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Todo en Domingo REVISTA DE EL NACIONAL | 24 DE AGOSTO DE 2014 | NÚMERO 770 Mujeres catadoras Carlos Cruz-Diez La vida a todo color de

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Mujeres catadoras

Carlos Cruz-Diez

La vida a todo color de

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El domingo pasado cumplió 91 años intensamente vividos. En lo que va de 2014 lanzó una colección de vestidos con Oscar Carvallo, intervino un barco

El domingo pasado cumplió 91 años intensamente vividos. En lo que va de 2014 lanzó una colección de vestidos con Oscar Carvallo, intervino un barco

El domingo pasado cumplió 91 años intensamente vividos. En lo que va de

inglés, participa en varias exposiciones, acaba de publicar sus memorias y sigue trabajando a diario. Desde París, Carlos Cruz-Diez repasa su vida

inglés, participa en varias exposiciones, acaba de publicar sus memorias y sigue trabajando a diario. Desde París, Carlos Cruz-Diez repasa su vida

inglés, participa en varias exposiciones, acaba de publicar sus memorias y

con gratitud y entusiasmoMagaly Rodríguez [email protected]ías Cortesía © Atelier Cruz-Diez París

Agradecimientos Edgar Cherubini / Jordi Ballart

penas nació, el médico lo dio por muerto. El hijo del boticario Carlos Cruz y Maria-na Diez no parecía respirar. Fue un parto traumático sobre la mesa del comedor de

la casa. Lo dejaron solo en un sofá, mientras inten-taban salvar a la madre. “Ocurrió entonces que mi tía Clara, desconsolada, se acercó al cuerpecito y mientras lo cubría con una manta se percató de que el recién nacido vivía”.

Así relata Carlos Cruz-Diez, en su reciente auto-biografía, el episodio de su alumbramiento. Porque fue así, por carambola, que estuvo a punto de no esparcir en este mundo su impronta de colores. Quizás por eso cuando se le pregunta cuántos años sumó este mes, dice entusiasta: “¡Cumplo 91!”.

—Desde un principio pensé que debería narrar las cosas gratas y amables de la vida. Recordar mis tristezas era entrar en la rutina del drama, que ya es parte de esta sociedad. Comencé a escribir mis memorias hace tres años. Mi nuera Sil-via y Edgar Cherubini fueron mis correctores. Procuré contar cosas fundamentales para mí, sobre todo las más diver-tidas y las que ofrecieran más información.

—Cuando recordamos, el tiempo se vuelve plano. Muchas cosas tristes y jocosas reaparecen al uní-sono y un recuerdo te lleva a otro. Cuando narré quiénes fueron mis ancestros, lo hice para brin-darles a las nuevas generaciones una semblanza de una época y una Venezuela desconocida para ellos. También va dirigida a los desmemoriados. En el siglo XXI vemos cómo retorna el caudillismo del XIX.

—Nunca, me interesaban otras cosas. A los 7 años quería ser aviador, pero a los 30 tenía pánico de montarme en un avión. A los 10 quería ser conduc-tor de locomotoras, pero a los 14 estaba inmerso en hacer mis muñequitos: mi ilusión era una ti-ra cómica que se publicara en los periódicos del mundo y le escribí a King Features Syndicate para preguntarles qué hacer para venderles un cómic.

De no ser artista me hubiera gustado ser barbe-ro o barman, profesiones ideales para novelistas. Accedes con lujo de detalles a las intimidades del más encumbrado personaje y a las del humilde barrendero.

—A mi edad podría decir que no lo hice tan mal. Tomé riesgos que en la época parecían temera-rios. Primero, supe escoger a la compañera que me ayudaría a estructurar una familia y mi proyecto de artista. Segundo, haber insistido en encontrar algo nuevo en un camino tan trillado como el color. Y, tercero, instalarme en París en el momento históri-camente apropiado para mis propuestas. Me dicen que he tenido mucha suerte, pero yo no creo en la suerte, de niño nunca gané una rifa. Los resultados exitosos provienen del trabajo duro, la discipli-na, el estudio y de tomar decisiones pragmáticas

aunque a veces sean dolorosas.

—Todas. Me inculca-ron la honestidad, el respeto y el amor por el semejante. Con ellos aprendí que la persona más humilde nos pue-de dar información trascendental. Me en-señaron el hábito de

leer, de estar siempre informado y, sobre todo, de leer entre líneas. A escudriñar la vida en busca del humor. Todo eso me ha ayudado a saber vivir hasta hoy. Por eso, se lo he transmitido a mis hijos, toman-do en cuenta lo delicado que es educar.

—Desde muy niño pasaba el tiempo dibujando e inventando juguetes. A los 17 años sentía una gran pasión por dibujar y admiraba a los grandes maestros venezolanos. Yo no quería estudiar para ser bachiller, sino para ser pintor como Michelena, Rojas, Tovar, Salas. Se lo dije a mis padres con te-mor, pero su reacción fue de un eufórico apoyo.

—Fue de las épocas más felices. Antonio Edmun-do Monsanto, su director, hizo de ella un lugar de encuentro de intelectuales. Existía una gran ca-maradería entre el profesorado y el alumnado, que contaba además con bellas mujeres de quienes

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todos estábamos enamorados. Los nuevos no podíamos entrar donde pintaban los desnudos. Cuando el profesor se ausentaba, corríamos a ver las modelos desnudas a través de las rendijas de las puertas del salón.

—No éramos un grupo profesional, éramos amigos y nos gustaban las parrandas… Entre ellos también estaban Juan Vicente Torrealba, René Rojas, Vinicio Adames, Chucho Sevillano, Morella Muñoz, Domingo Mendoza y varios miembros del Orfeón Universitario. Cualquier motivo bastaba para armar el bochinche. En un camión montábamos el piano, la tumbadora, las guitarras, la consabida botella de whisky, soda y whisky, soda y whiskyuna bolsa de hielo. Así llegábamos a las ventanas de las amigas a cantarles.

—Teníamos unas amigas en la parroquia de San José a quienes llevábamos serenatas. Los vecinos nos aplaudían. Una noche miré hacia el traste de

la guitarra, pero mi vista fue más lejos y descubrí a una joven muy bonita que nos escuchaba embele-sada. Supe que se llamaba Mirtha y desde ese día las serenatas cambiaron de ventana… Siempre hago honores a Mirtha: con su amor, inteligencia y lucidez, entendió mi proyecto y formó a nuestros hijos para que fueran parte de él sin que ninguno perdiera su personalidad ni su independencia. Sin ese equipo, tal vez no hubiera podido realizar mi obra en la dimensión que me propuse.

—La estructura familiar que hemos logrado ha permitido a nuestros hijos desarrollar sus proyec-tos individuales y resolver su economía. Como resultaron gerentes eficientes, dejé en sus manos la administración de los talleres y la divulgación de mi obra. Carlos y Adriana se ocupan del Ta-ller de París y Jorge del de Panamá. Fue de ellos la iniciativa de crear la Cruz-Diez Foundation en Houston, y el año pasado Carlos inauguró Espace-Expression en el Wynwood Art District en Miami, una innovadora sala donde un curador puede proyectar una exposición sobre un tema como si fuera para un museo. Las obras son de galerías y coleccionistas y están a la venta.

—Yo diría que las nuevas tecnologías pueden contribuir a nuevas manifestaciones de arte, pero no anulan las anteriores. Hay quienes están resca-tando la máquina de escribir por ser más segura que la computadora. Yo hice un aguafuerte hace poco, cada cosa tiene su utilidad. Diseñé una lí-nea de accesorios para damas. ¿Por qué no? No solo es arte una tela que guinda de un clavo.

—Me conmueven profundamente. Cuánta

desesperanza acompaña a los que sin ningún proyecto se ven obligados a abandonar su país. Ese testimonio nos demuestra cómo la obra de arte integrada al entorno se hace parte de nuestra historia. ¿Qué mejor respuesta puede recibir un artista?

—Tal vez con un tren de alta velocidad. Hace años, cuando estaban cambiando la imagen de Alitalia, propuse crear una cromosaturación para el interior de los aviones. El color del ambiente se iba modificando durante las horas de vuelo. No se realizó porque presenté el proyecto demasiado tarde.

—Fue un encargo honorífico de la Tate Gallery de Liverpool. Era para un acto de conmemoración muy importante, la guerra de 1914. El barco se convirtió en un ícono de la ciudad y es muy visitado.

—Las autoridades me llamaron. El funcionario encargado me escribió para excusarse del vergonzoso error e informar-me que la obra será reconstruida. A pesar de la destrucción me siento satisfecho, porque la noticia ha causado un es-cándalo en toda Francia y va a despertar conciencia sobre el mantenimiento de las obras de arte contemporáneo.

—No me quejo. He disfrutado mucho la vida, he recibido grandes reconocimientos… Sé que me queda poco tiempo y trato de no desperdiciarlo. Sigo trabajando porque hay ideas que quiero dejar bien planteadas. Pero sí, me siento un hombre feliz.

—Eso es verdad. Hay artistas a los que es mejor conocer solo por su obra porque son personas indeseables. Creo que eso no llegó a pasarme porque siempre he necesitado de la gente, porque fui hijo único. Yo no soy un genio ni soy especial. Soy una persona que tenía algo que decir y que insistió.

Caleidoscopio por escritoVivir en arte: recuerdos de lo que me acuerdo es el título de la autobiografía que Cruz-Diez

Caleidoscopio por escrito es el título de la autobiografía que Cruz-Diez

Caleidoscopio por escritoVivir en arte: recuerdos de lo que me acuerdo es el título de la autobiografía que Cruz-Diez Vivir en arte: recuerdos de lo que me acuerdo

presentó en junio. Pintado fuera de los márgenes académicos, es un relato entretenido de una vida consagrada a la creación artística. Todo está allí. Sus primeros experimentos

cromáticos al hacer papagayos. Su jocoso fracaso como monaguillo, sus intentos como compositor y su desconcierto al enfrentarse por primera vez a un lienzo en blanco. Sus

fotos de boda y las anécdotas como diseñador gráfico, el nacimiento de sus hijos. La mudanza a París y el florecimiento de una visión tan inédita como revolucionaria del color.

La versión digital en español está disponible para Kindle en Amazon, donde ocupó el primer lugar entre los libros más vendidos de la categoría de historia del arte. La impresa

podrá adquirirse a partir del 22 de septiembre en la Fundación Taller Cruz-Diez, callejón Ávila 12-58, La Florida (Chapellín), en Caracas. Teléfonos: (0212) 730 1631 y 730 4656.

Dibujo libre—¿Qué es lo mejor y lo peor de tener 91 años?Dibujo libre—¿Qué es lo mejor y lo peor de tener 91 años?Dibujo libre—Estar vivo y con una excelente memoria, la cabeza funcionando con lucidez y poder trabajar todos los días desde muy temprano, aunque a veces me falta el aire subiendo la cuesta de la rue Pierre Sémard, donde rue Pierre Sémard, donde rueestán mi taller y mi casa.—¿Con quién se tomaría un selfie?selfie?selfie—Me he tomado muchas con mujeres bellísimas. No sé quién me faltaría. Tal vez con Mónica Bellucci, Nicole Kidman…—¿El halago más extraño que ha recibido por su obra?—“¿Y todavía, a tu edad, sigues haciendo rayitas…?”.—Siempre ha comentado que nadie entendió sus primeras fisicromías. ¿Por qué persistió?—Lo que planteaba era evidente y sabía que era cuestión de tiempo que los demás lo entendieran. Cuando uno sabe que tiene la razón y otros no lo ven, pues algún día lo verán.—Hace poco la UCV le otorgó un doctorado honoris causa…—Sí, me siento muy honrado. Tengo ese, uno de la USB y otro de la ULA. ¡Estoy consentido! (risas).—¿En qué siente que le ha servido ser venezolano?—En la manera de ser y el interés de entablar amistad. Siempre nos caracterizó el afecto, es un rasgo que no debería desaparecer.—¿Un disco para escuchar mientras trabaja?—Si el trabajo es para dentro de una hora, una salsa de Oscar D’ León. Si es para mañana por la tarde, La siesta de un fauno de Debussy.de un fauno de Debussy.de un fauno—¿Qué obra de otro artista envidia y por qué?—Los grabados de Rembrandt. Inventó una nueva manera de decir en el grabado.—¿Todo tiempo pasado fue mejor?—No. Mejor es el que voy a vivir mañana.—¿Cómo le gustaría que lo recordaran?—Como lo que he sido siempre: un pintor de mi tiempo.

Carlos Cruz-Diez, Jesús Soto y Narciso Debourg, Berna, 1965

Con Jorge, Carlitos, Mirtha y Adriana en su taller, París, 1967