Revista Prensa Libre, Jorge Montes

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Informacion sobre el arquitecto Jorge Montes en base a un articulo de un periodico nacional de Guatemala

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Semanario de P rensa Libre • No.440 • 30 de dic iembre de 2012Portada | C ontac to | Direc torio | P rensa Libre

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“Debemos llevar propuestas”

D frente

Jorge Montes Córdoba

“Con el trazo de una línease levanta un muro”

Ha dedicado su vida a la arquitectura y a la docencia; es uno de losdiseñadores del Centro Cívico de Guatemala.

“Siempre he estado rodeado de artistas”.

POR ROBERTO VILLALOBOS VIATO

FOTOS ESBIN GARCÍA

Es un hombre afable, vivaz y conversador. Es un arquitecto con experiencia, quesabe que es posible integrar las artes plásticas en cada construcción, pero, sobretodo, que sabe que es viable crear espacios donde las sociedades puedan interactuarpese al avance tecnológico. Jorge Montes Córdoba es un humanista.

“La arquitectura no es solo diseñar casas; es conformar, coordinar y acoplar un

sentido de la vida para el progreso de la humanidad”, refiere.

Montes Córdoba, de 85 años, hijo de padre español y madre retalteca, es uno de losarquitectos del Centro Cívico, ese complejo edificado entre 1955 y 1965 que abarcalos edificios del Banco de Guatemala, Crédito Hipotecario Nacional, InstitutoGuatemalteco de Seguridad Social y Municipalidad capitalina. Muchas de esas ideasson producto del trabajo arduo efectuado en su oficina, ubicada en la zona 13. “Lafachada de este edificio, por ejemplo, fue el primer mural hecho en Guatemala; data

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fachada de este edificio, por ejemplo, fue el primer mural hecho en Guatemala; datade 1952 y es obra de Roberto González Goyri”, indica.

Así que en esta pequeña sala en la que estamos se diseñó el Centro Cívico.

Así es. Aquí estuvimos varias veces personas como Carlos Mérida, Efraín Recinos,Roberto González Goyri, Dagoberto Vásquez, Roberto Aycinena o Carlos Haeussler.Aquí se ideó gran parte del Centro Cívico, una obra en la cual se logró integrar laarquitectura con las artes plásticas.

Pese a ello, tiene detractores en cuanto al diseño.

Eso tiene una razón: somos un país pobre y los recursos económicos no eransuficientes como para crear algo, digamos, extravagante. Lo importante es quecreamos algo con identidad. El resultado es un diseño crudo, franco, de su época.

¿Cree que hay diferencia entre la vieja guardia de arquitectos con las nuevasgeneraciones?

Claro que sí. Los arquitectos de antes teníamos una formación más integral,conocíamos desde las dinámicas sociales hasta las artes plásticas; dominábamosnuestras manos. Yo, por ejemplo, aprendí carpintería, soldadura y modelado. A losarquitectos de hoy les falta saber más sobre el funcionamiento de la vida y de cómointeractúa la sociedad.

¿La arquitectura se ha deshumanizado?

En definitiva. El mundo se trastorna por la deshumanización. Los arquitectostenemos una gran responsabilidad en ese aspecto, pues nuestro trabajo nos permitecrear espacios cómodos, ágiles y con mucha interacción. Pero mire, en Guatemalaahora se construyen edificios en serie y quienes se dedican a esta profesión pareceque les importa un bledo todo lo demás, pues sus diseños no se complementan con elentorno. La gente, al final, no siente aliento ni cariño.

¿Qué lugares puede decir que sí son humanos?

Roma o París, pues se siente que hay cohesión por su tipo de arquitectura. Otraciudad muy humana es Chicago, EE. UU., donde uno entra por un edificio antiguo ysale por otro moderno, pero nada choca. Otro gran ejemplo es la Plaza Mayor deVenecia, Italia, donde es posible caminar, tomar un café y compartir con los demás.¡Eso es humanidad!

***

En ese momento nos sirven una taza con café. Aprovecho para volver la vista haciaun retrato del muralista Carlos Mérida, el cual está allí cerca.

¡El maestro Carlos Mérida!

—Me muestra la fotografía—. Aquí, donde estamos, se mantenía él trabajando. En elespacio contiguo estaba yo.

¿Cómo lo recuerda?

¡Con las muchachas era un cantineador y medio! —ríe—. En esta sala nos reuníamostodos aquellos que le nombré antes, y decía: “Bueno señores, vamos a conversar,pero solo yo tengo la palabra” —Montes vuelve la vista hacia una pequeña ventana.Se le nota nostálgico. Suspira y sonríe—. “¡Vaya, qué recuerdos aquellos!”. Mérida eraun tipo agradable, era un artista genial.

***

Luego de ese momento nos enseña otra sala de su oficina. En el camino seobservan varios trozos de caoba barnizados, que dan una vista elegante y sobria.Abre una puerta y explica: “Este lugar siempre se lo muestro a mis visitantes, entreellos, estudiantes de arquitectura. Aquí guardo muchos recuerdos, entre bocetos,planos y fotografías”. Al terminar el recorrido dice: “Regresemos por el cafecito”.

¿Cómo se inició en esta profesión?

Tuve la suerte de estudiar en el Colegio Alemán. Digo suerte porque con sumetodología me enseñaron manualidades, a valorar las manos, a manipularmateriales. Hacía trabajos de carpintería, arcilla y esas cosas. Nos íbamos a muchasexcursiones, donde, de verdad, sentía la naturaleza. También interpretaba variosinstrumentos musicales. Todo eso despertó mi creatividad, así que, al terminar laprimaria, pensé: “Quiero hacer eso”. ¿Qué cosa? Crear.

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Cuando usted estaba apto para ir a la Universidad, no había estudios dearquitectura en el país. ¿Qué hizo?

En efecto. En ese tiempo solo había ingeniería. Para estudiar arquitectura tuve quesalir a México, Canadá y EE. UU., brincando universidades. Fui uno de los primerosarquitectos del país.

Al regresar fundó la Facultad de Arquitectura en la Universidad de San Carlos.Era necesaria.

A principios de la década de 1950, la Facultad de Ingeniería nos acogió comoDepartamento. Fue hasta 1958 que logramos convertirla en facultad, y siempre tuvo elapoyo de arquitectos como Roberto Aycinena, Raúl Minondo, Pelayo Llarena y CarlosAscencio, entre otros.

Así que desde entonces se ha dedicado a compartir sus conocimientos.

Así es. La docencia ha sido la mitad de mi vida. Aquí, como me ve, estoy bien, peromal —sonríe—. Lo que pasa es que tengo un problema cardiaco, pero me sube elsentido de la vida hablando con alguien como usted, conversando de arquitectura,compartiendo mis conocimientos, pues esto es lo mío.

Cuénteme, señor Montes, ¿cuál fue su primer trabajo?

Fue en 1952, cuando conseguí chamba en Obras Públicas. Me nombraron jefe delDepartamento de Diseño, no porque fuera el mejor, sino porque no había arquitectos—ríe—. Por esos tiempos necesitábamos a unos dibujantes y varios candidatosllegaron conmigo para examinarse. En eso se presenta un joven con gran presencia,fuerte; un atleta. Me dice: “Aquí estoy, a sus órdenes. Me llamo Efraín Recinos”.

Le contesté: “Bueno, Efraín, te voy a poner un examen igual al de los demás, y lovas a hacer a la vista mía”.—Usted diga. ¿Qué quiere que le dibuje? —preguntó el muchacho (Efraín).—Quiero un parque que sea el punto de encuentro de los vecinos de un sectorresidencial —le dijo Montes—, donde los viejitos lleguen a sentarse para tomar el soly, el que no quiera, que tenga un sitio con sombra. Quiero que los niños puedan jugary que sus abuelitos los tengan a la vista.—¿Y qué más?—Solo eso.—Arquitecto —espetó Efraín—, se le olvida una cosa: no puede faltar una fuente, paraque el espacio se refresque.

¿Y qué le dijo usted?

¡Vaya que tenía razón! El muchacho se puso a trabajar de inmediato. Los mismosdibujantes que estaban en el salón, algunos compañeros suyos de la universidad, seacercaban a ver, impresionados, por lo que estaba diseñando. Al terminar, me dice:“¡Aquí está, señor!”.

¿Y luego?

Le contesté: “Efraín, desde mañana estás sentado aquí y vas a ser mi asistente

personal”.

¡Qué buena anécdota!

—Ríe—. Un día, Carlos Mérida me dijo: “Ese muchacho es genial. Póngale ojos, queva a llegar muy lejos”.Dicho y hecho.Recinos ha sido de los más grandes artistas de Guatemala. Su obra es impresionante.

***

Después de la muerte de Roberto Aycinena, en el 2006, Montes fue nombradoArquitecto Mayor de la ciudad.

¿Qué significa ese título?

La Municipalidad tuvo la gentileza de hacerme ese nombramiento, pero no sirve denada; no es como en la época de la Colonia, cuando el Arquitecto Mayor tomaba lasdecisiones sobre las construcciones que se hacían. Hoy, por ejemplo, asisto areuniones en la Municipalidad, expreso mi opinión y los miembros del concejo edil sepreguntan:“¿Y quién es este?”.

Ahora, insisto, solo es un cargo honorífico, de presunción; ¡son babosadas! A estas

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Ahora, insisto, solo es un cargo honorífico, de presunción; ¡son babosadas! A estasalturas de la vida, uno sabe qué cosas tienen valor.

¿Qué cosas tienen valor?

No es el dinero, porque se puede tener todo y morir miserable. La riqueza verdaderaes la que se obtiene con el respeto. Si usted respeta el derecho ajeno, obtiene lomismo. Yo aconsejo a la gente que haga las cosas bien. Un arquitecto, por ejemplo,con solo trazar una línea, levanta un muro. Por eso, cada línea que hace debe teneruna buena razón. Y así, cada quien en su profesión, debe hacer las cosas con unmotivo específico, haciendo el bien, sin lastimar a nadie.

Perfil

Jorge Montes Córdoba estudió en la escuela del arquitecto Frank LloydWright. Se graduó de la Universidad de Auburn, Alabama, en 1952.

Junto con los arquitectos Roberto Aycinena, Carlos Haeussler, Raúl Minondo yPelayo Llarena impulsaron, en diferentes autorías, los cuatro edificiosprincipales del Centro Cívico.

Es fundador de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos.

Es también uno de los fundadores de las universidades Rafael Landívar y delIstmo. En esta última, una cátedra lleva su nombre.

Fue presidente de la comisión permanente para la exaltación de la obra delmaestro Carlos Mérida.

En el 2006 fue nombrado Arquitecto Mayor de la ciudad.

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