Revista 21-02-2013
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Primera Parte. Indisciplina es la palabra que mejor define a Antonio Cassano.
Un futbolista genial, brillante, sobrado de talento, capaz de lo mejor y de lo peor
en el mismo partido. Ningún entrenador ha sabido encauzarle y siempre se ha
salido con la suya. El incorregible „talentino‟ ha mostrado sus innumerables
“cassanatas” allá por donde ha pasado, con desastrosos resultados para su carrera.
El mediapunta italiano, nacido en Bari
hace ya 30 años, no ha tenido tiempo de
aburrirse a lo largo de su carrera como
futbolista. Su difícil infancia, nacido en el
seno de una humilde familia napolitana,
le obligó a forjarse un carácter peculiar
debido al ambiente nada recomendable
donde se crió. Las pequeñas plazas y
estrechas calles de la capital de la región
de Puglia fueron testigo de los inicios de
Cassano con el balón. Un comienzo duro
que marcaría su destino como uno de los
jugadores de más calidad de su país, pero
también como el más rebelde e
impulsivo.
Cassano debutó con el Bari en 1999,
pero sería en su segundo partido, con un
golazo frente al Inter, donde sorprendió
con su enorme calidad
Dos temporadas con el Bari, con un
ascenso incluido, y tras dejar en ridículo a
dos defensas míticos como Christian
Panucci y Laurent Blanc en su segundo
partido en la élite le permitieron fichar
por el AS Roma por la cifra de 30 millones
de euros.
Sufrió reiteradas llamadas de atención
por parte de Capello por el uso del móvil
durante las comidas y suspensiones por
insultos a árbitros como el de Liga de
Campeones contra el Arsenal, en 2003, al
colegiado austríaco Urs Meier.
Un desembolso mayúsculo para lo que
esperaran fuera uno de los futbolistas de
mayor éxito de Italia y del mundo.
Calidad no le faltó nunca, pero de lo que
sí carecía era de disciplina y
profesionalidad.
El club romano siempre pasó por alto sus
actuaciones. A la órdenes del gran Fabio
Capello, ´talentino´demostró toda su
calidad pese a faltar a varios
entrenamientos y abandonar una sesión
preparatoria por no señalar una falta a
favor durante el “partidillo” de
entrenamiento.
Las alegrías, pese al compor-
tamiento del joven díscolo,
eran mayores que los disgus-
tos hasta ese momento, por
lo que se trató con cierta
indolencia al atacante.
1. Un control de espuela, insuperable, para
encarar portería con técnica y velocidad.
2. Un solo regate de calidad para
zafarse de los defensas, Panucci y
Blanc, y encarar portería.
3. El disparo al
palo corto
deja sin
respuesta al
portero que,
al contrapié,
sólo puede
ver cómo
entra el balón.
Los famosos “cuernos” al
colegiado Rosetti forman
parte del fútbol italiano, por
desgracia.
Hasta que en 2004 Franco Baldini,
director deportivo del club romano,
declaró, después de que Cassano se
autoexpulsara dando un manotazo a
Chiellini en el partido Roma-Fiorentina,
que “todo ha sido distinto, mientras
recogíamos con él más de los que se
perdía. Pero ahora perdemos más de lo
que cogemos”.
Esto dio lugar a una bronca con el por
entonces entrenador Rudi Voeller. La
indisciplina continuó con el siguiente
entrenador, Del Neri, quien le castigó con
entrenamientos en solitario, exclusiones
en convocatorias para partidos y hasta le
dejó fuera de la plantilla en alguna
ocasión.
El distanciamiento entre Cassano y la
directiva, el cuerpo técnico y el resto de
la plantilla se tornó insoportable. En el
final de su etapa en Roma ni su mayor
defensor, el capitán Totti, le dirigía la
palabra.
El real Madrid, conocedor de esta
situación, aprovechó para llevarse al
italiano por 5,5 millones de euros. Una
nueva estrella en un equipo galáctico en
plena cuesta abajo. Más calidad en un
mar de indisciplina, el ecosistema
preferido para la estrella de Bari. Por
supuesto Juan Ramón López Caro,
entrenador del Real Madrid por aquel
entonces, no pudo hacerse con el
vestuario blanco y fue cesado.
Fabio Capello, un viejo conocido de
Cassano, llegó para hacerse cargo del
equipo. Pero los problemas no sólo no
acabaron sino que se hicieron más
patentes que nunca debido a la gran
personalidad del entrenador italiano,
quien le recriminó constantemente.
La relación entre Totti y Cassano
acabó deteriorándose. Al
principio, como hermanos, el
capitán del AS Roma defendió a
capa y espada al crack de Bari.
Las discusiones con Capello se
convirtieron en habituales, incluso llegó a
dirigirse en los siguientes términos al
entrenador “Eres un hombre de mierda,
eres más falso que el dinero del
Monopoly”. Esto sucedió tras un partido
contra el Nastic de Tarragona en el que el
atacante se quedó sin jugar tras varios
minutos calentando.
Sonado fue también el incidente con las
cámaras de Cuatro al ser grabado junto a
Mahamadou Diarra criticando duramente
a su entrenador.
A estos episodios hay que sumar las
actuaciones que describe en su en su
biografía, Dico Tutto (Digo todo), donde
explica: “En Madrid era aún más fácil
porque estábamos en el hotel, podías
invitar a quien querías y reunirte con ella
en el corazón de la noche. Tenía un
amigo camarero. Su misión era llevarme
tres o cuatro ‘croissants’ tras haber
realizado el amor. Me los llevaba a la
escalera, yo acompañaba a la chica y
hacíamos el cambio: él se llevaba a la
’tipa’, y yo me hinchaba de ‘croissants‘.
Sexo y comida, la noche perfecta”.
Ni la oportunidad de jugar en el mejor
equipo del mundo hizo que Cassano
sacará lo mejor de sí. No encontró nunca
la motivación en Madrid para regalar
esas tardes de disfrute, emoción y
calidad que sólo se han visto con
cuentagotas a lo largo de su carrera.
Los problemas evidentes de
sobrepeso lastraron su rendimiento
en el club blanco y, poco a poco,
dejó de formar parte en los planes
del equipo.
Otra vez. El Barcelona volvió a ser incapaz de desplegar su fútbol de toque ante un
equipo cuya principal virtud fue el extremo rigor defensivo y la rápida salida al
contragolpe. Inter, Chelsea o Milan han demostrado la forma de hacer daño a un
conjunto que debe encontrar variantes ofensivas con las que hacer daño a estos
predicadores del catenaccio.
En los últimos años el juego del
Barcelona ha sido el metrónomo que ha
marcado el compás del fútbol mundial.
Una mezcla exquisita de toque y fantasía,
de técnica y talento que ha ido
recopilando elogios por todos los
confines del planeta.
Muchos equipos han intentado en vano
copiar su forma de jugar pero, sin esos
“locos bajitos”, el objetivo es
prácticamente inalcanzable. La pasión
por el fútbol asociativo, la predominancia
del aspecto ofensivo sobre el defensivo o
la importancia de sacar el balón jugado
desde la portería, son conceptos tácticos
que se inoculan a los jugadores desde
que desembarcan en la cantera del Barça
y empiezan a pelear por el sueño de
debutar y consolidarse en el primer
equipo.
Los propios jugadores foráneos que
vienen al club catalán saben,
independientemente de la fama mundial
que les preceda, que serán ellos y no el
equipo el encargado de imbuirse de esa
Xavi e Iniesta, dos ejemplos paradigmáticos de juego asociativo.
filosofía futbolística que tantos trofeos
ha aportado a las vitrinas del club.
El Barcelona ha conseguido levantar
envidias “sanas” en otros equipos, no
sólo por la gran cantidad de títulos
levantados en los últimos años sino por la
forma de conseguirlos sobre el campo.
Bastantes conjuntos podrán presumir de
haber ganado competiciones
importantes; sin embargo, sólo unos
pocos elegidos pueden decir con orgullo
que su forma de jugar será recordada
eternamente. Este Barça es uno de ellos.
Nadie debería poner en duda el atractivo
y la efectividad del plan de juego
azulgrana. Su estilo, irrenunciable, es su
bandera, la mejor carta de presentación
para afrontar los partidos en los campos
más difíciles del Viejo Continente. Con
esos rondos interminables se ganaron,
por poner un ejemplo, seis títulos en un
año. Algo que nunca ha hecho nadie en la
historia.
Los triunfos barcelonistas, alimentados
bajo la premisa de mantener la posesión
del balón, provocaron, ante la
impotencia de los equipos rivales de
arrebatarles el cuero, el surgimiento de
muy diversas tácticas defensivas para
detener o al menos amainar la tormenta
azulgrana. La mayoría de ellas
sucumbieron ante el talento de Xavi,
Iniesta o Messi; pero una de ellas, el más
claro ejemplo de catenaccio italiano, está
mostrando demasiada efectividad a la
hora de cortocircuitar el engranaje del
Barça.
El Milan, un equipo inferior técnica y
futbolísticamente al Barcelona, ha sido la
última escuadra en sacar réditos de un
planteamiento tan cicatero como
efectivo. El Chelsea en la Champions
pasada o en ediciones anteriores el Inter
de Mourinho y el Madrid en ciertos
momentos también obtuvieron
marcadores favorables, basando su
fútbol en el orden defensivo (juntando
las líneas del equipo en muy pocos
metros) y en rápidas salidas a la contra.
El Barcelona tiene la posesión, el balón
circula de una banda a la otra, pero la
profundidad brilla por su ausencia. Esta
táctica, siempre y cuando el equipo rival
sea capaz de mantener el rigor y la
La defensa del Milan no dejó
respirar a Messi ni un segundo.
solidaridad defensiva durante los 90 y
tenga la suerte de que los “genios” del
Barcelona no tengan su día, es bastante
efectiva.
En otras palabras, el equipo
anteriormente entrenado por Pep y hoy
por Vilanova tiene un problema cuando
tiene que perforar el entramado
defensivo de estos clubes. Es verdad que
no pasa muchas veces en la temporada.
A lo mejor no sucede o sólo ocurre una
vez, pero su superación en forma de
victoria puede ser indispensable para
ganar alguna competición.
El Barça tiene, probablemente, el mejor
“Plan A” en el fútbol actual. Sin embargo,
fruto de esa forma de jugar tan marcada,
le resulta difícil hacer variaciones en su
esquema. El estilo, preciado y venerado,
no debe suponer un tótem inviolable y
debe ser modificado o, como mínimo,
tener la posibilidad de cambiarlo en
función de las necesidades del partido.
En el verano pasado, fruto del sinsabor
que dejó la inesperada eliminación a
manos del Chelsea, empezaron a sonar
delanteros que podrían reunir el perfil
para “desatascar” partidos. Jugadores
que debían asumir un rol secundario a
costa de militar en uno de los grandes
clubes del continente. Se habló de
Drogba, Klose o incluso Llorente. Parecía
que se había entendido las necesidades
de la plantilla pero, tristemente, se
rechazó cualquier incorporación. Se dejó
escapar la oportunidad y, visto el partido
en San Siro, se están pagando las
consecuencias.
No se puede decir que una referencia en
la delantera podría haber cambiado el
signo del partido; sin embargo, sí que su
entrada en el campo hubiera supuesto un
cambio de esquema en el Barça.
Proponer y quizá sorprender con otro
tipo de partido a los italianos. Messi
podría haber aprovechado como ese
nueve fija a la zaga rival y haber
dispuestos de más espacios. No es justo y
además es imposible, por mucho que sea
el mejor del mundo, esperar que el astro
argentino emule en cada partido el gol de
Maradona ante Inglaterra o el suyo ante
el Getafe.
Cuando las cosas vienen mal dadas y ante
la ausencia de delanteros centro en la
Drogba fue el verdugo del Barcelona en la
pasada Champions.
El veterano delantero alemán Miroslav Klose sonó
como posible refuerzo del Barça.
plantilla la solución de urgencia es la
siguiente: Piqué se disfraza de ariete.
Como recurso desesperado puede valer,
pero los técnicos deberían tener la
opción de mirar al banquillo y poner en el
campo a un atacante puro que
aprovechara los balones colgados desde
la banda (por Alves, Alba, Tello o Pedro) y
generara espacios para las incursiones de
Messi, Iniesta o Fábregas por el centro.
En este tipo de partidos el Barça adolece
también de la capacidad de sorprender
con disparos de media y larga distancia.
Esta virtud es de las pocas que no están
en el currículum de Xavi, Iniesta,
Fábregas o Thiago. La marcha de Keita, el
único cuyo disparo lejano suponía una
verdadera amenaza para el portero rival,
no fue suplida con un jugador de sus
características.
A estos factores hay que unir,
principalmente, el buen hacer defensivo
del equipo contrario, y de forma
secundaria, se pueden mencionar la
esquiva suerte que a veces ha tenido el
equipo catalán y algunas decisiones
arbitrales como mínimo desafortunadas
(la reciente mano de Zapata o el gol en
fuera de juego de Milito con el Inter).
Lo peor no sería que el Barcelona cayera
eliminado de la Champions ante el Milan,
lo verdaderamente perjudicial para el
equipo sería volver a posponer la
solución del problema que, por mucho
que sea difícil de admitir, tiene el club. Si
en el próximo mercado de fichajes los
movimientos se reducen a la
incorporación de un portero para suplir a
Valdés, un central que refuerce la
defensa y la llegada de Neymar por Villa,
el Barça no habrá resuelto el problema.
Otra vez habría que volverse a enfrentar
al absoluto cerrojo de ciertas escuadras
europeas con un único plan, sabiendo
que si no funciona las alternativas son
escasas.
Este equipo se ha ganado con creces el
derecho a perder. Sus títulos y el
inconfundible estilo de su juego son el
mejor aval para seguir confiando en una
hipotética remontada ante el Milan con
el apoyo del Camp Nou. No se trata de
pedir que el equipo renuncie al patrón de
juego que tantos éxitos le ha dado,
simplemente se busca ampliar las
alternativas y variantes con las que
afrontar los duelos más complicados de
la temporada.
Keita, un ejemplo de profesional en
el mundo del fútbol.
El joven futbolista suizo tiene suspirando
a media Europa por sus servicios y es que
no es fácil conseguir un centrocampista
con la calidad de Granit.
Xhaka es un jugador muy completo.
Tienen buen criterio a la hora de
distribuir el balón, un gran sentido
táctico y se sacrifica por el equipo en el
aspecto defensivo. No destaca por ser un
gran asistente al no sumarse demasiado
al ataque. Físicamente es un futbolista
muy fuerte pasando el 1,80, basando
parte de su fútbol en su potencia física.
Ha pasado por todas las categorías de la
selección de Suiza, desde la Sub 17 hasta
la absoluta en donde ya ha jugado la cifra
de doce partidos, anotando tres goles,
todo esto a sus tiernos 20 años.
Este año se está teniendo que adaptar a
la liga Alemana, ya que fue fichado por el
Borussia Mönchengladbach este pasado
verano procedente del equipo de su
ciudad de natal, el FC Basilea.
Con su anterior conjunto obtuvo ya la
grata experiencia de ganar títulos ya que
puede presumir de tener en su haber dos
Supercopas suizas y la Copa nacional.
Con la selección, fue campeón del
mundial Sub 17 en Nigeria.
Es cuestión de tiempo que los grandes
equipos de Europa empiecen a fijarse en
este jugador. El pequeño equipo de
Mönchengladbach no le podrá retener
demasiado tiempo. Es un jugador del
agrado de la Premier y más pronto que
tarde acabará recalando en alguno de sus
equipos.
Hablar de Cafú en Brasil es mencionar
una auténtica institución en el mundo del
fútbol. Y comparar al joven Wallace con
el gran capitán podría parecer a priori
una temeridad pero, poco a poco, se está
ganando el derecho a esta comparación.
Oliveira es un jugador de banda derecha
que, preferentemente, juega en la
posición de lateral. Entre sus virtudes
destaca, como buen brasileño, su
facilidad para sumarse al ataque, dándole
mucha profundidad a su equipo.
Tiene buen golpeo de balón y centra al
área con bastante frecuencia y peligro
para el rival.
En el pasado mercado invernal, el
Chelsea lo fichó del Fluminense, pero lo
dejó cedido hasta final de temporada en
el equipo brasileño para que siga
teniendo minutos. En el Chelsea tendrá la
dura competencia de Branislav Ivanovic.
En definitiva, si sigue con su progresión
se hará un fijó en la selección que acuda
al Mundial de 2014 y para su nuevo
equipo será una buena variante para la
defensa, aportando profundidad por el
flanco derecho.