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Revista

Empresa y Humanismo

2Vol. II, nº 2/00

I n st i t u t o E m p r e s a y H u m a n i s m oU n i v e r s i d a d d e N a v a r r a

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Revista Empresa y Humanismo

CONSEJO EDITORIAL

PresidenteD. Enrique de Sendagorta

D. Rafael Alvira Domínguez (Universidad de Navarra)Dª Reyes Calderón Cuadrado (Universidad de Navarra)D. Tomás Calleja Canelas (Director General, Iberdrola)D. José Luis Carranza Ortiz (Director General, BBVA)

D. José Antonio García Durán (Universidad de Barcelona)D. Santiago García Echevarría (Universidad de Alcalá)D. Agustín González Enciso (Universidad de Navarra)D. Nicolás Grimaldi (Universidad de París-Sorbona)

D. Alejandro Llano Cifuentes (Universidad de Navarra)D. Enrique Martín López (Universidad Complutense de Madrid)D. Miguel Alfonso Martínez-Echevarría (Universidad de Navarra)D. Antonio Millán-Puelles (Universidad Complutense de Madrid)

D. José Manuel Morán Criado (Consejo Económico y Social de España)D. Leonardo Polo Barrena (Universidad de Navarra)

D. Rafael Rubio de Urquía (Universidad Autónoma de Madrid)D. Alfonso Sánchez Tabernero (Universidad de Navarra)

D. Eugenio Simón Acosta (Universidad de Navarra)D. Alejo Sison (University of Asia and the Pacific)

D. Guido Stein (Universidad de Navarra)D. Luis Mª de Ybarra y Oriol (BBVA)

DirectorD. Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

EditorasDª. Marina Martínez

Dª. Carmen Erro

© 2000 los autores© 2000 Instituto Empresa y Humanismo

Universidad de Navarra31080 Pamplona. España

e-mail: [email protected]://www.unav.es/empresayhumanismo

Suscripciones: dirigirse a la Secretaría del Instituto Empresa y HumanismoEdita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra

Diseño y Producción: Enlace. Comunicación Multimedia

ISSN: 1139-7608 Depósito legal: Na 77/1999

Impreso en España

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Los trabajos serán originales, no sobrepasarán los 20 folios eirán precedidos de un resumen de diez líneas máximo en español.

Los autores enviarán dos copias del original e indicarán suubicación profesional y dirección postal.

Revista Empresa y Humanismo solicitará soporte informáticode los trabajos aceptados. Debe indicarse claramente el sistemaempleado: preferiblemente Apple Macintosh (Microsoft Word6.0) o PC (Microsoft Word 7.0).

Las referencias bibliográficas se harán del siguiente modo:

• LIBROS: Alvira, Rafael (1997), La razón de ser hombre, Rialp,Madrid, pp. 18-22.

• ARTÍCULOS: Calderón, Reyes (1981), “Las raíces de la eco-nomía”, Revista de Filosofía y Economía, nº 86, p. 191.

• CONTRIBUCIONES: Vélaz, Ignacio (1999), “Tipología de lamotivación”, en Cruz, J. y Llano, A. (eds), El ser humano, Pam-plona, Eunsa, pp. 45-56.

El número y la extensión de las notas se reducirá a lo indis-pensable. Aparecerán al final del artículo, numeradas. La biblio-grafía aparecerá al final del artículo.

En cuanto a las reseñas de libros, en la primera página apare-cerán los datos del libro (título, autor, editorial, año de edición).La firma de la persona que realiza la reseña se incluirá al final deésta. La extensión será de entre 2 y 4 páginas.

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ACTUALIDAD EMPRESARIAL

Entrevista a John de Zulueta (Sanitas)................................ 255

LA APORTACIÓN HUMANÍSTICA A LA EMPRESA (II)Arte y estética en el mundo empresarial. Sobre el lugary el papel del diseño en la perspectiva de la iniciativaempresarialJuan Miguel Otxotorena........................................................ 271

Retórica y empresaKurt Spang........................................................................... 277

La filosofía en la formación del directivoAlejandro Llano.................................................................... 297

ARTÍCULOS

El desencuentro entre Periodismo y EconomíaAngel Arrese ......................................................................... 309

Crecimiento empresarial: personas y tecnología en la nuevaeconomíaJordi Canals.......................................................................... 337

Desde la economía como religión a la religión comoeconomíaRicardo F. Crespo .................................................................. 371

ÍNDICE

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El enigma de la innovaciónMiguel Alfonso Martínez-Echevarría.................................... 389

Racionalidad ética en las decisiones empresarialesDomènec Melé ...................................................................... 411

Humanizar el mercado: propuestas para la sociedadpost-industrialStefano Zamagni .................................................................. 439

Un debate entre C. Rodríguez Braun y R. Termes.............. 469Tensión económica en la Centesimus AnnusCarlos Rodríguez Braun........................................................ 473

La economía de mercado y la doctrina de la Iglesia CatólicaRafael Termes ....................................................................... 493

RECENSIONES

D. Yoffie y M. Cusumano, Competing on Internet time.Lessons from Netscape and its battle with Microsoft,por Guido Stein .................................................................. 509

Rafael Alvira, Filosofía de la vida cotidiana,por Montserrat Herrero ...................................................... 513

Alejandro Llano, Humanismo Cívico, por Guido Stein ....... 515

Guido Stein, El arte de gobernar según Peter Drucker.Las ideas claves que están transformando el mundo y laactuación de los directivos, por Fernando Inciarte .................. 519

Federico Trillo, El poder político en los dramas deShakespeare, por Marina Martínez....................................... 525

PUBLICACIONES DEL INSTITUTO ........................................... 529

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ACTUALIDAD

EMPRESARIAL

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SANITAS Y ELMERCADO DELSEGURO SANITARIO ENESPAÑA

DESDE QUE en 1989la empresa británicaBritish United Provi-

dent Association (BUPA) ad-quiriera el 99’65% de Sanitas,la compañía ha experimen-tado un proceso creciente demodernización y de consoli-dación en el mercado nacio-

nal. En este contexto, ¿cuálesson los principales objetivosde Sanitas a corto, medio ylargo plazo?

Sanitas, como compañíamultiproducto, sigue am-pliando su cartera para darrespuesta a las necesidades denuestros socios. Continuamosenriqueciendo los contenidos yservicios de nuestra páginaweb (www.sanitas.es), en laque somos líderes y pionerosdel sector desde 1995. En este

ENTREVISTA A JOHN DE

ZULUETA (SANITAS)

El presente número incluye una entrevista a John de Zulueta, ConsejeroDelegado de Sanitas, una de las empresas aseguradoras más destacada delpaís. John de Zulueta es un directivo polifacético, interesado por la consolida-ción de su empresa y el bienestar de sus trabajadores, y también por la evolu-ción de la economía y de la sociedad en general, así como por la cultura en susmúltiples manifestaciones. Desde su llegada a Sanitas hace nueve años, suprincipal objetivo ha sido desarrollar una organización dedicada fundamen-talmente a mejorar la salud de sus asociados: un negocio guiado por principioséticos que, además, genere valor.

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año, hemos conseguido el Pre-mio CommerceNet a la Innova-ción en Comercio Electrónicoen la categoría “Business toConsumer”.

A partir del verano, vamos aofrecer productos por tecnolo-gía WAP. Hemos firmado unacuerdo con Telefónica Móvi-les, Oracle y Sun Micro-systemspor el cual Sanitas ofrecerá alos usuarios de dichos teléfo-nos móviles información sani-taria, la consulta de la GuíaMédica de Sanitas o la solici-tud de autorización de servi-cios.

Queremos consolidar la víade nuevos negocios más alládel enfoque puramente asis-tencial de la medicina tradi-cional. Ofrecer, bajo el para-guas de Sanitas, una serie detécnicas y servicios que procu-ren tanto la salud física comola psicológica de nuestros so-cios a lo largo de toda su vida.Nos proponemos abrir el aba-nico de nuestro negocio másallá del seguro de asistencia sa-nitaria, aunque siempre en re-lación con el concepto globalde salud. Entre otras posibili-dades están residencias geriá-tricas, gimnasios o servicios yaoperativos que Sanitas dirige asus asegurados para que ob-

tengan descuentos en las ópti-cas y los tratamientos láser dela vista. Una prestación no tra-dicionalmente aseguradora.

En una entrevista aparecidaen el diario La Razón en di-ciembre de 1998, usted afir-maba que “muchas de las ac-tuales macrofusiones seránmacrodivorcios dentro deunos años”. A pesar de su vati-cinio, el proceso de concentra-ción de numerosos sectores dela economía internacional esevidente. Concretamente enel campo de los seguros sani-tarios, casi el 50% del mercadoespañol se encuentra repar-tido entre tres empresas:Asisa, Adeslas y Sanitas. ¿Cuáles la política que tiene previstoseguir Sanitas en esta carrerapor ocupar cuotas de mercadocada vez mayores? ¿Es posiblesobrevivir en su sector pri-mando la calidad y el servicioal cliente por encima del ta-maño?

Evidentemente, no sólo esposible, sino que la calidad y elservicio al cliente son dos delas características de Sanitasque nos han convertido en laprimera compañía del sectoren alcanzar la cifra del millónde socios exclusivamente pri-vados.

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Estamos en un mercadopoco competitivo, donde Sani-tas tiene claro que su públicoobjetivo y sus posibilidades deexpansión se encuentran en elsector privado y no en el pú-blico, mientras que las otrasdos compañías que usted citaobtienen más del 60% de suvolumen a través de acuerdoscon el sector público (Muface,Mujeju e Isfas). Estamos ha-blando de negocios y de estra-tegias de negocio diferentes.

Con respecto a las macrofu-siones, existe un reciente in-forme de la universidad ale-mana Witten/Herdeche queanaliza 103 fusiones entre1994 y 1998 e indica que sóloen el 44% de los casos, la com-pañía resultante de la uniónlogra un mayor volumen denegocio que las dos empresasoriginales. Existe otro estudiode la consultora KPMG queextrae conclusiones similares.Las fusiones con más éxito sonlas que unen dos socios igua-les, las llamadas “merger ofequals” o del mismo país. EnEspaña es evidente el procesode adquisición de pequeñascompañías de ámbito local oregional por otras con nego-cios nacionales.

¿Existe una geografía delservicio sanitario en España?¿Cuáles son las áreas españo-las en las que se centran susexpectativas de expansión enel futuro? ¿Cuál es el perfil(edad, nivel de renta, posiciónsocial) del asegurado medio deSanitas?

Existe una geografía del ser-vicio sanitario en España enfunción del desarrollo econó-mico y la renta per capita. Ca-taluña y Baleares son los mer-cados más desarrollados, luegovienen Madrid y el País Vasco.Cataluña es un área con unascaracterísticas muy especiales,ya que tiene una larga tradi-ción de medicina privada ycuenta actualmente con ungrado de penetración del 21%.

Sin embargo, en Sanitas noexcluimos ninguna zona, yaque existe una creciente de-manda social hacia toda unagama de productos y serviciosque potencian el concepto debienestar y salud. El mercadoandaluz es un claro ejemplo deesta tendencia.

El perfil del socio de Sanitases una persona de medianaedad, de renta media alta y es-tudios superiores. Nuestrocomprador es generalmente lamujer que tiene hijos o está

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pensando en tenerlos. Cubri-mos un 2,5% de la poblaciónespañola y el 5% de los partos.Ginecología y obstetricia sonlos servicios que producen másgasto médico. Curiosamente,aunque baja la natalidad enEspaña, en Sanitas sube cadaaño.

Cada vez es mayor la ten-dencia de las personas a ase-gurar más elementos de suvida: vivienda, coche, sanidad,jubilación... En su opinión,¿las sociedades con una mayortendencia a “asegurarlo todo”pueden entorpecer la inicia-tiva individual y la capacidadpara hacer frente a la incerti-dumbre, un factor muy im-portante del talante empresa-rial?

Al contrario, el seguro esuna de las razones del desarro-llo del capitalismo. Empiezacon el seguro sanitario y le si-gue el seguro de vida. Hay unlibro muy interesante tituladoAgainst the Gods (Contra losDioses), de Peter Bernstein,que explica la historia delriesgo. La iniciativa individualy el verdadero empresario, fun-cionan mejor si pueden cuanti-ficar sus riesgos. El seguroayuda a evitar gastos imprevi-

sibles. Es el aceite en el motordel desarrollo mercantil.

Un terreno con gran poten-cial para el futuro, dado elprogresivo envejecimiento dela población española, es el delseguro de asistencia a las per-sonas mayores. Uno de losprincipales obstáculos para sudesarrollo es la ausencia de unmarco legal claro, que definalas prestaciones públicas y, portanto, el campo que quedapara la iniciativa privada, asícomo los posibles incentivosfiscales que podrían aplicarse.Puesto que el tema pareceprioritario, ¿qué pasos se estándando para subsanar esta ca-rencia, tanto desde el sectorpúblico como desde el pri-vado?

Hoy se estima que hay enEspaña 1,3 millones de perso-nas mayores de 65 años consi-derados dependientes (oscilaentre el 15 y 20% de la pobla-ción de 6,5 millones de perso-nas mayores de 65 años). Estaspersonas no pueden asumir deforma independiente las acti-vidades de la vida diaria y pre-cisan de ayuda, tanto econó-mica como de terceras perso-nas. La previsión es que un34% de la población tendrámás de 65 años en el 2050.

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En definitiva, se trata de darapoyo a las personas depen-dientes y a las familias me-diante ayudas económicas, fis-cales, laborales, para amorti-guar la carga laboral y social deestas tareas.

En España el gasto social ensu conjunto se ha incremen-tado a partir de la década delos 80, justo cuando el resto deEuropa estaba introduciendopolíticas de contención delgasto público (Tratado de Ma-astricht) e iniciando políticasde liberalización y, por tanto,una menor intervención delEstado en la vida económica.

En la actualidad existen dosposturas contrapuestas: unosdefienden la necesidad deigualar el gasto social en Es-paña a la media europea yotros, la imposibilidad de in-crementar el gasto público.

Paralelamente se constata lainsuficiencia de las actuales es-tructuras de provisión de ser-vicios para los mayores de 65años. En mi opinión, se nece-sitan incentivos para que éstosse desarrollen como mercadoemergente promovidos por lasociedad civil y las iniciativasempresariales.

También es convenienteformalizar un marco en el que

desarrollar el seguro de depen-dencia. Es necesario que el go-bierno defina su participaciónen el tema, sobre todo hastadónde quiere cubrir. En estemomento se está discutiendoen el Congreso de Diputados.Yo creo que el sector público yel privado tendrán que trabajarconjuntamente, porque no haysuficientes recursos públicospara cubrir el enorme gasto sa-nitario.

¿SANIDAD PÚBLICACONTRA SANIDADPRIVADA?

¿CUÁL ES el balance per-sonal que usted hace so-bre la situación de la sa-

nidad pública en nuestro país?¿Cuál es la opinión que el es-pañol medio tiene sobre lasprestaciones públicas que re-cibe en materia sanitaria?

La sanidad pública en nues-tro país ha alcanzado objetiva-mente muchos logros y un ni-vel de resolución de problemasmuy alto. El mejor ejemploson los trasplantes de órganos.Sin embargo, resulta claro queha evolucionado poco en losaspectos organizativos y sumasificación y burocracia sonmuy evidentes. Va a ser difícil

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cambiar esa imagen porque sehalla muy arraigada en la so-ciedad y, lo que es peor, en supropio personal.

El español medio se sientebien cubierto, pero está hartode listas de espera y de untrato muy impersonal. Le gus-taría poder elegir sus médicos.

En su opinión, ¿cuál es laprincipal causa de las deficien-cias de la sanidad pública es-pañola? ¿Habría que gastarmás dinero, o gestionarlo me-jor?

No es cuestión de gastarmás dinero, es un tema de ges-tión y estructura. Hay que en-tender que no se pueden ofre-cer todos los servicios a todo elmundo sin controlar el acceso.Un copago en muchos servi-cios sería útil para frenar unpoco el uso indiscriminado demuchos servicios, como ur-gencias. El cliente que parti-cipa algo en su gasto médicoexige más y usa con mayor jui-cio los servicios sanitarios. Re-sumiendo la lectura del He-alth-cast 2010, un informe dela consultora PriceWaterhouse-Coopers, la clara tendencia esuna aproximación entre lossistemas más privados (comolos Estados Unidos) y los esta-tales (como la Unión Euro-

pea). Cada uno tiene sus pun-tos fuertes y sus debilidades.

¿Cuál es el servicio utilizadocon mayor frecuencia por losusuarios de la sanidad privada,es decir, cuál es el campo deactuación que la sanidad pú-blica deja más abierto a la sa-nidad privada?

La sanidad privada es capazde atender en este momentotodas las patologías, incluso lasmás complejas, si bien los ser-vicios más demandados son losrelacionados con la Obstetriciay Ginecología y la Pediatría.En los últimos años estamosasistiendo, sin embargo, a unpoderoso auge de la Oftalmo-logía, en dos vertientes: lasoperaciones de cataratas y lacirugía refractiva (cirugía de lamiopía). La sanidad públicadeja huecos, como la cirugíaestética y la Odontología, en laque la sanidad privada es líder.

Suponemos que la privati-zación de la sanidad es elsueño dorado de toda compa-ñía aseguradora especializadaen el sector sanitario. Aunqueeste sueño es hoy por hoy im-pensable en España, hay quetener en cuenta los sorpren-dentes cálculos que a comien-zos de 1998 aportaba la patro-nal del sector, Unespa, según

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los cuales las aseguradoras sa-nitarias ahorraban a la Seguri-dad Social 280.000 millonesde pesetas anuales. A la luz deestas cifras, ¿qué fórmulas deentendimiento, factibles y via-bles, podrían existir entre lasanidad pública y la privada ennuestro país?

Hablar de privatización dela sanidad en Europa es im-pensable en estos momentos,cuando la mayoría de los paí-ses tienen garantizada la pres-tación sanitaria pública comoderecho inalienable, consa-grado incluso en la Constitu-ción, como es nuestro caso.Tampoco se puede hablar deun modelo sanitario único ypúblico como algunos partidospolíticos preconizan, pues larealidad social no admite solu-ciones uniformadas y menosen un contexto económico delibre mercado. Siempre habrápersonas que buscarán unaatención diferente a lo que seacostumbra a dar en lo pú-blico, incluso con las innega-bles mejoras que se están in-troduciendo. El hecho funda-mental es la libertad de elec-ción por parte del ciudadano.

El principal problema de lossistemas públicos es su finan-ciación, con un gasto cre-

ciente. Desde esa perspectiva,el sector privado actúa comoválvula de escape, amorti-guando el impacto económicoque en el sector sanitario ge-neran 6 millones de personas.La sanidad pública y la privadaestán condenadas a enten-derse, a buscar sinergias y crearvalor para la población queatienden. El ciudadano tam-bién debe aprender a apreciarrealmente lo que tiene y a usarlos servicios sanitarios deforma racional, utilizando to-das las fuentes de informacióna su alcance, incluida Internet.

¿Cuál es el modelo sanitarioque personalmente más leatrae, el norteamericano (li-mitadas prestaciones públicasy auge de la sanidad privada) oel europeo (desarrollado es-tado del bienestar)? ¿Cuálesson las ventajas y los puntosdébiles de cada uno de ellos?

Los dos modelos tienen as-pectos buenos y otros mejora-bles. Sin olvidar la responsabi-lidad social inherente a cual-quier modelo, la sanidad nor-teamericana tiene la ventaja deestar muy orientada al clienteo paciente, según se quiera lla-mar; de haber asimilado elconcepto de servicio por partedel personal sanitario, de pro-

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curar un trato exquisito y hu-mano, de dar información so-bre cualquier proceso y de res-petar los derechos del indivi-duo como paciente en cual-quier situación. Todos los as-pectos de calidad están perfec-tamente establecidos y medi-dos, incluso los resultados delas intervenciones a medio ylargo plazo. Europa en estasmaterias tiene todavía muchoque aprender. Estados Unidostiene la medicina de más cali-dad en el mundo, sobre todoen las enfermedades corona-rias y el cáncer. Por eso tene-mos el seguro Mundisanitas,que cubre los gastos en los Es-tados Unidos a través de Uni-ted Healthcare.

El modelo europeo ha esta-blecido una cobertura univer-sal, hecho muy loable, que sefinancia de manera solidariapor todos y que da una aten-ción muy digna. Sin embargo,es muy proclive a la burocra-cia, lo que conduce a un me-nor interés por el pacientecomo persona, a sus derechos ysentimientos. Los aspectos or-ganizativos y de calidad debe-rán cambiar para conseguir unmás alto nivel de satisfacciónde los ciudadanos.

SANIDAD Y NUEVASTECNOLOGÍAS

DESDE QUE en 1993Sanitas diseñara suprimera página web,

el número de prestacionesofrecidas por la empresa a tra-vés de la red ha ido en cons-tante aumento. ¿Cuáles sonlos inconvenientes y las venta-jas que Internet ofrece tanto alos usuarios como a las empre-sas aseguradoras?

Más que inconvenientes, loque presentaba la red en unprimer momento era una seriede obstáculos que había quesuperar para consolidar unaposición de vanguardia y só-lida dentro del mercado. Paraempezar, sólo hay en este mo-mento 3,6 millones de inter-nautas, de modo que este tipode proyectos parece tener unalcance limitado.

Sin embargo, las perspecti-vas eran mucho menos hala-güeñas cuando Sanitas fue laprimera empresa del sector enofrecer sus productos y servi-cios en la red. El tiempo hademostrado que las ventajasson mucho más numerosasque los inconvenientes, y que,tanto para las empresas comopara los particulares, el acceso

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a los servicios a través de In-ternet ha supuesto un cambiocualitativo importantísimo, uncambio a mejor: se puede ha-cer casi cualquier tipo de ges-tión desde el ordenador. Hastaconsultar con nuestro DoctorVirtual.

Según el HealthCast 2010,en el año 2010 más del treintapor ciento del trabajo de unmédico se dedicará al uso deherramientas basadas en In-ternet. Con ello, se eliminaránmás de un veinte por ciento delas visitas médicas. Sin em-bargo, ¿no se corre el riesgo deque la relación facultativo-pa-ciente sea demasiado fría ydistante, es decir, que sepierda el calor humano, unfactor muy necesario para losenfermos?

El informe Healthcast 2010es excelente y, como mencionéantes, recomiendo su lectura.Hay que tener en cuenta queno siempre hablamos de en-fermos. Muchas veces las con-sultas en Internet facilitan laresolución de dudas, algunasde las cuales son más delicadasy difíciles de plantear en unprimer cara a cara con un ex-perto. A partir de ese punto, lainformación que proporciona-mos es sólo orientativa. Siem-

pre se remite a la consulta deun especialista. No obstante,se consigue de este modo unprimer contacto y una primeraayuda que de otra forma, sen-cillamente, no llegaría. La re-lación médico-paciente siguesiendo la clave de la calidad enla asistencia.

Es más, Internet, como me-dio de comunicación, facilitarála fluidez en esa relación y su-pondrá un estímulo constantede formación para un grupo deprofesionales que es conscientede que los pacientes están cadavez más y mejor informados.No obstante, es importantedestacar la idea de que la fi-gura del médico y no el “mé-dico virtual” es insustituible.

Como ya se ha dicho ante-riormente, Sanitas ha selladouna alianza con las compañíasTelefónica, Sun y Oracle, dedi-cadas al desarrollo y fabrica-ción de programas informáti-cos, con el fin de ofrecer servi-cios a sus clientes a través delteléfono móvil. Dicha alianzaes simplemente una de lasmuchas pruebas de moderni-zación y apuesta por el uso denuevas tecnologías que Sani-tas ha venido dando desdetiempo atrás. ¿Cómo incideesta constante renovación de

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los medios técnicos y de co-municación en la concepciónempresarial de Sanitas y en sucapital humano?

El constante avance e inver-sión de Sanitas en el desarrollotecnológico de servicios inte-ractivos responde a la crecientedemanda de los socios, por esowww.sanitas.es sigue desarro-llando sus aplicaciones en In-ternet. La actual plataformatecnológica desarrollada porSanitas es ya la tercera versióndel web y permite la más am-plia gama de servicios transac-cionales on-line del mercado,tales como contratar entiempo real, consultar la guíade profesionales, consultas depólizas, modificación de datos,etc.

Si hasta ahora la web brin-daba la comodidad de accedera los servicios desde el domici-lio o el lugar de trabajo, ni si-quiera hará necesaria la pre-sencia de un PC. Porque losprincipales servicios estarándisponibles desde su teléfonomóvil: es la nueva tecnologíaWAP. Por ejemplo, los sociosde Sanitas podrán consultardesde su teléfono –a cualquierhora del día y desde cualquierlugar– la guía de facultativos oconseguir la autorización paralas prescripciones médicas. Y

cuando entre en servicio elUMTS (la 3ª generación) entelefonía móvil, podremos ha-blar de imágenes y texto a lavez, igual que la pantalla de unPC.

¿Hacia qué modelo de em-presa aseguradora camina-mos? ¿Cómo afectarán loscambios que ya se están expe-rimentando y los que vendránen el futuro próximo a lasplantillas de las compañíasaseguradoras?

Servicio y calidad son ele-mentos clave y diferenciado-res, como ya se ha visto enmercados más desarrollados.

Hay que adaptarse y aprove-char las oportunidades quebrindan las nuevas tecnologíaspara ofrecer las mejores pres-taciones y la mayor agilidadque esos medios permitansiempre en beneficio de los so-cios. Ellos son quienes eligeny, por tanto, quienes decidenen última instancia el rumboque las empresas deben tomar.

JOHN DE ZULUETA YSANITAS

USTED HA SIDO el pro-tagonista de una delas últimas campañas

publicitarias de Sanitas en te-

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levisión. ¿Se humaniza más elmárketing cuando el principalresponsable de una empresa seacerca al usuario? ¿Cuálesconsidera que han sido susmayores aportaciones al pro-yecto empresarial de Sanitasdesde su llegada a la empresa?

Ciertamente, yo no teníamucho empeño en aparecer enel anuncio de Telefónica, peronuestra gente de marketing in-sistió, y no lo lamento. Ahorame conocen en todas las ciu-dades de España. Lo que nosha permitido la publicidad esexplicar el estilo Sanitas ynuestros principales servicios,todo ello sin coste. Mi meta–en los nueve años que llevodirigiendo Sanitas– ha sidocrear una organización conuna misión clara, una dedica-ción real al servicio, un verda-dero interés en mejorar la sa-lud de sus asociados.

En la página 70 de su libroBuscando El Dorado. Reflexio-nes sobre los negocios en España,1980-1996 afirma que “haypocos empresarios de verdad,pocos quieren correr algúnriesgo con su dinero y el sis-tema político en su totalidadfavorece poco a los capitalistasde riesgo”; unas páginas másadelante comenta que “la eco-nomía española es notoria-

mente hostil con los nuevosempresarios”. Desde que estaslíneas fueron escritas hantranscurrido seis años, en losque la economía española haexperimentado evidentes cam-bios. ¿Cuál es su balance ac-tual de la clase empresarial es-pañola? ¿Se muestra más es-peranzado que hace seis años?

Sí. En los seis años pasadosy desde luego en el último lus-tro, con el crecimiento de lasempresas de Internet, estamospor fin asistiendo al naci-miento de una nueva cultura.El hecho de que sistemas Te-rra pueda comprar un impor-tante portal como Lycos indicaciertamente que hay algunosinversores que se arriesgan engran medida en la clase em-presarial española. Estoy muyesperanzado con las últimastendencias de negocios.

Tras desempeñar parte desu carrera profesional en otrascompañías, como Schweppes oPepsiCo, ¿considera que con sulabor en Sanitas ha alcanzadoel culmen de sus expectativasprofesionales? ¿Cuáles son lasmetas que le quedan por al-canzar? ¿Qué retos ofrece to-davía Sanitas para un direc-tivo de su categoría?

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Durante los más de diezaños que pasé en compañías deproductos de consumo comoPepsiCo y Schweppes, realmentesiempre mantuve mi perspec-tiva de asesor. Mi primer tra-bajo después de mi formaciónacadémica fue como consultorcon el Boston Consulting Groupen Menlo Park, California, elauténtico corazón de SiliconValley.

Los retos que plantea trans-formar Sanitas en una compa-ñía destacada del sector sani-tario –pues, como ya he men-cionado antes, nuestros planesson ir mucho más allá de losseguros de salud– son tremen-dos. Yo no creo que hayamosalcanzado aún la cima, aunqueestamos empezando a ver lasnubes por encima del bosque.Cada día nos enfrentamos anuevos retos, por lo que toda-vía queda mucho por hacer.Cuando los cazatalentos mellaman ofreciéndome grandesoportunidades, rehúso educa-damente.

Mi satisfacción personal,como antiguo asesor, procedede crear un negocio con prin-cipios éticos, valor y, por su-puesto, beneficios. Si lo con-sigo, Sanitas continuará fun-cionando bien mucho después

de que yo me haya ido. Esa esla prueba real de creación deun valor duradero.

Motivar a las personas quetrabajan en una empresa, ha-cerlas partícipes de un pro-yecto común, es un factor fun-damental del éxito y de la co-hesión interna de toda organi-zación. ¿Cómo motiva usted asus empleados?, ¿cómo los se-lecciona? En definitiva, ¿cómolos dirige?

Mi punto de vista en la se-lección de personal y en lamotivación es muy simple. In-tento contratar a la mejorgente, pagarles bien y dejarlessolos. Obviamente, aunquesuene tan sencillo, no puedeser tan fácil. Porque es precisocrear un espíritu y una metaque motive a la gente, que leshaga tener deseos de acudir atrabajar, y que se diviertan consu empleo. Yo haré todo lo queesté en mi mano para evitarque el trabajo sea una parteaburrida, tediosa y estresantede la vida de uno. Y este en-torno apasionante debería per-cibirlo un visitante a los cincominutos de entrar en nuestrasoficinas. Si no fuera así, en-tonces yo diría que he fraca-sado.

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Incidentalmente, nuestronuevo “e-dificio”, ecológico yelectrónico al mismo tiempo,será de gran ayuda en este em-peño. Vamos a inaugurarloeste mes en Madrid. Tambiénestamos cambiando la mayorparte de nuestras oficinas enprovincias. Queremos ser co-mo una tienda a la calle, conacceso fácil para nuestros so-cios y clientes potenciales.

Para finalizar, una preguntaobligada en nuestras entrevis-tas: para una persona comousted, Consejero Delegado deuna de las compañías asegura-doras más destacadas del país,e interesado por la economía,la evolución de la sociedad y lacultura, ¿humanismo y em-presa son términos opuestos ocomplementarios? En estesentido, ¿cómo podríamoscontribuir a que el proyecto

del Instituto Empresa y Hu-manismo, que busca la colabo-ración entre los mundos em-presarial y académico desdeuna visión que tiene al hombrecomo principal protagonista,resulte útil en ambos ámbitos?

Como dice tan bien RafaelAlvira, uno de sus expertos:“un directivo no humanista noconstruye sociedad”. Para eso espara lo que yo estoy traba-jando, para conseguir una so-ciedad mejor y, sobre todo, unasociedad más saludable. Y yocreo en la ética empresarialcomo contribución esencialpara esta meta. La esfera aca-démica es útil en los negocios,porque te permite estudiar yponer el punto de mira encuestiones que van más allá delbeneficio de este trimestre.

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LA APORTACIÓN

HUMANÍSTICA A LA

EMPRESA (II)

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HACE YA ALGÚN

tiempo, bajo unenunciado paralelo y

en un foro similar, hice un dis-curso -muy ligado a mi expe-riencia de arquitecto- quevenía a decir algo así como queel diseño es una ganga y todoun horizonte a descubrirporque no cuesta tanto cuantovale, en la medida en que in-corpora un importante valorañadido al producto.

Sobran los ejemplos; bastapensar en la singular expe-riencia del museo Guggen-heim-Bilbao, recientementeerigido, donde la apuesta deci-dida por la creatividad y el di-seño ha rendido beneficiosmás que espectaculares.

Ahora bien, decía que el di-seño “no cuesta” pensando enel régimen vigente para la de-terminación de los honorariosprofesionales en mundos comoel de la arquitectura y el urba-

ARTE Y ESTÉTICA EN EL

MUNDO EMPRESARIAL.SOBRE EL LUGAR Y EL PAPEL

DEL DISEÑO EN LA

PERSPECTIVA DE LA

INICIATIVA EMPRESARIAL

JUAN M. OTXOTORENA*

El diseño es inseparable de la adecuación de los objetos a las exigencias de-rivadas de su función; considerar separadamente forma y función resulta in-suficiente, porque la forma interviene de manera activa en la funcionalidad.La ausencia de diseño constituye también, por fuerza, una apuesta concretaplanteada en términos de diseño.

Palabras clave: diseño de producto, estética, forma, función.

* Juan M. Otxotorena es Director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Univer-sidad de Navarra y de su Departamento de Proyectos.

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nismo. En realidad, fuera deámbitos tan fuertemente me-diatizados por la intervenciónadministrativa, el diseño decalidad parece más bien extra-ordinariamente caro.

Lejos de estar al alcance detodas las fortunas, el buen di-seño parece reservado paraoperaciones especiales comoprecisamente la del museoGuggenheim-Bilbao, en cuyomarco se pueda rentabilizar.No es difícil en efecto concluirque, en la mente de los prota-gonistas o los elementos ac-tivos de la iniciativa empresa-rial:

• el diseño tiende a actuar ya ser visto, de entrada, comouna especie de artículo de lujoque aparece más allá de la uti-lidad y de los argumentos fun-cionales, en tanto objeto de es-pecífica especulación y explo-tación comercial: en este casoestarían los perfumes Chanel ylos bolsos Loewe, los vaquerosLevis o Armani, la decoraciónde una oficina de director ge-neral en la sede central de unaentidad bancaria, o un gene-roso chalet con muchos már-moles y vidrio proyectado porun arquitecto famoso en unparaje idílico, probablementeen California;

• complementariamente, ymás en general, aparece comouna suerte de componente mar-ginal del producto: un ingre-diente siempre inevitable eimportante pero más bien ac-cidental y accesorio; tal sería elcaso de la mayor parte de losproductos industriales: desdeun billete de autobús hasta unmono o uniforme de trabajo,un culebrón televisivo, un pro-ducto farmacéutico, un ser-vicio administrativo u hospita-lario o una vivienda de protec-ción oficial.

Puede ilustrarlo lo visto ya,en los últimos tiempos, en elmundo de la arquitectura:vamos pasando de la generali-zación del modelo del arqui-tecto artesano al imperio de lasgrandes firmas dispensadorasde un servicio estandarizado yeficiente, si bien algunas veces“sin alma”, siempre compatiblecon el sofisticado y caro pro-ducto personalizado que puedeofrecer un arquitecto que halogrado afianzar el prestigio desu firma y alcanzar su consa-gración como autor.

Con carácter general, enefecto, la economía deja casisiempre muy poco margenpara adornos y florituras. Éstasería la conclusión: el diseño

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de calidad resulta sin dudadigno de aprecio y aun, si sequiere, de la mayor atención;pero está ahí para quien puedapermitírselo.

No obstante, es preciso irmás allá de esta síntesis tan in-mediata, ciertamente fácil y‘tranquilizadora’. Puede re-sultar inexacta y demostrarse‘perversa’. En efecto:

• en primer lugar, las cosastienen siempre forma; la deci-sión sobre la forma de las cosasexiste aun cuando no se lepreste atención: el diseño, enmuchos casos, no es que falte, esque es malo;

• y además, el diseño nosiempre cuesta o significa enca-recimiento; un objeto o pro-ducto bien diseñado nosiempre necesita resultar máscaro: piénsese, por ejemplo, enla sonrisa o la elegancia y co-rrección en el vestir de un mé-dico o una enfermera comoingrediente del producto queconstituye una prestación asis-tencial o un servicio en el ám-bito de la salud.

Hay que reajustar la premisay concluir que el diseño no esun valor añadido sino un valorpropio (principal, nuclear) delproducto. Eso sí, es precisa-mente la naturaleza de este re-

ajuste lo que hace que tengaun lugar asignado (como algonecesario y previsible) en elmarco de nuestra tradicióncultural, personal y colectiva, amodo de llamada a una tomade conciencia histórica.

Cabe en todo caso constatarque el diseño va poco a pocoampliando su campo, llenandocada vez más espacio en elgran hiato que parece haberseparado dos extremos repre-sentados por su consideraciónalternativa, como artículo delujo o como componente mar-ginal del producto.

De este modo, entre otrascosas, el objetivo del diseño decalidad y el de lograr un pro-ducto competitivo y dirigido alas masas se demuestran com-patibles. Las griferías danesasson todas de diseño de ArneJacobsen; y lo mismo se com-prueba en el cine: las películasmás cuidadas en los planos ar-tístico y técnico no tienen porqué fracasar.

Sólo la generalización de lacultura del diseño, su puestaen valor, puede hacer que laexigencia vaya aumentando yque la sociedad no se con-forme con los sucedáneos quees capaz de expender por todaspartes la oferta estandarizada

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de la consabida multinacional.En consecuencia, percibimosla llamada a esperar una pro-gresiva sensibilización del pú-blico (consumidor) que con-viene impulsar pero, a la vez,sin duda se dará (aunque seapor efecto de los consiguientesprocesos de emulación y com-petencia).

PERO VEAMOS el asuntodesde otro punto devista, que puede re-

sultar revelador. Leí hace muypoco una columna periodísticaen la que se destacaba la con-traposición de las posturas dealgunos novelistas famosos, araíz del espectacular éxito edi-torial de la nueva novela deTom Wolfe. Algunos nombresde culto marcaban sus distan-cias despreciando su valor lite-rario y relativizando el signifi-cado de su alto índice deventas, hasta el punto de verlocomo algo negativo en sí o,cuando menos, sospechoso.Vender mucho, decían, no sig-nifica hacerlo bien.

El periodista contraponía laactitud de los estilistas depu-rados, sin éxito de ventas, a ladel escritor popular cuya ca-lidad literaria ponía en duda; yconcluía diciendo (como paracompensar) que, en último ex-

tremo, hay una cosa de la quenos cabe estar seguros: los no-velistas no suelen dar nuncauna medida cierta de la calidadde su propio trabajo; no sonbuenos críticos literarios nijueces adecuados de sí mis-mos.

Creo que la cuestión resultailustrativa y que esta conclu-sión merece una atención quela refiera a su contexto y la re-vise, añadiéndole matices im-portantes:

a) por un lado, tal conclu-sión resulta relativamente fácily directa porque es obvio queuno no es nunca buen juez desí mismo, y porque consta queen el mundo de los autores ocreadores se vive inevitable-mente de las comparaciones, ycirculan gratitudes, amistades,rencores y, sobre todo, envidiasy circuitos de relaciones quemediatizan de manera decisivala visión;

b) pero, por otro, no esexacta o completamente cierta,ya que son justo los autoresquienes están en mejores con-diciones de actuar como crí-ticos, debido a que tienen unaconciencia más real y cercanade la compleja y exigente dis-ciplina de la creación literaria(los críticos son a menudo me-

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diadores más o menos intere-sados, o a su vez mediatizados,demasiado ajenos a ella);

c) también es cierto, no obs-tante, que los autores no estána menudo preparados para ra-cionalizar su propia expe-riencia o sus análisis y juicioscon suficiente distancia y pers-pectiva.

Por lo demás, yendo a lacuestión de fondo, acaso quepaproponer una reflexión delorden de la siguiente:

• por una parte, se trata degéneros distintos y en amboshay espacio y margen para lacalidad; lo prueba el hecho deque existan obras literarias dealtura y calidad incontestableque han tenido un éxito de pú-blico importante; en cualquiercaso, el producto de ventasmasivas no se caracteriza porestar carente de diseño o porpermanecer al margen del di-seño (el diseño también es de-cisivo en él, lo que pasa es quees un diseño de orden y len-guaje distinto: así, por ejem-plo, a menudo el género delbest-seller apoya más su efi-cacia y valor en la efectividadde la elaboración del argu-

mento que en la exquisitezformal de la escritura);

• con todo, también es ciertoque la falta de cultura literariadel público indiscriminadoconstituye un dato de partidaincontestable, que hace que eléxito de masas constituya unaprueba de calidad literaria to-talmente insuficiente.

Poniendo en relación los dosrazonamientos esbozados, con-cluiremos:

• que siempre hay espaciopara el diseño, un espacio omargen específico, sea cual seala naturaleza y economíaglobal del producto;

• que este espacio resultamerecedor de una atención ydedicación rigurosa y seria (eldiseño de un best-seller no estan fácil ni carece en absolutode mérito);

• y que se impone irlo reco-nociendo con progresiva deci-sión desde todos los puntos devista, aunque sólo sea porque,tarde o temprano, el propiocurso de los acontecimientosnos obligará a hacerlo.

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INTRODUCCIÓN

EL CONOCIDO sema-nario alemán DerSpiegel publicó a prin-

cipios de enero de 1999 un ar-tículo en la sección “Culturade empresa” (encabezamientoya muy significativo) con el tí-tulo: “Good bye Mr. Brutalo” yañadía como resumen entreotras cosas: “Consenso en vezde bochinche. El ideal delguerrero de oficina ya oficial-

mente jubilado; en las em-presas se requiere al jugador deequipo”.

¿Qué significa todo eso?Pues que ha terminado la erade los tan vilipendiados explo-tadores empresariales y expri-midores maquiavélicos, y quela nueva consigna para la con-vivencia entre los colabora-dores de una empresa es la co-legialidad y la solidaridad.Considerar los negocios comouna especie de guerra de la

RETÓRICA Y EMPRESA

KURT SPANG*

El propósito global del artículo es mostrar la utilidad de la retórica en eldesenvolvimiento de las tareas empresariales. Esta disciplina no sólo tiene in-terés por sus potencialidades persuasivas, sino también por su capacidad de fo-mentar la comunicación entre los colaboradores y el arte de discurrir. Paramostrarlo, se describen las cinco fases de la elaboración de comunicaciones ver-bales y su aplicación directa a las circunstancias empresariales.

Palabras clave: retórica, empresa, comunicación.

* Kurt Spang es profesor ordinario de Teoría de la Literatura y Subdirector del Departamento deLiteratura Hispánica de la Universidad de Navarra.

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jungla y concebir el papel delmanager como el de un guerri-llero solitario ya está “out”. Seacabó -anuncian- el capita-lismo agresivo de competenciainmisericorde y se apuesta porla comunicación y la solida-ridad, la globalización… y lasfusiones. Basta comparar estepanorama con el cuadro quepresentan los hermanos Llanoen el interesantísimo artículo“Paradojas de la ética empre-sarial”1 para ver confirmadaesta tendencia.

¿Y cómo se va a conseguireste cambio? Se lo diré: ¡Conla retórica! Posiblemente estaafirmación no coincida con laconcepción actual y cotidianade la retórica y con las finali-dades que normalmente se leatribuyen. Acaso suene tam-bién un tanto exagerado, perodesde luego, jugará un papeldestacado en el cambio porqueno queda más remedio. Elcambio se producirá a la fuerzacon los instrumentos quebrinda la retórica y, natural-mente, también con la ayudade las ideas de los empresarios,economistas, filósofos y polí-ticos. Y no por último -no hayningún motivo para ocultarlo-con la ayuda de Rafael Alvira ysu equipo de Empresa y Hu-manismo.

LA RETÓRICA COMOHERRAMIENTAOMNIPRESENTE EIMPRESCINDIBLE

COMO POCAS otras dis-ciplinas del saber hu-mano la Retórica tie-

ne vocación de visión de con-junto y de coherencia. Lo suyoes abarcar un tema, presentarun ámbito en sus implica-ciones, crear cohesión, ordenarcon lógica, comunicar conéxito y llegar eficazmente atodos los públicos. En esta ca-pacidad abarcadora, la Retó-rica se opone por ejemplo a lagramática y a casi la totalidadde las ramas del saber actuales,obsesionadas con la especiali-zación cada vez más intensa.Por esta razón predican yponen por obra procedi-mientos fundamentalmentedisgregadores y atomistas; pa-rece que veneran la diversidadhaciendo caso omiso de launidad. Tienen los ojos fijosen los detalles y pierden devista la totalidad; ven sólo ár-boles, mientras que la Retóricave el bosque. Nos tiene co-mido el coco el afán de diver-sidad, de variedad, de innova-ción por la innovación entodos los niveles de la vida,también o más concretamente

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en la economía y la empresa.Precisamente por ello hacenfalta modos de pensar en cate-gorías globalizadoras, cohe-sivas, abarcadoras; la Retóricabrinda el instrumental ade-cuado.

Acaso la Retórica no es glo-balizante a través de los con-tenidos concretos que puedaaportar, sino por las capaci-dades que fomenta, por lashabilidades que crea en losque la dominan y practican.La Retórica es, en este sen-tido, instrumental y adaptablea muchas circunstancias di-versas. La prueba es que llevados milenios y medio de viday le quedan muchos por de-lante. Además tiene unavirtud muy apreciada no sóloen el mundo empresarial: lacapacidad de motivar. Desdesus inicios, la Retórica estabapensada como instrumento demover a actuar en diversosámbitos: mover a los jueces yjurados a fallar en un determi-nado sentido, mover a los par-lamentarios a votar una deter-minada propuesta, mover alpúblico en general a asentir odisentir, a obrar o dejar deobrar según determinadas cir-cunstancias.

SOMERA DEFINICIÓNDE LA RETÓRICA

EN EL MARCO de esteartículo solo me limi-taré a dar una breve

introducción en algunos as-pectos fundamentales del lla-mado arte del buen decir. Quevaya por delante que no es artede adornar brillantemente elvacío -como sugiere la opinióncomún-, el arte de no decirnada con floridos rodeos, osimplemente la capacidad dehacer mucho ruido con pocasnueces. Al contrario, la Retó-rica es un potentísimo trans-misor de cuatro valores funda-mentales que, por así decirlo,mantienen el universo enorden y ayudan considerable-mente a comprenderlo; estosvalores son la unidad, laverdad, la bondad y la belleza.Como son aplicables a toda lavida, obviamente, también loson al mundo empresarial, enel que se manifiestan como vi-sión global de los objetivos yresponsabilidades, como trans-parencia y competencia en lasdecisiones, como calidad, rigory claridad de los productos yservicios. Las posibilidades yel alcance de la Retórica no seagotan, por tanto, en el meromanejo del lenguaje comercial,

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publicitario y administrativo,sino que intervienen en la to-talidad de las actuaciones ver-bales y extraverbales de la em-presa. De modo que el arte delbuen decir es el instrumentomás eficaz para el funciona-miento eficiente de la em-presa.

La caracterización másusual de la Retórica es la dearte de la persuasión, o capa-cidad de hablar en público, deexponer coherente y convin-centemente cualquier tipo decomunicación, proyecto eidea.

Evidentemente esta atribu-ción de propiedades es co-rrecta, pero habría que añadirque una definición de esta ín-dole sólo remite a la punta deliceberg; claro que, lo que sepercibe externamente de lapráctica retórica es el uso de lapalabra, la comunicación ver-bal. Sin embargo, además deesta capacidad eminente-mente necesaria para el buenfuncionamiento de la empresae imprescindible para la con-vivencia humana en general, laRetórica fomenta otras activi-dades notablemente más for-mativas. Se trata de opera-ciones y funciones, por así de-cirlo, preverbales, previas a la

propia formulación de las co-municaciones, y que intentaréesbozar brevemente más ade-lante.

Digo actividades prever-bales porque son previas a lapresentación verbal de la co-municación. No obstante, sonlas que posibilitan la presenta-ción y por eso son de sumaimportancia para activar lamovilidad y disciplina intelec-tuales y, a mi juicio, su do-minio es por lo menos tan im-portante y fructífero como elde la presentación del dis-curso. Si es cierto -comosuelen afirmar- que es conve-niente pensarse lo que se pre-tende comunicar antes de de-cirlo o escribirlo, no cabe dudade que una herramienta capazde orientar y perfeccionarnuestras actividades intelec-tuales es muy útil. Ahora bien,tampoco hay que olvidar quetoda actividad intelectual esesencialmente verbal de por sí,pensamos con palabras en lainmensa mayoría de los casos,de modo que también estospasos previos a la formulacióndefinitiva son verbales encierto sentido. Como ve-remos, esto no es un obstáculosino una ayuda en la elabora-ción exitosa de una comunica-ción y desde luego condición

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sine qua non en la formaciónde hábitos intelectuales.

ELABORACIÓN DE LACOMUNICACIÓNVERBAL

EL MÉTODO clásico deelaboración del dis-curso creado por

Quintiliano en el siglo I d.C.sigue todavía vigente en la ac-tualidad. Establece cinco faseso pasos de creciente comple-jidad que sirven de hitos a lahora de preparar la comunica-ción definitiva. Las tres pri-meras fases se ocupan de labúsqueda, ordenación y redac-ción/formulación de la comu-nicación, y las dos restantes sededican más concretamente ala presentación oral del dis-curso. Para facilitar el acceso acada una de las fases he estruc-turado la presentación de ma-nera idéntica en los cincoapartados: empiezo con el co-metido fundamental de la fasecorrespondiente; a continua-ción se contempla brevementeel procedimiento adecuadopara realizarla y, finalmente, seconsideran los efectos secun-darios, por así decirlo, queproduce cada fase.

LA BÚSQUEDA DEMATERIALES

EL COMETIDO funda-mental de esta pri-mera fase es reunir

materiales, informaciones, da-tos que tienen que ver con eltema que se está tratando. Porcierto, esta fase no se ocupa dela búsqueda del tema o asuntomismo, porque suele constarde antemano. Puede ser un pe-dido, una reclamación, la pre-sentación de un nuevo colabo-rador o de un proyecto empre-sarial y las mil necesidades co-municativas que surgen a lolargo del día. Las preguntasque hay que plantearse parafacilitar la búsqueda de mate-rial son, por tanto, ¿qué datose informaciones son relevantespara la comunicación que pre-tendo realizar y para el públicoal que me dirijo? Y la segundapregunta es: ¿dónde encuentroeste material?

En principio, esta búsquedadesembocará en una acumula-ción de informaciones quepuede ser desordenada, inclusopuede contener datos desecha-bles en una selección posterior.Naturalmente, ya se puedenagrupar de antemano los datossiguiendo las necesidades delcomunicador y las funciones

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que pueden desempeñar en lacomunicación definitiva: ¿cuá-les pueden utilizarse para de-terminados públicos? Porqueno es lo mismo exponer unacomunicación ante empleadosque ante el consejo de admi-nistración. Por otro lado, es re-comendable pensar en quédatos pueden resultar apro-piados para la introducción,para la argumentación, para laconclusión, etc. El comuni-cador experto ya irá adqui-riendo mayor destreza y faci-lidad en este campo a lo largode sus experiencias comunica-tivas.

¿Cómo y dónde se encuen-tran los datos necesitados?Todos sabemos que en la ac-tualidad tenemos, casi pade-cemos, un exceso de informa-ción y el mayor trabajo no esbuscar sino seleccionar entrelos miles y miles de datos quese nos ofrecen en enciclope-dias, manuales, libros y revistasespecializados, estadísticas, con-tabilidad, documentos de cual-quier índole y, naturalmente,en Internet. No por último,constituyen una valiosa fuentede información los especia-listas en la materia, los colabo-radores de dentro y fuera de laempresa. También se suele re-alizar cada vez con más fre-

cuencia un brainstorming en elmomento adecuado.

Lo formativo y, por así de-cirlo, un positivo efecto se-cundario que se producirá através de la práctica de estatécnica, es el fomento eficazde la capacidad de concentra-ción y discernimiento: crea elhábito de apoyarse en per-sonas y medios a la hora desolucionar problemas, capacitapara la adjudicación de ideas atemas, así como para agru-parlas según necesidades yfunciones.

LA ORDENACIÓNEFICAZ DE LOSMATERIALES

EL COMETIDO funda-mental de la segundafase de elaboración de

la comunicación verbal, asaber, la ordenación de los ma-teriales, se refiere a la agrupa-ción eficiente de las ideas e in-formaciones encontradas en laprimera fase. Como ya vimosallí, son fácilmente compagi-nables la primera y segundafase, pues casi se solapan labúsqueda y la ordenación, quepuede convertirse en búsquedaordenada.

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Se trata, por tanto, de selec-cionar datos según sus propie-dades y su aplicabilidad en laelaboración del discurso encuestión. Hay que ponderar suadecuada colocación en elconjunto de la comunicación.La decisión elemental es laque se refiere a la disposiciónde los datos al principio, en laparte central o al final de lacomunicación, ya que cada unade estas disposiciones tiene-como veremos enseguida- sufuncionalidad propia y con-viene decir lo apropiado en elsitio apropiado. El principalobjetivo es la adecuada coloca-ción dentro del conjunto de lacomunicación y la ilacióneficaz de los datos y argu-mentos entre sí. ¿Qué posibili-dades de ordenación del con-junto existen? La división de latotalidad depende también dela naturaleza y de la finalidadde la comunicación. Si se pre-tende demostrar las ventajasde un producto y las desven-tajas del de la competencia nocabe duda de que la biparti-ción es la forma más adecuada;así, se pueden enumerar pri-mero los defectos del productode la competencia y, a conti-nuación, destacar las ventajasdel propio.

Pero también se ofrece enotras ocasiones, por ejemploen el caso de entrevistas o en-cuestas, en las que se ha reve-lado eficaz la múltiple biparti-ción que se refleja en pre-guntas y respuestas.

Queda demostrado el altorendimiento de la triparticióndel discurso aplicable a mu-chas finalidades. Esta triparti-ción consta de la introducción(para familiarizar a los oyentescon el asunto que se va a tocary el propósito que se persiguecon la comunicación). Em-palma con la parte central, enla que se presentan los argu-mentos que demuestran elpropósito (la bondad del pro-ducto o del servicio, lo acer-tado del proyecto que se pro-pone, las excelencias de unaempresa, etc.) La comunica-ción cerrará con la terceraparte, el final, que puede serun resumen de lo dicho conanterioridad, siendo, por asídecirlo, una mirada recolectivahacia atrás; pero tambiénpuede ser una conclusión en elsentido de una mirada haciadelante, de un llamamiento ala actuación o por lo menos ala reacción. Naturalmente,también se pueden combinarlas dos finalidades en la terceraparte.

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La ordenación no se refiereexclusivamente a las comuni-caciones de una determinadaextensión, al contrario, haceeficaces también comunica-ciones muy breves, como unacarta o una llamada telefónica,pero también los discursos re-almente extensos, los informesanuales, los proyectos, hastalos artículos de revista o in-cluso libros pueden ordenarsede esta manera. En el fondo, elobjetivo y la finalidad de estafase es organizar la diversidadde los datos acerca de un tema,dándoles una unidad eficaz ypersuasiva.

También esta fase es alta-mente formativa desde elpunto de vista de la creaciónde hábitos intelectuales en lapersona que los practica confrecuencia; no sólo mejoran lascapacidades de la comunica-ción particular, sino que fo-mentan el sentido del orden yla capacidad de abarcar con-juntos, dándoles una cohe-rencia lógica y eficiente.Ayudan también a detectar ydisponer las diversidades parainsertarlas en una unidad o,con otras palabras, entrenan lafacultad de ordenar aspectosdiversos bajo un tema general.

LA FORMULACIÓN DELAS IDEAS HALLADAS YORDENADAS

EL COMETIDO funda-mental de esta fase esla eficaz y persuasiva

formulación de las ideas e in-formaciones encontradas y or-denadas en las dos anteriores.La finalidad es obvia: los re-ceptores deben entender elmensaje y actuar en conse-cuencia.

Salta a la vista que la formu-lación verbal, es decir, el en-cuentro de las palabras justas,de las oraciones y del conjuntoadecuados, es de suma impor-tancia; es así, de esta formaverbalmente formulada, comollega el mensaje a los recep-tores. Es la parte visible y au-dible de la comunicación, en laque se produce finalmente elcontacto entre el emisor y elreceptor y puede surtir efecto.Por tanto, a la hora de laverdad, cuando se trata de ma-nifestar su capacidad persua-siva, sirven de poco las dosfases anteriores, los argu-mentos apropiados y la dispo-sición estratégica, si no setransmiten con destreza y ele-gancia. En esta fase se mani-fiesta también el elemento es-tético de la comunicación

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verbal; el arte del buen decirimplica la capacidad del decirelegante. La elegancia no sola-mente agrada, sino que poseeademás un poder convincente.Es a través de la belleza de laexpresión como se llega al co-razón de los oyentes.

Una de las condiciones im-prescindibles para llevar a cabocon éxito esta fase es evidente-mente el dominio lo más com-pleto posible del idioma, unvocabulario rico y matizado, lacapacidad de configurar ora-ciones adecuadas y elegantes yde formar párrafos con entidady coherencia.

La práctica continua de estafase conlleva también unefecto secundario muy rele-vante, a saber, la capacidad demanifestar las ideas con las pa-labras adecuadas, el don de pa-labra y de negociación, y porconsiguiente, la facilidad deentrar en contacto con cual-quier interlocutor, el poderdecir las cosas como son ocomo deberían ser. La admira-ción que se expresa con la afir-mación “¡bien dicho!” se trans-fiere al que sabe expresarsebien. Como el criterio su-premo de todas las fases de laelaboración retórica es la per-suasión, el que la domina ad-

quiere también capacidad depersuasión, cuya importanciano se puede sobrevalorarnunca y no solamente en laempresa.

Como advertí al principio,hablando de las cinco fases deelaboración, las tres que aca-bamos de ver hasta ahora sonsuficientes en el caso de que lacomunicación sea escrita. Encambio, si es oral, se añadenlos dos pasos siguientes:

LA MEMORIZACIÓN

¿CUÁL ES el cometidoprincipal de esta fase? Esel dominio del discurso

libre, quiero decir, la capacidadde hablar ante un público sinpermanecer pegado al papel, auna versión definitiva redac-tada de antemano. ¿Por qué?Es primordial el contacto vi-sual con los oyentes. Es unaforma de ganarse al receptorque se añade a las buenasideas, su ordenación y su for-mulación persuasivas. Mi-rando al público se capta suinterés y atención y también segana su simpatía. Es un pro-ceso que los informáticosllaman retroalimentación yque se realiza incluso si el pú-blico no responde verbal-mente, una especie de ondas

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subliminares que retornan delos oyentes al hablante. Lamera lectura de un texto es-crito, y más aún si es monó-tona o rápida, o las dos cosas ala vez, puede disminuir nota-blemente la eficacia comunica-tiva y hasta ser contraprodu-cente por ser de difícil segui-miento y en la mayoría de loscasos, producir aburrimiento.

Para evitar malentendidos,no se trata de memorizar lite-ralmente todo un discurso. Lamayoría de los hombres ac-tuales, a no ser que sean actores,no tienen el hábito de memo-rizar, les falta práctica y, portanto, capacidad de retener dememoria textos largos. Lo quesí pueden retener es un es-quema de los aspectos másdestacados del mensaje quepretenden transmitir. Quierodecir, que se puede redactar unguión más o menos detalladosegún las necesidades de cadacomunicación y, sobre esteguión, hablar libremente, porasí decirlo, improvisar sobreun tema. Esto presupone na-turalmente el dominio de lamateria, con otras palabras, unsaber que capacita para re-llenar las lagunas que forzosa-mente deja un guión. Aquí,como en todas las fases, hacefalta mucha práctica para ad-

quirir cierta destreza. Pero hayque tener en cuenta que la in-mensa mayoría de las veces enlas que comunicamos lo ha-cemos de esta forma: tenemosalgunas ideas y objetivos pre-vios que transmitimos a travésdel código verbal, sin tener nila oportunidad ni la necesidadde prepararlo detenidamente.La cuestión es si lo hacemosde manera estratégicamenteordenada o arbitrariamente,con las inevitables deficienciasy torpezas.

No hace falta subrayar laimportancia de la memoria nosólo en los negocios. Somostan poco memoriosos en la ac-tualidad que hasta olvidamosnuestro pasado. De esta forma,el hombre, como ser histórico,se desconecta de su historiapersonal y de la historia en ge-neral porque no cultiva estacapacidad imprescindible deavanzar retrocediendo, que estan insustituible en su que-hacer existencial. No hace faltasubrayar que la memoria tam-poco está demás en la vida em-presarial, y ello no sólo parahablar libremente en determi-nadas ocasiones; la mitad delas batallas en las negocia-ciones se gana recordandodatos y detalles de situaciones,contratos, acuerdos, etc. etc.

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LA PRESENTACIÓNORAL DE LACOMUNICACIÓN

SI LA MEMORIZACIÓN encierto modo ya se refierea la presentación oral de

la comunicación, dado que essu premisa material, la presen-tación oral propiamente dichase refiere a dos aspectos ex-ternos: la pronunciación y laactuación, es decir, la forma enla que el mensaje llega visual yauditivamente a sus recep-tores.

Por tanto, el cometido fun-damental de esta fase consisteen ponderar la forma correctay adecuada de pronunciar laspalabras y oraciones de la co-municación y el comporta-miento durante la presenta-ción. Pronunciación correctaquiere decir en primer lugar,respetar las normas de la foné-tica, saber cómo se pronuncianlas palabras desde el punto devista lingüístico, pero tambiénquiere decir encontrar la arti-culación adecuada al tema y alpúblico, el volumen, la velo-cidad y la entonación apro-piados a las circunstancias.Puede ser tan contraprodu-cente la pronunciación altiso-nante, solemne, en un discursotrivial o ante un público de

menos formación retórica,como la pronunciación descui-dada o negligente en una oca-sión seria o solemne.

El aspecto de la actuación serefiere a varios factores ex-ternos ya no referidos a loverbal sino a los movimientosy al aspecto del propio comu-nicador u orador y de su en-torno, es decir, a la vestimenta,la mímica, los gestos y los des-plazamientos, por un lado, y elespacio, la decoración y losmedios auxiliares de los que sedispone para la presentacióndel discurso, por otro.

Parece una perogrullada,pero pronunicar bien es funda-mental para hacerse entender;moverse con soltura y habi-lidad es imprescindible en lavida cotididana y en la em-presa; vestir adecuadamenteayuda a ganar batallas. Nocabe duda de que la personaque hace un esfuerzo por pro-nunciar bien y por desenvol-verse acertadamente ante unpúblico, durante una comuni-cación verbal, creará tambiénun hábito que impregnará suforma de comportamiento in-cluso fuera de las situacionesexpresamente comunicativas.Si es cierto lo que dice un re-nombrado psicólogo y soció-logo americano, uno no puede

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no comunicar, es decir, aunqueno hablemos, no dejamosnunca de comunicar en el sen-tido amplio de la palabra.Hasta no hablar con una per-sona es, en cierto sentido, co-municarle que uno ha roto lasrelaciones. El hombre disponede muchos códigos para entraren contacto con el prójimo ypara transmitirle informa-ciones.

LA RETÓRICA EN LAEMPRESA

LAS APLICACIONES yefectos de la retóricaen la empresa pueden

dividirse en dos categorías: enprimer lugar, se observan unasaplicaciones directas y prác-ticas que se manifiestan en lasmúltiples comunicaciones ver-bales que se producen conti-nuamente en cada empresa y,en segundo lugar, unas conse-cuencias indirectas que reper-cuten en la mejora del rendi-miento y de la eficacia de loscolaboradores y, por tanto, dela empresa en su conjunto.Veamos, a modo de muestra,algunas de las comunicacionesverbales que pueden produ-cirse en la empresa:

LAS APLICACIONESDIRECTAS YPRÁCTICAS

1.1. LOS GÉNEROS DECOMUNICACIÓN VERBAL ENLA EMPRESA

Por género de comunicaciónentiendo las formas preesta-blecidas, de uso repetido, enlas que pueden verterse las co-municaciones; es decir, son losmoldes con características in-variables a las que se añadenen cada uso y circunstancia al-gunas variantes.

Seguramente me quedarécorto con la lista de géneros decomunicación verbal típica-mente empresariales que seenumera a continuación, tam-poco se trata de buscar la ex-haustividad, sino de mostraren qué ámbitos empresarialespuede incidir la retórica comoinstrumental de la comunica-ción verbal.1.2. LAS COMUNICACIONESORALES Y ESCRITAS

En primer lugar cabe distin-guir entre dos formas de co-municación según su modo detransmisión, quiero decir,entre los géneros orales y losescritos. Ello no impide -comoveremos- que pueda haber gé-

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neros practicables en los dosmodos.1.3. BREVE OJEADA SOBREALGUNOS GÉNEROS ORALES

He aquí unos géneros oralesfrecuentes en cualquier em-presa: no hay que olvidar quecualquier diálogo entre los co-laboradores constituye una co-municación verbal; evidente-mente son más empresarialesen sentido estricto las que serefieren a asuntos propios de laempresa. Todo lo referido acompras, fabricación, servi-cios, ventas, contabilidad, etc.de una manera u otra se lleva acabo verbalmente, y en la ma-yoría de los casos de modooral. No hace falta mucha fan-tasía para imaginarse que unasólida formación retóricapuede aumentar considerable-mente el rigor y la eficacia deestas comunicaciones, evi-tando malentendidos, demorasy errores. La cultura del diá-logo no sólo es un bien en eltrato humano en general, sinoque es de suma importanciapara el desarrollo competentede los quehaceres de las em-presas e instituciones.

Las mismas observacionesse pueden aplicar a las lla-madas telefónicas, sólo queaquí se añade el factor de los

costes de las llamadas. Sepierden a diario miles de pe-setas a causa de llamadas tele-fónicas ineficaces, es decir, nopreparadas y no estructuradascon anterioridad según crite-rios retóricos.

La presentación de nuevosproductos o proyectos puededesembocar en un fracaso, si lacorrespondiente comunicaciónverbal no se lleva a cabo con elsuficiente rigor en la elabora-ción. Aquí también la retóricapuede echar una mano pode-rosa, acompañada por otrasherramientas auxiliares. Ob-viamente este género puederealizarse igualmente de formaescrita.

La presentación de unnuevo colaborador y tambiénlas entrevistas de trabajo o losinformes de cualquier índoledependen en gran parte de laestructuración adecuada de lacomunicación verbal que lastransmite. Aquí, como entodos los demás génerosorales, se podrán aplicar lascinco fases de la elaboraciónretórica, que permitirán llevara cabo exitosamente los pro-pósitos comunicativos.

No hace falta insistir en elhecho de que una comunica-ción más extensa, como por

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ejemplo una conferencia, no sepuede realizar adecuadamentesin la debida aplicación de lospreceptos retóricos a los quealudimos en el apartado ante-rior. Cuanto más extensa esuna comunicación, tanto másimprescindible se hace unaelaboración minuciosa y rigu-rosa, pues sólo ella garantiza eléxito persuasivo.1.4. BREVE OJEADA SOBREALGUNOS GÉNEROSESCRITOS

No existe ninguna empresa-y todavía más si es de granenvergadura- que no tenga lanecesidad de elaborar ymandar cientos o miles decartas al año. Es evidente quela carta mal hecha no sólopuede retrasar y entorpecer eldesarrollo de la actividad co-mercial que acompaña, sinollevar también a malenten-didos y confusiones y, final-mente, dañar notablemente laimagen de la empresa. Esto nosignifica que las cartas debanser obras de arte, pero sí elabo-radas y escritas conscienzuda-mente teniendo en cuenta losrequisitos exigidos por el artedel buen decir.

Las mismas recomenda-ciones se pueden aplicar al faxy al correo electrónico ya que

en el fondo son cartas, aunquesu soporte o forma de trans-misión sea distinto.

Un capítulo aparte consti-tuyen las instrucciones de uso.En algunos casos parece queestán hechas más para con-fundir que para instruir alusuario, en otros uno tiene laimpresión de que pretendentomarle el pelo. De todas ma-neras, con frecuencia se echade menos la debida elabora-ción. Y no hace falta insistir enlas consecuencias nefastas delasunto. Las instrucciones deuso no sólo deberían servirpara enseñar la correcta yeficaz utilización de un pro-ducto, sino que también debe-rían ser una especie de escapa-rate de la empresa que lo fa-brica. El usuario que se dis-gusta con las instrucciones deuso se disgustará también conla empresa.

Entre los géneros escritosmás extensos se hallan los in-formes y balances. Su minu-ciosa preparación, según crite-rios retóricos, ofrece herra-mientas para su eficaz realiza-ción.

Actualmente no hay em-presa que pueda prescindir dela publicidad. Es evidente-mente un fenómeno mucho

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más complejo que los génerosque acabamos de reseñar so-meramente. En la mayoría delos casos, la empresa confía laconfección de anuncios publi-citarios a casas especializadas,limitando su papel a decidir siacepta una u otra propuesta.Sin embargo, no deberíaperder de vista que también lapublicidad tiene que ver con laretórica como estrategia depersuasión, aunque los anun-cios no suelen ser exclusiva-mente verbales. Aún así, mu-chos criterios de las cinco fasesde elaboración de la comuni-cación también son aplicablesa la publicidad, y conviene te-nerlos presentes a la hora dejuzgar su eficacia.

LOS EFECTOSINDIRECTOS DEMEJORA DERENDIMIENTO QUEAPORTA LA RETÓRICAEN LA EMPRESA

ESTAS DISTINCIONESson un tanto artifi-ciales y muy difíciles

de separar en la realidad em-presarial, sin embargo, lashago para que se puedan con-templar más de cerca losefectos que produce la forma-ción retórica. Evidentemente,

hay que tener presente que laRetórica no es la panacea, nosoluciona todos los problemasempresariales ella sola: quierodecir que no hace superfluoslos demás esfuerzos y conoci-mientos de gestión de em-presa, pero sí ayuda y facilitaenormemente la labor empre-sarial, precisamente porque selleva a cabo en gran parte através o con ayuda de comuni-caciones verbales.

PARA EL INDIVIDUO ENLA EMPRESA

CONSIDERO QUE elefecto indirecto másimportante, aunque

no sea inmediatamente visible,es la contribución que la Retó-rica aporta a la formación lin-güística e intelectual de los co-laboradores. Y es que la Retó-rica no solamente es el arte delbuen decir, sino también elarte del buen pensar. Quierodecir que la constante aplica-ción, sobre todo de las tres pri-meras fases de elaboración deldiscurso que vimos al prin-cipio, acabará creando un há-bito muy sano, que es el desaber seleccionar las ideas ade-cuadas, el de ordenarlas y for-mularlas. ¿Qué otra cosa es

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pensar que seguir estos trespasos?

Pero es más, estas tres fases,sobre todo la segunda, formantambién el sentido del orden,de la coherencia y la capacidadorganizativa, y no cabe dudade que son cualidades muyapreciadas no sólo en los eje-cutivos de una empresa sino entodos sus colaboradores. LaRetórica ayuda a localizar pro-blemas, a clasificarlos y articu-larlos y, con ello, facilita su so-lución.

Y cómo no, la Retóricaayuda a “llegar” dentro y fuerade la empresa. Esto se con-sigue por dos vías complemen-tarias: mediante la palabra y lacreación de la imagen delnuevo empresario y colabo-rador. Der Spiegel lo caracte-riza diciendo que el nuevo em-presario es innovador sin agre-sividad, se impone y, sin em-bargo, es socialmente compe-tente, siempre fiable y a la vezdispuesto a arriesgarse. Sobretodo es flexible, capaz deadaptarse a nuevas circunstan-cias, cualidad que se suele de-signar en la jerga empresarialcon el anglicismo change-ma-nagement. No hace falta in-sistir en el hecho de que todoello se consigue más fácil-

mente a través de los hábitosretóricos.

PARA LA “COMUNIDADEMPRESARIAL”

CON EL TÉRMINO “co-munidad empresarial”quiero designar la co-

herencia personal que deberíaexistir en una empresa, el flujocontinuo de informacionesimprescindible para el buenfuncionamiento y, finalmente,el sentido de solidaridad quecohesiona a los colaboradores.

Salta a la vista que unamejor y más eficiente comuni-cación entre colaboradores ysu entorno tiene como conse-cuencia inmediata la disminu-ción de malentendidos yerrores, la transmisión más efi-ciente de informaciones; deeste modo se evita lo que en ellenguaje informático se de-signa como “ruidos”, es decir,obstáculos que impiden que elmensaje llegue y se comprendade la misma forma y maneraen la que ha sido emitido.Como primera consecuencia,esta práctica de la comunica-ción eficiente conlleva unahorro de tiempo. Pero la co-municación más hábil y másconcreta crea además un climade entendimiento mutuo que

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contribuye a evitar las crispa-ciones y los roces. ¡Hablandose entiende la gente!

Es precisamente la creaciónde comunidad y de espíritu deequipo la que garantiza elmejor funcionamiento y rendi-miento, un mejor clima de tra-bajo en la empresa. Siemens ca-racteriza la nueva filosofía deempresa así: “La colaboraciónen la empresa se distingue porla confianza, la integridad per-sonal, el respeto mutuo y lacomunicación abierta”. Es in-cuestionable que esto contri-buye a evitar el aislamientoentre miembros de distintasjerarquías y entre los de arribay los de abajo.

Después de la derrota elec-toral del año pasado, uno delos reproches que se hicieronal antiguo canciller de la Re-pública Federal, H. Kohl, fueel hecho de haberse aislado enla cúpula del partido y del go-bierno y haber perdido el con-tacto con la base.

El espíritu de comunidad yde solidaridad hace surgir unaespecie de “familia de la em-presa”. En este orden de ideases curioso observar que lossindicatos han sido capaces decrear este espíritu de solida-ridad y consenso y, en cambio,

los empresarios todavía tienenque luchar contra el cliché delempresario explotador y extor-sionador del siglo XIX.¿Quién ha tenido las mejorescapacidades retóricas?

Además, no hay forma máseficaz de convencer, mover ymotivar al hombre que a travésdel hábil uso de la palabra ydel argumento persuasivo. Yesto no significa necesaria-mente manipulación en el malsentido de la palabra. Clari-ficar una situación, explicarconvincentemente un pro-yecto, arrastrar a las personas aque se entusiasmen por unproyecto no implica engaño oembaucamiento.

Muy unido a este efecto vael aumento de la capacidad desolucionar problemas, y nosólo los empresariales, sinotambién los personales, hechoque finalmente revierte sobreel rendimiento del colabo-rador. El hecho de conocer suscapacidades y saber articularlascrea un sentimiento más asen-tado del valor propio, anima aasumir responsabilidades.

Saber descubrir sus capaci-dades significa también saberarticular problemas y con-flictos. Conocer y formular losproblemas es la condición más

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importante para evitar la con-flictividad o solucionarla másrápida y eficazmente, porqueno sin razón se afirma que“hablando se entiende lagente”.

PARA LA EMPRESA ENSU ENTORNO

POR ÚLTIMO quisierarozar muy somera-mente la eficacia de la

Retórica en la creación y laconservación de la imagen dela empresa. No se debe pasarpor alto el hecho de que, apesar de que pueda parecer pa-radójico, la imagen de la em-presa se crea predominante-mente a través de la palabra.La presentación de la empresapuede llevarse a cabo con laayuda de imágenes y pro-ductos pero, en el fondo, loque convence serán siempre laspalabras que las acompañan.

Hasta la publicidad no sóloayuda a vender, sino también aformar y consolidar la imagende la empresa. Es más, lamejor consideración, la mejorimagen de la empresa no sólocontribuye a una mayor consi-deración en el gran público,sino también en el mundo em-presarial y político, es decir, seproducen unos efectos de si-

nergia que aumentan el pres-tigio de la empresa.

Ya es hora de que acabenestas consideraciones. Esperoque hayan sido suficientes parahacer ver que, en el fondo,nada funciona sin comunica-ción verbal, ni en la empresa,ni en ninguna parte de la vidaprivada o de la sociedad.

¿QUÉ HACER?

LA PRIMERA condiciónpara subsanar defi-ciencias -y no sólo las

comunicativas y retóricas- enla empresa y en la vida en ge-neral es darse cuenta de queexisten. Luego se puedenbuscar los remedios. Supo-niendo que la dirección, o al-gunos o todos los colabora-dores se percaten de queexisten carencias retóricas enla empresa, de que ciertos em-pleados acusan graves defi-ciencias lingüísticas y comuni-cativas, porque ya la educaciónbásica y secundaria actual noson muy aptas para fomentarla capacidad comunicativa ydiscursiva, entonces, es hora deponer cartas en el asunto através de esfuerzos continuos,mediante cursillos de retóricaen general y/o sobre aspectosespecíficos.

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Lo cierto es que determi-nados ejercicios de entrena-miento elementales se pue-den hacer en cualquier mo-mento, tanto en la teoríacomo en la práctica, inten-tando hablar correcta y efi-cazmente, comunicando cons-cientemente, cultivando unaactitud autocrítica en el sen-tido de no considerarse unorador brillante nato y de fi-jarse en las habilidades y losdefectos comunicativos de losdemás.

Sobre todo es aconsejabletener presente que “hablandose entiende la gente”, como seha venido apuntando y repi-tiendo a lo largo de este artí-culo, es decir, que sólo comu-nicando, y comunicando bien,se puede aspirar a que fun-cione la convivencia en la viday la colaboración en la em-presa. Hay que confiar en lapalabra y aprender a usarla o,lo que será el caso más fre-cuente, perfeccionar constan-temente las capacidades retó-ricas que ya se posean.

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NO DEBE TENERSEuna concepción de-masiado laudatoria

de la filosofía, dado que la filo-sofía no sirve para todo: no vaser el remedio de las carenciaseconómicas, de las deficienciassociales, o de las precariedadesantropológicas. Además, espreciso hacer una distinciónentre la filosofía y las filoso-fías, en su sentido, éstas úl-timas, de sistemas filosóficos. Sila filosofía es un indudable be-neficio para la humanidad, no

lo son, en cambio, todas las fi-losofías, entendidas como pro-ductos teóricos del hombreque se erigen a veces en saberinapelable y absoluto. En estesentido, la filosofía no consti-tuye siempre para la Huma-nidad un beneficio neto sinmezcla de perjuicios, loscuales, por otra parte, frecuen-temente se revisten con ciertaapariencia de beneficio. Enesta exposición, por tanto, ha-blaré de la filosofía, no de lasfilosofías.

LA FILOSOFÍA EN LA

FORMACIÓN DEL

DIRECTIVO

ALEJANDRO LLANO*

La filosofía, al contrario que las filosofías, es un saber radical que desarrollaen el hombre el sentido de profundidad, de originalidad y de creatividad. Esun saber sintético que resume otros conocimientos inconexos. La filosofía des-pierta en el ser humano la querencia por el valor de la realidad, algo que todoempresario necesita, junto con la profundidad, la capacidad de síntesis y la vi-sión panorámica.

Palabras clave: filosofía, sabiduría, síntesis, empresario.

* Alejandro Llano es Catedrático de Metafísica en la Universidad de Navarra.

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La filosofía no es, evidente-mente, un conocimiento o unaciencia ya dada, sino sólo unatendencia, una disposición in-nata del hombre. De hecho,así empieza uno de los grandeslibros de la filosofía occi-dental, la Metafísica de Aristó-teles: todos los hombres tienenpor naturaleza el deseo desaber. No es que sepamos, sinoque deseamos saber, siendo lafilosofía, más que el sabermismo, ese deseo de saber.Lejos de ser, por tanto, unacopio seguro de conoci-mientos enciclopédicos, la fi-losofía se presenta como undeseo o tensión que tiene másde intento que de logro: el fi-lósofo trata de llegar a conocermejor la realidad, aunque dehecho no lo conozca todo deella. Por tal motivo, más quesabiduría, la filosofía es amor ala sabiduría: hija de Poros —dela abundancia— y de Penia—de la escasez—, según semuestra clásicamente. Es,además, una actividad humanaque se reconoce de entradacomo fracasada, porque el ob-jetivo —la sabiduría comosaber completo, e incluso paraalgunos absoluto (tal es el casode Hegel, por ejemplo)— esmuy alto, mientras que los re-cursos del que lo pretende son

escasos y torpes, en liza desi-gual. Pero, paradójicamente,este fracaso repercute óptima-mente en el hombre, perfec-cionándolo y vigorizándolo ensu afán por llegar a ser lo quees, según la conocida sentenciade Píndaro, puesto que elhombre mismo es proyecto. Lafilosofía, pues, es el saber máspropiamente humano.

Es ésta una repercusión quellega a las entrañas de la per-sona, hasta sus tuétanos, en-carnándose en ella. La filo-sofía, a diferencia de otrasciencias, y a semejanza con al-gunas artes, afecta a la vidapersonal brotando genuina-mente de su interior. Pruebade ello es que del pensamientofilosófico de una persona po-demos inferir la calidad de supropia vida. Esto no puedeafirmarse en sentido estrictodel conocimiento matemáticoo físico, por ejemplo, puestoque ambos precisan una mayorasepsia respecto de las condi-ciones vitales particulares. Lafilosofía, a pesar de ser el co-nocimiento que pretende lamáxima objetividad, brota delfondo último de la persona, yen ella repercute de la maneramás íntima y entrañable. Ana-licemos, por tanto, en qué as-pectos de la persona influye y

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qué repercusión tiene, a su vez,en la acción directiva del em-presario.

Podemos afirmar que la fi-losofía es una tendencia al saberradical, sintético y plenario delser en cuanto ser.

1.TENDENCIA AL SABER

LA TENDENCIA haciaalgo valioso y arduoenrecia los nervios del

alma con el rasgo caracterís-tico de quien emprende ac-ciones para lograr objetivos di-fíciles. Si en algo se parecen laactividad empresarial y la filo-sófica es que en las dos sepuede afirmar que se sufre. Elestudio de la filosofía, queapunta a la meta más alta quepuede pretender el ser hu-mano, resulta valioso para elhombre con independencia desus logros. Si no desfallece a lolargo de sus relativos o par-ciales fracasos, el ejercicio deesta tendencia al saber ple-nario se deposita en el carácterde la persona bajo la inapre-ciable forma de tenacidad oaptitud adquirida para el es-fuerzo, brío o temple de ánimoprolongado. Esta aptitud, asi-mismo, resultará válida para laconsecución posterior de cual-quier otro objetivo, verdadera-

mente pretendido y verdadera-mente alto, como es el caso dela acción empresarial en símisma considerada. El propiocultivo de esa tendencia ya esformativo, ya es interesante deun modo radical, acompa-sando, a su vez, al ser mismodel hombre, en sí mismo ten-dencial.

2. SABER RADICAL

COMO PRETENSIÓN desaber radical, la filo-sofía influye en el

hombre desarrollando en éluna cualidad que si es genéri-camente importante en todoser humano, resulta imprescin-dible en el director de organi-zaciones. La filosofía, y conella el que filosofa, lucha porllegar a la raíz, al fondo mismode las cosas. La pregunta porcualquier realidad, por insigni-ficante que pueda parecer, lelleva a plantearse la cuestiónmás profunda, la cuestión porel ser, por la esencia de lascosas. De esta suerte, la filo-sofía genera, en la mujer o enel varón, planteamientos vi-tales originales que exigen res-puestas creativas respecto a lapropia existencia. Paradójica-mente, muchos hombres deacción tienen un cierto temor

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reverencial y una docilidad casienfermiza hacia los libros. Unaactitud propiamente filosófica,al contrario, nos haría dirigirpreguntas a los libros, asícomo plantear cuestionesnuevas sobre las circunstanciasordinarias, rutinarias incluso,de la vida, como acerca delsentido de nuestro trabajo decada día, por ejemplo.

Lejos de abarrotarse de co-nocimientos ajenos, el hombrede acción directiva debe ha-cerlos propios, integrarlos, yesto no lo logrará si no brotade él el sentido primigenio delorigen, el instinto del origen.Tal instinto le conduce a unaincesante búsqueda del ca-rácter original u originario detodo saber, aquello que está ensu principio o en su fuente ge-nuina. Esto es algo que la filo-sofía contribuye a aportar a lasgentes que la cultivan y a losempresarios de una maneramuy especial. La originalidades quizá la cualidad más propiade la acción directiva, como elnacedero de todas las demásactividades empresariales: ellíder es el que va delante, elque abre camino, marcandouna senda que los demás pro-siguen.

La filosofía nos pone encontacto con la forma más vá-lida de la originalidad. Noconsiste ésta en pensar o ac-tuar de un modo que se dis-tingue del de los demás, ni aúnpara buscar la sorpresa o laventaja sobre competidores ru-tinarios. El original es aquélque sabe darse cuenta de si lasacciones y actitudes habitualesresponden a la mera rutina o,más bien, responden a la ver-dadera naturaleza de las cosas.Es original quien rastrea yquiere conocer el origen, elpunto de arranque que tieneen sus pensamientos o entresus manos; quien se remonta alos principios últimos y pri-meros de las más variadascuestiones, repensadas perso-nalmente desde esos princi-pios; quien no se contenta conlas respuestas dadas sino queformula las más iniciales pre-guntas. Esta manera propia-mente filosófica de enfrentarsecon la realidad es la que hacecreativa a una persona: notanto la imaginación cuanto elpenetrar en la realidad de lascosas. No es creador sólo elque hace lo que otros no hi-cieron, sino quien es capaz dehacerlo de una manera per-sonal, aunque lo hayan hechomuchos otros. Así, las tradi-

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ciones, los procedimientos, losmodos usuales, pueden ser ori-ginales y creativos, como sinunca antes se hubieranhecho, porque no se han reci-bido en préstamo de otros,sino que se han originado en laentraña de la propia persona.Una buena parte de los erroresempresariales derivan de nohaberse planteado las cues-tiones con originalidad, con laprofundidad necesaria paraentender la materia o el des-tino de la propia acción. Y estono sólo en cuestiones trascen-dentales, sino sobre todo enasuntos triviales, con los quetiene que ver fundamental-mente nuestra vida a cadapaso.

Un filósofo y empresario,Carlos Llano, sorprendió a losconsejeros de una empresa fa-bricante de toallas que estu-diaba, en prolongada sesión,las causas del descenso deventas de sus productos, apesar de la calidad objetiva queofrecía en contraste con lacompetencia. Este hombre ad-virtió claramente que aquellastoallas no estaban orientadasprimordialmente al fin de todatoalla, que es el secar. Llano secolocó en un punto de vistadistinto: pensó con origina-lidad. Tras remontarse al

origen, los consejeros de laempresa coincidieron con él enque los usuarios de aquellastoallas no las compraban parasu fin propio, sino más biencomo un elemento decorativode cuartos de baño no desti-nados directamente al uso fa-miliar.

3. SABER SINTÉTICO

ADEMÁS DE RADICAL,la filosofía pretendeser un saber sintético.

Frente a la necesidad actual dela especialización, tan enfáti-camente proclamada, la filo-sofía subraya la necesidad de lasíntesis. De ahí la falsedad enque se incurre cuando se diceque el filósofo es poco prác-tico. En realidad, lo que es, espoco especializado. Los serestotalmente especializados ensus funciones son los animales.El hombre, sin embargo, es encierto modo indeterminado,como muestra en la inespecia-lización de sus manos. Elpropio Aristóteles decía que elhombre es, en cierta medida,todas las cosas, haciéndose conellas a través del entendi-miento y de la voluntad, delconocimiento objetivo y delquerer. Por eso, aunque la es-pecialización resulte necesaria,

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parece que va contra su pecu-liar naturaleza.

La síntesis es absolutamentenecesaria en el quehacer prác-tico humano, más aún que laespecialización. Ninguna deci-sión práctica humana puedetomarse bajo la óptica de unasola ciencia y atendiendo sóloa ella. Quien toma una deci-sión lo hace desde un punto devista sintético, compositivo, yno desde el campo propio deuna especialidad determinada.Pero es preciso señalar que elhombre sintético no es aquélque tiene un mayor conoci-miento de la suma de factoresposibles, sino el que tiene lavisión del conjunto, aunque, enrealidad, sepa muy poco de eseasunto, sólo lo relevante. La fi-losofía no es un conocimientode especialista, sino que su mi-sión, como la de quien decideen la acción práctica —la prác-tica siempre es síntesis—, con-siste en entrelazar, interrela-cionar los diversos saberes hu-manos, reduciéndolos a unavisión sintética que no prive devalor a los conocimientos es-pecíficos, que también enri-quecen el saber del hombre.Esta valiosa capacidad de sín-tesis, que la filosofía fomenta ydesarrolla, se hace todavía másurgente y necesaria para el

hombre de nuestro tiempo,cuando los programas educa-tivos, por fuerzas exógenas a lapedagogía misma, encarrilancada vez más hacia técnicas es-pecializadas o conocimientosrestringidos con el pretexto deuna supuesta profesionalidad.Cuanto más sucede así, cuantamás visión angosta tiene lagente que sale de las escuelas yde las universidades, más ne-cesidad hay de personas concapacidad de síntesis. Dehecho, los problemas reales nosuelen ser de tipo profesional,sino que son complejos: a me-nudo no se sabe a qué profe-sión corresponde realmente undeterminado problema. Frentea la presunta profesionalidad,conviene saber que quien ca-rece de habilidad de síntesisjamás podrá dirigir a un grupoo colectivo de personas de di-versa procedencia profesional,de diversa procedencia culturaly con diferentes intereses par-ticulares. Sin esa habilidad, esimposible dirigir a un grupoheterogéneo hacia un fin ver-daderamente común, principalobjetivo de la acción directiva,de la habilidad de gobierno ydel liderazgo. Con esto no sequiere afirmar que la auténticadestreza de síntesis sólo se ad-quiera mediante el saber filo-

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sófico, si bien es cierto que talsaber desarrolla en nosotros talcualidad, hasta el punto de quesi su estudio lo realiza una per-sona con el carácter adecuado,trae consigo una importanteconsecuencia vital, una actitudsintética de cara a los más he-terogéneos saberes humanos.

4. SABER PLENARIO

ALA PAR QUE a los ele-mentos anteriores, lafilosofía tiende a un

saber que integre los diversosconocimientos y temáticas hu-manas en una perspectivaglobal y universal; se trata deun saber plenario que sitúa a lapersona abierta ante el granhorizonte del conocimiento,con capacidad, por tanto, decolocar las diversas disciplinasen el correspondiente ámbitode la realidad (decían por ellolos clásicos que “sapientis estordinare”, o sea, que el ordenares propio del sabio). Un saberplenario, por otro lado, que nose contenta con solucionessencillas, con remedios ca-seros, de cara a dar solución aproblemas que sólo aparente-mente son parciales y domés-ticos. Entiéndase bien que lafilosofía no ofrece esta aper-tura del diafragma visual, esta

visión panorámica, para solu-cionar los problemas que cadacampo de estudio presenta,sino al contrario, para enten-derlos mejor en su misma con-dición de problemas.

Como se señaló al principio,al preguntar de una maneraradical, la filosofía no contestamás fácilmente, sino conmayor profundidad, con unavisión más universal. En úl-timo término, antes que solu-ciones fáciles y provisionales,lo que la filosofía ofrece alhombre son posibilidades deorientación en la maraña de suignorancia. No le regala, afor-tunadamente, una lista de so-luciones, que casi siempre re-clamamos de una maneraequivocada, sino algo muchomás valioso que una compila-ción de recetas: la actitud vitalde quien, como dice el poetacontemporáneo, “mira losclaros ojos abiertos, señas le-janas, y escucha orillas delgran silencio”. El ignorante noes quien tiene problemas, sinoquien cree equivocadamenteno tenerlos y que únicamentelos tienen los demás, inclusodentro de la misma empresa.

La tendencia al saber ple-nario, frustrada por naturaleza,deja en medio de su frustra-

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ción un importante poso en lapersona que se empeña enproseguir con denuedo tal ten-dencia: adquiere un sentido deorientación frente a la enre-dada problemática de la vida.Se dota a sí misma de unaconsistencia de criterio parapoder discernir con amplitud,con visión panorámica, quépostura adoptará ante los abi-garrados y cambiantes escena-rios de la existencia. Dichapersona logra situarse dentrode esos escenarios y, final-mente, adquiere la claridad deideas que proviene de ensan-char los estrechos caminos yatrazados, abriéndose a un ho-rizonte en donde todo se en-cuentra aún por hacer.

5. SER EN CUANTO SER

APARTE DE SER objetode la metafísica, elser en cuanto ser es,

en este caso, el objeto correla-tivo a un saber verdadera-mente radical, dado que el seres la fuente y raíz de toda rea-lidad. Es por ello el tema quecorresponde a una genuinasíntesis, porque en el ser se ad-quiere la unidad sintética: nouna generalidad igualatoria,sino la universalidad. Final-mente, es la materia propia del

saber universal, porque sólo enel ser la realidad parcial ad-quiere la unidad universal quele corresponde a un saber ple-nario.

Pero, además, el ser encuanto ser significa algo supe-rior y distinto que debe subra-yarse especialmente hoy. Seren cuanto ser significa la rela-ción del ser consigo mismo, su in-terna consistencia y persis-tencia, eso que Zubiri llama elde-suyo de las cosas, que no de-pende de lo que nosotros pen-semos de ellas o hagamos conellas, sino de su estructura in-terna. Significa su indepen-dencia, su carácter en ciertomodo absoluto respecto a mí.El estudio del ser en cuantoser me remite, por tanto, a loque la realidad es radical-mente, sintéticamente, plena-riamente antes de su relaciónconmigo, antes de que a mí seme manifieste. Esta filía por elser en cuanto ser, repercute enel hombre con un fruto óp-timo, con una pasión subjetivapor la objetividad, por el valorde la realidad, acompañada decautela ante toda opinión sub-jetiva, no porque sea mía, sinoporque tal vez no sea real.

A este respecto, se puedenadvertir dos exigencias aparen-

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temente contrapuestas: la exi-gencia de objetividad (de suyofría) y la de compromiso (que semuestra en entusiasmo), quecorresponden, en el primercaso, al diagnóstico, y en el se-gundo, a la estrategia. Para rea-lizar una estrategia, hay quever qué es lo que uno pre-tende, plantearse objetivos quea veces superen los propios re-cursos. Si uno se propone fina-lidades a la altura exacta oadecuada de sus recursos,nunca avanza: siempre tieneque pedir algo más (lo que po-dría llamarse estirabilidad). Elerror más habitual suele con-sistir en pensar con el corazóny querer con la cabeza. Eldiagnóstico requiere ver elpresente de forma desapasio-nada y neutra, mientras que laestrategia es un mirar al futurointeresado y apetente. No sedebe comenzar por la estra-tegia, lo cual es propio del ide-alista utópico, si bien tampocose debe concluir con el diag-nóstico, postura en la que in-curre el idealismo conservador.Hay en nuestra cultura, comodecía Antonio Machado, un

indudable predominio delmirar pragmático sobre el verteorético: “ojos que a la luz seabrieron / un día para después/ ciegos volver a la tierra /hartos de mirar sin ver”.

La filosofía, frente a las filo-sofías, es un saber radical quedesarrolla en nosotros el sen-tido de profundidad, de origi-nalidad y de creatividad. Es unsaber sintético, ya que de al-guna manera sintetiza nues-tros otros conocimientos inco-nexos, orientándonos en la ba-bélica confusión de los sabereshumanos. La filosofía inscribecada una de nuestras cues-tiones vitales (el empresario,por oficio, debe plantearsemuchas) dentro de un pano-rama de universalidad. La filo-sofía, en fin, despierta en no-sotros la querencia por el valorde la realidad, que es la notacaracterística del ser humano,y que el empresario necesitajunto a la profundidad, la ca-pacidad de síntesis y la visiónpanorámica. Pero no ya sólopara ser un buen empresario,sino para ser, fundamental-mente, persona.

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ARTÍCULOS

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INTRODUCCIÓN

“LA ECONOMÍA es laúnica ciencia en laque dos investiga-

dores pueden ganar el PremioNobel diciendo exactamentelo contrario”. Esta afirmaciónsobre los economistas, queforma parte de un amplio ca-tálogo de chistes y comenta-rios sarcásticos -por lo demáshabituales en cualquier profe-sión-, refleja una de las dificul-

tades fundamentales a la horade informar sobre aconteci-mientos económicos con elnecesario rigor, haciendo usode los avances de las cienciaseconómicas.

La Economía no es unaciencia exacta, tampoco perte-nece al ámbito de las cienciasnaturales, sino que planteamuchos de los problemas pro-pios de las ciencias sociales.Pero a la vez, probablementees una de las ciencias sociales

EL DESENCUENTRO

ENTRE PERIODISMO Y

ECONOMÍA

ANGEL ARRESE*La comprensión de los acontecimientos económicos tiene creciente impor-

tancia en la sociedad actual, por lo que cabe esperar que los medios de comuni-cación jueguen un papel fundamental en ese proceso. Sin embargo, conforme laEconomía como ciencia se ha ido haciendo más sólida y compleja, y los mediosde comunicación han pasado a ser masivos, se han ido levantado una serie debarreras entre los profesionales que la investigan y quienes tienen la funciónde informar sobre la actualidad económica. Esas barreras se concretan en eldesencuentro entre ambas profesiones, un desencuentro que se debe superar si,como parece, es un bien deseable la mejora de la cultura económica del ciuda-dano.

Palabras clave: Periodismo, Economía, ciencia, cultura económica.

* Angel Arrese es Director del Departamento de Empresa Informativa en la Facultad de Comu-nicación de la Universidad de Navarra.

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que más se ha desarrolladodesde el punto de vista teóricoy metodológico, que más se haacercado al supuesto ideal deuna ciencia pura, con unos ni-veles de complejidad formal,apoyada en las cienciasexactas, preocupantes para al-gunos y loables para otros.Como resultado de esta espe-cial naturaleza, la ciencia eco-nómica se construye sobre unbuen número de principiosfundamentales, sólidamenteestablecidos desde el punto devista científico, cuyo conoci-miento es indispensable paracomprender muchos de los fe-nómenos que acontecen en lasociedad. Pero al mismotiempo, tampoco de forma nomuy distinta a lo que sucedeen otros ámbitos científicos,existen muchas áreas de dis-crepancia abiertas a la discu-sión y el debate, tanto acadé-mico como informativo.

Por otra parte, lo econó-mico, ya no desde el punto devista científico sino como con-junto de acontecimientos deinterés público, ha pasado aocupar un lugar central en laspreocupaciones de los ciuda-danos, en la vida política y, engeneral, en el desarrollo decualquier sociedad moderna.Los medios de comunicación,

como reflejo de esa realidad,dedican cada vez más atencióna la actualidad económica, loque ha permitido que se con-solide, dentro de las especiali-zaciones periodísticas, la delperiodismo económico1. Sinembargo, al menos entre losespecialistas en comunicaciónde masas, no parece conside-rarse que la información eco-nómica forme parte de la de-nominada divulgación cientí-fica. Su naturaleza está máscercana a la de la informaciónpolítica, social, cultural y de-portiva, que a lo que estricta-mente se denomina perio-dismo científico2.

Ante esta situación -la deuna ciencia social con un altogrado de formalización cientí-fica, y la de un periodismo quedebería contemplar el desa-rrollo de esa ciencia pero queno encaja bien en la categoríade periodismo científico- escomprensible que tenga espe-cial interés ocuparse de losproblemas que plantea la co-municación en torno a temaseconómicos -entendidos ensentido genérico- a través delos medios informativos3. Enesa comunicación surgen,quizá de forma más extrema-aunque a veces ni siquiera sesea consciente-, los retos pro-

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pios de cualquier proceso dedivulgación científica4. Y entreellos cabe destacar los deri-vados de la necesidad de unaexplicación continuada, prácti-camente diaria, de la actua-lidad económica desde basesrigurosas, a poder ser ancladasen el desarrollo del conoci-miento científico.

En este trabajo se pretendeanalizar algunas de las peculia-ridades de la comunicación entorno a la actualidad econó-mica a través de los medios in-formativos, una tarea cada vezmás compleja pero, al mismotiempo, más necesaria quenunca, sobre todo si se tieneen cuenta que la economíaocupa tiempo y espacio cre-cientes en la actualidad infor-mativa. En primer lugar, seprocederá a repasar somera-mente algunos de los hitosfundamentales en la relaciónentre Periodismo y Economía.Después se pondrá de mani-fiesto el desencuentro entreperiodistas y economistas,para, acto seguido, plantear al-gunos de los retos de ambasprofesiones desde el punto devista de la difusión de ideas yconocimientos económicos.Aunque el análisis es generali-zable para la mayoría de lospaíses donde se han desarro-

llado suficientemente tanto laciencia económica como el pe-riodismo especializado enEconomía, este estudio tomacomo referencia fundamentalel mundo anglosajón, para-digma obligado en ambos ám-bitos profesionales.

1. PERIODISMO YECONOMÍA: UNAPUNTE HISTÓRICO

LA ACTIVIDAD econó-mica, tal y como hoyla entendemos, con

sus múltiples facetas, siempreha sido uno de los contenidosbásicos de casi cualquiermedio de comunicación. Yadesde sus orígenes, el perio-dismo, asociado al nacimientode las primeras publicacionesperiódicas, ha estado ligado ala información comercial5. Lasprimeras hojas de precios co-rrientes, impresas en los princi-pales centros comerciales eu-ropeos, suministraban infor-mación de vital importanciapara el adecuado desenvolvi-miento de los mercados6.

Con posterioridad, ya en elsiglo XVIII, junto a la infor-mación comercial es posibleencontrar los primeros ejem-plos de comentario u opinión

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sobre el funcionamiento de losmercados y sobre las nume-rosas disputas comerciales dela época. Las primeras doc-trinas mercantilistas y libre-cambistas se airean en debatepúblico7. Fue el siglo de la fi-siocracia, un intento de pro-puesta de organización econó-mica ideal para las naciones, apartir del principio de que laauténtica fuente de riqueza erael producto neto obtenido dela aplicación del trabajo a latierra; fue también el siglo deLa Riqueza de las Naciones, laobra de Adam Smith, que su-puso una primera aproxima-ción sistemática a los princi-pios teóricos que rigen la acti-vidad económica. La prensailustrada, en la mayoría de lospaíses, sirvió de vehículo dedifusión de ideas y debate entorno a un conjunto de activi-dades humanas que, con pos-terioridad, constituirían el ejede la ciencia económica. No esextraño que buena parte de losfisiócratas, conocidos tambiéncomo “los economistas”, tu-viesen una intensa actividadperiodística en publicacionesde la época8.

Durante casi un siglo, entrefinales del XVIII y las últimasdécadas del XIX, tanto la Eco-nomía como el Periodismo

fueron objeto de un proceso decreciente profesionalización.Por una parte, la “economíapolítica”, objeto de análisis yreflexión por parte de intelec-tuales, políticos y periodistas,fue dejando paso al crecienteprotagonismo de la “economíacientífica”, practicada por unnúmero cada vez más nume-roso de especialistas. Por otra,el “periodismo ideológico ydoctrinario” era sustituidopoco a poco por un “perio-dismo profesional”, dirigido alas masas, más ocupado por sulabor como notario de la ac-tualidad que por su función detribuna de debate de opinionese ideas.

No obstante, fue éste un pe-ríodo de esplendor desde elpunto de vista de la difusiónde ideas y teorías económicas através de la prensa9. Econo-mistas como David Ricardo,Malthus, Marx o John StuartMill, por citar sólo algunos au-tores bien conocidos, conside-raron que la prensa era vehí-culo indispensable para eléxito de sus ideas; periodistascomo James Wilson, WalterBagehot o Robert Giffen, si-guiendo con el caso británico,fueron comentaristas de ex-cepción de los avances que seproducían en el campo de las

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doctrinas económicas, y en al-gunos casos hicieron inclusoimportantes aportaciones per-sonales10.

La situación comenzó acambiar a finales de siglo. Trasla revolución marginalista delos años setenta y la apariciónde la figura del economistaacadémico, con Alfred Mars-hall como uno de sus arque-tipos, la ciencia económica-ciencia en sentido moderno-empieza su verdadero desa-rrollo11. Y con él da comienzosu “alejamiento” de la actua-lidad, al menos de la actua-lidad manejable desde los me-dios de comunicación. Elpropio Marshall, en 1885, conmotivo de su lección inauguralen la Universidad de Cam-bridge, comentaría que la pro-fesionalización de la disciplinaharía desaparecer a los “conta-dores de fábulas econó-micas”12. Sin duda, muchos deellos escribían en los perió-dicos.

De hecho, en la década delos años ochenta del siglo XIXcristalizan dos fenómenos edi-toriales que muestran bien alas claras la nueva situación.En el ámbito económico, seconsolida la publicación de re-vistas académicas, que se con-

vertirían en vehículo de difu-sión de teoría propio y exclu-sivo de la comunidad acadé-mica13. Probablemente elmejor símbolo de tales publi-caciones sería el EconomicJournal, nacido en 1890. En elámbito informativo, finalizaen esos años, con el naci-miento del Financial Times,Financial News y Wall StreetJournal, el proceso de apari-ción de los principales diariosespecializados en informacióneconómica y financiera. Ade-más de los periódicos anglosa-jones, existían para entoncestítulos similares en Alemania,Italia y Japón, directos antece-sores de los actuales Frank-furter Allgemeine Zeitung, IlSole-24 Ore y Nihon KeizaiShimbun. Entre ambos tiposde publicaciones, títulos comoThe Economist y toda una ge-neración de “Economistas”surgidos siguiendo el modelobritánico mantenían vivo el re-cuerdo de un periodismo,entre académico y profesional,llamado a desvanecerse.

Con el fin de siglo acababala edad de oro del que, conStigler, podríamos definircomo “economista predica-dor”14. Los nuevos econo-mistas se encerraron poco apoco entre los muros metodo-

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lógicos de su disciplina; unadisciplina que, además, comoen el caso de otras ciencias so-ciales, siempre ha requerido unespecial esfuerzo de legitima-ción de su estatuto científico.Por su parte, la especializaciónperiodística, un proceso que apartir de entonces afectaríatanto a las publicaciones comoa los profesionales de la infor-mación, llevaría a que sólo unpuñado de ellos pudiera rea-lizar una verdadera labor dedifusión de ideas, principios yteorías, al hilo de la informa-ción sobre temas de actua-lidad. Además, la especializa-ción temática de publicacionesy secciones no se correspondiócon cambios significativos enla formación de los profesio-nales, con lo que en muchosámbitos informativos la fun-ción del periodista no iba másallá del mero registro de losacontecimientos noticiosos yde la reproducción acrítica dela opinión de los expertos.

A pesar de todo, a lo largodel siglo XX, tanto la prensaespecializada como los princi-pales títulos de la prensa decalidad, a través de excepcio-nales periodistas y econo-mistas, han realizado una en-comiable tarea de divulgaciónde los principios que rigen la

actividad económica, empresa-rial y financiera. Llama laatención, por ejemplo, la laborrealizada durante los añostreinta y cuarenta por publica-ciones como Fortune o TheEconomist, entre la prensa es-pecializada -precisamente trasel descrédito de los diarios fi-nancieros, derivado de su inca-pacidad para prevenir e inter-pretar la crisis de 1929-; o elpapel desempeñado por eco-nomistas de la talla de GustavCassell o John MaynardKeynes, cuyas reformulacionesde la teoría económica no sólocalaron en la comunidad aca-démica, sino que fueron aire-adas por sus autores a través deuna destacada actividad de di-vulgación en la prensa. Es dedestacar, en este sentido, la ex-traordinaria difusión de lasideas de Keynes, verdaderopersonaje público y econo-mista paradigmático de estesiglo, cuyos planteamientosteóricos dominaron la políticaeconómica de los países occi-dentales tras la SegundaGuerra Mundial15.

Emmison ha analizadocómo, sobre todo a partir delos años treinta, el discurso entorno a “la economía” se ins-tala en los principales mediosde comunicación16; Parsons,

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por su parte, estudió con de-talle la difusión de las ideaskeynesianas a través de laprensa de calidad y especiali-zada, tanto en Estados Unidoscomo en Gran Bretaña du-rante los años cincuenta y se-senta17; Malabre, entre otros,se ha ocupado de la difusiónde teorías o cuasiteorías másmodernas como son el caso delmonetarismo y la llamada re-volución de la economía de laoferta18. Prensa especializada,en especial publicacionescomo The Economist, BusinessWeek, Fortune, The Wall StreetJournal o el Financial Times,por citar sólo títulos especial-mente influyentes; publica-ciones de calidad como Time,Newsweek, The New YorkTimes, The Times, FrankfurterAllgemeine Zeitung, Neue Zur-cher Zeitung o Le Monde; pe-riodistas de prestigio, sobretodo en el caso británico,como Samuel Brittan o PeterJay; y economistas norteameri-canos de la talla de John Ken-neth Galbraith, Paul Sa-muelson o Milton Friedman:son algunos de los actores des-tacados en el proceso de divul-gación de ideas y teorías eco-nómicas durante este siglo. Laestructura se repite en el nivelnacional prácticamente en

cualquier país que conside-remos, sólo cambiando laidentidad de los actores y pe-queños matices del guión decontenidos.

El crash de la Bolsa deNueva York en 1929, los es-fuerzos para salir de la GranDepresión de los años treinta,el proceso de reconstrucción ydesarrollo económico de laposguerra, las sucesivas crisisdel petróleo en los años se-tenta y ochenta, el resurgir delneoliberalismo asociado a ladebacle de las economías co-munistas y las recurrentescrisis financieras han sido,entre otros, algunos de losgrandes acontecimientos im-pulsores durante este siglo dela creciente presencia de temaseconómicos en los medios. Laconsecuencia ha sido el granaumento del peso y la in-fluencia de todo un sector demedios especializados en ma-teria económica, financiera yempresarial, al tiempo que losdedicados a la información ge-neral conceden cada vez mástiempo y espacio a la actua-lidad en esos ámbitos informa-tivos.

Este proceso de divulgaciónde conocimientos económicosno sólo ha estado limitado por

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el reducido número de publi-caciones y profesionales invo-lucrados en él. La economía,como contenido noticioso ycomo ámbito de conoci-miento, ha encontrado durantetodo este tiempo la barrera in-formativa de los medios au-diovisuales, poco aptos -a dife-rencia de lo que puede ocurrircon otros temas científicos-para hacer llegar a públicosmasivos contenidos complejos,altamente conceptuales, y difí-ciles de ilustrar con imágenesatractivas. En conjunto, portanto, los desarrollos de laciencia económica no se hanextendido como hubiera sidodeseable entre la ciudadanía,que generalmente acaba ma-nejándose con un escaso re-pertorio de conceptos econó-micos básicos, descontextuali-zados y comprendidos sólo deforma superficial. Por otraparte, la prensa especializada yde calidad, y por tanto los lec-tores más versados en materiaseconómicas, también sufren deforma creciente las limita-ciones propias de la compren-sión de unos fenómenos, loseconómicos, cuya explicacióncientífica no sólo es motivo decontinua controversia acadé-mica, sino que en muchoscasos, debido a la complejidad

alcanzada por el análisis eco-nómico, genera problemas deentendimiento entre los pro-pios especialistas19.

No sorprende que, ante estasituación, tanto para dirigirseal público en general como allector cultivado, los medios decomunicación acaben recu-rriendo a la colaboración desupuestos “expertos”, capacesde ofrecer explicaciones sim-plificadas de la realidad, antesque acudir a verdaderos espe-cialistas, en general incapacesde transmitir con sencillez lasimplicaciones de su investiga-ción. Se puede quedar así a ex-pensas de la divulgación deideas y visiones interesadas, aveces poco concordantes conel consenso básico existente enla comunidad científica, peroal menos comprensibles20. Seda por tanto el caldo de cultivopara la proliferación de lo queKrugman ha definido como“policy entrepreneurs”21.

Cabe preguntarse si la evolu-ción descrita ha supuesto real-mente un proceso de acerca-miento entre Periodismo yEconomía, o si, por el con-trario, el desencuentro con-tinúa o, de hecho, se profun-diza. A este respecto, y desdela perspectiva de la reflexión

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sobre la comunicación cientí-fica, el período que nos inte-resa es precisamente el últimosiglo, cuando la Economía seconsolida como ciencia. Ante-riormente, como ya se ha co-mentado, el ámbito de discu-sión eran más las ideas que lasteorías, y la legitimidad de lainterpretación de la actualidaddesde aquéllas era compartidapor intelectuales, “econo-mistas”, políticos, periodistas;es más, en muchos casos erarealmente difícil distinguirquién era qué en cada caso.Para adentrarse en esta cues-tión, merece la pena detenerseen la visión que periodistas yeconomistas tienen de sus res-pectivas funciones en la tareade divulgación sobre materiaseconómicas.

2. PERIODISTAS YECONOMISTAS: RIGOR,INTERÉS YPERSPECTIVA

LAS REFLEXIONES entorno a la relaciónentre economistas y

periodistas, como concreciónde la más amplia entre Perio-dismo y Economía, comen-zaron a proliferar desde elmismo momento en que laciencia económica empieza a

tener entidad y autonomía. En1894, con motivo de la cuartareunión anual de la BritishEconomic Association, un pro-fesor de Economía Política enla Universidad de Edimburgo,J.S. Nicholson, pronunció unaconferencia sobre “Economíapolítica y periodismo”. Suprincipal tesis era que los pe-riodistas económicos debíanposeer conocimientos teóricosprofundos, los suficientes parapoder tratar con propiedad lasnoticias de la actualidad refe-ridas a econo-mía22. La res-puesta de The Economist no sehizo esperar: “A efectos del co-nocimiento popular, el hombreque puede recordar de formaconvincente a sus lectores que2 más 2 es siempre igual a 4tiene más valor que una ar-mada de escritores entrenadospara usar la terminología yformulación de la economíaabstracta”23. Este debate, entérminos así de simples o conuna mayor sofisticación, almenos aparente, se ha mante-nido, incluso agudizado, a lolargo del tiempo. Práctica-mente un siglo después de laspalabras de Nicholson, Mi-chael Weinstein, economista ymiembro del Consejo Edito-rial del New York Times, repro-ducía los términos del debate.

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Weinstein, en una conferenciaante la American Economic Asso-ciation, describía la situaciónque se vive en la relación entreambas profesiones con las si-guientes palabras: “Cuando miscolegas del New York Times uti-lizan la palabra ‘académico’, noestán haciendo un cumplido;ellos quieren decir irrelevante.Y cuando mis antiguos colegasen el ámbito académico des-criben el trabajo de alguiencomo ‘periodístico’, sin excep-ción quieren decir superficial”24.

Unos y otros, periodistas yeconomistas, han dejado cons-tancia a lo largo del siglo de lasdificultades existentes para en-contrar ámbitos de colabora-ción en la común tarea de me-jorar la cultura económica dela sociedad, a partir del desa-rrollo científico en ese campo.Un repaso a los argumentos ycomentarios realizados porprestigiosos profesionales, tan-to periodistas como econo-mistas, puede servir para en-tender mejor el distancia-miento existente entre ambasdisciplinas. Sin la pretensiónde ser exhaustivo, sino másbien de ofrecer una muestrasugerente de argumentaciones,este repaso sirve asimismopara mostrar algunas de lasprincipales áreas de fricción

alrededor de la cobertura pe-riodística de la actualidad eco-nómica.2. 1. COMPLEJIDAD Y RIGOR

En torno al cambio de siglo,Price, tomando como refe-rencia lo que sucedía en la pri-mera mitad del XIX, cuando“los conocimientos de Eco-nomía Política eran conside-rados como bagaje necesariode todo hombre educado”, co-mentaba que no se podíanegar el hecho de que se habíaproducido una reducción en laestima hacia la Economía,tanto por parte de las clasespopulares como de las ilus-tradas25. Sin duda era conse-cuencia de la creciente com-plejidad del análisis econó-mico y de la subsiguiente inca-pacidad del público en generalpara comprenderlo. De hecho,la complejidad es la primeragran barrera que dificulta lacobertura periodística de laeconomía, máxime si se tieneen cuenta que los asuntos eco-nómicos afectan diariamente ala vida de las personas, y casicualquiera se atreve a hacerjuicios de “sentido común” alrespecto. Ya comentaba Key-nes que “la economía es unasunto difícil y técnico, aunquenadie se lo crea”26. Otro graneconomista, A.C. Pigou, criti-

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caba en 1941 la actitud de losperiodistas al comentar nega-tivamente obras teóricas conanálisis matemáticos, por elsimple hecho de no ser com-prensibles para ellos27. Más re-cientemente, al comentarcómo llegaban las ideas econó-micas al público, a través delos medios de divulgación, Ro-bert Solow comentaba: “Paracuando una doctrina como elmonetarismo llega a la calle,incluso a Wall Street, es unadoctrina mucho más rudimen-taria que la teoría básica queuno puede enseñar a susalumnos utilizando un libro detexto introductorio de macroe-conomía. Es tan rudimentariaque, para ser justos, habría quedecir que se convierte en unadoctrina diferente”28.

El reverso de la moneda dela incapacidad del periodista, oal menos de gran parte de losperiodistas, para hacerse cargode las complejidades de laciencia económica, es la cre-ciente dificultad del econo-mista académico para “tra-ducir” sus trabajos de investi-gación, y las consecuencias quetienen en la práctica, a textos yexplicaciones susceptibles decaptar la atención de los me-dios de comunicación, y portanto de sus audiencias. De

hecho, se carece de verdaderosdivulgadores de la Economíadentro de la profesión econó-mica. Aunque siempre hanexistido excepciones, algunasmuy notables, falta la legitima-ción de la actividad de divul-gación dentro del mundo aca-démico. Stigler comentabahace algunos años que la in-fluencia del trabajo del econo-mista y la estima popular, delos no expertos, normalmenteguardan una correlación nega-tiva29. Krugman, sin duda unode esos divulgadores en la ac-tualidad, señalaba reciente-mente que había comenzadouna “segunda carrera” profe-sional -la primera era la acadé-mica-, consistente en comu-nicar al gran público sus ideas;una carrera que, según esteautor, ya no tenía vuelta atrás,y que de alguna forma le hacíasentirse como alguien “expul-sado del edén”30.2. 2. ATRACTIVO E INTERÉS

A la barrera de la comple-jidad, por otra parte una ba-rrera que comparte la Eco-nomía con muchas otras cien-cias, y no precisamente engrado superlativo, se ha unidotradicionalmente el impedi-mento de la falta de atractivo.Normalmente se asocia la in-formación económica, y por

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extensión la Economía, conuna materia “aburrida”, “pocointeresante”, al menos porcomparación con otros conte-nidos habituales de los mediosde comunicación -incluidosmuchos temas científicos-.Afortunadamente, existen su-ficientes ejemplos de profesio-nales y publicaciones, a lolargo de este siglo, que han re-futado con su trabajo esa per-cepción genérica. Es más, cabeseñalar que una de las clavesfundamentales para mejorar ladivulgación económica tieneque ver con la superación deesos tópicos. Bernard Kilgore,probablemente la figura másimportante en la historia delWall Street Journal durante estesiglo, señalaba al respecto: “LaEconomía no es una cienciaoscura. (...) La Economía noes aburrida. Sólo la hacen pocoatractiva e interesante per-sonas que no están realmenteinteresadas en ella”31. Otro pe-riodista, Geoffrey Crowther,arquitecto editorial de TheEconomist tras la SegundaGuerra Mundial, utilizaría elhumor como uno de los ele-mentos de persuasión funda-mentales en una publicaciónque no puede ser tachada pre-cisamente de frívola. Es fácilencontrar testimonios simi-

lares de grandes divulgadores,y también advertir la especialatención que dedican las pu-blicaciones más prestigiosas acombatir esa percepción gene-ralizada. Quirt resalta, porejemplo, el caso de Institu-tional Investor, una de las pu-blicaciones que más ha hechoen la segunda mitad de estesiglo para demostrar que el pe-riodismo financiero no tienepor qué ser aburrido32. No obs-tante, tanto en la prensa espe-cializada como en el resto demedios de comunicación, losproblemas de persuasión plan-teados por la información eco-nómica siguen siendo funda-mentales33.

Los retos persuasivos en latransmisión de contenidoseconómicos a través de losmedios no se pueden separarde los problemas de persuasiónexistentes en la propia Eco-nomía como disciplina cientí-fica. En su intento por conver-tirse en la ciencia social máscercana a las ciencias natu-rales, la Economía sufre unatensión interna que afecta a sucapacidad para utilizar -o almenos para reconocer su utili-zación- recursos persuasivosfundamentales en cualquierproceso de comunicación34.McCloskey lleva tiempo tra-

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bajando en su intento de per-suadir a los economistas de lanecesidad de usar consciente-mente la retórica, como herra-mienta fundamental para su-perar algunas de las “enferme-dades” de esta ciencia y, portanto, mejorarla35. La autoraseñala, como muestra de esediagnóstico, entre otras mu-chas, las especiales dificultadesde los economistas, a dife-rencia de otros científicos, paramantener una relación fluida yfructífera con los periodistas36.

Si bien los argumentos deMcCloskey y sus seguidoreshan sido criticados por mu-chos de sus colegas, una críticajustificable en algunos as-pectos, lo cierto es que muypocos dudan de la necesidadde mejorar la capacidad per-suasiva de la Economía. Len-guaje, estilo, técnica narrativa,y otros muchos aspectos retó-ricos -como por ejemplo losrelacionados con la persona-lidad del emisor-, siempre hansido claves fundamentales enla difusión de ideas econó-micas. Como lo han sido tam-bién la capacidad para contex-tualizar y dar sentido -histó-rico, político, humano, etc.- alas realidades económicas. Dehecho, la mayor o menor capa-cidad para poner en perspec-

tiva los asuntos económicos esotro de los caballos de batallafundamentales al considerarlas relaciones entre ambas acti-vidades profesionales.2. 3. ACTUALIDAD YPERSPECTIVA

Mientras que el interés pe-riodístico está demasiado li-gado a la efímera actualidad, elinterés científico precisamentese ocupa de lo que permanece,o al menos de lo que subyaceen los cambios que se pro-ducen en su área de estudio.Por lo que respecta a la actua-lidad económica, este hechotiene manifestaciones claras.Herbert Stein, a mediados delos años setenta, comentabaque los medios de comunica-ción realizaban un buen tra-bajo de “micro-reporting”,pero no de “macro-report-ing”37. La prensa, y todavía enmayor grado la televisión, seocupan en exceso del cortoplazo, convirtiendo la actua-lidad económica en una suce-sión de indicadores, cifras,análisis de coyuntura empresa-rial, etc., que muchas vecesayudan poco, cuando no la en-torpecen, a la comprensión delos verdaderos mecanismos defuncionamiento de la eco-nomía, los negocios y las fi-nanzas38. Esos mecanismos

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tienen que ver con el largoplazo, con el análisis de las in-terrelaciones entre indicadoresy acontecimientos en eltiempo, y con los procesos en-cadenados más que con la in-formación sobre hechos ais-lados39. Si falta en los mediosla perspectiva temporal y lacontextualización rigurosa,desde el conocimiento cientí-fico, de los acontecimientoseconómicos, muchas veces ca-rece el análisis de los especia-listas de la necesaria referenciaal sentido político, social y hu-mano del acontecer econó-mico40.

Milton Friedman, refirién-dose a su etapa como colum-nista de Newsweek, señalabaque una de las lecciones quehabía aprendido gracias a lalabor de divulgación era que“las perspectivas desde las quese puede abordar, casi cualquierasunto, son muy numerosas.No existe eso que podría-mos denominar un tema pura-mente económico”41. Aunqueno haya que trabajar como pe-riodista para darse cuenta deese hecho, sí es cierto que unode los retos periodísticos másimportantes es dar sentido a laEconomía, en la vida diaria delas personas, más allá de suámbito propio, como ciencia

de los medios, poniéndola enrelación con fines humanos ysociales42. Frente al econo-mista, que en general aplica suvisión “paretiana” del acontecereconómico a la actualidad, elperiodista tiene la responsabi-lidad de plantear, desde un co-nocimiento profundo de la rea-lidad y sin planteamientossimplistas, consideraciones an-cladas en valores como la jus-ticia, la solidaridad o el respetoa la dignidad humana. De otraforma, puede transmitirse laerrónea impresión de que laEconomía, como sistema, seimpone necesariamente, fun-ciona de forma mecánica almargen de la actuación de laspersonas -incluso al margen desus problemas-, y de forma au-tónoma respecto a ámbitoscomo el social o el político43.Una manifestación concreta deesta situación, entre otras mu-chas, es la escasa informaciónsobre asuntos económicospoco cuantificables, sobre fe-nómenos relevantes pero sobrelos que se carece de la infor-mación estadística necesariapara el “análisis económico ri-guroso”44.

Un tercer problema de pers-pectiva que enfrenta a perio-distas y economistas tiene quever con la práctica informativa

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de que las “buenas noticias noson noticia” -o al menos noson tan noticia como otras-.Normalmente los medios nosólo dedican más atención alas “malas” noticias -problemaseconómicos, previsiones nocumplidas, crisis, etc.-, sinoque además tienden a “drama-tizar” en exceso la realidad.Estas son algunas críticas ha-bituales de los economistashacia la cobertura periodísticade los temas de actualidad.Respecto a la primera, existenestudios que confirman el au-mento del interés de los me-dios por la Economía en perío-dos de crisis; por lo que se re-fiere a la segunda, la crítica sedirige más a los medios gene-ralistas que a los especiali-zados, aunque en todos la ne-cesidad de captar la atencióndel lector lleva casi necesaria-mente a procesos de “simplifi-cación y exageración” de lostemas de actualidad. HerbertStein, sintetizando estas doscríticas, señalaba: “La prensacomunica una visión excesiva-mente dramática, ansiosa y ne-gativa de la Economía”45.Como en otros de los pro-blemas planteados en esteapartado, la naturaleza propiade la actividad periodística esresponsable de estas limita-

ciones. Y ciertamente no es elperiodismo económico, frentea otras especializaciones, unperiodismo muy dado a mag-nificar lo negativo y al sensa-cionalismo. Es más, en oca-siones, sobre todo en áreascomo la información empresa-rial, la crítica puede ser másbien la de la existencia de unaexcesiva simpatía hacia el éxitoempresarial y una cierta ce-guera ante las miserias de losnegocios.

Desde el punto de vista dela divulgación científica, las re-flexiones anteriores tienentambién su importancia. Sepuede pensar que los mediosde comunicación tienen másinterés en las controversias queen el consenso científico. Y asíha sido en períodos en los quedoctrinas económicas enfren-tadas trataban de lograr el be-neplácito científico y del pú-blico. Paul Samuelson poníade manifiesto este hechocuando comentaba la invita-ción de Newsweek para que es-cribiera una columna regularde corte keynesiano, comocontrapunto a la columna mo-netarista de Milton Fried-man46. En su intento por mos-trar interpretaciones variadasde la actualidad, en un ámbitocomo el de la Economía,

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donde de hecho existen abun-dantes temas objeto de contro-versia académica, los mediosde comunicación puedenacabar dando la impresión deque todo es opinable -máximecuando no es difícil encontrarvisiones interesadas que de-fienden casi cualquier postura,al margen del consenso cientí-fico-. También se puede dar lasituación contraria: que entemas donde no existe eseconsenso, se informe, por des-conocimiento o por interés,dando la impresión de que laciencia económica ofrece unaexplicación única al respecto.Ante estos problemas, la co-munidad científica comparteresponsabilidad con los perio-distas. En las últimas décadashan sido numerosos los llama-mientos, dentro de la profe-sión económica, para trabajarmás sobre lo que une quesobre lo que separa, tantodesde el punto de vista de lainvestigación científica comode la divulgación y la acciónpública47. Sería deseable queeste objetivo se alcanzase, yque a través de los medios decomunicación, como conse-cuencia, se pudiese transmitircon rigor cuáles son los princi-pios sobre los que no hay dis-

cusión científica, y cuálessobre los que sí la hay48.

3. CIENCIA,DIVULGACIÓN YCULTURA ECONÓMICA

¿ POR QUÉ HABRÍA quetratar de favorecer el en-cuentro entre Periodismo

y Economía? O dicho de otraforma: ¿qué consecuencias sederivan de la situación ex-puesta, que justifiquen el es-fuerzo de acercamiento entreambas disciplinas? Al fin y alcabo, se puede argumentar quedesde la óptica de las cienciaseconómicas, para su propiodesarrollo científico, sería sufi-ciente con trabajar para conse-guir el “aplauso” de la comu-nidad científica en general; ydesde la perspectiva del perio-dismo, también bastaría conmejorar las técnicas de cober-tura de un área especializada,pero sin preocuparse por lascomplejidades y exigenciaspropias de la informacióncientífica. La respuesta es queambas actividades, por muydiferentes que parezcan, cum-plen una función social, al ser-vicio de la verdad, y en esecumplimiento se necesitanentre ellas.

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Tanto individualmente co-mo en su condición de ciuda-dano, toda persona, al menosen entornos de libertad, tieneque tomar decisiones econó-micas muy variadas. Comoconsumidores, votantes o en eldesempeño de actividades pro-fesionales, diariamente ha-cemos elecciones que presu-ponen un cierto conocimientode cómo funciona el sistemaeconómico. Necesitamos, portanto, una cierta “cultura eco-nómica” para manejarnos ensociedad -muchos estarían deacuerdo en que cada vez esmás necesaria, sobre todo conla tendencia a la “economiza-ción” de la política-, y cabe su-poner que cuanto más pro-funda sea esa cultura mejores,o al menos más fundamen-tadas, serán las decisiones quese adopten. En este sentido, laresponsabilidad social de eco-nomistas y periodistas es ele-vada. Como señalan Kurdas yMajewski, si los profesionalesde la Economía no son cons-cientes de esa responsabilidad“se corre el riesgo de que laprofesión y sus descubri-mientos acaben siendo irrele-vantes para el público”49. Porsu parte, si los profesionalesdel Periodismo no asumen lafunción didáctica, desde un

conocimiento sólido, que tienela información de actualidadsobre temas económicos, sepuede estar siendo utilizadopara difundir visiones intere-sadas de la realidad, que pocoo nada tienen que ver con lasverdaderas necesidades de in-formación de la ciudadanía.

El resultado de la divulga-ción económica que se hahecho hasta el momento noparece que sea muy alentador.En un país como EstadosUnidos, donde ambas profe-siones han alcanzado un grannivel de desarrollo, y dondeprobablemente más se ha tra-bajado en la colaboraciónentre Periodismo y Economía,la cultura económica de la ciu-dadanía no alcanza el nivelque sería deseable. Una re-ciente investigación deWalstad demuestra esta situa-ción, con datos como el si-guiente: sólo uno de cada tresnorteamericanos adultos sabeque el índice de precios al con-sumo es el índice más amplia-mente utilizado para medir lainflación, o que la Reserva Fe-deral es la responsable de esta-blecer la política monetaria50.El panorama no es muy dis-tinto en otras latitudes. EnGran Bretaña, varios investi-gadores de la Universidad de

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Liverpool llegan a similaresconclusiones, en este casocentrándose en el nivel decomprensión, más o menosprofundo, de los procesoseconómicos51. A finales de losaños setenta, Adoni y Cohenconcluían a partir de una in-vestigación realizada entreadultos en Israel: “La mayoríadel público tiene un conoci-miento y una comprensiónmuy pobre de los conceptoseconómicos básicos, repetidoshasta la saciedad en los dife-rentes medios de comunica-ción”52. En general, por tanto,se puede decir que quedamucho por hacer en la nece-saria mejora de la culturaeconómica de las personas.

Obviamente, existen másmotivos que los analizados eneste trabajo para explicar lasituación descrita, entre ellosla consideración de los conte-nidos económicos que setransmiten a través del sis-tema educativo. Pero tambiénes cierto que los medios decomunicación juegan unpapel fundamental en losprocesos de aprendizaje entorno a multitud de asuntosde interés público. De hecho,la manera en que los mediosconceptualizan la economíapuede ser un buen punto de

partida para avanzar en ellogro de esa meta53.

4. CONCLUSIONES

PARECE DE SENTIDO

común que no sepueda aspirar a abarcar

la complejidad de la Eco-nomía desde los medios decomunicación, como es desentido común que no sepueda profundizar en los en-tresijos teóricos de muchasotras ciencias en las páginasde los periódicos o en losprogramas de radio y televi-sión. Sin embargo, cabe es-perar que no sea una quimerapoder informar con rigor yprofundidad sobre temas eco-nómicos, y que quien lo haga-sea un periodista económico,o un economista académico-no tenga por qué renunciar ala correspondiente considera-ción profesional por hacerlo.Asimismo, sería deseable quea través de esa actividad dedivulgación mejorase la cul-tura económica de la pobla-ción, a partir de conoci-mientos sólidamente fun-dados y respaldados por losavances que se producen enlas ciencias económicas. Eldesencuentro entre Perio-

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dismo y Economía no hacesino dificultar esos procesos54.

A la luz de lo expuesto enlas páginas anteriores, sepueden destacar algunos retosque tienen ante sí ambas dis-ciplinas, la periodística y laciencia económica, para su-perar las barreras que les se-paran.

En primer lugar, existe unreto de formación para ambosprofesionales. Por lo que serefiere al periodismo, la exi-gencia de mejorar la forma-ción económica de los profe-sionales de la informaciónlleva planteada casi un siglo,sin que se hayan logradoavances significativos hastahace muy poco tiempo. Dehecho, hoy sigue siendo unade las principales asignaturaspendientes para conseguiravances significativos en elencuentro entre Periodismo yEconomía55. También la for-mación de los economistas, oal menos de parte de la profe-sión, requeriría, para hacerjusticia al impacto social desu trabajo e investigación,una mayor atención a los pro-cesos de difusión de informa-ción e ideas, y a los meca-nismos de conversión de losavances científicos en pro-

puestas convincentes de ac-ción pública.

En segundo lugar, existe lanecesidad de profundizar enla colaboración entre econo-mistas y periodistas, entre lacomunidad académica y pro-fesional y los medios de co-municación. La colaboracióndebería darse de forma másestrecha en ámbitos como elde la formación, la creaciónde contenidos económicospara los medios, la “mezcla”profesional -ni las redac-ciones compuestas sólo porperiodistas, ni exclusivamentepor economistas-, y en mu-chas otras áreas donde sehace necesario el trabajo con-junto para servir mejor a lasociedad.

Por último, se debe afrontarla tarea de la divulgación eco-nómica, desde la informaciónde actualidad y desde el desa-rrollo científico, con el co-mún objetivo de mejorar esoque hemos denominado “cul-tura económica” de la so-ciedad. En esa tarea, es fun-damental avanzar en la supe-ración de los problemas queplantea la complejidad, lafalta de atractivo y la nece-sidad de contextualización dela actualidad económica, conla búsqueda del equilibrio

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entre las exigencias informa-tivas propias del trabajo pe-riodístico y las exigencias

educativas que plantea unámbito de conocimientocientífico.

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1 Cfr., Quesada Pérez, Montserrat(1998), Periodismo especializado, Edi-ciones Internacionales Universitarias,Madrid, p. 59.

2 Lo cierto es que algunos temas eco-nómicos pueden aparecer ocasional-mente en secciones de ciencia y tec-nología, pero lo normal es que setraten en espacios informativos autó-nomos. A pesar de ello, hay autoresque reconocen la vertiente científicaque tiene la información sobre eco-nomía. Cfr., Calvo Hernando, Ma-nuel (1977), Periodismo científico, Pa-raninfo, Madrid, pp. 212-216.

3 A pesar del aparente interés deltema, es escasa la investigación entorno a la comunicación de aconteci-mientos e ideas económicas, tantodesde la perspectiva de los medios decomunicación como de la recepciónpública de los trabajos e investiga-ciones de los economistas. Cfr., Co-lander, David C. y Coats, A.W. (eds.)(1989), The Spread of Economic Ideas,Cambridge University Press, NuevaYork, 1989, p. 1; Gavin, Neil T. (ed.)(1998), The Economy, Media and Pu-blic Knowledge, Leicester UniversityPress, Londres, p. 2.

4 Para una introducción a los dis-tintos modelos que se pueden teneren cuenta al considerar los procesosde divulgación científica, vid.,Bucchi, Massimiano (1998), Scienceand the Media. Alternative routes inscientific communication, Routledge,Londres, pp. 1-32.

5 Cfr., Dovifat, Emil (1960), Perio-dismo, Vol. I., UTEHA, México, p.41.

6 Para un completo análisis del naci-miento y desarrollo de este tipo depublicaciones, vid., Nieto, Alfonso(1984), La prensa gratuita, EUNSA,Pamplona, pp. 21-110; McCusker,John J. Y Gravesteijn, Cora (1991),The Beginnings of Commercial and Fi-nancial Journalism. The CommodityPrice Currents, Exchange Rate Cu-rrents, and Money Currents of EarlyModern Europe, Neha, Amsterdam.

7 Vid., por ejemplo, Irwin, DouglasA. (1996), Against the Tide. An Inte-llectual History of Free Trade, Prin-ceton University Press, Princeton, pp.43-63.

8 Cfr., Schumpeter, J. A. (1994), His-toria del Análisis Económico, (Versiónespañola a cargo de Manuel Sa-cristán, con la colaboración de JoséA. García Durán y Narcis Serra, conprólogo de Fabián Estapé), Ariel,Barcelona, p. 270.

9 Fetter comentaría en 1925 que laEconomía Política nunca había al-canzado tanto prestigio público comoen Inglaterra durante la primeramitad del siglo XIX. Cfr., Fetter,Frank A. (1925), “The Economistsand the Public”, The American Eco-nomic Review, Vol. XV, nº 1, p. 17.

10 Para un acercamiento a la acti-vidad periodística de estos y otrosmuchos autores británicos durante losdos primeros tercios del siglo XIX,vid., Vissink, H.G.A (1985), Eco-nomic and Financial Reporting in En-gland and the Netherlands. A Compa-rative Study over the Period 1850 to1914, Van Gorcum, Assen/Maas-tricht, pp. 7-20; Parsons, W. (1989),The Power of Financial Press. Journa-

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NOTAS

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lism and Economic Opinion in Britainand America, Edward Elgar, Al-dershot, pp. 7-20; Arrese, A. (1995),La identidad de The Economist,EUNSA, Pamplona, pp. 66-218.

11 Cfr., por ejemplo, Parrish, John B.(1967), “Rise of Economics as anAcademic Discipline: The FormativeYears to 1900”, The Southern Eco-nomic Journal, Vol. XXXIV, nº 1, pp.1-16.

12 Citado en Vissink, H.G.A., op.cit., pp. 170-172.

13 Vid., Winch, Donald (1990), “ACentury of Economics”, en Hey,John D. y Winch, D., A Century ofEconomics. 100 Years of the Royal Eco-nomic Society and The EconomicJournal, Basil Blackweel, Oxford, p.3; Stigler, George J., Stigler, StephenM. y Friedland, Claire (1995), “TheJournals of Economics”, Journal ofPolitical Economy, Vol. 103, nº 2, pp.331-332.

14 Cfr., Stigler, George J. (1982), Eleconomista como predicador y otros en-sayos, (Traducción de Jorge Pascual),Ediciones Folio, Barcelona, pp. 9-26.

15 Vid., Hall, P.A. (ed.) (1989), ThePolitical Power of Economic Ideas: Key-nesianism across Nations, PrincetonUniversity Press, Princeton.

16 Cfr., Emmison, M. (1983), “TheEconomy: Its Emergence in MediaDiscourse”, en Davis, H. y Walton, P.(eds), Language, Image, Media, Black-well, Oxford, pp. 139-155.

17 Cfr., Parsons, Wayne, op. cit., pp.48-112.

18 Cfr., Malabre, Alfred L. Jr. (1994),Lost Prophets. An Insider´s History ofthe Modern Economists, Harvard Bu-

siness School Press, Boston, Mass.,pp. 141-202.

19 “De forma creciente, mucha de lainvestigación de los economistas sebasa en matemáticas y econometríarealmente esotéricas que muchos eco-nomistas, no digamos ya la gentecomún, nunca llegan a comprender”,Reese, Albert (1986), “The Market-place of Economic Ideas”, AmericanEconomic Review. Papers and Procee-dings, Vol. 76, nº 2, p. 140.

20 A efectos de este trabajo, centradoen la divulgación científica, no seaborda un asunto de vital impor-tancia como es el de la participaciónen los medios, cada vez creciente, deeconomistas que defienden particu-lares intereses –políticos, empresa-riales, ideológicos- desde su trabajo alservicio de organizaciones de diversotipo. Esta cuestión no sólo planteaproblemas en el proceso de difusiónde información, juicios e ideas através de los medios, sino que planteatambién serios dilemas desde elpunto de vista del ejercicio de unaprofesión, la de economista, basadaen un conocimiento científico. Aquí,por supuesto, entraría de lleno eljuicio sobre decisiones políticas queafectan al ámbito económico. Cfr.,Silk, Leonard S. (1972), “Truth vs.Partisan Political Purpose”, AmericanEconomic Review. Papers and Procee-dings, Vol. LXII, nº 2, pp. 376-378;Herman, Edward S. (1982), “TheInstitutionalization of Bias in Econo-mics”, Media, Culture and Society, 4,pp. 275-291.

21 Cfr., Krugman, Paul (1994), Pedd-ling Prosperity. Economic Sense andNonsense in the Age of Diminished Ex-

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pectations, W.W. Norton Company,Nueva York, pp. 10-15.

22 Cfr., Nicholson, J.S. (1894), “Poli-tical Economy and Journalism”, TheEconomic Journal, Vol. IV, nº 15, pp.393-405.

23 “Economics and Journalism”, TheEconomist, 30 de Mayo de 1894, p.794.

24 Weinstein, Michael (1992), “Eco-nomists and the Media”, Journal ofEconomic Perspectives, Vol. 6, nº 3, pp.73. Es relativamente fácil encontrartestimonios significativos en esamisma dirección. Robert J. Barro, trasreconocer que en su caso ha podidocompatibilizar sus trabajos acadé-micos con una cierta actividad perio-dística, sin especiales problemas, re-lata el siguiente suceso: “El únicocontratiempo que he tenido ocurriódurante una reunión de la AmericanEconomic Association, en enero de1994, cuando Bob Solow, del MIT,me acusó de estar comportándomecomo un periodista, descripción que,estoy casi seguro, pretendía ser un in-sulto”. Barro, Robert J. (1997), Elpoder del razonamiento económico.Cómo entender la economía, Colegio deEconomistas de Madrid-CelesteEdiciones, Madrid, p. 9.

25 Cfr., Price, L.L. (1901), “Econo-mics and Commercial Education”,The Economic Journal, Vol. XI, pp.520-536.

26 Citado en Krugman, Paul (1998),The Accidental Theorist. And OtherDispatches from the Dismal Science,W.W. Norton & Company, NuevaYork, p. 8.

27 “Un principio fundamental paraestas personas [los periodistas] es que

los libros sobre economía no debencontener lo que ellos consideran queson ‘altas matemáticas’. Por algunarazón, que no alcanzo a comprender,los diagramas elementales pueden,ocasionalmente, pasar el filtro, peropara una x o una y, no digamos yapara una F, no hay merced alguna.(...) La idea de quienes hacen recen-siones periodísticas de que los librosprofesionales sobre economía no de-berían contener ‘alta matemática’ essólo un ejemplo particular de unaidea más amplia; la de que estos li-bros, a diferencia de las obras acadé-micas sobre física o química, que seacepta que no puedan ser valoradassin algún tipo de formación especialen esos campos, deberían ser com-prensibles para ellos”. Pigou, A.C.(1941), “Newspaper Reviewers, Eco-nomics and Mathematics”, The Eco-nomic Journal, Vol. LI, nº 202-3, pp.277 y 280. Llama la atención elhecho de que cincuenta años despuésla crítica sigue planteada en losmismos términos. Muchos perio-distas siguen pensando que “los pro-blemas susceptibles de ser abordadoscon soluciones matemáticas son amenudo artificiales”. Carns, Frede-rick S. Jr. (1991), “Journalism´s ShamEconomic Commentary”, Challenge,November-December, p. 56.

28 Solow, Robert M. (1989), “HowEconomic Ideas Turn to Mush”, enColander, David C. y Coats, A.W.(eds.), op. cit., p. 80.

29 “Se podría concluir que, en ge-neral, gran popularidad y profundainfluencia son rivales, no socios”. Sti-gler, George J. (1976), “Do Econo-mists Matter?”, Southern EconomicJournal, Vol. 42, nº 3, p. 354. Añosantes, otro gran economista, Paul A.

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Samuelson, en la Conferencia Anualde la American Economic Association,había cerrado su intervención sobre lafunción del economista académico enla sociedad con las siguientes pala-bras: “En el largo plazo, el econo-mista académico trabaja por la únicamoneda que merece la pena –nuestropropio aplauso”. Samuelson, Paul(1962), “Economists and the Historyof Ideas”, American Economic Review,Vol. LII, nº 1, p. 18.

30 Krugman, Paul (1998), The Acci-dental Theorist..., op. cit., p. 9.

31 Kilgore, Bernard (1963), “TheChallenge of Communication inEconomics”, Journalism Quarterly,Vol. 40, p. 431.

32 Cfr,. Quirt, John (1993), The Pressand the World of Money, Anton/Cali-fornia-Courier, California, p. 205.

33 Cfr., por ejemplo, Corner, John(1998), “Television News and Eco-nomic Exposition”, en Gavin, Neil T.(ed.), op. cit., pp. 53-70; Goddard,Peter, “Press Rhetoric and EconomicNews: a Case Study”, en Gavin, NeilT. (ed.), op. cit., pp. 71-89.

34 “La tensión entre abstracción yconcreción, lógica e intuición, cien-cias y humanidades, es más que unsimple inconveniente a la hora dehacer ciencia económica; es más biensu característica definitoria como áreade investigación. El problema no es laexistencia de esta tensión, sino la di-vergencia entre la percepción oficialdel mundo académico y la realidad alrespecto. La tensión continuada entreaparato metodológico y área de inves-tigación habitualmente se niega,como si se temiese que ese fuese unsigno de inadecuación de la disciplina

a imaginarios estándares de cienti-fismo”. Keppler, J. H. (1998), “Eco-nomists and Language”, History ofEconomic Ideas, Vol. VI, nº 3, p. 37.

35 Vid., entre otros, McCloskey, D.(1983), “The Rhetoric of Econo-mics”, Journal of Economic Literature,Vol. XXI, pp. 481-517; McCloskey,D. (1985), The Rethoric of Economics,The University of Wisconsin Press,Wisconsin; McCloskey, D. (1990), IfYou’re So Smart. The Narrative of Eco-nomic Perspective, The University ofChicago Press, Chicago.

36 Cfr., McCloskey, D. (1985), TheRhetoric of Economics..., op. cit., pp.180-181.

37 Cfr., Stein, Herbert (1975),“Media Distorsions: a Former Offi-cial´s View”, Columbia Journalism Re-view, March/April, p. 37.

38 “Los periodistas tienen el deber detematizar y dar relevancia a los acon-tecimientos de actualidad. Los eco-nomistas no trabajan bajo tales con-diciones. Una consecuencia impor-tante de esto es que aspectos o pro-blemas económicos que podrían serefímeros o poco trascendentales parael profesional de la Economía puedenser interpretados de forma opuestapor el periodista”. Meyer, John R.(1972), “Communications Gap Na-rrows but Persists”, American Eco-nomic Review. Papers and Proceedings,Vol. XLII, nº 2, p. 379.

39 Tanto periodistas como econo-mistas han coincidido tradicional-mente en la necesidad de mejorar elanálisis y la reflexión en torno a ten-dencias, procesos económicos, etc. através de los medios de comunica-ción. Incluso aceptando que la infor-

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mación económica ha mejorado encantidad y calidad en las últimas dé-cadas, sigue habiendo mucho quehacer en la difusión de conocimientoy análisis económico. Cfr., VV.AA.(1972), “Economists Consider Eco-nomic Reporters and Viceversa: ADiscussion”, American Economic Re-view. Papers and Proceedings, Vol.LXII, nº 2, pp. 373-385; VV.AA.(1980), “Economists on Reporting.Reporters on Economists”, Was-hington Journalism Review, July/Au-gust, pp. 28-31; VV.AA. (1986),“Roundtable on Economic Educa-tion: Increasing the Public´s Unders-tanding of Economics”, AmericanEconomic Review, Papers and Procee-dings, Vol. 76, nº 2, pp. 138-144;Weinstein, M., op. cit., pp. 73-77.

40 Cfr., Nelson, Robert H. (1987),“The Economics Profession and theMaking of Public Policy”, Journal ofEconomic Literature, Vol. XXV,March, p. 51.

41 Friedman, Milton (1972), An Eco-nomist´s Protest. Columns in PoliticalEconomy, Thomas Horton and Com-pany, Nueva Jersey, p. ix.

42 William J. Eaton, corresponsal enWashington de Los Angeles Times, co-mentaba en 1980: “Los principalesproblemas en la cobertura de temaseconómicos tienen que ver con la ca-pacidad para penetrar en la avalanchade estadísticas, para discernir las ten-dencias de la coyuntura, e informarde todo ello con el debido énfasissobre su impacto en la vida de laspersonas”. Eaton, William J. (1980),“Reporters on Economics”, Was-hington Journalism Review, July/Au-gust, p. 30.

43 Sobre este peligro, vid., Emmison,M. (1983), op. cit., pp. 139-155;Jensen, Klaus B. (1987), “News asIdeology: Economic Statistics andPolitical Ritual in Television NetworkNews”, Journal of Communication, Vol.37, nº 1, pp. 8-27; Rae, John y Drury,John (1993), “Reification and Evi-dence in Rhetoric on Economic Re-cession: Some Methods Used in theUK Press, Final Quarter 1990”, Dis-course & Society, Vol. 4, nº 3, pp. 329-356.

44 Recientemente, en conversacióncon el director de la sección de eco-nomía de un prestigioso diario eu-ropeo, el Neue Zurcher Zeitung -conuna redacción compuesta exclusiva-mente por doctores en Economía- seaducía esta razón, entre otras, paraexplicar la escasa atención periodís-tica que recibe el Tercer Sector, osector no lucrativo, que por otra partecada vez es más relevante en la provi-sión de bienes y servicios tanto en laseconomías desarrolladas como en lasque no lo están.

45 Citado en, Harrington, David E.(1989), “Economic News on Televi-sion. The Determinants of Cove-rage”, Public Opinion Quarterly, Vol.53, pp. 17-18.

46 Samuelson aceptó el trabajo, perodejando claro que su intención eraanalizar los acontecimientos de ac-tualidad desde la perspectiva de uneconomista profesional, no de un po-lemista: “Mis columnas estaban es-critas con la intención deliberada deque no representasen el punto devista de un polemista. Lo que menospretendía yo era la conversión dellector. Más que intentar comprimir larealidad en los límites deformantes de

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simples sermones, me proponía re-flejar la interesante variedad de pro-blemas económicos”. Samuelson, Paul(1987), Economía desde el corazón,Ediciones Folio, Barcelona, p. 7.

47 Cfr., por ejemplo, Silk, Leonard S.(1964), “Efficiency in the Teaching ofEconomics: The Problem of Com-munication”, American Economic Re-view. Papers and Proceedings, Vol.LIV, nº 3, pp. 602-603; Cairncross,Sir Alec (1985), “Economics inTheory and Practice”, American Eco-nomic Review. Papers and Proceedings,Vol. 75, nº 2, p. 13; Tarascio, Vicent J.(1997), “The Problem of Knowledgein Economics”, Southern EconomicJournal, Vol. 64, nº 1, pp. 15-17.

48 En el debate organizado por laAmerican Economic Association a prin-cipios de los años setenta, citado yaen varias ocasiones en este trabajo,Richard F. Janssen, desde la perspec-tiva del periodista económico, con-cluía: “Si llegara el día en que un pe-riodista pudiese escribir una frase quecomenzase con la expresión ‘los eco-nomistas creen’, sin provocar la carca-jada general, probablemente ese díadesaparecerían buena parte de losproblemas entre la prensa y la profe-sión económica que hacen necesarioun panel de discusión como éste”.Janssen, Richard F. (1972), “Friendswith Points of Friction and Misun-derstanding”, American Economic Re-view. Papers and Proceedings, Vol.LXII, nº 2, p. 388.

49 Kurdas, Ch. y Majewski, R.(1994), “The Rethoric of a Professionand Path Dependency. Can Econo-mists Have Their Theory and FreeSpeech Too?”, Review of PoliticalEconomy, Vol. 6, nº 3, p. 353.

50 Cfr., Walstad, William B. (1996),“Economic Knowledge and the For-mation of Economic Opinions andAttitudes”, en Lunt, Peter yFurnham, Adrian (eds.), Economic So-cialization: The Economic Beliefs andBehaviours of Young People, E. Elgar,Cheltenham, pp. 162-182, citado enBlendon, Robert J. et. al. (1997),“Bridging the Gap Between the Pu-blic’s and Economists’ Views of theEconomy”, Journal of Economic Pers-pectives, Vol. 11, nº 3, p. 116.

51 Cfr., Goddard, Peter; Corner,John; Gavin, Neil T. y Richardson,Kay (1998), “Economic News andthe Dynamics of Understanding: theLiverpool Project”, en Gavin, Neil T.(ed.), op. cit., pp. 32-34.

52 Adoni, Hanna y Cohen, Akiba A.(1978), “Television Economic Newsand the Social Construction of Eco-nomic Reality”, Journal of Communi-cation, Autumn, p. 68.

53 Cfr., VanSickle, Ronald L. (1981),“Implicit Operational Definitions ofEconomic News Literacy in thePrinted News Media”, Social Educa-tion, January, pp. 68-73.

54 La situación no es muy distinta a laque se produce en otros ámbitos de in-formación científica. Vid., por ejemplo,Gunter, Barrie, Kinderlerer, Julian yBeyleveld, Deryck (1999), “The Mediaand Public Understanding of Biotech-nology. A Survey of Scientists andJournalists”, Science Communication,Vol. 20, nº 4, pp. 390-393.

55 Cfr., entre otras muchas refle-xiones sobre esta materia, Hamilton,James T. y Kalt, Joseph (1987), FACS& FORD Study of Economic and Busi-ness Journalism, Department of Eco-

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nomics and Kennedy School of Go-vernment, Harvard University, Cam-bridge, Mass.; Del Río, Rosa (1999),

La profesionalización de la informacióneconómica en España, APIE, Madrid,pp. 45-54.

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INTRODUCCIÓN

UNA DE LAS caracterís-ticas fundamentalesde la denominada

nueva economía es la impor-tancia que directivos, profesio-nales del mundo de la empresae inversores conceden a lasempresas con un potencial ele-vado de crecimiento.

De hecho, un cambio llama-tivo en los mercados bursátilesocurrido recientemente es quelas acciones de empresas congrandes posibilidades de creci-miento -principalmente, em-presas con modelos de negociobasadas en Internet- han te-nido y van a seguir teniendouna prima considerable en el

CRECIMIENTO

EMPRESARIAL: PERSONAS

Y TECNOLOGÍA EN LA

NUEVA ECONOMÍA

JORDI CANALS*La brusca irrupción de Internet y de las nuevas tecnologías en la empresa, y

la globalización de los mercados de capitales han planteado a las empresas unnuevo reto, hasta ahora, menos prioritario: la necesidad de encontrar nuevasvías para el crecimiento de la empresa. Sin embargo, la consideración del creci-miento como objetivo empresarial puede resultar, en ocasiones, algo perverso,debido, entre otras razones, a la prioridad que en la nueva economía se asignaa ciertos modelos tecnológicos adoptados por las empresas y al relativo descuidodel papel de las personas capaces de diseñar aquellos modelos. En este trabajose muestra que el crecimiento de la empresa es importante, pero que una eva-luación adecuada de su potencial de crecimiento exige una consideración másseria y profunda de las personas y de las raíces humanas que definen el con-texto de la innovación en la empresa.

Palabras clave: empresa, crecimiento, tecnología, personas.

* Jordi Canals es Profesor Ordinario del IESE (Barcelona).

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precio. Este es un cambio im-portante porque, durante mu-chos años, los inversores juz-gaban como empresas demayor interés aquellas quedestacaban por la calidad de lagestión y la capacidad de cum-plir expectativas de resultados.General Electric, Chase, Coca-Cola o Procter&Gamble eranalgunas de estas empresas enEstados Unidos. Sin embargo,un cambio en las expectativasde crecimiento en algunas deellas -como ha sido el caso deProcter&Gamble o Coca-Cola-junto con la emergencia deciertas empresas basadas enInternet y sus posibilidades decrecimiento, han provocadoque los inversores y los direc-tivos dejen de considerarlascomo empresas de primera.

Una pregunta esencial a lahora de considerar estas reali-dades es la fiabilidad de las es-timaciones de crecimiento queformulan los analistas debancos de inversión y que in-fluyen, directa e indirecta-mente, sobre las decisiones deinversión o desinversión demuchas personas. En efecto,una recomendación -normal-mente basada en informes se-rios y exhaustivos sobre unaempresa- puede provocarcambios importantes en la co-

tización presente y futura de lamisma.

De otra parte, la excepcionalacogida de empresas basadasen Internet como Amazon,e*Trade o AOL no radica sóloen la tecnología, sino, princi-palmente, en las posibilidadesde crecimiento que Internetaporta a negocios tradicionaleso a nuevos negocios. Sin em-bargo, la evaluación del poten-cial de estas empresas se rea-liza por procedimientos real-mente poco sofisticados. Al-gunos fondos de capital riesgosuelen tener en cuenta tresgrandes conceptos: el propioconcepto de la empresa, elsector y sus clientes, y elequipo humano. Sin embargo,el modo de evaluar cada unade estas variables deja aúnmucho que desear.

Si bien desde un punto devista cuantitativo la evaluacióndel sector y del propio con-cepto de la empresa pueda sersencilla, no deja de estar some-tida a una incertidumbreenorme. Sin embargo, el pro-blema es aún mayor cuando sehabla del equipo humano. Enbastantes ocasiones, el análisisde las fortalezas y debilidadesdel equipo directivo no deja deser algo simple e insuficiente.

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En este trabajo preten-demos subrayar que en lanueva economía dominada porlas nuevas tecnologías y el po-tencial de creación de nuevosconceptos de empresa que In-ternet permite, el papel de laspersonas y de los equipos dedirección es mayor que nunca.Aunque el peso de la tecno-logía en este cambio seaenorme, la revolución digitalcoloca de nuevo a la personaen el centro del debate y, muyen particular, en el centro de ladirección de las empresas,tanto de las más tradicionalescomo General Electric, Philipso Volkswagen, como de los pa-radigmas de la nueva eco-nomía como AOL o CharlesSchwab.

En la nueva economía, lavaloración de las empresas de-berá tener más en cuenta quenunca la solidez, profesiona-lidad y calidad humana de losequipos de profesionales, y, porconsiguiente, la realidad de laempresa como comunidad depersonas. En efecto, los obje-tivos de crecimiento o de crea-ción de valor para el accionistaperderán importancia, porquelos modelos financieros ca-recen de valor predictivocuando se aíslan del contextohumano y político de la em-

presa, o, como ocurre en estosmomentos, cuando la incerti-dumbre debida al cambio tec-nológico es máxima.

De otra parte, la evaluaciónde empresas que planteannuevos conceptos de negociodebe ir más allá de una simplevaloración de los equipos di-rectivos tal y como se formulaen la realidad, que, en muchoscasos, no deja de ser un apén-dice engorroso a un análisis fi-nanciero y comercial que sigueconstituyendo para muchos eleje de la valoración de las em-presas.

Este trabajo pretende recon-siderar el papel de las personasy de los equipos de direcciónen las empresas de alto creci-miento y discutir su centra-lidad en el proceso de creci-miento, por encima de la tec-nología o de otros factores.Este análisis no se centrará enla realidad ontológica de laspersonas y de su naturaleza, nien sus fines, que el autor su-pone como la primera y másfundamental razón por la quelas personas constituyen el nú-cleo esencial de cualquier pro-yecto empresarial. Más bien, elanálisis se centra en un aspectomás modesto, que consiste enobservar el papel de los

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equipos humanos y, en parti-cular, el papel de la alta direc-ción de una empresa, en laorientación de su crecimientoy evolución futura.

Más allá del aprovecha-miento de ciertas oportuni-dades de crecimiento a cortoplazo, la supervivencia a largoplazo de la empresa en lanueva economía depende, másque nunca, de la calidad de laspersonas que la integran, delcontexto interno en el quetiene lugar la innovación en laempresa, de la capacidad deaquellas personas para plantearconceptos de negocio quesirvan mejor a los clientes -yque no sólo se planteen comoun modo de extraer más valor-y del diseño de ambientes detrabajo que contribuyan aatraer y retener a profesionalesexcelentes.

En particular, los equipos dealta dirección tienen una capa-cidad de influencia sobre el fu-turo de la organización que vamás allá de la definición deuna estrategia. En efecto, sonlas personas quienes crean yconciben nuevos conceptos deempresa, es decir, nuevosmodos de organizar la acti-vidad económica -con un usomás o menos intenso de las

tecnologías- y de servir a susclientes reales o potenciales.Además, los equipos humanosy, en particular, los equipos dealta dirección tienen un im-pacto en la generación de estosconceptos de empresa y, en ge-neral, en cualquier proceso deinnovación, a partir de la in-fluencia que tienen en la de-terminación del contexto in-terno de la empresa.

La estructura de este trabajoes la siguiente. En la próximasección discutiremos la impor-tancia del crecimiento de laempresa para la propia em-presa. A continuación, efec-tuaremos un análisis y una va-loración de algunas concep-ciones clásicas del crecimientode la empresa. Seguidamente,plantearemos un modelo an-tropológico de la empresa apartir del cual se pueda com-prender mejor el fenómeno delcrecimiento. Seguidamente,analizaremos la importanciade los equipos humanos endos dimensiones concretas delcrecimiento de la empresa. Enprimer lugar, estudiaremos lageneración de nuevos con-ceptos de empresa orientadosa servir a clientes con plantea-mientos innovadores; en se-gundo lugar, examinaremos elpapel de la alta dirección en la

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determinación del contextointerno de la empresa, con-texto que influye decisiva-mente en la innovación.

LA IMPORTANCIA DELCRECIMIENTO DE LAEMPRESA

LA INTENSIFICACIÓN dela rivalidad global enmuchos sectores de la

economía y la emergencia denuevos modelos de negociobasados en las tecnologías dela información han cambiadoel contexto de muchas em-presas en numerosos países.Para algunas, este cambio decontexto ha supuesto un es-tancamiento o un declive,como ha sido el caso de Ge-neral Motors o Digital en es-tados Unidos, Siemens o CréditLyonnais en Europa o Nissan yNomura en Japón, por citar so-lamente algunas empresas másconocidas.

Por el contrario, en estenuevo contexto, han aparecidonuevas empresas, con nuevosmodos de hacer y de servir asus clientes finales, que handesbordado las expectativasmás optimistas. Cisco, Dell oSun Microsystems son algunasde las de más reciente crea-

ción, pero otras empresas mástradicionales como GeneralElectric o Intel han conseguidosituarse y avanzar por estasenda.

Una de las diferencias prin-cipales entre las empresas es-tancadas o en declive y las quese expanden no es la innova-ción, la tecnología o el gradode globalización. En algunoscasos, entre las primerasexisten pioneros tecnológicoscomo Digital o Siemens, u or-ganizaciones verdaderamenteglobales como General Motorso Nissan. Por consiguiente, nila tecnología ni la globaliza-ción explican la diferencia decomportamientos. En cambiosí podemos observar que unascrecen y otras no lo hacen, ydeberemos preguntarnos porqué el crecimiento es impor-tante y cuáles son los factoresque lo inducen. Sin duda, latecnología y la globalizaciónpueden tener una contribuciónimportante al crecimiento,pero, a la luz de la experienciade aquellas conocidas em-presas, no pueden ser la únicaexplicación.

Debemos subrayar que elcrecimiento de la empresa noes un objetivo per se. La em-presa es una organización for-

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mada por personas que, con lacontribución de diversos re-cursos (tecnológicos o finan-cieros), pretende servir a losclientes mediante bienes o ser-vicios diferenciados y generarel mayor valor posible en esteproceso. El crecimiento no es,por tanto, el objetivo final.

Sin embargo, el problemaaparece cuando una empresano crece, o crece de modopoco sólido -por ejemplo, me-diante guerras de precios, omediante productos que difí-cilmente generan una mayorlealtad de los clientes–. Estasituación puede indicar quesus productos y servicios co-nectan poco con sus clientesactuales o potenciales y sus ne-cesidades o aspiraciones. Unaempresa que no crece puedeencontrar una explicación rá-pida a su problema argumen-tando que el mercado está es-tancado. Sin embargo, en bas-tantes casos, la ausencia decrecimiento muestra que laempresa no es capaz de llegara nuevos clientes o no con-sigue diseñar y ofrecer nuevosproductos o servicios que mar-quen la diferencia. Por consi-guiente, el crecimiento no esun objetivo de la empresa. Elcrecimiento puede ser unmedio para alcanzar otros ob-

jetivos. Sin embargo, su au-sencia prolongada puede serun síntoma de declive futuro.

La necesidad de crecer esespecialmente aguda en lospaíses de Europa Occidental,con economías maduras, tasasde crecimiento anual del PIBmás bien modestas y elevadodesempleo. Parece evidenteque la solución a estos pro-blemas pasa por la creación deempleo, un proceso que sóloimpulsan las empresas–grandes o pequeñas– quetienen proyectos de futuro.

La nueva teoría del creci-miento económico tambiénarroja luz sobre el reto del cre-cimiento de la empresa. Tal ycomo expresa Paul Romer, lalección más importante delnuevo enfoque es que el factorclave en el crecimiento no es elcapital, o las materias primas,sino activos como el conoci-miento o los procesos internosde las empresas. Esto hace quelas posibilidades de creci-miento de las empresas seanenormes (Lessard et alia,1998).

No obstante, no puede olvi-darse que el crecimiento de laempresa es un fenómeno com-plejo y elusivo. Como señalanGeroski y Machin (1992), el

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crecimiento es un procesoidiosincrático de cada em-presa: depende de su historia,recursos e innovaciones. Deotra parte, las tasas de creci-miento de las empresas son al-tamente impredecibles, de ma-nera que las pautas que se ob-servan son de difícil generali-zación.

Desde el punto de vista dela dirección de empresas, elcrecimiento es importante, nosólo por la posible repercusiónen el valor de la empresa, sinopor un conjunto de razonesmás sutiles que pueden garan-tizar la supervivencia de unaorganización a medio plazo.Seguidamente, discutiremosalgunas de ellas.LA ATRACCIÓN DELTALENTO PROFESIONAL

Las empresas no puedenconseguir otros objetivos queaquellos que la calidad profe-sional y personal de sus cola-boradores permitan alcanzar.La correlación empírica entretalento y éxito empresarial esdifícil de mostrar; sin em-bargo, la experiencia de mu-chos altos directivos revela quela contratación y desarrollo debuenos profesionales es sutarea básica. Algunas empresasconocen esta realidad muy

bien y sus altos directivos de-dican mucho tiempo al pro-ceso de contratación y desa-rrollo de profesionales.

Sin embargo, la atenciónque algunos altos directivosdedican a esta tarea es sólouno de los factores indispensa-bles. Aquellos saben que lasempresas deben poder ofrecerun entorno amable y exigente,buenas oportunidades de ca-rrera y proyectos de futuro, esdecir, proyectos que puedanimpulsar el crecimiento de laempresa. Si la alta direcciónno muestra entusiasmo sobreel futuro de la empresa, o noimpulsa nuevos proyectos decrecimiento, su capacidad deatraer personas valiosas se veráperjudicada.LA NECESIDAD DE CAPTARRECURSOS FINANCIEROS

La capacidad de captaciónde recursos financieros y, loque es más importante, de lo-grar que los posibles inversoresconsideren a la empresa encuestión como una empresacon futuro, es otra razón por laque el crecimiento es impor-tante, especialmente en em-presas que cotizan en bolsa odesean hacerlo.

Los inversores evalúan susdecisiones en función de di-

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versas variables. Una de ellases la rentabilidad sobre re-cursos invertidos. Sobre estavariable inciden numerososfactores, pero es indudable quela capacidad de crecimientosaneado que tiene la empresaes uno de los más importantes.En el fondo, el valor añadidoque la empresa pueda generaren el futuro es función directade los nuevos proyectos decrecimiento que la empresaplanee para asegurar su super-vivencia.EL RIESGO DE SUSTITUCIÓNY EL RIESGO DE IMITACIÓN

El dilema que numerosasempresas deben afrontar no escrecimiento versus estanca-miento. Por el contrario, el di-lema es crecimiento y renova-ción versus declive. La razónes que en todos sectores seproducen fenómenos de susti-tución e imitación de pro-ductos o servicios que puedenponer en serio peligro la su-pervivencia de la empresa.

El fenómeno de la sustitu-ción tiene lugar cuando apa-rece en el mercado un nuevoproducto que sustituye en ca-lidad y precio a otros pro-ductos existentes. Este es unfenómeno que suele apareceren la fase de madurez de un

producto. La empresa que yase halla en ella, si no reaccionapara generar nuevas ideas conlas que servir a los clientes,puede quedarse desplazada delmercado debido a la mayor ca-pacidad de innovación o almejor servicio de otras em-presas.

Un caso clásico es el deIBM y su entrada tardía en elsector de ordenadores perso-nales. Estos ordenadores, unavez conectados en red, podíansuplir satisfactoriamente elconcepto de “mainframes” enel que se basaba el negocio deIBM. El ordenador personal,sin embargo, parecía que podíaadaptarse mejor a las necesi-dades de empresas pequeñas, yespecialmente, llegar al granpúblico.

El líder en el sector de infor-mática, IBM, no fue la primeraempresa en entrar en el ne-gocio de ordenadores perso-nales. Por el contrario, la em-presa no consideró inicial-mente este nuevo segmentodentro del sector. El resultadofue una serie de oportunidadesde negocio que IBM perdiódebido al efecto sustitución, enalgunos casos, de los “main-frames” por ordenadores per-

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sonales de otras empresas com-petidoras conectados entre sí.

Un fenómeno parecido,aunque de naturaleza distinta,es el de la imitación. Estesurge cuando las empresas deun sector tienden a compor-tarse en el mercado de manerasimilar. En el sector del auto-móvil en Europa, que puedeconsiderarse un sector ma-duro, en el que el mercadoapenas crece –excepto en elpico del ciclo económico–, lasempresas han adoptado estra-tegias parecidas de aumentode capacidad para mejorar suproductividad. Sin embargo,este aumento de capacidad enplantas más modernas nosiempre ha venido acompa-ñado de un cierre de lasplantas menos productivas.

El resultado ha sido un ex-ceso de capacidad, guerras deprecios y unos resultados me-diocres, debido a la tendenciaa la imitación de las accionesde los competidores.1 En elfondo, cuando todas las em-presas tienden a hacer lomismo, a adoptar la imitacióncomo forma de conducta, nohay renovación y los resultadostienden también a ser muy pa-recidos y, lamentablemente, nosiempre positivos.

LA SUPERACIÓN DE LAMENTALIDAD DE SECTORMADURO

La idea de maduración delproducto se ha trasladado concierta facilidad al sector y sehabla así de sectores maduros.Este es un concepto inadecua-damente utilizado. La ma-durez como concepto empre-sarial se refiere al producto,que intenta satisfacer las nece-sidades de unas personas y notanto a un sector. Puede ha-blarse de empresas o sectorescon productos maduros, perono de empresas maduras o sec-tores maduros2. Normalmente,una empresa madura es unaempresa anquilosada, que nocrece, debido a los productosque tiene, pero que podríacrecer con un enfoque de ne-gocio diferente.

La preocupación por el fu-turo, por el modo de afron-tarlo, por los enfoques posiblesde crecimiento, son un modoconcreto de luchar (y, portanto, de superar) contra lamentalidad del sector maduro.

Una empresa que tiene unmodo activo de afrontar el fu-turo, de reflexionar sobrenuevas formas y avenidas decrecimiento, es una empresacuyo enfoque no consiste sólo

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en reducir costes, sino en des-cubrir nuevos modos de servira sus clientes, de integrar a losempleados, o de ofrecer unmejor retorno a la inversión delos accionistas. Esta es lamejor mentalidad para rein-ventar un sector y abandonarel síndrome de los supuestossectores malos o poco atrac-tivos.

Swatch, la empresa suiza defabricación de relojes ofrece unejemplo sobre el modo de su-perar esta mentalidad. Las dé-cadas de los años 1960 y 1970fueron años de declive para lasempresas suizas fabricantes derelojes. Sus productos dejaronde ser innovadores, eran consi-derados caros por muchoscompradores, y su cuota demercado a nivel mundial de-cayó, frente a competidoresnorteamericanos y japoneses.A finales de los años 70 pa-recía que las empresas suizasestaban destinadas a tener unapresencia minoritaria en estesector, quizá reservándose so-lamente el segmento más altodel mercado. Sin embargo, seveían incapaces de penetrar,con productos típicamentesuizos, en el segmento delmercado masivo, que era elque estaba creciendo.

La experiencia de Swatchmuestra que el poder de lasideas siempre es superior al desupuestas industrias maduras ode empresas sin futuro. Paraponer este objetivo en prác-tica, la dirección de la empresadiseñó una nueva estrategiabasada en algunos puntosesenciales. El primero era di-señar sistemas de producciónmás eficientes y de mayor ca-lidad. Parte de la nueva com-petencia de las empresas suizasprocedía de Japón, cuyas em-presas ofrecían productos aprecios bajos, con costes infe-riores. El segundo elementoconsistió en reforzar la imagende diseño, calidad y eleganciade los relojes suizos, frente alos nuevos productos proce-dentes de Asia, incluso en re-lojes de gama media o baja.

Con este enfoque, Swatchlogró no sólo frenar el declivedel sector y de la propia em-presa, sino transformar elsector y regenerar la empresahasta convertirla en referenciade uno de los esfuerzos másserios que la industria europeaha hecho para innovar y me-jorar su capacidad de sobre-vivir a largo plazo.

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EL CRECIMIENTO DELA EMPRESA: ALGUNOSENFOQUES CLÁSICOS

EL CRECIMIENTO de laempresa es un fenó-meno cuyo trata-

miento académico ha sido par-cial, limitado y casi siemprecon una perspectiva reduccio-nista. En los próximos suba-partados analizaremos los en-foques clásicos que permitenconsiderar este fenómeno, asícomo sus limitaciones; en lasiguiente sección plantearemoslos requisitos que debe con-templar un modelo más com-prehensivo del crecimiento dela empresa en el que el papelde la persona y de los gruposhumanos resulta decisivo.EL ENFOQUEMICROECONÓMICO DELCRECIMIENTOEMPRESARIAL

Tradicionalmente, la teoríamicroeconómica ha conside-rado la empresa como unagente decisor que tiene unosobjetivos específicos, normal-mente, maximizar beneficios.Las empresas, en los modelosmicroeconómicos, son institu-ciones homogéneas, quetienen objetivos claros y queocultan las característicasesencialmente diferentes de las

personas que las integran, susrecursos y capacidades.

Según este enfoque, la em-presa se limita a una mera fun-ción de producción que el em-presario o el alto directivo in-tenta optimizar. En este con-texto, la empresa es un meca-nismo que asigna recursos demanera eficiente, de modo si-milar a como lo hace el mer-cado.3

Por esta razón, este enfoquese interesa por los equilibriosestáticos a corto plazo; porejemplo, cómo cambia la pro-ducción si cambia el coste va-riable de un recurso produc-tivo. Sin embargo, el trata-miento que este enfoque hacede la evolución de la empresa yla eficiencia a largo plazo esuna mera prolongación delanálisis a corto plazo. Enefecto, a largo plazo, se suponeque la función de costes de laempresa es distinta de la fun-ción de costes a corto plazo,quizás porque algunos de loscostes a largo plazo dejan deser fijos.

Esta concepción de la em-presa impide una visión máscomprehensiva del proceso deexpansión empresarial. En elfondo, el crecimiento, segúneste enfoque, no es más que el

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resultado del ajuste de la em-presa a un supuesto tamañoóptimo. Esta explicaciónpuede ser correcta en algunoscasos, pero es, esencialmente,incompleta. Como veremosdespués, el crecimiento puederesponder a una reacción oajuste a una eficiencia óptimadeseada, pero no es su causa nisu principal explicación.

Por su parte, la moderna te-oría de juegos ha intentadoformalizar de modo más refi-nado el proceso de toma dedecisiones relativas a cues-tiones como la ampliación decapacidad, la entrada o salidade ciertos sectores o la elecciónde una tecnología sobre otra4.Sin embargo, éstos son mo-delos que sólo asumen la ra-cionalidad neoclásica en losagentes que deciden. En estosmodelos -al igual que en losmodelos económicos más tra-dicionales-, la empresa siguesiendo una caja cerrada, en laque las personas que la inte-gran o sus capacidades desem-peñan un papel casi nulo.LA TEORÍA DELCRECIMIENTO DE LAEMPRESA DE PENROSE

En su trabajo The Theory oftheGrowth of the Firm (1959),Penrose ofrece la primera ex-

plicación comprehensiva delproceso de crecimiento de lasempresas. Su propósito esapartarse del enfoque microe-conómico, que entiende el cre-cimiento de la empresa comouna mera cuestión de ajuste aun tamaño supuestamente óp-timo.

Para ello, pretende basar suteoría del crecimiento empre-sarial en la teoría dinámica deldesarrollo económico quehabía formulado algunos añosantes Schumpeter (1934). Esteautor describe al emprendedorcomo un agente que percibeoportunidades en el entornoque otros no son capaces deobservar.

Según Penrose, el factor queexplica el crecimiento de laempresa es el proceso de acu-mulación de recursos en eltiempo. Así, subraya que laempresa no es una función deproducción, sino un conjuntode recursos. La heteroge-neidad de estos recursos haceque las empresas sean distintasentre sí.

Los directivos son el prin-cipal recurso disponible que sehalla detrás de la expansión dela empresa. De hecho, este re-curso es tan crítico que su li-mitación o ausencia es el prin-

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cipal freno al proceso de ex-pansión de la empresa.

La contribución de Penrosees importante, pues ha sido laprimera en ofrecer una visiónmás amplia del proceso de cre-cimiento empresarial y,además, ha sido el punto departida de la denominada teo-ría de la empresa basada en losrecursos.

Sin embargo, esta teoríapresenta algunas limitaciones.La primera consiste en que losrecursos directivos son esen-ciales en cualquier empresa, sibien no son los únicos y, enocasiones, no son los decisivos.Por seguir con las personas, enempresas intensivas en tecno-logía, el conocimiento (y lascapacidades para utilizarlo demanera adecuada) no se halla,en ocasiones, entre los direc-tivos, sino entre los equipos dedesarrollo de nuevos productoso los equipos comerciales enestrecho contacto con losclientes.

Una segunda limitación deeste enfoque es que los re-cursos son un inductor esen-cial del crecimiento, pero noson el único: la interacciónentre recursos internos, el en-torno de la empresa y la capa-cidad de adaptación de las per-

sonas a nuevos contextos re-sulta crítica (Henderson yMitchell, 1997) y no se puedeolvidar en un modelo queofrezca una explicación plau-sible del proceso de creci-miento empresarial.EL ENFOQUE DE LA TEORÍAEVOLUCIONISTA

Nelson y Winter (1982)pretenden explicar la evolu-ción temporal de la empresaintentando identificar aquellosfactores que inciden en esaevolución. Este proceso diná-mico es gobernado por rutinaso procesos que orientan a laspersonas que trabajan en unaorganización sobre las deci-siones o acciones que debentomar en cada circunstancia.

De acuerdo con esta pers-pectiva, el crecimiento tiene lí-mites, no tanto por la posibleescasez de recursos disponi-bles, como señalaba Penrose,sino por la dificultad intrín-seca de adaptación al cambioque surge cuando las rutinashan sido eficaces durante unlargo periodo de tiempo. Portanto, el verdadero límite alcrecimiento no es la abun-dancia o escasez de recursos,sino las rutinas, el modo detrabajar con la información yel conocimiento acumulado

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por la organización en eltranscurso del tiempo, factorestodos ellos que dificultan loscambios en el comportamientode las personas5.

Nelson y Winter efectúanuna aportación original y ricasobre la evolución de la em-presa. Sin embargo, no laplantean con la pretensión deexplicar el fenómeno del creci-miento, ni de sus factores in-ductores. De otra parte, elpapel central de las rutinas nopuede apartar a un segundoplano la capacidad de innova-ción y de cambio que las per-sonas, al utilizar su libertadcreativa, pueden desarrollar ensu trabajo en una empresa.

EL CRECIMIENTO DELA EMPRESA DESDEUNA PERSPECTIVAANTROPOLÓGICA

CUALQUIER explicaciónsobre el crecimientode la empresa exige

una definición de la empresa.Consideramos que una em-presa es una organización que,mediante la contribución pro-fesional y personal de indivi-duos, pretende servir a clientesactuales o potenciales, contri-buir a la creación de valor eco-nómico en este proceso y

ofrecer oportunidades de me-jora personal y profesional asus colaboradores.

Siguiendo a Pérez López(1993), se puede afirmar que lacalidad de una empresa de-pende del modo en que éstaconsigue tres objetivos simul-táneamente: la eficacia, esdecir, la capacidad de lograrobjetivos, entre otros, objetivosde tipo económico; la atracti-vidad, es decir la capacidad dela organización para plantearretos de interés a sus miem-bros y que éstos los percibancomo tales; y la unidad, esdecir, la capacidad de generaren sus colaboradores una iden-tificación con la misión de laorganización. Estos tres obje-tivos reflejan, respectivamente,las dimensiones económica(dimensión de eficacia), socio-lógica (dimensión de atracti-vidad) y ética (dimensión deunidad) de una empresa.

Mientras que las dimen-siones económica y sociológicade la organización han sidoampliamente examinadas en laliteratura sobre dirección deempresas, no ocurre lo mismocon la dimensión ética. Des-graciadamente, muchas per-sonas asumen en la actualidadde manera explícita o implícitauna concepción de la empresa

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articulada en torno a la efi-cacia; si bien esta resulta im-prescindible, la confusiónentre fines y medios que se de-riva de aquel planteamientodesfigura la realidad de lascosas (Llano, 1999). Dehecho, la dimensión ética esuna condición de supervi-vencia de la empresa tan deci-siva como la dimensión econó-mica y, sin embargo, su impor-tancia se tiende a despreciarpor la vía de la indiferencia,que acaba siendo el peor de losdesprecios.

Este tratamiento de las di-mensiones de la empresa per-mite situar el fenómeno delcrecimiento en una plataformamás sólida y estable. El creci-miento no es un objetivo uni-lateral a conseguir por la em-presa. En este sentido, si fueraasí, el crecimiento caeríadentro de la categoría de obje-tivos de corte económico, des-cuidando otros de naturalezasociológica o ética.

Para entender el creci-miento en este contexto, esconveniente traer a colaciónuna concepción alternativa delpropósito de la empresa. Unaformulación de estas caracte-rísticas debe incluir lo que laempresa desea hacer y, portanto, los objetivos que tiene

en los planos económico, so-ciológico y ético. El olvido dealguna de estas dimensionesreduce el valor integrador quetodo propósito pretende al-canzar. De hecho, la prueba dela consistencia y solidez de unpropósito no consiste en ase-gurar tanto la eficacia máxima,sino el logro de la unidad en laorganización en el proceso deconseguir la mayor eficaciaque resulte factible.

La unidad expresa el gradode identificación de los miem-bros de la organización con laeficacia organizativa. Estaidentificación acaba orien-tando su acción en la organi-zación a partir de motivostrascendentes, que va más alláde los motivos extrínsecos -in-centivos externos- o intrín-secos -de mejora personal-. Launidad es un valor tan decisivoque acaba definiendo, no sola-mente la calidad del propósito,sino también la propia misiónde la institución.

A partir de esta concepciónde la empresa podemos plan-tear un modelo del creci-miento de la misma basado enesta perspectiva antropológica.El modelo que aquí presen-tamos ha sido elaborado condetalle a partir de esta concep-ción y del estudio de varias do-

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cenas de empresas con creden-ciales de crecimiento muyclaras durante los últimosaños6.

Este modelo consta de cincoelementos que definen el cre-cimiento: el contexto externode la empresa, el contexto in-terno de la empresa, los re-cursos y capacidades, el desa-rrollo de nuevos conceptos denegocio y las decisiones estra-tégicas de crecimiento propia-mente dichas. Este modelo nosólo explicita algunos factoresque van más allá de los mo-delos reduccionistas de corteeconómico o sociológico, sinoque, además, permite colocarel objetivo del crecimiento enun contexto más amplio.

Así, la dimensión econó-mica del crecimiento quedaexpresada mediante el aprove-chamiento de las oportuni-dades externas; la dimensiónsociológica mediante el desa-rrollo de recursos, capacidadesy competencias diferencialesde la organización y el desa-rrollo de nuevos conceptos denegocio orientados a servir aclientes; la dimensión éticamediante la creación de uncontexto interno que ayuda alograr la unidad de la organi-zación, al tiempo que permiteconvertir el crecimiento en un

proceso sostenible a medioplazo.

Desgraciadamente, tanto enla literatura académica sobrecrecimiento de la empresacomo en la evaluación prácticadel crecimiento -por ejemplo,por parte de analistas de inver-siones- el énfasis y el núcleodel análisis suele girar alre-dedor de la dimensión econó-mica del crecimiento. En lospróximos apartados destaca-remos las características quedefinen las otras dimensionesdel crecimiento. Estas dimen-siones resultan imprescindiblespara una mejor comprensiónde su proceso: la innovación yel desarrollo de nuevos mo-delos de empresa, de unaparte, y la definición del con-texto interno de la empresa, deotra. La consideración de estoselementos resulta crucial paracualquier valoración que seefectúe de las posibilidades decrecimiento de la empresa, altiempo que constituye unacondición para que aquel cre-cimiento sea sostenible.

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MODELOSEMPRESARIALES

EN NUMEROSAS oca-siones, por empresasinnovadoras enten-

demos aquellas que son ca-paces de lanzar al mercadoproductos verdaderamente no-vedosos y rompedores, comoes el caso de SAP, Sony oApple. Sin embargo, en los úl-timos años, empresas comoNokia, Dell o Disney han desa-rrollado modelos de empresaque van más allá del lanza-miento de un producto o ser-vicio innovador. Se trata de ira las raíces que permiten queel árbol de la innovacióncrezca, no sólo mediante pro-ductos finales –algo así comolas ramas del árbol–, sino quesu modo específico de orga-nizar las actividades –lo quepodríamos denominar el tron-co del árbol– sea diferente, efi-ciente y contribuya a la crea-ción de valor para los clientes7.

La noción de concepto denegocio que presentaremos enesta sección comparte algunoselementos con ciertos con-ceptos previos definidos en elcampo de la estrategia de laempresa. Así, Drucker (1994)ha propuesto la denominadateoría de la empresa, concepto

que incluye todas las hipótesisy supuestos que una empresatiene respecto de su entorno,misión y competencias dife-renciales. Por su parte, Hamely Prahalad (1994) proponen laidea del punto de vista sobre elfuturo del sector, así como lasacciones que una empresapuede desarrollar para influiren ese futuro. Asimismo, pre-sentan el concepto de arqui-tectura estratégica que indicael tipo de beneficios que laempresa aportará a sus clientesen el futuro, así como las com-petencias diferenciales queésta necesita para hacerlo rea-lidad.

El concepto de negocio esun modelo mental que los di-rectivos de una empresa handesarrollado acerca del modode servir al cliente y de orga-nizar las actividades de la em-presa (marketing, operaciones,logística, compras, etc.) paracrear valor al ofrecer aquel ser-vicio. Cualquier empresa tieneun concepto de negocio explí-cito o implícito. El conceptode negocio emerge de la visiónque la empresa tiene sobre lasnecesidades de sus clientes enel futuro, la evolución de la ri-validad en el sector y el papelde la propia empresa en laconfiguración de éste. De

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acuerdo con esta perspectiva,los directivos deciden manerasespecíficas de organizar las ac-tividades de la empresa.

El proceso de crecimientode Nokia, el grupo empresarialfinlandés que se convirtió en laempresa líder a nivel mundialen teléfonos móviles a finalesde la década de los años 90,desbancando a Motorola (laempresa líder durante muchosaños), muestra la importanciadel desarrollo de un conceptode negocio innovador.

Nokia aceleró su crecimientoen el sector de telecomunica-ciones durante la segundamitad de los años 80 con eldesarrollo de nuevos productosy la decisión de aumentar sucapacidad de fabricación. Du-rante estos años demostró serun jugador habilidoso al esta-blecer acuerdos de coopera-ción con Alcatel para desarro-llar nuevos sistemas celularespara una red europea, y conAT&T para desarrollar semi-conductores.

Sin embargo, a comienzosde los años 90, el posiciona-miento de Nokia en aquelsector no era muy claro y, entérminos de cuota de mercado,estaba aún por detrás de otros

fabricantes europeos, nortea-mericanos y japoneses.

La alta dirección de la em-presa adoptó entonces algunasdecisiones críticas: el compro-miso de recursos adicionalespara apoyar el desarrollo y lainvestigación en nuevos pro-ductos, y el diseño de alianzascon algunos proveedores paramejorar la calidad y expandirla capacidad de producción-problema complejo si el mer-cado crecía rápidamente yNokia no disponía de capa-cidad de fabricación sufi-ciente-, y, finalmente, la desin-versión progresiva en ciertossectores, como aparatos de te-levisión y ordenadores.

Esta orientación coincidiócon el establecimiento delGSM, el nuevo estándar di-gital en telefonía para Europa.Este proceso de estandariza-ción permitió a Nokia concen-trar esfuerzos en el desarrollode unos pocos modelos quepudieran ser adaptados fácil-mente a las diversas frecuen-cias en distintas partes delmundo. Nokia y Ericsson pu-dieron aprovechar este creci-miento del mercado europeo ycentrar su atención en el desa-rrollo de nuevos productos. Enel extremo opuesto, Motorola,el líder del mercado, tuvo que

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operar en un mercado nortea-mericano dominado por el es-tándar analógico. Podría pen-sarse que Nokia tuvo suerte yMotorola no. Sin embargo, másallá de la fortuna, Nokia desa-rrolló un nuevo concepto denegocio, que fue apoyado conel compromiso de un volumenimportante de recursos. Final-mente, este concepto de ne-gocio resultó exitoso y, sin él,la suerte de la definición de unestándar digital en Europa hu-biera sido para otro.

LOS ELEMENTOS DELCONCEPTO DE NEGOCIO

El concepto de negociocomprende diversas dimen-siones. El primer elemento delconcepto de negocio es una vi-sión estratégica a largo plazo.Esta visión incluye una aspira-ción o deseo acerca de cómo laempresa puede tener un im-pacto en sus clientes y en lasociedad, igual al que HenryFord tenía al pretender quecada familia norteamericanatuviera un coche. Asimismo,aquella visión debe referirse alámbito competitivo en el quela empresa quiere desarrollarsus actividades y definir aque-llos valores corporativos pro-pios.

El desarrollo de un punto devista sobre el modo de servir alos clientes es un segundo ele-mento del concepto de ne-gocio. Es preciso matizar queese punto de vista debe teneren cuenta no sólo lo que laempresa podría desear hacer,sino los espacios existentesentre las expectativas de losclientes finales y la realidad deservicio de las empresas ac-tualmente existentes. Muchasveces, al observar estos espa-cios entre expectativas y valorfinalmente percibido por elcliente, aparecen numerosasvías de mejora, tanto para lasempresas ya existentes comopara las nuevas que desean en-trar en el sector.

Una de las ventajas con quecuentan las nuevas empresas,en este caso, consiste en quecomienzan de cero y puedencontemplar con una miradanueva los modos de servir a losclientes, que las empresas yaexistentes sólo pueden realizarcon dificultad, debido al fuertepeso de la inercia y la resis-tencia que los miembros deuna organización suelen tenerhacia el cambio.

El tercer elemento es unaperspectiva acerca de la natu-raleza de la rivalidad en elsector, la posible emergencia

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de nuevos productos sustitu-tivos, el papel de los provee-dores y la evolución del con-junto de la cadena de valor.Este punto de vista ayuda aperfilar cómo puede evolu-cionar el proceso de creaciónde valor añadido en el con-junto del sector.

El cuarto elemento de unconcepto de negocio consisteen concebir el conjunto de lasactividades de la empresacomo un sistema integrado, esdecir, como una secuencia deacciones orientadas todas ellas,no a la eficacia aislada de cadauna, sino a la armonía del con-junto.

A partir de este concepto,podemos concluir que un ele-mento del diseño de un ne-gocio consiste en imaginar unconcepto, una configuraciónde la cadena de valor, no sólocomo una secuencia de activi-dades, sino como un conjunto–más que secuencia– de activi-dades interrelacionadas quetienden a reforzarse mutua-mente8.

Este enfoque tiene conse-cuencias importantes sobre ladirección de las personas en laorganización, sobre el papel delos individuos y de los gruposde trabajo, sobre el clima y la

cultura de cooperación en laempresa, sobre el propio di-seño de la organización, y, es-pecialmente, sobre los sistemasde compensación y de controlque la empresa implante. Unconcepto de empresa novedosoexige que cada uno de estoselementos del diseño organi-zativo no sólo se adapte pasi-vamente, sino que contribuya aconsolidar la unidad de la or-ganización.TECNOLOGÍA YCREATIVIDAD EN ELDESARROLLO DE NUEVOSMODELOS DE EMPRESA

Según hemos podido ana-lizar en el caso de Nokia, el de-sarrollo de nuevos conceptosde negocio implica nuevos en-foques de servir al cliente finaly organizar las actividades dela empresa. Estos plantea-mientos innovadores presu-ponen el descubrimiento deespacios de oportunidad.

Los espacios de oportu-nidad son áreas potencialespara la expansión de la em-presa que se definen mediantela anticipación de las necesi-dades futuras de los clientes, eldescubrimiento de necesidadesactuales de los clientes insufi-cientemente cubiertas, el repo-sicionamiento de ciertos pro-

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ductos o servicios, o el desa-rrollo de procesos operativosmás eficientes.

La definición de espacios deoportunidad resulta relevanteen el caso de aquellas empresasque han mantenido posicionesde liderazgo en un sector du-rante varios años. Estas em-presas suelen actuar con efi-ciencia al plantear mejoras in-crementales, pero resultan sermenos diligentes al plantearcambios importantes en suconcepto de negocio. Los pro-blemas recientes de empresascomo Kodak, General Motors oDigital son prueba de este fe-nómeno. Estas empresas sehan aferrado a un concepto denegocio que, en algunas di-mensiones, ha podido quedarobsoleto.

No resulta tarea fácil paralos directivos de empresascomo éstas desprenderse desus hipótesis de trabajo, aban-donarlas, y volver a formu-larlas desde cero. Esta difi-cultad es tanto mayor cuantomás clara es la posición de li-derazgo de la empresa en sumercado. En último término,si hasta ahora ha ido bien, sepreguntan sus directivos, ¿porqué cambiar?

La capacidad de empresascomo Nokia, o L´Oréal paraanticipar la necesidad decambio, reorganizar opera-ciones y acelerar el lanza-miento de nuevos productos aun buen ritmo es admirable.No hacerlo -opinan algunosde sus directivos- o hacerlo auna velocidad menos rápida,podría haber supuesto el es-tancamiento de la empresa.

Bajo este punto de vista seesconde el supuesto de que, amenos que una organizaciónlegitime la innovación y esti-mule el reto de compararnuevas ideas con viejas hipó-tesis, resultará difícil quepueda mantener un ritmo deinnovación adecuado, especial-mente en sectores en rápidaevolución. El riesgo de error esalto, pero posiblemente seaaún mayor el riesgo derivadode la inacción.

El desarrollo de nuevos mo-delos de empresa y conceptosde negocio para afrontar el fu-turo es una tarea que, en ciertomodo, requiere un enfoque ri-guroso, científico, pues exige lasistemática búsqueda y evalua-ción de opciones alternativas.Sin embargo, por encima deotras consideraciones, es unacapacidad directiva que con-duce a reflexionar de manera

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sistemática sobre nuevosmodos de servir a los clientes.De esta manera, el desarrollode nuevos conceptos de ne-gocio exige la singular combi-nación de análisis riguroso ycreatividad. En este proceso, latecnología desarrolla un papelsingular. Sin embargo, resultaevidente que cualquiera quesea el uso de las posibilidadestecnológicas, el papel directivoy creativo de las personas sigueocupando un papel central.

Este es un proceso com-plejo, en el que interaccionanmuchas personas, se produceuna comunicación de ideas adiferentes niveles y permiteque aspectos consideradosesenciales sobre la manera defuncionar que la empresa teníahasta el momento sean puestosen tela de juicio con el propó-sito de mejorar constante-mente.

Afrontar estas cuestionescomplejas exige algo más queclaridad de conceptos. Se tratade un proceso en el que la crea-tividad y la racionalidad de losdirectivos, y de todas las per-sonas que colaboran en la em-presa, deben interaccionar in-tensamente. En el fondo, sonlos directivos y sus colabora-dores quienes tienen en susmanos la creación del futuro.

Este no aparece como resul-tado del azar, la casualidad o laaplicación de unas técnicas deplanificación estratégica queseñalan a la empresa lo quedebe hacer. No. Si detrás decada idea en el mundo de laempresa hay una persona, de-trás de todo proceso de crea-ción de futuro, de redefiniciónde los ámbitos en los que laempresa operará en los pró-ximos años, se encuentrantambién una o muchas per-sonas.

La responsabilidad de losdirectivos en este proceso con-siste en saber estimular, dirigiry orientar adecuadamente esteproceso, de manera que elstatus quo actual no llegue afrenar los procesos de renova-ción, cambio o mejora para laempresa. Al mismo tiempo,los directivos deben mantenerese delicado equilibrio entre laparalización de proyectos porla supuesta colisión con modosde funcionar ya establecidos yel impulso de la empresa hacianuevos ámbitos sin un verda-dero y riguroso debate sobre loque conviene hacer.

En el fondo, el papel delalto directivo es esencial eneste proceso de renovación dela empresa. No se trata de unproceso que deba impulsar el

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máximo ejecutivo de una com-pañía, exclusivamente, –aun-que sin duda su papel en estafunción como en tantas otrases indispensable–, sino de unproyecto desarrollado y com-partido por el equipo directivoy asumido por toda la organi-zación.

Es cierto que este procesode renovación puede resultarmás sencillo cuando la em-presa se halla en una crisisprofunda, estado en el cualmuchas personas aceptanla necesidad del cambio. Por elcontrario, cuando la empresava bien, cuando no parece queexista la necesidad de cambiar,es cuando el proceso de crea-ción de futuro resulta máscomplejo.

Por el contrario, cuando lasempresas se desarrollan y me-joran de manera continua, elproceso de cambio o de reno-vación de la empresa resultamucho más complejo. Enestos casos, es necesaria unacultura que facilite y estimulela necesidad del cambio per-manente y un equipo de altosdirectivos que asuma comocriterio de acción la renova-ción continua.

Este es el caso de empresascomo Nokia o Hewlett-

Packard, cuyo proceso de reno-vación de productos conside-rados estrella forma parte desu política habitual. Si exami-namos este planteamiento, po-demos afirmar que resulta muyexigente, que rompe con ex-pectativas de muchas personasde la empresa, comenzandopor el equipo de ventas deaquellos productos verdadera-mente exitosos. Sin embargo,si se contempla desde la pers-pectiva del largo plazo, de larenovación continua de la em-presa, se trata de una exigenciaque ayuda, sin duda, a plantearaquel proceso de manera con-tinua.

La renovación de la empresaes un proceso complejo que hasido estudiado desde distintospuntos de vista, y que siempreha intentado ir más allá de lamera reestructuración de acti-vidades. Se trata de un procesooriginado, guiado e impulsadopor personas con una hondainquietud por la mejora con-tinua de la empresa, por el de-sarrollo de un trabajo cada díamás útil en servicio de clientesy empleados.

El impulso de este procesoexige una capacidad para des-cubrir entre los aconteci-mientos presentes nuevas víasde desarrollo del futuro. Sin

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embargo, junto con esta capa-cidad siempre útil, no puedeolvidarse la importancia de unconjunto de actitudes en losdirectivos y, en general, entodos los colaboradores de laempresa, que facilitan enorme-mente el proceso de renova-ción empresarial. Entre éstas,destacaríamos las siguientes.

En primer lugar, una capa-cidad de aceptar y considerarlos éxitos actuales como mera-mente pasajeros. El éxito em-presarial no es un resultado deun conjunto de acciones plani-ficadas: es la combinación demuchos factores, entre loscuales pueden estar aquellasacciones. Pero es también elproducto de otros factores,como la reacción de losclientes y de los rivales, o lacreación de una opinión pú-blica en favor de ciertos pro-ductos, servicios o empresas.

Aquellas empresas que con-sideran el éxito empresarialcomo permanente, como unresultado merecido por los es-fuerzos desarrollados, estáncondenadas a disfrutar de élpor poco tiempo. Por el con-trario, aquellos directivos queadoptan una actitud realista,humilde, que admiten que eléxito hoy no garantiza el éxitomañana, son más proclives a

volverlo a intentar y a volverloa lograr. De ahí la importanciade esa actitud básica en em-presas que quieran crear el fu-turo.

Una segunda característicade las empresas que crean elfuturo es que sus altos direc-tivos no son sólo ejecutivos,sino personas comprometidascon el desarrollo de las per-sonas que tienen a su cargo.En este proceso -mentoring-,el directivo desempeña unpapel más parecido al de unasesor o entrenador que al deun ejecutivo acostumbrado apensar y a diseñar planes deacción para que los ejecutenotros.

Esta perspectiva tiene nu-merosas repercusiones en laempresa, no sólo en términosde fomentar permanente-mente esa iniciativa individual,sino de permitir el desarrollode numerosas potencialidadesque todas las personas te-nemos y que no siempre se ex-presan externamente, porqueel contexto externo no ha per-mitido su desarrollo armónico.

Cuando se contempla esteproceso en términos de entre-namiento, el sentido del éxitoo del fracaso profesional ad-quiere un matiz muy especial.

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Los llamados éxitos sonsiempre puntos de partida paranuevas metas, nunca metas dellegada que fomentan la auto-complacencia. Por su parte, losfracasos nunca son fenómenosirreversibles, sino experienciasespecíficas desde las que in-tentar construir un mejor fu-turo.

Esta perspectiva del fenó-meno del éxito –y del fracaso–ayuda, indudablemente, a fo-mentar un ambiente en el quevale la pena probar nuevasformas de hacer, desarrollarnuevos productos, o plantearnuevos modos de servir a losclientes. Como resultado, lasposibilidades de crear y de re-crear el futuro de la empresacon una cierta posibilidad deéxito son mayores.

Además, este proceso ayudaa desterrar de la empresa elconcepto de autocomplacenciay a imponer en ella un tipo deautoexigencia y de ambiciónsana para hacer las cosas cadadía mejor. De hecho, estos ob-jetivos, cuando existe un buenproceso de mentoring, se plan-tean no sólo como objetivos dela organización, sino que en-tran a formar una simbiosisvital con los procesos de me-jora de los propios directivos.

Así, estos directivos llegan acontemplar la organizacióncomo el ámbito de desarrollode todas sus posibilidades pro-fesionales y de todas aquellascapacidades relacionadas di-recta o indirectamente con sudesempeño profesional. Eneste sentido, la ambición deléxito profesional se ve susti-tuida o, al menos complemen-tada, con la ambición de lamejora personal, del desarrollode todas las potencialidadesque encierra el ser humano, yde extraer en el trabajo profe-sional lo mejor de uno mismoy proyectarlo hacia otros.

Puede observarse que éste esun camino bidireccional. Enotras palabras, es un procesoen el que mejoran no sóloquienes reciben el mentoring,sino aquellos que lo practican.Los primeros porque recibenla experiencia y la sabiduría deotros directivos con más horasde vuelo, quienes les animan yorientan a desarrollarse ennuevos ámbitos. Los segundosporque tienen la oportunidadde desplegar una parte de sutarea profesional no sólo ha-ciendo, sino haciendo queotros hagan y crezcan gracias asu experiencia.

Resulta indudable que el fe-nómeno del mentoring exige

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un nivel de enorme confianzaen la organización, y éstenunca es un proceso espon-táneo. No se puede ayudar sino se posee nada que dar (Al-vira, 2000), y lo primero quepueden dar los altos directivoses confianza. Ésta exige inte-gridad personal de los altos di-rectivos, unas normas éticasclaras, una transparencia com-pleta, unos valores compar-tidos, un sentido de la equidady de la justicia indiscutibles yuna generosidad de los altosdirectivos hacia el resto de laorganización. En este sentido,la generosidad en el tiempo, enlos recursos utilizados y en losproyectos a impulsar suele serel mejor revulsivo para conse-guir un compromiso elevadodel resto de empleados con laempresa.

Por el contrario, la ausenciade generosidad, la percepciónde que la alta dirección per-sigue únicamente una agendapersonal, suele ser un pro-blema en la raíz de la falta decompromiso y, en último tér-mino, un lazo sutil que ahogalas posibilidades de creci-miento de la empresa. Enefecto, una organización sincompromiso por parte de susempleados está condenada atener una vida efímera. De ahí

que cualquier proyecto em-presarial deba subrayar elpapel central de la persona enel desarrollo de nuevos con-ceptos de negocio, así comodel diseño de contextos in-ternos que favorezcan la inno-vación por la vía del creci-miento personal y profesionalde quienes en trabajan una or-ganización.

EL CONTEXTOINTERNO DE LAEMPRESA: EL PAPEL DELA ALTA DIRECCIÓN

EL CONTEXTO internodel crecimiento de laempresa consiste en

aquellos factores específicos deuna organización que definenel tipo de entorno profesionaly que influyen en su procesode crecimiento.

Este contexto viene definidopor un conjunto de factorescuya combinación tiene unimpacto importante en la ge-neración de nuevas ideas (porejemplo, el desarrollo de unnuevo producto), en la traduc-ción de estas ideas en pro-yectos concretos, en la evalua-ción de estos proyectos a dis-tintos niveles de la empresa(desde el nivel técnico, al nivelde la alta dirección, pasando

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por los distintos departa-mentos involucrados en elproceso), en los procesos fi-nales de toma de decisiónsobre estos proyectos y, final-mente, en el modo de implan-tarlos y ejecutarlos. Sin uncontexto interno adecuado, elcrecimiento empresarial nopuede ser sostenible.

En un modelo de raciona-lidad perfecta9, los directivosestudian diversas oportuni-dades existentes en el entorno,evalúan cada una de ellas deacuerdo con unos criteriospreestablecidos y toman unadecisión10. Sin embargo, losprocesos de toma de deci-siones en la vida real presentanelementos de complejidad queno son recogidos en estos mo-delos. No sólo se trata de quela racionalidad de los agenteses limitada, sino de que el pro-ceso de impulso o promociónde una nueva idea, su traduc-ción en un proyecto, su estudioy las decisiones pertinentessobre él comprenden y su-ponen un conjunto de factoresque tienden a complicar elproceso antes descrito.

Estas observaciones sonconsistentes con la literaturaacadémica sobre esta cuestión.Bower (1970), en un estudio

pionero sobre los procesos deasignación de recursos en pro-yectos de inversión que com-piten entre sí en el senode empresas de gran tamaño,ha subrayado la importanciadel contexto interno de la em-presa en las decisiones que susdirectivos adoptan11.

¿Cuáles son los principalesfactores que pueden influir enla definición del contexto in-terno, en particular, en su rela-ción con las decisiones de cre-cimiento? Podemos identificarcuatro factores con una clarainfluencia: la estructura y lossistemas formales, el propósitode la organización, la cultura ylos valores corporativos y, fi-nalmente, el papel de la altadirección de la empresa. Estosfactores inciden en el procesode crecimiento de la empresa,a través de su influencia sobreel comportamiento de los in-dividuos y sobre la forma queadopta el proceso específico detoma de decisiones. La estruc-tura y los sistemas formalesconstituyen la infraestructuraorganizativa básica. Su obje-tivo consiste, no sólo en dividirlas tareas entre las distintaspersonas o unidades de la or-ganización, sino también en ladistribución de los derechos dedecisión, la coordinación entre

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las diferentes unidades y el di-seño de los mecanismos decompensación y control. Laestructura y los sistemas for-males ofrecen una referencia yun conjunto de restricciones eincentivos a los distintosmiembros de la organización ytienen un impacto importantesobre su comportamiento.

El propósito de la empresaconstituye el segundo factoresencial en la definición delcontexto interno para el creci-miento de la empresa, puesencierra las razones por las queuna empresa existe y desarrollaciertas actividades. Esta defi-nición puede ayudar a las per-sonas que trabajan en una or-ganización a hacerlo por algomás que por una razón con-tractual y a asumir las consi-guientes responsabilidades.Una empresa como GlaxoWell-come define su propósito comola intención de poner los me-dios adecuados para mejorar lacalidad de vida de las personasmediante el desarrollo de me-jores productos farmacéuticos.Por su parte, Hewlett-Packardindica que su propósito con-siste en desarrollar innova-ciones tecnológicas revolucio-narias al servicio de las per-sonas y de las organizaciones.

El propósito de una organi-zación pretende inspirar, fo-mentar, servir de referencia yenfocar las actividades de laspersonas hacia un determi-nado objetivo, de manera quepuedan desarrollar un sentidoy una comprensión más plenosde sus esfuerzos.

Por su parte, la cultura cor-porativa contribuye a con-cretar un modo de llevar a tér-mino ese propósito corpora-tivo. En una empresa, la cul-tura y los valores corporativosse resumen en un conjunto deprincipios considerados bá-sicos por la organización.Entre estos principios, sepueden incluir el fomento delsentido de la iniciativa, el de-sarrollo de una responsabilidadsocial, el respeto por los dere-chos y dignidad de cada per-sona, la atención al detalle aca-bado y el trabajo bien hecho oel respeto por los derechos delos clientes, por citar sola-mente algunos principios. Co-llins y Porras (1995) señalanque los valores corporativosposeen un poder intrínseco ysu propia validez les exime deser justificados o demostradosante los miembros de la orga-nización o ante terceras per-sonas.

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La experiencia de las em-presas estudiadas muestra quelos valores corporativos tienenun profundo efecto sobre elproceso de crecimiento de laempresa, como es el caso deBBVA o Hewlett-Packard, másaún que los propios procesos ysistemas formales. Además,cuando los sistemas formalesrefuerzan los sistemas infor-males, emerge una plataformainterna excelente para poten-ciar el proceso de crecimiento.

Uno de los principios defi-nitorios de la cultura corpora-tiva de las empresas estudiadases el sentido de innovación yde iniciativa empresarial.Ambos principios son senci-llos de definir, pero su mani-festación en la vida real en-cierra un conjunto complejode elementos interrelacionadosentre sí.

Sin embargo, la innovaciónes no sólo el resultado, sinouno de los principios quemueve y estimula las activi-dades de los individuos en unaempresa. Es un principio quese halla en la base del desa-rrollo de nuevos productos, dela introducción de nuevas tec-nologías o de la aplicación denuevos sistemas de distribu-ción. Se trata, por consi-

guiente, de uno de los motoresdel crecimiento.EL PAPEL DE LA ALTADIRECCIÓN EN LACONFIGURACIÓN DELCONTEXTO INTERNO

Los factores que acabamosde presentar tienen un im-pacto claro en la configuracióndel contexto interno, con dis-tintas vías específicas de in-fluencia. Una característicaque estos factores comparten(los sistemas formales, el pro-pósito o los valores y la culturacorporativa dominantes) esque pueden ser influenciadosdirectamente por las accionesu omisiones de los altos direc-tivos.

En la práctica, éstos no sólopueden cambiar los sistemasformales de control o la es-tructura organizativa, sino quemediante estos cambios es po-sible confirmar o reducir elpapel del propósito de la orga-nización, o impulsar o frenar laasunción de los valores corpo-rativos.

Por consiguiente, los altosdirectivos tienen una respon-sabilidad especial, no sólo enlas decisiones últimas, demayor impacto, que una orga-nización adopta, sino tambiénen la configuración del con-

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texto en el que aquellas deci-siones emergen o se estudianpor vez primera, o en el climade innovación y de mejora queexiste en una empresa (Valeroy Lucas, 1991).

En este nuevo horizonte dela alta dirección, Ghoshal yBartlett (1997) sintetizan entres las nuevas dimensiones dela acción directiva. La primeraconsiste en avanzar más allá dela formulación de la estrategiapara reafirmar el sentido delpropósito que tiene la organi-zación. La segunda consiste enavanzar más allá de las merasestructuras formales paraavanzar en la configuración dela empresa como una carterade procesos orientados a la so-lución de problemas y a la pro-visión de un mejor servicio alcliente final. Por último, se-ñalan una tercera dimensiónconsistente en ir más allá delos meros sistemas formalespara poner el énfasis en el de-sarrollo de las personas quetrabajan en la empresa. Laaplicación de los enfoques queproponen aquellos autores y elgrado en que deban abando-narse la estructura y los sis-temas formales resultan discu-tibles. Sin embargo, es impres-cindible la definición denuevas referencias de gestión

complementarias de los sis-temas formales que han impe-rado durante tantos años ennumerosas organizaciones.

Para abordar este reto, PérezLópez (1993) propone una tri-logía de funciones de los altosdirectivos que permite explicarel contenido de su trabajo y desus acciones. Según este autor,los directivos deben reunir tresatributos esenciales: la ejecu-tiva (o desarrollo de una capa-cidad diferencial), la estraté-gica (o capacidad de pensar enel largo plazo de la empresa yen su relación con clientes,proveedores o empresas com-petidoras) y la de liderazgo(orientada a la configuracióninstitucional de la empresa,tanto en sus mecanismos for-males, como en sus sistemasinformales). Estos atributosestán, a su vez, relacionadoscon las dimensiones de la em-presa (económica, sociológicay ética) y con sus objetivos(eficacia, atractividad y uni-dad) que hemos descrito ante-riormente.

Los atributos enumeradossubrayan el papel crítico que laalta dirección tiene en las deci-siones directas que toma y enel tipo de entornos que son ca-paces de configurar. Ambostienen, eventualmente, un im-

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pacto enorme en las decisionesy en el proceso de crecimientode la empresa.

ALGUNASREFLEXIONES FINALES

EL PUNTO DE partidade este trabajo es laconsideración de al-

gunos de los factores que re-sultan esenciales en la nuevaeconomía, caracterizada por laglobalización de los mercadosy de las empresas, y la explo-sión de la tecnología. El puntode vista implícita o explícita-mente expuesto por algunosempresarios, directivos o ana-listas es que el crecimiento dela empresa es un factor esen-cial de supervivencia y que,para lograrlo, la adopción rá-pida de tecnologías exitosasresulta imprescindible.

Este razonamiento puedeser válido, pero incompleto,porque pierde de vista dos di-mensiones. La primera es quela explicación del proceso decrecimiento de la empresaexige la consideración de otrosfactores adicionales, además dela tecnología. La segunda esque, de acuerdo con el modeloque hemos apuntado en estaspáginas, el crecimiento de laempresa depende, entre otros

factores, de la generación denuevos modelos de empresaorientados a servir a clientes ya crear valor -en los que la tec-nología sólo desempeña unaparte limitada- y la definicióndel contexto interno de la em-presa como el lugar en el quela innovación emerge como re-sultado de la interacción de laspersonas y el despliegue queéstas hacen de sus capaci-dades.

Sólo desde una perspectivade la empresa que contempleesta realidad humana, es po-sible comprender el alcance dela nueva economía, la impor-tancia de las nuevas tecnolo-gías y la naturaleza de los fac-tores que influyen decisiva-mente en la capacidad de re-novación de la empresa a largoplazo.

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1 Para una discusión de este fenó-meno en sectores globales, véase Ca-nals (1997).

2 Véase el tratamiento de Baden-Fu-ller y Stopford (1992) sobre estacuestión. Rumelt (1991) y McGahany Porter (1997) presentan resultadosempíricos de enorme interés sobre elpeso del sector y de los factores espe-cíficos de la empresa.

3 Este es el enfoque desarrollado porCoase (1937).

4 Puede verse una presentación deeste enfoque en Shapiro (1989).

5 Puede verse, en este sentido, la in-teresante discusión de Rumelt(1995).

6 Para una exposición pormenorizadade este modelo, véase Canals (2000).La relación que Rubio de Urquía(2000) plantea entre enunciados an-

tropológicos y teoría económica re-sulta de interés en este contexto.

7 Esta sección y la siguiente están ba-sadas en las hipótesis presentadas enCanals (2000).

8 Porter (1996) sostiene que esta in-terrelación es un elemento central dela estrategia de la empresa.

9 Véanse al respecto el estudio deAllison (1971) o Eisenhardt y Zba-racki (1992).

10 Simon (1993) resume perfecta-mente esta perspectiva del proceso detoma de decisiones.

11 El trabajo de Bower (1970) hasido el primero de una serie sobre elproceso de toma de decisiones en dis-tintos contextos. Véanse, porejemplo, Burgelman (1983) o Doz(1996).

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NOTAS

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HACE CASI 50 AÑOS,Eric Voegelin pu-blicó su lúcido en-

sayo sobre el gnosticismocomo teología civil de la so-ciedad occidental. El término‘gnosticismo’ requeriría mu-chas aclaraciones y distin-

ciones. El Diccionario de laReal Academia Española lodefine como “doctrina filosó-fica y religiosa (...) que pre-tendía tener un conocimientointuitivo y misterioso de lascosas divinas.” Las corrientesgnósticas ofrecían la posibi-

DESDE LA ECONOMÍA

COMO RELIGIÓN HASTA

LA RELIGIÓN COMO

ECONOMÍAa

RICARDO F. CRESPO*

La economía se ha transformado en la nueva religión contemporánea. Eneste trabajo se intenta mostrar cómo el punto de vista económico se constituyeen el criterio de análisis actual de todas las realidades humanas: la política y elderecho, la familia, el crimen, la educación y hasta la misma religión. Detrásde este ‘imperialismo económico’ subyace una postura antropológica materia-lista. En el artículo se presentan las corrientes ‘colonialistas’ principales queinfluyen hoy día.

Palabras clave: economía, religión, ‘imperialismo’ económico.

* Ricardo F. Crespo es Profesor de Teorías Económico-Sociales en la Universidad Nacional deCuyo, Mendoza, Argentina.

“Si quieres que los hombres sean humanos, oblígales a edificar una torre,pero si quieres que se odien, arrójales dinero”, A. de Saint-Exupéry, La Ciu-dadela

“...before too long, political economists, of some sort or other, must governthe world”, Richard Whately (1767-1863), Arzobispo Anglicano de Dublin,Tratadista y Profesor de Economía.

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lidad de la salvación medianteun conocimiento -la gnosis-que brindaba una seguridadmayor a la de la fe. En tiemposrecientes se ha aplicado el cali-ficativo de gnósticas a co-rrientes de pensamiento queprometen a esta sociedad lasalvación en la tierra medianteel sometimiento a un proyectosecular que va tomando di-versas formas. De este modolo usa Voegelin. En este sen-tido el gnosticismo está empa-rentado con la ideología. Sinembargo, debido a que el tér-mino ‘ideología’ también re-queriría un análisis que excedeel objeto de esta comunica-ción, preferimos continuar conel de gnosticismo, tal como lousa Voegelin.1 Transcribimosuno de los pasajes de su libro:

“... por último, con el prodi-gioso avance de la ciencia apartir del siglo XVII, el nuevoinstrumento de conocimientohabía de convertirse, nos incli-namos a decir que inevitable-mente, en el vehículo simbó-lico de la verdad gnóstica (...)El cientifi[ci]smo ha perma-necido hasta hoy como uno delos movimientos gnósticosmás pujantes dentro de la so-ciedad occidental y el orgulloinmanentista de la ciencia estan fuerte que incluso las cien-

cias especializadas nos han de-jado cada una un sedimentoespecífico en sus diversas ver-siones de la salvación pormedio de la Física, la Eco-nomía, la Sociología, la Bio-logía y la Psicología.”2

Era lógico que esto suce-diera, puesto que en la EdadModerna la ciencia deviene elconocimiento racional por ex-celencia. Una ciencia conce-bida more mathematico o phy-sico -y al estilo de la física mo-derna-, pretende ser la clavedefinitiva de la teleología de lohumano.3 Ahora bien, por laadopción de esta ciencia comoforma de la gnosis, el gnosti-cismo no sólo desafía a la fe,sino también a la razón, puesextralimita el alcance de esaciencia extendiéndolo a cam-pos en los que su aplicaciónfuerza a esa misma raciona-lidad. En este trabajo trata-remos de mostrar cómo, tras lacaída del que algunos han con-siderado como el movimientognóstico más espectacular denuestro siglo, el comunismo, laEconomía -que venía ‘empu-jando’ hace varios siglos parahacerlo- ha conseguido final-mente ocupar hegemónica-mente su privilegiado lugar.4

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En realidad, el proceso ha-bría sido más sutil. El comu-nismo se había convertido enla religión materialista por ex-celencia, pero tenía, entreotros, el inconveniente deanular al individuo. Entonces,se habría combinado el mate-rialismo comunista con el in-dividualismo. De cualquiermodo, independientemente deesta hipótesis acerca de suorigen, la nueva religión resul-tante es el materialismo indi-vidualista.5 Su ‘dogma’ ad-quiere forma científica me-diante la Economía.

Esta operación constituyeun falseamiento del verdaderoalcance de la ciencia econó-mica y una amenaza tantopara la fe como para la razón.A pesar de que alguna otra delas ciencias que menciona Vo-egelin -Física, Sociología, Bio-logía, Psicología- podría ha-berse constituido en la gnosiscontemporánea, prevaleció laEconomía, según la vieja des-cripción de los hechos narradapor Aristóteles:

“Así ha surgido la segundaforma de la crematística, puesal perseguir el placer en ex-ceso, procuran también lo quepuede proporcionarles eseplacer excesivo, y si no pueden

procurárselo por medio de lacrematística, lo intentan porotro medio, usando de todassus facultades de un modo an-tinatural; lo propio de la va-lentía no es producir dinero,sino confianza, ni tampoco eslo propio de la estrategia ni dela medicina, cuyos fines res-pectivos son la victoria y lasalud. No obstante, algunosconvierten en crematísticastodas las facultades, como si elproducir dinero fuese el fin detodas ellas y todo tuviera queencaminarse a ese fin.”6

En efecto, siendo hoy día eldinero el valor principal y lamedida aplicable a toda rea-lidad, el gnosticismo del di-nero ha ido tiñendo todas lasactividades humanas, que sonexplicadas, juzgadas y nor-madas por sus dogmas univer-sales. La Economía se ha aso-ciado ocasionalmente a aque-llas otras ciencias en este pro-yecto. Este proceso tiene susantecedentes, su desarrollo, ysu estado actual. No nos atre-vemos a hacer prediccionesrespecto al futuro. Basta conseñalar sus efectos contempo-ráneos. La religión del dinerotermina constituyéndose en elpunto de vista de todas las rea-lidades humanas, incluida lareligión misma. A lo largo de

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este trabajo intentaremos ilus-trar esta tesis, que constituyecasi una evidencia, concen-trándonos en presentar lastentativas de desarrollo econó-mico ‘científico’ de realidadesajenas a la Economía. Es decir,no abundaremos más que unaspalabras sobre lo que es másobvio, el hecho de que la uti-lidad económica se ha conver-tido o se está convirtiendo enel criterio último de cualquierdecisión humana.

La causa de este último pro-ceso también ha sido diagnos-ticada por Aristóteles. Lamisma es, sostiene el Estagi-rita, la ilimitación -apeiron-del apetito en la búsqueda delos medios.7 La insubordina-ción de la crematística res-pecto a la económica responde ala del apetito respecto a larazón. “La causa de esta ac-titud, dice en la Política, es elafán de vivir, no de vivir bien,pues siendo este apetito ilimi-tado, apetecen medios tambiénilimitados.”8 Es la situacióndel hombre que ha empren-dido la vida de negocios, a laque se refiere en la Ética Nico-maquea.9 Se confunde la bús-queda de la mayor felicidad,con la de las mayores riquezas.Pero lo material, advierteAristóteles, debe tener un lí-

mite, ya que “todas las cosasson de tal índole que su excesoperjudica necesariamente,”10

en tanto que no sean ese bienmáximamente apetecible, “y esevidente que la riqueza no esel bien que buscamos, puessólo es útil para otras cosas.”11

En suma, la consagración ac-tual del dinero surge por lacaída de los valores propios deuna moral sublime como laaristotélica.

No obstante, este procesono es sólo moral. O más bien,el problema moral depende deuna crisis de fe religiosa y de ladistorsión de la imagen delhombre. En la civilización oc-cidental las concepciones mo-rales y antropológicas han es-tado firmemente vinculadas ala religión cristiana. El avancegnóstico de la Economía hasido posible por el retroceso dela fe cristiana.12 Por eso, el ac-tual Pontífice insiste en la ne-cesidad de una vuelta a la fepara alcanzar la verdad antro-pológica y moral. Cristo, enfa-tiza el Papa parafraseando laConstitución Pastoral Gau-dium et Spes, enseña al hombrela verdad sobre el hombre.13

No hace más que recordar al‘hombre en busca de sentido’(Frankl) que Él es el Camino,la Verdad y la Vida.14 A su vez,

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el retroceso de la religión estáconectado con la seculariza-ción de sus contenidos. Buenaparte de la religión ha abando-nado los misterios y se ha de-dicado a divagaciones psicoló-gicas, sociológicas, políticas yeconómicas. La Economía de-jará de ser religión el día que lareligión vuelva a ser religión.

Por otra parte, además delretroceso de la religión, lamisma ciencia económica hatomado la iniciativa de su re-emplazo. Caída la fe, el únicofin universal reconocido pasa aser el bienestar material, y laEconomía es la técnica paraalcanzarlo. El mismo clásicomanual introductorio de PaulSamuelson, cuyo primera edi-ción data de 1948, es esencial-mente una fórmula para salvaral mundo a través del progresoeconómico. La escasez mate-rial es el pecado original, loseconomistas son los nuevos sa-cerdotes y la Economía, elsaber de salvación, “una teo-logía secular.”15 Esta misiónsalvadora late inconsciente-mente en la mentalidad de loseconomistas, especialmente dela Universidad de Chicago, adonde se ha desplazado re-cientemente -desde Cam-bridge, Massachusetts- el eje

de la ciencia económica norte-americana.

Despejada esta referencia ala Economía como religióncomenzamos a adentramos enel reino gnóstico del punto devista económico en otras cien-cias. El término que se ha acu-ñado es el de ‘imperialimo’económico. El primero enusarlo fue el economista insti-tucionalista Kenneth Boul-ding, quien afirma:

“Ciertamente, la teoría eco-nómica de la democracia, talcomo ha sido desarrollada porAnthony Downs y otros, esmuy buen ejemplo de lo quealgunas veces he llamado ‘im-perialismo económico,’ que esun intento, por parte de laeconomía, de invadir el restode las ciencias sociales.”16

No se piense, sin embargo,que esta denominación de ‘im-perialismo,’ que a nosotros nossuena despectiva, frena dealgún modo a los economistas.Al contrario, la mayoría deellos están firmemente con-vencidos y aún orgullosos deque su ciencia sea la lógicauniversal de las ciencias so-ciales. Este programa de inves-tigación tiene su origen y sumayor desarrollo en la Univer-sidad de Chicago, pero se ha

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expandido a los restantes cír-culos académicos. Jack Hirsh-leifer, Profesor de la Univer-sidad de California en LosAngeles, llega a afirmar:

“Existe una sola ciencia social.Lo que brinda a la economíasu poder imperialista invasores que nuestras categorías ana-líticas -escasez, costo, prefe-rencias, oportunidades, etc.-son verdaderamente univer-sales en su aplicabilidad. (...)Por eso la economía constituyerealmente la gramática uni-versal de las ciencias so-ciales.”17

Hirshleifer no hace más quedefinir la tarea concreta quehan encarado premios Nobelde Economía como James Bu-chanan y Gary Becker, y otrostantos economistas presti-giosos como Gordon Tullock,Robert Tollison, Dennis Mue-ller, Richard Posner, etc.. Sedebe señalar que, a pesar de lodescaminado del rumbo, la in-tencionalidad de estos autoreses sumamente laudable: su-perar la estrecha concepcióndel homo oeconomicus mediantela integración de nuevos as-pectos en las explicacioneseconómicas. El problema esque su mentalidad económicase les ha hecho carne y ter-

minan configurando toda larealidad bajo la misma. Estenuevo constructo ideológicotoma el lugar de la razón pen-sante.

¿Cuáles son los rasgos y he-rramientas de esta gramáticauniversal? La concepción delhombre como auto-interesado(self-interested) y provisto deracionalidad económica (quees racionalidad instrumen-tal).18 Ante la realidad de con-ductas que no obedecen aestos patrones, los economistashan adoptado dos respuestasalternativas. La primera es lademostración de la reductibi-lidad de todo fin al auto-in-terés y de toda racionalidad ala racionalidad instrumental.Es el camino seguido, porejemplo, por Ludwig vonMises.19 Esta es la postura queposibilita de mejor modo laconsideración de la Economíacomo lógica universal. Pero esfácilmente criticable puestoque se apoya y no expresa másque una tautología: todo actointencional es intencional. Deeste modo la Economía noharía más que reemplazar a laantropología filosófica con elcosto de dejar de ser Eco-nomía.

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El segundo camino ha sidoreconocer que hay fines que noson económicos y un tipo deracionalidad que tampoco es laeconómica. Sin embargo,afirman, aunque con sus limi-taciones, que la lógica econó-mica restringida explica lamayor parte del comporta-miento humano. Este pro-grama es inicialmente exitoso.Pero luego aparecen la bene-volencia, el amor, la coopera-ción, el voluntariado, el regalocomo motivos de accioneseconómicas. ¿Cuál es la solu-ción? La más rápida es reduciresos factores al auto-interéscomo se hacía directamente enla primera respuesta: pormedio de la auto-satisfacción,del signo de status, del deseode una retribución futura. A suvez, por medio de los hábitos,las rutinas, o la racionalizacióncomo concepto psicológico,reducimos los comporta-mientos aparentemente irra-cionales a la racionalidad eco-nómica. Pero aún puedequedar un saldo de bondaddesinteresada o de irraciona-lidad. Abandonar este saldo,dice Hirshleifer, sería una“evasión del desafío de laciencia.”20 Por eso debe seguirtrabajando para completar losmodelos. Éstos pueden servir

además para explicar otras ac-tividades en las que incide el,también en expresión deHirshleifer, “carácter conta-gioso de la benevolencia.”21

‘Interesante’ pretensión, la decuantificar el amor, el pecadoo la locura... La mejor res-puesta que se me ocurre es lade los versos del poeta nortea-mericano E. E. Cummings:

“While you and I have lipsand voice which

are for kissing and to singwith

who cares if some oneeyed sonof a bitch

invents an instrument to me-asure Spring with?”22.

La concepción subyacentedel hombre y su comporta-miento es materialista, un de-terminismo conductista o bio-lógico.23 El Profesor de la Uni-versidad de Bolonia StefanoZamagni conecta el proyecto‘colonialista’ de Gary Beckercon el de la sociobiología.24 Dehecho su rama económica, labionomics, ha tenido un fabu-loso desarrollo en los últimos15 años, especialmente la co-rriente llamada EvolutionaryEconomics. Manifestaciones dela intensificación y ampliaciónde estas líneas de pensamiento

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son la constitución de la Asso-ciation for Evolutionary Econo-mics en Estados Unidos, y lapublicación, desde 1991, delJournal of Evolutionary Econo-mics. Esta postura abandona lavisión típicamente auto-inte-resada de los viejos econo-mistas. Una reseña de estemovimiento aparecida en TheEconomist (primer número de1994), titulada “Evo-econo-mics” comienza precisamentecon la narración del dilema delprisionero. En esta “nueva yanimante visión de la natura-leza humana”, se ha incorpo-rado como una realidad el fra-caso de la visión individualistay se sostiene tanto a nivel bio-lógico como económico unanueva teoría del comporta-miento: el tit-for-tat, o reci-procidad altruista, como con-ducta genética. Los individuosdejan de ser egoístas y setransforman en buscadoresoportunistas de cooperación.Es decir, se ha cambiado elcriterio optimizador por otroadaptativo. “La racionalidadmisma, sostiene Nozick, po-dría ser una adaptación evolu-tiva.”25 Pongamos un ejemplodel modo en que razona estaalianza gnóstica Economía-Biología. Dicen John Tooby yLeda Cosmides:

“la mano invisible de la se-lección natural creó la estruc-tura de la mente humana[“una computadora compleja,un sistema que toma la infor-mación sensorial como input,la transforma de varios modos,la almacena, analiza, integra yle aplica normas de decisión, yluego traduce el output de esasnormas en las contraccionesmusculares que denominamos‘comportamiento’”], y la inte-racción de dichas mentes es loque genera la mano invisiblede la economía.”26

Hirshleifer concluye afir-mando que,

“siguiendo sus respectivosdestinos imperialistas, la eco-nomía y la sociobiología hanllegado por caminos diversosal patrón maestro de la teoríasocial en el que han encajadohasta cierto punto y termi-narán finalmente encajandocompletamente todos los fe-nómenos estudiados por lasdiversas ciencias sociales.”27

Sin embargo, a pesar de estaconsideración de la coopera-ción, el Homo Beckerianus,como lo denomina Zamagni,continúa siendo profunda-mente solitario, pues su rela-ción con los otros es mera-mente instrumental.28 En

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efecto, como hemos mostradoen otra parte, la economía mo-derna adopta la racionalidadinstrumental y concibe su ob-jeto como una relación entreindividuos y medios -en losque pueden incluirse tambiénotros individuos-.29

¿Cuáles son los campos deaplicación de la economía im-perialista? Gary Becker haceun rápido repaso de algunos delos mismos en su Nobel Lecturede 1992.30 Concretamente sedetiene en los siguientes: ladiscrimación contra las mino-rías, el crimen, el denominado‘capital humano’ (educación,habilidades y conocimientos) yla familia. A estos temas hayque agregar tres importantes,la política, el derecho y la reli-gión. Son estos últimos cincolos análisis que han tenido másinfluencia.

La teoría del capital hu-mano comienza con el su-puesto de que la gente decidesobre su educación, conoci-miento, cuidados de salud, etc.sopesando los costos y benefi-cios. Se han calculado las tasassocial y privada de retorno delas inversiones en diversos ni-veles de educación de hom-bres, mujeres, negros y otrosgrupos; se han hecho correla-

ciones entre años de escuela eingresos; se ha distinguidoentre educación general y es-pecífica y analizado el efectode una y otra en el rendi-miento económico. Los estu-dios son innumerables y handado lugar a cambios en laspolíticas educativas estatales yprivadas guiados por un obje-tivo optimizador cuantificable.Aunque se debe reconocer quemuchas veces estas medidastienen fundamento y son salu-dables, también se debe se-ñalar que llegan a puntos talesque desnaturalizan la educa-ción. Nosotros lo estamos su-friendo. El estudio fundadores Human Capital de GaryBecker.31Otros hitos impor-tantes son los libros de JacobMincer, Schooling, Experience,and Earnings y de TheodoreSchultz, The Economic Value ofEducation.32 La gente puedepensar que mejora con la edu-cación. En cambio, en opiniónde Robert Nelson, estos au-tores piensan que la esencia dela educación es la producciónde un ítem del capital hu-mano.33 Éste podrá ser un en-foque legítimo diverso al de lagente, pero está claro que noes esencial, ni el más explica-tivo. Sin embargo, ha de desta-carse que estos economistas

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valoran al hombre y la educa-ción en el proceso económico.

En cuanto a la economía dela familia, también son claveslos trabajos de Gary Becker,sintetizados en su libro ATreatise on the Family.34 Segúnel mismo Becker, este ha cons-tituido el esfuerzo intelectualsostenido más difícil que haencarado en su vida.35 En-cuentra explicaciones econó-micas a la formación, disolu-ción y estructura de las fami-lias. También el punto de par-tida es el supuesto de quecuando la gente decide casarse,tener hijos o divorciarse, estátratando de aumentar su bie-nestar por una comparación debeneficios y costos. Cuandoalguien inicia un noviazgo, po-dría pensar que se está enamo-rando, pero en realidad estácomenzando una negociaciónde intercambio de servicios se-xuales, tareas domésticas, etc.hasta acordar el contrato ma-trimonial.

Ya se mencionó, con Boul-ding, a Anthony Downs en re-lación al análisis económico dela política. Downs se ha cen-trado sobre todo en una pri-mera línea de investigación: laaplicación de herramientaseconómicas para explicar lasconductas de los políticos. En

An Economic Theory of Demo-cracy aborda a los políticoscomo agentes que tratan demaximizar sus votos, de unmodo análogo al de los empre-sarios respecto a sus nego-cios.36 En su libro Inside Bu-reaucracy estudia a los buró-cratas que actúan por interéspropio.37 También se destacaen esta línea Gordon Tullockcon The Politics of Bureau-cracy.38

Una segunda línea más ge-neral es la consideración delfenómeno político globaldesde la conducta de los vo-tantes. En relación a la mismael personaje principal es elpremio Nobel de Economía de1986, James M. Buchanan,fundador de la Escuela de laElección Pública (PublicChoice School). Dennis Mue-ller, uno de los teóricos de laEscuela ha definido su come-tido simplemente como “laaplicación de la ciencia econó-mica a la ciencia política.”39

Buchanan ha trabajado junto aTullock en esta tarea. Hanconstruído, en expresión deBuchanan, “una teoría econó-mica de la constitución polí-tica.”40 Es clásico el libro deambos, El Cálculo del Consensode 1962, al que continuaronvarios más.41 “La elección pú-

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blica, dice Buchanan, es unaperspectiva acerca de la polí-tica que surge de la extensión yaplicación de las herramientasy métodos del economista a lasdecisiones colectivas.”42 “Laperspectiva constitucional,afirma luego, emerge natural-mente del paradigma o pro-grama de investigación de lapolítica como intercambio.”43

Le llama constitucional por-que los resultados principalesdel intercambio de conductasindividuales relacionadas condecisiones públicas son reglasy acuerdos constitucionales.Esta conclusión supone unmarco de legitimación políticabien determinado.

“La economía política, diceBuchanan, tal como ha sidoconcebida por el paradigmaconstitucional contractualista,ofrece una estructura cohe-rente para analizar las interac-ciones de las personas. Permitela generalización y extensióndel modelo de interacción demercado a las institucionesmás comprehensivas de la po-lítica y el gobierno.”44

Douglass North ha sugeridouna ampliación del conceptode racionalidad formal e indi-vidual supuesto en la pro-puesta de Buchanan. Como eshabitual en la mentalidad neo-

clásica, se trata de incluir fac-tores tales como ideas, ideolo-gías, mitos, dogmas y prejui-cios en el modelo para que éstesea más explicativo de la rea-lidad política.45

Pasamos ahora brevementeal análisis económico del de-recho. Lo más interesante a mijuicio es que la figura más des-tacada en este campo, RichardPosner, es Juez en la Corte deApelaciones de Chicago, y queha influído con sus ideas envarios jueces de la Corte Su-prema de los Estados Unidos.Con Posner la maximizaciónde la riqueza en la sociedad seconvierte en el criterio de jus-ticia. “La ley común, dicePosner, es comprendida mejor(...) como un mecanismo deprecios diseñado para alcanzaruna distribución eficiente delos recursos.” Conviene aclararque ésta y la próxima cita pro-vienen de la ConferenciaInaugural de la ReuniónAnual de la American EconomicSociety, encargada a Posner en1987. Lo que sucede, afirmaPosner, es que “la gente secomporta como maximizadorade sus propias satisfaccionesen sus decisiones fuera delmercado, tales como casarse odivorciarse, cometer o evitarcrímenes,...[etc.]”46 La ley im-

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pone precios a estas activi-dades. Por eso, para evitar quela fijación de ‘reglas-precios’no sea contraproducente, serequiere una teoría económicadel derecho. Obviamente, estaposición supone una posturaética consecuencialista implí-cita. De aquí a la idea de lossofistas más cínicos y valientesacerca de la ley como arma delos poderosos queda un trechomuy corto.47

Estos análisis no sólo re-flejan la realidad de la ‘econo-mización’ de la política y el de-recho, sino que también con-tribuyen a moldear esa rea-lidad brindándole un marcoteórico legitimador: de estemodo la religión de la Eco-nomía se va difundiendo. Enefecto, la Economía se vaconstituyendo en el punto devista universal, como lo es la‘visión sobrenatural’ religiosa.En este proceso nos queda re-señar el que, por una cuestiónde ‘simetría’, hemos conside-rado como su último paso: laconstitución de la misma reli-gión en Economía.

Laurence R. Iannaccone,Profesor de Santa Clara Uni-versity, ha hecho reciente-mente una breve reseña de losavances de esta rama de laEconomía relativamente jo-

ven: la economía de la reli-gión.48 Después de un trabajo‘fundador de Corry Azzi y Ro-nald Ehrenberg,49 (1975) sehan escrito cerca de 200 artí-culos y algunos libros sobre lasexplicaciones económicas delas creencias y conductas reli-giosas y de la naturaleza de susinstituciones, y sobre el im-pacto económico de lasmismas. En la Reunión Anualde la American Economic Asso-ciation de 1996 hubo una sec-ción dedicada a esta disciplina.La idea es que, vistos los datosestadísticos del crecimiento delas religiones, no se puede se-guir pensando que estamosfrente a un fenómeno irra-cional que supuestamente de-saparecería con la difusión dela cultura. Se ha de buscar unalógica de la religión y el mejormodo de encontrarla es acu-diendo a la lógica universal dela acción humana, la Eco-nomía. Surge el concepto de‘utilidad post-mortem’. En elesquema de Azzi y Ehrenberglos individuos distribuyen sutiempo y riqueza invirtiendoen bienes seculares y religiosospara maximizar las utilidadesde esta vida y la futura. Es evi-dente que este cálculo racionalno tiene nada que ver con elverdadero espíritu religioso

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que comporta, por definición,una generosidad opuesta atodo cálculo. Otro conceptoque explica muchos fenó-menos religiosos es el de ‘ca-pital humano religioso’, unstock de experiencia religiosaacumulada que incide en lasconductas presentes y futuras.También hay ‘mercados reli-giosos’: cuando hay diversoscredos en pugna aumentan lapiedad, la frecuencia de ora-ción, la fe en Dios.50 Se llegana plantear las ventajas de unadesregulación. Las irregulari-dades que revelan algunos es-tudios empíricos empujan a unperfeccionamiento de los mo-delos.

Pongamos finalmente elejemplo de un reciente libro devarios economistas historia-dores y expertos de la Escuelade la Elección Pública, SacredTrust: The Medieval Church asan Economic Firm.51 En un in-tento, como señalan en su pró-logo, de extender al máximo elparadigma del interés privado,sostienen que la Iglesia me-dieval funcionaba como unaempresa multidivisional mo-derna. La Iglesia Católica me-dieval ‘fabrica’ y vende un pro-ducto con gran demanda: in-formación y guía acerca de lasalvación eterna. Asegura su

monopolio asignnando carac-terísticas doctrinales dogmá-ticas al ‘producto’. Elimina laposible competencia medianteexcomuniones y demás san-ciones. Intercambia sacra-mentos por la colaboración desus prosélitos. Se organiza pordivisiones -parroquias, monas-terios, diócesis-, tiene unBoard of Directors -Cardenales-y un CEO, el Papa...

Lo más interesante en estanueva visión de la religión esque los nuevos herejes son laspersonas realmente religiosas:ésta, la religiosa, pasa a ser una‘actitud sospechosa’ de consti-tuir una máscara ideológicasuperficial que cubre el trabajoreal de las fuerzas económicasen juego, en opinión del ya ci-tado Nelson. La nueva religiónes la Economía y la vieja reli-gión se transforma en herejía.52

Aunque no haya una intencio-nalidad ni explícita ni implí-cita, la estrategia inconscienteparece ser la siguiente: ya quela secularización ha fracasado,es decir, ya que no podemosmatar el fenómeno religioso,socavémoslo desde dentrocambiándole su sentido. Delmismo modo que se ha trans-formado la política en un mer-cado y el derecho en un ne-gocio, mutemos también el

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significado profundo de la re-ligión y condenemos o margi-nemos a quienes pretendanconservarlo.

No dudo de la bondad y dela mejor de las intenciones deestos economistas que inclusoquieren defender el fenómenoreligioso. Ellos están, sin sa-berlo, envueltos en el pro-blema de la técnica. Son mu-chos los filósofos de nuestrosiglo que, salvando sus dife-rencias especulativas, coin-ciden en que la técnica consti-tuye “el tema” y la amenaza dela contemporaneidad. En estesentido, la Economía es máxi-mamente peligrosa, pues es latécnica que permite la consa-gración y maximización uni-versal de la utilidad. Por eso estan posible que al hombre se lehaya ido de las manos y sehaya vuelto contra él mismo.

Nosotros no queremos sos-tener que no haya ningún ele-mento económico en el fenó-meno religioso. Más aún, loreligioso requiere la asistenciade lo económico. Sin embargo

lo genuinamente religioso notiene ni causas ni motivos nifines económicos, más allá dela llamada, con un términoteológico técnico que hoy po-dría ser casi equívoco, ‘eco-nomía’ de la salvación. Noobstante, un resurgimiento dela verdadera religiosidad puedecolaborar en la necesaria re-ubicación de la Economía.Nosotros también abogamospor una dilatación de sucampo. Pero lo hacemos enotro sentido al del proyectoimperialista. Pensamos que laEconomía es una ciencia pru-dencial que debe considerarfactores institucionales, cultu-rales e incluso morales, perorespetando su propia natura-leza, relativa a un ser libre ysocial. Una aplicación uni-versal del punto de vista eco-nómico para la explicación detoda conducta humana, encambio, no responde a la natu-raleza del hombre y, lamenta-blemente, conduce al triste re-bajamiento de su noble condi-ción.

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aAgradezco las observaciones y co-mentarios que me hicieron a este tra-bajo los profesores E. Albizu, H. Pa-drón, J. Martínez Barrera y R.Walton, con ocasión de su lectura enlas Jornadas de Filosofía de la Fa-cultad de Filosofía y Letras (UNC), yde su discusión con los profesores E.García Alesanco, P. del Bosco, J.García Sánchez, M. Paladino y A.Willi en el IAE (Universidad Aus-tral).

1 Para una definición de la ideología,cfr. Massini Correas, Carlos (1984),El renacer de las ideologías, Idearium,Mendoza, especialmente los capítulos1, 2 y 4; y Albizu, Edgardo A. (1991),“Elementos definidores del concepto‘ideología’ ,” Anuario de Filosofía Jurí-dica y Social, noviembre, pp. 157-187

2 (1968), Nueva Ciencia de la Política,Rialp, Madrid, p. 199. (The NewScience of Politics: an Introduction, TheUniversity of Chicago Press, Chi-cago, 1952). La traducción queconsta en el texto es ‘cientifismo’.

3 Hayek en muchas de sus obras,pero especialmente en (1952), TheCounter-Revolution of Science, TheFree Press, Glencoe, denuncia estosexcesos. El libro lleva el sugestivosubtítulo de ‘Studies on the Abuse ofReason’, y es una exposición de la‘scintistic hubris’.

4 Sobre el comunismo como religiónsecular o movimiento gnóstico, cfr.,entre otros, Besançon, Alain (1981),La Confusión de lenguas, Herder, Bar-celona, pp. 92-93, 143.

5 Sobre la relación marxismo-libera-lismo utilitarista, cfr. el interesante

estudio de Hoevel, Carlos (1991),“Sobre el modo de pensar económicoy sus ‘extensiones’”, Valores, 44, pp. 7-19.

6 Política, I, 9, 1258a 2-12.

7 Cfr. Política, I, 9, 1258 a 2 y ss.

8 Pol, I, 9, 1257b 40-1 a 1258a 1.

9 Cfr. I, 5, 1096a 5-6.

10 Pol IV, 1, 1323b 7-10.

11 Cfr. I, 5, 1096a 5-6.

12 Cfr. Marías, Julián (1979), Pro-blemas del Cristianismo, BAC, Ma-drid, passim.

13 Desde el mismo Discurso Inau-gural de su Pontificado (17-X-78),pasando por la Encíclica RedemptorHominis, ha sido un estribillo habi-tual de Juan Pablo II. Cfr. “Constitu-ción Pastoral del Concilio VaticanoII”, Gaudium et Spes, nº 22.

14 Juan XIV, 6.

15 Cfr. el estudio de Nelson, RobertH. (1998), “Economic Religion andChristian Values”, Journal of Markets& Morality, 1/2, pp. 142-157. Estaexpresión, ‘teología secular’, está en lap. 154.

16 (1969), “Economics As a MoralScience”, American Economic Review,LIX/1, 1-12, p. 8.

17 (1985), “The Expanding Domainof Economics”, The American Eco-nomic Review, LXXV, Dec., pp. 53-68.

18 “La racionalidad es un conceptoinstrumental”, afirma Hirshleifer, op.cit., p. 59 (cursivas en el original).

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NOTAS

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19 En mi “Controversy: Is Econo-mics a Moral Science?” con Peter Bo-ettke, he mostrado cómo Mises re-duce toda racionalidad a racionalidadinstrumental: Journal of Markets &Morality, 1/2, pp. 222-223.

20 Op. cit., p. 59.

21 Op. cit., p. 57.

22 Cummings, Edward E. (1969),Selected Poems 1923-1958, Faber andFaber, Londres-Boston, p. 23:“Mientras tú y yo tengamos labios yvoces para besar y cantar, a quién leimporta si un tuerto hijo de perra in-venta un instrumento para medir laPrimavera.”

23 No puedo resistir la tentación deconsignar la crítica de Roger Back-house a un trabajo mío: “The startingpoint [of your paper] is that econo-mics must allow for an underlyingconception of humans as free actingbeings. Everything stems from this.This may seem a surprising question,but Why should we allow for thisconception of human beings? You aretaking it for granted that economicsshould be based on an answer towhat is a difficult philosophical ques-tion.” (carta al autor, 1-VI-99).

24 “On the Role of the Religious Di-mension in Economic Discourse: Re-lational vs. Individualistic Paradigm”,trabajo leído en el “Simposium Inter-nacional Economía y Religión”, Uni-versidad de Navarra, 6-7/V/99.

25 (1994), “Invisible-Hand Explana-tions”, American Economic Review,84, 2, p. 315.

26 Cosmides, L. y Tooby, J. (1994),“Better than Rational: EvolutionaryPsychology and the Invisible Hand”,

American Economic Review, 84, 2, p.328.

27 Op. cit., p. 66.

28 Op. cit.

29 Cfr., e. g., “Economía, libertad yparticipación”, Seminario del Insti-tuto Empresa y Humanismo, Univer-sidad de Navarra, Pamplona, España,27-IV-99.

30 (1993), “Nobel Lecture: The Eco-nomic Way of Looking at Behavior”,Journal of Political Economy, 101/31,pp. 385-409.

31 Columbia University Press, 1964.

32 Columbia University Press, 1974y 1963, respectivamente.

33 Cfr. Robert H. Nelson, op. cit., p.147.

34 Harvard University Press, 1981.

35 Cfr. op. cit., p. 395.

36 Harper and Bros, Nueva York,1957.

37 Little, Brown, Boston, 1967.

38 Public Affairs Press, Washington,1965.

39 (1989), Public Choice II, Cam-bridge University Press, Cambridge,p. 1.

40 Buchanan, James M. (1979), WhatShould Economists Do?, Liberty Press,Indianapolis, p. 154.

41 University of Michigan Press,Ann Arbor.

42 (1989), Essays on the Political Eco-nomy, University of Hawaii Press,Honolulu, p. 13

43 Ibidem, p. 18.

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44 “Political Economy and SocialPhilosophy”, en Koslowski, Peter(ed.) (1985), Economics and Philo-sophy, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck),Tübingen, p. 32.

45 Cfr. (1994), “Qué queremos decircuando hablamos de racionalidad?”,Estudios Públicos, 53, pp. 5-11 (tra-ducción del artículo publicado en Pu-blic Choice, 77/1, 1993).

46 (1987), “The Law and EconomicsMovement”, American Economic Re-view, 77/2, p. 5.

47 Cfr. Jaeger, Werner (1982), Ala-banza de la Ley, Centro de EstudiosConstitucionales, Madrid, pp. 50 y ss.Cfr. también Platón, Gorgias, 483b ss.y República, 338d ss.

48 (1998), “Introduction to the Eco-nomics of Religion”, Journal of Eco-nomic Literature, XXXVI, September,pp. 1465-1496.

49 (1975), “Household Allocation ofTime and Church Attendance”,Journal of Political Economy, 83/1, pp.27-56.

50 Cfr. Iannaccone, op. cit., p. 1486.

51 Ekelund, Robert B; Hèbert, Ro-bert F; Tollison, Robert D; An-derson, Gary M. y Davidson, AudreyB. (1986), Oxford University Press,Nueva York.

52 Cfr. Robert H. Nelson, op. cit., p.148.

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¿SE PUEDE PLANIFICARLA INNOVACIÓN?

LAS EXPLICACIONES so-bre el desarrollo eco-nómico, que se pre-

sentan como “rigurosamentecientíficas”, suelen describir elfenómeno, pero mantienen unobstinado silencio sobre suscausas. En ese sentido son co-herentes con los principios po-sitivistas que las inspiran. Selimitan a contemplar los sínto-

mas del desarrollo económico,sin realizar ninguna hipótesissobre sus orígenes. Lo únicoque pretenden es establecer re-laciones funcionales, “objeti-vas”, entre una magnitud re-presentativa del crecimientoeconómico global, general-mente el producto interiorbruto (PIB), y otras magnitu-des, que se supone influyen enel crecimiento económico.Posteriormente, mediante téc-nicas econométricas, tratan decomprobar si esas relaciones

EL ENIGMA DE LA

INNOVACIÓN

MIGUEL ALFONSO MARTÍNEZ-ECHEVARRÍA*

Sostiene este artículo que las razones del crecimiento y la innovación se es-capan a las visiones positivistas de la acción humana, y que es convenienteadoptar otras perspectivas. Para defender esta tesis se realiza una breve expo-sición de las dificultades que encontraron Marshall, Weber y Schumpeter a lahora de explicar el origen de la innovación, y más en concreto la acción delempresario. La tesis del autor es que sólo desde un enfoque humanista, que en-tiende al hombre como lo inesperado, es posible alcanzar un sentido más am-plio de la racionalidad, que permite descubrir el verdadero sentido de la inno-vación, y el camino adecuado para fomentarla.

Palabras clave: desarrollo, innovación, racionalidad.

* Miguel Alfonso Martínez-Echevarría es Catedrático de Economía Aplicada y Profesor Ordi-nario de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad de Navarra.

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funcionan. Es decir, si las va-riables se mueven en el mismo,o distinto sentido.

Un repaso a la gran variedadde modelos de crecimientoeconómico desarrollados enlos últimos años pone de ma-nifiesto que ese esquema ex-plicativo es común e invaria-ble. Lo único que cambia deunos modelos a otros es elconjunto de magnitudes queactúan como argumentos de lafunción de producción. Entreestas últimas se puede incluirdesde el capital físico o infra-estructura productiva, la manode obra disponible, la tasa decrecimiento de la población,los gastos en investigación ydesarrollo, etc. Los factores nocuantitativos, como por ejem-plo la tecnología, la prepara-ción cultural de los obreros, elmarco institucional, etc., se su-ponen quedan de algún modoreflejados en la forma de lafunción de producción. De es-te modo se logra que un pro-blema tan extraordinariamentecomplejo como es el creci-miento económico, quedeconstreñido al lecho de Procustodel enfoque neopositivista dela teoría económica. Debido asu carácter no cuantificable, ypor exigencias metodológicas,todas las causas de naturaleza

cultural e histórica deben serignoradas. Un modo de proce-der que, como suelen decir losanglosajones, le sucede lo mis-mo que al que después de lavaral bebé, lo arroja junto con elagua de la bañera. Cuantificares quedarse con lo pasado, de-jando fuera la causa vital de loocurrido.

Si se suponen inalterableslas condiciones culturales einstitucionales, la función deproducción puede entoncesconsiderarse lo suficientemen-te estable como para predecirla tasa de crecimiento de laeconomía, en términos delPIB, a partir de la tasa de cre-cimiento de alguna de lasmagnitudes determinantes.Por ejemplo, considerando to-do lo demás constante, a ma-yor tasa de acumulación de ca-pital, mayor será la tasa de cre-cimiento del PIB.

Según esos modelos, antesucesivos aumentos de capital,el PIB seguirá creciendo, perocada vez menos. Es decir, quela productividad marginal delcapital decrece. Por ejemplo, sino hay mejora en la tecnolo-gía, o en la organización, o enla calidad del trabajo, etc., lossucesivos aumentos de capital,no sólo no impulsan cada vez

MIGUEL ALFONSO MARTÍNEZ-ECHEVARRÍA

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menos el crecimiento, sino quepueden llegar a ser contrapro-ducentes. En consecuencia, nose puede asegurar que sea elaumento de capital el factorque explica el crecimiento eco-nómico. Este tipo de limita-ciones explicativas, ha motiva-do que estos modelos hayansido calificados de exógenos,en cuanto dejan fuera factores,que como hemos señalado, po-drían ser precisamente los quedeterminan el crecimiento dela economía. Estos modelosson esencialmente estáticos, enla medida en que no incluyenla génesis del crecimiento, sinoque se limitan a determinar lasproporciones óptimas, el equi-librio entre magnitudes, paraunas condiciones de contornodadas.

¿Es posible mantener mo-delos racionalistas de creci-miento, que permiten una apa-riencia de predicción, y al mis-mo tiempo dar entrada a losfactores que se revelan comoverdaderas causas del desarro-llo? En otras palabras, ¿es po-sible construir modelos endó-genos de desarrollo? Las res-puestas que hasta ahora se handado a esta pregunta han con-sistido en dar reflejo cuantita-tivo a los factores no cuantifi-cables que influyen en el creci-

miento. Así, conscientes deque la mejora en la tecnologíacontrarresta el descenso de laproductividad marginal del ca-pital, se ha tratado de estable-cer un índice que exprese elprogreso de la tecnología, porejemplo, midiendo el númerode patentes industriales regis-tradas en un país durante unperiodo determinado, e inclu-yéndola entonces como varia-ble explícita en la función deproducción. Suele suceder quedespués de la adición de esenuevo argumento, la explica-ción del desarrollo no mejoresustancialmente, pero los pro-motores de este tipo de mode-los no se desaniman, sino queinsisten en que la falta de po-tencia predictiva es achacable aque “todavía” hay factores de-terminantes del crecimientoque no han podido cuantifi-carse e introducirse en el mo-delo.

Es evidente que, por ejem-plo, la riqueza de un país y lacantidad de recursos que dedi-ca a la investigación caminanen la misma dirección. Pero elproblema no consiste en de-tectar y medir esa covariación,sino en explicar el sentido dela causalidad. No se puede ase-gurar si es la riqueza la quecrea la investigación, o al re-

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vés. Tampoco está claro quesean precisamente esas dosmagnitudes las que haya quetener en cuenta a la hora deestudiar el enriquecimiento delas naciones. Desde la rigidezde los esquemas positivistasestá vedado ir más allá de losimplemente descriptivo. Ape-nas se puede superar el estudiocomparativo de series estadís-ticas, donde se mide lo que de-dican a Investigación y Desa-rrollo (I&D) los países ricos, ylo que dedican los países po-bres.

Estos modelos de desarrolloeconómico no tendrían muchaimportancia si se quedaran enel plano teórico, pero el pro-blema es que sirven para ela-borar políticas de desarrollo.Muchos gobiernos, por no de-cir la mayoría, suelen inspirarsus políticas de apoyo al desa-rrollo en estas visiones sim-plistas y macroeconómicas. Esmuy normal, por ejemplo, quese diseñe la política de investi-gación de un país siguiendoestos modelos: si nuestro paístiene tal nivel de PIB, tenien-do en cuenta las estadísticasinternacionales, nos corres-pondería tal nivel de inversiónen I&D, con lo que habría quededicar todos los esfuerzospresupuestarios a alcanzar el

nivel de investigación que co-rresponde. Lo único impor-tante es, dentro de un hori-zonte previsto, cumplir lo quees de rigor según las estadísti-cas internacionales para serconsiderado un país rico contodas las de la ley. Si hay quededicar un punto o punto ymedio del PIB para llegar alnivel que corresponde, es cues-tión de aumentar las respecti-vas partidas presupuestarias.Podría dar la impresión de queexagero, pero a los hechos meatengo. Puede que ese modode proceder sea el acertado,pero puede que no. En cual-quier caso sería prudente pro-porcionar una explicación unpoco más convincente del fun-damento de esas políticas. Hayque salir de ese circulo viciosodonde no se sabe si los paísesricos dedican una gran parte aI&D porque son ricos, o sonricos porque dedican muchosrecursos a potenciar la I&D.Mientras no se pase de ese es-calón, las políticas del desarro-llo no dejarán de tener la apa-riencia del siguiente tipo deargumento: los países más ri-cos son los que tienen mayornúmero de teléfonos, y los quetienen mayor número de telé-fonos son los más ricos. Lue-go, un país que quiera ser rico

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debe hacer un notable esfuerzopor tener más teléfonos.

Afortunadamente, la reali-dad es más sensata que la teo-ría, y el desarrollo se producepor factores que tienen su pro-pia vitalidad, y en muchos ca-sos están a salvo de las medi-das de “apoyo” del gobierno.En otros casos, las políticasgubernamentales de fomentode I&D suelen generar co-rrupción e ineficiencia, puesgran parte de ese “chorro deoro” que el gobierno destina aque las universidades y centrosde investigación generen ideasnovedosas, es decir, productosde mercado, no suelen acabaren ganancias para empresarios,sino en alimentar un pesadoaparato burocrático, cada vezmás ineficiente. No es difíciloír a empresarios quejarse deque a pesar de los crecientesesfuerzos presupuestarios, a lahora de la verdad, no surgenmuchas patentes, y son muypocas, una insignificancia, lasque finalmente se conviertenen productos de mercado. Lointeresante de la postura de losempresarios es que puede ayu-dar a descubrir el fondo delproblema: cómo se genera esoque se llama innovación.

Por supuesto, no pretendoque se retire la ayuda a la in-vestigación y a la docencia, entodo caso solicitaría que se au-mentara, pero sí quisiera con-tribuir a un debate que aclare aqué fines habría que destinarese dinero. Posiblemente se lo-graría que muchos más recur-sos fueran destinados a la in-vestigación, y de un modo máseficiente.

Lo que quiero mantener eneste artículo es que las razonesdel crecimiento y la innova-ción se escapan de las visionespositivistas de la acción huma-na, y que es conveniente adop-tar otras perspectivas. Para de-fender esta tesis voy a realizaruna breve exposición de las di-ficultades que encontraronMarshall, Weber y Schumpe-ter cuando trataron de explicarla innovación, y más en con-creto, la acción del empresario.En mi opinión, sólo desde unenfoque humanista, que en-tiende al hombre como loinesperado, es posible alcanzarun sentido más amplio de laracionalidad, que permita des-cubrir el verdadero sentido dela innovación y el camino parafomentarla.

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LA DUDA DEMARSHALL ENTREEQUILIBRIO EINNOVACIÓN

ALO LARGO de su vida,Alfred Marshall libróuna dura batalla me-

todológica por mantener laeconomía en el seno de la his-toria. Sólo pasando por enci-ma de las instituciones y de lahistoria, eliminando la dimen-sión cultural, la economía po-día quedar reducida, como ha-bía hecho Walras, a un puroproblema matemático. Su em-peño era buscar un métodopropio para la economía, queno fuese ni pura matemática,ni simple teoría política. Poreso, y por la impresión que lecausaron las nuevas teorías delevolucionismo biológico, con-sideraba que éste podía ser elnuevo paradigma que ayudaraa construir ese tipo de cienciaeconómica que buscaba. En suopinión, había que abandonarel viejo paradigma de la físicanewtoniana, que obligaba aprescindir de la dimensiónhistórica, y buscar algo pareci-do a la biología evolucionista,donde se tuviesen en cuentalas fuerzas de la vitalidad y lamortandad, del crecimiento ydel agotamiento.

Su lema “natura non fecitsaltum”, la naturaleza no pro-cede a saltos, pone de mani-fiesto tanto sus conviccionesevolucionistas, como su incli-nación marginalista. Todo lovital procede por evoluciónlenta y progresiva. Ni en la vi-da práctica, ni en las teoríaseconómicas existían novedadesradicales, sino modos más pre-cisos y ajustados de resolver yanalizar los mismos proble-mas. La biología evolucionistaera la nueva ciencia que podríacompaginar predicción con in-novación, lo más adecuado pa-ra elaborar una ciencia de laacción humana.

La competencia no podíaentenderse como un estado deequilibrio fuera del tiempo,como pretendía Walras, sinocomo un proceso dinámicoque se desarrolla en el tiempo,donde caben la pugna, el con-flicto y el pacto. Conlleva desi-gualdad de poder, e implica te-ner presente la dependenciadel camino recorrido. Cierta-mente, al eliminar el poder, lacompetencia perfecta facilitabael cálculo, pero mutilaba la ac-ción humana al excluir la di-mensión histórica.

El equilibrio en economíano podía ser un concepto ab-

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soluto, como sucede en la me-cánica, sino que es función delhorizonte temporal desde elque se defina. A largo plazo to-do es variable, ya que el hom-bre no para de construir supropio entorno. Sin embargo,a corto plazo el entorno culturalque actúa como telón de fon-do, puede considerarse enequilibrio estable. Medianteesta distinción entre largo ycorto plazo pretendía Marshalldestacar la dinámica del pro-ceso económico, sin prescindirde la estabilidad y del equili-brio.

La sociedad entera se com-porta como un proceso creati-vo en continuo cambio, dondeno todo se mueve al mismoritmo. Los cambios diarios ac-túan como pequeños desequi-librios, innovaciones, que in-troducen los agentes sobre untrasfondo que parece no mo-verse, pero que, poco a poco,por acumulación de esas inno-vaciones, y con el paso deltiempo, también resulta modi-ficado.

Las decisiones a corto plazo,como suelen ser las de consu-mo, vienen influidas por elmarco cultural heredado y, a suvez, influirán en la configura-ción del marco cultural de ma-

ñana. En la economía hay quetener presente tanto la deci-sión de consumo, que afecta ala demanda a corto plazo, co-mo la decisión de inversión,que afecta a la producción alargo plazo. La conjunción deambos tipos de decisiones exi-ge enlazar diversos horizontestemporales, diversas estructu-ras sociales, y configura la ideamarshalliana de oferta y de de-manda que, conjuntamente,determinan el equilibrio diná-mico de la economía.

Para Marshall, sólo en el se-no de la empresa era posible laconexión entre el corto y ellargo plazo, entre el procesocompetitivo y el proceso pro-ductivo, entre la demanda y laoferta. La empresa no se limi-taba a desempeñar una fun-ción pasiva, un instrumento alservicio del equilibrio general,como sucedía en el modelo deWalras, sino que resolvía losproblemas que conectan lasnecesidades presentes con lassoluciones futuras, lo cual exi-ge unas especiales condicionespor parte de los empresarios.

La economía era un sistemacompuesto de una multitud depequeñas empresas que com-petían para satisfacer la de-manda de los consumidores.

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Cada una de ellas estaba diri-gida por un hombre empren-dedor e ingenioso que, a supropio riesgo, experimentabacontinuamente las combina-ciones de factores productivosque en un horizonte temporalle podían dar ventaja sobre suscompetidores. Sólo medianteeste modo de dividir la ofertaentre pequeñas empresas sehacía posible mantener incen-tivos para la innovación y elcambio, superando el aletarga-miento y la pasiva adherenciaa los métodos rutinarios dehacer. A Marshall no le intere-saba tanto el equilibrio comola marcha y el progreso de lasociedad, algo que sólo puedellevarse adelante mediante lainiciativa y la creatividad hu-manas.

Tenía Marshall una vivaconciencia de la incompatibili-dad existente entre competen-cia y eficiencia en la divisióndel trabajo. Las empresas, bus-cando mayores beneficios,tienden a aumentar de tamañoy a lograr cuotas crecientes demercado, poniendo en peligrola igualdad de poder impres-cindible para mantener lacompetencia. Además, una vezque se han apoderado del mer-cado, pierden incentivo para lainnovación y el cambio. Se

convierten en rígidas organi-zaciones burocráticas, que fa-cilitan su toma de control porparte del Estado, contribuyen-do a la implantación del socia-lismo. Siguiendo la larga tradi-ción liberal británica, defendíaMarshall la libre iniciativa deempresa como garantía de lalibertad política.

Era necesario un diseño quecompatibilizara la libertad deiniciativa personal con la efi-ciencia productiva. Inspirán-dose en Montesquieu, no tratóde eliminar el poder de las em-presas, sino de establecer unsistema de contrapesos que li-mitara unas a otras, que frena-se el crecimiento del tamañode cada una de ellas, que pu-siera límite a su productividad.

Empleando la metáfora bio-lógica, que tanto gustaba aMarshall, cada empresa secomportaba de modo parecidoa como lo hace un individuoperteneciente a una poblaciónde una determinada especie.El equilibrio global de una po-blación no era incompatiblecon la variación y el cambio enlos individuos. Si bien un bos-que se compone de un númerogrande pero más o menos es-table de árboles, cada árbolconcreto nace y muere, si-

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guiendo su propio ciclo bioló-gico. Puede ser grande o pe-queño, viejo o joven, etc. To-dos compiten por los mismoselementos nutrientes, y al mis-mo tiempo se favorecen mu-tuamente por procesos de sim-biosis. Algo parecido sucedíaen las “industrias”: todas lasempresas pugnaban por unamisma demanda y, al mismotiempo, por el hecho de com-partir un mismo mercado yuna misma tecnología, se apo-yaban mutuamente. Esta sim-biosis toma la forma de lo queMarshall denominaba “econo-mías de escala”, desarrolladasen el interior de las industrias,y que pueden afectar por iguala todas las empresas, o de mo-do desigual a cada una deellas.

Como los árboles de unbosque, una empresa puedeencontrase en distinta fase deltípico ciclo vital, teniendo ade-más sus aspectos idiosincráti-cos, de tal modo que las eco-nomías de escala internas a laindustria pueden afectarle dediferentes modos. La historiade un hombre concreto nopuede confundirse con la his-toria de la humanidad, ni lahistoria de una empresa puederesumirse en la historia de to-da la industria. Para Marshall

los precios vienen dados por elequilibrio del mercado, perocada empresa, según la fase delciclo vital en el que se encuen-tre y de sus aspectos propios,dispone de ventaja diferencialcompetitiva. Una holgura res-pecto de los costes productivosmedios de la industria, propiae inseparable de cada empresa.

El análisis estático resultabaadecuado para el estudio de la“industria” a largo plazo, peroel estudio del comportamientodinámico de la empresa indivi-dual a corto plazo debía si-tuarse en un plano similar alde los organismos vivos, queevolucionan continuamente enun marco global de estabili-dad. La idea era sugerente, pe-ro el problema es que mientrasel desarrollo de instrumentospara el análisis estático es rela-tivamente sencillo, el desarro-llo de instrumentos para elanálisis dinámico resultó sermás complicado que lo que enun principio había pensadoMarshall. Quizás, el recurso ala vaguedad propia de las me-táforas biológicas para descri-bir los aspectos dinámicos desu estudio de la empresa sea lacausa de que, mientras el as-pecto estático de su análisis,que él no consideraba el másimportante, tuvo continuidad,

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el análisis dinámico, que lojuzgaba esencial, pronto quedóen el olvido.

Siguiendo la tradición deHume, Smith, Burke y mu-chos otros, Marshall sosteníaque el funcionamiento de laeconomía de mercado depen-día del progreso moral, del au-mento de civilización. Lacompetencia, entendida comoun uso equilibrado del poder,era un medio excelente para laformación de las virtudes y elcarácter, especialmente de losempresarios. Para Marshall elprogreso consistía en que larazón vaya dominando el mo-do de crear y satisfacer las ne-cesidades. La evolución social,historia del desarrollo de la li-bre empresa, consistía en laemancipación de la comuni-dad tradicional mediante laaplicación de la racionalidadinstrumental a la acción eco-nómica. Capitalismo y libreempresa venían a ser una mis-ma cosa: idea evolutiva y ra-cionalista que no obstante lellevó a insistir en la funcióndel empresario como protago-nista de la economía.

El empresario, tal como loentiendía Marshall, desempe-ñaba una importante funciónen la configuración dinámicadel orden social. La sociedad

comercial sólo sería viable si seapoyaba en virtudes heredadasde los ideales de la vieja caba-llería, en el prototipo de “gen-tleman” victoriano, con su ma-nifiesto sentido de elitismo yliderazgo social. Ser empresa-rio era otro modo de desempe-ñar una función social y de ad-quirir un carácter.

El empresario era, paraMarshall, un determinado tipode carácter. Probidad, honra-dez, seriedad comercial, ordeny método en el trabajo. Estáobligado a ser racional por unmotivo ético utilitarista. El de-sarrollo progresivo de su carác-ter va unido a una economíaindividualista de libre empresaque se orienta al bienestar co-mún. Debe consagrase al ser-vicio de ese ideal de racionali-dad progresiva.

La similitud entre biología yeconomía tiene su raíz en laestructura de la división deltrabajo que conlleva especiali-zación y organización. La basede todo el proceso de creaciónde riqueza es la acumulaciónde conocimiento, que da for-ma y organización a los proce-sos sociales, potenciando laproducción. Conocimiento yorganización son, para Mars-hall, los factores esenciales dela producción y el desarrollo,

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tanto de la economía, comodel hombre mismo.

Mediante el conocimiento yla organización, la empresa seadapta de manera dinámica alas cambiantes condiciones delmercado, dando lugar a la apa-rición de nuevos productos,nuevos procesos o nuevas for-mas organizativas. Innovacio-nes y cambios que, segúnMarshall, dependen de la acti-tud de la persona que realiza elpapel de líder en el seno de laempresa. La esencia de la fun-ción empresarial consiste entomar ventaja de las oportuni-dades que se presentan al in-crementar el beneficio. Re-quiere un tipo especial de per-sonalidad que, con el ánimo demantener la continua marchade la empresa, es capaz de in-troducir novedad en un entor-no estático. El éxito de unaempresa depende de una per-sonalidad de ese tipo, capaz deidentificar la oportunidad enmedio de la diversidad y de di-señar una organización quepermita hacerla efectiva. ParaMarshall, de un modo muy ca-racterístico a la mentalidad dela época victoriana en la que letocó vivir, el éxito de la empre-sa es inseparable de una deter-minada y vigorosa personali-

dad, de alguien singular e irre-petible.

La importancia de la fun-ción empresarial llevó a Mars-hall a destacar el aspecto idio-sincrático del ciclo vital de laempresa. El éxito de una em-presa depende no sólo de lasoportunidades que existen enel mercado, sino, más impor-tante todavía, de la realizaciónde la función empresarial. Lahabilidad para competir, fijarel tamaño de la empresa y ladiversidad de productos de-pende de la originalidad, ver-satilidad, poder de iniciativa,perseverancia, tacto y buenasuerte de su creador e impul-sor. Pero, como en todo lo bio-lógico, siempre llega el mo-mento en el que, como sucedecon los árboles en el bosque, lafunción empresarial ligada auna persona decae; desaparecela fuerza vital que mantuvo elimpulso inicial.

Los discípulos de Marshall,enfrentados con las ambigüe-dades que se ocultaban bajo lasconfusas metáforas biológicasdel maestro, iniciaron un largodebate sobre lo que había que-rido decir. Debate, que acaba-ría dando lugar a una posiciónecléctica, conocida como teo-ría neoclásica de la empresa,habitual en la mayoría de los

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textos intermedios de microe-conomía. Había que optar opor el rigor de la matemática,y construir la economía comouna ciencia dura, como la físi-ca, que permite la predicción yel diseño, o mantenerse en laambigüedad de una supuestanueva ciencia, guiada por unamatemática que estaba pordescubrir. Deslumbrados porel prestigio del positivismo, sededicaron a lo que Samuelsonha llamado la tarea de “depurara Marshall”. Es decir, a supri-mir lo más original y valioso,pero más difícil de entender,para dejar un modelo pura-mente matemático, fácil demanejar, pero mucho menosrico y sugerente.

WEBER O LARACIONALIDADFRENTE AL CARISMA

LA TEORÍA de Webersobre la progresiva ra-cionalización de las

organizaciones expresa su pos-tura sobre las limitaciones dela explicación de la acción hu-mana basada en modelos está-ticos y cerrados. Ésta generaestructuras sociales rígidas, in-capaces de explicar las causasdel valor y de proponer nuevosfines. Se trata de un mero ins-

trumento específico orientadoa la eficiencia en el logro deunos fines fijados de formaexógena. Esa primacía de laeficiencia y del control es la ra-zón última de que las burocra-cias, bien sea el Estado o unaempresa capitalista, sean inca-paces de “dirigirse” a sí mis-mas, de descubrir nuevos finesy oportunidades. Ni saben, nipueden separarse del fin parael que fueron diseñadas.

La conclusión de Weber esque sin la irracionalidad deuna pasión, que las impulse ylas dote de nuevos fines, lasburocracias están destinadas,más pronto o más tarde, al co-lapso de su propia eficiencia.Para que eso no suceda, nece-sitan del “carisma”, ese soplode vida llegado desde fuera,que impulsa nuevos modos dehacer. La tarea de crear valor,de llevar adelante la innova-ción es, pues, la esencia de esoque Weber llamaba “carisma”,algo situado más allá de lasposibilidades de la racionali-dad instrumental. En la medi-da en que una burocracia sehace más racional, mayor es sueficiencia en el logro de su finespecífico, o lo que es lo mis-mo, mayor es la tendencia aseguir comportamientos ruti-narios y sin imaginación. De

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este modo, mayor es la necesi-dad de un nuevo carisma quela dote de nuevos fines y nuevavida. El problema es que laprogresiva racionalidad de laburocracia la hace cada vezmás resistente a la acción re-novadora del carisma.

Según este esquema, no co-rresponde a los gerentes, ni anadie en la empresa, plantearpreguntas radicales sobre la in-novación y la posibilidad de fi-nes alternativos. El conflictoentre fines alternativos nopuede ser racionalmente re-suelto. Los valores se suponencreaciones humanas, y su justi-ficación es puramente subjeti-va. Cada conciencia humanaes irrefutable. De tal modo queen el seno de las burocraciassólo queda el poder, la imposi-ción de relaciones sociales ma-nipuladoras. Nadie puede li-brarse de servir al poder. Laautoridad burocrática no esotra cosa que el poder triun-fante. Weber sigue al pie de laletra a Nietszche, y ambosproporcionan la clave teóricadel orden social positivista.

Como dice Macintyre, elgobernante weberiano se veobligado a condicionar losmóviles de los gobernados yasegurarse que se comportensegún lo establecido. Debe

considerar los fines como algoexógeno, como situados másallá de su perspectiva. Su com-promiso es sólo técnico, tieneque ver exclusivamente con lapura eficiencia. Ni puede nidebe entrar en el debate mo-ral, que es sobre el sentido delos fines. Debe tener claro quesu acción se restringe a domi-nios en los que el acuerdo ra-cional es posible, es decir, alreino de la eficiencia, dondesólo hay soluciones únicas.

Si la racionalización impulsael individualismo igualitario,condición básica del principiodemocrático, podría parecerque la democracia sería la for-ma ideal para el gobierno de laburocracia. Sin embargo, paraWeber, democracia y burocra-cia son incompatibles. La de-mocracia no es más que la ra-cionalización del proceso detoma de decisión en el seno degrandes colectivos. Un procesoque no juzga sobre los finesobjeto de esas decisiones.Mientras la burocracia seorienta al logro de la eficienciadel conjunto, y exige la im-plantación de normas y jerar-quías, la democracia se orientaal logro de la igualdad en latoma de decisión, elimina todaclase de jerarquía que impida alos individuos el control de sus

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decisiones. Son instrumentosal servicio de fines opuestos.Ni en el Estado, ni en el senode la empresa capitalista, cabedemocracia. Weber se opusotanto al socialismo como a lasempresas capitalistas de grantamaño, ya que inexorable-mente exigían la tiranía deunas elites cada vez más redu-cidas.

En las grandes empresas,enormes burocracias producti-vas, para que la producción agran escala sea cada vez máseficiente, se hace necesariauna creciente racionalización,una fuerte individualizaciónde sus miembros y, en conse-cuencia, una pérdida del “espí-ritu” y de vitalidad creativa delos inicios. Si buscando el es-píritu de los orígenes se pre-tendiera dar mayor participa-ción a los empleados, recu-rriendo a una toma de deci-sión democrática, ni tan si-quiera se lograría mayor con-ciencia de participación, sinoposiblemente todo lo contra-rio.

Las burocracias parecen es-tar destinadas a ser goberna-das por la dictadura de unaminoría carismática, pero a suvez estas últimas se enfrentancon el problema del “despotis-mo burocrático”, o “dictadura

de los funcionarios”, que lashacen cada vez más ingober-nables. La creciente racionali-zación convierte la toma dedecisiones en un asunto “téc-nico”, algo que se rige por lalógica del sistema, y que co-rresponde a los “expertos” o“profesionales”. En el mundoempresarial, el “despotismo delsistema” se manifiesta en latendencia de los llamados “eje-cutivos” a irse apoderandoprogresivamente del gobiernoreal de las empresas. La buro-cratización tiende a ser efi-ciente no sólo en la generaciónde reglas y conductas, sino enla misma generación de deci-siones, que se convierten ensubproductos de esas reglas.Es decir, la propia dinámicaburocrática genera una rutinade decisiones, que lleva a uncrecimiento funcional, queacaba en metástasis que colap-san y destruyen la eficiencia.

No deja de ser paradójicoque empresas progresivamentemás grandes y eficientes sien-tan cada vez mayor necesidadde contar con empresarios ca-rismáticos e innovadores, ca-paces de eliminar el “despotis-mo de las burocracias”, que esel cáncer que las destruye.

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SCHUMPETER O LAINNOVACIÓNDESTRUCTORA

AUNQUE declarado ad-mirador del paradig-ma walrasiano, Schum-

peter se había formado en larica tradición historicista ale-mana. Conocía y admiraba lafilosofía de Hegel, Marx yNietzsche, la economía deMenger y la sociología de We-ber. Esta multiplicidad de in-fluencias puede explicar la ten-sión patente en su obra entrelo estático y lo dinámico, entreel equilibrio y el crecimiento,entre el economista y el em-presario. Su objetivo era lograruna teoría económica que die-ra entrada a lo dinámico y a loinnovador en el paradigmawalrasiano.

Para Schumpeter, la econo-mía era un proceso evolutivotendente al equilibrio, un flujocircular, no regular, pero esta-cionario. Si no hay innovación,ese flujo circular permaneceráestable, comportándose demodo perfectamente previsi-ble. Todo está determinadopor el contorno institucionalestablecido. El único modo dealterar esa tendencia al equili-brio es mediante la apariciónde la innovación. Esa es la ra-

zón de la existencia del empre-sario, alterar la estabilidad delflujo, creando una ventaja mo-mentánea, una oportunidad deconseguir beneficio. La inno-vación, una vez introducida enel seno del proceso circular,provoca la aparición de fuerzasde reacción que progresiva-mente van restaurando la esta-bilidad, y llevan a una nuevasituación de flujo circular, con-figurada por un nuevo entornoinstitucional. La conducta gre-garia de los que no son verda-deros empresarios, de los quese limitan a imitar y difundirla innovación, acabará porconvertir lo novedoso en ruti-na y modo habitual de hacer.Existe, por tanto, en el seno dela economía schumpeterianauna tendencia a la imposiciónde los modos más eficientes deproducir, que eliminaría lasoportunidades de beneficio yllevaría al mínimo tipo de in-terés.

Según la visión de Schum-peter, el empresario se convier-te en una especie de demiurgodel capitalismo. Su misión esagitar las aguas periódicamen-te, para mediante un procesode “destrucción creadora”, ha-cer surgir continuos motivospara la inversión y el beneficio.El capitalismo es por naturale-

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za una forma de cambio eco-nómico que nunca puede serestacionario. Por eso hace faltaun demiurgo encargado degolpear el cuerno de la abun-dancia para que vuelque nuevariqueza y progreso.

No se puede decir que elempresario schumpeteriano seajuste a los requisitos del mo-do científico de obrar. No seapoya en lo que conoce, sinoen lo que desconoce. Actúacomo un ser excepcional, unartista o un mago, elegido delos dioses, que no necesita mi-rar a lo consolidado y repetiti-vo, a la vida vulgar y cotidiana,sino que se siente iluminado yllamado a enfrentarse con lodesconocido, apostando porun futuro que sólo él pareceadivinar. Lo que cuenta es laaudacia y la voluntad de poder,no el continuo análisis de losdatos en un entorno que se su-pone perfectamente conocido.Desempeña un papel heroicoque le hace destacar sobre losdemás hombres. Lo suyo no esla competencia, actitud grega-ria del hombre masa, de losque viven en la vulgaridad ycarecen de la capacidad de in-novar. La verdadera fuente delbeneficio es para los elegidosde los dioses, para los que venlo que todavía está oculto. Lo

que nadie puede todavía imi-tar. Una visión del empresarioesencialmente elitista, antagó-nica de la masa colectivista, delmundo gris del mercado y losconsumidores. Mientras elconsumo tiende a la uniformi-dad, al aumento continuo deentropía, a la anulación deoportunidades, la producción,convertida en innovación, es laúnica que tiene capacidad paradisminuir la entropía, creandosingularidad y nuevas formasde hacer.

Contra lo que pensaba Wal-ras, este empresario ni se preo-cupa de coordinar la produc-ción bajo los requerimientosdel equilibrio, ni de ajustarse alas exigencias de la competen-cia perfecta, sino que actúa co-mo antagonista de la compe-tencia y del equilibrio. Consti-tuye una barrera que impideque las fuerzas del mercadolleven el sistema al equilibrio,donde sólo habría estanca-miento. Ahora bien, al igualque la figura del “subastadorwalrasiano” carece de explica-ción racional, constituye un“deus ex machina”. ¿De dóndeprocede esa misteriosa capaci-dad de innovación?, ¿por quésólo se tiene en cuenta la inno-vación beneficiosa, la que llevaa la mejora continua y no al

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retroceso y al empobrecimien-to?

Schumpeter no presta aten-ción al verdadero trabajo hu-mano, al realizado en común,al que requiere sociabilidad yda lugar a la organización y ala empresa. Sólo parece intere-sado en el empresario comoindividuo heroico, aislado yexcepcional. Ni siquieraSchumpeter considera empre-sario a quien hace que la orga-nización productiva funcionedía a día, al administrador. Só-lo lo es propiamente el que in-nova, el que por su propia ge-nialidad es capaz de superar larutina de su entorno. El admi-nistrador se limita a ganar susueldo, mientras que el empre-sario gana el beneficio. La ex-periencia y el saber mandarnada tienen que ver con el be-neficio. El empresario es tansobrehumano, tan alejado de larutina del directivo, que notiene que enfrentarse con lapequeña incertidumbre de locotidiano, ni tan siquiera conel riesgo, ni mucho menos conla responsabilidad de organizarla producción, o de conseguirlos recursos financieros. Losuyo, lo que verdaderamente lecaracteriza, es su capacidadpara introducir la innovaciónbenéfica y revolucionaria. Se

trata de un ser excepcional quesabe lo que hay que hacer yque destaca sobre una masa deconsumidores que siguen unaconducta gregaria de adapta-ción al medio. Toda la comple-jidad de la empresa queda re-ducida a la inexplicada innova-ción, que parece venida desdelo alto, sin apoyarse en la expe-riencia cotidiana. Schumpeterno se preocupa de las razonesde existencia de la empresa. Nisiquiera se detiene a comentarlo peculiar de sus modos deorganización y funcionamien-to. En este sentido sigue sien-do un walrasiano, que conside-ra la empresa poco más quecomo una función de produc-ción.

Detrás de este modelo deempresario está el individua-lismo romántico alemán. Estáel modo de pensar de autorescomo von Humboldt, Novalis,Schlegel y Schleiermaier. Elculto al genio desarrollado porGoëthe. Es patente la adora-ción a la originalidad, a la au-torrealización e irrepetibilidadde las grandes figuras que diri-gen la marcha de la historia.Un modo de entender el indi-viduo que contrasta con lo queErnst Troelstch ha llamado in-dividualismo “europeo occi-dental”, en el que prima la

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igualdad y lo vulgar. Un tipode individualismo que los ro-mánticos despreciaban en lomás hondo de su corazón.Frente al individualismo utili-tarista británico, que explicabala sociedad como resultado noprevisto de la acción de unamultitud de individuos igualese indistinguibles, el romanti-cismo alemán levantaba la fi-gura de “una mente histórica-mente creativa que se hacepresente en la tierra, a travésde sus sucesivas encarnacionesen individualidades excepcio-nales”.

Schumpeter lleva al seno dela teoría económica el indivi-dualismo elitista del romanti-cismo alemán, como un modode dar sentido y grandeza a esemodelo de sociedad de masasque se esconde en el diseño delequilibrio walrasiano, donde loque importa es el individualis-mo democrático e igualitario.En la figura del empresario deSchumpeter se trasluce la re-belión y el desprecio deNietszche por la sociedad demasas. El hombre es paraNietszche un animal sin aca-bar, que sólo puede entendersecomo deseo de afirmación, co-mo ambición de poder. Surgi-do del mundo animal, perdidoel control de sus instintos,

convertido en una especie ten-sísima de animal, necesitacontinuamente probar, tentar yfallar. Si se le reprime, se debi-lita y se convierte en animalgregario y decadente, en unhombre masa. Si por el con-trario se afirma su voluntad depoder, surgirá el superhombre,el artista genial, la innovaciónincesante, el verdadero hom-bre.

Frente al consumidor neo-clásico, que representa la ni-miedad del hombre masa, so-metido a las exigencias de latotalidad, se levanta la figuradel empresario innovador, el“Führer” que emerge vigorosa-mente de la masa y rompe conlo establecido. El ser excepcio-nal que impone las nuevascondiciones que ha de seguirla totalidad. Una “personalidadque tiene en sí misma las re-glas de su acción”, dotada deuna especial resistencia inte-rior y fortaleza psicológica,puede “triunfar sobre el resto”.

Ante la pregunta por el ori-gen de este ser tan excepcio-nal, responde Schumpeter, in-fluido por el positivismo deErnst Mach, que no es misiónde la economía explicar, ni in-tentar una hermeneútica de laconducta de los agentes, sinosimplemente describir. El em-

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presario debía considerarse co-mo un fenómeno exógeno a laeconomía. En cualquier caso,no pueden evitarse serias du-das sobre la racionalidad deeste tipo de empresario: ¿quéracionalidad es aquella que seguía por motivos desconocidosque van más allá de los límitesdel conocimiento?

HUMANISMO EINNOVACIÓN

ESTE LIGERO repaso delas posturas de Mars-hall, Weber y Schum-

peter, parece sugerir que la raízde las dificultades de los mo-delos neoclásicos de creci-miento reside efectivamenteen su incapacidad metodológi-ca para afrontar la naturalezaesencialmente cultural de lascausas del desarrollo económi-co. Sus mismos intentos de su-peración del problema ponende manifiesto que la soluciónsólo puede proceder desdefuera de los esquemas raciona-listas. No es la riqueza la quecrea la cultura, sino exacta-mente al revés.

Ya desde los tiempos de Ri-cardo se conoce que lo quecrea valor es la singularidad yla diferencia. Por tanto, lasfuentes de valor, por su propia

naturaleza, pertenecen a losingular y a lo idiosincrático, yno a lo universal ni a lo abs-tracto. Esa es la causa de quepermanezcan invisibles a unavisión positivista que pretende,en la pobreza de sus esquemas,haber agotado la riqueza delser que se esconde en lo irre-petible de cada situación con-creta.

Es un grave problema con-fundir la riqueza con su di-mensión cuantitativa. Delmismo modo que Smith habíaacusado, injustamente, a losmercantilistas de confundir lasriquezas con el “bullón”, cabríaacusar a los nuevos modelos dedesarrollo económico de nodistinguir entre la causa y elefecto de las riquezas. Ya en elsiglo XIV los humanistas ita-lianos habían dicho que paraque las repúblicas fuesen fuer-tes y permitiesen una vida ver-daderamente humana y civil,era imprescindible poner enpráctica políticas encaminadasa la participación, al compro-miso de todos con los objeti-vos comunes. Lo que perse-guían no era primariamenteenriquecerse, sino lograr mejo-res ciudadanos y mejores per-sonas. Es cierto que daban im-portancia a las riquezas de laciudad y a los modos de incre-

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mentarlas, pero sabían que es-to era un efecto, no una causa.No buscaban la riqueza por lariqueza, sino que la considera-ban una consecuencia naturalde una mejor cultura políticade los ciudadanos. Su objetivoprincipal era lograr un ideal devida humana, gentes compro-metidas con la tarea común devivir en libertad. Sólo enton-ces, como efectivamente suce-dió, la riqueza sería lo propiode la ciudad: una riqueza quepor su origen era solidaria,surgida del servicio a un idealcomún, sin desigualdades des-tructoras. Eran las obras pro-pias de la virtud las que hacíanposible la gloria y el bienestarde la ciudad.

Los humanistas entendíanque el hombre no alcanza superfección en el cerramientode la reflexión racionalista, co-mo diría Vico, en la “barbariede la reflexión”, sino en la con-tinua y serena aceptación delreto que plantea la inagotableriqueza de la realidad. Lapráctica de la prudencia, don-de los hombres templan susespíritus, donde descubren lariqueza de la singularidad y loconcreto, donde es necesaria lacontemplación y el ingenio, esla fuente de la verdadera inno-

vación, la manifestación delhombre mismo.

Nada hay más alejado delconcepto de desarrollo e inno-vación que el intento de la de-rivación racionalista de todo loque existe a partir de un es-quema rígido y prefijado. Elpensamiento racionalista semuestra como una cadena derazones que se engancha alpunto de partida, que pretendehaber agotado la verdad. Todose supone implícito en esa ver-dad inicial. Desde ese puntode vista la misma novedadvendría a ser sospechosa, encuanto pondría en duda la su-ficiencia del punto de partida.El racionalismo se declaraenemigo de todo humanismoque intente trascender el pen-samiento formal, que quieraprestar atención a lo singular ya lo inesperado, a lo más pro-pio del hombre. Para salva-guardar su carácter científico,el discurso racionalista se veobligado a ser declaradamenteinhumano.

Se convierte en monólogo,que ni siquiera admite la inte-rrupción, pues como le sucedea Casandra, el racionalismo haquedado incapacitado para en-tender las palabras comunes.Su rigor exige que nada sor-prendente pueda ocurrir. En-

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frentado con el mundo de laacción humana, como es el ca-so del crecimiento económico,sólo puede captar lo más bur-do: la acumulación.

Por contraste, para el huma-nismo la invención es previa atoda demostración, el descu-brimiento es anterior a laprueba y la innovación al desa-rrollo. Innovar no puede sertarea de la deducción lógica,sino que es lo propio del inge-nio. Esa grandiosa facultadhumana capaz de descubrir lasimilitud en lo diverso, de per-cibir la universalidad que seesconde en la singularidad, deponer al descubierto la riquezadel ser que se oculta en las co-sas más sencillas.

El ingenio se ahoga en elcerramiento de la reflexión ló-gica, sólo aparece cuando sesale al campo abierto de la ple-nitud de la acción humana,cuando no queda más remedioque buscar nuevas soluciones anuevos problemas. El ingeniobrota cuando se experimentaen toda su hondura el misteriode la alienación del hombrerespecto de la naturaleza,cuando se vive la angustia deno disponer de pautas fijadasque señalen el modo de satis-facer unas necesidades siemprecambiantes. Por eso el ingenio

es lo específicamente humano,lo que surge del “misterio” dela naturaleza, o lo que es lomismo, de su propio “miste-rio”. El acto radicalmente hu-mano, la primera manifesta-ción de ingenio, fue la decisiónconsciente de modificar la na-turaleza, de darle un nuevosentido. Sólo con su trabajo,puede el hombre dotar de sen-tido a la naturaleza y acercarseal misterio de su propia identi-dad.

En el ejercicio del ingeniovive el hombre la experienciade un poder arrollador, de unamisteriosa capacidad de tras-tornar la serena paz de la natu-raleza, de darle un nuevo einesperado sentido poniéndolaal servicio de sus intereses ydiseños. Con su trabajo, elhombre crea nuevas relaciones,un nuevo orden nunca perfec-to y acabado, siempre diferen-te, siempre guiado por las lu-ces que emanan de las cosasconcretas, que brotan en elaquí y ahora. Un proceso queno deja de ser abstracto, peroque no es de naturaleza racio-nal. Es dentro de la estructuraingeniosa del trabajo, y nodentro de la esfera del pensa-miento racional, donde fun-ciona originariamente el senti-

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do común, donde aparece lainnovación.

La vida del hombre es res-puesta a la acuciante demandadel ser que se esconde y se re-vela en las cosas cotidianas yconcretas. El mundo humanoy la historia surgen como ex-presión del intento original dediálogo con el poder escondi-do del ser. Un poder siempreesquivo, que no deja de irrum-pir en la historicidad humanacon formas nuevas e inagota-bles, que el hombre originaria-mente sólo puede captar en lapalabra poética y fantástica.

El desarrollo y la innovaciónno admiten explicación racio-nalista, sería como pretender lacuadratura del círculo. A lomás que se puede aspirar des-de el enfoque del racionalismoes a modelos históricos o esta-dísticos que describan a poste-riori en qué ha consistido eldesarrollo y la innovación. Lascausas del desarrollo y la inno-vación pertenecen, por su pro-pia naturaleza, al enfoque delhumanismo. Algo que tieneque ver con el desarrollo deuna virtud que los griegos lla-maron phronesis, y los romanosprudentia, que permite elevarse

con facilidad desde lo particu-lar y concreto a lo universal yabstracto. Es necesario recupe-rar el sentido común y la pru-dencia, que señalan al hombrelo que en cada momento nece-sita, y que son esenciales parala acción, pues lo particular yconcreto nunca puede dedu-cirse de premisas universales.

El sentido común tiene susraíces en la actividad ingeniosay fantástica, irradia espirituali-dad humana, y es consecuenciade la experiencia fundamentalde la ausencia de analogías omodelos entre las necesidadeshumanas y la naturaleza, y dela inevitable necesidad de bus-carlas. El trabajo es el ámbitoconcreto y originario del senti-do común. El mundo pura-mente racional naufraga, comolo sintió Weber, por falta deespiritualidad, o de lo que élllamaba carisma.

Puede que la “muchachatracia” vuelva a sonreír una vezmás, y considere que todo estono es más que poesía e imagi-nación. No me queda más re-medio que darle la razón, perosu misma sonrisa me anima aquedarme al lado del ingenio.

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INTRODUCCIÓN

EN LAS EMPRESAS con-tinuamente se tomandecisiones. Algunas

son complejas o de largo al-cance como cerrar una planta,salir a bolsa o una fusión deempresas. Otras, en cambio,son más sencillas y apenas ne-cesitan reflexión, como cuandoun operario decide poner enmarcha una máquina siguien-do las instrucciones recibidas,o un comercial decide vender

ante un cliente con garantíasde pago. Entre unas y otrasexiste un amplio abanico dedecisiones intermedias, perotodas tienen algo en común:elegir una acción, o todo unplan de acción, con vistas a undeterminado fin.

Una decisión empresarial esalgo más que expresar una pre-ferencia sin mayores conse-cuencias, como ocurre al res-ponder una encuesta y en otrascircunstancias. Tomar una de-

RACIONALIDAD ÉTICA

EN LAS DECISIONES

EMPRESARIALES

DOMÈNEC MELÉ*Tomar una decisión en la empresa implica la voluntad de resolver un pro-

blema mediante una elección voluntaria y el compromiso de realizarla. En ladecisión concurren juicios de diversa índole, y entre ellos uno de carácter ético.En este artículo se revisan críticamente algunos enfoques actuales en relacióncon el papel de la ética en la decisión, incluyendo la insuficiencia de los senti-mientos, la tesis de separación, que considera que hay decisiones puramenteeconómicas y otras sólo éticas, y la aplicación de éticas de “tercera persona” enla toma de decisiones. Como alternativa se defiende la necesidad de la racio-nalidad ética en todas las decisiones y la validez de un enfoque neoclásico de laracionalidad humana de raíces aristotélicas.

Palabras clave: racionalidad, toma de decisiones, ética empresarial, pru-dencia, teorías éticas.

* Domènec Melé es profesor ordinario de Ética Empresarial en el IESE (Barcelona).

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cisión en la empresa implica lavoluntad de resolver un pro-blema mediante una elecciónvoluntaria y el compromiso derealizarla. En otras palabras, ladecisión empresarial es “uncompromiso específico para laacción”1.

La elección, que constituyeel centro de la decisión, va pre-cedida de una deliberación,más o menos profunda segúnlos casos, en la que se analizala situación, se fijan objetivos yse generan y evalúan alternati-vas para conocer cuál es la me-jor de ellas. Una vez elegida lamejor alternativa posible, seprocede a su implantación, queincluye su puesta en marcha yseguimiento, control de los re-sultados y, en su caso, reajustesy resolución de los nuevos pro-blemas que puedan surgir conla implantación de la acción.

Afirmar que las decisionesempresariales exigen racionali-dad no parece exigir demasia-das justificaciones, pero al ha-blar de racionalidad puedensignificarse realidades muy di-versas. Un modo de racionali-dad en la decisión es la quelleva a formular juicios mora-les, aunque hay también quie-nes afirman que los juiciosmorales no son más que una

simple manifestación de senti-mientos. Muchos otros, encambio, coinciden en afirmarque las decisiones en la empre-sa exigen racionalidad ética,aunque entendiendo la racio-nalidad de modos muy diver-sos y, a nuestro juicio, no todosigualmente plausibles.

En este artículo nos propo-nemos discutir esas cuestionescon especial énfasis en algunosplanteamientos actuales en re-lación con el papel de la éticaen la decisión, incluyendo lainsuficiencia de los sentimien-tos, la tesis de separación y laséticas de “tercera persona”. Alpropio tiempo, defenderemosla necesidad de la racionalidadética en las decisiones y la vali-dez de un enfoque neoclásicode la racionalidad humana deraíces aristotélicas.

Aunque lo que se expone esválido para cualquier decisiónhumana, el lenguaje y losejemplos utilizados se centra-rán en el ámbito empresarial.

INSUFICIENCIA DE LOSSENTIMIENTOS

LOS SENTIMIENTOSpueden ayudar a perci-bir contenidos éticos

que llevan a plantearse proble-

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mas que requieren una deci-sión. También pueden ayudara sensibilizar de la bondad ode los inconvenientes éticos deuna determinada alternativade acción antes de tomar unadecisión. Tal ocurre cuando sesiente compasión, simpatía,benevolencia, solidaridad yotras formas de sentimientosaltruistas. De hecho, no hanfaltado filósofos como DavidHume y Adam Smith, entreotros, que han tomado estossentimientos, o alguno deellos, como base de sus respec-tivas teorías éticas. De estemodo el juicio racional acercade la moralidad de la decisiónqueda relegado a favor delsentimiento: “la moralidad—escribió Hume— es máspropiamente sentida que juz-gada”2.

Estos autores suponen quelos actos son buenos en la me-dida en que son desinteresa-dos. Es una concepción quenace en el suelo cristiano delamor al prójimo, pero pocotiene que ver con la moral cris-tiana que lleva a amar no tantopor sentimientos, sino por elamor que merecen todas laspersonas, por su dignidad ypor ser queridas por sí mismaspor el propio Dios. Difieretambién de la ética clásica de

la vida lograda y de los “bieneshonestos” captados por la ra-zón a partir de las inclinacio-nes naturales.

Adam Smith, cuya influen-cia en el mundo económico yempresarial es bien conocida,considera como clave de lossentimientos morales la sim-patía. El motivo para el com-portamiento moral es la satis-facción que se experimenta alactuar con simpatía y el males-tar que surge al ser antipático.Sin embargo, para este autor,la simpatía que lleva a com-partir los sentimientos deaquellos con los que nos rela-cionamos no tendría aplica-ción en las decisiones en elámbito económico, las cualeshan de tomarse buscando elpropio interés (self-interest). Seestablece así una dicotomíaentre el propio interés, que de-bería aplicarse a lo económico,y el altruismo, basado en la ex-periencia de la simpatía, sobretodo, para las demás relacioneshumanas.

Para saber dónde está elbien, según Adam Smith, te-nemos que escuchar la voz dela simpatía, ya que el bien des-pierta simpatía y el mal anti-patía. Al establecer una comu-nidad de sentimientos con el

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prójimo se otorga un juicio to-talmente imparcial y desinte-resado. Este enfoque se com-plementa señalando que cadauno ha de aplicarse a sí mismolas reglas que aplicaría a otros;para ello sugiere considerarque los actos propios son juz-gados por un “espectador im-parcial”3.

Hoy, pocos aplican directa-mente y en su totalidad estasideas tan simples de AdamSmith, pero el enfoque de fon-do, que considera los juiciosmorales como algo que nopertenece a lo racional sino almundo emocional, sigue ejer-ciendo no poca influencia.Desde mediados del siglo XX,el principal sucesor de las éti-cas de los sentimientos es elemotivismo, cuyos más desta-cados representantes son A. J.Ayer y Ch. L. Stevenson. Se-gún esta teoría, los juicios mo-rales simplemente son la ex-presión de emociones persona-les -no un juicio racional sobreel bien y el mal-, y un modo dequerer influir en los interlocu-tores para que adopten la pro-pia actitud. Son, pues, juiciossin contenidos cognoscitivos(non-cognitive contents). Lasimpatía y el altruismo handado paso a aquello que lesdaba soporte: el estado emo-

cional de cada uno y, comoconsecuencia, el más absolutosubjetivismo y relativismo mo-ral.

Los sentimientos, y los esta-dos emocionales, no han dedespreciarse en ética ya que,como señalábamos al princi-pio, ayudan a percibir conteni-dos éticos. Pero los sentimien-tos y las emociones no puedenser lo definitivo para establecerjuicios morales. Hay situacio-nes que impresionan más queotras y no por ello significaque lo justo sea ocuparse deello despreciando otras cosasmás importantes en sí mismas,pero que no causan tanta im-presión. Tampoco es justo de-cidir por la simpatía que surgeespontáneamente hacia unapersona y en detrimento de al-guien que cae menos simpáti-co pero que tiene mayores de-rechos. Por otra parte, hay im-presiones a las que uno se vaacostumbrando, con lo quepierden su efectividad comomotivador ético.

En la empresa, a veces hayque decidir asumiendo el dolorque causan ciertas consecuen-cias inevitables pero justas ynecesarias. Por otra parte, sibien la simpatía u algún otrosentimiento altruista puede es-

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tar presente en la decisión,también hay otros sentimien-tos nada altruistas y, a menu-do, muy fuertes, como el afánde lucro o de éxito y la ambi-ción de poder, que entran enconflicto con los primeros. Sinuna referencia objetiva y racio-nal al bien, la lucha de fuerzasentre sentimientos encontra-dos puede dar lugar a cual-quier decisión que esté ajusta-da no tanto al bien como a losdeseos del sujeto o al valor re-lativo que cada uno conceda alos diversos sentimientos. Sen-timientos que pueden variar,además, según se trate de ac-ciones en la empresa, en la fa-milia, entre amigos o situacio-nes sociales más o menos pró-ximas.

Adam Smith, al menos im-plícitamente, asume la necesi-dad de cumplir unas mínimasexigencias éticas en los nego-cios (cumplimiento de contra-tos y leyes, evitar fraudes, etc.).Sin embargo, junto con otrosfilósofos de los “sentimientosmorales”, dejó preparado el te-rreno a hombres de empresa,relativamente abundantes en elsiglo XIX y parte del XX, du-ros, severos y acaso injustos enlos negocios, pero que des-pués, sus sentimientos altruis-tas les llevaban a hacer dona-

ciones a hospitales, universida-des y otras instituciones con elabundante dinero que habíanganado en los negocios. La in-suficiencia de los sentimientosy, sobre todo, del emotivismoha sido severamente criticadapor MacIntyre4.

FALACIA DE LA “TESISDE SEPARACIÓN”

ESTRECHAMENTE rela-cionado con la ante-rior está lo que suele

denominarse la “tesis de sepa-ración”. Según esta tesis, loeconómico y lo ético corres-ponden a decisiones separadase independientes. Algunas de-cisiones empresariales seríanexclusivamente económicas,mientras que algunas otras sóloserían éticas. Idéntica separa-ción se aplica también a otroscampos, de modo que, segúnla citada tesis, habría tambiéndecisiones puramente políti-cas, sociales o técnicas.

En el origen de esta tesis,sin duda, está la separacióncartesiana entre la res cogita (lopensado por un sujeto) y la resextensa (lo material exterior alsujeto). A partir de la tradicióncartesiana, el estudio del mun-do material adquiere un grandesarrollo: se somete a experi-

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mentos y mediciones, se creauna prestigiosa ciencia experi-mental, y se alcanzan notablesavances técnicos. En cambio,la ética sufre un notable retro-ceso. Se supone que perteneceexclusivamente al ámbito de lopensado y con esta hipótesisaparecen nuevas teorías quedesvinculan la ética del bienhumano (aquello que convieneal hombre para desarrollarsecomo ser humano). Las nuevasteorías son elaboraciones ra-cionales que siguen dos líneas:se presentan como imperativoscategóricos o reglas de con-ducta, cuyo seguimiento haceque la acción sea correcta, obien abogan por una ética desentimientos y valores subjeti-vos, que el sujeto ha de aplicara su arbitrio.

Esta separación y desuniónentre el mundo fáctico y elpensamiento encerrado en símismo pasará a las ciencias so-ciales y, posteriormente, a ladirección de empresas, sobretodo, a través del positivismo,con su radical separación entrevalores (pensados) y hechos(constatados). Durante mu-chos años ha sido muy fre-cuente entender que hay unaciencia de la dirección que de-bía basarse exclusivamente enlos hechos, considerados como

lo único digno de un estudioserio y riguroso para la tomade decisiones. En cambio, losvalores, por ser de carácter sub-jetivo y muy difíciles de mane-jar, muchas veces han quedadomarginados de teorías y mode-los organizativos y, en definiti-va, de la dirección de empre-sas5. En otros casos se hanconsiderado ciertos valores pa-ra la dirección, pero no tantocomo una exigencia de la reali-dad humana que es la empre-sa, sino por los resultados fác-ticos que la adopción de cier-tos valores podían reportar.

A partir de estas premisasno es de sorprender que hayansurgido teorías económicas yde la dirección que pretendenquedar libres de valores (free-values) y que llevan a conclu-siones orientadas a la toma dedecisiones, en las que la éticaqueda excluida. En el mejor delos casos, las “valoraciones éti-cas” acuden a la mente del su-jeto que decide, pudiendo darlugar al dilema de mantener ladecisión surgida de una “racio-nalidad de los hechos”, o detomar otra basada en exigen-cias éticas. De este modo, si elsujeto tiene sensibilidad ética,las exigencias éticas modifica-rán la decisión, aunque gene-ralmente como limitación vo-

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luntaria a la citada racionali-dad de los hechos. Por el con-trario, si falta esta sensibilidado existen presiones a favor delo económico, se prescindiráde la valoración ética o, si sehace, quedará subordinada aljuicio económico.

Un caso extremo, bien co-nocido, nos ayudará a com-prender la aplicación prácticade la tesis de separación. A fi-nales de los años setenta, lacompañía Ford, presidida poraquel entonces por Lee Iacco-ca, decidió lanzar un cocheutilitario que pudiera compe-tir con modelos europeos y ja-poneses de bajo consumo. Elresultado fue el modelo Ford-Pinto que fue diseñado y cons-truido en un tiempo récord.Quizá por la premura detiempo, apareció pronto ungrave defecto debido a la ubi-cación y diseño del tanque degasolina y a otros elementosque fácilmente ocasionabanun incendio si se producía unacolisión en la parte trasera delvehículo. Al advertirlo, se to-mó la decisión inicial de noincorporar un elemento de se-guridad en el vehículo, quehubiera podido evitar esos in-cendios y las consiguientesquemaduras y muertes. Estadecisión, al parecer, se tomó

basándose en un análisis cos-te-beneficio, que considerabael coste de la incorporacióndel citado elemento de seguri-dad frente al beneficio de nocambiar dicho elemento. Paraello se asignó un valor econó-mico a las indemnizacionesestimadas por lesiones y de-funciones6. El juicio económi-co fue determinante y todoslos demás aspectos fueron tra-ducidos a valor económico, in-cluyendo las vidas humanas yel dolor de las víctimas y fami-liares. Esta decisión, en reali-dad, ni siquiera fue muy inte-ligente, ya que supuso un no-table desprestigio para la em-presa, multitud de juicios y, fi-nalmente, la retirada del mo-delo del mercado hasta hacer-lo más seguro.

La tesis de separación, confrecuencia asumida de modoacrítico en la empresa y enotros ámbitos, es atractiva porsu simplicidad, pero adolecede un grave error: considerarque la ética es algo separable eindependiente de las decisio-nes referidas a aspectos eco-nómicos. En consecuencia,tampoco considera cuál es lacorrecta relación de depen-dencia entre economía (uotros aspectos) y ética.

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Cada decisión incluye, enefecto, contenidos de diversaíndole, que exigen juicios va-lorativos que se alcanzan me-diante criterios apropiados.En la empresa hay, al menos,tres aspectos concurrentes aconsiderar en cada decisión:los resultados buscados (as-pectos económicos o técni-cos), las circunstancias socia-les y las consecuencias previ-sibles que pueden afectar a laaceptación de la decisión y ala gobernabilidad de la orga-nización (aspecto social y po-lítico) y la calidad moral de ladecisión (aspecto ético).

Estos tres aspectos apare-cen con bastante claridad enel citado caso Ford-Pinto o endecisiones como despedir auna parte del personal, insta-lar una planta contaminante ovender un producto alimenti-cio adulterado. A poco que sereflexione, se advierte que ca-da una de estas decisiones in-ciden en estos tres aspectos:llevan a unos resultados eco-nómicos, tienen una compo-nente ética (cómo afecta albien de las personas) y gene-rarán reacciones sociales (des-motivaciones, quejas, litigios,hostilidad, manifestaciones,...). Parece claro que la tesisde separación no es correcta,

al menos, en decisiones comoéstas. Pero tampoco lo es enotras decisiones que, a prime-ra vista, parecen sólo técnicas,económicas, políticas o éticas.Las tres dimensiones antes ci-tadas están siempre presentes,aunque no siempre se tenganen cuenta.

Consideremos, por ejem-plo, la decisión de bajar elprecio de un producto. Segu-ramente se bajan precios por-que se estima que con ello sevenderá más y se obtendránmayores beneficios. Es muyprobable que la decisión sehaya tomado de acuerdo coneste juicio económico, o porlo menos dándole mucho pe-so. Pero en esta decisión hayotros juicios, quizá no explici-tados, que también deberíanhaberse considerado. La deci-sión necesita ser aceptada porquienes tienen que llevarla acabo, de otro modo podría te-ner menos éxito del esperadoy, en casos extremos, inclusoser un fracaso. ¿Cuál sería lareacción de los vendedoresque trabajan a comisión sobreel precio, si este aumento deventas les supone mucho ma-yor trabajo, o si no ven claroque se venderá más con sólobajar el precio? Responder aesta cuestión implica un juicio

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sobre la aceptabilidad social.La decisión de bajar el precioconlleva también un juiciomoral, que seguramente serápositivo. Bajar el precio segu-ramente supone hacer el pro-ducto más asequible a un ma-yor número de personas y, sieste producto presta un ver-dadero servicio y no existenotros argumentos en contra,tal decisión sería éticamenteimpecable. Pero bajar preciostambién podría hacerse ven-diendo a pérdidas para hundiral principal competidor y ad-quirir así una situación demonopolio que posteriormen-te permita elevar mucho máslos precios y obtener un bene-ficio mucho mayor. En esteúltimo caso, el juicio moral yano podría ser tan positivo.

Algo parecido ocurre conotras decisiones que tienden aconfundirse con un juicio téc-nico, aunque tampoco son de-cisiones puramente técnicasporque incluyen intencionali-dad. Así, por ejemplo, decidirverificar las especificacionesde un producto químico me-diante técnicas analíticas im-plica una valoración técnica(se considera útil), pero inclu-ye también un aspecto ético.Seguramente se trata de algobueno y será realizado por al-

guien que tiene la obligaciónmoral de hacerlo porque esempleado de una empresa ytiene ese encargo, o quizá esotra persona o empresa que seha comprometido a hacerlomediante un contrato. Es unjuicio moral que ordinaria-mente no ofrecerá dificultad yse dará por supuesto que espositivo. Sin embargo, nosiempre es así. Tal es el casode una joven farmacéuticaempleada en el laboratoriodónde, a finales de los años80, se investigaba la píldoraabortiva RU-486. Al saber delo que se trataba tomó la deci-sión de no hacer los ensayosque le encargaban alegandoobjeción de conciencia.

En definitiva, podemosconcluir que cualquier deci-sión tiene un aspecto éticoque requiere un juicio moral,al igual que incluye otros as-pectos que deben ser tambiéntomados en consideración yvalorados. Pero queda el pro-blema de la dependencia: ¿hade priorizarse el juicio éticosobre el económico o, por elcontrario, ha de subordinarseel aspecto ético al económico,como en el caso Ford-Pinto?De ello nos ocuparemos acontinuación.

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RACIONALIDADINSTRUMENTAL YRACIONALIDADDIRECTIVA

EL SER HUMANO poseeuna única potencia ofacultad a la que sole-

mos denominar inteligencia orazón, pero que puede tenerdistintos usos o formas de em-pleo. Uno de ellos está orien-tado a la transformación racio-nal del mundo exterior. Es unaracionalidad “instrumental”,adecuada para lograr resulta-dos. La ciencia y la técnica seapoyan ampliamente en ella.Al hacerlo se formulan hipóte-sis, se analiza la realidad exte-rior, se cuantifican hechos y sehacen cálculos para predecirqué resultados se obtendrán sise toma una determinada deci-sión. Este modo de racionali-dad busca determinar qué es lomás eficaz para alcanzar unosdeterminados objetivos. Peroesto no asegura que la decisiónsea la mejor. En el caso Ford-Pinto, la decisión tomada fuela más eficaz para maximizarbeneficios a corto plazo, perono puede afirmarse que fue lamejor en un sentido global.

La racionalidad instrumen-tal está pues ordenada a la efi-cacia, pero eso no es suficiente

para tomar una buena deci-sión. Se precisa otro modo deracionalidad que guíe la racio-nalidad instrumental hacia loconveniente. En la empresa,continuamente aparecen am-bas racionalidades con sus res-pectivos cometidos. Un estu-dio técnico-económico de ilu-minación exterior, pongamospor caso, nos dirá cuál es el sis-tema más adecuado para ilu-minar la carretera de acceso auna fábrica, pero antes habráque considerar si es convenien-te iluminar por alguna razón(mejorar de la seguridad, unaexigencia legal, motivos estéti-cos, imagen corporativa,....).

Pero lo conveniente puedeserlo en cierto modo o de unmodo absoluto. Y lo conve-niente en sentido absoluto, nopuede ser más que el bien hu-mano. Hay fines que puedenser interesantes para algo, perosólo si son acordes con el bienhumano son verdaderamenteconvenientes. A esa racionali-dad que dirige la acción hacialo verdaderamente convenien-te se puede denominar “racio-nalidad directiva”7.

La existencia y la diferencia-ción de las dos racionalidadescitadas fue ya advertida porAristóteles al considerar queuna cosa es la producción

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(poiesis) y otra la acción(praxis), observando a conti-nuación que “la disposición ra-cional apropiada para la acciónes cosa distinta de la disposi-ción racional para la produc-ción”8. Añade que la produc-ción exige una disposición ra-cional que denomina “técnica”(en griego, techné, traducidotambién a veces por “arte”).Tener técnica o arte expresa lacapacidad de hacer o producirobjetos que respondan a unacierta utilidad. “Toda técnica-escribe- versa sobre el llegar aser, y sobre el idear y conside-rar cómo puede producirse ollegar a ser algo de lo que essusceptible tanto de ser comode no ser y cuyo principio estáen el que produce y no en loproducido”9. La acción es regi-da por otra disposición racio-nal distinta de la técnica quedenomina prudencia (frónesis),que la define del siguiente mo-do: “La prudencia es una dis-posición racional verdadera ypráctica respecto de lo que esbueno para el hombre”10.

Quienes poseen técnica enalgo (los “expertos”, diríamoshoy) discurren correctamenteacerca de lo que se debe hacerpara conseguir algún fin parti-cular (fabricar un coche conciertas características, obtener

la máxima rentabilidad deunos fondos de inversión, con-seguir un nombramiento, etc.);en cambio, quienes son pru-dentes “pueden ver lo que esbueno para ellos y para loshombres”11, porque discurrencorrectamente acerca de lo quees conveniente no para un finparticular, sino para vivir bienen general, discerniendo cómose debe actuar para orientar laacción hacia el perfecciona-miento o desarrollo humano.

La relación entre la decisióny desarrollo humano del sujetoque decide raramente es consi-derada en los tratados sobre latoma de decisiones, que suelenbasarlo todo en las preferen-cias del sujeto que decide12. Sinembargo, es claro que al deci-dir no sólo se ocasionan resul-tados externos, sino que tam-bién afecta al que decide. Aldecidir no sólo elegimos quéqueremos hacer, sino tambiénqué clase de persona queremosser. En cierto sentido podríadecirse que somos lo que deci-dimos hacer. Si uno decide ac-tuar con justicia se hace justo,igual que si uno decide mentirse hace mentiroso o si deciderobar se hace ladrón. Esta sen-cilla observación, conocidadesde antiguo13, relaciona latoma de decisiones con el de-

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sarrollo o deterioro humanoque se produce en el sujeto quetoma la decisión.

Ciertamente, las preferen-cias son importantes y, de he-cho, indican lo que se quiere y,por tanto, son ellas las que di-rigen la racionalidad instru-mental. Pero, si sólo hablamosde preferencias nos olvidamosde algo primordial: valorar sitales preferencias son buenaspara quien toma la decisión ypara los demás. Muchos supo-nen que esto es una cuestiónsubjetiva en la que nada puedeafirmarse ni negarse, o que de-be eludirse por falta de acuer-do y para evitar polémicas. Sinembargo, esta postura no pare-ce muy rigurosa. Se apoya enel “dogma” heredado de la mo-dernidad que menosprecia oelimina el concepto de “bienhumano” y en su lugar colocala noción de “correcto”, enten-diendo por correcto aquelloque es conforme con algúnprincipio racionalista, pro-puesto por algún autor o es-cuela. De este modo, se reducela ética a unas normas extrín-secas desvinculadas del perfec-cionamiento o desarrollo hu-mano a través de la acción.

En realidad, el concepto“preferencia” es bastante equí-voco. Puede significar deseos o

apetencias, sin más, o puededenotar elecciones a las que seha llegado tras una ponderadadeliberación racional. Esta de-liberación racional puede, a suvez, basarse en otras preferen-cias o ir al fondo, tratando deaveriguar si una determinadaacción es buena o es mala, esdecir, si nos mejorará comopersonas o más bien nos va acorromper en nuestra humani-dad.

Seguir las preferencias es-pontáneas, sin más, es evidenteque no siempre es lo más ade-cuado para mejorar como sereshumanos. Todo dependerá dela calidad de las preferencias.Y eso es lo que ha de conocer-se mediante la racionalidad di-rectiva antes de tomar una de-cisión. La racionalidad directi-va considera los sentimientos ytambién los intereses existen-tes para realizar una acción.Pero va más allá, ya que atien-de al bien de la persona y ana-liza si los sentimientos y deseosconcurrentes son adecuados ono para lograr un verdaderodesarrollo humano. Dicho deotro modo, la racionalidad di-rectiva orienta, ante todo, lacalidad ética de la acción.

A partir de la convenienciade la acción para el desarrolloo plenitud humana, podrá

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analizarse si otros fines son ono realmente convenientes pa-ra la mejora de quien decide.Ganar dinero, acceder al podero tener prestigio será conve-niente si esto está ordenado ala mejora personal. En muchasocasiones, se da por supuestoque ganar dinero es conve-niente, como lo es hacer carre-ra o cualquier otro interés par-ticular. Pero esta “convenien-cia” es conveniencia sólo ensentido utilitario, y no en sen-tido absoluto. Muchas veces,ganar dinero o tener poder se-rá conveniente, pero otras no.Hay casos extremos, que estánen la mente de todos, en losque se hace patente un afándesmedido de ganar dinero ode adquirir poder, que ha lle-vado a algunos a embrutecersecomo personas, a destrozar lapropia familia, a quedarse sinauténticos amigos y a alejarsede Dios.

En definitiva, la racionali-dad instrumental ha de subor-dinarse a la racionalidad direc-tiva porque esta última es laque responde a un fin absolu-to. Como escribe Aristóteles,“el fin de la producción es dis-tinto de ella, pero la acción(praxis) no puede serlo: la bue-na actuación misma es unfin”14. La racionalidad directiva

no debe, sin embargo, invadirlo que es propio de la raciona-lidad instrumental, sino que,como señala el Aquinate “esnecesario que el arte (técnica)sea rector del hacer y no de laacción, de la cual la prudenciaes la rectora”15.

Sin embargo, tampoco pue-de afirmarse que los resultadossean completamente indepen-dientes de la prudencia conque se ha tomado una deci-sión. La prudencia no lleva di-rectamente a la eficacia en losresultados, ni mucho menosexcluye la técnica, pero indi-rectamente ejerce una benefi-ciosa influencia sobre ellos. Enprimer lugar, la prudencia exi-ge hacer las cosas bien, tam-bién en el aspecto técnico. Portanto, una persona prudenteprocurará adquirir competen-cia técnica. Por otra parte, lacalidad ética de la actuacióninfluye en el entorno humanoque recibe sus efectos y, porconsiguiente, en la reacciónque se genera. Actuar buscan-do el bien humano tiende agenerar confianza, atracción ycooperación, lo cual induda-blemente incide en la eficaciade próximas decisiones sobreinteracciones con ese entornoe incluso con otros a los que

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alcance la buena reputacióndel agente.

FUNCIÓN DE LARACIONALIDADESPECULATIVA

TANTO LA racionalidadinstrumental como ladirectiva están direc-

tamente orientadas a la acción.Son pues dos expresiones de“racionalidad práctica”. Perohay otro uso de la razón, de ti-po teórico, que también incideen la racionalidad ética de ladecisión. En efecto, tradicio-nalmente se distingue entreracionalidad teórica y práctica,como dos usos de la razón quepersiguen respectivamente elconocimiento racional de larealidad y una actuación racio-nal.

La razón teórica, llamadatambién especulativa (de spe-culor, observar) porque surgede la observación, tiene por finconocer la verdad de las cosas,y versa por tanto sobre lo uni-versal y necesario. En cambio,la racionalidad práctica tratade aplicar el conocimiento ver-dadero de la realidad a la ac-ción; su fin es actuar en lo par-ticular y contingente siguiendola “verdad práctica”, es deciraquello que se adecua a lo efi-

caz (racionalidad instrumen-tal) y al bien (racionalidad di-rectiva).

Puede pues afirmarse que laverdad práctica es causa y reglade la acción, mientras que laracionalidad especulativa actúaal conocer los seres. Los seresson de una determinada ma-nera y la razón descubre sumodo de ser. La racionalidadespeculativa está orientada alconocimiento verdadero de larealidad, mientras que la racio-nalidad práctica busca trasfor-mar esa realidad de acuerdocon lo que es verdaderamenteeficaz y ético. La primera bus-ca conocer por conocer, mien-tras que la segunda conoce có-mo actuar en una determinadasituación.

Surge aquí la cuestión de sila racionalidad ética es exclusi-vamente racionalidad directivao si tiene alguna relación conla racionalidad especulativa.En los últimos años, han sur-gido algunas corrientes quepretenden fundamentar la éti-ca exclusivamente en la razónpráctica. Una de ellas es la ini-ciada por G. Grisez, J. Finnis yJ. Boyle16, quienes se basan enlos bienes fundamentales delhombre captados por la razónpráctica17. Sin embargo, tal

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propuesta ha encontrado fuer-tes críticas18.

A nuestro juicio, la raciona-lidad ética exige, a la vez, lasracionalidades directiva y es-peculativa. La racionalidad di-rectiva capta qué conviene alsujeto en cada situación parti-cular, lo cual presupone un co-nocimiento práctico de losbienes fundamentales delhombre, aunque uno no hayapensado demasiado en por quéesos bienes contribuyen al findel hombre. Quizá no se hayaplanteado siquiera si el hom-bre tiene algún fin. Por tanto,la racionalidad directiva no sepuede considerar una simplededucción de la racionalidadespeculativa. Sin embargo,tampoco puede afirmarse quela racionalidad directiva seacompletamente independientede la racionalidad especulativaya que esta última, con su co-nocimiento del hombre y de loque conviene a la plenitud hu-mana, justifica esos bienes yayuda a profundizar en su fun-damentación y contenidos.

Un ejemplo puede aclararloun poco más. La razón prácti-ca capta como un bien huma-no respetar a las personas y ac-tuar con justicia. Al propiotiempo, orienta la acción paraque ésta sea justa, pero sólo al

razonar sobre el hombre reco-noce a la justicia como algonecesario para la perfecciónintegral del hombre y a la cualestá llamado. Y esta reflexiónes propia de la razón especula-tiva.

Algo parecido cabe afirmaracerca del conocimiento de lanaturaleza y finalidad de la so-ciedad, la empresa y demásrealidades humanas implícitasen el proceso de toma de deci-siones. La reflexión teórica so-bre estos temas se hace espe-cialmente necesaria para orien-tar los enfoques de algunas te-orías relacionadas con la direc-ción. Consideremos, por ejem-plo, la teoría de la dirección fi-nanciera. Esta teoría toma co-mo premisa que el fin de laempresa es maximizar el valorde la acción, esto es, aumentarla riqueza de los accionistas. Sise acepta esta hipótesis, alaplicar esta teoría se conocequé decisión será más adecua-da para maximizar la riquezade los accionistas. Pero a partirde ella no se puede concluirque la mejor decisión es aque-lla que toma como criterio su-premo maximizar la riquezade los accionistas.

La teoría de la dirección fi-nanciera utiliza la racionalidadinstrumental, pero contando

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sólo con esta racionalidad nopuede afirmarse que el fin últi-mo de la empresa sea maximi-zar el valor de la acción (aun-que, en rigor, tampoco puedeafirmarse lo contrario). Paracontestar a esta cuestión, cier-tamente crucial, es necesariocaptar qué bienes humanos es-tán en juego en esta decisión,pero se requiere además unaaproximación racional teóricaque ayude a entender cuál es lamisión de la empresa en la so-ciedad19.

La racionalidad ética en latoma de decisiones requiere,pues, la racionalidad especula-tiva y la directiva. La razónpráctica va más allá de la razónespeculativa o teórica, peropresupone el conocimiento delhombre y la sociedad propor-cionado por esta última formade racionalidad.

SUPERAR LAS TEORÍASÉTICAS DE “TERCERAPERSONA”

OTRO PROBLEMA queaparece en la raciona-lidad ética en la deci-

sión es la aceptación de teoríasdenominadas de “tercera per-sona”. Esas teorías proporcio-nan unas normas de actuaciónmoral impersonales, con inde-

pendencia de quien decida.Pretenden lograr juicios mora-les desprovistos de toda subje-tividad, pero sólo consiguenun peligroso reduccionismoético. Hace ya bastantes años,Ambscombe20 hizo una certeracrítica a este planteamiento,que olvida al agente en la for-mulación de juicios morales.Posteriormente, MacIntyre de-nunció cómo estas teorías hanllevado al olvido de la virtud21.

Se ha dicho con acierto que“hablar de ética sin mencionarlas virtudes morales es comohablar de mecánica sin men-cionar la gravitación”22. Y, porsorprendente que parezca, estoes lo que ha ocurrido durantelargo tiempo. Aunque en losúltimos años la consideraciónde las virtudes en ética empre-sarial va en aumento, sin em-bargo, las teorías éticas de “ter-cera persona”, hijas de la racio-nalidad ilustrada, siguen te-niendo mucha influencia prác-tica. Por ello, parece obligadohacerles alguna referencia, porbreve que sea.

Entre esas teorías destacanlos consecuencialismos, los de-ontologismos formales y lasteorías procedimentales23. Co-mo se sabe, y dicho de modomuy conciso, el consecuencia-lismo propone valorar la mo-

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ralidad de una acción por uncálculo aplicado a las conse-cuencias externas de la acción.En particular, el utilitarismo—la teoría consecuencialistamás influyente— valora comoéticamente aceptable una ac-ción cuyas consecuencias pro-duzcan la mayor satisfacciónpara la mayor parte de quienesson afectados por ella. En elfondo, el utilitarismo más queuna teoría ética es una reglapara balancear intereses enjuego. No busca tanto el bienhumano como la satisfacciónpara la mayoría.

Los deontologismos forma-les proponen deberes univer-sales que se imponen a priori ala razón como regla moral.Son enunciados formales (“im-perativos categóricos”, en laterminología kantiana), sincontenidos específicos o ma-teriales, que todo individuodebería aplicar. Kant propug-na actuar de tal modo que laforma de conducta de cadauno se pueda convertir ennorma universal.

Por último, están las teoríasprocedimentales que presentanprocesos a seguir para actuarcon justicia en las distribucio-nes (Rawls) o para consensuarnormas éticas mediante unproceso comunicativo o dialó-

gico (Habermas). Estos enfo-ques, más que buscar el bien yla calidad moral de una acción,se limitan a proponer un pro-cedimiento para resolver con-flictos de intereses o a consen-suar acuerdos morales a partirde posiciones diversas median-te un proceso comunicativo,siguiendo las reglas del proce-dimiento. Tampoco esta pro-puesta garantiza la calidad hu-mana -ética- de lo que resultadel consenso.

No pretendemos analizaraquí estas teorías, ni presentarlas críticas mutuas que se ha-cen los defensores de cada unade ellas. No obstante, es de re-marcar que en todos estos en-foques suele haber aportacio-nes interesantes que suponenun reto para profundizar en lareflexión ética. Sin embargo,por lo general, estas teorías fa-llan en muchos puntos e inclu-so se quedan muy cortas antela realidad del mundo actual,dentro y fuera de la empresa.

En las teorías de “tercerapersona”, el juicio moral se de-ja a cargo de “expertos” y no dequien toma la decisión. Sinembargo, la conciencia moral,que aprueba o desaprueba de-terminadas acciones, es de co-mún experiencia. La concien-cia moral es siempre personal

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y por ello la responsabilidad enla toma de decisiones recae, enúltimo término, en el sujetoque decide. En otras palabras,las éticas de “tercera persona”prescinden de la singularidad ysubjetividad de quienes for-mulan juicios morales y tomandecisiones.

Nótese que hablamos desubjetividad y no de subjetivis-mo. El subjetivismo ético nie-ga que existan principios ynormas éticas universales. Coneste enfoque se olvida que “te-nemos libertad para decidir loque vamos a hacer. Pero no so-mos libres para hacer que cual-quier cosa que elijamos seabuena”24. Si todo dependierade la “creación” subjetiva delbien y el mal, habría muy po-cas garantías de que el juiciomoral fuera correcto. La per-sona prudente no inventa quées lo bueno, sino que reflexio-na para descubrir en qué con-siste ser bueno. Como señalaAristóteles, “parece propio delhombre prudente el poder dis-currir bien sobre lo que esbueno y conveniente para élmismo, no en un sentido par-cial, por ejemplo para la saludo la fuerza, sino para vivir bienen general”25. La función de laprudencia es, pues, ayudar adescubrir en cada momento lo

que se debe hacer para crecercomo persona.

Por lo demás, muchas de lasteorías éticas de “tercera perso-na” no pasan de ser “éticas demínimos” que, básicamente, seocupan de acciones prohibi-das. En ética hay accionesprohibidas, pero esto no signi-fica que la ética se reduzca aprohibiciones. Más bien ocu-rre todo lo contrario. La éticabusca, ante todo, la excelenciahumana. Por ello, la racionali-dad directiva no se limita aevitar lo inconveniente, sinoque busca lo más convenienteen cada situación. Hay queevitar lo que está mal, pero,ante todo, hay que hacer elbien26.

Incluso Kant, que tiene for-mulaciones muy razonables,no pasa de presentar una éticamás enfocada a accionesprohibidas que a orientar laacción humana hacia el bien.Además, al afirmar que todoshan de actuar con una normaque pueda ser universal, notiene en cuenta que las perso-nas tienen distintas capacida-des, ni tampoco que las cir-cunstancias pueden condicio-nar algunas decisiones. Nopuede pues erigirse en normauniversal el modo de conductade cada uno. La racionalidad

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directiva, apoyada en la pru-dencia, tiene en cuenta unosmínimos universales, perotambién, y sobre todo, consi-dera la condición del sujeto ylas circunstancias de cada si-tuación, buscando lo mejor.

Es importante remarcar queel énfasis en la subjetividad noha de llevar a rechazar la exis-tencia de principios universa-les y de acciones que son malasen cualquier circunstancia. Porel contrario, las personas pru-dentes descubren principios ynormas éticas universales, co-mo la “regla de oro”, así comoacciones moralmente ilícitas,sean cuales sean los interesesque se persigan porque soncontrarias a la dignidad y biendel hombre y, por tanto, degra-dan a quien las realiza en suhumanidad. Maltratar a otraspersonas, esclavizarlas o utili-zarlas como simples instru-mentos para los propios inte-reses son acciones ilícitas encualquier situación. Estas yotras acciones son “absolutosmorales” que nunca deben rea-lizarse. Son acciones denomi-nadas “intrínsecamente ma-las”.

Todo lo anterior hace pen-sar en la necesidad de una éti-ca de “primera persona”, en laque los juicios morales los rea-

liza quien decide con ayuda dela prudencia. Tiene en cuentalos bienes humanos y los debe-res que éstos implican, perotambién las particularidadesde cada situación, que son eva-luadas con sabiduría práctica.

LAS DISPOSICIONESPERSONALES EN LATOMA DE DECISIONES

LA IMPORTANCIA de lasdisposiciones persona-les en la toma de deci-

siones es confirmada por lapráctica directiva. Cada deci-sión, de alguna manera es úni-ca y personal. Trataremos deexplicarlo, empezando por dis-tinguir tres tipos de decisio-nes.

En la empresa y en otras or-ganizaciones suelen distinguir-se tres grandes tipos de deci-siones empresariales: estratégi-cas, tácticas o administrativasy operativas. Las decisiones es-tratégicas se refieren a objeti-vos y planes de gran alcance.Las tácticas o administrativastratan de concretar las anterio-res mediante decisiones queafectan a la asignación de re-cursos y personas para llevarlasa cabo, a la organización deltrabajo y al modo de seguir ocontrolar su ejecución. Por úl-

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timo, las decisiones operativasproporcionan reglas, métodosy procedimientos a seguir.

Hace más de treinta años,Ansoff27 asignaba las decisio-nes estratégicas a la alta direc-ción, las administrativas a losdirectivos intermedios y lasoperativas a los directivos infe-riores. Estas últimas seríanprogramas o rutinas que losoperarios deberían seguir sinapenas ninguna capacidad dedecisión. Sin embargo, la reali-dad no es tan rígida, al menosen muchas empresas actuales.Los procedimientos y normasdejan ciertos márgenes de li-bertad para actuar de uno uotro modo. Además, como se-ñala Mintzberg28, sobre la basede una investigación empírica,bastantes decisiones estratégi-cas surgen como resultado demuchas decisiones tomadas enniveles organizativos bajos. Enrealidad, el trabajo de todos,directivos y operarios, incluyeuna dimensión directiva y otraoperativa29. A medida que lasorganizaciones pierden buro-cracia y se da mayor poder dedecisión a los empleados (em-powerment), esta dimensióndirectiva adquiere una mayorimportancia.

Con todo, es evidente queno todas las decisiones exigen

igual grado de deliberación.Desde esta perspectiva, es in-teresante seguir una antiguadistinción entre dos grandestipos de decisiones. PeterDrucker30 las denomina “gené-ricas” y “únicas”, mientras queotros autores, en términos muyparecidos, se refieren a proble-mas de decisión programadosy no programados31, o estruc-turados y no estructurados32.Las primeras son repetitivas yrutinarias, con procedimientosclaros, canales de informacióndeterminados, criterios de de-cisión bien definidos y relacio-nes causa-efecto predecibles.Se conoce una secuencia deoperaciones que resuelve elproblema. Es lo que ocurre alfabricar automóviles, al efec-tuar cálculos técnicos para di-seños normalizados o al mane-jar una máquina. En cambio,en el segundo tipo de decisio-nes no se puede predeterminarqué hacer, por no disponer deningún método para resolverun problema -que ni siquieraestá bien definido- y tomaruna decisión. Se parte de unossíntomas que pueden respon-der a diversas causas y que, an-te todo, exigen un correctodiagnóstico. Son decisiones, encierto modo, únicas, general-mente complejas, caracteriza-

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das por su incertidumbre y coninformación incompleta.

En las decisiones genéricas,teniendo en cuenta su deter-minación en el modo de to-mar la decisión, la calidadmoral del decisor se manifies-ta en aceptarla o rechazarla oen sugerir cambios, y pocomás. En la decisiones únicas,en cambio, las cualidades per-sonales del decisor tienen unaimportancia primordial. Estasúltimas, requieren unas cuali-dades personales en quien to-ma la decisión, que se relacio-nan con la virtud de la pru-dencia33. Entre otras, pericia,apertura de mente, perspica-cia, creatividad e imaginacióny sensatez34.

Al tomar decisiones de for-ma reflexiva se desarrolla unaprendizaje en el modo deproceder que proporciona cier-ta habilidad para tomar otrasdecisiones parecidas. Esteaprendizaje es el que conviertea uno en experto. La periciadel experto no surge por la re-petición mecánica de opera-ciones, sino por la reflexiónsobre lo que se hace y el inten-to de hacerlo cada vez mejor.No viene de la antigüedad enel cargo, ni de la repetición ru-tinaria, sino de la resolución

reflexiva de problemas singu-lares.

La apertura de mente ayuda aaprender del pasado, cambiarperspectivas y escuchar y valo-rar opiniones, sugerencias,comportamiento y comenta-rios de otros. La perspicacia lle-va a observar la realidad des-cubriendo necesidades, proble-mas o nuevas oportunidades.

Otras cualidades que hacefalta tener desarrolladas paratomar decisiones únicas son lacreatividad, para generar solu-ciones, y la imaginación, quehace ver lo que todavía noexiste pero podría existir y sereficaz para solucionar un de-terminado problema.

Especial importancia revistela sensatez para descubrir quées lo más conveniente en cadasituación. La sensatez ayuda aemitir juicios valorativos apro-piados, de modo que se distin-ga lo relevante de lo irrelevan-te, lo importante de lo acceso-rio, lo justo de lo injusto, lobueno de lo malo y para buscarla mayor excelencia posible encada momento. Sensatez esfirmeza y equilibrio de juicio,sin dejarse llevar del estado deánimo ni de la última impre-sión. Estrechamente unida a lasensatez está la sabiduría prác-

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tica, que ayuda a discernir lobueno de lo malo en su senti-do más profundo.

Todo esto, al confirmar lasingularidad y carácter perso-nal de las decisiones, reafirmala importancia de la ética deprimera persona.

APORTACIONESAJENAS EN LA TOMADE DECISIONES

LA SUPERACIÓN de laséticas de “tercera per-sona” no significa

prescindir del parecer ajeno.Por el contrario, una correctadeliberación lleva a buscar in-formaciones relevantes, cono-cimientos técnicos y sabiduríapráctica de otras personas. Endirección de empresas es ma-nifiesta la imposibilidad deldirectivo de verificar por símismo toda la informaciónque le llega y la necesidad deaconsejarse en asuntos quedesconoce, o de los que duda.Se hace necesario entonces co-nocer quién es la persona másidónea para consultar y sabersi lo que le recomiendan es lomejor. Es necesario juzgar sialguien es o no creíble paraaceptar sus apreciaciones, re-comendaciones, consejos omandatos. Eso tiene también

que ver con la racionalidad di-rectiva.

Para llevar a cabo este juiciohay que comprobar que quienaconseja es competente en lamateria objeto de consulta oque la información recibida esverdadera. Pero, eso no basta.Hay que cerciorarse tambiénde la rectitud de intención dela persona que aconseja. Hayque saber si su consejo buscasólo sus intereses particulareso si recomienda lo que entien-de que es mejor para quien lorecibe.

Del conocimiento y tratocon las personas surge la con-fianza o la desconfianza enellas. Se llega al convenci-miento de que dicen la verdady sus actuaciones buscan favo-recernos, o quizá todo lo con-trario. Hay una confianza cal-culada o funcional, como laque se considera en la teoría dejuegos, que es propia de la ra-cionalidad instrumental, perohay otra confianza que surgedel conocimiento de las perso-nas y de su modo de actuar alo largo del tiempo. Es unaconfianza que descubre la ra-cionalidad prudencial valoran-do la competencia en la mate-ria y la intención de quien pre-senta la información o a quiense acude en busca de consejo.

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Hay, pues, un conocimientopor creencia que surge de laconfianza o crédito que al-guien nos merece. Estos cono-cimientos no siempre son evi-dentes en sí mismos (en reali-dad, pocas cosas hay que losean), pero tampoco puedenser algo absurdo u opuesto a larazón. De otro modo, obvia-mente, ya no estaríamos antealgo racional, sino ante una ac-titud crédula, desprovista defundamento racional de credi-bilidad.

La fe y la teología moral en-tran en la toma de decisiones através del conocimiento porcreencia35. Coinciden con larazón y la sabiduría práctica alconfirmar la necesidad de lo-grar un verdadero desarrollohumano. Además, amplían loshorizontes con la llamada a se-guir, imitar e identificarse conCristo36. En otras palabras, lamoral cristiana viene a enri-quecer la racionalidad paraorientar correctamente la ac-ción.

Aparte del consejo que sepueda pedir, en la empresa, co-mo en otros ámbitos, con fre-cuencia las decisiones implicanel concurso de otros para suaprobación o ejecución. Porello es necesario saber escu-char y valorar qué aportan los

demás, ya sea para refutarlo opara confirmarlo. No seríaprudente encerrarse en unomismo sin escuchar el parecerde los demás, especialmentecuando por sus conocimientosy situación están en condicio-nes de tomar parte en unabuena decisión.

Atendiendo a la ejecución,las decisiones han de poderseargumentar de un modo con-vincente y transmitirlas conclaridad y persuasión, aunquesin subordinar la verdad a lapersuasión. En este sentido,como ya advertían los clásicos,el ejercicio retórico debe serveraz pero, al mismo tiempo,ha de considerar la personali-dad del oyente y el modo deexpresarse, sin limitarse a unamera transmisión de informa-ción.

A MODO DECONCLUSIÓN

LA TOMA DE decisioneses uno de los puntoscruciales de la activi-

dad empresarial. A veces se ol-vida que en toda decisión em-presarial, y en general en todadecisión humana, hay un as-pecto ético primordial. Noconsiderarlo sería ignorar larealidad en aquello que más

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atañe a las personas y a su de-sarrollo humano y también alpropio funcionamiento de laempresa.

En buena lógica, una deci-sión ha de tomarse después deuna adecuada deliberación queincluya juicios morales, técni-cos, económicos y políticos.Una recta ordenación exige,además, que lo instrumental sesometa a lo conveniente -y noal revés- y lo conveniente losea respecto al bien humano,ya que sólo eso es lo verdade-ramente conveniente.

Los juicios morales han deser racionales, y no sentimen-tales. Los sentimientos puedendar una primera pauta, pero nohan de ser el único ni el más

importante criterio para eva-luar la calidad moral de unaacción.

Por otra parte, la racionali-dad que emplean las teoríaséticas de “tercera persona”, cu-yos juicios son impersonales yno consideran la prudencia osabiduría práctica de quien de-cide, o la singularidad de cadasituación. Ciertamente hayprincipios universales y accio-nes intrínsecamente malas,que llevan a toda persona sen-sata a excluir alternativas deacción por ser moralmente ilí-citas, pero para decidir bienhay que tratar de determinarqué es lo mejor atendiendotanto a los principios universa-les como a las condiciones par-ticulares de cada decisión.

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1 Mintzberg, Henry; Rasinghani,Duru y Théarêt, André (1976), “Thestructure of unstructureddecisionprocesses”, Administrative ScienceQuarterly, vol. 21, p. 246.

2 Hume, David (1738), Treatise onthe Human Nature, III, 1, 2.

3 Smith, Adam (1941), Teoría de lossentimientos morales, El Colegio deMéxico, México.

4 MacIntyre, Alasdair (1987), Tras lavirtud, Editorial Crítica, Barcelona,pp. 19ss.

5 Guillén, Manuel (2000), “El lugarde la ética en la dirección de empre-sas. Los retos de la racionalidad”,Empresa y Humanismo, vol II, nº 1,pp. 75-108.

6 Cf. Matthews, John B., et al.(1985), Policies and Persons. A Casebo-ok in Business Ethics, McGraw-Hill,Nueva York, pp. 301 ss. y Woffman,W. Michael (1995), “The Ford Pin-to”, en W. M. Woffman y R. F. Fede-rick, Business Ethics. Readings and Ca-ses in Corporate Morality, 3ª ed., Mc-Graw-Hill, Nueva York, pp. 552 ss.

7 En otras palabras, lo verdadera-mente conveniente no siempre coin-cide con aquello por lo que se sienteinterés. Si lo que rige la racionalidadinstrumental es un interés contrarioal bien humano, entonces la raciona-lidad directiva ya no dirigirá bien: se-rá una “directividad distorsionada” y,en consecuencia, dejará de ser unaverdadera racionalidad directiva.

8 (1994), Ética a Nicómaco, 6ª ed.,Centro de Estudios Constitucionales,

Madrid, lib. II, art. 1, 1103a-b. Trad.M. Araujo y J. Marías.

9 Ibidem.

10 Ética a Nicómaco, op. cit., VI, 5,1140b.

11 Ibidem.

12 Así se observa, por ejemplo, en unlibro reciente publicado por profeso-res de la Harvard Business School(Hammond, John S., Keeney, RalphL. y Raiffa, Howard (1999), SmartChoices (1999), A practical Guide toMaking Better Decisions, Harvard Bu-siness School Press, Boston) que re-coge lo mejor de los últimos cienaños en la enseñanza y los escritos so-bre la toma de decisiones. Es un libroelogiable por su claridad, rigor y sen-cillez, pero en el que nada dice acercade la calidad moral de la decisión.Sólo se dan recomendaciones paraayudar a decidir lo más convenientesegún las preferencias que tengaquien decide.

13 Aristóteles ya observaba que “loque hay que hacer después de haberloaprendido, lo aprendemos haciéndo-lo; por ejemplo, nos hacemos cons-tructores construyendo casas y cita-ristas tocando la cítara. Así también,practicando la justicia nos hacemosjustos, practicando la templanza,templados, y practicando la fortaleza,fuertes” (Ética a Nicómaco, op. cit., II,1, 1103a-b).

14 Ética a Nicómaco, op. cit., VI, 5,1140a.

15 Tomás de Aquino (1983), Comen-tario a la Ética a Nicómaco, EdicionesCIAFIC, Buenos Aires, VI, III, n.

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NOTAS

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1158. Traducción y nota preliminarAna Maria Mallea.

16 Ver, Grisez, Germain (1965),“The First Principle of Practical Rea-son: A Commentary on the SummaTheologiae, 1-2, Question 94, Article2”, Natural Law Forum, vol. 10, pp.168-20; Finnis, John (1980), NaturalLaw and Natural Rights, ClarendonPress, Oxford, pp. 19, 33-48; Grisez,German (1983), The Way of the LordJesus. Vol. One: Christian Moral Prin-ciples, Franciscan Herald Press, Chi-cago, pp. 104-106; Grisez, Germain yShaw, Russell (1993), Ser persona.Curso de ética, Rialp, Madrid, pp. 79-89.

17 Para ello emplean una original in-terpretación de un artículo de la Su-ma Teológica de Santo Tomás deAquino (I-II, q. 94, a.2) en el que,entre otras cosas, afirma que “el bienes lo primero que se alcanza por laaprehención de la razón práctica”(cuerpo de dicho artículo).

18 Veatch, Henry (1980-1981), “Na-tural Law and the ‘Is’-‘Ought’ Ques-tion”, Catholic Lawyer, vol. 26, pp.251-265; Bourke, Vernon (1981),“Review of “Natural Law and Natu-ral Rights” by John Finnis”, The Ame-rican Journal of Jurisprudence, pp. 247-259; Hittinger, Russell (1987), A Cri-tique of the New Natural Law Theory,University of Notre Dame Press, No-tre Dame; MacIntyre, Alasdair(1990), Three Rival Versions of MoralEnquiry, Notre Dame Press Univer-sity, Notre Dame, pp. 133-135.

19 Para una discusión más detalladade este punto, ver Melé, Domènec yFernández, Pablo (1998), “Teoría dela dirección financiera y misión de laempresa”, en Melé, Domènec (ed.),

Etica en la actividad financiera, Eunsa,Pamplona.

20 Anscombe, G. Elisabeth M.(1958), “Modern Moral Philosophy”,Philosophy, vol. 33, reproducido enCrisp, Roger y Slote, Michael (eds.)(1997), Virtue Ethics, Oxford Univer-sity Press, Oxford.

21 MacIntyre, Alasdair (1987), Trasla virtud, Editorial Crítica, Barcelo-na.

22 Pérez López, Juan A. (1993),Fundamentos de la dirección de empre-sas, Rialp, Madrid, p. 179.

23 Para una presentación más deta-llada y asequible a no especialistas enética puede verse Fontrodona, Juan,Guillén, Manuel y Rodríguez, Alfre-do (1998), La ética que necesita la em-presa, Unión Editorial, Madrid.

24 Grisez, Germain y Shaw, Russell(1993), Ser persona. Curso de ética,Rialp, Madrid, p. 70. Una discusiónde la posición contraria puede verseen esta misma obra, en las páginas si-guientes a la cita presentada en eltexto.

25 Ética a Nicómaco, op. cit., VI, 5,1140a.

26 A nuestro juicio, como ya hemosseñalado en otras ocasiones, la éticaempresarial es, ante todo, excelenciamoral en la empresa. Lo más caracte-rístico de los principios morales noconsiste en constituir una barrera pa-ra los negocios: más que evitar algu-nos males se orientan a conseguir losmejores resultados posibles (Melé,Domènec (1991), “Ética y empresa”,Información Comercial Española, vol.691, pp. 122-134; Melé, Domènec(1995) “Dimensión ética de la estra-

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tegia empresarial”, Boletín AECA,35). En esta misma línea se sitúa So-lomon (Solomon, Robert C. (1992),Ethics and Excellence. Cooperation andIntegrity in Business, Oxford Univer-sity Press, Nueva York), aunque conun enfoque con el que no coincidi-mos plenamente. La primacía de laacción positiva queda bien reflejadaen las siguientes palabras del filósofoLeonardo Polo: “Por los primerosprincipios el hombre conoce su pues-to en la realidad y desde allí se dacuenta, ante todo de que debe teneriniciativa. A veces se dice que el prin-cipio que se conoce como la sindére-ris es ‘haz el bien y evita el mal’. Pre-fiero formular este principio simple-mente así: ‘Haz el bien, actúa’; actúatodo lo que puedas y mejora tu actua-ción. El mal, ya se sabe, está prohibi-do. Evitar el mal es un no, pero la ne-gación no es lo primero en moral.”(Polo, Leonardo (1996), Ética: Haciauna versión moderna de los temas clási-cos, Unión Editorial, Madrid, p. 163).

27 Ansoff, H. Igor (1969), BusinessStrategy, Penguin, Harmondsworth.

28 Mintzberg, Henry (1987), “Craf-ting Satrategy”, Harvard Business Re-view, July/Aug., pp. 66-75.

29 Llano, Carlos, “El trabajo directi-vo y el trabajo operativo en la empre-sa”, en Llano, C. et al. (1990), La ver-tiente humana del trabajo en el empresa,Rialp, Madrid.

30 Drucker, Peter (1967), The Effecti-ve Executive, Harper & Row, NuevaYork.

31 Cf. Simon, Herbert (1960), TheNew Science of Management, Harper& Row, Nueva York, p. 6.

32 Cf. Mintzberg, Henry, Rasingha-ni, Duru y Théarêt, André (1976),“The Structure of Unstructured De-cision Processes”, AdministrativeScience Quarterly, vol. 21, pp. 246-275.

33 Sobre esta virtud, ver Sellés, JuanF. (1999), La virtud de la prudencia se-gún Santo Tomás de Aquino, Cuader-nos de Anuario Filosófico, Pamplo-na.

34 En la siguiente descripción sigo,en parte, a Carlos Llano (1998), Laenseñanza de la dirección y el método delcaso, Ipade, México, pp. 8 ss).

35 Las verdades de la fe y de la moralse aceptan por la confianza que mere-ce su origen. La fe y la moral cristianatienen su origen en la Revelacióncontendida en la Sagrada Escritura yla Tradición e interpretada auténtica-mente por el Magisterio de la Iglesia(Cf. Concilio Vaticano II, Const. DeiVerbum, (18 Nov. 1963), nº 10, 34ºed., BAC, Madrid, 1979). Quienestienen la fe cristiana aceptan seguir aCristo, que es “el fundamento esen-cial y original de la moral cristiana”,adhiriéndose a la persona misma deJesús ( Juan Pablo II (1993), VeritatisSplendor (6 agosto 1993), nº 19. Pala-bra, Madrid), quien “pide que le sigany le imiten en el camino del amor, deun amor que se da totalmente a loshermanos por el amor de Dios” (Ibi-dem, nº 20), hasta hacerse conformea Él, lo cual es fruto del Espíritu San-to (Ibidem, nº 21).

36 Sobre la armonía entre fe y razónpuede verse, Juan Pablo II (1998), Fi-des et Ratio (14 septiembre 1998), Pa-labra, Madrid.

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¿ ES POSIBLE humanizarla economía? Y si asífuese, ¿qué camino ha-

bría que recorrer para hacercreíble un eventual proceso detransición? En las condicioneshistóricas del momento, elúnico modelo de economíaexistente es el del mercado, yaque ni la economía planifica-da, ni la celebre economíamixta constituyen alternativasdignas de tenerse en cuenta.El interrogante planteadopuede formularse también en

los siguientes términos: ¿esposible humanizar el merca-do? Dicho de otra forma, ¿tie-ne sentido esforzarse en confi-gurar un modelo de mercado,entendido como instituciónsocial y no como mero meca-nismo económico, capaz deincluir, por lo menos de modotendencial, a todos los hombresy de valorar (en el sentido dedar valor) a todo hombre, consus múltiples dimensiones?

HUMANIZAR EL

MERCADO: PROPUESTAS

PARA LA SOCIEDAD

POSTINDUSTRIAL

STEFANO ZAMAGNI*

Este ensayo se propone dar una contestación a un doble interrogante. Porun lado, qué significa hoy en día humanizar la economía, es decir, ¿es posibleconcebir una sociedad de mercado en la que los individuos de la sociedad civil,portadores de cultura, puedan perseguir objetivos libremente elegidos? Y porotro, ¿qué vía seguir para que este objetivo se pueda conseguir?

Palabras clave: mercado, sociedad civil, economía civil, humanización.

* Stefano Zamagni es profesor de Economía Política en la Universidad de Bolonia, Adjunct Pro-fessor en la John Hopkins University y profesor visitante en la Universidad L. Bocconi de Milán.

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Las apremiantes invitacio-nes de Juan Pablo II parecendar una contestación afirmati-va a esta pregunta. El Pontíficeescribe en la Bula de Indiccióndel Año Santo 2000, Incarna-tionis Mysterium: “una de lasfinalidades del Jubileo es con-tribuir a crear un modelo de eco-nomía al servicio de la perso-na” (nº 12, cursiva propia). Es-te texto tiene algo verdadera-mente excepcional: no habíaocurrido nunca, en su largahistoria, que un Pontífice hu-biese planteado como finali-dad de un jubileo –y no comosu consecuencia indirecta– unafunción similar. De maneraaún más explícita, en el men-saje papal de 1 de Enero de2000, titulado Paz en la tierraa los hombres que ama el Señor,puede leerse: “En esta perspec-tiva es preciso interrogarsetambién sobre el creciente dis-gusto que, hoy en día, muchosestudiosos y expertos en Eco-nomía sienten cuando refle-xionan sobre el papel del mer-cado, sobre su invasora dimen-sión monetario-financiera, so-bre el distanciamiento entre loeconómico y lo social. Tal vezha llegado el momento de ha-cer una nueva y exhaustiva re-flexión sobre el sentido de laeconomía y sus fines. Quisiera

invitar a los estudiosos de laeconomía, a los trabajadoresdel sector, así como a los res-ponsables políticos, a que to-men conciencia de que es ur-gente que la praxis económicay las medidas políticas aspirenal bienestar de cada hombre yde toda la humanidad” (nos. 15y 16). La novedad sorprenden-te de este texto se encuentraen la invitación que hace elPapa a discutir el problema enel ámbito de sus fundamentosteóricos, o mejor, de sus presu-puestos culturales. En otrasmuchas ocasiones, al tratarcuestiones socio–económicas,el actual Pontífice había de-nunciado fallos, injusticias ycarencias de la economía demercado, aunque siempre que-dándose en el interior, por de-cirlo de algún modo, del “uni-verso cultural”. Esta vez, elmensaje, dirigido de modosignificativo y explícito a losestudiosos y expertos de laciencia económica, anima auna “nueva y exhaustiva refle-xión sobre el sentido de la eco-nomía y de sus fines”.

Es en este sentido como de-ben leerse las páginas que si-guen, que tienen un doble pro-pósito. Por un lado, hacer unacrítica –aunque sea sintética–de las dos concepciones de

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mercado dominantes hoy endía: la del mercado como unmal necesario y la del mercadocomo un instrumento para so-lucionar el problema político.Por otro, aportar argumentos afavor de la tesis de que es posi-ble acordar que la economíacivil es la vía más idónea parahumanizar el mercado. El ca-rácter expositivo de este texto,intenta, por una parte, conju-rar el peligro de caer en la ten-tación de ir más allá de la rea-lidad y convertirse en utopía, y,por otro, de quedarse en meropesimismo y resignación.

DOS CONCEPTOSALTERNATIVOS DEMERCADO

COMO SE HA anticipa-do en la introducción,una vez constatada la

inviabilidad de reeditar el anti-guo modelo de economía mix-ta, aunque se ponga al día, sondos las concepciones de mer-cado que hoy pugnan por lavictoria en los ámbitos culturaly político1. La primera se refie-re al concepto de mercado co-mo “mal necesario”, o sea, co-mo institución de la que no sepuede prescindir porque es ga-rantía de progreso y de éxitoeconómico, aunque en sí mis-

ma es un “mal” del que hayque protegerse y al que, portanto, hay que tener bajo con-trol poniéndole límites. Estaes la posición adoptada por losteóricos de la “tercera vía”, pa-ra quienes es necesario separarla esfera de la economía delresto de la sociedad, y utilizarla primera como instrumentode la segunda. En esta línea seencuentra la proposición cen-tral del documento suscritopor T. Blair y G. Schröeder enel mes de junio de 1999, Euro-pe, the Third Way: “Apoyamosla economía de mercado, perono la sociedad de mercado”.La segunda concepción delmercado alude a éste comomedio de resolver los proble-mas políticos (el concepto demercado entendido únicamen-te como economía privada). Setrata de una visión en sintoníacon el espíritu –aunque casinunca con la praxis– del libe-ralismo clásico, que puede en-tenderse como la solución alproblema político a través delos medios económicos.

El reto actual consiste ensuperar estas dos visiones an-tagónicas del mercado, ambasreductoras y limitantes, aun-que por razones distintas. Setrata, por tanto, de inventar–según la acepción latina del

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término– un modelo de mer-cado que funcione como es-tructura civilizadora de la so-ciedad, que sirva para humani-zar la economía. Por humanaentiendo una economía capaztanto de incluir a toda la hu-manidad como de valorar alhombre en sus múltiples di-mensiones. Significa que hayque concebir el mercado nosolamente como un mecanis-mo, sino también como unmundo vital que ha de cumplirtres funciones interrelaciona-das. En primer lugar, ser unainstitución capaz de producirriqueza de manera eficiente yde redistribuirla de acuerdocon los cánones de equidad fi-jados en el ámbito político. Ensegundo término, ser un lugaren el que puedan operar tam-bién, de manera autónoma eindependiente, aquellos suje-tos económicos que, aunqueno tengan como fin el benefi-cio, estén igualmente en posi-ción de generar valor, o sea, ri-queza. La tercera función con-cibe el mercado como espacioen el que el consumidor es ciu-dadano, es decir, portador dederechos respecto al productode la actividad económica–bien o servicio– y al procesoque conduce a dicho producto.Es un hecho que hoy en día, a

igual calidad, el precio no es elúnico factor determinante paralos consumidores. De ello daprueba el llamado consumocrítico, que afecta a las empre-sas que en sus procesos de pro-ducción pisotean los derechosfundamentales del hombre.(Piénsese en recientes campa-ñas de boicot a ciertas compa-ñías).

Antes de continuar, es nece-sario explicitar las razones porlas que los dos conceptos demercado arriba indicados meparecen inaceptables. En pri-mer lugar, ¿por qué resulta pe-ligroso separar la economía demercado de la sociedad demercado? Como observa Dah-rendorf, en un mundo como elactual, en el que conviven dis-tintos modelos de capitalismo–recuérdese la famosa tipolo-gía de M. Albert– así comodiferentes formas de socialde-mocracia, resulta conceptual-mente impropio e irresponsa-ble hablar de tercera vía. No essuficiente afirmar, como Gid-dens2, que la tercera vía contie-ne seis áreas de realización:una nueva política relacionadadirectamente con la ciudada-nía; una política económica deinversiones sociales centradaen la oferta; nuevas relacionesentre estado, mercado y socie-

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dad civil; un nuevo bienestarbasado en el equilibrio entreriesgo y seguridad; una mo-dernización ecológica más in-tensa, y en último lugar, fuer-tes iniciativas transnacionales.De hecho, la primera o la se-gunda vía podrían tener esosmismos objetivos, en caso deque se especificase el modelomás apropiado para llevarlos acabo. Prueba de ello es que, sinconocer la fuente, un lector di-fícilmente podría notar las di-ferencias entre los programaspolíticos de Aznar en Españay los de Blair en el Reino Uni-do.

En segundo lugar, una afir-mación como “el estado no de-be remar, pero sí estar al ti-món”, recogida en el docu-mento de Blair y Schröederanteriormente citado, consti-tuye una toma de posición de-cisiva en contra del conceptode Estado–emprendedor, esdecir, del Estado asistencialmás allá de las intenciones y,por otro lado, oculta el riesgode dirigismo. (En la época dela globalización, los riesgos deautoritarismo, innatos al dise-ño de toda transformacióntecnológica guiada por siste-mas autorregulados, son ya unhecho: piénsese en el modo enque instituciones como el

Consejo de la OTAN, el Fon-do Monetario Internacional, elConsejo de Ministros de laUE, etc. toman sus decisiones,sin que haya un verdaderocontrol democrático). Es obvioque quien está al timón trazalas rutas, una tarea que corres-ponde –según la perspectivapersonalista– a la sociedad ci-vil.

Pero hay más. El argumentoprincipal que sostiene la tesis“sí a la economía de mercado,no a la sociedad de mercado”es la lucha contra las desigual-dades: solamente un fuerte in-tervencionismo redistributivopor parte del Estado puede re-ducir el abismo entre los indi-viduos y los grupos sociales.Sin embargo, las cosas no sonasí. Las desigualdades econó-micas en los países avanzados,que se habían reducido a partirde 1945, han vuelto a crecerescandalosamente durante losúltimos veinte años y no hayningún signo de inversión enesta tendencia. Entre otras,hay que buscar las causas enlas nuevas tecnologías, en lacompetencia exacerbada en losmercados globales o en lafuerte terciarización de la eco-nomía actual. Pero la cuestiónno es ésta; se trata más bien desaber por qué hoy en día las

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desigualdades siguen crecien-do, a pesar de las intervencio-nes estatales en la economía.(En el caso de Italia, el Estadoes intermediario de aproxima-damente el 50% de la riquezagenerada en el país, y es sabidoque la presión fiscal ha alcan-zado niveles máximos, un 44%aproximadamente).

Una reciente investigaciónde Richard Posner, que haanalizado la correlación entrelas medidas de estabilidad po-lítica y las de reducción de lasdesigualdades en Estados Uni-dos, perfila una posible res-puesta en este sentido. ParaPosner, la estabilidad políticaes un objetivo que no se alcan-za con la redistribución sinocon el crecimiento económico.La permanencia de un gobier-no viene determinada muchomás por su capacidad de acre-centar el nivel de riqueza, quepor su habilidad para redistri-buirla de modo ecuánime en-tre los ciudadanos. Tristemen-te, la realidad demuestra quelos pobres –los marginados, losdiscriminados– no votan, notienen voz que les represente.Mientras no se defrauden lasexpectativas de los ciudadanosrespecto al crecimiento delPIB, y hasta que su número nosupere un cierto umbral críti-

co, las desigualdades sociales,aunque sean fuertes, no pon-drán en peligro la estabilidadpolítica. El estancamiento eshoy en día el verdadero peligropara la estabilidad de los go-biernos. Esto explica por qué,por ejemplo, una sociedad co-mo la americana tolera más de35 millones de pobres en sen-tido absoluto (aproximada-mente el 15% de la población)–que son aquellos cuyo nivelde ingresos no sobrepasa la lí-nea de la pobreza– y aproxi-madamente 45 millones deciudadanos sin ningún tipo decobertura ni seguro sanitario.Mutatis mutandis, la situaciónitaliana y la europea en generalson también preocupantes. Porese motivo no tiene sentidocontraponer la sociedad demercado a la economía demercado, si con ello se quiereexpresar que “el mercado pro-duce riqueza, pero no generani solidaridad, ni valores, niobjetivos, ni significados. Elcapitalismo es una fuerza quese mueve, pero que no se sabea dónde va”, como afirmó L.Jospin en un seminario que tu-vo lugar en Florencia en no-viembre de 1999. Si nos obsti-namos en pensar que la redis-tribución tiene que ser una ta-rea exclusiva del Estado, reali-

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zada solamente a través de laimposición fiscal, asistiremosinertes y tal vez hipócritamen-te desconsolados al aumentode las desigualdades y de lasinjusticias. Esta es la razón porla que es necesario intervenirtambién en la producción de lariqueza y no solamente en suredistribución; si no será de-masiado tarde.

Esta última consideraciónda pie a una tercera crítica a laidea del mercado como un malnecesario, como un lugar en elque los individuos sólo semueven por el interés privado,y por él están dispuestos a to-do, tal como sucedía en la sel-va de la que hablaba Hobbes:mors tua, vita mea. Esta teoríaniega que en el mercado puedahaber sitio para comporta-mientos de otro tipo, inspira-dos en valores diferentes a losdel propio interés. De estemodo, el altruismo no seríaotra cosa que un egoísmo en-mascarado o, como máximo,un egoísmo iluminado, en nin-gún caso mezquino –tal y co-mo había afirmado lapidaria ycínicamente Nietzsche: “Vues-tro vecino alaba la ausencia deegoísmo porque de ella obtie-ne un beneficio”. Según estavisión, quien está dentro delmercado debe, obligatoria-

mente, buscar el embeleco, elengaño, la explotación y otrosvicios. (Nótese que aquí no sediscute si en contextos espe-ciales o en periodos históricosdeterminados, el mercado hafuncionado o no de maneramorbosa o perversa; sino si lainstitución del mercado, parafuncionar, debe incorporar ne-cesariamente la norma hobbe-siana).

Este modo de pensar haconducido a una doble conse-cuencia negativa. Si la solamotivación que induce a losindividuos a actuar en el mer-cado es la búsqueda del interésprivado, está claro que el únicojuicio de valor al que éste pue-de someterse es el de la efi-ciencia, o sea, si admite o no lamáxima realización posible delos intereses de aquellos quetoman parte en él. No es posi-ble atribuir al mercado otrosfines, como la justicia econó-mica. Pero es evidente quecuanto más se difunde estaidea entre los individuos, másse les induce a actuar según esecanon: un efecto de contagiodescrito por sociólogos y an-tropólogos. La otra conse-cuencia negativa es la atribu-ción al Estado de la tarea dereordenar la realidad según elprincipio de moralidad. Si el

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mercado por naturaleza es in-justo, no satisface las auténti-cas necesidades humanas ytiende inexorablemente a mer-cantilizar toda relación huma-na, la moralidad correspondesolamente a la sociedad políti-ca, que debe dar órdenes sobrelo que hay que hacer y sujetarfuertemente “el timón”. Deello resulta que, en vez de sos-tener que el Estado y el mer-cado son dos instituciones ca-paces de perseguir, con distin-tos métodos, los fines moralesque la sociedad necesita, y envez de favorecer la simbiosisde los elementos positivos deambas, se acaba afirmando laprimacía moral de una sobre laotra: el mercado como mal ne-cesario.

La crítica al concepto libe-ral–individualista del mercado,difundido y teorizado por elpensamiento único del one bestway es, en cierto sentido, simi-lar a la anterior. Como ya heaclarado3, sus defensores en-tienden el mercado como unainstitución contextualizadaque se basa en un substratonormativo bien definido. Evi-dentemente, las normas legalesvigentes no son suficientes pa-ra regular la interacción eco-nómica. La cultura y la com-petencia –“los dos agentes de-

terminantes del mercado”, se-gún la expresión de J. S. Mill–actúan de acuerdo con las ne-cesidades y dentro del cuadronormativo existente. Está claroque el peso específico de estosdos agentes no ha sido el mis-mo durante los distintos mo-mentos históricos: en las so-ciedades tradicionales (en bue-na parte, las pre-capitalistas),el agente con más pujanza esla cultura (entendida comoconjunto de normas sociales yconvenciones); mientras queen las sociedades modernas,las fuerzas que prevalecen sonlas competitivas, en la medidaen que éstas acaban por ero-sionar de manera progresiva laactividad económica basada enconvenciones y normas socia-les. Esta teoría prevé, por tan-to, que conforme pasa el tiem-po, la competencia regulará lasrelaciones económicas casi in-tegralmente. Podría decirseque la modernidad, entendidacomo una etapa en el procesode evolución cultural, tiendede modo inexorable a sustituirlas relaciones interpersonalespor las leyes anónimas e im-personales del mercado.

Naturalmente, los partida-rios de la one best way tienentambién que admitir que esasustitución nunca será com-

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pleta. La “competencia” jamáspodrá reemplazar por comple-to a la “cultura”, pues siempreexistirán ámbitos de actividadeconómica en los que no fun-cionará el principio de inter-cambio que regula las transac-ciones de mercado, tal y comose describe en los manuales.Siempre quedará en pie, in-cluso en la más moderna so-ciedad de mercado, una esferade relaciones económicas re-gulada por las convenciones ynormas sociales, con indepen-dencia de que se hagan o no através del mercado. Se trata dela esfera de actividad propiadel sector no lucrativo. De to-das maneras, será una esferade relaciones con carácter re-sidual, de escasa importanciacuantitativa y que no cuestio-nará la lógica de funciona-miento de la competencia.Tanto es así que, cuando lasorganizaciones sin ánimo delucro sobrepasan un determi-nado umbral y salen de supropio nicho, comienzan a te-ner dificultades: sus beneficiosfiscales y su actividad se redu-cen, y se les pone bajo tutelapolítica o mercantil.

Existen algunos valores –taly como reconocen los partida-rios de la línea de pensamientoindividualista– que el mercado

debe tener en cuenta y que sonnecesarios tanto para su exis-tencia como para su correctofuncionamiento. Piénsese envalores como la libertad, la ho-nestidad y la confianza. Cier-tamente, sin libertad para lainiciativa empresarial y sin li-bertad de intercambio, el mer-cado no podría existir. Delmismo modo, si los agenteseconómicos no respetasen loscompromisos adquiridos ni lasnormas legales vigentes y, so-bre todo, si no se establecieraentre ellos una tupida red derelaciones de confianza, elmercado no podría prosperar.Además, estos presupuestosdeben existir antes de que elmercado empiece a actuar, yconstituyen un patrimonio in-destructible al paso del tiem-po.

La one best way no ha surgi-do de la duda sobre si el pro-ceso de mercado podría termi-nar erosionando los valores enlos que se basa y sin los queninguna economía de mercadopodría permanecer. Por ejem-plo, si los resultados del mer-cado conculcan los más ele-mentales criterios de justiciadistributiva, ¿podría pensarseque la honestidad y la confian-za siguen constituyendo el so-porte del mercado? San Agus-

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tín aporta en este sentido unarespuesta convincente y conextraordinaria frescura: “¿Quées una comunidad de ciudada-nos sino una multitud de per-sonas unidas entre sí por elvínculo de la concordia? En elestado, lo que los músicos lla-man armonía, es la concordia:la concordia civil no puedeexistir sin la justicia” (Civ. Dei,2,21). De hecho, ¿por qué losagentes económicos confíanunos en otros y respetan loscompromisos contractualmen-te adquiridos, si tienen con-ciencia de que el juego demercado es manifiestamenteinjusto? ¿Qué les sucede a losque, por una razón u otra, noconsiguen tomar parte en eljuego del mercado o quedanfuera de él por haber perdido opor estar demasiado lejos delos vencedores?

La solución que se proponeestá en el conocido modelo di-cotómico de orden social, se-gún el cual el Estado se identi-fica con el lugar común de losintereses públicos (o sea de lasolidaridad) y el mercado conlo privado (o sea, con la perse-cución de los objetivos indivi-duales). En la esfera pública, elEstado es quien debe ocuparsede la solidaridad en favor delos que no consiguen seguir el

ritmo de los vencedores: paraello se necesita el welfare, quetiene que ser selectivo y nouniversalista. En el ámbitoprivado, el mercado debe ocu-parse de la eficiencia, de laproducción de riqueza en con-diciones óptimas o, como mu-cho, de la filantropía o de la“caridad”.

¿Qué es lo que no se man-tiene en pie en esta representa-ción, aparentemente persuasi-va, de las sociedades de merca-do? En primer lugar, no escierto que cuanto mayor sea laextensión del mercado mayorserá el bienestar de todos. Esdecir, no es verídica la metáfo-ra que afirma que “cuando lamarea sube, levanta todos losbarcos”. Ésta es la imagen pre-ferida por los principales ex-ponentes de la más recienteelaboración liberal–individua-lista. Ellos piensan que al serel bienestar de los ciudadanosuna función de la prosperidadeconómica, y al estar esta últi-ma ligada a la extensión de lasrelaciones de mercado, la ver-dadera prioridad de la acciónpolítica consistirá en asegurarunas condiciones fiscales favo-rables y una adjudicación ópti-ma de los derechos de propie-dad que garanticen el floreci-miento de los mercados. Des-

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de este punto de vista, en elmomento en que el estado so-cial redistribuye la riqueza,quedándose fuera de los meca-nismos de su producción,cuanto más voraz sea (gene-rando graves efectos distorsio-nadores en el mercado), ycuanto más se utilicen sus ins-trumentos con fines políticos(alterando de este modo lanormal dialéctica democráti-ca), mejor actuará como factorde crecimiento económico. Deaquí la sugerencia de que elsistema de welfare se ocupe so-lamente de aquellas personas alas que la competencia delmercado deja de lado. El resto,es decir, quienes consiguenquedarse dentro del círculovirtuoso del crecimiento eco-nómico, deberán velar por símismos por medio de segurosprivados.

¿Por qué semejante línea ar-gumental es débil? Por la sen-cilla razón de que la igualdadde oportunidades para todoses una condición que debeprevalecer durante toda la vidade los individuos y no sola-mente una tantum, en el mo-mento en que entran en el jue-go económico. Dicho de otraforma, no es suficiente asegu-rar la igualdad de oportunida-des al principio de la competi-

ción para garantizar a todoslos ciudadanos el disfrute deidénticas condiciones de liber-tad. De hecho, la competenciaen el mercado es muy diferen-te a la deportiva. En esta últi-ma, gana el más dotado, el máshábil, si bien ello no le da de-recho a partir de una posiciónventajosa en la siguiente com-petición: todos salen de idénti-cas situaciones en cada fase deljuego. No ocurre lo mismo enla competencia de mercado, enla que el vencedor de la prime-ra vuelta puede modificar a sufavor las reglas del juego. Eneste sentido, la historia econó-mica es generosa en ejemplos:piénsese en cómo se han for-mado muchos monopolios yoligopolios a lo largo del tiem-po. La cuestión es que, tal ycomo Adam Smith4 había ad-vertido, el emprendedor priva-do siente aversión por la librecompetencia, pues como indi-viduo sólo puede salir perdien-do de ella. De hecho, la teoríaeconómica enseña que en losmercados perfectamente com-petitivos los beneficios tiendena desvanecerse a largo plazo. Siesto no se produce, como dehecho sucede, es porque losvencedores momentáneos con-siguen modificar las reglas deljuego, creando posiciones fa-

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vorables a sí mismos tanto enlos aspectos legales, como enlos financieros y tecnológicos.Es decir, los animal spirits dela economía capitalista abun-dan en la fase inicial del juegode mercado, aunque tienden aapoltronarse en etapas poste-riores. En este sentido, lo me-jor que el Estado podría haceres crear las condiciones másadecuadas para garantizar unacompetencia efectiva entre losagentes económicos, en vez deejercer él mismo como empre-sario con la ilusión de actuarcomo contrapeso. Como se sa-be, lo que ha pasado es justa-mente lo contrario: la colisión,a menudo tácita y de vez encuando patente, entre la eco-nomía pública y la privada.Una vez más, la experienciaitaliana resulta muy elocuenteen este aspecto.

La novedad más preocupan-te de la era de la new economy–la economía del conocimien-to y de las redes– es la emer-gencia de una nueva forma decompetencia, la posicional. Suprincipal característica es que“quien gana, lo gana todo, yquien pierde, lo pierde todo”:se trata del llamado “efecto su-perstar”, como lo ha definidoel economista americanoShermin Rose. No se requiere

mucho esfuerzo para com-prender que la igualdad inicialde oportunidades sirve de muypoco cuando se está frente afenómenos de competenciaposicional. De hecho, los re-sultados están a la vista de to-dos: nunca como en estos últi-mos veinte años se había pro-ducido –como ya he mencio-nado– una explosión similarde desigualdades sociales hori-zontales (las que existen entreun grupo social y otro) y verti-cales (entre un individuo yotro), mientras que la riquezaen el ámbito mundial ha idoaumentando con unas tasasnunca vistas hasta ahora. Éstaes la gran aporía del actualmodelo de desarrollo que elconcepto liberal–individualistano consigue resolver: el extra-ordinario crecimiento econó-mico (sostenido aumento de lariqueza) y el progreso civil (di-latación de los espacios de li-bertad de las personas) noconsiguen caminar de la mano.En estas condiciones, el au-mento del bienestar (welfare)no va acompañado por el au-mento de la felicidad (wellbeing). Reducir, o incluso anu-lar, la capacidad de participaren el juego económico dequien, por una razón u otra,queda fuera del mercado, pro-

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duce un racionamiento de lalibertad que resulta siemprenocivo para la felicidad de to-dos.

LA ECONOMÍA CIVILCOMO ESTRUCTURADE HUMANIZACIÓNDEL MERCADO

¿QUÉ HACER para que elmercado vuelva a ser –co-mo lo era en sus princi-

pios, en el Renacimiento- unmedio para consolidar el vín-culo social, a través de la pro-moción de políticas de distri-bución de la riqueza, y de lacreación de un espacio econó-mico en el que los ciudadanospuedan regenerar aquellos va-lores (confianza, solidaridad,simpatía) sin los que el merca-do no podría ni existir, ni fun-cionar bien?5. Buscar respuestaa esta pregunta significa reco-nocer, por lo menos implícita-mente, que existe una plurali-dad de modelos de sociedad demercado, cada uno compatiblecon una cultura particular, osea, con un sistema de valorescompartidos por los indivi-duos. También significa reco-nocer que la elección del mo-delo es para la sociedad civiluna cuestión prioritaria y, se-guramente, no menos noble

que tratar de adaptar un mo-delo determinado, heredadodel pasado o importado delextranjero.

La condición que hay quesatisfacer para contestar posi-tivamente a la pregunta plan-teada anteriormente es quepueda establecerse dentro delmercado –y no fuera o al ladode él– un espacio económicoformado por individuos cuyocomportamiento tiene razónde ser con referencia a un sis-tema de valores preciso, o sea,a una cultura bien definida.Las actividades desarrolladasen este espacio no pueden se-pararse del vínculo que las hamotivado; además, encajandentro del comportamientoeconómico de la reciprocidad,entendida en toda la rotundi-dad de su significado. Estaaclaración es importante por-que, lamentablemente, en mipaís el principio de reciproci-dad sigue confundiéndose conel de intercambio, hasta elpunto de contraponerlo a lagratuidad o a la donación. Ellose debe al hecho de que nues-tra cultura está tan impregna-da de economicismo que cadavez que se habla de una rela-ción entre dos o más indivi-duos, se piensa inmediatamen-te en el intercambio: te doy al-

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go o te hago un servicio y tume das el contravalor en dine-ro o en especie. Solamente deeste modo podemos explicar-nos afirmaciones como ésta: “siel paradigma de la vida fuesesolamente el intercambio, laperfecta reciprocidad o la one-rosidad de toda relación hu-mana, no se podría fundar unacomunidad, sino como muchoun mercado. La absoluta ina-decuación de la vida humana,de los valores que crean unacomunidad, a cualquier formade transacción en cierto senti-do económica, coloca la gra-tuidad y la donación en unaposición central”. Pero el in-tercambio no puede confun-dirse con la reciprocidad, cuyoaspecto esencial es que lastransferencias que genera sonindisociables de las relacioneshumanas: los objetos de lastransacciones son inseparablesde los individuos que las crean;es decir, en el ámbito de la re-ciprocidad el intercambio dejade ser anónimo e impersonal.

En otros textos6, me he de-tenido a ilustrar las considera-bles diferencias analíticas queexisten entre el principio deintercambio, en el que se basala esfera de la economía priva-da, y el principio de reciproci-dad, que es la base de la eco-

nomía civil. (La expresión“economía civil” apareció porprimera vez en el léxico políti-co–económico en 1753, año enque la Universidad de Nápolesinstituyó la primera cátedra deEconomía del mundo, nom-brando como titular a AntonioGenovesi, cuya obra funda-mental se titula Lezioni di eco-nomia civile). Aquí me limito arecordar que la relación de re-ciprocidad viene dada por unconjunto de transferencias bi-direccionales, cada una de ellasvoluntaria de forma indepen-diente, aunque todas unidasentre sí. Esa independenciaimplica que cada una de lastransferencias es libre en lamedida en que ninguna deellas es condición para que sedé la otra, pues no hay ningu-na obligación externa por par-te del individuo transferente.Por el contrario, las transfe-rencias generadas por el inter-cambio sí son condición unasde otras, hasta el punto de quela fuerza de la ley siemprepuede intervenir para exigirque se lleven a cabo las obliga-ciones contractuales. En estesentido, hay más libertad en larelación de reciprocidad queen la de intercambio, porqueen este último la transferenciaen una dirección viene obliga-

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da por la opuesta. La otra ca-racterística de la reciprocidad–la unión de las transferen-cias– es lo que la distingue dela filantropía (o puro altruis-mo), que consiste en una seriede transferencias unidireccio-nales y aisladas.

La reciprocidad postula, portanto, un cierto equilibrio en-tre lo que se da y lo que se es-pera obtener a cambio (peroque no se exige), un equilibrioque no se manifiesta en uncontravalor, sino en formas ymodos que dependen de losparámetros culturales y de lasnormas sociales imperantes encada sociedad. Es precisamen-te esta característica la que nospermite comprender cómo segenera esa correlación y, enconsecuencia, cómo surge unanueva sociabilidad. En el al-truismo puro, sin embargo,siempre se esconde la depen-dencia: si quien recibe no estáen condición de corresponder,acabará por sentirse humilladoy, con el tiempo, por odiar a subenefactor, como recuerda Sé-neca en la Carta X a Lucilio:“La locura humana ha llegadoal punto de que hacer grandesfavores a alguien puede resul-tar peligroso: puesto que quienlos recibe considera vergonzo-so no corresponder y quiere

quitar del medio a su acreedor.No hay odio más amargo queel que nace de la vergüenza dehaber traicionado a un bene-factor”.

Para evitar posibles errores,quisiera precisar que no com-parto la tesis de que el com-portamiento humano se guíetan sólo por motivaciones in-trínsecas (aquellas que tienensu origen en la constituciónmoral de los agentes), sino queéstas simplemente contribuyena explicar las actuaciones delhombre y son parte integrantede la definición de sus normasde racionalidad. Es más, nopretendo de ningún modo sos-tener que sea posible gobernaruna economía moderna sola-mente con el principio de reci-procidad como alternativa alde intercambio: más bien de-seo afirmar que una sociedadde mercado que sepa estimu-lar, en lugar de mortificar, loscomportamientos pro–socia-les, tenderá a actuar de maneramás eficiente, reduciendo sus-tancialmente los costes detransacción relacionados consu actividad, y a funcionar deforma más satisfactoria paratodos.

En resumen, la idea centralde mi exposición es que elhombre no es en sí mismo, só-

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lo o fundamentalmente indivi-dualista, como afirma el indi-vidualismo axiológico, ni sola-mente “socializador” comosostiene el comunitarismo, tanen boga hoy en día en los Es-tados Unidos, sino que tiendea desarrollar las inclinacionesmás incentivadas en el contex-to social en el que actúa. Latesis según la cual la pro–so-cialidad y la reciprocidad son“excepciones” que deben expli-carse a la luz de la “primacíanatural e histórica” del propiointerés, parece tan extrema co-mo la contraria. En su extraor-dinaria complejidad de com-portamiento, el hombre puedeguiarse por una gran variedadde motivaciones. La eficienciay la justicia de una sociedad demercado compleja dependende su capacidad de estimularlas mejores motivaciones indi-viduales, dejando libertad a losagentes económicos para quebusquen al mismo tiempo elmayor bienestar para sí mis-mos y para los demás, a travésde una “razonable” mediaciónentre las dos instancias. Me-diación que nace de la prácticarecurrente de la interacciónpersonal como valor en sí mis-mo. Es esta continua capaci-dad de mediación, que tam-bién acepta el “self–interest

ilustrado”, aunque no la desa-rrolla, la que permite mante-ner las indispensables redes deconfianza y de ayuda recíprocaque “sostienen” las actividadesde producción y de intercam-bio.

La importancia del reto detener en cuenta la categoría dela reciprocidad puede captarsereflexionando sobre los si-guientes interrogantes. Por co-modidad, supongamos que enel mercado actúan solamentedos tipos de individuos, losmotivados por el interés pro-pio y los que practican la reci-procidad: ¿cómo interaccionanentre ellos? Por ejemplo, en elcaso del suministro privado debienes de uso colectivo, ¿la in-teracción de los dos tipos deindividuos lleva al free–ridinggeneralizado, o es cierto que laexistencia de agentes que actúanrecíprocamente puede inducira los autointeresados a portarsecomo si no fuesen tales, aun-que sea por razones egocéntri-cas?

En segundo término, ¿enqué circunstancias las actua-ciones de los individuos quefuncionan recíprocamente in-fluyen en el resultado final delsistema económico –que loseconomistas llaman equilibrioagregado– y en qué otras lo

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hacen las de los autointeresa-dos? Por ejemplo, sabemos quesi los contratos fuesen siemprecompletos, el resultado finalsería igual al de una economíacaracterizada por la única pre-sencia de agentes autointeresa-dos. Y viceversa, cuando loscontratos no están completos–como ocurre en la mayoría denuestras economías– el com-portamiento recíproco de losagentes es el que produce re-sultados eficientes (first best).

En tercer lugar, cuando en elmercado actúan distintos tiposde agentes, ¿cuál es el papel delas instituciones económicas?Como se sabe, las institucionesdefinen las reglas de interac-ción entre los individuos.Piénsese en las que regulan elfuncionamiento del mercadode trabajo, de crédito, o de lasempresas, entre otros. Si losindividuos autointeresados y losque actúan recíprocamente in-tervienen en estos mercados, ypuesto que las reglas del juegoeconómico nunca son neutra-les por naturaleza, es decir, in-diferentes a la motivación queempuja a los individuos a laacción, está claro que se plan-tea un problema de diseño enel orden económico institucio-nal. ¿Debe éste privilegiar ofavorecer la labor económica

de uno u otro tipo de indivi-duos? Puesto que no existeningún criterio indiscutiblepara establecer que la tesis an-tropológica del homo oeconomi-cus merezca más atención ymás dignidad científica que ladel homo reciprocans, es eviden-te que la dinámica evolutiva denuestras sociedades dependeráde cómo se realice la coexis-tencia entre ambas formas deacción económica en el pro-yecto institucional. Por decirlode otra manera, puesto que lasmotivaciones en que se basa laeconomía civil son (por lo me-nos) tan legítimas como lasautointeresadas, en el momentoen que una sociedad verdade-ramente liberal va a forjar uncierto orden institucional, nopuede impedir a priori el cre-cimiento y la difusión de lasprimeras sobre las segundas,como hoy en día está suce-diendo de manera estúpida.

¿Es común la práctica de lareciprocidad en la realidad ac-tual? A diferencia de lo quepodría parecer, se trata de unfenómeno relativamente di-fundido en las sociedadesavanzadas. La reciprocidad noactúa solamente bajo distintasformas y grados -en la familia,en pequeños grupos informa-les, en las asociaciones de vo-

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luntariado-, sino que está pre-sente en todas las modalidadesempresariales: desde la coope-rativa, en la que la reciproci-dad asume la estructura parti-cular de la mutualidad, hastalas organizaciones sin ánimode lucro y las no gubernamen-tales, en las que la reciprocidadllega a ser pura gratuidad, pa-sando por las más de setecien-tas empresas que apoyan elproyecto de economía de co-munión. La evidencia empíri-ca de los resultados económi-cos alcanzados hasta ahora porla economía civil y por susmodalidades concretas es am-plia y muy exacta7. No es cues-tión, por tanto, de ocupar aquímás espacio con este asunto.Basta recordar que, como mu-chos de los estudios sobre eldesarrollo económico italianohan subrayado, el así llamadomodelo de “nueva competen-cia” presupone, por su operati-vidad, tanto la disposición acooperar por parte de losagentes, como una densa redde transacciones relacionalescuya estructura es muy similara la que caracteriza las relacio-nes de reciprocidad. Es exacta-mente ahí donde se encuentrael secreto del éxito de nuestrosdistritos industriales, que nocesan de recibir atención por

parte de estudiosos y empresa-rios extranjeros, y al mismotiempo causan frustración porsu dificultad de aplicación enotros lugares, sobre todo en elsur de Italia. Un hecho am-pliamente documentado es laconsolidación del modelo denueva competencia en mi país,que ha prosperado en aquellasregiones que, en siglos pasa-dos, desarrollaron fuertes es-tructuras de reciprocidad. Eneste sentido, hablar de meracorrelación o de simple coinci-dencia histórica resultaría de-masiado superficial y reducti-vo.

Por esta razón no sirve denada plantear la elección entreel principio de reciprocidad yel de intercambio. Puede que,además, resulte dañino porqueuna economía moderna nece-sita que ambos principios en-cuentren una realización con-creta. A largo plazo, el merca-do no puede basarse solamenteen el principio del beneficio,como ya habían argumentadoclaramente Bernardino de Sie-na (¡en 1427!), Antonino deFlorencia, Leonardo Bruni yAntonio Genovesi. La idea debasar todo tipo de transacciónen la cultura del intercambio, yademás con éxito, es muy in-genua. Si esta cultura llegase a

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ser hegemónica, la responsabi-lidad individual coincidiríacon lo pactado contractual-mente. Cada uno actuaríasiempre sólo según aquelloque es de “su competencia”,con unas consecuencias fácil-mente intuibles. Si la culturadel intercambio no se integracon la de la reciprocidad, se re-sentirá la capacidad de progre-so. Por poner un ejemplo, laesfera privada de la economíano puede apreciar dos seg-mentos específicos de la po-blación, como los minusváli-dos y las personas mayores, es-tas últimas cada vez más nu-merosas en nuestra sociedad,sin humillarlos. Sin embargo,y como es obvio, estas perso-nas pueden producir valor, pe-ro no dentro de empresas cuyoobjetivo sea maximizar el be-neficio. Por otro lado, un par-tidario del personalismo nuncapodría aceptar que el asisten-cialismo estatal mantuviera aestos individuos, porque elloles quitaría parte de su digni-dad y les haría sentirse insigni-ficantes económicamente, algoque está pasando en Italia conlos “trabajos socialmente úti-les”. De ahí la urgencia de po-ner en marcha la esfera de laeconomía civil. La libre e igualcompetencia entre la econo-

mía privada y la civil determi-nará qué bienes o servicios seabastecerán según la modali-dad del intercambio y cuálessegún la de la reciprocidad, taly como estimen más conve-niente o eficaz los propios ciu-dadanos. Todo ello sin ningu-na clase de paternalismo.

Sustancialmente, la posiciónque estoy defendiendo es queel pluralismo es necesario nosolamente en lo político –cosaobvia– sino también en lo eco-nómico. Es plural y, por tanto,democrática la economía en laque caben varios principios deorganización económica –elintercambio, la reciprocidad, laredistribución– sin que el or-den institucional existente fa-vorezca a ninguno de ellos. Enuna sociedad verdaderamenteliberal, la efectiva (y no sola-mente virtual) competencia deoferta de muchos tipos de bie-nes (desde los privados a lospúblicos, los meritorios y losrelacionales) entre distintossujetos, establece qué modelode abastecimiento prefierenlos ciudadanos. En definitiva,la verdadera revolución coper-nicana es demostrar con loshechos que es posible estardentro del mercado y en elmercado, guiando las acciones

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económicas con una lógicadistinta a la del beneficio.

SENTIDO DELTRABAJO Y PLENAOCUPACIÓN

EL ARGUMENTO hastaahora desarrollado en-cuentra una aplicación

interesante en el ámbito deltrabajo. La doctrina social dela Iglesia -a partir de la RerumNovarum (RN)– se ha intere-sado por el tema del trabajo ysu relación con la persona, conintervenciones en distintosámbitos: desde el pontificio, alde las iglesias locales, pasandopor el de los obispos. Sin em-bargo, es posible captar unainteresante novedad: el cambiodado por el pontificado deJuan Pablo II en la más recien-te doctrina social de la Iglesia.El enfoque se ha desplazado–por decirlo de algún modo–desde las problemáticas tradi-cionales (la explotación deltrabajador y los criterios dedeterminación del salario jus-to; las relaciones entre el tra-bajador y el empresario; lascuestiones sindicales; la parti-cipación de los trabajadores enla gestión o en los beneficiosde la empresa) a la gran cues-tión del empleo y del “trabajo

para todos”. En realidad, ya enla Laborem Exercens (LE) sehabla del carácter distintivodel trabajo, que le permite ju-gar un papel especial en la so-ciedad porque une a las perso-nas y crea la comunidad (LE,20). Es decir, el trabajo es elcreador de la sociedad humanay, por tanto, es necesario edifi-car una “cultura del trabajo”capaz de sintetizar sus distin-tas dimensiones: la familiar, lapersonal, la económica y la co-munitaria. Recuérdese la ro-tunda afirmación de Juan Pa-blo II en la LE: “El trabajo espara el hombre y no el hombrepara el trabajo”. De ahí, la in-vitación a pensar en términosde una “ecología social del tra-bajo” (Centesimus Annus, 38),para cuya realización, Juan Pa-blo II alude a la “subjetividadde la sociedad civil” (CA, 49).

Este no es el lugar apropia-do para profundizar en las ra-zones del mencionado cambio.Me limito a indicar que, aun-que no constituya un fenóme-no nuevo en el mundo occi-dental, el hecho de que la Igle-sia tenga en cuenta que el pro-blema del empleo ha adoptadohoy formas y caracteres dife-rentes, no es ajeno a esta reo-rientación.

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Hace cincuenta años, J. M.Keynes pensaba que el desem-pleo masivo en una sociedadrica era algo absurdo y vergon-zoso, algo perfectamente eli-minable. Hoy en día, nuestraseconomías son tres veces másricas que las de antes. Keynestendría razón al considerar eldesempleo actual tres vecesmás absurdo y peligroso, por-que en una sociedad tres vecesmás rica, la desigualdad y laexclusión social provocadaspor él son, por lo menos, tresveces más disgregadoras. Nodebe olvidarse, además, que enlos años treinta se sufrían losefectos de la crisis más graveexperimentada por el capitalis-mo industrial, que redujo a lamitad el sector en Alemania yEstados Unidos. Hoy en día,sin embargo, parece que el de-sempleo es un instrumentopara conseguir la prosperidadeconómica: no hace despidosla empresa que está en crisissino la que está sana, porquequiere ampliar su margen decompetitividad. Justamenteeso es lo que crea el problema:el desempleo no es tanto unefecto o un síntoma de crisis,como una estrategia para com-petir con éxito en la época dela globalización. La doctrinasocial de la Iglesia, “que cami-

na con la humanidad”, advier-te que un orden social que in-corpora ese uso estratégico deldesempleo entre sus mecanis-mos de funcionamiento no esmoralmente aceptable, y yoañadiría, no es económica-mente sostenible. Debemospreguntarnos, entonces, si enlugar de discutir la cuestiónpoco a poco, proponiendo su-gerencias y medidas válidas,pero por debajo de las necesi-dades, no sería más importan-te reflexionar sobre las caracte-rísticas fundamentales del ac-tual modelo de crecimiento,para conseguir con ello líneasde intervención menos resig-nadas e inciertas.

La tesis que voy a exponer,sin llegar a argumentarla ple-namente, es que hoy en día eldesempleo es consecuencia deuna organización social que esincapaz de articularse en elmodo más adecuado para va-lorar los recursos humanos deque dispone. Es un hecho quelas nuevas tecnologías de laTercera Revolución Industrialliberan del proceso productivoun tiempo social que el actualorden institucional de nuestrassociedades transforma en de-sempleo. Por otro lado, el au-mento de la disponibilidad detiempo en el sistema producti-

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vo –utilizable para una grancantidad de usos diferentes–sigue empleándose para pro-ducir mercancías (o serviciospara la producción de mercan-cías) de las que podríamosprescindir, mientras que, porcontraste, no se producen nilos productos ni los serviciosque quisiéramos consumir.Ello demuestra que se malgas-tan demasiados esfuerzos enideas y proyectos ilusorios, quesólo crean trabajo efímero ointerino, en lugar de emplear-los en rediseñar la vida de lasociedad post–industrial. So-ciedad que, afortunadamente,puede encargar las tareas másrepetitivas a las “nuevas má-quinas”, para que se pueda uti-lizar el tiempo libre en empleosque aumenten los espacios delibertad de los ciudadanos.

Hoy en día sabemos que lacompetitividad es el horizontemás idóneo para proponer lacreación de nuevos puestos detrabajo. Sólo las empresascompetitivas pueden nacer ycrecer y, por ello, crear empleo:los puestos de trabajo aumen-tan con los márgenes de com-petitividad de las empresas.Ésta es la nueva regla de orodel empleo, que supone unagran novedad respecto al pasa-do más reciente, cuando podía

asegurarse (casi) el pleno em-pleo con el mantenimiento delas “ramas secas” de la econo-mía.

Sin embargo, ésa es una re-gla muy difícil de seguir en lapráctica. En primer lugar, por-que las nuevas tecnologías au-mentan la productividad me-dia del sistema por encima dela producción de bienes y ser-vicios. Se ha constatado que laproductividad media en lospaíses de la OCDE aumentaun 3% al año. Por el contrario,es evidente que resulta prácti-camente imposible incremen-tar la demanda media anual debienes en un 3%. Piénsese enlo que ocurrió primero en elsector agrícola y más tarde enel de la industria de base (side-rurgia, cemento, química): elaumento de la productividadfue acompañado de un incre-mento menor de la produccióny, por tanto, de una drástica re-ducción del empleo. De hecho,si una sociedad que registraaumentos constantes y eleva-dos de la productividad media,quiere mantener invariable sunivel de empleo –no estoy di-ciendo de ocupación– tendráque aumentar su consumo enla misma medida en que haacrecentado la productividad.Y, puesto que, el consumo de

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bienes y sobre todo de servi-cios necesita tiempo, hay queconsumir aún más frenética-mente para conservar invaria-ble el nivel de empleo. Ya Lin-der, en un célebre ensayo de19708, había indicado que elaumento de la intensidad delconsumo llevaba a un resulta-do paradójico: el consumo ca-da vez mayor de bienes en unamisma unidad de tiempo, dis-minuye, en lugar de aumentar,la utilidad de los individuos,algo que precisamente losagentes racionales tendríanque intentar maximizar. Dehecho, aunque el incrementode la intensidad del consumoresulta útil en las primeras fa-ses de desarrollo industrial, enlas que aparece la producciónen masa, tiende a producir unadisminución de la utilidadconforme el proceso se vacompletando.

Una segunda e importanterazón por la que es práctica-mente imposible respetar lanueva regla de oro del empleo,es que acabaría por desencade-nar en nuestras sociedades unanueva forma de competencia,la que Hirsch9 llamó competen-cia posicional. El aspecto verda-deramente inquietante de lacompetencia posicional radica enlo que supone de competencia

destructiva: agrava el bienestartanto individual como socialporque, si por un lado generadesperdicio de opulencia, porotro daña el tejido social. Co-mo Tocqueville había anticipa-do brillantemente, la competen-cia posicional “nace de la igual-dad como presupuesto y acabapor superarla: la igualdad deprincipio pone en movimientola búsqueda de la desigualdadde hecho”10. A diferencia de loque ocurre en las competicio-nes deportivas y en el merca-do, donde sí hay vencedores yperdedores, pero es posible re-tomar el juego en fases sucesi-vas, aunque sea en condicionesdistintas, en la competencia po-sicional el perdedor lo es parasiempre11.

En definitiva y para con-cluir. Hoy en día, no es el des-conocimiento de posibles re-medios ni la falta de instru-mentos operativos lo que difi-culta la solución al problemadel empleo. La consecucióndel objetivo que identifica ple-na ocupación con pleno em-pleo choca frontalmente con lade otros fines igualmente líci-tos e importantes: un creci-miento ecológicamente soste-nible; un modelo de consumoque no aliene, distorsionandolas preferencias individuales;

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una sociedad no estratificada ytendencialmente “incluyente”.Por decirlo de otro modo, el lí-mite insuperable de todas laspropuestas destinadas a aliviarla plaga del desempleo, inclusode las más sutiles, es generaren nuestras sociedades peli-grosos trade–offs: para distri-buir el trabajo se impone unmodelo de consumo neo–con-sumista. O bien se legitimannuevas formas de pobreza (lasllamadas nuevas pobrezas), obien se reducen los espacios delibertad de los ciudadanos. To-do ello es inaceptable desde elpunto de vista de la ética. Soyde la opinión de que cuando sealcanzan tales niveles, hay queatreverse a explorar vías nue-vas.

Sintetizando, es necesariointervenir en la frontera quehasta ahora ha mantenido se-parada la esfera del trabajo, co-mo puesto de trabajo, de lasdemás actividades laborales, enel sentido de favorecer la am-pliación de la segunda respectoa la primera. De hecho, la in-dustria seguirá aumentando suproducción y sobre todo suproductividad. Pero estos au-mentos no podrán constituir elmotor del crecimiento. Enparticular, la industria no po-drá acoger a todos los trabaja-

dores obligados a marcarseotros objetivos por los conti-nuos incrementos de producti-vidad. Como se puede com-prender, el exceso de trabaja-dores puede utilizarse de dosformas: degradando el trabajosobrante en desempleo y/o ensub–remuneración, o bien re-distribuyendo el trabajo nece-sario entre todos los indivi-duos, mediante unas medidasde reducción del horario detrabajo. La primera vía es ina-ceptable; la segunda insufi-ciente. La cuestión es que que-darse tan sólo en el ámbito delmercado de los bienes priva-dos –en el sector privado de laeconomía– hace impensabledar trabajo a todos los “libera-dos” por los aumentos de pro-ductividad, sin que ello desen-cadene problemas de sosteni-bilidad y compatibilización, delos que ya se ha hablado en elpárrafo anterior.

Lo que propongo es favore-cer con políticas adecuadas latransferencia del trabajo libe-rado del sector privado de laeconomía al civil. El productode la economía civil posee doscaracterísticas. La primera esque los bienes producidos porel sector civil de la economía,con clara ventaja comparativarespecto a los demás, pertene-

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cen a la categoría de los bienesrelacionales (servicios para laspersonas; bienes meritorios;algunos tipos de bienes públi-cos), o sea, aquéllos que sólo seproducen y se disfrutan demanera óptima cuando se haceconjuntamente entre produc-tores y consumidores, a travésde las relaciones que losunen12. La segunda caracterís-tica es que el trabajo que sedesarrolla en las organizacio-nes que forman el variadomundo de la economía civilpresenta unas propiedades dis-tintas a las del trabajo asalaria-do, al que antes he llamadoempleo.

Sustancialmente, si es cierto–como parece– que la calidadde vida se mide por la libertad,entendida como posibilidad deautorrealización (mientras queel aumento de la renta per–cá-pita indica simplemente unamayor capacidad de gasto),entonces, todo lo que favoreceel surgimiento de bienes rela-cionales en los ámbitos legisla-tivo, administrativo y financie-ro, permite una ampliación delos espacios de libertad delciudadano. En este sentidopuntual, una estrategia autén-ticamente liberal es todo locontrario de una estrategia “li-berista”, dado que deja a los

individuos de la sociedad civil,portadores de cultura, que de-terminen qué bienes y servi-cios desean que se produzcan ydistribuyan según la regla delmercado privado (la regla delbeneficio) y cuáles, por el con-trario, se oferten según la regladel mercado civil (la regla y elprincipio de reciprocidad).

EN LUGAR DE UNACONCLUSIÓN

EL SENTIDO ÚLTIMO deesta exposición es quela actuación de la de-

mocracia en una sociedadavanzada lleva consigo una de-manda de relacionalidad, quedebe interpretarse y satisfacer-se con atención si se quierenevitar efectos perversos degran importancia. La cuestióncentral de la transición hacia elpost–fordismo radica en sabercómo actuar para que sean losciudadanos quienes decidancon libertad qué modalidadesde oferta de bienes demandan.Lo que está en juego no estanto la libertad de decidir québienes se van a producir (pri-vados, públicos, meritorios orelacionales), como la libertadde decidir sus modos de abas-tecimiento. Ésta es la razónpor la cual no se puede invocar

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al principio de eficiencia paradecidir qué producir y cómo ha-cerlo.

Los admiradores acríticosdel mercado como instituciónsocial olvidan que es justa-mente la expansión hegemóni-ca de las relaciones a las que hellamado economía privada, laque destruye, lenta pero inexo-rablemente, las normas y con-venciones sociales que están enla base de la economía civil y,de este modo, preparan el ca-mino para la afirmación denuevas formas de estatalismo.Hoy en día, es urgente teneren cuenta que el crecimientohipertrófico del Estado y delmercado privado no es algo se-cundario en la explicación delos numerosos problemas quepreocupan a nuestras socieda-des. Si así fuese, el remedio nose encontraría en la radicaliza-ción de la alternativa entreeconomía pública y privada, osea, entre neo–estatalismo yneo–liberalismo, sino en el vi-goroso “florecimiento” de lasformas de organización quecaracterizan a toda economíacivil moderna. Lo que se pre-tende es que se actúe rápida-mente para superar el concep-to de economía de mercado,que una determinada divulga-ción de la tradición del pensa-

miento liberal y marxista nosha transmitido desde media-dos del siglo XIX, un conceptosegún el cual el mercado existeúnicamente en la esfera de lasempresas privadas, o sea, de lasorganizaciones que actúan porel beneficio. El efecto más no-civo del concepto restringido(y obsoleto) del mercado eshacernos creer que un com-portamiento que se inspire envalores diferentes de los del in-terés propio lleva inexorable-mente al desastre económico.Animándonos a esperar lo peorde los demás, este conceptoacaba por hacer aflorar lo peorde nosotros mismos. Y no sóloeso; acaba también por limitarenormemente el recurso a ca-pacidades como la fantasía, labenevolencia, la reciprocidad,puesto que las considera mera-mente intrínsecas al carácterhumano y no unidas al procesode civilización de la sociedad.

Voy a concluir con la refe-rencia a un pensamiento anti-guo y por eso mismo actual.Ambrosio veía en la auténticacultura dos movimientos: novasemper quaerere (“buscar siem-pre lo nuevo”) y parta custodire(“conservar lo que se ha conse-guido”). Un proyecto culturaldebilita su función si se limitaa conservar y no se preocupa

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de buscar lo nuevo, de explorarlas res novae. Pero también va amenos cuando por perseguir lo“nuevo” pierde el contacto, oincluso corta la unión, con susraíces. Por tanto, hay que bus-car la vía para unir las alas conlas raíces. Es cierto que las raí-ces sin alas se convierten en unfreno, en un obstáculo para eldesarrollo, pero no es menoscierto que las alas sin raíces, esdecir, sin la capacidad deorientación que de ellas proce-

de, corren el peligro de trans-formar al hombre en la inge-nua paloma de la que hablabaKant en su Crítica de la razónpura: “La ligera paloma, mien-tras hiende el aire que le ofreceresistencia durante el vuelo li-bre, podría imaginar que vola-ría mucho mejor en un espaciosin aire”. Pero moverse en un“espacio sin aire” lleva sólo a lautopía, o sea, literalmente, a“ninguna parte”.

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1 Para un tratamiento más exhaustivodel argumento desarrollado en estepárrafo, consultar mi libro (2000), Suirapporti tra società civile, societá dimercato e società politica, Mimeo, Bo-lonia. Un enfoque de tipo antropoló-gico y sociológico del tema en Dona-ti, P. (1992), Teoria relazionale dellasocietà, Laterza, Bari.

2 Giddens, A. (1999), La tercera vía,Il Saggiatore, Milán.

3 Zamagni, S. (2000), “Economia ci-vile e società globale: elementi per unprogetto sostenibile”, en Umanizzarel ’economia, Monti, Saronno. Véasetambién Zamagni, S. (1999), “Socialparadoxes of growth and civil eco-nomy”, en Gandolfo, G. y Marzano,F. (eds), Economic Theory and SocialJustice, Macmillan, Londres.

4 En su célebre obra La riqueza de lasnaciones, de 1776, Smith está tanpreocupado por salvaguardar las ra-zones de la libertad, que despotricacontra el espíritu monopolizador decomerciantes y manufactureros, quie-nes, en su opinión, no son ni deberíanser jamás los gobernantes de la hu-manidad (p. 483).

5 He desarrollado el tema de este pá-rrafo, aunque desde una perspectivadistinta, en el ensayo (2000), Huma-nizing the Economy: on the Relation-ship Between Catholic Social Thinkingand Economic Discourse, Mimeo, Bo-lonia. Véase también Oakeshott, M.(1993), Morality and Politics in Mo-dern Europe, Yale University Press,Nueva York. Una interesante historiade los distintos conceptos de estadoen la época moderna en Toulmin, S.(1990), Cosmopolis, Chicago Univer-

sity Press, Chicago. Toulmin distin-gue entre dos tipos de modernidad: elhumanismo escéptico del Renaci-miento tardío, unido a los nombresde Montaigne, Erasmus o Shakespe-are, y el racionalismo de los últimosaños del siglo XVI, representado porDescartes y, más tarde, por Newton.Toulmin demuestra que el proyectoracionalista encuentra un gran impul-so en el desarrollo del estado-nacióndespués de la paz de Westfalia, y có-mo llega a su fin en los años sesentadel siglo XX, tras el asesinato de J. F.Kennedy, acontecimiento a partir delcual empezó el proceso de erosión dela autoridad moral de los estados na-cionales.

6 Zamagni, S. (1997), “Economia ci-vile come forza di civilizzazione perla società italiana”, en Donati, P., Lasocietà civile in Italia, Mondadori,Milán. Véase también Bauman, Z.(1999), La sociedad de la incertidum-bre, Il Mulino, Bolonia.

7 Una puesta al día, desde el punto devista conceptual, de los resultados al-canzados por el proyecto de la econo-mía de comunión en Bruni, L.(2000), Economia di comunione, CittàNuova, Roma. Para la evidencia em-pírica de las realizaciones del princi-pio de reciprocidad véase tambiénFehr, E. y Gachter, S. (1998), “Reci-procity and economics: the economicimplications of homo reciprocans”,European Economic Review, 42.

8 Linder, S. (1970), The Harried Lei-sure Class, Columbia University Press,Nueva York.

STEFANO ZAMAGNI

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NOTAS

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9 Hirsch, F. (1976), The Social Limitsto Growth, Oxford University Press,Oxford.

10 Citado en Orsini, P. (1976), “Ladomanda posizionale e le risposte delmercato”, Rivista Internazionale diScienze Sociali, sept.

11 En cierto modo es lo que S. Rosellama “el efecto superstar”, según elcual, en muchos ámbitos de la activi-dad económica quien gana, lo ganatodo y quien pierde lo pierde todo.Ello explica el incremento progresivoen los últimos veinticinco años de ladesigualdad que va unida al aumentode la riqueza media, auténtica para-doja (y escándalo) de nuestra épocade desarrollo.

12 A diferencia de un bien privado,del que se puede disfrutar a solas, y adiferencia de un bien público, del quepueden disfrutar conjuntamente va-rios individuos, un bien relacional

presenta una doble connotación. Enlo que a su producción se refiere, exi-ge la coparticipación de todos losmiembros de la organización, sin quesus términos sean negociables. Elloimplica que el incentivo que empuja aunos individuos a tomar parte en laproducción del bien relacional, no seextiende a la relación que los une: laidentidad del otro cuenta. (Piénseseen lo que ocurre en una cooperativasocial o en una asociación de volunta-riado). En cuanto al consumo, la fun-ción de un bien relacional no puedeperseguirse prescindiendo de la histo-ria de los individuos, porque la rela-ción con el otro es constitutiva delmomento del consumo y, por tanto,determina su utilidad. Sobre la temá-tica de los bienes relacionales véaseGui, B. (1994), “Interpersonal rela-tions: a disregarded theme in the de-bate on ethics and economics”, enWameryd, L., Ethics and EconomicAffairs, Routledge, Londres.

HUMANIZAR EL MERCADO. PROPUESTAS PARA LA SOCIEDAD POSTINDUSTRIAL

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¿HA EXISTIDO UN

MALENTENDIDO HISTÓRICO

ENTRE LA IGLESIA Y LOS

LIBERALES?

UN DEBATE ENTRE CARLOS

RODRÍGUEZ BRAUN Y RAFAEL

TERMES

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Va siendo largo el debate sobre la compatibilidad entre los principiosde la doctrina social de la Iglesia y los llamados principios liberales,acerca de la condición humana y la organización social. Tengo que con-fesar que cuando Carlos Rodríguez Braun amablemente aceptó la in-vitación a colaborar con esta revista, me sorprendió al proponer tandebatido y delicado tema. Después de leerlo, me pareció que precisa-mente por ser una cuestión debatida sobre un aspecto tan sensible, al-gunos lectores de la revista podrían pensar que no era justo dar cabidaa sólo una de las posibles posturas. Además, sin ese contraste, tambiénpodría suceder que, aparte de los entendidos, el resto de los lectores notuvieran una perspectiva del núcleo de ese interesante debate. Comentéesa posibilidad con el autor, que como corresponde a un buen liberal,aceptó encantado. En su artículo Rodríguez Braun hace referencia aLucas Beltrán y a Rafael Termes, dos autores que se confiesan liberales,pero que en ese tema mantienen posturas, si no discrepantes, al menosdistintas a la sostenida por el autor. Desgraciadamente ya no es posiblecontar con la valiosa opinión del profesor Lucas Beltrán, pero sí con ladel profesor Termes. Con la amabilidad y juventud de espíritu que lecaracterizan, el profesor Termes, buen amigo de Rodríguez Braun,aceptó el reto que le proponía. Espero que la lectura de estos dos artícu-los constituya una valiosa aportación a la clarificación de la cuestióndisputada.

Miguel Alfonso Martínez-EchevarríaDirector de la Revista Empresa y Humanismo

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EL HUMANISMO cristia-no se expresa de formaarticulada en la Doc-

trina Social de la Iglesia. Mitesis es que, a pesar de sus in-discutibles avances en el reco-nocimiento de la libertad demercado, dicha doctrina, talcomo aparece en su versiónmás renovada en la CentesimusAnnus, comparte la tensa am-bivalencia del intervencionis-

mo económico más o menosmoderado que ha prevalecidodurante el siglo XX, porquedefiende la libertad pero tam-bién justifica su limitación.Este ensayo intentará probardicha ambigüedad recorriendocon detalle la encíclica que apropósito del centenario de laRerum Novarum publicó JuanPablo II en 1991.

TENSIÓN ECONÓMICA

EN LA CENTESIMUS

ANNUSa

CARLOS RODRÍGUEZ BRAUN*

Este artículo analiza el humanismo cristiano de la Doctrina Social de laIglesia explorando ampliamente la encíclica Centesimus Annus de Juan PabloII. Reflexiona sobre la contradicción fundamental que representa su respaldo ala economía de mercado y simultáneamente a su limitación, y critica la equí-voca equidistancia entre el Estado y el mercado.

Palabras clave: Doctrina Social de la Iglesia, economía de mercado, Estado.

* Carlos Rodríguez Braun es catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universi-dad Complutense.

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INTERPRETACIONESDE LA ENCÍCLICA

NO SOY practicante,pero me interesanmucho los proble-

mas religiosos y morales, habi-tualmente mal tratados por elvano relativismo ético que ca-racteriza nuestro tiempo. Hesido y soy un defensor de JuanPablo II, que me parece unpensador muy fino; no sólosuele atinar en sus juicios mo-rales y políticos sino que tam-bién emite en ocasiones men-sajes económicos sumamenteacertados1. Conozco también,por mi profesión, la tradicióndel pensamiento económicocatólico, que es larga y rica,pero también tensa y contra-dictoria. Incluye indudableselementos de reconocimientoy respeto a la libertad, y enparticular a la libertad econó-mica, pero también nocionesmuy hostiles al mercado, desdeque el primer Concilio, el deNicea, condenó el turpe lucrumya en el año 325.

En estas condiciones y espe-cialmente tras el colapso visi-ble del comunismo en 1989era natural que los liberales ca-tólicos saludaran a la Centesi-mus Annus como el comienzode una fértil jornada que iba a

aproximar a los liberales y laIglesia Católica, tras siglos demutua incomprensión y recí-proco recelo. Sus esfuerzospueden verse en un interesantevolumen (Pham 1998) publi-cado recientemente sobre laencíclica pero que, a pesar deestar editado por el Vaticano, yde incluir a los más destacadospensadores del catolicismo li-beral, no deja de definir níti-damente la tensión entre am-bos, reflejada en las opinionesde las autoridades eclesiásticas.

En este volumen, donde senos recuerda el interés del Pa-pa por conocer las doctrinaseconómicas (Mejía 1998, pp.43-44) y donde el reputadocatólico liberal Michael Novakcompara la fecha de publica-ción de La riqueza de las nacio-nes de Adam Smith y la Revo-lución Francesa, y nos aseguraque: “Mejor que ningún otropapa anterior, Wojtyla percibeque 1776 ofrece a la Iglesia unsendero muy distinto del de1789” (Novak 1998, p. 231), elpresidente del Consejo Ponti-ficio para la Justicia y la Paz,François-Xavier Nguyen vanThuan, pone las cosas claras:el Papa no es liberal, y lo queaconseja es un “sistema tripar-tito donde la política demo-crática y una cultura moral di-

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námica disciplinan y templanel mercado libre” (Thuan1998a, p. x)2. Abordaré másadelante la cuestión “triparti-ta”, pero cabe apuntar que elpensamiento intervencionistamoderno parte de esa mezclade mercado y controles políti-cos, que ha dado lugar a losgraves problemas que conoce-mos de paro, impuestos, desin-centivos de todo tipo y fomen-to de la irresponsabilidad indi-vidual.

Me detendré unos instantesen este hombre, porque meparece admirable, y es cual-quier cosa menos un simpati-zante de las ideologías antica-pitalistas. Cuando los comu-nistas tomaron Vietnam delSur en 1975, Nguyen vanThuan fue arrestado y encar-celado hasta 1988; de estostrece años pasó nueve en unacelda aislado. Esta víctima delcomunismo no quiere aceptarel capitalismo; algo parecidoparece sucederle al propio Pa-pa, que también vio los horro-res del socialismo “real”. VanThuan empleó la DoctrinaSocial de la Iglesia para defen-derse del comunismo, que laatacaba; nos relata que durantelos interrogatorios, la polícíacriticaba esa doctrina. El de-senlace es que este individuo

de extraordinaria dignidadafirma seriamente que el pro-blema de Vietnam es mante-nerse al margen tanto del co-munismo como del capitalis-mo: “Mi país estaba (y aún es-tá) frente a un doble peligro: eldel comunismo que a pesar detodo sigue bramando, y el delcapitalismo y consumismo deOccidente, que amenaza conahogar a nuestro pueblo”(Thuan 1998b, pp. 4, 7). Él,que había visto al monstruodel comunismo en sus propiasentrañas, ¿cómo pudo decireso, cómo pudo plantear unaequidistancia entre capitalismoy comunismo, cómo pudopensar que se trataba de dosmales equivalentes?

Otros textos de este volu-men recogen también los luga-res comunes del intervencio-nismo, la alabanza de la eco-nomía intervenida europea, lacrítica al “liberalismo egoísta”,los “abusos del mercado” y lanecesidad de limitarlo o el po-der de la publicidad3. Pero na-da resulta más impresionanteque el testimonio de este reli-gioso encarcelado por el co-munismo que una vez en li-bertad habla del “doble peli-gro” del comunismo y el capi-talismo.

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Esta distorsión —no le cabeotra definición— de monseñorvan Thuan prueba que persistela brecha que separa a católi-cos y liberales, aquello que Ra-fael Termes llama el “malen-tendido histórico” entre laDoctrina Social de la Iglesia yel espíritu del capitalismo, ma-lentendido porque según Ter-mes “no hay nada en la doctri-na social católica que se opon-ga, desde el punto de vistamoral, al sistema capitalista”(Termes 1997, pp. 102, 113).La Iglesia, sin embargo, conti-núa viendo al liberalismo co-mo hostil o en el mejor de loscasos ajeno a la moral, igualque lo ha visto siempre el in-tervencionismo de izquierdas yderechas. Me pregunto si nosobrevive entre personas reli-giosas y liberales el dilema deelegir entre la autoridad espiri-tual y la razón; ha escrito elpadre Sirico que esto es algoque los escolásticos tardíos ha-brían visto como un gravequebrantamiento de las ense-ñanzas de su maestro SantoTomás (Sirico 1998, pág. 259).Pero vayamos ahora a lo queJuan Pablo II tiene que decir-nos “a todos los hombres debuena voluntad”.

LA CENTESIMUS ANNUS

DESDE EL principio elPapa sostiene que va arecoger pero también

a actualizar la visión de la Igle-sia sobre un problema que hasido objeto de numerosas ac-tualizaciones: tras León XIIIcelebraron también diversosaniversarios de su encíclica PíoXI, Pío XII, Juan XXIII y Pa-blo VI, es decir, virtualmentetodos los pontífices que le su-cedieron.

En el capítulo 1, “Rasgoscaracterísticos de la RerumNovarum”, se observan loserrores en los que cayó LeónXIII, por su énfasis en los pro-blemas del capitalismo, la po-breza, la explotación y la dis-criminación, precisamente enel siglo que empezaba a dejar-los atrás. Por desgracia, la Igle-sia se apuntó al carro de la de-monización del siglo XIX,fantasmagoría que impidió yaún impide la comprensión dela ruptura que significó esacenturia, en términos no sólode libertades civiles y políticassino también de una prosperi-dad económica que por vezprimera en la historia alcanzóa grandes masas de la pobla-ción. En vez de ello, el Papaparece repetir el dogma mar-

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xista con las propias palabrasde Marx, algo que resultaríaasombroso en un conocido an-ticomunista, cuando lamentaque “el trabajo se convertía enmercancía, que podía com-prarse y venderse librementeen el mercado” (1.4)4. Tambiénsigue la prédica socialista alhablar de “la pobreza de la in-mensa mayoría” (1.5), que eralo que había regido antes. Ata-ca la lucha de clases pero lapaz que propicia requiere unajusticia intervencionista; vol-veré sobre ello.

Juan Pablo II matiza conacierto opiniones de su prede-cesor. Los condicionamientosque la encíclica leoniana adju-dica a la propiedad privada,por ejemplo, son menos subra-yados que su defensa de lamisma, que hay que reivindi-car hoy “tanto frente a loscambios de los que somos tes-tigos, acaecidos en los sistemasdonde imperaba la propiedadcolectiva de los medios de pro-ducción, como frente a los cre-cientes fenómenos de pobrezao, más exactamente, a los obs-táculos a la propiedad privada,que se dan en tantas partes delmundo, incluidas aquellasdonde predominan los siste-mas que consideran comopunto de apoyo la afirmación

del derecho a la propiedad pri-vada”(1.6).

Es un texto notable, porqueefectivamente el problema dela pobreza es de falta de pro-piedad privada, de falta de se-guridad en la misma y de posi-bilidad de su libre aprovecha-miento, utilización o inter-cambio, es decir, la pobreza sedebe al intervencionismo quedificulta u obstaculiza la pro-piedad.

El pontífice expone otrosaspectos confusos de la RerumNovarum, como cuando habladel “salario justo” y rechazaque pueda ser el de mercado,pero indica que ese salario esel de subsistencia y sobre todoque no es justo si ha sido fija-do coactivamente; pero la co-acción es incompatible con elmercado. Recoge la apuesta deLeón XIII por la “justicia dis-tributiva”, una idea que trans-formada en “justicia social” haamparado la masiva invasiónpor el poder político de la li-bertad y los bienes de los ciu-dadanos, y critica tanto al libe-ralismo como al socialismo.Juan Pablo II observa que supredecesor no dedica una sec-ción especial a criticar al libe-ralismo y llama la atención quese le reserven críticas “a la hora

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de afrontar los deberes del Es-tado”, que no debe limitarse afavorecer a una parte de losciudadanos, los ricos, y descui-dar a las mayorías; si lo hace,“viola la justicia, que mandadar a cada uno lo suyo”. Estano es, por supuesto, la justiciadistributiva sino la conmutati-va, o genuina. Y es muy intere-sante, porque ¿cómo hace elEstado para dar a cada uno losuyo? Lógicamente, debe dejara las personas en paz sin inter-venir en sus tratos y contratos,es decir, precisamente lo con-trario de lo que hace hoy. Peroel Papa, en lo que se convertiráen la norma de la CentesimusAnnus, cambia de tercio y acontinuación afirma que lospobres son los que “más nece-sitan el apoyo y el cuidado delos demás, en particular la in-tervención de la autoridad pú-blica” (1.10).

Tras esta invitación al inter-vencionismo, el Papa recuperael liberalismo y termina el pri-mer capítulo así: “Si LeónXIII apela al Estado para po-ner un remedio justo a la con-dición de los pobres, lo hacetambién porque reconoceoportunamente que el Estadotiene la incumbencia de velarpor el bien común y cuidar quetodas las esferas de la vida so-

cial, sin excluir la económica,contribuyan a promoverlo, na-turalmente dentro del respetodebido a la justa autonomíadentro de ellas. Esto, sin em-bargo, no autoriza a pensarque según el Papa toda solu-ción de la cuestión social debaprovenir del Estado. Al con-trario, él insiste varias vecessobre los necesarios límites dela intervención del Estado ysobre su carácter instrumental,ya que el individuo, la familia yla sociedad son anteriores a ély el Estado mismo existe paratutelar los derechos de aquél yde éstas, y no para sofocarlos”(1.11).

El capítulo 2 analiza las “co-sas nuevas” de nuestro tiempo,alude a la caída del Muro deBerlín y rescata a León XIIIpor haber criticado al socialis-mo y previsto “los males deuna solución que, bajo la apa-riencia de una inversión de po-siciones entre pobres y ricos,en realidad perjudicaba a quie-nes se proponía ayudar”. Esmuy buena su crítica al socia-lismo y a su error antropológi-co fundamental: “considera atodo hombre como un simpleelemento y una molécula delorganismo social, de maneraque el bien del individuo sesubordina al funcionamiento

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del mecanismo económico-so-cial”. Defiende la libertad y lapropiedad privada, y las orga-nizaciones que montan laspersonas libremente, la “subje-tividad de la sociedad”, y seopone al ateísmo pero tambiénal “racionalismo iluminista”(2.13). No acepta los conflic-tos sociales que no estén limi-tados “por consideraciones decarácter ético o jurídico”(2.14).

Aspira a un equívoco equili-brio entre lo bueno del merca-do y lo pretendidamente bue-no del Estado, porque afirmaque al Estado le correspondedeterminar el marco institu-cional “y salvaguardar así lascondiciones fundamentales deuna economía libre, que presu-pone una cierta igualdad entrelas partes, no sea que una deellas supere talmente en podera la otra que la pueda reducirprácticamente a esclavitud”(2.14). Esta es una de las gran-des equivocaciones con que hacrecido el intervencionismo: laidea de que el Estado debe re-cortar la libertad y los bienesde los ciudadanos para lograrigualarlos. El Papa apoya unamplio abanico de tareas parael poder político, como el se-guro de paro y la formaciónprofesional para que el Estado

pueda “defender al trabajadorcontra el íncubo del desem-pleo” (2.15). Este argumentoignora las causas del paro, queno es un fruto demoníaco sinopolítico, debido a mecanismosque el Papa parece no com-prender, puesto que ve al Esta-do como solución, no comoproblema. De ahí que no leparezca preocupante pedir enaras del principio de la solida-ridad “algunos límites a la au-tonomía de las partes que de-ciden las condiciones de traba-jo”(2.15).

A este lenguaje impreciso lesigue otra imprecisión funda-mental que es la identificacióndel mercado con el egoísmo:“la libertad se transforma enamor propio, con desprecio deDios y del prójimo; amor queconduce al afianzamiento ili-mitado del propio interés yque no se deja limitar por nin-guna obligación de justicia”(2.17). Es importante destacarque el intervencionismo ha si-do fomentado a través de estasargumentaciones de carácterético y paternalista: como loshombres son egoístas y sólo sefijan en su propio interés, esmejor que las autoridades lesquiten su dinero y lo adminis-tren en bien de la sociedad.

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El paralelismo de las ideasdel Papa con el credo socialde-mócrata reluce hacia el finaldel capítulo: rechaza las dicta-duras que se oponen al mar-xismo y que destruyen la liber-tad, una clara referencia a Ibe-roamérica al mencionar ladoctrina de la seguridad nacio-nal, pero también la sociedadde bienestar o de consumo,que “tiende a derrotar al mar-xismo en el terreno del puromaterialismo” sin moral y sinderecho y sin religión, y que“coincide con el marxismo enel reducir totalmente al hom-bre a la esfera de lo económicoy a la satisfacción de las nece-sidades materiales” (2.19).

Su apoyo al consenso demo-cristiano-socialista-conserva-dor que edificó el Welfare Stateeuropeo no puede ser más cla-ro: “una sociedad democráticainspirada en la justicia social,que priva al comunismo de supotencial revolucionario, cons-tituido por muchedumbres ex-plotadas y oprimidas. Estasiniciativas tratan, en general,de mantener los mecanismosde libre mercado, asegurando,mediante la estabilidad mone-taria y la seguridad de las rela-ciones sociales, las condicionespara un crecimiento económi-co estable y sano, dentro del

cual los hombres, gracias a sutrabajo, puedan construirse unfuturo mejor para sí y para sushijos. Al mismo tiempo, tratande evitar que los mecanismosde mercado sean el único pun-to de referencia de la vida so-cial y tienden a someterlos aun control público que hagavaler el principio del destinocomún de los bienes de la tie-rra. Una cierta abundancia deofertas de trabajo, un sólidosistema de seguridad social yde capacitación profesional, lalibertad de asociación y la ac-ción incisiva del sindicato, laprevisión social en caso de de-sempleo, los instrumentos departicipación democrática enla vida social, dentro de estecontexto deberían preservar eltrabajo de la condición de‘mercancía’ y garantizar la po-sibilidad de realizarlo digna-mente” (2.19).

Es interesante apuntar que aestas alturas el Papa no se hayareferido a algunas consecuen-cias problemáticas del inter-vencionismo en campos eco-nómicos, como la subida de losimpuestos, e incluso morales,como la irresponsabilidad.

El capítulo 3 se titula “Elaño 1989”. En su reivindica-ción del papel de la Iglesia en

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la caída del comunismo sinviolencia escribe el pontíficeunas líneas coherentemente li-berales: “Donde la sociedad seorganiza reduciendo de mane-ra arbitraria o incluso elimi-nando el ámbito en que seejercita legítimamente la liber-tad, el resultado es la desorga-nización y la decadencia pro-gresiva de la vida social…don-de el interés individual es su-primido violentamente, quedasustituido por un oneroso yopresivo sistema de controlburocrático que esteriliza todainiciativa y creatividad” (3.25).

Se aparta nítidamente de lateología de la liberación cen-surando a los creyentes quebuscaron “un compromiso im-posible entre marxismo y cris-tianismo. El tiempo presente,a la vez que ha superado todolo que había de caduco en es-tos intentos, lleva a reafirmarla positividad de una auténticateología de la liberación hu-mana integral” (3.26), y reco-noce la moral del mercado alponderar las “virtudes relacio-nadas con el sector de la eco-nomía, como la veracidad, lafiabilidad, la laboriosidad”(3.27). No obstante, solicitaayudas para el desarrollo yotras consignas caras al socia-lismo.

El extenso capítulo 4, “Lapropiedad privada y el destinouniversal de los bienes”, reflejael eclecticismo de la DoctrinaSocial de la Iglesia, que el Pa-pa hace explícito al hablar deuna “doble afirmación: la ne-cesidad y por tanto la licitudde la propiedad privada, y asícomo los límites que pesan so-bre ella” (4.30). Con esta am-bivalencia se difumina la cues-tión central del Estado de de-recho: los límites del poder.

Es muy interesante su reco-nocimiento de la división deltrabajo: “Hoy más que nuncatrabajar es trabajar con otros ytrabajar para otros: es hacer al-go para alguien” (4.31). Tam-bién alude al justo precio co-mo al “establecido de comúnacuerdo después de una librenegociación” (4.32), lo que seinscribe coherentemente en elextenso debate que recoge lahistoriografía del pensamientoeconómico. Y vuelve a subra-yar las “importantes virtudes”económicas como la diligen-cia, la laboriosidad y la pru-dencia, y enlaza la economíade empresa y la libertad de lapersona. Pero acto seguidoapunta “los riesgos y los pro-blemas” relacionados con laempresa y habla de los pobresque “aunque no explotados

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propiamente, son marginadosampliamente” (4.33). La pre-sunta lucha contra la margina-ción y la exclusión es uno delos pretextos utilizado por lossocialistas para la ampliacióndel poder político a expensasde las libertades ciudadanas.

Repite el error de hablar delos momentos oscuros de laindustrialización (como si lahistoria no industrial previahubiese sido brillante) y de la“explotación inhumana”, cuan-do dice: “A pesar de los gran-des cambios acaecidos en lassociedades más avanzadas, lascarencias humanas del capita-lismo, con el consiguiente do-minio de las cosas sobre loshombres, están lejos de haberdesaparecido; es más, para lospobres, a la falta de bienes ma-teriales se ha añadido la delsaber y de conocimientos,que les impide salir del esta-do de humillante dependen-cia” (4.33). Estas son las ideasque han justificado el creci-miento estatal.

El Papa respalda la integra-ción de los mercados mundia-les y rechaza el proteccionis-mo; habla del mercado librecomo instrumento “más efi-caz” pero a continuación acla-ra: “Sin embargo, esto vale sólopara aquellas necesidades que

son ‘solventables’, con poderadquisitivo, y para aquellos re-cursos que son ‘vendibles’, estoes, capaces de alcanzar un pre-cio conveniente. Pero existennumerosas necesidades huma-nas que no tienen salida en elmercado. Es un estricto deberde justicia y de verdad impedirque queden sin satisfacer lasnecesidades humanas funda-mentales y que perezcan loshombres oprimidos por ellas”(4.34).

Aunque la excusa de que al-gunas cosas no se puedencomprar y vender sólo ha ser-vido para que sea el poder po-lítico el que las compre y lasvenda, aquí cabría argumentarque el pontífice se está refi-riendo a la garantía de los mí-nimos de subsistencia; no esasí, porque alude específica-mente a la seguridad social, lossalarios “suficientes”, y la “ade-cuada tutela”. No hay límitepara el Estado del Bienestarque se puede construir con es-tos mimbres, como se vio enEuropa.

Se aparta del “predominioabsoluto del capital”, pero laalternativa no es el socialismosino “una sociedad basada en eltrabajo libre, en la empresa y enla participación”. ¿Apunta elPapa a una sociedad liberal?

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Su objetivo parece ser la so-cialdemocracia, y ningún in-tervencionista podría resumir-lo mejor que el propio JuanPablo II: “Esta sociedad tam-poco se opone al mercado, si-no que exige que éste sea con-trolado oportunamente por lasfuerzas sociales y por el Esta-do, de manera que se garanticela satisfacción de las exigenciasfundamentales de toda la so-ciedad” (4.35).

Condena el Papa la deudaexterior y el consumismo, ypone como ejemplo la droga(4.36), lo cual llevaría a pensarque la Iglesia no entiende laracionalidad del fenómeno delconsumo. Las doctrinas inter-vencionistas se apoyan en esamisma idea: como la gente nosabe elegir, alguien deberá ele-gir por ella. No podía faltar lamención a la ecología y su re-lación con la torpeza de laspersonas y su “consumo demanera excesiva y desordena-da” (4.37).

Más frases antiliberales: “Laeconomía es sólo un aspecto yuna dimensión de la complejaactividad humana. Si es abso-lutizada, si la producción y elconsumo de las mercancíasocupan el centro de la vida so-cial y se convierten en el únicovalor de la sociedad, no subor-

dinado a ningún otro, la causahay que buscarla no sólo y notanto en el sistema económicomismo cuanto en el hecho deque todo el sistema sociocultu-ral, al ignorar la dimensiónética y religiosa, se ha debilita-do, limitándose únicamente ala producción de bienes y ser-vicios” (4.39).

En vez de pensar en cómo elintervencionismo ha relativi-zado la moral, y en cómo el li-beralismo la ha defendidosiempre, el pontífice se alineacon el discurso intervencionis-ta, que alega que como los ciu-dadanos se ofuscan por la eco-nomía, entonces la salida esarrebatarles la libertad. El Pa-pa carga de misiones al poderpolítico: “Es deber del Estadoproveer a la defensa y tutela delos bienes colectivos como sonel ambiente natural y el am-biente humano, cuya salva-guardia no puede estar asegu-rada por los simples mecanis-mos de mercado. Así como entiempos del viejo capitalismoel Estado tenía el deber de de-fender los derechos funda-mentales del trabajo, así ahoracon el nuevo capitalismo elEstado y la sociedad tienen eldeber de defender los bienes co-lectivos”. Y condena la “’idola-tría’ del mercado, que ignora la

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existencia de bienes que, porsu naturaleza, no son ni pue-den ser simples mercancías”(4.40).

Todo este lenguaje es carac-terístico del intervencionismo,incluso del más extremo. PeroJuan Pablo II da un nuevo vi-raje al preguntarse si la caídadel comunismo comporta eltriunfo del capitalismo. Esta essu notable contestación, queha alborozado con toda lógicaal catolicismo liberal: “La res-puesta es obviamente comple-ja. Si por ‘capitalismo’ se en-tiende un sistema económicoque reconoce el papel funda-mental y positivo de la empre-sa, del mercado, de la propie-dad privada y de la consi-guiente responsabilidad paracon los medios de producción,de la libre creatividad humanaen el sector de la economía, larespuesta ciertamente es posi-tiva, aunque quizá sería másapropiado hablar de ‘economíade empresa’, ‘economía demercado’ o simplemente de‘economía libre’. Pero si por‘capitalismo’ se entiende unsistema en el cual la libertad,en el ámbito económico, noestá encuadrada en un sólidocontexto jurídico que la pongaal servicio de la libertad huma-na integral y la considere como

una particular dimensión de lamisma, cuyo centro es ético yreligioso, entonces la respuestaes absolutamente negativa”(4.42).

Es una declaración liberalimpecable, aunque es menestersubrayar que no hay liberalis-mo que sea sólo económico yque no esté encuadrado en uncontexto institucional al servi-cio de la libertad del hombre ysu moral. Pero el Papa parecearrepentirse de esta concesióny en el mismo apartado, aun-que reitera que el marxismo hafracasado, vuelve a referirse aque “ingentes muchedumbresviven aún en condiciones degran miseria material y moral”y a criticar “una ideología radi-cal de tipo capitalista, que…confía su solución al libre de-sarrollo de las fuerzas del mer-cado”.

Tras lo visto hasta aquí, lomás asombroso de CentesimusAnnus es esta conclusión delPapa: “La Iglesia no tiene mo-delos para proponer” (4.43).

Y lo afirma pocas líneas an-tes de defender el mercado y laempresa pero añadiendo que“éstos han de estar orientadoshacia el bien común”. Tal hasido la norma del intervencio-nismo, pero el liberalismo pos-

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tula que el mercado y la em-presa en libertad ya estánorientados al bien común y nonecesitan ningún conductorque los dirija a esa meta. Algu-nos pensadores católicos libe-rales, en la línea ya comentadade monseñor van Thuan, si-guen a Michael Novak y con-ciben un sistema tripartito:económico-político-cultural.De este modo, intentan pre-sentar al liberalismo como unesquema primordialmenteeconómico y material, capazde funcionar en entornos polí-ticos y ético-culturales muy di-ferentes, y que requiere sercomplementado con libertadespolíticas y criterios morales;Rafael Termes aporta un buenanálisis en este sentido (Ter-mes 1992, cap. VI, especial-mente pp. 172-181). El padreSirico, al comentar la referen-cia del Papa al capitalismo “ra-dical”, que acabamos de citar,también cree que lo que estáhaciendo Juan Pablo II es cri-ticar a los que sostienen que elmercado posee una ética (Siri-co 1998, p. 258).

Comprendo que esta argu-mentación sea atractiva paralos católicos, porque parte denegar al liberalismo la ética,precisamente aquello en lo quela religión ostenta evidentes

ventajas comparativas. Pero setrata de una interpretaciónquizá algo forzada, puesto queel mercado no es un artefacto,y es peligroso razonar como silo fuera. La idea de que paracasar las dos cosas, religión ymercado, es necesario que elmercado sea axiológicamenteneutral, con lo que basta coninyectarle la religión paracompletarlo, acarrea el riesgode ver al mercado sólo comoun instrumento, y este es el ar-gumento intervencionista: co-mo el mercado no lo es todo yademás es un instrumento, ca-be desmontarlo y dirigirlo enaras del interés general. Sinnegar que no es lo mismo elmercado que la moral, los sereshumanos concurrimos a losmercados con nuestra moral ycon ella lo influimos. Haymercados de biblias y merca-dos de asesinatos, pero sólo unreduccionismo extremo sos-tendría que, como ambos sonmercados, como ambos com-portan compromisos y tran-sacciones, no median entreellos diferencias apreciablesporque apenas reflejan el fun-cionamiento de un mecanismopuramente técnico.

El capítulo cuarto de la en-cíclica termina así: “La propie-dad de los medios de produc-

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ción, tanto en el campo indus-trial como agrícola, es justa ylegítima cuando se emplea pa-ra un trabajo útil; pero resultailegítima cuando no es valora-da o sirve para impedir el tra-bajo de los demás u obtenerunas ganancias que no son fru-to de la expansión global deltrabajo y de la riqueza social,sino más bien de su compre-sión, de la explotación ilícita,de la especulación y de la rup-tura de la solidaridad en elmundo laboral. Este tipo depropiedad no tiene ningunajustificación y constituye unabuso ante Dios y los hom-bres. La obligación de ganar elpan con el sudor de la frentesupone, al mismo tiempo, underecho. Una sociedad en laque este derecho se niegue sis-temáticamente y las medidasde política económica no per-mitan a los trabajadores alcan-zar niveles satisfactorios deocupación, no puede conseguirsu legitimación ética ni la justapaz social. Así como la perso-na se realiza plenamente en lalibre donación de sí misma, asítambién la propiedad se justi-fica moralmente cuando crea,en los debidos modos y cir-cunstancias, oportunidades detrabajo y crecimiento humanopara todos” (4.43). El pontífice

aprovisiona a la vez a liberalese intervencionistas.

El capítulo 5, “Estado y cul-tura”, empieza con la defensapor León XIII de la divisiónde poderes, “lo cual constituíaentonces una novedad en lasenseñanzas de la Iglesia”, y delEstado de derecho, dondemandan las leyes y no loshombres (5.44). Censura al to-talitarismo y destaca el papelde la Iglesia en el combatecontra él, una Iglesia que am-para al hombre y la familia y“diversas organizaciones socia-les y las naciones, realidadestodas que gozan de un propioámbito de autonomía y sobe-ranía” (5.45). Apoya la demo-cracia y la participación de losciudadanos pero no “la forma-ción de grupos dirigentes res-tringidos que, por interesesparticulares o por motivosideológicos, usurpan el poderdel Estado” (5.46). Reivindicala ética frente al relativismo:“Una democracia sin valores seconvierte con facilidad en untotalitarismo visible o encu-bierto, como demuestra la his-toria”. Se aparta del funda-mentalismo, “la fe cristiana nopretende encuadrar en un rígi-do esquema la cambiante rea-lidad sociopolítica”, y repiteque la Iglesia “no posee título

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alguno para expresar preferen-cias por una u otra solucióninstitucional o constitucional”(5.46).

Aquí aborda directamente elpapel del Estado en la econo-mía. Asevera con razón que laeconomía necesita un marcoinstitucional que garantice lalibertad, y la estabilidad mo-netaria y la seguridad.

En el apartado número 48aparecen varias muestras deeclecticismo. El Estado, ase-gura el pontífice, vigila los de-rechos humanos en el sectoreconómico, “pero en este cam-po la primera responsabilidadno es del Estado sino de cadapersona y de los diversos gru-pos y asociaciones en que searticula la sociedad. El Estadono podría asegurar directa-mente el derecho a un puestode trabajo de todos los ciuda-danos sin estructurar rígida-mente toda la vida económicay sofocar la libre iniciativa delos individuos”.

De inmediato, el Papa cam-bia de rumbo: “lo cual, sin em-bargo, no significa que el Es-tado no tenga ninguna compe-tencia en este ámbito, comohan afirmado quienes propug-nan la ausencia de reglas en laesfera económica”.

Esta caricatura del liberalis-mo es inaceptable, porque elliberalismo no propugna la au-sencia de reglas. El esfuerzo dequienes han buscado incom-patibilizar al Adam Smithmoralista y al Adam Smitheconomista es fundamental-mente vano (Rodríguez Braun1997, pp. 20-3; Termes 1992,pp. 111-132). Es cierto que al-gunos liberales han sido anti-rreligiosos y han fomentado elcitado “malentendido” del quehabla Rafael Termes, pero laalternativa a esa posición nopuede ser un retrato descon-textualizado de un liberalismoque en realidad ha defendidosimultáneamente el mercado,la justicia y la moral desdeSmith hasta Hayek.

Asimismo, la imagen del li-beralismo como anárquico haservido para apuntalar el inter-vencionismo, igual que otrasideas que el Papa expone: “elEstado tiene el deber de se-cundar la actividad de las em-presas, creando condicionesque aseguren oportunidadesde trabajo, estimulándola don-de sea insuficiente o soste-niéndola en momentos de cri-sis”.

También recomienda inter-venir para evitar el monopolio,pero además “ejercer funciones

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de suplencia en situaciones ex-cepcionales, cuando sectoressociales o sistemas de empre-sas, demasiado débiles o envías de formación, sean inade-cuados para su cometido”, in-tervenciones que “en la medidade lo posible deben ser limita-das temporalmente…para noampliar excesivamente el ám-bito de la intervención esta-tal”. Otra vez, una cosa y lacontraria.

Sólo en este punto admite elPapa que ha habido “excesos yabusos” en el Estado del bie-nestar, pero la solución es elprincipio de subsidiariedad: “unaestructura social de orden su-perior no debe interferir en lavida interna de un grupo socialde orden inferior, privándolade sus competencias”, y a con-tinuación un nuevo zigzag, “si-no que más bien debe soste-nerla en caso de necesidad yayudarla a coordinar su accióncon la de los demás compo-nentes sociales, con miras albien común”. Esta segundamitad de la oración puede jus-tificar una vasta intervenciónpolítica.

Más cambios. El Papa criti-ca el intervencionismo: “Al in-tervenir directamente y quitarresponsabilidad a la sociedad,el Estado asistencial provoca la

pérdida de energías humanas yel aumento exagerado de losaparatos públicos, dominadospor lógicas burocráticas másque por la preocupación deservir a los usuarios, con enor-me crecimiento de los gastos”.

Esto es lo más cercano quehay en la encíclica a una pro-testa por el incremento de losimpuestos, palabra que el Papano utiliza, y está por ello de-trás de León XIII, que sí hablóde la “tributación excesiva” enla Rerum Novarum5. Pero acontinuación pide más Estado:“promover iniciativas políticasno sólo a favor de la familia,sino también políticas socialesque tengan como objetivoprincipal a la familia misma,ayudándola mediante la asig-nación de recursos adecuadose instrumentos eficaces deayuda, bien sea para la educa-ción de los hijos, bien sea parala atención de los ancianos”(4.49).

Parece apuntarse el Papa, apesar de haberla negado en elapartado número 41 de la So-llicitudo rei socialis, de 1987, ala tercera vía: “El individuohoy día queda sofocado confrecuencia entre los polos delEstado y del mercado”. Elerror, que se repite en variasoportunidades, estriba en que

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no se trata de extremos igual-mente nocivos, de los que hayaque mantenerse equidistante.La idea de que lo mejor es unequilibrio entre la libertad y lacoacción no sólo es errónea, si-no que abre la puerta a una ex-pansión del poder político dedifícil delimitación, sobre todocuando se juega con ideas re-duccionistas como que elhombre es sólo productor yconsumidor de mercancías, ocondenando el economicismoque tantas justificaciones haprodigado para el intervencio-nismo. No falta una mención ala cooperación para el desarro-llo, otra excusa para la expan-sión estatal: “así como a nivelinterno es posible y obligadoconstruir una economía socialque oriente el funcionamientodel mercado hacia el bien co-mún, del mismo modo son ne-cesarias también intervencio-nes adecuadas a nivel interna-cional” (4.52).

En el capítulo final, el sexto,“El hombre es el camino de laIglesia”, sostiene Juan Pablo IIque el valor de las encíclicassociales deriva de que son do-cumentos del magisterio, in-sertados en la misión evangeli-zadora de la Iglesia. ”Solamen-te bajo esta perspectiva” (6.54)se ocupa la Iglesia de lo demás,

lo que es cómodo pero cuestio-nable. No se trata, por supues-to, de caer en lo que GabrielZanotti llama “neosaduceísmode derechas…[que] pretendeque en lo temporal haya unaúnica y sola solución específi-ca, derivada directamente delos datos teológicos” (Zanotti1988, p. 17). Es clara y correctala actitud de la Iglesia al reivin-dicar competencia específicaen lo religioso y no en lo tem-poral, pero eso no quita paraque sus mensajes temporalestengan un contenido confusoni para que estén abiertos a lacrítica. No acierta, pues, RafaelTermes, al subrayar como he-mos visto que nada se oponeen el Magisterio de la Iglesia alliberalimo económico. Son nu-merosas las opiniones de dichoMagisterio que se oponen, ma-tizan o condicionan la doctrinaliberal. El hecho de que estasopiniones acompañen a otrasmanifestaciones que propicianun nítido liberalismo no puedeser sólo saludado como signode finura intelectual, sino tam-bién lamentado como muestrade un pensamiento, en esteúnico aspecto, incoherente6.

Un ejemplo de esta tensacontradicción, como esperohaber demostrado, es la propiaCentesimus Annus y lo que sos-

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tiene el Pontífice a continua-ción. Alega que tras el de-rrumbe del comunismo “lospaíses occidentales corren elpeligro de ver en esa caída lavictoria universal del propiosistema económico, y por ellono se preocupen de introduciren él los debidos cambios”(6.56). No hay elementos sufi-cientes en esta encíclica, y pro-bablemente en ninguna otra,para calibrar esos peligros nipara ponderar esos cambios“debidos”, menos aún cuandorepite el Papa que “cada día sehace más grave” el problemade la pobreza y el subdesarro-llo, lo que es discutible.

El Papa pide un cambio devalores a todos, sin percibirhasta qué punto él puede ha-ber contribuido a distorsionar-los, por ejemplo con declara-ciones que vinculan la pobrezamundial con el hecho de que“se siente cada día más la ne-cesidad de que a esta crecienteinternacionalización de la eco-nomía correspondan adecua-dos órganos internacionales decontrol” (6.58), que es lo quepiden los intervencionistas deizquierda y derecha, que tam-bién coinciden en el rechazo alliberalismo como si fuera unextremo nocivo del que hayque mantenerse apartado.

El Papa procura definir otravez una Iglesia no programáti-ca: “Para la Iglesia el mensajesocial del evangelio no debeconsiderarse como una teoría,sino por encima de todo, unfundamento y un estímulo pa-ra la acción”. Pero no es razo-nable postular que la doctrinade la Iglesia pretende impulsarexclusivamente la acción y nola intelección.

Quizá reconociendo lascontradicciones que afectan asu texto y que he intentadoponer de relieve en estas pági-nas, Juan Pablo II terminaCentesimus Annus con esta re-veladora declaración: “Hoymás que nunca la Iglesia esconsciente de que su mensajesocial se hará creíble por el tes-timonio de las obras, antes quepor su coherencia y lógica in-terna” (6.57).

Y así es, en efecto. Ningunadesconexión lógica, ningunatensión económica empañarájamás la ejemplar, extraordina-ria y abnegada labor de la Igle-sia católica en pro de los des-favorecidos y de toda la huma-nidad. Pero ello no es óbicepara sostener, primero, que laIglesia está defendiendo (entreotras) una teoría, y segundo,que es una teoría equivocada.

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a Agradezco la ayuda y los comenta-rios de Isabel Gómez-Acebo y RafaelTermes, con quienes comparto siem-pre amistad pero no siempre ideas.Por eso, los errores que contienen es-tas páginas no derivan de sus consejossino de mi contumacia.

1 Pueden verse las páginas que dedi-co al pontífice en Rodríguez Braun(1999).

2 Thuan, François-Xavier Nguyenvan (1998ª), p. xi, también alude a las“desigualdades sociales y económicasintolerables”, habitual excusa del in-tervencionismo para recortar las li-bertades.

3 Véanse en Pham, John-Peter, Op.cit., las pp. 15, 18, 38, 89, 91, 119,126, que rezuman intervencionismo.Son destacables, desde la otra pers-pectiva, los textos de Novak, D. Anti-seri, J. Roback Morse y muy especial-mente el de George Gilder.

4 Las cifras entre paréntesis corres-

ponden a los capítulos y números dela encíclica, Juan Pablo II (1991).

5 Y lo hizo cuando sólo el 2 por cien-to de la población pagaba impuestosdirectos, Palladino (1998), p. 35.

6 En correspondencia privada, RafaelTermes me recuerda una frase queambos escuchamos más de una vez enboca de nuestro querido amigo co-mún, Lucas Beltrán: “moriré católicopenitente y liberal impenitente”. Estáclaro que el pensamiento de Lucasapuntaba a convencer a los católicosde que, precisamente como católicos,deben preferir el modelo de econo-mía de mercado, porque es el mejorsistema para el bienestar y la libertadde los hombres (véase, por ejemplo,Beltrán 1986). Con todo, y arriman-do el ascua a mi sardina intelectual ya mi tesis de la “tensión”, no puedoevitar subrayar una palabra notable enesa frase de Lucas Beltrán, la palabra“impenitente”, a saber: “que se obsti-na en el pecado”.

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NOTAS

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El profesor Carlos Ro-dríguez Braun ha ela-borado un interesante

trabajo que, bajo el título Ten-sión económica en la CentesimusAnnus, publica este número deEmpresa y Humanismo y en elque reiteradamente me cita.Por eso, no es extraño que eldirector de la Revista haya te-nido la idea de acompañar elartículo de Carlos con algunoscomentarios míos que, ama-

blemente, me ha invitado a re-dactar.

Conozco al profesor Rodrí-guez Braun desde hace tiempoy con frecuencia hemos dialo-gado sobre el tema que en estaocasión aborda y, de hecho, asíha sucedido con ocasión delartículo en cuestión, diversosborradores del cual he tenidoel privilegio de conocer y co-mentar con el autor. De aquíque me sienta cómodo al re-dactar estas líneas, que no des-

LA ECONOMÍA DE

MERCADO Y LA

DOCTRINA DE LA

IGLESIA CATÓLICA

RAFAEL TERMES*

Contrariamente a lo sostenido por el profesor Rodríguez Braun, Rafael Ter-mes mantiene en su texto que el magisterio de la Iglesia no se opone a la de-fensa de los tres pilares fundamentales en los que se basa el capitalismo: la pro-piedad privada, la utilización del mecanismo de los precios como elemento óp-timo para obtener una eficiente asignación de recursos, y la libertad de las per-sonas.

Palabras clave: Doctrina de la Iglesia, mercado, liberalismo económico.

* Rafael Termes es Director del IESE de Madrid.

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cubrirán nada nuevo a Carlospero que, tal vez, puedan servirpara que los lectores de Em-presa y Humanismo percibanuna interpretación distinta dela que él hace de la CentesimusAnnus y puedan así sacar suspropias conclusiones al respec-to.

Advierto, de entrada, que nome propongo contestar, una auna, las críticas de mi amigo ala Centesimus Annus. Mi inten-ción es, más bien, afirmar que,por las razones que diré, estascríticas no han logrado apar-tarme del convencimiento, queprofundamente abrigo, de lacompatibilidad entre la doctri-na de la Iglesia y el liberalismoeconómico; máxime tratándo-se, como es mi caso, del libera-lismo iusnaturalista1.

Mi convencimiento sobre lacompatibilidad entre la Doc-trina Social de la Iglesia y elsistema de economía de libremercado que, sin duda con po-ca fortuna, llamamos capitalis-mo, ha sido sometido a inten-so ataque tanto desde el ladosocialista como desde el ladoliberal. Los unos me dicen queno puedo ser católico puestoque soy liberal, los otros afir-man que no puedo ser liberalpuesto que soy católico. Con

una interpretación forzada delaforismo “in medio, virtus”,podría decir que esta oposicióndesde ambos extremos delpensamiento económico megarantiza la posesión de la ver-dad. Ya sé que no es así, pero,en cierto sentido, me refuerzaen mi postura.

Viniendo al tema, recordaréque cuando, hace ya nueveaños, en los cursos de veranode la Universidad Compluten-se, pronuncié una conferenciacon el título “La Doctrina so-cial y el espíritu del capitalis-mo: crónica de un malentendi-do”2, me apoyé en la Centesi-mus Annus de Juan Pablo II yen la doctrina de los Papas quele precedieron, para demostrarque nada hay en el Magisteriode la Iglesia que se oponga a ladefensa de los tres pilares bási-cos en que se asienta el capita-lismo: la propiedad privada,incluso de los bienes de pro-ducción; la utilización del me-canismo de los precios comoinstrumento óptimo para laeficiente asignación de recur-sos; y la libertad de las perso-nas para que todas ellas, res-ponsables de su futuro, puedandecidir las actividades que de-seen emprender, asumiendo elriesgo del fracaso a cambio de

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la expectativa de apropiarse elbeneficio si se produce.

Añadí entonces, y lo man-tengo, que en el modelo capi-talista, el Estado no debe in-terferir en la mecánica delmercado, ni intervenir, salvopara el ejercicio de un reduci-do papel subsidiario, en aque-llas actividades de los ciudada-nos que el propio mercado en-cauza. Lo cual no quiere decirque se niegue el papel del Es-tado, sino más bien afirmarque, al lado de sus primigeniasfunciones como guardián delorden y administrador de lajusticia, compete al Estado,como servidor que debe ser dela sociedad, velar por la purezadel funcionamiento del merca-do, creando y manteniendo unmarco legal para que la activi-dad económica encuentre suspropios objetivos y solventepor ella misma los conflictosque puedan existir.

Mi tesis fue, y sigue siendo,que, entendido el capitalismotal como, ni más ni menos, lohe definido, este sistema pro-duce, tanto desde el punto devista material como desde elpunto de vista moral, mejoresresultados que su contrario, elsistema socialista o de econo-mía centralizada y planificada.

Esta es una cuestión que laIglesia deja a la libre elecciónde sus fieles, ya que, como rei-teradamente ha afirmado elMagisterio, no tiene compe-tencia técnica para entrar enello. Entiendo que no estoy encontra, ni en lo más mínimo,de la doctrina social de la Igle-sia, ya que ella me otorga plenalibertad para defender y pro-pagar, como lo hago, el libera-lismo económico, al tiempoque insisto en que este sistemadará mejores resultados cuan-do las personas que actúan enel marco del mismo más secomporten de acuerdo con losvalores morales congruentescon la dignidad de la naturale-za humana.

Mi opinión en favor de lasolución liberal es compatiblecon el respeto que me merecenotros cristianos que piensanque la fórmula intervencionis-ta es mejor, aunque este respe-to no me impide decir que, ami juicio, valdría la pena queconsideraran que su opinión,tal vez válida técnicamente enun modelo de economía cerra-da, de suma cero, en el cual loque uno tiene lo ha quitado aotro, puede dejar de serlo enun sistema de economía abier-ta, de suma creciente, en el quela distribución del producto se

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produce en forma aumentadapara todos.

Sin embargo, al final deaquella conferencia del año1991, terminé reconociendoque mis reflexiones eran el re-sultado de la lectura de la Cen-tesimus Annus que yo había he-cho desde mi óptica liberal yque, desde luego, admitía queotros podrían extraer de la En-cíclica conclusiones distintasde las que yo me había permi-tido aportar. La verdad es que,al decir esto, estaba pensandoen los que se llaman, a sí mis-mos, católicos para el socialis-mo, para los cuales todo cris-tiano, de acuerdo con elMagisterio -interpretado porellos- no tiene más remedioque ser socialista. La sorpresapara mí es que la lectura dis-crepante ha venido de un libe-ral tan eximio como CarlosRodríguez Braun que, de estaforma, se ha constituido enuna de las pocas excepcionesdentro de los pensadores libe-rales que, en su gran mayoría,recibieron con gran regocijo laCentesimus Annus. Juan Velar-de Fuertes, en el trabajo conque participó en el ciclo sobrela Encíclica, organizado por laReal Academia de CienciasMorales y Políticas3, terminadiciendo: En 1981, ante la Re-

rum novarum, el economistaAnatole Leroy-Beaulieu declaróque esta Encíclica suponía “lavuelta al mundo de uno de losgrandes actores de la historia, elpapado”. En 1991, es éste el que,situándolo en sus adecuadas pers-pectivas, hace volver al seno deun mundo importante siempre, elde la Iglesia católica, a la econo-mía de libre mercado o, si se pre-fiere, al capitalismo. Se ha dichoque esta Encíclica (CentesimusAnnus) “quizá sea el documentomás sutil y mejor escrito de JuanPablo II hasta hoy”4. Por supues-to, pero también el más revolu-cionario, porque abre la puerta aun capitalismo católico.

* * *Entrando ya en el trabajo

que debo comentar, quiero, enprimer lugar, señalar el respe-to, rayando en simpatía, queCarlos Rodríguez Braun sien-te por Juan Pablo II, puesto demanifiesto no sólo en el artí-culo que nos ocupa, sino enmuchas otras ocasiones. Tam-bién merecen anotarse las fra-ses de elogio que el autor dedi-ca a la “ejemplar, extraordina-ria y abnegada labor de la Igle-sia católica”. Lo cual quieredecir que el profesor Rodrí-guez Braun critica la doctrina

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de la Iglesia por razones queno tienen nada que ver con losespurios motivos que inducena los mal llamados progresistasa pronunciarse, casi siempredesde la ignorancia, en contrade la Iglesia católica. Su dis-crepancia es fruto de un traba-jo serio, que merece todos misrespetos, aunque el resultadodel mismo a mí me parezcaerróneo.

Desde este respeto, intenta-ré indagar las causas que expli-can la crítica que Carlos Ro-dríguez Braun, desde su pen-samiento liberal, dedica a laCentesimus Annus. A mi juicio,estas causas son por lo menostres. La primera es que Rodrí-guez Braun, en vez de enjui-ciar la Encíclica por su tenorglobal, realiza un despiece dela misma, poniendo de relievelas frases, incluidas en algunospárrafos, de las que parece quepueda deducirse una condenamoral del liberalismo o unadefensa de la necesidad del in-tervencionismo estatal. Noniego que sea así. Pero ello esdebido a que el Papa no hablacomo economista, sino comopastor de almas, y, a veces, estapreocupación por los fallosmorales que se observan en lassociedades contemporáneas-que él mismo afirma que no

son atribuibles al sistema eco-nómico, sino al sistema ético-cultural- le lleva a proponersoluciones que, técnicamentehablando, no son correctas, locual no tiene nada de extraño,puesto que, en repetidas oca-siones, el Magisterio ha afir-mado que la Iglesia carece decompetencia en el aspecto téc-nico.

El propio Juan Pablo II enla Encíclica Sollicitudo rei so-cialis, anterior a la CentesimusAnnus, afirma que la Iglesia nopropone sistemas o programaseconómicos y políticos, ni mani-fiesta preferencias por unos o porotros, con tal de que la dignidaddel hombre sea debidamente res-petada y promovida. Ya sé queRodríguez Braun dice que estoes lo que afirma la Iglesia, pe-ro, en realidad, sí propone unsistema, al oponerse -según él-al libre mercado. No es así. Loque pasa es que -como siguediciendo Juan Pablo II- laIglesia es experta en humanidad,y esto le mueve a extender nece-sariamente su misión religiosa alos diversos campos en que loshombres y mujeres desarrollansus actividades (...). Por esto laIglesia tiene una palabra que de-cir (...) y a este fin utiliza comoinstrumento su doctrina social.

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La doctrina social de la Iglesia-concluye el Pontífice- no es,pues, una tercera vía entre el ca-pitalismo liberal y el colectivismomarxista, y ni siquiera una posi-ble alternativa a otras solucionesmenos contrapuestas radicalmen-te, sino que tiene una categoríapropia. No es tampoco una ideo-logía, sino la cuidadosa formula-ción del resultado de una atentareflexión sobre las complejas rea-lidades de la vida del hombre enla sociedad y en el contexto inter-nacional, a la luz de la fe y de latradición eclesial. Su objetivoprincipal es interpretar esas rea-lidades, examinando su confor-midad o diferencia con lo que elEvangelio enseña acerca delhombre y su vocación terrena y, ala vez, trascendente, para orien-tar en consecuencia la conductacristiana. Por tanto, no pertenece-la doctrina social- al ámbito dela ideología, sino al de la teolo-gía, y especialmente de la teologíamoral5.

No parece, pues, adecuadoesperar que todas y cada unade las frases de la CentesimusAnnus resistan el examen críti-co, desde el punto de vista delpensamiento económico libe-ral, para que pueda afirmarseque esta Encíclica, que sinteti-za y pone al día la centenariadoctrina social de la Iglesia, no

se opone a que los católicos seadhieran al sistema capitalistade organización social, si esti-man que éste es, como yopienso, el que mejor y más rá-pidamente logra el bienestarde los pueblos. Basta, a mi en-tender, que el Documento lodiga, aunque en algunos párra-fos, por defectos de expresión,parezca contradecirlo. Que es-ta postura es correcta, puedeayudar a verlo el razonamientoaportado, a contrario sensu, porGabriel Zanotti, bien conoci-do del profesor RodríguezBraun, cuando, para defendera Mises y Hayek, cuya “solamención causa hoy, en ambienteseclesiales, más recelo que el anti-cristo”, dice: “no les pidamos quecompartan una cosmovisión cris-tiana en la cual, y no por malavoluntad, nunca estuvieron. Pi-dámosle, sí, sus aportes técnicos alanálisis de la economía de mer-cado, y descubriremos (...) que elmercado es un proceso que, bajodeterminadas condiciones insti-tucionales -libre acceso; ausenciade privilegios y prebendas a losemprendimientos privados- con-duce los recursos escasos hacia lasnecesidades de la demanda, con-duciendo ello a la función socialde la propiedad, la subsidiarie-dad del Estado y la primacía delbien común6, bien común que,

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añado yo, es precisamente elobjetivo que dicen buscar loscitados ambientes eclesiásticoshostiles. No pidamos tampocoal Papa que no cometa ningúnerror en economía; basta quenos diga que la economía demercado, ajena al error antro-pológico -desaparición del con-cepto de persona como sujeto au-tónomo de decisión moral- que elPapa achaca al socialismo7, sila empleamos bien, es una víaque conduce al verdadero pro-greso económico y civil8.

* * *Otra de las razones que, a

mi juicio, explican la críticanegativa, desde la óptica libe-ral, que el profesor RodríguezBraun dedica a la doctrina dela Iglesia católica es que seapoya en declaraciones de per-sonajes eclesiásticos que, porprestigiosos que sean, no re-presentan el magisterio Uni-versal de la Iglesia que compe-te, en exclusiva, al Papa y alConcilio Ecuménico convo-cado y presidido por Él. Queel arzobispo François-XavierNguyen van Thuan, admirablevíctima del comunismo vietna-mita, hable del doble peligrodel comunismo y el capitalis-mo, equiparando ambos “ma-

les”, es un error a él sólo impu-table, pero no compromete ladoctrina de la Iglesia. Cuandomonseñor Van Thuan, segúnnos relata Rodríguez Braun,afirma que el Papa no es libe-ral, dice, sin duda, una verdad,desde el punto de vista políti-co-económico, porque el Papa,como Vicario de Cristo y Ca-beza de Su Iglesia, no es, nopuede ser, ni liberal ni socialis-ta, ni socialdemócrata, ni par-tidario de la tercera vía, ni deninguna otra forma de organi-zación político-social. Su pa-pel, como sucesor de Pedro, es“confirmar en la verdad”, seña-lando a los fieles de la Iglesia ya todos los hombres de buenavoluntad, aquello que en estossistemas es o no conforme a ladignidad de la persona y que,en consecuencia, les acerca oaleja de su último fin.

Lo que importa, al objetoque nos ocupa, es que del Ma-gisterio del actual Papa, enconcordancia con el de suspredecesores, se deduce clara-mente el derecho que asiste atodos los católicos a optar porel sistema capitalista, sin trai-cionar por ello la doctrina dela Iglesia. Lo que importa es lacompatibilidad entre catolicis-mo y capitalismo, que, sobretodo, en la Centesimus Annus,

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en mi opinión, está claramentedeclarada, siempre que el capi-talismo se entienda en la for-ma que el Papa lo describe9 yque coincide con la definiciónque di al principio y tal como,a mi juicio, se practica al día dehoy.

Por otra parte, puestos a ci-tar testimonios sobre el pensa-miento económico de Juan Pa-blo II, podemos buscar otrosautores y, entre ellos, el padreRobert Sirico, sacerdote cató-lico norteamericano. En el IIISimposium Internacional sobreEconomía y Religión, organiza-do, en mayo de 1999 por laFacultad de Ciencias Econó-micas y Empresariales de laUniversidad de Navarra, y enel que tanto el profesor Rodrí-guez Braun como yo participa-mos, el profesor Sirico desa-rrolló una ponencia bajo el tí-tulo: “La economía en el pen-samiento de Juan Pablo II”,que él mismo resumió dicien-do que había resaltado la im-portancia del librecambio, de lalibertad de asociación, de la em-presa, de la propiedad privada,del sistema de precios y beneficios,de la caridad voluntaria y de laprovisión del bienestar; así comodel papel limitado del Estado,tanto según el pensamiento delPapa como según la tradición de

la teoría económica en el ámbitogeneral10. Como se ve, esto sue-na en forma muy distinta de loque, citando a monseñor VanThuan, nos aporta RodríguezBraun.

Para no hacerme prolijo, di-ré simplemente que, en el ca-pítulo de testimonios, difícil-mente podemos obviar al detodos conocido profesor Mi-chael Novak quien, en sus muynumerosas publicaciones, desdeThe Spirit of Democratic Capi-talism (1982)11 hasta The Cat-holic Ethic and the Spirit of Ca-pitalism (1993)12, no ha cesadode demostrar la verdad de lamisma tesis que yo sostengo,es decir, la compatibilidad yhasta coincidencia entre capi-talismo y catolicismo. Coinci-dencia digo, porque de su con-junción salen los mejores re-sultados, tanto en términoseconómicos como en términosmorales. Novak es el autor delo que Rodríguez Braun, en elartículo que estoy comentan-do, llama la “cuestión triparti-ta”. Y esta “cuestión” me lleva ala tercera explicación, y últimaque quiero comentar, de la crí-tica del profesor RodríguezBraun a la Iglesia que, segúnél, continua viendo al liberalis-mo como hostil o en el mejor delos casos ajeno a la moral, igual

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que lo ha visto siempre el inter-vencionismo de izquierdas y de-rechas.

* * *Y esta tercera explicación es

que Carlos Rodríguez Braun, apesar de citar el sistema tripar-tito, económico-político-cul-tural, no profundiza en el sen-tido que atribuye Novak a loque, desde 1982, llama “capita-lismo democrático”. Las carac-terísticas de este modelo, quesu autor califica de uno y trino,vienen dadas por la conjunciónde un sistema económico delibre mercado; un sistema polí-tico respetuoso con los dere-chos individuales a la vida, a lalibertad y a la búsqueda de lafelicidad; y un sistema moralcultural pluralista y, en el máscorrecto sentido de la palabra,liberal. La razón última de estaconfiguración radica en que elcapitalismo es un sistema eco-nómico que tiene sus leyespropias e invariantes, aunqueesto no quiera decir que seaamoral, ya que el sistema, en símismo, no presupone ningunanecesaria vinculación con con-cepciones filosóficas rechaza-bles desde una antropologíacorrecta. Es más, el mercado,propio del sistema capitalistatiene su moral, como resultado

del propósito de descubrir yatender las necesidades de losdemás, lo cual, en ausencia deviolencia, fraude o dolo, y sinmerma de la búsqueda del le-gítimo interés propio, es unamanifestación del espíritu deservicio inherente al capitalis-mo.

Pero el capitalismo no sedesarrolla en el vacío; vive enel entorno constituido por undeterminado sistema ético-cultural y un concreto sistemapolítico-jurisdiccional que,respectivamente, motiva y en-marca la actuación de losagentes del sistema económi-co. Por ello, distintas axiologíasy distintas organizaciones po-lítico-jurídicas producirán re-sultados económicos y moralesdistintos, por la mera opera-ción de las mismas leyes eco-nómicas generales. Entendidaslas cosas de esta forma, me pa-rece que resulta sencillo con-cluir que, sin intentar interferiren el núcleo invariante de lasleyes económicas, es decir, re-nunciando a la intervencióngubernamental de los merca-dos, podemos y debemos in-tentar mejorar, desde el puntode vista ético, los resultadosdel proceso económico deasignación de recursos, perfec-

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cionando el sistema de valoresy el sistema institucional.

Y esto es precisamente loque quiere Juan Pablo II, y a loque se dirigen sus advertenciaspara que el capitalismo merez-ca la respuesta positiva que leotorga en el tan citado punto42 de su Centesimus Annus. ElPapa, hablando del capitalis-mo o, como él prefiere, de laeconomía libre o de mercado,no dice que sea necesario cam-biar el sistema económico queconstituye la primera “pata” delsistema tripartito. El Papa,simplemente apunta a la mejo-ra de las otras dos “patas” delmodelo y, refiriéndose a una deellas, el sistema institucional,propugna un sistema en el cualla libertad, en el ámbito econó-mico esté encuadrada en un sóli-do contexto jurídico que la pongaal servicio de la libertad humanaintegral13, afirmando que la ac-tividad económica, en particularla economía de mercado, no pue-de desenvolverse en medio de unvacío institucional, jurídico y po-lítico14. Y, por lo que respecta ala tercera “pata”, el Papa, des-pués de censurar numerososrasgos de comportamiento de-gradado que se observan en lassociedades occidentales, domi-nadas por la cultura del poseery gozar, en vez de orientarse

por la del ser y valer, aclara queestas críticas van dirigidas notanto contra un sistema económi-co, cuanto contra un sistema éti-co-cultural15.

Por lo tanto, si queremosque nuestro sistema capitalistasea el capitalismo bien enten-dido al que se refiere el Papa,no es necesario precisamentecambiar el sistema económicoliberal que lo sustenta, sino,visto el deterioro de los siste-mas cultural e institucionalque lo enmarcan, intentar re-generarlos. En esta necesariaregeneración moral de nues-tras sociedades y sus institu-ciones, el principal recurso delhombre, dice Juan Pablo II, es elhombre mismo. El hombre, consus creencias y con su comporta-miento. Es su inteligencia la quedescubre las potencialidades pro-ductivas de la tierra y las múlti-ples modalidades con que se pue-den satisfacer las necesidades hu-manas. Es su trabajo disciplina-do, en solidaria colaboración, elque permite la creación de comu-nidades de trabajo cada vez másamplias y seguras para llevar acabo la transformación del am-biente natural y la del mismoambiente humano. En este proce-so están comprometidas impor-tantes virtudes, como son la dili-gencia, la laboriosidad, la pru-

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dencia en asumir los riesgos ra-zonables, la fiabilidad y la leal-tad en las relaciones interperso-nales, la resolución del ánimo enla ejecución de decisiones difícilesy dolorosas, pero necesarias parael trabajo común de la empresa ypara hacer frente a los eventualesreveses de la fortuna16.

Siguiendo a Michael Novak,diré que creatividad y coopera-ción son los términos en quecabría sintetizar las virtudesenumeradas por el Papa. Perocreatividad y cooperación son,precisamente, las virtudes pro-pias del capitalismo. La pro-funda justificación moral delsistema capitalista no radicatan sólo en que -imperfectocomo es- sirva a la libertadmejor que cualquier otro co-nocido; ni siquiera en que seala manera práctica de realizarla opción por los pobres, yaque eleva sus niveles de vidamás que ningún otro sistema;ni en que mejore el estado desalud de los seres humanos ymantenga el balance entre loshombres y su entorno mejorque en las socialistas o tradi-cionales sociedades del tercermundo. Todo esto es cierto,pero la verdadera fuerza moraldel capitalismo -que es descu-brimiento, innovación e inver-sión- radica en su capacidad

para promover la creatividadhumana mediante la coopera-ción.

* * *Siendo todo esto así, con-

cluiré diciendo que la relecturade la Centesimus Annus de lamano crítica de Carlos Rodrí-guez Braun, no me ha descu-bierto en la Encíclica nada queme suponga la tensión que élacusa y, mucho menos, que meobligue a abdicar de mi libera-lismo. No creo que la doctrinasocial de la Iglesia, reactualiza-da por el Pontífice, sea hostil alliberalismo económico. Respe-tando su postura, mi más fer-viente deseo es que Carlos lle-gara a verlo también así. Encuanto a mí, siguiendo el dic-tado de nuestro común amigoLucas Beltrán, me mantendréliberal impenitente, luchando,dentro de mis flaquezas, porcomportarme como un buencatólico. Precisamente estacondición es la que me hacepensar que el cristianismo tie-ne un papel decisivo en laseconomías de mercado. Cier-tamente que el cristianismo noes un simple código de con-ducta. El cristianismo es esen-cialmente, y ante todo, la ad-hesión personal a Jesucristo,confesado como Dios y Hom-

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bre verdadero. Pero la fe entra-ña un compromiso de com-portamiento, de seguimientopor un camino basado en lasenseñanzas y las obras de Cris-to. Los primeros cristianos,provenientes tanto del pueblojudío como de la gentilidad,dice también Juan Pablo II ensu posterior Encíclica VeritatisSplendor, se diferenciaban de lospaganos no sólo por su fe y su li-turgia, sino también por el testi-monio de su conducta moral, ins-pirada en la Ley Nueva. Enefecto, la Iglesia es a la vez co-munión de fe y de vida. Ningunalaceración debe atentar contra laarmonía entre la fe y la vida: launidad de la Iglesia es herida nosólo por los cristianos que recha-zan o falsean la verdad de la fe,sino también por aquellos quedesconocen las obligaciones mora-les a las que los llama el Evange-lio. Los Apóstoles rechazaron con

decisión toda disociación entre elcompromiso del corazón y las ac-ciones que lo expresan y demues-tran17.

Por lo tanto, si los cristianosque operan en el sistema capi-talista, cualquiera que sea ellugar que en él ocupen, viven,en el ejercicio de su respectivaactividad, las virtudes cristia-nas; si los no cristianos vivenlas virtudes morales de acuer-do con la ley natural, que a to-dos obliga y a todos los quecon sinceridad la buscan les esdado conocer, en forma que nopodrá diferir de la auténticainterpretación del Magisterio;entonces el tripartito sistemaque hemos estado contem-plando funcionará satisfacto-riamente y producirá los mejo-res resultados, tanto económi-cos como morales, que cabeesperar en esta tierra.

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1 En nota a pie de página, RodríguezBraun se refiere a la frase de LucasBeltrán -”moriré católico penitente yliberal impenitente”- que yo le recor-daba para definir mi propia posición.A pesar de la ingeniosa pirueta inter-pretativa de Carlos, es evidente queLucas quería decir que, si bien, comocatólico, se arrepentía de sus pecados,no se arrepentía de ser liberal, preci-samente porque no lo considerabapecado.

2 Los problemas sociales cien años des-pués de la Rerum Novarum, Cursos deverano de la Universidad Complu-tense, 31 de julio de 1991.

3 VV. AA. (1991), Acerca de Centesi-mus Annus, Espasa-Calpe, Madrid.

4 La frase es de Richard N. Ostlingen “Mopping up after Marx”, Time,13 de mayo, 1991.

5 Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis,nº 41.

6 Zanotti, Gabriel J. (1999), Doctri-na Social de la Iglesia y Liberalismo:¿Antagonismo o malentendido?, Uni-

versidad Francisco Marroquín, Gua-temala.

7 Juan Pablo II (1993), CentesimusAnnus, nº 13.

8 Ibidem, nº 42.

9 Cfr. Juan Pablo II (1993), Centesi-mus Annus, nº 42.

10 Ravina, Luis (ed.) (2000), Economíay Religión, Eunsa, Pamplona, p. 246.

11 Novak, Michael (1984), El espíritudel capitalismo democrático, EdicionesTres Tiempos, Buenos Aires.

12 Novak, Michael (1983), The Cat-holic Ethic and the Spirit of Capitalism,The Free Press, Nueva York.

13 Juan Pablo II (1993), CentesimusAnnus, nº 42.

14 Ibidem, nº 48.

15 Ibidem, nº 39.

16 Juan Pablo II (1993), CentesimusAnnus, nº 32.

17 Juan Pablo II (1993), Veritatissplendor, nº 26.

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RECENSIONES

Dirigir los envíos de libros a la Secretaría delInstituto Empresa y Humanismo.

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Los profesores Yoffie, de laHarvard Business School, y Cu-sumano, de la Sloan Manage-ment School del MIT, han es-crito un libro que se ha con-vertido desde su aparición enla referencia más sólida hastael momento acerca de las es-trategias empresariales en laera de Internet. El mercadoestá inundado por volúmenesque versan sobre la nueva eco-nomía (¿hay otra? Como diceHoward Frank, creador de In-ternet, es la única que hay yha venido para quedarse), laera digital, el e-marketing, olas organizaciones virtuales,por citar algunos ejemplos.Sin embargo, a mi juicio, laobra que nos ocupa mereceuna mención singular, puesafronta con calidad académicay desde una perspectiva prác-tica las cuestiones que preocu-pan a los directivos y empre-sarios que se asoman a lasvueltas y revueltas de la red:¿qué ha cambiado en elmundo de la empresa desde

hace un par de años?, ¿cuálesson los modos más eficaces deresponder a esos cambios?,¿cómo estar a la altura delpresente?, ¿es necesario unnuevo pensamiento estraté-gico?, ¿cómo competir?

En un lapso de tiempo fu-gaz se han producido cambiosradicales en las tecnologías yen los mercados; se han de-sencadenado innumerablescarreras por adquirir cuotas demercado dirigidas por losefectos de la red (el fin de losportales electrónicos no esotro que captar el mayor trá-fico posible); los sectores semueven con rapidez hacia unaconvergencia desconocida enla historia económica; y por siesto no fuera bastante, el nivelde competitividad se ha dis-parado: todos compiten con-tra todos por el mismo botín,gigantes corporativos y start-ups comparten idénticos obje-tivos.

Detrás está la aparición dealgo que no es más que un

COMPETING ON INTERNET TIME. LESSONS

FROM NETSCAPE AND ITS BATTLE WITH

MICROSOFT

D. YOFFIE Y M. CUSUMANO, THE FREE PRESS, NUEVA YORK, 1998

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medio, pero un medio colosal:Internet. “Una red de redes,levantada sobre un conjuntode tecnologías de software quepermite que el hardware en-víe, reciba y localice paquetesde información que viajan a lavelocidad de la luz por unaautopista electrónica mun-dial”. Y lo que es todavía massorprendente, barato y fácil deusar.

Uno de los efectos de Inter-net es que ha comprimido eltiempo. Ahora bien, competiren la red exige, de modo ine-xorable, ser flexible de formaestratégica, estructural y ope-rativa, así como aprovechartodos los puntos para multi-plicar las ventajas competiti-vas, consiguiendo la fidelidadde los clientes o sacando par-tido de las debilidades delcompetidor. Estar atentos alas oportunidades y moversevelozmente es un requisitoesencial; llegar tarde en estemundo significa no llegar. Endefinitiva, lo que hace Inter-net es acelerar permanente-mente el flujo de nueva infor-mación, nuevos productos yservicios a lo largo y ancho delplaneta. Como consecuenciade ello, de los directivos se es-pera que dispongan sus orga-nizaciones y las capacidades

de sus miembros para cambiarcon agilidad continuamente.

Yoffie y Cusumano analizanen este libro la batalla compe-titiva que se desató entre Nets-cape, un recién nacido, y Micro-soft, el monopolio gigante delsector, con motivo de sus nave-gadores por la red. Aunque setrata de una obra con una grancantidad de contenidos técni-cos, su lectura permite aden-trarse en cómo evolucionan lasestrategias en la Era Digital yreflexionar sobre las políticasque funcionan y las que de-sembocan en un callejón sinsalida. Competir siempre hasido difícil y competir con ri-vales fuertes y agresivos, más;sin embargo, ahora se añadeque hay que hacerlo con la ve-locidad que marca el medio.Esto abre ventanas de oportu-nidad interesantes para los pe-queños, si las saben distinguiry aprovechar.

Las nuevas empresas puedenaprender de Netscape a:

- Crear una visión ilusio-nante y viva de productos, tec-nologías y mercados, estrecha-mente ligada a la acción.

- Contratar y adquirir expe-riencia de gestión que se sumea los conocimientos técnicos.

RECENSIONES

Revista Empresa y Humanismo, Vol. II, Nº 2/00, pp. 509-512

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- Construir los recursos in-ternos propios de una granempresa organizándose comolas pequeñas.

- Construir relaciones exter-nas que compensen la limita-ción de los recursos internos

Yoffie acuña en estas pági-nas una expresión que proba-blemente le haga merecedorde una estrella en el firma-mento de los gurús: la estrate-gia de judo (judo strategy), quecombina rapidez (en el trán-sito de la visión a la acción,llevando al contrincante alpropio terreno y evitando laconfrontación directa), flexibi-lidad (al compatibilizar la pla-nificación estratégica con losconstantes ajustes tácticos) y“apalancamiento” (leverage), enla búsqueda de las valiosaseconomías de escala y de red(tráfico), así como en la lealtada una marca por la satisfacciónde los clientes. Planificar entiempos de Internet no suponeacortar el horizonte de la pla-nificación, sino incluir la dis-ponibilidad para realizar ajus-tes con rapidez; en definitiva,se trata de comprimir eltiempo para llegar antes.

Las sendas que conducen ala deseada flexibilidad se ca-racterizan por evitar la buro-

cracia, bajar la responsabilidadal nivel más operativo, crearequipos pequeños y variados(gente con y sin experiencia),invertir en arquitecturas mo-dulares, tanto en el diseñocomo en la fabricación delproducto, así como conseguiradaptarse al ritmo de apariciónde novedades tecnológicas yde deseos imprevistos de losclientes.

Por último, el “apalanca-miento”. La estrategia de judoestriba en transformar la forta-leza del contrincante en debi-lidad: “usa el tamaño de tucompetidor, su base instalada ysu flujo de ingresos como elterreno sobre el que empren-der tus acciones, de modo quele sea gravoso el contrarrestar-las. Usado eficazmente, el apa-lancamiento inmoviliza alcontrincante por temor a soca-var su propio éxito. Mientrasque la rapidez y la flexibilidadson mecanismos estratégicospara evitar la confrontacióncon competidores más grandesy poderosos, el apalanca-miento ofrece una oportuni-dad de ganar”.

Seguramente, Internet no esun medio que vaya a durarpara siempre; no obstante, sólolo sabremos con certeza dentro

RECENSIONES

Revista Empresa y Humanismo, Vol. II, Nº 2/00, pp. 509-512

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de unos años. Hoy parece quehay que jugar su juego. El viejosentido común, tan apreciadoen los negocios, y la ilusión

por aprender, tan rejuvenece-dora, pueden servir de acom-pañantes.

Guido Stein

RECENSIONES

Revista Empresa y Humanismo, Vol. II, Nº 2/00, pp. 509-512

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Este libro intenta llevar acabo una tarea metodológi-camente difícil: ser breve yclaro, procurando, a la vez,tener la deseable profundi-dad filosófica. No pretendeser, pues, un libro de divul-gación, sino un acercamientoen lenguaje filosóficamentesencillo a una temática pe-culiar: la vida cotidiana.

En relación con el tema, ellibro parte de la idea de quetoda realidad está llena detranscendencia y profundi-dad, y que, en concreto, losaspectos más aparentementesimples de la vida cotidianaesconden riquezas dignas delmejor estudio. Lo cotidiano,lejos de ser el mero pasar delos días, es la sustancia denuestra vida, el lugar en elque forjamos nuestra exis-tencia, donde nos humaniza-mos.

Lo que se recoge en suspáginas no es una teoría ge-neral de la vida cotidiana,aunque dicha teoría se pre-

supone –y el autor remite auna obra suya anterior que latrata, La razón de ser hombre-,sino un conjunto de figurasde dicha vida. Y así, en aba-nico, aparecen desplegados elhabitar, la invitación, eljuego y el deporte, el aburri-miento, la finura de espíritu,la felicidad y el corazón.

Según una vieja tradiciónque en el mundo hispánicotiene su representante señeroen Séneca, el autor quierehacer filosofía práctico-prác-tica. Es decir, que aunque laobra implica “subliminal-mente” un diálogo y hastauna discusión con muchasposiciones teóricas de la ac-tualidad filosófica, busca, sinembargo, como fin principal,hacer eficaz la filosofía, sa-cándola del puro criticismo ydel fárrago en los que, no in-frecuentemente, se expresahoy.

Montserrat Herrero

FILOSOFÍA DE LA VIDA COTIDIANA

RAFAEL ALVIRA, RIALP, MADRID, 1999

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En el mundo de la econo-mía y de los negocios hairrumpido con una fuerza inu-sitada la ola de Internet. Lasnuevas tecnologías marcan suimpronta virtual en una épocaque se ha dado en llamar laEra Digital. El e-business esuna realidad que agiganta suimportancia con tanta rapidezque los participantes en la vidaeconómica corren el riesgoconstante de sentirse fuera dejuego; incluso los competido-res más grandes y poderosos seven desbordados por “start-ups” que ayer no eran nada.Nunca antes se había cam-biado tanto y tan rápido: elaño cibernético dura noventadías y los planes de negocio serehacen radicalmente cada po-cos meses; si no, carecerían devalor.

La vida empresarial se in-cardina en un ámbito de ac-tuación más amplio: la socie-dad a la que sirve y de la quese nutre, también económica-mente, aunque no sólo. Igno-

rar la retroalimentación em-presa-sociedad denotaría faltade visión y talento directivo;además, entrañaría un riesgoelevado de gestión: en defini-tiva, la sociedad la forman losclientes, los accionistas, losproveedores, los empleados, y,también, los directivos.

Cualquier responsable em-presarial necesita orientarse enla maraña de relaciones y datosvirtuales, es decir, reales, queconfiguran su día a día. Esaspistas de sentido no se suelenencontrar en los manuales dedirección y gestión al uso, queestán pensados para otro fin.Sin embargo, los ejecutivoshispanohablantes tienen unaoportunidad feliz: leer el úl-timo libro del filósofo y escri-tor Alejandro Llano, conoce-dor de las corrientes de pensa-miento que tejen la textura dela sociedad del conocimiento yde la información de nuestrosdías, a lo que se añade el inte-rés del autor por interpretar el

HUMANISMO CÍVICO

ALEJANDRO LLANO, ARIEL, BARCELONA, 1999

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papel que desempeña la accióndirectiva en el mundo social.

Las 218 páginas de estaobra se dividen en cuatro ca-pítulos y una conclusión: ¿Quées el humanismo cívico?; La ra-zón pública; Democracia y ciu-dadanía; Imagen humanista delhombre y del ciudadano; y Elvalor de la verdad como perfec-ción del hombre.

“El humanismo cívico noes, ciertamente, una fórmulapolítica... es un nuevo modode pensar que cuadra con lasexigencias de la sociedad delconocimiento y con las per-cepciones de la sociedad post-moderna mucho mejor que elrancio y agotado esquema delestado nacional. La idea neta-mente cívica de comunidadpolítica posee la apertura yversatilidad suficientes comopara revitalizar las fronteras yuniversalizar las culturas, sindejarse fascinar por la brillantevaciedad de un cosmopoli-tismo que aplana las diferen-cias culturales y arrincona másaún a los ya marginados... Elantídoto contra esta paradó-jica enfermedad que podríallamarse “democracia totalita-ria” no viene dado, cierta-mente, por un proceso de pri-vatizaciones de empresas yservicios públicos, ni por la

aplicación de esa metáforacuantitativa que es la “dismi-nución del tamaño del es-tado”. Como dijo HannahArendt, “el aislamiento indivi-dualista es pretotalitario” (p.21).

El inmenso y blando podertutelar del estado conduce aldesánimo del individuo y a laanorexia espiritual y política.Tampoco los simulacros delmercado sacian los anhelospersonales: “Nos ha costadosudor y sangre aprender que elyo humano no se puedeamueblar como se decora elapartamento de un nuevo rico.Tampoco es muy sabio hacercon él experimentos psicológi-cos que acaban desembocando-como poco- en la cultura delprozac. El yo humano no es unrecinto cerrado y agobiante: esun vector de proyección y deentrega. En cierto modo es unvacío que clama por su pleni-ficación” (p. 87).

Un hilo del que tirar paradesenredar la madeja queconstriñe a la persona en sudesarrollo ciudadano es el queenlaza, más que separa, la vidapública y la vida privada; si esque tiene algún sentido estadicotomía. Al fin, la vida sóloes susceptible cabalmente deser vivida; cualquier fragmen-

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tación es artificial. “Desde unpunto de vista antropológico,la presunta separación entre lopúblico y lo privado difícil-mente se sostiene. Porque a lapropia condición de la personahumana le corresponde la vo-cación ciudadana, y el ciuda-dano, a su vez, sigue en todomomento siendo una personaprivada, dotada de derechosindividuales y cívicos igual-mente inalienables”(p. 94).Cabe preguntarse si la com-plejidad y globalización de lasociedad del conocimiento ad-miten vicios privados frente alas virtudes públicas.

Llano también ofrece al lec-tor unas páginas muy suculen-tas acerca del sentido del tra-bajo, toda vez que en la socie-dad digital no importa tantoel “hombre del trabajo”, cuantoel “trabajo del hombre”. “Lasuperación del economicismose halla en la línea de la inter-pretación antropológica deltrabajo. El valor añadido decualquier labor es, ante todo,la ganancia en perfección hu-mana que en ella se obtiene,más allá de su posible -y con-veniente no pocas veces- de-terminación económica... Elvalor fundamental del trabajoes el perfeccionamiento antro-pológico, el incremento inte-

lectual y ético que en él segana y con él se expande. Por-que la esencia del trabajo con-siste en la realización de unaaportación personal.

Si este aspecto subjetivo deltrabajo se margina sistemáti-camente, se produce una au-sencia de tensión teórica, deentusiasmo ético, de coraje cí-vico y de afán de emprender.Disminuye la creatividad yaumenta el conformismo:todo tiende entonces apararse. Acontece una suertede equilibrio inercial entrenuestras crecientes apetenciasde bienestar y nuestra estan-cada productividad cualitativa.Tal es hoy la patología másnotoria en las sociedades deconsumo” (pp. 138-139).

Humanismo cívico ofreceuna síntesis certera y fecundade aquello que nutre una ciu-dadanía con vocación de liber-tad y aversión a entregar a los“tecnosistemas” polítizados yeconomicistas lo que perte-nece al núcleo más específicode la persona. Un libro actualque invita al lector a plantear-se un modo renovado de pen-sar la sociedad y, por consi-guiente, a reflexionar sobre símismo.

Guido Stein

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“Para poder someter lasideas a prueba hay que verlasactuar sobre la cuerda floja”:con la alusión al aforismo deOscar Wilde el autor apuntaya desde el principio a una delas características más llamati-vas de la obra de Drucker. Laamplitud de su horizonte hacepensar, en efecto, en un equili-brista. Con un enorme bagajehumanístico adquirido en lostiempos de esplendor de la es-cuela media y superior austroa-lemana antes de Hitler, Druc-ker se ha convertido ya hacetiempo, primero en losEE.UU. y después en elmundo entero, en un clásicodel management; un clásico quees además el pionero indiscuti-ble de esa disciplina.

No es que sus ideas fueranaceptadas sin más por las par-tes interesadas. Stein pone derelieve no sólo los asombrososéxitos de su autor sino tambiénsus esfuerzos a veces fallidos:empezando porque, por poner

el ejemplo más notable, tantoel presidente de la General Mo-tors como los sindicatos ameri-canos en general, se opusieron,cada cual a su modo, al in-forme que esa misma compa-ñía le había pedido. El pri-mero, ignorando no sólo suspropuestas de rebajar en lo po-sible la pirámide de la organi-zación de la empresa, y los sin-dicatos en el fondo por esomismo: porque veían en la pro-puesta específica de formarobreros imbuidos en el espíritude responsabilidad e iniciativa(lo que después Drucker lla-maría “obreros de conoci-miento”) un atentado a su pro-pia influencia. Lo cual no im-pidió que aquel informe, trans-formado después en libro, sen-tara las bases para la asombrosacarrera del ignorado.

Drucker previó en muchoscasos, efectivamente, el futuro.No porque fuera también unprecursor de la entre tantoabortada supuesta ciencia de la

EL ARTE DE GOBERNAR SEGÚN PETER

DRUCKER. LAS IDEAS CLAVES QUE ESTÁN

TRANSFORMANDO EL MUNDO Y LA ACTUA-

CIÓN DE LOS DIRECTIVOS

GUIDO STEIN, EDITORIAL GESTIÓN 2000, BARCELONA, 1999

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futurología; más bien por elmodo que siempre ha tenidode mirar al presente: aten-diendo a los fines que, sobretodo dirigentes de empresas,tendrían que perseguir másque a las causas supuestamentedeterminantes de sus accionesy de la acción humana en ge-neral. En esto aflora la raízquizá más filosófica de losplanteamientos de Drucker.Como éste expone en su librode más vasto horizonte inte-lectual (The New Realities: InGovernment and Politics, inEconomics and Business, in So-ciety and World View, de 1989),el modelo mecanicista carte-siano de la res cogitans y la resextensa, que llevó a tantos lo-gros sobre todo en las cienciasnaturales, ya ha pasado. Ahora,lo que se impone como mo-delo general es, en todo caso, elmodelo de los sistemas diseña-dos originariamente para la in-vestigación de organismos vi-vos -una investigación que di-fícilmente puede prescindir delconcepto de fin-.

A propósito de una obra an-terior considerada por él mássólida que Las nuevas realidades(Landmarks of Tomorrow),Stein enumera las cuatro reali-dades que han generado losnuevos retos, tareas y oportu-

nidades ante los que nos en-contramos hoy día: “la socie-dad educada (educated society),el desarrollo económico, la de-cadencia de la nación-estado yla occidentalización de orien-te.” (pág. 57). Esto da ya unaidea del amplio marco en elque se integran los detalladosanálisis particulares de Druc-ker. Una breve reseña no puedesustituir la lectura del libro deStein, como tampoco éste,claro está, hace superflua la delos de Drucker. Yo me voy a li-mitar aquí a unos pocos aspec-tos críticos: en especial a unoque se refiere más bien al librode Stein y a otro que se refieremás bien a los libros de Druc-ker.

La escrupulosa exposiciónde los logros de Drucker noimpide a Stein criticarlecuando lo cree oportuno -so-bre todo, por la superficialidadde algunos de sus plantea-mientos filosóficos-. No lefalta razón. Qué duda cabe quelas brillantes síntesis consegui-das por Drucker (entre innova-ción y tradición, individualidady corporatividad, humanismo yespecialización, descentraliza-ción y control, por citar sólounas pocas), sin una más pro-funda reflexión, pueden llegara veces a dar más la impresión

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de brillantes equilibrismos quede verdaderas síntesis. Pero,por otra parte, el mismo Steinno nos hace olvidar que setrata en todos los casos de unequilibrio inestable en el que,además, Drucker hace inclinarla balanza una y otra vez poruno de los miembros de esasalternativas; en especial, porcada uno de los que tienen quever con la discontinuidad(riesgo, incertidumbre, flexibi-lidad, etc.) a expensas, si espreciso, de la continuidad.

Sintomática a este respectoes la frecuencia con que Druc-ker hace intervenir el prefijo“post” -hasta el punto de habersido él el primero en hablar de“post-modernidad”, precisa-mente en relación con el findel modelo mecanicista paradar lugar a lo que Druckerllama también “post-cartesia-nismo”-. Es lógico que un au-tor como Stein, que además dedirectivo ejecutivo es filósofode profesión, hubiera deseadoanálisis más profundos a esterespecto. Un ejemplo. Steinalude al concepto de “divisoriastopográficas” sobre el que re-produce dos textos significati-vos de Drucker. El primerodice: “La historia conoce estetipo de divisorias. Tienden (...)a no ser espectaculares y rara-

mente constituyen noticia im-portante en su época. Pero, unavez cruzadas, cambia el pano-rama social y político.”; y el se-gundo: “Cincuenta años mástarde hay un nuevo mundo yquienes nacen entonces nopueden siquiera imaginar elmundo en el que vivieron susabuelos y en el que nacieronsus padres.”

Pues bien: cuando Druckerescribió esas líneas (en 1998 yen 1993), muchos de los fenó-menos que hoy día están revo-lucionando visiblemente elmundo, y entre los que la revo-lución que está introduciendoInternet en los negocios tantocomo en nuestras propias vidases sólo el más llamativo, apenasestaban entonces en ciernes. Y,sin embargo, bajo el mismo tí-tulo de la “postmodernidad”,filósofos, sobre todo franceses,ya habían analizado bajo elpsicoanalítico título de “bucletemporal” la estructura funda-mental de tales fenómenos.Stein aplica a Drucker el dichoorteguiano de que pensar esexagerar. Dicho también aquísimplificadamente: el “bucletemporal” consiste en que elfuturo puede llegar a crear elpasado. La paradoja encerradaen esta simplificación con-cuerda con la primacía que

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Drucker otorga a los finesfrente a las causas. En esamisma línea, filósofos postmo-dernos no dudan en rectificarel dicho de Hegel según el cuallo esencial es lo que ha sido (enpretérito perfecto); para ellos,lo esencial es más bien lo queva a haber sido (en pretéritoanterior). También esto con-cuerda con la primacía que daDrucker a las contigencias dela finalidad frente a la prede-terminación a que llevaría unaférrea causalidad mecánica. Esmuchas veces sólo a posterioricomo las cosas adquieren susentido y su necesidad.

En una palabra, en unmundo de incertidumbre comoel nuestro, es más realista elque apuesta por cien pájarosvolando que el que se con-forma con el que tiene ya enmano. El futuro le dará la ra-zón -si se la da-. Pero desdeluego no al otro. El primer as-pecto crítico de los dos queanuncié (el dirigido a Stein),podría ahora rezar así: ¿no seextralimita el filósofo Stein alechar de menos en Druckeranálisis menos someros decuestiones tan básicas como ladel “bucle temporal”, detec-tado por teóricos filosóficos dela postmodernidad? (del ejem-plo, por cierto, no es él el res-

ponsable) ¿No es pedir peras alolmo?¿No hay en ese punto demalestar por parte de Steinalgo de deformación profesio-nal? Paso a una posible críticadirigida esta vez a Drucker.

La extraordinariamente su-gestiva y polifacética imagenque de la obra de Drucker re-sulta del libro que comenta-mos, se podría resumir precisa-mente con ayuda del giro quela postmodernidad propia-mente filosófica da al dicho deHegel para explicar el paradó-jico efecto retroactivo del pre-fijo “post”. Sin embargo, des-pués de leer el libro, uno sepregunta si el profeta Druckerno se equivocó por lo menosen uno de sus vaticinios. La se-gunda de las citas suyas que di-mos más arriba procede de sulibro Post-capitalist Society.Ahora bien, ¿no es la sociedaden que estamos empezando avivir -precisamente debido alas muchas revoluciones detec-tadas en sus inicios por Druc-ker como, por ejemplo, la caídadel imperio soviético- una so-ciedad capitalista elevada alcubo? Por poner otra vez sóloun ejemplo: ¿qué se ha hechodel manager, de cuyo papel rec-tor en las empresas, y a travésde ellas en la sociedad, todosnos dimos cuenta, aunque con

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bastante retraso con respecto aDrucker? Y para concretar unpoco más este otro ejemplo:¿qué mejor manager que KlausEsser? Todavía sigue en supuesto después de que su in-comparablemente bien llevadagigantesca empresa Mannes-mann fuera comprada por Va-dofone; pero algunos no le danmucho tiempo en el puesto.¿Por “culpa” de quién? ¿Delmanager Chris Gent, ante elque al final tuvo que rendir susarmas? No tanto por su culpacomo por la de la mayoría delos accionistas del mismoMannesmann: capitalismo máspuro y más duro es apenasimaginable. En estas condicio-nes ¿qué queda también de lainsistencia druckeriana en elprimado de la cualidad o de lacalidad, representada en estecaso por los managers, sobre lacantidad, representada en estey tantos otros casos por el que-rer más y más, por la pleonexía,de los accionistas?

Por otra parte y para seguircon el mismo ejemplo, Man-nesmann contaba con una largatradición de más de un siglomientras que sus pocos años devida hacen de Vadofone todavíaun imberbe. Y eso habla a fa-vor de muchas de las descrip-ciones que, avant la lettre, hizo

entonces Drucker del precariomundo de la potmodernidad.Por no hablar de que siempreestuvo convencido de que elmiembro, sí, el miembro másimportante de una empresa essiempre el cliente. Y ¿quién esen ese capitalismo puro y duroel principal cliente de la em-presa sino el accionista? ¿Yquién, si no Drucker, se diocuenta a tiempo de la inmensainfluencia que iban cobrandohace tiempo los fondos depensiones y los managers quelos administran? Por no hablarde todo esto y por no hablartampoco de que el concepto demanagement no se limita enDrucker a las empresas de lu-cro, sino que abarca toda laamplia gama de organizacionesdesde las comunidades religio-sas o caritativas hasta -para to-car el campo específico de lasactividades de Stein- las uni-versidades. Aunque en eso delpostcapitalismo se hubieraequivocado, quedaría aún mu-cho en pie del profeta Drucker.Además, ¿se equivocó en esorealmente?

Se dice que el modelo re-nano de la economía social demercado ha muerto a manosdel neoliberalismo. Pero elmismo desasosiego que pro-voca la descarnada realidad de-

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trás de este ambiguo término,no excluye que también aquí seimpongan con el tiempo co-rrecciones dirigidas a nuevosequilibrios inestables con unainclinación u otra de la ba-lanza: uno más de los muchosequilibrios descritos por elequilibrista Drucker. La razónprincipal de ese desasosiego(una economía globalizada sinel marco institucional de unaverdadera sociedad mundial)tiene que ser poco menos queuna pesadilla para él. Una delas constantes en la larga ca-rrera de este autor es precisa-mente la integración de la eco-nomía en un adecuado marcoinstitucional y hasta constitu-cional. Como Stein señala, si laplaneada trilogía sobre trespensadores alemanes del sigloXIX preocupados por ese tipode problemas quedó en torso,eso no se debió sólo a los aza-res de la política que llevaronal joven Drucker a la emigra-ción; se debió también a queuna vez en los EE.UU., éste sedio cuenta de que el marco ge-neral de un estado de derechoque un Friedrich Julius Stahl,un Wilhelm v. Humboldt o unJoseph v. Radowitz buscaban,ya se había plasmado antes aescala nacional en la mudableconstitución de su nuevo país.

Afortunadamente, su obrada mucho que pensar no sólo afilósofos ni sólo a hombres denegocios. El inconveniente esque ni los unos ni los otros, nitampoco los demás, tienensiempre tiempo para leer tan-tas páginas. Si hubiera que re-comendar una sola de entre susmuchas obras, yo me inclinaríapor la ya citada Nuevas realida-des, de la que Stein dice que esuna de las dos más conocidasen España, pero también,como ya indiqué, que no esprecisamente una de sus mejo-res obras. Como sugestiva ysólida introducción a todasellas, yo no me podría imagi-nar nada mejor que el libro deStein mismo.

Publicado con una carta deDrucker, recomendado poreminentes personalidades de lapolítica y de la empresa y pro-logado por Pedro Nueno, el li-bro -aparte de una introduc-ción, unas breves conclusionesy una extensa bibliografía de ysobre Drucker- consta de cua-tro partes: I. Aproximación aPeter F. Drucker; II. Teoría dela sociedad; III. Teoría de lacorporación; IV. Teoría delManagement.

Fernando Inciarte

RECENSIONES

Revista Empresa y Humanismo, Vol. II, Nº 2/00, pp. 519-524

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¿Por qué las obras de Sha-kespeare siguen teniendo tantointerés para los lectores, espec-tadores e internautas del sigloXXI? ¿Cuál es la razón de quesigan provocando investigacio-nes más o menos profundas,películas muy galardonadas,nuevas versiones teatrales o in-numerables páginas web concontenidos de lo más vario-pinto? Sus obras se empleanincluso para adiestrar a futurosmanagers: en la Columbia Bu-siness School se imparte uncurso que lleva por título“Shakespeare and Leaders-hip”. En él, el profesor JohnWhitney utiliza el ejemplo deRicardo II para mostrar cómociertas motivaciones distraendel trabajo, pregunta a susalumnos si Falstaff debiera ha-ber sido despedido, describecómo las lecciones de EnriqueIV le ayudaron a sanear Path-mark, una cadena de super-mercados que estaba en ban-carrota o, en fin, muestra aldesventurado Kent, del Rey

Lear, como si fuera uno de losdespidos más brutales en lahistoria de la dirección de per-sonal. Tenía razón Popecuando decía que el autor deStratford-upon-Avon era altiempo maestro de lo trágico ylo cómico que hay en la natu-raleza humana, del más pro-fundo sentimiento de ternuray de las más vanas flaquezas;de nuestras más intensas emo-ciones y de nuestras sensacio-nes más frívolas. Su capacidadde describir las constantes dela naturaleza humana, sus mo-tivaciones y sus acciones esasombrosa.

En cuanto al autor, no es ex-traño que a Federico Trillo leinterese el tema del poder: subiografía le ha llevado a te-nerlo en su mano desde hacetiempo. Por eso no es sorpren-dente que se haya interesadopor él como objeto de estudio(aunque no sea tan común quelos políticos se preocupen deinvestigar, ni siquiera de pen-sar, en realidades que les tocan

EL PODER POLÍTICO EN LOS DRAMAS DE

SHAKESPEARE

FEDERICO TRILLO-FIGUEROA, ESPASA CALPE, MADRID, 1999

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tan de cerca día a día). El pro-pósito de su libro es desentra-ñar el significado profundo delpoder político en el conjuntode las obras dramáticas deShakespeare, estudiar si res-ponden a un pensamiento po-lítico unitario de su autor yconseguir, a través de él y deellas un poco más de luz sobreese fenómeno tan apasionante,misterioso y terrible.

La obra de Trillo es una te-sis doctoral rigurosamente tra-bajada, con un aparato críticomuy completo, escrita deforma clara y amena. Abordael tema del poder políticodesde numerosos campos deinvestigación: la antropología,la sociología, el derecho, la crí-tica literaria. En todos ellos al-canza sus objetivos hasta lasúltimas consecuencias. De-muestra una gran capacidadpara hacer llegar al lector tantola explicación de los diversosconceptos que van surgiendoal hilo de la exposición, yasean jurídicos, metafísicos, ode psicopatología; como la re-creación histórica, lo cual re-sulta aún más meritorio, por-que es fácil “ambientar” conlos medios de Hollywood,pero no tanto con 434 páginas,una detrás de otra, en las quese reflexiona sobre la legitimi-

dad de origen, la legitimidadde ejercicio, el deber de obe-diencia, el derecho de resisten-cia.... Cada tema que aborda ellibro queda “liquidado”. Equi-librio, sentido común, medidaa la hora de juzgar, son rasgosque resaltan en la forma que elautor tiene de enfrentarse aasuntos que resultan un bo-cado suculento para las fanta-sías y las tesis arriesgadas: siWilliam Shakespeare existió ono, el papel de las brujas y, engeneral, de lo misterioso en re-lación con el poder, el papelsecundario de la mujer en lasobras del autor inglés, la locuradel gobernante, la figura deltirano….

El poder político en los dramasde Shakespeare se divide encuatro capítulos. El primeroencuadra el tema y se ocupadel planteamiento, el objeto yla metodología que Trillo va autilizar en su investigación. Elcapítulo segundo trata sobre elcontexto histórico y político.El tercero se dedica al poder yel derecho en los dramas his-tóricos. En el cuarto se aco-mete la tarea de esclarecer laantropología del poder en lastragedias. Las conclusiones alas que llega el autor permitencaptar hasta sus más profun-dos matices el fenómeno del

RECENSIONES

Revista Empresa y Humanismo, Vol. II, Nº 2/00, pp. 525-527

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poder como pasión, comofuerza, como afán, como ten-sión y como conflicto humano.

Si el mundo es un gran tea-tro en el que, por alguna razónmisteriosa, unos pocos man-dan y otros muchos obedecen,nada mejor que una obra deteatro para mostrar con perso-najes inolvidables las distintasformas que el hombre tiene decomportarse ante el poder.

Shakespeare escribió muchas:tanto Julio César, Macbeth,Otelo, Hamlet o el Rey Lear,como las dos Tetralogías, Ri-cardo II, Ricardo III, EnriqueIV, Enrique V, Enrique VI, sonun ejemplo de cómo se puedeenseñar y aprender sobre polí-tica a partir de la buena litera-tura.

Marina Martínez

RECENSIONES

Revista Empresa y Humanismo, Vol. II, Nº 2/00, pp. 525-527

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1. LIBROS

Nº1 FILOSOFÍA DEL DINEROVittorio Mathieu

Nº2 LA VERTIENTE HUMANA DEL TRABAJO EN LA EMPRESAGeorge Gilder, Carlos Llano, Juan Antonio Pérez López y Leonardo Polo

Nº3 ETICA EMPRESARIAL: TEORÍA Y CASOSRafael Gómez Pérez

Nº4 LAS CLAVES DE LA EFICACIA EMPRESARIALTomás Melendo

Nº5 LA UNIVERSIDAD COMO EMPRESA: UNA REVOLUCIÓN PENDIENTETomás Calleja

Nº6 TEORÍA DE LA ACCIÓN HUMANA EN LAS ORGANIZACIONESJuan Antonio Pérez López

Nº7 EL HUMANISMO EMPRESARIALAlejandro Llano, Rafael Alvira, Miquel Bastons, Tomás Calleja, Cruz Martínez Esteruelas, Ignacio Miralbell

Nº 8 ESTRATEGIA EMPRESARIAL ANTE EL CAOSFelipe Gómez Pallete Ed.

PUBLICACIONES

DEL INSTITUTO

EMPRESA Y

HUMANISMO

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Nº 9 ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO. SU VALOR PERMANENTELudwig Erhard

Nº 10 LA CULTURA DEL TRABAJO EN LAS ORGANIZACIONESLeticia Bañares

Nº 11 CULTURA EMPRESARIAL EN ESPAÑA Y SU POTENCIAL ESTRATÉGICOMaría Teresa del Val

Nº 12 CABALLEROS Y EMPRESARIOS. EL HOMBRE DE NEGOCIOS VICTORIANOJesús Mª Zaratiegui

Nº 13 ETICA DEL CAPITALISMOPeter Koslowski

Nº 14 CIENCIA Y PRÁCTICA EN LA ACCIÓN DIRECTIVAJoan Fontrodona

Nº 15 LIBERALISMO ECONÓMICO Y LIBERTAD.ORTODOXOS Y HETERODOXOS EN LAS TEORÍAS ECONÓMICAS ACTUALESRicardo F. Crespo

2. CUADERNOS

Nº 1 ASPECTO FINANCIERO Y ASPECTO HUMANO DE LA EMPRESAVittorio Mathieu

Nº 2 LA INTERPRETACIÓN SOCIALISTA DEL TRABAJO Y EL FUTURO DE LA EMPRESALeonardo Polo

Nº 3 LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL EMPRESARIOEnrique de Sendagorta

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Nº 4 EL SENTIDO DE LOS CONFLICTOS ÉTICOS ORIGINADOS POR EL ENTORNO EN EL QUE OPERA LA EMPRESAJuan Antonio Pérez López

Nº 5 EMPRESA Y CULTURAFernando Fernández

Nº 6 HUMANISMO Y EMPRESACruz Martínez Esteruelas

Nº 7 MORALIDAD Y EFICIENCIA: LÍNEAS FUNDAMENTALES DE LA ÉTICA ECONÓMICAPeter Koslowski

Nº 8 LA ESTRATEGIA SOCIAL DE LA EMPRESAManuel Herrán Romero-Girón

Nº 9 EL TRABAJO DIRECTIVO Y EL TRABAJO OPERATIVO EN LA EMPRESACarlos Llano

Nº 10 EL ALTRUÍSMO EN LA EMPRESAGeorge Gilder

Nº 11 RICOS Y POBRES. IGUALDAD Y DESIGUALDADLeonardo Polo

Nº 12 EL UTILITARISMO EN LA ÉTICA EMPRESARIALJoan Fontrodona

Nº 13 LA EMPRESA EN LA HISTORIAAgustín González Enciso

Nº 14 LA EMPRESA ENTRE LA ECONOMÍA Y EL DERECHOJosé Antonio Doral

Nº 15 LA EMPRESA ANTE LA NUEVA COMPLEJIDADAlejandro Llano

Nº 16 EMPRESA Y LIBERTADJesús Arellano

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Nº 17 ¿QUÉ ES EL HUMANISMO EMPRESARIAL?Rafael Alvira

Nº 18 EL RENDIMIENTO SOCIAL DE LA EMPRESAJose M. Basagoiti

Nº 19 ELEMENTOS CONFIGURADORES DE LA ACTUALVALORACIÓN DEL TRABAJOTomás Melendo

Nº 20 DIRECCIÓN Y SISTEMAS DE MANDOManuel López Merino

Nº 21 LA ÍNDOLE PERSONAL DEL TRABAJO HUMANOTomás Melendo

Nº 22 LA REVOLUCIÓN SOCIAL DEL MANAGEMENTTomás Calleja

Nº 23 INDICADORES DE LA MADUREZ DE LA PERSONALIDADEnrique Rojas

Nº 24 EMPRESA Y SISTEMAS DE COOPERACIÓN SOCIALIgnacio Miralbell

Nº 25 HUMANISMO PARA LA DIRECCIÓNMiguel Bastons

Nº 26 ACTUALIDAD DEL HUMANISMO EMPRESARIALAlejandro Llano

Nº 27 NOTAS SOBRE LA CULTURA EMPRESARIALRafael Gómez Pérez

Nº 28 LA IMPORTANCIA DE LA DINÁMICA POLÍTICA PARA EL DIRECTIVOManuel Alcaide Castro

Nº 29 EL PODER...¿PARA QUÉ?Juan Antonio Pérez López

Nº 30 LA EMPRESA Y EL AMBIENTE SOCIO -POLÍTICO EN EL UMBRAL DEL NUEVO SIGLODaniel Bell

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Nº 31 LA GESTIÓN DEL CAMBIO EN LA EMPRESAJuan A. Díaz Alvarez

Nº 32 HACIA UN MUNDO MÁS HUMANOLeonardo Polo

Nº 33 ESTUDIO HISTÓRICO SISTEMÁTICO DEL HUMANISMOHiginio Marín

Nº 34 HUMANISMO ESTAMENTAL Higinio Marín

Nº 35 CONSIDERACIONES SOBRE EL ACTIVO HUMANODE LA EMPRESATomás Calleja

Nº 36 SER EL MEJOR. HACER QUE OTROS TAMBIÉN LO SEAN (SÓLO PARA EMPRESARIOS)José María Ortiz

Nº 37 LA ETICA DE LA SOCIEDAD DE CONSUMOAntonio Argandoña

Nº 38 HACIA UNA ECONOMÍA POLÍTICA HUMANISTALudwig Erhard

Nº 39 LAS REFERENCIAS SOCIALES DE LA EMPRESATomás Calleja

Nº 40 MÁXIMO BENEFICIO Y MÁXIMA RACIONALIDADJosé María Ortiz

Nº 41 LA INSERCIÓN DE LA PERSONA EN LA EMPRESAArmando Segura

Nº 42 HUMANISMO PERICIALHiginio Marín

Nº 43 DIMENSIÓN HUMANISTA DE LA ENERGÍATomás Calleja

Nº 44 LA EMPRESA ENTRE LO PRIVADO Y LO PÚBLICOMiguel Alfonso Martínez-Echevarría

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Nº 45 COMPETITIVIDAD Y COOPERACIÓN COMO VALORES INSTITUCIONALES DE LA EMPRESASantiago García Echevarría

Nº 46 FILOSOFÍA DE LA ECONOMÍA I- METODOLOGÍA DE LA CIENCIA ECONÓMICAAlejo J. Sison

Nº 47 LA LÓGICA DEL DIRECTIVO: EL CONTROL NECESARIO Y LA CONFIANZA IMPOSIBLEPablo García Ruiz

Nº 48 LA 'REVOLUCIÓN' INSTITUCIONAL DE LA EMPRESA. EL RETO AL DIRECTIVO Y A LOS RECURSOS HUMANOSSantiago García Echevarría

Nº 49 FILOSOFÍA DE LA ECONOMÍA II- EL ÁMBITO AUSTROGERMÁNICOAlejo J. Sison

Nº 50 VALORES ÉTICOS DE LA EMPRESAJuan Cruz

Nº 51 LA EMPRESA VIRTUOSAJosé María Ortiz

Nº 52 LAS DECISIONES EN LA EMPRESA: CÁLCULO Y CREATIVIDADMiguel Bastons

Nº 53 FILOSOFÍA DE LA ECONOMÍA III. LOS FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICAAlejo J. Sison

Nº 54 LA FAMILIA: UN IMPERATIVO PARA LA EMPRESARamón Ibarra

Nº 55 VARIACIONES SOBRE UNA CRISISTomás Calleja

Nº 56 POBREZA, PRODUCTIVIDAD Y PRECIOSPaolo Savona

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Nº 57 LO COMÚN Y LO ESPECÍFICO DE LA CRISIS MORAL ACTUALRafael Alvira

Nº 58 LA ÉTICA EMPRESARIAL: UNA APROXIMACIÓN AL FENÓMENOManuel Guillén

Nº 59 LA DIMENSIÓN POLÍTICA DE LA ECONOMÍAMiguel Alfonso Martínez-Echevarría

Nº 60 SOBRE LA COOPERACIÓN COMPETITIVAAna Fernández y Carmelo Lacaci

Nº 61 ORGANIZACIONES INTELIGENTES EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTOAlejandro Llano

Nº 62 LA ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO DE LUDWIG EDHARD Y EL FUTURO DEL ESTADO DE BIENESTARAna Fernández y Carmelo Lacaci

Nº 63 LA PERSONA HUMANA EN LA EMPRESA DE FIN DE SIGLOCarlos Llano

Nº 64 ESTADO, SOCIEDAD CIVIL Y EMPRESATomás Calleja

Nº 65 SOBRE LA CONFIANZARichard Brisebois

Nº 66 EL PROTAGONISMO SOCIAL DE LA EMPRESATomás Calleja

Nº 67 DIMENSIONES ESTÉTICAS DE LA EMPRESARafael Alvira

Nº 68 LA EMPRESA COMO REALIDAD ESTÉTICAAna Fernández

Nº 69 DE LA ESTÉTICA A LA ÉTICA DE LA COMUNICACIÓN INTERNAIñaki Vélaz

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Nº 70 LA RESPUESTA EMPRESARIAL A UNA NUEVA DINÁMICA DEL EMPLEO: ¿EFICIENCIA ECONÓMICA VERSUS EFICIENCIA SOCIAL EN CLAVE ÉTICA? Santiago García Echevarría

Nº 71 LA PROFESIÓN: ENCLAVE ÉTICO DE LA MODERNA SOCIEDAD DIFERENCIADAFernando Múgica

Nº 72 EL EMPRESARIO SERVIDOR-LÍDEREnrique de Sendagorta

Nº 73 PETER DRUCKER (I): HACIA UNA BIOGRAFÍA INTELECTUALGuido Stein

Nº 74 PETER DRUCKER (II): SOBRE EMPRESA Y SOCIEDADGuido Stein

Nº 75 LA NARRATIVA ANGLO-AMERICANA DE LA PROPIEDADAlejo Sison

Nº 76 LA EMPRESA COMO SUJETO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALESJavier Herrero

Nº 77 CLIMA Y CULTURA EMPRESARIALIñaki Vélaz

Nº 78 VALORES BURGUESES Y VALORES ARISTOCRÁTICOS EN EL CAPITALISMO MODERNO: UNA REFLEXIÓN HISTÓRICAAgustín González Enciso

SERIE EN INGLÉS

Nº9 MANAGERIAL WORK AND OPERATIVE WORK WITHIN ENTERPRISECarlos Llano

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Nº10 THE ALTRUISM OF ENTERPRISEGeorge Gilder

Nº15 BUSINESS AND THE NEW COMPLEXITYAlejandro Llano

Nº17 ENTERPRISE AND HUMANISMRafael Alvira

Nº22 THE SOCIAL REVOLUTION OF MANAGEMENTTomás Calleja

Nº30 THE SOCIO-POLITICAL ENVIRONMENT THAT ENTERPRISE MAY FACEDaniel Bell

3. NUEVAS TENDENCIAS

Nuevas Tendencias es una Newsletter cuatrimestral que recogelas nuevas tendencias que tienen lugar en el ámbito empresarial yacadémico. Hasta la fecha se han publicado 40 números.

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