Revista del ISMP N° 3

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1 1 1 ... - - REVISTA Instituto DEL Sanmartiniano DEL P er ti SUMARIO EDITORIAL SAN MARTíN.... ...... ... Migue! A. l\far tínc?.. SALAVERRY. ... .... .. . .. . Cap. Ricardo Pérez G. DECRETOS . . . . . . . . . . . . . . sobre Salavel"!y. SAN MARTÍN Y LA ESCUADRA CHILENA ...... . LA ARENGA A BOLIVAR .. . . EL foEAL SANMARTINIANO. FRAGMENTOS DE LA HISTO- RIA DEL PROTECTORADO DE SAN MARTíN ............ . SALAVERRY ....... . .... . CARTAS !"fISTÓRICAS. ¡ ... . FrcHAS BmLIOGRAFrcAs .. . MAYO -- 1936 J osé Pacífico Otero. Emilio Romero. J. M. Valega- G. Leguía y Martínez. Luis León P. (fn éd itas). . ,3 1 1 1 ' 1 '-.,, ____________ __________ ,_.) © 1935 - 2015 Instituto Sanmartiniano del Perú. Todos los derechos reservados.

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Revista del Instituto Sanmartiniano del Perú N° 3 Lima, mayo de 1936. Editores: Alayza y Paz-Soldán, Luis y Dellepiane, Carlos.

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REVISTA

Instituto DEL

Sanmartiniano DEL

P e r ti

SUMARIO

EDITORIAL

SAN MARTíN.... ...... ... Migue! A. l\far tínc?..

SALAVERRY. ... .... .. . .. . Cap. Ricardo Pérez G. DECRETOS . . . . . . . . . . . . . . sobre Salavel"!y. SAN MARTÍN Y LA

ESCUADRA CHILENA ...... .

LA ARENGA A BOLIVAR .. . .

EL foEAL SANMARTINIANO. FRAGMENTOS DE LA HISTO­

RIA DEL PROTECTORADO DE

SAN MARTíN ............ .

SALAVERRY ....... . .... .

CARTAS !"fISTÓRICAS. ¡ ... .

FrcHAS BmLIOGRAFrcAs .. .

MAYO -- 1936

J osé Pacífico Otero. Emilio Romero.

J. M. Valega-

G. Leguía y Martínez. Luis León P. (fn éd itas).

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REVISTA

Instituto D EL

Sanmartiniano DEL

Perú

SUMARIO

EDITORIAL

SAN MARTÍN.. . . . . . . . . . . . Miguel A. Martínez.

SALAVERRY .. ....... .. ... Cap. Ricardo Pérez G. DECRETOS . . . . . . . . . . . . . . sobre Salaverry. SAN MARTÍN Y LA

ESCUADRA CHILENA.. . . . . . J osé Pacífico Otero. LA ARENGA A BoLIVAR . . . . Emilio Romero.

EL IDEAL SANMARTINIANO. J. M. Valega-FRAGMENTos DE LA HISTO-RIA DEL PROTECTORADO DE

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SAN MARTíN.. . . . . . . . . . . . G. Leguía y Martínez. 1 SALAVERRY.... . . . . . . . . . Luis León P. CARTAS HrsTÓRICAS... ... (Inéditas).

FICHAS BmLIOGR..\FICAS .. .

L, _____ MA_Y_O_-- -1936 _____ J © 1935 - 2015 Instituto Sanmartiniano del Perú. Todos los derechos reservados.

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DEL.

luHtuta hnmartiniano Qel Perú Directores

IDocToR Luis ALAYZA PAZ SowA.N-TEN!IENTE CoRoNEL CARLOS DELLE'PIANE

Vice Presidentes del Instituto Sanmartiríiano del P.erú

Año II { Mayo de 193'0

EDITORIAL

La HREVISTA DEL INSTI1UTO SANMART1NIANO DEL P'ERtr'" ·dedica hoy sus primeras páginas a honrar al General Felipe Santiag() Salaverry, ·con motivo del centenario de su desaparición.

Salaverry es tenido por el militar más emprendedor, a'Cometivo e :intrépido .del Perú. Pero nadie ha querido ver eri él al político de arres:. tos incontenibles, actitudes inmediatas y clarísima visión· del futuro, a pesar de que el siglo que ha redado scbre su tumba quemó ya la brosa de los prejuicios y el virus de los resentimientos.

Sin embargo, Salaverry se muestra como un segundo fundador del Perú republicano y como un eficaz reformador, de contornos espartanos y métodos de Licurgo.

No sólo los decretos y actos administrativos de su gobierno, sinó ,sus hechos personales, que constituyen el rico anecdotario del héroe, ex­teriorizan la concepción política del caudillo de 1835- 36, perfectamente acordes con las formas tan discutidas que empleara para el lleno de su gigantesco anhelo.

No hay porqué afirmar que la obra de Machiavello sea el único É­vangelio de la política y que sólo los planes de elaboración her:mética y solapados procedimientos caracterizan al hombre de estado. Hay po• líticos de concepción fulminante, e]ecución inmediata, partos en palabras y largos en actitudes que con ventaja los sustituyen. De ésos es Sala'-' verry.

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Sus concepcfones precisas y fuertes aplastan a: fa snnora filosofíÍl'. de los prohombres de la época, incansables oradores de las asambles cons-, tiyentes y apóstoles de un enciclopedismo francés, con el q:ue choca vio-­lentamente el nacionalismo práctico de Salaverry.

El enorme valor moral del hombre ·que una vez. se posesiona, · solo, de un cuartel amotinado, y otra tomat solo, una república entera, tiene· una fuerza arrolladora e invencible, que emana de un ideal político.

El inevitable paralelo entre él y su célebre contendor el Gran Maris­cal Andrés de Santa Cruz, político de escuela maquíavélica, no puede lle­gar a su término; porque mientras que éste dispuso de largas décadas pa­ra realizar su obras- y sin embargo no la realizó- aquél fue detenido por la pena capital, inesperado remate de la pérdida de una batalla entre ejér­citos regulares, en la que defendía la intangibilidad del suelo patrio.

Si los mandatarios que siguieron a Salaverry en la casa de Pizarro, hubiesen comprendido "su política", y se hubieran inspirado en ella para. reaccionar contra la anarquía y contra el índiferentís~~ en nÍaÍeria pa­triótica; para exterminar la venalidad administrativa y el bandolerismo en los campos; para defender con fiereza los con~eptos de nacionalidad y so­beranía; el Perú se habría desarrollado bajo una escuela distinta de la que tuvo en sus prim~ros decenios, y hoy nuestro gran defecto sería el muy justificable del orgullo ~ orgullo patriótico ) oFgullo de peruanídad t

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San. Martín 1LA TRAGEDIA DE SU VIDA

"El h:ombre es un muna:nt¡az que . ti.ene su or.igen es~ rcondido. Nuestro .ser desciende dentro de nosotros sift -que sepamos d-esde dónde. Ei más exacto calculador no puede .saber de antemano si puede sobrevenir alguna cosa incalculable y trastornar sus -planes -en el momento pró­ximo. A cada instante me veo precisado -a reeonoter un origen de los hethos, más alto rJ.UC ta volU/ntad que yo lla• :mo mía" .. ~

Toda vida es uñ-a tragedia y' la de los grand.·e·s hombres, por lo mis=-. ~:o q:ie encierran mayor acción, suelen ser más emotivas y dramáticas ~ Q:-i€. interesante ahondar en la conciencia ·de ·éstos, llegar hasta el :corazón a sistir a sus palpitaciones, descubrir sus ansias y conocer sus pasiones¡ Hay para gozar, pa:ra sufrir y para aprender. .

. Estamos en hl fecha en que ·se recuerda el arribo ele la Expedicíón Lib~rtadora, que pa:rtiehdo de Valparaíso llega a fa bahía de Pa:racas, cori.· <l,uc1da por dos grandes capitanes: San Martín y Cochrane. Sa:n Mar­t~n¡ He aquí la evocación de un hombre, cuya vida es manantial d:e emo­ción Y quienes la hemos seguido coh el interés que despiertá toda cosa ~and~, hemo~ sentido junto c'on el desconsuelo, por la incomprensión e mgratitud humanas, el soláz de hallar un carácter, Ja satisfacción de encontrar un hombre superior. . . , En la vida de éste prócer existe ia trama de una \r~rdádeta tragedia ; el, el héroe que consciente de una misión superior, 'vá desenvolviendo su acción, venciendo dificultades) arrollando obstáculos; usando de lb$ hom­bres Y de lás cosas, conforme a las conveniencias de su plan hasta que lle­ga un momento eri. que se le enfrenta el destino, y encuentra: lo que .en to­da obra humana cabe; el obstáculo inesperado, el peligro 'insalvable; el desastre. · .

Corre el año de 1814, tniHtar más que todo, soldado ahtes que nada, ya ascendido a General después de San Lorenzo, eh que sus Granaderos de a Caballo han comprobado el temple de sus sables y la fortaleza dél es•

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pírítu que ha sabido im:pirarles sil m-ganizador, recibe el ncmóramíentCJ.' de General en Jefe del Ejército que combate en el Alto Perú; debe reem­plazar al General Bel~rano, una de las figuras más eminentes de la histo-­r ia Argentina, y com~ resto de los que fueron vencedores de Tucumán y· Salta solo queda un puñado de soldados, mal vestidos, mal armados, en . completa desorganización~ San Martín, en la vieja ci.udad ~

Tierra de los naranfos y de las flores de las selvas y pájaros cantores. _

".rucumán, medita : durante cuatro años las tropas enviadas por Bue­rtos Aires a combatir a los-españoles no han sufrido sinó derrotas, ni el im- · petuoso Castelli, ni el medido Belgrano, ni el intrépido Rondeau, han po dido vencer a las aguerridas tropas españolas; a lfs incursiones del ¡::rimero,, a los triunfos de Tucumán y Salta del segur<lo, sobrevinieron les desas-­tres de Guaqui, Vílcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe; con espíritu táctico ,. con criterio de soldado, San Martín deduce que por ese lado no van a triun­-far los patriotas, hay que escoger otro camino, hay que pasar los Andes,. vencer en Chile, llegar hasta el Perú, dominar Lima, "hasta que no este-­f!!.ºs en LiX?a la- guerra no acabará" éstas son las palabras: con que cierra su pensamiento.

Pero , dónde está el ejército capáz de emprender tal empresa? De dónde sacar los hombres y los recursos necesarios? El Gobiemb de Bue­

-nos Aires no solo tiene que atender al enemigo español eri el norte, sin6 también debe hacer frente al de Portugal que amenaza Montevideo y a su propia defensa, porque ha surgido la oposición entre las provincias y la capital. El héroe comprende que con el puñado de hombres que t iene a sus órdenes no está condición de buscar al enemigo dueño de las provin­cias del Alto -Perú y para quedar a la defensiva, basta con los montaneros -de· Salta que han encontrado en Guemes un caudillo y conductor.

He aquí que forma su plan y no retrocederá ante nada ní ante riadie , apelará a todos los recursos, emple3.rá t odos los medios, su tenacidad sabrá

·vencer, en medio de tantos hombres dóciles a les influjos del tiem¡::o y de fas circunstancias. Pide su reemplazo solicitando que le cambien de co­

-locación, el Gobierno no consiente, a dónde vá a ir San Martín? Va a ser . un nuevo Rretendiente al Gobierno? Un otro General más apto para la'. revuelta?. San Martín, insiste, está enfermo, arroja sang;e del pecho, el clima de Tucumán le hace daño y de hecho lo abandona, dejando a su segúndo, el mando de las tropas; pide la Intendencia de Cuyo que com­prende San Juan, San Luis, y Mendoza, el Gobierno ya más tranquilo ac­cede. Nadie ha penetrado en su pensamiento, radie sabe que va a hacer

· en esa modesta Gobern'acíón, solo él sabe lo que quiere y lo que hará. y¿a. está .al frente de su puesto (Octubre de 1814), necesita formar tro­

. pas; es ' preciso que ~l Gobierno le autorice para hacer leva·s, acarrear re­

. cursos de tóda especie. Intertanto, se reune el Congreso de Tucumán, se proclama la Indepen­

- dencía de la República · Argentina y se nombra birector Supremo a Don José Martín Pueyrredón, éste es un gran inconveniente para Shn Martín,

, el nuevo Magistrado participa de la ídea de que, nó fuera de las fronteras .. de Argentina ha de buscatse la Segurídad de 1a Nación y que su~ ejércitos

deben cotnhatú: con 1os españoles por el Alto Perú y con los portugueses por la Provincia Oriental y además, estar dispuestos a resistir en el tran-

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-5-ce probable de que España envíe una expedición contra Buenos Aires. San M'artín, tenáz, paciente, inmutable y fuerte en su propósito, se agi'­ta, escribe a los amigos de Buenos Aires y por último se resuelve a empren­der un viaje para entrevistrase con el nuevo Director; se traslada a Cór­dova por donde éste ha de pasar en viaje a Buenos Aires y ahí lo espera. De esta entrevista ha.de'.depender la realidad de su propósito, la eficacia de sus anhelos y San Martín está dispuesto a obtener lo que quiere, llega .Pueyrredón y la entrevista de realiza (Enero de 1816). Por lo reservada y trascendental que és para San Martín, esta entrevista, como que le abre ·el camino de la gloria, tiene mucha semejanza con aquella otra, de Guaya­quil, que precisamente puso té1mino a su carrera. Nadie ·sabe, dicen los comentadores, los secretos de ésta entrevista y no se han descubierto los argumentos de que se valió San M~rtín para obtener de Pueyrredón la autorización solicitada, algunos maliciosos, llegan a afirmar que hasta le anunció, como posible desgracia, la pérdida de su vida sino la .concedía, estando el peligro, t an inminente, que no pasaría de deteíminado paraje en su camino a Buenos Aires. Lo cierto es·, que San Martín ya podía de­dicarse libremente a preparar el ejército con el que se proponía llevar a .cabo la obra de consolidar la Independencia de Chile y emprender la del Perú. ¿Quién no sabe del esfuerzo inaudito, de la estupenda energía y del noble ardimiento con que el hérne argentino, en la callada y silenciosa s:=:uyo, creó el ejército con vestuario, armamento, vituallas y todo lo pre­ciso para re · 1izar su portentosa hazaña? Nunca hubo ocasi6n mejor pa­ra que brillara su talento organizador, y su don de previsión que constitu­yen el fondo de su carácter.

Para aquilatar la grandeza de S'ln Martín, al intentar esta empre­sa conviene recordat los móviles altísimos que le inspiraban: San Martín, en quién predomina, como en ningún caudillo argentino, el espíritu ameri­cano, no se conformaba con que solo fuera libre su Patria si no que quería que otros pueblos también participaran de ese beneficio, y si había en el

·fondo el móvil interesado de garantizar la frontera Septentrional del Río de la Plata venciendo a los españoles en el Perú, .ésto no era nada en com­paración con el generoso deseo de 1.Jevar, junto cdn los soldados argenti­nos, a regiones remotas, la libertad como alivio y satisfacción de los ame­ricanos que ansiaban sacudir .el yugo español. Los enemigos de San Mar­tín le tacharon entonces de falta de patriotismo, al abandonar el territorio argentino, llevándose su ejército cuando la inquietud y . el peligro .se cernían sobre Buenos Aires, y no hubo tal falta de patciotismo en este hombre su­perior, tan desprendido, tan abnegado y tan generoso, sinó el deseo de ser­vir . mejor a su patria, conquistando el cariño de Chile y el del Perú, p¡¡,íses hermanos. Y nunca mas oportuno San Martín en su genial propósito como en el momento en que, el desastre de Rancagua, destruía la inde­pendéncia de C4ile, poniendo otra vez a los españoles en posesión de ese t erritorio y amenazando la seguridad de la misma Argentina. Unido des­de esta época con el héroe chileno don Bernardo O'Higgins realiza lo que había sido su sueño, . su anibició.n.. .

Si el secreto, el silencio y la r·eserva fueron los distin'tjvos del_ carác­ter de San Martín, hay que convenir en que, sabia la naturalez¡¡,, supo do­t arle admirablemente para la misión que el destino le había encomendado; en la misma forma cómo había preparado su ejército, así también, realizó su famoso paso de · ]os Andes. Marcó del Pont dueño de Chile y conoce­dor de los planes de San Martín, est aba vigilante : pero_ éste acucioso, di ...

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ligente y mas que todo eso, cauteloso y pródigo en recursos para disimular su verdadera intención, engaña al enemigo, e impide que el General es­pañol sepa qué camino había de tomar, y así, el 12 de Febrero de 1817, ca­si al mismo tiempo que la noticia de su paso por los Andes, San M1artín, se presentaba en Chacabuco, obteniendo la inesperada victoria. .Se dice que, una vez más, quedó aquí demostrado el genio militar y el espíritu .or denado y metódico del héroe argentino, habiéndose dado la bataíla en el tiempo, l'ugar y momento previstos por él. Hasta acá todo marcha bien : mas en la vida, no todo es éxito, no todo ha de salir a medida del deseo, el desastre de Cancha Rayada, el 19 de Marzo de 1-818, es un entorpeci­miento pa;ra lo"s planes de San Martín : pero, -entonces también se revela el hombre de carácter y ante el estupor del pueblo sobrecogido por la de­rrota , San Martín dice: "la Patria existe y triunfará , yo empeño mi pala­bra de honor asegurando que en breve daré un día de gloria a la América del Sur". Y días después viene Maipú que consolida la Independencia de Chile.

San Martín está en la mitad de su camino; queda pendiente el resto , el poder español no solo subsiste sinó que es ft-1erte en el Perú, Lima sigue siendo un foco del españolismo, el centro de su poder, hay que ir hasta allá ; nuevamente emprende San Martín el viaje a Buenos Aires, va a solicitar recursos para que unidos a los que proporcione Chile, pueda realizarse la expedición al Perú ; las victorias de Chile le han dado a San Martín aug~ y prestigio, Pueyrredón, ahora, le ofrece los auxilios que son posibles a su gobiérno y conseguido ello, San Martín regresa a Chile.

Don Bernardo O'Higgins el amigo predilecto de St;i,n Martín, otra de las figuras hermosas de Ainérica , vincufado en propósitos al General ar­gentino, le secunda y con entusiasmo coopera a la organización del ejército que el segundo ha de conducir al erú en donde hay pat. iotas que quie· en 11 Tiberfad, muchos han pereció.o ya en el afán de conquistarla y muchos ex_isten anhelosos también de hacer ~o mismo. en caso necesario.

Qué noble emoción embrigaria a Si:tn Mktrtín, tan modesto, tan par­co en todo, el 21 de Agosto de 1820, cuando zarpaba la escuadra de Val­paraiso, conduciéndole juntamente con el ejército destinado a rea~izar la hazaña que había soñado¡ Marchaba en busca · de las huestes que duran­te tantos años habían sojuzgado al pueblp americaEo, alcanzando innúme-ras victorias: · · ·

Su mismo procedimiento, producto de la cavilación y cautela, le sir­ve para desorientar al viejo General vencedor de Vilt apugio y Ayohuma, ·entronizado ahora en el palacio de los Virreyes ; ¿Por dónde aparecerá ' San Martín? . ·¿Dónde desembarcarán sus tropas ? He aquí la - inquietud y la zozobra. . Será al sur? Será al norte? En la duda lo mejor es, mantener reunidas todas las. fuerzas en la Capital ; de éste modo la expedición tuvo el paso franco y el 7· de Septiembre de 1820 a las seis de Ja tarde llegaba a Paracas _(Bahía- de la Independencia) , San Martín cumplía su itinerario y .emprendía · la segunda y última parte de su gran empresa. La obra de demolición del poderío español, la expansión del_ sentimiento de índepen-

. dencia, de-difusión del amor a la libertad, fué llevado a cabo tenáz y· caute­losamente. Si San Martín no ganó ninguna batalla en el Perú en . cambio ampliamente fervorizó el sentimiento público y lo preparó para la Indepen­dencia.- Ef no vino como conquistador, buscó el levantamient o · de los

' pueb~~ en favor de la Libertad y de aquí su esmero por no herir efespíritu nacional ; desde que l_legó enarboló la bandera del Perú y los soldados que

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trajo, chilenos y argentinos, los puso justamente al abrigo del símbolo que representaba los anhelos de los peruanos, de ser libres, con razón se dice que, San Martín si.irvió la causa de la Independencia, sin cuidarse de fron­teras, haciendo. abstracción de si mismo, de su popularidád y de su nombre, se sacrificó en obsequio de la libertad Continental. - Proclamada lá Independencia y en posesióh de parte del territorio del Perú faltaba quebrantar el poderío español, que ahora se ha fortalecido en la sierra 'y en el Sur del pais. · San Martín está lejos de la Argentina, lejos de ChilfC y muchos de sus compañeros ya han sentido enfriado su en­t usias.mo, la disenciones que nacen en la naciente Repúblka dividen, no sólo a los hombres, sinó apartan los elementos que sdn neéesarios para el ejército que ha de buscar a l~s aguerridos españoles y obligarles a la deci­siva ·batalla en que ha de resolverse 1/3, suerte del Perú. La Patria lejana no le puede dar recursos, Chile está exhausto, en el Norte aparece un hom­bre que se presenta como un semi-Dios, cuyas estupendas victorias se cuen­tan como fábulas; Colombia, Venezuela y Ecuador repiten alborozados su nombre, Bolívar¡ San Martín nuevamente, frente a su destino medita , él necesita del concurso de ese hombre para terminar sU: obra, ¿Qué solda­dos y armas mejores que las que acaban de vencer aº los españoles en Cara­bobo, Bdyacá y Pichincha pueden auxiliarle¡ San Martín apenas conoce a Bolívar, ha surgido la cuestión de Guayaquil que se ha proclámado Inde­pendiente, lo reclama San Martín para el Perú y Bolívar lo quiere para su gran Colombia, es mejor arreglar el asunto de modo personal y San Martín se resuelve a dar el paso, el 22 de Julio de 1822 se embarca para Guaya­quil y el 26 por la mañana llega a dicha ciudad, en la q~e se encuentra ya Bolívar, quien lo espera en el muelle. ·

Entrevista solemne; el secreto la hace más trágica; dos hombres a quienes el Destino ha llevado, hasta este momento, por distintos caminos, pero movidos por el mismo resorte: el sentimiento americanista; animados por el mismo ideal: la liqertad de América; impulsados por la misma pasión : destruir el poderío español, van a encontrarse frente a frente .

No se comprendieron, hombres al fin; cada uno con su propia con­ciencia, cada cual con su corazón; Dios dotó a los hombres de los mismos atributos pero no los hizo iguales. El caso es que al final, San Martín y Bolívar, se separaron siguiendo rutas diferentes aunque no opuestas: Bo­lívar, a continuar su explendorosa carrera, San Martín al destierro, al si-lencio, al olvido tal vez¡ .. .. . .

Si se admira el papel de Bolívar viniendo '11 Perú a terminar la. obra de la Independencia, no puede dejar de admirarse la austera, la generosa; la noble actitud de San Martín renunciando a todo para dejar el paso li­bre a Bol.ívar, no porque rio sintiera en su alma el ímpetu de.la gloria, ni la loable ambición de terminar su empresa, sinó por el triste convencimien­to de su impotencia,, por la dolorosa convicción de que reducido a sus pro­pias fuerzas no la podría realizar, y creyéndose un obstáculo para que Bolívar, a su vez, contribuyera a la Independencia del Perú, cosa que San

· Martín anhelaba: hizo el sacrificiD de su eliminación. Hay que remarcar la ·valía de este gesto, en momentos en que, cada

General se tiene por un semi-dios, cada batalla ganada hace nacer, en d "\lencedor; un nuevo ·aspirante al poder, un nuevo enemigo de la libertad po:ítica de sus conciudadanos, que asechará el momento en que pueda en­caramarse en el gobierno y cuando todos los próceres se consideraban con

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título, no solo para la glorificación de su nombre sinó para el encumbra­miento m<:1.terial. ·

Su retirada del Perú, su alejamiento de su Patria, y sl1 estada duran­te veinte años en el viejo continente, siempre igual, en su ardiente ameri­canismo y en su implacable ave;sión a las luchas intentinas de los pueblos a cuya libertad contribuyó, atestiguan la inflexibilidad de su carácter, la sinceridad de su conducta y la nobleza de su espíritu. .

Esta revisión histórica que, con criterio americanista, sin prejuicio ni sospechosa segunda intención, realizamos, tiene un sentido profunda­mente sugeridor y acucioso, si se considera que en los t:empos que cor en, cuando América hispana presenta el desalentador espectáculp de la presen­cia, en los gobiernos mal llamados democráticos, de hombres que se deno- · minan fuertes y que a título de sus ambiciones desmedidas, a u dacias incon­troladas y ausencia. completa de escrúpulos, se adueñan del poder y se man­tienen en él, años de años, empleando las más rudas medidas de gobierno, las mas descentradas y violentas disciplinas políticas, hasta que, o mue­ren, o se rompe el nexo que les une a la fuerza armada, su sostén y su apo­yo, ante este cuadro, exhibir la honrosa figura de San Martín, no solo sir­ve para reconfortar el espíritu democrático de nuestra generación sinó pa­ra alentarlo. He aquí· lo que San Martín escribe a Guido el año 1829, al señalarle como el brazo fuerte capaz de doblegar a todos los caudillos en be­ligerancia y hacerse del Gobierno: "Partiendo del principio de que es absolutamente necesario que desaparezca uno de los partidos contendien­tes por ser incompatible la presencia de ambos con la tranquilidad pública ¿Será posible sea yo el escogido para ser el verdugo de mis conciudadanos , y cuál otro Sila cubra mi patria de proscripciones? No, -jamás, ja -­más-, mil veces preferiría correr y envolverme en los males que la amena­zan, que ser yo el instrumento de tamaños horrores; po; otra parte después del carácter sanguinario con que se han pronunéiado los partidos, no me sería permitido por el que quedase victorioso usar de una clemencia ne­cesaria, y me vería obligado a ser el agente de furor de pasiones exaltadas, que no consultan otro principio que el de la venganza."

Urgido para terciar en la lucha, en horas terribles de anarquía, cuan­do está aún humeante 1a sangre del Dírectdr Supremo, Dorrego fusilado por Lavalle y se avecina el momento en que Rosas vá a cojer, en su puño fuerte y endurecido en el manejo del freno y del ronzal del gaucho, 11,ama a conciliación a lbs Caudillos y les dice; "La c ns cuencias mas frecuen­tes de la anarquía son las de producir un tirano, que, como Francia haga sufrir al país, Los males que e:Xperimenta el que él domina" . (Paraguay).

j Con qué amargura recordarían sus proféticas palabras cuando gimió la República Argentina tantos años bajo la férula del gran tirano el cual llegó al gobierno justamente comó consecuencia de esa enconada lucha en­tre Federales y Unitarios¡

Ah¡ el decoro de este hombre; estando en Montevideo de donde pi.'. de pasaporte para irse a Europa, le reprochan lo que llaman su falta de patriotismo, su indiferencia para la suerte de la Nación, siendo así que ala Patria se debe todo sacrificio, excl¡:¡.ma: "i Si, .a la Patria se le debe sa,cri­ficar la vida y los intereses pero nó el honor¡'' . . . . . . . . . • Se fué de Amé­rica y no volvió más, vivo.

Muchos años han trascurrido, San Martín envejecido y enfermo, espera· el final de la vida, la llegada de esa hora inevitable, la más seria pa-

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el hombre, que vá a ella conforme han sido sus pasos por la tierra: en e:ia inquietud y fiebre, unos, en zozobra y terror, otros, en calma y en

-:.encio los que creen haber cumplido decorosamente su misión en la tierra. C..:.eata un literato: es 16 de Agosto de 1850 ; San Martín, en su habitación ·e Boulogne Shr M'er, juega con su nieta, una pequeña de cuatro años; - cual afanosa, busca algo con que abrigar su muñeco, el prócer compasi­r.o :om?- unas cintas descoloridas y se las entrega para ese objeto, su hi­: 1 esente en ese instante le hace notar que es lti condecoración que le ha <!a 'o el Gobierno de España después de la Batalla de Bailen, la que ha en­~oado , San Martín exclama: "y ¿para qué cosa mejor puede servir la -;ri;ia que para enjugar las 1,8-grimas de un niño"¡ · ,

A poco, suave, tranquila y serenamente muere el Héroe a quién hoy :::a die discute austeridad ni prestancia ... .... .. .

MIGUEL A. MARTINEZ del Instituto San Martiniano del Perú

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Salaverry 'OoLABORACJ.Ó'N DEL UPIT ÁN RrcA.RDO P-ÉREZ QoooY

Hay kombres en 1a historia de los pueblos, que triunfan desde la t.:mba. Tal ha sido en el Perú el Jefe Supremo de la República , General elipe Santiago Salaverry. ·

La descarga del pelotón de ejecución que el 1'8 <le Febrero de 1835 cr.::sumó en la plaza de Arequipa uno ·de los crímenes más censurables de ..,_ historia, puso fin a la vida de un hombre superior, de un soldado excep ... C:..'OillÜ, de un martir admirable del patriotismo; pero no mató su idea . -:ecundada bajo el riego de su sangre generosa, ésta surgió más fuerte y -zana a la sombra no sólo de la opinión pública del Perú, 'Sino

:.a:nbién de la de todos los puebl0s del Continente. La Confederación que • :nató, con este acto, firmó su propia sentencia de muerte.

Al conjuro de la idea redentora se estrecharon las filas de la nacio­~dad, y cuando se creía que todo había t erminado, todo volvió a empe­- - con más fuerza que nunca. Es que la ruta luminosa de reiVindica-. · de nuestra soberanía y de nuestra integridad estaba trazada : 'con 'San­~ :r con sacrificios mil, es verdad, pero al fin trazada. La América toda, e:: diversas formas, se lanzó resueltamente a colocar una valla infranquea­·- ·e para los utópicos sueños de grandeza del General Santa Cruz : la Co'IÍ­.: 'eración antes de nacer ya estaba condenada a morir ; tal como murió e~ Yungay, donde inspirado en el ejemplo sublime del mártir . de Arequi~ ?6-· Yernos reunido a lo más selecto de la peruanidad dirigiendo las fue~ - -- que debían darle el golpe de gracia.

¿Era mejor el Perú confederado con Bolivia o el Perú independien• -.: ,. soberano tal como nació a la vida libre? Es ésta una eterna cuestión

..:.é ha provocado y provoca aún hasta nuestros días .las más largas y ar­·=entes discusiones entre historiadores, publicistas y jurisconsultos. Pero

- - tros, los hijos de ese Perú uno, independiente y soberano; los que cons--::uímos la Nación peruana tal como es hoy; los descendientes de los sol-. dos de Yanacocha, Ninabamba, Arequipa, Uchumayo., Socabaya y Yun­-,,.y, debemos solidarizarnos con las causas y efectos que han ext~cturado e· Perú tal como es. actualmente; con la realidad nacional, con lo que sig­-:: c:amos efectivamente en América; en una palabra, -debemos prestigiar • que hoy somos, porque en ello radica nuestra fuerza como pueblo y el -r cipio fundamental de la futura grandeza de la Patria.

Los peruanos que desenvuelven su existencia de hombres libres al ~paro de la soberanía de la República, no deben olvidar jamás que en

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1835 esa soberanía estuvo en peligro y que fué el General Felipe Santiago Salaverry el apóstol y el mártir de su redención. Por eso, las generacio­nes que pasan y las ge_neraciones que vienen deben cultivar su recuerdo e inspirarse en su figura prócer siempre que del honor y Ja integridad de la Patria se trate. Debemos comprender, aceptar y respetar : que somos lo que él quiso y seremos lo que él aspiró que fuésemos hasta el último ins­tante de su trágica existencia; que su alma romántica y batalladora bu­lle en el fondo de todo corazón peruano, como si ella fuese el alma de la Na­ción; y que las proyecciones de su obra son la más rotunda justificación de sus actos , tienen trascendencia indiscutible en la vida nacional: así lo demuestra lo que hoy es el Perú.

¿Quién fué el General Felipe Santiago Salaverry? Ese es e! objeto de las líneas que siguen, en las cuales nuestra modesta pluma tratará de esbozar su vida" y su obra, con todos sus heroísmos, sus renunciamientos y.sus tragedias; así como también el tempestuoso escenario en que, como una ráfaga deslumbrante y fugaz, cruzó hace un siglo el más jóven y sen­sacional de los generales de la República.

Durante los ciento catorce g,ños de su vida independiente, ei Perú ha visto desfilar por el borrascoso campo de su escenario político hombres. de recia contextura esoiritual. GJbernantes puros y dignos, como La Mar ~ ·caudillos de maravillos'.ls cL1alidades innatas, como Castilla; políticos a lo Gambetta, como Piérola.- Hombres providenciales surgidos para bien de la Patria en los períodos más críticos de su e:i;;istencia, y cada una de cuyas robustas personalidades encama. o/1ª época de nuestra azarosa vida _republicana. ·

Entre todos ellos, sea por su juventud; sea por la causa sublime a Ja cual inmoló vida y fortuna; sea por la trascendencia de su sacrificio ; _sea en fin, por la férrea voluntad, la energía, la audacia, la impetuosidad y el valor que cara2terizaron todos los actos de su vida, cualidades t eda .más acordes con el carácter romántico y aventurero de nlJestra raza; lo :eierto ~s que, la figura espectacular de FELIPE SANTIAGO SALA VERRY, General de la R epública, Supremo Mandatario, héroe y mfrtir, a la corta edad de veintinueve años, se destaca a los ojos de la posteridad con

-magnitudes gigantescas, cuyas proporciones crecen más y más a travé de los tiempos.

Felipe Santiago Salaverry, hijo legítimo de D . Felipe Santiago Sa­Iaverry y de Dña. Micaela del Solar, nació en Lima el 3 de mayo de 1806. Venía al mundo, ·en momentos en que se oían los primeros gritos de inde­pendencia y se iiliciaba el torrente de sangre de donde debía surgir la li­·bertad del suelo que lo . vió nacer. Aguilar y Uba]de, acaba,ban de ser eje-cutados en la plaza principal del Cusco. ""

Desde el Viejo Continente llegaba el estrépito glorioso de la Epope­ya Napoleónica y brillaban claridades inmortales para la independencia de Amerita.

Una nueva etapa de la Historia del Mundo se forjaba a la sombra de las ideas de la Libertad y del Derecho.

Los primeros años de su vida, no ofrecen nada de notable en relación con la vibrante epopeya del resto de su existencia. Sin embargo, desde

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su más t ierna edad, puso de manifiesto ese temperamento ardiente, teraz e inquieto, cuyo sello inconfundible caracterizó siempre todos los actos de su vida pública.

De carácter altivo y enérgico; dominante e impetuoso hasta llegar a la violencia, el joven Salaverry ejerció sobre sus adolescentes compañercs de estudios esa influencia que ejercen Jos temperamentos superiores sobre los seres que Jos rodean, saturando y atrayéndolo todo en torno suyo, con la misma fuerza irresistible de un poderoso generadcr de energía.

Una anécdota de su infancia, resume en sí toda la vehemencia que encerraba el alma de este niño excepcional.

Salaverry se educaba en el Colegio de Jos Agustines. Un caluroso día de verano en que se encontraba en Jos altos cqn otros compañercs, acer­tó a pasar por la calzada un negro vendiendo chirimoyas; Salaverry pidió le vendiese dos reales, descols;ando al efecto una canasta pcr el balcón, pe­ro como el vendedor no pusiera de las mejores, Je reconvino, siendo con­testado con palabras groseras. Salaverry no pudo soportar el insulto y sin medir Ja altura que Jo separaba . del negro, dió un salto a través de Ja -ventana para caer sobre él y castigarlo. Felizmente, Jos compañercs lo­graron tomarlo de las piernas y volverlo al interior, con gran trabajo, librán­dolo de una muerte segura.

De inteligencia poderosa y precoz, cursó rápidamente los estudios preliminares de aquella época. Como todos los temperamentos superio­res, sentía verdadera pasión por el arte de las letras.- De no ser un gran soldado, hubiese sido un gran poeta.---' Su época y el medio en que vivió lo absorbieron, y fué soldado. Feliz dete1minación: la América y el Mun­do entero iban a contemplar con asombro la meteórica carrera de este jo­ven extraordinario.

Corría el año. de 1820; el Perú se debatía desesperadamente bajo la planta poderos;i, de un enemigo envanecido por trescientos añcs de domi­nación y despotismo. Poderoso baluarte del conquistador, en su . seno se

·había resumido el total de las fuerzas del poder español, a medida que el gigantesco incendio de la libertad americana iba estlechando más y más su círculo de fuego.

Sobre el convergieron el pensamiento y los esfuerzos de los más gran­des Capitanes de la Libertad: San Martín, Bolívar, Sucre, O'Higgins, etc. Todos comprendieron que su obra no estaría concluída mientras quedara en América un solo vestigio del poder español.

San Martín el primero, el héroe de Chacabuco y de Maipú, con el claro criterio de su genio guerrero, no vaciló un instante en traer sus ar­mas victoriosas al Perú, donde él preveía el escenario del epílogo de aque­lla formidable epopeya en que se disputaba la libertad de un mundo.

E l 7 de setiembre de 1820 , San Martín ponía pie en las costas del Perú. Su pequeño ejército, apenas contaba 4500 hombres y 12 piezas de arti~lería . Sin embargo, confiado en su genio y en el patriotismo de los pueblos, se lanzaba a realizar la grande obra. ·

El Perú se conmovió hasta sus cimientos. E l patriotismo latente en ·el alma de todos los peruanos despertó a las primeras vibraciones del clarín guerrero. San Martín ll:;tmaba . a Jos pueblos, y los pueblos. respon­dían f9rmando bajo sus banderas para luchar por el sacrosanto ideal de la libertad. ·

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Por su parte, el Poder Español, sólidamente cimentado en el Perú, se aprestaba para la defensa.- En aquellos instantes de tett~ble calma que preceden siempre a las grandes catástrofes cada uno, según sus idea­les y sus aspiraciones, ocupaba el puesto que más le convenía para esa lu­cha grandiosa que iba a decidir la suerte de un continente.

El .8 de diciembre de 1820., se presentaba en el Cuartel General de Huaura un adolescente, un niño, solicitando sentar plaza de soldado bajo las banderas de la Libertad. ·

Había escapado del colegio, abandonando a sus padres y familiares , y a pesar de la vigilancia de las fuerzas enemigas apostadas en el tránsito, a costa de grandes esfuerzos llegaba a ofrendar su sangre en aras de la Pa­tria. HabJaba con ta) energía y cordura desproporcionadas a sus pocos años, había tal distinción y firmeza en el porte de este asl.olescente aluci­nado por la gloria, que el Libertador justamente impresionado le hizo dar de-alta como cadete en el Batallón Numancia próximo a entrar en cam­paña.

Este niño era Felipe Santiago Salaverry; contaba entonces 14 años y 7 meses de edad.

La grandeza de su alma no pudo resistir al influjo del Ideal Liber­tario. Con la clarividencia del genio, escogió su camino y se lanzó sin titubear, · abandonándolo todo en la rauda carrera de su gloria. El niño soldado iba a asombrar a la posteridad con los destellos de su genio.

Durante los cuatro años que duró la lucha titánica de la emancipa­ción, Salaverry tomó parte en cien combates y regó con su sa.ngre los cam­pos de batalla del Perú y Bolivia. .

Vencedor o vencido, en las angustiosas alternativas de esta campa­ña memorable, puso siempre de manifiesto en todos sus actos el acerado temple de su espíritu guerrero y toda la energía indomable de su alma de patriota. Vi_rtudes que, más tarde, en un campo de · acción más vasto, iban a bri_llar en todo su esplendor, para bien y salvación del honor nacio­nal. ·

Veamos su Foja de Servicios durante la Campaña EmanCipadora. Desde el 15 de diciembre de 1820 en que sentó plaza de cadete en el

batallón "Numancia", hasta el 15 de agosto de 1821, sirvió bajo las órde­nes del General Arenales en Ja campaña de la Sierra.- Desde el 31 de se­tiembre de 1822 hasta el 16 de febrero de 1823, a órdenes del General Al­varado en 1á. campaña de Puertos Intermedios.- Desde el 21 de mayo has­ta el 31 de octubre de 1823 a las del General Santa Cruz en Ja campaña denominada del Talón. Desde el 14 de abril de 1824, hasta el 2 de enero de 1825, bajo las órdenes de Sucre y Bolívar en la campaña decisiva que seiló la Independencia de América. .

Al terminar la campaña de la Emancipación, el joven guerrero lu­cía las insignias de Sargento Mayor Graduado. En su . pecho brillaban las medallas de Libertadores del Perú, de Zepita, de ]unín y de .A.yacucho. Como vencedor de . esta . última batalla, ostentaba el título de "Ciudadano Benemérito a la Patria." .

El Mayor Felipe Santiago Salaverry, · contaba entonces 18 años y 8 meses de edad. Su rápida carrera era el justo premio de sus méritos. Cada galón fué conquistado a costa de un heroísmo o de un sacrificio. En el incendio de esa fo.cha legendaria, donde se disputaban la palmq, de . la gloria tantos y tan diversos hombres y pueblos, el joven guerrero había sabido imponer sus excepcionales cualidades.

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Existen espíritus previlegiados que en alas de su genio, cruzan a gran­des saltos, ahí, donde el resto de los hombres se arrastra lentamente a la débil luz de la experiencia adquirida.

La excesiva juventud no fué jamás un obstáculo para Salaverry ; su genio suplió siempre a sus pocos años. Como soldado, como oficial, como jefe, supo en todo tiempo y lugar dar ejemplos sublimes de cumpli­miento del deber, de abnegación y de heroísmo.

Mayor a los 18 años, veamos si sabía comportarse como un jefe. Dejemos a los hechos que hablen:

El año 1828, gobernaba el Perú el General D. José de La Mar, uno de los gobernantes más íntegros . que ha tenido el País.

El Batallón N° 9, de recierlte formación, que acantonaba en el Cuar­tel de la Inquisición, contaba entre sus jefes al Mayor Salaverry.

Las conspiraciones políticas que han obstaculizado siempre sistemá­ticamente todos los buenos y malos gobiernos del Perú durante su acci-, dentada vida republicana, procuraban la caída del Presidente La Mar.

Por motivo de una de ellas, se encontraban presos en el cuartel del Batallón N ° 9 algunos oficiales acusados de crímenes políticos,_ entre ellos el Coronel Huavique, jefe reputado de valiente y que se había distinguido en lás campañas de la Independencia. .

La noche del 23 de abril, en ausencia de los jefes, el Batallón se su­bleva a órdenes de Huavique. La tropa toma las armas y se forma en el patio del cuartel lista a las órdenes del jefe rebelde.

Algunos leales que logran escapar corren a dar aviso a los jefes del Batallón que se hallaban reunidos en una casa particular.

La noticia por lo imprevista siembra la confusión, ninguno atina a encontrar la medida salvadora que en los momentos de indecisión y des­concierto, cuando todo parece hundirse a nuestro alrededor, sólo el espi­ri.tu superior es capaz de descubrir, arrastrado por la fuerza irresistible del crenio.

Veamos que hace Sala verry : Sin titubear un instante, se dirige con aire rápido, solo, al cuartel.

El oficial de guardia pretende cortarle 'el pasó; lo atropella, penetra, se ¡:ilanta ante la tropa y le increpa su conducta. Su fogóso temperamento se desborda en reproches contra el osado que ha logrado sublevar el Ba­~llón. "¿Quién ha mandado formar esta tropa?. ¿Quién es? Que sal-ga al frente quién lo ha ordenado", exclama. .

Huavique, oculto hasta ese instante tras de las filas de los prime­~ soldados, se lanza bruscamente sobre SaJaverry y gritando furioso : · ...,~ la he mandado formar" , y le dirige una estocada tratando de ultimar

. Levemente herido en el cuell.o el jóven ·mayor pega un salto atrás y desenvaina su sáble. Una lucha a muerte se traba entre ambos jefes; la ::upa contempla asombrada y en silencio; tras de cortos instantes el jefe rebelde cae con el pecho atravezado de parte a parte; se levanta, corre ha­cia la salida y vuelve a caer para no levantarse más a pocos metros de la

ertá del cuartel. · · · · · El Batallón rebelde subyugado por tanto valor, depone lq,s ar­

::::::ias y se somete a las autoridades constituídas.-· El mayor Salaverry ha-fu salvado a 1á. República. ·

Cuatro días después el Gobierno lo hacía Teniente Coronel como ;-.1.Sta recompensa a su valor.

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Así conquistaba sus galones Felipe Santiago Salaverry.- Había pro­bado, pese a sus pocos años, que era un jefe; que la vida no se defiende in­condicionalmente; que la seguridad personal p3S'l a segundo plano cuan­do h1y verdadera consciencia del cumplimiento del deber; que no hay pe ligros ni imposibles cuando están de por medio la seguridad de la Nación y la . autoridad de los poderes constituídos.

Bello ejemplo que se mantiene ahí, palpitante a través de los tiem­pos, y que debe servir de guía y de inspiración a todo aquél que tiene la grave responsabilidad de mandar soldados.

La abolición del poder español había procurado en el Perú la inde­pendencia, mas no la libertad de sus pueblos.

Convalesciente todavía el país de la sangrienta guerra de la eman-. cipación se convirtió en víctima de los apetitos más desenfrenados, de los egoísmos más condenables, de la incertidumbre más desconcertante, que manifestaban algunos de los nuevos hombres que venían a empuñar las riendas del poder .

La América toda se debatía entonces en un afán desorientado de re­construcción. En medio de las ruinas de la gran catástrofe hispana, la repartición del coloso derribado se hacía sin. orden y sin concierto, creando entre las partes graves conflictos cuyas consecuencias subsisten aún has­ta nuestros días.

Llamados a mandar después de haber obedecido .durante trescientos años, los pueblos se sintieron pequeños ante tanta grandeza, y se entrega­ron incondicionalmente en brazos de aquellos bravos guerreros que ha­bían conquistado la independencia a costa de su sangre vertida en todos los campo.s 'de batalla de la América. "

Los rudos paladines de la Libertad, tras de batallar sin descanso por todo el continente durante varios años, pasaron de los campos de batalla a ocupar el solio del poder de las nacientes repúblicas, cubiertos aún con el polvo de tantas campañás.

CaTgados de glorias, conscientes de su valor, ambiciosos del poder, empezaron a regir y a disputar entre ellos los destinos dé las jóvenes na­ciones.

Tenaces, impetuosos y valientes, _quisieron poner en práctica en el campo de la política interna y externa esas cualidades· preciosas 'para to­mar una posición por asalto, pero que no dan frutos para gobernar un país cuando no van aunados a la cordura y a la clara visión del destino de los pueblos.

En lo externo, la América se·vió envuelta en una serie de luchas fra­tricidas, entre repúblicas hermanas, debido a la intransigencia y ambici­

- ción de sus gobernantes. En lo interno, encarnizadas guerras civiles en­·sangrentaron el suelo de estos países que tanto habían luchado s, sufrido para ser libres. · · ·

La República, el más delicado de los sistemas democráticos, implan­tado súbitamente en un medio no preparado para ello, vió hondamente alterados sus principios y prostituída escandalosamente su finalidad.

La falta de civismo trajo consigo la bancarrota de los principios ·de la revolución emancipadora.- No había hombre que no se sintiera capaz y con derecho para gobernar. La brega por ~el poder era la hoguera en

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El Jefe Supremo de la República General Don Felipe Santiago Salaverry.

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la cual se consumía la vitalidad de las nuevas naciones. La salvación de · la patria, de esa patria que se hundía bajo el peso de tantos salvadores, sirvió de plataforma para encarama:rse en el podeT a gobernantes irrespon­s:tb~es, que manejaban la cos:t pública según convenía a sus particulares intereses; que disponían de las vidas y haciendas de sus conciudadancs; que distribuían a manos llenas prebendas y honorns entre sus allegados; que esglimían, en fin, las armas de la Nación para dilucidar asuntos per­sonales.

Gobernaban a sus pueblos poseídos de la extraña convicción de que la Patria eran el los ; la libertad, ellos; el poder, ellos.

Pálido reflejo de Ja crisis moral de aquella turbulenta época de tran­sición de las Repúblicas Americanas, la que acabamos de describir.

El Perú, como todas ellas, se vió envuelto en las llamas del incen­dio.- La Nación marchaba hacia el abismo a pasos agigantados, entre el silencio temeroso de los más y el aplauso interesado de Jos menos. El fin del más brillante legado del virreynato parecía en determinados instantes una catástrofe inevitable.

Sinembargo, ·para bien del Perú, en medio de esta bancarrota na­cional, no faltaron hombres íntegros que dejaron oir su voz y sentir su ac­ción en pro de la regeneración ciudadana.

Uno de ellos, el más admirable por sus hazañas legendarias; fué Fe­lipe Santiago Salaverry. Espíritu elevado, con amplias mi-:as parn el por­venir del suelo que lo vió nacer, había luchado desde niño en los campos de batalla por el ideal de un Perú libre, fuerte, próspero y feliz.

El triste espectáculo de la Patria sangrante y desbeck, próxima a perecer, no pudo soportarlo su grande alma de patriota, y se lanzó a la lu­cha por la regeneración nacional, con todo el ardor de su juventud, con toda su férrea voluntad y el impulso poderoso de su ger,io.

Fué desten-ado, perseguido, escarnecido, su cabeza pt:esta a precio. foJaverry permaneció inquebrantable. Su espíritu surerior tuvo mani­festacio'les admirables en esta desigual contienda, poniendo de relieve sus excepcionales dotes de luchador y patriota. •

Sinembargo, una figura de sus condiciones no podía dejar de ser re­conocida y apreciada eñ su justo valor. Llamado por el gobierno del Ge­neral Orbegoso en momentos difíciles parn el país, acude presuroso ahí donde la Nación necesita de sus se vicios. No podía ser de otra manera, Salaverry antes que todo fué un patriota; Jamás se banderizó con ningún partido; su partido era la Patria.

Ascendido vor sus méritos, durante el gobierno de Orbegozo, a Co­ronel v más tarde a General de Brigada, es nombrado, en e1· ero de 1835, Gobernador de la Fortaleza del Callao, días después de haber llevado a cabo la hazaña, única en nuestra historia, de tomar i;:or asalto dicha for­taleza, en -defensa del orden público, sofocando la rebelión efectuada a fa-vor del General La Fuente. .

El Perú atravesaba entonces, uno de los ¡::e-íodcs més caóticos de su historia republicana. Tras el desgraciado Gobierno de Gamarra, que entre otros grnves males, creó serias disidencias entre el Congreso y el Eje­cutivo, enfrentando a ambos poderes, la guena civil entre Orbegozo y Ber­múdez, pretendientes a la sucesión presidencia\ acababa de ensangrentar el país. Un gobierno débil e inconstitucional encabezado por un hom­bre que, como Orbegozo, había tomado el Congreso, al azar en circunstan-

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cías críticas, con el deliberado fin de librarse de su enemigo declarado Ga­marra, regía ios destinos del país mantenié_1dose penosamente en el poder.

Aparte de esta serie de calamidades internas, un peligro más grave aún se cernía sobre el Perú poniendo en peligro la independencia del País.

E' proyecto largamente meditado y preparado por el GeLeial San­ta Cruz, Presidente en.tónces de Bolivia, para anexar el Perú a esta últi­ma República, parecía haber llegado a su madurez y encontrado una oca­síón propicia en el calamitoso estado de J.a Nación.

Ei hombre de Zepita, poseído de un morboso deilrio de grandeza, h1bía forjado el plan audaz de constituir un solo estado con el Perú y Bo­livia para hacerse el jefe absoluto de ambas Repúblicas.

El plan estaba perfectamente establecido. Su finalidad, ya la he­mos dicho: a:1exar el Perú a Bolivia, para formar un solo Estado bajo la autoridad de Santa Cruz. Los medios: alentar y proteger el pronuncia­miento por Ja Federación, de los tres Departamentos más importantes del Sur del Pe-,-ú: A0.-equipa, Cuzco y Puno, para que, formando un Estado inde ¿eadiecite, éste se uniese a Bolivia, aumentando así la preponderan­ci'.í de esta última República.-Sitnta Cruz per:saba, con fundamento por su.pi.testo, dominar fácilmente el débil Estado que quedara después de pro­ducida la des:membración.-Su justificación: la situación geográfica de Bolivia con :i::especto al . Perú y la afinidad racial, económica y política de estos dos países que hacía poco habíanse separado.

L'.í idea, materialmente, era magnífica. Dos países unidos, consti­tuyen una entidad mis fuerte que éada uno aisladamente; pero humana­mente era imposible. Jamás pueblo alguno se entregó sin lucha en bra­zos del conquistador. Los hechos vendrán a demostrarlo_

Desde el año 1829, se habían sucedido una serie de tentativas en pró de la Federación. Todas ellas fracasaron; su orígen fué siempre el fruto de Jos secretos trabajos de Santa Cruz, que no perdía ocasión de introdu­_cir la anarquía en el Perú, a fin de favorecer sus secretas maquinaciones.

Los agentes de Bolivia efectuaban una intensa propaganda a su fa­vor, presentándolo como el hombre providencial que debía salvar del caos a la República. '

En la época que nos referimos, cuando SaJaverry asumía el mando de Ja fortaleza del Callao, ya la idea de que era necesario una Confedera­ción, se ex:tendía y tomaba un incremento alarmante, no sólo en el Sur si­no tambié .1 en el Centro y Norte de la República.

Gamarra, el hombre fatal para la tranquilidad política del Perú, asi­lado entonces en Bolivia, se entendía secretamente con Santa Cruz para estable ~ er la Federación de los Departamentos del Sur, con la esperanza de hacerse el jefe del nuevo Estado.

El Presidente Orbegozo, a la sazón en gira política por el Sur del país, parecía inclinarse por la Confederación, como medio de ganar ª"deptos pa­ra su causa.

La hora postrera del Perú parecía próxima a sonar. Entre la iner­cia, la impotencia y la ambición de sus hijos, el país marchaba apresura­damen 1 e hacía su fin.

Sólo un hecho providencial podía salvarlo, un acontecimiento ex­traordinario que, estremeciendo la Nación hasta sus cimientos, des¡::erta­ra la indolencia de unos, ahogara la ambición de otros, y sacara del caos aquella Patria hecha girones, armando su brazo para rechazar los peligros que acechaban su existencia.

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Era preciso un hombre excepcionaJ, un espíritu, audaz y patriota, _ .. m y heróico hasta el sacrificio. Un genio que, surgierdo entre tanto "e70tisrno y tanta miseria moral, se enfrentara a la Patria moribunda :gri-~irrdole las mágicas palabras del Salvador: 1LeYántate y anda¡ .. . . . . E:-a necesario el hombre que la mano de Dios pone siempíe en 'tedas 12:s -.... ndes catástrofes de la humanidad, para hacer cumplir los sagradas des--: os de los pueblos.

Este hombre, ftré Felipe Santiago Salaverry; el hecho provldencial m revolución del 23 de febrero de 1835.

A las doce de la rn;iche del día citado, la pequeña guarnición de la for­: aleza del Callao, al mando de su J efe, se pronunciaba contra la peligrosa administración inconstitucionalmente establecida.

El 25 del mismo mes, el General Salaverry se proclamaba Jefe Su­.emo Político y Militar de la República.

Era el esfuerzo postrero de la nacionalidad, esquilmada, es-arreciaa :- vendida por Ja ambición, el odio y la ineptitud ·de algunos de los ho.m­b7es a quienes había confiado sus destinos.

¿Qué se prnponía la revolución?. Ella perseguía un solo fin: d2r al Perú la efectiva Libertad, por la cual se había derramado torrentes de sangre.

Hacía trece años que San Martín había proclamado la inde¡:-ender.­cia y diez que el Poder Español había sido desterrado para siempre del Perú. Sin~mbargo, los viejos métodos persistían: Leyes inspiradas en les antiguos Códigos Españoles que involucraban en sí todo el espíritu de la conquista; ninguna participación de los pueblos en los asuntes del Estado monopolizado por una burocracia amoral, su única oblig2.ci6n era obede­ce1 y callar; lamentable desigualdad de los ciudadanos ante la Ley; nin­guna garantía para el uso de las libertade.<s públicas; escartdaloso des1:il­farro de Ja Hacienda Nacional. El despotismo que consumía a Ja Nación había cambiado únicamente de homb-i"es y de nombre. Se había prccla­mado la Libertad, y la Libertad era un mito . . Se había declarado la Re­pública, y la República no existía. Se vociferaba a voz en cuello el patrio­tis..rno, y el patriotismo era una mentira.

Tal era e1 estado caótico de la Nación, al cual se enfrentaba la re­Yolución del 23 de febrero.

A su presencia, se estremecieron los intereses creados con hondss raigambres en los viejos métodos. Los elementos que explotaban al Pe1ú como un feudo, se sintieron hondamente alarmados ante el r eligro de ver­se privados del Poder y esta alarma, traspasó las fronteras de la Re¡::úbli­ca y 1Íeg6 hasta Bolivia, donde se hallaban a la sazón dos hombrns que dis- . cutían fría.mente la re1Jartici6n del País.

Santa Cruz y G~arra habían annonizado al fin st.1s particulares intereses en el plan de formar una sóla Nación· del Perú y Bolivia, dividida en tres Estados deno.minados: Norte, Centro y Sur. El mando Supremo de la nueva gran Nación correspondería a Santa Cruz, el del Estado Cen-ro a Gamarra. Ambos caudillos eran falsos en sus mutuas promesas.

Cada uno había · decidido de antemano la ruina del otro, una vez logradcs sus fines.

Orbegozo por su parte, impotente para dominar con sus propias fuer­zas la revolución, que había tomado un incremento considerable a raíz de los descalabros sufrió.os por la División Valle-Riestra y el pronunciamien­to de las Divisiones del Sur a su favor. Orbegozo que veía llegar inevi-

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table:'Uente el fin da su figuración políti\sa, no titubeó en pedir el auxilio de su fuerza al Presidente de Bolivia. Este, situado entre Jos dos er.emigcs irreconcifotbles, Orbegozo y Gamarra, supo engañar hábilmente a 8mbos para favorecer el logro de sus planes y como era de esi::erar, acei::t.ó po­niendo sus condiciones.

El paso fatal est'.l.ba dado, el invasor se lanzaba impunemente a la conquista, abiertas las puertas del país por sus propios hijos.

El último baluarte del patriotismo nacional, lo constituía el General Salaverry y su pequz.ñ:> ejército. Hacia a él volvieron sus ojos todos los verdaderos patri8tas en Jos angus tiosos momentos en que un ejército in­vasor pisaba las fronteras del país.

Tres homb:ces se enfrentaban a la Revolución del 23 de febrero. Tres caudillos que dirigían tres viejos partidos y comandaban tres numeros2s huestes: Santa Crnz, al frente del e~ército iriv2sor de Bolivia; Gamarra que, después de h3.berse introducido en el Perú, había logrado el pronun­ciamiento a su favor de las Div]siones Lopera y Larenas, proclamando acto continuo la federación de los tres Departamentos del Sur y decla­rándose Jefe del Estado Centro; Orbegozo, que auxiliado por Santa Cruz, constituía en Arequipa un fuerte ejército para aniquilar al hombre que había osado enfrentársele en defensa de ics sagrados iptereses de la Patria.

El primero, ambicionaba el dominio absoluto del Perú y Bolivia ; los dos últimos, Ja Presidencia de la República.

Para oponerse a tan poderosos adversarios, Salaverry no contaba sino con débiles recursos; el país estaba sumido en la anarquía y domina­do en gran parte por los enemigos de la Patria; las arcas nacionales exhaus­tas, el pequeño ejé.·cito fiel a la nación, casi desarmado y carente de elem­mentos.

La causa del país parecía condenada a perecer al pri¡ner empuje de sus poderosos e'lemigos.

Tal era la situación en momentos en que el genio de Salaverry iba a tener destellos sublirr~es para salvar el honor de la República.

El ejército patriota se reconstituía con entusiasmo febril e indescrip­tible e 1 el campo de Bella vista, cerca de Lima. La férrea voluntad del Jefe Supremo hlcía se:iti-r su influencia hasta en los m2s ínfimos detalles de la preparación. S:. ge1io de organizador tuvo manifes-tacior:es mara­villosas en la gigantesca empresa de sacar de la nada un ejército con pas­ta de vencedo:c.

Todo lo hizo, todo lo creó, todo lo organizó; en todo momento, ba­jo todas las formas y desde todas las distancias. No trepidó ante nada ni ante nadie para coronar con éxito el plan que se había trazado.

Fusiló, inciutó tesorcs y requisó todo género de recmsos con una actividad ind2sc;j1Jtible. Obligó a lo::; tímidos pueblos, desmoralizados por el es::iectáculo de tanta falsedad y de tanto escarnio, a prestar su con­tingente para la consecución de esa campaña santa; no vaciló en imponer su voluntad, a pes'3.r de todo, para hacer concurrir los· medios necesarios a la gesta gloriosa de la Inde;endencia del país.

En el desbordamiento terrible de su patriotismo herido, declaró la guerra a muerte . al osado invasor que hollaba el s·_¡elo de la Patria. El Presidente de Bolivia contestó este reto poniendo a precio la cabeza de Salaverry.

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La lucha a muerte iba a princ1p1ar, encarnizada y cruel. Semejan­te a Ja Madre Patria en 1808, el Perú se preparaba a verter la sangre ge­nerosa de sus hijos en defensa de su libertad y de su existencia.

Mientras estos acontecimientos se desarrollaban, un hecho impor­tante, favorable a la causa del país, había tenido lugar en el Sur: Gama­rra, dándose cuenta de Ja duplicidad de Santa Cruz, que actuaba ya a des­cubierto, seguro de su obra; viendo por tierra sus aspiraciG:mes políticas, lanzó el grito de alarma contra la invasión que amenazaba la independen­cia de la República y reconoció la autoridad de Salaverry. Extraña si­cología de este hombre, que pensaba que la Independencia del país eran sus personales ambiciones.

Sinembargo, estos dos hombres unidos para destruir al invasor, con distintos fines, no podían mantenerse mucho tiempo de acuerdo, dada la disparidad de sus ideales. .

Salaverry había dispuesto, con muy buen criterio militar, no dar batalla al invasor sino cuando estuviesen reunidas todas las fuerzas del Centro y del Sur, fieles a la causa.

Gamarra, ansioso de supeditar al ] efe Supremo con el prestigio de una victoria contra Santa Cruz, se aventuró a una batalla en condiciones desventajosg,s, siendo completamente derrotado en Yanacocha.

La causa nacional se veía nuevamente debilitada por la ambición puramente sensual del Mariscal de Piquiza.

Salave1ry no se arredra ante tamaño descalabro. Con nuevos bríos prepara su ejét cito para la lucha· decisiva. Era en la adversidad donde se manifestaba toda la grandeza de alma de este hombre formidable .

El ejército acantonado en Bellavista era la única fuerza dispuesta a defender la Independencia del país.~ Ei 28 de agosto de 1835, Salave­rry expide un decreto ordenando el alistamiento geneial para repeler la ag:esión.- El 25 de setiembre, el ejército de la causa nacional levanta el campo de Bellavista y se embarca en el Callao, rumbo a Pisco.

Salavfüry marchaba por tierra con la caballería, dejando instalada en Li111a una Junta de Gobierno encabezada por el .General Salas, que de­sempeñaba entonces el Minis'ierio de Guerra y Márina.- El joven gue­rrero iba en busca del invasor y de la gloria.

Antes de partir, lanza a los habitantes de Lima una vibrante pro­clama, en la cual se trasluce todo su ardiente patriotismo e indomable vo-luntad de vencer. ·

"Limeños: - decía- Yb defenderé este. suelo querido donde recibí el sér ; nunca pe-; mitiré que sea profanada por la inmunda planta de un conquistador insolente".

Y en otra dirigida al Ejército: "Soldados .!Baluarte de las libertades públicas y de la Independencia Peruana¡ Esperanza y orgullo de la pa-tria¡ Volemos a salvar nuestros fueros y nuestra gloria ... .. . ¡

El 6 de octubre , el Jefe Supremo llegaba a Pisco; ahí se le reunía cuatro días después la expedición victoriosa del Coronel Quiroga, que al frente de 260 hombres, había sido enviada para amagar el único puerto de Bolivia, Cobija. Era el primer triunfo del ejército fiel a la causa na­cional.

Santa Cruz, por su parte, dominaba ya casi la mitad del Perú.- La mmensa zona comprendida entre el Deságuadero y el valle de Jauja, era ocupada por el Ejército Invasor, fuerte de 8.000 _hombres.

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Confiado en la superioridad numérica de sus fuerzas, seguro de su triunfo, orgulloso por el ambicionado poder que ya sentía entre sus manes, el Presidente de Bolivia se aprestaba a dar el golpe de gracia a su mori­bunda presa.

Sin embargo, en esta desigual contienda, el genio de Salaverry iba a tener destellos maravillosos, haciendo experimentar repetidas veces al invasor la amarga ansiedad de la derrota.

Impulsado por su temperamento impetuoso y audaz, decide marchar en busca del enemigo para batirlo en ws propios cuarteles.- Rápido co­mo el rayo se lanza sobre la vanguardia de Santa Cruz, que al mando del General Morán, se encontraba en Ayacucho: la sorprende, la pone en fu­ga, la persigue hasta las orillas del Pampas y la desbarata días después en Ninabamba.

Del Pampas, retorna y se dirige velozmente hacia Arequipa para cortar a Santa Cruz del Sur; que era su fuente de recursos.

Salaverry imprimía a la campaña el sello de su temperamento ar­diente e impetuoso.

El Mariscal de Zepita, conociendo la contra-marcha del ejército ene­migo, pasa el Pampas, ocupa Ayacucho, y lanza de ahí una división de 1.600 hombres al mando del General Morán, con el fin de apoderarse de Lima. En ella iba Orbegozo, con el objeto de afianzar la ocupación de las tropas invasoras. Santa Cruz pretendía explotar hasta el último los servicios del hombre que se le había asociado en la conquista del Perú .

La Capital de la República, inerme , sin fuerzas que la defendieran, puesto que todas se hallaban en el Sur·; asolada impunemente por partidas de montoneros que llevaban su audacia hasta el extremo de apoderarse del Palacio de Gobierno, como la capitaneada por el "Negro León" , cayó fácilmente en manos del invasor.- Diez días después, la fortaleza del Ca­llao se entregaba al General Morán, previa una capitulación.

A fines de enero de 1836, la suerte del Perú se presentaba de nuevo irremisiblemente perdida: Orbe gozo había entrado en Lima al frente de un ejército invasor, siendo aclamado por sus partidarics; todo el Norte de la República parecía pronunciarse contra Salaverry a influjcrs de los agentes de Santa Cruz.

La atención de los verdaderos patriotas se fijaba angusticsamente en el Sur, donde se iba a decidir la suerte del Perú por un puñado de i:a­triotas que, si lograban vencer a Santa Cruz, salvarían la independencia de la República. '

El destino iba a poner una vez más a prueba el genio de Salaverry. Su pequeño ejército se encontraba _en Challapampa cerca de Are­

quipa. El pueblo de esta ciudaci, fiel a Orbegozo, y disgustado por las seve­

ras medidas puestas en práctica por el Jefe Supremo, se mostraba hostil a su causa, que era la causa de la Pafria.

En esas horas solemnes, en que el porven ir del país naufragaba en medio de la tormenta de la ambición y el odio de los caudillos, de la indo­lencia y timidez de los pueblos, este hombre extraordinario, abando11ado de todos, sin mis posesiones que las que pisaba su pequeño ejército, dan­do ejemplos impresionantes de una voluntad indómita y un patriotismo inquebrantable, se mostraba al mundo más grande que nunca.

El Mariscal de Zepita, confiado ya en un fácil triunfo sobre su de­bilitado adversario, marcha en su busca para destruirlo.

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El día 30 de enero se libra un sangriento combate en el Puente de Are­quipa, en el cual, triste es decirlo, el pueblo de esta ciudad toma parte ac­tiva a favor del invasx. Salaverry, después de una heróica resistencia, se retira en buen orden sobre Uchumayo, a veinte kilómetros de Arequi­pa. H'.tsta ahí es seguido por su adversario.· - El día 4 de febrero se tra­ba nuevamente otro encarnizado combate en el Puente de Uchumayo, y el Ejército BJliviano es derrotado y obligado a retirarse, completamente desmoralizado, .hacia Arequipa.

La estrella de las fuerzas reivinciicacionistas parecía brillar nueva­mente. Pero nó: su suerte estaba decidida por el destino pese 'al heroico sacrificio de un grande hombre. .

Alentado por su triunfo, y cediendo a los ímpetus de su vigoroso temperamento . Salaverry se lanza tras de Santa Cruz, con el fin de cor­tarle la retirada ocupando las alturas de Paucarpata por medio de una ma­niobra de flanco. Este último, prevenido, retorna oportunamente sobre su adverBrio, y ambos ejércitos enemigos se encuer,tran el día 7 de febre­ro, a las 9 de la mañana, en los .campos de Socabaya.

La batalla fué encarnizada y sangrienta. Salaverry no desmintió en ningún momento las brillantes cualidades de su espíritu guerrero. To­da la fogosidad de su carácter; toda la santa indigración de su patriotis­mo herido, se desbordaron a torrentes en medio del incendio de la lucha decisiva. Se .le vió lanza en mano batirse como un soldado y cargar re­petidas veces a la cabeza de sus bravos escuadrones; se le vió en los mo­<lle11tos difíciles del combate gritar, detener, acuchillar como un loco a los iugitivos que, presa del pánico, abandonaban el campo del honor. Y cuan­do el desastre foé un hecho inevitable, cuando comprendió que el destino "!e negaba la mis cara aspiración de su vida, cuando entre el clamor de la derrota vió surgir, i;rnootente, la imagen de la Patria destrozada, el Héroe se '3.1ejó el último del campo de batalla, llevando en su corazón la enorme

e 1.dumhce de no haber perecido, ahí donde no pudo salvar el porvenir e la Patria.

Ve 1cido en Socabaya el pequeño ejército que defendía la independen­cia del Perú y presos en Arequipa sus principales jefes, entre ellos Salave­i7\', nhgún obsticulo se oponía a la Confederación.

- Sinembargo, la ciudad de Arequipa iba a ser testigo de uno de los crímenes m ás bochornosós de la historia.

Santa Crnz había deci.dido terminar con el hombre que, bien sabía é:, sólo muerto no era de temer.

Un Consejo de Guerra, constituído por veinte jefes y oficiales del e:ército invasor, se entregó a la innoble tarea de pretender justificar ante la posteridad los nueve asesinatos realizados después en la Plaza de ~.\:-equioa. .

Salaverry más grande aún en la adversidad, se mantuvo inquebran-:able ante sus jueces.

En presencia del Consejo de Guerra, rehusó ser juzgado por autori­dades incompetentes; habló briosamente protestando del crímen que se :.ba a cometer, y se retiró de la sala sereno y altivo, con toda la impertur­babilidad de un héroe legendario, a esperar el momento de su muerte.

El 18 de febrero de 1836, a las cinco de la tarde, nueve ciudadanos • eruanos, nueve patriotas, nueve má.rti:·es de la libe~tad, entre ellos Sa­:..xerrv, fueron sacados a la plaza pnnc1pal de Ar-equipa para ser pasados · or la's armas, por el enorme crímen de . amar a su patria.

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Hay momentos en que, bajo el peso fatal de las pasiones, el espíritu humano se deprime hasta identificarse con el instinto sanguinario de la bestia.

Salaverry presenció estoicamente la ejecución de sus ocho ccmpañe­ros de infortunio. Cuando le tocó su turn:o, sintió estallar dentro del r;e­cho toda la rebeldía de su alma superior, ante tanta crueldad y ante tan­to crimen.

De un salto se puso de pie sobre el banquillo y extendiendo el brazo hacia sus ejecutores, les -enrostró vibrantemente: "!Soldadcs¡ No me co-nocéis? qué ...... no S'tbéis a quién váis a fusilar! Una descarga cerra-da cortó para siempre la existencia de aquel genio incomparable que tan­to había luchado y sufrido por la felicidad de su Patria.

Tal fué el fin del General Felipe Santiago Salaverry, a los 29 años y 11 meses de edad.

Tal fué el fin de uno de los hombres más extraordinarios que pre­senta la historia del Perú y del Mundo.

Todos los pueblos de la tierra cuentan en los graves momentcs de su historia con hombres providenciales, verdaderos genios que reunen en s. todas las virtudes de la raza. El Perú tuvo a Salaverry.

La historia de su accidentada existencia presenta en cada página sublimes ejemplos de abnegación, de civismo y de valor, que deben siem­pre servir de ejemplo a las jóvenes generaciones. . Salaverry, antes que todo, fué un patriota, si por patriotismo se en-

tiende: el amor ardiente por el suelo que lo vió nacer, el interés, llevado hasta el sacrificio, por el honor y el porvenir de la Nación, el respeto pro­fundo por las Instituciones tutelares del país.

El pronunciamiento del 23 de febrero, no fué en sí una rebelión po­lítica, sino un acto necesario para la existencia de la Patria. Salaverry en esa circunstancia fué tan providencial para el Perú, como lo fué César para Roma pasando el Rubicón, o Bonaparte para Francia el 18 brumario.

Tuvo errores. Pero, ¿qué grande hombre no los tuvo? Fuera de ellos, disculpable por cierto, si se tiene en cuenta el Medio y la época en que se desarrolló su existencia, la parábola gigante de su vida es un espectáculo magnífico para la posteridad.

Grande por sus hechos, grande por su genio, más grande aún por su . corazón, la figura estupenda de este hombre que supo ser hé:ce cuando la Patria necesitó de un brazo, y supo ser mártir cuando la Patria necesi­tó de un sacrificio, se levanta imponente a través de la historia, como un ejemplo impereJedero para las generaciones militares de todos los tiempos y de todos los ejércitos.

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ó\. 25 - ..

EL OENTENARIO 1DE LA' MUERTE DE SALAVERRY SERA'·'cóN­MEMORADO

' '

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

Por cuanto:

El Congreso Constituye~te, ha dado la ley siguiente:

EL CONGRESO CoNSTITUYENTE.- Ha dado . la ley siguienge:

1 Artº .. 1°.-Los Poderes Públicos comrl.emorarán debidamente, el 18 de febrero de 1936 primer centenario de la muerte del General c;lon Fe-lipe Santiago Salaverry, Jefe Supremo .del Perú.. · ·

Artº. 2°.- Una Comisión designada por el Ministerio de Educación Pública formulará el programa de los homenajes _que deben r,endirse a la -memoria del General don Felipe Santiago Salaverry.

Comuníquese al ' Poder Ejecutivo, para su promulgación.

Casa del Congreso, en Lima, a los catorce días del mes de febrero de mil novecientos treinta y seis ..

CLEMENT'E J REvILLA, Presidente del Congreso. - ·Gonzalo Salazar, Secretario del Congreso. - R. · _Monteagudo, Secretario del Congreso.

Al señor Presidente Constitucional de la Repúblic.a.

PoR TANTO:

Mando se publique y cumpla.

Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los quince-días del mes de febrero de mil _novecientos treinta y seis.

O. R BENAVIDES. A. Rodríguez.

S-4

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SE IZARA EL PABELLON NACIONAL EL DIA 18 DEL PTK

Se ha expedido el siguiente decreto supremo: f ' ~

EL PRESIDENTE DE LÁ REPÚBLICA.

éonside;ando.:

, . ciue el 18 del presente me~ se cumple el primer centenario de la muer.: te del General don Felipe Santiago Salaverry, Jefe Supremo del Perú;

Que es deber del Estado enaltecer debidamente la memoria de quié­nes, con sus virtudes y con sus hechos, sirvieron en forma· eminente a la patria. . : . .

En cumplimiento de la · ley N°. 8179;

Deereta:

1 • 1°.-El Pabellón Nacional permanecerá izado en los edificios públi.::

cos el 18 del presente. 2°.-:-En· los cuarteles. de los ·Institutos Armados se dictará én el ci­

tado día conferencias sobre la fecha que se conmemora. 3°.- A l¡;ts 10 a.m: se r ealizará una Romería y se celebrará una Misa

en Ja tumba del General Salaverry con .. fa concurrencia de comisiones de las Sociedades patrióticas y de los Institutos Armados.

4°.-Terminada .esta ceremonia se hará una salva de 21 cañonazos~ 5°.-Al abrirse los cursos .en el presente año escolar en los · planteles'

del. 'Estado y particulares, se dictará conferencias durante tres días sobre la vida del General Salaverry.. .. . . . 6°.-Los Ministros de Estado dictarán las medidas del caso para el cumplimiento de este Decreto.

. Dado en la Casa de Gobierno, a los quince días del mes de febrero de mil novecientos treintayseis. ·

b. R. BE0

NAVIDES. ' .

E. M ontagne:

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~·-~························ ~- ~ • ,. • ...,.. • ,:...!- , ~ • • ' .. • . ,.. -.,. ···.~,..

Mq.rtín y . ':. ' la Escuadra Chilena

II

En el artí<:ul9 precedente hemos visto que el ¡;eñor Edwards formuló una declaraciSn en franca· contradiccion de la historia y ésto al afirmar que las trnpas chilenas al llegar a Mendoza de.spués de Rancagua "fue­~on reorganizadás, retempladas y reforzadas con tropas argentina_s" . Pe:. 70 es el caso que ha llegado a: decir "que a O'Higgins ·y sófo a O'Higgins le cupo organizar la primera escuadra y concebir la expedición iibertado~ :-a del Perú como complemento esencial de la independencía chilena". ·

De aceptarse lisa y llanamente esta tesis resultaría que San Martín s:'>lo pensó ·en la forrhación de la . e.~cuádra cuarn;lo la ~uerte dé las armas .o llevó triunfador al reirío de Chile, lo que sería una extraña afirmación. ~

A Q'Hi?",gins le tocó, a no du.darlo, un papel directivo '.f organiiador en la formac10n <;le la escuadra dulena. Cuando se presento este proble­ma en el terreno 'de la bel'igerancia continental, era él el Director de Chi­:e y sus funciones ejecutivas lo : obligaban a ocuparse c;le )a defensa de su patria y a ocuparse ad.emás, por' razórt de la alianza ya existente con las Provincia;> Argentinas, a colaborar con San Martín, a fin de hacer efecti­'º su plan libertador del · Petú. 1

· -

Pero es el caso que el' señor Edwards no se contenta c.on la afirmación que vamo~ a de::;autori.zctr, ·sino que, guiado acaso de un miraje impuesto -por los irriperntivós de U!.J.a' naci'onalismo exaltado, afirma que O'Higgms creó esa e~cuadta 'de la nada., agregando después que San Martín, argenti­no de' nacimiento ·Y de corazón, se preocupó de la expedición libertadora en primer término por estar en e1la incluída la suerte de su patria, luego la de Chile y en tercer término la del Perú.

No nos corre~ponde· entrar en el ánimo de nuestro .contrincante ni nalizár por lo tan.to los móviles ,de esta conclusión. Pero es nuestro clebe.r esautorizarla y significarle desde ya que hay una alteración grave e in­

:'.J.Sta en los términos con que puntualiza el desarrollo gradual de una ideá :..:bertadora. · ' ' · · · ~ ·

Precisamente en el · punto en cuestión ~ucedió todo lo contrario. ~San _,lar~ín ,])uscó -y en ésto debía ser consecuente con 1a lógica de su ,ongen ~eográfico:- 'la emancipación de _?U ¡;>atria, como Ja .b~scó Bolívar al pelear por la suerte de Venezuela en Nueva Granada y· en otros sectores del con­~mente pero al interesarse por la expedición libertadora del Perú reveló la arnpÍitud y la 'potentialidrad de su' génio, genio' que no se apoyaba en un nacionalismo mezquino encerrado entre éstas o entre aquella_s fronteras,

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sino un nacionalismo amplío, como fo quería la doctrína de mayo y como lo presintió y trasuntó al volcarse por entero en nuestra revolución.

Puede afirmarse -y lo comprueba la historia- que el Perú fué idea primaria en la mente de este gran guerrero. Su patria y Chile eran eta­pas en el desarrollo de una idea trascendental, y es por ésto que, caído Chile en servidumbre después de· Rancagua, se vió obligado primero a. reconquistar este reino, para hacer efectiva después su campaña libertado­ra del Pacífico.

Esta es su gloria y esta es la gloria que se intenta disminuir o apocar ahora, apocando -los móviles de la beligerancia que arma,ra :el brazo 1d~San: MartíJJ., y cuyas .ventajas. se trasuntaron de ·ipmediato -en la re'coñqtrlsta chilena y en el afianzamiento de la emancipación argentina.. .

El argentinismo de San Martín como el chilenismo de O'Higgins: estaban lejos de ser en aquel entonces lo que imagina o supone el pu­blicista chileno. Las patrias del nuevq mundo no se habían desunido aún con los caracteres que en el día de ·hoy marcan su panorama continental. Todas se consideraban partes integrantes de un .todo, y a pesat. del color local que definía a cada una, todas se solidarizaban en esfuerzo colectivo y sincrónico para el logro de un triunfo cómún.

Por otra parte la psicología de San Martín escapa a la psicología de un vulgar caudillo, y es por esto que Vicuña Mackenna no tiene reparos en declarar "que San Martín fué argentino de cuna; pero por su genio, su misió'n y su espada, sóló fué americano, es decir , argentino en el Plata ,, chileno en Chile,, peruano en el Perú y has.ta colombiano en Guayaquil".

LAS APIRMAGIONES DEL SEÑOR EDWARDS:.

Pero dejando de lado este tópico, voy a entrar . en lo fundamental de la cuestión y a demostra: la i>inrazón de las afirmaciones que al respecto puntualiza el señor Edwards, afirmacíones según las cuales '. a O'Higgins. y sólo a O'Higgins, le cupo el honor de concebir la expedición libertadora del Perú como complemento esencial de la independencia chilena.

Cuando se establece una afirmación tan rotunda y categórica deben aducirse las pruebas y las pruebas brillan por su ausencia en el discurso. a que aquí me refiero. ·

Después de Rancagua y estando ya en Mendoza, O'Higgins elev6 a la consideración del gobierno de las Provincias Unidas un plan para la reconquista de Chile, como a su vez elevara otro su rival, el general José Miguel Carrera. ¿Qué era este plan? Por de pronto debo . declarar que, en el' concepto de O'Higgins, la reconquista de Chile debía llevarse a cabo bajo el comando de un general argentino. "Cuando el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata - escribe O'Higgins- resuelva ata­car y destruir a los tiranos usurpadores de Chile, el general en jefe del ejér-·

·cito argentino empleará todos los medios que estén a su alcance para apo­derarse de tan interesante país, moviendo tcdos los resortes ofensivos a. la conclusión de tan vasto plan, si nó no podrá jamás la América del Sur contar con su segura independencia''.

O'Higgins se detiene lue~o en una exposición minuciosa sqbre el com­ponente del futuro ejército, ejército que a su entender lo formarán las Pro­vincias Unidas del Río de la Plata. A este ejército lo . divide en cuatro di­visiones y al referirse a la cuarta división, declara que ésta deberá hacef'

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e: na1e por agua, conducida en un.a escuadrilla que pase del Plata, al mar. Pacífico, para operar .sobre ' la costa 'su_r del reipo vecino. .

Pues bien, en este extenso documento que.extractamos en forma subs~, -ancial v sumarfa, O'Higgim¡ no hace alusión alguna a la campafi.a liberta-. ·a; a deÍ Perú. El papel que señala a la :referida escuadrilla, es un papel ·e bloqueo s()bre los .puertos. de Talcahuano, de Valparaíso y de Cóquim-bo. .

Brillan por su ausencia las alusiones hipotét icas o posibles a una: cam­paña naval del Pacífico . . No se habla de la formación de una escuadra, ci mucho menos de una jornada liber tadora sobre Lima.

LIMA Y SAN MART N.

::-.1ientra~ O'Higgins ''d.iscurría de este modo, . San Mar.tín ya se ha- · ía razado,. con · prioridad de algunos aís.'os, sµ plan libertador en América, ·

:- en este plan Chile era 11na jornada de paso. . Este p,lan lo da a conocer con las reservas del' caso en 1814' y lo descubre en toda su perfecta y épica _e-nudez después .de Chacabuco. Por eso . Belgrano desd·e Tucumán, y ro~ fecha 23 de septiembre de 1817, le escribe al vencedcr de M,ktrcó del Po:1t y reconquistador qe Chile: "El pensamiento de . atacar directamente 2 Lima es el más propio porque, subyugada, cier.tamente se ha de concluir " ob:a. Los medios que U d. ha adoptado para verificar su plan no púe­· e~ er más acerta<;los: preciso es dominar el .mar' y limpiarlo de todo obs--éiculo." .

Por eso después de Chacabuco San Martín renuncia y con renuncia e Yerdad, a todo mando polít ico en Santiago.- Repentinamente y con

: :-presa de la opinión abandona la capital y sin otro compañero de viaje qt:.e su ayudante O'Brien y su baquiano repasa la cordillera-, s.e detiene ape­::a- en Mendoza y en los ¡:rimero's días de Ab;il de 1817 llega a Buenos Aí­.·es. sorp:cendiendo así a· los ·habitantes de la -metrópoii revolucionaria.

En Buenos Aires .San Martín no se preocupa de recoger el frutó lau­;ia::orio cie sus laureles. S'e preocupa de un pens~miento más ulterior· y .. =-a cell.dente, y encerrándose con Pueyrredón en la chacra que este posee en an Isidro, elabora allí el plan de dond'e surgirá la escuadra chiléna indis-?Cnsable para llevar a cabo la liberacidn del Perú. · -

o todo lo conversado en esta entrevistá ha pasado a la hisforia , -:-o ésta está en posesión de documentos que nos ·permiten esclarecer el -:=enario y el horizonte. Se sabe, pues, que como consecuencia de estas aversaciones salió para los Estados Unidos don Manuel Hermenegildo

_ ~e con letras credenciales subscriptas por San Martín para el presi­·-=::. e Adams, y al mismo tiempo 'con instrucciones completas para adqui­

::;- en los astilleros norteamericanos dos fragatas destinadas a Chile. San _ i.ar tín procedía en ·todo esto de acuerdo con las omnímodas facultades -:·..:e le otorgara O'Higgins.'

En su mensaje al presidente amerºcano, San Martín se expresaba en _.:;:os t érminos: "Para estos objet'os el director supremo de Chile ha consi­_. e:-ado como instrumento principal el anramento naval en esos estados ·e una escuadrilla con destino al mar Pacífico que, unida a las fuerzas que :..,.,,brán de prepararse ·en el Río de la Plata, concurra a sostener las ulterio­:-__ operaciones. militares del ejército de mi mando en el continente meí i- . .:ioaal" , agregando luego: "y convencido de las ventajas que promete nues-~

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txa actual $ituación política, . he repa.sado 1013 Andes para <:;oncertar, entr(( ,otras cosas, la$ garantías de mi gobién:ip eri esta capjtal en honor a las e¡;~ tipulaci,one,s que celebre su íntimo al~acfo, el 13upremo director de Chile pa­i·a la ejec;ución del plan que se ha cdnfiaqo .a: don M~nuel Aguirre':. ·

- ' ~ ~ ~ . ' . .

Es este un c].ocun;ie1:itq c].e c;apital importancia. · N 0$ demuestra _que entre la canpillería de Santiago y la de Bwmo,s Aires exi.stía un comút;t y solidario miraje en lo relativo a la crnación· de fa· escuadra. Nos demues­tra que Q'Higgin$ quería li:i, fonnació1n de' est,é\, e§ct:ladra y nó,$ demuestrá que igualmente la' quería San · Martfo, quien a· su nombre anteponía el de ,O'Higgi:i;::t$, por ser e$te nombre la representaciót;t oficial del go.bierno d~ ¡Chile. ·· · " · · · ... ·

Aun n;1ás, lJ.0$ demuestra que P.ueyrredón participaba de la_¡; misma§ idea$ en plap. de tét'nta · traséendencia y que uria fusión qe ,\'OJuntade,s -vo~ Juntides arg~ntini$ y voluntades ~l;tileil-:J.S- c1a );¡¡. 'que 4.,é~'.l posibl e e.1 na­va1ismo 'libe•ta49,: ya l','$éogita4o años ante~ por el genio d_e S<J.n'. Martín.

D e acuerdo c<;>n hs inst,·ucciones recibidas y después de recibir de ma.i:ios de San Ma:ctín la sunia de cien mil pesos chilenos, Agui:re se puso en ;viaje pá,~a los Est<ido¡;; .Unidos. Al Jleg:tr . allí teéi.biría ot:.::.s cien mil pesos. LlevaJ:>a éi,dem:í.s las ·garantía$ ' e solvenci_a que acababa de firmar sin repar? el gobierno a~geritino, a fin_ de ' c¡.ue la . op_e,·a.~ión proyectada ~ la entrevista de Sai:i Isidro :se formahz2.se: E.l em1sarn:J . de San · Martm y de Pueyn;edón, c9mQ io -afirma Míti·~ -ver Corp.p;ol;>acione,s Históricas página 257 ~ llevába cartas de crédit9 del gobierno argentino pa:a cu­brir el exceso de gastos c;on c;alidaQ. de reembolso.

AGUIRl,,~E E:ti LQ:;l ESTADOS l}NIDQS. . ' ¡ , J ) .

J>ero e¡;; el caso oh:;;ervar que desde su llegada a lo~ E:;;tados Unidos el emisarfo de Sat;t Martín y de P,ueyrredón se vió ob:;;tacnlizado en e.l de~ .sempeñ? de ~u : empre~a.

La diplon;i.acia española tocaba en esos n;tomento:;; t9do:;; los re.sortes para entorpecer la marcha de la revoluci6n sudamerica:na y _sobre ,todo pa~ ra impedir que las col9nias insurrectas recibiesen pertfechos, municiones, naves de guerra 9 cu:¡i.lquier \ltro génef9 de armamento. , •. .. ' ,

P,-.guirre, :;;in embargo, .logró salvar ~oda_s .las dificu~tade.s y llevó. a cabo la compra de dos fragata,s, la "Horac10" y la "Curac10." que .se pusie­ron en .via:fe para el Río de la :!?lata de.sprovistas de artillería, la cual se les retiró por razones de conveniencia y de diplomacia. Al referirse a E'.ste . negocia<;l.o .don Gonzalo Bulnes, escritor chileno, de clara: "El director Puey rredi'Jn lJ.0 se limitó . a autorizar el cdntrato con _$U garantía, rsinQ CJ.U_e lo fa­cultó ':--:Se refiere a Aguirre- para ,tomar el dinero que' nec.esitase de un empréstito de dos milloné_s de pesó't> que .se le.vantabá en los Estadqs Uní­.dos. $e expre(:)aba en el contrato que los buque,¡; debían abrir la campa~ ña con banderas chilenas por :;;er propiedad de · e:;;te ',go,bierno'.'. ·

. ' ' '

· '.'En e:;;os propios días -continúa- San Martín y Pueyrredón fir­maron un nuevo convenio ·con ·el come1:ciante norteamericano don J orgé green.' cuyas e:;;tipulacione.s principales fueron las siguientes: "E.1 ,go.bier_=-

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3-1

Chile , afianzado ,por el _de Bueno% Aires, s~ obliga a comprar lo~ _ue que Green trajese por su cuenta de lqs Estados Unidos, bajo , ban~

e¡-a americana; eón un recargó Clel 4:53 Cle su precio de costo. Los ofi­..a.:e- continurán en la marina,. ci..e Chile ,c9n el.carácter y sueldo que le~

=--·e pendían en la de los Estados Unidos y tendrán derecho a !as pre-- .: en la misma forma que 19s cohtrat~cfos por Aguirre": ,

· 'Este fue, concluye ~ulnes, uno de fos muchos sen'.iciOs que el di: -~ : • de Buenos Aires prestq a l1a formacié)'n de nuestra .escuadra" : . (Ver

..0es., E xipedicióü Libertadora del Patífíci;>, tomo I; pág:_ 43). P ueyrredón, al decir ' de este mismo escritor, (?OJ1,trató. por cuenta . ae.

·-·e la ve:q.ida -al Pacífico de la fragata "S~NTA RosA.''. . rei;iía por ob: :-=-: es a nq,ve el hacer el corso al comercio español y después de numero~ . -- - correrías por los mai·es del Norte se incorporó a la escuadra chilena con e: nombre de "CHAéAiíüco":

r· ._ . -

SAN MARtÍN EN sus tol\rnN!cA.CrbNE~ coN O'Hr~GIN~

Durante el período que duró e~ta i1egociabón, . Sai:i Martín mantuvo; t:::la est recha correspm;idencía c0h d.bn Bernardo O'Higgins. 'Es así como

a feclla 17 de Mario de 1817, le escribe desde Uspallafa "voy a, ver si ..:.edo llegar-antes que salgan los buques que trajo Carreras y si son buenos

· s -endrá Ud. en efa O.ent ro de dos meses. Según me escriben desde Bue~ ::.e_ • .\ires, están empeñados en l'a cesa de Limg": _ . . . .

San l\f,lartín en su galope epíco salvó las pampas argentinas con la :a idei que ' permitían las circunstancías y al. finalizar el mes de Manó _ -ró de incógnito en Buenos Aires. _Inmediatamente puso mano a su - -a y el 8 de abril le escribió a O'Higgíns: "Infinitos quehaceres, combi­"ciones, etc., me han impedido escribir a Ud. pero todo va completamen,.. e-· sic); acaso quiso decir ,perfectamente. "La gran dificultad . -:-c6nti~

- .12.- es la del armamentq de los buques; nO por la imposibilidad de ha~ .:.-·o en los Estados Unidos y sí por no fiar los grandes íntereses que se

-::~sitan para e1lb 'en manos poco seguras; -pero hoy quedará ~ste puntó --i- cipal acorda.do 'del modo más fom_e". Y ·más adelante : "Han mar:

·o para ésa barcos, buques, algunos llev~n · armamentos~ He conduí~ - u: t rato de tres mil fusiles y otros artículos muy necesariü's para el ejér-

A nuestra vista le pasaré a Ud. un cohocimientO~ Dentio -de cua~ días me pongo en marcha para ver sí puedo encontrar cordillera". .

El hombre qu e. búscaba San Martjn ~o encontró. Aguirre, como ba de decirse, salió para los Estados Unídos y un.a vez despachado este

~---o resolvió el Libertadór a su vez retornar a Chile, lo que hizo sin per: de tiempo, rehaciendo el camino que se había abiert'o 'cort su espada

Jos laureles de la victoria:

S.AN MÁRTÍN y ÁLvAREZ CoNnA.Réo

Del rnísmo modo qué su~ gestiones-en Büenos Aire.s dieron p"or resur: e envíO de Aguirre a Jos Estados Unidos, sus gestiones <;on Santiagq

Chi1e t rajeron _como cónsecuenda l.nmeqiata el envío del mayor Alvarei _ ::.c.a::-co, ingeniero del Ejército de los Andes y miembro del Estado Ma::: • - para la misión que se le confió en Il}glaterra:

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P · · Alvarez , Cond~rco, después de recibir las instrucciones del , caso :.¿~ 1abios de San Martín y de O'Higgins, abandonó. Santiago y se dirigió a Bue­nos Aires, en donde se embarcó rumbo a fa capital' londinense. . i1egado a su destino p:cocedió al dese;r:npeño 'de su' misión y, según cont;rato fümado ·en Londres el 25 de Noviembre de 1817, compró allí la fragata "éuMBER­LAN~', la que no tardó en porierse eii viaje. Llegada a Valpaiaíso en 1818 se· ie bautizó con el no':mbre de "sAN MARTIN'', en homéríaje del Héroe epónimo de. fa ' i11;de.pe.ndencia chilena. ' ..

Alvarez ·condarco, además de otras gestiones relacionadas 'con la guerra ,en Chile, contrató por esa época a Lord Cochrane, alto jefe de la .. rr;~rina brit'án,ica caíd~ en desgracia y alejado del servicio, para trasladar-se _ a ~hile y pon~sse al frente de Ja flota libertadora. · "

Lord Cochrane estaba empeñado en esos momentós en la construc­ción de un navío a vapor que, según su lenguaj~, debía ser el "terror de los mares".. Pero es el caso que ,el "terrn'r de l_os mare_s". quedó en pro­yecto y el almirante, respondiendo a los comprnmisos contraídos, aban­donó Boulogne sur Mer, donde se encontraba, y .se trasladó a Chile, lle-gando · a Valparaíso · a mediados de 1818. ' ·

EMPEÑO DE PUYRREbÓN 'EN PRO DE LA -ESCUADRA CHILENA n

Los años de i817 y 1~ fueron de viva actividad en Buenos Aires pa­ra respond~r a las necesidades navales de Chile. El 9 de Marzo de 1818 Pueyrredó,n se· dirige a O'Higgins y, encarando este tópico, le escribe tex­tualmente: "No ha sido posible allanar el empréstito aunque he hecho va­!Ías tentativas a este fin . y no se pueden ·ocultar a la penetración de V.E . Jos motivos . que lo dificultan. No_ obstante, yo redoblo mis esfuerzo?. He comprado y está ya casi enteramente listo de cuenta de este gobierno un f?-mOSO b~rgantín de 18, 'tit~lado "iioLO", propio de construcción de gue­rra y sin perjuicio de una continua meditación sobre los medios de adqui­_rír otro.,de cuenta del mismo estado". Y Juego: "A pesar de sus apuros, espero éon impaciencia se me remitan por V.E. los 100:000 ofertados para _proceder inmediatamente a la compra y aprestos de los que he hecho re­_<::onocer y están contratados: cdn ellos y la fuerza que. debe dar la vela de N orteam~rica, me lisonjeo d,ominaremos el mar Pacífico y tendremos la satisfacción de recomendar a la memoria · de nuestra posteridad los· felices resultados cf~ . ~sta empresa" .. ,1 Pero poco después se produjo en Chile la §orpresa <fe Cancha Rayada y las cosas cambiaron de semblante. Sa,n Martín supo sacar de ese contraste todas las ventajas aptas para la vic­t~r-ia y desde su éuartel general de la Aguada, con fecha 30 <le marzo de 1818, se dirigió a don Tomás Guido, nuestro representante en Santiago, interesindolo para que a su vez interesase en el nuevo proyecto al gobier-no que representaba. · . · Textualmen,te le dice: "La desgraciada jornada del 19· ha aumen­tádo los peligros del país y para ' salvarlo ' son indispensables grandes sacri­ficios. El gobierno supremo de Chile está resuelto a . todo por la libertad _de la Amé~rica Y .. debo. presumir iguales sentimientos en nuestro gobierno. Poi esta razón, considerapdo que una fuerza marítima pueda asegurar la independencia de Chile, me avisa el gobierno supremo hallarse dispuesto

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a. agotar sus fondos pa1·a comprar la fragata ''WHI'l'MAN", fuerte 'de .:o cañones; ma;s debiendo pagar, fuera de la suma que _entrega al contado,

·o.ooo en el termino de cuatro meses, necesita para recabar el consenti­:::J.iento del dueño la garantía de V.S. en nombr e de nuestro gobierno, ase­-:.irando ~erán pagados en Buenos Aires en caso que el reino ·se pierda en e ste período" .

San Martín concluye su oficio a Guido significándole que dada la i:nportancia de la empresa y estando en juego la seguridad del ejército uni­. o no dudaba de obtener la garantía solicitada, lo que redundaría en bene­ficio de ambos países.

¿Que hizo Guido después de recibir este comunicado? ¿'Se rebusó a: ervicio que solicitaba San Martín, o procedió en armonía con el espíritu ·e solidaridad que en esos momentos era común a la cancillería de Santia­g:o y a h de Buenos Aires?. La historia está ahí para testimoniarlo. Gui-o respondió en el act9 a lo que solicitaba San Martín. Se trasladó de

r::mediato a Valparaíso y, como lo dice él en un documento que sería lar­-o el transcribir, inmediatamente y sin mirar atrás, afianzó con su firma . con el sello nacional, vale decir el sello argentino, a1 exigente wntrati:s­·a la garantía de la su._ma propuesta.

Este proceder, que luego fué aprobado por e1 di-rectorio de Buenos .-\ires, hizo que la escuadra chilena se reforzase en aquel entonces con un · uque que al incorporarse a sus filas recibió el nomb-re de "'LAUT.A.Ro" y -es:o por . iniciativa del propio Guido.

MENSAJE DE SAN MARTÍN A PUEYRREDÓN EN PRD DE LA ESCUADRA

En todos estos negociados la persona y la voluntad de San Martín _:":.io-ó siempre un papel diTectivo. No se trata, corno se lo puede imagi­~ nuestro contrincante, de una afirmación arbitraria y por lo tanto gra­:ui:a. Están a favor de nuestra tesis los hechos que registra la historia . - está a favor de nuestra tesis el mensaje que con fecha 12 de diciembre ·e 1817 dirigió' San Martín a Pueyrredd-a desde Santiago, interesándolo e~ una cooperación eficaz de las Provincias Argentinas al plan naval de Chile. .

"Es por demás encarecer a V.E. -le dice San Martín a Pueyrredón­!2. necesidad de un fuerte armamento naval para estos mares cuando está penetrado que sin ese auxilio son estériles nuestros esfuerzos contra el vi­:-:-eynato de Lima. Ya este gobierno ha remitido la suma de $ 200.000 para la· compra de buques en .Norteamérica y últimamente ha ofrecido al 5c:ñor diputado de ese gobierno -se refiere a Guido- $ 100.000 más con ¿ " ino a comprar y an:nar dos o más corbetas en ese río, pero pocos ·sacri­:: ~os de este género podrá repetir, agobiado del peso inmenso de ]a guerra • :.ie sostiene.

-"Por mucha que sea la preponderancia que queramos ·suponer en la ':ü2.TÍna que se apronta para el mar Pacífico con respecto a la de los enemi­-:- ". una confianza imprudente podría comprometer el suceso. El virrey ·e Lima ha presentado ya nueve buques fuertes, entre el1os dos fragatas -'e -10 a 44. No es cordura atacar a esta escuadrilla con menos de igual ~::mero de embarcaciones y si V.E. no se resuelve a armar, de cuenta de

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ese Estado, al menos dos corbetas o bergantines fuertes, puede ser aven­turada la empresa. No dominando el mar, es inútil pensar en avanzar una línea fuera de-este territorio . y, por el contrafio, es preciso prepararse a una guerra dilatada que debemos desviar para no acabar de aniquilar a Chile".

Después de estas y de otras consideraciones relacionadas con el ejér­cito unido y de afirmar que si la campaña naval sobre el Perú no se lleva a cabo, el Ejército de los Andes debe reti,rarse al otro lado de la Cordillera, agrega: "A fin de evitar este pasG, empeño toda la autoridad y celo de V.E . para el armamento de dos corbetas de cuenta de las Provincif¡,s Unidas que, agregadas a los buques que arma Chile eri ese puerto, los Estados Uni­dos y Valparaíso, aseguran un golpe que importa la independencia de la América del Sur. Los enemigos trabajan con un tes6n infatigable y quie­ren alejar la gueJ.Ta del seno de sus pueblos. Sólo la eficaz colaboración de V.E. puede desconcertar sus planes por mar, sea cual fuere el éxito de mis campañas en la guerra que amenaza a este éontinente". Archivo de la Nación Argentina, infolio 2, pág. 20Q.

Estas gestiones de San Martín no fueron estériles y la compra del "EoLo", hecha por Pueyrred6n y a la cual acabo de referirme, es precisa­mente el resultado de ellas.

ZAÑARri'U Y LA FORMACIÓN DE LA ESCUADRA CHILENA

Pero así como San Martín y Guido trabajaban con vivo empeño en pro de Ja formación de una escuadra libertadora, a su vez el delegado de Chile en Buenos Aires, don Miguel Zañartu se empeñaba en que estas ges­tiones lograsen el mejor de los resultados.

A mediados de 1818 lleg_ó al Rio de la Plata un bergantín, ccmanda­do por el marino inglés don Martín J. Guisse y con 140 hombres de tripu­lación. Aparentemente su capitán efectivo lo era don Juan Spry. La pre ­sencia de esta nave en aguas argentinas determinó un negociado en el cua! intervino el directorio argentino y aun el agente portugués en Buenos Ai­res. Simultáneamente entró en "j'uego el señor Miguel Zañartu, delegado chileno e interesado en la adquisición de la nave a cuya compra ya había renunciado nuestro gobierno, y se propuso comprarla para Chile, como se lo comunica a San Martín en carta fecha 27 de iunio de 1818.

El b~rgantín de la referencia se llamaba "LÜcv", y al comunicarle a San Martín el negociado, Zañartu le dice: .

''A pesar de que mi gobiernó me ha mandado sin un centavo ni letra:. que lo V!llga, yo he hecho un negocio de hombre pudiente; negocio que suena mucho, que puede valernos mucho y que no me ha costado un me­dio real." Y más adelante: "Bastante me han ayudado los amigos de Ud. en esta obra, en la qµe reconozco por p,·incipal autor a don Juan Thais,. cuyo celo me ha servido mucho para alejar del conocimiento del propieta­rio los 'ofrecimientos que ·le hacía por el buque el agente de los portugueses·. Todo se ha. vencido con contrntos a falta de dinero y ya he recibido de los amigos infinitos parabienes por un negociado tan ventajoso. El bergan­tín debe Z::trpar dentro de t1es o cuatro días con bandera chilena, y además de los 140 m3.1ineros de su dotación lleva 150 supemumeraiios a disposi­ción de mi gobierno".

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De este modo el «LUCY" se incorporó a la escuadra chilena y a1 ha­c-e:lo se le baut izó con el nombrn de "GALBARIN-o''. Al salir de Buenos Ai­• s le cupo la glcria de ¡::erneguir al convoy español que había zarpado de Cádiz en mayo de ese mismo año, custodiad-o p-or la fragata "MARIA ISA­B::::L".

"El gobierno de Buenos Aires, escribe don Gonzalo Bulnes a1 hacer :Lasión a la compra de es te bergantín, secundó los esfuerzos del diputado • ayHdó de un modo efi!cáz al incremento de nuestro poder nava.!. Prestó ca­-:ones que :si;vie_·on para la escuadra y ayudó a Zañartu a encontrar mari--:erns. Cuando se sup-o la venida de la expedición española de la "MARIA LIB11L" envió· al Pacífico dos buques de guerra de su propiedad. "EL IN­

-:REPIDO", a las &rdenes del capitán Carter y el "MA1Pú", mandado por Fos­:er, que había precedido a Lord Cochrane, llegan antes que él a Buenos _ ;...es. Estos buques vinieron al Pacífico a pÓnerse al servicio del gobier-o de Chile y con órdenes para incorporarse a la escuadra ·Y reconocer la

-oridad del almirante chileno donde se encontrase".

LO QUE DICEN LOS HECHOS

Cómo se ve, un esfuerzo de conjunto y solidario unifica las volunta­· es directicas en Buenos Aires y en Santiago de Chile. O'Higgins se in­

-e:-esa en la formación de la escuadra, como se interesa Guido y Zañartu, ?C:lü es la voluntad de San Martín la que planea soberana aunando esfuer­z y estimulando directivas.

Merced a este esfuerzo - esfuerzo en el cual es imposible fijar linde­- ~ a la acción colaboradora de los protagonistas- a mediados de 1.818 Chile contaba con una podernsa escuadra. Esta escuadra estaba integra­. con el navío "SAN MARTIN" el ex "cAMBERLAN", con "LA INDEPEN­

::JE XCIA" la ex fragata "cURACIO", con la "cHACABUCO" la ex "SANTA -o A" , con el "ARAUCANO" anteriormente llamado "coLUMBUS", con el .... d .LBARINO" antiguo "LUCY", con la "LAUTARO" la antigua fragata '':\RITMAN", y con la "o'HIGGINS" la ex "MARIA ISABEL". Se dió el man­. de esta escuadra al contral mirante Blanco Encalada.

No se puede decir, por lo tanto, dados estos antecedentes, como lo xpresa el señor Edwards, que la creación de la escuadra chilena es obra xclusiva de O'Higgins. Mucho menos se puede afirmar, como lo hace :-e mismo personafe, que a "O'Higgins le cupo la idea de concebir la ex­e:lición 'libertadora del Perú", afirmació1n sencillamente monstruosa, pues

ntra ella se levantan en tropel, por así decirlo, los testimonios de la his­:o.ia.

La elocuencia de l.os hechos es terminante y son éstos los que invoca­en pro de la verdad histó:cica que el señor Edwards ha intentado eclip­

sa;- con una plumada. . Pero otros nuevos testimonios servirán para probar la verdad de es­

:a tesis.

SAN MARTIN Y EL EMPRESTITO LIBER~ADOR, QUE BENEFICIÓ A CHILE

Como se sabe, inmediatamente después de la batalla de Maipú, Jmo antes lo había hecho 1uego de la batalla de Chacabuco, San Martín

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se fuasfadó a Büenos Aíres, Este viaje no lo determinaba nínguna concu­piscencia de honor o de mando. Lo dete: minaba su empresa sobre Lima y así se entrevistó con Pueyrredón, obteniendo como resultado de esta en­trevista el lanzamiento de un empréstito de $ 500..000 ,. destinado al Ejér­cito de los &--ides, o mis bien dicho al ejército unido que a bordo de la es.-cuadra libertadora debía trnsiad~rse al imperio de los incas. ·

Una vez más. las Provincias. Argentinas iban a poner al se~ vicio de una causa netamente americana sus caudales, como los pusiera antes del paso de los: Andes. El empréstito fué lanzado con oportunidad, pero cir­cunstancias. diversas se opusieron al éxito inmediato del mismo.

El 22 de agosto de 1818. Pueyrredón y su mínistro de Hacienda . Esteban Agustín Gascon, se dirigen a San Martín y le expresan en un do­cumento de carácter reservado que al querer hacer efectivo el empréstito, de $ S:00.000 con que s.e le debía auxiliar "para la grandeza de los planes que ha concebido V.E.", s.e han encontrado en la imposibilidad de lograr­lo porque los. contribuyentes, sobre quienes tantas veces ha gravitado e! peso de cuantiosas. acciones y préstamos forzosos , están en este momento "ceñidos: a los. ú.timos arbitrios de un giro totalmente aníquilador". Por lo tanto , dicen que ha sido forzoso moderar la cuota respectivamente com­putada y que el empréstito de $ 500.000 sólo será asequible en una tercera parte y con la lentitud que impone la escasez del numerario.

¿Qué impresión produjo este comunicado en el ánimo de San Martín? La lacónica comunicación firmada por éste en Mendoza el 2 de s:eptíembré y dirigida al sup:¡-emo director de Ias. Provincias Argentinas: nos lo va a de­cir: "Es en mi poder -dice San Martín- el reservado de V.E. de 22 del pasado mes en el que me manifiesta la absoluta imposibilidad de realizar los $ SOü.000 decretados por V.E. pa-;·a auxilio del Ejército de los Andes.

· Creo de mi deber exponer a V.E. que si dicho ejército no es socorrido no solamente no podrá emprender operación alguna, sino que está muy dis­puesto a su disolución".

D os: días más tarde San Martín volvió a tomar la pluma y firmó es­te documento: "Resuelto a hacer el sacrificio de mi vida, marchaba a volverme a encargar del ejército unido, no obstante que el facultativo don Guille .mo C'Jlisbe;ri, que también me asistió en mi enfermedad en Tucu­mán, me asegura que mi existencia no alcanzará a seis meses. Sin em­bargo, todo lo arrostf-aba en el supuesto de que dicho ejército tendría que

· operar fuera de Chile; pero habiendo variado las circunstancias, ruego a a V.E. se sirva aceptarme la renuncia que hago del expresado mando pa­ra de este modo dedicarme a la conservación de mi vida expuesta a su firn si así no lo hago."

LA COND,UCTA DE S'AN MARTIN HACE CAMB"IAR EL ASPECTO DEL

ESCENARIO EN PRO' DE CHILE .

La renuncia p-rnsentada por San Martín determinó un estado de alar­ma tanto en Chile como en Buenós Aires. Mendoza ,se convirtió en et punto obligado a donde se dirigieron los votos ya de los emisarios de Puey­rredón como de los emisarios de O'Higgins y poco a poco fué cambiando eE aspecto de las cosas hasta obtener San Martín lo que su papel de futuro libertador del Perú reclamaba. imperativamente.

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Precisamente dos días antes de haber pr~sentado San Martín su re­nuncia, partía de BLtenos Aires para Mendoza un documento firmado por el ministro de Hacienda, señor Gascón, explicando las dificultades en que se encontraba la tesorería y esto por causa de los compromisos apremian­tes que se veía obligado a hacer frente al Estado ante los clamo:es que le llegaban del ejército del Norte , de las divisiones sitas en el Rosario y en Córdoba y aún ante el acrecimiento de la miseria pública.

"Sin embargo - le dice Gascon a San Martín-, ya que :Ud. sin co­nocimiento de la anterior medida v a consecuencia del acuerdo hecho ha cirado contra los fondos de esta caja general las libranzas de que da noti­cia en su comunicación del 16 último - se refiere al mes de Agosto-, el Gobierno corresponderá al empeño por no desairar su firma, haciendo yo los últimos esfuerzos para cubrir ambos créditos como es tan interesante."

Pero es el caso que el gobierno argentino no sólo correspondió a los deseos de San Martín en tal evento, sino que a partir de mediados de sep­riembre se apresmó a llenar todas sus exigencias movilizando los resortes económicos que estaban a su alcance para que el empréstito se cubriese en su totalidad.

El 16 de septiembre ·el ministro Matías de Irigoyen le hace saber que - 0 han acordado nuevos sacrificios "que llenan la idea meditada" y que :>0r consiguiente el señor director le ha pedido que se dirija a él diciéndole que puede ir librando contra la Tesorería General las cantidades que con­:::dere necesarias hasta el monto de la suma convenida.

El 24 de ese mismo mes, . el ministro Gascon le incluye, por órden de 2 suprema autoridad, tres libranzas de $ 11.224. Con esa misma fecha .:~ministro Gascón le hace saber que hasta entonces se han pagado $ 12.158 a as personas que se han presentado con libramientos girados por San _ iartín y que se liquidarán igualmente los que se presenten. Lo informa -., emás de que se han pagado $ 43.119 con dos reales por pertrechos de ~-:erra y .otros efectós,los que se le remiten a Chile por medio de la fraga­-- inglesa "Lord Lindoch".

Los efectos de guerra adquiridos por el gobierno argentino para re­_;:· los a Chile y entregarlos allí al intendente del Ejército de los Andes ::;:'all, según testimonio de Juan Templeton, maestre de la referida fragata, .:> : morteros, dos obuses, cuatro. cañones de 24, cuatro de 8, dos obuses .:..: 6; -±Ob bombas. 200 granadas de 8, 200 de 6, 1000 ·balas .de 24, 30 de 8, - c.arros de municiones, 10 cureñas y 3 afustes para morteros.

El 2 de octubre de ese mismo año, desde Mendoza, San Martín se .:_ ·ae al general Antonio Gonzaiez Balcarce, su substituto al frente del :.:::::é,cito de ros Andes en Chile y de acuerdo con lo convenido con el direc­- · ·o araentino lo faculta para librar contra la Tesorería de Buenos Aires,

~ -cantidades que puedan proporcionarse en ésa, que serán depositadas ·.,,:a llenar la suma de $ 500.000.

El 16 de ese mismo mes, y facultado por su gobierno, San Martín ":::e:!e lbs caudales enviados por el correo de Chile a Buenos Aires a fin ~ i;::::'3edir que caigan ellos en manos de la montonera al cruzar la provin­e anta Fe -se trataba de $ 16.000 y desde Mendoza libra contra

-es:.i ería General y a favor de la renta de correos la suma total incau­. -a que por ese procedimiento se distribuyan las cantidades de sus

__ ::.zas oficiales a sus legítimos accionistas.

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El 13 de enero de 1819 Matías de Irigoyen se dirige nuevamente a San Martín y le previene que con el capitán José Caparros, le remite varias letras hasta la suma de $ 100.000. Hasta ese momento el emprés­tito había dado $ 300.00(}- asegurándole al mismo tiempo que el valiente Ejército de los Andes ocupa con preferencia las consideraciones del supe­rior gobierno.

Caparros llegó a Mendoza cuando San Martín ya se había ausenta­do para Chile y en carta escrita allí el 3 de enero le hace saber que saldrá dentro de pocos días llevando $ 15. 700 que obran en su poder. Al mismo tiempo le hace una relación del peligro en que se encontró en su camino de Buenos Aires a J'v1endoza a causa de la montonera y que debiendo cam­biar de ruta, acudió a un baquiano para cruzar la Pampa y dirigirse a la capital de Cuyo, pas3.ndo por el desierto de Rojas a las Tunas, "aún con carencia de víveres."

EL INTBRES DE SAN MARTÍN POR CHILE, POR LA ESCUADRA Y POR

EL PERÚ

Como se ve por estos antecedentes, el gobierno de Buenos Aires se interesó no sólo por la creación de la escuadra chilena, sino por financiar en la forma que San Martín lo concebía la empresa militar confiada al Ejér­cito de los Andes, sostén a su vez del ejército de Chile.

El genio de San Martín hizo hacer milagros al erario de Buenos Ai­res, acaso tan pobre en ese entonces como lo estaba el erario de Santiago de Chile y es por esto que alborozado por tamaña victoria pudo decirl~ a Guido a raíz de la nueva adquisición tomada por el directorio argentino : "Al fin, consecuente a mi renuncia, se ha vuelto a decretar el auxilio de los 500.000 para el Ejército de los Andes. Ya tengo en mi poder algunas libranzas contra individuos en ésa -se refiere a Chile- que remitiré a Le­mos en el correo entrante. También han salido de Buenos Aires en la fra­gata inglesa "Lord Lindoch" los vestuarios necesarios para 4000 hombres y la artillería · de batir que había pedido.

"Todo esto ha mejorado mi salud y sólo espero un poco más de tiem­po para que venga todo el dinero y marcharme a ésa, aunque sea murién­dome".

El Héroe cumplió su palabra y muriéndose, es decir luchando contra un reumatismo que lo obligó a salvar los contrafuertes anP.inos trasporta­do en la parihuela que sostenían sus soldados, se trasladó a Chile dispues­to a hacer ejecutiva su promesa de honor ante su patria, ante Chile y an­te toda la América.

Los 4.000 uniformes a que se refiere en esta comunicación fueron los uniformes con que cubrieron su desnudez los 4.000· bravos argentinos y chilenos que se embarcaron en Valparníso el 20 de agosto de 1820 para de­sembarcar días más tarde en la bahía de Paracas e iniciar allí la campaña libertadora del Perú y su marcha sobre Lima.

Los documentos que damos a conocer en forma sumaria nos demues­tran, como muy bien lo dice el general Mitre, que don Benjamín Vicuña Mackenna estaba en un error cuando al referirse a las promesas relacio­nadas con esfe empréstito por parte del directorio argentino afirmó "que al parecer nunca se cumplieron".

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De este modo el "LUCY" ·se incorporó a la escuadra chilena y al ha­c<edo se le bautizó con el nombie de "GALBARINo". Al salí:; de Buenos Ai­res le cupo la gloria de r:;erseguir al convoy español que había zarpado de Cádiz en mayo de ese mismo año, custodíado por la fragata "MARIA ISA­BEL".

"El gobierno de Buenos Aires, escribe don Gonzalo Bulnes al hacer alusión a la compra de es te bergantín, secundó los esfuerzos del diputado y ayudó de un modo efi!cáz al incremento de nuestro poder navaL Prestó ca­ñones que :SÍivie.·on para la escuadra y ayudó a Zañartu a encontrar mari- · neros. Cuando se supo la venida de la expedición española de la "MARIA lSABiiL" envió· al Pacífico dos buques de guerra de su propiedad. "EL IN­

'TREPmo", a las 6-rdenes del capitán Carter y el "MAIPú", mandado por Fos­ter, que había precedido a Lord Cochrane, llegan antes que él a Buenos Aires. Estos buques vinieron al Pacífico a ponerse al servicio del gobier­no de Chile y con órdenes para incorporarse a la escuadra ·y reconocer la a utoridad del almirante chileno donde se encontrase".

LO QUE DICEN LOS HECHOS

Cómo se ve, un esfuerzo de conjunto y solidario unifica las volunta­d es directicas en Buenos Arres y en Santiago de Chile. O'Higgins se in­teresa en la formación de la escuadra, como se interesa Guido y Zañartu, pero es la voluntad de San Martín la que planea soberana aunando esfuer­zos y estimulando directivas.

Merced a este esfuerzo -esfuerzo en el cual es imposible fijar linde­ros a la acción colaboradora de los protagonistas- a mediados de l818 Chile contaba con una poderosa escuadra. Esta escuadra estaba integra­da con el navío "SAN MARTIN" el ex "cAMBERLAN", con "LA INDEPEN­DE NCIA" la ex fragata "cURACIO", con la "cHACABUCO" la ex "SANTA ROSA", con el "ARAUCANO" anteriormente llamado "coLUMBUS", con el ·'GALBARINO" antiguo "LUCY", con la "LAUTARO" la antigua fragata «»HITMAN", y con la "o'HIGGINs" la ex "MARIÁ ISABEL". Se dió el man­do de esta escuadra al contralmirante Blanco Encalada.

No se puede decir, por lo tanto, dados estos antecedentes, como lo ex.presa el señor Edwards, que la creación de la escuadra chilena es obra exclusiva de O'Higgins. Mucho menos se puede afirmar, como lo hace e-te mismo personaje, que a "O'Higgins le cupo la idea de concebir la ex­oedición "libertadora del Perú", afirmación sencillamente monstruosa, pues rontra ella se levantan en tropel, por así decirlo, los testimonios de la his­:olia.

La elocuencia de l.os hechos es terminante y son éstos los que invoca­-;nos en pro de la verdad histótica qt¡e el señor Edwards ha intentado eclip­sar con una plumada. .

Pero otros nuevos testimonios servirán para probar la verdad de es­:a tesis.

SAN MARTIN Y EL EMPRESTITO LIBER'rADOR, QDE BENEFICIÓ A CHILE

Como se sabe, inmediatamente después de la batalla de Maipú, _ o antes lo había hecho 1uego de .la batalla de Chaca.buco, San Martín

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se fu-as:ladó a Buenos Aíres, Este viaje no lo determinaba ninguna concu­piscencia de honor o de mando. Lo dete:minaba su empresa sobre Lima y así se entrevistó con P~eyrredón, obteniendo como resultado de esta en­trevista el lanzamiento de un empréstito de $ 500.000,. destinado al Ejér­cito de los A..'1des, o mfa bien dicho al ejército unido que a bordo de la es-cuadra libertadora debía trasladµ.rse al imperio de los incas. ·

Una vez más las Provincias. Argentinas iban a poner al se:.. vicio de una causa netamente americana sus caudales, como los pusiera antes del paso de los Andes.. El empréstito fué lanzado con oportunidad, pero cir­cunstancias diversas se opusieron al éxito inmediato del mismo.

El 22 de agosto de 1818. Pueyrredón y su ministro de Hacienda . Esteban Agustín Gasean, se dirigen a San Martín y le expresan en un do­cumento de carácter reservado que al querer hacer efectivo el empréstito, de $ 500.000 con que se le debía auxiliar "para la grandeza de los planes que ha concebido V.E.", se han encontrado en la imposibilidad de lograr­lo porque los contribuyentes, sobre quienes tantas veces ha gravitado e] peso de cuantiosas acciones y préstamos forzosos , están en este momento "ceñidos a los ú.timos arbitrios de un giro totalmente aníquilador". Por lo tanto,. dicen que ha sido forzoso moderar la cuota respectivamente com­putada y que el empréstito de $ 500.000 sólo será asequible en una tercera parte y con la lentitud que impone la. escasez del numerario.

¿Qué impresión produjo este comunicado en el ánimo de San Martín? La lacónica comunicación firmada por éste en Mendoza el 2 de septíembré y dirigida al sup-;·emo director de Ias Provincias Argentinas nos lo va a de­cir: "Es en mi poder -dice San Martín- el reservado de V.E. de 22 del pasado mes en el que me manifiesta la absoluta imposibilidad de realizar los $ SOü.000 decretados por V.E. pa:;-a auxilio del Ejército de los Andes. Creo de mi deber exponer a V.E. que si dicho ejército no es socorrido no solamente no podrá emprender operación alguna, sino que está muy dis­puesto a su disolució1.1".

Dos días más tarde San Martín volvió a tomar Ia pluma y firmó es­te documento: "Resuelto a hacer el sacrificio de mi vida, marchaba a volverme a encargar del ejército unido, no obstante que el facultativo don Guille mo O:Jlisbe-.ri, que también me asistió en mi enfermedad en Tucu­mán, me asegura que mi existencia no alcanzará a seis meses. Sin em­bargo, todo lo arros1f-aba en el supuesto de que dicho ejército tendría que

· operar fuera de Chi!e; pero habiendo variado las circunstancias, ruego a a V.E. se sirva aceptarme la renuncia que hago del expresado mando pa­ra de este modo dedicarme a la conservación de mi vida expuesta a su fi:rn si así no lo hago!'

LA C.ONüUCTA DE SAN MARTIN HACE" CAMB'IAR EL ASPECTO DEL ESCENARIO EN P:RO· DE CHILE .

La renuncia p1esentada por San Martín determinó un estado de alar­ma tanto en Chile como en Buenos Aires. Mendoza se convirti6 en el punto obligado a donde SB dirigieron los votos ya de !os emisarios de Puey­lTedón como de los emisarios de O'Higgins y poco a poco fu€ cambiando e] aspecto de las cosas hasta obtener San Martín lo que su papel de futuro libertador del Perú reclamaba imperativamente.

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Precisamente dos días antes de haber pr~sentado San Martín su re­- ··ncia, partía de Buenos Aires para Mendoza un documento firmado por

ministro de Hacienda, señor Gascón, explicando las dificultades en que -~ encontraba la tesorería y esto por causa de los compromisos apremian­. : que se veía obligado a hacer frente al Estado ante los clamo:es que le ·· aban del ejército del Norte , de las divisiones sitas en el Rosario y en

¿_ doba y aún ante el acrecimiento de la miseria pública. "Sin embargo -le dice Gascon a San Martín-, ya que Dd. sin co­

~oci:niento de la anterior medida v a consecuencia del acuerdo hecho ha :,,, o contra los fondos de esta caja general las libranzas de que da noti­- en su comunicación del 16 último -se refiere al mes de Agosto- , el

.J b~erno corresponderá al empeño por no desairar su firma, haciendo yo : ' timos esfuerzos para cubrir ambos créditos como es tan interesante."

Pero es el caso que el gobierno argentino no sólo correspondió a los _ -oos de San Martín en tal evento, sino que a partir de mediados de sep­

-:"' bre se apresuró a llenar todas sus exigencias movilizando los resortes ómicos que estaban a su alcance para que el empréstito se cubriese

- su totalidad. El 16 de septiembre el ministro Matías de Irigoyen le hace saber que

_ ::ian acordado nuevos sacrificios "que llenan la idea meditada" y que :- consiglliente el señor director le ha pedido que se dirija a él diciéndole

__ e puede ir librando contra la Tesorería General las cantidades que con­.;::~ necesarias hasta el monto de la suma convenida.

E l 24 de ese mismo mes, . el ministro Gascon le incluye, por órden de • -..:prema autoridad, tres libranzas de $ 11.224. Con esa misma fecha

_ :::::aistro Gascón le hace saber que hasta entonces se han pagado $ 12.158 · - : personas que se han presentado con libramientos girados por San -::U y que se liquidarán igualmente los que se presenten. Lo informa -~ de que se han pagado $ 43.119 con dos reales por pertrechos de -~ y otros efectós,los que se le remiten a Chile por medio de la fraga-

i!<<esa "Lord Lindoch". Los efectos de guerra adquiridos por el gobierno argentino para re­

-=:::-:o a Chile y entregarlos allí al intendente del Ejército de los Andes - -egún testimonio de Juan Templeton, maestre de la referida fragata,

: .:aorteros, dos obuses, cuatro cañones de 24, cuatro de 8, deis obuses 6: .rob bombas. 200 granadas de 8, 200 de 6, 1000 ·balas de 24, 30 de 8,

-:-o de municiones, 10 cureñas y 3 afustes para morteros. E l 2 de octubre de ese mismo año, desde Mendoza, San Martín se

~·-e al O'eneral Antonio Gonzalez Balcarce, su substituto al frente del -:;_ ::o d: tos Andes en Chile y de acuerdo con lo convenido con el direc-- -: m-O'entino lo faculta para librar contra la Tesorería de Buenos Aires,

" cantidades que puedan proporcionarse en ésa, que serán depositadas --2 llenar la suma de $ 500.000.

~l 16 de ese mismo mes, y facultado por su gobierno, San Martín • _ -:e::e los caudales enviados por el correo de Chile a Buencs Aires a fin

dir que caigan ellos en manos de la montonera al cruza:i: la provin­e anta Fe -se trataba de $ 16.000 y desde Mendoza libra contra

-: : ,ería General y a favor de la renta de correos la suma total incau-- ra que por ese procedimiento se distribuyan las cantidades de sus ~- oficiales a sus legítimos accionistas.

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El 13 de enero de 1819 Matías de Irigoyen se dirige nuevamente a San Martín y le previene que con el capitán José Caparros, le remite varias letras hasta la suma de $ 100.000. Hasta ese momento el emprés­tito había dado $ 300.00(}-- asegurándole al mismo tiempo que el valiente Ejército de los Andes ocupa con preferencia las consideraciones del supe­rior gobierno.

Caparros llegó a Mendoza cuando San Martín ya se había ausenta­do para Chile y en carta escrita allí el 3 de enero le hace saber que saldrá dentro de pocos días llevando $ 15.700 que obran en su poder. Al mismo tiempo le hace una relación del peligro en que se encontró en su camino . de Buenos Aires a l'v.11endoza a causa de la montonera y que debiendo cam­biar de ruta, acudió a un baquiano para cruzar la Pampa y dirigirse a la capital de Cuyo, pasando por el desierto de Rojas a las Tunas, "aún con carencia de víveres."

EL INTJJRES DE SAN MARTÍN POR CHILE, POR LA ESCUADRA Y POR EL PERÚ

Como se ve por estos antecedentes, el gobierno de Buenos Aires se interesó no sólo por la creación de la escuadra chilena, sino por financiar en la forma que San Martín lo concebía la empresa militar confiada al Ejér­cito de los Andes, sostén a su vez del ejército de Chile.

El genio de San Martín hizo hacer milagros al erario de Buenos Ai­res, acaso tan pobre en ese entonces como lo estaba el erario de Santiago de Chile y es por esto que alborozado por tamaña victoria pudo decirle a Guido a raíz de la nueva adquisición tomada por el directorio argentino: "Al fin, consecuente a mi renuncia, se ha vuelto a decretar el auxilio de los 500.000 para el Ejército de los Andes. Ya tengo en mi poder algunas libranzas contra individuos en ésa -se refiere a Chile- que remitiré a Le­mas en. el correo entrante. También han salido de Buenos Aires en la fra­gata inglesa "Lord Lindoch" los vestuarios necesarios para 4000 hombres y la artillería de batir que había pedido.

"Todo esto ha mejorado mi salud y sólo espero un poco más de tiem­po para que venga todo el dinero y marcharme a ésa, aunque sea murién­dome".

El Héroe cumplió su palabra y muriéndose, es decir luchando contra un reumatismo que lo obligó a salvar los contrafuertes anpinos trasporta­do en la parihuela que sostenían sus soldados, se trasladó a Chile dispues­to a hacer ejecutiva su promesa de honor ante su patria, ante Chile y an­te toda la América.

Los 4.000 uniformes a que se refiere en esta comunicación fueron los uniformes con que cubrieron su desnudez los 4.000· bravos argentinos y chilenos que se embarcaron en Valparaíso el 20 de agosto de 1820 para de­sembarcar días más tarde en la bahía de Paracas e iniciar allí la campaña libertadora del Perú y su marcha sobre Lima.

Los documentos que damos a conocer en forma sumaria nos demues­tran, como muy bien lo dice el general Mitre, que don Benjamín Vicuña Mackenna estaba en un error cuando al referirse a las promesas relacio­nadas con esfe empréstito por parte del directorio argentino afirmó "que al parecer nunca se cumplieron".

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La afirmación del ilustre publicista chileno pudo tener razón de ser aquél entonces, es decir en 1862, cuando daba a luz su opúsculo sobre eneral San Martín, pero los archivos revelaron más tarde nuevos docu­

-e:itos que son a los que aquí nos referimos. Ellos arrojan una luz meri­=,,:::ia sobre este asunto y sirven para· demostrar hasta dónde y en qué for­

el dinero argentino benefició al erario chileno en su empeño de llevar - cabo la creación de una flot'a de guerra y con ella la formación de aquel _ é:-cito que unido al Ejército de los Andes y bajo la égida de San Martín .:.-:nbió por entero los destinos políticos del Perú.

~.\)<MARTÍN Y LA DIPLOMACIA EN LA NUEVA EMPRESA LIBERTADORA

Pero el hombre que había actuado con tanta eficacia en el orden de economía y en el orden militar y nav J para hacer efectiva la empresa

_ bTe el Perú, .supo dest'acarse igualmente en el orden de la diplomacia y -e:-ced a su influencia, tanto en Chile como en Buenos Aires se firmó un r:a::ado que refrendaron respectivamente en nombre de sus gobiernos -en .3:.;.enos Aires, el 5 de febrero de 1819- don Gregorio Tagle y don Antonio • :é·de Irizarre. · - ·· Partiendo de la base de que era voluntad de todos los peruanos el es­• ., blecer en sus dominios un estado independiente, y de que obtenida esta ~ ·ependencia quedarían ellos en libertad absoluta de *gir su gobierno, :;e acordó enviar al ejéi-cito combinado de las Provincias Unidas y de Chi-

contra los mandatarios de Lima. "Para evitar todo motivo de desavenencia, - así dice el tratado­

:re los dos estados contratantes y el nuevo que haya de formarse en el ?e:ú, sobre el pago de los costos de la expedición libertadora, y queriendo -e3ar desde ahora todo pretexto que pudieran tomar los enemigos de Amé-

-ca para atribuir a esta expedición las miras interesadas que le son más x~ñas, convienen ambas partes contratantes en no tratar del cobro de

.::o costos hasta que pueda arreglarse con el gobierno de Lima, observan­· o hasta entonces el ejército combinado la conducta conveniente a su ob­

: ~o. que es el de proteger y no el de hostilizar a aquellos habitantes. "Las cuentas, se dice luego en el artículo 4°, del costo de la expedi-

·óa libertadora y de la escuadra de Chile que la conduce, después de haber :...-anqueado el mar Pacífico al efecto, se presentarán por los ministiros o ;:. entes de los gobiernos de Chile y de las Previncias Unidas al gobierno : dependiente de Lima, arreglando con él amigable y convenientemente las cantidades, plazos y término de los pagos".

El documento que acabamos de transcribir en sus cláusulas funda­~entales, es capital y concluyente. Según él la empresa lib~rtadora del Perú es una empresa solidaria en lo épico como en lo económico, y si por

lado se destaca el gobierno de Chile, por el otro se destaca el gobierno -e las Provincias Argentinas. La empresa ha sido financiada en común

·: en común los estados libertado:-es del Perú deben presentar sus cuentas, ::eoada la oportunidad, al pa1s libertarlo.

¿Como, pues, puede el señor Edwards afirmar que a O'Higglns y só-0 a O'Higgins le cupo la iniciativa de "organizar la primera escuadra y con­

cebir la expedición libertadora del Perú como complemento esencial de la i;:Jtlependencia chilena"?. Se sabe, porque los documentos están ahí para

probarlo, que la independencia chilena estaba seriamente comprome-

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tida por el desastre de Rancagua cuando Si:tn Martín ya pensaba en la for­mación de una escuadra, en la expedición al Perú y en la reconquista de Chile para llegar, al término de ésta, al cenit de su genial trayect6ria.

La palabra del señor Edwards será digna de respeto, pero este respe­to se lo merece y primariamente el testimonio documental de la historia . Este testimonio es concluyente y nos demuestra que San Martín no se dur­mió sobre sus laureles y que primero, inmediatamente después de Chaca­buco y luego, inmediatamente dcspues de Maipú, bajó a Buenos Aires y en ambas oportunidades para interesarse en la creación y en la financiación de la escuadra chilena. _

El testimonio documental nos dice más: nos dice que en Buen0s Ai­res se gastó y se formalizó la creación de esta escuadra en las entrevistas realizadas por San Martín con Pueyrredón en su chacra de San Isidro; nos dice que como resultado de esta entrevista Aguirre salió para los Estados Unidos y Alvarez Condarco para Londres a fin de negociar la adquisición de navíos o los buques de guerra que fuera posible adquirir; nos dice que si el erario chileno trajo su aporte numerario, el gobierno argentino auto­rizó a su delegado a disponer de los fondos que el Directorio poseía en los Estados Unidos y aún que este gobierno reforzó los n egociados favombles a Chile con su firma o sea con su garantía. El empeño de las Provincias Argentinas para responder a los votos de O'Higgins, que a su vez no eran otra cosa que los ecos de los votos concretos y formales de San Martín, fué mas allá y se lanzó así un empréstito de medio millón de pesos que per­mitió el envío a Chile de armamentos varios, de pertrechos, de vestuario, de todo aquello que necesitaban el ejército y la eséuadra para responder al · plan libertador trazado por el Capítán de los Andes.

¿Cómo es entonces posible que el señor Edwards enceguecido por una pasión de estrecho nacionalismo se permita afirmar que las Provincias Uni:. das - y esto cuando O'Higgins apremiaba a los contribuyentes chilenos­no aportaban a la magna empresa el dinero prometido?". Verdaderamen­te una afirmación de este calibre es desconcertante y lo es porque contra ella se alzan como testimonios perentorios en contra los hechos y todos los actos apuntados.

Con ésto no pretendemos en modo alguno mermar o desmerecer e 1 mérito que le pertenece a O'Higgins en la creación de la escuadra. Des­pués de la reconquista de Chile fué colocado al frente del Directorio no pa­ra cruzarse de brazos sino para responder con su política y . con su belige­rancia a la campaña continental de San Martín. O'Higgins fué consecuen­te con este propósito y por conciencia propia y deber solidario trabajó en lo que debía trabajar, acicateado por sus propios esfuerzos, pero acicatea-do a la vez por la sob eranía volitiva de San Martín. ·

Sin el apoyo de las Provincias Argentinas en soldados, en héroes y en plata; sin el apoyo de estas Provincias en el terreno de la diplomacia y en el orden complejo traído por la lucha de la emancipación en el conti­nente, O'Higgins se hubiera visto reducido á la impotencia y no habría podido tener el honor de sellar con su firma y con su persona la creación de esa escuadra, cuyo mando supremo, en hora oportuna como lo veremos, quedó confiado al genio liberador de San Martín.

J OSE PACÍFICO ÜTERO Presidente del Instituto SantilJ.rtiniano de Buenos Aires.

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El autor de la famosa arenga a Bolívar Al Dr. FRANCISCO CHOQUEHUANCA AYULO, integérrimo juez de Lampa

Una de lftS figuras más interesantes en las gestas por la independencia nacional es la de don José Domingo Choquehuanca, a quien se ha llamado­con terca insistencia, el cura de Pucará.- Choquehuanca no fué un guerre- . rn ni un político.- Surgió de improviso a la posteridad por haber salido a, dar encuentro a Simón Bolívar a su paso por el departamento de Puno en el pueblo de Pucará.- Al pié de las rocas milenarias de aquel lugar, centro de antiguas culturas pre-incas, Choquehuanca pronunció un discur­so del cual apenas se conservan unas cuantas frases, que . terminan con la sencilla y admirable expresión: "Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cua11do el sol declina". ·

La oradón de ·Choquehuanca se ha hecho célebre y ha merecido elo- ­gios universales.- A la sombra de Bolívar insurgió así el nombre de Cho­quehuanca ganando una formidable batal1a a la posteridad y consiguiendo con su verbo de pasión lo que tantos soldados no habían logrado, la glo-ria cierta. ·

A pesar de que Choquehuanca vivía todavía hace poco menos de cien años, no se conocen datos exactos sobre su vida.- Las más conocidas bio­grafías de Choquehuanca son las de la ilustre Clorinda Matto de . Turner en "Bocetos al lápiz de Americanos célebres".__:_. Un artículo de Uladislao· Zegarra y Arauja publicado en el Bole~ín Bibliográfico de la Universidad de San l\/Íarcos de Lima en junio de 1928.- Y otros de los Drs. Francis­co I'vfóstajo y C. M1

acedo Pastor. · En los últimos tiemi~os se ha ptlblicado numerosos artículos en Re­

vistas nacionales y extzanjeras, siendo urio de los ·últimos. el- firmado por . el venezolano Jua:n José Churión y . publicado en "PANORAMAS" de Lima, de junio de 1935. , ,- · ·

A.\:trC:a de la q,andiciéifüd~ G1lt'a d~ Choquehuanca que le dan Markbam -v otros historiadores, puede afirmarse que ya está · completamente :esclare­éido de que José · Dómingo Choquehuanca no fué cura.- El distinguido historiador puneño Dr. Celso Mace<;lo Pastor, en· carta· publicada en "LA CRÓNICA" de 29 _de diciembre de 1924, dejó bien aclarado el punto - Cho­quehuanca no fué cura.

José Domingo Choquebuanca, dice Zegarra · y Arauja, nació en Azá.n­garo el 4 de agosto de 1792, del matrimonio indígena del Cacique de Azán­garo, Roque Choquehuai;ica C()n Melchora Béjar.- Hen:nano de Roque Choquehuanca fué el Canónigo Gregario Choquehuanca.

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La Sra. Clorinda Matto de Turner dice que fué hijo de Vicente. . Los datos biográficos anteriores son inexactos. Para reconsb uír la

línea de ascendencia de Choquehuanca dEbe consultarse la R eal Cédula de 26 de diciembre de 1729, que otorgab?. escudo de A:im2s a Diego Cho­quehuanca, Cacique Principal de Azángaro, descendiente de Cristóbal W a­co Tupac, hijo de Huayna Capac y por tanto, hermano de Huáscar y Ata­hualpa.- E1 escudo de armas de Choquehuanca se reprodujo en la Re­vista "V ARIEDADEs" N° 205, de 3 de febrern de 1912.

El Coronel Diego Choquehuanca se casó con doña Melchora Béjar y Vega (1),,· dejando entre otros hijos a Gregario Choquehuanca y Blas Choquehuanca. ·

Mendiburu dá un dato inexacto cuando afirma que Manuel Choque­huanca asistió al sitio de Sorata.-. Manuel era hijo del T eniente Cororel Blás y cuando éste murió en acción de armas, Manuel tenía 4 años de edad.

Gregorio Choquehuanca, se ordenó de cura y dejó varios hijos; y Blas, el militar, un hijp. - El primero o sea el cura Gregorio fué padre del cé­leb:Fe José Domingo Choquehuanca, presunto autor de la arenga a Bolí­var.

· José Domingo fué hijo de cura.- Esto era notorio en su tiempo y de ahí nace, seguramente, la confusión de haberle llamado cura por algunos historiadores.- El cura Greogorio Choquehuanca fué canónigo de La Plata o Chuquisaca (2), desde el 6 de agosto de 17 84.- "Es casi seguro que en esa ciudad vivió con su mujer Doña Mi:tría Mercedes Béjar y León; posibl~~ es que allí el canónigo la hici.era pasar tal vez, por viuda de su her­mano Roque; _pero este, según testamento de Don Diego, murió soltero y sin hijos" (3)'. ·

El canónigo Gregario Choquehuanca tuvo además de José Domiv go, una hija llamada M'ariana. A ambos los llama "sus huérfanos", a quie­nes dice haberlos criado "desde chi.cos". Por estos datos es muy posible que José Domingo hubiera nacido en Chuquisaca.- Uladislao Zegarra y Araujo afirma que nació en Azángaro el 4 de agosto de 1792, pero la par­tida de nacimiento no ha sido encontrada en los archivos de esa ciudad, a pesar de la cuidadosa iµvestigacipn practicada por el malogrado historia­dor puneño Dr. Eduardo Pineda y Arce.- El lugar de residencia de los progenitores de José Domingo, fué · La Plata, desde el año 1784 por Jo me­nos, en que toi:nó posesión del cargo de canónigo de esa Iglesia Metro­politana.

Es difícil seguir el camino ·de José Domingo. La citada biografía de Zegarra y Arauj'o dice que fué mandado a A:cequipa a los 10 anos, pern que quedando huérfano a los doce, quedó en poder del cura y marchó a Chu­quisaca.

Hay un error en este dato, pues, el que quedó huérfano fué el hijo del Coronel Blas Choquehuanca, muerto en el asedio de Scrata , por Tupac Catari en 1781.- Ese hijo Manuel José fué a poder de su tío el cura canó­nigo de Chuquisaca.- Sus descendientes actuales afirman que el cura no recibió de buen grado a este sobrino, no lo trató bien ni atendió a su edu­cación, por lo que en cuanto tuvo edad sentó plaza de soldado llegando a hacer una brillante carrera.

Es muy interesante reconstituír la vida de estos dos Choquehual'ca. La de J osé Domingo, doctor, escritor, orador, autor presunto de la arenga a Simón Bolíva:r y autor efectivo del brillante "Ensayo Estadístico de Azángaro" etc., v la de Manuel José, militar bravío y un gran corazón.

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).fanuel José, el hijo legítimo del caído en Sorata, era el legítimo heredero de los títulos de nobleza y de los timbres de gloria de su raza.- Su vida fué una lucha constante, teñida de matices románticos.

Sin embargo, el hijo "sacrílego", José Domingo, goza de la admira­ción de la posteridad sin títulp de nobleza, sin acciones de armas, sin ac tos que conciten la admiración ciudadana.- Le bastó decir al pié del ca­ñón de Pucará aquellas palabras famosas, inspiradas en la sombra que crece cuando el sol se oculta tras lp,s crestas graníticas de Pucará.

En la Biblioteca Nacional de Lima existe un exrediente curioso y ori­ginal, remitidv a Don Ricardo Palma e:q. 5 de mayo de 1905 con una car­ta suscrita por el Dr. Francisco Choquehuanca Ayulo, esclúecido ciuda­dano peruano, por su pureza cívica, sus ideales libertarios y humanitarios y su tal;ento.- Descendiente directo de los Choquehuanca y por tanto, de Huayna Capac, SL1 nombre se hizo célebre cuando fué injustamente ex­comulgado por el Obispo de Puno l\itbnseñor Ampuero, hecho que tuvo re;Jercusión continental.

. El :referido expediente contiene preciosos documentos y cartas parti­culares cambi¡ldas entre los primos h0rmanos José Dcmingo Choquehuan­ca y Mknuel José Choquehuanca, que llegó al grado de coronel.

El expediente data de 1825 y se refiere a un proceso de calumnia se­guida contra el coronel Manuel José, a quien se formó juicio por haber lan­zado vivas al Rey. El hecho fué así: S~ celebraba en Azángaro la fiesta de Nuestra Señora de la Asunción, P·atrona del Pueblo.- Con este mo­tivo, la dis tinguida dama doña Joséfa Quiñones invitó a la mejor sociedad de Azángaro a tomar un "once" (palabra todavía usada en Chile y muy usada en e; Perú en la Colonia) o almuerzo antes de la procesión. Duran-e l,'1 reunión se bebió basta1lte y se provocó una discusipn entre el coronel

Choquehuanca y Vicente Cirdenas sobre los derechos · de F emando VII a ocupar el trono español.- El coro:1el Choquehuanca habría d~Fho que era partidatio del R ey y que gustoso daría su vida por él:.- Poco después se oyeron vivas al Rey.

Formado el proceso declararon numerosos testigos y el mismo Coro­nel Choquehuanca, quedando estableció.o por propia declaración del co­ro:i.el que h'.l.bía proferido tales palabras pero no había dicho viva el Rey. - Que tales expresiones fueron dichas por ánimo de contradecir a Cár­denas y bajo la influencia del alcohol.- Todas las declaraciones, incluso de la dama invitante estuviernn de acue;-do en declarar que así ocurrió y qu~ los vivas de Rey fueron lanzados en la plaza por los indios borra­chos, quienes seguían la costumbre de vivar al Rey en sus fiestas sin ha­berse percatado que ya eran "ciudadanos" de una nueva R epública.- Lo mis..rno que ocurre hoy cuando se viva a Piérola en reunion de viejos amigos.-

El procese> contra el Coronel Choquehuanca fué obra de enemigos e:widiosos del gran p:cestigio de que gozaba Choquehuanca entre los indios. -El p;·efecto de Puno Don Domingo Tristán tuvo escrúpulos justifica­dos de obrar de hecho contra Choquehuanca que fué sin emb~rgo, llevado ;>reso y con centinela de vista a Puno.- El Fiscal Pedro Miguel de Urbi­na, dictaminó pidiendo se reguL,arice el proceso y se declir:e jurisdicción "pves la grande y respetuosa influencia que tiene el acusado sobre los in­dígenas en razón de su clase nativa y empl~os y condecoraciones del Go­bierno Español1

' hacía peligroso dictar un fallo injusto.

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La importancia que tiene este expediente es que el Coronel Choque­huanca presenta una prueba amplia y concluyente de sus sentimientcs re­l'Jublicanos y de su lealtad al Perú.- Testifican a su favor el cura Maria­no Alvarez, · qUien dice cómo el Coronel estaba en todo momento, pronto a recibir órdenes de los patriotas; presenta cartas privadas donde recomien­da kaltad a Ja . Patria.

A ':.Fs. 30 .se encuentran importantes declaraciones donde queda pro­bada:. 1°.-su lealtad a la Repúbl~ca; . 2°.- que había asistido a la ju" ra de lá Independencia en Azángaro y 3°.-que a pesar de ser Cacique de Sangre Real, había prescindido de su título hacían dos años.- Otras de­claraciones prueban que el Coronel Choquehuanca hizo viaje es¡::ecial de su hacienda Picotani, con numeroso cortejo a jurar la independencia.- Y el cura de Azángaro certificó a Fs.- 47 que "en su S(!ciedad particular y pri ­vada se manifestó el amor y justo deber a la Sagrada Independencia, inmor-talizando el nombre de S:E. el Libertador". ·

El Diputado Electo por Azángaro José María Ururi, confirma esta declaración a fs. 47 vuelta, idéntica a la del referido cura Antonio Alza. ; La sentencia absolvió al Coronel Choquehuanca y el 18 de noviembre de 1825 fué puesto en libertad. ·

Mientras tanto, ¿qué hacía José Domingo, el primo hermano?. Mien­tras el Coronel Choquehuanca gran caudillo, amado por los indios y respe­tado por los blancos, bajaba a jurar la Independencia a Azángaro y a ren­dir homenaje al Libertador ¿dónde estaba José Domingo? ¿Cuáles s Jn las pruebas histór icas de que José Domingo Choquehuanca pronunci Ó' el famoso discurso a BolKvar?. Como no estoy dedicado a esta especialidad históhca, confieso mi ignorancia. Pero entre todo lo investigado no - hay sino noticias vagas y repeticiones entre historiadores, sin mayor análisis .

Para descubrir al autor verdadero de Ja famosa arenga h.<Jy que ras­trear algo en la vida y en el carácter de éstos dos primos Choquehuan­ca. En el cuaderno de manuscritos citado existen varias cartas que cons• tituyen preciosos documentos para desentrañar el problema.

Son cinco o seis las cartas privadas contenidas en dicho legajo y aún cuando ellas son de carácter íntimo y descorren el velo del pensamiento de cada uno de ellos y ponen de rel~eve ciertas fallas morales, es doloroso desentrañarlas.- Ambos nombres pertenecen a la historia y sus vidas son interesantes para la posteridad:

Por ellas se ve que José Domingo era frío y duro de carácter. - Su estilo es seco y trasunta un carácter abogadil. Es preciso y árido.- En una carta fechada en Llasa o Plaza, que debe ser Plata, le pide a su herma­no Manuel José que le mande ciertos documentos para revalidar su títu­lo de abogado y le avisa la muerte de su padre. , · ·

En otras · cartas se vé a José Domingo preocupado por intereses mate­r iales.- Pide las haciendas que debían tocarle a su padre el Capónigo.­José Domingo se muestra ambicioso y frío.- Su hermana Mariana ha cometido alguna falta y en castigo quiere internarla en una casa de reli­giosas.

El Coronel Manuel ] osé le escribe una carta echándote en cara su du­reza contra la infortunada hermana Mariana , por dicha falta y le descu­bre el j'uego al enrostrarl~ que pretende adueñarse con tal pretext'? del pa­trimonio de dicha hermana "Un infortunio tal como yoreparo, no te lla­ma la atención a socorrer a la desgraciada con consejos o con darle lo que es suya, no siendo la mayor parte tuyo sino mío y de todos los que se llaman' de nuestra sangre.- Si tomas una carrera tan contraria al honor y al .de-

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aán estás creído que todo lo que has disfrutado y hoy tienes son - ··a:nente tuyos, eres para mí, un hombre desgraciado pues, que to­

a:eno sin consideración ni consejo.- ¿Qué adelantas con tratar "' i.:.."12. hermana sola que tienes, qué ·silencio es el tuyo para no tran-

. e-de la muerte de nuestro tío Don Gregorio ?". · - : ' Domingo no entendía razones.- Cerró en masa con la herencia

:-:ermana y ya recibido ·de abogado se echó sobre la parte de Ma­- _--sé, tomando la Hacienda Checayani. _ lz.nuel José fué nombrado 1er. albacea del canónigo don Gregorio ::.a por que no se deje en la miseria a la sobrina Mariana internada

- asilo. En una carta que . dirije a don Agustín Santa María le supli­.:. ~:ifluya para que se dé buena educación a esa niña y se lamenta _·e quieran asilarla por una falta.- Esa carta tiene ·un tono elevado . :.- Hace citas de San Agustín y se descubre el hombre de corazón,

-..,;.:ar severo, el caudillo de sangre incaica y el cacique paternal y no­Le:endo estas cartas se vé el espíritu mj~mo que anima el párrafo ~mosa arenga a Bolívar y el estilo usado en Pucará.

_- --é Domingo no empfüa metáforas.- Se vé en sus cartas al hombre .-,,:·e , con la sequedad de un código.- No le conmueven los llamados

:· · -~icia que le hace el Coronel Manuel José ni le inquieta que se refie­- ::.. legitimidad de su ascendencia.- En una carta en que defiende su _ ·o sobre la Hacienda Picotani sobre la que extiende también su am­

- José Domingo, le dice que Picotani es su legítima propiedad, por - sido de su legítimo abuelo Diego quien llamó como sucesores legíti-

- · ~mero a su hija la monja Dionicia, segundo al canónigo Gregorio; .: Blas; y , 4°. al Caballero Cruzado don Jesé.- Al profesar la primera

e:;-a, como monja, Picotani pasó a Gregorio, el canónigo.-:-- Le toca­- - la muerte de Gregorio, .al hijo legítimo de Blas, pues Jesé Dcmingo ·=:o sacrílego del canónigo.- Pero José Domingo era ya abogado Y

- ·..:na cruel ambición terrena.- Después de cerrar en masa con la for­del canélnigo en Chuquisaca, que no reclamó Manuel José; después

· :ar si¡n un cobre a su hermana, viene al Perú y atenta contra todo ·o posée el Coronel Manuel José. :,a residencia de José Domingo en Azángaro fué precaria.- Vá ror

.,___-es de tierras.- En una carta de 20 de diciembre de 1823 le dice Ma­_: José que se acuerde de pagarle las 275 ovejas que Je dió y además

-: :-.- presente cómo tú me tomaste una bestia de silla de Pucará para _ -o cuando fuiste con el General Santa Cruz y allí la vet'diste, en lugar

"la , haciéndome desprecios, mandaste una mulita tuerta de carga" . ..... a residencia de José Domingo fué mayormente, Puno, donde vivía

- - esposa Doña Juana Manuela Terrazas, con la que se casó en Chu­ca .

A estar al dato que ofrece la carta anterior, José Domingo se fué a o con Santa Cruz cuando éste pasó a La Paz con la expedición orga­

?.ada por el Presidente Riva Agüero, compuesta de dos divisiones,-la .. mandada por Gamarra.- José Domingo pudo haber pasado a tomar - e en la Batalla de Zepita, pero ninguno de sus biógrafos lo indica ni :10mbre es mencionado en el parte de ~a Bata.Ja de Chua-chúa.

José Domingo se quedó en Puno donde ocupó espectables cargos, em­zando como Delegado de _Azángaro a la Junta Departamental de Puno,

__ e,,.o Diputado por Azángaro ante el Congreso convocado por Bolívar. -Cladislao Zegarra y Araujo dice que habiendo sido elégido Senador

_:: Puno en 1832, fué autor de la creación del Obispado de Puno, lo cual

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no es exacto pues, el proyecto referido fué presentado por los diputados por Chucuito y Lampa, don Pedro Manuel de Urbina y don Manuel Ma­riano Basagoitia, con fecha 13 de agosto de 1832.

No es mi ánimo prolongar en este artículo la total biografía de José Domingo Choquehuanca -ni hacer una crítica de su famoso "Ensayo Es­tadístico de Azángaro"- (Lima-1834) que es una joya bibliográfica pa­ra la Historia Económica del Perú, de inapreciable valor.

Mi propósito es simplemente buscar el derrotero del autor verdadero del discurso a Bolívar.- De la lectura de su libro citado y de sus cartas, Y de las pruebas históricas puede establecerse lo siguiente. El Coronel Manuel José, el legítimo ] efe y Cacique de Azángaro ( 4), fué un militar

' distinguido y culto.- Fué Edecán del Virrey Pezuela y peleó en la Bata­lla de Vilcapuquio al mando de un regimiento.- Y más tarde en la de Ayohuma.- Fué realista como la mayor parte de nuestros militares que luego pasaron al lado de la causa patriota. .

El Corone1 Manuel José después de Vílcapuquío se retiró a Azángaro Y desde allá es;:ieró el -;·esultado de la batalla final, pudornso de pasarse de frente a las filas patriotas, pero ansioso de recibir órderes para ir con sus indios aguerridos a ponerse al lado de ellos, como lo acreditan las decla­raciones de sus testigos.

Cuando Bolívar pasó por la meseta del Titicaca, el jefe de Azángaro no era el Dr. José Domingo sino el Coronel Manuel José.- José Domin­go no tenía en Azángaro la popularidad ni el ascendiente del Coronel, cau­dillo de indios, cacique paternal de los mismos y acérrimo defensor de los intereses del índio.~ La acusación que motivó el proceso que sirve de ba­se a este artículo fué instigado por Cárdenas, en venganza de la actitud que el Coronel Manuel ] osé había tenido defendiendo tierras de indios contra los avances usurpadores de Cárdenas.

] osé Domingo, además, se había educado en Chuquisaca.- Era al go extraño al ambiente del lugar.- Quizá por eso tuvo mejor visión para criticar los defectos de la época, no sólo en cuanto a las costumbres indí­genas, sino las de la clase superior, como lo hac'e en su famoso libro "Ensa­yo de Estadística" .- José Domingo no tenía ascendiente en Azáng2ro como Pan bajar frente a numerosa gente a dar la bienvenida en Pucará, a Bolívar.

El historiador Markham dice que fué el Jefe de Azángaro quien bajó a saludar a Bolívar, encabezando una diputación de indios.- Y los indios de Azingaro obedecían y seguí.an a su jefes. y Cacique legítimo, el Ccro­nel · Manuel José.

No tengo ninguna otra base aparte de la de mí intuición.- Pero ia lectura de las cartas de los dos Choquehuanca y los hechos históricos que refiero, me inclinan con toda simpatía a creer que el autor de la arenga a Bolívar foé el Coronel Manuel José Choquehuanca, descendiente legíti­mo de Huayna Capac, Cacique de Sangre Real y Jefe de Azángaro, suce­diendo a una serie de Choquehuancas desde tiempos inmemoriales (5).

Las e ºrtas del citado Cacique delatan a un hombre culto y de pasión política.- La arenga a Bolívar es obra de corazón, de genio, de ímpetu emoci(nal.- Ese ímpetu faltaba a José Domingo y sobraba en Manuél José.- José Domingo era demasiado doctor para lanzar i..rnproperíos a la luna, para poder desear a lri. mujer del pró]imo y para emborracharse eI día de la procesión de fa Vírgen.- José Domingo es frío, sereno, analítico. Su espíritu es jurisprudencial.- Sus aptitudes para la ciencia política y para. la estadística son notables.

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_ fanuel José tiene alma romántica de caudil1o y de conductor, como " antepasados. J osé Domingo tiene perfil de pensador.

La arenga a Bolívar tiene el calor de un brindis de banquete, cuando c.azón burbujea sangre de sinceridad y emoción en el vino tinto de las

: en alto . El coronel Manuel José escribía bien, tenía cultura fina, - de gentes, era conductor de hombres. La defensa de su proceso la ~ él solo, sin ser abogado. En realidad, err vez de tener un Choquehuanca tenemos dos.- El

-:,nel Manuel José y José Domingo.- Este último ha dejado obra de ;::iYo mérito en sus libros ya raros. Si hubiera sido el autor de la aren­a Bolívar !a habría publicado.- José Domingo es el precursor de la es-

- · 's~ica peruana como muy bien lo dice Zegarra y Araujo.- También " U"10 de i'os pri-meros apóstoles republicanos de la redención del indio.­

-: un estadista compléto y un hombre de investigación. Nada restaría -u gloria, no saberle autor de la arenga.

El y Manuel J osé no hacen sino continuar la línea de tradición glo­- sa de todos los Choquehuanca.- Pero mientras desde el fundad0r de _,_ :-arna, Cristóbal \Vaco Tupac Inca, hermano de Huáscar y Atahualpa,

::a el Coronel Manuel José, aparece la nota romántica cerno caracterís­- G. de guerreros y jefes de pueblos, nota que culmina con el tono de la aren--"' a Bolívar; en José Domingo, aparece una nota nueva.- La Universi-

de Chuquisaca, famosót en la época de la Independencia y de influencia ::. inent:ll , plasma un nuevo tipo de Choquehuanca, con perfil de esta­

· ·s:a y de investigador, demasi(ido prematura para nuestra nación que .-e ,ía des3-ngrarse muchos años en la angustia de una dolorosa infancia 11:..;.erfana.

EMILIO ROMERO

(1) Datos propo; cionados pcit ·el D~. Francisco Choq'uehuanca Áyulo, descendiente ie­~·timo de los Choquehuanca.

(2) El Dr. Choquehuanca conserva original el nombramiento de Carónigo de La Pla-a favor del cura don Gregorio.

(3) De una carta de un deEcendier,te actual. (4) Mendiburu - Diccionario Hist. Tomo 8° - pág. 393. (5) El Coronel Manuel José casó en Lima con doña Carmen Ayulo de excepcional be­

lleza - hija del italiano Genuario Ayulo y de doña Petronila Carranza, de Jauja, desceréien­te ést a de Tupac Yupanqui. - Al venir a Puno, se dice que tuvo un duelo con el capitán del barco en que viajó por no haber tolerado ciertas galanterías dirigidas a su mujer.- En Azángaro corrieron voces de que había muerto.

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El Ideal Político Sanmartiniano

LA OBCECACION REPUBLICANA

Enorme trascendencia tuvo, en la continuación .de la campaña eman-:?adora del Perú, el objetivo monárquico de San Martín. La gran pres­

:a:icia, que el genio ·desinteresado del Sur trajo al país, cuando todavía ·"" libertad era un ideal de las mentes selectas, sin valor energético para s.-::nar el brazo ejecutor, amenazó desintegrarse, al discutirse públicamen­:e, la forma política conveniente a la nacionalidad peruana.

El proceso mental, del gran argentino, para encontrar la forma po­:..::ica adecuada al ámbiente, ·acusa un profundo sentido de comprensión

e la realidad, una alta visión sociológica del instante y una suprema cla­::,idencia en la realización. ¿Porqué, entonces, las graves imputaciones

Libertador del Sur? ¿Porqué el abandono de sus amigos? ¿Porqué ·- t raición de muchos? ¿Porqué la calumnia de todos? .

Porque el Perú no estaba preparado para comprender la obra gigan­:e del argentino genial. Porque el elemento intelectual, que es quien im­;;:-ime rumbo al pensam.i,~nto de las masas, rechazaba, intuitivamerit.e, la ::"orma monárquica. Cegado por el amable fulgor de la libertad, no descu­~rió , tras la aparente ambición del generalísimo, la grandiosa concepción ·e su genio. Creyó, la república, única fo1ma, la forma máxima de las

:iaciones, sin sospechar que su concepto republicano nacía de un error de :a época. No pudo comprender que no hay formas de gobierno superio­::-es, dentro de la libertad, y que todas son, igualmente, saludables o noci­>as,, según sea el espíritu que impere en la nacionalidad. No intuyó la confomación abrumadora de su error, en un próximo futuro; en aquellas :...oras siguientes de nefandas revoluciones, que se dilataría, varios de­cenios, con finalidades discutibles, pero sin ideal. No pudo sospechar,. que, :rrientras el Perú se debatiría, en tremendas convulsiones internas, otros

ueblbs, bajo las formas clásicas, avanzarían hacia la cumbre del progreso, :xir la sola fuerza compenetrativa del espíritu nacional. - La hora política, el instante evoh:ttivo del alma peruana, no era. pro­picio a l~ comprensión de este fenómeno sociológico universal. La mo­:::tarquía podía significar un progreso efectivo, pero suprimía de raíz las espectativas de los improvisados paladines alfabetos -de la democracia na­cional. El espíritu de la· raza, en aquella hora, era la valla infranqueable al ideal de Sii.n Martín.

¿Quién iba a pensar, en aquellos días, que la monarquía evitaba una :ucha prolongada de cuatro años; guerra desoladora, acentuadora de mise­

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ria y disgregación social? Quién podía creer que la monarquía significa­ba la deposición armada, la unidad social y política, el reencauzamiento de la vida laboriosa del país?

¿Qµién podía imaginar que la monarquía representaba una reconci­liación de la fuerza en lucha; reconciliación que debía derivarse, de inme­diato, hacia lia concentración y armonía de las energías integrales, enton­ces dispersas, del país?

¿Quién habría visto, en la forma monárquica, el detenimiento del éxodo de la riqueza? ¿Cómo apercibir, tan prematuramente, l& emigra­ción del elemento peninsular rico, dejando abandonadas las industrias, aiTUinado el comercio y despoblado el país? ¿Cómo intuír, entonces, los cupos ruinosos, la requisa de los templos, los empréstitos agobiantes, los asaltos bandoleros, la paralización de las actividades de la nación?

¿Quién habría pensado que la monarquía cortaba, o ponía diques, a la lucha de ambiciones? El Perú, al nacer a la vida independiente, no poseía riqueza. Las montoneras eran el medio ilícito, pero único, de re­solver el problema de la desocupación.

¿Quién habría sido capaz de comprender que la monarquía sanmar­tiniana mantenía la integridad territorial? Geográficamente, el Perú mo­nárquico habría sido el más vasto país de América del Sur. Habría con­servado los límites virreinales de su época: por el norte Guayaquil; por el sur el Alto Perú; por el oriente, las líneas del tratado de San Ildefonso ..

¿Quién creyó que fü. monarquía sanmartiniana auspiciaba la cultu­ra nacional? Sin lo recelos de la antigua metrópoli , el Perú habría difun­dido lp. instrucció

1n, preparando la afloración de l!a gran conciencia nacio-

nalista .. . . . :. . ¿Quién iba a sostener entonces, que la monarquía autónoma, signi­

ficaba el poder fuerte, que buscaron, con tanto ardor como impotencia, los genios de todas tas edades?' El hecho evidente de la impreparación nacional; los pocos elementos orientadores de las alltas clases intelectuales; la indiferencia de ~as populares, y todas los factores consiguientes a una -transformación anticipada, de . orden político, habrían sido evitadas por la forma sanmartiniana. Organizado el país, libre de intervenciones ex­trañas, sus energías se habrían desarrolla,do, evitando las prolongadas y terribles revoluciones que , la misma debilidad del poder supremo de la repúbliica, autorizaba a propiciar. ·

¿Quién hubiera creído que la monarquía prevista por San Martín, representaba un dique gigantesco a la labor eminentemente política del congreso? Los congresos republícanos fueron, siempre, obstruccionistas o complacientes. O impidieron hacer, o se coludieron para el mal. El ideal sanmartiniano resolvía el gran problema.

¿Cómo explicar, históricamente, la incomprensión de la hora perua­na? Si San Martín, desirlteresado y generoso, nos traía resuelto el formi­dable problema político, a qué se debió el combate sistemático y las falsas imputaciones que se le . hicieron? ¿A la obcecación republicana, pura y simple? ¿Al horror efectivo a la forma monárquica? ¿O a una pasión humana ~ amarga y cruel, como todas las pasiones desquician tes?

Hay, evidentemente, una parte de obcecación; hay, también, su por­ción de desconfianza al monarquismo. Pero, en el fondo de .la combatí-. vidad peruana a los plano_s de San Martín, vibra un interés, clarísimo, des-

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ncertante, hu.mano mas que peruano: interés. econ6mico. El gran pro­pulsor de las sociedades modernas. El tan discutivo y avasallánte factof , económico. Veámoslo:

San Martín había legislado sobre la libertad. Consecuente con su :<leal político, el grnn argentino vertió su extraordinaria sinceridad, en la :ey peruana: declaró líbres a todos los hombres que ingresasén al territorio .:iacional; y afirmó el nacimiento libre de todos los hombres en el Perú. San _ lartín sentía su rol supremo de Libertador. No pudo concebir que, en e· área de la libertad, cupieran transacciones con la esclavitud del negro. Para él, todos los hombres eran iguales ante la ley. Y creyó que los due­ños de esclavos y l_os negreros, beneficiados con la emancipación, admiti­rían la cesación del tráfico infame y tolerarían el nacimiento libre de los hijos de sus esclavos.

Pern, la protesta indignada de los amos, la acusación de despojo que hicieron al Protectm, marca, inapelablemente, ante la historia, el móvil inconfeso de los opositores a San Martín. l\/rbvil que la historia recoje de un documento famoso, por su tremenda ingenuidad, y que debemos exhibir, en parte,- para sancionar cumplidamente, a sus autores.

El decreto de 12 de agosto de 1821," en su parte consideratíva, reza­ba : "Una porción nu.merosa de nuestra especie ha sido, hasta hoy, como un efecto permutable y sujeto a los cálculos de un tráfico cri.m:inal : los hombres han comprado a los hombres y no se han avergonzado de degra­tlar la familia a que pertenecen, vendiéndose unos a otros".

y los dueños de esclavos, que se creían perjudicados, en un documen­t o interesantísimo, decían, el año 1833, en los días de Gamarra ~ "M'as no es posible prescindir de marcar, con el sello de la más serena reprobacióh, esa gratuita ingerencia, esa usurpación manifiesta, ese prurito vituperable de legislar, que se apoderaron de un caudillo extranjero; y que, impelién­dole a salvar todas las ba-r1eras, como a hollar todos los derechos, plagó de perdurables decretos el pueblo confiado y reconocido, al cual obcecaron en su mis.ma confianza, su mismo agradecimiento, no sin grave mengua de s u decoro y con hasta ruina de sus intereses".

Y agregaban, en el mismo documento, refiriéndose a Monteagudo: "No tratan los hacendados de turbar el reposo de las cenizas de don Ber­nardo de Mbnteagudo, cuyo terrible fin lamentan sinceramente; pero, tam­poco pueden borrar los onernsos vestigios que existen de sus desaciertos, n i olvidar, puesto que les hiere muy profundamente, lo que narrará la im­p arcial historia: que a su funesto influjo, a su puenl ambición de lucir prin­cipios filosóficos en los proemios de sus decretos, a sus deplorables teorías, y , tal vez a sus planes, que, por fortuna, se disiparon como el humo, somos deudores de la pomposa y fatal declaración de 12 de agosto".

"Pomposa y fatal declaración", era, pará los negreros peruanos, el ·nacimiento libre de los hijos de esclavos en el Perú. Y, tan sinceramente creían en su razón, que apelaban a la imparcial histofÍa para condenar a San Mhrtín por su fatal declaración. ¡Qué iban a sospechar los hacenda­dos del 33, que la historia imparcial, al tomar nota de su comunicación e goísta, los c tlificaría a ellos de interesados e incompren~ivos, mientras destaca y sul5limiza a loo verdaderos libertadores!.

Si San Martín hubiera transigido con el mal. Si el genial argentino, e mpañando sus glorias, hubiera mantenido la esclavitud, como la mantu­vo Bolívar, como la revivió Gamarra en Hua11cayo el 39, para aquistarse

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las simpatías de los hacendados; es evidente que Ios primeros peldaños del ascenso al trono, habrían sido fabric:i,dos por los negreros del Perú. Pero, la enorme sinceridad del yapeyuano genial, le alejaba de la política. Y prefirió que otro viniera a recojer los frutos de su genio, antes que restar, a su personalidad moral, los fulgores de la glori:l.

No cabe silenciar, cuando se discriminan ·las razones del fracaso del ideal sanmartiniano, los argumentos cumbrales de Sanchez Carrión, el criollo intelectual, amador sincero de la forma republicana. El célebre Solitario de Sayán, sociólogo int..ütivo, combatía la monarquía en el Perú , exhibiendo. nuestros vicios, nuestras virtudes negativas. Creía que · la predisposición al servilismo, nuestra pequeñez y nuestra bajeza, eran pe­ligrosos para un monarquismo nacional. No creyó Sánchez Carrión, que tales amoralidades ·podían ser más atroces dentro de la república, donde la ley iguala clases y no distingue categorías.

Pero, en rigor científico, la educación colonial peruana, el sentido de inferioridad social dominante, era más adecuado a la monarquía. Por­que los pueblos que tienen predisposición a inclinarse ante 'los amos, requie­ren, precisamente, de tutor político, de guía social. Sólo pueden consti­tuir una república ideal, los pueblos que sienten el derecho, que saben usar su libertád, que conciben la justicia como realización humana, que se mue­ven . por estímulos internos propios, que se culturizan para perfeccionarse, y que se alejan de la política, porque se sienten superiores. . . . . . · ·

Luego, el pueblo inferior, que nos pinta el Solitario de Sayán, estaba. en condiciones especiales, para la monarquía sanmartiniana . .. . . .

]. M. VALEGA

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Fragmentos de la Historia del Protectorado de San Martín en el Perú *

Obra inédita del Sr. Dr. Germán Leguía y Martínez.

P _ffiT-E VII.

CAMPAÑA AL SUR DE U:v!A

CAPITULO II

San . Martín en Pisco *

I

Lo primero que el redentor de Chile hizo al presentarse frente a l as .ayas de Paracas, fué-como era urgente y natural- dirigirne a los habi­

~ ... :ites del Perú, "anunciándoles su arribo y el de la expedición libertadora; :.unifestándoles el propó~ito de ésta; desvirtuando la propaganda de los _ d!istas, sustentada en la inutilidad de una gueHa sucesora, cuando los e:-echos, garnntías y libertades que ésta pudiera pe¡seguir, estaban ya, ~ecían, obtenidos en la constitución próxima a jurarse de 1812; y expre­""Ildo su cohfianza en que, contando como esperaba contar, con la ayuda _ · la decisión del pueblo peruano, sería cosa fácil y prnnta la reposición de 2 personería y de la dignidad soberanas del Perú. Esa p:rocla:ma, imp-re­~" a bordo, en la tipografía del ejército ; escrita por Monteagudo, y lanza­' en tierra a una profusa circulación, con la data del 8 de setiE:mbre (fe­'"'ª del primern de los desembarcos) -decía de este modo:

"Compatriotas!.- La Nación española al fin ha recibido el impulso :.-:-esistible de las luces del siglo. Ha conocido que sus leyes eran insufi­c-=entes para hacerla feliz , y que, en sus antiguas instituciones, no podía ~""Icontrar ninguna garantía contra lo's abusos del poder. Los españoles ·:an apel1ado al último _argumento para demostrar sus derechos; y, conven­cido el rey de su justicia, ha jurado Ja constitución que firmaron las cortes é.e 1812, llamando a la instrucción pública a los mismos que antes habría : :-oscri to por traidores".

"La revolución de España es, pues, de la misma naturaleza que la r:uestra : ambas t ienen la libertad por objeto, y la opresión por causa".

Ver el número anterior de Revista Sanmartiniana. &--8

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"Yo he sabido, después de mi salida de Valparaíso, que el vl.rrey del Perú ha mandado también jurar la constitución (1), y que se ha abolido en Lima el Tribunal del Santo Oficio."

"Los motivos de su liberalidad han- sido análogos a los que tuvo Fer­nando VII para adoptar aquella refo1ma, aunque con alguna diferencia en su objeto. El rey juró la constitución, porque no le quedaba otro ar­bitrio, para salvar su trono, que seguir llp. tendencia de la voluntad general. El virrey ha imitado la conducta de su amo, con fa esperanza de oponer una barrera al voto de la América, y evitar que coopeiéis a su emancipa­ción. Sólo los conflictos en que se halla pueden excusar lia injusticia que ha hecho a yuestro disceinimiento, peisuadiéndose de que ~a constitución de las cor tes sea capaz de aletargar vuestra energía y de engañar vuestros deseos. El ignora que este error es un nuevo escollo contra sus designios , pmque es pasado ya el tiempo en que lps americanos vean sin indignación los planes impostóres de la política española, para perpetuar · su domipio sobre un vasto continente, que tiene la voluntad y el poder de gobernarse por sus propias leyes".

"La Amé»ica no puede contemplar lá. cor:stituci6n de las cortes, si­no como un medio fraudulento de mantener en ella el sistema colonial, que es imposib~e conservar más tiempo . por l,a fueiza. Si éste no hubiese sido el designio de ros españo9c;s, habrían estable cido el derecho representativo de la América sobi-e las mismas bases que el de la Península; y, por .lo me­nos, sería igual el número de diputadcs que nombrnse aquélla, cuando no foese mayor, como lo exige la masa de su poblaciéJn, comparada con la de España".

"Pero, ¿qué beneficios podemos esperar de un código formado a dos mil leguas de distancia, sin la intervención de· nuestros representantes, y bajo el influjo del espíritu de partido que dominaba en las cOiftes de J,,a is-la de León?" ·

"Nadie ignora que la independencia de la América fué entonces, y será siempre, el pensamiento que ocupe a los mismos jefes del partido li­beral de España. Aún suponiendo que la constitución nos diese una pa't'­te igual en el pdder legislativo, jamás podríamos inflíuír en el destino de la América; porque nuestra distancia del punto de impulsión, y fas inme­diatas relaciones de la España con l~Js jefes del departamento ejecutivo, darían al gobierno un carácter parcial, que anularía nuestros dereclws".

"El· virrey Pezuela ha obrado, en esta ocasión, por iguales principios que su antecesor Abascal, cuando, en 1813, se valió de este mismo presti­gio para deslumbrar a los incautos con la idea de una reforma que, si al fin se verifica, sóló producirá ventajas para los que trazaron su p~an, sin consultar l:":i. voluntad de h América. A más de que no sería la prim~ra vez que se jmase en vano la decantada constitución de 1!3.s cortt"?s; ni será extraño que el choque violento de los partidos que abrazan a Ta Península, causase al fin el mismo efecto que la ingratitud de Fernando, cuando volr­vió al trono cuya conservación había costado tan cara a los españoles. Es­to es el menor riesgo a que se halla expuesto un pueblo, donde no hay un individuo que no tema la retaliación de lo pasado, o que no esté dispuesto a ejercitarlo". ·

· ' "Compatriotas¡ - Vosotros conocéis por experiencia la veTdad de lo que os digo".

"Yo apelo a los hechos, y someto a vuestro juicio el examen de la sin-ceridad de los españoles". · ' · ·

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.. El último virrey del Perú :hace esfuerzos para prolorigar su · decré­autoridad halagando vuestras esperanzas con una constitución extran­

- que os defrauda el · derecho' representativo en ·que ella misma se funda, ·..:.e no tiene l!a menor analogía con vuestros intereses".

"El tiempo de la impostura y del ei}gaño, de l[a opresión y de la fuer­está ya lejos de nosotros, y sólo existe en lia hi,storia de Jas calamidades das". ·

"Yo vengo a acabar de poner término· a esa época de dolor y · humi­~ . n . Este es el voto del Ejército Libertador, que tengo la gloria de ~ dar, y que me ha acompañado siempre al campo de batalla, ansioso

- :.ellar con su sangre la libertad del Nuevo Mundo". · · "Fiad en tni palabra, y en la resolución de los bravos que me siguen;

.c.3· como yo fío en los sentimientos y energías del pueblo peruano". "Cuartel general del Ejército Libertador, en Pis.co, setiembre 8 de

- . - Primer día de la libertad del Perú. - SAN MARTIN.

II

Habiendo así hablado a los hijos de la nac10n que venía a emanci­- creyó el gran capitán útil y preciso hablat, asimismo, a la nobleza .del :_. única que podría hacer labor negativa y obstructora en contra de campaña independiente, por miedo a las tendencias rasantes e iguali­

=:a- de la révolución, y concepto de que ésta última procuraría extinguir ia- sus prerrogativas y derechos.

"La revolución política iniciada en este nuevo mundo, díjole, no se . e contra vuestros verdaderos privilegios. El primer título de noble­:: é siempre la protección dada al oprimido. La dignidad jamás se ha

- iiiado con una obscura · molicie o un servil abatimiento. Separados ::rono de España miles de leguas, estáis reducidos a una clase inerte

funciones, en medio de soldados que ejecutan y de un pueblo esclavo - obedece. . . . . . Los títulos de nobleza dados a los americanos no son

pensa del mérito y virtud; y no habéis conseguido por eso ventajas ::ivas" . . .

III

Declaró, seguidam~nte, en decreto especial, que las autoridades es­::oias, ''aunque cesantes de hecho en todos los puntos ocupados por ]!as

-:::::zs de la Patria, podrían continuar en el ejercicio de sus funciones, in­resolviétase sobre su destino, en vista de su conducta" (2) · Y, por fin, habló a su ejército. La proclama del 13 de noviembre 18 encerraba cuanto pudiera ·anhelarse para despertar, en los presun­

- pueblos libertados, el carácter deferente y amistoso de la expedición, -- aial podría -incidir en daño ni extorsió'n de los mismos a quienes se ve-

a favorecer. Pero no bastaba eso; sino que era, al mismo tiempo, ne­-,, ;io reafirmar las promesas formuladas, y consolidar la fe y la confían:.. en la conducta intachable de los .soldados libertadores; fé y confianza

s:ant e quebrantadas, más que todo en Paita y Pisco, por los incalifica­:e- atropellos que perpetraron las marinerías de Cochrane. En consecuen-

-- dijo: ·

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"Soldados del Ejército Libertador: Ya hemos llegado al lugar de nuestro destino, y sólo falta que el valor consume la obra de ia constancia; · pero acordaos de que 'fH€stro deber es consolar a la América; y de que no venís a .hacer conquistas, sino a libertar a lps pueblos que han gemido t rescientos años bajo este bárbaro derecho. Los peruanos son nuestros hermanos y amigos: abrazadlos como a . tales, y respetad sus derechos, co­mo respetásteis los de los chilenos después de la batal~a de Chacabuco-,,"

"La ferocidad y la viol1encia son crímenes que no conocen los solda­dos de la libertad; y si, contra todas mis esperanzas, alguno de los l'lUestros ol'.1v.idare sus deberes, declaro, desde ahora, que será inexorablemente cas­tígado, conforme a los artículos siguientes:"

",1 º.-Todo el que robe o torne por vi9lJertcia de dos reales para arri­ba, será pasado por las armas, previo el pro'ceso verbal que está mandado observar en el ejército".

"2°.-Todo el que derrame una gota de sangre fuera del campo de batalla, será castigado con la pena del talión".

"3°.-Todo insulito contra los habitantes del país, sean europeos o americanos, será cas tigado hasta con pera de la vida, según la gravedad de las circunstancias".

"4°.-Todo exceso que ataque ~!a moral pública, o l:as costumbres del país, será castigado en los mismos términos que previene el artículo ante­rior".

"Soldados¡ - Acordaos de que toda la América os contempla en el momento actual, y de que sus grandes esperanzas dependen de que acre­ditéis la humanidad, el co'raje y el honor que os han distinguido siempre, dondequiera que los oprimidos han imp]orado vuestro auxilio contra los opresores. El mundo envidiará vuestro destino, si observáis la misma conducta que hasta aquí; pero, ¡desgraciado el que quebrante sus deberes y sirva de escándalo a sus compañe:.:os de armas! Yo lo castigaré de un modo terrible, y él desaparecerá de nosotros con oprobio e ignominia!" .. (3)

IV

A esta especie de campaña moral previa, cuyo objetivo reducíase a sugestionar favorablemente el espíritu público, extirpando prevenciones ; desvaneciendo rumores y prejuicios; el'iminando dificultades; y respon- · diendo, en una palabra, anticipadamente, a las calumniosas especies que los realistas habían · desparramado y seguirían de5parramando en desmedro y desprestigio de sus adversarios comenzó, como era de aguardar racional­mente, si nó del todo activa, ni persistente, ni tenaz, la campaña bélica-mente emancipadora. .

Hay que decir, desde luego, que, más que una campaña, fué aquella una "propaganda armada", lenta, somnolente, parsimoniosa.

A diferencia de 16 que había practicado en Chile - donde, apenas pasados los Andes, San Martín disparóse co_rno un rayo, sobre las tropas realistas de Marcó del Pont-'- en el Perú no pensó jamás, seriamente, en buscar, combatir y vencer al enemigo; sino que procedió tímida, casi pa·­sivamente, dejando que obrasen, por sí solos, los impulsos y progresos de la opinión; cuidadoso de n0 comprometer, en acción alguna, el núcleo efi­ciente de sus tropas veteranas probadas ya; y, en una palabra, transfor-mado en una espec;:ie de Fabio contemporizador. ·

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. en esta época de nuestra historia, parece más una tribuna _ .:€ un cuartel general guerrero; más un retrete diplomático que

.::e-e directivo de una cruzada invadiente, agresiva y fulminadora. _ ::.t;npagos instantáneos iluminaron de v@z en cuando, aquella moir­- "7ócer , estrll:cha, semi-tenebrosa, petrificada e inerte; pero, pm· 1o -· :m e apartó de su papel de capitán espectante, que abandonó al

:;e:npo. o cÜ desenvolvimiento natural, fatal de 1o's sucesos, su mi­:::;.Ya or audaz y de cruzado libertador. h:ane ha criticado amargamente aquel sistema de guerra, aque­

-=?aña indecisa, prudente, ciega, fatalista y aplan~mte, sin brillo y --~ eza, que exasperó el espíritu denodado de los jefes s.::cundarios y · _ ·-ansias de brega y de victoria; y ha hablado, por eso, en sus "Me­-: -··. de la "total inacción en que, durante cincuenta días, permanecie-

.- : ropas en Pisco;" del "descontento que tal conducta causó en la _":-a y en el ejército", por el "contraste mismo que esa inmovilidad

-: ~ con la primera toma de la plaza, llevada a cabo, el año anterior , - _: -eniente Charles y el mayor Miller, acompañados de un puñado de - - : ,. ; de los antiguos desastres que, "con el retardo, pudieron sobceve-

a expedición"; de la necesidad en que se vió !a escuadra, de "perma­_--: -ambién inactiva, sin haber hecho más que capturar algunos barcos

- - ;:es que navegaban a lo largo de la costa, e ir infructuosamente en e las fragatas españolas Prueba y Ven ganza, a las que no continuó

...:.:."liendo por el riesgo que (en el fondeadero de Paracas y en sus proxi-· e ) corrían los trasportes durante su ausencia"; y del efecto desas­que el estancamiento de los expedicionarios produjq en el pueblo del

: : pueblo que "aunque declarado en todas partes a favor" de San Mar­~ - e la causa autonomista, viendo "que no era apoyado, volvíase entre-

-:.G circunspecto, y desconfiaba de lafuerza que malgastaba así su tiem­p:_co"; y pueblo, en fin, que , forzado a "suplir los auxilios necesarios

-a el ejército, principió a considerar a los independientes tan opresores ~o los españoles, y a perder el deseo que sentía de que se emancipase ;:iación". ·

Estas censuras, indudablemente exageradas (4), por el odio en que, _ - :--:a el general en jefe, ardía el inquietísimo almirante, han sido repro-

..: ~da~, ton menos pasión y con más juicio, por gran parte de los histo­:afos que han tratado de la época; en tanto que, para <Utros (principal­::e chilenos y argentinos), San Martín, al obrar con tanta circunspec­y timidez en el Perú, hacía lo único que podía hacer: no exponer, en acción decisiva y formal, la pérdida posible o probable, ya que no se­

- ::a, fuerias y elementos qué, en caso de desastre, tan lejos de Chile y de · Repúbfica Argentina, no habría sido dable, en forma inmediata, rápida, :::..:- ituir o reponer.

Ello es que, como asienta el chileno Bulnes, "sus trabajos públicos n sólo auxiliares de sus trabajos secretos"; "su campaña más eficaz era que hacía por medio de cartas, proclamas y promesas"; y "su verdadero

campo de acción era la mesa en que redactaba las comunicaciones que, en seguida, se desparramaban por el Perú, como palomas mensajeras de :.a revolución" (5)

También es verdad que su salud, en Pisco, se vió seriamente amena­zada. Según carta de Las Heras, tuvo San Martín un ataque, que le lle­·ó "al extremo de ponerse locél, delirante y sin el menor conocimiento".

Para dicha de América y del Perú, su naturaleza privilegi¡i.da venció aquel

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amago que colocó en plena · inquietud a sus subordinados; y en breves días, un tanto restablecido, tornó a ocuparse en los grandes objetivos que em­bargaban . su atención de general en jefe.

Apuntamos los hechos, nada más, y su comentario suscrito; y, p<m­sando, con un gran escritor, que la historia es "el relato de lo que ha su­cedido, y no de lo que pudo y debió suceder", continuamos la narración interrumpida momentáneamente.

V

Pezuela, tan vidente, tan diligente, tan glorioso en el Alto Perú, no procedió esta vez, en Lima, con meticulosidad y pesadez menores que las de su también glorioso émulo. Cierto que se encontraba grandemente cohibido por el estado de la opinión públíca, que, en la capital, como en otros puntos del virreinato, aparecía cada día más decidido por la indepen­dencia.

Todas las medidas del virrey, que, a diferencia de Maroto, en Chi­le, no pensó jamás en una batalla campal, fueron estrictamente defensivas y . de mera observación. Sabida apenas la noticia del desembarco, orde­nó que el marqués de San Lorenzo de Valleumbroso, don Pedro José de Zavala y Bravo del Rivero, mariscal de campo de los reales ejércitos y or~ ganizador del llamado "Escuadrón de españoles de Lima", marchase con su cuerpo a reforzar a Químper; y que el infortunado brigadier don Die­go O'Rei11y, irlandés de nacionalidad, constituyérase inmediatamente en Lurín, con las milicias de Carabaillo y con un escuadrón del regimiento de Dragones del Perú; unidades que, con la de Químper, puestas todas a órdenes del referido O'Reilly, formarían una división intitulada "de van­guardia o de la costa sur"; división confiada, días después, en la condición de mayor general, al teniente coronel García Camba, una vez que O'Rei­lly hubo de partir al interior, al encuentro de la división de penetración de Arenales, que lo derrotó y tomó prisionero en el Cerro de Paseo, el 6 de diciembre de 1820:

Como Químper se hubiese retirado sin combatir, y quedasen, por ello, interpuestas las tropas independientes en la senda del marqués de Valleum­broso, permaneció éste último en Cañete, a la espera de instrucciones. Por supuesto, O'Reilly fijó cantones en Lurín, como se le había prescrito. ·Allí se estancaron la actividad y la iniciativa virreinales , reducidas, en resu­men; a gaf.lar tiempo; para lo cual diéronse a entretener al general irruptor (que no otra cosa quería a su vez) cori una serie de negociaciones y pro­puestas de armisticio, que, como ya veremos, culminaron en eJ pacto de Miraflores .

. Esa actividad realista, por cierto más explicable que la de un general , como el patriota, que, venido a invadir el territorio, estaba, en cierto mo­do, obligado a la ofensiva, con plena utilización de. sus ventajas y sorpre­sas - dejó al ejército de Pisco en absoluta tranquilidad, que su generalí­simo aprovechó en algunos acertados movimientos, ya que nó en visrdane­ras y decisivas operaciones.

VI

Dos partidas del regimiento de granaderos de a Gaballo salieron el 12 hacia oriente, o sea en la dirección de lea, en pos de recorn:Jcer la situa·

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'~rsario . Pronto llegó la primeJ:~, anunciando que Químper - ro- habían proseguido marcha a la referida ciudad, donde, se-

- · : ios indicios deberían detenerse. . __ :: se org3.Ilizó y salió a las 9 h.a.m., camino del norte, la divi­- ··a:i!!Uardia. Componíase del batalló1n número 5 de Chile y de

• naderos de a caballo (6) . Su jefe eia el coronel mayor Al­_-\:-enales; y su destino la h8.cienda de Caucato; fundo, como ya

· ~teneciente al español D. Fernando del Mazo, y ubicado, al se­e Pisco sobre el cammo costanero que conduce de esa villa a la

_ -:; patriotas encontraron en Cauéato dos mil panes de azúcar, mu­-:-J: productos y mil quinientos esclavos negros "de ambos sexos y · edades". Los varones, casi en su · totalidad, presentáronse vo­

..: : en las filas independientes. ados por Arenales todos los pormenores posibles acerca de los

ecinos, su topograffa, capitares y ·mantenimientos, despachó, en ·:-ecciones, partidas de caballería, encargadas de recolectar bestias ·os con que montar bien a las tropas y darles ba carne fresca de que

~-~-:. en reemplazo de· las ya odiosas y escasas chalorias y charquis traí­: e "\'alparníso.

requisa fué considerable, y, más que todo, absolutamente volun­_.\ los ocho días, dice el testigo ocular antes aludido, estaban bien

·os todos los oficiales del ejército y todos los soldados de caballería - así como los edecanes y ayudantes del cuartel general y del Esta-

- a··or. =..:, partidas avanzaron a lfLS dos Chinchas, Alta y Baja, con los mis-

mejores resultados. . El 14, con el parte resumen de "sin novedad'', expedido desde

- :o por el vencedor de la Florida, llegaron nutridas caballadas, cons­~ por los entonces ipm~jorables bridones "de paso" de la costa del

con mi s de ochocientas reses, mil carneros y cincuenta espléndidas _ es mulares.

~n la propia fecha, para ratificació~ de ibs reconocimientos anterio­·e un lado, y a fin de prevenir posibles sorpresas de otro, partieron, cs.ída de la tarde, Juan Lavalle y Félix Aldao, con sendas columnas

::-a.naderos montados argentinos (una y otra de veinticinco hombres), r ~ :Ter cuidadosamente lps dos caminos reales trazados del puerto de

_ e::i sentido S.O. y de una extensión de dieci~cho leguas (más o menos) ·• uno .

. .\quella tarde regresó el "Araucano'', que no había logrado encon­- a la fragata "Santa Rosa". Presentóse con un mastelero roto, a con­.... encia de un combate de poca significación que en la travesía empe­

cen la corbeta de guerra española la "Céfíro". Cochrane, inmedia­- -;:e=::e dedicóse a repararlo.

VII

Los días 14 y 15 de setiembre señaláronse por la producción de trns xi:ecimientos extraordinatios. Fué el primern la aparición en Pisco,

·e ia fragata "Santa Rosa", alias "Libertad", perdida y ansiosamer:ite aguar­.::.da desde el 3, y en cuyo casco eran conducidos, al cuidado y a las órde­- _ - de Miller, dos compañías del batallón argentino número 8, otras tantas

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de la artillería de los Andes. Había llegado del puerto al cuartel genernl, un parte con el anuncio, e incontinente la alegría rompió risueña en todos los corazones (7). Se la mandó fondear en Paracas con los otros buques, y allí proceder al desembarco de su preciosa carga. Era porque los ele­mentos necesarios para la operación, se encontraban todavía en esa ya de­nominada "bahía de la Independencia". (X).

El segundo suceso extraordinario fué la presentación, en el. campo, de un comisionado de Pezuelia. A las once v media de la mañana del mis­mo 14 (9), se avisó desde Caucato el arribo de dicho parlamentaúo, conduc­tor de importantes pliegos, que estaba enca:.:gado de entregar al gerer'.ll en jefe independiente, según sus instrucciones, "en la propia mano" . Dé­jale Arenales seguir, pero vendado y entre competente escolta. Una ho­ra más tarde es presentado a San lVfartín. Es un joven alférez del regi­miento hispano de Húsares de la Guardia, andaluz genuino, móvil, alegre, decidor y como apunta Espejo, "mozo muy despierto y de carácter fes tivo". Se llama CJeto Escudero. Desde el primer instante, se hace blanco de to­das las simpatías: San Martín fe da alojamiento en su propia casa, y en~ comienda a su edecán, el capitán don José Caparrós (peninsular también) , la misión de cuida-rlo y a tenderlo, pero "sin perdei"lo de vista un so]o ins­tante", Comprende bien el astuto generalísimo que la comisión ostensi­ble del enviado envuelve forzosamente otra secreta, interesantísima para el virrey; cual es la de calcular, así fuera a ojo de buen cubern , el efectivo ~/nín1mo y los recursos aproximados de que dispone el ejé1·cito invasor. Cuen­ta el testigo ocular antes citado que, para burlar ese objetivo, oculto, pero "indudable", S:::tn Martín, ordena que, en la noche, así en la plaza mayor como a L:i,s puertas de todos los cuarteles, se dé la retreta reglamentaria por mayÓr número de bandas que de cuerpos: aquí, a la par, música Y. ca­ias; allí, cajas y pífanos; allá, cajas y cornetas; acullá, cornetas solas, etc. Observan lqs patriotas que Escudero, a la disimulada, lleva cuenta de esa exagerada se1ie de m1rciales armonías, surgentes en multiplicados momen­tos y lugares.- "¿Cuántas bandas, a todo esto, tienen Uds?" -pregunta, al fin (ya incapaz de contenerse), Escudero a Caparrós- "Veinte". . . ¿y ustedes? -repregunta a su vez, el edecán patriota.- "Cincuenta, con la de la catedral" .. . - La andaluzada del salado alférez es, en el nutrido grupo de oficiales independientes que le rodea, tecíbida con una carcajada sonora y general.

El tercer suceso extraordiµatio a que nos hemos referido, es la intem­pestiva inimaginadora aparicióh de buques enemigos (15 de setiembre). Sábese después que son la fragata "Venganza" y la corbeta "Sebastiana '.' ; uno y otro de guerra, que, noticiosos del aislamiento de 1a "Santa Ros:i,", han proyectado hacerla buena presa. Son las doce del día cuando esos b~rcos, a primera vista sospechosos, comparecen en la curva lejana termi­na l del horizonte. Todo es v@rlos, y dar Cochrane la orden de salida en su persecución. Se efectúa ésta, y comienza la caza. Va con el bravo marino la flota entera excepto la "S!anta Rosa", que ya se halla largando a tierra las fuerzas y los elementos de que ha sido tardía conductora. A hs tres de la taide, la escuadra patriota se pie.rde a los ojos de ql_\ienes ob­servan sus movimientos. A las diez de la noche, se escucha un cañoneo, aunque momentáneo. Un centinela no ha contado sino cinco disparos. La persistente persecució\n se prolpnga, pero falla, porque la fuga de las embarcaciones realistas halla fácil · oportunidad y protección en las tinie­blas, a cuyo amparo amigo fondean en sus aconchamientos del Callao .

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Al mediodía del - 15, San Martín extiende el nombramiento de los :?ª ados que, correspondiendo a la invitación de negociaciones y aneglos ~ paz traída por Escudero, se trasladan a Lima o a sus cercanías, a trabar

·erencias en tal sentido con los representantes de Pezuela. Esos diputados son: el llamado secretario de gobierno en campafia,

c:an García del Río; y el primer ayudante de1 campo del general en jefe, .:::onces coronel, Don Tomás Guido.

Inmediatamente alístanse los elegidos para el viaje. Este debe em­:-enderse el mismo día; pero, por circunstancias que se explican en su lu­

_:.:-, no tiene efecto hasta el 19 de 'setiembre.

VIII

A Tas once de la mafiana del 16, la fragata "Santa Rosa" termina -u tarea; y las fuerzas desembarcadas en el abra de la Independencia, rom­;:.iendo la marcha con la fresca de la tarde, reincorpóranse esa noche, entre ~ universal alegría, en el grueso del ejército que acantona en Pisco, i\1gar ea donde los esperan cuartel y 1-anchos confortables. ·

La escuadra ha reingres<tdo hacia el mediodía, tras una travesía lar-a, y, más que nada, infructuosa. ·

Dos-horas· antes; a las diez de la mañana, el parlamentario Escudero " sido despedido amablemente por -San M!lTtín, con su contestación pata

e: virrey Pezuela. El ya popular andal'uz retorn:i; como vino, con venda :- bajo escolta. Los pliegos traídos y llevados por él son los que, como

emos dicho, van a dar por resultado las famosas conferencias y el armis­-:cio_ celebrados en el pueblo de Miraflrn:es, los mismos de que se tratará e:i. el capítulo pertinente.

Un vecino de Ica, llegado al cuartel general, participa que Químper :!a desocupado o va a desocupar aquella ciudad; noticia que, al día siguiente, :-esulta prematura y, en consecuencia, inexacta.

IX

Efectivamente, el 17 regresan Lavalle y Aldao, con sus partidas de :::-anaderos de a cabJ.llo han explorado, dicen, escrupulosa, detenidamente, las dos vías arquiconvergentes que conducen de Pisco a la nombrada po­blación, y no han encontrado indicio alguno de ataque próximo, y ni si­quiera del menor amago. Los esclavos espías despachados sobre Ica, que han logrado entrar hasta su plaza de armas, han visto a las tropas realis-as tranquilas en sus cuarteles. Apenas si Químper tiene destacados al­

f'Unos centinelas y diminutas avanzadas del" lado de Pisco, en los extramu­ros y a las salidas del poblado.

Ese día las fragatas-trásportes "Argentina" y "Santa Rosa". son em­pefiosamente armadas en guerra, y se aumenta a bordo- el . i1úmero deba­terías, porque se anuncia otra salida de la flota.

X

En la madrugada del 18 recíbese en el cuartel general el anuncio de que trescientos cincÜenta realistas han emprendido viaje de Lima a Chin­cha, tal vez con el objeto de incrementar las fuerzas de O'Reilly y Valleum b roso, que así ascenderán a más o menos dos mil hombres. En consecuen-

9-'?

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cía, a las dos de la m<tñana, despídese un segundo escuadrón pára Caucato, en refuerzo de Are.::iales, o sea la división de vanguardia.

Los p~·esuntos negociadores del armisticio del 26 de setiembre dirí­gense el día 19 del pueblo de Pisco a Caucato, a Chincha, etc., camino de Lima, escoltados por una partida de cazadores de a caballo comandada pm el futuro famoso cJronel don Manuel Isidoro Suárez (10) -aquél que dará a América el triunfo de Junín, a la cabeza de los lanceros lambaye­canos- y llevando por ayudante al del Estado Mayor, José Arenales, hi­jo del jefe de ese apefüdo, comandante de la división de vanguardia.

En dicho día 19 sale también a• Caucato el batallón número 11 del Ejército de los Andes, a relevar el número 5 de Chile, que entra de regreso en Pisco a las cinco de la tarde.

XI

El 20 oficia Guido, desde Chincha, anunciando haber presentádose en aquél pu 1to un oficial-cbn:eo de Pezuela, con orden perentoria de sus­pender h0stilidades; y dando cuénta de que los dos mil hombres de O'Rei­lly y Valleumbroso pasatán a reforza:;· a los de Químpei·.

Ese día, a las dos por mei·idiano déjanse ver dos sospechosas velas hacia el cabezo de la isla de Sangallán". R econócese en ellas a las fragatas espa­ñolas ''Esmeralda" y "Venganza". Cochrane da velas, a su vez, con todos Ios buques de guerrn de la armada, y procura dar caza a los contrarios; pero éstos últimos resultan tan veleros (como expone el almirante, a su vuel­ta, el 25), que prnnto pié"·dense de vista, aparentemente en sentido sur.

Para no hacer viaje y travesía estériles e inútiles, Cochrane practica. detenido reconocimiento de la costa, desde Nazca hasta Cerro Azul (22 a 24 de setiemhce); puerto, éste último, del cual retrocede a su estación mC1rítima de la Independencia, temeroso' de que las dos fragatas realistas, en ardidoso y ficticiomovimiento de fuga hacia el mediodía, tomen repen­tinamente sobre Paracas,, y allí "den un golpe de mano" contra los t:caspor­tes que en el enunciado fondeadero han quedado, con su ausencia desam­parados.

A juicio del g<an marino, las embarcaciones enemig~.s pasan con des­tino a Islay o a Quilca, a traer tropas de Arequipa, que refuercen las de la capital.

XII

Después de la revista que, a las cínco de la tarde del 21, hace prac-, tic:i:r de las fuerzas exis tentes en el cuartel general (11), por el jefe de E.M. del Ejército Unido (12), manda San Martín, el 22, que el regimiento de granaderos a caballo, con su jefe coronel don Rudecindo Alvarado a la ca­beza, avance de Caucato a las dos Chinchas, Alta y Baja; hecho lo cual pónese en viaje el 23, a esos dos puntos, para estudiar el terreno por sí mis­mo y calcular las necesarias operaciones que en aquél pueden pronto- desa­rrollarse. Acompáñanle sus edecanes, ayudantes, ingenieros y una peque­ña escolta.

Practicados los estudios convenientes, vuelve a Pisco en la noche del 24, "compl•acido y S'ltisfecho del espíritu patriótico y entusiasta de los ha­bitantes" de la región, "que con vehemencia represéntanle las vejaciones

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' violencias que les han inferido las tropas y autoridades realistas al reti­~arse" (13).

XIII

Trascurren los días 22 a 27 sin más novedad que la presentación de desertores (14); la captura de ganados o caballos enemigos; la conducción de uno que otro realista prisionero; la recepción de pliegos virreinales, o de oficios-memorándum en que dan cuenta de sus negociaciones los dipu­tados independientes ; y el acribo de buques como la "Hércules", portadora, de caballos de Valparaíso, o el "Aranzazu", pailebot de guerra realista, en que se devuelve al campo patriota un oficial-correo de San Martín: to­do ello sin importancia ni influjos en la finalidad esencial de. la campaña, ya· desesperante, por su somnolencia y pasividad, para los vencedores de Chacabuco y Maipú.

El 28 rómpense la monotonía y el aburrimiento en que descorazó­nanse esos denodados veteranos, con la publicación, en la: orden general del día, de una nueva para ellos desagradable (porque promete mayores hastío e inactividad); cual es el ajuste del armisticio de Miraflores, suscfi­to el 26 por un término de ocho días. Esta suspensión de armas, negocia­da so pretexto de continuar procurando un término pac~fico a L'a empresa (hasta entonces incolora y anodiria) de la independencia del Perú, es re­p ulsivamente recibida por los jefes, oficiales y soldados del Ejército Uni­do, que ven así trascurrir, ya no sólo los días, sino los meses, exhaustos de aquella rápida eficiencia qi.te han soñado desplegar y de esa glozia que un día creyeron fácil conseguir.

xtv Llega aquel pacto de armisticio al cuartel gereral el 29, conducido

por el ayudante don José Arenales, que, como se dijo, partiera con Guido y García del Río; representantes, que, rotas las conferencias dirigidas a la celebración de una paz estable, reconstitúyense en Pisco a las siete de la noche del 4 de octubre (15).

Precisamente, aquel día es el último de los ocho a que extiéndese la tregua ajustada; y, en consecuencia, el campamento imagínase gozoso, que ha llegado el ansiado momento, de barrer con lqs dominadores del sue-1 o, y de reafirmar, con la redención del Perú, la causa genérica de la inde­pendencia americana.

Hasta entonces (29 de setiembre a 3 de octubre) nada se . ha tenido de notable; a no ser la noticia, recibida el 1 º., de la conjuración de Lavín en Arequipa; ¡,a llegada de una embarcación, con víveres, de Valparaíso; y el viaje del general en jefe a Paracas, primero (30 de setiembre) , y a Cau­cato después (2 de octubre), en preparación de las operaciones que dice proyectar.

XV

El día 2 de octubre, en efecto, prodúcese en el acantonamiento de Caucato un movimiento inusitado, precursor de acontecimientos ·extraor• dinarios. Arenales y la división de vanguardia han rnc:ibido mandato pe~ rentorio de "alistarse .para emprender marcha al primer aviso"; y todo ·es,

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pues, actividad, satisfacción, ruido y alegría entre 1bs patriotas acampados en la hacienda del Mazo.

Ese aviso se imparte el 3, fecha en que, hacia -la tarde, el héroe de la Florida y sus escasas pero valientes tropas, vencen las dos arenosas le­guas que se extienden entre Caucato y Visco, y penecran marciales y ani­mosas en el cuartel general.

Dase aquel~a mísma noche, en las oficinas de éste último organiza­ción conveniente y defiµitiva a la divisiéin que, desde tal día , empieza a denominarse "de la Sierra" (organización que detalla:cemos en su lugar); y comunicase a su jefe el día 4, la orden de partir el S.

En la madrugada de esta última fecha, según Espejo, o a las once de la mañana conforme al "Diario de oi:;eraciones" tantas veces citado, la división saliente forma en la plaza de armas del pueblo, con sus mil ciento treinta y ocho escogidas plazas; y, después de recibir una bandera de manos propias de San Martín, que exige l¡:¡. solemne prnmesa de honor, habitual en estos casos, y de ser proclamado en forma entusiasta por su jefe, rom­pe camino sobre lea, e inicia la que históricamente se conoce con el nombre de primera "campaña de penetración de Arenales", tan dichosamente lle­vada a término, aunque táctica y estratégicamente condenable; y campaña en que llévanse a efecto, en medio y a pesar de su peligroso aislamiento y temeraria evolución, proezas de que extensamente daremos cuenta en ca­pítulo separado. *

XVI

No el innoble sentimiento de la envidia, pero sí el de la tristeza o del descontento, imperan, entretanto, eri el espíritu de los expedicionarios que quedan en Pisco, al Vel" alejarse a esos compañeros, por cierto más felices, que al fin encuentran ocasión de ilustrar su existencia y su nombre c.on nue-. vas hazañas. Tales tristeza y descontento acentúanse y hácense tanto más justificados, cuanto que en el trascurso de los subsiguientes días, des­lízanse las horas en la misma plena e insoportable inmovilidad.

Mal pueden circunstancias momentáneas, baladíes, o sin ningún in­flujo en el desarrollo de los hechos generales tales como el reingreso del "Galvarino" (6 de octubre); la salida de la "Independencia" (8 del mismo) ; la llegada y el regreso del brigadier de marina y comandante en jefe de la escuadra española, don Antonio de Vacaro, .uno de los negociadores del ar­misticio (16) y antiguo camarada de San Mkrtín(l 7) en los ejércitos penin­sulares (11 y 12 de 0Ctub1-e); el manifiesto, impreso el 13 y dado a la circu­lación e1 15, en que el general del Ejército Unido Libertador participa "a los pueblos del Perú" el al\cance y los resultados de ~'l.S negociaciones fra­casadas de l'vfíraflores, con promesas cuya repetida reiteración han de ha­cer más clamorosa la posteiior conducta del prócer manifestante; el decre­to creatorio y descriptivo del escudo y de la bandera del futuro Estado del Perú (18), que aquél personaje decía venir a independizar y a constituir (21 de octubre); la serie de actos administrativos a que se refería uno de

. sus secretarios en .campaña (19); y, en fin, los partes consecutivos, comple-

NOTA:-Precisamente desde el punto de vista estratégico--y no táctico, o del campo de ba-talla-la "P.-imera Campaña de Arene.les a la Sierra'" es una magnifica concepción

de Arte Militar, fun:iada en la maniobra por líneas interiores, sorpresa estratégica y du­ración de desfile estratégico, que el autor no capta debidamente por no conocer el pro­ceso delas operaciones militares-N. de la R: T-C. C. D.

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tamen:te satisfactorios (20), de la división volante lanzada sobre ka y so­bre el interior (7 y 9 de octubre) - tales sucesos, todos de ninguna o de muy pequeña importancia, mal pueden aminorar ni entretener el desalien­to y el fastidio de los independientes estancados.

Ciertas disposiciones expedidas -como lá del 7, prescriptiva del em­barque de equipaj.es y útiles existentes en tierra, así como la del alistamien­to de lf!.S trnpas para salir media hora después de comunicárseles orden de marcha (21) - si no son sangrienta burla y sarcasmo cruel, parecen, por lo menos, comedia burda, paliadora de inexplicable descenso en la estrate­gia del general, de timidez en sus propósitos, vacilación en sus conceptos o pasividad incomprensible en sus antes fulminatorios planes.

Al fin, después de diecisiete días de angustiosa espera, a partir de aquella cacareada orden de poner equipaje a bo:tdo, jefes, oficiales y solda­dos, en pleno frenesí de júbilo y satisfacción, ven, el 23 de octubre la anhe­lada prescripción de "reemba:cco".

¿A dónde? - Nadie lo sabe; pero, en fin, dícense todos: "tiene que ser para hacer alguna cosa en otra parte". ·

XVII

El mismo 23, todas las unidades del ejército que han quedado en Pis­co, emp;·enden ruta a la bahfa de la Independencia; de noche, para eludir las molestias de la diurna fatiga, las angustias de la sed, y los rigores del ardiente sol de esos lugares.

El reembarco empieza mucho antes de amanecer y continúa todo el día 24 . .

· La parsimoniosa y delicada operación acaba el 25. Siendo algo cre­cido el número de caballos y mulas requisados en la región, y gbsolutamerite imposible embarcarlos a todos en el "Nancy", único buque apropiado pa­ra el caso, dispónese enviar los sobrantes a la orden y el cuidado del tenien­te coronel don Francisco Bermúdez; jefe a quien Arenales, al partir (como ya lo ha practicado) de Ica al centro del Perú, ha dejado en aquella pobla­ción en calidad de comandante de la costa sur.

El 26, al irradiar en el horizonte los ¡::,rimeros fulgores del día, levan anclas los buques de guerra y los traspor tes independientes, e inflan velas con rumbo al norte. Los primeros, con la almirante "O'Higgins" en pri­mer término, toman lp. vanguardia, formados en peáecta 1írea; convoy im­ponente seguido por el no menos bello y numeroso de los trasportes; línea, esta otra, a cuya cabeza va la nave capitana con el generalísimo.

El período de permanencia en Pisco ha terminado; y, con él la campa­ña de mera observación y presencia, sin finalidad alguna activa, llevada al sur de lf1 capital del Perú; baluarte último, pero temible y supremo to­davía de lla causa realista. Hecha excepción de la captura de Ica y del des­prendimiento de la división Arenales, nada ha ¡:odido entreverse rara can sa, explicación y objetivo de aquel estancamiento de cuarenta y ocho días, contados desde el 8 de setiembre inclusive hasta el 25 de octubre de 1820.

Parece, según un rnemógrafo de la época, que el plan de San Martín, en la costa que iba a abandonar, hubiera reducídose a "refrescar" su ejér­cito, y a "convulsionar" el corazón del Perú, por el lanzamiento, en sus recónditas tierras, de la división volante confiada a la serenidad, al tacto estratégico y a la consumada experiencia del vencedor de la Florida.

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Convencido anteladamente eI gran capitán de la inutilidad de cua­lesquiera operaciones meridionales (en que pudo, no obstante e incontinen­ti, aniquilar a Químper, O'Reilly y Vall~umbroso, y presentarse agiganta­do e imponente a las puertas de Lima); hubo de pensar, y pensó, en una verdadera campaña del lado norte, ora para dar apoyo y respaldo, en su peligroso retroceso, al enunciado ejército de penetracióln "de fü sierra"; ora para concitar, con la cercanía y a la sombrá de las armas independien­tes, fü sublevació\n inminente de las provincias del ¡¡¡etentrió¡n (Lambaye­que, ; Piura, Cajamarca, Trujillo, etc.), suceso interesantísimo realmente producido dos meses más tarde; ora para refocilarse y tomar vuelo desde una zona abundante en mejores recursos; ora, en fin, para maniobrar más cerca de Lima, y provocar la caída de aquel emporio realista, en radio me­nos dilatado, y ' sobre todo, más próximo y propicio a sus cálculos.

XVIII

Estas que, hasta poco ha, eran meras presuncion(<s o supuestos de los descontentos conmilitones de San Martín, han resultado propósitos definitivos y evidentes en las comunicaciones oficiales reservadas, antes desconocidas, dirigidas por nuestro héroe a la superioridad, que entonces dependía.

Basta, para establecerlo, insertar aquí l<t nota que, con fecha 14 de octubre de 1820 J y desde el cuartel general de Pisco, pasó el ministro de la guerra de Chile. coronel don José Ignacio Centeno; nota que a la letra decía así:

Con el objeto de dar algún refresco a la tropa, renovar la aguada, y esperar la reunión, así de los buques que se habían separado del convoy, co­mo de los demás que dejamos próximos a salir de Valparaíso, me determi­né a arribar a este punto, y dar, desde él, a la opinión el primer impulso".

Entró también en mi cálculo el surtir de aguar&iente, vino y azúcar a la escuadra, ya que no fué posible proporcionar, antes, estos artículo,; en bastante cantidad. No sólo queda ya provista de elfos para un año, sino que también lo está el ejército para seis meses de campaiia".

"M1e proponía, igualmente, conforme al p}lln de mis operaciones, hacer alguna recluta de negros en las próximas haciendas; y he conseguido, hasta ahora, seiscientos cincuenta, de lfl, mejor disposición para el .servicio de las armas, que pueden ,.ya alternar en las filas con lbs demás veteranos, sin ninguna exageración. Tal es el entusiasmo .con que han corrido a nues­tras banderas y su decisión a seguir al ejército, que (no han podido nada) las vio~entas medidas que tomó antes el enemigo para evitar su reunión. Al mismo tiempo, he cuidado de concilliar el interés público con el de los propietarios y el de la opinión, conocerá U.S. por el adjunto bando, que he hecho circular y que acompaño bajo el número 1".

"La división del coronel mayor Arenales sale hoy de Ica para inter­narse por 1(1 sierra. Mi objeto es que marche rápidamente hasta Jauja, desde donde podrá ponerse en comunicación conmigo, luego que haya esta­blecido mi cuartel general al norte de Lima, como lo practicaré en breve pues sólo esperaba que se pusiese en movimiento aquella fuerza" .

"Considerando el destino de la escuadra y el 'tiempo indefinido de su permanencia en puertos de donde no podrá surtirse fáci.lmente de víve­res, debo hacer presente a U .S. la necesidad de remitiíme auxiJiics de esta

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clase, con excepción de aguardiente y azúcar, de que, como he dicho, queda provista para un año. R ecomiendo este particular a la consideración de U.S., por ser de la mayor importancia la provisión de aquellas necesidades, a que es más difícil recmrir en las costas del Pe<·ú, aun contando con el pro­bable buen éxito de mis operaciones".

"En el caso de U.S . •·emita algún buque con víveres para la escuad;a, deberá venir directamente al Callao; y, no encont:cándose en esta altura, seguirá Teconociendo :a costa del norte hasta Santa, con las precauciones ordi.nariéls". (22)

XIX

Este documento ·ha servido, como se ve, para iluminar el misterio envuelto en la · cond'ucta del generalísimo, que así descubrió al ministerio del ramo en Chile, ya no sólo la finalidad de lo que antes había hecho, sino las de cuanto en seguida se p;oponía hacer, desnudar.do de todos sus apa­ren tes aparatos y objetivos bél,1cos (estrictamente tales) a la quizás útil, pero a pesar de todo, in.convenientemente prnlpngada permanenéiél en Pis­co. Todo lo que, en la villa y el puerto de este nomhre, quiso hacer el pró­cer, pudo y debió hacerlo en la zona boreal escogida para la que él juzgó campaña decisiva y verdadera, sin necesidad de pe:cder tanto tiempo, ni de concitar en el ejército, descontento tan hondo, como los que hemos de­jado patentizados en el presente capítulo.

Las conquis '.as de tal es tagnación habían sido simplemente morales, y pu~den, con un historiador contemporáneo (23), resumirse en dos : 1 ª. haber, con la proximidad de sus auxiliaies invasores, prestado mas graves alientos al patriotismo y la decisió1n de los patriotas limeños; y 2ª. haber, con una conducta intachable, asentado la confianza pública, y extirpado las calumnias prnpaladas contra los soldados del Ej'ército Unido Liberta­dor, en punto al trato que este proponíase obse; var con \bs naturales.

Y a veremos cuáles fueron las pi·oyecciones y consecuencias de la expedición volante audazmente deslizada sobre el interior; única medida rigornsamente mfütar concebida y en el acto rnalizada en Pisco.

(1)-Esa jura se efectuó el 15 de setiembre, como se verá despuÉs. (2).- Bulnes, op. cit ., t.1, pág. 426. (3)-También fecha "en el cuartel generaLdel Ejército Li)Jertador", en Pi:sco, a 8 de se­

tiembre de 1820, "primer día de la li,pertad del Perú". (4)- No solo exageradas, sino contradichc.s por la ilusión vivísima manifestada en Ja

materia ·por el misn10 Cochrane. Así, en nota del 24 de octubre, ex¡::edida, todavía frente a Pisco, a bordo de la almi!ranta, escribía el almj.rante al di(ector O'Hi¡ggins: Excrro. fa.: -Aprovecho esta oportundad de congratular a V.E. por los progresos de la expedicién que tiene la gloria de haber envir1do a este país, en que la opinión pública nos favorece y acompaña.­Inút il será molestar a V.E. con detalles que sin duda le i¡mpartirá el Excrro. general en jefe, más circu~stan:iftdamente de lo que mes es pos~le a mí, por hallarse más impuesto ce los por­menores- Mañana nos hacemos a la vela para segu!r hacia el N., de lo que me alegro excesi­va111ente, con la esperanza de que la escuadra podrá emplearse ventajcsamente en el cumpli­miento de los grandes objetos que V.E. tif'\ne meditados.- Dígnese V.E. ace¡::tar, etc."

(5) .- Óp. cit., t.1., pág. 427. (6) . ....:..Según Espejo: treii:nta, conforme al Di~io de operac~nes ya cit.

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(7).-"El general San Martín consideraba a la "Santa Rosa" con::o perdida; y fué tal la agradable sorpresa que le causó su llegada, que mandó que todos los cuer¡:os que se halla­ban en Visco le di¡eran la bienvenipa tocando diana".--Miller, op. cit., pág. 247.

(8).- He aquí lo que Miller, 'en sus Memorias, relata suciptamente res¡:ecto al viaje de diFho buque : 'En la noche del 30, la "Santa Rosa", a cuyo bordo i):Ja el teniente co;onel Mi­ller, también se separó (como el "Aguila"), por un descuido del piloto de guardia. El traspor­te contipuó su vyije al segundo punto de reunión, y voltejeó en él, por espacio de dos días, sip aviptar ningún buque. En tal situación, se dirigió al tercer punto de reunión, que era la pun­ta de Caballos. A su llegada a él, la aguada que había sacado de Valparaíso se había casi con­sumido; y, en su consecuencia, acordaron diirigia:se a la bahía de Pararca (Parac2s), a los 13°. de latitud. Al avistarla viéron ya anclada en ella a la mayor parte de Ja expedición. La "Santa Rosa" hubiera caído i,nfaliblemente en sus manos. Los buqu.es de guerra patriotas del convoy habían dado caza a estas fragátas, pero se les habían escapado" .. . -Vol. 1, pag.246.

(9).-El 14, segt'm el Diario de operaciones y el oficio de San Martín de 13 del mes siguien-te, inserto en los Documentos históricos de Odriozola, 1.IV, pág. 41.

(10).-Simple capitán a la sazón. (11).-La artillería y los batallones nums. 3 y 5 tle Chile, y el núm0 • 8 de los Andes. (12).-Las Heras, Juan Gregorio. (13).-Espejo, Rev. y t. cits., pág. 372. (14).-Uno de éstos manifestó, al llegar a filas, que "las tropas de Valleumbroso eran

milicias y patriotas"; pero patriotas que "tenían recelo de pasarse, porque un cazador inde­pendiente que se había ido al enemigo, había asegurado que los libertadores fusilaban a los que querían unírseles" Diário dq operaciones, apud, Odri\)zola, op. e vol. cits., pág. 31.

(15).-Volvamos a decir que es verdaderament.e desesperante la variedad y aún 12 con­tradicción que, en permonores no desdeñables, aparece en las fuentes, oficiales o nó, que he­mos consultado; v. g.: este regreso de Guido y García del Río efectuóse el 10 de octubre, y no el 4, como asienta el Diario de operaciones de esta campaña. En esta vez, como en otras, he­mos preferido (a no haber razones plausibles en contra) la versión ofidal.

(16).- Enviado por Pezuela para proponer nuevas conferencias de tregua o de paz, pr­rentoriamente rechazadas, esta vez , por San Martín, no, como vamos a ver, porque proyec­tase imprimÍr rápido vuelo a sus operacipnes militares, cuanto por suscitar el efecto descorcer­tante de una decisión bélica firme, en quien procuraba ún~camente ganar espacip y tiempo, como él mismo, para el retroceso, el salto y la acometida.

(17).- Espejo da la relación de la entrevista entre San Martín y Vacaro, refj,riendo que el 11 de octubre, temprano, avisó el teniente coronel Rojas, desde el puerto de Pjpco, hal:er un bHque español a la vijsta, con bandera de parlamento; y agregando estos pormenores: 1°. que en el acto San Martín extrajo los cuerpos de sus cuarteles y los tendió 8 lo largo de la pla­ya, a hacer ejercÍ¡cios y a maniobrar en forma que, a primera vista, denunciara su condición de tropas vetera~as: 2°. que ese cúmulo de compañías disemipadas, entre las nul:es de ¡:ol­vo concitadas por sus movimientos, debió producir, y en efecto produjo, así en Vacaro corro en el buque conductor, la ilusión sugestionan te de hallarse en tierra en' 'gran ejército": 3°. que, preparado aquel efecto, San Martín, seguido por su E. M. G. , emprendil:S a caballo el camino del puerto, a donde fingió llegar, de paseo, por un capricho súbito y casual: 4°. llegado en tal forma al castillo, simuló la más grata sorpresa al recibilr de Rojas la nueva de encontrarse allí, desde poco antes, un parlamentario, y de ser éste su viejo amigo el general de marirna D. An­tonio Vacaro: 5°. que, inmed~tamente, San Martín, adelantándose hacia su huésped con los brazos abiertos, exclamó: "¡Cuánto gusto tengo, general, de verlo a Ud. después de tá11tos años! ¡Vamos, vamos al pueblo! Allí hablaremos largo de lejanos y mejores tiempos!": 6°. que el prócer argent~no partikS, en efecto, al pueblo de Pisco, llevando a Vacaro a su derecha y a Las Heras a su izquierda ; Vacaro, siin venda, intencionalmente, para que pudiese ver y ha­blar: 7°. que, al subiir por barranco, siendo, como era, "soberbio el golpe de vista" ofrecido por

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el eJércilto (espectáculo que Vacara observaba mudo y visiblemente admir2.co), 8an Mmtín fingiéndose disgustado - ¡Qué iinconvenjmcJ¡:I!- excl2rr:ó; y gr~ ó: "L2,s Herns"! ... : 8°. que, aproxi¡mado éste y recibi~ndo órdenes, muy bajo y al oído, partij) el jefe de E.M.G. al galope, y llamó a sus ayudantes, que a su vez se lanzaron a la playa velozrrente, e hitieron cue tedas ias compañías manibbrantes reti]ráranse a sus cuarteles: 9°. que, en tcdcs les des días· 11 y 12, se procuró que Vacara no vilese en el pueblo ni un soldaé'o; y 10°. pcr últirro, c.ue en la noche se multi'plicaron las retretas, en ficción de un mayor número de cuerpcs, con cetalles en tcdo semejantes a los ya apuntados para el gracioso caso de Escudero si bi~n en rrenor cifra, por la salida de la expedicipn Arenales, o divisipn de la sierra. Vacara se regresó a Lifoa el 12, como se anota en el texto.- Apuntes, Rev. y t. cit., pág. 549.

(18).- V. el cap. XXII, part.e 1, del segundo período (El Protectorado). (19).- García del Río: "Se formó, decía éste a O'Higgins, el reglarr:ento de comercio

(probablemente, esbozo de los expedidos después en Liima el 28 de setiembre y el 18 de octu­bre de 1821), de que se ha envi<ido a Ud. copia; se trasladó la aduana general de Ica a Pisco; se abolió el -tributo de los indios; se nombró miniptro del tesoro público; y se tomaron rr:edi­das para la recaudación de los fondos que antes pagábanse a las cajas de Lima".- Bulnes, -0p. et vol, cit, pag. 459. ·

(20) .- Arenales; en parte recibido en Pitco a las 2 h. P.M. del 7, comunkó hill:er ocu­pado la ciudad de lea si¡n resif;tencia ni noveda'.d, entre las aclamaciones del pueblo, por el cual supo que Químper había abandonado la poblacibn precipi)tadé.rr.ente, tan sólo una bcra antEs, gracias al oportuno aviso que cierto i,ndio dióle de la aproximación de las fuerzas patrioto,s; y .,,nunció, asimismo, que Necochea, con sus cazadores perseguía a los fugiti0cs en la dil-ección de Nasca y Arquipa, que era la que éstos acababan de tomar.- Dos días despuÉs, el 9 de oc­tubre, llegó al cuartel general un segundo parte del mismo jefe divisionarip, avirnrdo el regre­so de los cazadores, con i(nforme de que "los enemi_gos se habían dispersado en distibtas di/ ec­ciones"; manifestando no haberlos perseguido, "pcr !'lo entrar en un desi:;oblac'o de Yeintici¡n­co leguas"; comunicando·haber encontrado en Ica "gran cantidad de fusiles y municicrEs", asi como "la mejor disposición en los vecinos"; y participando, en fifn, que "babierdo rran­<lado (en sentido opuesto, esto, al N.) U:n ofici\Ü, con sei~ hombres, a reconocer los er:emigcs, llegó (aquél) hasta el ri6 de Cafiete en cuyas inmediácibnes encontró ur<J, partica dE' catorce recilistas, que puso en fuga, tomándoles dos fusi,les, y algunos ponchos y cananas; realistas que en segui~él se reforzaron con veinte hombres, pero hombres que, habiendo cargado los patrio­tas, volvieron a dispersarse".- Díario ref. apud. Odriozola, op. y vol. cit., pág. 32.

(21);- Diario citado. (22).- Apud. Bulnes, op. et vol. cit., págs. 455 y 456. {23).-Bulnes, loe. cit. ·

s - 10

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CAPITULO III

EFECTOS DEL DESEMBARCO EN LIMA

Realistas e independientes

I

Causas ínternas que en esta obra son extrañas o difusas de referir, Y el espanto, cada día mayor, de perder definitivamente las posesiones ul­tramarinas, en que hasta entonces tenía,, casi exclusivamente, fincadcs la Península su poder y su riqueza, habían, al cabo, impulsado al déspota y caprichoso rey Fernando a aceptar y jurar (9 de marzo de 1820), tras una encarnizada brega de seis años, la constitución liberal de 1822, promulga­da por las famosas cortes de Cádiz.

E_se acto, tan tardío como ineficaz para contener ta sublevación, ya generalizada del nuevo mundo, sublevación consumada y consagrada por un completo triunfo en algunas de sus secciones territoriales, fué, sin em­bargo reputado, por la corona y sus agentes, como el medio más a propó­sito para extirpar la rebelión de raíz; y visto con el p:isma de una ilusión infantil, que despertó en los espíritus muy risueñas y halagadoras esperan­zas.

II

El un tíempo ''deseado" monarca español, tirano intolerable confun­dido por el odio de su propio pueblo, y caído en pleno despres.ti.gio allende y aquende el mar, fué uno de tbs que más esperaron y confiaron en la re­conciliación, por imaginar que los derechos y garantías proclamados y re­conocídos en la referida carta, habrían de quitar todo pretexto a la corrien­te emancipadora; y airaer, con el cebo de libertades mentidas, incompletas, . o revocables con el tiempo y las circunstancias, a pueblos que parecían perseguir aquel principal objetivo, persuadiéndolos a la obediencia, la su-misiórt y la fidel~dad ; · ,

Fué sí cómo, dominado por esa quimera, y empapado en los senti­mientos engañosos que ·se acaban de expresar, ·el rey en cuestión cogió la pluma, y se dirigió exhortatoriamente a sus antiguos súbditos, en l¡<:¡ siguien­te lµstimera e hipócrita proclama :

"EspaFíoles americanos!. - Cuando', en 1814, os anuncié mi llegada a la capital del imperio español, la fatalidad dispuso se reinsta~sen unas instituciones que la antigüedad y el hábito hicieron mirar como superio­res a otras que siendo más antiguas, se desconocieron y calificaron de per­judiciales, por haberse renovado bajo distinta forma" .

"La triste experiencia de seis años , en que los males y las desgracias se han ido acumulando por los mismos medios de que se juzgaba debería hacer la felicidad; el clamor general del pueblo en ambos hemisferios, y sus demostraciones enérgicas -me sucedieron, al fin, de que era preciso retroce¡:ler en el camino que incautamente había tomado; y, viendo el vo­to común de la nación, impulsada por el instinto que la distingue, de ele­varse; en la escena del mundo, a la altura que debe tener entre las demás ·

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·naciones, me he adherido a sus sentimientos, identificándome, sincera y cordial'mente, con sus más carns deseos, que son los de adoptar, reconocer y jurnr, según lo he ejecutado espontáneamente, la constitución fmmada en Cadiz pm: 1'l.s cortes genernl:_s y extraordinarias, y prnmulí;ada en aque-· ua ciudad en 19 de mai·zo de 1812".

"Nada, en tan plausible acontecimiento, puede acibarar mi satisfac­ción, sino el recuerdo de haberle retardado. El regocijo universal que la sol'emniza irá disminuyendo tan desagradable memoria; y la heroica gere­rosidad del pueblo, que sabe que los errnres no son crímenes. olvidará pron­to las causas de todcs los males pasadcs. Las Espafüis presentan hoy a la Europa un espectáculo admirable, debido solamente a su sistema cons­titucional, que clasifica los deberes recíprocos entre fa nación y el trono. El Estado, que se hallaba vaciíj'l.nt e, se ha consolidado sobre las bases ro­-bus tas de la libertad y del crédito público. Las nuevas instituciones to­marán la mayor consistencia, dando resultados favorables y permanentes. No renacerá la instabilidad en las providencias, para enajenar fü opinión y estimuliir el deseo a otras novedades; y la ciencia de la política y sus com­binaciones con las fuerzas terrestres y marítimas que fa nación decretaría, y que el arte sabrá poner en movimiento cuando las ci-rcunstancias lo exi­jan, infundirán en todos el respeto y ~a consideración que se había~ perdi­do. Una nueva luz raya en el extendido ámbito der hemisferio español; y nadie, al ver la refulgente claridad que le i~µmina, dejará en su pecho ar­der el fuego sagrado del amor a la Patria. Yo me congratulo de ser el pri­méro en experimentar esta dulce y generosa emoción. Me congratulo también en anunciárosló, y exhortaros a que os apresuréis a gozar de bien tan inmenso, acogiendo y jurando esa constitución que se formó por voso­tros y para vuestra felicidad. Ningún sacrificio - os lo afirmo- me cos­tó el hace-rl\'), luego que me convencí de que esta ley fundamental produci­ría vuestra dicha; y, aunque hubiese tenido que hacer el más grande, lo habría ejecutado igual\nente, persuadido de que el honor de la majestad nunca se empaña con lo que se hace por el bien público.

"Americanos!- Vosotros, los que váis extraviados de la senda del bien, ya tenéip lo que, tánto tiempo hace, buscáis a costa de inmensas fa- . tigas, de penalidades sin término, de guerras sangrientas, de asombrosa -desolación y de extremo exterminio" .

"Nada ha producido vuestra sentida escis,ióln, sino ¡agTimas y dolor, desengaños y amargura, turbulencias, enconas, partidas encarnizadas, ham­bres, incendios, devastación y horrores inauditos. El indicar solamente yuestras desgracias, bastará para espantar a las generaciones futuras . - . Pues ¿qué esperáis? Oid la voz de vuestro rey y padre. Cesé el inquieto y receloso cuidado que os agita; cese el encono, con las circunstancias que les produjeron, dando lugar a los sentimientos tiernos y generosos . . . Que la venganza no sea considerada por vosotros como una virtud, ni el odio como una obligación. Los dos hemisferios, hechos para estimarse, no ne­cesitan sino entenderse, para ser, E<ternamente, amigos inseparables, pro­tegiéndose mutuamente, en vez de buscar ocasiom~s en que perjudicares. Ni es posible que puedan ser enemigos los que son verdaderamente he1ma­nos; los que hablan un propio idioma; los que profesan una misma religión; ·se rigen por unas mismas leyes; tienen iguales costumbres; y, sobre tcdo, los adornan las mismas virtudes; estas vir tudes, hijas del valor, de la gene­rosidad y de la suprema elevación de l'as almas grandes. Renazcan, pues,

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con la metrópoli, las rel¡:1.ciones que, en otros siglos de trabajos y sacrifi­cios, establecieron nuestros progenitores, los hijcs favorecidos de la vic­toria; renazcan, también, otras que recfüman 1~s luces del siglo y la índc1e de un gobierno representativo. _Depón ganse lás a1mas, y extíngase l~ bár­bara guerra que ha ocasionado tan funestos sucEsos, para consignarles en la histo:ría con letras de sangre. Con lias armas en lfl mano no se termi­nan y arreglan las quejas de individuos de una propia familia. Depon­gámoslas, para evitar la desesperación, 'y el riesgo de oprimirse y aborre­cerse. La nación entera 1~[ene este voto, y me facilitará todos los medios de triunfo sin violencia de los obstáculos que se han interpuesto durante las calamidades públicas. Hemos adoptado un sistema más amplio en sus principios y conforme con lo que habéis manifEstado vosotros mismcs . Nuestro carácter distintivo sea observar, recíprocamente, una conducta leal y franca, reprobando 13-s máximas y consej : s de aquelfü política des­caminada y tortuosa que, en sus falsas combinacior.es, pudo alguna vez favorecer efímeramente la fortuna. La metrópoli os da el ejemplo. Se­guid.le, a:me .icanos, porque de eso depende vuestra felicidad presente y venidera. Dad a 111 madre patria un día de ventura, en una edad tan-fe­cunda en acont~cimientos desgraciadcs. Que el amor al orden y al bien general reúna lils voll..mtades y uniforme las opiniones". . . . . . · ·

"Americanos!- Las cortes, cuyo nombre solo es un dulce recuerdo de sucesos portentosos para todos lbs españo]2s, van a juntarse. Vues­tros hermanos de la Penínsul

1'1 esper.an ansiosos, con los brazos abiertos,

a l!os que vengan, enviados por vosotros, para conferenciar con ellts , cerno iguales suyos, sobre el remedio que necesitan los males de la Patria, y lbs vuestros particularmente. La seguridad de sus personas tiene por garan- · tía el pundonor naciorial, y aquel suspirado código que a la faz del univer­so he jurado y obsetvaré religiosamente. Reunidos los padres de la Pa­tria, los prudentes varones, predilectos del pueblo, salvarán al Estado, fijando para siempre los destinos de. ambos mundos; y, en premio de tán­ta sabidw-ía, sus contemuoráneos tejerán la corona inmortal que ha de tri­butarles la posteridad agradecida" ...

"iQué de bienes, que de felicidades producirá esta deseada unión!. El comercio, la agricultura, la industria, 111s ciencia y las artes, pondrán su más brillante asiento en ese país afortunado, que, no sin razón, se conside­ra el mayor prodigio de ,la naturaleza; y, al abrigo de una paz inalterable, fruto p:cecioso de la concordia, que pide incesantemente la justicia y que la política aconseja ; y de un gobierno constitucion.i.l, común para todos, que ya no puede ser injusto ni arbitrario - os elevaréis al más alto grado de prosperidad que han conocido los hombres" ...

"Pero, si desoís les sanos consejcs que salen de lo íntimo de mi co­razón, y si no cogéis y estrechó.is la fiel y amiga mano que la cariñosa patría os ptesenta -esta patria que <lió el ser a muchos de vuestros padres. que, si existieran, os lo mandarían con su autoridad- temed todos los males que producen los furores de una guerra civil; el desconcierto y las oscila­ciones que son consiguientes en los gobiernos desquiciados de su natural asiento y legitimidad; las funestas consecuencias de la seducción de hom­bres ambiciosos, que promueven 'la anarquía, para arrancar y fijar en sus manos el cetro del mando; los robos de la insolente codicia de aventureros desconocidos; los peligros del influjo extraño, que acecha actualmente la ocasión de encender la tea de la discordia, para dividir la opinión, que di­vide para dominar, y que domina para saéiarse de riquezas; en fin, todos

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los horrores y convulsiones que se experimentan en las crisis violentas de los Estados, cuando, en la exaltación de las pasiones, los principios polí­ticos se desenvuelven sin cordura, y el fanatismo predomina. - entonces sentiréis, además, los terribles efectcs de fa indignación nacional, al ver ofendido su gobierno; este gobierno, ya fuerte y poderoso, porque se apo­ya en el pueblo, que dL·ige y que va acorde con sus principios ... "

"¡Oh, nunca llegue el memento fatal de una inconsiderada obstina­ción! Nunca, para no tener .el grave dolor de dejar de llamarme, ni por un breve espacio de tiempo, vuestro tierno padre. - FERNANDO" (1)

III

Hemos tildado de hipócrita este Yacrimoso documento, que, aunque suscrito por el más absolutista, miserable y obcecado de los reyes españo­les, no era obra suya , sino de sus vencedores y c;;ircelercs, porque ese mis­mo "padre tierno" que tan belios chateaux-en-Espagne levantaba sobre la base de la constitución liberal de- 1812, y tan,¡;i,mistcsas promesas, formú­laba en favor de los americanos, no acababa de adoptar, reconocer, firmar y jurar la carta aludida, cuando intrigaba ya, secretamente, ante las po­tencias de la Santa Alianza, reclamando la intervención armada de ésta última, y pidiéndole encarecidamente que viniera a "libertarlo". Esa in­tervención, como es de todos sabido, cristaEzó en la invasión que, el 7 de abril de 1823, se inició por los franceses, atravesando el Bidasoa a órdenes del duque de Angulema, y consumando la reacción absolutista consiguien­te a la toma de Cádiz y a la derrota de todos los candidatcs liberales (Mo­rillo, Mina, Ballesteros, etC). La gran conquista obtenida por el patrio­tismo de los Quirnga y de les Riego, puestos a la cabeza de les veinte mil hombres que, en la isl¡a de León y en el puerto de Santa Maria, hallábanse listos a zarpar al nuevo mundo para remachar los grillos de la rebelada América, desvanecióse en pocos meses, al empuje de la invasión extranje­ra, fünzada sobre la desventurada Península por los corifeos de la reacción despótica imperante entonces en el viejo continente.

Así, en s6~í) el trancurso de dos años, confo.márorse las previsiones de los patriotas" americanos, al comprender que el súbito liberalismo del rey español era sólo aparente; tan efímero y jesuítico, como promisor de vehementes reivindicaciones realistas, tánto más sangrientas y vengativas, cuanto más reñidas estaban las garantías por él sospechosamente ofrecidas, con su despóbca índore y sus notorios antecedentEs de hipocresía, de imperialismo y de crueldad.

Por fortuna, en las colonias sublevadas, o ya independizadas, ningún efecto produjernn esos alardes paternales y ber:évol'cs de la hora última, fruto exclusivo del temor, y no de la justicia ni del arrepentimiento reales.

- ya hemos visto cómo San Martín, con muy claras y convincentes reflexiones, se apresuró a explicar, al Perú y a los peruanos, en la proclama datada en Pisco el 8 de setiembre de 1820, la banal significación y la inefi- . ciencia política de esa carta política, que era menester desdeñar y repudiar, ante la expectativa, ya segura y firme, y de la consecución sin duda algu­na próxima, de kt verdadera independencia y de fü positiva libertad.

IV

Poseído del delirio de su soberano, Pezuela apresuróse a publicar y derramar, a lo Largo del virreinato, l¡:¡, proclama que acabamos de conocer;

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a cumplir el decreto prescriptivo de la promulgación de la seudo-carta re­naciente (2); y a preparar la ceremonia de su juramento público inmediato.

Hallábase entregado a estos preparativos, proporcionados por supues­to a un acto que se quiso hacer ÍIJ más soil~mne y sonado posible, cuando cayó ante él, aterrándolo y entonteciéndol9, con la fulminante vibració'n del rayo, la nueva del desembarco del ejército emancipador, resuelto a des­vanecer aquellos ensueños de unióh y de armonía ultramarinas, acariciadós por el agonizante régimen colonial.

La promulgación de la nueva carta, según decreto de Pezuela expe­dido el 9, debería hacerse el día 15; y la ceremonia de la jura, realizarse, como en efecto, realizó~e, el 17; _pero era todavía ljl tarde del mismo 9 y del 11, cuando presentáronse en Lima los pri.meros' propios del alebronado comandante Químper, trayendo· el anuncio fatal; anu:ncio qu'e heló fü,s ve­nas de Lps regocijados dominadores, y borró en un instante sus fantasías y cavila'ciones lisonjeras.

El primero de esos sargentos-correos, porteaba una nota del citado comandante de la costa sur datada el 7, en que este daba aviso de haberse avistado, desde Pisco, a ~ílS cuatro y media de la tarde, diez velas contra­rias, conductoras seguramente de fuerzas de desembarco.

Horas después llegó otro expreso, con nuevo oficio del 8 de setiem­bre. Según él, en Paracas había, ya fondeadas, dieciseis embarcaciones más, distintas de las que habían cruzado frente al puerto; aunque, hasta ese momento, no ofrecían apariencias de pretender un desembarco. Una de aquellas embarcaciones (la "Independencia") había capturado a los bergantines "Cantón" y "Rebeca"; visto lo cual, el propio fuerte portua­rio realista había echado a pique la goleta "Jesús María", allí dejada po­co antes por las lanchas remolcadoras de otro bergantín peninsular: el "Con­greso".

En la madrugada del 12 recibiéronse, por fin, tres comunicaciones últimas de Químper fechas el 9. La segunda de aquéllas anunciaba que los adversarios estaban aí cabo en tierra; trasmitía algunas nuevas, respec­to de los mismos, participadas por cinco dispersos que se había conseguido apresar en las cercanías; y acababa por decir que, no pudiendo dañar en forma alguna a los invasores, emprendía en esos momentos necesaria y conveniente retirada hacia el oriente.

Y cuenta un cronista contempráneo que, en el referido día 11, des­parramados por calles, plazas y cafés, los españoles estaban celebrando en Lima, con músicas y copas, el decreto de promulgación y jura; fiesta que ya prolongábase doce horas (once de la mañana a once de la noche); cuando, en esta última hora, el concurso de los festejantes, compacto y numeroso, decidió presentarse a saludar y feíicitar al Virrey, al pie de sus balcones. Salió éste a la llamada; pero, en vez de contestar con frases alegres y gratulatorias a esa manifestación de sus connacion'.'lles, mitad serenata, mitad ovación - el afligido funcionario echó sobre ellos . un jarro de agua fría, exponiéndoles que "todo estaba muy bueno; pero que, encon­trándose el enemigo pisando el territorio y puesto al frente, estaría mejor prevenirse para derrotarlo, y después alegrarse bien"; agregando que, una vez obtenida la victoria, "les prometía salir él mismo por las calles, a pié y a la cabeza de todos".

"La noticia, dice el cronista citado (3), cau·só diversas conmociones : en unos, de alegría; y en otros, de tristeza"; mas, por lo tocante a los espa­ñoles nativos, "llenos de desaliento y temor, de tener que dejar un reino

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usurpado, en que ellbs lo eran todo, largaron fas copas y exánimes se reti­raron" (4) ...

V

Fué aquella misma noche (del 11 de setiembre) cuando Pezuela expi­dió las providencias, meramente obsei-vatorias o defensivas , de que ya otra vez hemos habilado; a saber: la salida del marqués de Valleumbroso con trescientos noventa hombres a Cañete; y la del brigadier don Diego O'Rei­lly con más de 600 a Lurín; uno y otrn en apoyo y refuerzo de la vanguardia de Químper, a quien suponíase en retirada, camino de Chincha; jamás de Ica, como aquél jefe practicáralo desacertadamente, con apartamiento de su base, olvido absoluto de su centro, y ruptura de sus cCmunicaciones na-. turales.

Entre tanto, y a la par que tales fuerzas caminaban hacia su desti­no, el asendei-eado virrey, fingiendo una tranquilidad de que carecía, y una confianza que nada hace suponer - ocupábase en llevar a término la fes­tividad en pe"·spectiva, con la que proponíase conquistar la dudosa fideli­dad y reanimar fa muriente ilusión de sus conmovidcs gobernados.

Y, por lG que hacía a la cámpaña misma, sintiéndose muy lejos de poder rechazar el ataque patriot.a inmediatamente, decidió limitarse a "ga­

·nar tiempo", como ya teníalo resuelto desde mucho antes de la aparición de San Martín; ya que, desde haría varios meses, tenía pensado, asimis­mo, la expedición de comisionados pacifistas para ante su temible con­tendor, suponiéndole, a esa fecha, n'o salido todavía de Santiago.

VI

Con inusitada pompa, que encargáronse de hacer notoria las publi­caciones oficia~es del tiempo, hízose el 15 la promul~ación de la cacareada ley fundamental -"lazo de amor" entre la metrópoli y sus colbnias de ul­tramar- por bando soYémnísimo que publicaron en todas }fts plazuelas de parroquia, según costumbre, las tropas y milicias entonces existentes en la capital.

La jura, según ya se dijo, fué el 17. Iluminaciones generales, no­ches buenas y fuegos pirotécnicos ad hoc, llenaron las vísperas de las dos citadas fechas. El 17 Lima amaneció engalanada, y removida donde quie­ra, por la alegre sonaja de los repiques y la eléctrica sacudida de las mú­sicas militares. Todas las puertas de los edificios públicos, ostentando ar­cos fronterizos de triunfo ofreciéronse cubiertos de flores y guirnaldas atra­yentes, y veladas por ricas col'gaduras de damasco, a la manera que en la más grandes fiestas religiosas. Distinguíanse por el arte y por el lujo, la puerta del Tribunal del Consulado, en fa ca]e de Mercade,res (5); la de la real casa de Moneda, y la de la Compañía de Filipinas, en las cuadras de sus respectivos nombres (6).

Vastos tabfadiflos, tapizados regiamente, aguardaban, en la plaza _principal y en las plazuelas, fa. presentación de ]a cómitiva oficial, a la cual

las tropas y milicias abrieron calles. El virrey, en fin, con 1,a capa carmesí, recamada de oro, dsitintiva de

su rango, salió de palacio' "con las corporaciones, tribunales, colegios y doctores a caballo"; subió al tablado de la pfaza mayor "con los alcaldes,

. con el excelentísimo cabildo y con los reyes de armas"; y prestó, antes que

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nadie, el preceptuado juramento, previa lectura de la orden expedida para esa consagración del "código constitucional". Juraron, tras él, la Audien­cia, en el propio tabladillo, así como los demás funcionarios y corporacio­nes, institutos docentes, tropas, etc.,. en los tabladillos restantes.

Pero "no ose oyó un viva en parte alguna, porque miras más grandes del Ejército Libertador ocupaban todos los ánimos" (7). Fué una fiesta aquelfa silenciosa, insincera, tímida, superficial; fiesta en que el aparato exterior apenas si alcanzó a enmascarar la inquietud y el miedo del porve­nir, que, a pesar del ruido y los oropeles trascendieron a todos los sem.blan­tes. ·

VII

Y más que en sembiante alguno, en el de Pezuela. No era éste un "constitucional" verdadero, o, como entonces se de­

cía, un liberal; sino un fernandista leal y agradecido, y, en consecuencia, un absolutista convencido y cerrado. Si .Promulgaba la constitución de .1812, y fa juraba con tánta y tan escandalosa pompa, ello debíase a la obe­diencia ciega que, por efecto de esos mismos sentimientos, desplegaba en todo lo que prescribíall;; su soberano; aunque sospechara, y aun .J inpectore dijérase a sí mismo, que la tal carta acabada de jurar, en vez de ensanchar y afirmar su autoridad y su prestigio, en el sentido de retener y conserva:;· la colonia . para su rey, iba a entorpecer muchas de sus resoluciones y a ma­niatar su acción con multitud de trabas. Para su situación y según su criterio, los derechos reconocidos y las garantías proclamadas en 1812, le­jos de apagar el fuego de la americana insunecció'n, iban a soplarlo lasti­mosamente, ora por imitación natural o reiterada de lo ocurrido esta vez en la Península; ora por justísima convicción de la debil~dad de un rey que accedía a lo que había repugnado en todo tiempo; ora porque, en la ley fundamental restablecida, hallarían facilidades, escudo y eficiencia los pla­nes acariciados por los criollos separatistas, cuyo espíritu e insolencia ha­brían necesariamente de crecer con ¡~ presentación de los auxiliares argen­tinos y chi~~nos (8) . Esa-presentac1ó\1., de otro lado, era el comienzo de una guerra activa, costosa, sangrienta, para la que, desde luego, no se sen­tía fuerte, aun cuando pudiérase decir que, aguardándola, desde hacía mu­cho tiempo, debería estar ante elYa real y suficientemente prei::-arado. De ahí la depresión en que se ofreció, visiblemente, a los ojos del concurso, el día de la j¡.ira. Descubriósele, en ese acto, pensativo, preocupado; algo así como abstracto del ruido en que se encontraba envuelto y con el cere­bro fijo en punto asaz l~jano del horizonte; punto que, hacia el fado del sur, parecía atraer todas sus miradas y potencias.

Grandes eran su serenidad y su valentía, como habíalo demostrado su actuación en el Alto Perú; pero mayor era el peligro sobreviniente, y, con ér, inmensa su responsabil,idad. Ya no se trataba' de lidiar contra fuer­zas improvisadas, colecticias y bisofi.as; sino contra un ejército, acaso poco numeroso, pero aguerrido y muchas veces triunfador. Ya no había de tener al frente a un Belgrano o a un Rondeau; sino a un general cuasi eu­ropeo, gborioso, probado en cien combates, y acariciado por éxitos recien­tes y ruidosos.

VIII

Los únicos sujetos evidentemente felices entre ·la festividad y el bu­llicio del 17, eran los "liberales"; esto es, lüs individuos del círcuto de La

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'Serna, que ya hormigueaban, mal contentos yrencorcscs, en torno del re­presentante "legítimo" de su flamante rey "constitucim~al". Poseídos del mismo furnr partidarista que sus correligionarios ostentaran en la Perín­sula, listos habrían estado para derribaT a su supe¡ior, si p:.:etendiese apla-zar, siquiera, la jura de la ca-,·ta. ·

Refiérenos Mendiburn (y lo hemos comprobado en la publicación respectiva) que, al publicar Pezuel;\:t, como pub!icó, la real orden pe:tir:en­te, en la Gaceta oficial extraordinária del 5 de setiemb:re - hubo el í·eferi­do funcionario de "ofrece;: que se abreviarían los plazcs requnidcs pcr los preparativos y disposiciones necesa-,i::;s, a fin de que no hubiese demora en la plantificación del nuevo sistema". Y agrega aquel c.utor que "el virrey repetía su promesa no sin causa; por que ya se iba hablando, entre los mili.tares y paisanos españoles, inquietos, de precipita:r la promulgación del código, echando a un lado fórmulas y tramitacior:es". Era, concluye, que " la conspiración contra el virrey estaba ya en crecimiEnto; y no habría ,sido extraño que, si acaso convenía a las-mir.::s de esa logi'.'l, se acriminase a Pezuela por el reta·cdo, para que su caída se anticipase"; con tanta mayor > razón, cuanto que "había d ejemplo oém1ido en la Habar: a , der. de las tro-pas obligaron al gece;·al Cajiga! a jurar la constitución, a pesar de que Jio tenía orden ofici:Jl de haceflo" (9).

Aun hay auto-;· (español) que diga haber existido en el Perú "un par­tido empeñado err que se procfam15e la constitución" apenas se supo en Lima la revolución liberal de España; añadiendo que Pezuela "supo con­tener aquel peligroso fuego, hasta que hubo recibido directamente lé.1s ó1·­denes relativas a la jura" (10)·.

Estaba, pues, el vi:LTey rodeado de descon'centos y rivales, que, como bemos de relatar, sólo aguardabm ocasión propicia y pre '. exto aceptable para dep01!erfo, como le depusie;·on y expulsaron un trimestre más tarde, en enero de 1821.

Por una de esas paradojas frecuentes en la historia (:más que todo en la nuestra), Pezuela el absafütista resultó, andando les días, más mode­rado y constitucionalista que sus conmilitones y enemigos, despeñados (por fa rabia de pe·,·der la valiosa presa peruana) en las simas de la mal­dad, de ~a crneldad y del abJ.so; desesperados por la parsimoniosa pmden -cía con que su presunta víctima hacia la guerra antecesora ; gancsos de en~ cender ésta última en propOTción con sus temores y sus anhellJs; y resueltos a retener a todo trance, el teatro de su figuración, ambición y predominio, así fuese convertido en pavesas o reducido a mil pedazos. . . . . . .

Bien hubiera querido el virrey, detestado por esos seudoconstitucio­nalistas, colocado sobre el cráter del vokán, y, por eso mismo, paciente :sabedor de sus efervescencias y furores, hacer labor más rápida y profí­cua en _el sentido suspirado po:r sus · cofrades, subalterrtcs y compatriotas; pero el estado de debi)jdad en que, respecto a p;estigio, fuerzas y e~ementos, encontrábanle los vencedo-,·es de l\foipú, hubo de imponerle cauta y con­temporizadora, paraklr:i con fa que, poT dicha suya," iba a observar su con­tendor; de donde prov'ino que, en vez de lanzarse, como el ravo, en rechazo de los agresores, aprovechando de sus somnoleri1tes in'i:i.ccióñ y ~afuividad, decidiese entretenerlos desde luego con un bien meditado intento de inú­tiles inteligencias y superflJ..tas negociaciones.

Y por eso fué qÚe, al'm antes de la jura; esto es, e1 día 15 ele setiEm­bre, fecha de la promulgación de la carta, hemos visto entrar en el cua-rtel

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general de lbs patriotas, a un comisionado paC'ifista ~el a1férez de Húsares de la Guardia, andaluz Cl,~to Escudero- proponiendo entablar fas confe rencias y pactar el armisticio que en capítulo aparte encontraremos cele­brados en el pueblo de Miraflores.

Ganar tiempo: he ahí el propósito único del representante regio en el Perú, Ganar tiempo: tal su objetivo, su programa, su fórmula .

IX

Natural era que, entretanto, resultasen absolutamente contrarias lfu,s emociones despertadas por el desembarco en el ya extenso partido auto­nomista del Perú.

Mientras, en los españole.~, esas emociones eran "de rabia y de fu­ror en unos, y de abatimiento en otros", en lbs patriotas eran de "júb~ y entusiasmo" (11), al ver convertida en halagadora realjdad la tántas veces prometida y otras tantas r()tardada expedición libertadora.

Sabida ape:;as la llegada de ésta (en la noche del 9, como ya se dijo) , pusiéronse lbs independientes peruanos en movimiento, procurando un primer contacto, de todo punto necesario, con d gene<al de lbs tropas ex­pedicionarias (12); único modo de facilitar la acción y rumbo de éstas úl­t,mas, y de cooperar, como aquéllos ardientemente deseaban, en la impon~ derable empresa acometida para consumar la redención definitiva de su nacionalidad.

El 11 de setiembre salió de Lima un prime. emis.1 io con el susodicho objeto; es a sabcí·, un cadete del Numancia. (sob.ino del capitán Febres Cordern), nombrado N. Castillo, y encargado de participar, al presunto libertador de la capital del Perú, cuantos detalles de interés é-rale impres­cindible conocer y sopesar, ora en cuanto al estado de la opinión capitoli­ná, absolutamente favorable; ora en lp tocante a las medidas de defensa dictadas por el virrey; ora, en fin, en lo relativo a las ventajas obtenidas, por los patrio.tas limen'ses de la emancipación, en el trabajo de zapa por elfos realizado terthzmente entre las tropa realistas; más que todo, en el seno del batallón Numancia (13), listo por aquellos días, para incorporarse en las fi9.s del ej'ército libertador, aba1~donando los estandartes españoles que, ya enarbolaba y servía con fa más viva repugnancia.

Había el cuerpo mencionado (acantonado a la sazón en S\uco) reci­bido orden virreinal de ponerse sobre lj.:is armas, y salir en el acto, de re,: chazo contra cualesquiera desembarcos e irrupcionés, posibles, y aún pro­bables de temer por las caletas de Chorrülos o La Chll:a, una y otras pró­ximas a la ciudad,

Y pedían, en consecuencia, los corre1igionarios del suelo, que, hallán­dose en tan bnenas y decidida disposición los nunatinos, el vencedor de Maipú, acogiéndolos y aprovechándolbs en seguida, env~ase algunos bu­ques, de la desocupada escuadra de Cochrane, que, con lds elementos mó­viles precisos, tomasen a su bordo el valioso núcleo de esos nuevos y pre­ciosos auxiliares.

Provisto de !,a carta-credencial correspondiente, refrendada con los signos y contraseñas consagrados (del agente sanmartiniano José Boqui), Castillp .púsose en marcha camino del sur, llevando por guía a un esclavo negro

1de confianza, conocedor ex~mio de aquellos iiarajes y caminos; pero,

habiendo pasado algunos días sin saber nada de esta primera comisión, cuyo fatal fin súpose después (14); ni obtenida contestación alguna del

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general requerido- apresuráronse los secesores limelios a ex¡:edir u.n se­gundo enviado, que esta vez tuvo éxito cabal (29 de setiembre).

Era el joven ccmerciante guayaquilefio, Martín Guarnís, que, lle­vando mercade:<ías exti·anje:.<: s a Pisco e Ica, y tr<;iyer:do de esos pm1tos productos y artículos del suelo, rea"ilizaba viajes frecuer tes y notorios en­tre aquél)bs y la capital; y era' en consecuencia, por no ir spirar sos¡:echa algu­na, la persona más a propósito para el término que se buscaba. Patriota vivísimo, y tan despierto como astuto, el tal Guarnís, rara mejor salvar su cometido de seguros peligros y asech:tnzas, entendiése con uno de sus proveedores de mercaderías a crédito. el comerciante espafiol don Juan de Pértica, amigo del virrey; y, p:retextando la dificultad de cobrar determi­nadas deudas en los puebibs de su tráfico, hasta Pisco, hízose lJeva:r a pre­sencia del representante regio, recomendar eficazrriente ante fste último y expedir pasaporte de privil~gio, con orden circular de apoyo y protección para las respectivas auto1·idades de fü senda.

Así provisto de tan vaiiosos amuletos, pudo pone:.se a su vez, en pre­sencia de San Martín; cumpl ir todos los encargos que para éste se le habían hecho; y aun traer doble interesante coriespondencia; oficial, al paso, pa­J'a los funcionaios espafioles; particular y secreta, para quienes habíanle comisionado con tánto tino y dcierto.

En esta última correspondencia, venían "las primeras cartas de San Martín para los independientes de la capitnl" (15).

X

Y empezaron éstos, desde el propio día, a prestar al general indepen­diente, toda la ayuda que füs era posible; y a participade cuantos elatos y noticias pudiera necesitar para sus posteriores operaciones, exactamente como habían{o hecho, anteriormente a lp, partida ele Va~paraíso, Riva-Agüe­ro, Mariátegui y Silva reduplicaron sus comunicaciones; Carrasco se des­veló en la p;e ;:iaración y ¡·emisión ele planos; y, diariamente casi, "saljan ele Lima :cepetidos avisos,• dando cuenta al general ele todo (de las fuerzas españolas, ele s :s acantonamientos, etc.) e instándolo para que inmediata­mente acometiese la capital" (16).

Sólo que, "más prudente" o "más superior" San Martín contestó "que no convenía eA"JJOner el ejército expediciona.cio a una batalla; que él tenía planes distintos, pero seguros; que siempre triunfaría la causa ele ln independencia, con la ayuda de los patriotas del sue:o, a los que exigió tra­taran de seducir a los soldados, en liétS filas ele los españoles; y casi dió a en­tender. que, si daba una batalla campal, el éxito no le sería favorable'' (17).

A fin ele no despe.· tar sospechas y eludir capturas y prisiones que, en el momento más critico y exigente, pudiesen maniatarlos, cesaron las graneles reuniones o logias ele los núcleos hasta entonces existentes; y clié­ronse a labor general y común, pero múltiple y distributiva en el detalle, que luego organizaban y annonizaban; ele · conjunto, los caudillos de las varias congregaciones que ya sabemos, para proveer a un éxito determi­nado (18).

Y así, de un lado, lanzáronse con todo ahinco, a la catequización y conquista ele oficialts y soldados del Cantabria y del Numancia, secunda­dos , en el primero, "con eficacia y con celo", por los gloriosos La Rosa y Taramona y por lbs meritísimos hermanos Castro, que descubiertcs todos "tuvieron que ocultarse y que pasarse"; y auxiliados, en el segundo, por

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los jefes y subalternos de que se hablará en su lugar, así' como (en uno y otro) por el abnegado patriotismo del buhonero Pab}o Salazar, a quien ya conocemos ; de los nobles mufa tos Porticarrero; de los ínclitos Mariá~ tegui, Arce, Cuervo y Paredes; y, en fin, de muje:.es varnniles cerno la Qui­roga, la Campusano 'y la Guzmán.

Consagráronse, de otro lado, a la consecución dé armas y municiones para las guerrillas o montoneras que in..inediatamente quisieron y pudie­ron organizar; y que sirvieron para concitar esa legión de héroes , a cuyo frente brillaran los Quiró's y los Huavique, los Buitrón y los Njnavilca, los Delgado y Los Palomo, los Bao y' los Vivas, los Zárate y los Polo, los Man­rique y los Vela Patiño, los A~gorta y los Prada (19); guerrillas que "empe­zaron cuando apenas había desembarcado San Martín", ya que "Ninavil­ca, Huavique, Jimé2ez y otros se levantaron inmediatamente después" de aquel notabie acontecimiento; y es evidente que, "sin más que dicho desembarco, sin más que la simple noticia de que había expedición 11ber­tadora", se subl'evaron los pueblos del Perú, y las gnerrill;as en cuestió'n "fueron formadas" (20).

Y , siendo absÚrdos e imposibl~s todo propósito y aun pensamiento de depósito y acopio, de organización y lanzamiento de cuerpos militares: dentro de ~ capítal misma, ocupáronse en aviar y despedir cuidadosamen­te, camino de Pisco, a fa multiplicada y cuotidiana se1·ie de desertores rea-­listas y de voluntarios patriotas, todos peruanos de raza y de nacimiento, que, en numerosas partidas, salían de Lima, reunidos por lps carolinos o miembros de los otrns grupos, con dirección a Pisco, y destino por supues­to al cuartel general.

XI

:Las comunícacfones de los independíentes de Líma, dadas la . vigi-­lancia y la ferdcidad represora de los dominadores, hubieron de expedirse, siempre, bajo el segurn y protector secreto de . la escritura criptográfica, resuelta en cifras o cl'aves; ora logonímicas (tratándose de nombres pro­pios de personas y lugares), :mediante la sustitución de una palabra por ot:·a; orn arit:mológicas (en ocasiones, pa:ra los mismos}, por el reemplazo de un nombre con un número; ora en fin, grnmoaiitméticas (para el lengua­je corriente, o sea para el destinado y usado en el contenido o cuerpo de la comunicación misma), por el empl'eo de un número para cada letra; y, en consecuencia, por 1<t conveisiéfn, en cantidades arábigo-numéricas de la totalidad o del mayor número de las pal_l<tbras.

Ejempfo de 1o pfrnern tenemos en les nombres de San Martín y de­más pe·c-sonajes o agentes pat io '.2 s de ~11 época, sustituídos en la siguiente forma (21): San Martín (ame-. icaco), Arenales (Arístides) , Cochrane (Cé­sar), Bolívar (Rómulo), Riva Agüero (Demóstenes, Paciencia o Marcos de Neira), Ló~Jez Aldana (Cicerón); AHdana y Campini, asociados (José Pardo, Prieto y Cía.); Forcada (Constante), Otero (Firme), José Flores (Honrado}, Bocanegra (Laborioso), Vidal_ (Republicano), Pagador (Indus­trioso), Pedro d E! la Hoz (virtuos9), Guarnis (Val1eroso), La Serna (Nabuco), Arzobispo Las Heras (Claudio), Ricafort (Aristótel~s), Ramírez (Caco), Morillo (Calígula); y en los siguientes nombres de lugares: Lima (Relica­rio) , · Ica, (Atenas), Panamá (Infiernillo), Guayaquil (Deseado) y Quito (Voltán) (22).

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Ejemplo de lo segundo (ari ~mología) encontramos en las subsecuen­tes cifras: 33 (Juan de Ríos kiza), 160 (Ga:ccía del Río), 180 (Jesé Boqui) , 204 (San talla), 220 (Ana ya) , 222 (Casaux), 244 (To:rn~ s Guthrie), 250 (Tu­dela) , 256 (Portocarre:ro), 288 (Cortines), 500 (Palacics), 100 (Lequerica), etc.

Ultima.mente, en punto a la escritura corriente o gramo-artimética los corresponsafos del general en jefe i,ndependiente usaron ur.a doble ci­fra o clase alfabética, ali~e:mable, po:; p:.·ecaución , a vol'untad , o quizá uti­lizablf pa:ra el caso, de co:.>espondencias duplicadas o dupfü:ables; tal~s eran :"" una clave m ixta, saltada, descendente e indistinta (de números, a la vez, pa~·es e impares); y ot:ra, consecutiva, ascendente y unifGíme (de números exclusivamente pm-es), según se ve en los cuadros subsiguientes:

abcdefgh mnopqr Cfave prin1ern

12 11 10 9 8 7 6 45 4 33 2 31 23 22 21 20 19

s t uyv x z

18 17 16 15 14

abcdefgh kl llmnño Clave segunda

10 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 32 34 36 38 40 42

· p q r S t U V X y Z

44 46 48 50 52 54 56 58 60 62

XII

Facilitada así la intelJigencia entre el. genernl auxiliar y lbs patriotas, aquél, una vez :.-ecibicla las pTiriieras co~m'unicaciones de estos, apresuró'se a expecli-des instrncciones p:.·ecisas, acej.-ca ele ~\Js auxilios que debieran prestar a la cmzada y su acciób, deteY:minanclo füs únicos objetivos a que , por entonces, debieran concretar su creciente actividad dentro y fuera de la población.

Comenzó, desde luego, el 17 de octubre (o sea el día mismo en que clesemba:.-caban en Parncas Mil~er y lfis trnpas clef,Santa Rosa), por exten­der "pro:·11esa de pago" de cual

1esquiera cantidades facilitadas a sus agentes

foneñcs, parn lbs gastos exigidos por la sitl;ación; como que la provisiórt ele fondos es el ne:.·vio propulsm· primordial ele todas L1s grnr.cles cosas. Así extirpatía también fa desconfianza de aquenos capitalistas poco predispues­tos a h. genernsidad y el cleserr,bolso. Esá auto:tización estaba concebida así: "Por ~1 presente empeño m i paljlbrn de honor y los respetes de mi autoridad, en el sentido de que, inmediatamente que las armas el~ tia Patria entren en 1/1 capital del Perú, pagará, fiel y CL1mpliclamente, las cantidades que los buenos patriotas quisieran suministrnr al dador ele ésta, para ob­jetos inte·c'esantes a la causa sagrncla ele ¡!i, América; pc.ra l,o cual les ruego contribuyan según sus fuerzas, en ·el concepto de que estimaré este seí·vicio como el m ás· importante hecho a la Patria, y de que será cubierto por mí todo recibo que, en virtud de este documento , se me presente en Lima.­Dado en el cuartel general de Pisco, octubre 17 de 1820. - San Martín ."

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(1).-0driozola, Doc.urnentos históri~os del Peiú, vol. IV, págs. 86 a 89. (2)_.-Decreto o real oi·den de 9 de marzo de 1820. (3).- "Diario de las cosas notables acaecidas en Lima, con motivo de la llegada del ejér­

cito de la Patria al mando del general San Martín" Lima, 14 pags. Biblioteca Paz Soldán, núm. 518. Hemos llamado cuasi anónimo al autor de este curioso Diario, porque en su portada no reza el nombre del mismo; sino que únicamente corren la_s iniciales R.M.; inicia.les que ¡:;rcta­blemente corresponden al nombre de Rafael Mi~anda; patriota que, en sus comunicacicnes cifradas con el general im·asor, firmábase N.K.

(4),~Gaceta extraordina.ria de Lima del martes 12 de setiembre de 1820. (S):-En el día, casa Fabri. (6).-"En el Consulado, se registraban los dos.mundos unidos con lazos fuertes; y Ja cons­

titución, gobernándolos y despidiendo rayos de clarida.d y justicia. El jeroglífüo, en la ¡:;ue1ta de Filipinas, era un rayo que caía del cielo, y se esparcía en una nube que tra.ía la constitución, y que tomaban y ponían, sobre ambos mundos, un indio por un lado y un esp;;.ñol por otro, pisando la América la culebra de la discordia; y la España, pasáncole una espada. Y en la moneda, con igual bri,llo, se veía la constiitución gobernando arr.bcs rnundcs, scsteniifa por un indio y un español por cada lado. La España, dando leyes y reli¡;i¿n a la América; y ésta, a la España, oro y plata, para señorearla en la Europa y el mundo entero".- Diario, cit. pag.

Del mismo se han tomado las frases que, en el texto c01ren rrás adelant,e entre cÓmillas. (7).-Id. itl., loe. cit. Allí se agrega que, "en la puerta del Cor.sulado, que se ballal:,a

bien decprada y llena de luces y fanales exquisitos, se colocó una lápida de la constitucién, acc r­nada" .

(8),-V. la nota de la pág. , en que se cita un pasaje de Torrente a este propósito, y se hace, por el propio autor, la pintura exacta de las opinibnes y el estado de ánimo del vi­rrey.

(9).- Dicc., t.VI, pág. 337. (10).- 0p. C.it., t . 111, pág. 29.- Es curioso el juicio que este autor hace de la carta es¡:a­

ñola de 1812 y del estado de ánimo de Pezuela frente a la misma: "Conocier.do a fondo la si­tuación de los negocios públicos, veía (Pezuela) con dólor el abuso que haban ce hacer les re­beldes de la dec:.mtada filantropía de los regeneradores peninsulaes. La igualda.d legal, san­cionada como dogma político; el <Jbsurdo principio, sentado por aquellos, de que la soteranía residía en la nación; la formación de juntas populares, paa ncmbré.r sus di'¡::utadcs a cortes; las extensas facultades concedidas a las diputaciones provinciales y ayuntarr: ientos, la segre­gación de la p:irte civil y judicial de los comandantes de distrito; la prescri¡:cj,l:,n de las formas monárquicas, tan neces:irie,s pma asegurar la obediencia de los pueblos, y mucho más en países distantes del centro del poder; y, fü:almente, el orgullo de que ha,bían de poseerse los faccio­sos, al ver que, s~n separarse de las reglas constitucionales, podían sazor:ar impur.err ente les planes de emancipación : todos estos escollos , que se ofrecían a la imagin<Jción de las autorida­des re'llistas en América, y que no se ocultaban al prirr:er jefe -que ya había vi,sto, pcr expe­riencia los fatales efectos, producidos por la no bien calculada alocución del Consejo de Regen­cia del año 1810~ Üenabm1 su corazén de las más terribles angusti<.s; pernera su del:;er la obe­diencia y se entregó, por lo tanto, con ciega confianza, al mar borrascoso de una complirada política".- Vol. cit., pags. 29 y 30.

(Ü).- lVfariátegui, pág. 21, op. cit. (12).- Nótese, contra lo que Paz Soldán afirma (op. cit., t.1, pág. 74), que no fué San

Martín quien iniLió el contacto e inteligencia con los limeños patriotas; sino al ccnhuio, cerno Maáálegui, a quien en este punto seguirnos lo demuestra ampliamente en sus Anotacicnes, ya cits.

(1;)).-También, en esta parte, asevera ei:róneamente Paz Soldán que fué San ·Martín quien "en Pisco inició el famoso proyecto sobre el pase del bacallón" (loe cit); siendo así que, para la fecha en cuestión, todo estaba conseguido en tal sentido, exclusiYamente, por los se­paratistas de Lima; situación, como se ,verá, malamente desaprovecha.da por el capitán inva-

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·sor. Pr!ncipal objeto de esta Historia hay que r~p: tirlo - es rtivindicar, para el méiito y !a ·gloria de los hijos del Pení, lo que, sin justicia ni razón, se les ha arrebatado por escritores pre­venidos o precipitados, sin exceptuar a los que sobre la materia han publicado 2.lgo en nuestra república.

(14):-''Los españoles, dice Mariátegui, tomaron al guía y al guiE.do, castigaon de un modo espantoso al primero, y lo remitieron junto con el segundo a esta ciudad (Lirra) . Err_­peñac)os estuvieron en fusilar a Castillo, a quien no podrían aplicar rer:a corro a pasado, por­que lo tomRron en territorio que obedecia a las autoridades españolas, ni le hc.lla:ron corres -pondencia filmada que indicase relacion con los independientes. Pero lo reputaren cerro ¿e­.sertor. Y a la verdad que casi era imposible salvarlo por la desercitn. Al Sr. Dr. D. Nicolás Araníbar, nombrado por La Serna asesor del virreinato, se debió la salvacién del nurrantir:o, y el que no fuese sacrificado. Jamás quiso despachar la causa; y cu2.ndo, el virrey le hablatk, <:ompelido a ello por los jefes, indignados y enfmecidos por la pasada del batallón, le acor:se­.jaba siempre que no derranlase sangre, dando luga a que los patriot<:.s hiciesen otro t<:.r.to; y a que el primer paso de derramar sangre , fuese causa de los males que todcs deplornban -en 1a guerra a muerte declarada por Monteverse, y sostenida y lleva.da a extremos de barbaricad por Morillo. El proceso, -acaba el citado autor- debe existir, y es un comprobante de mi aserción".-Anotaciones referidas pags. 22 y 23.

(15) .- Cartas del 17 y 19 de octubre, como se verá después. (16).-Mariátegµi, op. cit., pág. 16. (17):-Id. loe. ict., Mari:itegui agrega, en este punto, que, " i11struídcs los patrloü.s ¡::e­

ruanos de esta determinacir6n del general argentino, hubo algunos que se GisgustE-rcn ccn lo que ellos llamaron injustas desconfianzas de San lt1artín"; pero que hubo otros "que le creyeron y trataron de se.::;uir el plan que les in~ icz.ha ". Id. ifl· .

(18)!-"No todos podían trabajar juntos. Era preciso dividirse en bandos o gru¡;:cs, cuyos jefes se vefan y comunicaban sus trabajos. Cuando había necesiC'.ad cel concurso ce muchos, se reunía a los que debian em~grar y pasarse; y se hacía s.;lir de sus escondites a los que estaban ocultos, p::ra tenerloslistos a una mi~a hora y hacerlos marchar.

Y esta me:l.il~a, sobre conveniente, era necesaria, porque, de otra manera, los agentes españoles nos habrian descubierto"· y apresado. Anotaciones, cits., pag. 16.

(19).-Tocamos aquí el punto someramente. Para porrr:enores, véase los capítulos es­peciales que consagramos a "las guerrillas o montor:eras" y a la sonada y utilísipÍa "cefección del batallón Nu.t'nancia". Las palabras o frases puestas entre comillas· corresponcen ·a Mariá­tegui, que es el escritor que más noticias nos ha legado en la materia de que en estos ilnstantes hablamos en el texto.

(20).- Mariátegui1 opuse. cít., pág. 44. Este autor, justamente indign2.do contra la ase­ver.i.ción hecha por Paz Soldán, de que fué San Martín quien ''estableció les cuer¡::cs de guerri­llas", reivindica el mérito de este estableciiµJiento para su pueblo, c,ue no hubo m-enester exci­tación ni orden alguna para el caso, exclamando, en fa pág . . 44, ya cit., de sus anotaciones: "El historiador debe dar a cada uno lo que le toca, y no debe darle a San Martín todas las glorias, ·defraudando 21 que las merece''.

(21)r-Debe..rnos la consecución de esta-s claves y cifras al ~nfati¡gable celo y admirable laboriosy:J.ad del Dr. D . .:\fariimo Felipe Paz Soldán, que las ipserta en su (por desgracia incom­pleta) Historia del Perú Independiente, t. 1, pag. 118 a 120 (los de los patriotas) y 437 (las de Ricafort, Raulet y La Serna).

(22).-Rara vez ernpleóse la glosomonografía (representación, con un'a sola voz, de va­rias palabras, o de una frase entera; v.g.: moscovitas (ejérciJ:o enemigo), serrallo (escuadra enemiga), romanos (ejército de la Patria), cincinatcs (los nobles), tribunos (la plete o las ma­sas), estrellas (provincias interiores o de la sierra), etc., y poquísimas ,-eces, la siglcgrdía, o empleo de meras inici2Jes, reales o supuestas; v.g.: N.K. (firma oficial esteganográfica del pa­triota Don José Rafael Miranda) . S- 12

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(23).-Colombiano era García de1 Río, SlJ secretario de.gobi~no, compatriota de Lopez: Aldana. Sabemos ya qU:e Campino era chileno.

(24).--Guarnís.- V. lo dicho en la pág. Estos amigos eran, en el presente caso, García del Río, Guido, etc. . . ' . · .

(25).-Suma calculada como necesaria. para la defeccü~n del Nnmancia o para la toma . . de los castillos del Callao, como se explicará después. V. el ~apítclo correspondiente, d!ll qt¡e áparece que el futuro Protector, alucinado por falsas consideraciones, pos¡:;uso malarrente al primero, para preferir, errónea e ineficazmente, lo segundo, con perjnido inmediato o im,pa­rable para la eficiencia y rapidez de la cruzada independiente.

(26).- Estos otros amigos eran todos peruanos: Riva Agüero, Silva, Carrasco, Mariá­tegui, etc.; y no Lopez Aldana ni Campino. De otro mod0, San Martín habría dicho: "ISs gastos que me indicaron l/ds."

(27).-Esta posdata (Docs. mas. númº. 24 de la Bibl. Paz Soldán) fué puesta, al pié de la comu:iicación del 17 de octubre, por el pro¡:io San Martín; personalmente, de su puño y de · su letra; esa letra que, según las palabras de iill escritor, era esencialmente representativa, po~·­que "revelaba al ho.nbre"; letra de "caracteres desiguales, oirados como a puñados sobre el papel, sin considerar para nada el tipo, la forma, ni la ortografía",::_ Vicuña Mackenm1, apud. Martinez, op. cit., pag. 117 ~ · .

(28).-No del todo, como puede verse en las cuentas de Boqui, s11cesor de Aldana y Cam­pino en la administración, una vez que esos sujetos creyeron conveniente, por el peligro en que se hallaban, fugar al cuartel general de H~aura, donde a la sazón hallabase San Martín.

(29),--C8rta a San Martín, el 1° de noviembre de 1820. En ella se dice: 1°.-que, "ha­biéndose OCUlTido a D. Diego Aliaga, quien podía hacer mucho en todo sentido, por la más vergonzosa timidez se había negado, abiertamente a que se le hablara ni una sola palabra so­bre cosas .que Ólieran a revoludón"; y 2°.-que "d~n L0~enzo (María) Lequerica, comerciante americano que .hacía de patriota, después de haber ofrecido 20.000 $, se había retractado in­decenteme11te con pretextos de terrnr pánico". M.S. de la Bibl. Paz. Soldán, núm. 28. A éste Lequerica lo llaman "bribón" López Aldana y su Pólux Campino, en otra carta del 3 de· novi~bre (dos días. después). Dic. num. 23, id. id.- Sin embargo, este Lequerica aparece, en las cuentas de Boqui, ya citadas ablando 2.000 $el 24 de diciembre; no, por supuesto a Ló­pez Aldana, a quien tenía resuelto no dar ni medio", sino al dicho José Boqui. Por lo que ha­ce a don Di¡;go Aliaga, consta que .él y el abnegado José Mansueto Mansilla facilitaron las su­mas necesarias (por cierto no pequeñas) empleadas en la ruidosa defección del Numancia, ob­tenida el 3 de diciembre del propio año, corno hemos de referir en su lugar. Tal calumniosa como la "ta.cañeria cobarde",. imputada al "bribón" de Lequerica, es la acusación contra Alia­ga, según puede verse por las comunicaciones de los mismos calumniadores, que el 3 de noviem­bre, en la otra carta ya aludida, dicen textualmente: "No hemos ocurrido por dinero, con di­cha letra (la carta-ga.rantia de San Martín del 1 i de octubre) a Don Diego Aliaga, porque sa­bemos con evidencia que nos desairaría''.- En esta frase, los calurnniantes entregan Ja carta; y, en efecto, si no habían ocurrido a Aliaga por dinero, ¿cómo pudieron, dos días antes, afirmar que "se h1bía ocurriio" a ese caballero, quien "por la más vergonzosa timidez, se había negadu abiertam~nte?. . En este incidente, los famosos administradores se pintan a sí mismos de cuer~ . . . po entero.

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S alaverry

.. No es el espacio estrecho, aunque :genercso y 'hosp1talaiio de esta 'Re~ v1sta, el marco en que puede en'tra1, en to~a su anchura., Ja figura epónima .de Feiipe Santiago Salaverry, hombre de vida meteórica y llena de la ce­>gadora luz astral de los bólido;;. Al igual que esos misterioscs viajeros siderales, su peTsonalidad, 3.lumbró un instante nada más -por desgra­' cia- nuestra vida republicana cuando en plena .incipiencia la democrncia flamante se debatía en bizantinismos de la . cátedra, de la curul y de la es­pada. Su figura · misma, afinada y estilizada parece un resumen: el resú­men del peruanismo. Porque cuanto acto ilevó a cabo estuvo saturado de un hondo amor patriótico.

E.se fervor que era pasión sin iímites ·en su alma eternamente lle·na <le exaltaciones, le hizo desertar del hogar paterno y de las aulas para tro­-car las ropas civiles por el uniforme de cadete en uno de los batallones de la Patria; Tenía apenas 16 años y con uno de los primeros gestos de au~ {lacia de que estaría llena toda su vida en el futuro, bmló los peligros y la ;persecución para ir a pedir un sitio al lado de los que en 118.s vecindades de Li.ma querían que el Perú fuera independiente. Su gesto' suscitaría la ad~ miración de Miller, * que tres lustros más tarde tendría un papel oscuro ·en los episodios que precedieron a aquella tarde :;iniestra del 18 de Febre­ro de 1836, en que rodaría merte el caudillo al pi.e del patíbulo levantado por un enemigo implacable y aterrado por · el valor Jr la significación del mozo, que no habiendo aun llegado a los treinta años, ya lucía con todo <jlerecho y mucho orgullo los entorchados de brigadier y gobernaba a· su país. . . . El patriotismo d~ Salaverry es inmacu~do. Nació y mmió con él.

No fué preciso que reveses de la vida militar le hicieran ver donde estaba la buena causa. Era un niño aún cuando en su conciencia estaba prendí~ <la hondamentela convicción patriota.

Su corta vida es una. novela. Trasunta, a ratos , episodios que pa­recen arrancados de las páginas de cualquiera comedia de capa y espada o parece que en el héroe palpitara el espíritu de la época caballe<·esca, qt:e un día Cervantes aplastara con la más inmensa sátira que ha salido de pluma humana. Y el alma de Salaverry que era el alma de un hombre de los días gloriosos de la Andante Caballería tambien se sentía impelida

. á proezas y singulares combates por una dama : la Pat:ia. . Por ella olvidó ei' ~lamado de la brava sangre goda que en sus venas

l;mllía y por 'ella ascendió al cadalso, con indiferencia y con el mismo des­preeio con que había mirado su propia vida y otras veces había encarado fa muerte.

* Memorias del General Miller.

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Y en el breve espacio que va desde el alfa al omega de esta vída he­roica, digna de la pluma helénica, bTilla en sucesión kaleidoo;;cópica el oro de los galones que uno tras otro conquistó, no con genuflexiones ni con re­verencias, sino a tiros y mandoble. Sus galone::; no fueron dádivas .

Fué Salaverry un híjo de los tiempos. Quízá un predestinado. Así. como Bonaparte creía en su estrella, el Jefe Supremo tenía ciega confian­za en su valor magnético que domeñaba a los hombres que temblaban an­te el que era capaz de tamañas audacias. Era cadete cuando su jefe, fren­te a los muros pétrecs del R eal Felipe, se ve obligado a reprocharle su lo­ca valentía. Desdeña la admonición del superior y hace gala de su des-· precio por el peligro. * Sigue la campaña libertadora en todos sus alti­bajos, siendo vencedor y vencido, confo:,:me el destino resuelve favorecer o ir en contra de lás armas independizadoras. Y llega a Ayacucho. Ya varios galones orlan su uniforme de oficial de la Legión Peruana. Se ·dis­tingue en el ejército patriota por su . personaEdad ya: destacada a pesar de la inferior graduación que apenas luce. No admite que se le atropelle ni que nadie abuse de él. La sangre hidalga que corre por sus venas no puede sufrir impcsiciones que tratan de ju::;tificar un maycir número de entorchados. Su estirpe de pureza total se rebela y se venga de aquellos que perturban su vida dando las primeras pruebas de sus facultades lite­rarias. Sus enemigcs políticos, mas tarde, recordarían este episodio y di­rían que sus camaradas le llamaban "pasquineto". * * Contribuye al triun­fo final de la América, que sólo podrá ser definitivamente libre después de Ayacucho y con el espíritu lleno de coraje contempla impotente como se arrebata el honor de la victoria a los peruanos.

Y:=t en su alma bulle el rencor que siempre sentirá por todo lo extran­jero. Ha visto como los que vinieron del sur a la campaña de libertar al Perú hacían gala ·d e> superioridad, teñida de sentimiento despectivamente dadivoso para este país. Ahora se repite esto con los que vinieron del Nor­te. Para ellos son 16s mejores puestos; para ellos son las mejores y mas preferidas pagas. Y sin embargo , afirman que vinieron quijotescamente a libertar al Perú. Al marcharse pasarían la cuenta por el auxilio presta­do, alegando que fueron llamados. La historia mas tarde hará revelacio­nes y se verá que las maquinaciones subterráneas harían dar apariencia a la empresa que virto del N. de una ayuda pedida. Bolívar, el dios olím­pico, que la candorosidad peruana exalta a alturas astronómicas, rige, man­da y dispone con toda la autocracia de un Imperator. Se embriaga con el licor de los homertajes y adulacíones; se burla en su yo íntimo de este pueblo candoroso e infantil cuando .::,Ín duda recuerda las' cartas de Heres y de Mcsquera.

Salaverry se siente arrastrado e ingresa al movimiento de circunvala­ción que la nació'n peruana, a manera de anillp saturniano, realiza girando altrededor del astro: Bolívar. Y pasa a ser su ayudante. Le acompaña a Bolivia * ·X· ·r. Allí empieza a conocer al prócer. Siente en carne propia

* * * * '~

Historia de Salaverry-Bilbao. "El Yanacocha"-8 de noviembre 1935.

* Historia de Salaverry- Bilbao,

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General Felipe Santiago Salaverry

Retrato de la señora esposa de Salaverry, muchos años después de

la desaparición del General.

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la mutilación del Perú, mutillación que se agrava con el nombre dado a la nueva nación; nombre que tenderá a perpetuar el nombre del héroe. ¿Pa­ra qué entonces el gesto del Cuzco al poner en las sienes de Sl.icre la coro­na de oro y piedrns preciosas con que lps peruanos orl~ron su frente mag­nífica?

Mas tarde acompañará a La Mar y será impotente testigo de la tra­gedia del Portete. Verá el inútil heroísmo del Presidente, cargando como un jefe subalterno para dejar tendidos en matemática formación a sus hom­bres y contempl(lrá asombrado el due~b de Nieto y Camacaro -episodios de romance, como le llama un historiador. -;;. ·

El cuartelazo de Piura le hace abrir los ojos y conocer a Gamarra. Años después, revelaciones periodísticas probarán que la ambición de és­te, astutamente alimentada por Bolúvar hicieron posible el desastre.

Cuando al mirar la situación del país desde una provincia - Tacna­comprende que el desórden y la ambició1n dominan todos lbs sentimientos de las gentes que mandan, se desal~enta y lleno de _pesimismo, regresa a Lima dispuesto a marcharse a su hogar . * * Pero ·el desafecto de Gama­rra que no le perdona que se fuera de su lado después del golpe· de Piura, mezclado al temor que inspiraba su reputación de valiente, le ponen otra vez a la luz de las candilejas de la política. Y arranca de entonces la eta­pa mas ruidosa de su vida, que ha de culminar con los bordados de gene­ral a los 28 años y con la Presidencia de la República poco después.

Pocos hombres han sido tan discutidos en el Perú como Salaverry. Tuvo paTtidarios que fueron por él hasta el patíbulo y enemigos enconados que hastt:t violaron el silencio sagrado de su prematura tpmba para des­cribirle cómo un mon~t1,·uo de maldad, como un ser fenomenalmente malig­no. En unos ardía la llama de la envidia y en cit¡ros la pasión política, co­mo el De:rn Valdivia. Pe:ro todos, sin excepción aVguna tuvieron que con­fesar que SalaveiTy tenía t':tlento. Inclusive el bolivianófilo autor de " Re­voluciones de A;;equipa" después de pintar al Jefe Supremo con los mas sombríos colores, se vió obligado a confesar que desde su ingreso a las fi­las de San Martín "se conoció su valor, sus talentos". * «· *

Se le culpa de haber sido un · hombre enormemente malo. Mirados fríamente _11bs episodios que han servido para levantar el pedestal de calum­nias y epítetos contra Salaverry se llega a la condusión de que el Jefe Su­premo no era mas malo ni mas bueno que muchos hombres que cargaban galones en sus días. A vezado desde los años mozos a la guerra, desprovis­to del mas leve temor a la muerte1 que encaró en tantos campos de bata­lla dando siempre el pecho al pe]igro, no fué sino un ve:rdádero soldado. En el no podían caber humanitarismos que a la postre resultan derrotistas. Salaverry fué militar por los cuatro costados. Se ha hur~ado hasta los años de su infancia para pintarle como un muchacho perverso que se com­placía en martirizar a las bestias y los animales mas pequeños. *

*

* *

J . Basadre-lniciación de la República. Bilbao.-Op. cit. "El Yanacochá". Nov. 8. 1835.

* En el Antiguo Solio Virreynal-Jorge Schneider Labbé.

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Por curiosa coincidencia igual cargo se ha hecho al hombre mas gran­de que Chile tuvo en aquellos años: Diego Portales. Ha pasado a la his­toria el creador civil de la nacionalidad chilena con igual aureola. Ese hombre que guardó siempre memoria ingrata, pero injustificada de sus días de Lima en donde como comerciante fracasó por culpa de él mismo, ya que su genio d,ive1:tido ly hacía pensar mas en las "jaranas" del Cerca­do,. *. . eri las redondeces de l~s mulatas y en los ojos negros y soñadores de las limeñas, que en sus· negocios conforme revela su propia corresponden­cia, también tuvo su . ca.vario con que . vengaron .sus enemigos la ene:r.;gía éon que el omnipotente Ministro de Prieto castigó cuanto asomo de rebel-día se produj'O duraµte su gestión administrativa. .

Como flámula de deshonra se agita y ,se ha agitado siempre el cr,u.e· fusi'amiento de Va]e Riestra en el Callao, para quien quien leg, a Bilbao hallará que Salaverry, hombre de los tiempos, soldado que tenía en poco la vida prnpia y la agcna, entendía que en la gue:ira no cabían blanduras· eristianas y que m~s valía atenerse al doloroso axioma de "ojo por ojo, diente por diente", máxime cuando sabía que de h:3llarse él, como no tardó en encontrarse, en posición inversa correría ,;uerte semejante.

Testigo cercano de las agitaciones de 1833 y 1834, cuando Gamarra yeía acercarse el fin de su período presidencial y que motivaba con su am­]:¡ición y maquinacione~ -la maniobra de Luna Pizarro, haciendo elegir a Orbegoso; testigo de la audacia de Bermúdez y del desgobierno en que se sumía la república, se sintió llamado a salvarla y cuando estimó maduro al fruto, desde los Castillos del Callao, con un solo grito desposeyó a la dé-· bil Junta que en Lima representaba al pusilánime Presidente Provisorio, triste juguete en mano;; del ambicioso Santa Cruz·.

Conocía a Orbegosó y sabía qne era el hombre menos apropiado pa­ra aquellos día,; de ia vida peruana. Además por hallarse tan cefea a él, sabía de los plane.s que .alentaba. por temor a que Gamarra le quitara del solio :;¡up.remo. Ya h_abfa invitado a Santa Cruz a invadir el suelo del Pe­ro, dispuesto a sacrificar la Independencia de la república, a cambio de_ mantenerse en el sitial que los equivocados liberales le habían destinado. Quiso salvar a su Patria y se encaramó en la que él tituló Jefatura Supre­ma de la nación.

Su enemigo mas grande fué Santa Cruz. Salaverry sentía por el gene.ral boliviano la aversióh que le producía su condición de "extranjero"; . * * no podía olvidar que los galones y las pocas glorias que aquel podía

fücir las había ganado en suelo peruano y que a pesar de eTlo desde 1829 conspiraba por adueñarse del Perú, subyugarlo, sometiéndolo a la supre­macía boliviana cisionándolo en su parte sur.

· Santa Cruz representaba a ojos de Salave1ry un invasor. r>esgfaciadamente no era lo mismo para muchos peruanos. El can­

ta de sirena del Presidente de Bolivia había encantado a los pueblos veci­nos a fü frqntera y allí se pensaba ingenuamente en la necesidad de fede-rarse con aquel país. ·

Bolívar partió . en dos el Perú, fundado . en que fl,llende el Titicaca el riRcionalismo era difel'ente.. Tálvez.: no" quiso el . Libertador una nación Vigorosa a , li:ts·; puertas de su patria. 1\.1.\'ientras di\iidía a los peruanos; crea­ba lá. Gran Colombia que pudo haber sido una náción tren:iendamente po-

* Bilbao-Op. cit.

* * J. Basadre-Iniciación de Ja República.

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derosa. Santa Cruz deshacía su obra, pero no restablecía ~as cosa¡; a sU, orígen. Invertía las posiciones y trataba de someter al Perú a la tutela de Bolivia.

No procuró crear una naci6n fuerte que se enfrentara al peligro co­lombiano que un día exijiría tiérras que siempre fueron peruanas ni tuvo la visión de lo que vendría del su;. Si Bolívar creía que el límite del Perú debía ser el Apurimac * y le quitaba Guayaquil en el Norte, Santa Cruz

· creyó, que posiblemente la frontera de Bolivia debía ser Tnmbes. Santa Cruz resucitaba el ensueño cesáreo del Libertadoc. Revolu­

cionadas las colonias en pos de la democracia soñada por obra del° encielo pedismo francés, era poco propio llamarse Emperador: Y se disfrazó de Protector. Ideó in;;tituciones legislativas con fuerte sabor monárquico y creó condeco;aciones pomposas. Salaverry comprendía el alcance de los planes santacrucino's y les salió al encuentro; no por rivalidades suscita­das por mezqninas pasiones humanas, sino por un motivo mas grande y excelso: por la Patria.

Con.úderó la lucha con Santa Cruz como una guerra nacional; siem­pre estimó que defendía la integridad de su país, pero el destino negó a su brazo el premio que merecía.

En su comparación con el gobernante b.oliviano, diplomático sutü y tortuoso, que competía con Gamarra en e1lo, émulos dignos a quienes la vida juntó, acercó y separó desde las aulas cuzqueñas hasta JJegar a l.a culminación de sus carreras políticas, Salaverry, que a golpes de audacia y valor construye un ejército, resulta por encima de Slt rival.

No se empequeñece la personalidad peruana en su derrota de Soca­baya, verdadero Waterloo de los peru,anos, en donde una serie d~ desgra­cias como en la batalla librada en los llanos y barrancos de Quatre-Bras, se suman para arrebatar la v'ictoria de los brazos de Salaverry.

· En Socabaya como el 18 de Junio de 1815, lps vencidos tenían gana­da la batalla y algo inexplicable solo por el fatalismo invierte la suerte.

Salvados la enorme distancia y los escenarios en que ambos actuaron, Salaverry y Bonaparte tienen puntos de contacto en sus errores, en sus victorias y en sus derrotas, El futuro Napoleón con un golpe · de . audacia se adueña de 1f1 República cuando aun era un mozo. Salaverry antes de

• los treinta años luce también lbs ga~ones de general y se impone. Ambos hallkn su fin en una batalla extraña y desgraciada y ambos se pierden in­vocando la clemencia del enemigo.

Si Gran Bretaña tuvo pudor para no ajusticiar a Bonaparte caído, en cambio le puso en manos de Hudson Lowe y le mató lentamente.

Sallwerry se entrega a Santa Cruz por intermedio de Mil1er; cree que este garantiza su vida y al llegar a Arequipa comprende su error, pero ya era tarde. No iría a Santa Elena, sino al patíbulp de la Plaza de Armas.

Si el general corso cree someter al realismo francés ejecutahdo al du­que de Enghien en los fosos de Vincennes, Sakwerry quiere imponerse por el· terror fusilando en el Castillo del Calfüw a Valle Riestra. Terribles erro­res polítlcos que caro debían pagar ambos.

Santa Cruz pagaría pronto también su equivocada ambicion de sub­yugar al Perú en el cerro de Yungay y la expiaría en un larguísimo destie­n:o. La sangre de Salaverry fue el elemento que comenzó a socavar el cimiento de su obra federalista.

·X- Dyan Valdivia-Revoiucioi;ies de Arequipa. - - ' . - . ; ' .

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Salaverry amó como se debe amar a la patria: con exageración. Por su bien realizó muchas empresas locas y con el peso de su pres­

tigio quiso torcer el ritmo de la historia. Cayó vencido en la empresa. Su figura se alza al cabo de cien años orlada de una aureola román­

tica. Su vida eón toques romancescos te:rmina en tragedia griega. Quiso llevar la República por el camino derecho y tropezó con fos

recodos invencibles de la ruta, recodos c:reados por la defectuosa sociedad que . originó la absurda administración colonial.

Quiso encarrilar la vida ciudadana por el orden y la organización, pero estaba demasiado solo y tenía que estrellarse con la inexperiencia de los flamantes ciudadanos, que inesperadamente se encontraron con uri pre­sente griego en las manos: la ~ibertad. . Por un lado la civil~dad ignara, llena de maquinaciones y sutilidades bizantinas, que quería crear la república ideal del enciclopedismo que pro­dujo un 14 de julio, carente de la experiencia y dirigida por. un grupo de 1 iberales teorizantes, y por otro el militarismo agudo, genuina herencia Cle la revolución libertadora, eran dos fuerzas que se aliaban sin quererlo y sin saberlo, para entorpecer la ruta de Salaverry.

En menos de un año de gobierno, con escasa residencia en la capi­tal, eternamente a caballo en pos de los que se pronunciaban en contra del régimen, Salaverry nada pudo hacer administ·rativamente. Sin embar­go reveló intenciones excelente;,,. Trató de constituir un gobierno con to­dos los mejores elementos disponilbes al formar un Consejo de Estado. Ofreció a Nieto a ponerse a sus órdenes, después de haberle vencido, por-

- que comprendía el valor del Mariscal, verdadero Centauro, en quien hay - reminiscencias de Ney y de Murat. Purgo Lima y sus alrededores de los

más famosos montoneros. Pero la mano fatal del destino le impelía al banquillo. Su personalidad suscita hoy simpatías, vista al trasluz ele un siglo;

sus errores se discuten con serenidad. · Y como buenos patriotas debemos recordar siempre que el Jefe Supremo solo tuvo por meta un desusado amor a su patria.

Y en nombre de él debemos sentir orgullu por los valores que orla­ron su figura y en nombre de él, debemos también perdonar sus errores.

Fué Salaverry, para desgracia del Perú, otra esperanza que no cris_. talizó. Quedó frustrada en el cadalso injusto que el miedo del Protector levantó en Arequipa.

LUIS LEÓN P.

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Cartas Históricas (INEDITAS)

(Período Silla verrino)

Sr. Gral. D. Agustín Gamarra.

Lima 12 agtº. 1835.

Mi muy querido amigo :

· Con inesplicable satisfacción he leido la apreciable de V., del mismo modo que el tratado y demás piezas oficiales. El paso que ha dado U., lo llena de gloria y 11e da un derecho indisputable a la inmo;:tal'idad, y au­menta el orgullo de sus amigos y en jeneral de los peruanos. En medio de los conflictos · a la patria envilecida, humillada, vendida por hijos des­naturalizados, traidores sin pudm·, e invadida por estranjeros osadcs am­biciosos e insolentes, era muy digno del General Gamarra, del viejo cam­peón de fa independencia, resolver el problema de la existencia de nuestra patria querida; sobreponerse a todo inte;:es, a toda mira pe.,·sonal) y dar al mundo la prueba más clásica de jenerosidad y desprendimiento. Gó­·cese U. púes en su obra, y venga cuanto ántes á lüS brazos de sus amigos.

El J eneral Salaverry no quiere ni aun oir habfür a que se separe V. del pais: y en prueba de ellq, ha nombrado a U. Presidente del Consejo de Gobierno, cuyo cargo desempeñará provisioramte el Gral. Salas hasta la Uegada de U. Hará U. todo lo que quiera, será todo Jo que quiera pe­ro no nos dejará. Venga U. pues a presidir el Consejo, que acaso no le disgustará. tener por Ministros a Gralt Salas, a Camporedondo y a su ser-

. vidm. ¿Desdeñará U. lp, compañía nuestra? Aquí solo encontrará U. amistad, confianza y buena fé: el Gral. Sa­

laverry está enteramente poseído de estos sentimtos, respecto de la per­'sona de U., y no omitirá prueba alguna para acreditárselo.

Ya somos enteramente fuertes, y no se reirán del PeTÚ los invasorns ni los traidores q' les han abieTto las puertas para que profanen este sue-1() sagrado. El Gral. Salaverry debe salir muy prnnto, aunque no po­·drá hacerlo · hoy mismo como quisiera, porque le falta algo que hacer para emprender la marcha con todas las probabilidades de un exito feliz.

Van, ratificados, los tratados - Va el decreto sobre la Presidencia, y el diploma de restaurador que corresponde a U. de derncho.

Sale ahora mismo el esp:ceso y no hay tiempo pa. mas.- Memorias muy finas de Rio, y demás· amigos.

Mi papa saluda a U., y yo le repito que soi su apasionado amo y servr. M. FERREYR.OS.

(Con rúbrica)

Biblioteca Nacional.- Archivo Paz Soldán. Temo IX Afio 1834-1835. S-13

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Exmo. Sr. D. Andres Santa Cruz.

Lampa, Mayo 28 de 834.

Mi estimado amigo.- Es dificil esplicar el caos de desorden en qe. estaban estos pueb~os, y las intrigas y maniobras que se ponian en plfotn- "' ta pr. ridiculas aspiraciones.- Felizmente está cambiando todo con la mas admirable rapidez.- Las fuerzas se han puesto a mis ordenes, y cuando ayer solb inspiraban temores y sobresaltos, hoy hacen 1\3. esperanza de los pueblos y el apoyo de la federación.- Es preciso hablar pr. saber de la conducta del J efe de las fuerzas, cuya opinion podria gltsarse con intei·­pretacíoúes distintas de las qe. marca.- Invadido pr. todas partes de jo-venes atolondrados, se aisló en este Puebl9 y se pronunció pr. Sal(1.veny no encontrando otro apoyo pa. la conservación del orden, perdidas lj:is es­peranzas de mi detención en Oruro.- Me ha puesto en su lugar: un Jefe acosado interiormente y con enemigos en Arequipa y en el Norte, ¿donde buscaba un consuelo?.- En una carta no pueden describirse mil circuns­tancias asarosas que ha tenido Lopera.- Ayer acrisoló su buena fe en­tregandome el Exercito mui entusiasmado y contento, y eí creo me acom-pañará de buena fe hta. el sepulcro.

En este estado las cosas . de la federación ya no tiene obstáculj)s, y cuando recibas esta carta, los Departamentos del Cuzco y Puno, estarán pronunciados en uniformidad con todas sus fuerzas.- Hoy mismo se ha­bría hecho el pronunciamiento, pero !la columna de Larenas !a~ga hoy al Cuzco y deve continuar su marcha hta. este puerto pa. unirlá a 1(1 fede­ración: asegurada esta fuerza que no baja de mil hombres, se hará el pro­nunciamiento en forma y simultaneamente.- Mas como Salaverry ha dispersado a Nieto, y esta desenbarazado de atenciortes en el Norte, creo de necesidad volarte este estraordinario pa. qe. me mandes mil fusiles, y cuarenta quintales de pólvora, y si me mandas algunas municiones hechas seria mejor.- El Gral. Braun me dijo qe. tenia cien mil cartuchos y es ur­gentísimo qe. me hagas volar treinta o cuarenta ·mil.- Tambien necesito de seis a ocho mil piedras de chispa.- Vuélame todo esto, sin la mas peque­ña desconfianza, ni de parte de los pueblos ni del Exército.- Mi arma­mento es horrible y tal vez tendré qe. marcharme con toda la fuersa lue­go, luego, sobre el Apurimac.- A otra cosa.

Leí todas las comunicaciones que llevava Bedoya pa. Arequipa; hoy ha salido de aquí Basagoitia con igual comision, y no he desdeñado escri­bir al mismo Orbegoso- Aquí corre qe. marcharán les Arequipeños en contradicción de Cuzco y Puno; es decir si estos son federales, les Arequi­peños serán Salave:Lristas; y si estos son Sala verristas los Arequipeños se­rán federales.- No te olvides jamas qe. en Arequipa hay muchos Jefes y oficiales qe . pertenecen al Norte y la intriga ardia activamente.- Cerno quedamos pues, marcharé sin cuidado ninguno al Norte del Cuzco pr. qe. tu obraras como el rayo sobre Arequipa y estorbaras cualquiera invacion sobre Puno, pues allí quedará Urbina de Prefecto, ,;in mas fuerzas qe. tu apoyo.- A este honrado biej'o le he prevenido qe. abra inmediatamente comunicacior.es contigo y te de tantas noticias y abisos cuantos sean ne­cesarios.- Hablale con franquesa pues esta en el fondo de las cosas.

Mi segunda comunicación tal ves la recihins ya del Cuzco pero qe. , vuelen los fusiles pd. c;;i,mbiar él armamento de Pichincha, qe. no haya recibido fusiles..

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Te dirijo también una comunicacion oficial aunque rescrb'ada pª. que empiese a serbir de vase a nuestras intelijencias publicas y oficiales.­A nuestros amigos Braun y .l\1ora no hago mas que saludarles: te encargo que les digas de mi parte cuanto podria decir a esos buenos amigo~ .- Te recomiendo a mi compadre y protector Valensuela y te ofrese su corazón t u berdadero amigo servr.- GAMARRA.

La Paz 5 de Julio de 1835.

Sr. D. Agustin Gamarra.

Mi apreciado amigo:

La de V. de 26 del pasado contiene buenas noticias, por las que lo :felicito sinceramente. Veo en efecto que Arequipa es un estorbo, pero estoy muy convencido que este estorbo se removera mediante las provi­dencias que tome el Presidente, y de resultas de su entrevista con Orbe­goso.

Detesto mas que nadie los chismes, y no creo que merezca este nom­bre el aviso que dí a V. soh,:e la· carta que se atribuia a Salcedo. Fué un anuncio que creí necesario comunicarle precisamente parn evitar chismes. Por la misma razon y con las mism.as intenciones, digo a V. abcra que los chismes nacen cuando se da lugar a ell\Js, y yo creo que el silencio que se observa en las actas del Cuzco, y en todos los papeles sobre Bol,ivia, abre las puerta a comentarios malignos · de que sabrán sacar gran partido los enemigos de V.

y;a escriben de ahí que lo m enos en que se piensa es en separacion del Sur y en· federacion con esta R epública : que V. no quiere que el Pre­sidente pase el Desaguadero; que se han echado brindis algo alarmantes sobre la bandera bicolor, todo lo cual mirn yo como fabuloso, pero creo sin embargo que todo hubiera podido evitarse procediendo con franqueza y de acuerdo con los compromisos de V. en esta. Acuérdese V. mi queri­do jeneral, de mi antiguo tema.- franqueza y buena fe.- Fué m i le­ma y l'o será siempre. La base de todo, el origen de todo ha sido la amis­tad de V. con Bolivia: debe pues seguirse esta finea sin desviarse un punto de ella. V. mismo convino conmigo en que estaba en sus intereses unir­se con Bolivia, y proceder con el Presidente con ~a mayor sinceridad .. Creo que persiste V. en los mismos principios: pero las acciones públicas son las que deben acreditarlo. Si en la justa indignación que anima a V . con­tra Orbegoso, ha cabido lp. idea de que este gobierno quiere favorecerlo, yo no tengo tantos ú1otivos como V. para detestarlo, le aseguro que no exis­ten semejantes intenciones , y que se le origina perentoriamente su dimi­.sion en manos de fa. primera asamblea que se reuna. Bolivia se ha com­prometido a dar su apoyo a füs votos de los pueblos. Los del Sur quieren separarse del Norte, y quieren a V. por su J efe : Bolivia sostendra ambcs pronunciamientos : pero V. también tiene empeños sagrados, y es forzoso {{Ue haya reciprocidad.

V. me atribuira aljguna prevención Boliviana, como no falta aqul. quien me atribuya: prevenciones en favor de V . Lo cierto es que mi pre­vencion es en favor de lo que creo justo y racional; he visto los primerns

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ru<limeritos de todcs ~os sucesos actuales; por mi vista han pasado las pri­meras inquietudes y sospechas: he hecho cuantos esfuerzos cabian en mí para disiparlas. A V. escribía saliendo garante de la buena fe de Bolivia. Al Presidente decia lo mismo de V. Mi convencimiento íntimo, como lo dije a V. la víspera de nuestra separación era, es y sera que, este gran negocio del Sur no puede tener buen ésito sin aquel requisito y que la fac­cion enemiga de V. y del Perú, los liberales de la escuela de Lima, estan seguros del tfiunfo desde el dia en que V. separe sus intereses de los de Bolivia.

Ruego a V. pues encarecidamente, mi amado jeneral, que extirpe de raíz el jermen de todos los chismes, presentandose en la· arena magni­fica que le abre la suerte, con aquella nobleza de alma, con aquella firme­za de p:incipios que caracterizaron una política grande y jenerosa. La suspicacia es el atributo de los débiles, y el_camino infaliblf a la perdición. ¿Que puede V. recelar de estos hombres? Dígamelo V. con franqueza y yo lo desengañaré. De;:;pués de haber consagrado a V. todo mi celo, después de haber ::;ido víctima de mi adhesión, convencido cerno debe V. estarlo de mi intimidad con este gobierno ¿me cree V. capaz de al1t1cinarme sobre intenciones sec<etas y planes ocultos? ¿O me hace V. la inju;,ticia de atri­buüme a]guna participación en pro};ectos que no estuvieron acordes con mis palabras? · '

Basta de sermon. Si V. se ofende por la claridad dé mi estilo, si lo agravian mis consejos, paciencia. V. me ha abierto la puerta, V. me ha exijido estos mismos oficios, y yo no cumpliria con mi deber si lo engañase.

De todos modo.;, escríbame V. aunque sea de mal humor, seguro de que en todas circunstancias es y sera su fiel amigo.

José JOAQUÍN DE MoRA

Biblioteca Naciona.- Archivo Paz Soldán.- Tomo IX-Años 1834-1835.

Ayacucho, 19 de Agosto de 1835.

Sr. Coronel:

A los pocos días de haber llegado a esta ciudad, vino· de Lima el Sr_ D. And~·és Martinez con una autorización del Supremo Gobierno igual a la niia, para transijii- l; s diferencias que existian con el I.S. Gran Maris­cal D. Agustill Gamarra. V.S. conocerá que este distinguido funcionario

·me ha :\eemplazado con ventaja pública en tp que me resta hacer para Ia ·ejecución del ccmvenio celébrado en 27 del pasado; porque además de ex­cederme en luces no me es inferior ni en patriotismo, ni en buena fé ni en sentimtos. de consideración y respeto hacia el I. S. Gran Mariscal.

Esta circunstancia me pone en capacidad- de emprender mi viaje a .Lima, como en efecto lo emprendo mañana, a restablecer mi salud bastan­te aquejada desde que me hallo del lado de acá de la cordillera . .

· Si de esta determinación pudiese resultar el menor obstáculo, que siquiera entorpeciese el restabl'ecmto de la paz, aseguro a V.$. que- jamás

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me atreveria a tomarla. Pero V. S. conocerá que despues de la llegada del Sr. Martinez; no solo es innecesaria mi presencia en este punto, (;ino que conviene tambien el que yo pueda anticipar a V. E . noticias execibas sobre la dificil situacion política de estos departamentos y sobre los medios mas adecuados de cimentar la concordia y hacerla duradera.

Inutil es añadir a V. S. que el Sr. Martinez queda con las instruc­ciones suficientes tanto sobre los puntos oficiales, cuanto sobre los que acordé verbalmente ccn V. S. y con el I. S. Gran Mariscal, para conseguir del mejor modo posible la ejecucion del convenio.

Sírvase V.S. pues, entenderse en adelante con el indicado S:c. Mar­tinez y admitir las protestas de aprecio y consideracion que me repito de V. S. atº.

Obediente Servidor

F. PARDO.

(Con rúbrica)

Sr. Corl. D. Jn. José Salcedo comisionado por el I. S. Gran. Marl. Gama­rra pa. la celebracion de un convenio con S. E. el Jefe Supremo de

la Republa.

Biblioteca Nacional.- Archivo Paz Soldan.- Tomo IX.-Años 1834-1835.

Señor Gran Mariscal Dn. Agustín Gamarra.

Tio Querido:

· Al cabo del largo tiempo. que hemos vivido en la imposibilidad de escribirncs, aprovecho · con gusto lj1 ocasion que me presenta nuestro Mar­tinez para hacerlo, y decir a Vd . a)go en contestación de la que me dirijió desde esa. Los términcs en que Esta concebida manifiestan el falso as­pecto en que la distancia le habia he:ho a Vd. mirar el estado de la Capi­tal. 1\ ~1rtinez mejor que nadie pt:ede disipar la niebla engañosa que le ha impedido a Vd. ver las ccs2s cual son en realidad.

Mas a pesar de esta confianza, no me creo líbre del deber que me im- · pone mi antigua amistad dé contribuir por mi parte a lograr este objeto. Voy a hablar a Vd. de hechcs, y Vd. sabe muy bien que soy incapaz de adulterarlos.

No es posible que por mas que haga Vd. logre formarse una idea exac­ta del estado de desn:oralizacicn a que habian llegado el· Ejercito, y los Pueblips, mientras se hallaba Vd. en Bolivia. Como el Gobierno conocía que carecía de títulos para adquirir respetabilidad en el Ejército, conti­nuaba · estudiosamente el viejo sistema de ese partido de anularlo com­pletamente por cuantos medios estaban· a su alcance. No contento con situar constantemente por hambre a la clase miliitar, con envilecerla pro­digando escandalosamente los grados a personas lfl,s mas despreciables, que eran absolutamente desconocidas en las filas, protejia abiertamente o al menos autorizaba con la impunidad la desercion, y daba pábulo a las

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contiendas entre los subalternos y sus J efes. Asi es que el último oficial, me he dicho, cualquier triste Sargento estaba rn aptitud de sublebar un Cuerpo y de hacerle declararse por el candidato que le acomodase, o lo que es mas sorprendente por ninguno. Si recuerda Vd. la conspiración de las Fortalezas a principios del año, acaudillada por Becerra, le convencerá de que no hay es'tjeracion en la triste pintura · que le hago.

La :;ituóción de ios Puebl9s era aun mas desesperada. Se hablaba pub)icamente con el último descarn en las reuniones nocturnas de popula­cho, desenfrenado, capitaneado por Zumaeta, Muerto-fiio, y otros de la calaña encargados de caldearlo y discipl,inarlo para el desorden; y no habia dia que-no se temiese que estallase una pueblada sangrienta que ir:molase a cuantos habían merecido el encono de los señores libernles, entre les que se hará V. cargo que no hacian el último papel sus amigos. El Teatro de los conciliábulos ern publicamente conocido; mas el Gobierno sin pudor, lejos de tomar medida ninguna para cortar males tan hor:cibles, no con­tento con autorizarlo con su silencio, descaradamente llevó la desverguen­za al grado de declararse patrnno de estas maldades asegurando al Conse­jo de Estado que las puebladas eran el ultimo recurso de su política.

Tal era el estado de desorganización en que nos hallabamos, cuando el General Salaverry hizo su movimiento. Este J efe tiene demasiado ta­lento para que se le escóndiese la parte sana de la población,. es decir todos los que no habían sido actores en esas escenas de maldad, clamaban por que en lugar de esas palabras vacías de leyes y libertad, a cuyo nombre se les había abrumado de calamidades sin término, se les diesen los bienes positivos c1e quietud y seguridad individual, primer objeto de todas las sociedades, y blanco de las aspiraciones de todas las clases. Para lograr este santo fin, no habia mas camino que imponer respeto a los conspira­dores, y este no podia ser obra de algunos ejemplares notables, que les hi­ziese conocer que la época de la impunidad había cesado. Este ha sido el orijen de esos tres o cuatro escarmientos indispensables a que están re­ducidos todas esas horcas, rollos y fusilamientos que han pintado a V d. con colores tan negros. A ellos unicamente se debe que haya renacido el orden de los pueblos; y que el ejércjto se encuentre en un pie de fuerza respetable, en un estado de discipfina brillante, y con una moralidad cual nunca se ha conocido entre nosotros.

Los cooperadores para llevar a cabo su obra no puede V d. ignorar que los eligió el Jeneral Salaverry casi exclusivamente entre los amigos de Vd., y en honor de la verdad debo decir a Vd. que de los primeros asun~ tos que ocuparon su atención con ardor fué mejorar lfa situación de V d. y reparar en cuanto estuviera a su alcanze las injurias y males que habían hecho llover sobre V d . sus encarnizados enemigos.

Nadie mejor que Vd. sabe que nuestros trastornos y convulsiones han sido debidos en gran parte a las arteras maniobras con que está empe­ñado hace tiempo en desorganizamos el incidioso General J efe de Bolivia para tener o'Casion de lanzarse sobre nosotros y hacemos la presa. Persua­dido de que ese momento tan anunciado, y tan inicuamente preparado há llegado, se nos ha metido dándose los aires de protector a consumar nues­tra ruina. Pero se engaña miserablemente, por que lejos de hallarnos en el aniquilamiento que supone, se encuentra con un ejército brillante que rebosa de entusiásmo, mandado por un Jefe de jenio a quien le sobran la voluntad, lia capacidad, y lbs medios de escarmentar su osadia de haber pisado nuestro territorio.

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Pocos alcances se necesitan para comprender la inmensa importan­cia de la lucha en que nos hallamos comprometidos. El triunfo sobre los bolivianos nos dará · espetabilidad este:ior, y será La sólida base en que descansará nuestra futura paz inteiior, sin la cual es imposible !legarnos a sistemar de un modo duradero, y capaz de restituir al pais ta prosperidad que merece. :;\fas si por una casualidad inesperada llegase el caso de que fuesemos vencidos, el Perú dejó de existir; es necesario borrarllo de la lis­ta de las Naciones, y sus hijos no podremos alzar la frente en presencia de nadie; deberemos esconder en el polvo la ignomirna de nuestra vergon­zosa humJlación ¡Vencidos, ajados por los bolivianos, ºpor el últi¡no pue­blo de América, por soldados que jamás han visto el campo de batalla, man­dados por un J efe sin prestijio, de talentos sin valor. ¡¡¡No se puede so­portar ni la idea de tamaña degradacion !

Cuando se trata pues de existir o no existir, todo ciudadano se encuen­tra en la obligación de volar a prestar sus servicios, so pena de hacerse reo de un crimen imperdonable. La posición de Vd. es aun mas comprometi­da. Los talentos . militares de Vd. su esperiencia, las fuerzas que tiene a sus ordenes, le franquean elementes que a ningun otro para prestar una cooperacion eficaz al Genernl Salaverry en la empresa santa de salvar el honor Nacional, de coronar el pabellon bicolor de glpria inmarcesible, y de castigar de una manera ejemplar a esos miserabJ!es aventureros por la desvergüenza de haber profanado la tierra sagrada de les hijos del Sol;

- si fuese posible de que motivos que no akanzo le mantuviesen frío especta­dor de la contienda a que se ván á lanzar todes sus amigos, si los abando­nase Vd., si le cediese al Jeneral Salaverry solo la gloria de salvar a esta patria, por l¡:¡. que ha hecho tantos sacrificios: por mas que procuren aluci­narlo a Vd. amigos pérfidos, creame Vd. querido Tío, echaría Vd. el borrón mas negro sob:ce su carrera, el sel1p de la infamia se estamparía sobre la frent e, y roedores remordimientos lo destrozarían hasta el sepulcro. _ Mas yo que conozco el antiguo ardiente nacionalismo de Vd. sé que

esta es una hipótesis imposible a menes que no haya Vd. cambiado de na­turaleza . Estoy cierto que despreciando pequeñeces míserablEs a les ojos del patriotismo se vá Vd. a unir a nosotres de todo corazón, para que jun­tos recojamos los l(g,urel}3s con sue nos brinda la insensatez de Santa Cruz, y se empeñará en contribuir a lia grande obra de consiliar un orden d,. cesas estable, capaz de dar dicha a nuestra de:;graciada pat ria , y dejar bien pues­to el nombre pe:ruano. Mientras llega l/a contestación de Ud. que me ase­gure, como lo espero, de haber sido esta la resolución tomada por V d. que­da como siempre Ileno del ·mas sincero af~cto a su persona.

Su amante sobrino e invariable amigo y sobrino

J. J. DE SALAS.

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Lima, Agosto 13 de 1835.

Sr. Gran Mariscal D. Agustin Gamarra.

Queridísimo Tio.

No se que decir á V. de lo mucho en que hierve mi imajinaciori infla­mada pr. la importancia del paso que acaba V. de dar en favor de la tra·n­quilidad de la patria. La ha salvado V. de la anarquía del club y del és­tranjero, á costa de uno de los mayores esfuerzcs que jamas ha hechó la virtud sobre el amor prnpio. Nada puede haber mas noble, mas ·heroico, mas patriótico. Envanéscase V. como nos envanecemos todos sus ami­gos, de la respuesta victoriosa que ha dado V. a las negras ('alumnias con

·que sus infames enemigos han querido mancillar su nomb~·e. Mientrns elfos venden inicuamente el pais al estranjero, V. lo ha librado asegurán­dole. nuevos laureles, y esto lo hace a costa de un sacrificio, de que dífícil­mente hubiera sido capaz otro hombre. No se si los contempo:caneos "ha­ran justicia al merito inmenso de la grande accion qB.e acaba V. de ejecu­tar, pero no me cabe duda, que ella le asegura a V. un puesto en la histo­ria que pbcos rivalizaran.

. El Jenernl Salaverry como dotado de tan feliz talento ha abrasado toda la estension del servicio que le ha hecho V. á él y al país; y arde en

r gratitud y admiración, de que dii.rá a V. cuantas pruebas se puedan apete-cer.

~a no hay mas que pensar que en mandar a su casa a esos picaros Bolivianos, castigados de habernos faltado al :cespeto; y por acá dejar al club enteramente fuera de combate pa. consagrarµos a trabajar en la con­valesencia del pais, que esta . casi ecsanime.

Su sobrino y su amigo

j. ]. DE SALAS.

Biblioteca Naciona.~ Archivo de Paz Soldán.- Tomo IX.- Años 1834-1835.

Sr. JL Dn. Agustín Gamarra .

. Bella-Vista Agtº. 12 de 1835.

Mi Padrino y amº.:

Su carta del 25 de Julio; qtte muy luego verá en luz publica, es la vic~ toria mas comp~eta que V. podía haber reportado sobre sus eternos, incan­sables enemigos: es tambien una victoria mas, una victoria Nacional.

No me haga V. la in]usticia -de creer que he dudado de sus sentimien­tos un solo momento. El Crol. Bujanda es un testigo de mis opiniones relativamente a V., y de la sinceridad con que estaba dispuesto en su favor: el Coi-1. Bujanda me há oido y me há visto desde que subí al mando . .

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Yo debo aemorarne -oaa;ia aqui quince dias p ª. recibir 2000 fusiles que estan pr. llegar de Cb:-e. des inados a los cps. de reserva; ordeno to­do lo conveniente a llil2. :;:narcha que haré rapida y comoda; completan la organización de la fue_za que marcha, y de la que queda; .enviar algunos recursos indispensab_e:;, y poner en accion ntra. presen'.tia y animar la es­cuadra. Soy solo. absolutamente solo, y tengo que estar a un tiempo en todas partes.

Luego que me desembarace de_ lo principa~ y mas urgente me ire a reunir a V. y á comptetar el gozo que me ha invadido con su heroica accion, ¡Jl. Gamarra. . será en lÓs restos de su vida, el objeto de mi respeto, y de mi cariño. Y o protejere sus ulthnos dias, cuidaré de . e~los, y respetaré al fundador de la victoria . ·

Repruebo la determinación de V. de separarse del ejército, y mucho mas ~ de espatriarse. V. se conservará a mi lado, y será mi Mentor, o vendra con mas conocimiento a presidir el Consejo de Grra. pero alla , ó acá sera V. inseparab~~ de mi, porque asi conviene al Perú y a los dos:

V. debe abandonar el Cusco, antes due .exponér la suerte del Perú en un combate desigual, pero debe V. retirarse con el Cusco entero. Re­mitiendo a . todas l<ls provs. Jefes y oficiales fieles y activos pa. que las le­vanten en masa; retirando cuantos recursos pueda aprovechar al enemigo; exitando y exigiendo la emigraciÓ!n, especialmte. del ·alto y bajo clero, y esparandome con su ejército intacto a la orilla izquierda del i\.purimac, la retirada nos dará infaliblemte. el triunfo. La infantería de V. debe ser buena, mas no su caballÚía; mientras el enemigo hara toda su esperanza de superioridad en esta arma : pero después de reunirnos, verá V. quien tiene mejor canallería y si los Bolivianos pueden presentarnos la que trai­gan.

Dentro de ocho o diez dias llamarán la atenciOn de Sta'. Cruz una partida volante que estan encargando pa. internarse en todas las provin­cias litorales de Arequipa; mandadas pr. valientes Jefes, y oficiales que cumpl~rán fielmte. las ·ordenes que han llevado. Esto ó contendra a Sta. Cruz en ciertos límites, o le obligará a emplear mil hombres lejos de voso­tros, y aun asi nada conseguirá sino extender extraórdinaramte. su línea de operaciones, y ver,;e forzado a empesar a combatir los pueblos.

Si V. pudiese proporcionarme entre Cusco y Puno seis piezas de Mon­taña, me ahorraría el• trabajo de llevarlas. Así mismo seria utilísimo que me tuviese V. en cualr. parte 2,500 o 3000 vestuarios de bayetin.- El ejér­cito está vestido de paño fino , pr. falta de cualquier otra te)ft de abrigo.

Cierro ya esta larga carta, protestando a V. que nadie, sea cual hu­biera :oido su conducta anterior, tiene que temer de su ahijado y amiº.

SALAVERRY.

Biblioteca Nacional.- Archivo Paz Soldán.- Tm.IX.- Año 1834-1835.

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Sr·. JL Dn. Agustin Gamarra.

Bellavjsta Sete. 24 de 1835.

Mi querido padiino y amº.

Acabo de recibir su apreciable del 14 con las noticias y documentos que contiene.

El ejército está ahora mismo en marcha pa. lea, adonde irá a reunir­se con preferencia á cualr. otro pr. las razones que V. encontrará a prime­za vista. Pero deben sostenerse sobi:e Jauja pequeñas fuerzas que demo­ren algo al enemigo, y retiren los recursos de que necesita, luego que estén forzados a replegarse: fuerz<is que también obren sob..-e el, en un caso da­do desde lea. Esta comision no me há parecido decoroso encargarla a V. y p.t. eso no le .han dado las ords. que V. me pidió: mas si V. quiere per­manecer sobre el valle, las correrías que se practicasen por alla, y dedicar­se a aumentar las fuerzas y á hostilizar a los enemigos, puede usar de la comunicacion que a precaucion le incluyo.

A mi me parece mas acertado qu~ se venga V. a .Lima, pª. favorecer ·desde allí a las nece.:;idades del ejército, a \ias necesidades que ni conocen otros que ~(:>s que vestimos el traje militar. Desde Lima se puede hacer mucho, muchísimo: yo he formado un ejército en dos meses.

No marchara sobre Ayacucho sino Moran y 100 hombres; to sé con toda evidenci:t. Santa Cruz se ha preparado a recibirme en el Sur, adonde me espera con seguridad; porque ·yo le he hecho entender que voy volando, y cada día tomo nuevas medidas que se lo persuadan. Le he ocupado las provincias: Tarapacá, Tacna, Moquegua y Camaná con pequeñas parti-

. das de tropa selecta que la sostendrán cuanto qui:;ieran, lo entorpeceran -todo, le haran emplear una fuerte divon. y sin objeto; y ni habrá calma, ni direccion ni comunicacion momentanea.- Quiroga dice estar regresan­do de Cobija, en donde dice haber dado un horrendo golpe. De este mo­

-do, y con tan gran aparato, ha desplegado oportunamente con superiori-dad cabal, que es incuestionable, y lo será aunque la grra. dure diez años. Hoy mismo sale Arrisueño pa. el Valle de Tambo con una columna precio-

-sísima , capás de bati,r 500 hombres; y desde lea, yo atacaré aquel incen­dio con cuanto hombre consiga que pueda ser util .pr. allá.- Las tropas de . las crusadas anteriores no se comparan en calidad a las que conquistó la America; con sus oficiales y jefes. · ·

A fines de Octubre estarán sobre Ica 6000. hombres b::-illantes bajo de todo¡¡¡ aspectos; y' antes, yo atacaré en persona a la fuerza de Ayacucho, si ellos no contestan en todo el ejército que se llama mando.

Mas para eso faltan cuerpos y Cabero puede apreciar debidamente mis trabajos de dos meses. ¡700 hombres era el ejército que tenia cuando me llegaron las 11oticias de lios contrastes en el St12!

Repito a V. que si lo tiene a bien se demore en Jauja, y organice, y disponga cuanto fuese posible, y util. Y si cree mas conveniente. venir­se, deje esas fuerzas al Corl. P01,T;j,,¡, pª. que sobre la base que tiene las complete y aumente. En tal caso deben ayudarle todos los j.efes y oficiales, bueoos que V. traiga, a ecepcion de lás corporaciones que deberan mar­char sobre Cañete pª. reunírseme.

Acaso convendria tambien -diseminar una fuerza en partidas volan­tes sobre las diversas provs. del Cusco pª. que escaramuseasen y dicerta-

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sen mientras yó les de el golpe que debe darseles. Esto seria mas util por­que cesaria el reclutamiento ·que nunca debe aceptarse sobre el teatro de la guerra; y los hombres se prestarian gustosos a ser guerrilleros.

V. arregle esto en fin, como lo crea mas convte. y comuniquese fran­camente, pr. Cañete, con su afmº. amº.

SALAVERRY.

Me permito saludar por conducto de V. al Sr. Salcedo, Jl. Elespuru. Corl. Vivanco y a todos los Jefes y oficiales que arrastrando tantas fati-gas, permanecen fieles a ·la causa Nacional. -

He mandado honrar la memqria del malogrado La Torre y le he da­do su nombre a un batallón, que sabrá vengarlo, porque es bueno y pr. que tiene a Montoya y a Cabero.

Despues de escrita esta carta, meditando sobre los objetos de la mar­cha de Arisueño, he decidido dirijirlo por ahora a Nasca en donde hara un arrivo mucho mas conveniente.; mientras sabemos si la tropa que 'está en Ayacucho es una compñá.. o es toda la destinada a ocupar un deptº.

Biblioteca Nacional.- Archivo Paz Solg,án.- Tomo IX.-;_ Años 18;34-1835.

Sr. Jl. Dn. Agustin Gamarra:

Pisco Octubre 7 de 1835.

Mi padrino y amigo :

En este momento me han entregado su apreciable carta de MatU:ca­na, fha. 1 ° y- me han dado con erla un sentimtº. grande; porque contaba con haber halfado a V. en Cañete o por aqui.

V. dice haberse puesto ya a la cabeza del gobierno, y, si no lo ha he­cho, le mando y le ecijo que lo haga en el instante. S'olo V. que conoce nuestra verdadera po.;icion, y cuanto influirá para hacer)ja peor léj, falta de medios pª. tener pagado el ejercito; podra tirarse a matar pª. propor­cionar los recursos.

No creo que haya bajado sobre Iscuchaca, ni sobre Ayacucho todo el ejército de Sfa. Cruz (como dice Porras) pero sin una pauta considera­ble Stª. Cruz se lleva al fin el chasco que me propuse darle pª. ganar tiem­po, y nos espera de un momtº. a otro pr. Arica, y sino ¿que se hara hasta ahora? ¿porque no marcha con 111 rapidez que le prometia fa victoria? ¿porque da tiempo para que le puedan resistir? Repito a V. que le hemos hecho la primera burla, y espero en Dios que no sera la ultima, ni la mas pesada. . ·

Luego que supe la ocupacion de Ayacucho pr. Moran volé a lea re- -suelto a no permitir que el Colombiano infame volviese a reunirse a Stª. Cruz, echando pr. delante a Nasca al Corl. Arrisueño que a su tiempo de­bia volver sobre Andahaylas; pero ¡los puertos! ¡el mar! no hay remedio; tendré que forzar no solo a los hombres, sino tambieri a los elementos pª.

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que sirvan en esta vez a la causa del Perú. Estoy viendo lleno de despe­cho que se nos escapará Morán de entre las manos, y no pr. falta de pre­vencion ni de actividades.

He extrañado que V. me reserve la opinion sobre el movtº. que he hecho; deseaba saberla, por que él há tenido cien mil opositores y no mas defensores que el que lo dispuso, bastante será p ª . no cedér sino al conven­cimiento. Creo demás indicar a V. todo lo que desde aqui puede hacerse sobre los enemigos, porque justamte. supongo que V. se lo há representa­do ya.

A viseme V. volando que odns. le há dejado á Porras para que me sirvan de base de las operaciones que voy a encargarl_e; y p ª. saber con que fuersas puedo contar all,í y cual es la situacion de el)fis.

Dígame V. que es de Lopera, de Zubiaga y de Frisancho. Encargo a V. mucho, mi querido padrino, que se dedique en Lima

a extinguir los partidos, que no es dificil, y en lo que yo he adelantado mu­cho. Nuestros peruanos son en jeneral mui muchachos, y nada mas. Tie­nen un Ejercito enemigo en el corason del Perú, y estan ocupados de aspi­raciones, y de deseos, y contiendas ridículas.

Escríbame V. a menudo; y no me deje ignorar nada de cuanto com­venga saber a su muy afecto amiº. y ahijado.

SALAVERRY.

Biblioteca Nacional.- Archivo Paz Soldán.- Tomo IX.-Años 1834-1835.

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Fichas Bibliográficas •

Diario de Lima, de Antonio José Suardo.- 1629-1624.- Publicado con Introducción y notas por Rubén Vargas Ugarte S . J.- Lima, Imp. C. Vásquez L. 1935.- 0.203X0.127.- 262 págs.

El P. Vargas encuentra este importante manuscrito en el Archivo de Indias de Sevilla. Es el diario escrito por el Clérigo José Antonio Suardo, en cumplimiento de las reales cédulas de 16 de diciembre de 1628 y 23 de noviembre de 1631, por las que el Rey mansJ.aba que se hiciera "la relación diaria que se le ha de embiar de cosas destas provincias" .·

Tanto la introducción como ras notas que enriquecen grandemente la obra , son del P. Vargas, hijo de nuestro historiador el Dr. Nemecio Var­gas.

La Municipalidad de Lima hizo editar el libro con motivo de las fies­tas del IV Centenario de la fundación de la ciudad.

Diario de Lima.-1640-1694.-Tomo II .-Crónica de la Epoca .Colo­nial, de ]osephf! de MJgaburu y Francisco de Mogaburu (hijo) .-Lima, Imp. C. Vásquez L.-1935.- Q.203X0. 127.-296 ·págs.

Esta obra prologada y anotada riC'.lmente por D. Carlos A. Romero, Director de la Biblioteca Nacio:ial de Lima, ll~gó manu::,crita a manes del D::. Romero.- Puede considerarse como continuació\n del Diario de Li­ma de Suardo, aunque ent:.:e una y otra haya una laguna de cinco añcs.

CJmo la ante"·ior , es editada por Ja Municipalidad de Li;ma en el IV Centenario.

Pancho Fierro, Acua~·el'lsta Limeño uor Angélica Palma.- Selección publicada bajo bs aus')iciJs de la MuniciDalidad de Lima en el IV Centenario de la fundación de la ciudad.-Lima.- Imp. Sanma:rtí y Cía. S.A.-0.193X0.126.- 60 págs.

Sírvele de introducción la confe~·e11cia de la malograda escritora , cu­ya reciente des:i.parición enluta las le trns nacionales, sobre el negro Pan­cho Fie~To, a quien considera ·como un Goya en bruto y grotesco, pero igual­mente inspirado; el mismo Pancho Fierro a quien Porras Bar:renechea titula: un Z'.lmbo huasón.

Pancho Fierro nació en 1803 y murió en 1879. Esto es todo lo que de él se sabe. · .

Angélica Palma selecciona 4 L·icrornías y 47 grabados, t omados de las 238 acuarelas que fo~·man la colección que poseía el autor de Tradicio­nes Peruanas, que son, nos dice "ecos de Lima del ochocientcs y costum­bres ya lejanas". Un complemento incuestionable del cuadro de la Li-má del siglo XIX. ·

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Pequeña Antología de Lima, 1535-1935.-Lisonja y Vejamen de la Ciu­dad de los Reyes del Perú. Cronistas, Viajeros y Poetas,- Por Raul Porras Birrenechea.- Madrid . . Imp. de Galo Saez 1935.- 0. 161 X 0.090. -354 pigs. •

"La precede una Presentación Autocensura" de Porras, que expresa que "las ciudades existen no sólo en la geografía, sino en el espíritu" y cons­tituye un itinerario espiritual que lleva al viajero a darse con el al':ma mis­ma de la ciudad, sin ubicación materidl.

Contiene trozos de prosadores y poetas, agrupados de acuerdo con la época o el momento sobre que escribieron, a saber: La Fundación de Lima; Pizarra el F undador; Lima eij el siglo XVI; en el XVII ; en el XVIII ; en la Independencia y Lima Republicana.- "6 grabados que en su mayor parte reproducen pinturas y dibujos de firmas destacadas".

El autor se excusa de la deficiencia de la compilación, debida a lf( no tener a mano en Madrid todo el material de que había menester.

Lá Academia de Medicina de Lima.- La Academia Libre. 1884-1889.­Por C. S. Paz Sóldán.- Lima.-Biblioteca de la Reforma JV{l§dica. 1935. -0.170X0.119.- 112 págs. .

Contiene las Memorias de los Secretarios Perpetuos de esa institu­. ción fundada en 1884, con el nombre de Academia Libre, como reacción gallarda de la ciencia contra 1'a imposición del despotismo. -

Paz Soldán dice "~ste trabajo no pretende ser ni una historia, ni siquiera una crónica de la Academia de Medicina de Lima" y, sinembar­go es lo uno y lo otro. Está enriquecido con importantes notas históricas

-Y biográficas y concluye con un discurso titulado "Medio siglo de Vida Académica" del Dr. Paz Soldán, Secretario Perpétuo de la institución, que estudia la génesis y las perspectivas de ella.

Es el primer fascículo. El segundo está en prensa, con el rubro de "La Academia Nacional 1889-1935 ".

León Garaban.- Por L. Alayza P. 5.-Lima.- Imp. Gil S.A.-1935. - Ofrenda del autor a la Ciudad de los Reyes en el IV Centenario de su fundación. - 0.182 X0.140.-126 págs.

Esta novela de tesis, que pinta la vida urbana y campesina de la cos­ta del Perú y aborda temas foklóricos, deja entrever la amenaza que se . cierne contra el orden político-económico actual, responsabilizando más que a la acción disolvente del marxismo, "a quienes siendo más fuertes y sabios, nada hicieron por dominarlo".

El Pr6cer Olvidado.~Por Luis Lean P.- Imp. C. I. P.-Lima 1935. - 0.131 X0.0.85.- 276 págs.

Este interesante lfüro que lleva el sub-rubro de "Apuntes Históricos Masónicos", puede considerarse como la única obra escrita entre noso­tros para hacer luz sobre la obra de la masonería peruana en pró de la -In­dependencia y · aun en contra, desde que también se refiere a logias como la "Paz y Perfecta UniSn", importada por las tropas españolas en 1816.

Vista baj'o el prismá masónico la intensa lucha entre partidarios de fa monarquía, con San Martín y Monteagudo a la cabeza y de la repúbli­ca, defendida por Sánchez Carrión y Arce, fué el campo de batal~a de l;:i,s masonerías, en la que la Logia Orden y Libertad obtuvo el triunfo.

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És muy interesante la afirmación del autor a cerca del dis_tancia­miento entre el prócer peruano Sánchez Carrión y Bolívar y la más sorpren­dente de la labor desempeñada por el primero, desde el portafolhü que de-

• sempeñaba durante l\'l dictadura del segundo, para contrariar el cesarismo del Libe:-tador_ Si no ha muerto el amor a fos estudios históricos en el país, este pasaje de fu. obra de León está llí'J,mado a motivar importantes contestaciones, provechosas para profundizar el conocimiento de }.a época cumbre de la república. ,

El rubro "El Prócer Olividado", alusivo al ardiente y virtuoso San chez Carrión, agrega una nota simpática a este libro interesante bajo tan diversos conceptos .

Revista Histórica.-Organo del Instituto Histórico del Perú.-T. IX. Entr. IV.-1935.-Director D . Carlos A. Romero.

D2spués de cuatro años de receso, motivado por la crisis económica, reaparece esta importante publicacWn.

Trae dos artículos de su Director, sobre Rebeliones de Indígenas y sobre fundación de Chancay. Uno del Dr. H . H . Urteaga, sobre la Es­finge Coñi Pacha Camaj, y uno de D. Domingo Angulo sobre la Univer­sidad y la Ciudad de los Reyes.

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Carta del Teniente Coronel Carlos Dellepiani al Presidente de la Academia de la Historia de Caracas.

Lima, 14 de julio de 1935.

Sefior Doctor Don José Santiago Rodríguez

Caracas

He tenido sumo placer en recibir los dos hermosísimos volúmenes de su pluma "Contribución al estudio de la Guerra Federal en Venezuela", los que esperaba hace ya algunas- semanas pues se sirvió Ud. ofrecerme tan magnífico obsequio en su última carta.

Refiriéndome a la antes citada tengo, a fuerza de sincero amigo su­yo, que manifestarle el profundo pesár que me ha producido la muy esp8-cial circunstancia de que Ud., mi ilustrado amigo y distinguido historia­dor , juzgue apasionados algunos acápites de mi Historia Militar. En efecto, ya el notable y fecundo publicista don Vicente Dávila me dió a en­tender su desacuerdo con algunos de mis puntos ·de vista sobre la eieva~ dísima y genial figura de nuestro Libertador, cuya "fama crecerá como la sombra cuando el sol declina".

Líbreme la Providencia de pretender plantear poltémica con tan dig­nísimos defensores de aquella excelsa personalidad americana; pero, no obstante, permítame -tal vez si para justificarme- que sume en mi ha­ber el estudio que hago de su gestión militar y el realce que doy, descu­briendo sus pasos uno a uno en la Campaña épica de 1824, a su talento supremo como conductor de hombres y como efectivo Libertador · de este suelo que los pe:manos juzgamos que fué más suyo que ahora mi;,mo lo es nu estro.

Las altas cumbres en la cima, lucen nieves perpétuas hostiles al hom­bre; y tal vez la contradicción entre su belleza natural y su esterilidad for­me, por cQntraste, su imponencia maravillosa. Asi en los gigantes espiii­tuales de nuestras especie, capaz fuera singular dote ofrecer, para permitir y perfecc1.onar nuestro juic~o, nota ble oposición entre unos y otros de sus magnos hechos.

L'.1 genial organización política y militar que el Libertador dió al Pe­rú a partir de setiembre de 1823, en que llegó a nuestras playas, y la direc­ción que impuso, con caracteríStico sello personal a los fastos guerreros llevados a término bajo su mandato no será~ nunca opacadas por sus es­casos error.e.; políticos de los que conviene tomar nota, sin embargo, si con­venimos en que la Historia es Maestra de la Humanidad y, como tal, se-

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rena y ponderada justicia de los hechos de los hombres que no ha de ver desde un solo ángulo, pensando en salvar al hérne sino en justipreciar sus actos y suo, gestos.

Bollvar, el grande y verdadero padre de la Independencia Ameri­cana, aplaudirá desde ;;u cuerpo astral a quienes señalan con igual amor sus aciertos y sus yerros para lección p:ofíc ua de la posteridad . El era justo y era severo consigo mismo.

Temo haber cansado su atención con esta extensa misiva y, esperan­do sus letras que me honran e ilustran, la cierro agradeciendo los términos amabilísimos de su carta en que aplaude Ud. la parte . militar de mi estu­dio que ha querido considerar, generosamente, cómo una "espléndida ex­posición crítica".

Muy atenta y afectuosamente queda a sus órdenes su respetuoso amigo.

Remito el primer volúmen de mi Historia-Guerras de la Revolución Emancipadora y de Consolidación de la República- que se sirve U d . pe­dirme para esa dignísima Academia de Venezuela, sintiendo no poderfo hacer con el segundo volúmen -Guerra del Pacífico- que se en­cuentra agotado.

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Copia de un pedido importante en el Parlamento cuyo cumplimiento es efectivo

Lima, 25 de noviembre de 1927.

Señor Ministro de Estado en el Despacho de Instrucción

Of. 123.

Con el acuerdo de la Cámara y a pedido del señor Diputado Nacio· nal por Moquegua, don Humberto Solari y Hurtado, tenemos el agrado de dirigirnos a usted, recomendando al Despacho de su digno cargo, se sir· va disponer lo conveniente, a fin de que todos los años, el día del Aniver· sario Patrio de la República Argentina, se efectúen en los planteles de Ins. trucción, actuaciones especiales en homenaje al Generalísimo San Martín·

Que nos es grato comunicar a usted, para su conocimiento y demás fines.

Dios guarde a usted.

(firmado~-CARLOS A. OLIVARES. - EDUARDO EscRIBENs CORREA

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Estatutos del Instituto Sanmartiniano del Perú

Art. I. -Es objeto del Instituto Sanmartiniano del Perú fomentar por todos los medios el culto a los héroes c!e nuestra Independencia y los estudios históricos en la República.

Art. II.-Son miembros del Instituto Sanmartiniano del Perú los que con tal objeto se designe en lo ulterior, tenie.:clo en et:ie!lta su labor histórica, nacional o extranjera.

Art. III. -SOn s!>Cio~ honorarios las personalidades designadas en r,azón del cargo que ejercen, de altos méritos o de servicios prestados al Instituto o al Perú; y socios correspondien­tes las personalidades de fuera de Lima, a quienes se confiera esa distinción por su consagra­ción a estudios históricos o pcr sn actuación destacada.

Los representan= diplomáliros de la República Argentina, de los EE. UU. de Venezue~ la, patrias de los libe,-mdor--..s San Martín y Bolívar, residentes en el Perú y el Dr. José Pací­fico Otero, iniciador de esre In.s:i:u:o y fundador del Sanmartiniano de Buenos Aires, son miem­bros natos de honor.

Art. IV. - La direccicb del Instituto está a cargo de un comité compuesto por el Presiden­te, dos Vicepresidentes, dos sccre:a..-ios, dos tesoreros, un bibliotecario y veinte vocales.

Art. V.- En C<L"<> de aru;encia del Presidente, los Vicepresidentes se turnarán mensual­mente en el cargo, dicidiál se por suerte a cual de ellos toca presidir durante el primer mes.

Art. VI. -Las elecciones de cargos se realizarán en la primera quincena de julio de los años impares, y el Omll1-.é e:ecw encra:rá en funciones el 28 de ese mes, en la actuación solem­ne de que trata el artícclo 9 °.

La duración de los c:a:rgos es e dos años y son reelegibles. Art. VII. -Hai:rrii 5~ ~:ra.:. onlina:ria una vez al año, para los efectos del artículo an­

terior y para la lec:;:ura de ia emoria anual del Presidente y juntas extraordinarias cuando las soliciten más de ~ ~-

Art. VIII. -El Co::i:i:é se5iana.rá nna vez al mes, en la fecha que fije el Presidente. Art. IX. -Habrá = scsi' solemne el 28 de julio de cada año o, si no fuera posible, en

la fecha -más p~ e:i reco:dación de la Jura de la Independencia del Perú ; y en otras fe­chas memorables c:atll nz q:::e lo acuerde el Comité.

Art. X.-En las ju:::2..S g;::,erales y en las de Comité, los acuerdos se tomarán por mayoría absoluta.

Art. XI. - E: qru:~ ,__.._ para las juntas generales será de veinte miembors. Si no se alcan­zase e>te n.ím~. s? ci::a.-á por segunda vez y se sesionará con los que a.."ÍStall .

Art. xn. -E: = de lzs sesiones de Comité será de seis de sus miembros, Art. XIlI. -En ~ j=s generales. ordi:iarias o extraordinarias se harán las designa­

ciones de miembr - !1or11narios y =~-Art. XIV. - E ~ · T...b:icará = re>'.5!3. qi:.e llevará el n=tbre de San Martín, y for-

mará una tnolio:-eca y :::::1 .:.char:o. debi~.e ca:a!ogados. Art. XV. -S= re::I25 del fus:i::= :as ene= de os~ cuyo manto fijará el Co­

mité y los fo::idos. ~a~~: b. :u se se".=e ;iara _l)S ec.blemas y diplomas, de subvenciones, doruui ·e,, y ee ~ q-..e se ~=- para p:ro•ee:rse de fondos.

Art. XVI. -E In,,,-:!= ..,.,.,:-i ~ ~ ~ ~ del Pe:"~ e;:i que hara ambiente pa­ra ello.

Art. XVII. -Los o:t_;;;::nhros de! ~ =:...""i:: a: ' de la Institución que es mi bo:' o.·~ e.e f= .-.. tro de una franja can los CO!DreS de =e,-:..:. ~

Art. XVIII. -El Reglz=en."D Ce;, - • :;::=.-~·· .aTi 1zs a:cibucicI:ES c!e los miembros del Comité.

Art. xrx. -El Ins::i:n es~ aJ :;iolí:icaJ •,, - aci<idadesde esta naturaleza quedan prohibidas de == abso~

Art. XX. - El Ia5ti:u:D Saru:ru..~ <!.el Pe:ú co!aborará con el de Buenos Aires, para los fines que les so;:i cu=.es.

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