RICARDO F. C RESPO

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H ACE CASI 50 AÑOS, Eric Voegelin pu- blicó su lúcido en- sayo sobre el gnosticismo como teología civil de la so- ciedad occidental. El término ‘gnosticismo’ requeriría mu- chas aclaraciones y distin- ciones. El Diccionario de la Real Academia Española lo define como “doctrina filosó- fica y religiosa (...) que pre- tendía tener un conocimiento intuitivo y misterioso de las cosas divinas.” Las corrientes gnósticas ofrecían la posibi- DESDE LA ECONOMÍA COMO RELIGIÓN HASTA LA RELIGIÓN COMO ECONOMÍA a RICARDO F. CRESPO* La economía se ha transformado en la nueva religión contemporánea. En este trabajo se intenta mostrar cómo el punto de vista económico se constituye en el criterio de análisis actual de todas las realidades humanas: la política y el derecho, la familia, el crimen, la educación y hasta la misma religión. Detrás de este ‘imperialismo económico’ subyace una postura antropológica materia- lista. En el artículo se presentan las corrientes ‘colonialistas’ principales que influyen hoy día. Palabras clave: economía, religión, ‘imperialismo’ económico. * Ricardo F. Crespo es Profesor de Teorías Económico-Sociales en la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina. “Si quieres que los hombres sean humanos, oblígales a edificar una torre, pero si quieres que se odien, arrójales dinero”, A. de Saint-Exupéry, La Ciu- dadela “...before too long, political economists, of some sort or other, must govern the world”, Richard Whately (1767-1863), Arzobispo Anglicano de Dublin, Tratadista y Profesor de Economía. For Evaluation Only. Copyright (c) by Foxit Software Company, 2004 Edited by Foxit PDF Editor

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HACE CASI 50 AÑOS,Eric Voegelin pu-blicó su lúcido en-

sayo sobre el gnosticismocomo teología civil de la so-ciedad occidental. El término‘gnosticismo’ requeriría mu-chas aclaraciones y distin-

ciones. El Diccionario de laReal Academia Española lodefine como “doctrina filosó-fica y religiosa (...) que pre-tendía tener un conocimientointuitivo y misterioso de lascosas divinas.” Las corrientesgnósticas ofrecían la posibi-

DESDE LA ECONOMÍA

COMO RELIGIÓN HASTA

LA RELIGIÓN COMO

ECONOMÍAa

RICARDO F. CRESPO*

La economía se ha transformado en la nueva religión contemporánea. Eneste trabajo se intenta mostrar cómo el punto de vista económico se constituyeen el criterio de análisis actual de todas las realidades humanas: la política y elderecho, la familia, el crimen, la educación y hasta la misma religión. Detrásde este ‘imperialismo económico’ subyace una postura antropológica materia-lista. En el artículo se presentan las corrientes ‘colonialistas’ principales queinfluyen hoy día.

Palabras clave: economía, religión, ‘imperialismo’ económico.

* Ricardo F. Crespo es Profesor de Teorías Económico-Sociales en la Universidad Nacional deCuyo, Mendoza, Argentina.

“Si quieres que los hombres sean humanos, oblígales a edificar una torre,pero si quieres que se odien, arrójales dinero”, A. de Saint-Exupéry, La Ciu-dadela

“...before too long, political economists, of some sort or other, must governthe world”, Richard Whately (1767-1863), Arzobispo Anglicano de Dublin,Tratadista y Profesor de Economía.

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lidad de la salvación medianteun conocimiento -la gnosis-que brindaba una seguridadmayor a la de la fe. En tiemposrecientes se ha aplicado el cali-ficativo de gnósticas a co-rrientes de pensamiento queprometen a esta sociedad lasalvación en la tierra medianteel sometimiento a un proyectosecular que va tomando di-versas formas. De este modolo usa Voegelin. En este sen-tido el gnosticismo está empa-rentado con la ideología. Sinembargo, debido a que el tér-mino ‘ideología’ también re-queriría un análisis que excedeel objeto de esta comunica-ción, preferimos continuar conel de gnosticismo, tal como lousa Voegelin.1 Transcribimosuno de los pasajes de su libro:

“... por último, con el prodi-gioso avance de la ciencia apartir del siglo XVII, el nuevoinstrumento de conocimientohabía de convertirse, nos incli-namos a decir que inevitable-mente, en el vehículo simbó-lico de la verdad gnóstica (...)El cientifi[ci]smo ha perma-necido hasta hoy como uno delos movimientos gnósticosmás pujantes dentro de la so-ciedad occidental y el orgulloinmanentista de la ciencia estan fuerte que incluso las cien-

cias especializadas nos han de-jado cada una un sedimentoespecífico en sus diversas ver-siones de la salvación pormedio de la Física, la Eco-nomía, la Sociología, la Bio-logía y la Psicología.”2

Era lógico que esto suce-diera, puesto que en la EdadModerna la ciencia deviene elconocimiento racional por ex-celencia. Una ciencia conce-bida more mathematico o phy-sico -y al estilo de la física mo-derna-, pretende ser la clavedefinitiva de la teleología de lohumano.3 Ahora bien, por laadopción de esta ciencia comoforma de la gnosis, el gnosti-cismo no sólo desafía a la fe,sino también a la razón, puesextralimita el alcance de esaciencia extendiéndolo a cam-pos en los que su aplicaciónfuerza a esa misma raciona-lidad. En este trabajo trata-remos de mostrar cómo, tras lacaída del que algunos han con-siderado como el movimientognóstico más espectacular denuestro siglo, el comunismo, laEconomía -que venía ‘empu-jando’ hace varios siglos parahacerlo- ha conseguido final-mente ocupar hegemónica-mente su privilegiado lugar.4

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En realidad, el proceso ha-bría sido más sutil. El comu-nismo se había convertido enla religión materialista por ex-celencia, pero tenía, entreotros, el inconveniente deanular al individuo. Entonces,se habría combinado el mate-rialismo comunista con el in-dividualismo. De cualquiermodo, independientemente deesta hipótesis acerca de suorigen, la nueva religión resul-tante es el materialismo indi-vidualista.5 Su ‘dogma’ ad-quiere forma científica me-diante la Economía.

Esta operación constituyeun falseamiento del verdaderoalcance de la ciencia econó-mica y una amenaza tantopara la fe como para la razón.A pesar de que alguna otra delas ciencias que menciona Vo-egelin -Física, Sociología, Bio-logía, Psicología- podría ha-berse constituido en la gnosiscontemporánea, prevaleció laEconomía, según la vieja des-cripción de los hechos narradapor Aristóteles:

“Así ha surgido la segundaforma de la crematística, puesal perseguir el placer en ex-ceso, procuran también lo quepuede proporcionarles eseplacer excesivo, y si no pueden

procurárselo por medio de lacrematística, lo intentan porotro medio, usando de todassus facultades de un modo an-tinatural; lo propio de la va-lentía no es producir dinero,sino confianza, ni tampoco eslo propio de la estrategia ni dela medicina, cuyos fines res-pectivos son la victoria y lasalud. No obstante, algunosconvierten en crematísticastodas las facultades, como si elproducir dinero fuese el fin detodas ellas y todo tuviera queencaminarse a ese fin.”6

En efecto, siendo hoy día eldinero el valor principal y lamedida aplicable a toda rea-lidad, el gnosticismo del di-nero ha ido tiñendo todas lasactividades humanas, que sonexplicadas, juzgadas y nor-madas por sus dogmas univer-sales. La Economía se ha aso-ciado ocasionalmente a aque-llas otras ciencias en este pro-yecto. Este proceso tiene susantecedentes, su desarrollo, ysu estado actual. No nos atre-vemos a hacer prediccionesrespecto al futuro. Basta conseñalar sus efectos contempo-ráneos. La religión del dinerotermina constituyéndose en elpunto de vista de todas las rea-lidades humanas, incluida lareligión misma. A lo largo de

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este trabajo intentaremos ilus-trar esta tesis, que constituyecasi una evidencia, concen-trándonos en presentar lastentativas de desarrollo econó-mico ‘científico’ de realidadesajenas a la Economía. Es decir,no abundaremos más que unaspalabras sobre lo que es másobvio, el hecho de que la uti-lidad económica se ha conver-tido o se está convirtiendo enel criterio último de cualquierdecisión humana.

La causa de este último pro-ceso también ha sido diagnos-ticada por Aristóteles. Lamisma es, sostiene el Estagi-rita, la ilimitación -apeiron-del apetito en la búsqueda delos medios.7 La insubordina-ción de la crematística res-pecto a la económica responde ala del apetito respecto a larazón. “La causa de esta ac-titud, dice en la Política, es elafán de vivir, no de vivir bien,pues siendo este apetito ilimi-tado, apetecen medios tambiénilimitados.”8 Es la situacióndel hombre que ha empren-dido la vida de negocios, a laque se refiere en la Ética Nico-maquea.9 Se confunde la bús-queda de la mayor felicidad,con la de las mayores riquezas.Pero lo material, advierteAristóteles, debe tener un lí-

mite, ya que “todas las cosasson de tal índole que su excesoperjudica necesariamente,”10

en tanto que no sean ese bienmáximamente apetecible, “y esevidente que la riqueza no esel bien que buscamos, puessólo es útil para otras cosas.”11

En suma, la consagración ac-tual del dinero surge por lacaída de los valores propios deuna moral sublime como laaristotélica.

No obstante, este procesono es sólo moral. O más bien,el problema moral depende deuna crisis de fe religiosa y de ladistorsión de la imagen delhombre. En la civilización oc-cidental las concepciones mo-rales y antropológicas han es-tado firmemente vinculadas ala religión cristiana. El avancegnóstico de la Economía hasido posible por el retroceso dela fe cristiana.12 Por eso, el ac-tual Pontífice insiste en la ne-cesidad de una vuelta a la fepara alcanzar la verdad antro-pológica y moral. Cristo, enfa-tiza el Papa parafraseando laConstitución Pastoral Gau-dium et Spes, enseña al hombrela verdad sobre el hombre.13

No hace más que recordar al‘hombre en busca de sentido’(Frankl) que Él es el Camino,la Verdad y la Vida.14 A su vez,

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el retroceso de la religión estáconectado con la seculariza-ción de sus contenidos. Buenaparte de la religión ha abando-nado los misterios y se ha de-dicado a divagaciones psicoló-gicas, sociológicas, políticas yeconómicas. La Economía de-jará de ser religión el día que lareligión vuelva a ser religión.

Por otra parte, además delretroceso de la religión, lamisma ciencia económica hatomado la iniciativa de su re-emplazo. Caída la fe, el únicofin universal reconocido pasa aser el bienestar material, y laEconomía es la técnica paraalcanzarlo. El mismo clásicomanual introductorio de PaulSamuelson, cuyo primera edi-ción data de 1948, es esencial-mente una fórmula para salvaral mundo a través del progresoeconómico. La escasez mate-rial es el pecado original, loseconomistas son los nuevos sa-cerdotes y la Economía, elsaber de salvación, “una teo-logía secular.”15 Esta misiónsalvadora late inconsciente-mente en la mentalidad de loseconomistas, especialmente dela Universidad de Chicago, adonde se ha desplazado re-cientemente -desde Cam-bridge, Massachusetts- el eje

de la ciencia económica norte-americana.

Despejada esta referencia ala Economía como religióncomenzamos a adentramos enel reino gnóstico del punto devista económico en otras cien-cias. El término que se ha acu-ñado es el de ‘imperialimo’económico. El primero enusarlo fue el economista insti-tucionalista Kenneth Boul-ding, quien afirma:

“Ciertamente, la teoría eco-nómica de la democracia, talcomo ha sido desarrollada porAnthony Downs y otros, esmuy buen ejemplo de lo quealgunas veces he llamado ‘im-perialismo económico,’ que esun intento, por parte de laeconomía, de invadir el restode las ciencias sociales.”16

No se piense, sin embargo,que esta denominación de ‘im-perialismo,’ que a nosotros nossuena despectiva, frena dealgún modo a los economistas.Al contrario, la mayoría deellos están firmemente con-vencidos y aún orgullosos deque su ciencia sea la lógicauniversal de las ciencias so-ciales. Este programa de inves-tigación tiene su origen y sumayor desarrollo en la Univer-sidad de Chicago, pero se ha

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expandido a los restantes cír-culos académicos. Jack Hirsh-leifer, Profesor de la Univer-sidad de California en LosAngeles, llega a afirmar:

“Existe una sola ciencia social.Lo que brinda a la economíasu poder imperialista invasores que nuestras categorías ana-líticas -escasez, costo, prefe-rencias, oportunidades, etc.-son verdaderamente univer-sales en su aplicabilidad. (...)Por eso la economía constituyerealmente la gramática uni-versal de las ciencias so-ciales.”17

Hirshleifer no hace más quedefinir la tarea concreta quehan encarado premios Nobelde Economía como James Bu-chanan y Gary Becker, y otrostantos economistas presti-giosos como Gordon Tullock,Robert Tollison, Dennis Mue-ller, Richard Posner, etc.. Sedebe señalar que, a pesar de lodescaminado del rumbo, la in-tencionalidad de estos autoreses sumamente laudable: su-perar la estrecha concepcióndel homo oeconomicus mediantela integración de nuevos as-pectos en las explicacioneseconómicas. El problema esque su mentalidad económicase les ha hecho carne y ter-

minan configurando toda larealidad bajo la misma. Estenuevo constructo ideológicotoma el lugar de la razón pen-sante.

¿Cuáles son los rasgos y he-rramientas de esta gramáticauniversal? La concepción delhombre como auto-interesado(self-interested) y provisto deracionalidad económica (quees racionalidad instrumen-tal).18 Ante la realidad de con-ductas que no obedecen aestos patrones, los economistashan adoptado dos respuestasalternativas. La primera es lademostración de la reductibi-lidad de todo fin al auto-in-terés y de toda racionalidad ala racionalidad instrumental.Es el camino seguido, porejemplo, por Ludwig vonMises.19 Esta es la postura queposibilita de mejor modo laconsideración de la Economíacomo lógica universal. Pero esfácilmente criticable puestoque se apoya y no expresa másque una tautología: todo actointencional es intencional. Deeste modo la Economía noharía más que reemplazar a laantropología filosófica con elcosto de dejar de ser Eco-nomía.

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El segundo camino ha sidoreconocer que hay fines que noson económicos y un tipo deracionalidad que tampoco es laeconómica. Sin embargo,afirman, aunque con sus limi-taciones, que la lógica econó-mica restringida explica lamayor parte del comporta-miento humano. Este pro-grama es inicialmente exitoso.Pero luego aparecen la bene-volencia, el amor, la coopera-ción, el voluntariado, el regalocomo motivos de accioneseconómicas. ¿Cuál es la solu-ción? La más rápida es reduciresos factores al auto-interéscomo se hacía directamente enla primera respuesta: pormedio de la auto-satisfacción,del signo de status, del deseode una retribución futura. A suvez, por medio de los hábitos,las rutinas, o la racionalizacióncomo concepto psicológico,reducimos los comporta-mientos aparentemente irra-cionales a la racionalidad eco-nómica. Pero aún puedequedar un saldo de bondaddesinteresada o de irraciona-lidad. Abandonar este saldo,dice Hirshleifer, sería una“evasión del desafío de laciencia.”20 Por eso debe seguirtrabajando para completar losmodelos. Éstos pueden servir

además para explicar otras ac-tividades en las que incide el,también en expresión deHirshleifer, “carácter conta-gioso de la benevolencia.”21

‘Interesante’ pretensión, la decuantificar el amor, el pecadoo la locura... La mejor res-puesta que se me ocurre es lade los versos del poeta nortea-mericano E. E. Cummings:

“While you and I have lipsand voice which

are for kissing and to singwith

who cares if some oneeyed sonof a bitch

invents an instrument to me-asure Spring with?”22.

La concepción subyacentedel hombre y su comporta-miento es materialista, un de-terminismo conductista o bio-lógico.23 El Profesor de la Uni-versidad de Bolonia StefanoZamagni conecta el proyecto‘colonialista’ de Gary Beckercon el de la sociobiología.24 Dehecho su rama económica, labionomics, ha tenido un fabu-loso desarrollo en los últimos15 años, especialmente la co-rriente llamada EvolutionaryEconomics. Manifestaciones dela intensificación y ampliaciónde estas líneas de pensamiento

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son la constitución de la Asso-ciation for Evolutionary Econo-mics en Estados Unidos, y lapublicación, desde 1991, delJournal of Evolutionary Econo-mics. Esta postura abandona lavisión típicamente auto-inte-resada de los viejos econo-mistas. Una reseña de estemovimiento aparecida en TheEconomist (primer número de1994), titulada “Evo-econo-mics” comienza precisamentecon la narración del dilema delprisionero. En esta “nueva yanimante visión de la natura-leza humana”, se ha incorpo-rado como una realidad el fra-caso de la visión individualistay se sostiene tanto a nivel bio-lógico como económico unanueva teoría del comporta-miento: el tit-for-tat, o reci-procidad altruista, como con-ducta genética. Los individuosdejan de ser egoístas y setransforman en buscadoresoportunistas de cooperación.Es decir, se ha cambiado elcriterio optimizador por otroadaptativo. “La racionalidadmisma, sostiene Nozick, po-dría ser una adaptación evolu-tiva.”25 Pongamos un ejemplodel modo en que razona estaalianza gnóstica Economía-Biología. Dicen John Tooby yLeda Cosmides:

“la mano invisible de la se-lección natural creó la estruc-tura de la mente humana[“una computadora compleja,un sistema que toma la infor-mación sensorial como input,la transforma de varios modos,la almacena, analiza, integra yle aplica normas de decisión, yluego traduce el output de esasnormas en las contraccionesmusculares que denominamos‘comportamiento’”], y la inte-racción de dichas mentes es loque genera la mano invisiblede la economía.”26

Hirshleifer concluye afir-mando que,

“siguiendo sus respectivosdestinos imperialistas, la eco-nomía y la sociobiología hanllegado por caminos diversosal patrón maestro de la teoríasocial en el que han encajadohasta cierto punto y termi-narán finalmente encajandocompletamente todos los fe-nómenos estudiados por lasdiversas ciencias sociales.”27

Sin embargo, a pesar de estaconsideración de la coopera-ción, el Homo Beckerianus,como lo denomina Zamagni,continúa siendo profunda-mente solitario, pues su rela-ción con los otros es mera-mente instrumental.28 En

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efecto, como hemos mostradoen otra parte, la economía mo-derna adopta la racionalidadinstrumental y concibe su ob-jeto como una relación entreindividuos y medios -en losque pueden incluirse tambiénotros individuos-.29

¿Cuáles son los campos deaplicación de la economía im-perialista? Gary Becker haceun rápido repaso de algunos delos mismos en su Nobel Lecturede 1992.30 Concretamente sedetiene en los siguientes: ladiscrimación contra las mino-rías, el crimen, el denominado‘capital humano’ (educación,habilidades y conocimientos) yla familia. A estos temas hayque agregar tres importantes,la política, el derecho y la reli-gión. Son estos últimos cincolos análisis que han tenido másinfluencia.

La teoría del capital hu-mano comienza con el su-puesto de que la gente decidesobre su educación, conoci-miento, cuidados de salud, etc.sopesando los costos y benefi-cios. Se han calculado las tasassocial y privada de retorno delas inversiones en diversos ni-veles de educación de hom-bres, mujeres, negros y otrosgrupos; se han hecho correla-

ciones entre años de escuela eingresos; se ha distinguidoentre educación general y es-pecífica y analizado el efectode una y otra en el rendi-miento económico. Los estu-dios son innumerables y handado lugar a cambios en laspolíticas educativas estatales yprivadas guiados por un obje-tivo optimizador cuantificable.Aunque se debe reconocer quemuchas veces estas medidastienen fundamento y son salu-dables, también se debe se-ñalar que llegan a puntos talesque desnaturalizan la educa-ción. Nosotros lo estamos su-friendo. El estudio fundadores Human Capital de GaryBecker.31Otros hitos impor-tantes son los libros de JacobMincer, Schooling, Experience,and Earnings y de TheodoreSchultz, The Economic Value ofEducation.32 La gente puedepensar que mejora con la edu-cación. En cambio, en opiniónde Robert Nelson, estos au-tores piensan que la esencia dela educación es la producciónde un ítem del capital hu-mano.33 Éste podrá ser un en-foque legítimo diverso al de lagente, pero está claro que noes esencial, ni el más explica-tivo. Sin embargo, ha de desta-carse que estos economistas

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valoran al hombre y la educa-ción en el proceso económico.

En cuanto a la economía dela familia, también son claveslos trabajos de Gary Becker,sintetizados en su libro ATreatise on the Family.34 Segúnel mismo Becker, este ha cons-tituido el esfuerzo intelectualsostenido más difícil que haencarado en su vida.35 En-cuentra explicaciones econó-micas a la formación, disolu-ción y estructura de las fami-lias. También el punto de par-tida es el supuesto de quecuando la gente decide casarse,tener hijos o divorciarse, estátratando de aumentar su bie-nestar por una comparación debeneficios y costos. Cuandoalguien inicia un noviazgo, po-dría pensar que se está enamo-rando, pero en realidad estácomenzando una negociaciónde intercambio de servicios se-xuales, tareas domésticas, etc.hasta acordar el contrato ma-trimonial.

Ya se mencionó, con Boul-ding, a Anthony Downs en re-lación al análisis económico dela política. Downs se ha cen-trado sobre todo en una pri-mera línea de investigación: laaplicación de herramientaseconómicas para explicar lasconductas de los políticos. En

An Economic Theory of Demo-cracy aborda a los políticoscomo agentes que tratan demaximizar sus votos, de unmodo análogo al de los empre-sarios respecto a sus nego-cios.36 En su libro Inside Bu-reaucracy estudia a los buró-cratas que actúan por interéspropio.37 También se destacaen esta línea Gordon Tullockcon The Politics of Bureau-cracy.38

Una segunda línea más ge-neral es la consideración delfenómeno político globaldesde la conducta de los vo-tantes. En relación a la mismael personaje principal es elpremio Nobel de Economía de1986, James M. Buchanan,fundador de la Escuela de laElección Pública (PublicChoice School). Dennis Mue-ller, uno de los teóricos de laEscuela ha definido su come-tido simplemente como “laaplicación de la ciencia econó-mica a la ciencia política.”39

Buchanan ha trabajado junto aTullock en esta tarea. Hanconstruído, en expresión deBuchanan, “una teoría econó-mica de la constitución polí-tica.”40 Es clásico el libro deambos, El Cálculo del Consensode 1962, al que continuaronvarios más.41 “La elección pú-

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blica, dice Buchanan, es unaperspectiva acerca de la polí-tica que surge de la extensión yaplicación de las herramientasy métodos del economista a lasdecisiones colectivas.”42 “Laperspectiva constitucional,afirma luego, emerge natural-mente del paradigma o pro-grama de investigación de lapolítica como intercambio.”43

Le llama constitucional por-que los resultados principalesdel intercambio de conductasindividuales relacionadas condecisiones públicas son reglasy acuerdos constitucionales.Esta conclusión supone unmarco de legitimación políticabien determinado.

“La economía política, diceBuchanan, tal como ha sidoconcebida por el paradigmaconstitucional contractualista,ofrece una estructura cohe-rente para analizar las interac-ciones de las personas. Permitela generalización y extensióndel modelo de interacción demercado a las institucionesmás comprehensivas de la po-lítica y el gobierno.”44

Douglass North ha sugeridouna ampliación del conceptode racionalidad formal e indi-vidual supuesto en la pro-puesta de Buchanan. Como eshabitual en la mentalidad neo-

clásica, se trata de incluir fac-tores tales como ideas, ideolo-gías, mitos, dogmas y prejui-cios en el modelo para que éstesea más explicativo de la rea-lidad política.45

Pasamos ahora brevementeal análisis económico del de-recho. Lo más interesante a mijuicio es que la figura más des-tacada en este campo, RichardPosner, es Juez en la Corte deApelaciones de Chicago, y queha influído con sus ideas envarios jueces de la Corte Su-prema de los Estados Unidos.Con Posner la maximizaciónde la riqueza en la sociedad seconvierte en el criterio de jus-ticia. “La ley común, dicePosner, es comprendida mejor(...) como un mecanismo deprecios diseñado para alcanzaruna distribución eficiente delos recursos.” Conviene aclararque ésta y la próxima cita pro-vienen de la ConferenciaInaugural de la ReuniónAnual de la American EconomicSociety, encargada a Posner en1987. Lo que sucede, afirmaPosner, es que “la gente secomporta como maximizadorade sus propias satisfaccionesen sus decisiones fuera delmercado, tales como casarse odivorciarse, cometer o evitarcrímenes,...[etc.]”46 La ley im-

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pone precios a estas activi-dades. Por eso, para evitar quela fijación de ‘reglas-precios’no sea contraproducente, serequiere una teoría económicadel derecho. Obviamente, estaposición supone una posturaética consecuencialista implí-cita. De aquí a la idea de lossofistas más cínicos y valientesacerca de la ley como arma delos poderosos queda un trechomuy corto.47

Estos análisis no sólo re-flejan la realidad de la ‘econo-mización’ de la política y el de-recho, sino que también con-tribuyen a moldear esa rea-lidad brindándole un marcoteórico legitimador: de estemodo la religión de la Eco-nomía se va difundiendo. Enefecto, la Economía se vaconstituyendo en el punto devista universal, como lo es la‘visión sobrenatural’ religiosa.En este proceso nos queda re-señar el que, por una cuestiónde ‘simetría’, hemos conside-rado como su último paso: laconstitución de la misma reli-gión en Economía.

Laurence R. Iannaccone,Profesor de Santa Clara Uni-versity, ha hecho reciente-mente una breve reseña de losavances de esta rama de laEconomía relativamente jo-

ven: la economía de la reli-gión.48 Después de un trabajo‘fundador de Corry Azzi y Ro-nald Ehrenberg,49 (1975) sehan escrito cerca de 200 artí-culos y algunos libros sobre lasexplicaciones económicas delas creencias y conductas reli-giosas y de la naturaleza de susinstituciones, y sobre el im-pacto económico de lasmismas. En la Reunión Anualde la American Economic Asso-ciation de 1996 hubo una sec-ción dedicada a esta disciplina.La idea es que, vistos los datosestadísticos del crecimiento delas religiones, no se puede se-guir pensando que estamosfrente a un fenómeno irra-cional que supuestamente de-saparecería con la difusión dela cultura. Se ha de buscar unalógica de la religión y el mejormodo de encontrarla es acu-diendo a la lógica universal dela acción humana, la Eco-nomía. Surge el concepto de‘utilidad post-mortem’. En elesquema de Azzi y Ehrenberglos individuos distribuyen sutiempo y riqueza invirtiendoen bienes seculares y religiosospara maximizar las utilidadesde esta vida y la futura. Es evi-dente que este cálculo racionalno tiene nada que ver con elverdadero espíritu religioso

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que comporta, por definición,una generosidad opuesta atodo cálculo. Otro conceptoque explica muchos fenó-menos religiosos es el de ‘ca-pital humano religioso’, unstock de experiencia religiosaacumulada que incide en lasconductas presentes y futuras.También hay ‘mercados reli-giosos’: cuando hay diversoscredos en pugna aumentan lapiedad, la frecuencia de ora-ción, la fe en Dios.50 Se llegana plantear las ventajas de unadesregulación. Las irregulari-dades que revelan algunos es-tudios empíricos empujan a unperfeccionamiento de los mo-delos.

Pongamos finalmente elejemplo de un reciente libro devarios economistas historia-dores y expertos de la Escuelade la Elección Pública, SacredTrust: The Medieval Church asan Economic Firm.51 En un in-tento, como señalan en su pró-logo, de extender al máximo elparadigma del interés privado,sostienen que la Iglesia me-dieval funcionaba como unaempresa multidivisional mo-derna. La Iglesia Católica me-dieval ‘fabrica’ y vende un pro-ducto con gran demanda: in-formación y guía acerca de lasalvación eterna. Asegura su

monopolio asignnando carac-terísticas doctrinales dogmá-ticas al ‘producto’. Elimina laposible competencia medianteexcomuniones y demás san-ciones. Intercambia sacra-mentos por la colaboración desus prosélitos. Se organiza pordivisiones -parroquias, monas-terios, diócesis-, tiene unBoard of Directors -Cardenales-y un CEO, el Papa...

Lo más interesante en estanueva visión de la religión esque los nuevos herejes son laspersonas realmente religiosas:ésta, la religiosa, pasa a ser una‘actitud sospechosa’ de consti-tuir una máscara ideológicasuperficial que cubre el trabajoreal de las fuerzas económicasen juego, en opinión del ya ci-tado Nelson. La nueva religiónes la Economía y la vieja reli-gión se transforma en herejía.52

Aunque no haya una intencio-nalidad ni explícita ni implí-cita, la estrategia inconscienteparece ser la siguiente: ya quela secularización ha fracasado,es decir, ya que no podemosmatar el fenómeno religioso,socavémoslo desde dentrocambiándole su sentido. Delmismo modo que se ha trans-formado la política en un mer-cado y el derecho en un ne-gocio, mutemos también el

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significado profundo de la re-ligión y condenemos o margi-nemos a quienes pretendanconservarlo.

No dudo de la bondad y dela mejor de las intenciones deestos economistas que inclusoquieren defender el fenómenoreligioso. Ellos están, sin sa-berlo, envueltos en el pro-blema de la técnica. Son mu-chos los filósofos de nuestrosiglo que, salvando sus dife-rencias especulativas, coin-ciden en que la técnica consti-tuye “el tema” y la amenaza dela contemporaneidad. En estesentido, la Economía es máxi-mamente peligrosa, pues es latécnica que permite la consa-gración y maximización uni-versal de la utilidad. Por eso estan posible que al hombre se lehaya ido de las manos y sehaya vuelto contra él mismo.

Nosotros no queremos sos-tener que no haya ningún ele-mento económico en el fenó-meno religioso. Más aún, loreligioso requiere la asistenciade lo económico. Sin embargo

lo genuinamente religioso notiene ni causas ni motivos nifines económicos, más allá dela llamada, con un términoteológico técnico que hoy po-dría ser casi equívoco, ‘eco-nomía’ de la salvación. Noobstante, un resurgimiento dela verdadera religiosidad puedecolaborar en la necesaria re-ubicación de la Economía.Nosotros también abogamospor una dilatación de sucampo. Pero lo hacemos enotro sentido al del proyectoimperialista. Pensamos que laEconomía es una ciencia pru-dencial que debe considerarfactores institucionales, cultu-rales e incluso morales, perorespetando su propia natura-leza, relativa a un ser libre ysocial. Una aplicación uni-versal del punto de vista eco-nómico para la explicación detoda conducta humana, encambio, no responde a la natu-raleza del hombre y, lamenta-blemente, conduce al triste re-bajamiento de su noble condi-ción.

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aAgradezco las observaciones y co-mentarios que me hicieron a este tra-bajo los profesores E. Albizu, H. Pa-drón, J. Martínez Barrera y R.Walton, con ocasión de su lectura enlas Jornadas de Filosofía de la Fa-cultad de Filosofía y Letras (UNC), yde su discusión con los profesores E.García Alesanco, P. del Bosco, J.García Sánchez, M. Paladino y A.Willi en el IAE (Universidad Aus-tral).

1 Para una definición de la ideología,cfr. Massini Correas, Carlos (1984),El renacer de las ideologías, Idearium,Mendoza, especialmente los capítulos1, 2 y 4; y Albizu, Edgardo A. (1991),“Elementos definidores del concepto‘ideología’ ,” Anuario de Filosofía Jurí-dica y Social, noviembre, pp. 157-187

2 (1968), Nueva Ciencia de la Política,Rialp, Madrid, p. 199. (The NewScience of Politics: an Introduction, TheUniversity of Chicago Press, Chi-cago, 1952). La traducción queconsta en el texto es ‘cientifismo’.

3 Hayek en muchas de sus obras,pero especialmente en (1952), TheCounter-Revolution of Science, TheFree Press, Glencoe, denuncia estosexcesos. El libro lleva el sugestivosubtítulo de ‘Studies on the Abuse ofReason’, y es una exposición de la‘scintistic hubris’.

4 Sobre el comunismo como religiónsecular o movimiento gnóstico, cfr.,entre otros, Besançon, Alain (1981),La Confusión de lenguas, Herder, Bar-celona, pp. 92-93, 143.

5 Sobre la relación marxismo-libera-lismo utilitarista, cfr. el interesante

estudio de Hoevel, Carlos (1991),“Sobre el modo de pensar económicoy sus ‘extensiones’”, Valores, 44, pp. 7-19.

6 Política, I, 9, 1258a 2-12.

7 Cfr. Política, I, 9, 1258 a 2 y ss.

8 Pol, I, 9, 1257b 40-1 a 1258a 1.

9 Cfr. I, 5, 1096a 5-6.

10 Pol IV, 1, 1323b 7-10.

11 Cfr. I, 5, 1096a 5-6.

12 Cfr. Marías, Julián (1979), Pro-blemas del Cristianismo, BAC, Ma-drid, passim.

13 Desde el mismo Discurso Inau-gural de su Pontificado (17-X-78),pasando por la Encíclica RedemptorHominis, ha sido un estribillo habi-tual de Juan Pablo II. Cfr. “Constitu-ción Pastoral del Concilio VaticanoII”, Gaudium et Spes, nº 22.

14 Juan XIV, 6.

15 Cfr. el estudio de Nelson, RobertH. (1998), “Economic Religion andChristian Values”, Journal of Markets& Morality, 1/2, pp. 142-157. Estaexpresión, ‘teología secular’, está en lap. 154.

16 (1969), “Economics As a MoralScience”, American Economic Review,LIX/1, 1-12, p. 8.

17 (1985), “The Expanding Domainof Economics”, The American Eco-nomic Review, LXXV, Dec., pp. 53-68.

18 “La racionalidad es un conceptoinstrumental”, afirma Hirshleifer, op.cit., p. 59 (cursivas en el original).

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NOTAS

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19 En mi “Controversy: Is Econo-mics a Moral Science?” con Peter Bo-ettke, he mostrado cómo Mises re-duce toda racionalidad a racionalidadinstrumental: Journal of Markets &Morality, 1/2, pp. 222-223.

20 Op. cit., p. 59.

21 Op. cit., p. 57.

22 Cummings, Edward E. (1969),Selected Poems 1923-1958, Faber andFaber, Londres-Boston, p. 23:“Mientras tú y yo tengamos labios yvoces para besar y cantar, a quién leimporta si un tuerto hijo de perra in-venta un instrumento para medir laPrimavera.”

23 No puedo resistir la tentación deconsignar la crítica de Roger Back-house a un trabajo mío: “The startingpoint [of your paper] is that econo-mics must allow for an underlyingconception of humans as free actingbeings. Everything stems from this.This may seem a surprising question,but Why should we allow for thisconception of human beings? You aretaking it for granted that economicsshould be based on an answer towhat is a difficult philosophical ques-tion.” (carta al autor, 1-VI-99).

24 “On the Role of the Religious Di-mension in Economic Discourse: Re-lational vs. Individualistic Paradigm”,trabajo leído en el “Simposium Inter-nacional Economía y Religión”, Uni-versidad de Navarra, 6-7/V/99.

25 (1994), “Invisible-Hand Explana-tions”, American Economic Review,84, 2, p. 315.

26 Cosmides, L. y Tooby, J. (1994),“Better than Rational: EvolutionaryPsychology and the Invisible Hand”,

American Economic Review, 84, 2, p.328.

27 Op. cit., p. 66.

28 Op. cit.

29 Cfr., e. g., “Economía, libertad yparticipación”, Seminario del Insti-tuto Empresa y Humanismo, Univer-sidad de Navarra, Pamplona, España,27-IV-99.

30 (1993), “Nobel Lecture: The Eco-nomic Way of Looking at Behavior”,Journal of Political Economy, 101/31,pp. 385-409.

31 Columbia University Press, 1964.

32 Columbia University Press, 1974y 1963, respectivamente.

33 Cfr. Robert H. Nelson, op. cit., p.147.

34 Harvard University Press, 1981.

35 Cfr. op. cit., p. 395.

36 Harper and Bros, Nueva York,1957.

37 Little, Brown, Boston, 1967.

38 Public Affairs Press, Washington,1965.

39 (1989), Public Choice II, Cam-bridge University Press, Cambridge,p. 1.

40 Buchanan, James M. (1979), WhatShould Economists Do?, Liberty Press,Indianapolis, p. 154.

41 University of Michigan Press,Ann Arbor.

42 (1989), Essays on the Political Eco-nomy, University of Hawaii Press,Honolulu, p. 13

43 Ibidem, p. 18.

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44 “Political Economy and SocialPhilosophy”, en Koslowski, Peter(ed.) (1985), Economics and Philo-sophy, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck),Tübingen, p. 32.

45 Cfr. (1994), “Qué queremos decircuando hablamos de racionalidad?”,Estudios Públicos, 53, pp. 5-11 (tra-ducción del artículo publicado en Pu-blic Choice, 77/1, 1993).

46 (1987), “The Law and EconomicsMovement”, American Economic Re-view, 77/2, p. 5.

47 Cfr. Jaeger, Werner (1982), Ala-banza de la Ley, Centro de EstudiosConstitucionales, Madrid, pp. 50 y ss.Cfr. también Platón, Gorgias, 483b ss.y República, 338d ss.

48 (1998), “Introduction to the Eco-nomics of Religion”, Journal of Eco-nomic Literature, XXXVI, September,pp. 1465-1496.

49 (1975), “Household Allocation ofTime and Church Attendance”,Journal of Political Economy, 83/1, pp.27-56.

50 Cfr. Iannaccone, op. cit., p. 1486.

51 Ekelund, Robert B; Hèbert, Ro-bert F; Tollison, Robert D; An-derson, Gary M. y Davidson, AudreyB. (1986), Oxford University Press,Nueva York.

52 Cfr. Robert H. Nelson, op. cit., p.148.

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