Revista Mexicana de Cultura Política NA · Discurso de toma de posesión (1861) Abraham Lincoln El...

222

Transcript of Revista Mexicana de Cultura Política NA · Discurso de toma de posesión (1861) Abraham Lincoln El...

2Revista Mexicana de Cultura Política NAEnero-Abril 2012

boceto NA portada cambios.indd 10 06/01/12 15:44

4Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

PARTIDO NUEVA ALIANZA

Comité de Dirección NacionalPresidente:

Luis Castro ObregónSecretaria General:

Mónica T. Arriola GordilloCoordinador Ejecutivo Nacional Político Electoral:

Roberto Pérez de Alva BlancoCoordinadora Ejecutiva Nacional de Finanzas:

Evelia Sandoval UrbánCoordinador Ejecutivo Nacional de Vinculación:

Constantino González AlcocerCoordinador Ejecutivo Nacional de Asuntos Jurídicos:

Fernando Medina Villarreal

* * *Coordinador de Comunicación Social:

Miguel Ángel Sánchez de Armas

REVISTA MEXICANA DE CULTURA POLÍTICA NA

Director: Miguel Ángel Sánchez de ArmasEditora: María del Pilar RamírezDiseño: Carlos Becerril, Samantha Escandón OrnelasFormación: Clara Narváez PerafánIlustraciones: Dante EscalanteAdministración: Ariadna Salazar Noriega

CONSEJO EDITORIAL

Janette Góngora SoberanesEdgar Jiménez CabreraAntonia Martínez RodríguezEmilio Zebadúa González

Revista Mexicana de Cultura Política NA es una publicación cuatrimestral del Partido Nueva Alianza,sin fines de lucro y distribución gratuita, registrada ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor,certificado de licitud de título 04-2012-013011335000-102, 30 de enero de 2012. Los textos sonresponsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista del Partido NuevaAlianza. Toda colaboración o correspondencia debe dirigirse a Durango 199, Col. Roma, México, DF06700. Tel. (55)3685.8485 ext. 8480. Correo electrónico: [email protected]

5

ÍÍÍÍÍNDICENDICENDICENDICENDICE

Presentación

Cinco retos del proceso electoral mexicano 2011-2012Leonardo Valdés Zurita

De la transición jurídica a la transición políticaJosé Woldenberg

Naturaleza de los partidos políticosFrancisco José Paoli Bolio

La doble brecha de géneroAntonia Martínez / Antonio Garrido

Actualidad del liberalismo: apuntes para una reflexiónGabriel Quadri de la Torre

Expropiación petrolera en México:un episodio de comunicación política

Miguel Ángel Sánchez de Armas

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

Discurso de toma de posesión (1861)Abraham Lincoln

El liberalismo mexicano y el liberalismo europeoJosé Miranda

Tipología del liberalismo mexicanoMoisés González Navarro

El discurso fúnebre de PericlesTucídides

ReseñasNovedades editorialesAcerca de los autoresLineamientos editoriales

AAAAANÁLIS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS IS

CCCCCONTORNOSONTORNOSONTORNOSONTORNOSONTORNOS

LLLLL EGADOEGADOEGADOEGADOEGADO

AAAAA PUNTESPUNTESPUNTESPUNTESPUNTES

MMMMM EMORIAEMORIAEMORIAEMORIAEMORIA

RRRRREPISAEPISAEPISAEPISAEPISA

7

11

27

39

51

81

99

119

141

151

163

183

194211213219

6Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

7

Presentación

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

8Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

de que la reflexión sobre estos temas no está, en modo alguno, agotada.

Los cambios que ha venido experimentando el marco normativo del sistemaelectoral, el multipartidismo, la pluralidad, la alternancia y el ejercicio de unanueva ciudadanía ofrecen facetas distintas de la política mexicana que quizá nose hubieran podido imaginar hace 20 años.

Los partidos políticos han sido juez y parte en estos cambios. En algunosmomentos han sido los motores de los cambios, en otros han tenido que adecuarsepara responder a las nuevas circunstancias políticas. Algunos afirmarán que loscambios han sido drásticos y otros tendrán la certeza de que han sido insig-nificantes. La sola existencia del debate es indicador de que los partidos tienenante sí el reto de asumir nuevas responsabilidades ante la sociedad, ante susmilitantes y ante sus pares para contribuir a la construcción de la democracia,una tarea que tiene senderos múltiples, quizá tantos como interpretaciones sobrecuál es el ideal o el modelo de democracia a seguir.

Nueva Alianza asume la complejidad de los nuevos escenarios que se pre-sentan a los partidos y a la sociedad en el ámbito político, por lo cual propone laRevista Mexicana de Cultura Política NA para contribuir en la exploración deesos caminos diversos, algunos quizá sinuosos, para promover la reflexión sobrelos valores y buenas prácticas democráticas.

Este nuevo foro de reflexión y análisis está dirigido a la militancia, a los sim-patizantes y a todo aquel interesado en ejercer una nueva ciudadanía, que pasanecesariamente por la reflexión de los asuntos de la agenda pública que confor-man el complejo entramado de la vida política nacional.

En esta primera entrega de Revista Mexicana de Cultura Política NA ellector encontrará textos harto indicativos de que uno de los puntos centrales enel análisis del rumbo de la democracia es su relación con el liberalismo. Dadoque las tesis liberales están histórica y actualmente vinculadas a los derechosciviles, la reflexión sobre el liberalismo, su revisión histórica, la vigencia y el

¿Una revista más sobre política? Sí. ¿Se justifica? Por supuesto. Los cam-bios que ha vivido nuestro país en el ámbito político, en el político-electo-ral y, especialmente en la transformación ciudadana para ejercer un nuevorol –con una definición política basada en información– dan señales claras

9

estado actual de estos planteamientos son una exigencia, tanto como la percep-ción social sobre la situación de los derechos humanos y civiles.

De ahí que en este volumen inicial convivan textos como los de LeonardoValdés Zurita, José Woldenberg y Francisco José Paoli Bolio que presentandistintas facetas del tema político-electoral y su relación con la construcción dela democracia, asociada a su vez, con el derecho ciudadano de elegir a susgobernantes en contextos equitativos –construidos con normas e instrumentoselectorales.

Textos clásicos del liberalismo mexicano como los de José Miranda, MoisésGonzález Navarro y Arturo Arnáiz ofrecen una visión retrospectiva de las tesisliberales y permiten la confrontación de contexto actual con el de aquel en quesurgió, se debatió y asentó en nuestro país la teoría liberal, además de renovar laoportunidad de gozar las plumas de estos tres analistas de la historia mexicana.

La revisión histórica se pone en contraste con la visión actual de las tesisliberales que propone Gabriel Quadri, su vigencia y la naturaleza cambiante quetienen en distintos momentos políticos. Otro tema político de actualidad lo cons-tituye, sin duda, el análisis de la participación política de las mujeres: AntoniaMartínez presenta los resultados de una investigación en la que se comparanArgentina y México, países que han legislado para hacer obligatorias las cuotasde género, con Chile y Uruguay, cuyos marcos normativos electorales carecende dicha disposición, así como las repercusiones de tal obligatoriedad en la re-presentación femenina y en el trabajo parlamentario.

Revista Mexicana de Cultura Política NA ofrece también a sus lectorespasajes ilustrativos que han conformado la cultura política; ha dispuesto paraello un espacio que incluirá textos representativos de la vida política en Méxicoy el mundo. Un ejemplo de ello es el análisis sobre el fenómeno de comunicaciónpolítica que se produjo en la expropiación petrolera que llevó a cabo el presi-dente Lázaro Cárdenas en 1938.

El Partido Nueva Alianza, con esta publicación que pone en manos del lector,contribuye a la construcción de la crónica de la vida política de nuestro país y delas reflexiones que surgen acerca de ella.

Mónica T. Arriola Gordillo

Luis Castro Obregón

10Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

11

Leonardo Valdés Zurita

AAAAANÁLIS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS IS

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

Cinco retos delproceso electoralmexicano 2011-2012

12Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

El Instituto Federal Electoral (IFE) como órgano encargado de arbitrar losprocesos electorales, tiene en la elección federal 2011-2012 un gran retoorganizativo y de respuesta al desarrollo democrático mexicano, pues por pri-mera vez concurrirán quince elecciones locales con la elección federal, caracte-rizadas por una competitividad en aumento. El presente artículo analiza cincoretos que tendrá el IFE y la capacidad que tiene para enfrentarlos con la norma-lización que ha logrado para dar certeza jurídica y política a los procesos electo-rales: la actualización del padrón electoral, mantener los niveles de cumplimientode la industria de la radio y la televisión para lograr el acceso equitativo de lospartidos a los medios, lograr que el contexto de inseguridad no afecte la capaci-tación, instalación y desarrollo de la jornada, conseguir que el voto de los mexi-canos en el extranjero en 2012 contribuya a consolidar nuestra experiencia dedemocracia transnacional y ofrecer resultados electorales oportunos y creíbles.

ResumenResumenResumenResumenResumen

13

mía son factores que inciden en las contiendas. Desde mi óptica, el InstitutoFederal Electoral (IFE) en el proceso electoral federal 2011-2012 debe enfren-tar, al menos, los siguientes cinco grandes retos.

Primer reto: la actualización del padrón electoral

Con base en las sugerencias planteadas por la Comisión Nacional de Vigilan-cia1 , los legisladores incluyeron en 2007-2008 modificaciones al COFIPE quecontribuyen a mantener permanentemente actualizado el padrón electoral y adepurar las bases de datos correspondientes.

Dichas reformas incluyeron disposiciones que provocan una actitud cívica delos ciudadanos más comprometida con sus instrumentos electorales y se esta-blecen medidas para que la credencial para votar sea más segura. Ahora laactualización del padrón electoral y la credencial para votar no sólo es unaresponsabilidad de la autoridad electoral y los partidos políticos, sino que sehizo corresponsables a los ciudadanos.

Tales modificaciones, en el marco del proceso electoral federal 2011-2012,son relevantes por dos factores: 1) el artículo Octavo Transitorio del COFIPE esdeterminante al señalar que en las elecciones federales de 2012 no podrán votarquienes tengan una credencial 03, y 2) las tendencias estadísticas de renovaciónde ese tipo de credencial indicaban que de seguir así, en enero de 2012 todavíase tendrían 7.9 millones de ciudadanos con registro 03 que no podrían ejercer suderecho constitucional al sufragio.

Para los integrantes del Consejo General era inadmisible una tendencia deeste tipo. Aunque legalmente es claro que la actualización de la información esuna corresponsabilidad entre el IFE, los partidos políticos y los ciudadanos, el 7de julio de 2010 en el Consejo General se tomó el acuerdo de dar de baja de la

La Comisión Nacional de Vigilancia es la instancia dispuesta por la Constitución Política de losEstados Unidos Mexicanos para que los partidos políticos participen en las actividades devalidación del padrón electoral.

1

Cinco retos del proceso electoral mexicano 2011-2012Leonardo Valdés Zurita

Los retos que enfrenta nuestra democracia son cambiantes en cadaproceso electoral. El contexto social, la normatividad, los candidatos,las prioridades de los partidos políticos y las condiciones de la econo-

14Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

lista nominal aquellos registros de ciudadanos que no hayan renovado su cre-dencial al 31 de diciembre de 2010, y que, para estimular el interés por surenovación, ya no se podría considerar como un instrumento de identificaciónválido, ante la pérdida de vigencia.

La medida fue radical. Sin embargo, la consejera y los consejeros electoralesconsideramos que sería más drástico que estos ciudadanos llegaran al 2012 conuna credencial para votar que no les permitiera emitir el sufragio, ni ser votados,ni participar en las tareas de organización del proceso electoral.2

A partir de este acuerdo, hemos llevado a cabo una auténtica cruzada paradifundir en los medios de comunicación nacionales, electrónicos, impresos, re-des sociales, en foros académicos y gubernamentales la importancia que tienepara nuestra democracia la renovación de la credencial 03.

Debe destacarse que en agosto de 2007, cuando inició el programa de reno-vación 03, se tenían 21.2 millones de estas credenciales, que representaban casiel 30% del total de registros en el padrón electoral (71.3 millones). En los cuatroaños de intensos esfuerzos por abatir esta cantidad, aunque los logros son im-portantes, no son suficientes: al 26 de noviembre de 2011, todavía se tenían5,397,158 registros 03 en el padrón electoral. Ello significa que 7 de cada 10ciudadanos con la credencial 03 ya acudieron a renovar sus datos, y que de casiel 30% que representaban estas credenciales respecto del total del padrón elec-toral, ahora estos registros representan únicamente 6,4%.

La evolución de esta renovación de credenciales 03 se observa en la gráfica1. Sin duda, haber logrado la renovación de 74,6% de los registros 03 es unhecho trascendente. Sin embargo, con base en los estudios estadísticos y demo-gráficos de la Dirección Ejecutiva del Registro Federal de Electores (DERFE),por motivos diversos, será imposible renovar 2.7 millones de credenciales (cambiode domicilio al extranjero y fallecimientos, principalmente). Para las autoridades

La instrumentación de este Acuerdo implicó varias medidas: 1) disponer que en aquellas entida-des donde no habría proceso electoral local la credencial para votar perdería incluso su carácter dedocumento de identidad y 2) que el IFE suscribiera convenios con los gobiernos estatales yautoridades federales, con el sector privado, y con las autoridades electorales locales conforme lodispuso el recurso de apelación SUP-RAP-109/2010 del Tribunal Electoral del Poder Judicial dela Federación.

2

15

electorales y quienes creemos en la universalización del sufragio, estos datos seleen de la siguiente manera: 2.7 millones de ciudadanos deberán acudir a losmódulos del IFE para renovar su credencial, o se quedarán sin participar en laselecciones presidenciales y legislativas del 1º de julio de 2012, y el plazo paraello vence el 15 de enero de 2012.

Estoy convencido que garantizar el derecho constitucional al sufragio es unade las mayores responsabilidades que tiene el Instituto Federal Electoral y que elobjetivo de las reformas de 2007-2008 era contribuir a la actualización y depu-ración de los instrumentos electorales para darle mayor transparencia y certezaa las elecciones en nuestro país.

También considero que dichos cambios institucionales incentivaron losfactores para cumplir con dos de los principios centrales de una democraciamoderna: la universalidad del sufragio y la igualdad del voto (un ciudadano, unvoto). De hecho, podría decirse que se conformó un triángulo de certidumbrede la información registral: un lado lo conforma el IFE al asumir su responsa-bilidad constitucional con los derechos fundamentales; otro lado es el de lospartidos políticos para verificar la autenticidad del universo de electores, su

Fuente: DERFE. Informe de avance sobre la renovación de las credenciales 03 y09.Del 1 de enero al 26 de noviembre de 2011. Documento presentado a laComisión del Registro Federal de Electores el 8 de diciembre de 2011.

Cinco retos del proceso electoral mexicano 2011-2012Leonardo Valdés Zurita

GGGGGRÁFICARÁFICARÁFICARÁFICARÁFICA 1 1 1 1 1EUM: Evolución de las credenciales 03, 2007-2011

16Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ubicación y características demográficas, y el tercer lado del triángulo co-rresponde a los ciudadanos para participar en la organización de los procesoselectorales, así como para votar y ser votados.

Con esta medida se logrará, periódicamente, una actualización masiva de losregistros de aquellos ciudadanos que fallecieron o de quienes cambiaron de do-micilio y no lo reportaron al IFE. No obstante, para contribuir a esos principiosdemocráticos es necesario que los tres integrantes del triángulo hagan lo que lescorresponde, y el IFE está haciendo su parte, es por ello que la actualización delpadrón electoral es un gran reto para el proceso electoral federal 2011-2012.

Segundo reto: mantener los niveles de cumplimiento de la industriade radio y televisión

Entre las reformas de 2007-2008 una de las de mayor trascendencia parala democracia de nuestro país fue el diseño de un novedoso modelo de co-municación. La creciente importancia de los medios de comunicación en lavida diaria y en la esfera pública, y el comportamiento de éstos bajo las reglasdel mercado, aún en materia electoral, establecieron el fundamento “públicoy notorio” para las características de dicho modelo.

Este modelo, que constituye una de las modalidades de regulación másinnovadoras en materia electoral en México y el mundo, garantiza el accesoequitativo de los partidos políticos y sus candidatos a los medios electróni-cos. Fue la respuesta al reclamo de los ciudadanos para que las campañaselectorales no fueran distorsionadas por la influencia del dinero en los me-dios de comunicación.

La instrumentación de esta disposición constitucional y legal implicó una im-portante inversión del Estado mexicano, pero, sobre todo, representó unatransformación cualitativa de la autoridad electoral: el IFE se convirtió enadministrador único de los tiempos del Estado en la radio y la televisión paraefectos electorales, locales y federales, y los permisionarios y concesiona-rios de esa industria adquirieron el carácter de sujetos regulados por unaautoridad electoral.

17

Esto es una transformación profunda en materia electoral; pero no extraña enla economía. Tradicionalmente es el Estado el que interviene en las crisis econó-micas para regular, a través de mecanismos de autoridad, lo que el mercado, através de la oferta y la demanda, ha sido incapaz de ordenar.

Dicho modelo ha probado su efectividad en 50 procesos electorales federa-les y locales de 2009 a la fecha, con niveles de cumplimiento que han promediado97%, aún con la curva de aprendizaje de esta nueva relación entre la industria yla autoridad electoral.

En contraparte, es necesario reconocer que el modelo de comunicaciónpolítica ha generado inconformidades de quienes se sintieron afectados porla intervención del Estado. De 2009 a 2011 el IFE ha sido objeto de innumera-bles cuestionamientos, por garantizar el acceso a los medios electrónicos demanera gratuita y equitativa, e impedir la adquisición de tiempos comercialesen radio y televisión para efectos electorales.

Con base en la experiencia de casi tres años, académicos, especialistas, le-gisladores y la autoridad electoral, identificaron aspectos que podrían sercorregidos en una reforma electoral para perfeccionar el modelo de comunica-ción política. Sin embargo, al no lograrse una reforma en este sentido para elproceso electoral federal 2011-2012, el IFE se abocó a ajustar diversos regla-mentos y normatividades internas para contribuir a la mejor organización delproceso electoral, y uno de ellos es el Reglamento de Radio y Televisión.

Dicho reglamento tiene por objeto atender el mandato constitucional de seradministrador único de los tiempos del Estado para efectos electorales y cons-truir una nueva relación de cooperación con la industria del ramo. En tal sentido,y en cumplimiento de la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de laFederación del 14 de septiembre de 2011, llevamos a cabo la consulta públicamás amplia entre una autoridad electoral y los medios de comunicación de la quese tenga registro.

Esta consulta representó solicitar, oficialmente, la opinión sobre una propuestade reglamento a 2,319 concesionarios y permisionarios; a 5 organizaciones quelos agrupan y a 21 instituciones públicas y organizaciones especializadas, publi-

Cinco retos del proceso electoral mexicano 2011-2012Leonardo Valdés Zurita

18Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

car desplegados y generar un sitio en la página de internet del IFE para que losinteresados conocieran directamente la información técnica en manos de la au-toridad electoral.

Como resultado, al 14 de octubre de 2011 recibimos 406 respuestas (336de concesionarios y 70 de permisionarios) que representan a 2003 emisoras deradio y televisión y de cinco organizaciones que agrupan a permisionarios y con-cesionarios (incluyendo a la CIRT, al Sistema de Radiodifusoras CulturalesIndigenistas y al Sistema Nacional de Productoras y Radiodifusoras de Institu-ciones de Educación Superior, entre otros). También recibimos respuestas de laUNAM; IPN; Comisión de radio, televisión y cinematografía de la Cámara deDiputados; Dirección de Televisión Educativa de la SEP; Asociación Mexicanade Investigadores de la Comunicación; Asociación Mexicana de Derecho a laInformación, así como de ciudadanos independientes.

Nuestra intención es que el reglamento sea una oportunidad para construiruna nueva relación entre la industria y el IFE, como institución del Estado. Estereglamento deberá, en el marco de la legislación vigente, imprimirle mayor dina-mismo a las campañas en beneficio de la ciudadanía, así como contribuir a laequidad en las contiendas, favorecer el derecho a la información e impedir quelos factores del mercado intervengan en las campañas electorales.

Considerando la logística para imprimir materiales y documentación propiade la jornada electoral (boletas, actas, urnas), así como la capacitación de losciudadanos que serán autoridades para recibir el voto de sus vecinos, tanto anivel federal (más de 80 millones) como local (45.6 millones, 57% del total), heseñalado que las autoridades electorales estamos organizando la elección másgrande y compleja de nuestra historia, y esto se vincula estrechamente con losalcances y complejidad del nuevo modelo de comunicación política.

Confiamos en que el compromiso de los medios electrónicos con el estadode derecho y la gobernabilidad permitirá mantener los niveles de cumplimientoen la transmisión de promocionales del 97%, en promedio, que logramos entre2009 y 2011. El proceso electoral 2011-2012 ha comenzado y necesita de losmedios de comunicación, de su colaboración, de su cooperación y de toda subuena fe. Por primera vez en la historia contemporánea de México se celebra-

19

rán, en un mismo año, 15 elecciones locales concurrentes con la federal. Estoimplica un ejercicio de administración de los tiempos del Estado y de logística engeneral como nunca antes se ha experimentado.

No olvidemos que el modelo de comunicación política surgió de la inequidady con el que se demuestra que es posible el uso de la radio y la televisión confines electorales de manera equitativa.

Tercer reto: lograr que el contexto de inseguridad no afectela capacitación, instalación y desarrollo de la jornada

La historia de nuestro país demuestra la convicción de los mexicanos paravivir en paz y con estabilidad. Las elecciones federales de 1994 y las locales de2010 y 2011 han ratificado que somos una nación comprometida con la demo-cracia.

A nadie escapa que se han presentado factores de inseguridad y amenazas alpacto social en ciertos lugares del país, y que incluso algunos de ellos hanimpactado directamente los procesos electorales (como en Tamaulipas en 2010).No obstante, las jornadas electorales han transcurrido sin mayores incidentes ycon niveles de votación similares o incluso superiores a los experimentados pre-viamente.

Por lo anterior, esperamos que, una vez más, todos los actores sociales dis-tingan las actividades de la democracia, que son universales y en beneficio de lanación y la estabilidad política.

Cuarto reto: lograr que el voto de los mexicanos en el extranjeroen 2012 contribuya a consolidar nuestra experiencia de democraciatransnacional

En la medida que garantizar el derecho al voto es un derecho fundamentalque trasciende las decisiones del Estado y que los mexicanos puedan ejercerlosin importar el lugar en que residan, es una prioridad para el IFE disponer lascondiciones que hagan posible su ejercicio.

Cinco retos del proceso electoral mexicano 2011-2012Leonardo Valdés Zurita

20Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Los cambios institucionales de 2005, que reconocieron el derecho al sufragiode las y los ciudadanos mexicanos residentes fuera del territorio nacional, sonquizá de los mayores logros en términos de ampliación de derechos que havivido nuestra democracia, en lo que va del siglo XXI.

Su participación en el primer ejercicio cívico trasnacional de 2006 de-mostró el interés de nuestros connacionales por mantenerse vinculados conlos asuntos públicos de su país, por participar en la toma de las decisiones ypor continuar ejerciendo su ciudadanía.

Lamentablemente los números no fueron los esperados. Las cifras fueroninsuficientes para la expectativa creada. De un universo de 4.2 millones depotenciales votantes3 , se recibieron 54,780 solicitudes de inscripción al ListadoNominal de Electores Residentes en el Extranjero (LNERE), resultando proce-dentes 40, 876. Conforme a lo dispuesto por la ley, el plazo para la recepción desobres voto concluyó a las 8:00 horas del 1 de julio de 2006; se recibió un totalde 33, 111 sobres voto, provenientes de 71 países del mundo, 479 no contaroncon los requisitos legales, con lo cual 32,632 votos válidos fueron el resulta-do de la elección desde el extranjero en 2006, pero la experiencia no debevalorarse exclusivamente desde un enfoque cuantitativo. Para la democraciamexicana es trascendental que los resultados cuantitativos no sean el factorpara medir el voto extraterritorial, sino la ampliación de un derecho fundamentala un mayor número de mexicanos.

Pasar de la evaluación cuantitativa del voto desde el exterior a la evalua-ción cualitativa de la democracia transnacional es una tarea de sensibilizacióny de derecho.

Conscientes de este compromiso, en el IFE decidimos redoblar los esfuerzosen esta segunda experiencia. Para ello, iniciamos los trabajos de planeación de

Universo basado en proyecciones realizadas en EUA y en México, carentes de pruebas contun-dentes sobre el número de potenciales electores con credencial para votar. Este dato se obtuvo de3 fuentes: el estudio realizado por el Colegio de la Frontera Norte (COLEF) en 2004 a petición delIFE, las verificaciones nacionales muestrales 2000 y 2003 realizadas por la DERFE y una proyec-ción de los mexicanos en el extranjero que contarían con credencial de elector: Marco General yDiagnóstico sobre el voto de los mexicanos residentes en el extranjero en el Proceso ElectoralFederal 2005-2006, elaborado por la Coordinación del Voto de los Mexicanos Residentes en elExtranjero (COVE), p. 6.

3

21

este ejercicio cívico con antelación, basados en una perspectiva realista,innovadora, eficiente y para el largo plazo. Es así que el Plan Estratégico delVoto de los Mexicanos Residentes en el Extranjero para el Proceso Electo-ral Federal 2011-2012, documento rector de los trabajos en la materia, esmuestra del renovado enfoque con que el Instituto organiza sus actividades: guia-dos por una estricta planeación estratégica, modernización administrativa y aus-teridad presupuestaria. Soy un convencido de que con una adecuada planeacióny coordinación se puede atender a más ciudadanos con menos costo.

Cinco retos del proceso electoral mexicano 2011-2012Leonardo Valdés Zurita

El objetivo del IFE en materia del voto en el extranjero en 2012 es claro:superar los resultados obtenidos en 2006 y hacerlo de la mejor manera. Dichode manera coloquial: hacer más con menos y para el largo plazo.

Para conseguirlo, hemos simplificado los procedimientos y flexibilizado losrequisitos, a través de interpretaciones amplias y garantistas, respetando siem-pre el marco legal dispuesto por el legislador. Dos ejemplos de acciones garan-tistas implementadas son:

1. La posibilidad de votar desde el extranjero con la credencial con termina-ción 03. Este fue un acuerdo tomado por el Consejo General del Instituto, comouna medida excepcional para no limitar la participación de los ciudadanos resi-

22Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

dentes en otro país, ante la imposibilidad material de obtener o renovar lacredencial para votar fuera del territorio nac/Murillo, R. (1970), El liberalis-mo en Veracruz. México: Cultura y Ciencia Política.onal.

2. La supresión del costo del envío de la solicitud de inscripción a la ListaNominal de Electores Residentes en el Extranjero (LNERE), que en esta oca-sión, al igual que el envío del voto, y en general de todos los envíos, será cubiertopor el IFE.

Es claro que la votación extraterritorial implica mayores esfuerzosorganizativos, involucra altos costos para su instrumentación y requiere de unaelevada coordinación interinstitucional. En este sentido, para el ejercicio 2012,el IFE ha suscrito convenios de colaboración con la Secretaría de RelacionesExteriores, con el Servicio Postal Mexicano, así como con diversas institucionespúblicas y privadas que colaboran con el Instituto en la promoción y difusión deeste derecho y los mecanismos para ejercerlo.

Asimismo, la difusión intensiva a través del uso de herramientas tecnológicas,redes sociales e internet, el uso de medios alternativos que permiten focalizar los

GGGGGRÁFICARÁFICARÁFICARÁFICARÁFICA 22222Evolución de solicitudes para el ejercicio del voto desde el exterior

23

mensajes, pero sobre todo, la vinculación con organizaciones académicas, demigrantes y ciudadanos en lo individual que colaboran a través de la Red dePromotores del Voto, han sido fundamentales para acercar el mensaje del IFE.

A la fecha, los datos son alentadores. De acuerdo a las informaciones de laDERFE, al 16 de diciembre de 2011, se habían recibido 14,087 piezas postales,lo que equivale al 280% respecto de las 5,023 recibidas en el mismo periodo delproceso electoral 2005-2006.

Nuestro compromiso es continuar avanzando en el fortalecimiento de la de-mocracia ciudadana que se merece nuestra nación con la participación y el votode los ciudadanos mexicanos sin importar su ubicación geográfica o condiciónsocial.

Quinto reto: oportunidad y credibilidad de los resultados electorales

La aceptación de las reglas electorales ha permitido que el incremento de lacompetitividad de los procesos electorales se diera dentro de los cauces legales.La normalización de las condiciones para contender por el poder político haderivado en un incremento en la competitividad electoral, en la disminución delmargen de victoria entre la votación del primero y segundo lugar, y en la necesi-dad de tener información más oportuna sobre los resultados electorales.

La experiencia de 2006 demuestra que en materia de resultados la credibili-dad de la elección se ha asociado a una mayor transparencia y oportunidad en ladifusión de las cifras preliminares de la votación.

Cinco retos del proceso electoral mexicano 2011-2012Leonardo Valdés Zurita

TTTTTABLAABLAABLAABLAABLA 1 1 1 1 1Diferencia entre 1º y 2º lugar (elecciones presidenciales)

1994 2000 200622,7% 6,41% 0,58%

TTTTTABLAABLAABLAABLAABLA 2 2 2 2 2Diferencia entre 1º y 2º lugar (elección de diputados)

1991 1994 1997 2000 2003 2006 200938,05% 20,06% 12,15% 1,32% 7,59% 8,74% 8,74%

24Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Cuando las diferencias entre el primero y el segundo lugar eran amplias, noeran relevantes ni la oportunidad ni la transparencia: era evidente quién ganaría.Sin embargo, en 12 años hubo una disminución de 22 puntos porcentuales entrela votación de las dos primeras fuerzas (ver tablas ).

El fenómeno de mayor competitividad tiene repercusiones diferentes cuandose trata de elecciones legislativas y presidenciales. Es claro que en el legislativo,la representación proporcional ajusta la cantidad de escaños a la votación re-cibida; pero en el caso del Ejecutivo, no existe tal posibilidad. Esto fortalecela importancia de los procedimientos en materia de recuento, que están, pormandato de ley, bajo la coordinación de miembros del Servicio ProfesionalElectoral (SPE).

Por tal motivo, en el proceso electoral 2011-2012 se impulsan las medidasque permitan garantizar certeza y precisión en los conteos rápidos del IFE y elPrograma de Resultados Electorales Preliminares (PREP). Con apoyo de espe-cialistas en informática y estadística, el IFE desarrolla las aplicaciones que posi-biliten contar con cifras sobre la votación la noche de la jornada electoral. Paraello, se conformó un grupo de expertos para desarrollar los procedimientos es-tadísticos y logísticos a fin de que el IFE realice un conteo rápido el día de lajornada electoral, y otro comité de expertos para asesorar el PREP. En ambosgrupos la premisa es transparencia y oportunidad, por lo cual en los dos seprevé la participación de los representantes de los partidos políticos y de losconsejeros del poder legislativo que designe cada fracción parlamentaria.

Estamos conscientes de que una mayor competitividad puede provocarque se recuente la votación en múltiples secciones, y que eso podría retrasar elcómputo distrital, pero dará mayor transparencia. Tenemos la experienciade 2006 y 2009. En 2006, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de laFederación recontó 11,839 casillas, mientras que en 2009, en un plazo de 4días el IFE recontó 42 mil 620 casillas.

La ventaja de hoy frente al pasado es que se cuenta con las disposicioneslegales y normativas que posibilitan tomar esa decisión en los consejosdistritales y locales.

25

Recuento, transparencia y oportunidad serán las claves para que al concluirla jornada electoral, esa fiesta cívica se convierta en el regreso a la cotidianidady el predominio de la gobernabilidad en los meses subsecuentes. En materia deresultados, oportunidad y transparencia serán nuestra mayor contribución a lagobernabilidad.

Para cerrar este artículo quiero destacar un aspecto central del InstitutoFederal Electoral: es una institución del Estado Mexicano creada para arbi-trar la competencia electoral con imparcialidad, legalidad y certeza. Así haoperado durante más de 20 años. Los logros que ha acreditado ante la opi-nión pública y la sociedad, están a la vista de todos los mexicanos y de lacomunidad internacional. Por ello, que no quede duda, el IFE resolverá conéxito los cinco retos que he señalado y pasarán a formar parte de las expe-riencias de éxito del Instituto.

Cinco retos del proceso electoral mexicano 2011-2012Leonardo Valdés Zurita

26Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

27

De la transiciónjurídica a la transiciónpolítica

José Woldenberg

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

AAAAANÁLIS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS IS

28Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

México ha sido escenario de un reacomodo histórico que ha operado en distin-tos planos y a diversas velocidades, lo que ha constituido una verdadera transi-ción a la democracia, con lo que se asume que ésta ocurre en cambios gradualesy sucesivos. Una pieza clave de dicha transición ha sido la modificación delmarco jurídico que diera vida a una instancia organizativa y reguladora que ga-rantizara el voto, así como otra encargada del aspecto contencioso, integrada alpoder judicial. El edificio jurídico que da marco a los procesos electorales enMéxico constituye un factor clave de la transición legal a la transición política enel camino a la democracia.

ResumenResumenResumenResumenResumen

* Este texto recoge las palabras pronunciadas por el autor en la presentación de un conjunto delibros denominado “Una bibliografía para la transición jurídica”, originalmente publicado en elBoletín Mexicano de Derecho Comparado, en mayo de 2000. Se reproduce con autorización delautor.

29

Guillermo O’Donnell, Philippe Schmitter, Samuel P. Huntington o Albert O.Hirschman, por señalar sólo algunos, al hablar de “transición democrática” en-tienden, normalmente, varias cosas: en primer lugar un cambio paulatino, distintoal cambio que sobreviene por obra de una “revolución”; en segundo lugar uncambio negociado, es decir, gobernado o encauzado por acuerdos entre partesen conflicto, y en tercer lugar, a su vez, una negociación centrada en “las reglasdel juego”, en las modalidades que rigen o regirán su convivencia presente yfutura.

La transición, más allá de las muchas y variadas características que los dife-rentes autores le han atribuido, significa un esfuerzo político por instalar institu-ciones democráticas y hacerlas funcionar en contextos que las desconocían oque las habían abandonado.

El esfuerzo no se traduce generalmente en cambios bruscos y radicales, sinoen transformaciones actuadas en distintas velocidades, según sea el escenariopolítico y social en el que se presentan. Las transiciones se operan normalmentea través de cambios graduales y sucesivos.

La exigencia de un cambio democrático aparece con toda fuerza una vez queel pluralismo social se consolida. La existencia de múltiples intereses, visiones oformas de concebir los problemas de un país, se vuelve incompatible con unsistema político monocolor. Una sociedad compleja, como lo advertía hace muchoLijphart, “necesita” a la democracia. La democracia no es un proyecto de ilumi-nados, ni un tipo ideal académico, ni el programa de algún líder o de un solopartido: la democracia es una necesidad de la convivencia en sociedades com-plejas y plurales.

Eso supone un acomodo histórico: remover formas, instituciones, costum-bres, prácticas y culturas para instalar y poner en marcha otras. Y esto es lo queha ocurrido en México en las últimas dos décadas.

Es preciso reconocer el cambio político que ha ocurrido en nuestro país,reconocer que estamos embarcados en una transición histórica, de grandes di-

De la transición jurídica a la transición políticaJosé Woldenberg

La política y la doctrina jurídica contemporáneas han entendido común-mente por “transición democrática” la “salida” de un régimen autorita-rio hacia otro democrático. Los autores de referencia obligada, como

30Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

mensiones, y que necesitamos ajustar las visiones y las previsiones a una nuevarealidad social y política que aparece y se despliega ante nuestros ojos.

Hay que repetirlo: México está viviendo un enorme cambio político. Gobier-no, partidos, sociedad organizada y opinión pública llevan varios años inmersosen ese proceso de transición democrática. Es un tiempo lo suficientemente largo–quizá veinte años– como para constituir en sí mismo un periodo histórico.

El tema de fondo es la profunda transformación de una sociedad que semodificó bajo el molde de un sistema político que no cambiaba con la mismarapidez: una vasta modernización económica, social y cultural que no tuvo en elinicio, y como contraparte, una modernización política. De modo que la tareamexicana de los últimos años, sobre todo de los años noventa, fue la de ajustarlas instituciones, las leyes y las prácticas políticas a la verdadera modernidadsocial. Nuestro país cambió, paulatina pero profundamente.

Frente a otras experiencias democratizadoras, como los casos latinoameri-canos, asiáticos o de Europa del este, la situación mexicana tuvo la ventaja decontar con un marco republicano y constitucional que está vigente desde hacemucho tiempo, desde 1917 y aun antes. La pieza faltante en la maquinaria delsistema representativo era la pieza electoral: su organización, su marco jurídico,su institución reguladora. Dicha pieza debía cumplir dos funciones: por un lado,desterrar las prácticas fraudulentas que inutilizaban o distorsionaban el voto delos ciudadanos; por otro, permitir emerger sin cortapisas, sin restricciones artifi-ciales, a la verdadera pluralidad política de la nación.

La presencia de partidos en plural, competitivos, con arraigo nacional, es así,en buena medida, un acicate y una creación de la transición misma. Hoy Méxicocuenta con partidos nacionales fuertes que se expanden y que expresan diferen-tes visiones y sensibilidades acerca de la realidad del país. La pluralidad es unhecho que constatamos todos los días, en todas las regiones y en todas lasesferas de la vida nacional: en el Estado nacional, en la opinión pública y aun enla familia.

El voto expresa cada vez más esa diferenciación de sensibilidades y raciona-lidades. Vivimos una multiplicación de actores políticos, de intereses, de pro-

31

yectos, y esa multiplicación, por fortuna, está encontrando un cauce civilizado,está encontrando en las elecciones un camino abierto y transitable.

Lo electoral fue el gran tema del debate político. El resultado fue la creaciónde instituciones totalmente nuevas, como el Instituto Federal Electoral, encarga-do de la ejecución y administración profesional de las elecciones federales enMéxico, y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

La reforma de 1996 culminó con un edificio jurídico muy amplio, complejo,funcional y, sobre todo, productor de innumerables elementos de certeza. Apartir de 1996 el Tribunal encargado de dirimir las controversias legales sufrióimportantes modificaciones, expresión innegable de la transición jurídica –yello está recogido en el tomo Justicia electoral en el umbral del siglo XXI,fruto del III Congreso Internacional de Derecho que organizaron el Institutode Investigaciones Jurídicas, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de laFederación y el IFE–.

La iniciativa y las propuestas de los magistrados que lo componen ya nocorre a cargo del presidente de la República, sino que fueron votados en laCámara de Senadores a propuesta de la Suprema Corte de Justicia de la Na-ción; fue instaurado el control de constitucionalidad para que todas las leyeselectorales del país quedaran ceñidas a los principios y los objetivos que

De la transición jurídica a la transición políticaJosé Woldenberg

32Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

enumera la carta magna. Fue reforzado también el control de legalidad; esdecir, los actos de la autoridad administrativa pueden ser corregidos por elTribunal en caso de duda o impugnación de alguno de los partidos, agrupa-ciones o ciudadanos.

Por otro lado, el Tribunal ya no estuvo limitado a atender los problemas deíndole federal, sino que pudo ser recurrido por causa de conflictos locales;se trató de extender, sin cortapisas, el control de constitucionalidad a los actosde todas las autoridades electorales estatales, sin excepción. La calificación pre-sidencial es plenamente jurisdiccional. Y finalmente, la ley agregó nuevosprocedimientos de defensa, nuevas vías legales para encauzar los reclamos po-lítico-electorales tanto para los ciudadanos como para los partidos políticos.

La propia competencia electoral, las disputas entre los partidos, las eleccio-nes cada vez más cerradas, los cada vez más agudos litigios poselectorales,revelaron con claridad la necesidad de remozar y establecer en definitiva unamplio, nacional, sistema de justicia electoral.

El edificio jurídico electoral de México no sólo extendió como nunca an-tes las facultades y el poder de la institución encargada del contencioso y lajusticia electoral, sino que también decidió dar un giro radical, incorporán-dola al Poder Judicial, ampliando sus capacidades y sus posibilidades comoinstitución de última instancia, garante de la legalidad. Lo que tenemos hoyes la obra más completa y también la más drástica, porque rompió con unatradición de casi dos siglos que optaba por sustraer al Poder Judicial de losasuntos electorales y que prefería una calificación política a una calificaciónrigurosamente jurídica.

Pero quizás eso no sea lo más importante. Hay otro elemento, menos visible,pero igualmente virtuoso en la reforma jurídica de 1996: su oportunidad.

Los últimos cinco años han sido los años de la democratización mexicana ensu fase más intensa. Ha sido el momento de despegue de la competencia ydisputa electoral: a partir de 1994 se ha expandido la presencia local y nacionalde los partidos políticos en plural; en una magnitud nunca antes vista haquedado de manifiesto un conjunto de realidades locales que habían evolucio-nado en forma muy diferenciada. Se ha puesto de relieve el nuevo papel que

33

juegan las elecciones locales y se ha consolidado el poder de los partidos a lolargo y ancho de todo el sistema político: en el Congreso de la Unión, en losgobiernos locales y en las legislaturas estatales.

Los viejos mecanismos que resolvían, o disolvían, los diferendos electoralesserían absolutamente incapaces de asimilar y encauzar esta nueva, amplificada,vida pluralista. En un mundo con clara mayoría en los órganos de representacióny en el órgano calificador de las elecciones, esos mecanismos solían ser funcio-nales y podían absorber los conflictos. Pero en un mundo con órganos divididos,esos mismos mecanismos estarían condenados al fracaso. Es decir: la reforma alas instituciones encargadas del contencioso electoral en 1996 llegó a tiempo.

El ejemplo más elocuente es, por supuesto, el del Colegio Electoral, esto es,la calificación de la elección presidencial en la Cámara de Diputados. Este me-canismo ya de por sí resultaba conflictivo y disruptivo. Pero con la permanenciade una mayoría electoral pudo, no obstante, resolver las difíciles calificaciones alos cargos de diputados y presidente que se le presentaron.

Sin embargo, el México de fin de siglo ya no es el reino de un tronco mayo-ritario, sino el de mayorías relativas. Ése es el desafío mayor de la política plura-lista mexicana, y tiene un correlato natural, de imprevisibles consecuencias, en elcaso de que la calificación siguiera corriendo a cargo de esos congresos, ahorasin mayorías absolutas previsibles.

De ahí la oportunidad de la reforma. Sustraer la calificación presidencial decuerpos políticamente divididos fue un acierto, una verdadera anticipación, unancla legal, en las elecciones de 1997, en las venideras, las del año 2000 y lasque ocurrirán después. De ahí también la centralidad del Tribunal Electoral delPoder Judicial de la Federación.

Los partidos, las agrupaciones y los ciudadanos tienen la posibilidad de recu-rrir al Tribunal para corregir un dictamen, una decisión de la autoridad electoral.De tal suerte que los actores políticos, para defender sus derechos, se ven obli-gados a echar mano de los argumentos jurídicos, de las rutinas procedimentales,de las armas de la ley, y ya no sólo de la descalificación o la movilización.

Esto ha venido ajustando las conductas, ha abierto una ruta para el aprendi-zaje democrático de todos los actores. Ha inyectado certeza, porque la materia

De la transición jurídica a la transición políticaJosé Woldenberg

34Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

que dio origen al litigio específico se delibera en múltiples espacios, se le exami-na en todas sus aristas, se argumenta y se contraargumenta, genera amplias dis-cusiones públicas y cuenta con la última palabra -especializada– del TribunalElectoral.

Por la existencia de este mecanismo, el IFE no es omnipotente, y puede sercorregido. En varias ocasiones el Tribunal ha enmendado algunas decisiones delConsejo General; un partido cuyas argumentaciones habían sido derrotadas enlos circuitos internos del IFE, recurre, argumenta y puede demostrar el errorante el Tribunal. En otras muchas ocasiones el Tribunal confirma las iniciativasdel IFE. Otras, merecen sólo una enmienda. Es decir: las decisiones de la auto-ridad administrativa están sujetas a un juego de pesos y contrapesos que multi-plica la certidumbre y la protección de derechos de todos.

* N. del Ed: José Woldenberg se ocupa en este apartado de la colección de libros denomina-da “Bibliografía para la transición jurídica”, el cual apareció originalmente como parte deltexto que en este volumen se denomina “De la transición jurídica a la transición política”y que ahora se publica por separado para dar claridad a la lectura y destacar la vigencia dela reflexión realizada por el autor en el artículo principal.

Bibliografía para la transición jurídica*

José Woldenberg

Los libros que conforman la colección denominada “Bibliografía para latransición jurídica” abarcan muchos y variados aspectos de los cambioslegales que han acompañado a nuestra transición. La Memoria del II Con-greso Internacional de Derecho Electoral que se articula en cuatrotomos: Democracia y representación en el umbral del siglo XXI;Administración y financiamiento de las elecciones en el umbral delsiglo XXI; Justicia electoral en el umbral del siglo XXI; y Ética y dere-cho electoral en el umbral del siglo XXI, recoge los muchos trabajos quefueron presentados en dicho acto realizado en marzo de 1998, en Cancún,

35

Esa claridad en los procedimientos, esa separación de competencias, esaalternativa legal con la que cuentan los partidos, es parte esencial del edificiodemocrático.

El segundo aspecto: la jurisdicción que este Tribunal adquirió en los proce-sos electorales locales es una garantía crucial. Con esta nueva atribución esposible corregir y adecuar las decisiones de las autoridades locales a los princi-pios y al cuerpo coherente de la Constitución y de la ley.

Puedo decirlo incluso de una manera personal. El aprendizaje que he adqui-rido en este complejo sistema de equilibrios, de los diversos episodios deinteracción, deliberación e intercambio con el Tribunal, es este: la autoridad elec-toral no debe buscar ni puede encontrar victorias políticas; por el contrario,debe aspirar a obtener solo, victorias legales, triunfos del derecho.

De la transición jurídica a la transición políticaJosé Woldenberg

Quintana Roo, en el cual, muchos de los más destacados especialistas anivel internacional abordaron los más diversos aspectos de la materiaelectoral.

Hay que destacar, por supuesto, el texto del maestro español ManuelArango Reyes, un alegato brillante contra algunas tesis de moda y en el queexplica la necesidad, las dimensiones y las implicaciones de la democraciarepresentativa.

El tema de las transiciones políticas es abordado en el libro de JoséMaría Serna de la Garza, La reforma del Estado en América Latina: loscasos de Brasil, Argentina y México, y en el trabajo colectivo coordinadopor los doctores María del Refugio González y Sergio López Ayllón, Tran-siciones y diseños institucionales. En el primero, el autor retoma el méto-do comparativo que ha caracterizado a muchos de los trabajos enfocados alas transiciones políticas, y analiza desde la perspectiva político-constitucio-nal tres de los casos más emblemáticos de transiciones en América Latina.En el segundo texto los varios trabajos contenidos analizan el tema de latransición desde su punto de vista conceptual, histórico, comparativo, cons-titucional y en relación con las perspectivas que enfrenta el Estado nacionaldesde la globalización y de la legitimidad .

36Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

La suma de ambas instituciones, del IFE y del Tribunal Electoral, brinda uncúmulo de garantías, aseguran la certeza jurídica y la confianza política en cadafase del desarrollo electoral.

Este es sólo un ejemplo: el cambio político ha tenido traducción en múltiplescambios legales, y ha generado una renovada y vigorosa vida política que serefleja en la gran movilidad que presenta la participación institucionalizada de losciudadanos. Hoy, además de tener un escenario en el que aparecen muchosnuevos partidos (actualmente existen once partidos políticos con registro), lapluralidad política del país encuentra en más de cuarenta agrupaciones políticasuna vía de expresión inusitada hace apenas algunos años.

De la misma manera, en el pasado era impensable la diversidad y el equilibrioentre los diversos actores que caracteriza nuestra representación nacional. A

Al tema del cambio constitucional está dedicado el texto colectivo Ha-cia una nueva constitucionalidad, fruto de un seminario del mismo títuloorganizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas en febrero de 1999.En esta obra los muchos autores reflexionan en torno a la necesidad o no dereformar nuestro texto constitucional a la luz de los cambios que ha sufridoel país en los últimos años.

Destacan entre las publicaciones, los dos primeros números de Cues-tiones Constitucionales, publicación semestral que desde 1999 se ha con-vertido en uno de los principales referentes de los estudiosos del derechoconstitucional.

En el contexto de los equilibrios constitucionales se inscriben dos intere-santes trabajos: Mecanismos constitucionales para el control del poderpolítico, de la doctora Carla Huerta Ochoa, y El control del poder, deDiego Valadés. La primera de estas obras aborda el tema del control queejercen los poderes del Estado entre sí desde un punto de vista de teoríaconstitucional, mientras que el segundo de estos trabajos analiza este tematanto desde su perspectiva constitucional como política. Destaca en la obra deldoctor Valadés el análisis realizado del “control como proceso” desde superspectiva comparada de los casos de España, Estados Unidos y México.

37De la transición jurídica a la transición política

José Woldenberg

partir de 1997, como ya lo ha dicho el diputado Paoli1, en la Cámara de Diputa-dos es imposible la conformación de una mayoría parlamentaria sin la colabora-ción de al menos dos de los partidos representados en dicho órgano. Y es que lamecánica del cambio es precisamente esta: la presencia cada vez mayor de unadiversidad de partidos políticos empuja cambios en la legislación electoral, locual genera escenarios de mayor competitividad, colocando a los partidos encondiciones cada vez mejores en la arena política y en el edificio del Estado, loque los lleva a nuevas exigencias y a la introducción de nuevos cambios.

La centralidad que ocupó el aspecto electoral es comprensible y justificablesi tomamos en cuenta el enorme rezago que acusábamos en esta materia; suelo

1 Francisco José Paoli Bolio. Diputado federal en la LVII Legislatura (1997-1999).

En un contexto más genérico se inscribe La ciencia del derechodurante el siglo XX, obra que compila los trabajos de reconocidos acadé-micos de talla internacional que analizan de manera específica las caracte-rísticas de las varias áreas del derecho en el siglo XX y sus previsiones parael futuro.

Por último, el tomo El derecho de Estados Unidos en torno al comer-cio y la inversión, fruto de la colaboración entre el Instituto de Inves-tigaciones Jurídicas y el National Law Center for Inter-American FreeTrade, representa un importante testimonio del análisis conjunto de dossistemas jurídicos que, en el ámbito comercial, y dados los retos de la globa-lización, cada día interactúan con mayor intensidad.

En resumen, este conjunto de textos representa una parte muy impor-tante del bagaje académico necesario para comprender nuestra cambianterealidad y para fijar, de alguna manera, el rumbo deseado. Esos aspec-tos son, como hemos visto, múltiples. Todos ellos son, sin duda, textosmuy relevantes para comprender, desde un punto de vista prevalente-mente jurídico, lo que hemos llegado a ser, el cambio y el lugar al quehemos arribado.

38Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

decir que no partíamos de cero sino de menos diez. Sin embargo, este enormeacento en lo electoral oscureció, por mucho tiempo, otros temas importantesque deben colocarse en los primeros lugares de la agenda política, precisamenteen virtud de que el litigio en torno a la legislación electoral empieza a solucionarse:el papel revitalizado del Congreso, el proceso legislativo, los mecanismos cons-titucionales para el control político entre los diversos poderes, la gobernabilidaddemocrática, la justicia, entre otros. Asuntos todos que en el contexto de otrastransiciones habrían tenido desde el principio una indiscutible prioridad.

No obstante, todos esos cambios que ha traído la transición se han plasmadoinvariablemente en reformas legales. Por eso, en el estudio de la transición esnecesaria una atención particular a los cambios jurídicos: las transiciones políti-cas implícitamente implican, transiciones jurídicas.

Es indispensable acompañar el proceso de cambio político con estudios quepermitan comprender y orientar el rumbo de ese cambio. El estudio de nuestratransición no es algo de lo que hayamos carecido en nuestro país, pero esostrabajos nunca serán exhaustivos, de una vez por todas mientras nuevos cam-bios y nuevos temas sean planteados en nuestro proceso de reforma política. Espor ello que siempre serán necesarios, además de bienvenidos, trabajos quenos ayuden a comprender los sinos de nuestra transformación.

39

Naturaleza de lospartidos políticos*

Francisco José Paoli Bolio

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

AAAAANÁLIS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS IS

40Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ResumenResumenResumenResumenResumenDesde 1977, en México, los partidos políticos están definidos como entidadesde interés público. En la actualidad, dicha definición ha sido rebasada. A dife-rencia de otras organizaciones, los partidos políticos forman parte, tanto dela sociedad civil, por la forma en que se constituyen, como del Estado, por lanaturaleza de los recursos públicos en los que se basa sus sostenimiento y porsus atribuciones y responsabilidades. Con base en el análisis de lo público y loparticular en los partidos políticos, en este artículo se propone que se definancomo órganos auxiliares del Estado para promover la participación ciudadanaen la vida democrática, en las decisiones públicas, en la integración de la repre-sentación nacional y en la formación del poder público.

Este artículo forma parte del libro Elecciones 2012: en busca de equidad y legalidad coordinadopor John Ackermam y publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Sereproduce con autorización de su autor.

*

41

consideran que son organismos públicos, parte del Estado, y, finalmente, hayquienes piensan que tienen naturaleza mixta, porque cumplen funciones priva-das, sociales y públicas.

Tengo la impresión de que los PP pueden ser clasificados en cualquiera de lostres tipos, dependiendo de la caracterización política y jurídica que se hace encada país. Si se revisan las condiciones en que surgen y se regulan los PP, pue-den ser clasificados como organismos privados, sociales o públicos atendiendolas características que adoptan en función de las atribuciones y fines que lalegislación y la práctica política les otorga. Porque como sostiene ManuelMartínez Sospedra: “Los partidos no se mueven en el vacío. Antes bien, sehallan insertos en la sociedad civil, que les sustenta, y compiten entre sí por elapoyo de esa misma sociedad civil, tanto en su actuación cotidiana como, muyespecialmente, con ocasión de los periodos electorales”.1

Para empezar este análisis, repaso algunas concepciones de los partidos,desde la perspectiva sociológica y política general, sin considerar el marcojurídico, ya que en su origen los partidos no fueron formalmente regulados.Estas definiciones iniciales se hacen en el marco de un sistema democrático,

Edmund Burke (1770) ofrece el siguiente concepto: “Un partido político esun grupo de hombres unidos para fomentar, mediante acciones conjuntas, elinterés nacional, sobre la base de algún principio determinado en el que todosestán de acuerdo”.2

Introducción a los partidos políticos. Barcelona: Ariel; 1996, p. 115. En ella no caben los partidosúnicos de los regímenes totalitarios. En este caso, los PP son claramente organismos del Estado.Las definiciones nos ayudan a penetrar en el conocimiento de la naturaleza de los PP y sutransformación en distintas etapas históricas.Textos políticos, México, Fondo de Cultura Económica, 1942, p. 289.

1

2

Naturaleza de los partidos políticosFrancisco José Paoli Bolio

I. Introducción. Algunas definiciones

Una discusión fundamental en la teoría política contemporánea es la dela naturaleza de los partidos políticos (PP). Algunos teóricos sostie-nen que son organizaciones privadas, de las llamadas voluntarias; otros

42Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Se trata de una definición temprana, que se ubica en el tiempo en que los PPestán naciendo y son rechazados por sus posiciones sectarias y parciales. Burkesupera ese prejuicio sobre los partidos, definiéndolos como defensores del inte-rés nacional. Para Maurice Duverger:

los partidos actuales se definen mucho menos por su programa o por laclase de sus miembros que por la naturaleza de su organización: un partidoes una comunidad con una estructura particular.3

Se trata de una definición de un autor del siglo XX que tiene el propósito deestudiar a los PP europeos que ya tienen una estructura, una caracterizaciónideológica y una forma de operación.

Una definición más reciente la encontramos en el Handbook of Party Politics:Grupos autónomos de ciudadanos que tienen como fin hacer nominacionesde candidatos y contender en procesos electorales con la expectativa deganar posiciones públicas de poder en las estructuras del Estado, y dirigirdesde ellas las instituciones públicas.4

Este tipo de definiciones se dan en un esquema que supone una regulaciónjurídica y la existencia de instituciones políticas contemporáneas. El concepto esobjetado por reduccionista, en vista de que los define como organismos hechospara competir en las elecciones, cuando se encuentran experiencias de PP queno tienen como propósito principal el concurso electoral, sino para lograr elreconocimiento al pluralismo, la tolerancia y lograr mejores niveles de vida. Tales el caso de los partidos verdes que quieren lograr un ambiente limpio, noviolencia y la preservación de la biodiversidad, aunque no pretendan conquistarposiciones amplias de poder. Los partidos verdes frecuentemente se vinculan ocoligan con partidos mayores para lograr sus propósitos ambientales y ecológi-cos. Estas últimas apreciaciones nos ubican en un panorama actual en el que lasociedad civil organizada y plural tiene una presencia notable.

Los partidos políticos, México, Fondo de Cultura Económica, 1960, p. 11. Es una noción quetiene como referente principal la organización y no la ideología.Editado por Richard S. Katz & William Crotty, específicamente tomado del artículo “What is apolitical party”, de John Kenneth White, quien cita la definición del politólogo Robert Huckshorn,Sage Publications, London, 2006, p. 5. La traducción de esa definición es mía (FP).

3

4

43

II. Los partidos en México en distintas etapas

Paso ahora a revisar la naturaleza de los partidos en México, a la luz de lasnormas jurídicas que los definen, además de considerar sus características des-de una perspectiva sociológica y política.

A partir de 1977 los partidos se constitucionalizan y definen en el artículo 41de la Constitución Política como “entidades de interés público”. Los argumentosde la Exposición de Motivos que el presidente José López Portillo esgrimió parafundamentar la definición de los partidos como entidades de interés público fue-ron los siguientes: se les asignan en la reforma constitucional de 1977, los dere-chos de acceso a medios de comunicación, financiamiento para apoyarlos en suvida cotidiana, en las campañas electorales y la capacidad para intervenir en laselecciones estatales y municipales.5

El presidente López Portillo dijo en aquella exposición de motivos algo quees conveniente repasar ahora, para la redefinición que propongo inscribir enla Constitución sobre la naturaleza de los partidos políticos:

Imbricados en la estructura del Estado como cuerpos intermedios de lasociedad que coadyuvan a integrar la representación nacional y la forma-ción del poder público, el Ejecutivo Federal a mi cargo estima convenienteadicionar el artículo 41 para que en ese precepto quede fijada la naturalezade los partidos políticos y el papel decisivo que desempeñan en el presentey en el futuro de nuestro desarrollo institucional...

El artículo 41 de la Constitución se ha reformado cinco veces desde 1977, enque se introdujo en él la definición de los partidos, dotándolos de nuevas atribu-ciones y, sobre todo, en la última década, de un subsidio mayúsculo. La segundareforma fue hecha en 1990, estableciéndose que las elecciones constituyen unafunción estatal ejercida por los poderes de la Unión, con la participación de lospartidos políticos y de los ciudadanos; también se definen los principios funda-

López Portillo –en realidad, don Jesús Reyes Heroles, secretario de Gobernación, que preparóese documento– argumentó en la exposición de motivos de la reforma al artículo 41 constitucionalen 1976: “El carácter de interés público... hace necesario conferir al Estado la obligación deasegurar las condiciones para su desarrollo y de propiciar y suministrar el mínimo de elementosque éstos requieran en su acción destinada a recabar la adhesión ciudadana”.

5

Naturaleza de los partidos políticosFrancisco José Paoli Bolio

44Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

mentales que deberán observarse en la conducción de las elecciones: certeza,legalidad, imparcialidad, objetividad y profesionalismo. Es en la segunda refor-ma que se menciona por primera vez el servicio profesional electoral y se crea elorganismo que sustituye a la Comisión Federal Electoral, el sistema de mediosde impugnación y un tribunal electoral, al que se llama autónomo, pero que sedeja en la esfera del Poder Ejecutivo. También se establece que las sesiones detodos los organismos electorales colegiados serán públicas.

La tercera refor- ma se lleva a cabodurante el periodo del presidente CarlosSalinas de Gortari en 1993. En ella se dis-pone que la ley regla- mentaria establecerálas reglas para el fi- nanciamiento de lospartidos políticos y sus campañas electo-rales; al tribunal autó- nomo se le da el nom-bre de Tribunal Fede- ral Electoral, y se leatribuye la máxima autoridad jurisdiccio-nal en materia elec- toral.

La cuarta reforma se realiza también enel periodo de Salinas de Gortari en 1994.En ella se habla por primera vez de que laorganización de las elecciones es una función estatal, que debe realizarse através de un organismo público autónomo, dotado de personalidad jurídica ypatrimonio propio, en cuya integración concurren los poderes Ejecutivo y Legis-lativo de la Unión, con la participación de los partidos políticos y de los ciudada-nos, según lo disponga la ley. Se introduce aquí la participación de dos poderesdel Estado, y no sólo del Ejecutivo como se venía haciendo en disposicionesanteriores. A los principios mencionados en la reforma del año anterior se agregael de independencia del organismo público, prescribiéndose que tendrá un des-empeño autónomo en sus decisiones, y que su órgano superior se integrará porconsejeras y consejeros ciudadanos nombrados por los poderes Ejecutivo yLegislativo y por representantes nombrados por los partidos políticos.

La última reforma del artículo 41 es la de 2007; en ella se refuerza nota-blemente la participación de los partidos políticos e inclina la caracterización de

45

ellos como órganos del Estado, a pesar de que repite la definición de los parti-dos como entidades de interés público. Esta última reforma agrega que la leydeterminará las formas específicas que tendrá la intervención de los partidos enel proceso electoral. También prohíbe expresamente la intervención de organi-zaciones gremiales en la creación de partidos políticos y cualquier forma deafiliación corporativa en ellos. Prescribe de manera disimulada la autorizaciónque deberá hacer la ley para que las autoridades electorales intervengan en losasuntos internos de los partidos. Esta reforma sostiene a nivel constitucional queprevalecerán los recursos públicos sobre los privados. Esa última disposición yaestaba prevista en la ley, pero al convertirse en norma constitucional, hace quelos partidos políticos –lo diré con una expresión cuantitativa– sean más Estadoque sociedad civil. Otro elemento de esta reforma que agrega argumentos paraconsiderarlos como órganos del Estado, es que en la liquidación de los partidosque pierden su registro, los remanentes se adjudican a la Federación. LaConstitución, en su artículo 63, señala que los PP pueden incurrir en responsabi-lidad, como ocurre con otras entidades públicas.6 Finalmente, un factor muyimportante de esta reforma para reconsiderar la naturaleza de los partidos, es laadjudicación de la mitad del tiempo de Estado en la radio y la televisión.7

III. Propuesta de nueva definición de los partidos políticos

Después de la última reforma del artículo 41 constitucional, me parece muyclaro que la caracterización de los partidos como entidades de interés públicono se sostiene por insuficiente. Me explico un poco más. Existen muchas entida-des de interés público que se encuentran ubicadas en el ámbito de lo privado; se

Este artículo fue adicionado inicialmente en junio de 1963 y después modificado en octubre de1986. Se trata de una hipótesis muy pobre de responsabilidad, que se refiere a la ausencia de losrepresentantes populares propuestos por los PP que no se presentan a tomar posesión de suscargos, como ocurrió con algunos diputados panistas. La responsabilidad tendría que ser amplia-da al uso indebido de recursos o propaganda política que los partidos promueven indebidamenteen los medios de información masiva.Esta participación garantizada a los partidos en los tiempos de Estado de la radio y la televisiónse hace en la Constitución incorrectamente en términos reglamentarios, mencionando los minutoscon que deberán contar para sus precampañas internas y en las campañas electorales. Las normasconstitucionales, como es sabido, deben ser redactadas en términos muy generales; las disposi-ciones más específicas deben incorporarse en las leyes, y las más detalladas en los reglamentos.

6

7

Naturaleza de los partidos políticosFrancisco José Paoli Bolio

46Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

trata de organizaciones que buscan bienes públicos, como el medio ambientelimpio, la igualdad de género, combate a enfermedades graves, como el sida, yotras de ese tipo. Estas organizaciones, objetos sociales que contrastan notable-mente con las estatales, que tienen los partidos, como responsables de integrarla representación nacional, la disposición de muy amplio financiamiento públicoque proviene de ingresos estatales (impuestos, derechos, productos y aprove-chamientos), utilización de tiempos del Estado en los medios de información(radio y televisión) y responsabilidades semejantes a las que se establecen paraservidores públicos.

No sugiero que los partidos deban ser definidos lisa y llanamente como órga-nos del Estado, como lo hacen algunos teóricos que incluso han llegado a elabo-rar el concepto de “Estado de partidos”. No hay duda de que el Partido Comu-nista en la Unión Soviética, como consta en la Constitución de esa Repúblicadesaparecida, era un órgano del Estado. Y en la práctica política de nuestropaís, cuando se configuró y operó el llamado Partido de Estado, fue sin dudauna parte integrante del mismo en la Constitución real, que no en la formal. Sinembargo, superada la etapa autoritaria y desmontado en gran medida el Partidode Estado, no puede definirse a los partidos como órganos del Estado, del mis-mo modo que lo son los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero sí pue-den ser definidos en un terreno que está más próximo al de los órganos constitu-cionales autónomos, que se regirían por una ley específica (el Cofipe), porquetienen personalidad jurídica y patrimonio propio garantizado por los subsidiosque se hacen con recursos públicos, en dinero y en otras prerrogativas estatalesde gran significación, como el tiempo del Estado en radio y televisión.

Los PP no formarían parte de la administración pública centralizada, sinodescentralizada, como se expone adelante.

Coincido con José Woldenberg, cuando dice que los partidos “son partede la sociedad civil y vínculo y expresión de y con la sociedad políti-ca”.8 Sostiene también Woldenberg que los partidos políticos son articula-dores modernos de muchas relaciones cruciales dentro del Estado y dentro

Ponencia en el libro Partidos políticos y sociedad civil, México, Centro de Estudios para laReforma del Estado, A. C, 1995, p. 103.

8

47

de la sociedad civil. Y estas funciones que realizan los partidos son de unanaturaleza distinta de la que tienen entidades de interés de muchas personasen una sociedad, que eso es el interés público, porque lo son de interés parala sociedad en su conjunto y para el Estado. Los partidos están a caballoentre la sociedad civil y el Estado y, por tanto, pueden ser definidos comoórganos híbridos que realizan tanto funciones como instituciones estatalescomo otras que más bien se ubican en la sociedad civil.

A esta altura de la exposición hay que tener en cuenta que Estado y sociedadcivil están claramente en relación, y una parte importante de esa relación la cons-truyen los partidos. Aquí resulta muy reveladora la expresión de la exposición demotivos de López Portillo-Reyes Heroles antes citada, que se refiere a que lospartidos están “imbricados en la estructura del Estado”.9

Considero que la definición de los partidos como entidades de interés públi-co no es adecuada, porque la acción, las prerrogativas y derechos de lospartidos para “promover la participación del pueblo en la vida democrática,contribuir a la integración de la representación nacional, y como organizacionesde ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder públi-co...” rebasa con mucho el de una entidad de interés público. Si uno busca quéorganizaciones sociales caben en el concepto de interés público, va a encontrarcientos de agrupaciones que pretenden reivindicar derechos o impulsar bienespúblicos, como la salud, la educación, el ambiente limpio, la igualdad de género,y muchas otras. Y así se puede constatar que, por las funciones estatales queejercen, los partidos ya están más allá de las organizaciones mencionadas, quelo son exclusivamente de la sociedad civil: se trata de organismos cuyas funcio-nes, recursos y financiamiento es fundamentalmente estatal.

La reforma que propongo es la redefinición de la naturaleza de los partidospolíticos, para considerarlos ya no como entidades de interés público, sino dederecho público. Se trata de una nueva valoración jurídico-política de los parti-dos, a la luz de las nuevas reglas y de la pronunciada influencia de lo públicosobre lo privado, en términos de Norberto Bobbio.10

“Imbricar”, dice el Diccionario de la lengua española, es “Disponer una serie de cosas iguales demanera que queden superpuestas parcialmente, como las escamas de los peces”.Estado, gobierno y sociedad, Barcelona, Plaza y Janés, 1987.

9

10

Naturaleza de los partidos políticosFrancisco José Paoli Bolio

48Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Este autor dice al respecto que la primacía de lo público sobre lo privado“...significa el aumento de la intervención estatal para regular en forma coactivael comportamiento de los individuos o de los grupos subestatales”.11

Esta expresión de Bobbio, “subestatales”, es muy indicativa, y puede servirpara advertir la actual naturaleza de los PP. En la legislación mexicana se desta-can figuras como la de las entidades “paraestatales”12, es otra que se usa ennuestro sistema jurídico mexicano. La Ley Federal de las Entidades Paraestata-les define a éstas como parte de la administración pública, la cual, a su vez, sedivide en dos ámbitos: el centralizado y el descentralizado; este último es el delas entidades paraestatales, y en él se podría incluir a los PP.13

Se trata de inscribir y normar a los PP en el ámbito del derecho público.Establecer la primacía de lo público sobre lo privado, no sólo en lo que atañe alfinanciamiento, sino en todas las atribuciones y responsabilidades de los parti-dos. La nueva definición de la naturaleza de los PP es una necesidad para obli-garlos a tener un comportamiento democrático en su vida interior, en la toma desus decisiones, en la elección de sus dirigencias y autoridades internas, y paraque operen con transparencia y rindan cuentas, como lo hacen las diversas enti-dades estatales. Como resultado de esta nueva caracterización y responsabiliza-ción de los PP, se busca también rescatarlos del hoyo profundo de burocratización,corrupción, opacidad e impunidad en que han caído.

Como propuesta derivada de esta argumentación, sugiero que la definiciónde los partidos sea la de órganos auxiliares del Estado para promover la partici-pación ciudadana en la vida democrática, en las decisiones públicas, en la inte-gración de la representación nacional y en la formación del poder público.

Op. cit, p. 25.La Ley Orgánica de la Administración Pública Federal establece en su artículo lo. que la admi-nistración pública se divide en centralizada y “paraestatal”, y esta última incluye a los organis-mos descentralizados, empresas de participación estatal, instituciones nacionales de crédito,instituciones auxiliares nacionales de crédito (que tienen su ley propia) y las instituciones deseguros y de fianzas y aun los fideicomisos. Los PP, dadas sus atribuciones, sus responsabili-dades y su financiamiento, podrían ser mencionadas en él, aunque se diga que se regirán por elCofipe y, en caso de establecerse, por la Ley de Partidos.El artículo tercero de dicha Ley señala que “las universidades y demás instituciones de educa-ción superior... se regirán por sus leyes específicas”.

1112

13

49

El cambio de definición a nivel constitucional puede facilitar el que los parti-dos se democraticen, transparenten sus recursos, rindan cuentas y sobre todo,sean vigilados y controlados de acuerdo con el interés general de la nación: esdecir, se evite en buena medida que caigan en posiciones sectarias defensorasde intereses privados, y, desde luego, de los poderes fácticos.

Sé que no es suficiente con el cambio legal para impulsar una democrati-zación y responsabilidad de los PP, y que es necesaria una transformaciónde la cultura política de la mayoría de los mexicanos para que los partidos seorganicen y se comporten como entidades transparentes obligadas a buscarel interés general o los bienes comunes de una nación. Pero creo que estareforma contribuiría al impulso de una nueva cultura política que haga mejo-res esas instituciones.

IV. Bibliografía selecta

Bobbio, Norberto, Estado, gobierno y sociedad, Barcelona, Plaza y Janés, 1987.Burke, Edmund, Textos políticos, México, Fondo de Cultura Económica, 1942.Centro de Estudios para la Reforma del Estado, A.C., Partidos políticos y sociedad civil,

México, 1995.Diamond, Larry y Gunter, Richard (eds.), Political Parties and Democracy, Baltimore,

Johns Hopkins University Press, 2001.Duverger, Maurice, Los partidos políticos, México, Fondo de Cultura Económica, 1960.Esparza Martínez, Bernardino, Derecho de partidos políticos. México, Porrúa, 2006.Katz, Richard y Crotty, William (eds.), Handbook of Party Politics, London, 2006.Martínez Sospedra, Manuel Introducción a los partidos políticos, Barcelona, Ariel, 1996.

Naturaleza de los partidos políticosFrancisco José Paoli Bolio

50Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

51

La doble brechade género

Ma. Antonia MartínezAntonio Garrido

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

AAAAANÁLIS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS IS

52Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ResumenResumenResumenResumenResumenEl modelo democrático representativo liberal ha abierto el acceso a las mujeresa la representación descriptiva, especialmente mediante el mecanismo de lascuotas prescritas en los ordenamientos electorales sin que ello signifique ne-cesariamente que la presencia femenina garantice la igualdad política o laimplantación extendida de una perspectiva de género en la definición de po-líticas públicas o en las iniciativas de ley. En el presente ensayo se analizan loscasos de representación femenina con la comparación de la composición decuatro congresos nacionales, en los que dos de ellos tienen en el marco legalelectoral la obligación de atender cuotas de género (Argentina y México) y losotros dos carecen de tal disposición (Chile y Uruguay), así como las repercusio-nes que dichas estructuras parlamentarias suponen en el impulso a iniciativas yproyectos de ley en materia de género.

53

a las opciones políticas mayoritarias. Con ello el modelo representativo liberalno ha asegurado la igualdad política, al mismo tiempo que no ha sido neutral enel tratamiento de los diferentes grupos e individuos presentes en la sociedad.El modelo liberal –y sus construcciones políticas– ha identificado, además, igual-dad con uniformidad. El resultado es que se han excluido tradicionalmente alos grupos más desfavorecidos del sistema y se han ignorado –como míni-mo– los valores e intereses colectivos de los segmentos minoritarios a favor delos valores e intereses de la mayoría (Kymlicka, 2003: p. 73-80; Martínez,2006: p. 34-35).

El cuestionamiento del principio de igualdad en la disputa del poder consus-tancial al pluralismo y de la neutralidad etnocultural del Estado liberal, el desa-rrollo de los estudios feministas, y la relevancia de los planteamientosmulticulturalistas, con sus argumentos a favor del reconocimiento de dere-chos colectivos a grupos sociales con determinados rasgos, hace que las carac-terísticas de los representantes se haya convertido en un tema central en lasdiscusiones sobre la calidad de la democracia política (Kymlicka, 2003). Laconstrucción de la representación tradicionalmente se ha llevado a cabo a travésde los partidos políticos, buscando que trasladasen, en mayor o menor grado, alos órganos representativos, las creencias y preferencias de los ciudadanos. Ahorase argumenta sobre la necesidad de construir la representación considerando,también, la dimensión simbólica; la que podríamos llamar dimensión de la empatía–en el sentido de ponerse en el lugar del otro y poder identificar mejor susideas en relación a ciertos temas; y, finalmente, asegurar la defensa efectivade los intereses de los grupos más desfavorecidos, así como la presencia detodos los segmentos de la sociedad (Phillips, 1999). En la medida que se garan-tiza la igualdad a los grupos más desfavorecidos se consigue tanto que las deci-siones sean más inclusivas como que las respuestas estén más acordes con lasdemandas de la población. El resultado es una mayor legitimidad del sistema. El

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

I. Representación descriptiva y representación sustantiva

l modelo democrático representativo liberal ha garantizado el accesode los grupos minoritarios a la arena pública con lo que los ha pro-tegido pero, al mismo tiempo, con un evidente desequilibrio favorableE

54Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

planteamiento es que cuanto más cercanos estén los órganos representativos alas características de la sociedad, y se potencie la presencia de los sectoresdesfavorecidos, se logrará, en primer término, incrementar la participación y laimplicación de esos grupos en el proceso decisional, lo que redundará en incre-mentar la legitimidad del sistema (Young, 2000: p. 140-142).

La política del reconocimiento, política de la identidad o política de lapresencia (Phillips, 1999: p. 248) incide en la dimensión simbólica de la repre-sentación, pero hay otras dos dimensiones de la representación igualmenterelevantes: la dimensión descriptiva, esto es, el número y las características delos dirigentes políticos que acceden a los cargos, y la dimensión sustantiva, esdecir, la introducción de prioridades y una agenda legislativa específica por partede aquellos elegidos para los puestos representativos.

Si se modifican las bases de la conformación de los órganos representativos(representación descriptiva) se asegurará que los ciudadanos se involucraránmás en la gestión de los asuntos públicos, se potenciará la comunicación verticaly horizontal y, por tanto, habrá una mayor transparencia y accountability, sefacilitará la receptividad de los representantes; y, todo ello, incidiría de formapositiva en la legitimidad del sistema (Phillips, 1999: p. 240-242). Asimismo,fomentar la presencia de representantes de dichos sectores en las institucionescontribuirá fuertemente a potenciar la comunicación horizontal entre los mismosrepresentantes y ello incidirá positivamente en la elaboración de la agenda públi-ca (Phillips, 1999: p. 245).

Estos argumentos normativos se transforman en el presente trabajo en algu-nas hipótesis para la investigación empírica: 1) la introducción de cuotas suponeun incremento en la representación descriptiva de las mujeres; 2) el aumento enel número de representantes femeninas implicará un cambio en la agenda legisla-tiva y en los temas abordados por los representantes políticos.

En este marco, el presente estudio pretende indagar sobre cómo ha impactadola vigencia de leyes de cuotas tanto en la composición (representación descrip-tiva/política de la presencia) como, sobre todo, en la producción legislativa(representación sustantiva/ política de la diferencia) en dos casos nacionales–México y Argentina– y comparar los resultados con otros dos países en los

55

que no hay ninguna legislación que potencie la presencia de la mujer en la arenaparlamentaria –Chile y Uruguay. En los primeros apartados se analizará laprimera hipótesis acerca del impacto de la legislación de cuotas sobre la repre-sentación descriptiva, y los datos confirman sólo parcialmente la hipótesispropuesta, pero sugieren que hay otras variables intervinientes (sistema electo-ral, mandatos de posición, etc.) que condicionan el resultado final. Por otraparte, en cuanto a la segunda hipótesis empírica, el impacto de las cuotas y elaumento en el número de mujeres legisladoras sobre la representación sustantivaen distintos ámbitos (desde la participación de las mujeres en los órganos ycomisiones legislativas a la elaboración de políticas públicas, las asignacionespresupuestarias para el desarrollo de políticas de igualdad en México, el efec-to de difusión de cuotas en el nivel subnacional de los estados federales y elpapel comparativo de las mujeres respecto a los hombres en el impulso políticode iniciativas y proyectos de ley con orientación de género) los resultadosobtenidos son positivos y permiten sostener una relación entre la introducciónde cuotas y el desarrollo de una agenda de género.

2. La aprobación de leyes de cuotas

Uno de los ámbitos donde estos planteamientos han sido instrumentados deforma más general es la presencia de las mujeres en la vida políticay,específicamente, la representación, a través de lo que se conoce, genérica-mente, como modelo de cuotas. Esta política ha sido fruto globalmente de laconfluencia de la movilización transpartidaria de las mujeres dentro de los distin-tos partidos latinoamericanos, del crecimiento del apoyo de las redes internacio-nales y de la propia presión de las organizaciones feministas y las femocraciasinstitucionalizadas en los diferentes gobiernos (Norris y Lovenduski, 1993;Reynolds, 1999; Caul, 2001; Htun y Jones, 2002; Inglehart y Norris, 2000y 2003; Dahlerup, 2003; Crocker, 2005; Jones, 2005; Araújo y García, 2006;Krook, 2006 y 2009; Tripp y Kang, 2008; Franceschet y Kroop, 2008; Jones,2009; Franceschet et al., 2009).

Argentina fue el primer país latinoamericano en el que se aprobó una leynacional para la inclusión de un mínimo de mujeres en las listas electorales de lospartidos políticos (Molinelli, 1994; Jones, 1996; Tula, 2002; Marx et al., 2006 y

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

56Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

2007; Archenti y Tula, 2008; Franceschet y Piscopo, 2008; Driscoll y Krook,2009). El proceso para contar con una ley de estas características comenzó ennoviembre de 1991 cuando el Congreso de la Nación aprobó por una ampliamayoría, con el respaldo tanto del presidente Menem como de las dos principa-les fuerzas políticas del país (el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical), laley 24.012, la llamada “Ley de Cuotas”o “Ley de Cupo Femenino”, que intro-ducía distintas reformas en el Código Electoral. La sanción de esta nueva normafue consecuencia de la resistencia de los partidos políticos mayoritarios a laintroducción en sus cartas orgánicas o declaraciones de principios de cuotasfemeninas. En general, y pese a los problemas suscitados en la implementaciónde la normativa, la aprobación de la Ley de Cuotas de 1991 tuvo un importanteefecto “demostración” dentro y fuera del país (Jones, 1996; Krook, 2006 y2009; Driscoll y Krook, 2009). En el ámbito interno la aprobación de esta mo-dificación electoral tuvo diversas consecuencias. En primer lugar, la reforma cons-titucional de 1994, pactada entre el presidente Menem y algunos líderes de laUCR, incluyó en su artículo 37 la política de las acciones afirmativas y una dis-posición transitoria impidiendo cambios a la baja en el porcentaje de la cuota yaestablecida; en segundo lugar, la modificación paulatina de distintas cartas orgá-nicas partidarias, que fueron introduciendo progresivamente a la mujer en losmáximos órganos de decisión y dirección; en tercer lugar, entre 1992 y 2000se aprobaron leyes provinciales extendiendo e incorporando la legislaciónsobre cuotas aprobada a nivel nacional prácticamente en todas las provincias,generalmente replicando la cuota del 30% pero también imponiendo porcenta-jes mayores. En el ámbito externo, la adopción de la Ley de Cuotas enArgentina tuvo un gran impacto en el resto de países de América Latina y siguie-ron este ejemplo en los años sucesivos diversos países: Bolivia (2001), Brasil(1997), Costa Rica (1996), Ecuador (1997), Honduras (2000), México (1996),Panamá (1997), Paraguay (1996), Perú (1997), República Dominicana (1997)y Venezuela (1997).

En el caso de México, la adopción de cuotas voluntarias en distintos partidospolíticos precedió a la introducción de las cuotas legales. El primer grupo queintrodujo un porcentaje de mujeres en sus órganos de liderazgo fue el Partido dela Revolución Democrática (PRD), que aprobó una cuota del 20% de mujeres

57

en su dirección en 1990 y en suslistas electorales en 1992, un por-centaje que au- mentó al 30% en1993, gracias al compromiso conesta agenda de reforma de líde-res del partido. Por parte del Par-tido Revolucio- nario Institucional(PRI) fue la apro- bación de una re-comendación de no presentar másde 70% de can- didatos del mis-mo sexo en su convención deenero de 1996. El influjo de estascuotas volunta- rias determinóque en 1993, 1996 y 2002 se realizaran modificaciones al Código Federalde Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) en relación con elacceso de las mujeres a las candidaturas partidistas y la adopción de políticas deacción (Peschard, 2003; Baldez, 2004; Reynoso, 2008). Por último, la ventanade oportunidad (policy window), en el sentido de Kingdon (1995), para laintroducción de una reforma sobre esta materia se abrió con la decisión de laSuprema Corte de Justicia de la Nación en relación con la acción de inconstitu-cionalidad iniciada por dirigentes gubernamentales del Partido Acción Nacional(PAN) frente a una ley de cuota de género aprobada por la asamblea del estadode Coahuila. Finalmente, la Suprema Corte de Justicia declaró la constituciona-lidad de la cuota introducida en la ley electoral del estado de Coahuila y pocassemanas después los defensores del mecanismo de las cuotas, liderados por lapriista Beatriz Paredes trasladaron la discusión al Congreso federal, donde unfrente unido de mujeres de todos los partidos, junto al apoyo institucional mos-trado por el Instituto Nacional de las Mujeres, se impuso a las objeciones yreticencias planteadas por algunos líderes panistas. La ley fue aprobada por 403votos a favor, 7 en contra y 12 abstenciones; casi todos los votos en contra oabstenciones correspondieron a diputados del PAN. El último avance en la evo-lución de la política de cuotas se produjo en el marco de la reforma electoral de2007, que modificó nuevamente las disposiciones relativas a la representaciónde los géneros introduciendo el nuevo artículo 219.1, y estableciendo que las

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

58Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

candidaturas deben integrarse con al menos el cuarenta por ciento de candida-tos propietarios de un mismo género, procurando llegar a la paridad. De estemodo, México tiene actualmente una de las legislaciones más avanzadas enmateria de cuotas de género, dado que, como mínimo, el cuarenta por cien-to de las candidaturas en las elecciones al Congreso de la Nación para laselecciones de 2009 debían estar ocupadas por mujeres y, adicionalmente, seespecificaba que estas nominaciones deben cubrir las candidaturas propietariasy no las suplentes.

Paradójicamente, en Uruguay y Chile, pese a ser los dos primeros paísesde América Latina en reconocer el derecho de voto para las mujeres, no se haaprobado una ley basada en el modelo de cuotas, hasta la reciente modificaciónuruguaya en 2009. En Uruguay sólo algunos partidos de la izquierda, todos ellosmiembros de la coalición Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayo-ría, como el Partido Socialista (PS) en 1992, Nuevo Espacio en 1998 y la Ver-tiente Artiguista en 2006, habían acogido las cuotas voluntarias, mientras quelos distintos proyectos de ley presentados en la Cámara de Representantesy en el Senado de la nación han fracasado en su intento de introducir lacuotificación (Johnson, 2008). Ni la iniciativa presentada en 1988 por una dipu-tada del Partido Colorado (PC) y bajo los auspicios de una organización nogubernamental, el Consejo Nacional de Mujeres, ni el proyecto introducido pordiputados de Nuevo Espacio y Frente Amplio en 1992 prosperaron. Finalmen-te, en mayo de 2006 mujeres representantes de la coalición EP-FA-NM pre-sentaron simultáneamente en la Cámara de Representantes y en el Senadosendos proyectos de ley con una propuesta de una cuota mínima de un tercio decandidatos del mismo sexo y la inclusión de un mandato de posición para hacerefectiva la aplicación del cupo establecido, así como disposiciones relativas a lasgarantías del cumplimiento de esta normativa por parte de los distintos partidos,la Corte Electoral y las Juntas Electorales. Este proyecto de ley fue aprobado,pese a las reticencias de muchos legisladores de distintos partidos, en elSenado, en mayo de 2008, por una abrumadora mayoría de 28 votos a favor de30, y fue confirmado por la Cámara de Diputados con la aprobación de la LeyNo. 18476, de 3 de abril de 2009.

59

Chile es el único de nuestros cuatro casos de estudio que no ha aprobadoaún una legislación de este tipo. Este resultado es paradójico, puesto que enChile las mujeres han obtenido en tiempos recientes importantes éxitos en suparticipación en el poder ejecutivo, tanto asumiendo el cargo más relevante de lanación, la presidencia, en el caso de Michelle Bachelet, como dirigiendo diver-sos ministerios bajo la presidencia de Ricardo Lagos y alcanzando la paridad enel desempeño de carteras ministeriales con la propia Bachelet. Sin embargo, tanimportantes avances no se han extendido al ámbito del poder legislativo y aún nose ha aprobado ninguna legislación específica en relación con cupos electorales,por lo que en la actualidad sólo funcionan en algunos partidos las cuotas volun-tarias (Franceschet, 2008).

3. La presencia efectiva de mujeres en los parlamentoslatinoamericanos

Las políticas de acción positiva y, concretamente, el modelo de cuotas, queasigna un porcentaje mínimo de escaños o bancas para ser distribuidos entremujeres ha tenido un notable, aunque desigual, impacto en el número de éstasque han accedido a las asambleas legislativas de la región (Reynolds, 1999;Htun y Jones, 2002; Dahlerup, 2003; Krook, 2006 y 2009; Araújo y García,2006; Jones, 2009). No obstante, la tabla siguiente muestra en una perspectivacomparada este avance en relación a otras áreas geográficas: América Latinatiene el mayor porcentaje de mujeres en sus asambleas legislativas, con la ex-cepción de los países nórdicos, que duplican o triplican la representación feme-nina del resto de áreas del mundo.

En Argentina la primera aplicación de las cuotas en las elecciones de renova-ción parcial de la Cámara de Diputados de 1993 supuso el acceso de un signi-ficativo número de mujeres a este cuerpo legislativo, aumentando el porcentajede las mismas de 5,4 por ciento en los comicios precedentes de 1991 a 14,4 porciento. El cambio en el Senado fue, incluso, mucho más pronunciado y aumentódel 4,1 por ciento en 1999, antes de aplicarse el mecanismo de las cuotas, al 36por ciento en 2001, año en el que se renovaba en su totalidad esta cámara encumplimiento de la reforma constitucional de 1994 y, desde entonces, todas lasprovincias tienen representantes femeninas entre sus delegaciones. A partir de

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

60Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

TTTTTABLAABLAABLAABLAABLA 1 1 1 1 1Representación femenina en asambleas legislativas por áreageográfica (2008)

CCCCCÁMARA DEÁMARA DEÁMARA DEÁMARA DEÁMARA DE SSSSS ENADOENADOENADOENADOENADO PPPPP ARLAMENTOARLAMENTOARLAMENTOARLAMENTOARLAMENTODIPUTADOSDIPUTADOSDIPUTADOSDIPUTADOSDIPUTADOS (AMBAS CÁMARAS)(AMBAS CÁMARAS)(AMBAS CÁMARAS)(AMBAS CÁMARAS)(AMBAS CÁMARAS)

Países nórdicos 41,4% — —América 21,7% 20,1% 21,4%

Europa - OSCE (incluyendo 21,1% 19,9% 20,9%países nórdicos)Europa - OSCE (excluyendo 19,2% 19,9% 19,3%los países nórdicos)Asia 18,3% 16,5% 18,1%África Sub-sahariana 17,9% 20,6% 18,2%

Pacífico 12,9% 31,8% 14,9%

Países Árabes 9,7% 7,0% 8,6%

Fuente: Inter-Parliamentary Union (www.ipu.org, 2008).

dichas elecciones el número de mujeres que se ha incorporado al Congresoargentino ha venido experimentando un “crecimiento sostenido”, como pue-de observarse en las siguientes tablas: un incremento de más de 30 puntosporcentuales para la Cámara de Diputados entre 1991 y 2005, una etapa enla que el porcentaje de mujeres parlamentarias pasó del 5% inicial precuotaa más del 35%, y un aumento de casi 40 por ciento en el caso del Senadoentre 1999 y 2005.

En México, las mujeres han pasado a tener una mayor presencia en las listaselectorales pero en aquellos puestos en los que no saldrán electas y/o ocupandopuestos de suplente. Esto es, las cúpulas de los partidos han cumplido la letra dela ley pero no su espíritu, de forma que, como se observa en los siguientescuadros, la equidad de género todavía está lejos de ser lograda en México. Yquizás ello sea lo que explique que también la normativa que, en otros ámbitos,se refiere a la protección de la mujer sea bastante residual en el caso mexicano(Cardaci y Sánchez, 2005). El aumento de la representación femenina en laCámara de Diputados de México también ha sido sostenido, pero mucho me-

61

TTTTTABLA ABLA ABLA ABLA ABLA 22222Argentina. Presencia de mujeres en las Cámaras

CCCCCÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOS CCCCCÁMARA DE SENADORESÁMARA DE SENADORESÁMARA DE SENADORESÁMARA DE SENADORESÁMARA DE SENADORESHOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERES

Porcentaje Porcentaje Porcentaje Porcentajesobre el total sobre el total sobre el total sobre el total

1985-1987 95,7 4,3 93,5 6,5

1987-1991 95,3 4,7 93,5 6.5

1989-1991 94,5 5,5 91,3 8.71991-1993 94,6 5,4 91,3 8.7

1993-1995 85,6 14,4 95,8 4,2

1995-1997 72,0 28,0 93,9 6,1

1997-1999 71,6 28,4 93,9 6,1

1999-2001 71,6 28,4 95,9 4,1

2001-2003 70,4 29,6 63,9 36,12003-2005 65,7 34,3 56,9 43,1

2005-2007 64,6 35,4 58,3 41,7

2007-2009 60,0 40,0 61,1 38,9

2009-2011 58,4 41,6 62,5 37,5

Fuente: Elaboración propia.

nos significativo y acusado que en el caso de Argentina: del 8,8 por ciento en1994 al 23 por ciento en 2003 y 2008 en la Cámara de Diputados y del 12,5por ciento al 18 ó 19 por ciento en el Senado, según la elección de referencia,entre 2003 y 2009. También el número de candidaturas sufrió un significativoaumento en México para las elecciones de 2003: 22 por ciento en el caso delPAN, 10 por ciento en el caso del PRI y 12 por ciento en el del PRD. En losanteriores comicios los incrementos en el número de candidaturas femeninashabían sido sensiblemente menores, entre el 2 y el 6 por ciento en el caso delPAN y del 2 al 4 por ciento entre 1994 y 1997 en el caso del PRD, por ejemplo;incluso, en las elecciones de 2006 se produjo un retroceso en el número decandidaturas femeninas: el 9 por ciento en el caso del PRD, el 1 por ciento en eldel PRI y el 3 por ciento en el caso del PAN.

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

62Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

GGGGGRÁFICORÁFICORÁFICORÁFICORÁFICO 11111Relación de género de los candidatos en México, 1994-2006

Fuente: Huerta García y Magar (2006: 180), con datos del IFE.

Estas cifras tienen una correspondencia también con los datos sobrecandidatas. Desde la perspectiva de los partidos, analizando la ratio o relación

TTTTTABLAABLAABLAABLAABLA 3 3 3 3 3México. Presencia de mujeres en las Cámaras

CCCCCÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOS CCCCCÁMARA DE SENADORESÁMARA DE SENADORESÁMARA DE SENADORESÁMARA DE SENADORESÁMARA DE SENADORESHOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERES

Porcentaje Porcentaje Porcentaje Porcentajesobre el total sobre el total sobre el total sobre el total

1991-1994 91,2 8,8 1994-1997 87,5 12,5

1994-1997 85,9 14,1 1997-2000 85,2 14,8

1997-2000 82,6 17,4 2000-2003 84,4 15,6

2000-2003 84,0 18,8 2003-2006 81,3 18,82003-2006 77,4 22,6 2006-2009 83,6 18,4

2006-2009 77,0 23,0 2009-2012 80,5 19,5

2009-2012 71,9 28,1

Fuente: Elaboración propia.

63

entre el número de candidatas respecto al número de candidatos, la tendenciahacia una disminución de la preponderancia masculina ha sido bastante acusada:en 1994 los partidos tenían de 5 (PRD) a 11 (PAN) más candidatos quecandidatas, en tanto que esta proporción se redujo drásticamente hasta 2 hom-

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

TTTTTABLAABLAABLAABLAABLA 44444Chile. Presencia de mujeres en las Cámaras

CCCCCÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOS SSSSSENADOENADOENADOENADOENADOHOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERESPorcentaje Porcentaje Porcentaje Porcentaje

sobre el total sobre el total sobre el total sobre el total1989-1993 94,2 5,8 98 31993-1997 92,5 7,5 98 3

1997-2001 89,2 10,8 95 5

2001-2005 85,8 14,2 95 5

2005-2009 84,2 15,8 95 5

2009-2013 80,8 19,2 98,1 1,9

Fuente: Elaboración propia.

TTTTTABLA ABLA ABLA ABLA ABLA 5 5 5 5 5Uruguay. Presencia de mujeres en las Cámaras

CCCCCÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOSÁMARA DE DIPUTADOS SSSSSENADOENADOENADOENADOENADOHOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERES

Porcentaje Porcentaje Porcentaje Porcentajesobre el total sobre el total sobre el total sobre el total

1984-1989 100,0 0 100,0 0

1989-1994 93,9 6,1 95,4 4,6

1994-1999 92,9 7,1 35,0 6,5

1999-2004 87,9 12,1 90,3 9,7

2004-2009 88,9 11,1 90,3 9,7

2009-2014 85,9 14,1 87,1 12,9

Fuente: Elaboración propia.

64Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

TABLA TABLA TABLA TABLA TABLA 66666Porcentaje de mujeres en los parlamentos de América Latina

PA ÍSPA ÍSPA ÍSPA ÍSPA ÍS % DE MUJERES% DE MUJERES% DE MUJERES% DE MUJERES% DE MUJERES % MUJERES DESPUÉS% MUJERES DESPUÉS% MUJERES DESPUÉS% MUJERES DESPUÉS% MUJERES DESPUÉS % MUJERES% MUJERES% MUJERES% MUJERES% MUJERES % MUJERES% MUJERES% MUJERES% MUJERES% MUJERESANTES DEANTES DEANTES DEANTES DEANTES DE DE LA INTRODUCCIÓNDE LA INTRODUCCIÓNDE LA INTRODUCCIÓNDE LA INTRODUCCIÓNDE LA INTRODUCCIÓN PENÚLTIMAPENÚLTIMAPENÚLTIMAPENÚLTIMAPENÚLTIMA ÚLT IMAÚLT IMAÚLT IMAÚLT IMAÚLT IMA

LAS CUOTASLAS CUOTASLAS CUOTASLAS CUOTASLAS CUOTAS DE CUOTASDE CUOTASDE CUOTASDE CUOTASDE CUOTAS ELECCIÓNELECCIÓNELECCIÓNELECCIÓNELECCIÓN ELECCIÓNELECCIÓNELECCIÓNELECCIÓNELECCIÓN

PAÍSES CON CUOTAS

ARGENTINA 6 28 31 35

BOLIVIA 11 12 11,5 17

BRASIL 7 6 7 9

COSTA RICA 14 19 35 39REPÚBLICA 12 16 16 20DOMINICANAECUADOR 4 17 15 25

HONDURAS 9 23

MÉXICO 19 23 23 28

PANAMÁ 8 11 10 17

PARAGUAY 3 3 2,5 10

PERÚ 10 17,5 17,5 29PAÍSES SIN CUOTAS

CHILE - - 15 19

COLOMBIA - - 13 8

EL SALVADOR - - 9,5 17

GUATEMALA - - 9 12

NICARAGUA - - 21 15URUGUAY - - 12 12

VENEZUELA - - 10 18

Fuente: Jones, 2005; International Idea (www.quota-project.org, 2008);Inter-Parliamentary Union (www.ipu.org, 2008).

bres candidatos por cada mujer candidata en 2003 y 2006. Por otro lado, seequilibró esta relación entre los tres partidos principales, ya que el PAN pasó deser el partido con menos candidatas en 1994 (más de 11 hombres por mujer)al grupo con más candidatas en 2003 y 2006 (entre 1,7 y 2 hombres por mujer

65

respectivamente). En el PRI y PRD el descenso en esta proporción ha sido mássuave y progresivo, como muestra la gráfica. En las recientes elecciones de 2009,no incluidas en el gráfico, esta relación se ha situado en los siguientes paráme-tros: 1,47 en el caso del PAN; 1,6 en el caso del PRD y 1,93 en el del PRI.

En cambio, en los casos estudiados que no han incorporado políticas deacción positiva, la incorporación de la mujer a la política parlamentaria apenasha experimentado avances. Por ejemplo, en Chile, pese a tener como presi-dente a una mujer, Michelle Bachelet, y a haber constituido gabinetes paritarios,el hecho de que no se haya desarrollado, y aplicado, una ley de cuotas hace quelas mujeres sólo ocupen 19 por ciento, actualmente, de los escaños en la Cáma-ra de Diputados, lo que supone un aumento progresivo de 10 por ciento desdelas primeras elecciones celebradas tras la redemocratización. En el Senado laperspectiva es aún mucho más desalentadora, ya que esa cifra se reduce drásti-camente.

En Uruguay, el porcentaje de mujeres en la Cámara de Representantes ape-nas ha superado en dos elecciones, en 1999 y 2004, la cifra del 10 por ciento, yen el Senado se ha registrado una pauta similar, situándose el mayor contingentefemenino también alrededor del 10 por ciento en 2004. Uruguay es, por tanto,una de las democracias con menores tasas de representación parlamentaria fe-menina del continente.

El contraste en términos de representación femenina entre los países deAmérica Latina que han incorporado cuotas de género en sus legislaciones yaquellos que no lo han hecho es elocuente, como refleja la tabla 6.

4. Las consecuencias políticas de las leyes de cuotas: estructurasparlamentarias, políticas públicas y presupuestos con perspectivade género

Como se ha precisado en las páginas precedentes, el número de mujeres seha ido incrementando en las instituciones parlamentarias, si bien hay distinto tipode factores que inciden, negativamente, en que las asambleas legislativas refle-jen, en menor medida, la composición de la sociedad. Hay, sin embargo,diferencias en el número de diputadas y senadoras en los distintos países

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

66Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

analizados y, más allá de ellos, en el resto del continente. Y esta diferenciación serefleja inevitablemente también en la presencia de mujeres en las comisionesparlamentarias. Es ésta una cuestión relevante para analizar, ya que tan impor-tante es el incremento del número de mujeres en las cámaras de representantescomo establecer cuáles son las áreas de decisión, al interior de dichas institucio-nes, en las que se está en escenarios de igualdad. En este sentido, se observacómo en aquellos países donde no se ha implantado una ley de cuotas el porcen-taje de mujeres presidiendo comisiones es muy reducido: sólo 5 mujeres frente a31 hombres presidían comisiones en Chile antes de las últimas elecciones (el13,8 por ciento), mientras que en Uruguay son únicamente 4 mujeres frente a 22hombres (apenas un 15,4 por ciento). En contraste, en los países donde se hanaprobado leyes de cuotas, como Argentina, el porcentaje de mujeres presidien-do comisiones es mucho mayor, 38 por ciento, y son 19 mujeres por 33 hom-bres las que ocupan dichos cargos; en el caso de México sólo 19 por ciento delas comisiones legislativas están dirigidas por mujeres. Antes de la entrada envigor de la ley de cupos, ninguna mujer había participado como miembro decomisiones relevantes como las dedicadas a Asuntos Constitucionales, Presu-puesto y Hacienda, Finanzas o Vivienda. En 1992, de las 34 comisiones perma-nentes de la cámara sólo una de ellas (Familia y Mujer) estaba presidida por unamujer. El número de mujeres presidentas de una comisión parlamentaria perma-nente se incrementa paulatinamente a 3 en 1994, 4 en 1996 y 9 en 1998.

Si desagregamos el número de comisiones presididas por mujeres segúnla temática de las mismas, de acuerdo a la tipología de Skard y Haavio-Mannila(1985) que clasifica éstas en comisiones de producción, reproducción y preser-vación del sistema, observamos que aún las mujeres aparecen recluidaspredominantemente en comisiones de reproducción (política social, familiar, sa-nitaria, educativa, de vivienda, medio ambiente, cultura, etc.) y comisiones depreservación del sistema (reforma política y administrativa, política exterior ydefensa, apoyo a grupos de interés y minorías, etc.), mientras que esta presen-cia se reduce considerablemente en la presidencia de las comisiones de pro-ducción (política económica, fiscal, laboral, industrial, energética, etc.), queabordan las cuestiones más relevantes de la agenda política. El porcentaje demujeres presidiendo comisiones de reproducción, que son las que abordan cues-tiones más propias de la agenda de igualdad, es de 46,6 por ciento del total en

67

Argentina, 27,3 por ciento en México, 7,69 por ciento en Uruguay y cero porciento en Chile1. Este dato indica que la política de cupos y cuotas se traslada ala representación interna de las cámaras legislativas. En cambio, en el caso de lascomisiones de producción, la distribución es claramente distinta y estos porcen-tajes disminuyen al 26 por ciento en Argentina y al 11,8 por ciento en México,mientras que en los países que no aplican cupos, paradójicamente, las mujeresque presiden este tipo de comités legislativos suponen un porcentaje muchomás significativo: 42 por ciento en Uruguay y 33 por ciento en Chile. Las cifrasrelativas a las comisiones de preservación del sistema son intermedias: 42,8 porciento de estas comisiones están presididas por mujeres en Argentina, 25por ciento en Chile, 21 por ciento en México y ninguna en Uruguay.

Se deduce, por tanto, de los datos observados un incremento de la mujer enla arena legislativa y una tendencia a concentrarse en aquellas instancias másrelacionadas con el desarrollo de la agenda de la igualdad. Asimismo, la mayorparticipación de mujeres en las cámaras legislativas se ha transformado en laintroducción de una agenda de género en los trabajos legislativos y en una mayoraprobación de medidas, programas y leyes con orientación de género, comoexpresa bien el caso argentino, donde se han elaborado numerosas leyescomo las que se refieren a la protección contra la violencia familiar (Ley 24.417),la institución del Día Nacional de los Derechos Políticos de las Mujeres (Ley24.785), la sanción de la ley de participación femenina en las unidades de nego-ciación colectiva de las condiciones laborales o ley de “cupo sindical feme-nino” (Ley 25.674), la reforma laboral en relación con la figura del despidodiscriminatorio por razón de raza, sexo o religión (Ley 25.013) o de estímulos alempleo estable y la incorporación de incentivos para el empleo femenino (Ley25.250) y la reforma penal relativa a los delitos contra la integridad sexual(Ley 25.087) entre otras.

Menor ha sido la producción legislativa en el caso de México, donde sólo enlas últimas Legislaturas ( LIX Legislatura, 2003-2006, y LX Legislatura, 2006-2009) se ha promovido una legislación en materia de género, como refleja laaprobación de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, de

1 Los datos de Chile no incluyen los referidos a las últimas elecciones en este epígrafe, como seobserva en la Tabla 7.

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

68Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

TABLA TABLA TABLA TABLA TABLA 7 7 7 7 7Presidencias de comisiones por mujeres en cuatro democraciaslatinoamericanas (2008)

PA ÍSPA ÍSPA ÍSPA ÍSPA ÍS TOTALTOTALTOTALTOTALTOTAL COMISIONES DECOMISIONES DECOMISIONES DECOMISIONES DECOMISIONES DE COMISIONES DECOMISIONES DECOMISIONES DECOMISIONES DECOMISIONES DE COMISIONES DECOMISIONES DECOMISIONES DECOMISIONES DECOMISIONES DEPRODUCCIÓNPRODUCCIÓNPRODUCCIÓNPRODUCCIÓNPRODUCCIÓN REPRODUCCIÓNREPRODUCCIÓNREPRODUCCIÓNREPRODUCCIÓNREPRODUCCIÓN PRESERVACIÓNPRESERVACIÓNPRESERVACIÓNPRESERVACIÓNPRESERVACIÓN

DEL SISTEMADEL SISTEMADEL SISTEMADEL SISTEMADEL SISTEMA

M H M H M H M H

ARGENTINA 19 33 6 17 7 8 6 836,5% 63,5% 26,1% 73,9% 46,6% 53,4% 42,9% 57,1%

MÉXICO 8 34 2 15 3 8 3 1119% 81% 11,8% 88,2% 27,3% 72,7% 21,4% 78,6%

CHILE 5 31 4 8 0 20 1 313,9% 86,1% 33,3% 66,6% 0% 100% 25% 75%

URUGUAY 4 22 3 4 1 12 0 615,4% 84,6% 42,85% 57,15% 7,69% 92,3% 0% 100%

Fuente: Elaboración propia.

junio de 2003, la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres,de agosto de 2006, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una VidaLibre de Violencia, de febrero de 2007, o la Ley para Prevenir y Sancionarla Trata de Personas, de enero de 2008.

Por supuesto, en los avances respecto de las políticas de igualdad enArgentina han desempeñado un papel muy relevante, junto al aumento de muje-res en los órganos de deliberación legislativos, la Cámara de Representantes y elSenado, los organismos estatales de cariz feminista o femocracias de nivel na-cional, especialmente el Consejo Nacional de la Mujer, creado en 1992 (aunquedesde 1987 funcionó una subsecretaría nacional de la mujer) y adscrito ac-tualmente al Ministerio de Desarrollo Social, y otras instituciones más espe-cializadas como la Representación Especial para los Temas de la Mujer en elÁmbito Internacional, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores,o la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Varones yMujeres en el Mundo Laboral, dependiente del Ministerio de Trabajo, Empleoy Seguridad Social, por sólo mencionar dos ejemplos diversos. En el caso deMéxico, la creación de organismos de feminismo institucional se acompasó a la

69

legislación de cuotas y sólo en noviembre de 2000 se aprobó la ley que dioorigen al Instituto Nacional de las Mujeres, que entró en funcionamiento en mar-zo de 2001, muy tardíamente en comparación con otros casos, como el argen-tino, lo que limitó el impacto comparativo de este tipo de femocracias sobre laproducción legislativa en defensa de la mujer en México y explica el menornúmero de iniciativas de este tipo registradas. En el mismo periodo se fueroncreando en México distintas instituciones como la Comisión de Equidad y Gé-nero de la Cámara de Diputados, el Parlamento de Mujeres o el Centro deEstudios para el Adelanto de las Mujeres, que también están desarrollando undestacado papel en la promoción y el diseño de políticas de género.

La relativa ausencia de mujeres en las cámaras legislativas de Uruguay yChile no se ha traducido, sin embargo, en una carencia o ausencia de políticaspúblicas de igualdad y de legislación sobre temas de género, dado que la inter-vención de otros actores políticos (como el poder ejecutivo y femocracias comoel Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) uruguayo o el Servicio Nacionalde la Mujer (SERNAM) chileno, (creados en 1987 y 1991 respectivamente) hacontribuido a compensar el déficit de representación femenina en las asam-bleas representativas. El papel de las femocracias institucionales, como elConsejo Nacional de la Mujer (Argentina), el Instituto Nacional de las Mujeres(México), el SERNAM (Chile) o el INAMU (Uruguay), en el impulso de políti-cas de igualdad e iniciativas con orientación de género es importante. Sin em-bargo, estas instituciones gubernamentales no disminuyen el peso relativo de lasacciones políticas de las legisladoras feministas en las asambleas parlamentariasde la región. El problema, en el ámbito de las consecuencias políticas de lamayor representación femenina en las asambleas de América Latina, es probarempíricamente que existe una diferencia en la actividad legislativa y parlamenta-ria, en las propuestas avanzadas, en los temas abordados, en el estilo de liderazgoy, en definitiva, en la forma de hacer política desarrollada por las mujeres queocupan dichos cargos electivos.

En los estrechos límites de este ensayo no podemos analizar las diferentesconsecuencias políticas derivadas de la introducción de cuotas de representa-ción femenina en las asambleas legislativas de América Latina. No obstante,presentaremos algunos resultados preliminares sobre la incidencia de este

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

70Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

aumento de legisladoras en América Latina sobre tres aspectos complementa-rios a los dos ya mencionados (participación de las mujeres en los órganos legis-lativos y elaboración de políticas públicas), analizando su progreso en alguno denuestros casos de estudio donde se han introducido la legislación de cuotas: elcrecimiento sostenido y continuado de las asignaciones presupuestarias parael desarrollo de políticas de igualdad en México, el efecto de difusión de estascuotas en el nivel subnacional de las asambleas provinciales argentinas y el papelcomparativo de las mujeres respecto a los hombres en el impulso político deiniciativas y proyectos de ley con orientación de género en Uruguay. Indudable-mente, la extensión de estas evidencias parciales a un más amplio número decasos es una tarea prioritaria para futuras investigaciones sobre los efectos delaumento de mujeres en los parlamentos latinoamericanos. Por ello, concluire-mos apuntando hacia algunas de las direcciones en las que podría orientarse elanálisis comparativo.

En primer lugar, un sector muy significativo en el que la mayor presencia demujeres legisladoras se ha traducido en un cambio notable hacia la equidad degénero es en el ámbito presupuestario. El caso de México es una magníficailustración, ya que allí se han desarrollado destacadas actuaciones en esta mate-ria desde la LVII Legislatura (1997-2000) y, especialmente, en las legislaturasLVIII (2000-2003) y LIX (2003-2006). En estos dos periodos de trabajo par-lamentario, la Comisión de Equidad y Género creó en su seno una subcomisiónde presupuesto, lo que incrementó la capacidad de esta Comisión para negociarcon otras Comisiones dentro de la cámara y, en concreto, con la Comisión dePresupuesto y Cuenta Pública la aprobación del Presupuesto de Egresos de laFederación. Además, se impulsó decididamente el análisis de los recursos pre-supuestarios desde una perspectiva de género mediante la desagregación delgasto etiquetado para mujeres, un instrumento que permitió confirmar que amitad de la primera década de este siglo el gasto en políticas de igualdad nollegaba al uno por ciento del gasto programable del presupuesto federal. Pese aello, el crecimiento del presupuesto con orientación de género ha sido continua-do: de los 2418 millones de pesos destinados a estos fines en el presupuestopublicado por la SHCP para 2006 a 3482,7 millones en 2007, 5602 millones en2008 y 7441,5 en 2009 (véase el gráfico que muestra los recursos destinados a

71

políticas de género en el proyecto de presupuesto, el decreto de presupuesto yen el presupuesto publicado por la SHCP). El aumento de los recursos para laigualdad se incrementó, por ejemplo, en términos reales más de 55 por cientoentre 2007 y 2008, con un aumento de casi 2000 millones de pesos entre unpresupuesto y otro (CEAMEG, 2009: 11). En estos años crecieron las asig-naciones presupuestarias y los recursos financieros destinados a programasde salud para mujeres, educación, apoyos al empleo femenino, instituciona-lización de la perspectiva de género y a la prevención y sanción de la violen-cia de género.

A lo largo de la LX Legislatura (2006-2009) la implementación de la LeyGeneral para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y de la Ley General deAcceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, así como la puesta enmarcha del Programa de guarderías y estancias infantiles para apoyar a madrestrabajadoras, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL),contribuyeron a la consolidación del presupuesto de género. En segundo lugar,el efecto de difusión o de “bola de nieve” en la adopción de estas iniciativas demejora de la representación legislativa femenina no sólo se ha producido entrelos países de toda el área o región sino a nivel interno en aquellos con una estruc-tura federal en su ordenación territorial. Así, en Argentina, entre 1992 y 2000 se

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

72Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

2 En los estados mexicanos la implantación de la legislación de cuotas ha registrado resultadosdesiguales, del mismo modo que la extensión de esta política había sido desigual, encontrándosecasos en los que el aumento es importante, situado alrededor del 20 por ciento, como en BajaCalifornia Sur, Michoacán, Nayarit, Chihuahua, Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Quintana Roo, Yucatáno Zacatecas y otros donde apenas si se ha apreciado o experimentado cambio alguno, como en elEstado de México, por ejemplo.

aprobaron a nivel provincial legislaciones sobre cuotas que se extendieron prác-ticamente al conjunto de los distritos de la nación, con determinadas excepcio-nes como Entre Ríos o Jujuy. Este efecto contagio supuso, asimismo, la progre-siva extensión de las reglamentaciones adoptadas a nivel central para asegurar laefectividad en el cumplimiento de las normas aprobadas: la introducción de pre-cisos mandatos de posición y la incorporación de mecanismos de suplencias queconsiderase obligatorio mantener el sexo del candidato en los casos de relevos yreemplazos. También supuso, obviamente, un notable crecimiento en el porcen-taje de mujeres en casi todas las Legislaturas provinciales, con incrementos porencima de los treinta puntos (en Santiago del Estero, Corrientes y Santa Fe) yveinticinco puntos porcentuales (Córdoba, Chaco, La Pampa o San Luis) endiez años, entre 1991 y 2003-2007.2 El crecimiento medio ascendió desde 9,7por ciento previo a la introducción de la legislación de cuotas a un porcentaje demujeres legisladoras de 27,85 por ciento en 2005 y 29,38 por ciento en 2007.

Por último, ¿hace una diferencia el hecho de que los representantes seanhombres o mujeres en la orientación y el sesgo de los proyectos de ley presen-tados? Este es el tipo de análisis que hará avanzar nuestra comprensión sobre elcomportamiento político real de las legisladoras y sobre la verdadera utilidadpráctica de introducir legislación de cuotas que incremente la representación dela mujer en las asambleas parlamentarias de la región.

Hasta ahora, en relación con este asunto esencial, sólo disponemos de algu-nas evidencias parciales e incompletas. Los primeros estudios sistemáticos ycomparados sobre la actuación legislativa de las mujeres han mostrado que, enefecto, promueven más activamente que sus compañeros varones una agendade género. Este análisis ha sido efectuado, por ejemplo, en el caso de Uruguaycon resultados concluyentes. Así, del conjunto de iniciativas políticas presenta-das durante la XLVI Legislatura, en el periodo entre febrero de 2005 y marzo

73

de 2008, se habían aprobado un tercio de los proyectos con contenido degénero, una proporción similar, apenas ligeramente más baja, al resto de ini-ciativas debatidas, que registraron una tasa de aprobación del 37 por ciento.

Del total de iniciativas con contenido de género, 18,5 por ciento fueron pre-sentadas por el poder ejecutivo y más del 80 por ciento por el poder legislativo.De los proyectos cuya iniciativa correspondió al Congreso, 50 por ciento fueronpresentados conjuntamente por legisladores y legisladoras, mientras que el restose distribuyeron en una proporción muy semejante entre hombres (27 por cien-to) y mujeres (23 por ciento). Ahora bien, si consideramos que en dicha legisla-tura las mujeres representaban menos del 15 por ciento del total, la tasa prome-dio por cada mujer parlamentaria era de 0,28 por sólo 0,05 para el caso de loshombres, lo que representa un claro contraste en cuanto a qué colectivo promo-vió con mayor intensidad los temas de género en la agenda parlamentaria.

GGGGGRÁFICORÁFICORÁFICORÁFICORÁFICO 2 2 2 2 2Presupuesto con orientación de género en México, 2006-2009

Fuente: CEAMEG, Avances en la LX Legislatura de la Cámara de Diputados conrelación al presupuesto público para la igualdad de género, Cámara de Diputa-dos, México, 2009.

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

Millo

nes d

e pes

os

74Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

GGGGGRÁFICORÁFICORÁFICORÁFICORÁFICO 3 3 3 3 3Iniciativas y proyectos con orientación de género en Uruguay,febrero 2005-marzo 2008

Fuente: http://www.parlamento.gub.uy/externos/parlamenta/genero2.html

Iniciativas de género (valores absolutos)

Total iniciativa Iniciativas de género Total iniciativas Iniciativas de géneropresentadas presentadas convertidas en ley convertidas en ley

Un análisis más exhaustivo fue realizado en relación con la actuación par-lamentaria de los legisladores y las legisladoras de la XLV legislatura (Johnson,2006). El resultado fue que las mujeres eran más activas que sus colegasmasculinos en todos los ítems estudiados: exposiciones verbales, exposicio-nes escritas, pedido de informes y proyectos de ley. En cuanto a la distribucióntemática de los actos realizados por las legisladoras, el estudio revela que secentraron especialmente en los temas de reproducción (42,8 por ciento de suactividad), por usar el mismo criterio que empleamos al estudiar la representa-ción en Comisiones, y en menor medida en los temas de producción (26,1 porciento) y de preservación del sistema. Del mismo modo, los datos empíricosrefuerzan la tesis de que las mujeres legisladoras tienen una mayor tendencia quesus colegas varones a presentar iniciativas con contenido de género: promovie-ron el 53,6 por ciento de las exposiciones verbales sobre esta temática por el39,3 por ciento de los legisladores masculinos y 7,1 por ciento conjunto; fueronresponsables de 22,7 por ciento de los proyectos de ley presentados con orien-

75

tación de género por el 18,2 por ciento de los legisladores varones y 59,1 deproyectos presentados conjuntamente por hombres y mujeres; únicamente enlas exposiciones escritas los legisladores superaron notoriamente (64,7 porciento) a las legisladoras (35,3 por ciento). Para ponderar correctamenteestos datos hay que considerar que en dicha legislatura sólo 11,5 por cientode los/las representantes eran mujeres, lo que supone tasas promedio porcada mujer parlamentaria de iniciativas de género notablemente superiores alas de sus colegas varones.

El mismo estudio, examinando los datos relativos a las iniciativas de géneropresentadas pero desagregadas por formaciones políticas, confirma las conclu-siones de investigaciones previas respecto a la influencia de las variables “con-ciencia feminista” y “partido político” en el trabajo legislativo. En Uruguay lasmayores tasas de actividad feminista se concentraron en las legisladoras del FrenteAmplio (6,8 iniciativas cada una de promedio), que duplicaron los registros delas mujeres del Partido Nacional (3,3) y del Partido Colorado (3,7). No obstan-te, la variable decisiva fue la previa “militancia feminista” o la “conciencia degénero” de las legisladoras frentistas, cuya trayectoria como activistas antesde ejercer su rol como representantes tuvo una incidencia más pronunciada queel propio signo político partidario.

5. Conclusiones

En este estudio nos habíamos propuesto analizar un caso de representaciónpermanente en los órganos legislativos latinoamericanos de un grupo con unacaracterística cultural y social determinada y sometido históricamente a discrimi-nación, las mujeres. Hemos descrito el largo y difícil proceso que ha conducidoa la adopción de leyes de cuotas en dos casos, Argentina y México, y los pro-blemas para que se produzca un desarrollo similar en países con una más largatradición democrática, como Uruguay o Chile. La investigación nos ha depara-do algunas conclusiones preliminares acerca de dos órdenes de cuestiones.

En primer lugar, aun cuando hemos comprobado empíricamente la inciden-cia positiva de la legislación de cuotas sobre el incremento de la presencia delas mujeres en la arena parlamentaria, también hemos corroborado que estainfluencia no es directa sino que depende de otras variables intervinientes como

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

76Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

el tipo de sistema electoral del país, la inclusión de determinados mandatos deposición o mandatos de orden que especifiquen el lugar que las mujeres hande ocupar obligatoriamente en las listas electorales, y el recurso de las feministasa los tribunales para que apliquen estrictamente la legislación vigente dado que elcumplimiento voluntario de la normativa por parte de los partidos no es un me-canismo adecuado para la efectiva puesta en práctica de lo establecido porestas leyes de cuotas.

En segundo lugar, hemos iniciado el análisis del impacto de la mayor presen-cia femenina en las asambleas parlamentarias, un estudio que necesita una inves-tigación más pormenorizada y sistemática, a la vez que comparada. En esteámbito nuestras conclusiones son aún tentativas y parciales pero apuntan a unamayor presencia de las mujeres en los puestos de decisión legislativos y al cre-ciente interés por incluir en la agenda política los temas de género, así como alefecto difusión de esta normativa no sólo a nivel internacional sino tambiénsubnacional –un ámbito de estudio donde las investigaciones también podríandesarrollarse en el futuro, especialmente en México y Argentina (Alles, 2009;Archenti y Tula, 2009)– y al incremento sostenido de los presupuestos con orien-tación de género en estos países, una tendencia paralela al mayor número depolíticas de género.

Por último, se pusieron de relieve las diferencias en el impulso de iniciativas yproyectos de ley sobre temas de género entre legisladores y legisladoras, unadiscusión que merece ser extendida a nuevos casos que corroboren si la inclu-sión de las mujeres en estos órganos representativos tiene un efectivo impactopolítico más allá de lo simbólico y más allá de la simple política del recono-cimiento o política de la identidad (Phillips, 1995 y 1999) y si estamos avan-zando, definitivamente, de la representación descriptiva a la representaciónsustantiva, de la política de la presencia a la política de la diferencia.

Bibliografía

Alles, S. M (2009), “Elección de mujeres, sistema electoral y cuotas de género en lasprovincias argentinas”, Ponencia presentada en el Congreso de la Latin AmericanStudies Association, Brasil, Río de Janeiro, Brasil.

77

Aparicio, J. y J. Langston (2009), “Distribución de género en las candidaturas a la Cámarade Diputados 2009”, México, CIDE.

Araújo, C. e I. García (2006), “The Experience and the Impact of Quotas in Latin America”,en D. Dahlerup (edit.), Women, Quotas and Politics, Londres, Routledge.

Archenti, N. y M. I. Tula (2008), “La ley de cuotas en la Argentina. Un balance sobrelogros y obstáculos,” en N. Archenti y M. I. Tula (edits.), Mujeres y política en Amé-rica Latina: Sistemas electorales y cuota de género, Buenos Aires, Heliasta.

Archenti, N. y M. I. Tula, M. I. (2009), “Partidos políticos, elecciones y género. Análisis delas listas partidarias en cinco distritos subnacionales, Argentina 2007”, Ponencia pre-sentada en el Congreso de la Latin American Studies Association, Río de Janeiro,Brasil.

Baldez, L. (2004), “Elected Bodies: The Gender Quota Law for Legislative Candidates inMexico,” Legislative Studies Quarterly, núm. 2 pp. 231-258.

Baldez, L. (2007), “Primaries vs. Quotas: Gender and Candidate Nominations in Mexico,2003”, Latin American Politics and Society, núm. 3, pp. 69-96.

Caul, M. (2001), “Political Parties and the Adoption of Candidate Gender Quotas: a Cross-National Analysis”, Journal of Politics, núm. 63, pp. 1214-1229.

Ceameg (2009), Avances en la LX Legislatura de la Cámara de Diputados con relación alpresupuesto público para la igualdad de género, Cámara de Diputados, México.

Crocker, A. (2005), Gender Quota Laws in Latin America. Explaining Cross-Nationaland Sub-National Diffusion. Tesis Doctoral, Northern Illinois University.

Dahlerup, D. (2003), “Comparative Studies of Electoral Gender Quotas”, Ponencia presen-tada al International IDEA Workshop “The Implementation of Quotas: Latin AmericanExperiences”, Lima.

Dahlerup, D. (2006), “Introduction”, en D. Dahlerup (ed.), Women, Quotas and Politics,Nueva York, Routledge.

Driscoll, A. y M. L. Krook (2009), “Feminism and Rational Choice Institutionalism:Explaining Gender Quota Adoption and Implementation in Argentina”, Ponencia pre-sentada al congreso de la Midwest Political Science Association, Chicago.

Facio, A. y R. Jiménez (2007), La igualdad de género y la modernización de los Parla-mentos Latinoamericanos, Washington, Banco Interamericano de Desarrollo.

Franceschet, S. (2008), “La representación política de las mujeres en un país sin ley decuotas: El caso de Chile,” en N. Archenti y M. I. Tula (edits.), Mujeres y política enAmérica Latina: Sistemas electorales y cuota de género, Buenos Aires, Heliasta.

Franceschet, S. y J. Piscopo (2008): “Gender Quotas and Women’s Substantive Represen-tation: Lessons from Argentina”, Politics & Gender, núm. 3, pp. 393-425.

Franceschet, S. y M. L. Kroop (2008), “Measuring the Impact of Quotas on Women’sSubstantive Representation: Towards a Conceptual Framework,” Ponencia presenta-da al congreso de la American Political Science Association, Boston.

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

78Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Franceschet, S., Kroop, M. L. y Piscopo, J. (2009), “The Impact of Gender Quotas: AResearch Agenda”, Ponencia presentada al congreso de la American Political ScienceAssociation, Canadá, Toronto.

Htun, M. y M. Jones (2002), “Engendering the Right to Participate in Decision Making:Electoral Quotas and Women’s Leadership in Latin America”, en N. Craske y M.Molyneux (edits.), Gender and the Politics of Rights and Democracy in Latin America,Nueva York, Palgrave.

Huerta García, M. y Magar Meurs, E. (coord.) (2006), Mujeres legisladoras en México:avances, obstáculos, consecuencias y propuestas, México, Instituto Nacional de lasMujeres/CONACYT/ITAM/F. Ebert.

Inglehart, R. y P. Norris (2000), “The Developmental Theory of the Gender Gap: Women’sand Men’s Voting Behavior in Global Perspective”, International Political ScienceReview, núm. pp. 441-463.

Inglehart, R. y P. Norris (2003), Rising Tide: Gender Equality and Cultural Change Aroundthe World, Cambridge, Cambridge University Press.

International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA) (2003), TheImplementation of Quotas: Latin American Experiences, Estocolmo, IDEA.

Johnson, N. (2006), “Actuación parlamentaria y diferencias de género en Uruguay”, Polí-tica, núm. 46, pp. 173-198.

Johnson, N. (2008), “Las cuotas en Uruguay: una medida resistida,” en N. Archenti y M. I.Tula (edits.), Mujeres y política en América Latina: Sistemas electorales y cuota degénero, Buenos Aires, Heliasta.

Johnson, N. (2009), “Análisis de los resultados de las elecciones nacionales parlamenta-rias del 25 de octubre de 2009: ¿Dónde quedaron las mujeres”, Instituto de CienciaPolítica, Montevideo, Facultad de Ciencias Sociales.

Jones, M. P. (1996), “Increasing Women’s Representation via Gender Quotas: The ArgentineLey de Cupos,” Women and Politics, núm. 16, pp. 75-97.

Jones, M.P. (1998), “Gender Quotas, Electoral Laws, and the Election of Women: LessonsFrom the Argentine Provinces,” Comparative Political Studies, núm. 1, pp. 3-21.

Jones, M.P. (2004), “Quota Legislation and the Election of Women: Learning from theCosta Rican Experience,” Journal of Politics, núm. 66, pp. 1203-1223.

Jones, M.P. (2005), “The Desirability of Gender Quotas: Considering Context and Design,”Politics and Gender, núm. 4, pp. 645-652.

Jones, M.P. (2009), “Gender Quotas, Electoral Laws, and the Election of Women:Evidence From the Latin American Vanguard”, Comparative Political Studies,núm. 1, pp. 56-81.

Jones, M.P. y P. Navía (1999), “Assesing the Effectiveness of Gender Quotas in Open-ListProportional Representation Electoral Systems,” Social Science Quarterly, núm. 2,pp. 341-355.

79

Kingdon, J. (1995), Agendas, Alternatives and Public Policies, Nueva York, Harper Collins.Krook, M. L. (2006), “Reforming Representation: The Diffusion of Candidate Gender Quotas

Worldwide”, Politics and Gender, núm 2, pp. 303-327.Krook, M. L. (2009), Quotas for Women in Politics: Gender and Candidate Selection

Reform Worldwide, Oxford, Oxford University Press.Krook, M. L., Lovenduski, J. y Squires, J. (2009), “Gender Quotas and Models of Political

Citizenship,” British Journal of Political Science, núm. 4, pp. 781-803.Kymlicka, W. (2003), La política vernácula. Nacionalismo, multiculturalismo y ciudada-

nía, Barcelona, Paidos.Lazzaro, A. (2008), “El papel de la justicia en la resolución de conflictos de género. El caso

de la Argentina”, en N. Archenti y M. I. Tula (edits.), Mujeres y política en AméricaLatina: Sistemas electorales y cuota de género, Buenos Aires, Heliasta.

Mansbridge, J. (2005), “Quota Problems: Combating the Dangers of Essentialism”, Politics& Gender, núm. 4, pp. 622-638.

Martínez, A. (2006), “Representación política y calidad de la democracia”, en A. Martínez(ed.), Representación y calidad de la democracia en España, Madrid, Tecnos.

Marx, J., Borner, J. y Caminotti, M. (2006), “Cuotas de género y acceso femenino al parla-mento: los casos de Argentina y Brasil en perspectiva comparada”, Política: Revistade Ciencia Política de la Universidad de Chile, núm. 46, pp. 61-81.

Marx, J., Borner, J. y Caminotti, M. (2007), Las legisladoras. Cupos de género y política enArgentina y Brasil, Buenos Aires, Siglo XXI.

Molinelli, N. G. (1994), “Argentina: The (No) Ceteris Paribus Case”, en W. Rule y J. F.Zimmerman (edits.), Electoral Systems in Comparative Perspective: Their Impact onWomen and Minorities, Westport, Greenwood Press.

Norris, P. (2001), “Breaking the Barriers: Positive Discrimination Policies for Women,” en J.Klausen y Ch. S. Maier (edits.), Has Liberalism Failed Women?: Assuring EqualRepresentation in Europe and the United States, Nueva York, Palgrave.

Norris, P. (2004), Electoral Engineering: Voting Rules and Political Behavior, Cambridge,Cambridge University Press.

Norris, P. (2006), “The Impact of Electoral Reform on Women’s Representation”, en ActaPolitica, núm. 41, pp. 197-213.

Norris, P. y J. Lovenduski (edits.) (1993), Gender and Party Politics, Sage, Newbury Park.Peschard, J. (2003), “Quota Implementation in Mexico”, Ponencia presentada al Inter-

national IDEA Workshop “The Implementation of Quotas: Latin AmericanExperiences”, Lima.

Phillips, A. (1995), The Politics of Presence. The Political Representation of Gender,Ethnicity and Race, Oxford, Oxford University Press, Oxford.

La doble brecha de géneroMa. Antonia Martínez / Antonio Garrido

80Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Phillips, A. (1999), “La política de la presencia: la reforma de la representación política”, enS. García y S. Lukes (comps.), Ciudadanía: justicia social, identidad y participación,Madrid, Siglo XXI.

Pitkin, H. (1985), El concepto de representación política, Madrid, Centro de EstudiosConstitucionales.

Reynolds, A. (1999), Women in the Legislatures and Executives of the World: Knocking atthe Highest Glass Ceiling,” en World Politics, núm. 4, pp. 547-572.

Reynoso, D. (2008), “El exiguo impacto de las leyes de cuotas en México,” en N. Archentiy M. I. Tula (edits.), Mujeres y política en América Latina: Sistemas electorales ycuota de género, Buenos Aires, Heliasta.

Rodríguez, V. (edit.) (1998), Women’s Participation in Mexican Political Life. Boulder,Westview.

Rule, W. (1987), “Electoral Systems, contextual factors and women’s opportunity for electionto parliament in twenty-three democracies”, Western Political Quarterly, núm. 3, pp.477-498.

Rule, W. y Zimmerman, J. F. (edits.) (1994), Electoral Systems in Comparative Perspective:Their Impact on Women and Minorities, Westport, Greenwood Press.

Skard, T. y Haavio-Mannila, E. (1985), “Women in Parliament,” en E. Haavio-Mannila et al.,Unfinished Democracy: Women in Nordic Politics, Oxford, Pergamon Press.

Tripp, A. M. y Kang, A. (2008), “The Global Impact of Quotas: On the Fast Track toIncreased Female Legislative Representation”, Comparative Political Studies, núm.3, pp. 338-361.

Tula, M. I. (2002), “La Ley de Cupos en la Argentina: la participación de las mujeres en losórganos representativos de gobierno”, S. Vázquez (comp.), Hombres públicos, muje-res públicas, Buenos Aires, Fundación Ebert.

Young, I.M. (1990), Justice and the Politics of Difference, Princeton, Princeton UniversityPress.

Young, I.M. (2000), Inclusion and democracy, Oxford, Oxford University Press.Zetterberg, P. (2009), “Quotas and Women’s Symbolic Representation: Lessons from

Mexico,” Ponencia presentada al Congreso de la American Political Science Association(APSA), Chile.

81

Gabriel Quadri de la Torre

Actualidaddel liberalismo:apuntes para unareflexión

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

AAAAANÁLIS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS IS

82Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ResumenResumenResumenResumenResumenEl pensamiento liberal mexicano ha estado presente en el ideario y en la acciónpolítica de momentos clave de la historia de México. La justicia, la libertad y lasoberanía son conceptos que dieron sentido a la acción política del movimientode Independencia, de la Reforma y la Revolución. En la actualidad, los partidospolíticos, como agrupaciones sociales que convocan y organizan una partesustantiva de la acción política de la población tienen la tarea pendiente de ac-tualizar y definir los valores liberales, de los que todos dicen ser herederos, apartir de la relación sociedad-Estado y de momentos históricos específicos, envista de que son ésos los elementos que pueden otorgar significado real al idea-rio y los valores en las sociedad contemporánea y darle por tanto singularidad auna propuesta política partidista como la que plantea Nueva Alianza.

83

disociar los aspectos económico y político del liberalismo, para efectos del aná-lisis que las ideas liberales tienen en la construcción actual de la vida democráticamexicana, podemos identificar hitos del pensamiento liberal que corresponden acontextos históricos específicos que marcaron de manera definitiva el rumbo delpaís: las ideas de libertad y soberanía que promovieron el movimiento de Inde-pendencia y la Reforma liberal juarista; los derechos civiles y políticos quedefendió la Revolución Mexicana –que abren la puerta a la democracia como sele define en los Estados nacionales contemporáneos– y otros valores como li-bertad de expresión, derechos humanos o igualdad democrática.

Durante la Reforma, la amenaza a la soberanía se hizo presente. Los conser-vadores menospreciaban la capacidad de los políticos locales para sacar ade-lante al país y trajeron de vuelta el fantasma del invasor, del poder extranjero. Laguerra de Reforma entrañó importantes cambios jurídicos que apuntaban a laconformación de un Estado fuerte, sólido, donde las ideas de justicia, igualdad yciudadanía estuvieran garantizadas en un marco legal. La comprensión de estapropuesta vino después, pues el apoyo popular del momento descansó espe-cialmente en la amenaza de la vuelta al pasado, con la pérdida de la independen-cia ganada y con ello, de la libertad.

Después de restaurada la República vino la etapa del desarrollo, en la quenuevamente las libertades se perdieron merced al ejercicio del poder. En la eta-pa previa al inicio de la lucha armada, el liberalismo tuvo en Ricardo FloresMagón y en el periódico Regeneración una muestra extraordinaria de la defensade los derechos civiles con el arma de la palabra escrita.

La fuerza de la defensa de los derechos y las libertades en nuestro país en-cuentra base en la historia, pero no impide la llegada de épocas de aletargamien-to o de circunstancias que van modificando de tal modo la concepción y lapercepción del ejercicio de los derechos, que pueden llegar a ser irreconocibles.

MIntroducción

omentos fundamentales de nuestra historia han estado marcadospor las tesis liberales, especialmente en lo que se refiere a valoresque han permanecido a lo largo de los años. Aunque es riesgoso

Actualidad del liberalismo: apuntes para una reflexiónGabriel Quadri de la Torre

84Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Las grandes transformaciones que ha experimentado nuestro país en cuantolos derechos que anunció el liberalismo desde hace más de 200 años obligan aun examen. Los partidos políticos enarbolan muchas de las ideas que desde loscampos de batalla, las tribunas de los Congresos o los periódicos liberales sepropagan y promueven en nuestro país por más de dos centenarios, sin que hoypodamos decir que son iguales. Los partidos mismos han abandonado quizá latarea de definir cuáles son las particularidades de los idearios que ofrecen a susmilitantes y a la ciudadanía que intentan representar.

En el escenario multipartidista que vive México, el Partido Nueva Alianza sedistingue por ser el primer partido que nace después de la reforma de 2003,perfilada para enfrentar la crisis fiscal de 2002 y por ser heredero del trabajo degrupos ciudadanos de análisis sobre la situación política del país. Dichos gruposhicieron énfasis especial en recuperar importantes valores de la tradición liberalmexicana como la justicia y la democracia, para lo cual era importante redefinirla relación de la ciudadanía con el Estado y con los partidos políticos.

Las estrategias para enfrentar la crisis fiscal son de la mayor relevancia polí-tica porque no son sólo la expresión del modelo económico que se adopta sinoque manifiestan el lugar que ocupan las condiciones de vida de la poblacióndentro de la concepción de un modelo de desarrollo. Tal modelo impone, irre-mediablemente, las condiciones en las que se ejercen libertades y derechos.

Libertad y soberanía

Tres siglos de vida colonial, de condiciones muy duras para los indígenas y engeneral para la gente del pueblo, explican por qué el liberalismo tuvo el apoyo delas masas. Cuando en el horizonte del pueblo mexicano se colocó la posibilidadde una vida donde el ejercicio de derechos y libertades desconocidos hasta esemomento era posible, el proceso de adoctrinamiento parecía innecesario. Lasideas liberales podían proclamarse de la manera más sencilla, porque la mayoríade la población, la que no estaba cerca de la esfera de poder, lo que anhelabafervientemente era la libertad. Si alcanzarla significaba que tenía que quitarse el

85

yugo español, así se haría. Y se hizo. El precio era alto y el pueblo mexicanoeligió pagarlo. Fue necesario, claro, que la posibilidad se expresara de maneraclara en voz alta.

Jesús Reyes Heroles propuso que “uno de los méritos de los liberales mexi-canos fue hacer coincidir la persecución de sus fines con necesidades concretasde amplios grupos de población” (1985). Este fenómeno se observa con nitidezen el alzamiento popular por la Independencia. La opresión que vivía la pobla-ción indígena era asfixiante, de tal modo que la disposición a hacer frente algobierno virreinal fue tan determinante como las ideas de la Ilustración que ad-quirían forma en la revuelta a que convocaban los insurgentes, en una de las mástempranas manifestaciones liberales de la historia mexicana.

Los dos aspectos fundamentales que Reyes Heroles distingue en el liberalis-mo, el económico-social y el político-jurídico, quedan resumidos en las accionesque tomó Hidalgo en diciembre de 1810: el día cinco decreta el reparto detierras a los pueblos indígenas y al día siguiente declara abolida la esclavitud y lasgabelas. La distinción temática, útil para fines de comprensión, se ve en estarealidad como un todo, ámbitos vinculados estrechamente como han estadosiempre a lo largo de nuestro desarrollo histórico.

Varios autores han establecido la diferencia importante que existe entre elliberalismo europeo y el mexicano. Mientras el primero se edifica en construc-ciones racionales animadas por intereses económicos, el segundo va adquirien-do forma al calor de la acción política, a raíz de lo cual obtuvo en distintosmomentos el arropamiento de las masas. En Utopías mexicanas, Gastón GarcíaCantú (1978) recoge la respuesta de Miguel Hidalgo al edicto de la Inquisiciónque lo señaló como “apóstata de la religión”, por lo cual la iglesia considera-ba que la declaración de guerra que se hacía contra Fernando VII iba igualmen-te dirigida contra ella:

Unámonos todos los que hemos nacido en este dichoso suelo; veamos des-de hoy, enemigos y extranjeros, enemigos de nuestras prerrogativas, atodos los que no sean americanos. Establezcamos un Congreso que secomponga de todas las ciudades, villas y lugares de este reino, que dicte lasleyes benéficas y acomodadas a las circunstancias de cada pueblo: ellos

Actualidad del liberalismo: apuntes para una reflexiónGabriel Quadri de la Torre

86Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

entonces nos gobernarán con la dulzura de padres, moderando la devasta-ción del reino y la extracción de su dinero; fomentarán las artes, se avivarála industria, haremos uso libre de las riquísimas producciones de nuestrosferaces países, y a la vuelta de pocos años disfrutarán sus habitantes detodas las delicias que el Soberano Autor de la naturaleza ha derramadosobre este vasto continente.

Hidalgo daba así carta de naturalización al liberalismo, con la introducción dedos elementos ajenos a la tradición europea: el religioso y un nacionalismo gestadoa la sombra de una invasión extranjera. Con el primero justificaba como derechodivino la libertad de gozar de las riquezas naturales que ofrecía lo que hastaentonces era llamado Nueva España. Un movimiento de insurrección auspiciadopor los criollos en defensa de sus propios intereses que no se veían satisfe-chos por los peninsulares se ha dado como interpretación políticamente válidadel movimiento insurgente, pero el componente de masas no podía ignorarque éstas necesitaban una esperanza para hacerla propia, una ambición lo sufi-cientemente sólida para unirse a los objetivos económicos y políticos de loscriollos. Una de tales esperanzas era sin duda poder salir de las condicionesmiserables en que vivían los indígenas con el reparto de tierras necesario y justo,pero también la posibilidad de ejercer nuevas libertades; ejercicio amenazado yreprimido no sólo por una autoridad aplastante sino una autoridad extranjera,segundo elemento que daba más fuerza a un llamado hacia las libertades indivi-duales y que debía pasar por la libertad política que era preciso disputarle a unpoder foráneo. De allí la significación y el simbolismo de nombrar “Palacio Na-cional” al edificio que ocupó Miguel Hidalgo en Guadalajara, nombre que noalcanzaba a abandonar la tradición monárquica que formaba parte de lainteriorización del poder como hasta entonces se le había conocido, por lo queconjugaba el vocablo palacio con una idea de ejercicio de gobierno propio, esdecir, ajeno a los dictados de una autoridad vista como extraña y exhibida comoinvasora.

La defensa de una nación libre estuvo más nítidamente perfilada por Morelos,quien casi apenas iniciado el movimiento revolucionario de Independencia seña-ló en el decreto de Aguacatillo, en noviembre de 1810, la creación de un nuevogobierno en el que a excepción de los europeos “avisamos, no se nombrarán en

87

calidades de indios, mulatos ni castas, sino todos generalmente americanos”(Morelos, 1810 citado en Timmons, 1996). Se anunciaba así una nación libreque no hacía distinciones de raza.

Esta misma conjugación de la necesidad de una nación libre como premi-sa para ejercer las libertades civiles está presente en las precisiones políticasque hizo Morelos en el Congreso de Chilpancingo (Teja, 1935, citado enSilva Herzog, 1967):

Quiero que hagamos la declaración de que no haya otra nobleza que la de lavirtud, el saber, el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales, puesdel mismo origen procedemos; que no haya privilegios ni abolengos, que noes racional, ni humano, ni debido que haya esclavos, pues el color de la carano cambia el del corazón ni el del pensamiento; que se eduque a los hijos dellabrador y del barretero como a los del más rico hacendado; que todo el quese queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo de-fienda contra el fuerte y el arbitrario; que se declare que lo nuestro ya es ypara nuestros hijos, que tengan una fe, una causa y una bandera, bajo lacual todos juremos morir, antes que verla oprimida, como lo está ahora yque cuando ya sea libre, estemos listos para defenderla.

La guerra de Independencia mexicana fue la más larga de América Latina,once años de una insurrección sostenida explican suficientemente que hubieramomentos en que el ánimo insurgente decayera, especialmente después dela muerte de Morelos en 1915. Y aunque la sobrevivencia de la guerraindependentista se ha explicado desde el punto de vista de los líderes, es precisobuscar los motivos del sostenimiento de una lucha que no ponía a esos líderes ala vista y en contacto con toda la resistencia. El haber vislumbrado un mundodonde era posible el ejercicio de derechos civiles y políticos se hizo presente enlas masas que apoyaban el movimiento y ése era un resorte lo suficientementepoderoso para catapultar la lucha armada cuando ya se creía muerta.

En esos ideales liberales es posible encontrar la respuesta a la resistencia quemantuvo con vida Vicente Guerrero en las montañas del sur y Serafín Olarte enVeracruz. El acta de defunción de la guerra de Independencia no pudo ser ex-tendida gracias a la resistencia militar de estos dos hombres, cuando el movi-miento parecía extinguirse. La gesta de Vicente Guerrero es muy conocida, no

Actualidad del liberalismo: apuntes para una reflexiónGabriel Quadri de la Torre

88Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

así la de Serafín Olarte, indígena originario de Coyuxquihui, Papantla en el esta-do de Veracruz, quien mantuvo un foco guerrillero desde 1813 hasta 1921 yresistió ocho ataques realistas. A lo largo de esos años Olarte tuvo el apoyopopular: en 1919 intentó tomar Papantla sin lograrlo. El ejército realista sevolcó contra los habitantes que habían dado su apoyo a Olarte y quemó mediopueblo como castigo por respaldar al indígena insurgente. La convicciónindependentista de Olarte no decayó. Fue apresado en 1921, el mismo año enque fueron firmados los Tratados de Córdoba que dieron por finalizada la gue-rra. Olarte no pudo ser testigo del triunfo del movimiento por el cual luchó, peroes digno de análisis el sostenimiento no sólo militar sino el de un ideal que pro-metía una vida distinta para los indígenas, merced al ejercicio de libertades noconocidas hasta entonces y de la pertenencia a una nación independiente delpoder invasor al que se atribuían las condiciones particularmente difíciles de losindígenas. Episodios como éste son los que muestran las “fibras populares” que,según Reyes Heroles (1985) tocaba el liberalismo mexicano.

Durante esa época hay un continuo ir y venir entre la acción política y lasteorías que le daban respaldo. En el caso de Fray Servando Teresa de Mier esválido suponer que además de su sólida formación teórica, su adhesión a lacausa de la Independencia también se cultivó en las celdas en las que fue confi-nado por el Santo Oficio, en las que purgó condenas acusado de blasfemia,despojado de sus libros, sus escritos y hasta de su grado de doctor y queello, combinado con sus reflexiones sobre la situación del país, le hayan llevadoa participar activamente en la política como diputado del segundo CongresoConstituyente, el lugar con la mejor caja de resonancia para sus propuestasliberales, con las que defendió fervientemente la libertad. Las trayectorias per-sonales de los líderes liberales son una interesante veta de estudio que revelamuchos aspectos de la actuación política de estos personajes.

En Teresa de Mier vuelve a aparecer el componente extranjero como unaamenaza a la libertad nacional recién adquirida y no por cuenta de España, decuyo yugo México acababa de liberarse, sino de los Estados Unidos. SeñalaJesús Silva Herzog (1967, p. 59) que “fray Servando fue el primer mexicanoque observó el peligro que para nuestro país representaba la vecindad con losEstados Unidos”.

89

Más tarde, con la reforma liberal impulsada por Juárez que entrañaba con-cepciones más complejas del Estado y del ejercicio del poder en una naciónsoberana -quizá por ello menos al alcance de la población en general- se obser-va un viraje en la respuesta popular. La implicación de igualdad jurídica paratodos los ciudadanos con la promulgación de la Ley de Administración de Justi-cia Orgánica de los Tribunales de la Nación del Distrito y Territorios, no era deldominio público, como tampoco lo era la comprensión del fortalecimientodel Estado con la secularización de la sociedad mediante la nacionalización delos bienes del clero y la separación de la iglesia y el Estado.

Las masas se desdibujan en la disputa entre liberales y conservadores queculminó en una guerra durante la Reforma Liberal. Estos enfoques antagónicossobre la conducción del país se dirimieron militarmente. Sin embargo, la sobera-nía fue de manera constante un elemento aglutinador del apoyo popular. La con-vicción liberal de que México podía darse a sí mismo un gobierno frente alempecinamiento conservador de poner en manos extranjeras la conducción delpaís sirvió para fortalecer el anhelo de independencia y el apoyo a esta causa.

Reyes Heroles (1985, p. 134) identifica que en un rejuego entre bases teóri-cas y acciones tanto liberales como antiliberales, el liberalismo pudo acceder acompartir el poder con el conservadurismo y llevar sus ideas a los congresos y ala confección del marco jurídico fundamental sobre el que se construyó nuestropaís como nación. Señala así un segundo gran momento del liberalismo que yano es sólo acción, ni exclusivamente un “sentir” sino que se comienza a tejer uncuerpo teórico, si bien determinado por el rumbo un tanto errático de una naciónque intenta encontrarse a sí misma:

Se trata de las luchas, los triunfos y las derrotas que mantienen al paísfluctuante por un largo periodo entre dos órdenes: el colonial que no seliquida con la Independencia y el que podríamos llamar secularizante, mo-derno, laico, democrático, liberal, que no nace con ella. Por supuesto quelas ideas que por convicción u obedeciendo a intereses de grupos, sectoreso clases se manejan, son las que dan la clave de este periodo. Sólo unaconsideración superficial puede caracterizar esta época como simple anar-quía. Más superficiales son las explicaciones de ella, que se conforman conencontrar las causas de los trastornos en caudillos, aspirantismo, dominio

Actualidad del liberalismo: apuntes para una reflexiónGabriel Quadri de la Torre

90Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

de los trepadores, para usar vocablos de frecuente empleo en ese enton-ces. Pobre de un pueblo que tuviera que explicar cincuenta años de suhistoria con la existencia de meras pasiones y ambiciones personales

Esta discusión que parece un tanto olvidada en nuestro país o por lo menossuperada, tiene la mayor vigencia en la política. No sabemos hasta qué punto lasdecisiones políticas están vinculadas a un ideario y cuándo responde a la coyun-tura, al momento, a la ocurrencia o, como anota Reyes Heroles, a las pasiones ylas ambiciones personales.

La fuerte confrontación entre liberales y conservadores previa a la guerra deReforma, se dio en no pocas ocasiones al calor de la disputa política. Pasajes enlos que los ideales, los derechos y la corrección política pasan a segundo plano,porque antes y ahora ocurre un fenómeno bien señalado por José María LuisMora desde 1827: “el peligro no está en el depositario del poder, sino en elpoder mismo […] los pueblos de Hispanoamérica no han peleado precisamen-te por la independencia sino por la libertad, no por variar de señor sino porsacudir la servidumbre, y muy poco habrían adelantado con deshacerse de unextraño si habían de caer bajo el poder de un señor doméstico” (Mora citado enKrauze, 2000). Esto, es preciso reconocerlo, forma parte del debate político.No es posible ignorar este ingrediente irracional, pero a todas luces humano, dela disputa: los políticos lo hacen con la mira puesta en el poder, mientras que elpueblo actúa en relación al empeño más cercano y reconocible.

Es importante identificar cómo las diferencias entre el racionalismo y elpragmatismo en el ideario liberal no se manifiesta sólo entre pensadores y políti-cos; existen también distintos niveles de representación de un mismo ideario.Mientras para unos, sean políticos o pensadores, la lucha es por la independen-cia, para las capas mayoritarias es una lucha por la libertad. Esta diferencia, quepuede adquirir un nivel de simbolismo o reducirse a una bandera política, no porafán de simplificarla sino por una facilidad de comprensión popular, se observódurante la Reforma liberal.

Las reformas impulsadas por la Ley Juárez que suprimían los fueros de laiglesia y los militares y la Ley Lerdo que afectaba los bienes, provocaron unaagresiva reacción. Estos cambios fundamentales para cimentar un Estado fuerte

91

no podían ser fácilmente comprendidos por la población. Resultaba difícil conci-tar el apoyo popular ante medidas que afectaban a una institución cercana a lossentimientos religiosos populares.

Liberales de la época ofrecieron argumentos que se quedaron en el debatepolítico pero no ganaron calle. Ponciano Arriaga (citado en Silva Herzog, 1967),auspiciador de la Constitución de 1857 formuló de esta manera su postura: “Sise quiere que la reforma de la sociedad preceda a la libertad religiosa, bastaexaminar lo que el exclusivismo católico ha producido en 300 años para perdertoda esperanza. Ese exclusivismo produjo la miseria, la abyección y la esclavi-tud; fue un elemento de la dominación colonial y contrario tenazmente a la inde-pendencia”. El planteamiento en tribuna para conseguir los cambios legislativosera puntual: la afectación que se causaba a la iglesia católica no era un acto deagresión sino la construcción del derecho de elegir en materia religiosa. No ha-bía una traducción fácil para promover entre el pueblo estas medidas, como nofuera limitar la riqueza del clero.

Presentaba una dificultad similar la instauración del Registro Civil y la secula-rización de los cementerios; la iglesia había estado por siglos cerca de dosmomentos fundamentales en la vida del pueblo: el nacimiento y la muerte. Lapropuesta de dar certeza jurídica a la población, la idea de no tener feligresessino ciudadanos no resultaba una bandera popular sobre todo cuando era cues-tionada agriamente desde los púlpitos. A diferencia de la percepción que provo-caba enajenar los bienes del clero, eliminar las cuotas por los diferentes servicioseclesiásticos resultaba un beneficio inmediato que celebraba el pueblo.

La soberanía nacional percibida como un valor muy preciado volvió confuerza durante la Reforma, tanto en el riesgo que suponía la inclinación con-servadora a poner en manos extranjeras el gobierno, como en el hecho deque se culpó a la iglesia católica por haber perdido dos millones cien milkilómetros cuadrados del territorio nacional, al haberse negado a propor-cionar apoyo económico al ejército.

En ese mismo tenor se ubica la postura de otro pensador liberal y colabora-dor cercano de Juárez, Melchor Ocampo, quien se opuso al Tratado de Paz,Amistad y Límites con los Estados Unidos por considerarlo abusivo. Sus razo-

Actualidad del liberalismo: apuntes para una reflexiónGabriel Quadri de la Torre

92Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

nes tuvieron eco popular cuando proclamó que era preferible “morir que viviresclavos del invasor”. Frases heroicas como esta, pronunciadas en el lugar y elmomento adecuados, tienen un efecto multiplicador del apoyo popular. La de-fensa de la soberanía llegó a su punto culminante con el Segundo Imperio y laresistencia del gobierno itinerante de Juárez. La posibilidad de un gobierno deextranjeros se hizo realidad de nueva cuenta en el país, cuyo rechazo por partede la población se tradujo en respaldo para Juárez y fortaleció, como valor, lalibertad.

Justicia y democracia

Como ha sucedido en distintos episodios de la historia universal, los gobier-nos autoritarios terminan por despertar enérgicas formas de rebeldía. La entro-nización de Porfirio Díaz en el poder hizo aflorar también severas críticas a surégimen. Folletos, libros y un sector importante de la prensa crítica recogieron elpensamiento liberal de la etapa previa a la Revolución. Luis Cabrera, EmilioVázquez Gómez, Filomeno Mata y José Vasconcelos externaron sus críticas a laadministración porfirista. El régimen desató una furiosa persecución contraquienes eran considerados sus enemigos, lo cual no impidió que las críticasarreciaran.

Nuevamente, la situación que “tocaba las fibras” se hacía presente con losproblemas agrarios, pues constituyó uno de los principales reclamos; las políti-cas de despojo, la grave pobreza de los jornaleros y los peones acasillados, ylos abusos que se cometían en las tiendas de raya favorecieron primero la incon-formidad y después la participación para lograr un cambio de gobierno.

Libros y periódicos no eran productos de amplio consumo popular peroeran, sin duda, excelentes medios de difusión para la época. El periódico Rege-neración se manifestó por primera vez en 1903 en contra de la reelección. Estaconsigna, recogida años después en el libro de Francisco I. Madero La suce-sión presidencial en 1910 fue la tesis que animó a la postre el movimientomaderista.

El porfirismo dio vida a una variada prensa de oposición. El número de pe-riódicos alcanza varias decenas, entre ellos los muy conocidos El Diario del

93

Hogar, El Ahuizote, El Hijo del Ahuizote, El Demócrata, El Antireeleccionistay El Independiente. Hubo otros, muchos, cuyos nombres no vienen fácil a lamemoria como El Chinaco, El Paladín y El Colmillo Público. Los clubesantireeleccionistas tuvieron en la prensa opositora a una aliada sin par. El casode Regeneración es emblemático no sólo de la lucha magonista sino de unaconvicción sólida de la importancia de la prensa para lograr un cambio social. Larepresión porfirista fue tan férrea como la persistencia de los hermanos FloresMagón, Praxedis Guerrero, Juan Sarabia y Librado Rivera por sostener convida a Regeneración. La persecución al periódico es símbolo de la acometidacontra las libertades en su conjunto y no sólo contra la libertad de expresión y elperiódico. También anticipa funciones que hoy se esperan de la prensa y de losmedios informativos en general.

Varios de los libera- les de la RevoluciónMexicana se agruparon alrededor del PartidoLiberal, hecho que con- jugaba ya las tesis li-berales con una lucha política franca queapuntaba a la disputa por el poder desdeun partido político. En agosto de 1900 apa-reció el primer número del periódico Rege-neración, ligado estre- chamente a la luchadel magonismo y del Partido Liberal. Larepresión del régimen fue radicalizando lasposturas de Flores Magón, en un proce-so que opera de forma similar para la socie-dad en su conjunto.

En sus primeros escritos Flores Magón denunciaba la injusticia y la corrup-ción administrativa del régimen. De hecho, el lema inicial de Regeneración fue“Contra la mala administración de la justicia”. Poco más tarde, en el número 20publicado cuatro meses después de la fundación, el subtítulo era “Periódicoindependiente de combate”. La persecución de que fue objeto Flores Magón ylas cuatro ocasiones en que fue encarcelado injustamente fueron modificando supostura, hasta que en 1903 se pronuncia contra la reelección presidencial, paramás tarde hacerlo abiertamente por la insurrección.

Actualidad del liberalismo: apuntes para una reflexiónGabriel Quadri de la Torre

94Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Roger Bartra afirma atinadamente que Regeneración no fue el periódico delque se sirvió el magonismo, sino que fue el magonismo mismo, porque la luchade Ricargo Flores Magón y del Partido Liberal tenía como sostén la propaganday la educación cívica. Actualmente se le menciona poco, pero el planteamientofundamental que hoy le da signo a la vida política no sólo de México sino delmundo fue profusamente puesto en práctica hace más de cien años por elmagonismo: la propaganda. Por ello, los miembros del Partido Liberal desple-garon un gran activismo para impartir conferencias, organizar reuniones, organi-zar clubes y darle, entre todas esas actividades, un lugar privilegiado a la prensaliberal.

El distanciamiento político e ideológico que marcó el magonismo respecto alos caudillos de la Revolución lo mantuvo también al margen de la participaciónen el poder una vez que concluyó la fase armada. Este mismo hecho fue el quemantuvo la mirada crítica de Regeneración hacia el ejercicio del poder. Laspáginas de Regeneración no sólo denunciaron los abusos de Porfirio Díaz ypromovieron su caída del poder, también fueron blanco de sus análisis ácidosFrancisco I. Madero, Victoriano Huerta, Venustiano Carranza y Francisco Villa.

Esta negativa a la complacencia con el poder fue la que llevó una vez más aRicardo Flores Magón a la cárcel y posteriormente a la muerte en 1922. Lapostura crítica fue una consecuencia del apoyo permanente a las causas popula-res, las cuales no vio plenamente colmadas Flores Magón al término de la etapaarmada. Este hecho lo podemos ver hoy como el anuncio anticipado de lo quese le pide a los medios: ser el fiel de la balanza en la ponderación del ejercicio delpoder.

Uno de los escritos tempranos de Regeneración –enero de 1901– ensalza lafigura de Benito Juárez, denosta a Porfirio Díaz y aboga por los derechos civiles(Bartra, 1977, p. 82):

Volvimos a aspirar un soplo de libertad, bajo el gobierno del Benemérito delas Américas pero murió el coloso, el que encarnaba las aspiraciones nacio-nales, porque él había sostenido nuestra bandera en la época de prueba(…) Triunfó Tuxtepec; su programa de regeneración política lo acreditó yle abrió los brazos de todos los mexicanos. No reelección, moralidad admi-

95

nistrativa, sufragio libre, libertad de prensa, supresión de las alcabalas, su-presión del timbre, etcétera, etcétera, formaban ese halagador programa.(…)Veinticuatro años llevamos de esperar a que se cumpla el programa y enbalde hemos esperado. Las cosas siguen como antes, con el agravante dehaber perdido la libertad de sufragio, la libertad de prensa, la libre manifes-tación de ideas, en lo que se refiere a asuntos políticos, y de haberse refor-mado la Constitución en el sentido de que haya reelección indefinida y dehaber dado cabida, en un programa que se decía liberal y regenerador, aese odioso espectro que se llama política de conciliación.

Armando Bartra (1977) reconoce en Regeneración al heredero de la tradi-ción del periodismo político de la generación liberal de la Reforma y señala queel periodismo “y más particularmente el periodismo político, ha sido la principaly casi única expresión de un pensamiento teórico propiamente mexicano (…)los pensadores mexicanos difícilmente se han encontrado en condiciones desentarse a preparar estratégicamente largos y sesudos trabajos; la brevedad yoportunidad del escrito periodístico de uso táctico se ha acomodado más a lasposibilidades de una ‘cultura nacional’, en su más auténtico sentido”. Este mis-mo fenómeno lo podemos ver cien años después, cuando los medios son el forode debate al que concurren políticos, académicos, analistas y simples opinadores.

Actualidad del liberalismo

Valores como la responsabilidad, la transparencia, la defensa de los dere-chos humanos, la libertad de expresión, el bienestar social, elecciones justas ylimpias o la representación democrática, que son tenidos como buenos y nece-sarios pueden encontrar su antecedente en las ideas que los pensadores mexica-nos externaron en alguno de los momentos clave que se señalan.

Los partidos políticos son los instrumentos sociales por excelencia para larepresentación democrática y sus valores, además de ser los depositarios deldeber de llevar a los órganos deliberativos o ejecutivos los compromisos y res-ponsabilidades que adquirieron con sus seguidores. La oferta que los partidosofrecen a sus militantes y simpatizantes, expresada en sus plataformas, tienevariaciones, sin duda; a pesar de ello, los valores fundamentales asociados conla vida democrática los suscriben prácticamente todos.

Actualidad del liberalismo: apuntes para una reflexiónGabriel Quadri de la Torre

96Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

¿Cómo se racionaliza la herencia liberal en la actualidad? ¿Tiene manifesta-ciones concretas la diversidad doctrinal del liberalismo hoy en día? Es posibleque el pragmatismo político y partidista haya colocado en un lugar marginal algu-nos de los valores del liberalismo: otros en cambio continúan con plena vigencia.En la reforma política que ha sido motivo de una acalorada discusión tanto en losforos públicos como institucionales, la definición teórica de la forma en quelos cambios político electorales repercuten en la concepción de Estado, irreme-diablemente ha cedido terreno al cálculo de poder.

La inmediatez de la lucha política o la militancia en torno a ciertos derechosdesplazó por mucho tiempo un análisis integral del liberalismo mexicano, su de-sarrollo y la forma en que se manifestaba en el México contemporáneo, en elcontexto de la participación política ciudadana o partidista.

Se asumía como políticamente correcto defender algunos principios genera-les como el de la democracia, la justicia o la libertad de expresión, tan generalesque no parecía haber distinción entre las distintas siglas partidistas. Centros dereflexión como el Grupo San Ángel, que no encontraban espacio propicio parasu contribución en los partidos políticos desplegaron un trabajo de participaciónciudadana muy relevante por el pluralismo y apertura que les caracterizó. Estetipo de experiencias fueron las que precedieron a la creación de un nuevo parti-do que ofrece no sólo un nuevo espacio de participación sino, de manera funda-mental, una propuesta del nuevo liberalismo mexicano que concibe el ejerciciode derechos y libertades, como los que aquí se han analizado, a partir de unanueva relación entre sociedad y Estado determinada por el contexto socio-polí-tico nacional e internacional.

La actualidad de los valores liberales no está en los valores mismos, cuyoenunciado no se ha modificado sustancialmente, sino en la naturaleza de la rela-ción entre la sociedad y el Estado que les da corporeidad. Los elementos dedicha relación son el nivel de participación de la sociedad y la responsabilidaddel Estado frente a las viejas y nuevas problemáticas sociales. Por su naturaleza,los partidos políticos forman parte de ambos elementos y por tanto estáninvolucrados en la definición de las demandas sociales que deben ser atendidas,

97

en el tipo de gestión pública que se considera satisfactorio a tales demandas y elmarco legal que regula la actuación de sociedad, Estado y partidos.

Nueva Alianza se suma al mapa político mexicano dentro de la competenciapartidista con la reivindicación de los ideales liberales. Plantea espacios nuevosde participación para la ciudadanía y para una militancia que tiene historia en lalucha social y es, especialmente, un partido que está abierto a considerar elcontexto en el que se produce la relación sociedad-Estado porque nació justa-mente a partir de una revisión de la naturaleza de dicha relación.

Volver sobre los ideales liberales tiene más sentido que nunca porque esrevisar la pertinencia de la vinculación entre la realidad y su construcción racio-nal, por lo que se refiere al edificio democrático. “El racionalismo político noacepta la realidad tal y como es: si acaso la construye deductivamente. Y con eltiempo –primero con las utopías, y posteriormente, de la Ilustración en adelan-te– imagina una sociedad ‘ideal’, o en todo caso guiada por ideales. Y es elracionalismo el que establece que sin ideales no puede haber democracia” afir-ma Giovanni Sartori que (2009, p. 24) en una reflexión que recuerda a la deReyes Heroles en el sentido de que la evolución de una sociedad no está com-puesta sólo del encadenamiento de hechos asociados a la acción política, sinoque, como ocurrió con el liberalismo mexicano, fue definida en torno a ciertosprincipios.

La defensa por los derechos y las libertades tiene distintos énfasis, sentidos ointerpretaciones según el momento histórico. Los ideales para la construcción dela democracia se construyen en torno a los reclamos sociales de mayor significa-do. En la sociedad mexicana actual, el valor de la libertad no existe genérica-mente sino que cobra sentido cuando se le asocia con derechos como el de laeducación o la conservación de la riqueza de nuestro territorio. En el mundoglobalizado que habitamos actualmente el significado de la soberanía no esterritorial, hoy es más importante, por ejemplo, la soberanía energética y la po-sibilidad de contar a mediano plazo con energía renovable porque de ello de-pende nuestro futuro.

Tan importante es defender derechos civiles alcanzados en el pasado comoidentificar los ámbitos en los que se expresan hoy en día los valores de nuestra

Actualidad del liberalismo: apuntes para una reflexiónGabriel Quadri de la Torre

98Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

tradición liberal. Es difícil hablar de justicia si no se plantea como premisa eldesarrollo sustentable, no sólo como discurso sino como acción política, parahacer tangible y notorio el cuidado ambiental. No podemos negar que la vulne-rabilidad de la biodiversidad nos impacta como nación, pero algunas de susrepercusiones afectan en primera instancia a determinados grupos de población,generalmente los que menos recursos tienen para hacerles frente.

Poner al día los valores del liberalismo no puede ser un ejercicio concep-tual reduccionista sino percibir cómo nuevas necesidades, producto de lasociedad moderna en que vivimos, se asocian al ejercicio de derechos ciu-dadanos que deben salvaguardarse. La acción y la reflexión política debenenfocar su atención en ello.

Bibliografía

Bartra, A. (comp.) (1977), Regeneración 1900-1918. México: Ediciones Era.García, G. (1978), Utopías mexicanas. México: Fondo de Cultura Económica.Krauze, E. (1994), Siglo de caudillos. Biografía política de México (1810-1910). España:

Tusquets Editores.Murillo, R. (1970), El liberalismo en Veracruz. México: Cultura y Ciencia Política.Reyes, Jesús (1985), El liberalismo mexicano en pocas páginas. México: SEP-FCE.Sartori, G. (2009), La democracia en 30 lecciones. México: Taurus.Silva, Jesús (1967), El pensamiento económico, social y político de México 1810-1964.

México: Instituto de Investigaciones Económicas.Timmons, W (1996), Morelos. Sacerdote, soldado, estadista. México: Fondo de Cultura

Económica.Zayas, R. (2006), Benito Juárez. Su vida/su obra. México: Instituto Veracruzano de la

Cultura.

99

Expropiaciónpetrolera en México:un episodio decomunicaciónpolítica

Miguel Ángel Sánchez de Armas

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

AAAAANÁLIS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS ISNÁL IS IS

100Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ResumenResumenResumenResumenResumenLa expropiación de la industria petrolera que realizó el presidente LázaroCárdenas en marzo de 1938 tuvo repercusiones de diversa naturaleza en eldesarrollo de la vida nacional mexicana. La expropiación dio corporeidad apostulados revolucionarios adicionados de una importante carga ideológica conla que se revitalizaron procesos de identidad nacional y se promovió la ad-hesión popular en torno a la figura de Lázaro Cárdenas. La guerra de pro-paganda que desató la decisión de expropiar es, quizá, una de las aristasmenos estudiadas de este episodio de la historia de México que ofrece, conla perspectiva que da el tiempo, importantes lecciones en este enfrentamien-to desigual –en recursos financieros, conocimiento del campo propagandís-tico y aliados políticos en el escenario internacional– entre las acciones decomunicación emprendidas por el gobierno mexicano y las que promovieronlas empresas petroleras de Estados Unidos con el apoyo de su gobierno. Elpresente trabajo analiza las características de estas campañas y el contextoque definió el éxito de la acción gubernamental mexicana.

101

mación de una nueva identidad nacional anclada en los postulados de la Re-volución y la Constitución de 1917. En el orden político, fortaleció al régimeny potenció a la corriente denominada “cardenismo” como una renovación ideo-lógica y programática de los principios revolucionarios que fue la vuelta detuerca de un proyecto de independencia basado en el control de las riquezasnacionales. En lo económico, proveyó una fuente de ingresos que habría deser esencial para el desarrollo futuro del país y su inserción en la modernidaddel siglo XX.

En otro sentido, la expropiación desató una crisis que por momentos pusoa México y a los Estados Unidos al borde de un conflicto armado. Lasrepercusiones de la medida configuraron uno de los episodios de mayortensión en una relación históricamente difícil y se tradujo en uno de los mo-mentos más dramáticos de la historia latinoamericana además de tenerimplicaciones mayúsculas tanto para la industria petrolera internacional comopara la Revolución Mexicana.

El decreto expropiatorio lanzó ondas expansivas a los mercados financierosy prendió focos rojos en las cancillerías de un mundo que se aprestaba a unaguerra mundial. Como consecuencia, y en paralelo al conflicto económico ypolítico derivado de la expropiación, se desató una intensa guerra1 de propa-ganda, quizá la faceta menos estudiada de aquel episodio. Las empresas petro-leras –aliadas con sectores poderosos de la economía y la política tanto en Méxicocomo en sus países de origen– buscaban debilitar y derrocar al gobierno delgeneral Cárdenas y sustituirlo con un régimen favorable a sus intereses. El car-denismo montó su defensa en el ensanchamiento del apoyo político interno al

1 El señalamiento de Lorenzo Meyer es pertinente para los efectos de este trabajo: “La definiciónclásica de guerra implica la hostilidad armada entre dos o más unidades políticas que, generalmen-te, son Estados; sin embargo, el concepto también se puede extender y aplicarse a una situaciónde hostilidad, conflicto, oposición o antagonismo entre fuerzas físicas, mentales o sociales”.Meyer, Lorenzo (2010, 11 de febrero). “México y sus guerras”. Reforma, p. 13.

Expropiación petrolera en México: un episodio de comunicación políticaMiguel Ángel Sánchez de Armas

La expropiación de la industria petrolera extranjera en marzo de 1938fue un momento clave en la vida de la nación posrevolucionaria. Por sucarga simbólica propició la cohesión ideológica en el proceso de for-

102Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

régimen mediante acciones de propaganda que fortalecieran la idea de combatiral imperialismo norteamericano para salvaguardar los recursos nacionales.

En el presente trabajo se examinan cuatro facetas de la campaña de propa-ganda antimexicana desatada a raíz de la expropiación: los corridos, el carácterideológico de la propaganda, la guerra que se libró en la prensa y la políticainterior y exterior.

1. Los corridos del petróleo

Mediante hábiles acciones de propaganda que operaron sobre el extendidoantiyanquismo de la idiosincrasia mexicana, el cardenismo pudo insertar en elimaginario colectivo la idea de que las dificultades del año 1938 eran conse-cuencia de una venganza de los gringos por la expropiación y no producto depolíticas económicas equivocadas o de la lucha de facciones desatada por laproximidad de la sucesión presidencial. El resultado fue el fortalecimiento yno la deslegitimación del gobierno entre los sectores populares, gran parte de laclase media y una fracción de la inteligencia, principalmente de la izquierda.

La expropiación rápidamente se hizo tema de corridos, la expresión mu-sical, generalmente anónima, que a la manera de los juglares difunde entre elpueblo hazañas y sucesos relevantes, y que de acuerdo a Merle Simmons(1953), es el mejor instrumento para conocer y entender el sentir colectivodel pueblo mexicano.

Año de mil novecientos / del treinta y ocho a contar / sucedió lo queenseguida / yo les vengo a relatar. / El día dieciocho de marzo, / fecha degran sensación / nacionalizó el petróleo / el jefe de la Nación.

Este género de expresión popular históricamente incorpora el sentimientoantiyanqui en muchos momentos de nuestra historia. Una perspicaz interpreta-ción es de Lewis Gannett, quien al reseñar The Wind that Swept Mexico deAnita Brenner, escribió: “Sea que la revolución avance o retroceda […] la ma-yoría de los mexicanos se han acostumbrado a que Estados Unidos esté encontra. […] Están seguros de que la revolución avanzará, pero que sea suave-mente o con la fuerza de un huracán, dependerá en gran medida de la actitud delos Estados Unidos. El pueblo mexicano identifica instintivamente a la contrarre-

103

volución con la influencia norteamericana” (Glusker, 1988). Yerguin (1991) con-signa que un diplomático inglés involucrado en el enfrentamiento de las petrole-ras con el gobierno de México, explicó a su gobierno en una nota que “el únicotema en que los mexicanos de todas las clases están totalmente de acuerdo es enla convicción de que es un principio inalterable de la política estadounidenseevitar el desarrollo económico y la consolidación política de su país”. El historia-dor norteamericano contemporáneo Richard Fagen (1979) propone que dadanuestra condición de país repetidamente humillado por los Estados Unidos y almismo tiempo dependiente económicamente de este país, “México ha desarro-llado una cultura política muy sazonada por el antiamericanismo… o por lo me-nos asentada en un gran escepticismo respecto a los motivos y acciones de losEstados Unidos”. En una carta fechada el 2 de julio de 1938 en Ciudad Victoria,Marte R. Gómez confiaba a Jaime Torres Bodet, a la sazón encargado de nego-cios de la Embajada de México en Francia: “Cuando la radio transmitía elmensaje presidencial y en las conciencias penetraba la idea de que algo grandeacababa de ocurrir, un ranchero de Matamoros se volteó para decirme: Ya elPresidente se fajó los pantalones; dígale que no se los afloje y aquí nosotros onos morimos a balas o nos morimos de hambre, pero no nos rajamos”.

Durante la guerra de 1847, el pueblo cantó con ánimo rebosante de odiohacia los norteamericanos:

Expropiación petrolera en México: un episodio de comunicación políticaMiguel Ángel Sánchez de Armas

104Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Los yankees malvados / no cesan de hablar / que habrán de acabar / conesta nación.

Y durante la primera guerra mundial, un olvidado trovador entonó al son de lavihuela:

Y por esos ambiciosos / nuestra Patria idolatrada / recordará el puebloentero / que siempre ha sido ultrajado / no una sino varias veces / por esagente ilustrada.

Inexactos como pudieran ser respecto al detalle histórico, los corridos sinduda reflejaban con un alto grado de certeza los temas y la inclinación del pen-samiento popular, y recogían la verdad como el pueblo la percibía. Los cro-nistas musicales estaban cerca del pueblo y buscaban adecuar sus canciones alánimo del auditorio al que iban dirigidas. Dice Simmons (1953):

La mayoría de los compositores de corridos viajan de pueblo en pueblocantando sus propias composiciones y las de otros en las plazas y en lascantinas. Las exigencias de su profesión les mantienen en estrecho contac-to con las corrientes de opinión, lo que justifica nuestra creencia de que loscorridos, cuando son adecuadamente interpretados, son importantes docu-mentos sociales e históricos.

Mucho antes de la expropiación, los petroleros ya eran tema de corridos.Entre 1923 y 1924 se registran varias composiciones que se refieren al inter-vencionismo norteamericano a favor de las empresas aceiteras y en contradel gobierno de Álvaro Obregón:

Los petroleros han jurado / boycotear (sic) a este gobierno, / el gringo esmuy desgraciado / y es nuestro enemigo eterno.

En los campos petroleros alrededor de Tampico, en los años veinte, los tra-bajadores cesados expresaban así su descontento:

Los cesados en Tampico / y también los repatriados / quieren comerpuros gringos / crudos y también asados.

El cardenismo hizo de la expropiación un potente y cuasi-religioso símbolonacionalista que permeó el fervor popular. Identificó el acto expropiatoriocon el rescate de la Patria, la operación de las instalaciones con la recuperación

105

del mando sobre la nación y el enfrentamiento a los poderosos barones delpetróleo con la reafirmación de los valores nacionales: el triunfo del David cató-lico sobre el Goliat protestante. El petróleo fue colocado en el altar patrio allado de la Guadalupana. En su estrategia de comunicación y movilización demasas, el cardenismo también operó exitosamente en el frente religioso, terrenode la iglesia católica. Hubo una tregua en el enfrentamiento en torno a la “educa-ción socialista”. El clero mexicano se sumó al cardenismo y declaró desde elpúlpito que la ayuda para el pago de la deuda adquirida era una medida patrió-tica. Bajo la firma de Luis M. Altamirano, arzobispo titular de Bizia, coadjutorde Morelia y secretario del Comité Episcopal, la revista Christus del 31 dejunio de 1938 publicó una nota titulada “Los Católicos Mexicanos y la DeudaPetrolera”:

Aunque no ha sido necesaria ninguna exhortación para que los católicosmexicanos contribuyan generosamente con el Gobierno de la República apagar la deuda contraída con motivo de la nacionalización de las empresaspetroleras; juzgando que es oportuno expresar la actitud uniforme y reflexi-va del Episcopado Mexicano en asunto tan importante, el Comité Episcopal,en nombre de dicho Episcopado, declara que no solamente pueden loscatólicos contribuir para el fin expresado en la forma que les parezca másoportuna, sino que esta contribución será un testimonio elocuente deque es un estímulo para cumplir los deberes ciudadanos la doctrina católi-ca, que da una sólida base espiritual al verdadero patriotismo.

2. Propaganda e ideología

Contrariamente a una idea bastante generalizada, la expropiación, con todaesta simbología, no fue una medida extraordinaria nacida en la trinchera de ladefensa de la Patria y al calor del asedio de un poderoso enemigo. Se trató másbien de un hecho predecible y en sintonía con la lógica política del régimencardenista –urgido de consenso interno– que tuvo la inteligencia política y laaudacia para reconocer y operar –dada la naturaleza estratégica del petróleo envísperas de la Segunda Guerra Mundial– en una ventana de oportunidad.

Se debe estudiar desde la perspectiva de una acción para generar cohesión yapoyo político internos y no sólo como una acción económica. Llama la atención

Expropiación petrolera en México: un episodio de comunicación políticaMiguel Ángel Sánchez de Armas

106Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

el que casi en paralelo al enfrentamiento con los empresarios norteamericanos eingleses del petróleo, el gobierno de Cárdenas, por conducto del general Fran-cisco J. Múgica, secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, realizaba unadifícil negociación con los concesionarios suecos y estadounidenses de la telefo-nía, y pese a que también se trataba de un sector estratégico con grandescapitales invertidos e interés diplomático de gobiernos extranjeros, este enfren-tamiento fue solucionado, si no amigablemente, sí con cierta conformidad de laspartes y sin que adquiriera las dimensiones de conflicto internacional que tuvo elcaso del petróleo.

En la expropiación fueron factores de naturaleza política interna y simbólicos,más que económicos, los que modularon el desarrollo del conflicto. En 1938,México ya no era uno de los principales productores de petróleo y de acuerdocon los conocimientos geológicos de la era sus reservas se encontraban en ago-tamiento. El mantenimiento de las instalaciones productivas por parte de lasempresas había sido escaso en años anteriores. Tanto los estadounidenses comolos ingleses habían trasladado el centro de gravedad de su interés a otras zonasdel mundo que prometían rebasar ampliamente las riquezas del subsuelo mexi-cano. La proximidad de una guerra mundial había alterado la geopolítica y porende las prioridades estratégicas. El conflicto con el sindicato era ciertamenteuna incomodidad desde el punto de vista industrial, pero las empresas, como severía con el tiempo, siempre pudieron disponer de los recursos para satisfacerlas demandas económicas del gremio y el gobierno de Cárdenas nunca perdió lacapacidad de encauzar la movilización sindical hacia acuerdos de naturalezamenos radical que la expropiación.

Para las empresas, el problema de fondo era el temor de que el ejemplo seextendiera a los campos petroleros de Venezuela, en donde ya de diciembre de1936 a enero de 1937 se había registrado la primera gran huelga de la industriaen aquella nación. Ceder a las demandas de los trabajadores mexicanos eramandar un mensaje que pondría en riesgo las operaciones en Sudamérica. Parael gobierno mexicano, una solución de medio camino entre las partes no habríabastado para generar el efecto simbólico necesario para impulsar una moviliza-ción popular que blindara al régimen contra una creciente oposición política do-méstica y cada vez mayores presiones externas.

107

En este contexto, además de las acciones jurídicas, políticas y diplomáticas,las empresas petroleras pusieron en marcha una campaña de propaganda paragenerar el rechazo a la medida del general Cárdenas con la intención de volcar ala opinión pública internacional en contra de ella.

La petrolera norteamericana Standard Oil de Nueva Jersey organizó lo quehoy llamaríamos un “cuarto de guerra” en sus oficinas corporativas del RockefellerCenter de Nueva York y contrató para dirigirlo a uno de los publicistas máshábiles y aguerridos de la época, Steve Hannagan. Desde ese cuartel se diseña-ron y ejecutaron campañas de propaganda anticardenista y se organizó el cabil-deo en el Congreso, en la Casa Blanca y entre grupos de presión mexicanos einternacionales adversos al gobierno de Cárdenas. La inglesa Royal Dutch Shelltomó por su cuenta promover el desprestigio de México en Europa y fue cabezade lanza de acciones legales para incautar el petróleo mexicano en los mercadosinternacionales bajo la acusación de que se trababa de un producto robado.

Además de hundir al cardenismo, las campañas buscaron la derogación deldecreto de expropiación, ya fuese mediante presiones políticas y económicas, opor la vía de la intervención armada. Para impulsar tal propósito compraronplumas, espacios y prestigios en la prensa de Estados Unidos, en la de Méxi-co y en la de naciones europeas. Numerosos diarios norteamericanos, ingleses,franceses, alemanes y de otros países daban por cierta la movilización de unafuerza expedicionaria para meter en cintura a los volátiles mexicanos, al estilo dela campaña antivillista del general Black Jack Pershing en 1916 o como unareedición de la toma del puerto de Veracruz por el almirante Fletcher en 1914.

En el escenario internacional, las empresas expropiadas buscaban crear laidea de que en México operaba un régimen confiscatorio (procomunista oprofascista según el caso) que al tomar los campos petroleros había compro-metido el abastecimiento de combustibles de los Estados Unidos y sus aliadosen vísperas de la guerra y por lo tanto era una riesgo para la seguridad nacionalde estas potencias. Otra vertiente fue que el país estaba en vías de convertirse enun enclave del fascismo en América, en donde el nacionalsocialismo cons-truía una plataforma bélica para atacar a Estados Unidos.

Expropiación petrolera en México: un episodio de comunicación políticaMiguel Ángel Sánchez de Armas

108Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Al interior de México, las campañas tuvieron por meta persuadir a la pobla-ción de que el general Cárdenas y su gobierno eran notoriamente incompeten-tes, estaban destruyendo la economía del país y colocándolo en riesgo de unainvasión.

Pero la verdadera preocupación de las empresas petroleras no eran las pér-didas económicas –con el tiempo se revelaría que el valor de las instalacionesindustriales era en realidad una fracción de lo que reclamaban y la produccióndel hidrocarburo había descendido notablemente– sino la posibilidad de que elejemplo de México cundiera en la región, se exacerbaran el nacionalismo yel antiimperialismo y se desatara una ola de expropiaciones en América Latina.Como ha observado el profesor de la Universidad de Texas, Jonathan C. Brown(1993), autor de Petróleo y revolución en México, “en el escenario internacio-nal las petroleras eran los árbitros supremos del mercado” y nunca antes ningúnpaís había logrado imponer su soberanía sobre sus propios hidrocarburos sinhaber sufrido graves consecuencias internas e internacionales.

Fue entonces una lucha ideológica la que el cardenismo libró. El gobiernomexicano operó contracampañas que fueron particularmente exitosas si se con-sidera el contexto político de la época y la desigualdad de recursos de quedisponían las partes. El presidente Cárdenas tenía una sólida experiencia en lamovilización de masas y en 1938 había concretado la corporativización de lasdiversas fuerzas sociales mexicanas. Para la contraofensiva propagandística te-nía a su servicio un aparato de comunicación: el Departamento Autónomo dePrensa y Publicidad (DAPP), organismo con rango de secretaría de Estado,dotado de fuerza política y recursos técnicos, si bien no de medios económicosequiparables a aquellos de los que disponían las petroleras.

La Standard Oil y la Royal Dutch Shell tenían bolsillos muy profundos, entanto que México era un país al borde de la quiebra. Tuvieron a su servicioexpertos formados en las escuelas de propaganda de la Primera GuerraMundial; en México los operadores se habían formado en la práctica del activis-mo político. Las petroleras pudieron financiar campañas internacionales; Méxi-co tenía problemas para enviar personeros a buscar apoyo social y político enEstados Unidos y en Europa. Las petroleras subvencionaron publicaciones im-

109

portantes en ambos países; México imprimió unos cuantos folletos que se distri-buyeron selectivamente, si bien en varios idiomas. Las petroleras insertaban susmensajes en producciones de cine de amplia distribución; México produjo nomás de quince películas de propaganda con algunas copias en inglés y francés.

¿Cómo explicar, en este contexto, que la propaganda de las petroleras nohubiera logrado generar amplias corrientes populares de opinión pública ni enEstados Unidos ni en México mientras que las campañas mexicanas fomenta-ron movilizaciones masivas que el propio embajador norteamericano de aquellaépoca reconoció nunca haber visto antes?

No hay una respuesta unívoca ni sencilla. Existe una multiplicidad de fac-tores que deben analizarse para arrojar luz sobre la pregunta. Pero un hechoclave radica en la diferencia intrínseca de la propaganda de las partes. Lamexicana estaba basada en una ideología y en una visión de nación, en tantoque las petroleras nunca pudieron apelar a nada más que la defensa de susintereses económicos.

Cárdenas fue un propagandista en el más amplio sentido de la palabra y uneficaz agitador, seguramente el más capaz en una generación de caudillos nota-bles por sus habilidades en la movilización de masas. Ciertamente, hay unadiscusión y puntos de vista encontrados sobre la equivalencia de los términos“propagandista” y “agitador”. Plekhanov (citado por Kenez, 1985) escribió que“un propagandista presenta muchas ideas a una o a pocas personas; el agitadorpresenta sólo una o unas pocas ideas, pero lo hace a una gran masa de perso-nas”. Lenin (ibíd.) abunda en esta distinción, al igual que Michels (1991): “Elpropagandista opera principalmente mediante la palabra impresa; el agitador,mediante la palabra hablada”. En realidad, como apunta Kenez (1985), es unadiscusión fútil que no arroja luz sobre la materia ya que es imposible diferenciaren la práctica al agitador del propagandista. En consecuencia no tengo reparo enutilizar ambos términos indistintamente y me parece que con justicia se puedenaplicar para describir esta faceta del Divisionario de Jiquilpan.

Expropiación petrolera en México: un episodio de comunicación políticaMiguel Ángel Sánchez de Armas

110Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

3. La guerra de la prensa

Naturalmente fue en la prensa de Estados Unidos y de Gran Bretaña, los dospaíses afectados, en donde la expropiación tuvo mayores espacios. En lasplanas de grandes diarios metropolitanos y de los regionales, y en las revis-tas informativas que comenzaban a circular (en 1938 Time estaba en su quinceaniversario) se siguió puntual y abundantemente la información del insólito es-pectáculo de una nación tercermundista enfrentada sin vacilar, y con éxito, alpoder de los consorcios petroleros. Con el tiempo, las publicaciones periodísti-cas serían la artillería pesada de las ofensivas de propaganda enderezadas con-tra el gobierno de Lázaro Cárdenas.

Mucha de la información que aparecía sobre la expropiación tenía su origenen Nueva York, en Washington, en Chicago o en Los Ángeles, a partir de decla-raciones de políticos, diplomáticos y hombres de negocios extranjeros o condatos proporcionados por la Standard Oil y demás empresas expropiadas. Otrasfuentes fueron las agencias cablegráficas que también transmitían desdeMéxico. El periódico que cubrió el evento de manera más directa, consistente ysistemática fue The New York Times a través de su corresponsal, Frank L.Kluckhohn, y sus notas eran frecuentemente retomadas por otros medios. Hubovisitas de enviados especiales, desde luego, entre ellos Anita Brenner, del NewYork Times Magazine; Betty Kirk, del diario Christian Science Monitor, yAdamatios Theophilus Polyzoides, de The Los Angeles Times. El 28 de marzo,diez días después de la expropiación, The New York Times publicó una nota deseis párrafos dando cuenta de la visita de 118 representantes de la CaliforniaPress Association a México y su recorrido de dos semanas por el país. La“nota” fue la declaración de un ex gobernador de California que estuvo con ladelegación, en el sentido de que “el misterio de la expropiación es saber si Méxi-co va a conseguir el dinero para pagar por las propiedades tomadas”.

Otra cobertura que ocupó espacios y contribuyó a la desinformación sobrela medida expropiatoria fue la de “interés humano” sobre la suerte de los em-pleados extranjeros. Si bien no se registraron casos de violencia física en contrade ellos o de sus familias durante la toma de las instalaciones en diversos puntosdel territorio, algunos incidentes se inflaron desproporcionadamente y dieron la

111

idea de una inminente persecución que evocaba a la que sufrieron los extranje-ros durante el alzamiento de los bóxers en China a principios de siglo. El 22 demarzo, el New York Times publicó una nota de primera plana, firmada por Kluc-khohn, con la cabeza “35 americanos huyen de la zona petrolera mexicana;británicos en éxodo – Salen apresuradamente del Istmo de Tehuantepecluego de amenazas de muerte a extranjeros – Se reporta la detención de unciudadano – Se dice que un ejecutivo de una subsidiaria de la Standard fuedetenido por trabajadores en Tampico”. En el cuerpo de la información seafirma que los estadounidenses y británicos fueron objeto de amenazas, pero nose precisa cuándo y cómo tales amenazas tuvieron lugar. El supuesto incidentefue reproducido por otros diarios y se generó un ambiente de alarma por laseguridad de aquellos ciudadanos. Pero en los informes de la embajada norte-americana el incidente apenas si se menciona como una fricción pasajera, y lospropios involucrados poco después aclararon que nunca fueron objeto de ame-nazas y que el supuesto “enfrentamiento” había sido en realidad una discusiónacerca de los tiempos y la forma en que algunas oficinas debían ser entregadas alos representantes acreditados del sindicado. Ni el New York Times ni Kluc-khohn aclararon posteriormente la información.

Otro tema desplegado por los diarios que alentó la consternación entre elpúblico norteamericano, fue el de las ventas de petróleo mexicano a las poten-cias del Eje después de la expropiación, pero sin aludir al boicot de las petrole-ras que obligó al gobierno de Cárdenas a buscar urgentemente mercados enEuropa y Asia y, desde luego, sin hacer mención de que empresas estadouni-denses como la Standard Oil tenían años proveyendo de combustible a Japón,a Alemania y a Italia. De esta manera se atizaba la sensación de que los mexica-nos habían gravitado hacia la esfera de influencia del fascismo y se fortalecía elpercibido antiyanquismo del gobierno de México.

Además de la falta de contexto histórico, las informaciones servidas por laprensa estadounidense a sus auditorios frecuentemente tenían como fuente únicaa las empresas expropiadas y no incorporaban la versión de los mexicanos. Porejemplo, casi invariablemente se reproduce la cifra de entre 400 y 450 millonesde dólares como valor de las instalaciones expropiadas que las propias empre-sas dieron a conocer en el primer momento, pese a que desde 1935 el Departa-

Expropiación petrolera en México: un episodio de comunicación políticaMiguel Ángel Sánchez de Armas

112Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

mento de Comercio de Estados Unidos había situado el valor en 69 millones dedólares y el gobierno de México en 64 millones.

Se destacaba el daño infligido a las empresas sin mencionar que muchasconcesiones habían sido obtenidas por medios ilegales o inmorales, y sin hacermención de las ganancias obtenidas durante los años de operación, el controlabsoluto sobre los volúmenes de producción, la evasión fiscal y las condicionesde los trabajadores, que si bien mejores que las de otros grupos, eran inferio-res a las de sus homólogos extranjeros.

Al reseñar las manifestaciones que siguieron al 18 de marzo, las informacio-nes dan mayor importancia a incidentes como el abucheo de turistas norteame-ricanos y las consignas antiyanquis, incluso sugieren un acarreo de participan-tes, en tanto que minimizan el hecho evidente del amplio soporte popular que lamedida desató, algo que historiadores como Albert Michaels y el propio emba-jador Josephus Daniels no pudieron menos que notar. “Una ola de entusiasmodesbordante recorrió el país”, escribió Daniels. Y no escapó a su ojo de perio-dista y diplomático profesional, que el entusiasmo popular fue compartido porlos mexicanos más allá del petróleo, convencidos de que debían formar un sóli-do frente único. Michaels (1970) juzga que durante un breve interludio, “Cárde-nas había logrado la unidad por la que había luchado desde su elección”.

Otro tema que no fue incorporado con el valor informativo que sin dudatenía, fue la reiterada promesa del gobierno cardenista de que las empresasserían compensadas de manera justa y equitativa conforme a la ley mexicana, loque se tradujo en informaciones sesgadas que no daban al lector elementosclaros de juicio. Como dato interesante, los hábitos personales de austeridad,trabajo y honradez del presidente Cárdenas sí encontraron espacio en muchasde las informaciones... al mismo tiempo que se hacía hincapíe en sus simpatías“procomunistas” o “prosocialistas”. En un artículo de Frank Kluckhohn –el co-rresponsal del New York Times que sería expulsado del país por lo sesgado yprejuiciado de sus despachos– se alaba a Cárdenas por su alejamiento de lasclases aristocráticas y su cercanía con el pueblo y se le describe como “un hom-bre de buena voluntad” quien sin embargo estaba empeñado en programas queestaban llevando al país hacia un “Estado totalitario”.

113

Aunque la mayoría de los comentarios editoriales fueron desfavorables aMéxico, se registran excepciones. El 10 de abril de 1938, el periodista BertramD. Hulen en el New York Times se congratuló de que las relaciones oficialesentre México y los Estados Unidos hubiesen salido airosas de la tormenta oca-sionada por la expropiación. Adamatios Theophilus Polyzoides, de The LosAngeles Times, viajó a México y reportó que entre el pueblo privaba en reali-dad una fuerte corriente de simpatía hacia Estados Unidos, que Japón y Alema-nia eran muy poco admiradas, que los principales diarios coincidían en queMéxico pagaría su deuda petrolera y que ésta era un asunto doméstico y nointernacional. Después de desmarcarse de la corriente periodística que pro-clama la suficiencia de unas cuantas semanas para escribir un libro de análi-sis, Polyzoides informa que México está en paz porque trabaja intensamentey que “las diversas fuerzas vitales desatadas por la revolución están de algu-na manera bajo control”. En el New York Times Magazine, Anita Brenner elo-gió los programas sociales del presidente Cárdenas que permitieron que muchosmexicanos “comprendieran por primera vez que eran ciudadanos con derechos”y dieron a los campesinos la primera esperanza de una vida segura y concomodidades. Bruce Rae, editor adjunto del New York Times, entrevistó al

Expropiación petrolera en México: un episodio de comunicación políticaMiguel Ángel Sánchez de Armas

114Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

presidente Cárdenas y recogió la invitación personal del Primer Mandatario alas empresas para buscar en forma conjunta un arreglo. Randall Pond escribióen la revista católica Commonweal que “cualquier norteamericano que hayaconocido aunque superficialmente los métodos de las empresas petroleras en supropio país, bien puede imaginarse lo que una llamada ‘nación atrasada’ debesufrir cuando uno de los más poderosos monopolios internacionales deja caertodo su peso para obtener el oro negro”. Y añade que los pueblos que guarda-ron silencio durante mucho tiempo “ahora revelan cómo hombres y mujeresfueron drogados, alcoholizados o asesinados para despojarlos de sus terrenospetroleros”.

Hugh Morgan (1984) tiene un juicio implacable:

La prensa norteamericana examinó a la presidencia de Lázaro Cárdenas apartir de sus propios prejuicios, y sus informaciones raramente fueron nutri-das por el entendimiento de la dinámica de la sociedad mexicana o por elconocimiento de la historia de México. Los periodistas, al no poder apartar-se de su chauvinismo, dieron a sus notas un tono hipócrita. Determinaronqué era verdadero desde el punto de vista de los valores culturales,actitudes y creencias preconcebidas estadounidenses, de tal suerte que alescribir sobre los acontecimientos que tuvieron lugar en el cardenismo ne-cesariamente se referían sólo a aquello que podía interesar a los lectoresestadounidenses.

4. Política exterior y política interior

La expropiación petrolera de 1938 fue sin duda el episodio cimero en laconstrucción del nacionalismo mexicano después de la Revolución y uno de lossustentos ideológicos y programáticos del moderno Estado mexicano. En mate-ria de política exterior, redefinió la naturaleza de la relación con los EstadosUnidos y con Inglaterra e influyó en las determinaciones jurídicas sobre los re-cursos naturales en los países de América Latina. Fue un paradigma en el sentidode que contuvo casi todos los elementos que después se encontrarían en otrasmanifestaciones nacionalistas, muchas de las cuales se modelaron más o menosconscientemente en la experiencia mexicana. Al mismo tiempo fue particular-mente dramática precisamente por haber sido el primer suceso de esa naturale-

115

za: la expulsión de empresas petroleras extranjeras de un país subdesarrolladoen nombre de la soberanía nacional. El ejemplo mexicano facilitó la consuma-ción de expropiaciones en otras latitudes.

En mayo de 1938 Cuba promulgó una ley que reservó al Estado los dere-chos sobre los recursos minerales, limitó a treinta años las concesiones e impusouna tasa del 10% a la producción; en agosto siguiente Costa Rica intentó nacio-nalizar los servicios de luz, transporte y telefonía; en Colombia la producciónpetrolera fue declarada de utilidad pública y por lo tanto sujeta a expropiación;en 1939 Chile organizó un monopolio gubernamental para la distribución y ventade petróleo; en 1941 Ecuador promulgó una ley minera basada en la de México;Brasil nacionalizó la industria petrolera y decretó la propiedad estatal sobrelos depósitos de carburo y las refinerías; Uruguay expropió seis refineríasangloamericanas y en 1949 Argentina incorporó preceptos constitucionalesnacionalistas en materia de recursos del subsuelo.

Raúl Benítez (1990) nos recuerda que el ejemplo mexicano al resto delos países del tercer mundo fue notable en los años de la posguerra. Laexpropiación de 1938 es el antecedente de la nacionalización del petróleoen Irán en 1949, en Perú en 1968 y en Venezuela en 1976; de las minas deestaño en Bolivia en 1952; de las empresas fruteras pertenecientes a la UnitedFruit en Guatemala, de 1951 a 1954; de la nacionalización del Canal de Suez en1956 en Egipto; de la nacionalización de las empresas mineras de cobre y salitreen 1971 en Chile; y de los tratados que regresaron el Canal de Panamá a lasoberanía de aquel país en 1977. En lo que respecta al Canal de Suez, haytestimonios de que a solicitud del gobierno egipcio, el presidente Adolfo RuizCortines nombró como embajador a uno de los actores de la expropiación,Alejandro Carrillo Marco, con la misión expresa de compartir con el régimen deGamal Abdel Nasser aspectos políticos y legales de la expropiación mexicanaque pudieran servir de sustento a la nacionalización del canal.

Sin duda una de las razones de que la expropiación se insertara en el imagina-rio popular de la manera en que lo hizo, en un corte transversal que abarcó atodas las clases y grupos sociales, tiene que ver con las peculiares características

Expropiación petrolera en México: un episodio de comunicación políticaMiguel Ángel Sánchez de Armas

116Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

que colorean los sentimientos de los mexicanos hacia Estados Unidos, una mez-cla de resentimiento, rencor, desconfianza y admiración que genéricamente setraduce en antiyanquismo.

Un observador extranjero escribió a su gobierno: “Sea lo que sea que losempresarios locales piensen del presidente Cárdenas, su audaz golpe a los princi-pales intereses extranjeros en el país no puede sino ser fuente de gran satis-facción para muchos ciudadanos mexicanos de todas las clases”. Este rasgo delcarácter mexicano era tan evidente que ni León Trotsky dejó de percibirlo. Se-gún este dirigente soviético exiliado en México, el sentimiento antiamericano yantibritánico demostrado por el pueblo mexicano durante el conflicto con lossindicatos petroleros había sido fomentado por agentes alemanes.

Para Randall Pond, la expropiación de las empresas extranjeras propicióentre los mexicanos un nivel de unidad no visto “desde la invasión francesa de1862”. La Iglesia y la Universidad –instituciones que por diferentes razones ha-bían tenido choques con el gobierno de Cárdenas– apoyaron abiertamente lamedida en contra de las empresas extranjeras. Se reeditaba lo acontecido en1916 con la “expedición punitiva” del “laureado general” Pershing, según docu-menta Allen Rosenberg (citado por Aguirre, 2010): “Aquello fue la guerra deguerrillas en su máxima expresión. Éramos los invasores extranjeros. Todos es-taban en contra nuestra... aunque no estuviesen a favor de Villa”.

Pero el respaldo a la expropiación no fue unánime. Varios caudillos revo-lucionarios hicieron pública su insatisfacción con la medida, lo mismo quegrupos de la clase media y de la intelectualidad. En la revista Hoy del 26 demayo de 1938, Rodulfo Brito Foucher calificó de “terror mexicano” a laspolíticas del cardenismo. La reacción contraria más radical fue la de Satur-nino Cedillo, el hombre fuerte de San Luis Potosí, quien desconoció al gobiernode Cárdenas el 15 de mayo y calificó a la expropiación de acto “antieconómico,antipolítico y antipatriótico”.

La estrategia de movilización del cardenismo, traducida en acciones de pro-paganda a cargo del DAPP logró su objetivo interno. Si bien las manifestacionesque siguieron al 18 de marzo y las de los meses siguientes fueron alentadas oabiertamente organizada por el gobierno, la participación popular en ellas fue

117

mucho más allá de cualquier “acarreo” y se convirtieron en una corriente denacionalismo incondicional que amalgamó a todas las clases sociales y se volcóen un masivo apoyo popular al régimen. Sin duda la expresión más conmovedo-ra fueron las filas de gente del pueblo en ciudades y pueblos y a las puertas delPalacio de las Bellas Artes en la capital de la República para entregar modestasprendas, animales y dinero como óbolo para la causa.

Cárdenas y sus aliados –en particular la Confederación de Trabajadores deMéxico (CTM)– lograron levantar en la sociedad mexicana una ola de entusias-mo y apoyo a la medida expropiatoria como no se había visto en México desdeel triunfo de Madero sobre la dictadura de Porfirio Díaz. La concentración or-ganizada por la CTM en apoyo a la nacionalización, el lunes 21 de marzo,fue uno de los momentos culminantes del cardenismo, del nacionalismo y delproceso revolucionario en general. La expropiación fue declarada por VicenteLombardo Toledano, secretario general de la CTM, como el verdadero princi-pio de la independencia política de México.

Y como se apuntó antes, la Iglesia Católica apoyó a la expropiación tanto através de sus representantes como en su revista mensual Christus.

El petróleo se había convertido en un símbolo de la dependencia y someti-miento al vecino que en una guerra alevosa había despojado a México de latercera parte de su territorio. Explotado por manos extranjeras y expoliadaaquella riqueza en beneficio del imperio, el petróleo encarnaba el sojuzgamientoa los Estados Unidos. Cuando Lázaro Cárdenas lo expropia en 1938, no habíatranscurrido aún una generación desde la toma de Veracruz. La resistencia po-pular al desembarco de marines que sin declaración de guerra tomaron el puer-to en abril de 1914 y el sacrificio de jóvenes cadetes de la Academia Naval endefensa del suelo patrio, eran historia reciente. La toma del puerto había confir-mado que Estados Unidos por todos los medios impondría su voluntad al pue-blo de México.

En el imaginario popular, pues, petróleo y soberanía se hicieron sinónimos sintransición. De nueva cuenta la Patria llamaba a la heroica resistencia contra elinvasor yanqui. En 1938, Cárdenas con la expropiación recuperaba el honor yla dignidad nacionales.

Expropiación petrolera en México: un episodio de comunicación políticaMiguel Ángel Sánchez de Armas

118Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Bibliografía

Aguirre, M. (s.f.), Pancho Villa ataca Columbus, 1916. La expedición punitiva. Recuperadoel 9 de enero de 2010, de http://www.mexicomaxico.org

Alemán, M. (1977), La verdad del petróleo en México, México, FMA.Álvarez, J. (2006), Crónica del petróleo en México. De 1863 a nuestros días, México,

Archivo histórico de Pemex.Ashby, J. (1963), Organized Labor and the Mexican Revolution under Lázaro Cárdenas,

Chapel Hill, University of North Carolina.Basurto, J. (1976), El conflicto internacional en torno al petróleo de México, Méxi-

co, Siglo XXI.Benítez, R. (1990), "México 1920-1945. La expropiación petrolera y la reinserción de Méxi-

co al sistema internacional", en Historia Crítica, No. 4, pp. 47-56.Brown, J. (1993), Oil and Revolution in Mexico, Berkeley, University of California Press.Cárdenas, L. (1972), Apuntes, México, UNAM.Córdova, A. (1972), La formación del poder político en México, México, ERA.Fagen, R. (1979), “An Inescapable Relationship”, en The Wilson Quarterly, No. 3,

pp.142-150.Gilly, A. (1994), El cardenismo, una utopía mexicana, México, ERA.Glusker, S. (2008), Anita Brenner. A Mind of Her Own, Austin, University of Texas.González, L. (2002), El cardenismo. Los artífices del cardenismo. Los días del presidente

Cárdenas, México, El Colegio Nacional.Kenez, P. (1985), The Birth of the Propaganda State. Soviet Methods of Mass Mobilization,

Cambridge, Cambridge University Press.Krauze, E. (1984), Lázaro Cárdenas, general misionero, México, FCE.(1994), Siglo de Caudillos, México, Tusquets.(1997), La presidencia imperial, México, Tusquets.Michaels, A. (1970), “The Crisis of Cardenismo”, en Journal of Latin American Studies, No. 1.Michels, R. (1991), Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias

oligárquicas de la democracia moderna. Buenos Aires, Amorrortu.Morgan, H. (1984), The United States Press Coverage of Mexico During the Presidency of

Lázaro Cárdenas (Disertación doctoral, Southern Illinois University).Simmons, M. (1953), “Attitudes Toward the United States Revealed in Mexican Corridos”,

en Hispania, No. 1.Yergin, D. (1991), The Prize. The Epic Quest for Oil, Money and Power, New York,

Touchstone.

119

CCCCC ONTORNOONTORNOONTORNOONTORNOONTORNO SSSSS

El doctor Mora,teórico de la reformaliberal

Arturo Arnáiz y Freg

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

120Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

el aire desmedrado de un anacoreta. Pero una tuberculosis prematura le permi-tió adquirir sin esfuerzo el color macilento que los escritores de la época sóloobtenían mediante un régimen austero.

Hardy, el agente del gobierno inglés que lo conoció en la tertulia de la libreríade Ackermann, cuenta con ufanía conmovedora que cuando Mora tenía apenastreinta y cinco años mostraba ya “toda la palidez y el desfallecimiento que sontan comunes en los hombres de gran talento y de conocimientos literarios”.

Enfundado en un frac de corte tubular, podemos verlo en el óleo que conser-va nuestra Biblioteca Nacional como recuerdo del influjo determinante que tuvoen su fundación. Es el mismo frac que ponía iracundo a su pintoresco enemigodon Basilio Arrillaga, quien no acertó nunca a explicarse la repulsión de Morapor el traje talar a que su condición de teólogo borlado le daba derecho.

Anónimo y de recursos limitados, el pintor dejó en el cuadro la figura de unadusto caballero oprimido por cuello descomunal en el que, al estilo de LordByron, se arrolla una corbata negra. La frente es alta, estrecha y surcada dearrugas prematuras. Una boca enérgica emerge de la sombra azulosa de su reciabarba europea cuidadosamente afeitada. Aunque la mirada apunta cierta inten-

* El presente texto fue publicado originalmente por El Colegio de México en el Vol. 5, No. 4, deHistoria Mexicana en abril-junio de 1956, y se reproduce con su autorización.

La República Mexicana gasta catorcemillones de pesos en sostener soldados que

la tiranicen sin defenderla.Cada mexicano debe preguntarse

diariamente a sí mismo si el pueblo existe parael clero o si el clero ha sido creado

para satisfacer las necesidades del pueblo.

José María Luis Mora (1835).

No tuvo el doctor Mora en su apariencia física nada que lo singularizase.

Vivió en el tiempo en que el influjo del romanticismo impedía con-ceder calidad intelectual sobresaliente a los hombres que no tuviesen

121

ción osada y dominante, no hay en los ojos de este mal retrato ni un vestigio deaquella intensidad luminosa que impresionó a Melchor Ocampo cuando hace unsiglo lo visitó en París. Y es que, por gracia del tosco pincel, el rostro expresivodel encantador de almas a quien José Bernardo Couto consideraba el máságil de los conversadores de su tiempo, ha quedado congelado en una seca yanodina estampa de notario.

Es en sus obras y en los testimonios de sus contemporáneos donde po-demos hallar los rasgos que fijan su actitud y definen la hondura de su huella.En los manuscritos donde ha quedado su letra dura y chaparra, brillante demarmaja, podemos seguirlo en plena labor creadora. Veloz y profundo a unmismo tiempo, su mano era dócil a la potencia generosa de su pensamiento. Lasideas le brotaban en venero impetuoso, rebelde a la puntuación.

Enemigo de bromas y chocarrerías, tenía un valor sereno que marca conacento de veracidad sus afirmaciones políticas. No se dejó vencer por rencorespequeños. Fue un precursor; pero, por su actitud ante la vida, estuvo siempremás cerca de Rousseau que de Voltaire. Se pareció a Juan Jacobo en la zozobray en los modos de expresión. Para explicar su desaliño escribió una vez: “Yo notengo tiempo de ocuparme de palabras cuando he logrado expresar claramentemi pensamiento.”

Para vencer y mantenerse a flote sobre el escurridizo y pantanoso suelo po-lítico de México, ha sido en todo tiempo necesario mostrar las calidades deltezontle: porosidad y dureza. A Mora le faltó la primera. Fue demasiado firme ensus ideas para que pudiese alcanzar victoria en el escenario de su época.

La valentía con que atacó a las dos clases privilegiadas que dominaban lanación y la agudeza con que describió a sus contemporáneos más visibles, lollenaron de enemistades. Pocos escritores han visto sus obras juzgadas con mayorhostilidad; pero es interesante la unanimidad con que hasta sus más enconadosadversarios reconocen sus capacidades superiores.

Don José María Tornel, antiguo compañero de colegio a quien Mora pulve-rizó sin misericordia, pues entre otras cosas verdaderas le dijo que se habíaechado a cuestas la librea de cuantos habían querido ocuparlo como lacayo,opinaba que los escritos del consejero de Gómez Farías “manifiestan suficiente-

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

122Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

mente hasta donde avanza el extravío de la razón de un gran talento que no haaprovechado las sabias lecciones de la experiencia”. Aunque los dos habíanestado juntos en los bancos de San Ildefonso, tuvieron estilos de vida diferentes.Fue inevitable que chocaran y no se comprendiesen. En tanto que Mora enten-dió la existencia como un “atreverse a tener razón contra la iniquidad de susiglo”, Tornel estuvo siempre atento a sacar provecho, a veces excesivo, de las“sabias lecciones” experimentales.

Movido también por resentimiento personal, el indigesto don José MaríaBocanegra llamaba a los libros de Mora “una sátira que presenta las cosas y loshombres en caricatura y no una relación fiel e imparcial que pueda como taltransmitirse a la posteridad con el saludable fin de la historia”. Por su parte, eldoctor Arrillaga, después de citarlo “ante el tribunal de la sana crítica, de lareligión católica y de la verdadera política”, llama a sus producciones nada me-nos que “máquina infernal, completa y bien montada”.

Para impugnar a Mora, don Basilio usó los mismos achaques de bufoneríaerudita gratos a don Carlos María de Bustamante. Así, después de relatar elcuento de “Chúpate ésa” y la dramática “Historia de una mujer tuerta que sepeleaba con otra que no lo era”, pedía que Mora fuese llevado, urgentemente, aun manicomio: “¿Cómo anda, pues, libre nuestro doctor por las calles de París?¿No hay allí almas caritativas?” Satisfecho de lo que consideraba abrumadoravictoria sobre el sentencioso reformista, interpolaba reflexiones en verso tan afi-nadas como ésta:

Esta águila tan realya paró en humo y es nada;

por su cabeza fatal,sin ojos y desplumada

yace muerta en un corral.

Y todo sin perjuicio de que, en el último párrafo de sus Cartas, elogie lasfelices disposiciones y talentos de que el doctor Mora se halla adornado. “Ta-lentos que reconoce muy superiores a los suyos, y de que desea haga usted unuso más digno este su afectísimo Basilio Arrillaga.”

123

Pero, juzgando con nuestros propios elementos, ¿podríamos encontrar unacolección de semblanzas de mexicanos del siglo XIX que pueda compararse a laque Mora incluye en su Revista política? ¿Quién ha acertado mejor a dar enuna sola frase la descripción cabal de nuestros tipos más complejos?

Repasemos definiciones:

Lorenzo de Zavala: “Hombre poco delicado en todas las líneas, pero muyespecialmente en materia de dinero.”

José María Fagoaga: “Todos han acabado por respetarlo, por reconocer ensu persona un ánima republicana con lenguaje monárquico.”

Y hablando de retratos, habría que preguntar también: ¿hay alguno quesupere al de José Bernado Couto, arquetipo de políticos moderados? “Losprincipios políticos de Couto son de progreso; pero en razón de su carácter, seprestará más fácilmente a sostener las reformas hechas que a proponer las queestán por hacer: el sí en él es siempre difícil y muchas veces vacilante; el no, esconstantemente firme, y pronunciado con resolución.”

Por algo la inolvidable marquesa Calderón de la Barca tomó la galería dibu-jada por Mora como guía principal para orientarse ante las notabilidades mexicanasde 1839. Al releerla y hacer su cotejo, se vio obligada a confesar que el retratista“usaba la pluma sin temor y, al parecer, con imparcialidad”.

Cuando relata a sus amigas de Norteamérica la honda impresión que causóel folleto en que don José María Gutiérrez de Estrada propuso el establecimien-to de una monarquía constitucional en México –motivo por el cual tuvo quepermanecer oculto y ausentarse más tarde del país–, la Marquesa copia emo-cionada la silueta que Mora había trazado cinco años antes: “A pesar de lagentileza de su carácter, las convicciones políticas de Gutiérrez de Estrada sontan firmes y tan puras que nunca cedería en lo que considera ser una obligación,aun en el caso de que sus más íntimos amigos trataran de influir sobre él y de quemilitaran las más poderosas consideraciones.” La esposa del Ministro de Espa-ña tuvo que agregar después: “Se diría que el autor ha previsto las actualescircunstancias.”

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

124Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Por lo que hace a su doctrina política, Mora fue un liberal que se mantuvooscilante entre Adam Smith y Jeremías Bentham.

Como en México no existe ni existía entonces gran industria, se preocupópor los intereses de la propiedad territorial con un empeño exclusivista que loaproxima mucho a los fisiócratas.

Reconocía que la nación se hallaba empobrecida por la acumulación de pro-piedades en un corto número de manos; pero aunque aconsejó que las tierrasfuesen divididas en pequeñas porciones y le pareció urgente que se encontraseun mecanismo para que la propiedad pudiese ser transmitida con facilidad, ad-virtió los peligros que podría acarrear una distribución graciosa: “Cuando lastierras se dan a hombres que no las han adquirido por su trabajo e industria, sinopor una concesión gratuita de la ley –decía–, jamás saben apreciarlas ni sacar deellas el partido de aquellos cuyos hábitos de laboriosidad les han proporcionadolo necesario para comprarlas y verlas como propias.”

Dotado de un altivo individualismo, no creyó en la importancia de lasmasas, a las que consideraba dotadas de “un movimiento maquinal, en todosemejante al instinto de los animales”. Conocía el inestable equilibrio socialde México; pero se negó a admitir que los males alcanzasen remedio si seutilizaba la violencia.

Su táctica política, forma curioso contraste con la de don Antonio López deSanta Anna. Mientras Su Alteza Serenísima recomendaba a sus ministros:“Firmeza y buenos trancazos lo componen todo”, oímos afirmar a Mora: “Losefectos de la fuerza son rápidos, pero pasajeros; los de la persuasión son lentos,pero seguros.” ¿No está aquí ya el “¡venceréis, pero no convenceréis!”unamunesco?

Con un optimismo muy a la moda europea de 1830, creyó en el progreso:“La mejora diaria y progresiva que se advierte en todas las obras humanas esuna prueba demostrativa de que la perfectibilidad de sus potencias no tienetérmino.”

Cuando, como era natural, tuvo que afrontar el eterno problema de hacercompatibles la libertad y el orden, se decidió sin reticencias por el orden.

125

Consideraba que las convulsiones públicas sólo por excepción son medio deprogresar. En su opinión, había que reformar los abusos no tocando a las perso-nas sino cuando fuese necesario.

Vivió en el México de las militaradas y los cuartelazos cotidianos y, si esverdad que no tardó en convencerse de que todas las rebeliones mexicanasreconocían un origen civil, observaba que los militares se habían levantado conel derecho de ejecutarlas y eran los que las hacían más atroces.

Ante la ruina ge- neral provocada porla guerra permanen- te, llegó a exclamar:“El despotismo mis- mo con todos sushorrores es preferible a una discordia intes-tina, a una lucha in- terminable, a una gue-rra fratricida.”

Al seguir la evolu- ción de sus ideas, te-nemos que aceptar que su aversión a losmilitares mexicanos no fue sino resultadode un cuidadoso exa- men de manías y ape-titos cuartelarios.

Mora carecía ini- cialmente de todaprevención contra los soldados y sus jefes.Cuando el ejército profesional encabe-zado por Iturbide consumó la Indepen-dencia, no escatimó elogios a esa “tropa aguerrida, pronta a sacrificarse por lalibertad de su patria”.

Más tarde, sin embargo, tuvo que convencerse de que las ambiciones de loshombres de uniforme, su deseo de hacer fortuna y sus hábitos de insubordina-ción y de falta de respeto a las leyes, eran el principal obstáculo para la vidafecunda del país.

Fueron los jefes los que le merecieron más atenta vigilancia, porque sabíamuy bien que en México las tropas siempre son de quien las manda.

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

126Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

En cada revuelta, después de tratada la paz entre los representantes de lasdos fracciones del ejército, había una catarata de inmoderados ascensos paralos vencedores. Simultáneamente se hacía la destitución de los vencidos, a losque –por ser la milicia una clase privilegiada– el espíritu de cuerpo obligaba amantener en el disfrute de sus sueldos.

Pronto las obligaciones que por este concepto tuvo que soportar el pre-supuesto nacional fueron abrumadoras, y cada nuevo régimen las hacía au-mentar. Ante el extraño espectáculo, alguien escribió esta reflexión zumbonay angustiada:

Diez veces me he pronunciadocontra el poder nacional,

y apenas soy general.

La milicia, decía Mora en 1836, deriva su poder especial del ejercicio de lafuerza bruta en veintiséis años de guerras civiles. “Leyes, magistraturas, gobier-no, personas y cosas, fondos públicos y particulares, todo ha estado más omenos pero realmente sometido al poder militar, ejercido bajo diversas denomi-naciones y formas.”

En todo tiempo las mejores voces de habla castellana han coincidido en mu-chas afirmaciones fundamentales. La actitud de Mora se identifica literalmentecon el grito simultáneo de Mariano José de Larra: “¡Siempre bayonetas en todaspartes! ¿Cuándo veremos una sociedad sin bayonetas?”

En estas zonas de América, tierras de Espíritu que no acaba de encontrarse,la vista del poder tiránico ejercido por los vencedores ha producido muchasveces en la población de las ciudades la idea de que, por sus fines directos y susmétodos, los pretorianos provienen de países de barbarie. Y es que esa atribu-ción ideal de orígenes exóticos resulta el único medio de alcanzar una explica-ción a la conducta de nuestros mandones con alfanje.

En México, para darnos la silueta de don Antonio López de Santa-Anna,Mora tuvo que llamarlo “Atila de la civilización mexicana”. Describiendo a Ro-sas, muchos años después, Sarmiento dijo en la Argentina: “El caudillo que en

127

las revueltas llega a elevarse, posee sin contradicción, y sin que sus secuacesduden de ello, el poder amplio y terrible que sólo se encuentra hoy en los pue-blos asiáticos...”

Pero Mora no se limitó a señalar los males que la clase militar provocaba enla República. Había sido sacerdote y conocía como muy pocos los hábitos delclero católico que, heredero de las riquezas que se acumularon durante la Colo-nia, tenía, aparte de su legítima influencia espiritual, un significado decisivo en loeconómico y en lo político.

Quizá por haber salido del santuario, sus golpes fueron mas certeros. Sesintió rodeado de un pueblo en el que era casi imposible establecer las bases dela moral pública, porque constantemente hacía confusión entre los deberes so-ciales y los religiosos.

Reprobaba que en un país agobiado por la miseria hubiese príncipes de laIglesia que, como el obispo de Puebla, gozaban de una renta de más de ochentamil pesos anuales, vivían rodeados de una verdadera corte y disfrutaban de unaconsideración personal “mayor que la de un soberano de las orillas del Rhin”.1

Había visto la ingerencia excesiva de los eclesiásticos en los negocios públi-cos, y por esto le pareció necesario que se dedicasen a cumplir, sin rebasarlas,sus honrosas obligaciones de auxilio espiritual. Consideraba intolerable lapropensión que en todas partes tenían a dominar la sociedad civil y a “mezclarlos sucesos de la tierra con las cosas del cielo”.

La abolición de los privilegios del clero y de la milicia le pareció una necesi-dad “real, ejecutiva y urgente”.

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

Sobre este mismo punto escribe la marquesa Calderón de la Barca en su libro Life in Mexico: “Siyo me viese precisada a escoger un empleo aquí, me decidiría sin vacilar por el de Arzobispo deMéxico, que me parece la posición más envidiable del mundo, para quienes deseen vivir tranqui-los, cómodamente, y rodeados de universal adoración. Es un Papa, sin las molestias del pontifi-cado, y con la décima parte de su responsabilidad, cuando mucho. Es objeto aquí de una venera-ción superior a la que en la adelantada Roma se profesa a Su Santidad y, a la manera de los reyesdel buen tiempo viejo, es infalible. Su sueldo anual importa unos cien mil duros, y si se le antojaravender nada más que los dulces que le mandan las monjas de toda la República, disfrutaría de unabuena renta. Su Palacio de la capital, su carruaje sibarítico, sus magníficos caballos y sus mulas desuave andar, sugieren ideas de perfección en materia de conforte. La verdad es que el conforte,desconocido en México por la gente común y corriente, se ha refugiado en el Palacio Episcopal.”

1

128Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Desde 1830 afirmaba que era necesario desamortizar los bienes eclesiásti-cos con objeto de reparar la bancarrota de la propiedad territorial, aumentar elnúmero de propietarios y obtener cantidades que bastarían para hacer el pagode la deuda pública una vez que ésta hubiese sido clasificada y consolidada.

Una de las más intensas luchas de su vida la libró contra el monopolio que elclero ejercía sobre la educación pública. Para él, los establecimientos de educa-ción superior, que en nuestro país estaban servidos por eclesiásticos, no eranotra cosa que un lazo tendido a la imprevisión de la juventud. “Todo el empeñode los catedráticos –escribe– consiste en que los alumnos sean cristianos sincuidarse primero de hacerlos hombres, con lo cual se consigue que no sean louno ni lo otro.”

Le parecía que esas escuelas eran el origen del charlatanismo, “que es laplaga general de la República”. Llegaba incluso a admitir que por eso era posibleencontrar más sensatez entre los hombres que no habían recibido semejanteeducación.

En su mismo estilo literario comprobamos que la enseñanza impartida en loscolegios, memorística y dogmática, predisponía a la pedantería. Con todo y queMora supo vigilarse, en sus escritos abundan las frases de claro matiz escolar,doctorales y rotundas. “Esto es una verdad demostrada, más clara que la luz delmediodía”, o bien, “se ha dicho y repetido hasta el fastidio que...”

No ignoraba que su posición era compartida entonces sólo por una minoría.Sabía que el programa político del partido del progreso era –como de hecho hasido siempre en México– impopular entre los grandes núcleos. Pero su confian-za en la nobleza de sus miras era tal, que estaba seguro de que la repulsión de losindecisos debía desaparecer ante los resultados que las reformas brindarían.

Con esa su habitual y severa actitud de guía que se sabe seguido con recelo,explicaba: “El pueblo de México ama y desea tenazmente la libertad; pero porciertas contradicciones e inconsecuencias que se advierten en su carácter nacio-nal, está tenazmente adherido a instituciones y prácticas esencialmente incompa-tibles con ella.”

129

Enemigo de la aplicación de la violencia y escéptico en cuanto a la eficacia delos movimientos colectivos, se propuso destruir los privilegios de militares y ecle-siásticos mediante una revolución incruenta realizada desde arriba. Fracasó en elintento porque careció de tiempo para preparar a los espíritus, y porque subrazo ejecutor flaqueó en una hora decisiva.

En 1833 actuó como consejero de don Valentín Gómez Farías y tomó partemuy considerable en la resolución de los problemas de gobierno mientras elhonorable médico jalisciense estuvo encargado del poder ejecutivo.

A Mora corresponde el honor de haber puesto las bases de la enseñanzalaica en México, al disponer con la propia mano el decreto justamente célebredel 19 de octubre de 1833. A él se debieron también no sólo la definición de losprincipios fundamentales del partido liberal, sino toda una serie de medidas orien-tadas a su aplicación inmediata, pues, como él mismo dice, en la administraciónde Farías “se hablaba poco y se procuraba hacer mucho”.

Si México ha logrado evadir en algunas etapas de su historia el penoso es-pectáculo que ofrecen las dictaduras latinoamericanas típicas, es porque losreformistas han logrado desvincular el esfuerzo unido del clero y del ejército.Por la severa disciplina a que están sometidos, ambos cuerpos imprimen a sushombres una como intolerancia esencial que dejó en otro tiempo honda huella enlos destinos nacionales.

El liberalismo pudo existir entre nosotros como régimen estable, desde el díaen que se logró que un ejército no profesional, improvisado y jacobino, perma-neciese en guardia frente a la jerarquía eclesiástica. Esto se vio muy claramenteal triunfo del Plan de Ayutla, y la lección fue tan convincente que, todavía hoy,siempre que en este país las sotanas y los solideos andan en amable compañíacon los sables y las charreteras, sentimos que, nuevamente, parece quedar enpeligro la libertad.

Mora vio esto con penetración, y es por ello por lo que en su Revista políti-ca no disimula el papel importantísimo que había asignado a la guardia cívica delos diversos estados de la federación, frente a la milicia tradicionalista que hacíaimpracticables las reformas.

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

130Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Abundante habría sido la cosecha si Gómez Farías hubiera podido sostener-se en el poder; pero don Valentín no procedió con la decisión que el momentodemandaba y, en lugar de apoderarse del turbulento Santa Anna y hundirlo en unpresidio, le faltó resolución en la hora precisa y permitió por su pusilanimidad eldesencadenamiento de la venganza del partido ultramontano que acabó con lasreformas hasta entonces conseguidas.

Cuando se ha emprendido y comenzado un cambio social –escribía Mora,desilusionado–, es necesario no volver los ojos atrás hasta dejarlo com-pleto, ni pararse en poner fuera de combate a las personas que a él seoponen, cualquiera que sea su clase; de lo contrario, se carga con la res-ponsabilidad de los innumerables males de la tentativa que se hacen sufrir aun pueblo, y éstos no quedan compensados con los bienes que se esperandel éxito.

¿Por qué no se apoderó Gómez Farías del presidente López de Santa Anna?,se pregunta Mora, y él mismo nos entrega la respuesta: “Porque el paso erainconstitucional, y porque no se supusiese en el Vicepresidente una ambición demando que no tenía.” “Famosa razón por cierto –dice con indignación mal repri-mida–, famosa razón que ha mantenido a lo más la reputación del señor Faríasen un punto muy secundario, y ha hecho recular medio siglo a la nación, hacién-dola sufrir sin provecho los males de la reforma, los de la reacción que la derri-bó, y los que le causarán las nuevas e inevitables tentativas que se emprenderánen lo sucesivo para lograr aquélla.”

Vencidos los reformadores por la soldadesca, no tardó Mora en conocer elgran número de adversarios que su influjo en el gobierno de Gómez Farías lehabía granjeado. Y antes que solicitar clemencia o abjurar de sus conviccio-nes políticas, resolvió salir por determinación propia al ostracismo, a pesarde la poderosa influencia que para impedirlo ejercieron sus amigos.

En sus escritos de destierro vemos que su devoción por la libertad de comer-cio no sufrió mengua. Consideraba que el interés individual y no la protecciónsiempre ruinosa de los gobiernos es lo que debe fijar la inversión de los capitalesy determinar la industria de un país. Puso en la acción enardecida de la políticarazón fría y aguda reflexión. Su liberalismo está matizado de un claro acento

131

libresco. En los escritos de su primera juventud lo vemos citar a sus maestroseuropeos en grandes parrafadas, y no pocas veces brota victoriosa su pedante-ría. Así, después de un largo trozo del “sabio Bentham”, afirma desafiante ysatisfecho: “la lectura e inteligencia de Bentham no es para semisabios ni enten-dimientos vulgares”.

Entre sus autores predilectos exhibía desde Turgot y Montesquieu hasta elbuenazo de Benjamín Franklin; pero quizá porque la gracia frívola de Voltaireresultaba incompatible con su acento doctoral, se empeñó porque a lo largo detoda su obra pareciese como que lo ignoraba. Evitó cuidadosamente toda cho-carrería que pudiese destruir la unidad dramática de sus afirmaciones. A más deun siglo de distancia, nos resulta muy fácil encontrarle omisiones y defectos. Fuela suya una filosofía para propietarios, y de acuerdo con ella admitió desdeluego la necesidad de un gobierno de tipo oligárquico.

Consideraba que el derecho de ciudadanía no debía prodigarse: “Habrá, sise quiere –decía con ingenuidad–, propietarios ineptos y perversos, peronadie se atreverá a decir que esto sea propio de la mayoría de su clase”; “lomismo decimos de los proletarios –agregaba–; no faltarán algunos que tengan lacapacidad necesaria para desempeñar los puestos públicos y sufragar para ellos,pero la generalidad siempre carecerá de estas prendas, y las leyes no debenatenerse a lo que suceda por un fenómeno o caso raro, sino a lo que, siendocomún y frecuente, está en la naturaleza de las cosas”.

Pero si su desdén por los trabajadores tiene ahora detalles cercanos a lacomicidad, conserva, en cambio, plena vigencia su protesta por el abandonocon que la generalidad de los habitantes del país habían desde entonces dejadoel acto de las elecciones en poder de “los facciosos o de los aspirantes másdescarados”.

Pensaba que sin algún grado de opulencia ningún pueblo puede ejercer cier-tas virtudes sociales que hacen honor a los que las tienen. En realidad, y quizá sinque se lo propusiese concretamente, se convirtió en un campeón de los interesesde las clases medias.

Quiso ver en el mando a un grupo selecto, una aristocracia de la inteligenciaque debía dirigir los servicios sociales y los administrativos. En la excesiva rique-

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

132Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

za del clero de su tiempo vio no sólo un obstáculo económico, sino tambiénpolítico, y como llegó a ser un antimilitarista convencido, dejó a los reformistasmexicanos un verdadero breviario de la libertad civil, “Catecismo político” lollamaba él, usando uno de sus curiosos resabios eclesiásticos.

Aunque afirmó varias veces que el oro que se adquiere sin trabajo no hacemás que dar lustre a la miseria del que lo posee, no se libró de incurrir en lasmismas caídas del liberalismo clásico. Su interés por los obreros no llegaba másallá de un deseo piadoso por mejorar su suerte en lo más indispensable. Creía,sí, que había que tratar desigualmente a los desiguales; pero su simpatía estuvoen este caso al lado de los más afortunados.

Me temo mucho que si se le hubiese obligado a exponer los orígenes de sudesdén por la clase trabajadora, habría contestado, como Cobden, que no leeran agradables “porque no tenían ninguna educación”.

Vivió en los años en que el socialismo vegetaba, aun en Europa, como unafuerza estrictamente académica. Nada extraño resulta que su individualismo in-transigente haya tenido una clara tendencia hacia la formación de una fuerteminoría civil, enemiga del clero y del ejército y que, por elegancia, debía mante-nerse cuidadosamente apartada de las masas populares.

Es el suyo un optimismo en descenso. Directamente influido por las genero-sas afirmaciones del Barón de Humboldt, hablaba primero del suelo de Méxicocomo del “más feraz del universo”. Pero en los últimos años de su vida se enca-minaba hacia el escepticismo en todas las líneas.

En sus escritos notamos una visible gradación. Al mirar desde el destierro elpanorama mexicano tuvo que confesar con una angustia muy semejante a la deAlamán: “Nada se ha conseguido. Nuestros esfuerzos han sido inútiles, el méritoha sido olvidado, la virtud abatida, la inhabilidad colocada en altos puestos ydesatendidos los clamores de un pueblo reducido a la miseria y a la opresión.”

En el 48 no sólo supo de nuestra gran derrota, sino que desde Londres letocó presenciar la revolución comunista que incendiaba el continente europeo.Entristecido ante la primera crisis del liberalismo, escribió a Gómez Farías en

133

una carta inédita que ahora se conserva en Austin: “Las cosas por acá van mal,y el socialismo y el comunismo han perjudicado más el principio republicano quelos esfuerzos de todos los reyes juntos.”

Aunque puede juzgarse extraño, todavía hoy existen grupos a los cuales suideario político parece demasiado progresista. No faltan continuadores de susadversarios que, para situarlo históricamente, le reprochan como defecto funda-mental su tuberculosis (Planchet).

También se intenta explicar su lucha contra el poder abrumador que entoncestenía la Iglesia, insistiendo en sus relaciones con la masonería. No es posiblenegar que Mora actuó dentro de las logias escocesas en puestos de responsabi-lidad; pero los que encuentran el origen de su posición política en manejos desociedades secretas, ocultan la opinión que de las logias llegó a tener el reforma-dor guanajuatense, sobre todo después de la pintoresca fiebre masónica quepadecimos durante el gobierno de don Guadalupe Victoria. “Si no tienen porobjeto la beneficencia pública que les dé algún interés –decía–, no son otra cosaque una ridícula y despreciable reunión de locos mansos, que se entretienen ypasan el tiempo en hacer gestos extraños, movimientos irregulares y contorsio-nes extravagantes.”

Recientemente hemos visto también a escritores afectos a los esquemas de-masiado simples que, quizá por no haber llegado a la comprensión de la misiónhistórica del liberalismo mexicano, utilizan un cómodo mecanismo que les permi-te afirmar que todo lo que en México no ha estado dentro del “partido militar”pertenece a lo que llaman el “partido burocrático”. Y es así como resulta ahoraque el más decidido adversario de nuestra empleomanía estuvo afiliado –en opi-nión de estos caricaturistas– al grupo de los buscadores profesionales de pues-tos públicos.

Mora fue uno de los escritores mexicanos que sintieron urgencia de tomar lapluma después de haber leído a don Carlos María de Bustamante. Desde 1825empezó a organizar los elementos de la refutación que años más tarde publicóincompleta en París bajo el título de México y sus revoluciones.

Porque tenía demasiadas cosas importantes que decir, no permitió que sumensaje quedara ahogado por datos accesorios. Sus obras históricas tienen un

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

134Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

andamiaje documental que nunca peca por exceso. Un potente espíritu crítico lepermitía llegar a los hechos esenciales y someter a ellos las ocurrencias secunda-rias. Por desgracia, esta capacidad de sacrificar el lastre –forma de valentía ydecoro literarios– es cada día menos frecuente entre nuestros historiadores.

Fue de los que todavía creyeron en la imparcialidad y se esforzaron porlograrla, “porque a fuerza de intentarlo –decía– llegan los hombres a alcanzarla,al menos por aproximación”. Estaban lejanos los tiempos en que llegaría a acep-tarse la diatriba histórica como expresión fundamental del género.

De las obras del licenciado Bustamante tenía, con razón, muy triste concep-to. Le parecía que en ellas hay, sin duda, hechos verdaderos y documentosimportantes, pero que están de tal manera entrelazados con fábulas y patrañas,que “se expondrían mucho quienes bebieran en las aguas de esta fuente sin haberladepurado”. A la Historia de los antiguos mexicanos la llamaba “colección defábulas insulsas”, y al Cuadro histórico, “copilación de entusiasmos, odios, fal-sedades y dicterios”. En este punto su postura es idéntica a la de don LucasAlamán, pero hay una diferencia que no carece de significación: Mora expresóen vida de don Carlos María su opinión adversa, mientras el prudente Alamánespero a que su buen amigo muriese para atacarlo sin misericordia.

Y ¿cuál fue su actitud frente al problema siempre presente de nuestro difícilequilibrio racial?

Mora perteneció a la ultima generación mexicana que exhibió informacionesde “limpieza de sangre” para entrar en las escuelas de enseñanza superior. Toda-vía bajo el dominio colonial, tuvo que demostrar que era español por los cuatrocostados y descendiente de cristianos viejos y de limpia generación, “sin mezclade ninguna mala raza de judíos, moros o mulatos”.

Realizada la independencia, vivió el mismo extraño conflicto que afrontó laminoría europea de aquellos días. Separados de la metrópoli, los blancos demirada más certera empezaron a medir la situación que tenían que desafiar frentea la abrumadora y casi impenetrable mayoría india. Hubo muchos que no pudie-ron dominar el temor, y Mora fue uno de ellos. Los indios no despertaron en élninguna simpatía. Extremando su criollismo, afirmaba que el México indepen-diente nada tenía de común con los habitantes del antiguo sultanato de

135

Tenochtitlán. Y la admiración que sentía por la figura histórica del Conquistadorle hizo decir con entusiasmo muy comprensible: “El nombre de México está taníntimamente enlazado con la memoria de Hernán Cortés, que mientras él existano podrá perecer aquella.”

Pero con todo no pudo sustraerse al influjo de la presencia muda de losindios. Aunque aseguraba que el fondo del carácter del mexicano es todo espa-ñol, “pues no ha podido ser otra cosa”, reconoce acentos diferenciales y admitecomo característica general frente a los peninsulares “la índole suave y modera-da de los que han nacido bajo el cielo mexicano”. Y es que cuando se vive enestas tierras, puede no tenerse lo indio en la carne, pero siempre se le lleva comohuella profunda en el espíritu.

Cuando se inició en 1810 la insurrección, Mora estudiaba en San Ildefonso ytenía dieciséis años escasos. Español de sangre, nacido, como Alamán, de genteacomodada en la intendencia de Guanajuato, vio a su familia arruinada brusca-mente por los sublevados. No sintió admiración por Hidalgo, pero en sus escri-tos sobre la guerra de Independencia lo vemos producirse*

con serenidad, sinque su penetrante sentido panorámico se haya visto ensombrecido por rencorespersonales. De los mexicanos de su siglo, es quizá el único que en este juiciohistórico acertó a encontrar el justo medio: “La revolución que estalló en 1810ha sido tan necesaria para la consecución de la independencia, como perniciosay destructora para el país”.

Es evidente que, al expresar su desagrado ante el papel que la “milicia desotana” desempeñó en la guerra civil, reprocha, mirándolos reunidos en unosolo, los males de las dos clases privilegiadas que en sus días impedían el esta-blecimiento de instituciones libres en la República. Pero no por ello dejó dereconocer que “a veces un mediano cura podía ser un general de muchísimaimportancia”. Así lo admite expresamente al hablar de los talentos militares dedon José Mariano Matamoros.

El amplio conocimiento que llegó a tener de la vida de Morelos le permitióelogiarlo sin reservas. Como magistrado y como jefe militar lo consideraba un

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

* N. del Ed.: Se respeta el vocablo original, aunque el sentido de la frase sugiere que José María LuisMora se pronunció con serenidad acerca de la figura de Hidalgo.

136Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

hombre extraordinario. Le parecía que en él las prendas morales excedieron atodas las otras. Admirado de la fuerza intuitiva de su pensamiento, escribió: “Sinconocer los principios de la libertad pública, Morelos se hallaba dotado de uninstinto maravilloso para apreciar sus resultados.”

La semblanza de don Félix María Calleja del Rey es una de las más impresio-nantes. Con la seguridad elegante que alcanzan los más sagaces conocedores dehombres, Mora destaca en la vida de Calleja un factor fundamental, su desme-dida ambición. Y así, después de hacer una rápida e iluminadora revista de laactuación militar y política del primer Conde de Calderón, concluye: “Acaso noabrigó jamás en su alma un sentimiento generoso, pues aun en la defensa de lacausa de su patria es casi cierto que no vio otra cosa que una ocasión ofrecidapor la casualidad a las medras de su fortuna y a la satisfacción de sus mirasambiciosas.”

En uno de sus ensayos hay una larga alusión a Iturbide, que sirve para seguir-lo en el proceso de quemar resentimientos cuando éstos no le parecían yasostenibles desde el punto de vista de la veracidad histórica.

Mora sufrió persecuciones y fue encarcelado en 1822 por la actitud valerosaque asumió frente al Emperador en la tribuna del primer Congreso Constituyen-te, y si todavía hoy cuesta no poco trabajo situar a don Agustín I en el escenariode su tiempo, parecería natural esperar que él fuese cerradamente hostil a sumemoria. No oculta, ni podría ocultar, los errores de Iturbide como jefe detropas realistas en el Bajío, pero reconoce que las resistencias de los peninsula-res sólo pudieron destruirse a golpes de generosidad. Al hablar del Plan deIguala –obra maestra de política, sin la cual la independencia de México nohabría podido conseguirse en mucho tiempo–, alude al humanitarismo con queen ese documento quedaron a salvo los derechos de los españoles y declara: “elilustre Iturbide hizo en grande lo que Nicolás Bravo no pudo hacer sino en pe-queño”.

Mora fue un federalista convencido. No obstante las profecías de los quecomprendieron que el centralismo es de hecho el único régimen aplicable entrenosotros, no aceptaba que la artificiosa división federal pudiera convertirse enorigen de peligros graves.

137

Reconocía, es verdad, que nuestra federación se hizo de un modo inverso ala de los Estados Unidos del Norte. Mientras allá diversos estados independien-tes se constituyeron en una sola nación, en México, por el contrario, una entidadindivisa y única se fraccionó en estados hasta cierto punto soberanos.

Mirándolo bien, esa consideración histórica daba a su federalismo un aspec-to especial. “¿Quién podrá dudar –decía– que si en el Norte los Estados Unidosdieron la ley al gobierno federal, en México el gobierno federal debe dársela alos estados?”

Después de leerlo con cuidado, se hace necesario admitir que la adhesión alfederalismo formó parte esencial de su vasto programa de hostilidad al caudilla-je. Lo vemos escribir satisfecho: “Gracias al sistema federal ningún partido nipersona ha podido hacerse dueño de toda la República, ni mandar en jefe a lanación.”

Y contrariando directamente el vaticinio del doctor Mier, dejó escrito:“No tenemos motivo para temer y sí mucho para confiar de los estados de laRepública.”

Era aquél el tiempo en que no pocos hombres de buena fe esperaban, para larealización de su programa político, las ventajas que la América de habla caste-llana debía recoger de un proceso continuado de parcelación en unidades cadavez menores. Un miope fervor regionalista de claras raíces españolas provocó labalcanización de estas comarcas.

Cuando con angustia de ángel tutelar Simón Bolívar reclamó unión a los pe-dazos dispersos del antiguo imperio, Mora comentó irónicamente: “Reunir lasfuerzas de naciones esparcidas en un continente vastísimo, de población muyescasa, separadas por centenares de leguas, por desiertos inhabitados y pormontañas y Cordilleras inaccesibles, es el mayor de los delirios.”

Desde que México se hizo independiente, cada una de nuestras generacionesafronta al llegar a la madurez el deber de revisar y rectificar la actitud que en losprimeros años tuvo ante los Estados Unidos.

Ha habido en esto como un movimiento pendular. Hoy, sorteadas muchasdivergencias, estamos felizmente en una hora de aproximación sincera; pero en

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

138Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

otros tiempos las cosas fueron diferentes. A la generación del doctor Mora letocó andar los caminos en sentido opuesto.

A pesar de la brusca irrupción de los norteamericanos en el Golfo de Méxi-co, y a pesar de que las proposiciones de compra presentadas por Poinsettdebieron servir de enérgica advertencia, la mayor parte de nuestros estadistasno acertaron a medir el peligro, sino hasta que los anglosajones habían iniciadoya la digestión de nuestras comarcas fronterizas. Mora fue uno de los que toda-vía en 1830 creían que nuestros vecinos “nada podrían emprender por tierra”,pues, separados de México por inmensos arenales y desiertos inhabitados, “lamenor resistencia seria bastante para rechazarlos”.

La impresión que la derrota del 48 le produjo fue tan honda, que al enterarsede la mutilación del mapa mexicano escribió una reflexión que da la medida desu escepticismo: “Todo tratado de paz que se haga entre México y los EstadosUnidos, de parte de esta última nación, no es sino una tregua que prepara para losucesivo los avances de una nueva invasión.”

Ha cumplido ya más de cien años el Tratado de Guadalupe y, con excepciónde La Mesilla, conservamos todavía la porción restante de nuestro territorio.Una inteligente política basada en conveniencias mutuas borra gradualmente re-sentimientos anteriores. ¡Ojalá que el péndulo no vuelva a moverse en muchotiempo!

Cuando se repasa la vida del doctor Mora, se hace necesario aceptar que enpolítica le faltó el sentido de la oportunidad. Tuvo sólo una agitada y tempestuo-sa ocasión de influir decisivamente en los destinos nacionales. Fracasó en 1833,y su existencia adquirió desde entonces un duro perfil de cosa malograda.

Como ocurre con muchos profesores que caen en la política, fue un revolu-cionario de tono académico; no quiso desprenderse nunca del acento magistral.Soberbio y altanero, confió más en la fuerza del raciocinio que en la de laemoción. Alejado de las aulas, se ocupó de dar con la línea recta de su vidala última de sus lecciones.

139

Veía los problemas nacionales con valerosa serenidad. Frente a la etapa másconvulsiva de nuestra historia política, no quiso evadirse por la cómoda salida delos cuentos abracadabrantes al estilo de Bustamante, ni por la ruta, también fácil,del llanto y las carcajadas de Alamán.

Supo dirigir con eficacia la acción de muchos hombres valiosos; pero noencontró camino para llegar a las mayorías incultas. Quizá porque buscaba eco,puso tanto interés en la labor educativa.

Su figura seca y llena de sobriedad nada tiene de pintoresca. Le odiaronmuchos, pero ninguno dejo de respetarlo. En México se adelantó con muchosaños a su tiempo. Aunque estaba bien informado de las corrientes europeas, nose limitó a ser un trasplantador servil, sino que supo observar lo mexicano conagudeza tal, que todavía hoy, cuando leemos sus escritos, asalta como insistenteritornelo la frase justa de la Marquesa Calderón: “Se diría que el autor ha previs-to las actuales circunstancias.”

Sintió muy bien que había vivido en un país que, a merced de los jefes milita-res, no tenía de República sino el nombre. Y aunque advertía la velocidad conque lograban ascender los que “se echaban la vergüenza a las espaldas”, nopudo ser político porque –hombre diáfano– le faltó aptitud para el engaño y parala adulación interesada.

Fue el suyo un heroísmo casi silencioso. Agobiado por la tuberculosis y lejosde la patria, sabemos que en los días finales llevó con dolor su soledad. Peroaunque le flaqueaba el cuerpo, hacía la defensa de sus afirmaciones con tantavehemencia, que Melchor Ocampo recogió en una visita hecha en la adolescen-cia la impresión de que era “un apóstol demasiado ardiente para creerlo desinte-resado en sus doctrinas”.

En la primera parte de su vida, y por haber nacido de “una familia muy de-cente”, vivió como rentista; pero esto no impidió que se adhiriese al partido delprogreso “desde que pudo pensar”.

Aunque veía los males de México más bien en las cosas que en las personas,describió en sus rasgos característicos a los autores de las calamidades pú-blicas, no sin recomendar que la fidelidad de los retratos no se atribuyese a ladestreza del pincel, sino a lo marcado de las facciones.

El doctor Mora, teórico de la reforma liberalArturo Arnáiz y Freg

140Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Después de que fracasó el amplio plan de publicaciones que se proponíarealizar en la Librería de Rosa, sus cartas se convirtieron en su mejor medio deexpresión. Muchas de las más importantes no han sido publicadas todavía. Através de ellas podemos seguirlo en sus años de pobreza.

En el destierro, pronto quedaron agotados los restos escasos de su fortunapersonal, y hubiera perecido si la amistad de la familia Lizardi no le hubierabrindado durante más de seis años, “por sólo un efecto de patriotismo”, cin-cuenta pesos cada mes.

Pero si esas buenas gentes, que no habían recibido de él favor alguno,acudieron en su auxilio, en cambio, con excepción de Couto, ninguno de susamigos de México lo ayudó en nada. En una carta a don Valentín GómezFarías escribe decepcionado: “Me habrían visto perecer en la miseria con lamayor sangre fría.”

El 14 de julio de 1850 murió en París. Ninguno de los suyos estuvo junto a él.Fue su sirvienta mexicana Juana Nava la que le cerró los ojos. A ella dejó laherencia que en las últimas horas la buena mujer se atrevió a solicitarle: su retratopintado al óleo en Londres en sus días de embajador, el mejor retrato de su vida.

Juana Nava permaneció en Francia hasta el fin de sus días, pues no pudo serrepatriada por cuenta del gobierno mexicano. Pero, muerto ya don José MaríaLuis, el cariño que sentía Juana por la memoria de su amo le impedía tolerar quela más leve capa de polvo empañara su efigie. Para contemplarlo limpio yreluciente, todos los días lavaba la tela con estropajo y con jabón. A su celodebemos atribuir la pérdida definitiva del más fiel retrato que de Mora nosquedaba.

Con razón decía el ilustre teórico de la Reforma que el tiempo todo lo borray hace olvidar.

141

LLLLLEGADOEGADOEGADOEGADOEGADO

Discurso de tomade posesión (1861)

Abraham Lincoln

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

142Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

posesión del cargo de presidente.

No creo necesario discutir ahora todos aquellos asuntos administrativos queno tienen interés particular; por lo que me limitaré a manifestar que entre loshabitantes del Sur predomina, al parecer, el temor de que con la nueva adminis-tración republicana peligrará la paz y la seguridad personal, sin que a mi modode ver haya fundamento alguno para abrigar semejante inquietud.

En mi concepto no hay motivos para pensar así, y esto podría probarse hastala evidencia, pues sin ir más allá, en todos los discursos del que ahora tiene elhonor de dirigirles la palabra se podrá haber comprendido que no tengo inten-ción de intervenir directa o indirectamente en el asunto de la esclavitud en losestados donde existe, pues no creo que tenga derecho para hacerlo, ni me incli-no tampoco a ello. Los que me eligieron no ignoraban que yo había hecho estadeclaración, y la prueba es que en el programa que me presentaron al ofrecermesus votos, aparecía el siguiente acuerdo:

El mantenimiento de los derechos de los estados, y especialmente el de quecada uno de aquellos se rija por sus propias instituciones, es esencial para con-

Ciudadanos de los Estados Unidos:

Cumpliendo con una costumbre tan antigua como el gobierno mismo,me presento a ustedes para dirigirles la palabra y prestar el juramentoprescrito por la Constitución de los Estados Unidos antes de tomar

N. del Ed. Buena parte de la historia de la humanidad se encuentra en los discursos de hombres ymujeres a los que se considera excepcionales por actos extraordinarios en su tiempo y en sucircunstancia. Ésta es la razón por la que Revista Mexicana de Cultura Política NA trae a lamemoria, por su contribución a la cultura política, los discursos de figuras públicas destacadas.Es el caso de Abraham Lincoln, décimosexto presidente de Estados Unidos, de 1861 a 1865, dequien en esta ocasión se incluye su memorable discurso de toma de posesión. Lincoln asumió lapresidencia en un contexto de grave conflicto político entre los estados del norte y los del sur -quehabían declarado su independencia- que llevaría a la guerra civil que duró toda su primera presi-dencia. La historia ha dado un gran reconocimiento al presidente Lincoln por su conducción de ladifícil situación política, en la que logró conservar la unión y abolir la esclavitud, motivo de ladisputa entre el norte y el sur. Además de ello, es poco sabido que Lincoln consideraba a México“la más importante nación en las relaciones internacionales de Estados Unidos” y por ello apenasasumido el cargo nombró como embajador a México a un popular político de su círculo íntimo:Thomas Corwin, cabeza de la oposición a la guerra con México. ¿Por qué Corwin? El investigador

*

143

servar el equilibrio de nuestro sistema político, y reprobamos la ilegítima invasiónpor la fuerza armada, de cualquier estado o territorio, considerándola como elmás grave de los crímenes.

Yo apruebo en un todo esta declaración, y al hacerlo así, puedo asegurar quela tranquilidad y el bienestar de todos no se verá de ningún modo en peligro conel nuevo Gobierno. Debo añadir, de paso, que todos los estados serán protegi-dos con arreglo a los principios constitucionales y a las leyes, siempre que loreclamaren por justa causa.

Al prestar el juramento que me impone mi cargo, es mi ánimo observar es-trictamente la Constitución y las leyes, y mientras yo no recomiende otras nuevasal Congreso, creo que será mejor para todos conformarnos y regirnos por aque-llas normas legales que no han sido anuladas.

Setenta y dos años hace que tomó posesión el primer presidente bajo nuestraConstitución nacional; durante este período, quince presidentes distintos, to-dos ciudadanos tan distinguidos como ilustres, han representado al poderejecutivo del Gobierno a través de muchos peligros, pero siempre con felizéxito; y a pesar de esto, y con tales precedentes, entro en el desempeño de miselevadas funciones con tanta desconfianza como temor de que me falten lasfuerzas necesarias en la situación presente.

La separación con que sueñan algunos estados de la Unión, que no era hastahace algún tiempo más que una simple amenaza, es ahora, según parece, un planresuelto. A mi juicio, la ley universal de la Constitución supone que la Unión de

Discurso de toma de posesión (1861)Abraham Lincoln

Jeffery Auer sugiere que no había en Estados Unidos en aquel momento un político mejorcalificado para representar a su gobierno en el vecino país. “En los cuarenta, el coloso del norte sehabía apropiado de la tercera parte del territorio mexicano; en los cincuenta, todos los embajado-res acreditados ante la nación despojada fueron sureños, esclavistas, acólitos del destino mani-fiesto, y ni uno de ellos ajeno a la idea de que otras porciones del territorio mexicano debíanintegrarse” a las estrellas de Old Glory. Corwin recibió instrucciones precisas para garantizar aBenito Juárez la amistad y el apoyo del gobierno de Abraham Lincoln, particularmente frente a laintención confederada de anexar territorio mexicano: “Dará usted seguridades al gobierno deMéxico de que el Presidente no tiene, ni tendrá, simpatía alguna hacia tales designios”. Y parasubrayar la importancia que se concedía a las relaciones entre los dos países, la directriz añadía:“Sea observador y utilice todos los recursos a su alcance para contrarrestar cualquier intento dereconocimiento (diplomático) a la Confederación, y asegure a México que la actual organizaciónpolítica en los Estados Unidos es la mejor garantía para su integridad, unidad e independencia”.

144Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

los estados ha de ser perpetua, por más que no se exprese esta palabra en la leyfundamental de todos los gobiernos nacionales.

Si se cumplen todas las disposiciones establecidas en la Constitución fe-deral de nuestro país, la Unión existirá siempre, pues no es posible destruirlasin suprimir el instrumento que es la base de nuestro sistema político.

Aun suponiendo que los Estados Unidos no fueran un gobierno propia-mente dicho, sino una asociación de estados, con carácter contractual solamen-te, ¿podrá anular el pacto una de las partes sin la aprobación y el consentimientode las demás?

La Unión es mucho más antigua que la Constitución; se formó en 1774por los artículos que todos conocemos; trece estados distintos se compro-metieron a observarla en 1778; y por último, en 1787, uno de los principalesobjetos al revisar la Constitución, fue formar una Unión todavía más perfecta. Siaquélla deja de observarse por uno o varios estados y se considera que hay elderecho de hacerlo, entonces la Unión sería menor que antes, porque la Cons-titución habrá perdido el elemento vital de su perpetuidad. Se sigue de aquí queningún estado puede separarse legalmente de la Unión por su propia iniciativa;que todas las órdenes y acuerdos que así lo prevengan se deben considerarnulos y de ningún valor ni efecto, y que los actos de violencia cometidos en unestado o varios estados contra la autoridad de la Unión constituyen una insu-rrección o una revolución, según las circunstancias de dichos actos.

Opino, por lo tanto, que según lo dispuesto en la Constitución y las leyes, laUnión es inquebrantable, y en este concepto, no perdonaré esfuerzo alguno paraque se cumplan fiel y lealmente las leyes en todos los estados. Haciéndolo así,habré cumplido con mi deber, y persistiré en mi resolución mientras me seaposible, a no ser que mi soberano y señor natural, que es el pueblo americano,disponga lo contrario retirándome el poder en debida forma. Confío en queno se interpretarán mis palabras como una amenaza, sino como firme propó-sito de defender y mantener constitucionalmente la Unión, pues de este modono será necesario recurrir a las violencia ni verter sangre, si no se pone a laautoridad nacional en la obligación de hacerlo.

145

Haré uso del poder que se me confiere para conservar y defender los bienesy propiedades pertenecientes al Gobierno, así como también para recaudar losimpuestos; mas en todo lo que no se refiere a esto, no habrá invasión de fuerzaarmada contra el pueblo en ninguna parte.

Donde la hostili- dad a los EstadosUnidos fuese tan marcada y universalque impidiera que los ciudadanos re-sidentes continua- ran en el desempe-ño de sus funciones, no se tratará de re-emplazarlos con ex- tranjeros, pues elhacerlo así, mientras el gobierno tenga underecho legal para disponer que losfuncionarios sigan en sus puestos, seríatan irritante como impracticable, y pa-rece mejor suprimir por lo pronto talesdestinos. En una palabra, el pueblopodrá vivir en to- das partes con esatranquila seguridad, tan favorable y necesaria para la reflexión.

Seguiremos la política indicada, a no ser que la experiencia o acontecimien-tos imprevistos aconsejen alguna modificación o cambio; pero en todos los ca-sos y sean cuales fueren las exigencias, haré cuanto estuviere de mi parte paramantener la paz civil dentro de los límites de la prudencia, dando una soluciónpacífica a los disturbios que ocurriesen a fin de restablecer nuestras fraternalesafecciones y simpatías.

Que haya personas en un punto u otro que tratan de disolver la Unión a todacosta y que buscan un pretexto para hacerlo, es cosa que ni afirmo ni niego; siexisten en realidad esas personas, no es necesario que yo les dirija la pala-bra. Pero esto no quita que hable a los verdaderos amantes de la Unión.

Antes de entrar a discutir un tan grave asunto como lo es el de la destrucciónde nuestro sistema nacional, con todos sus beneficios, recuerdos y esperanzas,¿no sería prudente averiguar por qué lo hacemos? ¿Quién se atrevería a dar unpaso tan osado mientras los males que nos aquejan no sean reales y verdaderos,

Discurso de toma de posesión (1861)Abraham Lincoln

146Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

mientras no tengamos la seguridad de que al huir de unos no nos afligirán otrospeores? Todos aseguran que estarán contentos con la Unión si se mantienenlos derechos constitucionales; ¿será cierto, pues, que se ha negado algún dere-cho escrito en la Constitución? Yo creo que no, y felizmente la humana inteligen-cia es tal, que ninguno tendría la audacia de hacerlo.

Cítenme un solo caso en que se haya negado alguna de las disposicionesescritas claramente en la Constitución; si por la mera fuerza de los númerosdespojase una mayoría a la minoría de cualquier derecho constitucional expre-samente consignado en la Constitución, se justificaría la revolución desde el pun-to de vista moral, pero aquí no existe este caso. Todos los derechos vitales delas minorías y de los individuos están tan bien asegurados por la Constitución,que nunca se promueven controversias acerca de ellos, y es de desear que asísea, porque no es dable hacer ninguna ley orgánica con una disposición espe-cialmente aplicable a cada una de las cuestiones que pueden ocurrir en la admi-nistración práctica.

Nadie puede prever ni hay documento alguno que contenga artículos escritospara resolver todas las cuestiones posibles. ¿Deberán ser entregados los escla-vos fugitivos por la autoridad nacional o por la del Estado? La Constitución no lodice de una manera terminante. ¿Deberá el Congreso proteger la esclavitud enlos territorios? La Constitución tampoco lo dice expresamente.

De algunos puntos como éstos nacen nuestras controversias constituciona-les, dando lugar a que nos dividamos en mayorías y minorías. Si estas últimas noceden, la mayoría o el gobierno deben cesar; no hay alternativa, para que éstecontinúe en el poder sin la conformidad de ambas partes. En este caso, si unaminoría prefiere separarse antes que ceder, sienta un precedente que ha de per-judicarle a su vez, pues de su seno mismo saldrá otra minoría cuando la nuevamayoría rehúse aceptar lo que aquélla desea.

Todos los que ansían la desunión comprenden muy bien esto, pero yo pre-gunto: ¿hay tan perfecta identidad de intereses entre los estados para formaruna nueva Unión que produzca sólo la armonía e impida otra nueva separación?Hablaremos con franqueza: la idea dominante de la separación es la esencia dela anarquía.

147

Una mayoría sujeta a las limitaciones constitucionales y que cambie fácilmen-te conforme a los cambios de la opinión popular es el verdadero soberano de unpueblo libre; el que la deseche cae en la anarquía; la unanimidad es imposible;rechazando el principio de la mayoría, sólo queda ya el despotismo.

Una parte de nuestro país cree que la esclavitud es conveniente, y que espreciso extenderla, mientras que la otra opina que es un mal y debe suprimirse;y he aquí el gran caballo de batalla que da origen a tantas disensiones, a pesar deque la ley relativa a los esclavos fugitivos y la referente a la supresión del tráficode negros están hoy en vigor, como todos saben.

Esta cuestión es difícil de resolver satisfactoriamente para todos, pero aún losería mucho más separándose los estados, pues por una parte el tráfico de aque-llos, suprimido ahora imperfectamente, se haría de nuevo con mayor actividad,y, por otra, los esclavos fugitivos, que se devuelven ahora con frecuencia, no seentregarían entonces.

Físicamente hablando, no podemos separarnos; no podemos aislar nuestrasrespectivas secciones sin levantar entre ellas una barrera inexpugnable; un mari-do y su mujer están en el derecho de divorciarse alejándose después uno deotro, pero las diferentes partes de la Unión no pueden hacer esto; deben perma-necer unidas y continuar sus relaciones, ya sean éstas amistosas u hostiles. ¿Seráposible que esas relaciones sean más ventajosas o satisfactorias después de laseparación que antes? ¿Podrán los extraños hacer tratados mejor que losamigos de las leyes? ¿Podrán observarse mejor aquellos que éstas? Suponganque se va a la guerra; la lucha no ha de ser eterna, y cuando después de grandespérdidas por ambas partes sin conseguir beneficio alguno, cese la contienda,todo serán dificultades respecto a la conducta que se deba observar.

Este país, así como sus instituciones, pertenece al pueblo que lo habita, ycuando éste crea que el gobierno existente no es lo bastante bueno, puede mo-dificarlo en virtud de su derecho constitucional, aun cuando para ello tenga queapelar a la revolución.

Yo no recomiendo enmienda alguna, pero reconozco el derecho del puebloen este punto, y en vez de oponerme lo apoyaría, sobre todo en las actualescircunstancias si se viera precisado a tomar alguna determinación en tal sentido.

Discurso de toma de posesión (1861)Abraham Lincoln

148Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

El jefe de la nación recibe su autoridad del pueblo, mas no se le ha conferidoderecho alguno para fijar las condiciones con que deben separarse los estados;el pueblo puede hacer esto si quiere; el poder ejecutivo no tiene nada que vercon ello; su deber es administrar el gobierno que se le confió, transmitiéndolo sintacha a su sucesor. ¿Y por qué no ha de haber una confianza ciega en la justiciadel pueblo?

En nuestras actuales disensiones, ¿quieren decirme si hay alguno que creaque no esté de su parte la razón? Si el que rige los destinos de las nacionesfavoreciese al Norte o al Sur, la razón y la justicia resplandecerían por el juiciode este gran tribunal que se llama el pueblo americano.

Mientras que el pueblo vigile y sea virtuoso, ninguna administración, por malaque sea, podrá perjudicar gravemente al gobierno ni al país en el corto espaciode cuatro años.

Compatriotas: les recomiendo con el mayor encarecimiento que meditentranquilamente sobre este punto; nada se pierde por exceso de reflexión. Unaresolución precipitada, que la mayor parte de las veces produce fatales conse-cuencias, no se hubiera tomado ciertamente pensándolo antes con patrióticaserenidad; y si es preciso, nada se pierde con reflexionar dos veces, rectificandolo que pida el buen sentido.

Si se admitiera que ustedes, los que están descontentos del gobierno tienentoda la razón, aun en este caso no habría motivo fundado para precipitarse.

La inteligencia, el patriotismo, la religión y una firme confianza en ese Dios tanpoderoso que siempre dispensó sus favores a este país, es todo cuanto necesi-tamos para resolver satisfactoriamente nuestras diferencias. Y a ustedes, com-patriotas, los que están descontentos, permítanme que les diga que sólo deustedes depende la paz o la guerra civil.

El gobierno no los atacará. Estén seguros.

No habrá conflictos sin que sean ustedes los agresores; no existe ningún pre-cepto divino ni humano que los autorice a destruir el gobierno, en tanto que yoestoy ligado por un juramento solemne, según el cual debo preservarlo, prote-gerlo y defenderlo.

149

Voy a concluir: no somos enemigos ni debernos serlo; somos amigos; y aun-que se hayan dejado algunos dominar en un momento por la cólera, no por estose deben desatar los amistosos lazos que nos unen para el bien común.

Discurso de toma de posesión (1861)Abraham Lincoln

150Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

151

AAAAA PUNTESPUNTESPUNTESPUNTESPUNTES

El liberalismomexicano y elliberalismo europeo

José Miranda

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

152Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

pondiente, de fundamento teológico y jusnaturalista, que afirma el origenpopular inmediato del poder y la limitación de la autoridad real.

Nada habría que objetar a ese enlace si se limitase al caso de una sola nacióneuropea, Inglaterra, en donde aquella realidad medieval, gracias al triunfodel estado llano sobre la monarquía, evolucionó decididamente hacia la de-mocracia. Pero ¿no habría que rechazar tal nexo en el caso –precisamentecontrario– de casi todas las demás naciones europeas, Francia, España, etc.,donde la derrota o el sometimiento del estado llano por la monarquía llevó lascosas al puerto opuesto, es decir, al absolutismo, cerrando con ello toda posibi-lidad de desenvolvimiento paulatino hacia lo que hoy conocemos con el nombrede liberalismo? Si entre las dos situaciones –el régimen estamental y el régimenliberal– sólo cabe el enlace en Inglaterra, no ocurre así con la conexión entre lasdos doctrinas –la teológica medieval y la liberal moderna–, pues además detener un sustrato ideal común, fueron acercadas por el pensamiento jusnaturalistadel siglo XVII, que tendió un recio puente entre ellas. Sin embargo, el hecho dehaber sido aprovechada la teológica por una corriente política especial, la liberalcatólica, y la circunstancia de seguir muy apegada a los supuestos teórico-realesdel Medioevo, la han colocado en una posición distante y apartada de la queocupa el liberalismo dieciochesco, eminentemente antropocéntrico, y porello laico.

Pero, sea como fuere, no puede negarse que México participó tanto de larealidad medieval como de la doctrina teológica del derecho natural, y que porlo tanto una y otra se incorporaron más o menos a su tradición, y deben sercontadas entre los elementos que la forman.

* El presente texto fue publicado originalmente por El Colegio de México en el Vol. 5, No. 4, deHistoria Mexicana en abril-junio de 1956, y se reproduce con su autorización.

Raíces e influjos

Auna realidad y una teoría europeas del Medioevo suelen remontaralgunos los orígenes concretos del liberalismo: a la realidad político-social que suele denominarse Estado estamental, y a la teoría corres-

153

La situación medieval española se transfiere no poco a México en los añosinmediatamente posteriores a la Conquista: aquí, como en la Península, el estadollano opone sus derechos propios (libertades) tanto individuales como colecti-vos a los del rey y de las autoridades reales. Pero además, en esa situaciónintroducen la conquista y la colonización un nuevo elemento, una pretensión deautonomía y de respeto para la obra de dominio y creación realizada: el conquis-tador y el colono tratan de erigir en derecho propio, en heredad intocable, loganado y edificado con su esfuerzo y sacrificio. Ésta y no otra es la raíz inicial delespíritu criollo, que se va hinchiendo a medida que crece y se diferencia la obray a medida que el agravio sucede al agravio –que el agravio primero del noreconocimiento del derecho propio es seguido de agravios todavía másescocedores como la desconfianza y la preterición.

Aún más que la situación medieval, trascendió a México la doctrina derivadade ella. Y si aquella situación no prevaleció ni en México ni en España, sí sesostuvo en cambio esta doctrina, del mismo modo que allende el Atlántico;puede considerarse como imperante, acá y allá, hasta mediados del sigloXVIII, pues las teorías propugnadoras del cesarismo nunca pudieron opacarla,ni siquiera durante el breve tiempo en que gozaron de refrendo oficial.

Pero, a fin de cuentas, por mucha participación que se conceda a todaesa tradición institucional y doctrinal en el alumbramiento del liberalismo,éste, en los países que atravesaron por un largo período de monarquía ab-soluta, se divorcia por completo de dicha tradición y se coloca, teórica yprácticamente, en una posición casi antitética a ella. De un orbe humanocuyo centro era Dios, pasamos a un orbe humano cuyo centro es el hombremismo; de una sociedad concebida como un organismo y cuyas partes eranlas clases –nobleza, clero, estado llano– o las corporaciones –iglesias, uni-versidades, concejos, gremios–, a una sociedad concebida como un agre-gado y cuyas partes son los individuos; de un Estado cuyo principio era elorden y cuya norma la intervención en todas las actividades humanas, a unEstado cuyo principio es la libertad y cuya norma el laissez faire, y de un go-bierno y un derecho cuyas bases eran el privilegio y el particularismo, a ungobierno y un derecho cuyas bases son la igualdad y la generalidad.

El liberalismo mexicano y el liberalismo europeoJosé Miranda

154Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

El liberalismo estaba implícito en el racionalismo dieciochesco, en esa fuerzao corriente espiritual denominada la Ilustración que trastornó todos los funda-mentos de la vida; corriente o tendencia producida por la pujanza y el auge de laburguesía, el desarrollo de la ciencia y de la técnica, el progreso de la industria yel comercio, y los anhelos de reforma política y social. Otra raíz fundamental delliberalismo fue el sentimiento, un sentimiento elemental o ingenuo, nada intelec-tual, que se formó con odio y amor: con odio a la opresión del antiguo régimen ycon amor a la libertad natural, a la “suelta” del individuo para que pudiese desa-rrollar plenamente sus facultades encadenadas por el absolutismo civil y religio-so; sentimiento alimentado también por la esperanza en un risueño porvenir delos individuos y las colectividades. Tal sentimiento fue lo que del liberalismo llegóa los hombres comunes y dio a éste, al menos incidentalmente, el apoyo necesa-rio para elevarse al poder. La participación decisiva de los artesanos, los mi-litares de baja graduación y los obreros mejor retribuidos de las grandesciudades, y sobre todo de las capitales, en las revoluciones francesas, españo-las e hispanoamericanas es cosa hoy bien probada.

Al calor de las ideas y el espíritu de la Ilustración, que España prohija mode-radamente, germina en el siglo XVIII la conciencia liberal mexicana: la libertadde comercio e industria comienza a abrirse paso; el latitudinarismo religiosoaflora de mil maneras; la Inquisición pierde gran parte de su autoridad y seesfuerza en vano por atajar la circulación de los libros prohibidos; el mundanismo,o la libertad o relajamiento de las costumbres, cunde a ojos vistas; la ciencia lidiaairosa por los fueros de su independencia; y los dogmas políticos revoluciona-rios reciben creciente adhesión, como lo muestran muy a las claras los escritosque inspiran y la agitación y los complots que provocan.

Al descender a la calle para afrontar los grandes problemas nacionales, elliberalismo mexicano comienza a diferenciarse del europeo, pues si éste puedeatacar desde un principio el problema del régimen político, el mexicano se veobligado a atacar antes el de la independencia nacional, cuyo logro se conside-raba como paso obligatorio o condición previa para el establecimiento de unverdadero régimen liberal, ya que no podía considerarse como tal el ofrecidopor los revolucionarios hispanos. A objetivo diferente, argumentos diferentes, odiferentemente presentados. Si los mejores y más eficaces tienen que provenir

155

del arsenal teórico-legal español, a ellos se recurrirá. Al enemigo se le contestarácon sus propias armas: con toda la tradición teórico-institucional hispana –cor-tes, concejos, fueros–, que sacarán a relucir Verdad, Villaurrutia, etc., y másprofusamente que nadie el padre Mier, y con todos los principios liberalesmodernos, de origen francés, admitidos por las Cortes de Cádiz, que esgrimiránsobre todo Talamantes, Morelos, Rayón y Quintana Roo.

España y Fran- cia son los dospaíses que más in- fluyen a la sazónen los liberales mexicanos: la Me-trópoli suministra lo necesario parala justificación le- gal; pero cuandose trata de la justi- ficación teóricamoderna y de le- vantar un edificioconstitucional, se acude a Francia;ahí están para mostrarlo los hilosdoctrinales con que Talamantesurde su discurso sobre el principiode la nacionalidad y las ideas sobrelas cuales descan- san los Sentimien-tos de la Nación y la Constitución deApatzingán. Cuando se puede, no dejará de blandirse lo propio, como la histo-ria patria, muy traída a colación en el Acta de Independencia y en el Manifiestodel Congreso de Chilpancingo, ni de aprovecharse lo recibido pero ya incorpo-rado, como el juicio de residencia y los concejos o municipios, institucionescoloniales que fueron incluidas en el referido código político.

Lograda la Independencia, el entusiasmo y la preocupación que ella ha aca-parado se dirigen al régimen liberal, a sus principios y organización. Acompañaentonces al liberalismo cierto fervor popular. Nímbanse líderes y seguidoresde una radiante fe, de un desbordado optimismo en los destinos de la colectivi-dad y del régimen. Quien se haya acercado, como lo ha hecho el profesorReyes Heroles, a los folletos y periódicos de ese momento, podrá percibirmuy bien tal exaltación pública. No hay años iguales a éstos en la historia delliberalismo mexicano.

El liberalismo mexicano y el liberalismo europeoJosé Miranda

156Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Desde 1821 hasta 1824, España seguirá compartiendo con Francia el as-cendiente sobre los liberales mexicanos. En ningún otro período su influjo serámayor: la Constitución de Cádiz y los Diarios de Cortes, los escritos deJovellanos, Martínez Marina y Flores Estrada, y la literatura menor, comolos folletos polémicos, andan en manos de todos, y gran parte de las obras deautores extranjeros más aceptados aquí nos llegan en versiones castellanas,a veces mutiladas o comentadas, hechas en la Península. Estando vigente toda-vía la Constitución de Cádiz, y habiéndose decidido en el Plan de Iguala que lanación se revistiese de una forma política muy semejante a la española –católica,monárquica y centralista–, no es de extrañar que el nexo ideológico político conla antigua Metrópoli fuese todavía tan fuerte. Sin embargo, como la esenciateórica del liberalismo español era francesa, y francesa también era casi toda laliteratura política traducida que se recibía de la Península, el gran predominio dela teoría gala siguió subsistiendo; pero si antes los oráculos eran un Montesquieuo un Rousseau, ahora lo será un Benjamín Constant, cuyas doctrinas sintoniza-rán perfectamente con el carácter ponderado del liberalismo mexicano.

Es de advertir, empero, que las ideas anglosajonas hacen alguna competen-cia a las francesas: que el utilitarista Bentham y el individualista Paine figuranentre los escritores políticos más estimados y son citados frecuentemente comoautoridades. Percíbese ya en este período que el liberalismo mexicano comien-za a adquirir carácter (la personalidad de que habla Reyes Heroles), a tenerconciencia de su peculiaridad –situación, probabilidades, límites, etc., parti-culares–, y procura seleccionar los alimentos que se le ofrecen, con la vistapuesta en una asimilación provechosa. Desde entonces empieza a perfilarse unode los rasgos del liberalismo mexicano: su realismo o antidogmatismo; rasgo querecibe, en definitiva, del carácter nacional, y que tiene su origen en la idiosincra-sia indígena.

En 1823, los derroteros republicanos y federalistas que toma el régimenliberal le obligan a reorganizar su sistema doctrinario, recurriendo a otrasfuentes teóricas y a otros apoyos institucionales. La presidencia de la ideo-logía política esencial le será conservada a Francia; pero la rectoría de laideología política formal le será quitada a España, quien será sustituida enella por los Estados Unidos.

157

Al promulgarse la Constitución de 1824, el Congreso mexicano declaraba,en solemne manifiesto, que felizmente la Nación había tenido “un modelo queimitar en la República floreciente de nuestros vecinos del Norte”, y exhortaba alos ciudadanos a elevarse al grado “de virtudes cívicas y privadas que distinguena ese pueblo singular”; y todavía, al cerrar el discurso, exaltaba la figura deWashington, contraponiéndola a las de Marat y Robespierre, quienes –decía–invocando los mismos principios que aquél, habían inundado “en llanto y sangrea la nación más ilustrada de la tierra”. Hacíase esta concesión al país del cualse habían tomado dos piezas importantes del sistema político: la República y laFederación; mas los que así declamaban, recurrían casi siempre, cuando se tra-taba de fundamentar juicios u opiniones, a autores franceses, y proponían comotextos, para las cátedras recién creadas de derecho público, economía política ylegislación, obras de Constant, Say y Bentham, respectivamente. Ningún trata-dista político ejerce entonces mayor influjo sobre los principales hombres deEstado mexicanos que el autor del Adolfo; en Zavala y Prisciliano Sánchez elgran ascendiente ejercido por Constant es patentísimo, y Mora se allega tantoa él que cabría llamarlo el Constant mexicano.

Entre la caída de Iturbide y el pronunciamiento de la Acordada, el entusiasmoy el optimismo iniciales se han ido poco a poco apagando, y todo el largo perío-do que se extiende desde ese último acontecimiento hasta la Revolución de Ayutlava a transcurrir bajo el signo de la desilusión y el escepticismo, cuando no delpesimismo. Los continuos cambios de un sistema a otro, las luchas incesan-tes por el poder (con los obligados levantamientos y cuartelazos), lasinfortunadas guerras internacionales, el constante forcejeo con la Iglesia ylas endémicas crisis económicas del Estado y el Gobierno, todas estas llagasvan minando paulatinamente las fuerzas del liberalismo mexicano hasta dejarlocasi exhausto, con sólo los ánimos y bríos necesarios para ir tirando.

Por todos lados suenan las lamentaciones y se escucha casi como letaníala voz de la decepción. Son abundantísimos los botones de muestra. Escoja-mos dos.

El presidente del Congreso manifestaba en 1845:

El liberalismo mexicano y el liberalismo europeoJosé Miranda

158Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Agobiada la Nación bajo el peso enorme de las desgracias que la oprimendesde el principio de su existencia; víctima de las continuas acciones yreacciones políticas, en que siempre se le ha prometido la destrucción delos abusos, el goce de la libertad verdadera, y todos los bienes de la socie-dad civil, sin que jamás haya visto realizadas tan solemnes promesas; em-pobrecida, ultrajada, burlada sin cesar por las facciones fratricidas, quehan usurpado alternativamente el nombre de la patria para desgarrar susentrañas con mano impía…

Y Antonio Madrid había declarado al abrirse las sesiones del Parlamentoen 1839:

Cuando reciente todavía el suceso de la Independencia, hacíamos los pri-meros ensayos del uso de nuestra libertad política, podíamos entregarnos adulces ilusiones y concebir las más lisonjeras esperanzas… Pasaron yaesos días como un sueño agradable... Hoy, por desgracia, nuestra situaciónes muy diversa. En lo pasado no encontramos sino duras lecciones y amar-gos desengaños, de que ojalá supiésemos siquiera aprovecharnos; apenaspercibimos en lo porvenir remotos motivos de consuelo, débiles por cierto ymuy insuficientes, si han de compararse con el grado de congoja y afliccióna que nos vemos reducidos.

Y con todo, o precisamente por ese todo que resumen las palabras “desgra-cia” y “adversidad”, el liberalismo criollo se vuelve en estos momentos más ymás mexicano; comienza a darse cuenta o a adquirir cabal conciencia de susconcretos problemas. Aunque para estos días de decepción no faltaban teoríaseuropeas, como las doctrinarias y las neoteológicas, éstas sólo hallaron eco en elexiguo grupo de los monárquicos. La mayoría de los liberales mexicanos, toda-vía atenidos más que nada a las doctrinas de la escuela constitucionalista o libe-ral de Benjamin Constant y Alexis de Tocqueville, vuelve decididamente laespalda a las cuestiones políticas abstractas y extrañas, y enfila la proa hacialas concretas y propias, en cuyo tratamiento y solución aprovecha todo lo quecree conveniente, venga de donde venga, de dentro o de fuera. En los libros,como por ejemplo de Mateo Ortiz, Mariano Otero y Zavala, y en los escri-tos menudos de la época, podrá comprobarse el cambio temático a que nosreferimos.

159

A los gravísimos problemas generales o nacionales con que la realidad atosi-ga en estos años al liberalismo criollo, vienen a unirse los que cabría llamar suyospropios, los peculiares del nuevo régimen. Y éstos no pueden ser más agudos;completan con sus tintes sombríos el ya lobreguísimo panorama. Si se hubieranhecho estas dos preguntas: ¿han prendido en el país el liberalismo y la democra-cia?, y ¿han aumentado las asistencias o los apoyos del liberalismo?, los dirigen-tes liberales habrían tenido que contestar negativamente a ambas. Pero creíansaber muy bien a qué se debía esto, y nos dirían que al atraso del pueblo engeneral y a la incomprensión de algunos ciudadanos en particular, adheridosen mala hora al liberalismo, pues entrando en él sin entenderlo, o entendiéndolode manera simplista y exaltada, dejáronse arrastrar por el sentimiento o la pa-sión, perturbando la marcha del liberalismo con irreflexivas actuaciones, queprovocaban y alimentaban la anarquía y rebajaban el prestigio del nuevorégimen ante las personas sensatas. La oposición aquí señalada entre libertad-sentimiento y libertad-conocimiento produjo una profunda división en la familialiberal, complicando más las cosas, y es la causa de la tirantez polar que haexistido históricamente en su seno: del polo de la libertad sin orden –o anar-quía– al polo del orden sin libertad –o dictadura. A la conciencia de los anterio-res problemas se añadió la de éste. También las amargas experiencias sirvieronpara que los liberales se percataran a fondo de él.

Debido a tan dolorosas y reiteradas lecciones, que el realismo antes señala-do impidió que cayeran en saco roto, los liberales mexicanos traspusieron lamitad del siglo sabiendo muy bien dónde les apretaba el zapato.

Semejanzas y diferencias

De los dos tipos generales de liberalismo –anglosajón o tradicionalista yfrancolatino o racionalista–, el mexicano pertenece indudablemente al segundo:surge de pronto, deriva de unos principios o supuestos, su régimen tienecomo base un documento escrito –la Constitución–, y su desarrollo es irregulary convulsivo. A estos rasgos comunes de todo el grupo tipológico se reducensus semejanzas con el liberalismo francés; pues en pasando de ahí, casi todoes distinto: es distinta sobre todo la carga íntima o la médula real, los problemasfundamentales a que uno y otro se abocan, el lado dramático del liberalismo en

El liberalismo mexicano y el liberalismo europeoJosé Miranda

160Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ambos países. Francia no tuvo que vérselas con una Iglesia absolutista, ni tuvomilitarismo político, ni un pueblo miserable e inculto, ni un sistema económicoatrasado y paupérrimo; México, sí. En cuanto a los expresados problemas,no podía haber mayor distancia entre los dos liberalismos: si el francés se hallabaen los cielos, el mexicano se hallaba en los infiernos. Cierto es que en tan incó-modo lugar no se encontraba solo, pues le acompañaban los países que en elcitado tipo hacían grupo con él, un grupo en verdad familiar, que por muchas,aunque quizá no muy buenas razones, compartía el mismo destino: España y lospueblos hispanoamericanos. Al liberalismo español es, por consiguiente, entrelos europeos, al que más se aproxima el mexicano.

En el retablo mayor de los problemas españoles contemplamos casi los mis-mos que en el de los mexicanos.

Ocupaba su centro el problema económico-social que los liberales hispanosatacan muy limitadamente, abandonando su resolución a los individuos, a cuyomejoramiento tratan de contribuir por medio de la educación, panacea generalde los liberales del siglo pasado. La verdad es que tan magno problema no lespreocupó mucho; sus mismos principios le vedaban abordarlo en el campo teó-rico y en el real. Algo hicieron al tratar de reducir el poder de la Iglesia mediantela desamortización; mas, de intento o no, malhadadamente, les salió el tiro por laculata, pues como dijo un político español contemporáneo, la desamortizaciónsólo “sirvió para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres”. EnMéxico ocurrió igual en la práctica, aunque en un aspecto, el de los agricultoresindígenas, hubo empeoramiento, al pretenderse aplicar a sus tierras comu-nales las reglas de la propiedad individual. Pero, en la teoría, los liberales mexi-canos tuvieron mayor sensibilidad para la cuestión social y se acercaron más aella: allá por los veintes el jalisciense Severo Maldonado proponía el repartode todas las tierras baldías y el establecimiento de una fuerte contribuciónterritorial a fin de acabar con el latifundismo y el monopolio de la riqueza, yunos dos decenios después, otro jalisciense, Mariano Otero, hacía una críti-ca acerba de la situación social del país y sostenía que las leyes debían “ga-rantizar a cada individuo, con el menor esfuerzo posible, la satisfacción desus facultades de hombre”.

161

Muy cercano a este problema se hallaba el político, o sea, aquel que afectabamás íntimamente al liberalismo en cuanto régimen o rectoría de un pueblo, régi-men que en oposición al absolutista, por él derrocado, debía levantar los pode-res públicos sobre cimientos democráticos. Hoy nos damos cuenta de que conpueblos pobrísimos y analfabetos, como el español y el mexicano de entonces,el problema resultaba irresoluble. Diéronle la misma solución ambosliberalismos: elaboraron una fachada de democracia, hábilmente montadasobre un tinglado electoral que respondía perfectamente a los requerimientosdel gobierno; tan perfectamente en España, que ningún ministerio perdió duranteel siglo pasado las elecciones por él convocadas. Y si hubo movimiento en lacumbre política, se debió a las fuerzas que reemplazaron a la opinión pública–ejército, clero y monarquía, en España– y a las disensiones entre los cabecillas.Desarrollóse así la vida política en una atmósfera terriblemente viciada, de cuar-telazos, pronunciamientos, motines, intrigas, atmósfera donde pululaban a susanchas los ambiciosos y los aventureros. Aquí como allí el maleamiento del am-biente político es la consecuencia directa de haberse frustrado, por imposibili-dad según entendemos, la recta solución democrática.

El tercero y último de los problemas que más resaltan en el retablo, es elreligioso. So capa de defensa de los sagrados dogmas, la Iglesia católica seconvirtió en principal baluarte del absolutismo. Tanto en México como enEspaña, los liberales hicieron magnos esfuerzos para convencerla y apaci-guarla. Adujeron que el liberalismo no perjudicaba a la religión, sino, al con-trario, la beneficiaba, poniendo a la Iglesia en su sitio y alejándola de tratosmundanos que la dañaban; y fueron difiriendo la introducción de la libertadreligiosa y el atenuamiento de la riqueza del clero, que tanto reforzaba su enormepoder social. Pero ni con llamamientos al buen sentido, ni con concesiones queentrañaban una seria mutilación para el liberalismo, lograron sus directores nada;no les quedó otra salida que recurrir a la fuerza y a la violencia. En las terriblescontiendas que con los partidarios de la Iglesia hubieron de librar, consiguieronlos liberales mexicanos todo lo que se proponían: la libertad religiosa, la separa-ción de la Iglesia y el Estado y la desamortización de los bienes eclesiásticos; losespañoles sólo una parte: la libertad religiosa, vergonzantemente declarada, y ladesamortización de gran parte de las propiedades de la Iglesia. Aun con separa-

El liberalismo mexicano y el liberalismo europeoJosé Miranda

162Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ción y desamortización plena, la cuestión no quedaba enteramente resuelta. LaIglesia, dada su organización y el imperioso ascendiente que sobre millones deciudadanos ejercía, continuaba siendo un Estado dentro del Estado y toda-vía se hallaba en condiciones de perturbar la vida política nacional. Todo depen-día de su actitud hacia los gobiernos; en realidad todo dependía de si, conformequerían los liberales, la Iglesia convertía en norma de su conducta el manteni-miento de la más exquisita neutralidad política.

He aquí las semejanzas existentes entre la problemática liberal mexicanay la española. En ellas hallamos la razón del aprovechamiento de la expe-riencia española por México, como la muestran la Ley de desamortización yotras medidas de gobierno dictadas acá, y la referencia que a las leccioneshispanas hacen continuamente los políticos mexicanos. Lo contrario, es de-cir, el aprovechamiento por España de las experiencias de México, no ocu-rrió porque España, madre orgullosa, desdeñó durante casi todo el sigloXIX las experiencias de los hijos recién emancipados.

163

Tipología delliberalismo mexicano

Moisés González Navarro

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

AAAAA PUNTESPUNTESPUNTESPUNTESPUNTES

164Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

primero pone la libertad al servicio de la propiedad, específicamente de la terri-torial (con José María Luis Mora, Lorenzo de Zavala, Luis de la Rosa, JoséMaría Lafragua, etc.); de la industria con Lucas Alamán y Esteban de Antuñanoy del comercio sobre todo de los extranjeros de los puertos con MiguelLerdo de Tejada.1 En la protección a la industria y al comercio se sigue uncamino sinuoso entre el liberalismo y el proteccionismo, en efecto, el tamaulipecoPlan de la Lola se transforma en el arancel Ávalos, éste en el arancel Ceballos,en fin, el plan de Ayutla lo hace bandera permanente del liberalismo.

Éste sirve a los intereses de la clase media con Joaquín Fernández de Lizardi(vocero de los artesanos) y con Ponciano Arriaga (defensor de los pequeñospropietarios agrícolas).2

Una de las mayores aspiraciones del liberalismo individualista es la desamor-tización de las propiedades comunales. Antes de que Miguel Lerdo de Tejadadictara la ley federal de 1856 ya varios estados habían iniciado la de las comu-nidades indígenas. El temor que produjo la rebelión de Sierra Gorda de media-dos del XIX añadió un nuevo impulso a la desamortización de la propiedadindígena. En efecto, el gobernador michoacano Juan B. Ceballos, para impedirque la guerra de castas se propagase a Michoacán se propuso “quitarles lafuerza que en comunidades pueden oponer, por medio de la ejecución de la leyde repartimientos de tierras”.3

*

1

23

El presente texto fue publicado originalmente por El Colegio de México en el Vol. 5, No. 4, deHistoria Mexicana en abril-junio de 1956, y se reproduce con su autorización.González Navarro, 1970a, pp. 101-102; 1977, pp. 250, 276. N. del Ed. En este artículo serespetó la forma en que el autor de este texto clásico del liberalismo señaló las notas a pie depágina (Revista Mexicana de Cultura Política NA).J. J. Fernández de Lizardi, 1940, p. 34; González Navarro, 1971, pp. 117-122.González Navarro. 1977, p. 143.

I

En este esbozo de una tipología del liberalismo mexicano se relacionanlas ideas de las facciones políticas con los intereses de las facciones dela clase dominante. El liberalismo se divide en individualista y social; el

165

Culmina así el camino de Mora en 1833 cuando dio una base filosófica a latransformación de la sociedad estamental en clasista, sustituyendo la distinciónde indios y no indios por la de pobres y ricos, extendiendo a todos los bene-ficios de la sociedad.4 Precisamente cuando se inició la aplicación de la LeyLerdo se registraron varios ataques a las haciendas, principalmente en Michoacán,Querétaro, Veracruz y Puebla; de inmediato el secretario de Gobernación JoséMaría Lafragua condenó estas sublevaciones porque los pueblos de indios con-fundían la libertad y el progreso con el ataque a la propiedad y “la división de losbienes ajenos”.5 Es oportuno recordar en este momento que cuando se discutióel famoso voto particular de Ponciano Arriaga muchos también se alarmaron,pese a que Francisco Zarco insistió en que nada tenía que ver con “delirioscomunistas” porque en México era facilísimo mejorar a los trabajadores sin ata-car en lo más mínimo el derecho de propiedad6.

Pero fue inaplicable el lema de Garnier Pagés, que recordó José J. Gonzáleza fines de ese año de 1856: alargar el vestido de los proletarios sin cortar el delos propietarios.7 La imputación a Juan Álvarez de haber ordenado el asaltode ese mes de diciembre de 1856, a varias fincas de españoles en el hoy estadode Morelos, corrobora la imposibilidad de conciliar los intereses de la clasedominante y la dominada dentro del marco jurídico del liberalismo individualis-ta8. Esta proclama de Juan Álvarez, uno de los mejores ejemplos del liberalismosocial, significa la libertad al servicio de la clase dominada, para liberar la de laesclavitud lograda, dijo Álvarez, con deudas hasta la octava generación.

El liberalismo individualista se consolida con la Reforma, no el social. Por uncamino político antitético, Maximiliano, se registra un nuevo esfuerzo en pro delliberalismo social. La política social del imperio está teñida de paternalismo yaun de oportunismo; por un lado permitió a los sureños de Estados Unidos quese establecieran en México con sus esclavos, pero dos meses después, el pri-mero de noviembre de 1865, liberó a los peones endeudados, inspirado en un

Tipología del liberalismo mexicanoMoisés González Navarro

45678

González Navarro, 1971, pp. 15-16.González Navarro, 1964a, II, pp. 302-303.Zarco, 1857, II, p. 76.Reyes Heroles, 1961, III, p. 655.González Navarro, 1971, pp. 150-151.

166Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

bando colonial de 80 años atrás, y al mismo tiempo se anticipó a una constitu-ción revolucionaria medio siglo posterior.

La creación de la Junta Protectora de las Clases Menesterosas fue irónica-mente criticada por Francisco Pimentel porque con la misma razón, deberíafundarse una junta protectora de los ricos.9 Esta Junta despertó ciertas esperan-zas de la clase dominada: el comandante militar de San Luis de la Paz informó en1865 al mariscal A. Bazaine que los indios vivían en la miseria. El presbítero deZumpango de la Laguna solicitó en 1865-1866 que la junta recabara del propie-tario de una hacienda 40 mil pesos para aplicarlos a los pobres de la parroquia.El alcalde de Santiago Tianguistenco en esos mismos años solicitó que, de acuerdoa la ley de desamortización, se repartieran entre los pobres unos terrenos quehabían estado destinados al culto católico. Un vecino de la capital solicitóayuda del Consejo General de Beneficencia en 1865; uno de Atzcapotzalco(se decía descendiente de un rey prehispánico) pidió una pensión porque suavanzada edad no le permitía trabajar. El subprefecto político de Tlalpan sequejó en 1866 de las injusticias cometidas contra los obreros de las fábricas dehilados y tejidos; para remediarlas, pidió un reglamento laboral:10 esta petición essimilar a una de 1892; en el segundo caso Matías Romero respondió que losmales de la clase obrera escapaban a la acción del Estado, política congruentecon la tesis de Ignacio Vallarta de 1856.11 Pintoresca e indicadora de unasociedad estamental que se agrieta, es la petición de los vecinos de los pue-blos de Huixquilucan y Ayatusco de que se les ponga una autoridad de sumisma raza. Específicamente agrarias son varias peticiones de algunos pue-blos jaliscienses para que el Archivo General de la Nación les expidiera lostítulos necesarios para defender sus derechos frente a las haciendas colindan-tes. Semejante es la queja de los vecinos de Ahualulco, San Luis Potosí, porquela hacienda de Bocas se negaba a venderles tierras de labor.12 Aunque descono-cemos el resultado de estas peticiones y quejas, son claros sus límites. Caberecordar que Justo Sierra calificó de “socialismo de estado” la liberación de los

9101112

Pimentel, 1984, p. 76.Alfieri Gallegos y González Zamora, 1977, pp. 3, 13, 18, 35, 40.González Navarro, 1969, II, pp. 381-382.Alfieri Gallegos y González Zamora, 1977 p. 3, 24, 34, 42.

167

peones por Maximiliano en 1865, disposición aquí incluida como un buen expo-nente del liberalismo social. De cualquier modo, al triunfo de la Reforma y elImperio, México emerge con la fachada de un país republicano, federal, liberal ydemocrático. En lo económico la consagración del derecho absoluto de propie-dad, de trabajo, de usura, de empresa, el interés individual como motor exclusi-vo de la economía y el anhelo de producción ilimitada configuraron algunos delos elementos del capitalismo moderno que el Porfiriato hizo en parte realidad.13

II

La historia oficial niega la continuidad del liberalismo y el Porfiriato porque notoma en cuenta que la Reforma puso las bases jurídicas que permitieron el desa-rrollo capitalista de éste. Por eso conviene ahora estudiar con algún detalle aIgnacio Ramírez y Guillermo Prieto (jacobinos), Justo Sierra (positivista), JoséLópez Portillo y Rojas (católico liberal), y ya enlazados con la Revolución Mexi-cana, a Francisco I. Madero (hacendado espiritista) y el anarquista RicardoFlores Magón. Pese a sus diferencias políticas no separa a los cinco primerosningún elemento estructural, a diferencia del último.

Comenzar con Ignacio Ramírez permite enlazar con la mitad del XIX. Lasideas juveniles de Ignacio Ramírez tienen un marcado radicalismo verbal. Enefecto, en su célebre Don Simplicio aceptó el robo por indigencia, el derecho acultivar las tierras ociosas y el deber del Estado de alimentar a los hijos de losagricultores indígenas y de los artesanos.14 En el constituyente de 1856 queríaque el poder público se fundara en el privilegio de los menesterosos, de losignorantes, de los débiles, es decir, que fuera “la beneficencia organizada”.15 Sinembargo, como la Constitución de 1857 puso la libertad al servicio de la propie-dad, el resultado fue, en buena medida, el contrario. Anticipa la teoría de laplusvalía cuando explica que el mundo moderno se caracteriza por el derechodel capitalismo a apropiarse de todas las ganancias libres. En la lucha de claseslos desvalidos se encontraban en mejor situación que antes porque la ilustración

Tipología del liberalismo mexicanoMoisés González Navarro

131415

Zamacois, 1876-1882, XVIII, A, p. 543; González Navarro, 1971, p. 32Reyes Heroles, 1961, III, pp. 656, 671.Zarco, 1857, I, p. 665.

168Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

y la libertad habían acabado por declararse neutrales. Critica el privilegio delcapitalista de que sólo él tase los repartos; considera la plusvalía un elementoesencial del capitalismo porque únicamente el capitalista puede agregar a supropio trabajo “un trabajo acumulado”, en suma, los capitales se forman pormedio de una esclavitud disfrazada. Sin embargo, no era pesimista porque losoperarios tenían la esperanza de llegar a ser capitalistas porque los capitalescirculaban, por eso era preciso cuidarlos gravándolos lo menos posible. Comopor fortuna en México “el capitalista no era enemigo del jornalero”, los liberalesofrecían a los capitalistas las garantías que la Constitución de 1857 “atesoraba”para ellos.

En 1867 rechaza las condenacionesreligiosas de la usu- ra, porque no pasande buenos deseos. Y en 1871, al anali-zar la usura con un criterio puramenteeconómico, sin re- lación con la moralo la religión, acep- ta la tesis de que lalibertad de la usura es una consecuencia“de la libertad que tienen todos los ciu-dadanos para dis- poner de su propie-dad”; como todo precio nace de uncontrato y los con- tratos son una nece-sidad individual “por lo mismo la usuradebe existir y debe ser libre”. Del mis-mo modo que se especula con los enfermos y con los muertos podía especularsecon los necesitados: la ley sólo puede precaver y reprimir ciertos abusos. Acep-ta la usura aunque reconoce que hay más dignidad en un esclavo insolente queen un jornalero del campo y que en un obrero asalariado por un industrial (con-secuencias necesarias del mutuo entre clases desiguales) en nombre de la liber-tad, pero también propugna se establezcan montepíos municipales que limiten“los estragos de la usura extraña”. En su opinión, la usura agrícola había dismi-nuido, por el contrario, habían aumentado la mercantil y la industrial. Si enMéxico todavía preocupaban los excesos de los hacendados y de las casas deempeño, escribe en 1871, era porque aún no se conocían los males de la gran

169

industria. La solución a esos abusos era el derecho de asociación de los desva-lidos para que pusiera precio a su trabajo y se proporcionaran socorros mutuos.En suma, el mutuo gratis sería la perfección moral si el comercio fuera obra de lanaturaleza y no del arte, cuyos productos “se resisten a las donaciones y a lospréstamos desinteresados”.

El futuro ministro de Porfirio Díaz anticipa en 1871, año de la fallida revueltade la Noria de Díaz contra Juárez, el programa económico del Porfiriato cuandopide facilidades para los mineros extranjeros, ferrocarriles y puertos, en suma,que México entre a la edad del vapor o “edad científica”. Rechaza, por supues-to, la propiedad comunal y defiende la privada, porque los comunistas olvidanque la riqueza se forma con el trabajo acumulativo. Aunque rechaza la tesis deProudhon de que la propiedad es un robo, nace de él; muy necesaria tenía queser la propiedad para que, pese a su origen sacrílego, el universo entero la san-tificara. Elogia a Malthus porque sin hipocresía explicó que la miseria de lostrabajadores impedía su multiplicación y facilitaba su muerte, aunque también eneste punto confía en que la asociación salve a los obreros. Agradece a Smith y aBentham su defensa de la libertad individual.

Como la mayoría de los liberales tuvo una actitud ambivalente frente a Esta-dos Unidos; en 1865 protesta “solemnemente” contra la anexión de México aEstados Unidos, con el disfraz de protectorado. Años después exalta a EstadosUnidos como la “república modelo”, en la que coexisten la libertad y la lucha derazas, la monogamia y la poligamia, la libertad individual y el comunismo, lateocracia y la democracia.

Hasta entonces habían fracasado los ensayos por proteger a los desvalidosporque era “utópico” mantenerlos en perpetua tutela, máxime que ninguna so-ciedad tenía por fundamento socorrer la indigencia (dice olvidando, lo que pro-pugnó en el constituyente de 1856); todos los esfuerzos que se intentaran pararemediar la indigencia eran buenos con tal que no atacaran “el principio de nointervención de la autoridad en la producción y en el consumo”. Rechaza alsocialismo por su alianza con el cuerpo administrativo. No encuentra en la Cons-titución ningún artículo que obligue al Estado a dar ocupación a los trabajadoresque la necesiten, ni partida presupuestal destinada a ese fin; el derecho al trabajo

Tipología del liberalismo mexicanoMoisés González Navarro

170Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

sólo podría realizarse por medio del comunismo y el Congreso no estaba facultadopara decretar esa revolución social ni la nación la deseaba. El único derecho altrabajo reconocido por la Constitución consistía en que el individuo se ocuparaen lo que le agradara y como le agradara. Se opone al socialismo porque con-traría la dignidad humana y la independencia del individuo pero, afortunadamen-te, era irrealizable como lo demostrara la caída del clero, cuya propiedad “teníamucho de socialista”. De cualquier modo no había nada que temer, pues losmismos parisienses de la Comuna acabarían por convertirse en propietarios.

Con estos antecedentes no es de extrañar como se plantea en 1875 “¿Quéhacemos con los pobres?”, problema difícil, dice, pero puramente humanitarioporque del mismo modo que el médico nada podía hacer con los enfermosincurables, para quien sólo podía ofrecer en el mercado un trabajo que nadieacepta, no se podía inventar en su favor un cambio forzado. A la pregunta “¿Quéhacemos con los pobres?”, los comunistas respondían inventando la “pobrezageneral”, la teocracia “la pobreza sin redención de las castas”; el feudalismo conla esclavitud. La democracia, incapaz de abolir por completo la pobreza, supri-me la esclavitud y las castas e inventa la “igualdad de derechos en favor de losproletarios”; el librecambismo abría el mercado de todas las naciones en favorprincipalmente de los desvalidos. Como de todos modos había pobres, en sufavor algunos países protegían ciertas industrias nacionales, rechaza esta solu-ción porque era más “inclinado al cálculo que al sentimentalismo de aparato. Laeconomía política no es un sanalotodo”. Deploraba la suerte de los desgracia-dos, pero cree “insensato sacrificarles las instituciones sociales. Y si los pobreshacen una revolución al día siguiente sólo habrá un cambio de ricos”.

No era, sin embargo, pesimista: los pobres con la instrucción y la libertadpodrían cambiar de profesión, mejorar con las cajas de ahorros, las institucionescomunistas privadas, y “el extenso campo de la emigración”. Con la instrucciónlos pobres tenían “la posibilidad de llegar a la altura de maestros y directores”,escapando de la abyección de “ser siempre pobres”. Otra salida eran los “me-dios irregulares del crimen y de la guerra, que es otro crimen”. En opinión del

171

Nigromante la mayor parte de las desgracias y de los delitos los originaba lamiseria. En suma, el “populacho” en la Colonia y todavía en 1874 “tenía hambrey sed de justicia”.16

Guillermo Prieto escribió en 1871, de manera semejante, que el trabajo erauna mercancía sujeta a la ley de la oferta y la demanda, ley fatal que algunosvanamente habían intentado cambiar “bajo el disfraz de una irreflexiva filantro-pía”; los aduladores de las malas pasiones del vulgo presentaban al capital comoenemigo del trabajo como si pudieran ser antagónicos a “la raíz y al árbol, lasemilla y el fruto”. Prieto rechaza al socialismo y al comunismo como “herejes dela economía política”. Además de herejes eran blasfemos, porque pretendíanmodificar la “previsión del Creador”. La escuela economista, en cambio, consi-deraba al hombre tal como es, sus aparentes contradicciones concuerdan yarmonizan con la libertad. El derecho del trabajo sólo exigía del Estado “la segu-ridad del goce de los bienes que el hombre se procure”. Rechazaba, por tanto,convertir al Estado en tutor universal facultado para aumentar o disminuir tareasy salarios, quimera que Francia intentó en 1848 con los talleres nacionales.Prieto aceptaba, en cambio, la comunidad de artesanos que difería del socialis-mo en que era voluntaria: “El amo no existe, su igual que guarda el orden fueelegido por él”.17

Al iniciarse el Porfiriato, casi medio siglo después que Lorenzo de Zavala,Prieto viajó a Estados Unidos. Al igual que el yucateco comparó ambos países;como primera diferencia advirtió que el protestantismo no se mezclaba con losgobiernos, los norteamericanos nacieron libres, los mexicanos “poco menos queesclavos”. Los hispanoamericanos veían al banquero que despide al mendigo desu puerta, pero no al que envía cientos de miles para las bibliotecas, las escuelasy las casas de beneficencia, en marcado contraste con las donaciones mexicanasque por presión se hacían a la hora de la muerte. El sistema mexicano dulcificalas costumbres, socorre pero no regenera, como el más frío pero también másinteligente norteamericano. La beneficencia y la educación situaban al pueblo de

Tipología del liberalismo mexicanoMoisés González Navarro

16

17

Ramírez, 1889, I, pp. 139, 155, 312-313; II, pp. 9, 14-15, 17, 54, 59, 62, 83, 90, 99-101, 109,114-116, 126, 131, 156, 161, 174, 214, 217, 220, 239, 243, 246, 378-379, 394, 414, 418, 471,541, 544.Prieto, 1871, pp. 12-13, 28-39, 319.

172Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Estados Unidos entre los más civilizados, ambas se sostenían con donaciones departiculares. La riqueza estaba mejor repartida en Estados Unidos que en Méxi-co, allá no había hambre y en apariencia no había pobres porque los mendigosno ejercían su profesión, como en México, mostrando llagas ni deformidades:tocan algún instrumento musical y colocan un cuartillo de hoja de lata para queallí quien guste le deje algunos centavos, los viciosos, no los pobres, piden condisimulo porque “la policía tiene ojos de lince”. El anciano norteamericano seacicala para disimular su vejez, el mexicano “se cuelga un rosario”.18

El pacífico Fidel* se enardece cuando se trata de castigar a la “chusma”: lecomplace que la artillería hubiera rechazado a 10 mil insurrectos de Chicagodejando “ríos de sangre entre montones de cadáveres... todo quedara en paz”.Pero el combate al “veneno socialista” no lo confiaba sólo a las armas, tambiéna las asociaciones, faz de la confraternidad. Destaca el sentimiento de igualdad,tan contrario a la educación latina mexicana donde había un molde para lospobres y otro para los ricos, uno para los tontos y otro para los hábiles, raícesde la rivalidad y de la casta. Mientras en México un criado y un cocherohonrados, un cocinero hábil y un cargador puntual, estaban reducidos a la con-dición de animal doméstico, en Estados Unidos era “un hombre”. Las criadas,perezosas y ladinas, no hablaban a la señorita de la casa como a igual pero laadulaban y se convertían en su cómplice y “el nene de la casa no la pedirá enmatrimonio, pero la seducirá como un vil y se le lanzará con infamia de la casa,aunque lleve consigo algo muy allegado a la familia”.

México, según Prieto, había dejado el comercio exterior a los alemanes, fon-das y modas a los franceses, el pequeño tráfico a los indios y el trabajo a la genteordinaria y mal vestida, porque en cuanto el artesano tenía siquiera chaqueta ymás de dos camisas “piensa en el club y en ser por lo bajo protestante, o regidor,o cuando menos francmasón”. Sin embargo, se irrita al ver en Washington laestatua del general Worth vencedor de México en la guerra del 47, la “másvillana de todas las violaciones”; rechaza que sea un monumento no a la conquis-

18*

Prieto, 1877-1878, II, pp. 380, 382, 544, 548; III, pp. 50-55, 98-100, 199.N. del Ed. El autor se refiere al pseudónimo utilizado por Guillermo Prieto para firmar suscolaboraciones en el periódico El Siglo XIX, donde tenía una columna llamada “San lunes deFidel”.

173

ta de México sino a un general que cumplió con su deber: “déjeme a mí con mispelados maldecir hasta la quinta generación a todos los piratas y a todos losconquistadores”.

Pese a cierta actitud benévola para los ricos norteamericanos los califica so-bre todo a sus grandes compañías, de tener intereses opuestos a los de la comu-nidad, de ser “aristócratas del peor género”.

Critica la solapada cuestión del sur, irritada la máquina de opresión de latarifa, y la proscripción de los negros; y que la madre casi no exista para el indiomexicano, destrozada por la tuberculosis desde la más tierna infancia, la máqui-na de “moler maíz es toda una regeneración para la raza indígena”19 y no se debeperdonar medio para adoptarla, tesis que emparenta con la del Nigromante quehace del asno “el verdadero redentor del indio”.20

Prieto al igual que Zavala, admira a Estados Unidos, pero también tiene unprofundo resentimiento por el 47. Cuando en 1888 volvió a escribir sobre eco-nomía desconfió de la beneficencia porque muchos se resignarían con su holgan-za lucrativa, por esta razón se había dejado libre al sentimiento religioso estecuidado “nobilísimo”. Rechaza la inquisición “que se permiten los bienhechoresantes de soltar el óbolo bendito”, y

No obstante lo expuesto, no nos ha parecido digno de discutirse si al niño sinarrimo alguno, al ciego, al demente debería acudir el socorro oficial y no nosatrevemos a dar una opinión decisiva por no haber estudiado lo bastante lamateria.21

Cabe añadir, sin embargo, que en un conflicto de los sombrereros de la ciu-dad de México a mediados de 1875, tanto él como Francisco T. Gordillofueron designados delegados por los trabajadores, para dirimirlo.22 Acaso influ-yó en esta elección su imagen de hombre bondadoso, no sus ideas.

Tipología del liberalismo mexicanoMoisés González Navarro

19202122

Prieto, 1877-1878, I, pp. 117-203; II, pp. 191, 403, 535, 569; III, pp. 69, 161, 214, 217.Ramírez, 1889, I, p. 312.Prieto, 1888, pp. 180-181.Leal y Woldenberg, 1980, p. 208.

174Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Justo Sierra, probablemente el más notable teórico del Porfiriato, señaló queel amor al prójimo era el núcleo de los principios de Gabino Barreda, esas máxi-mas divinizadas por el cristianismo habían demostrado que “podían ser humani-zadas por la ciencia”. Barreda, en su informe sobre el catecismo moral deNicolás Pizarro adaptó el cristianismo a la moral burguesa: defendió el capitalcomo el “justo orgullo de la humanidad”; repartirlo tal vez permitiría que los ricosse fueran al cielo, pero los demás hombres quedarían en un verdadero infierno.Ese consejo (“pesadilla, más que utopía”) no lo seguirían los ricos, gracias a éllos pobres mirarían a los ricos como injustos detentadores de su riqueza cuandoen realidad ésta y el trabajo eran funciones indispensables para la vida, lo conve-niente era reglamentar la propiedad, no destruirla, incorporar a los proletarios almovimiento social no enervarlos, “convirtiéndolos en parásitos forzosos de loscapitalistas”. Por su parte, Manuel Ramos, inspirado en Spencer, rechazó en1877 las medidas gubernamentales en favor de los incapaces, porque dejaban ala posteridad “un triste legado de ignorantes, perezosos y criminales”. Quienespor el placer de hacer el bien beneficiaban a los incapaces eran culpables deperjudicar a la sociedad.23 Los propagandistas de Porfirio Díaz señalaronotra cara de esta moneda: la teoría de Darwin tenía su más perfecta aplica-ción en Porfirio Díaz: “El más apto para la lucha por la existencia es el quevence en ella”.24 Justo Sierra en sus escritos juveniles considera que es deber delgobierno mexicano fomentar la iniciativa individual preparándola por medio dela instrucción pública, la colonización y los ferrocarriles. Esta tarea era ur-gente porque, contra una opinión tan generalizada como inexacta, México erapobre por la mezquindad de la irrigación agrícola, en marcado contraste conEstados Unidos, hijos del trabajo, de la libertad, del protestantismo, del océanoy del Missisipi. Los hacendados deberían abrir sus tierras al colono, co-menzando por el indígena, pero siempre respetando la ley de la oferta y la de-manda. Urgía desamortizar la propiedad territorial, para acabar con su natural

2324

González Navarro, 1970b, p. 10.Velasco, 1889, p. 13.

175

consecuencia la servidumbre que, de hecho, existía en México. Quiere que eldesarrollo económico se base en las industrias “naturales” del país (la minería yla agricultura) no en las artificiales.25

Ante la urgencia de la colonización no duda, el 4 de enero de 1876, en vistade la falta de baldíos, en que se expropie por causa de utilidad pública, aun “sinindemnización previa”, es decir, pide se suspendan los efectos del artículo 27constitucional. Poco después insiste en nombre del método científico en su pro-grama liberal-conservador, o sea conservador de las libertades adquiridas por elaumento de facultades en el poder central. Inspirado en José de Maistre quiereque, como a los niños y a los locos, al pueblo mexicano se le nombren tutores ycuradores, porque la última intentona revolucionaria de Miguel Negrete, escribeen junio de 1879, le confirmaba en la idea de que el pueblo mexicano era un locoy un niño. Al igual que Mora casi medio siglo antes, está convencido de que“vale más el peor gobierno que la mejor revolución”.26

Sierra también por razones “científicas” defiende al capital extranjero, pararestablecer el crédito nacional, lo hace con pasión en la Cámara de Diputados aldiscutirse la deuda inglesa en noviembre de 1884. En algunas ocasiones inter-preta la historia con un criterio próximo al materialismo histórico, al señalar quela demanda de brazos, no los monarcas ni la iglesia, fueron los verdaderosemancipadores del siervo feudal, confía que lo mismo ocurra con el “feudalismomexicano”, al parecer disminuida su juvenil ilusión de que bastaría invitar a loshacendados a que lo hicieran. De todos modos, insiste en que la paz, condicióndel progreso, únicamente puede ser obra del capital extranjero porque sólo lapaz puede darles seguridad. La paz es preferible a todo, “porque es la condicióndel advenimiento del período industrial”; la única excepción era que algún go-bierno significara “obstrucción resuelta al progreso moderno”.27

Se opuso tenazmente tanto a la “reacción” colonial como a la socialista. Enlos países “latinos” casi todos los escritores incurrían en el error de hacer depen-der la felicidad de la acción de los gobernantes: el socialismo, “desviación del

Tipología del liberalismo mexicanoMoisés González Navarro

252627

Sierra, 1948, IV, pp. 142, 183, 237, 321.Sierra, 1948, IV, pp. 146, 207, 221, 247, 264, 344.Sierra, 1948, IV, p. 364; V, pp. 105, 202; VII, pp. 140, 219.

176Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

sentido moral causado por la pobreza”, era contrario al liberalismo, éste se ori-ginaba “en el desarrollo normal y espontáneo de la conciencia humana”. Desdesu juventud aclaró qué no defendía las preocupaciones de los ricos, “mil vecespeores y de todas maneras más inexcusables que las de los obreros”, sólo que-ría que éstos se convencieran de que el sistema industrial era “un producto de lanaturaleza humana actual”, el progreso sólo era posible en relación directade “la naturaleza humana, y no más aprisa”. Con la autoridad de Spencer añadeque si los obreros tuvieran ideas menos extraviadas por sus preocupacionesde clase, aceptarían que no había mejores formas de organización industrialporque eso era impracticable. Sin embargo, la “ciencia” de Sierra era fugaz; sufe de 1875 en los dogmas de Spencer, en 1893 se convierte en desencanto anteuna civilización que ha podido producir progreso pero no felicidad; por esoentonces se inspira en León Tolstoi, Henry George y León XIII, y acepta lasreformas belgas sobre la responsabilidad de los patrones en caso de accidentesy el reconocimiento legal de los sindicatos, pero, como los demás liberales, seacerca a la iglesia “por justo horror a la revolución social”. El liberalismo antiguoque negaba al Estado la facultad de obligar al patrón a asegurar contra la miseriafinal a los obreros inutilizados ya era una reliquia. Waldeck Rousseau represen-taba al liberalismo nuevo (“no moderado sino moderador”) y considera quelos derechos individuales estaban en razón directa “de su carácter social”.De todos modos, en la matanza de Río Blanco reaccionó igual que Prieto ante lade Chicago. Se volvió contra los obreros orizabeños, porque estaban contami-nados de ideas colectivistas –“quiméricas e irrealizables”– a no ser que lasociedad moderna cayera en ruinas, razón por la cual pretendieron destruirviolentamente los abusos que padecían, en vez de solicitar la acción de lajusticia.28

Sierra consideró en su juventud que tanto obreros como patrones no eranbastante previsores ni bastante inteligentes. El 13 de enero de 1875 juzgó laasociación una necesidad fisiológica, al grado de que, según él “la especie huma-na llegará a formar una gran asociación mutualista”; ésta se desviaba de su obje-

28 Sierra, 1948, IV, pp. 55-56, 311-312, 372; V, p. 169; VII, pp. 69, 144, 170.

177

to cuando pretendía sobreponerse. Rechazó que el hambre originara las nuevedécimas partes de los crímenes en México, sus causas verdaderas eran el vicioy la holgazanería.29

Al igual que Prieto, Sierra admiraba y rechazaba a Estados Unidos, cuandosalió del país de la libertad le “parecía que la recobraba al salir de él”. Regresócontento a la tierra “de las horribles chozas de adobe” (él no vivía en ellas)satisfecho de que a México le tocara el papel de cantar como a las cigarras de lafábula. Pero al iniciarse el Porfiriato había escrito que, conforme a la teoría deDarwin, México tenía todas las probabilidades de ser devorado por EstadosUnidos. Cuatro años después la probabilidad se convirtió en una realidad, nor-mal dada la debilidad mexicana.30 El caso mexicano formaba parte de un fenó-meno mundial que haría del siglo XX un sindicato de naciones fuertes “paraexplotar a las que no lo son”, escribe en 1900 perdida la ilusión en que ellibrecambismo sería la base de la paz universal, aplaza su ilusión para el sigloXXV. No es extraño, por tanto, que incluso aplauda la invasión europea deChina, y que lo haga sin remordimientos porque la caridad cristiana no habíasido formulada para las naciones sino para los individuos.31

José López Portillo y Rojas tal vez fue, pese a la oposición de los católicosconservadores (para quienes era imposible “unir lo blanco con lo negro”), elescritor católico más importante del Porfiriato. Separa la religión de la políticapero considera al cristianismo la base de la libertad; cristianos y liberales debe-rían entenderse en el “terreno de la fraternidad y del amor”.32

En López Portillo y Rojas también es posible rastrear ciertas afinidades conel materialismo histórico. Más eficaces que las prédicas religiosas y morales enla abolición de la esclavitud, fueron las demostraciones estadísticas de que eltrabajo esclavo es poco productivo y fecundísimo el del hombre libre. Del mis-mo modo, no fue el progreso de las ideas sino el tráfico internacional el que havetado las aventuras guerreras. Ante la amenaza socialista a las bases mismas de

Tipología del liberalismo mexicanoMoisés González Navarro

29303132

Sierra, 1948, IV, pp. 306, 311, 360.Sierra, 1948, IV, p. 39; VI, pp. 189, 193; VII, p. 39; VIII, p, 136.Sierra, 1948, V, p. 330; VII, pp. 27, 341.González Navarro, 1957, p. 676; López Portillo y Rojas, 1909, p. 130.

178Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

la sociedad (estado, familia, etc.) los defensores del statu quo se enfrenta-ron a las “turbas” proletarias ya no invocando las cosas “altas y bellas del mun-do de ultratumba y de penas y premios postvitales”, sino la Economía Políticapara defender la propiedad y el orden. Thiers, desde 1848, inició esa defensa, losiguieron entre otros Federico Bastiat y Paul Leroy Beaulieu; este último demos-tró que el “progreso beneficia más a los desheredados que a los ricos”. Noprofetiza, sin embargo, la abolición de la pobreza, cosa inasequible para la hu-manidad, sino que se limita a anunciar la “tendencia” a corregir las asperezas ynivelar “en lo posible los goces fundamentales de la vida”. Afortunadamente noera el moralista quien explicaba estos cambios, porque las ideas reinantes sobrela “lucha por la vida” y el “triunfo de los más aptos” no dejaban coyuntura paradisquisiciones abstractas, tampoco lo hacía el jurista porque cada uno entiendela justicia a su modo, sino el economista, a quien se tenía que escuchar porque“habla el lenguaje propio de estos momentos históricos”.

López Portillo y Rojas temía los movimientos “desordenados y criminales”de obreros y mineros, quienes al pretender obtener por medio de la violenciaventajas más o menos justificadas, se entregaron a reprobables excesos, por loque fueron reprimidos con medidas “sumamente severas”. Por fortuna el analfa-betismo preservaba contra el contagio de las ideas disolventes. Pero no teme unestallido revolucionario rural, pese a las denuncias sobre la “esclavitud” de losindios en México, como en un artículo de Carlos Malato. Esa denuncia, si algotenía de real, sólo sería en parte muy pequeña, y en lugares muy apartados y aespaldas de la ley. De cualquier modo, la legislación podría perfeccionarse conel fraccionamiento de los terrenos nacionales (particularmente en las fronteras),la irrigación, la difusión de la pequeña propiedad, el Homestead, y el “amormanso y bueno que baja de los ricos a los pobres, y sube de los pobres a losricos”.

Según López Portillo y Rojas no hay diferencia entre cristianismo y socialis-mo; explica aquél por el entusiasmo ascético de los primeros siglos, pero alpasar el cristianismo a la legalidad “tuvo que conformarse con las exigencias dela realidad viviente”. De cualquier modo, Santo Tomás de Aquino puso deacuerdo las sanas doctrinas de Aristóteles sobre la propiedad con el misticismode los primeros Padres de la Iglesia. El Estado sólo podía intervenir en una

179

esfera limitada; proteger a mujeres y niños en los talleres, crear cajas de ahorro,indemnizar en los accidentes, establecer pensiones obligatorias de retiro, cons-truir buenas habitaciones, sanear las fábricas. Estas medidas podrían aliviarparte de los sufrimientos de los obreros, pero no impedir el pauperismo ni esta-blecer una Arcadia donde no haya “hambre, desnudez y desamparo”.

La raíz de esa desigualdad perpetua eran las diferencias entre inteligentes ynecios, trabajadores y holgazanes, previsores y despilfarrados, morigeradosy viciosos. Como México no había podido salir del régimen militar del que hablaSpencer, todavía era necesario un Estado fuerte.33

No temía la violencia rural pese a que había señalado desde 1898 el peligrode la heterogeneidad racial. Las clases rurales eran el “nervio” nacional, nadatenían en común con la incuria indígena (con su rencor reivindicativo y “pasiónferoz por la tierra”) ni con la soberbia europea, pero tampoco con la astuciamestiza, todos esos elementos disímbolos estaban destinados a mezclarse paraformar “un gran pueblo”. Conocedor de la vida rural señala que los ricos nodaban nada, o casi nada, en los templos. Los pobres, en cambio, ofrecían unabuena cosecha de monedas de cobre.34

Aunque criticó la filantropía “soberbia y fría” de los ricos, “que más rebajaque obliga al necesitado”, de cualquier modo, los pobres sufrían menos enton-ces que antes, no obstante que los ricos eran “insaciables” y “crueles”. Enfin, pese a que en México era inconcebible el éxito de un levantamiento popularse debía persuadir a los desheredados

de que la pobreza no es una injusticia social, sino una creación de la natura-leza y una de tantas pruebas a que está sujeta una criatura; de que lospobres que saben serlo, valen más que los ricos que conforme la ley divinano son dueños absolutos de sus bienes sino sólo administradores de ellos.

Apoya la idea de Andrew Carnegie de que los ricos deben invertir sus so-brantes racionales en beneficio de la sociedad en que viven, no esperar la muerte

Tipología del liberalismo mexicanoMoisés González Navarro

3334

López Portillo y Rojas, 1910 pp. 3-4, 49, 75, 83-92, 122, 251-279, 297-302, 340, 352, 361.López Portillo y Rojas, 1898, pp. XIX-XXVI, 236.

180Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

para hacerlo. Augusto Comte mismo había reconocido la necesidad de que unaautoridad espiritual estableciera un freno religioso, porque el estado no sólo sedebía basar en la fuerza

no lo digo como creyente convencido, ni adepto de una religión gloriosa, queprofeso y confieso con orgullo, sino como simple juez imparcial de las co-sas. Así se podrá atajar el avance del socialismo.35

Ramírez y Prieto expresan la consolidación del liberalismo, Sierra y LópezPortillo y Rojas su crisis. De hecho, ya se habían registrado algunas reformaslegales dentro de eso que Sierra llamó el paso del liberalismo antiguo al nuevo, odel individualista al social, en el vocabulario aquí usado. En efecto, en 1896 elgobierno federal dictó una ley a favor de los labradores pobres y diez añosdespués el chihuahuense, en beneficio de los tarahumaras.36 Conviene recordarque la ley chihuahuense fue juzgada socialismo de Estado por sus autores, noliberalismo social, denominación de cuño reciente. Independientemente de nom-bres, el Plan del Partido Liberal, también de 1906 (la más completa obra delliberalismo social hasta entonces), fue superado por el Plan de San Luis de Maderoen lo agrario porque el “Apóstol de la Libertad” propugnó la restitución de lastierras arrebatadas a los indígenas con el pretexto de la ley de desamortización.Flores Magón sobrepasó a Madero, entre otras cosas, porque propugnó elaumento de los salarios por el Estado; Madero condenó la violencia porfirista enRío Blanco, pero rechazó que el pueblo quisiera pan, sólo quería libertad, conella conquistaría el pan.37

Ricardo Flores Magón confesó su anarquismo en 1908 a su hermano Enri-que y a Praxedis Guerrero, pero les pidió que, por táctica, siguieran el “timo” delliberalismo a los no anarquistas.38 Se desenmascaró hasta mayo de 1911 cuandocondicionó la alianza con el triunfante Madero a la entrega al proletariado de latierra y los instrumentos de labranza, condición que, por supuesto, Madero no

35363738

López Portillo y Rojas, 1910, pp. 22, 195, 344-347.González Navarro, 1957, pp. 192, 275-276.González y Navarro, 1957, pp. 336, 376, 380; Valadés, 1960.Flores Magón, 1973, p. 260.

181Tipología del liberalismo mexicano

Moisés González Navarro

aceptó. Como tampoco aceptó el manifiesto del 25 de septiembre de ese año,que propugnaba la abolición de la propiedad privada y la destrucción del capi-tal, la autoridad y el clero.39

Aunque con la Constitución de 1917 triunfa el liberalismo social continúa lalucha con el individualista, porque los abogados ligados al Porfiriato utilizan elartículo cuarto (a nadie podrá impedirse que se dedique a la profesión industrialo trabajo que le acomode, siendo lícitos) contra el 123, para oponerse a lalegislación laboral. A partir de la primera Ley Federal del Trabajo de 1931la lucha de clases se manifiesta entre el zigzagueante populismo y el liberalismoeconómico de la burguesía.

Bibliografía

Alfieri Gallegos, Alfonso Angel y Miguel González Zamora (1977), Índice del Ramo JuntaProtectora de la Clase Menesterosa, México, Archivo General de la Nación.

Fernández de Lizardi, José Joaquín (1940), Joaquín Fernández de Lizardi, el PensadorMexicano, México, Biblioteca del Estudiante Universitario.

Flores Magón, Ricardo (1973), Epistolario y textos, México, Fondo de Cultura Económica.González Navarro, Moisés (1957), El Porfiriato: La vida social, México, Editorial Hermes.González Navarro, Moisés (1964a), La Reforma. En Historia documental de México, Mé-

xico, UNAM.González Navarro, Moisés (1964b), La era moderna (2 vols.). En Historia documental de

México, México, UNAM.González Navarro, Moisés (1970a), Raza y tierra. La guerra de castas y el henequén,

México, El Colegio de México.González Navarro, Moisés (1970b), Sociología e historia en México, México, El Colegio

de México.González Navarro, Moisés (1971), La Reforma y el Imperio, México, SEP.González Navarro, Moisés (1977), Anatomía del poder en México (1848-1853), México,

El Colegio de México.González Ramírez, Manuel (1956), Fuentes para la historia de la Revolución Mexicana. I.

Planes políticos y otros documentos, México, Fondo de Cultura Económica.

39 Valadés, 1960, II, p. 182; González Ramírez, 1956, p. XXXII.

182Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Leal, Juan Felipe, y José Woldenberg (1980), La clase obrera en la historia de Méxi-co. 2: Del estado liberal a los inicios de la dictadura porfirista. México, SigloXXI Editores.

López Portillo y Rojas, José (1898), La parcela, México, V. Agüeros.López Portillo y Rojas, José (1909), Los precursores, México, V. Agüeros.López Portillo y Rojas, José (1910), Ensayos económicos, México, El Tiempo.Pimentel, Francisco (1864), Memoria sobre las causas que han originado la situación

actual de la raza indígena de México y los medios para remediarla. México, Andradey Escalante.

Prieto, Guillermo (1871), Lecciones elementales de economía política dadas en la Escue-la de Jurisprudencia de México en el curso de 1871. México, Imprenta del Gobierno

Prieto, Guillermo (1877-1878), Viaje a los Estados Unidos, México, Imprenta del Comerciode Dublán y Chávez.

Prieto, Guillermo (1888), Breves nociones de economía política, o sean principios ele-mentales de esta ciencia para los primeros estudios escolares, México, Secretaría deFomento.

Ramírez, Ignacio (1889), Obras, México, Secretaría de Fomento.Reyes Heroles, Jesús (1961), El liberalismo mexicano, México, UNAM.Sierra, Justo (1948), Obras completas. México, UNAM.Valadés, José (1960), Imaginación y realidad de Francisco I. Madero. México, Antigua

Librería Robredo.Velasco, Luis Alfonso (1889), Porfirio Díaz y su gabinete. México, E. Dublán y Compañía,

editores.Zamacois, Niceto de (1876-1882), Historia de México, Barcelona-México, Editorial Juan de

la Fuente Parres.Zarco, Francisco (1857), Historia del congreso constituyente, México, Ignacio Cumplido.

183

MMMMMEMORIAEMORIAEMORIAEMORIAEMORIA

El discurso fúnebrede Pericles

Tucídides*

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

184Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

con ocasión del entierro de los caídos en combate era algo hermoso. A mí, encambio, me habría parecido suficiente que quienes con obras probaron su valor,también con obras recibieran su homenaje –como este que ves dispuesto paraellos en sus exequias por el Estado–, y no aventurar en un solo individuo, quetanto puede ser un buen orador como no serlo, la fe en los méritos de muchos.

Es difícil, en efecto, hablar adecuadamente sobre un asunto respecto del cualno es segura la apreciación de la verdad, ya que quien escucha, si está bieninformado acerca del homenajeado y favorablemente dispuesto hacia él, es muyposible que encuentre que lo que se dice está por debajo de lo que él desea y delo que él conoce; y si, por el contrario, está mal informado, lo más probable esque, por envidia, cuando oiga hablar de algo que esté por encima de sus propiasposibilidades, piense que se está cayendo en una exageración. Porque los elo-gios que se formulan a los demás se toleran sólo en tanto quien los oye seconsidera a sí mismo capaz también, en alguna medida, de realizar los actoselogiados; cuando, en cambio, los que escuchan comienzan a sentir envidia delas excelencias del que está siendo alabado, al punto prende en ellos también laincredulidad.

Pero, puesto que a los antiguos les pareció que sí estaba bien, debo ahorayo, siguiendo la costumbre establecida, intentar ganarme la voluntad y la apro-bación de cada uno de ustedes tanto como me sea posible.

N. del Ed. Tucídides (460 a.C.-400 a.C.), historiador y general ateniense que participó en laGuerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas. La obra clásica de Tucídides donde narra esteenfrentamiento militar –Historia de la Guerra del Peloponeso– incluye el texto que aquí sereproduce; se trata de un documento histórico valioso porque expone importantes conceptossobre la política ateniense, la democracia y la guerra. En la tradición ateniense, durante el entierrode los soldados caídos en la guerra, un hombre destacado era elegido para pronunciar eldiscurso en honor de los muertos, tarea que le fue encomendada a Pericles (495 a.C.-425 a.C.),reconocido político y orador. Tucídides recrea en el capítulo II dicho discurso. La versión deldiscurso fúnebre de Pericles que se reproduce aquí tiene como base la traducción realizadapor el lingüista y filósofo Antonio Arbea.

*

I

La mayor parte de quienes en el pasado han hecho uso de la palabra enesta tribuna, han tenido por costumbre elogiar a aquel que introdujoeste discurso en el rito tradicional, pues pensaban que su proferimiento

185

II

Comenzaré, ante todo, por nuestros antepasados, pues es justo y, al mismotiempo, apropiado a una ocasión como la presente, que se les rinda este home-naje de recordación. Habitando siempre ellos mismos esta tierra a través desucesivas generaciones, es mérito suyo el habérnosla legado libre hasta nuestrosdías. Y si ellos son dignos de alabanza, más aún lo son nuestros padres, quienes,además de lo que recibieron como herencia, ganaron para sí, no sin fatigas, todoel imperio que tenemos, y nos lo entregaron a los hombres de hoy.

En cuanto a lo que a ese imperio le faltaba, hemos sido nosotros mismos, losque estamos aquí presentes, en particular los que nos encontramos aún en laplenitud de la edad, quienes lo hemos incrementado, al paso que también lehemos dado completa autarquía a la ciudad, tanto para la guerra como para lapaz. Pasaré por alto las hazañas bélicas de nuestros antepasados, gracias a lascuales las diversas partes de nuestro imperio fueron conquistadas, como asimis-mo las ocasiones en que nosotros mismos o nuestros padres repelimosardorosamente las incursiones hostiles de extranjeros o de griegos, ya que noquiero extenderme tediosamente entre conocedores de tales asuntos. Antes, em-pero, de abocarme al elogio de estos muertos, quiero señalar en virtud de quénormas hemos llegado a la situación actual, y con qué sistema político y graciasa qué costumbres hemos alcanzado nuestra grandeza. No considero inade-cuado referirme a asuntos tales en una ocasión como la actual, y creo queserá provechoso que toda esta multitud de ciudadanos y extranjeros lo pue-da escuchar.

III

Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; másque imitadores de otros, en efecto, nosotros mismos servimos de modelo paraalgunos. En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce en favor dela mayoría, y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia;respecto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus inte-reses particulares; en lo relativo a los honores, cualquiera que se distinga enalgún aspecto puede acceder a los cargos públicos, pues se lo elige más por sus

El discurso fúnebre de PericlesTucídides

186Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

méritos que por su categoría social; y tampoco al que es pobre, por su parte, suoscura posición le impide prestar sus servicios a la patria, si es que tiene laposibilidad de hacerlo.

Tenemos por norma respetar la libertad, tanto en los asuntos públicos comoen las rivalidades diarias de unos con otros, sin enojarnos con nuestro vecinocuando él actúa espontáneamente, ni exteriorizar nuestra molestia, pues ésta,aunque inocua, es ingrata de presenciar. Si bien en los asuntos privados somosindulgentes, en los públicos, en cambio, ante todo por un respetuoso temor,jamás obramos ilegalmente, sino que obedecemos a quienes les toca el turno demandar, y acatamos las leyes, en particular las dictadas en favor de los que sonvíctimas de una injusticia, y las que, aunque no estén escritas, todos consideranvergonzoso infringir.

IV

Por otra parte, como descanso de nuestros trabajos, le hemos procurado anuestro espíritu una serie de recreaciones. No sólo tenemos, en efecto, certáme-nes públicos y celebraciones religiosas repartidos a lo largo de todo el año, sinoque también gozamos individualmente de un digno y satisfactorio bienestar ma-terial, cuyo continuo disfrute ahuyenta a la melancolía. Y gracias al elevado nú-mero de sus habitantes, nuestra ciudad importa desde todo el mundo toda clasede bienes, de manera que los que ella produce para nuestro provecho no son, enrigor, más nuestros que los foráneos.

V

A nuestros enemigos les llevamos ventaja también en cuanto al adiestramien-to en las artes de la guerra, ya que mantenemos siempre abiertas las puertas denuestra ciudad y jamás recurrimos a la expulsión de los extranjeros para impedirque se conozca o se presencie algo que, por no hallarse oculto, bien podría a unenemigo resultarle de provecho observarlo. Y es que, más que en los armamen-tos y estratagemas, confiamos en la fortaleza de alma con que naturalmenteacometemos nuestras empresas. Y en cuanto a la educación, mientras ellos pro-

187

curan adquirir coraje realizando desde muy jóvenes una ardua ejercitación,nosotros, aunque vivimos más regaladamente, podemos afrontar peligros nomenores que ellos.

Prueba de esto es que los espartanos no realizan sin la compañía de otros susexpediciones militares contra nuestro territorio, sino junto a todos sus aliados;nosotros, en cambio, aun invadiendo solos tierra enemiga y combatiendo ensuelo extraño contra quienes defienden lo suyo, la mayor parte de las veces nosllevamos la victoria sin dificultad. Además, ninguno de nuestros enemigos se hatopado jamás en el campo de batalla con todas nuestras fuerzas reunidas, puessimultáneamente debemos atender el mantenimiento de nuestra flota y, en tierra,el envío de nuestra gente a diversos lugares. Sin embargo, cada vez que en algúnlugar ellos se trenzan en lucha con una facción de los nuestros y resultan vence-dores, se ufanan de habernos rechazado a todos, aunque sólo han vencido aalgunos; y si salen derrotados, alegan que lo fueron ante todos nosotros juntos.Pero lo cierto es que, ya que preferimos afrontar los peligros de la guerracon serenidad antes que habiéndonos preparado con arduos ejercicios, ayu-dados más por la valentía de los caracteres que por la prescrita en ordenan-zas, les llevamos la ventaja de que no nos angustiamos de antemano por laspenurias futuras, y, cuando nos toca enfrentarlas, no demostramos menos valorque ellos que viven en permanente fatiga.

Pero no sólo por éstas, sino también por otras cualidades nuestra ciudadmerece ser admirada.

VI

En efecto, amamos el arte y la belleza sin desmedirnos, y cultivamos el sabersin ablandarnos. La riqueza representa para nosotros la oportunidad de realizaralgo, y no un motivo para hablar con soberbia; y en cuanto a la pobreza, paranadie constituye una vergüenza el reconocerla, sino el no esforzarse por evitarla.Los individuos pueden ellos mismos ocuparse simultáneamente de sus asuntosprivados y de los públicos; no por el hecho de que cada uno esté entregado a losuyo, su conocimiento de las materias políticas es insuficiente. Somos los únicosque tenemos más por inútil que por tranquila a la persona que no participa en las

El discurso fúnebre de PericlesTucídides

188Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

tareas de la comunidad. Somos nosotros mismos los que deliberamos y decidi-mos conforme a derecho sobre la cosa pública, pues no creemos que lo queperjudica a la acción sea el debate, sino precisamente el no dejarse instruir por ladiscusión antes de llevar a cabo lo que hay que hacer. Y esto porque tambiénnos diferenciamos de los demás en que podemos ser muy osados y, al mismotiempo, examinar cuidadosamente las acciones que estamos por emprender; eneste aspecto, en cambio, para los otros la audacia es producto de su ignorancia,y la reflexión los vuelve temerosos. Con justicia pueden ser reputados comolos de mayor fortaleza espiritual aquellos que, conociendo tanto los padecimien-tos como los placeres, no por ello retroceden ante los peligros.

También por nuestra liberalidad somos muy distintos de la mayoría de loshombres, ya que no es recibiendo beneficios, sino prestándolos, que nos gran-jeamos amigos. El que hace un beneficio establece lazos de amistad mássólidos, puesto que con sus servicios al beneficiado alimenta la deuda degratitud de éste. El que debe favores, en cambio, es más desafecto, puessabe que al retribuir la generosidad de que ha sido objeto, no se hará mere-cedor de la gratitud, sino que tan sólo estará pagando una deuda. Somos losúnicos que, movidos, no por un cálculo de conveniencia, sino por nuestra feen la liberalidad, no vacilamos en prestar nuestra ayuda a cualquiera.

VII

Nuestra ciudad, Atenas, tomada en su conjunto, es norma para toda Grecia,y que, individualmente, un mismo hombre de los nuestros se basta para enfrentarlas más diversas situaciones, y lo hace con gracia y con la mayor destreza. Y queestas palabras no son un ocasional alarde retórico, sino la verdad de los hechos,lo demuestra el poderío mismo que nuestra ciudad ha alcanzado gracias a estascualidades. Ella, en efecto, es la única de las actuales que, puesta a prueba,supera su propia reputación; es la única cuya victoria, el agresor vencido, dadala superioridad de los causantes de su desgracia, acepta con resignación; es laúnica, en fin, que no les da motivo a sus súbditos para alegar que están inmere-cidamente bajo su yugo.

189

Nuestro poderío, pues, es manifiesto para todos, y está ciertamente más queprobado. No sólo somos motivo de admiración para nuestros contemporáneos,sino que lo seremos también para los que han de venir después. No necesita-mos ni a un Homero que haga nuestro panegírico, ni a ningún otro que vengaa darnos momentáneamente el gusto con sus versos, y cuyas ficciones resultenluego desbaratadas por la verdad de los hechos. Por todos los mares y portodas las tierras se ha abierto camino nuestro coraje, dejando aquí y allá, parabien o para mal, imperecederos recuerdos.

Combatiendo por tal ciudad y resistiéndose a perderla es que estos hombresentregaron notablemente sus vidas; justo es, por tanto, que cada uno dequienes les hemos sobrevivido anhele también bregar por ella.

VIII

La razón por la que me he referido con tanto detalle a asuntos concernientesa la ciudad, no ha sido otra que para hacerles ver que no estamos luchandopor algo equivalente a aquello por lo que luchan quienes en modo alguno gozande bienes semejantes a los nuestros y, asimismo, para darle un claro fundamentoal elogio de los muertos en cuyo honor hablo en esta ocasión.

La mayor parte de este elogio ya está hecha, pues las excelencias por las quehe celebrado a nuestra ciudad no son sino fruto del valor de estos hombresy de otros que se les asemejan en virtud. No de muchos griegos podría afirmar-se, como sí en el caso de éstos, que su fama está en conformidad con sus obras.Su muerte, en mi opinión, ya fuera ella el primer testimonio de su valentía, ya suconfirmación postrera, demuestra un coraje genuinamente varonil. Aun aquellosque puedan haber obrado mal en su vida pasada, es justo que sean recorda-dos ante todo por el valor que mostraron combatiendo por su patria, pues alanular lo malo con lo bueno resultaron más beneficiosos por su servicio públicoque perjudiciales por su conducta privada.

A ninguno de estos hombres lo ablandó el deseo de seguir gozando de suriqueza; a ninguno lo hizo aplazar el peligro la posibilidad de huir de su pobrezay enriquecerse algún día. Tuvieron por más deseable vengarse de sus enemigos,al tiempo que les pareció que ése era el más hermoso de los riesgos. Optaron

El discurso fúnebre de PericlesTucídides

190Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

por correrlo, y, sin renunciar a sus deseos y expectativas más personales, lascondicionaron, sí, al éxito de su venganza. Encomendaron a la esperanza loincierto de su victoria final, y, en cuanto al desafío inmediato que tenían pordelante, se confiaron a sus propias fuerzas. En ese trance, también más resueltosa resistir y padecer que a salvarse huyendo, evitaron la deshonra e hicieronfrente a la situación con sus personas. Al morir, en ese brevísimo instante arbitra-do por la fortuna, se hallaban más en la cumbre de la determinación que deltemor.

IX

Estos hombres, al actuar como actuaron, estuvieron a la altura de su ciudad.Deber de quienes les han sobrevivido, pues, es hacer preces por una mejorsuerte en los designios bélicos, y llevarlos a cabo con no menor resolución. Nosólo oyendo las palabras que alguien pueda decirles deben reflexionar sobre elservicio que prestan –servicio que cualquiera podría detenerse a considerarseante ustedes, que muy bien lo conocen por propia experiencia, señalándolescuántos bienes están comprometidos en el acto de defenderse de los enemi-gos–; antes bien, deben pensar en él contemplando en los hechos, cada día, elpoderío de nuestra ciudad, y prendándose de ella. Entonces, cuando la ciudadse les manifieste en todo su esplendor, paren mientes en que éste es el logrode hombres bizarros, conscientes de su deber y pundonorosos en su obrar; dehombres que, si alguna vez fracasaron al intentar algo, jamás pensaron en privara la ciudad del coraje que los animaba, sino que se lo ofrendaron como el máshermoso de sus tributos. Al entregar cada uno de ellos la vida por su comunidad,se hicieron merecedores de un elogio imperecedero y de la sepultura más ilustre.Ésta, más que el lugar en que yacen sus cuerpos, es donde su fama reposa, paraser una y otra vez recordada, de palabra y de obra, en cada ocasión que sepresente.

La tumba de los grandes hombres es la tierra entera: de ellos nos habla nosólo una inscripción sobre sus lápidas sepulcrales; también en suelo extranjeropervive su recuerdo, grabado no en un monumento, sino, sin palabras, en elespíritu de cada hombre.

191

Imiten a éstos ahora ustedes, cifrando la felicidad en la libertad, y la libertaden la valentía, sin inquietarse por los peligros de la guerra. Quienes con másrazón pueden ofrendar su vida no son aquellos infortunados que ya nada buenoesperan, sino, por el contrario, quienes corren el riesgo de sufrir un revés defortuna en lo que les queda por vivir, y para los que, en caso de experimentar unaderrota, el cambio sería particularmente grande. Para un hombre que se precia así mismo, en efecto, padecer cobardemente la dominación es más penoso que,casi sin darse cuenta, morir animosamente y compartiendo una esperanza.

X

Por tal razón es que a ustedes, padres de estos muertos, que están aquípresentes, más que compadecerlos, intentaré consolarlos. Puesto que han yapasado por las variadas vicisitudes de la vida, deben de saber que la buenafortuna consiste en estar destinado al más alto grado de nobleza –ya sea enla muerte, como éstos; ya en el dolor, como ustedes–, y en que el fin de lafelicidad que nos ha sido asignada coincida con el fin de nuestra vida. Sé que esdifícil que acepten esto tratándose de sus hijos, de quienes muchas veces seacordarán al ver a otros gozando de la felicidad de que ustedes mismos una vezgozaron. El hombre no experimenta tristeza cuando se lo priva de bienes queaún no ha probado, sino cuando se le arrebata uno al que ya se había acostum-brado. Pero es preciso que sepáis sobrellevar vuestra situación, incluso con laesperanza de tener otros hijos, si es que están aún en edad de procrearlos. En lopersonal, los hijos que nazcan representarán para algunos la posibilidad de apartarel recuerdo de los que perdieron; para la ciudad, entretanto, su nacimiento serádoblemente provechoso, pues no sólo impedirá que ella se despueble, sino quela hará más segura, ya que nadie puede participar en igualdad de condiciones yequitativamente en las deliberaciones políticas de la comunidad, a menos que, talcomo los demás, también él exponga su prole a las consecuencias de sus reso-luciones.

Y aquellos de ustedes que han llegado ya a la ancianidad, tengan por ganan-cia el haber vivido felizmente la mayor parte de su vida, consideren que la que lesqueda ha de ser breve, y consuélense con la fama alcanzada por éstos sus hijos.

El discurso fúnebre de PericlesTucídides

192Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Lo único que no envejece, en efecto, es el amor a la gloria; y cuando la edad yadeclina, no es atesorar bienes lo que más deleita, como algunos dicen, sino reci-bir honores.

XI

Y en cuanto a ustedes, hijos o hermanos, aquí presentes, de estas víctimas dela guerra, veo grande el desafío que tienen por delante, porque solamente aquelque ya no existe suele concertar el elogio de todos; a duras penas podrán con-seguir, por sobresalientes que sean sus méritos, ser considerados no ya sus igua-les, sino incluso sus cercanos émulos. La envidia de los rivales la sufrenquienes están vivos; el que, en cambio, ya no representa un obstáculo paranadie, es honrado con generosa benignidad.

Y si, para aquellas esposas que ahora quedan viudas, debo también deciralgo acerca de las virtudes propias de la mujer, lo resumiré todo en un breveconsejo: grande será su gloria si no desmerecen su condición natural de mujeresy si consiguen que su nombre ande lo menos posible en boca de los hombres, nipara bien ni para mal.

XII

En conformidad con nuestras leyes y costumbres, pues, queda dicho en midiscurso lo que me parecía pertinente. Ahora, en cuanto a los hechos, los hom-bres a quienes estamos sepultando han recibido ya nuestro homenaje. De laeducación de sus hijos, desde este momento hasta su juventud, se hará car-go la ciudad. Tal es la provechosa corona que ella impone a estas víctimas, y alos que ellas dejan, como premio de tan valerosas hazañas. Cuando los máspreciados galardones que una ciudad otorga son los que recompensan la valen-tía, entonces también posee ella los ciudadanos más valientes.

Y ahora, después de haber llorado cada uno a sus deudos, pueden mar-charse.

193

RRRRREPISAEPISAEPISAEPISAEPISA

Revista Mexicana de Cultura Política NA, Vol. 1 / No. 1 febrero-mayo 2012

194Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

RRRRRESEÑAESEÑAESEÑAESEÑAESEÑA

Como toda selección, la que hace Enrique Krauze de once hombres y una mujerpara personificar el poder y las ideas sobre el poder en América Latina, esdiscutible. ¿Por qué no Flores Magón? Se preguntarán unos. Otros agregarían aSandino. Unos dirían que no es Hugo Chávez el emblema del hombre que buscareducir la historia de su país a su biografía personal como afirma Krauze sinoFidel Castro. La verdad es que hay tantas historias de las ideas del poder enAmérica Latina como reflexiones sobre el tema se ensayen. Lo valioso del librode Krauze, siempre impecablemente escrito y abundantemente documentadocomo suelen ser sus entregas, es que dispara esa reflexión propia y, para quienno tiene ninguna, hace una propuesta interesante y llena de argumentos.

Krauze tituló al libro Redentores y no líderes, porque, desde su punto devista, las ideas políticas encarnadas en las vidas de José Martí, José EnriqueRodó, José Vasconcelos, José Carlos Mariátegui, Octavio Paz, Eva Perón,Ernesto Che Guevara, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, SamuelRuiz, el Subcomandante Marcos y Hugo Chávez se presentan como una mi-sión, como una tarea de tintes religiosos, donde los personajes redimen más queeducar, guiar o ejercer un liderazgo de tipo convencional. Es posible, sin embar-go, que surja la duda sobre la pertinencia de llamar redentor a varios de lospersonajes escogidos.

Enrique KrauzeRRRRREDENTORES:EDENTORES:EDENTORES:EDENTORES:EDENTORES:

IDEAS Y PODER EN AMÉRICA LATINAIDEAS Y PODER EN AMÉRICA LATINAIDEAS Y PODER EN AMÉRICA LATINAIDEAS Y PODER EN AMÉRICA LATINAIDEAS Y PODER EN AMÉRICA LATINAMéxico: Random House Mondadori,

2011, 583 pp.

Rafael Figueroa Hernández*

Investigador del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación de la Universidad Veracruzana.*

195

El autor identifica el comienzo de la historia moderna de las ideas revolucio-narias en América Latina con José Martí, escritor que hizo de las ideas políticasy la literatura una sola cosa. Martí es quizá, entre todos los personajes aborda-dos por Krauze, el emblema del redentor, con una vida dedicada a la defensa desus convicciones, por las cuales pisó la cárcel por primera vez siendo casi unniño, en una época en que las penurias acortaban irremediablemente la infancia yllevaban con urgencia a la adultez. El sentido revolucionario y una cierta dosis deazar llevarían a Martí a ser un migrante, pues fue deportado a Madrid, piso tresaños tierras mexicanas y estuvo en Guatemala. Quizá fue así como se gestó ymaduró su latinoamericanismo, porque en todos los lugares a los que llegó tuvodiscrepancias con los gobernantes derivadas de su aguda observación sobre lasituación imperante. Señala Krauze que Martí pensó en ir a Honduras y a Perú,y lo cita: “Es muy duro, vagar así, de tierra en tierra, con tanta angustia en elalma, pero en esa misma alma hervía una certeza: Llevo mi infeliz pueblo en micabeza y me parece que de un soplo mío dependerá un día su libertad” (p. 23).

El latinoamericanismo de Martí se consolidó con la distancia. Quiso el desti-no que arraigara precisamente “en las entrañas del monstruo”, aunque antes deello todavía intentó asentarse en Venezuela, de donde fue expulsado por el pre-sidente Antonio Guzmán Blanco. En todos los lugares que pisó Martí, las ideasrevolucionarias y la creación literaria fueron el combustible con que alimentó eltrabajo periodístico. Krauze señala la riqueza de sus crónicas, publicadas enel diario argentino La Nación, como fuente primaria para el estudio de un dece-nio en la vida americana; en ellas registró “la inauguración del Puente de Brooklin,el ajetreo de un domingo en Coney Island, las modas de la Quinta Avenida, lasdiversiones (bailes, trineos, regatas, boxeo, baseball), los rufianes y crímenes deNueva York, la muerte de Jesse James” y otros acontecimientos de la épocacomo la inauguración de la Estatua de Libertad y el simbolismo que adquiriópara los migrantes.

Hace hincapié Krauze en la importancia del trabajo periodístico de Martí;refiere que esas crónicas que comenzaron a aparecer con regularidad en LaNación, eran publicadas más tarde en 20 diarios hispanoamericanos. El valorde ese trabajo, que abrevó de la libertad de prensa estadounidense, lo manifies-ta Krauze con una imagen por demás reveladora: “Martí ha dejado de pensar en

196Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

términos abstractos o magisteriales y se dirige al lector. Es decir: vierte el vinoviejo de la mejor tradición literaria del castellano (los poetas y dramaturgos delSiglo de Oro y el barroco que conocía al dedillo por su estancia en España) enel odre nuevo del periodismo norteamericano. En este sentido, es el primer es-critor moderno de América Latina” (p.27).

Esa libertad que defendió y vivió en Estados Unidos fue tan aleccionadoraque Martí rechazaba tajantemente la idea de una libertad cubana patrocinadapor ese país, porque la libertad, desde su punto de vista, sólo puede ser con-quistada por el interesado. Pero no sólo eso, con un realismo al que la historia ledaría la razón, se preguntaba “Y una vez en Cuba los Estados Unidos, ¿quién lossaca de ella?”

Martí fue, quizá como buen escritor, observador implacable y analista políti-co activo y mordaz. No hacía concesiones en la idea de libertad. Lo mismo ledolía y luchaba por la libertad cubana que señalaba las amenazas a la democra-cia que veía en la vida americana. El tramo final de su vida fue de gran activismopolítico, sin dejar la pluma revolucionaria, que a la postre fue su mejor legado.Su figura y su memoria han sido adoptadas por distintos grupos. “¿De quién seráMartí al final de la historia?” se pregunta Krauze y él mismo responde: “De unos,de otros, y de la literatura española”.

Otro hombre de letras ligado al pensamiento nacionalista hispanoamericanoy crítico de la cultura estadounidense fue el uruguayo José Enrique Rodó. Suvida, signada también por el sentido revolucionario que imprime el conocimientoen una época en que, en Uruguay, quizá al igual que en muchas otras latitudeslatinoamericanas, era necesario, como afirmó el propio Rodó al fundar la Revis-ta Nacional de Literatura y Ciencias Sociales en 1895 “sacudir el marasmoen que yacen por el momento las fuerzas vivas”.

Cuando Estados Unidos derrota a España en el conflicto de liberación deCuba, Rodó escribió Ariel, opúsculo que Krauze llama “homilía moral dedicadaa los jóvenes”, porque deseaba la liberación de Cuba, pero lo entristecía lahumillación de España y, al igual que Martí, veía el anuncio de un nuevo imperio,acaso más rudo que el español. Ariel, dice el autor, “fue el producto natural deese impacto. Llegó en el momento oportuno: expresó un desencuentro entre las

197

dos Américas que venía gestándose a lo largo del siglo XIX y profetizó otroque duraría casi todo el siglo XX”. Ariel, señala Rodó en el ensayo, “es elimperio de la razón y el sentimiento sobre los bajos estímulos de la irracio-nalidad”.

Krauze hace notar la ambivalencia que ha caracterizado las relaciones entreEstados Unidos y Latinoamérica. Recelo y admiración, rechazo y acercamiento.Refiere una reflexión que hacía Walt Whitman en 1864: “¿No es de verdadextraño? México es el único país al que realmente hemos agredido, y ahora es elúnico que reza por nosotros y nuestra victoria, con oración genuina”. El autorencuentra que independientemente de las circunstancias políticas (en aquel mo-mento la intervención francesa), existe una razón ideológica que nos hace mirara Estados Unidos como la “patria universal de las libertades y la democracia”.

El curso de la historia haría que las mentes más reflexivas de América Latinafueran corroborando la ambición imperial de Estados Unidos, a veces velada ypor tanto, más peligrosa, y que consolidaran con ello no sólo un sentir hispano-americano sino también un acendrado antiamericanismo. Krauze subtitula a estecapítulo dedicado a Rodó, la homilía hispanoamericana, pues considera queAriel “aportó la idea de la unidad cultural que, a la postre, sería la más activa,influyente y longeva. Y quizá la única que sigue viva” (p. 53)

Ariel significó una sacudida en el ambiente intelectual latinoamericano de laépoca. Se publicó no sólo en el natal Uruguay de Rodó, también en Santo Do-mingo, en Venezuela y en México. Unos lo aceptaron con admiración y otros(como Unamuno) pusieron distancia, pero el sentir general era el de sumarse aeste coro latinoamericano en la búsqueda de sí mismo. Sobre el texto de Rodó,cita Krauze a Alfonso Reyes “a él, en un despertar de la conciencia, debemosalgunos la noción exacta de la fraternidad americana” (p. 54). La contribuciónde Rodó a la construcción del latinoamericanismo fue más grande y más consis-tente que la propia ideología de Rodó, según lo describe Krauze, pues temía yrechazaba una revolución obrera que consideraba radical y prefería la vía refor-mista que podía ofrecer el liberalismo moderado.

El tercer José del que se ocupa Enrique Krauze en Redentores es Vanconcelos,al que llama caudillo cultural. El desempeño intelectual de Vasconcelos tuvo

198Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

como telón de fondo la Revolución Mexicana, lo cual fue en sí mismo un logronada desdeñable, al igual que el de otros miembros del Ateneo de la Juventud,dado el clima de revuelta e inestabilidad que trajo consigo la lucha revoluciona-ria. Vasconcelos llevó a la Universidad de México, como rector, y después a laSecretaría de Educación conceptos que anidaron por años en su obra. “El rec-tor Vasconcelos diseñó el emblema de la Universidad: un mapa de Américadesde el río Bravo hasta la Patagonia cuyo contorno recorre una frase de obviasresonancias arielistas: Por mi raza hablará el espíritu. El mapa, a su vez pro-tegido por dos águilas magníficas y tenía como fondo los volcanes del Vallede México. «No he venido –dijo– a gobernar la Universidad sino a pedir ala Universidad que trabaje para el pueblo»” (p.77).

El indigenismo de Vasconcelos quedó plasmado en los muros de la Secreta-ría de Educación, a través de la obra de Rivera, Orozco y Siqueiros, dando alpúblico ya no un texto sino una muestra visual para rescatar el “orgullo cul-tural por las raíces” como señala Krauze. Su fracaso en la participación de laelección por la gubernatura de Oaxaca de 1924 quizá trajo como buen resulta-do la dedicación a su obra, el producto más inmediato a su fallida intervencióncomo candidato fue La raza cósmica que desde el punto de vista de Krauze“lleva el mensaje iberoamericano de Ariel a un extremo delirante”. No cejó ensus afanes políticos y fracasó nuevamente como candidato presidencial. Estehecho y episodios trágicos en su vida amorosa lo llevarían a redefinir el rumbode su obra y la vuelta a la religiosidad. Según Krauze “Vasconcelos nunca per-donó a México haberle fallado (…) un país que, a su juicio, había perdido tantoperdiéndolo” (p. 103).

La cuarteta de personajes que conforman la primera parte del libro, se cierracon José Carlos Mariátegui, el sociólogo y político marxista, autor de Sieteensayos de interpretación de la realidad peruana, quizá su obra más famosa.Krauze refiere interesantes polémicas entre intelectuales de la época queretratan la importancia política e ideológica que adquirieron, como la que Vas-concelos tuvo con Leopoldo Lugones y más tarde Mariátegui con el escritorJosé Mariano de la Riva Agüero. En las definiciones políticas, ideológicas yliterarias, el periodismo jugó un papel fundamental. Mariátegui, al igual que mu-

199

chos intelectuales de entonces, tuvo en las páginas de los diarios el instrumentode expresión que acompañaba su trabajo teórico y político.

El latinoamericanismo y el indigenismo de Mariátegui destacan por sufiliación marxista, consolidada por el acercamiento directo con teóricos mar-xistas europeos, tesis que confrontó con su historia peruana. Afirma Krauzeque “sólo en Europa Mariátegui se descubrió americano”.

Mariátegui, Vasconcelos, Martí y Rodó aparecen como las figuras que dansentido y claridad a la noción de Hispanoamérica, pero se creó una especie dehermandad entre más personajes que contribuyeron a edificar el legado delorgullo hispanoamericano como Raúl Haya de la Torre, colega y amigo deMariátegui, quien recibió de Vasconcelos la bandera que fundó la Alianza Popu-lar Revolucionaria Americana. Las figuras de Alfonso Reyes, Pedro HenríquezUreña, Antonio Caso y otros son recurrentes porque tenían como punto deunión las publicaciones que albergaron sus ideas.

La segunda parte del libro está dedicada a un solo personaje y es la másextensa del volumen, 160 de las 550 páginas: Octavio Paz; el poeta y su agudamirada sobre la soledad de la sociedad mexicana. En este capítulo Krauze rindeamplísimo homenaje a su amigo y colega de muchos años, con quien colaborópor varias décadas y nadie mejor que él para descifrarlo. Paz fue como un ob-servatorio de la realidad mexicana, a la que analizó desde muy joven. Para OctavioPaz, la Revolución Mexicana fue punto de quiebre, punto de partida del Méxicomoderno y sacudida fundacional, quizá el poeta expresaba el asombro que estaetapa de la historia dejó para siempre en Octavio Paz Solórzano, su padre.

En El laberinto de la Soledad Paz dedica un capítulo a la reflexión sobre laimportancia de la Revolución en la construcción de la cultura mexicana. Esteinterés no es gratuito; sobre los primeros textos del poeta, observa Krauze que“el joven Paz tiene claro que el radicalismo político debía compaginarse con lamodernidad cultural” (p.157). El mexicanismo de Paz con toda seguridad crecióacompañado de la universalidad de su cultura y su conocimiento. Toda opciónestética en Paz es al mismo tiempo una toma de decisión política. En un lugar,igual de privilegiado, se ubica el amor y cómo lo vive el poeta, sus cartas a ElenaGarro, su Helena, van más allá de la expresión de sentimientos, es el enamora-miento del amor, el amor que se mira a sí mismo.

200Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

El tumulto de sucesos de la época exigía a cada momento una toma de posi-ción. Paz vivía intensamente el mundo que le había tocado, lo reflexionaba yactuaba o escribía acerca de ello. Lo mismo sobre la guerra de España, laspurgas estalinistas, los fines de Los Contemporáneos, la institucionalización de lacultura, la política mexicana y sus muy diversos giros, su rompimiento con elmarxismo, sus filias y fobias ideológicas. Toda observación o sentencia de Pazadquiría mayor trascendencia a medida que su talla como poeta aumentaba. Larenuncia que Octavio Paz presentó al gobierno mexicano como embajadoren la India reprobando los actos de represión y la matanza de estudiantesmagnificó la crítica que cayó sobre la administración de Gustavo Díaz Ordaz porel manejo de la revuelta estudiantil, a la que no supo dar cauce.

Krauze admite que Paz se había vuelto reformista, aunque lo califica como“peculiar socialista libertario”. Esas posturas de Paz generarían en no pocasocasiones un encendido debate con grupos de la izquierda mexicana, las tribu-nas eran las publicaciones culturales o los foros literarios. Los antagonismos noeran personales, reflejaban distintas lecturas políticas e ideológicas sobre el acon-tecer nacional. En 1990 le fue entregado el Premio Nobel de Literatura, unadistinción que sin duda otorgaba al poeta un peso político insoslayable.

El debate no amainó, al contrario. México vivía hechos que provocabanreacciones encontradas como la sublevación de Chiapas. Paz inicialmente sepronunció en contra por su rechazo a la violencia, el rechazo se fue matizando altiempo que, según Krauze, fue decayendo su esperanza en el régimenmodernizador.

La tercera parte del libro, denominada iconos revolucionarios, está cons-tituida por un dueto harto extraño: los argentinos Eva Perón, la “madona delos descamisados”, y el Che Guevara, el “santo enfurecido”, conforme los nom-bres dados por Krauze. Una, que arribó a las mieles del poder, lo libó con elaliento de los pobres, lo exhibió como en una comedia romántica y lo vistió derosa con clasificación para toda la familia, especialmente las más pobres. Lamuerte llegó temprano al rescate de los excesos, pero nadie duda de que enla historia de América Latina el poder que consiguió Eva Perón sea único. Krauze

201

narra ejemplos: “La idolatría llegó a extremos de histeria. La gente le escribíapara ‘estar en su pensamiento’. ‘Es como estar en el de Dios’, decía una enfer-ma de polio” (p.303).

Aclamada por unos, despreciada por otros, Eva Perón no desperdició eltiempo breve que la vida le dio como redentora de los pobres. Krauze traetambién a la memoria historias oscuras de la primera dama argentina. La novelarosa que protagonizó sustentada en el asistencialismo estuvo alejada de con-ceptos como la democracia y la justicia; sólo se refociló en un populismoque a la distancia es mítico por incomprensible.

En otro extremo, el también argentino Ernesto Guevara, a quien Krauze con-cede un perfil casi mesiánico, llegó a colmar las ansias de redención que exigía elantiamericanismo imperante en América Latina. El intervencionismo estadouni-dense en América Latina fue la tierra fértil que hizo prender la semilla revolucio-naria del Che Guevara, quien abrevó de las tesis educativas de Aníbal Ponce, delos textos publicados por Mariátegui en Amauta y de otras lecturas marxistasque le proveyó Hugo Pesce y que le llevaron a participar con los rebeldescubanos encabezados por Fidel Castro. Una vez que triunfó la revolución cu-bana, el mundo de la organización política y administrativa de la nueva realidadsocialista de Cuba resultó pequeño para los anhelos revolucionarios del Che.

El ímpetu revolucionario lo llevo a elegir Bolivia, donde no había las condi-ciones políticas para desarrollar y proteger una guerrilla local, lo cual hizo presafácil al Che, quien dejó como legado no sólo su sentido revolucionariolatinoamericanista sino, con una actitud digna ante la inminencia de su muerte, lafigura mítica que es en el heroísmo del continente y del mundo. Una figura queanimó y sigue animando en muchos la esperanza de un amanecer distinto paraAmérica Latina.

La cuarta parte de Redentores está dedicada a dos novelistas del boomlatinoamericano: Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. ¿Por qué noincluir en esta selección a Julio Cortázar? ¿O Carlos Fuentes? si son igualmenteimportantes para las letras latinoamericanas. Fuentes además, en el mismo tenorque Vargas Llosa no ha rehuido externar sus opiniones sobre todos los te-mas que le parecen relevantes, incluido, por supuesto, el político. La explica-

202Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ción quizá sólo se encuentre en la universalidad que han alcanzado el colombia-no y el peruano, ganadores del Nobel, aunque es sólo una idea que se puedeaventurar sin comprobación y sólo queda, como explicación verdadera, el privi-legio de la selección del investigador.

Es difícil asociar la obra de García Márquez con un cuerpo de ideas sobre elpoder, y no deja de resultar extraña su inclusión en el libro, la suya, parece másbien una larga crónica de la vida de una Colombia que tardó en sumarse a lamundialización y a la globalización. Más allá de la relación de García Már-quez con líderes y gobernantes, como su muy conocida amistad con FidelCastro, el poder que definitivamente ha ejercido el escritor, casi una tiranía,es sobre las palabras, a las que ha domeñado lo suficiente para fascinar atodo el mundo con sus descripciones simples y a la vez maravillosas. En ellas,tal vez, como señala Krauze, se ha ocupado de la representación del poder,pero este tema ha sido parte de su larga crónica. El género en el que GarcíaMárquez ha estado más en contacto con la política ha sido el periodismo, sinembargo, su verdadera influencia, su verdadera repercusión en Latinoaméri-ca ha sido como novelista.

Vargas Llosa, en cambio, ha tenido a la política como motivo constante dereflexión, ha vivido y estado inmerso en ella, con un abuelo prefecto, un tíopresidente y un país que daba mucho para analizar. Con una breve y juvenilmilitancia comunista que lo alejó de la política de izquierda, y el realismosocialista que lo hartó suficiente para buscar otros horizontes literarios, VargasLlosa fue definiendo su postura política y acelerando su producción literaria,para beneficio de las letras latinoamericanas, pues publicó su primera novelaLos jefes a la edad de 21 años.

En ese proceso de definición política e ideológica su contacto y rompimientocon la revolución cubana fue determinante; lo fue también para delinear relacio-nes con sus pares latinoamericanos. Lejos de representar un obstáculo, esteepisodio se convirtió en acicate político y literario. Polemista, Vargas Llosa seha confrontado públicamente con Neruda, Carpentier y el mismo García Már-quez, tiene en poco a la inteligencia latinoamericana, a la que acusa dehaberse “convertido en guardiana de la más rígida ortodoxia, impidiendo que

203

la opción democrática –la preferida por nuestros pueblos– adquiriera una ex-presión original propia, adaptada a las complejas realidades de nuestras socie-dades” (p. 417).

Vargas Llosa no sólo se pregunta “¿En qué momento se jodió Perú?” comolo hace su personaje de Conversación en La Catedral, sino que reflexionasobre posibles respuestas en otros países y responde a veces con lo que mejorsabe hacer: escribir novelas. Allí está para atestiguarlo, por ejemplo, La fiestadel Chivo. Krauze provoca a sus lectores: afirma que como presidente de laFundación Internacional para la Libertad, Vargas Llosa “ha dado grandes bata-llas por la democracia latinoamericana”.

Dos personajes asociados al estado de Chiapas aparecen en el quinto apar-tado de Redentores: Samuel Ruiz García y Rafael Guillén Vicente, mejor cono-cido como el Subcomandante Marcos, ambos vinculados a la lucha de losindígenas, uno desde la religión y el otro, primero como guerrillero y despuéscomo revolucionario de la conciencia, según lo interpreta Krauze, quien aseguraque el desempeño de estos dos personajes está relacionado, pues el radicalismode la diócesis fue el que dio cabida a la organización del Ejército Zapatista deLiberación Nacional. El autor deja a resguardo la memoria de Samuel Ruiz,pues afirma que “no existe evidencia de su apoyo explícito a la violencia, aunquesí de su apoyo a los activistas armados de Slop, grupo de catequistas voluntariosreclutados por la Diócesis que trabajaron por años en coordinación con el EZLN.

Krauze se adhiere a la idea de que la irrupción del EZLN en enero de 1994finalmente fue positiva porque hizo cobrar conciencia de la problemática indí-gena. Sobre el Subcomandante Marcos interpreta que dejó pasar la oportu-nidad de convertirse en líder de la izquierda y “prefirió aferrarse a su mito, hastaque el mito comenzó a agotarse”.

El cierre de la pasarela de personajes del poder y la política en AméricaLatina lo deja Krauze al mandatario venezolano Hugo Chávez, “el caudilloposmoderno”, seducido por la sacralización de la historia y por las figuras dehéroes, a imagen de las cuales construyó su “conspiración revolucionaria”, conlo que se fue convirtiendo, según Krauze, “en una criatura del realismo mági-co”, que tomó como bandera la figura de Bolívar.

204Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

El autor presenta a Chávez como un líder sin ideología genuina, construidaartificialmente al abrigo de las circunstancias y del ejercicio del poder.

‘Yo no conozco el marxismo, nunca leí El capital, no soy marxista niantimarxista’ había dicho Hugo Chávez en 1995. Decía la verdad.Chávez, en efecto, no era marxista ni conocía al Marx incómodo, alMarx crítico del poder. Marx criticaba la supeditación de la sociedadcivil al líder único.” (p. 497).

Y añade Krauze, para criticar al gobernante con sus propias afirmaciones.

En 1995 Chávez no era marxista. Ya en la presidencia, el posmarxismointernacional lo ha cobijado e inspirado. Chávez es ahora el paladín del‘socialismo del siglo XXI’, un socialismo que saca la ‘poesía del pasado’,que no ‘entierra a sus muertos’ ni cobra otra conciencia de su ‘propio con-tenido’, salvo en el propósito de emular los fallidos experimentos históricosdel socialismo real mediante el uso de una ‘acumulación primitiva del capi-tal’ que no tuvieron esos países: la del petróleo. Marx, el crítico del poder,tampoco habría sido chavista (íbidem).

Krauze ve en Chávez un remedo de líder, un dirigente mesiánico que haconstruido una nueva vía: el “personalismo autoritario mediático yposmoderno”, en su intento por ser el “héroe del Siglo XXI”, que tiene enFidel Castro al padre terrenal y a Bolívar como el padre infinito. El héroecuya vida es la historia misma de su país. Se pregunta el autor “¿qué capítuloescribirá ahora el redentor enfermo?”.

Terminada su revisión, presentada su visión de doce redentores, Krauze sepregunta “¿Democracia o redención?”; él supone que América Latina está in-clinada hacia la democracia pero también la ve prendida a la “nostalgia delorden perdido”.

205

RRRRRESEÑAESEÑAESEÑAESEÑAESEÑAQuinto Tulio Cicerón

BBBBBREVIARIO DE CAMPAÑA ELECTORALREVIARIO DE CAMPAÑA ELECTORALREVIARIO DE CAMPAÑA ELECTORALREVIARIO DE CAMPAÑA ELECTORALREVIARIO DE CAMPAÑA ELECTORALBarcelona: Acantilado, 2009, 86 pp.

Rafael Figueroa Hernández

El poder es quizá uno de los bienes más permanentes y codiciados a lo largo dela historia. Así lo muestran las cartas que Quinto Tulio Cicerón escribió a suhermano mayor Marco Tulio cuando éste decidió postularse como candidato alconsulado romano en el año 63 a.C., en ellas Quinto aconseja a Marco cómoconducirse para triunfar en la contienda por la magistratura de más alto rango enel gobierno romano durante la época de la República.

La actualidad de estos textos milenarios los han puesto nuevamente en circu-lación en una traducción de Alejandra de Riquer, en forma de libro, al que se leha dado el nombre Breviario de campaña electoral, un título atractivo, espe-cialmente para la clase política de casi cualquier lugar del mundo en los tiemposque corren. Las cartas son el equivalente moderno de las propuestas de unasesor o coordinador de campaña, conocedor y observador del complejo am-biente político, como lo fue Quinto de la Roma antigua, anterior al Imperio.

Marco Tulio, el mayor, recibe de su hermano un trato deferente en sus cartas.Quinto presenta sus consejos no como algo nuevo sino sólo como ideas ordena-das con método que pone a consideración de Marco porque le pueden serútiles. Una de las primeras ideas, de actualidad y plena vigencia, que señalaQuinto es que las cualidades de cualquier hombre, así sean muchas, puedensucumbir a la apariencia, por los pocos meses de que se dispone, en el lapso de

206Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

la campaña, para mostrarlas. Esto es, que durante la campaña, cuando un hom-bre está expuesto al escrutinio público puede ofrecer una imagen, real o no,poco conveniente.

Los hermanos Tulio Cicerón recibieron buena educación, con destacadosmaestros; Marco era un reconocido abogado y destacó también como filósofo,escritor y orador. Quinto, por su parte, había sido formado en Roma y en Ate-nas, sin embargo, eran descendientes de una familia plebeya. Tener presenteesta condición es la primera advertencia que Quinto hace a su hermano, asumirsecomo el homo novus que era la denominación que se daba a quienes no perte-necían a la nobleza y que, como en el caso de los Cicerón, cuando teníanaspiraciones de acceder a un cargo de alto rango, eran considerados advenedi-zos. Quinto recomienda a Marco compensar la condición de homo novus es-tando siempre bien preparado y echar mano de los recursos de la oratoria que leeran reconocidos, con discursos siempre muy bien estructurados.

Quinto aborda un tema que sigue vigente hoy día: el de las deudas políticas.Afirma que durante su campaña, Marco debe hacer ostentación de la gran can-tidad de amigos de alta condición social que posee, pues eso hará una diferenciacon los otros homo novus, incluso los de otras condiciones sociales, colegas,ciudadanos a los que ha defendido y alumnos. Además de mostrar esas amista-des, debe trabajar por tenerlas cerca, “para que aquellos que te deben algo yaquellos que desean debértelo se den cuenta de que no van a tener más oportu-nidad que ésta, los unos, de demostrarte su agradecimiento, y, los otros, deconvertirse en deudores tuyos”. Como se ve, el juego de complicidades yfavores que se pagan y se deben no es exclusivo de las sociedades actuales; enla política de la República romana, muy bien observada por Quinto, era monedacorriente.

La conveniencia de ganar la simpatía de los nobles es señalada como unpunto a tener en cuenta para escalar políticamente. Es importante, dice Quinto,que las personas de la categoría a la que su hermano deseaba ingresar lo consi-deraran digno de dicha posición.

Las cartas de Quinto se asemejan a otros textos que han sido retomados porlos estrategas políticos de la sociedad contemporánea, como el muy leído de

207

Sun Tzu, El arte de la guerra, porque señala lo que un candidato debe hacercon potenciales enemigos: debe neutralizarlos; una fórmula que sugiere QuintoTulio con Gneo Pompeyo, uno de los políticos más poderosos de la historiaromana, es atraerlo como amigo, o al menos, para que durante la candidatura,“nuestra candidatura” dice a su hermano, no sea un adversario.

En lo que parece un antecedente de la importancia que en política tienen lastesis actuales de liderazgo y el carisma del que hablaba Max Weber, el conseje-ro electoral propone potenciar las cualidades que colocan al candidato en unaposición superior a sus oponentes nobles, pues la nobleza, asegura, no es garan-tía de triunfo sin la fuerza propia que poseía Marco. En las elecciones para elegiral consulado fueron rivales de Marco Tulio dos nobles –Publio Galga y LucioCasio– sobre quienes pesaban acusaciones graves. “Un hombre activo, em-prendedor, honrado, elocuente, bien considerado por los jueces, debe deseartener un par de rivales como éstos: asesinos ambos desde la infancia, ambosdepravados, ambos en la miseria”, anota Quinto en la carta a su hermano, en unapremisa útil hasta nuestros días, donde los defectos de un candidato potencianlas virtudes del otro, o, al menos, lo hacen ver mejor y más elegible, delmismo modo que los errores del contrincante pueden ser usados para resaltarlos aciertos propios.

En pocas líneas, Quinto Tulio advierte al hermano la conveniencia de hacerlo que hoy se llamaría un “análisis stakeholder” con la finalidad de revisarquiénes son sus aliados y quiénes sus enemigos. Estarían a su favor, los quetenían deudas con el candidato y quienes desean obtener de él algún favor. Entresus adversarios estarían los nobles descendientes de cónsules que intentaronalcanzar el puesto al que aspiraba Marco Tulio y no lo lograron. Siendo Marcoun homo novus, estos candidatos fracasados lo verían con malos ojos por elhecho simple de no admitir verse sobrepasados en honor.

También estarían entre sus enemigos aquellos que se vieron afectados porMarco en las causas judiciales. Y, remata Quinto, tendría que revisar la fidelidadde los amigos que creía tener por haber otorgado su apoyo a Pompeyo paraincrementar su gloria. Una premisa que persiste en la competencia política ac-tual, donde la sola elección de un grupo o aliado político acarreará por sí misma

208Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

otros aliados, lo mismo que enemigos. Así, cuanto más alto es el cargo al que seaspira, es más recomendable advertir los intereses adversos a tal aspiración.

“Una candidatura a un cargo público debe centrarse en el logro de dos obje-tivos: obtener la adhesión de los amigos y el favor popular” señala Quinto en suBreviario; afirma que es conveniente que la adhesión provenga de las buenasrelaciones establecidas con anterioridad, reafirmar y cultivar los vínculos mássinceros (recuérdese que el tamaño de la ciudad y el círculo cerrado al quepertenecía la clase política romana permitía que las relaciones de amistad tantocomo las de enemistad se hicieran evidentes con facilidad). Aconsejaba tam-bién, sin embargo, cultivar amistades entre personas ilustres o de alto rango conla finalidad de incrementar la dignidad del candidato, pues aunque ellas no hicie-ran esfuerzo alguno por hacerle propaganda, el lazo que mostraban era más quesuficiente para aumentar las virtudes de quien aspira a un cargo, le proporciona-ría garantías en la protección de la ley (si los amigos eran magistrados, por ejem-plo) y amigos para conseguir el voto de las centurias, que eran agrupaciones deciudadanos en edad militar y encargados de la elección de los cónsules. Romallegó a tener hasta 193 centurias que se dividían en cinco clases, diferenciadaspor la riqueza de sus miembros, 88 de ellas eran las más adineradas, con lo cual,la relación dinero y poder, todavía hoy en debate, era tema común en la Romaantigua, pues los más ricos eran quienes manejaban los hilos políticos de la Re-pública.

Quinto distinguía tres recursos de los que se podía beneficiar un candida-to, porque son los que inclinan a los hombres a otorgarle su apoyo: los benefi-cios, las expectativas y la simpatía sincera; como consejero electoral, QuintoTulio establecía la necesidad de analizar detenidamente cómo valerse de ellos.“En los más pequeños beneficios los hombres encuentran motivo suficiente paraapoyar a un candidato” escribe el autor, esto es, no sólo los que con anterioridadhan recibido un beneficio sino todos aquellos que saben que no recibirán de otrocandidato una atención como la que éste les ha otorgado a otros de su mismaclase. Por lo que se refiere a los que tienen ciertas expectativas es necesariohacerles sentir que el candidato es el mejor preparado y dispuesto a ofre-cerles apoyo. El tercer recurso es el de los partidarios incondicionales conquienes conviene reforzar los vínculos de simpatía.

209

Esta tipología del electorado no está lejana de la visión con la que hoy sedistinguen los públicos diferenciados de una candidatura. El voto duro de lossimpatizantes o militantes de un partido político; las expectativas que crean dis-tintos grupos ante la oferta de los candidatos y sobre la cual se construyenactualmente tanto las plataformas electorales como los mensajes destinados apersuadir a los votantes, especialmente a los indecisos.

Una observación curiosa y atinada de Quinto Tulio respecto a tareas quehace un candidato y que no haría un hombre común en una situación que no seala de una campaña: la de buscar y aceptar, con dignidad, la amistad de dis-tintas personas. Afirma Quinto que el intento de relacionarse con muchaspersonas podría parecer improcedente en otro momento y sólo en campaña seda como una tarea natural, lo cual debe ser pertinentemente aprovechado por elcandidato. De ello, pueden derivar vínculos y amistades duraderas, sobre todo,cuando, como era el caso de Marco Tulio Cicerón, habría pocos que rehuyeranentablar amistad con él.

Aconseja asimismo asegurar la adhesión de todas las centurias con amista-des numerosas y diversas, para lo cual señala la conveniencia de brindaratenciones “a los senadores, a los caballeros romanos y a cuantos hombresemprendedores e influyentes haya en todos los (…) estamentos”. La ventaja deno cultivar sólo a los niveles más influyentes, sino a todos y sobre todo a losjóvenes, es que se debe reconocer el empeño que ponen en la búsqueda delvoto propagando las noticias y acompañando al candidato.

La mayoría de los consejos que propone Quinto para conducir una campañaexitosa se basa en las relaciones que establece el candidato y en la amistad,advierte, sin embargo, a su hermano que debe saber distinguir a sus amigospara prevenir traiciones y señala como un acto de sabiduría no confiarse fácil-mente. Es decir, sabe que en la política romana, donde había también muchasmuestras de corrupción, no era aconsejable pretender que la amistad era unvalor que se producía en grandes cantidades, y un hombre inteligente no podíaconfiar a ella su futuro político.

Con un estilo sencillo, directo y sereno, este libro breve reúne los consejosde Quinto Tulio en catorce apartados, donde va desgranando cuál considera es

210Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

la mejor forma de lograr un triunfo. Muchos de esos consejos parten del cono-cimiento del ambiente político de la época pero otros son el producto de laobservación de las reacciones humanas y quizá por ello es tan vigente el texto.Afirma que los hombres “prefieren una mentira a una negativa” y a partir de estesupuesto el candidato debe saber que los hombres esperan promesas de suscandidatos. Cabildeo, plataforma electoral, análisis stakeholder, discurso, pro-puestas y muchos conceptos más que hoy son objeto de trabajo de expertos enpolítica y marketing, están esbozados de una manera sencilla, amena y muyaleccionadora en este libro que más de dos mil años después parece reciénescrito.

211

ÚLTIMA INSTANCIA.REVISTA DE ESTUDIOS JURÍDICOELECTORALES

Núm. 0, Año 2,agosto-octubre, 2011.

Última instancia, revista trimestral deestudios jurídicos electorales, nace comoun nuevo espacio editorial amplio, plu-ral, profesional y académico, que darácabida a todas las voces dentro del enor-me andamiaje construido a lo largo de 20años de historia electoral en México, paraque expresen sus puntos de vista, reflexio-nes o análisis sobre la ciencia en estamateria.Emilio Zebadúa presentó así el primernúmero de la publicación especializadaque él dirige, “como uno de los prime-ros pasos para edificar un nuevo espa-cio que se alimentará de la experienciade quienes conforman esta propuestaeditorial”.El tema político-electoral en México tie-ne con Última instancia un nuevo forode análisis, que adquirirá gran intensi-dad a lo largo del 2012, y, en formaigualmente relevante, en la etapa pre-via a la jornada electoral como en laetapa posterior.

NNNNNOVEDADES EDITORIALESOVEDADES EDITORIALESOVEDADES EDITORIALESOVEDADES EDITORIALESOVEDADES EDITORIALES

ELECCIONES 2012: EN BUSCA DEEQUIDAD Y LEGALIDAD

John M. Ackerman (coordinador)Instituto de Investigaciones Jurídicasde la UNAM

A partir de la premisa de que previamen-te a las elecciones federales de 2012 sedebían subsanar los vacíos legales iden-tificados en los procesos electorales de2009-2010, un grupo de expertos en de-recho laboral analizó los aspectos másrelevantes y vulnerables del actual siste-ma de regulación político-electoral mexi-cano para proponer soluciones concre-tas, con la finalidad de encauzar yconsolidar la democracia.

El resultado es el libro Elecciones 2012:en busca de equidad y legalidad, editadopor el Instituto de Investigaciones Jurí-dicas de la UNAM, en el que 27 autores,coordinados por John Ackerman analizantemas como la regulación de la interven-ción de los medios de comunicación en losprocesos electorales, el control de la uti-lización de recursos para promover laimagen pública de los gobernantes y elfortalecimiento de la fiscalización de losingresos y gastos de los partidos políti-cos, entre varios más, muy pertinentespara estudiar el proceso electoral de 2012.

212Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ALGO VA MAL

Tony JudtEd. Taurus, España, 2010

“Hay algo profundamente erróneo enla forma en que vivimos hoy”, comien-za diciendo este magnífico pensadorcontemporáneo. Tony Judt desafía,provoca a las nuevas generaciones denuestra sociedad, que se oponen ala forma actual de vida y expresansu honda preocupación por el mun-do que van a heredar. Nos invita,como hombres y mujeres libres, aoponernos a los males de nuestra so-ciedad y a enfrentar el mundo pre-sente. Algo va mal es un inestimableobsequio para las futuras y actualesgeneraciones de ciudadanos com-prometidos.

LA VÍA

Edgar MorinEd. Paidós, España, 2011

El autor del denominado “pensamien-to complejo”, introducido en su obramaestra El método, nos presentaahora esta audaz y detallada propues-ta como una alternativa para la huma-nidad, que hoy transita por los incier-tos senderos de la globalización, laoccidentalización y el desarrollo. Launificación tecnológica y económica delplaneta está acompañada de conflic-tos étnicos, religiosos y políticos, loscuales podrían llevarnos a una suce-sión de catástrofes en cadena. Estees un destino probable si no conse-guimos cambiar de “vía”.

213

Acerca de losautoresArturo Arnáiz y Freg (1915-1982)

Economista que se convirtió en investigador y docente de Historia hasta llegar aocupar un lugar como miembro numerario en la Academia Mexicana de Historiade 1956 a 1980. Ejerció la tarea docente en El Colegio de México, la UNAM yen el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Impartió numerosas confe-rencias en instituciones educativas de México y de Estados Unidos. Es recono-cida su aportación a la reconstrucción de la cultura mexicana del siglo XX, consu archivo personal y la donación de 35 mil volúmenes que hizo a la BibliotecaMiguel Lerdo de Tejada que hizo a la Secretaría de Educación Pública.

Antonio Garrido

Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid y li-cenciado en Derecho. Ha sido profesor en la Facultad de Ciencias Sociales yJurídicas de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Conferenciante y pro-fesor de distintos programas de postgrado en Universidades de España, Italia,México, Perú y Argentina. Actualmente es profesor de Ciencia Política en laFacultad de Derecho de la Universidad de Murcia e investigador en proyectosde diversas instituciones. Autor en libros colectivos e individuales.

Moisés González Navarro

Abogado por la UNAM, maestro en Ciencias Sociales por El Colegio de Méxi-co y estudios de posgrado en la Escuela Práctica de Altos Estudios de París. Hasido profesor en la Universidad Iberoamericana, en la Universidad NacionalAutónoma de México, conferencista en casi todas las universidades de México,

214Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

y profesor visitante en las de París, Londres, Toronto y Melbourne. Miembro dela Academia Mexicana de la Historia desde 1981 y autor de 29 libros individua-les y 32 en coautoría.

Antonia Martínez

Doctora en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid, maes-tra en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma deMéxico y licenciada en Ciencias Políticas y Sociología por la UniversidadComplutense. Catedrática de Ciencia Política y de la Administración de la Uni-versidad de Murcia y directora del Centro de Estudios de México en la UniónEuropea del Instituto Universitario e Investigación Ortega y Gasset, donde tam-bién es profesora-investigadora. Fue profesora en la Universidad deSalamanca y ha impartido cursos de posgrado en varias universidades espa-ñolas y en la Fundación Oscar Arias, San José de Costa Rica; en la Escuela deGerencia Continental, en Lima, Perú; en la Universidad Católica del Uruguay; enla Universidad Católica de Córdoba, Argentina; en el Instituto de Administra-ción Pública del Estado de Veracruz; en la Escuela Electoral del Jurado Nacio-nal de Elecciones del Perú y en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Socia-les (FLACSO), sede académica de México, entre otras. Ha publicado trabajosen más de una veintena de libros y cincuenta revistas especializadas. En 2004fue asesora en el Departamento de Análisis y Comunicación Política en el Gabi-nete del Presidente del Gobierno de España. Su trabajo se centró en el análisiselectoral, de la opinión pública y en las campañas electorales.

José Miranda

Doctor y licenciado en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de Ma-drid. Realizó estudios de Historia y Ciencias Políticas en las universidades deParís, Berlín y Tübingen. Ejerció la docencia en las universidades de Madrid yChile. Desde su llegada a México fue catedrático en El Colegio de México,también impartió cursos en la Escuela Nacional de Antropología y en la Facultadde Filosofía y Letras de la UNAM, fue investigador del Instituto de Derecho

215

Comparado y del Instituto de Investigaciones Históricas. Se especializó en His-toria de México y entre sus libros más destacados están: Vitoria y los interesesde la conquista de América, El tributo indígena en la Nueva España duran-te el Siglo XVI y Las ideas y las instituciones políticas mexicanas.

Francisco José Paoli Bolio

Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Iberoamericana, maestro enSociología por la Universidad de Nueva York y licenciado en Derecho por laUNAM ha ocupado diversos cargos académicos en las universidades Ibero-americana, la UNAM y la Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilcode la que fue rector. Ha desempeñado cargos políticos como representantepopular: fue diputado federal en las Legislaturas LV y LVII, representante en laAsamblea de Representantes del Distrito Federal. De 2002 a 2005 fue Subse-cretario de Desarrollo Político en la Secretaría de Gobernación. Suman más de30 sus ensayos y proyectos de investigación y es autor de una veintena de librospublicados individualmente o en coautoría, entre los más recientes La Cámarade Diputados en la LVII Legislatura y Conciencia y Poder en México.

Gabriel Quadri de la Torre

Ingeniero civil por la Universidad Iberoamericana. Maestro en Economía y can-didato a doctor en Economía por la Universidad de Texas, en Austin, EU. Hasido director general del Centro de Estudios del Sector Privado para el Desa-rrollo Sustentable del Consejo Coordinador Empresarial; director deEcoSecurities México y Centroamérica y desde 1998 es director asociadode Sistemas Integrales de Gestión Ambiental, S.C. En el sector público seha desempeñado como Jefe de Financiamiento Externo en el Banco de Méxi-co; director de Planeación Ecológica en el Departamento del Distrito Federal;director general de Normatividad y posteriormente Presidente del InstitutoNacional de Ecología. Académico del Programa de Estudios Avanzados enDesarrollo Sustentable de El Colegio de México y de otras instituciones deeducación superior. Autor de libros, ensayos y otros textos en materia de medio

216Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

ambiente y desarrollo sustentable, así como colaborador en diversos medios decomunicación. Candidato presidencial del Partido Nueva Alianza para la elec-ción federal 2012.

Miguel Ángel Sánchez de Armas

Doctor en Comunicación por la Universidad de Sevilla, España y Diplomado enEstudios Avanzados por la misma institución, maestro en Ciencias de la Co-municación por la Universidad UPAEP y licenciado en Lengua y LiteraturasHispánicas por la UNAM. Ejerce el periodismo desde 1968 y publica semanal-mente la columna Juego de Ojos en medios mexicanos y de España, EstadosUnidos, Centro y Sudamérica. Es miembro del Consejo Editorial Consultivo dela agencia informativa nacional Notimex. Es profesor-investigador en el Depar-tamento de Ciencias Sociales de la UPAEP – Puebla. Autor de varios libros,entre ellos: Apuntes para una historia de la televisión mexicana (dos tomos);El enjambre y las abejas: ensayos sobre democracia y comunicación; Dereporteros (en coautoría) y En estado de gracia: conversaciones conEdmundo Valadés. Desde agosto de 2011 es coordinador nacional de Comu-nicación Social del Partido Nueva Alianza.

Leonardo Valdés Zurita

Doctor en Ciencia Social, con especialidad en Sociología por El Colegio deMéxico y licenciado en Economía por la Universidad Anáhuac. Ha publicadomás de cincuenta artículos en revistas científicas y especializadas en temas polí-tico-electorales, autor de más de 30 capítulos en libros colectivos y ha coordi-nado la publicación de ocho libros. Ha presentado más de cien ponencias eneventos académicos nacionales e internacionales. Fue profesor titular en el De-partamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa,donde también ocupó diversos cargos académicos y directivos. Desde 2005 esprofesor titular de tiempo completo en la Universidad de Guanajuato. En 1998formó parte del grupo de especialistas que estudiaron las modalidades del votode los mexicanos en el extranjero. Fue Consejero Electoral del Consejo General

217

del Instituto Electoral del Distrito Federal. Fue Director Ejecutivo de Orga-nización Electoral del Instituto Federal Electoral, institución en la que, desde2008, fue elegido como Consejero Presidente por la Cámara de Diputados.

José Woldenberg

Doctor en Ciencias Políticas, maestro en Estudios Latinoamericanos y licencia-do en Sociología por la UNAM. Tiene una larga y reconocida trayectoria sindi-calista y partidista. Fue presidente del Instituto de Estudios de la TransiciónDemocrática y consejero ciudadano del Instituto Federal Electoral del que des-pués fue consejero presidente. Su trabajo académico, de investigación, perio-dístico y en los cargos públicos ha estado vinculado al tema político-electoral deMéxico. Es profesor e investigador en la UNAM, director de la Revista Nexosy desde 2008 consejero de la Comisión de Derechos Humanos del DistritoFederal. Conferencista en diversas instituciones de educación superior y autorde artículos, ensayos y libros, entre los que destacan La construcción de lademocracia (2002), El cambio democrático y la educación cívica en Méxi-co (2007) y Cultura mexicana: revisión y prospectiva (coord.) (2008).

218Revista Mexicana de Cultura Política NAfebrero-mayo 2012

Lineamientos editoriales para autores

La Revista Mexicana de Cultura Política NA acepta colaboraciones de miembros del partido, simpatizantes y ciudadanos interesados en el debate del tema político, mismas que serán puestas a consideración del Comité Editorial, y cuya presentación debe atender los siguientes linea-mientos:1. Las colaboraciones deben ser inéditas. El Comité Editorial evaluará artículos o ensayos publicados cuando así lo amerite la relevancia del contenido, tratamiento o aportación, y esté debidamente autorizada la publicación por los editores originales.2. La extensión de las colaboraciones no debe exceder de 25 cuartillas, incluyendo la bibliografía. La medida de una cuartilla son 32 líneas, escritas en fuente Arial de 12 puntos. Si el documento contiene gráficos, se incluirán en el cuerpo del texto en el lugar específico en que deben aparecer.3. Incluir resumen de un máximo de 150 palabras en inglés y en español.4. Las referencias bibliográficas deberán ajustarse a las normas de estilo editorial de la American Psychological Association (APA).5. Se solicita a los autores anexar una ficha que contenga nombre, grado académico, institución a la que pertenecen y una síntesis curricular de entre 50 y 100 palabras.6. Las propuestas de ensayos y artículos pueden ser enviadas a [email protected]. Los trabajos se someterán a revisión de estilo.8. El Consejo Editorial se reserva el derecho de seleccionar los trabajos recibidos para su publicación.9. No se devuelven originales.10. Las situaciones no consideradas en los presentes lineamientos serán resueltas por la dirección de la revista y por el Comité Editorial.

boceto NA libro 3.indd 4 06/01/12 15:43

2Revista Mexicana de Cultura Política NAEnero-Abril 2012