandó detenerlo. Juan fue decapitado en la cárcel el año 28 d.J.C.

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NombrePablo (Masculino)

Significado: Pequeño, de origen HebreoEn el mundo

Saulo de TarsoNació

en Tarso de Cilicia, en el actual Turquía Falleció

en Roma, en el actual Italia Celebración

29 de junio

Vida de San Pablo apóstolSaulo (también llamado Saulo de Tarso, San Pablo Apóstol, el Apóstol de los Gentiles y San Pablo de Tarso) Apóstol del cristianismo que él transformó en religión universal (Tarso, Cilicia, h. 4/15 - Roma ?, h. 64/68). Era hijo de judíos fariseos de cultura helenística y con ciudadanía romana. Fue contemporáneo de Jesucristo e incluso estuvo en Jerusalén en la misma época que él, aunque probablemente no se conocieron.

Pablo tenía una sólida formación teológica, filosófica, jurídica, mercantil y lingüística (hablaba griego, latín, hebreo y arameo). Participó en las primeras persecuciones contra los cristianos. Pero durante un viaje a Damasco, poco después de la crucifixión de Jesucristo, se convirtió a la nueva fe, que por entonces era considerada una secta herética del judaísmo (según su propio relato, fue el mismo Jesús el que se le apareció).

Desde entonces San Pablo se convirtió en el más ardiente propagandista del cristianismo, al que contribuyó a extender más allá del pueblo judío, entre los gentiles: viajó como misionero por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina; y escribió misivas (las encíclicas) a diversos pueblos del entorno mediterráneo.

Los escritos de San Pablo adaptaron el mensaje de Jesús a la cultura helenística imperante en el mundo mediterráneo, facilitando su extensión fuera del ámbito cultural hebreo en donde había nacido. Al mismo tiempo, esos escritos constituyen una de las primeras interpretaciones del mensaje de Jesús, razón por la que contribuyeron de manera decisiva al desarrollo teológico del cristianismo (se atribuyen a San Pablo más de la mitad de los libros del Nuevo Testamento).

Vida de San Pedro apóstolPedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento: en los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.

Lo único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde junto conSan Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca. Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan Bautista, y por lo tanto se habrían preparado para recibir al Mesías en sus corazones.

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Imaginamos a Pedro como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien, pero a veces afligido un carácter abrupto y tempestivo que habría de ser transformado por Cristo a través del sufrimiento.

Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés, echar la red al agua. Y los llamó diciendo: Seguidme, y yo los haré pescadores de hombres (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo siguieron. Un poco después, aprendemos que visitaron la casa en la que estaba la suegra de Pedro, sufriendo de una fiebre la cual fue curada por Jesús. Esta fue la primera curación atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los tres años de ministerio de Jesús, siempre escuchando, observando, preguntando, aprendiendo.

Profesión de fe y primado de PedroCristo resucitado es el fundamento de la Iglesia: "porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo" -1 Cor 3,10. Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su Iglesia tuviese un fundamento visible que serán Pedro y sus sucesores. Jesús presenta la vocación singular de Pedro en la imagen de roca firme. Pedro= Petros= Quefá= Piedra= Roca. Es el primero que Jesús llama y lo nombra roca sobre la cual construirá su Iglesia. Pedro es el primer Papa ya que recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo. El ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas. La barca del pescador de Galilea es ahora la Iglesia de Cristo. Los peces son ahora los hombres.Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo , hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" Ellos dijeron: "Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas." Díceles el: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" Replicando Jesús dijo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.

Dar las llaves significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de permitir y prohibir. Pero no se trata de un gobierno como los del mundo sino en función de servicio por amor: "el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor de todos" (Mt 23,11).

Recordemos algunos de los episodios Bíblicos en los que aparece Pedro.

Después del milagro de la multiplicación de los panes, Jesús se retiró a la soledad de un cerro a orar, mientras sus discípulos cruzaban en una barca el lago de Galilea. De improviso vieron a Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo Jesús les dijo: "¡Soy yo, no temáis!". Pedro respondió: "Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua". Entonces Pedro empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del viento titubeó y comenzó a hundirse. Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: "¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste?" (Mateo 14, 22-31)

Pedro siempre figura entre los tres mas allegados a Jesús. Fue elegido con Santiago y Juan, para subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración. Aquí contempló la Gloria del Señor y escuchó la proclamación de Dios: <> (Mateo 17, 1-5)

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Después bajaron a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de su ministerio en la tierra. Pedro llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no quería aceptar un fin tan terrible como la cruz.

Al estar todos reunidos en la Última Cena, Pedro declaró su lealtad y devoción con estas palabras: "Aunque todos pierdan su confianza, yo no". E insistió: "Me quedaré contigo aunque tenga que dar la vida". Con inmensa tristeza Jesús le contestó: "Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces". Al desenvolverse esta trágica noche se realizó esta profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los judíos, Pedro se quedó en el patio y tres veces lo acusaron de ser discípulo de Jesús. El lo negó las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó a llorar.

Pedro es un pecador arrepentido. Cristo lo perdona y confirma su elección. Pregunta a Pedro: "¿Me amas más que éstos?" (Jn 21,15). Pedro afirma tres veces su amor. Jesús entonces le dice "Apacienta mis ovejas". Signo de su misión como pastor universal de la Iglesia. Su ministerio se sostendrá gracias al poder de Cristo, quien ora por el. "He rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar, enseñar y dar testimonio.

Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor. El fue La Piedra en la que la Iglesia fue fundada. Su capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores. Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor. Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma, mártir, y guardián de las llaves del reino de los cielos.

Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles. Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro. Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar. El mendigo, curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.

La esparción del cristianismo atrajo persecuciones en las que fue martirizado San Esteban y muchos de los convertidos se esparcieron o escondieron. Los Apóstoles permanecieron firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores perseguidores. Pedro decidió predicar en las aldeas circundantes y cada vez mas lejos. En Samaria donde predicó y realizó milagros, Simón, un mago, le ofreció dinero para que le enseñara el secreto de sus poderes. Pedro lo reprendió fuertemente y le dijo: Quédate con tu dinero, que te pudras con él, porque has pensado que los dones de Dios se pueden comprar.

Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las autoridades judías, hasta dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar. Nos dice la Escritura que fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde ellos moraban. Pedro después predicó en los puertos marítimos de Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.

Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo. Así lo estiman tres Padres de la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano. Fue sepultado en lo que hoy es el Vaticano donde aun se encuentran su restos bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro. Esto ha sido comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII al concluir el año santo de 1950.

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Martirio de San PedroSan Pedro murió crucificado. El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la tradición. Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.Las palabras de Jesús se cumplen textualmente.

Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella".(Mateo 16:18)

Hay testimonios arqueológicos de la necrópolis con la tumba de San Pedro, directamente bajo el altar mayor. Esta ha sido venerada desde el siglo II. Un edículo de 160 d.C. en el cual puede leerse en griego "Pedro está aquí".

Se han encontrado muchos escritos en las catacumbas que unen los nombres de San Pedro y San Pablo, mostrando que la devoción popular a estos grandes Apóstoles comenzó en los primeros siglos. Pinturas muy antiguas nos describen a San Pedro como un hombre de poca estatura, energético, pelo crespo y barba. En el arte sus emblemas tradicionales son un barco, llaves y un gallo.

Hoy el Papa continúa el ministerio petrino como pastor universal de la Iglesia de Cristo. Al conocer los orígenes, debemos renovar nuestra fidelidad al Papa como sucesor de Pedro.

Los únicos escritos que poseemos de San Pedro son sus dos Epístolas en el Nuevo Testamento. Pensamos que ambas fueron dirigidas a los convertidos de Asia Menor. La Primera Epístola esta llena de admoniciones hacia la caridad, disponibilidad y humildad, y en general de los deberes en la vida de los cristianos. Al concluir, Pedro manda saludos de parte "de la iglesia situada en Babilonia". Esto prueba que la Epístola fue escrita desde Roma, que en esos tiempos los judíos la llamaban "Babilonia". La Segunda Epístola trata de las falsas doctrinas, habla de la segunda venida del Señor y concluye con una bella doxología, "pero creced en la gracia y sabiduría de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. A Él sea la gloria, ahora y por siempre".

(Extraído de www.corazones.org)

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NombreCarmen (Femenino)

Celebración16 de julio

Vida de Nuestra Señora del CarmenEl Carmelo es una cadena montañosa de Israel que, partiendo de la región de Samaria, acaba por hundirse en el Mar Mediterráneo, cerca del puerto de Haifa. Esta altura tiene un encanto peculiar. Es diferente del Monte Nebo, en Jordania, del macizo del Sinaí y del Monte de los Olivos en Jerusalén.

Todas las montañas palestinas tienen sus recuerdos teofánicos (es decir de las manifestaciones de Dios), que las convierten en cumbres sagradas y místicas. Pero ninguna tan sugestiva como el Monte Carmelo. ¿Por qué San Juan de la Cruz lo tomó como el símbolo de la ascensión mística? Seguramente se le sugirió el nombre de su propia Orden Carmelitana. Pero sin duda había alguna intención más profunda que la hacía simpatizar con el misterio de la sagrada montaña del profeta Elías.

Una tradición piadosa sostiene que, desde los días de los profetas Elías y Eliseo, hubo en aquella zona hombres de oración que vivían en soledad la búsqueda de Dios. En el período de los Cruzados surgió entre los cristianos el deseo de vivir sobre aquella montaña de vida de entrega al Señor. Así surgió en el Carmelo la vida carmelita. El convento del Monte Carmelo tiene un nombre evocador: "Stella Maris" (Estrella del Mar). Es un hermoso edificio cuadrangular a 500 metros de altura sobre el nivel del Mar Mediterráno en la ciudad de Haifa.

El centro del convento lo ocupa el santuario de la Virgen del Carmen. En el altar mayor de esta hermosa iglesia en cruz griega se venera la estatua de la Virgen del Carmen, obra de un escultor italiano en 1836.

Debajo del altar se ve la gruta del profeta Elías. Según la tradición, éste era el lugar donde se refugiaba el profeta. Una estatua recuerda al celoso defensor de la religión de Yahwéh.

Nos cuentan los Padres Carmelitas que no ha sido fácil la permanencia católica sobre esta montaña. Bien es verdad que, en la época de los Cruzados, el patriarca latino de Jerusalén, San Alberto, pudo dar a los ermitaños del Monte Carmelo una regla religiosa el año 1212. Se cuenta que el carmelita San Simón Stock pasó por aquí antes de su célebre visión del escapulario carmelita.

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También subió en peregrinación a esta santa montaña el rey San Luis de Francia en el año 1254 en acción de gracias por haberse salvado de un naufragio. Con la caída de la ciudad de San Juan de Acre en 1291 vino la persecución árabe que causó el martirio de no pocos religiosos. Después de una larga interrupción de la vida monacal en la montaña que dio ocasión para la expansión del ideal carmelitano por el Occidente, regresaron los religiosos del Carmen al Monte Carmelo por el siglo XVII.

La estrella del Mar

Los marineros antes de la edad de la electrónica confiaban su rumbo a las estrellas. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar

Los Carmelitas y la Virgen del Carmen se difunden por Europa

La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir la que desde tiempos remotos allí se le venera. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se le conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Llegaron incluso a llamárseles: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella a Cristo.

El Escapulario Carmelita

Nuestra Señora del Monte Carmelo Los signos en la vida humana y cristiana Vivimos en un mundo con cantidad de realidades tomadas como símbolo: el rayo de luz, la llama de fuego, el agua que brota... En la vida de cada día existe también gestos que expresan y simbolizan valores más profundos: como el compartir la comida (signo de amistad), el ponerse en fila para una manifestación (signo de solidaridad), el estar todos en pie (respeto).

Como hombres tenemos necesidad de signos o símbolos que nos ayuden a entender y vivir.

Como cristianos tenemos a Jesús, el gran don y al mismo tiempo signo eterno del amor del Padre. El estableció la Iglesia, ella misma como signo e instrumento de su amor. E incluso utilizó pan, vino, agua para remontarnos a realidades superiores que no vemos ni tocamos: constituyó signos capaces para dárnoslas verdaderamente, es decir los Sacramentos.

En la celebración de los Sacramentos los símbolos (agua, aceite, pan, imposición de las manos, anillos) expresan y operan una comunicación con Dios, que se hace presente a través de tales cosas concretas y cotidianas.

Además de los signos litúrgicos, existen en la Iglesia otros signos, ligados a un acontecimiento, a una tradición, a una persona.

UNO DE ESTOS ES EL ESCAPULARIO DEL CARMEN.

Origen del Escapulario

En el Medioevo muchos cristianos querían unirse a las Ordenes religiosas fundadas entonces: Franciscanos, Dominicos, Agustinos, Carmelitas. Surgió un laicado asociado a ellas mediante las Confraternidades.

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Las Ordenes religiosas trataron de dar a los laicos un signo de afiliación y de participación en su espíritu y apostolado. Este signo estaba constituido por una parte significativa del hábito: capa, cordón, escapulario.

Entre los Carmelitas se estableció el Escapulario, en forma reducida, como expresión de pertenencia a la Orden y de compartir su devoción mariana.

Actualmente el Escapulario de la Virgen del Carmen es un signo aprobado por la Iglesia y propuesto por la Orden Carmelitana como manifestación del amor de María por nosotros y como expresión de confianza filial por parte nuestra en Ella, cuya vida queremos imitar.

El "Escapulario" en su origen era un delantal que los monjes vestían sobre el hábito religioso durante el trabajo manual. Con el tiempo asumió el significado simbólico de querer llevar la cruz de cada día, con los verdaderos seguidores de Jesús. En algunas Ordenes religiosas, como el Carmelo se convirtió en el signo de la decisión de vivir la vida como siervos de Cristo y de Maria.

El Escapulario simbolizó el vínculo especial de los Carmelitas a María, Madre del Señor, expresando la confianza en su materna protección y el deseo de seguir su ejemplo de donación a Cristo y a los demás. Así se ha transformado en un signo Mariano por excelencia.

Nuestra Señora del monte Carmelo El Escapulario, signo mariano

El Escapulario ahonda sus raíces en la larga historia de la orden Carmelita, donde representa el compromiso de seguir a Cristo como María, modelo perfecto de todos los discípulos de Cristo. Este compromiso tiene su origen lógico en el bautismo que nos transforma en hijos de Dios.

La Virgen nos enseña

A vivir abiertos a Dios y a su voluntad, manifestada en los acontecimientos de la vida; A escuchar la voz (palabra) de Dios en la Biblia y en la vida, poniendo después en práctica las exigencias de esta voz; A orar fielmente sintiendo a Dios presente en todos los acontecimientos; A vivir cerca de nuestros hermanos y a ser solidarios con ellos en sus necesidades.

El Escapulario introduce en la fraternidad del Carmelo, es decir en una gran comunidad de religiosos y religiosas que, nacidos en Tierra Santa, están presentes en la Iglesia desde hace más de ocho siglos. Compromete a vivir el ideal de esta familia religiosa, que es la amistad íntima con Dios a través de la oraciòn Pone delante el ejemplo delos santos y santas del Carmelo con quienes se establece una relación familiar de hermanos y hermanas. Expresa la fe en el encuentro con Dios en la vida eterna por la intercesión de María y su protección.

En síntesis y en concreto el escapulario del Carmen NO ES Ni un objeto para una protección mágica (un amuleto) Ni una garantía automática de salvación Ni una dispensa para no vivir las exigencias de la vida cristiana, al revés! ES Un signo "fuerte" aprobado por la Iglesia desde hace varios siglos, ya que representa nuestro compromiso de seguir a Jesús como María: * abiertos a Dios y a su voluntad * guiados por la fe, por la esperanza y por el amor * cercanos al prójimo necesitado * orando constantemente y descubriendo a Dios presente en todas las circunstancias * un signo que introduce en la familia del Carmelo * un signo que alimenta la esperanza del encuentro con Dios en la vida eterna bajo la protección de María Santísima.

Normas prácticas * El Escapulario lo impone una vez para siempre, un religioso carmelita u otro sacerdote autorizado. * Puede ser sustituido por una medalla que represente por una parte la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y por otra la de la Virgen. Esta medalla se bendice cuando se cambia. * El Escapulario es para los cristianos auténticos que viven conforme a las exigencias evangélicas, reciben los Sacramentos y profesan una especial

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devoción a la Santísima Virgen (expresada con el rezo cotidiano de al menos tres Ave Marías).

Imposición del escapulario: fórmula Recibe este Escapulario, signo de una relación especial con María, la Madre de Jesús, que te comprometes a imitare. Este Escapulario te recuerde tu dignidad de cristiano, tu entrega al servicio del prójimo y a la imitación de María. Llévalo como signo de su protección y como signo de tu pertenencia a la familia del Carmelo. Estáte dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y a comprometerte en el trabajo por la construcción de un mundo que responda al plan de fraternidad, justicia y paz de Cristo.

Oración a Nuestra Señora del Carmen¡Oh Bellísima Flor del Carmelo, Fructífera Viña, Resplandor del Cielo, Madre Singular del Hijo de Dios, Virgen Siempre Pura!

Madre Santísima, después de habernos traído el Hijo de Dios, permanecísteis intacta y sin mancha ninguna.

¡Oh Bienavernturada Siempre Virgen, asistídme en esta necesidad !

¡Oh Estrella del Mar, auxiliad y protegédme !

¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos !

¡Madre y Ornamento del Carmelo, rogad por nosotros !

¡Virgen, Flor del Carmelo, rogad por nosotros!

¡Patrona de los que visten el Santo Escapulario, rogad por nosotros !

¡San José, fiel Amigo del Sagrado Corazón, rogad por nosotros !

¡San José, Castísimo Esposo de María Santísima, rogad por nosotros !

¡San José, nuestro Gran Protector, rogad por nosotros !

¡Dulce Corazón de María sed nuestra Salvación !

Amén.(de san Simón Stock)

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Patrón de España. Solemnidad del apóstol Santiago, hijo del Zebedeo y hermano de san Juan Evangelista, que con Pedro y Juan fue testigo de la transfiguración y de la agonía del Señor. Decapitado poco antes de la fiesta de Pascua por Herodes Agripa, fue el primero de los apóstoles que recibió la corona del martirio (s. I).

Vida de Santiago el Mayor, apóstolEl 25 de Julio se celebra la fiesta de Santiago Apóstol, patrón de España.

El apóstol Santiago, primer apóstol martir, viajó desde Jerusalén hasta Cádiz (España). Sus predicaciones no fueron bien recibidas, por lo que se trasladó posteriormente a Zaragoza. Aquí se convirtieron muchos habitantes de la zona. Estuvo predicando también en Granada, ciudad en la que fue hecho prisionero junto con todos sus discípulos y convertidos. Santiago llamó en su ayuda a la Virgen María, que entonces vivía aún en Jerusalén, rogándole lo ayudase. La Virgen le concedió el favor de liberarlo y le pidió que se trasladara a Galicia a predicar la fe, y que luego

volviese a Zaragoza.

Santiago cumplió su misión en Galicia y regresó a Zaragoza, donde corrió muchos peligros. Una noche, el apóstol estuvo rezando intensamente con algunos discípulos junto al río Ebro, cerca de los muros de la ciudad, pidiendo luz para saber si debía quedarse o huir. Él pensaba en María Santísima y le pedía que rogara con él para pedir consejo y ayuda a su divino Hijo Jesús, que nada podía entonces negarle. De pronto, se vio venir un resplandor del cielo sobre el apóstol y aparecieron sobre él los ángeles que entonaban un canto muy armonioso mientras traían una columna de luz, cuyo pie, en medio de un rayo luminoso, señalaba un lugar, a pocos pasos del apóstol, como indicando un sitio determinado.

Sobre la columna, se le apareció la Virgen María. Santiago se levantó del lugar donde estaba rezando de rodillas, y recibió internamente el aviso de María de que debía erigir de inmediato una iglesia allí; que la intercesión de María debía crecer como una raíz y expandirse. María le indicó que, una vez terminada la iglesia, debía volver a Jerusalén. Santiago se levantó, llamó a los discípulos que lo acompañaban, que habían oído la música y visto el resplandor; les narró lo demás, y presenciaron luego todos cómo se iba desvaneciendo el resplandor de la aparición. En el lugar de la aparición, se levantó lo que hoy es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, un lugar de peregrinación famoso en el mundo entero que no fue destruido en la guerra civil española (1936-1939), puesto que las bombas que se lanzaron no explotaron, pudiéndose hoy en día verse expuestas en el interior de la Basílica.

Santiago partió de España, para trasladarse a Jerusalén, como María le había ordenado. En este viaje visitó a María en Éfeso. María le predijo la proximidad de su muerte en Jerusalén, y lo consoló y lo confortó en gran manera. Santiago se despidió de María y de su hermano Juan, y se dirigió a Jerusalén, donde al poco tiempo fue hecho prisionero.

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Fue llevado al monte Calvario, fuera de la ciudad. Durante el recorrido, estuvo predicando y aún fue capaz de convertir a algunas personas. Cuando le ataron las manos, dijo: "Vosotros podéis atar mis manos, pero no mi bendición y mi lengua". Un tullido que se encontraba a la vera del camino, clamó al apóstol que le diera la mano y lo sanase. El apóstol le contestó: "Ven tú hacia mí y dame tu mano". El tullido fue hacia Santiago, tocó las manos atadas del apóstol e inmediatamente sanó.

Josías, la persona que había entregado a Santiago, fue corriendo hacia él para implorar su perdón. Este hombre se convirtió a Cristo. Santiago le preguntó si deseaba ser bautizado. Él dijo que sí, por lo que el apóstol lo abrazó y le dijo: "Tú serás bautizado en tu propia sangre". Y así se cumplió más adelante, siendo Josías asesinado posteriormente por su fe.

En otro tramo del recorrido, una mujer se acercó a Santiago con su hijo ciego para alcanzar de él la curación para su hijo, obteniéndola de inmediato. Una vez llegado al Monte Calvario, el mismo lugar donde años antes fue crucificado nuestro Señor, Santiago fue atado a unas piedras. Le vendaron los ojos y le decapitaron.

El cuerpo de Santiago estuvo un tiempo en las cercanías de Jerusalén. Cuando se desencadenó una nueva persecución, lo llevaron a Galicia (España) algunos discípulos.

En siglos posteriores y hasta el momento actual, numerosos fieles, principalmente de Europa, recorren parcialmente el "Camino de Santiago" que les conduce a la tumba del Santo, con el fin de pedir perdón por sus pecados.

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Vida de Santa Ana, madre MaríaNo conocemos por los Evangelios a Ana y Joaquín, los padres de la Madre de Dios, sino sólo por ciertas tradiciones que se pueden remontar hasta la primera mitad del siglo II. El padre la madre de María constituyen el eslabón que une el antiguo Israel con el nuevo: Recibieron la bendición del Señor» y por ellos nos llega «la salvación prometida a todos los pueblos».

Dieron el ser a aquélla de la que había de nacer el Hijo único de Dios. De ahí que San Juan Damasceno les pueda saludar en estos términos: «Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la creación entera os es deudora; por vosotros ofreció ella al Creador el don más excelente entre todos los dones: una madre

venerable, la única digna de Aquel que la creó».

El culto de Santa Ana ha crecido junto con la irradiación del de María. En Jerusalén, en la basílica de «Santa María, donde ella nació», conmemoraba Juan Damasceno, en el siglo VIII, a los abuelos de Jesús. Del modo más natural dicha basílica se convertiría en la iglesia de Santa Ana de los Cruzados. Pero, ya desde el siglo VI, se honraba a Santa Ana en Constantinopla, en una basílica que fue dedicada en su honor un 25 de julio. El culto de San Joaquín pasó mucho más tarde a unirse al de su esposa.

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Asunción de la Virgen MaríaSolemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, acabado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950

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Nuestra Señora de los Dolores15 de septiembreMemoria de Nuestra Señora de los Dolores (Angustias), que de pie junto a la cruz de Jesús, su Hijo, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora. Fue la nueva Eva, que por su admirable obediencia contribuyó a la vida, al contrario de lo que hizo la primera mujer, que por su desobediencia trajo la muerte.

San Rafael Arcángel29 de septiembre

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Fiesta de los santos arcángeles [San Miguel], [San Gabriel] y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.

Nombre

Rafael (Masculino)

Significado

Dios le curó, medicina de Dios, de origen Hebreo

Celebración

29 de septiembre

Vida de San Rafael ArcángelEn algunos lugares aún se celebra el 24 de Octubre.

La historia de san Rafael se conoce por la Biblia. Fue enviado por Dios para que le ayudara a Tobías, a quien, para probar su paciencia, le había quitado la vista y los bienes.

También vino el arcángel de parte de Dios para que auxiliara a una joven llamada Sara.

Ya se había casado siete veces. Pero nunca pudo acostarse con ninguno de ellos porque un demonio se los mataba.

San Rafael se le apareció como un joven elegante al anciano Tobías.

Este se puso contento en poder acompañar a su hijo para que cobrase dinero.

Mientras iban de camino, al lavarse el joven Tobías los pies, vio que iba hacia él un pescado muy grande.

Lo cogió, y guardó la hiel, el hígado y el corazón.

Aconsejado por el ángel, lanzó Tobías al demonio de la habitación de Sara con el hígado del pescado.

Y ya pudo casarse con ella. De vuelta a la casa de su padre, le dio la vista con la hiel del mismo pescado.

Cuando le preguntaron al extraño visitante quién era. Contestó:"Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete espíritus que asisten delante del Señor".

Fuente: http://es.catholic.net/santoral/

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Santa Teresita del Niño Jesús1 de octubre Siglo XIXMemoria de santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, que entró aún muy joven en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Lisieux, llegando a ser maestra de

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santidad en Cristo por su inocencia y simplicidad. Enseñó el camino de la perfección cristiana por medio de la infancia espiritual, demostrando una mística solicitud en bien de las almas y del incremento de la Iglesia, y terminó su vida a los veinticinco años de edad, el día treinta de septiembre.

Nombre

Teresa (Femenino)

Nació

2 de enero de 1873 en Alençon, en el actual Francia 

Falleció

30 de septiembre de 1897 en Lisieux, en el actual Francia 

Proceso

Beatificadael 29 de abril de 1923 por Pío XI Canonizada el 1925 por Pío XI

Celebración1 de octubre

Religiosa

de la Orden del Carmelo

Vida de Santa Teresita del Niño JesúsSanta Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero

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de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones).

«Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».

Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».

Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez.

Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.

Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».

Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».

En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».

A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó

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constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.

San Francisco de Asís4 de octubre Siglo XIIIMemoria de san Francisco, el cual, después de una juventud des preocupada, se convirtió a la vida evangélica en Asís, localidad de la Umbría, encontrando a Cristo sobre todo en los pobres y necesitados, haciéndose pobre él mismo e instituyendo a los Hermanos Menores. Viajando predicó el amor de Dios a todos y llegó incluso a Tierra Santa, mostrando con sus palabras y actitudes su deseo de seguir a Cristo, escogiendo morir recostado sobre la nuda tierra.

Nombre

Francisco (Masculino)

Significado

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El francés, de origen Italiano

Nació

en Asís, en el actual Italia 

Falleció

3 de octubre de 1226 en Asís, en el actual Italia 

Proceso

Canonizado el 1228 por Gregorio IX

Celebración4 de octubre

Religioso

de la Orden de Frailes Menores

Fuente: lib-art.com

Vida de San Francisco de AsísFrancisco nació en Asís, ciudad de Umbría, en el año 1182. Su padre, Pedro Bernardone, era comerciante. El nombre de su madre era Pica y algunos autores afirman que pertenecía a una noble familia de la Provenza. Tanto el padre como la madre de Francisco eran personas acomodadas. Pedro Bernardone comerciaba especialmente en Francia. Como se hallase en dicho país cuando nació su hijo, las gentes le apodaron "Francesco" (el francés), por más que en el bautismo recibió el nombre de Juan. En su juventud, Francisco era muy dado a las románticas tradiciones caballerescas que propagaban los trovadores. Disponía de dinero en abundancia y lo gastaba pródigamente, con ostentación. Ni los negocios de su padre, ni los estudios le interesaban mucho, sino el divertirse en cosas vanas que comúnmente se les llama "gozar de la vida". Sin embargo, no era de costumbres licenciosas y acostumbraba a ser muy generoso con los pobres que le pedían por amor de Dios.

Hallazgo de un tesoro

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Cuando Francisco tenía unos veinte años, estalló la discordia entre las ciudades de Perugia y Asís y en la guerra, el joven cayó prisionero de los peruginos. La prisión duró un año, y Francisco la soportó alegremente. Sin embargo, cuando recobró la libertad, cayó gravemente enfermo. La enfermedad, en la que el joven probó una vez más su paciencia, fortaleció y maduró su espíritu. Cuando se sintió con fuerzas suficientes, determinó ir a combatir en el ejército de Galterío y Briena en el sur de Italia. Con ese fin, se compró una costosa armadura y un hermoso manto. Pero un día en que paseaba ataviado con su nuevo atuendo, se topó con un caballero mal vestido que había caído en la pobreza; movido a compasión ante aquel infortunio, Francisco cambió sus ricos vestidos por los del caballero pobre. Esa noche vio en sueños un espléndido palacio con salas colmadas de armas, sobre las cuales se hallaba grabado el signo de la cruz y le pareció oír una voz que le decía que esas armas le pertenecían a él y a sus soldados.

Francisco partió a Apulia con el alma ligera y la seguridad de triunfar, pero nunca llegó al frente de batalla. En Espoleto, ciudad del camino de Asís a Roma, cayó nuevamente enfermo y, durante la enfermedad, oyó una voz celestial que le exhortaba a "servir al amo y no al siervo". El joven obedeció. Al principio volvió a su antigua vida, aunque tomándola menos a la ligera. Las gentes, al verle ensimismado, le decían que estaba enamorado. "Sí", replicaba Francisco, "voy a casarme con una joven más bella y más noble que todas las que conocéis". Poco a poco, con la mucha oración, fue concibiendo el deseo de vender todos sus bienes y comprar la perla preciosa de la que habla el Evangelio.

Aunque ignoraba lo que tenía que hacer para ello, una serie de claras inspiraciones sobrenaturales le hizo comprender que la batalla espiritual empieza por la mortificación y la victoria sobre los instintos. Paseándose en cierta ocasión a caballo por la llanura de Asís, encontró a un leproso. Las llagas del mendigo aterrorizaron a Francisco; pero, en vez de huir, se acercó al leproso, que le tendía la mano para recibir una limosna. Francisco comprendió que había llegado el momento de dar el paso al amor radical de Dios. A pesar de su repulsa natural a los leproso, venció su voluntad, se le acercó y le dio un beso. Aquello cambió su vida. Fue un gesto movido por el Espíritu Santo, pidiéndole a Francisco una calidad de entrega, un "sí" que distingue a los santos de los mediocres. A partir de entonces, comenzó a visitar y servir a los enfermos en los hospitales. Algunas veces regalaba a los pobres sus vestidos, otras, el dinero que llevaba. En cierta ocasión, mientras oraba en la iglesia de San Damián en las afueras de Asís, el crucifijo, (hoy llamado Crucifijo de San Damián) le repitió tres veces: "Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas". El santo, viendo que la iglesia se hallaba en muy mal estado, creyó que el Señor quería que la reparase; así pues, partió inmediatamente, tomó una buena cantidad de vestidos de la tienda de su padre y los vendió junto con su caballo. En seguida llevó el dinero al pobre sacerdote que se encargaba de la iglesia de San Damián, y le pidió permiso de quedarse a vivir con él. El buen sacerdote consintió en que Francisco se quedase con él, pero se negó a aceptar el dinero. El joven lo depositó en el alféizar de la ventana. Pedro Bernardone, al enterarse de lo que había hecho su hijo, se dirigió indignado a San Damián. Pero Francisco había tenido buen cuidado de ocultarse. Al cabo de algunos días pasados en oración y ayuno, Francisco volvió a entrar en la población, pero estaba tan desfigurado y mal vestido, que las gentes se burlaban de él, tomándolo por loco. Pedro Bernardone, muy desconcertado por la conducta de su hijo, le condujo a su casa, le golpeó furiosamente (Francisco tenía entonces veinticinco años), le puso grillos en los pies y le encerró en una habitación. La madre de Francisco se encargó de ponerle en libertad cuando su marido se hallaba ausente y el joven retornó a San Damián. Su padre fue de nuevo a buscarle ahí, le golpeó en la cabeza y le conminó a volver inmediatamente a su casa o a renunciar a su herencia y pagarle el precio de los vestidos que le había tomado.

Su padre le obligó a comparecer ante el obispo Guido de Asís, quien exhortó al joven a devolver el dinero y a tener confianza en Dios: "Dios no desea que su Iglesia goce de bienes injustamente adquiridos." Francisco obedeció a la letra la orden del obispo y

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añadió: "Los vestidos que llevo puestos pertenecen también a mi padre, de suerte que tengo que devolvérselos." Acto seguido se desnudó y entregó sus vestidos a su padre, diciéndole alegremente: "Hasta ahora tú has sido mi padre en la tierra. Pero en adelante podré decir: Padre nuestro, que estás en los cielos."' Pedro Bernardone abandonó el palacio episcopal "temblando de indignación y profundamente lastimado." El obispo regaló a Francisco un viejo vestido de labrador, que pertenecía a uno de sus siervos. Francisco recibió la primera limosna de su vida con gran agradecimiento, trazó la señal de la cruz sobre el vestido con un trozo de tiza y se lo puso. En seguida, partió en busca de un sitio conveniente para establecerse. Iba cantando alegremente las alabanzas divinas por el camino real, cuando se topó con unos bandoleros que le preguntaron quién era. El respondió: "Soy el heraldo del Gran Rey." Los bandoleros le golpearon y le arrojaron en un foso cubierto de nieve. Francisco prosiguió su camino cantando las divinas alabanzas. En un monasterio obtuvo limosna y trabajo como si fuese un mendigo. Cuando llegó a Gubbio, una persona que le conocía, le llevó a su casa y le regaló una túnica, un cinturón y unas sandalias de peregrino. El atuendo era muy pobre pero decente. Francisco lo usó dos años, al cabo de los cuales volvió a San Damián.

Para reparar la iglesia, fue a pedir limosna en Asís, donde todos le habían conocido rico y, naturalmente, hubo de soportar las burlas y el desprecio de más de un mal intencionado. El mismo se encargó de transportar las piedras que hacían falta para reparar la iglesia y ayudó en el trabajo a los albañiles. Una vez terminadas las reparaciones en la iglesia de San Damián, Francisco emprendió un trabajo semejante en la antigua iglesia de San Pedro. Después, se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, que pertenecía a la abadía benedictina de Monte Subasio. Probablemente el nombre de la capillita aludía al hecho de que estaba construida en una reducida parcela de tierra.

La Porciúncula se hallaba en una llanura, a unos cuatro kilómetros de Asís y, en aquella época, estaba abandonada y casi en ruinas. La tranquilidad del sitio agradó a Francisco tanto como el título de Nuestra Señora de los Ángeles, en cuyo honor había sido erigida la capilla. Francisco la reparó y fijó en ella su residencia. Ahí le mostró finalmente el cielo lo que esperaba de él, el día de la fiesta de San Matías del año 1209.

En aquella época, el evangelio de la misa de la fiesta decía: "Id a predicar, diciendo: El Reino de Dios ha llegado.. . Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente . . . No poseáis oro ... ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo ... He aquí que os envío como corderos en medio de los lobos. . ." (Mat.10 , 7-19). Estas palabras penetraron hasta lo más profundo en el corazón de Francisco y éste, aplicándolas literalmente, regaló sus sandalias, su báculo y su cinturón y se quedó solamente con la pobre túnica ceñida con un cordón. Tal fue el hábito que dio a sus hermanos un año más tarde: la túnica de lana burda de los pastores y campesinos de la región. Vestido en esa forma, empezó a exhortar a la penitencia con tal energía, que sus palabras hendían los corazones de sus oyentes. Cuando se topaba con alguien en el camino, le saludaba con estas palabras: "La paz del Señor sea contigo." Francisco tuvo pronto numerosos seguidores y algunos querían hacerse discípulos suyos. El primer discípulo fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís. Al principio Bernardo veía con curiosidad la evolución de Francisco y con frecuencia le invitaba a su casa, donde le tenía siempre preparado un lecho próximo al suyo. Bernardo se fingía dormido para observar cómo el siervo de Dios se levantaba calladamente y pasaba largo tiempo en oración, repitiendo estas palabras: "Deus meus et omnia" (Mi Dios y mi todo). Al fin, comprendió que Francisco era "verdaderamente un hombre de Dios" y en seguida le suplicó que le admitiese corno discípulo. Desde entonces, juntos asistían a misa y estudiaban la Sagrada Escritura para conocer la voluntad de Dios. Como las indicaciones de la Biblia concordaban con sus propósitos, Bernardo vendió cuanto tenía y repartió el producto entre los pobres.

Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís, pidió también a Francisco que le admitiese como discípulo y el santo les "concedió el hábito" a los dos juntos, el 16 de abril

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de 1209. El tercer compañero de San Francisco fue el hermano Gil, famoso por su gran sencillez y sabiduría espiritual.

En 1210, cuando el grupo contaba ya con doce miembros, Francisco redactó una regla breve e informal que consistía principalmente en los consejos evangélicos para alcanzar la perfección. Con ella se fueron a Roma a presentarla para aprobación del Sumo Pontífice. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba.

En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio". Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula.

Inocencio III se mostró adverso al principio. Por otra parte, muchos cardenales opinaban que las órdenes religiosas ya existentes necesitaban de reforma, no de multiplicación y que la nueva manera de concebir la pobreza era impracticable.

El cardenal Juan Colonna alegó en favor de Francisco que su regla expresaba los mismos consejos con que el Evangelio exhortaba a la perfección. Más tarde, el Papa relató a su sobrino, quien a su vez lo comunicó a San Buenaventura, que había visto en sueños una palmera que crecía rápidamente y después, había visto a Francisco sosteniendo con su cuerpo la basílica de Letrán que estaba a punto de derrumbarse. Cinco años después, el mismo Pontífice tendría un sueño semejante a propósito de Santo Domingo. Inocencio III mandó, pues, llamar a Francisco y aprobó verbalmente su regla; en seguida le impuso la tonsura, así corno a sus compañeros y les dio por misión predicar la penitencia. San Francisco y sus compañeros se trasladaron provisionalmente a una cabaña de Rivo Torto, en las afueras de Asís, de donde salían a predicar por toda la región. Poco después, tuvieron dificultades con un campesino que reclamaba la cabaña para emplearla como establo de su asno. Francisco respondió: "Dios no nos ha llamado a preparar establos para los asnos", y acto seguido abandonó el lugar y partió a ver al abad de Monte Subasio. En 1212, el abad regaló a Francisco la capilla de la Porciúncula, a condición de que la conservase siempre como la iglesia principal de la nueva orden. El santo se negó a aceptar la propiedad de la capillita y sólo la admitió prestada. En prueba de que la Porciúncula continuaba como propiedad de los benedictinos, Francisco les enviaba cada año, a manera de recompensa por el préstamo, una cesta de pescados cogidos en el riachuelo vecino. Por su parte, los benedictinos correspondían enviándole un tonel de aceite. Tal costumbre existe todavía entre los franciscanos de Santa María de los Ángeles y los benedictinos de San Pedro de Asís.

Alrededor de la Porciúncula, los frailes construyeron varias cabañas primitivas, porque San Francisco no permitía que la orden en general y los conventos en particular, poseyesen bienes temporales. Había hecho de la pobreza el fundamento de su orden y su amor a la pobreza se manifestaba en su manera de vestirse, en los utensilios que empleaba y en cada uno de sus actos. Acostumbraba llamar a su cuerpo "el hermano asno", porque lo consideraba como hecho para transportar carga, para recibir golpes y para comer poco y mal. Cuando veía ocioso a algún fraile, le llamaba "hermano mosca" porque en vez de cooperar con los demás echaba a perder el trabajo de los otros y les resultaba molesto. Poco antes de morir, considerando que el hombre está obligado a tratar con caridad a su cuerpo, Francisco pidió perdón al suyo por haberlo tratado tal vez con demasiado rigor. El santo se había opuesto siempre a las austeridades indiscretas y exageradas. En cierta ocasión, viendo que un fraile había perdido el sueño a causa del excesivo ayuno, Francisco le llevó alimento y comió con él para que se sintiese menos mortificado.

Santa Clara.

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Clara había partido de Asís para seguir a Francisco, en la primavera de 1212, después de oírle predicar. El santo consiguió establecer a Clara y sus compañeras en San Damián, y la comunidad de religiosas llegó pronto a ser, para los franciscanos, lo que las monjas de Prouille habían de ser para los dominicos: una muralla de fuerza femenina, un vergel escondido de oración que hacía fecundo el trabajo de los frailes.

Se cuenta que en 1216, Francisco solicitó del Papa Honorio III la indulgencia de la Porciúncula o "perdón de Asís". El año siguiente, conoció en Roma a Santo Domingo, quien había predicado la fe y la penitencia en el sur de Francia en la época en que Francisco era "un gentilhombre de Asís". San Francisco tenía también la intención de ir a predicar en Francia. Pero, como el cardenal Ugolino (quien fue más tarde Papa con el nombre de Gregorio IX) le disuadiese de ello, envió en su lugar a los hermanos Pacífico y Agnelo. Este último había de introducir más tarde la orden de los frailes menores en Inglaterra. El sabio y bondadoso cardenal Ugolino ejerció una gran influencia en el desarrollo de la orden. Los compañeros de San Francisco eran ya tan numerosos, que se imponía forzosamente cierta forma de organización sistemática y de disciplina común. Así pues, se procedió a dividir a la orden en provincias, al frente de cada una de las cuales se puso a un ministro, "encargado del bien espiritual de los hermanos; si alguno de ellos llegaba a perderse por el mal ejemplo del ministro, éste tendría que responder de él ante Jesucristo." Los frailes habían cruzado ya los Alpes y tenían misiones en España, Alemania y Hungría.

El primer capítulo general se reunió, en la Porciúncula, en Pentecostés del año de 1217. En 1219, tuvo lugar el capítulo "de las esteras", así llamado por las cabañas que debieron construirse precipitadamente con esteras para albergar a los delegados. Se cuenta que se reunieron entonces cinco mil frailes. Nada tiene de extraño que en una comunidad tan numerosa, el espíritu del fundador se hubiese diluido un tanto. Los delegados encontraban que San Francisco se entregaba excesivamente a la aventura y exigían un espíritu más práctico. Es que así les parecía lo que en realidad era una gran confianza en Dios. El santo se indignó profundamente y replicó: "Hermanos míos, el Señor me llamó por el camino de la sencillez y la humildad y por ese camino persiste en conducirme, no sólo a mí sino a todos los que estén dispuestos a seguirme ... El Señor me dijo que deberíamos ser pobres y locos en este mundo y que ése y no otro sería el camino por el que nos llevaría. Quiera Dios confundir vuestra sabiduría y vuestra ciencia y haceros volver a vuestra primitiva vocación, aunque sea contra vuestra voluntad y aunque la encontréis tan defectuosa."

Francisco les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo mas exactamente posible todo lo que manda el Santo Evangelio. Recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a Jesucristo, y repetía siempre: 'El Amor no es amado". Las gentes le escuchaban con especial cariño y se admiraban de lo mucho que sus palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su Verdad.

A quienes le propusieron que pidiese al Papa permiso para que los frailes pudiesen predicar en todas partes sin autorización del obispo, Francisco repuso: "Cuando los obispos vean que vivís santamente y que no tenéis intenciones de atentar contra su autoridad, serán los primeros en rogaros que trabajéis por el bien de las almas que les han sido confiadas. Considerad como el mayor de los privilegios el no gozar de privilegio alguno. . ." Al terminar el capítulo, San Francisco envió a algunos frailes a la primera misión entre los infieles de Túnez y Marruecos y se reservó para sí la misión entre los sarracenos de Egipto y Siria. En 1215, durante el Concilio de Letrán, el Papa Inocencio III había predicado una nueva cruzada, pero tal cruzada se había reducido simplemente a reforzar el Reino Latino de oriente. Francisco quería blandir la espada de Dios.

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San Francisco, se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya, los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa. En junio de 1219, se embarcó en Ancona con doce frailes. La nave los condujo a Damieta, en la desembocadura del Nilo. Los cruzados habían puesto sitio a la ciudad, y Francisco sufrió mucho al ver el egoísmo y las costumbres disolutas de los soldados de la cruz. Consumido por el celo de la salvación de los sarracenos, decidió pasar al campo del enemigo, por más que los cruzados le dijeron que la cabeza de los cristianos estaba puesta a precio. Habiendo conseguido la autorización del legado pontificio, Francisco y el hermano Iluminado se aproximaron al campo enemigo, gritando: "¡Sultán, sultán!" Cuando los condujeron a la presencia de Malek-al-Kamil, Francisco declaró osadamente: "No son los hombres quienes me han enviado, sino Dios todopoderoso. Vengo a mostrarles, a ti y a tu pueblo, el camino de la salvación; vengo a anunciarles las verdades del Evangelio." El sultán quedó impresionado y rogó a Francisco que permaneciese con él. El santo replicó: "Si tú y tu pueblo estáis dispuestos a oír la palabra de Dios, con gusto me quedaré con vosotros. Y si todavía vaciláis entre Cristo y Mahoma, manda encender una hoguera; yo entraré en ella con vuestros sacerdotes y así veréis cuál es la verdadera fe." El sultán contestó que probablemente ninguno de los sacerdotes querría meterse en la hoguera y que no podía someterlos a esa prueba para no soliviantar al pueblo.

Cuentan que el Sultan llegó a decir: ¨si todos los cristianos fueran como él, entonces valdría la pena ser cristiano¨. Pero el Sultán, Malek-al-Kamil, mandó a Francisco que volviese al campo de los cristianos.

Desalentado al ver el reducido éxito de su predicación entre los sarracenos y entre los cristianos, el santo pasó a visitar los Santos Lugares. Ahí recibió una carta en la que sus hermanos le pedían urgentemente que retornase a Italia. Durante la ausencia de Francisco, sus dos vicarios, Mateo de Narni y Gregorio de Nápoles, habían introducido ciertas innovaciones que tendían a uniformar a los frailes menores con las otras órdenes religiosas y a encuadrar el espíritu franciscano en el rígido esquema de la observancia monástica y de las reglas ascéticas. Las religiosas de San Damián tenían ya una constitución propia, redactada por el cardenal Ugolino sobre la base de la regla de San Benito. Al llegar a Bolonia, Francisco tuvo la desagradable sorpresa de encontrar a sus hermanos hospedados en un espléndido convento. El santo se negó a poner los pies en él y vivió con los frailes predicadores. En seguida mandó llamar al guardián del convento franciscano, le reprendió severamente y le ordenó que los frailes abandonasen la casa. Tales acontecimientos tenían a los ojos del santo las proporciones de una verdadera traición: se trataba de una crisis de la que tendría que salir la orden sublimada o destruida.

San Francisco se trasladó a Roma donde consiguió que Honorio III nombrase al cardenal Ugolino protector y consejero de los franciscanos, ya que el purpurado había depositado una fe ciega en el fundador y poseía una gran experiencia en los asuntos de la Iglesia. Al mismo tiempo, Francisco se entregó ardientemente a la tarea de revisar la regla, para lo que convocó a un nuevo capítulo general que se reunió en la Porciúncula en 1221. El santo presentó a los delegados la regla revisada. Lo que se refería a la pobreza, la humildad y la libertad evangélica, características de la orden, quedaba intacto. Ello constituía una especie de reto del fundador a los disidentes y legalistas que, por debajo del agua, tramaban una verdadera revolución del espíritu franciscano. El jefe de la oposición era el hermano Elías de Cortona. El fundador había renunciado a la dirección de la orden, de suerte que su vicario, fray Elías, era prácticamente el ministro general. Sin embargo, no se atrevió a oponerse al fundador, a quien respetaba sinceramente. En realidad, la orden era ya demasiado grande, como lo dijo el propio San Francisco: "Si hubiese menos frailes menores, el mundo los vería menos y desearía que fuesen más."

Al cabo de dos años, durante los cuales hubo de luchar contra la corriente cada vez más fuerte que tendía a desarrollar la orden en una dirección que él no había previsto y que le

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parecía comprometer el espíritu franciscano, el santo emprendió una nueva revisión de la regla. Después la comunicó al hermano Elías para que éste la pasase a los ministros, pero el documento se extravió y el santo hubo de dictar nuevamente la revisión al hermano León, en medio del clamor de los frailes que afirmaban que la prohibición de poseer bienes en común era impracticable. La regla, tal como fue aprobada por Honorio III en 1223, representaba sustancialmente el espíritu y el modo de vida por el que había luchado San Francisco desde el momento en que se despojó de sus ricos vestidos ante el obispo de Asís. Unos dos años antes San Francisco y el cardenal Ugolino habían redactado una regla para la cofradía de laicos que se habían asociado a los frailes menores y que correspondía a lo que actualmente llamamos tercera orden, fincada en el espíritu de la "Carta a todos los cristianos", que Francisco había escrito en los primeros años de su conversión. La cofradía, formada por laicos entregados a la penitencia, que llevaban una vida muy diferente de la que se acostumbraba entonces, llegó a ser una gran fuerza religiosa en la Edad Media. En el derecho canónico actual, los terciarios de las diversas órdenes gozan todavía de un estatuto específicamente diferente del de los miembros de las cofradías y congregaciones marianas. San Francisco pasó la Navidad de 1223 en Grecehio, en el valle de Rieti. Con tal ocasión, había dicho a su amigo, Juan da Vellita- "Quisiera hacer una especie de representación viviente del nacimiento de Jesús en Belén, para presenciar, por decirlo así, con los ojos del cuerpo la humildad de la Encarnación y verle recostado en el pesebre entre el buey y el asno." En efecto, el santo construyó entonces en la ermita una especie de cueva y los campesinos de los alrededores asistieron a la misa de media noche, en la que Francisco actuó corno diácono y predicó sobre el misterio de la Natividad.

Se le atribuye haber comenzado en aquella ocasión la tradición del "belén" o "nacimiento". Nos dice Tomas Celano en su biografía del santo: "La Encarnación era un componente clave en la espiritualidad de Francisco. Quería celebrar la Encarnación en forma especial. Quería hacer algo que ayudase a la gente a recordar al Cristo Niño y como nació en Belén." Alrededor de la fiesta de la Asunción de 1224, el santo se retiró a Monte Alvernia y se construyó ahí una pequeña celda. Llevó consigo al hermano León, pero prohibió que fuese alguien a visitarle hasta después de la fiesta de San Miguel. Ahí fue donde tuvo lugar, alrededor del día de la Santa Cruz de 1224, el milagro de los estigmas, del que hablamos el 17 de septiembre. Francisco trató de ocultar a los ojos de los hombres las señales de la Pasión del Señor que tenía impresas en el cuerpo; por ello, a partir de entonces llevaba siempre las manos dentro de las mangas del hábito y usaba medias y zapatos. Sin embargo, deseando el consejo de sus hermanos, comunicó lo sucedido al hermano Iluminado y algunos otros, pero añadió que le habían sido reveladas ciertas cosas que jamás descubriría a hombre alguno sobre la tierra.

En cierta ocasión en que se hallaba enfermo, alguien propuso que se le leyese un libro para distraerle. El santo respondió: "Nada me consuela tanto como la contemplación de la vida y Pasión del Señor. Aunque hubiese de vivir hasta el fin del mundo, con ese solo libro me bastaría." Francisco se había enamorado de la santa pobreza mientras contemplaba a Cristo crucificado y meditaba en la nueva crucifixión que sufría en la persona de los pobres.

El santo no despreciaba la ciencia, pero no la deseaba para sus discípulos. Los estudios sólo tenían razón de ser como medios para un fin y sólo podían aprovechar a los frailes menores, si no les impedían consagrar a la oración un tiempo todavía más largo y si les enseñaban más bien, a predicarse a sí mismos que a hablar a otros. Francisco aborrecía los estudios que alimentaban más la vanidad que la piedad, porque entibiaban la caridad y secaban el corazón. Sobre todo, temía que la señora Ciencia se convirtiese en rival de la dama Pobreza. Viendo con cuánta ansiedad acudían a las escuelas y buscaban los libros sus hermanos, Francisco exclamó en cierta ocasión: "Impulsados por el mal espíritu, mis pobres hermanos acabarán por abandonar el camino de la sencillez y de la pobreza."

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Antes de salir de Monte Alvernia, el santo compuso el "Himno de alabanza al Altísimo". Poco después de la fiesta de San Miguel bajó finalmente al valle, marcado por los estigmas de la Pasión y curó a los enfermos que le salieron al paso. Las calientísimas arenas del desierto de Egipto afectaron la vista de Francisco hasta el punto de estar casi completamente ciego. Los dos últimos años de la vida de Francisco fueron de grandes sufrimientos que parecía que la copa se había llenado y rebalsado. Fuertes dolores debido al deterioro de muchos de sus órganos (estómago, hígado y el bazo), consecuencias de la malaria contraida en Egipto. En los más terribles dolores, Francisco ofrecía a Dios todo como penitencia, pues se consideraba gran pecador y para la salvación de las almas. Era durante su enfermedad y dolor donde sentía la mayor necesidad de cantar.

Su salud iba empeorando, los estigmas le hacían sufrir y le debilitaban y casi había perdido la vista. En el verano de 1225 estuvo tan enfermo, que el cardenal Ugolino y el hermano Elías le obligaron a ponerse en manos del médico del Papa en Rieti. El santo obedeció con sencillez. De camino a Rieti fue a visitar a Santa Clara en el convento de San Damián. Ahí, en medio de los más agudos sufrimientos físicos, escribió el "Cántico del hermano Sol" y lo adaptó a una tonada popular para que sus hermanos pudiesen cantarlo.

Después se trasladó a Monte Rainerio, donde se sometió al tratamiento brutal que el médico le había prescrito, pero la mejoría que ello le produjo fue sólo momentánea. Sus hermanos le llevaron entonces a Siena a consultar a otros médicos, pero para entonces el santo estaba moribundo. En el testamento que dictó para sus frailes, les recomendaba la caridad fraterna, los exhortaba a amar y observar la santa pobreza y a amar y honrar a la Iglesia. Poco antes de su muerte, dictó un nuevo testamento para recomendar a sus hermanos que observasen fielmente la regla y trabajasen manualmente, no por el deseo de lucro, sino para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. "Si no nos pagan nuestro trabajo, acudamos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta". Cuando Francisco volvió a Asís, el obispo le hospedó en su propia casa. Francisco rogó a los médicos que le dijesen la verdad, y éstos confesaron que sólo le quedaban unas cuantas semanas de vida. "¡Bienvenida, hermana Muerte!", exclamó el santo y acto seguido, pidió que le trasportasen a la Porciúncula. Por el camino, cuando la comitiva se hallaba en la cumbre de una colina, desde la que se dominaba el panorama de Asís, pidió a los que portaban la camilla que se detuviesen un momento y entonces volvió sus ojos ciegos en dirección a la ciudad e imploró las bendiciones de Dios para ella y sus habitantes. Después mandó a los camilleros que se apresurasen a llevarle a la Porciúncula. Cuando sintió que la muerte se aproximaba, Francisco envió a un mensajero a Roma para llamar a la noble dama Giacoma di Settesoli, que había sido su protectora, para rogarle que trajese consigo algunos cirios y un sayal para amortajarle, así como una porción de un pastel que le gustaba mucho. Felizmente, la dama llegó a la Porciúncula antes de que el mensajero partiese. Francisco exclamó: "¡Bendito sea Dios que nos ha enviado a nuestra hermana Giacoma! La regla que prohibe la entrada a las mujeres no afecta a nuestra hermana Giacoma. Decidle que entre".

El santo envió un último mensaje a Santa Clara y a sus religiosas y pidió a sus hermanos que entonasen los versos del "Cántico del Sol" en los que alaba a la muerte. En seguida rogó que le trajesen un pan y lo repartió entre los presentes en señal de paz y de amor fraternal diciendo: "Yo he hecho cuanto estaba de mi parte, que Cristo os enseñe a hacer lo que está de la vuestra." Sus hermanos le tendieron por tierra y le cubrieron con un viejo hábito. Francisco exhortó a sus hermanos al amor de Dios, de la pobreza y del Evangelio, "por encima de todas las reglas", y bendijo a todos sus discípulos, tanto a los presentes como a los ausentes.

Murió el 3 de octubre de 1226, después de escuchar la lectura de la Pasión del Señor según San Juan. Francisco había pedido que le sepultasen en el cementerio de los criminales de Colle d'lnferno. En vez de hacerlo así, sus hermanos llevaron al día siguiente el cadáver en solemne procesión a la iglesia de San Jorge, en Asís. Ahí estuvo depositado

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hasta dos años después de la canonización. En 1230, fue secretamente trasladado a la gran basílica construida por el hermano Elías.

Fuente: http://www.corazones.org/santos/francisco_asis.htm