Sábana Santa
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¡Venga tu Reino!
La Sábana Santa
I. INTRODUCCIÓN
II. EL CAMINO DE UNA IDENTIFICACIÓN
A. BREVE RESEÑA HISTÓRICA
B. LA TELA
C. LA PRUEBA DEL CARBONO 14
D. UNA IMPRONTA MISTERIOSA
E. PALINOLOGÍA
F. EL LEPTÓN
G. CÁLCULO DE PROBABILIDADES
H. LETRAS EN EL ROSTRO
III. PASIÓN, MUERTE Y RESURRECIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
A. "SU SUDOR SE HIZO COMO GOTAS ESPESAS DE SANGRE"
B. "¿ASÍ CONTESTAS AL SUMO SACERDOTE?"
C. "¡ADIVINA! ¿QUIÉN TE HA PEGADO?"
D. "Y MANDÓ AZOTARLE"
E. "SALVE, REY DE LOS JUDÍOS"
F. "CARGANDO CON SU CRUZ, SALIÓ HACIA EL LUGAR LLAMADO CALVARIO"
G. "Y ALLÍ LE CRUCIFICARON"
H. "E INCLINANDO LA CABEZA, ENTREGÓ EL ESPÍRITU"
I. "LE ENVOLVIÓ EN UNA SÁBANA LIMPIA"
J. "VIO Y CREYÓ"
IV. CONCLUSIÓN
V. BIBLIOGRAFÍA
¡Venga tu Reino!Error! Bookmark not defined.
Santiago Pérez Santana, L.C.
I. INTRODUCCIÓN
Nuestra fe no se pone en entredicho si la Sábana Santa es falsa o
verdadera. Creemos por la Revelación contenida en la Palabra de Dios, por
la auténtica Tradición de la iglesia Católica y por el Magisterio de ésta. La
Sábana es un documento arqueológico, científico y médico, aunque no
cabe duda que se trata de la reliquia más importante de la cristiandad, si
efectivamente envolvió el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. En cualquier
caso, a los ojos de la medicina legal nos encontramos ante un espeluznante
documento gráfico de una crucifixión, que nos muestra todo el horror y
barbarie de semejante suplicio.
Jesús nos dijo que aprendiésemos a leer los signos de los tiempos, y es
curioso y notable observar que en este mundo en el que la ciencia y la
tecnología han tomado un papel tan predominante, dándoseles incluso un
cierto endiosamiento, es precisamente gracias a ese progreso científico
como hemos conseguido saber lo que en realidad oculta la Sábana, y con
ello, asombrarnos con los sensacionales descubrimientos que ratifican en
todo lo que sabemos por la fe a través de los Evangelios.
Es como si el Señor nos quisiese hablar hoy a través del Sudario y
decirnos que ÉL sigue con nosotros, en su Iglesia, en los sacramentos y en
nuestra vida, todos los días, hasta el final de los tiempos.
Con todo, la Iglesia nunca se ha pronunciado oficialmente sobre la
autenticidad del Lienzo. La fe no depende de ello.
II. EL CAMINO DE UNA IDENTIFICACIÓN
A. BREVE RESEÑA HISTÓRICA
El primer dato referido a la Sábana, aparte de la cita de los cuatro
Evangelios, lo encontramos en varias fuentes apócrifas cristianas, como el
"Evangelio según los Hebreos", el "Evangelio de los Doce Apóstoles" y las
"Actas de Pilato". En estos textos, más que la precisión histórica, nos
interesa el hecho de que ya en la primera comunidad cristiana se diese una
especial veneración a los lienzos sepulcrales de Jesús.
Existen por otra parte, multitud de lagunas en la historia de la Sábana y
se han formulado las más diversas teorías sobre el itinerario que siguió el
Sudario, desde su salida de Palestina hasta la posterior llegada a
Occidente.
Vamos a sintetizarlas en dos hipótesis, basadas en documentos
distintos; sólo a partir del siglo X tenemos ya una cierta seguridad sobre la
trayectoria seguida por la Sábana.
Una primera teoría supone que el Sudario fue trasladado poco después
de la resurrección del Señor a Edesa, hoy Urfa, en la actual Turquía central.
En San Petersburgo se descubrió en 1878 un manuscrito siriaco del siglo VI
íntegramente conservado, que era copia de otro texto más antiguo, de los
archivos reales de Edesa. Narra una antigua historia sobre el rey Abgar IV
(9-46 d.C.), el cual oyó hablar sobre el Profeta de Jerusalén y quiso
ofrecerle asilo, para protegerlo de los judíos, en su ciudad. Le envió un
embajador; pero al llegar éste a Palestina se encontró con que ya había
muerto. Regresó entonces con la efigie del Profeta extraña y
milagrosamente estampada sobre un lienzo de lino. El rey Abgar, leproso y
muy enfermo, se curó al contacto con ella. Es importante destacar que en
Edesa se fundó la primera Iglesia reconocida oficialmente por un Estado en
el mundo (170 d.C.).
Sin embargo no se tiene noticia alguna de los cinco primeros siglos de
permanencia del Sudario en Edesa, después de la legendaria historia del
rey Abgar. Ante esta laguna surge una leyenda que sostiene que el sucesor
de éste, Abgar V, inició una persecución contra los cristianos de Edesa,
cuyo obispo ocultó la imagen en un nicho de la muralla. Esto ocurría el año
57; la imagen fue completamente olvidada. El año 544 los persas de
Cosroes I sitiaron la ciudad y fue entonces cuando se encontró
milagrosamente el Lienzo en la muralla. tras el hallazgo, fueron destruidas
las máquinas de guerras persas y los sitiadores derrotados, atribuyéndose
al Lienzo la victoria.
Volviendo a Palestina, es interesante señalar que una monja de la
Hispania romana, Etheria, llegó a Jerusalén el 28 de marzo del 381,
residiendo en Tierra Santa más de tres años. Nos ha dejado interesantes
anotaciones históricas y litúrgicas sobre su estancia, entre las que no
aparece ninguna referencia al Sudario, a pesar de haber vivido tres
Semanas Santas en Jerusalén. Más aún; en ese mismo viaje visitó también
Edesa, lo cual sería absurdo si en esa ciudad no se hallase un objeto de
veneración muy particular. Etheria afirma además que penetró en Edesa
por la puerta por la que el Sudario había entrado en la ciudad.
El año 944 se trasladó el Sudario a Constantinopla, al ser conquistada
Edesa. Nos consta que durante el asedio de esta ciudad, el emperador de
Bizancio, Romano I Lecapene (920-944), reclamó la Sábana y los edesanos
trataron de engañarlo con copias, "pero el Lienzo resultaba inimitable". A
favor de esta hipótesis existe una miniatura de Skylitres (1081-1118) en la
Biblioteca Nacional de Madrid, que reproduce la escena del emperador
Lecapene besando la Sábana, extendida y con las dimensiones reales, al
llegar ésta de Edesa a Constantinopla donde entró el 16 de agosto del 944.
La llegada del Lienzo a esta ciudad en esta fecha viene respaldada por
antiquísimos documentos que relatan el hecho; existen textos litúrgicos
que narran como desde entonces se celebró cada año una solemnísima
fiesta en ese día. Los bizantinos construyeron una Capilla, Santa María de
Blanquerna, para custodiarla y venerarla.
Los Santos Padres también nos hablan del Sudario, entre ellos San Juan
Damasceno. Existen multitud de escritos al respecto; como la carta escrita
por San Braulio, arzobispo de Zaragoza, al abad Taio, refiriéndose al Lienzo.
Una segunda hipótesis supone que la Sábana permaneció en Palestina
casi mil años, hasta su traslado a Constantinopla.
Los testimonios de la presencia de la Síndone en Jerusalén, durante los
primeros 4 siglos son solamente indirectos, pues al tratarse de un objeto
comprometido y al no gozar de plena libertad la Iglesia en el Medio Oriente,
suponía exponerla a la destrucción, ya que se estaban vulnerando
preceptos religiosos (impureza legal), teológicos (naturaleza humana real o
sólo aparente de Jesús) y jurídicos (violación de un sepulcro).
Solamente encontramos referencias indirectas en escritos apócrifos.
Las Acta Philipi hablan de la Sábana como un tejido de lino que presenta
las características de los othoni, y añade un leve reproche de Anás y Caifás
a José de Arimatea, por haber utilizado un lienzo "puro" con aquel
condenado a muerte, vulnerando así la ley judaica.
Es posible, por otra parte, que la Sábana fuera alejada de Jerusalén con
motivo de las rebeliones y guerras judías de los años 70 y 132, para evitar
su destrucción, siendo trasladada a Pella. Además, ninguno de los
peregrinos que visitaron Jerusalén antes del Edicto de Milán (313) dejaron
constancia de haber visto el Lienzo con la Impronta acheiropoieta (no
hecha por mano humana).
Carecemos prácticamente de datos sobre el Sudario hasta el siglo VI,
en el que recuperamos la pista jebusea por medio de dos insospechadas
fuentes de investigación: dos narraciones sobre la medición de la longitud
de la impronta. En el 537 el emperador Justiniano I quiso conocer la altura
de Cristo. Años después aparece una alusión mensurable de la Sábana
misma en cuanto a su longitud, con la explícita referencia de que se
trataba del lienzo más grande que llevaba impresa la imagen del Señor.
Estas mediciones las llevó a cabo el obispo de Periguenz, Arcaulfo,
peregrino en Jerusalén el año 670.
Del siglo IX tenemos noticia de que la custodiaban dos presbíteros y un
diácono. En un elenco de reliquias de la Basílica constantiniana del Gólgota
aparece también la Sindone, aunque tal relación está también atribuida por
los historiadores al tesoro de Constantinopla. Es notable destacar que a
inicios del siglo XI, bajo el funesto período de El Hakem, muchos objetos
sagrados salieron de Jerusalén debido a la bárbara persecución que se
originó. Los defensores de la tesis jebusea fechan entonces la salida de la
Sábana a Constantinopla, lo cual es más que improbable, pues no se
recoge tal afirmación en ningún documento conservado.
Ante esta contradicción entre ambas tesis, y como conclusión, parece
prudente afirmar que la Sábana permaneció en Palestina durante algunos
siglos, pues no se explica que los cristianos de Jerusalén regalasen un
objeto tan precioso a un extraño, como lo era Abgar. Sostiene además el P.
Manuel Solé, reputado sindonólogo, que posiblemente la escasez de datos
en estos primeros siglos con referencia al Lienzo, se debe a que éste fue a
parar en manos de una secta cristiana judaizante, los ebionitas, cuya
mentalidad cabalgaba todavía entre el cristianismo y el judaísmo. Aunque
veneraban la Sábana, seguía siendo ésta un lienzo mortuorio y por lo tanto
impuro, por lo que la mantuvieron oculta en alguno de sus monasterios.
Más tarde pasaría a los pagano-cristianos de Jerusalén (el obispo Arcaulfo,
al que antes nos referimos, cuenta una ingenua historia de cómo ocurrió
esto en el 667); de ellos llegó a Edesa. El cómo y el cuándo lo ignoramos,
pero tal suposición viene confirmada por la palinología, como veremos más
adelante. Una vez en Edesa, la Sábana pasa a Constantinopla.
A partir del siglo X, la presencia constantinopolitana de la Sábana es
prácticamente segura. Los cruzados la veneraron en Constantinopla el año
1147, durante la 2ª Cruzada; así lo confirma Roberto de Clary, cronista de
aquel periplo.
Hasta 1204, cada viernes era expuesta una Sábana en la iglesia de
Santa Maria de Blanquerna en Constantinopla, la cual fue presentada en
1147 a la veneración del rey de Francia Ludovico VII y en 1171 a Aadamuri,
rey de Jerusalén, por el emperador Manuel Comeno.
Otro problema radica en determinar cuándo y cómo salió la Síndone
de Constantinopla. También nos encontramos en este punto con dos
hipótesis.
La primera sostiene que en 1247 todavía parece casi segura su
permanencia, pues Balduino II, rey de Constantinopla envió a su primo san
Luis IX de Francia partem Sudarii quo involutum Corpus eius fuit in
sepulchro. El mismo Luis IX envió un pedazo al monasterio Vilziakicense, y
otro en 1248 a la iglesia de Toledo, como regalo a su primo san Fernando,
rey de Castilla, con estas palabras: De Syndone qua Corpus ipsius
sepultum, qui thesauro imperii contantinopolitani suscepi. La historia
sindónica del imperio latino de Constantinopla se cierra según esta teoría,
en 1261, cuando era regente un miembro de la familia De Toucy,
emparentada con la familia real francesa. Un conde de Charny, Godofredo
I, emparentado a su vez con la familia de Toucy, fue estandarte en la
afortunada batalla de Esmirna y pocos años después (1353) aparece como
el poseedor de la venerada reliquia, otorgada como don por una victoria
(¿Esmirna?). Ciertamente nos resulta un poco extraño que un objeto tan
preciado por los emperadores orientales fuese donado tan generosamente
por un servicio prestado.
La otra hipótesis sobre la llegada a occidente del Sudario, se fecha en
1204, momento en el que se produce el saqueo de Constantinopla por los
cruzados; esta teoría afirma que el jefe de la 4ª Cruzada, Otto de la Roche,
la robó y la trajo a Occidente.
Esta teoría viene sostenida por una carta fechada el 1 de agosto de
1205, que el nieto del emperador Isaac II de Constantinopla, Teodoro
Ángel, escribió al Papa Inocencio III, exigiendo su restitución.
Sea como sea, si la Sábana no hubiese llegado a Europa occidental
habría resultado destruida en 1453, al ser conquistada y arrasada
Constantinopla por los musulmanes.
En 1353, como antes afirmamos, consta ya con seguridad que la
Sábana está en manos del duque Godofredo de Charny, en Lirey, el cual la
dona como cumplimiento de un voto, el 20 de enero de 1353, al Capítulo
de los canónigos de la Colegiata por él fundada en Troyes, después de ser
liberado de los ingleses.
En 1452, con acta notarial, después de haber obtenido permiso con un
Breve del Papa, la condesa Margarita la cedió a la duquesa Ana de luisagne
esposa de Ludovico, duque de Saboya, a cambio del usufructo del castillo y
tierras de Mirabel. En Marzo de este año la Sábana es trasladada a
Chambery donde el duque de Saboya construyó una capilla, la cual sufrió
en 1532 un extraño incendio en el que a punto estuvo de ser destruido el
Lienzo, fundiéndose la urna de plata que lo contenía y dejando las
ostensibles marcas que hoy nos muestra.
El 14 de septiembre de 1578 fiesta de la exaltación de la Cruz, conocido
el voto de Carlos Borromeo, Arzobispo e Milán, de ir a pie a Chambery para
dar gracias a Dios por librar a Milán de la peste, Enmanuel Filiberto envía la
Sábana a Turín, para acortarle el viaje. Desde entonces el Lienzo
permanece en Turín, donde Guarini edificó en 1694 la iglesia en la cual se
conserva.
En 1983 el duque de Saboya Humberto II, heredero de la corona
italiana, la regaló a la Santa Sede.
B. LA TELA
Nos encontramos ante un lienzo de lino de 4,36 x 1,10 metros, tejido
con una modalidad llamada espina de pescado o de espiga, urdido en un
telar a mano. El lino está también hilado a mano. Es tupido, opaco, flexible,
ligero (pesa 1123 gramos) y está bien cuidado.
No es de extrañar la antigüedad del lienzo (casi dos mil años) pues en
el Museo Británico de Londres o en el Museo Egipcio de Turín, se conservan
linos de más de 4000 años.
Cabe destacar que esta forma de tejer el lino se dejó de utilizar después
del siglo I, pues los telares manuales desaparecieron y ya no se volvieron a
utilizar. No se conservan en ningún museo del mundo especializado en
telas, linos urdidos de esta forma posteriores al siglo I.
Los judíos solían utilizar esta clase de lienzos en sus enterramientos,
aunque se desconoce con exactitud pues no se conserva ningún escrito
aludiendo a este tema. Sí consta que utilizaban con profusión multitud de
perfumes, atendiendo sobre todo a la dignidad del muerto. Por eso no debe
extrañarnos la cantidad exagerada, a nuestro parecer, (100 libras) de
perfumes utilizadas por Nicodemo. En la Sábana se han encontrado restos
microscópicos de mirra y áloe.
Por otra parte, se conoce desde la más remota antigüedad el tipo de
tejido del Sudario, lo cual ha tenido una significativa influencia en la
liturgia. En el concilio provincial del año 325, celebrado en las Termas de
Trajano en Roma, estableció el Papa Silvestre junto con 267 obispos y la
presencia del emperador Constantino, que la Santa Misa fuese celebrada
sobre una sábana de lino: Sacrificium missae in panno lineo ab episcopo
consecrato fiat, ut in Sindone munda Christi (Labbé, Sacrorum Concilium)
C. LA PRUEBA DEL CARBONO 14
Según el resultado obtenido por los laboratorios de las universidades de
Oxford, Zurich y Arizona, coordinados por el Dr. Michael Tite, jefe del
laboratorio del Museo Británico de Londres, en octubre de 1988, la Sábana
Santa se puede datar en el período comprendido entre 1260 y 1390. Esta
prueba no es definitiva ni indiscutible, pues no podemos ignorar las
múltiples investigaciones de las más diversas disciplinas, que confirman la
antigüedad y autenticidad del Lienzo.
¿En qué consiste la prueba del carbono 14?
Muy someramente diremos que todos los seres vivos poseen un isótopo
o elemento radiactivo, absorbido por el aire que respiramos, que se
mantiene constante ya que lo vamos reponiendo en la misma cantidad que
va desintegrándose. Cuando el ser vivo muere, el carbono 14 continúa su
desintegración, y al no reponerse, según la cantidad de carbono 14 que
reste, se puede calcular con un error de +/- 200 años, la fecha de la muerte
de los vegetales o animales que queremos analizar.
¿Por qué éste análisis no es válido en el caso de la Sábana?
Porque incluso suponiendo que hayan sido correctos estos análisis (se
ha hablado y argumentado muy seriamente la posibilidad de un fraude e
interpretaciones deliberadamente erróneas), hay que tener en cuenta que
la cantidad del carbono, clave para la determinación de la edad del lino,
puede haberse alterado con la radiación detectada por los científicos del
proyecto STURP (1978), que grabó a fuego la imagen. Esta afirmación la
corroboran numerosos y prestigiosos científicos, expertos en el
radiocarbono, los cuales mantienen que la radiación de neutrones ha
podido perfectamente "rejuvenecer" el lino en 1300 años.
Además esta prueba pierde casi por completo su virtualidad y eficacia,
cuando se trata de analizar objetos que han estado expuestos al aire libre,
en las más diversas situaciones o en contacto con otros elementos que han
podido "contaminar" la cantidad de carbono 14, como afirman los expertos
en el radiocarbono. Ya conocemos la compleja historia de la Sábana, la cual
ha soportado incendios, agua, cera de velas, remiendos, agentes
atmosféricos,... y por si fuera poco, estuvo expuesta durante la
investigación llevada a cabo por los científicos del proyecto STURP a más
de 6000 disparos de flash y rayos x.
Por lo tanto, no es una prueba tajante ni definitiva, pues no podemos
ignorar tantas otras investigaciones que confirman la edad del Lienzo. Es
curioso reseñar que justo un año después de el famoso resultado
orquestado a bombo y platillo por los medios de comunicación, el doctor
Tite, coordinador como dijimos de la prueba, reconoció oficialmente con
una carta fechada el 14 de septiembre de 1989 que si la Sábana ha
recibido tal radiación, es decir el bombardeo de neutrones, es posible una
alteración sustancial y aumento del carbono 14. También el doctor Robert
Hedges, de la universidad de Oxford, afirma que si la Sábana ha recibido
esa descarga de neutrones de la que hablan los científicos, la datación del
carbono 14 es inválida. ¿Por qué los medios de comunicación no dieron a
conocer esto? Misterio...
Para concluir este apartado, se impone hacer referencia a las
investigaciones y experimentos realizados por el químico ruso Dmitri
Kouznetsov, el cual ha demostrado que el incendio de 1532 pudo haber
alterado los resultados del examen del carbono 14; este científico afirma
que el hecho de que la Sábana estuviese dentro de una urna de plata
durante el incendio, la cual llegó a fundirse quemando el lienzo (cfr. Breve
reseña histórica), ha modificado completamente la estructura atómica del
tejido. Dos experimentos verifican esta hipótesis:
-Los restos de tejidos encontrados sepultados en Pompeya por la
erupción del Vesubio el año 79 de nuestra era, presentan diversas
cantidades de carbono 14, y por lo tanto diversas "edades" según hayan
estado más o menos cerca de metales. Por ejemplo; un paño de lino que
envolvía monedas de plata es mucho más "joven" (más rico en carbono 14)
que otro que no envolvía nada.
-El científico del Centro Internacional de Sindonología, Mario Moroni,
obtuvo de unas excavaciones en Gedi (Israel) fragmentos de lino, y los
envió a los laboratorios de Tucson (uno de los que llevó adelante el análisis
de 1988) Toronto y Moscú para que los datasen con el radiocarbono. Los
tres laboratorios coincidieron en que las muestras pertenecían al siglo II.
Más tarde envió nuevos fragmentos de los mismos tejidos a estos
laboratorios, después de someterlos a las condiciones de un incendio de
200 grados centígrados de temperatura envueltos en plata; la datación
resultante correspondía a un tejido del año 1200. El asombroso resultado
habla por sí solo, y tal vez cierra definitivamente el espinoso y manipulado
asunto de los análisis de 1988.
Si estas investigaciones de Kouznetsov y Moroni son verificadas,
esperamos que la confirmación masiva de los medios de comunicación
alegando los verdaderos resultados del carbono 14 no se haga esperar. En
caso de que nada se comente en los canales de televisión de todo el
mundo, sabremos claramente a qué atenernos en cuanto a su
"imparcialidad científica" y deseo de transmitir la verdad.
D. UNA IMPRONTA MISTERIOSA
Todo comenzó cuando Secondo Pía, abogado y aprendiz de fotógrafo,
obtuvo en 1898 el primer permiso para fotografiar la Sábana. Al efectuar el
revelado descubrió algo impresionante; lo mismo sucedió en 1931 al volver
a fotografiar el lienzo: La imagen del Sudario se comporta como un
verdadero negativo fotográfico, siendo el negativo de la fotografía tomada,
la imagen positiva y real. Todo en la Sábana está en negativo, salvo las
manchas de sangre, que están realmente sobre la tela y presentan, su
color rojo oscuro natural.
No es una pintura: ¿Por qué?
No hay pinceladas, no hay delimitación de imagen, no hay contornos
delimitados como usaban los pintores de la Edad Media y Renacimiento, la
imagen de la Sábana, por sus toques vaporosos, recuerda más bien a
ciertos impresionistas del siglo XX.
Aun las partes más coloreadas de la tela, las más marcadas, no
contienen rastro alguno de pintura; analizada la tela con lupa o microscopio
no presenta signo de laca, pastel, óleo o lápiz. La imagen, en tales
aumentos, desaparece y sólo quedan los hilos limpios y chamuscados.
Un miembro de la NASA, perteneciente al proyecto STURP, afirmó que
fuera de una pequeña cantidad de óxido de hierro, no encontraron en la
Sábana pigmentación alguna. Este óxido fue encontrado en las manchas de
sangre en la misma proporción que se halla en ésta.
En ningún momento aparecen pinceladas o la dirección de ellas que
cualquier artista imprime a su obra.
La pintura, por definición, tiene una base líquida, y en la Sábana no
aparece ningún resto de fluido, ni las fibrillas de la tela presentan una
absorción de liquido como lo hace cualquier tela o algodón.
Nadie en la Edad Media, era capaz de imaginarse un negativo
fotográfico. Si comparamos la imagen con las copias que de ella se
hicieron, vemos que los artistas incluso de la talla de Durero, no supieron
interpretar lo que veían. Aun conociendo hoy la fotografía es poco menos
que imposible pintar un negativo fotográfico perfecto, es decir, que al ser
fotografiado nos dé un positivo perfecto.
Supongamos por un momento que se trata de una falsificación pictórica
medieval; el artista tuvo que pintar la figura a más de 2 metros, pues a
menos de esa distancia no se distingue la imagen; así pues el falsificador
debió utilizar un pincel de 2 mt de largo y pintar sin contornos definidos,
algo absurdo en todas las corrientes pictóricas de todos los tiempos. Utilizó
también una pintura que no contenía óleo ni agua y un microscopio de gran
aumento para mover el pincel (imposible sin un brazo robótico hidráulico
del siglo XX). Tuvo que utilizar también autentica sangre de un tipo
sanguíneo muy raro en Occidente; el AB, que sólo se da en un 3 % de la
población, siendo muy habitual en Oriente Medio. Además, la sangre que
aplicó a las diversas heridas era tanto premortal (de un hombre vivo) como
postmortal (la sangre de la herida del costado es de un hombre muerto).
Curiosamente Miguel Servet no descubriría la circulación sanguínea hasta
siglos después...
Utilizó también suero para aplicar a las marcas de los azotes, tierra
para las escoriaciones de las rodillas y de la cara y lodo, imperceptible a
simple vista, en los talones.
Otras muchas teorías se han elaborado sobre la formación de la
impronta, como la del calco de una estatua de esas dimensiones con ácido
sulfúrico, como la del estampado,... Todas han sido refutadas por los
científicos.
Otro dato interesante es que la Sábana es la única fotografía
tridimensional del mundo. Es decir, la intensidad del colorido de las
imágenes es inversamente proporcional a la distancia que separaba en
cada punto la tela del cadáver fotografiado. La impronta es más intensa en
aquellos puntos en que la Sábana estaba más pegada al cuerpo. Con ello
podemos calcular incluso el volumen exacto del cuerpo que formó la
imagen. En este descubrimiento realizado por los científicos de la NASA
Jackson, Jumper y Miller en 1975 se ha utilizado el VP8, aparato destinado a
investigar la orografía de los planetas sobre los distintos juegos de
fotografías conseguidos por los satélites.
E. PALINOLOGÍA
Es la ciencia que estudia las diversas clases de pólenes que existen en
las plantas; cada especie tiene un polen microscópicamente distinto y
completamente identificable con respecto a todas las demás especies.
Max Frei, palinólogo suizo de la Interpol, ha estudiado a fondo la
Sábana desde la objetividad de su disciplina. Aplicando cintas adhesivas ha
encontrado más de 99 pólenes distintos, sacando el siguiente cálculo:
13 pólenes plantas exclusivas Francia central.
16 pólenes área Piamonte.
18 pólenes área Constantinopla.
18 pólenes área Anatolia Central. Turquía oriental. Edesa.
11 pólenes área Mar Muerto.
23 pólenes área Jerusalén.
Todo esto sin contar el número de pólenes de plantas comunes a todas
estas áreas. Cabe además otra puntualización muy importante, pues en el
Sudario aparecen pólenes de plantas pertenecientes a Palestina que
desaparecieron después del siglo I. Estas plantas han sido encontradas
fosilizadas en los estratos sedimentarios de hace dos mil años en el Mar
Muerto.
Este polen nos concluye algo muy importante. ¿Cómo un falsificador de
la Edad Media iba a pensar que en el siglo XX se harían estudios
microscópicos de la Sábana y que con ellos se iba a encontrar el polen -
desconocido entonces- de una planta palestina que sólo se encuentra en
estratos sedimentarios de Tierra Santa, porque ya ha desaparecido? El
supuesto falsificador de 1260 tuvo que ir entonces a Palestina, ocupada por
los musulmanes y en plenas cruzadas, hacer excavaciones, conocer que tal
planta ya había desaparecido, arrancarle microscópicamente el polen (el
microscopio se descubrió en el siglo XVII) y dejarlo caer sobre el lienzo tal y
como lo hace la naturaleza. Todo esto con la única intención de engañar a
los futuros científicos. Lo absurdo de tal hipótesis nos conduce a una
conclusión lógica e irrefutable: esta Sábana estuvo en Palestina en el
primer siglo de nuestra era.
Max Frei, de cuyo juicio perital ha dependido alguna sentencia judicial,
concluye; "para mí no cabe duda, esta Sábana estuvo en Palestina en el
siglo I y se confirma toda la historia conocida de ella". Esto no nos dice que
el crucificado sea Jesús, pero cierra definitivamente el capítulo del carbono
14 y nos enmarca dónde y cuándo estuvo el lienzo.
F. EL LEPTÓN
los ojos del Hombre de la Sábana aparecen extrañamente abultados,
tanto que viendo sólo el rostro da la sensación de tenerlos abiertos. Esto
dio lugar a que la iconografía representase en ocasiones a Jesús con los
ojos saltones.
El descubrimiento de las supuestas monedas sobre los ojos lo realizaron
en 1977 los científicos que descubrieron la tridimensionalidad del Lienzo
con el VP8, al analizar las fotografías del rostro. En 1979 el P. Francis Filas
S.I. de la Universidad de Loyola en Chicago (E.E.U.U.), amplió al máximo
con microscopio electrónico la zona ocular de la figura, y afirmó que este
Hombre tiene sobre los párpados 2 monedas, lo que confirma, según él, la
usanza de los enterramientos judíos y de tantos pueblos antiguos, que
colocaban monedas sobre los párpados para mantener los ojos cerrados.
El P. Filas y algunos numismáticos, llegaron a identificar la moneda, que
aparece más nítida en el ojo derecho que en el izquierdo. Se trata de un
leptón, moneda acuñada por Poncio Pilato y que circuló en Palestina entre
los años 26 y 36 de nuestra era. Existen ejemplares de esta moneda en
colecciones numismáticas; el leptón no representa ninguna figura humana
si no un cayado, utilizado por los augures o adivinos romanos, llamado
lituus. Las figuras de los leptones solían ser palmeras, ánforas u otros
adornos. Pilato acuñó su leptón con esta figura del culto pagano para
mortificar el ánimo de los judíos. Años más tarde su inconsideración e
imprudencia le costarán el puesto.
En las ampliaciones se distinguen las letras UCAI, que pertenecen a las
palabras completas TIBEPIOUCAICAPOC. La duda más fundada de esta
suposición es que la palabra CAICAPOC, debería estar escrita con K inicial y
no con C. Como respuesta podemos decir que resulta conocida entre los
numismáticos la mala calidad con que Pilato acuñaba sus monedas, incluso
con errores ortográficos. Existen además en colecciones algunos leptones
con el mismo error.
Ha habido autores tan prestigiosos como Luigi Fossati o Mons. Giulio
Ricci, que niegan la existencia de estas moneditas sobre los ojos del
Crucificado. Mons. Ricci atribuye tal abultamiento a una concentración de
materia orgánica en la cuenca de los ojos; para él además, las supuestas
letras están fuera del eje de lo que deberían ser las monedas. Por otra
parte trata también el tema de los enterramientos judíos en la época de
Cristo, afirmando que no consta sino hasta la Edad Media, que los judíos
utilizasen este tipo de monedas "impuras" sobre los cadáveres para
mantener los ojos cerrados. Además hace referencia a los errores
ortográficos de las monedas, y sostiene que son otra prueba del error de la
hipótesis del leptón. Este último punto ya lo hemos tratado más arriba y
parece zanjado; en relación a las otras tres objeciones de Mons. Ricci
podemos decir que las letras que aparecen en las ampliaciones, no están
fuera del eje de la moneda. La mala acuñación del leptón y el desgaste por
el uso hacían que esta moneda no tuviese en muchos casos ni siquiera la
forma circular (como en los ejemplares de las colecciones existentes), lo
cual le confiere una forma extraña, especialmente en una fotografía como
es el caso de la Sábana. Creemos que no se trata tampoco de
concentración de materia orgánica, ya que tanto las letras como el cayado
aparecen bastante claros. Se han encontrado más de 74 puntos de
coincidencia entre los leptones existentes y las marcas del ojo del Hombre
de la Sábana; una figura tan complicada no puede formarse simplemente
por casualidad.
En cuanto al modo de enterramiento judío, se descubrió a final de los
años setenta una necrópolis del siglo I cerca de Jericó. En una de las
tumbas se encontraron dentro del cráneo del cadáver dos monedas de
Herodes Agripa (41-44). Esto parece confirmar la usanza judía en relación
con la Sábana.
Por otra parte si admitimos la veracidad de la existencia del leptón en
los ojos del Crucificado, lo cual parece muy probable, tenemos
prácticamente la fecha del enterramiento del cadáver, pues sólo circuló en
un período muy determinado y en una zona geográfica perfectamente
localizada; lógicamente quien efectuó la sepultura del cuerpo empleó la
moneda de uso corriente, la que tenía más a mano.
Aunque no podemos negar los fundados argumentos (arqueológicos,
históricos, e incluso la disposición física del cadáver en en el sepulcro) en
contra de esta hipótesis, la presencia de estas imágenes en las fotografías
parece garantizar su validez.
G. CÁLCULO DE PROBABILIDADES
Por la correlación de detalles entre la figura del Hombre de la Sábana y
lo que conocemos de Jesús por el Evangelio, es posible concluir que ambos
son la misma persona. Tomando como punto de partida un análisis del
ingeniero francés Paul de Gail, vamos a demostrar esto matemáticamente,
haciendo un cálculo de probabilidades sobre unos pocos puntos de
coincidencia entre el lienzo y la Pasión de Cristo:
1. El Hombre de la Sábana, como Cristo, tuvo un lienzo por mortaja y
fue sepultado honoríficamente. Lo normal era que los crucificados fuesen
arrojados en una fosa común o abandonados como pasto de las aves de
rapiña y los chacales. Supongamos, y es mucho suponer, que 1 de cada 3
haya gozado de sepultura honorífica con aromas...La proporción de que
este Hombre sea Jesús es de 1/3.
2. El Hombre de la Sábana, como Jesús, permaneció poco tiempo
envuelto en ella ya que no aparecen señales de descomposición del
cuerpo. Normalmente cuando se entierra a alguien es para dejarle bajo
tierra. ¿A cuántos ajusticiados se les ha concedido el lujo de cambiar de
mortaja en tan breve espacio de tiempo, pues la descomposición comienza
a las 36 horas -recordemos el caso de Lázaro-? Supongamos 1 de cada 20.
La proporción es de 1/20.
3. El Hombre de la Síndone, como veremos más adelante, ha sido
separado de la tela con una técnica misteriosa que ha dejado
completamente intactas y nítidas las marcas de las heridas reblandecidas y
pegadas a la Sábana. Supongamos que 1 de cada 50 puede separarse de
Lienzo de esta extraordinaria forma.
4. El Crucificado de la Síndone presenta las heridas de una corona de
espinas. En toda la historia este hecho sólo consta de una caso.
Supongamos que 1 de cada 1000 fuese coronado como Jesús.
5. Lanzada en el costado después de muerto. El uso era romper las
piernas de los ajusticiados para acelerar su muerte. Al Hombre de la
Sábana le alancearon ya fallecido. Supongamos que 1 de cada 5.
6. Este Hombre fue enterrado con sumo cuidado, con cariño, y a la vez
con mucha prisa, lo cual resulta extraño en los enterramientos judíos pues
solían lavar, rasurar y perfumar los cadáveres con mucha atención y
parsimonia. Conocemos la razón por el Evangelio. Supongamos que 1 de
cada 10 fuese enterrado así.
7. El rostro del Hombre de la Sábana, presenta una expresión
majestuosa y triste, y al mismo tiempo serena. Es de una hermosura
increíble: ¿Cuántos reos después de pasar por el terrible suplicio al que fue
sometido este Hombre podrían presentar una expresión tan serena y
noble? ¿1 de cada millón? pongamos que 1 de cada 10.000 (para entender
esto sólo es necesario ver el rostro de algún ajusticiado).
Si hacemos el cálculo, es decir, conjuntamos estas pocas similitudes y
multiplicamos, obtenemos que 1/3 x 1/20 x 1/50 x 1/1000 x 1/5 x 1/10 x
1/10.000 = 1/150.000.000.000.
La posibilidad pues, de que el hombre de la Sábana no sea Jesús es de
una entre ciento cincuenta mil millones; es decir, es casi cero. Deberían
haber sido crucificados ciento cincuenta mil millones de personas en
aquellos diez años o en todo el período en que se utilizó este suplicio, para
que hubiese una sola posibilidad de que este Hombre no fuese Cristo.
Para hacerlo más gráfico e imaginarnos: si un chico que vive en su casa
con su padre, un día se niega a abrazar a su padre porque no sería
imposible que un doble exacto le hubiese substituido, matemáticamente
tiene razón, pues habría una posibilidad entre varios miles de millones de
que eso fuese cierto, pero debería ser ingresado de inmediato en un
manicomio.
El mismo de Gail añade que se ha limitado a unos pocos puntos de
coincidencia, reduciendo al mínimo la valoración favorable del resultado
obtenido. El P. Carreño realizó también este cálculo, teniendo en cuentas
más puntos de coincidencia (la flagelación sistemática anterior a la
sentencia, las heridas de las rodillas en las caídas, el porrazo que le rompió
la nariz, el sudor de sangre,...), llegando a la probabilidad de ¡una sobre
cinco mil trillones! Los resultados hablan solos.
H. LETRAS EN EL ROSTRO
El químico-farmacéutico Dr. Piero Ugolotti junto con el profesor Aldo
Marastoni de la Universidad de Milán, descubrieron hace unos años unos
restos de inscripciones escritas en lenguas y alfabetos diversos, sobre el
Rostro de la Sábana.
Encima de la ceja derecha se distinguen tres letras en arameo (tau)
(wau) que no significan nada. En el centro de la frente existen restos de
una palabra latina IBER. Otras letras latinas se entrevén en la impronta de
la cara.
¿Qué explicación tiene esto?
En la defensa de C. Rabirio, Marco Tulio Cicerón emplea la antiquísima
formula de condenación a muerte de cruz usada por los Duunviros: I, lictor,
colliga manus, caput obnubito, arbori infelici suspendito; "ve, lictor, átale
las manos, vélale la cabeza y suspéndelo del árbol de la cruz". Es decir, se
cubría la cabeza del condenado después de la condena a muerte, en el
momento previo al via crucis, con una mitra o capucha de ignominia, en la
que se escribía la sentencia, el nombre del reo y el emperador reinante. El
Evangelio no hace ninguna referencia a esto ya que, además de ser muy
parco en la Pasión física de Cristo, nadie, ni siquiera san Juan, estuvo
dentro del pretorio para poder verlo.
Al condenado no le escribían estas letras sobre la cara, sino que lo
hacían sobre la capucha. El sudor y la sangre pegaron las letras al rostro.
En la Sábana no aparece pintura sino puntos menos claros de la imagen del
rostro, que no pueden deberse a la casualidad. En los lados izquierdo y
derecho de la cara se distinguen dos inscripciones, que forman las palabras
latinas
IN NECE, faltando la m del acusativo por tratarse del latín vulgar de la
soldadesca. En la parte derecha, aparecen las letras S NAZARE, que se
trata evidentemente de IESUS NAZARENUS. El IBER de la frente
corresponde a TIBERIUS CAESAR.
Las inscripciones del Rostro serían pues:
TIBERIUS CAESAR
IESUS NAZARENUS
IN NECEM
TIBERIO CÉSAR
JESÚS NAZARENO
CONDENADO A MUERTE
La identificación está concluida. Estamos ya en condiciones de
pronunciar un Nombre.
III. PASIÓN, MUERTE Y RESURRECIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Una vez aclarada la identidad del Hombre de la Síndone, vamos a
repasar la Pasión del Señor añadiendo los escalofriantes datos que nos
aporta el Sudario.
A. "SU SUDOR SE HIZO COMO GOTAS ESPESAS DE SANGRE"
Es el primer momento doloroso de la Pasión. La lucha interior fue
aterradora y en la agonía señalada por san Lucas, leemos; "entonces se le
apareció un ángel que venido del cielo le confortaba. Pero Él, puesto en
agonía, oraba más intensamente, y sudó gotas de sangre, que corrían
hasta el suelo" (Lc. 22, 33-44). Esta precisación nos la relata solamente san
Lucas, el único evzangelista médico; pero ¿es posible tal situación?
La hematridosis (sudor de sangre) es un fenómeno muy raro pero
posible y perfectamente documentado (como en el caso de un soldado en
el frente, en la segunda Guerra Mundial, antes de una ofensiva); ocurre
según los médicos, en condiciones excepcionales, como consecuencia de
un agotamiento físico acompañado de un trastorno moral, producido por
una emoción profunda, por un miedo atroz. Es lo que Lucas llama agonía,
que en su original griego quiere decir lucha, ansiedad.
La hematridosis se produce por una dilatación de los vasos capilares
subcutáneos, la cual puede provocar una ruptura de los mismos, con lo que
la sangre unida al sudor se coagula, sale al exterior y forma por la piel de
todo el cuerpo reguerillos y coágulos que llegan a caer al suelo.
Toda la piel queda lesionada, dolorida y muy sensible a los golpes. Con
un minicomputador el prof. Tamburelli ha detectado en la cara del Hombre
del Lienzo innumerables reguerillos y grumos de sangre que la surcan. El
ordenador ha concluido que la sangre se encontraba en la misma
proporción por toda la cara pues los reguerillos son muy regulares. Las
heridas del resto del cuerpo imposibilitan tal observación, pero traduciendo
lo que vemos en la cara, deducen los médicos que el hombre de la Sábana
sudó sangre, como nos dice el Evangelio, dando a toda la piel una
dolorosísima sensibilidad ante los golpes, que tan profusamente cayeron
sobre el reo.
B. "¿ASÍ CONTESTAS AL SUMO SACERDOTE?"
El Hombre del Sudario presenta un bastonazo que rompió el cartílago
de la nariz e inflamó la mejilla derecha.
San Juan narra en su Evangelio que durante el interrogatorio en casa de
Anás, un servidor le dio una bofetada diciendo "¿Así respondes al
pontífice?"
La palabra griega rápisma que usa san Juan (testigo ocular
probablemente) no significaba en principio bofetada sino bastonazo.
Rapís=bastón; rapítzo=apalear. Sólo tiempo después significó bofetada,
traduciéndolo así san Jerónimo en la Vulgata, la cual es base de todas las
Sagradas Escrituras actuales.
La Sábana precisa y corrige a los traductores pues Jesús presenta un
porrazo, infligido con un palo corto, cilíndrico de 4 ó 5 centímetros de
diámetro, dado por un hombre zurdo, a la derecha del reo. El doctor Judica
Cordiglia ve en el hecho de que fuese zurdo (calculado por la posición y
forma del golpe) que posiblemente se tratase de un escriba hebreo,
habituado a escribir de derecha a izquierda.
Este golpe, con la desviación del tabique nasal, conlleva una enorme
pérdida de sangre (la barba y el bigote están completamente empapados)
y nos da una escalofriante idea del trato que recibió Jesús y de la paciencia
y benignidad de su respuesta.
C. "¡ADIVINA! ¿QUIÉN TE HA PEGADO?"
En el Sanedrín, una vez condenado a muerte, los sanedritas se
abalanzaron sobre Él, le escupieron y acribillaron a puñetazos: "Entonces
se pusieron a escupirle y a abofetearle; y otros a golpearle, diciendo:
adivínanos, Cristo. ¿Quién te ha pegado?" (Mt. 26, 67-68). Más tarde los
soldados, después de coronarle de espinas le daban bofetadas y le
escupían (Mt. 27, 29-30).
Observando el Rostro de la Síndone con atención encontramos huellas
palpables de estos hechos; hinchazones en diferentes partes de la cara y
un enorme gargajo que le baja desde la punta interior del ojo derecho
hasta la parte inferior de la nariz a lo largo de la unión de ésta con la
mejilla. Muy posiblemente alguien limpió aquel Rostro; a pesar de ello este
esputo no fue eliminado, probablemente por las prisas y por estar más
resguardado en el hundimiento de esa línea de la cara.
Presenta más maltratada la parte derecha de la cara que la izquierda,
esto ha hecho suponer a Mons. Ricci que eran en su mayor parte zurdos,
levitas y escribas. Tiene además arrancados de cuajo, incluyendo pedazos
de la epidermis, mechones de la barba (Is. 50, 6), lo cual tuvo que acarrear
un dolor intensísimo al lesionar la delicada capa nerviosa que recubre esa
zona del rostro.
D. "Y MANDÓ AZOTARLE"
La Sábana es mucho más precisa aquí que los evangelistas. Estamos
ante un castigo anterior a la condena de muerte, pues bajo las
escoriaciones en la zona escapular izquierda y sobrescapular derecha,
producidas por cargar el madero del patibulum, aparecen claras las huellas
de las heridas de los azotes. Esto no es lo usual ya que los romanos
flagelaban a los condenados a morir en cruz, sólo durante el trayecto al
lugar de la crucifixión; la flagelación constituía una pena en sí y nadie podía
ser condenado dos veces por el mismo delito o serle impuestas dos penas
diversas. Jurídicamente es, dentro del derecho romano, un caso
excepcional. Un administrador de justicia romana no podía permitirse tales
errores pues con ello se jugaba el puesto. Recordemos por ejemplo la
condena de san Pablo y como el procurador se atemorizó cuando oyó que
Pablo era ciudadano romano y que no había cumplido con él lo prescrito
por el derecho. Es cierto que Cristo, al no ser ciudadano romano era poco
más que una "cosa", que una res; pero existía también un ius gentium que
protegía a todos los no romanos, a los súbditos del Imperio.
Presenta Jesús 121 golpes ternarios, infligidos por dos sayones
forzudos, situados a ambos lados del reo, uno más alto que el otro. Eran
expertos en su oficio, pues le cubrieron metódicamente de golpes en todo
el cuerpo (pecho, vientre, piernas, espalda, incluso detrás de las orejas y
en el órgano genital). Fue un castigo del que debía salir con vida, y por eso
no golpearon la parte izquierda del pecho; los verdugos sabían que si
golpeaban la zona del pericardio, el reo habría muerto en pocos minutos.
Se le hubiese producido una pericardiatis serosa traumática. Volvemos a
encontrar en este punto una coincidencia plena con el Evangelio; Pilato se
dijo "así que le castigaré y le soltaré" (Lc. 23, 16).
Por la dirección de los golpes, se puede deducir que Cristo estaba
encorvado sobre una columna baja, pues la espalda presenta mayor
número de marcas al ofrecer más superficie de contacto.
No eran pocos los que morían en la flagelación, aunque sólo se trataba
de un castigo. Fue flagelado completamente desnudo, pues no presenta en
ninguna parte del cuerpo señales de atenuación por la ropa y san Mateo así
lo subraya. La distribución de los golpes es perfecta, lo que descarta la
flagelación desordenada a la que son sometidos los reos durante el camino
al lugar de la ejecución.
Las fotos ultravioletas nos revelan el sadismo escalofriante de los
verdugos, pues se ensañaron en la parte delantera superior de la pierna,
junto a las ingles.
Había entre los romanos, varias clases de golpes o flagelaciones:
-Ciudadanos romanos; con varas verdes y flexibles, menos degradante.
-No romanos:
Iorum; amorataba las carnes (correa ancha).
Flagrum; las destruía (2 ó 3 correas estrechas).
Flagellum; empleado con Cristo. Constaba de 2 ó 3 tiras o
nervios de 35 a 40 cm. que en su punta tenían pedazos de
hueso o de metal que cortaban y desgarraban.
E. "SALVE, REY DE LOS JUDÍOS"
El tipo de suplicio que vamos a describir a continuación, no se recoge
en ningún tipo de código penal que haya existido jamás, por eso hace
suponer el afán de burla e insulto que se buscaba con ello, como nos
explican los evangelistas. Presenta el Hombre de Lienzo multitud de calcos
de sangre sobre todo el cuero cabelludo; estas lesiones están producidas
por objetos puntiagudos, clavados y frotados sobre el cutis de la cabeza, en
forma de corona o cofia de espinas. Se trata pues de un casquete de
espinas, a modo de las coronas reales de oriente, que produjo abundante
salida de sangre. Las heridas no se cerraban, pues el pincho se movía
continuamente.
En la frente podemos contar señales de 13 aguijones. Catorce
centímetros de la parte superior de la cabeza carecen de impronta en la
Sábana y por ello no vemos las marcas de la corona. Esto se debe a la
mentonera o paño que se utilizaba para mantener cerrada la boca del
difunto, que muchos especialistas identifican con el pañolón de Oviedo, el
cual primero reposo sobre el Rostro del Señor camino del sepulcro, y luego
se utilizó como mentonera, envuelto en torno al perímetro de la cara.
Es necesario considerar que la frente, las sienes y todo el cuero
cabelludo, presentan una capa nerviosa muy sensitiva a cualquier golpe o
pinchazo. Si calculamos las decenas (más de 50) que atraviesan el cráneo,
nos haremos una terrible idea del dolor que en su cabeza soportó el Señor.
Jesús fue crucificado con la corona de espinas, y el camino del calvario
lo efectuó con ella sobre la cabeza. la razón que nos permite afirmar esto
está en la nuca, la cual aparece horriblemente herida; se pueden contar los
coágulos perfectamente, es decir, se distinguen nítidamente las
perforaciones en la piel y si no hubiese estado la corona presente, el
rozamiento del patíbulo y las caídas hubiesen dejado una huella de sangre
informe y oscura; la corona actuó pues como dolorosísimo aislante,
evitando los golpes del madero e hincándose cada vez más profundamente
en la nuca.
¿Por qué se coronó de espinas a Cristo?
Los romanos solían jugar a un juego, tanto niños como adultos, que
encerraba cierto matiz de crueldad. En él se elegía un rey que debía
mandar sobre sus súbditos, ejecutando estos todo lo que se les ordenaba.
En las excavaciones y obras hechas en Jerusalén para la construcción del
convento de las Damas de Sión, en el lugar donde se sabe que estaba la
torre Antonia, se descubrió el enlosado del patio de dicha torre, el
lithóstrotos evangélico. En una de las losas se distingue un "tablero" para
dicho juego que los legionarios romanos utilizaban en sus largas horas de
acuartelamiento.
Resulta espontáneo que los soldados oyendo hablar de la realeza de
Jesús y movidos por el odio a los judíos, quisiesen divertirse coronándolo
rey de burlas "Salve, Rey de los Judíos", dándole bofetadas (Jn. 19, 3),
escupiéndole y golpeándole la cabeza coronada de espinas, a modo de
mitra (peri=en torno, epi=sobre). No está claro que clase de espino
emplearon pues crecen diversas especies en Jerusalén.
F. "CARGANDO CON SU CRUZ, SALIÓ HACIA EL LUGAR LLAMADO CALVARIO"
Este momento previo a la crucifixión, que ha llegado a ser una oración
importante en la tradición de la Iglesia, es perfectamente visible en el
Hombre de la Sábana. Fue un penoso camino seguido descalzo por el
Señor, que martirizó hasta el paroxismo su debilitado cuerpo.
Después de la condena a muerte, y una vez quitado el capuchón de
ignominia del que hablamos páginas atrás, se colocaba sobre sus hombros
el patibulum, el travesaño horizontal, y no toda la cruz como se ha
imaginado siempre. El palo vertical o stipes estaba ya enclavado en el
lugar de la crucifixión. Jesús recorrió este camino vestido y descalzo, pues
sus pies estás muy llagados y sobre los hombros se distinguen claramente
las huellas del patibulum y las de la flagelación. Si el patibulum, que
oscilaba entre 35 ó 40 kg. hubiese estado directamente sobre las heridas,
éstas se hubiesen abierto mucho más y por la fricción se hubiese
convertido toda la parte superior de la espalda en una enorme herida.
Al ir atado horizontalmente, con los brazos en cruz, no podía poner las
manos por delante en las caídas, lo cual suponía golpes muy fuertes en las
rodillas y en la cara. En la Sábana se distinguen las huellas de estas
contusiones, pues las rodillas están destrozadas, y tanto en ellas como en
la punta de la nariz se ha encontrado tierra adherida. El camino al Gólgota,
lo hizo descalzo pues la planta de los pies aparece escoriada y en el talón
derecho se encontró un elemento que en principio costó identificar, se trata
de lodo.
La razón de las caídas, además de la extrema debilidad de Jesús,
podemos encontrarla en que los condenados hacían el camino al lugar de
la ejecución (unos 500 metros de la Torre Antonia al Calvario) atados unos
a otros. Además cada uno llevaba atada la punta izquierda del patibulum al
tobillo izquierdo. En la Sábana se distinguen claramente las marcas de una
cuerda en esa posición en la pierna izquierda, a la altura de los gemelos.
Esta situación ponía a los condenados en un precario equilibrio. Si tenemos
en cuenta que los otros dos reos que iban con el Señor estaban siendo
flagelados por los soldados en el camino, llegamos a la conclusión de que al
estar más frescos huirían continuamente de los golpes, provocando tirones
bruscos de la cuerda, lo que haría perder el equilibrio al extenuado Jesús, el
cual debió caer al suelo en repetidas ocasiones. Es lógico pensar que los
soldados del cortejo, al ver el lamentable estado de Cristo, pensasen que
no iba a llegar vivo al Gólgota, y más movidos por el cumplimiento de sus
ordenes que por una falsa piedad, pidieron a un transeúnte que cargase el
patibulum del Nazareno.
Ciertamente si no hubiesen hecho esto, muy probablemente Jesús
habría fallecido por conmoción cerebral antes de ser crucificado.
Jesús llega al calvario destrozado, extenuado y sumamente débil,
deshidratado, atacado por una fiebre intensa y desfallecido de cansancio y
pena.
G. "Y ALLÍ LE CRUCIFICARON"
Multitud de médicos forenses han constatado ante la Sábana, que es
como si estuviesen delante del cadáver de un crucificado de la época
romana, pues todas las heridas están donde deben estar y sólo gracias a
los avances de la ciencia médica, se puede observar que este cadáver se
ha comportado, como cualquier cuerpo lo haría, ante el suplicio horroroso
de la cruz. Antes se conocía en la teoría, con la Sábana se baja a la
práctica.
Séneca dice refiriéndose a la crucifixión; in cruce membra distendere, y
el Lienzo nos presenta una estructura horrorosamente deformada,
hombros y codos están alargados y dislocados al máximo.
Fue clavado primero al travesaño y por las muñecas, no como lo
presenta el arte religioso de siglos, que nunca vio realmente a un
crucificado. Si hubiese sido clavado en las palmas, éstas no hubiesen
aguantado los tirones del peso del cuerpo en la cruz. Fue clavada cada
muñeca por el espacio de Desdot,situado entre los huesecillos del carpo,
con lo que se atravesó el nervio mediano, uno de los mas sensibles del
cuerpo pues es motriz y sensitivo. Quedó tenso como la cuerda de una
guitarra, y cada movimiento debía producir un dolor insoportable; los
médicos no se explican cómo no se volvió loco por el dolor. Al atravesar el
clavo este nervio, los pulgares se tensan hacia el centro de la mano, y por
eso no aparecen en la figura. Parece que tuvieron que desenclavar la
muñeca derecha, pues la herida está muy agrandada. Posiblemente
encontraron una veta en la madera.
Una vez que Cristo fue clavado por las muñecas al travesaño, los
tirones para subir el patibulum al stipes tuvieron que ser alucinantes. Fue
alzado del suelo de espaldas al palo vertical, seguramente le hicieron
ponerse de pie y 2 o más verdugos forzudos levantarían en vilo el
travesaño, con Jesús clavado. Este momento fue especialmente penoso,
pues la asfixia atenazaría el pecho de Cristo en pocos segundos, levantado
en el aire y sujetado sólo por las heridas dolorosísimas de las muñecas. Si
esto se hubiese prolongado 10 ó 15 minutos los médicos aseguran que
hubiese fallecido. Por lo tanto cuando le atravesaron juntos los dos pies, el
izquierdo sobre el derecho, a pesar de la nueva herida supuso un alivio
para su caja torácica, al encontrar un nuevo punto de apoyo ¡en la herida
de un clavo!
Cristo padeció una sed de locura antes y después de la crucifixión; una
sed que aturde la voluntad. Esto se verifica por la densidad de la sangre en
las heridas de los clavos y en los azotes, típica de una persona
deshidratada.
Jesús fue crucificado completamente desnudo, como lo verifican los
reguerillos de sangre de la espalda. la volemia descendió vertiginosamente
y el corazón tuvo que trabajar de forma extraordinaria para evitar la
muerte de los órganos vitales. El cerebro disminuyó el riego de los órganos
menos importantes (riñones y extremidades), y mandó todo su flujo a los
órganos principales (cerebro, pulmones,...) en previsión de una eventual
salida de la crisis; por eso no es de extrañar la lucidez hasta el último
instante en la cruz.
Desde el primer momento de la subida al madero, comienza el
verdadero suplicio del crucificado, la asfixia. Esta, aparte de los demás
dolores, constituye una lucha titánica de los músculos respiratorios por
inhalar un poco de oxígeno. El cuerpo, sobre las heridas de los clavos, debe
levantarse unos 17 centímetros para poder aspirar un poco de aire, pues la
posición normal del crucificado es el desmoronamiento absoluto e informe
sobre la cruz. Este levantamiento sobre sus heridas, agotó rápidamente las
escasas fuerzas de los músculos de los brazos y de las piernas,
produciendo calambres espasmódicos y terribles. Cada palabra constituía
un esfuerzo sobrehumano pues el aire no daba para tanto, y Cristo nos
dejó todo un testamento de amor y perdón en la cruz. Toda esta lucha por
respirar y hablar se verifica con las distintas direcciones de los regueros de
sangre en los brazos, según los movimientos de Cristo en la cruz, hacia
arriba o hacia abajo.
El pecho del Hombre del lienzo está muy deformado y dilatado, lo cual
es señal clara de la lucha respiratoria a la que nos referimos.
Al mismo tiempo que la asfixia, aparece un nuevo suplicio en cada
centímetro del cuerpo del crucificado. Se trata de la tetanización de TODOS
los músculos del cuerpo por la falta de oxígeno. Es como el dolor de las
agujetas (cristales en los músculos) multiplicado por mil.
La fiebre, que apareció después de la flagelación, aumenta hasta 40 ó
41 grados, lo cual produjo malestar y un frío intenso al reo.
La mala situación general de Jesús empeora; la muerte se está
acercando.
H. "E INCLINANDO LA CABEZA, ENTREGÓ EL ESPÍRITU"
Habida cuenta de la titánica lucha por inhalar un poco de aire, podemos
concluir que las posturas de los reos en la cruz son dos, verificadas - como
dijimos - por la dirección y el ángulo de los regueros de la sangre en los
brazos: una de caída y otra de elevación. En su Evangelio, san Juan nos
ofrece un elemento precioso que nos permite conocer en qué postura
murió Cristo; "e inclinando la cabeza, entregó el espíritu" (Jn. 19, 30). En la
posición de caída es físicamente imposible inclinar la cabeza pues está
inmovilizado el esternocleidomastoideo; para hacerlo más gráfico invito al
lector a tratar de inclinar la cabeza hacia delante con los brazos levantados
no en cruz sino hacia arriba, el resultado se acentúa si el cuerpo está
colgando. Además en esta postura no se puede respirar y por lo tanto
tampoco se puede hablar y menos gritar, como sucedió con Cristo en el
momento de la muerte según narran los evangelistas. La muerte en
conclusión, le vino al Señor en la posición de elevación, en la cual sí podía
hablar, gritar e inclinar la cabeza. La Sábana también desvela este punto
pues la rigidez cadavérica ha dejado la cabeza en esta postura, inclinada.
La distancia de la barbilla al esternón, en posición normal es de unos 28
centímetros. En el Lienzo esa distancia es de 8 centímetros: la cabeza está
inclinada sobre el pecho.
Los médicos discuten las posibles causas de la muerte, que en resumen
pudieron ser:
-Conjunto o cúmulo de circunstancias; pérdida de sangre, asfixia, mal
estado general.
-Infarto de miocardio, que según los cardiólogos, explicaría el líquido
seroso en el momento del lanzazo.
-Asfixia; tetanización total de los músculos respiratorios.
Debemos tener en cuenta que Jesús tuvo conciencia plena hasta el
último instante de su vida. Si hubiese muerto por asfixia y shock
traumático habría perdido el conocimiento y entrado en un estado
comatoso, como en la generalidad de los casos. Parece por ello más
probable la muerte por rotura de corazón, aunque tampoco en este punto
hay unanimidad en cómo sucedió el infarto y de qué tipo fue.
Una vez muerto Jesús recibió una lanzada en el costado, que le interesó
el corazón. Sabemos que sucedió en este momento, pues los bordes de la
herida no son elásticos y se trata de sangre postmortal. La abertura del
costado mide 45 milímetros y coincide perfectamente con las puntas de
lanza romanas encontradas. El hombre que alanceó al Señor era un
profesional en el manejo de este arma.
La rigidez cadavérica comenzó a manifestarse rápidamente. El cuerpo
está sumamente rígido y tenso; con toda seguridad debieron manifestarse
los primeros síntomas del rigor mortis antes del fallecimiento.
I. "LE ENVOLVIÓ EN UNA SÁBANA LIMPIA"
El sol se ocultó el 14 del Nisán de aquel año, 785 de la fundación de
Roma, a las 18,08. La aparición de la tercera estrella y el consiguiente
descanso sabático fue sobre las 19,08. Los pocos fieles en torno a Jesús,
tenían sólo media hora para pedir el cuerpo a Pilato, comprar la Sábana,
bajar el cuerpo, quitar los clavos, transportarlo al sepulcro y sepelirlo. Faltó
tiempo para una sepultura completa: la Ley preveía que en casos como
este, se completara el enterramiento el domingo. San Juan narra como
testigo presencial: "Según es costumbre sepultar entre los judíos, allí pues,
a causa de la paresceve de los judíos, puesto que el monumento estaba
cerca, pusieron a Jesús"
La costumbre judía era lavar el cadáver siete veces con agua tibia,
cortarle el pelo, rasurarle, perfumarle y ungirlo con diversas esencias. Este
Hombre, tratado desde este momento con un cuidado exquisito, fue
enterrado con prisas, lo cual concuerda con los evangelios "a causa de la
paresceve de los judíos". El sepelio fue forzosamente precipitado.
"José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su
sepulcro nuevo" (Mt. 27, 59-60)
Jesús no fue rasurado, ni vestido, ni lavado, simplemente desnudo, con
sus heridas llenas de sangre coagulada, envuelto en una Sábana y
colocado en el sepulcro.
La cabeza de Jesús fue atada para mantener la boca cerrada como más
atrás referimos; esta mentonera ha impedido que la parte superior de la
cabeza se marcase en la Sábana. Le peinaron cuidadosamente el cabello
con una trenza propiamente judía y colocaron 2 moneditas de cobre sobre
sus ojos. El Hombre de la Sábana, hasta entonces brutalmente flagelado y
asesinado, fue tratado desde el momento del descenso de la cruz con
cariño, con mimo; casi maternalmente. La Sábana fue cuidadosamente
acomodada a todas las partes del cuerpo, especialmente en las más
heridas, lo cual nos ha dejado una impronta mucho más clara. Sabemos de
la presencia de María, la Madre, en el Gólgota. ¿Por qué no traducir ese
respetuoso cariño con el cadáver a sus manos maternales?
J. "VIO Y CREYÓ"
Su Santidad Juan Pablo II en una visita pastoral a Turín en 1980, dijo en
la Catedral; "El misterio Pascual ha encontrado aquí alguno de sus más
espléndidos testigos... No podría ser de otra manera tratándose de la
ciudad que atesora una reliquia tan insólita y misteriosa como la Sábana
Santa: ese extraordinario testigo -si hemos de aceptar los argumentos de
tantos hombres de ciencia- de la Pascua, de la Pasión, de la Muerte y de la
Resurrección. Testigo mudo, pero al mismo tiempo, asombrosamente
elocuente"
Hay que tener presente ante todo, que la Iglesia no se ha pronunciado
nunca sobre la autenticidad del lienzo, que la prueba de la Resurrección de
Cristo sólo puede venirnos de la Revelación. La Sábana no puede probar la
resurrección de nadie, ella no fundamenta, como dijimos, nuestra fe, pero
existen (según los científicos) rasgos positivos que la atestiguan como
testigo presente y mudo.
La Sábana Santa nos aporta, junto con el Evangelio, detalles
insospechados.
Narra san Juan (Jn. 20, 3-9): "salió, pues, Pedro y con él el otro discípulo,
y se dirigían al sepulcro. Y corrían los dos a una; mas el otro discípulo,
como corría más aprisa que Pedro, le pasó delante, y llegó primero al
sepulcro; y habiéndose agachado, ve los lienzos por el suelo; con todo, no
entró. Llega, pues, también Simón Pedro en pos de él y entró en el
sepulcro, y contempla los lienzos por el suelo, y además el sudario, que
había estado sobre su cabeza, no por el suelo con los lienzos, sino plegado
en lugar aparte. Entonces, pues, entró también el otro discípulo, que había
llegado primero al sepulcro, y vio y creyó; pues todavía no conocían la
Escritura, que había de resucitar de entre los muertos". Existe todo un
trabajo bíblico exegético sobre este pasaje, en lo referente a la Sábana.
Sólo vamos a fijarnos en 2 aspectos.
El verbo griego Kéimai, que en su participio kéimena san Juan aplica a
los lienzos (othónia) que encuentra en el sepulcro, significa yacer, estar
tendido, aplanado, alisado. Este verbo se dice por ejemplo de la
disminución de una inflamación en un órgano. Aplicado al texto significa
que estos lienzos, la Sábana, estaban abultados por el cadáver de Cristo.
Así quedaron dos días atrás, la tarde del viernes. Cuando entraron en el
sepulcro Pedro y Juan, éste comprobó que los lienzos estaban en la misma
posición, pero deshinchados (kéimena), vacíos, aplanados. Por lo tanto no
debe traducirse "y contempla los lienzos por el suelo", sino más bien "y
contempla los lienzos deshinchados".
¿Por qué dice el texto que san Juan "vio y creyó"? ¿Qué vio para creer?
mejor dicho ¿qué no vio? si en el sepulcro estaba sólo la Sábana y era
posible el robo del cadáver ¿Por qué creyó y comprendió las Escrituras?
Además dice el Evangelio "y el sudario enrollado aparte", la traducción
real de sudarium no es mortaja sino pañuelo para quitar el sudor, la
mentonera que envolvía la cabeza de Jesús para mantenerle la boca
cerrada. Tampoco la negación ou kéimenon debe traducirse por "enrollado
aparte". Esta negación no implica lejanía física entre la Sábana y el sudario.
En la Sagrada Escritura no se emplea nunca con ese sentido. Significa más
bien que el sudario no estaba desinflado como los lienzos, lo cual es
bastante lógico, pues hemos comprobado páginas atrás que la mentonera,
el sudario, estaba enrollada en torno a la cabeza para mantener la boca
cerrada del cadáver; así lo corrobora el original griego: el sudario estaba
(entetyligménon) arrollado. Si desaparece la cabeza a la que circunda, la
Sábana queda desinflada. El sudario o mentonera queda dentro de la
Síndone mas no allanado, sino abultado, enrollado como un aro al vacío.
Cuando Juan vio la Sábana alisada, allanada a ras de suelo y en el sitio
de la cabeza, el pañolón enrollado, vacío, sin nada dentro, comprendió que
Cristo había resucitado porque entendió que si alguien hubiese robado el
cadáver, los lienzos no podían estar así, en la misma posición que él los
dejo pero desinflados, vacíos; Jesús se había volatilizado, había
desaparecido, su cuerpo es como si se hubiese desintegrado, "atravesó" la
Sábana y se marchó (recordemos las apariciones de Jesús con las puertas
del Cenáculo cerradas).
Un detalle que confirma todo esto es el de las heridas, cuyos bordes se
presentan perfectos; es decir, el calco de las heridas en la Sábana no
muestra ninguna deficiencia. Si el cadáver se hubiese levantado y
"destapado", o hubiese sido robado, al mover la Sábana lógicamente los
contornos de las heridas se hubiesen corrido al despegarlos del lienzo, pero
éstos aparecen nítidos y precisos. Tal como aparecen es imposible que el
cuerpo haya sido despegado de la Sábana, es como si Él debiese estar aún
dentro de la Sábana. La solución más lógica (dentro de lo ilógico de todo el
asunto) es que el cuerpo se volatilizó, se esfumó, dejando intacta la
Sábana.
En el momento en que se produjo la impronta, el cadáver estaba en
levitación, estaba en el aire. ¿Cómo podemos concluir esto? Debido a que
ambas caras del cuerpo, el frente y el dorso, aparecen marcados con la
misma intensidad, y si como dijimos la imagen es tridimensional, las zonas
del cuerpo apoyadas en el sepulcro (glúteos, espalda) deberían aparecer
más marcadas, con más superficie de impresión, y aparecen igual por
ambos lados.
¿Cómo se formó la imagen, la impronta? Se han dado multitud de
teorías, los científicos de STURP concluyeron en 1978 que la imagen se
formó por medio de una radiación lumínico-térmica desconocida, que
emanó del cuerpo que envolvía el lienzo. Esta radiación súbita de luz duró
una milésima de segundo, pues de haber durado más hubiese quemado el
lienzo. Los hilos están sólo chamuscados superficialmente.
Esta energía es desconocida para estos científicos; no puede ser
energía atómica pues si ese cuerpo de unos 80 Kg. de peso, hubiese
entrado en reacción atómica, habría hecho desaparecer la Sábana y con
ella, todo Jerusalén, como resultado de la explosión.
Se utilizaron todo tipo de energías conocidas; láser, rayos gamma... y
no se llegó a ninguna conclusión salvo lo ya dicho, que se trata de una
radiación lumínico térmica desconocida, uniforme, que emanó de todas las
partes del cuerpo, por igual.
No han faltado expertos sindonólogos como Mons. Ricci o Maria Grazia
Siliato que han desestimado la radiación lumínico-térmica como formadora
de la impronta, basándose en que ésta no es fluorescente y sí debería serlo
en caso de estar producida por una energía radiante de naturaleza
explosiva. Para ellos la impronta se ha formado por la reacción química de
diversos elementos (sudor, sangre, mirra, áloe,...) en condiciones de
temperatura favorables, lo cual produjo la deshidratación de lino.
Esta posición parece más improbable pues en ningún modo justifica la
tridimensionalidad perfecta de toda la impronta sindónica. Jean Baptiste
Rinaudo, especialista francés en medicina nuclear, logró producir a inicios
de 1993 una huella en un tejido de lino con las mismas características del
Lienzo. Este científico comprobó que la imagen no es más que una
ligerísima oxidación de las microfibrillas más superficiales del lino. Hasta
este punto coinciden los sostenedores de ambas teorías sobre la formación
de la impronta. Pero para Rinaudo sí se formó por una liberación de
energía, por la cual el hidrógeno pesado (deuterio) libera un protón y un
neutrón, siendo el protón -fuertemente energético- capaz de crear esa
imagen sobre la tela. Además al chocar el neutrón con los núcleos atómicos
del carbono, se transforman en carbono 14, enriqueciendo el porcentaje de
éste, por lo que la tela parece más "joven". Concluye Rinaudo que para la
formación de la impronta se requiere una energía justa y precisa; con un
poco más de energía habría salido "oscura", y si hubiese sido escasa sería
ilegible. Según este científico; "es exactamente como si alguien hubiera
tenido la intención precisa de provocar esa imagen".
IV. CONCLUSIÓN
Todo este trabajo no es una prueba científica de la resurrección de
Cristo. Eso es materia de fe. No hay que "creer" en la Sábana. Se trata más
bien de un testimonio de su realidad histórica, en perfecta consonancia con
el Evangelio. La Iglesia y la fe han existido y crecido durante veinte siglos
sin necesidad de conocer a fondo la Sábana, pero es curioso que en medio
de esta sociedad secularizada y desacralizada, surja el Lienzo, gracias a los
adelantos técnicos que tantas veces ensoberbecen al hombre, como
testigo inapelable e inexplicable del amor de Dios observado desde la
Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, que emerge, ahora más que
nunca, como Señor de todas las cosas.
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