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Trabajo presentado en el Primer Encuentro Iberoamericano sobre Patrimonio Cultural. Costa Rica 2010

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Reparación del saqueo de un cementerio indígena en el

Norte de Chile. Quillagua Oriente, Región de

Antofagasta.

Pablo Méndez-Quirós A957. y Estefanía Vidal M958.

Resumen

El cementerio Quillagua Oriente es un sitio emblemático para la prehistoria del

Norte Grande de Chile y ha sido objeto de un saqueo constante durante los

últimos 80 años. En este contexto, la comunidad aymara de Quillagua, a través

del programa Orígenes, convocó a un grupo multidisciplinario de profesionales

para realizar un salvataje, iniciando un proceso de puesta en valor y

conservación de los materiales arqueológicos y bioantropológicos con la

intención de preservar y resguardar la memoria de sus ―abuelos‖ y el

patrimonio de su pueblo. El interés central para la comunidad consiste en el

reentierro de los cuerpos, siendo una demanda generalizada de los indígenas

que impone un interesante desafío patrimonial para la arqueología.

Palabras Clave: Patrimonio cultural; comunidades indígenas; arqueología de

rescate; reentierro; puesta en valor

Abstract.

A prehispanic cementery in Quillagua, northern Chile, has suffered continuous

looting for the last 80 years. This has resulted in the widespread exposure of

human remains and associated artifacts, drawing further unwanted attention to

the site. For this reason, the local Aymara community, through Origins Program,

dependent on the National Corporation of Indigenous Development (CONADI),

957

[email protected]; Piscala 2241 Iquique, Chile, 56-78034224, Lic. en Antropología, mención Arqueología, Universidad de Chile. Investigador de períodos alfareros e históricos del Norte de Chile, especialmente de la región de Tarapacá. 958

[email protected]. Doctor Johow 425, Ñuñoa, Santiago, Chile. 56-02-

2386732. Tesista Proyecto VID SOC08/16-02 ―Tarapacá Viejo y el Inka en los Valles

Occidentales, Andes Centro Sur (1450- 1540 D.C.)‖, Departamento de Antropología,

Universidad de Chile.

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contacted a group of archaeologists, bioanthropologists and conservators with

the intention of performing a systematic rescue of the site, one of the most

important of the region. The primary objective was to preserve and protect the

memory of their ―grandparents‖ as a way to safeguard the heritage of the town,

mainly through the reburial of the human remains founded in the cementery.

KEY WORDS: Cultural heritage, indigenous communities, rescue archaeology,

reburial, value enhancement

El Oasis de Quillagua y el Cementerio Oriente

Emplazado a orillas de uno de los principales cursos de agua del Desierto de

Atacama, el Río Loa, el oasis de Quillagua ha sido desde tiempos inmemoriales

un lugar de asentamiento privilegiado –permanente y esporádico- para los

grupos humanos que habitaron este espacio y que se desplazaban entre las

tierras altas de la Cordillera de los Andes y la costa del Pacífico (Figura II). Es

por ello que en la actualidad existen numerosos sitios arqueológicos en su

entorno (Agüero et al. 1995), los cuales en su mayoría se sitúan en torno al

curso ribereño que posibilita el desarrollo de actividades como la recolección,

agricultura y ganadería en medio del desierto.

La secuencia cronológica generada a partir de fechados absolutos (p. ej.,

termoluminiscencia), da cuenta que durante el periodo Intermedio Tardío (900-

1.500 d.C.) el oasis de Quillagua estaría dominado de manera prácticamente

total por las poblaciones atacameñas, tradición que está representada en la

cerámica y los tejidos tanto de los dos sectores del cementerio Oriente como

en el Poniente. No obstante, hacia mediados de este periodo se postula una

intrusión significativa de la tradición tarapaqueña en el cementerio Oriente,

proceso que estaría evidenciado a partir de la presencia de cerámica y tejidos

propios del oasis de Pica. Contemporáneamente, se constató un hiato en la

ocupación del cementerio Poniente (1.070-1.390 d.C.) que evidenciaría un

abandono y posterior traslado por parte de las poblaciones atacameñas que se

enterraban allí hacia el cementerio Oriente Alto, intensificándose su utilización

por ambos componentes, a la par de un reforzamiento de la identidad

atacameña a partir de un cambio en el ajuar funerario. Mientras la alfarería

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mantuvo una misma tradición, representando a uno y otro grupo, la vestimenta

se habría convertido en el instrumento de diálogo, introduciendo elementos

formales y decorativos tarapaqueños sobre un sustrato estructural y técnico de

estilo atacameño, sugiriendo una situación de complementariedad y no de

conflicto (Agüero et al. 1999).

Con posterioridad a los dos siglos donde habría persistido este proceso de

coexistencia y complementariedad entre ambas tradiciones (1.100-1.300 d.C.),

los textiles comienzan a mostrar una acentuación de los atributos atacameños

y una disolución de aquellos elementos tarapaqueños. Esto va de la mano de la

reocupación del cementerio Poniente, caracterizada por una suerte de

regresión a la situación inicial y análoga al Loa y San Pedro de Atacama (900-

1.100 d.C.), en cuanto ya no se hace necesario el reforzamiento de la identidad

atacameña. En este sentido, las ofrendas funerarias vuelven a estar dadas por

sus escudillas negras pulidas y los tejidos, camisas y bolsas, vuelven a mostrar

atributos y funciones netamente atacameños. De esta manera, durante el

último momento del periodo Intermedio Tardío (1.390-1.450 d.C.) parece ser

que Atacama ganaría finalmente una mayor movilidad hacia el territorio

tarapaqueño, cuestión que ha sido evidenciada a partir del predominio de

pucos en un momento más tardío en uno de los cementerios conspicuos del

área tarapaqueña como es Pica-8 (Uribe 1996; Agüero et al. 1999).

En suma, reconocemos que ambas entidades culturales –Atacameña y

Tarapaqueña- practicaron paralelamente un juego de identidad y poder, donde

la estrategia aplicada por Atacama resultó ser más efectiva. Esta situación se

encuadró en un marco ideológico originalmente andino que implicó transitar de

la contrariedad a la igualdad con un ente que controló dicha igualdad; pues si

bien Tarapacá puso todo su empeño en este proceso incluso apoyándose en

otras tradiciones culturales representada por Arica, Atacama hizo lo propio

apoyándose en elementos altiplánicos cuyo manejo y apropiación fue central

para lograr el éxito. Lo anterior queda finalmente demostrado en el conjunto

textil, en el cual Atacama introduce dentro de su patrón cultural elementos

propios de las tierras altas que tienen su origen en el Noroeste Argentino,

situación que perdura hasta la irrupción del Tawantinsuyo en este espacio. Así,

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pareciera que el mismo imperio le reconoce el poder y autonomía a Atacama

manteniéndolo con una relativa independencia para que domine a su favor,

siendo por ello, la alfarería atacameña y no otra la que finalmente integra los

atributos cusqueños (Agüero et al. 1999). Quillagua, por lo tanto, se convierte

en un punto relevante para los Incas en la región, herencia que es recogida por

la posterior ocupación hispana de la localidad (Cervellino y Téllez 1980).

El cementerio Oriente, conocido también como cementerio Rinconada de

Quillagua, presenta un sector alto (02-QUI-02) y otro bajo (02-QUI-01)

localizados uno al lado del otro sobre una pendiente en el margen Este del Río,

en la ribera opuesta a la aldea prehispánica La Capilla y el cementerio Poniente

(02-QUI-03), otros dos importantes sitios de esta localidad. Ambos sectores de

enterratorio presentan ocupaciones que se inician a fines del período Formativo

(600-700 d.C.) y perduran hasta el Intermedio Tardío (900 d.C.-1.450 d.C.).

El grado de intervención y depredación que presentan es muy alto -cuestión

que ya ha sido mencionada por otros autores que han ejecutado

investigaciones sistemáticas en este lugar (Gallardo et al. 1993; Carrasco et al.

2003)- y se remontan por lo menos a principios del siglo XX, pues los trabajos

de R. Latcham realizados en el área en la década de 1930 fueron hechos,

según sus descripciones, sobre sitios ya saqueados (Latcham 1933).

Identificamos una serie de excavaciones asistemáticas de pozos y tumbas

completas realizadas con picotas e incluso dinamita, realizados para extraer

objetos y restos humanos –principalmente cráneos, vestimentas, adornos y

vasijas- dejando parte de los cuerpos y ajuares funerarios dispersos sobre la

superficie. Estos continuos saqueos han expuestos los niveles estratigráficos

de las fosas mortuorias lo que, combinado con la acción del viento,

desestabiliza y debilita el terreno dejándolo aún más expuesto y erosionado.

Las intervenciones antrópicas constituyen el agente de alteración más

importante del sitio, produciendo modificaciones sustanciales, acumulativas e

irreversibles (Figura IV).

Ante este deplorable estado de conservación y alteración, sumado a la

exposición de los restos humanos y artefactuales en la superficie del

cementerio –situación que exponía a nuevos saqueos y destrucciones en el

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área-, la propia comunidad aymara de Quillagua gestionó, a través de la

CONADI, un trabajo de rescate y salvaguarda ya que los restos preservados en

este lugar son parte de su patrimonio cultural. A esto se agrega que tanto las

osamentas como los materiales culturales provenientes de este lugar son

reconocidos como sus ―abuelos‖ o ―gentiles‖, existiendo un innegable vìnculo

cultural entre ambas poblaciones a pesar del proceso de mestizaje que se ha

sucedido durante los últimos tres siglos. A raíz de este reconocimiento, la

comunidad reconocía en el cementerio una invaluable significación, hecho que

incidía en la conducta y el destino de la población viva dentro del marco de la

cosmovisión andina.

Lámina 1: Visita de reconocimiento al cementerio con representantes de la

comunidad aymara de Quillagua.

En este contexto, este trabajo buscó potenciar la riqueza cultural, patrimonial y

arqueológica de los cementerios en cuestión a través de un trabajo en conjunto

con la comunidad de Quillagua para su salvataje y puesta en valor. Lo que se

procuró fue, en última instancia, aportar con data científica sobre estos

cementerios prehispánicos que junto con formar parte de la memoria histórica

de las comunidades actuales también pudiera ser relevante en un futuro

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cercano en términos de políticas públicas de base intercultural como también

para el propio provecho de la comunidad en cuestiones de gestión patrimonial.

El rescate del cementerio

El objetivo principal de este trabajo, entonces, fue el de iniciar un proceso de

puesta en valor y conservación de los materiales arqueológicos y

bioantropológicos depositados en los dos sectores que componen el

cementerio Oriente de Quillagua.

Para tales efectos, realizamos fue un reconocimiento general del área con el fin

de catastrar y caracterización los daños. Trabajamos en el salvataje intensivo

de los materiales que se hallaba diseminado en la superficie de los dos

conjuntos funerarios que componen el cementerio Oriente (02-QUI-01 y 02-

QUI-02), principalmente restos humanos, textiles y materiales orgánicos en

general, todos los cuales contenían alto valor para la comunidad local y

científica, a la vez que podían resultar de interés para los saqueadores. Para

llevar a cabo el levantamiento del material, se realizó una cuadriculación

completa del cementerio para crear unidades de registro predefinidas de 5x5

metros (25 m2) cada una, totalizando 251 cuadrantes (Figura VIII). Sumado a

ello, se procedió a hacer un levantamiento planimétrico del sitio y su entorno

con el fin de obtener mayor precisión en el proceso de registro de la

información. Para esto se aplicaron fichas de registro para el material cultural y

otra para el registro de restos bioantropológicos.

La ficha de arqueología consideró básicamente la caracterización del terreno

(presencia de excavaciones anteriores, amontonamientos de tierra), una

descripción detallada de los materiales culturales presentes y su distribución al

interior de la unidad –incluyendo un croquis de la unidad-, junto al registro de

su estado de conservación. Cuando fue posible, se identificaron los tipos

cerámicos presentes a partir de las formas, pastas y decorados,

reconociéndose estilos atacameños, tarapaqueños, ariqueños y altiplánicos.

Entre los restos textiles, identificamos fragmentos de mantas, bolsas, túnicas,

camisas y taparrabos, sumado a objetos hechos de piedra, principalmente

puntas de proyectil y cuentas de collar de mineral de cobre o turquesa.

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También se registraron huesos de animales, principalmente piezas óseas de

camélidos (llama o guanaco) y restos de cuero trabajado, posiblemente

correspondiente a sandalias y estuches porta flechas o carcaj. Finalmente,

recuperamos numerosos restos de origen vegetal destacando, por una parte,

los restos de madera –mangos de instrumentos, estructuras de capachos,

torteras y varillas embarriladas con hilos de lana o fibras vegetales- y, por otra,

restos de frutos y semillas como maíz, algarrobo y fragmentos de calabazas a

veces decorados.

Por su parte, la ficha de registro bioantropológico consideró el registro y

caracterización de los restos óseos humanos, donde se pudo consignar la

presencia de cuerpos completos, incompletos, fragmentos de huesos

identificables -huesos largos, manos, pie, columna, cráneo, etc.- y no

identificables -astillas o fragmentos muy pequeños-. Al mismo tiempo se

registró el número de los huesos con el fin de aproximarnos al número mínimo

de individuos que fueron enterradas. Finalmente, se consignó el estado de

conservación de los huesos, es decir, si estaban completos y/o fragmentados,

craquelados o intemperizados por efecto de la exposición al sol y el viento.

Una vez registrada la información por unidad, se procedió al levantamiento de

los materiales culturales y bioantropológicos para despejar la superficie de

ambos sectores del cementerio (Figura VI).

Conservación de los materiales rescatados

La conservación constituyó uno de los ejes conductores del proyecto, en tanto

que configuró la cadena de valores comunitarios que el pueblo de Quillagua y

la CONADI solicitó como parte del rescate y puesta en valor del cementerio.

Comprendió asimismo, los procesos de evaluación, documentación y

conservación efectiva de los bienes culturales rescatados. De esta manera, se

implementaron estrategias básicas de levantamiento de material

bioantropológico y cultural en superficie, en medio de las extremas

condiciones climáticas de temperatura y erosión eólica del oasis de Quillagua.

Una vez concluida esta etapa, se procesaron los bienes en un laboratorio de

campo abierto a la comunidad, donde se procedió a conservar, embalar y

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registrar más de 3.907 piezas esqueletales identificadas y aproximadamente

400 objetos culturales (completos e incompletos).

Los procedimientos de conservación fueron de carácter directo e indirecto. Los

primeros comprendieron una mínima intervención física de la pieza sin

modificar sustancialmente sus características físicas y formales. De esta

manera, se separaron los materiales adheridos a los objetos recolectados

como pelos, vegetales e hilados y se llevó a cabo la limpieza mecánica con

pinceles, brochetas y aspirado (peras de aire), variando la intensidad del

procedimiento según el nivel de suciedad y resistencia de los objetos. La

limpieza sólo se realizó de manera superficial, sin eliminar residuos que

pudieran contener información cultural (semillas, polen, restos orgánicos, etc.).

Por último, en ciertos casos se realizó una restitución formal de ciertos objetos -

principalmente textiles- cuando se hallaron plegados o deformados. Esta clase

de tratamientos fueron aplicados en cestería, textiles, objetos de madera,

calabazas y fibras vegetales, además de restos humanos completos (Figura V).

En general los daños más recurrentes observados fueron resultado de la

destrucción antrópica y el posterior y paulatino efecto de la radiación solar y el

viento. Específicamente, éstos se expresan en ciertas alteraciones que sufren

los materiales como abrasión, descamado o deplacamiento de las superficies,

pérdida del color, desecación y resquebrajamiento, todo lo cual conduce a un

evidente estado de fragilización de la materia, que en algunos casos se

desintegra al tacto.

Por otra parte, los procedimientos de conservación indirecta se refieren

fundamentalmente al resguardo de los materiales utilizando embalajes

primarios y secundarios. El embalaje primario dependió principalmente del

formato de los objetos, tipo de materia prima (orgánico e inorgánico) y su

estado de conservación. Se optó por el uso de bolsas transparentes de

polietileno, bandejas estuches y envolturas de tyvek (tela termosoldada) para

dar mayor neutralidad y estabilidad.

El resultado de los procedimientos de conservación directa e indirecta fue la

creación de 1.109 registros, contenidos en una colección de 89 cajas

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conservadas según la tipología de material, su estado de conservación e

integrando los trabajos de contextualización e identificación de los materiales,

realizados por antropólogos físicos y arqueólogos. Por último, a solicitud de la

Comunidad Quillagüina y la CONADI se elaboraron directrices prácticas para la

conservación de los sitios, de la nueva colección y la implementación de un

Centro de investigación Patrimonial en Quillagua.

Análisis bioantropológico

Los restos humanos rescatados en el cementerio fueron sometidos a un

análisis descriptivo en el laboratorio, siendo caracterizados primeramente en

dos categorías: individuos articulados y restos disturbados (Retamal 2009).

Para ambos grupos el análisis realizado se centró en el relevamiento de

aspectos asociados a estimación de sexo, edad, estatura, robustez y otros

indicadores paleopatológicos y de modos de vida. En el caso de los restos

disturbados, las piezas esqueletales fueron agrupadas por sección anatómica

(esqueleto axial o apendicular) para su posterior estudio. El total de estructuras

óseas relevadas alcanzan los 6.856, de los cuales 4.987 corresponden al

sector bajo y 1.869 al sector alto. Con respecto al número mínimo de

individuos, se estimó a partir del conteo de fémures un total de 251 esqueletos

con un número de 114 individuos en el sector alto y 137 individuos en el sector

bajo.

Respecto a la edad -calculada a partir del grado de desarrollo de los fémures y

la sínfisis púbica en los coxales, en caso de estar presentes- se pudo observar

que 79 fémures se encontraban completamente desarrollados, en tanto que 3

se encontraron entre los 10 y los 20 años; mientras que 10 fémures se ubicaron

entre los 0 a los 10 años. Además, a partir de los análisis basados en el

desarrollo de la sínfisis púbica, se pudo estimar la edad con un límite de 38 +-

10 años para el sexo femenino y 35 +- 9.4 años para el sexo masculino. Es

decir, la edad de los individuos más adultos estaría bordeando los 45 años,

aportando un dato de gran relevancia como es la temprana edad de muerte

generalizada en la colección. No obstante, hay que considerar que la muestra

presenta pocos indicadores y que pueden estar perdidos los valores de los

individuos más ancianos dado el estado de conservación.

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En términos de la distribución sexual –determinada a partir del diámetro medio

de la cabeza femoral- la muestra se dividió en dos grupos: los primeros, con

medidas menores a los 40 mm., se consideraron femeninos. Sobre los 40 mm.,

los individuos fueron catalogados como masculinos, resultando en una

distribución bastante similar para cada sexo (Ver Tabla I).

sexfem Sector

Total Alto Bajo

0 19 26 45

1 23 22 45

Total 42 48 90

Tabla I. Sexo estimado a partir de las cabezas femorales (sexfem) en cada

sector.

Respecto a la presencia de ciertas patologías, la notoria baja frecuencia de las

artropatías de la cabeza femoral y de la epífisis distal encontradas en ambos

sitios sugieren actividades que no involucran fuertemente el uso del miembro

inferior -como caminatas largas, trotes u otros, asociados a modos de vida

móviles-, sino estarían sugiriendo que las poblaciones representadas son más

bien sedentarias. De todos modos, esto podría atribuirse a la baja edad que se

estimó para estos grupos, puesto que la aparición y severidad de las

artropatías y otros marcadores de modos de vida están positivamente

correlacionados con la edad asociada a los individuos. La presencia/ausencia

de criba femoral, un indicador de estrés ambiental, revela una baja prevalencia

de ésta en los individuos adultos respecto de los jóvenes y niños. Es probable

que esto se deba a un acceso diferencial a los recursos alimenticios entre la

distintas fajas etarias favoreciendo el consumo de alimentos ricos en hierro en

los adultos. No obstante, debe tenerse en cuenta que los fenómenos cribosos

pueden remodelarse con el tiempo, desapareciendo muchas veces en la etapa

adulta. Posiblemente esto refleje condiciones alimenticias propias de toda la

población, especializada en el consumo preponderante de carbohidratos

(masas) y menor de proteínas (carnes), generando un desequilibrio en el

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consumo de hierro, visible en las etapas tempranas del desarrollo pero que

posteriormente se remodela, enmascarando su manifestación.

En general, el análisis bioantropológico pone de manifiesto los problemas

asociados al estudio de osamentas humanas saqueadas continuamente. Esto

se manifestó en la ausencia de ciertos datos, como la pérdida de material

esqueletal infantil y juvenil, que redunda en un conteo bajo de esqueletos de

estas edades, lo que impide la realización de análisis que consideren las

primeras etapas del desarrollo humano. Asimismo, la extracción sostenida de

cráneos y piezas dentales, impidió un estudio a fondo de la salud dental, uno

de los tópicos más utilizados para comprender los modos de vida de las

sociedades del pasado. Sin embargo, se pudo concluir una relativamente alta

frecuencia de abscesos, retracción alveolar y pérdida dental premortem,

sugerentes de una dieta basada en alimentos cariogénicos - como masas-,

aunque también se observaron casos de severo desgaste dental, indicadores

de una dieta con alto contenido de elementos abrasivos como arena,

encontrados comúnmente en comunidades costeras precolombinas. Es posible

que se haya producido una convivencia entre grupos costeros e interiores, o

bien que existiesen contactos permanentes entre los habitantes de dichos pisos

ecológicos. De todos modos, se observan casos de anemia sistémica

principalmente en niños y jóvenes que dan cuenta de escasez ambiental o

parasitosis.

Palabras Finales

Las diferencias de número y densidad entre los sectores bajo y alto del

cementerio permiten entrever distinciones que avalan las hipótesis sobre

diferencias cronológicas y culturales entre los grupos enterrados en los dos

sectores. Al respecto, se confirma que ambos experimentaron su máxima

ocupación a comienzos del período Intermedio Tardío entre el 900 y 1.200 d.C.

(Agüero et al. 1997, 1999, 2001, 2006), aunque su inicio se retrae al Formativo

Tardío, entre los años 500 y 800 d.C. (Agüero et al. 1995). Asimismo, es

posible identificar una ocupación que se extiende en el tiempo (1.200-1.450

d.C.) especialmente en el sector Alto donde incluso hay algunas expresiones

del período Incaico (1.450-1.536 d.C.). No obstante, se confirma que a lo largo

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de todos esos años se enterrarían poblaciones que interactuaron culturalmente

con los territorios de Tarapacá, Atacama, Arica, el altiplano y la costa,

relacionados con grupos aymaras, uros y camanchacas, cavanchas o changos.

Esta situación es propia de Quillagua, lugar de encuentro y frontera natural

entre dos regiones culturales claramente diferenciadas a partir del Arcaico

Tardío.

Junto a la creación de una importante colección de materiales culturales y a la

implementación de medidas que garanticen su adecuada conservación a través

del tiempo, este trabajo fue fruto de un esfuerzo comunitario por proteger y

salvaguardar el patrimonio de una localidad con una enorme relevancia

histórica y cultural. Al valioso conjunto de información científica generada, se

suma un acabado registro audiovisual que tuvo como resultado un documental

titulado ―Quillagua: el descanso de los abuelos‖ realizado por al Archivo

Etnográfico Audiovisual de la Universidad de Chile. Éste reúne las distintas

experiencias vinculadas al proyecto, a la vez que intenta plasmar la mirada de

los propios quillagüinos acerca del saqueo y la situación de crisis que se vive

en la actualidad por la contaminación y desertificación del oasis. Constituye así

uno de los recursos de difusión más importante generados en el marco de este

proyecto, en la medida que representa un medio tremendamente atractivo y

eficiente para mostrar de manera dinámica la situación que hoy enfrenta

Quillagua.

Nuestro trabajo concluyó con una ceremonia de reentierro de una parte de los

restos humanos rescatados, siendo organizada y presidida por la comunidad, a

la cual asistieron representantes de la CONADI y los miembros del equipo de

trabajo (Figura VII). Todo lo anterior sienta un precedente en cuanto al trabajo

científico promovido y alentado por las comunidades indígenas, quienes

reconocen a este patrimonio como parte de su herencia y reconocen a el

aporte que significa el trabajo los profesionales vinculados al patrimonio como

arqueólogos, antropólogos físicos y conservadores. Además, demuestran que,

pese a la distancia temporal y a los procesos históricos acaecidos, siguen

identificándose fuertemente con el pasado prehispánico materializado en este

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lugar y que la arqueología –como disciplina social- puede ser de gran utilidad

en este proceso.

Uno de los corolarios de este trabajo es la necesidad de reflexionar sobre las

implicancias del reentierro de restos arqueológicos. Observando la tendencia

de los últimos 10 años en Chile, las distintas comunidades indígenas del país

están demostrando su molestia por la exposición de momias en vitrinas, ya que

esta práctica arraigada en algunos museos atenta contra la dignidad de sus

ancestros. Luego, se da un paso más y las demandas colectivas incluyen la

devolución de los restos humanos para que sean reenterrados y vuelvan a

descansar en paz.

Esta situación incluye una serie de aristas de suma complejidad que deben

sopesarse a la hora de tomar decisiones, lo que exige la redefinición de una

serie de conceptos como la protección de patrimonio, que ha sido una de los

pilares del trabajo arqueológico y que comienzan a ser cuestionados por

algunos dirigentes indígenas.

Frente a las solicitudes de reentierro de restos humanos, algunos colegas

señalan que conllevaría una pérdida irremediable de información, accediendo a

resolver el tema a través de reentierros simbólicos como el realizado en

Quillagua. Justamente al utilizar el concepto ―simbólico‖, queda un margen de

acción donde nuestro equipo propuso reenterrar una muestra de la colección

que por el grado de deterioro no permite extraer información bioantropológica.

Si continua la tendencia de aumento de las exigencias por parte de los

dirigentes indígenas respecto al reentierro de restos humanos, se podrían

producir situaciones difíciles de manejar para los colegas que trabajen en

contextos con un fuerte componente indígena, así como para los organismos

estatales que regulan el tema patrimonial, por lo que es fundamental insertar

este debate a nivel latinoamericano para acordar visiones y posturas que

aseguren una adecuada protección patrimonial y el cumplimiento de los

requerimientos de las comunidades.

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FIGURA II. Mapa de la Región (Uribe, M. 2009).

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FIGURA III. Emplazamiento de los sectores alto y bajo del cementerio

Quillagua Oriente y su distancia con el oásis.

FIGURA IV. Muestra del saqueo intensivo y del estado de deterioro del

cementerio previo al rescate (fragmentos de momias y fardos funerarios).

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FIGURA V. Fragmento de textil in situ y un

ejemplo del resultado posterior al tratamiento

de conservación (IZQ).

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FIGURA VI. Vista del cementerio (sector bajo) después del rescate.

FIGURA VII. Ceremonia de reentierro con miembros de la comunidad.

Page 21: Reparación del saqueo de un cementerio indígena en el Norte de Chile. Quillagua Oriente, Región de Antofagasta.

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FIGURA VIII. Delimitación de las evidencias superficiales y cuadriculado de

sectores Alto y Bajo del cementerio.