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RESEÑAS Desde el mar de Lusitania Beatriz González Gallego Presentación de la novela de Valle Vaquero Serrano DESDE EL MAR DE LUSITANIA primer lugar quiero agradecer su pre- sencia a los asistentes -y espero que futuros lectores-, porque considero que son parte esencial de esta difícil pero gratifican- te tarea que es la publicación de literatura de calidad. También aprovecho la ocasión para dar las gracias a Carmen y a Valle por confiarme esta honrosa tarea y, aunque opino que no reúno los méritos académicos ni literarios que me hagan merecedora de esta labor, siento un enorme gozo por el hecho de que esta novela vea hoy la luz. Y este regocijo se debe a dos motivos fundamentales: El primero es que, desde la primera página de su anterior novela (El dulce fruto de la primavera), Valle me ha seducido con su literatura, me ha hecho ena- morarme del personaje de Garcilaso y he esperado esta segunda novela con una sed impaciente. Además estoy convencida de que este segundo periplo por las gale- rías del alma del personaje va a tener el mismo efecto en ustedes: un ansia por conocer más y más profunda- mente su apasionante vida interior. En segundo lugar, me llena de gozo esta publicación porque creo que viene a ser justa recompensa al trabajo no de una sino de dos gran- des mujeres entregadas a la literatura, dos fuentes de saber inseparables -desde mi punto de vista- que se empaparon primero de his- toria y ahora dimanan lite- ratura, pero una literatura cuyas profundas raíces es- tán en la realidad. Carmen, con esa inquietud intelec- tual que verdaderamente admiro, puso los cimientos de esta novela -sin pretenderlo siquiera-, aquel día en que en la Nacional apareció un poemilla de Garcilaso, un jueguecito verbal e inocente, que resultó no ser tan inocente y que escondía el secreto amor del poeta por la que fue su bella cuñada portuguesa. La viuda de Gar- cilaso supo leer entre líneas y entre las líneas de aquel poema encontró la punta de una madeja que ha sabi- do muy bien desentrañar Valle en la narración de esta novela. En ella se ha recreado un marco donde ambos personajes toman vida y aquella pasión, tan solo insi- nuada entre las veladuras de un lenguaje que jugaba a decir y no decir, adquiere dimensiones reales. Me inquietaba, como lectora, adentrarme en unos acontecimientos que oscilan en ese estrecho páramo que hay entre biografía, biografía novelada, historia con mayúsculas, historia con minúsculas, realidad y ficción. No quiero extenderme mucho presentando la obra porque Valle es la protagonista de este acto, y me gustaría cederle la palabra cuanto antes porque en las dos novelas que lleva escritas ha demostrado sobrada- mente que tiene muchas cosas interesantes que contar. Pero antes de eso me gustaría compartir con ustedes una certeza que me sobrevino leyendo esta segunda incursión en el alma de Garcilaso que tiene un suge- rente título: Desde el mar de Lusitania. Tengo la certeza de que hay varias obras dentro de este libro; no se trata de una obra literaria sin más que se adscribe al género de la narrativa y, dentro de ella, a uno de los subgéneros que la integran. Cuando tengan el placer de leerla me gustaría que recordaran esta revelación que hoy les hago y que también ustedes se pregunten: ¿a qué subgénero de la narrativa pertenece esta novela? ¿es novela histórica? ¿novela amorosa? ¿una obra litera- ria que habla de una parte de la historia de la literatura? ¿una novela metaliteraria por tanto? Esta novela es muchas cosas y muchas novelas en una y, aunque resumiendo mucho, me gustaría hablar con cierto detenimiento de alguna de las cosas que es: a) Es evidente que en Desde el mar de Lusitania hay una biografía novelada. Encontramos la figura real de Garcilaso de la Vega, el perfecto humanista; el hombre culto y valiente a la vez que el poeta amoroso más des- tacado de la primera mitad del siglo XVI. Pero, al con- trario que en una biografía novelada, la obra no abar- ca toda la vida del personaje sino que se centra en un momento delicado de su exis- tencia en el que ha enfermado de una pasión que no es lícita y que apenas se atreve a confesar a su amigo Castiglione: la que ha hecho surgir la visión de Beatriz de Sá, la prometida de su hermano Pedro. Se trata de un sentimiento súbito surgido a primera vista. Muchas veces, durante la lectura de esta novela me pre- guntaba por la realidad de esos encuentros entre un Garcilaso ciegamente enamorado y una Beatriz de fría y distante. Me inquietaba, como lectora, adentrarme en unos acontecimientos que os- cilan en ese estrecho páramo que hay entre biografía, biografía novelada, historia con mayúsculas, historia con minúsculas, realidad y ficción. Solo al terminar la novela y al visitar la tumba de doña Beatriz en la igle- sia de Cuerva, comprendí con escalofrío que no había enfocado bien esta cuestión. No es la realidad lo que conmueve a un lector sino el hecho de que el relato sea verosímil, que, según el diccionario de la RAE, significa que tiene apariencia de verdadero. Creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad.. Octubre-Diciembre 2009 Página 21

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RESEÑAS

Desde el mar de Lusitania

Beatriz González Gallego

Presentación de la novela de Valle Vaquero Serrano

DESDE EL MAR DE LUSITANIAprimer lugar quiero agradecer su pre­sencia a los asistentes -y espero que

futuros lectores-, porque considero que son parte esencial de esta difícil pero gratifican­te tarea que es la publicación de literatura de calidad.También aprovecho la ocasión para dar las gracias a Carmen y a Valle por confiarme esta honrosa tarea y, aunque opino que no reúno los méritos académicos ni literarios que me hagan merecedora de esta labor, siento un enorme gozo por el hecho de que esta novela vea hoy la luz. Y este regocijo se debe a dos motivos fundamentales:

El primero es que, desde la primera página de su anterior novela (El dulce fruto de la primavera), Valle me ha seducido con su literatura, me ha hecho ena­morarme del personaje de Garcilaso y he esperado esta segunda novela con una sed impaciente. Además estoy convencida de que este segundo periplo por las gale­rías del alma del personaje va a tener el mismo efecto en ustedes: un ansia por conocer más y más profunda­mente su apasionante vida interior.

En segundo lugar, me llena de gozo esta publicación porque creo que viene a ser justa recompensa al trabajo no de una sino de dos gran­des mujeres entregadas a la literatura, dos fuentes de saber inseparables -desde mi punto de vista- que se empaparon primero de his­toria y ahora dimanan lite­ratura, pero una literatura cuyas profundas raíces es­tán en la realidad. Carmen, con esa inquietud intelec­tual que verdaderamente admiro, puso los cimientos de esta novela -sin pretenderlo siquiera-, aquel día en que en la Nacional apareció un poemilla de Garcilaso, un jueguecito verbal e inocente, que resultó no ser tan inocente y que escondía el secreto amor del poeta por la que fue su bella cuñada portuguesa. La viuda de Gar­cilaso supo leer entre líneas y entre las líneas de aquel poema encontró la punta de una madeja que ha sabi­do muy bien desentrañar Valle en la narración de esta novela. En ella se ha recreado un marco donde ambos personajes toman vida y aquella pasión, tan solo insi­nuada entre las veladuras de un lenguaje que jugaba a decir y no decir, adquiere dimensiones reales.

Me inquietaba, como lectora, adentrarme en unos

acontecimientos que oscilan en ese estrecho páramo que

hay entre biografía, biografía novelada, historia con

mayúsculas, historia con minúsculas, realidad y ficción.

No quiero extenderme mucho presentando la obra porque Valle es la protagonista de este acto, y me gustaría cederle la palabra cuanto antes porque en las dos novelas que lleva escritas ha demostrado sobrada­mente que tiene muchas cosas interesantes que contar. Pero antes de eso me gustaría compartir con ustedes una certeza que me sobrevino leyendo esta segunda incursión en el alma de Garcilaso que tiene un suge- rente título: Desde el mar de Lusitania. Tengo la certeza de que hay varias obras dentro de este libro; no se trata de una obra literaria sin más que se adscribe al género de la narrativa y, dentro de ella, a uno de los subgéneros que la integran. Cuando tengan el placer de leerla me gustaría que recordaran esta revelación que hoy les hago y que también ustedes se pregunten: ¿a qué subgénero de la narrativa pertenece esta novela? ¿es novela histórica? ¿novela amorosa? ¿una obra litera­ria que habla de una parte de la historia de la literatura? ¿una novela metaliteraria por tanto?

Esta novela es muchas cosas y muchas novelas en una y, aunque resumiendo mucho, me gustaría hablar con cierto detenimiento de alguna de las cosas que es:

a) Es evidente que en Desde el mar de Lusitania hay una biografía novelada. Encontramos la figura real de Garcilaso de la Vega, el perfecto humanista; el hombre culto y valiente a la vez que el poeta amoroso más des­tacado de la primera mitad del siglo XVI. Pero, al con­trario que en una biografía novelada, la obra no abar­ca toda la vida del personaje sino que se centra en un

momento delicado de su exis­tencia en el que ha enfermado de una pasión que no es lícita y que apenas se atreve a confesar a su amigo Castiglione: la que ha hecho surgir la visión de Beatriz de Sá, la prometida de su hermano Pedro. Se trata de un sentimiento súbito surgido a primera vista.

Muchas veces, durante la lectura de esta novela me pre­guntaba por la realidad de esos

encuentros entre un Garcilaso ciegamente enamorado y una Beatriz de Sá fría y distante. Me inquietaba, como lectora, adentrarme en unos acontecimientos que os­cilan en ese estrecho páramo que hay entre biografía, biografía novelada, historia con mayúsculas, historia con minúsculas, realidad y ficción. Solo al terminar la novela y al visitar la tumba de doña Beatriz en la igle­sia de Cuerva, comprendí con escalofrío que no había enfocado bien esta cuestión. No es la realidad lo que conmueve a un lector sino el hecho de que el relato sea verosímil, que, según el diccionario de la RAE, significa que tiene apariencia de verdadero. Creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad..

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RESEÑAS

Desde el mar de Lusitania

Uno de los grandes aciertos de este libro es que todo lo que en él ocurre es verosímil. Dentro de un marco literario, funciona como una verdad descorazo- nadora: Garcilaso estuvo enamorado de un imposible, un sueño de esos que apasionan y destruyen a quien los sueña. No nos queda testimonio escrito de la profun­didad de esta pasión infructuosa, (si algún día aparece lo descubrirá Carmen, seguro). Pero, aunque nos falten datos, la novela tiene tal calado psicológico que, tras su lectura, no hay duda alguna sobre la verosimilitud de este amor que, a la vista de los descubrimientos de Car­men, tiene mucho de veraz. Las preguntas que al lector le surgen acerca del límite entre verosimilitud y verdad o autenticidad son la esencia misma de la literatura, de la buena literatura, la que existe independiente de la realidad cotidiana y sus coordenadas. En este juego de verdades increíbles y verosimilitudes que imitan la verdad está la magia de la narrativa moderna.

Personalmente he podido comprobar que esta novela es verosímil en pequeños detalles. Como de­cía, visité la iglesia de Cuerva en la que descansan los restos de ambos personajes y me produjo un palpito ver la tumba de ambos a escasos metros la una de la otra. Pensé: ¡Qué ironía Garcilaso!, esta cercanía de una amada tan esquiva ahora que te detiene la muerte.

Y se nota en que cada vez que recuerdo el final del libro se apodera de mí una profunda tristeza. Esa pesa­dumbre y esa sensación de vacío es la misma cada vez que evoco la suerte de la portuguesa, esta sí recogida en la novela tal y como fue en la vida misma. Ahí tienen otra de las huellas que una buena novela debe dejar en el lector, la marca de una emoción -sea la que sea- que permanece indeleble con el paso del tiempo.

b) Para alcanzar la verosimilitud de la que habla­mos, la autora se sirve de ingredientes tan usados en la narrativa como el empleo de un marco histórico, pero el acierto es que lo hace con tanta documentación de fondo que hay también dentro de esta obra una obra histórica, sin duda. Una obra histórica que recoge con todo lujo de detalles la España de Carlos V Describe el destierro de Pedro Laso de la Vega y su posterior perdón, así como la boda del Emperador con Doña Isabel con tal minuciosidad que nos sentimos testigos de esa unión. Asistimos también, casi al final de la novela, a la corona­ción del Emperador y la ceremonia es casi una película pasando ante nuestros ojos. Hay mucho de cine también en las novelas de Valle, y espero que algún día lo sean, pero hoy no hay espacio para referirnos a ello.

c) No olvidemos que también hay una historia amorosa, (también es, por tanto, novela amorosa) ¿o sería más adecuado hablar de desamor? Tal vez es am­bas a la vez, al estilo de los autores románticos, esos que amaron y desamaron con la misma fuerza y pasión. Esta no es una trama romántica, por supuesto, aunque el impactante final de la novela se acerque al clímax

trágico de algunas de las historias que nos dejó el ro­manticismo. Pero la dama que aquí se pinta nada tiene de la candidez de las heroínas románticas, es todo lo contrario. A esta mujer no la aparta de su recto camino ningún Donjuán, ningún seductor, ni siguiera un poe­ta de la inteligencia y el porte de Garcilaso.

Beatriz de Sá es el personaje más complejo de la novela, más aún que Garcilaso, pues este organiza todo su universo en torno al amor prohibido por su cuñada y todos sus esfuerzos van a estar encaminados a conseguir ablandar su corazón. Esfuerzos baldíos, pues Beatriz es mujer de un solo hombre, firme como la roca en que se estrellan los océanos, pero sin posibilidad de erosión. Este personaje es un híbrido de mujer y de criatura ma­rina, pero tan creíble que de nuevo hay que hablar de ese realismo magistral que consigue su autora.

Beatriz de Sá es las dos caras de la luna: de una parte una infancia vivida en Portugal, con el mar siem­pre presente en todas las actividades de su vida cotidia­na y un sinfín de anécdotas casi mágicas que alimen­taron su alma de niña; de otra parte una madurez que la ha traído a España como parte del séquito de Doña Isabel. A este lado del mar es un personaje frío y con­trolador que evoca con infinita nostalgia su otro lado o su otro yo, el marino. Su corazón no puede pertenecer a Garcilaso porque es una mujer de principios firmes y rectitud sin par, pero su corazón no llega a pertene­cer del todo a Don Pedro porque su peculiar modo de sentir se caracteriza por el pragmatismo y la falta de un apasionamiento ciego. Se trata de un amor medido y analizado, un sentimiento práctico que se puede diri­gir y dominar. El amor que siente esta extraña criatura no parece un amor humano ni parece pertenecer a los afectos de los seres de este mundo. Podría decirse que el verdadero amor de Doña Beatriz es el mar porque su alma y toda su persona tienen una condición marina que se manifiesta en multitud de aspectos: su mirada es líquida y transparente, su voz de sirena embelesa a todo aquel que la escucha, sin embargo su frialdad no recuerda a una mujer de carne y hueso; lejos del agua siente una nostalgia que poco a poco se va convirtiendo en una agonía de pez fuera del agua.

Es esta una de esas criaturas acuáticas que pueblan cuentos y leyendas, como las nereidas o las sirenas, enigmáticas criaturas como esa presencia que protago­niza la leyenda de “Los ojos verdes” de Bécquer. Pero nuestra narradora sabe dotar de realismo a esa magia, de manera que no es un ente perteneciente al mundo de los seres inventados, sino un personaje sumamente original y fascinante, a la vez que creíble.

Su sequedad y comedimiento son un filo cortante que va de principio a fin de la novela y va creando una herida en el alma de Garcilaso. Su frío asusta pero a la vez produce un extraño placer en el lector; el placer que se desprende de la justicia, de la mesura y de la

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RESEÑAS

Desde el mar de Lusitania

defensa de los valores que no deben perderse, como el concepto de fidelidad.

d) Pero sigamos contando libros dentro de este li­bro, porque aún quedan varias obras dentro de esta. Hay también en ella un libro de cuentos. Se trata de relatos tan sabrosos y delicados, puestos la mayor parte de las veces en boca del personaje de Beatriz, que por sí solos bien podrían haber constituido una obra aparte. Son fo­gonazos líricos y mágicos que acercan a su narradora a esa condición de mujer-sirena a la vez fría y fascinante; la elevan a una condición misteriosa y a una sensualidad y ternura irresistible. La portuguesa emana belleza y lite­ratura y esto justifica los comportamientos errados de un Garcilaso que ha enloquecido, lógicamente, de amor.

Estas historias intercaladas nos recuerdan a los cuentos de la tradición árabe -como los de Las mil y una noches- aunque son menos abundantes porque no constituyen el grueso de la obra ni están hilvanados por una historia marco. Cada cuento es una pincelada de de imaginación, una chispa de magia nacida de una curiosidad de la naturaleza o de un detalle mínimo. Así ocurre con la historia de un monstruo marino, que no es más que una ballena, que le hace un peculiar regalo a Beatriz. Con esta historia Valle me reveló la existencia del ámbar gris y su inconfundible aroma marino, que es también el de la protagonista. Este olor ha quedado unido a la novela de forma inseparable. He aquí otro de esos pequeños detalles que hacen que una novela tras­cienda en nuestras vidas y sea algo más que un libro en nuestras estanterías: nos enseña impresiones, visiones, olores y sensaciones que no han de borrarse nunca.

e) Siguiendo con nuestro cómputo de obras que esta encierra en sí, hay que destacar otro aspecto: el valor de los diálogos entre personajes, destinados a analizar las pasiones del hombre y que tratan de arrojar luz sobre los oscuros vericuetos del alma humana. Ellos conforman a lo largo de todo el libro un auténtico tratado sobre los me­canismos afectivos. Esta novela es pues, en el fondo -si no en la forma- un tratado amoroso semejante al que intenta­ron muchas otras obras desde la literatura medieval como Cárcel de amor de Diego de Sampedro, o las posteriores novelas pastoriles, como La Diana de Jorge de Montema­yor, o incluso obras de teatro, como El perro del hortelano del fénix. Valle, con sus diálogos entre Elena de Zúñiga y Beatriz de Sá demuestra también obrar a modo del fénix, resurgiendo en esta novela con mucha más fuerza, mucho más calado psicológico y profundidad humana. Beatriz de Sá representa en este diálogo una postura moderada en el amor, un amor pragmático y alejado del ardor o pasión que siente la esposa de Garcilaso. Mientras que Beatriz ama a Pedro con un razonado comedimiento, su cuñada se entrega a Garcilaso con un amor desinteresado y apa­sionado que no es correspondido, porque su esposo con­testa con este mismo sentimiento a quien tampoco puede responderle; la bella portuguesa. Esto conforma un cua­

drado amoroso bastante original y da lugar, como deci­mos, a una serie de reflexiones que conforman un tratado amoroso de gran interés en el libro. Quédense las féminas que se acerquen a esta lectura con la fórmula que más les guste; amen a sus caballeros comedida o apasionada­mente, de ambas manifestaciones hallarán explicación y consecuencias.

0 Por último, en el compendio de géneros litera­rios que aglutina esta novela y que la narrativa ha de­sarrollado durante siglos, hay que mencionar el cuadro de costumbres, pues hay multitud de fragmentos que, a lo largo de la obra, nos ofrecen una imagen realista y altamente viva de la forma de vida y las costumbres de la época. Se trata de descripciones que denotan un conocimiento magistral de las costumbres y el día a día de Garcilaso y sus coetáneos. Hay un repaso de todos los ejes domésticos: desde los detalles más insignificantes en el vestir hasta las tareas en que emplean su tiempo las mujeres nobles. Desde el acontecer diario de la vida en las ciudades de Toledo y Barcelona hasta los entresijos de la corte o aspectos clínicos sobre el desarrollo de un par­to en aquella época. Desde el mobiliario de las casas, la decoración o la gastronomía hasta las celebraciones de la nobleza y sus preparativos. Todo un dechado de saber.

Podríamos decir que, junto al devenir histórico, transcurren paralelamente las historias cotidianas. Se plasma con gran fidelidad y documentación el queha­cer cotidiano de la familia de los Lasso, la vida diaria del triángulo femenino que conforman doña Sancha y sus dos nueras: Beatriz y Elena, rodeadas de la servi­dumbre y los niños de la familia. En este libro se pue­den espiar las costumbres de la casa por una rendija, se las ve disponer la comida, se ve a Beatriz pasear por las estancias su agotadora preñez y hasta escuchar los sus­piros de tristeza de un Garcilaso desesperado en uno de los episodios más emotivo e impactantes del libro.

Así es que, en conclusión, podemos afirmar que hay muchas obras dentro de esta obra, al modo de las muñecas rusas que se encajan unas en otras. La auto­ra ha sabido concentrar todas esas manifestaciones y unirlas con originales trazos de su imaginación y con interesantes técnicas narrativas, que en muchas ocasio­nes recuerdan a las utilizadas en el cine. Un ejemplo de ello es el primer plano de los ojos de Beatriz con que se inicia la novela, pero ya Valle nos tenía acostumbrados a esos inicios sorprendentes que captan nuestra aten­ción desde la primera línea.

Sé que no ha quedado cerrado el interrogante so­bre el género al que este libro debe adscribirse pero yo he descubierto muchas novelas dentro de esta novela, la decisión le queda a los lectores. Si una buena obra es aquella que deja en el ánimo y en la memoria una marca individual y única, esta que aquí tenemos lo es, puesto que está rodeada de un halo de magia y tristeza, pasión y ausencia que no se olvida fácilmente. ■

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