Santa María Breve cronología - conoceadonbosco.com · • 1858: Primer viaje de Don Bosco a Roma...

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Breve cronología 1856-1888

• 1858: Primer viaje de Don Bosco a Roma y audiencia con Pio IX para presentar el plan de una sociedad religiosa y las Constituciones sale-sianas

• 1859: Don Bosco publica la biografía de Domingo Savio; el 21 de enero muere Miguel Magone. El 18 de diciembre es la fundación oficial de la Sociedad salesiana con 18 miembros.

• 1860: el 2 de junio tiene lugar la primera ordenación de un sacerdote salesiano, don Ángel Savio. El 29 de julio es ordenado don Miguel Rua

• 1861: Se establece la escuela elemental, internado, en Valdocco; a finales de año comienza el taller de imprenta

• 1863: Empiezan las obras de la Iglesia de María Auxiliadora de los Cristianos.

• 1864: En octubre tiene lugar la primera reunión de Don Bosco con María Mazzarello y las Hijas de María Inmaculada en Mornese.

• 1865: Colocación de la piedra angular de la Iglesia. El 10 de noviembre tiene lugar la primera profesión perpetua (don Lemoyne) y cinco días más tarde otros nueve salesianos (Rua, Cagliero,..)

• 1869: El 19 de febrero se da la aprobación de la Sociedad Salesiana. Don Bosco constituye la Asociación de Devotos de María Auxiliadora (ADMA)

• 1870: el 24 de junio, en la primera celebración del onomástico de Don Bosco, se funda la Asociación de Antiguos Alumnos del Oratorio de Valdocco.

• 1872: el 29 de enero se funda el Instituto de las Hijas de María Auxi-liadora.

• 1873: Muere el teólogo Borel; don Bosco redacta los dos primeros cuadernos de las Memorias del Oratorio.

• 1874: el 31 de marzo es la aprobación definitiva de las Constituciones Salesianas corregidas. El 15 de junio se celebra el I Capítulo General de las Hijas de María Auxiliadora, siendo elegida María Mazzarello Superiora General.

• 1875: El 11 de noviembre parte la primera expedición misionera, lle-gando a Buenos Aires el 21 de diciembre los primeros salesianos.

• 1876: Pio IX aprueba la “Asociación de Cooperadores Salesianos”• 1877: El 10 de agosto aparece el “Boletín Salesiano”. El 4 de septiem-

bre, apertura del I Capitulo General de la Sociedad Salesiana, en Lan-zo. Tiene lugar también en este año la primera Expedición Misionera de las HMA.

• 1878: Primera “conferencia” anual de Don Bosco a los Cooperadores Salesianos.

• 1880: León XIII encarga a don Bosco la construcción del Templo del Sgdo. Corazón en Roma

• 1881: El 14 de mayo, fallece María Mazzarello en Niza-Monferrato. Se hace la primera fundación en España: Utrera

• 1884: Apertura de la casa de Sarriá (Barcelona). Es consagrado obispo Juan Cagliero.

• 1886: Viaje de Don Bosco a la casa de Barcelona-Sarriá.• 1887: el 14 de abril se consagra el Templo del Sgdo. Corazón. Don

Bosco, celebrando misa en el altar, revive el sueño de los nueve años. El 24 de diciembre, Juan Cagliero le administra la unción de enfermos.

• 1888: el 31 de enero, a las 4,30 de la madrugada, fallece Don Bosco. El 6 de febrero es sepultado en Valsalice.

María Dominga Mazzarello nació en Mornés (Alessandría, norte de Italia) el 9 de mayo de 1837, en el seno de una familia numerosa. Era la primo-génita de diez hijos.

Hija de padres buenos y humildes, ellos influye-ron, en particular su padre, en su vocación como educadora. Otra influencia decisiva su vida, fue la de Don Domingo Pestarino, su director espiritual durante veintisiete años, quien la orientó hacia una verdadera formación espiritual.

A los 15 años, por invitación de Ángela Maccag-no, ingresó en el primer grupo de la Pía Unión de las Hijas de la Inmaculada. La pertenencia a esta asociación le dio la oportunidad de profundizar en la devoción mariana. La Virgen se convirtió en el ideal de vida consagrada y apostólica. Entonces su com-promiso se intensificó y se extendió a las jóvenes, a las madres de familia y a los enfermos del pueblo.

A los 23 años, después de haber asistido a sus familiares enfermos de tifus, contrajo la enferme-dad. Nunca más volvió a ser la misma de antes, ni recuperó completamente sus fuerzas físicas. Este acontecimiento la llevó a decidir un cambio de ac-tividad: ya no sería campesina, sino modista. Esta decisión fue más que una simple elección. Fue el origen de una nueva misión: la de vivir para Dios, haciendo el bien a las jóvenes y mujeres del pueblo.

Un encuentro trascendente se produjo en el oto-ño de 1864, cuando Don Bosco, que había iniciado la Congregación Salesiana en 1859, llegó a Mornés de vacaciones con sus muchachos. Las Hijas de la Inmaculada se encargaron de prepararlo todo para recibirlos. María quedó impresionada por la perso-nalidad del sacerdote: “Don Bosco es un santo y yo lo siento”, dijo a sus compañeras.

En las Hijas de la Inmaculada de Mornés, el santo encontró un grupo con experiencia de vida en co-mún, receptivo al espíritu salesiano y con una inser-ción vital en la sociedad, decidido a dedicarse a la promoción del pueblo y especialmente de la mujer.

El 5 de agosto de 1872, María Mazzarello y sus otras compañeras profesaban sus primeros votos religiosos. Nacía así el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. Como superiora fue una hábil formadora y maestra en la vida espiritual. Tenía el carisma de la alegría serena, irradiando gozo e im-plicando a otras jóvenes en el empeño de dedicarse a la educación de las niñas.

Cuando Madre Mazzarello muere en Nizza Mon-ferrato, el 14 de mayo de 1881, el Instituto tiene sólo nueve años de historia pero cuenta ya con 26 casas, 166 hermanas, 50 novicias y 22 postulantes. Sus restos se veneran en la Basílica de María Auxi-liadora en Turín.

Santa MaríaMazzarello

1. AmbientaciónCuando el Oratorio de Don Bosco crecía y acudían cada vez más chicos, Don Bosco se dio cuenta de que él no podía llegar a todos. Entonces tuvo una intuición genial: los jóvenes más comprometidos serán los apóstoles de los mismos jóvenes... Nosotros somos los más indicados para traducir el Evangelio al lenguaje de nuestros jóvenes, con nuestro testimonio de pala-bra y obra. Hoy sigue siendo realidad el descubrimiento de Don Bosco: nosotros, jóvenes, profesores, miembros de la Familia Salesiana, animadores,…, podemos ser como él; con nuestra alegría y entusiasmo podemos convertirnos en los mejores co-laboradores de su obra: ayudar a otros jóvenes a crecer como personas y como cristianos.

2. Canto de entrada: “Ser como él”

3. Evangelio: Mt 5, 13-16 (la sal y la luz)

4. Lectura personal “José Buzetti se buscó un trabajo en Turín y fue a despedirse de Don Bosco. Con su acostumbrada franqueza le dijo que ya se estaba convirtiendo en la última rueda del carro, que le toca-ba obedecer a los que él había visto llegar de niños, a los que había enseñado a limpiarse los mocos. Manifestó su gran pena por tener que marcharse de aquella casa que había visto levan-tarse, desde los días del sotechado.Don Bosco no le dijo: «Me dejas solo. ¿Cómo me las apañaré sin ti?» No tuvo compasión de sí mismo. Pensó en él, en su ami-go más querido: «¿Ya has encontrado trabajo? ¿Te pagan bien? No tienes dinero y ciertamente te hará falta para los primeros gastos». Abrió los cajones de la escribanía: «Tú conoces, mejor que yo, estos cajones. Toma lo que te falta; si no alcanza, dime cuánto necesitas y lo buscaré. No quiero, José, que tengas que padecer ninguna privación por mí». Le miró después con aquel amor que solamente él tenía para sus muchachos: «Nos hemos querido siempre. Espero que no me olvides nunca». Entonces Buzetti estalló en llanto. Lloró largo rato, y dijo: «No, no quiero dejar a Don Bosco. Me quedaré siempre con él». BOSCO, T., “Don Bosco, una biografía nueva”, 278-279)

5. Oración de los fieles (espontánea)

6. Padrenuestro

7. Oración final:Señor y Dios nuestro, en tu Providencia nos has dado a San Juan Bosco, padre y maestro de los jóvenes, que bajo la guía de la Virgen María, trabajó con entrega infatigable por el bien de la Iglesia; suscita también en nosotros la misma caridad apos-tólica, que nos impulse a buscar la salvación de los hermanos, para servirte a ti, único y sumo bien. Por Jesucristo, nuestro Señor. AMEN.

Orando con Don Bosco

Don Bosco fundador1. ORIGEN DE LA SOCIEDAD SALESIANA. UNA «CONGRE-

GACIÓN» DE COLABORADORES DEL ORATORIO (1841-1876)

Hablar de la Congregación Salesiana, tal como fue concebi-da por Don Bosco en sus inicios, es hablar, en realidad, de la Familia Salesiana, mejor dicho de los cooperadores salesia-nos, antes incluso de que estos términos existiesen.

1.1. Naturaleza de la «Congregación» primitiva (1841-1859)

Así es como Don Bosco empieza a dar cuenta de la Congre-gación Salesiana en sus Constituciones:

“Ya en 1841, el sacerdote Juan Bosco, trabajando en asocia-ción con otros presbíteros, empezó a acoger a jóvenes pobres y necesitados en algunos lugares adecuados de la ciudad de Turín [...]. Para preservar esa unidad de espíritu y disciplina de la que dependía el éxito de los Oratorios, desde 1844 unos cuantos sacerdotes se unieron para formar una especie de congregación. Esto fue para ayudarse mutuamente con el ejemplo y el estudio. No hicieron ningún voto propiamente dicho, solo se comprometieron por medio de una simple pro-mesa a dedicarse exclusivamente a aquellos menesteres que su Superior juzgase que eran para mayor gloria de Dios y el bien de la propia alma. Reconocían como Superior suyo al sa-cerdote Juan Bosco. Aunque no se hicieron votos, sin embargo en la práctica se observaban las normas que aquí se presen-tan [para su aprobación]”.

Don Bosco no pudo encontrar un nombre satisfactorio para los miembros de esta congregación. En distintas ocasiones los llama aliados, asociados, bienhechores, promotores o coope-radores de la Congregación Salesiana.

LUGARES QUE LLEVAN SU NOMBRE

Cientos de lugares (calles, barrios, localidades) e institucio-nes en el mundo llevan el nombre de Don Bosco como una manera de rendir homenaje al apóstol de la juventud. Entre los más destacados se encuentran los siguientes:

• En Italia: Colle Don Bosco, se trata de la Colina de I Becchi en donde se encuentra la casa de la infancia de Juan. Al lugar le fue cambiado el nombre y el Papa Juan Pablo II lo llamó «la colina de las bienaventuranzas juveniles». Castelnuovo Don Bosco, la antigua Castelnuovo de Asti en el Piamonte, la pro-vincia en donde creció Don Bosco. El XXIV barrio de Roma. Una circunscripción de Bolzano.• En Argentina: Barrio Don Bosco en Buenos Aires, Barrio

Don Bosco de Comodoro Rivadavia, Villa Don Bosco, lo-calidad del Departamento de San Martín, provincia de San Juan, Don Bosco II, barrio de Neuquén. Barrio Don Bosco en Córdoba, en Alta Gracia (Córdoba) y en Viedma (Río Negro).

• En Colombia: Bosconia, municipio en el departamento de Cesar.

• En Costa Rica: Barrio Don Bosco en el cantón de San José.• En Panamá: Barriada Don Bosco, Ciudad de Panamá.• En Ecuador: Cantón Don Bosco, cuya capital es San Juan

Bosco.• En Guatemala: Aldea San Juan Bosco, municipio de Casi-

llas, departamento de Santa Rosa.• En El Salvador: Ciudadela Don Bosco, municipio de Ciudad

Delgado.• En Paraguay: Don Bosco Roga Lambaré, Barrio Don Bosco

en Ciudad del Este.• En República Dominicana: Sector San Juan Bosco en San-

to Domingo, Distrito Nacional. ¿Conoces tú otros lugares?

SABÍAS QUE...

Don Bosco y Maria Auxiliadora

Slueños singulares vinieron a alentar a don Bosco; le duraban toda la noche, como él mismo refirió por primera y última vez, a don Julio Barberis y a

quien escribe estas páginas, el 2 de febrero de 1875. Había en estas misteriosas apariciones una maraña de cuadros que se repetían con variantes y cosas nuevas, pero siem-pre reproduciendo los sueños precedentes, y, a la vez, con otros aspectos simultáneos y maravillosos que convergían en un solo punto: el porvenir del Oratorio. He aquí la narra-ción de don Bosco:

-Métete entre esos jóvenes y actúa. Me metí, pero qué hacer? No había sitio donde colocar a ninguno; quería ha-cerles el bien: me dirigía a personas que estaban mirando desde lejos y que habían podido ayudarme mucho, pero na-die me hacía caso y ninguno me ayudaba. Me volví enton-ces a aquella Señora, la cual me dijo: «Aquí tienes un sitio; y me señaló un prado». Pero aquí, -dije yo-, no hay más que un prado. Ella respondió: “Mi Hijo y los Apóstoles no te-nían un palmo de tierra donde apoyar la cabeza”. Empecé a trabajar en aquel prado, aconsejaba, predicaba, confesaba; pero veía que mi esfuerzo resultaba inútil para la mayoría, si no se encontraba un sitio cercado y con locales donde recogerlos y donde albergar a algunos totalmente abando-nados por sus padres, desechados y despreciados por todo el mundo. Entonces aquella Señora me llevó un poco más hacia allá, hacia el norte, y me dijo: “íMira!” Y vi una iglesia pequeña y baja, un patio chiquito y muchos jóvenes. Reem-prendí mi labor. Pero, resultando ya estrecha esa iglesia, recurrí de nuevo a Ella, y me mostró otra iglesia bastante más grande y con una casa al lado.

Me llevó después un poco más allá, hasta un trozo de terreno cultivado, casi frente a la fachada de la segunda iglesia. Y añadió: “En este lugar, donde los gloriosos már-

Un sueño en 1845:Basílica María Auxiliadora

tires de Turín Adventor y Octavio sufrieron su martirio, sobre esta tierra bañada y santificada con su sangre, quiero que Dios sea honrado de modo especialísimo”. Y así diciendo, adelantó un pie hasta ponerlo en el punto exacto donde tuvo lugar el martirio. Y me lo indicó con precisión. Quería yo poner una señal para encontrarlo cuando volviese por allí, pero no encontré nada: ni un palito, ni una piedra; con todo, lo fijé en la memoria con toda exactitud. Corresponde exactamente al ángulo interior de la capilla de los Santos Mártires, antes llamada de Santa Ana, del lado del Evangelio de la iglesia de María Auxiliadora.

Mientras tanto, yo me veía rodeado de un número inmen-so, siempre en aumento, de jóvenes; y mirando a la Señora, crecían los medios y el local; y vi, después, una grandísima iglesia, precisamente en el lugar en donde me había hecho ver que acaeció el martirio del los Santos de la legión Tebea, con muchos edificios alrededor y con un hermoso monumento en el medio. Mientras sucedía todo esto, siempre soñando, tenía como colaboradores sacerdotes que me ayudaban en un principio, pero que después huían. Buscaba con grandes trabajos atraérmelos, y ellos se iban poco después y me de-jaban solo. Entonces me volví de nuevo a aquella Señora, la cual me dijo: “¿Quieres saber cómo hacer para que no se te vayan más? Toma esta cinta y átasela a su cabeza”.

Tomé con reverencia la cinta blanca de su mano y vi que sobre ella estaba escrita una palabra: obediencia. Ensayé en-seguida lo que la Señora me indicó y comencé a ceñir la ca-beza de algunos de mis colaboradores voluntarios con la cinta y pronto vi un cambio grande y en verdad sorprendente. Este cambio se hacía cada vez más patente, según iba cumpliendo el consejo que se me había dado, ya que aquellos dieron de lado el deseo de irse a otra parte y se quedaron, al fin, conmi-go. Así se constituyó la Sociedad Salesiana.

La persona que más tendría que ver con la popularización de la invocación de María como Auxilio de los cristianos sería el santo educador de Turín, San Juan Bosco, quien veía el florecimiento de sus obras apostólicas y educativas entre los jóvenes como obra de la Virgen María. Don Bosco comienza a referirse a esta con el nombre de María Auxiliadora a partir de 1860, año en el que relata que la Virgen le manifestó su deseo de ser honorada bajo dicho título y su voluntad de que se le construyera un templo. Es posible que este deseo de afidarse a María como “Auxilio de los cristianos” tenga su razón de ser en la difícil época que la Iglesia Católica vivía en Italia con el avance de los movimientos nacionalistas que abogaban por la Unificación de Italia aún en contra de la existencia de los Estados Pontificios y por ende de la autoridad del Papa. Don Bosco estuvo muy cerca del pontificado del Papa Pío IX, el úl-timo Papa-Rey de los Estados Pontificios. El recuerdo reciente de la promesa hecha a la Virgen por parte de Pío VII prisionero de Napoleón a principios del siglo pudo inspirar en Don Bosco su devoción a una advocación que había probado éxito en los momentos más difíciles de la Iglesia. Bien pronto la expan-sión de las obras salesianas en los cinco continentes tendrían como consecuencia la internacionalización de esta advocación de origen estrictamente europeo. Por otra parte, fundó el Ins-tituto Hijas de María Auxiliadora con el fin de llevar el Sistema Preventivo Salesiano a las muchachas y de honorar a la Virgen bajo dicha advocación

Don Bosco conservó e incorporó a su estilo de espirituali-dad salesiana lo que tenía de valor duradero el mensaje de la Auxiliadora de los cristianos. María Auxiliadora se convirtió en la presencia que potencia el apostolado y la espiritualidad sa-lesiana relacionados con él. María Auxiliadora es el símbolo de la victoria sobre el mal en la sociedad, mediante el apostolado salesiano.

En un documento de 1877 (Cooperadores Salesianos), se pue-de leer:

“La historia de la Congregación Salesiana se remonta a 1841, cuando empezamos a reunir a jóvenes pobres y sin hogar en la ciudad de Turín [...]. Para satisfacer su amplia gama de necesida-des, varios [«muchos» aparece tachado] caballeros se unieron y mediante su trabajo y contribución económica apoyaron la obra de los así llamados oratorios festivos. Se hacía referencia a ellos por su tratamiento, pero como norma se les llamaba bienhecho-res, promotores o cooperadores de la Congregación [«Oratorio» aparece tachado] de San Francisco de Sales”.

Según Don Bosco, en el momento de sus comienzos la «Con-gregación de San Francisco de Sales» se llamaba Cooperadores (o Familia Salesiana). La palabra «congregación» debe entender-se en el sentido amplio que tenía en el siglo XIX que no designa-ba necesariamente una sociedad religiosa con votos simples; se usaba para nombrar un grupo de fieles que se unían para hacer obras pías y de caridad, como por ejemplo, las «congregaciones» marianas.

En 1850, la Congregación Salesiana, en la mente de su fun-dador, era una asociación de cristianos unidos con el sacerdote Juan Bosco para el bien de los jóvenes del Oratorio de Turín. Su patrón era san Francisco de Sales, el gran santo de Saboya, muy popular por aquel entonces en el Piamonte. Don Bosco lo esco-gió como patrón de sus obras, sobre todo porque la espirituali-dad de san Francisco de Sales coincidía con su propio sistema de razón y amabilidad.

1.2. Una asociación de clérigos y laicos, hombres y mujeres

La Congregación de cooperadores que se acaba de describir no estaba restringida a laicos. Entre sus miembros se incluían clérigos y laicos, hombres y mujeres. Escribe Don Bosco:

“La cosecha fue grande y sigue aumentando ante nuestros ojos. El sacerdote Juan Bosco a menudo se encontraba rodea-do de quinientos o seiscientos jóvenes, así que se hizo imposible controlar esa multitud y cubrir sus necesidades. Muchos sacer-dotes celosos y también devotos laicos vinieron a ayudarle en este ministerio tan necesario. Con gran orgullo podemos citar los nombres de los más destacados: el teólogo Borel, el sacerdote José Cafasso, el canónigo Borsarelli, estos fueron los primeros cooperadores de entre el clero”.

Los citados son solo tres de entre otros muchos nombres. Pero la mayoría de estos sacerdotes estaban muy ocupados. Don Bos-co tuvo que recurrir a laicos que, más liberados, tenían dinero suficiente como para permitirse disponer de su tiempo:

“Así que recurrimos a gente de clase alta y otros en la ciudad que graciosamente se ofrecieron para enseñar el catecismo y para dar clases [diurnas y nocturnas], para ayudar en la iglesia y en las actividades al aire libre. Su tarea era dirigir las oraciones y los cantos, preparar a los jóvenes para recibir los sacramentos e instruirlos para la confirmación. Mantenían el orden fuera de la iglesia. Recibían a los jóvenes a la entrada del Oratorio y ami-gablemente se unían a ellos en sus juegos, manteniendo el orden mientras jugaban. Otra tarea importante de los cooperadores era la colocación de los jóvenes en el mundo del trabajo. Muchos de estos venían de aldeas y pueblos lejanos, necesitaban comi-da y un empleo, y alguien que se preocupara de ellos. Algunos cooperadores se ocupaban de encontrarles trabajo con patronos dignos y honestos. Se aseguraban de que los chicos estuviesen

aseados y convenientemente vestidos para ir a solicitar tra-bajo. Durante la semana los visitaban, y se veían el domingo para no dejar que un solo día destruyera el fruto de varias se-manas de esfuerzo. Incluso en las peores tardes del invierno muchos de estos cooperadores iban por calles peligrosas para venir a enseñar a leer, escribir, aritmética y gramática a estos jóvenes. Otros venían cada tarde para atender a los que iban más lentos en el catecismo. [...]”

En resumen, la Congregación tenía un patrón en san Fran-cisco de Sales, que era a la vez modelo y guía espiritual. Tenía un superior, Don Bosco. Tenía miembros activos entre el cle-ro y el laicado, hombres y mujeres. Tenía un fin específico: la atención a la juventud abandonada. Tenía un reglamento, que era el del Oratorio de Valdocco.

1.3. Una doble Congregación (1859)

Don Bosco creyó probablemente que la estructura de una congregación «mixta» era demasiado endeble. La crisis del Oratorio de 1851-1852 parece que le sirvió de aviso. Hacia 1852, o incluso antes, ya estaba preparando a algunos mucha-chos con la esperanza de que se quedaran con él.

La Sociedad Salesiana de internos nació el 18 de diciembre de 1859. En marzo de 1858, estando en Roma, Don Bosco ha-bía presentado un borrador de la Regla a Pío IX. El Papa era abiertamente partidario de una congregación religiosa propia-mente dicha, con los tres votos tradicionales, pero permitien-do que cada miembro fuera «religioso para la Iglesia y libre ciudadano en la sociedad civil». Este era el concepto que Don Bosco acariciaba desde el primer borrador de las constitucio-nes. Los salesianos no eran una congregación religiosa, sino una organización religiosa caritativa que ayudaba a los jóve-nes abandonados y que la palabra latina voto podía traducirse como promesa en italiano. Alegó que ante la Iglesia y el Esta-do los salesianos eran considerados como una pía sociedad caritativa cuyos miembros disfrutaban y ejercían todos los de-rechos civiles de ciudadanos libres.

Sea como fuere, el 9 de diciembre de 1859, Don Bosco reu-nió a un grupo de miembros en su habitación y les propuso formar una congregación religiosa. A pesar de algunos recelos (¡convertirse en frailes!) decidieron quedarse con Don Bosco; todos excepto dos aparecieron en un encuentro posterior el 18 de diciembre. Aquella tarde se redactó el acta fundacional de la Sociedad Salesiana, distinta de la primitiva Congregación

de San Francisco de Sales. Registra los nombres de 18 miembros efectivos de la Sociedad, centrados en tomo a Don Bosco, y des-cribe el espíritu y los fines de la Sociedad.

“Todos con el fin y en un mismo deseo de promover y conservar el espíritu de verdadera caridad que se requiere en la obra de los Oratorios para la juventud abandonada y en peligro [...]. Agradó a los mismos reunidos erigirse en Sociedad o Congregación que, teniendo como mira la mutua ayuda para la santificación propia, se propusiera promover la gloria de Dios y la salud de las almas especialmente de las más necesitadas de instrucción y de educa-ción”.

Se solicitó por unanimidad a Don Bosco que aceptara el oficio de superior. El subdiácono Miguel Rúa fue elegido por unanimi-dad como director espiritual. El 14 de mayo de 1862 un grupo de 22 que había estado «viviendo en comunidad», a cargo de Don Bosco, dio otro paso adelante: «Prometieron a Dios observar la Regla con los votos de pobreza, castidad y obediencia durante tres años». Miguel Rúa, ordenado sacerdote dos años antes, diri-gió la fórmula de profesión, mientras los otros la repetían tras él.

2. LA FUNDACIÓN DEL INSTITUTO DE LAS HIJAS DE MARÍA AU-XILIADORA (1862-1876)

Según Don Rúa, ya en 1856, después de la muerte de su madre, el 25 de noviembre de 1856, Don Bosco habría expresado la idea de contar con un grupo de mujeres residentes para que cuida-ran de su numerosa familia, motivo este un tanto prosaico. Esta necesidad se debió hacer sentir con mayor fuerza en 1870 con la creación de varias escuelas de internos. Para entonces, Don Bosco había ampliado su proyecto hasta llegar a concebir una congregación paralela para educar a muchachas jóvenes.

2.1. Don Bosco, don Pestarino y las Hijas de María Inmaculada de Mornese (1860-1870)

La Pía Unión de Hijas de María Inmaculada se inició en la pa-rroquia de Mornese alrededor de 1851, por iniciativa de Ángela Maccagno (1832-1891). Don Domingo Pestarino, por entonces residente en Mornese, alentó al grupo y se convirtió en su guía espiritual.

El grupo vivía como cristianas profundamente comprometidas. Se dedicaban a distintas obras en la parroquia. Don Pestarino les proporcionaba dirección espiritual regular, en un clima espiritual, muy influido por don Frassinetti. El objetivo de las Hijas de María Inmaculada era asegurar «la santificación de sus miembros y ayu-dar a la salvación de los demás por medio de obras de misericor-dia corporales [...], especialmente ayudando a las mujeres pobres enfermas de la localidad». El grupo contactó, por vez primera, con Don Bosco por iniciativa de don Pestarino.

De acuerdo con los datos biográficos en nuestro poder, cuando la Pía Unión de las Hijas de María Inmaculada se fun-dó en Mornese incluía cinco miembros, de los cuales María Mazzarello, con 17 años, era la más joven y una de las más entregadas.

El 15 de agosto de 1860 María Mazzarello se contagió gra-vemente, mientras asistía a personas afectadas de tifus en Mazzarelli di Qua. No pudiendo ya trabajar en el campo, en 1861, María aprendió a coser. En 1862, con su íntima amiga Petronila Mazzarello, abrió en Mornese un taller de costura para las niñas.

El encuentro de Don Bosco con don Pestarino, primero, y una visita posterior de este al Oratorio y su profesión como sa-lesiano, probablemente en 1864, alertaron a Don Bosco sobre la existencia en Mornese de la Pía Unión de Hijas de María In-maculada. Por primera vez en 1864 y en repetidas ocasiones a finales de la década de 1860, tuvo ocasión de visitar Mornese y al grupo de María Inmaculada. Tras haber visto a Don Bosco en 1864 y después de lo mucho que oyó hablar de él a don Pestarino, María Mazzarello quedó completamente cautivada.

En octubre de 1867, María Mazzarello dejó definitivamente su familia y, junto con algunas compañeras, se trasladó a la Casa de María Inmaculada, propiedad de don Pestarino, si-tuada cerca de la iglesia parroquial. Llevaban vida común, de pobreza y privaciones pero fervorosa y alegre, impulsadas por la valentía y el entusiasmo de María. El grupo se dedicaba a obras de caridad en favor de las niñas del pueblo y al cuidado de algunas huérfanas o internas. A ellas fue a quienes Don Bosco, en 1869, envió una sencilla «regla de vida».

2.2. Don Bosco y Mornese

A través de don Pestarino, el grupo de Hijas de María Inma-culada se fue com-prometiendo cada vez más con Don Bosco. La influencia de Don Bosco queda de manifiesto de tres for-mas:

Ia A través de su propia personalidad, que despertaba admi-ración, respeto y veneración a causa de su fama de santidad.

2a A través de su obra como educador, que impresionó pro-fundamente no solo a las Hijas, sino también a la población de Mornese, sobre todo, cuando el santo visitó por primera vez la aldea en 1864, acompañado de más de 60 chicos, con la banda, y permaneció allí durante cuatro días.

3a A través de un proyecto especial que se fue desarrollan-do gradualmente en el curso de sus visitas a Momese durante los años siguientes.

Don Juan Cagliero Nació en Castelnuovo Di Asti (Turín) el 11 de

enero de 1838, y murió en Roma el 28 de febrero de 1926. Obispo salesiano, en sus años de infan-cia, fue uno de tantos niños de la calle a quien Don Bosco amparó. Él lo llevó al Oratorio Salesiano de Valdocco a la edad de 14 años.

Siendo aún muy joven contrajo una grave enfer-medad y llamaron a D. Bosco para que le impartiera los últimos sacramentos. Se acercó a los pies de la cama del enfermo y D. Bosco vio, en una visión, a Cagliero sacerdote en las misiones, rodeado de jóvenes, que querían ser cristianos, y vio también una “mitra” de Obispo.

Cuando en 1859 D. Bosco decide fundar la Con-gregación hace la propuesta a varios jóvenes; entre ellos estaba Cagliero. Juan Cagliero no se veía ni cura ni fraile. No veía ni entendía el difícil camino emprendido por D. Bosco. Pero después de pen-sarlo bien, Cagliero soltó una frase que se ha hecho célebre: “Fraile o no, yo me quedo con D. Bosco”.

Fue ordenado sacerdote en 1860; es nombrado Vicario Apostólico de la Patagonia (1887-1907) y durante su periodo eclesiástico colaboró en las mi-siones salesianas en Argentina. Conoció a la Beata Laura Vicuña, de quien fue confesor, y estuvo con Ceferino Namuncurá, con quien viajó a Roma, y le dio la extremaunción, cuando el joven Ceferino es-taba agonizando y próximo a morir.

Fue Obispo de Casale en 1908. Desde el 10 de junio al 26 de octubre del mismo año, fungió como Delegado Apostólico en Costa Rica, dando inicio a las obras Salesianas en dicho país; y posteriormen-te en Nicaragua. Monseñor Cagliero fue el primer Cardenal Salesiano en la historia, el 6 de diciembre de 1915. En 1920 se le asigna la Diócesis Subur-vicaria de Frascati. Murió de un infarto en Roma, en 1926, a la edad de 88 años y en 1964 sus retos se enterraron en la Catedral de Viedma (Argentina).

La relación entre Don Bosco, don Pestarino, las Hijas y Momese avanzó y profundizó a mediados y a finales de 1860. En tomo a esa época, posiblemente en abril de 1869, Don Bosco propuso a las Hi-jas de María Inmaculada un programa de vida espiritual. Según la Cronistoria, era un «programa diario», una especie de regla de vida. Su contenido se puede resumir en: Io Esforzarse en vivir habitual-mente en la presencia de Dios. 2o Recurrir con fre-cuencia a oracio-nes cortas. 3o Ser dulce, paciente, amable en todas sus acciones. 4o Vigilar con atención a las niñas; mantenerlas siempre ocupadas; ayudarles a desarrollar una piedad sencilla, sincera y espontánea.

La Memoria autógrafa de don Pestarino, que inicia el relato de la fundación en el año 1871, confirma la decisión de Don Bosco de fun-dar una congregación para la educación cristiana de niñas pobres, y que para ello contaba con Mornese. Escribió en tercera persona:

“En 1871, el reverendo sacerdote Don Bosco expresó a don Do-mingo Pestarino [...] su deseo de hacer algo por la educación cristia-na de niñas pobres, y dijo que Mornese sería el lugar más adecuado, [...] puesto que existía ya desde hacía varios años la Unión de jóve-nes bajo el título de María Inmaculada y de Nuevas Ursulinas”. Don Bosco, por esta época, a principios de 1871, había escogido definiti-vamente Mornese como lugar para realizar sus planes.

2.3. Don Bosco procede a la fundación y programa las Constitu-ciones

El 24 de abril de 1871, comienzo del mes de María Auxiliadora, Don Bosco envió una copia, con notas, de las Constituciones sa-lesianas a la madre Enriqueta Dominici, Superiora General de las Hermanas de Santa Ana de la Divina Providencia. De la carta se des-prende que el 4 de abril de 1871, Don Bosco había tomado algunas decisiones: Ia Iba a fundar una congregación religiosa de mujeres. 2a Tendría las mismas características que la Sociedad Salesiana: ver-daderas religiosas ante la Iglesia y ciudadanas completamente libres ante la sociedad civil. 3a Las Hijas de María Inmaculada de Mornese formarían la nueva sociedad. 4a La nueva congregación sería mode-lada según la sociedad salesiana.

Don Pestarino, de regreso a Mornese, hizo las elecciones el día de la fiesta de san Francisco de Sales. Era el año 1872. Don Pestarino anotó en su Memoria el acontecimiento. Ante el crucifijo, colocado en una mesa entre velas encendidas, las 27 jóvenes presentes, tras recitar el Veni Creator, votaron. Don Pestarino y Ángela Maccagno leyeron las papeletas: María (Mazzarello) obtuvo la mayoría abso-luta de 21 votos en la primera votación; Petronila (Mazzarello), 3; Felicidad (Mazzarello), 2; y Juanita (Ferrettino), 1.

Entre febrero y agosto de 1872, probablemente en mayo, la nueva comunidad de Mornese se cambió, por etapas, a la escuela que don Pestarino había construido en la zona llamada Borgoalto para que sirviera de internado para muchachos. El collegio, de este modo, se convirtió en la casa madre de las Hijas de María Auxiliadora y, con-temporáneamente, en escuela para muchachas, no sin la protesta de los ciudadanos.

Don Bosco llegó a Mornese la tarde del 4 de agosto y tomó parte en la solemne ceremonia de la «toma de hábito» y de la profesión, el 5 de agosto de 1872, fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, y dirigió unas palabras a las nuevas religiosas. Quedaban así fundadas las Hijas de María Auxiliadora.