Retos de la psicología

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Persona y ética ante la psicología Reflexiones hermenéutico analógicas Por Jesús M. Herrera A. En este trabajo expreso las observaciones que resultan de lo que ha sido mi acercamiento al lenguaje de la psicología, específicamente en cuanto a pasar de planteamientos psicológicos eminentemente especulativos a planteamientos que buscan tener una proyección en la vida práctica y cotidiana. De acuerdo con lo anterior tendré en cuenta el problema del racionalismo que nos ha heredado la modernidad, para tratar de hacer ver cómo es que éste determina la condición espiritual del sujeto, y la importancia de la noción de intencionalidad en la introspección de lo que es el ser humano. Más, también tengo en cuenta los irracionalismos de esta cultura descrita como posmoderna o tardomoderna; son irracionalismos que incitan a un sensacionalismo reactivo, precisamente, de los excesos cientificistas de la modernidad. Es que al ser humano le gusta ser animal de extremos, por superar un extremo se va al otro y se olvida de la moderación; la noción de intencionalidad recupera eso que se ha puesto en entredicho, paradójicamente, por la misma psicología, me refiero a que nos hemos olvidado de la condición espiritual del ser humano, que a veces se queda considerada en términos puramente fisiológicos. En este trabajo presento un dato, hasta donde alcanzo a ver, poco considerado del abordaje que Freud le hiciera a la

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Psicología y hermenéutica analógica.

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Persona y ética ante la psicologíaReflexiones hermenéutico analógicas

Por Jesús M. Herrera A.

En este trabajo expreso las observaciones que resultan de lo que ha sido mi

acercamiento al lenguaje de la psicología, específicamente en cuanto a pasar de

planteamientos psicológicos eminentemente especulativos a planteamientos que buscan

tener una proyección en la vida práctica y cotidiana.

De acuerdo con lo anterior tendré en cuenta el problema del racionalismo que nos ha

heredado la modernidad, para tratar de hacer ver cómo es que éste determina la condición

espiritual del sujeto, y la importancia de la noción de intencionalidad en la introspección de

lo que es el ser humano.

Más, también tengo en cuenta los irracionalismos de esta cultura descrita como

posmoderna o tardomoderna; son irracionalismos que incitan a un sensacionalismo

reactivo, precisamente, de los excesos cientificistas de la modernidad.

Es que al ser humano le gusta ser animal de extremos, por superar un extremo se va

al otro y se olvida de la moderación; la noción de intencionalidad recupera eso que se ha

puesto en entredicho, paradójicamente, por la misma psicología, me refiero a que nos

hemos olvidado de la condición espiritual del ser humano, que a veces se queda

considerada en términos puramente fisiológicos.

En este trabajo presento un dato, hasta donde alcanzo a ver, poco considerado del

abordaje que Freud le hiciera a la intencionalidad humana desde su noción de catexia, es

algo que Mauricio Beuchot, filósofo y filólogo de la UNAM nos regala gracias al diálogo

que él tiene con el psicoanálisis.

Mi hipótesis en este trabajo es que la noción de virtud es original y eminentemente

psicológica, y se coloca como alternativa, i. e., que por definición es un equilibrio difícil

que rompe con ese círculo vicioso entre una concepción cientificista o mecanicista, de

plano conductista del ser humano, y una concepción puramente voluntarista o

sensacionalista del mismo.

Estoy comprometido en mi labor educativa con un movimiento filosófico, el cual

tiene el mismo nombre que la metodología que lo implica: hermenéutica analógica; es un

movimiento iniciado y liderado por Mauricio Beuchot; en este movimiento buscamos

conciliar extremos para abrir la brecha del diálogo, camino que las más de las veces es

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angosto, porque buscamos que sea un diálogo conciliador y comprensivo entre posiciones

antagónicas.

Cabe mencionar que en este movimiento se ha gestado un grupo psicoanalítico,

liderado por filósofos y psicoanalistas, de los que están trabajando en México me permito

mencionar a Ricardo Blanco Beledo1, Juan Tubert-Oklander2; y resulta muy importante la

compilación de Luis Álvarez Colín3, donde aparece el trabajo de Víctor Hugo Valdés, a

saber: Hermenéutica y símbolo en el psicoanálisis freudiano; y de Napoleón Conde

Gaxiola4 Notas para la comprensión de una psicoética analógica. La cuestión de la ética,

la psicología y el problema de la posmodernidad; por su parte Rosario Herrera Guido en

Hacia una hermenéutica poética. Un diálogo con Mauricio Beuchot habla del carácter

hermenéutico y hermenéutico analógico del psicoanálisis. Filósofos, psicólogos y

psicoanalistas, pues, que en otras obras están actualizando su trabajo dentro de nuestro

movimiento.

En esta ocasión tal vez me limite sólo a citar algunas ideas de integrantes de este

movimiento intelectual; del Dr. Beuchot sigo su Antropología filosófica, la cual en gran

medida está construida desde su diálogo, precisamente, con el psicoanálisis, y del Dr.

Napoleón Conde Gaxiola, mencionaré y describiré textualmente su noción de psicoética, la

cual sólo se comprende desde la hermenéutica analógica, pues intenta conciliar ética y

psicología, para que la segunda no detente a la primera.

Hermenéutica es la ciencia y el arte de la interpretación de textos, texto es todo

aquello susceptible de interpretarse a consecuencia de su polisemia, se dice de la

hermenéutica que es el instrumento para hacer ciencia en nuestros tiempos posmodernos,

de manera que se ve cada vez más, por lo menos en la academia, que una asignatura esté

terminando en una perspectiva hermenéutica.

1 Quien tiene una participación muy activa como compilador de trabajos que se hacen alrededor de la hermenéutica analógica: Praxis de la hermenéutica analógica, Torres Asociados, México: 2010. Hermenéutica analógica y crítica filosófica, Torres Asociados, México: 2009. Hermenéutica analógica y cultura contemporánea, Torres Asociados, México: 2009. Hermenéutica analógica, comunicación y multicultura, México: Torres Asociados, 2007. Hermenéutica analógica, filosofía, psicología y pedagogía, México: Torres Asociados, 2007, entre otras obras..2 TUBERT-OKLANDER Juan y Mauricio BEUCHOT, Ciencia Mestiza. Hermenéutica analógica y Psicoanálisis, Torres Asociados, México: 2008.3 Álvarez Colín Luis (comp.), Hermenéutica Analógica, Símbolo y Psicoanálisis, Ducere, México 2003.4 Conde Gaxiola también se ha destacado por su trabajo como compilador: La filosofía de los derechos humanos de Mauricio Beuchot, Primero Editores, México: 2001. Hermenéutica analógica y espacios culturales, Torres Asociados, México: 2009. Entre otros.

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Lo de analógico resulta del siguiente conflicto: por un lado hay pretensiones que

imponen violentamente una sola interpretación como válida, y hay posiciones que imponen,

tal vez más violentamente el hecho de que todas las interpretaciones tienen que ser válidas5.

Pues bien, a las primeras interpretaciones las denominamos unívocas, y a las

segundas las denominamos equívocas; y entre la univocidad y la equivocidad, según la

filosofía del lenguaje que se desentraña de la lógica formal, se encuentra la analogía; así

una hermenéutica analógica no es unívoca, y aunque tienda a la equivocidad lo que hace es

jerarquizar las interpretaciones al punto en que unas ya no se acomodan en la validez o

veracidad.

Una hermenéutica analógica nos obliga a detenernos en las posiciones antagónicas

para reconocer las virtudes de cada una, pero también a señalar las fracturas o límites que,

casi siempre, son atendidos por su opuesto. Se requiere, entonces, de una hermenéutica

analógica que ponga a dialogar filosofía moral o ética y psicología, de lo contrario, según

observo, la psicología seguirá renunciando a la atención por el sentido de la vida.

Georges Canguilhem hace una crítica que veo también, por lo menos puntualizada,

en el módulo de Psicología general del maestro Salvador Yáñez Flores de la Universidad

del Valle de Atemajac, en Jalisco, el primero dice:

Pero para la Psicología, la pregunta por su esencia o, más modestamente, por su concepto, cuestiona

también la existencia misma del psicólogo, en la medida en que al no poder responder exactamente

sobre lo que es, se le hace muy difícil poder responder por lo que hace. Sólo puede, entonces, buscar

en una eficacia siempre discutible la justificación de su importancia como especialista, importancia

de la cual él no se lamentaría en absoluto, pero que en el filósofo generaría un complejo de

inferioridad6.

La psicología está en la mira de los filósofos, y agrega Yáñez que también en la

báscula de los “fisiólogos7”; pero continuemos por el camino de la crítica filosófica.

Porque es la antropología filosófica quien pone en evidencia la crisis del sujeto, es una

crisis existencial del ser humano que nunca antes había experimentado, y es una crisis que,

5 BEUCHOT Mauricio, Tratado de hermenéutica analógica. Hacia un nuevo modelo de interpretación, Facultad de Filosofía y Letras: UNAM/ÍTACA, Tercera edición, México, 2005.6 CANGUILHEM Georges, ¿Qué es la Psicología?, Conferencia en el Collége Phlosophique, 18 de diciembre de 1956. Publicada en Revue de Metáphisique et de Morale, 1958, 1; reeditado en Cahiers pour l'Analyse, 2, marzo de 1966. Disponible en línea en: http://caosmosis.acracia.net/wp-content/uploads/2010/02/canguilhem_que_es_la_psicologia.pdf, última consulta: 1-04-10.7 YÁÑEZ Flores Salvador, Psicología general¸ unadis-univa, Jalisco 2004, p. 37.

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paradójicamente, coincide con la era y el auge de la psicología en sus tres modos más

promovidos en México: la clínica, la educativa y la organizacional; es una crisis de sentido

que nunca antes había sido tan evidente y, por desgracia, tan escandalosa.

(...) la crisis actual, pues, no es sólo económica, social o política, sino, sobre todo, de sentido, como

insisten Lyotard y Derrida. Pero, ¿cómo responder a esa crisis? ¿Cómo dialogar acerca del sentido?

Tal vez es la más fuerte y dañina. Es una crisis existencial, no sólo psicológica sino eminentemente

filosófica8

Que el ser humano siempre está en búsqueda de su identidad o que por diversas

razones tenga que enfrentar crisis existenciales, resulta de facto a priori en el devenir de su

existencia; sin embargo aquí se trata de señalar que el despertar y levantarse en la mañana

del siglo XX fue lo mismo que amanecer y despertar en una pesadilla: la de los

“genocidios9” de las dos Guerras Mundiales.

En este mismo contexto el empirismo y experimentalismo dejan de ser teóricos y

bajan a la vida de los que no viven en la élites intelectuales10, ya dejaron de ser metarrelatos

abstractos y metafísicos para convertirse en la física de lo cotidiano, o en la explicación

matemática que inunda todo, y es que el método matemático ha sido adoptado para conocer

lo más enigmático que hay en el cosmos: el ser humano.

Ante el ser humano que siempre cuestiona y es cuestionado como tal, resulta que

son insuficientes los excesos de una cosmovisión positivista, entendiendo aquí como

positivismo el logro de (valga la redundancia) la positivación del mundo de las teorías

explicativas de los fenómenos que demandan la atención del ser humano. ¿Y cuáles son,

pues, las consecuencias de la praxis positivadora del mundo, en los ámbitos de la

psicología? Siguiendo a Canguilhem citaré tres señalamientos que él hace:

(…) de numerosos trabajos se tiene la impresión de que [en psicología se] mezclan a [primero] una

filosofía sin rigor, [segundo] una ética sin exigencia y [tercero] una medicina sin control. Filosofía

sin rigor, porque es ecléctica bajo el pretexto de la objetividad; ética sin exigencia, porque asocian

experiencias etológicas en sí mismas sin crítica; la del confesor, la del educador, la del jefe, la del

juez, etc., y medicina sin control, ya que de las tres clases de enfermedades más ininteligibles y

menos curables, las enfermedades de la piel, las enfermedades de los nervios y las enfermedades

8 BEUCHOT Mauricio, Las Caras del Símbolo: el ícono y el ídolo, CAPARRÓS EDITORES, España 1999, p. 52.9 BEUCHOT Mauricio, Posmodernidad, Hermenéutica y Analogía, UIC-PORRÚA, México 1996, p. 13.10 Cfr. Ibid, p. 41.

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mentales, el estudio y el tratamiento de las dos últimas ha proporcionado desde siempre a la

Psicología observaciones e hipótesis11.

La crítica que hace Canguilhem redunda, como se ve, en mostrar que la psicología y

lo que ella influencia incurre en sincretismos, muy característicos de nuestro contexto

cultural tardomoderno. Ahora el sincretismo es la salida por la que se ha optado para no

sofocar los planteamientos, de por sí, excesivos de todo lo que emana del racionalismo:

como el empirismo y el positivismo que pudieran estar atrapando a la psicología que

comentamos.

Además de los señalamientos de Canguilhem, es necesario reflexionar en algunas

cuestiones que me parecen pertinentes para aportar algo al contexto en el que se desarrolla

la praxis de la psicología. Es que de filosofía y ética carece no sólo la psicología, sino,

también, el mundo de las ciencias en continua fragmentación en la medida en que las

especializaciones tienden al infinito.

Que la psicología sea “Una filosofía sin rigor” puede referirse, dentro de esta

posmodernidad antimoderna, a una racionalidad unívoca; que de ser rigorista por su

racionalismo, pasó a ser desintegrada por el sensacionalismo que rige e intenta darle sentido

a la vida humana de hoy. Pero la psicología no deja de presentarse con el traje de filosofía

en la medida en que le provee de una cosmovisión al sujeto que se siente ajeno a un mundo

que no siente como suyo porque lo odia, o le tiene resentimiento, o le tiene miedo, o es un

mundo en el que le es imposible socializar; y al que el psicólogo le toca decirle “cómo”

puede ir habitándolo mientras que se lo va familiarizando, aunque sea metafóricamente.

Yo veo que pedagogía, psicología y derecho son los únicos medios por los que

actualmente se intenta dirigir la vida; entre pedagogía y psicología a veces parece que no

hay diferencia, esto cuando la segunda logra envolver a la primera al hacerla conductista y

constructivista para que el docente empatice con los alumnos.

Pero Derecho, Psicología y Pedagogía desvinculados de la Filosofía del hombre, en

tanto que compresora de la condición humana, se olvidan de la ontologicidad del ser

humano, y terminan mostrándole sólo un mundo pragmaticista en el que hay que sentirse

(con toda la extensión de la palabra) útil, es el mundo del hacer, y más específicamente el

mundo del “dejar hacer, dejar pasar”: expresión que surgida en el liberalismo continúa, con

sus matices, en el neoliberalismo de nuestra globalización económica y cultural.

11 ¿Qué es la Psicología?, Op. Cit. Las negritas son mías.

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Recordando a Aristóteles y a los escolásticos Psicología, Pedagogía y Derecho

harían (gracias a sus sustentos filosóficos) del ser humano una persona virtuosa12. Ahora,

sin la filosofía pertinente de por medio, el ser humano, ante las disciplinas mencionadas,

dejó de ser persona para convertirse en sujeto. Entonces tenemos al sujeto vicioso que la

psicología cuida para que su condición no lo haga “perder el piso”; a un sujeto al que la

pedagogía lo invita a lograr escaños académicos y un título para que tenga con qué o de qué

vivir; y a un derecho que cree en la “cultura de la legalidad”, mas no en la cultura de la

persona (para justificar a la persona por ella misma): entonces es el ser humano para la ley

y no la ley para él.

Mencionar la noción de virtud exige hablar de la ética; y también hay que decir que

cuando a la filosofía se le margina del ejercicio de la ciencia lo que está puesto en juego es

la ética, porque es ella la dimensión práctica de la filosofía.

Por lo anterior regresamos con Canguilhem a propósito de que la psicología mezcle

una “ética sin exigencia, porque asocia experiencias etológicas sin crítica”; partimos del

mismo supuesto: se trata de la psicología que se influencia del sincretismo como si éste

fuera un método científico, en un mundo relativista si no se tiene algo así como un

raciocinio analógico13 como criterio de relación, la opción que queda (para evitar pugnas)

es sincretizar dando como válidas y verdaderas cualquier oferta teórica o práctica. Y el

principal problema o la consecuencia más dura del fenómeno sincretista es el propicio de la

confusión, y aquí se confunde lo ético con lo etológico.

Lo ético es propio (solamente) del ser humano por su racionalidad, mientras que si

se ha de ver algo etológico en él esto habrá de ser con la prudencia necesaria como para no

desvincularle a la persona su eticidad y no reducir la observación empírica del actuar

humano a lo fisiológico y biológico; hay que ir más allá en la observación empírica, hay

que buscar una observación que vaya de lo fisio-biológico a lo ontológico; esto lo puede

hacer una “observación” simbólica de la persona, ya que de por sí ella es más simbólica que

biológica14, y no le gusta quedarse en la observación empírica, puramente cuantificable.

12 Cfr. BEUCHOT Mauricio, Introducción a la Filosofía de Santo Tomás de Aquino, 2da ed. San Esteban, Salamanca 2004, capítulos 7, 8 y 10.13 Cfr. BEUCHOT Mauricio, Sobre la analogía y la filosofía actual, en Revista Analogía Filosófica, No. 1, Año X, México, 1996.14 BEUCHOT Mauricio, Antropología Filosófica. Hacia un personalismo analógico-icónico, COLECCIÓN persona, Salamanca 2004, p. 57.

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Una concepción del ser humano puramente etológica o vitalista ignora la

racionalidad del ser humano, la cual es la que le permite construir su libertad; y si la

observación del psicólogo se desarrolla ignorando lo racional, ¿qué queda por observarle al

sujeto? Siguiendo a Aristóteles, queda lo anímico; y el aristotelismo, de por sí, es

hilemórfico, y tal hilemorfismo le permitió a los escolásticos ir más allá en la cuestión del

ser humano, i. e., comprender la relación alma-cuerpo como en una hipóstasis. Aristóteles

y los aristotélicos habían de superar la concepción platónica, ahora hay que superar los

reduccionismos y fragmentarismos, unos son racionalistas y otros por reacción a los

anteriores son sensacionalistas.

Entonces las resultas de la observación para encontrar las constantes de lo anímico

en el ser humano son etológicas, reducidas a lo animal del sujeto (animal en el sentido que

se ha dicho, de anímico, no de bestia: toda bestia es animal, pero no todo animal es bestia,

según el Árbol de Porfirio).

La marginación de la diferencia específica en el ser humano (su ser racional) incurre

inmediatamente en la marginación de su eticidad. Y no es el problema de lo moral como

aquello que es normativo en lo malo y lo bueno sin más; es que cuando se margina o hasta

elimina la eticidad de la persona, se continúa con su fragmentación hasta que el sujeto se

diluye y, entonces, el acompañamiento psicológico (como cualquier otro tipo de

acompañamiento, asesoría, clase, sugerencia, consejo, corrección etc.) es, a lo mucho, sólo

un analgésico; pero su vida sigue careciendo de sentido, porque el sentido de la vida está

involucrado en la eticidad de la persona. El acompañamiento psicológico requiere, según

Napoleón Conde Gaxiola (Psicólogo y Filósofo de la Universidad Intercontinental) de ser

“psicoético”:

Entendemos por psicoética a la articulación mediada, mesurada y dialéctica entre la psicología y la

ética. Se trata de establecer la frontera adecuada entre los marcos conceptuales de la ética en tanto

reflexión filosófica de las diversas moralidades y la psicología como disciplina pertinente de la teoría

y praxis de la vida buena, es decir, de la comprensión e interpretación de los caminos conducentes a

la actividad feliz15.

Aquí propongo una noción de ética o filosofía moral de virtudes (ella es la que

puede hacer la dialéctica entre psicología y ética), y no kantiana como la que se ve más

15 CONDE Gaxiola Napoleón, Notas para la Comprensión de una Psicoética Analógica. La Cuestión de la Ética, la Psicología y el Problema de la Posmodernidad, en Álvarez Colín Luis (comp.), Hermenéutica Analógica, Símbolo y Psicoanálisis, Op. Cit., p. 146.

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prevaleciente, la cual separa lo normativo de lo ontológico, que no conjuga el ser y el deber

ser; y una ética de las virtudes, por definición, refieren al ethos de la persona, está

iconizando y cuidando su ontologicidad, de manera que la existencia de la persona se

alcanza a través de su interdependencia, como quiere el popular Stephen Covey16 en sus 7

hábitos.

Una percepción psicológica que se salva de la pura observancia positivista es la del

psicoanálisis freudiano, según la siguiente perspectiva que nos propone al psicoanálisis en

sentido hermenéutico y requiriendo del símbolo, para ir más allá del cientificismo de su

contexto:

(...) es precisamente la noción de intencionalidad la que hace a Freud alejarse de la perspectiva

neurológica y científico-positivista, para acceder a la perspectiva psicológica y hermenéutica, del

signo, del símbolo. Y también es la intencionalidad en buena medida el contenido del inconsciente,

ya que mucho de lo que hay en él son ideas, pulsiones, motivaciones, deseos, etc., todos los cuales

envuelven términos intencionales, palabras que tienen que ver con la intención. Y es, por lo mismo,

lo que nos hace conocer, al menos en alguna medida, el inconsciente o algunos sectores suyos, a

despecho de la negación de su cognoscibilidad por parte del propio Freud. Hay una dependencia

estrecha entre el inconsciente y la intencionalidad, que escapará a la conciencia misma, y es una

pieza clave del edificio freudiano. Por eso Freud, al negar la cognoscibilidad del inconsciente lo

hacía una cosa en sí kantiana, inalcanzable por definición, quería hacer al inconsciente una especie

de categoría puramente negativa, una entidad incognoscible; pero con ello lo habría hecho también

inverosímil. Mas, al darse cuenta de ello, lo que Freud hace es decir que podemos llegar al

conocimiento del inconsciente de alguna manera, a saber, de manera indirecta, precisamente a través

del psicoanálisis17.

Hay que atrevernos a reinterpretar al ser humano como animal intencional, lo cual

explicita eso que Aristóteles y, sobre todo los filósofos medievales, querían decir con

racional; puesto que es intencional tanto en su inteligencia como en su voluntad, y esta

segunda facultad había sido tenida como apetito racional; y ahora esta síntesis se abre a

presentar a la persona humana como animal simbólico, y si es simbólico no es por otra cosa

que por su actitud intencional ante la vida.

Y es que lo intencional del ser humano en Freud se puede reinterpretar desde la

tradición aristotélica18, y aquí es pertinente porque es una tradición que hace de la virtud

16 R. COVEY Stephen, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, PAIDÓS, México 1998.17 Antropología Filosófica. Hacia un personalismo analógico-icónico, op.c it., p. 20.18 BEUCHOT Mauricio, Aristóteles y la escolástica en Freud a través de Brentano, en ESPIRITU, Cuadernos del Instituto Filosófico de Balmesiana, Barcelona, 47/118, 1998.

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algo que simboliza o analoga y conjunta psicología y ética en el ser humano; pero siempre

en la consideración de la intencionalidad como lo esencial de la condición humana.

Si bien intencionalidad y ética no fueron aspectos que Freud desarrollara, por lo

menos como aquí nos atrevemos a hacer, ya que sus intereses estaban puestos en otros

objetivos, lo importante es que en la psicología está, gracias al Padre del Psicoanálisis, un

elemento (el de intencionalidad) que nos puede ayudar a ver que la psicología puede

atender la eticidad de la persona, para tener algún tipo de certeza en la consecución del

sentido de su vida; y en definitiva que reoriente la praxis psicológica.

La noción de intencionalidad aparece en Freud bajo la forma modificada de una energía física

canalizada hacia los fines instintivos y la satisfacción de los deseos. La `existencia intencional´ de

Brentano se convirtió en la `catexia´ de Freud. Para éste, al igual que para aquél, la percepción no

era un proceso pasivo, sino una actividad dotada de energía psíquica19.

La idea de intencionalidad implica una noción muy completa, en tanto que

simbólica, de lo que es el ser humano, la intencionalidad de la persona la presenta más allá

de sus aspectos etológicos y lo alcanza a advertir como simbólico por su enigmaticidad, o al

revés: enigmático por su simbolicidad. Y esto es lo importante, lo que nos deja Freud saber

del ser humano con su idea de intencionalidad a través del término catexia, nos hace

profundizar e ir más allá en el porqué de la importancia de la intencionalidad para cavilar

en torno a la ética de la virtud. El conocimiento del nivel inconsciente en la persona,

gracias a Freud y su asimilación de la intentio humana nos permite darle seguimiento a la

tradición de la psicología primitiva en la historia de la filosofía.

Entonces hay razones por las que la psicología puede y, honestamente, debe

enriquecerse a la luz de algunos criterios de la filosofía moral o ética, pero hay que advertir

el hacerlo desde las vertientes filosóficas que se cimentan en una racionalidad o metafísica

diferente a la racionalidad cientificista, pero que también evite aquellas filosofías que se

han polarizado radicalmente al lado opuesto, el de los irracionalismos; se trata de la psico-

ética aludida, que tenga la suficiencia de la prudencia para dialogar y que evite los

sincretismos sensacionalistas y hasta esotéricos que pululan y detentan el progreso de las

humanidades.

19 Ibid, p. 163.