Revista Aepect 4.3 Ciencias de la Tierra.

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INTRODUCCIÓN En 1963, Arthur N. Strahler, geomorfólogo de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, publicó un largo tratado titulado The Earth Scien- ces, Las Ciencias de la Tierra. Las cuatro partes de que constaba tenían por subtítulos nombres de di- versas ciencias, geológicas (incluso aparecía la Ge- ología) o no geológicas: Astronomía, Geodesia, Magnetismo terrestre, Meteorología, Oceanografía, Geología, Geofísica, Geomorfología e Hidrología. En el prólogo, Strahler justificaba esta estructu- ra como una respuesta a la irrupción de “un impulso significativo de amalgamar diversas ramas y méto- dos de investigación de la Ciencia para resolver nuevos y complejos problemas en Ciencias de la Tierra”; así como de “una inversión de la tendencia a la fragmentación y compartimentación que en los últimos tiempos había sido el precio del incremento de la información científica”. LAS CIENCIAS DE LA TIERRA, Y EL PLANETA AZUL Así pues, el alma de la obra de Strahler era una voluntad de romper la barrera entre dos ámbitos científicos: de una parte la Geología y sus ramas clásicas (las Ciencias Geológicas), o sea lo que po- dríamos llamar Ciencias de la Tierra sólida; de 177 Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1996. (4.3), 177-180 I.S.S.N.: 1132-9157 GEOLOGÍA Y CIENCIAS DE LA TIERRA: ETIMOLOGÍA Y UN POCO DE HISTORIA Geology and Earth Sciences: etymology and some bits of history Francisco Anguita(*) RESUMEN: La Geología, o tratado de la Tierra, y las Ciencias de la Tierra, o conjunto de conocimientos sobre la Tierra, no constituyen campos de conocimiento coincidentes. Es evidente que la Geología es una Ciencia de la Tierra; pero el dato esencial es que la Geología clásica se construyó sobre una tradición geográfica, mientras que las Ciencias de la Tierra están basadas en una síntesis de la tradición naturalista con meto- dologías propias de las Ciencias Físicas, como la modelización y la cuantificación. Estas ideas se argumentan revisando tres tratados clásicos en la evolución de la Geología: “La faz de la Tierra” de Suess, la “Geología Física” de Holmes, y “Las Ciencias de la Tierra” de Strahler. ABSTRACT: Geology (the treaty on Earth) and Earth Sciences, or Earth knowledge, are not synonymous fields of knowledge: the first is of course included in the second, but the main difference between them is that clas- sical Geology follows the geographical tradition while the Earth Sciences have been built upon a recent blend of Naturalism and some Physical Science methodology, such as modeling and qualification. These ideas are esemplified through the comparative analysis of three classical geological treatises: Suess’ “The face of the Earth”, Holmes’ “Principles of Phisical Geology”, and Strahler’s “The Earth Scien- cies”. Palabras clave: Geología, Ciencias de la Tierra, epistemología, holismo. Keywords: Geology, Earth Sciencies, epistomology, holism. (*) Facultad de Ciencias Geológicas. Universidad Complutense, 28040 Madrid. “The Earth Sciences”. Strahler.

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Paradigmas recientes en l siglo XXI acerca de las geociencias, ciencias de la tierra y de la naturaleza.

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INTRODUCCIÓN

En 1963, Arthur N. Strahler, geomorfólogo dela Universidad de Columbia, en Estados Unidos,publicó un largo tratado titulado The Earth Scien-ces, Las Ciencias de la Tierra. Las cuatro partes deque constaba tenían por subtítulos nombres de di-versas ciencias, geológicas (incluso aparecía la Ge-ología) o no geológicas: Astronomía, Geodesia,Magnetismo terrestre, Meteorología, Oceanografía,Geología, Geofísica, Geomorfología e Hidrología.

En el prólogo, Strahler justificaba esta estructu-ra como una respuesta a la irrupción de “un impulsosignificativo de amalgamar diversas ramas y méto-dos de investigación de la Ciencia para resolvernuevos y complejos problemas en Ciencias de laTierra”; así como de “una inversión de la tendenciaa la fragmentación y compartimentación que en losúltimos tiempos había sido el precio del incrementode la información científica”.

LAS CIENCIAS DE LA TIERRA, Y EL PLANETA AZUL

Así pues, el alma de la obra de Strahler era unavoluntad de romper la barrera entre dos ámbitoscientíficos: de una parte la Geología y sus ramasclásicas (las Ciencias Geológicas), o sea lo que po-dríamos llamar Ciencias de la Tierra sólida; de

177Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1996. (4.3), 177-180I.S.S.N.: 1132-9157

GEOLOGÍA Y CIENCIAS DE LA TIERRA: ETIMOLOGÍA Y UN POCO DE HISTORIA

Geology and Earth Sciences: etymology and some bits of history

Francisco Anguita(*)

RESUMEN:

La Geología, o tratado de la Tierra, y las Ciencias de la Tierra, o conjunto de conocimientos sobre laTierra, no constituyen campos de conocimiento coincidentes. Es evidente que la Geología es una Cienciade la Tierra; pero el dato esencial es que la Geología clásica se construyó sobre una tradición geográfica, mientras que las Ciencias de la Tierra están basadas en una síntesis de la tradición naturalista con meto-dologías propias de las Ciencias Físicas, como la modelización y la cuantificación.Estas ideas se argumentan revisando tres tratados clásicos en la evolución de la Geología: “La faz de laTierra” de Suess, la “Geología Física” de Holmes, y “Las Ciencias de la Tierra” de Strahler.

ABSTRACT:

Geology (the treaty on Earth) and Earth Sciences, or Earth knowledge, are not synonymous fields ofknowledge: the first is of course included in the second, but the main difference between them is that clas-sical Geology follows the geographical tradition while the Earth Sciences have been built upon a recentblend of Naturalism and some Physical Science methodology, such as modeling and qualification. Theseideas are esemplified through the comparative analysis of three classical geological treatises: Suess’“The face of the Earth”, Holmes’ “Principles of Phisical Geology”, and Strahler’s “The Earth Scien-cies”.

Palabras clave: Geología, Ciencias de la Tierra, epistemología, holismo.Keywords: Geology, Earth Sciencies, epistomology, holism.

(*) Facultad de Ciencias Geológicas. Universidad Complutense, 28040 Madrid.

“The Earth Sciences”. Strahler.

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otra, las que ya comenzaban a denominarse Cien-cias de la Tierra fluida. La propuesta de Strahlerera aparentemente simple: ¿Están los océanos en laTierra? Entonces, la Oceanografía debe considerar-se tan Ciencia de la Tierra como la Mineralogía. Elauge espectacular en esos años de las investigacio-nes marinas (en campañas donde participaban geó-logos y no geólogos) sin duda contribuyó a acelerarla unificación.

El enfoque global se hace explícito de forma in-mediata: “La Tierra como planeta” es el título de laprimera parte del libro. Pero también parece claroque el principal motor de esta globalidad no es laaún muy incipiente tectónica de placas, que sóloaparece con cierto relieve en sucesivas edicionesdel tratado. Es más bien el comienzo de la explora-ción del Sistema Solar lo que parece proporcionareste énfasis holista: Estados Unidos acababa de em-barcarse en la carrera hacia la Luna, y ello explicael hecho más bien exótico de que haya todo un ca-pítulo dedicado a nuestro satélite...y a los satélitesartificiales. El efecto Sputnik y la respuesta deAmérica.

En todo caso, sólo faltan cinco años para que unbiólogo austríaco se rebele contra el predominio delas Ciencias Físicas y proclame en su Teoría Gene-ral de los Sistemas (von Bertalanffy, 1968; ver En-señanza de las Ciencias de la Tierra nº 1.2) la im-portancia de las interacciones entre las partes de untodo. Hacia la Navidad de ese mismo año, un astro-nauta con alma de poeta se convierte en el primerhombre en contemplar toda la Tierra desde el espa-cio: “Borman podía ver el lugar que estaban dejan-do: no un paisaje sino un planeta, una esfera lumi-nosa que, fuesen cuales fuesen los nombres que loshombres le habían dado, merecía ser llamada ElPlaneta Azul...” (Chaikin, 1994). Se ha dicho, y

probablemente con algo de razón, que el movimien-to ecológico nació a partir de la famosa foto de laTierra elevándose sobre la Luna gris. Desde luego,esta visión de la Tierra desde fuera supone una re-volución psicológica que también impacta sobre laCiencia, y sobre el modo de ver la Ciencia.

CIENTÍFICOS DE LA TIERRA Y PROFESO-RES: DE SUESS A STRAHLER, PASANDOPOR HOLMES

El prólogo de The Earth Sciences contiene, ade-más de afirmaciones epistemológicas, una enorme ysignificativa colección de agradecimientos: Strahlercita nada menos que a 34 revisores de diversas par-tes del libro. Nominalmente, todos son Earth scien-tists (expresión que, significativamente, nunca se hatraducido al castellano); en realidad, son microespe-cialistas como casi todos los científicos: dominado-res de parcelas muy concretas de un vastísimo cam-po, del que sólo un generalista voluntarioso comoArthur Strahler se empeña en dibujar un panoramaunificado. ¿Qué le mueve a hacerlo? Ningún secre-to: Strahler actúa como profesor, y por ello se plan-tea no sólo lo que tienen que saber sus alumnos, si-no también en qué marco deben realizar suaprendizaje. De nuevo una cita del prólogo: “Lasfacultades de Geología tienen la responsabilidad deenseñar el espectro completo de las Ciencias de laTierra”.

El libro de Strahler tuvo una amplia repercu-sión. Traducido y editado repetidas veces, ha ejerci-do una influencia quizá comparable con La faz dela Tierra, el ingente tratado en cuatro tomos publi-cado entre 1885 y 1909 por el austro-húngaroEduard Suess. Resulta interesante comparar ambasobras, porque nos pueden dar una buena perspectiva

178 Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1996 (4.3)

“La faz de la Tierra”. Suess.

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de las raíces de la Geología y de las Ciencias de laTierra, respectivamente.

Como ya indica su título, el tratado de Suess esun libro de viajes: el autor, como una especie deMarco Polo de la Geología, está claramente más in-teresado en recopilar información que en presentarexplicaciones. Aunque éstas se inscriben más o me-nos implícitamente dentro del contraccionismo do-minante, Suess ni siquiera cita el geosinclinal, queera el corolario más conocido de aquella teoría de laTierra. Muchos geólogos clásicos de la siguientegeneración (como Argand, o Gansser) usarán “Lafaz de la Tierra” como base para hipótesis muy dis-tintas. Hay un paralelo claro entre este libro y “Elorigen de las especies” de Charles Darwin; con ladiferencia de que Darwin estaba fundando un nuevoparadigma al escribir el suyo. Esto es lo que real-mente le falta al libro de Suess: una hermosa idea,la beautiful theory de la que habla el Nobel de Físi-ca Steven Weinberg. Tan hermosa como la que losmodernos viajeros, ahora en barcos oceanográficosy a caballo de ondas sísmicas, descubrieron en losmismos años en que Frank Borman descubría elplaneta Tierra.

“Las Ciencias de la Tierra”, en cambio, no tienenada de geográfico, al menos en el sentido clásicodel término: por el contrario, se trata del primer tex-to de gran difusión que marca la influencia de la Fí-sica en la Geología moderna. Con esta ciencia en-tran en escena otras herramientas, como lacapacidad y necesidad de modelizar y, para ello, decuantificar. Como esta metodología sirve igual parainvestigar borrascas que corrientes oceánicas o quelos hipotéticos flujos convectivos del manto, nadamás lógico que unificar todas estos campos de tra-bajo en un único conjunto de disciplinas. En suma,las Ciencias de la Tierra no son un invento capri-choso, sino la consecuencia inevitable de una nueva

forma de hacer la Ciencia. Una metodología quegana sus primeros laureles con la predicción cuanti-tativa de los movimientos continentales (Smith etal., 1990).

Como un puente entre Suess y el norteamerica-no puede considerarse otro gran tratado que tam-bién marcó una época en la evolución de las Cien-cias Geológicas. Se trata de Principles of PhysicalGeology (“Geología Física” en su traducción al cas-tellano) del británico Arthur Holmes, profesor de laUniversidad de Edimburgo. Holmes ya se había ga-nado un puesto de honor en la historia de la Geolo-gía al ser el primero en sugerir que el interior de laTierra estaba animado de movimientos convectivos;pero además, aprovechando su magistral capacidadpara la divulgación, publicó en 1944 este libro, queconoció un éxito instantáneo y universal. Tanto,que después de innumerables reimpresiones, reedi-ciones y traducciones, volvió a aparecer en 1965completamente renovado, aunque conservando elmismo título.

La “Geología Física” constituye en sí mismauna historia bibliográfica de la transición entre Ge-ología y Ciencias de la Tierra. En las primeras edi-ciones, sus traductores se justifican por el hecho deque el libro aparezca en una colección dedicada alibros de Geografía, con el argumento de que “losestrechos vínculos entre ambas ciencias hacen quecon dificultad se lleguen a deslindar sus respecti-vos campos de acción”. En cambio, las edicionesrenovadas (de 1965 en adelante) se dedican a pro-clamar cambios epistemológicos revolucionarios, almismo tiempo que introducen nuevos conceptos debase físico-Química (como la reología, las datacio-nes radiométricas, o la Climatología) que pronto seconvertirán en nuevas especialidades. Significativa-mente, Maurice Ewing y otros colegas del Observa-torio geológico Lamont reciben agradecimientospor auxiliar al autor a llevar a las páginas de su tra-tado la revolución en marcha.

Por último, el orden de los capítulos cambia sig-nificativamente: los procesos internos pasan por de-lante de los externos, indicando claramente dóndeestá, a juicio del autor, el motor de la dinámica te-rrestre en su conjunto. El Holmes renovado es, pues,un tratado de la Nueva Geología, comparable a cual-quier texto moderno. Como por ejemplo el excelente

179Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1996. (4.3)

“Geología Física”. Holmes.

“The Earth’s Dynamic Systems”. Hamblin.

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The Earth’s dynamic systems de Kenneth Hamblin(Universidad de Utah), aparecido en 1975, y que es-tá declaradamente escrito bajo una trilogía epistemo-lógica: la Tectónica de Placas como paradigma, laTeoría de Sistemas como metodología y las Cienciasde la Tierra como marco ideal. No por casualidad,Hamblin dedica los últimos capítulos de su libro a laGeología Ambiental y a la Geología Planetaria.

¿CUÁNTAS MATEMÁTICAS HACEN FALTA?

Esta revolución metodológica no está exenta dediscusiones. Por ejemplo, entre los fanáticos de lacuantificación y los que defienden que la Geología,siendo como es una ciencia histórica, debe tenersiempre como finalidad última el contar una historia.

Un representante ilustre de la primera tendencia es elitaloamericano Cesare Emiliani, quien se pregunta des-deñosamente (Emiliani, 1988) cómo se puede explicarel flujo de un glaciar sin utilizar ecuaciones. En el ex-tremo opuesto, el norteamericano Robert Frodemanreivindica el razonamiento geológico como autónomodel de la Física: para Frodeman (1995), la clave de laGeología es su carácter de ciencia hermenéutica, o seainterpretativa, y no su adquirida capacidad de cuantifi-cación. De alguna forma, se trata de una versión actua-lizada del viejo debate entre la elegancia y la brillantezde Newton y la minuciosidad y la intuición de Darwin.Y no debemos olvidar que el estrambote de esta peleatuvo lugar entre un físico ilustre (Lord Kelvin) y un na-turalista no menos brillante, Thomas Huxley, quien vi-no a acusar al primero de subordinar la calidad de lasideas a su reverencia por el aparato matemático. Se tra-ta de un debate largo: ya pitagóricos y aristotélicos dis-cutieron sobre el papel de los números en la Naturale-za. Largo y quizá ocioso, porque los cuantitativos y loshermenéuticos no son incompatibles: las imprescindi-bles ecuaciones de Emiliani pueden terminar integrán-dose en las interpretadas historias de Frodeman.

EL FUTURO

Ahora podríamos preguntarnos: ¿Cómo incidesobre un debate de este tipo, y en general sobrenuestra perspectiva de evolución futura de nuestraciencia, el que sigamos hablando de Geología oprefiramos referirnos a Ciencias de la Tierra? Enotras palabras, ¿qué sucede si ampliamos el espec-tro? Lo más probable es que estas preguntas carez-can de sentido, ya que la formación que reciben losactuales estudiantes de Ciencias Geológicas ennuestro país sigue ignorando la última recomenda-ción de Strahler, y con ella las Ciencias de la Tierrafluida. No es tan extraño para quien conozca la Uni-versidad española: esas materias se imparten enotras Facultades (de Ciencias Físicas o de Cienciasdel Mar), que sin duda las consideran cosa suya.Esta situación estancada contribuye a aumentar elrechazo que este cambio de denominación (que in-sisto en calificar de inevitable) provoca en los titu-lados en Ciencias Geológicas.

Y sin embargo, la Geología como ciencia des-criptiva de raíz geográfica está muerta y enterrada:la Geología moderna de raíz Física está condenadaa coexistir (más o menos íntimamente, eso es opi-nable) con las otras Ciencias de la Tierra. ¿Será éstesu encaje epistemológico definitivo? No parece pro-bable. Ya analicé el marco de excitación explorado-ra en el cual Arthur Strahler debió escribir su trata-do. Pasada la fiebre del Programa Apolo, laexploración ha continuado, regalando a los Earthscientists con nuevos mundos en los que poner aprueba las Ciencias de la Tierra: como era previsi-ble, los resultados han sido desconcertantes. Dedonde se sigue que necesitamos nuevas ideas, ideasque sean exportables, primero al Sistema Solar yluego a otros sistemas planetarios. Los futuros cien-tíficos planetarios deberán producir nuevas beauti-ful theories: para entonces, si la condición humanano ha cambiado radicalmente, los científicos de laTierra mostrarán probablemente su disgusto ante elnuevo, inevitable cambio de denominación.

BIBLIOGRAFÍA

Chaikin, A. (1994). A man on the Moon. Viking, Nueva York.

Emiliani, C. (1988). The Scientific Companion. Wiley, Nueva York.

Frodeman, R. (1995). Geological reasoning: Geology as aninterpretive and historical Science. Geol. Soc. Am. Bull., 107,960-968.

Hamblin, W.K. (1975). The Earth’s dynamic systems. Bur-gess. Minneapolis.

Holmes, A. (1944). Principles of Physical Geology. Nelson.Sunbury-on-Thames.

Smith, D.E., Kolenkiewicz, A., Dunn, P.J., Robbins, J.W.,Torrence, M.H., Klosko, S.M., Williamson, R.R., Pavlis, E.C.,Douglas, N.B. y Fricke, S.K. (1990). Tectonic motions and defor-mation from satellite laser ranging to LAGEOS. J. Geophys. Res.,95-B13, 22013-22041.

Strahler, A.N. (1963). The Earth Sciences. Harper & Row.Nueva York.

Suess, E. (1885-1909 [1925-1930]). La faz de la Tierra. R.Velasco. Madrid.

Von Bertalanffy, L. (1963). Teoría general de los sistemas.Fondo Cult. Econ. Mexico. ■

180 Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1996 (4.3)

Pròlogo de la publicación en lengua inglesa de“The Earth Sciences”, de Arthur N. Strahler”