Revolucion Alfarista
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Revolución alfarista. (1895-1912)
Las dos administraciones de Alfaro (1895-1901 y 1906-1911) suponen la segunda revolución,
propiamente dicha, que vive el Ecuador después de la Independencia, según Salvador Lara.
Revolución entendida como transformación profunda, polémica y sangrienta, que acabó con el
partido progresista y casi lo logra con el conservador.
Analicemos brevemente las características de este controvertido cambio doctrinario:
- Relaciones Iglesia-Estado: Una de las características del período alfarista fue la ruptura con la
Iglesia desde un anticlericalismo extremo, contrario a toda forma de libertad y de tolerancia
religiosa. Muestra de ello es que, además de confiscar los bienes eclesiásticos, se prohibió
absolutamente toda manifestación religiosa pública, se suprimieron los derechos civiles y
políticos de clérigos y religiosos, se secularizaron los cementerios y se impuso el monopolio de
la educación laica estatal, que degeneró en un “rabioso sectarismo anticatólico”. Lamentables y
sangrientos ejemplos de la persecución contra la Iglesia son el asalto y parodia de fusilamiento
del Arzobispo de Quito, Mons. González y Calisto, y el asesinato del jesuita Emilio Moscoso en
Riobamba. Al mismo tiempo, la fraternidad masónica, a la que estaba afiliado Alfaro, cobraba un
fuerte auge e influencia.
- Libertades ciudadanas: Paradójicamente, y como ya hemos visto que también hicieron los
gobiernos anteriores en otros asuntos, la violenta intolerancia religiosa se ‘compatibilizó’ con la
positiva consolidación de ciertas libertades y garantías ciudadanas como la abolición de la pena
de muerte, aunque Alfaro se reservó el derecho de aplicarla siempre que quiso, o el acceso de la
mujer al servicio público. La contradicción también se dio en el ámbito civil pues “aherrojó en
nombre de la libertad todas las libertades” persiguiendo y fusilando a enemigos, clausurando
periódicos y empastelando imprentas. Añadamos que confiscó propiedades privadas, propició el
fraude electoral y quebrantó las leyes y la Constitución.
- Obras públicas y desarrollo socioeconómico: Terminó el ferrocarril Guayaquil-Quito, que
dinamizó el comercio y la integración nacional; fundó institutos de educación, se preocupó por el
indígena y la apertura del trabajo para la mujer y tuvo un fuerte intento de unidad nacional en
1910 frente al Perú.
- Fortaleza de la burguesía comercial costeña. Con Alfaro, el montubio emergió sobre todo en
el ejército, pero quienes se consolidaron fueron la burguesía costeña de comerciantes, que no
tardó en pactar con los terratenientes de la costa de cacao y café, que habían gobernado en el
período anterior, polarizándose el enfrentamiento con los terratenientes serranos.
Más tarde, en la guerra civil entre alfaristas y placistas, lo que se dio en realidad fue una lucha de
poder entre esa burguesía costeña importadora con otro sector más poderoso que recién surgía: la
plutocracia bancaria guayaquileña, en alianza con los terratenientes serranos. Está claro, como
subraya Salvador Lara, que uno y otro bando lo que buscaba era el poder utilizando al pueblo en
beneficio propio.
Podemos decir que el período político de Alfaro es enormemente turbulento, pues tanto su
llegada al poder como su salida se da en medio de cruentas guerras civiles. Durante sus dos
mandatos ejerce una dura represión de las revueltas de las montoneras antialfaristas y se enfrenta
contra el general, antes amigo, Leonidas Plaza, también liberal, presidente entre los dos períodos
de Alfaro. Éste llega en 1906 a su segundo mandato tras derrocar al presidente Lizardo García,
pero en 1911 se da un alzamiento que obliga a Alfaro a renunciar y exiliarse en Panamá. Inicia,
en ese momento, una guerra civil entre los dos bandos liberales: placistas y alfaristas, que acaba
con la derrota de Alfaro, quien pese a haber capitulado, murió asesinado por las turbas exaltadas,
arrastrado y quemado en El Ejido, frente a la pasividad de las autoridades del momento.
Resaltemos dos ideas finales que subraya Jorge Salvador cuando dice que Alfaro “difícilmente
podrá figurar como paladín de las libertades”, pues encarnó “corregido y aumentado” el
militarismo de Urvina, Robles y Veintemilla, pero “más arbitrario, antidemocrático y dictatorial
que aquellos”. La segunda idea es que García Moreno y Alfaro, de posturas en un principio
antagónicas, tienen varios puntos de encuentro como el ferrocarril y la educación, pero sobre
todo la idea de restauración de la Gran Colombia de Bolívar.