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Palabras clave: Terapia cognitiva; filosofía REBT; delincuentes masculinos adultos. Hay buenas razones para que los terapeutas cogni- tivos trabajen con delincuentes. La primera razón es sugerida por la pregunta: “¿Por qué respirar?”. La res- puesta: “Intenta no hacerlo.” De alguna manera, todos nosotros, tanto si tratamos a niños trastornados, con víctimas de abuso, con parejas en conflicto o con perso- nas con una enfermedad mental importante, estamos en contacto, al menos ocasional, con personas que han infringido la ley de forma que repercute directamente en nuestro trabajo, tanto si sus crímenes han sido juzga- dos o tan solo detectados. Por lo tanto, tratar de evitar el trabajar con delincuentes es irreal, y por lo tanto parece que lo mejor sería intentar aprender todo lo posi- ble sobre esta heterogénea población: determinar lo que usted puede hacer por ellos, lo que probablemente usted no pueda hacer por ellos y lo que mejor no intente hacer por ellos. El crimen tiene unos efectos devastadores. La víc- tima directa no es la única persona que sufre daños físi- cos, económicos, emocionales o de otro tipo ocasiona- dos por un acto criminal en concreto. El asesinato de una persona puede destrozar virtualmente las vidas de los miembros de su familia y afectar seriamente a los amigos de la víctima, a sus colegas, a sus vecinos y a otros conocidos. Estas víctimas indirectas no se reco- gen en las estadísticas. Además, la familia de quien per- petra el crimen sufre, especialmente si esa persona tiene esposa e hijos. Estas víctimas indirectas no reciben demasiada comprensión por parte de la sociedad ni tampoco hay servicios de salud mental fácilmente dis- ponibles para ellos. Además, aunque no voy a sugerir que los delincuentes son víctimas de sus propios críme- nes, posiblemente ellos también sufran las consecuen- cias negativas de estos crímenes. Además de este sufrimiento humano tan obvio, están los costes econó- micos para la sociedad; el coste de vigilar e intentar rehabilitar al agresor, los costes legales y los costes de las compañías de seguros que, en última instancia, se pagan entre todas las personas aseguradas. Por lo tanto, si su trabajo puede ayudar a prevenir un crimen grave, usted habrá ayudado a muchas personas. Por lo tanto, el trabajo es importante. ¿Cuántos crímenes se cometen cada año? Muchos, aunque no necesariamente estén aumentando. En 6 RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 55 - 2009 Terapia Racional Emotiva y Conductual en delincuentes masculinos adultos Irwuin F.Altrows Providence Continuing Care Center – Mental Helth Services an Department of Psychiatry Queen’s University, Kingston, Ontario Resumen: El comportamiento criminal tiene efectos devastadores en la sociedad. La terapia cognitiva, ampliamen- te definida, ha demostrado ser efectiva con los delincuentes. En particular, parece que es la filosofía REBT la idó- nea para tratar a esta heterogénea población. Aunque este capítulo se focaliza en los delincuentes masculinos, adultos, los principios presentados pueden aplicarse a la mayoría de grupos de delincuentes. Se presentan los funda- mentos y la investigación que apoya a los tratamientos apoyados empíricamente. Se analizan los desafíos clínicos comunes y los principios generales se ilustran con casos.

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PPaallaabbrraass ccllaavvee:: TTeerraappiiaa ccooggnniittiivvaa;; ffiilloossooffííaa RREEBBTT;; ddeelliinnccuueenntteess

mmaassccuulliinnooss aadduullttooss..

Hay buenas razones para que los terapeutas cogni-tivos trabajen con delincuentes. La primera razón essugerida por la pregunta: “¿Por qué respirar?”. La res-puesta: “Intenta no hacerlo.” De alguna manera, todosnosotros, tanto si tratamos a niños trastornados, convíctimas de abuso, con parejas en conflicto o con perso-nas con una enfermedad mental importante, estamos encontacto, al menos ocasional, con personas que haninfringido la ley de forma que repercute directamenteen nuestro trabajo, tanto si sus crímenes han sido juzga-dos o tan solo detectados. Por lo tanto, tratar de evitarel trabajar con delincuentes es irreal, y por lo tantoparece que lo mejor sería intentar aprender todo lo posi-ble sobre esta heterogénea población: determinar lo queusted puede hacer por ellos, lo que probablemente ustedno pueda hacer por ellos y lo que mejor no intente hacerpor ellos.

El crimen tiene unos efectos devastadores. La víc-tima directa no es la única persona que sufre daños físi-

cos, económicos, emocionales o de otro tipo ocasiona-dos por un acto criminal en concreto. El asesinato deuna persona puede destrozar virtualmente las vidas delos miembros de su familia y afectar seriamente a losamigos de la víctima, a sus colegas, a sus vecinos y aotros conocidos. Estas víctimas indirectas no se reco-gen en las estadísticas. Además, la familia de quien per-petra el crimen sufre, especialmente si esa persona tieneesposa e hijos. Estas víctimas indirectas no recibendemasiada comprensión por parte de la sociedad nitampoco hay servicios de salud mental fácilmente dis-ponibles para ellos. Además, aunque no voy a sugerirque los delincuentes son víctimas de sus propios críme-nes, posiblemente ellos también sufran las consecuen-cias negativas de estos crímenes. Además de estesufrimiento humano tan obvio, están los costes econó-micos para la sociedad; el coste de vigilar e intentarrehabilitar al agresor, los costes legales y los costes delas compañías de seguros que, en última instancia, sepagan entre todas las personas aseguradas. Por lo tanto,si su trabajo puede ayudar a prevenir un crimen grave,usted habrá ayudado a muchas personas. Por lo tanto, eltrabajo es importante.

¿Cuántos crímenes se cometen cada año? Muchos,aunque no necesariamente estén aumentando. En

6 RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 55 - 2009

Terapia Racional Emotiva y Conductual en delincuentes masculinos adultos

Irwuin F.Altrows

Providence Continuing Care Center – Mental HelthServices an Department of PsychiatryQueen’s University, Kingston, Ontario

Resumen: El comportamiento criminal tiene efectos devastadores en la sociedad. La terapia cognitiva, ampliamen-te definida, ha demostrado ser efectiva con los delincuentes. En particular, parece que es la filosofía REBT la idó-nea para tratar a esta heterogénea población. Aunque este capítulo se focaliza en los delincuentes masculinos,adultos, los principios presentados pueden aplicarse a la mayoría de grupos de delincuentes. Se presentan los funda-mentos y la investigación que apoya a los tratamientos apoyados empíricamente. Se analizan los desafíos clínicoscomunes y los principios generales se ilustran con casos.

Canadá (con una población de alrededor de 30 millonesde habitantes o una novena parte de la de los EE.UU.),la cifra total de crímenes reportada se redujo lentamen-te entre los años 1991 – 1998, casi volviendo a la cifrade principios de los 80, a pesar del aumento de la pobla-ción nacional. En 1998, según el Informe de CrímenesReportados (Uniform Crime Reporting) de 1999, enCanadá se reportaron 2.666.710 crímenes; esta cifrarepresenta alrededor de ¡un crimen “reportado” porcada diez habitantes! El 90% de los crímenes reporta-dos eran agresiones contra la propiedad u “otros”, pero266.417 fueron agresiones violentas no sexuales (alre-dedor de una por cada cien ciudadanos), otras 28.952fueron agresiones sexuales y 71.293 fueron delitos rela-cionados con drogas. La tasa de homicidios en Canadá,1,83 por 100.000, es comparable con el de la mayoríade países industrializados, pero muy inferior a la de losEE.UU. (6,26) y Rusia (20,20) (Procurador General deCanadá, 2000a).

En contraposición, la población de presos federalesadultos de Canadá siguió incrementando casi un 50%sobre la cifra de 1982. En 1996, había en Canadá37.080 presos entre su sistema federal y provincial(entre los que se incluyen alrededor de 4.700 delincuen-tes jóvenes), una tasa de 123 por cada 100.000 cana-dienses (Procurador General de Canadá, 2000a). Estatasa es más elevada que en la mayoría de paísesEuropeos, pero no tan alta como en EE.UU.(Procurador General de Canadá, 2000b). En el año2000, la tasa de encarcelados en prisiones y penitencia-rías de EE.UU. era de 699 por cada 100.000 residentes,458 más que en 1990 (Departamento de Justicia de losEE.UU., 2001). Es decir, uno de cada 143 residentesestadounidenses, o un total superior a ¡1,9 millones deadultos está actualmente en prisión! Más del 90% deestos presos son varones.

¿A qué responde este aumento de la tasa de encar-celamiento? Wamsley (1998) ha propuesto que enmuchos países el incremento de la población peniten-ciaria es el resultado de las políticas más que del incre-mento del crimen. Él cree que estas políticas vienendeterminadas por una serie de factores que incluyen“desilusión con las estrategias de tratamiento”. A esto le

seguiría, entonces, que la demostración de un trata-miento efectivo, administrado a un número suficientede presos por un número suficiente de terapeutas,podría reducir significativamente la cifra de la pobla-ción en prisión. Los beneficios, tanto económicos comohumanos, de poner esto en práctica serían enormes.

Además de trabajando con personas que han come-tido crímenes, los terapeutas pueden ser de gran ayudaen el área de prevención primaria. Al conocer los facto-res de riesgo (véase Bonta y col., 2001; Gendreau,1996) usted puede evitar que algunos clientes cometancrímenes. Por medio del tratamiento puede ayudar aotros a evitar una recaída (por ejemplo, a través del tra-tamiento del consumo de drogas, la educación, el entre-namiento vocacional, remediando carencias dehabilidades cognitivas y tratando las enfermedadesmentales) donde la prevención primaria haya fracasado.

La teoría de este artículo es que la REBT/CBTpuede reducir los daños futuros producidos por delin-cuentes identificados. El tratamiento, la rehabilitación yotros programas de integración, independientemente desi tienen lugar en la cárcel o en la comunidad, puedenbeneficiarse de la introducción de componentes deCBT. Los tratamientos pueden verse reforzados por losclínicos que aplican en su trabajo la filosofía de REBT.Seleccionar los tratamientos según la valoración delriesgo del delincuente, según la respuesta a los posiblestratamientos disponibles y el enfatizar los métodos con-ductuales y cognitivo conductuales, ocasiona una dis-minución de las reincidencias (Bonta, Bogue; Crwley &Motiuk, 2001).

Sigue creciendo la evidencia que apoya la eficaciade la CBT con los delincuentes. Una revisión de la lite-ratura previa mostraba indicaciones favorables(Altrows, 1995). Esta revisión muestra que trabajos másrecientes apoyan a las siguientes hipótesis:

1. En la perpetración de un crimen están implica-das las cogniciones defectuosas, incluyendo contenidosy procesos cognitivos defectuosos.

2. A menudo, estas cogniciones defectuosas

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pueden orientarse satisfactoriamente con CBT engeneral y con REBT en particular, consiguiendo unareducción de las recidivas.

3. Este resultado mencionado es contundente enrelación con la población criminal que estamos consi-derando (Becker, 1996; Dowden, Blanchette ySessrin,2001; Kopec, 1995; Nauth, 1995; Nezu, Nezu yDudek, 1998; Whitford y Parr, 1995), la naturaleza deldelito (Doolitle, 2000; Grossman, Martis & Fichtner,1999; Irvin, Bowers, Dunn y Wang, 1999), el país en elque tiene lugar el crimen y la naturaleza de los gruposcomparadores (Grossman, Martis y Fichner, 1999;Hall, 1995; Merrill, Alterman, Cacciola y Rugherford,1999; Pearson y Lipton, 1999). Se ha informado confrecuencia de unos resultados que alcanzan el 30% dereducción (Grossman, Martis y Fichtner, 1999; Hall,1995; Henning y Frueh, 1996; véase también Bakker,Hudson y Ward, 2000; Dowden, Blanchette y Serin,2001; Gendreau, 1998). Esta cifra es comparable con lareducción del 25% de objetivo conductual producidopor los tratamientos psicológicos en general (Gendreau,1998).

4. El tratamiento ambulatorio tiende a ser más efi-caz que el tratamiento en régimen de internado o insti-tucional (Grossman, Martins y Fichtner, 1999; Hall1995; Polizzi, Mackenzie y Hickman, 1999; y ver Irvin,Bowers, Dunn y Wang, 1999).

5. Pueden ser igual de efectivas tanto la modali-dad individual como la terapia en grupo (Irvin, Boers,Dunn y Wang, 1999).

6. La prevención de los componentes de la recaí-da potencian la efectividad (Laws, 1999).

7. Los psicópatas pueden ser diferentes: parecentener un déficit en los procesos cognitivos, no específi-camente de contenido cognitivo (Wallace, Schmitt,Vitale y Newman, 2000). Hipotéticamente, algunos pue-den responder a un planteamiento de “detente y piensa”para compensar los déficits en los procesos de autocon-trol largos, conjuntamente con el énfasis sobre el auto-control de decisión (elecciones de un modo de vida que

reduzcan la necesidad de un autocontrol prolongado).

Bases del tratamientoTal como se ha indicado anteriormente, el trata-

miento se ve reforzado si se consideran los principiosde un tratamiento efectivo, (Andrews, Zinger, Hoge,Bonta et al., 1996), es decir, el riesgo, la necesidad y lacapacidad de respuesta. Según el principio de riesgo, esmejor concentrarse en delincuentes de mayor riesgo. Elprincipio de necesidad dirige el tratamiento hacia losfactores criminogénicos, incluyendo actitudes (senti-mientos pro criminales), relaciones, déficit de habilidady disforia. El principio de la capacidad de respuestaaboga por la identificación y el uso de métodos a losque, probablemente, respondan tanto el problema comola persona. El informe de Andrews y col. (1996) conclu-ye que los métodos conductuales y cognitivo conduc-tuales llevados a cabo con altos grados de fidelidadtienden, claramente, a ser más efectivos. Un sello de laterapia cognitiva es el cambio cognitivo; se presentanaquí tres estudios recientes para mostrar la importanciade conseguir que los delincuentes hagan un cambiocognitivo.

Con frecuencia, se ha considerado a los programasmulticomponentes basados en la CBT para el manejode la ira como efectivos, entre otros, para presos. Díaz(2000) demostró que el cambio cognitivo está implica-do en este efecto; un desmantelado estudio con presosdemostró que la desensibilización sistemática y la rees-tructuración cognitiva eran ambas efectivas solas.Johnson (2002) examinó la asociación entre el consu-mo de alcohol y la violencia contra mujeres; cuandouno externaliza actitudes hacia la degradación y el con-trol sobre las mujeres, esta asociación es anulada. Por lotanto, parecería que para los hombres que consumenalcohol y también agraden a mujeres, no es suficienteque sigan un tratamiento para el alcohol, sino que el tra-tamiento también debe influir sobre la cognición queapoya la violencia contra la mujer. Hawkins (1998)encontró apoyo indirecto para el uso de la terapia cog-nitiva: aunque los presos que recibían meditación tras-cendental (MT) no mostraron cambios en el bienestarpsicológico medible, si que mostraron una reducción de

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las distorsiones cognitivas. Dado que la terapia cogniti-va está enfocada directamente hacia las distorsionescognitivas además de hacia otros factores cognitivos yemocionales, cualquier cárcel que acoja la MT tambiénharía bien incorporando la CBT.

Además de los principios del tratamiento efectivomencionado anteriormente, la literatura sobre la pre-vención de la recaída (PR) también es de gran valor enel diseño del tratamiento. La contribución de la REBTen este campo, con trabajos sobre el consumo de sus-tancias y otros hábitos disfuncionales, es extremada-mente útil para cualquiera que trabaje con delincuentes(Bishop, 2000; Ellis y Verlten, 1992). Es muy útil revi-sar la bibliografía sobre la PR en cuanto a trabajos tra-dicionales y recientes. Según Marlatt y Gordon (1985),un programa de PR con éxito logra que los clientesidentifiquen y aprenden a manejar situaciones de altoriesgo, tomen Decisiones Aparentemente SinImportancia que pueden ser un paso en el camino haciala recaída, y reconozcan y burlen el Síndrome deAbstinencia de Violación (SAV) – la tendencia hacia undesliz que irá seguido de cogniciones disfuncionales,efecto disfuncional negativo y recaída. Más reciente-mente, Laws (1999) ha comunicado extensiones y revi-siones. En primer lugar, el SAV requiere más atenciónde la que ha estado recibiendo. Para algunas personasun desliz se asocia a un efecto positivo y consecuente-mente el comportamiento puede ser recompensado ypor lo tanto hay más posibilidades de que reincida. Ensegundo lugar, es mejor sustituir el objetivo de preven-ción total de recaídas por el de “reducir el daño”. Entercer lugar, podría ser mejor considerar el trabajo eneste campo como gestión más que como tratamiento,puesto que el crimen no es una enfermedad ni un sínto-ma. En cuarto lugar, podría contemplarse la PR comoun programa distinto, como una estrategia global queune conceptualmente un sistema de programas o comoambas cosas. Finalmente, para el desarrollo y la evalua-ción de un programa, es importante distinguir si unoestá utilizando PR (por ejemplo, un sistema que delibe-radamente contiene suficientes elementos para la PR) osi uno está simplemente confiando en prevenir la reca-ída. El fracaso en hacer esta distinción ha provocadoconfusión en la búsqueda de bibliografía. Teniendo en

mente esta preocupación, Laws (1999) compara la CBTcon y la CBT sin los componentes de PR. Tanto la PRcomo otros CBT tienen en cuenta las puntuaciones deauto eficacia, los desequilibrios en el modo de vida, lasestrategias conductuales y cognitivas de aceptación, lasautobiografías, la auto monitorización, las entrevistasmotivacionales, las adicciones positivas, las terapiasconductuales y la reestructuración cognitiva. De todosmodos, un programa CBT también es un programa dePR hasta el extremo de que considera conceptos queson relativamente específicos de PR, como son el ensa-yo de recaída, las fantasías de recaída, la hoja de ruta derecaída, los precursores de la recaída, las situaciones dealto riesgo, la cadena cognitiva conductual, los impul-sos y las ansias, la matriz de decisión, el etiquetaje y eldesapego, el efecto de abstinencia de violación, lasdecisiones aparentemente sin importancia y las pruebasde competencia situacional.

Aplicaciones de prevención de recaída en CBT

El uso del modelo de PR puede ser de ayuda paraenfocar los esfuerzos de la CBT. Los principios de laPR se han aplicado a pacientes judiciales en un progra-ma de un hospital psiquiátrico de media seguridad. Seproporcionan tratamientos específicos, tales como con-sejo psicológico individual, terapia dialéctico-conduc-tual, programas de recompensa y medicaciónantidrogénica en un contexto de componentes de la víade recaída tales como cogniciones disfuncionales, ines-tabilidad emocional, impulsividad y desviacionessexuales respectivamente. Los breves casos que seexponen a continuación, con los detalles de identidadcambiados, son ilustrativos.

El Sr. X es un hombre de mediana edad diagnosti-cado de trastorno de personalidad cuyo historial de cri-men violento estaba asociado al alcohol. Estabaclaramente indicado nuestro programa para dro-gas/alcohol (con un fuerte enfoque CBT/REBT). Elexamen de su trayectoria de recaída reveló el consumode drogas para aliviar la ansiedad social. Por lo tanto,los componentes de su programa de tratamiento tam-

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bién incluyeron la reducción de la ansiedad (relajaciónprogresiva, discusión de las creencias que contribuyena la ansiedad social), además de componentes que pre-tenden ayudar a crear habilidades sociales relevantes(club de teatro, grupo de habilidades de comunica-ción). Desde una perspectiva de REBT trabajamos encambiar algunas de sus demandas disfuncionales,tales como “debo tomarme una copa cuando me entrala ansiedad”, “no debo ser ansioso”, y “debo compor-tarme bien en sociedad”. Adicionalmente, trabajamosayudándole a lograr algunas de sus preferencias(menos ansiedad, mejor comportamiento social).

El Sr. Y era un hombre esquizofrénico con unainteligencia limitada y pocas habilidades para la vida.Al afrontar las necesidades de supervivencia, losdeseos de objetos o actividades, o las sensaciones des-agradables, tenía escasas opciones pro-sociales paraconseguir sus objetivos. Por lo tanto, tendía hacia loscrímenes contra la propiedad, el consumo de alcohol yla agresión. Además de tratar su enfermedad a travésde la medicación y de nuestro programa de tratamien-to de síntomas, le enseñamos habilidades básicas talescomo la utilización de la red de transporte local, hacerla compra, cocina y nutrición, y como administrarse.Un grupo de habilidades en la comunicación le ayudóa revelarse y a manejar sentimientos tales como lafrustración o la ira.

El Sr. Z, diagnosticado como enfermo bipolar,había cometido agresiones brutales cuando estabaenfadado y se unió a uno de nuestros grupos de ges-tión de la ira. La revisión de su proceso de recaídamostró que su ira solía estar precedida de aburri-miento; respondía al aburrimiento con agitación, quea su vez reducía el umbral de ira. Por todo ello, se leenseñaron técnicas para manejar el estrés así como aexperimentar actividades sociales de ocio (activida-des deportivas, jardinería, trabajos con la madera) enlas que pudiera enfrascarse y prevenir y acabar con elaburrimiento. Al mismo tiempo, en un grupo de tra-tamiento de la ira, aprendió que no es horrible estaraburrido, y que podía tolerar esa sensación sin des-arrollar necesariamente respuestas emocionalessecundarias.

Los ejemplos anteriores muestras que el análisisdel PR puede ayudar a identificar necesidades de tra-tamientos que de otra manera no serían tratados. Enocasiones, hemos utilizado implícitamente el modelode PR para recomendar y proporcionar una ampliavariedad de opciones de tratamientos a los pacientes.Estas incluyen sus incorporaciones a un negociomanejado por pacientes, el considerar el apoyo psi-cológico vocacional o la colocación en un trabajo, yla participación en programas de repetición paramantener sus logros. Para aquellos que padecen unaenfermedad mental mayor, la PR habitualmenteimplica su aceptación de la medicación prescrita, eltener un estilo de vida activo pero sin estrés y el viviren un entorno relativamente tranquilo.

Delincuentes vigilados por la comunidad

En la práctica privada, he proporcionado consejopsicológico enfocado hacia la CBT a delincuentes delCanadá Federal en varias formas de libertad condicio-nal (e.g. libertad bajo palabra) durante 10 años. Estasección describe métodos y procedimientos que me hanresultado útiles. La terminología “compromiso, persua-sión, acción” la he tomado prestada de otros que, deforma similar, han trabajado en etapas de modelos decambio, en los que cada etapa requiere un comporta-miento diferente por parte del terapeuta.

Fase de compromiso

Al principio, es importante proporcionar al clientela información que le permita tomar decisiones infor-madas sobre el apoyo psicológico. Así pues, describola naturaleza y los límites de confidencialidad de nues-tras reuniones (la confidencialidad es extremadamentelimitada en alcance y no se promete nada), explicocomo veo mi papel, la naturaleza de mi asociación conel sistema correccional y la naturaleza de las expecta-tivas del sistema sobre mi comportamiento (en especialen cuanto a la información reportada). Posteriormente,me aseguro de escribir una breve nota especificandoque he proporcionado esta información. A pesar de que

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muchos terapeutas hacen esto como norma general, unopuede relajarse fácilmente. Con clientes correccionalesen particular, este relajamiento puede crear más adelan-te graves problemas tanto éticos como de confianza,cuando le revelen información que quieren que ustedguarde en secreto. En general, la discusión referente ala confidencialidad simplemente confirma que el clien-te haya entendido lo anterior y refuerza mi credibilidad.Esta parte de la primera sesión no es solo un requisitonecesario antes de iniciar la terapia; más bien, puedemarcar la tónica de nuestro trabajo posterior. Si yo invi-to y acepto (sin que sea necesario compartir) los pensa-mientos y los sentimientos de mi cliente sobre estasnormas, es más posible que el cliente se anime a expre-sar otros pensamientos y sentimientos más adelante. Yointento aprovechar esta ocasión para crear un entornoque favorezca esta apertura, en contraposición amuchos entornos que los clientes correccionales, enparticular, han experimentado anteriormente. Al mismotiempo, el asunto de la confidencialidad es rico en aso-ciaciones tales como el razonamiento moral, la asun-ción de múltiples perspectivas y el pensamientoconsecuencial – asuntos que están, casi invariablemen-te, relacionados con las decisiones del cliente sobre elcrimen. Por lo tanto, al discutir este asunto, como pasacon muchos otros asuntos aparentemente neutros, elcliente puede revelar carencias que deberán tratarse yfortalezas a aplicar en otras situaciones.

Es esencial ser precavido tanto en esta fase comoen fases futuras. Es útil estar familiarizado con la litera-tura sobre el trato con clientes agresivos o peligrosos enalgún grado (por ejemplo, Berg, Bell & Tupin, 2000).Al mismo tiempo, esto le ayuda a aceptar el hecho deque no puede eliminar el riesgo, ni para usted mismo nipara la comunidad. Si tiene dudas sobre reunirse con uncliente en particular en un lugar y hora en concreto,considere la posibilidad de cambiarlos. No se reúna conpacientes que estén bajo los efectos del alcohol.Organice cuidadosamente el escenario físico; mantengafuera de la vista y del alcance lo que podrían ser armaspotenciales, tales como tijeras o abrecartas; tenga unavía de escape, tanto para usted como para su cliente;tenga a mano un timbre o un sistema de alarma.

Usted también querrá protegerse contra la intrusiónpsicológica no deseada. Esta preocupación general enel apoyo psicológico es especialmente notable en eltrabajo correccional, en el que las consecuencias de losproblemas de relación pueden ser graves. Muchos delos clientes correccionales tienen facetas antisociales,narcisistas o características límites (borderline) que losconsejeros deben conocer. La persona antisocial que lepide un pequeño favor o que le hace uno a usted, podríaestar sentando las bases para algo de más envergadura.La persona narcisista que espera, e inicialmente recibe,tratamiento especial por su parte – en su afán por serconsiderado con sus sentimientos – puede seguir requi-riéndole este tratamiento más adelante. El paciente bor-derline que falta a las citas continuamente, que sepresenta a la hora equivocada, que alarga el final de lasesión y que llama a su despacho para concertar citasurgentes podría estar buscando una relación más perso-nal con usted. Si usted tiene claro en su cabeza cualesson los límites, podrá referirse a esos límites con calmay en los momentos más convenientes.

Muchos de los clientes correccionales aceptan con-sejo psicológico solo para cumplir con una condiciónimpuesta desde el exterior y no esperan que sucedanada más. Por el contrario, el optimismo es un sello dela CBT, donde el tratamiento implica una serie de expe-rimentos que proporcionan datos útiles. Además, elcliente correccional puede considerar sus metas comouna oposición a las de usted o a las de la sociedad y, enalgunos aspectos, puede estar en lo cierto. No obstante,hará usted bien en centrarse en los objetivos comunesque tienen ambos, tales como reforzar su calidad devida, rebajar su nivel de estrés y limitar el nivel de dañoque le puede causar el sistema correccional.

Fase de persuasión

Es un error asumir que la meta de algunos de susclientes es evitar el reingreso en la cárcel, puesto quepuede percibir que la vida en prisión tiene una serie deventajas en relación con los retos de vivir en sociedad.Por lo tanto, es útil trabajar sobre la tolerancia de lafrustración y la proyección del tiempo, haciéndoleaceptar que no es infrecuente que la calidad de vida

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decline durante un tiempo tras la liberación pero quecon el tiempo y con esfuerzo, probablemente encontra-rá que los beneficios superan a los costes.

En la mayoría de los casos, la historia del clientecorreccional y su entorno varían significativamente delos del terapeuta, y ambos lo saben. Lo que tiene senti-do en su entorno puede no tenerlo en el de él, no nece-sariamente porque él tenga distorsiones cognitivas, sinoporque las consecuencias de su comportamiento sondiferentes en su entorno. Por lo tanto, puede ser esen-cial dedicar una buena parte del tiempo a aprendersobre el cliente y su entorno, incluyendo sus valores,consecuencias conductuales y sus retos. Por ejemplo, el“código del interno”, no es el adecuado para un entornopro-social, pero si tiene algunas aplicaciones útiles(aunque también destructivas) en prisión. Hablando conel cliente sobre estos asuntos, usted se familiariza másampliamente con el contexto y la situación en los que sedesarrollan sus pensamientos, sus sentimientos y sucomportamiento. Entonces los dos estarán en una mejorposición para valorar hasta que punto su entorno ante-rior encaja con el actual y con el entorno ideal para elfuturo. De este modo, podría ser sencillo, por ejemplo,explicar que si alguien en la calle te insulta, puedes sen-cillamente continuar andando y no preocuparte por tureputación y consiguiente seguridad. Por otro lado, enla comunidad, el comportamiento de otros tiene dife-rentes significados que en la cárcel: la gente te mira sinque eso implique un enfrentamiento y cuando chocancontigo no tiene, normalmente, ningún significado. Sucliente probablemente respete más que acepte estainformación si constata que usted entiende las bases desu punto de vista. También será útil reconocer que algu-nos de los valores que usted mantiene y que podríacreer que son universales, pueden ser considerados deotra manera por parte de su cliente. Muy a menudo lasdiferencias van en contra del razonamiento. Por ejem-plo, ellos pueden darle un valor extremo (a veces des-mesurado) a su reputación o a su auto-respeto, aunquelos comportamientos en los que se basa esto pueden sermuy distintos que los de quienes tienen un historial máspro-social. Yo no creo que sea de ayuda abordar estasdiferencias con un enfrentamiento directo. Por el con-trario, puede ser más favorable provocar las creencias

pro-sociales de los propios clientes. Por ejemplo, unopuede preguntar sobre el tipo de vida que les gustaríaproporcionar a sus hijos actuales o futuros – que es casisiempre muy distinta de la historia de su propia vida –y partir de ahí.

Fase de acción

En línea con la propuesta de Ellis (1985) sobre elpensamiento criminogénico, en el curso del tratamientouno abordará el “problema de la gratificación inmedia-ta” o la baja tolerancia de la frustración. También seabordarán errores cognitivos tales como el pensamien-to absolutista. Tal y como se ha sugerido antes, los pro-blemas con esfuerzos narcisistas para proteger laautoestima, a costa de todos los interesados, se abordanbien a través de REBT.

Fase de mantenimiento

Al final de la terapia, algunas veces le doy al clien-te mi tarjeta y le sugiero que me vuela a llamar si creeque puede ser de ayuda para él. Soy prudente al ofrecermis servicios pro-bono después de la aprobación oficialdel tratamiento y en caso de hacerlo, normalmenteantes lo consulto con su supervisor de libertad provisio-nal y dejo constancia en mi informe final de haberloofrecido. De esta manera, no se percibe ninguna rela-ción especial con el cliente.

Valoración de riesgoDe cuerdo con el principio de riesgo, como se

expone anteriormente, se obtiene un mayor beneficioacumulado si se trata a personas con un riesgo alto derecaer en la delincuencia. Se ha observado consistente-mente que la valoración realizada por expertos es másefectiva que las sentencias de valoración de riesgo sinayuda clínica. El punto de mira de este capítulo es unexamen detallado de varios instrumentos de valoraciónde riesgo, ya que hay teorías que subyacen a la natura-leza de la valoración del riesgo. Para los propósitosactuales, se hace constar que el riesgo es una función dela persona y el entorno, y que no está “dentro de la per-

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sona”. Por lo tanto, riesgo no es distinto de “peligrosi-dad”, que connota la medición de un rasgo. El trata-miento, la vigilancia y la restricción de libertadespueden modificar el riesgo. Idealmente, las declaracio-nes sobre riesgo incluyen una descripción del entornoen el que ocurre el riesgo declarado, los posibles obje-tivos, la presencia o ausencia de violencia y el grado dedaño probable que se puede infligir, signos de peligro uotros factores dinámicos (incluido el tratamiento encurso) que puedan incrementar o reducir el riesgo. Sehan designado diversos instrumentos para valorar elriesgo estático, el riesgo dinámico (Quinsey, Coleman,Jones y Altrows, 1997), el riesgo general de reinciden-cia, (Andrews y B onta, 1995; Loza y Loza-Fanous,2001), el riesgo de reincidencia violenta (Hare, 1991;Harris y Rice, 1997; Webster, Douglas, Eaves y Hart,1997), riesgo de violencia doméstica (Kropp, Hart,Webster y Eaves, 1995) y el riesgo de violencia sexual(Quinsey, Harris, Rice y Cormier, 1998).

Si usted tiene algún control sobre la selección delas personas que tratará, puede tener más impacto sobreel crimen, tratando a los que están expuestos a unmayor riesgo, especialmente en cuanto a la violencia oa otras agresiones graves. No obstante, este asunto secomplica por otras cuestiones. En primer lugar, comolos instrumentos son estadísticos por naturaleza, noestablecen si un individuo en concreto volverá a agre-dir. Por lo tanto, un cliente que puntúa relativamentebajo en los instrumentos puede, debido a una configu-ración de las condiciones relativamente específica queno está bien representada por las muestras del estudio(tales como una condición médica inusual), presentaclínicamente un riesgo más elevado que el valorado porun experto; en tal caso, puede ser necesario anular elmétodo del experto para dar el juicio clínico. En segun-do lugar, aunque se ha demostrado que los factoresestáticos tienen un valor moderado en la valoración deriesgo, el valor predictivo de los factores dinámicos –en particular la psicoterapia – está menos y peor esta-blecida en este aspecto. Por lo tanto, los estudios en psi-coterapia tienen el potencial de contribuir en lavaloración del riesgo. Tercero, algunos escritores hanexpresado serias dudas respecto a la corregibilidad delas psicopatías hasta el extremo que “puede ser que

revisando la pesimista literatura sobre el tratamiento dela psicopatía hayan concluido prematuramente que nosólo es un tratamiento ineficaz si no que incrementa elriesgo” (Serin & Brown, 2000). La literatura sobre estacuestión es escasa y nada concluyente, especialmenteen relación con los efectos de la CBT, y el ya mencio-nado trabajo de Wallace y col. (2000) parece promete-dor. Dado que estos delincuentes son responsables detanto daño, es importante no dejar de tratarles. Se pre-cisa más investigación en psicoterapia – especialmenteCBT y REBT. Por ejemplo, como se ha destacado ante-riormente, ha habido la sugerencia – basada en un hipo-tético procesamiento defectuoso de la información enlos psicópatas – de que puede ser beneficioso aquel tra-tamiento que consiga que los psicópatas se detengan ypiensen (Wallace, Schmitt, Vitale & Newman, 2000).

Las filosofías que subyacen a la terapia cogniti-va, especialmente la REBT, pueden ser extremada-mente poderosas para tratar con los asuntosrelacionados con el riesgo. Primero, la filosofíaREBT aboga por evaluar los efectos del comporta-miento, pero no por evaluar a la persona. Por tanto,el clínico puede tolerar más fácilmente el trabajarcon alguien que ha cometido o tiene probabilidadesde cometer un acto atroz, sin ver a la persona como“malo”. El segundo sigue como un corolario.Muchas personas de alto riesgo poseen, sin embargo,cualidades positivas y, debido a estas cualidades, losclínicos pueden experimentar el “efecto halo positi-vo” Es decir, los clínicos pueden reducir su propiadisonancia cognitiva viendo al delincuente como sipresentara menos riesgo del que indicaría la eviden-cia objetiva. El practicante de REBT, que idealmenteno ve a la gente como “buena” o “mala” si no comocompleja, puede ser menos sensible a este error.Tercero, el practicante de REBT puede ser muycapaz de transmitir todo lo anterior al cliente y deeste modo el cliente puede llegar a ser menos reacioa ver su propia vulnerabilidad a delinquir de nuevo.Por tanto, él puede llegar a estar más dispuesto paratrabajar sobre su vulnerabilidad. Puesto de manerasimple, ambas partes pueden acordar trabajar sobrelos problemas, reconociendo que estos problemas notienen nada que ver con ser buena o mala persona.

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Desafíos clínicos específicos

Los clientes correccionales presentan por lo nor-mal numerosos desafíos. Puede ser útil observar lossiguientes patrones de cognición y comportamiento yplanificar sus respuestas. Los ejemplos se basan enclientes correccionales que he tratado:

El cliente abiertamente resistente

En la primera sesión, o posiblemente más adelante,el paciente indica que acude únicamente para obtener elgrado de libertad condicional. Este cliente probable-mente espera de usted que o rescinda la terapia o queparticipe en una lucha para que la terapia continúe.Usted no necesita hacer nada de ello, si no conducir elcomportamiento del paciente de manera que permitaque el tratamiento continúe de manera efectiva.Reconozca la franqueza del comentario del cliente afir-mando que esa franqueza es casi esencial para que eltratamiento sea efectivo. Reitere su posición: usted estáahí para ofrecer un servicio, pero en ningún caso paraobligar al cliente a compartirlo. Usted puede optar tam-bién por empatizar con la posición del cliente y recono-cer que es más duro aceptar el tratamiento bajo lacircunstancia actual que de forma voluntaria. Entonces,pueden trabajar conjuntamente en la identificación delos obstáculos para que la terapia sea efectiva y en iden-tificar las condiciones en las que la terapia podría serefectiva - si ello es posible - para su cliente. Por ejem-plo, usted puede sugerir probar tres o cuatro semanas,tras las cuales estaría en posición de transmitir a lasautoridades que se ha dado una oportunidad a la terapia.En esencia, su objetivo es establecer una alianza tera-péutica y erosionar el poder diferencial que percibe ini-cialmente el cliente de modo que la participación delcliente llega a ser relativamente voluntaria. Si esto fra-casa, el cliente y usted pueden separar sus caminos ami-gablemente, y a él se le puede dar la oportunidad dereconsiderar la vuelta a la terapia al cabo de un tiempoy habrá tenido una interacción terapéutica con usted.

El cliente intruso

Este es el cliente que no respeta los límites, que

usa su teléfono sin preguntar, que coge su comida osu café o que no acude a las citas convenidas yluego aparece a horas indebidas. Este cliente no sedetiene en la pregunta de cómo le ha ido el fin desemana, si no que le pregunta si llevó a su familia alcarnaval, cuanto cobra por sesión y si estaría dis-puesto a verle en un restaurante mejor que en unaaburrida consulta. En ocasiones el comportamientoes inocente aunque irritante y habla para no respon-der. En otras ocasiones usted puede estar tratandocon características graves límite (borderline) quetambién pueden estar implicadas en los delitos delcliente. Estos clientes no responden bien a la con-frontación directa. Puede ser mejor responder conredirección cortés. Por ejemplo, usted puede decir,“Me encantará que vuelva a usar el teléfono otra vez;sólo dígamelo cuando lo necesite” o “Empleemosbien el tiempo ocupándonos de sus temas”. Según larespuesta de su cliente usted puede preguntarle cómose siente acerca de lo que usted ha dicho. Entonces,usted puede especular acerca de cualquier conexiónentre el incidente de intrusión y la historia criminaldel cliente, espacialmente si esta está relacionadacon la cólera, los celos y una necesidad percibida porlos otros de responder acorde con los deseos delcliente. Al mismo tiempo, dependiendo de la natura-leza de la intrusión, usted podrá valorar mejor si elcliente representa un riesgo personal para usted. Delmismo modo que sería un error sobre reaccionar,también sería un error ignorar las señales de peligro.

El cliente psicopático

No todos los clientes psicopáticos se parecen. Lafilosofía REBT puede usarse para recordarle que aun-que a usted le pueda gustar el cliente, y aunquemucho del comportamiento del cliente pueda ser acausa de una victimización precoz, incluidos el abusoy el descuido, y aunque el cliente no sea una malapersona y pueda tener buenas cualidades, y aunquenosotros intentemos ver a la gente como capaces decambiar, ninguna de estas consideraciones evita quecliente sea un psicópata. Por lo tanto está en la líneade la filosofía REBT el ver a los clientes y a la litera-tura pertinente de forma objetiva más que de la mane-

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ra en que deseamos que sean y actuar con los ojosabiertos. Cuando usted se encuentre asimismo cre-yendo la versión de los hechos relatados por un pre-sunto psicópata, es el momento de pedir una segundaopinión a un colega.

El cliente intimidante

Es difícil que usted pueda ser terapéutico si estáasustado, o incluso seriamente preocupado, acerca deque el cliente pueda atacarle o de dañarle de otramanera. En general, no es sensato ignorar estos senti-mientos, se debe manejar el riesgo. Se recomiendaconsultar ya que es posible tanto terminar el trata-miento como remitir al cliente.

El cliente ebrio

Ocasionalmente los clientes aparecen por lassesiones bajo la influencia del alcohol o de otras dro-gas y por tanto usted querrá estar familiarizado conlos signos de intoxicación de una gran variedad dedrogas. Es mejor comunicar calmadamente que ustedno puede ser de ayuda en ese momento pero que esta-rá encantando si le llama otro día para acordar unanueva cita. En algunos casos, puede ser de ayudaexponer esta política a los clientes en la sesión inicial.

El cliente ruidoso y bullicioso

Contrariamente a otras formas de terapia, la terapiacognitiva no apoya un buen acuerdo de “ventilación” delas emociones. En el peor de los casos, tal ventilaciónpuede convertirse ocasionalmente en un incidente. Enel mejor, es disruptivo para usted y para los que estáncerca, y una actitud permisiva hacia ese comportamien-to puede implicar afirmación del pensamiento irracio-nal subyacente. Por tanto, es mejor disuadirtranquilamente al cliente de tales arrebatos. Ustedpuede mencionar también que en el futuro interrumpirálos arrebatos explicando las razones para hacerlo.Finalmente, usted querrá que sus clientes ganen controlsobre sus arrebatos, en parte por medio de la discusiónde las creencias irracionales subyacentes implícitas a laira y a la baja tolerancia a la frustración.

El cliente negador

Este cliente niega todos los problemas, o habiendocometido el delito, puede tener alguna de las creenciassiguientes:

1. Soy mala persona por actuar mal

2. Usted pensará que soy una mala persona si creeque actué mal

3. Es más fácil evitar los problemas que subyacena mi crimen que afrontarlos y tratar con ellos

Usted puede buscar estas creencias y empezar adiscutirlas con su cliente. Usted también puede reducirla resistencia evitando por su parte el pensamientoabsolutista. Usted empieza acordando con el cliente quemucho de lo que aparece en los archivos es incorrecto,sea intencionadamente o no (normalmente un poco decada). Pero entonces, usted pregunta, ¿significa estoque todo es incorrecto? E incluso si el cliente estabainjustamente condenado por varios crímenes, ¿no erasuficientemente listo para haberse librado de otrosmuchos? En ningún caso, independientemente de si erao no culpable, el cliente fue condenado por crímenes yusted puede ofrecerse para trabajar con él en la evita-ción de situaciones y comportamientos que puedan con-ducirle a nuevas condenas.

El cliente desagradable

Es difícil que no te desagraden algunos clientescorreccionales. Es útil el recordarse uno mismo queno es su trabajo que les gustes, y que no estás ahí parapasarlo bien. Usted habrá hecho su trabajo si puedeser efectivo en hacer que el cliente piense y actúe deun modo más racional y pro social. Al mismo tiempo,es útil aceptar el hecho de que usted siente por elcliente lo que siente, se acepte con ese sentimiento yse pregunte que le puede decir ese sentimiento acercade su cliente. Posiblemente el aspecto del cliente seaofensivo para usted o, posiblemente la naturaleza delcrimen o la víctima evoquen fuertes sentimientos par-ticularmente negativos. Usted puede decidir trabajar

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sobre sus propios sentimientos o no hacerlo. En elúltimo caso, no hay nada vergonzante en derivar alcliente a otro terapeuta.

El cliente ausente

Los clientes correccionales destacan por faltar alas citas avisando o no. No es racional tomar estocomo un reflejo negativo de usted o de su competen-cia, o extraer conclusiones acerca de la razón de la noasistencia. En algunos casos, el cliente se resiste acti-vamente a la terapia o está bebido en el momento dela cita. En otras, es simplemente un caso de malaorganización y un olvido de la cita o de haber hechootros planes a la misma hora. Cualquiera que sea larazón, una baja asistencia puede indicar que el clien-te no se adapta satisfactoriamente a la vida en lacomunidad y puede estar al borde de ver revocada sulibertad condicional. Es útil intentar entender por quése perdió la cita y enfocar el problema como si pudie-ra relacionarse con la integración general del clienteen la comunidad. Al mismo tiempo, hará bien en revi-sar las notas y valorar si la dirección de las sesionesestá en línea con las necesidades clínicas del pacien-te y los intereses que este ha expresado.

El cliente con un secreto

Cuando el cliente pregunta si puede guardar unainformación entre usted y él - algo que no tiene quever con el riesgo o el sistema correccional – ustedpuede tener la tentación de aceptar. Es un error elaceptar guardar una información antes de conocerexactamente de que tipo de información se trata. Sino se pone de acuerdo, según la valoración del clien-te, en la importancia de la información - como ocu-rre a menudo – usted tiene un problema. La peticiónpuede ser una petición sincera de ayuda, o puede serun intento de una persona psicópata de probar omodificar sutilmente sus lealtades. (Pueden surgirsituaciones similares con otras personas, como duran-te el curso de una llamada telefónica de la esposa delcliente).

Viñetas de sesiones con varones delincuentes

Algunas viñetas ilustran la naturaleza de la tera-pia cognitiva con las personas en libertad condicional.El señor A entraría en mi consulta y “ventilaría”durante toda la hora de terapia, quizás por que otrosterapeutas les han enseñado que es útil. Mis esfuerzospara presentarle evidencias en contra fracasaron. Demodo predecible, él se sentía mejor pero se poníapeor, y estaba en serio riesgo de revocación de sulibertad condicional. Finamente, tuve éxito usando elmétodo descrito por Howard Young, de crear unaalianza con el cliente para defenderle de un tercero. Enel caso presente, el tercero era el Consejo de LibertadCondicional que tenía la potestad de reenviarle a pri-sión. Le expliqué que el Consejo no sentiría simpatíapor un hombre que se comportaba de esa manera en laconsulta del psicólogo y que necesitábamos trabajarpara cambiar ese y otros comportamientos para evitarque ellos le devolvieran a prisión. Entonces tuvimoslas bases para la alianza terapéutica. Varios años mástarde seguía alejado de problemas.

El señor B fue remitido para que yo ayudara a iden-tificar las señales de un delito inminente. El inventabaincesantemente y por tanto, como para muchos de sussemejantes, el auto informe no era necesariamente ins-tructivo. Siguiendo el ejemplo de Albert Ellis (quien enuna grabación de una sesión con un adolescente contrastorno de conducta, aceptó deliberadamente la histo-ria revisionista de su cliente) yo no enfrenté a mi clien-te con la fiabilidad de sus afirmaciones. En laterminología REBT, yo acepté sin crítica su versión delos sucesos activadores, trabajé con él para identificaruna creencia racional que pudiera acompañar a esossucesos y visionamos las consecuencias de tal creencia.Cuando el cliente afirmó haber tenido la creenciaracional y disfrutó sus beneficios, le felicité y elabora-mos los diversos beneficios de pensar y actuar comoafirmaba que hacía. Nuestra relación fue amigable,nuestras reuniones placenteras y parecía que en estasreuniones se reforzaban el pensamiento racional y elcomportamiento. Varios años después continuabaactuando bien.

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El señor C fue condenado por un asesinato particu-larmente atroz. Su descripción del suceso y de loshechos precedentes difería significativamente de la ver-sión oficial, tal como ocurre a menudo. En este caso,como en tantos otros, me apliqué juiciosamente la filo-sofía REBT a mí mismo, antes, durante y después de lassesiones. Como resultado fui capaz de aceptarle y ayu-darle a vivir satisfactoriamente, al tiempo que tenía encuenta el riesgo que presentaba.

El señor D, que tenía serios problemas de adiccióna las drogas, tuvo éxito en dejar el alcohol y las drogasilegales. Sin embargo, sus problemas para dormir ame-nazaban ese logro. La entrevista con un acercamientomultimodal (Lazarus, 1973) reveló que bebía varioslitros de cola al día, especialmente antes de acostarse.Él desconocía totalmente que la cola contenía cafeína ysus efectos sobre el sueño. Fue un asunto relativamentefácil el aprovechar las habilidades que había aprendidorecientemente para tolerar la frustración, de modo quepudo reducir y finalmente abstenerse de beber cafeína.Su sueño mejoró drásticamente y en su seguimientopermaneció limpio de drogas.

El señor E era un drogadicto que daba repetida-mente positivo en todos los análisis de orina para con-sumo de drogas ilegales, aunque negaba consumirlas.Debido a ello fue devuelto a prisión. Respondió a estasituación con hostilidad, desaliento y consecuentemen-te con un bajo rendimiento. Desconozco si se le dijo laverdad, no es mi trabajo el saberlo.Independientemente, trabajamos las cogniciones filosó-ficas que le ayudaban a aceptar y a componérselas conla incertidumbre y la injusticia, así como a apoyar sumotivación para evitar que expirara la orden del siste-ma correccional.

El señor F tenía una lesión cerebral y una reacciónde ajuste grave para vivir en comunidad. Afirmaba queen el momento en que alguien le golpeara (literalmen-te) en la calle, respondería como en prisión, con irainmediata que le conduciría a la agresión. Nosotrosenfocamos repetidamente las aparentes cognicionessubyacentes, específicamente su decisión por la hostili-dad. Por casualidad, paseaba una noche oscura con un

grupo de personas, uno de los cuales rozó inadvertida-mente a mi cliente cuando se cruzaban. No pasó nada.Consecuentemente informé a mi cliente de que su tra-bajo había surgido efecto.

El señor G había asesinado a su esposa. Su sistemade creencia había contribuido claramente a este hecho.A pesar de su gran inteligencia y buena educación, creíaimplícitamente que la gente, especialmente las mujeres,debían cumplir sus deseos. Sin embargo, había respon-dido bien a la terapia cognitiva mientras estaba en lacárcel y creía que estaba curado. Nuestras sesiones con-sistieron en reforzar su aprendizaje reciente por mediode biblioterapia y mediante el enfrentamiento a conflic-tos actuales que estaba teniendo con mujeres que ejer-cían autoridad. Él llegó a darse cuenta de cómo estosconflictos estaban influenciados por algunas de las mis-mas cogniciones que su crimen y tuvo éxito en resolverestos conflictos de una manera racional.

El señor H es un psicópata al que no le sirve la tera-pia. Yo he aceptado tranquilamente que en este momen-to no tengo nada de valor que ofrecerle.

El señor I, como muchos reclusos, tenía pocashabilidades en el cuidado de niños y por tanto mi for-mación como psicólogo infantil le sirvió de ayuda.Además, yo envío a menudo a personas como él aagencias locales como pueden ser las especializadasen cuidados de día, los grupos de educación para elmanejo de niños o los servicios de salud mental paraniños y adolescentes. Podemos esperar que este traba-jo pueda ayudar a romper los ciclos de falta de apren-dizaje que subyacen particularmente en los crímenesintergeneracionales.

El señor J “encontró la religión” y como resultadoestaba funcionando bien. El creía que sus consejerosespirituales le daban todo lo que necesitaba para teneréxito. Yo servía de apoyo a su éxito al tiempo que reco-nocía el riesgo de poner todos los huevos en la mismacesta. Por tanto, continué viéndome con él de cuando encuando para que si su sistema de apoyo preferido fraca-saba se sintiera cómodo contactando conmigo.

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El señor K estaba condenado por acechar a suantigua amante pero lo negaba. Fracasé en el intentode que cambiara su historia. Sin embargo, trabajamoscon éxito moderado en las creencias filosóficas quepodían subyacer a su crimen tal como estaba descritooficialmente.

El señor L era un hombre joven extremadamenteviolento y explosivo que creía que tenía el derecho degolpear salvajemente a las personas “que se lo merecí-an”. Fue enviado para tratar el manejo de la ira justounas semanas antes de que expirara la orden judicial.No le interesaban para nada las discusiones filosóficasni la relajación progresiva. Discutimos las consecuen-cias de la agresión, siendo una de las consecuencias quesu madre, a la que adoraba, estaba negativamente afec-tada por su encarcelamiento. Con esta motivación se leenseñó una técnica de relajación de un minuto (véaseLazarus & Lazarus, 1997) que consiste en respirar len-tamente mientras se piensa la palabra “relajación”. Enentrevistas posteriores se refirió, sin dudar, a esta téc-nica como su “salvadora” la cual había empleado repe-tidamente para evitar meterse en problemas.

Finalmente, estaba el joven drogadicto, el señor M,que tenía ansiedad y depresión. Estaba visitando otroservicio en busca de apoyo psicológico por las drogas.Me vi con el con frecuencia, prestándole libros sobreREBT/CBT, trabajando con él en la discusión de creen-cias irracionales y asunciones irrealistas e intentandoservir de modelo adecuado para él. Tristemente, al finalmurió, aparentemente, de sobredosis. Aunque nosotroshabíamos tratado de ayudarle usando métodos actualesque estaban muy contrastados en la teoría, la investiga-ción y la práctica, nuestros esfuerzos fueron insuficien-tes para prevenir este trágico final. Su caso, como otroscasos graves en que fracasa el tratamiento, proporcio-na motivación para mayores progresos en este campo.

Resumen y conclusionesLa teoría, la investigación y la práctica muestran

que la CBT, especialmente cuando utiliza la filosofíaREBT, puede ser de máxima utilidad para el clínico que

trabaja con delincuentes. Este trabajo se centra en losdelincuentes adultos jóvenes pero sus principios puedenhacerse extensibles a otras poblaciones de delincuentes.Desafortunadamente, el número de delincuentes es muygrande y el número de practicantes de CBT es muypequeño. Esto es más lamentable en vista de los devas-tadores efectos del crimen y la demostrada capacidadde la CBT para reducirlo sustancialmente. Los practi-cantes y los responsables de las políticas deben intentar,con urgencia, aumentar el empleo de CBT y REBT enlas poblaciones de delincuentes, tanto por ellos mismoscomo por la sociedad en general.

La Bibliografía y las tablas de los artículos las pueden pedir a:[email protected].

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