Rodriguez Ponte Transferencia
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FREUD, LACAN, NOSOTROS
Ricardo E. Rodríguez Ponte
(*)Intervención en el Seminario Fundamentos de la Transferencia, dictado con
Alba Flesler y Analía Meghdessian. Escuela Freudiana de Buenos Aires, el 8 de
Julio de 1996.
Dado que es nuestra última reunión antes de las vacaciones de inviermo, conviene
que acotemos bien nuestra reunión de hoy. ¿Ya sabemos con qué texto de Freud
vamos a continuar cuando retomemos el seminario a fin de mes? Lo
sospechamos: el de Recuerdo, repetición y elaboración... Bien, aquí mis
compañeras me aclaran que junto con ese texto veremos también el
de Puntualizaciones sobre el amor de transferencia. Pero hoy nos vamos a atener,
en lo posible, al texto freudiano de 1912, titulado La dinámica de la transferencia.
Nosotros hemos encarado este seminario, al menos en este primer recorrido del
mismo, con la modalidad de una puntuación de los textos, lo cual no excluye que
hayamos hecho, y que en lo sucesivo hagamos, alguna excursión más allá de los
textos, siempre alrededor del tema que nos convoca, que es el de la
transferencia.. Pero por el momento la estrategia ha sido, hasta ahora, la de
atenernos lo más estrictamente posible al texto de Freud, dejándonos un amplio
margen para la discusión en los momentos en que funcionamos bajo la modalidad
del taller. No sé si luego de las vacaciones seguiremos con la misma estrategia.
Se me ocurre, ahora, que se volverá un poquito difícil de seguir cuando
abordemos los desarrollos de Lacan en relación a la transferencia. De todos
modos, lo que quería decirles ahora, antes de entrar de lleno en el texto de Freud,
son algunas cosas que me parece importante puntualizar, luego de haberlos
escuchado, en la primera parte de nuestra reunión de hoy, cuando hablamos, un
poco en general, de las dificultades que pudieron haberse presentado, referidas
tanto a los textos de Freud como a la marcha misma de nuestro seminario.
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Como ustedes saben, este seminario no se dicta en cualquier parte, se dicta aquí,
en una Escuela de psicoanálisis. ¿Qué implica esto? Que la función que nos
hemos dado quienes convocamos este seminario, en principio, no es la de ?
¿cómo decirlo?? la de compensar los déficits que hubieran quedado como
remanentes de los estudios de grado, los que, en todo caso, se pueden continuar
con los estudios de post-grado. Pero esto tampoco pretende ser un post-grado,
cuyo sitio electivo es la universidad. Digo esto para circunscribir un poco desde
dónde nos ubicamos nosotros para decir lo que decimos. Nuestra pretensión, al
menos, no es la de hacer un discurso sabio, erudito, universitario sobre los textos
de Freud y de Lacan; tampoco la de promover una doctrina standard de qué es
Freud o qué es Lacan. Se supone que hablamos, leemos el texto, lo exponemos
desde un punto particular que es el de nuestra práctica clínica cotidiana ? esto es
lo que distinguiría a nuestro seminario de un estudio de post-grado. No quiero
decir con esto que nuestro seminario sería por eso mejor, más sabio que un
estudio de post-grado, ni tampoco que sea peor, sino que hablamos desde otro
lugar, que nuestra posición enunciativa es otra, o al menos lo pretende.
A propósito de esto, me parece también importante que yo les diga algo acerca de
mi lugar, o de lo que creo que es mi lugar, el lugar desde donde yo abordo estos
textos de Freud que estamos considerando ? de manera que, como saldo de este
seminario, pueda quedar algo, algo, tal vez, porque eso siempre está por verse,
del orden de la enseñanza... Vale la pena que aclare un poco esto.
No me refiero a lo que podría ser mi enseñanza. Al menos, en primer lugar, no se
trata de eso. Lo que plantea Lacan en relación a esto es que cuando el discurso
analítico se ofrece a la enseñanza, eso lleva al analista a la posición del
analizante. No es el analista el que se ofrece a la enseñanza ?como a veces se
entiende, mal, este enunciado de Lacan?, el analista, al exponer su práctica clínica
y su práctica teórica, da la ocasión para que el discurso psicoanalítico, que lo
trabaja y que lo sostiene en su actividad cotidiana, se ofrezca a la enseñanza.
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Entonces, en posición de analizante, con todo lo que esto puede comportar de
síntoma, eventualmente, voy a subrayar que, aun cuando en tal ocasión yo diga
"Freud dice" o "Lacan dice", en todo momento soy yo quien dice lo que, si quieren,
Freud o Lacan me habrían dicho, al leerlos. Este subrayado, lo voy a hacer
esclareciendo para ustedes cuál es mi posición en relación a los textos que
estamos comentando, y comienzo diciéndoles que me parece interesante
puntualizar ?a mí me parece interesante puntualizar, no estoy diciendo que sea la
única posibilidad? puntualizar que, en el psicoanálisis, en la elaboración de lo que
mal se llama "teoría", hay tiempos. En relación a esto, tenemos un tiempo 1,
originario, que es eltiempo de Freud:
1) el tiempo de Freud.
Freud es un señor que inventó una cosa nueva, abrió un nuevo campo de
experiencia, que antes no estaba, no existía ? no es un descubridor, en el sentido
de Colón, por ejemplo, que descubrió un continente que no estaba conocido pero
que ya estaba, digamos, en el mundo, ya existía. Freud "descubrió" ?lo digo entre
comillas? algo nuevo, que es el inconsciente, que es totalmente relativo al modo
de acceso que se dió, es decir, al procedimiento que estableció ?digamos: la
asociación libre y la atención libremente flotante, para formularlo de un modo
deliberadamente vago, por ahora?. En ese sentido, creo que es más correcto
hablar de "invención" que de "descubrimiento": Freud es el inventor del
inconsciente, y por eso Lacan dice, en uno de sus escritos, Posición del
inconsciente, que "el inconsciente de antes de Freud no es pura y
simplemente"(1). El inconsciente del que hablamos nosotros no es cualquier
inconsciente, no es cualquier cosa que carezca del atributo de conciencia, es el
inconsciente freudiano, que nada tiene que ver con los procesos fisiológicos,
corporales, que son inconscientes en otro sentido, ni con el inconsciente de la
psicología o de la parapsicología o de lo que sea. No decimos que esas cosas no
existan, sino que eso, sobre lo que no abrimos juicio, está de derecho por fuera
del campo en el que nuestras proposiciones resultan pertinentes. Es el
inconsciente freudiano, y este inconsciente freudiano, invención de Freud, es
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resultado de la invención freudiana de un procedimiento. Ya adelantamos algo en
relación a este procedimiento, cuando aludimos al método, a la regla de la
asociación llamada "libre", y podríamos agregar algo más, como propio del
procedimiento freudiano: el estudio singularizado del caso, es decir, la propuesta
freudiana, su regla metodológica, que él explicita en varios textos ?entre otros, en
el historial sobre El Hombre de los Lobos?, en el sentido de que él está dispuesto
a dejar aparte todo su saber previamente establecido a cambio de lo que puede
aprender de un caso nuevo. Es decir, que la primacía de la singularidad del caso
forma parte esencial de lo que llamamos el procedimiento freudiano. En ese
sentido, el procedimiento freudiano es el procedimiento que ponemos en juego,
cada vez, en cada nueva experiencia: ponemos en suspenso todo saber
establecido, lo que Lacan denomina el saber referencial, para atenernos ?es una
especie, no de ignorancia, sino de puesta en suspenso del saber establecido, ya
adquirido a partir de otras experiencias, anteriores? para atenernos a lo que en la
nueva experiencia pueda surgir como saber textual, nuevo, singular, que se vaya
desprendiendo del texto, también nuevo, incalculable previamente, impredecible,
singular, del analizante en cuestión.
Bien, entonces, Freud descubre, inventa este campo nuevo, y a partir de ahí el
asunto es cómo nos vamos a situar. Hay una historia, y es que después de Freud,
o con Freud, o al ratito de Freud, vinieron los que se llaman, los llamamos hoy,
los post-freudianos. Entonces:
2) el tiempo de los post-freudianos.
Los post-freudianos eran analizantes, alumnos, gente amiga, que rodeaban más o
menos de cerca a Freud, o a los que estaban o habían estado más o menos cerca
de Freud, y que, con distintas posiciones en relación a la obra de Freud,
decidieron tomar a su cargo, para seguirlo, para llevarlo adelante, el invento de
Freud. Esas posiciones no eran las mismas. Por ejemplo, una muy graciosa era la
de Stekel, que por otra parte no duró mucho en el campo freudiano. Stekel decía
algo así: "Freud es un gigante, nosotros somos enanos, pero un enano subido a
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los hombros de un gigante tiene los ojos más arriba y alcanza a ver más lejos", por
lo que su posición en relación a la obra de Freud era más o menos algo como
esto: agrupar todo lo que había descubierto Freud, y que cada uno, cada uno de
los enanos subidos a los hombros de ese gigante, agregara a dicho acervo su
pequeña cosita propia, su pequeña contribución, que permitiría así ir más allá de
Freud. Otra posición, entre los post-freudianos, era la de Fenichel ?les doy
ejemplos al azar?, donde se trata de amalgamar, en una especie de masa
unificada, sincronizada, lo que Freud fue desarrollando a lo largo del tiempo,
desde 1895 a 1938, y hacer con eso un conjunto más o menos coherente.
También podríamos mencionar a Melanie Klein, cuya posición era la de:
"macanudo, todo eso está bien, pero agreguemos algo más, que Freud no vió", a
saber, que el complejo de Edipo en verdad es anterior a la fase fálica, o que tiene
un tiempo que se podría denominar "Edipo temprano", y además la cuestión de las
posiciones, esquizo-paranoide y depresiva...
Ahora bien, entre esos post-freudianos, también tenemos a Lacan. Pero vamos a
singularizar de algún modo su inclusión en esta historia:
2’) el tiempo de Lacan.
¿Por qué? En principio, Lacan es un post-freudiano más. ¿Qué es lo que
singulariza su posición, además de la razón ?tal vez la razón fundamental, pero la
dejo para más adelante? de que somos nosotros quienes determinamos las
escansiones de esta historia, es decir, que esta historia la contamos desde el
tiempo en el cual nos posicionamos de la misma? Lacan, a partir de un
diagnóstico de la situación que efectuó ?diagnóstico que podemos resumir en
estos términos: los post-freudianos habían olvidado la verdad esencial de la que
era portador el discurso freudiano, la habían, en verdad, reprimido?, se propuso
como objetivo el de volver a esa verdad, o el de devolverle a esa verdad la
palabra, lo que nosotros conocemos con el nombre de retorno a Freud, por el cual
él se pretendía más, y más verdaderamente freudiano, que los post-freudianos.
¿Cuál fue su estrategia? No la de volver a Freud de cualquier manera, no la de
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agregarle alguna contribución nueva, no, en principio, agregándole nuevos
desarrollos a la doctrina establecida. Sino aplicándole al texto freudiano, para
leerlo como conviene, lo que él al principio llamaba "tres categorías", o "tres
órdenes" o "tres registros", sin los cuales ?según Lacan? nada puede entenderse
ni del mensaje freudiano ni de los datos de la clínica. Es decir, propone aplicarle,
al conjunto del texto freudiano, así como al conjunto del texto de la experiencia,
una especie de rejilla, de grilla ?construida con tres registros o categorías que
parecen sacados de la galera?, para que este texto sea leído como conviene.
Estas tres categorías, u órdenes, o registros, ustedes conocen sus nombres: lo
simbólico, lo imaginario y lo real.
Son tres registros para leer los datos y las nociones de la experiencia ?aclaro esto
por una pregunta que me hicieron al comienzo de esta reunión?: no hay
“transferencia simbólica", "transferencia imaginaria" y "transferencia real", hay
registro simbólico de la transferencia, registro imaginario de la transferencia y
registro real de la transferencia. No hay tres transferencias, ni se pasa de una
transferencia a otra. Tenemos la transferencia, y la unidad de la noción permite, o
más bien requiere, su lectura en tres dimensiones. En todo caso, en tal o cual
momento de la experiencia, tal de sus dimensiones pasará a ocupar un primer
plano, un papel más relevante, más aparente. Pero si se trata de la transferencia,
están en juego las tres dimensiones. Lo mismo vale para todas las nociones de la
doctrina. Estos tres registros, estas tres dimensiones, estas tres dit-mensiones,
como las denominará finalmente Lacan, no son cajones, estantes, receptáculos
donde se distribuirían las nociones, como a veces se escucha, qué se yo, por
ejemplo: el inconsciente o el deseo pertenecerían al cajoncito de lo simbólico, el
narcisismo o la imagen especular pertenecerían al cajoncito de lo imaginario, y el
goce lo meteríamos en el cajoncito de lo real. No es así como funcionan estas tres
categorías. Sino que a las nociones de la doctrina y a los datos de la experiencia,
los leemos con estas tres dit-mensiones.
Bien, según Lacan ?insisto, a propósito, en este "según Lacan", para ir anticipando
que hay en esta historia un tiempo tercero donde eventualmente podríamos
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ubicarnos?, sin esas tres categorías lo esencial del mensaje freudiano se pierde y
no se entiende nada, volvemos a la psicología general.
Pasemos a lo que sería un tercer tiempo en esta historia, donde podríamos
situarnos nosotros:
3) el tiempo de nosotros.
¿Pero de qué manera? No es sencillo responder a esta pregunta, no es una
cuestión de cronología, no depende simplemente del hecho de que nosotros, por
ejemplo hoy, en 1996, venimos después de Lacan, que murió hace quince años.
Tenemos dos maneras de ubicarnos, me parece, y eso depende de una decisión,
que es ética. Cuando digo "ética", no quiero decir con esto que habría decisiones
"éticas" y decisiones "no éticas"; toda decisión es ética: si yo elijo mentir, por
ejemplo, esto es una decisión ética, no es una falta de ética, sino una falta en la
ética. Entonces, cuando digo que se trata de algo en relación a la ética, me refiero
a que hay decisiones que uno toma, y de las cuales se hace responsable, y se
ubica en relación a esa decisión que tomó, que no es la única posible.
Entonces, una decisión que yo he tomado ?que no es la única posible, otros han
tomado otra? es la de ubicarme deliberadamente en un tercer tiempo que no
está dado de antemano, que es preciso dárselo, y que podemos llamar: lacaniano:
3) el tiempo de nosotros: ¿lacaniano?
No es obligatorio, no es un tiempo de hecho, como dije, es preciso dárselo, es
resultado de una perspectiva que uno construye o no, y que por eso pongo entre
signos de pregunta. Uno debe construirlo e, incluso, confirmarlo. Ahora bien, ¿qué
implicaría este tercer tiempo? Bueno, empecemos con una perogrullada que, de
hecho, no es tal: ubicarse en un tercer tiempo implica que uno no se ha ubicado ni
en el primer tiempo ni en el segundo, y es a partir de ahí que, en verdad, podemos
hablar de "tiempos" ?si nos dedicáramos a la física, o a la matemática, no se nos
ocurriría nada semejante?. En segundo lugar, que tampoco el segundo tiempo se
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confunde con el primero, y en particular, posicionarse en relación a que Lacan
efectuó, con sus categorías, una lectura del texto de Freud ?es decir, que esa
lectura ya está hecha?, pero además que, esa lectura ya hecha, espera algo de
nosotros, que digamos algo al respecto, si en efecto nos situamos como herederos
de esa lectura, lo que implica que, salvo renegatoriamente, el acceso directo al
texto de Freud es imposible, que no hay acceso al texto de Freud sino pasando
por Lacan.
Veamos un ejemplo, para que esto no parezca demasiado abstracto. Tomemos
una simple frase de Lacan, del Seminario 11, sobre Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis. La habrán leído muchas veces, la habrán
escuchado repetidamente, tal vez hasta la habrán repetido:
"la Vorstellungsrepräsentanz es el significante". Como esta frase, hay cientos: "la
condensación es la metáfora", "el deseo es el deseo del Otro", "el inconsciente es
el discurso del Otro", "la represión es lo mismo que el retorno de lo reprimido", "la
transferencia es el sujeto supuesto saber", etc... ¿Cuál es, en qué consiste, el
mecanismo común a esas frases? En que se ha tomado una noción del texto de
Freud, y que se efectúa, en esa frase, una identificación, gracias al empleo de la
cópula, el es. Ahora bien, ¿qué implica esto? Consideremos el ejemplo que les he
propuesto: "la Vorstellungsrepräsentanz es el significante” ? Esto implica,
evidentemente, si Lacan no está loco, que hay en el texto de Freud algo que
permite tal asimilación, tal identificación. Esto en primer lugar, pero hay algo más.
Porque no se trata de que ahí, meramente, se encuentra algo que ya estaba, sino,
en verdad, se trata de que en esa frase se produce algo que no estaba. Porque
cuando Lacan dice que "la Vorstellungsrepräsentanz es el significante", en el
mismo momento, en el mismo paso con el que hace esa identificación, está
descartando todo un sector, todo un importante sector, de la teoría freudiana. No
sólamente está agregando a ese cuerpo doctrinal un término, el término
"significante", que antes no estaba ?en otro sentido, podríamos decir que "estaba",
en ese sentido especial que Lacan destacó tantas veces en el pretérito imperfecto:
"estaba", porque algo de la noción freudiana permitía, toleraba, abrochar ahí la
palabra "significante", sin que la noción misma se evaporara absolutamente?, no
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sólamente, entonces, agrega a ese cuerpo doctrinal freudiano el término
"significante" que antes, como término al menos, no estaba, sino que en el mismo
paso en que tal identificación se produce, con esa y por esa identificación se dejan
de lado una serie cosas; por ejemplo, en este caso, se deja de lado toda la
concepción de la representación como "nueva presentación", se deja de lado todo
aquello en lo que la percepción intervenía como fundamento del aparato psíquico
y con ello una topología de "interior" versus "exterior" o de "realidad
psíquica" versus "realidad material", así como la doctrina de la "autopercepción" o
de la "percepción endógena" tal como aparece por ejemplo en el historial sobre el
Presidente Schreber ?cuando Freud sugiere que la teoría de los nervios, parte
integrante del delirio de Schreber, era la manera en que éste percibía los
movimientos de su libido? o en algún recodo de La interpretación de los sueños.
Todo eso queda descartado por obra y gracia de esta palabrita, "significante",
engrampada por el empleo de la cópula, por el es de la frase esa. Pero todavía
algo más: no sólo se agrega una palabra nueva al corpus anterior, no sólo se
descartan partes importantes de ese corpus por la introducción en él de esa
palabra nueva, sino que, con esa palabra nueva, se añade también a
ese corpus algo importantísimo, que tampoco estaba en el corpus freudiano, que
es la noción de sujeto.
¿Se entiende? Entonces, cuando tenemos una de estas frases portadoras del
verbo ser, como la de que "la Vorstellungsrepräsentanz es el significante",
debemos tener en cuenta que ahí hay el agregado de algo nuevo, que deja de
lado algo anterior, y que arrastra consigo al menos otra novedad.
Subrayo todo esto porque tiene que ver con una posición que vengo sosteniendo
en la Escuela desde hace rato, al menos desde hace diez años, que es la de que
hay que tomar en serio un par de frases de Lacan, en las que afirma que él,
Lacan, es freudiano, pero que Freud no es lacaniano(2). Es decir, que hay una
tensión, ahí, entre esas dos afirmaciones, que es difícil de sostener, pero que es
preciso sostener, o en todo caso es una decisión sostenerse en esa tensión, no
aplanando a Lacan con Freud.
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Así, cuando tomamos un texto de Freud, ¿cuál ha de ser nuestra posición, si nos
ubicamos en esta perspectiva, que no es otra que la perspectiva del retorno a
Freud de Lacan? Bueno, en primer lugar, ubicarse en esta perspectiva implica lo
siguiente, por ejemplo: no ir a leer a Freud como lo hacía Lacan ? es decir, que no
nos identificaremos con una enunciación que fue la de Lacan, sino que nos
daremos el lugar para otra posición enunciativa, que tenga en cuenta a la anterior,
por supuesto, pero que no podría identificarse con ella más que borrándola. Es
decir que, eventualmente, nosotros tal vez podríamos elaborar proposiciones del
tipo: "la Vorstellunsrepräsentanz es el significante"... pero sería por identificación a
la posición enunciativa de Lacan.
En cambio, otra posición enunciativa, que es la que les propongo como propia de
un tercer tiempo en esta historia, es la que tomaría nota, por ejemplo, de que esa
identificación que efectuó en su momento Lacan, cuando dijo que
"la Vorstellungsrepräsentanz es el significante", implica una operación sobre el
texto freudiano que consiste en introducir en él cosas que no estaban y descartar
cosas que estaban.
¿Por qué digo esto? Porque una tentación, en la que no he dejado de caer, y más
de una vez, es la de lacanizar el texto freudiano, encontrando en Freud como ya
dado todo lo que después va a producir Lacan por su lectura del mismo. Por eso,
creo que se los decía al comienzo, esto que les digo a ustedes también lo digo
para mí, para ver si puedo evitar caer en esta tentación, y atenerme, hoy, en esta
primera vuelta, a lo que me parece que está en el texto de Freud, sin agregados,
para darme tiempo a que, en una segunda vuelta, podamos ver qué es lo que la
operación lacaniana, la operación de lectura del texto de Freud por Lacan, ha
descartado e introducido. Entonces, por ejemplo, me voy a prohibir a mí mismo
encontrar, en este texto, nociones como las del sujeto supuesto saber y el deseo
del analista, que son nociones que no están, ni podían estar, en el texto de Freud,
que Lacan introduce, y que le dan otro piso a la cuestión de la transferencia, un
nuevo piso en el que, también, algunas consideraciones de Freud van a ser
dejadas de lado ? pero esto lo dejo para una segunda vuelta, entonces.
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SOBRE LA DINAMICA DE LA TRANSFERENCIA
Entonces, ¿qué es la transferencia? ?que era una de las preguntas que surgieron
al comienzo de esta renunión? ¿qué es la transferencia en este texto de
1912, Sobre la dinámica de la transferencia? Freud comienza diciendo que los
"fenómenos de transferencia" ya han sido tratados por otros autores, pero que él,
en ese texto, va a tratar de decir algo sobre su "dinámica". ¿Qué es lo que quiere
decir acá la palabra dinámica? Dos cosas: su mecanismo de producción y su
función en la cura.
Respecto del mecanismo de producción va a decir algo ?aquí yo ya
estoy leyendo el texto, quiero decir, no estoy repitiéndolo? que podríamos formular
así: lo que está en elfundamento de la transferencia es general e independiente de
la cura. Me parece que ésta es la posición de Freud en este texto. La transferencia
depende de lo que él llama acá "las condiciones de amor", es decir, una serie de
clisés, que se reimprimen, se repiten, que tienen componentes concientes ligados
a lo que Freud llama "la realidad objetiva", y componentes inconscientes ligados a
la fantasía, que implican una especie de expectativa de que, a cada encuentro, el
clisé pueda amoldarse más o menos, o viceversa, que el encuentro se amolde
más o menos al clisé. En este sentido, la transferencia no va a ser un resultado de
la cura, sino que la cura va a ser el lugar donde esta transferencia se va a
manifestar con un particular relieve, donde va a poder ser teorizada ?a diferencia
de lo que ocurre en los “institutos de internación", como dice Freud, donde la
transferencia se manifiesta también un montón, pero donde nadie la puede
pensar?, y donde se va a poder operar con ella.
Entonces, éste sería el primer punto: las condiciones de amor. Podríamos decirlo
a la manera de Lacan en Intervención sobre la transferencia: "los modos
permanentes según los cuales [el sujeto] constituye sus objetos"(3), pero
atengámonos por ahora a la manera en que lo está pensando Freud: estas
"condiciones de amor" resultarían de una especie de "complejos", con
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componentes concientes y con componentes inconscientes, que por una razón
que Freud denomina acá frustración, es decir, falta de satisfacción en la vida
cotidiana, generan algo así como una expectativa permanente, flotante, de un
encuentro amoroso satisfactorio, y, entre esos encuentros posibles, está el
encuentro con el médico, quien entonces recibiría la impronta de estos clisés.
Ahora bien, en esta definición, en esta manera de plantear las cosas, me parece
que esto se parece bastante a la manera en que aparece la transferencia en el
texto Sobre la psicoterapia de la histeria, es decir, como "falso enlace", como
"falsa conexión". Hay ahí como una especie de encuentro, que podría no darse. Si
bien en el texto de 1895 Freud no habla de las "condiciones de amor", sino de las
resistencias de la represión, lo que en definitiva ocurre, o Freud dice que ocurre,
es que cuando se llega a un punto particularmente espinoso en esa búsqueda de
recuerdos en la que consiste la cura catártica, y el paciente busca "zafar", o el
sentimiento está ahí pero el que no está ahí es el recuerdo, bueno, resulta que el
médico sí está ahí, a diferencia del recuerdo penoso reprimido, y entonces se
produce la falsa conexión entre el sentimiento y el médico, de un modo que parece
automático, como resultado de una especie de horror vacui. Bueno, a ese
esquema de Sobre la psicoterapia de la histeria, Freud le añadiría esto de las
"condiciones de amor", pero de todos modos lo que resulta de ambos esquemas
es que la transferencia, si por un lado es del orden de lo necesario, en el sentido
de que no cesa de producirse, su irrupción en tal o cual momento de la cura, como
fenómeno puntual, no deja de ser contingente. Como que el "médico", como lo
llama Freud en este texto, no tiene nada que ver en el asunto. Este es el punto
que me interesaba destacar. Simplemente, él está ahí, hace su tarea, y su tarea,
en la medida en que implica tocar lo reprimido, lo vuelve un lugar electivo para
este encuentro con las "condiciones de amor".
Al comienzo del texto, Freud se hace dos preguntas que en verdad van a ser una
sola, porque a la primera la descarta en seguida: ¿por qué es más fuerte en los
neuróticos que están en análisis, el fenómeno de la transferencia? ?ésta la
descarta inmediatamente y dice: no, no es más fuerte en los neuróticos en
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análisis, porque en los "institutos" también se observa, o en la novela de Gabriele
Reuter, y al menos con tanta intensidad, simplemente que ahí nadie está para
teorizar eso en términos de transferencia?; en cambio, le va a dar un poco más de
soga a la segunda pregunta, que es la siguiente: ¿por qué en el análisis la
transferencia nos sale al paso como la más fuerte resistencia al tratamiento?
De esta última frase quisiera subrayar una palabra, porque aquí también vamos a
encontrar una ambigüedad, que me parece que no estaba tan ambigua en Sobre
la psicoterapia de la histeria, como si ?disculpen la manera en que lo digo? como
si en este punto Sobre la psicoterapia de la histeria fuera más "progresista"
que Sobre la dinámica de la transferencia. Porque en Sobre la psicoterapia de la
histeria estaba claro, como ya hemos visto en una reunión anterior, que la
resistencia es algo relativo al movimiento de acercamiento al núcleo de lo
reprimido, al famoso "núcleo patógeno"; en ese sentido, la resistencia tiene como
un aspecto positivo: es como una "función de cercanía" ? nadie estaría autorizado
a decir, a partir del esquema de Sobre la psicoterapia de la histeria, que alguien, el
paciente, digamos, "se resiste". La resistencia es algo que ocurre cuando el flujo
de las asociaciones atraviesa determinados senderos estrechos, para decirlo de
algún modo, que se aproximan demasiado a un núcleo que suscita una repulsa
que no es tan claro que sea la del sujeto ? y menos que menos se podría decir
que alguien "se resiste al tratamiento".
En cambio, en Sobre la dinámica de la transferencia podemos encontrarnos con
un par de frases ?no es todo el texto así? donde, por un lado, la noción de
resistencia desliza hacia la idea de "resistencia al tratamiento” ?no
resistencia en el tratamiento, para decirlo de una manera que valore su función,
entendido el tratamiento como el cumplimiento de la regla fundamental?, y hacia la
idea de la resistencia como algo relativo a “alguien” ?y no relativo al propio flujo de
las asociaciones?, por ejemplo cuando Freud escribe: “esa es la meta [la de
resistirse] que quiere alcanzar el analizado cuando hace coincidir el objeto de sus
mociones de sentimiento con el médico"(4). Es decir, como que el analizado "se
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aprovecharía" tácticamente de la transferencia para resistirse mejor a la confesión
de lo reprimido.
Entonces, en este punto la transferencia aparece como una resistencia, y Freud
localiza este punto de una manera menos discutible cuando describe un modo de
aparición de su fenómeno: "cuando las asociaciones libres de un paciente se
deniegan"(5), es decir, cuando algo se interrumpe.
Bueno, acá conviene recordar que el primer empleo metapsicológico de la
palabra transferencia fue en plural: transferencias, en el texto de 1900, sobre La
interpretación de los sueños. En este texto el planteo es el siguiente: el deseo,
inconsciente, no se puede decir; entonces, lo que no se puede decir, se dice... por
transferencia. Es el ejemplo de los dos dentistas: el dentista americano que quiere
ejercer en Viena pero carece del título habilitante y entonces se vale de un
dentista vienés: como no puede ejercer, ejerce... con el título del dentista vienés.
Ahora bien, en este punto, donde lo que no se puede decir no obstante se dice,
por transferencia, se introduce también una ambigüedad, que es la siguiente: lo
que no se puede decir, ¿es del orden de lo decible o del orden de lo indecible?
¿Se entiende la pregunta? Porque me parece que esto es central. Es decir, lo que
no se puede decir, es posible que no se pueda decir porque es indecible, porque
no hay palabra para eso, o porque la palabra que lo diría... despierta fuertes
resistencias. ¿Por qué me parece importante destacar esta alternativa? Porque la
segunda opción lleva a la transferencia del lado del disfraz: algo que tiene un
rostro, un rostro verdadero, digamos, para recargar las tintas, se pone un disfraz,
una máscara, y se presenta con otro rostro, engañoso, falso. Mientras que la
primera opción ?la de que lo que no se puede decir, no se puede decir porque es
indecible? lleva a que esto que no se puede decir también se dice gracias al
disfraz... pero detrás del disfraz no hay un rostro que sería el verdadero, detrás del
disfraz no hay nada... o hay nada, lo que implica que lo que estamos llamando el
disfraz sea engañoso, falso, y al mismo tiempo no haya otra cosa que eso como
verdadero.
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En esta última alternativa, entonces, la interpretación no va a consistir en quitar el
disfraz, en arrancar las máscaras, como se dice, para que aparezca el verdadero
rostro oculto tras la máscara, sino que consistirá en un desciframiento, tal como es
indicado en ese mismo texto de La interpretación de los sueños: se tomarán las
imágenes a las que han sido trasladados los restos diurnos en sí indiferentes,
digamos, pero tramados por el deseo inconsciente, y se las descifrará a la manera
de los jeroglíficos, del rébus.
Bueno, esto mismo que ocurría con las "transferencias", en plural, me parece que
también está en juego en Sobre la dinámica de la transferencia, aunque aquí la
transferencia esté tomada en singular, y en el lugar de los restos diurnos
encontremos la persona del médico. ¿Qué es lo que no se puede decir y que,
entonces, se dirá por transferencia? Me parece que Freud se va a inclinar, según
el momento del texto, hacia las dos respuestas. A veces se va a inclinar del lado
de que lo que no se puede decir es del orden de lo decible, y entonces la
transferencia es un modo de disfrazar una realidad velada, por decirlo así, y ahí
habla entonces de, por ejemplo, que "«cancelamos» la transferencia haciéndola
conciente"(6), es decir, nombrando el rostro oculto de la transferencia, la persona
sustituída, digamos. Pero hay otro aspecto, que no está bien marcado en el texto
como tal ?tal vez en los próximos artículos se vea un poco mejor?, que es que hay
algo que no tiene otra existencia que ese disfraz mismo, y que va a poner en juego
lo que acá sería del orden de la "actualización", el actuar, elagieren de la
transferencia(7), que no es reductible por la interpretación que promueve la
rememoración.
PARTICIPANTE: [no se escucha en la grabación]
Sí, me parece que sí, que esa sería mi interpretación de lo que va a aparecer
después en el texto. Es decir, hay algo, del orden de la transferencia, que es,
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podríamos decir, reductible a la rememoración, a un "le pasa a usted esto
conmigo, que tiene que ver con tal o cual cosa de su pasado", y hay otro costado
de la transferencia, que tiene que ver con la puesta en acto, que no sería
reductible, por la interpretación, a la rememoración. En la medida de esto, que la
interpretación, en el sentido de empujar hacia la rememoración ?lo que remite a lo
que veremos en Recordar, repetir y reelaborar, y que es casi un aforismo
freudiano: "el analizado repite en vez de recordar, y repite bajo las condiciones de
la resistencia"(8) ? implicaría rechazar el componente de lo actual que tiene la
transferencia.
PARTICIPANTE: [no se escucha en la grabación]
Exactamente, pero bueno, ese es el punto que, deliberadamente, dejo fuera en
esta lectura sin agregados, o, en todo caso, sin otro agregado que la lectura que
hago del texto. Pero bueno, es así como decís: si el médico fuera meramente un
resto diurno indiferente que simplemente está ahí para recibir la carga del deseo
inconsciente, o la carga de los complejos infantiles, de las condiciones de amor,
etc., evidentemente toda la transferencia sería, de derecho, reductible a la
rememoración. Ahora bien, reducir toda la transferencia a la rememoración implica
rechazar, por parte del analista, el carácter actual del sentimiento, para decirlo a la
manera de Freud.
PARTICIPANTE: [no se escucha en la grabación]
Las dos cosas: la puesta en acto y la actualidad.
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PARTICIPANTE: [no se escucha en la grabación]
Sí. Entonces: hay algo que se pone en acto, allí donde no hay palabra, pero
además es algo que se pone en acto en la actualidad, para decirlo de una manera
un poco redundante ?otra cosa es el acting-out, que es una convocatoria al
análisis, es una transferencia sin análisis?. A ver, lo voy a decir con un ejemplo
que está cercano al texto...
En un momento del texto, Freud se pregunta por qué la transferencia sirve tanto a
la resistencia, y da dos razonamientos que sin embargo se contradicen. Por un
lado, dice, gracias a la transferencia el paciente puede resistir mejor ? ¿por qué? ?
y, porque parece más difícil decirle a alguien en la cara "te deseo", supongamos,
"confesar una moción de deseo prohibido ante la misma persona sobre quien esa
moción recae", como dice Freud (9). Pero por otro lado, dice también, también
esto podría jugar a la manera de un "ante usted no tengo secretos", o algo así.
¿En cuál de las dos alternativas estaríamos ante la dimensión de la actualidad?
Evidentemente, en lo que aquí Freud llama "confesión". Entonces, he aquí el
ejemplo: decir "yo te deseo" no es lo mismo que decir, como me dijo una vez una
paciente, "mi marido dice que yo estoy enamorada de usted". En la fórmula de
esta paciente, es cierto, hay algo del orden de la confesión... pero que no se
asume como tal, el dicho es atribuído a otro, al marido. El desvío de la actualidad
puede ser un poco más sutil: no es lo mismo decir "en este momento estoy sujeta
a las pasiones de la transferencia" que decir "estoy caliente con usted". En ese
sentido, comenzar una confesión con la fórmula "ante tí no me avergüenzo, puedo
decírtelo todo", como dice Freud, me parece que es una coartada, que reduce la
dimensión de actualidad de lo que está en juego.
Bueno, siguiendo con esta puntuación del texto, quiero subrayar un punto sobre el
cual Lacan va a llamar mucho la atención ?por eso lo subrayo?, es que la
transferencia sobreviene en un punto, en el punto donde cesan las asociaciones.
Después Freud va a decir, en otro texto, que no es la resistencia la que ha creado
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la transferencia (10) ?esto es importante?, sino que, en ocasión de una
resistencia, o de una resistencia incrementada, o de una resistencia de otro
orden ?por eso les decía que aquí hay cierta ambigüedad que conviene destacar:
cuando se pasa al acto, a la actualidad, ¿qué es? ¿es que estamos en un sector
de lo todavía más reprimido, o es algo de otro orden que lo reprimido, en el
sentido de que lo reprimido se recupera como recuerdo??, en fin, en ese punto
donde no hay palabra, sobreviene la transferencia, lo cual no quiere decir que sea
la resistencia la que crea la transferencia. La transferencia, en este texto, al
menos, depende de "las condiciones de amor".
Bueno, dos cositas más y termino, así tenemos tiempo para charlar entre todos.
En primer lugar, un lío bárbaro que se hace Freud, cuando introduce los términos
de "transferencia positiva" y "transferencia negativa": no queda para nada claro lo
que está diciendo, no sólo porque a la transferencia "positiva", en seguida, la
divide en dos, en "tierna" y "erótica", sino porque la "negativa" no se sabe de
dónde sale, porque todo el razonamiento venía por el lado de las "condiciones de
amor", de los deseos edípicos reprimidos, de la libido retirada en la fantasía
inconsciente, por lo que es difícil ver de dónde puede venir la transferencia
"negativa" en el sentido de la transferencia de sentimientos hostiles. Lo que ocurre
es que cuando Freud no sabe a qué santo encomendarse, entonces mete una
especie de término que equivale a decir "aquí no se pregunta más", por ejemplo,
el término "ambivalencia", o la referencia al asesinato del orangután primitivo. Es
un punto de detención de la pregunta obligado por el procedimiento recursivo de
su razonamiento.
Pero aunque esto sea un gran lío, una especie de respuesta... En cuanto a la
transferencia positiva, es una especie de respuesta meramente verbal a la
pregunta que se había hecho. La pregunta que se había hecho era: ¿de dónde
viene la transferencia? ¿de dónde viene su papel en la cura? Y la respuesta verbal
es decir: hay transferencia positiva y hay transferencia negativa, y la transferencia
positiva... una de ellas, la que él va a llamar "sublimada"... Pero lo que es
interesante en el texto, independientemente de este lío, es que la cancelación de
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la transferencia "haciéndola conciente", como dice en la página 103, lo que hace
en definitiva es elevar el poder de la sugestión. Porque, vean, el argumento de
Freud es, palabras más, palabras menos, éste: "cuando nosotros «cancelamos» la
transferencia haciéndola conciente", desligamos las condiciones de amor infantiles
de la persona del médico, pero esto quiere decir que desligamos lo reprimido, y
entonces ahora nos queda sólamente la transferencia positiva, tierna, etc., y
entonces ahora podemos operar por sugestión ? sólo que como somos piolas, y
analistas, y además lo leímos a Ferenczi, decimos que la sugestión se explica por
la transferencia. Pero en definitiva es eso, es: los poderes de los que el analista se
vale para operar sugestivamente sobre el paciente una vez que es descartado el
aspecto resistencial de la transferencia.
Y el último punto que quería destacar en este texto ?en verdad, salteé mucho?, es
este asunto del final, de que “nadie puede ser ajusticiado in absentia o in
effigie"(11), es decir, la última frase del texto. Esto quiere decir que, más allá de
todo lo que vino diciendo de los complejos infantiles, de la rememoración y qué sé
yo, hay algo en la transferencia que tiene que ver justamente con la actualidad,
con la puesta en acto, en el sentido siguiente: ¿qué sería in absentia? ? in
absentia es lo simbólico, es la representación que representa otra cosa ausentada,
es el camino de la rememoración ? ¿y qué sería in effigie? ? in effigie tiene que
ver con la imagen, con lo imaginario. Hay una dimensión de la transferencia que
no puede reducirse ni a lo simbólico ni a lo imaginario, y que requiere entonces
determinada maniobra o posición del analista, no dice Freud cuál, pero me parece
que éste sería el punto que remite a que esa dimensión otra de la transferencia es
ineliminable y que, además ?a esto Freud no lo dice así, pero se puede deducir?,
requiere una respuesta del analista, que no puede transitar por el camino ni de la
simbolización ni de la imaginarización. Bueno, hasta aquí llegué por hoy.
NOTAS
(1) cf. Escritos, p. 809.
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(2) Ricardo E. RODRIGUEZ PONTE, La articulación Freud-Lacan en la
perspectiva del retorno a Freud de Lacan (1987), Freud-Lacan: efectuaciones de
retorno. El Retorno Borromeo (Seminario, 1990), El retorno borromeo.
Presentación nodal del retorno a Freud (1990), Para una clínica lacaniana: acoger
lo que Lacan ha dicho (1991), El Padre: la falta en Freud (1991), Freud-Lacan: un
irreductible tres(1991). Algunos de estos textos han sido publicados en libro o en
fichas, pero todos se pueden encontrar en la Biblioteca de la E.F.B.A.
(3) Escritos 1, p. 214.
(4) Obras Completas, volumen XII, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1980, p.
102.
(5) op. cit., p. 99.
(6) op. cit., p. 103.
(7) op. cit., p. 105.
(8) op. cit., p. 153.
(9) op. cit., p. 102.
(10) "Sin embargo, la resistencia no ha creado este amor; lo encuentra ahí, se
sirve de él y exagera sus exteriorizaciones", leeremos en su
artículo Puntualizaciones sobre el amor de transferencia, de 1914. Cf.op. cit., p.
171.
(11) op. cit., p. 105.
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