Rivera Calderón, Victor Samuel - Dios, Patria y Rey. José de la Riva-Agüero y Javier Prado

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    Vctor Samuel RiveraDios, Patria y Rey Jos de la Riva-Agero y Javier Prado (1904-1905)

    Araucaria, vol. 12, nm. 24, 2010, pp. 218-238,Universidad de Sevilla

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  • AraucariaRevista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y HumanidadesAo 12, No 24. Segundo semestre de 2010

    Dios, Patria y Rey. Jos de la Riva-Agero y Javier Prado (1904-1905)Autor(es): Vctor Samuel Riverapp. 218-238URL: http://www.institucional.us.es/araucaria/nro24/perfiles24.pdf

  • Perfiles / Semblanzas

    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, Ao 12, No. 24. Segundo semestre de 2010. Pgs. 218-238

    Dios, Patria y ReyJos de la Riva-Agero y Javier Prado (1904-1905)

    Vctor Samuel RiveraUniversidad Nacional Federico Villarreal (Per)

    Resumen:

    El artculo es una presentacin de una de las obras ms emblemticas del pensamiento poltico peruano de inicios del siglo XX: Carcter de la literatura del Per independiente (1905), la primera obra de Jos de la Riva-Agero y Osma (1885-1944). La historiografa ha considerado este texto como una obra de historia de la literatura; tambin como un trabajo liberal. Carcter de la li-teratura sera en realidad una obra de filosofa social positivista. Pero sera ade-ms una versin peruana del positivismo monarquista royaliste. Riva-Agero habra tenido un referente oculto: el libro de filosofa social positivista de Javier Prado, Estado social del Per durante la dominacin espaola (1894), que habra puesto de cabeza. Tres temas bsicos eran el eje de una oculta polmica poltico-conceptual: la religin, la monarqua y la tradicin. Una oculta teora de psicologa colectiva le servira de sustento: los peruanos tendran un carcter pragmatista y un sentimiento social emptico con el pasado, ms apropiado para reivindicar la tradicin que para condenarla. La Guerra del Pacfico y un baile social de la aristocracia de la Lima de 1904 sern el escenario de la con-troversia.

    Palabras clave: Jos de la Riva-Agero y Osma, Marqus de Montealegre de Aulestia, Javier Prado, positivismo, monarquismo, maurrasianismo, Pensa-miento poltico peruano del siglo XX.

    Abstract:

    The article is a presentation of one of the most emblematic works of the Peruvian Political thought of the beginnings of the 20th Century: Carcter de la literatura del Per independiente (1905), the first work of Jos de la Riva-Agero y Osma (1885-1944). The historiography has considered this text as a work of Literature history; also as a liberal work. Carcter de la literatura del Per independiente would be actually a work of positivist social philosophy.

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    But it also would be a Peruvian version of the royaliste monarquist positivism. Riva-Agero would have a hidden referent: Javier Prados positivist social phi-losophy book, Estado social del Per durante la dominacin espaola (1894), that he would have put upside down. Three main topics where the central theme of a hidden political-conceptual controversy: the religion, the monarchy and the tradition. A hidden theory of the collective psychology would be used as a support: the Peruvians would have a pragmatic character and an empathic so-cial feeling with the past, more appropriate to vindicate the past rather than to condemn it. The War of the Pacific and a social ball of the aristocracy of 1904 Lima will be the scene of this controversy.

    Key words: Jos de la Riva-Agero y Osma, Marquis of Montealegre de Aulestia, Javier Prado, positivism, monarchism, maurrasianism, XX th Century Peruvian Political Thought.

    El baile de Felipe Barreda

    Era 1904. Jos de la Riva-Agero, futuro Marqus de Montealegre de Au-lestia preparaba entonces su bella tesis de Letras: Carcter de la literatura del Per independiente1. Una Lima an colina de conventos, colmada centenaria de torres que llamaban a la oracin, de luz colapsaba esa noche en el palacete de Don Enrique Barreda2. Complacencia y loor del pueblo de la Ciudad de los Reyes, refulga all en pleno la aristocracia. Los amigos Francisco Garca Caldern (1883-1951) y Jos de la Riva-Agero (1885-1944)3 caminaban de un lado para el otro del saln; conversaban acerca de sus lecturas: Emilio Castelar y el Conde de Maistre4. Eran los dos pensadores polticos ms importantes del primer tercio del siglo XX peruano, y asistan esa noche a su primer baile so-cial. Eran los lderes intelectuales y sociales de la Generacin del 900, marcada por la Guerra entre Per y Chile, llamada por eso del Pacfico (1879-1885), y el problema poltico que planteaba: el nacionalismo. Se preguntaban distrados sobre cul de sus profesores era ms inteligente: si el socilogo Mariano H. Cornejo o el filsofo Javier Prado5. Sus amigos del colegio francs se turna-ban esa noche la mano de la esplndida Paquita Benavides, que prodigaba con

    1 Il prparait alors sa belle thse pour le doctorat (sic) s lettres, Caractre de la littrature pru-vienne (sic) . F. Garca Caldern, In Memoriam, Genve, La Frgate 1945, pg. 25

    2 Sobre el baile al que se hace referencia, cfr. F. Garca Caldern, In Memoriam, pgs. 16-21.3 Sobre Riva-Agero, V.S. Rivera, El Marqus de Montealegre de Aulestia. Hermeneuta de la

    contrarrevolucin, en Solar, revista iberoamericana de filosofa (Lima), Ao III, # 3, pgs. 105-137.4 Cfr. ibid, pg. 24. Cfr. en el mismo sentido, F. Garca Caldern, Jos de la Riva-Agero, recuer-

    dos. Lima, Santa Mara, 1951, pg. 9.5 Cfr. ibid, pgs. 27-29.

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    prudencia su majestad un poco prematura6. Estupenda, reposaba su belleza impvida Mara Olavegoya. Durante el baile en casa de Barreda se hizo un brindis por Jos de la Riva-Agero. Monseores Tovar y Roca vean severos la escena desde una esquina, cubierta su extraeza en elegante traje clerical. Des-de la esquina opuesta del saln observaba solitario Javier Prado (1871-1921)7, el filsofo positivista ms reconocido del Per8.

    Javier Prado era famoso por haber introducido al pas la filosofa positi-vista de manera profesional y acadmica9. Este Prado era an adems bastante joven para 1904, slo trece aos mayor que Montealegre. Para la fecha del baile de los Barreda vena de haber sido profesor de Riva-Agero en el curso de Historia de la filosofa en la Facultad de Letras10. Nadie lo sospechaba, pero el marqus de 18 aos escriba su tesis de Bachiller Carcter de la literatura11, uno de sus ms clebres libros, como una refutacin velada de las ideas de su maestro. Una refutacin disimulada, que no fuera reprochable socialmente por la impecable Mara Olavegoya, que tan poco saba de filosofa. Montealegre, que escriba filosofa poltica con la apariencia de literatura, lo hizo con habili-dad tal que la historiografa del pensamiento poltico peruano del siglo XX no lo ha reconocido hasta ahora. Pareca literatura, pero era filosofa poltica. Peor que eso: era la filosofa de un inslito y olvidado monarquismo positivista: He aqu el tema que nos ocupa. Detrs de la tesis haba un asunto histrico social: el proceso social y conceptual de elaborar la guerra de 1879.

    Hay que saber que sobre la familia de Javier Prado penda una deuda exe-crable. Su padre, el General Mariano Ignacio Prado, haba tenido un lamentable desenvolvimiento durante la Guerra del Pacfico, en que haba sido Presidente de la Repblica y que, como tal, haba huido a Francia con unos caudales del Estado. Escribe Montealegre a Unamuno: El General Mariano Ignacio Prado fue gobernante rapaz y totalmente inepto, y, lo que es ms, desertor del mando supremo en los angustiosos momentos de una tremenda y desgraciada guerra12. Aunque no era probado que Prado pap hubiera robado dinero, su familia haca luego de la guerra gala de una sospechossima ostentacin. Es un lugar comn que los intelectuales de la Generacin del 900 eran muy sensibles con el tema de la guerra. Bailes como el de los Barreda resultaban, despus de todo, bastante desagradables. Todos en el Per, yo inclusive escribira

    6 Ibid, pg. 17.7 Cfr. ibid, pg. 17. La misma cita para las otras ancdotas.8 Cfr. A. Salazar Bondy, La filosofa en el Per. Panorama histrico, Lima, Universo, 1954, pgs.

    81-83.9 Cfr. Carta a Miguel de Unamuno del 24 de diciembre de 1906, recogida en C. Pacheco, Unamu-

    no y Riva-Agero: un dilogo desconocido, en Apuntes (Lima), Ao IV, # 7, 1977, pg. 155.10 Carcter de la literatura del Per independiente, Lima, Librera Francesa Cientfica Galland, E.

    Rosay Editor, 1905, 272 pgs. En adelante citaremos el texto a partir de esta edicin.11 Cfr. Carta a Miguel de Unamuno del 24 de diciembre de 1906, pg. 156.12 Carta a Miguel de Unamuno del 24 de diciembre de 1906, pg. 155.

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    Montealegre- nos hemos hecho cmplices en tolerar a (esta) familia. No hay duda de cul era el objeto de su lamento: los banquetes y bailes compartidos con Javier Prado13. Carcter de la literatura sera la correccin de esta actitud.

    Javier Prado

    Por raro que parezca, precisamente el ao del baile de Enrique Barreda, los mismos jvenes aristcratas organizaron un brindis para Javier Prado. En 1904 se celebraba una dcada de la publicacin del libro ms emblemtico del positivista, el ensayo filosfico-poltico Estado social del Per durante la dominacin espaola, la obra por antonomasia de la filosofa social de aquel tiempo14. Ese ao Prado iba a desempearse como plenipotenciario en la Ar-gentina y encargado de una misin secreta con Chile15. Con arrepentimiento escribe Riva-Agero que haba contribuido l mismo a organizar una fiesta de la juventud en su honor; le pronunci (entonces) un discurso elogioso dice- olvidando de la historia lo que yo deba a mi misin y a la patria16. Pero Javier Prado de alguna manera se lo mereca. Haba ganado su propia fama a travs de la vida acadmica. Ya de 1888 databa su libro, El genio. En 1890 haba redactado El mtodo positivo en el Derecho Penal17 y en 1894 su Estado social. La de 1890 era una tesis de criminologa, y sera muy famosa en la historia del Derecho Penal en el Per. Esa tesis contena adems un con-cepto filosfico que sera clave de ingreso de la sociologa y psicologa social positivistas: la idea del carcter nacional. Los pases tendran un carcter social que poda ser conocido a travs del mtodo estandarizado de la ciencia positiva. El diagnstico del carcter nacional permita establecer las virtudes y los vicios de un pueblo, aquello para lo que ste era apto y aquello para lo que careca de cualidades; tambin sus ms atvicos defectos18. En Javier Prado la idea del carcter nacional vena ligada con un poderoso ingrediente de racismo cientfico. Su fuente eran las ideas racistas del Conde Gobineau, la psicologa social de Gustave Le Bon y el evolucionismo de Herbert Spencer. Con estos antecedentes, se tipificaba la psicologa colectiva a travs de la herencia gen-tica y la influencia del medio y el clima sobre las razas humanas. La filosofa positiva poda ir en auxilio de las ciencias sociales.

    Estado social haba sido el discurso de apertura del ao acadmico en

    13 J. Prado, Estado social del Per durante la dominacin espaola. Estudio histrico-sociolgico, Lima, El Diario Judicial, 1894. Vamos a utilizar para citar este texto en lo sucesivo la segunda edicin, Lima, Imprenta y Librera Gil, 1941, 289 pgs.

    14 Carta a Miguel de Unamuno del 24 de diciembre de 1906, pg. 155.15 Ibid.16 J. Prado, El mtodo positivo en el Derecho Penal, Lima, Benito Gil, 1890.17 Cfr. el resumen del libro de Prado en M. Vexler, El positivismo de Javier Prado, Lima, Editorial

    Mantaro, 2008, pgs. 39 y ss.18 A Deustua, Un juicio crtico notable, en El Callao del 28 de marzo de 1894.

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    San Marcos en 1894. Se consider en su tiempo una pieza excepcional de las nuevas doctrinas positivistas al pensamiento social, recibiendo de inmediato el aplauso dos de los ms destacados catedrticos de la Facultad de Letras, Alejandro Deustua (1849-1945)19 y Pablo Patrn, para quien la obra era un trabajo sociolgico, laborioso y difcil que habra consistido en explicar, des-de su gnesis, nuestro estado social y poltico20. El texto de Prado tena do-ble propsito; el primero, poner de manifiesto las ventajas de las instituciones del rgimen republicano sobre el monrquico, cuya restauracin an estaba en agenda; la segunda era defender la concepcin positiva de la filosofa como proyecto social, el progreso a travs de la ciencia y la libertad. El texto se di-vide en cuatro secciones I-IV. La Seccin I trata sobre el rgimen monrquico, la Seccin II sobre el catolicismo; la Seccin III es un examen positivista sobre las razas que componen el Per. Como emplea el modelo de criminologa de 1890, hace un listado de las virtudes y los vicios del carcter nacional. Est implcito que el sistema institucional de la monarqua espaola deba ser susti-tuido la repblica, rgimen ms apropiado para el progreso. En la Seccin IV encontramos tres conclusiones, una por cada una de las tres secciones anterio-res; repblica, laicismo y progreso21. Es el programa general del liberalismo positivista.

    Riva-Agero comparta con el Prado de 1894 buena parte de su determi-nismo racial, que era un lugar comn de la filosofa poltica del ltimo tercio del siglo XIX. Comparta tambin el entusiasmo por el mtodo positivo para comprender las instituciones sociales. Incluso estaba Riva-Agero de acuerdo en lneas generales con la tesis criminolgica de 1890 y la idea del carcter nacional, de tal manera que la tesis de 1905 iba en el mismo sentido que las de Prado. Era una evaluacin de las virtudes y los vicios del pueblo peruano, aunque esta vez desde el ngulo de la historia literaria. Ahora bien. Aun com-partiendo puntos de vista substanciales, Riva-Agero no encontraba que la obra del maestro fuera muy slida. Del amplio y detallado estudio de las razas, su degeneracin y cruzamientos, no se deduca que el gobierno republicano (fuera) el ms avanzado y perfecto de todos los sistemas polticos22. Tampo-co quedaba muy claro si la religin, que durante la monarqua estableci un fanatismo abrumador iba a correr mejor fortuna si el poder religioso ya no estaba ms ntimamente unido al poder monrquico23. Y, por supuesto, era muy discutible que el mero cambio de rgimen poltico fuera a corregir la de-

    19 P. Patrn, Estudio crtico sobre el discurso de Javier Prado y Ugarteche acerca del Per Colo-nial, Lima, Imprenta del Comercio, 1894, pg. 3.

    20 Cfr. Estado social, pgs. 194 y ss.21 Ibid, pg. 194.22 Cfr. ibid, pgs. 187-188.23 Cfr. F. Garca Caldern Landa, Memorias del cautiverio, Lima, Imprenta Torres Aguirre, 1949,

    291 pgs.

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    generacin del cruzamiento racial. Para Garca Caldern y Riva-Agero el episodio de la guerra de 1879

    marcaba especialmente su vida, tanto acadmica como moralmente. El padre de Garca Caldern haba sido Presidente provisional de la Repblica en la ausencia desertora del pap de Javier Prado; mientras el General viva holgado y desertor en Pars, Garca Caldern padre era prisionero y desterrado24. En el brindis de 1904, en presencia de Garca Caldern, su mejor amigo, Monteale-gre deba sentirse bastante incmodo halagando al que en privado tomaba por hijo de un traidor y un delincuente. Pero ya le hara saber pronto lo que pensaba de l, en la clave de un libro de literatura. En el brindis de 1904 le dice a Pra-do Riva-Agero: No es lisonja decir de su trabajo de 1894 que se contar siempre entre las ms exactas y excelentes aplicaciones que en el Per se han hecho de los modernos mtodos de sociologa25. En efecto: no era lisonja. Era una irona cruel y maliciosa.

    Carcter de la literatura del Per independiente (1905)

    Carcter de la literatura fue la tesis de Bachiller en Letras de Riva-Age-ro. Para poner de manifiesto en qu sentido este libro tiene como referente el de Prado de 1894 es importante ahora anotar cul es el tema de la obra para analizar luego cmo est compuesta. No deber sorprendernos que su organiza-cin interna sea obedezca a refutar la tesis de Prado. En general, Carcter de la literatura es un estudio de historia literaria. Es innegable que la obra contiene una historia de la literatura peruana republicana que, adems, es la primera de su gnero. El cuerpo de la obra es una exposicin pormenorizada en escuelas, autores y obras del trabajo literario del Per durante los 80 aos de repblica (1824-1904). Pero el tema del libro no es realmente la historia de la literatura peruana. Desde el ttulo se trata, no de literatura, sino de su carcter; esto quiere decir: en el libro se trata de exponer el carcter nacional a travs de la historia literaria. Antes que un libro de literatura, es uno de filosofa social positivista. Esto era evidente en el ambiente cultural de la tesis de criminologa de Prado de 1890. De pronto el asunto es ms claro: se trata de un trabajo de filosofa para hacer un diagnstico del carcter nacional bajo la repblica. Veamos ahora cmo est compuesta la obra. Carcter de la literatura contiene siete secciones sealadas por el ndice temtico en nmeros romanos I-VII, que podemos dividir a su vez en dos partes en orden a su contenido, una sociol-gica y otra narrativa. La primera parte est conformada por las secciones I y VII, esto es, la inicial y la final. La otra, por las secciones II-VI, que aparecen como el cuerpo del texto y hacen la historia literaria propiamente dicha. Es fcil

    24 Discurso en el banquete al doctor Javier Prado y Ugarteche, pg. 4.25 J. Prado, El mtodo positivo, pg. 17.

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    pensar que la Seccin I es la introduccin y la VII la conclusin del resto del texto, pero es tambin sencillo notar que, literalmente, tratan de temas socio-lgicos (Seccin VII, pg. 271), o de psicologa peruana (Seccin I, pg. 9), o sea: filosofa social positivista. Hay una premisa central de esta naturaleza que sirve de punto de partida al resto de la investigacin: la literatura expresa las caractersticas polticas de un pueblo, su genio o su carcter: el ambien-te conceptual criminolgico de Javier Prado.

    En 1890 Javier Prado haba establecido que en la observacin psicol-gica (o sea, el trabajo que estaba haciendo Riva-Agero) hay que recurrir a todas las ciencias que procuran interpretar y reglar los fenmenos sociales26. Prado pensaba en todo, menos en la literatura. Justamente por eso, no es muy difcil entrever que el concepto de carcter nacional de Prado de las seccio-nes I y VII debe interpretarse con la influencia de otro autor. El modelo fue el pensamiento histrico social de Hyppolite Taine, un autor socorrido del 900. La idea de que el carcter nacional se vincula con la historia y la evaluacin de la produccin literaria de un pueblo es la tesis central de la Histoire de la littra-ture anglaise de Taine27. Esta interpretacin del carcter nacional bajo la ins-piracin de Taine debe haber parecido obvia para cualquier persona educada de comienzos del siglo XX. De hecho lo puso as de manifiesto Francisco Garca Caldern en una resea de 190628. Ahora ya sabemos cmo ha de interpretarse el resto del texto: la historia literaria debe entenderse entera como psicologa colectiva, esto es, en funcin de su interpretacin bajo un cdigo de filosofa poltica positivista.

    Pasemos a las partes II-VI de Carcter de la literatura. Constituyen en su conjunto la historia de la literatura del Per independiente, esto es, de la Repblica Peruana y conforman la parte narrativa del documento. Esta parte a su vez puede dividirse en tres: 1. Un resumen de la historia literaria durante la monarqua ms un examen del estado de las letras y las influencias de stas hacia el final del Antiguo Rgimen; se trata de la Seccin II. Riva-Agero pasa luego a 2. la historia literaria propiamente dicha, que abarca ahora las secciones III-V. Esta historia est dividida por periodos clasificados de acuerdo a un estilo o escuela dominante, una seccin para cada uno; para cada periodo se hace una resea cronolgica de los autores que pasan por sus tipos representativos: este procedimiento incluye una semblanza de cada autor, as como un examen de sus obras. Esto permite establecer para las secciones III-V la siguiente clasi-ficacin: a la Seccin III corresponde el periodo clsico, a la IV el romnti-co y a la V el moderno, respectivamente. 3. La Seccin VI es un apndice;

    26 H. Taine, Histoire de la littrature anglaise, Paris, Hachette et Cie., 1873, 5 v.27 F. Garca Caldern, La tesis de Jos de la Riva-Agero, en El Ateneo (Lima), tomo VII, # 41,

    1906, pg. 208.28 Cfr. F. Garca Caldern, La tesis de Jos de la Riva-Agero, pgs. 207-208.

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    el ndice la rotula La generacin actual, pero es manifiesto que es slo una sugerencia de posibles talentos contemporneos, en apenas dos pginas (pgs. 219-220). Ahora bien: la divisin en secciones de la parte narrativa se basa en una concepcin sociolgica que atraviesa II-VI transversalmente y que vamos a revisar ahora.

    Como hemos visto, exceptuando la Seccin II, la parte narrativa de la tesis de bachiller de Riva-Agero se divide formalmente en periodos cronolgicos marcados por sus autores representativos clsico, romntico y moder-no. La premisa central para esta clasificacin aparece en la Seccin II, que la presenta. Segn sta, la literatura peruana, como fenmeno social, consiste en una actividad imitativa. Escribe Riva-Agero que: Las sociedades inferiores, dbiles y jvenes, viven casi por completo de la imitacin de las sociedades poderosas y adelantadas. La originalidad es all rara (pg. 12). Esta postura da el ttulo mismo a la Seccin II, La imitacin en la literatura peruana. En esto se reproduce de manera genrica la teora para los cambios sociales y culturales en Les lois de limitation, del socilogo francs Gabriel Tarde, que es expresa-mente citado (pg. 13). La idea bsica tomada de Tarde es que las culturas po-derosas y adelantadas se caracterizan porque logran plasmar tipos y modelos culturales propios, originales, mientras las ms dbiles y jvenes seran -en cambio- copias, dependientes de los (las) anteriores. El objetivo del texto segn esto es establecer cules han sido las influencias que han dominado (en cada periodo) y sealar la parte de originalidad (pg. 13). Bajo los parmetros de II, las secciones siguientes, III-V resultan marcadas por la fuente o influencia de la imitacin, que es bien a travs de autores eminentes, bien de influencias nacionales, esto es, de los caracteres propios de una literatura particular. Nos acercaremos al texto en el orden inverso: primero las influencias nacionales, luego la de los autores eminentes.

    Hay en el texto una tesis transversal relativa a la influencia de las literatu-ras nacionales. Ela obra de Montealegre se articula sobre la base de que estas influencias son fundamentalmente dos, la espaola y la francesa. En princi-pio, la influencia nacional fundamental es la de Espaa, original frente a la literatura peruana. Riva-Agero llega a sostener que esta subordinacin es inevitable, pues se remite al origen de la tradicin literaria, la cual se vincula a su vez con la continuidad histrica de la lengua nacional, el espaol (cfr. pgs. 170-171). La literatura peruana, pues, debe ser definida por su carcter subordinado porque, desde el punto de vista de la tradicin literaria, depende de Espaa. Eso quiere decir: los modelos eminentes literarios bsicos sern siempre los mismos que los espaoles por el vnculo superior de la raza (pg. 171). Se trata de un vnculo colonial inevitable, que el lector entiende no afecta slo al carcter literario, sino a la raza misma. Pero la literatura admite influencias nacionales externas al idioma y, de una u otra manera, tambin por

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    ello estilos o caracteres de otros pueblos. Esta posicin hace menos evidente una de las sugerencias polticas ms interesantes de la obra: la idea de que en el carcter peruano hay un germen de originalidad. La originalidad es una idea poltica muy poderosa: en el contexto conceptual de Tarde, que sta sea posible significa tambin la tesis de que puede pasarse de ser un pas imitativo y atrasado a la condicin de pas original o avanzado. El carcter colonial no implica la falta de originalidad. Desde el punto de vista poltico, es sta la idea central que gua el libro entero: el Per puede ser un pas original.

    El carcter colonial del Per se vincula tambin con la fuente de su origi-nalidad. sta procede de la historia de las influencias literarias y sociales en Es-paa misma, de la que el Per era parte hasta 1824. Mientras que Prado confun-de en los trescientos aos de la monarqua peruana las dinastas de Habsburgo y Borbn como un nico sistema poltico29 y un mismo ideal, Riva-Agero se esmera en destacar sus diferencias a travs de la evolucin de la influencia literaria. Se tratara de una dinasta tradicional (tradicionalista) frente a una dinasta moderna. Pero slo el gobierno austriaco, tradicional y catlico, habra sido autnticamente hispnico y, por ello, orientado en la originalidad literaria y poltica espaola; habra tenido un ideal propio: la teocracia catlica (cfr. pgs. 268 y ss). La dinasta borbnica, en cambio, por su origen francs, habra introducido la influencia de la Francia ilustrada, una Francia infeliz cuyo des-tino estaba en la anarqua y la Repblica. En Espaa, el rgimen borbnico ha-bra desnaturalizado al pas con la influencia francesa, llevndolo a la negacin de su ideal, la desarticulacin de su Imperio y la decadencia literaria y social hasta el presente. En el Per, la dinasta borbnica, en cambio, habra definido en la historia social el tipo nacional, esto es, el tipo psicolgico peruano (cfr. Seccin V, pgs. 149 y ss ). Para Riva-Agero, el ingreso del mundo moderno bajo la dinasta Borbn habra significado la definicin del carcter nacional peruano (cfr. Seccin I, pgs. 8-9).

    La originalidad del Per, como vemos, depende de reconocer caracters-ticas del carcter nacional originado bajo el reinado de la dinasta borbnica, es decir, en el siglo XVIII. A partir de all, la decadencia espaola es un pro-ceso independiente del Per. En cierto sentido, el Per independiente sera un evento histrico cuyo origen habra sido la monarqua borbnica. Desde entonces, la influencia espaola procede de la tradicin literaria, pero se fil-tra por el carcter nacional. Ahora bien. Esta originalidad es colonial en un sentido doble: porque procede de una evolucin espaola, y porque adems esta evolucin signific el ingreso de la influencia francesa. Como esto ocurre inicialmente bajo los Borbones, hay una parte francesa en el carcter nacio-nal peruano (cfr. pg. 11). En relacin inversa a la historia social y poltica de Espaa, Francia habra ido ocupando desde su gnesis un lugar cada vez ms

    29 Cfr. Estado social, pgs. 32, 75-77.

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    relevante en la imitacin peruana, hasta devenir en la pretensin de influencia exclusiva (cfr. pgs. 231, 238), que albergara la tendencia en convertirnos (de colonia espaola) en colonia francesa (pg. 232). Es inevitable pensar en la ideologa positivista de Prado, cuya nacionalidad es indiscutible. Buena parte de la Seccin VII est consagrada a este tema. Espaa se afrancesa, y el Per se afrancesa a travs de Espaa (pg. 225). Pero tambin el Per se afrancesa por s mismo, lo cual sera especialmente cierto en la literatura social: la filosofa, la sociologa y la ciencia poltica (cfr. pgs. 233-234). La influencia exclusiva francesa debe moderarse para evitar caer al estado de colonia francesa; ste es un tema central de la Seccin VII (cfr. pgs. 231-137).

    Pasemos ahora a los autores o tipos literarios eminentes que dominan cada uno de los tres perodos bsicos. Para la seccin clsica, conformada por el acpite III y el fragmento narrativo de la II, el modelo eminente es el poeta es-paol Manuel Jos Quintana (cfr. pgs. 26-29). En la Seccin IV, romntica, es Jos Zorrilla. Llama la atencin encontrar la moderna sin un modelo, pero el lector advierte pronto que est descolocado en la Seccin VII. Es evidente que es para omitir mencionarlo por el concepto que de l se tiene. Es Rubn Daro, poeta exquisito, pero funestsimo maestro (pg. 233), admirable en s a ttulo de curiosidad singular pero aborrecible como jefe de escuela (ibid). En el desarrollo narrativo de las secciones II-VI no escapa al lector que frente a cada una de las personalidades originales corresponden los literatos peruanos del periodo respectivo como epgonos locales, cada uno de los cuales es objeto de diversos juicios, algunos de una espantosa crueldad (cfr. Seccin I, pg. 3). Los epgonos son valorados por el criterio de su originalidad artsti-ca, la cual es a su vez medida por su relacin con los modelos eminentes y las influencias nacionales.

    Nuestra clasificacin de las secciones de la parte narrativa de Carcter de la literatura sugiere pronto que debe poder sealarse un autor representativo para cada periodo, tanto de la influencia nacional predominante como del mo-delo literario que se sigue. A cada uno de estos tipos corresponde tambin un ideario poltico, cada uno correlativo a uno de los temas de la tesis de Prado. Y en efecto: para el clasicismo y Quintana el texto ofrece en la Seccin III al poeta Felipe Pardo y Aliaga (1808-1868); para el romanticismo y Zorrilla tene-mos en la Seccin IV al tradicionista Ricardo Palma; al modernismo y su fu-nestsimo Daro corresponde el publicista anarquista Manuel Gonzlez Prada (1848-1818). La influencia nacional de acuerdo con el proceso evolutivo de la imitacin espaola se da de manera transversal. As, al clasicismo corresponde la influencia de la Espaa borbnica, al romanticismo la imitacin espaola de autores eminentes franceses y al modernismo la influencia francesa. Como ya sabemos, hay un proceso que se inicia con una influencia espaola que es cada vez ms dependiente, ella misma, de la de Francia. La idea central subyacente

  • 228 Vctor Samuel Rivera

    aqu es que, mientras ms nos acercamos hacia el presente (de 1904) ms po-derosa es la influencia francesa y, viceversa, mientras ms alejados estamos del presente, mayor es la influencia espaola. El presente, es, sin duda, la imitacin francesa directa, leda ya en francs. En el punto medio se halla el romanticis-mo, que con toda certeza tiene la preferencia del autor. Felipe Pardo es hijo del clasicismo, que es Espaa imitando a la Francia del absolutismo; Palma imita la Espaa romntica, que es tambin una imitacin de la francesa. Gonzlez Pra-da es ya casi Francia misma. El juicio de cada uno vendr acompaado, como estudio sociolgico, de cada uno de los temas del Prado de 1894.

    Monarqua, tradicin y religin

    La caracterizacin que venimos de hacer nos remite a un detalle hasta ahora inadvertido sobre el significado poltico de Carcter de la literatura. Los periodos sealados por las secciones narrativas del libro, III-V, contienen cada uno el planteamiento y la evaluacin de un problema poltico relativo al carcter nacional. Casualmente, los problemas planteados son los mismos de las secciones I-III de Estado social de Prado. En efecto: estos problemas son: la monarqua, la tradicin y la religin. En Riva-Agero, ya que insertos en una secuencia narrativa, cada uno aparece representativo de un periodo literario. Veamos.

    Cuando vamos a la Seccin III clsica el tema poltico se presenta como la discusin sobre la naturaleza del rgimen poltico para el Per indepen-diente, esto es, si ste debe ser monarqua o democracia (pgs. 64 y ss.); al pasar a la Seccin IV romntica, el tema es el vnculo que las instituciones polticas peruanas tienen o deben tener con su pasado y la pertinencia de ste en la configuracin de la identidad nacional (pgs. 139-143); en la Seccin V moderna a estos problemas se agrega la cuestin de la vigencia del catolicis-mo en las instituciones sociales, lo que se llama tambin la cuestin religiosa (pgs. 198, 209.) o el tema de los partidos doctrinarios (pgs. 204-211); bajo nombre tan extrao, se indica en realidad la pugna poltica entre liberales y reaccionarios respecto de la religin (cfr. pgs. 209-210). Como es notorio, no puede decirse de ninguno de estos tres temas que sea un tema literario. Por el contrario, se trata de materias polticas. Es probable, pues, que muchos destinatarios de Carcter de la literatura no hayan podido comprender la fun-cin de estos prrafos en el conjunto. Es notorio que eso pas con Miguel de Unamuno en 190530. En cualquier caso, es innegable que monarqua, tradicin y religin aparecen de la manera ms velada posible, sin indicadores textuales, como apartados, excursos o divagaciones. Rodeados como estn de una maraa

    30 Cfr. M. de Unamuno, Algunas consideraciones sobre la literatura hispanoamericana: a propsito de un libro peruano, en La Lectura, revista de Ciencias y de Artes, Ao VI, # 69, 1906, pg. 12.

  • 229Dios, Patria y Rey. Jos de la Riva-Agero y Javier Prado

    de erudicin literaria, es razonable no percatarse de la dimensin decisivamen-te poltica del conjunto, como de hecho ha ocurrido en la historia de las ideas polticas del Per, donde las tesis de este libro no se han tomado nunca en cuenta como lo que eran: filosofa social positivista. La tesis ha hecho crtica sociolgica, aclara por eso meses despus del comentario de Unamuno Garca Caldern31. Montealegre intentar mostrar ahora, a partir de la historia literaria, que estos tres temas deban interpretarse al revs de como lo haba hecho antes Prado. La monarqua es una forma de rgimen ms apropiada al carcter perua-no que la repblica; cultivar la tradicin y el recuerdo era tarea til y necesaria. La religin catlica no deba ser combatida por el Estado, sino al contrario, protegida. Estas tres conclusiones se desprenden de las secciones III, IV y V, respectivamente. Hay que imaginarse ahora el rostro de Javier Prado ante el avieso alumno que le haba salido.

    Vayamos ahora a los tipos representativos peruanos de cada periodo y veamos el problema social a cuyo planteamiento Carcter de la literatura da lugar. Para comenzar, el periodo clsico: Felipe Pardo y Aliaga era un poeta satrico poltico (pg. 59), pero, sobre todo, era un poeta de ideas conservado-ras y antidemocrticas (pg. 55). Escribe Riva-Agero: Si Pardo no hubiera compuesto sus stiras polticas, sera un literato elegante y apreciable, y nada ms; por haberlas compuesto, es un poeta de fisonoma propia, original, muy interesante, y de pinceladas a veces magistrales (pg. 62). El examen de las obras de Pardo se enfoca en su posicin frente al rgimen poltico y ms en particular a su simpata por el rgimen monrquico. En esto se subraya el con-tenido institucional y social de las ideas que esas obras significan, pues segn Montealegre Pardo habra visto claramente cul era el real y terrible estado del Per (ibid). Riva-Agero sugiere que buena parte de la originalidad lite-raria de Pardo radica en el diagnstico de monarquismo; se relaciona por tanto con el planteamiento del rgimen poltico apropiado para el carcter nacional peruano. Cuando la Independencia de la Amrica Espaola acota Montea-legre- se cometi el gravsimo e irreparable yerro de adoptar como forma de gobierno para estas nacientes nacionalidades, la repblica, y no la monarqua constitucional (pg. 63). Como se perdi aquella coyuntura, quiz la nica para establecer con provecho la monarqua el Per se ha reducido, por el desconcierto de su vida republicana, al punto en que hoy lo vemos (pg. 64). Esto era lo que acongojaba a Pardo, esto lo que decan sus versos (pg. 66.), concluye enftico. Para el Per independiente, la monarqua era mejor que la democracia. Muchos aos despus, en 1941, describira as Riva-Agero esta seccin: en 1904, en la redaccin de mi opsculo Carcter de la literatura defiendo, al estudiar las ideas de don Felipe Pardo, la superioridad terica de

    31 F. Garca Caldern, La tesis de Jos de la Riva-Agero, pg. 207.

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    la monarqua32.En el periodo romntico Ricardo Palma aparece primero como poeta, jun-

    to a Luis Benjamn Cisneros, el mejor poeta de toda esta generacin (pg. 107). Pero se observa pronto que es Palma quien destaca como el tipo literario representativo del periodo (cfr. pgs. 127, 128-129). Esto ocurre por ser el autor de la introduccin de la novela histrica que conocemos bajo el gnero de la tradicin, relatos cortos de costumbres y usos pasados con la impronta de la novela romntica. Hay para Palma una obra eminente: las Tradiciones Pe-ruanas, que es la coleccin de estas tradiciones. El cultivo de este gnero es presentado desde la influencia espaola a travs de Jos Zorrilla, pero ms an del novelista histrico ingls Walter Scott (a quien Palma poda leer en su idio-ma). Las Tradiciones peruanas escribe Montealegre- vienen a ser leyendas de Zorrilla puestas en prosa (pg. 136). Si hay que emparentar a Palma con un modelo eminente, entonces resulta que Palma es nuestro Walter Scott: un Walter Scott en pequeo (pg. 135). Es manifiesto que la tradicin de Palma lleva consigo una consecuencia poltica: la idea de una cierta relacin emptica con el pasado. Su punto de partida es lo que Riva-Agero denomina la recons-truccin histrica (cfr. pgs. 128, 135, 157). Por la reconstruccin histrica: Sucede con los acontecimientos lo que con las montaas: a medida que nos alejamos, sus rudezas y fealdades desaparecen, se hermosean, se idealizan, has-ta convertirse a la distancia en celestes y doradas apariciones, deslumbrantes de luz y de augusta serenidad (pgs. 147-148). Hay que acotar que la tradicin como gnero literario es, adems, una peculiaridad peruana dentro de la lengua espaola. En esto va implcita la observacin de que el vnculo con el pasado tal y como se halla en Palma no es ya meramente imitativo, sino que contiene algo original peruano (cfr. pgs. 130-134).

    El Palma de Riva-Agero es imitacin de Zorrilla y Walter Scott, pero la relacin que establecen sus tradiciones con el pasado es original. Es crio-lla. Esta originalidad radica en un elemento del carcter literario mismo del criollo, del cual Palma es representante. Este rasgo es la irona (criolla): se trata a la vez de un vnculo de aceptacin y de resignacin pero (ms an), de autntica simpata por ciertos aspectos del pasado social, por sus celestes y doradas apariciones y su augusta serenidad. Esta simpata es posible se da en tanto el pasado ha sido desinvertido de sus efectos sociales cuestionables y es un modo de representarse el pasado aceptando que es propio (cfr. pgs. 152-154). Esta argumentacin se hace evidentemente poltica cuando se anota la esfera del pasado en que la tradicin palmista es eficaz: el rgimen de la monarqua, la Colonia, esto es, el estado social del Per durante la dominacin espaola. Escribe nuestro marqus: Por cierto, el inters de la Colonia no

    32 Cfr. Don Jos de la Riva-Agero. Una extraordinaria cultura en un espritu valiente. Reportaje de A. Tealdo, en Turismo (Lima), julio de 1941, Ao VI, # 62, pg. 13.

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    hay que buscarlo en los libros que produjo, que son casi todos insulsos, sino en sus costumbres, que la simpata retrospectiva puede comprender y amar (pg. 147). Se trata aqu, pues, de que el tipo literario representativo peruano del periodo romntico hace posible la apropiacin histrica del rgimen colonial, de la herencia histrica de la monarqua peruana a travs de la prosa irnica del gnero de las tradiciones. Esto va de la mano con una defensa de los aspectos positivos del rgimen de la monarqua en el Per espaol (pgs. 147-153). El estado social del Per de los virreyes se hace simptico gracias al carcter literario peruano, que ha encontrado as su originalidad.

    Como ya habamos anunciado, el tipo representativo moderno es Ma-nuel Gonzlez Prada. Cada periodo tiene una influencia, un autor eminente y un tipo representativo, en cada uno de los cuales se muestra tambin un rasgo del carcter nacional. Tambin para cada periodo hay un gnero literario represen-tativo: en Pardo interesa la poesa poltica satrica y en Palma la prosa narrativa histrica; de Gonzlez Prada, en cambio, como tipo representativo de su perio-do, se estima la prosa oratoria y, ms an, la oratoria poltica. En Prada: Su valer y significacin radica en su prosa, en sus artculos y discursos, reunidos unos en Pginas libres (Pars, 1894), dispersos otros en revistas, peridicos y hojas sueltas; muchos de carcter literario y poltico, y casi todos de propagan-da anticlerical (pg. 191). El lector entre lneas entrev un camino de Pardo a Prada; el que va de la poesa a la prosa.

    Riva-Agero contaba para el examen de Pginas libres con un nmero notable de discursos polticos revolucionarios y anarquistas de los que el vo-lumen es compendio. Resulta curioso que, dentro del conjunto de la obra, el referente del tipo representativo modernista sea la menos poltica de todas las contribuciones, ms bien una reconocida pieza oratoria de ideologa literaria, La conferencia del Ateneo (1886)33. La eleccin se comprende mejor cuando se observa el tema de la conferencia: es nada menos que la imitacin y la ori-ginalidad en literatura. Riva-Agero, en lnea con el modernismo, valora la originalidad, que es el eje que articula su obra. Ahora bien. Cul es la idea central en La conferencia del Ateneo? El texto exige renunciar a tener maes-tros, en especial si stos son espaoles o peruanos para, justamente, no tener maestros. Esta entrada sirve a Riva-Agero para incidir retricamente en la paradoja de que quien ms solicita originalidad es justamente quien la tiene menos. Dice con certera irona criolla Montealegre: Gonzlez Prada es un pro-sista de combate que despierta pasiones, suscita odios y rencores pero que Ideas propias, originales, en rigor no las tiene (pg. 202). Montealegre anun-cia entonces el objeto de su crueldad: la Conferencia del Ateneo que es, por cierto el discurso que menos unidad tiene entre todos los textos del volumen,

    33 El original: M. Gonzlez Prada, Conferencia en el Ateneo de Lima, en El Ateneo (Lima), Ao I, tomo 1, 1886, pgs. 29-47.

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    y que parece colocado all ex profeso para desorientar a cuantos tengan cerebro latino y clsico (pg. 193). Haba elegido, pues, lo peor. Pginas libres era un volumen reciente y famoso; La conferencia del Ateneo, adems, era emblem-tica para los admiradores de Gonzlez Prada. Pero el tema de fondo no es Gon-zlez Prada sino el apogeo moderno de la influencia francesa republicana.

    Resulta que a la parte modernista del Per, a la ms opuesta posible a los ideales de Pardo o Palma, es justamente a la que le falta por completo la originalidad. Esta falta de originalidad, adems, es sinnimo de predominio de la influencia francesa. De este modo, modernismo, pues, resulta sinnimo de imitacin francesa. Basta leer Pginas libres escribe Montealegre- para comprender que casi siempre se inspira en autores franceses. Su oratoria es, pues, la de un propagandista y un vulgarizador (cfr. pg. 192). Si fuera el asunto de fondo pura literatura la conclusin no sera tan dramtica, pero Riva-Agero acenta la situacin al ligar el discurso moderno con la influencia poltica francesa. Como la historia literaria es aqu tambin sociologa positi-vista, el carcter emblemtico de Prada como representante del modernismo radica en este aspecto francs, revolucionario. La Francia que se muestra aqu no es la Francia de la monarqua o la Francia de las Cruzadas; es la Francia republicana y revolucionaria de 1789. Su agenda poltica es el liberalismo o jacobinismo. Es el jacobinismo puro, el feroz y funesto jacobinismo es-cribe Montealegre- (cfr. pgs. 201-202). La Francia jacobina y positivista es modernista en oposicin a clsica, pero tambin es opuesta a tradicional y a tradicionista. Pero, no era sta la Francia de donde procedan los textos de filosofa y sociologa positivista auspiciados por Javier Prado? Escribe Mon-tealegre: Admiro a Gonzlez Prada, pero sus proyectos polticos me parecen errados, ms an, desastrosos (pg. 202).

    Hagamos ahora un recuento de la historia narrativa y de sus tipos repre-sentativos desde el ngulo general de lo que significan: las ideas polticas. Fe-lipe Pardo aparece como un monrquico clsico, un realista que daba un diagnstico acertado del presente (pg. 128). Palma es un tradicionista romn-tico, cuya originalidad radica en que ha encontrado la manera de apropiarse del pasado; permite recuperar la verdad de la historia con simpata. Es, adems, el tipo representativo del criollo, esto es, de la identidad del carcter nacional, que se reconoce en su tradicin (pg. 129). Gonzlez Prada piensa el futuro, pero resulta ser frente a los otros un pensador poltico anarquista o radical francs34. Desde el punto de vista de la originalidad, es obvio que Palma es el ms original y Prada el ms imitativo. En este sentido, el modernismo (mejor: el jacobinismo) de Gonzlez Prada puede ser tipificado en oposicin al romanticismo de Palma; mientras Palma es el carcter original peruano,

    34 Cfr. en general, para el pensamiento de Manuel Gonzlez Prada, A. Salazar Bondy, Historia de las ideas en el Per, Lima, Campodnico, 1965, t. I, pgs. 10 y ss.

  • 233Dios, Patria y Rey. Jos de la Riva-Agero y Javier Prado

    Gonzlez Prada es la versin imitativa francesa de ese carcter. Al modernismo revolucionario de Gonzlez Prada le falta la caracterstica central de la prosa de Palma: carece de irona, le falta la simpata hacia el otro. Pardo es origi-nal en la monarqua, Palma lo es con respecto del vnculo de las instituciones sociales con la tradicin. Gonzlez Prada en religin, por el contrario, es una imitacin desastrosa del anticlericalismo positivista francs. Est claro cul es la agenda que se desprende de esto. Pasemos ahora a las secciones I y VII del ensayo de Montealegre: pasemos a las secciones de psicologa nacional.

    Simpata por el otro

    Hemos dejado para el final la exposicin de las secciones I y VII de Ca-rcter de la literatura, las secciones sociolgicas. Tratamos de ambas juntas ahora. Esto porque, aunque el orden sucesivo matemtico de las secciones del libro sugiera lo contrario, la Seccin VII no es la conclusin de lo que la pre-cede, del mismo modo que la I no es la introduccin de lo que le sigue. Las secciones I y VII, en cambio, s mantienen relacin temtica una con la otra; tratan de modo general del problema de la poltica nacional en relacin con la cuestin de la raza. Ambas plantean que el carcter nacional es un tema rela-tivo a la herencia racial, ms an, a los factores biolgicos de esta herencia, as como de la influencia del clima y la geografa en la determinacin de los rasgos especficos de ese carcter35: la tesis criminolgica de Prado de 1890 ampliada a la historia literaria. Pero, como veremos ahora, es ms que eso. En realidad el texto entero de las secciones I y VII tiene el evidente propsito de entrar en dilogo con el texto de Prado de 1894. Es este dilogo el marco interpretativo del cuerpo de historia literaria de Carcter de la literatura, de tal manera que las posturas sociolgicas de Riva-Agero se explican en controversia con las de Prado. La Seccin VII es a este respecto en buena medida el complemento de lo propuesto por la primera y se dedica a esclarecer cul es la interpretacin poltica apropiada de la controversia. Pasemos ahora a ver qu contiene cada una de las secciones I y VII y cmo se vinculan entre s y cmo se enlazan con el cuerpo poltico de la parte literaria que venimos de exponer.

    La Seccin I es bastante escueta, con apenas 8 pginas de composicin. En lneas generales, lo que encuentra el lector es que se trata del carcter literario peruano; que el tema, por tanto, es la psicologa peruana (pg. 9). Esto sugiere que la Seccin I sigue el derrotero de la tesis de criminologa de Javier Prado sobre el carcter nacional. Se procede a tratar el tema en base al estudio de la herencia racial y la influencia del medio. Se diferencia las razas que componen el espectro de la herencia peruana, las caractersticas de cada una y de su influencia relativa en la produccin literaria. El texto sigue muy de

    35 Cfr. M. Vexler, El positivismo de Javier Prado, pgs. 47- 49.

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    cerca Estado social en su captulo III. A veces este seguimiento es literal36. Las razas seran la espaola, la indgena y la negra. Como en Prado, junto al elemento gentico, se anotan los consabidas influencias del medio geogrfico y el clima37, a los que se agrega el prolongado cruzamiento y hasta al simple convivencia de los espaoles con las razas inferiores (pg. 8). Esto ltimo da el espaol peruano, el tipo criollo, que es la misma raza espaola pero degenerada por los factores anotados (ibid)38. Respecto de la produccin lite-raria la raza negra es descartada pues parece innecesario ocuparse de ella (pgs. 11-12.); la indgena aparece anulada casi por completo en virtud de (la) superioridad del tipo literario criollo que predomina en toda la litera-tura peruana (pgs. 10-11). Verdades son stas de sentido comn concluye Riva-Agero- y tan repetidas que resultara ocioso citar autoridades y hechos para comprobar lugares comunes de psicologa peruana (pg. 7). Intil citar a Prado.

    Lo que venimos de resumir corresponde a las ltimas cuatro pginas de la Seccin I de Carcter de la literatura. De alguna manera esta seccin es la parte criminolgica del libro: establece las virtudes y los vicios raciales del tipo criollo. Pero ya que el criollismo es la raza espaola trasplantada al Per (pg. 8)39, Riva-Agero dedica el resto de la seccin a la psicologa literaria espaola y a esclarecer sus caractersticas. Esto se justifica porque la raza criolla escribe despus Montealegre- reproduce, afinados y debilita-dos, los rasgos de su madre (Seccin I, pg. 9). Las primeras cuatro pginas, convenientemente divididas del resto por una raya que as lo indica (pgs. 5-8) estn dedicadas a explicar los errores frecuentes acerca del carcter litera-rio espaol. Las verdades de sentido comn pueden, pues, no ser tan fiables al final. Sobre los temas relativos al carcter literario, sobreponemos los ele-mentos relativos a una psicologa general, que es lo que correspondera a una interpretacin de la historia narrativa que sigue en las secciones II-VI en clave de psicologa y sociologa. Estos elementos, a diferencia de las observa-ciones anteriores sobre los tipos raciales y el clima, sin embargo, no son ya ms los lugares comunes de Javier Prado. Se trata de ideas originales del propio Riva-Agero; son, por tanto, la propuesta del libro en tanto ste difiere del de Prado que le sirve de referencia.

    El tema central de las primeras pginas dedicadas al carcter espaol se orienta a reivindicar el sentido prctico de los espaoles. Mantiene su tesis citando a Miguel de Unamuno, con la consabida oposicin de caracteres entre Don Quijote y su escudero, Sancho Panza, y es un alegato en miniatura del his-

    36 Cfr. J. Prado, Estado social, pgs. 121 y ss., especialmente pgs. 125-127.37 Comprese Carcter de la literatura, pgs. 8-9 con Estado social, pgs. 121-124.38 Ibidem. Para Prado, cfr. Estado social, pgs. 125-26.39 Comprese con el tenor literal de J. Prado, Estado social, pg. 126.

  • 235Dios, Patria y Rey. Jos de la Riva-Agero y Javier Prado

    panismo de Sancho, el hombre prctico40. Este movimiento quiere decir: si el carcter espaol tiene un lado prctico, el criollo, su hijo, lo tiene que haber he-redado. sta es an una tesis racial criminolgica, pero ya no es en absoluto una tesis de Javier Prado. De hecho, Prado pensaba exactamente lo contrario: que espaoles y criollos se asemejan justamente, cuando se trata de su carcter nacional en la debilidad de criterio prctico41. Por extrao que parezca (cfr. pg. 7), el de Prado resultaba sin nombrar al autor- uno de los errores tpicos sobre psicologa espaola que aunque parezca imposible, se acepta incluso entre nosotros: los peruanos (pg. 5). En el contexto del 900, prctico pue-de tomarse por sinnimo de pragmtico o pragmatista versus metafsico o imprctico. Sera un error juzgar que el peruano, como tampoco el espaol, tendra en los genes la disposicin al crimen de la falta de sentido prctico. Sobre la base de esto se establece luego las caractersticas del carcter litera-rio nacional, lo que Riva-Agero llama la proverbial gracia criolla y que ter-mina siendo, por tanto, un rasgo peruano moral y socialmente pragmatista. Esta definicin pragmtica del carcter corresponde bastante bien con el gnero literario y el periodo romntico al que pertenece Ricardo Palma; esto explica que Palma pueda luego ser tomado en la Seccin IV como el tipo representativo por excelencia de la literatura peruana (cfr. pgs. 269-270). Este aspecto prc-tico, que provendra de la raza espaola, no estara solo.

    El pragmatismo del carcter espaol habra adquirido en los peruanos un aspecto peculiar. Es importante recordar un instante un detalle del mtodo po-sitivo aplicado a las ciencias sociales y polticas. En algunos casos haba que recurrir a la introspeccin. Esto autoriza a Montealegre a considerar que el sentido prctico peruano viene acompaado de un sentimiento moral funda-mental, que sera propio de los criollos. Acota Riva-Agero que que rara vez se encuentra este sentimiento en los espaoles (pg. 10). Esto significa que, por ende, se trata de una caracterstica propia de la psicologa peruana que expresara por ello la esencia del carcter nacional peruano. En un aserto de originalidad, Riva-Agero establece ese sentimiento como la simpata; como resulta de la definicin tradicional de la justicia, se trata de un sentimiento que nos liga con un otro. Consciente de la novedad del concepto, Montealegre pasa a definirlo. Define simpata como la facultad de comprender las impresiones de los dems, de ponernos mentalmente en lugar de otros (ibidem). Despus del examen que hemos hecho antes de la parte narrativa del libro, es evidente que la simpata, tomada de esta manera, constituye la originalidad misma de la psicologa peruana. La hemos visto antes en la evaluacin de Ricardo Palma como tipo representativo del carcter nacional, que es original justamente por

    40 Cfr. Carcter de la literatura, pg. 7. Cita all En torno al casticismo, pg. 128 (en la edicin de 1895).

    41 J. Prado, Estado social, pg. 126.

  • 236 Vctor Samuel Rivera

    esta razn. El carcter nacional del Per sera un pragmatismo social basado en un sentimiento de simpata por un otro. El lector comprende rpidamente que la descripcin que venimos de hacer del carcter nacional peruano es la clave para interpretar luego las secciones III-V que hemos analizado. Era lo que haba hecho antes Taine en su Histoire de la littrature anglaise. Ya sabemos tambin que niega una tesis bsica de Javier Prado sobre los rasgos morales de los criollos: el sentido prctico. Este pragmatismo es favorable al diagnstico de Felipe Pardo acerca de la monarqua, el sentimiento moral de simpata por el otro redunda en favor de la apropiacin histrica del significado social de la poca espaola; no est dems decir que los dos factores van en contra de las tesis de Manuel Gonzlez Prada. Las consideraciones sobre la monarqua, la tradicin y la religin no son acaso exactamente las contrarias de las del libro de Prado de 1894? Ya sabemos, entonces, cules son las conclusiones autnti-cas de Carcter de la literatura. Son la inversa de Prado. Son Prado de cabeza.

    Es por las razones anteriormente planteadas que la Seccin VII no es, como aparenta por su ubicacin final, la conclusin del libro. Es ms bien un extenso excurso de 52 pginas para aclarar la manera apropiada de interpretar las conclusiones anteriores. Como en efecto ocurri con Garca Caldern en 1906, era razonable pensar que Montealegre, al rechazar las posiciones de Ja-vier Prado, sostuviera sus contradictorias. Si Prado era favorable a la repblica, entonces Riva-Agero lo sera del absolutismo. Si para Prado la Colonia era un pasado funesto, Montealegre deseaba su retorno. Si Prado propona eliminar la religin catlica, Riva-Agero era ultramontano. Pero se no era el caso. Montealegre proceda como un pensador liberal eclctico de la Restauracin, como un tradicionista. Nada, pues, ni con el absolutismo ni con el rgimen religioso. Riva-Agero clama en este excurso contra la execrable tradicin teocrtica (pg. 265) y el ideal funesto del catolicismo (cfr. pgs. 269-270). Su defensa de las instituciones tradicionales contra Prado, pues, debe entender-se de una manera no tradicionalista. En la Seccin VII y final se limita el mar-qus a dos cosas: a proponer su punto de vista filosfico, el eclctico, esto es, contemporizador (pg. 249) y a negar de plano la interpretacin tradicionalista de su libro. Ah la tradicin teocrtica!, se ha enroscado y adherido como una sierpe a la idea de la patria espaola (pg. 265). Pero no le va mejor a la otra serpiente: la Francia de Gonzlez Prada (cfr. pgs. 231-240).

    Brindis por Javier Prado

    Volvamos a 1904. Monseores Tovar y Roca deban haberse sentido bas-tante afectados por la tnica librepensadora y antirreligiosa del joven Montea-legre. Yo soy anticlerical imaginamos decirles en un entrems en el brindis para Javier Prado-. Pero agrega para calmarlos: creo que el anticlericalismo

  • 237Dios, Patria y Rey. Jos de la Riva-Agero y Javier Prado

    peruano ha de ser moderado, prudente, lento en sus aspiraciones (pg. 208). El joven de entonces era un tipo peculiar de positivista. Era en realidad un per-sonaje bastante apegado a las tradiciones, si no mejor decir a la tradicin, en la que vea una manifestacin positiva de la psicologa colectiva y un elemento fundamental para comprender la realidad social. En favor de esta posicin es-taba la experiencia de la simpata criolla que poda alcanzar de s mismo por introspeccin, y tambin el sentido prctico que acompaaba ese sentimiento, heredado de la raza espaola. Nadie ms convencido que yo, seores les dira benvolo a los curas- de los beneficios que de ordinario reporta la tra-dicin, y de cun difcil y peligroso es prescindir de ella (pg. 246). Cun no sera de largo el respiro de los clrigos ante el nuevo positivismo que opuesto al de Prado.

    Es natural que del ms famoso y apreciado filsofo positivista que tuvo por maestro, Riva-Agero hubiera valorado las premisas que no las conclusio-nes de su obra maestra. Y es que el de 1894 es un texto que es tan positivista en las primeras como liberal y antitradicional en las segundas. Y ser positivista y ser liberal no van de la mano necesariamente, sobre todo por el concepto que tena el marqus de la modernidad poltica que estaba en el ambiente republi-cano de la Lima del 900, el jacobinismo, el funesto jacobinismo (pg. 202). Montealegre intua en su juventud una idea que ya floreca en la Francia de Charles Maurras (1868-1952)42: que era factible integrarse al mundo moderno de modo que no fuera someterse a los ideales de la Francia laica y republicana cuya imitacin tanto le molestaba. A la inversa de Prado, Riva-Agero crea que esta imitacin francesa jacobina atentaba contra el carcter nacional del Per y que, por lo tanto, era socialmente nociva, que tarde o temprano afectara las virtudes y acentuara los atvicos vicios de la psicologa colectiva del Per. Tal vez ahora, con la mirada dirigida a los clrigos Tovar y Roca, guiaba Riva-Agero una sonrisa simptica a las elegantes sotanas, que tan profundo ideal haban regalado alguna vez a Espaa. Era una mirada agradable a la teocracia antigua, irrepetible, pero a cuyo recuerdo social viviente no le deseaba en abso-luto los tsigos jacobinos de Prado-Gonzlez Prada.

    Volvamos, pues, a ese banquete para Prado en que en 1904 Montealegre ofreciera el brindis vergonzante al hijo del inepto General Prado. Levantan-do la copa, le deca a Prado con fija la mirada: Aqu se ha aludido hace poco, brillantemente, al ms clebre de vuestros escritos, a vuestro discurso sobre el coloniaje. Era el libro de 1894 donde se aplicaba los modernos mtodos de sociologa para defender la repblica como el remedio para la degeneracin humana causada por el clima y el cruzamiento racial. En sus ltimas p-ginas agrega luego el marqus- preveais nuestros peligros, sealabais los

    42 Sobre Maurras en general, cfr. S. Giocanti, Maurras. Le Chaos et lordre, Paris, Flammarion, 2006.

  • 238 Vctor Samuel Rivera

    remedios y confiabais resuelta y animosamente en el porvenir43. Ya conoce-mos el resto. Era cruel irona del que preparaba su ments para el ao siguiente, encubierto de astucia en una montaa literaria. Terminemos, pues, as, en el brindis, con la copa alzada, en compaa entusiasta de monseores Roca y To-var, en la Lima colmada de plegarias monjiles y gallinazos sombros: Seores: porque el ejemplo y la enseanza de Prado no sean estriles!44. Dios, Patria y Rey!, imaginamos reactivo el murmullo de los que entendan la irona criolla del marqus.

    43 Discurso en el banquete al Dr. Javier Prado y Ugarteche, pg. 4.44 Ibidem.