Romances y canciones de ciego

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ROMANCES Y CANCIONES DE CIEGO

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Es característico de la literatura española la existencia de una copiosísima cantidad de poemas breves, de carácter narrativo, los romances, transmitidos hasta nuestros días, a menudo por vía oral. Pegalajar, como el resto de los pueblos de Sierra Mágina, no ha escapado al influjo de los romances, transmitidos de boca en boca hasta nuestros días. Y lo ha hecho con una música característica y propia (totalmente autóctona), que se diferencia notablemente de los municipios del entorno. No es posible saber la razón por la que nuestras gentes los incorporaron desde hace mucho tiempo a las fiestas de Navidad, cantándolos con la zambomba al par que los villancicos y los aguilandos. Hemos tenido la suerte de rescatar un buen número de ellos, junto con una numerosa cantidad de Canciones de Ciego o de Cordel, aprendidas de memoria por los vecinos del pueblo, tras escuchar la recitación correspondiente y adquirir (por unos céntimos) la transcripción escrita de la misma.

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ROMANCES Y CANCIONES DE CIEGO

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ROMANCES Y CANCIONES DE CIEGO

EL ROMANCERO POPULAR

Es característico de la literatura española la existencia de una copiosísima cantidad de poemas breves, de carácter narrativo, los romances, transmitidos hasta nuestros días, a menudo por vía oral.

El conjunto de esta enorme producción se designa con el nombre de

romancero, si bien es preciso distinguir dentro de él diversas categorías según sus temas y según su origen.

Métricamente los romances están formados por series indefinidas de

versos octosílabos, rimando en asonancia los versos pares y dejando libres los impares.

En un principio, los romances fueron predominantemente épicos y

heroicos. Más tarde adquirieron también un tono lírico, siendo los siglos XIV y XV el principio y el apogeo de los primeros romances.

La mayoría de los romances viejos o tradicionales nos han llegado

como anónimos, a través de la tradición oral. ¿Cuál es su origen? Hoy se cree que los romances no son otra cosas que los fragmentos más gustados y más conocidos de los Cantares de Gesta que recitaban los juglares. De estas recitaciones, el pueblo recordaba los momentos culminantes que repetían y aprendían después.

Los primeros romances, por tanto, son fragmentos de la poesía épica de Castilla transmitidos por tradición oral. Y los versos octosílabos son los hemistiquios en que se reparten los versos largos de los poemas épicos que constaban de 16 sílabas.

El autor del romance es el del Cantar de Gesta. El pueblo no actúa

sobre el romance más que para deformarlo, ya que el trasiego de boca en boca origina que, de cada romance, se encuentren infinidad de versiones, según el país y la época en que se hablan.

La enorme popularidad de los romances haría, seguramente, a los

juglares, componer a base de ellos sus recitales, creando poemas narrativos breves a imitación de los mismos.

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Después de los romances juglarescos, vinieron los fronterizos y moriscos, tras los incidentes, torneos y aventuras durante la Reconquista. El pueblo musulmán (bravo y caballeresco) sirvió de protagonista a los referidos romances fronterizos. Son de destacar también los romances históricos, los carolingios, los novelescos, los líricos y los artísticos.

El romancero español constituye un maravilloso mundo de poesía, sin

par en la literatura mundial. La enérgica y rápida narración de los romances tradicionales épicos; la riqueza cromática y la brillante fantasía de algunos carolingios; el color y la animación de los fronterizos; la capacidad evocadora, el hondo patetismo o la ingenua malicia de los novelescos y la sugestión emotiva de los líricos, bastan para calificar al romancero español como uno de los más ricos y complejos conjuntos poéticos creados por la inspiración del pueblo.

Desde el siglo XV hasta nuestros días evolucionaron los romances,

hasta el punto que todos nuestros mejores poetas (Lope de Vega, Góngora, Quevedo, García Lorca, Antonio Machado…) han creado ellos mismos bellísimos romances artísticos.

Pegalajar, como el resto de los pueblos de Sierra Mágina, no ha

escapado al influjo de los romances, transmitidos de boca en boca hasta nuestros días. Y lo ha hecho con una música característica y propia (totalmente autóctona), que se diferencia notablemente de los municipios del entorno. No es posible saber la razón por la que nuestras gentes los incorporaron desde hace mucho tiempo a las fiestas de Navidad, cantándolos con la zambomba al par que los villancicos y los aguilandos.

Hemos tenido la suerte de rescatar un buen número de ellos, junto con

una numerosa cantidad de Canciones de Ciego o de Cordel, aprendidas de memoria por los vecinos del pueblo, tras escuchar la recitación correspondiente y adquirir (por unos céntimos) la transcripción escrita de la misma.

Todas las pasiones del alma humana quedan reflejadas en las referidas

canciones de ciego, que hacían llorar a nuestros mayores cuando las recitaban o cantaban a sus hijos y nietos. También los romances y las canciones de ciego, junto con los villancicos y los aguilandos, merecen ser conservados como patrimonio cultural de nuestro pueblo.

JOAQUÍN QUESADA GUZMÁN. MAESTRO JUBILADO

DE EDUCACIÓN PRIMARIA

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LOS ROMANCES, SEGÚN AZORÍN

“Romances, viejos romances, centenarios romances, romances populares. ¿Quién os ha compuesto? ¿De qué cerebro habéis salido y qué corazones habéis aliviado en tanto que la voz os cantaba?

Los romances evocan en nuestro espíritu el recuerdo de las viejas

ciudades castellanas, de las callejuelas de los caserones, de las anchas estancias con tapices, de los jardines con cipreses.

Estos romances populares, tan sencillos, tan ingenuos, han sido dichos

o cantados en el taller de un orfebre, en un cortijo, junto al fuego, de noche; en una calleja, a la mañana, durante el alba, cuando la voz tiene una resonancia límpida y un tono de fuerza y de frescura.

Muchos de estos romances son artificiosos y pulidos. Os conocemos:

vosotros habéis sido escritos por algún poeta que ha querido mostrar en ellos su retórica, su lindeza y su elegancia. Otros, breves, toscos, tienen la hechura y la emoción de la obra que ha sido pensada y sentida.

Estos romances populares, ¿los ha compuesto realmente el pueblo?

¿Los ha compuesto un tejedor, un alarife, un carpintero, un labrador, un herrero? O bien ¿son estos romances la obra de un verdadero artista, es decir, de un hombre que ha llegado a saber que el arte supremo es la sobriedad, la simplicidad y la claridad?

Romances caballerescos, romances moriscos, romances populares: a lo

largo de vuestros versos se nos aparece la España de hace siglos. Entre todos los romances, amamos los más breves. Son estos romances unas visiones rápidas, sin más que un embrión de argumento. Han podido ser estos romances concebidos por un hombre no profesional de las letras.

Los otros, más largos, más complicados, revelan un estudio, un

artificio, diversas manipulaciones y transformaciones, que han hecho que la obra llegue a ser como hoy la vemos.

Aquéllos son a manera de una canción que se comienza y no se acaba;

algo ha venido a hacer enmudecer al autor; algo que no sabemos lo que es, y que puede ser fausto o trágico. Lo inacabado tiene un profundo encanto. Esta fuerza rota, este impulso interrumpido, este vuelo detenido, ¿qué hubieran podido ser y adónde hubieran podido llegar?

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Estos romances breves reflejan un minuto de una vida, un instante fugitivo, un momento en el que un estado de alma que comienza a mostrársenos, no acaba de mostrársenos. Tiene la atracción profunda de un hombre con quien hemos charlado un momento sin conocerle, en una estación, en una antesala, y a quien no volveremos a ver.

O el encanto, inquietante y misterioso, de una de esas mujeres que, no

siendo hermosas, durante unas horas de viaje llegamos a encontrarles una belleza apacible, callada, que ya durante tiempo, desaparecida esa mujer en el remolino de la vida. ha de quedar en nuestra vida como un reguero luminoso”…

José Martínez Ruiz. “Azorín”

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EL PAJE Y LA INFANTA (VERSIÓN DE PEGALAJAR) – Vete por esos jardines, – Gerineldo, Gerineldo, cogiendo rosas y lirios. Gerineldito pulido, Y al tirar de una rosita ¡quién te pillara esta noche al encuentro le han salido. dos horas a mi albedrío! – ¿Dónde vienes, Gerineldo, – Como soy vuestro criado, tan triste y tan pensativo? os queréis burlar conmigo. – Vengo del jardín, señores, – No me burlo, Gerineldo, de coger rosas y lirios. que de veras te lo digo: ¡La fragancia de una rosa que a las diez se acuesta el rey me ha trastornado el sentido! y a las once está dormido, – No lo niegues, Gerineldo, entre las once y las doce con la princesa has dormido. se cumple lo prometido. – ¡Dame la muerte, buen rey, Con zapatitos de seda supuesto la he merecido! para subir al castillo. – No te la doy, Gerineldo, – ¿Quién ha sido ese pagano que te he criao en de niño. que a mi castillo ha subido? Para mañana a estas horas – Es el paje Gerineldo seréis esposa y marido. que viene a lo prometido. Lo ha cogido de la mano y en su cuarto lo ha metido. Se acostaron en la cama como mujer y marido. El rey que lo estaba oyendo, al encuentro le ha salido. – ¿Cómo mato a Gerineldo si lo he criao en de niño? Y si mato a la princesa, queda palacio perdido. Pondré mi espada por medio y que sirva de testigo. Y a lo frío del acero la infanta se ha conmovido. – Levántate, Gerineldo, mira que somos perdidos, que la espada de mi padre entre los dos ha dormido. – ¿Por ónde me voy, princesa, que no sea descubrido? Informante: Catalina Guzmán López

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EL PAJE Y LA INFANTA (VERSIÓN RECOPILADA POR MENÉNDEZ PIDAL)

El romance de Gerineldo y la Infanta es uno de los más conocidos y difundidos por toda España. Está fundado en los legendarios amores de Eginardo, secretario y camarero de Carlomagno, con Emma, la hija del emperador.

El detalle de la espada interpuesta en el lecho es un viejo símbolo

jurídico indicador del respeto a la virginidad. Así, el rey del romance interpone su espada como expresión de un imposible deseo de proteger la pureza de su hija y, a la vez, como una acusación y una amenaza.

Se transcribe a continuación la versión recopilada por Menéndez Pidal

en algún otro lugar de España, con el único objeto de compararla con la de nuestro pueblo (mucho más pobre e incompleta, como consecuencia del trasvase oral a lo largo de muchas generaciones)… Lo mismo ha ocurrido en pueblos de nuestra misma Comarca (ver más adelante la versión recopilada en Jódar)…

Es propio de los romances el referido trasvase oral dentro de la

coincidencia fiel en la temática central…

– Gerineldo, Gerineldo, paje del rey más querido, ¡quién te tuviera esta noche en mi jardín florecido! ¡Válgame Dios, Gerineldo, cuerpo que tienes tan lindo! – Como soy vuestro criado, señora, burláis conmigo. – No me burlo, Gerineldo, que de veras te lo digo. – ¿Y cuándo, señora mía, cumpliréis lo prometido? – Entre las doce y la una, que el rey estará dormido. Media noche ya es pasada, Gerineldo no ha venido.

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– ¡Oh, malhaya, Gerineldo, – Levántate, Gerineldo, quien amor puso contigo! levántate, dueño mío. – Abráisme, la mi señora, La espada del rey mi padre abráisme, cuerpo garrido. entre los dos ha dormido. – ¿Quién a mi estancia se atreve, – ¿Y adónde iré, mi señora, quién llama así a mi postigo? que del rey no sea visto? – No os turbéis, mi señora, – Vete por ese jardín que soy vuestro dulce amigo. cogiendo rosas y lirios, Tomárolo por la mano pesares que te vinieren y en el lecho lo ha metido. yo los partiré contigo. Entre juegos y deleites – ¿Dónde vienes, Gerineldo, la noche se les ha ido, tan mustio y descolorido? y allá hacia el amanecer – Vengo del jardín, buen rey, los dos se duermen vencidos. por ver cómo ha florecido. Despertado había el rey La fragancia de una rosa de un sueño despavorido: la color me ha desvaído. “o me roban a la infanta – De esa rosa que has cortado o traicionan el castillo”. mi espada será testigo. Aprisa llama a su paje – Matadme, señor, matadme, pidiéndole los vestidos: bien lo tengo merecido. – Gerineldo, Gerineldo, Ellos en estas razones el mi paje más querido. la infanta a su padre vino: Tres veces le había llamado, – rey y señor, no le mates, ninguna le ha respondido. mas dámelo por marido. Puso la espada en la cinta, O si lo quieres matar adonde la infanta ha ido. la muerte será conmigo. Vio a su hija, vio a su paje, como mujer y marido. – ¿Mataré yo a Gerineldo, a quien crié desde niño? Pues si matare a la infanta mi reino queda perdido. Pondré mi espada por medio, que me sirva de testigo. Y salióse hacia el jardín sin ser de nadie sentido. Rebullíase la infanta tres horas ya el sol salido, con el frior de la espada la dama se ha estremecido. Recopilación realizada por Menéndez Pidal

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EL PAJE Y LA INFANTA (VERSIÓN RECOPILADA EN JÓDAR)

– Gerineldo, Gerineldo, – Levántate, Gerineldo, Gerineldito pulido, vete ya, dueño querío, quién te pillara esta noche que la espada de mi padre tres horas a mi albedrío. entre los dos ha dormío. – Como soy vuestro criado, – ¿Por dónde me iré yo ahora señora os burláis conmigo. que no sea conocío? – No me burlo, Gerineldo, – Vete por esos jardines que de veras te lo digo. cogiendo rosas y lirios. Dale tres vueltas al palacio El rey que ya lo sabía y otras tantas al castillo. al encuentro le ha salío. Cada escalera que sube – ¿Dónde vienes, Gerineldo, se le escapa un suspirillo. tan triste y descolorío? En la última escalera – Vengo por estos jardines la princesa lo ha sentío. cogiendo rosas y lirios, – ¿Quién ha sido ese animal, con el olor de las flores quién ha sido ese atrevío, los colores se me han ío. que a deshoras de la noche – De esa rosa que has cortao en mi casa se ha metío? mi espada será testigo. – Señora, soy Gerineldo, No me lo niegues, traidor, que vengo a lo prometío. que con mi niña has dormío, Se agarraron a jugar y antes que llegue la noche como mujer y marío, tienes que ser su marío. y a eso de la media noche Tengo juramento hecho se han quedao dormiditos. a la Virgen de la Estrella, Al rey que se le ofreció que mujer que haiga gozao un mandao muy preciso no me he de casar con ella. fue al cuarto de la princesa y se los encontró dormíos. – ¿Cómo mato a Gerineldo si ende chico lo he tenío? Y si mato a la princesa queda el palacio perdío. Pondré la espada por medio y que sirva de testigo. Con el frío de la espada la princesa lo ha sentío. Versión del Paje y la Infanta recopilada en Jódar

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EL PAJE Y LA INFANTA + LA BODA ESTORBADA (1ª VERSIÓN) Se han extendido las guerras – ¡Ay, qué limosna tan corta por Francia y por Portugal, para la que solíais dar! y a Gerineldo lo llevan – ¿De dónde es usted, señora? de capitán general. – Soy de Francia natural. – Si en siete años no vuelvo, – ¿Sabe usted si la princesa princesa, puedes casar. está viuda o casá? Cumplidos los siete años, – A vuestros pies la tenéis camino de ocho van, pa lo que gustéis mandar, estando un día comiendo y la señora de ahora su padre comenzó a hablar: que se venga de criá. – ¿por qué no casas, princesa? – Eres el diablo, romero, – Papá, no puedo casar, o me has venido a tentar. que tengo carta en mi pecho – No soy el diablo, romero, que el rey conde vivo está. ni te he venido a tentar, – Ponte el vestido de seda que el rey conde es mi marido y encima un rico sayal, y me lo vengo a llevar. vete en visita en visita, vete en lugar en lugar, pidiendo una limosnita para poder transitar. Y a la subida de un cerro y al bajar de un arenal, vido venir un ganado con mucho yerro y señal. – Vaquerito, vaquerito, vaquerito, vaquerá. ¿De quién es ese ganado con tanto yerro y señal? – Es del conde Gerineldo que está mandado a esposar. De que estas palabras oye, se cayó al suelo mortal. – Vaquero, toma esta bolsa y ayúdame a levantar, y arrímame a las paredes a la puerta del zaguán. Informante: Y a pedir una limosna Catalina Guzmán López el rey conde vino a dar.

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EL PAJE Y LA INFANTA + LA BODA ESTORBADA (2ª VERSIÓN) y se fue a peregrinar. Grandes guerras se publican Anduvo por mar y tierra, por la tierra y por el mar, no pudo al conde encontrar. y a Gerineldo lo nombran Cansada va la romera, por capitán general. que ya no puede ni andar, Lloraba la condesita, subió a un puerto, no dejaba de llorar, miró a un valle terminan de ser casados y un castillo vio asomar. se tienen que separar. – Si aquel castillo es de moros, – ¿Cuántos días, cuántos meses, ellos me cautivarán, piensas estar por allá? mas si es de buenos cristianos – Deja los meses, condesa, ellos me han de remediar. por años debes contar. Y bajando unos pinares Si a los tres años no he vuelto, gran vacada fue a encontrar. viuda te puedes llamar. – Vaquerito, vaquerito, Pasan los tres y los cuatro, te quisiera preguntar: nuevas del conde no van, ¿de quién llevas tantas vacas, ojos de la condesita todas de un hierro y señal? no cesaban de llorar. – De Gerineldo, señora, Un día, estando en la mesa, que en aquel castillo está. su padre le empieza a hablar: – Vaquerito, vaquerito, – deja el llanto, condesita, más te quiero preguntar: nueva vida tomarás; y tu amo, Gerineldo, condes y duques te piden, ¿cómo vino por acá? te debes, hija, casar. – De la guerra vino rico, – Carta en mi corazón tengo: mañana se va a casar. Gerineldo vivo está. Ya están muertas las gallinas, Dame licencia, mi padre, ya están amasando el pan, para el conde ir a buscar. mucha gente convidada – La licencia tienes, hija, de lejos llegando va. mi bendición además. – Vaquerito, vaquerito, Se retiró a su aposento, por la Santa Trinidad, llora que te llorará, por el camino más corto un brial de seda verde me debes de encaminar. que valía una ciudad, Jornada de todo un día y encima del brial puso y medio hubo de andar. un hábito de sayal, Llegada frente al castillo esportilla de romera Gerineldo fue a encontrar. sobre el hombro se echó atrás, – Una limosna, buen conde, cogió un bastón en la mano por Dios y su caridad.

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– ¡Oh, qué ojos de romera, – No la maldiga ninguno en mi vida los vi tal! que es mi mujer natural. – Sí los habrás visto, conde, Con ella vuelvo a mi tierra, que de Sevilla vendrán. adiós, señores, quedad. – ¿De Sevilla es la romera? Quédese con Dios la novia, ¿Qué se cuenta por allá? vestidita y sin casar, – De Gerineldo, señor, que los amores primeros poco bien y mucho mal. son muy malos de olvidar. Se ha echado mano al bolsillo, un real de plata le da. – Para tan grande señor poca limosna es un real. – Que pida la romerica, que lo que pida tendrá. – Pido ese anillo de oro, que en su dedo chico está. Abrióse de arriba abajo el hábito de sayal. – ¿No me conoces, buen conde? ¡Mira si conocerás el brial de seda verde que me diste al desposar! Al mirarla con tal traje el conde cayó hacia atrás. Ni con agua ni con vino lo podían consolar, sino con palabras dulces que la romera le da. La novia bajó llorando al ver al conde mortal, abrazando a la romera Gerineldo fue a encontrar. – Malas mañas saca el conde, que no podré yo olvidar, pues viendo una buena moza sólo piensa en abrazar. ¡Malhaya la romerica, quién la trajo para acá! Informante: Juan Jesús Merino García

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EL PAJE Y LA INFANTA + LA BODA ESTORBADA (3ª VERSIÓN)

Nueva versión (no recopilada en Pegalajar), que debemos comparar

con las recogidas y cantadas en nuestro pueblo con motivo de la Navidad…

Grandes guerras se publican – Vaquerito, vaquerito, entre España y Portugal. por la Santa Trinidad, Pena de la vida tiene que me niegues la mentira quien no se quiera embarcar. y me digas la verdad: A Gerineldo le nombran ¿de quién son estas vaquitas de capitán general. que en estos montes están? Del rey se fue a despedir, – De Gerineldo, señora, de su esposa otro que tal. que manda en este lugar. La condesa, que era niña, – ¿Y de quién son esos trigos todo se le va en llorar. que cerca están de segar? – Dime, conde, ¿cuántos años – Señora, del mismo conde tienes de echar por allá? porque los hizo sembrar. – Si a los seis años no vuelvo, – ¿Y de quién tantas ovejas condesa, os podéis casar. que a corderos dan mamar? Pasan los seis y los ocho, – Señora, de Gerineldo, pasan diez y pasan más; porque los hizo criar. Gerineldo no tornaba – ¿De quién, dime, esos jardines ni nuevas suyas fue a dar. y ese palacio real? Estando en su estancia sola, – Son del mismo caballero, fuéla el padre a visitar: porque allí suele habitar. – ¿qué tienes, hija querida, – ¿Y de quién son los caballos que no cesas de llorar? que se oyen relinchar? – Padre de toda mi alma, – De Gerineldo, que suele por la Santa Trinidad, con ellos ir a cazar. que me queráis dar licencia – ¿Y quién es aquella dama para el conde ir a encontrar. que un hombre abrazando está? – Mi licencia tenéis, hija, – La desposada señora haced vuestra voluntad. con que el conde va a casar. La condesa, al otro día, – Vaquerito, vaquerito, al conde se fue a buscar, por la Santa Trinidad, triste por Italia y Francia, toma mi ropa de seda por la tierra y por la mar. y vísteme tu sayal, Ya estaba desesperada, que ya hallé lo que buscaba, ya se torna para acá, no lo quiero, no, dejar. cuando gran vacada un día divisó allá en un pinar.

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– Agárrame de la mano Y, cabalgando de un salto, y a su puerta me pondrás, a su esposa fue a tomar, que a pedirle voy limosna que, de alegría y contento, por Dios, si la quiere dar. no cesaba de llorar. Desque estuvo la condesa Corriendo iba, corriendo, del palacio en el umbral, corriendo va sin parar, una limosnita pide hasta que llegó al castillo que se la den por piedad. donde es señor natural. Y fue tanta su ventura, Quedádose ha la novia aún más que era de esperar, vestidita y sin casar, que la limosna demanda que quien de lo ajeno viste y el conde se la fue a dar. desnudo suele quedar. – ¿De dónde eres, peregrina? – Soy de España natural. – ¿Y cómo llegaste aquí? – Vine mi esposo a buscar, por tierra pisando abrojos, pasando riesgos en el mar, y cuando le hallé, señor, supe que se iba a casar, supe que olvidó a su esposa, su esposa que fue leal, su esposa que por buscalle cuerpo y alma fue a arriesgar. – Romerica, romerica, calledes, no digas tal, que eres el diablo sin duda que me vienes a tentar. – No soy el diablo, buen conde, ni yo te quiero enojar, soy tu mujer verdadera y así te vine a buscar. El conde, cuando esto oyera, sin un punto más tardar, un caballo muy ligero ha mandado aparejar, con cascabeles de plata, guarnido todo el pretal, con los estribos de oro, las espuelas otro tal. Versión no recopilada en Pegalajar, que

demuestra de nuevo el trasvase oral antes comentado

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LA LOBA Y LOS PERROS Estando yo en la mi choza – ¡Tomad, perros, la borrega, pintando la mi cayada, sana y buena como estaba! las cabrillas altas iban – No queremos la borrega y la luna rebajada. de tu boca alobadada, Mal barruntan las ovejas, que queremos tu pelleja no paran en la majada. pa el pastor una zamarra; Vide venir siete lobos el rabo para correas por una oscura cañada. para atacarse las bragas; Venían echando suertes de la cabeza, un zurrón cuál entrará en la majada. para meter las cucharas; Le tocó a una loba vieja, las tripas, para vihuelas patituerta, cana y parda, para que bailen las damas. que tenía los colmillos como puntas de navaja. Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada. A la otra vuelta que dio sacó la borrega blanca, hija de la oveja churra, nieta de la orejisana, la que tenían mis amos para el Domingo de Pascua. – ¡Aquí mis siete cachorros, aquí, perra trujillana! ¡Aquí, perro el de los hierros, a correr la loba parda! Si me cobráis la borrega, cenaréis leche y hogaza, y si no me la cobráis, cenaréis de mi cayada. Los perros, tras de la loba, las uñas se esmigajaban. Siete leguas la corrieron por unas sierras muy agrias. Informantes: Y, al subir un cotorrito, Andrés Ibáñez Expósito la loba ya va cansada. Catalina Guzmán López Juan Medina Ruiz

Miguel Rentero Cordero Pedro Torres Ruiz

Tomás Guzmán López

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LOS PRIMOS ROMEROS (1 ª VERSIÓN DE PEGALAJAR)

Hacia Roma caminan Llegaron a palacio, dos peregrinos, suben parriba, a que los case el Papa y delante del Papa porque son primos. se le arrodillan. (Al estribillo) ESTRIBILLO El Papa les ha dicho Al arbolito, al arbolé, de dónde eran: al árbole seco ella ha dicho de Cabra que al verde no sé. y él de Lucena. (Al estribillo) Sombrerito de paja lleva el mozuelo, El Papa les ha dicho y la peregrinita que qué edad tienen: de terciopelo. ella dice que quince (Al estribillo) y él diecinueve. (Al estribillo) En mitad del camino había un juncal, Es el peregrinito donde la peregrina tan desinquieto, quiso escansar. que delante del Papa (Al estribillo) le ha dado un beso. (Al estribillo) Y al pasar el arroyo de Santa Clara, Y es la peregrinita se le cayó el anillo tan vergonzosa, dentro del agua. se le ha puesto la cara (Al estribillo) como una rosa. (Al estribillo) Y al sacar el anillo sacó un tesoro, Y el Papa va y les dice: una Virgen del Carmen – aunque soy santo, y un San Antonio. ¡quién tuviera la dicha (Al estribillo) para otro tanto! (Al estribillo)

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Y el Papa les ha echado de penitencia, que no se den la mano hasta Valencia. (Al estribillo)

El sobrino del Papa le hizo una seña, a la peregrinita que no se fuera. (Al estribillo)

Pero el peregrinito, como lo entiende: – vámonos, chacha mía, que nos conviene. (Al estribillo)

Llegaron a Valencia, piden un cuarto para la peregrina que va de parto. (Al estribillo)

Y a la entrada del cuarto parió una niña, por nombre le pusieron María Joaquina. (Al estribillo)

Informante: Catalina Guzmán López

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LOS PRIMOS ROMEROS (2ª VERSIÓN DE PEGALAJAR)

Hacia Roma caminan dos peregrinos, a que los case el Papa porque son primos.

ESTRIBILLO

¡Ay de mi amor, ay de mi amante! ¡Ay de mí, que no puedo olvidarte!, que si pudiera, bien sabe Dios del cielo, un bailador, la morena con la viola que así lo hiciera.

Sombrerito de paja lleva el mozuelo, y la peregrinita de terciopelo.

¡Ay de mi amor, ay de mi amante! ¡Ay de mí, que no puedo olvidarte!, que si pudiera, bien sabe Dios del cielo, un bailador, la morena con la viola que así lo hiciera.

En mitad del camino… etc.

(Ver las siguientes estrofas en la 1ª versión) Informante: Catalina Guzmán López

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LOS PRIMOS ROMEROS (3ª VERSIÓN, RECOPILADA EN LA CERRADURA)

Hacia Roma caminan dos valencianos, porque pecaron siendo primos hermanos. ESTRIBILLO Tun, tururún, tun, tun, moriné, moriné, pastor, pastor. Y era de montoné, y era de montoná. De bolín, de bolín, de bolán, de bolán, de turún, tun, tun, de tarán, tan, tan, era de bolín, de bolán, de turún, de tarán. Y era de montoné, y era de montoná. Sombrerito de paja lleva el mozuelo, y la peregrinita de terciopelo. Tun, tururún, tun, tun, moriné, moriné, pastor, pastor… Idem en las siguientes estrofas… (ver versión de Pegalajar) Informantes: Gregorio Pérez Martínez Manolita Martínez Garrido

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LA DAMA Y EL PASTOR – Pastor que estás en el campo – Pastor que estás en la sierra de amores tan descuidado, durmiendo entre los helazos, escucha a una gentil dama si te casaras conmigo que por ti se ha desvelado. dormirías en mis brazos. Responde el villano vil: – No me importan tus abrazos, – yo contigo no he tratado, responde el villano vil. tengo en la sierra el ganado, sí, sí, Tengo el ganado en la sierra,sí,sí, y allí me tengo que ir, adiós. y a cuidarlo debo ir, adiós. – Pastor que comes centeno – Pastor que estás en el campo y usas cucharas de palo, durmiendo entre las cornetas, si tomaras mis amores si te casaras conmigo comieras pan de regalo. dormirías entre… macetas. – A buen hambre no hay pan malo, – No me gustan tus recetas, responde el villano vil. responde el villano vil. Tengo el ganado en la sierra, sí. sí, Tengo el ganado en la sierra,sí,sí, y con él quiero yo ir, adiós. y con él quiero dormir, adiós. – Pastor que estás en el campo – Pastor que estás en el campo durmiendo entre la retama, durmiendo entre las ortigas, si te casaras conmigo si te casaras conmigo dormirías en mi cama. dormirías entre cortinas. – Anda tú a otra puerta y llama, – Déjate ya de pamplinas, responde el villano vil. responde el villano vil. Tengo el ganado en la sierra, sí, sí, Tengo el ganado en la sierra,sí,sí, y con él voy a dormir, adiós. y con él me voy a ir, adiós. – Pastor que estás en el campo – Deja la sierra y su nieve, durmiendo entre los peñones, que tu frío me da pena. si te casaras conmigo Ven, caliéntate en mi fuego, dormirías en colchones. tendrás una noche buena. – Yo no duermo entre balcones, – Yo no quiero vuestra cena, responde el villano vil. responde el villano vil. Tengo el ganado en la sierra, sí, sí, Tengo el ganado en la sierra,sí,sí, y con él quiero yo ir, adiós. y con él tengo que ir, adiós.

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– Mi ganadico y el tuyo – Pastor, cásate conmigo pastarán en prado llano. que mi padre es panadero. Juntos han de retozar Tú no tendrás más oficio largas siestas del verano. que todo el día cerniendo. – Yo me levanto temprano, – Otro oficio estoy aprendiendo, responde el villano vil. responde el villano vil. Mi ganado está en la sierra, sí, sí, Mi ganado está en la sierra,sí,sí, guardadico en su redil, adiós. y allí me tengo que ir, adiós. – Tres viñas de tierra buena – Pastor, cásate conmigo te daría en casamiento, que mi padre tiene un carro, una jaca y un jumento, para que vayas a ver cien cabras y una colmena. todos los días el ganado. – Nunca llueve como truena, – No necesito ir montado, responde el villano vil. responde el villano vil. Tengo el ganado en la sierra, sí, sí, Tengo el ganado en la sierra,sí,sí, y allí me tengo que ir, adiós. y con él voy a dormir, adiós. – Como la harina y la nieve – Pastor, cásate conmigo de mi cuerpo es la blancura, que mi padre tiene un coche, rostro de leche y coral, para que vengas a verme delgadita de cintura. los sábados en la noche. – Mucho bueno poco dura, – Ya no me quedan reproches, responde el villano vil. responde el villano vil. Tengo el ganado en la sierra, sí, sí, Tengo el ganado en la sierra,sí,sí, y con él tengo que ir, adiós. y con él me voy a ir, adiós. – El cuello tengo de garza, – Pastor que estás en el campo tan dulce como la miel, bebiendo de toas las aguas, las teticas agudicas ¡que no bebieras de una, sí, sí, que el sostén quieren romper. que con ella reventaras, adiós!... – No me puedo detener por más que tengas ahí. Informantes: Mi ganado está en la sierra, sí, sí, Catalina Guzmán López y con él me quiero ir, adiós. María Francisca Quesada Rentero María Torres Ruiz

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LA MOLINERA Y EL CORREGIDOR En la provincia de Huelva Pues como digo, había un molinero honrado, cebada o trigo que ganaba su sustento porción bastante, con un molino alquilado. que lo muela esta noche Y era casado que es importante, con una moza (bis 2 últimos versos) como una rosa, bajo la multa y era tan bella que traigo oculta que el corregidor, amo, de doce duros, se prendó de ella. así será del modo (bis 2 últimos versos) estemos seguros. La regalaba, (bis 2 últimos versos). la visitaba, Allí por aquel molino la cortejaba, ha pasado un pasajero, la perseguía, que entendía de moler hasta que un día tanto como el molinero. le declaró el asunto Le dice: – amigo que él pretendía. o como digo, (bis 2 últimos versos). si usted está ansioso Responde la molinera: o deseoso – vuestros favores admito, por irse, amigo, lo que siento es mi marido váyase, que sin falta que nos pille en el garlito, yo muelo el trigo. porque el maldito (bis 2 últimos versos). tiene una llave, Molinero agradecido con la cual cierra, escapó como un cohete con la cual abre, y a las doce de la noche cuando es su gusto abre la puerta y se mete, y si viene y nos coge y en su bufete ¡Jesús qué susto! vido a su dama (bis 2 últimos versos) con gran desvelo, Responde el corregidor: con el corregidor – yo puedo hacer que no venga, y ambos de sueño. en mandándole al molino (bis 2 últimos versos). algo que allí lo entretenga La ropa estaba o lo detenga. sobre una silla muy bien doblada, reloj, capa y sombrero, bastón y espada. (bis 2 últimos versos)

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El molinero se puso, De que vio el corregidor con contento y alegría, que el delito le acobarda, del corregidor la ropa, por salirse de allí pronto se quitó la que él traía. el vestirse no se tarda: Pilló la guía con capa parda, y el pasapasa, chupa y calzones por ver si pasa, con mil lirones y hacia su casa y mil remiendos, llegó a la puerta. las polainas se ataba Salió a abrir el criado con unos vendos, que estaba alerta. (bis 2 últimos versos) (bis 2 últimos versos). y las albarcas Y como iba de piel de vaca tan disfrazado, y la montera. sin ser notado Echó a andar y siguióle subió a la cama la molinera. con la corregidora (bis 2 últimos versos). que es linda dama. Y llegaron a la puerta (bis 2 últimos versos). y nadie les respondía, Cuando se vio el molinero desde lo alto de la casa en aquella linda cama, que qué se les ofrecía. estuvo toda la noche – Y anda, so tonto, como pájaro en la jaula: ¿no me conoces subía y bajaba, que soy tu amo? bajaba y subía, ¿Por qué no abres la puerta así toda la noche cuando te llamo? hasta ser de día. (bis 2 últimos versos) (bis 2 últimos versos). – Y anda tú muela Despertó el corregidor a que tu agüela a ver la hora procura, la rica trama, ha echado mano al reloj que mi amo ya hace rato y extrañó la vestidura. que está en la cama. La molinera algo se altera (bis 2 últimos versos) y ha respondido: – señor, que ése es el traje de mi marido. (bis 2 últimos versos). Dónde me oculte o me sepulte, que no me entiendan, yo me voy con usía que me defienda. (bis 2 últimos versos).

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Los tuvieron en la puerta, de buena o de mala gana, desde las doce de la noche hasta otro día en la mañana. – Y anda, so tonto, ¿no me conoces que soy tu amo? ¿Por qué no abres la puerta cuando te llamo? (bis 2 últimos versos) Cuando la corregidora vido que no es su marido, se ha tirado de la cama como león enfurecido. – Y anda, atrevido, ¿dónde has entrado? Me has propasado mi gran decoro. – Y en llegando allí abajo se dirá todo. (bis 2 últimos versos) Y bajaron allí abajo y de que juntos se vieron, pa que nadie lo notara en un cuarto se metieron. Y dispusieron, por los agravios y los desquites celebrar este chasco con un convite. (bis 2 últimos versos). Y esto, señores, sirva de norte: porque en los pueblos, por el dinero, hay más corregidores que molineros, hay más corregidores que molineros.

Informantes: María Francisca Quesada Rentero, María Torres Ruiz, Catalina Guzmán López, Ana Navas García y Manuel Mengíbar Valero.

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EL PASTOR DESESPERADO

Por aquel lirón arriba lindo pastor va llorando, del agua de los sus ojos el gabán lleva mojado. – Buscaréis, ovejas mías, pastor más aventurado, os lleve a la fuente fría y os caree con su cayado. ¡Adiós, adiós, compañeros, las alegrías del antaño! Si me muero deste mal, no me enterréis en sagrado. No quiero paz de la muerte, pues nunca fui bien amado. Enterradme en prado verde donde paste mi ganado, con una piedra que diga: “aquí murió un desdichado; murió del mal del amor, que es un mal desesperado”. Ya lo entierran al pastor en medio del verde prado, al son de un triste cencerro que no hay allí campanario. Tres serranitas le lloran al pie del monte serrano. Una dice: – ¡ay, mi primo! Otra dice: – ¡ay, mi hermano! Y la más chiquititilla: – adiós, lindo enamorado, mal te quise por mi mal, siempre viviré penando.

Informante:

Miguel Rentero Cordero

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LA SERRANA DE LA VERA Allá en Garganta la Olla, Si buena cena me dio, a la vera de Plasencia, muy mejor cama me diera, salteóme una serrana, sobre pieles de venado blanca, rubia, ojimorena. su mantelina tendiera. Trae recogidos los rizos Viendo que no me rendía debajo de la montera; porque al sueño me rindiera, al uso de cazadora a mí me dio un rabelillo, gasta falda a media pierna. ella toca una vihuela. Botín alto y argentado Por un cantar que ella canta, y en el hombro una ballesta; yo cantaba una docena; de perdices y conejos pensó adormecerme a mí, lleva la pretina llena. mas yo la adormecí a ella. Detúvome en el camino En cuanto la vi dormida y ofrecióme rica cena; fui muy pasito a la puerta, tomárame por la mano los zapatos en la mano para guiarme a su cueva. para que no me sintiera. No me lleva por caminos Salí y comencé a correr ni tampoco por veredas, sin atrás volver cabeza. sino un robledal arriba Dos leguas llevaba andadas, espeso como la hierba. la siento de peña en peña, Al entrar en la cabaña, saltando como una corza, me mandó cerrar la puerta, bramando como una fiera: pero yo, de prevenido, – ¡caminante, caminante, la dejé un poco entreabierta. que la montera te dejas! Dióme yesca y pedernal – Mucho palo hay en el monte para que lumbre encendiera, para hacer otra más buena. y al resplandor de la llama Una honda que traía vi un montón de calaveras. la cargó de una gran piedra. – ¿Cuyos son aquestos huesos? Con el aire que la arroja ¿Cuyas estas calaveras? derribóme la montera, – Hombres fueron que he matado, y la encina en que pegó porque no me descubrieran. partida cayó por tierra. Tú alégrate, caminante – ¡Aguárdate, lindo mozo, buena noche nos espera. vuélvete por tu montera! De perdices y conejos – La montera es de buen paño, sirvióme una rica cena, pero, ¡aunque fuera de seda! de pan blanco y de buen vino – ¡Ay de mí, triste cuitada, y de su cara risueña. por ti seré descubierta! María F. Si buena cena me dio, – Descubierta no serás Quesada poco pude comer de ella. hasta la venta primera. Rentero

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LA MUERTE OCULTADA Ya viene don Pedro – Dígame usted, suegra, de la guerra herido, como buena amiga, y viene llorando qué vestido me pongo por ver a su hijo. (bis) para ir a misa. (bis) – ¿Cómo estás, Teresa, – Yo te digo, nuera, de tu feliz parto? como buena amiga, – Yo estoy bien, don Pedro, que te pongas el negro y tú vienes malo. (bis) que te convenía. (bis) – Y acaba de darme Al salir de misa estas tus razones, todos le decían: que me está esperando – ¡qué viuda tan guapa, el rey en las Cortes. (bis) qué viuda tan linda! (bis) Al salir del cuarto – Dígame usted, suegra, don Pedro expiraba, como buena amiga, se quedó su madre ¿qué palabras son ésas muy desconsolada. (bis) que a mí me decían, Cierren las ventanas, qué viuda tan guapa, corran las cortinas, qué viuda tan linda? pa que no se entere – Yo te digo, nuera, la recién parida. (bis) como buena amiga, – Dígame usted, suegra, don Pedro se ha muerto, como buena amiga, tú no lo sabías. (bis) ¿qué ruido es ése Se metió en un cuarto, que hay en la cocina? (bis) corrió las cortinas, – Yo te digo, nuera, y con un guchillo como buena amiga, se quitó la vida. (bis) jugando a los naipes Toquen las campanas como tú sabías. (bis) con mucha tristeza, Toquen las campanas porque ya se han muerto con mucha alegría, don Pedro y Teresa. (bis) pa que no se entere la recién paría. (bis) Ya cumplió Teresa los cuarenta días, va a salir a misa la recién paría. (bis) Informantes: Catalina Guzmán López Pedro Quesada Morillas

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LA MALA SUEGRA La Carmela se pasea – Buenos días tengas, Pedro, por una salita alante, ya tenemos un infante, con los dolores del parto al infante lo gocemos que el corazón se le parte. (bis) la Carmela y Dios lo sabe. (bis) Se ha asomado a una ventana – Levanta de ahí, Carmela. donde solía asomarse. – ¿Cómo quieres que levante, – ¡Ay de mí, quién no estuviera de tres horitas parida en las salas de aquel valle! (bis) no hay mujer que se levante.(bis) ¡Quién tuviera una casita – Levanta de ahí, Carmela, al ladito de mis padres, no vuelvas a rechazarme, para pasar los dolores que a las ancas del caballo en los brazos de mi madre! (bis) tengo intención de llevarte. (bis) La suegra la estaba oyendo Monta Pedro en su caballo por el ojo de una llave. y la Carmela delante, – Coge, Carmela, la ropa anduvieron siete leguas y a parir casa de tu madre. (bis) sin uno ni el otro hablarse. (bis) Si a la noche viene Pedro – ¿Por qué no hablas Carmela? yo le pondré de cenar, – ¡Cómo quieres que te hable, yo le pondré ropa limpia si los pechos del caballo para ir a pasear. (bis) van bañaditos en sangre! (bis) A la noche viene Pedro. – Confiésate a mí, Carmela, – Mi Carmela, ¿dónde está? que yo se lo diré a un fraile, – Se ha marchao con sus padres, pues detrás de aquella ermita nos ha tratao muy mal. (bis) tengo intención de matarte. (bis) La Carmela ya se ha ido, – Pues mátame aquí mismo, porque no podía aguantarme, aquí que no nos ve nadie. lo cual nos ha maldecido Las campanas de aquel pueblo hasta el último linaje. (bis) ya empiezan a redoblarse. (bis) A mí me ha tratao de puta, – ¿Quién se ha muerto, a ti, hijo, de criminal. quién se ha muerto? Hijo mío, si no la matas, – La condesa de Olivares, no comerás más mi pan. (bis) habló el niño con dos días, – Mil veces la mataría que la ha matado mi padre. (bis) si supiera la verdad. En el infierno hay dos sillas – La verdad es, hijo mío, pa mi abuela y pa mi padre. quien como está en el altar. (bis) En la gloria hay otras dos, Monta Pedro en su caballo para mí y para mi madre. (bis) y la espada por delante, y al entrar en la cocina Informante: se encuentra con la comadre. (bis) Catalina Guzmán López

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EL QUINTADO + LA APARICIÓN DE LA ENAMORADA MUERTA

(VERSIÓN DE PEGALAJAR)

Ciento mil quintillos iban – Tenga usted, mi capitán, y otros cientos que llevaban, para que se sirva de ella, y uno de ellos que iba el día de mis esponsorios mucha pena que llevaba, me la regaló mi prenda. con su gran calzón de punto Se ha montado en su caballo y grandes medias de seda, y se ha ido a cumplir con ella. y su gran zapato blanco Al saltar un barranquillo atado a una cinta negra. el caballo le retiembla. Estando un día comiendo – Vuélvete, soldado, alegre, su capitán le dijera: vuélvete para la guerra, – ¿qué te pasa soldadito?, que tu Amalia ya se ha muerto, parece que tienes pena. enterrá en el pueblo queda. ¿Es por madre o es por padre Que tu Amalia ya se ha muerto, o es por abuelo o abuela? es cierto que yo la vi. ¿Lloras porque eres soldado las velas que la alumbraban o porque vas a la guerra? pasaban de cinco mil, – No es por madre ni por madre, cuatro frailes la llevaban ni por abuelo, ni abuela. todos a misa decir. Es por una mujercita, – Si eres mi querida Amalia, ni es casada ni soltera, echa los brazos a mí. que el día que a mí me quintaron – Brazos con que te abrazaba fueron mis bodas y fiestas. a la tierra se los di. Si quiera una nochecita Labios con que te besaba que pude dormir con ella. a la Virgen se los di. No lloro por ser soldado Cásate, soldado, alegre, ni porque voy a la guerra, cásate y no estés así, que el día que yo me vine la primer niña que tengas me dejé a mi Amalia enferma. ponle Amalia como a mí, – Coge tu caballo y vete, para cuando la llamares vete ya a cumplir con ella, que te acordares de mí. que con un soldado menos – No me caso, no me caso, también se gana la guerra. ni tampoco estoy así, Ha echado mano al bolsillo, que me voy a meter a fraile, se ha sacado una cartera, fraile de San Agustín, y una cadena de oro la primer misa que diga a su capitán le entrega. la ofreceré para ti.

Informante: Catalina Guzmán López

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EL QUINTADO + LA APARICIÓN DE LA ENAMORADA MUERTA (VERSIÓN DE LA CERRADURA)

Un batallón afamado, – Esté muerta o esté viva un batallón de bandera, a verla tengo que ir. más de cuatrocientos iban Siguió el camino adelante todos cantan y se alegran. y vio una sombra venir. Más de cuatrocientos iban, Era su querida Elvira todos y cantan y se alegran, que se venía a despedir. menos un pobre soldado – No te asustes tú, Antoñito, que tiene la gorra negra. no te asustes tú de mi, Le pregunta el capitán: que soy tu querida Elvira – ¿por qué tienes tanta pena? que me vengo a despedir. ¿Es que te marea el mar El camino fueron juntos, o el humo de la caldera? juntos en conversación, – A mí no me marea el mar y al despedirse de ella ni el humo de la caldera. estas palabras le habló: Es que al mes de estar casado – cásate tú, Antoñito, me mandan para la guerra. cásate y no estés así, – ¿Tan guapa es tu mujer la primer niña que tengas que tanto te acuerdas de ella? ponle Elvira como a mí, – Su cara parece un sol pa que siempre que la mientes y sus ojos dos estrellas. tengas recuerdos de mí. Y si usted la quiere ver, – No me caso, no me caso, tengo un retrato de ella. ni tampoco estoy así, Se la enseña al capitán, que me voy a meter a fraile, se ha enamorao de ella. fraile de San Agustín, – Márchate, soldado, marcha, la primer misa que diga márchate a vivir con ella, te la he de decir a ti. que con un soldado menos Ha terminado la mili igual se acaba la guerra. y a fraile él se metió, Cuando va por el camino, la primer misa que dijo un peregrino se encuentra. a Elvira se la envió. – ¿Dónde vas tú, Antoñito, Vedla allí por donde viene, dónde vas por estas tierras? vedla allí por donde va, – Voy en busca de mi Elvira, a los pies de San Antonio que gana tengo de verla. en el altar mayor está. – Vuélvete tú, Antoñito, vuélvete tú desde aquí, Informante: que tu Elvira ya se ha muerto, Manolita Martínez Garrido el entierro yo lo vi.

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LAS SEÑAS DEL ESPOSO Estando Blanquita un día – Alza los ojos, paloma, con su pañuelo de seda, si me quieres conocer, vio un soldadito venir que el que monta en el caballo cerca de Sierra Morena. maridito tuyo es, Se ha acercado a preguntarle que le has guardado la honra que si tiene quien le duela. mientras no estabas con él. – Sí señor, es mi marido, Las sandías colorás siete años lleva en guerra. se crían en las umbrías, – Déme las señas de él y las mujeres honrás por si yo lo conociera. en sus casas están metías. – Mi marido es un buen mozo, alto y rubio como usted, con un lunar en la cara y usted lo tiene también. – Por las señas que me da su marido ha muerto en ella, y en el testamento traigo de casarme con su prenda. – Eso sí que no lo hago, eso sí que no lo haré. He esperado siete años, siete más esperaré, si a los catorce no viene a monja me meteré. – Con los dos hijos que tiene, paloma, ¿qué vas a hacer? – Uno meterlo en estudio para que aprenda a leer; el otro lo doy a mis padres pa que se sirvan de él. – Dame una poca de agua que vengo muerto de sed. – No tengo jarro, ni vaso, ni agua que darle a usted. – Démela usted de sus labios que son dulces como miel. Informante: Juana Almagro Quesada

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LA MALCASADA Me casó mi madre, – Si vendrás cansado me casó mi madre, de estar con la querida. muy chiquita y bonita, Me pegó una guantá, ay, ya, yay, que me dejó tendida. muy chiquita y bonita. Yo me fui a mi casa, Con un muchachito muy triste y afligida, que yo no quería. a contarle a mi madre Y a la media noche lo que me sucedía, el pícaro se iba. por haberme casado Le seguí los pasos, con quien yo no quería. a ver dónde se iba. Y lo vide llegar casa de la querida. Y le oí decir: – ábreme, chacha mía. Te tengo que comprar una pañoletilla, y a la otra picarona, palos y mala vida. Me volví a mi casa muy triste y afligida. Me puse a barrer, yo barrer no podía. Me puse a coser, yo coser no podía. Me puse a fregar, yo fregar no podía. Me puse a lavar, yo lavar no podía. Me puse a planchar, yo planchar no podía. Me asomé al balcón, por ver si ya venía. Y lo vide venir a la calle arribilla. Y llegó a la puerta: – ábreme, chacha mía, Informante: que vengo cansado Catalina Guzmán López de buscar la vida.

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CASADA EN LEJANAS TIERRAS Aquella señora – Que para o no para, del mandil de seda, que para un varón, sola hace su cama, que reviente sangre sola duerme en ella, por el corazón. (bis) si no es su marido – Mujercita mía, que duerme con ella. por la Virgen Santa, Aquella señora que a la mía hermana del mandil de seda, no la encuentro en casa. (bis) a la media noche – Maridito mío, el parto le llega. (bis) si bien me quisieras, – Maridito mío, a la mía madre si bien me quisieras, a llamarla fueras. (bis) a la tuya madre – Levántate, suegra a llamarla fueras. (bis) del dulce dormir, – Levántate, madre, que la luz del día del dulce dormir, ya quiere venir, que la luz del día la blanca paloma ya quiere venir, ya quiere parir. la blanca paloma – Espérate, yerno, ya quiere parir. un poco en la puerta, – Que para o no para, si quiera preparo que para una niña, la primera envuelta, que reviente sangre la orza de la miel, por una costilla. (bis) la de la manteca. – Mujercita mía, – Dime, pastorcillo, por la Virgen Santa, tú que guardas cabras, que a la mía madre dime por quién doblan no la encuentro en casa. (bis) las tristes campanas. (bis) – Maridito mío, – Por una señora si bien me quisieras, de lejanas tierras, a la tuya hermana que ha muerto de parto a llamarla fueras. (bis) por malas parteras, – Levántate, hermana, por malas cuñadas del dulce dormir, y peores suegras. que la luz del día – ¡Virgen del amparo, ya quiere venir, volvédmela viva, la blanca paloma que he visto la iglesia ya quiere parir. de cera amarilla!

Informante: Catalina Guzmán López

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EL SEDUCTOR DE SU HIJA Un padre tenía tres hijas Se ha asomado a la ventana, y a las tres las veneraba, desde allí vido a su hermano; y la más chiquititilla desde allí vido a su hermano Delgadina se llamaba. que a la pelota jugaba. Estando un día en la mesa – Hermano de toda mi vida, su padre va y la miraba. hermano de toda mi alma, – ¿Por qué me miras, papá? por Aquél que hay en la Cruz – Hija, yo no miro nada. dame una jarra de agua. – ¿Por qué me miras, papá? – No, que me ha mandado padre – Hija, yo no miro nada, que te ha de sacar el alma. pero antes de la noche Se ha quitado Delgadina has de ser mi enamorada. muy triste y desconsolada, ¡No lo permitan los cielos con el rosario en la mano ni la Reina Soberana! que a la Virgen le rezaba. – A mi hija Delgadina, Se ha asomado a otra ventana; encerradla en una sala. desde allí vido a su padre, Y si pide de comer, que entre caballeros anda. carne de perro salada; – Padre de toda mi vida, y si pide de beber, padre de toda mi alma, pues le dais la hiel amarga. por Aquél que hay en la Cruz Se ha asomado Delgadina dame una jarra de agua. muy triste y desconsolada, – A mi hija Delgadina con el rosario en la mano subidle jarras de agua, que a la Virgen le rezaba. unas con jarras de oro, Se ha asomado a una ventana, otras con jarras de plata. desde allí vido a su hermana; Y en la primera escalera desde allí vido a su hermana, Delgadina ya expiraba; que paños de oro bordaba. los ángeles la tenían, – Hermana de toda mi vida, la Virgen la amortajaba. hermana de toda mi alma, – En el infierno hay dos sillas por Aquél que hay en la Cruz para mi padre y mi hermano; dame una jarra de agua. y en la gloria hay otras dos, – Yo te la diera, mi vida, para mí y para mi hermana. yo te la diera, mi alma, pero me ha mandado padre que te ha de sacar el alma. Se ha quitado Delgadina muy triste y desconsolada, Informante: con el rosario en la mano Ana García Navas que a la Virgen le rezaba.

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LA HERMANA CAUTIVA

La reina se paseaba – Porque recuerdo a mis padres por un arroyito arriba, que en este Alcázar vivían, la cautivaron los moros y a mi hermano Juan Alejo un día de Pascua Florida. y yo en su compaña iba. El día de los torneos – ¡Abrid puertas y postigos, pasé por la morería, ventanas y galerías, encontré mora lavando, que ya apareció la rosa lavando en la fuente fría. que he buscao durante días! Yo le dije: – mora bella. ¡Válgame la Virgen Santa Yo le dije: – mora mía, y también Santa María, ¿quieres que el caballo beba que creí traer mujer agua pura y cristalina? y traigo una hermana mía! – No soy mora, soy cristiana, que fui en España nacida. Me cautivaron los moros cuando tres años tenía. – Si quieres volver a España, vente en mi caballería. – ¿Y los pañales que lavo, dónde me los dejaría? – Los mejorcitos de hilo aquí en mi caballería, y los peores que haya por el río correrían. Si quieres venir conmigo, en mi caballo tú irías. – ¿Y mi honra, caballero, dónde me la dejaría? – Tu honra viene conmigo aquí en mi caballería. No tocaré yo tu cuerpo hasta que no seas mía. Al subir por aquel monte la mora llorando iba. – ¿Por qué lloras, mora bella? ¿Por qué lloras, mora mía? Informante: Mercedes Cueva Ruiz

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HERMANAS REINA Y CAUTIVA

Estando la reina mora, que reina en Alejandría, deseosa de tener una cristiana cautiva, apresan al conde Flores y a la condesa María. Al conde Flores mataron y a ella la hicieron cautiva. La reina quedó preñada, la esclava parir quería, y quiso el Rey de los Cielos que parieran en un día: la reina parió un varón, la esclava parió una niña. Estaba un día la esclava cantándole así a su niña: – tenía yo una hermana, de pequeña y cuando niña, que la robaron los moros un día de Pascua Florida. Los moros, al oír aquello, se escaparon de seguida, para contarle a la reina lo que canta la cautiva. La reina, al oír aquello, al suelo cayó tendida y le dijo el rey de reyes: – ¿qué te ocurre, vida mía? – A mí no me ocurre nada: que mi hermana es la cautiva, y mi cuñado es el muerto y su hija, mi sobrina. – ¿Qué quieres que yo le haga a una cosa tan querida? – ¡Que le entreguéis sus bienes, que la mandéis para España y le cristianen la niña; y le han de poner por nombre Ana, la de Alejandría! Informante: Juana Aranda García

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LA BELLA EN MISA

Mañanita de San Juan, mañanita de primor, cuando damas y galanes van a oír misa mayor. Allá va la mi señora, entre todas la mejor, viste saya sobre saya, mantellín de tornasol, camisa de oro y perlas bordada en el cabezón. En su boquita muy linda lleva un poco de dulzor; en la su cara tan blanca un poquito de arrebol, y en los sus ojuelos garzos lleva un poquito de alcohol. Así entraba por la iglesia relumbrando como sol. Las damas mueren de envidia y los galanes, de amor. El que cantaba en el coro en el credo se perdió; el abad que dice misa ha trocado la oración; monecillos que le ayudan no aciertan responder, no. Por decir amén, amén, decían amor, amor. Informante: Luz Divina Arias Quesada

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LA DAMA Y EL SEGAOR (VERSIÓN DE PEGALAJAR) Esto eran tres segaores Lo llevan al hospital que de su casa marchaban. y a las tres horas expiraba. Y uno de los segaores (y a las once de la noche lleva la ropa triunfada. entregaba a Dios su alma). Lleva deíles de oro ¡Segaores, segaores, y el mandil de fina holanda. no seguéis altas cebadas! Y una dama en su balcón ¡Más vale arrancar garbanzos del segaor se prendaba, que morir por una dama! y lo ha mandao llamar con una de sus criadas. (bis después de cada uno – Buenas tardes, señorita, de los versos) ¿para qué usted a mí me manda? – Que tengo yo una cebada, que si quiere usted segarla. – Dígame usted, señorita, dónde estará esa cebada para mañana segarla. – No está en montes ni en veredas, ni en caminos ni en cañadas. Está en medio de dos columnas que sostienen toa mi alma. – Señorita, esa cebada no está para yo segarla. Es pa duques y marqueses y los más ricos de España. – Siéguela usted, segaor, se le aumentará la paga. Lo ha cogido de la mano y a su habitación lo entraba. Pa las once de la noche quince gavillas llevaba. Y a otro día por la mañana el segaor se levanta. Como no podía andar daba vueltas por la sala. – Segaor, ¿va usted a volver a recoger la su paga? – Sí, señora, volveré, pero será en las espaldas. Informante: Catalina Guzmán López

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LA DAMA Y EL SEGAOR (VERSIÓN DE TORRES) Esto eran tres segaores – Óigame usted, segaor, que salían de su casa. que se va usted sin la paga. Uno de los segaores Le ha dao cuatro mil doblones gastaba ropa triunfada, en un pañuelo de Holanda, las hebillas de metal, y valía más el pañuelo las delanteras de Holanda, que el dinero que llevaba. los deíles eran de oro – Dígame usted, segaor, y la hoz era de plata. si va usted a volver mañana. Una dama en su balcón – Sí señora, volveré, del segaor se prendaba, pero será en las espaldas. y lo ha mandao llamar A otro día por la mañana con una de sus criadas. por el segaor doblaban. – Suba usted las escaleras, Aquí se acaba la historia que allí arriba está mi ama. del segaor y la dama. Al entrar en la habitación, ya estaba ella acostada. – Dígame usted, señorita, para qué usted me llamaba. – Óigame usted, segaor, pa segarme una cebada. – Dígame usted, señorita, dónde la tiene sembrada. – Ni en veredas ni en barrancos, ni en cerrillos ni en cañadas, que está en medio de dos columnas donde descansa mi alma. Lo ha cogido de la mano y a su cama se lo entraba. A las once de la noche muchas gavillas llevaba. El padre la estaba oyendo: – Dime, niña, con quién hablas. – Padre, que estaba soñando con una de mis criadas. El segaor, al oírlo, se ha tirao de la cama. Como no podía dar pasos, Informante: paseaba por la sala. Carmen Tello Lorite

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EL PRISIONERO Versión de Pegalajar Versión original Mes de Mayo, Que por Mayo era por Mayo, mes de Mayo, cuando hace la calor, cuando las recias calores, cuando los trigos encañan cuando las cebadas grandes y están los campos en flor. y los trigos van en flores, Cuando canta la calandria cuando los enamorados y responde el ruiseñor; regalan a sus amores: cuando los enamorados unos, con clavellinitas, van a servir el amor. otros, con ramos de flores. Sino yo, triste y cuitado Y yo, cuitado de mí, que vivo en esta prisión, que estoy en estas prisiones, que ni sé cuando es de día que no sé cuando es de día ni cuando las noches son, y, menos, cuando es de noche. sino por una avecilla Sólo por tres pajarillos que me cantaba al albor. que cantan en este monte: Matómela un ballestero. que la una es la calandria ¡Déle Dios mal galardón! y la otra el ruiseñor; la otra es la tortolilla Nueva versión de Pegalajar que está sola y sin amor, que la mató un ballestero Ya llegó la primavera ¡Nunca Dios lo perdonó! y con ella, la calor, Perdonen vuestras mercedes, ya se muere la tristeza, vuestras mercedes perdonen, ya se alegra el corazón. que no estoy desaminado Ya llegó mayo florido, hasta que me desamine ya es el tiempo de la flor, con una de quince años, ya es tiempo de San Gregorio, que tenga los ojos negros ya es el tiempo del amor. y los labios encarnados. Ya es el tiempo de cantares Para que no estéis sin vida que en el corazón nacieron, es la Virgen del Rosario, pregonando por doquier que nos dé salud completa amor imperecedero. y gracia en la que sirvamos. Informante: Informante: María Manuela Ramírez Almagro Antonio Generoso Ruiz

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EL RAPTO DE SANTA ELENA

Esto eran tres niñas bordando corbatas, agujas de oro, dedales de plata. Pasó un caballero pidiendo posada. – Si mi padre quiere, yo debo de darla. Pusieron la mesa muy bien preparada: manteles de hilo, cubiertos de plata. Le hacen la cama en medio la sala, sábanas de hilo, colchones de lana. Y a la media noche él va y se levanta; de las tres hermanas coge la más guapa, se la lleva al campo y allí la guardaba. – Dime, niña hermosa, ¿cómo tú te llamas? – En mi casa, Elena, y aquí, desgraciada. Informante: Soledad Cobo Romero

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LAS TRES HERMANAS CAUTIVAS

A la verde, verde, – Padre, usted es mi padre a la verde oliva, y yo soy su hija, donde cautivaron voy a darle parte a las tres cautivas. a mis hermanitas. El pícaro moro, – ¿No sabes, Constanza, que las cautivó, no sabes, Lucía, a la reina mora que he encontrado a padre se las entregó. en la fuente fría? – Toma, reina mora, Lloraba Constanza, estas tres cautivas lloraba Lucía para que te valgan, y la más pequeña para que te sirvan. así les decía: – ¿Cómo se llamaban – no llores, Constanza, estas tres cautivas? no llores, Lucía, – La mayor, Constanza, que viniendo el moro la menor, Lucía, nos libertaría. y a la más pequeña La pícara mora llaman Rosalía. que las escuchó, – ¿Qué oficio daremos abrió una mazmorra a las tres cautivas? y allí las metió. – Constanza amasaba, Cuando vino el moro Lucía cernía, de allí las sacó, y la más pequeña y a su pobre padre agua les traía. se las entregó. Un día fue a la fuente, a la fuente fría, se encontró a un anciano que de ella bebía. – ¿Qué hace usted, buen viejo, en la fuente fría? – Estoy aguardando a mis tres hijitas. – ¿Cómo son sus nombres? ¿Cómo les decían? – La mayor, Constanza, la menor, Lucía, y a la más pequeña Informante: llaman Rosalía. Juana Rodríguez Fernández

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SAN ANTONIO Y LOS PAJARITOS Antonio, divino Antonio, Cuando lo dejó su padre suplícale al Dios inmenso y a la iglesia se marchó, que, por su divina gracia, Antoñito entró en el huerto alumbre mi entendimiento, y a los pájaros llamó: para que mi lengua – ¡venid, pajaritos, refiera el milagro dejad el sembrado, que en el huerto obraste que mi padre ha dicho de edad de ocho años. que tenga cuidado! Este niño fue nacido Para que mejor yo pueda con mucho temor de Dios, cumplir con mi obligación, de su padre fue estimado voy a encerraros a todos y del mundo, admiración. dentro de esta habitación. Fue caritativo A los pajaritos y perseguidor entrar les mandada, de todo enemigo y ellos, muy humildes, con mucho rigor. en el cuarto entraban. Su padre era un caballero Por aquella cercanía cristiano, honrado y prudente, ni un pajarito quedó, que mantenía su casa porque todos acudieron con el sudor de su frente, donde Antonio les mandó. y tenía un huerto Lleno de alegría donde recogía Antoñito estaba, cosechas de frutas y los pajaritos que el tiempo traía. alegres cantaban. Una mañana, en domingo, Al ver venir a su padre como siempre acostumbraba, a todos mandó callar; se marchó su padre a misa, llegó su padre a la puerta cosa que nunca olvidaba. y comenzó a preguntar: y le dijo: – Antonio, – dime, hijo amado, ven acá, hijo amado, qué tal, Antoñito, escucha, que tengo dime si has cuidado que darte un recado. de los pajaritos. Mientras estoy en la misa Y el hijo le contestó: gran cuidado has de tener, – padre, no tengas cuidado, mira que los pajaritos que para que no hagan mal todo lo echan a perder, todos los tengo encerrados. entran en el huerto, El padre que vio pican el sembrado, milagro tan grande, por eso te encargo al señor obispo que tengas cuidado. trató de avisarle.

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Acudió el señor obispo Al tiempo de alzar el vuelo con gran acompañamiento, cantan con gran alegría, todos quedaron confusos despidiéndose de Antonio al ver tan grande portento. y toda la compañía: Abrieron ventanas, – ¡adiós, Antoñito, puertas a la par, niño muy amado, por ver si las aves ya no volveremos se querían marchar. a entrar en sembrado! Antonio les dijo a todos: Todos los allí presentes – señores, nadie se alarme, mudos de asombro quedaron, los pájaros no se marchan y dieron gracias al cielo hasta que yo se lo mande. por lo que han observado. Se puso en la puerta Y el señor obispo y les dijo así: al ver tal milagro, – ¡vaya, pajaritos, por todas las partes ya podéis salir! mandó publicarlo. Salgan cigüeñas, con orden, Árbol de grandiosidades, águilas, grullas y garzas, fuente de la caridad, avutardas, gavilanes, depósito de verdades, lechuzas, mochuelos y grajas. padre de inmensa piedad. Salgan las urracas, Antonio bendito, tórtolas, perdices, por tu intercesión, palomas, gorriones todos merezcamos y las codornices. eterna mansión. Salga el cuco y el milano, gaviotas y andarríos, canarios y ruiseñores, tordos, jilgueros y mirlos. Salgan verderones y las carderinas, también cogujadas y las golondrinas. Al instante que salieron todos en fila se ponen, para escuchar a Antoñito y saber lo que dispone. Antonio les dice: – ¡no entréis en sembrado, marchad por los montes, por riscos y prados! Informante: Catalina Guzmán López

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LA VENDIMIA Oíd cuál cantan las mozas Y a la tarde, al regresar que van hacia los viñedos, por el camino del pueblo, escuchad qué alegres marchan van las mocitas cantando, seguidas de los mozuelos. seguidas de los mozuelos. Mirad cómo el sol las besa Tan sólo hay una pareja y cómo aquéllos, con celos, que va separada de ellos. miran al sol, envidiosos, Y se van diciendo así, queriendo igualarle ellos. para que no se oiga el eco: – José, – dice una muchacha, – José, yo te quiero tanto, quitándose su sombrero –, que, por amarte, me muero. hoy durante la vendimia, Y no sé si es que estoy muerta, serás tú mi compañero. estoy viva o es que sueño, Y José, loco de amores, porque en mi vida sentí dice, tirándole un beso: lo que en este instante siento. – tus deseos son mandatos, – Pues yo, Teresa del alma, ¡de mil amores acepto! hablo, demente, en silencio, Pero, ¿quisieras más bien porque, por más que me esfuerzo por toda la vida serlo en nuestro idioma no encuentro para estar siempre a tu lado, palabras claras, precisas, pedacito de mi cielo? que digan lo que te quiero. La muchacha le sonríe Tan sólo te sé decir y él la mira de amor ciego. que hay una herida en mi pecho, Hubieran estado hablando, que sólo se cicatriza con aquel estilo bello, con el calor de tus besos. la eternidad toda entera, si Demetrio, un mozo viejo, no les hubiera estorbado de esta manera diciendo: – ¡dejaros ya de pamplinas, que estamos en el viñedo! Los dos se miran, melosos, compadeciendo al soltero. Y a poco rato, en el tajo, cantando éste, aquél riendo, van vendimiando las uvas Informantes: y llevándolas en cestos. Dolores Valero Fernández El día fue de alegrías María Josefa Valero Fernández y de emociones completo.

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EL CASTIGO DEL SACRISTÁN Esto eran tres hermanas, La una se pone el velo las zarandillejas, y a la misa ya se va. mocitas y sin casar, Y la más chiquititilla, zarandito y andar, el candil para alumbrar. mocitas y sin casar, La otra cogía el bolso zarandito y andar. para el entierro pagar. Hacían un camisón Y la más chiquititilla, para verlo de ganar. el candil para alumbrar. La una bordaba un puño, – Si le habéis matao vosotras la otra le hacía el ojal. a palos en el corral. Y la más chiquititilla, – Perdona por Dios, Gonzalo, el candil para alumbrar. no dejes de perdonar, Dice la más chiquitilla: que los palos que te dimos – gente anda en el corral. fue por ganas de jugar. La una agarra un palo, la otra agarró el cirial. Y la más chiquititilla, el candil para alumbrar. – ¿Qué haces por aquí, Gonzalo? ¿Qué haces por este corral? (¿Qué haces aquí, sacristán?) – Los amores de la chica me hacen por aquí rondar. La una le daba un palo, la otra, dos a la par. Y la más chiquititilla, el candil para alumbrar. Y le pusieron el cuerpo como nueces en costal. Y a otro día por la mañana a entierro toca en San Juan. Le dice una a la otra: – ¿quién se habrá muerto en San Juan? Dice la más chiquitilla: – ¿y a qué queréis preguntar, si lo habéis matao vosotras a palos en el corral? Informantes: Catalina Guzmán López María Francisca Quesada Rentero

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LOS ATRIBUTOS DEL FRAILE

Estando fray Pedro sentadito al sol, en calzones blancos, le asoma el cordón, con el tipitín, con el tipitón.

Y dicen las monjas desde el mirador: – ¿Qué es eso, fray Pedro? ¡Fray Pedro, por Dios!, con el tipitín, con el tipitón.

– Ésa es la pistola con que cazo yo, con el tipitín, con el tipitón.

Y dicen las monjas desde el mirador: – si eso se reparte también quiero yo, con el tipitín, con el tipitón.

– Ustedes son muchas pa poco cordón, con el tipitín, con el tipitón.

Informante: Manuel Generoso Almagro

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LUZ AETERNA: 1ª VERSIÓN Una niña muy guapa, – Vengan mis amiguitas, llamada Adela, menos Dolores, por amores de Juan que ha tenido la culpa se puso enferma. de mis amores, Él le juraba menos Dolores, que la quería, menos Dolores, y a su prima Dolores que ha tenido la culpa la pretendía. de mis amores. Un día por la mañana – Madre, qué linda noche, no se levanta, lindas estrellas, su madre le pregunta ábreme la ventana que qué le pasa. que quiero verlas. Y un día sus amigas – No la abro, hija mía, fueron a verla, que estás enferma, a ver cómo se hallaba la marea de la noche la pobre Adela. dañarte pueda, Les ha preguntado, dañarte pueda. les ha preguntado, – Madre, cierra la puerta, que si habían visto a Juan vente a mi lado, por algún lado, que antes de morir quiero por algún lado. darte un encargo. Y una de sus amigas Sobre mi cara, le ha respondido: sobre mi frente, – piensa ponerte buena siento una sudor fría yo te lo digo, ¡será la muerte! los amores de Juan – Si viene Juan a verme ya los has perdido, déjalo entrar, porque ese Juan, que ése es el que cura porque ese Juan mi enfermedad. con su prima Dolores – ¿Dejarlo entrar? se va a casar. ¿Dejarlo entrar? ¡Prefiero verte muerta y amortajá!

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– Si viene Juan a verte – ¡Adela mía!, después de muerta, ruega por mí, no lo dejo que pase que hasta la última hora de aquella puerta, te he hecho sufrir, porque ese Juan, te he hecho sufrir. porque ese Juan Juan llega al cementerio no quiero que mi casa para besarla, la pise más, pero el sepulturero la pise más. no le dejaba. – De mortaja me pones – Deja a la muerta, toda la ropa deja a la muerta, que tenía preparada que los restos de Adela para la boda. son pa la tierra. Y de adorno me pones – ¡Adiós Adela, la cruz de perlas, adiós clavel! la que me trajo Juan Nunca pensé de aquella feria. que pa la tierra También me pones tú ibas a ser. los estadales, Juan vuelve del entierro las cruces y medallas con mucha ansia, que me compraste. Dolores lo esperaba Y a las tres de la tarde con mucha gana. tocan a entierro. – ¡Quita de aquí, Juan que estaba en la puerta quita de aquí, se metió dentro. que la que yo quería Y ha preguntado se quedó allí! que quién se ha muerto, Sacó el revólver, que tocan las campanas se pegó un tiro. con sentimiento. ¡Los amores de Juan Y le dice Dolores y los de Adela con mucha pena: ya se han perdido! – ya acabó de sufrir la pobre Adela. Se metió dentro, se arrodilló, delante de un retrato así lloró: – ¡Adela mía, Adela mía! Nunca creía yo Informante: que te morías. Catalina Guzmán López

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LUZ AETERNA: 2ª VERSIÓN

Un chico y una chica Su madre, anciana, que festeaban, la recogió del suelo que festeaban, y la echó a la cama. hacía ya mucho tiempo – Madre, cierre la puerta, que se querían venga a mi lado, y que se hablaban. que antes de morir quiero Y él le decía: darte un encargo. – nunca te olvidaré, Sobre mi cara, prenda querida. sobre mi frente, Y el día de su santo siendo un sudor frío. le regaló ¡Será la muerte! un corte de vestido – Si viene Juan a verme, de gran valor. déjalo entrar, Y él le decía, que ése es el que cura a ella le hablaba: mi enfermedad. – ya tienes el vestido – ¿Dejarlo entrar? de desposada. ¡Prefiero verte muerta A otro día siguiente y amortajá! fue a festear, – Si viene Juan a verte ya no tenía ganas después de muerta, con ella hablar. no lo dejo que pase Y ella le dice: de aquella puerta. – dime lo que te pasa – De mortaja me pones que estás muy triste. toda la ropa, – Pues lo que a mí me pasa que me regaló Juan no te lo digo, para la boda. porque será jamás En la garganta hasta el olvido. lleva un collar de perlas, – Pues, dímelo, que amor guardaba. porque si no, de pena, Y en la mano derecha me muero yo. lleva tres flores. – Pues lo que a mí me pasa, ¡Esta muchacha ha muerto que he visto a otra, de mal de amores! y mis ojos han visto que es más hermosa. Dando el reloj las doce él se marchó, la niña cayó al suelo, Informante: se desmayó. Catalina Guzmán López

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ELVENDEDOR DE NABOS Mi tío tenía un huerto, – Los quiero frescos del día, mi tío tenía un huerto, los quiero frescos del día, todo sembrado de nabos, y que sean regalados, trolorón, trolorón, todo sembrado de nabos, y que sean regalados, trolorón, trolorón, todo sembrado de nabos. y que sean regalados. Y aparejó su borrico, Y aquí se acaba la historia, y aparejó su borrico, y aquí se acaba la historia, y se fue a vender los nabos, del infeliz de los nabos, trolorón, trolorón, y se fue a vender los nabos, del infeliz de los nabos, trolorón, trolorón, y se fue a vender los nabos. del infeliz de los nabos. Se fue a la puerta de un convento, No ha muerto de calentura, se fue a la puerta de un convento, no ha muerto de calentura, se puso a vender los nabos, ni de dolor de costado, trolorón, trolorón, se puso a vender los nabos, ni de dolor de costado, trolorón, trolorón, se puso a vender los nabos. ni de dolor de costado. Salió la madre abadesa, Que ha muerto de una “paliza”, salió la madre abadesa. que ha muerto de una “paliza”, – ¿A cómo da usted los nabos?, que las monjas le han pegado, trolorón, trolorón, ¿a cómo da usted los nabos?, que las monjas le han pegado, trolorón, trolorón, ¿a cómo da usted los nabos? que las monjas le han pegado. – A peseta el medio kilo, a pesetas el medio kilo. – No quiero nabos tan caros, trolorón, no quiero nabos tan caros, trolorón, no quiero nabos tan caros. Informante: Catalina Guzmán López

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EL CALDERERILLO

Cuando me casó mi madre no me supo bien casar, olé y olá, con el caldererillo, con el caldererillo andar. Me sacaron de mi casa, me llevaron a casar, olé y olá, con el caldererillo, con el caldererillo andar. Cuando entramos en la iglesia, me echaron la guisopá, olé y olá, con el caldererillo, con el caldererillo andar. Ya se ha terminado el baile, nos llevaron a acostar, con el caldererillo, con el caldererillo andar. Y a otro día por la mañana los compadres a preguntar, olé y olá, con el caldererillo, con el caldererillo andar. Todas las noches ha tenido calderas que gobernar, olé y olá, con el caldererillo, con el caldererillo andar.

Informante:

Catalina Guzmán López

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LA POSADERA Y EL MILITAR Un soldadito a caballo, – Acuéstate en ese poyo, rao, rao, ra, rao, rao, ra, ha llegado a una posá, y si no en aquel pajar, que pon la mano aquí, que pon la mano aquí… que pon la mano acá, – ¡Qué pajar ni qué demonios!, ha llegado a una posá. rao, rao, ra, – Buenas noches, posadera, con usted me he de acostar, rao, rao, ra. que pon la mano aquí… – Buenas noches, “melitar”, Y al subir las escaleras, que pon la mano aquí, rao, rao, ra que pon la mano acá, le vio la liga encarná, buenas noches, “melitar”. que pon la mano aquí… – Dígame usted, posadera, – ¡Puñetero, soldadito!, rao, rao, ra, rao, rao, ra, ¿dónde cuelgo este morral?, que en todo se ha de fijar, que pon la mano aquí… que pon la mano aquí… – Cuélguelo en aquella estaca, A eso de los nueve meses, rao, rao, ra, rao, rao, ra, y si no en aquel vasar, posadera en cinta está, que pon la mano aquí… que pon la mano aquí… – Dígame usted, posadera, Y ha parío un soldadito, rao, rao, ra, rao, rao, ra, ¿qué tiene para cenar?, con cartuchera y morral, que pon la mano aquí… que pon la mano aquí… – Una tortilla de huevos, – ¿Cómo le pondrás por nombre? rao, rao, ra, rao, rao, ra. y si no papas guisás, – Hijo de aquel “melitar”, que pon la mano aquí… que pon la mano aquí, – ¡Qué papas ni qué demonios!, que pon la mano acá, rao, rao, ra, hijo de aquel “melitar”. gallina quiero cenar, que pon la mano aquí… – Las gallinas no son mías, rao, rao, ra, que son de la vecindad, que pon la mano aquí… – Dígame usted, posadera, rao, rao, ra, Informantes: ¿dónde me voy a acostar?, Catalina Guzmán López que pon la mano aquí… María Francisca Quesada Rentero

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LA CONFESIÓN CON EL NOVIO – ¿Dónde vas, niña bonita, ¡Ay, sí, sí, tan tempranito al convento? ay, no, no! – Voy a confesarme, padre, – Fíjate, niña bonita, de los pecados que tengo. fíjate en el confesor. ¡Ay, sí, sí, La niña que se fijó, ay, no, no! cayó al suelo mareada, – Empieza, niña bonita, de ver que aquel hombre era empieza tu confesión. el galán que tanto amaba. Desde que soy padre cura ¡Ay, sí, sí, la primera que confieso. ay, no, no! Voy a confesarte, niña, – Fíjate, niña bonita, por los santos mandamientos. fíjate en el confesor. ¡Ay, sí, sí, No quiero monjas ni frailes, ay, no, no! ni columnas del convento, Si te dejas un pecado, que me voy a casar contigo no sirve tu confesión. aunque caiga el firmamento. – El primero que confieso, ¡Ay, sí, sí, puse mi amor en secreto, ay, no, no! puse mi amor en un hombre, Antes de las tres semanas ¡más que a mi vida lo quiero! nos echan la bendición. ¡Ay, sí, sí, ay, no, no! – Me gusta, niña bonita, me gusta tu confesión. – El segundo les perdí a mis padres el respeto, sólo por hablar con él a las horas del silencio. ¡Ay, sí, sí, ay, no, no! – Me gusta, niña bonita, me gusta tu confesión. – El tercero, no jurar. Padre, yo he hecho juramento de querer tanto a ese hombre. ¡Más que a mi vida lo quiero! Informante: Catalina Guzmán López

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LOS MANDAMIENTOS DEL AMOR

Los diez mandamientos santos Noveno, no desear vengo a cantarte, paloma, ninguna mujer ajena. por ver si te daré gusto Sólo yo me la deseo y me tienes en memoria. para casarme con ella. En el primer mandamiento, El décimo, no codiciar. la primer cosa es amar. Yo no vivo codiciando, Te tengo en el pensamiento que sólo lo que codicio y no te puedo olvidar. es un matrimonio santo. El segundo, yo he jurado más de dos mil juramentos, que tú me diste a mí palabras de casamiento. En el tercero, en la misa nunca estoy con devoción, sólo de pensar en ti, prenda de mi corazón. En el cuarto, yo falté a mis padres el respeto, sólo por hablar contigo dos palabras en secreto. En el quinto, no matar. A nadie he muerto yo. Yo soy el muerto, señora, y usted la que me mató. El sexto, no cometer actos impuros con nadie. Para ti yo me reservo, procura no defraudarme. En el séptimo, no hurtar. Yo no hurto cosa a nadie. Sólo hurtaría una niña, si me la dieran sus padres. Octavo, no levantar falso testimonio a nadie. Sólo a mí me lo levanta una niña de esta calle. Informante: Catalina Guzmán López

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EL SEDUCTOR DE UNA CASADA Un domingo en la mañana – Jilguerito, jilguerito, yo fui a misa con mi madre, ¿qué remedio me darás y vide una cara linda para coger una rosa que me parecía un ángel. que no la puedo lograr? (bis dos últimos versos) (bis dos últimos versos) Yo le perseguí los pasos Y el jilguero me responde: hasta ver dónde se entraba, – ámala tú con firmeza, y ¿a dónde se vino a entrar?: que el que sigue a una mujer a la iglesia consagrada. ha de lograr su belleza. (bis dos últimos versos) (bis dos últimos versos) No estuve atento al sermón Yo lo iba haciendo así, ni estuve atento a la misa, como el jilguero mandaba, que yo a lo que estuve atento y al cabo de poco tiempo fue a aquella cara tan linda. logré más que yo pensaba. (bis dos últimos versos) (bis dos últimos versos) Ya se ha terminao la misa, – Muchas gracias, jilguerito, ya se ha terminao el sermón, que te las tengo que dar, ya se ha quedao mi alma porque he cogido la rosa sin vida y sin corazón. que no podía alcanzar. (bis dos últimos versos) (bis dos últimos versos) Yo le perseguí los pasos – ¿Por qué te pones tan alta hasta ver dónde se entraba, si no te puedes poner, y a la entrá de su portal que las mujeres de ahora le dije que si me amaba. son fáciles de querer? (bis dos últimos versos). (bis dos últimos versos) Ella me contestó así: – Clara soy, Clara me llamo, – no señor, que soy casada, siendo clara, me enturbié, y a mi marido del alma ¿para qué enturbiar el agua no puedo faltarle en nada. si la tienes que beber?, (bis dos últimos versos) que el caminillo es muy largo Me bajé por un arroyo y puede apretar la sed. con gran dolor de mi alma, y me acerqué a un jilguerito que alegremente cantaba. (bis dos últimos versos) (Tan triste y desconsolado Informantes: a un arroyuelo bajé, Catalina Guzmán López oí cantar un jilguero Manolita Martínez Garrido de su voz me enamoré).

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LA VENGANZA DE LAS FLORES En las montañas de Asturias Deslió la capa una niña vi, y sacó un puñal, de catorce o quince años, y en el lado izquierdo regando su jardín. le dio tres puñalás. Pasó un caballero, Ya la llevan a enterrar, le pidió una flor ¡ay, qué caja lleva!: y la niña dice: toda vestida de blanco – eso sí que no. y cintas de seda. Es que me ve usted tan guapa Y en el lado izquierdo sola en el jardín, un ramo de azahar, no tengo padre ni madre con un letrero que dice: y quiere abusar de mí. “¡matad al criminal!” – ¿Pues quién ha tratado El criminal se merece de abusar de ti? que lo degollaran, Tan sólo he pedido por haber dado muerte una flor para mí. a la bella asturiana. – Las flores de mi jardín no son pa los caballeros, que han de ser pa mí y para mi pelo. – Adiós, astuariana, me las pagarás, de la mala acción de la flor te tienes que acordar. A los tres días siguientes la niña salió, la ha cogido el caballero y se la llevó. – Tome, caballero, la flor de mi mano, y déjeme ir con mis tres hermanos. – No quiero flor de tu mano ni tampoco a ti, en presencia de las flores Informante: tienes que morir. Juana Rodríguez Fernández

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LA ADÚLTERA INFANTICIDA Cerca de Sierra Morena – No comas, padre querido, hay un mercader con tienda; que comes tu sangre “mesma”, la mujer tiene bonita, que los rastros que tú ves, ¡el demonio que la entienda! madre me cortó la lengua. Lleva un niño de dos años, Y el Señor me ha dado otra que lo cual a tres no llega. para que a ti te dé cuenta. Su padre le ha preguntado: Y ha llamao a los enemigos – niño, ¿quién a casa entra? vengan a favorecerla. – En casa entra un alférez, Unos entran por ventanas, el que jura la bandera, otros por la “mesma” puerta, el que se acuesta con madre la hicieron cuatro peazos como si su esposo fuera. y al infierno van con ella. Se fue su padre a un viaje, lo ha cogido entre sus piernas, con un cuchillo cortante le ha rebanado la lengua. La ha liao en un papel y al alférez se la entrega. – Tome usted, señor alférez, ésta es la que nos condena. Y el alférez la tomó y a la perra se la echa. La perra la lame y huele y a la iglesia va con ella, y allí, en el altar mayor, hace un hoyito y la entierra. ¡Cómo no siente esa madre lo que siente aquella perra! Vuelve su padre del viaje, preguntar por niño empieza. – ¿Dónde está mi hijo querido?, quiso escuchar la respuesta. – Ha ío a la Virgen del Carmen a cumplir una promesa. – Tengo un pavo rellenado en una rica cazuela, y echando la bendición Informante: oyeron una voz muy tierna: María Francisca Quesada Rentero

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VIUDO, MOZO Y CASADO El domingo la vi en misa, Al cura de la parroquia lunes le mandé recado, le he dado una paga buena: el martes hablé con ella dos dobloncitos de ocho y el miércoles me casaron. y no quiso más moneda. Gracias al cielo Porque se ha muerto ya la he encontrado, mucho más diera, gracias al cielo fuera de maura ya me he casado. ya salí de ella. El jueves dormí con ella, Y al enterraor le he dao el viernes la armé de palos, dos duros en una mueca, el sábado se murió sólo porque le apretara y el domingo la enterraron. la losa de la cabeza. Gracias al cielo, No fuera caso se la ha llevado, que a salir fuera, gracias al cielo fuera de maura solo he quedado. ya salí de ella. En una semana he sido Cuando por mi puerta pasa viudo, mozo y casado, un tambor y una vihuela, para que sirva de ejemplo yo me voy detrás de ellos una lágrima no he echado. para comenzar la orquesta. Gracias al cielo Yo soy el primero se la ha llevado, que armo la fiesta, gracias al cielo a la salud solo he quedado. de la que hay muerta. Ya se murió, como he dicho, Los dos músicos y yo la llevaron a la iglesia; nos fuimos a una taberna, yo no me quise venir y allí echamos muchos brindis hasta ver la losa puesta. a la salud de la muerta. No fuera caso Brindis echamos que a salir fuera, más de cincuenta, fuera de maura a la salud de la que hay muerta. ya salí de ella. Y eso le pasa, señores, Desde allí me fui al altar, al que casan a la fuerza, donde la misa celebran, porque en casando a su gusto a hacerle unas rogativas no hay ninguna diferencia. para que al mundo no vuelva. Como yo tuve No fuera caso con la que hay muerta, que a salir fuera, fuera de maura fuera de maura ya salí de ella. Informantes: ya salí de ella. Catalina Guzmán López y María F. Quesada Rentero

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EL TRATO DE VALDEPEÑAS El cielo y la tierra tiemblan, Y estando ya los testigos, ampárame, Virgen Pura, y antes de extender la pluma, lo que pasa en esta tierra dicen si hay novedad no pasa en parte ninguna. o en la mujer o en la burra. Había dos labradores, Dicen los interesados: con orgullo y plata alguna: – estamos tos satisfechos, uno cosechaba trigo la mujer pa Paco Teclas y el otro, mucha aceituna. y la burra pa Juan Diego. Uno de estos labradores El amigo Paco Teclas tenía en su casa una burra, se echó a bailar de alegría, envidiada de to el pueblo, y corriendo a toda prisa buena para la montura. se subió a la calle arriba. Juan Diego, que la quería – Buenas noches, señorita, y tenía mucho parné, vengo a hacerle a usted saber dijo si se la vendía, que he cambiado mi borrica, no se la quiso vender. pelo a pelo, por usted. Dijo si se la vendía, – ¿Por una burra me cambia, no se la quiso vender, el grandísimo bribón, porque falta no le hacía sabiendo que no ha encontrado para cuestión de comer. una mujer como yo? Estando un día de copas – Usted se viene conmigo, él le dijo: – compañero, que la escritura está hecha. yo te cambio mi mujer Usted se viene conmigo por tu burra, pelo a pelo. o me la llevo a la fuerza. ¡Si será esto verdad! Al oír estas palabras Entonces dice Juan Diego: la mujer se echó a llorar, – si a ti te gusta mi burra, y se ha salido a la calle, yo por tu mujer me muero. casa D. Pedro Quesá. – Los pendientes se los quito, – Buenas noches, señor Juez, que eso no entra en el trato, traigo miles amarguras, que me sacan del bolsillo que el bribón de mi marido cinco durillos bien blancos. me cambió por una burra. – Si le quitas los pendientes, Mire usted, señor D. Pedro, yo le quito el aparejo, quiero hacerle a usted saber, y ahora sí que hemos cambiao que si no me vengo pronto por la burra, pelo a pelo. tengo que dormir con él. Buscaron cuatro testigos, que vinieron de la calle, y mandaron a un chiquillo por papel de tres reales.

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– Vete, mujer, a tu casa y le dices a Juan Diego que desaparezca el trato, que pronto sube D. Pedro. Y ya ha salido D. Pedro, y en la reunión que allí había, se pusieron tos de pie a hacerle una cortesía. – La provincia de Jaén, si esto se llega a anotar, la ponen en los papeles y vamos a perder más. El que quiera una mujer del pueblo de Valdepeñas, que lleve una burra coja y se trae una buena moza.

Informante: Catalina Guzmán López

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LA ADÚLTERA DEL CEBOLLINERO

Por las calles de Madrid, Y a eso de los nueve meses, por las calles de Madrid, y a eso de los nueve meses se pasea un cebollinero, tuvo un hermoso cordero, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, se pasea un cebollinero. tuvo un hermoso cordero. Vendiendo su cebollino, Y por nombre le pusieron, vendiendo su cebollino y por nombre le pusieron a dos reales y medio, hijo del cebollinero, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh, a dos reales y medio. hijo del cebollinero. Se presentó una casada, se presentó una casada, pero de muy poco tiempo, oh, oh, oh, oh, pero de muy poco tiempo. – ¿A cómo da el cebollino? ¿A cómo da el cebollino? – A dos reales y medio, oh, oh, oh, oh, a dos reales y medio. Lo convidó pa comer, lo convidó pa comer, arroz, perdiz y conejo, oh, oh, oh, oh, arroz, perdiz y conejo. Terminaron de comer, terminaron de comer, bajaron a ver su huerto, oh, oh, oh, oh, bajaron a ver su huerto. Como el huerto era suyo, como el huerto era suyo, hicieron lo que quisieron, oh, oh, oh, oh, hicieron lo que quisieron. Informantes: Catalina Guzmán López María Francisca Quesada Rentero

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LA MALDICIÓN DE LA MADRE En la provincia de Segovia Llamaron a la viudita habitaba una viudita, y a la viudita llamaron: no tenía más que un hijo – aquí tiene usted a su hijo, para ayuda de su vida. por si quiere amortajarlo. Y el muchacho había salido – ¡Hijo de mi corazón, un poquito aficionado, hijo de toda mi alma!, pues quería ser torero te alcanzó la maldición para matar toros bravos. que te eché al salir de casa. Un domingo por la tarde – Todo el que tenga hijos, a su madre le decía: un consejo le voy a dar: – madre, sácame la ropa no les echen maldiciones que me voy a la corrida. que les puedan alcanzar. – La ropa no te la saco y a la corrida no vas, porque son los toros bravos y a ti te pueden matar. – A la corrida he de ir, buscaré ropa prestada, por ganar mi alternativa para poder torearla. – Permita Dios de los Cielos y la Virgen del Rosario, que si a la corrida vas que te traigan en un carro. Ya sale José García a torear un toro negro, y le ha metío una daga por el costado izquierdo. De la herida que le hizo le atravesó el corazón, no quedó muerto en el acto pero muy poco duró. Le metieron dos pañuelos, le metieron otros cuatro, y un rico le ha ofrecido dos mulillas con un carro. Ya lo suben, ya lo bajan, ya lo echan en el carro, y en la puerta de la viudita Informante: pararon para dejarlo. Catalina Guzmán López

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EL RETRATO DE LA DAMA A cantar un mayo, Y en esa boquita señores, venimos tienes dos hileras y para cantarlo de menudos dientes, licencia pedimos. que parecen perlas. Nadie nos contesta Y en esa barbita ni nos dice nada, tienes un hoyito, señal que tenemos parece un dibujo la licencia dada. para el alma escrito. La licencia dada, Y ésta es tu garganta, mía la tenéis, tan clara y tan bella pero de mis padres que el agua que bebes no la lograréis. se clarea en ella. Ésta es tu cabeza, Éstos son tus brazos, chiquita y bonita, dos fuertes columnas, que de ella se forma con ellas sostienes una melenita. el sol y la luna. Éste es tu pelo, Desde aquí estoy viendo madejas de oro, dos fuentes muy claras, con cintas azules que beber quisiera que lo adornan todo. si usted me dejara. Ésta es tu frente, Y tu cinturita, cual plaza de guerra siempre voy temblando donde el rey Cupido de que se te rompa puso su bandera. cuando vas andando. Éstas son tus cejas, Ya vamos llegando tan bien arqueadas a partes ocultas, que sólo Cupido nadie diga nada pudo dibujarlas. si no nos preguntan. Éstos son tus ojos, luceros del alba, que cuando anochece, la mañana es clara. Ésta es tu nariz, filo de mi espada, que los corazones sin herir los pasa. Tus orejas, dama, no gastan pendientes, porque los adornan tu cara y tu frente.

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Éstos son tus muslos, son carne y encanto, y tus pantorrillas son de marfil blanco. Éstos son tus pies, tus dedos y tus plantas, que con tus paseos a la España encantas. Ya te he dibujado, niña, tus facciones, y ahora falta mayo que te las adorne. Si no estuvieras contenta con el mayo que he cantado, te pondrías un poco atenta y verías otro al contado. Ni pluma que escriba, ni mejor poeta, ni pintor que pinte esa dama bella. Informante: Catalina Guzmán López

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LA PASTORA CORONADA

Una pastora en el bosque ella y su padre habitaban, sin más amparo y refugio que era un rebaño de cabras. Estando un día rezando y cantando sus plegarias, vido bajar una nube de la corte soberana, y en ella bajó la Virgen toda vestida de gala. Llegó a la puerta y le dice: – niña, ¿de quién son las cabras? – Tuyas son, Virgen María, tuyas son, Virgen Sagrada. – Niña, ¿tú a mí me conoces, que con tanto amor me hablas? – Sí, señora, la conozco, usted es Reina Soberana. Con músicas muy sonoras al cielo se la llevaba. A la noche viene el padre y amargamente lloraba: – ¡si alguna fiera en el bosque la tendrá despedazada! Oyó una voz alta y tierna: – ahí tiene usted sus cabras, que la pastora en el cielo Dios la tiene coronada, que la pastora en el cielo Dios la tiene coronada.

Informante: Catalina Guzmán López

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ELENA Y FLORES Elena tenía amores Una mañanita hermosa con un muchacho gallardo; una señorita entró; por nombre se llama Flores, el confesor la miraba, por apellido, Navarro. el confesor la miró. Y ellos dos se paseaban, – Padre, yo tengo una pena: muy llenitos de ilusión, que he sido una criminal, envidiados de to el mundo que al primer hijo que tuve y del mundo, admiración. le he dado muerte fatal. Llegó la hora del parto El veinticinco de agosto y al mundo vino un varón, de mil novecientos doce, quedando bien en el acto en el Barranco del Lobo Elena se levantó. me lo dejé a media noche. Lo ha cogido entre sus brazos Liadito en un pañal y se marchó hacia el bosque, me lo dejé entre una mata; y en el Barranco del Lobo como madre criminal se lo dejó a media noche. me marché para mi casa. Liadito en un pañal – Señora, es usted mi madre, se lo dejó entre una mata, por lo que se explica usted. como madre criminal En la catedral del Carmen se marchó para su casa. se declara esta mujer. Y un pastor que allí había – Mi padre es un pastor, y un pastor que allí se hallaba, me recogió en un barranco. desde muy lejos oía – Tu padre se llama Flores, lo que aquel niño lloraba. por apellido, Navarro. Y el pastor, compadecido, para su casa se fue con aquel precioso niño, a dárselo a su mujer. Todos, muy agradecidos, para la iglesia se fueron a bautizar a aquel niño, que lo amaron con anhelo. En la catedral del Carmen pidieron, con voluntad, que a aquel niño querían darle estudios por caridad. Ya se acabó su carrera, ya se acabó su misión, Informante: y muy pronto lo sacaron Catalina Guzmán López cura de la población.

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EL NOVIO ASESINADO Por el paseo de Rus Entre primos y parientes se pasea una zagala, formaron una batalla, como los rayos del sol y lo cogieron en medio, tiene la niña la cara. le han dado tres puñaladas. (bis dos últimos versos) (bis dos últimos versos) Un galán que vive en frente De que Teresa se entera, a la niña le gustaba, como soplos nunca faltan, se ponen a aconsejar se cogió de los cabellos, en una ventana baja. se arrastró por toa la sala. (bis dos últimos versos) (bis dos últimos versos) – Si con lo que yo tuviera Y una prima que tenía y con lo que tú ganaras, a subir la consolaba: casaríamos los dos, – prima Isabel, que me muero, la alegría nos sobraba. que me encomienden el alma. (bis dos últimos versos) (bis dos últimos versos) – Quédate con Dios, Teresa, La prima no lo creía que viene la madrugada, y a cachondeo lo tomaba, y los mozos de tu casa hasta que vido salir muy temprano se levantan. mucha sangre por la almohada. (bis dos últimos versos) (bis dos últimos versos) Se ha encontrado con su madre La madre que tenga hijas, y a la niña le exclamaba: buenas mozas y gallardas, – a Don Pedro vide ayer, que no les quiten el gusto, hombre de gran importancia. que son unas desgraciadas. (bis dos últimos versos) (bis dos últimos versos). Si te casaras con él, la alegría nos sobrara. – Si me casara con él, deshonraría mi alma. (bis dos últimos versos) La madre que ha oído aquello la ha encerrado en una sala, donde no vea la luz, ni el sol, ni la madrugada. (bis dos últimos versos) Informante: Catalina Guzmán López

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CASAMIENTO IMPUESTO

Provincia de Barcelona Ya la sacaron del pozo un matrimonio vivía, ya la suben a su casa, eran ricos y hacendosos, y en el bolsillo le encuentran sólo una hija tenían. una tristísimo carta: María tenía un novio, – Dios me perdone mis faltas, llamado Pedro Carreño, padre, madre y demás gente, al que María quería pa casarme sin amor por ser un chico muy bueno. he preferido la muerte. A los padres de María La boda se volvió entierro, Pedro nunca les hizo gracia, todos de verlo lloraban, le propusieron la boda y a los padres de María con un sobrino de casa. todos la culpa le echaban. El veinticinco de octubre Pedro Carreño, su novio, le propusieron la boda, le regaló el ataúd, y a las seis de la mañana con las tapas de cristal, en casa la gente toda. lo demás de raso azul. La llevan a confesar, Las amigas de María María se viste de gala, regalan una corona, y al ver a su primo entrar con las flores más bonitas al suelo cae desmayada. que criaba Barcelona. La levantaron del suelo Los padres que tengan hijas, y María vuelve en sí, que las casen por amor, después les dice a sus padres: pues un casamiento impuesto – voy un ratito al jardín. siempre acaba con dolor. Voy un ratito al jardín, María le ha dicho a la gente, dirigiéndose hacia el pozo donde se buscó la muerte. Viendo que María tardaba todos al jardín bajaron, y al verla dentro del pozo asombraditos quedaron. Llamaron a la Justicia y la Justicia bajó, al verla dentro del pozo todos lloran con dolor. Informantes: Catalina Guzmán López Manolita Martínez Garrido

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LA BARAJA DE PASIÓN La baraja de los naipes Yo considero en el rey niña, te vengo a cantar (bis), al rey de cielos y tierra (bis), para que Dios te acuerdes y aquél que esto no creyese cuando vayas a jugar. (bis) no tendrá parte en la gloria. (bis) Yo considero en el as Y esta copla la sacó y en el as yo considero (bis), las cartas de la baraja (bis), que hay un solo Dios inmenso un pobrecito infeliz y un solo Dios verdadero. (bis) que metío en capilla estaba. (bis) Yo considero en el dos, son las llaves de San Pedro (bis), y aquél que esto no creyese no tendrá parte en el cielo. (bis) Yo considero en el tres y en el tres yo considero (bis), son tres personas distintas y un solo Dios verdadero. (bis) Yo considero en el cuatro que es la carta más hermosa (bis), toda la pasión de Cristo, angustiada y dolorosa. (bis) Yo considero en el cinco las llagas del Redentor (bis), míralas con humildad, límpiaselas al Señor. (bis) Yo considero en el seis cuando Dios el mundo hizo (bis), que trabajaba seis días y descansaba el domingo. (bis) Yo considero en el siete, que bien claro lo mostró (bis), estando Cristo en la cruz siete palabras habló. (bis) Yo considero en la sota aquella mujer piadosa (bis), que con su toca limpió a Jesús su cara hermosa. (bis) Yo contemplo en el caballo a Longino en el calvario (bis), Informante: que le dio fuerte lanzada Catalina Guzmán López a Jesús en el costado. (bis)

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LAS DOCE PALABRAS De las 12 palabras retorneadas, Hombre varón, dime la una: dime quién te alumbra a ti: la una es una, me alumbra el sol. la que parió en Belén Pero la una, y quedó pura. la una es una, De las doce palabras retorneadas, la que parió en Belén dime la dos: y quedó pura. las dos tablitas de Moisés, De las 12 palabras retorneadas, donde Jesús puso sus pies dime la cinco: para bajar las cinco llagas, a la casa santa de Jerusalén. los cuatro evangelios, Hombre varón, las tres Marías, dime quién te alumbra a ti: las dos tablitas de Moisés, me alumbra el sol. donde Jesús puso sus pies Pero la una, para bajar la una es una, a la casa santa de Jerusalén. la que parió en Belén Hombre varón, y quedó pura. dime quién te alumbra a ti: De las doce palabras retorneadas, me alumbra el sol. dime la tres: Pero la una, las tres Marías, la una es una, las dos tablitas de Moisés, la que parió en Belén donde Jesús puso sus pies y quedó pura. para bajar De las 12 palabras retorneadas, a la casa santa de Jerusalén. dime la seis: Hombre varón, los seis candeleros, dime quién te alumbra a ti: las cinco llagas, me alumbra el sol. los cuatro evangelios, Pero la una, las tres Marías, la una es una, las dos tablitas de Moisés, la que parió en Belén donde Jesús puso sus pies y quedó pura. para bajar De las doce palabras retorneadas, a la casa santa de Jerusalén. dime la cuatro: Hombre varón, los cuatro evangelios, dime quién te alumbra a ti: las tres Marías, me alumbra el sol. las dos tablitas de Moisés, Pero la una, donde Jesús puso sus pies la una es una, para bajar la que parió en Belén a la casa santa de Jerusalén. y quedó pura.

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De las 12 palabras retorneadas, De las 12 palabras retorneadas, dime la siete: dime la nueve: las siete palabras, los nueve meses, los seis candeleros, los ocho gozos, las cinco llagas, las siete palabras, los cuatro evangelios, los seis candeleros, las tres Marías, las cinco llagas, las dos tablitas de Moisés, los cuatro evangelios, donde Jesús puso sus pies las tres Marías, para bajar las dos tablitas de Moisés, a la casa santa de Jerusalén. donde Jesús puso sus pies Hombre varón, para bajar dime quién te alumbra a ti: a la casa santa de Jerusalén. me alumbra el sol. Hombre varón, Pero la una, dime quién te alumbra a ti: la una es una, me alumbra el sol. la que parió en Belén Pero la una, y quedó pura. la una es una, De las 12 palabras retorneadas, la que parió en Belén dime la ocho: y quedó pura. los ocho gozos, De las 12 palabras retorneadas, las siete palabras, dime la diez: los seis candeleros, los diez mandamientos, las cinco llagas, los nueve meses, los cuatro evangelios, los ocho gozos, las tres Marías, las siete palabras, las dos tablitas de Moisés, los seis candeleros, donde Jesús puso sus pies las cinco llagas, para bajar los cuatro evangelios, a la casa santa de Jerusalén. las tres Marías, Hombre varón, las dos tablitas de Moisés, dime quién te alumbra a ti: donde Jesús puso sus pies me alumbra el sol. para bajar Pero la una, a la casa santa de Jerusalén. la una es una, Hombre varón, la que parió en Belén dime quién te alumbra a ti: y quedó pura. me alumbra el sol. Pero la una, la una es una, la que parió en Belén y quedó pura.

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De las 12 palabras retorneadas, Hombre varón, dime la once: dime quién te alumbra a ti: las once mil vírgenes, me alumbra el sol. los diez mandamientos, Pero la una, los nueve meses, la una es una, los ocho gozos, la que parió en Belén las siete palabras, y quedó pura. los seis candeleros, De las 12 palabras retorneadas, las cinco llagas, dime la trece: los cuatro evangelios, ¡que reviente el demonio las tres Marías, por donde pudiese! las dos tablitas de Moisés, donde Jesús puso sus pies para bajar a la casa santa de Jerusalén. Hombre varón, dime quién te alumbra a ti: me alumbra el sol. Pero la una, la una es una, la que parió en Belén y quedó pura. De las 12 palabras retorneadas, dime la doce: los doce apóstoles, las once mil vírgenes, los diez mandamientos, los nueve meses, los ocho gozos, las siete palabras, los seis candeleros, las cinco llagas, los cuatro evangelios, las tres Marías, las dos tablitas de Moisés, donde Jesús puso sus pies para bajar a la casa santa de Jerusalén. Informante. Catalina Guzmán López

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MI PEREGRINA Camino de Santiago, Tiene rubio el cabello, con grande halago, tan largo y bello mi peregrina que el alma en ello la encontré yo; se me enredó. y al mirar su belleza, Y en su fina guedeja, con gran presteza, de oro madeja mi peregrina su amor y el mío se hizo de amor. se aprisionó. Fue tanta la alegría Es su frente espaciosa, que al alma mía fresca y hermosa, la compañía donde Cupido de su amor dio, guerra formó; que en la oscura breña y en honor de Cupido, de la montaña, dos atrevidos mi peregrina ambos disparan se me perdió. flechas de amor. Y mi pecho afligido, Sus ojos y pestañas preso y herido, son dos montañas, en aquellos montes donde dos negros suspiros dio; hacen mansión; y a los prados y flores y en honor de Cupido, de sus amores dos atrevidos de esta manera ambos disparan les preguntó: flechas de amor. – ¿quién vio una morenita, Su nariz afilada peregrinita, no fue sonada, que el alma irrita aunque mirada con su desdén? fama cobró; Por ver si mis desvelos es un cañón de plata hallan consuelos, que a todos mata, todas sus señas sin que ninguno daré también. sienta el dolor. Iba la peregrina con su esclavina y su cartera y su bordón. Lleva zapatos blancos, medias de seda, sombrero fino que es un primor.

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Su boca es tan pequeña y tan risueña, cual naturaleza pudo formar, que al decir punto en boca más me provoca, por no agraviarla quise callar. Su barba es el archivo donde yo vivo, preso y rendido y muerto de amor, y el que hace el bien y el gozo, perenne gozo, sepulcro alegre y dulce prisión. Es su hermosa garganta la mejor planta, que en los jardines sembró el amor. Por haberla ofendido a sus pies, rendido, a mi peregrina pido perdón. Informantes: Juana Aranda García María Francisca Quesada Rentero

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VENGANZA CONTRA DESHONRA

Alto soberano cielo, En cuanto llegó la noche en ti pongo mi memoria capa y sombrerillo toma, para que explicar yo pueda se puso una media verde, lo que sucedió en Lisboa, un zapatillo que abrocha con un galán y una dama y una montera italiana que se estiman y se adoran, con broches que son de ahora. y el querer entre los dos A la cintura una daga, de firme no hay quien lo rompa, que de Toledo es la hoja; sino Jesús Nazareno donde estaban sus contrarios, con su mano poderosa. se encaminó presurosa. Un día por la mañana Llena de ira le dijo: se va don Pedro de ronda, – hoy te espero en la redonda. más galán que el sol que sale, Cuando lo vido venir, a la puerta de su moza. la capa en el suelo arroja. La moza, que está en aviso, – ¿Es usted aquel caballero a la ventana se asoma. que dio palabra a una moza, – No hay quien te ponga en las manos y después de robar su honor una pulida corona. se la ha dejado a la sombra? – No estimo yo lisonjeos Ha de saber que soy yo sino saber de qué forma y me llamo doña Antonia ese querer que me tienes y he de quitarte la vida, si es querer o si es lisonja. si el cielo no me lo estorba. Desde las ocho estuvieron Sacó una pequeña daga el galán y doña Antonia, y la cabeza le corta, hasta que tocan al alba la coge de los cabellos las campanas de Lisboa. y en la puerta de su moza Otro día, en la mañana, la cuelga en el llamador, ciertos amores con otra. y en esto pasó la ronda. Doña Antonia, que lo sabe, Le preguntaron razón: no hay quien le gane a leona, – venganza contra deshonra. a leona enfurecida El señor corregidor que contempla su deshonra. debe hacerme una corona. – ¡Ay, noche, cómo no llegas, Todos echaron a huir cielo, cómo no te adornas y ella, que se vido sola de tu capa azul celeste, se fue a Santa Catalina, de tus estrellas preciosas! tomó el hábito de monja. Otro día en la mañana, Informantes: vítores a Doña Antonia, Dolores Valero Fernández que se ha llevado la gala María Josefa Valero Fernández de las mozas de Lisboa.

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DESHONRA

De edad de catorce años, granuja, te conocí, me pediste relaciones, me pediste relaciones y yo te las concedí. Tú hablaste con mis padres y te dijeron que no, mas como yo te quería, mas como yo te quería les jugué mala traición. En un campo solitario, granuja, me deshonraste, y para mayor dolor, y para mayor dolor te fuiste y me dejaste. Me deshonraste a mí y a todita la familia, y para mayor dolor, y para mayor dolor me dejaste una niña. Retírate de mi vera, que estoy tísica y enferma, y a toda la que se muere, y a toda la que se muere la ropita se la queman. Ya le llevan a enterrar, caminito de Toledo, la llevan a acompañar, la llevan a acompañar hasta el mismo cementerio. Mira si sería guapa que hasta el mismo enterraor tiró la pala y el pico, tiró la pala y el pico y el pañuelo se sacó. Ya no entierro más mujeres, se me ha ido la ilusión, Informante: el retrato de mi novia, Catalina Guzmán el retrato de mi novia López lo llevo en el corazón.

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LA PASTORA CRISTIANA En la provincia de Valencia Y su esposa le decía: un labrador habitaba, – Francisco de mis entrañas, llamado Paco Ruiz si ella es devota de Dios y su esposa Mariana, tú no te metas en nada. y una hija que tenían – Virtudes, ve a los barrancos que Virtudes se llamaba. con catorce o quince cabras, De edad de veintidós años, y aquí no vengas con sol caritativa y honrada, que te doy la muerte amarga. llegaba un pobre a su puerta, Virtudes fue a los barrancos, cuando su padre no estaba, muy triste y desconsolada. le ponía de comer – ¿Será posible, Dios mío, todo cuanto deseaba. que no pueda ser cristiana? La costumbre que tenía, Poco rato se tardó, en cuanto se levantaba, cuando una paloma blanca era visitar el templo del alto cielo bajó de la Virgen Soberana. y a su lado se le para. Su padre, que era un hereje, – ¿Qué te pasa, pastorcita, cuando de menos la echaba que con tanto amor me llamas? se iba a la puerta del templo No le pudo contestar y allí mismo la esperaba. porque se le quitó el habla. Cuando la veía salir, Poco rato se tardó del cabello la agarraba, cuando un monaguillo baja, la arrastraba por el suelo con un cuadro lindo, hermoso, y le arañaba la cara. y una mesa en las espaldas. Y su esposa le decía: En medio de aquel barranco – Francisco de mis entrañas, un buen altar preparaba, si ella es devota de Dios, y hasta las cabras, señores, tú no te metas en nada. de rodillas se postraban. Llegó el ocho de septiembre, – Virtudes, toma esta carta aquella fresca mañana marcha al pueblo sin tardanza Virtudes le dice al padre: y se la entregas al cura – padre mío de mi alma, antes de que a misa salga. yo quisiera ir a misa si es que usted me lo otorgara. La respuesta que le tuvo fue darle una bofetada, un ojo se le partió y al suelo la derribaba.

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Virtudes marchó hacia el pueblo, que había poca distancia, llegando en medio del templo a punto que a Dios alzaban. Un desmayo que le dio al suelo la derribaba. La gente se amotinó y el señor cura mandaba: – nadie se salga del templo hasta el final de esta carta. En el primer renglón dice que a Virtudes la enterraran al pie del altar mayor, supuesto que ha muerto santa. Y el hereje de su padre está ardiendo en vivas llamas, con cuatro horribles demonios que bajan por sus espaldas: unos le sacan los ojos, otros la lengua le arrancan, y otros le sacan del cuerpo el hígado y las entrañas. Informante: Catalina Guzmán López

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EL CURA Y LA CRIADA

El cura está malo, malito en la cama; a la media noche llama a su criada. – ¿Qué querrá el curita que tanto me llama? La mandó a la fuente, la fuente la Sana, a llenar un cántaro, un cántaro de agua. Y, estando en la fuente, le picó una rana y le picó con gana. A los nueve meses parió la criada: un niño bonito con pito y sotana. Y la gente dice: – ¡échale al hospicio! – ¡No me da la gana, que tengo dos tetas que son dos campanas, que tienen más leche que dos o tres mil cabras!

Informantes: Alfredo Infantes Delgado y alumnos del CEIP “Real Mentesa”. La Guardia de Jaén

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LA DONCELLA GUERRERA El rey ha mandao una orden – Madre, mi querida madre, desde Sevilla a Graná, que yo me muero de amor, que al que no tenga varón que el señorito Lombardo la cabeza cortará. es hembra, que no varón. En Sevilla, un sevillano – Convídala, hijo mío, siete hijas le dio Dios convídala tú a comprar, y tuvo la mala suerte que si ella es mocita que ninguna fue varón. la seda le ha de gustar. Un día a la más pequeña – Madre, mi querida madre, le llamó la inclinación ya la he invitado a comprar; de ir a servir al rey, yo me he tirado a la seda como si fuera varón. y ella se compró un puñal. – ¡Hija mía, no te vayas, – Convídala, hijo mío, que te van a conocer! convídala tú a beber, Tienes el pechito alto que si ella es mocita y además ya eres mujer. al vino ha de temer. – Si tengo el pechito alto, – Madre, mi querida madre, padre, me lo ligaré ya la he invitado a beber; y con el pecho ligado yo me he bebido un vaso un varón pareceré. y ella se ha bebido tres. – ¡Hija mía, no te vayas, – Convídala, hijo mío, que te van a conocer! convídala tú a acostar, Tienes el pelito alto que si ella es mocita, y además ya eres mujer. de la cama huirá. – Si tengo el pelito largo, – Madre, mi querida madre, padre, me lo cortaré ya la he invitado a acostar; y con el pelo cortado ella se vino a mis brazos un varón pareceré. y no quiso fingir más. Pasaron ya siete años y nadie la conoció; un día al subir al caballo la espada se le cayó. – ¡Maldita sea la espada y maldita sea yo! ¡Maldita sea la hora Informantes: que me vestí de varón! Alfredo Infantes Delgado y alumnos del El rey, que la estaba oyendo, CEIP “Real Mentesa”. La Guardia de Jaén de ella se enamoró.

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ENAMORADA DE UN POBRE

Una señorita rica de un pobre se enamoró, de clase humilde y honrada, obrero y trabajador. Él le decía: – dulce amor mío, nuestros amores no tendrán fin, tú eres muy rica mas yo soy pobre. Y la muchacha contestó así: – ¡maldito sea el dinero que a mí me impide quererte, si yo no llego a ser tuya mil veces pido la muerte! Pronto la meten en un convento, bajo la Virgen la Concepción. Todas las monjas la cuidan mucho, y entre sus rejas allí quedó. Y, al verse tan triste y sola, y en aquella soledad, se acordaba de su novio y enfermó de gravedad. Los padres que se enteraron, la sacaron del convento con la intención de curarla, pero no tuvo remedio. – Padres del alma, yo os perdono, sólo os pido venga mi novio. Informante: – ¡Maldito sea el dinero! Catalina Guzmán agonizando decía. López Y así murió entre los brazos del hombre que más quería.

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MALDITO DINERO Doña Teodora le dice – ¡Ay, qué malita me he puesto!, a su esposo don Fidel: la pobre joven decía. – me parece que el gañán ¡Esto de no ver a Pedro mira mucho a la Isabel. es aumentar mi agonía! – Y eso me parece a mí, ¡Es aumentar mi agonía, me parece una comedia, es aumentar mi dolor, tú ves si Pedro la quiere, el retrato de mi Pedro mucho más lo quiere ella. me dará fuerza y valor! Sabemos que nuestro mozo Doña Teodora le dice es un chico muy formal, a su esposo don Fidel: pero qué tiene con eso – ¿no sabes lo que le ha dicho si no tiene capital. el doctor a la Isabel? – Y eso me parece a mí, Tiene una pena muy grande, me parece una comedia, le palpita el corazón, tú ves si Pedro la quiere, el haberse ido Pedro mucho más lo quiere ella. le causó mucho dolor. – Para terminar el lío – ¡Ay, Teodora, no me irrites, hay que cortar por lo sano, que me llevan los demonios, y es mandarlo a trasladar el ver morir a una hija y el cuento se ha terminado, a las espaldas de su novio! que se diría en el pueblo Dame tintero y papel, que no se pierden de vista, no tengo tan mala fe, de que un simple jornalero de ver morir a una hija dé con una señorita. por el maldito interés. Y a las doce de la noche El gañán en la besana Isabel en la ventana, siempre en ella está pensando, platicando con su Pedro cuatro semanas sin verla los dos amantes lloraban. sus ojos le vierten llanto. – Pedro, toma este pañuelo Cuando oyó la voz del mando, que lo bordé para ti, que era la del mayoral, para ti, Pedro querido, cuando Pedro lee la carta pa que te acuerdes de mí. como un niño echó a llorar. – Isabel, toma un retrato Como un niño echó a llorar, que anteayer me retraté, como un niño echó a correr, y aunque esté lejos de ti y el mayoral le decía: quiero que me puedas ver. – toma dineros pa el tren. Se dieron las buenas noches Al llegar a la ciudad y el galán se retiraba, se encontró al enterraor, y el galán se retiraba con su pico y con su pala Isabel se fue a la cama. camino del panteón.

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– Pedro, ten resignación, que ya no la vas a ver, porque vengo de enterrar a tu adorada Isabel. – ¿Y habrás tenido valor de coger tu pico y pala, y enterrar a mi Isabel sabiendo que es mi adorada? ¿Por qué no la desentierras ahora que nadie nos ve, pa besarla yo en la frente y morirme ya después? – Eso sí que no lo hago, eso sería una locura, a presidio me llevaran si abriera la sepultura. – Un favor te voy a pedir, me lo debes conceder: decirme dónde es la tumba de mi adorada Isabel. Al llegar al panteón Pedro se quedó sin habla, cuando de la sepultura salió una paloma blanca. Y le dijo a su adorado: – no te asustes tú de mí, que pa mañana a las diez juntos estaremos aquí. Y anda y dile tú a mi padre la paloma que tú has visto, que no ha de subir al cielo hasta que no estés conmigo. Le pusieron inyecciones por las manos de doctor, le ponen resurrecciones y a las tres horas expiró. Y a las tres horas expiró y a las cuatro lo enterraron, y a las cinco está Isabel al lado de su enamorado. Informante: ¡Por el maldito dinero, Mª Antonia Quesada por el maldito interés, Guzmán

han muerto el pobre de Pedro y su adorada Isabel!

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UN DESAIRE CASTIGADO Allí arribita, arribita, y a las tres horas siguientes allí arribita, en la era, sube el padre a merendar, un novio mató a su novia encontrándose a su hija por la flor de la canela. rematada en el portal. El dieciocho de mayo, – ¡Hija mía de mi alma!, señores, vamos a contar ¿quién ha sido el criminal? que un novio mató a su novia ¡Si lo pillara ahora mismo porque no quiso bailar. lo cosía a puñalás! La convidaron a un baile, Llamaron al criminal su padre no la dejó, por ver si la conocía. y sin permiso de nadie – ¿No queréis que la conozca ella sola se marchó. si ha sido la novia mía? Como era tan rebonita, Si buscáis al asesino, le tiraban los sombreros; he sido yo el criminal; Antonio le tiró el suyo he tenido que matarla y no quiso recogerlo. porque no quiso bailar. A la salida del baile: Ya la suben, ya la bajan, – me la tienes que pagar, ya la ponen en la losa, te he de cortar la cabeza toda vestida de blanco y la mano principal. que parecía una rosa. A otro día por la mañana Ya la suben, ya la bajan, Antonio se levantó, ya la ponen en el suelo; fue a la puerta de su novia su padre, que estaba allí, a pillarle la ocasión. la tapa con un pañuelo. Al subir las escaleras Un rosal cría una rosa ella se estaba peinando. y una maceta un clavel, – Retírate de aquí, Antonio, y un padre cría una hija mira que llamo a mi hermano. sin saber para quién es. – Yo no le temo a tu hermano ni a ninguna autoridad, te advertí que a la salida te tenía que matar. Se ha desliao la capa y se ha sacao un puñal, y en el costao izquierdo le ha dao tres puñalás. Ya se la ha dejao tendía, ya se ha ío el criminal,

Informante: María Francisca Torres Polo

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EL CURA Y LA MOLINERA Les voy a explicar a ustedes – Buenos días, padre cura, un poco del entremés: buenos días, fraile Andrés. lo que le pasó a Tronera ¡Qué bien me ha venido usted! un día con su mujer, – Ninguna mujer del mundo pues el cura Don Fulano engañarme pudo ser. le quiso pisar el pie. De una que me he fiado, Se lo ha dicho a su marido, de una que me fié: lo dispusieron muy bien: ¡trigo me hicieron moler! convidarlo pa cenar, convidarlo pa comer (bis después de cada verso – Ponle un pavo rellenado en todo el romance). y una tortilla después. Se pusieron a cenar el cura con la Isabel. – Padre cura, es mi marido, ¿dónde meteré yo a usted? – Méteme en aquel costal y arrímame a la pared. Se pusieron a cenar su marido y la Isabel. – ¿Qué es aquello del costal? ¿Qué es aquello del fardel que hay pegado a la pared? – Es un poquito de trigo, que ha caído que moler. – Agarra el candil y vamos, que ese trigo quiero ver: y era un cura con corona y sombrero calañés. – Buenas noches, padre cura, buenas noches, fraile Andrés. ¡Qué bien me ha venido usted!, pues tengo la mula coja y ha caído que moler. Lo engancharon a la una, lo soltaron a las tres. Y a otro día por la mañana Informante: iba a misa la Isabel. María Francisca Quesada Rentero

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FALSO TESTIMONIO Anoche, al venir del puerto, Y, al cabo de veinte años, le dice: – Antonio Miguel, Antonio volvió otra vez, mira que a mí no me gustan y se encontró que no estaban las cosas de tu mujer. ni el hijo ni su mujer. Anoche, serían las dos, Lo metieron en la cárcel, cuando yo vide saltar por sospechas de familia un hombre por tu balcón, que decían que a su mujer que te puedes figurar. él le había quitao la vida. Antonio quedó parado Ya le leyeron la causa y sin saber lo qué hacer: y le dijo el defensor: si marcharse al extranjero – ¿es verdad lo que aquí dice, o matar a su mujer. que usted a su mujer mató? Se ha marchado a Buenos Aires, – Yo vengo de Buenos Aires dejándose a su mujer y me encuentro que no están y a un niño de cuatro años, ni mi mujer ni mi hijo. que es lo que tenía que ver. ¡Eso es una falsedad! La madre cogió a su hijo – Dígame cómo se llama y, sin parar de besarlo, para poder defenderlo. lo ha cogido de la mano – Me llamo Antonio Miguel, y al puerto se lo ha llevado. por apellido Romero. La madre cogió a su hijo Se levantó el defensor, y, sin parar de llorar, ya no se puede aguantar. se ha subido a la cubierta – Este señor es mi padre, y se ha tiradito al mar. mi madre se tiró al mar. Y unos señores muy ricos, Por un falso testimonio que venían en el barco, que quisieron levantarle, al ver al niño sin madre mi madre se tiró al mar ellos lo cogen en brazos. y aquí tengo yo a mi padre. Ellos lo cogen en brazos – ¡Hijo mío de mi alma y empiezan a preguntar, y de to mi corazón, y el niño, como es pequeño, tu madre se tiró al mar, nada sabe contestar. sólo quedamos los dos! Y estos señores tan buenos, El octavo mandamiento como eran millonarios, nunca debes de olvidar: lo han criado para ellos ningún falso testimonio y a un colegio lo han llevado. a nadie levantarás. La carrera de abogado fue la que el niño estudió, Informante: y en la capital de Soria Catalina Guzmán López su bufete estableció.

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NOCHE DE REYES Noche de Reyes de invierno, – ¡Hijito de mis entrañas!, silba el viento en el espacio, la madre dice pensando, mientras que la nieve cubre mientras que por sus mejillas las aceras con su manto, lágrimas bajan rodando, las aceras que relucen hasta morir en su boca semejando lirios blancos. dejando un sabor amargo: Los niños en esta noche, la amargura de saber con su cuerpo sonrosado, que ella no puede comprarlos. duermen con un ojo abierto Y estrecha a sus dos hijitos y el otro medio entornado, con su maternal regazo, mirando sus zapatitos y echa a andar muy torpemente que allá en el balcón colgaron, sin dirigir bien sus pasos. creyendo que sí es verdad De pronto se oye un ¡ay!, todo aquello que contaron. un quejido y un porrazo, Al día siguiente, una madre, y la madre cae en el suelo, con sus hijos avanzando, no es posible remediarlo. va contándoles, con pena, La buena madre se ha ido lo rudo de su calvario, y los dos pobres muchachos, mientras otros niños pasan en la calma de la noche, con juguetes y regalos. flotan con un ritmo extraño. El mayor dice a su madre, ¡Así es la noche de Reyes mirando desconsolado: para muchos desgraciados! – ¿por qué ellos tienen juguetes tan bonitos y tan majos? ¿Será porque ellos son buenos y nosotros somos malos? ¿O será que en el balcón sus zapatitos colgaron? ¡Si es así, madre del alma, qué tristeza por mi hermano, porque no tiene zapatos ni balcón para colgarlos! Sí, mamá, por él quisiera que nos trajeran regalos, porque yo soy mayorcito Informante: y voy a cumplir diez años. Francisco Quesada Braceros

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PADRE ADOPTIVO (1ª VERSIÓN) En una calle muy oscura, Se le terminó el trabajo donde nadie transitaba, y se le acabó el dinero, lo dejan recién nacío, y se tuvo que meter un perro lo acompañaba. a un hospital de enfermero. El animal, con instinto, Y así pasaron diez años, de vez en cuando ladraba, sufriendo con gran dolor, por ver si alguien lo oía por tal de no abandonar y al pobre niño amparaba. al niño que se encontró. Viendo que nadie lo oye, Una razón muy urgente el animal comprendió de repente le han llevao, que, arruñando en una puerta, pa que presentara al niño hallaría la solución. donde lo habían espachao. Y el criado de la casa Se presentó con su niño, salió muy ligero a abrir, con su niño de la mano. queriéndole castigar, – Diga, diga, caballero, pero el perro se está allí. ¿para qué soy yo llamao? Y de su ropa tiraba – Para que me des mi hijo, pa que a la calle saliera, soy su padre de verdad, y al niño se aproximara lo abandoné muy chiquito y al niñito recogiera. en la puerta de un portal. Lo ha cogío entre sus brazos Y el niño le ha contestao: y le dice con cariño: – usted a mí me despreció; – ¿quién es esa mala madre yo me voy con este obrero que comete este delito? que, aunque pobre, me crió. Lo ha cogío entre sus brazos y a su amo lo presenta: – mire usted lo que he encontrao en el tranco de la puerta. Y el amo le contestó: – no quiero cargos de nadie. ¿Para qué lo has recogío? ¡Haberlo dejao en la calle! – No tengo mal corazón y aunque pobre, soy honrao; a este niño lo recojo, mientras viva, está a mi lao. Lo ha cogido entre sus brazos y le dice: – vida mía, Informante: como yo no tengo a nadie, Nieves Jaraíces Vico tú serás toa mi alegría.

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PADRE ADOPTIVO (2ª VERSIÓN) En una calle de Madrid, – Déme usted, señor, mi cuenta, que allí nadie transitaba, que yo a mi casa me marcho, a un hermoso perro vi ya que me encontré a este niño, que a un pequeño acariciaba. no volveré a abandonarlo. El animal, por instinto, Cuando el criado salía de vez en cuando ladraba, con el niño entre los brazos, para ver si alguien lo oía la hija del caballero y aquel pequeño amparaba. lo ha cogido en su regazo. El fiel animal comprende, – Dale alimento a este niño; al ver que nadie le oía, de tu lado no lo apartes, que arañando en una puerta, y yo te daré el dinero alguien le contestaría. para que puedas criarle. Se ha metido en un portal El niño bien se criaba y, por su instinto llevado, y hasta un ama le pusieron, empezó a arañar la puerta gracias a lo que le daba hasta que salió un criado. la hija del caballero. Pero, al notar que es un perro, Pero, al cabo de algún tiempo, lo ha querido castigar; se dio cuenta el caballero el perro salió corriendo y decidió de llevarse y el buen criado detrás. a su hija al extranjero. Pero, al llegar junto al bulto, Al poco tiempo, al criado quedó el criado asombrado, se le terminó el dinero al ver un niño tan lindo y tuvo que colocarse que se hallaba abandonado. en un hospital de enfermero. Cogió al niñito en sus brazos, Ya el niño fue mayorcito en su abrigo lo envolvió y se lo llevó con él y, gozando de contento, y atendía los enfermos se lo llevó a su señor. como el criado más fiel. – Mire, señor, qué angelito Cuando los médicos vieron que me acabo de encontrar, la inteligente criatura, pues su madre hizo el delito se lo llevaron con ellos de tirarlo sin piedad. pa que ayudara a hacer curas. El caballero le dice Cuando los médicos vieron muy lleno de indignación: la inteligencia tan grande, – ve y déjalo donde estaba, lo meten en un colegio que lo críe otro y no yo. a estudiar de practicante. El criado le contesta, Era tanto su talento estrechándolo en sus brazos: que el Gobierno lo eligió, – yo solo con mi pobreza y le dieron por empleo juro ante Dios de criarlo. practicante en un vapor.

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En uno de los viajes Por tanto, es usted mi madre, que de América venía, madre de mi corazón, se les formó una tormenta haré por ponerla buena, que se creyó que se hundía. que ya tiene mi perdón. Con las fuertes sacudidas Yo nunca abandonaré que el barco continuo daba, a ese hombre tan honrado, hubo varios pasajeros que con tantos sacrificios que, con golpes, se lisiaban. y con penas me ha criado. El muchacho siempre estaba – Hijo de mi corazón, donde mucha falta hacía, por eso no tengas penas; acudiendo a los enfermos lo tendremos con nosotros con sin igual valentía. como si tu padre fuera. Se metió en un camarote Ya se le acabó la pena a atender a una señora, a quien tanto había sufrido, que se hallaba trastornada que por culpa de su padre hacía ya bastantes horas. tuvo a su hijo perdido. La tormenta iba pasando, Estos problemas, señores, la señora mejoró, no deben de ser dudados, y al bueno del practicante que aún quedan muchas criaturas estas palabras le habló: de padres abandonados. – quiero confiarle a usted un importante secreto, porque me encuentro muy mal y parece que me muero. Quiero que vaya a Madrid, calle de Santa Isabel, vive Sebastián Serrano, criado mío que fue. Ése tiene un hijo mío, que mi padre lo tiró por no verme en la vergüenza y ese hombre lo crió. Dale un abrazo muy fuerte, por ser un criado fiel y dile que me perdone: mis riquezas son de él. El muchacho, trastornado, habló a la señora así: – a ese hombre lo conozco; es quien me ha criado a mí. Canción de ciego original (escrita), facilitada por Catalina Guzmán López

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PADRE ADOPTIVO (3ª VERSIÓN) Una noche oscura en Madrid Cuando tenía nueve años por donde nadie pasaba: en el hospital seguía. un niño recién nacío Cuando menos lo esperaba y un perro que le ladraba. un parte que recibía, El animal con instinto, para que cogiera el niño, al ver que nadie pasaba lo llevara de la mano, ha llamado en una puerta para que se presentara por si alguien lo amparaba. donde lo habían espachao. En la puerta que llamó, Coge el niño de la mano el mozo que sale a abrir y a su amo lo presenta. ha querido castigar – Dígame usted ya, mi amo, al perro que estaba allí. para qué soy yo llamao. Y el perro que le tiraba – Para que me des el niño, pa que a la calle saliera; me pertenece por padre. cuando viera al angelito, Yo fui quien lo abandonó, seguro lo recogiera. mi hija era su madre. Coge el niño entre sus brazos. Y el niño le dijo así: Le dice: – duerme, angelito. – Por usted fui yo tirao. ¿Quién ha sío tan mala madre Yo me voy con este obrero, que ha cometío este delito? que aunque pobre es honrao. Entra en una habitación Por usted fui abandonao, y a su amo lo presenta. yo me voy con este obrero – Mire lo que me he encontrao que aunque pobre, me ha criao. en el tranco de la puerta. El amo le contestó: – No quiero cargos de nadie. ¿Por qué lo has recogío? ¡Haberlo dejao en la calle! Y el mozo le dice así: – Aunque pobre, soy honrao. Yo me lo llevo a mi casa, mientras viva está a mi lao. Ya pasaron cinco años y de nada le quedaba; al hospital de enfermero Informante: con el niño se marchaba. Carmen Tello Lorite

(Versión de Torres)

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INCESTO

En la orillita de Palma habitaba un labrador, que poseía una hija como los rayos del sol. Un día que estaba solito quiso lograr su intención: con un cuchillo con filo se ha entrado en su habitación. – O te entregas a tu padre o la muerte te doy yo; déjame que te posea, quiero disfrutar tu honor. A los gritos que allí daba la vecindad acudió. – ¿Qué vas a hacer con tu hija? – ¡Mereces muerte, traidor! Entonces llegó su madre, su muy querida mujer; sin saber lo que pasaba se puso a hacer de comer. La niña, al ver a su madre, se mete en su habitación, con el pelo enmarañado lloraba con gran dolor. – ¿Qué pasa, rosa de mayo? ¿Qué pasa, rosa de abril? – Que me acuerdo de mi padre, que quiso abusar de mí. Madre, yo me voy de casa, que en casa no puedo estar, porque un padre infame y malo mi honra quiso manchar. El que abusa de su hija no tiene perdón de Dios; no merece estar viviendo quien mancha su propio honor. Informante: Juana María Fernández Aranda

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EL DEFENSOR DE SU NOVIA Un hombre que trabajaba, – Tú harás lo que yo te mande en un pueblo de Tarifa, y si no te mataré; tenía una hija muy guapa. donde no lo vea nadie ¡Como flor era de linda! tu cuerpo yo enterraré. Un día que fue a llevarle Viendo que la boda llega a su padre la comida, y el asunto estaba serio, se enamoró un caballero ella ha cogido una carta al verla tan guapa y linda. y se la ha escrito a su dueño. – Ésa su hija, Francisco. – Mi padre quiere casarme – Ésa mi hija, José. con un rico millonario; – Ésa su hija, Francisco. ven, Manuel, pronto a salvarme, ¡Qué hija que tiene usted! si te encuentras licenciado. – De buena gana, Francisco, La boda a la iglesia iba, con su hija me casara; la boda a la iglesia ha entrado; ni a usted, ni a su propia hija zapatos no había otros, le faltaría nunca nada. vestido en oro bordado. – Tiene novio, don José, Estando la boa en la iglesia, y lo tiene en el servicio, Manuel al pueblo llegó; obrero y trabajador se encontró con un amigo y lo quiere con delirio. que de todo lo enteró. – Usted le dice a su hija Vestido de militar y a su hija dice usted, a la iglesia se ha marchado, que se case con un hombre y delante de los novios que tenga para comer. corriendo se ha presentado. – Esta noche voy a casa – ¡Ya tengo aquí a mi Manuel! y a mi hija lo diré, ¡Ya está aquí quien esperaba! y según mi hija diga ¡Ya tengo quien me defienda! la contestación traeré. ¡Ya está aquí quien yo aguardaba! – Tú no sabes, hija mía, Y Manuel ha contestado: la dicha que traigo a casa; – ¡me la llevo porque es mía! tú conoces a aquel hombre ¡Si alguno quiere seguirme, que conmigo platicaba. pronto me juego la vida! Se ha enamorado de ti, al verte tan linda y guapa; si te casaras con él no nos faltaría de nada. – ¿Cómo olvido a mi Manuel, al hombre que tanto quiero? Informante: ¡Yo sería una miserable Manuela Cobo Cueva si olvidara por dinero!

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ELENA, ROSALINDA E ISABEL A las puertas de un palacio A las puertas de la casa, de una señora de bien, siete semanas después, llega un lindo caballero llegan siete caballeros corriendo a todo correr; corriendo a todo correr. como la nieve, su cara, – Señora, tenéis tres hijas; su rostro, como la tez. a la del medio, Isabel, – ¡Que Dios os guarde, señora! ruego que me la entreguéis, – ¡Caballero, a vos también! que en los palacios reales – Ofrecedme un vaso de agua, se va a casar con el rey. que vengo muerto de sed. – Tan fresca como la nieve, caballero, os la daré, que la cogieron mis hijas al punto de amanecer. – ¿Son hermosas vuestras hijas? – ¡Como el sol de Dios las tres! – Decidme cómo se llaman, si el gusto ese tenéis. – La mayor se llama Elena y la segunda, Isabel, y la más pequeña de todas Rosalinda la nombré. – Decidle a todas que salgan, que las quiero conocer. – La mayor y la pequeña al punto aquí las tendréis, A Isabel la perdonáis; por vergüenza y cobardía no quiere dejarse ver. – Lindas son las dos que veo, lindas son como un clavel, pero más linda será la que no se deja ver. Informante: Pedro Carrascosa López

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DEFENSA DEL HONOR En una ciudad vivía Y la joven le decía una viuda sin piedad, y de este modo le habló: y a una hija que tenía – ¿cómo queréis que no mate el honor quiso manchar. al que daño me causó? – Hija querida del alma, Hasta el mismo juez lloraba de ti enamorada está de oír a la blanca flor, un caballero muy rico; que no quería dinero cien duros por tu honor da. sino defender su honor. De que la hija oyó aquello le decía: – madre cruel. – Anda, hijita querida, anda y entrégate a él. Mas, decidida la joven, que bien preparada está, con un puñal de dos filos diez puñaladas le da. De que se la dejó muerta, tras del otro se marchó, con una idea bien fija: la de defender su honor. Y el caballero le dice: – no me mates, blanca flor; mira que tengo tres hijas que inocentes de eso son. En alma tan pura y bella no hallaré mal corazón; mira que tengo tres hijas que inocentes de esto son. Mas, decidida la joven, que bien preparada está, con un puñal de dos filos diez puñaladas le da. De que se los dejó muertos sola a dar parte se fue, con el traje ensangrentado así le habló al señor juez: – Mire, señor juez, mi caso: yo a mi madre la he matado Informante: y a un ingrato caballero, Nieves Generoso Quesada que mi honor ha mancillado.

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LA CRUZ DE PIEDRA Pongan atención, señores, Llegó la niña a cumplir que les vamos a explicar dieciocho años de edad, este caso que ha ocurrido y su madre cayó en cama cerca de Ciudad Real. de una grave enfermedad. Con una joven muy bella La joven veía a su madre y un hombre sin corazón, cada día ir a peor, que iba a cometer un crimen, y se acababa el dinero pero la cruz lo evitó. para su alimentación. En este citado pueblo Los vecinos le ayudaban vivía una joven muy bella, en todo lo que podían, que era admiración de todos pero también se cansaban y de oficio costurera. de darle todos los días. Llegó la fiesta del pueblo Al fin llegó el triste día y en el baile de verbena, que no tenían qué darle, un caballero muy rico saliendo a pedir limosna le pidió bailar con ella. con el fin de alimentarle. Y cuando estaban bailando Ha encontrado un caballero; y la vio que era tan bella, le pide con mucha pena: le ofreció su corazón, – déme usted una limosnita su honor, su vida y riqueza. que tengo mi madre enferma. Y la joven, que ignoraba Cuando el caballero vio la falsedad del amor, aquella cara de cielo, creída en sus juramentos le dice: – vente conmigo le entregó su corazón. que aquí no llevo dinero. Vivieron un poco tiempo Ya que están fuera del pueblo, con mucha felicidad, aquel corazón de lobo pero al fin llegó el momento pidió, a cambio del dinero, en que quedó abandoná. lo que valía más que el oro. Aquel hombre libertino, Al oír lo que pedía, que se reía del amor, la joven se horrorizó, a todas juraba amarlas envolviéndole la duda: y a todas abandonó. salvar su madre o su honor. Al poco tiempo la joven Al fin se dejó llevar, dio a luz una hermosa niña, muy transida de dolor, y lo mismo que a su madre porque salvar a su madre le pusieron Rosalía. fue primero y superior. Ésta la joven criaba El traidor la lleva a un bosque; pensando en su triste sino: cuando estaba en su interior, cómo decirle a su hija junto a una cruz de piedra, su padre quién había sido. quiso quitarle el honor.

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Y cuando iba al instante aquel hecho a cometer, siente una voz que le dice: – criminal, ¿qué vas a hacer’ Aquel hombre, descompuesto, tras de la cruz siente hablar: – mira que es tu misma hija la que vas a deshonrar. Aquel hombre, enloquecido, con el semblante la muerte, coge en brazos a su hija en un abrazo muy fuerte. – Vamos donde está tu madre, hija de mi corazón, a ver si puedo salvarla para pedirle perdón. Llegan corriendo a la casa y al ver a la enferma en cama, se arrodilló junto a ella, diciéndole estas palabras: – perdona, mujer querida, lo que te hice sufrir; hoy la mano del Señor me ha traído junto a ti. Vengan el médico y el cura, el juez y la autoridad, que yo, en mi arrepentimiento, contigo me voy a casar. Y tú ya tienes riquezas, hija de mi corazón, pero perdona a tu padre por ser un mal vividor. Cuentan que viven felices los tres en unión de Dios, gracias a aquel gran milagro que la Cruz de Piedra obró. Canción de ciego original

(escrita), facilitada por Catalina Guzmán López

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LA VENGANZA DE UN PADRE En la farmacia de un pueblo El infame le contesta: de la provincia de Sevilla, – tú no estás embarazada; había una joven sirviendo tienes el estómago sucio que era una linda chiquilla. y debes de ser purgada. Los mozos se peleaban Yo prepararé la purga por conseguir su amistad, y el dinero que tú quieras, y ella siempre se excusaba y marcharás a tu casa de que tenía poca edad. hasta que te pongas buena. Su padre vivía con ella ¡Ay, qué hombre tan villano gozando de gran contento, y qué instinto criminal!; pues todo lo que ganaba en vez de darle un purgante era para su alimento. le dio un veneno mortal. Pero quiso la desgracia La joven se fue a su casa poner coto a esta pasión y el purgante se tomó; y to lo que fue alegría antes de la media hora en llanto se convirtió. se moría de dolor. El dueño de la farmacia Los médicos la visitan de ella se enamoró; y confirman la verdad; siempre juraba quererla enterada la justicia, con todo su corazón. detienen al criminal. – Por lo mucho que te quiero Mas como dice el refrán: mira lo que voy a hacer: “tanto tienes tanto vales”, disgustarme con mi novia. al poco tiempo el traidor ¡Contigo me casaré! se encontraba ya en la calle. La joven menospreciaba Y todo el pueblo sintió las palabras del traidor, la muerte de aquella joven, pero al cabo de algún tiempo y su padre, de dolor, en sus brazos se rindió. no duerme, come ni bebe. Ella estaba disgustada Y más cuando se enteró, pensando en lo que había hecho, de espanto se estremecía, y la pena y la congoja de que el traidor se casaba no le cabían en el pecho. con la novia que tenía. Y ha llegado cierto día ¡Qué pena daba de ver que se siente de ser madre, aquel anciano llorar, y se ha descubierto a él porque a su hija Isabel por ver si quiere casarse. no la podía olvidar!

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Ya todo el mundo sabía la boda de don Tomás, y que se celebraría llegando la Navidad. Veinticinco de diciembre la boda en el templo entró, pero detrás de la puerta llora el viejo con dolor. Ya salía don Tomás con su esposa de la mano, y el padre de la Isabel le está en la puerta aguardando. Después de salir la boda y, en el último escalón, se ha tirado a don Tomás, dos puñaladas le dio. – Ya se cumplió mi destino; “quien mal vive, mal acaba”; he dao fin al asesino que mató a mi hija amada. Lo encerraron en la cárcel ya que a su hija vengó, y sin frío ni calentura a los tres días murió. Y aquí termina, señores, este bonito romance: el de la flor deshojada o la venganza de un padre. Canción de ciego original

(escrita), facilitada por Catalina Guzmán López

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LA MALA BEBIDA

En las fábricas de Riopal, Cuando el vecino llegó en la provincia Albacete, dando golpes a la puerta, veréis lo que sucedió el abrirla se negó con un padre muy hereje. maldiciendo por respuesta. Éste vivía con su esposa Al momento vuelve a casa y con su hijo Ramón, y llama a la vecindad, bebiendo sin trabajar con un hacha en la mano y sin gozar del amor. para la puerta arrancar. Su hijo que veía las faltas, El criminal que se vio trabajando como un viejo, ya perdido por la gente, un domingo le esperaba el hacha la levantó para darle un buen consejo. y se la hundió por la frente. – Yo trabajo y tú lo gastas Cuando entraron en la casa el jornal que a mí me dan, fue un asombro general: en vicios que no hacen falta ver al hijo y madre muertos y la madre sin cenar. y también al criminal. Al oír estas palabras Y aquí termina la historia este padre criminal, de este crimen tan cruel: del hacha se apoderó por culpa de la bebida que tenía en el portal. el hombre perdió su ser. Y, sin decir “Dios valedme”, Y a la juventud le advierto tres hachazos le pegó, que beba con regla y tasa, quedando en el suelo inerte que el abuso del alcohol sin ninguna compasión. acarrea muchas desgracias. Después del tremendo crimen que con hijo cometió, se fue al cuarto de la esposa, loco de furia y terror. – ¿De dónde has venido, Juan, con el hacha, enfurecido? – De matar vengo a tu hijo y a ti también te asesino. Y, diciendo estas palabras, a la cama se dirige, lanzando el hacha a la esposa y ella grita que le auxilien. Poco tardó en ser de Dios Canción de ciego original aquella madre inocente; (escrita), facilitada por a hachazos la remató Catalina Guzmán López antes que fuera la gente.

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HERMANAS GEMELAS En el pueblo de Barajas, Pero, en el viaje a España en la provincia Madrid, la joven vino con ella habitaba un matrimonio y en una clínica de pago que eran vecinos de allí. con la señora se interna. Ya llevaban varios años En aquel mismo lugar sin haber tenío familia, una joven se encontraba, hasta que un día la señora enferma de gravedad al mundo trajo dos niñas. también metida en la cama. Estas dos niñas gemelas La criada a la señora eran muy guapas las dos; iba a verla tos los días, más iguales no las hay a ver cómo se encontraba ni pintás por un pintor. y por si algo quería. La misma cara, los ojos, Un día de los que iba y también el rizo pelo; la enferma joven la llama, lo mismo que una naranja y le pide, por favor, partidita por el medio. que le dé un poco de agua. Estas niñas tan bonitas Ya que le ha servido el agua con su madre se criaban; la joven le preguntaba, cuando tenían tres años si es que está sola en el mundo, vino aquella guerra mala. no tiene madre ni hermanas. Como tantos niños iban – Madre sí tengo, muchacha, sacando pal extranjero, pero una hermanita no, en aquella expedición porque una que tenía a una de ellas cogieron. el Señor me la quitó. La madre de la pequeña Y la muchacha le dice: lloraba de noche y día, – cuando venga mi mamá, buscándola por Madrid para que tú la conozcas por los trenes y tranvías. te la voy a presentar. La niña pasa los años Al decir estas palabras en la ciudad de Bruselas se salió para la calle, y su madre, al ignorarlo, y se encontró a una señora ya la contaba por muerta. que era su adorada madre. Unos señores muy ricos, que a ella mucho la querían, como primera doncella en su casa la tenían. La señora cayó enferma de muchísimo cuidado, y para mudar de clima a España se ha trasladado.

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La señora la miraba diciendo de esta manera: – ¿por qué has salido a esperarme? ¿Es que ya te encuentras buena? – Señora, yo estoy muy bien y yo no me encuentro enferma. ¿Por qué a mí, sin conocerme, me habla usted de esa manera? – Ven acá y acércate, que aunque tú no me conoces, yo soy tu madre querida, te conozco en las facciones. Allí fueron los abrazos de una madre y de una hija; allí fueron los abrazos de una familia perdida. Canción de ciego original (escrita), facilitada por Catalina Guzmán López

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CASTIGO A UNA NOVIA INFIEL Habitaba un matrimonio Aquel día por ser domingo con una hija muy guapa; se fueron a pasear; su novio la quería mucho se los encuentra a los dos y de corazón la amaba. en la calle principal. Pero, una noche le dice: – Buenas tardes, Rosalía, – te vas a venir conmigo; me alegro de verte buena. tú te quedas con mis padres ¡Tú eres la que tanto hablaba cuando me marche al servicio. que me querías de veras! – No seas tonto, Feliciano, Para que no se divierta y no padezcas de celos; con ningún hombre jamás, cuando tú vengas cumplido, en el pecho de la novia entonces nos casaremos. le clavó tres puñalás. – ¡Ay, Virgencita del Carmen, Y el muchacho le contesta: con el poder que tú tienes, – ¡traidor, criminal!, ¿qué has hecho? quítale a mi Feliciano Y con el mismo cuchillo ese capricho que tiene! también le ha clavado el pecho. Viene aquella noche el novio – Si la ley a mí me castiga, otra vez con la manía: gustoso la cumpliré, – si no te vienes conmigo, pero de mí no se ríe yo te quito a ti la vía. la mujer que tanto amé. – Feliciano, yo te digo, Las muchachas que han oído que te quiero de verdad, lo que estoy aquí contando, pero si me dices eso que no sean calabaceras nos vamos a disgustar. y gasten mucho cuidado. – Mañana yo ya me marcho para cumplir con la Patria. – ¡Que la Virgen del Pilar la lleves en tu compaña! Un día estaba la joven divertida en una fiesta, en compañía de su amiga y otro muchacho se acerca. Ella se está divirtiendo, tan alegre y tan contenta, pero la madre del novio en la carta se lo cuenta. Pide permiso a sus jefes; Canción de ciego original se lo dan cuando él quería (escrita), facilitada por y se presenta en su casa; Catalina Guzmán López eran las ocho del día.

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EL GOLFILLO DEL TRANVÍA Era un chaval muy alegre, Cuando todos se pensaban que se ve todos los días, que la niña estaba muerta, en las calles de Barcelona vieron salir al golfillo enganchado en los tranvías. que sacaba un lío a cuestas. No tiene padre ni madre, Y delante de los padres según la gente decía, desliaron el bultillo, y por nombre le pusieron y vieron a su hija sana el Golfillo del Tranvía. salvada por el golfillo. Todos los días visitaba, El niño lleva sus ropas enganchado en el tranvía, pegaditas en su cuerpo; la barriada de Sanz tiene grandes quemaduras donde una fábrica había. producidas por el fuego. En la fábrica, un jardín, El padre quería pagarle y en el jardín, una verja, su buena acción con dinero, y por dentro, una muchacha pero el niño le contesta: más linda que las estrellas. – no quiero na, caballero. Apenas veía al golfillo Yo no quiero nada más con su carita de risa, que me dé su hija querida le daba, en papel envuelto, hasta que puea trabajar las sobras de la comida. las sobras de la comida. Porque esta niña preciosa – Papaíto de mi alma, guardaba, todos los días, tráeme a casa a Manolito; las sobras de la comida tú tendrás un hijo más al Golfillo del Tranvía. y yo tendré un hermanito. – Dios te lo pague, ángel mío, Porque ha expuesto su vida el golfillo le decía, sólo por salvar la mía, y besándole las manos tan sólo porque le daba estas palabras decía: las sobras de la comía. – ¡Qué buen corazón que tienes! Al niño lo protegieron No quiera Dios que algún día estudiando en un colegio, yo te viera en un apuro, y al cumplir los quince años que hasta mi vida daría. ya era un hombre de provecho. No pasaron muchos meses El padre de la muchacha ni tampoco muchos días, murió de una enfermedad, de que un incendio voraz y él quedó de responsable a la fábrica envolvía. de la contabilidad. La niña estaba en peligro La niña cumple veinte años de morir entre las llamas, y el muchacho, veintidós; y sus padres, afligidos, los dos se han enamorado a la Virgen suplicaban. con una loca pasión.

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Piden permiso a la madre y ésta pone impedimento; como su hija es muy joven no permite el casamiento. Un día que la señora fue a visitar la oficina, le acompañaba su hija sólo por simple rutina. Y ya que se vieron juntos esta madre, con dolor, entre suspiros de pena, les hizo esta confesión: – ya lleva bastante tiempo de sufrir mi corazón, pero ha llegado el momento de que lo declare to. Ahora os voy a decir, aunque todo lo he callado, que casaros no podéis porque los dos sois hermanos. Yo sólo soy la culpable, hijo de mi corazón; sólo por salvar mi honra, la culpa la tuve yo. – Te perdono, madre mía, por lo mucho que has sufrido, porque has callado, aún sabiendo que era yo tu hijo querido. Nada cambió su ilusión y le agrada todavía, que le llamen por su nombre: el Golfillo del Tranvía. Canción de ciego original (escrita), facilitada por Catalina Guzmán López

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HIJA BUENA Y MADRE MALA En la provincia de Jaén, – Pues lo que me pasa a mí en el pueblo de Begíjar, es muy grave de contar: habitaba una mujer tan sólo tuve una hija que sólo tuvo una hija. y la dejé abandoná. Esta mujer tan ingrata La señora se conmueve en un saco la metió, y ha empezado a comprender: y en un cruce del camino – si será ésta mi madre, solita se la dejó. la que a mí me ha dado el ser. Pasó por allí un obrero La vieja, muy agradecida, que venía de su trabajo, le dice desconsolada: y al sentir aquellos gritos – señorita, por favor, se ha acercado muy despacio. dígame cómo se llama. A la niña ha recogido – Me llamo María Fernández, y, llenito de congoja, recogida por favor, acunando a la pequeña que en un cruce del camino se la ha llevado a su esposa. mi madre allí me dejó. Y la esposa le contesta: – Déjame mirar si llevas – no te preocupes por nada; en el cuello una medalla, la criaremos con la nuestra porque yo pienso que seas y las dos serán hermanas. la hija de mis entrañas. Las dos se acostaban juntan, Entonces se conocieron las dos vestían iguales y se abrazaron las dos; y parecían mellizas – perdóname, hija querida, cuando iban por la calle. que Dios es buen pagador. Esta muchacha tan guapa – Yo por eso la perdono con un chófer se casó, y soy una hija buena; y al cabo de poco tiempo usted se queda conmigo ya veréis lo que pasó. hasta que en mis brazos muera. Un día que iba a su trabajo con su coche, a por carbón, en medio la carretera una anciana se encontró. Se la ha llevado a su casa y le ha dicho a su mujer: – cuida muy bien a esta anciana que debemos proteger. La ha sentado en la candela, le ha echao un poco de café; Canción de ciego original le dice: – vamos, señora, (escrita), facilitada por ¿qué es lo que le pasa a usted? Catalina Guzmán López

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CELOS

La quise como a nadie tal vez haya querido, y la adoraba tanto que hasta celos sentí. Por ella me hice bueno, honrado y fiel marido y en un día de trabajo mi vida convertí. Y al cabo de algún tiempo de unir nuestros destinos, nacido ha un varoncito orgullo de mi hogar. Y era mi dicha tanta, ver claros mis caminos, ser padre de familia, honrado y trabajar. Pero, una noche de Reyes, cuando mi amor regresaba, vi, pobre, que me engañaba con el amigo más fiel. Y herido en mi amor propio quise vengar yo mi ultraje, y lleno de ira y coraje sin compasión la maté. ¡Ay, qué cuadro, compañeros! No quiero ni recordarme, pues me lleno de vergüenza, y de odio y de rencor. Por ser la noche de Reyes los zapatitos el nene en el balcón los dejó, no sabiendo que a su madre, por ser falsa y por ramera, su padre hoy la mató. Informante: Catalina Guzmán López

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PALOMITA JOVEN

Venid, amiguitas mías, que con vosotras soy franca: veréis lo que me pasó en mis primeras voladas. Un pariente me juró que tenía que ser su amada, y yo, con buena intención, en seguida le di entrada. Y en aquella temporada que tuvimos relaciones, en su casa y en la mía toditos eran conformes. Luego le tocó la quinta y a servir al rey se fue. Y de que tuvo destino en seguida me escribió unas cartas amorosas todas palabras de amor. Tiene un hermano mayor, que se fue a verlo a Jerez; desde entonces no me ha escrito, lo que pasa no lo sé, pero ya lo tengo visto que le escribe a otra mujer. Será más guapa que yo o se lo figurará, será más guapa que yo, que él no busca capital. Para que vea mi primo que soy decente y honrá, no le deseo na malo, no más que felicidad. Que se case con quien quiera que a mí no me faltará, que soy palomita joven y ahora principio a volar, y en levantando mi vuelo no sé dónde iré a parar.

Informante: Catalina Guzmán López

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LA CAMA

Sagrada Virgen María, dame luz para explicar estos bonitos cantares, Virgen Santa del Pilar. Habitaba un matrimonio con una hija muy guapa, que su novio la quería y de corazón la amaba. Ya trataron de casarse y arreglan todas las cosas, y ya están amonestados para celebrar la boda. Sólo les falta la cama y aquel día van por ella, y han subido los dos novios para poder escogerla. La novia ha escogío una que valía mil pesetas, y el novio ha escogío otra que su precio es de quinientas. La novia le dice al novio: – yo esa cama no la quiero. – Dará lo mismo, mujer, no nos alcanza el dinero. Ella se marchó a su casa, muy disgustada y llorando, de ver que su propio amante la cama no había comprado. A la noche llega el novio, se la encuentra disgustada, y le dice al de la cama: – puedes marcharte a tu casa. – No te disgustes, mujer, la cama yo compraré, Informante: y si nos falta dinero, Catalina Guzmán López prestado lo buscaré. – No hace falta que lo busques, pues contigo no me caso, aunque me traigas la cama, la que yo tuve en mis brazos.

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LOS HUERFANITOS Murió una madre – ¡madre querida!, dejando tristes – ¡madre! – exclamaban. dos huerfanitos, – ¿Quieres que a casa hijos del alma, ya nos volvamos? que, en sus plegarias, ¿Ves del camino todas las noches: cuánto nos falta? – ¡madre querida!, Pero, a buscarla, – ¡madre!, exclamaban. más decidido, – Tú te llevaste dijo el primero, nuestra alegría, con arrogancia: nuestro embeleso, – sobre mis hombros nuestra esperanza. te llevaría, ¿Qué hay en la tierra hermano mío, para nosotros, si es que te cansas. sin tus sonrisas Pero la tumba ni tus miradas? de nuestra madre, – Todo está oscuro, ¿cómo sus hijos todo es silencio, no han de encontrarla? madre querida, Por fin llegaron madre adorada. y, de rodillas, Así decían allí vertieron estos dos niños, ríos de lágrimas. que antes nadaron Cuando observaron en la abundancia, que una tormenta, y hoy, harapientos, al cementerio de hambre y frío, se aproximaba. sobre un escaño Cubrieron tristes, se cubrilaban. con sus ropitas, Un día cuentan aquella losa que los dos niños pa que las aguas se levantaron, no penetraran con pena tanta, hasta su madre, que, con tristeza, y se volvieron y muy resueltos, llorando a casa. al cementerio se encaminaban. A los silbidos que daba el viento Informante: y a los golpazos Dolores Valero Fernández de las ventanas:

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LA MANTA DEL ABUELO

– Padre, si se va el abuelo, no le dé entera la manta. Saque usted el cuchillo y corte, que con la mitad le basta. – Ten compasión, hijo mío, mira que está vieja y mala. – No importa, padre, no importa, que otras peores se gastan, y así, la mitad restante desde hoy podrá guardarla para cuando usted sea abuelo, por si acaso lo despachan. Lloró el padre y, abrazándole, el abuelo quedó en casa. Mas, no espere buenos frutos quien da malas enseñanzas. Informante: Dolores Valero Fernández

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LA INOCENCIA

En una hermosa maceta tiene unas flores mi niña, y en torno revolotean dos blancas mariposillas. – ¿Quién serán las mariposas?, le escuché ayer que decía, y ella misma contestaba: – son sin duda mis amigas. Cerró el balcón y yo le dije: – niña, ¿por qué te retiras? Contestóme ella en silencio: – mis flores tienen visita. – ¡Ay! – le dije emocionada – ¡Quién te diera, dulce niña, que esa inocencia gozaras largos años de tu vida! Porque has de saber que sólo la inocencia da la dicha. ¡Cuánta inquietud, cuánta pena, después que se ve perdida! Informante: Dolores Valero Fernández

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LAS ALAS DE LA INOCENCIA

Ved el ensueño sencillo que, en la puerta de la escuela, contaba un día Manuela de amigas en un corrincho. – Con dulcísimo embeleso dormíme anoche y soñaba que mi ángel bueno bajaba desde el cielo a darme un beso. Y, como si cierto fuera, con él sostuve al instante diálogo de esta manera: – ¿Me escuchas? – Por tu ventura. – ¿Me amas? – Tu bien anhelo. – ¿De dónde vienes? – Del cielo. – ¿Te manda? – La Virgen Pura. Se tiñó mi faz en rosa y seguí ruborizada: – que quiere verte aplicada nada más y virtuosa. Sentí en mi pecho una esencia purísima y, despertando, vi ángel bueno desplegando las alas de la inocencia. Informante: Dolores Valero Fernández

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LAS CRIADAS Y LAS SEÑORAS

Hablan las criadas ¡Pobres chicas las criadas, Pero, al darme el señorito lo que tienen que sufrir! la cartilla y el parné, Más valiera que llegase me decía muy bajito: para ellas el morir. – yo te espero en el café. Si por la mañana tienen Después de estos lances, mucho de acá, serví a un boticario aunque cien años duren, y aquí en esta casa su paradero: el hospital. le sirvo a un abuelo, Lo primero que aprendí que el pobre está lelo. fue a barrer y fue a fregar, Y yo soy el ama después aprendí a coser y punto final. y en la cocina, a guisar. Pero viendo que estas cosas no me hacían prosperar, consulté con mi conciencia; su respuesta fue: sisar. Salí tan mañosa que, al cabo de un año, tenía seis trajes de seda y satén. Discurran ustedes y aprendan un poco de dónde saldría para mí el parné. De mañana iba solita y me daban siete duros, siete duros nada más, y de sesenta reales gastaba treinta, no más; y a lo que a mí me quedaba lo guardaba un militar. No sé qué pasó un domingo, os diré lo que ocurrió: que mi amo, de repente, en la calle me plantó.

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Hablan las señoras ¡Pobreticas con las amas, Porque al mes no cabal, lo que tienen que sufrir me faltó un tenedor con la ruflá de criadas de metal. que se ponen a servir! Y una falda de tul, Si por la mañana tienen pues la vi registrando mucho de acá, en el baúl. crea usted, caballero, Me faltó un par de pendientes que lo dividen de azabache superior, por la mitad. y al cabo de tanta falta: El domingo por la tarde faltóme a mí mi marido el permiso yo le di que es muchísimo peor. a mi chica de Bilbao al teatro de Madrid. Y le dije en la escalera: – no te vayas a tardar, por si acaso se ocurriera coser, planchar o guisar. No crean que vino a las ocho, ni vino a las nueve, ni vino a las diez, que vino a las doce con un artillero que al punto me dijo: – señora Virtudes, dispénsela usted. Después tuve otra criada que era de Valladolid, que tenía unos bigotes, unos bigotes así. Y a mi marido que es peluquero por afición, dije: – le pagas con la navaja y con el jabón. Informantes: Dolores Valero Fernández María Josefa Valero Fernández

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ENRIQUE Y LOLA Sagrada Virgen del Carmen, Su marido cayó malo dame fuerzas y poderes, con las fiebres amarillas; para explicar el milagro y al poco tiempo la Lola que has hecho con tus deberes. quedó en el mundo solita. Eran dos hermanos huérfanos, Quedó en el mundo solita, criados en Barcelona: y ya se ha visto obligada el niño se llama Enrique, a pedir una limosna, la niña se llama Lola. que se encuentra desmayada. El Enrique se marchó, Se ha acercado a un caballero se marchó pal extranjero, a pedirle una limosna, navegando por los mares y el caballero le dice se hizo un noble caballero. con sentimiento: – perdona. Disfruta de lo que quiere, De que el caballero vio disfruta de su mejora, aquella joven llorar, tiene todos sus regalos se ha echado mano al bolsillo: sin acordarse de Lola. siete pesetas le da. La Lola suspira y llora – Es usted una bella rosa, noche y día por su hermano, es usted un bello clavel, a la Virgen del Rosario esta noche va por casa le reza por encontrarlo. que allí la socorreré. Se ha acercado un caballero La Lola fue por su casa para casarse con Lola; y el caballero la vio, Lola acepta el casamiento la ha cogido de la mano, sólo por no hallarse sola. la metió en su habitación. Y estando un día comiendo Le pidió cosa imposible le dice Lola al marido: y ella le dijo que no: – vámonos para La Habana, – primero pierdo la vida, tengo un hermano perdido. antes de manchar mi honor. Tengo un hermano perdido El caballero, con ira, y allí me han dicho que para. con un puñal en el pecho: – Lola, tu gusto es el mío – primero pierdes la vida vámonos para La Habana. si no lograra mi intento. Buscaron embarcaciones – Si estuviera aquí mi Enrique, y a La Habana se marcharon, el Enrique de mi alma, buscaron embarcaciones sacaría la defensa en la calle de Margallo. por la pobre de su hermana. Andaron calles y plazas sin conseguir encontrarlo; a poco tiempo la Lola su marido cayó malo.

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– ¿Es que usted se llama Lola? – Lola me llamo, señor. – Mátame, hermana querida, que he sido tu inquisidor. Allí fueron los abrazos, allí fueron los suspiros, allí fueron los abrazos de dos hermanos perdidos. Informante: María Antonia Quesada Guzmán

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LA MALETA En la estación de Alicante Ya ha cumplío los quince años, al tren sube un melitar, lo apuntan en un taller, con billete de permiso para que aprendiera a chófer que para su casa va. que era el deseo de él. Se sube a coger asiento Ya que ha terminao el estudio, y se ha quedao admirao se ha marchao a Barcelona, de una señora muy guapa, se ha colocao de chófer que llevaba un niño en brazos. con una noble señora. Se levanta la señora, Ya que lleva mucho tiempo le ha dicho con mucha gracia: lo ha llamao a su despacho: – ¿quieres coger a mi niño – escucha mi atrevimiento, mientras bajo a beber agua? ¡mírame cómo te amo! Se pasan cuatro estaciones Si tú te casas conmigo, la señora no volvió, yo como no tengo a nadie, y el melitar con el niño: todito mi capital – ¿y ahora qué hago yo? será pa ti y pa tu madre. Se queda mirando al niño: – Sí, señora, tengo madre, – niño, tu madre no viene. pero buena no será, Ve que en la mano derecha que en la estación de Alicante lleva colgada una llave. me entregó a un melitar. Le quita la llave al niño, – Ven acá, hijo querido, coge y abre la maleta, yo no he sido madre mala, y envueltas en unos papeles por eso dejé dinero llevaba diez mil pesetas. para que a ti te criaran. Y los papeles decían: – coged el niño y criadlo, y si le falta dinero lo publican en el diario. Y al llegar a la estación donde todos lo esperaban, su novia que estaba allí que también le preguntaba. So novia que estaba allí que también le preguntaba: – ¿ese niño de quién es? ¡Tú me has tenío engañada! Desde la estación al pueblo todito se lo contó, Informante: con los dineros del niño María Antonia Quesada Guzmán la boda se celebró.

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EL CALVARIO DE UNA MADRE (1ª PARTE) En el pueblo de Villanueva, Sin hablar una palabra que es provincia de Navarra, sobre ella se tiró; ha pasado este suceso llevándola a la ribera, que hasta de nombrarlo, espanta. allí le quitó su honor. Habitaba un matrimonio, Dejándola desmayada sólo una hija tenía; el infame se marchó, por ser tan noble y tan buena y la infeliz, deshonrada, todo el pueblo la quería. su desgracia allí lloró. Filomena se llamaba Y hacia su casa regresa, esta hija tan amada, muy triste y desconsolada, y ya muchos la rondaban, sin enterar a sus padres mas sus padres no otorgaban. lo que a ella le pasaba. Con sólo catorce años Cuando sola en casa estaba, sus padres le suplicaban: lloraba con gran dolor: – no te fíes de los hombres, – ¡qué desgraciada que soy, que casi todos engañan. padres de mi corazón! Había un gran caballero Siempre triste se encontraba que a la joven pretendía, allí esta noble criatura; mas, por temor a sus padres, pensando en su porvenir, ella este amor les fingía. lloraba su desventura. Cuando la joven salía, Su madre, al verla tan triste, con su novio se encontraba, un día le preguntaba: y, con lágrimas en sus ojos, – ¿qué te pasa, hija del alma, de esta manera le hablaba: que tienes tan mala cara? – te amo de corazón, Y la joven, al momento, pienso en ti cada momento; a su madre así le habló: mas si se enteran mis padres, – madre, no me pasa nada; me pondrán impedimento. llorando se retiró. Su novio le contestaba, Y como ya se encontraba con valor y valentía: en estado interesante, – quieran tus padres o no, cogiendo todas sus ropas te juro que has de ser mía. se ha alejado de sus padres. La joven le contestaba: Se dirigió a la montaña, – yo te guardaré el decoro, casa de una conocida, pero mis padres no quieren que, sabiendo su desgracia, que tan joven tenga novio. a la infeliz recogía. Una mañana la joven Los padres, desesperados, se ha ido al río a lavar, empezaron a buscarla y se ha encontrado a su novio por las aldeas y campos, con muy mala voluntad. sin conseguir encontrarla.

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Allí pasó algunos meses, sufriendo su grande pena, llorando su gran pesar con aquella montañesa. Al cabo de poco tiempo ella ha dado un niño a luz; los siete primeros días lo cría con gran salud. Pero, al cabo de ocho días, la vieja le aconsejó que lo sacara de casa, porque tenía gran temor. Y, envolviéndolo en pañales, a aquel hijo de su amor, le puso los apellidos del hombre que la perdió. Un pastor que lo recoge se lo llevó a su rebaño, y con penas y trabajos cumple dieciocho años. Canción de ciego original, 1ª parte, (escrita), facilitada por Catalina Guzmán López

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EL CALVARIO DE UNA MADRE (2ª PARTE) Su madre se ha conservado Se ha arrodillado ante el muerto con una cara preciosa, y sus ropas registró, pues a los treinta y dos años encontrándole una carta aún parecía una rosa. que leyó con reflexión. El chico, con el ganado, Cuando ella lee la carta a su casa se acercó y ve sus dos apellidos, y al ver su cara tan guapa se ha quedao muy angustiada, de ella se enamoró. como loca y sin sentido. El chico bien se alegraba Como una loca, llorando, cuando su cara le vio; se marchó esta pobre madre como joven atrevido y cuando llegó al molino llegó a pedir relación. ya parecía un cadáver. Y la mujer le contesta: – Mátame, le dijo ansiosa; – dispense lo que le digo; no me tengas compasión, yo no podría aceptar que he matao a mi propio hijo, lo que quiero como amigo. hijo de mi corazón. Él, loco de frenesí El molinero, asombrado, a ella se lo decía; como muerto se quedó, y muerto por su persona y cogiéndola en sus brazos sus pasos le perseguía. a la cama la llevó. Cuando al pueblo ella bajaba Y ella se puso a escribir al camino le salía, letras, con el corazón, pero ella no aceptaba mas antes de llegar al fin lo que él le proponía. su alma a Dios entregó. Ella así le contestaba: – déjate de esta ilusión, Sr. Juez: porque estoy escarmentada Yo, Filomena Gutiérrez, pongo de un hombre que me perdió. en su conocimiento el crimen Mas, loco de frenesí, que, involuntariamente, he a ella se le arrojó; cometido. He quitado la vida a y ella, en su propia defensa, mi propio hijo, el ser que más la vida le arrebató. quería en este mundo. Escondiéndolo entre hierbas El destino ha querido que mi hijo como muerto lo dejó; muriera en mis propias manos… fue y sentóse en una piedra hasta que el día llegó. Canción de ciego original, Y cuando el día amanece 2ª parte, (escrita), facilitada ella al fin se decidió, por Catalina Guzmán López y regresa al mismo sitio donde el cadáver dejó.

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LA MAÑANA DE SAN JUAN La mañana de San Juan, – Allí, en lo alto del cielo cuando el sol parpagueaba, tiene una silla guardada. bajó la Virgen María No la hizo el carpintero a la fuente cristalina ni en una carpintería, por una poca de agua. que la hizo el Rey del Cielo Se lavó sus pies y manos para la Virgen María. y también su linda cara. Allí mismo está sentada Después de hacer todo esto, la Virgen Santa María, su bendición le echó al agua. dándole la teta al Niño – Aquí, el que venga a esta fuente y el Niño no la quería. por una poca de agua, – Dime, Niño, por qué lloras, no se la llevará sola: si no lloras de alegría? la llevará consagrada. – ¡Porque el infierno está lleno La hija del rey la oía, y la gloria está vacía! que en el palacio se hallaba. Muy deprisa se vestía, muy deprisa se calzaba. Cogió un cántaro de oro y a la fuente fue a por agua. – ¿Dónde vas tú tan solita, tan solita en de mañana? – La hija del rey yo soy; vengo a la fuente por agua. – Y siendo tú hija del rey, ¿el por qué no traes compaña? – ¿Para qué quiero compaña si tan buena la he encontrao? – Lo mismo que ha sido buena, podría haber sido muy mala. – Dígame usted, mi Señora, si yo habré de ser casada. – Casadita, sí, por cierto, y también acoronada. Pues has de tener tres hijos con su testa coronada: el uno, rey de Castilla y el otro, rey de Granada; y una niñita en el cielo Informante: como ellos coronada. Manolita Martínez Garrido

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ORIENTAL Corriendo van por la vega, Yo te daré terciopelos a las puertas de Granada, y perfumes orientales; hasta cuarenta gomeles de Grecia te traeré velos y el capitán que los manda. y de Cachemira, chales. Al entrar en la ciudad, Y te daré blancas plumas parando su yegua blanca, para que adornes tu frente, le dijo éste a una mujer más blancas que las espumas que entre sus brazos lloraba: de nuestros mares de Oriente. – enjuga el llanto, cristiana, Y perlas para el cabello, no me atormentes así, y baños para el calor, que tengo yo, mi sultana, y collares para el cuello; un nuevo Edén para ti. para los labios, ¡amor! Tengo un palacio en Granada, – ¿Qué me valen tus riquezas, tengo jardines y flores, respondióle la cristiana, tengo una fuente dorada si me quitas a mi padre, con más de cien surtidores. mis amigos y mis damas? Y en la vega del Genil Vuélveme, vuélveme, moro, tengo parda fortaleza, a mi padre y a mi patria, que será reina entre mil que mis torres de León cuando encierre tu belleza. valen más que tu Granada. Y sobre toda una orilla Escuchóla en paz el moro, extiendo mi señorío; y manoseando su barba, ni en Córdoba ni en Sevilla dijo como quien medita, hay un parque como el mío. en la mejilla una lágrima: Allí la altiva palmera – Si tus castillos mejores y el encendido granado, que nuestros jardines son, junto a la frondosa higuera, y son más bellas tus flores, cubren el valle y collado. por ser tuyas, en León, Allí el robusto nogal, y tú diste tus amores allí el nópalo amarillo, a alguno de tus guerreros, allí el sombrío moral hurí del Edén, no llores; crecen al pie del castillo. vete con tus caballeros. Y olmos tengo en mi alameda Y dándole su caballo que hasta el cielo se levantan, y la mitad de su guardia, y en redes de plata y seda el capitán de los moros tengo pájaros que cantan. volvió en silencio la espalda. Y tú, mi sultana eres, que desiertos mis salones están, mi harén sin mujeres, Informante: mis oídos sin canciones. Juan Medina Ruiz

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ROMANCE A CÓRDOBA – Entra en razón, Sebastián, Como regueros de hormigas piensa tú que las mujeres las mujeres paseaban contemplarán con placeres y en el pecho toas llevaban tos los disgustos que dan. flores en lugar de espigas. Olvidarla yo no puedo, Entre mujeres y flores muchas veces ya lo intento, pasean los domadores mas entró en mi pensamiento por delante de nosotros, y es un querer sin hartura luciendo sobre los potros el que tengo a esta criatura. los atalajes mejores. Es morena y cordobesa, ¡Vaya coches! ¡Vaya troncos!, con andares de gitana donde los caballos broncos y corazón de princesa. mostraban todos sus bríos, ¡Si la vieras a caballo! yendo los cocheros roncos En Córdoba la encontré. de tanto hablarle al gentío. – ¿En Córdoba? Y entre aquella animación – Sí, allí fue, alarmó a la gente seria, cuando en la feria de mayo cuando por la Concepción las treinta mulas compré, se vio subir de la feria comentando la corrida el cuerpo más soberano, en la que Antonio Cañero, más gallardo, más serrano, sacando su jaca herida, que vieron del sol la luz, puso el rejón más certero sobre un potro jerezano que había colocao en su vida. del mejor hierro andaluz. Estábamos Paco Gil, ¡Vaya mujer con hechuras, Pedro el de Puente Genil luciendo el traje campero y el Niño Sabio de Lora de vistosas bordaduras, en la puerta del Mercantil, al sonar las herraduras tomando una de pastora. del caballo postinero! ¡Qué trajín! ¡Qué algarabía! Ángel que tenga su cara Aquel bullir que no cesa no tiene Dios en los cielos, y en todo contribuía pues su belleza es tan rara la gracia y soberanía que si otro la mirara de la mujer cordobesa. los demás tendrían celos. No te puedes figurar, Como dos finos manojos tú ya aquello lo conoces, de claveles reventones cuando compraste la yegua, eran sus labios de rojos, el gran rumor de las voces y eran de finos crespones de la calle Gondomá. la luz que daban sus ojos.

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Era arrogante y morena, Su gracia le pregunté, su pelo como la pena cuando a mi vera pasó. que desgarra las entrañas Lo que me dijo no sé, y tenía las pestañas lo cierto es que me miró de la propia Macarena. y en sus ojos me enredó. Caballo mejor domao Preso quedé en su mirar, ni mejor atalajao como el día queda en la aurora, ningún andaluz lo sueña, y soy tan esclavo ahora ni traje mejor cortao como la perla que llora que el que lucía su dueña. su esclavitud en el mar. Era de plata de raje Hablé con ella, fue mía, el freno y el hebillaje, puse en ella mi alegría, como el caballo de un rey, mis afanes y mis penas, y de oro fino de ley y hoy por su gusto daría los atalajes del traje. la sangre que hay en mis venas. Pues ya ves si llevaría Sé que no me pertenece, el potro con gallardía, que no es de mi condición, cuando hasta el propio Cañero pero ya no hay solución, tiró a su paso el sombrero que el hombre siempre obedece diciéndole una alegría. cuando manda el corazón. Mezcla de gitana y reina, llegó entre palmas y olés, espuelas de oro en sus pies y por corona y por peina un sombrero cordobés. Al paso de su alazán la gente se descubría, pues todo el mundo creía que llegó el Gran Capitán, el alma de Andalucía. Le dio dos vueltas al paseo y el potro, con su braceo, no cabía en la ancha calle al compás del manoteo. Cimbreaba su lindo talle aquella mujer preciosa, de hermosura tan completa que se mecía, orgullosa, como en la mejor maceta se mece la mejor rosa. Informante: Juan Medina Ruiz

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MUERTE DE LA REINA MERCEDES Una dalia cuidaba Sevilla – María de las Mercedes, en el parque de los Montpensier, mi rosa más sevillana, ataviada con blanca mantilla ¿por qué te vas de mis redes parecía una rosa de té. de la noche a la mañana? De Madrid, con chistera y patillas En hombros por los Madriles llegó un real mozo muy cortesano, cuatro duques la llevaron, que a Mercedes besó en las mejillas y se contaron por miles que eran los niños primos hermanos. los claveles que le echaron. Y un idilio de amor – Adiós, princesita hermosa, empezó a sonreír, que ya besarme no puedes; mientras cantan en tono menor adiós, carita de rosa, por la orillita del Guadalquivir. adiós, mi querida esposa, – María de las Mercedes, María de las Mercedes. no te vayas de Sevilla, en nardo trocarse puede el clavel de tus mejillas. Que quieras o que no quieras, aunque tú no dices nada, se nota por tus ojeras que estás muy enamorada. Rosita de Andalucía, que amor te trajo a mis redes, y puede ser que algún día, amor te cueste la vida, María de las Mercedes. Una tarde de la primavera Merceditas cambió de color, y Alfonsito que estaba a su vera fue y le dijo: – ¿qué tienes mi amor? Y lo mismo que una lamparita se fue apagando la Soberana, y la flor que tenía en sus mejillas se le volvieron de porcelana. Informante: Manuela Ruiz Mengíbar

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LOS 349 MOTIVOS QUE TIENE EL HOMBRE PARA NO CASARSE Varios amigos me han dicho, Dióme luego una guitarra en más de alguna ocasión, y toqué yo un rigodón, que por qué yo no me caso, y vióse llena la casa que así estaría mejor. de la gente que acudió. Como si casarse fuera Entraron unas mocitas, tener diario un doblón. más guapas que el mismo sol. ¡El pobre casado vive ¡Qué cuerpecitos! ¡Qué ojos! más frito que un chicharrón! ¡Qué rostro tan seductor! Tengo un sin fin de motivos, Aunque uno sea de palo, por los que vengo en razón, se le alegra el corazón. para no casarme nunca A mí se acercó una vieja y daré la explicación: que presto me preguntó: yo me salí de mi casa – Curro, ¿qué, usted no se casa? el día de San Antón, Dígalo sin detención. bien peinado y bien lavado, Si es que usted no tiene novia, con buen zapato y calzón. te he de encontrar un millón. En la esquina de la plaza De modo que, si quisiera, encontré a Juan Carrión, sepa me llamo Leonor, un amigo que yo siempre vivo en la calle “El Engaño”, aprecié de corazón. número cincuenta y dos. – ¿Dónde vas, Curro? – me dijo – Yo dije: – le avisaré, Si no es de gran precisión, cuando llegue la ocasión. yo quiero que me acompañes Despedíme de la vieja y charlaremos los dos. y de toda la reunión; Ya sabrás que me he casao me marché para mi casa con la hija de Simón; discurriendo en mi interior: lo mismo debías tú hacer si me caso o no me caso cuanto más pronto mejor. ahora tengo la ocasión. – Mucho me alegro le dije, Ajusté todos los gastos; que sea pa honra de Dios. necesitaré un millón, Me llevó para su casa sólo pa poder tener y en un sillón me sentó; quien te lave el camisón. presentóme a su mujer A la novia solamente, que, como hacía calor, como regalo inferior, con un poco de gazpacho se le dan unos zarcillos al momento me obsequió. y unas botas de charol.

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El abanico, un rosario, El hombre lo deja y sale un vestido y un mantón. y a trabajar se marchó. ¡Caramba, que no me caso, Viene el sábado a la noche que mocito estoy mejor! y halla sucio el camisón, Si la novia es mi pariente la casa está por barrer, o de otra población, la cena en el bodegón. tengo que andar con papeles Su esposa está de visita, que me cuestan un doblón. vendrá a la una o las dos. Me cuestan cincuenta duros. Y le pega tal paliza ¡Ni blandos los daría yo! que por muerta la dejó. ¡Caramba, que no me caso, ¿No vale más ser soltero que mocito estoy mejor! y tener siempre un doblón, Y antes de haberte casado y beberse buenos tragos tienes que comprar velón, sin ninguna obligación? el almirez, la cazuela, Como, bebo y me divierto tenazas y el asador. y duermo en cualquier rincón, Tazas, manteles y vasos, me levanto cuando quiero los platos, el escurridor, y me voy a tomar el sol. cántaro, alcuza y escoba, Y la que quiera casarse, la cama y el almohadón. que busque un perro rabón; Cuadros, sillas y baúles, y si no, que coma fuego, sábanas y el cobertor, pedernal y munición. cucharas, cuchillos, peines, Aquel que fuera casado y espuerta para el carbón. y quiera estar como yo, La cesta para la plaza, que le arrime a su mujer el almanaque, el farol, cada día un palizón. y canastilla pal niño Aprendiendo esta receta, por si llega la ocasión. lo juro por San Antón, Aquí reniega el marido que descansará muy pronto de la leche que mamó, y estará siempre de humor. pues ha de cavar la viña que ya otro vendimió. Llega el día y la partera un chiquillo al mundo dio, y te sacan los riñones médicos y el comadrón. El hombre pone el puchero, trae más tarde el biberón, y luego barre la casa Canción de ciego original y luego va por carbón. (escrita), facilitada por Viste al niño sin tardarse, Catalina Guzmán López el cual luego se ensució.

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LOS NOMBRES DE LAS MUJERES Supuesto que me han pedido, Él canta a ojos cerrados con políticas palabras, y no se atiende a palabra; algunas de estas señoras, el pobre se está ahogando algo risueñas y ufanas, porque aquella voz es mala. que les cante alguna cosa, Traigámosle un par de huevos yo obedezco a lo que mandan. por ver si la voz se aclara Ya estoy dispuesto a cantar o démosle pan y queso al son de aquesta guitarra, por ver si con eso calla. pero ahora me ha advertido Luego dejan ese tema un amigo y camarada y unas con otras ensalzan que, al pedirme a mí que cante, distintas conversaciones es por celebrar la danza. allá a su modo extremadas. Es pa burlarse de mí Dice la una: – ¿no sabes y es baza muy bien sentada, cómo se casa fulana que si lo hacen con otros con fulano? Quiera Dios conmigo también lo hagan. que si con ella se casa Yo con mis ojos he visto no le ponga en Carcabuey que llegan alborotadas que es lugar que muchos pasan. diciendo: – señor fulano, Otra dice: – mi vecina, si es cosa que a usted le agrada ¿quién no ve la santularia cántenos unas folías vestir santos en la iglesia que lo hace con mil gracias. y, con industria y con maña, Y yo, para darles gusto, le hace al marido que coma no replico una palabra; pimientos de cornicabra? tomo asiento y mi vihuela, Pues la otra, mosquita muerta, al tenerla bien templada, porque le sufre y le aguanta luego que a cantar empiezo en los cuernos de la luna comienzan ellas su parla. me lo ha puesto la taimada. Dice la una: – Jesús, Pues, ¿y el otro boquirrubio ¡qué voz tan desentonada! que triunfa, pasea y gasta ¡Parece que está chillando a costa de la mujer con el habla acatarrada! porque le sufre y le aguanta? El cuerpo cual lo menea Y otra dice: – ¿pues no sabes parece a don Zarandajas; cómo un casamiento tratan poquito presume el cante, con Domingo, el zapatero? por mi vida que se engaña, Y lo que a mí más me pasma porque abre tanto la boca es que siendo un pelufustán como la puerta monaica. le entreguen una muchacha, que es rica y también discreta. La verdad está averiguada.

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Y a él le hacen ratón – Tan sólo hemos de querer pues le aperciben la trampa. y adorar dentro del alma Otra dice: – amigas mías, no aquél que no diga: dame, yo no me espanto de nada, sino aquel que diga, daca. porque todas nos mojamos ¿Cómo podrá dar buen manto cuando cae recia el agua. el que tiene mala capa? Otra responde: – yo tengo Y todas, de esta manera, al sacristán de Burriana parecéis unas urracas, y la cera que recoge, refiriendo cuentos viejos entre domingo y semana, con risa y con algazara, la vende y me da dinero, con chanza y con alboroto, entra, sale y santas pascuas. no atendéis a los que cantan, Otra dice: – compañeras, a la relación o historia tenemos tela cortada, en lo que consiste o trata. que yo tengo un peluquero Solamente estáis atentas que ya me tiene enfadada, si se explican las palabras, pues nunca le he merecido si no tienen melodía, una libra de azofainas, si el tocar no tiene gracia, y cuando viene la noche, si el bailador baila bien, después de no darme nada, murmurando tan sin tasa; me dirige más preguntas si se casa fulanita, que tiene un misal de pascua; si fulana es descocada, y me tiene entretenida si fulano es buen muchacho, con que de hoy a mañana; si el otro es un mal trabaja. dice aguarda conveniencia Y a todos, de esta manera, y que será bien premiada; estáis poniendo mil faltas mas nunca llega ese día y no pensáis en vosotras, y así no sé lo que haga. que tenéis, si se repara, Y las demás le responden: más faltas que una paleta – eso es valiente bobada, y una tuerta remilgada. ¿qué más quiere el muy taimado Ya sé que estáis ahora si cuanto desea haya? con la tijera afilada Eso lo mismo se hiciera y la tela prevenida al borrico de la cuadra, para cortarme unas mangas. pues no es de mucho provecho Con que tomaré el desquite darle con las calabazas, y así, con breves palabras, que no es razón que tú estés a cada cual por su nombre sacándole las entrañas le he de ir poniendo faltas: a otros pa darle a él. Esa doctrina es muy mala.

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– Las Marías son muy frías Amigas de las que quieran y de puros celos rabian. fueron siempre las Damianas. Las Franciscas, vocingleras; Las Gertrudis son soberbias perezosas, las Tomasas; y las Teresas, taimadas; las Isabeles, altivas; las Catalinas son flojas; las Antonias tienen todas revoltosas son las Anas; casquillo de calabaza. las Teodoras, compungidas; Las Josefas, muy golosas; las Manuelas, bailarinas; las Joaquinas, zalameras; muy necias, las Sebastianas las Pacas, enamoradas; y amigas de oler cocinas las Victorias y Benitas las Ineses y Bernardas. éstas siempre son muy falsas. Las Alfonsas, quimeristas; Las Vicentas, envidiosas; las Margaritas, pesadas; las Isidras, cortesanas; las Serafinas, chismosas; las Alejandras, muy tontas; las Hipólitas, ufanas; pedorras, las Micaelas; las Quiterias, engañosas; las Águedas, charlatanas; las Jacintas, jorobadas; las Andreas, vanidosas; las Ángelas y Gabrielas las Mónicas, comilonas; son todas muy santularias. las Valentinas son fachas; Las Rosas son embusteras; y las Fernandas dan siempre cabezonas, las Torcuatas; gran conversación por nada. las Jerónimas, raídas; Qué decir de las Luisas, son simplonas las Julianas; que por cualquier cosa hablan. las Magdalenas son graves; Concepciones y Dolores las Elviras, malcaradas; son todas muy apagadas. las Melchoras, barrigonas; Celestinas y Cristinas carantoñeras, las Paulas; son amigas de ir a danzas. las Petronilas, frioleras; Las Leonas son dementes; postineras, las Ignacias; las Celedonias e Higinias, las Agustinas, gangosas por el chocolate rabian. y locas, las Anastasias. Valerianas, presumidas; Las Polonias, majaderas; testarudas, las Constanzas; las Rufinas son malvadas; las Domingas son gallegas las Brígidas, corretonas; y éstas frecuentan, muy zafias, pedigüeñas, las Marianas; hermanitas del dios Baco, Baltasaras, Saturninas con grande afición y ansia, y Felipas, muy rasgadas. los licores las destruyen Las Úrsulas, regordetas; que hay en estas tales casas. son tristes las Felicianas.

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Amigas de visitar Las Eulalias son coquetas; las Mercedes y las Claras; las Bernardinas, muy bravas; las Bernabeas y Ritas antojadizas, las Brunas tienen las uñas muy largas. y miedosas, las Libradas. Las Lauras son hociconas; Las Fidelas, engañosas; las Eugenias, descuidadas; las Raimundas, patizambas; las Lucías, dormilonas; las Elisas, melindrosas; las Casildas, desmañadas; las Rafaelas son chatas. las Martinas tienen todas Las Trinidades, horribles; la lengua muy afilada. las Guadalupes, ingratas; Las Bárbaras son roñosas; las Loretas y Felisas, nada hidalgas, las Colasas; Encarnaciones y Eustaquias, las Ramonas, enfadosas; Venturas y Salvadoras, muy avaras, las Engracias; Justas y Severianas, las Petras, muy reparonas; sólo son buenas no más de genio adusto, las Martas; para cortejar y basta. las Elenas, pegajosas; ¿Qué diremos de las Floras, las Lorenzas, holgazanas; las Casimiras, Genaras, las Eusebias, figureras; Ferminas y Doroteas, sosas todas, las Pascualas. Isidoras y otras tantas? Las Cármenes y Mercedes Lo mejor será callarlo corren parejas con Blasas: y por desprecio dejarlas. en el hablar son melosas Mucho más decir pudiera y en el obrar, muy amargas. si una, muy abochornada, Lo mismo son las Irenes, no me hubiera hecho señas Carolinas y Esperanzas. de que deje la matraca. Y qué decir de las Pías: Recibid este jabón, son de la misma calaña. volved por otro mañana Las Hilarias son groseras; y si no ponéis enmienda puntillosas, las Gasparas; llevaréis como quien lava las Amelias, caprichosas sobre esta zurra otra zurra; y bobas, las Bonifacias. que habéis de estar cuando cante, Las Simonas son gachonas; con recato y con silencio sutiles, las Adelaidas y atención muy sosegada, y amigas de militares sin resultar por arriba suelen ser las Cayetanas. ni por abajo con nada. Velludas y pelechonas Y ahora pide aquí el poeta son Jorjas y Florentinas. que le perdonen las faltas. En cambio, las Melitonas a lo mejor quedan calvas. Canción de ciego original (escrita), facilitada por Catalina Guzmán López

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¡TANTO TIENES, TANTO VALES!

– No te mando más castigo que estás durmiendo con otro y estés soñando conmigo. Me lo contaron ayer las lenguas de doble filo, que te casaste hace un mes y me quedé tan tranquilo. Otro cualquiera en mi caso se hubiera echao a llorar; yo, cruzándome de brazos, dije que me daba igual. Nada de tirarme un tiro ni liarme a maldiciones, ni apedrear con suspiros los vidrios de tus balcones. ¿Que te has casao? ¡Buena suerte! Vive cien años contenta y a la hora de la muerte que Dios no lo tenga en cuenta. Porque si al pie del altar mi nombre se te borró, por la gloria de mi madre que no te guardo rencor. Porque sin ser tu marío, ni tu novio, ni tu amante, yo soy quien más te ha querío. ¡Con eso tengo bastante! Haciendo un poco de historia de aquellos tiempos de atrás, se me vino a la memoria de cuando yo era un chaval. ¿Qué tiene el niño, Malena? Anda como trastornao, tiene carita de pena y el colorcillo quebrao.

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Ya no juega con la trompa, ni tira piedras al río, ni se destroza la ropa subiéndose a coger níos. ¿No parece cosa rara que un niño de doce años tenga tan triste la cara? Mira que soy perro viejo; tú estás demasiao tranquila. ¿Quieres que te dé un consejo? ¡Vigila, mujer, vigila! Y fueron dos centinelas los ojillos de mi padre; cuando salgo de la escuela, se va por los olivares. ¿Y qué es lo que busca allí? ¡Una niña! ¿Tendrá el mismo tiempo que José Manuel? Déjalo y no le riñas, que está empezando a querer. Mi padre encendió un pitillo y se enteró de tu nombre. A ti te compró zarcillos y a mí un pantalón de hombre. Yo no te dije te adoro, pero amarré en tu balcón mi lazo de seda y oro de primera comunión. Y tú, fina y orgullosa, me diste en recompensa, dos cintas color de rosa que engalanaban tus trenzas. Bueno, yo me voy a misa con mi primita Rosario. Luego te veré en la ermita. ¡Y qué tristes nos pusimos al darte el agua bendita! Mas luego en el campanario, cuando rompimos a hablar dice mi prima Rosario que la cigüeña es sagrá.

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Y el colorín de los bosques, y la nieve, y el rocío, y aquel torito valiente que está viviendo en el río. Aquellas rayas lejanas que miran al horizonte, sagrao tierras y cielo porque to lo hizo Dios. ¿Qué te gusta más? ¿Tu cara? ¿Y tu pelo tan bonito? ¿Y tus manos redonditas? ¿Y tus pies, que van fingiendo los pasos de las palomas zuritas? Con la pureza del campo, de nieve te comparé, te revestí de piropos de la cabeza a los pies. Y después te hice un ramo de pitiminí precioso, y después nos retratamos en las agüitas del pozo. Y hablando de esas pamplinas que se inventan las criaturas, llegamos hasta la esquina cogíos por la cintura. Y me dijiste: ¿en qué piensas? Y te dije: en darte un beso. A mí me dio una vergüenza que me caló hasta los huesos. Por eso, yo al enterarme que llevas un mes casá, no dije que iba a matarme sino que me daba igual. ¡Pamplinas, figuraciones! que se inventan los chavales. Después la vida se impone. ¡Tanto tienes, tanto vales! Mas como es rico tu dueño, te vendo esta profecía: tú cada noche en tu sueño, soñarás que me querías.

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Y recordarás la tarde que tu boca me besó, y me llamarás cobarde como me lo llamo yo. Era una noche de luna clara. Tu hermanillo está llorando y le cantabas la nana: ¡Quítate de la esquina, chiquillo loco, que mi madre no quiere ni yo tampoco! Mientras cantabas la nana, yo, inocente, me pensé que la nana nos casaba como marido y mujer. ¡Pamplinas, figuraciones! que se inventan los chavales. Después la vida se impone. ¡Tanto tienes, tanto vales! Por lo demás, to se olvida, y pronto te dará Dios un hijo como una estrella. Avísame de seguida, me servirá de alegría cantarle la nana aquella: ¡Quítate de la esquina, chiquillo loco, que mi madre no quiere ni yo tampoco! Pero tú, sueña que sueña que me morí siendo chico, que se llevó una cigüeña mi corazón en su pico. Tú pensarás que no es cierto, yo sé que lo estás soñando, pero ya en la madrugá te despertarás llorando por el que no es tu marío, ni tu novio, ni tu amante, sino quien más te ha querío. ¡Con eso tengo bastante! Informante:

Carmen Tello Lorite

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MATAR A UN CRIMINAL

Era una tarde maldita, de lluvia, tormenta y viento. Yo pensé perder mi vida por cumplir mi juramento. Tenía la novia en el campo, su padre no me quería. Nadie sufrirá en el mundo lo que yo sufrí aquel día. Era una tarde de mayo, a esto de las cuatro y media, cuando cogí mi caballo y me fui a hablar con ella. Al llegar a aquel lugar que en grande silencio estaba, oí una voz dolorosa que amargamente gritaba. Yo me asomé a la rendija para ver lo que pasaba, viendo que su mismo padre era quien la maltrataba. He cogido la pistola que en la cintura llevaba, viéndola pronto muy libre de la lucha soportada. Ella salió para ver quién era el que la salvaba. Pero no vio mi divisa, porque yo salí corriendo a contarle a la justicia todo el acontecimiento. Al llegar a aquel lugar y contar lo sucedido, a los tres días siguientes me tenían detenido. Pero tuve buena suerte cuando yo fui a declarar, porque no tiene delito el que mata a un criminal.

Informante: Carmen Tello Lorite

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ÍNDICE ROMANCES Y CANCIONES DE CIEGO PÁGINA – El romancero popular – Los romances, según Azorín – El paje y la Infanta (versión de Pegalajar) – El paje y la Infanta (versión recopilada por Menéndez Pidal) – El paje y la Infanta (versión recopilada en Jódar) – El paje y la Infanta + La boda estorbada (1ª versión) – El paje y la Infanta + La boda estorbada (2ª versión) – El paje y la Infanta + La boda estorbada (3ª versión) – La loba y los perros – Los primos romeros (1ª versión de Pegalajar) – Los primos romeros (2ª versión de Pegalajar) – Los primos romeros (versión de La Cerradura) – La dama y el pastor – La molinera y el corregidor – El pastor desesperado – La serrana de la vera – La muerte ocultada – La mala suegra – El quintado + la aparición de la enamorada muerta (versión de Pegalajar) – El quintado + la aparición de la enamorada muerta (versión de La Cerradura) – Las señas del esposo – La malcasada – Casada en lejanas tierras – El seductor de su hija – La hermana cautiva – Hermanas reina y cautiva – La bella en misa – La dama y el segaor (versión de Pegalajar) – La dama y el segaor (versión de Torres) – El prisionero – El rapto de Santa Elena – Las tres hermanas cautivas – San Antonio y los pajaritos – La vendimia – El castigo del sacristán – Los atributos del fraile

– Luz aeterna: 1ª versión

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PÁGINA – Luz aeterna: 2ª versión – El vendedor de nabos – El caldererillo – La posadera y el militar – La confesión con el novio – Los mandamientos del amor – El seductor de una casada – La venganza de las flores – La adúltera infanticida – Viudo, mozo y casado – El trato de Valdepeñas – La adúltera del cebollinero – La maldición de la madre – El retrato de la dama – La pastora coronada – Elena y Flores – El novio asesinado – Casamiento impuesto – La baraja de pasión – Las doce palabras – Mi peregrina – Venganza contra deshonra – Deshonra – La pastora cristiana – El cura y la criada – La doncella guerrera – Enamorada de un pobre – Maldito dinero – Un desaire castigado – El cura y la molinera – Falso testimonio – Noche de Reyes – Padre adoptivo (1ª versión) – Padre adoptivo (2ª versión) – Padre adoptivo (3ª versión) – Incesto – El defensor de su novia – Elena, Rosalinda e Isabel – Defensa del honor – La cruz de piedra – La venganza de un padre

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PÁGINA – La mala bebida – Hermanas gemelas – Castigo a una novia infiel – El golfillo del tranvía – Hija buena y madre mala – Celos – Palomita joven – La cama – Los huerfanitos – La manta del abuelo – La inocencia – Las alas de la inocencia – Las criadas y las señoras – Enrique y Lola – La maleta – El calvario de una madre (1ª parte) – El calvario de una madre (2ª parte) – La mañana de San Juan – Oriental – Romance a Córdoba – Muerte de la Reina Mercedes – Los 349 motivos que tiene un hombre para no casarse – Los nombres de las mujeres – ¡Tanto tienes, tanto vales! – Matar a un criminal