Revelación y Redención

Estando preso Jeremías, el profeta de Dios, recibió esta palabra:

“Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su

nombre: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no

conoces”

En medio de la angustia, desconcierto y debilidad de su espíritu, Dios le insta a clamar El, y

le hace una promesa que pareciera no ir de acuerdo con lo que muchos pensaríamos era la

esperada por el profeta: “te enseñaré”. Aunque esta promesa fue hecha específicamente a

un hombre en particular, estoy seguro que revela el “modus operandi” de Dios en la oración

y en su propósito hacia sus hijos.

Esta respuesta de Dios, puede aplicarse a todo aquel que en medio de tribulación u

oposición – como si faltase entendimiento de la situación que se vive - , cuando nuestro

espíritu se refugia en la angustia, en vez de volverse con esperanza hacia Dios.

La respuesta a toda situación se encuentra en la oración hacia Dios, en el clamor al Creador

de los cielos y la tierra.

Como que Dios nos dice, la falta de revelación de su Voluntad y la falta de clamor, hacen de

nuestro paso por esta vida, algo lleno de angustia, y eso no debería ser así, al menos los

creyentes tenemos promesas de que El Espíritu Santo es nuestro consolador, ayudador y

quien nos guía con certeza en los designios Divinos.

Pero, algo que me gusta mucho de este pasaje es la palabra de consuelo de Dios, leamos:

“He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de

paz y de verdad.”

¿Sabe para quién era esta palabra? Era para los que habían rechazado el mensaje de Dios

por mano de Jeremías, a quienes Dios había dado advertencia de castigo y cuyo juicio se

había ejecutado:

-“las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con

hachas” –

-“En este lugar, del cual decís que está desierto sin hombres y sin animales, en las ciudades

de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y sin morador y sin

animal, ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz

de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para

siempre es su misericordia – “

¿Sabe cuál es la revelación más grande que veo en todo esto? La misericordia de Dios. Pues

gente que no había hecho nada por merecer la Salvación de Dios, sino que tenían preso a su

profeta, reciben promesa de liberación y restauración.

Esa revelación es dada a todo aquel que viene a Cristo en el Nuevo Pacto, leamos en Tito

3:5:

“El nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su

misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu

Santo”

Ese mensaje de esperanza y esa promesa de Salvación, están vigentes para todos cuantos

crean en El, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llamare, para todos los escogidos

desde antes de la fundación del mundo.